VÍNCULO n°32

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Agosto 2018

N° 32

Santo Padre pide perdón por los abusos del clero

Santo Cristo que “se hizo protector de Venezuela”

Comunicado CEV sobre el deterioro de la justicia

El Santuario Diocesano de la Diócesis de San Cristóbal recibió a miles de peregrinos para celebrar este 6 de agosto la festividad del Santo Cristo de La Grita que desde Táchira se ha convertido en el protector de Venezuela. AÑO 2017 - ENERO

“Venimos a encontrarnos de manera especial con el Cristo del Rostros Sereno, quien se hizo presente en nuestra historia. ‘Por los valles y montes andinos’ se metió en nuestra historia y desde aquí se hizo protector de Venezuela”.

¿Entristecer al Espíritu? La autosuficiencia de la fe Homilías: aniversario sacerdotal Mensajes: Visita Ad Limina, Asamblea Diocesana

Peregrinación al Santo Cristo Virgen de Consolación: madre amorosa Fiesta de Ntra Sra de los Ángeles Primera promoción del colegio parroquial de Michelena


Papa Francisco: “Pedimos perdón” por los abusos de poder, de conciencia y sexuales El Santo Padre de la Iglesia Católica Francisco ha pedido perdón públicamente por los “abusos de poder, de conciencia y abuso sexual”, al comienzo de la Santa Misa celebrada en Dublín (Irlanda) el 26 de agosto de 2018, para clausurar el IX Encuentro Mundial de las Familias. Ofrecemos a continuación la transcripción oficial de las palabras del Papa, difundida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Palabras del Papa Francisco: Hermanos y hermanas, Ayer estuve reunido con ocho personas sobrevivientes de abuso de poder, de conciencia y sexuales. Recogiendo lo que ellos me han dicho, quisiera poner delante de la misericordia del Señor estos crímenes y pedir perdón por ellos. Pedimos perdón por los abusos en Irlanda, abusos de poder y de conciencia, abusos sexuales por parte de miembros cualificados de la Iglesia. De manera especial pedimos perdón por todos los abusos cometidos en diversos tipos de instituciones dirigidas por religiosos y religiosas y otros miembros de la Iglesia. Y pedimos perdón por los casos de explotación laboral a que fueron sometidos tantos menores.

Pedimos perdón por las veces que, como Iglesia, no hemos brindado a los sobrevivientes de cualquier tipo de abuso compasión, búsqueda de justicia y verdad, con acciones concretas. Pedimos perdón. Pedimos perdón por algunos miembros de la jerarquía que no se hicieron cargo de estas situaciones dolorosas y guardaron silencio. Pedimos perdón. Pedimos perdón por los chicos que fueron alejados de sus madres y por todas aquellas veces en las cuales se decía a muchas madres solteras que trataron de buscar a sus hijos que les habían sido alejados, o a los hijos que buscaban a sus madres, decirles que “era pecado mortal”. ¡Esto no es pecado mortal, es cuarto mandamiento! Pedimos perdón. Que el Señor mantenga y acreciente este estado de vergüenza y de compunción, y nos dé la fuerza para comprometernos en trabajar para que nunca más suceda y para que se haga justicia. Amén.


Los obispos advierten del deterioro de la justicia en el país Comunicado de prensa emitido por la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana El País está pasando por una situación muy delicada: se quiere instaurar una espiral de violencia y se promueve el resquebrajamiento de la Justicia, particularmente cuando todo lo que tiene que ver con ella se está saliendo del control de las leyes y de los procedimientos legales, para enmarcarse en la arbitrariedad que lleva a la persecución física, el amedrentamiento, y al atropello del Estado de Derecho. Debemos afirmar como pueblo que la violencia venga de donde venga, implementada a personas, instituciones o al pueblo mismo, debe ser rechazada en todas sus vertientes. Con la paz logramos todo, con la violencia la destrucción. La semana pasada la Comisión de Justicia y Paz de la CEV afirmaba: “las aprehensiones a parlamentarios, funcionarios o ciudadanos con base en indicios o presunciones de la responsabilidad penal, no conllevan a detenciones arbitrarias, tratos crueles o inhumanos, torturas o desapariciones forzadas, supuestos que atentan a todo evento contra la integridad física y psíquica de los venezolanos”. Debemos recordar que en un Estado de derecho, quien es privado de su libertad, es titular de derechos referibles a las diferentes

esferas (derechos relativos a la integridad física y psicológica, a las relaciones familiares y sociales, a la integridad moral, etc.). Esto excluye desde luego, no sólo todo tipo de tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes, sino también las condiciones mismas de reclusión en situación de aislamiento, la completa imposibilidad de comunicación y la falta de contactos con otros seres humanos, que las más de las veces provocan graves sufrimientos psíquicos y físicos al privado de libertad. La dignidad de la persona y los derechos fundamentales a ella inherentes no pueden negarse nunca. Ésta es la esencia última de la justicia, que implica fundamentalmente reconocer que toda persona –independientemente de su origen y condición, raza, pensamiento y comportamiento–, por el hecho de ser persona, tiene la misma y fundamental dignidad. Lamentablemente en el país quienes se sienten con poder están usando la única arma de los que no tienen razón: la violencia represiva. Para ejercerla están violando leyes, los articulados de la Constitución Nacional y los Derechos Humanos. Perseguir, someter y enjuiciar arbitrariamente, es el componente que se observa, mientras hay una multitud de


pueblo que pide alimentos, medicamentos, luz eléctrica, transporte público, gas, sueldos dignos, detener la inflación. Pero nada de esto está ocurriendo; por el contrario, se quiere ejercer un control social y se promueve el quiebre de la disidencia.

otra alternativa sino la de buscar ser escuchado en sus necesidades. Que María Santísima, la Virgen reconciliadora y de la paz, cuide de nuestro pueblo.

A pesar de toda esta realidad dolorosa, no podemos sucumbir ni como ciudadanos con derechos ni como sociedad en búsqueda de bienestar. La protesta cívica, la organización comunitaria, la unidad como pueblo, el reclamo legítimo del buen funcionamiento de los servicios públicos que les pertenecen al pueblo, son acciones que están avanzando. Para ello debemos seguir fomentando la reconciliación y la paz, la búsqueda de la verdad y un discernimiento espiritual que nos permita saber valorar toda información o hechos que puedan ocurrir en el país; buscar la verdad es tarea de todos.

Con nuestra bendición.

Exhortamos a los organismos de seguridad del Estado a cambiar su actitud, entiendan que estamos en momentos de grandes sacrificios y sufrimientos de nuestro pueblo, de sus propias familias, de sus hijos. No repriman, sino antes bien, acompañen a este pueblo que no tiene

Caracas, 13 de agosto de 2018

+ Mons. José Luis Azuaje Ayala Arzobispo de Maracaibo, Presidente de la CEV + Mons. Mario Moronta Rodríguez Obispo de San Cristóbal, 1° Vicepresidente de la CEV + Mons. Raúl Biord Castillo Obispo de La Guaira, 2° Vicepresidente de la CEV + José Trinidad Fernández Angulo Obispo Auxiliar de Caracas, Secretario General de la CEV


Santo Cristo de La Grita En la hermosa ciudad de La Grita, se venera desde hace 408 años la imagen del SANTO CRISTO DE LOS MILAGROS. La historia nos relata que fue un monje franciscano el artista que la hizo. Pero cuando llegó el momento de tallar el rostro se quedó detenido sin poder avanzar. Cuenta la leyenda histórica que habría sido un Ángel quien finalizó la obra. Pero lo cierto es que se trata de una hermosa talla que se ha convertido en el icono de los habitantes del Táchira. A lo largo de estos siglos de historia en el Táchira, la devoción al Santo Cristo se fue metiendo en el alma de todos los creyentes en Táchira. Gracias al testimonio de muchos creyentes su devoción se ha ido extendiendo por toda Venezuela y ahora por muchos países. De hecho, sabemos que en estos días en Ecuador, Chile, Perú y Argentina se tendrán celebraciones en honor al Santo Cristo de La Grita, organizadas por creyentes que han emigrado a esos países. Cada año, el 6 de agosto, se celebra su fiesta central. Es motivo para que innumerables peregrinos acudan a la ciudad santuario de La Grita a venerar y honrar al Cristo de los Milagros. En los últimos años se han superado las expectativas y más de trescientos mil peregrinos acuden en torno a la fecha antes mencionada. No se trata de un evento cualquiera ni de una manifestación de turismo religioso, como algunos han querido calificarla. Es mucho más que eso. Los peregrinos acuden con fe. Algunos lo hacen caminando por las diversas carreteras, otros con sus vehículos… Pero quien acude lo hace con su fe para pedirle algo al Señor de Los Milagros, para dar gracias por un favor recibido o para reafirmar públicamente su fe en Jesús. Son numerosas las confesiones y las comuniones. Los

sacerdotes del Santuario, junto con un equipo de laicos servidores, acogen a los peregrinos y le brindan con su servicio la ocasión para orar, participar en la Eucaristía y la reconciliación. Es un momento de fiesta cristiana cuyo culmen es siempre la Eucaristía. Este año nuevamente nos reunimos los peregrinos. En nuestras mentes y corazones están presentes todos los hermanos de Venezuela, los que han emigrado, los que sufren y los necesitados. Le hablamos al Santo Cristo de las esperanzas y angustias de nuestro pueblo y le pedimos nos ayude a salir adelante Él es el protector de los Andes venezolanos y desde aquí extiende su protección a toda Venezuela. En nuestra oración de estos días están los pobres y los emigrantes, nuestras familias y comunidades. Le pediremos que toque el corazón de los gobernantes para que cambie junto en su actitud y piensen en el bien del pueblo y no en sus intereses. Asimismo pediremos por todos los dirigentes políticos, sociales y religiosos a fin de que se pongan del lado del pueblo y no busquen sus intereses ni se dejen llevar por el afán de poder. Y que a todos los cristianos y personas de buena voluntad nos de la fuerza y sabiduría para hacer realidad el Reino de Dios en Venezuela. Reino de justicia, paz y amor Este 6 de agosto, en cualquier parte donde estemos fijemos nuestros ojos de fe en el Santo CRISTO de los MILAGROS de La Grita. El himno con el que lo honrados nos lo sugiere: “AUNQUE LEJOS ESTÉ NUESTRO CUERPO, SIEMPRE EL ALMA ESTA ANTE TI” +Mario Moronta Obispo de San Cristóbal


Homilía en la Misa del Santo Cristo de La Grita

Una de las acciones más determinantes y humanas de Dios en la historia de la humanidad es la Encarnación de su Hijo, Jesús, el Dios humanado. Se hizo presente en el mundo de tal manera que se identificó con los seres humanos en todo menos en el pecado. Así el Señor se introdujo en el camino de la gente para compartir con ella sus alegrías y tristezas. Ese caminar culminó en Jerusalén con la Cruz liberadora, la cual se abrió posteriormente a la novedad de vida con la resurrección. Hoy, nuevamente acudimos como peregrinos para honrar al Salvador, plasmado en el hermoso ícono del Santo Cristo de la Grita. Lo hacemos desde nuestra pertenencia al pueblo, acompañando sus dolores y angustias, ilusiones y esperanzas.

En esta celebración compartimos el pan de la Palabra y de la Eucaristía. Es alimento para poder seguir en nuestra peregrinación cotidiana. Venimos a encontrarnos de manera especial con el Cristo del Rostro Sereno, quien se hizo presente en nuestra historia. “Por los valles y montes andinos” se metió en nuestra historia y desde aquí se hizo protector de Venezuela. El anuncio de su Evangelio se ha venido dando bajo el reflejo de su rostro sereno y sostenido por sus brazos amorosos. Es, junto con María de la Consolación, el gran ícono que ilumina nuestras vidas y misión evangelizadora. Antes de enriquecernos con el pan eucarístico, les invito a saborear el también sabroso pan de la Palabra. La Liturgia, hoy como siempre, nos brinda, a través de las lecturas proclamadas, el


gustoso alimento que nos sustenta en nuestra vida de encuentro y seguimiento de Jesús. El Evangelio, recientemente anunciado, habla de un encuentro desafiante. Los apóstoles se hallan en aguas turbulentas y ven llegar a Jesús caminando sobre las aguas. Este les dice que no tengan miedo: “Soy Yo no tengan miedo”. Pedro reta al Señor: “Si eres Tú, haz que camine hacia ti”. Entonces, Jesús le invita a caminar hacia Él; pero al poco de hacerlo comienza a hundirse. Una es la razón: “hombre de poca fe”. Jesús lo toma de la mano y lo incorpora en la barca donde los discípulos hacen lo que Pedro mismo debía haber hecho antes; es decir, una profesión de fe: “Tú eres el Hijo de Dios”. El drama que vive Pedro es fuerte. Primero no reconoce a Jesús. “Si eres Tú, haz que yo camine hacia ti”. Ante la auto identificación del Señor, “Yo soy no teman”, Pedro duda. No pone en juego su fe sino su prepotencia y creencia de superioridad. Sólo Jesús puede caminar sobre las aguas, pues es Dios y tiene el poder para hacerlo. Pedro quiere ser cono Jesús, hasta cuando descubre su debilidad en el hundimiento que lo puede ahogar. Allí surge el clamor que brota desde el mínimo de fe que aún le queda: “Sálvame Señor”. El hombre de poca fe termina por agarrarse del único que puede salvar y ante quien, con sus compañeros, hay que reconocerle su poder salvífico verdadero: “Tú eres el Hijo de Dios”.

carácter filosófico, cultural y religioso se oponen o se burlan de ella. La mejores respuestas a dichos enemigos de la Cruz de Cristo es provocar la imitación de Cristo crucificado y resucitado. Dicha imitación requiere una transformación personal que debe desembocar en una actitud permanente: “mantenerse firmes en el Señor”. Ahora, al contemplar el ícono del Santo Cristo de los Milagros de la Grita, podemos saborear el pan de la Palabra que se nos está brindando. El Santo Cristo de la Grita nos permite, en primer lugar, profesar la fe y decirle “Tú eres el Hijo de Dios”. Como peregrinos comprobamos que los hermanos que llegan a este monte santo y también nosotros mismos reconocemos ser discípulos del Señor. Puede ser que sea débil la fe, pero hay fe. Lo que sí es claro es que Él es el centro de nuestra propia vida cristiana. El Cristo del Rostro Sereno es para cada uno de nosotros una invitación a imitarlo y a dejarnos transformar.

Cristo es la revelación del poder de Dios, Con su vida, acciones y enseñanzas, Jesús revela el plan de Dios. Y como hemos oído del libro de los Hechos de los Apóstoles, la expresión radical de esa revelación está en la Cruz y la Resurrección. La respuesta del creyente, que no debería ser un hombre de poca fe, es la del testimonio: “Somos testigos”. Esto es, ser una página viva de la Palabra de Dios: tomamos la cruz y seguimos a Jesús en el camino de la vida nueva del Resucitado.

El mismo Señor nos ha pedido seguirlo tomando la propia cruz. Esto requiere ver el significado que ella tiene para nosotros: un poder de salvación con consecuencias claras para la humanidad. No es un mero episodio, lleno de elementos contradictorios e inexplicables. Es el acontecimiento donde se inició la Nueva Creación con la cual pudimos comenzar a ser hijos de Dos Padre y, con ello, también llegar a ser hombres nuevos.

Pero, a la vez, como nos indica Pablo, existen enemigos de la Cruz de Cristo. Son quienes de diversas formas y con variadas tendencias de

Gustando el pan de la Palabra ante el Santo Cristo de la Grita, hasta quien llegan miles de peregrinos, podemos comprobar la fe de


nuestro pueblo. Es una fe clara con la que carga su propia cruz. Dicha fe hoy se manifiesta en la caridad hecha solidaridad, aunque golpeada en su esperanza por la crisis que arrebata sus ilusiones y su calidad de vida. A la vez, sólo esa fe en Cristo le sostiene ante el menosprecio por su dignidad humana.

Cruz de Cristo por su indiferencia, mediocridad, omisiones y falta de compromiso, e incluso con el terrible flagelo de la corrupción. En el fondo, todos esos y otros más han caído en la tentación de creerse Dios y pretenden caminar sobre las aguas tormentosas del momento actual en Venezuela.

Hoy también nos conseguimos con enemigos de la Cruz de Cristo. Entre ellos se encuentran quienes siguen cuestionando la validez de la doctrina acerca de la Cruz. Se repiten los mismos argumentos de la época de Pablo: escándalo para algunos, estupidez para otros. Pero, junto a esto, se dan otras situaciones escandalosas contra la Cruz del Señor. Lamentablemente, muchos de esos enemigos se identifican como católicos. Tienen un denominador común: el desprecio y la desvalorización de la dignidad humana. Efecto de ello es la visión reductiva y opresora del ser humano: el valor de la persona se rebaja y se coloca entre paréntesis, pues lo que importa para ellos son sus intereses particulares.

Sin embargo, la Cruz de Cristo sigue siendo signo de victoria para todos y cada uno de nosotros. Es “motivo de orgullo”, pues allí se sigue dando la Nueva Creación. Por eso, nos gloriamos en esa Cruz redentora de Jesús. En ella se incluye la humanidad por la que se ofreció la Víctima por excelencia, Cristo el Señor. En los brazos del crucificado podemos ver a tantos hermanos que encuentran apoyo y consolación. No es difícil entenderlo, pues el mismo Señor se despojó de su condición divina para hacerse pobre y enriquecer a todos los seres humanos, en especial a sus predilectos, los más pequeños y pobres de la sociedad. Esto nos recuerda que nuestra fe en Cristo encierra en sí misma la opción preferencial por los pobres y excluidos.

Entre los enemigos de la Cruz de Cristo hoy podemos señalar los siguientes: Aquellos que, en las diversas responsabilidades públicas o privadas que tienen en la sociedad, imponen cargas inmensamente pesadas sobre los hombros de la gente; los que provocan el hambre de muchos hermanos así como la indefensión en el campo de la salud al no brindarle seguridad y confianza para obtener y mantener una adecuada calidad de vida. Son quienes viven en contradicción con el Evangelio, pues, en vez de servir, buscan ser servidos y prefieren actuar como los que tiranizan a los pueblos y naciones. Junto a ellos están los que desarrollan el comercio de muer6te con el narcotráfico, los violentos que hacen de la delincuencia su estilo de vida. Asimismo, quienes se dedican al contrabando y el “bachaqueo” y el “matraqueo”, la especulación o quienes impiden el desarrollo integral del pueblo. También hallamos quienes se consideran dueños de la vida al promover y defender el aborto y la eutanasia. De igual modo, los que destruyen la unidad y esencialidad de la familia con la ideología de género y la pretensión de imponer el mal denominado “matrimonio igualitario”. Tristemente, hay muchos hombres y mujeres de Iglesia que se convierten en enemigos de la

Al contemplar al Santo Cristo, descubrimos en su Cruz los rostros de tantos jóvenes y familias completas que han debido emigrar a otros países; los de la inmensa cantidad de venezolanos que están pasando hambre de verdad, así como de los numerosos ciudadanos que han visto deteriorar su salud por falta de adecuada atención y medicamentos. Allí también miramos a tantos adolescentes y jóvenes que están siendo manipulados por mafias que los están conduciendo a la prostitución, sobre todo fuera del país. Sentimos la presencia de los pobres, excluidos y menospreciados, de os privados de libertad olvidados por la justicia y los organismos respectivos. También encontramos los rostros de padres de familia quienes ven perder a sus hijos a causa de la violencia, así como de los ancianos que terminan su vida en el olvido. Junto a esos rostros llenos de dolor, podemos ver los de quienes, venciendo dificultades e incomprensiones, están dando lo mejor de sí a favor de los hermanos: quienes atienden a los migrantes en la frontera y en otros países hermanos, los que contagian esperanza a través de su solidaridad, quienes han optado por seguir en Venezuela construyendo el Reino


de Dios, de justicia, paz y amor. Los que no tienen miedo de avizorar el futuro desde el compromiso con el Cristo liberador. El Pan de la Palabra nos prepara para compartir el de la Eucaristía y reafirmar el compromiso que nos corresponde realizar por ser discípulos misioneros de Cristo, muerto y resucitado. Después de la consagración proclamaremos que es el sacramento de nuestra fe: ello encierra lo que nos toca hacer bajo la mirada del Señor del Rostro Sereno. En primer lugar, hemos de mantenernos firmes en el señor y hacerlo sentir a los demás mediante nuestro testimonio de vida. Esa firmeza en el Señor nos permitirá a no ser gente de poca fe. Es lo que nos debe distinguir en cualquier circunstancia y particularmente en estos tiempos de crisis. En segundo lugar, nos impulsará también a prestarle a Cristo nuestros propios brazos para sostener a los más débiles y protegerlos. Asimismo, caminar con Cristo

sobre las aguas turbulentas de la crisis y así rescatar a los que se hunden por su falta de fe y proteger a quienes están en la seguridad de la barca. Como consecuencia, en tercer lugar mostrar que en medio de la turbulencia del momento, el Señor está allí con nosotros. No podemos prescindir de Cristo si queremos salir de la crisis que golpea al país entero: Él nos da la luz de su Palabra y la fuerza de su Espíritu de amor, mientras nos desafía cuando nos recuerda que todo lo que se le haga a cualquiera de los más pequeños se le hace al mismo Señor. El Papa Francisco nos invita a “levantar los ojos al Crucificado” (G.Ex 15). Como peregrinos llenos de fe, es lo que hacemos cada vez que venimos a encontrarnos con el Santo Cristo de la Grita. Que sean ojos de fe para ver y contemplar en Él, ícono de nuestra Iglesia en el Táchira, lo que Él ha hecho por nosotros y lo que nosotros en su nombre hemos de hacer. Amén. +Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal. 6 DE AGOSTO 2018.


VISITA AD LIMINA APOSTOLORUM

A todo el presbiterio y pueblo de Dios de la Diócesis de San Cristóbal

Durante el próximo mes de septiembre, de acuerdo a lo establecido por la Ley Universal de la Iglesia, los Obispos venezolanos peregrinaremos a Roma para realizar la VISITA AD LIMINA APOSTOLORUM. Durante ella, se tendrá el encuentro del episcopado con el Papa Francisco, y se realizarán reuniones con sus más cercanos colaboradores. Además, como lo establecen las directrices respectivas, celebraremos la Eucaristía en las Basílicas Mayores para honrar la memoria de los Apóstoles. Es una experiencia de gracia y de comunión eclesial. En el mes de julio, escribimos una CARTA PASTORAL a todos los miembros de la Iglesia y personas de buena voluntad en Venezuela, en la que invitábamos, de modo particular, a una jornada de intensa oración por el éxito espiritual y evangelizador de la Visita Ad Limina. Esta se realizará el próximo 15 de agosto.

organizar eventos de oración, con la Eucaristía como acto central, para pedir por la intención ya antes indicada. Dado que ese día también celebraremos la fiesta de Nuestra Señora de la Consolación, pedimos motivar a quienes participan en la peregrinación hacia Táriba y en las diversas celebraciones y actos religiosos organizados para ese día, que tengan como una intención muy particular la Visita Ad Limina: que el Espíritu Santo, además de ayudarnos a reafirmar la comunión con el Papa y la Iglesia Universal, nos ilumine y nos brinde las orientaciones que necesitamos para seguir edificando el Reino de Dios en nuestro país. Unidos todos en la oración a María y con nuestra mirada puesta en el Señor Jesús, imploro para toda la bendición del Dios Uno y Trino. +Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal San Cristóbal, 9 de agosto del año 2018.

Por ello, a todos los miembros de nuestra Iglesia local de San Cristóbal, les solicito


¿Entristecer al Espíritu Santo? Pablo emplea algunas expresiones, en sus escritos, que no resultan tan fáciles de entender y explicar. Una de ellas es muy curiosa: a los Efesios les pide no entristecer al Espíritu Santo. Ciertamente que es una expresión muy salida de lo hondo de la fe, pero aparentemente contradictoria. ¿Cómo se va a entristecer al Espíritu Santo, Tercera Persona de la Trinidad Santa? Dios nunca está triste ni se puede poner con cara de tristeza. Entonces ¿por qué Pablo apela a esta expresión para recomendar a los destinatarios de su mensaje? Cuando se lee el contexto de lo que escribe, se consigue la explicación al uso de esta expresión paulina. No es que el Espíritu se va a poner triste. Es un recurso que emplea el autor sagrado para hablar de cómo no hay que ofender al Espíritu Santo. De hecho, el Apóstol, al pedir que no se entristezca al Espíritu, hace referencia a las actitudes malas (anti-valores) que deben estar ausentes en la vida de un creyente: la aspereza, la ira, los insultos, la indignación, la maledicencia y toda clase de maldad. Esto es lo que ofende a Dios. Pablo, para mostrar la gravedad de esas cosas negativas y pecaminosas emplea la figura de la tristeza. No es que el Espíritu Santo se llene de tristeza, porque no puede. Pero, cuando un creyente practica esas maldades ya mencionadas, sencillamente, ofende al Espíritu del Señor. Está ofendiendo de manera directa a quien da la fuerza para poder hacer las cosas buenas. Así entristecer, en este contexto, significa ofender, menospreciar, minusvalorar al Espíritu. En el fondo es como una burla hacia quien puede -y de verdad lo hace- fortalecer la vida de santidad de los creyentes. Nos dice Pablo, en la misma carta a los Efesios, que ese Espíritu Santo, es que nos ha marcado hasta el día de la liberación final, es decir hasta cuando alcancemos la liberación final, la salvación plena en la eternidad.

Por eso, cuando el que es marcado por el Espíritu actúa con maldad, se opone al designio de Dios y se burla de la gracia que le está otorgando gratuitamente. Por eso, Pablo recomienda lo que se debe hacer: “Sean buenos y comprensivos, perdónense los unos a los otros, como Dios los perdonó por medio de Cristo”. Es con el bien como podremos dejarnos guiar por la luz del Espíritu. Así podremos imitar a Dios: “amando como Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y víctima de fragancia agradable a Dios”. Ya en la carta a los Romanos, Pablo había indicado el estilo de vida del creyente que tienen que ver con lo antes señalado: “ser ofrendas vivas”. Así es como podemos imitar a Dios-Amor. El mismo Dios nos brinda los medios para ser fieles y no entristecer al Espíritu Santo. La Palabra de vida eterna y el Pan de vida, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Juan nos lo reafirma al hablarnos en el capítulo 6 de su Evangelio del pan de la vida, Cristo. Quien cree en Cristo –con todo lo que esto encierra- ya tiene la vida eterna. Creer en Cristo es actuar en su nombre. Para poder mantenernos fieles en esa opción de fe, el Señor nos brinda su pan eucarístico: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre”. El pan vivo de la Eucaristía y el de la Palabra son el alimento para nuestra propia existencia de creyentes y discípulos del Señor Jesús. Con lo que el mismo Dios nos ofrece, y que contiene la fortaleza para permanecer fieles en todo momento, no sólo compartimos la alegría nacida del amor de Dios, sino que la podemos contagiar al hacer el bien a los demás. Así nunca pondremos triste al Espíritu Santo. +Mario Moronta R. Obispo de San Cristóbal 12 de agosto de 2018.


Homilía celebración eucarística con ocasión de los 25 años de vida sacerdotal del Pbro. Gonzalo Ontiveros Vivas En vísperas de la celebración de Nuestra Señora de la Consolación, nos reunimos para compartir la acción de gracias de nuestro querido hermano, Pbro. Gonzalo Ontiveros Vivas. Su alegría es nuestra, su compromiso lo acompañamos y su ministerio sacerdotal es un don de Dios para todos en este presbiterio de San Cristóbal. Bajo la amorosa mirada de María, la madre del Sumo y Eterno Sacerdote, les invito a que meditemos en esta mañana sobre algunos rasgos del ministerio y consagración sacerdotal que se han manifestado también en Gonzalo. Para ello, nos inspiraremos en el Cántico de María, conocido como “Magnificat”.

el

Ella entona su acción de gracias ante el maravilloso milagro de ser elegida y destinada a ser Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, Jesús el Señor. En ese cántico, ella reconoce, en primer lugar, la acción prodigiosa de Dios, quien la ha elegido fijándose en la pequeñez de su esclava. Todas las generaciones la felicitarán por las obras que el Poderoso hace por su intermedio: así se reafirma la santidad de su nombre y su misericordia de generación en generación: siempre se acuerda de esa misericordia con la que ha prometido salvar a la humanidad. Por María, las proezas del Señor tienen un efecto concreto: dispersa a los soberbios de corazón, derriba a los poderosos de sus tronos y despide vacíos a los ricos, para así enaltecer a los humildes y colmar de bienes a los pobres. Este Cántico de María, nos describe también la vocación y misión de todo presbítero. Ello se debe a un hecho especialísimo de bendición y consagración, obra de la gracia de Dios: por la ordenación sacerdotal, el ministro sacerdote se configura a Cristo. Este hecho de la gracia,

donde interviene el Espíritu Santo, transforma al elegido para convertirlo en memoria viviente de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Por ello, en esta acción de gracias que hacemos con Gonzalo, podemos exclamar: “Proclama mi alma la grandeza del Señor”. La iniciativa de la llamada y de la consagración proviene de Dios. Ya eso manifiesta esa grandeza del Señor: Él se ha fijado en Gonzalo no por sus méritos y valores humanos –que ciertamente los posee- sino por amor. Lo ha destinado a dar frutos que permanezcan como nos lo recuerda también el Evangelio. Y dichos frutos son las acciones ministeriales que ha venido realizando durante 25 años Gonzalo. Son obras grandes, como las que señala María en su Cántico: ellas son también la proclamación de la santidad del nombre de Dios que busca contagiar a todos quienes reciben su servicio sacerdotal; a la vez, la gran misericordia de Dios que continúa haciéndose sentir en medio de todas las generaciones mediante la acción pastoral de Gonzalo. Con ello, cumple las funciones propias de todo sacerdote: proclama una Palabra de Salvación para hacer sentir la misericordia; guía a su pueblo con la seguridad de su entrega y


santifica a todos desde la propia experiencia de su vocación a la santidad, para que todos puedan llegar a ser santos como Dios lo es. El sacerdote, desde esta perspectiva es un ministro de la misericordia divina. Esto, tiene su consecuencia: está llamado a dedicarse a todos los seres humanos sin acepción de personas, para ayudarlos a levantarse cuando se caen, a perdonarles sus pecados y promover la reconciliación y construir la paz y la comunión entre todos. La misericordia, al estar configurado a Cristo, debe nacerle desde sus propias entrañas, como lo hizo muy bien el Redentor. Entonces, como María, será instrumento para que la misericordia de Dos llegue de generación en generación y sirva de auxilio de salvación para todos, de acuerdo a las promesas hechas por Dios. Esta misma misericordia hará posible su compromiso de cercanía con los más débiles y humilde, para enaltecerlos; es decir, para hacerles sentir la hermosura de su dignidad como personas humanas e hijos de Dios. Así podrá saciar a los hambrientos, no sólo de lo material, sino ante todo de lo espiritual llenándolos de los bienes de Dios. Precisamente por estar configurado a Cristo, quien se hizo el más pobre para enriquecer a toda la humanidad, muestra su predilección por los pobres y excluidos, a quienes convierte en los primeros destinatarios de su predicación y caridad pastoral. Ante él, los soberbios y los endurecidos de corazón, como los ricos que se regodean de sus riquezas, encuentran una piedra de contradicción y van a sentir cómo deben retroceder ante la fuerza de Dios y

convertirse, como bien lo supo hacer Zaqueo en su encuentro con el Señor. Hoy, podemos entonar el Cántico del “Magnificat” pidiéndole prestada su voz a María para darle gracias a Dios al conmemorar 25 años de la consagración sacerdotal de Gonzalo. Con ella, él exclama que toda su vida es un himno de alabanza por haberse fijado en la pequeñez de su existencia para hacerla grande en el nombre de Cristo. Con él, nos asociamos nosotros para entonar con gozo inmenso que el Señor ha sido grande y estamos alegres, como lo repetimos con el salmista en muchas ocasiones. Bendito sea el Señor que nos permite nuevamente experimentar la inmensidad de su amor al habernos concedido el don de un sacerdote, Gonzalo, quien celebra sus 25 años de entrega y dedicación ministerial. Esto nos lleva a reafirmar nuestra fe en el sacerdocio de Cristo. Al verlo a él hoy y siempre, profesamos que creemos en el amor misericordioso del Buen Pastor. Manifestamos esta fe reconociendo que Gonzalo ha vivido su configuración Con Cristo Sacerdote y pedimos lo siga viviendo siempre. Con un gesto muy nuestro hacemos patente esta profesión de fe: de pie, les invito a tributarle un sonoro, cálido y agradecido aplauso a Gonzalo. +Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal. Parroquia San Juan Bosco 14 de agosto del año 2018.


Homilía en la Misa Solemne de Nuestra Señora de la Consolación

Recientemente, el Papa Francisco instituyó la fiesta de MARIA, MADRE DE LA IGLESIA. Se trata de una advocación antiquísima, la cual fue promovida por Pablo VI. Esta imagen y advocación nos permite reflexionar y orar ante un hecho maravilloso que nació en la Cruz de Cristo: allí, Jesús, al ver a su Madre, la entregó a la protección de Juan, quien representaba a todos los discípulos; y, a la vez, la designó como Madre de Juan y así se convertía en Madre de la Iglesia. Es una figura hermosa que reproduce también el anuncio profético de la preocupación de Dios por su pueblo. Ella y la Iglesia están prefiguradas en la hermosa imagen de la “Hija de Sión”, a la cual se le invita a sentir alegría porque el Señor Mesías estaba en ella. La alegría de la Hija de Sión se refleja en el cántico de María –elMagnificat– que entona la gratitud de quien fue elegida para manifestar en su sencillez y humildad los prodigios de un Dios lleno de amor y misericordia. María también es recordada en el Apocalipsis en un texto que, en su contenido profundo, hace referencia a la Iglesia. La Iglesia es madre

que engendra a nuevos creyentes, así como María engendró al Salvador. María es la estrella refulgente de la salvación, al ser instrumento para su realización al dar a luz al Hijo de Dios; la Iglesia es la luz de los pueblos que brilla para guiar a la humanidad por los caminos de la novedad de vida. El demonio quiere vencer al Hijo de María y le da la batalla, aunque es derrotado en la Cruz y con la Resurrección. Asimismo, el maligno, quiere destruir al fruto del vientre de la Iglesia, es decir a todos los creyentes y busca separarlos del amor salvífico de Dios. Sólo que, en ambos casos, la victoria es del Cordero, como lo solemos recordar en la liturgia eclesial. Al celebrar hoy la fiesta de María del Táchira, Nuestra Señora de la Consolación, les invito a que detengamos nuestra atención sobre algunos aspectos de lo antes señalado. Como Madre de la Iglesia, María se ha hecho presente en nuestra tierra tachirense. Desde hace más de cuatro siglos, cuando se inició la evangelización en estos lares, María se ha hecho presente como estrella reluciente que ha guiado los pasos de la Iglesia. Ella se convirtió


en la madre amorosa de todos los tachirenses y de quienes han venido habitando esta tierra. Como madre ha protegido a sus pobladores a lo largo de los tiempos. Como solemos cantarle, “ha alumbrado nuestra historia”. Y lo ha hecho como madre con una misión concreta: nos pide que “hagamos lo que su Hijo nos manda hacer”. De igual manera, desde su vocación de madre de la Iglesia, nos ha venido enseñando qué y cómo debe actuar la Iglesia de San Cristóbal, para ser fiel a la misión recibida de anunciar el Evangelio y edificar el reino de Dios, de justicia, paz y amor. En esta línea quisiera proponerles a todos tres elementos para una reflexión y también para reafirmar nuestro compromiso. Con la lanza hendida en el costado de Cristo luego de su muerte brotan agua y sangre. Así nacen los sacramentos y con ellos la Iglesia. Pocos minutos antes de su muerte, el Redentor fija su mirada en el rostro entristecido y golpeado de su madre y le ofrece dos cosas: la seguridad de que no estará sola de ahora en adelante y, a la vez, que se convierte en Madre de la humanidad: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Seguidamente, le entrega al hijo, quien representa a todos los discípulos, el cuidado de la nueva madre, pero también en ella avizora a la Iglesia, Madre de todos: “Hijo, he ahí a tu madre”. En este episodio descubrimos cómo María se convierte en la Madre de la Iglesia y, además, le da a la Iglesia la característica maternal que la ha de distinguir en todo momento. Con ello, se establece un nuevo tipo de relación entre los discípulos –la Iglesia- y María, también figura maternal de la Iglesia. Una primera consecuencia de esta nueva condición tiene que ver con la comunión entre los discípulos, es decir dentro de la Iglesia. María recibe a los discípulos, representado por Juan. Ellos son los amigos de Jesús, entre quienes se ha creado una estrecha relación de fraternidad que tiene que se puede describir como expresión de la comunión de amor fraterno. Dicha unión entre los discípulos es acogida por la nueva Madre, la “Mujer”María que personifica a la “Hija de Sión”, preanuncio profético de la Iglesia. Por eso, cuando Pablo VI atribuye oficialmente el título de “Madre de la Iglesia” a María después del Concilio, se apoya en este texto de Juan al cual

nos referimos. De modo individual es la madre de Jesús, pero recibe de Éste la misión de ser Madre de la Iglesia. Así la maternidad corporal con respecto de Jesús se prolonga en una maternidad espiritual que llega a ser imagen y forma de la maternidad de la Iglesia.

Ahora bien, tal y como nos lo presenta el Apocalipsis, la maternidad de la Iglesia, iluminada por la de María, se hace presente en la historia de la humanidad con una dimensión salvífica. Aunque va a ser atacada por el dragón, representación del maligno que quiere apoderarse del fruto del vientre de la mujer encinta –los nuevos hermanos de Jesús en la Iglesia, será vencido. Los dolores de parto de dicha mujer son el signo de la nueva creación: es el alumbramiento del nuevo pueblo de Dios. La misma Mujer resultará vencedora, por la misión que recibe y con la cual se manifiesta en la historia humana. María es preámbulo de esa historia: engendra al Hijo del Altísimo cuya misión es ser vencedor ante las pretensiones del demonio. Jesús, fruto bendito de María es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y así sale victorioso, al romper la oscuridad de la muerte con la luz de la Resurrección. La Iglesia, con su misión evangelizadora y con su acción sacramental, va a cumplir la misma misión: hacer presente en el mundo la fuerza iluminadora del Cordero de Dios, a través de cada uno de los asociados a dicho Cordero inmolado en la Pascua redentora. Ante esta realidad que nos presenta el misterio de María, podemos recordar las palabras del profeta que invita a la Hija de Sión a estar alegre. “Alégrate”. Asimismo le dice el Ángel a María cuando se encuentra. La alegría, tan proclamada por el Papa Francisco, no es una


mera característica psicológica o momentánea. Es la actitud de quien tiene esperanza, como nos lo hace sentir el profeta: “Levántate y resplandece pues ha llegado tu luz, y la gloria del Señor alborea sobre ti”. Con María, la luz se hace presente y la esperanza adquiere la característica de cumplimiento y de invitación a seguir en camino a la perfección. La esperanza no será aguardar, porque ya ha llegado la Luz –Cristo-, sino salir al encuentro de ella y continuar hasta alcanzar la plenitud del encuentro con el Señor: “Tú Dios será ahora tu esplendor…porque será tu eterna luz y se acabaron los días de luto. Tu pueblo será un pueblo de justos, poseerá la tierra para siempre, renuevos del plantío de Yahweh, obra de mis manos para resplandecerte” (Is. 60).

Al contemplar el ícono de Nuestra Señora de la Consolación y sentir cómo Ella nos ha venido acompañando a lo largo de la historia tachirense, podemos experimentar cómo ella nos recuerda dos cosas fundamentales para nosotros: es nuestra Madre amorosa, la cual nos ha recibido en su regazo. Y, a la vez, ha sido y es la imagen de la Iglesia que en el Táchira está realizando su misión evangelizadora. Junto a esto, hemos de tener presentes que todos los discípulos de Jesús, también somos hijos de la Madre del Señor y de la Iglesia Madre. Esta maternidad comenzó aquel primer Viernes Santo desde la Cruz. Con ella, Jesús nos dio la liberación auténtica para poder llegar a ser hijos de Dios Padre. La opción liberadora de la Cruz de Cristo se hace presente al contemplar a la Madre de Dios y Madre Nuestra, y a la Iglesia en su maternidad nueva. Con María del Táchira, en su hermosa advocación de la Consolación, no sólo

experimentamos, sino que nos sentimos incluidos en esa opción liberadora. Esto hace que nos dejemos llevar por la fuerza transformadora que nos viene del Señor Jesús y de su Espíritu. Pero también al formar parte de la Iglesia, dicha opción liberadora se convierte en un estilo de vida para cada uno de nosotros. Hoy, los miembros de la Iglesia Madre, inspirados en la figura de la Madre del Redentor, hemos de estar empeñados en la auténtica liberación de nuestros hermanos. Es verdad que podemos tener deficiencias y hemos de pedir perdón por nuestros pecados, sobre todo de omisión. Sin embargo, eso no nos exime, al contrario nos impulsa más, para comprometernos en la dignificación de los hermanos: es la libertad de los hijos de Dios, fruto de la evangelización y de la caridad con la cual hacemos patente la Verdad que libera a todos los seres humanos. Hoy se hace muy vigente esta tarea. Vivimos en el mundo tiempos borrascosos. Una gravísima crisis de orden moral va minando las bases del respeto a la dignidad humana: el relativismo ético, con sus variopintas manifestaciones, hace que la persona humana llegue a ser menospreciada. No hay sino que ver las nuevas opresiones contra las que hay que combatir: desde la imposición de una ideología de género que apunta a destruir la identidad personal de todo ser humano hasta el aborto y la eutanasia, simples asesinatos que pretenden ser justificados; desde el maltrato de los más pobres hasta la discriminación de muchos por ideologías materialistas y pragmatistas; desde la separación injusta de los hijos de inmigrantes y el rechazo de ayuda humanitaria hacia ellos hasta la edificación de muros que dividen pueblos hermanos… También en nuestro país, se requiere de la Iglesia hacer patente la opción liberadora nacida del evangelio de salvación. Ante una crisis agravada y acrecentada por la imposición de un sistema inhumano, la hiperinflación y el olvido de los dirigentes políticos de todo tipo hacia el pueblo, vemos surgir situaciones que requieren no sólo una llamada de atención sino ante todo una acción decidida por parte de los cristianos. Hoy nos encontramos con la voz de Jesús quien nos dice: “Tuve hambre… tuve sed… tuve necesidad de ser curado y de recibir medicinas… tuve necesidad de un trabajo


digno… tuve urgencia de ser respetado en mi dignidad…” Y la respuesta a esa voz es la indiferencia de no pocos, el conformismo y la falta de empeño solidario de numerosos hermanos, las políticas erradas de quienes gobiernan y pretenden oprimir. Hoy hay muchos hermanos que claman justicia, con la cual añoran liberación: los que pasan hambre, los enfermos y ancianos olvidados, los migrantes que salen del país a buscar un mejor tenor de vida, los presos, tanto los políticos como los comunes olvidados por la justicia manejada por intereses mezquinos, los niños, adolescentes y jóvenes que son conquistados y obligados a prostituirse bajo la acción de mafias que se creen dueños de la vida. Urge una opción liberadora por parte de los cristianos y personas de buena voluntad. Con ella podremos aunar esfuerzos y combatir el dragón de diez cabezas, del cual nos habla el Apocalipsis. El dragón de la corrupción, que tanto daño ha hecho y sigue haciendo en nuestra sociedad venezolana; el dragón del narcotráfico, con su comercio de muerte y de vil enriquecimiento con dineros mal habidos; el dragón de la violencia, manifestada no sólo en los delincuentes sino en quienes no hacen posible vivir en sana convivencia; el dragón del dinero fácil, que se consigue con el alza indiscriminada de precios, el “bachaqueo”, el contrabando y el “matraqueo de quienes deberían estar al servicio de la gente; el dragón de la prepotencia que se dedican a ofender e insultar a quienes no piensan como ellos y cuando se les responde, entonces apelan a la ley contra el odio; el dragón de quienes se creen dueños de la vida, al promover, defender y realizar el aborto y otras praxis anti-vida… Urge esa opción liberadora. Es hora de que los católicos y personas de buena voluntad nos reunamos, nos fortalezcamos en compromisos ciertos para hacer sentir tanto nuestra voz de libertad como nuestras acciones llenas de solidaridad, justicia, paz y fraternidad. Como seguidores de Jesús y miembros de una Iglesia, cuya imagen de Hija de Sión invitada a la alegría, vemos en María un modelo para la esperanza. María no desfalleció ante la Cruz. Fue recibida por el discípulo y acompañó desde ese momento a la Iglesia naciente y la que ha caminado a lo largo de la historia. En el Táchira, hoy como siempre, con María hemos

de ser nosotros la esperanza concreta y real. No podemos aguardar que otros vengan a hacer la tarea que nos corresponde. La alegría de la Hija de Sión debe ser manifestada en nuestro compromiso de esperanza. Esa esperanza nos llevará a mayor y mejor solidaridad, a exigir que se nos respete en nuestra dignidad humana, a que se nos considere protagonistas de nuestro momento histórico. Para eso nos liberó Cristo, como lo recuerda Pablo en la carta a los Gálatas, para ser libres. Es lo que queremos y lo debemos reafirmar ante María de la Consolación. Hoy somos peregrinos, como todos los años. Nuestra peregrinación viene a ser el recordatorio que todos los momentos de nuestra existencia estamos llamados a ser – cuales miembros de la Iglesia- actores con la fuerza del Espíritu, para así edificar el Reino de justicia, paz y amor. No aguardemos que las soluciones nos vendrán de otros o desde fuera. O nos unimos o fracasamos. Que en cada comunidad eclesial, que en cada vecindario, que en toda institución, hagamos sentir no sólo nuestra voz, sino el grito ensordecedor de un compromiso por la liberación plena que estamos llamados a promover. Al cantar con María su himno de gratitud al Dios que la eligió en la pequeñez de su existencia, sintamos que el Señor liberador por excelencia está junto con nosotros. Dentro de breves momentos, cuando aclamamos que anunciamos su muerte y su resurrección, sencillamente hagamos brotar de nuestra propia existencia humana y cristiana la seguridad para todos los hermanos que actuaremos en el nombre de Jesús, y así, podremos hacer lo que Él, desde la Cruz nos dio: la auténtica libertad de los hijos de Dios. +Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal. 15 de agosto 2018.


Homilía en los 50 años de vida sacerdotal del Pbro. Luis Gilberto Santander Entre las tareas de un sacerdote, consagrado y configurado con Cristo, está la de ser santificador. Generalmente, se asocia a esta tarea todo lo que un ministro ordenado debe realizar para ayudar a ser santos a los feligreses. No hay que reducirlo de manera excluyente a la celebración de la liturgia sacramental, sino que también incluye toda enseñanza –cual profeta de Dios- para que las ovejas, al imitarlo, puedan ir creciendo en las sendas de la perfección. Pero, a la vez, quien es santificador, con la ayuda del Espíritu Consolador, posee un instrumento irrenunciable y completísimo para apoyar esta tarea mencionada: el testimonio de su propia vida de santidad. El Papa Francisco ha ido repitiendo hasta la saciedad que un sacerdote ni es un funcionario ni un profesional de lo religioso. Es mucho más que eso. En sintonía con toda la doctrina acerca del sacramento del Orden, podemos presentar al sacerdote como un “ícono de santidad”. El sacerdote puede y debe traslucir en su vida, siendo testigo del Sumo y Eterno Sacerdote, lo que el Papa Francisco nos enseña. Si bien está dirigido a todos los cristianos, hoy, al contemplar el sacerdocio de Cristo en el ministerio del P. Luis Gilberto podemos aplicarlo a él y a todos sus hermanos en el presbiterado: “Para un cristiano no es posible pensar su propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque ‘esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación’ (I Ts 4,3). Cada santo es una misión: es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio” (GetEx. 19). Toda la vida de un sacerdote gira en torno a su vocación cristiana enriquecida por la configuración con Cristo. No es que el sacerdote deba ser santo por haber recibido el

sacramento del orden sacerdotal. Este sacramento le ayuda y le exige a ser más santo. Pero, por el bautismo ya está convocado a ser como Dios, perfecto. La propia perfección se conseguirá en el encuentro definitivo con la Trinidad Santa en el cielo. Pero, a la vez, el sacerdote debe hacer gala de su vocación a la santidad. ¿Cómo? Aún en medio de las imperfecciones que posea como todo ser humano, está llamado a vivir la gracia bautismal de ser hijo de Dios. Esta gracia lo enriquece y así podrá actuar con honestidad plena cuando se trate de santificar a los demás. De lo contrario, el sacerdote se convierte en un mero funcionario que ayuda a otros a ser lo que él no es: santos. La vocación a la santidad, en un sacerdote, lo llevará a centrar su vida en Cristo. Para ello, por ser profeta y pastor, por ser santificador y constructor de la unidad en su grey, se alimenta de la Palabra, de los sacramentos y de la caridad pastoral, principio unificador de su espiritualidad. La espiritualidad no se reduce a expresiones o actos de piedad. Es el estilo de vida propio de un sacerdote y de un cristiano. Es decir, la vida según el Espíritu y la santidad. Un ministro sacerdote debe hacer gala de su testimonio. La mejor manera de predicar y de entusiasmar a otros por la santidad. Pero podríamos destacar tres características y condiciones necesarias e irrenunciables en un sacerdote, santificador que actúa desde su camino de santidad: la alegría, la fidelidad y la comunión. La comunión es una de las notas distintivas de la Iglesia. El sacerdote la debe construir con toda su fuerza. Comunión con Dios, comunión con los hermanos comunión consigo mismo y Dios. Si actúa con esa intencionalidad, podrá hacer realidad lo que Jesús enseñó en su Última Cena: “que todos sean uno para que el mundo crea”. La comunión conlleva el amor fraterno que todo lo


supera y que permite que, aún en medio de las diferencias que puedan existir, se sienta de verdad que uno es el bautismo, una la fe y uno es el Señor. La santidad conlleva el ejercicio, la puesta en práctica, de la comunión. Y sólo puede hacerlo quien la viva en todo momento y en plena obediencia con la Iglesia. Ese compromiso con la comunión hará que el sacerdote llegue a todos, sin acepción de personas, derribe todo muro de división y no excluya a nadie. Una hermosa y máxima expresión de ello es la celebración de la Eucaristía. Junto a ella, el ministerio de la reconciliación. Así todos podrán exclamar que son santos por vivir la gracia de sentirse perdonados, alimentados por el alimento eucarístico y enriquecidos por una palabra de salvación… todo lo cual desemboca en la comunión de los santos. Conclusión clara y lógica es que el sacerdote, entonces, es puente para todos y no servidor de algunos pocos, con quienes más o menos sintoniza. La fidelidad de un sacerdote no es sólo el cumplimiento a carta cabal de sus obligaciones. Va mucho más allá. Fidelidad es manifestación de que actúa con la fe recibida y acrecentada en la Iglesia. Por ello, fidelidad es expresión de santidad. El sacerdote todo lo que hace debe realizarlo en el nombre del Señor y, por tanto, debe actuar como resplandor de la santidad de Dios. Esa fidelidad le hará estar abierto en todo momento a la gracia de Dios y asumir interiormente todo lo que conlleva su ministerio sacerdotal: ser profeta, ser pastor, ser santificador. Para ello, además debe mostrar, desde su vivencia de fe, que tiene el estilo de las bienaventuranzas y es capaz, a la vez que está capacitado, de poner en práctica los consejos evangélicos: entonces, ser fiel supone ser pobre de espíritu, con una opción preferencial por los pobres y excluidos; ser casto, para ser signo del Reino de Dios; y obediente, para identificarse con Aquel que fue obediente hasta la muerte para cumplir la voluntad de Dios.

Todo esto, conlleva la alegría. Esta no es bullicio mundano. Es la certeza de la fe que cree en Dios, con quien se une en comunión de amor. La alegría es propia de quien sabe renunciar a lo superfluo y no apegarse a las cosas materiales. La alegría es la práctica de la caridad con respeto a la dignidad de la persona humana, con el buen trato hacia los demás, la afabilidad. En el fondo, la alegría de quien es santo es la manifestación de que se actúa en el nombre de Dios. Para un sacerdote, junto a esto, es la puerta que se abre para que las ovejas entren al redil, para que sientan seguridad, para que se sientan protegidas. Un sacerdote que no sea alegre termina por ser un mero funcionario y hasta un mercenario que deja abandonado el rebaño en momentos de peligro. María nos da el ejemplo. Ella canta la alegría de su fe, al decirle sí a Dios y permitir que Él haga grandes maravillas en la pequeñez de su esclava. Isabel lo reconoce al decir “feliz tú porque has creído”… La alegría hará que las ovejas puedan seguir a su pastor y alcanzar la seguridad de pastos fértiles, amén de experimentar la seguridad cuando se transiten las cañadas oscuras y los barrancos peligros. Hoy damos gracias a Dios por la experiencia sacerdotal que durante 50 años ha experimentado y contagiado el querido hermano Luis Gilberto Santander. Colocamos en la patena todos sus afanes de pastor y pedimos a Dios lo siga bendiciendo con la gracia de la alegría, la fidelidad y la comunión. En Luis Gilberto, nuevamente podemos hacer un acto de fe en lo que significa el sacerdocio de Jesucristo a quien fue configurado. Por eso, junto con nuestra felicitación, manifestamos con un gesto afectuoso hacia él y hacia Cristo nuestra fe en el sacerdocio: de pie le damos un fuerte y sonoro aplauso. +Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal. 24 de agosto 2018.


La “autosuficiencia” de la fe

Si la fe es auténtica siempre tendrá la característica de la humildad y sencillez: apertura de mente y corazón de quien la recibe y la pone en práctica de manera testimonial. Por eso, puede resultar incómodo hablar de la “autosuficiencia” de la fe. Queremos referir esta expresión más bien a quienes, en nombre de una fe que no se hace vida, se quedan en los planteamientos teóricos de la misma, en las seguridades exclusivas de preceptos y en opiniones que no aceptan las propuestas de la Verdad Evangélica. Fue lo que les pasó a los fariseos en muchas ocasiones al confrontarse con Jesús. Es la actitud que vemos contrastada en la parábola del fariseo y el publicano. Aquél rechazaba al pobre publicano porque se anclaba en las seguridades de su fe y en el cumplimiento externo de los preceptos rituales: “Yo no soy como ese publicano…” En cambio, éste, con toda humildad, abría su corazón a Dios en la oración para reconocer su pequeñez. No era ni autosuficiente ni se creía más que los demás. La “autosuficiencia” de la fe supone y encierra la cerrazón de espíritu. Es creer que se es más que los demás, es pensar que sólo si se

cumple –por cumplir- ya se está salvado. No quiere nada de riesgos ni de opiniones nacidas de la Palabra de Dios: lo que cuenta es la forma con que se piensa y las opiniones propias de tipo religioso son las que se quieren imponer. Quien tiene la “autosuficiencia de la fe” no es capaz ni de escuchar ni de entender la Palabra del Maestro. Fue lo que aconteció con Jesús al final del discurso del pan de vida. El Señor lo sabía: sus palabras que eran de vida no eran totalmente aceptadas. Los que habían escuchado el discurso y la nueva propuesta de Jesús, en vez de arriesgarse a descubrir su sentido profundo y a caminar por las nuevas sendas que Él ofrecía, se encerraron en sus posturas. Nada puede cambiar. Por eso, el evangelista Juan refiere el hecho con las siguientes palabras: “Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: Este modo de hablar es intolerable. ¿Quién puede admitir esto?”. Jesús mismo los enfrenta y los desafía “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del Hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha”. La reacción fue clara: “Desde


entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él”. Esto mismo acontece con no pocos creyentes que se han encerrado en posturas contrarias al Evangelio; o ante, también, nuevas propuestas camufladas de modernidad y hasta justificadas como si se tratara de “nuevos derechos humanos”. Es la postura de quien sólo vive anclado en sus propias seguridades. Creen tener la razón y hasta se atreven a corregir al mismo Jesús, o a rechazar lo que el Evangelio proclama escondiéndose en artimañas de carácter filosófico. ¿Cuál debe ser la actitud? Cuando Jesús se siente desolado por la reacción de algunos de sus seguidores, se dirige a Pedro y los compañeros: “¿También ustedes quieren dejarme?” Pero la sencillez y humildad de los más cercanos discípulos, les permitió arriesgarse a dar la respuesta correcta: “¿A quién iremos, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna?”. En esa respuesta-interrogante se siente la verdadera actitud de quien tiene fe auténtica: la humildad y la apertura de corazón para reconocer que sólo el Señor tiene las verdaderas palabras de vida. Por eso, aún en medio de las dificultades, ellos seguirán… luego de la Resurrección y con la fuerza de Pentecostés, van a adquirir la audacia del testimonio de fe. Hoy nos seguimos encontrando a muchos que se han venido encerrando en las posturas de

dureza de corazón y de cerviz. No se arriesgan a ver en las palabras de Jesús y en la enseñanza de la Iglesia los caminos hacia la plenitud. Es más fácil quedarse en la orilla del mar y no ir a pescar en las profundidades del mismo. Es la actitud de prepotencia que se manifiesta de muchas maneras: “A mí que no me cambien las costumbres, o las directrices… A mí que no me vengan con las adecuadas interpretaciones de la catequesis… a mí que no me pidan seguir yendo a misa los domingos…yo creo a mi manera… yo no soy como los demás… Yo ni robo ni mato, pero estoy con Dios… yo me confieso directamente con Dios.” La prepotencia que hace ver a muchos que son mejores que los demás y no son capaces de perdonar o promover la reconciliación. Contra la “autosuficiencia” de la fe sólo hay un remedio, muy bien expresado en la interrogante-respuesta de Pedro: “¿A quién iremos, Señor, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que eres el Santo de Dios?”.

+Mons. Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.


Homilía en los 25 años de vida sacerdotal del Pbro. Felipe Sánchez

¡Qué hermoso es celebrar 25 años de vida sacerdotal de uno de nuestros hermanos! Podemos ver en este hecho una expresión de la gracia de Dios, por lo que podemos cantar con el salmista “¡Gustad y Ved qué bueno es el Señor!” Bendecimos a Dios, ya que se ha hecho presente a través del ministerio a quienes han sido consagrados y configurados a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. En el ejercicio del ministerio de Felipe, gustamos, contemplamos y agradecemos al Señor por ser bueno con su pueblo. La bondad del Señor se hace sentir por el servicio de todo sacerdote. La Palabra de Dios hoy nos recuerda que, a la llamada y consagración, cuya iniciativa viene de Dios, todo sacerdote debe hacer una clara opción para servir. En esta línea nos podemos fijar en dos elementos que nos permiten recordar lo que significa ser sacerdote. En primer lugar, recordando el libro de Josué, los sacerdotes son servidores de un Dios liberador. Con su servicio, continúan la acción salvífica y liberadora del Señor. En segundo lugar, es una opción por Cristo, a quien se configura porque Él sólo tiene palabras de vida eterna.

Esta opción marca la vida, la espiritualidad y el compromiso de cada sacerdote. Este debe actuar en todo momento en el nombre de Cristo, lo cual supone una íntima comunión con El. Frente a la incomprensión que puedan algunos manifestar por la crudeza de la Palabra predicada, el sacerdote no puede dudar ni dejarse llevar por dichas incomprensiones. Antes bien, debe ser testigo de la Palabra. No puede irse detrás de ídolos ni de ideologías distintas del Evangelio. Para él, la respuesta de Pedro ha de ser el marco de referencia de su acción ministerial: “¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. No olvidemos que todo sacerdote debe hacer y ser memoria. Es decir, hacer presente la acción sacerdotal de Cristo. Con el testimonio personal, cada sacerdote traduce lo que Pedro le dice al Maestro: “nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo consagrado por Dios”. La vida espiritual del sacerdote está debidamente signada por esta vivencia. Con el sello del Espíritu recibida con la imposición de las manos en el sacramento del Orden, el ministro sacerdote hace de la vida según el


Espíritu una realidad que lo transforma y que debe ayudar a que otros sean capaces de nutrirse de su testimonio. “¿A quién iremos?” Es más que una interrogante. Se trata de una profesión de fe y de compromiso. De fe, ya que se reconoce la centralidad de Cristo, en cuyo nombre se actúa; de compromiso, pues se insiste en el testimonio de vida del sacerdote. Como lo recordamos al inicio, los sacerdotes son servidores de un Dios liberador. Esto es, a la vez, conclusión necesaria de la configuración con Cristo, el liberador por excelencia con su Pascua. Así lo expresaron los responsables del pueblo de Israel ante Josué: no pueden abandonar al Dios que liberó a sus padres de la esclavitud de Egipto. Al identificarse a Cristo, el sacerdote hace memoria de su Pascua, con la cual se dio inicio a la nueva Creación y a la liberación de la humanidad de las garras del pecado y de la muerte. Todo sacerdote está consagrado para esto. Y lo hace con su libertad der espíritu manifestada en su obediencia, su castidad y su pobreza. Al igual que Cristo, todo sacerdote está llamado a acompañar a su gente y conducirlo, como pastor bueno, hacia las tierras fértiles de la salvación, brindándole confianza, apoyo y seguridad aunque camine por cañadas oscuras. En esta línea, por su fe bautismal como por su configuración con Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, todo ministro ordenado debe ser expresión de la opción preferencial por los

pobres y excluidos. Sin acepción de personas, debe siempre estar al lado de los más débiles y desprotegidos para contagiarles la fortaleza de Dios. Cual buen pastor ha de garantizar a su pueblo que está en capacidad de dar su vida por él. Así pues, el sacerdote debe ejercer un ministerio liberador. Hoy más que nunca, cuando atravesamos las cañadas oscuras y los barrancos peligrosos de una crisis que nos golpea, el sacerdote tiene que estar presente y con su vara y cayado sostener a todos, buscar la oveja extraviada y cuidar del redil ante los ataques de tantos lobos que quieren devorar a las ovejas. Durante 25 años, Felipe ha sido imagen de lo que hemos descrito para dibujar el retrato de un sacerdote servidor, consagrado y configurado a Cristo. Ahora le damos gracias a Dios por esta experiencia, y así volvemos a entonar “¡Gustad y Ved qué bueno es el Señor!” Les invito a nos unamos a Felipe en su acción de gracias. A la vez, aprovechemos esta oportunidad que tenemos de reafirmar nuestra fe en el sacerdocio de Cristo, realizado en el ministerio sacerdotal del querido hermano Felipe. Una bella manera de hacerlo es con un gesto muy nuestro: de pie, le brindamos un cálido, sonoro y alegre aplauso.

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal. Libertad, 26 de agosto del año 2018.


Mensaje al pueblo de Dios en el Táchira

“Reciban ustedes gracia y paz de parte del que es y era y ha de venir, el Señor Jesús” (Apoc. 1,4)

Como es tradición secular en la Iglesia, los Obispos de cada nación realizan cada cierto tiempo la denominada VISITA AD LIMINA APOSTOLORUM. Con ella se reafirma la comunión en la fe, en la esperanza y en el amor, con el Obispo de Roma y con toda la Iglesia Universal. Durante dicha Visita se tienen encuentros con el Sucesor de Pedro, a la vez que se veneran las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo. Es una hermosa ocasión de la gracia de Dios por medio de la cual se comparte con el Papa y sus cooperadores más cercanos el trabajo que se realiza en las Iglesias Locales esparcidas por el mundo. Durante la primera quincena del mes de septiembre, los Obispos de Venezuela

acudiremos a Roma para realizar este evento eclesial. Llevaremos las alegrías y esperanzas, las dificultades y problemas de todos los habitantes de esta hermosa tierra. Tendremos la oportunidad de intercambiar ideas con el mismo Papa Francisco, y esperamos sus luces para continuar con decisión y caridad pastoral nuestra misión en cada una de nuestras diócesis. El encuentro con el Santo Padre y los Obispos venezolanos se realizará, Dios mediante, el 10 de septiembre próximo. Previamente hemos enviado un Informe general acerca de la vida de la Iglesia en Venezuela. Cada Obispo lo ha hecho llegar y en él se trasluce todo lo que se viene haciendo en cada una de nuestras diócesis, junto con el


presbiterio y los laicos y religiosos. También, como está estipulado, he enviado dicho informe, en el cual se ha subrayado la vitalidad de nuestra Iglesia de San Cristóbal, junto con las esperanzas, las dificultades y las tareas a seguir realizando. El pasado 15 de agosto, en comunión con todo el Episcopado venezolano, oramos ante la Virgen de la Consolación, por el éxito pastoral de esta Visita Ad Limina. Quiero pedirles a todos que no dejen de orar continuamente para que de ella surjan frutos para fortalecer nuestra tarea evangelizadora y así poder seguir cumpliendo fielmente la misión que se nos ha encomendado. De manera especial, siguiendo las directrices de la Conferencia Episcopal, se ha dispuesto que el 11 de septiembre, al celebrar la festividad de Nuestra señora de Coromoto, se tenga una intensa jornada de oración por la Visita Ad Limina y sus frutos para todos en Venezuela: les agradezco puedan organizarse actividades de oración para ese día. Para ello sugerimos que en las diversas parroquias y comunidades eclesiales, se tenga ese día la exposición del Santísimo Sacramento desde tempranas horas de la mañana hasta la tarde, y que se invite a todos los fieles a participar en dicha oración. Que se invite también para que en cada hogar del Táchira se rece el Santo Rosario por la intención señalada, así como se pida a los enfermos y ancianos a unirse desde sus casas en oración por la Visita ad Limina. Durante el mes de septiembre, de acuerdo a las indicaciones que dé a conocer la Vicaría Episcopal de Pastoral, se irá preparando la ASAMBLEA DIOCESANA DE PASTORAL, a realizarse el próximo 12 de octubre del año en curso. Uno de los fines de dicha Asamblea, junto con celebrar los 96 años de nuestra Diócesis, es anunciar la gran acción misionera a realizarse durante el 2019, ya para ir preparándonos al primer centenario de nuestra Iglesia de San Cristóbal.

Les garantizo que todos los días durante la Visita Ad Limina estarán todos ustedes, sacerdotes, laicos, religiosos y personas de buena voluntad, muy presentes en mi pensamiento y, sobre todo en mi oración y en las celebraciones de la Eucaristía. La distancia no será obstáculo para que permanezcamos unidos en el amor de Dios y en la misión de anunciar el Evangelio de su Hijo. Imploro para todos la bendición del Cristo del rostro sereno, que con sus brazos amorosos nos sostiene en la esperanza. María del Táchira nos acompañe siempre con su maternal protección. Les bendigo de todo corazón, a la vez que les animo a seguir adelante en la edificación del reino de Justicia, paz, amor y libertad, que ha inaugurado el Señor Jesús con su muerte y Resurrección.

Con mi cariñosa bendición,

+Mario del Valle, Obispo de San Cristóbal. San Cristóbal 27 de agosto, Fiesta de San Agustín.


Mensaje al Presbiterio de San Cristóbal

¡Salud y paz en el nombre del Señor! Queridos hermanos: Ya en vísperas de mi viaje a Roma para la Visita ad Limina, quiero hacerles llegar junto con mi fraterno saludo, la reiteración de mi afecto y comunión con ustedes. Ustedes son los próvidos colaboradores en el ejercicio de mi ministerio episcopal en nuestra Iglesia de San Cristóbal. Les aseguro el recuerdo permanente siempre en la Eucaristía y la oración, pero que será intensificado en este tiempo de gracia como lo es la Visita ad Limina. El día 6 de septiembre los obispos celebraremos en San Pedro. Entonces, todos ustedes y los demás miembros de nuestra diócesis estarán particularmente en el altar. Asimismo dedicaré todo el día 12 de septiembre, con sus actividades, a orar por el presbítero y el seminario de San Cristóbal. Quiero recordarles el compromiso de ser pastores con olor a ovejas en estos tiempos de grave crisis que golpea a Venezuela. La gente nos debe sentir más cercanos que nunca y como verdaderos servidores de un pueblo al cual pertenecemos. Las variadas y crecientes expresiones de caridad pastoral junto con las acciones de solidaridad deben mostrar que tenemos los mismos sentimientos de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. No olvidemos nuestra opción preferencial por los más pequeños, y entre ellos los migrantes, ayudándoles en lo que está a nuestro alcance. Acrecentemos nuestro compromiso y el de nuestros fieles con las comunidades de la frontera y de Cúcuta que generosamente atienden a miles de venezolanos. El próximo 11 de septiembre debemos organizar una intensa jornada de oración por los frutos espirituales y pastorales de la Visita ad Limina. Sugiero que ese día se pueda

exponer el Santísimo Sacramento todo el día u otra actividad de oración. Pidan a los fieles que en sus hogares recen el Santo Rosario y que los enfermos y ancianos se unan con su oración por esa intención. El Vicario Episcopal de Pastoral les enviará informaciones para ir preparando la ASAMBLEA DIOCESANA DE PASTORAL, a realizarse el 12 de octubre próximo en nuestro Seminario Diocesano (desde las 8 am). Es importante la participación de todos junto con los delegados de cada parroquia y de los laicos designados. Quiero pedirles que intensifiquemos nuestra oración por el Papa FRANCISCO ante los ataques que ha venido recibiendo. Nuestra oración junto con nuestra filial adhesión y comunión con él, será sin duda expresión de consuelo en estos momentos. Yo se lo haré saber transmitiendo los saludos de ustedes y de todo el Pueblo de Dios en el Táchira, a la vez que colocamos su vida y ministerio bajo la maternal protección de María del Táchira, Nuestra Señora de la Consolación. No dudemos en defenderlo públicamente. Nos mantendremos unidos en la oración y en la configuración a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Él, representado en el hermoso icono del Rostro Sereno, Santo Cristo de La Grita, nos bendiga y nos fortalezca en el ministerio y la comunión fraterna con la gracia del Espíritu Santo. María del Táchira nos proteja siempre. Con mi cariñosa bendición, Mario del Valle, Obispo de San Cristóbal 29 de agosto de 2018, Fiesta del Martirio de San Juan Bautista.


Peregrinación sacerdotal al Santuario del Santo Cristo

Los sacerdotes de la Diócesis de San Cristóbal peregrinaron, el 1 de agosto, hasta el Santuario Diocesano de La Grita para encontrarse con el Santo Cristo e implorar por los fieles a ellos encomendados. La meditación del encuentro al dirigió monseñor Mario Moronta, quien ofreció una Lectio Divina sobre el Salmo 22: “Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?

astucias, están los enemigos de Dios”, expresó el Obispo en su reflexión. También recordó a los sacerdotes que “los pastores estamos para servir al pueblo de Dios. Por eso, también hemos de sentir lo que ese pueblo siente y sufre. Este salmo nos ayudará a tomar conciencia de ello y afinar nuestra responsabilidad ministerial en este tiempo de crisis”, dijo.

La Eucaristía fue se elevó una súplica de acción de gracias por los sacerdotes que celebran 25 años de vida sacerdotal: los presbíteros Gonzalo Ontiveros y Felipe Sánchez.

Durante la ceremonia los presbíteros de la Diócesis de san Cristóbal renovaron sus compromisos sacerdotales ante la imagen del Santo Cristo, asumiendo el compromiso de “seguir haciendo realidad el gusto espiritual de ser pueblo”.

“El Salmista nos permite, con su salmo 22, iluminar la situación que vivimos en Venezuela y que requiere de un compromiso de fe y de confianza en Dios para poder superarla. La crisis se debe al pecado del mundo. Y de detrás de todo ello, con sus

En esta peregrinación también participó un grupo de sacerdotes de la Diócesis de Cúcuta (Colombia), quienes en horas de la tarde sostuvieron un juego fraterno de fútbol con el equipo de la Diócesis de San Cristóbal. (Prensa DiocesisSC)


La Grita celebró fiesta patronal de Nuestra Señora de Los Ángeles

La población de la Grita celebró el jueves, 2 de agosto, la fiesta en honor a la Virgen de los Ángeles, con la misa pontifical presidida por monseñor Mario Moronta, Obispo de San Cristóbal, quien exhortó a amar la Palabra de Dios, meditarla y darla a conocer a ejemplo de la Virgen María. A la ceremonia fueron llevados los niños vestidos de ángeles, para ser bendecidos y presentados ante la Virgen María, en su advocación de los Ángeles. El Obispo también hizo un llamado a defender la vida, rechazando el aborto y la cultura de la muerte. “Tenemos que ser hombres y mujeres de la Palabra de Dios para meditarla e interiorizarlas en nuestra vida, y así nos preocuparemos más por Jesús para buscarlos y darlo a conocer, y no sólo en la fiesta del Santo Cristo o semana santa, sino siempre. Y decirles también a los demás como dijo María: hagan lo que él les diga”, expresó el obispo en la homilía. También resaltó la virtud de la perseverancia: “libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice que la clave para llegar a la plenitud es la perseverancia, que está en que todos los días seamos testigos del amor de Dios, y llevar el mensaje de Cristo como la Virgen María”.

El Pastor diocesano invitó a tomar una posición firme como cristianos: “tomar la Palabra de Dios, ser persevantes y darlo a conocer el amor de Dios a todas las personas. Debemos tomar actitudes concretas en este momento, ante tanto desconsuelo y desesperanza, debemos ser como la Virgen maría, preocupados por Jesús que contagia fortaleza y haciendo otros conozcan que ellos nos sostienen y fortalece”. De igual manera incitó a hacer un signo visible en defensa de la vida, colocar frente a las casas un letrero que diga: “sí a la vida, no al aborto” para que quienes vengan a peregrinar al Táchira durante la fiesta del Santo Cristo encuentren este mensaje en favor de “la vida que sólo Dios concede y recibe”. Al finalizar la ceremonia e Obispo impartió la bendición a los niños presentes, y levantando un recién nacido bendijo a toda la asamblea. En horas de la tarde la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles fue llevada en procesión por las calles de la población, para ser venerada por los fieles. El párroco de esta comunidad eclesial, Juan Alberto Ayala, agradeció a todos los presentes por su devota presencia en la celebración de la fiesta patronal. (Prensa DiocesisSC)


Venezuela celebra la fiesta del Santo Cristo

Peregrinos de toda Venezuela están llegando a Santuario Diocesano del Santo Cristo, en la población de La Grita, para encontrarse con la imagen milagrosa del Patrono y Protector del Táchira y los Andes venezolanos. La misa pontifical será celebrada el lunes, 06 de agosto, a las 10 de mañana por el Obispo de San Cristóbal. “Invitamos a todo el pueblo creyente y devoto del Santo Cristo de La Grita a venir al Santuario, donde los espera Jesucristo con los brazos abiertos para fortalecerles con su misericordia”, señaló el presbítero Jesús Duque, Rector del Santuario Diocesano. “Es un don de Dios para el Táchira y toda Venezuela vivir esta experiencia de fe, venerando la imagen del Santo Cristo. Hoy más que nunca debemos fortalecer nuestra fe”, dijo el sacerdote. En la programación en honor del Santo Cristo de La Grita que cumple 408 años de milagrosa talla; el sábado y domingo se realiza una jornada de Confesiones para los peregrinos, y las celebraciones de la

Eucaristía en diversos horarios para facilitar la participación de los peregrinos. El domingo, 05 de agosto, a las 2 de la tarde se el Obispo realizará la bendición de los niños y las familias, y en la noche se efectuará la serenata en honor al Santo Cristo. El lunes, a las 10 de la mañana será celebrada la Misa Pontifical, y a la 2 de la tarde comenzará la procesión con la imagen milagrosa por las calles de La Grita hasta la Basílica del Espíritu Santo. En el Santuario Diocesano se ha desplegado un dispositivo logístico para la atención de los peregrinos que vienen caminando de diversos lugares, ofreciendo este sacrificio al Santo Cristo. Informó el Rector del Santuario del Santo Cristo, que las principales ceremonias serán transmitidas por medios de comunicación regionales, entre ellos: Radio Natividad 95.7 y 101.7 FM; y el canal de televisión nacional: Globovisión. (Prensa DiócesisSC)


Obispo bendijo a los niños ante Santo Cristo: “sí a la vida, y no al aborto”

En el Santuario del Santo Cristo, en La Grita, fueron bendecidos centenares de niños que asistieron como peregrinos junto a sus padres. La bendición la impartió el Obispo diocesano, monseñor Mario Moronta, quien suplicó a Cristo por el bienestar de todos los niños y niñas. El Obispo que vestía un traje payaso reiteró su llamado al respeto a la vida desde el momento de la concepción hasta la vida eterna. Pidió que se fomente la cultura de la vida, diciendo y actuando con un “sí a la vida, y no al aborto”. Luego de recorrer la explanada del Santuario para saludar a los niños, el Obispo entró al templo para dirigir una oración e impartir la bendición a todos los presentes, y rezando por todas las familias venezolanas. Universitarios ante el Santo Cristo También durante la jornada del 5 de agosto en el Santuario Diocesano un grupo de Jóvenes de la Pastoral Universitaria de

Venezuela llegaron como peregrinos para venerar la imagen milagrosa. “En el Santo Cristo encontramos al pan de vida, que nos alimenta en la Eucaristía y con su Palabra”, dijo el Obispo Moronta en la homilía de la misa que celebró junto a ellos. Posaderos del peregrino Este domingo el santuario recibió miles de peregrinos que luego de llevar sus oraciones al Santo Cristo también compartieron el acostumbrado gesto fraternal de la “Fundación de los Posaderos del Peregrino” quienes compartieron la “Olla Solidaria” con los devotos. Misa del Santo Cristo La misa principal en honor al Santo Cristo, en la solemnidad de la Trasfiguración del Señor, será celebrada a las 10 de la mañana por el Obispo diocesano. Y a las una de la tarde comenzará la procesión por las calles de la población de La Grita hasta la Basílica del Espíritu Santo. (Prensa DiócesisSC)


Festividad del Santo Cristo que “se hizo protector de Venezuela”

El Santuario Diocesano de la Diócesis de San Cristóbal recibió a miles de peregrinos para celebrar este 6 de agosto la festividad del Santo Cristo de La Grita que desde Táchira se ha convertido en el protector de Venezuela. La misa pontifical fue presidida por el Obispo diocesano Mario Moronta, acompañado por el Obispo emérito de Mérida, monseñor Luis Alfonso Márquez, y el presbiterio tachirense. Los peregrinos que llegaron caminando desde diversos lugares de la región, y otros estados del país, participaron de la ceremonia con una profunda actitud de oración y devoción al Santo Cristo. “Venimos a encontrarnos de manera especial con el Cristo del Rostros Sereno, quien se hizo presente en nuestra historia. ‘Por los valles y montes andinos’ se metió en nuestra historia y desde aquí se hizo protector de Venezuela. El anuncio de su Evangelio se ha venido dando bajo el reflejo de su rostro sereno y sostenido por sus brazos amorosos”, manifestó el Obispo Mario Moronta en su homilía.

El Prelado recordó también que Cristo es el centro de nuestra vida, pues “el Santo Cristo de La Grita nos permite, en primer lugar, profesar la fe y decirle: ‘Tú eres el hijo de Dios’. Como peregrinos comprobamos que los hermanos que llegan a este monte santo y también nosotros mismos reconocemos ser discípulos del Señor. Puede ser que sea débil la fe, pero hay fe. Lo que sí es claro es que Él es el centro de nuestra propia vida cristiana”, dijo. Enemigos de la Cruz También reconoció que existen enemigos de la cruz, “aquellos que, en las diversas responsabilidades públicas o privadas que tienen en la sociedad, imponen cargas inmensas sobre los hombros de la gente; los que provocan el hambre de muchos hermanos, así como indefensión en el campo de la salud al no brindarle seguridad y confianza para obtener y mantener una adecuada calidad de vida. Son quienes viven en contradicción con el Evangelio, pues en


Compromiso de ser misioneros de Cristo Así mismo exhortó asumir compromisos como misioneros de Cristo, entre ellos: “Mantenernos firmes en el Señor”, “prestarle a Cristo nuestros brazos para sostener a los más débiles”, “mostrar que, en medio de la turbulencia del momento, el Señor está allí con nosotros”.

vez de servir, buscan ser servidos y prefieren actuar como los que tiranizan a los pueblos y naciones”. Entre ellos también mencionó a quienes fomentan la “cultura de la muerte” a través del narcotráfico, la violencia, el contrabando, el bachaqueo, el matraqueo, y la especulación. O quienes promueven y defienden el aborto, la eutanasia, la igualdad de género, y el matrimonio igualitario. Los brazos del crucificado “Sin embargo, la cruz de Cristo sigue siendo signo de victoria para todos y cada uno de nosotros. Es motivo de orgullo, pues allí se sigue dando la Nueva Creación. Por eso, nos gloriamos en esa cruz redentora de Jesús”, manifestó monseñor Moronta. Invitó también a contemplar en los brazos del Cristo a tantas personas que reciben consuelo, y en su rostro a “tantos jóvenes y familias completas que han debido emigrar a otros países; los de la inmensa cantidad de venezolanos pasando hambre de verdad, así como de los numerosos ciudadanos que han visto deteriorar su salud por falta de adecuada atención y medicamentos”.

Los fieles devotos del Santo Cristo de La Grita hicieron la petición al Obispo organizar para el próximo año una “Peregrinación Nacional de Sacerdotes” en la que puedan participar sacerdotes de toda Venezuela. Así mismo los ‘ferieros’ -productores agrícolas de los andes que transportan hortalizas al país- se comprometieron con organizar una peregrinación de la réplica de la imagen Santo Cristo por toda Venezuela. El Obispo realizó un enérgico llamado a las autoridades a que respeten a los ‘ferieros´ que son sometidos a los abusos de policías y militares en las carreteras venezolanas. Finalmente, el Obispo realizó una plegaria dirigida al Santo Cristo: “en tus brazos nos acogemos y en ellos colocamos a Venezuela y a toda su gente”. El Obispo impartió la bendición a toda Venezuela, elevando una niña y trazando la cruz pidiendo que valoremos la vida de en todas sus etapas, y proclamando: “si a la vida, no al aborto”. (Prensa DiocesisSC)


Una multitud de fieles peregrinando con el Santo Cristo

Una multitudinaria procesión de fieles devotos acompañó la imagen milagrosa del Santo Cristo de La Grita luego de la misa pontifical, del 6 de agosto. En el peregrinar los cantos, la oración y las alabanzas al Protector de Venezuela, hicieron un camino de espiritualidad y religiosidad. Al comienzo de la procesión el presbítero Jesús Duque, Rector del Santuario Diocesano, elevó una súplica por la nación para “que sea guiada por el Cristo milagroso por las sendas de la paz, la justicia, la libertad y la paz”. Durante el recorrido por las calles de la población los fieles animaban con cantos, rezaban el rosario, participan de las meditaciones guiadas por los sacerdotes. Al pasar por la parroquia Nuestra Señora de los Ángeles, quienes llevaban en hombros la

imagen del Santo Cristo lo acercaron a la imagen de la Virgen, y el Obispo -monseñor Mario Moronta- elevó una oración por la vida. Un niño vestido de ángel, colocó a los pies del Cristo un letrero con la consigna: “sí a la vida, no al aborto”. Loa cargadores de la imagen del Santo Cristo, hombres y mujeres, ofrecían sus sacrificios pidiendo algún favor o agradeciendo milagros recibidos. La procesión concluyó con la Eucaristía frente a la Basílica del Espíritu Santo entronizando nuevamente al Santo Cristo en el templo, luego de esta celebración de los 408 años de la milagrosa talla de su imagen. (Prensa DiocesisSC)


Los Sacerdotes de San Cristóbal y de Cúcuta igualan en encuentro de fútbol

El primero de agosto a las dos de la tarde en La Grita, estado Táchira, Venezuela, se llevó a cabo un encuentro deportivo entre los sacerdotes de la Diócesis de San Cristóbal y los presbíteros de la Diócesis de Cúcuta que terminó con la paridad de dos goles. Este partido se realizó una semana después del encuentro realizado en la localidad de Chapinero de la ciudad de Cúcuta. Estos cotejos se llevan a cabo como preparación a la próxima Copa de la Fe 2018, que se desarrollará del 01 al 05 de octubre en suelo cucuteño. El once inicial de la Diócesis de San Cristóbal, colocado por el entrenador Rodolfo Greco, estuvo conformado por los presbíteros: Yannis Gómez. (portero). Eliécer Betancur; Luis Homero Guerrero; Rafael Sandia, Gonzalo Ontiveros (Defensas). Pío Colmenares; Willy Pernía; Vicente Carvajal. (Medio Campo). Sender Hernández, Sandro Ortega y Nepomuceno Hernández. (Delanteros). Las acciones durante el primer tiempo cerraron con un resultado de un gol a favor del equipo de la Diócesis de Cúcuta, con el gol en el minuto 38.

En el entretiempo el director del equipo de la Diócesis anfitriona, Rodolfo Greco, realizó los respectivos cambios posicionales por lo que remplazó a Vicente Carvajal por Juan Álvarez; al portero Yannis Gómez por Fray Carlos de Jesús, a Eliécer Betancur por Rafael Arcila, Gonzalo Ontiveros por Carlos Rey y a Nepo Hernández por Abraham Mora. Los nuevos planteamientos del estratega hicieron que los sacerdotes de San Cristóbal lograran un gol en el minuto 47, efectuado por el Nepo Hernández y posteriormente a la altura del 59 vino el segundo tanto, producto de un tiro libre efectuado por Pío José Colmenares y que cabeceó Willy Pernía. Este parecía ser el resultado final pero a tan sólo seis minutos del término de la partida, los sacerdotes de Cúcuta lograron alcanzar la red, empatando las acciones del encuentro. El resultado final del partido fue de 2 a 2 y ambos equipos agradecieron a la fanaticada que se hizo presente en el estadio Richard Páez a disfrutar de la alegría de los sacerdotes que peregrinaron al Santo Cristo de La Grita y a su vez efectuaron el encuentro deportivo. (Prensa DiocesisSC)


Primera promoción de Bachilleres del Colegio Parroquial en Michelena

En la Unidad Educativa “Colegio Parroquial José Lucio Becerra Pérez”, ubicada en Michelena, celebraron la primera promoción de Bachilleres en Educación Media General conformada por 34 jóvenes. La misa y acto de grado se realizaron el 27 de julio y se contó con la compañía del personal directivo, docente, de apoyo y obrero del colegio, así como miembros de la Fundación del Colegio Parroquial, además de los padres, representantes y familiares de los egresados y de los padrinos de la promoción junto a los invitados especiales. La misa fue presidida por el presbítero Vicente Carvajal, vicario parroquial de San Juan Bautista y como concelebrantes el padre David Pabón, párroco de “San Juan Nepomuceno” en Michelena y presidente de

la Fundación del Colegio Parroquial. El sacerdote Nelson Duque quien a su vez fue padrino de la promoción, tuvo bajo su encargo la homilía de la celebración eucarística. El acto de grado se realizó en la Casa de la Cultura del municipio Michelena, ceremonia que fue presidida por Gerson Mantilla, Director de la Unidad Educativa Colegio Parroquial, acompañado de los docentes y padrinos. En el desarrollo protocolar, los discursos del Director y de los padrinos alentaron a los egresados a continuar por el camino del bien y de la bondad, mientras que el discurso del bachiller designado por sus compañeros, manifestó la gratitud a todos los que han colaborado para que ellos pudieran alcanzar este logro académico. (Prensa DiocesisSC)


Bendición de los niños en Basílica de la Virgen de Consolación

En una ceremonia eucarística en la Basílica Nuestra Señora de Consolación, en Táriba este lunes 13 de agosto, el Obispo Mario Moronta bendijo a los niños y niñas; reiterando además el llamado al respeto por la vida y el rechazo a la ley del aborto en Venezuela. “Tanto Cristo como la Virgen son los grandes defensores de la vida. Dios le pidió a todos los seres humanos que la cuidaran, y a papá y mamá les dio el encargo de transmitirla”, recordó el Obispo en su reflexión. “A la Virgen María, también le dio la tarea de cuidar la vida de nosotros. Por eso decimos junto a ella: sí a la vida que viene de Dios, y no a la cultura de la muerte que viene del pecado”, dijo. Así mismo, exhortó el Obispo a “que en Venezuela todos, absolutamente todos defendamos la vida”.

En esta Eucaristía participaron los niños, niñas y adolescentes pertenecientes a la Pastoral de la Infancia Misionera de las diversas parroquias de la Diócesis de San Cristóbal. 15 de agosto Esta celebración forma parte de la programación especial de las festividades en honor a la Virgen de Consolación, que será celebrada este 15 de agosto, en la solemnidad de la Asunción de la Virgen María. El párroco de la Basílica Nuestra Señora de Consolación, presbítero Bourelli Arellano, manifestó su saludo de bienvenida “a todos los peregrinos que vienen a visitar a la Virgen y conseguir consuelo en ella, que es madre y nos acompaña en todo momento”. (Prensa DiócesisSC)


Festividad de la Virgen de Consolación: “Madre amorosa de todos los tachirenses” La Iglesia del Táchira celebra este 15 agosto, en la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, la festividad en honor a la Virgen de la Consolación. Miles de fieles peregrinaron junto a la imagen de Nuestra Señora de la Consolación desde la Catedral de San Cristóbal hasta el Atrio de la Basílica en Táriba donde fue celebrada la Misa Pontifical presidida por el Obispo Mario Moronta. La gran Romería de Nuestra Señora de la Consolación se caracterizó por la alegría y la devoción de los fieles, que en familia mientras peregrinaban elevaban sus suplicas a la Virgen de la Consolación. “Como Madre de la Iglesia, María se ha hecho presente en nuestra tierra tachirense. Desde hace más de cuatro siglos, cuando se inició la evangelización en estos lares, María se ha hecho presente como estrella reluciente que ha guiado los pasos de la Iglesia. Ella se convirtió en la madre amorosa de todos los tachirenses y de quienes han venido habitando esta tierra”, expresó el Obispo Moronta en la homilía. “Al contemplar el ícono de Nuestra Señora de la Consolación y sentir cómo Ella nos ha venido acompañando a lo largo de la historia tachirense, podemos experimentar cómo ella nos recuerda dos cosas fundamentales para nosotros: es nuestra Madre amorosa, la cual nos ha recibido en su regazo. Y, a la vez, ha sido y es la imagen de la Iglesia que en el Táchira está realizando su misión evangelizadora”, dijo. Reflexionando sobre la situación actual advirtió el Obispo que “vivimos en el mundo tiempos borrascosos. Una gravísima crisis de orden moral va minando las bases del respeto a la dignidad humana: el relativismo ético, con sus variopintas manifestaciones, hace que la persona humana llegue a ser menospreciada.

No hay, sino que ver las nuevas opresiones contra las que hay que combatir: desde la imposición de una ideología de género que apunta a destruir la identidad personal de todo ser humano hasta el aborto y la eutanasia, simples asesinatos que pretenden ser justificados”. El Obispo también reflexionando sobre la imagen apocalíptica del dragón de las diez cabezas, enumeró los dragones de los cuales deben ser liberados los cristianos en la actualidad: el dragón de la corrupción, del narcotráfico, la violencia, el dinero fácil, el bachaqueo, el contrabando, matraqueo, y “el dragón de la prepotencia de los que se dedican a ofender e insultar a quienes no piensan como ellos y cuando se les responde, entonces apelan a la ley contra el odio”. Insistió Monseñor Moronta en que “es hora de que los católicos y personas de buena voluntad nos reunamos, nos fortalezcamos en compromisos ciertos para hacer sentir tanto nuestra voz de libertad como nuestras acciones llenas de solidaridad, justicia, paz y fraternidad”. Como es costumbre el Obispo impartió la bendición sobre el Táchira con la venerada imagen de la Virgen de Consolación, implorando su maternal bendición. (Prensa DiócesisSC)


Obispo Moronta en el CELAM: “Diálogo de la Iglesia con el mundo”

“Diálogo de la Iglesia con el mundo”, es la reciente ponencia que ofreció el Obispo de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta, en la reunión de coordinación de la directiva del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) el pasado 21 de agosto en Medellín, Colombia.

“Pablo VI nos ha regalado, en su primera Carta Encíclica, Ecclesiam Suam, los elementos para poder conocer mejor lo que significa el Diálogo Iglesia-Mundo; posteriormente, en el marco del Concilio Vaticano II, se nos ha dado la Constitución Conciliar Gaudium et Spes”.

“Desde los inicios de la presencia de la Iglesia en el mundo, ha debido encarnarse en culturas y naciones con sus propias identidades; la Iglesia ha debido conocer todo lo referente a la humanidad que evangeliza y así poder proponerle y contagiarle de los valores del Evangelio”, expresa el Obispo en su disertación.

“La Iglesia pone en práctica lo que ha aprendido de la pedagogía divina: Dios, desde la creación, ha dialogado en diversos modos, con la humanidad. Lo ha hecho fundamentalmente con su Palabra, la Verdad revelada que transforma y libera a los seres humanos de todo pecado y oscuridad. En Cristo, esa revelación, con la que dialoga Dios, se hizo presente por su encarnación”, concluye en su síntesis pastoral. (Prensa DiócesisSC)

Con el tema propone monseñor Moronta las premisas “dialogo” y mundo”, y reflexiona con dos importantes documentos eclesiales:

Lea las noticias de la Iglesia y el mundo en:

www.diariocatolico.press


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