019 junio 2003 cid

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Existe una propensión en los argentinos a considerar que la historia de nuestra patria se inicia el 25 de mayo de 1810 con la convocatoria al Cabildo Abierto del 22 de mayo o, yendo un poco más atrás, con la invasión de los ingleses en 1806. Sin embargo, es bueno recordar que estas tierras, no sólo la costa del Río de la Plata sino las del país de más adentro, exhiben una protohistoria por demás importante. Los pueblos guaraníes y pampas que poblaron el norte del país de hoy los unos y la llanura pampeana los otros, tuvieron –al igual que el imperio de los Incas– singular influencia en la dura conquista civilizadora que llevaron a cabo los primeros Adelantados. Tras el fracaso del primer desembarco en el Río de la Plata (Pedro de Mendoza, 2 de febrero de 1536), hubo de pasar casi medio siglo para que –ahora sí con un plan predeterminado– se prepare la expedición que, bajando desde Asunción por río y por tierra, debe repoblar el desaparecido Real de Santa María del Buen Aire. Ya no es una expedición militar con un millar o más de hombres, sino una partida muy pequeña de españoles e “hijos de la tierra”, como se les llamaba a los nacidos en este suelo americano. El líder es ahora Juan de Garay, que viene de fundar Santa Fe y llega el 29 de mayo de 1580, domingo de la Santísima Trinidad, a las inmediaciones del paraje donde había desembarcado Mendoza 44 años antes. Los preparativos finalizan el 11 de junio, fecha en que se cumplen los rituales de las Leyes de Indias, celebrando la primera misa fray Juan de Rivadeneyra. “... y la dicha ciudad mando que se intitule Ciudad de la Trinidad” en “...este Puerto de Santa María de los Buenos Ayres, en la provincia del Río de la Plata”. La Trinidad formaría parte del territorio del Virreynato del Perú, cuya capital era Asunción, situación que se conservaría hasta l617 cuando se crea la Gobernación del Río de la Plata, pasando Buenos Aires a ser su capital. Recién en 1776 la Corona española dispone la creación del Virreynato del Río de la Plata, recordando que Pedro de Cevallos fue el primer virrey de estos lares.

Pero volvamos hacia atrás en esta historia de nuestra patria. Cumplidas las formalidades de la fundación, Garay demora la ceremonia de asignación de tierras a los expedicionarios, acción que recién concreta el 17 de octubre de 1580. A partir de allí, puede decirse, cada poblador pasa a ser vecino de la nueva ciudad, al recibir una de las 65 “suertes” o terrenos de labor, en que se había dividido la “ciudad”. 31 de tales “suertes” o “chacaras” pertenecen a la actual ciudad de Buenos Aires. El territorio correspondiente hoy al barrio de Boedo comprendía parte de las suertes 10 y 11.

Sin embargo, fue recién en 1991 cuando comenzó a popularizarse la celebración, a partir de la decisión del jefe de Gobierno de

del borde urbano, que hacia el oeste pasó de la línea Salta-Libertad (1769) a Entre RíosCallao (1820), Cordoba-Medrano-Castro Barros-Boedo (1867) hasta, finalmente y con la integración de las tierras de San José de Flores y Belgrano (1888) al actual límite de la Av. General Paz, impusieron también modificaciones administrativas.

llos vecinos de la ciudad que, a partir de los expedicionarios que acompañaron a Juan de Garay, poblaron la ciudad hasta nuestros días. Aquellas primeras seis parroquias fueron luego 15. Nacieron más tarde las circunscripciones policiales (veinte) y en 1904 las circunscripciones municipales, también 20: Velez Sársfield, San Cristóbal Sud, Santa Lucía, San Juan Evangelista, Flores, San Carlos Sud, San Carlos Norte, San Cristóbal, Balvanera Oeste, Balvanera Sud, Balvanera Norte, Concepción, Montserrat, San Nicolás, San Bernardo, Belgrano, Palermo, Las Heras, Pilar y Socorro. Nuestro Boedo de hoy tiene su origen en las circunscripciones o parroquias de San Cristóbal Sud y San Carlos Sud, como puede observarse en los testimonios notariales de aquellas épocas. La norma dictada por el intendente Manuel Iricíbar en 1968 (ordenanza 23.698), modificada en parte luego por el intendente Saturnino Montero Ruiz en 1972 (ordenanza 14.288), estableció los 46 barrios modernos (entre ellos tuvo carta de ciudadanía Boedo), con el reciente agregado del barrio 47: Puerto Madero.

Nace el Día del Vecino De aquellas primitivas divisiones se pasó luego, en 1769, a la delimitación de los lindes En 1946 un vecino de Villa del Parque, parroquiales, origen de los actuales barrios. Catedral, San Nicolás, Socorro, Piedad, Romeo Raffo Bonti (1880-1954) propulsó la Montserrat y Concepción fueron los primeros celebración, el 11 de junio de cada año, del nombres. La extensión de los sucesivos límites Día del Vecino, como homenaje a todos aque-

La idea fue recibida con entusiasmo por la Asociación Vecinal de Villa del Parque, que lo instituyó en su barrio a partir de aquel año. Con el tiempo se iniciaron gestiones ante la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires tendientes al reconocimiento de la fecha, las que finalmente tuvieron final feliz, ya que el órgano municipal aceptó la propuesta en 1959.

efectuar un reconocimiento público a vecinos e instituciones de todos los barrios que se hubieran destacado por sus acciones solidarias y participativas. Para efectivizarlo se requiere de las entidades intermedias la postulación de personas e instituciones que reúnan aquellos requisitos y en un acto central, realizado el 11 de junio de cada año, se les entrega las plaquetas y diplomas que certifican la distinción. En esa fecha, en el Centro Cultural General San Martín, serán reconocidos por el barrio de Boedo, entre otros, Oscar Schiaritti y Héctor González, ambos con carácter Post Mortem, el profesor Miguel Angel Caiafa, el profesor Ernesto Grafman, el periódico independiente “Nuevo Ciclo” y la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo. Aníbal Lomba

Luego de compartir territorialmente con sus vecinos de Almagro, San Cristóbal y Parque de los Patricios las antiguas parroquias de San Carlos o San Cristóbal, el 11 de junio de 1968, siendo presidente de la Nación el general Juan Carlos Onganía e intendente de la ciudad de Buenos Aires el señor Manuel Iricíbar, se dicta la ordenanza N° 23.698, que se publica en el Boletín Municipal N° 13.336 del 25 de junio de ese mismo año. Dicha norma establece los límites precisos de todos los barrios capitalinos. Los fijados para el barrio de Boedo, subsistentes a la fecha, resultan: Av. Loria (ahora Sánchez de Loria), Av. Caseros, Av. La Plata y Av. Independencia. Posteriormente, bajo la presidencia del general Alejandro A. Lanusse, siendo intendente de la Capital el contador Saturnino Montero Ruiz, se dicta la ordenanza N° 26.607, publicada en el Boletín Municipal Nº 14.288 del 4 de mayo de ese año. En ella, bajo el título “Límites divisorios de los barrios de la Ciudad de Buenos Aires”, haciendo referencia a la ordenanza anterior ya citada, se estipula una revisión de la misma, a fin de ajustar definitivamente la división administrativa de la ciudad. Si bien son varias las modificaciones establecidas, que afectan a numerosos barrios, Boedo no registra alteración alguna, ratificando en consecuencia esta nueva ordenanza el perímetro anteriormente asignado. (Del Manual Histórico Geográfico del Barrio de Boedo, Aníbal Lomba-Alicia N. Rodríguez, Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo, 1998)


ESCUELA DE TEATRO de Virginia Lago: abierta la inscripción. Cursos, seminarios y talleres. *NIÑOS (Sábados de 15 a 17) - ADOLESCENTES - ADULTOS INFORMES: 4 932-3390 (Fabiana), 4 931-7960 (Pablo).

Lunes de 19 a 21.30: Curso de actuación en comedia musical. Omar Pini.

Jueves de 19 a 22: Curso de teatro. Omar Sucari. Informes e inscripción en día y horario de los cursos.

Martes, desde las 20 hs.: Clases de tango. Y a partir de las 21 se arma la “milonga”. Micrófono abierto.

Sábados a las 22: “Apocalypse off” de Pablo Rey. Dirección: Omar Ottomani.

Sábados, domingos y feriados a las 17: “El misterio del castillo encantado”.Musical infantil BIBLIOTECA “LUBRANO ZAS”: ver actividades de la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo.

UCBA (Unión de Correctores de Bs. As.) Talleres 2003: *El arte de corregir,*El lenguaje y la comunicación, *Ortografía razonada y *Análisis literarios de letras de tangos.

... “Rolando Lois es de esos artistas que han sabido penetrar más allá de los planos de lo visible, desentrañando lo esencial tanto en el colorido como en la arquitectura de lo circundante...”, dice Salvador Linares de nuestro artista boedense, que expone en la galería Edea, Defensa 771, del 3 al 15 de junio.

DIARIO DE A BORDO: LIBRO DE BITACORA José Martínez-Bargiela A bordo de la poesía que tanto y tan bien lo define, J. M-B. nos invita a acompañarlo en éste, su singular Libro de Bitácora, en el que desarrolla su expedición, compartida con tigres, leonas y yeguas cansadas, mientras el poema va expresando su lugar, ubicado por el poeta trotamundos que perfila en su entendimiento de la vida, y en su logrado arribo a puerto, la medida de la penetración poética. (A. de la F.)

El equipo de supervisores del Distrito Escolar 6º y el personal directivo invitan al acto de Promesa de Lealtad a la Bandera a realizarse el viernes 20 de junio a las 13 en Boedo y San Ignacio. (En caso de lluvia la reunión se realizará en la sala del ex cine Cuyo, Boedo 860).

El martes 17 de este mes, a las 14, en el Salón Dorado de la Casa de la Cultura, Avenida de Mayo 575, 1er. piso, se realizará la entrega de

premios del concurso de ensayo e investigación histórica “Por siempre Gardel”. El certamen ha sido organizado por la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, la Dirección General de Museos, el Museo Casa Carlos Gardel y la revista “Todo es Historia” y el jurado estuvo integrado por Félix Luna, Ana Sebas-tián y Sergio Pujol.

Viernes a las 21: “Viernes de humor”. (A la gorra) Sábados a las 21: “La Nona”. Domingos a las 17: “El Rey León” (musical infantil) Entrada $ 2. Menores de 5 años, gratis.

CURSOS: *Teatro para adolescentes y adultos *Teatro para niños *Gimnasia *Tango *Salsa.

Estamos trasladando la sala teatral al piso superior donde contará con tratamiento acústico y butacas. Talleres de arte “LA VIA”.

El “II Ciclo de Historia de los Barrios” que organiza la Junta Central de Estudios Históricos y el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, se desarrolla a través de charlas en ámbitos barriales que abordan su temática histórica. El miércoles 18 de junio, a las 19, en el Espacio Boedo XXI de Boedo 853, disertarán destacados representantes de dos barrios que tienen mucho en común en sus orígenes y convivencia. Otilia Da Veiga nos hablará de “San Cristóbal en el tango” y Concepción Gamás expondrá sobre “Imágenes de San Cristóbal”. En el “ámbito” boedense, Alberto Di Nardo disertará sobre el poeta Atilio Jorge Castelpoggi, culminando Rubén Derlis con su “Turismo para iniciados o sentir más que mirar”

Para jóvenes y adultos: (Dibujo, pintura, objetos). Martes y/o miércoles de 18 a 20; Para niños: (Dibujo, pintura, escultura, cerámica, títeres, juguetes). Jueves y viernes de 17.30 a 19; Coordinación: Lucas Marín. Y las “comidas con arte” que incluyen el espacio de venta de productos alimentarios artesanales.

TALLERES LIBRES Y GRATUITOS: de 18 a 21. Informes e inscripción en este centro o en La Rioja 850. G.C.A.B.A. Sec. de Cultura. Dirección de Promoción Cultural.

Sábados y domingos a las 16 : “Relatos casi disparatados” de Roberto Vega. Espectáculo para la Infancia y la Juventud. Entrada $ 4.-

TALLERES: abierta la inscripción 2003

CURSOS Y TALLERES AREA MÚSICA: Ediciones La luna que, Bs. As., 2002 EL RAPIDO DEL SUR. Apuntes para un nuevo Código de Indias Raúl Alberto Schnabel En este nuevo Código de Indias que R. A. S. nos brinda con ética precisión, recorrerá el lector nuestros ámbitos, tantas veces violados por impericias, agotamiento e injusticias, en las que se fueron forjando nuestros pueblos, en un sin par de ir y venir al que nos invita el autor, agudo transeúnte de la palabra, que desde el Sur al Norte, desde ese Fin del Mundo en la Tierra del Fuego hasta un Cuzco saqueado y destruido, nos sacude nuestra esencia americana. (A. de la F.) Ediciones Corregidor, Bs. As., 2003

Suenan lejanos los tiempos en que Claudio Couso y Concepción Nátoli se conocían sobre las tablas de Los Independientes –hoy sala Payró– dirigidos por Onofre Lovero. Titina recuerda, con nostalgia que le perla los ojos, la génesis del espacio que hoy sobrevive a la desaparición de su creador: Héctor González. Porque desde esos primeros peldaños de actuación cuando ella usaba su verdadero nombre y él un seudónimo a cobijo de la censura paterna, la idea de una sala propia en el amado Boedo se había transformado en un satélite pertinaz de la cabeza de Héctor. Cuando en 1979 instala la inmobiliaria en el añoso edificio de Boedo y San Ignacio, concreta no sólo una fuente de ingresos vinculada a su amor barrial. Allí, sobre su propio techo, un primer piso cuyo notorio deterioro no opaca su raigambre ni su ubicación, provoca la imaginación de Héctor durante los nueve años siguientes en que persiste la imposibilidad de obtener el espacio por hallarse ocupado. Cuando finalmente, en 1998, lo consigue,

emprende la titánica tarea de acondicionar un lugar que lleva un siglo a cuestas. De sus muros brotan historias impensadas, sedientas de otras nuevas historias a las que Héctor quiere brindar espacio perfeccionando el clima que se respira en el lugar para hacerlo acogedor. Así va armando un pequeño museo de recuerdos boedenses mientras equipa la sala donde comienzan a desfilar los transeúntes de la vereda escénica, esos que no tienen oportunidad en los lugares en que la prioridad es la renta. Y también la cita homenaje, el encuentro recuerdo, la biblioteca de “la Junta”, la Asociación de Correctores y la apertura a cuanta inquietud cultural necesite cobijo. El espíritu del “gordo” González sigue en planeo bajito, muy cerca del primer piso de Boedo 853, y hay alguien que mantiene viva su pasión, simplemente porque siempre la compartió. Titina, su esposa, su compañera de elenco de cuando sólo eran Claudio Couso y Concepción Nátoli forjando una ilusión. Titina: la que te sigue alcanzando la copa de vino antes de entrar a la sala.

INSTRUMENTOS CANTO Y CORO TALLERES GRUPALES: CANTO (Música popular) GUITARRA ARMONICA ENSAMBLE TALLERES DE ARTE: DIBUJO HUMORISTICO DIBUJO Y PINTURA FILETEADO PORTEÑO TEMA Chicos (6 a 12 años): INICIACION MUSICAL INSTRUMENTOS DIBUJO HUMORISTICO

JUNTA DE ESTUDIOS HISTORICOS DEL BARRIO DE BOEDO Las Casas 3639 Dep. 4 / Tel.: 4 924-6858 E-mail: boedohistoria@yahoo.com

Los sábados de 10 a 13.30: En la vereda, bajo los tilos de Boedo 853, se despliega la mesa de publicaciones de la Junta, compartiendo su espacio con “Ediciones Papeles de Boedo”, “Desde Boedo” y “Boedo XXI”. Biblioteca pública “Lubrano Zas”: en Boedo 853, piso 1º, Tel.: 4 957-1400; Horario de atención al público: Lunes de 15 a 17; Miércoles y Jueves de 17 a 19. “Te espero en el café”: En “Recuerdo”, Esquina Osvaldo Pugliese, Boedo y Carlos Calvo, el sábado 14 de junio a las 17.30. Audiovisual Buenos Aires y sus presencias a cargo del Dir. del Museo de la Ciudad arq. José María Peña. En el encuentro musical, Graciela Ottavis nos brindará sus canciones acompañada en guitarra por Marcelo Saraceni. Nuestro próximo encuentro: sábado 12 de julio.


“...hay algo que se llama autoestima, que es más importante, incluso, que los alimentos...” Ante la medida expectativa que provocan las primeras actitudes de la nueva conducción, las reflexiones iniciales apuntan al restablecimiento de la dignidad del hombre que ha sido sepultada por la pérdida del trabajo, el deterioro de su educación, el quebranto de la salud y el amparo social, el desparpajo en la desigual distribución de la riqueza. Fueron años de convencimiento dentro de un entorno propicio: calidad de vida es shopping, country, automóvil, consumismo. Años de dilapidación de la fuente esencial de la dignidad del hombre: su propio trabajo. Importaciones indiscriminadamente abiertas, destrucción de pymes y, consecuentemente, de fuentes laborales, privatizaciones irresponsables..., uno llega a la conclusión de que los únicos rubros que aumentaron su producción son cartoneros, piqueteros... y delincuentes en sus tres versiones: hambre, afición y guante blanco. “...hay algo que se llama autoestima, que es más importante, incluso, que los alimentos...” La desocupación fue concebida como el estandarte del deterioro personal logrando que el espejo se constituyera en una verdad vergonzante. Y un hombre que no logra respetarse a sí mismo soporta el agobio de la pérdida de la esperanza. Un perdedor “no exitoso”, un looser funcional al sistema, mano de obra regalada más que barata, un indeseable paria condenado a la opción hambre o delito. Seguramente hurgando en la basura existe la posibilidad de encontrar cartones y comida a la vez que se arroja, en la misma bolsa, la dignidad. “...hay algo que se llama autoestima, que es más importante, incluso, que los alimentos...” ...nos dijo Fidel Castro desde las atiborradas escaleras de la Facultad de Derecho donde estaban los fanáticos que todo le perdonan, los objetores que lo admiran con puntuales discrepancias y hasta aquellos cuasi nematelmintos que a pesar del rechazo no pudieron resistirse a contemplar de cerca al fenómeno. Todos tenían algo en común, el gesto del hechizo, los oídos inusualmente atentos a todas las inflexiones, al índice en ristre, a los calculados énfasis del orador infatigable. “...que es más importante, incluso, que los alimentos...” – repitió. Un ciclo acaba de culminar. Oprobioso, casi terminal. Se inicia otro. Inusualmente, toda América Latina concurrió al comienzo de gestión. Todos quisieron rodearnos de buenos augurios y respaldar el cambio mientras el Presidente, exultante, no sabía qué hacer con su bastón y exponía su frente al roce popular. Las anécdotas, el inicio, el impulso. Parece haber llegado la hora de recobrar la dignidad perdida en tanta relación carnal, porque... “...hay algo que se llama autoestima, que es más importante, incluso, que los alimentos...” Mario Bellocchio

prendices de historiadores de la ciudad o metidos a deberían imitar para salvar burdos errores repetidos incansablemente de texto en Acerca del libro “Buenos texto y que denuncian su lado de refritadores, Aires: el barrio de Flores con más ansiedad por darse a conocer que por y sus hechos”,... o un nuevo enfoque para el exhaustivo pesquisamiento. Aquí se nos presenta una obra de primera mostrar la historia barrial, de Angel O. Prignano. Edición de la Junta de Estudios agua que no dejará de asombrarnos por su Históricos de San José de Flores, Bs. As., 2002 cúmulo de datos, gran parte de ellos puestos en letras de molde por primera vez gracias al Entre un enamorado de los barrios de incansable hurgar en las entrañas de un barrio, Buenos Aires que con su pluma canta, exalta, de su barrio, por el autor. Y si estábamos comenta, o baja líneas a quien corresponda por acostumbrados a leer historias lineales, es el maltrato que la ciudad padece, y un riguroso decir, a seguir el hilo conductor de la acción historiador de estos mismos barrios abocado a que el narrador nos proponía, en el caso de detalles que para los neófitos la más de las estos anales florenses ha dejado de ser así. Al veces pasan inadvertidos, median algunas di- clásico Había una vez... debe substituírselo ferencias; entre ellas las del lenguaje y el estilo por el Busco, luego encuentro, pues este no son las menos importantes; la otra, funda- volumen es más un diccionario históricomental para el corpus de la obra, es la precisión barrial que un libro de historia convencional. en la datación de los hechos. Mientras el Pero es posible leerlo esto para lectores de háprimero puede poetizar sobre el tema y hasta bitos más tradicionales desde sus “Aclaraembelesarse con imágenes y metáforas, el se- ciones, advertencias y agradecimientos” hasta gundo no dispondrá de estos artilugios cauti- la bibliografía, metódicamente, ya que el revadores del lector. Arduo resultará entonces su sultado final será el mismo: un quedar imtrabajo para atraer la atención sobre un tópico pregnado de vivencias florenses. Sin embargo hasta no hace mucho sólo accesible a los quien esto firma optó por una lectura más entendidos en la materia, y que ahora, visto el cortazariana según la propuesta a la que invilibro que nos ocupa, se querrá de divulgación, taba Rayuela, y con datos abrevados a saltos según creemos advertir por cómo se maneja su de páginas desplegó en su mente un vivo autor con su contenido. Este es el difícil mosaico del respirar de un barrio que antes de camino que Angel O. Prignano comenzó a serlo ya había nacido pueblo. Usando los meses como sistematizadores, el transitar desde la primera línea escrita de su Buenos Aires: el barrio de Flores y sus hechos; autor pone ordenadamente en cada uno de efemérides y cronología y del cual sale tan ellos día y año precisos en que los hechos acontecieron, y como si esa simple mención airoso como cuando lo inició. No más hojear sus casi trescientas páginas no bastara, despliega su sapiencia y relata con para darnos cuenta de las horas-hombre con- precisión no exenta de amenidad pormenosumidas en la titánica tarea de investigación rizando situaciones. Para el lector común ya llevada a cabo con una paciencia con la que no esto sería harto suficiente, tendría de sobra todos hemos sido dotados; paciencia a la cual para saber de Flores como antes nadie le había Cine Opera, años 40.llena de admiración como mostrado, pero Prignano va por más; entonces quien esto escribe En la avenida Corrientes se podía estacionar en el centroda decuerpo la calzada a la “Cronología” que arranca un 10 simple lector de temas que vivifican el espíritu de Buenos Aires; paciencia que muchos a- de enero de 1606 y finaliza el 22 de febrero de

2002. (Seguramente ya tendrá fichado lo acontecido desde el día 23, que es la manera de meterse en la historia de un artífice que maneja con baquía todas las herramientas de su oficio de verdadero historiador.) Para ir cerrando, nos facilita la búsqueda de lo que necesitamos consultar, desplegando un “Indice de nombres y temas” donde nada falta, y concluye con una tan rica como extensa “Bibliografía” que resulta ser una invitación para emprender nuevos viajes porteños. Y pone el punto final porque ya no le hace falta más. Así como hoy pensamos en Del Pino o en

Otazú cuando de anales boedenses se trata, en Córdoba si hablamos de Belgrano, en Granelli si citamos a Almagro, en Noceti si se nos ocurre Coghlan, en Larroca si nos asalta San Cristóbal, sólo por nombrar unos pocos de los tantos imprescindibles para el mayor conocimiento de nuestra ciudad, a partir de ahora tendremos que decir Prignano como referente insoslayable cuando de San José de Flores estemos necesitados.

Luego de la privatización criminal que hemos sufrido los argentinos, reconforta saber que aún nos queda algo propio. En efecto, si hemos de creerle a la Academia Argentina de Letras, existe un “habla de los argentinos” que es inmune a los embates del inglés y sobre la que ni siquiera el mismísimo Aznar (para decirlo en términos lingüísticos, una mala traducción de Bush al español) podría dictar un embargo. Preventivamente, no obstante, la Academia ha tenido la precaución de salvaguardar nuestra habla nacional en un diccionario de reciente aparición: el “Diccionario del habla de los argentinos”. Suele decirse con frecuencia que para un escritor su lengua es su patria. La connotación nacional de este diccionario demuestra que no son sólo los escritores los que habitan en la lengua aprendida en la infancia, sino que a todos, como decía Italo Calvino, “la lengua nos lleva en ella como un útero materno”. No se trata, como bien se aclara en el prólogo, de un diccionario de “argentinismos” (algo así como un diccionario de palabras que sufren una artrosis deformante que las aleja de los cánones anatómicos del español de España), sino de un diccionario que “registra usos léxicos diferenciados de los de la Península, en vocablos y en acepciones. Es decir, un

diccionario contrastivo, cuyo elemento diferencial sería el ‘Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española’: voces y usos del español argentino diferentes del español peninsular”. En términos concretos esto significa que es capaz de consignar familias enteras de palabras que no tienen abolengo y que, como tantos argentinos, están en la calle: “chanta, chantapufi, chantún” y expresiones que parecen hechas a medida para describir la actitud de los políticos respecto de la inundación de Santa Fe como “hacerse el chancho rengo”. Este diccionario, como todos, es muchas cosas a la vez: una especie de campo de refugiados donde las palabras marginadas de la oficialidad lingüística se preservan de la muerte y, también, un segundo grito de independencia respecto de la corona española. Existe todavía algún trasnochado que otro que cree que Fernando VII no ha muerto y que sostiene que “los argentinos hablamos mal” porque no lo hacemos como en España o que dice “suponte” en vez de “suponete” en la certeza de que la conjugación española le asegurará un lugar de privilegio si no en el Cielo, por los menos en la mesa de Mirtha Legrand. En este sentido, el “Diccionario del habla de los argentinos”, como todos, constituye una reivindicación política. No es casual que los

diccionarios, al igual que las gramáticas, nacieran en el proceso de formación de los estados nacionales. Ahí están Don Sebastián de Covarrubias y Orozco y el señor Nebrija para confirmarlo. Finalmente, como todos, también este diccionario es un objeto que nos libera de la “angustia de infinitud” (Roland Barthes dixit) al ofrecernos un número finito de voces que nos produce la ilusión –falsa, como todas las ilusiones– de que el inabarcable mare mágnum de la lengua puede guardarse en una caja. Y es, además, “una máquina de soñar; al engendrarse, por así decirlo, a sí mismo, de palabras en palabras” (nuevamente R.B.). Puestos a soñar, entonces, sería bueno soñar para el término “argentino” acepciones más felices que las que hoy llevamos casi todos en el diccionario de la memoria nacional, acepciones que no consignen solamente lo que nos han quitado, sino también lo que nunca podrán quitarnos. Por ejemplo: “argentino: dícese de la persona que lo ha perdido casi todo, pero que aún mantiene el privilegio de que al pronunciar ciertas palabras le quede en la boca el lejano y entrañable sabor de la leche materna”.

La Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo ha distinguido a nuestro periódico “por su aporte a la cultura ciudadana”, según lo expresa en el diploma otorgado que lo acredita como “periódico de interés cultural”. Destacamos que en nota elevada a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, se solicita que la distinción sea trasladada a todo el ámbito capitalino por medio de una declaración de dicha institución de gobierno. Sirva la oportunidad para agradecer el honor recibido, que se extiende, en especial, a quienes colaboran en la posibilidad de este modesto trabajo mensual que pretende albergar las inquietudes culturales barriales nacidas en Boedo.

Sobre el cierre de este número, nos llega la dolorosa noticia. Irónicamente, la última nota que Gabriel Montergous había entregado a estas páginas describía con generosos trazos la desaparición de Gudiño Kieffer. Dura tarea la de la despedida a un colaborador de incuestionable talento. No queremos asumirla con la premura de la entrega de edición. En nuestro “Desde Boedo” de julio trataremos de que la descripción de la pérdida se traduzca en nuestro imprescindible homenaje.

Rubén Derlis

Mónica López Ocón


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Hablé por primera vez con José Saramago por teléfono; con un amigo como nexo y operador, pude agradecer la lectura de su Historia del cerco de Lisboa. Saramago, desde algún lugar de Buenos Aires, dijo gracias, repetidas veces. Mi amigo me había tildado de admirador, y efectivamente lo era; lo fui de manera instantánea, lo supe con la certeza incuestionable que da la sospecha simple que a veces acompaña a ciertos libros notables. La comunicación terminó, y fui feliz porque tuve la sensación de que había hablado con un ser humano que sabía de escuchar y agradecer. La segunda vez que hablé con Saramago, él tenía en su mano un ejemplar de La caverna. Yo estaba sentado a su lado. Era diciembre del 2000 y estábamos en un café de La Recoleta. La historia de mi llegada hasta esa silla es larga, y debo agradecerla a dos personas, Marcelo Caballero, amigo librero y operador telefónico en el pasado reciente, y a Fernando Esteves, editor de Alfaguara Argentina. No más de diez personas fuimos testigos en la mañana recoleta. Un apurado, uno de esos que nunca faltan, enseguida alcanzó un ejemplar pidiendo la firma. Saramago, con elegancia y muy buen humor, dijo que todavía estaba en ayunas, y entonces se quedó con el libro en sus manos. Aclaró que no estaba en una reunión con libreros nada más que para apoyar las ventas de La caverna. Dijo estar ahí

para que entre todos peleáramos para que esto, y tomó el libro, no desaparezca. Estaba por comenzar una clase, de caricia virtuosa, me gusta llamarla, cuando dijo que ahí adentro, refiriéndose al libro que seguía en su mano, hay una persona. Dentro del libro está el autor. No debemos permitir que los libros se pierdan. El libro se convirtió así en el centro de la tormenta, en el corazón agitado de la recién inaugurada escuela de la caricia. El libro podría haber gemido, podría haber gritado porque al fin había dado con un hombre que sabía de acariciar. Un hombre que sabía de la importancia de avanzar sobre un cuerpo apenas dos centímetros cuando sólo son necesarios esos dos centímetros; un hombre que sabía de liberar la caricia para que recorra el lomo del libro que ya no sabe de título ni de autor y mucho menos de logo editorial. Un hombre de manos humanas, amigas; eróticas manos las de José Saramago que transformaban en hombres privilegiados a todos aquellos que pudieran ver lo que este mundo, este momento de mundo, estaba regalando. Surgió una pregunta sobre La caverna. El interrogante, planteado por el engalanado corcel que pidiera el autógrafo en ayunas, apuntó a la ubicación geográfica donde transcurre la historia. Saramago responde que no hay un lugar preciso. La historia puede ocurrir en cualquier sitio. Pero el apurado corcel no se conforma. Declara que para él, el lugar es una ciudad de Brasil (dio el nombre pero no lo recuerdo), y que llega a dicha conclusión por la cantidad de kilómetros que hay entre la alfarería de los Algor y el centro comercial. Saramago reitera que no, el lugar no es Brasil. El lugar es todos los lugares, intervengo. Sin embargo, el apurado, y ya asombrando al reducido auditorio, insiste con Brasil. Saramago mira a Fernando Esteves y le pide que, en la próxima edición, suplante los treinta kilómetros por otro número, cien kilómetros, para que así el lugar deje de ser Brasil. Para coronar la salida, Saramago deslizó, en tono más bajo, una ironía final, dijo algo así como, Y si queremos saber cuál es el lugar, podemos pre-

El relato histórico posee, entre otras, una característica fundamental: la selección de los sucesos a narrar; selección travestida en “objetividad” que pasa forzosamente por el cribado ideológico del relator. Referirse a Manuel Belgrano sólo como el creador de la bandera no escapa a esta característica, ya que esa creación fue un símbolo elegido por Belgrano para manifestar su empeño revolucionario e independentista, fue una manifestación política, no un fin en sí mismo. A Belgrano no le era permitido vencer a las tropas españolas desobedeciendo al Triun- temporáneos oficialistas pusiera tanto el énfasis virato, de ahí que la historia escrita por sus con- en el tema de la creación de la bandera. Las luchas independentistas fueron largas y sangrientas. Y no todos los hombres de Mayo adherían al mismo principio libertario; más aún, algunos no deseaban una revolución sino una simple reforma y muchos dieron un abierto paso atrás. Manuel Belgrano no estaba entre ellos. Obtiene en España su diploma en Leyes en 1789, año del comienzo de la Revolución Francesa. Por cuatro años viaja por toda Europa frecuentando los círculos políticos e intelectuales representantes de las nuevas ideas. De regreso, y como secretario del Consulado de Buenos Aires, impulsa la generalización de la enseñanza, el mejoramiento de los bienes exportables y relevantes reformas económicas; por su iniciativa se crea en 1799 la Escuela de Geometría, Arquitectura, Perspectiva y Dibujo, en cuyo reglamento se otorga igualdad de derecho a la educación a indios, criollos y españoles. A la vez, colabora en la fundación del primer periódico del territorio, el Telégrafo Mercantil, y crea el Correo de Comercio. En 1806, luego de la primera invasión inglesa, los miembros del Consulado reconocen la dominación británica; Belgrano se niega a tal reconocimiento, por lo que se ve forzado a refugiarse en la Banda Oriental. Regresa y continúa la lucha. Un año después actúa contra la segunda invasión.

guntarle al señor, que todo lo sabe. Así conocí personalmente a José Saramago; pude hablar con él y fui escuchado. Le transmití los saludos de mi amigo, el poeta Hugo Ditaranto, y le obsequié la novela (el obsequio a la altura del obsequiado) Nudos de Hierro de mi otro amigo, el escritor Gabriel Montergous. Ditaranto había conocido a Saramago en el Congreso Internacional Literatura en portugués José Saramago, que se llevó a cabo en la ciudad de Murcia, España, del 8 al 11 de febrero de 2000. Ahí Ditaranto leyó su trabajo El evangelio según Saramago, y se alojó en el mismo hotel donde paraba el escritor. Imposible no querer a Ditaranto, y a Saramago y a Pilar del Río, su mujer y su traductora, les alcanzó con los desayunos, almuerzos y cenas de esos días. Fue Ditaranto quien el 6 de mayo me dijo por teléfono, A las diez y media tomamos un café con Saramago, dale, vení. Antes de salir disparado hacia la casa del poeta, saqué deHebequer, la biblioGuillermo Facio teca el ejemplar de MemorialLámina del convento. X de la serieMe dije, Pido que me firme éste; el libro tiene una “Tu historia compañero” pequeña historia, mi mujer lo hizo traer para nuestro primer aniversario, por su mamá, desde España, porque en esos años no se conseguía por estas tierras. Otra vez estaba frente a José Saramago, otra vez las fichas de mi destino se habían acomodado, y entonces la charla, el momento. Estábamos sentados a una mesa de café, faltaba la vista a una calle de Buenos Aires porque era en el interior de un hotel cercano a Plaza de Mayo, pero estábamos de café, así de simple, José Saramago, Pilar del Río, el Tano, y yo. Una hora y media de café y palabras, y ahora estoy escribiendo, todavía en éste, el mismo mayo de 2003, y me parece mentira. Pude entregar a Saramago un ejemplar de mi último libro y contarle que mi historia hacía contacto con algunos de sus libros, su trilogía de la mirada, así la nombro (Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y La caverna), y ahora que escribo, creo que el contacto quizás esté dado en relación al intento del hombre por tomar conciencia, de vivir a conciencia despierta;

Designado vocal de la Primera Junta promueve el decreto de la enseñanza obligatoria. Sus ideales revolucionarios se oponen a todo tipo de reformismo; nombrado general, su mente sólo alberga lograr un objetivo: la verdadera independencia de la corona española. Pero Belgrano no es un militar, su figura y maneras dan prueba de su “civilidad”. Hombre de ideas y letras, no demasiado sano, poco esbelto, rubio de pelo y de piel, más parece un duque del Piamonte que un hombre de armas. Es que –parafraseando a Clausewitz– para Belgrano la guerra es la política por otros medios. Algo, sin embargo, denota una dinámica combativa: según sus contemporáneos caminaba tan rápido que se hacía imposible dar un paseo con él. En 1812 defiende las costas del Paraná de los embates realistas e instala en Rosario las baterías Libertad e Independencia, bajo el símbolo de una bandera creada a partir de los colores de la escarapela. Rivadavia, al frente del Triunvirato, le ordena seguir usando la española. Pero Belgrano no llega a recibir el mandato porque ya está viajando rumbo al Norte. El 25 de mayo de 1812, en Jujuy, hace bendecir la bandera por el sacerdote Gorriti; poco después es conminado por las autoridades a abandonar la lucha y dejar el campo libre a las tropas enemigas, ya que debido al temor de un posible regreso al trono de Fernando VII las autoridades locales se obstinan en minimizar la Revolución. Belgrano, empeñado en profundizarla y con el acuerdo del pueblo jujeño, organiza el éxodo del territorio dejando al enemigo sólo tierra arrasada. Se dirige al sur y en febrero de 1813, desoyendo abiertamente al Triunvirato, hace jurar a sus soldados fidelidad a la bandera celeste y blanca a orillas del río que a partir de entonces se llama Juramento. Al vencer al general español Pío Tristán en Tucumán y Salta, la trascendencia pública de Belgrano acumula prestigio en Buenos Aires. A pesar del Triunvirato. Después vendrían Vilcapugio y Ayohuma y San Martín se haría cargo del Ejército del Norte. Entre 1814 y 1816 el director supremo Gervasio de Posadas lo envía en misión diplomática a Inglaterra y España, junto con Rivadavia y Sarratea. El objetivo es asegurar la indepen-

Saramago habla de abrir los ojos y de hacerse las tres preguntas clave, Por qué razón las cosas son como son, para qué y para quién, quién se aprovecha, quién lucra. No tuve que explicar mucho, ya que se detuvo en la lectura de las páginas finales del libro donde yo puntualizaba estas cuestiones. Me agarró la mano y me dio las gracias. Saramago leyó la dedicatoria que mi mujer había anotado sobre Memorial... y la completó en la página siguiente. A esta altura la mañana pintaba de gloria. Llevé de obsequio dos de las miniaturas en acrílico que pinta mi viejo, dos pequeños paisajes de 7 x 17 cm en dos sobres, uno para José y uno para Pilar. Las miniaturas plastificadas dan origen a delicados señaladores. Ellos agradecían, Pilar enseguida planeó la invasión de las librerías de Buenos Aires con este tipo de señalador, y José todavía no se explicaba cómo podía pintarse, con tan poca pincelada, el árbol que ciertamente estaba mirando. Pilar dijo que difícilmente José conservara el señalador, Llegamos a casa y lo enmarca, es una obra de arte. Otra vez me sentí cómodo, frente a seres humanos, simples; de José, ya lo sabía, en Pilar encontré la misma dimensión, y ahora que lo pienso, en Pepa Sánchez, la secretaria de Saramago, igual deferencia en cada correo electrónico. No debería sorprenderse un ser humano por ser tratado como tal por un semejante, no debería, sería algo lógico que lo escucharan y que así fuera posible la relación, el intercambio de miradas sobre temas diversos; pero me digo que este síndrome de extrañeza se debe a que vivo en la Argentina, una tierra, un país muy propenso a parir categorías especiales y con ellas a los dioses de turno. Mucho dios parido, mucho dios de cinco minutos, dioses, por tanto, con poco tiempo y ningún interés de escuchar. Dioses paridos sin una sola palabra para empeñar y cumplir. En esa mañana de mayo, en esa mañana sin dioses, Pilar me dijo, Dame tu dirección que te envío El hombre duplicado. Fue el viernes al mediodía que un mensajero de la editorial me acercó un sobre con el libro prometido; en la segunda hoja, una dedicatoria y un abrazo de José Saramago. Edgardo Lois

dencia política del continente o, al menos, la libertad civil de las provincias. A su regreso viaja a Tucumán y el 6 de julio de 1816 insta a los congresales a no dilatar más la declaración de la independencia erigiéndose en uno de sus principales impulsores. Reasume por un breve período el mando del Ejército del Norte, ya que en 1819 debe dejarlo por razones de salud. Sufre de hidropesía, mal de Chagas, paludismo y cirrosis hepática. Traicionado en su amada Tucumán, ya muy enfermo y sin un centavo, Belgrano acata la orden de su médico de regresar a Buenos Aires. Con dinero prestado realiza el largo viaje hacia la casa paterna, aquella en la que había llegado a este mundo el 3 de junio de 1770 y de la que parte, cincuenta años más tarde, un 20 del mismo mes. Pocos días antes había pagado a su médico con el único bien material que poseía: su reloj. María Virginia Ameztoy


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