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Bernardo Arcila Giraldo
In Memoriam
Bernardo Arcila Giraldo ¡Murió un patriota!
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Se oyó la voz de un sencillo hombre que bajaba por la plaza solitaria lamentando: ¡Murió un patriota del pueblo! ¡Murió un patriota! “Sí, don Bernardo Arcila era un patriota de Guatapé”. Noticia triste en tiempos tristes. El parque estaba solitario y las calles también. Pocas personas le escucharon, todas entendieron de quién se trataba. Era el tiempo de la pandemia del Coronavirus, el mundo estaba confinado en casa. El doble de campanas de las torres del templo llenó el vacío y el multiplicado silencio de tan amplio espacio abrumado por la nostalgia. Y a pesar de que las calles estaban ahí, mudas y solas, el ruido de esta noticia hacía su carrera por las redes sociales “Acaba de morir don Bernardo Arcila”. Ante la imposibilidad de hacer presencia, nadie o muy pocos pudieron acompañar físicamente a la familia pero todos enterados, sentimos profundamente la ausencia del hombre cívico que “amaba a Guatapé con alma y con hechos”. La respuesta afectuosa y virtual fue contundente. ¡Un patriota!
Amaba a Guatapé.
En una entrevista hecha por Wilson Jiménez a don Bernardo y publicada octubre de 2012, edición 79, pág. 8, este medio presentó su textual concepto: “mi trabajo siempre ha estado enfocado a ver crecer a Guatapé, espero que estas nuevas generaciones no olviden el compromiso que tienen con su pueblo”. Como nervio vivo de esta población, se destacó en cualquier frente de emprendimiento en que hubo participado, fortaleciendo con entusiasmo el trabajo de cada sector. Lideró procesos relacionados con avances educativos y culturales, desarrollo y crecimiento social y económico. Para don Bernardo, su pueblo fue preocupación entrañable en todas y cada una de sus acciones, que no fueron pocas. En medio del éxodo por causa del embalse, hizo parte del proyecto de vivenda Ciudadela de Marinilla pero nunca pensò en abandonar Guatapé. Un líder sin celos ni pasiones, laborioso y organizado. Tenía claro que este pueblo desde Escuela Urbana de Varones - Director Bernardo Arcila muy tempranos tiempos Década del 60 era un diamante en bruto que había que trabajar día a día para redescubrirlo, reinventarlo, revestirlo de “galanuras” y tener qué mostrar a los demás.
Más acción que discurso
Hombre práctico, polifacético. Su discurso estaba codificado en hechos contundentes. Por eso de su carácter serio y personalidad robusta. Se mostraba más en cumplidos que en palabras. Fue activo y funcional en una incontable variedad de cargos tanto públicos como familiares, cívicos, culturales y de liderazgo. Promovió como maestro, administrador y práctico, la educación y la cultura, el deporte con la construcción de la primera placa polideportiva en El Paraíso, en 1970. Incentivó la cultura y la recreación. Fue comerciante y apoyó el comercio, primer impulsor de la expansión urbana con oportunidad de vivienda para muchos. Activo en la Junta de Acción Comunal Urbana como directivo y como miembro. Espíritu solidario en la Cooperativa León XIII donde aparece desde sus principios como secretario. Alcalde por elección popular en dos períodos, hombre cívico siempre dispuesto a trabajar por el ornato y el embellecimiento del pueblo, hasta sus últimos días.
De su origen
En la misma entrevista expresa que recuerda su tiempo de niño mientras iba y venía de la calle al campo, el interés de los padres por los hijos -decía- era más, llevarlos al trabajo que interesarlos por el estudio. “Salíamos de la escuela a trabajar y colaborar con los destinos de la casa”. De esos años dice: “Guatapé era un pueblo campesino; para mí, era el pueblo más feo de Antioquia”. El interés por el estudio y el entusiasmo de Clarita su madre, le abrieron camino hasta llegar al seminario de Yarumal en 1954 donde, allí cursó hasta tercero de bachillerato. Cuenta que se enamoró y volvió a Guatapé. Por los regaños de un señor Roberto Gómez y el ánimo de su mamá, fue al colegio San José de Marinilla, pronto pasó a Granada donde cursó el cuarto de bachillerato y fue a terminar en la Normal Superior Pedro Justo Berrío de Santa Rosa de Osos donde se graduó en 1960 con Diploma de excelencia. Hijo de Luisito y Clarita, Su padre era del año 1900, de descendencia peñolense. Sus primeros años los recorrió por el Alto del Tronco, vereda El Rosario, por esos caminos que comunicaban al Peñol con Guatapé, Alejandría, Santo Domingo y Cisneros. Pasaron a vivir a la vereda San Juan, luego a Guacaica y de allí a la casa grande de La Aldea, en el pueblo. Noveno entre trece hermanos a saber: Amado, Martha, Carlos, Eligio, Jairo, Esther, María, Gilma, Bernardo, Óscar, Roselly, Julio y Fabio.

Hilo conductor de la historia local
Medio siglo como hilo conductor de la historia local. Veintisiete de ellos como educador y director de la escuela. Considerado el primer y principal promotor de la expansión urbana del municipio que inició con el proyecto de vivienda urbana con las casas del Fondo Obrero. Era la continuación de las construcciones que hizo Epm. para reemplazar las casas desaparecidas con La Aldea a causa de la represa. Después lideró y promovió por lo menos media docena de barrios más: Villa del Carmen, Los Lagos, El Peñasco, Los Laguitos, Miramar, Betania, Brisas del Paraíso. Ayudó a otros a avanzar en los proyectos de construcción. Primer alcalde por Elección Popular y único, a la fecha, reelegido para un segundo período. Amigo del sector solidario promovió siempre las mingas, los convites trabajos de comunidad unida. Trabajó, lideró y acompañó la acción Comunal Urbana en todos los procesos de reconstrucción del pueblo después del embalsamiento en segunda etapa, obras como la pavimentación, ornamentación de espacios públicos, reestructuración de la Calle del Recuerdo. Inauguró escuelas rurales del municipio y asistió la trasformación de
las escuelas urbanas a la par con la nueva urbanización. En el mundo del comercio, introdujo la cultura de las cafeterías y salsamentarías con comidas rápidas, por los años setentas y más tarde en el malecón con los restaurantes. Se recuerda entonces la Salsamentaría Andaluz y el famoso Restaurante El Remanso, único durante muchos años. Es probable que no haya persona capaz de relatar el paso a paso de la vida de don Bernardo por cuanto fue un hombre con versatilidad de pensamiento práctico en cada iniciativa. Marcó sus años de hechos positivos para el pueblo, no había día de ir a la cama sin haber enfrentado un trabajo, un reto, una obra o madurado una idea benéfica para llevarla a cabo. Hora tras horas tenía su pensameinto centrado en el pueblo. Entre otras cosas porque él hablaba lo preciso y poco amigo de palabrerías sin sentido ni compromiso. Foto de gala en las gradas de la escuela. Maestros de los años 70s. De izquierda a derecha. Primer plano: Octavio Zuluaga, Ofelia Castaño, Bernardo Arcila. Segundo plano (segunda grada): Jairo Monsalve, Luis Ángel Rincón. Tercer plano (tercera grada) Julio Arcila, Octavio Monsalve, Germán Zapata, Jorge Durán Blandón.
Educación: rectitud, disciplina y orden.
Trasladado a Guatapé, vino a reemplazar, como director educativo, a don Jesús María Duque y a quedarse definitivamente. De ese momento recuerda a los compañeros Judith Jiménez, Luis Ángel Rincón, Luis Jiménez, Carlos David Garcés, Arnoldo Zora. A su llegada en 1963, emprendió una campaña de mejoramiento y embellecimiento de la Escuela Urbana de Varones que en pocos años fue reconocida por un ente oficial con este anuncio: El establecimiento educativo más bonito y mejor ornamentado del oriente antioqueño se le atribuye a La Escuela Urbana de Varones de El Paraíso del municipio de Guatapé bajo la dirección de Bernardo de Jesús Arcila Giraldo. Allí, había ya pavimentado patios y más corredores, construyó la primera cancha de baloncesto reglamentaria, gradas dobles entre patio y corredores, pisos firmes, huerto escolar productivo, jardineras y piscina, como primera unidad deportiva del municipio. Construyó salones nuevos y tienda escolar, sostenibles. Adecuó salón teatro e introdujo el primer televisor con el programa de Inravisión Nacional como avance en tecnología educativa para las clases televisadas. Trabajó aquí durante 27 años sin perder el ritmo ni el compromiso.
Perfil humano
No está lejos de perfilarse como prototipo del ciudadano guatapense por excelencia. Serio, laborioso y organizado como bien lo describe su hermano el Padre Fabio. Ponía toda su fuerza y voluntad para el cumplimiento de sus compromisos. Tremendamente enamorado del orden y de la buena presentación. Gran sentido del humor, eso sí, soslayado, discreto y pudoroso. Enérgico en la toma de decisiones aprovechando toda oportunidad en favor de las tareas asumidas. Un muy buen gusto por la música selecta, música brillante, clásica y ambiental. Tenía sus colecciones de Beethoven, Mozart, Paul

Mauriat y Franck Pourcel, y del Festival de San Remo, pero también los mejores acetatos de música colombiana. Un aire colombiano que lo aquietaba donde estuvieree, era, El Bunde Tolimense. Y como menciona uno de sus hermanos, también tuvo su acordeón pero le faltó tiempo para ejercitarse y ejecutarlo. En su rigurosidad de maestro exigente, su desvelo era la educación de los menores. El orden era su primera norma antes de empezar a buscar el mejor camino con la mejor salida para cada proyecto, cada emprendimiento bien fuese familiar o social.
Cronología de ciudadano líder
Nació en febrero de 1940. Asistió a clases a la Escuela Urbana de Varones en la calle Bodegas, establecimiento trasladado en 1948 al sector de El Paraíso. Eran los maestros, don Eduardo Hoyos y don Tulio Gómez. En 1954 fue al seminario de Yarumal y en 1960 se graduó en la Normal superior de Santa Rosa de Osos. En 1962 ya era educador en San Andrés de Cuerquia. Llegó a abrir el grado quinto de primaria con 17 estudiantes, durante los dos años de estadía en este municipio, sólo contemplaba la oportunidad de venir a trabajar a su pueblo, dos años más tarde lo logró, fue trasladado como director

de la escuela local donde había terminado su primaria.
Familia de don Bernardo. De izquierda a derecha: Fredy, Bernardo (padre, cargando a su nietecita Mariana), Edwin, Franklin, Yamile, Elcy (madre), Diego
En cada estancia dejó huella de hombre organizado, puntual, pulcro, serio y generoso. En sus años mozos era un basquetbolista excepcional. En 1988, como dato generoso, renunció una pensión de maestro para lanzarse a la alcaldía por Elección Popular. Así lo cumplió, en 1998 y diez años después fue repitió alcaldía. Contrajo matrimonio en 1967 con Elcy Jiménez Martínez, hogar del cual nacieron Franklin, Edwin, Yamile, Diego Luis, y Fredy
Política para crecer
Tres candidatos para la primera alcaldía por elección popular. Año 1988: Bernardo de extracción conservadora, Gustavo Giraldo, Liberal y don Julio Jiménez como tercer candidato. Como alcalde, le correspondió el inicio de la pavimentación vía Marinilla Guatapé, gestionó para incluir pavimentación la Avenida-malecón. En 1998 repitió alcaldía con el apoyo, de liberales y conservadores, superando al candidato conservador Alberto Naranjo. Su sueño era acabar con la hegemonía conservadora y buscar los mecanismos para lograr un consenso municipal “yo quería impulsar en Guatapé lo de la Constituyente, que fuera la comunidad soberana la que decidiera y que pudiéramos a consensos y tener un único candidato a la alcaldía”. Se recibió asesoría de otras experiencias como las de Mogotes, Santander y Tarso Antioquia. Iniciativa importante que adelantó con el auspicio de la gobernación de Antioquia, “la firma del Pacto por la Infancia” en 1999 y que
posteriormente dio pie al inicio del Plan de desarrollo Humano, social y sostenible “Movimiento Niño”, completa don Bernardo, “queríamos contribuir a la formación de un nuevo ciudadano para Guatapé, no escatimamos ningún esfuerzo para este objetivo, que llegó a ser modelo nacional e internacional”. Político de hechos que aborrecía la politiquería.
Medio siglo pensando y obrando por su pueblo
Por lo significante de la travesía de su vida entre su comunidad, bien puede considerarse que Bernardo es un baluarte de esta historia llevada con prudencia, aplomo y dignidad. Estaba presente en todo movimiento social en favor del desarrollo, sólo por gusto y voluntad. Siempre vivía interesado por los avances de su pueblo y preocupado por cada una de las problemáticas que iban apareciendo. Siempre exhortando a la gente a buscar cambios favorables “para que el pueblito no decaiga”, eran palabras muy de él. Se preguntaba y preguntaba cada que eventualidades complejas afectaban la vida comunitaria: “y ahora pensemos qué vamos a hacer y con quién contamos, no podemos dejar que esto se vuelva un desorden”. Una expresión muy propia y frecuente cada que esta comunidad entraba en momentos difíciles era: “tenemos que hacer algo, no podemos permitir que el pueblito se caiga”.
Ideas que rondan
Como ciudadano del pueblo, siempre estaba en función de pensamientos de construcción colectiva. La puntualidad era una de sus herramientas y a la vez exigencia para con quienes compartía labores. Nadie como él practicó, enseñó y exigió puntualidad. Como anécdota de esta presentación, recordarán muchos que en la escuela tenía un tablero que exponía en mitad del corredor principal con la lista de estudiantes que llegaban tarde a clase. Estaba titulado en letras mayúsculas con tiza roja y amarilla así: “Retardados”. Dolorosamente, la humilde pluma que escribe aquí, estuvo encabezando esa lista en varias ocasiones. Vivía lejos del establecimiento. Para hacer el camino a la escuela era una hora y media en carreras de niño y había que cruzar dos quebradas

cristalinas y mansas en verano, oscuras y borrascosas en invierno; sobre todo en los meses de abril y octubre. “Abril, aguas mil y octubre de invierno se cubre” decían mis viejos y esas quebradas lo constataban. Fueron muchas las horas, sentado a la orilla de esas “crecientes” esperando que bajara su líquida soberbia para saltarla y volar a que me apuntaran en esa ingrata lista. Buen padre, buen hombre. Madrugaba más que todos los estudiantes. De alcale iba adelante con la pala al hombro. Gozaba de humor fino y entendía la vida como una marcha de todos aportando para el bienestar de todos. Como nota valiosísima para la historia de este pueblo que tantos líderes le han aportado a la paz y al progreso, registramos el nombre de don Bernardo como el primer exalcalde de elección popular que fallece por causas de enfermedad y edad y no por ninguna otra causa que manche la dinámica política local.

Pulcritud y buena presentación.



Para don Bernardo la pulcritud era asunto personal que iba de la mano con la buena presentación y como extensión, la casa la calle y el pueblo; así deberían permanecer. Pocos como don Bodo (que así le decían muchos de los que conocían su firma). Son tan fieles a una causa municipal. Guatapé debe mucho a don Bernardo. Un año estuvo por fuera, el 2000, por causa del conflicto armado. Por su seguidad y la de su familia, estuvo en La Pintada y Medellín esperando que la tormenta de la violencia pasara. Decía: “la cara de Guatapé se ve es desde ese espacio entre el puente y Playa Hermosa”. Era la zona donde más se le vio últimante limpiado prados y vías. Su ejemplo es la huella de su paso por varias generaciones enseñando, gobernando, trabajando y aplicando. Un doble exalcalde recogiéndole la basura a la gente, el estiércol de animales de calle, dando presentación al malecón, al puente y salida hacia San Rafael y lo hacía día a día de madrugada, hasta Teatro de la escuela en que se estrenó uno de los primeros que una silenciosa televisores en Guatapé. Allí los estudiantes asistían a clases enfermedad lo televisadas de INRAVISION fue abatiendo. Sin embargo y a pesar de sus ochenta años, su deceso fue un golpe absolutamente temprano e inesperado.
Paz en su tumba.

