De la Urbe 107

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AÑO 24 | #107

Medellín, abril de 2024

p.4-5

p.8-9

Entrevista con John Jairo Arboleda, rector de la UdeA reelecto. Anuncia propuesta de aumentar el período rectoral a cuatro años.

Las presiones sobre la Doña María, una quebrada que hizo crecer a San Antonio de Prado a costa de su propia limpieza.

p.10-15

p.20-21

Especial: la migración de quienes buscan mejores oportunidades en el norte del continente, contada desde Necoclí, antes de pasar por el Darién.

Los cuatro búhos de la UdeA, un nacimiento que se hizo viral y una reconstrucción “judicial” sobre su desaparición.

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Un no futuro sin agua es posible

Ha vuelto a llover sobre Colombia. Mientras escribimos este editorial, los titulares de los medios de comunicación cuentan que, por fin, hay una recuperación en el nivel general de los embalses. Ya rodea el 30 % y comienza a alejarse del número crítico que amenazaba con un racionamiento energético (27 %). Pero no sabemos qué puede pasar desde este momento hasta que usted nos lea, si efectivamente llegará un período de estabilidad climática antes de la llegada del fenómeno de La Niña o si, al contrario, este se adelantará y pasaremos de sufrir por la escasez a padecer los estragos que nos puede traer la abundancia mal gestionada del agua.

Aunque somos el país con más páramos en el mundo y uno de los que tiene mayores reservas hídricas, también enfrentamos la paradoja de que el 25 % de los colombianos no tiene acceso adecuado a agua potable, según datos del Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio; y que Bogotá, la capital, ha tenido que tomar medidas de racionamiento de agua que podrían extenderse hasta por un año, según el alcalde Carlos Fernando Galán.

El problema no se reduce al “arrunche hídrico” que propuso el mismo Galán en un torpe intento pedagógico. América Latina y el Caribe son de las regiones con más recursos hídricos disponibles, según datos de la FAO. Sin embargo, como muestra el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2023, esa disponibilidad viene en caída, de más de 35.000 metros cúbicos per cápita en 2010, a menos de 30.000 en 2018.

Tenemos mucha agua, pero no tanta. La tendencia del planeta dibuja un futuro con todavía menos agua disponible para el consumo humano, un futuro construido desde un presente en el que la gestión eficiente y la distribución justa de ese recurso nos están quedando grandes.

En Antioquia, aunque el estrés hídrico parece menor, no hay que celebrar. Al corte del 23 de abril, y tras varios días de lluvias, el embalse Riogrande II estaba en 39.3 %, La Fe en 53.2 % y Piedras Blancas en 62.6 %. Estos tres embalses proveen el 94 % del agua del Valle de Aburrá. Aunque Medellín no ha enfrentado racionamientos, Barbosa,

municipio del norte del valle, completó casi dos meses con cortes por el bajo nivel de agua de la fuente de suministro y porque, a raíz de la escasez, el consumo aumentó hasta 130 %.

Pese a que la actualidad de la capital antioqueña luce menos grave, EPM sabe que el suministro del futuro no está garantizado ante el imparable crecimiento poblacional del área metropolitana. Es por eso que ha contemplado la posibilidad de hacer más embalses de agua en el Oriente antioqueño, una subregión donde el agua no es solo fuente de vida, sino también de conflictos debido a presiones como las del turismo, la agricultura y las pequeñas centrales hidroeléctricas.

Según el Estudio Nacional del Agua del Ideam en 2022, hasta ese año el uso doméstico del agua en Antioquia era de un poco más del 10 %. Casi un 35 % se destinaba a generar energía, mientras que un 40 % comprendía a los sectores agrícola, piscícola y pecuario. Por su parte, la minería demandaba el 10 %, pero esa cifra no es pequeña si se tiene en cuenta que abarca la mitad de la demanda nacional de ese sector. Los porcentajes restantes se comparten entre la industria y los servicios. Y claro, estas cifras abren una discusión sobre quiénes deben asumir la tarea de ahorrar, pues cada sector tiene un impacto diferenciado en la demanda. Sin embargo, aunque su consumo sea inferior, a los hogares también les corresponde la responsabilidad de gastar menos. Solo en el área metropolitana se consumieron 310 millones de metros cúbicos de agua en 2023, según EPM. Esto equivale a imaginar un chorro por el que salen 9.8 metros cúbicos de agua cada segundo. Para ese año tuvimos 315 millones de metros cúbicos disponibles.

El doctor en hidrología Julio Eduardo Collazos considera que el problema es que falta empoderamiento de las entidades públicas respecto a la importancia del agua. Por eso, incentivar la reducción de su consumo, como en Bogotá, no es suficiente; mucho menos cuando hay una altísima incertidumbre sobre la disponibilidad hídrica futura: “A más población, un mayor consumo que no se puede obviar”.

La crisis que atravesamos, así como las que vendrán, nos enfrenta a dos retos en gestión de los recursos hídricos. Primero, su disponibilidad, cada vez menor; y segundo, su distribución, que históricamente ha sido desigual. Ambos problemas podrían agravarse si no tomamos medidas urgentes para gestionar mejor el agua.

Desde el 2010, Colombia tiene una Política Nacional para la Gestión Integral del Recurso Hídrico (PNGIRH). Esta obliga a todos los municipios a tener un plan integral para el agua. Pero, como afirma Collazos, una cosa es nombrar la gobernanza del agua y otra es adoptarla. En 2022, el Departamento Nacional de Planeación evaluó los resultados del PNGIRH y resaltó que las entidades nacionales necesitan “mayores capacidades administrativas, humanas y económicas para mejorar los resultados en la gestión del agua”. El Niño que va terminando también es buen ejemplo de esto. Pese a que comenzó a mediados del 2023, y ante las múltiples alertas por una posible crisis, las medidas no parecen haber sido efectivas, oportunas ni suficientes. Y lo irónico es que esta crisis y esta conversación ocurren justo cuando el Gobierno, al mando de Gustavo Petro, tiene el agua como un eje de su discurso y de su Plan Nacional de Desarrollo (PND). El 11 de abril, Petro aseguró que entre sus principales políticas de adaptación al cambio climático –otro de sus leitmotiv– está la dotación de agua a toda la población del país y un adecuado saneamiento ambiental. Efectivamente, el PND propende por un ordenamiento territorial alrededor del agua y considera la necesidad de atender los conflictos relacionados con la disponibilidad y el uso de esta. A falta de indicadores para medir cómo esa disposición se ha traducido en hechos, el enfoque es adecuado, pues Colombia carece de una gestión oportuna y articulada del recurso hídrico que responda a los dos problemas más grandes: el agua que tenemos, por abundante que parezca, no es infinita; e incluso donde es abundante, no es un recurso al que todos los colombianos puedan acceder en igualdad de condiciones. Un no futuro sin agua es posible y parece más cercano de lo que sugieren los relatos distópicos sobre las guerras por este recurso. El presente está siendo suficientemente explícito sobre la urgencia ya no de abordar esta conversación, sino de emprender acciones urgentes. De no hacerlo, estaremos ante la negación de la posibilidad misma de existir en el planeta.

2 N0.107 Medellín·abrilde2024 editorial
Portada: José Manuel Holguín Abril de 2024 Capítulo Antioquia

La explotación sexual no se erradica persiguiendo extranjeros

Durante las últimas semanas, el alcalde Federico Gutiérrez ha emprendido una mediática cacería de extranjeros pedófilos en Medellín apoyado por la creciente opinión desfavorable hacia los “gringos” ‒ese genérico que usamos para referirnos a los extranjeros del “primer mundo”‒ y el rechazo hacia el turista que llega en busca de sexo. Esta iniciativa, que se fortaleció a raíz del caso del estadounidense Timothy Alan Livingston, hallado en un hotel con dos menores de edad de 12 y 13 años a quienes habría explotado sexualmente, detonó medidas como el Decreto 0248 de 2024 que, con un enfoque prohibicionista, deja en evidencia la angosta mirada que tenemos en la ciudad sobre un problema que va más allá de los “gringos” y El Poblado.

Es cierto que urge tomar medidas sobre la explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes (ESCNNA) y que se agradece que esta Alcaldía parezca tenerla entre sus prioridades, pero el discurso que se ha ido tejiendo en Medellín alrededor de este tema se limita a exponer a los “gringos” como los principales culpables y deja en segundo plano a los abusadores locales, las redes y las víctimas adultas de explotación sexual, y otras zonas de la ciudad con esta problemática, como el Centro, la 33, la 70 y Castilla. El rechazo que ha crecido entre los habitantes de Medellín hacia esos “gringos”, aunque justificado, se queda corto frente al panorama completo de la explotación y deja tranquilas a las organizaciones criminales que gozan de un chivo expiatorio para no ser juzgadas. Los pederastas extranjeros no vendrían a la ciudad tan entusiasmados si no existieran redes de trata para respaldar sus deseos. Según un reportaje de Vorágine, en Medellín “la explotación sexual infantil está conformada por personas colombianas y venezolanas que usan a menores de edad como ‘anzuelo’ para moverse por las comunas y los colegios reclutando más niños y niñas”, por lo que centrarse en la persecución del eslabón final de la cadena de explotación no basta para erradicarla.

En escenarios que trascienden a El Poblado es donde se gestan las estructuras de las redes de explotación. Aun si se pusiera un cerco gigante alrededor de toda la Comuna 14, la actividad delictiva seguiría desarrollándose en los barrios de Medellín y la prostitución solo se movería hacia los lugares aledaños. Además, la ESCNNA y el trabajo sexual se siguen demandando y pactando en el espacio digital, hasta ahora poco considerado por las estrategias de la Alcaldía, como quedó en evidencia con la “suspensión” física de la demanda de prostitución en el parque Lleras y sus alrededores. Expandir la visión sobre la explotación sexual implica tener en cuenta las actividades que se desarrollan en otras comunas y en internet, entendiendo que sucede y ha sucedido más allá del turismo “gringo”. El Decreto 0248 tiene un plazo de seis meses y rige en el espacio comprendido entre el parque El Poblado y la carrera 32D, dos cuadras más arriba de Provenza. El resto de los escenarios donde se dan los delitos asociados a la ESCNNA siguen gozando de la clandestinidad, mientras que las trabajadoras sexuales de la Comuna 14 quedaron a la deriva y se sienten estigmatizadas por las medidas transitorias que prohíben su actividad en el espacio público. La cartilla “Diagnóstico y recomendaciones para la erradicación de la explotación sexual y comercial de niños, niñas y adolescentes en Medellín en la administración municipal 20202023”, de la Universidad de Antioquia y la Mesa contra la ESCNNA Medellín, advertía, para finales de 2019, que un problema que persiste en la lucha contra la explotación sexual es la falta de enfoque territorial y diferencial en la respuesta a estos casos, así como el abordaje a los diferentes tipos de explotadores. La alcaldía de Daniel Quintero, en su intento de incentivar el turismo, no desarrolló una estrategia adecuada para prevenir o mitigar los problemas que pudieran potenciarse con la visita de extranjeros, por lo que ahora le corresponde al gobierno de Gutiérrez ejecutar un plan integral que permita disminuir las cifras de víctimas ‒según el Observatorio de ESCNNA de la ONG Valientes Colombia, en 2023 fueron 329 las víctimas de delitos asociados con la ESCNNA en Medellín‒ y evitar que continúe el reclutamiento de menores con fines de trata y explotación. En medio de los debates sobre la gentrificación, el encarecimiento de la vida y la explotación sexual, ha sido sencillo poner a los “gringos” en el centro de la culpa. Más allá de su grado de responsabilidad evidente, permeada también por el colonialismo y por la idea de que pueden cometer en otro país los delitos que no se atreven en el suyo, hay un legado de narcotráfico y misoginia además de una falta de regulación estatal que han permitido sostener las prácticas comerciales y delictivas que terminamos por padecer los habitantes de Medellín. Si el debate deja de limitarse a la idea de que los “gringos” son los artífices de los males de la ciudad, será posible desentrañar la verdadera complejidad de la explotación sexual, con todas sus víctimas y victimarios.

Gobernando desde el patio de recreo

| Natalia Restrepo Saldarriaga nataliam.restrepo@udea.edu.co

Las redes sociales son un gran patio de recreo mundial, un espacio para socializar, conocer gente nueva o encontrarse con los mismos de siempre. En algunas redes hay algo de esparcimiento, se puede pasar el tiempo o esperar entre clase y clase; aunque en otras no hay precisamente mucha diversión. Como en X (antes Twitter), en donde casi se pueden escuchar los gritos de guerra cuando abrimos la aplicación. X es un lugar lleno de abusones y de bullying, es un espacio en el que los que se creen los vivos están esperando “la caída” de los que consideran bobos. Pero la hostilidad no es propia solo de X: en cualquier red social la exposición se vuelve vulnerabilidad, sin importar quién, qué o por qué se publique, todo es susceptible de ser criticado, descalificado y burlado. Las causas pueden ser nobles y tampoco se escapan de quien quiera esparcir su descontento y su ira en el ciberespacio.

Twitter es mi lugar para ser antipática. Mi descanso de la simpatía y la adorabilidad. La antipatía también es donación. Trino de Carolina Sanín del 28 de marzo de 2024.

Pero ¿qué ha hecho que esos patios de recreo digitales sean lugares hostiles? Primero, no hay que dar la cara, la tecnología nos permite expresar opiniones a diestra y siniestra sin mostrar quiénes somos si no queremos, sin que nadie más (o eso esperamos) vea lo que escribimos, leemos, vemos y escuchamos. En segundo lugar, en las redes hay opiniones para todo y para todos, cualquiera es experto en cualquier

tema, desde manejo de enfermedades crónicas hasta cultivo de suculentas. Tercero, la subjetividad prima en las redes sociales y tiende a poner al mismo nivel las opiniones y los hechos, de modo que se generen numerosos espacios de confrontación. Y esto lleva al ingrediente más importante: la polarización inminente en todo el mundo. Las redes son el espacio perfecto para desbocar la necesidad de definir pensamientos o posturas de un lado o de otro, una situación sin lugares intermedios. Desde hace unos años, pero cada vez con mayor entusiasmo, a los funcionarios públicos les ha dado por gobernar desde ese hostil patio de recreo. Desde tratar de generar empatía con los impuestos en TikTok, hasta dar órdenes presidenciales por medio de X. Porque, así como Mr. Taxes (TikTok: @ luiscarlosrh) responde preguntas sin sentido para tratar de explicar cómo funciona uno de los temas que más repele a las personas –los impuestos–, el presidente Gustavo Petro (X: @PetroGustavo) gobierna desde su bolsillo, quiero decir, desde su celular. Petro es autosuficiente, él mismo publica en X en el momento en que le parece oportuno. Es impulsivo en esa red social: se desahoga, da órdenes, informa al país, interpela a otros, caza peleas. Lo vimos desde que era senador, pero con mayor ahínco desde la campaña y ahora durante su mandato. Es claro que no todas las publicaciones las hace él, pero fuentes confiables han confirmado que el presidente mantiene control casi absoluto de su cuenta en X, que tiene 7.4 millones de seguidores. El presidente colombiano ha sorprendido a su equipo de gobierno haciendo el cambio de gabinete por medio de X. También a los medios cuando se pronunció ante la captura de su hijo con un trino. Además, esa forma de gobernar por redes sociales, sin filtro, con un tono imprudente y confrontativo, ha generado varios de los conflictos que ha tenido que sortear y lo ha llevado a desinformar y buscar pleitos. Uno de esos conflictos se dio cuando anunció que el Gobierno había llegado a un acuerdo de cese al fuego con el ELN y sin existir tal acuerdo, en ese momento, se tensaron las negociaciones. También han sido famosos los cruces de mensajes con otros gobernantes, como con el presidente de El Salvador en noviembre de 2023; y, más reciente y sorpresivamente, con su homólogo venezolano luego de que la Cancillería colombiana advirtiera su preocupación por las elecciones en Venezuela, lo que Maduro calificó como “izquierda cobarde” y ante lo que Petro publicó en X: “No hay izquierda cobarde, hay la probabilidad de, a través de profundizar la democracia, cambiar el mundo”. Otras situaciones que han trascendido a las redes sociales fueron sus cruces con el presidente argentino y sus declaraciones sobre el conflicto entre Israel y Palestina.

La impulsividad también lo ha llevado a salidas en falso de las que ha tenido que retractarse. El presidente se adelantó a anunciar el rescate de los cuatro niños perdidos en la selva, cuando aún no habían sido encontrados. En otra ocasión se pronunció frente a la muerte de Amartya Sen, economista y premio Nobel, a lo que la hija de Sen respondió que su padre seguía vivo. Y como el líder da ejemplo, sus funcionarios no se han quedado atrás. El director de la Dian se ha posicionado en TikTok como Mr. Taxes y ha hecho una exitosa campaña para educar a los colombianos en el tema tributario. Con un lenguaje simple, una producción sencilla y respondiendo a lo que los usuarios de la red preguntan, Mr. Taxes ya tiene cuentas de apoyo y grupos de fans. Seguramente habrá que esperar a que termine el año fiscal para saber si esa estrategia logró recaudar más impuestos. Y justo antes de terminar de escribir esta columna, el nuevo director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres declaró insubsistente a su secretaria general mediante un video en su cuenta personal de TikTok (@carloscarrilloa). En últimas, estamos viviendo el siguiente paso de la sociedad digital. La gobernanza de un país y la gestión de la diplomacia por medio de las redes sociales era el ingrediente que le faltaba a esos patios de recreo digitales para ser un caldo de cultivo ideal para la polarización y la confrontación.

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deComunicacionesyFilología UniversidaddeAntioquia opinión
Facultad

“No se puede manejar de la misma forma un batallón que una universidad pública”

John Jairo Arboleda, rector de la UdeA designado para un tercer período, habló del ambiente en el que el Consejo Superior Universitario se decantó por él. Además, respondió a las críticas que le han formulado desde varios sectores de la Universidad, como que su gestión ha sido “permisiva”.

El pasado 2 de abril, el Consejo Superior Universitario (CSU) reeligió a John Jairo Arboleda como rector de la Universidad de Antioquia, con seis de ocho votos a favor. En la sesión extraordinaria que se realizó en la Gobernación de Antioquia, Arboleda recibió el apoyo del sector productivo, el Gobierno, el Ministerio de Educación Nacional, el representante del profesorado, el de las directivas académicas y el de los egresados. El período 2024-2027 será el tercero en línea para él, no obstante, en esta entrevista aseguró que será el último.

A propósito de su designación, De la Urbe habló con Arboleda sobre lo que la comunidad universitaria puede esperar de esta nueva gestión; y le planteó algunas dudas y cuestionamientos que quedaron tras la campaña, como su figura de candidatorector y su relación con sectores del empresariado antioqueño.

En un inicio, usted no estaba en las cuentas de las candidaturas, ¿por qué decidió volverse a lanzar?

Terminó una campaña donde hubo mucha desinformación con respecto a las candidaturas. ¿Qué lectura hace sobre ese panorama?

Muy lamentable. Yo lo sufrí. Lo sufrí porque yo creo que una de las grandes cosas que nos diferencia a los académicos universitarios de la dirigencia política nacional es que nosotros nos basamos en hechos, en cifras, y en la proyección que creemos que debe tener la Universidad. Yo no creo que haya cabida en un debate de estos para noticias falsas, mentiras completas, verdades a medias o para algunos comentarios tendenciosos. Y eso, desafortunadamente, nos pasó. Pero ya por fortuna sucedió el proceso de designación y esperamos recuperar nuestro espacio.

con algunos de Colombia, e incluso en otras regiones. A mí me parece que es una gran oportunidad para que ellos conozcan de cerca la universidad pública, y sobre todo para que acompañen y apoyen muchos de los procesos que desarrollamos en los territorios.

El 2 de abril el sector productivo votó por usted, cuando en principio había votado por la profesora Natalia Gaviria. ¿Por qué se dio ese cambio?

Yo creo que el gran valor de mi candidatura fue la consulta. La comunicación que se conoció del Intergremial es que ellos se acogían también a esa consulta y que postulaban mi nombre. Y a raíz de lo que se suscitó con la elección de rector en la Universidad Nacional, el señor presidente hizo dos trinos en los cuales decía: uno, que se haga público por quién votan, así sea secreto el proceso; y dos, que apoyen a quien ganó en las consultas.

¿Cree que ser candidato-rector lo favoreció de alguna manera?

Yo creo que favorece, sin duda. Primero por trayectoria, segundo por conocimiento del desempeño y funcionamiento de la institución; y por supuesto, cuando uno lleva seis años en el cargo hay mucha más gente que lo conoce y que ha trabajado con uno, y seguramente entre esas personas hay alguna preferencia por algún nombre, alguna figura en particular. Pero también hay riesgos. Yo creo que, en situaciones tan difíciles como las que nos toca administrar a las universidades públicas en nuestro país, es más fácil cometer errores, tener opiniones contrarias a lo que uno haya hecho. Finalmente, lo que se critica es lo que se ha hecho, lo que no se ha hecho es difícil de criticar, aunque también pueden venir críticas en cosas que se dejan de hacer.

¿Qué tan involucrado quiere estar en el debate sobre la reforma a la Ley 30?

La normatividad universitaria permite que haya una postulación en el ejercicio del cargo. Desde lo personal, uno tiene que tomarse unos tiempos distintos. Así es que las decisiones son muy al final del proceso, y por eso precisamente quedé en el último lugar de la inscripción. También había sucedido en la primera (para el período 2018-2021). Yo era decano de la Facultad de Ciencias Agrarias (2016-2017), y pensaba mucho en la toma de la decisión porque ‒siempre lo he dicho‒ no es un cargo, es una enorme responsabilidad la que uno asume; y para eso tiene que tomarse su tiempo para pensarlo, para discutirlo con muchas personas cercanas y, sobre todo, para preguntarle a la familia si están dispuestos a acompañar tantas ausencias.

En medio de ese panorama, unos carteles lo señalaban entre los aspirantes “del GEA” (Grupo Empresarial Antioqueño). ¿Tiene alguna relación con el GEA o con el empresario Manuel Santiago Mejía? Tengo una relación interinstitucional. La Universidad de Antioquia y quien ocupe su rectoría hacen parte de la Junta Asesora del CUEE 2.0 (Comité Universidad Empresa Estado), y allí se encuentran todos los empresarios del departamento: los grandes, los medianos y especialmente los pequeños. Yo he tenido relación con el doctor Manuel Santiago en virtud de su participación en el Consejo Superior Universitario por muchos años. Él hace parte de la Junta Directiva del Hospital Alma Mater de Antioquia desde que era IPS universitaria, y ha sido un egresado de la Universidad que siempre ha estado muy atento en generar puentes de comunicación cuando se trata de gobiernos locales, regionales o nacionales, y también con el resto del empresariado. Tengo muy buena relación con los empresarios de Antioquia,

Como rector, lo que me toque hacer como la figura que represento. Pero sobre todo yo quiero ser un gran promotor de la participación que debemos tener los universitarios y la sociedad, porque yo creo que no podemos perder esta hermosa oportunidad de construir, porque este es un tema del orden nacional. La Ley Estatutaria de Educación va a generar la imperiosa necesidad de establecer no una reforma de la Ley 30, sino una nueva Ley de Educación Superior. Es una oportunidad para construir esa nueva ley que nos soñamos.

Aunque el gobierno universitario pasa por la reforma de la Ley 30, las universidades tienen capacidad para actuar al respecto aun sin reforma. ¿Impulsará algún cambio para que la designación de rector sea más democrática?

Sí, yo creo que ese es un tema fundamental. A mí me parece muy importante darle algún peso específico a la consulta, y en eso estoy: sometiendo a discusión con parte de las personas que nos acompañan en estos temas. No sé si la fórmula será ‒en eso tendremos que ponernos a pensar como comunidad universitaria‒hacer unas ponderaciones. Parte de la no participación en este proceso se deriva de eso, que mucha gente dirá ¿y yo para qué

4 N0.107 Medellín·abrilde2024 Entrevista
El rector John Jairo Arboleda en el 10|12 Lab, donde se grabó la entrevista. Allí anunció propuestas sobre la duración del período de la rectoría. Foto: Juliana Restrepo Santamaría.

voy a participar si esto no es vinculante? También hay que discutir el tema de los períodos rectorales, que es muy relativo. […] Yo estoy trabajando en una propuesta que tendrá que ser sometida a discusión: que se amplíe a cuatro años el período y que haya una sola reelección.

El Gobierno votó por usted en la segunda sesión del CSU, y el gobernador Rendón respondió con un trino donde decía que espera que usted “esté por encima de sesgos ideológicos del Gobierno”. ¿Cómo queda su relación con el gobernador?

Cordial, como debe ser entre dos instituciones tan importantes en el departamento. Uno tiene la enorme obligación, como representante legal de la Universidad, de mantener relaciones con todos los integrantes de la institucionalidad antioqueña y colombiana, y por supuesto ojalá con cada uno de los habitantes del territorio. Él tiene unos temas que lo preocupan, que seguramente van a ser objeto de trabajo, porque también nos preocupan. En algunos asuntos coincidimos, y esperamos en este trienio el acompañamiento y la disposición para trabajar en temas de educación superior.

A propósito de las preocupaciones del gobernador, existe la sensación, en sectores de la comunidad universitaria, de que algunos problemas de convivencia en la Universidad, como consumos, ventas y fiestas, parten de una supuesta permisividad de su administración. ¿Usted ha sido permisivo?

Yo creo que tengo esa imagen. Hemos encontrado opiniones de las personas externas a la Universidad y algunas internas que dicen que aquí hay mucha permisividad. Yo creo que aquí hay una gran conciencia de lo que es la cultura universitaria. No se puede manejar de la misma forma un batallón que una universidad pública. Yo creo que la autoridad no pasa por el uso de la fuerza, sino por el diálogo. El problema es que afuera a veces es difícil que se entienda que para nosotros un tema de consumo lo tenemos que asumir desde la salud pública, y no es simplemente una flexibilización para que cualquier persona haga lo que le dé la gana.

Es muy difícil explicarle a esta sociedad antioqueña que un estudiante se toma 25 semestres en terminar su carrera, porque nosotros sabemos que aquí hay trabajadores que estudian y estudiantes que trabajan, y esa persona se va a demorar más que aquella que toma tiempo completo. Pareciera permisividad o dejadez, y es muy fácil de explicar, pero es al parecer muy difícil de entender hacia afuera.

Otro asunto sobre su administración durante la campaña fue el tema de la desfinanciación en la Universidad. ¿Cuál es el panorama actual?

Estamos un poquito mejor, pero no estamos bien. Una cosa es que estemos desfinanciados, y otra cosa es que estemos en déficit. La Universidad no está en déficit, porque si lo estuviera ya tendríamos intervención del Ministerio. Nosotros estamos desfinanciados porque la Ley 30 de 1992 estableció que la plata que se recibe está sujeta al IPC (índice de precios al consumidor). El crecimiento del costo de funcionamiento de la Universidad ha estado siempre por encima del IPC, y eso es lo que celebramos del Gobierno anterior y de este: que le han entregado, por primera vez en la historia, a la universidad pública la mayor cantidad de recursos de base presupuestal. ¿Cuál es el problema? Que esa desfinanciación no se va a solventar en dos años, y por eso necesitamos una política de Estado, no de Gobierno, que es lo que tenemos hasta ahora. Necesitamos que la ley que quede responda a esa situación y deje el panorama claro de que vamos a recibir más recursos.

Frente a este panorama, ¿cómo buscará más recursos?

Tenemos que celebrar que haya un Gobierno que entregue recursos de base presupuestal para algo que venimos haciendo hace 28 años, porque el crecimiento de la Universidad en regiones se dio con dinero propio. Este Gobierno dice que por cada estudiante matriculado en estos municipios, en esa Universidad en tu Territorio ‒como se conoce la propuesta del Gobierno nacional‒, entrega unos recursos adicionales de base presupuestal. Ahí hay una fuente importantísima, todavía no sabemos cuál será el monto, pero va a permitir que mucho

del presupuesto que teníamos destinado para inversión podamos destinarlo a otras necesidades. Y hay varias fuentes: esta es una universidad austera, y además tenemos que trabajar arduamente para que el Distrito Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación de Medellín empiece a entregar recursos de base presupuestal. El distrito de Medellín ha entregado recursos muy importantes de estampilla y de los que se transfieren por alguna participación, pero necesitamos es de base presupuestal. Estuvimos muy cerca en el período anterior con el Concejo. Estamos seguros de que, acercándonos a la nueva Alcaldía, a los nuevos concejales, se logrará en este nuevo período, porque el gran beneficiado de la presencia de la Universidad en Medellín ha sido Medellín.

Ante la ausencia de esa base presupuestal, la forma de financiación indirecta ha sido mediante la extensión universitaria, pero se escucha en la Universidad que los proyectos de extensión no están llegando, ¿es así?

Hay una afectación en las finalizaciones de los períodos de gobiernos municipales y departamentales y los inicios de los nuevos. Siempre se cae porque la curva de aprendizaje de los nuevos funcionarios es: “primero voy a conocer cómo está el asunto”, y se demoran unos meses en empezar a contratar y revisar la caja, cómo quedó la olla, en términos de ellos, si quedó muy raspada o con recursos. Siempre hay una caída cada vez que termina un gobierno e inicia otro, nacional, departamental y municipal. Esperemos que no se afecte mucho porque son muy importantes los recursos producto de la extensión.

Un asunto que también se rumoró antes de la designación es que hubo acercamientos para un supuesto acuerdo político con la candidatura de John Mario Muñoz. ¿John Mario Muñoz va a estar como vicerrector? y, ¿quién más va a conformar el equipo directivo?

No tengo ningún pacto político firmado. Yo no soy partidista, mi camiseta es Universidad de Antioquia. En los debates yo tomaba nota de algunas ideas que me parecían importantes de unos perfiles del nivel de un aspirante a la rectoría, y voy

a tratar de reunirme con un poco más de cuatro o cinco de las personas que estaban aspirando a este cargo ‒no solamente con John Mario‒ para conocer opiniones y mirar posibilidades de acuerdo con los perfiles o si veo necesarios acompañamientos.

¿Entonces tampoco descarta que Muñoz u otro candidato o candidata terminen en alguna vicerrectoría u otros cargos?

Por fortuna lo que tenemos en la Universidad es talento humano, y eso hace un tanto más fácil encontrar esas personas que nos pudieran acompañar. El asunto es que estemos vibrando en la misma sintonía, que haya primero aceptación, porque hay personas muy valiosas en la Universidad pero que no les gusta. Hay otros que les gusta, pero de pronto tenemos algunas diferencias que uno dice “es muy difícil que encontremos formas de trabajar conjuntamente”. Vamos a tratar de encontrar esas personas con la misma vibración y frecuencia, y que tengan todo el reconocimiento para el desempeño.

¿Durante este período impulsará una reforma en el Estatuto General, el Reglamento Estudiantil y el Reglamento Docente?

Creo que es necesario en algunos temas fundamentales por lo menos actualizar, pero sobre todo aprovechar esa nueva Ley de Educación Superior. Lo que sí puedo comprometer es que nada se hará a espaldas de ninguno de los estamentos concernidos: si son asuntos profesorales, será con los profesores; si son asuntos estudiantiles, será con los estudiantes; si son asuntos de egresados y empleados, será con ellos; y ojalá lograr participación. Tenemos grandes dificultades en la Universidad, y es que las participaciones son muy limitadas en número. Pero lo que espero al final es que esto no sean motivaciones de cada tres años, porque tan pronto pasa la designación, nadie más vuelve a hablar de estos temas.

¿Y usted buscará una nueva reelección? No.

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Los integrantes del CSU en la sesión del 19 de marzo en la UdeA. Ese día ningún candidato logró los votos necesarios. La designación se dio 14 días después, el 2 de abril, en una sesión que se realizó en la Gobernación. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe Fernández.

C ronología

del con icto actual

28 /septiembre/ 2000

“Segunda intif ada” o Intif ada de A l-Aqs a Pro test as y levant amient o s de los palestinos des pués de la vi sit a de l líder i sraelí de der e cha Arie l Shar o n a la me zquit a de A l-Aqs a

17 /agosto/ 2005

A sent amient o s i sraelíes en la F ranj a de G aza f uer o n desmant elados, los colonos y e l ejér cito i sraelíes f uer o n evacuados dej ando la Franj a bajo e l contr o l de la ANP

12 /junio/ 2007

Hamás a tacó e l cuar tel gener al de A l Fatah, la auto rida d palestina, y to mó e l contr o l político y milit ar de la Franj a de G aza. D esde ent o nces no s e realizan ele cciones en Gaza. Hamás g anó las últimas, en 2006. L a to ma de l poder por par te de H amás r esultó en e l bloque o actual.

8 /julio/ 2014

Isr ael inicia una guerr a que s e ex tendió hast a el 26 de ago sto de l mi smo año Fue uno de los mayo res escalamient o s bé licos en la hi sto ria r e cient e de la F ranj a de G aza.

Un genocidio ocurre en Palestina

Cuando se habla con palestinos hay algo que, sin saber, repiten todos: “Mientras hablamos, un genocidio está ocurriendo”. ¿A qué se refieren? Al bloqueo de la entrada de bienes básicos como comida, medicina y agua, a los bombardeos, a los ataques contra la población civil y a los efectos de años de ocupación en la Franja de Gaza.

7 /octubre/ 2023

Ataq ue de H amás a kibut z i sraelíes, lo que des enca denó la respuest a de las FDI y la es calada de l con icto actual.

9 /octubre/ 2023

Isr ael impone bloque o complet o so br e G aza, lo que impide e l sumini str o de ener gía, com b ustible y aliment o s.

31 /octubre/ 2023

Repor tero s Sin Fro nt eras pr esent aro n una quej a a la C o r te Penal Int erna cional por crímenes de guerr a cometidos contra periodi stas en Isr ael y Palestina.

24 /noviembre/ 2023

L o s ataq ues ces aro n en G aza e Isr ael tr as la de clar ación de una p ausa humanit aria de cinco días.

29 /diciembre/ 2023

Waseem Quzmar, de 20 años, y Omar Al Qaisi, de 22, son dos jóvenes palestinos muy distintos: el primero vive en Naplusa, en el norte de Cisjordania, y el segundo vive junto con su familia en Rumania desde que salieron exiliados de Hebrón, en el sur de Cisjordania. Los une el dolor: para Omar y su familia las palabras no pueden explicar el horror que sienten al recibir las imágenes y las historias de lo que ocurre con sus compatriotas en Gaza; Waseem, por su parte, creció rodeado de violencia, escuchando de amigos y conocidos asesinados o apresados. Dice que se volvió insensible y que es una locura que la muerte de inocentes se haya normalizado tanto en su entorno.

Ambos están de acuerdo con que los métodos de ocupación israelí en Palestina se han modernizado en los últimos años y que las condiciones de vida de los palestinos no han hecho más que empeorar. La violencia en Gaza empezó mucho antes del ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023. El asedio, como llama Waseem al bloqueo impuesto sobre la Franja de Gaza, comenzó en 2007, cuando él era apenas un niño.

Ese año, Hamás, que en 2006 había ganado las elecciones, atacó las instalaciones de la Organización para la Liberación de Palestina con el fin de tomar el control total de la Franja de Gaza. En respuesta, Israel, con respaldo de Egipto, promovió un bloqueo que impedía el acceso marítimo, aéreo y terrestre a la Franja, con la justificación de presionar económicamente a Hamás.

El bloqueo continúa. “Lo que está sucediendo aquí en Cisjordania no es ni de lejos comparable con lo que la gente en Gaza está pasando y ha pasado durante años”. Waseem se refiere a lo que organizaciones como Human Rights Watch han condenado como “una prisión al aire libre”, ya que se ha impedido el ingreso de bienes, lo que limita las importaciones y exportaciones. En consecuencia, más del 65  % de la población

de la Franja de Gaza vive en pobreza, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Y el 63 %, en condición de inseguridad alimentaria, según el Programa Mundial de Alimentos, también de la ONU. “Lo que pasa aquí es malo, las historias que he escuchado de tanta gente pueden decirme al menos eso, pero lo que está sucediendo en Gaza es un genocidio, sin duda alguna”, agrega Waseem, y con esto se refiere a lo que la ONU define como “un delito perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.

El escalamiento

El 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó un ataque sorpresa con cohetes que según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) alcanzaron el 70 % de su territorio. Los combatientes de Hamás asesinaron a más de 1200 israelíes y de los rehenes que tomaron más de 100 siguen retenidos o están desaparecidos. Hasta abril del 2024, según la ONU, grupos armados palestinos ‒entre ellos Hamás‒ seguían lanzando cohetes indiscriminadamente hacia Israel; algunos de ellos fueron interceptados por el domo conocido como “Cúpula de Hierro”: un sistema de defensa que cubre gran parte del territorio y que se encarga de frustrar ataques aéreos con misiles, drones y proyectiles. Según la policía israelí, la principal fuente de explosivos de Hamás son municiones que Israel lanzó sobre Gaza en los últimos 17 años y que no estallaron.

Mauricio Jaramillo, profesor de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, explica que este ataque “representó una humillación para Israel”, que nunca había sufrido tantas bajas a manos de Hamás. Esto tiene una relación directa con la magnitud del impacto y la duración de la respuesta de Israel, que ha sido mayor en comparación con conflictos previos. Para Jaramillo, hoy es incorrecto hablar de un “conflicto”, pues no se trata de dos enemigos enfrentándose en igualdad de condiciones, sino de una respuesta desproporcionada de Israel en un contexto de ocupación histórica. El profesor añade que lo ocurrido el 7 de octubre “puso en evidencia el dolor de los palestinos ante la incesante opresión sionista”.

El sionismo es un movimiento de ideología nacionalista cuyo objetivo es establecer un Estado nacional judío en territorios palestinos al considerar que les pertenecen ancestralmente. Es algo sobre lo que Omar habla con fervor. Después de todo, es el sistema de “brutalidad, redadas, asesinato y discriminación” que le arrebató a su familia su tierra natal y a él sus ganas de volver. El sionismo ha desencadenado un apartheid, que es el término utilizado

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por la propia comunidad palestina y las organizaciones internacionales para describir la exclusión, las agresiones y la privación de tierras de palestinos a manos de los colonos judíos.

Jeremy Laurence, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, escribe en una nota de prensa que miles de palestinos reportaron ser detenidos arbitrariamente dentro y fuera de Gaza, muchos de esos casos se convirtieron en desapariciones forzadas. Algunos de ellos alegaron maltrato y tortura a manos de las FDI. Según la ONU, entre el 7 y el 31 de octubre de 2023, se registraron 203 ataques de colonos hacia palestinos, en cerca de la mitad de estos incidentes participaron las fuerzas israelíes, quienes escoltaban o apoyaban activamente los ataques.

Waseem habla de asesinatos que ocurren en su ciudad, Naplusa. La presencia de las FDI en las ciudades de Cisjordania durante el día es inexistente. En cambio, dice que siempre ingresan tarde, entre las dos y las cuatro de la madrugada, ya sea para matar o arrestar a alguien. Moverse entre ciudades es difícil: hay carreteras completamente cerradas y otras con puntos de control israelíes. Waseem explica que “básicamente, te registran, pasas por rayos X, y necesitas tener una identificación para pasar, aunque el pueblo al que viajes todavía sea tierra palestina”.

El 9 de octubre de 2023, en respuesta al ataque de Hamás, Israel intensificó el bloqueo sobre la Franja de Gaza, lo que ha resultado en una crisis humanitaria al frustrar la entrada de comida, agua, medicina, combustible y electricidad. Voceros de la ONU dieron a conocer que incluso antes del bloqueo actual, la población de Gaza dependía en un 80 % de la ayuda humanitaria. Hoy, uno de cada cuatro habitantes de la Franja está en riesgo de hambruna. Según las palabras de Volker Türk, alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, que retomó el Consejo de Seguridad de la ONU el 25 de marzo, esto es “resultado de las extensas restricciones impuestas por Israel a la distribución de asistencia humanitaria y bienes comerciales, el desplazamiento de la mayoría de la población, así como la destrucción de la infraestructura civil crucial”. Los bombardeos han destruido alrededor del 60 % de las edificaciones en el norte de la Franja de Gaza. A causa de esto, más de 1.3 millones de personas se desplazaron a la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja, que antes tenía solo 300.000

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habitantes. Mohammed Mo’in ‘Atallah, abogado del Centro Palestino de Derechos Humanos y habitante de Gaza, cuenta en una carta divulgada por la organización que, debido a la escasez de gas para cocinar, se han visto obligados a recolectar madera de las casas destruidas para usarla como leña; esa madera se ha convertido en una fuente de ingresos para algunos, que la recolectan y venden en los mercados. La salud es precaria, la mayoría de las farmacias están cerradas y muchas medicinas esenciales están agotadas.

Mohammed describe cómo los daños severos ocasionados a los sistemas de acueducto, sumados a la escasez de agua de los últimos años, han llevado a las personas a desplazarse para llegar a pozos de agua municipales cercanos a Rafah. Estos solo operan dos o tres días a la semana y por horas, según la disponibilidad de combustible para operar las bombas. Las aguas residuales fluyen como arroyos por las calles después de que la principal planta de tratamiento de Gaza dejó de funcionar.

Organizaciones como Human Rights Watch, B’Tselem y Amnistía Internacional, así como académicos y especialistas en derecho internacional, llevan registro de los hechos que Mohammed, Omar y Waseem describen: las redadas, las detenciones arbitrarias y los asesinatos en Cisjordania; el uso de fósforo blanco, un arma incendiaria que genera quemaduras graves en los humanos y daños irreparables en cultivos y edificios; la privación de recursos básicos y los ataques sobre civiles en Gaza; la ocupación histórica, la privación de tierras y bienes y el desplazamiento forzado sobre el territorio palestino ocupado, que en suma componen lo que llaman genocidio.

En la comunidad palestina la esperanza es frágil, no creen que un cese al fuego esté cerca: “Probablemente la violencia aumentará mucho más, porque cuando terminen con Gaza no se detendrán allí. Lo más probable es que impongan más reglas estrictas en Cisjordania para dar un ejemplo de ‘no se resistan o esto les sucederá’”, dice Waseem.

En el informe “Anatomía de un genocidio”, del 25 de marzo, Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre la situación de derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, explicó que los patrones históricos demuestran que la persecución, la discriminación y otros actos semejantes preparan el terreno para la etapa del genocidio en que se comete el

exterminio. Ese mismo día, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución histórica que exige un alto al fuego en Gaza durante el mes de Ramadán, es decir, hasta el 9 de abril. Por primera vez en este conflicto, Estados Unidos se abstuvo de votar, lo cual permitió esta decisión.

Para Waseem y Omar el cese al fuego ya no significa una solución a largo plazo, saben por experiencia que será cuestión de semanas o meses para que los bombardeos empiecen de nuevo. Tanto ellos como el profesor Jaramillo coinciden en que solo si naciones como Estados Unidos o Reino Unido alzan su voz contra el genocidio podrían hacer algo para detenerlo, o incluso ayudarían a la firma de un acuerdo de paz. Sin embargo, admiten que es una alternativa poco realista debido a la afinidad de Occidente con Israel.

El 29 de diciembre de 2023, Sudáfrica presentó una demanda contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia por genocidio sobre el pueblo de Gaza. Aunque la demanda no tiene efectos prácticos, las acusaciones han puesto las miradas sobre los crímenes de guerra cometidos en Gaza. La Corte Penal Internacional, por su parte, ratificó mediante un fallo el 5 de febrero de este año que tiene jurisdicción para emitir órdenes de arresto a oficiales israelíes y para intervenir en los territorios ocupados.

Jaramillo considera que un eventual pronunciamiento admitiendo que Israel violó los acuerdos de Oslo (tratado que firmó con Palestina en 1993 para buscar un acuerdo de paz) y que además incurrió en el delito de genocidio sería un gran avance para la justicia internacional. Jaramillo hace énfasis en recordar el valor simbólico de una acusación de genocidio precisamente contra el Estado que en 2018 se consagró, mediante una ley, como el Estado-nación del pueblo judío. Hay emociones, imágenes y situaciones que, ya sea por su grandeza o por su horror, las palabras no pueden explicar. Cuando las usamos, rara vez logramos entender lo que estas engloban: ese es el caso de genocidio. Puede que se haya usado tanto que no se diferencie de una palabra más, puede que el horror que esta describe se haya perdido entre las imágenes violentas que abundan en internet y los medios. “Palestinos están muriendo de hambre en este momento, mientras hablamos”, coinciden las voces de Omar, Waseem y de miles de palestinos que hoy viven algo para lo cual las palabras se quedan cortas.

Glosario

Cisjordania: es uno de los dos territorios que conforman Palestina, junto a la Franja de Gaza. A pesar del control político y militar de Israel, parte de Cisjordania sigue gobernada por la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con capital administrativa en Ramala. Franja de Gaza: territorio palestino autónomo ubicado entre Israel, la península egipcia del Sinaí y el mar Mediterráneo. La mayoría de su población, más de 1.5 millones de personas, residen como refugiados en ocho campamentos de las Naciones Unidas.

Hamás: es un grupo con facciones religiosas, políticas y militares, de ideología islamista, fundado en 1987. Su objetivo es la fundación de un Estado palestino regido por la sharía o ley islámica.

Territorios ocupados: son aquellos que fueron ocupados militarmente por el Estado de Israel tras la Guerra de los Seis Días de 1967, modificando las fronteras definidas en 1948 por la Asamblea General de la ONU.

Acuerdos de Oslo: serie de acuerdos firmados en 1993 por el Gobierno de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina. Sus intenciones eran un acuerdo de paz permanente. Sin embargo, disposiciones como la retirada de Israel de territorio palestino se han incumplido.

Asentamientos: también llamados “colonias”, son comunidades de civiles ilegalmente constituidas por Israel y respaldadas por sus autoridades, que realizan confiscación y privación de tierras y bienes, además de acarrear una discriminación generalizada hacia los ciudadanos palestinos en Cisjordania, lo que ha provocado la migración masiva de estos desde 1967.

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Algo huele mal en la quebrada Doña María

La tercera microcuenca más importante del río Medellín ya no tiene playas ni recibe paseos de olla. La expansión urbana, las presiones de empresas agroindustriales y hasta los temores de los habitantes por su seguridad tienen amenazado este afluente: una doña que paría material para construir y ya solo recibe contaminación.

Hace muchos domingos que los habitantes de San Antonio de Prado dejaron de bañarse en las playas de la quebrada Doña María. Todavía se ven a la orilla los fogones de leña para montar el sancocho y las piedras tiznadas donde subían las ollas, pero ya nadie quiere cocinar con el agua turbia que desciende por la quebrada, ni tocar ese suelo lamoso de los charcos, ni aguantarse el olor a marrano y desechos que le dañan el paseo a cualquiera. En una casa sobre un lote empinado cerca de la quebrada vive Manuel Velásquez desde hace 43 años. La quebrada suena azarosa y cada vez menos natural, no obstante, el lote, que además comprende su casa y otras dispuestas para recibir a ciclistas, está lleno de fauna nativa que convoca a los animales de la microcuenca. Manuel dice que alrededor de 2005 la gente empezó a dejar de bañarse en la quebrada, con lo que los balnearios y los estaderos empezaron a cerrar. Recuerda a sus vecinos que vivían de los balnearios, hoy construcciones abandonadas. Uno de ellos, calcula, “directa o indirectamente generaba ingresos para más o menos unas 15 personas de la comunidad”. Solo queda uno, al que llegan en su mayoría jóvenes y pocos se meten al agua.

Sin embargo, aún hay turismo. Ciclocampeón y La Casa del Ciclista de Medellín, los negocios familiares de Manuel, ofrecen rafting y recorridos por la quebrada. Algunas veces incluso con la Secretaría de Medio Ambiente o la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín. Confiesa que el día anterior a los recorridos llama al mayordomo de una finca cercana dedicada a la porcicultura: “Hermano, tengo actividad, para que por favor me cuidés”.

En San Antonio de Prado ha aumentado, desde finales de los 90, la agroindustria porcina y avícola que demanda agua para los animales y salidas para el estiércol. Entonces, la microcuenca tiene que abastecer a más marranos y recibir más lixiviados que se escurren por las montañas hasta el cauce de la quebrada.

Jeisson Bedoya, antropólogo pradeño, recuerda que de un momento a otro la quebrada cambió su aspecto y sus piedras se volvieron lamosas. Supone que se debe a los desperdicios orgánicos, se queja y luego recuerda el olor: “Es tan abominable que, por la tarde y por las noches, se filtra por toda la cuenca y yo desde mi casa lo siento”. Vive en Pradito, un barrio del corregimiento a cinco kilómetros de las actividades agroindustriales y los vertimientos.

| Leidy Restrepo Mesa leidy.restrepom@udea.edu.co

Al frente del último que cerró, se instaló en 2016 Biociclo, una empresa que produce fertilizantes a partir de residuos orgánicos. Según los vecinos, el olor de sus actividades es fuerte, desagradable y los perjudica. Un habitante de la zona cuenta que una de sus empleadas renunció porque se sentía enferma al trabajar allá. Esta es solo una de las presiones sobre la Doña María: otras empresas agroindustriales y la expansión urbana ensucian sus aguas cada vez menos claras.

Más que agua para bañarse

La quebrada Doña María es la tercera microcuenca más importante para el río Medellín por la cantidad de agua que le aporta. Nace en el cerro del Padre Amaya, en San Antonio de Prado, y desciende por ese lado de la cordillera, regando el corregimiento hasta llegar sucia, furiosa y maloliente al río Medellín, en Itagüí.

Según el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA), en la Doña María hay problemas con el manejo de vertimientos, falta de mantenimiento de pozos sépticos, mala disposición de residuos sólidos, lejanía de los puntos de acopio de basuras y falta de cultura ambiental de las comunidades que viven cerca de la quebrada. Además, hay problemas de deforestación, disminución o remoción de la cobertura vegetal de las riberas, así como asentamientos informales alrededor de la cuenca y cercanía de porquerizas y ganadería.

Ana María López, bióloga de la Corporación Pro Romeral, una organización que propende por la recuperación de los ecosistemas y las microcuencas en Antioquia, ubicada en San Antonio de Prado, explica que la razón es el mal manejo de la porquinaza (un fertilizante orgánico obtenido de los excrementos de los porcinos) por falta de alternativas como biodigestores: “La porquinaza, que desde las prácticas ancestrales se usa para fertilizar el campo y los pastos, llega a la quebrada cuando llueve, por escorrentía o por infiltración”.

La Doña María es una de las quebradas priorizadas en el Plan de Ordenamiento del Recurso Hídrico (PORH) del 2019 del río Aburrá-Medellín, contratado por el AMVA para administrar de manera eficiente el agua. Sin embargo, la comunidad no ha visto acciones que den cuenta de esa priorización. El 28 de diciembre de 2023, la UdeA actualizó la reglamentación de usos del agua y vertimientos en la quebrada mediante un convenio interadministrativo con Corantioquia y el AMVA. Sin embargo, esa reglamentación solo contempla las descargas directas, así que la caída de porquinaza por escorrentía no es tenida en cuenta.

Los habitantes del sector mencionan algunas empresas de agroindustria que tiñen de rojo y llenan de una espuma alta las quebradas que irrigan a la Doña María. “Sobre todo como a las cinco de la mañana uno ve bajar la quebrada Larga (afluente de

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Las que antes eran las instalaciones de un balneario ahora le pertenecen a Biociclo, que realiza sus actividades alrededor de la quebrada Doña María, en San Antonio de Prado. Foto: Leidy Restrepo Mesa.

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la microcuenca) así, roja y toda cochina”, dice uno de ellos, quien decidió no revelar su nombre por miedo a represalias.

Para Ana María, la microcuenca no es solo el agua, sino todo el ecosistema asociado. Un cambio evidente, según la bióloga, es la disminución del caudal debido a la pérdida de vegetación que conservaba la humedad. Además, el servicio de acueducto y las actividades porcícolas, avícolas y ganaderas demandan mucho más recurso hídrico, según la última reglamentación de usos del agua y vertimientos que hicieron Corantioquia y el AMVA en 2023. Y, en clima seco, el índice de uso del agua es “alto” o “muy alto” en 18 de las 28 microcuencas analizadas.

En 2017, la Corporación Pro Romeral hizo un estudio para evaluar la calidad del agua de la Doña María mediante macroinvertebrados y variables fisicoquímicas. Ana María participó y cuenta que en la parte alta de la quebrada encontraron macroinvertebrados que dan cuenta de una buena calidad del agua, “como unos odonatos, que son libélulas de un género que solo vive en aguas limpias”. Pero en los tramos medio y bajo, a medida que en los bordes de la quebrada hay menos árboles y más fincas agroindustriales “encontramos macroinvertebrados que son de aguas sucias, por ejemplo, larvas de mosquitos y otros dípteros”.

Luego, en 2020, Corantioquia concluyó que el tramo del río Aburrá donde desemboca la Doña María incumplió sus metas globales de carga contaminante, tanto en el parámetro que mide la presencia de oxígeno en el agua como en el que mide la suspensión de residuos sólidos en las corrientes. En la última medición del índice de calidad del agua que hizo Corantioquia en 2023, cuatro de los puntos de la quebrada tienen calidad “aceptable” y dos, “buena”.

Amenazados

Como edila en la Junta Administradora Local (JAL) entre 2020 y 2023, a Génesis Vélez, lideresa social pradeña e historiadora, los habitantes del sector le contaron que cuando los funcionarios de medioambiente van, en ocasiones “los sacan de allá amenazados”. Y en sus proyecciones a futuro, el PORH menciona que los grupos armados ilegales pueden influir en la implementación de acciones para el ordenamiento del río Medellín. Pareciera que esta problemática también puede afectar a la Doña María, que aporta el 5.7 % de la oferta hídrica del río. Dicen los vecinos de la lideresa y de la quebrada que por situaciones de orden público “los funcionarios no pueden hacer nada”, que “un cartógrafo o un geólogo van a ir a mirar el suelo y los sacan”. Sin embargo, Corantioquia asegura que en el último proceso de reglamentación “no se han reportado novedades relacionadas con problemas de orden público que hayan afectado de alguna manera a personal de Corantioquia o del convenio”.

Pero las presiones no son solo de actores armados. Para Ana María, en San Antonio de Prado pesa mucho el poder de algunas familias dueñas de la agroindustria. “¿Qué les va a decir uno? Puede solicitar una revisión por medio de Corantioquia, pero puede que eso le juegue la mala a uno y ahí sí qué miedo”. Génesis dice que ni Corantioquia ni el AMVA le prestaban acompañamiento ante denuncias de la comunidad: “Si yo como edila y presidenta de la JAL les pedía cita, nunca llegaban”. Corantioquia contestó que “no cuenta con una unidad de atención de emergencias ambientales”, pero que sus canales de recepción de peticiones o quejas ambientales están disponibles y son atendidas “de acuerdo con la capacidad operativa”.

El año pasado, Génesis decidió dejar su liderazgo debido a que recibió amenazas. “Yo ya dejé toda mi constancia en la Fiscalía y me separé de esos espacios”, dice. Está cansada de que la plata y las empresas muevan políticamente el territorio: “¿Cómo se va a poner a pelear uno con eso? Lo matan”.

San Antonio de Prado se juntó entre 2012 y 2013 en un movimiento social en contra del relleno sanitario El Guacal, que servía a Envigado, y hasta lograron su cierre. Pero, según Génesis, “ya no hay esos jóvenes, ya no hay esas fuerzas, ya nos da miedo”.

Ana María cuenta que en el movimiento #NoMásGuacal, la Corporación Pro Romeral

encontró que el lixiviado que emanaba del relleno contaminó algunos afluentes de la Doña María. También dice que en la quebrada “se hicieron estudios y encontraron algunas trazas de mercurio, de metales pesados y otras cosas” que, junto con la ganadería y la porcicultura, terminaron de aporrear la quebrada y su biodiversidad. En El Salado, donde quedaban las playas, no se volvieron a ver peces “y si se ven son los corronchos chiquititos, pero no se ven, por ejemplo, los capitanes grandes que incluso los viejos iban a pescar allá”, recuerda Ana.

En enero de 2024, en la casa de Manuel se hizo una reunión comunitaria citada por el Área Metropolitana. En un mapa de la Doña María y sus afluentes, los asistentes ubicaron los que consideran puntos críticos. La reunión era para 25 personas, y apenas llegaron 10 o 12. “Pero mejor”, dice Manuel, porque si hubieran llegado “ciertas personas”, no habrían podido hablar.

Parir construcciones y casas

Quizás por su femenino nombre –bautizada así por recorrer en la Colonia las tierras de doña María de Quesada– o por ser despreciada como tantas de las corrientes que descienden estas montañas y terminan en el Valle de Aburrá, a la Doña María la han alabado, disfrutado y ultrajado desde que la habitaban los indígenas.

Y debe ser de tanto parir material que con los años la quebrada se fue haciendo doña.

“De esa quebrada se sacó mucho material, todos mis tíos trabajaron allá y yo tuve una novia que es la nieta del que explotó esa cantera desde los años 60”, cuenta Jeisson. Extraían arena, gravilla y todo el material de playa, incluso el caolín con el

que hacían porcelanas en Caldas, hasta que Corantioquia la cerró, dice el antropólogo, quien creció alrededor de la Doña María. Para la sociedad pradeña esa actividad en la quebrada fue muy importante, pues con esa piedra se construyeron edificaciones como la fachada de la iglesia principal del corregimiento, cuenta Génesis como historiadora. Además de inmuebles, también crecieron oficios como el de arenero o gravillero. “Todavía, si usted va a la quebrada, ve algunas personas recogiendo todo eso”, continúa. Todo ese material lo extraían sobre todo del tramo en la vereda El Salado. Por eso, el sector adoptó el nombre Las Playas, y entonces, desde Medellín y sus alrededores, empezaron a subir a hacer paseos de olla y tirar charco. Así, a la Doña María le crecieron en sus curvas los balnearios que luego quedaron abandonados.

Olores ofensivos

El PORH reconoce que el Plan Integral de Ordenamiento de Microcuencas (PIOM) de 2007, elaborado por la Alcaldía de Medellín, es la principal fuente de información sobre las condiciones de oferta hídrica en la subcuenca

Doña María. Pero los usos del territorio han cambiado mucho en estos 17 años.

El PIOM, por ejemplo, identificó 36 usuarios que requerían análisis para determinar si realizan vertimientos en la Doña María. Sin embargo, la reglamentación vigente desde diciembre del 2023 identificó 114 usuarios generadores de vertimientos, de los cuales 107 son residenciales y siete son de uso no doméstico.

Pero el agua no es la única que padece las consecuencias de las actividades

alrededor de la Doña María. “Cuando yo paso por ahí me da mucho dolor de cabeza, incluso se ha registrado en la Secretaría de Salud de Medellín que muchas personas de la vereda El Salado han tenido afecciones respiratorias”, cuenta la bióloga Ana María. Su hipótesis es que estas podrían ser causadas por el uso de componentes o acelerantes químicos en el procesamiento de residuos.

Por ahora, Corantioquia tiene en trámite las quejas sobre olores relacionadas con las operaciones de Biociclo. Después de inspeccionar las instalaciones de la empresa, le ordenó presentar en 2018 un Plan para la Reducción de Impacto por Olores Ofensivos (PRIO) en las actividades de transformación de residuos orgánicos, material vegetal y lodos no peligrosos en abonos y fertilizantes. En respuesta, Biociclo presentó un PRIO mejorado en noviembre de ese año, que incluía estrategias y medidas técnicas para abordar las preocupaciones ambientales. Sin embargo, tras la evaluación, Corantioquia le requirió a Biociclo realizar ajustes adicionales para cumplir plenamente con los estándares establecidos.

Además de la porquinaza y los olores de empresas como Biociclo, a la Doña María le andan creciendo “unos barrios subnormales, ilegales, informales, alrededor de la cuenca. Se están construyendo casas que no respetan la ley ambiental de 20 metros” hasta el cauce, cuenta Génesis. En esas casas no cocinan con el agua que les pasa por el lado, sino que la ensucian más. Poco a poco, la Doña María se quedó sin playas y se están quedando sin agua los habitantes de San Antonio de Prado.

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Antioquia Informe
Las casas y los asentamientos informales se convierten en la orilla de la quebrada a la altura del tramo medio del cauce de la Doña María, aunque la ley dicta que deben respetar una distancia de mínimo 20 metros. Foto: Leidy Restrepo Mesa.

A 3754 kilómetros del “sueño americano”

Necoclí solía ser, sobre todo, un destino turístico frecuentado por personas que buscaban vacacionar.

Ahora es una parada en la odisea de miles de migrantes que día tras día salen de allí con la esperanza de llegar a Estados Unidos. Dos profesores y 23 estudiantes de Periodismo de la UdeA estuvieron allí a finales de enero de 2024 para investigar sobre la crisis migratoria.

El mar Caribe se llevó tres vidas la tarde del 29 de enero de 2024. Una lancha en la que viajaban 41 personas se volcó y hundió cuando atravesaba el espacio marítimo de Unguía, Chocó. Las víctimas mortales del accidente fueron dos niños y la madre de uno de ellos. Así nos recibió Necoclí.

Desde allí hacia la selva del Darién salen entre 1000 y 1200 migrantes al día, según Wilfredo Menco Zapata, personero municipal. Pero llegar a Necoclí no es sinónimo de subirse a un bote hacia el Darién; para eso hay que tener dólares. No todos los migrantes cuentan con el dinero que los “guías” exigen para transportarlos, su mejor alternativa es vivir en la playa hasta conseguir el dinero que les falta.

Dormir así, vivir así

El paisaje en el Malecón de las Américas, playa de Necoclí, es el de cientos de carpas armadas junto al mar. Cuerdas y ramas de árboles sirven para colgar la ropa. Los “colchones” son tapetes de los que se usan para hacer yoga. Si están bien equipados, el techo es un plástico que los protege de la lluvia. “Lo más duro de todo esto es dormir así, vivir así”, dice Maryelbis, migrante venezolana que vive a la orilla del mar.

En la playa hay quienes viajan solos y quienes viajan en grupos grandes, a veces de amigos, otras veces de familias; todos a la espera de conseguir el dinero para irse.

En la familia de Mariel son nueve en total: cinco adultos y cuatro menores. Su migración empezó hace cinco años, cuando dejaron Venezuela y se fueron a Perú. Allí no encontraron la vida que buscaban, por lo que decidieron emigrar a Estados Unidos. Están varados en Necoclí porque al llegar no tenían el “impuesto” que cobran los grupos armados que controlan la zona, así que tienen que reunir esa plata allí. Mientras algunos de la familia trabajan en el pueblo, los demás piden limosna. Con eso hacen suficiente para sobrevivir y juntar de a poco lo necesario para irse. Al momento de este reportaje, solo les faltaba el “impuesto” de una persona para poder viajar.

Aunque la playa es un lugar duro para vivir, hay personas y organizaciones que tratan de hacer este tránsito más fácil para

Cada día salen lanchas como esta cargadas de migrantes. Quiénes van en cada una y hasta dónde llegan depende de cuánto puedan pagar. Foto: José Manuel Holguín.

el migrante. Las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, de la arquidiócesis de Apartadó, son cuatro monjas que, entre otras cosas, crearon un comedor donde cientos de migrantes comen cada día. Funciona con recursos de la arquidiócesis, la ayuda de las mujeres que cocinan a diario y de las voluntarias que hacen el proceso de registro de los migrantes para que reclamen su almuerzo.

Ana Fajardo es la monja que menos tiempo lleva en Necoclí, apenas 10 meses para ese momento. Es de Pasto, pero ya recorre el territorio como si fuera local.

Mientras caminaba, migrantes, policías y habitantes le pedían la bendición; hasta un cambista que cargaba con un gordo fajo de dólares en sus manos se inclinó a su paso para ser santiguado.

También está la Tienda Humanitaria que regala implementos de higiene personal.

A diario llegan entre 60 y 80 personas y allí les entregan los artículos que manifiesten necesitar. Esta es una de las iniciativas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Necoclí, así como tres tanques de agua potable (ver página 12).

Un padre con dos niños en brazos llegó a la tienda. Le entregaron papel higiénico, crema dental y jabón; además, le dieron un fular portabebés. Le enseñaron cómo doblarlo y, una vez lo amarró a su pecho, cargó al niño menor en él para probar que funcionara; el niño de cabellos dorados reía mientras su padre lo acomodaba; cuando por fin estuvo bien, el padre lo miró y sonrió, le besó la frente y salió con él en su pecho y su otra hija agarrada de la mano.

Niñez en tránsito

De cada 10 migrantes, tres son mujeres lactantes con niños en brazos, según el personero Menco. Y de acuerdo con Unicef, entre enero y octubre de 2023 cruzaron por Necoclí 99.995 menores de edad.

En Necoclí los niños saben que van de paso y que su destino es Estados Unidos. Pueden estar un día jugando en la playa con

Mariel comenzó a migrar hace cinco años con su familia. Fueron hasta Perú, pero al no encontrar lo que buscaban emprendieron hacia Estados Unidos. Foto: José Manuel Holguín.

otros niños, y al otro subidos en una barca rumbo al Darién. Para quienes no se han ido es normal verlos irse, y para los que se van, parece que no les duele hacerlo. Aunque para muchos de ellos el viaje puede ser como una aventura, están más expuestos a los riesgos del camino y migrar con ellos puede ser más difícil para los adultos que los llevan. La iniciativa Espacios Seguros de la organización Goal es un intento por brindarles a los niños un lugar apropiado en medio de tanto caos. De lunes a viernes, Geraldyn Mendoza, psicóloga del proyecto, acomoda las mesas y sillas coloridas para iniciar las actividades. Allí juegan, aprenden un poco, se conocen entre sí y comen un refrigerio que para algunos es su desayuno. Los niños llegan temprano para ayudarle a Geraldyn en la tarea. A este espacio, que va de 9:00 a 11:30 de la mañana, pueden llegar a asistir más de 50 y hasta más de 90 niños. Siempre tiene que ir un padre o acudiente. Algunos se quedan con ellos, otros aprovechan esas dos horas para ir a trabajar.

Para muchas madres, el programa es una guardería mientras ellas recogen dinero. Pero Geraldyn explica que el programa no pretende ser una escuela, sino que está orientado al cuidado emocional en medio de la migración. Para ese momento, ella no sabía si el programa continuaría después de febrero. El jueves primero de febrero, cuando Geraldyn y los niños iban a armar sus mesas bajo la carpa de siempre, se encontraron con que el dueño del restaurante al lado de donde solían acomodarse había puesto sus mesas y sillas desde temprano en donde ella trabajaba con los niños, aunque él no abriera su restaurante sino en horas de la tarde. Ese día tuvieron que hacer las actividades en un espacio descubierto en la playa. La suerte hizo que lloviera, por lo que, para no mojarse, Geraldyn decidió meterse a la carpa con los niños, aunque el dueño hubiera dispuesto sus asientos en ella. Tan pronto ella metió a los niños, salió el hombre del restaurante con cara de disgusto. No armó problema, pero miró feo todo el rato.

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Natalia Moncada.

La mirada de los necocliseños

La primera vez que los habitantes de Necoclí vieron un gran número de migrantes fue durante la pandemia. Por el cierre de las fronteras, cientos de haitianos quedaron varados en el municipio. Aunque antes de 2020 también pasaban personas, no eran los 1000 migrantes diarios de la actualidad. Antes, Necoclí era solo un destino turístico. Hoy el comercio gira en torno a la migración. Por la playa hay gran cantidad de tiendas y carritos que venden carpas y tapetes para dormir, cocinetas, botas de caucho y muchos otros elementos que les son útiles a los migrantes. Pero este cambio ha afectado a aquellos que viven de negocios turísticos como hoteles, restaurantes y bares, y muchos necocliseños se sienten descontentos con la situación migratoria. “Los migrantes tienen que retornar a sus ciudades de origen o continuar su ruta, pero no se pueden quedar aquí en el territorio”, declaró el personero Menco.

Jarlene Rentería tiene un quiosco junto al mar en el que vende licores y comidas para tardear; además, sus padres son dueños de un hotel. Para ella el principal problema no son los migrantes, pues la población se solidariza con ellos, sino los medios de comunicación que solo llegan a “ensuciar” la imagen del pueblo, lo que le resta atractivo para los turistas. Según ella, los medios malinforman y exageran: “Dicen que las playas están todas llenas de migrantes y no todas lo están”. En efecto, los migrantes se concentran en una parte del Malecón de las Américas.

Jarlene también cree que la administración local ha sido insuficiente para lidiar con la problemática. Esta es una queja común entre los necocliseños, tanto que hasta las hermanas franciscanas cuentan que en la zona la fuerza pública solo hace acto de presencia. “Ellos no son la autoridad”, dice una de ellas. Para Menco, “el Gobierno central es el principal responsable y es el que debe apoyar, porque la migración es una política de Estado, es él quien debe confrontar esos fenómenos”. Su rol como personero es velar por la seguridad y el respeto a los migrantes, pero, a veces, cuando habla de ellos, su opinión transmite algo que se siente en mucha gente de Necoclí: rechazo.

La situación es compleja. Por un lado, los habitantes de Necoclí que viven del turismo afirman verse afectados económicamente y en su estilo de vida. Pero lo que buscan los migrantes es un bienestar que no han encontrado en su propio país. Frente a este dilema, algunos se aventuran a dar soluciones, pero todos coinciden en que el Estado como responsable se ha quedado corto.

Eduardo Noreña es un empresario hotelero que propone crear un gran albergue para migrantes. Noreña fue marino mercante durante 22 años. Navegó el mar Mediterráneo y las costas africanas. Allí conoció el Centro de Recepción de Inmigrantes de Lampedusa, una isla italiana que se ha convertido en el principal punto de entrada de migrantes africanos a Europa. Según Noreña, un lugar así mejoraría la situación en el municipio. Guillermo Cardona, alcalde de Necoclí, cuenta que el Ministerio de Igualdad y Equidad planea construir un alojamiento transitorio para migrantes en Necoclí en predios cedidos por la Sociedad de Activos Especiales.

Ahora bien, estos lugares no son garantía de que la situación se solucione. Lampedusa es un ejemplo de lo difícil que pueden llegar a ser estos alojamientos, pues ha enfrentado muchas situaciones complicadas durante su existencia; la más reciente fue en septiembre de 2023, cuando 6000 migrantes llegaron de golpe y Francia se negó a recibirlos, lo que causó un estancamiento en el albergue.

Al igual que Jarlene Rentería, Noreña considera que la administración local no ha sabido enfrentar esta problemática: “Son unos analfabetos en el tema migratorio, prefieren gastarse la plata que les llega en plásticos para repartir que en hacer algo para una solución a largo plazo”, apunta. El alcalde Cardona, con cuatro meses en el cargo, asegura que su intención es ponerle fin al caos de la situación migratoria y “organizar” este fenómeno.

Migrantes de primera clase

Algo tienen en común Eduardo Noreña, Wilfredo Menco y Jarlene Rentería, más allá de trabajar en Necoclí: coinciden en que el problema no es la migración en sí, sino la migración del que no tiene plata. El que tiene dólares aporta; el que no, es un problema.

Los coyotes, o guías, como se hacen llamar, que transportan a las personas por el mar, manejan diferentes precios. Por 350 dólares por persona la lancha llega hasta Acandí; por 420 dólares va hasta Capurganá; y por 750 dólares llega hasta Carreto, en Panamá (estos valores incluyen el impuesto para los grupos ilegales). Arrancar desde Acandí es la opción que más tiempo toma para cruzar el tapón del Darién. Capurganá ahorra unos días de viaje a pie, pero llegando a Carreto las personas evitan por completo el tramo más difícil de la selva, pues llegan directamente a Panamá. En estos precios está incluido el “impuesto”. Para los menores de 12 años los precios cambian, ellos pagan menos de la tercera parte de los adultos. En estos meses, a Necoclí llegan migrantes de Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador y Haití, de algunos países africanos, así como de países asiáticos como Afganistán, China, Japón o Turquía. Estos últimos suelen llegar con más dinero. En la orilla de la playa es normal encontrarse grupos de chinos, japoneses o haitianos que buscan cruzar el Darién, duermen en hoteles y no permanecen allí más de uno o dos días. Llegan, comen sus tres comidas diarias y luego se van, es el plan que les venden. Luego viajan directamente a Carreto.

Para Jarlene, Eduardo y Wilfredo hay una migración positiva para el sector hotelero y turístico del municipio. Coinciden en que esto al pueblo no le molesta, que son quienes duermen y se quedan en la playa los que generan los problemas. Incluso, a estos migrantes más adinerados se les separa de los demás en los botes. Tratamos de hablar con algunos de ellos, pero con señales nos hicieron entender que no podían hacerlo.

En medio de esta estratificación intervienen grupos armados ilegales que operan en el Urabá antioqueño. Hablar de ellos en Necoclí es difícil por el miedo de las familias migrantes. Lo que sí podemos decir es que esos grupos son quienes controlan desde la salida y llegada de las lanchas hasta algunos temas que los migrantes no deberían hablar con periodistas.

Un largo camino por delante Entre la decisión de migrar y la llegada a Necoclí pueden transcurrir semanas, meses y hasta años; para algunos ese camino ha traído miedo y dolor, como también la esperanza de que su destino valdrá la pena. Pero, independientemente de cuánto lleven andando o cómo haya sido su proceso, Necoclí no es la meta, sino tan solo la entrada al tramo más peligroso de la ruta.

A Necoclí le sigue el tapón del Darién, 97 km de una selva peligrosa en la que los amigos se desconocen ante la más mínima caída, según dicen algunos de los migrantes con quienes nos cruzamos. Algunos son optimistas y van en grupo, dispuestos a apoyarse; otros más solitarios creen que la compañía es inútil, pues cada uno debe valerse por sí mismo y si se caen deben levantarse solos. En 2023, Samira Gozaine, directora general del Servicio Nacional de Migración, de Panamá, reportó que hasta junio de ese año se habían encontrado 27 muertos en la ruta del Darién, pero ese número puede ser mayor, ya que el difícil acceso y la falta de registro de quienes pasan hacen que recuperar los cuerpos sea una labor muy complicada.

Tras el tapón, quedan seis países por cruzar, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, para llegar, finalmente, al tan anhelado destino: Estados Unidos. Entre el Darién y la frontera con ese país hay unos 3754 kilómetros de distancia, y durante este trayecto corren el riesgo de ser víctimas de robo, homicidio, discriminación, trata de personas, extorsión y otras violencias.

El camino es largo, duro y peligroso, pero desde Necoclí los migrantes sienten la esperanza de estar cada vez más cerca de su destino. Hay miedo en sus voces cuando hablan de la jungla o del riesgo de naufragar y morir en el mar, pero les brillan los ojos cuando hablan del sueño americano. Solo quien decide echar su vida en un morral y caminar el mundo buscando una mejor vida entiende que la migración significa el sueño de una vida mejor. ¿Y quién puede culparlos por soñar con eso?

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El paisaje habitual del Malecón de las Américas, en Necoclí, incluye carpas, plásticos y ropa colgada en tendederos improvisados. Foto: A Espacios Seguros, un espacio de acompañamiento emocional de la organización Goal, podía acudir cualquier menor de edad. Foto: Isabel Sepúlveda.

Conservar la esperanza mientras se arriesga la salud en la migración

En los últimos tres años, Necoclí ha sido punto de convergencia para miles de personas que se encuentran en proceso de migración por la selva del Darién. La mayoría se amontonan en las playas, lo que genera problemas de salubridad que están siendo abordados por diversos organismos.

Las pequeñas huellas de Haziel y Pablo quedan marcadas en la arena mientras exploran el lugar en el que permanecerán durante varios días. Haziel tose ligeramente, lo que indica que aún tiene secuelas de la enfermedad que lo afectó hace apenas unos días. Milei y Bresia, sus padres, los observan y se aseguran de que no se alejen. Esta familia dejó atrás su hogar en la selva del Perú para adentrarse en lo desconocido, en busca de lo que para ellos es un futuro mejor. Ahora están en una playa de Necoclí, en el Urabá antioqueño. Milei es venezolano, mientras que Bresia y los niños son peruanos. Pablo tiene cinco años y Haziel tres. Antes vivían en Atalaya, en el departamento amazónico de Ucayali, donde él trabajaba como soldador y ella como mesera. A pesar de sus dos ingresos, no lograban reunir suficiente dinero para sobrevivir. Decidieron que querían probar suerte en Estados Unidos, por lo que vendieron la mayoría de sus pertenencias y emprendieron el viaje con la esperanza intacta. El trayecto de seis días en bus desde Perú hasta Colombia no fue fácil: lidiaron con conductores poco amables que querían cobrarles por los niños, aunque los llevaran cargados, pasaron por Lima, atravesaron Ecuador, llegaron a Cali y terminaron en la playa de Necoclí el 25 de enero de 2024. El lugar que los recibió está a la orilla de un mar amarronado que mezcla las aguas del Caribe con las del río Atrato y es un punto estratégico para quienes se atreven a cruzar el tapón del Darién. Según Migración Colombia, en enero de 2024 hubo 26.196 salidas de personas desde Necoclí. Milei y su familia se quedan en la playa Malecón de las Américas, donde improvisaron un refugio con una carpa y algunos plásticos. Este lugar es el punto de reunión para cientos de migrantes, quienes duermen en carpas y hamacas dispuestas unas junto a otras. Allí también está Mary, una de las tantas personas que han permanecido en el municipio durante meses mientras reúnen el dinero necesario para continuar. Llegó desde Venezuela con su hija Susi y llevan más de un año en Necoclí.

La carpa de Mary está a varios metros de la de Milei y los suyos. Es 31 de enero. Esta mañana, como siempre de lunes a viernes, reciben la visita de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada. Una de ellas es Ana Alicia Fajardo; ella y sus tres compañeras recorren la playa para interactuar con los migrantes y “brindarles un mensaje de esperanza” junto con un ficho que les permitirá recibir un plato de comida.

El alimento se distribuye en una casa de la iglesia. Bajo un intenso sol de mediodía los migrantes caminan de 15 a 20 minutos desde la playa hasta allí. Cada uno lleva algún recipiente para recibir la comida mientras que, en la casa, varias mujeres la preparan. Las ollas están llenas de alimentos para un poco más de 300 personas. A la una de la tarde, el almuerzo está listo. Ordenados en fila, pasan a recibir sus porciones, que hoy son de arroz con lentejas y guandolo. Desde hace meses está en construcción un comedor en un terreno perteneciente a la diócesis de Apartadó.

Gracias a estas ayudas, Mary y su hija no han pasado hambre. Ella se gana la vida colocando cartones sobre las motocicletas para protegerlas del sol, y por esto recibe algunas monedas. “Las hermanas nos brindan mucha comida. Gracias a ellas y a Dios no pasamos hambre aquí”, dice mientras sonríe. Los sábados, la iglesia protestante Catedral de la Fe provee los alimentos. Los domingos, los migrantes deben procurarse su comida, ya que las organizaciones descansan. Mary cuenta que esos días va a una pollería donde le regalan algo para comer.

Un hospital insuficiente Pablo y Haziel tienen sus estómagos llenos. Esto alivia a sus padres, quienes no pueden evitar sentir preocupación por ellos. El que más los inquieta es Haziel, que en los últimos días ha tenido tos y dificultades para respirar. Milei lo llevó a la Cruz Roja, donde lo examinaron y le brindaron algunos

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Los problemas de salud prevalecen entre la población migrante. Las afecciones más frecuentes son las enfermedades respiratorias, virales e intestinales, así como las erupciones cutáneas. Foto: César Alzate Vargas. La hermana Ana Fajardo es originaria de Nariño. Su vocación la trajo a esta zona en 2023 para brindar acompañamiento y apoyo a “los hermanos migrantes”, como los llama. Foto: Juan Felipe Restrepo Cano.

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medicamentos. Ahora, la tos ha disminuido, pero la curiosidad del niño va en aumento. Está en la etapa de querer descubrir, tocar, oler y llevarse a la boca todo lo que encuentra, por lo que Bresia está pendiente de él y le retira lo que podría representar un peligro. En 2021, la Cruz Roja estableció un puesto de salud en la playa para brindarles servicios médicos, enfermería, primeros auxilios, apoyo psicológico y medicamentos a los migrantes varados en Necoclí. Antes de eso, la atención a los migrantes era diferente, como anota monseñor Hugo Torres, quien entre 2014 y 2023 fungió como obispo de Apartadó y ahora es el arzobispo de la arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia. Durante su gestión en Urabá, Torres lideró acciones para defender los derechos de los migrantes en el territorio, con la coordinación de recursos internacionales y la colaboración de los gobiernos locales para proteger a esta población.

Monseñor Torres se destaca como una voz comprometida con la defensa de los derechos de los migrantes en esta región. Desde Santa Fe de Antioquia, sigue interesado por la situación. Recuerda que hasta antes de la llegada de la Cruz Roja, la diócesis se encargaba de cubrir los gastos de atención médica de los migrantes en el hospital, donde si bien se les brindaba atención en caso de urgencias, no se les garantizaban otros servicios. No olvida el caso de una migrante que se fracturó una pierna: estuvieron pendientes de ella, la llevaron a un médico particular y cubrieron los gastos médicos.

La intervención de la Cruz Roja también ha contribuido a aliviar la carga sobre el hospital municipal, San Sebastián de Urabá. Neyder Pupo Negrete, quien hasta marzo se desempeñó como gerente, explica cómo la institución aborda esta situación: “Brindamos atención de urgencias a los migrantes, ya sea que tengan o no seguridad social. El año pasado, teníamos contratos con la OIM [Organización Internacional para las Migraciones] para la atención de mujeres embarazadas, y este año estamos renovando esos contratos”.

Pupo señala que desde el 2023 ha habido una reducción en la cantidad de migrantes que acuden al servicio de urgencias, que actualmente oscila entre cinco y diez al día. El punto álgido se registró en 2021, durante un represamiento que resultó con la llegada de entre 80 y 90 migrantes diarios a urgencias. La mayoría de las consultas estaban relacionadas con enfermedades virales como diarrea e infecciones respiratorias. En los casos en que por la complejidad de la afección no se puede atender en el San Sebastián, el paciente es remitido a Montería, Apartadó o incluso Medellín.

La OIM respalda con equipos biomédicos y asistencia financiera, valorada en cerca de 15 millones de pesos al mes. Así mismo, el municipio contribuye con una cantidad similar para los servicios de urgencias. ¿Son suficientes esos 30 millones que recibe el hospital para satisfacer las necesidades de salud de los migrantes? El exgerente sostiene que no: “Incluso me vi obligado a emprender acciones de cobro coercitivo contra el municipio debido a una deuda de 800 millones de pesos que había quedado sin respuesta. El municipio afirma carecer de fondos, y es cierto, Necoclí enfrenta dificultades para hacer frente a la carga que representa la población migrante en este momento”. Necoclí es un municipio de sexta categoría, es decir, de los que tienen menos habitantes y menos ingresos anuales.

Pupo Negrete percibe que entre el municipio, el departamento y el Gobierno nacional evaden sus responsabilidades económicas con el hospital. Sin embargo, a finales de 2023, este recibió la tan necesaria inyección de recursos cuando el Ministerio de Salud y Protección Social le asignó 3200 millones de pesos. Pupo espera que su sucesor sea capaz de asumir el liderazgo de la institución, especialmente si ocurre otro pico migratorio similar al de 2021.

Agua potable para lavar ropa En Necoclí no es recomendable tomar agua directamente de la llave porque, aunque su fuente es pura, las tuberías por las que pasa están tan viejas que la contaminan; el agua que llega a las casas puede tener

un sabor salado o un color blanquecino. Al caminar por el pueblo se evidencia que uno de los productos más vendidos es el agua embotellada, a pesar de que existen formas de acceder al líquido gratis. La Unicef contribuye con tres tanques de agua apta para consumo humano que tiene dispuestos en varios puntos.

Cada tanque tiene capacidad de 2000 litros y se recarga dos veces al día. Aunque lo ideal sería que esta agua se reservara exclusivamente para beber, muchas personas, tanto migrantes como comerciantes locales, la utilizan para otras actividades como bañarse, lavar ropa o limpiar. Milei hace parte de ese grupo porque, según él, no está seguro de su potabilidad. En cambio, opta por comprar botellones de cinco litros que le cuestan 3000 pesos cada uno. Su posición se basa en los rumores sobre que esa agua es impotable, y detrás de esas habladurías hay quienes aprovechan para que vender agua sea un negocio más rentable.

Ante esta problemática, funcionarios de Unicef en la zona garantizan la potabilidad del agua que proporciona la entidad, y explican que es tratada y traída directamente desde el origen del acueducto de Necoclí, por lo que destinarla para otros fines como bañarse o lavar ropa es un desperdicio. Hacer campañas de sensibilización no resulta efectivo, ya que al tratarse de una población en tránsito, quienes están hoy son personas diferentes a quienes estarán mañana; y el voz a voz con la información de sensibilización sobre su uso no se transmite tan rápido como los engaños en torno a ella. Por ahora la imagen de los migrantes bañándose con esa agua perdura, al igual que la desconfianza de Milei.

Bresia se acerca al lugar de la Tienda Humanitaria de Unicef, otra iniciativa mediante la cual esta organización aborda la crisis migratoria. Desde afuera se pueden ver algunos de los productos que ofrecen de forma gratuita, como jabón, papel higiénico, pañales, entre otros. El proceso es sencillo: un voluntario le pide que complete una encuesta; luego, con la ayuda de una aplicación móvil, se determinan los productos que se le deben entregar y se los proporcionan en el momento. Antes se ofrecían kits con productos predefinidos, pero la entidad observó que muchas veces no se utilizaban todos los elementos y algunos eran desperdiciados. Con el modelo actual, la entrega es más efectiva. Bresia regresa a la playa con varios implementos que les serán de gran ayuda, especialmente para ahorrar algo de dinero, que de por sí es escaso.

Cada peso que Milei gasta, ya sea en comida, agua u otros artículos, lo aleja de llegar a Norteamérica con su familia. Para

cruzar el tapón del Darién, él y Bresia deben pagar entre 300 y 800 dólares cada uno; para los niños, la tarifa oscila entre 30 y 50 dólares. Desde la Defensoría del Pueblo hasta el presidente Gustavo Petro afirman que este dinero va para el Clan del Golfo. En este peligroso viaje, algunos de los migrantes pierden su humanidad y se convierten en mercancía, ya que incluso pueden ser utilizados para transportar drogas. Muchos comienzan el viaje, pero no todos llegan; algunos también son consumidos por la selva. Los hijos del primer matrimonio de Milei están en Venezuela y trabajan en las fuerzas armadas. El plan es que ellos le envíen el dinero para costear lo de los niños mientras él se encarga de pagar la cuota suya y la de Bresia. El inconveniente es que con el dinero que tienen solo logran pagar lo de uno, así que mientras están en Necoclí planean ahorrar para recolectar lo faltante. Por ahora, logró que le dieran algunos días de trabajo ayudando a instalar unas tuberías de aguas negras, con eso podrá meter algo a su alcancía y seguir con la ruta. ¿O tal vez no? La duda invade a este hombre que se enfrenta a un dilema para definir el futuro de su familia.

¿Persistir o desistir?

Con voz tenue, Milei se dirige a Bresia y le comparte sus preocupaciones: “Tú y yo no necesitamos demostrarle nada a nadie. Tenemos nuestra familia. ¿Realmente queremos arriesgar todo yendo tan lejos? Si solo fuéramos nosotros dos, no lo dudaría, pero pienso en los niños. No quiero que se enfrenten a tantos peligros. ¿Por qué no consideramos regresar?”. La mujer no logra contener las lágrimas, pues comparte esas inquietudes. La indecisión está latente y solo hay dos caminos.

Si deciden desistir de su idea inicial, no pueden regresar a Perú porque allí no les queda nada; el lugar al que irían es a la patria de Milei, Venezuela, donde llegarían con muy poco. Si deciden continuar, se enfrentan a un enemigo peligroso: la selva. El paso por el tapón del Darién puede extenderse de cinco a 10 días, un trayecto que implica múltiples riesgos debido a la geografía y el clima. La carencia de servicios básicos como agua potable y atención médica afecta especialmente a los niños, como Pablo y Haziel, que corren más riesgos de padecer diarrea, enfermedades respiratorias, deshidratación y, por supuesto, morir. Además, en el recorrido se encuentran con peligros asociados con la violencia sexual, la trata de personas, el secuestro y la extorsión.

La pareja acuerda discutirlo a fondo esa noche y, en caso de tomar la decisión de regresar, dirigirse a uno de los Puestos

Los asentamientos de migrantes generan un aumento de residuos que, en mayor o menor medida, son potenciales fuentes contaminantes del agua y los recursos naturales de la zona. Foto: César Alzate Vargas.

de Atención y Orientación (PAO), donde recibirán información. Los PAO los financia la Agencia de la ONU para los Refugiados, y en Urabá tienen presencia en Necoclí, Turbo y Apartadó, donde ofrecen acompañamiento jurídico a los migrantes que desean permanecer en Colombia o retornar a sus lugares de origen. Migrar es difícil, pero regresar puede ser aún más complicado. Milei conserva la ilusión de encontrar un futuro mejor, ya sea en Estados Unidos o en Venezuela. La mayoría de aquellos que se aventuran en este viaje depositan sus expectativas en un mañana prometedor en tierras lejanas y han desistido de la posibilidad de regresar a su patria y recuperar lo que alguna vez fue suyo.

*Andrés Felipe Bedoya Ospina también participó en la investigación para este reportaje.

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El último día que hablamos con Milei, mencionó que habían tenido suerte porque desde su llegada no había llovido, pues los plásticos que tienen no son suficientes para evitar que sus cosas se mojen. Al día siguiente llovió. Foto: Jhon Stiven Ospina Cardona.

Ganarse la vida antes de cruzar el Darién

De los migrantes que pasan por Necoclí, muchos permanecen allí durante semanas. En su búsqueda de una vida más digna, trabajan para completar lo que cuesta el viaje y, de paso, sobrevivir. Venden empanadas, arepas, cocos, bebidas, ropa de segunda, carpas; también reciclan, limpian la playa, hacen cortes de pelo y delinean barbas; lo que toque, lo que puedan, casi siempre en la informalidad. Con el sustento del día a día esperan ahorrar suficiente para calibrar las brújulas que apuntan a Norteamérica.

| Diego Fernando Vega Granados dfernando.vega@udea.edu.co

Una frase fue suficiente para que Carlos Amoroso aceptara migrar: “Vámonos para Estados Unidos”, le dijo su amigo Juan García al darse cuenta de las pocas posibilidades de progreso que tendrían en su país, Venezuela. La respuesta fue un sí rotundo.

Cuatro días después ya estaban en el Urabá antioqueño, con solo 120 dólares y la sorpresa de que antes de la selva del Darién había una playa en un municipio llamado Necoclí. Sabían que ese dinero no era suficiente, así que decidieron montar un negocio en el que solo dependieran de ellos: vender empanadas.

No sabían hacer la masa ni dónde conseguir el carrito; no sabían cómo ni dónde iniciar, pero lo hicieron. El compatriota venezolano que los ayudaría a cruzar a Panamá les consiguió un puesto por 20.000 pesos al día, y con poco conocimiento, pero muchas ganas, empezaron. Juan aprendió de a poco a hacer la masa, mientras que Carlos recordó las recetas que sabía para preparar el relleno.

Juan García tiene 34 años y es ingeniero de minas. Trabajaba en una mina junto con su familia en Esequibo, territorio de Guyana fronterizo con Venezuela, hasta que el año pasado, según cuenta, el Gobierno venezolano tomó el control sobre este y lo paralizó todo. De tener semanas en las que podía sacar de 30 a 40 gramos de oro, pasó a no tener empleo fijo y a rebuscarse el dinero vendiendo repuestos de carros. Llegó a buscar trabajo en Caracas en enero del 2024 y un día, mientras compraba dólares, decidió irse. Necesitaba compañía para lograrlo, así que contactó a su amigo del barrio, Carlos Amoroso, quien a sus 54 años y pese a ser pensionado de la Alcaldía, pasaba por un mal momento económico. El salario solo le alcanzaba para mantener a su niña de 13 años, su niño de 12 y su esposa, mientras vivían “de arrimados” en la casa de la suegra. Juan recuerda que cuando vivía en Casanay (estado Sucre), un tío suyo le negó una cerveza a Carlos, a pesar de que se habían criado juntos. Según Juan, la razón fue que Carlos estaba mal económicamente. Para él eso fue una humillación y sabía que, si seguía en su ciudad, le podía pasar lo mismo. Por eso, ya en Caracas, pensó en él para que se fueran. Le envió dinero para que llegara allí y al día siguiente iniciaron el viaje. ***

Juan amasa y amasa la harina. Son las 10 de la mañana de un día opaco de finales de enero. La noche anterior intentaron dormir en la playa, pero los mosquitos no los dejaron. Cuando llegaron, unos días antes, pagaron hotel, pero cuesta 60.000 pesos por día y no pueden sacrificar el ahorro de 20 empanadas. Se levantaron a las cinco de la madrugada y los clientes, en su mayoría venezolanos que migrarán a Estados Unidos, acabaron con la segunda tanda de la mañana. Aplasta la masa, agarra una cucharada de relleno de pollo y la agrega. Cierra la empanada con una tasa, quita el exceso de masa, le da forma de luna y la pone en el aceite. Carlos está pendiente de que quede de un dorado perfecto y bien cocinada por dentro para pasarla a los clientes. Llevan solo cinco días vendiendo empanadas frente a la playa donde los migrantes esperan las lanchas para ir hacia Capurganá y ya se dieron cuenta de la rentabilidad del negocio. Para Carlos, las personas tienen que trabajar para conseguir lo que quieren: “Algunos de los migrantes se acostumbraron a dormir en carpa, a que les den la comida y no van a trabajar ni nada. Las personas tienen que trabajar para conseguir lo suyo”.

Mientras el aceite frita las últimas empanadas de la mañana, Juan empieza a recoger los materiales. Comenta que no tenía pensado que su esposa se fuera para Necoclí, pero, como ahora están trabajando, le dirá que la va a esperar para que los tres se vayan o se queden.

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A las cinco de la madrugada, Carlos y Juan sacan su puesto de empanadas venezolanas en el malecón de Necoclí. Foto: Juan José Gómez Agudelo. Ilustración: Sara Uribe de los Ríos. Leidy divide su tiempo entre cuidar a sus hijos, su chaza de mecatos y el trabajo en un bar de la playa. Foto: Juan José Gómez Agudelo. Ilustración: Sara Uribe de los Ríos. José vende bebidas, cigarros y dulces. Ha estado en muchas partes, pero siente que no pertenece a ninguna. Foto: Juan José Gómez Agudelo. Ilustración: Sara Uribe de los Ríos. Turbo trabaja como barbero en Necoclí para conseguir los casi 200 dólares que le faltan para poder cruzar el Darién. Foto: Juan José Gómez Agudelo. Ilustración: Sara Uribe de los Ríos. Carlos y Juan: juntos hasta el que sea su destino

Entretanto, Carlos voltea con una pinza las empanadas que quedan en el aceite. Su propósito es trabajar duro para conseguirle una vivienda a su familia en Venezuela. Piensa en volver. Dice que si le gusta el sueño americano, se queda hasta completar el dinero para la casa y el carro, más un capital para iniciar un negocio en su país. Si el norte no es lo que les han dicho, dinero y oportunidades, están dispuestos a regresar, trabajar de nuevo en Necoclí y buscar un apartamento en arriendo. García lo tiene claro: “El migrante donde le vaya bien, ahí se queda”.

Venden las últimas empanadas y se sientan a descansar sin saber cómo les va a ir en la siguiente jornada, si dormirán en la playa junto con los mosquitos esa noche o si lograrán pasar el Darién. No tienen afán, van tranquilos esperando que todo se les dé. Están seguros de que seguirán juntos en esta travesía. Para donde va el uno, va el otro.

Leidy: enfrentar la propia vida

| Juan José Gómez Agudelo

Son las seis de la mañana y, aunque cuesta levantarse de la colchoneta por el peso del trasnocho, toca empezar el día. La brisa salada azota las paredes de la carpa, el piso está lleno de arena y aún quedan algunos de los zancudos que no dejaron dormir. Leidy* y su familia salen al comedor comunitario. Luego regresan a la playa, a su casa improvisada, para abrir la chaza en la que venden mecato. Ella es una venezolana de 29 años. Tiene dos hijos menores, uno de 13 y otro de siete. Hace tres meses llegó al Urabá antioqueño y su plan es seguir hasta los Estados Unidos “si Dios lo permite”.

Durante su tiempo libre vende paquetes de chicles, galletas, pasabocas y cajetillas de cigarros. Leidy deja a sus hijos a cargo del familiar que esté en la playa y a las 10 u 11 de la mañana abre el bar en el que trabaja por 40.000 pesos diarios. A veces termina de trabajar a las 10 de la noche, otras a las 11, e incluso se ha quedado hasta la una o dos de la madrugada. Todo depende del movimiento de la gente en las noches de Necoclí. Agradece su trabajo actual, pues un mes antes, como peluquera y asistente de cocina, trabajaba más de 12 horas al día por escasos 20.000 pesos. ***

A sus 13 años, en Caracas, la muerte arremetió contra su hogar. Con la ausencia de su padre, sobrevino un dolor profundo. Quedaron su madre, sus dos hermanas menores, ella, corazones fragmentados y varias preguntas sobre la mesa: “¿Qué puedo hacer por mamá? ¿Cómo la puedo ayudar?”. Desde ese momento todas se echaron sobre los hombros la responsabilidad de sostener una casa y sus vidas. Terminó el bachillerato y empezó a estudiar enfermería, pero su sueño es convertirse algún día en abogada en Estados Unidos. Luego llegaron sus hijos y un padre ausente, por lo que tuvo que asumir todo el cuidado. A las adversidades de la vida se les sumaron las complejidades políticas y económicas de Venezuela: vivir era cada vez más complicado y, aunque aparte de la crianza se dedicaba a ser manicurista a domicilio, no bastaba con trabajar hasta el cansancio. En casa empezaba a faltar la comida. En 2018 tomó la decisión de migrar junto con sus primos e hijos. Durante meses caminaron y se enfrentaron a diversas violencias. De Venezuela pasaron a Colombia, de Colombia a Ecuador y de Ecuador a Perú, donde se radicaron. Sin embargo, allí no encontraron lo que buscaban, así que retornaron a Colombia, a Medellín. “La vida del migrante no es fácil, no es pa’ cualquiera”, dice con un hilo de voz.

Cuando aún estaba en Venezuela, su madre le cuestionó la decisión de viajar, pero para ella no se trataba solo de eso, pues su viaje es una forma de “enfrentar la propia vida”. Durante los meses en los que estuvieron en Medellín comenzaron a contemplar la idea de ir hasta Urabá para, posteriormente, llegar

a los Estados Unidos. Dice que no tiene afán de cumplir ese sueño, porque “el que quiere progresar, progresa donde sea, en Colombia o en Estados Unidos”.

Sus hermanas y su mamá se establecieron en Brasil. A pesar de que allí tienen una economía medianamente estable y de que están dispuestas a recibirlos, Leidy dice que no desharían los pasos del camino que han trazado. No tienen el dinero necesario para ir en un transporte seguro y no volverían a pasar por los mismos lugares debido a los riesgos a los que sus hijos y ella estuvieron y estarían expuestos: violaciones, reclutamientos, extorsiones y maltratos físicos y psicológicos.

Llevan tres meses en Necoclí. La playa es su residencia, reciben dos comidas diarias de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, sus hijos están desescolarizados, el resto de la familia trabaja en lo que resulte cada día y se han enfermado por las deficientes condiciones de salubridad. A pesar de todo esto, sus miradas siguen puestas en el otro lado del Darién. Leidy quiere una mejor vida: “Espero poder darle a mi mamá todo lo que no le pude dar en Venezuela y darles a mis hijos todo lo que yo no tuve de pequeña”.

*Nombre cambiado por petición de ella.

Turbo: el artista

| Juliana Betancur Restrepo juliana.betancur3@udea.edu.co

Turbo considera que siempre ha sido un migrante. Desde su infancia, desplazado por la violencia en el Urabá antioqueño, hasta ahora, a sus 30 años, ha estado en búsqueda de un sueño que se encuentra al otro lado del Darién.

‒Siempre me vieron como un artista que tiene la sangre norteamericana ‒dice con su acento caleño marcado y su actitud alegre y tranquila mientras motila a Barranquilla, uno de sus clientes, en la playa.

Sus primeros pasos como artista se inspiraron en Michael Jackson: tenía nueve años cuando la música y las coreografías del rey del pop le mostraron lo que anhelaba para su carrera. Luego llegaron a sus oídos Freddie Mercury, James Brown, y a los 13 años conoció el rap, por lo que 2Pac también se sumó a su lista de referentes esenciales.

Turbo es negro y alto. Tiene los ojos grandes y las pestañas largas. Viste de negro. Una banda azul rodea su cabello corto y rizado de puntas rubias, y sus zapatos, negros con detalles amarillos, combinan con un pequeño bolso brillante del mismo color que cuelga cruzado sobre su pecho.

Apartadó fue la tierra que lo vio nacer y de la que tuvo que huir. Junto con su familia dejó atrás las bananeras antioqueñas y el sol golpeante de Urabá para irse al Pacífico. En ese momento la región de Urabá enfrentaba el cruce de violencias entre las Farc, con su presencia histórica, y los paramilitares en expansión y consolidación. El reclutamiento de menores, al igual que las masacres, era el pan de cada día. ***

Los niños juegan en el mar mientras las señoras lavan la ropa y la ponen bajo el rayo de sol que pega contra las chalupas aparcadas en la playa. Suena “Un osito dormilón” del Binomio de Oro en el fondo. Mientras enmarca el corte en el rostro de su cliente con una cuchilla minora, Turbo cuenta por qué decide cruzar.

‒Es que yo me iba a presentar en el Hard Rock de la Riviera Maya. Su vida artística no se ha limitado a la música, en la que se considera capaz de interpretar desde un rap hasta una salsa o un reggae, sino, también, al baile, el arte que le mostró que era posible salir del país. Turbo clasificó al mundial de freestyle que sucederá en México en octubre de este año, pero solicitó una ayuda a la Secretaría de Cultura del Valle y le fue negada. “Quedé más decepcionado de mi propio país”, cuenta. Animado por uno de sus amigos en Cali, decidió viajar a Necoclí. La competencia es su motivación para ir a México, pero la música es lo que lo impulsa a llegar a Estados

Unidos, donde cree que podrá cumplir su sueño de grabar un álbum completo de su autoría titulado Pensamientos abstractos. ***

Hace calor. Se oye el zumbido del movimiento de la clipper en su ir y volver. ‒La barbería la conocí en el proceso, para subsistir.

La primera vez que tomó la cuchilla fue a los 13 años cuando logró realizar con éxito un corte al menor de sus siete hermanos. Con el tiempo, comenzó a trabajar en peluquerías y barberías y hasta tuvo la suya en Cali, llamada La Perfection porque mientras prestaba servicio militar fue reconocido por ser muy perfeccionista en los cortes. Eso se mantiene.

En la playa de Necoclí su trabajo es meticuloso y busca tener mejores herramientas para mantenerlo así. Por un corte cobra entre 10.000 y 17.000 pesos, dependiendo de la complejidad, y en un buen día puede hacer entre 10 y 11 cortes, mientras que en uno malo hace cuatro o cinco. La mayoría de sus clientes son migrantes y es el “voz a voz” lo que garantiza su trabajo. Ellos saben que, para conseguir el sustento del día, deben verse presentables, aunque estén durmiendo en la arena y no les paguen lo suficiente. ‒Yo tengo una filosofía que se llama “los turbosónicos” ‒comenta mientras sonríe‒. Todo el que se considere un turbosónico es porque es una persona que aporta algo a los demás. Mi música está muy basada en el amor propio, pero también en el amor a la sociedad, al prójimo. Mi lema es “Turbosónicos por siempre”. Espera volver a Colombia porque, aunque su sueño siempre ha sido grabar con norteamericanos, su vida y gratitud están aquí, cerca de sus turbosónicos, una comunidad que hoy suma más de 1000 personas en Instagram, la mayoría de Cali. ‒A veces, en mis adversidades, ellos están escribiéndome que publique videos, que no desista. Entonces eso hace que haga buenos videos y buenas canciones. El apoyo que me dan mis turbosónicos es un apoyo demasiado genuino, demasiado puro, demasiado leal. Ellos me quieren ver en la cima y en eso estoy trabajando. ***

Con delicadeza, Turbo limpia y aplica talco en la nuca de José Russil. Retira la capa azul de Dragon Ball que lo cubre. ‒Él es uno de mis mejores clientes.

José: una ruta para ser chef

| Valentina Aristizabal valentina.urrea1@udea.edu.co

Aunos metros del muelle de embarque de Necoclí, un hombre con una capa de corte de Dragon Ball es motilado por Turbo, un barbero caleño. José Russil espera con los ojos cerrados a que haga su trabajo. La máquina se desliza por el cabello de José como la brisa que acaricia la piel. Se nota tranquilo. Es moreno y tiene unos labios prominentes adornados por una barba corta color castaño oscuro como su cabello. “Él es uno de mis mejores clientes”, dice Turbo al terminar su trabajo. Mientras tanto, José se dispone a pagar y ve su reflejo en un pequeño espejo. Tiene 28 años, nació en Barranquilla y antes de los ocho se mudó a Venezuela con sus padres y su hermano. Cuando tenía 14 años, sus padres se separaron y cada uno buscó rehacer su vida junto con otra pareja sentimental. Así nacieron sus otros seis hermanos, quienes ahora viven en Colombia, cuatro de ellos con su padre y dos con su madre.

Vivió en Maracaibo, Venezuela, donde trabajaba en un restaurante y tenía casa propia cerca de la de su madre: “Así se me facilitaba conseguir mis cosas”, detalla, y cuenta que esa cercanía le permitía ayudarla económicamente. Tuvo que trabajar desde muy joven para terminar de costear sus estudios secundarios y universitarios, pero debido a la situación política y económica de ese país, perdió su trabajo. Vendió su casa y volvió a Colombia, casi 20 años después.

De regreso, vivió un año en La Unión, Antioquia. Luego se estableció durante un año y medio en Medellín con su actual pareja sentimental y su pequeña de cinco años. Al ver que su situación económica no mejoraba, decidieron viajar al Urabá antioqueño, pero

el ambiente hostil que vivió junto con su familia hizo que ellas regresaran a la ciudad. Desde entonces, José se ha dedicado a “rodar”, como él mismo lo cuenta con una sonrisa un poco tímida. Termina enero. Lleva cuatro meses en Necoclí, donde está de paso vendiendo agua, bebidas refrescantes, dulces y cigarrillos al lado de los muelles de embarque donde cientos de personas esperan para zarpar hacia Capurganá y luego atravesar el Darién. Aunque para muchos migrantes en Necoclí el destino es Estados Unidos, José anhela quedarse allí solo unos meses, en la casa de un amigo, mientras logra llegar a su objetivo final: Canadá. Según él, ese país ofrece “gran número de oportunidades”. Y, aunque en principio pretende trabajar en lo que resulte, su propósito es continuar con su profesión de chef. Estudió gastronomía en Venezuela y espera volver a crear con sus manos manjares que sean un deleite para quienes los prueben y con esto darle a su hija una vida digna.

De las ganancias que le dejan las ventas guarda 10 dólares diarios para ajustar el “impuesto” de aproximadamente 350 dólares que debe pagar para cruzar el Darién. Le falta poco, pero le faltaría menos, solo que en diciembre se sintió tan solo en aquella playa que conmueve hasta los huesos, que decidió viajar a Medellín para disfrutar de lo poco que había ahorrado. A finales de enero se dio un plazo de 15 días para cruzar al otro lado, donde muchos aseguran que es el verdadero inicio del viaje.

José cuenta que hace cuatro años no recorre las calles, las playas y la ciudad de su tierra natal; tampoco asiste a su reconocido carnaval desde entonces. A pesar de que lo vio nacer, considera que Barranquilla no es un buen lugar para establecerse: “No me gusta para vivir, no tanto por lo caliente, sino porque no está organizada. Ya no tiene lugar de crecimiento. Barranquilla ya fue”. Él sabe muy bien a qué se enfrenta. Lo que más teme es perderse en el camino selvático del Darién y quedarse sin comida. En cambio, no le tiene miedo al agua. Sus experiencias desde pequeño le han forjado el carácter hasta el punto de trazar sus sueños en el otro lado de América. Lo más duro para él no es la ausencia de su familia, ni dormir en una lancha a pocos metros de las olas que acarician la arena: “Aquí lo que me molesta es que a uno le pasan los días y uno no sale”. Las expectativas inundan la brisa del mar y se adhieren a José. En su mirada un poco cansada se pueden evidenciar días, meses y años de esfuerzo que han marcado paso a paso el correr de su tiempo. Se prometió a sí mismo que antes de cumplir los 30 se establecerá en un lugar que le permita unas mejores condiciones de vida. Por eso, su viaje apenas empieza.

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UniversidaddeAntioquia Especial
FacultaddeComunicacionesyFilología

La Habana solía ser

Al ojo del turista de Instagram, la capital de Cuba es una joya atascada en el tiempo, en los autos del siglo XX y en las edificaciones de los siglos XVIII y XIX; para quienes buscamos conocer historias de vida es un lugar maravilloso y triste. Quiero suponer que La Habana alguna vez albergó rostros saludables y alegres; que La Habana solía ser música, color y revolución.

| Sebastián López-Galvis juan.lopezg1@udea.edu.co

“ ¡Viva Fidel, coño!”, sentenció tres veces el panelista cubano Alejandro Castro, cónsul de Cuba en Barcelona, en un escenario solitario. En la fiesta del Partit Comunista del País Valencià (PCPV), el 6 de mayo de 2023, había algo más de una decena de carpas con afiches y curiosidades, como una cajita de música con la cara del Che que tocaba La internacional.

El ambiente era de un júbilo apagado y el clima de una primavera agonizante azotada por las brisas tiernas del Mediterráneo y con nubes que amenazaban con las primeras lluvias del verano. Los símbolos patrios de Cuba decoraban los jardines del Triángulo

Umbral en el Puerto de Sagunto, junto con la bandera de la Segunda República española mutilada por Francisco Franco. Endulzado por el entusiasmo de Castro, le propuse a Mariana –mi mejor amiga, con quien llegué a Valencia en enero gracias al amor mutuo– aprovechar nuestro regreso a Colombia para hacer una parada en Cuba y descifrar el paraíso rojo que él esbozaba decididamente. “¡Que viva!”, replicaron las casi 30 personas que lo escuchaban con atención; la mayoría arrugados, canosos, y algunos tan encorvados que descubrían sus ojos por encima de sus lentes.

Del Mediterráneo al Caribe

Por la ventanilla del avión, miraba enceguecido los islotes verdosos. A mi lado, Mariana leía con afán La Habana en un espejo de Alma Guillermoprieto. Faltaba poco para aterrizar. Del polícromo turquesa caribeño emergió una isla particularmente grande y plana. Habiendo tocado tierra, el avión reventó en aplausos seguidos por el agradecimiento íntimo al dios de cada pasajero.

Una antigua torre de control, de un azul cobalto y parches que se desgastan hasta el celeste, era el primer edificio visible del aeropuerto José Martí. Un grupo de mujeres uniformadas de verde militar con chaleco, falda y medias como telarañas negras en sus piernas tramitaba la inmigración con

portátiles antiguos y un lector de códigos sobre una mesita de madera rústica; con cada visitante una de las oficiales toma una foto, solicita el pasaporte, rompe una parte del visado turístico y coloca el sello rosado chillón sobre la mitad restante. Quienes han viajado a Cuba recomiendan, aterrorizados, no sellar el pasaporte: para los gringos, Cuba es un “Estado patrocinador del terrorismo” junto con Siria, Irán y Corea del Norte. Es como elegir entre el sello y la visa americana. Pagamos 30 euros (1.5 salarios cubanos) a un taxi, un vehículo desajustado en el que todo, los nombres de las emisoras, las etiquetas en los botones y hasta su modelo, eran caracteres ilegibles escritos en ruso. Nos adentramos en Centro Habana, uno de los 15 municipios de la capital, donde se hacía evidente el deterioro de la infraestructura patrimonio de la Unesco. Brotaba un olor fétido oculto en la noche: contenedores

enormes desbordados de basura. Caído el sol, llegamos al hogar de George, quien administra su propia casa como un hotel. Nos invitó a racionar el agua del baño, pues el acueducto de la ciudad dejó de funcionar y el vecindario se abastecía con carrotanques una o dos veces por semana.

Un café con Tomás Frente al Hotel Inglaterra, a 30 grados en la mañana, veíamos curiosos las latas abolladas del Audi rojo sangre que manejaba un italiano.

‒¡¿Sabes cuánto vale esto, maricón?! ¡Centomila euro! ‒vociferaba el italiano, ante el asustado conductor de bus con el que chocó.

‒Caballero, está asegurado.

‒¿Qué seguro neste país de merda?

La joven cubana que lo acompañaba en el automóvil caminaba insegura, se sentaba momentáneamente y volvía a darle

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Crónica
Una calle residencial de Centro Habana, el municipio con más densidad de población de la provincia de La Habana. Foto: Mariana Cossio Gill. En las basuras desbordadas aparecen animales muertos y partes de ellos. Foto: Mariana Cossio Gill.

el pésame al auto con su mirada caída. Iba a requerir una reconstrucción en un país donde la mayoría de cosas que ingresan del extranjero son amasijos enormes forrados en plástico desde Madrid, Miami y otros pocos vuelos directos.

Convenciendo con ternura al busero de que no tuvo la culpa, los curiosos procurábamos con malas caras forzar el arrepentimiento en la arrogancia del italiano. Dejé el pleito atrás luego de sentir un toque en el hombro. Se presentó: Tomás. El cubano de unos 50 años me llevó por el bulevar de San Rafael, pasando por el Gran Teatro de La Habana (que ya no tiene funciones), y frente a su casa me brindó un café. Dio un sorbo y preguntó por Alex Saab.

‒¿Cómo sale Saab en Colombia? Contesté con recuerdos vagos que Saab era un testaferro de plata mal habida. ‒No te puedo creer ‒respondió, tomándose la cabeza‒. Acá hay tres canales de televisión y siempre Saab fue inocente, dicen que es una conspiración de los gringos. ‒Con su mano en mi hombro izquierdo, bajó la voz‒. Claro que los canales son del Gobierno, ya ves cómo nos tienen. Hasta Maduro se hace ver como un héroe. Terminamos el café, devolvimos los pocillos de porcelana y caminamos el paseo del Prado, que tenía apenas un par de vendedores y estaba aún sin jineteras, el cubanismo para ‘trabajadora sexual’. Tomás trataba de mantenerse alegre mientras me guiaba, caminaba bonachón con su barriga por delante y me ofrecía varios productos. Aunque nunca me dijo a qué se dedicaba. Sentado con los codos sobre las rodillas y las manos entrelazadas, aflojó un sentimiento inconforme mientras recordaba que hasta los años 80 “no vivían bien, pero no faltaba nada”; luego cayeron los soviéticos. El Gobierno recortó la comida que se puede comprar en tiendas oficiales, que son un mostrador de madera vieja, estanterías con paquetes simples etiquetados y unas bolsas azules con un pan dulce, el único de la ciudad. Cada familia puede adquirir cada mes frijol, pollo, arroz, café y poco más, en cantidades que, según Tomás, duran solo una semana. El Gobierno, dijo, tiene también otras tiendas en las que solo se puede pagar en dólares mediante una tarjeta; exponen productos como cereales y licores a precios absurdos: una libra de café, por ejemplo, cuesta alrededor de 10 dólares y un cubano asalariado del Gobierno gana menos de 25 al mes.

Tras un buen tiempo conversando, caminamos al Capitolio Nacional ‒magnífico y discrepante por su pulcritud respecto a los edificios colindantes, pelados y mugrosos‒que estaba a tres cuadras. Señaló frente al Capitolio una oficina bancaria con una fila de media cuadra donde se depositan los dólares y euros que acumulan los cambistas y los trabajadores del turismo. Esas filas son un requisito diario, pues no hay otra manera de comprar en las tiendas de dólares. Como el Gobierno solo les permite depositar billetes, los cambistas suelen trabajar exclusivamente con estos y si se consigue quien cambie monedas, lo hará a una tasa muy inferior. Caminamos por la entrada del Barrio Chino, junto al parque de la Fraternidad que es hogar de una ceiba próspera y barrigona.

‒No he visto chinos ‒le dije.

Tomás me miró atacado de risa.

‒Hace años que no quedan chinos. Los chinos se fueron para Miami. Si se llega a ver alguno es un descendiente, pero acá los chinos de verdad se fueron rápido.

Tomás me cambió siete euros en monedas y me dio su número de teléfono en tinta azul sobre media tarjeta. Nunca lo llamé.

Call you later…

En la plaza de Armas, Mariana y yo, vigilados por una enorme estatua de Carlos Manuel de Céspedes, uno de los primeros revolucionarios independentistas de Cuba, reposábamos del sol picante y la humedad pegajosa. Se me acercó un viejito de rostro noble, con sombrero, barba y una sonrisa de picardía incompleta.

‒¿Eres italiano? ‒acusó dudoso, en voz baja.

Se llama Roberto. Mientras me hacía preguntas y dejaba silencios incómodos, yo esperaba que me ofreciera recorridos, tabaco regalado por la fábrica o pesos cubanos. Roberto rompió un prolongado silencio para hablarme sobre su vida y lo decepcionado que está con “su Gobierno”. Nos sentamos en un restaurante cercano donde recordó cuando en los 70 tomó una balsa que remó él solo hasta Miami; cuando en los 80 se estableció en Nueva York y se aventuraba con colombianas “ambiciosas”, y también cuando, iniciando los 2000, volvió a Cuba porque su madre había enfermado. No pudo regresar a los Estados Unidos.

‒No me arrepiento de venir para Cuba, estuve hasta el último día de mi madre.

Roberto contestó frente a nosotros una llamada de un amigo al que le escribió una frase de mendicidad en inglés para enseñársela a los turistas. Su amigo lo había llamado para contarle que gracias al letrero un alemán le regaló 100 euros. Ofuscado, quizá por envidia, pues nos preguntaba si debía pedirle una parte, le terminó la llamada en inglés caribeño: “Okay, man. Call you later” y apretó los ojos para colgar.

Exponía su conocimiento del territorio cubano entre sorbos de gaseosa y mordiscos de pizza. Habló de los recorridos que era capaz de hacer por la isla ‒siempre que un turista pudiese costearlo‒ y cuando recordaba los campos de Pinar del Río o de Matanzas aterrizaba con acusaciones: “Acá no se va la luz por el turismo, pero vete para las regiones”; “no se dejen meter el comunismo”, repetía; “sean inteligentes”, repetía.

‒¿Cómo les va con ese nuevo... Petro?

A Roberto no lo indigna tener que ser guía de turismo con más de 70 años, a pie y rengueando, como lo indigna saber que el Partido Comunista de Cuba beneficia a quienes están con ellos; como el hijo menor del Che, Ernesto, que según Roberto tiene un negocio de contrabando de automóviles que trae de Miami. Ernesto hijo tiene negocios privados de turismo en la isla, uno de ellos, en motos Harley Davidson importadas desde Estados Unidos.

‒Él compra autos en 2000 dólares y te los vende a 20.000. Eso el Gobierno lo sabe, ellos son los que dan el permiso.

El sueño de Roberto es que algún turista le regale 10.000 dólares, comprar una van y hacer turismo de La Habana a Santiago. Cuando terminamos la pizza y las gaseosas nos quedamos en silencio.

‒Se acabó ‒sentenció Roberto, recostado en su silla y luego volvió cojeando hacia la plaza de Armas‒. Si quieren ver cómo viven ellos, vayan pal Vedado. Allá vajaver cómo viven los del Gobierno.

¿Último?

A 30 minutos caminando desde la casa de George, incursionamos en El Vedado, la zona “adinerada”. Lo hicimos desde el Hotel Nacional, con su jardín idílico con pavos reales y sirvientes de gala. El hotel alberga extravagancias, muebles y enchapes de lujo; la tienda más prestigiosa de puros cubanos, con cajas que cuestan miles de dólares; y un restaurante de caché con un mural que recuerda a 67 personalidades que se hospedaron allí: Marlon Brando, Gabriel García Márquez, Winston Churchill, Walt Disney posan en el cuadro, todos acompañados con una pequeña ficha del plato que pidieron, para que cualquier huésped pueda decir “quiero comer pizza de jamón y chorizo, como Maradona”.

Sabíamos que sí, que estábamos donde los ricos, porque no había partes de animales por la calle, ni olía al lixiviado de las basuras rebozadas. Las carreteras de El Vedado son más amplias y pulcras y las acompaña el mar. Para Mariana, que había estado en Florida, El Vedado era “un barrio como Miami”. Además, por la avenida 23, que atraviesa todo el municipio de Plaza de la Revolución, pasan carros modernos, con una particularidad: el modelo está en chino, como un mensaje de quién habrá de remplazar lo soviético.

Una escena reiterativa en La Habana en un espejo es la fila en Coppelia, a tres cuadras del hotel.

‒¿Último? ‒pregunta, buscando el final de la fila, un joven alto, negro y vestido de blanco. En Coppelia se sirven los helados más deseados por los habaneros, las filas recién pasado el mediodía son tan demoradas que se sospecha la ausencia de otro sitio con helados en la ciudad. Gritar “último” guarda el lugar en la fila para poder cruzar la calle y esperar bajo la sombra. Quienes no marcan, continúan en la fila bañados por 32 grados de sol ininterrumpido. Eso sí, las cuatro filas, cada una para un medio de pago, no tienen forma u organización alguna, ni siquiera quienes dan el ingreso a Coppelia saben dónde terminan.

Pasadas una hora y 40 minutos, conseguimos entrar. Familias enteras se miraban ansiosas y las bolas de helado poco firme desaparecían casi desde que la bandeja dejaba la mano del mesero.

Al cruzar la calle está el Cine Yara. Proyecta AM-PM, el último estreno del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), dirigido por Alejandro Gil. De nuevo, la fila era inexacta, pero ahora también risueña, con las parejas de enamorados y los amigos en sus mejores ropas, abrazados mientras delegaban un manojo de billetes a quien compraba las entradas y otro para las palomitas.

El cine casi lleno superaba las 1500 sillas. AM-PM, no sé si por ser del ICAIC o porque así es el cine cubano actual, mostró una Habana triste pero optimista, con problemas que se sobrellevan con amor, y castigos tan divinos como injustos. Al finalizar la película, la avalancha de aplausos y gritos a actrices y actores mezclados en el público se

fue desvaneciendo hacia rostros soñolientos y agotados, casi exánimes, que vimos en la caminata de vuelta a la casa de George.

Certezas

Una de las consignas retóricas de Alejandro Castro en la fiesta del PCPV era que Cuba “es el país con más médicos per cápita del mundo”. Una sociedad educada, donde hombres con la ropa rasgada y sucia ofrecen clases y recorridos de historia para oficiar sus licenciaturas.

Tomás y Roberto aseguran que el Gobierno comercia con los médicos que educa, los “vende” a misiones especiales en todo el mundo, retiene parte de sus salarios y, a cambio de largas residencias, les ofrece una casa o un automóvil a su regreso a Cuba. Irónicamente, las farmacias están prácticamente vacías. Por ejemplo, George solo tiene medicamentos que dejan sus huéspedes y cuando alguien enferma le recetan un caldo de lo que solía ser el Barrio Chino.

Así como aplauden los cubanos cuando aterriza el avión, se abrazan fuerte de sus familiares cuando los dejan a su merced en el José Martí. Las pantallas del aeropuerto muestran, casi exclusivamente, vuelos a los Estados Unidos.

En La Habana los rostros suelen verse ojerosos y poco optimistas, cansados; quizás el calor y tener que vivir de la buena voluntad de los turistas se haya convertido en una cotidianidad agotadora. Ahora sé que La Habana es un lugar afligido.

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El Capitolio Nacional de Cuba, réplica del de Washington. No entramos, el tour cuesta 20 dólares. Foto: Mariana Cossio Gill. Así se ven normalmente las residencias habaneras. Estas señoras conversan en la calle Infanta. Foto: Mariana Cossio Gill. Los grandes edificios de El Vedado contrastan con los demás de la ciudad, que carecen de pintura y se caen poco a poco. Foto: Mariana Cossio Gill.

La estruendosa vigencia de las bibliotecas

Niños y niñas juegan con trompos y ríen a carcajadas mientras uno que otro joven entra y sale del lugar. A su vez, un grupo de personas que se citó para una reunión comunitaria en el mismo espacio espera el ingreso. Juegan, preguntan, hablan. Comienza la tarde en el parque biblioteca Presbítero José Luis Arroyave, en San Javier, un sábado de finales de marzo. Lo que antes era impensable, como el ruido en cualquiera de sus formas, ahora hace parte del paisaje de estos sitios. El mundo cambió y las bibliotecas tuvieron que adaptarse. En esa adaptación, algunas han cambiado de nombre. En países como Reino Unido, por ejemplo, la Wigan Central Library pasó a ser el Wigan Life Center, algo más que una biblioteca que ahora ofrece diferentes cursos y clubes para todos los públicos. Otras, como la New York Public Library, han adaptado sus espacios para que, en lugar de concentrar estantes y más estantes llenos de libros, sean más flexibles para hacer otras actividades. Estos cambios podrían estar relacionados con las palabras de Laura Novelle, en un artículo publicado en 2023 en la revista Desiderata (España): “Analizando en perspectiva todos los cambios que han experimentado las bibliotecas en los albores del siglo XXI, parecería lógico concluir que el camino más seguro que les espera sea la extinción”.

Mantener un sistema de bibliotecas públicas requiere inversión continua, no solo en infraestructura y libros, sino también en personal capacitado y programas educativos. Juan Felipe Restrepo, promotor de lectura y formador de usuarios desde hace 20 años, afirma que estos espacios han tenido con qué sobrevivir, y considera que, si bien deberían tener más recursos para cubrir y garantizar con plenitud los servicios que ofrecen, son suficientes en comparación con lo que pasa en otras regiones del país que tienen un acceso más limitado a estos servicios, como la Orinoquía y la Amazonía.

Luz Estella detalla que precisamente el Acuerdo 048 del 2006 permite que el proyecto del SBPM esté anclado a una institución más grande, que es el ahora Distrito Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación de Medellín, el cual cuenta con la Subsecretaría de Bibliotecas, Lectura y Patrimonio dentro de la Secretaría de Cultura desde el 2012. Los objetivos de esa dependencia son garantizar el acceso a la información, la lectura, los servicios culturales y la agenda artística y cultural, lo cual implica una asignación de recursos para la sostenibilidad de las bibliotecas de la ciudad.

encargada de la Biblioteca Pública Piloto (BPP), la cual hace parte del SBPM, comenta que la sostenibilidad es el mayor reto de las bibliotecas públicas. Esto porque los recursos son limitados, mientras que los requerimientos de los usuarios y la constante necesidad de adaptación a los entornos son infinitos. Por ello, la BPP no solo cuenta con el dinero que brinda el distrito de Medellín, sino también con otros que se obtienen por medio de las alianzas, los proyectos y el trabajo colaborativo.

Más allá del dinero

A pesar de desafíos como la transformación digital y los recursos limitados, las bibliotecas públicas de Medellín han logrado adaptarse gracias a la autogestión y la búsqueda de recursos adicionales mediante alianzas y proyectos colaborativos. Lejos de quienes auguran su extinción, estas sobreviven ampliando sus límites.

No obstante, Novelle también controvierte esta idea. Para ella, las bibliotecas siguen vigentes, no solo como “institución conservadora del patrimonio bibliográfico y cultural”, sino también, y sobre todo, “como valedora de los derechos de todas las personas, empezando, precisamente, por las más vulnerables o que tienen mayor riesgo de verlos amenazados”.

En Medellín, el gran paso hacia esa adaptación se dio en el 2006. “Pasamos de esa mirada de las bibliotecas en silencio, solo para consulta, solo para investigadores, solo para la lectura silenciosa, a pensar en unos espacios más dinámicos, que incluso nosotros llamamos como centros de desarrollo cultural”, explica Luz Estella Peña Gallego, líder del proyecto del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín (SBPM), creado bajo ese nombre mediante al Acuerdo 048 de ese mismo año.

Más que sitios de lectura, las bibliotecas de la ciudad son lugares dinámicos, donde los libros se convierten en la excusa para el encuentro y el disfrute. Sin embargo, esa transformación se ha dado en un contexto desafiante. Los parques biblioteca, las casas de literatura, los centros de documentación, las bibliotecas de proximidad y el Archivo Histórico de Medellín enfrentan desafíos significativos, como los limitados recursos y la necesidad de adaptarse a un mundo cada vez más digitalizado, donde la navegación en redes sociales es, en ocasiones, más apetecible.

Sin embargo, si bien la financiación pública ayuda a sostenerlas, estas han tenido que buscar recursos de otras fuentes para mantener y mejorar los espacios.

Ana María Hernández Quiroz, subdirectora de Planeación Estratégica y Desarrollo Institucional y directora

Ana María asegura que además de las limitaciones en el manejo de los recursos, existen otros desafíos que enfrentan las bibliotecas, y en particular la BPP, como la necesidad de incorporar metodologías ágiles y de investigación de usuarios, la prospectiva y la planeación estratégica, como también vincular a los públicos jóvenes y a la primera infancia a dichos espacios. La BPP, por ejemplo, creó la biblioteca digital Cosmoteca Lapiloto con el propósito de adaptarse a las nuevas tecnologías y de construir un contenido atractivo y acorde con las demandas de los usuarios. La transformación digital del siglo XXI también alcanzó a percibirse como una amenaza para las bibliotecas y para el libro impreso. Sin embargo, las cifras aún no les dan la razón a los más pesimistas: las estadísticas del SBPM del año 2023 evidencian que, en comparación con años anteriores, ha habido más participación,

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El parque biblioteca de Belén hace parte de las 26 instituciones que conforman el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín (SBPM). Foto: SBPM. En San Javier, el parque biblioteca Presbítero José Luis Arroyave es un lugar de encuentro para la comunidad. Foto: Valentina Aristizabal.

FacultaddeComunicacionesyFilología

con un aproximado de 500.000 personas más. Además, en el préstamo de material, los recursos físicos llegan al 77.6 %, frente al 0.3 % de material digital.

El 24.1 % restante equivale a material audiovisual, publicaciones seriadas y otros formatos. De hecho, Felipe considera que por el momento es imposible que el libro digital desplace o reemplace al libro físico, ya que todavía hay una preferencia por lo análogo y esto se hace evidente en la asistencia masiva a los diferentes eventos del libro. No obstante, la característica de lo digital hace que su consulta no esté mediada por una institución como una biblioteca o una universidad. Y si bien basta con tener un computador y conexión a internet, no cualquier persona tiene acceso a estos en nuestras sociedades. Por eso, la Unesco resalta que las bibliotecas “prestan su servicio sobre la base de la igualdad”.

En palabras de Laura Novelle, la biblioteca es “un ente vivo y cambiante que no solo da alojamiento a libros, servicios y objetos, sino también a personas, sus circunstancias y sus derechos”. Así mismo, lo digital ha traído retos adicionales. Esteban Duperly, quien fue uno de los encargados del proyecto de digitalización del Archivo Fotográfico de la BPP, explica que para preservar en formatos digitales los insumos disponibles se requiere de diversas acciones que hagan de este un material accesible, duradero y manipulable por los usuarios.

Si los archivos se alojan en un disco duro es posible que se pierda la información en caso de que este sufra algún daño; los servidores y las plataformas que se usan resultan ser costosas; y si se aloja el contenido en una página web, esta requiere ser actualizada cada cinco o 10 años, así que su uso podría llegar a ser limitado y los archivos se verían afectados. Por esto, Esteban considera que las bibliotecas deben “empezar a dialogar con otras disciplinas con las que no están acostumbradas” para brindar un mejor servicio a los usuarios.

Si bien las dinámicas han cambiado y seguirán en constante transformación, el alma de las bibliotecas sigue siendo la misma: un corazón que palpita con el pasar sutil de una hoja, por el recorrido de los ojos que repasan cada letra, cada palabra y cada párrafo. Los libros están allí, a la espera de ser esa nueva historia, ese nuevo relato que puede o no hacer vibrar. O, como sugería Jorge Luis Borges, a la espera de elegir a sus lectores. Entre los departamentos con los índices de lectura más altos, según el estudio de la Cámara Colombiana del Libro, Antioquia y el Eje Cafetero ocupan el quinto lugar, después de la zona Caribe, Bogotá, la zona centroriental y la suroccidental del país. En Colombia, el 72 % de las personas asegura que sí lee y el 28 % asegura que no lo hace, según el estudio “Hábitos de lectura, asistencia a bibliotecas y compra de libros en Colombia 2023”, realizado por la Cámara Colombiana del Libro. Aunque parece una cifra alentadora, lo cierto es que los índices aún son bajos en comparación con otros países, tal como lo plantea el estudio realizado en el 2023 por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe en el que, por ejemplo, España ocupa el primer lugar con un 85 % de lectores, quienes lo hacen principalmente por placer.

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¿Bibliotecas para qué?

En 1984, la Red de Bibliotecas Público Escolares empezó a prestar servicios bibliotecarios en Medellín. Luego, en el 2000, esta pasó a denominarse Bibliotecas Públicas, y sus servicios se limitaban al préstamo de material literario, bibliográfico y referencial. Hoy se llama Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín o SBPM y presta servicios que van mucho más allá del mero préstamo.

Lo que antes solían ser lugares de almacenamiento de libros y para el estudio, hoy ofrecen servicios y actividades para personas de todas las edades. Niños, niñas, jóvenes, adultos y adultos mayores no solo tienen la posibilidad de gozar de una amplia colección de material bibliográfico, sino también de computadoras con acceso a internet, salas de estudio, talleres educativos, makerspaces ‒laboratorios de creación y aprendizaje tecnológico y colaborativo‒ y una programación cultural diversa.

Estos sitios se han convertido en centros de enseñanza-aprendizaje y participación comunitaria, con un enfoque adaptativo ante las nuevas tecnologías. La gestión y el servicio de información, la formación de usuarios, el fomento de lectura, las bibliolabs y la alfabetización digital son solo algunos de los servicios que han surgido o se han transformado en las bibliotecas con su adaptación a las nuevas demandas.

Estas instituciones desempeñan, en últimas, un papel crucial en la construcción del tejido social y comunitario. Sirven como lugares donde las personas pueden interactuar, compartir conocimientos y

participar en diferentes actividades. Esteban Duperly, quien también es periodista y jefe de la Editorial Eafit, considera que las bibliotecas son sitios de encuentro, y defiende que precisamente son para que las personas aprovechen todos los servicios que se brindan, incluyendo los baños o el internet, ya que hacen parte del espacio público.

Aunque desde la institucionalidad del SBPM afirmen que están sumando todos los esfuerzos para que estos espacios sigan vigentes y subsistan en el tiempo, aún es un reto suplir las necesidades de información de las comunidades, que no siempre se sienten conectadas con estos espacios y con las actividades que se realizan en ellos.

Estos lugares no están entre los intereses de muchos, pues no son sitios de asistencia masiva y recurrente. Mauricio Andrés Misas, bibliotecólogo y docente de la Universidad de Antioquia, considera que es innegable “la desidia por la cultura del país, es decir, el poco interés que nuestra sociedad demuestra por hacer uso de los equipamientos culturales, quedándose, en muchos casos, en meros repositorios que sirven para hacer tareas escolares”. Sin embargo, las cifras son menos desalentadoras. En 2017, el Dane realizó la Encuesta Nacional de Lectura (ENLEC) para evidenciar el nivel de lectura y escritura de los colombianos, pero también la asistencia y la participación de las bibliotecas en el país. Según los hallazgos, el porcentaje de personas que visitaron bibliotecas públicas en el ámbito nacional fue de 52.6 %. La visita podría estar creciendo, pues el estudio de la Cámara Colombiana del Libro en 2023

evidenció que estas son visitadas en un mayor porcentaje en comparación con el estudio del Dane, con un total de 79 %, siendo las bibliotecas públicas y comunitarias las más frecuentadas.

¿Para qué las bibliotecas? Esa pregunta resuena en los diferentes espacios educativos, formativos y culturales. Susana Aguirre, estudiante de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia y promotora de lectura del parque biblioteca León de Greiff, considera que las bibliotecas son espacios de cohesión social y participación, y asegura que estas tienen un papel fundamental en la sociedad debido a que transforman, impactan y generan oportunidades. Para Susana, más que unas estructuras son un derecho básico enfocado en la información, el conocimiento y la cultura.

Las bibliotecas hoy en día son más que libros, son espacios formativos. Dignifican la vida, como lo menciona Ana María Hernández, directora encargada de la Piloto: “Cumplen una función muy humana”. Ana María insiste en la necesidad de seguir trabajando en conjunto para conseguir que las bibliotecas continúen siendo un entorno de cuidado y protección para el ciudadano. En estos lugares las risas, los murmullos, el teclear de los dedos ágiles de los jóvenes y los menos ágiles de los adultos hace eco en los pasillos. La música y el baile, el entretenimiento y el juego. Todo hace parte de un nuevo ecosistema que, con todo y sus transformaciones, sigue siendo llamado biblioteca.

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de
Universidad
Antioquia
Parque biblioteca Gabriel García Márquez, en el Doce de Octubre. Para los jóvenes, las bibliotecas son un lugar de acceso materiales digitales, audiovisuales, entre otros. Foto: SBPM. Las bibliotecas son lugares de encuentro para personas de todas las edades, lugares incluyentes, como dice la Unesco. Foto: SBPM. Actividad de la estrategia de lectura “La vuelta al mundo en 27 bibliotecas”, en 2023, en el parque biblioteca de Belén. Foto: Valentina Aristizabal.

I. Las apariciones

El macho es el primero en ser avistado por un grupo de pajareros de Medellín a mediados de octubre. En los pocos videos de cuando era el único protagonista, se le ve descansando de su vida nocturna en las ramas medias de un árbol. Es por la tarde y no puede mantener sus ojos abiertos durante mucho tiempo, se rasca el tarso y los dedos con intensidad, mueve la cabeza a medida que abre y cierra el pico. Luego se relaja. Lo hace todo con los ojos cerrados y así quedará para siempre en las fotos donde parece que posa. No es la primera vez que un búho rayado ( Asio clamator) aparece en la Universidad de Antioquia ni en la ciudad. En su distribución, desde el este de Perú hasta las Guayanas, pasando por Colombia y Venezuela, habita desde hace 30 años la cordillera Central en la que está Medellín. Como la deforestación es una de las causas principales por las que un búho adapta su vida a las urbes, el campus principal de la Universidad, que posee más de 2500 especímenes de plantas leñosas, es un hábitat capaz de albergar a esta y otras especies de fauna silvestre. Dos semanas después de que el macho fuera visto por primera vez, en un árbol cercano a su percha, aparece una hembra. Los búhos muestran dimorfismo sexual inverso, es decir que las hembras son de mayor tamaño o tienen características más llamativas que los machos. En esta, las plumas negras que hacen de orejas o cuernos son más largas, el iris es más claro y el color de sus alas es más oscuro y brillante. No se apoya voluptuosa sobre una rama para mostrar que es varios centímetros más alta ni levanta las alas para dejar ver si su pecho y su abdomen son mucho más grandes, solo se encoge y agacha la cabeza hasta que su mirada se pierde entre las hojas. Aunque también es por la tarde, abre los ojos con más frecuencia, parece que no descansa, está en constante alerta, inquieta, se acomoda una y otra vez con movimientos suaves hasta recostar su cuerpo contra el árbol.

Hay que suponer que esto es una familia

Cuatro búhos rayados ‒una hembra adulta con sus polluelos y un macho adulto‒fueron avistados entre octubre y noviembre del 2023 en la UdeA. Su presencia enterneció las redes sociales, pero luego no se supo mucho más. Esta crónica reconstruye qué pasó después y presenta una hipótesis preocupante sobre el destino de estas aves rapaces.

Debido a sus hábitos nocturnos y crepusculares, el estudio de búhos en Colombia es limitado; pero si esta pareja se ciñe a la regla, la hembra reposa sobre las ramitas que otra familia ha dejado ahí. Los búhos no construyen sus propios nidos, sino que incuban sus huevos en hoyos, sobre el piso, en huecos naturales de árboles o en nidos viejos de otras aves. Estas rapaces, además, siguen la tendencia de otros animales y son las hembras las que incuban mientras los machos las alimentan. En la mañana del 9 de noviembre aparecen dos polluelos en el bloque 4 de Ciudad Universitaria. Una bola de plumaje pobre y blanquecino, con el pico negro y dos líneas que son los ojos, se asoma entre las alas y el abdomen de la hembra. En la tarde hay más actividad, los polluelos son acicalados por su madre; les acomoda el plumaje, los limpia y les da calor. Sin equilibrio, el primero abre y cierra su pequeño pico para comunicarse y, en caso de emitir algún graznido, las cámaras a más de 15 metros de distancia no pueden captarlo. El segundo, que solo se deja ver cuando la hembra abre las alas por completo, estira el cuello tanto como puede para devolverle las caricias con el pico. No se sabe qué día nacieron, pero el tamaño de cada uno se asemeja al espacio que queda después de curvar las palmas de las manos y poner una frente a la otra juntando los dedos. No es la primera vez que hay un evento reproductivo en alguna sede de la Universidad de Antioquia y mucho menos de Asio clamator, pero es la primera vez que se hace viral. Además de los fotógrafos que se sumaron desde el primer avistamiento, el grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados del Instituto de Biología y el Departamento de Gestión Ambiental de la División de Infraestructura Física, ambos de la Universidad, comienzan un plan de monitoreo. Crean formularios en Google para que los pajareros informen si aparecen más individuos en el campus, varios integrantes

del grupo se organizan para llevar registro del nido durante cada hora y la División de Infraestructura Física envía vigilantes y jardineros a acordonar la zona para que nadie perturbe el proceso. Es noticia. El nacimiento se celebra en las redes oficiales de la UdeA e inunda de ternura los medios de comunicación regionales y hasta nacionales. No hay más registros visuales del macho. La hembra y los polluelos acaparan las pantallas. Son días tranquilos. Cuando los polluelos de búho rayado se convierten en ejemplares juveniles, y después en inmaduros, adquieren su anillo facial negro y son similares a un adulto, pero sin sus barradas tan oscuras ni definidas y con el plumaje todavía blanquecino. Sin embargo, no es posible ver a estos dos polluelos crecer: el 26 de noviembre, uno de los fotógrafos publica en su cuenta de Instagram que la hembra y sus crías fallecieron un par de semanas antes por, posiblemente, comer ratones envenenados, y que el macho fue encontrado muerto días después a causa de un trauma en su cráneo.

II. Las hipótesis

Las aves rapaces cazan en vuelo o desde las perchas, los sitios donde descansan del vuelo. Se abalanzan sobre sus presas para después tragarlas enteras y las partes duras que no pueden digerir, como huesos, plumas o dientes, las regurgitan en forma de bolitas llamadas egagrópilas. Las egagrópilas del Asio clamator contienen restos de insectos grandes y en ocasiones de anfibios y reptiles, pero los roedores son el componente principal de su dieta.

Según un estudio de la Universidad de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, en 2015 hubo 10 ratas por cada habitante en la ciudad y, a pesar de que las cifras no se han actualizado, durante 2022 aumentaron las quejas por su presencia abundante en distintas zonas. Otra de las razones principales por las que un búho se adapta a la vida en las urbes es por la disponibilidad

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Los polluelos de búho rayado fueron avistados por primera vez el 9 de noviembre junto a su madre en la UdeA. La noticia de su nacimiento se hizo viral. Ilustración: Ana Sofía Peláez.

de su fuente de alimento. Aunque uno de los aportes de esta ave al ecosistema es regular la población de sus presas, nunca podría hacer control biológico de una plaga que aumenta exponencialmente: un búho rayado, dependiendo de las condiciones del ambiente, puede reproducirse una o dos veces al año y poner entre dos y tres huevos; una rata, en cambio, puede reproducirse cada 21 o 23 días y su camada oscila entre seis y 12 crías.

Junto con la pérdida de hábitats, la persecución por creencias supersticiosas y el tráfico de fauna silvestre, el envenenamiento por uso de rodenticidas es un factor de amenaza para los búhos. Al estar en el tope de la cadena alimenticia, esta ave no tiene un depredador natural significativo, exceptuando al ser humano.

En 2023, la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana registró 115 búhos muertos, ya sea porque entregaron el cadáver o fallecieron durante algún proceso de rehabilitación. Como se pierde información cuando las necropsias no se hacen de forma inmediata y en el país no hay laboratorios que determinen la presencia de rodenticidas en el tejido hepático ni la toxicidad de sustancias desconocidas, es difícil saber cuántos mueren por intoxicación.

Según Jhonhathan Murillo, ingeniero ambiental de la División de Infraestructura Física de la Universidad de Antioquia, la institución contrata con Fumicol S. A. S el control de plagas en todas sus sedes y lotes. El control se hace según la demanda y el presupuesto, pero en los últimos meses no se ha presentado una solicitud por presencia problemática de roedores en el campus principal y tampoco hay tanto dinero como para hacerlo con frecuencia. No hay registro del uso de químicos cerca de los bloques donde vivían los búhos ni por las fechas donde fueron avistados.

El año pasado, la Alcaldía de Medellín intervino más de 300 sectores críticos y más de 1000 direcciones afectadas por presencia de ratas de techo, de alcantarilla o ratones caseros, las especies más comunes en la ciudad. Para el control químico usó un rodenticida parafinado a base de brodifacouma, un anticoagulante de tipo warfarínico: esto es, que provoca hemorragias internas en el roedor por cuatro o seis días, en los que este sigue disponible como alimento para sus depredadores. El brodifacouma es el rodenticida warfanírico más conocido, tóxico y comercializado en los ámbitos doméstico e industrial.

III. Los hechos

En la mañana del 13 de noviembre aparece un polluelo en el suelo. Nadie puede subirse al árbol para dejarlo en el nido y tampoco es recomendable, ya que los búhos rayados crían solo un polluelo. En este y otros tipos de aves, suele haber una dinámica del fuerte y el débil; incluso desde el huevo se le da más testosterona a uno para que grite

más, pida más, coma más y crezca más que el otro, al que se le denomina cría de remplazo. Puede ser que el polluelo haya perdido una competencia con su hermano o haya caído por accidente, así que quienes lo encontraron esperan hasta comprobar que sus padres no están cerca y lo llevan al laboratorio antes de que oscurezca. Está herido y no se puede dejar solo. Un profesor del grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados decide cuidarlo en su casa, le hace curaciones con antisépticos, lo mete en una caja con una botella de agua caliente para mantener la temperatura, le limpia el excremento y lo alimenta. Es la mañana del día siguiente y lo entrega a la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana para que lo asista y después lo reintroduzca a la vida silvestre.

En la mañana de ese 14 de noviembre, alguien encuentra el cuerpo de la hembra cerca del nido. Está muerta. La acuestan de lado sobre un cartón, tiene los ojos abiertos y sin expresión. Sus plumas mojadas y

de un lado al otro por el suelo. No se opone y deja que lo agarren fácilmente con una bolsa: está expuesto, débil y desorientado. Llaman al Área Metropolitana para que envíe una ambulancia, pero el tiempo apremia y resulta mejor llevarlo a la Estación de Paso en el Jardín Botánico para que lo atiendan rápido. Ni siquiera hay un kilómetro de distancia y el búho muere a mitad de camino en los brazos de un estudiante que corrió para salvarlo. Como al macho lo encontraron lejos de la percha y varios días después, no es posible afirmar que sea el mismo búho rayado del comienzo y que se haya mantenido oculto todo este tiempo. Esta ave rapaz no necesita de un corredor vegetal para desplazarse y, por lo tanto, podría llegar al campus desde los bosques vecinos o desde cualquier otro lado de la ciudad. Sin embargo, también se ha comprobado que son aves territoriales y establecen un rango doméstico amplio, así que es poco probable que haya otra familia de búhos rayados cerca. La fauna de la

despelucadas borraron la armonía entre las barradas negras y el café leonado. Prenden las alarmas. Hacen todos los esfuerzos que no hicieron el día anterior por alcanzar el nido con tal de rescatar al polluelo que quedó huérfano en el árbol, pero cuando suben descubren que no está. Mientras tanto, por el chat de WhatsApp del grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados, se rumora que el Área Metropolitana recibió un polluelo desde la Universidad de Antioquia que podría ser el mismo que andan buscando. De nuevo hay que suponer que esto es una familia y que la noche anterior, mientras su hermano dormía en la casa del profesor, él se mojaba hasta los huesos en un aguacero.

El 24 de noviembre aparece un macho adulto cerca del bloque 2 de la Universidad. Se nota que lleva días alimentándose de la grasa que guardó en sus pectorales y se tambalea

universidad no está censada y para saber si los cuatro ejemplares pertenecen al mismo núcleo familiar se deben realizar pruebas genéticas.

IV. Las respuestas

El 14 de noviembre las dos crías están en el Jardín Botánico y el 15 las trasladan al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de fauna silvestre (CAVR). Cuando las identifican, el primer polluelo, el fuerte que fue entregado por desconocidos, pasa a ser el individuo 35AV234178. El segundo polluelo, el débil y herido que posiblemente fue expulsado del nido, ahora es el individuo 35AV234180. Persiste la jerarquía. El 35AV234178 está “hipotérmico, adinámico y estuporoso”, por lo que el personal veterinario de la Estación de Paso decide aplicarle la eutanasia. Ingresa muerto al CAVR. El 35AV234180 muestra “varios hematomas

que exteriorizan traumatismo y hemorragias de cañones quebrados en varias zonas del cuerpo”. La caída del nido le ocasiona lesiones que le impiden comer y el personal veterinario realiza alimentación asistida, pero el polluelo fallece el mismo día que ingresa al CAVR. El diagnóstico presuntivo es trauma. El cuerpo del macho adulto es dejado en la Estación de Paso luego de que falleciera a medio camino y el 25 de noviembre también es remitido al CAVR. El 26, la necropsia confirma que su condición física es de 1.5 sobre 5, que dejó de alimentarse y su vesícula biliar aumentó de tamaño. El informe detalla hematomas en su zona pectoral, en el cuello y el oído derecho; fractura de hueso alargado de oído izquierdo; y hematoma en cráneo del lado derecho, con hemorragia interna leve. Aunque el diagnóstico presuntivo también es trauma, no deja de ser extraña la situación que lo precede.

Hay muchas razones por las que un búho puede sufrir un golpe y una de ellas es fisiológica. Para que no pueda maniobrar durante el vuelo, el búho tendría que enfermarse y esto podría ocurrir tras comer algo que lo intoxicara, lo que obstruye su sistema digestivo y hace que no pueda alimentarse más, esto eventualmente lo debilita y lo desorienta o le impide seguir cazando. Otra causa es un obstáculo. Muchas aves mueren porque colisionan contra edificaciones; sin embargo, los búhos se caracterizan porque su vuelo es lento, lo que les permite esquivar objetos con mayor facilidad y, en caso de colisionar, lo hacen a poca velocidad y sin consecuencias graves. La última, pero no menos posible, es que alguien lo golpee.

La hembra es la única que no ingresa a la Estación de Paso ni al CAVR y su cuerpo es enviado a la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Antioquia para que realicen la necropsia. El análisis evidencia hematoma en la base del cráneo, múltiples hematomas en la región abdominal, pectoral y miembro torácico derecho; hígado y bazo pálidos. Tiene ramas en el ventrículo gástrico y su vejiga biliar pletórica, es decir, completamente llena por alguna obstrucción; y hay presencia de uratos y líquido retenido en su sistema urinario. El diagnóstico presuntivo es intoxicación con anticoagulantes warfarínicos.

Las pruebas genéticas nunca se realizaron. Por eso, hay que suponer que esto fue una familia.

Esta historia se reconstruyó gracias a los aportes de Andrea Lopera Salazar, coautora del libro Búhos de Colombia; Héctor Fabio Rivera, profesor del grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados; y Juan Fernando Giraldo, avistador de aves. La información sobre el uso de rodenticidas en la ciudad y las necropsias de los búhos se obtuvo por medio de derechos de petición presentados a la Alcaldía de Medellín y el Área Metropolitana, respectivamente.

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Filología UniversidaddeAntioquia Crónica
Facultad
Comunicacionesy
El macho adulto de búho rayado (¿el padre?) fue avistado por pajareros a mediados de octubre en la UdeA. Ilustración: Ana Sofía Peláez.

Tres décadas de infidelidades y un homicidio

Esta historia de amor nació con los impulsos de la rebeldía adolescente, pero se desvaneció tras décadas de maltrato psicológico que desencadenaron una salida desesperada, un crimen. Martha Roldán cumple una condena ‒en revisión‒ de 98 meses de prisión por el asesinato de su esposo, Carlos Humberto Jaramillo.

| Juan Felipe Restrepo Cano juan.restrepo152@udea.edu.co

“ En la flor de la juventud se cometen errores garrafales”, dice entre lágrimas Martha Roldán, considerada en su momento una de las más elegantes y refinadas residentes de Altos del Poblado, en la Comuna 14 de Medellín. En agosto del 2022 fue condenada a 98 meses de prisión por el homicidio de su esposo, Carlos Humberto Jaramillo Restrepo, un empresario dedicado a importar materias primas del oriente de Asia.

Según la autopsia realizada por Medicina Legal, la causa de la muerte fue una combinación letal de fármacos que le disparó los niveles de glucosa en la sangre y resultó en el deceso del hombre de 53 años el martes 18 de enero del 2022. Martha era la única persona cercana a la víctima con acceso a los medicamentos. Además, conocía la enfermedad de Carlos y tenía los conocimientos médicos para llevar a cabo el asesinato. El fiscal del caso planteó como móvil del crimen el cansancio que ella sentía por las constantes infidelidades de su esposo; el detonante ocurrió el 2 de enero del 2022, fecha en la que cumplían 30 años de matrimonio, cuando Carlos Humberto le pidió el divorcio.

Huida y bonanza

Martha Roldán y Carlos Humberto Jaramillo se conocieron en 1989, cuando ella tenía 15 años y cursaba décimo en el colegio Marymount de Medellín. Carlos era hermano de la mejor amiga de Martha, Clara Luz Jaramillo, quien estudiaba con ella. “Desde que se conocieron se gustaron, pero el papá de Martha no quería que ella tuviera novio, y mucho menos que fuera Carlos, porque esa familia (la de Martha) era rica de toda la vida y nosotros éramos nuevos ricos”, recuerda Clara Luz.

Sin importar las restricciones de su padre, Martha y Carlos iniciaron un noviazgo secreto que desencadenó que, en 1990, ella se fugara de su casa y se mudara con él; dos años después se casaron. “Al inicio nos tocó muy duro. Él estudiaba Administración de Empresas en Eafit, pero cuando el papá se dio cuenta de que yo me había escapado de mi casa para estar con él, dejó de pagarle la universidad. En ese momento le tocó empezar a trabajar para pagar los tres semestres que le hacían falta”, cuenta Martha, con una sonrisa, en el balcón del que es su hogar hace más de un año.

A pesar de las adversidades, la pareja salió adelante y en 1995 se les apareció el negocio. Una línea marítima comercial entre Colombia y Asia Oriental acababa de abrirse, y esto le permitió a Carlos importar polietileno de alta densidad, utilizado para la fabricación de cubiertas de cables de energía y envases de alimentos y de productos para el hogar. “Era un negocio muy rentable, recuerdo que había meses en los que él podía importar entre 15 y 20 contenedores, todos repletos con producto al que ya le tenía comprador”, recuerda Martha. Esta bonanza les permitió mudarse del pequeño apartaestudio que arrendaban, cerca del parque de Boston, a su casa propia en Altos del Poblado, uno de los sectores más lujosos de Medellín. En esa casa vivieron poco más de 26 años, hasta que la muerte los separó.

La gota que la colmó

Desde que inició la bonanza, Martha y Carlos intentaron concebir un hijo, tarea que no dio frutos y que, según ella, marcó un punto de inflexión en la relación. Pasaron cuatro años y ella visitó a varios médicos, pero todos le decían que no tenía ningún problema: “Nada nos daba resultado; yo

visité varios médicos, pero todos me decían que no tenía problemas, que todo estaba bien. Desde esa época, por ahí en los 2000, empecé a escuchar rumores de infidelidades de él hacia mí, pero cuando yo lo confrontaba siempre me decía que era falso, que la gente nos tenía envidia y que él sería incapaz”.

En 2003, Martha se mudó a Jericó, Antioquia, para llevar a cabo su año rural y graduarse como médica cirujana del CES. Allí empezó a recibir llamadas casi a diario en las que le contaban que veían a Carlos con una u otra mujer o que él alquilaba una avioneta y se llevaba a sus amantes para Cartagena. Martha estaba cansada, pero todavía sentía amor y estaba dispuesta a “hacer lo que hiciera falta” para mantener su matrimonio.

Por eso, decidió no ejercer su carrera como médica cirujana y se vinculó de lleno a la empresa de su esposo, según explica, como una manera de mantener el control de la relación. La estrategia funcionó, pues durante 12 años más se mantuvieron juntos y su negocio continuó prosperando; sin embargo, las infidelidades continuaron e incluso, cierto día de diciembre del 2015, Martha encontró un brasier que no era suyo cuando regresó a casa luego de un fin de semana fuera de la ciudad, hecho que le desencadenó un ataque de ansiedad y un infarto. Luego de algunos análisis, su cardiólogo determinó que Martha tenía presión arterial alta; por lo tanto, le recetó un medicamento que, según Medicina Legal, fue el que le ocasionó la muerte a Carlos siete años después.

Desde diciembre del 2015 hasta enero del 2022, el matrimonio siguió. “La relación ya no era la misma, pero había un respeto y cariño mutuos muy grandes”, describe ella. Por lo menos dormían en la misma cama y salían juntos de vacaciones. “Hasta teníamos sexo de manera ocasional. Cada vez que me acordaba de sus infidelidades me daba mucha ira, pero aprendí a ignorar el sentimiento y concentrarme en el amor que tenía hacia él”, recuerda Martha, sentada en la sala de su casa, mientras intenta contener las lágrimas.

Los rumores sobre las infidelidades de Carlos no terminaron. La última infidelidad de la que Martha se enteró fue justamente la que terminó con su matrimonio. Un amigo suyo, dueño de un restaurante en la calle 10, le contó que lo vio ir varias veces con una mujer a quien presentaba como su esposa. “Yo no le presté atención, supuse que era otra mujer que él cambiaría rápidamente; sin embargo, me equivoqué y ese día él me lo confesó todo”. Era el 2 de enero del 2022, en su aniversario 30. Ese día, Carlos Humberto le pidió el divorcio y le confesó todas y cada una de sus infidelidades, comenzando por la mujer a la que ya presentaba como su esposa en la ciudad.

“Mientras él me contaba todos los detalles de sus infidelidades (la mayoría ya yo las conocía), en lo único que podía pensar era en la vida que desperdicié; en lo feliz que pude ser ejerciendo mi carrera como médica cirujana, quedándome con mi familia, o aceptando ser novia de Francisco Ricaurte, un joven de la época del colegio que me trataba muy bien y era de todo el agrado de mis papás”. Para Martha fue la conversación más eterna de su vida. Carlos le propuso que se quedaran viviendo juntos por un mes o dos, mientras decidían quién se mudaría y contrataban un abogado para iniciar el proceso de divorcio: “Yo no lo entendí hasta que ya estaba hecho, pero creo que ese día fue cuando decidí que no lo dejaría pasar, que él me las iba a pagar”.

22 N0.107 Medellín·abrilde2024 Testimonio

Ilustración: Jhojan Millán M. @alverja.caricatura.

La doble cara de la violencia de pareja En promedio, una mujer es asesinada en Colombia cada 30 horas. Y cada 30 días un hombre es asesinado por su pareja. Estas no son simples estadísticas, sino vidas que se pierden en la vorágine de una violencia que se toma espacios supuestamente destinados para el amor.

Según el Observatorio Colombiano de Feminicidios, en 2023 hubo 612 feminicidios. Estos actos suelen ser perpetrados por parejas (36 %) o exparejas (43 %). En contraste, según cifras de Medicina Legal, 11 hombres fueron asesinados por sus parejas mujeres el mismo año. La fundación Padres por Siempre advierte que podrían ser más frecuentes de lo reportado, ya que a menudo no se investigan adecuadamente.

“La ley protege a todas las víctimas de violencia, sin embargo, si hay algo que se llama feminicidio, es porque las mujeres son atacadas por el simple hecho de ser mujeres”, explica Elizabeth Guío, coordinadora de la especialización en Derecho de Familia de la Universidad Nacional de Colombia. Ella destaca que aunque las denuncias de violencia hacia los hombres han aumentado, no son tan visibles como las de las mujeres. Además porque los rasgos de la cultura patriarcal los llevan a denunciar menos. Cifras de Medicina Legal indican que la violencia de pareja contra hombres subió un 7.2 % en 2023 respecto al año anterior. Pero la infidelidad también es una forma de violencia. El Consejo de Estado ha ratificado que esta constituye una forma de maltrato y violencia psicológica. A largo plazo esta conducta, entrelazada con el gaslighting (una forma de abuso psicológico donde el abusador hace dudar a la víctima de su propia percepción y memoria), puede tener efectos devastadores. La combinación de estas conductas puede causar un daño emocional profundo, que lleva a la víctima a cuestionar su valía, lo que resulta en una disminución de la autoestima y un estado de confusión y dependencia emocional.

La escritora feminista Coral Herrera, crítica del amor romántico, dice que el infiel no solo ejerce violencia psicológica, sino que abusa de la confianza de su pareja y rompe los pactos de cuidado. “Si además tu pareja depende económica y emocionalmente de ti, te estás beneficiando de la explotación emocional que ejerces sabiendo que ella no puede romper la relación”, asegura la escritora en una columna publicada en 2023. La historia de Martha y Carlos estuvo plagada de estas violencias injustificables.

Crimen, confesión y condena

Martha llega a esta parte de la historia con lágrimas que no puede detener. Se avergüenza de su llanto y pide parar la conversación. Seca sus lágrimas, se toma un café y continúa: “Tuve 16 días para pensar cómo hacerlo pagar, pensé en quitarle todos sus bienes y dejarlo en la calle, pensé en publicar su historia en páginas de chismes de la ciudad o en mentirle y decirle que siempre lo estuve engañando, pero ninguna de esas me parecía una respuesta lo suficientemente contundente para todo lo que me hizo. Así que empecé a pensar en maneras de hacerle daño”. No creía que fuera a hacerlo, solo quería “canalizar la ira”. Los días pasaron y Martha empezó a empacar sus cosas, lista para mudarse a cualquier lugar lejos de Medellín, pues su familia ya no vive en el país y, aparte de Carlos, allí ya no le quedaba nada más.

El 18 de enero del 2022, Martha se levantó temprano. No lograba volver a dormir. Se preparó un café y se tomó su medicamento: “Me quedé un largo rato mirando la caja, recordando mi época en la escuela de medicina, cuando nos enseñaban los tipos de medicamentos que, en ninguna circunstancia, podían ser mezclados”. Ella sabía que Carlos se levantaría a eso de las seis y media de la mañana, se tomaría un café, vería los titulares de algún noticiero internacional y se aplicaría su dosis de insulina. En ese momento la sed de venganza se apoderó de Martha y lo peor pasó. Sirvió una taza de café y le disolvió uno de sus propios medicamentos. Cuando Carlos se levantó y entró en la cocina, ella tenía la taza de café en la mano. Se la entregó y sin decir nada salió de allí, entró a su habitación y empezó a llorar, tratando de no ser escuchada. Carlos continuó con su rutina mañanera, prendió el televisor, puso un canal de noticias, vio los titulares y se paró en la cocina en búsqueda de su medicación habitual. En ese momento Martha reaccionó, sabía que tenía una oportunidad para cambiar de opinión y salvarlo, pero no lo hizo. Él murió sentado mientras veía el noticiero de las ocho de la mañana de CNN en español. Martha esperó hasta las 10:30 de la mañana para llamar una ambulancia, tiempo suficiente para que ni el mejor de los médicos pudiera salvarle la vida a Carlos. A la par llamó a la Policía, le confesó a la operadora del 123 lo que había hecho y le dijo que no tenía intenciones de escaparse, que los esperaría en la que fue su casa por 26 años.

Ese martes 18 de enero, alrededor de las 12:30 p. m., Martha fue capturada por homicidio y llevada ante un juez de control de garantías. El juez le concedió detención domiciliaria a la espera de una próxima audiencia debido a su enfermedad cardiaca. A través de su abogado, llegó a un trato con la Fiscalía y se declaró culpable de homicidio doloso.

En agosto de 2023 un juez del Circuito Judicial de Medellín la condenó por homicidio preterintencional, el cual se comete cuando el autor tiene la intención de causar un daño, pero no la muerte, y sin embargo esta se produce como consecuencia de la acción. La sentenció a 98 meses (8.17 años) en detención domiciliaria. El juez consideró como atenuantes la enfermedad cardiaca de Martha, su estado de alteración mental al momento del crimen (validado por un psiquiatra contratado por la defensa), su aceptación de los cargos y su ya demostrada intención de no darse a la fuga.

Sin embargo, el 21 de marzo del 2024 el fiscal del caso apeló la sentencia y solicitó la revisión de la condena, pues considera que es muy baja. Este recurso sigue en trámite en el Tribunal Superior de Medellín. Mientras tanto, Martha Roldán cumple su condena en Jericó, en una vereda cercana al casco urbano del municipio. Desde enero del 2022 se dedicó a deshacerse de todo lo que le recordara a su exesposo: vendió la compañía importadora, igual que su casa en Altos del Poblado y otra en la isla Tierra Bomba, en Cartagena. También regaló la ropa de ambos, los artículos de decoración de su casa y todos los objetos personales:

“Conservo mi cédula, la tarjeta del banco, la licencia de conducir, el historial médico y las escrituras de la casa; boté todo lo que la ley no me obliga a conservar”.

En la soledad de Jericó, Martha encontró un santuario para su alma atormentada. Alejada de los lujos y las tragedias de su vida anterior, se despojó de todo. Ahora, su existencia transcurre entre el verdor del bosque y la sencillez de su hogar, donde los días se suceden con la tranquilidad que tanto anhelaba. En este retiro, se dedica a la escritura como forma de catarsis. Cada página es un paso hacia la comprensión y aceptación de su pasado. Aunque físicamente está limitada por su condena, su mente y corazón se aventuran por caminos de sanación. Así, Martha da por cerrado el capítulo más doloroso de su vida con la serena aceptación de sus errores y la esperanza de días más tranquilos.

23 FacultaddeComunicacionesyFilología UniversidaddeAntioquia Testimonio

Póker: juegos

Vale Valerio, el cocodrilo giratorio

Baraja de un centro azaroso

Escoja una carta y lea su suerte.

Cada historia de este mazo es un golpe de luz sobre el azar o el destino, una ráfaga sobre la vida que se la juega cada día en algún rincón del Centro de Medellín. Siga la ruleta para recorrer los lugares, el póker para adentrarse en los juegos y los reyes para conversar con los personajes.

| Leidy Restrepo (LR) leidy.restrepom@udea.edu.co

| Javier Giraldo (JG) javier.giraldo@udea.edu.co

| David Daza (DD) david.dazag@udea.edu.co

“¡Vale a 1000, vale a 1000! ¡Arrímense, apuesten! Al que gane le pago, el que no... siga apostando”. 12 números con un billete diferente cada uno, una sirena, un Todos Ponen, un Todos Pierden y un caballo que, al que le apueste y acierte, da 100.000 pesos por solo 1000 pesos de inversión. El cocodrilo giratorio de plástico, ubicado sobre una ruleta al lado de la iglesia de la Veracruz, marca la suerte. En 15 giros solo un apostador ganó 20.000 pesos; ya había invertido 15.000. Se sintió tumbado y se fue, pero el animal siguió girando. (DD)

Noche de Roulette

Siete personas observan ansiosas mientras la bolita blanca salta en la ruleta que empieza a girar. A medida que la ruleta gira en dirección opuesta, las expresiones de tres hombres adultos y cuatro señoras cambian con cada posible parada de la esfera: primero en el siete cuadrícula roja, luego en el 11 cuadrícula roja, y finalmente en el tres cuadrícula negra, mientras la ruleta disminuye su velocidad. Los segundos de tensión culminan cuando la bolita se detiene en el 12 cuadrícula negra. ¿Quién ganó? Los rostros muestran su descontento por esa partida, una de las muchas que les esperan esta noche en el Casino Imperial, en la acera derecha de la carrera Bolívar, entre las estaciones Parque Berrío y Prado. (JG)

Tablero de la suerte “Es un oficio más”, reflexiona Tomás acerca de su rebusque, el cual consta de un tablero, una ficha e ingenio para promocionar el juego a los transeúntes del bullicioso comercio informal debajo de la estación Parque Berrío. Su estrategia consiste en convencerlos de que el premio mayor es fácil de ganar por solo 1000 pesos. Con la ficha en la mano, un joven observa detenidamente el premio antes de lanzarla. Puede acertar en alguno de los cuadros, con valores entre 5000 y 20.000 pesos pintados en el tablero. Apuesta al premio mayor y falla. La ficha y el tablero son cómplices de este hábil paisano. (JG)

El juego de la cuarta Cuatro jóvenes congregados en un rincón junto al almacén Flamingo se entregan a un juego conocido como la cuarta. Consiste en lanzar una moneda contra la pared, intentando que aterrice lo más cerca posible de las otras monedas. Uno de los participantes, con una concentración palpable, extiende su mano sobre el asfalto y utiliza el pulgar y el meñique para medir la distancia entre ellas. Esta medida determina al ganador con una mezcla de seriedad y camaradería. El perdedor, con un gesto de resignación, entrega su pequeña botella negra al vencedor que, triunfalista y ansioso, lleva el botín a su nariz para inhalar profundamente. (JG)

Ya pillaron a Ciego Trampa Al Ciego ya lo tienen pillado y sentenciado y cualquier día se la van a cobrar. “Más fácil cae un mentiroso que un cojo” y, aunque siempre lo niega, le han encontrado cartas pegadas debajo de la silla, de la nalga y del sobaco. Es un hábil tramposo, pero también es muy desconcentrado y por eso muchas veces se baja mal y tiene que pagar pinche a cada rato. Al Ciego no le viene nada mal ese refrán que reza: “Lo pillaron meando y sin papel”. Pero de que se la cobran, se la cobran. (DD)

Ruleta: lugares

El póker tapado

En un sofocante salón de billar de la plazoleta de La Bastilla, nueve señores se congregan alrededor de una mesa de plástico con un mantel encima. Cartas desgastadas en manos velludas y hábiles dictan destinos efímeros. Mauricio, con la mirada fija en el mazo, reparte las cartas buscando cambiar su suerte o la de sus clientes/apostadores. Con un giro final, su expresión se ilumina: la fortuna, hoy, le sonríe. (JG)

Apuestas y mujeres

No se sabe si todos los hombres que juegan en la Minorista entre restaurantes y bultos tienen un altar a Dios o son igual de bondadosos que Peralta, el jugador paisa por excelencia que describe Tomás Carrasquilla en En la diestra de Dios Padre. Lo único que puede asegurarse es que no apuestan menos de 100.000 pesos diarios, no se paran a pensar si perdieron ni cuánto porque eso ya es mera rutina, y no dejan entrar a sus mujeres al juego, si las tienen, porque, como reza la creencia, quien tiene suerte en el amor, no la tiene en el juego, y viceversa. Ha de ser por eso que juegan solos y no les explican nada a los nuevos, excepto si uno es una mujer joven. (LR)

Blackjack En el pulsante corazón del Casino Plaza, la tensión se eleva y desciende al ritmo de las apuestas. Frente al crupier, una trilogía de destinos: dos mujeres, una joven y la otra marcada por la experiencia, junto a un veterano cuya mirada esquiva parece esconder años de jugadas. Las cartas, extensiones de sus deseos, danzan en el aire y delinean estrategias fugaces. “¡Veintiuno!”, declara una. El veterano, con un gesto silente, se reclina y reconoce el giro del destino mientras su compañera de juego ofrece una felicitación breve pero sincera. En la mesa no solo se cruzan apuestas, sino también historias entrelazadas por el azar. (JG)

Noche de dados donde Tavo En el corazón musical y aguardientero del paseo La Bastilla, un cartel minimalista rojo señala el local: Juegos de Cartas y Dominó Tavo. Adentro, 20 señores rodean la mesa de billar, expectantes ante el desenlace de una partida emocionante. Cinco apostadores compiten: lanzan dados desde un vaso negro sobre la mesa, las miradas ansiosas siguen sus trayectorias de cerca. Tras un lanzamiento fallido, el turno pasa al jugador a la derecha hasta que, finalmente, uno acierta el número ganador. (JG)

Reyes: personajes

Elena le juega al azar

Con la venta de chance y lotería, Elena lleva casi 40 años tratando de darle suerte a los paisas que le compran en el bulevar de Junín. “Si a uno lo jubilaran con este trabajo, yo hace tiempo estaría descansando”. Hace tanto tiempo que le cogieron un premio mayor que ya hasta olvidó la fecha. Fue hace más de 30 años. Ese día la premiaron con 18.000 pesos, un platal para la época. Hoy solo vive de ilusiones y espera que alguno de sus clientes gane alguito para que la saque de la pobreza. (DD)

Migueloco se quiere morir

Está tumbado junto al Café Bristol, en La Bastilla. Masca ilusiones y ve en espejismos aquellos casinos que alguna vez fueron reales. Le dicen Migueloco. Este abogado frustrado se devuelve a sus recuerdos y aún siente en sus oídos el tintineo de las máquinas tragamonedas o la pasión que sentía por jugar blackjack, en jornadas de casino tan intensas que no había sol, ni luna, ni nada que no fuera juego. Sabe que está enfermo, doblemente enfermo porque ahora su pasión es el ron jamaiquino y su obsesión la muerte: hace días quiere acabar con su vida. (DD)

Naturaleza humana Debe ser algo intrínseco en la naturaleza, la inocencia o la malicia humana, que en cualquier condición el juego parece oportuno sin importar los instrumentos o las dotes. Se pueden apostar casas en el póker, millones en la ruleta, cienmiles en los dados, miles en el bingo y 100 o 200 en la cajita. La cajita de fósforos, vacía y maltratada de tanto ser lanzada contra el suelo. En cuclillas, los habitantes de la avenida Oriental en su cruce con Ferrocarril apuestan a la posición en que caerá la cajita por el lado más angosto: horizontal 100, vertical 200. Hoy están platudos, pero hay días en que basta con ganar un plon o un poco de dignidad. (LR)

Bachitombos

A las cuatro de la tarde, todavía hay varios segundos pisos cerrados. Afuera, en las bancas y las mesas del pasaje La Bastilla, los señores beben y conversan, esperando que abran para subir a apostar; las prostitutas empiezan a aparecer, bañadas y preparadas para recibir caricias victoriosas o compensar las derrotas. En ese tránsito cotidiano suben tres policías bachilleres. Se les nota el miedo en los pasos y las miradas que no quieren ver nada. En cambio, todos los miran, reclamándoles por perturbar el espacio con su caminar nervioso y sus bolillos diminutos. Apuran el paso, no vaya a ser que esta tarde solo se ganen una paliza. (LR)

24 N0.107 Medellín·abrilde2024 Contraportada
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