De la Urbe 45

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2 Desde la U.

Los cosmonautas criollos

Elvia Elena Acevedo M.

periodismo@comunicaciones.udea.edu.co

Foto: Juan Camilo Rengifo

Foto: Juan Camilo Rengifo

ños atrás (muchos), mi profesor de Trigonometría, no sé a A raíz de qué, sentenció, en mitad de una clase, que estudiar los planetas y las estrellas era una soberana tontería, principalmen-

De 37% física, 37% astronomía, y 26% matemáticas: así está compuesta la carrera de Astronomía que han iniciado estos jóvenes en la Universidad de Antioquia.

Los pioneros

No. 45 Octubre de 2009

te cuando aquí en la Tierra había tantos problemas para solucionar. Si hiciéramos un sondeo callejero, probablemente esa misma sería la opinión de los entrevistados. A pesar de esto, 62 jóvenes han sido aceptados para iniciar en la Universidad de Antioquia la primera carrera de Astronomía que se abre en Colombia. De otro lado, este ha sido un año en el que se celebran, por lo menos, dos conquistas: 400 años del primer uso del telescopio con fines de exploración de los astros, por parte de Galileo (lo que motivó a la ONU a declarar 2009 como el Año Internacional de la Astronomía), y 40 años de la llegada del hombre a la Luna Había razones suficientes para preparar este artículo y para eso entrevisté a Jorge Iván Zuluaga Callejas, doctor en Física Teórica y jefe del pregrado de Astronomía de la U de A, y a Pablo Cuartas Restrepo, magíster en Astronomía y docente del mismo pregrado. Ambos fueron los encargados de diseñar la propuesta de esta nueva carrera. De La Urbe: ¿Por qué las personas subvaloran la astronomía? Jorge Iván Zuluaga: Puede ser, en parte, porque tienen razón, en el sentido de que si uno no conoce las posibilidades que tiene la astronomía entonces tiene razón al decir que no sirve para nada. Pero cuando uno las conoce, entonces empieza a decir “de pronto no es tan mala idea”. La física, la química, la biología, la astronomía no buscan aplicarse en nada. La sustancia de fondo de esas disciplinas es simplemente el de responder las preguntas sobre cómo funciona la naturaleza. Lo que pasa es que todas tienen un spin-off, es decir, lo que vos aprendés sobre la materia después lo aplicás para hacer mejores materiales, para construir, para desarrollar la electrónica; lo que aprendés sobre

la electricidad y el magnetismo lo aplicás para desarrollar redes eléctricas y mantener luz aunque sea de noche. Son resultados que alguien encuentra después de que se han hecho los descubrimientos, pero al científico no le interesa si tiene aplicación o no. La astronomía tiene la misma naturaleza, comparte con las ciencias naturales la misma idea, la idea de que lo importante es resolver la pregunta. A lo anterior habría que añadir lo que Pablo Cuartas respondió cuando le pregunté para qué le había servido al hombre el haber llegado a la Luna. PC: Sirvió como base para el estudio de las ciencias planetarias en nuestro sistema solar, pero, además, lanzó una cantidad de productos al mercado: el control remoto de tu televisor es el fruto de la carrera espacial y del programa Apolo. El uso de cosas tan sencillas como el velcro, el teflón, los electrocardiogramas, los pañales desechables (los primeros que usaron pañales desechables fueron los astronautas), la comunicación satelital, el celular, etc. Por otro lado, la exploración espacial nos enseñó que podemos vivir en el espacio, que podemos trabajar en equipo de una manera increíble y de crear cooperación internacional alrededor de un proyecto. DLU: ¿Cuáles son las preguntas que se hace la astronomía? JIZ: Lo que busca la astronomía básicamente es darnos una idea de dónde estamos en el universo, de dónde venimos, para dónde vamos, cómo se formó la materia de la que estamos hechos. Esas preguntas son fundamentales. Los seres humanos fuimos dotados con esa propiedad biológica muy especial de que, más allá de necesitar alimentarnos y protegernos de los elementos, también necesitamos saber. DLU: Pero, dirán algunos, ¿para qué preocuparse por los astros en un país con tantos problemas terrenales como Colombia? JIZ: Hay que superar un poco la era agraria de los países en desarrollo donde lo único que se puede hacer es ciencia que sirva para sembrar papas. Muchos países en el mundo han demostrado que cuando le invierten a la solución de

De acuerdo con el Departamento de Admisiones y Registros de la Universidad de Antioquia, para el segundo semestre de 2009 un total 95 candidatos se presentaron al pregrado de Astronomía (como primera opción), lo que representa el 0,32% del total de inscritos a todos los programas de la Universidad para ese período. De ellos, fueron admitidos 62, quienes serán los pioneros al cursar esta carrera en Colombia. Además de ésta, en América Latina sólo existen 5 pregrados en astronomía y se ofrecen en Brasil, Argentina y Chile. Conversamos con algunos de los admitidos y ellos nos hablaron de sus expectativas: mirar al cielo y encontrar respuestas, formarse como investigadores y científicos. Con edades que oscilan entre los 17 y los 21 años, ninguno tuvo dificultades con sus familias cuando comunicaron su decisión de presentarse a Astronomía, quizás porque, varios de ellos, ya mostraban sus intereses cuando de pequeños pedían que los llevaran al Planetario. En cuanto a sus amigos y conocidos, algunos no captan de primera qué carrera es esa que escogieron y llegan a confundirla con gastronomía o con astrología. Procedentes de Antioquia, Nariño, Cundinamarca y Magdalena, entre otros lugares, se les ve muy serios, muy conscientes del reto que tienen por delante. La previsión del jefe del pregrado, Jorge Iván Zuluaga, es que en una década se gradúen alrededor de 20 astrónomos, es el índice promedio de las carreras altamente especializadas, que requieren un nivel académico muy alto y en las que países como Colombia están empezando a potenciarse.


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¿Existe prevención y quizás, cierto desprecio, hacia la astronomía? Las caras de asombro de dos estudiantes de Periodismo cuando escucharon la idea de que la U de A estaba ofreciendo la carrera de Astronomía, parecía sugerirlo. Esto, más los 40 años de la llegada del hombre a la luna y los 400 años del primer uso del telescopio, motivaron la idea de escribir este artículo.

preguntas fundamentales terminan beneficiándose en otras cosas. Entonces, un país como Brasil, que lleva 50 años formando astrónomos, físicos de partículas o físicos de altas energías, biólogos teóricos y matemáticos, desde el principio tuvo la visión de que esos científicos contribuirían a la posición económica que hoy ocupa el país. Es una especie de valor que tienen los países que no está representado en la cantidad de dinero que tienen las industrias ni en la capacidad de extraer los recursos naturales, sino en un potencial humano que puede ayudar a que el país avance en otras direcciones. Eso Colombia lo entendió desde hace mucho tiempo y hoy en el país se hace ciencia de frontera en disciplinas que no necesariamente le sirven a la industria ni a la explotación de agro recursos. Los países que no tienen presencia en el espacio, hoy por hoy, ya están retrasados. La razón es muy sencilla: poner una cámara en el espacio a tomar fotos al territorio nacional es una cosa increíblemente poderosa y tiene la capacidad de darnos una imagen global de cosas que no veríamos desde un avión ni desde el campo. Colombia está en este momento en el proceso de insertarse en el uso de la tecnología espacial. DLU: Y en cuanto a las oportunidades laborales para quienes hagan sus 8 semestres de Astronomía ¿Cómo está el panorama? JIZ: No es nuestro propósito pensar que vamos a formar astrónomos para que se queden haciendo astronomía en Colombia. La idea es que vos terminés astronomía y, como sucede con la química, la física y la biología, vos no podés quedarte con un pregrado, necesitás un posgrado y los mejores posgrados están en el exterior en todas las ciencias naturales. Ahora, suceden cosas que no ocurren con las otras ciencias: por ejemplo, astrónomos no hay tantos, físicos hay muchos. Los planetarios de Colombia los dirigen desde periodistas hasta físicos, no hay un solo astrónomo trabajando en un planetario en Colombia. En la Comisión Colombiana del Espacio y en todas las entidades que asesoran al país

en temas espaciales, no hay astrónomos. En la educación, hay colegios en Bogotá donde la astronomía hace parte de los cursos del bachillerato y hay ideas para que la astronomía se integre al currículo básico. Hay un campo laboral. DLU: Y sobre los equipos ¿La U de A cuenta con los equipos necesarios para hacer astronomía? JIZ: Para empezar un pregrado vos no necesitás un observatorio. Vos necesitás formar al astrónomo teóricamente. Por otro lado, en el país hay observatorios astronómicos en Bogotá, Pasto, Pereira y Tolima que tienen lo que se necesita para formar astrónomos. Aquí, en Antioquia, nosotros venimos trabajando con un grupo privado que monto un observatorio en San Vicente. En el exterior, la idea es establecer convenios con observatorios de Venezuela, Brasil Argentina y Chile. Para terminar este artículo, podemos decir que a quienes no se perdían la serie Cosmos, que en los 80 se presento en la televisión mundial, y a quienes acompañan conferencias y cursos del planetario no hay que convencerlos del por qué estudiar astronomía. A quienes no, tal vez se les pueda recordar lo que sucedió por allá en 1840 cuando el físico Maxwell desarrolló la teoría electromagnética. Dice Jorge Zuluaga que “en ese entonces, era una teoría muy exótica, no la conocía la gente, no tenía ninguna aplicación, era una cosa teórica que solo la entendían los físicos. Hoy, sin las ondas electromagnéticas nada funcionaría en el mundo tecnológico. Ahí es donde uno dice: ¿debemos parar la investigación básica porque no parece servir para nada o es que no entendemos que algunas respuestas podrían, en el futuro, conducirnos a cambios radicales?”. Vea la versión completa de esta entrevista en De La Urbe Digital. Además, infórmese allí sobre los sitios de Internet que divulgan informaciones sobre astronomía.

Minería de Datos es una de las especialidades de la astronomía y consiste en analizar los millones de datos que hoy se obtienen al usar los grandes telescopios.

“Los padres de la astronomía contemporánea, del estudio científico del universo, son Galileo y Kepler”, dice Jorge Iván Zuluaga. “Galileo inauguró la astronomía observacional porque dijo ´si queremos saber de qué está hecho eso, vamos a mirarlo con un objeto que nos lo amplifique´. Kepler fue el primero en decir que las matemáticas le permiten al hombre entender el funcionamiento del mundo. Hoy por hoy, toda la astronomía funciona con esas dos cosas: con la observación detallada de lo que vemos afuera y con la construcción de modelos físicos y matemáticos para entender lo que hay allá afuera”. Tres preguntas tendrán que responder los futuros grandes científicos: ¿hay otro lugar donde haya vida en el universo?, ¿de qué está hecho el universo?, ¿cuándo y cómo se dio la formación de las primeras estrellas y galaxias? Esos son los grandes desafíos que, según Zuluaga, tiene hoy la astronomía. Son preguntas que no están respondidas y que cada cual -los ambientalistas, los religiosos, etc.- les dará el uso que quiera. En el caso colombiano, los futuros astrónomos criollos seguramente tendrán que ver con los planes de instancias como el Ministerio de Comunicaciones, el Instituto Agustín Codazzi y la Vicepresidencia de la República: hay 500 millones de dólares aprobados para construir un satélite para comunicaciones. Además, está el proyecto para construir un satélite de observación que servirá para fines como prevenir catástrofes, hacer estudios meteorológicos, de contaminación. Ya hay experiencia pues en 2006 se lanzó el primer satélite colombiano, una prueba de concepto de apenas 10 cms, que duró un par de horas funcionando, tal como se había previsto.

Grandes nombres, grandes desafíos

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


4 Editorial

10 años de De La Urbe

ace 10 años, un grupo de profesores del programa de Comunicación SocialPeriodismo de la Universidad de Antioquia decidió, estimulado por la H inconformidad de los estudiantes que no entendían cómo un programa como éste no tenía medio propio, crear el periódico De La Urbe. Por aquel entonces, ya estaba en proceso la creación de un programa de pregrado en Periodismo, el único de su clase en el país, una idea que surgió de la experien-

cia de la Especialización en Periodismo Investigativo y que empezó a recibir alumnos en el año 2001. En la discusión en torno a lo que sería el medio, se llegó a la conclusión de que debía ser un periódico de la universidad, para la ciudad, sobre la ciudad. No queríamos entonces hacer una periódico sobre la universidad para la universidad, pues para nosotros la ciudad era de hecho el mejor laboratorio de periodismo posible. También queríamos hacer la vuelta completa: realizar el trabajo de reportería, investigación y redacción y devolverle las historias a la ciudad, como un aporte desde nuestra profesión y oficio, y de la Universidad Pública, la Universidad Dentro de los muchos aspectos destacables de Antioquia, a las comunidades urbanas que nos servían de escenario de práctica y aprendizaje. de la experiencia De La Urbe, Desde entonces, el periódico De La Urbe le ha devuelto a la ciudad cientos de historias que de una manera esencialmente periodística, han captado su esencia a través de sus personajes, sus sitios, sus luchas, sus representaciones cultutal vez el que más nos enorgullece rales, su lado claro e iluminado y su lado oscuro y violento. Todo Medellín ha desfilado por las páginas del periódico, es el de poder demostrar que atendiendo al viejo lema del buen periodismo, ha hecho lo posible por “dar voz a los que no tienen voz”. El trabajo continuo y sostenido ha conseguido proyectar la identidad del programa de Periodismo de la Facultad de Comunicacioque hay otras formas de hacer periodismo, nes, con su vocación investigativa y crítica, su voluntad de innovación y descubrimiento y su creación de conocimiento hay otras fuentes, otras gentes y comunidades social para bien de la ciudad, que no puede más que beneficiarse de un público bien informado, como condición para la deliberación y la participación ciudadanas. que han dejado de ser invisibles, Hoy en día, el periódico De La Urbe es el medio de referencia del periodismo universitario en Colombia. En sus otros públicos y visiones posibles páginas ha escrito, y se ha formado, toda una generación de comunicadores sociales y, especialmente, de periodistas. Porque De La Urbe es, además del periódico, un laboratorio docente de periodismo que incluye De La Urbe Digital, De de la realidad que nos cobija a todos La Urbe Radio y De La Urbe TV, medios que, cada uno a su manera, han hecho presencia en el ámbito vital de la ciudad y de la universidad. Estos forman parte de un modelo pedagógico que postula que la mejor forma de crear conocimiento es construyéndolo a partir de experiencias e intervenciones concretas y específicas, en los escenarios reales de la ciudad y de la región, esto es, aprender haciendo lo que Gabriel García Márquez llamó “el oficio más bello del mundo”. Dentro de los muchos aspectos destacables de la experiencia De La Urbe, tal vez el que más nos enorgullece es el de poder demostrar que hay otras formas de hacer periodismo, hay otras fuentes, otras gentes y comunidades que han dejado de ser invisibles, otros públicos y visiones posibles de la realidad que nos cobija a todos. Con ello esperamos haber contribuido y seguir contribuyendo a representar la diversidad de esta ciudad inagotable, cruel y maravillosa al mismo tiempo, escrita y descrita por esa pequeñísima y privilegiada porción de sus habitantes, esto es, los jóvenes que acceden a un cupo en el Alma Mater y se forman en la aventura diaria de descubrimiento y crecimiento personal que es el buen periodismo. Porque en eso se resume esta experiencia: hacer n periodismo relevante y a través del poder de la información y de la palabra, contribuir a la generación de procesos de cambio y de transformación en esta ciudad maravillosa y alucinada que es nuestro laboratorio de aprendizaje y de vida.

Bytes en el tintero Heiner Castañeda Bustamante heiner@comunicaciones.udea.edu.co í, en octubre de 1999, en el primer número del periódico De La Urbe S lució aquella portada “Historias de ciudad”, desde ese día los alumnos-reporteros comenzaron a esculcar entre las esquinas de los barrios y

las cuitas de sus habitantes para darle rienda suelta a diferentes formas de narrar la cotidianidad. “Pillos y mulas”, “Comuna 13: común la guerra”, “El túnel y su laberinto”, “Goles en fuera de lugar”, “Luces, cámara, reelección” o “Adán en el paraíso” son títulos que dan cuenta de la diversidad de temas que han pasado por estas páginas y de los estudiantes y periodistas graduados que los han hecho posibles. Hace 10 años, sin embargo, apenas sí se esbozaban algunos reportajes en televisión, una que otra crónica de radio y nada, o casi nada, del hoy llamado periodismo electrónico. Parece poco el tiempo transcurrido desde aquellos días, pero lo cierto es que las cosas han cambiado, y mucho, en lo que tiene que ver con el ejercicio periodístico, incluso, en sus principios fundamentales relacionados con la exactitud, el equilibrio, la atribución y la ética, gracias a la manera como ha evolucionado el mundo de la Internet, en donde lo que proliferan son alternativas de información abarrotadas de sonidos, imágenes, fotografías y textos no siempre confiables pero que de igual forma son un llamado de atención para nuestro oficio. Y entonces, ¿cuál ha de ser el papel del periodista en un universo en donde con un simple clic se crea un blog, con una plantilla se arma un “periódico” virtual, con una cámara o grabadora se registra un hecho antes de que lleguen los reporteros “oficiales”, y con un

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pequeño software se cuelga en la red o se lanza a un teléfono móvil? La respuesta puede lucir incierta, pero si hay un antídoto contra esta epidemia de emisores en busca de receptores es una vez más la formación y el criterio que permita diferenciar un buen contenido de los múltiples que se encuentran en la red. Sólo así será posible captar la atención de los lectores internautas que poco a poco sabrán qué sitios son confiables, y qué sitios no hacen parte de la “basura” electrónica. Pero además, hay que admitirlo, ¿Cuál ha de ser el papel del periodista en un universo las aplicaciones y programas que caracen donde con un simple clic se crea un blog, terizan la Web 2.0 y Web 3.0, con las que se generan nuevas y mejores pocon una plantilla se arma un “periódico” virtual, con una cámara o sibilidades de interactividad entre los emisores y los receptores, nos obligan a grabadora se registra un hecho antes de que lleguen los reporteros entender que para ser un buen perio“oficiales”, y con un pequeño software se cuelga en la red o se dista contemporáneo, sumado al rigor propio que exige el oficio, es necesario lanza a un teléfono móvil? ser multivalente, flexible, ubicuo en consonancia con la llamada Convergencia de medios. Tal vez haya muchos que se resistan y cuestionen este nuevo rol al que asistimos, pero lo cierto es que son los signos de los tiempos y el periodismo no escapa a ello, porque como lo presagiaba el titular aquel de la edición 17 del periódico que festejamos: “Megabytes en el revuelto”, además del olor del papel y la nostalgia de sus caracteres muchas otras voces han comenzado a fungir como reporteros gracias a la magia digital, lo que puede ser para nosotros una amenaza o la mejor de las oportunidades para repensarnos y encontrar nuestro lugar en el horizonte de la virtualidad.

Comité Editorial Sistema De La Urbe Carlos Agudelo, Heiner Castañeda, Luis Carlos Hincapié, Patricia Nieto, Elvia Acevedo, Gonzalo Medina y Ramón Pineda. Coordinador Sistema De La Urbe Carlos Agudelo Castro Dirección Ramón Pineda

FACULTAD DE COMUNICACIONES Ciudad Universitaria Calle 67 Nº 53-108 Bloque 12, oficina 122 Teléfono: 219 59 12 Fax: 233 47 24 Medellín - Colombia

No. 45 Octubre de 2009

Opinión

Coordinación Editorial Juan Camilo Rengifo y Víctor Casas Mendoza Diseño y Diagramación Ideas Gráficas Ltda.

Redacción Nelson Ramírez, David Andrés Sánchez, Julián Castrillón, Carolina Duque, Juan Camilo Gallego, Hugo Alexander Villegas, Jorge Adrián Atehortúa, Nataly Mira, Katerine Panesso, Leandro Vásquez. Colaboración Ana María Betancur, Daniel Rojas, Daniela Gómez Saldarriaga, Elkin Naranjo, Laura Rodríguez, Nicolás Sierra, Heidy Acosta, Luisa Toro y César Álzate. Fotografía Jairo Ruiz Sanabria, Julio Garrido, Edwin Bustamante, Ramiro Ayerbe, Katerine Panesso, Laura Rodríguez, Elkin Naranjo, Ana

María Betancur, Carmenza Gómez, Heidy Acosta, Juan Camilo Rengifo y Christian Carmona. Caricatura Tomáz García Ilustración Pablo Pérez Diseño de carátula Ideas Gráficas Fotografía Portadilla Hugo Alexander Villegas Correctora Alba Rocío Rojas León Impresión La Patria - Manizales

sistemadelaurbe@comunicaciones.udea.edu.co • delaurbeprensa@comunicaciones.udea.edu.co

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Rector Alberto Uribe Correa Decano Facultad de Comunicaciones Edison Darío Neira Palacio Jefa Departamento de Comunicación Social Deisy Katherine García Franco Las opiniones expresadas por los autores no comprometen a la Universidad de Antioquia CIRCULACIÓN 10.000 EJEMPLARES


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Renacen las bandas

Clínica de la Mujer

En esta ciudad, el juego de inventar sinónimos es costumbre. Uno reciente y escandaloso, proveniente de la “intencionada” imaginación de algunas comunidades religiosas y promovido con vehemencia por algunos medios de comunicación, estableció que era lo mismo decir la Clínica del Aborto en cambio de Clínica de la Mujer. Después de tanto panfleto, cartel, plantón, comentario, y toda clase de parafernalia mediática, la Clínica de la Mujer velará por el bienestar del género femenino y se construirá por el sector de Sevilla; mientras que la Clínica del Aborto se quedará en el imaginario colectivo de los fieles cristianos.

La Agencia Pinocho será de verdad

Agencia Pinocho, un blog que dos comunicadores sociales crearon en febrero con un trozo de madera electrónica para explorar lo que bautizaron como “microficción periodística”, se convertirá en diciembre próximo en un muñeco informativo de carne y hueso. Según Juan Miguel Villegas y David Guzmán, carpinteros del proyecto: “Lo que está naciendo es un pequeño monstruo, algo nunca antes visto. Un diario con secciones, noticias, minicrónicas, poemas informativos, reportajes gráficos y otros géneros clásicos, pero sobre cosas tan definitivas como que alguien se quede dormido mirando las nubes o que un tipo se niegue a participar en una pausa activa”. Esto, que suena más a quijotada que a cosa seria, ha atraído a diseñadores, dibujantes, periodistas y desarrolladores web, quienes asistirán, con tecnología de punta, el parto de la criatura: “agenciapinocho.com”. Por ahora, se puede husmear en http://agenciapinocho.blogspot.com.

Para la ciudad Nelson Ramírez nelsonramirez77@gmail.com

Informativo De La Urbe -SIDLU- está cumpliendo diez años de funcionamiento. De EcomolLaSistema Urbe Prensa fue el primer paso en este laboratorio que hoy busca consolidar la convergencia eje central de su funcionamiento. El comienzo no fue sencillo, pero el proceso que lo originó

nos ayuda a comprender por qué el SIDLU es el mejor aliado que tienen estudiantes y profesores a la hora de aprender y enseñar periodismo. Se podría escribir una Biblia con cada una de las anécdotas de profesores, estudiantes y egresados que han pasado por este laboratorio de prácticas, pues De La Urbe ha sido el refugio para los sedientos de conocimiento, para aquellos estudiantes que han querido trascender lo aprendido en las aulas y enfrentarse de lleno a las circunstancias reales que impone el quehacer periodístico en nuestro país. Octubre de 1999 quedó grabado en la historia de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia como el mes en el que un puñado de estudiantes, del entonces pregrado de Comunicación Social – Periodismo, apoyados por un grupo de profesores ven por fin en sus manos la edición número uno de De La Urbe Prensa. Este primer periódico fue la respuesta a las exigencias estudiantiles que pedían dejar de hacer periodismo de suposición y tener la posibilidad de enfrentarse de lleno a una empresa periodística de verdad. “De La Urbe Prensa surgió por la inquietud de dos o tres compañeros que sentíamos la necesidad de hacer periodismo, sobre todo, periodismo escrito. En la Facultad no había ningún medio en el cual pudiéramos hacer esas prácticas. Había existido un periódico que se llamaba Entrevista y del que se habían hecho, si no me equivoco, unos tres números más o menos, pero para 1998 hacía más de un año que no salía. Hicimos una gran campaña de expectativa, cualquier compañero de esa época la puede recordar. Empapelamos la Facultad durante varios meses llamando la atención por la ausencia de ese periódico. Hicimos pancartas y volantes que pegábamos en las carteleras de la Facultad”, recuerda Alfonso Buitrago Londoño uno de los estudiantes que ayudó a crear el proyecto De La Urbe. Él agrega: “A ese grupo inicial se le sumaron estudiantes, conformamos un grupo de 10 personas. Decidimos crear un periódico nuevo. Hicimos el análisis de toda la oferta de periódicos de carácter universitario y juveniles que había en la ciudad y empezamos a ver lo que necesitaba la Facultad. En ese trabajo nos tardamos casi un año.” Otro de los protagonistas de ese inicio fue Jaime Quintero Arias: “Empezamos a presionar de muchas maneras a la decana de ese momento, María Helena Vivas, y a los profesores para lograr mover opinión pública en torno a la necesidad de un proyecto de periodismo, de tener un periódico donde los estudiantes pudieran tener un laboratorio de prácticas. Eso generó muchas cosas, reacciones positivas, gente que se disgustó, pero logramos el objetivo que fue convocar a los estudiantes y sacar adelante el periódico.” La solicitud de los estudiantes fue atendida por las directivas de la Facultad, en cabeza de la decana de ese momento, María Helena Vivas López: “Un grupo de estudiantes entusiastas y críticos expresaban que lo malo del pregrado era que no tenía un periódico, entonces yo les dije que hicieran un proyecto y entre todos tratábamos de buscarle financiación. La idea era que funcionara como un laboratorio de prácticas. Los profesores se responsabilizarían de la dirección y el comité editorial. Los estudiantes entregarían sus trabajos de clase a ese comité el cual decidiría qué se publicaba y qué no. Los muchachos se entusiasmaron a escribir. Conseguimos una persona que nos ayudara a diseñar. El comienzo fue muy artesanal, pero logramos conseguir el presupuesto en ese momento”, dice la profesora Vivas. El primer director que tuvo De La Urbe Prensa fue el profesor Carlos Agudelo Castro, quien desde el principio tuvo claro cuál debía ser el norte editorial de esta publicación: “El primer número fue un impacto. Nosotros tuvimos una discusión sobre qué tipo de periódico íbamos hacer, quién lo hacía, para quien se hacía; entonces decidimos que no queríamos hacer un periódico de estudiantes sobre temas del programa, ni hacer un periódico para la univer-

Celebración sidad. Lo que queríamos hacer era periodismo para la ciudad, periodismo urbano, decidimos que el periódico iba a ser investigativo y que iba a propiciar la crónica, el periodismo literario y la experimentación”, recuerda el profesor Agudelo. Para darle nombre al periódico se hizo un concurso en el que se convocó a toda la comunidad universitaria para que propusieran el título de la publicación. Después de analizar las propuestas enviadas, se seleccionó “12 y medio”: doce por el bloque donde está ubicada la Facultad y medio por lo de medio de comunicación. Sin embargo, ese nombre no convenció al equipo de trabajo. Nuevamente se analizaron las propuestas y al final se fusionaron “De La U” y “Urbe”, pues ambas hacían referencia a la ideología del periódico. Aunque desde un inicio se dejó claro que De La Urbe iba a estar abierto para que el estudiante que quisiera participar lo hiciera, también desde el comienzo se empezaron a generar comentarios aduciendo que a este laboratorio sólo podían tener acceso ciertas personas y que era manejado por un grupo cerrado. Pero eran comentarios que carecían de fundamento. “Para que salga un medio tienen que haber unos responsables, por eso se conformó un equipo, pero se le daba cabida a todos. Los que estaban ahí era porque les apasionaba el cuento. Igual los profesores proponían historias buenas que salían de los cursos de estudiantes que no eran de la plantilla oficial del periódico. Las convocatorias para participar en el consejo editorial eran abiertas. Sí había un grupo de dolientes para hacer los que se tuviera que hacer, pues no nos podíamos quedar a esperar que los estudiantes propusieran”, comenta Paulo Cepeda, primer auxiliar administrativo de De La Urbe. Una vez el periódico se fue consolidando y ganando fuerza no solo en la universidad sino en la ciudad y otros municipios del Área Metropolitana, se fueron creando las condiciones para que otros medios de comunicación replicaran esta experiencia. Fue así como se fueron integrando radio, televisión e Internet, cada uno con una dinámica diferente pero con el mismo objetivo, ser un espacio de práctica real para los estudiantes de Periodismo. Actualmente, el Sistema Informativo De La Urbe, integrado por De La Urbe Prensa, De La Urbe Radio, De La Urbe Televisión y De La Urbe Digital está trabajando para reforzar el proceso de convergencia y fortalecerse como sistema. Si bien los directores de cada medio reconocen que aún hay mucho por hacer, se han alcanzado logros que le han permitido posicionarse como uno de los mejores medios de comunicación universitario de la ciudad. En esto los estudiantes han tenido un papel fundamental, pues los que han entendido que De La Urbe es más una pasión que una nota, le han dado el impulso para llevarlo hasta donde está hoy, teniendo siempre presente hacer “periodismo universitario para la ciudad”.

El 15 de octubre en el Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo, la Rectoría de la Universidad de Antioquia, el Concejo Municipal y la Alcaldía de Medellín, reconocieron el trabajo del Sistema Informativo De La Urbe en sus 10 años de vida periodística. En el evento el alcalde, Alonso Salazar Jaramillo, anunció el apoyo económico para el Sistema durante los próximos tres años.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


6 Testimonio

La procesión La Cruz es uno de los barrios más altos y marginados de la ciudad. Desde esas laderas y hasta el valle, descienden semanalmente y en procesión, decenas de mujeres. Llevan una bolsa en la mano: piden comida. Sus vidas son un viacrucis.* David Andrés Sánchez andrespooh@hotmail.com eis de la mañana. Las nubes empiezan a descender a la ciuS dad plana que se observa abajo, la gente aparece por diferentes recodos limpiándose los ojos, hablando de lo que pasó ayer, de

cómo va a ser el recorrido de hoy. Son cerca de cien, muchas mujeres, bastantes niños y unos cuantos hombres. Se van reuniendo en el alto de La Cruz para bajar, en una especie de viacrucis, hacia el centro de Medellín. En su descenso estarán propensos a sufrir ofensas, humillaciones, maltratos y algo de comida que les permitirá calmar el hambre acumulado de varios días. Ruegan a Dios para que les vaya bien. Media hora después inician la marcha serpenteante y en picada por las faldas de la Comuna 3. Una mujer seca sus lágrimas. Otra arrastra a su hija del brazo para que no se vaya corriendo detrás de un perro. Una más intenta taparse la cara con una pañoleta, no quiere que la reconozcan. Desde atrás solo se ven un montón de espaldas con bolsas vacías y arrugadas en las manos. Si la señora que va adelante diera la vuelta y observara, se encontraría con un montón de rostros, maltratados, lánguidos, tristes y apenados, como el de Gloria Eleida, que a pesar de sus 34 años está marcado por pronunciadas arrugas en las sienes. Ella es quizás la única que lleva la bolsa en el bolsillo, ocultando la marca de su calvario.

El Viacrucis

El viacrucis suele llegar hasta La Minorista. A veces es a Belén, a Campo Valdez o a La Mayorista. Las estaciones las hacen en cualquier granero o “revueltería” en donde saben tienen algunas cosas para darles. Gloria va en la parte de adelante, no va cansada aún, sólo lleva el temor de que en el momento menos esperado le dé uno de sus ataques epilépticos. ¿Por qué venir al recorrido si es tan humillante? “Una vez llegué a mi casa, encontré muy extraño a Juan Carlos, mi hijo mayor. Estaba sudando y tenía los ojos rojos. Yo pensé lo peor, le grité, le dije que se había vuelto un mariguanero de esos que hay por montones en este barrio, que respetara mi casa y no lo dejé hablar. Cuando por fin pudo, me dijo que no había fumado mariguana, que lo que tenía era un hambre ni el macho, y que mejor no lo hiciera hablar para ver si se le pasaba. No habíamos comido en un día y medio, me tocó salir a pedirle algo a las vecinas, que me dieron una panela y con eso le mengüé el hambre”. Desde ese momento, Gloria vio la necesidad de unirse al recorrido porque, pasara lo que pasara, no iba a permitir que su hijo aguantara más hambre, ni la muerte de su esposo le dolió tanto. Ella siempre ha buscado trabajo, “lo que pasa es que como apenas estoy aprendiendo a leer y a escribir, y como los ataques epilépticos son seguidos, es difícil conseguir algo”. Su hijo a veces ayuda en construcción, y con eso subsisten, de resto, la única solución es ese recorrido. “El recorrido”, como ellos mismos lo llaman, es un espacio que nació hace algunos años, en el que se reúnen los más necesitados de La Cruz, los que están aguantando hambre para dirigirse a otros barrios, más abajo, a “pedir limosna en especie”. Se las dan, a veces en buen estado, a veces son sobrados, a veces están en mal estado, y a veces les hacen sentir que no son nada. “Una vez un señor me pegó con un palo para que hiciera bien la fila en donde nos estaban dando dos papas”.

Gloria sin gloria

De Peque, Antioquia, madre de tres hijos, su vida no ha estado marcada por la gloria, a pesar de llevarla por nombre. A su papá se lo llevó el Ejército tachándolo de guerrillero, lo desaparecieron y lo dieron por muerto; a ella y a su familia les tocó huir del pueblo porque también los iban a desaparecer. Cuando llegaron a La Cruz construyeron una casita de madera, la misma que los militares le tumbaron por ser de invasión. Gloria no es una mujer a la que le gusta recordar. Cuando lo hace, se le dibuja una risa tristona y sus manos pequeñas se mueven de un lugar a otro como si no supiera dónde ponerlas. “Mi primer esposo se llamaba Nelson y lo mató un cable de luz en Urrao, adonde me fui a vivir con él”. El segundo, se llamaba Modesto, y contrario a su nombre no sabía de límites, la maltrató física y psicológicamente… un día se rodó por un barranco y fue la oportunidad para abandonarlo. El tercero, y último, se fue con una más joven porque a Gloria la vida le ha dejado marcas en su rostro, en su cuerpo, y ahora “lo que los hombres quieren es belleza y juventud”.

No. 45 Octubre de 2009

Ana del Carmén se quemó el rostro desde pequeña jugando a la cocinita.

Amigas en las malas

Mientras Gloria y la multitud siguen alejándose de La Cruz, en otro sector del barrio, El Hoyo, La Lunareja* se despierta para despachar a sus niños. A ella no le gusta hacer el viacrucis en grupo, prefiere hacerlo sola, en lugares más oscuros y acompañada de Domitila*, su mejor amiga. Su martirio empezó a los trece años, cuando Domitila ya tenía 34. Se escapó de su casa, porque sus papás la maltrataban, se fue a vivir a la calle y empezó a consumir drogas: lo primero fue la marihuana, después vino el perico, luego la coca y por último, la heroína. Domitila siempre fue su compañera, la aconsejaba y la cuidaba; cuando La Lunareja llegó al Centro le tocó rodar de pensión en pensión y de prostíbulo en prostíbulo. Su amiga, quien ya había pasado por eso, la guió por las calles, le enseñó a robar y a seducir a los hombres. Ambas se conocieron en el barrio donde nacieron, la diferencia de edad no fue obstáculo para su amistad. La Lunareja es simplemente el nombre que Domitila le puso de cariño, del otro, el verdadero, ya ni se acuerda. Tiene 26 años y sus lunares le hacen honor a su apodo. Su apariencia de muchacha inocente esconde la cruz que le ha tocado cargar, “quien me ve en la calle no se imagina todas las marcas que ha dejado la vida en mi cuerpo, unas por voluntad, otras por necesidad y otras por obligación”.

Esas cruces, más tarde, le dieron el nombre al barrio fundado en 1964, hace 45 años, con apenas cinco familias. Actualmente lo habitan 2.700 familias. Según Daniel Gómez, director de la Defensa Civil, el 80% de los habitantes son desplazados del Chocó, Urabá, Oriente y Suroeste antioqueño. Entre esas familias, 4.500 son mujeres, la mayoría madres solteras y cabezas de hogar, una población golpeada y maltratada por las injusticias sociales, por los hombres del barrio, por sus hijos. “Somos mujeres luchadoras que nos hemos levantado de cada caída”, puede escucharse de sus bocas. Y eso sí que lo sabe muy bien Ana del Carmen, quien en el sector de La Capilla decide unirse al recorrido.

“Nuestras vidas han sido un viacrucis, nos ha pasado de todo, pero las mujeres de la Cruz nos resistimos a quedar caídas, aguantamos todo con tal de sacar adelante nuestros hijos…”.

La Cruz

“Bienvenido al vuelo 057…” así reza un letrero en el interior del colectivo azul, rojo y blanco que, al frente de la Estación Prado, recibe a los pasajeros que van hacia La Cruz. Y sí, volando en el pavimento, encima de los techos de las casas, por calles en la que no caben dos vehículos, se llega en 20 minutos a un barrio que parece más una vereda, en el filo de una montaña que hace 25 años estaba poblada de “cruces” de metal, las mismas que permitían robar la energía de la parte baja de Manrique.

Ana del Carmen

Es negra, tiene una larga cabellera artificial y el rostro surcado por notorias quemaduras. Ana del Carmen se ha unido al grupo, con su respectiva bolsa. No le gusta andar sola por las calles de Medellín, siente que todos la miran por las cicatrices, las que ella misma se causó a los cinco años jugando con petróleo a La cocinita. Eso la acompleja, pero no ha impedido que siga con su vida normal, en el barrio la

conocen y la respetan. Habita en El Cartucho, un callejón estrecho y sin salida enmarcado en improvisadas casas de madera. En la estrechez de su vivienda deben convivir ella, sus tres hijos, un hermano, una amiga y el esposo. La menor entre seis hermanos, salió desplazada del Chocó hacia Urabá, y de allí a Medellín. A su papá, lo asesinaron frente a ella. En su familia, sólo el hermano trabaja, por eso ella soporta el viacrucis, “no dejaría morir de hambre a los míos”. Eso también lo tienen claro las mujeres que en romería se dan fuerzas unas a otras hablando de diversos temas. También lo saben los pocos hombres que las acompañan, que avanzan en silencio, con la cabeza gacha como ocultando la


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va por dentro vergüenza que les causa pedir comida. No tienen más remedio, si están allí es porque se han quedado sin trabajo. Cuando lleguen abajo, a lo que ellos llaman la ciudad, la gente los mirará extrañados. No es común ver un grupo tan grande, con bolsas en las manos y caminando hacia un mismo destino. Ana del Carmen, como suele suceder, será, con las miradas, una de las más interrogadas. Detrás de ella, a pocos pasos, también resalta la figura de una mujer de ojos saltones y cabello enmarañado, su nombre es Martha.

Martha

Martha vive sola porque su familia, poco a poco, la ha ido abandonando. Su mamá lo hizo cuando tenía un mes de nacida, su único esposo hace diez años y sus hijos se fueron porque se avergüenzan de ella. “He vivido prácticamente sola, sin más, yo reciclo todo el día, pero a veces no hay trabajo, así que ésta es la única solución, ¿Qué de todo esto es lo que más me duele? Que mis hijos no me acepten por estar siempre sucia, llena de basura, ellos nunca entendieron que ese era mi trabajo”. Un día su hija, quien vive al otro lado del barrio y ya terminó la universidad, la llamó para mandarle comida. A Martha le dio alegría oírla, tanto que sacó la mejor ropa de su cajón y se la puso. Quedaron de encontrarse en el parque Gaitán, de Manrique, mucho más abajo de las lomas donde se criaron. Cuando vio llegar a su hija, sonrió abiertamente, pero ésta tenía una expresión extraña, la misma que ya había visto en muchas personas cuando la veían pasar: “asco, vergüenza, repudio”. Le dejó la bolsa con comida en el piso, segura de que su mamá iría a buscarla, y desapareció rápido sin siquiera darle la mano o saludarla. Martha no fue por la bolsa, simplemente dio la vuelta y se marchó llorando. “¡Me duele mucho! No es suficiente conque haya hecho tantas cosas por ellos, yo lo di todo… todo y aun así me condenaron a morir en el olvido. Mi cruz es diferente, mi cruz tiene nombres propios”.

Domitila

No va en romería con los demás, pero lleva la procesión por dentro. Domitila carga su propia cruz. Tiene 47 años y quedó huérfana a los 12. Cuando se casó, se fue a vivir a Bogotá, no aguantó los maltratos del marido y se devolvió para Medellín. Tenía 20 años y se dedicó a trabajar en bares, luego se prostituyó. Sus hijos son de padres diferentes, “a veces ni siquiera sé quiénes eran !ja ja ja¡”. Un año después de que conociera a La Lunareja, se degeneró, vivió en la calle “tirando sacol” mientras su amiga le cuidaba los hijos, que son reflejo de la vida que ella decidió tomar. Uno está en Bellavista. “El otro

es alcohólico, de él no quiero decir nada más…. !ah¡, y la niña es la única que sacó la cara por la familia, no vive en Colombia”. Vende tintos en el Centro y dejó el sacol, “la mariguanita no, porque esa es mi compañera”, estuvo seis meses en el Hospital Mental y dice que no recuerda, o no quiere recordar. “Yo no me he querido morir ni nada por el estilo !ja ja ja¡ Uno sabe que hay personas que nacen pa’ vivir bueno, otras pa’ vivir mejor… y otras pa’ sufrir… Yo no sé en cuál de las tres ponerme porque a mí me ha pasado de todo; yo diría que mi viacrucis ha sido cargar con miles de penas que no cuento, andar de un lado para otro sin rumbo fijo y parir tres buenos para nada a los que, a pesar de todo quiero”. A ella no le gusta hablar de aquel tiempo en el que estuvo en El Mental porque allá fue a parar luego de una fiesta que hicieron en su casa, hace ya cinco años. Cansada de la rumba, se fue a dormir a una de las habitaciones de atrás, y un hombre aprovechó la oscuridad para ponerle un cuchillo en el cuello y la violó. Cuando por fin pudo soltarse de la duras embestidas que el hombre le daba, prendió la luz, y sintió que su cuerpo se hacía chiquito… chiquito… y que su vida era la más puta de todas las vidas… la cara del violador era la de su propio hijo, el mayor. Por eso él se volvió alcohólico, y ella enloqueció. Desde eso no se han mirado a la cara, no son capaces de verse por la vergüenza que a los dos los cobija.

En El Hoyo

Son las dos de la tarde. Los caminantes del viacrucis ya han subido de nuevo a La Cruz. Están exhaustos de tanto caminar, pero tendrán algo de comida para uno o dos días. La Lunareja camina por las calles amarillas de El Hoyo vendiendo empanadas. Después de caer en el hoyo del vicio, llegó al robo, “robé en el Éxito, muchas veces, hasta que me pillaron y me mandaron para la correccional”. Desde entonces, Domitila decidió cuidarla. “Me tatué la vida en todo el cuerpo”. Los nombres de sus siete amantes están en su piel, así como el del padre de su hija, una mariposa, dos demonios de caricatura, dos corazones. También están las marcas que los otros le han dejado: una quemadura en la boca cuando los “paracos” del barrio la hicieron apagar un “bareto” con la lengua; la cicatriz de la cara que le hizo un travesti cuando se lo gozó; y la que más recuerda, el día en que vio la muerte… “Un man me dio a guardar unos gramos de perico, me los olí, y metí ahí bicarbonato, cuando él se dio cuenta me hizo tres disparos, uno me dio en la pierna.” Ella siente que ya está fuera del hoyo, ahora sí levanta la cabeza y saluda a sus vecinos. Es una mujer verraca, como ella misma dice, porque ahora su sueño está en salir adelante por sus hijos, y ayudar a Domitila, que sí que lo necesita.

Cruces • El colectivo hacia La Cruz se demora de 30 a 45 minutos, de subida. De bajada, solo 20. • Allí viven alrededor de 4.500 mujeres. • Fue fundado hace 45 años. • Su población es de 10.000 personas, aproximadamente. • Mas del 50 % son desplazados y están desempleados. • Al “recorrido”, que comienza a las seis y termina más o menos a las dos, asisten en promedio 100 personas. • La Cruz pertenece a la Comuna 3, Manrique. • Son barrios vecinos, La Honda (Villa Hermosa) y Bello Oriente (Santo Domingo).

Medellín visto desde La Cruz

* Algunos nombres fueron cambiados para protección de la fuente.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


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El recreo

Foto cortesía: Edwin Bustamante

De jugadas y de cábalas “Los dirigentes y la hinchada no sólo les exigen la genialidad de Einstein y la sutileza de Freud, sino también la capacidad milagrera de la Virgen de Lourdes y el aguante de Gandhi”. Esto lo dijo el escritor uruguayo Eduardo Galeano cuando plasmó en El fútbol a sol y sombra, una definición de los Directores Técnicos Ramón Cabrero, director técnico del Nacional

Juan Camilo Gallego Castro jcamilogallego@gmail.com os hinchas se refugiaban en los brujos para que el rival de Lpo rival toda la vida no ganara, otros usurpaban el templo de su equipara enterrar animales en un arco o llevarles tierra de

cementerio para que nunca pudieran celebrar un título. Aunque ahora es más complicado, algunos prefieren usar la misma camiseta como amuleto, entran al estadio con el mismo pie cada vez que hay partido, se echan la bendición durante todo el día y piden ‘a un más allá’ que “esta tarde tenemos que ganar”. No importa si pierde: en el próximo partido llegará de nuevo con la misma camiseta e igual ‘protocolo’ porque “como sea, hoy sí ganamos”. “Durante toda mi carrera como jugador siempre entraba con el pie derecho y me hacía la señal de la cruz una sola vez, como técnico no”, cuenta Ramón Cabrero. Con sus ojos claros, el cabello blanco y un acento que, sin duda, derrite a nuestras mujeres, Ramón apareció como un grande, un argentino que, así hubiera nacido en España, arribó para salvar a un equipo que no respondió a las expectativas. Atlético Nacional había sido penúltimo en el torneo anterior. Él llegó después de obtener el logro más importante en toda su vida como futbolista y entrenador, ganó un título con la gente de su barrio, su gente, su casa, su vida. “Logré lo que nadie había conseguido después de 93 años: salir campeón con Lanús. Y me vine porque creo que hay cosas que se consiguen y tienen que quedar ahí. Yo creo que al club le había dado todo lo que yo podía haberle dado y quería quedarme con esa imagen, incluso con la imagen de no dirigir en Argentina por un tiempo”. Muy pronto, en Medellín, los sueños se tiñeron de rosa. Abrió su clóset y eligió, entre las camisetas que tenía, el color con el que esperaba disfrutar durante mucho tiempo los frutos del triunfo y la satisfacción de su profesión. Él aparecía en cada partido con una camiseta, que si no era la misma, tenía una fábrica de la misma colección. “Tengo una sola, automáticamente cuando la uso, llego a mi casa, la lavo y queda para el siguiente partido”. Esa camiseta Polo empezó a generar expectativa. Una línea blanca, muy diminuta en el cuello y en las mangas, ya era objeto de observación. Al igual que muchos de los entrenadores de su país, Cabrero sabe que la camiseta no pone nada en la cancha, pero algunas fuerzas que sólo perciben los técnicos demuestran que lo que llaman cábalas podrían suponer una dilatación imaginaria de los 90 minutos implacables. Tal vez por eso, el escritor Juan Villoro se atrevió a decir que “quien haya escuchado el furor de un estadio lleno sabe que hay más voces que espectadores: los fantasmas acudieron a la cita”. Serán, posiblemente, esos hinchas que no se ven quienes le brindan, a la bendición, la ropa y otros elementos, el ingrediente que en la cancha no se puede encontrar. “Tampoco es una cábala. En Argentina, si uno pone atención, muchos técnicos cuando ganan siguen con la misma ropa, pero no es una cábala la mía, la única cábala es jugar bien”. Los vítores, que alguna vez estuvieron alentando al Sportivo Italiano le otorgaron a Ramón, las rayas necesarias para que este club ascendiera de la Primera B Argentina al Nacional B en 1986. “Me acuerdo que cuando salí campeón con Sportivo Italiano tuve como quince partidos sin perder con una camisa rayada de manga corta que la usé verano y también en invierno. Y la usaba abajo, y arriba me ponía un suéter si hacía mucho frío”.

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Luego, con Lanús, la ropa jugaría un papel determinante, por lo menos logaría el título.“Cuando salimos campeones, tenía una remera que no era rosa, era un color más natural pero tirando a rosa. También me duró como 12 partidos sin perder y fue pura casualidad”. Fue precisamente en 1986 cuando Salvador Bilardo, con una camiseta azul, fue campeón del mundo en México 86. Famoso por encarnar la picardía que le daba un toque mágico a sus éxitos deportivo. Él se caracterizó por ser un cabulero que pasaba de la razón a la exageración. Cuando iba camino a la cancha con su equipo, siempre se escuchaba la misma música, le ordenaba al conductor que no parara mientras esa ‘melodía celestial’ estuviera sonando, así el semáforo estuviera en rojo. Las normas de tránsito no importaban, el bus sólo paraba en los silencios de la canción.

Con raíces argentinas

“Llegué a jugar al Atlético, pero al año de estar ahí hice el servicio militar que me tocó en Burgos. Estuve dos meses y después me trasladaron a Madrid. Tuve un par de partidos amistosos en el Ejército, el servicio militar prácticamente no lo hice, tuve dos meses en los que no pude salir, pero luego iba cada mes para firmar durante 20 meses”. Él jugaría también con el Elche y el Mallorca antes de regresar a terminar su carrera con el San Martín de Mendoza y el Independiente de Rivadavia, en 1982. Ahí finalizaría un ciclo de su vida para empezar otro, el de entrenador. “Claro, yo dirigí como 12 años en el Nacional B, después estuve 6-7 años sin dirigir, luego volví a dirigir inferiores y después lo haría con la primera de Lanús. No soy de guardar cosas, pero mi hijo Ramiro tiene todo lo que tenía de España, no soy de guardar camisetas”.

El tesoro familiar

“Yo me vine a los tres años cuando era muy chiquitito. “Estoy muy bien en Medellín, estoy muy contento, es Me trajo mi familia, viví hasta los 22 en Argentina, me fui a una ciudad muy bonita, me habían dicho que era linda. Pero jugar al Atlético de Madrid cinco años, después al Mallorca realmente, hace cuatro meses que estoy aquí y se me está hasta los 30, y a esa edad volví a la Argentina donde terminé haciendo muy duro porque por más que la pase bien, por más de jugar. Luego empecé a dirigir a los 35 años”. que esté en una ciudad preciosa, por más que el trato de la Ramón nació en Cantabria, España, un 11 de noviembre de gente sea bárbaro, y estoy en un club bárbaro, la realidad es 1947. Su familia se mudó muy pronto hacia América, cambianque es muy difícil estar solo a ciertas alturas de la vida”. do a Francisco Franco por Juan Domingo Perón, reemplazando Ramón está viviendo ahora con Eduardo González y Jorlos aires de dictadura por la bondad de una mujer que, según Toge Mamberto, compañeros en el fútbol con quienes trabaja más Eloy Martínez, era una santa, una especie de virgen para en el Nacional. Con Eduardo ha trabajado cerca de 12 años y los argentinos: Evita Perón. ha vivido con él tres años juntos, fuera de Buenos Aires. Lo Así como en Mar del Plata llegaron los primeros inglehicieron en Mendoza, Santa Fé y Santiago de Estero. ses en el siglo XVIII para invadir, con “Por ejemplo cuando yo tenía 40 sus mercancías y sus gustos, una tierra años, 37 años, 36 años, que también esauténticamente criolla, con esos barcos “En Argentina, si uno pone atención, tuve afuera, la verdad la pasaba menos llegaron los balones de fútbol y, con difícil. Ahora, lo que más extraño es muchos técnicos cuando ganan ellos, la pasión por ese deporte que se a mi familia, aunque mi señora viene multiplicó en todo el continente. siguen con la misma ropa, pero no este mes y ya el año que viene se va a “A Jerónima y Eusebio no les gusvenir para acá. Ya llevo casado 39 años, es una cábala la mía, taba el fútbol. Cuando mi papá murió desde el 23 de noviembre de 1971”. en 1963, yo todavía era muy chiquitito, Y de la familia, es su nieta de un la única cábala es jugar bien”. no jugaba. Pero mi mamá sí me vio juaño y seis meses la gran debilidad. gar, dirigir y todo, pero no le interesaba Ramiro y María Belén, los hijos de Ramucho”. món, ya son profesionales, ambos viven En Lanús, al sur del gran Buenos Aires, el fútbol, como en Buenos Aires con doña Noemí. el tango y las mujeres, fueron invadiendo a Ramón. No era “No tengo dudas de que a partir de enero, si decido conseguidor del equipo de su gente, más bien era muy hincha de tinuar, ella se va a venir conmigo. Me pone feliz mi familia, la ‘Academia’, del que era seguidor el Presidente de la época, que estén todos bien, que de repente mi profesión me permipor tanto, el estadio se llama Juan Domingo Perón. ta poder ayudarlos, eso me pone feliz, ayudar a mis hijos y “Fui hincha fanático, hasta los 14 años de Racing, ¡pero a mi nieta”. fanático, fanático!, de ir a los entrenamientos y todo. Iba a Prefiere no traer muchas cosas de su país. En la mesita todos lados, un vecino mío me llevaba. Eso fue entre el 58 y de luz está la foto de su familia y cuando va hacia los entreel 61, me tocó la época grande de Racing. Sí, campeón en el namientos encuentra en los tangos que escucha, el verdadero 58 y en el 61, y también campeón del mundo”. significado de esa música. Ya, con más años, cambió de colores, del azul y blanco “Me encanta el tango, todo tipo de tango. Yo digo que su corazón cambió a granate. De Lanús será siempre simpael tango lo apreciamos más afuera que cuando estamos en tizante e hincha, el momento más lindo de su vida deportiva Buenos Aires. Acá, por ejemplo, nosotros vamos y venimos y fue con ese equipo. En él empezó a jugar y a él sabe que tenemos nada más que CDs de tango en el coche”. volverá algún día. Ramón ha viajado por todo el continente, pero esta es la “En Lanús me insultaban mucho, yo debuté a los 17 años primera vez que venía a Colombia. Llegó al Atlético Nacional, y me insultaban. Pero era un jugador técnico, hábil, jugaba un grande en apuros, necesitado de volver a su fútbol, a sus de ocho, era volante por derecha”. triunfos, a sus goles, de reencontrarse con su historia. Y el coCon los años, esos insultos ya habían sido olvidados. Ramienzo fue soñado, sumó diez fechas como invicto, pero tras món pasaría de Lanús a Newell’s, y de ahí sería contratado por perder en el clásico regional prefirió guardar en su clóset esa el Atlético de Madrid, pero debería pagar servicio militar ducamisa rosa que lo acompañó en esos buenos momentos y que rante veinte meses y ultimar algunos asuntos de su vida pertanto llamó la atención. Ahora es otro color el que luce para sonal. Lo primero era casarse con Noemí, su segunda novia intentar una nueva etapa de triunfos. Si no le gusta el mate, argentina, y dejar para siempre su vínculo con Argentina. tal vez prefiera el café.


Postales

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Treinta nacimientos

Redacción De La Urbe

3. Seis estrellas

1. Un museo que es un cementerio

El DIM y el NAL serán eternos rivales. Pero gane uno o gane el otro, lo cierto es que cuando ambos o uno de ellos clasifica a las finales gana la ciudad… Ganan los jugadores, los vendedores informales, los bares y discotecas y los hinchas. Gana la alegría. En estos diez últimos años el balance ha sido positivo y hubo más estrellas que las obtenidas en décadas. Cuatro fueron para el Atlético Nacional: 1999, 2005, 2007 I Y 2007 II. Y dos para el Independiente Medellín en 2002 y 2004.

Foto: Elkin Naranjo

Foto cortesía: Julio Garrido

2. Una calle con grafitis En lo que otrora fueran tres casas, en el sector de la Placita de Flórez, en el centro de la ciudad, apareció el jueves 5 de octubre de 2006 una nueva calle, la continuación de la carrera 40 (la que pasa por el Teatro Pablo Tobón Uribe), que conecta la calle 48 (Pichincha) y la calle 49 (Ayacucho). Es la misma que nació con muros grises y que desde el sábado 7 de julio de 2007 fue intervenida por diferentes organizaciones sociales, artistas, jóvenes y ciudadanos que se apropiaron del espacio público personalizándolo por medio de pintas, grafitis, frases alusivas a la transformación social y cualquier forma de arte que se pudiera representar en un muro. La misma calle que día a día se transforma pues le han ido y le siguen apareciendo nuevas pintas, nuevos colores, nuevas frases y más arte.

4. Un parque científico-tecnológico Foto: Laura Rodríguez

Apreciar los montajes del Matacandelas teniendo como escenario el mausoleo de Carlos E. Restrepo, dejarse llevar por los violines y las flautas del grupo La Montaña Gris mientras se camina por pasillos llenos de lápidas, escuchar cuentos de terror o de amor en el atrio de un iglesia en la que sólo se celebran misas fúnebres, ir paso a paso entre las tumbas comentando la historia de muertos célebres como José María Amador, Jorge Isaacs, Pepe Sierra e Isolda Echavarría, hablar de arte, de escultura, de historia en un camposanto. En 1999 el cementerio San Pedro se convirtió en museo. Una idea exitosa que convoca a cientos de personas un día de cada mes en Las noches de Luna Llena, que hace concurso de adornos fúnebres durante las Feria de las Flores, que se ha convertido en un sitio turístico, que ha rescatado nuestra historia para que las nuevas generaciones no olviden lo que fuimos, lo que somos.

Nació el 8 de diciembre de 2007. Sus cuatro gigantes cajas rojas son visibles desde cualquier mirador urbano. Es un parque cerrado que divulga de manera lúdica asuntos de la ciencia y la tecnología. Cuenta con más de 300 experiencias interactivas, un auditorio para proyecciones en 3D, un estudio de televisión, una sala infantil, juegos de experimentación de fenómenos físicos, una sala de exposiciones temporales y el acuario más grande de Sudamérica con 4.000 criaturas de 400 especies de agua dulce y salada. Donde comienza el norte de Medellín, junto a la Universidad de Antioquia, al Parque Norte, al Planetario, al Jardín Botánico, al Parque de los Deseos, y cerca a Moravia, a El Bosque, a Aranjuez, e incluso al Centro, Explora se convirtió instantáneamente en un nuevo punto de encuentro de esta urbe.

5. Miles de vendedores de minutos Primero encontrarse, después el amor (o el desamor), de tercero la familia y de cuarto el trabajo. Este el ranking de posibilidades más usadas por los medellinenses, a propósito de la venta de minutos que se ofrece en las calles por 150 o 200 pesos, y quizá por 250 pesos, para aquellos que se encuentran en plazas de vendedores privilegiados. Este nuevo ecosistema del rebusque da cuenta de la expansión del uso del celular y el aumento del subempleo en la ciudad. Los minuteros —que en Medellín ascienden a los 2.700 según estimaciones de la Asociación Unitaria de Venteros de Minutos— se les reconoce por las llamativas etiquetas con las que advierten de su servicio, y tras la cuales se esconden toda clase de historias: jóvenes, viejos, maternidades que trascurren en las calles, desplazamiento y soledad.

Foto: Laura Rodríguez

Foto cortesía: Julio Garrido

Mientras De La Urbe crecía, el Valle de Aburrá no dejaba de cambiar, de mostrar otras facetas, otros espacios, otros procesos. De diez años para acá, los mismos de nuestro periódico, a Medellín le nacieron un montón de historias. Este es un recorrido por treinta de los lugares, de los logros, de las cosas nuevas de la ciudad, las que hace una década no existían, no se hablaba de ellas o apenas eran proyectos. No están todas las que son, pero todas las que están, sí son.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


10 6. Una fiesta musical (y juvenil)

10. Un canal universitario

En el primer concierto logró reunir 18.000 personas en la Plaza de Toros La Macarena. En esa ocasión, la convocatoria fue cerrada y se presentaron ocho bandas nacionales y una internacional que fue Kinky de México. Ese 2004 nació Altavoz, un Programa Cultural de la Identidad y Expresión Juvenil de Medellín, liderado desde la Alcaldía. Altavoz se ha ido convirtiendo en un espacio para compartir, donde se escucha rock, rap, y otros géneros musicales que muestran una ciudad joven, que quiere generar progreso, arte y cultura.

En 1999, casi a la par con De La Urbe nació Canal U, un medio de comunicación universitario para Medellín y sus 10 municipios aledaños. Inicialmente fueron las universidades de Antioquia, Nacional de Colombia, de Medellín, la Cooperativa y el Sena quienes se unieron para sacar avante este modelo único asociativo universitario de televisión en Colombia. El propósito es brindarle, especialmente a la juventud, una programación fresca, con diferentes miradas, diversos géneros periodísticos y experimentales de lo que es la producción académica, cultural de estas instituciones y de los procesos que han vivido el Valle de Aburrá y Antioquia.

Un ritmo musical

Con “dale un latigazo, ella se está buscando el juetazo ¡castígala!”, hace diez años en Medellín comenzamos a escuchar el reggaeton, un género que llegó al país a mediados de 2002 y alcanzó su fama con artistas como Daddy Yankee, Don Omar, Héctor y Tito, y la mujer de voz gruesa y de apariencia tosca, Ivy Queen. Ellos interpretaban Felina, Latigazo, Dembo y Baila Morena recordadas canciones, que hoy se les conoce como “clásicos”. Hay quienes atribuyen sus orígenes, a mediados de los años noventa, a Panamá y otros, a Puerto Rico. Las letras, en una gran mayoría, tienen alto contenido sexual y violento y hasta ahora se ha mezclado con músicas de todas partes, por la fácil acomodación de su beat básico, que no ha variado en los años de su existencia. Hoy en día todavía existen emisoras como Energía Estéreo, dedicadas a este género en su programación 24 horas, alternándola con otros como la salsa y pareciera que solo nos falta escuchar una mezcla de en reggaeton.

8. Dos grandes jardines al estilo japonés Foto cortesía: Julio Garrido

Fue durante la administración de Ramiro Valencia Cossio en las Empresas Públicas de Medellín cuando surgió la idea de hacer un parque zen en Medellín. Amante de la meditación, de la filosofía oriental, este gerente quiso que la ciudad tuviera un jardín al estilo japonés, con agua en pozos y en chorros, arena, cubos de madera, bosque de bambú y caminos de piedra. En 8.500 metros cuadrados, al pie del “Edificio Inteligente” se construyó El Parque de los Pies Descalzos. Tres años después, en 2003, y por idea de la Fundación EPM, le salió al norte un hermanito, el Parque de los Deseos, bajo el mismo concepto pero con énfasis en los planetas y las estrellas. Casi 15 mil millones de pesos se invirtieron en las obras físicas y de ciencia y tecnología de ese Parque que está cercano de donde habitan 900 mil de los habitantes de Medellín. Ambos espacios son muy concurridos y han logrado que todos los estratos converjan en dos mismos puntos de encuentro.

12. Cinco grandes centros comerciales En su reportaje a Medellín, en 1991, la periodista mexicana Alma Guillermoprieto afirmaba sorprendida que Medellín tiene “seguramente más centros comerciales con boutiques de ropa que cualquiera otra ciudad de su tamaño”. Lo decía mirando al Valle de Aburrá desde las laderas nororientales sobrepobladas con habitantes de salario mínimo. Y sí, aunque se diga a diario que la economía va mal, que no hay plata, que ya la gente no tiene con qué darse gustos, cada vez hay en la ciudad más centros comerciales, pequeños y grandes. De estos últimos, los que tienen más de 150 locales, surgieron cinco en estos diez años: Premium Plaza, Punto Clave, Mayorca, Aves María y Los Molinos. Y pronto aparecerá el el Santafé con 384 locales.

13. Una productora porno A usted que vive en Colombia le pueden sonar comunes nombres como Sexmagazine, Kamasutra, El semental, Los pichones y 7 labios, todos relacionados con 17/26, la productora porno más exitosa del país, nacida en Medellín hace siete años, creada y dirigida por Andrea García y Cristian Cipriani. Ellos se jactan de ser pioneros en hacer Sexmagazine, el primer programa sobre sexualidad transmitido en Colombia por televisión por cable, en Kamasutra, el primer canal porno nacional, y Los Pichones, el primer reality show porno de aquí y que buscaba la pareja más fogosa. También son dueños de 7labios.com, la página colombiana de contenido XXX más visitada y con proyección mundial donde exhiben sus propias películas, con un elenco 100% criollo.

14. Un edificio que parece un muro

9. Cincuenta Escuelas Populares del Deporte Eso de jugar un partidito en la cuadra y cuando más en la canchita del barrio hoy día en Medellín tiene otro significado, pues gracias al Acuerdo Municipal 037 de 2001 nacieron en la ciudad las Escuelas Populares del Deporte, un programa del INDER que pretende contribuir a la formación deportiva de los niños por medio de sus componentes: iniciación, formación, énfasis deportivo, escuelas de familia y desarrollo deportivo. Así, en un barrio que cuente con una de estas 50 Escuelas Populares del Deporte, el único cotejito que se juega ya no es el de fútbol, ahora los hay también de rugby, porrismo, hapkido, ultimate, tiro con arco y cuanto deporte o actividad recreativa exista.

No. 45 Octubre de 2009

Foto: Heidy Acosta

La idea surgió de varios profesores de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia quienes vieron la necesidad de que los estudiantes se especializaran en el área de la periodismo. En 1999, el Consejo Académico del Alma máter lo aprobó como programa y finalmente en el 2001 el sueño se hizo realidad con la primera cohorte. Hoy el Pregrado de Periodismo encara un proceso de autoevaluación que dará un diagnóstico de lo que han sido estos ocho años de funcionamiento en todos los ámbitos. Actualmente cuenta con 270 estudiantes, 57 profesores y 111 egresados y representa uno de los pregrados con más reconocimiento y acogida en la región.

Foto: Laura Rodríguez

7.

11. Un pregrado sólo de Periodismo

Finalizando 2008, Bancolombia le entregó a la ciudad la sucursal Ciudad Rio, ubicada en la avenida Los Industriales. Fue pensada como una construcción “ambientalmente amigable”, con un área construida de 135.379 metros cuadrados y una infraestructura tecnológica que debe durar 10 años. Se invirtieron 365 mil millones de pesos en este edificio que para los diseñadores y arquitectos del proyecto es moderno, simple, sostenible y ambientalmente responsable, aunque para otros arquitectos de la ciudad, como Germán Cock, es un muro alto, caro, aparatoso y que ignora el contexto de su alrededor, a pesar de la inversión de 10 mil millones de pesos en paisajismo.


Edición No. 45 - Octubre de 2009 - Medellín, Colombia

De la U para la Urbe. Son diez años de recorrer a Medellín, sus alrededores, y a Colombia. Y esta es una pequeña selección de lo que aquí se ha investigado, se ha escrito, con alma y corazón de reporteros, de periodistas. No es una antología en el sentido estricto de la palabra, pero sí una selección de diez textos que dan cuenta de nuestro periodismo, de nuestra urbe, de nuestra forma de mirar, de lo que somos. Bienvenido y disfrute de estos vibrantes relatos.

Hugo Alexander Villegas Hernández

Diez años Diez historias


12 Diez años. Diez historias. Para muchos, el sexo al aire libre podría ser parte de sus fantasías o la escena de una película rodada en Shangai o Ámsterdam. ¡Sorpresa! En el occidente de Medellín, una manga se presta para los interesados en esta clase de aventuras.* No. 21 - Noviembre de 2003

Camilo Sixto Baquero Medina a confirmación de las sospechas de Julián estaba a un click de distancia. Ljesuítas, Como le había contado Jaime, en los bajos del Metro, en la cara de los manes se encontraban para tener sexo en las noches. La navega-

Sexo jurásico

ción sin rumbo lo había llevado al tablón de anuncios de una cibercomunidad gay de Medellín, donde un título, ‘El parque jurásico aún se mueve’, daba crédito a lo comentado por su amigo.

“Hola a todos

A pesar de las medidas tomadas contra el parque Jurásico (manga entre estaciones Suramericana y Estadio) por parte de la Alcaldía, éste sigue funcionando. Solo se requiere un poco de discreción para no llamar la atención de los policías. Los sábados, entre 7:00 y 9:00 p.m.. es la hora óptima para tener sexo al aire libre. Y si la cosa lo amerita, más abajo es más oscuro y se puede pasar de un simple pajazo a una buena pichada. No olviden, ante todo, discreción.” Firma Pacho7**, sin más señas. En ese universo de silicio, Julián también es un número: JV80, las iniciales de su nombre y el año en que nació. Miguel* también se cambia el nombre para ingresar al salón Sólo ellos de Latinchat; pero en sus identidades ficticias no hay números, sólo nombres de grupos grunge. No se conocen por el momento. Sus vidas han sido diferentes, pero comparten la universidad y sus gustos por el play station, la cerveza, el ejercicio y los hombres. Es la noche del sábado 27 de enero, víspera de su encuentro.

Miguel

Los parlantes de un bar gay de Medellín, aturden a Miguel con Björk quien, como una pitonisa, le hace vaticinios: “I don’t know my future after this weekend and I don’t want to”. Esta con Luis, su exnovio, celebrando el fin de las vacaciones: el lunes tendrá que regresar a los microscopios y las bacterias: “It takes courage to enjoy it, the hardcore and the gentle, big time sensuality.” Miguel nació hace 21 años en un pueblo del nororiente de Antioquia. Subir y bajar las calles faldudas le hicieron las piernas fuertes, y los brazos cortos y voluminosos salieron de alzar terneros en la finca familiar. En la casa de la abuela, aprendió a combinar la rudeza campesina con la delicadeza de los arreglos florales para la iglesia. Es el segundo de cuatro hermanos; del papá heredó los ojos cafés y la barba desordenada; de la mamá, el orgullo y las mejillas de los venidos del Páramo de Belmira. Cuando tenía 13 años, su familia se convirtió en una más de las desplazadas por la violencia, y huyó cerca del mar donde no llegaban las amenazas. Con la lejanía de las figuras opresoras, Miguel empezó a darse cuenta de que su camino se alejaba del ideal paterno, aunque siempre se ha visto como un macho, un hombre de verdad: “A partir de esa libertad, empecé a explorar más cosas, malucas, buenas, no sé... Pero, igual tuve posibilidad de elegir y lo elegí en ese momento...” Su primer hombre fue el médico del pueblo. Una tarde después del colegio, un joven que le doblaba en edad le reconfirmó lo que sentía desde hacía mucho tiempo. Luego llegaron muchos. “La gente piensa que por estar en un pueblo uno no disfruta. Uno se las ingenia para hacer las cosas. Es más, mi segunda relación sexual con un hombre fue en la biblioteca del pueblo... Las oportunidades resultan, vos verás cuáles aprovechás y cuáles no”. En Almabar las cosas se pusieron calientes. “¡Qué borrachera! Un mancito me vio y, lo más mañé, me mandó su teléfono anotado en una servilleta... me reí con eso. Y yo, ‘!Ay¡, ¿yo qué hago?’ pero el mancito no estaba feo, me gustó y me importó un carajo lo de la servilleta y le dije: ‘¡Eh, Avemaría parce!, esto sí es de muy mal gusto’... Y hablamos y hablamos, nos fuimos para mi apartamento y tuvimos sexo.”

Julián

Esa noche de sábado Julián leía a Hemingway. Hace poco había hablado con Jaime, un amigo conseguido por Internet y que ya formaba parte de la vida “real”. Julián le dijo que no quería salir. La semana había sido difícil y quería ser Ryu, uno de los personajes de Street Fighter, una película de play station. Cuando se ríe se le forman hoyuelos, y cada tres palabras se rasca los codos de sus brazos musculosos. Tiene dos hermanas y vive con sus papás que saben de sus gustos, aunque sea un secreto de familia: a simple vista, nadie se daría cuenta de sus preferencias. “Ser liberal en homosexualidad no es mostrarse como una loca, sino como uno es; si soy hombre y soy gay, pues soy hombre. La gente no entiende eso, piensa que por el solo hecho de ser gay lo pueden categorizar de niña o de loca, no. Yo soy más varón que cualquiera”. Julián envidia a Ryu, con su traje de karate sin mangas, una cinta roja en la cabeza y el pelo castaño desordenado. Hasta se parecen. “Yo siempre juego con él porque es todo poderosito. Uno no se lo imagina, pero esos juegos tienen su cuento budista... El poder de Ryu es el Hadoken, es reunir toda la energía interna; el Ado, reunirla con las manos y tirarla al enemigo. Él siempre gana, como yo”. Es vanidoso. Su primera vez con un hombre ocurrió por culpa de esa adoración a su cuerpo, una noche, después de clases. “Siempre me

No. 45 Octubre de 2009

El encuentro Miguel 8:30 a.m. 8:45 P.m.

11:00 a.m.

3:00 p.m. 5:30 p.m. 6:30 p.m. 8:00 p.m. 8:30 p.m.

Miguel y el sujeto X, —“Me da pena, pero, en serio, no me acuerdo cómo se llamaba”— dormitan desnudos en la cama revuelta. “Cuando desperté, sentí todo el aguardiente en la cabeza. El man estaba mirando para el techo, me saludó y se fue a bañar”. Mientras lo escuchaba bañarse, pensó en levantarse y hacerle desayuno al extraño, pero el guayabo era más fuerte. “Si hubiera estado menos enguayabado habríamos estado juntos otra vez, pero en serio que no era capaz. El mancito volvió, dijo tres cosas que escuché como a lo lejos y se fue. Dijo que yo tenía el teléfono en la servilleta, pero yo la había botado... Igual, no importaba. Cosas de una noche”. Finalmente, Miguel se levantó. Ese día llegaba su hermano mayor de vacaciones. Aunque se sentía terrible, organizó la casa y trató de acabar con cualquier indicio de la estadía de un desconocido. “Con mi hermano tengo un trato: yo no meto manes, él no mete viejas. Él sabe lo mío, pero ni se imagina que cuando no está yo me traigo gente que ni conozco... Si se entera, me mata”. En medio de la sed y el dolor de cabeza, Miguel logra hacer algo para almorzar y, después de lavar el único plato, se derrumba en la cama a ver televisión. Luis llamó y quedó de venir a “saludar”. “Fue sólo ‘chismosiar’, por saber qué había pasado con el man del bar...”. “Cuando llegó, yo estaba recostado. Le conté el chisme, y como no teníamos nada que hacer, nos metimos a chatear. Estábamos en Sólo ellos, buscando, jodiendo...”. “Nos desconectamos. Nos dio pereza porque no resultó nada, Luis también estaba como en ese plan de buscar... estábamos aburridos”. “Hicimos la comida. Estábamos aburridos”.

9:00 p.m.

“Hasta que Luis me dijo ‘!Ah, qué pereza¡ ¿Sabe qué, hermano? Vamos a un sitio que Carlos me comentó’ ‘¿Cómo así?’ ‘!Ah¡, es que imagínate que entre las estaciones Estadio y Suramericana es todo oscuro, es un sitio de ligue y allá se besan, tienen sexo oral y de todo... A mí me entró la curiosidad...”.

9:00 p.m.

“!Qué hijueputas¡ Me puse la ropa y me fui sin bañar, todo lanoso y cochino... Bajamos por la 45D hasta la Parrilla Argentina, uno se desvía de La 80 por la canalización de Los Pinos y sale al Velódromo, nos metimos por ahí y salimos a la Estación...”

9:50 p.m.

“Llegamos y nos sentamos en una banquita a ver cómo estaba la vaina... Vi a Julián y me pareció un pelaito muy chimbita, nunca lo había visto en mi vida”.

9:55 p.m.

“ ‘Luis, mirá ese mancito de allá tan querido’, y él me dijo que le caía, y yo ‘!Ah, qué pereza¡ Caéle vos si querés’... ”.

10:00 p.m.

“Luis me dijo ‘entremos’. Nos fuimos por toda la manga y empezamos a mirar”.

10:05 p.m.

“Lo primero que encontramos fue un man haciéndole sexo oral a otro, recostados contra una viga del metro... y nosotros como ¡Oe!. Seguimos y nos hicimos en un arbolito a hablar bobadas, el espectáculo nos pareció algo grotesco. La verdad no se cómo eran, porque eso allá es muy oscuro, porque los ‘usuarios’ le ‘volean’ piedra a las lámparas para que sea más oscuro..., como que la falta de luz es directamente proporcional a más placer”.

10:12 p.m.

“Seguíamos hablando caspa”.

10:14 p.m.

“En ese momento, pasó Julián con la barrita de amigos. Del que me acuerdo, es de Jaime, ese sí era cliente de allá...”.

10:15 p.m. 10:16 30”

p.m.

“Entonces, los manes siguieron caminando, pero Julián se devolvió y me puso conversa, y al grano”. “Él me dijo así, de una, que yo le gustaba. Yo sólo dije ‘¿!Ah¡, sí hermano? ¿Cómo así.’ En ese momento, Luis se sintió mal porque le gustaba él y quería echarle el perro... I’m sorry, a mí me gustó y me habló a mí, hay que aprovechar.... Luis se fue un poquito aburrido”.


13

Julián

9:00 a.m.

“Todos los domingos me voy para la ciclovía, o al parque Pinocho; el ejercicio me hace falta. Me acuerdo que ese día me fui con Jaime y otros amigos a subir Las Palmas en bicicleta”.

10:30 a.m.

Julián y sus amigos apenas llegaron a La Isla, cerca de la vía que da a Loreto. “Jaime se dañó un tobillo. El día estaba bien y nos había rendido, pero no podíamos dejarlo ahí. Así que llame taxi y para Medellín”.

12:00 M.

Almuerzo familiar donde la abuela. Después todos, menos Julián, se iban para Amagá, a la finca. “A Jaime no le había pasado nada, sólo se lastimó y le dio un calambre. Quedamos de vernos más tarde”.

4:00 p.m.

“Marce, mi mejor amiga, me invitó a cine. Nos fuimos para Unicentro, no me acuerdo a ver qué”.

6:00 p.m.

Al regresar del cine, Julián encontró la voz de Jaime en el contestador. “Lo llamé y me dijo que qué iba a hacer, que nos fuéramos para la estación Estadio, al parque Jurásico. Con lo del mensaje, me dio curiosidad, pero pensé que eso era medio fraude, que después nos íbamos para otra parte. Igual, yo me preguntaba qué clase de manes iba allá. Nos quedamos de encontrar a las 8:45 en la Estación”.

8:30 p.m.

En la noche dominical, la estación San Javier tiene la soledad de un cementerio. Julián va prácticamente solo en su vagón. “A mí me parecía muy raro ir allá. El güevón de Jaime ya había ido, pero a mí me daba como cosa”. Mientras viajaba por los techos de la ciudad, dudaba en bajarse, mas el anuncio de “próxima estación, Estadio”, lo sacó de sus pensamientos. Después vio la cara sonriente y el pelo largo y negro de Jaime.

8:50 p.m. 9:20 p.m.

“Jaime estaba con otros dos amigos: Julián, que ya lo conocía, y David, a quien alguna vez había visto en Factory. Nos sentamos en una de las bancas cercanas a la baranda de la canalización”.

“Fuimos a comer algo a La 70 y volvimos. Nos sentamos a ver gente y a hablar mierda”.

9:47 p.m.

Julián y compañía ven llegar a Miguel y a Luis: “Me dio mucha risa porque Jaime dijo ‘¡Ja!, esos vienen buscando algo. Vamos a ver que nos toca.’ Me sentía como apenado, como observado”.

9:53 p.m.

“Cuando vi a Miguel, me acuerdo que tenía un buso café de Girbaud, y el cuerpo se le veía formadito. No me pareció tan perdedor, pero igual no sabía qué hacer. Yo sabía que él era gay, uno sabe, pero...”.

10:01 p.m.

“Cuando se fueron, Jaime iba a silbar, pero le dije que no. Entonces me empezaron a molestar, que a cuál le había echado el ojo. Pensé que los mancitos se iban, pero cuando se metieron por el caminito, supe en qué plan estaban”.

10:08 p.m.

“Entonces, Jaime dijo que fuéramos. Yo tenía un susto, o sea, yo había estado con manes que conocía por ahí, en bares, en discotecas, pero no en la calle, casi en una quebrada. Yo no pensaba hacer nada, de hecho, no creía que alguien que estuviera allá pudiera ser bien... Miguel me había gustado pero no, el sólo hecho de que estuviera allá...”.

10:13 p.m.

“Íbamos por el caminito y había un mancito pegado de otro; a mí eso me pareció lo peor, pero ya estaba ahí. Pensaba en la curtida que me estaba pegando, pero en eso vi a Miguel con el amiguito. Lo miré, pero en esa medialuz uno no ve nada. Jaime me codeó, pero seguimos derecho”.

“Hola a todos:

10:14 30”

p.m.

“Y yo pensaba, ´¿me devuelvo?´... ”

10:15 20”

p.m.

10:16 p.m.

quedaba haciendo barritas en un parque cerca al colegio —estaba en noveno—. Allá conocí a Juan Esteban, un man de once, con chimba de brazos y pectorales. Nos encontrábamos mucho... Me invitó a su casa, vivía por Don Quijote, me presentó la hermanita y ella y yo fuimos novios como tres meses. Salíamos por ahí, él con viejas y yo con la hermana, hasta que un día me dijo que si yo había estado con manes. Yo le dije que no, y me dijo que yo le gustaba, que tenía chimba de cuerpo. No me aguanté la curiosidad y nos encamamos en mi casa. Por esos días yo terminé con Manuelita y nos alejamos”. Son las dos de la mañana del domingo, y cuando las hermanas de Julián llegan de ‘rumbiar`, lo encuentran haciendo hadokens. Él considera que eso, junto con la cerveza y el ejercicio, son sus vicios porque los hombres son una pasión, un espejo en el cual contemplarse. “Lo primero que le miro a un man es el cuerpo. Uno puede llegar a amar a un hombre, pero no he llegado a sentirlo así. Busco que sea igual o más lindo que yo, pues, si no, no me sirve... eso suena mal, pero todos los gay o bisexuales saben que es verdad, uno se mete el engaño de que es importante lo de adentro y esas maricadas, pero finalmente el cuerpo es el gancho... aunque a veces uno tiene sus deslices y se mete con uno que otro feo”. Mientras los ojos se acostumbran a la oscuridad, sólo se siente la vibración del Metro, el sonido se asemeja a una avalancha que rueda montaña abajo. Con el silencio de la noche, el ruido se hace más fuerte y se funde con el de los grillos. Tal vez los únicos sonidos humanos son las risas porque los gemidos se los traga el concreto. Constantemente, a lo lejos, se escucha la corneta del celador quien pasa en su bicicleta, y que ha visto cosas raras, pero dice, con una sonrisa pícara, no saber nada. “No hicimos nada allá... sólo nos conocimos. Estuvimos un rato ahí parados, hablando del lugar, de cómo nos parecía,” dice Miguel. “Él decía que le pareció muy extraño conocerme, porque no era capaz de meterse con alguien de allá, sino que me vio la cara de... no sé”. Después de un rato, deciden regresar a la Estación. En el camino se encontraron conque la pareja ya había invertido los papeles, y sólo con mirarse entendieron el desagrado del otro; desde el primer día se comunicaban más con miradas que con palabras. “Nos quedamos hablando bobadas como hasta la una, nos contamos la vida; entonces me dio el teléfono y le dije que si ya se iba, entonces Juli me dijo ‘¿Qué quiere que hagamos, pues?’ ‘Ah, yo no sé ¿A usted qué se le ocurre?’ ” Julián estaba solo en su casa y las miradas decían más que las palabras: la tensión se tenía que solucionar. “No estábamos ahí de gratis. Allá no hay trucos, nada más que estar. Si usted está metido allá es por algo, es un lenguaje. Con estar y mirar, saben que está buscando algo…no tiene necesidad de hablar, sino pa’ qué está allá... usted no va a estar allá de curioso, no...”, dice Julián. Esa noche, Miguel terminó en la cama de Julián, otro desconocido. Pero a diferencia del affair de la noche anterior, se quedó durmiendo hasta tarde, hicieron desayuno y otras cosas. Se fue casi de noche. “Él es afiebrado al play, como yo. Nos manteníamos peleando porque cuando él me ganaba yo lo encendía a puños y terminábamos en otras cosas, el noviazgo duró ocho meses”, recuerda Julián. “Era una relación muy extraña, no estábamos pendientes de lo que hacía el otro, dice Julián. “Rumbeábamos en sitios gay, a Julián sí le gustaba; íbamos a cine, o a tomar cerveza y, claro, a hacer ejercicio”, cuenta Miguel. “Durante todo el tiempo que yo estuve con él, le fui fiel, de verdad, y estoy seguro que él también. Terminamos porque conocí a otra persona, a Andrés. Ya las cosas se estaban enfriando, pero ninguno se atrevía a dar el corte. Andrés se presentó en un momento en que quería sacarle una excusa para terminar.” El noviazgo terminó, pero el parque Jurásico continúa. Acerca de “los usuarios”, Miguel dice que “son personas que necesitan ese placer, porque no tienen cómo hacerlo o les gusta; necesitan de esos medios para satisfacerse. No los critico. Una necesidad, ¿qué necesita? ser satisfecha... Allá se ve de todo, se ven muchos especímenes... unos niños que usted dice: !por Dios, qué pasó¡”. Sin embargo, la llegada de Carrefour está poniendo al Jurásico en vía de extinción. La luz, gran enemiga de los seres que lo frecuentan, pronto inundará la manga, sin contar con los carros, los celadores y los compradores. “Es mal para la gente que le gusta, es que los gay atraemos a los hipermercados, las mangas de Niquía eran un sitio, y ahora hay un Éxito, !ja ja¡”, dice Julián. Pero no es el único lugar. Miguel dice que hay muchos, no tan públicos: “Está el Banco Sudameris de la 33, los baños de San Diego, más las discotecas, saunas y cines gay; es muy charro porque son casas normales, y nadie se imagina que están ahí…, solo los del gremio”.

“Y paré y me devolví”. “Yo le dije: ‘¿Sabe qué, hermano? Me gustaste, me pareciste muy chimba’. Yo me sentía mal, pero no me aguanté. Ya estaba allá, nada perdía”.

Parece que va a ser muy difícil tener sexo al aire libre con el nuevo supermercado que están construyendo al frente del parque Jurásico. No obstante, si nos corremos más para abajo, después de estación Suramericana, la fiesta puede seguir, incluso más intensa. Ánimo, no perdamos el impulso y disfrutemos de todo lo que se nos brinde. O propongan otra alternativa, otro lugar, donde podamos disfrutar al máximo. Pacho7” * Actualmente la presencia de Carrefour, a lo largo del recorrido, transformó el parche. No volvió a ser lo mismo, y los encuentros prácticamente desaparecieron. ** Nombre cambiado por petición de la fuente

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


14 Diez años. Diez historias.

Pobres viejecitos Wilber Alberto Rico l jueves 24 las autoridades dieron a conocer la noticia que ya presentían los Ede una vecinos: en la habitación 305 fueron hallados los cadáveres descompuestos pareja de ancianos, quienes llevaban entre ocho y diez días muertos, en

medio de una miseria absoluta. Aparentemente un golpe accidental en la parte posterior de la cabeza le ocasionó la muerte al anciano. La señora, quien por ser semi-paralítica, no pudo o no quiso hacer nada, acompañó el cadáver durante cuatro días, hasta que a ella también le llegó la muerte. Por esos días en el piso tercero, donde se encuentra el apartamento 305, el ambiente era más frío, húmedo y resbaloso de lo acostumbrado. Los vecinos notaron la ausencia de sus moradores, sobre todo la del anciano, pues de su acompañante poco o nada se sabía. También sabían que desde la llegada de la pareja en 1993, por los mismos días de septiembre, nunca nadie los había visitado. El 23 de septiembre de 1998 a eso de las siete de la mañana, la señora Rosmira de Saldarriaga, vecina del 304, bajó e indagó al portero por el señor Guidoni, a lo que éste respondió que hacía por lo menos diez días no lo veía. “Conocí al señor Guidoni hace dieciséis meses. Todos los días salía a hacer sus compras. Cuando la señora Rosmira me avisó de los olores desagradables en el piso tercero, de inmediato llamé a la administradora del edifico y ella avisó a las autoridades”, comentó el portero Jorge Eliécer García. Cinco días antes el mismo Jorge Eliécer había repartido correspondencia avisándole sobre la asamblea. Guidoni nunca la recogió. Dos días después lo llamó insistentemente por el citófono para anunciarle lo mismo, pero jamás le respondió. A las 8 de la mañana del mismo 23 de septiembre, la puerta del apartamento 305 fue forzada y abierta por las autoridades de la Fiscalía. El aire era pesado y nauseabundo. A pesar del día radiante, en el lugar reinaba la oscuridad. Los pocos muebles estaban cubiertos por sábanas amarillentas. El lugar era amplio. Un salón grande recibía al visitante al lado izquierdo y seguía uno menos amplio al lado derecho. Predominaba el desorden en los pocos enseres sumidos en medio de la mugre y el polvo de muchos días. Por el corredor central se llegaba a una habitación desocupada y a la cocina con muy pocos utensilios viejos y raídos, una antigua nevera totalmente desocupada, un fogón pequeño y una que otra olla. Abundaban las botellas de licor vacías en medio de periódicos viejos. Al final, tras una cortina de plástico medio abierta, estaba la habitación de la pareja de ancianos, cuyas ventanas estaban cubiertas con periódicos viejos, de por lo menos cuatro años de haber sido publicados. El cuerpo de Guidoni fue encontrado en el suelo, sobre un piso de cerámica fina, encajado perfectamente entre el closet y la cama doble a su derecha, en posición opuesta al espaldar. Sus pues rígidos tocaban la mesita de noche; su brazo izquierdo se extendía formando un ángulo recto señalando la única entrada a la habitación. Los ojos de Guidoni, estaban cubiertos y aún con su color natural, mirando firmes al techo como si buscara el infinito. Un golpe fuerte en la región occipital de su cabeza, producto de una caída accidental, lo hizo dejar atrás este mundo ante la mirada impotente de su esposa Rosana. Según el reporte de Medicina Legal, Eduardo José Guidoni Isola permaneció en ese estado durante 170 horas. Rosana fue hallada en su cama. Su frágil cuerpo descansaba boca arriba sobre un desorden de sábanas y mantas sucias. Tan sólo llevaba puesto un buzo de color vinotinto, el resto de su cuerpo estaba desnudo. Sus piernas exageradamente delgadas dejaban ver su desnutrición avanzada y una inactividad de mucho tiempo atrás. Su rostro de pómulos sobresalientes mostraba un descanso eterno después de una vida agobiada por el sufrimiento y la soledad. Las pruebas realizadas por los investigadores demostraron que murió cuatro días después de su esposo. La agonía fue lenta y dura y al final el hambre le ganó la batalla. Fue una lucha de ochenta y ocho años que le dejó dos matrimonios. En ambos fue viuda. A Guidoni le guardó un luto de cuatro días mientras contemplaba su cuerpo a su lado. Durante esos cinco largos años, don Eduardo José Guidoni, el del 305, de procedencia argentina, demarcó bien las relaciones con sus vecinos. La conducta huidiza del viejo encajaba perfectamente con sus rasgos toscos y sus gestos malhumorados. Era un hombre de temple firme y porte atlético, a pesar de sus ochenta años, con brazos fuertes y manos cuidadas terminadas en dedos largos y finos, y una estatura que bordeaba los 1.80 metros. Era blanco, de ojos verdosos, nariz rígida y cabello ligeramente canoso sobre una cabeza voluminosa, de frente amplia y notables arrugas octogenarias. Modestamente vestido, el señor Guidoni mostraba huellas de la vida solitaria al lado de su esposa, que optó llevar a su modo desde cuando, hace quince años, a la edad de 73, la señora Rosana Gaviria viuda de Ochoa, le diera el sí definitivo al que para ella era su segundo vínculo matrimonial. De él poco se sabía. Eso ocurrió en 1983, cuando la señora Rosana ya no gozaba de muy buena salud. Su misteriosa incapacidad para procrear le destinó una vejez huraña y sin otra compañía que su devoción religiosa. Su soledad se acentuó a raíz de la muerte de su primer esposo, del que solo se sabe el apellido, Ochoa. De figura delgada, conservaba aún el talante de una mujer distinguida con el cuidado y la delicadeza en sus maneras. De escasos 1.55

No. 45 Octubre de 2009


15 Corrían los últimos días de un septiembre oscuro y frío, cargado de presagios. En el edificio Matilde, ubicado en Colombia con Faciolince, sus habitantes, la mayoría de ellos ancianos, comenzaron a notar un cierto olor que se esparcía por el lugar, agarrándose de las cosas, cada vez más penetrante e inevitable. “Es olor a muerto”, dijeron algunos. No. 1 - Octubre de 1999

altura, que parecían ser menos debido a su leve dificultad para caminar, por las demás personas. La vieja Rosana ya se había resignado a pasar doña Rosana se dirigía diariamente a su encuentro con Dios. El camino le sus últimos momentos de vida encerrada y limitada por las paredes de su tomaba media hora entre su casa situada en el barrio San Joaquín, al cenlugar de habitación con los mismos pocos enseres, la misma cama doble tro-occidente de la ciudad, y la iglesia del mismo nombre. A doña Rosana de su matrimonio último, la misma indumentaria. pocas veces le gustaba departir con los vecinos a su alrededor sobre los Guidoni, por su parte, no parecía envejecer y conservaba todavía la menesteres de su disciplinada vida parroquiana. Ocasionalmente lo hacía arrogancia y las energías de alguien más joven y el brillo de sus ojos vercon la única amiga de aquella época, la señora Rosa de Mondragón, con des y, a veces, fulminantes. A ella en cambio, la vida se le agotaba. Rosana quien compartía el mismo drama: ambas habían enviudado y se participresentía su final triste y agónico. La vida no le había retribuido con el paban de la soledad con la misma resignación. epílogo merecido para cualquier persona de su edad, de su alcurnia, de su La señora de Mondragón ha vivido 46 de sus 70 años en ese sector de talante. Nunca optó por reprocharle nada a su marido porque no valía la la ciudad, que aún conserva la contextura arquitectónica antigua de las pena hacerlo. De cierta manera algo de él se le había impregnado en su casas a pesar del embate del desarrollo urbano. En esta parte las vivienconciencia, en su forma de ser. Sus últimos días estaban en las manos de das, situadas de forma oblicua, una tras de otra, conforman una especie Guidoni. Ahora dependía completamente de él. de zigzag del que sólo se conservan las puntas de las casas. En una de El edificio Matilde es una construcción vieja de Medellín, ubicado en estas, la ubicada en el centro de la hilera, con el número 70-90, habitaba el céntrico sector de San Benito, calle 50 (Colombia) con carrera 55, en Rosana. Dos casas más arriba, vivía doña rosa, su compañera de iglesia. una pequeña vía ciega conocida como Faciolince. El edificio de siete pisos Recuerda la señora de Mondragón que cierto día de aquel 1983, en se caracterizaba por la parquedad de su estilo arquitectónico propio de una de sus acostumbradas caminatas rumbo a la iglesia, su amiga Rosana los años setenta. En su fachada predomina la simpleza de sus ventanas y la sorprendió con una noticia. Había decidido casarse de nuevo. Para sobresalen los balcones anchos por el costado de la calle Faciolince y otros doña Rosa la sorpresa la sorpresa fue doblemente total pues a la edad de un poco menos amplios por el lado de la calle Colombia. Un techo cuadrasu amiga generalmente no se opta por el matrimonio, y mucho menos do de concreto cubre la puerta del edificio, en uno de cuyos costados se con un desconocido. Aunque existía entre ellas cierta confianza, jamás lee en letras ocres de tipo cursiva y elegante “Edificio Matilde”. Adentro le había escuchado hablar de algún pretendiente. Pero las sorpresas no hay una semipenumbra desafiado por una que otra bombilla pegada del pararon ahí. Al parecer, según escuchó de los propios labios de Rosana, techo. Al fondo del primer pasillo, de escasos tres metro de ancho, está el se casaría con un extranjero con el que había tenido contacto a través del ascensor por el que viajaba diariamente el viejo Guidoni, como la mayoría correo. “Cuando efectivamente se casó, nunca la volví a ver. A pesar de de los habitantes del lugar. El viejo aparato, en el que caben seis personas, que vivían ahí, ella se dedicó al encierro”, comenta doña Rosa con el buen cruje al cabo de treinta años de servicio. Al lado izquierdo están las escahablar, el ritmo y la entonación de las damas antioqueñas de antaño, leras, hechas en baldosín y en forma de caracol y de un tono pálido. refinada en sus modales y de fragancias juveniles. La vecina de Rosana En el tercer piso, como en todos los demás, hay un corredor en forma recuerda cuando, motivada por la curiosidad del nuevo esposo, lo observó de “L” en cuyo vértice está ubicado el ascensor. De frente a éste se extiena través de su ventana en el segundo piso de su casa. “Caminaba lento de el pasillo más corto apenas iluminado por una pequeña claraboya. En y con la mirada clavada en el piso. Siempre llevaba un periódico bajo su el fondo están las puertas de dos apartamentos, el 302 y el 303, uno en brazo, parecía un mensajero de tanto entrar y salir de su casa. Siempre frente del otro. Al lado izquierdo del elevador está el apartamento 301. Al solo, saludaba con un leve ‘Dios lo bendiga’ ”, asegura. fondo está el apartamento 304 y a su lado el 305, el hogar de Guidoni y su Los años fueron pasando y la vieja Rosana no tuvo más contacto con esposa Rosana durante los últimos cinco años entre 1993 y 1998. el mundo exterior. En cierta ocasión, por el año de 1985, las vecinas de la Eduardo José Guidoni no cambió en mucho la rutina diaria de sus parroquia de San Joaquín, circularon la imagen de la Virgen María entre últimos años. Día tras día, durante el tiempo que vivió en el edificio las diferentes casas con el único propósito de que cada familia la tuviera Matilde, salía a eso de las 9 de la mañana a comprar los alimentos de la por una semana. Rosana apareció sigilosamente tras la cortina de su casa. jornada para su esposa y para él. Quienes lo veían ya se habían acostumCon cierto temor y resguardo, en tres o cuatro palabras, dijo que su esbrado a ese especie de ritual mañanero. El viejo no tardaba en regresar y poso le impedía tener contacto con los demás. Los vecinos se extrañaron el resto del día permanecía en su apartamento. Algunas personas, entre de tales circunstancias pero nunca tomaron parte de ese asunto como lo habitantes y trabajadores de la edificación, lo recuerdan como alguien asegura Amparo Silva, bacterióloga de profesión y dedicada hoy a otras tosco y de pocos amigos, o mejor, de ninguno, pues jamás se le vio con actividades. alguien. Aparte de los saludos de cortesía, Guidoni tenía muy pocos conElla también conoció, aunque no muy de cerca, a los dos ancianos, tactos con las personas a su alrededor. Alba Olivia Agudelo, encargada por cuestión de negocios. Alguna vez quiso comprarles el segundo piso de del aseo del edificio desde hace más de veinte años, solo vio a la señora su vivienda, de la que era arrendataria. De eso hace diez años aproximael día en que se pasaron y jamás la volvió a ver. En ocasiones, Guidoni le damente. El negocio estuvo en manos del señor Guidoni, al igual que la hablaba de fútbol. Cierto día le confesó que en sus tiempos de juventud puesta en regla de todos los documentos que demanda una transacción de había sido futbolista y también humorista en su tierra natal, argentina. bienes raíces. “Era un señor alto, de buenos modales y con acento argentiGuidoni, quien era desconfiado por todas las personas que lo rodeaban, no. Él personalmente firmó todos los papeles y se hizo cargo del negocio, siempre aseguraba muy bien su casa a la hora de salir. eso fue por el año de 1989”, recuerda ella. Las autoridades hallaron, entre las cosas desordenadas de la pareja, La señora Silva nunca se relacionó directamente con los ancianos títulos de ocho propiedades dispersas en la ciudad, compraventas e hipoa pesar de su cercanía. No obstante, ella oía que él la regañaba mucho tecas e igualmente títulos de depósitos bancarios a nombre de Eduardo y por ella época había un constante maltrato verbal del viejo hacia su José Guidoni Isola, quien al parecer se hacía cargo de todos los negocios esposa. En cierta oportunidad, comenta la señora, le pareció escuchar propiedad de su esposa. un diálogo a altas horas de la noche, un diálogo que fue aumentando Si la señora hubiera muerto antes que su marido, ninguno de sus de tono hasta convertirse en un literal alegato. Los indicios continuaherederos habría podido reclamar nada. Todo habría ido a los herederon por muchas noches más, hasta que la vecina pudo confirmar que las ros de su esposo. Pero los herederos de doña Rosana, quienes nunca se conversaciones nocturnas no eran precisamente preocuparon por ella mientras estaba viva, entre dos personas. Según ella, el viejo en estado especialmente en los últimos quince años, de embriaguez hablaba con el perro. De doña resultaron ser más de los que ella conoció. Guidoni no parecía envejecer Rosana no guarda muchos recuerdos dado que, A ellos les llegaron como caídos del cielo las según sus palabras, la señora permanecía encepropiedades de su lejana tía. Según datos y conservaba todavía la arrogancia rrada. Doña Rosana ni siquiera se despidió de establecidos, las personas beneficiadas por y las energías de alguien más joven su estimada amiga Rosa de Mondragón antes de el matrimonio de Rosana son catorce en perderse para siempre en su habitación. total, entre hermanos y sobrinos, quienes y el brillo de sus ojos verdes y, a veces, fulminantes. A A pesar del comportamiento esquivo del viehicieron todo lo posible por demostrar su ella en cambio, jo Guidoni, nadie se atrevía a señalarlo como parentesco con la pobre tía abandonada. alguien que tuviera problemas síquicos o de alLe sobreviven dos hermanos: Leonor y Luis la vida se le agotaba. coholismo. Muy por el contrario, la lucidez hacía Alfonso Gaviria Gaviria; doce sobrinos: Rosana presentía su final triste y agónico. parte de la personalidad y entereza de alguien Olga, Darío, Enrique, Julia, Marta, María que, como Guidoni, guardaba muy bien las disCecilia, Humberto, Mauricio, Mónica, Cartancias. Entre 1988 y 1993 la pareja desapareció menza Elcy, Rocío y María Victoria. Todos completamente del sector de San Joaquín. Algullevan en sus nombres el apellido Gaviria, nas personas manifestaron haber observado al viejo Guidoni caminando antes o después de cualquier otro, lo importante es llevarlo sin que quede por el sector de Suramericana, en uno de cuyos edificios, la pareja de duda alguna. Solo uno de ellos se encargó de las honras fúnebres y su posancianos vio pasar otros cinco de sus míseros años. Allí se repitieron las terior entierro en uno de los más reconocidos cementerios de la ciudad. mismas costumbres y la misma tendencia escurridiza. Para ese tiempo la Allí reposa por fin el alma de Rosana Gaviria Gaviria, viuda de Ochoa, señora Rosana ya manifestaba dolencias avanzadas en su delicado estado viuda de Guidoni. de salud y había perdido totalmente la capacidad de desplazarse por sí sola. Vivían en el abandono y en medio de una desconfianza inexplicable

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16 Diez años. Diez historias.

¿Por qué a usted, señor Zuleta? Siendo León Zuleta un marica odiado por muchos, llegó a ser líder. Él fue esperanza para los excluidos y estorbo para quienes odiaban a los diferentes. No. 41 - Agosto de 2008

Juan Camilo Rengifo Garcés espués de quince años de su asesinato, aún D le recuerdan: algunos aún le lloran, otros aún le escriben y muchos todavía le aman. Del

puñal que lo despojó de su vida aún no se sabe nada; de las manos que lo empuñaron, menos; del odio con que lo hicieron, sí. De ese se sabe que sigue proliferando en la ciudad; de hecho, después de su muerte, los crímenes de odio son constantes. Su muerte fue imprevista pero predecible por las constantes amenazas que lo acechaban. A usted le propiciaron más de veinte puñaladas la madrugada del 22 de agosto de 1993 en su apartamento, su asesino quería matar y volver a matar su cuerpo. ¿Por qué a usted, señor Zuleta? ¿Por ser homosexual? ¿Por ser de izquierda? ¿Por sus borracheras? ¿Por su consumo de marihuana? ¿Por qué a usted, señor Zuleta? ¿A caso por ser fundador del Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia, o por promover la primera marcha gay del país en 1983, o por haber hecho parte de la Juventud Comunista (JUCO), o por haber trabajado en el Instituto Popular de Capacitación y en la Escuela Nacional Sindical? Lo cierto aquí es que usted fue un aguijón para muchos digno de desterrar, con muchos “méritos” para acecharlo, desaparecerlo o aniquilarlo. Usted que fue filósofo, profesor, intelectual, poeta; que llegó a ser ángel, demonio, luz, sombra, se convirtió en “un referente político y académico, empecinado en los Derechos Humanos” y fiel amigo de los sectores sociales. Así lo denomina David Ramírez Montoya, miembro de la Corporación El Solar, institución que recoge sus pensamientos. Era un hombre de avanzada, usted mismo lo afirmaba en una de esas borracheras con Piedad Morales, la poeta, donde se mezclaban la cerveza y el ron, las palabras y el afecto, el desamor y la risa: “Piedad, somos seres nacidos fuera de nuestro tiempo, somos seres que nos adelantamos a nuestro tiempo”, le confesabas. “Por eso fue tan difícil para muchos escucharlo, entenderlo, y ese fue el pretexto de esta sociedad para hacerse “la de la oreja mocha” cuando él hablaba de Derechos Humanos y de humanismo”, dice Piedad

No. 45 Octubre de 2009

Morales su amiga, la compañera de tantas Fue usted el hada madrina de Piedad, noches de ebriedad. ella misma lo reconoce. También fue el ángel Usted, un hombre de “noches intende muchos. El amor para usted carecía de sas”, que comenzaban en el bar Serenata o dificultad, era fácil y sencillo. Amar a usted en cualquier otro ubicado en las calles del le trajo problemas, discusiones, críticas. La centro de Medellín, lejos de la farándula misma Piedad lo recuerda: “León veía un iny con la compañía de Piedad. Frecuentes digente y lo quería abrazar, cargar, darle de borracheras que iniciaban después de las comer, sentía un amor tan intenso, se exageseis de la tarde y que al igual que Piedad raba tanto que en ocasiones discutimos, yo le se esfumaban a media noche para dar paso decía a León que pensara que eran personas a los consumos de desconocidas y que, marihuana, al disa veces, no eran tan frute de lo erótico, confiables, pero en“La represión es cuando a la libertad total tendí que el amor del cuerpo. que León tenía por el Estado te oprime por medio Un ser noctámlas personas margide la fuerza; la opresión es cuando el bulo, por eso le irrinadas no contenía taba que lo llamaran límites”. sistema se mete en tu cabeza antes del medio día. Usted que “Un día lo llamé a amó al hombre y en tu forma de pensar y te domina; las once de la mañahambriento, a la y la supresión es cuando eres na y se me emputó lesbiana, al policía, por teléfono y me al transgenerista, demasiado conflictivo para el sistema dijo: ¡Qué son esas a la mujer vulney te eliminan físicamente”. horas de llamarme, rada, al marica, al a la madrugada!”, prisionero de la carelata Manuel José lle, al homosexual, Bermúdez, conocido a la prostituta, al como el ciudadano gay de Medellín, quien en de altos ingresos, al hombre corrupto, al 1993 trataba de concretar una cita con León. individuo ignorante, al marihuanero, al Bermúdez se había interesado por el tema de obrero, al borracho; que caminó con los la lucha homosexual y ya muchos le habían sindicalistas, las feministas, los comunisrecomendado entrevistarse con él. De la entas, las juventudes; que respetó al otro, al trevista, que no duró más de media hora, que le era diferente, lo escuchó, lo entendió, Manuel siempre recuerda las palabras fruslo amó; que se empecinó con los Derechos trantes de León que frenaron por un tiempo Humanos; que se condenó al amor y lo consu proyecto político: “Usted es un pelao muy denaron al rechazo; que se convirtió en un joven, no se ponga a meterse en este cuento demonio por no comulgar con el patriarcaque por las locas no vale la pena trabajar”. do, con el sistema, con el autoritarismo y la exclusión; fue entonces el hereje al que Un hada, un demonio y un ángel odiaron, expulsaron, desterraron, exiliaSin duda alguna era usted un desaforado ron, asesinaron, silenciaron. en el amor. Su fiebre de amar era constante El hombre al que le irritaba la injusticia, y excesiva. Carecía de aquello que obstaculique no contemplaba salir de Medellín, pero za la voluntad humana: el límite. No había que con tristeza debió abandonar dos veces límite en su amor. Piedad Morales recuerda por las ya comunes amenazas; el ángel al como usted le engrandeció el espíritu, como que le angustiaba hablar o escribir para un le abrió el apetito de amar, de vivir, de espúblico distinto al de Medellín es el mismo cribir: “Piedad, si usted quiere que lo que demonio que detestaba la sociedad jerárquiescribe se parezca a la realidad, le hable a ca, autoritaria, patriarcal, excluyente, domila realidad, tiene que escribir con las tripas, nante, capitalista; el mismo que promulgaba usted no escribe ni con la cabeza y con la por una estructura social de igualdad. David habilidad”. Ramírez aún comenta el memorando que

usted mandó a sus compañeros del Instituto Popular de Capacitación donde “muy bellamente los invita para el solar de la casa a hacer un espacio de diálogo más horizontal, donde donde la lúdica, el arte, el amor y el afecto sean comunes”. Entendida a finales de los ochentas y principios de los noventas como una propuesta informal, que no era nada más que su posición política ante la sociedad que quería edificar.

La supresión de León

Usted en sus días de intelectual enumeró tres formas por las cuales el Estado domina a la sociedad: la represión, la opresión y la supresión. “La represión es cuando el Estado te oprime por medio de la fuerza; la opresión es cuando el sistema se mete en tu cabeza y en tu forma de pensar y te domina; y la supresión es cuando eres demasiado conflictivo para el sistema y te eliminan físicamente”, explica Ramírez. A usted, señor León, le aplicaron la tercera forma, a las demás usted ya las había derrotado, sus contradictores no contemplaron otra opción más que la muerte. Recuerda Piedad que usted no le tenía miedo a la muerte, “como buen filósofo la asumía como una parte de la vida”. Usted murió solo, lo asesinaron “porque estamos en una sociedad violenta, asesina, que es incapaz de reconocer la diferencia, de reconocer que el otro o la otra pueden pensar diferente, que pueden sentir diferente”, opina Róbinson Sánchez vocero nacional del Polo de Rosa. Para David Ramírez a usted lo mataron “por marica, por coqueto, porque le encantaban los pillos, todo el mundo andante, lo ataron por la homofobia de esta sociedad”. Su asesinato, señor Zuleta, es producto de “la incapacidad de amar y reconocer en el otro alguien con quien interactuar desde el amor y el afecto”, así lo hace sentir Elkin Naranjo, miembro de la Corporación El Solar. Aquí en la tierra todavía conmemoran su muerte. En la Universidad de Antioquia aún le esperan en “Tronquitos” para iniciar otra de esas tertulias. A Manuel Bermúdez aún le apasiona hablar de usted. Piedad todavía le ama. A la mayoría de su legado se lo come la polilla mientras que muchos aún nos preguntamos, ¿por qué a usted, señor Zuleta?


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Cuando la sangre hierve El primero de noviembre, el intendente Maury Acosta asesinó a tres compañeros e intentó suicidarse. ¿Por qué lo hizo? La policía prefiere no hablar del caso y los medios de comunicación ya lo olvidaron. No. 38 - Diciembre de 2007

Ana María Bedoya Builes las 4:45 de la mañana. El alba anunciaba el inicio de un nuevo día y de un nuevo mes: noElas ran viembre, el mes de los muertos. En el piso diez de la Alcaldía de Medellín, donde se encontraban oficinas de la línea de emergencia 123, el patrullero de la policía Cesar Augusto Montoya recibió

una llamada. Fueron quince minutos en los que el sexto sentido lanzaba una profecía que, de no haber sido por la negligencia de algunos agentes, habría evitado la tragedia de cuatro familias, y un escándalo para una institución que cumplía su aniversario 116. Al otro lado de la línea, se escuchaba una voz femenina entrecortada y al fondo el sollozo de unos niños: “yo soy Claudia Aguilar, la esposa del intendente Maury Acosta. Llamo para que, por el amor de Dios, no le vayan a entregar armamento a mi esposo…Yo presiento que algo malo va a pasar…Él se despidió de mí y de mis hijos, nos dijo que no lo esperáramos”. El patrullero trató de calmarla: “¿dónde trabaja él?, ¿por qué no llamó al comando de El Poblado?, ¿dónde viven ustedes?, ¿tuvo alguna discusión con él?”. Faltaban quince minutos para las seis de la mañana, mucho más temprano que de costumbre, Aníbal Humberto Maury Acosta llegó al Comando de Policía de El Poblado; su jornada laboral comenzaba a las siete. Para entonces, el intendente Juan Camilo Bedoya ya había hablado con Claudia Quintero*, la teniente del 123 que recibió, de parte de Cesar Augusto Montoya, el reporte de la llamada de Claudia. “Pero ninguno de los dos prestó atención; tomaron la situación como una charla, dijeron que eso era bobada, que los costeños eran así, que seguramente había discutido con Claudia, su esposa”, cuenta Carlos Restrepo* investigador judicial. El amor de Dios no fue suficiente, pues a las 6:10 de la mañana Maury recibió su arma de dotación, con fusil galil con 35 cartuchos, cuyo destino ya estaba definido en el plan descrito en una hora encontrada horas después en su pantalón. “La nota era para su esposa; decía que le cuidara al os niños, que la culpa no la tenía ni ella ni Vicky – presunta amante-, y que los culpables era el mayor Peralta, el teniente Tirado, el teniente Giraldo, el sargento Vargas y el subintendente Montoya. Y amenazaba con que ellos la iban a pagar”, cuenta Carlos. Maury apareció la pequeña plazoleta donde parquean las motos de la Policía, fue a un corredor y se sentó en una de las sillas allí dispuestas. Fueron treinta los minutos que permaneció sentado, en silencio, con su plan en el bolsillo, hasta que llegó la hora: frente a él, a uno seis metros, estaban parado el sargento Luis Alfredo Vargas, su jefe inmediato, y los tenientes Adrian Tirado y Juan Camilo Bedoya. “Sonaron varios tiros, paro un momentico y luego empezó una balacera impresionante. Yo cerré ahí mismo la tienda, aterrada; pensé que se había metido la guerrilla al comando. Fue miedoso”, narra Martha Loaiza, dueña de una tienda ubicada diagonal al Comando. Pero no fue la guerrilla. La tranquilidad del sector se entorpeció cuando Maury se levantó de la silla, caminó tres metros y disparó contra Vargas y luego contra Tirado. Bedoya, quien pudo haber ordenado no entregar el arma a Maury, recibió varios disparos. En la plazoleta había alrededor de veinte policías listos para salir a prestar su servicio. Escuchaban al comisario Soto Castrillón, “quien reaccionó de inmediato y con su pistola se enfrentó a Maury. Todos los policías corrieron a buscar resguardo. Soto se escondió en la parte derecha del Comando en unas oficinas, y Maury corrió a la parte superior izquierda y se atrincheró en los baños. En el tiroteo de respuesta a los disparos de Soto, Maury hirió al policía Morón”, relata Carlos Restrepo. Maury estaba en la boca del lobo, sus cartuchos se habían acabado y aún faltaban tres de la lista; ya no podría continuar su plan así que tuvo que saltar al final de este: el suicidio. Corrió por un pasillo lleno de casilleros, llegó hasta otro baño y se encontró con dos policías. Cuenta Carlos que “le arrebató al Intendente serna la pistola diciéndole que se iba a matar”. Luego de dictar la sentencia, se metió un tiro en el pecho. El nuevo asesino fue recogido con vida por los policías que, aún sin salir del asombro, vieron la famosa señal de ok que éste hacía con sus manos mientras era montado en una patrulla junto a los otros heridos. Casi volaban las patrullas de la Policía en que fuera llevados los heridos a las clínicas Medellín y las Vegas pero fue inútil: Bedoya, Tirado y Vargas ya estaban muertos. “Llegaron como a las 7:30. Maury estuvo hospitalizado en cuidados intensivos, mientras que los otros fueron conducidos horas después a la morgue por el CTI”, cuenta Clara Pineda*, enfermera de la Clínica Medellín. Morón, quien resultó herido en el tiroteo, está fuera de peligro. Maury fue remitido a la clínica de la policía y, una vez recuperado, fue trasladado, por medida preventiva del juez que está llevando el caso, a la cárcel Bellavista.

¿Por qué pasó lo que pasó? Una hipótesis

La sangre calentada por la ira produce en el hombre un delirio que puede desembocar en la oficina sin tener la capacidad de inhibición para controlarse, haciendo que pueda cometer errores irreversibles. Este hecho fue escandaloso “¿un policía que mata a otros tres policías? Uno siente que no está seguro en ninguna parte”, dice Martha Loaiza. En la rueda de prensa ofrecida por el General de la Policía Marco Antonio Pedreros el día de la tragedia, declaró: “la Policía maneja niveles de estrés, de peligro, exigencia muy altos. Sabemos que el intendente Maury había tenido una discusión con su esposa el día anterior y vamos a ahondar en la investigación para establecer con claridad lo que pudo pasar. Estoy estupefacto, incrédulo”. Pero Maury, quién en ese momento se debatía entre la vida y la muerte, en ningún momento había discutido con su esposa. Cuando el patrullero que recibió la llamada de alerta en el 123 le pregunto: “¿pero tuvo alguna discusión con él?”, Claudia respondió: “no, no, no, nosotros estamos bien; él está así por el trabajo”.

Pedreros también dijo que “algo muy grave debía estar pasando por la cabeza del intendente Aníbal Humberto Maury Acosta para emprender semejante acción”. ¿Qué era eso tan grave? Para hallar la respuesta, Jorge Ospina Duque, jefe del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Antioquia, dice que es necesario hacer una autopsia sicológica: “estudiar y evaluar las circunstancias psicológicas, psicopatológicas y sociales en las cuales estaba inmerso el individuo en ese momento, para intentar explicar por qué cometió el asesinato”. Maury, barranquillero de 40 años, con dos hijos, ingreso a la Policía en 1985 como agente. En 1994, cuando se creó en la Policía el nivel ejecutivo, él se homologó al grado de subintendente. Al hacerlo cambió su régimen de pensiones y éste se convirtió años después, cuando quiso salir de la institución, en su encrucijada. En primer lugar, con 20 años de servicio Maury podía acceder a media pensión, pero sólo si era llamado a calificar servicios. En segundo lugar, con 25 años podría retirarse por decisión propia y tener acceso a pensión completa. Maury llevaba 22 años en la Policía. Según el investigador Carlos Restrepo una hipótesis fuerte en que “Maury estaba cansado de la Policía, ya se quería ir. Esto lo dejaba notar en su actitud y por eso era que los oficiales le llamaban tanto la atención y le doblaban los turnos. Él quería que lo llamaran a calificar servicio, pero no aguantó toda esa presión”. Hace tres meses Maury fue multado con treinta días de su salario por haber agredido a una persona en la calle, lo cual fue una anotación en su hoja de vida. “Él tenía varios antecedentes disciplinarios. Cada anotación iba sumando su ira, pero lo que rebosó la copa fue lo que ocurrió la misma semana de los asesinatos: él se cayó de la moto, al parecer se aporreo muy fuerte, y pidió permiso en el Comando para ir a la clínica. Allí lo revisaron, pero no le dieron incapacidad. Cuando Maury volvió al Comando, a pesar de que no se sentía bien de salud, fue asignado a un turno para salir a trabajar. A él le dio mucha rabia y no fue a trabajar, se quedó en la estación y le hicieron otra anotación”. Maury tenía todo premeditado, según el investigador: “esto se puede deducir por varios factores: él se despide de su familia y dice que no lo esperen, y llega más temprano que de costumbre al Comando, lleva una nota, que es el más evidente de los factores, y, además, sólo dispara a quienes tenía en la lista. Estaba tan consciente de sus actos que reaccionó cuando el comisario Soto le disparó, y corrió a atrincherarse”. Alberto Medina*, quien lleva más de diez años en la Policía, dice que “un Policía tiene horarios demasiado pesados y más cuando no es oficial. La mayoría de las veces, los oficiales superiores abusan de los menores, piden resultados y presionan por la incautación de armas, drogas, personas detenidas, pues ellos ascienden con estas cosas; abusan de los subalternos dando órdenes de cumplimiento de manera arbitraria, despectiva y arrogante, creando así conductas de mucho estrés”. Además, agrega, “es injusto que un policía que está prestando servicio por su propia voluntad tenga que esperar a que lo llamen a calificar servicio, esto es un trabajo muy pesado y el policía debería tener autonomía para decidir cuando irse”. Aun con los hechos recientes, Claudia, la esposa de Maury, se escuchaba desconsolada y desesperada: “mi esposo llevaba dos noches sin dormir y prácticamente no veía a los niños por tanto trabajo. Ese día se despertó llorando, me dijo que no aguantaba más. Pero no fue la guerrilla. La tranquilidad Él estaba trabajando de seguido, llegó de trabajar desde la del sector se entorpeció cuando Maury mañana hasta las nueve de se levantó de la silla, caminó tres metros la noche, y al otro día tenía que salir a las cuatro. A él y disparó contra Vargas y luego contra Tirado. lo estaban explotando, yo Bedoya, quien pudo haber ordenado no tengo todas las pruebas para demostrarlo. Estanentregar el arma a Maury, do en el hospital no me lo recibió varios disparos. dejaban ver, y yo sé que era porque lo estaban maltratando”. Según Konrad Lorenz, citado por el psiquiatra Jorge Ospina, “el hombre es la única especie con capacidad de auto extinción”. El caso de Maury muestra como primera hipótesis una acumulación muy pesada de estrés, “lo que lo hace mentalmente descompensado. Esto no quiere decir que necesariamente tuviera una enfermedad mental, pero sí que se encontraba en un estado de vulnerabilidad tal que matar era su único acto de propia valía”, explica Ospina. “Yo tengo bajo mi mando a siete mil hombres y hoy la mente de uno de esos siete mil hombres falló; tomó una determinación inexplicable”, dijo el general Pedreros. Pero hace dos meses otro policía asesinó a su hijo de dos años en una Comisaria de Familia y después se suicidó, y tres semanas antes un soldado mató cinco de sus compañeros en una base militar de la comuna 13. El General argumentó tener dentro de la institución un equipo interdisciplinario de psicólogos, sociólogos y sacerdotes, capacitados para observar conflictos familiares mezclados con niveles de estrés, ansiedad, rutina; y que todos sus hombres estaban preparados física, intelectual y psicológicamente. ¿Por qué Maury no estuvo en un proceso de seguimiento interdisciplinario? Según Jorge Ospina “se puede pensar que Maury venía con problemas psicológicos y psicopatológicos. La Policía no tiene la capacidad para ayudarlo pues no hay una fuerza hábil, porque hay una desconfianza absoluta debido al discurso devaluativo y agresivo de un oficial hacia un subalterno, lo que hace es que éste pierda su propiedad de ser humano con sus problemas; la venganza, la justicia propia, es lo único que tiene para hacer valer sus derechos”. La profecía de Claudia se cumplió. Ahora Maury espera en la cárcel Bellavista a que un juez penal resuelva su caso. Ya no hay ni media pensión, y tres familias perdieron hijos, esposos y hermanos. Maury no fue vuelto a mencionar por los medios de comunicación, lo que es normal en una sociedad donde tenemos una tolerancia a la violencia cada vez mayor, que según Jorge Ospina “puede ser cómplice o adaptativa”. Expresiones como “quien sabe que debía” o “si le paso fue por algo”, son comunes ante hecho como esté “los límites entre lo humanamente aceptable y lo sociable están borrados. Aquí se cree que se puede hacer justicia por cuenta propia, cada quien tiene sus normas de convivencia y estás no tienen frenos sociales”, concluye Ospina. *Nombres cambiados a petición de las fuentes.

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Diez años. Diez historias.

Caída y rebote

Juan Miguel Villegas A Silvita, que se empantanó los zapatos conmigo persiguiendo el árbol. n medio de la que según los registros meteorológicos fue la tempestad Ede pronto más potente que descalabró a Medellín durante el 2002, se escuchó un crujido en el Parque de Bolívar. Eran las tres de la tarde y

ocho minutos del viernes 24 de mayo, y las personas que nos guarecíamos de la atronadora cascada de agua en los locales circundantes vimos al gigante girar sobre su tronco, sacudirse con vientos que arrastraban sin problema sombrillas y cachuchas y montones de pedazos de cosas, luego ladearse de izquierda a derecha como muñeco de retrovisor, y tras un ruido de madera rasgada venirse abajo... fue tal vez la cosa viva más grande que muchos hayamos visto caer al suelo. Después de más de un siglo de estar parado en el mismo sitio, uno de los descomunales árboles de caucho del costado sur del Parque de Bolívar se extendió cuan largo era sobre el pavimento de la ciudad. Desde la esquina de Junín con Caracas, precisamente en el polo opuesto a la Basílica Metropolitana, el paisaje era vertiginoso minutos antes del desplome. Chorros de agua caían en diagonal sobre todas las cosas, ráfagas de granizo traqueteaban sobre las capotas de los carros que bajaban como lanchas desde la Avenida Oriental, arrastrándose alrededor del Parque con sus llantas ahogadas bajo el agua café. Los techos de las casetas de los emboladores, aún siendo metálicos, se embombaban como hojas de cartulina. El viento soplaba con tanta fuerza que en su estampida desprendió y puso a dar vueltas de campana por más de cincuenta metros al grueso letrero de acrílico y aluminio del local del Sándwich Cubano. El Imat registró esa tarde del viernes 24 de mayo vientos huracanados de hasta 120 kilómetros por hora. El paseo Junín estaba hecho un río. El agua lo rebosaba, con oleadas que se metían hasta los mismos locales comerciales y mojaban los zapatos de los que huíamos de la lluvia. Sobre un cielo gris plomo chispeante de relámpagos, las copas de todos los árboles del Parque describían círculos tan amplios como los ojos de los testigos, y sus ramas ondulaban imitando brazos de locos eufóricos. Un sonoro rasguido hizo girar montones de cabezas, y cuando la mole vegetal se dejó ir de costado en un gesto similar al de un gigante desmayado las bocas de todo el mundo se abrieron en un amplio “¡Aaahh!”. “¡Ay jueputa! ¡Ese palote como llevaba de años ahí!, gritó un tusito enfundado bajo la capucha de su buso, y luego, con las manos aún sobre la cabeza dijo conmovido: “Cien años fueron nada para ese hermoso palo”. Junto a él, un hombrecito con cara de conejo temblaba como un conejo espantado: Guelmar de Jesús Marín Gutiérrez, alias “Cocolín”, se había salvado de ser aplastado por el árbol cuando el techo metálico de su puesto de embolador detuvo uno de los brazos del gigante: “Quedé en estado de coma. Yo pensé que era una bomba”. Derribado sobre el Parque, el árbol recibió sobre su follaje despelucado y su tronco de ballena atlética media hora más de “aguace-

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ro de agua”, pero para él apenas comenzaba el denso “aguacero de palabras” con el que la más variada fauna medellinense lo habría de cubrir durante los ocho días que transcurrieron antes de que en su centenario lugar no quedara finalmente más que un círculo de tierra removida decorado con basura y nubes de mosquitos. Cuando dejó de llover, el árbol comenzó a irradiar su inesquivable poder magnético. Desde todas las aceras y calles que desembocan al Parque de Bolívar fue llegando gente atraída por el recién caído, y en cuestión de diez minutos estaba tan rodeado como cualquiera de los hombres que a diario se desploman en las calles de ‘Medallo’. –“¿Ese árbol se cayó?”-, --preguntó una niña con la respuesta al frente--, -No, es que se está refrescando las raíces y ahorita se vuelve a parar—le respondió un vendedor de chicles que se echó a reir—. Un gamín llegó corriendo al lugar de los hechos y anunció con voz estrepitosa -¡Se ha caído el primer nido de ratas del Parque de Bolívar, y también el meadero municipal!- con lo que generó una alborotada cadena de conversaciones alrededor de las célebres funciones de la planta: “Esas raíces son un guardadero de chuzos”, “Y también de drogas”; “Ahí debajo se metían los sordos que vienen a cada rato a tomar trago y a manosearse”; “Eso era un atracadero”, “Ahí vivían muchos pajaritos”, y la lista seguía. Mientras tanto, una savia blanca y pegajosa comenzaba a gotear por entre las ramas fracturadas del caucho gigante, clara señal del comienzo de su muerte. Cuando la Policía llegó, a las 4:03 p.m., la escena que encontró parecía la de un siniestro en proceso de saqueo. Una multitud de curiosos rodeaba la parte más ancha del árbol, removiendo aquí y allá los restos de la tragedia. Un grupo de niños reptaba por el ramaje; una señora y su hijo picoteaban sobre el reguero de semillas verdes esparcidas sobre el suelo; una anciana vestida de negro hacía un ramillete con las hojas y ramas que volaron por todas partes; y un hombre ancho y barbado salía de entre la fronda con una carcasa de aluminio sobre los hombros, --¡Hey, no se lleve eso!-- -gritó alguien. --¿Quién se lo va a llevar?, si eso es robo al Estado--, dijo el barbado poniendo la cabeza de una lámpara del alumbrado público en una jardinera despejada: porque, vencido como un palillo de dientes sobre gelatina, un altísimo poste de lámpara había quedado retorcido bajo el peso del caucho. Los policías observaron impávidos el cuadro, se miraron entre sí y abandonaron el lugar de los hechos. “Les dio pereza levantar este cadáver”, escupió un muchacho recostado contra un poste. En un conteo rápido y a vuelo de pájaro, a las 5:34 p.m. 134 curiosos observaban el caucho desplomado y se acumulaban especialmente frente a las raíces. Con el desprendimiento del árbol no quedó en la tierra un profundo boquete, como suponía todo el mundo: en cambio lo que había en ese sitio, en el que durante décadas estuvo aferrado al suelo, era un sencillo redondel de tierra desordenada que no alcanzaba metro y medio de diámetro. Se hacía difícil imaginar anclado el ancho enraizado del caucho en ese pedacito de terreno. Llovían hipótesis: –Eso estaba pegado de nada, no tenía ni raíces--, dijo un viejito que miraba incrédulo la base casi totalmente plana del árbol derribado --Era que estaba pegado con pega-loca--, le contestaron.


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del caucho gigante Crónica de una mole vegetal que abandonó el Parque de Bolívar y se regó por el mundo.* No. 19 - Junio de 2003

Un par de botas grulla cruzaron el parque y se pararon frente soles, recolectaba ramas y semillas en una bolsa de tela, y su decisión al árbol. El ingeniero Pascual Guerrero -un hombre de metro setenta era sembrarlas y clavarlas en su tierra, en Amagá: “Me gustan los protegido bajo un sombrero blanco- dio el “parte forense”. Nombre árboles, y algo debe quedar de éste después de que muera.” Manocomún: caucho. Nombre científico: Fycus Lyrata. Familia: Morácea. tadas de aserrín, puñados de semillas, trozos de ramas, de tronco Peso aproximado: veintemil kilos de madera, savia, semillas y hojas. y de corteza eran cogidos por decenas de dedos, manos y brazos. Móvil del desplome: precipitaciones y vientos huracanados equivaEl caucho gigante había caído al suelo, pero ahora se comenzaba a lentes a los de un vendaval en la selva chocoana. Y con su índice dispersar por todo el valle de Aburrá. apuntando hacia la base del caído enunció la posible causa de su Durante los ocho días que siguieron a la caída del árbol, la cuabaja: “sus raíces están sanas, e incluso algunas tienen buen grosor. drilla de aserradores -que en su momento más intenso llegó a estar En teoría, este árbol tenía cómo sostenerse, pero lo cierto es que conformada por quince hombres- luchó a machete y sierra por reduestaba en el lugar equivocado, pues hace muchos años se le cortó su cirlo a pedazos, pedacitos y aserrín. Y la gente no paró nunca de apocrecimiento a punta de cemento”. derarse de sus restos. La señora Alba Luz Arango cogió dos pedazos Menos de la mitad de la base del árbol –tan ancha como dos pade raíz retorcida en forma de espiral que ahora decoran una de las res de brazos extendidos- lograba efectivamente aferrarse a la tierra ventanas de su apartamento –a sólo dos cuadras del parque- desde el mientras estuvo en pie. El resto apenas se apretaba contra el empeque por cientos de días vio al árbol mantenerse en pie. drado de rocas lisas con el que en alguna de las antiguas remodelaLos chinos del restaurante Chung-Wah –a media cuadra del Parciones del Parque se le había rodeado. Por estética y por ignorancia, que bajando por la calle Caracas- entregaron seis cajas de alimento lo que se consiguió no fue decorar con bonitas piedras la base del chino y cuatro litros de gaseosa negra a los hombres-sierra. A cambio árbol, sino hacerle una guillotina de roca que con el paso de los años recibieron casi dos docenas de rodajas de árbol del tamaño de bandefue impidiendo a las sucesivas generaciones de raíces en crecimiento jas, y ahora en ellas se pica carne, pescado, vegetales y todo aquello hundirse en la tierra: su único posible punto de apoyo y fuente de que los chinos pican. La señora Ana Caballero detuvo un taxi, le vida. –Es un crímen contra la naturaleza--, dijo airado Ramón Uribe, ordenó al chofer abrir la maleta trasera y con su ayuda metió en él un viejo de Amagá al que la evidencia de los hechos le hacía temblar dos troncos. En estos se posan ahora los traseros de los clientes de su la voz. “Qué bueno poder escuchar el llanto de los árboles… todo lo granero en el barrio Castilla. Un embolador llamado César se lesioque está vivo siente, y este árbol está sufriendo”, dijo un hombre de nó la cintura después de hacer dos recorridos de diez cuadras con un melena encrespada y mentón caído al que la visión le doblegaba el ancho pedazo de tronco al hombro. Los descargó en un edificio de La alma y el cuello. Y en esas llegaron las cuchillas. Playa con la Oriental, en el despacho entapetado de un abogado que Una cuadrilla de hombres-sierra y hombres-machete descendió le pagó seis mil pesos y que ahora los usa como sillas. Y en el puesto de una volqueta de las Empresas Varias. Rodearon el tronco y las de trabajo de ese mismo embolador los clientes apoyan los pies en ramas, y con un sonido de motosierras y golpes de madera fresca un rectángulo de madera del tamaño de una caja de zapatos que los comenzaron su trabajo. El árbol iba a ser despedazado. Las primehombres-sierra le cortaron. ras en caer fueron las ramas superiores, y cada corte formaba un El resto del árbol fue llevado al basurero. O casi todo, porque redondel de savia lechosa que luego empezaba a gotear. Trozos de Hugo, el conductor de la volqueta contratada por las Empresas Vaárbol de todos los calibres caían a lado y lado del cuerpo del árrias para realizar el trayecto Parque de Bolívar-Curva de Rodas bol, y la gente cayó presa del hechizo: la carne roja del interior del se detuvo a mitad del camino en un taller de mecánica del Barrio tronco, la corteza rizada, el tapete de Miranda. Allí, dos de sus amigos aserrín naranja que se iba formando, se treparon al volco, seleccionaron las curvaturas de la raíces gruesas… lo más útil, y surtieron de butacos todo eso era mirado, tocado, cogido, su taller. Durante los tres primeros Durante los ocho días que siguieron llevado a otro lugar. Una mujer atradías de descuartizamiento del árbol a la caída del árbol, la cuadrilla de aserradores vesó el sonido de las sierras eléctricas la volqueta ingresó tres veces al rey se agachó junto a varios brazos de lleno sanitario con el portador lleno, -que en su momento más intenso tronco despedazado, agarró uno mey en el viaje más cargado la báscula llegó a estar conformada por quince hombresdiano, lo envolvió en un pedazo de marcó 9.970 kilos de caucho –Fycus tela y abandonó el lugar. Un homLyrata– que fueron descargados a poluchó a machete y sierra por reducirlo bre de pantalón desteñido se acercó, cos metros de una carga de ataúdes a pedazos, pedacitos y aserrín. arrancó una hoja, y con ella comenzó destrozados y que junto a los demás a raspar la savia que se formaba en cargamentos de madera troceada Y la gente no paró nunca un corte lateral: una bolita de caucho reposa bajo un pantanero de basura de apoderarse de sus restos. fue creciendo con el movimiento de negra custodiado por multitudes de sus dedos. Ángel Rojo García, un vegallinazos. terano de piel curtida por demasiados

* En una versión ampliada, con lo que ocurrió con los personajes un año después, esta crónica obtuvo un Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


20 Diez años. Diez historias.

¿A dónde irá Edilma después de La Veracruz? Relato de cómo era aquel sector de La Veracruz antes de que llegara Botero con sus gordos, antes de que El Museo de Antioquia se convirtiera en un referente del turismo en Medellín. No. 3 - Marzo de 2000

Alfonso Buitrago na moneda? – me pregunta una mujer. U -No tengo – le respondo. Ella no se rinde y me sigue mirando. Yo me hago el loco y miro la plaza, el atrio amurallado, la fuente

sin agua que no refleja más que miseria, los jardines enrejados de espaldas humanas que esperan y esperan y esperan, los árboles, la iglesia y término rindiéndome. -Está bien, tomá pues, pero me decís tu nombre – y le entrego una moneda. -Edilma – responde graciosa mientras le entra aire por los huecos de la dentadura superior. -¿Y vos qué hacés, Edilma? -Yo… paso ratos, ¿vamos? – continua juguetona. -¿Pasás ratos? -Sí, ¿vamos o qué? – me repite tranquila. Un busto de Atanasio Girardot mira con la boca abierta para algún lado. ¿Mirará los edificios? No creo. Más bien mira los árboles. Es inevitable llegar a la Plazuela de la Veracruz y no mirar los tres árboles que hay en ella, no sólo por la sombra que dan, sino porque la gente los ha convertido en armarios, en cuartos de Sanalejo donde se enredan zapatos viejos, pedazos de muñecos, extensiones eléctricas y bombillas fundidas. Me siento a los pies de Atanasio, saco una moneda y compro un cigarrillo. Es mediodía. Fumo… A mi derecha, está la iglesia de La Veracruz con su fachada de capilla mexicana, como de una historia de John Reed; a mi espalda, está el Museo de Antioquia que parece escondido en un rincón; a mi izquierda la Oficina de Correos de Avianca; y, al frente, mi mirada esquiva personas hasta que se estrella con un bus de Belén en la esquina de la calle Carabobo. Algo hace que me quede. Es curioso, como si hubiera una fuerza que lo obligara a uno a sentarse. Puede ser la fuerza de la imitación: todo el mundo se sienta en esta plazuela. Es obvio, para eso son las plazuelas, trato de explicarme, sin embargo, aquí es como si la gente se sentara más. Seguro, como si los hubieran pegado en las bancas a cada uno en esa posición: un poco encorvados, con las manos en el regazo y las piernas a medio estirar. Si usted llega bien de mañana puede

observar cómo se va acercando un viejo todavía con el pelo mojado, bien peinado hacia atrás y un periódico en la mano; un hombre de unos cuarenta y cinco años y con una barba de una o dos semanas; una mujer joven de minifalta y una camisa fosforescente forrada al cuerpo; una señora rayando en los cincuenta con un vestido encima de la rodilla que se ancha para abrigar unas caderas desbordadas, todos buscando su lugar en una banca, en un antejardín o a los pies de una estatua. Si hasta ya me parece un irrespeto pasar por allí y no sentarme. Entonces, como ellos, yo también me pego a una banca y sigo conversando con Edilma: -¿Y cuánto vale un rato? – le pregunto -Depende… ocho mil, seis mil, según como estén las cosas. No espero por una moneda hablar con una puta. Vine a la plazuela con un objetivo específico: preguntar por el proyecto “Ciudad Botero” en el Museo de Antioquia. Pero Edilma me sorprende porque está vestida muy discretamente para ser una puta: tiene una camiseta blanca demasiado ancha, una sudadera gris y unos tenis, no más. Al principio me siento un poco intimidado, quizás por su invitación y también porque no sé de qué hablar. Está a un metro de distancia, el pelo negro y liso le cae limpiamente sobre los hombros, en la cara el único maquillaje que tiene es el carmín de los labios y una raya negra de cálculo en los dientes inferiores. Ella me mira y yo veo sus labios gruesos magullados de labial rojo y por momentos la imagino sentada en un sofá, sin ropa y con los brazos extendidos cual maja desnuda y entonces me acerco y ella sonríe con la ausencia de sus dientes y en ese instante, de un golpe, vuelve otra vez la plazuela a ser mi entorno. -Y si yo te doy seis mil ¿para dónde nos vamos? -Con seis mil pesos nos vamos para el Caruso -¿Y quién paga la pieza? -Yo. -¿Y cuánto vale? -Hoy día de semana dos mil. Entonces qué, ¿vamos? -Esperate, no me acosés. ¿Y hasta qué horas trabajás? -Hasta que me haga alguna cosa, anoche no hice nada. -Y ¿cuántas como vos hay aquí?

Un plan para Botero -El Museo de Antioquia fue el primero fundado en Antioquia y el segundo en Colombia. -En 1881 Antonio José Restrepo, el Coronel Martín Gómez y Manuel Uribe Ángel crean el Museo de Zea. Manuel Uribe Ángel fue su primer director. -Las primeras colecciones del museo se conformaron con objetos de valor histórico, artístico y bibliográfico, pertenecientes a sus fundadores. -En 1977 el Museo cambia de nombre. Pasa a llamarse Museo de Arte de Medellín Francisco Antonio Zea. -En 1978 el maestro Fernando Botero hace su primera oferta de donación de obras al museo. Propone un nuevo cambio de nombre: Museo de Antioquia. -En 1997, gracias a un importante ofrecimiento de donación de obras de arte por parte del Maestro Fernando Botero el Museo de Antioquia se ve en la necesidad de una nueva sede. -Durante la alcaldía de Sergio Naranjo Pérez y la gobernación de Álvaro Uribe Vélez se contemplaron varios proyectos: utilizar las instalaciones de la Fábrica de Licores de Antioquia, el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el antiguo Palacio Municipal, el Jardín Botánico, el Planetario, el Cementerio de San Pedro, el Alto de las Palmas, los edificios Vásquez y Carré de Guayaquil, entre otros. -Se decide involucrar al nuevo Museo de Antioquia en el Plan de Ordenamiento Territorial, en el Plan Estratégico para Medellín y, por ende en los planes de recuperación del centro de la ciudad.

No. 45 Octubre de 2009

-Aquí en la plaza yo no sé, pero si me da la liga se las cuento. A la iglesia entra gente continuamente. Por mi lado, en menos de diez minutos han pasado seis vendedores de tinto, ocho cigarrilleros, cuatro jubilados y para contar los desempleados habría que pedirle el favor al DANE. Edilma tarda cinco minutos en contarlas. -Somos cincuenta y tres- me dice algo agitada. -En todo el sector no, solamente aquí en la plazuela. Cincuenta y tres mujeres de caras pintoreteadas, de vestidos extravagantes, unas viejas y arrugadas, otras casi niñas, una gordas embutidas en faldas y en camisas estrechas, otras tan flacas que la piel les maltrata los huesos. Pronto, muy pronto, todo cambiará, se derruirán manzanas y se hará una gran plaza con muchas esculturas de Botero. El Palacio Municipal, rejuvenecido, será el eje de un gran centro cultural, con amplios andenes, obras del arte mundial, esculturas, cafés y bares, restaurantes y librerías, casas de teatro y centros culturales y en la calle Tejelo, un pintoresco mercado popular. ¿Qué pasará con Edilma? –pienso. Quizás le vaya bien, putas y arte siempre han congeniado. Botero lo sabe y lo ha pintado; Lovaina debe traer muchos recuerdos cuando se vive en Italia. Edilma sigue al frente mío esperando a que resuelva, miro los arboles y me asustan las muñecas tambaleándose. -¿Qué le pasa? ¿no le gustaron? –me pregunta. Yo no respondo. -Esas muñecas ahí colgadas las tiró un señor para adornar los arbolitos en navidad. ¿Cierto que quedaron bonitos? –apenas asiento con la cabeza. -No ve que aquí no nos pusieron alumbrado. De esa forma los árboles fueron convertidos en mudos armarios de nostalgias navideñas, en mudos guardianes de secretos e historias, impávidos hasta con la aparición triunfal de un cabo de policía que llega echando a todo el mundo. -Rápido muchacho, deme la liga antes que me echen de aquí- me dice Edilma. Pienso en El Caruso y saco un billete de dos mil pesos. Ella lo recibe y se pierde bajando por la calle Boyacá. El policía termina su labor mientras sigo preguntando dónde quedará la “Ciudad Botero” de Edilma en unos meses.

-De acuerdo con los planes de la Alcaldía, el Museo se convertirá en un atractivo turístico, educativo, cultural y recreativo de la ciudad y del país. -Fernando Botero donará 63 obras entre pinturas y dibujos y 14 esculturas monumentales para el espacio público. -Habrá una “Plaza de las Esculturas” de 12.000 metros cuadrados, frente a la fachada del nuevo Museo de Antioquia. -El proyecto contempla: la demolición de dos manzanas entre la avenida de Greiff y el pasaje Calibío y entre Carabobo y la plazuela Nutibara para la construcción de la “Plaza de las Esculturas”; la remodelación del edificio del Palacio Municipal, la reducción de la calzada de Carabobo de cuatro a dos carriles, la reubicación de los venteros ambulantes en centros comerciales y el embellecimiento y organización de la calle Tejelo. -El proyecto tiene un costo total de $35.000 millones de pesos que serán asumidos por la Alcaldía, Empresas Públicas de Medellín, Ministerio de Cultura, Fernando Botero (quien donó un millón de dólares) y la Gobernación de Antioquia que entregará un lote en la parte posterior del Palacio para que se integre a la Plaza de las Esculturas. -En enero del 2000 se oficializa el edificio del antiguo Palacio Municipal como nueva sede para el Museo. -En septiembre de 2000 se espera entregar la primera etapa remodelada del edificio y la “Plaza de las Esculturas” para poner en funcionamiento la nueva sede.


21

Noticia de un El secuestro en Colombia es noticia de todos los días, casi nadie se atreve a dar testimonio de esta amarga experiencia. No. 15 - Mayo de 2002

Juan Camilo Jaramillo Acevedo acía un calor insoportable. Yo estaba acostado en mi cama, H boca arriba, sudando a chorros, fastidiado bajo la modorra del medio día. La radio murmuraba canciones tristes, como si

fuera un presagio seguro de un día amargo. De repente, mi madre entró al cuarto sin avisar. La miré extrañado por lo inusual de su conducta. Ella se veía envejecida, pálida; los ojos rojos y las líneas de expresión marcadas con fuerza. Tenía rostro de tragedia. -¿Qué pasa, mamá?- le pregunté. Ella se me acerco un poco, pero no me miraba. Traía la cabeza gacha, el alma pesada. Comencé entonces a inquietarme. Me senté en la cama y comencé a temblar sin saber porqué. Mi madre estaba estática, a un paso de mí. -¿Qué pasa?- pregunté alarmado. Sus ojos enrojecieron más todavía y las primeras gotas de llanto le comenzaron a brotar. Súbitamente comencé a sentir un extraño atragantamiento que me impedía respirar con facilidad. Mi madre se arrodilló al frente mío, puso sus manos y su cabeza sobre mis piernas. Su frente sudaba tanto como la mía y cada vez eran más abundantes las lágrimas. -¡Mamá!- le grité incontenible. Levante su cabeza para que me mirara. Unos segundos después lo hizo, pero su mirada me pareció más triste que un tango de despedida. Ella abrió la boca para hablar, pero sus palabras no salían. Sólo expulso un suspiro de dolor y agachó la cabeza. Más lágrimas le brotaban. Entonces, por fin levantó la cara y volvió a mirarme. Tragó saliva y dijo: -Secuestraron a su papá. Yo no hice nada, como si no hubiera entendido sus palabras. Mi madre volvió a recostar la cabeza mientras seguía llorando, ahora con más fuerza. Miré su pelo lacio y comencé a acariciarlo. Pero yo no lloraba. No entendía nada. Los grandes dolores no se asimilan de inmediato. ¿Secuestrado? Imposible, pensé al principio. Pero en el fondo sabía que era posible, que era la realidad. Levanté a mi madre y la abracé con fuerza, consolándola. No pude decir nada, todavía impresionado por la noticia. Entonces nos sentamos en la cama y logré hablar. -¿Cómo fue?- le pregunté. Pero ella no respondió. Temblaba tanto como yo, miraba al piso, le dolía el alma. Fui por un vaso de agua a la cocina y se lo traje. Ella tomó el líquido despacio, como si le doliera tragar. Por un momento, el cuarto se inundo de calor y de silencio. -¿Cómo fue?- pregunté de nuevo. -la guerrilla mijo, la guerrilla-atinó a decir mientras apretaba con fuerza el vaso de vidrio. Yo ya lo sospechaba. Pero aun así, esa respuesta que no respondía a mi pregunta me dolió por dentro, cual si fuera cuchillas cortando mis entrañas. No pasó mucho tiempo de ahí en adelante para comenzar a llegar la gente a la casa. La primera fue mi tía Olga, hermana de mi padre, quien entró dando alaridos y al ver a mi madre se lanzó a abrazarla. Luego llegó Fernando, mi primo, y así sucesivamente decenas de personas se apretujaban por entrar. Mi madre y yo nos sentamos en la sala y rápidamente nos vimos rodeados de la gente. Una lluvia de abrazos, llanto y preguntas caía sobre nosotros. El teléfono comenzó a repicar y el ambiente se llenó de ruidos. Le pedí a Fernando que se encargara de contestar las llamadas y que no nos pasara a nadie, a menos que fuera importante. Todo había sucedido tan rápido que ni mi madre ni yo habíamos tenido tiempo para asimilar la situación. Sin embargo, mi madre ya no lloraba. Hablaba con sus amigas y respondía sus preguntas. A mí, por el contrario todo eso me molestaba: el patético espectáculo de ver mi casa invadida de personas curiosas me era fastidioso, calentaba el ambiente. Preferí recluirme en la cocina.

A las tres de la tarde, una hora después de que hubiera comenzado a llegar la gente regresé a la sala. Muchas personas se habían marchado. Me senté al lado de mi madre y la tomé de la mano. Alguien mentó a mi hermana y entonces nos dimos cuenta de que en medio de todo no habíamos pensado en nadie. -Llámela y dígale- me ordenó mi madre con suavidad. Mi hermana vivía en la casa de Ángela, mi tía, en Medellín. Tomé el teléfono, respiré hondo para darme valentía y marqué. Cada repicar me ponía más nervioso, pero al final no contestaron. -¿Llamamos a la familia?- me preguntó mi madre. -¿Para qué?- le dije- esas noticias se riegan con facilidad. La casa estaba más vacía pero el calor seguía igual. De nuevo me senté al lado de mi madre mientras las señoras seguían hablando. Aún me encontraba ido, con ese atragantamiento en el pecho que me duró todo el día. No obstante, recuerdo bien el momento en que una señora que estaba cerca de mí le dijo a otra: -Pobrecito de don Javier…lo van a matar. Esas palabras me dolieron sílaba por sílaba. Me sentí furioso por un instante y me levanté de la silla rumbo al baño. Allí me lavé la cara con aguan fría, queriendo tranquilizarme. Luego fui a la cocina, esperando que el tiempo pasara o que alguien llegara con una noticia valiosa. Oí que mi madre y sus amigas comenzaron a rezar. Yo no quise ir a la sala, pero si recé, solo. Cayó la noche y seguía rezando sin descanso. Un hombre extraño, alto, de chaqueta negra al igual que sus ojos, y una cicatriz que le marcaba un guión entre ceja y ceja, entró en mi casa y desde una esquina de la sala me llamó con el dedo. Yo fui hasta él sin hablar. Vi que mi madre no había notado su presencia. -Yo sé dónde está tu papa su papá- me dijo, con tranquilidad. Fue como si me hubiera golpeado con fuerza, como si de un tirón me entraran en este mundo. -¿Qué? -Hombre, lo tienen los paracos. Acordemos una platica y le digo dónde está. Me puse lívido. Temblaba sin saber qué hacer. Empecé a respirar con dificultad y a sudar por todas partes. -¿Y yo cómo sé que me dice la verdad?- pude decirle. -Créame, socio, créame. -Sí, pero una prueba, algo… Los movimientos del hombre parecían fingidos. Movía las manos como un títere y las manos de un lado para otro. Noté que había comenzado a ponerse nervioso. Miré hacia atrás y vi que nadie se fijaba en nosotros. -Sabe qué, socio, yo aquí no puedo hablar con usted- me dijo en su inesperado cambio de temperamento. –Esta semana lo llamo y cuadramos una visitica. -Pero espere, dígame algo. Alcé un poco la voz, y el hombre se mostraba más nervioso. Su frente sudaba y sus ojos parecían perdidos. -Esta semana hablamos, fresco- me dijo mientras comenzaba a dar la vuelta y bajar las escaleras. Yo no puede moverme. Mi inexperiencia ante estos casos es absoluta. -¡Venga!-le grité. El hombre se marchaba y yo veía perderse mi primera esperanza. Yo estaba asustado, con la respiración ágil de perro. Tuve un impulso en el que casi salgo corriendo detrás del extraño, pero no sé que me detuvo. Ese hombre sería el primero de los tipos extraños que llegarían a mi casa en el transcurso del secuestro de mi padre, cada cual asegurando que sabía dónde estaba él, quién lo tenía, cómo se encontraba. Cada uno con una historia distinta y buscando dinero. Lo peor de esto todo es que a todos había que creerles y dudar a la vez. Cada cual traía una esperanza y una desilusión. Pero al primero le creía al principio todo lo que dijo, y en ese momento le hubiera dado cualquier cosa por hablar otro rato con él y que me diera más noticias por fantásticas que fueran…

Luego de este episodio volví a llamar a mi hermana. A mi madre la acompañaba Olga y otras tres amigas. El teléfono repicó tres veces hasta que contestó mi tía Ángela. Sentí que me ahogaba pero logré hablar. -Hola tía. Pásame a Paola. Rápido. -¿Qué le pasa, mijo, está enfermo?-me dijo ella. -No, tía, ya se dará cuenta. Pásamela rápido. Hubo un silencio al otro lado de la línea hasta que escuché la voz de mi hermana. La saludé y le pregunté como estaba. Me dijo que muy bien. Entonces lamenté mucho más las palabras que le iba a decir, porque sabía que era como si con una bofetada desbarataran una risa. Mi hermana hablaba casi desbocadamente, con tono alegre. -Pao- tuve que interrumpirla para poder hablar, pero entonces las demás palabras no querían salir. Suspiré de desconsuelo antes de hablar. -¿Qué hubo mijo, qué le pasa?- me dijo ella con tono de burla. Por la línea telefónica se esparció un silencio. -Se llevaron a mi papá- dije secamente, lo mejor que pude. Incluso descansé un poco y sentí de nuevo el aire en mis pulmones. Otro silencio. -¿Cuándo? ¿Quién?- preguntó ella. -Pues hoy, y la verdad no sé quién. -Me voy ya para Abejorral. Me di cuenta que se disponía a colgarme, por lo que me di prisa en hablar: -No, espere, para qué. Nosotros ya habíamos hablado sobre esto, más bien madrugue mañana al Gaula y hace lo que pueda. Mi madre se acercó a mí y me pidió el teléfono. Se lo entregué con desánimo, porque sabía que eso nos haría sufrir a todos. Ella comenzó a llorar y estaba seguro que mi hermana, a más de cien kilómetros de distancia, también. Entonces caminé hasta el balcón y miré hacia fuera: allí todo seguía igual, los mismos arboles solitarios y el aire perezoso que cubría todo el parque del pueblo. Pero dentro de mí las cosas eran distintas. Comencé a notar que a partir de ese día ya no sería el mismo. Era una noche despejada, sin luna. Le hablé a mi madre sobre el hombre extraño, pero ella no supo qué decir. Eso cambiaba todo lo que nosotros creíamos sobre el secuestro de mi padre. Olga preparó comida, aunque nadie quiso probar bocado. Las mujeres rezaron otro rato, por lo menos hasta las nueve. Luego se marcharon y se quedamos solos. Le dije que dormiría con ella pero, curiosamente, no quiso. Me envió al mi cuarto y se acostó sola, dejando intacto el espacio de mi padre en la cama. Me despedí con un beso en la frente y la dejé ahí, sufriendo, con una cama demasiado grande para ella sola. Pasaron los minutos hasta que escuché, lejanos, los quejidos de mi madre. Estaba seguro que muchas de las preguntas que yo me hacía, ella las tenía también. Me levanté de la cama y fui hasta su cuarto. -¿Le traigo algo mamá?- le pregunté. -No, mijo, vaya acuéstese- me respondió tratando de disimular sus lágrimas. Se veía tan desamparada en la cama que sentí más lástima por ella que, incluso, por mi padre. Verla ahí era como observar a un enfermo terminal. Me acerqué a ella y la abrecé, la tomé del rostro como si fuera una niña huérfana y le dije palabras de aliento. Pero cuando me despedí, sentí que no había hecho nada, que el dolor seguía y que no bastaban frases inteligentes para consolarla. La miré por última vez y me pareció más vieja que nunca, perdida en sí misma, agonizante. Salí de su cuarto sintiéndome enfurecido y desconsolado. Cuando llegué a mi cuarto, la ira era tal que no me dejaba mover. Sentía las fuerzas de mis pies fallar y, finalmente, caí al suelo. Entonces, por fin, lloré. Lloré como no recuerdo haberlo hecho jamás. Lloré de rabia, de dolor, de angustia, de impotencia… Lloré mi sufrimiento y el sufrimiento ajeno. Me levantaba, daba un par de pasos y volvía a caer, lanzaba manotazos al aire, peleando con mis fantasmas; me golpeaba contra las paredes, sin importarme el dolor físico; me revolcaba en el piso como un endemoniado. La hoguera de mi dolor estaba encendida y en el aire navegaba su humo. Me revolqué y pataleé hasta quedar exhausto sobre el piso; estaba huérfano, muerto por dentro. Era otro. Pensé, para colmo en las palabras de la señora… -“Lo van a matar…” Seguí llorando, pensando en esto hasta quedarme dormido. Esa noche murió mi inocencia.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


22 Diez años. Diez historias.

El Spider

Julián David Cardona Márquez de verdad! Yo miraba debajo de la mesa y no se veía ningún Ede sseñor escondido. Era una araña grande, negra, con cabeza humano. Si quieren vamos y les pago la entrada, para que

no digan que son mentiras mías”, le dijo Albarely Cardona a sus familiares. Hacía varios días, en una de las esquinas del parque del barrio La Milagrosa, se presentaba “La araña humana”, un espectáculo donde la gente, por curiosidad frente al supuesto Spiderman, se aguantaba una fila que a veces duraba más de media hora, para verlo cinco minutos. Todo comenzó a finales de mayo de este año. En los alrededores del parque se empezaron a repartir unos volantes que decían: “Espere muy pronto un espectáculo único, La araña humana, sólo podrá verla una sola vez en su vida, no espere a que se lo cuenten para venir a verlo, no se lo pierda”. El ansia por observar a Spiderman se tomó el barrio. “Quién sabe con qué ‘babosada’ nos van a salir. La gente hoy en día hace lo que sea por engañarlo a uno”, comentó Edgar, uno de los habitantes del sector. “De todas formas hay que esperar a ver,” agregó. Los niños eran los más impacientes. Se preguntaban cómo era, dónde dormía y qué comía. Un sábado, a las siete de la mañana, llegó una camioneta roja. Se bajaron unas personas. “Eran ocho o nueve, entre ellos había dos mujeres”, recordó Nelson, otro habitante del barrio. Los hombres empezaron a armar una caseta de lata de tres metros cuadrados. Luego se fueron. La curiosa caseta inquietó a las personas que frecuentaban el parque; unos decían “ahí está la araña”, otros explicaban que la araña vendría con un circo. “¿Usted cree que un espectáculo de esa magnitud se va a presentar en una caseta de esas? ¡Deje de ser iluso! ¡La araña viene acompañada de payasos!”, apreció Ricardo Lopera, de 35 años, quien trabaja en una cafetería al frente del parque. A las doce y media del día regresó la camioneta. Esta vez colgaron al frente de la caseta una pancarta anaranjada con el dibujo de una araña negra encima de una mesa y con una cabeza humana. De inmediato las personas se arrimaron: ¿cuándo podemos verla?, ¿Por qué no nos dejan entrar de una vez? Alguien les respondió con calma: ¡Más tarde empezará! Nelson insistió: ¿dónde está? ¡Tranquilo amigo que dentro de poco la va a conocer!, le dijeron. A las tres de la tarde por fin pudieron ver al hombre araña, tras pagar mil pesos, los adultos, y 500, los niños y los estudiantes. Le podían hacer las preguntas que quisieran; eso sí, sin tocarlo pues tenía una manta en medio. Los primeros que ingresaron al lugar salieron asombrados. “¡Es cierto, es una araña con cabeza de hombre!”, mientras otros decían: “¡eso es mentira, se ve de verdad pero algún truco debe tener!”.

No. 45 Octubre de 2009

Los sábados a la misma hora, se aglomera la gente en el parque: familias que salen de paseo, niños que juegan fútbol, montan en bicicleta, o a caballo. Pero nada robaba tanto la atención como la araña que hablaba. Las filas eran larguísimas. Cada vez llegaba más gente. Aquél día, la araña humana tuvo que trabajar hasta las once de la noche. ¡Vamos a cerrar, mañana abrimos desde las diez!, gritaban los encargados, pero la gente replicaba: “¡no es justo, si llevamos cuarenta minutos haciendo fila como no nos va dejar entrar!”.

Maleficio de una mujer

“Llegué de trabajar a las siete y media de la noche y mi hija Carla de ocho años me dijo: pa, mi mamá me llevó al parque a ver la araña humana. Y sí es de verdad porque yo le pregunté que si se podía montar por las paredes como las arañas, y me dijo que antes si era capaz, pero que ahora por ser tan grande y pesada había perdido esas habilidades, aunque todavía podía hacer telaraña. La verdad, yo en eso no creo, pero me parece muy bueno para que los niños se diviertan un rato, así van conociendo un poco de las historias que les cuentan los abuelos”, comentó Fernando Gaviria. Una luz azul iluminaba el interior de la caseta. Al ingresar se observaba un manto claro, detrás del cual estaba la araña sobre una mesa de madera. Era negra y media cincuenta centímetros, tenía ocho patas y una cabeza de hombre de unos cuarenta años, la cual apoyaba sobre una pequeña almohada blanca. El único movimiento que hacia era voltearse sobre la misma mesa mientras respondía todo lo que le preguntaban. Los niños no paraban de hablar de la araña. Quienes no la habían visto desesperaban a sus padres para que los llevaran. “Así era Spiderman cuando empezó, luego creció y se volvió un superhéroe”, dijo Felipe Monsalve, un niño de siete años, a quien su padre lo llevó a verla. “Estoy muy contento, pues mi hijo cree que así era Spiderman cuando era un niño. Uno como padre les sigue ese juego. Es como el mito del Niño Dios. Uno les colabora para que sigan creyendo eso”, explicó Fernando Monsalve, el padre de Felipe. Todos en el parque se beneficiaban del espectáculo del hombre araña, como Efraín Mosquera ‘El More’, un vendedor de mangos quien indicó: “esa supuesta araña humana me favoreció mucho. Gracias a ella vino más gente y claro, aumentaron las ventas. No vi la araña, pues me parece que estoy muy viejo para creer en esas bobadas. Si fuera verdad no estuviera en una caseta de lata sino en un zoológico o en algún lugar especial”. Pasadas las nueve de la noche se cerraba la caseta. La araña dormía adentro y los encargados de cuidarla se iban, excepto uno que se quedaba vigilando por si se enfermaba o para que nadie se la robara, y además para alimentarla. La rutina se repitió por varios días. “Fui porque una amiga me comentó, pero no creo en eso. Es un truco muy bien hecho, porque no sé cómo lo hacen, pues miré por todas partes, hasta debajo de la mesa, buscando algo sospechoso pero no encontré nada. Me quedé con las ganas de saber el secreto”, contó Daniela, de 14 años. “Le pregunté qué comía, y me respondió que frutas y verduras, y que también bebía mucha agua. Me dijo que ese maleficio se lo hizo una mujer por no ‘pararle bolas’, cuando él era seminarista”, explicó la muchacha. Era tal la expectativa por este fenómeno en el barrio, que cada día llegaba gente de otros lados. Se juntaban tantos estudiantes que parecían en excursión. Había que verlo para creerlo. “A mí me contó Luisa, una compañera del colegio. Me dijo que por su casa se estaba presentando una araña con cabeza de hombre. Fuimos al parque de La Milagrosa como diez compañeras dizque a mirar al pobre hombre del maleficio. Al principio creí que era verdad. Al día siguiente volvimos por la noche con más compañeras. Insistía en que era de verdad, pero mis compañeras me hicieron caer en la cuenta de que era un montaje, que eso era imposible”, comentó Diana Palacios. Andrés Angarita le ofreció plata al hombre araña para que le contara el secreto de su metamorfosis, pero no le aceptó: “le dije: ¿oíste, y vos de dónde sos? ¡Yo soy de Caracas, pero el maleficio me lo hicieron en el Chocó!, me respondió. ¿Cuántos años tenés? Cuarenta y siete, de los cuales llevo diez así. Le dije: ¡dejá de ser chismoso. Vos sos un enano disfrazado. Se rió y me dijo: ¿entonces cómo es que me meto en este disfraz tan pequeño? Ahí fue cuando le ofrecí la plata. Le dije: ¿cuánto quiere para que me muestre el secreto? ¡No le puedo recibir nada porque no me puedo quitar el cuerpo! ¡Al menos le estás quitando la plata a la gente honradamente! ¡Eso está muy bien hecho, lo felicito!”.


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man paisa Durante varios fines de semana en el parque de La Milagrosa el espectáculo del hombre araña (Spiderman), atrajo a cientos de curiosos. Pero una tormenta le dañó su tela y dejó al descubierto su secreto. No. 16 - Noviembre de 2002

Sandra llevó a sus hijos Camilo y Andrea. Según ella eran los únicos que faltaban por observarla. “Los tres hermanos que tengo en La Milagrosa ya la habían visto. Unas vecinas también me comentaban de ese raro espécimen. El sábado por la tarde fui, con la excusa de que mis hijos me tenían cansada por no llevarlos, pero era a mi a quien estaba matando la curiosidad. La verdad es que al verla por primera vez, uno dice: ¡es cierto es una araña humana!, pero cuando la observé más detalladamente me di cuenta que el cuerpo era de peluche”. “Pues yo para calmar la curiosidad entré dos veces”, dijo Carolina. “La primera vez, estaba muy asombrada y sólo me quedé mirándola, así que decidí volver, sólo que esta vez le hice unas preguntas: ¿qué se le hizo el pene? El pobrecito me dijo que no tenía, que después de la maldición se le había perdido. ¡Pobre hombre, eso sí que es una maldición! Luego le pregunté que si se sentía muy triste. ‘Al principio sí, pero como todo en la vida uno se acostumbra’, me respondió”. Al incrédulo de Edgar le pudo más la curiosidad. “No me podía quedar sin verla, lo que me contaban era demasiado. La tenía que ver”. “¿Cómo se dio cuenta que le había pasado eso?, le pregunté. Primero se me empezó a poner el cuerpo peludo, luego me empecé a encoger y después me salieron las patas. ¿Y por qué no lo tienen en un laboratorio para que lo puedan estudiar? Los primeros años sí me estudiaron mucho, pero los científicos dijeron que ya no me podía curar, entonces me dejaron salir,” contó Edgar refiriéndose a lo que le había dicho el Spiderman. Para Álvaro, de 32 años, quien creía haberlo visto todo, fue un espectáculo único. “Lo primero que le pregunté era que cómo dormía. Encima de la mesa, me respondió. ¿La manta es porque eres peligrosa? No, al contrario, a mi me da miedo de la gente que viene a observarme. Entonces si no se puede tocar, ¿cómo hacen para trasportarla? Las personas que me cuidan usan unos vestidos especiales, respondió”.

El día de la verdad

Pese a la enorme curiosidad de los habitantes del sector, el espectáculo del hombre araña no duró mucho. Corrió el rumor que se quedaría una semana más, y que nunca volverían a verlo. Algunos estaban tristes, no porque se iba, sino por no haber logrado descubrirlo. Eran como las dos de la tarde de un sábado. La gente comenzó a llegar y las filas se alargaban. El cielo se oscureció anunciando una tormenta. Nadie sospechó que aquella tarde el gran secreto sería descubierto. “¡Hubiera dado lo que sea con tal de haber estado presente esa tarde”, dijo Andrés Angarita. Pero él no era el único, el barrio en general deseaba lo mismo. A las dos y media empezó a lloviznar y la multitud se fue dispersando. Llegó la tormenta. La gente corrió a esconderse en los alrededores del parque. Se resguardó en las cafeterías, las tiendas y en la peluquería. Empezó a caer granizo. “Las sillas de una de las cafeterías comenzaron a volar. El pánico llegó. La caseta de la araña se vino al suelo y hasta un árbol se quebró”, recordó Ricardo Lopera. “¡Se aplastó la araña!”, “¡Sí, porque no la vimos salir!”, decía la gente en la cafetería. ”¿Y dónde esta el que la cuida?”, gritaba un señor. “¡El salió corriendo cuando comenzó a llover!” le respondió una señora que se encontraba presente.

“Pues yo para calmar la curiosidad entré dos veces”, dijo Carolina. “La primera vez, estaba muy asombrada y sólo me quedé mirándola, así que decidí volver, sólo que esta vez le hice unas preguntas: ¿qué se le hizo el pene? El pobrecito me dijo que no tenía, que después de la maldición se le había perdido. ¡Pobre hombre, eso sí que es una maldición!

De pronto, aparecieron en medio de la tormenta dos de los hombres que la cuidaban y comenzaron a pedir ayuda. “¡Ayúdenos por favor, la araña esta adentro!”. Algunos fueron a colaborarles. “¡Voy a ver si ahora sí la descubro!,” dijo Ricardo. Al lugar se acercaron varias personas que contribuyeron para levantar las latas, mientras una voz salía del interior: “¡Ayuda me voy a morir!” Uno de los hombres ingresó y encontró la mesa volteada. La pobre araña estaba debajo de ella y en medio del llanto decía: “¡Sáquenme de aquí que me voy a morir!”. De inmediato, uno de sus protectores la cogió y la volteó. Sorpresivamente le bajó un cierre a la vista de todos los que estaban presentes. “Entonces soltamos la carcajada. Le gritamos: “¡enano marica, por fin. En este mundo no hay nada oculto! ¡Al final todo se sabe!”, recordó sonriendo Ricardo. Al verse descubierto el pobre enano corrió sin importarle el aguacero. La manga estaba lisa e hizo que resbalara y provocara más risotadas. La gente que no había salido a ayudar, al verlo corriendo por el parque, lo siguió interesada en descubrir su verdadera naturaleza. Luego del incidente, los organizadores del espectáculo insistieron en que gracias al susto, el enano había perdido la maldición que cargaba desde hacía diez años. Los señores recogieron sus ‘chiros’ y en menos de dos horas no había rastro alguno ni del enano ni del Spiderman paisa.

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24 Diez años. Diez historias.

Muerte bajo la lluvia de Orión ¿Qué pasó en realidad? ¿Cuántas personas murieron y cuántas quedaron heridas en el fuego cruzado entre la fuerza pública y los grupos insurgentes durante la operación Orión en la Comuna 13? Hay hechos evidentes del infierno que allí se desató, como la muerte a balazos del seminarista Elkin de Jesús Ramírez Vélez. No. 18 - Abril de 2003

Róbinson Úsuga

E

Sábado 19 de octubre de 2002

l cielo aclaraba cuando alguien entró a la sala de velación mostrando un artículo de prensa. “Cuando llegaba a su casa del barrio El Salado, el seminarista Elkin de Jesús Ramírez fue atravesado por una bala perdida. De inmediato murió”. Los condolientes se sintieron indignados desde las primeras líneas y Juan Diego, hermano de Elkin, alzó la voz: “él no murió por una bala perdida. Además no tenía 22 años sino 27”. Al cementerio asistió una multitud y, entre alaridos y sollozos, el ataúd se elevó en brazos y fue empujado hasta el fondo de una bóveda en el cementerio de San Pedro. El sepulturero cubrió el agujero con una loza de cemento y la caja de cedro se perdió de vista. De los rostros emergieron expresiones de pesadumbre, nadie podía creer que era a Elkin a quién estaban enterrando. Pero no había de otra, con las pupilas atónitas tuvieron que decirle adiós.

Un jueves sin presagios

Doña Nelly despertó a Élkin a las seis de la mañana. Pero como de costumbre, él se quedó en la cama y no se levantó hasta las seis y treinta. Se bañó, se alistó y salió a las siete hacia el Instituto Creaser, donde estudiaba una técnica en Sistemas desde hacía dos meses, con una beca otorgada por esa institución. Aunque Élkin había permanecido dos años en el Seminario Hermanos Menores Capuchinos, habían pasado seis meses desde que se vino porque quería hacer un receso para reafirmarse en su vocación o desengañarse e iniciar una nueva vida. Ahora salía a las siete de su casa, ubicada en una saliente del barrio Nuevos Conquistadores, donde su madre Nelly del Carmen Vélez lo crió al lado sus hermanos Álex, Juan Diego, Paola, Catalina, Edide y Yulieth. Hasta hace cuatro años la vivienda era un rancho, pero el esfuerzo de doña Nelly lo transformó en una casa de adobes y cemento con ventanas de madera, mirando hacia el oeste. Desde estas ventanas se puede contemplar el esplendor del atardecer y sus insólitos matices o divisar ampliamente la escasa planeación urbana de Nuevos Conquistadores y El Salado. A las diez y treinta de la mañana habían llegado tres mil efectivos del Ejército y la Policía a los barrios Belencito, Corazón, Independencias I y II, y 20 de Julio. Hicieron allanamientos casa por casa mientras continuaban con las requisas en las entradas de la Comuna. La Defensa Civil y la Cruz Roja, con médicos y paramédicos, montaron una enfermería en la calle 35 con la carrera 92 para coordinar la atención de los heridos que dejaron los enfrentamientos. Eran las once cuando Juan Diego salió para la Universidad de Antioquia.

Juan Diego:

“Cuando salí la cosa estaba calmada, la policía había rodeado la zona y ya no se oían balaceras, por eso pude ir a estudiar. Además, tenía examen y no podía faltar. En el camino los militares me requisaron. Eran como las tres cuando me senté a repasar el examen. Luego llamé a mi novia Flor. Ella me preguntó que si ya había llamado a mi casa, le dije que no y Miércoles 16 de octubre: Orión me aconsejó que lo hiciera. “A mí me dijeron que eso por allá estaba prendido”, me advirtió. Marqué el número de mi casa. Esa semana Juan Diego no había ido a la universidad porque “Mijo, me contestó mi madre, véngase lo más temprano que pueda, están dando mucho plomo”. Por la bocina se colaba el estaba enfermo. Pero el jueves despertó sintiéndose mejor y con ruido de las balas. Le pregunté que cómo estaban todos y me dijo que bien, pero que Élkin había salido con Alexander y no ánimos de presentar el examen de psicolingüística que tenía a sabía en dónde estaban. las seis de la tarde. El día anterior no pudo salir de su casa, no Comencé a sentirme indispuesto como a las cinco y treinta, además, temía por la suerte de mi familia. Llamé a Andrés sólo porque tenía la fiebre muy alta, sino porque tampoco se lo Jaramillo, un compañero de clase. Le pedí que me excusara con el profesor de psicolingüística, J. Mario Cardona, ya que me permitía el tropel de las balas que surcaron el aire desde antes sentía muy enfermo y por mi casa la situación estaba delicada. del amanecer. Tomé el metro y en la estación San Antonio me encontré con Alexander Quiceno, un amigo. A las cuatro de la mañana Juan DieMe quedé conversando con él, y ya habían pasado diez minutos cuando vi al novio de mi vecina go y los demás habitantes de los barrios Leidy que se bajaba del tren. Stiven me miró y avanzó hacia mí: “Juan, si es verdad que mataron de la Comuna 13, en el Occidente de a su hermanito Élkin”, me preguntó. Yo me asusté. Eso no es posible –le dije-, pues yo llamé como Bajé a darle la noticia al cura. Medellín, fueron sacados de sus sueños a las tres y todos estaban bien en la casa. “Mejor llame y se cerciora”, me respondió. Eso fue exacAl frente de la iglesia por el traqueteo de las ametralladoras tamente lo que hice. Marqué el número de mi casa. Al otro lado de la línea me contestó mi mamá y el eco de las explosiones de petardos llorando”. había una tanqueta. y granadas. Por una orden presidencial Lucho (Luis Enrique Patiño, amigo de la familia, casi un hermano para Juan Diego): Le dije al comandante se daba inicio a la operación Orión en “Salí a estudiar temprano. Bajé hasta la iglesia del 20 de Julio para coger un bus. Por todas parsus callejones de barrio subnormal. tes se veían pasar patrullas, tanquetas, motos, camionetas del ejército, del CTI y del DAS. Cuando que me habían matado un hijo, Personal de la Cuarta Brigada, la el bus iba por la escuela 20 de Julio lo pararon los militares para requisar a los pasajeros. Al medio que por favor me ayudara Fuerza Aérea, la Policía Metropolitana, día subí en un bus de El Salado y los militares todavía estaban por ahí. Volvieron a requisarme. De el Cuerpo Técnico de Investigación de pronto apareció un helicóptero y empezó a rondar por el barrio. Se escucharon unos tiros. Se veía a bajarlo en esa tanqueta. la Fiscalía, CTI, el Departamento Ada los soldados corriendo por todas partes. “Váyase para la casa que esto se va a prender”, me dijo “Esto no es para bajar ministrativo de Seguridad, DAS, pusieuno de ellos. Rápidamente me fui para mi casa. Después de almorzar me tiré al mueble a escuchar ron en marcha el operativo que tenía el helicóptero. Al rato me pasé para la casa de al lado. Me quedé observando el helicóptero con mi ningún muerto” me contestó. como misión desarticular las células de vecino Dieguito. Se escuchaba el eco de las balas. “Mirálo, velo como está de bajito”, decía Bryan, guerrillas asentadas en ese territorio. el hermano de Dieguito. Los insurgentes reaccionaron con Una tanqueta subía y bajaba, parecía cargar gente que capturaban. Fue entonces cuando vi a fuego contra los hombres de la FuerAlex y a Élkin que subían. Les silbé, pero no voltearon. Yo los estaba llamando para que se quedaza Pública cuando éstos ingresaron a los barrios, entonces se ran en mi casa mientras se calmaba la situación. Silbé más duro y en varias ocasiones, pero no me escuchaban. Hasta que los iniciaron enfrentamientos en medio de los cuales los civiles perdí de vista. Por más pasito que yo le silbe a Alex, él voltea a mirarme, pero esta vez no lo hizo y no me explico por qué”. permanecieron en peligro. La gente tuvo que quedarse encerraDoña Nelly: da en sus casas todo el día para no morir en medio del fuego “Los soldados patrullaban la zona. El día anterior hubo muchas balaceras pero los militares ya estaban por ahí sacando cruzado. a la gente de sus viviendas, llevando hombres encapuchados que señalaban los sitios y casas que los milicianos frecuentaban. En la noche cesó el resuello de las explosiones y al amaneAl mediodía llegó Élkin de estudiar. Estaba con Alex. Me pidieron almuerzo pero no había. Élkin mandó comprar una libra cer del jueves se respiró un aire más tranquilo, pero no menos de arroz y al ratico se fueron de nuevo. En ese momento no había tiroteos, todo estaba calmado. Pero más tarde, cuando tenso. La gente pudo salir a las tiendas a comprar comida porhacía el almuerzo, llegó una tormenta de balacera. que la Fuerza Pública ya se había tomado la mayor parte de la Mi vecina Limbania se vino para mi casa. Con ella y mis hijas me escondí en la habitación más oculta. Mi vecina se zona con tanquetas, dos helicópteros Black Hawk, y hombres metió bajo la cama. A ella le dan ataques y yo temía que en esos momentos le diera uno. Las balas chocaban contra el muro con cascos antimetralla y armas de alta precisión.

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de mi casa. En las de al lado también, incluso en la de Natalí Giraldo, quien tiene un kinder. Esa casa la agarraron a bala y los niños estaban ahí. No sé como hicieron para favorecerse. En ese momento yo estaba preocupada por la suerte de mis hijos. Las balas no cesaban cuando apareció Alex por la ventana y me dijo, “amá, mataron a Élkin”.

Alex:

“Fuí a las diez y treinta a hacer el aseo de la parroquia. Terminé a las doce y treinta y cuando salí vi a Élkin en la peluquería que queda enfrente de la iglesia. Me le acerque. Cuando terminaron de motilarlo nos subimos para la casa. Èlkin le pidió almuerzo a mi mamá, pero no había. Entonces se quitó la ropa, se puso una pantaloneta, se paró un rato en la puerta y después se fue para donde la vecina. Volvió a los veinte minutos. Se cambió de ropa y me pidió que lo acompañara a hacerle encuestas a algunas madres de la comunidad para un proyecto del Instituto de Bienestar Familiar, Icbf, en el que estaba trabajando. Al finalizar la tarde sólo tenía una entrevista, aunque debía visitar a tres madres. Durante todo el día llovía y escampaba a ratos. Cuando subíamos para la casa, él me dijo que nos metiéramos por la parte de atrás y yo le dije que bueno. En ese momento no estaban dando bala. Nos metimos por el solar y cuando yo iba a quitar la puerta, pues apenas estaba puesta, escuché un rafagazo. Élkin exclamó: “Alex, me dieron, me dieron”, y luego rodó por el barranco. Siguieron disparando y salí corriendo asustado hacia la casa de la vecina. Me quedé un instante en las escalas, pero vi que trataban de darme porque los disparos venían en esta dirección y pegaban en el muro. Me subí por la pared de la puerta y logré entrar a la casa de la vecina. Me metí por el baño y salí por la parte de atrás. Me acerqué llorando a la ventana de mi casa. Ahí estaba mi mamá: “amá, mataron a Élkin”, le dije”.

Doña Nelly:

“Mentiroso, le contesté. Pensé que me estaba haciendo una broma. Intenté salir a la ventana para asomarme, pero nos devolvieron a bala. El polvo de los adobes que perforaban las balas no me dejaba ver. Fuimos a la puerta del solar y nos devolvieron a plomo. Sacudimos trapos blancos para que me dejaran salir a buscar a mi hijo, pero tampoco. Todos pensábamos que tal vez estaba herido en le casa de alguna vecina de abajo. Alex también lo creía así. Entonces empezamos a llamar a los vecinos para saber si lo habían visto. Al ver que nadie nos daba razón de él, me asomé a la zanja. Al lado del barranco estaba el cuaderno donde tenía las notas de clase, y al fondo, estaba Elkin tirado. Eran como las cinco y media. A las tres y treinta fue que Alex llegó con la mala noticia. Todo ese tiempo estuvimos adentro, sin poder salir a causa de las balas. Bajé a darle la noticia al cura. Al frente de la iglesia había una tanqueta. Le dije al comandante que me habían matado un hijo, que por favor me ayudara a bajarlo en esa tanqueta. “Esto no es para bajar ningún muerto”, me respondió. Entonces yo le dije que mi hijo no era ningún ladrón para que me lo mataran de esa manera, que él estaba trabajando. Me dijo que llamara al 123. Llamé y me respondieron que por aquí no subían a recoger a nadie. “Bájelo hasta el Centro de Salud que allí le hacemos el levantamiento, o déjelo ahí tirado”, fue lo que me dijeron”.

Lucho:

“Me llamaron al teléfono. Era Pipe, un amigo que trabaja en la biblioteca de El Salado. Estaba llorando. ¿Qué pasó? Le pregunté. “No güevón, no se si es verdad, llame a la casa de Juan Diego, usted que tiene más confianza”. ¿Pero por qué? “Es que nos mataron el pelao”. ¿Cuál pelao? “Élkin”. Marqué a la casa de Juan. Catalina me contestó llorando. Traté de consolarla. Después di la noticia en mi casa. No querían creerlo. Yo iba a subir a la casa de Juan Diego pero estaba lloviendo mucho. También llovían balas. Ese man se chupó alrededor de una hora y media de aguacero tirado en esa zanja. “Mirá toda esa gente, qué pasará”, me señaló Dieguito. Fuimos a asomarnos. Entre la gente había un muerto sobre una camilla cubierto por un plástico. Se escuchaba la voz de un hombre que lloraba. “Por qué no fui yo, por qué te tocó a vos”, se quejaba. Una mujer también lloraba. Levanté los ojos y vi que eran Alex y Paula. Al instante descubrí que era el cadáver de Élkin. Cuando Alex me vio se me tiró al hombro izquierdo y Paula al derecho. En ese momento yo acariciaba el cuerpo de Élkin sin creer que era él. Montamos el cuerpo en un carro y lo llevamos al Centro de Salud. Lo metieron en una camilla y lo llevaron a un cuarto mientras llegaba la Fiscalía. El cura bajó en su carro con una señora. “Hay que avisarle a Juan Diego”, dijo, y se fue para la universidad a buscarlo. Se largó un torrencial el hijueputa y nos quedamos escampando en la cafetería de enfrente. Miré hacia una buseta del metro y vi que se bajó una persona. Era Juan Diego, estaba llorando”.

Juan Diego:

“No llegaban a hacerle el levantamiento, así que llamé a la Fiscalía. Mi mamá ya había llegado con los papeles de la funeraria cuando aparecieron, a las ocho y veinticinco. El día del entierro, salió un artículo en El Colombiano en el que decía que Élkin había muerto por una

bala perdida. Pero no podía ser así porque las balas impactaron hasta en las casas vecinas. El fiscal que hizo el levantamiento le dijo a Diego Hernández, un amigo, que fueron en total seis impactos, todos de carabina, y que esas armas eran las que usaban los milicianos”.

Doña Nelly:

“A mi hijo le entraron balas por todo el cuerpo. El primer impacto se lo dieron en el vientre, Álex lo vio. Pero también tenía otros impactos en la cabeza. Parece que le hubieran seguido disparando mientras rodaba por el barranco”.

Juan Diego:

“Mi mamá estaba lavando la ropa que le entregaron en la funeraria cuando encontró una ojiva, era de un Galil 5-55. Las casas de al lado tenían esquirlas del mismo calibre. Ese día el ejército estaba usando Galil 5-55 y 7-76. Los fragmentos de bala que encontramos en el piso de mi casa las llevamos como prueba a la Procuraduría y fuimos hasta el periódico para que rectificaran la información. Esta apareció el viernes 25 del mismo mes y en ella se corrigió la edad de Élkin, y se agregó que fue por seis impactos de bala que murió. Mónica Sánchez es abogada de la Corporación Jurídica Libertad y en sus manos está este caso. En esta corporación nos dijeron que todo está en proceso y que lo primordial era que mi mamá entablara una demanda al Estado. Queremos que nos indemnicen la pérdida de mi hermano, pero más que la indemnización, queremos que esta muerte no quede impune”.

Doña Nelly:

“La doctora Mónica Sánchez tiene el caso con todas estas pruebas y hasta hoy no me ha informado nada sobre cómo va el proceso. La última vez que la llamé a la oficina (el lunes 17 de febrero) me dijo: “usted sabe que este proceso se demora mucho, por ahí siete u ocho años”. También indicó que así son la mayoría de demandas que se le hacen al Estado.

Mónica Sánchez: (en entrevista telefónica).

“Llevé el caso ante la Justicia Penal Militar, pero hasta ahora ni siquiera han abierto la investigación. Lo cierto es que allá ya se están pasando del descaro”.

Operación de incertidumbres

El periodista llamó al conmutador 2 51 17 00 de la Policía Metropolitana, pidió le comunicaran con la oficina de Información y Prensa. Contestó el agente Morales, a quien le consultó sobre el día en que empezó y terminó la Operación Orión. Esta fue la respuesta que recibió: “Empezó como el 17 de octubre, y terminó como a finales del mismo mes, pero no sé el día exacto”. A la pregunta sobre el reporte de los damnificados, muertos y heridos durante las intervenciones de esa operación, respondió: “esto aquí, en cuanto a reportes, fue un desorden total.” | Aun no se ha esclarecido el número de muertos y heridos que dejaron los enfrentamientos armados entre los grupos insurgentes y la Fuerza Pública en la operación Orión, la cual terminó el domingo 20 de octubre en la noche, cuando el alcalde Luis Pérez Gutiérrez declaró el toque de queda en la zona. Las fuentes oficiales hablan de 14 muertos y 45 heridos. Un líder comunitario* declaró para este informe que en realidad los muertos fueron 44 y los heridos112.

Líder comunitario:

“Faltaron medios de comunicación y diálogo para enfrentar el conflicto. La fuerza pública cometió muchos atropellos durante esta absurda operación, planeada desde lo militar, y no desde lo social. A los pobladores de estos barrios les vulneraron los derechos humanos. Murieron muchos inocentes. Otros quedaron con daños físicos y psicológicos, y hasta ahora no han recibido ayuda. Ahora se vive una tensa calma. Hay una guerra primitiva. Aunque se cree que el poder militar del Estado hace presencia en los barrios, sabemos de desapariciones y homicidios con arma blanca”.

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26 Diez años. Diez historias.

Las parrandas del diablo El Carnaval de Riosucio, en Caldas, se celebra cada dos años y goza de gran fama en el país y en el mundo por dedicar sus festejos al diablo. Allí, durante un fin de semana, satanás, satán, anticristo, leviatán, demonio, patillas, demontre, como también se le llama, toca el cielo con cachos y con cola. No. 17 - Febrero de 2003

Diego Agudelo Gómez acía rato que la Coca-Cola se derramaba por el suelo del bus H y ya amenazaba con tocar los maletines y volverlos pegajosos. El vehículo achatado y de ventanillas infranqueables, estaba

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nan rápidamente. Cuando el hambre corroía las paredes de mi estómago, don Germán, un anciano que conocí, ofreció alquilarme una habitación vacía que sólo tenía una silla playera. A pesar de no tener cama acepté la oferta y deje allí mi equipaje. La noche ya se había instalado en el cielo. Los dos parques del pueblo, el de La Candelaria y el de San Sebastián, separados apenas por una calle, eran el escenario de una parranda devastadora. La multitud aglomerada en las calles parecía un pulpo desmesurado que se adhería con millares de ventosas a la música. Los tentáculos del animal se balanceaban frenéticamente hipnotizados por las gaitas y las kenas.

Danzando con el Diablo

El carnaval de Riosucio nació en 1847 cuando dos comunidades, la de Quiebralomo, donde predominaba la cultura europea, y la de La Montaña, un resguardo indígena, se unieron definitivamente acabando con una rivalidad por la tierra y la propiedad. Riosucio es una población del occidente de Caldas derramada en las laderas del cerro Ingrumá (montaña de roca dura), un monstruoso peñasco cubierto de espesa vegetación y coronado por una cruz que en la noche se ve roja y refulgente. Desde ambos parques del pueblo, orientando la mirada hacia el poniente, puede verse la majestuosa montaña que muestra las paredes de roca como luciendo su mejor vestido. Es por las inmediaciones de este cerro por donde, dicen, se ha visto al diablo en forma de gato, perro, burro o gavilán. No obstante, mientras dure el carnaval, el diablo, con su piel árida y sus ojos saltones, estará recorriendo las calles del pueblo convertido en máscara, muñeco, pólvora o disfraz. Mientras se disipaba el humo de la pólvora, conjurada para alejar a los malos espíritus, sentía cómo esa lengua pirotécnica me lamía el rostro. El medio día estaba poseído por los espí-

La gente baila poseída por una histeria desmedida y es inevitable sentir una emoción extrema cuando el diablo colosal desfila en un lujoso carro negro que es arrastrado por sus fieles sirvientes. Un grito empieza a nacer en las entrañas y atraviesa el escenario de una conflagración etílica producida por el guarapo. Luis Fernando Arango

próximo a descargar el sobrecupo de personas adormecidas por el calor de la tarde y aturdidas por el ambiente soporífero de maletines hacinados y bolsas desbordadas de vómito. Sin modo de observar el paisaje que rodea la carretera, presintiendo apenas las laderas escarpadas de algunos cerros gobernados por cruces metálicas, el viaje hacia Riosucio, Caldas, emprendido media hora antes desde Anserma, era ciego. De pie, lo único que podía ver a través de las ventanillas abiertas era el transcurrir monótono de las líneas blancas que dividen la carretera. De sopetón, el autobús entró a Riosucio, donde yo esperaba ver al diablo. La primera oscuridad de la tarde se mostraba gris, pero escrutando las entrañas del pueblo pude ver que el inclemente sol obraba aún sobre las cabezas de los transeúntes. Después del arribo del bus a su puerto, los pasajeros tomaron sus cosas y salieron. Cada uno fue desintegrándose en las torceduras de las esquinas al igual que yo con mi equipaje. Cuando yo era niño, la primera imagen que tuve del diablo, fue la de un negro alto de ojos rojos, sin pelo, que se llevaba a los hombres tomándolos del cuello. Un ser despiadado que aterrorizaba a los hijos desobedientes y llenaba las arcas de su infierno con borrachos desprevenidos, esposas infieles y criminales excomulgados. Después de rezar el rosario, en las noches, los relatos de mi padre estaban plagados de bestias. Una mula de tres patas rastrillaba sus pezuñas por las calles pedregosas de los pueblos, echando chispas por ojos y boca. Un hombrecillo escuálido, de piel bermeja lucía sus cachos, su cola puntiaguda y su viril tridente frente a los ojos incrédulos de los vanidosos. La sombra descomunal de un caballo con tres jinetes perseguía a un hombre que mutiló el gallo de pelea de su padre. Bajo las camas de los niños aguardaba la mano peluda y una voz gutural susurraba al oído de un desvelado: “trabaje de día que la noche es mía”. Durante mucho tiempo dormí atrincherado bajo mi cobija. Temía que la sombra macilenta del “Chucho” empezara a tropezarse con mis juguetes o con los muebles de la habitación y llegara hasta mis pies para halarlos. Sin embargo, también pensaba en otro diablo. Un ángel caído y hermoso capaz de otorgarme, a cambio de mi alma, los poderes de todos los superhéroes juntos menos los de Aquaman. Cuando entré al parque principal de Riosucio, el de San Sebastián, el primer diablo que vi estaba bailando sobre una tarima al ritmo de flautas y tambores. Era lánguido, mal vestido, casi harapiento y el temblequeo de su cuerpecillo danzante daba la impresión de una gelatina devastada por un terremoto. Después de recorrer las calles del pueblo buscando alojamiento, de recibir los latigazos del sol cargando mi maletín pesado, de visitar un extraño edificio donde alquilaban piezas que más parecía un buque fantasma desmoronándose en el desierto, volvería a ver al diablo sentado en una banca de concreto comiendo galletas “Ducales”. Me acerqué e inicie un diálogo con el hombre que estaba bajo el disfraz. La piel morena estaba cubierta por un manto de sudor que se evaporaba, alrededor de su boca innumerables migajas de galleta vibraban sacudidas por el movimiento de los labios. Mientras hablábamos se acercó una persona que aparentemente era mujer. Llevaba un trapo diminuto a modo de ombliguera y una falda amarilla que le llegaba hasta más abajo de las rodillas, su cabello era oscuro y rizado pero no supe si en realidad era una peluca. Saludó al diablo, me miró y reveló una sonrisota de aplanadora. “Mucho gusto, Alfredo”, retumbó su voz afeminada. Me ofreció galletas y también llevarme hasta el hotel donde estaban alojados. El travesti atravesaba la multitud con su enorme culo de trapo erguido como un volcán. Su espalda descubierta tenía canales surcados por gotas de sudor, que se deslizaban arrasando con una espesa capa de mugre. El hotel “El Palacio” tampoco tenía habitaciones desocupadas. Era inútil, estaba condenado a dormir en la calle. Continué buscando por mi cuenta pero era una búsqueda calcinante destinada al fracaso porque cada hotel del pueblo estaba sobrepoblado. Colonias de riosuceños viajan desde las principales ciudades del país para disfrutar el carnaval y los hoteles se lle-

ritus de la quía para dest e -

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rrarlos del pueblo, un pelotón armado con palabras, música y fuego se reunió en el parque de La Candelaria. Era una batalla estruendosa de pólvora y versos. El humo de los voladores y las culebrillas de pólvora hacían que el medio día fuera un híbrido ominoso entre el calor sofocante del sábado y la niebla. Mis ojos ardían pero no me preocupaba. El estrépito de la pólvora seguía y el conjuro del medio día llegaba a su fin. Cansado del sol decidí refugiarme en la iglesia La Candelaria. Allí, el olor de la cera derretida me sumergió en una extraña psicodelia mística. Las paredes de la iglesia estaban adornadas con un hermoso víacrucis hollywoodense pintado por el artista riosuceño Gonzalo Díaz, quien además era el escultor de la gran estatua del demonio que desfilaría en la noche. Me regocijé con ese viento frío que trepida entre las naves de las iglesias mientras imaginaba una película de Semana Santa en la que el mártir fuera interpretado por Humphrey Bogart y el diablo, por Charlton Heston. Riosucio no es un pueblo que haga parte de una secta infernal que pretenda legitimar la imagen del demonio como emperador del mal. Esta veneración tiene orígenes ancestrales donde la libertad está representada por el diablo, quien aleja malos espíritus y recuerda a los asistentes, por medio del testamento que se lee antes de quemar una efigie de éste repleta de pólvora, que es el hombre quien hace mal al hombre con su ambición por el poder, la fama y la riqueza.

Más que una Máscara

Según el escritor colombiano Manuel Zapata Olivella, “la idea de que el hombre se identifique con el diablo no es nueva. No ha surgido aquí en Riosucio. Está latente en todos los pueblos. Es la idea de que el hombre, para superar su propia condición de debilidad humana frente a la riqueza y a la espiritualidad necesita, paulatinamente, irse lavando en su propia existencia y en los propios milagros de su creatividad cotidiana... el diablo de Riosucio es algo más que una máscara. Es un diablo que está dispuesto a renovarse cada día, a enriquecer más su conciencia acerca de su identidad, para cada día, darle a Colombia y a América, el significado histórico que tiene en el mundo de la cultura”. Dicha cultura se ve enriquecida con desfiles portentosos de arlequines, malabaristas y saltimbanquis; con la poesía de los conjuros y la explosión de la pólvora en el cielo. La muchedumbre disfruta de todo esto inmersa en el guarapo, un licor fuerte a base de zumo de caña de azúcar, que se sirve en calabazos o en vasijas de barro con forma del sexo de Lucifer. Sin embargo, el personaje más representativo del carnaval no es el diablo, es el matachín, un emisario abigarrado de máscaras acorazadas con cachos de toro, sombreros anchos adornados con plumas y trajes festivos de muchísimos colores, disfraces de pana y lentejuelas minuciosamente elaborados que engalanan las cuadrillas, comparsas compuestas de 8 a 25 matachines disfrazados de mujeres envueltas en serpientes, gladiadores o payasos. La tarde moría presagiando, por fin, la llegada del demonio. Desde las dos de la tarde Riosucio es como un hormiguero alborotado por una mano traviesa con un palo. La gente reserva sus puestos en las escalinatas del parque de San Sebastián para ver la entrada de las colonias de otras ciudades y espera el evento principal. En la noche la estatua del diablo, con más de cuatro metros de altura, recorre el pueblo acompañada de un séquito de brujas, duendes, monstruos coléricos que aúllan, machos cabríos y demonios con cencerros, pequeñas campanas de hierro que llevan amarradas de la cintura. La gente baila poseída por una histeria desmedida y es inevitable sentir una emoción extrema cuando el diablo colosal desfila en un lujoso carro negro que es arrastrado por sus fieles sirvientes. Un grito empieza a nacer en las entrañas y atraviesa el escenario de una conflagración etílica producida por el guarapo. El alarido trepa por la laringe y las cuerdas bucales, mientras delante del demonio desfilan los usureros, los adúlteros, los mentirosos, los brujos, el carnicero y el resto de los matachines. Satanás, desde su trono en el atrio de la iglesia, conserva una expresión inamovible y ridícula. El grito es regurgitado pero se camufla fácilmente entre una jungla de piernas alebrestadas, y entre guarapo y guarapo es reproducido por distintas voces. En todas las calles de Riosucio se escucha: “¡llegó el putas!”.


15. Veintitrés gordas (y gordos)

21. Un bus para turistas

Las “gordas” de Botero tenían ganas de quedarse en Medellín desde hacía bastante tiempo, pero la ciudad no contaba con un lugar para albergarlas. Tras la llegada de la periodista Pilar Velilla a la dirección del entonces Museo de Zea, se activó la fuerza de gestión que se necesitaba para destinar la antigua Alcaldía como albergue para el Museo de Antioquia, cuya presencia sugirió la creación de la Plaza Botero. Por la tardanza en la consecución de un lugar adecuado, Fernando Botero entregó buena parte de sus obras a Bogotá, por lo que fue necesario apresurar el lento y pesado andar de elefante del Municipio para no perder la donación. Desde ese momento se aceleró el paso para erigir el renovado museo. Su presencia exigió despejar el paisaje en el deprimido sector, se demolieron nueve edificios y se le hizo un desalojo administrativo al Metro de la que era una de sus más recientes construcciones. Finalmente, Medellín recibió las obras, entre las que hay 65 pinturas y dibujos y 23 esculturas, cuya destinación fue la Plaza de 7.500 m² inaugurada el 26 de enero de 2002.

Tienen los colores de la bandera nacional. Y desde 2004 recorren a Medellín de Sur a Norte, de Norte a Sur, cargados de turistas. La idea de tener un Turibus fue de la empresa Seditrans y su objetivo es que propios y extraños conozcan lo de mostrar en la ciudad. Los buses tienen una capacidad para 38 pasajeros, funciona todos los días desde las nueve de la mañana hasta la una de la tarde y se pueden abordar en la Plaza Botero, en Pies Descalzos y en el Parque de El Poblado. Dentro de este, una guía va contando la historia de lugares emblemáticos de la ciudad como el Cerro Nutibara, La Plaza Cisneros, El Parque Bolívar y, por supuesto, de otros más modernos como Explora y los Metrocables.

Decía Sergio Fajardo que cuando concluyera su alcaldía, Medellín habría descubierto qué es el espacio público. Y fue toda una novedad para la ciudad la peatonalización de la carrera Carabobo. Al comienzo parecía imposible. Esa vía tan concurrida desde la Avenida de Greiff hasta San Juan, tan llena de rutas de buses, de almacenes, de cacharrerías, de ventas ambulantes, ¿Cómo iba a dejar de ser transitable en vehículos? Pero se hizo, y ahora desde la madrugada hasta las siete u ocho de la noche se ve en esta ríos de gente que van a trabajar, que van a comprar, que simplemente quieren caminar sin correr el riesgo de que los atropellen… Un bulevar que atraviesa el centro de la ciudad pero que no ha logrado ganarse un espacio en las noches.

Foto: Ana María Betancur

16 Una hilera de pirámides Son 240 los montículos de concreto y baldosín de colores —con un metro y medio de alto y 4,67 metros de ancho cada una— ubicados en el separador central de la Avenida Oriental. Desde su construcción en 2007, respaldada por el alcalde Sergio Fajardo y construida por la empresa Pórticos Ingenieros Civiles S.A., las pirámides generaron controversia. Algunos oponentes decían que era para proteger los pocos árboles que crecieron en medio de la contaminación sin considerar al peatón, para desplazar a los habitantes de la calle y así mostrar una cara más amable de este sector. Para los defensores de la idea, es una cuestión de civismo y estética, enseñar al transeúnte a cruzar sólo por las esquinas, y darle color, el de la ciudad de la eterna primavera, el de la ciudad de las flores, al centro de Medellín.

Foto: Ana María Betancur

19. Un parque en la mitad de dos avenidas Un parque con nombre de cantante se inauguró en el Noroccidente de la ciudad con un costo de $7.700 millones de pesos. El parque Juanes de la paz, ubicado entre la calle 65 y la autopista Norte, beneficia a los barrios Castilla, Girardot, Tricentenario, Belalcázar, Francisco Antonio Zea, Plaza de Ferias, Pedregal y Alfonso López. Un lugar con 75 mil metros cuadrados destinados para el deporte y la recreación, que incluye equipos de acondicionamiento físico para discapacitados, canchas de fútbol sintéticas, ciclovía, salas de cómputo y zonas verdes.

20. Cinco bibliotecas que son parques En La Ladera, San Javier, Santo Domingo, Robledo y Belén nacieron cinco parques bibliotecas, cinco grandes construcciones que, además de agregar 22 mil libros nuevos a la ciudad y así aumentar el promedio de 0.25 a 0.40 libros por habitante, se han convertido en espacios para el encuentro, para la socialización y la diversión de esas comunidades. El 31 de diciembre de 2006 se inauguró el primero, el de San Javier, y en agosto de 2007, el último, el de Belén. Elefantes blancos para algunos, modelo de desarrollo para otros, lo cierto es que estás bibliotecas son concurridas, se las ve llenas de niños y con eventos de diversa índole. Una, la de Santo Domingo es visible desde cualquier lugar de la ciudad. Y otra, la de Belén, tiene un enorme espejo de agua que arquitectónicamente no es normal ver en Medellín. Estas bibliotecas, junto con la construcción de diez grandes colegios, y del Parque Explora, hicieron parte del programa bandera de Sergio Fajardo: Medellín, la más educada.

Foto: Laura Rodríguez

22. Una larga calle peatonal

23. Una aventura deportiva extrema Hace algunos años los cerros de la ciudad hacían las veces de depósitos de cadáveres, fruto del conflicto urbano. Sin embargo, hace cuatro años nació 7 Cerros Medellín, una aventura deportiva extrema que ha logrado que equipos suecos, argentinos, finlandeses, estadounidenses, neozelandeses y colombianos compitan. Lo han hecho en patines, en carros de rodillos, en bicicletas, a pie y con brújula en mano. Han subido a El Volador, al Nutibara, a Tres Cruces, a La Asomadera, al Pan de Azúcar, al Santo Domingo y al Picacho, nuestros cerros tutelare, miradores de este Valle de Aburrá cada vez más poblado.

24. Siete parques a lo largo de siete quebradas Doña Marta está preparando unos pasabocas en la cocina de su casa. Don Pedro, el esposo, está revisando que las bicicletas estén listas. Mateo y Sara, los niños, se están aplicando bloqueador. Después de media hora de preparativos están listos, toman las cuatro bicicletas y empiezan a subir la loma que los lleva desde su barrio, Miraflores, hasta La India. Al llegar, los niños sacan un balón y empiezan a jugar tirándoselo de un lado para otro, los papás hacen algunos ejercicios, estiran un pie, doblan una mano, mientras van conversando, se ven otros niños jugando y algunas personas caminando por el sendero que bordea a La India. Esta escena se repite en otras seis quebradas de Medellín que fueron intervenidas para dar origen a los siete parques lineales, La India, La Presidenta, La Bermejala, La Quintana, La Herrera, La Malpaso, y La Ana Díaz, también conocida como El Parque de los Sentidos.

25. Una joya en medio del basurero En 1990, Moravia fue considerada como un área de intervención especial en el Plan de Ordenamiento Territorial. Así nació el Centro de Desarrollo Cultural Moravia, un espacio pensado para la capacitación, la lúdica y el divertimento de los habitantes del sector, que ahora recibe el nombre de Nuevo Norte. Fueron invertidos 3. 500 millones de pesos para construir aulas de clases, auditorios, cubículos para la enseñanza de la música, salas de exposiciones, etc., para que la convivencia y las diferentes expresiones artísticas tengan allí su convergencia. El diseño del Centro Cultural fue el último que el fallecido arquitecto Rogelio Salmona dejó como legado.

Foto: Laura Rodríguez

Foto cortesía: Carmenza Gómez

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Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


Foto cortesía: Carmenza Gómez

28 26. Dos cables aéreos

29. Un concepto: prepago

Cuando se inauguró el Metrocable hacia el barrio Santo Domingo, en abril de 2004, más de medio Medellín descubrió lo que se escondía en estos sectores de las Comunas Nororientales, con sus montones de pequeños cerros, tapizados de casas en obra negra, de escaleras laberínticas, de apretujes y de cero espacio público. Casi 70 mil millones de pesos, 90 cabinas, cuatro estaciones y casi 50 mil personas transportadas diariamente son parte de las cifras de este primer sistema de transporte aéreo masivo de la ciudad. Sistema de Góndola Monocable Desenganchable es el nombre técnico del Metrocable, al mismo al que le surgió un hermano entre las Comunas 13, 12 y 7. El de San Javier, más largo en su recorrido, más alto en sus columnas, no tiene la misma afluencia pero la tendrá cuando se construyan al final de su recorrido cientos de casas de interés social. Otros más vienen en camino: el que saldrá de la estación San Antonio hacia La Sierra en el centro oriente de la ciudad.

No hay fecha exacta pero hace diez años no se hablaba de “prepagos”. No se había popularizado el término que hace alusión no sólo a las tarjetas para cargar de minutos los celulares, sino a un oficio, el de las muchachas que venden su cuerpo ya no en las calles, paradas en una esquina, ni en una casa de citas o un estriptiseadero, sino por catálogos de papel o virtuales, damas de compañía con sexo incluido, a domicilio, y según el lugar común, muy hermosas y bien pagas. Tampoco está claro quién las comenzó a llamar así, pero hay una explicación dando vueltas por ahí, que no parece descabellada: las modelos de pasarela decidieron unirse en algún desfile para exigirles a los diseñadores que les consignaron la mitad del dinero acordado antes de salir a la pasarela. Solía suceder que las chicas desfilaban y los pagos se demoraban en llegar o no llegaban. Esta petición de pagarles antes, se volvió un concepto, se convirtió en “prepago”, se salió de su significado original y ahora es un estilo de vida.

30. Trescientas columnas de metal luminosas

Foto cortesía: Julio Garrido

12. Un escuadrón antidisturbios La Policía Nacional encontró una forma más para controlar y reprimir las manifestaciones públicas que ellos consideran se les pueden salir de las manos, una forma que ha resultado polémica por sus actuaciones violentas y sus mecanismos poco ortodoxos como el gas lacrimógeno, los petardos de aturdimiento y el bolillo venteado. Hace 10 años mediante la Directiva Transitoria No. 0205 del 24 de febrero de 1999 nació el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD).

28. Una beata Faltando un cuarto para las siete de la noche del 21 de octubre de 1949 murió, en un cuarto de su convento en Medellín, la Madre Superiora Laura Montoya Upegui. Casi 55 años después, en el Vaticano, un 24 de abril de 2005, el entonces papa Juan Pablo II la ascendió a Beata, la primera de Colombia. Ella, nacida en Jericó, Antioquia, el 26 de mayo de 1874 alcanzó esa alta posición en la Iglesia Católica gracias a su labor evangelizadora con los indígenas de Antioquia y Chocó, especialmente. Criada en Amalfi, egresada de la Normal de Señoritas de Medellín, desde muy joven hizo votos de castidad y decidió irse con sus amigas y su madre a hablarle de Dios a los Emberá, a los Katíos, a los Chamí. Nació así La Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena. Su sede está en el barrio Belencito, puerta de entrada a la Comuna 13. El convento de la Madre Laura, de la Beata Laura, tiene museo etnográfico y conserva casi intacta la habitación en la que murió la que va camino al título de santa.

Inicialmente era El Bosque, luego los medios la bautizaron Parque de la Luz y, por último, se decidió que debía llamarse Plaza Cisneros. La idea nació con Luis Pérez Gutiérrez pero fue a Sergio Fajardo a quien le tocó inaugurar esa obra polémica. Mezcla de arquitectura, urbanismo y arte, al frente de La Alpujarra, donde estuviera El Pedrero, La Plaza Sucre y parte de Guayaquil, creció un bosque artificial: sus árboles son columnas de metal de 22 metros de alto, iluminadas cada una con catorce bombillos de 3.5 watts cada uno. A su lado crece cada vez más alto, el bambú. En el suelo hay bancas y canales de agua que aún no funcionan. Los arquitectos Luis Fernando y Juan Manuel Peláez, padre e hijo, fueron quienes concibieron esta plaza que también es instalación, premiada en la Bienal de Sao Paulo. A muchos les parece fea, inhóspita, otros esperan que las luces brillen más, para otros fue un gasto inoficioso, pero Peláez padre, afirma que la idea era restituirle a Medellín ese espacio que fue con algo de lo que será, que ahora “la ciudad no lo entiende, el salto que se está dando no lo sabemos medir porque estamos adentro”.

14. Un partido político independiente Con 208 mil votos, Sergio Fajardo obtuvo en 2003 la Alcaldía de Medellín. Ha sido la votación más alta de un candidato en la historia electoral de la ciudad. Avalado por la Alianza Social Indígena, ese fue el triunfo del voto de opinión en una urbe polarizada. Surgió entonces Compromiso Ciudadano, un partido político independiente que volvió a quedarse con el primer cargo de la ciudad, el tercero más importante de Colombia. El turno fue para Alonso Salazar, quien fuera el secretario de Gobierno de la administración Fajardo. A este periodista, egresado de la U de A le queda la labor de abrirle camino a otros de su partido para la tercera alcaldía, mientras el matemático aspira a la Presidencia de la República.

Foto: Ana María Betancur

27. Una unidad deportiva con nombre de mujer La Unidad Deportiva María Luisa Calle, fue construida en el 2007 junto con el Parque Juanes, como escenario deportivo para el esparcimiento y la recreación de la ciudadanía. Está ubicada en Belén y cuenta con un área de 28 mil metros cuadrados, tres canchas de fútbol en material sintético, cuatro canchas de squash, una cancha de hockey patín, una pista de patinaje para velocidad y ruta, más amplias zonas para caminantes y una ludoteca para niños entre 5 y 6 años de edad. Es administrada por el INDER y construida para generar espacios de encuentro en toda la ciudad.

No. 45 Octubre de 2009

Se fueron “Hay un tiempo para nacer, y un tiempo para morir”, reza un conocido salmo. Y en Medellín, una ciudad que no suele mirar su pasado, que se construye y se destruye al mismo tiempo, loca de afán por cambiar, sí que se han ido en estos diez años que lleva existiendo De La Urbe, muchos lugares, cosas, vidas emblemáticas que forjaron esta historia llena de pasiones encontradas. Se fue Débora Arango a sus 98 años luego de enfrentarse al cielo y la tierra con su arte desnudo, que sacaba a flote lo oculto, lo falso. Se fue Mario Escobar Velásquez con sus cuentos y novelas de hombres recios debilitados por el amor, y dejó huérfanos de maestro a las decenas de personas que pasaron por su Taller de Escritores. Se fue Paul Bardwell gracias a quien el Colombo Americano se convirtió en un referente cultural de la ciudad. Se fue el Gordo Aníbal con sus tangos del Barrio Antioquia. Se fue Carlos Rodríguez, el reportero que con su agencia Foto Reporter y con su cámara retrató más de medio siglo de nuestra convulsionada historia. Se fueron Juan Luis Londoño, Gilberto Echeverri y Guillermo Gaviria, políticos y hombres de paz. Y a la par que la vida se iba de estos ilustres personajes, se iban desapareciendo las salas de cine del centro de Medellín. Ya no están los Junines, ni el Cine Centro, ni el Odeón, ni el Cid, ni el Radio City y ni siquiera el Dux, entre muchos otros que se convirtieron en centros religiosos o San Andresitos. Ya no está el Bar Ganadero con sus señores negociantes, ahí en la esquina de La Playa con Sucre. Ya no está la Librería Continental, tan grande, tan completa. Ya no está ni La Casa del Millón, esa que dicen hizo historia en Laureles por ser la primera de la ciudad que valía más de un millón de pesos. Ya no está una manzana de Lovaina, se la llevó el ensanche, el Metroplus y con ella se fueron peluquerías y burdeles. Ya no están también, por el ensanche, cientos de árboles frondosos en La Regional. Y otro gran árbol que ya no está fue ese hecho de periodismo independiente y buenas historias que sembró La Hoja, ese periódico que durante 15 años nos mostró que era posible mirar a Medellín desde otros ángulos, con otros ojos.


Entrevista

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“Todo está por descubrir en nuestra historia” A propósito del bicentenario de independencia en Colombia y gran parte de Latinoamérica durante estos años, De La Urbe entrevistó a Diana Uribe, actualmente considerada una de las mejores historiadoras de América Latina, sobre la importancia del campo histórico en nuestro país. Por: Jorge Adrián Atehortúa

“E países. Aquí tenemos una riqueza cultural y social muy grande a partir del mestizaje entre l mestizaje es lo que hace que la historia de Colombia sea particular en relación a la de otros

indígenas, negros y españoles. De por sí los españoles también han sido la combinación de muchos pueblos, como los árabes, judíos, godos, entonces también nosotros tenemos parte de esas raíces, y hay que analizar y sentarnos a pensar cuánta herencia de cada uno de ellos tenemos. Por ejemplo cuántos de nuestros vocablos vienen de los árabes o los indígenas o de los orígenes de nuestros apellidos. Toda la riqueza de nuestras diferencias internas, de nuestras lenguas, eso es lo que hace particular nuestra historia y también contarla” eso piensa la popular historiadora Diana Uribe. En esta entrevista a De La Urbe, ella nos sumerge en la historia de Colombia, en sus intríngulis y del porque aún nos falta mucho terreno por descubrir. Poco sabemos del pasado de nuestro país.

Se dice que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla ¿En Colombia repetimos o hemos repetido nuestra historia?

No es que estemos condenados. Los pueblos no se condenan. Son procesos que los pueblos deben vivir para definir sus situaciones y que tienen que presentarse y también deben acabarse. Imagínese que nunca hubieran acabado las cruzadas o las guerras mundiales, mejor dicho: no habría nadie en el mundo. Esos son procesos que sirvieron para la definición de los países y las culturas que los vivieron. En nuestro caso el conflicto que vivimos no es la repetición de nuestra historia, es un proceso determinante en nuestra construcción como país, y tampoco es el primer conflicto del mundo, ni tampoco el más terrible o el más grande. Inglaterra, por ejemplo, se debatió entre cuatrocientos años de guerras para llegar a ser el imperio que fue y la nación que es hoy, y así ha pasado con la mayoría de las naciones. También, viéndolo a comparación de otros conflictos de estos momentos en el mundo, el nuestro no supera en proporción a los conflictos árabe-israelí o el conflicto interno somalí. Todos los conflictos de las naciones se resuelven, por eso es una mentira decir que esto nunca va a acabar, es cuestión de pensar que es lo que nos pasa, cuáles son las soluciones más acertadas.

En su programa y conferencias se han escuchado las Historias de muchos países ¿Por qué no se ha contado todavía la Historia de Colombia?

Estamos en ese proyecto, investigando en varias partes y preparándolo para el bicentenario de la independencia de Colombia, que es el otro año. La historia de Colombia no la hemos contado en el programa porque lo principal es contar la historia de otras partes, teniendo en cuenta que ya estamos en tiempos globalizados. Colombia ya no es una isla, no podemos seguir apartados del mundo, por eso primero contamos la historia de otros países, para entender que es lo que pasa por fuera y cómo nos puede afectar en nuestro país. Otra razón es porque resulta muy difícil hablar de la historia de un país cuando uno está metido en esa sociedad de la que se va a hablar, a diferencia de hablar de la historia de un país en el que uno puede hacer una vista panorámica desde afuera. Es como una pintura impresionista, que de cerca solo vemos manchas, pero que cuando uno se aleja puede ver las figuras que hay en el cuadro. Por otro lado la historia de Colombia siempre la están contando, y también es bueno y necesario mirar para afuera y qué ha pasado con los demás países.

En este proyecto de investigación para contar la Historia de Colombia ¿Se podría descubrir algo nuevo sobre la historia de nuestro país?

No se podría decir que hay algo nuevo que descubrir, sino que hay todo por descubrir en nuestra historia. Ésta, la Historia de Colombia, ha sido una de las menos contadas y, generalmente, siempre se comprende desde la llegada de los españoles. Hay toda una historia por descubrir y contar que abarca los periodos antes de la llegada de los españoles y toda la influencia que tenemos de los pueblos indígenas, y la importancia que eso tiene para nuestra conformación actual. Otras raíces menos mencionadas que las indígenas, son

No es que estemos condenados a repetir nuestra historia. Los pueblos no se condenan… En nuestro caso el conflicto que vivimos no es la repetición de nuestra historia, es un proceso determinante en nuestra construcción como país, y tampoco es el primer conflicto del mundo, ni tampoco el más terrible o el más grande.

las africanas. En Colombia hay una gran herencia africana que debemos conocer y que comprende la población negra en nuestro país y es un gran porcentaje. Por último está la nuestra historia reciente, que hay que analizar también y volver a hablar de ella más cuidadosamente.

¿El desconocimiento de lo que fuimos, cómo nos afecta?

Nos afecta en la medida en que la historia no es algo que pasó por allá hace un montón de años y que allá se quedó. Son unos sucesos que trascienden más allá del momento en que transcurrieron. Son hechos que definen muchas de las cualidades que lo identifican a uno como individuo dentro de una sociedad. Es decir, en 1810 se crearon un conjunto de países, se definió todo un continente y se establecieron y adoptaron unos parámetros como una lengua determinada, una religión, una idiosincrasia que explican el por qué nos comportamos y nos caracterizamos de un modo u otro y las cosas que nos suceden como sociedad.

Los niveles de lectura y alfabetización en Colombia no son los mejores ¿es ese un obstáculo en el desconocimiento de nuestra historia?

La lectura, y sobre todo la educación, son dos fuentes importantísimas para el conocimiento histórico de los países. Las naciones avanzadas tienen un conocimiento muy alto de su historia y eso se debe a grandes procesos y proyectos educativos que pudieran alfabetizar a la población y porque veían en estos proyectos una estrategia para el progreso de las naciones. A Napoleón, por ejemplo, no se le reconoce mucho por haber inventado el bachillerato, pero gracias a eso fue que comenzó a surgir una semilla para el desarrollo de Francia. Catalina La Grande emprendió un gran proyecto educativo en Rusia, y de ahí fue que más adelante surgió toda una generación de magníficos escritores como Dostoievski o Tolstoi, que con su literatura pusieron a Rusia en el mapa del mundo. Entonces, más que la lectura hay que pensar en la educación, en el apoyo a nuestros maestros y nuestras instituciones, para poder asegurar la alfabetización y por ende el conocimiento de la historia.

Y en ese proceso de alfabetización y conocimiento ¿cómo pueden cooperar los medios de comunicación, en nuestro país lo permiten?

Eso es muy relativo. Que generalmente en el país se piense que a la gente no le gusta ver algo educativo en los medios de comunicación es una mentira, porque así lo prueba el programa, que es una emisión en la que sólo se habla de historia y tiene una gran audiencia, y así han pasado doce años. Ese es un ejemplo de cómo los medios de comunicación sí pueden servir para educar.

Como filosofa, es normal que le interese conocer la Historia pero ¿cómo llegó a interesarle ese gusto por narrarla?

Yo trabajé mucho tiempo como docente en colegios y secundarias de Bogotá. Ahí comprendí cuál era la forma de narrar la historia. Luego di cátedras en universidades y comencé a entender también cuál era la forma de hacerle llegar y comprender la historia a los muchachos de la Universidad Javeriana, de la Universidad de Los Andes. Ha sido más que todo una experiencia docente, y que ahora consiste en transferir toda esa cátedra y esa experiencia docente a la radio para que las personas que escuchen el programa también la entiendan.

¿Cuál es la responsabilidad del historiador?

La responsabilidad de los historiadores es hacer ver la historia con todas las miradas que se le dan. Cada quien tiene una forma de ver las cosas, y así las van contando. Es tarea del historiador hacer ver esas miradas, contar la Historia teniendo en cuenta todas esas percepciones que se dan en torno a un hecho y hacerlas visibles.

¿Cuál es la situación actual de los historiadores en Colombia?

Hay que decir que nos falta. Nos falta, como ya dije, apoyo a nuestros maestros, a aquellos que están interesados por rescatar nuestra historia. En estos momentos en Colombia, por ejemplo, hay una generación de escritores que están escribiendo novela histórica, que es el legado que están haciendo autores como William Ospina o Héctor Abad Faciolince. Allí es donde también se ve un interés por saber quiénes somos y eso aporta a la construcción de investigación histórica en el país. . Sin embargo no podemos definirlo con una palabra como ‘bien’ o ‘mal’, eso es relativo. Yo diría que estamos en construcción.

¿Habría algún riesgo al contar la historia de Colombia? El único riesgo que se podría correr es no entenderla.

¿Y cuál es la forma ideal de contarla?

No puedo responder a eso. Yo no tengo una receta como para decirle que contar la historia consta de cuatro gotas de limón y tantas cucharadas de sal. No hay una receta para eso.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


30 La biblioteca Foto cortesía: Ramiro Ayerbe

César Álzate Vargas es periodista y docente de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, pero, ante todo, es escritor: La ciudad de todos los adioses, Mártires del deseo, Para agradar a las amigas de mamá y Medellinenses, entre otros textos. Él inaugura esta nueva sección De La Urbe, en la que personajes de la ciudad nos hablarán de su lectura entrañable, esa que les marcó la vida, esa que llaman el libro de cabecera, o libro de almohada. César Álzate

Libro de almohada El amor en los tiempos del cólera*

ra inevitable: el sábado 7 de diciembre de 1985 iba a comenzar mi encuentro definitivo con Ela época, el amor llevado al extremo de la literatura. No necesito revisar mi cuaderno de bitácora de porque lo tengo grabado en la memoria. Andaba tonteando en cosas de adolescencia

Saudade César Álzate Vargas* borealia2@hotmail.com ic tic tac, tic tic tac, despertás y en algún lugar del mundo algo cae y hace tic tic tac. Tla madrugada Aún no terminás de soñar y sigue el ruido. Abrís los ojos, tu cuarto en la penumbra de aparece ante vos como el fantasma de un lugar que no conocés. Tic tic tac, es

un zumbido en la ventana. Llueve. Sigue lloviendo y tenés ganas de orinar. Es la ventana. Debés cerrarla. Hace frío y llueve, y estás cobijado pero debés levantarte a cerrar la ventana porque el ruido te va a arruinar lo que queda de la noche. Tic tic tac. Alguna hora del lunes. Recordás que es la fecha esperada desde hace días. Hoy es el cumpleaños del amor de tu vida. Te das cuenta de que has vivido lo suficiente para tener un amor de la vida. Le dedicás el que será el único pensamiento reconfortante del día. Te levantás y cerrás la ventana, y el ruido cesa. Quedan el rumor de la lluvia y el frío de la hora, y sabés que el sueño continuará tan pronto volvás a echarte en la cama y te cubran la cobija y el pensamiento de quien cumple años hoy. No orinás, para que la necesidad se acumule y te despierte a tiempo. Vuelven a bombardearte los sueños de gente conocida que has tenido durante varias noches. ¿Por qué soñás con los que están lejos? Sigue lloviendo cuando volvés a despertar. Prendés el televisor, para sintonizar el noticiero que acompaña tu rutina de aseo. No hay noticiero. En la pantalla están Beto y Enrique, los muñecos de Plaza Sésamo que tu generación amó en la niñez. ¡Carajo, te cogió la tarde y la televisión está repitiendo tus años de dignidad, como echándotelos en cara! No despertaste a tiempo, tampoco tenés ganas de orinar. Palpás la cama, no te orinaste en ella. Hoy cumple años y no estás en la misma ciudad. Pensás, con Mafalda, que hace falta decisión para bajar de la cama y enfrentarte al mundo en que te correspondió vivir. Sigue lloviendo, al menos algo bueno sucede. Frente al espejo, con la primera mirada del día, sos consciente de que tu rostro exhibe, lejanos, los últimos rastros de la adolescencia y de que ya aparecen los trazos de avanzada de lo que en unos años será la madurez. ¿Has perdido el tiempo? Das gracias a Dios por no tener que saludar a nadie en esta secuencia inicial de un lunes en que cumple años y no estás a su lado. Salís de casa, caminás como siempre. Llueve pasito y pensás que dentro de pocos años querrás un paraguas para salir a la calle en días como este, y aún no habrás muerto. Se te fue la vida, carajo, y ni siquiera has derrocado un gobernante. Debiste hacerle caso a aquel escritor adolescente y marchar al mundo de las tinieblas hace tres años, cuando cumpliste los veinticinco. Tenía razón: después de esa edad, estar vivos es grosero. Conocés a un señor viejo, medio familiar tuyo, que en dos semanas vio morir a su madre y a su esposa. Debería morir también él. No puede uno vivir sin las mujeres de la vida. Cruzás en diagonal la plaza de siempre, observás los reflejos en el piso mojado, pensás en la película que desearías hacer. Das un suspiro profundo. Viendo tantos rostros te preguntás cuántos perdedores puede soportar la humanidad y otra vez, como todos los días, te das fuerza para ser uno de ellos. Te acomodás en la multitud. Te vas a encontrar con la gente que viste ayer y antier y el día anterior, y todos los días desde hace tiempo. La gran tragedia de la edad adulta es mirarte al espejo una mañana de lluvia y descubrir que el héroe que aspirabas a ser se ha diluido en el hombre corriente que sos, tic tic tac. *Este cuento hace parte de Medellinenses, el más reciente libro del escritor, ganador de la Beca de Creación de Cuento, Alcaldía de Medellín.

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que ahora apenas vale la pena recordar y el libro acababa de salir, pero yo tenía amplias noticias suyas por los avances que publicaban los periódicos y por el espectáculo montado en torno al lanzamiento. Se trataba de la primera novela de García Márquez después del Nobel, se promocionaba como la gran historia romántica de nuestra época y se leían apartes en la radio. Uno de ellos me sedujo como el rostro infantil de Fermina Daza a Florentino Ariza: de una vez y para siempre y con una contundencia tal que veinticuatro años más tarde, en vísperas del desencanto definitivo, todavía me dan punzadas de emoción cuando revivo la lectura. Me refiero al pasaje en que él la sigue a ella por la ciudad amurallada después de que Fermina Daza ha regresado de la correría demencial a que su padre la arrastró por la Sierra para arrebatársela al enamorado, sin tener en cuenta que la distancia forzada —a finales del siglo XIX como a finales del XX y a comienzos del XXI— no provoca otro efecto que avivar la pasión de los amantes a quienes se pretende separar. En una prosa alegre y hermosa, la narración nos lleva detrás de la muchacha que hace las compras para la casa paterna, encimando en secreto y exultante uno o dos ejemplares de cada cosa para el hogar que planea constituir con el amado al que apenas conoce de vista; nos la muestra con su paso de venada metiéndose incluso por callejones que no son apropiados para una muchacha de su clase mientras los negros le ofrecen una rebanada de piña para la niña y una pruebita de esto y otra de aquello, dueña de sí misma y conquistadora de la vida, y su enamorado la sigue, a veces tan cerca que alcanza a percibir el olor de su cuello, y así nos adentramos con ella y con él por los laberintos del mercado de Cartagena de Indias, hasta que en el momento definitivo él le habla por detrás, le dice “este no es un buen lugar para una diosa coronada” y su voz y su aliento la siembran en su sitio, y se vuelve a mirarlo y entonces, en un segundo, la vida le revela el enorme engaño a que había sido arrastrada por sus ímpetus de niña rebelde y por la gran capacidad de seducción del verbo de Florentino Ariza, y dándose cuenta en un instante de que todo ha sido una quimera lo expulsa con tres palabras del territorio de la felicidad, propiciando con ello una tragedia de amor que no hallará sosiego sino al cabo de medio siglo. Me las había arreglado para tener listo el dinero y comprar el libro en cuanto saliera. No es necesario (ni siquiera vergonzoso, en esta época de negación de todo lo que se llama García Márquez) decir que la obra del gran escritor colombiano me fascinaba desde siempre. No cumplía los diez años cuando un ejemplar de Cien años de soledad olvidado por un tío en mi casa me lanzó de bruces al universo maravilloso de sus novelas. En esa ocasión la leí en clave fantástica: el muchacho que es seguido por una nube de mariposas amarillas, la muchacha que se eleva en cuerpo y alma a los cielos, envuelta en las sábanas finas de su cuñada; la matriarca que se achica mientras envejece, el patriarca que se adentra en la muerte como en una sucesión infinita de habitaciones. Por supuesto: era la clave que me permitía la edad. Después ha habido otras lecturas hasta contar cinco, y cada una ha significado el hallazgo de un nuevo nivel de lectura. La última vez, hace un año, la clave fue de tristeza. Los Buendía son una estirpe llena de dolor; todos mueren. Todos están tan solos. Todos mueren. También a mí me ocurrirá. En El amor en los tiempos del cólera, entre tanto, las claves no se suceden a lo largo de los años y las edades, sino a lo largo del libro mismo. Puedo ser yo distinto una y otra vez, en mis diversas lecturas y en las edades que he tenido en cada una de ellas, pero una y otra vez el libro es él mismo y los varios que en él coexisten. Una y otra vez se suceden en sus páginas el amor desenfrenado, la tenaz espera y finalmente la gloria de la conquista en la edad en que para la mayoría de los seres humanos no existe más posibilidad que la espera de la muerte. He escuchado a muchos desencantados que no aceptan la victoria de la conquista final de Fermina Daza por parte de Florentino Ariza: no son jóvenes: no vale la pena ya descubrir el amor. Para mí, en cambio, pocos autores han sabido mostrar como García Márquez lo gloriosa que puede ser la condición humana en ese encuentro final de Florentino y Fermina a bordo de un buque que los lleva por el gran río de la patria al lugar más alejado de su vida habitual, aquel en que el único hallazgo posible es el de sí mismos. Florentino Ariza nos enseña que en ninguna parte podemos ser más nosotros que en la lejanía, y para premiarlo por su romanticismo tenaz, por su sabiduría para la espera y por su fidelidad sin condiciones, Dios crea un manatí que los enamorados pueden contemplar en las orillas del río y en una época en que todo en el río ha muerto, sobre todo esos animales que lloran como mujeres enfermas de amor. Setenta y tantos años después del viaje de Florentino Ariza y Fermina Daza y veintiuno de la salida al mercado de El amor en los tiempos del cólera, en la Semana Santa del 2006, emprendí un viaje por el río en busca de aquel manatí. Un viejo piloto de barcos fluviales me había dicho en Puerto Berrío que increíblemente era posible hallar algunos especímenes de esta criatura —con seguridad, los descendientes del que Dios creara para Fermina Daza y Florentino Ariza— en algunas ciénagas y meandros del Magdalena. Viajé mucho. Tomé chalupas que me llevaron a Barrancabermeja, a Magangué y a poblaciones intermedias; tomé otras que me adentraron por la desembocadura del Cauca hasta lugares cuyos nombres ya no logro recordar, y me detuve en remansos alejados a escuchar, a mirar. Ni el llanto ni la tetamenta femenina de los manatíes aparecieron para mí. Derrotado en estos tiempos de amores sin gracia, Dios ya no pudo crear uno para que yo lo viera. *Este texto de César Álzate fue leído en la Fiesta del Libro de Medellín (2009).


Mirada

31

La comunidad del hongo Entre lo sagrado y lo profano, entre lo tóxico y lo terapéutico se debate la relación del hombre con los hongos alucinógenos. Este es un viaje por el universo onírico y real de estas setas que en Medellín también tienen sus seguidores.

Leandro Vásquez S. lvasquezsanchez@yahoo.es

se nos ocurrió que éramos nosotros. Al día siguiente, cada uno se consiguió 30 mil pesos y nos fuimos en una tractomula hasta Barranquilla. Luego echamos dedo hasta Santa Marta y allá nos quedamos en un hotel en ruinas donde dormían los mochileros. Cuando se nos acabó la comida, empezamos a salir todos los días con los pescadores.

No sabía que los hongos alucinógenos sirven para curar. Cuando El Descalzo me los ofreció, recordé una leyenda que dice que en ellos habitaban los gnomos. Conocí a Los Pitufos cuando era niño y me parecieron mejores gentes que los de nuestra dimensión. La posibilidad de reencontrarme con estos seres que habitaron ni niñez, me animó a probar.

El hombre que salta

El descalzo

La primera vez que lo vi caminaba descalzo por la carretera. Sus pies grandes y llenos de tierra parecían raíces. En una mano sostenía unas sandalias y en la otra un cigarrillo que dejaba una estela de humo en la niebla. Lo acompañaba un perro pequeño y amarillento. Vivía en una casa de madera, en la vereda Mazo del corregimiento de Santa Elena. En su cuarto había una especie de escultura a la libertad: un marco de espejo del cual colgaban un pantalón deshilachado y mugroso, y una golondrina de juguete. —Así veo el mundo con los hongos —me dijo mostrándome un dibujo a tinta negra de un árbol que, si se miraba al revés, parecía un gnomo cargando un saco de manzanas. La imagen estaba guardada en un cofre de caoba, que hacia parte de un altar compuesto por unos cartuchos blancos y un totumo con una ofrenda de hongos. El Descalzo compartía la casa con dos músicos y un malabarista. Los unos ensayaban covers de rock en español y el otro balanceaba cuatro pelotas frente al espejo, mientras El Descalzo dormía la honguiza junto a su perro. Hace cuatro días no se bañaban él ni el animal.

Adorados y prohibidos

En los 60’s los jipies popularizaron los hongos. Uno de los primeros relatos sobre un rito lo publicó Gordon Wasson en la revista Life de 1957. Él quiso desligar los efectos de los hongos de palabras como psicodelia o alucinación, que quiere decir mentira. Para referirse a sus propiedades, acuñó el término “entogeno”, que significa dios dentro de mí. Pero la historia es quizá tan vieja como la humanidad. Giorgio Sammorini dice que en las zonas montañosas del desierto del Sahara, los hombres dejaron en las rocas escenas de recolección y adoración a los hongos con más de 7.000 años de antigüedad. Algunos recipientes, encontrados en las tumbas de los Faraones, se creyó que contenían polvos rituales, pero en los años sesenta se comprobó que se trataba de mezclas de distintos hongos molidos. También fueron utilizados entre las poblaciones americanas. Han sido encontradas figuras de piedra en forma de hongo que datan de 1500-1000 años a.c., el periodo de formación de la civilización Maya. Los conquistadores prohibieron su consumo por las visiones demoníacas que producían.

Dejar de dudar

Han pasado seis meses. El Descalzo ya no vive en Santa Elena. Ahora estudia construcción en bambú y creó una maqueta de un hotel ecológico, cuya estructura vio una vez que ingirió hongos. Tiene forma triangular y representa el padre, el hijo y la madre, la trinidad, la armonía. Estamos en la zona de tolerancia de la Universidad de Antioquia, en el bien llamado Aeropuerto. Aunque las graderías de la cancha de fútbol están casi llenas, logramos sentarnos a la sombra de un sauce. El Descalzo llegó una hora y media tarde a la cita. Se quita las sandalias, saca de su bolso una calilla de tabaco, la enciende y arroja una bocanada de humo que es franqueada por los lanzas de sol que se cuelan entre las hojas del árbol. Juega con una de sus trenzas de rastafari, envuelta en hilo verde, amarillo y rojo, los colores de la bandera de Jamaica. Lleva una camisilla y un chaleco gris que seguro pertenecía a un esmoquin muy viejo. Por las mangas salen sus brazos largos y nudosos como ramas. —¿La primera vez que probé los hongos? Desde ese día deje de dudar. Fue con una amiga. A mí me gusta comer hongos siempre con una mujer. Una vez estaba con ella y otros dos parceros y nos perdimos en el bosque. Muy adentro encontramos un ermitaño que nos llevó hasta su casa en un árbol. Desenterró unas botellas de vino y nos pusimos a tertuliar alrededor del fuego. Él leyó una historia de cinco personas que tenían una misión y en medio de la honguisa

El valle del Psilocybe Los hongos no son animales, pero tampoco plantas. Constituyen un reino de seres vivos independiente, el Fungi. A diferencia de los animales, que se nutren por ingestión, y de las plantas que lo hacen por fotosíntesis, los hongos obtienen su alimento por absorción. A nivel físico, su consumo provoca dilatación de pupilas, modificaciones en el pulso, la tensión y los reflejos, hipotensión y disminución del ritmo cardíaco, debilidad y desorientación. El hongo más fácil de conseguir en el Valle de Aburrá es el Psilocybe cubensis o San Isidro, que crece en la boñiga de la vaca. Puede alcanzar una altura de 8 a 15 cm. El sombrero mide entre 2 y 5 cm de diámetro, es acampanado al principio y posteriormente convexo o plano. Su color varía bastante, desde blanco casi puro con una mancha dorada en el centro, hasta café claro con la misma mancha anaranjada en el centro. Cuando el tallo se abre toma una coloración entre azul y morada. Las esporas son café púrpura. En Medellín, el lugar más frecuentado para consumir estas setas alucinógenas era el Valle de los Hongos, en Santa Elena. Este sitio, donde se podía encontrar visitantes de toda América y Europa, fue militarizado porque se presentaron algunas muertes por intoxicación. Las sobredosis con hongos psilocibos se hacen evidentes dentro de los 15 a 30 minutos después de la ingestión. Provoca dolor abdominal, náuseas y vómito. No existe dosis letal de psilocibina y no causa adicción física, pero cuando lo mezclan con drogas o los que se consumen son venenosos, la historia es diferente.

El chaman es el médico de la sociedad indígena. Sana a los hombres y a la naturaleza. María Sabina es una de las más conocidas. Cuando los jippies llegaban hasta su rancho en Huahuatla, México, buscando a dios, ella trataba de explicarles que esa no era la utilidad de los hongos, pues servían para curar a su gente. Según el antropólogo Leonardo Cataño, en Colombia no existen grupos indígenas que utilicen los hongos. Sin embargo, en el alto Putumayo, los inganos, camsas y cofanes realizan ritos con yagé. En la Sierra Nevada de Santa Marta, los wiwas, kankuanos, arhuacos y koguis mascan hoja de coca. En la zona del litoral pacifico, los emberas hacen ceremonias con chicha, canto y baile. Chamán es una palabra que viene del idioma tungu, de Siberia, significa hombre que salta. Según Cataño, todos los chamanismos parten del hecho de que existen diferentes planos de realidad y en el que se habita es sólo uno de ellos. El sabedor es un hombre que brinca de un plano a otro con música, palabra o plantas. Es peligroso que cualquiera pretenda manejar los hongos. Podría extraviarse en una de esos planos de realidad o confundirlos O, por ejemplo, consumir una dosis mayor a 50 miligramos de psilocibina, el principal componente alucinógeno de los hongos, y sufrir un ataque de pánico. O peor aún, comer por error un hongo venenoso en vez de uno alucinógeno, y morir.

La honguiza

El Descalzo tiene la calilla de tabaco entre los dedos, pero no encuentra los fósforos. Saca todo lo que hay en su mochila: monedas, una libreta, un ejemplar de Cien años de soledad, con la pasta estropeada, una bolsa de tabaco. —¿Y a vos cómo te fue con los hongos? me pregunta mientras se esculca de nuevo los bolsillos. Cuando los probé en Santa Elena me esforcé por ver a los gnomos, pero no pude. Sólo se me quitó el frío, dejé de temblar. Una vez comí unos de un potrero cercano a mi casa, en Niquía. Ese tipo de hongo, el psilocybe cubensis, crece en la boñiga de la vaca. Su sabor amargo se me quedó en la boca durante horas. Me senté en la sala de mi casa y sentí una alegría profunda e insólita. Al mirar por la ventana, vi un rayo de luz que era como un pez rojo incandescente que se coló en mi pupila. Cuando me levanté del mueble y comencé a andar por el corredor, las baldosas se meneaban como si fueran el mar y yo caminaba sobre sus aguas.

De María Sabina al LSD En 1969, el ejército mexicano expulsó a los jipies de Huahuatla, el pueblo de María Sabina. Los abusos en la utilización de los hongos llevaron a la prohibición de la psilocibina y truncaron las investigaciones acerca de sus posibilidades terapéuticas. Durante las ceremonias de María Sabina se rezaban plegarias, acompañadas de percusiones y la quema de copal, una resina natural sacada de la corteza de un árbol. Además, la persona que iba a efectuar el viaje debía guardar dos días de ayuno antes y después de la ingestión del hongo, sin alcohol y sin tener relaciones sexuales. Según los indígenas de la región, quién rompiera esas reglas sería severamente castigado por el hongo. Albert Hoffman fue un químico suizo que descubrió el LSD, alucinógeno que tendría su cuarto de hora en los eufóricos años sesenta. Se interesó en los fenómenos de alucinación y viajó a México para recolectar hongos. Logró aislar los principales componentes del psilocybe y los llamó psilocibina y psilocina. Murió en el 2008 a los 102 años. Un estudio realizado por el equipo del profesor Roland Griffiths reveló que los hongos alucinógenos producen experiencias místicas, mejoran el estado de ánimo y podrían ser utilizados contra la depresión y la drogadicción.

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32 Tendencia

Música a la carta Las nuevas tecnologías de difusión y reproducción, la independencia artística y la piratería hacen parte del panorama que en la actualidad influyen en la dinámica tanto mercantil como ideológica del negocio de la música. Julián Castrillón y Carolina Duque ventas de material fonográfico en Colombia, que en el año 2000 registraban 225 mil millones Llos asdeDerechos pesos, hoy en día no sobrepasan ni el 40% de esa cifra. Según la Asociación Protectora de Intelectuales Fonográficos – APDIF- el 70% del material discográfico consumido en el país es de reproducción pirata, demostrando notables caídas en la demanda de CD’s originales en Colombia, que derivan de varios factores propios de la actual dinámica económica nacional y sus hábitos de consumo. Para finales de 2006, la venta de discos compactos rondaba en las 67 mil unidades, representando una caída del 42% comparado con el año 2000. Las incautaciones de material pirata por parte de la Policía Nacional han aumentado hasta alcanzar las 6 millones 700 mil copias en 2005, un aumento del 300% en relación a la cifra de hace nueve años. Un informe del Departamento de Comercio de Estados Unidos, presentado en mayo de 2007 ubica a Colombia dentro de los 30 países con mayores niveles de piratería. Sólo en 2001, las pérdidas para el Estado por la comercialización de CDs corresponden a 114.304 millones de pesos, según Asincol. Esto no significa que en Colombia no se esté vendiendo música. La gente estaría dispuesta a pagar por ella si el costo de un CD original no fuera tan elevado. Si se vendiera a 35 mil pesos, cuando prácticamente el 80% de los colombianos ganan el salario mínimo, correspondería casi al 8% del mismo. Por otro lado, la piratería no se concentra en la descarga ilegal: sólo el 10% de la población tiene acceso a Internet y de ese número solo el 1% tiene banda ancha. Cesar Mancipe, gestor a nivel nacional de relaciones internacionales de Sony Music en Colombia piensa que “La piratería ha afectado a toda la industria, se ha reducido la cantidad de tiendas, se han truncado carreras de artistas que venían creciendo y que tuvieron que optar por cambiar de profesión, estudios de grabación han cerrado y los que se mantienen incluyendo compañías como Sony Music, lo hacen con mayor optimización de recursos y talento”.

De impuestos y marketing

En el siglo XXI, las opciones de los colombianos para acceder a la música han aumentado. Del medio físico, el CD, se ha pasado a los formatos digitales, las tiendas On line y la tecnología de compresión de datos. Un CD vale más en Colombia que en Estados Unidos a pesar que nuestro ingreso per cápita es casi 20 veces menor, por lo que la comercialización de nueva música cada vez se hace más compleja. Es el caso de Sony Music, que en 1996 tenía 60 artistas nacionales, en 2009 solo cuenta con 23. También, según la International Federation of the Phonographic Industry (IFPI), en Colombia la venta de un CD debe otorgarle al Estado el impuesto IVA del 16%, y un impuesto por importarlo -si es un artista internacional- que es del 15%. La compañía Comcel, ha desarrollado su propia tienda online -Ideas Music Store- en varios países de Latinoamérica, en competencia con el iTunes Store que penetrará en el mercado latinoamericano a finales de 2009. Las canciones en la tienda Comcel valen $5.500 (3USD) cuando Apple las vende a 0,99 USD en EEUU, aunque no es seguro que llegue a Colombia todavía. En Colombia se han planteado nuevas formas de acercar al público con música original: “La Rockola”, una recopilación musical enfocada en los géneros populares, se reproduce en formato mp3, disminuyendo los costos de producción y los precios al consumidor, que valen casi lo mismo que una copia pirata. Las pérdidas para las discográficas no se limitan a la producción. Mancipe, asegura que “la promoción y el marketing de un álbum suelen costar mucho más que la misma producción, por lo que el desarrollo de un artista puede llegar a ser multimillonario, dependiendo de su calidad”.

En el precio de un CD están representados los distintos porcentajes de ingresos, y varía en una gama de unos seis clases de contratos. Esta es la fracción en la que generalmente se divide el precio de un disco compacto: Compositor 9%. Artista 10%. Productor 2%. Disquera 51%. Fabricante 20%. Distribuidor 8%. Entre los tipos de contrato más comunes están el de Derechos de autor, que es una cesión total que realiza el autor sobre su obra en favor del editor musical, para que sea administrada por una empresa -editor musical- que tiene libertad de reproducir el material. Otra es el del contrato de intérprete, que corresponde a una inversión del productor independientemente de las sumas de dinero inicialmente pactadas en el contrato artístico, y conllevan una regalía o pago por cada venta que realice el productor sobre su fonograma. Lo cual disminuye aún más los ingresos del artista y/o compositor. Sexto Sentido, banda bogotana con reconocimiento a nivel nacional por lograr penetrar en cadenas como MTV Latinoamérica, no posee ningún contrato con ninguna casa discográfica; Luis Santibáñez, guitarrista y vocalista, explica las relaciones financieras que se manejan con disqueras como Warner, Sony o Universal: “Sus criterios son que la producción no sólo es realizada por la banda, sino por un equipo mucho más grande de gente que va desde la edición y el arte hasta la producción de música, no necesariamente hecha por la banda. Es un trato justo si se tiene en cuenta que las disqueras cargan con casi todos los gastos dándole más eventos a la banda que son los que sí alientan económicamente”. En cuanto a espectáculos masivos, la relación de participación entre empresas promotoras nacionales y las internacionales, es de aproximada de 37%–63% respectivamente desde 1996, cuando que se creó el Ministerio de la Cultura y logró fortalecerse el PIB en Colombia con respecto a años anteriores y hacerlo por encima de América Latina, lo que atrajo la inversión extranjera de las multinacionales. Con el auge y accesibilidad que supone las nuevas redes de distribución de material musical tales como MySpace, la mayor red social en Internet del mundo con 120 millones de usuarios, ha nacido un nuevo pilar de la difusión de cualquier tipo de propuestas creativas. MySpace ha entrado en multimillonarios acuerdos de repartición de ingresos por publicidad, a cambio de que grandes sellos como SonyBMG autoricen las “subidas” a la red de materiales de artistas que están contratados por la disquera. También, según Mancipe: “en las grandes disqueras se ve a Myspace como un filtro que hace que las propuestas nuevas puedan ser conocidas, es en realidad una plataforma de lanzamiento y una buena forma de testear la propuesta”. A la larga eso le ahorra a las grandes disqueras los mayores costos de inversión que corresponden a la promoción de un artista. Carlos Galindo, bajista de la banda capitalina Pornomotora, recalca el importante rol que significa ser un artista independiente “Es lo más obvio que puede hacer una banda hoy en Colombia. Nuestra trayectoria ha hecho que conozcamos de cerca el negocio musical y la escena roquera. Prácticamente todos los artistas de rock en Colombia son independientes. No debe haber ni 5 bandas firmadas con grandes disqueras actualmente activas. Es la época en la historia donde ser independiente y haber recorrido un largo camino como independiente le da a las bandas todo el poder para hacer sus proyectos. Todos los avances tecnológicos lo han permitido en gran parte”. En promedio, el costo de grabación en un estudio ronda en 100 mil pesos, las ventas de CD’s reproducidas libremente del material grabado no superan los 10 mil pesos, y el precio de alquiler de un sitio para organizar un evento de mínimas proporciones apenas es costeado con el “cover” a los asistentes. El equipamiento de instrumentos y amplificación casi siempre recae en los bolsillos de los mismos integrantes de la banda. Por eso los sellos y músicos independientes, y todo el ideal artístico que se puede resumir en “Autogestión” son, a diferencia de las grandes disqueras, una muestra especializada de nuevas tendencias sonoras, de las diferentes escenas de géneros musicales alternativos de las principales ciudades colombianas.

El Estado en pro del negocio. La ministra de Cultura Paula Moreno Zapata, en el pasado Congreso Nacional de la Música llevado a cabo entre el 22 y 25 de febrero, publicó el proyecto de Ley de Espectáculos Públicos, que consiste en una reducción de impuestos para los empresarios de espectáculos y que a partir de un fondo parafiscal se estimule la industria. En la actualidad, se producen 200 mil millones de pesos con los espectáculos. Con la ley se calcula 713 mil millones generados al año. El Estado Nacional se encuentra en un proceso de promover la música pero no para establecer condiciones de equidad y protección a los derechos de autor, que en Colombia carecen de amparo legal. Según Johana Pinzón, parte del Componente de Circulación y Divulgación del Plan Nacional de Música para la Convivencia dice que “En el Ministerio de Cultura nos enfocamos en invertir en el sector musical de las regiones, como expresión de lo autóctono”. El preservar la libertad creativa de la propuesta artística es uno de los elementos comúnmente transgredidos en los contratos entre artistas nuevos y disqueras multinacionales.

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La autogestión


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La Torre y su María Mulata Está en la memoria de quienes han estudiado y estudian en la Alma Mater. Por allí se pasa para ingresar a la U y también para salir. La historia del bloque Administrativo no es ajena a la de la Ciudadela y a la de Medellín. Este es un paseo al interior de “El 16”. Hugo Alexander Villegas Hernández hvillegas7@hotmail.com como le dicen, trabaja en El 16 hace 9 años. Y afirma “Glorita”, con una convicción sonriente que “no se gana mucho, pero

se pasa muy bueno” trabajando allí. Para llegar a donde ella, Gloria Uribe, mujer a la que no le gusta el tinto, pero que le sirve diariamente al rector de la Universidad de Antioquia, doctor Alberto Uribe Correa, uno “cargadito y sin azúcar”, hay que pasar por el control de un vigilante, subir 49 escalones y acercarse a la oficina 302. Una vez allí, bajo el influjo de su simpatía, entre charoles viejos, tintos, aguas y aromáticas, se da uno cuenta lo que “Glorita” sabe, recuerda y piensa. Pero lo que desconoce, también. El bloque 16 o bloque administrativo, ubicado en la Plazoleta Central de la Ciudad Universitaria, es para Gloria, solo eso: “El administrativo”; “donde trabaja gente muy querida y va gente muy importante”. Dice ella. Pero ese edificio de 3 pisos, que alberga 40 dependencias administrativas, 12 columnas, cual templo católico, 8 palmeras, 2 puentes peatonales, 2 balcones, un cristo cayendo en su centro y a un lado una María Mulata -ave oportunista del océano Atlántico- tiene una historia diseminada, una historia que contar; parte clave de la vida de la Universidad de Antioquia.

Con piedras de nuestros muertos

La Ciudad Universitaria la empiezan a construir en 1966, pero sus orígenes estaban en la mente del Doctor Ignacio Vélez Escobar desde 1961, época en que este fue gobernador de Antioquia. Luego, del 63 al 65, fue rector de la Universidad y posteriormente, por problemas que nunca faltan al interior de la misma, debió irse, pero asumió el cargo de Jefe de Programas de Desarrollo de la institución y desde allí materializó lo que hoy se conoce como “Ciudad”. El dinero para “Ciudad”, también fue gestión del doctor Vélez Escobar; 25 millones de pesos de la venta del Ferrocarril de Antioquia, 5 millones de dólares, con un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, y otras ayudas internas y externas, pues fundaciones norteamericanas tuvieron mucho que ver. En la construcción, cuyo costo total fue de 10 millones de dólares (131.589.000 pesos de la época) participaron 3 gobernadores, 2 rectores, 4 arquitectos,7 ingenieros, 14 contratistas, 4 asesores externos, 2 artistas (Rodrigo Arenas Betancur y Pedro Nel Gómez), 4 técnicos y un número impreciso de obreros. Ciudad universitaria, como diría Carlos Castro Saavedra, fue una “obra hecha con piedras que nuestros muertos y nuestras lluvias han amasado en la sombra, con cascajos de la misma familia de esas piedras, con barro del que todos estamos hechos y con maderas propias, donadas por las parentelas de nuestros pinos”. Inaugurada en 1969, pero terminada en

Como una hacienda “La forma constructiva del bloque 16 o administrativo está armada casi que como un rompecabezas. Esa estructura es diferente a cualquier otra estructura de la ciudad universitaria e incluso de la ciudad y del país. Eso no se ha resaltado mucho, como tampoco su concepción de liviandad. Si uno la analiza de abajo hacia arriba se da cuenta de que se asemeja al tejido de las canastas. La concepción de la rectoría corresponde a la concepción de las casas de hacienda nuestras. El balcón fundamental en una de esas casas y sirve para pronunciar discursos públicos y para invitar a los huéspedes a ver el paisaje, permite por el costado occidental del bloque, tener un dominio visual de toda la plaza central y por el costado oriental, controlar un área estratégica como es el ingreso peatonal y vehicular por la portería de la Avenida del Ferrocarril”. Ariel Escobar Llano. Arquitecto constructor, ciudad universitaria.

1972; consta de 28 hectáreas, de las cuales 117.000 metros cuadrados son construcción y dentro de los cuales 5.438 son el bloque 16 o bloque Administrativo. Haciendo un cálculo, el metro cuadrado salió a 1.124 pesos y “El 16” costó alrededor de 6.116.076 pesos.

El mejor tinto de la U

La construcción del 16, uno de los 29 bloques de ciudad universitaria, se inicia un 20 de febrero de 1968 y para el 31 de marzo del mismo año ya se habían vaciado las fundaciones y 30 columnas; un año después solo faltaban cielo rasos, retoques de pintura y detalles en sanitarios, vidrios y chapas. La existencia de Ciudad Universitaria y los cambios académicos de la época, llevaron a que la Universidad de Antioquia pasará de 1.497 estudiantes, que tenía en el año 1960, a 12.355 para el año 1975. Todo lo anterior no lo sabía “Glorita”, pues solo la relaja el concierto que cada ocho días da la filarmónica del Alma Mater en el centro del bloque; de lo contrario la mantiene ocupada un Comité Rectoral todos los lunes, Académico los jueves cada 15 días, visitas de personalidades a la “U”, dieta especial para el Vicerrector Martiniano Jaimes, almuerzos para Rectoría y Secretaría General. Además con la reputación de que allí se sirve el mejor tinto de la universidad, despacha un promedio de 3.000 cafés diarios (sin contar aguas, aromáticas y leches para el que lleve, pues “el que quiera leche que la traiga”, dice Gloria)… no falta quien se enoja por que no hay y hasta ofrece comprarlo. La historia del bloque 16 esta marcada por conflictos y disturbios, pero cuando a “Glorita” se le hace referencia al tema solo responde, en medio de risas y muecas de frescura que, “con el actual rector han habido menos revoltijotes (…) yo los primeros días me enfermé, pero uno se acostumbra a las piedras y a las papas”.

Tres momentos

Según Amilkar Acosta, egresado de la Facultad de Economía de la Universidad de Antioquia y líder estudiantil en las épocas más difíciles de la U de A, “la historia del 16 se puede resumir en tres momentos, tres anécdotas y tres talantes de rector”. Primero. Siendo Rector Héctor Guillermo William Rojas Montoya, 1971- cuya rectoría según Amilkar “se caracterizó por ser muy represiva y poco dado al diálogo”- y mientras llevaban a cabo uno de sus tantos mítines de protesta, un grupo de activistas irrumpieron en la rectoría y lo sacaron a empellones, como se dice tallado, lo llevaron hasta el corredor y luego lo pusieron contra la baranda del tercer piso del Bloque administrativo amenazándolo con arrojarlo al vacío, él se puso lívido, su rostro palideció y parecía más bien un papel, para fortuna de él y de la Universidad la añagaza no pasó de allí. Segundo. Cuenta el señor Acosta, que siendo Rector Samuel Bernardo Syro Giraldo, 1970 -un hombre según él, “muy asequible y de espíritu liberal”; que le tenía un gran aprecio, tanto que no pocas veces obtuvo de él un salvoconducto especial para movilizarse sin que fuera molestado por parte de las autoridadesla policía sitió la Universidad en más de una oportunidad y no permitía entrar ni salir de la Ciudadela, incluso se llegó a declarar el toque de queda. Tercero. Quizás el momento más difícil del bloque 16, se vivió el 8 junio de 1973 cuando Amilkar Acosta y sus compañeros, después de un mitin que realizaron para conmemorar la fecha del estudiante caído y de una refriega en la esquina del Hospital San Vicente de Paúl con la policía; “un agente secreto que salió de una cafetería que quedaba en la esquina frente a la entrada principal de la Universidad asesinó a mansalva al estudiante Fernando Barrientos de varios impactos de bala mientras él corría tratando de guarecerse en la Ciudad Universitaria. Prácticamente cayó en la Portería. Entonces un grupo de estudiantes, encabezado por Álvaro Zambrano (El Pastuso)

lo cargaron en hombros y a alguien se le ocurrió llevarlo hasta el bloque Administrativo, subieron hasta la Rectoría, cuyo titular en ese momento era Luís Fernando Duque Ramírez, (1972-1973) pero él no estaba y por la fuerza irrumpieron a su despacho y descargaron el cuerpo exánime del estudiante sacrificado, el cual luego fue trasladado a la Biblioteca en medio de las arengas y gritos de protesta por el aleve crimen”. Luego de este hecho que narra Amilkar se presentó un incendio, y el bloque 16 ardió en llamas, pero según él “Curiosamente se inició en una dependencia en donde la Contraloría Departamental adelantaba una investigación, la cual se vio entorpecida por que los documentos que podían servir de prueba se incineraron”. Amilkar Acosta fue expulsado de la universidad, pero posteriormente regresó, se graduó y llegó a ser profesor de su facultad de economía. “Glorita” habla de 1 y Amilkar de 3, pero la Universidad de Antioquia, que desde 1803 ha tenido 11 nombres - 6 después de estar en Ciudad universitaria- cuenta en sus registros con 109 rectores; (8 por encargo) de los cuales 29 han habitado el bloque 16 (7 por encargo) y tristemente, en estos, más de 200 años solo una mujer que se llama Beatriz Restrepo Gallego en 1989.

Los caminos conducen al 16

En 1980 bajo la rectoría de Jesús Arturo Aristizábal Guevara, la universidad estuvo cerrada un año. Este rector fue quien le puso cerco al Bloque 16, con lo que por mucho tiempo se asemejó a un bunker. Fue Jaime Restrepo Cuartas, quien en 1995 decidió derribar el muro. La historia de Ciudad Universitaria no ha estado aislada de política y revueltas que terminan en el 16. Es por ello que para resumirla bastaría con recoger algunas frases que se han dicho a lo largo de su historia, y que dan cuenta de su ser y existir, por ejemplo, la que pronunció el Doctor Harold Gores, Presidente de la Educational Facilities Laboratories Inc. –“Voy a llevarlos a los Estados Unidos para que vean lo que no deben hacer aquí”, refiriéndose a cómo debían hacer la ciudadela, que no fuera un modelo gringo. Y efectivamente llevó una comisión. Ya con la idea concreta de construir la Ciudad Universitaria, las fuerzas de derecha dijeron: ”Cómo van a juntar a todos esos tipos en un solo sitio. Es muy peligroso, mejor dejémoslos como están”. A lo que los de izquierda respondían en los mítines: “a la derecha duro y en la cabeza”. Ya construida “Ciudad” y enfrentando una de las tantas situaciones difíciles, el rector de la época, Rafael Aubad López, respaldado por el gobernador Juan Gómez Martínez, dijo abiertamente, “No se enfrentar delincuentes”. Y el mismo César Valencia Duque, Director de la Oficina de Planeación de la Universidad de Antioquia cuando se construyó Ciudad Universitaria, respaldado en su cercanía con la vida universitaria y su conflictos, pronunció: “Muchos estudiantes que eran considerados revolucionarios, por que participaban en todas las huelgas y pedreas, hoy pertenecen a la clase alta. Mientras tanto Glorita dice: “El Doctor Martiniano es muy querido, el rector es buena gente y si hay disturbios nos vamos para el Paraninfo, o si toca amanecer acá, pues se amanece,” (el último temor que tuvo fue la elección de rector, pues vio su puesto moverse). Su vida es humilde, simple y determinada. Ella desconoce que en el tarot el número “16” “corresponde a la carta de La Torre. Se relaciona con el exceso de orgullo, la posición y la posible pérdida de esa posición que obligue a luchar para volver a recuperarla… y que al lado de la torre siempre habrá una “María Mulata” esperando su oportunidad.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


34 Punto de encuentro

La conquista negra Llegaron a Medellín para quedarse y cada día son más. Si siempre se habla de la colonización antioqueña, ya se podría hablar de la chocoana. Su cultura, sus costumbres han ido permeando la forma de ser paisa, y viceversa. San Antonio, el parque, es uno de sus grandes conquistas.

Nataly Mira londoño natalymira@hotmail.com s sábado, la tarde es fría y la lluvia amenaza con tenues goEblancos. tas que caen de la misma manera tanto en negros como en El parque San Antonio no está a reventar como en otros

días, se siente un halo de incertidumbre en el aire, pero esto no impide que la algarabía de acentos se mezcle con los vallenatos de los locales comerciales y con las devotas oraciones de un pequeño grupo que reza en círculo, mientras que alrededor, en pequeñas agrupaciones que parecen islas, negros de grandes sonrisas departen con sus amigos al calor de una cerveza. En las escalas y de esquina a esquina, San Antonio es habitado por diversos afrocolombianos, diversos porque, así todos sean de ébano, han llegado a la ciudad por múltiples motivaciones que van desde encontrar un empleo, poder estudiar y hasta conocer “cosas nuevas”, pero todas estas bajo la constante de “construir un mejor futuro”. Sin duda el parque San Antonio es un referente de las comunidades negras en Medellín, independientemente de los afectos hacia él, es tomado como el lugar de encuentro, su sitio clave para el intercambio, para estar y compartir, a pesar de haber sido marcado por dos actos violentos que sin justificación alguna, y con la gran semejanza de haber ocurrido en momentos de fiesta, han generado dolor y desesperanza. El primero de ellos sucedió en 1995 cuando una bomba explotó en la escultura de bronce llamada El Pájaro, de Fernando Botero, dejando 23 víctimas, y más de 90 heridos, el segundo fue el 6 de septiembre de 2009 tras la explosión de una granada que dejó una persona muerta y 28 heridos. Aunque las autoridades descartaron la hipótesis de un atentado terrorista, muchas personas que estuvieron presentes en ese momento, consideran que “últimamente el parque está siendo visitado por personas extrañas” que lo eligen para saldar cuentas pendientes, “asuntos personales”. Lo anterior no ha sido impedimento para que afrocolombianos como Jeremy, Cecilia, Jhon y Fernelly sigan asistiendo al parque. Cada uno de ellos posee una visión diferente de San Antonio, de sus sueños y de Medellín, ninguno de ellos se conoce entre sí, ubicados en diferentes puntos de ese rectángulo unos se dedican a trabajar, otros a compartir con amigos, y otros a “hacer vueltas”. Cada uno de ellos dejó atrás su tierra, pero hoy siguen anclados a sus raíces. Es sábado, al fin nunca llovió, y en el parque las historias emergen al son de un soñador, de la sirena chocoana, del rompecorazones y del intelectual.

El soñador

“Es como todo, siempre hay malas, pero también hay buenas, uno no puede pegarse de las malas”. Como de costumbre Jeremy vende sus cervezas en el parque, su negocio ambulante solo consta de una pequeña nevera de icopor y de una silla en donde se sienta por ratos. Algunos amigos les hacen compañía mientras que consumen sus productos. Jeremy es joven, alegre como lo es su raza por designio natural, se vino de Apartadó hace dos años buscando empleo, “un futuro mejor”. Recuerda que el día de la explosión, él justamente se dirigió al lugar en donde fue activada la granada, “iba a cobrar unas cervezas allá cuando esa vaina explotó”. No sabe qué fue lo que pasó, a él lo único que le interesa es que la gente, sus clientes y amigos, continúen yendo al parque “hoy hay mucha gente, pero no quieren meterse a los locales a raíz de ese problema, la gente siempre viene porque saben que esto es un sitio de encuentro, vienen a recrearse, a mirar, y luego se van para su casa”. En Apartadó trabajaba en fincas, y aunque le iba bien, Jeremy dice que quiso probar suerte. Cuando llegó a Medellín empezó en construcción. Esta tierra que no es la suya “le ha dado una esposa, una hija, y un empleo. “Me va súper bien, aunque los de espacio público molestan mucho”. Jeremy no niega que se ha sentido discriminado en algunas ocasiones “mal se siente uno en las calles, las personas

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que ven a un moreno cogen la carterita y la voltean pa’ otro lado, siempre uno se siente mal, pero yo no le paro bolas a eso”. En estos días, tiene pensado ir a su casa “vamos a ver si Dios quiere se me dan las cosas, para ir a Apartadó”. Por ahora quiere seguir soñando en Medellín con “un buen carro, una buena casa, y la paz”.

La sirena

Al lado de otras dos coloridas mujeres, Cecilia Mosquera se erige cual diosa del mar, su cabellera trenzada cae con gracia sobre su brillante piel, sus ojos grandes hablan por sí solos, y su sonrisa ilumina el recinto cuando habla del hijo que aun lleva en su vientre, reconoce que no está feliz, pero si “contenta”. El pequeño, apenas se empieza a ver en el esbelto cuerpo de Cecilia, él nacerá en la ciudad, lejos de Condoto, la tierra de su madre en el Chocó. Cecilia llegó hace cinco años a Medellín, dejó a su familia para realizar el sueño de estudiar, pero las circunstancias no se lo han permitido, explica que buscó ayuda en el SENA pero nunca le respondieron. Actualmente trabaja en casas de familia, y aunque reconoce que la han tratado bien, ella desea otro empleo, y afirma que “siempre soñé con estudiar administración de empresas o diseño grafico”. La Sirena porta una diadema verde que contrasta de modo perfecto con su blusón amarillo, sonríe mientras que ve las fotos que fue a recoger al parque con su hermana y una amiga. Ella no asiste con frecuencia al lugar, sin detalle alguno solo opina “no me gusta”. En Condoto se quedó su madre, y otros hermanos, pero

Aquí viven Las comunas 3 y 4 son las que más concentran afro descendientes en Medellín. El Programa de Diversidad Étnica de la Secretaria de Cultura Ciudadana, realizó en 2006 un diagnóstico para evidenciar el número de esta población residente en la ciudad. Entre los resultados se encontró que el 4.9 % (6.502 habitantes) integran el área rural y el 95.1 % (126580 habitantes) el área urbana. En la comuna de Manrique (3), la población negra es de casi 20 mil habitantes. En barrios como La Honda y San José La Cima, entre otros del sector es donde más habitan. Las comunas de Aranjuez, Popular, Santa Cruz, Buenos Aires, Villa Hermosa y Robledo concentran el 51.8%, de esa población total de afro descendientes. Y es que a la comuna 4 que es Aranjuez pertenece Moravia, uno de los sectores con más población negra, asentamientos como El Oasis y Chocó Chiquito son una prueba de ello. El Poblado, Guayabal y Laureles son las comunas con menor volumen de poblacional afro. En total, las tres concentran el 5.2% del total, que equivale a 6 mil 978 personas.

ella sueña con regresar algún día, con mejores condiciones económicas, a su playa de ensueño.

El Rompecorazones

“El día que un muérgano me trate mal va a tener problemas conmigo”. Con casi 2 metros de estatura, es imposible que John Córdoba Martínez pase desapercibido en el parque San Antonio, él asiste desde que lo construyeron, lleva 22 años viviendo en Medellín. Un día, John decidió dejar a su querido Turbo para buscar trabajo en la ciudad, hoy tiene 44 años, es militar, dicharachero y rompecorazones, pues confiesa que tiene muchas novias paisas, fuera de las que tiene en Turbo, él se siente feliz de poder asistir al parque: “primero que todo es un centro de encuentro para hablar con los amigos y con la gente del pueblo que viene a traerle a uno razones y cartas de la mamá, los hermanos, los primos y las novias”. Entre cerveza y cerveza, John habla con nostalgia sobre lo mucho que extraña su tierra, pero asegura con vehemencia que le encanta la personalidad, el calor humano de la gente de Medellín, sin embargo, él considera que en la ciudad si hay discriminación, pero esto lo tiene sin cuidado, porque valiéndose de esa imponencia que lo caracteriza cree que “El día que un muérgano me trate mal va a tener problemas conmigo”. Tal como Jeremy, John también estuvo presente el día en que explotó la granada “yo estaba al frente cuando sonó la explosión, vi todo oscuro y escuché la onda explosiva, vi el humo y cuando vi toda la gente pidiendo auxilio fui a ayudarlos”. Sobre el hecho, piensa que “el único que sabe es Dios, y el que la tiró”.

El Intelectual

“A veces si le dicen a uno negro, pero por molestar, pero a mí eso no me afecta porque yo me siento orgulloso de ser negro”. Fernelly Martínez es un joven de aspecto galante, viste a la moda, y sin reparo alguno aclara que no le gusta ir al parque San Antonio “no es mi sitio”, y que solo asiste cada dos o tres meses para encontrarse con paisanos de su natal Arboletes. “La ciudad es bien, yo digo que no la cambio por nada, es la mejor ciudad de Colombia”, afirma al referirse a Medellín, a donde llegó hace 5 años, para estudiar y trabajar. Él prefiere ir a lugares como la 70, la 80, a Belén, con sus amigos a rumbear; sin embargo no cambia por nada las playas, los sitios turísticos y la libertad que según cree, tiene Arboletes “el paraíso turístico de Urabá”. Por razones económicas tuvo que retirarse del Politécnico Jaime Isaza Cadavid donde estudiaba deportes, actualmente estudia en el CENSA Análisis de Programación de Computadores, y sueña con algún día poder serle útil a su pueblo.

Cuando el color decide

En su texto Negros queridos, Gloria Estrada señala que: “hay negros desde la época de la Colonia, pero todo indica que el mayor flujo migratorio de negros hacia Medellín sucedió durante la década de los 50, cuando quisieron estrenar la recién inaugurada carretera que unía por fin, al Quibdó con


35

la capital antioqueña cruzando por el Carmen de Atrato”. Con el tiempo el fenómeno migratorio ha tomado fuerza en la ciudad, según Ramón Perea Representante de la Integración Afrodescendiente, el censo del DANE del año 2005 mostró que en la ciudad habitaban 138 mil de ellos, asegura que en la actualidad deben haber más del doble. Y según la Gerencia de Negritudes de La Gobernación de Antioquia, del millón 971 mil habitantes que tiene Medellín, casi 377 mil son afrodescendientes. Hoy es común ver en diferentes comunas, en el centro, en universidades, en las calles, en locales comerciales, en eventos y demás, a afrocolombianos provenientes de diferentes partes de Antioquia y del país, sus motivaciones más frecuentes son: la búsqueda de empleo, el desplazamiento forzado, la violencia, y la búsqueda de oportunidades educativas. Pero no todos ellos corren con la misma suerte, y debido al choque cultural que se genera, empiezan a ser participes de diversas problemáticas urbanas, que consecuentemente generan conflictos entre grupos étnicos. Para el antropólogo Ramiro Delgado Salazar, “toda relación entre dos contextos culturales es una relación compleja en la medida que, el acercamiento entre dos culturas implica enfrentar maneras de ser, comportamientos, maneras de ver el mundo, de relacionarse, de vestirse”. Él señala además que los conflictos culturales, no son un obstáculo para que las comunidades negras se articulen a las dinámicas de la ciudad, antes bien “dependiendo de la razón por la cual se llegue a una ciudad, la relación con los otros va a ser distinta, además, en esa búsqueda permanente de futuro, de oportunidades, desde antes hasta ahora, los ha llevado a tejer redes de solidaridad que les permiten tener un lugar en la ciudad”. Reconoce que otra de las problemáticas que más incide en la adaptación de los afrodescendientes a la ciudad es la discriminación “el peso de la esclavitud que llevan sobre sus espaldas, hace que esa interacción sea más compleja”. Yeison Palomeque, un joven afroHoy es común ver colombiano que vive en Medellín hace ocho años considera que “Medellín se en diferentes comunas, jacta de decir que no presenta exclusión en el centro, en universidades, pero acá hay una exclusión solapada”, añade que desde simples expresiones y en las calles, en locales comerciales, refranes se genera discriminación. en eventos y demás, a afrocolombianos Y es que el uso del lenguaje en torno a los negros en Antioquia posee provenientes de diferentes partes rasgos despectivos, se habla de ellos de Antioquia y del país, las razones solo desde su color, se ridiculizan sus características, y se desprestigian sus más frecuentes son la búsqueda de empleo, acciones, en torno a esto, Clarita Góel desplazamiento forzado, la violencia, mez de Melo en su texto Lo feo de ser paisas argumenta que: “Uno de los y las oportunidades educativas. rasgos más feos del rostro de los paisas es el racismo. Un racismo suave y un poco vergonzante, pero ahí está. Las abuelas y las mamás, si su hija es más o menos blanquita, siempre preguntan por el color del novio. Los refranes son claros: “Negro con saco, se pierde el negro y se pierde el saco”, “Negro que no la hace a la entrada la hace a la salida”. También hace referencia a la literatura y manifiesta que “en Carrasquilla están estos refranes, lo que muestra que son bien viejos: «los negros a la cocina y los blancos a la tarima», «negro no la hace limpia». La copla popular, que en general reitera el desprecio a los negros, alcanza por excepción a musitar alguna respuesta: «Si vieres comer a un blanco/ de algún negro en compañía/ o el blanco le debe al negro/ o es del negro la comida». Para Yeison la comunidad negra ha sido excluida históricamente, por esto se muestra comprometido con su etnia al reconocer la importancia de pertenecer a redes u organizaciones que reivindiquen los derechos que les corresponden como a cualquier persona; él es estudiante de Química Farmacéutica en la Universidad de Antioquia, y pertenece al Colectivo de Estudiantes Afrocolombianos, un grupo que busca la visibilización de la comunidad negra.

Tres asentamientos Katerine Panesso katerinpanesso@gmail.com Incendios, deslizamientos, viviendas en zonas de riesgo son enemigos constantes de los sectores de Medellín a donde llega a vivir un gran porcentaje de la población afro descendiente. Mano de Dios en el centro oriente, Vallejuelos en Robledo, Chocó Chiquito en Moravia son tres de sus grandes asentamientos. Los dos primeros han padecido incendios devastadores que los ha llevado a ser trasladados a nuevas urbanizaciones, soluciones de vivienda brindadas por el Estado y que no están exentas de problemáticas como la adaptación a estas arquitecturas populares urbanas, violencia, desempleo, hacinamiento.

Nuevo Amanecer Nuevo Amanecer es una urbanización de casas bifamiliares que está en el corregimiento de Altavista, en Medellín, en límites con el barrio Belén. Nació hace cuatro años luego de que un incendio arrasara con 650 viviendas del asentamiento Mano de Dios, ubicado en las laderas del centro oriente de la ciudad. Los 3 mil 500 habitantes, tuvieron que trasladarse a este nuevo barrio construido con recursos públicos. De las casas de madera y cartón ellos pasaron a viviendas de ladrillo, pero aún tienen problemas de adaptación al entorno, a sus vecinos y a esa forma de vida en casas muy pequeñas e iguales. Los “afro” de Nuevo Amanecer proceden del Chocó, de Urabá, de Angelopolis, de San Carlos, San Luis y en algunos casos, se les unió también población de escasos recursos de Medellín que buscaba lograr una mejora de sus condiciones de vida. En una comunidad en la que predominan las madres solteras, y personas desempleadas o con algún trabajo medianamente remunerado. Los hombres laboran en la construcción.

Miradores de Calasanz Vallejuelos, es un barrio de invasión de la Comuna 7 de Medellín, vía al corregimiento de San Cristóbal, con vulnerables y vulneradas condiciones físicas, ambientales y sociales. Fue construido sobre terrenos baldíos, las viviendas son ilegales; No cuentan con las normas de seguridad, higiene y salubridad. Al estar en la entrada a Medellín de quienes vienen del Urabá antioqueño y chocoano se convirtió en un centro de llegada de desplazados de esa zona. En julio de 2000, un incendio destruyó sus ranchos de madera, y una gran cantidad fueron trasladados con el tiempo a Miradores de Calasanz, en la comuna 13. Son 42 bloques y 815 apartamentos con dos dormitorios, sala comedor, cocina y baño. Miradores está en la parte alta de Blanquizal, un barrio a orillas de La Iguaná que padeció las violencias de las guerras entre bandas, milicianos y autodefensas. El estilo de vida, la cultura afro de la urbanización ha impregnado la vida de este barrio que habla con acento chocoano, que baila como chocoano, que come y camina y como chocoano.

Choco Chiquito “Bienvenido a Chocó Chiquito reza un pequeña grafitti a la entrada de este sector de Moravia, que tiene altos índices de pobreza y básicamente su población es negra. Y es verdad, pareciera que una parte del Chocó se traslado a ese barrio con su trenzas, su música, su borojó, sus chontaduros y su acento cantadito. Una calle pequeña a la que afluyen varios callejones es el entorno de estos afro descendientes que provienen de Quibdó, Turbo, Baudó, Istmina, Certegui, Raspadura y Apartadó. La transformación de Moravia también ha llevado al traslado de algunos de sus habitantes a otras urbanizaciones con viviendas de interés social.

*Con información tomada del proyecto de grado Khaterine Panesso.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


36 Gran angular

Tradición y costumbre

Por: Christian Carmona

Este reportaje gráfico fue ganador en esa modalidad de los pasados premios Emisión que otorga la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia. Basado en la técnica Jan Saudek, un fotógrafo checo que colorea imágenes en blanco y negro con la minuciosidad de un artesano, el autor utilizó el cuarto oscuro binario (photoshop), para pintar de magia y color los paisajes de Boyacá, un hermoso departamento lleno de costumbre y tradición. He aquí cuatro de las nueve fotografías que lo componen.

No. 45 Octubre de 2009


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