VÍNCULO n°31

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JULIO 2018

N° 31

Francisco: para Dios nadie es un intruso

Diócesis de San Cristóbal promueve actividades Provida El Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta, junto a los miembros de su presbiterio promovieron una jornada provida los días 15 y 16 de julio, para hacer una AÑO 2017 - ENERO intensa propaganda en favor de la vida y en contra del aborto. “Es necesario que hablemos a tiempo y destiempo sobre este tema y no dejarlo para después”, indicó el monseñor Moronta.

Exhortación: no temas, yo estoy contigo

Inmortales Mi gracia te basta Derribar muros Cinco panes y dos peces… #SiAlaVida

60 años del Hogar San Pablo XIX Encuentro de Colegios Parroquiales “La frontera no le duele a nadie” Casa de Paso “Divina Misericordia” CXI Encuentro Eucarístico Diocesano


Para Dios nadie es un “intruso” Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! El Evangelio de este domingo (cf. Mc 5,21-43) presenta dos prodigios realizados por Jesús, describiéndolos casi como una especie de marcha triunfal hacia la vida. Primero, el evangelista habla de cierto Jairo, uno de los jefes de la sinagoga, que acude a Jesús y le ruega que vaya a su casa porque su hija de doce años está muriendo. Jesús acepta y va con él; pero, a lo largo del camino, llega la noticia de que la niña está muerta. Podemos imaginar la reacción de aquel papá. Pero Jesús le dice: “¡No tengas miedo, solo ten fe!” (V. 36). Llegado a la casa de Jairo, Jesús saca a la gente que lloraba, entra a la habitación solo con los padres y tres discípulos, y al dirigirse a la difunta dice: “Muchacha, yo te digo: ¡levántate!” (V.41). Inmediatamente, la niña se levanta, como si despertara de un sueño profundo (v. 42). Dentro de la historia de este milagro, Marcos inserta otra: la curación de una mujer que sufría de hemorragia y fue sanada tan pronto como tocó el manto de Jesús (v. 27). Aquí es sorprendente que la fe de esta mujer atraiga el poder salvador divino que existe en Cristo, quien, sintiendo que una fuerza “había salido de él”, trata de entender quién era. Y cuando la mujer avergonzada se acerca y confiesa todo, Él le dice: “Hija, tu fe te ha salvado” (v. 34).

Estas son dos historias entrelazadas, con un solo centro: la fe; y muestran a Jesús como la fuente de vida, como Aquel que restaura la vida a aquellos que confían plenamente en Él. Los dos protagonistas, es decir, el padre de la niña y la mujer enferma, no son discípulos de Jesús, sin embargo, son escuchados por su fe. Tienen fe en este hombre. De esto entendemos que todos están admitidos en el camino del Señor: nadie debe sentirse como un intruso, una persona abusiva o alguien que no tiene ningún derecho. Para tener acceso a su corazón, al corazón de Jesús, solo hay un requisito: sentirse necesitados de curación y confiar en Él. Les pregunto, si tienes necesidad de curar alguna cosa, algún pecado, algún problema. Y si siente esto, ¿tiene fe en Jesús?. Estas son las dos condiciones para ser sanados, para tener acceso al corazón, sentir que tiene necesidad de curación y confiarse a Él. Jesús va a descubrir a estas personas entre la multitud y los aleja del anonimato, los libera del miedo a vivir. Lo hace con una mirada y con una palabra que los pone en el camino después de tanto sufrimiento y humillación. Nosotros también estamos llamados a aprender e imitar estas palabras que liberan y estas miradas que devuelven, a los que no lo tienen, el deseo de vivir. En esta página del Evangelio, los temas de la fe y de la nueva vida que Jesús vino a ofrecer se entrelazan. Al entrar en la casa donde la niña yace muerta, Él expulsa a aquellos que se están agitando y lamentándose


(v. 40) y dice: “La niña no está muerta, sino que duerme” (v. 39). Jesús es el Señor, y ante Él la muerte física es como un sueño: no hay razón para desesperarse. Otra es la muerte a la cual tener miedo: ¡la del corazón endurecido por el mal! de eso sí debemos tener miedo. Cuando sentimos que nuestros corazones están endurecidos, nuestros corazones se endurecen y me permito la palabra, el corazón momificado, debemos tener miedo a esto,. Esta es la muerte del corazón. Pero incluso el pecado, incluso el corazón momificado para Jesús, nunca es la última palabra, porque nos ha traído la infinita misericordia del Padre. E incluso si hemos caído tan bajo, su voz tierna y fuerte nos alcanza: “Yo te digo: ¡levántate!”. Es

bello escuchar esta palabra de Jesús dirigida a cada uno de nosotros: “yo te digo, ¡levántate!” Vamos, ¡levántate!, ánimo, ¡levántate!. Y Jesús devuelve la vida a la joven y devuelve la vida también a la mujer curada: vida y fe juntas. Le pedimos a la Virgen María que acompañe nuestro camino de fe y amor concreto, especialmente hacia los necesitados. E invoquemos su intercesión materna por nuestros hermanos que sufren en el cuerpo y en el espíritu.

Papa Francisco


Exhortación del Episcopado Venezolano: “No temas, yo estoy contigo” 1. Los Obispos de Venezuela, reunidos en la 110° Asamblea General de nuestra Conferencia Episcopal, como pastores del Pueblo de Dios, atendemos los temas pastorales que nos son propios; sin embargo, como ciudadanos, dirigimos la mirada y la reflexión hacia nuestro país y su situación particular, que sin temor a equivocarnos calificamos como una “gran tribulación” (Cfr. Ap 12, 7-12), que afecta a la vida de los venezolanos y compromete seriamente su futuro. 2. Como lo vislumbrábamos en nuestra Declaración del 23 de abril del presente año, la situación del país se torna cada vez más grave. La mayor parte de la población no cuenta con los medios para hacer frente a la monstruosa hiperinflación. La calidad de vida de los venezolanos, ya sumamente precaria, se deteriora día a día. A los graves problemas que reiteradamente hemos puesto de relieve en nuestras exhortaciones y comunicados, relativos a las áreas de la alimentación, la salud, los servicios públicos (agua, electricidad, comunicaciones, vialidad), la seguridad personal, el empleo y el ingreso, se suman ahora los de la circulación y venta del efectivo y el del transporte público. En este último caso, siendo evidente la desaparición paulatina del parque automotor, la improvisación de medios de transporte sin control ni seguridad ha sido ocasión de tragedias en distintos puntos del

país, con pérdida de vidas humanas y mayores dolores para numerosas familias. El problema político 3. El principal responsable de la crisis por la que atravesamos es el gobierno nacional, por anteponer su proyecto político a cualquier otra consideración, incluso humanitaria; por sus erradas políticas financieras, por su desprecio a la actividad productiva y a la propiedad privada, por su actitud constante de poner obstáculos a quienes tienen voluntad de resolver algún aspecto de la problemática actual. El gobierno se presenta ante el país como víctima de manejos externos e internos. Esto no es más que la confesión de la propia incapacidad para manejar el país. No se puede pretender resolver la situación de una economía fallida con medidas de emergencia como bolsas de comida y bonos. 4. Es necesario favorecer en la acción de gobierno y de las instituciones públicas y privadas al ciudadano, al venezolano, al hombre y mujer concretos que sufren y padecen los males actuales, y anhelan su superación. Ignorar al pueblo, hablar indebidamente en su nombre, reducir ese concepto a una parcialidad política o ideológica, son tentaciones propias de los regímenes totalitarios, que terminan siempre despreciando la dignidad del ser humano.


5. La consulta electoral realizada a finales del mes de mayo, a pesar de todas las voces – entre ellas la nuestra– que advertían su ilegitimidad, su extemporaneidad y sus graves defectos de forma, sólo sirvió para prolongar el mandato del actual gobernante. La altísima abstención, inédita en un proceso electoral presidencial, es un mensaje silencioso de rechazo, dirigido a quienes pretenden imponer una ideología de corte totalitario, contra el parecer de la mayoría de la población. 6. Desde el Ejecutivo Nacional, la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente y el Consejo Nacional Electoral se pretende conculcar uno de los derechos más sagrados del pueblo venezolano: la elemental libertad para elegir a sus gobernantes en justa competencia electoral, con autoridades imparciales, sin manipulaciones ni favoritismos. Mientras existan presos políticos, y adversarios a quienes se les niega su derecho a postularse, no habrá proceso electoral libre y soberano. Reiteramos que la convocatoria del 20 de mayo fue ilegítima, como lo es la Asamblea Nacional Constituyente impuesta por el Poder Ejecutivo. Vivimos un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas en la Constitución y a los más altos principios de dignidad del pueblo. 7. Las actitudes de prepotencia, autoritarismo y abuso de poder, así como la constante violación de los derechos humanos, van acumulando sobre sus autores un rechazo que las generaciones futuras les reclamarán. En cierto modo resulta suicida seguir insistiendo tercamente en un camino de autodestrucción que se volverá contra sus promotores. La Iglesia no alienta los deseos de venganza ni las retaliaciones, pero tampoco promueve la impunidad de delitos que atentan contra la vida, la dignidad humana y los derechos fundamentales. 8. Urge en Venezuela una dirigencia política que ponga en el centro de sus reflexiones y de su accionar al pueblo venezolano, que tenga

conciencia de que más allá de controlar el poder, la política es el oficio de quien movido por la nobleza y los principios éticos sabe ponerse al servicio de los ciudadanos y no de mezquinos intereses. Los líderes de la oposición deben ofrecer al pueblo alternativas de cambio, y trabajar con más fuerza por su bienestar. Un país en diáspora 9. Una de las situaciones que clama dramáticamente desde su silencio es el fenómeno de la emigración. Venezuela se ha ido convirtiendo en un país en diáspora. Manos que construían y producían, mentes que investigaban y enseñaban, van dejándonos para irse a otros países. La emigración produce situaciones dramáticas: la dura lucha por hacerse un lugar en un país extraño; la posibilidad de caer en el vicio o en la prostitución, o en manos de redes que explotan a sus semejantes; el estigma del rechazo; la tristeza de quienes aquí se quedan; el regreso en situación de fracaso de quienes no han encontrado dónde colocarse (Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL DE FAMILIA E INFANCIA, Documento “Familia en Migración”, 15 de junio de 2018, nn. 6-8). Muchas de estas situaciones han encontrado alivio en la mano generosa que las iglesias hermanas de países vecinos han extendido a nuestros compatriotas, lo cual agradecemos de todo corazón. 10. Muchos emigrantes venezolanos desempeñan oficios humildes y honestos, que en modo alguno los rebajan o los envilecen, y que por lo tanto no pueden ser motivo de burla ni desprecio. En otros casos el emigrante lleva el acervo de una excelente formación académica y una dilatada experiencia laboral, que le permite ejercer en muchos países la docencia, la medicina, disciplinas científicas o industriales de alta calificación. En todo caso, quienes se han marchado, especialmente los jóvenes, constituyen un talento humano que se va perdiendo para la construcción de nuestro país. Si se ofreciera al venezolano alguna


esperanza de futuro no tendría que emigrar. Venezuela espera la vuelta de sus hijos para reemprender el camino de un sano progreso. El mensaje de la Palabra de Dios 11. La Palabra de Dios nos alecciona al garantizarnos que Dios está siempre al lado de su pueblo, en especial en sus horas más difíciles. El libro del Éxodo nos enseña que Dios guía a su pueblo de la esclavitud a la libertad, pero que también lo educa, a través de pruebas y dificultades, para que alcance la madurez necesaria como nación. Dios, por medio del profeta Isaías, nos invita a no tener miedo, conscientes por nuestra fe, de que no estamos solos, sino que el Señor nos acompaña y nos fortalece en nuestras vicisitudes. 12. Dios nos quiere decir también que las pruebas, sinsabores y amarguras de la vida no son señal de su abandono, sino que pueden ser también ocasión de crecimiento y de salvación. La oración, el ofrecimiento del sacrificio y de las horas adversas nunca serán inútiles, aunque no veamos su resultado de inmediato: la oración perseverante alcanza lo que pide, como nos garantiza el Señor en el evangelio (Mt 7, 7). Aporte y respuesta de la Iglesia 13. La Iglesia, cuya misión espiritual está claramente señalada por Cristo en el Evangelio, no pretende sustituir en su papel y vocación a quienes conocen y manejan la Política. No aspira dominar el panorama social, ni convertirse en factor de gobierno o de oposición. Sin embargo, estimula al laicado

debidamente formado y consciente de sus obligaciones y derechos ciudadanos, a hacer oír su voz y a intervenir activamente en la palestra política, con el fin de que los altos principios y valores que la fe cristiana nos transmite se vivan también en el ámbito de lo público y se traduzcan en obras de bien común. 14. Ante la situación desastrosa que se deteriora permanentement e por las erradas políticas establecidas, y que los responsables se niegan a rectificar, animamos a la sociedad civil a ofrecer sus talentos y capacidades para explorar soluciones. Hay muchas personas comprometidas con el país, sus comunidades, sus familias. Existe en el venezolano mucha creatividad, iniciativa, espíritu de sacrificio: todo ello se manifiesta en un trabajo esforzado y diversas iniciativas de emprendimiento. Ciertamente la situación es abrumadora, pero no nos podemos acostumbrar a la precariedad que tanto humilla a nuestro pueblo. Por otra parte, animamos a las diferentes organizaciones de la sociedad civil, y a los partidos políticos, a exigir la restitución del poder soberano al pueblo, utilizando todos los medios que contempla nuestra Constitución (referendo consultivo, manifestaciones y otros). 15. Exhortamos a la Fuerza Armada a que se mantenga fiel a su juramento ante Dios y la Patria de defender la Constitución y la democracia, y a que no se deje llevar por una parcialidad política e ideológica.


16. El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia nos invitan a ser solidarios. Nuestras diócesis, parroquias y demás instituciones, a pesar de sus limitaciones logísticas y financieras, han desplegado una amplia campaña de ayuda a los más necesitados, especialmente en lo que se refiere a alimentación y acceso a medicamentos (ollas comunitarias, comedores, bancos de medicinas). Debemos continuar y reforzar en lo posible esta acción solidaria con el apoyo generoso que tantos fieles aportan, aun desde su pobreza. Pero, además, la comunidad eclesial está llamada a favorecer un cambio estructural en pro de la transformación de nuestra sociedad (Cfr. CONCILIO PLENARIO DE VENEZUELA, Documento La Contribución de la Iglesia… N° 58): corresponde a cada Iglesia local buscar los medios, los métodos y las estrategias para contribuir a ese cambio con acciones concretas. 17. No debemos desanimarnos nunca frente a los desafíos de un presente incierto y difícil: al contrario, puesta nuestra confianza en Dios, que nos da la fuerza para el testimonio y para hacer el bien, afiancemos las exigencias en favor de la justicia y la libertad. Con el fin de animar la esperanza y rogar por las necesidades concretas de cada comunidad, nos comprometemos a realizar actos y eventos de religiosidad popular, por ejemplo:

procesiones con las imágenes del Señor, la Virgen o los santos más queridos en cada lugar. La esperanza y el compromiso concreto deben llevarnos a ser samaritanos unos de otros en esta hora difícil en que nos encontramos. En ese contexto, el IV Encuentro Nacional de Jóvenes (ENAJÓ), que se celebrará del 1° al 4 de agosto en la Provincia eclesiástica de Cumaná, quiere ser un aporte valiente y esperanzador de los jóvenes católicos de Venezuela ante la situación que vive el país. 18. Una vez más, Dios nos reitera: “No temas, yo estoy contigo”. En sus horas de dolor y prueba, el creyente se toma con más fuerza de la mano de su Señor. En estos momentos de sufrimiento y lucha, invocamos una vez más la maternal intercesión de la Santísima Virgen María de Coromoto, para que Ella, con su oración ante su Hijo, nos ayude a superar los males de la situación actual. Como nos ha dicho el Papa Francisco: “María es como Dios quiere que sea su Iglesia: Madre tierna, humilde, pobre de cosas y rica en amor” (Papa Francisco, Fiesta del Inmaculado Corazón de María, 9 de junio de 2018). Con nuestra bendición, Los Obispos de Venezuela Caracas, 11 de julio de 2018


Inmortales En encuestas realizadas en una universidad católica, entre otras cuestiones abordadas, curiosamente un buen número de estudiantes católicos afirmaban que creían en la reencarnación. Es muy común escuchar entre tantas personas esta misma afirmación. Por ello, es necesario recordar la doctrina de la Iglesia, nacida y enraizada en la Biblia acerca de la condición post-mortem de todo ser humano: la inmortalidad del alma. Por tanto, una vida que se abre a la eternidad. El libro de la Sabiduría, del Antiguo Testamento hace referencia a esa condición de eternidad que recibe todo ser humana. Dios “todo lo creó para que subsistiera… Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser”. Desde el vientre materno, ya todo ser humano inicia su recorrido hasta la eternidad. Los autores sagrados, en particular los del Nuevo Testamento, precisamente hablan de ello: estamos llamados a participar en la eternidad, porque Dios mismo ha cumplido la promesa de la salvación a través de la acción redentora de Jesús, el Dios humanado. Dios se hizo hombre y pasó por el trance de la muerte. A esta la convirtió en entrega para vencer los efectos del pecado y de la misma muerte. Pero, resucitó y, desde entonces nos asoció a Él. Nos llamó a la santidad y así a

participar de su eternidad. Con ello, estamos llamados a la resurrección. Esta supone el encuentro definitivo con Dios. A lo largo de su ministerio terreno, Jesús fue anunciando que cumpliría la voluntad del Padre: que todos los seres humanos se podrían salvar y así gozar de una plenitud de eternidad. El mismo Jesús se sometió a la muerte, que como dijimos, fue vencida con su Resurrección. A la vez, por medio de sus milagros entre los suyos, fue anunciando el triunfo definitivo del amor. Es decir, cada milagro se convertía en un anuncio decidido de la Resurrección. Con las diversas acciones milagrosas realizadas por el Maestro de Nazaret, se iba mostrando el poder salvífico de su Persona. Poder que adquirió mayor esplendor con su Resurrección. Dentro de esos milagros, algunos mostraron ese poder ante la muerte: la resurrección del hijo de la viuda de Naím, de Lázaro y de la Niña hija de Jairo… Esto maravilló a muchos de sus seguidores y al resto del pueblo. Los milagros que devolvían la vida de alguien que había muerto hablaban de lo que era quien los hacía. El colmo de esos milagros de resurrección lo encontramos en la mañana del día de la Pascua, cuando Jesús venció a la muerte y se apareció Resucitado a los suyos.


Todo ello conlleva y exige la fe. No se trata de una posible teoría de carácter antropológico o de la filosofía de la religión. Ni reencarnamos ni desaparecemos para siempre. Estamos llamados a vivir para siempre en la eternidad. Esto conlleva el compromiso personal de “caminar en la novedad de vida”. La fe nos impulsa a unirnos en comunión con Dios y, desde esta experiencia, a asumir la resurrección como algo que forma parte de la salvación a la que hemos sido convocados por el Señor.

Aunque no resulta fácil desmontar teorías como la de la re-encarnación, sin embargo sí es importante e irrenunciable el anuncio de la vida eterna a la cual somos llamados desde el vientre materno. El Apóstol Pablo nos indica cómo hacerlo: “sobresaliendo en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño… y en la generosidad”.

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.


Mi gracia te basta Una de las tentaciones más frecuentes en el mundo de hoy para los discípulos de Jesús es la prepotencia. Creerse fuertes y superiores, debido exclusivamente a las capacidades personales. Estas, sin duda, son necesarias e importantes. También, se dan tendencias a talleres, cursos y convivencias centradas en el fortalecimiento de la persona, pero sólo con el esfuerzo humano y la autoestima sobrevalorada. Es importante, ciertamente tener en cuenta las capacidades que el mismo Dios nos ha dado a todos. Pero, no se puede quedar uno sólo con esta dimensión, sobre todo cuando se trata de la vida de fe y de comunión con Dios. Pablo, el Apóstol de las naciones, es muy bien conocido por sus capacidades humanas que siempre puso en beneficio de su misión evangelizadora. Sin embargo, sin prescindir de ellas para poder ser eficaz en la misión recibida, no dudó en someterse a la gracia de Dios. Con todo lo que él sabía acerca de sus capacidades insistió presumir de sus debilidades porque en ellas manifestaba la gracia. De hecho, haciéndose eco del mismo Dios afirma “MI GRACIA TE BASTA”. Habida cuenta de esto podemos entender lo que el mismo Apóstol nos enseña sobre la vida cristiana: no son sus méritos los que le van a permitir alcanzar la salvación, sino la acción de la muerte y resurrección de Cristo. Esto le llevará a identificarse de una manera radical con el Señor, de modo que afirmó: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”. El reconoce que, por el bautismo, está invitado a caminar por las sendas de la novedad de vida y

es el Espíritu Santo quien le da la gracia o la fuerza para perseverar. Esa acción iluminadora del Espíritu es la que le permitirá reconocer y confesar que Dios es Padre. “Mi gracia te basta” no es una simple expresión religiosa, sino la manera de explicar cómo se logra el crecimiento espiritual y la santidad de vida. Pablo reconoce, por ejemplo, que existen diversidad de dones y carismas, los cuales apuntan a un mejor servicio en la Iglesia y para la misión evangelizadora. No son virtudes o cualidades que se encierran en el prestigio ni la fama humana que apunta a un reconocimiento lleno de egocentrismo. Es lo que pretenden muchos promotores de los mencionados talleres o convivencias que apuntan a fortalecer la autoestima. Se prescinde de la gracia y se apunta a un individualismo exacerbado. “Mi gracia te basta”: por ello, Pablo puede llegar a indicar su identidad cristiana: “Por su gracia yo soy lo que soy”, como afirma en 1 Cor 15,10. Es necesario fortalecer esta dimensión personalizada de la gracia. No se puede prescindir de Dios. El crecimiento personal, necesario e irrenunciable, no puede dejar a un lado la gracia, la fuerza del Espíritu… la salvación implica el crecimiento personal, pero sin dejar a un lado a Dios. El habita en el corazón de los creyentes y da lo necesario para que, en libertad, el discípulo pueda caminar en la novedad de vida. Es decir, pueda vivir la vida según el Espíritu de la que nos habla Pablo. Mucha gente valora sólo el esfuerzo humano. La Iglesia, heredera de la Palabra de Dios, también lo valora pero sin abandonar la propuesta que viene de Dios: su gracia, su luz, su presencia alentadora. Por eso, todo cristiano, al igual que Pablo, debe unir a sus esfuerzos y trabajos personales, la ayuda que viene de Dios. Entonces, aún con sus riquezas, podrá seguir sintiendo lo que experimentó Pablo: “MI GRACIA TE BASTA”. +Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal


Derribar muros Es muy común escuchar que los cristianos y personas de buena voluntad debemos tender puentes. Es necesario e importante para poder permitir el encuentro entre quienes están alejados. Esos puentes hablan, en lo que se refiere a la Iglesia, de su tarea de mediación entre los seres humanos; y el principal de los puentes que hay que tender es el que une la humanidad con Dios. Con dichos puentes se facilita el encuentro entre los hombres y de estos con Dios. Con ello se cumple parte de la misión salvífica de la Iglesia. Pero hay otra tarea que no debe dejar a un lado la Iglesia junto con tantas personas de buena voluntad. Es una tarea que se viene repitiendo desde los inicios de la historia de la Iglesia y que hoy tiene gran urgencia dadas las situaciones que se vive en la sociedad. Se trata de derribar muros que dividen. Pablo, al dirigirse a los Efesios, nos señala cómo Jesús, al venir a anunciar el Evangelio de la paz, derribó todo muro de división existente entre los judíos y los no judíos: así se presentó como el “hombre nuevo” que había que crear y promover en todo ser humano. Al derribar ese muro de separación se hace patente que la Iglesia es un pueblo nuevo sin distinciones ni divisiones, donde todos participan y actúan en el nombre de un mismo Señor. Pablo nos enseñará también que uno es el Señor, una la fe y uno el bautismo. Para derribar ese muro, Jesús se ofreció a sí mismo y se entregó para lograr la unidad de todo el género humano… es una tarea que sigue realizándose y en la cual está involucrada la Iglesia con su misión evangelizadora…Es la mejor y única manera de conseguir la paz verdadera. Precisamente, esa paz viene de Cristo. Hoy sigue encontrándose muros de diverso tipo y hasta con muros muy fuertes que parecieran indestructibles. Peor aún, hay quienes lo construyen amparándose en su poder y

prepotencia. No nos referimos sólo a los muros que se construyen para separar naciones y hacer infranqueables las fronteras a tantos migrantes. Esos muros dan vergüenza, sobre todo, porque se edifican para bienestar de unos muy pocos y destrucción de solidaridad y lograr la separación de familias y pueblos. Vemos, inclusive, cómo con esos muros se dejan a un lado niños indefensos arrebatados de sus padres por tener un único pecado: ser inmigrantes. Pero, como ya se dijo, existen otros muros. No necesariamente construidos con piedra ni cemento. Son las murallas edificadas con un material quizás hasta más duro: el de la prepotencia, el del menosprecio de la dignidad humana, el de los intereses particulares de personas y grupos. No sólo separan pueblos, sino pequeñas comunidades y familias. Son los muros vergonzosos del egoísmo y de la corrupción que van creando periferias existenciales lanzadas al olvido y a la desvalorización. En la antigüedad los enfermos de algunas enfermedades como la lepra eran condenados a vivir en el ostracismo y no se podía tomar contacto con ellos. Se tenía entre ellos y la sociedad un muro de desamor. Eso está sucediendo en nuestra sociedad. Es un muro que debe ser derribado para poder conseguir la paz. Esta no consiste sólo en que no se tengan los ruidos estruendosos de la guerra o de los cañones. La paz es la posibilidad real y concreta de convivir en el amor, sin distinciones y en comunión, sin divisiones pero sí con fraternidad. Cuando se ven esos muros y se lucha por derribarlos, entonces se allanan caminos, se superar las brechas lastimosamente existentes en nuestra sociedad. Al actuar en nombre de Cristo, si se tumban esos muros existenciales, la Iglesia y los hombres de buena voluntad van a conseguir a muchas comunidades y personas


que están como ovejas sin pastor. No hay que sentir lástima ante ellos, sino la compasión que demostró el mismo Jesús. Compasión significa compartir el dolor y la angustia, pero llenando de esperanza y de dignificación a quienes han sido condenados sin juicio alguno al ostracismo o al alejamiento en una sociedad que se precia por serla de amplia comunicación entre todos. La Iglesia, con cada uno de sus miembros, debe asumir esta actitud doble: derribar los muros de división y compartir la soledad y el dolor de los que se ven y sienten sin pastor. De allí la invitación del Papa Francisco de una Iglesia en salida que va sin miedo ni asco a las periferias existenciales. Una Iglesia que se queda sólo con los poderosos (de cualquier tipo, en lo económico, en lo político, y hasta en lo religioso) es una Iglesia que no es fiel al

mandato del Señor. Los cristianos que prefieren estar detrás de los muros que separan y no ir al encuentro de las ovejas que están sin pastor, no se pueden definir como fieles a Cristo. Si de verdad creemos en el Señor Jesús y actuamos en su nombre, la Palabra enseñada por Pablo ha de ser prioritaria: derribar los muros de la división. Esta es obra del que le gusta dividir (diablo significa el que divide). Un cristiano, discípulo de Jesús, que no esté comprometido con esta acción y construye murallas desde su prepotencia, indiferencia, egoísmo o mediocridad, no es “gente de paz” y su vida está bien alejada del amor de Dios.

+Mario Moronta R. Obispo de San Cristóbal


Homilía de Mons. Mario Moronta en Acto Eucarístico al inicio de la CX Asamblea Plenaria de CEV La oración de la Iglesia en esta hora tercia, ante la Presencia Real de Jesús Eucaristía, nos brinda algunas líneas que pueden orientar nuestras labores dentro del marco de la Asamblea Episcopal que estamos iniciando. Nos reunimos los Obispos de Venezuela para una de las dos Asambleas Ordinarias de acuerdo a los Estatutos de la CEV. Pero, “ordinaria”, en este contexto no debe ser entendida como una acción cualquiera o sin referencia a la vida de nuestro pueblo, al cual pertenecemos y del que somos sus pastores. Es “ordinaria”, que significa mantener viva la comunión entre nosotros mismos, los Obispos, con nuestros presbíteros y diáconos, laicos y miembros de la Vida Consagrada. “Ordinaria” porque se inserta en la vida cotidiana de nuestras comunidades. Desde esta perspectiva, hay tres ideas que nos llegan de la Palabra de Dios proclamada en esta oración que estamos realizando: el acompañamiento que siempre nos hace Dios; la confianza puesta en Él y el compromiso por la paz del pueblo de Dios. En primer lugar, el salmista nos invita a reconocer que el Señor nos acompaña en todo momento. De allí que le pidamos nos muestre el camino a seguir puntualmente y así “cumplir su voluntad y a guardarla de todo corazón”. En este reconocimiento le pedimos nos aleje de las vanidades y de los intereses particulares. Sólo así podremos cumplir su voluntad y disfrutar de la promesa que Él hiciera desde siempre. No es otra cosa que la liberación de la humanidad. Una segunda idea, consecuencia de lo anterior, es la de la actitud de confianza que hemos de tener en el Dios de la liberación y de la vida. “Nada les falta a los que le temen” entona el salmista…” Los que buscan al Señor no carecen de nada”. Pareciera contradictorio cantar esta alabanza de confianza a Dios en los momentos que atraviesa nuestra nación y

ante el sufrimiento de los más pequeños y desvalidos. Pero, esa fue siempre la experiencia del pueblo de Israel: aún en medio de las dificultades, en medio de los problemas y opresiones, fue invitado a confiar en Dios, quien cual pastor bueno, lo condujo en todo momento aún por cañadas oscuras y barrancos peligrosos. Para ello, hemos de afinar nuestro compromiso: éste consiste en “buscar la paz y correr tras ella, apartarse del mal y obrar el bien”, según las palabras del autor sagrado. Es un compromiso con el bien que nace en Dios y que es capaz de destruir toda maldad; a la vez, es un compromiso del creyente contra la corrupción, fruto del pecado: corrupción que nace por la falta de temor de Dios y la ruptura con la verdad. Además de otras ideas importantes, con la gracia de Dios, estas tres ideas que recurren hoy en nuestra oración inicial nos orientan en esta Asamblea Episcopal. Asamblea, por otro lado, que se hace en comunión con el pueblo del Dios, al cual servimos y nos debemos. Con estas ideas, surgidas de la Palabra de Dios, podremos orientar nuestras reflexiones, nuestras deliberaciones y conclusiones, así como el mensaje que, ciertamente daremos.


Como siempre, esta Asamblea reafirmará nuestro compromiso de pastores. Nos toca “hacer brillar la verdad en el amor”. Y esa verdad, reflejo vivo de la Palabra que ibera (cf. Jn 8,32), es la que nos mueve para poder iluminar la vida de nuestra Iglesia y de nuestra nación. Desde esa Verdad que libera, sencillamente, no sólo hablaremos, sino nos invitaremos mutuamente con todos los venezolanos, a denunciar y luchar contra la corrupción, presente en tantas personas e instituciones a lo largo y ancho del país. Es necesario fortalecer nuestra tarea evangelizadora para hacer resplandecer la luz que rompe todo tipo de tinieblas y que, a la vez, permite vislumbrar los auténticos horizontes de la libertad y de la justicia, que lo son del Reino de Dios. Estamos empeñados en promover la VERDAD, no parcialidades o pseudo-verdades, ni falsos positivos. Lo hacemos, por supuesto, desde la opción por la unidad, en la comunión con todos, sin excepción, recordando que el mundo creerá en Dios, al experimentar la fuerza de la unión entre nosotros y de nosotros con el pueblo de Dios, en especial los más sufridos. Nuestro compromiso y responsabilidad se manifiesta en las acciones realizadas con total caridad pastoral: nos interesa el bien común de todo nuestro pueblo, no de sectores particulares; nos llama Dios a edificar la verdadera paz, sin condicionamientos ideológicos; nos exige el Señor el compromiso de ser buenos pastores dispuestos a dar la vida por toda nuestra gente. Y dar la vida, obra de amor y misericordia, es estar disponibles para el servicio, ser capaces de levantar a quien está caído y sostener al débil, y es hacer sentir que no somos ajenos al pueblo, a la gente, con sus gozos y alegrías, con sus problemas y dificultades. Para ello, contamos con la gracia que nos da el Espíritu Consolador. Confiamos, precisamente en Dios. Un Dios encarnado, no lejano. Un Dios que, a través de

nosotros, se hace presente a nuestro pueblo para contagiarle esperanza y aliento en medio de las dificultades. Si somos capaces de manifestar nuestra confianza en Dios, de seguro, las angustias y problemas bien serios que vive nuestro pueblo no les asustarán: pues, sencillamente, la gente sabrá entender que podrá confiar en Dios porque somos puentes con Él y porque somos capaces de llevar sus cargas pesadas, como lo supo hacer Simón de Cirene con Jesús. De verdad que el Señor nos acompaña. Nos ofrece su gracia, su luz y sabiduría. Pero hay algo cierto también: nos ha colocado en medio de nuestro pueblo para que los hombres y mujeres de Venezuela sepan que Dios les acompaña. Somos nosotros, Obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y agentes laicos de pastoral, quienes debemos hacerles sentir la presencia y compañía de Dios en estos tiempos de tribulación y dificultades. Como se ha hecho siempre, la Asamblea de los Obispos debe contagiar a todo nuestro pueblo la confianza en el Dios que no nos deja solos. Por eso, la luz de su sabiduría secundará las propuestas y decisiones, las acciones y las esperanzas que han de ser promovidas desde acá. Ante el Señor Sacramentado, iniciando nuestra Asamblea Episcopal, reafirmamos nuestra fe en Él. Sabemos en quién hemos puesto nuestra confianza. Que con las deliberaciones y responsabilidades asumidas en esta Asamblea Episcopal, se sienta que cumplimos con la Palabra de Dios, proclamada en la oración de Tercia: “Sabrán todas las naciones del mundo que el Señor es el Dios verdadero… y nuestro corazón será totalmente del Señor” porque, al seguir sus mandamientos anunciamos su Evangelizo de liberación y edificamos su Reino de amor, verdad y Justicia. Nos protege en ello, María de Venezuela, Nuestra Señora de Coromoto. Amén. +Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal


A todos los miembros del Presbiterio de San Cristóbal Salud y paz en el Señor Jesús. Les quiero recordar la invitación que les hice hace algunos días para dedicar los días 15 y 16 de julio para hacer una intensa propaganda en favor de la vida y en contra del aborto. Cada párroco, cada sacerdote diocesano y religioso puede y debe organizar actividades en esta perspectiva: charlas motivadoras, lecturas de documentos del magisterio eclesial, carteleras, volantes etc. Asimismo es necesario promover la oración: además de la Eucaristía del domingo y del lunes, se sugiere hora santa, rezo del Rosario, de la coronilla de la misericordia, procesión con el Santísimo o con la imagen de la Virgen. Es importante reforzar lo que se haga con la oración. Así reforzaremos nuestro compromiso con la vida que nos viene de Dios y nuestro rechazo al aborto. Sugerimos algunos gestos: que en todos los hogares católicos ondee la bandera de la Virgen como expresión de que estamos con y por la vida, pintar en nuestros vehículos el

siguiente aviso: “SI A LA VIDA, NO AL ABORTO”. Se pueden proponer otros gestos Es necesario que hablemos a tiempo y destiempo sobre este tema y no dejarlo para después. Quienes promueven y defienden el aborto (así como el mal denominado matrimonio igualitario y la eutanasia) son astutos y trabajan en la oscuridad. No podemos dormirnos. Recordemos la enseñanza de Pablo a Timoteo cuando dijo que Dios no nos ha dado espíritu de timidez sino de valentía. Confiamos en su gracia. Les ánimo y me ánimo con ustedes para seguir dando esta batalla. Que el Espíritu Santo nos siga fortaleciendo. María, Virgen del Carmen, de seguro nos acompañara. Con mi fraterno saludo + Mario, Obispo de San Cristóbal 9 de julio 2018


A todos los católicos y personas de buena voluntad en el Táchira Salud y paz en el nombre del Dios de la vida. La Iglesia nos invita a defender la vida en todas sus manifestaciones desde la concepción hasta el momento del paso a la eternidad. Como bien sabemos hay grupos que están promoviendo acciones contra la misma vida humana. Actualmente algunos de esos grupos pretenden que se apruebe en Venezuela la despenalización del aborto. Esto no debe ser aceptado por quienes creemos en el Dios de la vida y defendemos la dignidad humana de toda persona. En nuestra Diócesis de San Cristóbal estamos realizando diversas actividades formativas, informativas, de oración y de otro tipo para sensibilizarnos acerca del tema. En esta línea hemos convocado a todos para que los días 15 y 16 de julio puedan realizar actividades y gestos que hagan sentir de manera pública nuestra decidida e irrenunciable actitud ante la vida y en contra del aborto. Los párrocos y responsables de comunidades organizaran acciones que permitan la sensibilización antes mencionada. Pero a todos los católicos y personas de buena voluntad les sugerimos y pedimos realizar los siguientes gestos: Que en cada casa de familia se coloque la bandera de la Virgen para indicar que allí hay gente que está por la vida.

Que, en todos los vehículos privados, de transporte público, camiones, etc. se escriba el siguiente mensaje: SI A LA VIDA, NO AL ABORTO Que casa familia o grupos de familias se reúnan pasa rezar el Rosario pidiendo la intercesión de María ante Dios para que no se apruebe en Venezuela el aborto Asistir a las actividades que se organicen esos días en parroquias y comunidades Difundir por las redes sociales a los contactos todo mensaje en favor de la vida Les ánimo a todos a unir esfuerzos en esta tarea que nos pide la Iglesia. No hay que dejarlo para después, porque podría ser tarde. María del Táchira, Ntra. Sra. De Consolación, nos acompaña con su maternal protección y nos sostienen los brazos amorosos del Santo Cristo de la Grita. Con mi cariñosa bendición +Mario, obispo de San Cristóbal 11 de julio 2018


Con cinco panes y dos peces… Hace unos días, junto con varios sacerdotes de la Diócesis de San Cristóbal, unido al Obispo de Cúcuta, pude visitar de nuevo la “Casa de Paso de la Misericordia”, que funciona en la parroquia de San Pedro, en La Parada. Es uno de los diversos sitios donde se atienden a los venezolanos migrantes y pasantes. Se les brinda en esta casa a unos 2400 hombres y mujeres, con niños y ancianos, desayuno y almuerzo. La consigna es no dejar a nadie sin comida. Es una obra que se puede considerar como un milagro de la caridad de la Iglesia. Hablando con el P. Cañas, su director y animador, me afirmaba que a ellos les pasaba lo del Evangelio: con cinco panes y dos peces solían darle de comer a multitudes, y de manera diaria. No es algo esporádico. A la vez, me decía que algunas instituciones internacionales y ONGs tenían cinco mil panes y dos mil peces y sólo les dan alimento a cinco personas. Aunque pudiera resultar exagerado el número, sí refleja una realidad. Estas organizaciones suelen poner demasiados requisitos a los venezolanos que acuden a ellas: deben presentar pasaporte, billete de viaje y otros más. Mientras que en la casa de la Diócesis de Cúcuta, lo único que se pedía era

la paciencia para que todos pudieran recibir su ración de muy buena comida. Diariamente en las diversas casas de la Diócesis de Cúcuta se reparte unos 8.000 almuerzos. Aquí se hace realidad lo del evangelio. Ante la multitud que tenía en frente, Jesús pone en prueba a sus discípulos quienes ingenuamente responden que sólo disponen de cinco panes y dos peces para tanta gente. El Señor acepta el reto y los manda a acomodarse y, luego de dar gracias a Dios hizo el milagro de la multiplicación de panes y peces para dar de comer a quienes les acompañaban. Dice el Evangelio que sobraron, al final, varios canastos de panes. Todos comieron y se saciaron. Este milagro suele aplicarse al misterio de la eucaristía, mediante la cual se hace la multiplicación del pan de vida a tantísimas personas y a lo largo de los siglos. También es un relato que puede ayudar a entender lo que significa la fe de confianza en Dios. Y, por supuesto, una expresión del amor de caridad hacia quien menos tiene o está pasando necesidad. La Iglesia, también a lo largo de los tiempos, ha multiplicado el pan de la


solidaridad hacia quienes lo necesitan: con cariño y sin pedir nada a cambio. Esta es la hermosa experiencia de la frontera colombo-venezolana. Del lado colombiano, bajo la responsabilidad de la Diócesis de Cúcuta, se multiplican diariamente los panes y las atenciones a tantos hermanos nuestros venezolanos que pasan a comprar algunos insumos, o van de paso a otros lugares, o están sintiendo el hambre por la situación que se vive. A la vez, son atendidos por médicos y otro personal de apoyo. De las parroquias del lado venezolano van grupos de laicos para colaborar en algunos días a la semana. La multiplicación de esos panes se da todos los días y no es algo anecdótico, sino real. Del lado venezolano, las parroquias del eje fronterizo hacen lo mismo: de noche suelen dar alimento a tantas personas que están durmiendo en las calles y plazas esperando poder pasar al día siguiente la frontera. A esto se añade la atención en diversos campos, sobre todo de protección a tantas personas que son vulnerables de ser estafadas o manipuladas por mafias que actúan en la zona. El Evangelio se hace realidad. El Evangelio no es una palabra vacía. Lo que hizo Jesús, al multiplicar el pan, se repite diariamente en esta zona fronteriza. Uno sólo es el objetivo: manifestar cómo nos urge la caridad de Cristo. Se acompaña esta labor con acciones evangelizadoras y atenciones de tipo espiritual para quienes lo necesiten. Quizás no sobren los canastos de comida, como en el relato evangélico. Los canastos que se recogen diariamente con la alegría y la generosidad del servicio por parte de quienes allí colaboran voluntariamente día a día; también los canastos de la gratitud y de la dignificación de quienes son atendidos. Con esos canastos comienza cada día la multiplicación de los panes. Son muchos los hombres y mujeres e instituciones que cooperan: hasta ahora no ha faltado nada; sencillamente porque es Dios quien hace el

milagro a través de la acción de quienes allí demuestran que el amor todo lo puede. Si los comensales del Evangelio reconocieron en Jesús, por el milagro de la multiplicación de los panes, que era el verdadero profeta esperado, sin mayores pretensiones ni con el ánimo de creerse más que otras instituciones, la Iglesia lo que quiere es demostrar que es Madre de todos, sin fronteras de ningún tipo. Lo que se quiere es ver en cada hermano el rostro de un Cristo que sufre pero que también recibe el consuelo en el cumplimiento de lo que el evangelio nos enseña: “Tuve hambre y me diste de comer…”

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.


60 años del Hogar San Pablo: “Todo esto se hace por la fe” El Hogar San Pablo de la ciudad de San Cristóbal celebró sus 60 de fundación el pasado domingo 1 de julio con la Eucaristía presidida por el Obispo Mario Moronta, quien agradeció el apostolado de las Hermanas de los Ancianitos Desamparados y sus bienhechores. El Obispo reflexionando con el evangelio del XIII domingo del tiempo ordinario, destacó que “hay tres elementos importantes en el evangelio: la primera es la fe, la segunda el rechazo y burla a Jesús, y luego el imperativo ‘levántate’ que es la resurrección, invita a la levantarnos de la muerte del pecado para vivir la gracia de Dios”. Monseñor Moronta manifestó que gracias a la valentía de la fe de los fundadores de este ancianato hoy la Iglesia cuenta con esta casa de caridad. “Al celebrar el aniversario del Hogar San Pablo, estamos reconociendo que gracias a gente que tuvo fe, generosidad y creyó en la resurrección de Jesucristo, iniciaron una obra que ha implicado principalmente la valentía de la fe, para hacer realidad el imperativo de Jesús: ‘levántate’, y has que muchos ancianos

reciban cariño y atención. Todo esto se hace por la fe, y no por ningún interés persona, es por eso que las obras cristianas perduran en el tiempo”, dijo. “60 años recibiendo la llamada de Señor: ‘levántate’, que las hermanas y los bienhechores han escuchado y lo ponen en práctica con una gran fe”, expresó el Obispo. Al final de la ceremonia las religiosas de la Congregación de las Hermanas de los Ancianos Desamparados y un grupo de bienhechores fueron condecorados por las autoridades regionales que participaron de la celebración. Del 29 de junio al 01 de julio el Hogar San Pablo ha realizó diversas actividades culturales y recreativas para agasajar a los ancianos. Las religiosas agradecieron por las colaboraciones que reciben para sostener el ancianato, sin embargo, nunca son suficientes para atender al gran número de abuelos que allí residen. Por ello, invitan a la colectividad a involucrarse en este apostolado del cuidado de los ancianos desamparados. (Prensa DiócesisSC)


XIX Encuentro de Colegios Parroquiales del Táchira

Para compartir un espacio de reflexión, formación, y esparcimiento se realizó el XIX Encuentro de Colegios Parroquiales de la Diócesis de San Cristóbal, con la participación de miembros de cuerpo docente, administrativo y de apoyo de las diversas instituciones educativas de la Iglesia del Táchira. La actividad se realizó en la casa de retiros El Sembrador, en Patiecitos, el 30 de junio y 1 de julio, y fue organizado por el Colegio Parroquia Sagrado Corazón de Jesús. Los participantes compartieron sus diversas experiencias enfocados en la capacitación de los estudiantes con principios cristianos. La Misa de clausura fue presidida por monseñor Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, quien exhortó a los maestros a fortalecer en los estudiantes las capacidades

para analizar y actuar, dejando a un lado la teoría bancaria de la educación, en la cual el joven sólo recibe información sin saber qué hacer con ello. Así mismo pidió profundizar en el proceso educativo la asimilación de los principios propios del Evangelio, para que los estudiantes tengan fundamentos sólidos para afrontar las crisis morales de la sociedad. Al final el encuentro fue anunciado que el XX Encuentro de Colegios Parroquiales será organizado por el Colegio Parroquial Sanmiguel. (Prensa DiócesisSC)


Diócesis de San Cristóbal promueve actividades contra el aborto

El Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta, junto a los miembros de su presbiterio promueven una jornada de provida los días 15 y 16 de julio, para hacer una intensa propaganda en favor de la vida y en contra del aborto. “Es necesario que hablemos a tiempo y destiempo sobre este tema y no dejarlo para después. Quienes promueven y defienden el aborto (así como el mal denominado matrimonio igualitario y la eutanasia) son astutos y trabajan en la oscuridad. No podemos dormirnos. Recordemos la enseñanza de Pablo a Timoteo cuando dijo que Dios no nos ha dado espíritu de timidez sino de valentía. Confiamos en su gracia”, expresó el obispo Moronta. Hace unas semanas grupos pro aborto presentaron ante la Asamblea Nacional Constituyente un proyecto para despenalizar el aborto en Venezuela, por lo cual desde la Iglesia local de san Cristóbal se promueven estas actividades para alertar a la población.

Motivó monseñor Moronta a que “cada párroco, cada sacerdote diocesano y religioso puede y debe organizar actividades en esta perspectiva: charlas motivadoras, lecturas de documentos del magisterio eclesial, carteleras, volantes etc. Asimismo es necesario promover la oración: además de la Eucaristía del domingo y del lunes, se sugiere hora santa, rezo del Rosario, de la coronilla de la misericordia, procesión con el Santísimo o con la imagen de la Virgen. Es importante reforzar lo que se haga con la oración. Así reforzaremos nuestro compromiso con la vida que nos viene de Dios y nuestro rechazo al aborto”. También sugirió otros gestos como colocar el domingo 15 y lunes 16 -día de la Virgen del Carmen-, la bandera de la Virgen en cada hogar católico como expresión “de que estamos con y por la vida”, o también pintar en los vehículos el siguiente aviso: “SI A LA VIDA, NO AL ABORTO”. Y difundir a través de las redes sociales mensaje en favor de la vida. (Prensa DiócesisSC)


Mons. Moronta: “La frontera no le duele a nadie, sólo a quienes vivimos aquí” “La frontera no le duele a nadie, sólo a quienes vivimos aquí; pero en la frontera encontramos gente de todo el país sufriendo”, manifestó monseñor Mario Moronta, Obispo de San Cristóbal durante la reunión con su presbiterio que se efectuó en el seminario diocesano el martes 17 de julio. El Obispo y los sacerdotes que realizan su trabajo pastoral en la frontera compartieron su experiencia de trabajo, y el resultado de la reciente Asamblea de Laicos de la Frontera que motiva la continuidad de la acción de caridad y misericordia en estas poblaciones donde diariamente transitan miles de migrantes. Indicó monseñor Moronta que “no debemos ver las dificultades de la frontera como problemas que deben solucionar solamente las parroquias de la zona, sino con el compromiso e iniciativa de todos”. Entre los principales problemas que atraviesan actualmente los habitantes de la frontera, los migrantes y los ‘pasantes’ (personas que atraviesan la frontera y retornan el mismo día), destacan: “la situación extrema de hambre y sed; las epidemias; el acoso de las autoridades; las mafias que controlan la trata de personas, la prostitución, el contrabando, el bachaqueo, y los grupos irregulares”.

Ante esta situación la Diócesis de San Cristóbal proyecta la creación de una ‘Casa de Paso’ para intensificar su acción pastoral, ofreciendo información a los migrantes sobre sus derechos y deberes, atención médica y psicológica. Y continuar con las jornadas de compartir alimento a los más necesitados en las poblaciones de San Antonio y Ureña. Autofinanciamiento También en esta reunión presbiteral se abordó el tema del autofinanciamiento las parroquias e instituciones eclesiales, para lo cual se han presentado varias propuestas que serán estudiadas, y poder seguir impulsado los trabajos de evangelización y mantenimiento de los templos. Fiesta de los Patronos Así mismo se recordó la cercanía de las principales festividades religiosas de la región, el 6 de agosto: el Santo Cristo, en la población de La Grita; y el 15 de agosto el día de la Virgen de la Consolación en Táriba. Invitando a los files a participar con gran devoción de estas manifestaciones de fe en la Iglesia del Táchira. (Prensa DiócesisSC)


Obispos y sacerdotes en la ‘Casa de Paso’ en la frontera colombo-venezolana Los Obispos y un grupo de sacerdotes de la Diócesis de San Cristóbal y Cúcuta, prestaron su servicio en la Casa de Paso Divina Misericordia, como signo de la fraternidad y trabajo conjunto que realizan ambas Iglesias locales en el fronterizo colombo venezolana para atender a los migrantes. El Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta, agradeció a la Diócesis de Cúcuta y a su Obispo, Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, por seguir sumando esfuerzos para que el milagro de Dios se manifieste en este lugar que atiende a miles de venezolanos diariamente, como una Iglesia sin frontera. Monseñor Moronta también expresó sentirse orgulloso por el equipo de voluntarios venezolanos que cada día acuden a ayudar a sus hermanos, en la Casa de Paso, ubicada en la Parada, municipio de Villa del Rosario. Afirmó el Obispo que los cristianos ponen todo en común para que nadie pase necesidades, basándose en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Ante lo cual, invitó a las personas allí reunidas a que ayuden a las personas siempre desde lo que esté dentro de sus posibilidades, entendiendo que todos están en una situación difícil, “siempre hay que ayudar”, señaló.

El Obispo de San Cristóbal, estuvo acompañado por 17 sacerdotes en el servicio, ayudando en la entrega de los almuerzos que cada día distribuye la ‘Casa de Paso Divina Misericordia’ en la frontera. Y ofreciendo orientaciones espirituales y pastorales a las personas. Por su parte, monseñor Víctor Ochoa afirmó que a los hermanos venezolanos se les acoge con cariño, partiendo del principio de la caridad de la Iglesia. “La fraternidad se fortalece cada vez que se realizan gestos sencillos y desinteresados con los hermanos más necesitados”, afirma el Obispo de Cúcuta. Estas dos Diócesis siempre han dado ejemplo de hermandad y esta vez, como signo de la solidaridad de la Iglesia, Monseñor Víctor Manuel entregó a cada uno de los 17 sacerdotes venezolanos un mercado, como signo de caridad y del trabajo que como Iglesia se debe realizar para ser testigos de la caridad de Cristo entre los hermanos. Este gesto se suma a las acciones pastorales, materiales y espirituales que la Diócesis de Cúcuta realiza en favor de los migrantes venezolanos. (Prensa DiócesisSC)


CXI Encuentro Eucarístico Diocesano en la parroquia Santa Rosa y San Martín

“El Señor multiplica los panes a través de los cristianos generosos y solidarios”, fue el mensaje del presbítero Edgar Sánchez, Director de la Unión de Cofradía del Santísimo Sacramento de la Diócesis de San Cristóbal durante la Misa del CXI Encuentro Eucarístico que se realizó este domingo, 29 de julio, en la parroquia Santa Rosa y San Martin de la ciudad de San Cristóbal. Representantes de las diversas Cofradías de las parroquias del Táchira, peregrinaron hasta ésta parroquia para participar de la adoración Eucarística, arraigada y piadosa manifestación de fe de esta región. El sacerdote Edgar Sánchez quien presidió la Eucaristía, reflexionó con el Evangelio dominical (Jn 6, 1-15), invitando a “vivir la solidaridad sin escusas”, tomando en cuenta los verbos que utiliza el Evangelio para describir el actuar de Jesús: “tomó, dio gracias, lo bendijo, lo partió y lo repartió. Son acciones que nos llevan a la Eucaristía, y encontrar la relación entre el sacramento y la solidaridad cristiana”, dijo. “¿En qué se debe visibilizar nuestra devoción al Santísimo Sacramento?, preguntó el sacerdote; respondiendo que a través de “la solidaridad y

generosidad”. Por ello, exhortó a colocar en práctica “la caridad con rostro”, que consiste “en adoptar a una persona: un anciano, enfermo, encarcelado, o un niño, que podamos ayudar”. Finalmente pidió al “Señor que multiplique los panes que tenemos en nuestras manos para ser solidarios, y que multiplique lo corazones generosos”. La terminar la Eucaristía, se efectuó la procesión con el Santísimo Sacramento por las comunidades de esta comunidad parroquia implorando por la paz y la reconciliación. El presbítero Luis Chávez, párroco de Santa Rosa y San Martín, agradeció a los fieles y movimientos de apostolado que trabajaron en la organización, y pidió a Dios que “sean abundantes los frutos espirituales de este Encuentro Eucarístico para toda la Iglesia del Táchira”. El próximo Encuentro Eucaristía se realizará el domingo 28 de octubre en la parroquia San José Obrero de, Municipio Torbes. (Prensa DiócesisSC)


Equipo de Fútbol de la Diócesis de San Cristóbal se prepara para la Copa de la Fe El equipo de futbol de los sacerdotes de la Diócesis de San Cristóbal se prepara para jugar en la Copa de Fe 2018, que será organizada en esta edición por la Diócesis de Cúcuta en el mes de octubre, participaran unas 20 iglesias locales de toda Latinoamérica. Este miércoles los sacerdotes tachirenses jugaran nuevamente contra el equipo de la hermana Diócesis de Cúcuta, en el ‘Polideportivo Richar Páez’ de la población de La Grita a las 1:30 de la tarde.

Gómez (portero), Rafael Sandia; Miguel Villamizar; Carlos Rey, Eliécer Betancur. (Defensas). Pío Colmenares; Willy Pernía; Vicente Carvajal, (Medio Campo). Sender Hernández, Sandro Ortega y Nepomuceno Hernández. (Delanteros). Durante el transcurso formaron parte del equipo también los sacerdotes: Ángel Yohan Guerrero, Rafael Arcila, Rubén Mendoza, Renato Cortez, y Juan Álvarez.

En su etapa de preparación la física y la técnica ya han enfrentado varias escuadras regionales; y el pasado 23 de julio se disputó un partido de fútbol entre sacerdotes pertenecientes a los equipos de la Diócesis de Cúcuta y la Diócesis de San Cristóbal. El cual concluyó con un empate a 2 goles y definición de panales que ganó el equipo cucuteño.

Indicó el Presbítero Luis Blanco –asistente técnico de la Diócesis de San Cristóbal- que el resultado del partido durante los noventa minutos fue de 2 a 2, goles anotados por los sacerdotes tachirenses, Sandro Ortega y Vicente Carvajal. Luego la definición de tiros libres desde el punto penal, dieron como ganador al equipo de la Diócesis de Cúcuta quienes acertaron las cinco ejecuciones mientras los tachirenses sólo cuatro.

El encuentro deportivo se llevó a cabo en la localidad de Chapinero en Cúcuta, escenario en el que los dos equipos iniciaron las acciones a las ocho de la noche hora local de Colombia. El once inicial de la Diócesis de San Cristóbal, colocado por el entrenador Rodolfo Greco, estuvo conformado por los presbíteros: Yannis

Los dirigidos por Rodólfo Gaetano Greco siguen preparándose para la Copa de la Fe, y esperan obtener un mejor resultado este miércoles en su propio territorio. (Prensa DiócesisSC)


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