Revista Desafío Exportar N° 161.

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anuario

Opinión

“¿Los déficits son malos y los superávits son buenos?” Lic. Aldo M. Abram Economista y Director de la Fundación “Libertad y Progreso”.

Durante los últimos años, hemos escuchado y leído sobre lo preocupante del déficit comercial o en cuenta corriente. Muchos consideran que es resultado de una decisión de un país de gastar de más y que luego existe el riesgo de que no alcance el financiamiento para pagar ese compromiso; lo que derivaría en una crisis de balance de pagos. La realidad es que no funciona así y un déficit comercial o en cuenta corriente es preocupante según las circunstancias. Si pensamos en nuestra familia, sólo va a poder gastar de más cuando alguien esté dispuesto a prestarle y esta es una decisión previa. Es imposible que alguien pueda gastar lo que no tiene y lo mismo ocurre con los países. Los resultados negativos en el

balance comercial tienen que ver con la decisión previa de la gente e inversores de traer capitales del exterior; ya sea prestados o propios. Si estos no están disponibles o los residentes en el país no quisieran tomarlos, no habría posibilidad de importar más de lo que se exporta. O sea, a menor posibilidad de uso de recursos externos se podrá gastar más y a menor disponibilidad las erogaciones serán bajas, determinando mayor o menor posibilidad de crecimiento de la demanda interna. Si por un incremento en la confianza en la Argentina en el mundo hubiera disponibilidad de recursos crediticios o capitales para invertir localmente, estos fondos llegarían y serían colocados en miles de negocios que, si fueron evaluados correctamente, en el futuro generarán más producción y ganancias. Por lo tanto, con la rentabilidad obtenida, que es una porción menor de la riqueza generada, aquellos que tomaron plata podrán devolverla o los extranjeros que pusieron plata propia, repatriar los dividendos. Si algún empresario no tuviera capacidad de pagar los servicios de los pasivos tomados al exterior, quebraría; pero sólo lo

Desafío Exportar | Diciembre 2018

haría él y no aquellos que sí cumplen con sus compromisos. El problema es cuando esa deuda la toma el Estado, que no crea riqueza, sino que la gasta. Nada garantiza que a futuro alguien vaya a producir más y, con esos recursos, se puedan afrontar los servicios de la deuda. Si por algún momento el gobierno no consigue los fondos para pagar su deuda o no la puede refinanciar, la cesación de pagos llevará a todo el país a una crisis. Por eso, cuando se evalúa un déficit en el balance comercial o de Cuenta Corriente se debe observar primero quién es el que está tomando los fondos. Si es el sector privado productivo, es buena noticia; ya que quiere decir que hay mucha gente invirtiendo en el país, lo que implicará más desarrollo futuro. Cabe tener en cuenta que, si la inversión para un crecimiento determinado no se hace con ahorro externo, hay que hacerla sacrificando más consumo y bienestar interno. Por otro lado, las posteriores transferencias al exterior de los intereses o los dividendos suelen ser siempre una porción menor del total de la producción de riqueza generada por el capital origi-


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