16 Diez años. Diez historias.
¿Por qué a usted, señor Zuleta? Siendo León Zuleta un marica odiado por muchos, llegó a ser líder. Él fue esperanza para los excluidos y estorbo para quienes odiaban a los diferentes. No. 41 - Agosto de 2008
Juan Camilo Rengifo Garcés espués de quince años de su asesinato, aún D le recuerdan: algunos aún le lloran, otros aún le escriben y muchos todavía le aman. Del
puñal que lo despojó de su vida aún no se sabe nada; de las manos que lo empuñaron, menos; del odio con que lo hicieron, sí. De ese se sabe que sigue proliferando en la ciudad; de hecho, después de su muerte, los crímenes de odio son constantes. Su muerte fue imprevista pero predecible por las constantes amenazas que lo acechaban. A usted le propiciaron más de veinte puñaladas la madrugada del 22 de agosto de 1993 en su apartamento, su asesino quería matar y volver a matar su cuerpo. ¿Por qué a usted, señor Zuleta? ¿Por ser homosexual? ¿Por ser de izquierda? ¿Por sus borracheras? ¿Por su consumo de marihuana? ¿Por qué a usted, señor Zuleta? ¿A caso por ser fundador del Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia, o por promover la primera marcha gay del país en 1983, o por haber hecho parte de la Juventud Comunista (JUCO), o por haber trabajado en el Instituto Popular de Capacitación y en la Escuela Nacional Sindical? Lo cierto aquí es que usted fue un aguijón para muchos digno de desterrar, con muchos “méritos” para acecharlo, desaparecerlo o aniquilarlo. Usted que fue filósofo, profesor, intelectual, poeta; que llegó a ser ángel, demonio, luz, sombra, se convirtió en “un referente político y académico, empecinado en los Derechos Humanos” y fiel amigo de los sectores sociales. Así lo denomina David Ramírez Montoya, miembro de la Corporación El Solar, institución que recoge sus pensamientos. Era un hombre de avanzada, usted mismo lo afirmaba en una de esas borracheras con Piedad Morales, la poeta, donde se mezclaban la cerveza y el ron, las palabras y el afecto, el desamor y la risa: “Piedad, somos seres nacidos fuera de nuestro tiempo, somos seres que nos adelantamos a nuestro tiempo”, le confesabas. “Por eso fue tan difícil para muchos escucharlo, entenderlo, y ese fue el pretexto de esta sociedad para hacerse “la de la oreja mocha” cuando él hablaba de Derechos Humanos y de humanismo”, dice Piedad
No. 45 Octubre de 2009
Morales su amiga, la compañera de tantas Fue usted el hada madrina de Piedad, noches de ebriedad. ella misma lo reconoce. También fue el ángel Usted, un hombre de “noches intende muchos. El amor para usted carecía de sas”, que comenzaban en el bar Serenata o dificultad, era fácil y sencillo. Amar a usted en cualquier otro ubicado en las calles del le trajo problemas, discusiones, críticas. La centro de Medellín, lejos de la farándula misma Piedad lo recuerda: “León veía un iny con la compañía de Piedad. Frecuentes digente y lo quería abrazar, cargar, darle de borracheras que iniciaban después de las comer, sentía un amor tan intenso, se exageseis de la tarde y que al igual que Piedad raba tanto que en ocasiones discutimos, yo le se esfumaban a media noche para dar paso decía a León que pensara que eran personas a los consumos de desconocidas y que, marihuana, al disa veces, no eran tan frute de lo erótico, confiables, pero en“La represión es cuando a la libertad total tendí que el amor del cuerpo. que León tenía por el Estado te oprime por medio Un ser noctámlas personas margide la fuerza; la opresión es cuando el bulo, por eso le irrinadas no contenía taba que lo llamaran límites”. sistema se mete en tu cabeza antes del medio día. Usted que “Un día lo llamé a amó al hombre y en tu forma de pensar y te domina; las once de la mañahambriento, a la y la supresión es cuando eres na y se me emputó lesbiana, al policía, por teléfono y me al transgenerista, demasiado conflictivo para el sistema dijo: ¡Qué son esas a la mujer vulney te eliminan físicamente”. horas de llamarme, rada, al marica, al a la madrugada!”, prisionero de la carelata Manuel José lle, al homosexual, Bermúdez, conocido a la prostituta, al como el ciudadano gay de Medellín, quien en de altos ingresos, al hombre corrupto, al 1993 trataba de concretar una cita con León. individuo ignorante, al marihuanero, al Bermúdez se había interesado por el tema de obrero, al borracho; que caminó con los la lucha homosexual y ya muchos le habían sindicalistas, las feministas, los comunisrecomendado entrevistarse con él. De la entas, las juventudes; que respetó al otro, al trevista, que no duró más de media hora, que le era diferente, lo escuchó, lo entendió, Manuel siempre recuerda las palabras fruslo amó; que se empecinó con los Derechos trantes de León que frenaron por un tiempo Humanos; que se condenó al amor y lo consu proyecto político: “Usted es un pelao muy denaron al rechazo; que se convirtió en un joven, no se ponga a meterse en este cuento demonio por no comulgar con el patriarcaque por las locas no vale la pena trabajar”. do, con el sistema, con el autoritarismo y la exclusión; fue entonces el hereje al que Un hada, un demonio y un ángel odiaron, expulsaron, desterraron, exiliaSin duda alguna era usted un desaforado ron, asesinaron, silenciaron. en el amor. Su fiebre de amar era constante El hombre al que le irritaba la injusticia, y excesiva. Carecía de aquello que obstaculique no contemplaba salir de Medellín, pero za la voluntad humana: el límite. No había que con tristeza debió abandonar dos veces límite en su amor. Piedad Morales recuerda por las ya comunes amenazas; el ángel al como usted le engrandeció el espíritu, como que le angustiaba hablar o escribir para un le abrió el apetito de amar, de vivir, de espúblico distinto al de Medellín es el mismo cribir: “Piedad, si usted quiere que lo que demonio que detestaba la sociedad jerárquiescribe se parezca a la realidad, le hable a ca, autoritaria, patriarcal, excluyente, domila realidad, tiene que escribir con las tripas, nante, capitalista; el mismo que promulgaba usted no escribe ni con la cabeza y con la por una estructura social de igualdad. David habilidad”. Ramírez aún comenta el memorando que
usted mandó a sus compañeros del Instituto Popular de Capacitación donde “muy bellamente los invita para el solar de la casa a hacer un espacio de diálogo más horizontal, donde donde la lúdica, el arte, el amor y el afecto sean comunes”. Entendida a finales de los ochentas y principios de los noventas como una propuesta informal, que no era nada más que su posición política ante la sociedad que quería edificar.
La supresión de León
Usted en sus días de intelectual enumeró tres formas por las cuales el Estado domina a la sociedad: la represión, la opresión y la supresión. “La represión es cuando el Estado te oprime por medio de la fuerza; la opresión es cuando el sistema se mete en tu cabeza y en tu forma de pensar y te domina; y la supresión es cuando eres demasiado conflictivo para el sistema y te eliminan físicamente”, explica Ramírez. A usted, señor León, le aplicaron la tercera forma, a las demás usted ya las había derrotado, sus contradictores no contemplaron otra opción más que la muerte. Recuerda Piedad que usted no le tenía miedo a la muerte, “como buen filósofo la asumía como una parte de la vida”. Usted murió solo, lo asesinaron “porque estamos en una sociedad violenta, asesina, que es incapaz de reconocer la diferencia, de reconocer que el otro o la otra pueden pensar diferente, que pueden sentir diferente”, opina Róbinson Sánchez vocero nacional del Polo de Rosa. Para David Ramírez a usted lo mataron “por marica, por coqueto, porque le encantaban los pillos, todo el mundo andante, lo ataron por la homofobia de esta sociedad”. Su asesinato, señor Zuleta, es producto de “la incapacidad de amar y reconocer en el otro alguien con quien interactuar desde el amor y el afecto”, así lo hace sentir Elkin Naranjo, miembro de la Corporación El Solar. Aquí en la tierra todavía conmemoran su muerte. En la Universidad de Antioquia aún le esperan en “Tronquitos” para iniciar otra de esas tertulias. A Manuel Bermúdez aún le apasiona hablar de usted. Piedad todavía le ama. A la mayoría de su legado se lo come la polilla mientras que muchos aún nos preguntamos, ¿por qué a usted, señor Zuleta?