En medicina popular se ha usado mucho el «salbao», que es la cáscara del trigo . Es muy conocido el remedio para curar «las anginas», «la ronquera» y <d a tos de perro»; para ello «se fríe sal bao basto en una sartén con sal y se pone en un calcetín, que se anuda a la garganta y se tiene toda la noche»; «si se quieren calentar los pies en invierno, se ponen los calcetines con sal bao caliente dentro». El cocimiento de «sal bao» se utiliza para dar baños de pies, frotando al mismo tiempo, a fin de curar la ronquera; además, para lavar los ojos irritados. En Monzón, para curar el dolor de oídos, se mojan paños en un cocimiento de «sal bao» muy caliente y se aplican. En Peralta de la Sal se aplican compresas calientes de «segó» (<<salbao») y vinagre, para desinflamar las «cascaduras».
En veterinaria casera, «cuando se ponía un cerdo malo, le daban abrebachón (en Monzón), que se prepara cociendo acelgas con mucha agua y sal bao, añadiendo al final un chorro de aceite de oliva»; otra receta dice que «se hace cociendo harina en agua de malvas, pa los animales malos». También en Monzón cuentan que, «cuando se compraba un cerdo pequeño, para saber si se iba a criar bien, se le daba, nada más llegar a casa, agua con sal bao y, si comía a'ngaltidas (con ganas), era buena señal». En La Litera (ANDOLZ, 1984) llaman «empochada» a la cataplasma de «salbao», vinagre y sal que se aplica a las caballerías en un paño a modo de pocha o bolsa. La harina o el pan también aparecen en remedios tradicionales . En Monzón nos recomendaron esta cataplasma para resolver golondrinos y granos: «Se cogen, por partes iguales, una cucharada de harina de trigo, viruta de jabón de casa, azúcar y manteca de cerdo; se trabaja bien la pasta, se pone en una gasa o un pañito, se cubre con yema de huevo encima y se aplica». Para lo mismo aconsejan, también en Monzón, aplicar miga de pan mojada en leche. «Pa que se limpien los críos recién nacidos, se cogía un trapé pequeñín y se ponía una miga de pan con azúcar, para que lo chuparan como un chupete y, como no habían comido nada, les daba caguera».
Observaciones. «A las luecas (gallinas cluecas) se les ponían los huevos nones pa que los cobaran (incubaran) y un canasto o ziazo (cedazo) encima, pa que no escaparan; en febrero o marzo, si venía frío, se engargallaban (se les hacía tragar) con pan y vino y, en vez de comida normal (trigo, maíz), se les daba trigo cocido caliente, que les daba calorías; otros les daban cinco o seis habas cocidas». En Monzón dicen que «pa que no se note el olor de cocer coles, se echa una cucharada de harina en el agua cuando hierve y un trozo de pan remoj au con vinagre». El trigo rebaja el colesterol y, en forma de pan moreno o integral, tiene acción laxante (VILLAR et al., 1987).
263