V.E.T. de Cristo Sacerdote V.E.T. de San José V.E.T. del Padre Misericordioso V.E.T. de la Inmaculada Concepción V.E.T. del Espíritu Santo V.E.T. de San Pablo V.E.T. de Santa Isabel de Hungría V.E.T. de San Pedro Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá - 1 Breves de la curia Cambios y nombramientos 34 Historias de vida Padre Carlos Salas 26 Hermanos mayores Silvio Herrera Herrera 30 Conversaciones Arzobispo Octavio Ruiz Arenas 16 Jubileos sacerdotales 2019 19 Parroquias San Antonio de Padua Las Cruces 28 SEAB Los jóvenes artistas del SEAB exponen más de 3.000 trabajos 32 Detrás del pastor Homilía de la Eucaristía de acción de gracias en el Bicentenario de la Independencia de Colombia 4 Por las vicarías El dinamismo de la Iglesia arquidiocesana 8 Perfiles Mauricio Uribe 12
Plenitud de vida
Hemos celebrado recientemente los Jubileos sacerdotales en la arquidiócesis de Bogotá y allí se ha podido dar gracias a Dios por la vida y el ministerio de un grupo numeroso de servidores del evangelio.
Un obispo y casi 30 sacerdotes jubilares rodeaban al arzobispo de Bogotá, carde nal Rubén Salazar, en la concelebración eucarística realizada en la hermosa capilla del Seminario Mayor de San José. En las palabras del Prelado, lo mismo que en las de monseñor Octavio Ruiz, quien tomó la vocería de los de los padres jubilares, se oyeron una vez más expresiones de alegría, de gozo por la vocación sacerdotal, de plenitud en la vida llevada y, también, con humildad, palabras de sincero pesar si en algún momento la vida llevada no ha correspondido a las expectativas de Dios, de la Iglesia, de los hombres. Pero lo primordial fue la acción de gracias por el don inigualable de la vocación al sacerdocio.
Como lo ha podido comprobar esta publicación, Fraternidad, en cada uno de sus números, la inmensa mayoría de obispos y sacerdotes sienten que en realidad el lla mado recibido de Dios es un privilegio inigualable y único. Hemos procurado a lo largo de todas las ediciones de la revista visitar a los obispos y a los sacerdotes en sus lugares de trabajo, en sus comunidades y en sus obras, en sus fechas más especiales y en sus tareas más complejas y el sentimiento común de ellos es que viven felices en lo que hacen y en lo que han transformado sus vidas, sirviendo a Dios y a las perso nas. Nos hemos encontrado con hombres de todas las edades, pero todos parecen, por su convicción y entrega, jóvenes que aman su tarea, que están disponibles para lo que les pida la Iglesia y no muy amigos de quejarse de nada ni de reclamar nada. Viven contentos como curas de almas y nunca los hemos encontrado cansados ni con ideales diferentes a los que el sacerdocio de Cristo les propone.
Seguramente a todo lo anterior ha contribuido de manera significativa la perte nencia a la arquidiócesis de Bogotá y también el estar en la ciudad capital. La Iglesia en Bogotá, en esta Arquidiócesis, tiene una estructura evangelizadora muy sólida y tiene también una comunidad sacerdotal muy comprometida en todo sentido. El modo como se ejerce la misión del obispo y la de sus auxiliares, la presencia de los vicarios episcopales, el carácter actual de la curia arquidiocesana, la seguridad social del clero, todo sirve y contribuye para que los obispos y sacerdotes de Bogotá se sientan en un ambiente muy favorable para ejercer su ministerio a fondo. Un ministro sagrado que viva plenamente su comunión con el obispo y con esta iglesia particular no tiene sino ventajas, y muchas, para poder decir todos los días que en realidad Dios ha estado grande con él y que lo ha rodeado de todo lo necesario para ser un fiel servidor de Él y de todos los hombres.
La arquidiócesis de Bogotá, con unos cuatro millones de habitantes y algo más de trescientas parroquias, tiene necesidad de unos sacerdotes que se sientan plenos en lo que hacen. Hay mucho trabajo, demasiados retos, infinidad de preguntas y a todo esto no se le puede hacer frente sino con unos hombres absolutamente convencidos de su misión, felices de haber sido llamados al ministerio sagrado, concientes de sus limitaciones y también de toda la estructura dispuesta a apoyarlos cuando sea necesario. Por los testimonios escuchados en los reciente jubileos en varios de los festejados, queda la feliz sensación que el sacerdocio de Bogotá sigue teniendo una fuerza interior muy importante, una relación profunda con Cristo, sumo y eter no sacerdote, un sentido de Iglesia inquebrantable y una inclinación decidida para servir al pueblo de Dios. En tiempos de prueba como los actuales, nada mejor que recoger testimonios de estas vidas que se definen ellas misma como plenas, agrade cidas y entregadas de lleno a la misión recibida.
Rafael de Brigard Merchán, Pbro. Director
Editorial
2 - Fraternidad - Septiembre de 2019
Nuevas comunidades, nuevos templos
La comunidad de Nuestra Señora del Portal nació hace seis años de la mano del joven presbítero Eduar Bonilla, quien ha ido construyendo, paso a paso, esta porción de la Iglesia en la arquidiócesis de Bogotá. Usme, “el nido” que fuera el final del camino hacia el oriente, es ahora una parada más. El Transmilenio tiene su portal y la comunidad que lo rodea su parroquia. Y, ahora, inicia la construcción de templo.
La parroquia ha tenido un estratégico sito de atención pas toral en el centro comercial Altavista; sobre la plazoleta hay varios locales comerciales, el 1-51 es el despacho parroquial. Allí, en uno de los muros, hay un crucifijo y dos reclinatorios, desde entonces la gente no puede pasar indiferente, siempre hay quien necesita un momento de paz y… lo consigue frente al Señor de los Milagros.
A evangelizar se aprende evangelizando
La Escuela de Evangelización San Andrés es un organismo de la Iglesia católica, que nació en México, y se encuentra presente en 67 países del mundo; son más de 2.000 escue las, instrumentos para la formación de agentes pastorales.
Con la arquidiócesis de Bogotá caminan a la par con el Plan de Evangelización -más conocido como el Plan E-. El obje tivo principal de la Escuela de Evangelización San Andrés se centra en formar nuevos evangelizadores para la Nueva Evangelización. Esta metodología está en Colombia hace más de 30 años. Hasta la fecha, esta escuela ha llegado a más de diez departamentos del país, a través de las pasto rales de las diferentes diócesis y arquidiócesis, donde se han realizado cursos para formar agentes evangelizadores, con una metodología propia.
En cinco minutos
Ser compañeros de camino
Los presbíteros de la arquidiócesis de Bogotá se congregan en 28 comunidades de vida sacerdotal, incluyendo la de los eméritos; en ellas comparten y se acompañan en los diferen tes momentos de su vida...
El criterio de formación de estas comunidades es el tiempo que llevan ordenados, se reúnen periódicamente, casi siem pre en su alma mater: el Seminario Mayor.
Precisamente, el jueves 29 de agosto del año en curso, re presentantes de cada una de las 27 comunidades de vida sacerdotal se encontraron y reflexionaron juntos. Uno de los temas centrales de trabajo fue la revisión de su labor como animadores de las vocaciones sacerdotales.
La Inmaculada, en el Chicó, cumple 60 años
La parroquia de la Inmaculada Concepción del Chicó está en clavada en un sector ya muy comercial de Bogotá, pero con serva edificios en donde viven familias de personas mayores y matrimonios jóvenes. Ha sido semillero de los Retiros de Emaús, programados dos veces al año, también allí nacieron “los hijos espirituales de Emaús”, los retiros Effetá, para ma yores de 18 y hasta 25; luego Cielo, para los jóvenes adultos. El actual párroco es monseñor Darío Álvarez Botero, desde el 1 de julio del 2017, y han sido párrocos, entre otros, monse ñor Ernesto Solano, monseñor Andrés Vargas M, monseñor Carlos Julio López R y el padre Rafael M. de Brigard M. El cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá, fue in vitado para presidir la eucaristía del medio día. F
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá - 3
Detrás del Pastor
Homilía de la Eucaristía de acción de gracias en el Bicentenario de la Independencia de Colombia
Con la independencia se ha busca do a lo largo de los años construir una nación, pero esta solo podrá ser reali dad cuando los pobres y necesitados estén en el centro de la preocupación; cuando no haya personas, grupos o regiones excluidos de los beneficios de un auténtico desarrollo y dejen de ser marginados.
Hace 200 años, al entrar victorioso a Bogotá después de la decisiva ba talla de Boyacá, el libertador Simón Bolívar quiso que en la catedral de la ciudad se celebrara una solemne liturgia de acción de gracias al Señor por la independencia alcanzada des pués de largos y dolorosos años de lucha emancipadora.
Hoy nos reunimos de nuevo en representación de todo el pueblo co lombiano para dar gracias al Señor no solo por aquellos acontecimientos que en estos días hemos traído con alegría a nuestra memoria sino tam bién por los 200 años de vida repu blicana, con sus luces y sombras, sus aciertos y errores, sus logros y reali zaciones pendientes.
¿Por qué dar gracias al Señor? ¿Por qué hacer nuestras las palabras del salmo 150 que hemos cantado llenos de alegría? Porque la fe - patrimonio de la inmensa mayoría de nuestro pueblo- nos entreabre una dimensión profunda del sentido de los aconte cimientos que conmemoramos; nos invita a considerar la independencia alcanzada como un primer paso para lograr una verdadera libertad que va más allá de la dimensión política o económica: la libertad que se hace artesanalmente día a día en el cora zón de cada uno de los colombianos; la libertad de todo lo que nos esclavi za, nos aliena, nos deshumaniza, nos contrapone los unos a los otros, nos impide ser hermanos, nos quita la po sibilidad de ser una verdadera nación unida por la fraternidad y la solida ridad; la libertad que solo es posible cuando se abre el corazón a Dios que nos revela que somos sus hijos en su Hijo Jesucristo; cuando se abre el co razón a Dios que nos da su Espíritu para que podamos tener la vida y la vida en abundancia.
La independencia alcanzada hace 200 años se convierte así en el inicio de un camino del cual ya hemos re corrido un largo trecho pero que se abre cada día como un compromiso conjunto de construir un país.
San Pablo nos muestra ese camino de construcción, cuando, en la lectu ra que hemos escuchado de su Carta a los Gálatas, nos dice: “Hermanos, ustedes han sido llamados a la liber tad. Pero no tomen la libertad para satisfacer su egoísmo; antes bien, há ganse esclavos los unos de los otros”.
Con la independencia se ha bus cado a lo largo de los años construir una nación, pero esta solo podrá ser realidad cuando en verdad estemos todos llenos de un espíritu de gene roso servicio de los unos a los otros; cuando la búsqueda del bien común esté por encima de cualquier interés personal o grupal; cuando los pobres y necesitados estén en el centro de la preocupación; cuando no haya per sonas, grupos o regiones excluidos de los beneficios de un auténtico de sarrollo y dejen de ser marginados; cuando se busque el diálogo para la solución de los conflictos; cuando no se recurra a la fuerza como arma política o económica; cuando las víctimas de la injusticia y la violen cia puedan ser reparadas e integra das plenamente a la vida nacional; cuando nos respetemos y aceptemos los unos a los otros; cuando solida riamente compartamos las inmensas riquezas de nuestro suelo; cuando trabajemos todos juntos por el bien de todos. Es decir, cuando abra mos el corazón a Dios para que Él derrame en nosotros su Espíritu y nos regale sus frutos que -en la enu meración de san Pablo- son “amar, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre y domi nio de sí mismo”.
El resultado de esos empeños con juntos será un país que viva en la jus ticia, la fraternidad, la solidaridad, la paz. Y para ello, el Señor Jesucristo nos muestra en el Evangelio las actitu des fundamentales que harán posible el camino. Él nos pide que seamos po bres, es decir, que no permitamos que
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el ansia de dinero o de poder corroa nuestro corazón y lo haga víctima de la corrupción que destruye hasta los cimientos mismos de la vida social. Él nos pide que seamos no violen tos, es decir, que nunca impongamos por la fuerza nuestra voluntad sobre la voluntad de los demás, que no re curramos a la mentira, al engaño, a la trampa, al manejo deshonesto del poder, que busquemos solo la fuerza del diálogo, de la comprensión, de la concertación.
Él nos pide que seamos humildes, es decir, que no nos consideremos superiores a los demás, que no des preciemos en nuestro corazón a los que piensan de una manera diferen te a nosotros, que no consideremos como enemigos que hay que supri mir a nuestros contradictores, que busquemos siempre lo que nos une por encima de lo que nos puede en frentar. Él nos pide que deseemos y busquemos la justicia como expre sión de la recta correlación entre las personas, las instituciones, las regio nes, los países, para alcanzar la ver dadera tranquilidad del orden, que no nos dejemos enceguecer por las ideologías que tergiversan la verdad e impiden una real transformación de las realidades de todo orden, que no cohonestemos el crimen, la men tira, la injusticia. Él nos pide que sea mos misericordiosos, es decir, que a partir del reconocimiento de nues tras propias faltas seamos capaces de perdonar, de restaurar al criminal, de tender la mano al enemigo para caminar juntos, de no dejarnos ence guecer por el odio, el rencor, el deseo de venganza.
Él nos pide que tengamos un co razón limpio, es decir, que con la luz de la verdad y la fuerza de la justicia purifiquemos nuestras intenciones, nuestros anhelos, nuestras búsque das para que todo concurra al bien de todos. Él nos pide que seamos constructores de la paz, es decir, que logremos construir la tranquili dad que dimana del orden que es la verdadera expresión de la libertad, donde cada uno pueda tener acceso pleno a sus derechos y cumplir a ca balidad sus deberes.
Él nos pide que no retrocedamos ante las persecuciones, es decir, que seamos firmes, valientes, perseveran tes, pacientes, que logremos vencer las dificultades convirtiéndolas en oportunidades, que no cejemos en la lucha por la verdad, la justicia, la paz.
Esta es tarea de todos y cada uno, de gobernantes y gobernados, de letrados e ignorantes, de pobres y ricos. El Señor en el Evangelio usa dos imágenes que nos permiten com prender el alcance de la tarea con junta en la construcción de nuestra nación. Nos dice: “Ustedes son la sal de la tierra ... la luz del mundo”. Sal porque estamos llamados a buscar con sinceridad y honestidad el senti do -el sabor- auténtico de la realidad en todas sus dimensiones: política, económica, cultural, relacional y ser portadores de ese sentido de tal manera que, como la sal, también preservemos de la corrupción a la sociedad en la cual vivimos. Luz, porque una vez descubierto ese sen tido, estamos llamados a irradiarlo en nuestra propia existencia, en nues tra familia, en la sociedad, en el mun do. Sal y luz. Cada uno en el lugar en el que Dios lo ha puesto.
Cada uno viviendo su existencia en un proceso continuo de crecimiento hacia la perfección. Cada uno inte grándose cada día más consciente y proactivamente en la vida de su co
munidad. Cada uno asumiendo con responsabilidad creciente las tareas y misiones que el país le encomienda. Cada uno buscando con sinceridad y verdad el bien de todos en la cons trucción de la sociedad.
Nuestra Patria se ha ido construyen do como una democracia y tiene por lo tanto los tres pilares fundamenta les sobre los cuales debe construirse permanentemente a la luz de una constitución que le marca el derro tero. La rama legislativa buscando plasmar en una legislación coheren te la identidad más profunda de la nación. La rama ejecutiva buscando encontrar los caminos más válidos y honestos para que esa identidad se haga realidad en todos los niveles de la vida nacional. La rama judicial ve lando por la preservación del orden y restaurándolo en justicia cuando este ha sido violado. Esta estructura estatal permitirá a todos los ciuda danos participar, cada uno desde su propio lugar, aportando lo mejor de sí mismo, en la construcción nunca acabada de una Patria justa, fraterna, solidaria, en paz.
La celebración del Bicentenario de nuestra Independencia es un momen to privilegiado para que cada uno re nueve su compromiso de dejar atrás todo lo que en nuestra historia haya sido motivo de injusticia y violencia y lanzarse hacia adelante en un claro propósito de búsqueda conjunta de la Patria que anhelamos.
El Señor, en su infinita bondad y mi sericordia, nos dé su Espíritu para que no cejemos en la tarea sino que tengamos cada día de nuevo la luz y la fuerza que necesitamos. F
Él nos pide que seamos humildes, es decir, que no nos consideremos superiores a los demás...
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá
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La actitud del creyente ante la crisis no consiste en orar para mantenerse al margen cuanto sí en pedir la gracia para saber cómo comportarnos en ella.
No perder la oportunidad de la crisis
En una celebración de la misa con miembros de un grupo apostólico, en el momento espontáneo de formular las inten ciones de la oración de los fieles un asistente invitó a pedir a Dios que la crisis ‘nos toque, pero poquito’. Esa petición no debió haber estado inspirada por el Espíritu, pues un poquito de crisis no sirve. La actitud del creyente ante la crisis no con siste en orar para mantenerse al margen cuanto sí en pedir la gracia para saber cómo comportarnos en ella.
A lo largo de la historia de la Iglesia las crisis han sacudido la institución para deshacerla de muchas cosas superfluas y para redescubrir el valor de otras fundamentales, por ello no hay que dejar de ver en la actual crisis una oportunidad para una catarsis de muchos elementos del universo de nuestra fe y, quizá, permitirnos que el Evangelio de Jesucristo vuelva a ser buena noticia para nosotros.
Son casi todas las mediaciones de la relación de Dios con nosotros los católicos, que se ven apremiadas por los vientos de cambio que no sabemos a dónde nos conducirán: la ritua lidad de los sacramentos, la formación de los sacerdotes, la manera de trasmitir la fe, las exigencias de la vida evangélica, la misma imagen de Dios.
A propósito de la imagen de Dios, los dos decálogos del Pentateuco establecen no hacer imágenes de Dios, aunque con finalidades diferentes. Mientras que el libro del Éxodo ve en las imágenes de Dios una referencia a las costumbres cultuales de pueblos extranjeros (“No tendrás otros dioses rivales míos. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cie lo, abajo en la tierra o en el agua bajo la tierra” Ex 20, 3-4); el Deuteronomio se encamina hacia la prohibición de hacerse una imagen o representación de Yahvé (“El Señor les hablaba a ustedes desde el fuego: oyeron palabras sin ver figura algu na, solo se oía una voz […] No se perviertan haciéndose ído los o figuras esculpidas” Dt 4, 12.16). El mensaje del libro del Deuteronomio se opone a la representación de Dios a través de imágenes, pues la relación de fe con Dios se funda en la palabra revelada.
Por caminos diferentes, el Éxodo y el Deuteronomio ven en la imagen una desviación hacia la idolatría; una postura espi ritualista ve en ambas un apoyo a la inmaterialidad del culto,
el ideal sería una celebración para el oído, no para la vista. El riesgo de la idolatría está en pretender una imagen que contenga a Dios y así disponer de Él o en exigir veneración a una imagen cultual.
Sin embargo, no podemos obviar el tema de la imagen como mediación en el mundo de la fe. Según San Agustín, el objeto de la enseñanza / aprendizaje se podría reducir a dominar la relación signo / cosa (“Toda instrucción se re duce a enseñanza de cosas y signos” De doctrina christiana, I, 2, 2), lo que quiere decir que nuestra manera de apre hender el universo viene siendo a través de la imagen o del signo. En la relación con Dios se plantea el tema de ser conscientes de la revelación que ocurre en nuestra historia, del amor salvífico de Dios que acontece en nuestro mundo; el Trascendente se revela en el ser humano, que tiene como medio para aprehender toda experiencia el lenguaje que elabora imágenes.
La imagen nos aboca al riesgo de la idolatría, pues una imagen puede llegar a asumir la manera de actuar del ído lo. “El ídolo se hace presente a la mirada del hombre para imponer la representación y luego el conocimiento” (J.-L. Marion, Dios sin el ser). El ídolo se levanta allí donde pueda ser visto, pues busca cautivar y por ello mismo no ofre ce nada que irrite porque solo logra mantenerse vigente el tiempo que pueda cautivar, como un espectáculo. El ídolo actúa como un espejo: retorna el rostro de quien se pone delante de él y la mirada del idólatra no se desplaza hacia ninguna otra instancia fuera de ella misma.
El peso del problema no está en que nos hagamos una imagen de Dios sino en que esta imagen se nos convier ta en ídolo. La catequesis elaboró en los niños imágenes de Dios, ahora adultos, esos niños continúan llevando su vida cristiana sobre aquellas imágenes que la inmovili dad de tantos años pudo haberlas llevado a que hoy fun cionen como ídolos. El peso del problema estaría en las imágenes idolátricas de Dios. En la crisis que nos ronda, las palabras del Deuteronomio resultan admirablemente proféticas: es necesario acudir constantemente a la Pala bra para deshacernos de imágenes de Dios que terminaron convirtiéndosenos en ídolo. F
Tadeo Albarracín, Pbro. Doctor en Liturgia
6 - Fraternidad - Septiembre de 2019
La Fundación San Antonio, la más antigua de la arquidiócesis de Bo gotá, llegó a sus 125 años de labores, marcados por la evangelización, ayuda en educación y formación en valores a niños y adolescentes, enfrentando y superando los dife rentes retos encontrados en el ca mino.
Miles de historias vividas se pue den contar, abundantes frutos se pueden recoger; el resultado de un buen trabajo se puede evidenciar. La ayuda de la Iglesia, a través de la Fundación San Antonio –FSN-, muestra el compromiso con la in fancia y la juventud en la ciudad.
Esta fundación arquidiocesana, FSN, celebra con empeño y orgullo, más de cien años de trabajo y evan gelización, especialmente en sec tores de la población más necesi tada y en estado de vulnerabilidad. Por esta razón, la Iglesia católica en Bogotá, lanza paralelamente a este logro, la campaña Camino, Verdad y Vida.
Aprender a donar
Así mismo, en el marco de la cele bración de los 125 años de la Funda ción San Antonio, se lanzó la cam paña Camino, Verdad y Vida, la cual nos invita a donar, y a realizar un esfuerzo económico como creyentes, para apoyar diferentes tareas que es preciso financiar de manera urgente. Por esta razón se presentan tres op ciones para elegir y apoyar con nues tras donaciones.
Camino: Aquí se involucra todo lo que significa crear las instancias fun damentales de evangelización, como las parroquias. Se necesitan recursos para poder llegar a todos los rincones
Responder a los retos e iniciar otros: Camino, verdad y vida Iglesia en obras
de la ciudad y poder establecer comu nidades parroquiales y templos en di ferentes sectores, teniendo en cuenta el crecimiento poblacional de Bogotá.
Así mismo, se requiere formar sa cerdotes, laicos comprometidos y di ferentes agentes evangelizadores, lo que implica también una inversión económica.
Verdad: Se refiere a todas las obras educativas, que hoy son 19 colegios ubicados en el sur de la ciudad y una universidad, que conforman el Siste ma Educativo de la Arquidiócesis de Bogotá –SEAB- que tiene por misión acoger a estudiantes de estratos 1, 2 y 3. El proyecto contempla ampliar la cobertura, crear más colegios y forta lecer con más programas académicos la Universidad. Como es obvio, la in versión es proporcional a la enverga dura del proyecto.
Vida: Aquí se reúnen todas las obras sociales, principalmente los comedo res, fundaciones y hogares de paso, a través de los cuales la arquidiócesis de Bogotá brinda todo tipo de ayuda a los migrantes y desplazados, espe cialmente a los venezolanos. Para esto también se necesitan los recursos.
Finalmente, con esta celebración en el Gimnasio Moderno, se reunió un primer grupo de empresarios y per sonas vinculadas tradicionalmente a la Iglesia y sus obras sociales, para
quienes el señor cardenal Rubén Sa lazar Gómez explicó lo que significa esta campaña.
Monseñor Rafael Cotrino, presi dente de la Junta Directiva, durante el lanzamiento de la campaña expresó lo que es y ha hecho la FSA:
“Ciento veinticinco años de evan gelización de servicio, de educación, de protección de la infancia, de cui dado también de las jóvenes. Ciento veinticinco años de servicio a los de más, de muchísimos frutos; han sido muchísimas las personas que han pa sado por nuestras obras. Actualmente muchos son los niños, niñas y jóvenes que están siendo protegidos y ampa rados por la Fundación San Antonio, una obra de nuestra Arquidiócesis.
La campaña Camino, Verdad y Vida , que se lanza en esta celebración consiste en abrirle a los laicos de la ciudad, y a los hombres y mujeres de buena voluntad, un camino para que apoyen toda la obra evangelizadora, de promoción humana y de cuidado en la vida, que tiene la Arquidiócesis. Muchas veces las personas quieren ayudar, pero no saben cómo. Noso tros les garantizamos que todo lo que ellos nos aporten con esta campaña, Camino, Verdad y Vida, pues se va a emplear en seguir evangelizando y se guir acompañando a tantas personas que lo necesitan”. F
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá - 7
El dinamismo de la Iglesia arquidiocesana
Cuatro vicarías episcopales han visto el cambio de sus vicarios por el dinamismo propio de la Arquidiócesis, en la primera semana del septiembre esos cambios se hicieron efectivos.
Los cuatro Vicarios Episcopales, que fueron recientemente trasladados de Vicaría, realizaron un balance sobre su gestión y expresaron cuáles son las expectativas que tienen en sus nuevos cargos pastorales.
- Monseñor Julio Solórzano fue trasladado de la Vicaría San José a la Vicaría la Inmaculada Concepción
- Monseñor Daniel Delgado pasó de Vicaría la Inmaculada Concepción a la Vicaría Cristo Sacerdote
- Monseñor Nelson Ortiz de la Vicaría Cristo Sacerdote a la Vicaría de San Pablo
- Monseñor Alberto Forero a la Vicaría San José
Para monseñor Julio Solórzano fue ron dos los aspectos esenciales de su gestión en la vicaría San José, “Creo que puedo decir que se hicieron al gunos acentos, en general sobre todo lo que el Plan de Evangelización nos propone. Pero algunos acentos en particular como en la iniciación cris tiana y, otro, en proponer itinerarios de formación, de manera que esta sea un proceso largo”.
Por su parte, monseñor Daniel Del gado, afirma que el eje fundamental de su paso por la vicaría la Inmacu lada Concepción fue la atención pre ferencial a los sacerdotes, apoyado siempre en el plan de evangelización y, espera en la vicaría Cristo Sacer dote continuar con ese lineamiento “El Señor Cardenal me encargó y creo que ha sido lo que ha encarga do a todos los que somos vicarios, de atender de manera preferencial a los sacerdotes, no he hecho nada distin to; este ha sido el eje de mi trabajo durante estos siete años” .
Por las vicarías episcopales
Para monseñor Nelson Ortiz su paso por la vicaría Cristo Sacerdote fue de gran aprendizaje, “estos meses han sido una ocasión de aprendizaje en la visita a los sacerdotes, de con templar la obra que cada uno de ellos va realizando con empeño y con de dicación. Y también, de aprendizaje con este equipo de trabajo de la Vi caría que se entrega en cada día para la evangelización”.
Y, monseñor Alberto Forero se siente satisfecho con su labor realiza da en la vicaría San Pablo, todo con los lineamientos del Plan de Evan gelización. “Mi estadía en la vicaría San Pablo sirvió para que cumpliera una tarea que la Iglesia me pidió, un servicio, y ahora que he sido releva do me siento tranquilo por la labor que desempeñé”. F
Monseñor Nelson Ortiz
Monseñor Alberto Forero
Monseñor Daniel Delgado
V.E.T. de Cristo Sacerdote V.E.T. de San José V.E.T. del Padre Misericordioso V.E.T. de la Inmaculada Concepción V.E.T. del Espíritu Santo V.E.T. de San Pablo V.E.T. de Santa Isabel de Hungría V.E.T. de San Pedro
Monseñor Julio Solórzano 8 - Fraternidad - Septiembre de 2019
Maximiliano Kolbe se transforma para congregar a la comunidad
La parroquia San Maximiliano Kol be, ubicada en el barrio Atabanza, se encuentra en obra; la capilla, que al berga en la actualidad a 130 personas sentadas, se transformará en un ícono urbano y en un templo con capacidad de 500 sillas.
El nuevo templo estará listo para el mes de noviembre de este año e inmediatamente se procederá a la demolición de la capilla actual, lu gar donde iniciará la edificación de diferentes salones, una capilla espe cial para adoración perpetua, varias oficinas, la casa cural, parqueaderos y cenizarios. La totalidad de la obra se entregará para Semana Santa de 2020.
A propósito del patrono, el santo mártir Maximiliano Kolbe, el carde nal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, vi sitó este templo, y estudió atentamen te la maqueta con la infraestructura programada, y recorrió cada espacio de la obra, afirmando, además, que la comunidad va a tener un cambio ra dical con este nuevo templo. Enfatizó que “Todas las construcciones que se están haciendo tienen el único fin de poder servir mejor a las personas, fa milias y comunidades”.
Y, es un gran esfuerzo que está ha ciendo la arquidiócesis de Bogotá, por lo cual pide la solidaridad al in terior de las parroquias para ayudarse una a otras, sino además del aporte y ayuda de los feligreses, para crear me jores espacios para la evangelización.
Comunidad de fe y amor
Y así como el ejemplo del patrono San Maximiliano, que sacrificó su vida en los campos de concentración por un padre de familia, esta comuni dad, está llena de amor, fe y sacrificio por los demás. Hay muchas familias con hijos pequeños, jóvenes, madres cabeza de familia que se apoyan y ayudan fraternalmente.
El padre Daniel Saldarriaga es su párroco desde hace 7 años, y no duda que la Providencia de Dios, los ahorros de la comunidad y el apoyo de los feligreses, harán de este proyecto una parroquia más acogedora y amable para seguir construyendo allí la obra de Dios. F
Notas arquidiocesanas
El colegio San José, en el centro de Bogotá, recibió la mejor de las visitas: Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Los frailes dominicos han dejado una réplica del cuadro renovado para que acompañe a esta comunidad educativa.
Las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora son una comunidad de origen colombiano, aunque su fundadora, santa María Bernarda del Sagrado Co razón de Jesús, (María Bernarda Bütler) hubiera nacido en el Cantón de Argovia en Suiza.
La actual directora del colegio, sor Eugenia Hernández, hizo la solicitud a los frailes dominicos para que el colegio fuera privilegiado con la presencia de la réplica de la imagen venerada en Chiquinquirá y toda Colombia.
Finalizando la semana cultural, se celebró una solemne eucaristía en la que se en tronizó el cuadro. El recinto del colegio estaba lleno de sus estudiantes, padres de familia, profesores y hasta la prensa católica, que acudieron a recibir a la Madre por excelencia.
El padre Rafael Diago, de la Orden de Predicadores, explica cómo ha cambiado el paradigma, pues después de cuatrocientos años en que toda Colombia ha peregri nado a la casa de la Virgen, en Chiquinquirá, ahora es Ella quien sale peregrina a encontrarse con sus hijos en las casas, parroquias, veredas, colegios y comunida des diversas que han pedido su presencia. Un año lleva fray Rafael caminando por todo el país de la mano de Nuestra Señora y hoy dejó una réplica en medio de las familias, los niños, los maestros, los trabajadores y la comunidad del San José para que empiecen la renovación de su corazón, como lo exige el momento histórico de Colombia.
El colegio se gozó la fiesta, los más pequeños estaban vestidos de ángeles; las niñas adolescentes hicieron la calle de honor y la banda marcial, al son de Reina de Co lombia, hizo los honores en la procesión de entronización. F
Nuestra Señora de Chiquinquirá peregrina a la casa de sus hijos
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá - 9
Las grandes tradiciones religiosas, que hemos recibido de nuestros antepasados, nacieron, se formaron y se desarrollaron en las culturas que ahora están desapareciendo definitivamente.
Manuel José Jiménez R. Presbítero
La imagen del vino y la copa
Es común entre nosotros aludir a la conversión pastoral en comunicados, reflexiones, meditaciones, homilías y exhor taciones. Desde que en la Conferencia de Aparecida y luego en los documentos del papa Francisco se usa esta expresión acudimos a ello para expresar la necesidad de evangelizar de un modo distinto o misionero. Para pensar en ello acudimos a textos de la Sagrada Escritura o citamos los mismos docu mentos donde esta afirmación aparece o acudimos a imáge nes creadas por nosotros.
Una imagen fuerte, pero tristemente no tan popular y co nocida, es la del “vino y la copa” de un autor español, Ma riano Corbí. Sus textos son un esfuerzo por reflexionar desde los cambios sociales el nuevo paradigma de las religiones en la sociedad de hoy. Su intención es ofrecer la posibilidad de introducir el conocimiento de la sabiduría de las tradiciones religiosas, de sus maestros y sus grandes textos, al tiempo que se esfuerza por impulsar el estudio de los hechos religiosos en el marco cultural propio del mundo contemporáneo. [1]
La imagen dice que todo nuestro mundo humano, el de cada época y el de cada cultura, es la copa donde viene el vino sagrado de la religión. Nuestras maneras de pensar, sentir y vivir las realidades, nuestras maneras de concebir y expresar las cosas, nuestras formas de comportamiento, organización y trabajo son la copa donde llevamos y podemos beber el sagra do vino. En esa copa lo bebemos y lo damos a beber.
Cada forma de vida es una copa, por tanto, a diversas cul turas, diversas copas. Hay tantas formas de presentarse los he chos religiosos como culturas. El vino siempre viene en copa. No se le puede ni recibir ni beber o entregar a otros más que en copa. Pero el vino no es la copa. El vino no tiene forma, su forma es siempre la de la copa. Toda forma es de la copa, no del vino. Quien se adhiere a las formas porque ama al vino, no comprende la manera de ser del vino y confunde la copa con el vino.
Iniciarse a los hechos religiosos es aprender a discernir en tre el vino y la copa; es aprender a gustar la sutileza del aroma y del sabor del vino que siempre se bebe en copa pero que no es ninguna de las copas en las que se ha vertido.
Las grandes tradiciones religiosas, que hemos recibido de nuestros antepasados, nacieron, se formaron y se desarrolla ron en las culturas que ahora están desapareciendo definiti vamente.
Se modelaron desde un pensar, un sentir, unos proyectos de vida, unos patrones y paradigmas que ya ni son ni podrán ser más los nuestros.
Esos hombres, con sus modelos de pensamiento, sus ma neras de sentir y vivir, ya no existen. Este es el problema: la gran sabiduría de las tradiciones religiosas milenarias habla con una lengua muerta a hombres que ya no existen.
Si esta situación se prolonga, la transmisión de la tradición puede interrumpirse. Si eso ocurriera sería una inmensa pér dida para las generaciones futuras que o se quedarían sin nada o tendrían que redescubrir, por sí mismos y de nuevo, el men saje de los grandes maestros.
Antes de que el descrédito y marginación de las iglesias y tradiciones sea mayor, es urgente hacer un esfuerzo individual y colectivo para rescatar la inmensidad de la riqueza de las grandes tradiciones religiosas desde las nuevas condiciones culturales, con sus nuevos patrones de pensamiento, nuevas maneras de sentir y nuevos proyectos de vida.
Lo que recibimos en copas construidas con patrones agra rios, autoritarios, patriarcales, sacerdotales, clericales, prein dustriales y estáticos hemos de verterlo en las copas que realmente existen y que todos los indicios señalan que serán las únicas que existirán durante un largo periodo de tiempo: copas construidas con patrones científicos, tecnológicos, in dustriales, democráticos, laicos y dinámicos.
No perder ni una gota del vino que nos legaron nuestros an tepasados; pero no guardándolo en lugares puros y retirados de las sociedades industriales en continua transformación, sino para darlo a beber a los hombres que realmente existen en las calles de nuestras ciudades industriales y laicas. F
[1] Obras de Corbí sobre lo religioso: Mariano Corbí, Proyectar la sociedad. Reconvertir la religión, Barcelona, Herder 1992. Mariano Corbí. Religión sin religión. Madrid PPC, 2005; Mariano Corbí, Hacia una espiritualidad laica, sin creencias, sin religiones, sin dioses, Barcelona, Herder 2007.
10 - Fraternidad - Septiembre de 2019
La Iglesia, facilitadora de la Independencia
De julio a diciembre la Catedral y la Capilla del Sagrario se verán engala nadas con la celebración del Bicente nario de la Independencia, pues como dicen las crónicas, esta no se ganó sólo en las batallas
David Rubio Rodríguez es el presiden te del Colegio Máximo de las Acade mias Colombianas, historiador, com pilador y comunicador las 24 horas del día, ha dedicado estos últimos meses a contarle al mundo cómo fue el final de la Gesta libertadora, pero también, resaltar un aspecto que ahora quiere sembrarse de sombras: la importancia de la participación de los clérigos y de la Iglesia misma en esta etapa impor tante de la vida ciudadana y política.
Uno de los aspectos que ha querido re saltar el doctor Rubio en este año cele brativo es que el hacho de la Indepen dencia fue el resultado de un proceso que tiene como referentes el 20 de julio de 1810 y el 7 de agosto de 1819. Resal ta García la presencia del dominico fray Ignacio Mariño y Torres y de fray Miguel Díaz, muerto en la batalla del Puente de Boyacá.
El 24 de agosto hubo otra eucaristía, ya que en ese entonces, terminadas las celebraciones “y el natural jolgorio” se acordaron de quienes habían entrega do su vida por la causa libertaria. En su memoria se hizo el Oficio de Difuntos en la Catedral. F
En la capilla de la Universidad Na cional se reunieron un poco más de cien personas para participar en uno de los encuentros programados por el Observatorio Arquidiocesano con el fin de conocer sobre el próximo síno do de la amazonia.
En un ambiente de fraternidad fue ron presentados los panelistas, por monseñor Daniel Delgado, Vicario Episcopal de la Inmaculada Con cepción. En primer lugar, el diácono permanente Alirio Cáceres, ecoteó logo, quien expuso el tema general del sínodo y aclaró diversas dudas sobre terminología y contenidos del cambio climático. Monseñor Joselito Carreño, Vicario Apostólico de Puer to Inírida, que estará en el sínodo. Finalmente, una muy destacada líder de las comunidades originarias del Amazonas, Anitalia Pijachy, quien desde su óptica espiritual contextua lizó diferentes sentires de los pueblos originarios sobre la imagen del Papa y la importancia del sínodo.
Las exposiciones de cada uno de los invitados, todos muy doctos, contras taron por su lenguaje de fácil com prensión para los legos, aficionados y presentes casuales. En todos los presentes había un gran interés por aprender, no sólo sobre el próximo sínodo, si no sobre la necesidad de cuidar el planeta, sus recursos, la vida y su armonía.
Monseñor Carreño hizo énfasis en que su diócesis es un territorio de agua, tiene muchos ríos que aún no están contaminados, pero los cultivos cocaleros han hecho desaparecer la riqueza alimentaria de la región, por ejemplo, de las más de 30 variedades de cultivos de pancoger, ahora sólo hay unos 4 o 5.
Anitalia, quien es licenciada en etnoeducación, presentó un panorama más espiritual de la necesidad de re conciliarse con la tierra, el agua, la historia, entender su lenguaje y vol ver a las raíces.
El diácono Cáceres mostró la im portancia del consumo responsable, de las acciones cotidianas y de al gunas realidades geográficas poco conocidas como la existencia del cinturón de lluvias tropicales, que se encuentra en todos los continentes y en el nuestro abarca la Amazonia, ob jeto del cuidado y estudio sinodal. F
Notas arquidiocesanas
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá - 11
Bogotá ya vive el sínodo de la Amazonía
Me parece que lo importante, de uno como sacerdote, en su identidad, en cualquiera de los ambientes en los que se desenvuelva, es procurar, de acuerdo con su nivel de formación, dar testimonio, pues estamos llamados a ser discípulos misioneros de Cristo
Mauricio Uribe, abogado, economista, doctor, decano y presbítero Perfiles
12 - Fraternidad - Septiembre de 2019
El padre Mauricio nació en Barran quilla, allí residió los primeros años de su vida y esta quedó marcada por el inigualable sabor del Caribe. Ya en Bogotá estudió en la Javeriana el doble programa de Derecho y Cien cias Socioeconómicas, entonces re cibió el llamado vocacional, siendo miembro de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei. Se fue a estudiar la Universidad de Navarra y obtuvo el doctorado en Derecho Canónico en Roma; fue ordenado presbítero en Barcelona.
Su vocación ha estado marcada por multitud de servicios pastorales pres tados a diversas comunidades, ya sea de obreros, campesinos, pescadores, magistrados, decanos, rectores, pre sidentes, estudiantes, maestros… un sinfín de relaciones en las que se han mezclado sus saberes profesionales y su trabajo pastoral.
El padre Mauricio jamás se ha desconectado del servicio a las co munidades menos favorecidas, pues también atiende la Asociación Ba rranquillera de Caridad, entidad fun dada por doña Finita Blanco de Uri be, su madre, hace más de cincuenta años, es un albergue para atender ni
ñas y es muy importante en Barran quilla.
Aunque todos los presbíteros saben que serán párrocos alguna vez, tam bién es cierto que hay multitud de carismas, y el del padre Mauricio se ha encaminado a la docencia, la cape llanía universitaria y a la presencia de la Iglesia en ámbitos jurídicos, tanto eclesiales como del Estado.
El doctor Mauricio no ha eclipsado al padre Mauricio. Él mismo lo cuen ta ahora en esta entrevista, desde su oficina de decano de la Escuela de Fi losofía y Humanidades, de la Univer sidad Sergio Arboleda.
“Todos los sacerdotes nos forma mos para ser, en algún momento, párrocos, pero esta es una pastoral más especializada, aquí hay una co munidad muy grande, fíjate; hay que pastorear esta comunidad educativa que está conformada por directivos, administrativos, docentes, por estu diantes, por el personal de manteni miento y de servicio”.
La Justicia debe ser suavizada por la caridad
Sobre su labor como juez del Tri bunal Eclesiástico Interdiocesano, recuerda que su vinculación se dio siendo el presidente del tribunal mon señor Darío Álvarez, le tocó el trasteo de sede, y el “revolcón” causado por el Motu Proprio Mitis Iudex Domi nus Iesus, a la labor que los tribunales
tienen que desempeñar, complemen tarias a las especificadas en el Códi go, como la cercanía, la gratuidad, la inmediación, la única instancia, todas ellas con el fin de agilizar el proceso de nulidad matrimonial, cuando haya causa, por supuesto, pues el principio de indisolubilidad sigue, permanece.
También ese espíritu renovado que ahora se respira, ha tocado a los obis pos, ya que, “por obra de este Motu Proprio se han empoderado. Por ejemplo, pueden llevar un proceso brevísimo, casi sumario, dependien do de las circunstancias”.
Las cargas y los cargos
El padre Mauricio Uribe Blanco fue nombrado Miembro Correspondien te de la Academia de Historia Ecle siástica de Bogotá, la entidad que se ocupa de velar por la memoria de la Iglesia Católica en Colombia.
“Todos los reconocimientos, que suelen ser honores, son también car gas, es decir, responsabilidades. Sobre todo, cuando se ejerce con un espíri tu de servicio. Recuerdo el aforismo latino, onus est honos, porque los cargos son cargas, por tanto, recibo este nombramiento agradecido por el reconocimiento, pero sintiendo tam bién la responsabilidad”, dijo en su discurso de posesión en el auditorio de la Escuela de Artes y Música de la Universidad. También hace parte de la Academia de Historia de Bogotá. F
Sin tener que pensarlo mucho, cuenta que su primera acción como capellán en la Sergio fue tener el Santísimo de manera permanente y darle un digno lugar, hoy hay una hermosa capilla.
Tal vez sea hora de recuperar este movimiento de trascendencia de la juventud en el mundo social y económico para anunciar un Evangelio concreto e iluminador. Un estilo de vida más concorde a los vientos de cambio del mundo actual...
No burlarse, no lamentarse, no detestar, sino comprender. Baruch Spinoza (1632-1677)
Areópagos
Participé en la marcha a favor de los líderes sociales. Siempre he recordado aquella admonición del Sínodo Ar quidiocesano de 1989-1998 sobre el riesgoso paralelo entre la Iglesia y la ciudad. Los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias (GS, 1) de nuestra nación nos deben tocar más de cerca, hacernos pensar y determinar nuestra voluntad y acción.
Pero mi pensamiento específico nace de la mirada que dirigí a quienes asistíamos, todos allí marcados por una grandísima pluralidad. No sólo en las edades o condiciones sociales, sino en las consignas y estilos de vida. Era como sentirse en un ambiente totalmente mezclado y heterogéneo, contrario a los ambientes eclesiales o parroquiales que nos resultan más familiares. La consabida zona de confort había desaparecido y tenía que enfrentarme al reto de entender, percibir la diversidad de espíritus y ver cuál era mi aporte específico como cristiano y sacerdote.
Una inquietud más vino del percibir la ausencia del mensa je evangélico, al menos de la forma explícita en que solemos manifestarlo. No había allí casi ninguna identidad religiosa, a excepción de algunos grupos muy reducidos. La masa de la marcha se congregaba en torno a valores y expresiones pu ramente civiles y humanitarias. Y algo muy particular: eran estos tópicos los que agrupaban a los más jóvenes, con una inmensa variedad de expresiones estéticas y artísticas.
Y pensé en la religión de ellos. Muchos habrían recibido alguna formación espiritual en su infancia, pero hoy pare cían lejos. Una forma de vida muy distinta a la que yo podía comprender. Un nuevo paganismo era evidente en muchos. Nuevos signos y nuevas costumbres que retaban el marco de mi propia trayectoria y de mis valores hasta el momento. Uno siente un poco la angustia ante lo contrariamente otro. El desafío de lo opuesto o, más aún, de lo indiferente.
Como párroco, mi mundo de agremiación incluye la ple garia o la piedad, pero aquí no estaba ningún elemento se mejante. Sólo la reivindicación y en varios casos, el agravio. Sin embargo, tenía que mirar este fenómeno desde alguna perspectiva que me lo acercara y lo vi desde el anhelo de trascendencia. Quizás esta y otras marchas sean la vía de muchos para la superación de las fronteras de la individuali dad e intereses particulares, no vivir sólo para nosotros mis mos y permanecer en contacto con el dolor del mundo y sus anhelos de justicia y verdad.
En ese momento pude sentirme más en comunión. Pude reconocer el carácter espiritual de estos acontecimientos como semina Verbi en los cuales es posible captar la voz del Espíritu y el gemido del mundo que aguarda su liberación (Rm 8,17-23). Tradicionalmente, nuestros jóvenes reciben alguna instrucción religiosa, pero muchos la dejan tempra no y reniegan de la Iglesia como lugar de conservadurismo e indiferencia. Tal vez sea hora de recuperar este movimiento de trascendencia de la juventud en el mundo social y eco nómico para anunciar un Evangelio concreto e iluminador. Un estilo de vida más concorde a los vientos de cambio del mundo actual, pero siempre en la línea de la profecía evan gélica y de la santidad. Muchos de nuestros grupos y movi mientos saben de vida interior, ahora podemos convocarlos más al gesto y a la palabra oportuna frente al hermano que se siente solo y desamparado.
Este puede ser el arco que nos devuelva la comunión con la urbe y nos permita anunciar el Evangelio a tiempo y a des tiempo. No conviene que, por más tiempo, nuestro lenguaje y nuestro porte nos dejen a espaldas de los grandes cambios de nuestra época, que desde la experiencia de la fe debemos reconocer como signos de una historia de salvación. F
Martín Gil, Pbro. Párroco en Santa Gema Galgani
14 - Fraternidad - Septiembre de 2019
Niños y adolescentes protegidos en la Iglesia
La arquidiócesis de Bogotá, comprometida con el cui dado de niños, adolescentes y personas vulnerables que se encuentren en ámbitos eclesiales, dio inicio a un primer curso virtual, con la participación de 600 personas de dife rentes profesiones, edades y disciplinas.
Este curso virtual es liderado por la Oficina del Buen Trato -OBT- de la arquidiócesis de Bogotá, con el apoyo de la Fundación Universitaria Monserrate y la organización alemana Kindermissionswerk.
La OBT es la encargada de desarrollar programas y pro yectos de prevención de la violencia sexual contra niños, adolescentes y personas vulnerables, es así como bajo el lema “Nuestra Iglesia, un hogar seguro” convocó, en el au ditorio de la Universidad Católica, a quienes se inscribie ron y se comprometieron a realizar este curso de 32 horas virtuales y 4 horas presenciales.
Curso didáctico, pedagógico y ameno
Este curso virtual se logró gracias a un proceso y trabajo conjunto de la unidad de educación virtual de Unimon serrate y líderes de la Oficina del Buen Trato, en el cual se incluyeron toda clase de recursos pedagógicos y didácticos claros, específicos y sencillos, para toda clase de personas, que con o sin experiencia en lo digital, puedan realizarlo y tener fácil acceso a la plataforma.
Este curso está dirigido a todas las personas, que de una u otra forma trabajen con menores de edad y con personas
Cenizarios
La parroquia Cristo Rey dispone de una bella cripta con cenizarios para la venta.
Mayor información en el despacho parroquial: Transversal 18 No. 96-90 Teléfono: 2579144
vulnerables como docentes, catequistas, acompañantes, laicos, líderes de grupos parroquiales, coros, o cualquier ambiente eclesial.
Así mismo, dentro del lanzamiento del primer curso virtual se puntualizó el rol y la importancia que la familia cumple como primer lugar de cuidado. F
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá -
Notas arquidiocesanas
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Arzobispo Octavio Ruiz Arenas CONVERSACIONES El sacerdocio es el servicio más grande que uno puede prestar a la Iglesia 16 - Fraternidad - Septiembre de 2019
Octavio Ruiz Arenas es arzobispo emérito de Villavicencio, actualmen te es el secretario del Pontificio Con sejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, vive en Roma y viajó a Bogotá especialmente para la cele bración de sus Bodas de Oro pres biterales. Habló con Fraternidad y rememoró algunos aspectos de su ya larga vida de servicio a la Iglesia.
Padre Rafael De Brigard (RDB): Es un gusto tener hoy como invi tado especial a monseñor Octavio Ruiz Arenas, Arzobispo, quien ac tualmente trabaja en El Vaticano, y quien hace parte del clero de Bogotá; ha llegado a celebrar sus 50 años de vida sacerdotal.
Monseñor Octavio Ruiz (MOR): De verdad que me siento muy compla cido de poder estar aquí en Bogotá, celebrando juntamente con el Señor Cardenal y con los sacerdotes de esta querida Arquidiócesis estos 50 años y le agradezco al Señor Cardenal que me hubiera insistido en que hiciera el esfuerzo de venir desde Roma. Y aquí estoy.
(RDB): En este momento de su vida, monseñor, como obispo, como sacerdote, como miembro del cle ro de Bogotá ¿cuál es el sentimiento después de tantos años de servicio a la Iglesia y a Dios?
(MOR): Sin duda alguna, el senti miento más grande es de gratitud al Señor porque inmerecidamente he tenido tantos dones, tantas gracias… y yo a veces me pregunto por qué me ha elegido para esas tareas que me ha encomendado, no sólo en la arqui diócesis de Bogotá sino luego en la arquidiócesis de Villavicencio y prác ticamente en el mundo entero, con el trabajo que tengo del Pontificio Con sejo para la Nueva Evangelización.
Al mismo tiempo, yo creo que es un sentimiento de reconocer las faltas, las fallas que he podido cometer a lo largo de estos años y la necesidad, también, de pedir perdón al Señor por todo ello.
(RDB): Monseñor, cuando estuvo en Bogotá ¿cuáles fueron sus principa les ocupaciones pastorales, qué cargos tuvo?
(MOR): Mi primer cargo pastoral fue de vicario cooperador en la parro quia de Soacha; el párroco era Víctor López Forero; luego, Vicente Gutié rrez. De ahí, al seminario menor tres años. Terminada la experiencia del se minario menor, el señor Aníbal Muñoz Duque me nombró en la parroquia de Egipto y al mismo tiempo vice canci ller de la arquidiócesis; estuve sola mente año y medio porque de ahí él me envió a estudiar en Roma, Teología Dogmática en la Universidad Grego riana. Al regresar, el Señor Arzobispo me nombró como rector del seminario menor y luego pasé aquí, a este queri do seminario mayor de Bogotá como director de estudios, donde estuve du rante cuatro años.
Inesperadamente tuve conocimiento del cardenal Ratzinger en una reunión que hubo aquí en Bogotá, de la Con gregación para la Doctrina de la Fe y me llamó a colaborarles allá en la Con gregación, en donde estuve once años; fue una escuela maravillosa, al lado de quien es hoy Benedicto XVI, y quien siempre ha tenido un sentimiento de amistad y de cariño hacia mí.
El papa Juan Pablo II me nombró obispo auxiliar de Bogotá, donde estu ve cinco años y, luego, me pidieron al servicio de ir a Villavicencio: primero como Administrador Apostólico, lue go como cuarto Obispo y, finalmente, tuve el honor de ser el primer Arzobis po de la Arquidiócesis Metropolitana de Villavicencio.
Cuando terminamos el Consejo Episcopal Latinoamericano de Apare cida, el papa Benedicto XVI quiso lla marme de nuevo a trabajar en Roma, en El Vaticano, como vicepresidente para la Pontificia Comisión para Amé rica Latina y cuando creó el dicasterio de Nueva Evangelización me pidió que hiciera de secretario general para ayu
dar a la conformación de ese nuevo di casterio romano, que es donde actual mente me encuentro.
(RDB): En este momento de su vida, Monseñor, ¿cómo definiría su sacerdocio, hoy en una época en que está sometido a tantas pruebas y cues tionamientos?
(MOR): Sin duda alguna, yo creo que es el servicio más grande que uno puede prestar a la Iglesia, porque se trata de una respuesta de generosidad, de entrega total, de renunciar a tantas cosas que son legítimas en la vida hu mana, para poder dedicarse al servicio del Señor ayudando a sus hermanos en las circunstancias y en los lugares en donde nuestros superiores nos han enviado. Para mí es un don muy gran de, del que uno nunca se cansa de dar gracias y del que le pide uno al Señor que le conceda fidelidad, para cumplir hasta el final con alegría y con entu siasmo ese ministerio y poder ser una imagen del amor y de la misericordia del Señor, ante la gente que esté a nues tro alrededor.
(RDB): Finalmente, Monseñor, un mensaje suyo para los sacerdotes que nos leen aquí y, seguramente en otros lugares de nuestra Iglesia.
(MOR): Sin duda alguna, el clero de Bogotá yo lo llevo en el corazón. Porque, desde niño, cuando quise ser sacerdote, mi ilusión era poder ser un sacerdote de la Arquidiócesis y fue una gracia que el Señor me concedió. Y, lógicamente ver tantos sacerdo tes que siguen trabajando aquí, con generosidad, con entrega y creando tanta ilusión y esperanza a la gente, me llena de gozo; lo único que puedo decirles es que continúen trabajando con fidelidad, con gran alegría y con una entrega total, porque el Señor, como nos lo prometió en el Evange lio, nos dará el ciento por uno… si no tenemos ambiciones, si trabajamos únicamente por el crecimiento del Reino y por cumplir la vocación a la que hemos sido llamados. F
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá - 17
Conversaciones
Jubileos sacerdotales
Apreciados Señor Cardenal y demás hermanos en el episcopado, queridos sacerdotes, seminaristas y religiosas, estimados hermanos y hermanas
En nombre de todos los que estamos cumpliendo ya un buen nú mero de años de vida sacerdotal, manifiesto mi gratitud al Eminentí simo Señor Arzobispo, al Consejo Episcopal y a todos los sacerdotes de esta querida Arquidiócesis de Bogotá, por esta solemne celebra ción eucarística con la que se ha querido festejar los jubileos de este grupo de sacerdotes que están sirviendo o, como es mi caso, hemos servido con amor a esta porción del pueblo de Dios. Se trata, sin duda, de un momento particularmente importante en nuestra respuesta a la vocación a la que nos llamó el Señor y en el que sentimos el apo yo y el afecto fraterno de todos y cada uno de ustedes. Para nosotros se convierte en un motivo más para seguir trabajando con alegría y fidelidad en la responsabilidad que la Iglesia nos ha encomendado y, por ello, pedimos su oración para que el Señor nos dé la gracia de continuar sirviendo a nuestros hermanos y hermanas, dando un verdadero testimonio de entrega y amor a Cristo y a la Iglesia.
Los sentimientos que nos embargan son de especial gratitud al Se ñor, pues hace setenta, sesenta, cincuenta o veinticinco años que nos consagró sacerdotes, para que fuéramos, como tradicionalmente nos han calificado, “otros cristos” llamados por lo tanto a ser hombres de Dios para que realizáramos nuestro ministerio con un corazón de pastor y participáramos de manera muy especial en el ejercicio del sacerdocio de su Hijo y en la conducción de la Iglesia, predicando la Palabra, dando testimonio alegre de haberlo encontrado y seguido en nuestra vida, imitándolo en su entrega de amor y misericordia con los hombres y mujeres que ha colocado bajo nuestro cuidado pas toral y, sobre todo, de celebrar la eucaristía y administrar los demás sacramentos para colaborar con Él en su obra salvífica.
Todos nosotros recordamos con gran cariño los años pasados en el seminario. Fueron tiempos felices llenos de ilusiones, de oración y de discernimiento para prepararnos de la mejor manera a la respuesta que queríamos dar al Señor. Al iniciar el proceso de formación nos parecía muy lejano el día en el que pudiéramos ser llamados para que, por la imposición de manos de nuestro obispo, recibiéramos la ordenación sacerdotal. Ninguno de nosotros podía imaginar qué nos iba a pedir el Señor que realizáramos en su nombre y cuantos do nes y gracias nos iba a regalar a lo largo del ejercicio de nuestra tarea pastoral. Lo único que contaba era el deseo de servir con fidelidad a la Iglesia y de entregarnos de lleno al ministerio sacerdotal.
Pasados ya tantos años de servicio en la Iglesia es la oportunidad para hacer un balance de lo que ha sido nuestra respuesta y, enton ces, de dar gracias por tan grande regalo de la vocación sacerdotal y de pedir perdón por las faltas que hayamos podido tener durante todo este tiempo, como también por lo que dejamos de hacer, quizás por falta de generosidad, de fidelidad y entrega. Pero asimismo es la ocasión para expresar la alegría que tenemos por haber sentido la permanente compañía del Señor Jesús, por el ánimo que nos ha dado y su constante mirada de comprensión y misericordia, diciéndonos a cada momento, no tengas miedo, yo estoy contigo.
Con el pasar de los años hemos ido tomando mayor conciencia de que nuestra vocación ha sido y sigue siendo un regalo totalmente inmerecido y al que tenemos que tratar de responder cada vez me jor durante el tiempo de gracia y de vida que todavía nos conceda.
Quizá añoramos y tenemos profunda tristeza por lo que hubiéramos podido haber hecho mejor y sentimos que pudimos haber tenido momentos en los que quisimos actuar solos, confiando únicamente en nuestras propias fuerzas, olvidando que estábamos llamados a realizar la obra de Dios y que nuestra vida toda debía ser una tras parencia de su amor, para hacerlo presente en el mundo de hoy e in fundir esperanza a nuestros hermanos, que viven tan agobiados en la sociedad actual. El recuerdo, sin embargo, de lo que con sencillez y humildad hemos podido realizar en nuestras comunidades, el rostro agradecido de ancianos, de niños, de jóvenes, de familias enteras que han visto nuestros esfuerzos y con generosidad nos han expresado su gratitud, nos llena de gozo y le ofrecemos todo ello al Señor.
En este momento de júbilo por nuestros aniversarios sacerdota les no podemos dejar de tener un reconocimiento lleno de amor y de gratitud con nuestros padres y hermanos que nos han acompañado y animado en nuestra vida sacerdotal. Gratitud inmensa también a nuestros formadores, de quienes recibimos lo mejor de su vida sa cerdotal y nos infundieron alegría para dar nuestra respuesta. Un sentimiento de veneración y recuerdo filial por el obispo que nos ordenó sacerdotes y una expresión de reconocimiento sincero por lo que nos han ayudado las comunidades que nos han acogido con cariño y han tenido la paciencia de soportar nuestras limitaciones. Queridos seminaristas, los invito a poner su existencia en manos del Señor pidiéndole que los guíe y los acompañe en este período tan importante de la vida de cada uno de ustedes. Los años de formación les irán dando ese ardor, ese entusiasmo y esa alegría con los que deberán cumplir luego la misión que la Iglesia les va a encomendar. No olviden que su respuesta al Señor y a la Iglesia debe ser sincera, valiente y madura. No tengan miedo de lanzarse a echar las redes en un mar embravecido y en el que habrá sufrimientos, carencias y du ros momentos de incomprensión e incluso de rechazo, pero también en donde Él les dará las fuerzas para seguir adelante con decisión y les otorgará esa tranquilidad de espíritu para obrar siempre con rec titud en bien de la Iglesia. No se trata de una respuesta pasajera y fácil, sino de una entrega para toda la vida y de ahí la importancia de un discernimiento serio tejido constantemente en oración.
A ustedes queridos sacerdotes, gracias por su fraternidad y solo les pedimos que nos acompañen siempre con su amistad y nos regalen su ejemplo y su oración.
Señor Cardenal, pedimos a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote que le siga acompañando en este proceso que usted ha iniciado para poner a la Arquidiócesis, con gran espíritu de sinodalidad, en un serio plan de evangelización. Gracias por su entrega y por los años de servicio a esta Iglesia particular de Bogotá. Cuente con nuestro cariño y con nuestra decidida colaboración.
Ponemos a los pies de nuestra Madre, la Santísima Virgen María, nuestro ministerio sacerdotal y le rogamos que nos haga sentir su cercanía maternal para que, siguiendo su ejemplo de perfecto cum plimiento de la voluntad divina, podamos al final de nuestros días llegar a gozar con ella en la casa del Padre.
+ Octavio Ruiz Arenas
Arzobispo emérito de Villavicencio Secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización
Palabras de su excelencia Octavio Ruiz en la eucaristía de los jubileos 2019
18 - Fraternidad - Septiembre de 2019
2019
Jubileos sacerdotales 2019
Más que diamante. Para la Iglesia arquidio cesana es una gracia celebrar la fructífera vida de monseñor Hernán Jiménez Arango, quien el pasado 15 de agosto cum plió setenta años de vida presbiteral Monseñor Hernán nació en Berlín, Alemania, en 1926, cuan do su padre era embajador; muy niño volvió a Bogotá y estu dió con las hermanas de la Caridad; luego con los hermanos de La Salle hasta que entró al seminario.
Fue ordenado por monseñor Emilio De Brigard en 1949. Entonces, apenas a los 23 años, fue a estudiar Derecho en Roma, en la Universidad de Letrán.
Volvió en 1953 para trabajar en el Tribunal, como capellán en el Asilo de Locas y miembro de la dirección de El Catoli cismo.
En 1959 fue nombrado párroco en Santa Helena, al sur de la ciudad. Participó de la experiencia parroquial de asistencia social y pastoral conocida como la Unión Parroquial del Sur. Gobernaba la Junta Militar, la población del sur de Bogotá pasaba grandes necesidades y hambre. Los párrocos que prestaban sus servicios pastorales, desde San Cristóbal has ta el barrio Ricaurte, que eran dieciocho parroquias, resol vieron reunirse y trabajar en común, primero para resolver la situación social de esas personas y luego, el éxito permitió que se asociaran para pasar de lo asistencial a lo pastoral.
En 1964 fue nombrado como capellán en la Universidad Na cional, época por demás efervescente, reemplazó al padre Camilo Torres. Su labor fue bien recompensada pues uno de sus pupilos fue Luis Madrid Merlano, hoy arzobispo emérito de Nueva Pamplona.
Estuvo en el periódico El Catolicismo en dos oportunidades. Recuerda las crisis, tanto nacionales y políticas como las eclesiales que quedaron registradas en él y, por supuesto que fueron motivo de su salida y cierres parciales del semanario.
Su último cargo pastoral fue ser párroco en Santa Beatriz.
Monseñor Hernán Jiménez Arango vive rodeado de libros, sabiduría y paz en su apartamento de la Casa San Damián, en la parroquia de Santa Clara de Asís.
La vocación es un gran regalo de nues tro Señor. El pasado 19 de septiembre se celebraron los Jubileos Sacerdotales en la arquidiócesis de Bogotá. Entre ellos se encuentra monseñor Gustavo Ferreira, quien cele bró 70 años de labor pastoral.
Nació en Bogotá el 2 de abril de 1925. De sus doce hermanos, cuatro fueron sacerdotes. Realizó sus estudios de primaria en el Liceo de la Salle de Bogotá. Ingresó al Seminario me nor en 1945 donde realizó sus estudios secundarios y en 1947 entró al Seminario Mayor. Terminó sus estudios en Roma donde fue ordenado por monseñor Emilio De Brigard. En 1950 continuó sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma, donde obtuvo el título de licenciatura en teología dogmática y en 1952 obtuvo el título en licenciatura en dere cho canónico en la Universidad Lateranense de Roma.
Al regresar al país fue nombrado por el arzobispo Crisanto Luque como prefecto general del Seminario Mayor de Bogo tá. Posteriormente, fue como promotor de justicia, defensor del vínculo en 1963. Además, fue capellán del Colegio Hel vetia y de las Hermanas Dominicas de la Presentación. En 1970 fue nombrado como juez del Tribunal Eclesiástico Re gional De Bogotá. Diez años después fue llamado para ser el viceoficial del Tribunal Eclesiástico Superior de Colombia, del cual, posteriormente sería elegido como su presidente por más de 20 años.
Fueron más de 50 años como defensor del matrimonio “Ese miedo que yo tuve cuando monseñor Perdomo me propuso que estudiara derecho canónico, se me convirtió en la satis facción más grande de mi vida, nuestro Señor sabe hacer sus cosas, porque realmente lo que pensé de una labor que no me llenaría mi deseo de apostolado, fue todo lo contrario. Una labor llena de satisfacción de ayuda a los matrimonios de orientación a parejas que iban en busca de consejo”.
Actualmente, monseñor Gustavo Ferreira vive en su residen cia con monseñor Daniel, su hermano. “Siento que hice todo lo que pude respondiendo a mi compromiso sacerdotal” años
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá - 19
70 años 70
Jubileos
Poco a poco fuimos haciendo camino.
El padre Luis Enrique Valencia Cuéllar nació en Norte de Santander, el 15 de julio de 1932; acaba de cumplir 87 años, que no se le ven si no en su sabiduría. Ágil, divertido y de una conversación envolvente cuenta con sencillez y humor su vida, desde Labateca hasta Fusagasugá, en donde vive con tranquilidad sus años de retiro.
Cuando cumplió los 70 años pidió un año sabático con la in tención de tomarse un descanso luego de haber sido párro co en María Auxiliadora y rector del colegio Adveniat, por cerca de 27 años. En su casa de retiro, en Fusagasugá, reci bió a Fraternidad y, con precisión y detalle, le contó su vida, salpicada de humor, algunas críticas, experiencias sociales, diversas anécdotas y compromiso cristiano.
El padre Valencia fue monaguillo en Labateca, allí creció en un hogar en el que la mamá, doña María del Carmen Cué llar, le enseñó la vivencia de la religión desde el amor y la ternura, nada de miedos ni regaños. El papá, don Fortuna to, era un lector dedicado, secretario del juzgado del pueblo, se sabía los códigos, pero sobre todo la justicia. Así creció el futuro padre y en una misión de los redentoristas se fue al seminario, en Manizales.
En 1956 fue enviado a España para hacer los estudios de Fi losofía y Teología, fue ordenado presbítero el 11 de enero de 1959, en un ambiente ya impregnado por el aroma del Con cilio. No era así en Colombia y aunque fue formador y profe sor de los redentoristas, percibió un atraso en los métodos y en la evangelización. Entonces, vivió dos cosas importantes en su vida: estudió un posgrado en Sociología en la Universi dad Nacional y salió de su comunidad hacia la arquidiócesis de Bogotá.
Su primera parroquia fue Santísimo Redentor, en el barrio La Española, después de ocho años fue trasladado a María Auxiliadora. Fue un “cambio extremo”, del Noroccidente al Suroriente, un poco a regañadientes aceptó y se convirtió en el reto de su vida, fueron 27 años al frente de la comunidad y del colegio Adveniat, el cual recibió en muy malas condi ciones académicas y estructurales, pero con fe y empeño, un gran equipo de maestros y la convicción de que lo que hacía era para el futuro, reestructuró, compró, amplió, invirtió, in ventó e hizo historia. Allí, siendo un colegio para estratos 1 y 2, logró dos premios a la Excelencia Educativa. Tuvo, antes que nadie, emisora y circuito cerrado de televisión y fue el prime ro en implementar “la computación”, como se decía entonces. Tenía computadores y televisiones en cada salón. Los evalua dores del Distrito le pidieron que dictara charlas a los rectores para que se dieran cuenta de que no se necesitaban grandes capitales para innovar, sólo mente abierta y, como dice él: “pecho al agua”.
Bodas de Oro de un gran bogotano El pa dre Hernán Cimadevilla y Madrigal nació en Bogotá hace 79 años. Ha sido un gran comprometido con la Iglesia católica en Bogotá y está celebrando sus Bodas de Oro.
Lo ordenó presbítero el señor cardenal Aníbal Muñoz Du que, a la edad de 29 años, y su primer encargo pastoral fue como vicario cooperador en Nuestra Señora de Lourdes. Había estudiado en el Instituto del Carmen, de los hermanos Maristas, luego, respondiendo al llamado vocacional fue al seminario Cristo Sacerdote, de La Ceja, Antioquia. De nue vo en Bogotá estudió Teología y Psicología en la Universidad Javeriana y viajó a España, a la universidad de Salamanca, a completar los estudios teológicos.
Ha sido párroco en el Buen Pastor, San José de Calasanz, San Juan de Ávila y Cristo Rey. Estas dos últimas comunidades se vieron beneficiadas con la reconstrucción de sus templos que, aunque bellos, eran muy pequeños para cumplir con las expectativas actuales.
Se podrían enumerar muchos de los servicios pastorales prestados a esta porción de la Iglesia, pero destaquemos que fue arcipreste, capellán, miembro del Consejo Presbiteral, Asesor espiritual de diversos movimientos e instituciones como la Fundación Colegio Celia Duque Jaramillo – Nuevo Gimnasio; del Movimiento Familiar Cristiano; de la Acción Católica.
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La gracia del sacerdocio, sobreabun dancia de misericordia. El pasado 20 de agosto, el padre Jorge Eliécer Arias Toro celebró con alegría junto a su comunidad parroquial, en Madre Teresa de Calcuta, sus Bo das de Plata como sacerdote.
Ya que hace 25 años fue ordenado por monseñor Héctor Rueda Hernández. El padre Arias se encuentra incardinado en la arquidiócesis de Bogotá desde febrero de 2016.
El presbítero Jorge Eliécer nació hace 53 años en Betania, Antioquia. Se siente feliz, agradecido por esta bendición de haber sido elegido por Dios para este ministerio de tanta dig nidad. Afirma en sus propias palabras: “Es un regalo mara villoso y una oportunidad de podernos hacer samaritanos para los hermanos y dedicar la vida para servir a los demás”.
Descubrió su vocación en la comunidad de los misioneros de la Divina Redención, allí aprendió a amar y a servir a la San ta Madre Iglesia y se enamoró de manera infinita de María Santísima.
Realizó estudios universitarios de Psicología, en la Uni versidad Antonio Nariño en el año 2003. Tiene además un master en Psicología de consulta, de la universidad Regina Apostolurumen Roma. Desde su ordenación siempre estuvo desarrollando tareas de formación, en diferentes ámbitos, en varias etapas formativas.
En el año 2016, el arzobispo Rubén Salazar Gómez le asigna su primera tarea como pastor en la parroquia Jesús Nazare no. Allí aprendió a conocer, a ayudar a diferentes personas, desde niños y jóvenes, hasta adultos mayores y a pastorear una comunidad. Desde el año 2017, hasta la fecha, es párro co en Madre Teresa de Calcuta, al sur de la ciudad. Formador del voluntariado de la arquidiócesis de Bogotá Hace 6 años fue llamado dentro del Plan de evangelización de la arquidiócesis de Bogotá como animador del equipo de promoción y formación del voluntariado. Ha sido una expe riencia de vida, donde ha enseñado la manera de poder ser voluntario y cómo llevar el mensaje del Señor de forma con creta. El padre Arias, es un enamorado de lo que significa el servicio a los demás y especialmente a los más necesitados.
Esta experiencia en el voluntariado, y su pasión por el servi cio, lo llevaron a crear hace 9 años, la Fundación Domus Co lombia, ejercicio de caridad con ancianos, niños, comedores comunitarios y en donde se ayuda al estilo de Jesús: “Hacer el bien y a hacerlo muy bien”. Asevera el padre Jorge Eliécer.
Dios hizo en mí una pesca milagrosa. Yo llené un papel pensando que era una encuesta, pero era la petición para entrar al seminario”. Después, va contando, se dio cuenta de que todo lo que parecía absurdo, era la mano de Dios llevándolo a su vida presbiteral.
El padre Julio César Montilla no pasa desapercibido, ya por su estatura, su permanente sonrisa o su trabajo pastoral. Ahora está en una de esas nuevas parroquias sin templo, con muchos fieles, edificios en construcción, casas tradicio nales, centros comerciales, Etc., donde el párroco tiene que multiplicarse para celebrar en diferentes sitios y atender di versos grupos de fieles.
En esta celebración jubilar de sus Bodas de Plata presbite rales, el padre Montilla recibió a Fraternidad y le contó su inicio vocacional. “Nadie daba ni cinco por mi vocación”, cuenta; su familia era la típica de ir a misa los domingos y a Semana Santa. Así que cuando dijo “al Seminario” su papá, que quería que fuera piloto, no lo apoyó; los amigos no le creían y la exnovia, mucho menos.
Además, él tampoco se lo creía mucho. En sus crisis en el seminario, el padre Alberto Ayala, su director espiritual, se ofrecía ayudarle con la salida. Después supo que lo hacía porque sabía de su carácter, tenía que retarlo.
Pero recibió la ordenación presbiteral de manos de monse ñor Enrique Sarmiento Angulo, el 26 de noviembre de 1994. Cuenta, con su característico humor, que recién ordenado tuvo una crisis, pues no se entendió con una comunidad re ligiosa, en Ciudad Bolívar, “nos hacíamos la vida imposible”. Eso lo cuestionó mucho, pero la presencia del cardenal Pe dro Rubiano y de monseñor Fernando Sabogal, le devolvie ron la paz y la confianza.
Ahora, mirando su proceso, da gracias a Dios por haber es tado siempre presente en su vida, aunque él no lo supiera. Dice “que fue una pesca milagrosa” y agradece la presencia de su familia, sus formadores, su rector del colegio, su párro co, monseñor Alirio López, y sus amigos de camino, algunos que ya celebraron sus bodas y otros que lo harán con él. años años
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Jubileos sacerdotales
Una experiencia de vida muy enrique cedora El padre Uriel Alonso Rivera cumple 25 años de labor pastoral, catorce de ellos los dedicó a parroquias ru rales.
Nacido en Bogotá el 3 de marzo de 1969, el padre Uriel Alon so Rivera sintió el llamado de Dios, para ser sacerdote, desde que tenía nueve años de edad, cuando ingresó a un grupo de acólitos en la parroquia Santa Cecilia, del barrio Venecia de Bogotá.
Posteriormente, por recomendación de monseñor Carlos López, ingresó al Seminario Mayor de Bogotá, donde reali zó sus estudios de Filosofía y Teología. Fue ordenado como presbítero el 26 de noviembre de 1994 por el señor cardenal Mario Revollo Bravo.
Continuó su formación en la Universidad Santo Tomás en licenciatura en Filosofía y Ciencias religiosas en 1997. Y, en 2011 obtiene el título de Licenciatura en Filosofía sistemáti ca en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.
En sus 25 años de sacerdote ha desempeñado varios cargos pastorales:
Vicario parroquial en Apóstol San Mateo (1994- 1995)
Párroco en Nuestra Señora del Carmen – Guayabetal (1995 – 2003)
Párroco en San Miguel – Choachí (2003 – 2009)
Párroco en Santa María de Jerusalén (2011 – 2012)
Actualmente, se encuentra como capellán en el SENA y está adscrito en el Santuario del Señor de Monserrate. Considera que estos 25 años de vida pastoral han sido muy enrique cedores “Ha sido una experiencia de vida completa para mí, muy interesante, en primer lugar, trabajar casi 15 años en la parte rural me marcó bastante, y luego, estos últimos 10 años han sido de trabajo en la parte académica llevando el Evangelio a niños y jóvenes”.
Que Dios me dé la gracia de seguir sir viéndole. Siendo adolescente, a los 14 años, el padre Hel dirbrando Cuéllar empezó a sentir en su corazón el llamado del Señor para ser sacerdote, sin embargo, terminado su ba chillerato estudió Ingeniería de Sistemas a nivel tecnológi co, antes de ingresar al Seminario Mayor para su formación.
Proviene de una familia católica, su padre, que ya descan sa en la Casa del Padre, fue poco practicante, contrario a su madre -quien falleció también hace pocos meses-, quien con su abuela le enseñaron a conocer a Dios y a orar.
Pero, definitivamente quien marcaría esa decisión por el sacerdocio fue el ejemplo y testimonio de vida del padre Al berto Reyes Fonseca Q.E.P.D. quien también fue su padrino de confirmación.
Servirle a Dios no es fácil El padre Heldirbrando Cuéllar Amézquita nació en Bogotá en el año 1961, tiene 58 años y fue ordenado a los 33 años, el 26 de noviembre de 1994 por el cardenal Mario Revollo Bra vo.
“Servirle a Dios no es fácil, Él exige más de lo que uno puede estar dispuesto dar, me ha enseñado en todos estos 25 años de sacerdocio y siempre he sentido que es mi gran amor y estoy dispuesto a todo por mi vocación”, afirma el padre Cuéllar.
Experimentar la fraternidad sacerdotal, conocer cinco pa rroquias y sus comunidades han forjado su vida presbiteral en estos años de servicio a la Iglesia, ya que ha sido párroco en El Divino Rostro, San Bernardo, Santa Lucía, San Justino Mártir y Santa Catalina Labouré.
También ha sido capellán en el colegio Interparroquial San to Cura de Ars y, actualmente, en Nuestra Señora de la Pre sentación. Vicario parroquial en tres ocasiones, arcipreste y miembro del consejo Presbiteral.
“Ojalá que Dios me dé la Gracia de seguir sirviéndolo, siendo fiel y dando cada vez lo mejor de mí”. F
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Reflexiones
La inequidad, la violencia, la destrucción de nuestros recursos naturales, la corrupción, la polarización y el descrédito de la clase política son razones que nos impelen a acompañar a los laicos que quieran trabajar por la trasformación del país y de sus costumbres políticas
Formar y acompañar líderes católicos para el hoy de Colombia
Después de varios meses de discernimiento y preparación la arquidiócesis de Bogotá abre dos nuevos espacios: uno, destinado a contribuir a la formación de aquellos jóvenes que descubran una especial vocación de servicio, principalmente en el campo de la política y otro, para propiciar el encuentro, el diálogo y el acom pañamiento de los políticos en ejercicio de su tarea.
Las dos iniciativas responden a una necesidad sentida por largo tiempo y a la cual no habíamos respondido suficientemente. La presidencia del CELAM del Señor Cardenal y las últimas asambleas del episcopado colombiano fueron el acicate para poner en marcha estos dos programas.
Naturalmente la situación nacional y de nuestra ciudad región también nos ur gieron: la inequidad, la violencia, la destrucción de nuestros recursos naturales, la corrupción, la polarización y el descrédito de la clase política son razones que nos impelen a acompañar a los laicos que quieran trabajar por la trasformación del país y de sus costumbres políticas.
Los últimos Pontífices han insistido en que la política bien entendida y vivida es una forma elevada de la caridad. Por ello, nuestro deber de pastores es fomentar esta forma de ejercitar la caridad, que es indispensable para la transformación de la sociedad.
Con relación a la Academia de Líderes Católicos es posible adelantar lo siguiente: comenzará en el primer semestre del 2020 con dos niveles: uno, para colegiales y otro para universitarios y jóvenes profesionales; haremos parte de la federación de aca demias de líderes católicos extendida en algunos países de Latinoamérica; los cursos de la academia serán presenciales para favorecer el encuentro y la interacción de los líderes; los candidatos se postularán mediante inscripción virtual; los cursos tendrán un costo, pero se asignarán becas parciales y totales; la metodología de las sesiones será variada; conferencias y testimonios por parte de líderes de prestigio nacional; ta lleres de habilidades blandas para el liderazgo; dinámicas y proyectos comunitarios.
En cuanto a la segunda, que son espacios de encuentro, diálogo y acompaña miento de los dirigentes políticos y servidores públicos, hay que decir en primer lugar que la iniciativa ha encontrado una acogida entusiasta en sus eventuales des tinatarios. Así lo percibimos en las reuniones con ellos, convocadas y presididas por el Señor Cardenal. El solo hecho del encuentro ha sido valorado muy positivamen te: poderse sentar con políticos de diferentes tendencias ideológicas y militancias partidistas en un espíritu de fraterno reconocimiento de la identidad cristiana.
Estos programas piden de nosotros, ministros ordenados, estimular y fomentar en todos, la conciencia política y, en algunos jóvenes en particular, la vocación al servicio público y político.
Si el Nuevo Ritmo tiene como uno de sus acentos que seamos más plenamente sal y luz en la ciudad, esperamos que estos espacios nos ayuden a avanzar en esa dirección. F
Notas arquidiocesanas
La ermita del Palomar del Príncipe
La Plaza del Chorro de Que vedo es un lugar tradicional en la ciudad, como que fue el sitio fundacional de Bogotá, el 6 de agosto de 1538. Era la residen cia temporal del Zipa; según fray Pedro de Aguado, misionero franciscano e historiador de la época, allí fue celebrada la pri mera misa por el dominico Do mingo de las Casas.
El Chorro, como se conoce po pularmente, es una mezcla de es tilos muy propios de Bogotá. La fuente se alza en la mitad del este espacio urbano que está rodeado por bocacalles estrechas de pa redes bellamente decoradas por artistas callejeros. Hostales de todo tipo que albergan a curio sos extranjeros, cafés, músicos, malabaristas, un espacio nuevo con biblioteca y salones de con ferencias y tienditas en donde
Pedro Manuel Salamanca Mantilla, obispo auxiliar
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venden la vilipendiada chicha. Tam bién está la réplica de la primera er mita construida para la celebración de la primera misa, de la entonces Bacatá, en 1538.
La ermita del Palomar del Príncipe apenas acoge a unas cincuenta per sonas que se reúnen los domingos a las 8:30 de la mañana. Mañanas bo gotanas casi siempre frías y plomizas. Pero los habitantes de las casonas coloniales vecinas al Chorro que rían devolverle la vida católica a esta
capillita, y el padre Eugenio Fernán dez, párroco de Santa Bárbara, logró que la administración de la Ciudad le entregara ese espacio para congregar a la comunidad.
El padre Eugenio es un joven sa cerdote que llegó de España a for marse en el Seminario Misionero Redemptoris Mater, del Camino Neo catecumenal. En su parroquia ya tie ne varias comunidades y ahora está construyendo esta del Palomar de San Miguel del Príncipe. F
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Historias de vida
Sagradamente la visitaba una vez al mes. Nunca se desprendió de su devoción a Nuestra Señora de Chiquinquirá, iba, rezaba y se confesaba. Volviendo a Bogotá, de su última visita, sucedió el accidente.
Carlos, le decían sus hermanos de comunidad en El Camino. Era un hombre de gran carácter, siempre decía las cosas con claridad, autoridad, a quien y cuando fuera necesario; sin embargo, es recordado por su ac titud de servicio y caridad. Dice el padre Amadeo Ballester, párroco en Santa María del Camino, su última parroquia, que el padre Salas era tan amable y solícito que le decía “No, Carlos, esto no tienes que hacerlo, es mucho”, pero él no se inmutaba, hacía mucho, sí, como ser el primero en visitar a los enfermos o a los hermanos en necesidad.
El padre Carlos se formó en el Seminario Conciliar de Bogotá, pero fue ordenado para el clero de la recién creada diócesis de Zipaquirá (sep tiembre de 1951). Sirvió en varios municipios cundinamarqueses a lo largo de su vida y encontró el Camino Neocatecumenal, en el que formó y acompañó muchas comunidades.
Pastor entregado y activo nunca consideró estar en “edad de retiro”. Al llegar a los 75 años pidió permiso para ayudar en la parroquia Santa María del Camino, en Bogotá. En esta parroquia se congregan 22 comu nidades neocatecúmenas. El padre Salas celebraba para muchas de estas; confesaba, como el cura de Ars: siempre estaba dispuesto; oía, aconseja ba, reconciliaba y bendecía.
Dedicado siempre a sus fieles no tenía hobbie alguno. Su descanso con sistía en viajar a una casita de campo en Cajicá y pasar allí la tarde del domingo. Algún lunes cumplía la cita con su madre del cielo, quien lo recibió, sin duda, el pasado 29 de julio. F
Padre Carlos Salas, incansable trabajador por el Reino
Capilla de la casa de Emaús. 1945.
La casa de Emaús arreglada por el seminario y para esperar en ella la terminación del Seminario Mayor. 1944, 45 y 46. F
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En
Parroquias
San Antonio de Padua floreciendo en su labor evangelizadora
Erigida como parroquia en 1948, San Antonio de Padua hace parte de la Vicaría Episcopal Territorial de Espíritu Santo y su territorio se extiende por siete barrios representativos de Bogotá
El templo de San Antonio de Padua inició como parte de la llamada “Obra del Niño Jesús a favor de la infancia desamparada”, fundación creada por monseñor Manuel María Camargo en 1894 para el cuidado de la niñez des amparada de la ciudad. Utilizando los terrenos ubicados en la cercanía del Hospital San Juan de Dios, conce didos por el gobierno a la comunidad Salesiana, se inició la construcción de las instalaciones que contemplaron también un templo dedicado a San Antonio de Padua, patrono de la Fun dación.
Luego de cinco años de funcionamien to, y con la obra en marcha, la funda ción tuvo que cesar sus labores debido a la epidemia de tifo que asoló a Bogotá en 1899. Fue hasta 1912 que se dio ini ció a la completa recomposición ar quitectónica del edificio, el cual ya estaba en deterioro debi do al abandono.
La obra en cabeza de Bernardo Herrera, arzobispo de Bogotá en aquella época,
fue encargada al arquitecto Julián Lombana.
El arquitecto Lombana modificó el di seño original del hospicio y también el del templo, ampliando su nave cen tral y dando forma a una fachada más vistosa, a partir de la mezcla de estilos clásicos. La iconografía del mural de la bóveda del templo fue encargada al pintor Ricardo Acevedo Bernal, y debía tener como protagonista a San Antonio de Padua.
El 18 de agosto de 1948 es erigido el templo de San Antonio de Padua como parroquia al servicio de la arquidióce sis de Bogotá, con decreto emitido por el arzobispo Ismael Perdomo.
El territorio de la parroquia abarca los barrios San Antonio, Policarpa, Se villa, Ciudad Berna, Ciudad Caracas, Santa Catalina y Luna Park. Hasta el momento por la parroquia han pasa do 19 sacerdotes y actualmente se en cuentra como su párroco monseñor Carlos Leal, quien se encuentra allí desde el 2016.
“Hoy con la reconstrucción y remo delación, embellecimiento y también con este trabajo de la nueva evange lización con los distintos grupos que tienen la parroquia, hemos visto un florecimiento en la labor evangeliza dora”, indica monseñor Leal.
La parroquia cuenta con la participa ción, los días domingos de unas 1.300 personas, durante las cinco celebracio nes. Según monseñor Leal, cada día se acercan más personas a la parroquia, favoreciendo el culto y a los grupos pa rroquiales que dinamizan la feligresía.
El templo tuvo problemas de goteras que deterioraron parte de la cubierta, sobre todo los murales realizados por Ricardo Acevedo. Actualmente, por medio de un estudio realizado a tra vés del Ministerio de Cultura y de una ONG, se pretende realizar un trabajo de renovación a los murales, los cuales son muy importantes para la parroquia ya que el templo fue declarado patrimonio material nacional por medio de Decreto 2390 del 28 de septiembre de 1984.
El ilustrísimo monseñor Carlos Arturo Leal Barrera, nacido en Moniquirá (26-02-1946) y ordenado para la diócesis de Arauca (02-02-1974) por el beato monseñor Jesús Emilio Jaramillo H., es el párroco en San Antonio y canónigo del Capítulo de la Catedral.
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La parroquia de Las Cruces renace
La parroquia Nuestra Señora del Carmen - Las Cruces, ubicada en el corazón de Bogotá, cuenta con una historia de más de 100 años, cuando en 1902 fue creada por el entonces arzobispo de Bogotá, Bernardo Herrera Restrepo
El barrio Las Cruces, en donde se en cuentra ubicada la parroquia, fue construido a finales del siglo XIX y principios del XX, en la zona sur del centro histórico de Bogotá. Entre las calles 1ª y Avenida Los Comuneros y las carreras 10ª y 3ª. Limita al norte con el barrio Santa Bárbara, al noro riente con los barrios Belén y Lourdes, al oriente con el barrio Girardot, al suroriente con el barrio Buenos Aires, al sur con el barrio Modelo Sur y Las Brisas y al occidente con el barrio San Bernardo y la carrera10ª.
En su momento, la parroquia fue nom brada Nuestra Señora del Perpetuo So corro, pero al pasar de los años cambió a su nombre actual de Nuestra Señora del Carmen - Las Cruces. Aunque fue creada en el siglo XX, existen registros de partidas de bautismo que datan de finales de 1887. Como dato curioso, fue en este sector donde nació en 1903 el político Jorge Eliecer Gaitán.
La comunidad de Las Cruces actual mente está conformada por aproxima damente 10.000 habitantes y a lo lar go del tiempo se ha caracterizado por ser una zona afectada por problemas de seguridad, drogadicción y abuso sexual, entre otros. De esta manera, la parroquia actúa como un apoyo espiri tual para toda la población, a través de la catequesis, consejería, sacramentos y formación de niños y jóvenes.
Hasta el día de hoy han pasado 30 sa cerdotes, entre ellos monseñor José del Carmen Castañeda, quien estuvo más de 40 años en la labor pastoral en la parroquia. Su párroco actual es el pa dre Fabio de Jesús Sepúlveda, quien se encuentra allí desde hace cuatro años trabajando en asocio con las comuni
dades religiosas que se encuentran en el sector como Las Siervas de Cristo Sacerdote, La obra del Hermano Héc tor, Las Hermanitas de los Pobres y La UNIMINUTO con una sede educativa Los días domingos, sumando todas las eucaristías, pueden llegar a asistir más de 800 personas. Por esta razón, el padre Fabio ha buscado mantener en el mejor estado posible la infraes tructura del templo y empezó desde su llegada a la parroquia un proyecto de restauración, el cual ha sido financia do hasta el momento gracias a las do naciones de aliados estratégicos y, por supuesto la Arquidiócesis. Aunque se espera seguir buscando benefactores para realizar toda la obra.
Las acciones prioritarias están enfoca das en proteger y mantener la solidez de la cubierta del templo y realizar re paraciones a las redes eléctricas y lu minarias. Además, mantenimiento y reparación en suelo, paredes, muebles y enseres.
Con estas mejoras al Templo se espera beneficiar a cerca de 5.000 habitantes que hacen uso de este espacio y parti cipan en las diferentes actividades or ganizadas por la parroquia. F
Parroquias
El padre Fabio de Jesús Sepúlveda nació el 9 de agosto de 1952 en Samaná, Caldas y fue ordenado presbítero el 29 de junio de 1998 en Medellín por el excelentísimo monseñor Alberto Giraldo J. Ha sido formador del prepropedéutico del Seminario Misionero Arquidiocesano Redemptoris Mater y es miembro de la Comisión para la Formación Permanente del Clero por la Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción y es arcipreste.
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Nuestros hermanos mayores Silvio Herrera Herrera Contento Señor, contento 30 - Fraternidad - Septiembre de 2019
A los 84 años de edad, de los cuales han sido 56 de servicio sacerdotal y 63 de religioso, el padre Silvio Herrera Herrera, sacerdote emérito y superior de la comunidad de los padres Asuncionistas, en Bogotá se siente satisfecho, feliz y agradecido por todos estos años pastorales vividos al servicio de Dios y de la Iglesia. En la actualidad, con algunos quebrantos de salud, que padece desde hace un par de años, el padre Silvio sigue activo en su comunidad, ahora tiene más tiempo para escuchar a los estudiantes, que muchas veces le piden que los confiese; lo mismo sucede con los profesores del colegio Emmanuel d’Alzon, donde ha vivido siempre. Allí, tras bambalinas, siente el ambiente académico, el que respeta, admira y del que guarda los mejores recuerdos de su vida. Es pausado, claro, sonriente, respira paz, tranquilidad y un bienestar infinito ante el deber cumplido. Hace memoria de una vida llena de recuerdos, logros, grandes retos pastorales, como la creación el Departamento de la Juventud de la Conferencia Episcopal de Colombia, donde por primera vez realizó un trabajo intenso con la pastoral juvenil en todo el país.
En el mundo de la educación fue llamado en
el año 1978, para trabajar por la enseñanza religiosa escolar, la presencia de la Iglesia en la educación básica en los colegios del Estado, desde la CEC. Fue así como se formó en educación y aprendió junto a los obispos colombianos sobre la educación religiosa en los colegios confesionales y seculares. Luego, trabajó de esta manera con el Ministerio de Educación por 20 años, siendo su cargo Supervisor Nacional de Educación y miembro del comité Nacional de la Confederación Nacional Católica de EducaciónCONACED. También ocupó el cargo de Director del departamento de Educación del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano -SPEC, lo mismo que la dirección del departamento de Cultura. Después de esta trayectoria en el mundo de la educación regresó a las aulas, como rector del colegio Emmanuel d’Alzon en el año 1999.
Es importante que el sacerdote sepa saber ser y estar en el mundo
La pastoral familiar también ha sido una de sus prioridades. Ayudó por más de 10 años a las familias a través de los “Equipos de Nuestra Señora”, donde trabajó y guió a las parejas en su vida y caminar espiritual.
El acompañar a pacientes terminales también ha sido significativo en su vida sacerdotal. Muchas experiencias a través del sacramento de la unción los enfermos, ha vivido el padre Silvio, al ser testigo de que, al imponer los Santos Óleos, algunos pacientes extienden su vida por muchos meses o años. Además, ha constatado cómo un enfermo terminal creyente es muy diferente a como asume esta condición uno que no cree en Dios. En los últimos días, Silvio Herrera tiene mucho tiempo para recordar, para mirar hacia atrás y darse cuenta de muchas acciones que tal vez no fueron obras propias, sino las realizadas por Dios, a través de su servicio como sacerdote. Les colaboró siempre a sus hermanos presbíteros, especialmente de las parroquias cercanas, les ayudó en lo que estuvo a su alcance, y esto lo recuerda con alegría. Silvio Herrera Herrera, el sacerdote que quiso ser médico de profesión, pero que resultó siendo cirujano de almas. Se formó en Sociología, en Filosofía y Teología. Siempre ha sido un lector empedernido. Fue un escalador de montañas, y como el mismo lo afirma “ahora estoy trepando la última montaña, me siento como en una meseta culminando la subida”, afirmó . F
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Semana del SEAB
En el coliseo del colegio Santa Isabel de Hungría, en el marco de la semana del SEAB, los estudiantes presentaron sus trabajos artísticos convirtiendo el recinto en un bosque encantado. Entre elfos, ninfas, hadas y pastores fueron expuestos más de tres mil trabajos hechos con materiales de reciclaje. de la rquidiócesis de Bogotá
Desde preescolar hasta undécimo: todos mostraron su vena artística. El coliseo se había convertido en un bosque. En la mitad, había un lago hecho con CDs, cuyos reflejos parecían inundar todo el espacio; también las hadas, y las ninfas con bellísimos tocados, un pequeño y gracioso fauno que no dejaba de to car su flauta y, un elfo, que recibió con solvencia y conocimiento al pú blico y le mostró casi que uno a uno los trabajos y explicó las técnicas con las que se hicieron.
Ya hace cinco años que la Semana del SEAB muestra el intenso trabajo de los maestros de estos 19 colegios de Bogotá. Sólo con un gran compro miso se logra sacar todo el talento de los estudiantes.
Foros de temas álgidos, entre po líticos y filosóficos, concursos de matemáticas y ortografía, torneos deportivos y las expresiones artísti cas, a través de la música sinfónica o los conjuntos y bandas, todo en una semana. Por eso esta vez se han mostrado los trabajos del área de ar tes plásticas.
La expresión artística no es sólo un hecho social o académico, San Juan Pablo II en su carta a los artistas dice que “La sociedad, en efecto, tiene ne cesidad de artistas, del mismo modo que tiene necesidad de científicos, técnicos, trabajadores, profesionales, así como de testigos de la fe, maes tros, padres y madres, que garanticen el crecimiento de la persona y el de sarrollo de la comunidad por medio de ese arte eminente que es el «arte de educar». En el amplio panorama cultural de cada nación, los artistas tienen su propio lugar. Precisamen te porque obedecen a su inspiración en la realización de obras verdadera mente válidas y bellas, no sólo enri quecen el patrimonio cultural de cada nación y de toda la humanidad, sino que prestan un servicio social cuali ficado en beneficio del bien común (Juan Pablo II “Carta a los artistas”). F
Los jóvenes artistas del SEAB exponen más de 3.000 trabajos
Sistema Educativo
A
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Nuestra Historia está marcada por la fe
El primer Te Deum celebrado en gratitud al Señor por la victoria independen tista, hace doscientos años, en Santafé, se hizo en la Capilla del Sagrario, pues la Catedral estaba en construcción. Fue una petición expresa de Simón Bolívar.
El Colegio Máximo de las Academias de Colombia; el Capítulo Metropolita no de la arquidiócesis de Bogotá; la Academia de Historia Eclesiástica de Bo gotá; la Academia Colombiana de Historia Militar; la Academia de Historia de Bogotá; la Academia de Historia de Cundinamarca y la Sociedad Santanderista de Colombia invitaron a la Solemne Eucaristía en la Capilla del Sagrario, en la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, y al canto del Te Deum, para la celebración del Bicentenario de la Independencia de Colombia. Presidió el obispo castrense, monseñor Fabio Suescún Mutis.
El Libertador Simón Bolívar, luego de la Batalla de Boyacá, se dirigió a Santa fé a donde llegó el l0 de agosto y días después solicitó formalmente al Cabildo Eclesiástico programar "una fiesta solemne, en acción de gracias a la Providen cia por la victoria conseguida'", la solicitud fue atendida y el oficio religioso se realizó el 15 de agosto de 1819, festividad de la Asunción de la Virgen, en la Capilla del Sagrario.
Acuerdo Capitular= 1819 agosto 17:
"Como el mismo trece del corriente se recibiese oficio del Secreta rio del Estado Excelentísimo Nicolás Ballén de Guzmán, en que co munica la superior determinación del Excelentísimo Señor General para que se tributasen las debidas gracias al Altísimo por las señaladas victorias de las armas Americanas, con misa solemne en la Santa Igle sia Catedral, a que asistirá Su Excelencia de ceremonia, no habién dose celebrado Cabildo aquel mismo día, y si contestándose este y el anterior oficio de Su Excelencia ofreciendo al último proceder a la votación o elección de juez eclesiástico y al primero, que este Ilustre Cabildo estaba pronto a tal función que debía celebrarse el siguiente día domingo quince del presente, pues dichas contestaciones llevaron la de catorce, se agrega aquel acuerdo extraordinario a este por ser asunto que debe constar de acta" -.
Así se lee en el archivo capitular de la catedral bogotana la petición del Li bertador y la respuesta del Cabildo para celebrar, tanto la Eucaristía como el Te Deum. Este acto litúrgico se hizo costumbre y sólo ha tenido algunas interrup ciones.
Este año, la Iglesia, por un lado, y las Academias, por otro, han querido re tomar esta costumbre. Ya el pasado10 se había realizado una eucaristía en la Catedral, presidida por el señor cardenal Rubén Salazar; en cabeza del Colegio Máximo de las Academias de Colombia y el Capítulo Metropolitano de la ar quidiócesis de Bogotá se llevó a cabo la Eucaristía y el canto del Te Deum, en la voz de la soprano Laura Sandoval Alvarado. F
La desigualdad social “una mirada que nos llama a la acción”
En miras al Sínodo Panamazónico “Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral” que se realizará en el Vaticano del 6 al 27 de octubre, inició una serie de encuentros para reflexionar sobre el presente y futuro de esta ciudad región.
En esta ocasión, en torno a “Diálogos en la ciudad”, se discutió sobre la desigual dad social “una mirada que nos llama a la acción”. Allí más de 50 asistentes estuvie ron atentos a tres ponencias principales a cargo de los docentes e investigadores François Tinel, Jaime Rendón, y fray Eri berto Parra OFM. Cerrando la jornada, se abrió una sesión de preguntas donde los asistentes pudieron tener una conver sación amena con todos los panelistas, quienes resolvieron todas sus inquietu des, fortaleciendo el diálogo, y sobre todo generando un llamado a realizar acciones conjuntas en torno a un tema tan delica do como la desigualdad, tanto en Colom bia como en Bogotá.
Esta iniciativa es organizada por el Ob servatorio Arquidiocesano de Evange lización en convenio con la Maestría de Comunicación, Desarrollo y Cambio So cial y el Instituto de la Paz y el Desarrollo (IPAZDE) de la Universidad Santo To más, la Animación Arquidiocesana para el Cuidado de la Creación, la Capellanía de la Universidad Nacional, la Fundación Universitaria Unimonserrate de la ar quidiócesis de Bogotá, y junto a la Confe rencia de Religiosos de Colombia (CRC), el Movimiento Católico Mundial por el Clima (MCMC)- Capítulo Colombia y la Confederación Nacional Católica de Edu cación (CONACED).
En miras al Sínodo Panamazónico “Ama zonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral” que se reali zará en el Vaticano del 6 al 27 de octubre, inició una serie de encuentros para re flexionar y discernir sobre el presente y futuro de esta ciudad región F
Notas arquidiocesanas
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá - 33
Breves de la Curia
Diácono permanente Alejandro Leal Burgos, en la Vicaría Episcopal Terri torial de San Pedro y en la Parroquia San Buenaventura.
Nombramientos
El señor cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá, ha hecho los siguientes nombramientos
Vicarios Episcopales Territoriales:
Ilustrísimo monseñor Alberto Forero Castro, Vicario Episcopal Territorial de San José.
Ilustrísimo monseñor Daniel Arturo Delgado Guana, Vicario Episcopal Te rritorial de Cristo Sacerdote.
Ilustrísimo monseñor Julio Hernando Solórzano Solórzano, Vicario Episco pal Territorial de la Inmaculada Con cepción.
Ilustrísimo monseñor Nelson Enrique Ortiz Rozo, Vicario Episcopal Territo rial de San Pablo.
Vicarios Parroquiales:
Señor presbítero Andrés Felipe Arias Leal, en Nuestra Señora del Rosario –La Calera, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Arciprestes:
Señor presbítero Jorge Gonzalo Marín García, arciprestazgo 1.1. Señor presbítero José Luis Vergara Acosta, arciprestazgo 1.4.
Adscritos:
Diácono religioso Luis Javier Rosales Camarillo, en Nuestra Señora de las Aguas, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Reverendo padre Adam Kraszewski, S.A.C, en La Divina Providencia, Vi caría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Señor presbítero Jorge Alberto Martí nez Pérez, en San José Cafasso (Conve nio Interdiocesano), Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso.
Capellanes:
Señor presbítero Gonzalo Arias Cárdenas, en el Gimnasio Femenino, Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso.
Señor presbítero Luis Ángel Cuenca, en el Colegio Nuestra Señora del Pilar, sede Chapinero, Vicaría Episcopal Te rritorial de Cristo Sacerdote.
Señor presbítero William Zuleta Hin capié, en el Colegio Nuestra Señora del Pilar – sede Sur, Vicaría Episcopal Te rritorial de San José.
Señor presbítero Yessid Alfonso Núñez Vega, en el Centro Comercial Puerto Rico, Vicaría Episcopal Territorial de la Inmaculada Concepción.
Otros:
Ilustrísimo monseñor Francisco Antonio Niño Súa, para el servicio de la Conferencia Episcopal de Colombia.
Reverendo padre Fabián Andrés Riveros Pérez, Rector del Santuario de Nuestra Señora del Carmen, Vicaria Episcopal de la Inmaculada Concepción.
Señor presbítero Yoany Cupitra Díaz, director de la Escuela de Animadores de la Evangelización.
Admisión como Candidatos al Sacramento del Orden:
Al seminarista Héctor Fabián Benítez Páez.
Institución de Ministros Lectores:
Al candidato Fabián Camilo Herrera Pérez.
Diáconos Permanentes:
Diácono permanente Adán Herminio González Orjuela, en San Juan Diego, Vicaría Episcopal Territorial Padre Mi sericordioso.
Diácono permanente Álvaro Hernán Polanía Cabrera, en Santo Domingo de Guzmán, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Diácono permanente Armando Rafael Lacouture Narváez, en San Alberto Magno, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Diácono permanente Belisario León Montenegro, en Nuestra Señora del Monte Carmelo, Vicaría Episcopal Te rritorial Padre Misericordioso.
Diácono permanente Camilo Alfonso Salamanca Guauque, en San Antonio de Padua, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Diácono permanente Carlos Alberto Luna Pinedo en Santa Marta, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacer dote.
Diácono permanente Carlos Alberto Ruiz Rodríguez, en San Cipriano, Vica ría Episcopal Territorial de San Pedro.
Diácono permanente Carlos Armando Buitrago Morales, en La Epifanía, Vi caría Episcopal Territorial de la Inma culada Concepción.
Diácono permanente Carlos Arturo Rivera Pulga, para que preste sus ser vicios diaconales adscrito en el Hos pital Simón Bolívar, Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso.
Diácono permanente Carlos José Al fonso Rodríguez, en Divino Rostro, Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo.
Diácono permanente César Camilo Martínez Lozano, en San Francisco de Sales, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Diácono permanente Danilo Enrique Rodríguez Cortés, en Jesucristo Re dentor, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Diácono permanente Didier de Jesús Hoyos Ramírez, en Santa Cecilia, Vi caría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Diácono permanente Diego Iván Cas tro Uñate, en Virgen de la Medalla Mi lagrosa, Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Desde la cancillería
34 - Fraternidad - Septiembre de 2019
Diácono permanente Edgar Lavao Pa lomino, en Nuestra Señora del Con suelo, Vicaría Episcopal Territorial Pa dre Misericordioso.
Diácono permanente Fabio González Ardila, en Santa María de la Luz, Vi caría Episcopal Territorial de San José.
Diácono permanente Fernando Raúl Martínez Barreto, en Santa María Magdalena, Vicaría Episcopal Territo rial Padre Misericordioso.
Diácono permanente Fernando Rodrí guez López, en San Marcos Evangelis ta, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Diácono permanente Francisco Antonio Hernández Herrera, en San Pedro Fabro, Vicaría Episcopal Territo rial de San José.
Diácono permanente Francisco Segu ra Alvarado, en Nuestra Señora del Sa grado Corazón, Vicaría Episcopal Te rritorial de la Inmaculada Concepción.
Diácono permanente Gabriel Roberto Cáceres Guerra, para que preste sus servicios diaconales como miembro de la Coordinación Arquidiocesana de Familia.
Diácono permanente Gerardo Alfonso Rojas Miranda, en San Jerónimo Emi liani, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Diácono permanente Germán Torres Reyes, en El Espíritu Santo, Vicaría Episcopal Territorial de la Inmaculada Concepción.
Diácono permanente Guillermo Cas tellanos Parra, en la Vicaría Episcopal Territorial de la Inmaculada Concep ción y en la Parroquia La Epifanía.
Diácono permanente Helio Armando Velásquez Malpica, en Nuestra Señora de Aparecida, Vicaría Episcopal Terri torial de San Pedro.
Diácono permanente Hernán Alberto Steevens Forero, en La Sagrada Euca ristía, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Diácono permanente Hernesto Bolívar Cueva Elizalde, en San Martín de Po rres, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Diácono permanente Humberto Na varro Cárdenas, en San Wenceslao, Vicaría Episcopal Territorial Padre Mi sericordioso.
Diácono permanente Ismael Mora Pico, en San Pedro Julián Eymard, Vi caría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Diácono permanente Jaime Arturo Cárdenas Mendoza, en Santa María Mazzarello, Vicaría Episcopal Territo rial Padre Misericordioso.
Diácono permanente Jaime Monteale gre Upegui, en Santa Amelia, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Diácono permanente Jaime Monte negro Rodríguez, en Santa María de Caná, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Diácono permanente Jorge Barragán Holguín, en San Bartolomé Apóstol, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Diácono permanente Jorge Hernando Quiceno Arias, para que preste sus ser vicios diaconales adscrito en el Hospi tal Simón Bolívar y como delegado de Educación de la Vicaría Episcopal Te rritorial Padre Misericordioso.
Diácono permanente Jorge Luis Gómez Gómez, en Santa Beatriz, Vicaría Epis copal Territorial Padre Misericordioso.
Diácono permanente José Abelardo Flórez Ángel, en Santa María Magda lena, Vicaría Episcopal Territorial Pa dre Misericordioso.
Diácono permanente José David Mén dez Urrego, para que preste sus servi cios diaconales adscrito en el Hospital Simón Bolívar, Vicaría Episcopal Te rritorial Padre Misericordioso.
Diácono permanente José Javier Mo reno Sánchez, en Santa Teresita del Niño Jesús, Vicaría Episcopal Territo rial de la Inmaculada Concepción.
Diácono permanente José Olimpo Li zarazo Castillo, en San Juan Crisós tomo, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Diácono permanente Julio Alfredo Palomares Obando, en Santa Rafaela María del Sagrado Corazón de Jesús, Vicaría Episcopal Territorial Padre Mi sericordioso.
Diácono permanente Luis Alfonso Fe rrucho Brand, en Nuestra Señora de Torcoroma, Vicaría Episcopal Territo rial Padre Misericordioso.
Diácono permanente Luis Carlos Pa lacios Rico, en Santa Bibiana, Vicaría
Episcopal Territorial Padre Misericor dioso.
Diácono permanente Luis Eduardo González Gutiérrez, en San Pablo, Vi caría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Diácono permanente Luis Eduardo Heredia Díaz, en San Isidoro de Sevi lla, Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso.
Diácono permanente Luis Ernesto González Pérez, en María Reina, Vica ría Episcopal Territorial de la Inmacu lada Concepción.
Diácono permanente Luis Fernando Chisco Fiscó, en la Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro y en la parro quia Santo Tomás Becket.
Diácono permanente Manuel Antonio Poveda Bernal, en San Pedro Fabro, Vi caría Episcopal Territorial de San José.
Diácono permanente Mario Humberto Urrego Pérez, en Nuestra Señora del Campo, Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso.
Diácono permanente Miguel Antonio Rodríguez, en Nuestra Señora de la Sabiduría, Vicaría Episcopal Territo rial del Espíritu Santo.
Diácono permanente Miguel Palomares Muñoz, en San Juan XXIII, Vicaría Epis copal Territorial Padre Misericordioso.
Diácono permanente Néstor Orlando Rodríguez Umaña, en Santa María So ledad Torres Acosta, Vicaría Episcopal Territorial de la Inmaculada Concep ción.
Diácono permanente Óscar Cupajita Dedios, en San José Cafasso, Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericor dioso.
Diácono permanente Pablo Emilio Benavides González, en Santos Timo teo y Tito, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Diácono permanente Pedro Antonio Cárdenas Martínez, en San Juan de Damasceno, Vicaría Episcopal Terri torial de San Pablo.
Diácono permanente Reinaldo Motta Quibano, en San Buenaventura, Vica ría Episcopal Territorial de San Pedro.
Diácono permanente Ricardo López Gómez, en Inmaculado Corazón de María, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Fraternidad, una revista para el clero de la arquidiócesis de Bogotá - 35
Diácono permanente Robert Hernando Castro Solano, en la Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Diácono permanente Roberto Lenis Ramírez, en Santa María La Antigua, Vicaría Episcopal Territorial Padre Mi sericordioso.
Diácono permanente Tobías Alfonso Linares Jiménez, en Santa María del Cenáculo, Vicaría Episcopal Territo rial de Cristo Sacerdote.
Diácono permanente William Fuentes Roa, en Santa María del Cedro, Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericor dioso.
Diácono permanente William Pardo Lesmes, en Niño Jesús de Praga – Can talejo, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Sistema Educativo de la Arquidiócesis de Bogotá – SEAB:
Apruébese el proyecto educativo del Sistema Educativo de la Arquidiócesis de Bogotá – SEAB, que está constituido por cinco capítulos:
Capítulo II Identidad del Sistema Capítulo II Funciones Sustantivas
Capítulo III Líneas Transversales
Capítulo IV Comunidad Académica Capítulo V Organización y Gestión Administrativa
Miembros de Junta Directiva:
Ilustrísimo Monseñor Juan Álvaro Za pata Torres, como delegado del señor Arzobispo en la Junta Directiva de la Asociación Privada de Fieles Santa Cruz.
Señor presbítero Ricardo Londoño Do mínguez, como representante del Ins tituto de Jesús Adolescente en la Junta Directiva de la Asociación Privada de Fieles Santa Cruz.
Bogotá, 13 de agosto de 2019. Cancillería del Arzobispado. F
Notas arquidiocesanas
Evangelizar a través del arte
Artistas, músicos, cantantes, productores y directores de cine y televi sión hicieron parte del primer encuentro de producción artística que se realizó en el auditorio principal de la parroquia Cristo Rey, organizado por la arquidiócesis de Bogotá.
El padre Carlos Alberto Jiménez Zapata, coordinador de Diálogo con la Cultura, fue el encargado de crear, convocar, organizar, reunir y visibi lizar algunos artistas que trabajan y evangelizan a través del arte.
Es así como varios artistas colombianos exhibieron, ante más de 100 asistentes, su talento y labor, con el firme propósito de anunciar a Je sucristo, evangelizar y hablar de Dios en sus obras, canciones, teatro, títeres, payasos y cualquiera otra de sus disciplinas artísticas.
Talento al servicio de Dios
Con un set de televisión como fondo se desarrolló este primer en cuentro de producción artística, siendo a la vez un motivo para explicar cómo se realiza un montaje, escenografía, cómo se prepara un evento cultural y todo lo que va detrás de cámaras y entre bambalinas: esfuerzo, disciplina, cronograma de trabajo, organización y, por su puesto, mucho talento. F
36 - Fraternidad - Septiembre de 2019