De la Urbe 73

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2 Homenaje

3 El 31 de marzo, Carlos Gaviria Díaz —doctor en Derecho y Ciencias Políticas, profesor, decano y vicerrector de la Universidad de Antioquia, magistrado de la Corte Constitucional, senador y candidato presidencial— falleció aquejado por una afección pulmonar. Entonces, como nunca, el país entero se unió en su despedida, desde sus amigos y admiradores hasta sus contrincantes políticos. Todos de pie, todos aprendices del Maestro. Siempre con un libro debajo del brazo, defensor de las libertades y del ambiente incomparable de la universidad pública, Gaviria Díaz nos demostró que la decencia y la política cabían en una misma vida. Este es nuestro adiós al hijo de la Universidad de Antioquia que no concebía la ética como un adorno o un sortilegio de la vida, sino como la gran virtud ciudadana y la fuerza de la democracia viva.

Maestro con mayúscula

Fotografía: Cortesía

Fotografía: Cortesía periódico El Mundo

Carlos Gaviria Díaz (1937-2015)

Carlos Gaviria se graduó como abogado en 1961. Su tesis, Apuntes para un curso de Introducción al Estudio del Derecho, fue distinguida con mención de honor en 1965. En la foto, con sus hermanas Alba (izq) y Lilian (der).

Mariana White mariana.whitelo@gmail.com

No. 73 de Abril de 2015

Fotografía: Cortesía Facultad de Derecho y Ciencias Poíticas Gaviria en medio de Gustavo Mejía (izq) y Luis Fernando Restrepo (der). Celebraban los 150 años de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas (1977). Gaviria consideró a la Universidad de Antioquia como “centro de divergencias” y aseguró que nunca se sintió desvinculado de ella.

Fotografía: Cortesía

Fotografía: Julián Roldán

U

n día de 1972, Carlos Gaviria Díaz dictaba su habitual clase de Introducción al Estudio del Derecho en la Universidad de Antioquia. Esta vez el profesor hablaba del hombre como ser autónomo, que decide por sí mismo. Una alumna levantó la mano y preguntó si el Derecho no contradecía esa autonomía, pues uno depende de leyes y normas impuestas por otros. El maestro destacó positivamente la pregunta y respondió, como siempre, brillante y dispuesto al diálogo. En ese entonces, ya había creado un fuerte vínculo con la Universidad de Antioquia. Desde 1957, cuando decidió estudiar Derecho y Ciencias Políticas, la hoja de vida de Carlos Gaviria se nutrió de la Alma Máter. Después de graduarse como abogado y recibir mención honorífica por su tesis, fue profesor y más tarde, con tan solo 32 años, decano de la Facultad de Derecho. El lazo nunca se rompió: con el tiempo, asumió la presidencia de la Asociación de Profesores y la Vicerrectoría General. Aquel día, el de la pregunta, el profesor explicó que el pueblo le entrega al legislador la facultad de prescribir normas jurídicas y que, una vez expedidas, cada quien conserva la autonomía para obedecerlas o desobedecerlas sometiéndose a las consecuencias. Era una situación común, al estilo de Sócrates, con preguntas y respuestas: impartía su cátedra impulsando a los estudiantes a pensar. Era un profesor exigente, cuchilla, al que se debía responder con claridad, respetado y admirado por su intelecto, por la coherencia de sus pensamientos y actuaciones. Desde 1980 fue vicepresidente del Comité Regional por la Defensa de los Derechos Humanos. En 1987, cuando asesinaron a Héctor Abad Gómez, presidente del Comité, tuvo que salir del país a refugiarse de la violencia que por esos días amenazaba a quienes luchaban por los derechos y las libertades. Para fortuna de la Universidad, tan afectada por la violencia paramilitar, regresó pronto y dirigió el Instituto de Estudios Políticos. Luego se desempeñó como Vicerrector General (1989-1992) y siguió su rumbo como magistrado de la Corte Constitucional, reconocido por sus brillantes y polémicas sentencias, y su lucha por la libertad y por los derechos de las minorías. Gaviria o el “profesor emérito”, como le gustaba y como merecía ser llamado, mostraba un poco de resistencia por el camino de la política. Nunca lo trasnochó el poder. Sin embargo, aceptó el llamado e hizo parte del Frente Social y Político —semilla del Polo Alternativo Democrático donde militó hasta su fallecimiento— porque sintió que era hora de poner en práctica sus ideales. Nunca dejó de ser un maestro. Combinó de manera magnífica la pedagogía y la política; el pasado 11 de marzo dictó su última conferencia sobre ¿Cómo educar para la democracia? a profesores del Gimnasio Moderno en Bogotá. En esta defendió, como siempre, la necesidad de formar ciudadanos democráticos y pluralistas. Con esa última conferencia, de alguna manera, cerró el círculo de ideas que sostuvo por más de 40 años. Así lo recordó Clemencia Hoyos, la misma alumna de aquella pregunta en clase, el viernes 10 de abril de 2015 durante el homenaje organizado por la Universidad de Antioquia. Hoyos pronunció un bello discurso dedicado a su maestro y amigo fallecido. Se sintió orgullosa, como muchos de los asistentes, de haber sido discípula de Carlos Gaviria Díaz y de haber conversado, entre aguardientes y tangos, con un hombre de honores que sostuvo durante toda su vida la lucha democrática con el arma de la palabra.

Gaviria con los profesores Luis Fernando Restrepo, Alberto Ceballos, Clemencia Hoyos y Julio González, autodenominados “gavirismo científico” por identificarse con la manera de pensar de quien fue su maestro.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


4 Editorial

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Un guayacán

Comité editorial: Patricia Nieto Nieto, Jorge Alonso Sierra, Luis Carlos Hincapié, Raúl Osorio Vargas, Jaime Andrés Peralta Agudelo, Elvia Elena Acevedo Moreno, Gonzalo Medina Pérez, Natalia Botero Oliver.

florecido

Dirección: Juan Camilo Jaramillo Acevedo. Coordinación editorial: Daniela Jiménez González, Juan Diego Posada Posada, Sofía Villa Múnera, Mariana White Londoño, Diego Zambrano Benavides.

Diseño: Cristina Montoya Ramírez. Fotografía: Albeiro Lopera Hoyos (El 9), Diego Zambrano Benavides, Sara Castillejo Ditta, Alejandro Buriticá Alzate, Luisa Fernanda Rojo, Gustavo Sánchez, Verónica Pérez, Julián Roldán. Ilustración: Andrés Felipe Restrepo Guisao, Pablo Pérez (Altais), Ricardo Cortázar. Infográfico: Juan Diego Posada, Sofía Villa Múnera, Cristina Montoya Ramírez.

Impresión: La Patria, Manizales. Circulación: 10.000 ejemplares. Director TV: Jorge Alonso Sierra. Director Radio: Luis Carlos Hincapié. Director Digital: Wálter Arias. Director Especiales: David Santos Gómez. Universidad de Antioquia. Rector: Mauricio Alviar Ramírez. Decano Facultad de Comunicaciones: David Hernández García. Jefa Departamento de Comunicación Social: Deisy García Franco. Las opiniones expresadas por los autores no comprometen a la Universidad de Antioquia. Universidad de Antioquia, Bloque 12, oficina 122. delaurbe.udea.edu.co, delaurbe@comunicaciones.udea.net.co, delau.prensa@gmail.com, www.facebook.com/sistemadelaurbe, www.twitter.com/delaurbe Teléfono: 219 59 12 FACULTAD DE COMUNICACIONES Ciudad Universitaria-Calle 67 N° 53-108 Medellín - Colombia

Número 73 Abril de 2015

No. 73 Abril de 2015

Opinión

Extradición: de nuevo al escenario Estefanía Carvajal Restrepo lacocinadeolivia@gmail.com

A

raíz de la presunta liberación de Simón Trinidad —información que resultó ser solo un chisme del excanciller israelí Shlomo Ben Ami, asesor internacional de los Diálogos de Paz—, el presidente Juan Manuel Santos dio a conocer por primera vez desde que iniciaron los Diálogos de Paz en La Habana su posición sobre la extradición de los guerrilleros de las Farc a los Estados Unidos, país que ya ha solicitado juzgar a varios de los subversivos por los delitos de terrorismo y narcotráfico. Y a pesar de que hasta ahora la extradición no ha aparecido en la agenda de los diálogos, Santos se mostró firme en su declaración. “Ningún guerrillero va a tirar las armas para irse a morir a una cárcel norteamericana”, afirmó el Jefe de Estado. Por fin alguien va a ponerle el tatequieto a la extradición, que en los últimos quince años se ha vuelto más un arma política para mostrar resultados cuantitativos en materia de lucha contra el narcotráfico que una herramienta legal de cooperación internacional. A los cabecillas de las Autodefensas Unidas de Colombia, que cometieron crímenes de lesa humanidad y dejaron un saldo de 420 mil víctimas, los juzgó la justicia norteamericana por el delito de concierto para delinquir relacionado con el tráfico de estupefacientes. Y a pesar de que en muchos casos las penas fueron superiores a 20 años, la extradición negó el derecho de las víctimas a conocer la verdad. Al parecer es más grave enviar cocaína a los Estados Unidos que perpetrar masacres como la de El Salado, cometida por el Bloque Norte de las AUC, cuyo comandante era Jorge 40, quien actualmente purga su condena en los Estados Unidos. En El Salado fueron asesinadas más de 100 personas entre el 16 y el 21 de febrero de 2000; y a esas 100 familias el Estado colombiano les dio la espalda: la pérdida de sus familiares no era motivo suficiente para condenar a los victimarios. En ese momento, la reparación simbólica de las víctimas perdió toda legitimidad. En septiembre de 2014, el mismo exjefe paramilitar Salvatore Mancuso le dijo a El Tiempo en entrevista desde la cárcel donde se encuentra recluido en los Estados Unidos, que la extradición fue uno de los peores errores

cometidos durante el proceso de paz con las AUC. Según Mancuso, el mecanismo de cooperación internacional fue utilizado por el entonces presidente Álvaro Uribe para “silenciarnos e incumplirnos. ¿Por qué callarnos? Nuestra obligación es contar la verdad. Sin embargo, cuando comenzamos a confesar las verdades que afectaban a Uribe, o a personas cercanas a él, y de alto poder de las altas esferas, fue cuando decidió incumplir los pactos y ordenó nuestra extradición. La extradición por sí sola nunca va solucionar el narcotráfico ni el conflicto en el que estamos inmersos”. Además Mancuso, quien fuera en su momento enemigo acérrimo de las Farc, afirmó que para esta guerrilla deben buscarse penas alternativas a la cárcel. La verdad y la reconciliación, según Mancuso, deben ser prioridad antes que el castigo. Las declaraciones de Juan Manuel Santos dejan prever que en los acuerdos que resulten de los Diálogos en La Habana —si es que finalmente se llega a un acuerdo— se les dará prioridad a la verdad y a la reconciliación. Si Santos cumple con su palabra, la extradición no será una opción para castigar a los guerrilleros desmovilizados, e incluso se podría pensar en la posible liberación de Simón Trinidad, líder guerrillero que Álvaro Uribe extraditó sin vacilar una vez fue capturado a pesar de que Estados Unidos no tenía ningún cargo en su contra. No obstante, la posición de Santos respecto a la extradición no debería limitarse al caso de los Diálogos de Paz. La política de extradición en Colombia debe revaluarse en su totalidad, debe ser mirada con lupa y debe volver a hacer parte de la agenda pública. Casos como el del vendedor de plátanos de Barranquilla que fue extraditado porque los gringos pensaron que los “verdes” de los que hablaba el hombre en sus llamadas interceptadas eran dólares, o el del carpintero que tuvo la mala suerte de ser homónimo de un narcotraficante, deben suscitar la reflexión sobre el papel que juega Colombia en el proceso de extradición, un papel que en los últimos años ha sido absolutamente pasivo. Ha de ser hora de escuchar a los extraditables de Cómbita y de La Picota que varias veces se han declarado en huelga de hambre para protestar en contra de las políticas de extradición del Gobierno, políticas que permiten la extradición masiva de colombianos que, muchas veces, poco o nada tienen que ver con las grandes ligas de la mafia. Que extraditen, sí, pero que el Estado colombiano verifique que están extraditando a la persona correcta y que el delito realmente justifique el mecanismo.

honores

para

A la Maestra, clara e inspiradora, que ha desarmado el país para explicarlo de a poquitos a sus estudiantes; a la luz que ha guiado sin perder el criticismo; a María Teresa Uribe por sus aportes a las ciencias sociales y políticas: todos los honores. Todos. El Honoris Causa Doctora en Ciencias Sociales que le otorga la Universidad de Antioquia es más que merecido, por su lucha, por su ejemplo, que esperamos siga vivo: “Se los digo ya con un pie en el otro lado: si yo volviera a nacer, no dudaría que volvería a hacer lo que hice, lo que estuve haciendo… Ese deleite tan grande que da desentrañar cosas, decir cosas, enfrentarse con otros en el campo del conocimiento […] vale la pena, vale la pena”.

E

Corrección de estilo: Alba Rocío Rojas.

Portada: Cortesía Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.

Todos los María Teresa

n la foto que ven de portada, Carlos Gaviria siembra un guayacán. Es 4 de diciembre de 1977. Aquel día, domingo, se celebran 150 años de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, en la que Gaviria es profesor y director del Departamento de Derecho Político. Todavía no tiene la barba ni el cabello blanco con el que todos lo conocimos. Pero ya es un Maestro. La foto reposa bien cuidada en uno de los álbumes de la Facultad de Derecho. El guayacán, ahora, tiene más de veinte metros de altura y cada tanto ilumina los días con sus flores rosadas. Está ahí, entre otros árboles que se sembraron aquel día, detrás de la Facultad. A pesar de los enredos de la política, del exilio o las amenazas, Gaviria nunca se alejaría de su Alma Máter. Sería profesor por 30 años, guía ética para muchos. Cuando pensamos en todo esto —la foto, la muerte del Maestro, el árbol sembrado— recordamos una hermosa crónica de Juan José Hoyos, titulada precisamente Viendo caer las flores de los guayacanes. En la crónica, Juan José cuenta, tras la muerte de su hermano, que “la flor, como él, se desprendió del árbol sin hacer ruido, sin miedo, sin lágrimas”. Gaviria se fue pero nos deja montones de enseñanzas: el ejemplo de la rectitud. Como el guayacán florecido, sigue entre nosotros.

Redacción: Mariana White, David E. Santos Gómez, Estefanía Carvajal Restrepo, Luisa Fernanda Rojo Granda, Sergio Alejandro Ruiz Saldarriaga, Valentina Restrepo Tabares, Astrid Aristizábal García, Daniela Jiménez González, Juan Diego Posada, Sofía Villa Múnera, Laura Isabel Bueno Villada, Jaime Flórez, Natalia Duque, Antonia Mejía, María de los Ángeles Salazar, Daniel Uribe, Luisa Valencia, Sara Castillejo Ditta, Diego Zambrano Benavides, Natalia Botero.

Caricatura: Moly.

Caricatura

Párele oreja, señor Rector

Usted mismo lo ha dicho: la Universidad de Antioquia tiende a ser conservadora, lenta en sus decisiones. Estamos de acuerdo. Quizás por eso, una de sus propuestas iniciales, la más publicitada, ha sido la de cambiar el examen de admisión en aras de mejorar la calidad. Aunque la finalidad de esto es loable, el método, si nos permite decirle, no está del todo claro. Por más que lo ha explicado en diferentes medios de comunicación siguen surgiendo dudas sobre los costos, cuándo comenzará este nuevo examen, cómo será la relación que propone entre la Universidad y los colegios de bachillerato. En fin, el paso a paso de este sistema. Diversos grupos estudiantiles ya se han pronunciado, y como van las cosas la medida no parece muy popular. Párele oreja al runrún, señor Rector. Discútalo con los estudiantes, explíquelo mejor, póngalo en común. El nuevo rumbo que se le piensa dar a la Universidad comienza por ahí.

Opinión

Dime para quién trabajas y te diré para quién escribes

Nación Twitter David E. Santos Gómez davidsantosg82@gmail.com

T

witter ha expuesto de la manera más cruda el espíritu de Colombia y, al verlo, siento asco. Me da náusea esa mezcla de falsa erudición y odio que nos define como una nación rencorosa y sin remedio; esperanzada, pero mediocre. Ahí estamos nosotros, revueltos, en un amasijo de sociedad que lo quiere todo sin aportar nada, confiados en que esa minoría que accede a la red mueve el mundo con la opinión frívola de 140 caracteres. Sería estúpido no reconocer que, en una década, Twitter impulsó transformaciones evidentes. Movió a los jóvenes de Madrid y a los rebeldes que ocuparon Wall Street. Influyó en la caída del dictador egipcio Hosni Mubarak. Y puso en evidencia la estupidez de nuestros dirigentes, borrachos, alzados y arribistas. Pero hoy, aquí, no estoy interesado en ser portador de bondades. Lo bueno ya se ha dicho, pero la porquería sigue flotando. El timeline de trinos colombianos iguala a gobernantes y a gobernados, y en esa nueva plaza pública, democracia del futuro, los insultos son mayoría. Se ha abierto el dique de la opinión masiva y se habla sin pensar, en una verborrea que no tiene cortapisa. Hay ofensas con intención y desahogo de los peores instintos. Trina con el mismo odio el alumno aventajado o el posudo mediocre, el expresidente Álvaro Uribe o el hijo de Juan Manuel Santos. Justo ahora que Colombia atraviesa el camino fangoso de unas negociaciones de paz llenas de inconsistencias, nuestra alma puede ver su impronta en las redes sociales: las frases de cajón que adornan a Twitter o las fotos de cadáveres despedazados que iluminan a Fa-

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cebook. Parece imposible creer que esa misma nación, que habla desbocada, es la que pretende tener un futuro bendecido por el perdón. Un trágico ejemplo nos lo dio la desafortunada muerte del hijo del congresista Antonio Navarro Wolf. Aún fresca la noticia, fueron centenares y luego miles los que celebraron la tragedia, achacándola a una especie de compensación divina por el pasado ilegal de Navarro. Un reflejo de nuestra alma negra que no cesa siquiera cuando el otro atraviesa el dolor más intenso. Hace unas semanas, el asesinato de 11 soldados en el Cauca fue un nuevo espacio para abrir esa caja que emite odios sin que nadie se haga responsable. Los dos bandos se atrincheraron tras los teclados y, a las frases manidas de descalificación, se le sumaron montajes vergonzantes y videos de los cuerpos mutilados para ganar adeptos políticos. Esta Nación Twitter me hace dudar de cualquier paz. No solo de aquella que pretende firmarse en La Habana, con sus falacias políticas y ofertas inconclusas, sino de la que serviría como bisagra para un nuevo estado, reconciliado y justo, enfocado en el desarrollo social. ¿Quién de todos los que forman esta locura colectiva, envalentonada por el anonimato de un apodo virtual, está dispuesto a ofrecer la mano abierta antes de cerrarla para asestar un puño? Yo diría que muy pocos. Quizá la esperanza, en esta patria injusta y desigual, recaiga en que aún son muy pocos los que trinan. La mayoría, por el contrario, está en los campos partiéndose el lomo o malviviendo en los círculos de pobreza de las capitales, desentendidos por completo de la porquería tuitera. Confiemos en que ellos, acusados de ser rezagados tecnológicos, nos rediman con un espíritu avanzado, más puro, de grandeza ética y moral ausente en las redes antisociales.

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Quizá la esperanza, en esta patria injusta y desigual, recaiga en que aún son muy pocos los que trinan.

Según lo denunció la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, recientemente fueron amenazados dos periodistas de El Colombiano cuando reporteaban la situación de restitución de tierras en Urabá. El diario, sin embargo, no se dejó intimidar y publicó el contenido sobre las tierras en cuestión. La otra pata que le nace al cojo viene aquí: fueron los hermanos Hernández de la Cuesta los primeros en increpar al periodista denunciante y al periódico como tal por la información publicada. Vale recordar que los Hernández poseen el 50% de El Colombiano, además de ser los propietarios de la hacienda Flor de Monte, que se encuentra entre los predios investigados por restitución en Urabá. Aunque la redacción del periódico defendió el material publicado, prefirió no referirse al tema pues son sus accionistas mayoritarios los implicados en el escándalo. ¡Qué dicotomía! Responder a la verdad o a otros intereses. ¡Prensa libre, por favor!

#NoCopio

Gran parte de la ciudadanía se ha acostumbrado a las dinámicas de la violencia en Medellín. Si matan a alguien, inconscientemente se piensa que pudo haber cruzado una frontera invisible, que estaba haciendo algo malo, que le debía plata a alguien, que estaba metido en las drogas. Es decir, justificamos de acuerdo con lo que se conoce, con lo que se ha vuelto rutina. No copiemos. No copiemos de razones inválidas para legitimar asesinatos, para entender lo incomprensible. No copiemos y mejor rechacemos más muertos y más violencia en la ciudad. Esta es la invitación desde Ciudad Frecuencia, en Castilla, y Casa Morada, en San Javier. Con esta campaña buscan cambiar la mentalidad permisiva de la sociedad: si se une a un “no copio” conjunto, seguramente se logrará aportar algo para cambiar la realidad.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


6 C贸mic

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Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


8 Efemérides

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Luisa Fernanda Rojo Granda luisafdarg@hotmail.com

y ubicó cada uno de los libros por materia de conocimiento. A pesar de las buenas intenciones de Ospina por crear una biblioteca moderna, sus esfuerzos estuvieron orientados a las ingenierías y carreras técnicas, por ice Umberto Eco que el lo que la mayoría de las adquisiciones nuevas primer edificio que debe leiban dirigidas a estas materias. Su desapego vantarse cuando se piensa con las demás disciplinas fue tal que la Esen los cimientos de una universidad cuela de Filosofía y Letras desapareció. es la biblioteca. Ese será el lugar donFue hasta cuando Clodomiro Ramírez de la Biblia, el Corán y la Torá comasumió la rectoría que por fin se empezaron partirán estante; allí estará recogido a ver los primeros pasos para una biblioteca el máximo de conocimiento posible como la que hoy se conoce. En 1934, Ramíde las áreas del saber. Los primeros rez llamó a Alfonso Mora Naranjo, entonces recuerdos de una biblioteca en la secretario en el Banco Central Hipotecario, Universidad de Antioquia se remony le pidió que encabezara la remodelación totan hasta 1851, cuando Emeterio tal de la biblioteca. Mora Naranjo sabía que Ospina, el rector de entonces, aseguno podía comprar muchos materiales con el ró que había 400 volúmenes en los dinero que la administración le asignaba, anaqueles que estaban ubicados en su Al día, cerca de 3 mil 500 estudiantes ingresan a la Biblioteca Central de la UdeA. así que empezó a escribirles a otras univeroficina y a los que solo los profesores sidades y a las editoriales con la intención tenían acceso. de intercambiar una edición de la naciente En su libro La persistencia de las ideas, Ricardo Aricapa hace un recorrido históRevista Universidad de Antioquia por un libro para la colección. rico por el Sistema de Bibliotecas de la Universidad. Aricapa cuenta que de aquellos Así, en dos años, Mora tenía correspondencia con cerca de 400 universidades, cuatro centenares de libros no quedó casi ninguno, pues la Iglesia Católica ejercía 184 editoriales, 46 bibliotecas extranjeras, 80 escritores de renombre y 100 suscripuna fuerte censura. En julio de aquel 1851, en medio de una revuelta, los militares tores nacionales y extranjeros. Mora Naranjo puso tanto empeño en el proyecto que entraron y destruyeron las pocas obras que se habían salvado de la comunidad habló con los principales periódicos del país y empezaron a llegar en suscripción por religiosa. cortesía El Espectador, El Colombiano, El Tiempo y otros. Además de las donaciones En 1899, la Universidad seguía sin tener una biblioteca, apenas si contaba con de insignes personajes: la donación más grande de archivo personal en el Sistema unas nuevas revistas de medicina y jurisprudencia, nada muy prestigioso. Cuando ha sido la de Carlos E. Restrepo, exrector de la Universidad, en 1937, con 1.892 estalló la Guerra de los Mil Días, volvieron las revueltas al campus. Robos, quema materiales, entre epístolas, libros y todo lo que hacía parte de su biblioteca personal. y destrucción fueron el destino (otra vez) de la tímida colección que empezaba a El traslado hasta Cuidad Universitaria ocurrió en 1968 y supuso la pérdida recuperarse del primer asalto. de varias colecciones. Por fin, la biblioteca dejó de estar arrumada en dos pisos de Cinco años más tarde, Tulio Ospina, de la mano de José María Uribe “Morita”, la Escuela de Derecho y se transformó en todo un edificio de cinco pisos y 11.740 fue el primer rector interesado en constituir una biblioteca. Primero desocupó un metros cuadrados donde caben un millón de volúmenes y dos mil lectores sentados. salón en San Ignacio, y después designó a Uribe como bibliotecario, el primero de Samuel Zisman fue el arquitecto encargado de diseñar el Bloque ocho. muchos. Con la gestión de “Morita”, la biblioteca pasó de tener 300 ejemplares Ochenta años después, la Biblioteca de la Universidad de Antioquia ya tiene a unos 5 mil; además, reordenó las colecciones, estableció la tarjeta de préstamo nombre, y no cualquiera: Carlos Gaviria Díaz. Fotografía: Gustavo Sánchez

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Sergio Alejandro Ruiz Saldarriaga sergioalejandroruiz6b@hotmail.com

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urante la década del 90, Medellín y por ende la Universidad de Antioquia, nunca ajena a la ciudad, pasaban por uno de los mayores momentos de tensión: la guerra silenciosa de la mafia, las bandas emergentes, extorsiones y desempleo, los rezagos de la historia de Pablo Escobar y las disputas entre guerrilla y paramilitares. En medio de este crudo panorama, el rector Jaime Restrepo Cuartas llegó a la administración central con la idea de reivindicar la cultura y la historia de la Universidad. Restrepo Cuartas lideró, entonces, la formación de un grupo de estudiantes que difundieran el sentido de pertenencia dentro y fuera de la Alma Máter. El Programa Guía Cultural surgió como una estrategia de expansión de la vida universitaria a la ciudad. Su propósito es brindar visitas guiadas por el campus a todos los sectores de la comunidad. Hace 20 años eran 10 estudiantes; hoy son 47 jóvenes vestidos con camiseta verde, estudiantes apasionados, excelentes caminantes, interesantes pedagogos, divertidos malabaristas, incansables gestores, mediadores de identidad, apoderados de la palabra, y comprometidos con una manera diferente de ver y mostrar su mundo universitario. Según Silvia Álvarez, coordinadora del Programa, “la Universidad sigue siendo la única institución con un interés particular en la formación de estudiantes que se apropien del espacio, de su historia, con sentido de pertenencia”. Los guías están organizados en tres comisiones según el público al cual se dirigen: patrimonio natural, infantil y otras miradas. En esta última se encuentran las visitas adaptadas para los visitantes que tienen alguna discapacidad. “Ser guía cultural es ser un enamorado de la UdeA”, dice Liseth Cabas, guía cultural con amplia trayectoria: “Soy la cómplice del visitante en un viaje donde pasamos por caminos históricos, culturales, patrimoniales, artísticos, cotidianos. El objetivo del viaje es hacer que el visitante se interese por algo, por lo que sea, pero que se interese”. Como gestores de nuevas iniciativas, los guías consolidaron un Plan Universitario de Cultura inclusive antes del mismo Plan Nacional de Cultura. Son varios los puntos de encuentro: el puesto de información del Bloque 16, el Teatro Camilo Torres, el Museo Universitario y la Oficina Central. Su rutina puede ser: el guía llega, recoge rápidamente los afiches y carteles, recorre ágilmente la Universidad para distribuirlos por las 45 carteleras informati-

Astrid Aristizábal García astridzag@gmail.com

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Fotografía: Luisa Fernanda Rojo

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ace 80 años, la Ley 68 de 1935 otorgó autonomía y libertad de cátedra en la educación universitaria. A partir de ese momento se desarrolló un nuevo estilo de formación y producción cultural. Alfonso Mora Naranjo lideró el nacimiento de la Biblioteca de la Universidad de Antioquia y, de su extensión cultural y literaria, nacieron también la emisora y una revista: la Revista Universidad de Antioquia, aunque, en sus inicios, era más un boletín que contenía calificaciones e investigaciones de los estudiantes. La primera edición de la Revista que aparece en los anaqueles de la biblioteca es la número 203 de enero de 1986, un libro impreso a blanco y negro en hojas gruesas, 116 páginas, con varios y bonitos contenidos publicitarios de Renault, de la Casa Funeraria La Piedad, de cigarrillos Pielroja y del Banco de la República. Con el paso del tiempo, la Revista comenzó a difundir ensayos sobre política, literatura, ciencia, artes plásticas, economía, coyuntura social, filosofía, medicina y antropología, así como cuentos, poesía, reseñas de libros filosóficos y novelas literarias. Durante algunos años, también se escri-

bió de música en una sección que se mantuvo hasta 1998 y que traía, al final, la partitura de alguna canción. Para Germán Sierra, actual Coordinador de Cultura de la Biblioteca y amante de las revistas literarias, la En sus ochenta años, la Revista Universidad de Antioquia tiene más de 300 números, algo poco común en las publicaciones trayectoria de la Re- de carácter cultural en el país. vista Universidad de Antioquia se debe a la excelente calidad con la dirección de Elkin Restrepo, quien pasó a hacer parte del Departamento de de textos publicados en esta. En el Comiademás de poeta es dibujante y ha aplicaExtensión Cultural. Parece, por fin, haber té Editorial hay nueve profesores de la do sus conocimientos estéticos a la Revista, encontrado su lugar en el mundo, rodeada Universidad especializados en diferentes utilizando más color, más fotografía y más de más producciones de referencia áreas. Todos los artículos pasan por vadiseño. En el centro del bloque de Publicultural, donde su gente puede compartir rios filtros: el primero, estudia la perticaciones están ubicadas las oficinas de los con otras personas que creen y apoyan las nencia de los textos —a veces llegan unos cuatro personajes que hacen posible esta artes. Entre los aspectos más importantes muy especializados que no son para los empresa: Elkin Restrepo, director; Luisa que resaltan Luisa y Janeth de su trabajo, lectores de la revista, un público culto Santa, diseñadora; Janeth Posada, asistenestán la buena comunicación y el amor pero no especializado— y, luego, pasan te del director; y Diego Castañeda, auxiliar por lo que hacen. Los 80 años de la por los filtros de calidad y corrección. administrativo. Revista, a pesar de sus problemas, han Durante estos años muchos aspecDespués de vagar por el Departamento sido posibles gracias al apoyo constante tos de la Revista han cambiado, desde el de Publicaciones, la Vicerrectoría de la Universidad y a la calidad de sus papel hasta el uso de los colores y de la Administrativa y la Secretaría General, ediciones y escritores. letra. Sobre todo en el último periodo, este año la Revista Universidad de Antioquia

En promedio, un recorrido dura dos horas, con un grupo máximo de 20 personas por guía. Los estudiantes de instituciones educativas son el público más recurrente.

vas que tiene el campus, inicia recorridos programados, atiende las solicitudes del público, pregunta por el último boletín, solicita la Agenda Cultural; en fin, orienta y se orienta dentro de la “pequeña” ciudad. El guía, por supuesto, tiene un ritual: un tarro de agua, apuntes mentales para el recorrido, alguna dinámica inicial, nervios antes del encuentro, recordatorios, uno que otro chiste antes de lanzarse al ruedo. Finalmente llegan a su recorrido 15 personas, y durante las siguientes dos horas tiene el reto de que se

interesen y valoren la Ciudad Universitaria. A pesar de caminar las mismas rutas y memorizar los espacios, este grupo de jovencitos redescubre la Universidad en cada recorrido. Como parte de la conmemoración de los 20 años de existencia y producto de un esfuerzo conjunto entre la Coordinación del Programa, el Departamento de Extensión Cultural y el Proyecto BUPPE, será publicado el libro Soy guía cultural, que reúne la historia del programa. El lanzamiento será el primero de octubre de este año.

20 años de Agenda

80 años de Revista Valentina Restrepo Tabares valenrestret1116@gmail.com

Fotografía: Verónica Pérez

Las ocho décadas del Bloque ocho

Guías culturales, embajadores de la Universidad

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n 20 años, la Agenda Cultural Alma Máter de la Universidad de Antioquia se consolida como una publicación mensual, gratuita y cultural, dirigida principalmente a la comunidad universitaria. Eventualmente, la revista pasa de mano en mano, cruza las rejas de la Universidad y encuentra todo tipo de coleccionistas. La Agenda Cultural nació en mayo de 1995 (cuando aún ni existía el Ministerio de Cultura) de la mano de María Adelaida Jaramillo, quien dirigía Extensión Cultural en la Universidad. En aquellas primeras ediciones circulaba como un boletín con la programación de actividades culturales del campus y unos cuantos artículos en los que resonaba la vida universitaria. La curaduría de los textos la hacía un Comité Cultural, que en el 99 se identificaría como Comité Editorial. Con el cambio de milenio, la Agenda pasó de boletín a revista y consolidó sus temas. Como siempre en el periodismo, cuenta Andrés García, editor entre julio de 2001 y febrero de 2003, hay que ser muy recursivos para arreglárselas con el presupuesto: escoger el tema, buscar los artículos y los autores, y organizar la programación de los eventos culturales de la Universidad. En sus días como editor se gestionaban dos y hasta tres números simultáneamente y cada creatura era preparada por el Comité Editorial con dos meses de anticipación. De su talante fue el número 71 dedicado al Islam —coincidencialmente—en el mismo mes y año del ataque a las Torres Gemelas de

Nueva York. Aquella edición se planeó dos meses antes de la tragedia, a propósito de una exposición del Museo Universitario. García también estuvo a cargo del número 79, en cuya portada aparecían dos hombres besándose. A eso le apunta la Agenda: a la contundencia, lo escueto, la reacción. Sus temas tratan la coyuntura, lo actual, lo local y lo macro, lo ‘culto’ y lo popular, lo cliché y lo complejo, lo evidente y lo oculto. Según Doris Aguirre, actual editora, la apuesta de esta publicación es pensar la cultura, informar y apuntarle al debate a través de ensayos literarios y artículos de opinión. La Agenda Cultural no pretende dictar cátedra, sino plantear puntos de partida para reflexionar; en la Agenda hay trama, hay fondo, hay contenido, hay elocuencia. Desde 2006 los temas se planean anualmente, con el apoyo de la Dirección del Departamento de Extensión Cultural. Se ordena cuidadosamente el contenido visual y gráfico. La editora procura que todos los artículos sean originales e inéditos, luego los comparte con el Comité y se publican por consenso. En una publicación de este tipo siempre hay riesgos: las erratas, la desigualdad en la calidad de escritura de los textos y las carencias en el tratamiento de los temas. Alguna vez, en febrero de 2012, se rechazaron todos los artículos propuestos porque estaban escritos en un lenguaje muy técnico. Eso lo cuida el Comité Editorial. Las proyecciones de la Agenda Cultural apuntan a una mayor divulgación y a visibilizar las sedes regionales de la Universidad. Este es el reto de una publicación que, a sus veinte años, persiste vigorosa y lúcida para proponer otras formas de ver y pensar la cultura.

Fotografía: Luisa Fernanda Rojo

Sin importar las dificultades económicas ni tantos otros tropiezos, estas iniciativas culturales han estado ahí, dándole vida a la Alma Máter. Enseñándonos, abriéndonos los ojos, mostrándonos otros mundos. Brindis por estas cuatro cumpleañeras.

En 20 años, la Agenda Cultural ha publicado 219 ediciones.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


10 Entrevista

11 En la Asamblea General de los estudiantes siempre ha existido una evidente ausencia del rector cuando se le convoca. ¿Usted planea asistir a estas asambleas? Sí, si soy invitado. Y en las condiciones de absoluto respeto y diálogo constructivo, ahí voy a estar.

“El lema de esta administración es austeridad” Fotografías: Alejandro Buriticá Alzate

Ha mencionado que la idea es que los aspirantes que quieren ingresar a la Alma Máter tengan mejores condiciones académicas para poder presentar el examen de admisión y que eso implica involucrar a los colegios. ¿Cómo involucrarlos? ¿Cómo mejorar su calidad? Hay unos programas que vamos a desarrollar. Entre esos está uno que se llama “Vamos a la Universidad” y que tiene como objetivo lograr que los jóvenes mejoren su nivel, fundamentalmente en matemáticas y lenguaje. Eso nos va a permitir que más jóvenes y de menores recursos logren llegar en mejores condiciones de equidad y calidad a la Universidad. Nos vamos a concentrar en principio en esas dos áreas que es donde se ha demostrado que hay mayores debilidades. Lo queremos extender a otras áreas también para ayudarles a los jóvenes de los colegios a ir perfilando su vocación.

Alviar ha publicado varios artículos en revistas nacionales y es coautor del libro Introducción a la Economía Ambiental.

Daniela Jiménez González danielajimenezg09@gmail.com

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a expresión de Mauricio Alviar es seria, por momentos rígida. Sus respuestas son concisas y pausadas, como si cada palabra implicara la necesidad de un razonamiento exhaustivo. A pesar de este semblante estricto y parco, quienes lo conocen coinciden en que detrás existe un hombre con un marcado humor negro, que sonríe a menudo y es tranquilo ante las dificultades. Su rostro imperturbable en ocasiones se relaja y los movimientos de sus manos, que antes eran limitados, parecen cada vez menos tensos y controlados. Antes de convertirse en rector, Alviar fue decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia y profesor de la misma desde 1995. En su época de estudiante de pregrado se convirtió en un referente por ser uno de los fundadores de la Revista Oikos, para estudiantes de Economía, en 1987. Desde entonces se ha destacado como un académico comprometido, vinculado a diferentes proyectos de investigación. Ahora que asumió el cargo de Rector no tiene tiempo para el ocio. Menos boleros y menos ópera. Menos bambuco y menos pasillos. Incluso, menos libros de historia o de literatura costumbrista. Sentado en una silla a la que apenas le toma el gusto y escoltado por una biblioteca vacía y en proceso de remodelación, Alviar trata de impregnar con su estilo un espacio en el que aún se siente el eco de los cuatro periodos consecutivos de Alberto Uribe Correa. En la consulta previa a la elección, usted no resultó elegido en ninguno de los estamentos. ¿Cree que eso represente un problema? Yo diría que no, porque de todas maneras yo percibía, hablando con muchos estamentos, que la Universidad estaba pidiendo un cambio. Entonces creo que es una situación relativamente favorable y ahora lo que nos toca es empezar a trabajar con la comunidad universitaria para mostrar que vamos a hacer unos cambios que van a permitir seguir construyendo este proyecto universitario. ¿Qué críticas tiene frente a la gestión de Alberto Uribe Correa? Me parece que faltó, sobre todo en los tres últimos años, mucho más diálogo con los estamentos. La administración se ausentó y se volvió un poco lejana

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El pasado 6 de abril, Mauricio Alviar Ramírez se posesionó como nuevo rector de la Universidad de Antioquia. Su elección, una mezcla de polémica y sorpresa, pretende darle un nuevo aire a la institución que durante los últimos 12 años estuvo en manos de Alberto Uribe Correa tras cuatro elecciones consecutivas. Alviar recibió a De La Urbe y respondió a temas como la falta de apoyo estudiantil a su elección, las deficiencias de su antecesor y sus propuestas de transformación, que van desde cambios en el examen de admisión hasta la intención de que el municipio de Medellín aporte más a la Universidad. de la comunidad universitaria. Eso no le hace bien a ninguna institución. En los últimos años ha habido una tendencia a creer que la Universidad ha estimulado la inversión en la investigación, pero sobre todo en las ciencias exactas, y que se ha descuidado las ciencias humanas. ¿Cuál es su posición frente a eso? No creo que se haya desestimulado la inversión en la investigación en ciencias sociales. Creo que, inclusive, con la nueva estrategia de la Vicerrectoría de Investigación de hacer convocatorias temáticas, la idea precisamente es rescatar o fortalecer la investigación en estas áreas. Lo que yo veo es que tenemos en las ciencias sociales unas fortalezas muy grandes que no hemos todavía explorado ni desarrollado como deberíamos. En la Universidad de Antioquia hay una cantidad de grupos de ciencias sociales muy importantes, pero pienso que hay que seguir motivando y logrando que más profesores y estudiantes, tanto de pregrado como de posgrado, se vinculen a procesos de investigación. Tenemos que fortalecer esa tradición en la Universidad. ¿Cuál es su valoración del movimiento estudiantil de la UdeA? Pienso que le falta más organización y motivación. Una de las tareas que tenemos ahora en esta rectoría es motivar a los estudiantes a organizarse y participar. Por más críticas que tenga nuestro sistema participativo o representativo, es importante que los estudiantes estén en los organismos donde tienen asiento de acuerdo con el Estatuto General: en los consejos de facultad, escuela o instituto, en el Consejo Académico, en el Consejo Superior. Los estudiantes tienen muchísimo que aportar y que ganar si participan en esas instancias. El problema grave está en la motivación. Uno ve ahora

muchos jóvenes con ganas de participar, con creatividad, pero les falta motivación. Y esa tarea la vamos a lograr en esta administración. ¿Cuál es su opinión frente a las protestas violentas que se han presentado en la Universidad? Mi posición es que la Universidad tiene que ser un espacio para crear, no para destruir. Todo lo que signifique violencia, venga de donde venga, le hace mucho daño a la Universidad. No son compatibles la violencia y la Universidad, que tiene que ser transformadora y no reproductora de lo que vive la sociedad. ¿Qué opina del ingreso del Esmad al campus universitario? Hay que evitar esa situación. No podemos permitir que las situaciones se desborden y lleguen a esos extremos. Si logramos un campus de convivencia y tranquilidad, evitamos esas situaciones tan lamentables. ¿Le parece razonable el presupuesto que se invierte en vigilancia? Sí, entiendo que es bastante alto. Es un presupuesto que es lamentable que tenga que ser tan alto. Las condiciones que nos imponen la sociedad y la delincuencia común obligan a eso. Es lamentable que tenga que ser así y es una de las cosas que vamos a discutir con la comunidad universitaria a ver si logramos unas estrategias que nos ayuden a reducir la delincuencia común y, ojalá, ese presupuesto de vigilancia.

¿Eso quiere decir que el principal método para lograr este objetivo es incentivar la creación de cursos adicionales? Sí, esa es la idea. La idea es que el examen de admisión se convierta en un verdadero proceso de selección. Que no sea que los jóvenes se juegan la vida en un examen de tres horas con unas grandes posibilidades de azar, sino que el joven que mejora sus conocimientos y sus competencias tenga mayores posibilidades de pasar a la Universidad. Usted ha mencionado que va a transformar el examen de admisión. ¿Con qué métodos? La idea que hemos planteado es tratar de mejorar el examen de admisión de tal manera que disminuya las posibilidades de azar y se mejore en conocimientos. Obviamente, la Universidad tiene expertos en formular exámenes. Lo que vamos a hacer es revisar muy profundamente el tipo de preguntas que se están haciendo hoy. Por ejemplo, en competencia lectora hemos encontrado debilidades y fallas en el examen. La idea es hacer un tipo de examen que realmente pueda predecir la calidad de los aspirantes y si colaboramos con la mejora de esta, desde los grados décimo y undécimo, y hacemos otro programa de incentivos para que los mejores muchachos lleguen a la Universidad, eso nos va a permitir mejorar el nivel académico de la institución, que es una de nuestras grandes preocupaciones y el eje central de esta administración. ¿Qué tipo de incentivos buscan implementar? Voy a dar un ejemplo: que los jóvenes de grado undécimo que tengan durante ese grado un promedio de notas de todos sus cursos superior a una cifra, lleguen a la Universidad con una especie de plus para el examen de admisión. Eso estimularía a los jóvenes a mejorar su nivel educativo. Y no tiene que ver nada con que sean colegios públicos o privados. Lo importante es que sea un buen promedio. Además del diálogo con los venteros, ¿qué otras estrategias tiene para manejar esta problemática en la Universidad? La situación ha tomado tanta ventaja que ya tenemos que pensar en otra forma de organización, pero pensando en el bien colectivo, no en el particular. Vamos a diseñar una política desde Bienestar para organizar ese tema, de modo que los muchachos que tienen dificultades económicas no salgan de la Universidad por estas razones. Implica organizar el tema de manera que nos beneficiemos todos: los estudiantes, la Universidad y, en general, la comunidad. Es cierto que la Universidad tiene un déficit de alimentos y de otros servicios como fotocopias, diseño gráfico, en fin. Hay una escasez de ese tipo de servicios. Eso lo podrían asumir los estudiantes pero, insisto, tiene que ser un beneficio colectivo. No puede ser un beneficio particular. Es un reto grande que va a implicar mucha pedagogía, diálogo y convencimiento. Alviar ha sido profesor asociado e investigador de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia desde 1995.

¿Qué cambios le haría al Estatuto General? Hay uno que es importantísimo y va a ser muy rápido: ponerle límite a la reelección de rector y otros directivos, por ejemplo de decanos. El Estatuto no lo contempló por razones que en ese momento eran válidas, pero ya nos hemos dado cuenta de que ese es un asunto que hay que mejorar. La Universidad Nacional tiene un límite: hay un solo periodo de reelección. Y nosotros estamos pensando que la Universidad de Antioquia también debe seguir ese camino. El otro, que ha sido un anhelo de la Universidad desde 1994 con el actual estatuto, es desarrollar lo que se denomina el Título Cuarto, que es una organización de la arquitectura académica de la Universidad en grandes divisiones de acuerdo con los campos del conocimiento. Eso no se ha desarrollado. La Universidad tiene que descentralizar muchas actividades, que las áreas del conocimiento tengan más autonomía y eso lo podemos desarrollar ampliando y explorando bien ese Título Cuarto del Estatuto General. ¿Cómo lograr que la Alcaldía de Medellín participe más en el financiamiento de la Universidad? Vamos a insistir mucho en ese tema porque la mayoría de los estudiantes de la Universidad de Antioquia son de Medellín, se calcula que entre el 75 y el 80 por ciento. La gestión que vamos a hacer con la Alcaldía es lograr un financiamiento para la Universidad que haga base presupuestal, por una razón histórica que fue muy favorable al municipio de Medellín en su momento. La base presupuestal se fijó en 1992. En ese año el aporte del municipio fue cero; entonces, siguió siendo así. Hay que reconocer que el municipio de Medellín sí ha apoyado la Universidad con recursos en varias ocasiones, pero son recursos que se aportan por una sola vez, que han sido muy importantes para el desarrollo. Pero lo que necesitamos, por el crecimiento del gasto de la Universidad, es un apoyo que signifique base presupuestal. Esa gestión la vamos a hacer. En el momento de la elección, Fajardo dijo que la Universidad necesitaba un nuevo aire y el voto fue para usted. ¿Cómo es la relación con el Gobernador? La Universidad de Antioquia, sin perder su autonomía académica y científica, debe apoyar todo lo que tenga que ver con la formación del talento humano del departamento de Antioquia y del país. Es cierto que en nuestra organización, como está en la Ley 30, el Gobernador, cualquiera que sea, preside el Consejo Superior. Si la Universidad de Antioquia es una entidad pública que tiene su misión de formar el talento humano de la región, debe apoyar todos los procesos que signifiquen el mejoramiento de este dentro de un plan de desarrollo territorial.

¿Cómo será el trabajo en relación con los docentes de cátedra? La figura del profesor de cátedra es importantísima para la Universidad y es necesaria, pero se nos fue la mano. En este momento, aproximadamente el 70 por ciento de los cursos de pregrado están a cargo de profesores de cátedra con una remuneración muy baja, hay que reconocerlo. Tenemos que buscar una manera de llegar a un punto óptimo de presencia de profesores de cátedra, reconociendo las restricciones presupuestales que tiene la Universidad. También es lograr que los profesores con los más altos niveles de formación y los estudiantes de maestría y doctorado se vinculen más al pregrado. Las maestrías de investigación, cuando están financiados con proyectos de la Universidad, podrían asumir algunas de esas cátedras para estar más vinculados de cerca al estudiante. Es decir, es muy importante que se vincule a la docencia el estudiante de maestría, de investigación o doctorado que pasa gran parte de su tiempo en la Universidad y que uno supondría que tiene la academia en su aspiración o proyecto de vida. Eso nos ayudaría también a elevar aún más el nivel de calidad del pregrado. ¿Cómo fortalecer la internacionalización de la Universidad? Estoy convencido de que el referente nuestro como academia en el desarrollo y en el avance de la ciencia y la cultura tiene que ser la comunidad académica internacional. La Universidad ha dado en eso pasos muy importantes con la formación de profesores con título de doctorado en el exterior. Eso abre posibilidades, oportunidades y puertas a muchas tipos de actividades de investigación, convenios, pasantías, profesores visitantes, eventos internacionales. Es una manera bastante práctica, pero hay otras a la que la Universidad ya le tiene que apostar y tiene la madurez para hacerlo, que son proyectos de colaboración internacional de gran escala. Aquí tenemos el caso del Instituto Max Planck con Alemania en donde la Universidad va a participar en unos proyectos, sobre todo en el área de la salud. El otro ejercicio que la Universidad va a explorar es el del proyecto Cern, que tiene que ver con ingenierías y ciencias exactas como física. Es un proyecto colaborativo de carácter internacional muy grande. Ahora que se ha posesionado como rector, ¿le preocupa su seguridad? No es realmente que yo me desvele por la seguridad, pero sí hay que tener ciertas precauciones. Un cargo de estos implica algunos riesgos, mínimos. Tengo plena confianza de que no va a pasar nada, pero sí es mejor tener unas mínimas precauciones. Con el presupuesto que maneja la Universidad, ¿en qué cree usted que es importante invertir? La Universidad tiene que tener una gran racionalidad en el gasto. En eso vamos a ser muy cuidadosos, pero sin sacrificar la misión de la Universidad, que tiene que seguir produciendo conocimiento, formando a los jóvenes, ofreciendo servicios a la sociedad y en eso no podemos escatimar esfuerzos. Hay que gestionar recursos y dar la pelea con el Gobierno nacional para mayor financiamiento. Todo eso hay que hacerlo, pero con mucha austeridad y racionalidad en el gasto. Ese es el lema de esta administración. Usted ha sido crítico de la reelección indefinida. ¿Cree que estas metas que usted se ha planteado para su gestión se pueden llevar a cabo en un solo periodo rectoral? Yo me comprometí con el Consejo Superior a desarrollar un programa en tres años. Personalmente pienso que tres años es un periodo corto para hacer transformaciones profundas. Las universidades y los universitarios, quién lo creyera, somos muy conservadores y nos tomamos mucho tiempo discutiendo las cosas. Pero mi tarea es dejar sentadas las bases para unas transformaciones de la Universidad. Si lo logramos en tres años, ese es el compromiso que yo adquirí cuando el Consejo Superior me designó como rector. ¿Usted espera ser reelecto? Eso dependería. Pero, por ahora, me voy a concentrar en este plan de acción de estos tres próximos años.

¿Ha pensado una estrategia específica para afrontar esta situación? No. Por ahora es un asunto que vamos a estudiar en el Comité Rectoral y se le comunicará a la comunidad académica en su debido momento.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


12 Infogrรกfico

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Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


14 Crónica

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La madre, la esposa y la guerra Laura Isabel Bueno Villada laurabueno89@gmail.com

—¡Mayor Henao! El amor a mi patria y a mi esposo me han puesto en este traje; desde que los traidores comenzaron a oprimir a esta amada provincia, estoy resuelta a ofrecer mi débil cooperación al bien de mi patria, y con ansia aguardaba este momento, tanto más, cuando he visto los oprobios y vejaciones que han sufrido algunos de mis paisanos, y los que actualmente sufre mi adorado esposo, solo por ser amante de las leyes y la constitución.1 Ante tal discurso, Henao no pudo más que aceptarla en sus filas. La resistencia que opusieron familiares

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Ilustración: Ricardo Cortázar

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anuel Pombo comparó a María Martínez de Nisser con Juana de Arco y con Carlota Corday, dos mujeres que murieron defendiendo su causa y que no se echaron para atrás cuando todo se ponía más difícil para ellas. María no murió defendiendo su causa, pero estuvo dispuesta a hacerlo, así que Pombo acertó con la comparación. La gesta de María fue igualmente valerosa, arriesgada y difícil. Después de haberse declarado supremo en Medellín —lo que lo hacía contrario al gobierno—, Salvador Córdova marchó con cinco mil hombres al Valle del Cauca. En su camino, se encontró con Eusebio Borrero y su ejército, quienes lo derrotaron el 17 de enero de 1841. Obligado a retroceder, Córdova unió sus fuerzas a las del supremo mariquiteño José María Vesga y a las de Tadeo Galindo, supremo de Ambalema. Esta fuerza conjunta fue la que enfrentaron los gobiernistas, entre quienes estaba Pedro Nisser, en la batalla de Itagüí, con estruendosa derrota para los gobiernistas. Las capitulaciones pactadas en aquella derrota establecieron que Borrero debía regresar al Cauca y frenar su avance, y que Córdova, por su parte, cesaría las hostilidades en contra del Gobierno. Pero Córdova le restó importancia al compromiso y, con su ejército, marchó nuevamente hacia el sur para auxiliar a José María Obando, quien avanzaba por el Cauca y se enfrentaba a Borrero. Al partir, Córdova dejó encargado a Vesga de la provincia de Antioquia. Ese fue el primero de sus grandes errores. En Cartago, Córdova cayó prisionero junto con su ejército y fue fusilado. Mientras eso sucedía, el coronel Braulio Henao se preparaba para la guerra en Sonsón. El 16 de abril de 1841 salió de su pueblo con un pequeño grupo de hombres hasta el Río Arma, en el que se apoderó de un destacamento supremo. Desde allí, unió a su ejército hombres venidos desde otros lugares, para avanzar hasta Abejorral, donde pretendían reforzarse y prepararse. Cuando María decidió unirse al ejército gobiernista, ya estaba reunido en Abejorral el ejército de Braulio Henao, una columna de Mariquita y soldados de Abejorral y de Aguadas. Conoció la noticia del apresamiento de su esposo el 19 de abril de 1941, y el 20 del mismo mes estaba partiendo para encontrarse con su coterráneo Henao y ponerse a su disposición. El 21 de abril, María se unió a los voluntarios reclutados por Braulio Henao, pasando por encima de la autoridad del mismo coronel Henao. No importaron sus órdenes, la resolución de la futura heroína ya estaba tomada.

hacía alarde, para María el sonido de los fusiles no era familiar. La asustaba y la llenaba de angustia, no solo por la incertidumbre del triunfo, sino también porque suponía que en el frente de batalla de sus enemigos, entre los prisioneros, estaba su esposo. Las balas le silbaron por encima de la cabeza, recordándole cuán cerca estaba del peligro. Henao le ordenó que abandonara el lugar, pero ni ella ni las mujeres que la habían seguido hicieron caso.

María tenía claro que su aporte a la fuerza del ejército en el que ponía todas sus esperanzas, no igualaba en fuerza física al de los hombres. Pero también tenía claro que el ejemplo que diera una mujer —En caso de derrota, mi coiba a ser seguido por los mandante, ¿dónde es el punto de demás, aunque fuera reunión? por orgullo masculino. —¿El punto de reunión? En Su heroísmo radica en los infiernos.6 haber entendido que no solo empuñando una La orden para los soldados lanza ayudaba al alcanera atacar de cerca con el fin ce de los propósitos, sino de no malgastar las municioque sus posibilidades nes que eran pocas. El ejércieran múltiples. Por eso, to gobiernista continuaba con en los caminos, decidía la estrategia de obligar a los liderar la marcha, pasar hombres de Vesga a acercarse a antes que los hombres ellos y, así, ser certeros en los los tramos más peligrodisparos. Las descargas de fusil sos: se inflamaba de orse escuchaban de lado y lado y gullo al sentir que servía se veía a los enemigos haciendo de ejemplo de valentía a Sonsón rindió homenaje a Martínez de Nisser (1812 - 1872) instalando un busto en su honor en el parque principal. todos los intentos por ingresar ese puñado de soldados al pueblo, pero todas las posicon los que viajaba. bles entradas estaban cubiertas El viernes 30 de abril arribó el pesaroso ejército de los hermanos de María y otros hombres fueron hasta a pesar de la diferencia numérica entre los dos ejércitos. Henao al pueblo de Aguadas. Después de todas las addonde María para convencerla de no entrar al campo La estrategia de Henao funcionó. María escuchó un versidades del trayecto, uno de los hombres se atrevió de batalla y quedarse en la plaza del pueblo para atenredoble de tambores en el ejército enemigo y, simultáa sugerirle a María que regresara a Sonsón, pues los der a los heridos. neamente, los gritos del comandante Henao cantando caminos se pondrían peores y todos temían que no tuvictoria. Los rebeldes retrocedían y el pequeño ejército viera la condición para recorrerlos. No era la primera —Aún penoso para todos vosotros, y más penoso sería del gobierno se lanzaba sobre ellos. María quiso unirse vez que le sugerían volver a su casa. La respuesta no se para mí, haber participado de algunas fatigas ligeras, y a sus compañeros y disfrutar junto a ellos de la victoria, hizo esperar: que al punto de desplegar el valor y patriotismo que os pero vio a su hermano herido y lo alcanzó para llevarlo colman, y con los cuales habéis jurado sacrificarlos a este hasta una casa y curarlo. Le hice callar, advirtiéndole me ofendía en creer que por punto, me negaseis el gusto de presenciar y participar de Después de curarlo y convencerlo de que se quedara ser mujer no era capaz de ser firme en mis resoluciones, y la gloria que obtendréis y del triunfo que os espera. Pienso en la casa que le había servido de hospital, María tomó que me creía con suficiente valor para arrostrar los peligros hallarme a vuestra vista, y me creería injustamente ofenun caballo y regresó al campo de batalla. Buscaba desesy soportar las fatigas del mismo modo que los demás.3 dida, si me juzgaseis capaz de mudar de traje y ocultarme perada a su otro hermano, a quien por fortuna encontró por huir del peligro. Mi recompensa es la de vosotros, ¿por bien. Las demás mujeres recogieron presurosas los fusiHenao pretendía pasar la noche en Aguadas después qué, pues, queréis privarme de ella…?5 les y municiones de los enemigos caídos y heridos. Los sade una jornada tan larga y difícil para sus hombres, pero cerdotes ungieron a los moribundos. No paraba de llover. las pretensiones de descanso fueron aplazadas por la inHenao y los hombres que lo acompañaron en esta Pasada la euforia del triunfo, se contabilizaron las formación que los aguadeños tenían para él. En Aguadas, infructuosa tarea se marcharon llevándose su lanza y pérdidas: el ejército enemigo tuvo 77 bajas, 79 heridos y un pueblo que recibió con júbilo al ejército, le informaron pensando que María había aceptado la solicitud, pero 148 prisioneros; el ejército del comandante Henao solo a Henao que Vesga ya estaba en Abejorral. ella estaba muy segura de que no se perdería el comperdió dos voluntarios y nueve de ellos quedaron heridos. No hubo tiempo para el descanso. Calmaron el bate. El miércoles 5 de mayo a las seis de la mañana La angustia para María no terminaba, pues su esposo no hambre y la sed, y sin tiempo para cambiar sus ropas Henao avisó que avistaba al enemigo. El sol no quiso venía entre los prisioneros como ella creía. o secar sus armas, emprendieron nuevamente camino. acompañar la gesta. La lluvia, aunque menos intensa, Después de atender a los heridos, fue hasta la alcalEn Pácora estaban el primero de mayo a las cinco de fue de nuevo compañera fiel. día para ver a los enemigos que fueron hechos prisionela mañana. No habían podido descansar en Aguadas María corrió a mirar, y a lo lejos, desafiando los ros y conocer noticias de Vesga, que había escapado. Se y hacerlo en Pácora no era una buena idea, pues al mismos caminos imposibles, venían los hombres a los enteró entonces de que el señor Elías González, uno de contrario de Aguadas, en Pácora eran contados los que ella llamaba facciosos. Venían por La Frisolera, una los gobiernistas que más admiraba, había capturado a afectos al Gobierno. Así que, Vesga y ya iba camino a la plaza para mantenerlo preso muy a pesar del cansancio y de hasta el momento del juicio. la tormenta eléctrica que arreYa eran las seis de la mañana del seis de mayo cuanciaba aquella mañana, el desfile do uno de los prisioneros confesó al comandante Henao tuvo que continuar. El propósito y a María cuáles habían sido las órdenes de Vesga al de Henao era llevar a su ejército enterarse de que María marchaba con los combatientes: hasta Salamina, descansar, preparar sus armas y sus hombres, —Ella caerá prisionera con los demás de Salamina, y y esperar a Vesga que venía siprohíbo que la maten, porque quiero que presencie la muerguiéndole los pasos. te de su esposo que tengo asegurado en Rionegro; la muerte de sus dos hermanos y el castigo que pienso imponer a su Salamina, este pueblo papadre y demás familia, prometiendo doscientos pesos al que triota y raro, donde no hay un me la traiga prisionera.7 solo individuo que no aborrezca la facción, ha manifestado su Sabía que su suerte podía ser peor, que podía caer regocijo con nuestra llegada (…). Es de temperamento vereda al norte del pueblo. Les tomaba tiempo avanzar, en manos de sus enemigos y ser expuesta a todo lo cálido y seco; y en la media falda que se encuentra desno solo por lo caprichoso del relieve, sino por las tramque le aterraba. Sin que nadie lo supiera, tuvo siemde el río Pozo, a la cordillera que queda a su espalda, pas que Henao había puesto dos noches atrás. Las mupre bajo su blusa un puñal para suicidarse en caso de atraviesa el camino que sigue a la montaña de Hervé; jeres que estaban con María corrieron para refugiarse haber sido apresada. y a pesar de que sus alrededores no están enteramenen una hacienda alejada, y nuevamente la exhortaron te limpios, son, sin embargo, suficientemente abiertos a cambiar de traje y a buscar refugio, pero nuevamente para descubrir bien la bajada hasta las inmediaciones María exclamó una negativa. del paso del río Pozo. 4 Antes del mediodía, la buscaron para que abriera la Fragmento del Trabajo de Grado en Periodismo puerta de la casa de Rafael Macías, su anfitrión, ya que La madre, la esposa y la guerra. Asesor: Ramón Pineda. Acababan de llegar al pueblo y ya María entendía en esa casa se encontraba el galápago del capitán Díaz. por qué Henao los había llevado hasta allí, arriesgánLas mujeres que no huyeron o se escondieron, fueron con 1 dolos por tan penosa travesía. Salamina era el lugar ella, percatándose de que era la oportunidad para acerTisnes Jiménez, Roberto M., María Martínez de Nisser y la Revoluindicado para esperar a Vesga y sacar una ventaja que carse al campo de batalla. Con tan buena suerte para ción de los Supremos, Bogotá, Banco Popular, 1983, p. 332. 2 no tenían en número de combatientes. Era una ciudad María que en el camino se encontraron a Marcelino PalaIbíd., p. 338. 3 gobiernista en su totalidad, donde contarían con ayucios, el único que no estaba a favor de que María permaIbíd., p. 338. 4 das y discreción por parte de los naturales del pueblo. neciera en la plaza, quien permitió no solo que siguiera Ibíd., p. 342. 5 Además, desde Salamina, Henao observaría con privisu camino, sino que también le recuperó su lanza. Ibíd., p. 347. 6 María llegó hasta el lugar del enfrentamiento En: Botero Botero, Rubén (ed.), El Libro de Oro de Salamina, Manilegio la llegada de su enemigo. acompañada de otras mujeres y se formaron en fila zales, Tipografía de Manizales Ltda, 1953, p. 82. El 4 de mayo ya esperaban que se diera el encuen7 india bajando la loma. A pesar de la valentía de la que Ibíd., p. 357. tro. Nuevamente, y sin saber cuántas veces, Henao, Fotografía: Cortesía Alcaldía de Sonsón

Cuando el general José María Obando se declaró en contra de la supresión de los conventos menores, comenzó la primera guerra civil colombiana, La Guerra de los Supremos, en 1839. Motivada por el arresto de su marido, la sonsoneña María Martínez de Nisser se unió al ejército gobiernista que se oponía a Salvador Córdova, supremo antioqueño; vistió el uniforme y peleó contra los rebelados, convirtiéndose en una de las mujeres más destacada del país en el siglo XIX. Esta fue su hazaña.

del río, que por momentos crecía, pasé la noche… Cuando amaneció, me horroricé de conocer donde habíamos pasado la noche y el camino por donde llegamos allí.2

y amigos a la radical e inamovible decisión de María, siempre fue menguada cuando en sus argumentos aparecía el sufrimiento de su esposo como una de sus principales motivaciones. Estrategia o no, siempre le fue efectivo y la acercó a su propósito. María hizo un largo recorrido, con el agravante de que lo realizó en medio de una guerra. Las casas a lado y lado de los caminos albergaban amigos y enemigos, convirtiendo el recorrido en un verdadero desafío a la suerte. Para completar el cuadro de condiciones adversas, las nubes habían decidido descargarse justo durante esos decisivos días, los caminos eran trampas pantanosas y los ríos, bestias acuáticas impredecibles. Al obstáculo incontrolable e impredecible de la lluvia, se le sumaba la peste de la viruela extendida por toda la región. En Abejorral permanecieron unos días esperando las armas que traían los voluntarios de Mariquita y limpiando los pocos fusiles que ya tenían. Mientras tanto, Henao y sus hombres más cercanos especulaban sobre lo que se veía venir, las decisiones de Vesga, el rumbo que comenzaba a tomar la guerra. Contra Vesga no solo había resentimiento por parte de los gobiernistas, sino por parte de los mismos rebelados de la provincia antioqueña. Los adeptos al supremo Córdova lo veían como un usurpador ajeno a su provincia y a sus intereses. Vesga era consciente de que no contaba con el apoyo necesario en la provincia y de que el panorama se estaba poniendo en contra de los alzados también en el sur, gracias al ejército de Eusebio Borrero. El 28 de abril tuvieron noticias de que el supremo Vesga había decidido salir a enfrentarse con el pequeño y arriesgado ejército de Henao. Vesga, que ya había

avanzado hasta La Ceja del Tambo, pensaba confrontar a los gobiernistas en Abejorral. Los voluntarios gobiernistas pensaban que irían camino a La Ceja a encontrarse con el aborrecido supremo. Pero Henao tenía otros planes que tomarían por sorpresa a su excompañero Vesga y a sus propios soldados. El largo y penoso camino comenzó en Abejorral el 29 de abril. Incertidumbre, lluvia y viruela engrandecieron el sacrificio de los voluntarios de todas las edades y estratos que partieron bajo las órdenes de Henao, aun cuando sabían que eran menos que sus enemigos, que tenían menos armas, que las probabilidades de perder eran altas y las consecuencias innombrables. Los voluntarios no se sentían conformes avanzando hacia el sur; sentían que estaban huyendo del enemigo, que parecían cobardes. Pero Henao sabía lo que hacía, de ninguna manera huía, antes bien, obligaban a Vesga a seguirlos hasta un lugar desde donde pudieran defenderse con privilegios. Transitar el relieve era muy complicado; eran caminos recientemente despejados que se habían visto seriamente afectados por las lluvias diarias. El camino comenzaba en Abejorral y bajaba en dirección sur buscando el río Arma, que había que cruzar a pesar de su abundante caudal. María describe los terribles senderos, lo penoso de caminar bajo la lluvia, atravesando la oscuridad, lo amenazante del río Arma desbordado y la debilidad de los caminantes ante una naturaleza tan imponente. Estaba lloviendo copiosamente y sin cesar cuando llegamos a la orilla del río, en donde entre el barro, malezas y raíces teníamos que aguardar el alba para poder pasar el puente. Mis hermanos colgaron un caucho para favorecerme del golpe del agua y sentada sobre una raíz al borde

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“Las demás mujeres recogieron presurosas los fusiles y municiones de los enemigos caídos y heridos. Los sacerdotes ungieron a los moribundos. No paraba de llover”.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


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16 Perfil

El poeta y

la flaca

Lejos de la imagen del poeta maldito, José Manuel Arango quiso ser un tipo común y corriente, pero no pudo. Doce años después de su muerte, su nombre aún provoca miradas que traslucen admiración y cariño. Este es el perfil de un hombre cuyos versos y acciones brotaban del mismo espíritu; transparente, coherente, vivió su vida como era su poesía: silenciosa, cargada de sabiduría, contemplativa, humilde. Ilustración: Andrés Felipe Restrepo Guisao

Jaime Flórez jaime_afs@hotmail.com

A

las siete de la mañana del 4 de abril de 2002, José Manuel se tomó el primer aguardiente del día, el penúltimo de su vida. Clarita no protestó, tras 37 años de matrimonio sabía que una copa era el remedio para los dolores del cuerpo que achacaban a su esposo. Distintos eran los dolores del alma que también lo agobiaban por esos días, para los que José Manuel no tenía cura ni calmante. Estaba inquieto, pesimista, había vuelto a leer a Schopenhauer y se había convencido de que el mundo lo manejaba el diablo con la pezuña. Cuando pidió el segundo, el último trago, Clarita se alarmó, así no era el remedio. Antes de su esposa, un par de amigos habían presentido lo que pasaría al día siguiente. El más silencioso de los poetas los llamaba por teléfono y les hablaba largo rato. “José Manuel está raro, como si se fuera a morir”, comentaban proféticamente entre ellos. “La mirona” andaba rondando por ahí, como “augurio”, escondida “en los grifos del agua”, entre “los espantapájaros”. De ella se venía hablando con recurrencia en las tertulias literarias que José Manuel y Gustavo Zuluaga, El Hamaquero, uno de sus amigos más cercanos, coordinaban en el Jardín Botánico. En la última tertulia había leído con emoción las “Coplas a la muerte de su padre” de Jorge Manrique, esas que empiezan diciendo: Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte. En su último cumpleaños, algunos amigos invitaron a José Manuel a un restaurante santandereano en la vía a Las Palmas, en las afueras de Medellín. En medio del almuerzo les dijo a los reunidos: “Me están agasajando mucho, ¿será que me voy a morir?”, así, como en chiste, lo recuerda Luis Fernando Macías. En

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los últimos meses le hicieron entrevistas, homenajes en Bogotá y en Medellín. El Hamaquero lo llevó a grabar sus poemas, casi contra su voluntad, en la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia; a él le dijo algo parecido: “Hamaquero, vos sos medio brujo. Yo creo que sabés que me voy a morir y por eso me están haciendo tanta cosa rara”. La vida había comenzado para José Manuel Arango 64 años atrás, el 5 de octubre de 1937, una hora antes de la media noche en El Carmen de Viboral, un municipio del Oriente antioqueño que hoy es habitado por más de 40 mil personas. Pero en ese entonces el pueblo, en palabras de José Manuel, era una aldea: dos, tres calles recubiertas por polvo de loza triturada. “Uno salía y el campo estaba ahí mismo”. 1 Fue el hijo mayor de Clímaco Arango y Teresa de Jesús Pérez; el hermano de Celia, Sixto, Margarita, Hernán y Gloria; el esposo de Clara y el padre de Rodrigo, Teresa y Gustavo. Fue un profesor de filosofía, un aficionado al jazz y a las rancheras de José Alfredo Jiménez, un lector infatigable y, entre muchas otras cosas, un poeta, uno de los mejores poetas en la historia colombiana. La relación de José Manuel con la muerte fue cercana. “La Flaca” estuvo presente en cada uno de sus libros; a veces revestida de cierta solemnidad, a veces con ironía. “Una confiancita con la muerte se le ve, un juego”, dice Anabel Torres, quien tradujo al inglés Este lugar de la noche, el primer libro de José Manuel. La muerte fue compañera del poeta, el complemento, la otra cara de la existencia que merodeaba todo el tiempo: “La muerte está ahí, delante de nosotros (o detrás de nosotros), todos los días. Y es tal vez la que nos hace abrir los ojos”, le dijo en una entrevista a la revista Babel. Si estoy, está conmigo. Si me atareo en mis asuntos, me sigue. Ojea por sobre mi hombro si leo, atisba por sobre mi hombro si hago. La muerte era una presencia latente en su poesía y en cada acto de la vida, incluso en el amor:

Pongo mi mano en tu cintura. Y ya, debajo de la mía, hay otra mano. Tantos muertos. Y qué hacen aquí, quién los ha invitado. En estos versos piensa Ángela Gómez, sobrina mayor de José Manuel, cuando dice: “A veces me pregunto si él tenía algún tipo de percepción extrasensorial y si sentía seres distintos a los que habitan aquí”. Piensa en esos versos y en el recuerdo más antiguo que conservaba la memoria de José Manuel, ese mismo recuerdo que alguna vez le contó a Piedad Bonnett: “Un día estoy yo allí [en la finca de mi abuelo] y, de pronto, cuando salgo al corredor de atrás, como salido de los cuentos de aparecidos que contaba mi abuela, veo un fantasma. […] Era un ser muy extraño, que dio la vuelta y se perdió por el maizal. Yo sabía que era algo sobrenatural, que no era un ser de este mundo, y estuve aterrado por mucho tiempo”. La Flaca tocó a la puerta del hogar de los Arango en la Semana Santa de 1964 para llevarse a don Clímaco. El padre nunca tuvo una ocupación fija, fue sacristán y también trabajó en Correos Nacionales, viajaba entre Puerto Berrío y Medellín mientras recogía y repartía el correo en cada uno de los pueblos por los que pasaba el tren. “Era supremamente religioso, laureanista, creo, godo en todos los sentidos, social y políticamente”, recuerda Gloria, la hija menor. “Mi papá tenía una clasificación moral de las películas. Si a Celia la invitaban a cine, la película tenía que estar en la clasificación ‘para todos’, y si no la encontraba en su clasificación moral se iba para donde el cura a preguntarle por esa película”.

Las declaraciones atribuidas a José Manuel Arango fueron tomadas del documental La humildad del jardinero, dirigido por César Montoya, de la entrevista que le hizo la revista Babel en su edición número cuatro (diciembre de 1996) y de la entrevista que le hizo Piedad Bonnett, publicada en La tierra de nadie del sueño (2002). Así como de los poemas póstumos de Arango. 1

Fue don Clímaco, quizá, con quien José Manuel sostuvo una relación más tensa: “Tal vez porque el padre es la ley, porque la relación con él es más conflictiva. Toda la adolescencia fue una pelea con el padre”, decía el mismo poeta.

la calle nace de un son de guitarra agosto cuando el calor tuerce las puertas

Una larga conversación Cada noche converso con mi padre Después de su muerte nos hemos hecho muy amigos

y en este lugar de la noche purificado por la lluvia

Tras la muerte del padre, José Manuel se hizo cargo de la familia. Tenía 26 años y enseñaba filosofía en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja, el mismo claustro en donde se había graduado como Licenciado en Educación y Filosofía tres años atrás. Margarita, Sixto, Hernán, Gloria y Teresa, su madre, se mudaron a la capital boyacense. Los muchachos se fueron adelante con el trasteo, después llegaron las mujeres: “José Manuel terminó de criarnos a nosotros. Fue un excelente padre para mí y un excelente hijo; a mi mamá la quería, la consentía, duraban hasta altas horas de la noche conversando, él le contaba todas sus cosas”, recuerda Gloria. El poseído A veces siento en mis manos las manos de mi padre y mi voz es la suya un oscuro terror me toca quizá en la noche sueño sus sueños y la fría furia y el recuerdo de lugares no vistos son él repitiéndose soy el que vuelve cara detenida de mi padre bajo la piel sobre los huesos de mi cara. Solo Celia se quedó en El Carmen porque estaba a punto de casarse, al igual que José Manuel. Ese mismo año, el 10 de octubre, en la iglesia de las Nieves, en Tunja, el poeta contrajo nupcias con Clara Aurora Leguizamón, la mujer que lo acompañaría hasta el último de sus días. En 1967, José Manuel regresó a Medellín, donde había estudiado el bachillerato, para vincularse como profesor en el área de Filosofía, en la Universidad de Antioquia; allí enseñó hasta 1989, cuando renunció con el fin de disfrutar de su pensión de jubilación. Apenas dos años después de haber asumido el cargo viajó a Estados Unidos, se graduó como Master of Arts, en la Universidad de Virginia Occidental, y se encontró con la efervescencia social causada por la guerra de Vietnam, con el auge del hipismo y con la fuerte influencia cultural que ejercía aún la generación beat. Aunque sus ojos, su sensibilidad, se concentraron en los poetas de Black Mountain: Denise Levertov, Robert Bly, vitales en el desarrollo de su obra, menos estridentes, más acordes con su visión de la poesía, con su carácter. De vuelta en su tierra se reveló el poeta que en silencio, oculto, había estado cultivando una voz desde las épocas del colegio, cuando escribió sus primeros versos. En la Universidad de Antioquia se hizo amigo de Elkin Restrepo, el primer escritor al que José Manuel conoció en persona. Una tarde, Elkin le pidió que lo acompañara a una editorial a retirar algunos ejemplares de un libro que recién había publicado. Fue ese el impulso final que necesitaba. José Manuel no estaba seguro de que su poesía valiera algo, pero la atmósfera del lugar, el olor de la tinta fresca y el sonido de los linotipos lo contagiaron. Revisó sus papeles y una mañana en la Universidad, mientras se tomaba un café con Elkin, le entregó algunos de sus poemas y le pidió su opinión. “Para mí fue una sorpresa y un deslumbramiento. Yo no sabía ni sospechaba que él escribiera. Nunca había dicho nada al respecto; hasta entonces su condición había sido la de un gran lector de cuanto libro circulaba”, cuenta su amigo en el relato titulado “Nunca extravió el camino”. Una noche de abril de 1973, José Manuel se reunió con Alonso Aristizábal, filósofo y poeta, en un café de la calle Maracaibo. Le mostró sus poemas y le pidió que le ayudara a encontrar el título. Alonso se sorprendió, como todos los que por esos días se enteraban de que el profesor de filosofía también escribía. “Entonces yo estaba obsesionado con lo que llamaba la poética de la noche de Bachelard y Blanchot. Abrí el legajo de hojas y

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de una vez apareció ante mis ojos un verso que dice ‘… este lugar de la noche’”, del poema “XIX”:

la memoria, en las plantas de los pasos del día y un oscuro animal en mi sangre Ahora era Elkin Restrepo quien acompañaba a José Manuel a la editorial. En las oficinas de Oveja Negra, sobre la Avenida Primero de Mayo, le presentó a Fernando Granda quien, por cinco mil pesos que pagó José Manuel de su propio bolsillo, diseñó y publicó 300 ejemplares de Este lugar de la noche que se terminaron de imprimir el 7 de agosto de 1973. Fueron 47 páginas encuadernadas en una carátula negra ilustrada con dibujos de la luna. Adentro, un epígrafe de Diógenes Laercio: “Tales dijo que la substancia de las cosas es el agua y que todo está lleno de dioses”; una dedicatoria: “A Clara”; y luego 38 poemas, la revelación de la poesía de José Manuel Arango. El epígrafe de Este lugar de la noche desapareció en ediciones siguientes de la obra, pero no su significado: “El poeta interpreta, o intenta interpretar la realidad más común, como si allí se agazapara, bajo clave, una verdad última que ya no es de este mundo”, dice David Jiménez en su ensayo “La poesía de José Manuel Arango”. Después vinieron Signos (1978), Cantiga (1987), Montañas (1995), sus poemas póstumos y varias recopilaciones y reediciones de su obra, así como las traducciones: En Tres poetas norteamericanos (1991) tradujo a Emily Dickinson, Walt Whitman y William Carlos Williams; en En mi flor me he escondido (1994) volvió sobre los poemas de Dickinson y en El solitario de la montaña fría (1994) tradujo a Han-Shan. Además par-

“Hamaquero, vos sos medio brujo, yo creo que sabés que me voy a morir y por eso me están haciendo tanta cosa rara”.

ticipó en las revistas Acuarimántima, DesHora, Poesía e Imago, y recibió el Premio Nacional de Poesía por Reconocimiento de la Universidad de Antioquia (1988) y el Premio a la Artes y las Letras de la Gobernación de Antioquia (1997). Su nombre se instauró así, lento, silencioso, sin aspavientos pero contundente, como era él, entre las antologías que reúnen a los mejores poetas nacidos en el país de José Asunción Silva. Al tiempo que su obra ganaba reconocimiento, José Manuel vivió el dolor más hondo en su vida; de nuevo vino la muerte. Con Rodrigo compartía muchas cosas: el gusto por el arte, ciertas lecturas. “Era muy alegre, muy libre, los hijos de José Manuel crecieron con mucha libertad, con respeto, confianza y muy unidos a sus papás”, recuerda Guillermo Baena, amigo de la familia. José Manuel, Clara y sus hijos fueron muy unidos, solían sentarse a conversar y hacer cosas juntos, ir a cine, caminar. Cada domingo, era casi un ritual, José Manuel llevaba a sus hijos al parque, comían un helado, él leía el periódico mientras ellos correteaban y jugaban. Sobre ellos habla su poema “Viendo dormir al hijo”: Qué bello cuando duerme: De costado, una rodilla recogida, indefenso. Y esa queja en el sueño, desconsolada: ¿en qué sueña? ¿de qué se duele? Yo, que soy su padre, no sé de qué se duele. Rodrigo tenía 20 años cuando al fin se graduó del colegio y quiso estudiar artes plásticas. El 30 de noviembre de 1985 se enteró de que había sido admitido en la Universidad Nacional; en la noche salió a celebrar y un bus lo atropelló. Rodrigo murió. “Fue algo muy triste, era ver que ya su hijo no iba a alcanzar eso que tanto lo llenaba que era pintar, y en esos días estuvo pintando muchísimo, dejó muchos cuadros hechos”, recuerda Ángela, su prima. José Manuel, naturalmente, quedó devastado; se sentía huérfano, eso le decía a su esposa. Su silencio habitual se volvió doloroso, pero soportó la partida de

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José Manuel fue cofundador y coeditor de las revistas Acuarimántima, Poesía y DesHora de Medellín.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


18 día. Se sentaron en una de las jardineras de la plazoleta Barrientos y José Manuel seguía con su juego. —José Manuel, ¿usted por qué no se fuma ese cigarrillo? —Es que me prohibieron fumar —le contestó—. Esto es como un desahogo; le doy muchas vueltas, lo huelo y, finalmente, me lo fumo, pero estoy fumando menos. José Manuel se fumaba una cajetilla de cigarrillos diaria y, acompañado por el aguardiente, su trago preferido, aumentaba la cantidad. Muchas veces intentó dejar el cigarrillo pero no pudo y fue este vicio el que le causó su muerte. En el último diciembre que pasó junto a su familia se reunieron en una finca en Santa Fe de Antioquia. Uno de esos días, todos se levantaron temprano y se alistaron para meterse a la piscina, todos menos José Manuel, quien estaba sentado solo, decaído, en la mesa del comedor. Su hermana Celia se le acercó y le preguntó si le pasaba algo. “No sé, nosotros ya estamos de cremación”, le contestó. “Él prácticamente programó su muerte. Me decía: ‘Celia, para qué más, yo ya hice lo que iba a hacer, ya no necesito más, ya me puedo morir’”, cuenta su hermana. Ese jueves 4 de abril de 2002, a las ocho de la mañana, sufrió un infarto y fue trasladado a la Clínica Cardiovascular. La clínica exigía un depósito de cinco millones de pesos, por tanto estuvo cerca de tres horas sin recibir atención. A su hermana Gloria le dijo que nunca había sentido un dolor físico tan fuerte como ese del corazón. Los más cercanos iban llegando a la clínica. El Hamaquero supo que los médicos tenían planeado operar a José Manuel el lunes siguiente, pero que era una intervención riesgosa. En su cabeza rondaba la promesa mutua que se habían hecho después de una de las tertulias en el Jardín Botánico, cuando Alirio Machado, un policía, les habló sobre métodos para morir. Habían apuntado el nombre de una pastilla que, según Machado, era muy efectiva para tal fin, y se habían prometido, con un apretón de manos, que si alguno de los dos quedaba en estado vegetal o inhabilitado de alguna manera, el otro tenía que ayudarlo a morir. José Manuel miraba con tranquilidad la muerte y con temor la agonía. El resto del día estuvo consciente. Hacia el final de la tarde, los médicos llamaron a los familiares y amigos presentes para que conversaran con el paciente, con la

Y decirle, cuando llegue, a la Flaca: Adelante, señora. Bien sea venida.

Este texto hace parte del trabajo de grado en Periodismo José Manuel Arango en su lugar de la noche. Asesor: Andrés Vergara.

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Arango acompañado del periodista, dramaturgo y escritor Milcíades Arévalo.

No. 73 Abril de 2015

En Medellín, organizaciones como Anima Naturalis y Defenzoores realizan campañas constantes para defender los derechos de los animales y protestar contra la tauromaquia.

Natalia Duque / nataliadv.06@gmail.com Antonia Mejía / anto-mejia@hotmail.com María de los Ángeles Salazar mariasalazar97@outlook.es Daniel Uribe / danielu1027@gmail.com Luisa Valencia / luisa.623@hotmail.com

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Durante 2014, unas 14.500 personas asistieron a la temporada taurina en Medellín. Después de tres años consecutivos en los que aumentó la asistencia, se registró una disminución del 31 por ciento. ¿Qué tan cerca está el fin del espectáculo en una ciudad históricamente taurina? ¿Se trata de un fenómeno pasajero, una jugada política, un cambio cultural? Aquí, un análisis.

ace 120 años se practica la tauromaquia en Medellín, desde los mismos días en los que el Dictador del Estado Libre de Antioquia, Juan del Corral, le daba el título de Ciudad a la entonces Villa. El 10 de febrero de 1895 fue inaugurado El Circo El Palo, la primera plaza de toros de Medellín, construida en madera y con una capacidad para 4 mil espectadores. Desde entonces, fueron muchos los intentos por construir un escenario que tuviera la infraestructura adecuada y que correspondiera al apogeo que tenía el toreo. Cincuenta años más tarde, el 4 de marzo de 1945, fue inaugurada la Plaza de Toros La Macarena. Durante los últimos años se debate en Medellín la preservación o desaparición de la Feria Taurina. Así como muchas personas están a su favor y sostienen que es una expresión artística de la sociedad, otros la rechazan con vehemencia dado el sufrimiento que se le inflige al toro. En un escenario como este, cabe preguntarse si es posible, de veras, la abolición de las corridas de toros en la cultura paisa.

Fotografías: Corporación Cultural José Manuel Arango

“La muerte está ahí, delante de nosotros (o detrás de nosotros), todos los días. Y es tal vez la que nos hace abrir los ojos”.

Corridas de toros en Medellín: ¿el fin de una cultura?

advertencia de que tenían que ser breves, a fin de no agotar sus energías menguadas. Junto a la puerta de la habitación se hizo una fila. Uno a uno entraban. José Manuel estaba conectado a tubos de oxígeno y demás aparatos médicos, se veía pálido, más delgado que nunca. Era consciente de la gravedad de su estado, pero estaba sereno. Con Guillermo Baena habló de las traducciones de Emily Dickinson en las que trabajaba junto a Anabel Torres y de la revista DesHora. También le pidió que no publicara los escritos sobre el lenguaje de los sordos en los que había trabajado por años pero que, estimaba, aún no estaban terminados. “Queme todas esas bobabas”, le había dicho a Clara refiriéndose a sus textos inéditos. A El Hamaquero, con quien se iba a encontrar ese día para tomarse unos tragos, le dijo entre risas: “Hermano, se nos dañó la citica, será dejar eso para mañana”. Además, hablaron de la huelga que había en la Universidad y de la librería de El Hamaquero, la que José Manuel ayudaba a sostener. Le preguntaba: “¿Cómo va el chucito? ¿Sí será que usted sobrevive de eso?”. A sus familiares les insistía en que no se preocuparan, que volvieran tranquilos a sus asuntos. A Gloria, su hermana del alma, le dijo que ya tenía las maletas listas. A Clara, su mujer, su compañera de toda la vida, a quien solía decirle que había que llevar la carreta liviana, esa tarde le declaró su amor por última vez: “Clarita, acuérdese de que yo siempre la quise, la quiero y la querré”. En la madrugada su estado empeoró, lo anestesiaron para intervenirlo de urgencia y perdió la conciencia. A las tres de la tarde de ese viernes 5 abril, el poeta murió en la unidad de cuidados intensivos, al lado de sus hijos, de su esposa y de algunos seres queridos. Al día siguiente su cuerpo fue cremado. José Manuel recibió su muerte como había vivido la de su padre y la de su hijo, y como la había tratado en su poesía: con valor, con estoicismo, con naturalidad, como parte de la vida. El poeta se fue con “la Flaca”, no sin antes saludarla con esos versos suyos:

Fotografía: De La Urbe

su hijo mayor con valor, con discreción. Ni siquiera con sus amigos más cercanos se hablaba del tema: “Él era muy enemigo de la publicidad, muy enemigo de dolores convencionales: el pésame, el lo siento mucho, el qué pesar, de socializar las cosas por protocolo”, recuerda Jairo Alarcón, su colega en la Universidad por esos días. Dice Guillermo Baena que esa “fue una pena que le duró toda la vida, pero especialmente los cinco años siguientes, los más críticos. Vio la vida en una forma muy distinta, podría decir que muchos de los poemas de Cantiga vienen de ahí, le interesó mucho la muerte, su significado”. José Manuel, por tradición, era el encargado de convocar a las reuniones navideñas de los Arango; ese año, apenas un mes después de la muerte de Rodrigo, lo hizo de nuevo. No hubo fiesta; a la media noche, antes de que comenzara el Año Nuevo, el poeta, el padre, salió a mirar las estrellas y lloró. “Obviamente no estaba de la misma manera pero estaba, sabía que tenía que seguir y siguió. Si no hubiera sido por la relación tan fuerte y hermosa que tenía con Clarita hubiera sido más difícil para los dos sobrellevar esa pérdida”, dice Ángela. Aunque con un dolor profundo, José Manuel asumió la muerte de su hijo con cierto estoicismo, ese que era tan propio de su carácter parco y que las personas cercanas notaban hasta en su forma de andar por ahí. Caminaba parsimonioso, siempre por la sombra, cavilando, ensimismado, abstraído pero no tanto como para ser advertido. Era un transeúnte corriente de ropas sencillas: camisa de manga corta, pantalón de tela, nunca de jean; colores opacos, entre grises y azules claros; zapatos de cuero y un eterno saco de lana café terciado sobre sus hombros. Nada de lujos, ni en el reloj ni en el lapicero. Y un cigarrillo: Pielroja en una época, Royal en otra, siempre entre el índice y el corazón. A los pocos minutos de acabarse uno, sus dedos, ansiosos, buscaban el siguiente. En ocasiones, con la misma colilla del anterior lo encendía, luego lo sorbía con profundo placer, centímetro a centímetro. Al mismo tiempo hablaba pausado, dejando espacios de silencio, y el cigarrillo daba vueltas en el aire, atrapado en su mano, siguiendo el ritmo de sus palabras. Pocos meses antes de su muerte, José Manuel llegó a la oficina de Luis Germán Sierra en la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia, y lo invitó a un tinto. Desde que Luis Germán lo vio llevaba un cigarrillo en la mano, lo movía entre sus dedos, le daba vueltas, se lo ponía en la oreja, lo olía pero no lo encen-

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Análisis

La tauromaquia como cultura El principal argumento de los defensores de la tauromaquia en la ciudad es que es un rasgo inherente a la cultura paisa. Según Enrique Barrios Barrios, expresidente del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía de Venezuela, en un artículo publicado por el portal de Asotauro, en las corridas de toros el hombre “defiende su vida ante la peligrosa agresividad de un animal fiero como es el toro de lidia. No es más que adentrarse en los arraigados ideales de la cultura hispánica fundamentados en el sentido trágico y heroico de la vida, pues el toreo viene a ser una magnífica disertación sobre la vida y sobre la muerte”. Además, afirma que esta práctica no se hace con el fin de ver sufrir al animal ni mucho menos por el placer de hacerlo, sino por mostrar la destreza y valentía del torero. La entidad Asotauro, que tiene como objetivo promover y defender la tauromaquia como parte del patrimonio cultural de la humanidad, ha presentado desde 2008 campañas para evitar la abolición de la fiesta brava y, asimismo, ha impedido que el Concejo de Medellín prohíba las corridas, consiguiendo así que en tres oportunidades el Tribunal Administrativo y la Corte Constitucional archiven o retiren las propuestas antitaurinas.

Antitaurinos en la ciudad La lucha contra la fiesta taurina en Medellín se inició en 1997, cuando el extorero Álvaro Múnera, ‘El Pilarico’, ingresó al Concejo de la ciudad. A partir de ese momento, diversos movimientos comenzaron a pronunciarse en contra de las corridas de toros. Vale la pena señalar que, durante una corrida, “El Pilarico” fue embestido por un toro, quedando parapléjico. Posteriormente, en el 2000, surgió el movimiento “Antitaurinos por la vida”, cuyo objetivo principal es sensibilizar a la comunidad acerca de este tipo de violencia animal. De sus manos, han tenido lugar múltiples campañas que van desde las manifestaciones pacíficas hasta programas de sensibilización. La mayoría de acciones son lideradas y amparadas por el todavía concejal Múnera. Estas propuestas no se han quedado únicamente en los gritos y la calle, sino que han trascendido a proyectos de Acuerdo, que se apoyan en la Sentencia C-666 de 2010, la misma que afirma que no se debe vulnerar el principio de autonomía de las autoridades locales, quienes tienen la potestad de decidir si se realizan o no dichas prácticas. La Sentencia reconoce que las corridas de toros pueden continuar siempre y cuando se garantice la protección de los animales contra el sufrimiento y el dolor. Con los años, este proyecto fue refutado por la Corte Constitucional mediante la Sentencia 889 de 2012, la cual planteaba que solo el Congreso tiene la potestad de decidir sobre estos temas, excluyendo al Concejo y a la Alcaldía. A pesar de estos esfuerzos fallidos, Múnera confía en la pronta abolición de la Feria Taurina en la ciudad, pues afirma que las directivas del Hospital Universitario de San Vicente Fundación, dueño del 51 por ciento de la Plaza de Toros La Macarena, están considerando prestar dicho escenario para eventos con otras finalidades: “Esperamos que el San Vicente nos dé ese regalo y si todo va como está previsto, a partir de abril ya se no harán más corridas”, explica el concejal. La decisión, que sería tomada por los altos ejecutivos

del Hospital, se debe a que la poca asistencia a las corridas genera pérdidas millonarias para la Fundación. “Torturar y matar toros en Medellín le quita plata a la salud”, comenta Múnera. Según cifras presentadas por el concejal, las pérdidas se vienen generando desde hace siete años; en 2014 fueron de aproximadamente 500 millones de pesos. Cabe aclarar que la Plaza es administrada por la Corporación Plaza de Toros La Macarena (Cormacarena), entidad creada en 1991 por iniciativa de Corpaúl con el fin de manejar todos los asuntos relacionados con el préstamo del escenario. Julio Ernesto Toro Restrepo, director general del Hospital Universitario de San Vicente Fundación, explica que el Hospital presta el espacio a Cormacarena a cambio de utilidades por cada corrida. Sin embargo, afirma que desde hace varios años el San Vicente “no sabe qué es recibir un peso de la tauromaquia”. ¿Cambio cultural? Actualmente continúa el debate entre aquellos que defienden la tauromaquia y los que la atacan. Es necesario, entonces, conocer cómo se determinan los factores sociales que hacen de una práctica un referente cultural y que permiten la diferenciación de una comunidad con respecto de otra. Según Carol Ember, antropóloga estadounidense, la cultura son las leyes o ideas que forman la base del comportamiento. Para César Tapias, sociólogo de la Universidad de Antioquia, esta “no es algo inamovible o estático, también se mueve y se desarrolla en función de los cambios de la sociedad a nivel político y económico, a nivel de las conciencias de subjetividades individuales y colectivas. No podemos pensar que la cultura no pueda ser cuestionada, criticada o que se transforme”. Por lo tanto, es posible concebir la idea de la abolición de la tauromaquia, pues la cultura está sujeta a cambios constantes que se originan con el transcurrir del tiempo y con el desarrollo de nuevas corrientes de pensamiento. Esto se evidencia, por ejemplo, en la constante disminución de los asistentes a las ferias taurinas. Según un sondeo realizado por Caracol Radio, teniendo en cuenta las cifras de la última Feria Taurina de la ciudad, la asistencia disminuyó en un 31 por ciento con relación a años anteriores. Para Tapias, “la cultura es una elaboración consciente de todo lo que nos gusta”. Es decir, podría reconsiderarse que la tauromaquia todavía hace parte de la expresión cultural de los antioqueños, pues se ha demostrado que a la mayor parte de la población ya no le atrae este tipo de prácticas. ¿Será válido, entonces, que aquellos que aún defienden este espectáculo argumenten que hace parte de nuestra cultura?

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


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20 Crónica

Fotografías: Sara Castillejo Ditta

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Con flores, tarjetas y vino recibieron varios estudiantes, colegas y amigos a Wilmar Vera en la Corporación Universitaria Lasallista sede Medellín.

El poder de una mentira Sara Castillejo Ditta sorditta@gmail.com

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ereira (Risaralda), 18 de marzo de 2011. Es hora de almuerzo y dos hombres jóvenes, vestidos con camisa blanca, llegan al restaurante vegetariano Flor de Loto, sobre la calle 22. No se conocen. Uno de ellos saca su celular para chatear y el otro lo observa en la distancia. A las 2:20 de la tarde, cinco disparos de un revólver calibre 38 largo retumban en la estancia. De las dos camisas blancas, una está intacta, la otra, manchada de sangre. El sujeto de la camisa incólume guardó su arma y huyó en un taxi. El herido murió minutos más tarde, antes de poder recibir asistencia médica. Se llamaba Alexánder Morales Ortiz, de 27 años, padre de un niño. Le decían “Chamaco” y era precandidato al Concejo Municipal de Pereira por el Partido de La U. El asesino fue Carlos Andrés Velásquez Villada, un año menor que su víctima. La Policía lo atrapó más tarde, mientras escapaba por la calle Las Aromas del municipio de Dosquebradas. Carlos Andrés llevaba consigo un millón 200 mil pesos con los que intentó sobornar a los oficiales. Por eso, además de vincularlo por homicidio agravado e imputarle cargos por porte ilegal de armas de fuego (le hallaron dos), fue acusado de cohecho por dar u ofrecer. El proceso por dichos delitos terminó con una sentencia condenatoria a 34 meses de prisión para el joven. Como autor material, continuaba, además, vinculado al proceso por el homicidio de Alexánder Morales. Había pasado ya un año desde el crimen cuando el sicario expresó su intención de colaborar con la justicia a cambio de beneficios. La Fiscalía ofreció aplicarle el principio de oportunidad. En estas circunstancias, Carlos Andrés Velásquez involucró como coautores a Yilder Antonio Aricapa Motato y a Wilson Espinosa Marín. Además sostuvo que el determinador del hecho había sido el periodista y docente universitario Wilmar Albeiro Vera Zapata. La captura Caldas (Antioquia), 7 de junio de 2012. Wilmar Vera es jurado de un proyecto de investigación en el pregrado de Comunicación Social y Periodismo, en la

No. 73 Abril de 2025

Un hombre con historial judicial limpio fue falsamente sindicado por un confeso criminal de haberle pagado para matar. Esta afirmación le costó la pérdida de su empleo, el distanciamiento de su familia, el señalamiento de los medios de comunicación y el encierro. Finalmente todo fue un error; la justicia lo absolvió: “Perdone, Wilmar Vera, estos dos años de prisión. Fue que el asesino mintió”. Corporación Universitaria Lasallista (CUL), donde es docente vinculado. Está acompañado por Pablo Andrés Vélez, monitor de la asignatura de Periodismo Informativo, y por Ángela María Correa, coordinadora del pregrado. A las 11:00 a.m., Pablo Andrés se despide. Fue el último estudiante que vio libre a Wilmar. Treinta minutos después, el profesor llamó al celular de Ángela David, su esposa. “No se preocupe —le dijo— me están deteniendo dizque por la muerte de Alexánder, pero cuando lleguemos a Pereira esto se va a arreglar”. En ese momento, seis agentes de la Sijin lo esposaron en la rectoría de la CUL y se lo llevaron hasta la antigua sede del Tránsito de Medellín, en la Estación Caribe del Metro, desde donde salieron a las 5:00 p.m. hacia el Aeropuerto Olaya Herrera. Allí abordaron un avión monomotor de La Policía, rumbo a la capital de Risaralda. Cuando Pablo leyó la noticia ese mismo día en La Tarde, periódico risaraldense, pensó que era una broma. El artículo que informaba de la captura del profesor fue acusado de malintencionado por varios estudiantes que lo compartieron en redes sociales. Nadie podía creer que “Wilmi”, como es conocido, pudiera estar involucrado en un proceso penal por homicidio. A la mañana siguiente se realizó la legalización de captura y la imputación de cargos ante un juez de garantías que ya conocía el caso, pues él mismo había realizado esa diligencia un año antes para Carlos Andrés Velásquez. Durante el procedimiento, el juez recordó en voz alta momentos de la captura de este sicario y llamó la atención sobre la soltura del joven para citar artículos del Código Penal. Adujo que aquello debía ser por sus tres años de formación en Derecho en la Universidad de Antioquia. Pero más adelante se probaría que Carlos Andrés falsificó esos estudios, así

como otros documentos. El Procurador del proceso intervino para increpar a Wilmar. Le parecía un pésimo ejemplo para darle a sus alumnos, una deshonra para el gremio. La sala estaba repleta de estudiantes de la Universidad Católica Popular de Risaralda (UCP), donde el docente había trabajado anteriormente, quienes protestaron ante el señalamiento. La algarabía se extendió por el recinto hasta que el Juez pidió orden y el Procurador se sentó. El profesor fue finalmente sindicado a las 9:00 p.m. El caso Wilmar y Alexánder se habían hecho amigos en la UCP, como profesor y estudiante, respectivamente, en el pregrado de Comunicación Social. En 2009, el muchacho suspendió sus estudios y se trasladó a Bogotá. Allí comenzó a relacionarse con políticos del Congreso y pronto alguien le habló de un negocio, al parecer muy rentable y completamente legal: la inversión en una mina de carbón en La Jagua de Ibirico, Cesar. Como ambos amigos nunca perdieron el contacto, Alexánder le comentó el negocio al “viejo Will”, pero este sentía ciertas reservas, pues la ganancia en el corto plazo era el doble: por una inversión de 50 millones se le prometía ganar 100. Sin embargo, el padre de Alexánder, Gerardo Morales, convenció a Wilmar de la inversión asegurándole que, en su condición de abogado, había constatado la legalidad del negocio al punto que él mismo invertiría también. Así, Wilmar juntó sus ahorros, vendió su automóvil, hizo un préstamo y se asoció con un hermano, que también vendió su carro para reunir el monto requerido. Gerardo y Alexánder le hicieron la intermediación para formalizar su participación en el negocio, y Alexánder le firmó un compromiso donde constaba

que si algo salía mal, él mismo reembolsaría el monto completo. En febrero de 2010, Wilmar fue invitado por Manuel Vega, quien estaba al frente del negocio, a una reunión de inversionistas en Bogotá para firmar documentos y celebrar que todo estaba listo para empezar. Tendría derecho a un módulo en la mina con una volqueta y una retroexcavadora. Hyundai proveería los vehículos y por eso allí estaba también el gerente de esa compañía. Los trabajos empezarían quince días después. Pasados dos meses, un inversionista de Cali, que había hipotecado su vivienda para juntar el capital, viajó a Bogotá en busca de Manuel para pedirle explicaciones sobre el retraso. Este no lo quiso atender. El Gerente de Hyundai solo había recibido cinco millones de pesos como adelanto por la compra de las diez volquetas. Wilmar llamó a otros inversionistas para saber su situación y luego a Alexánder para contarle lo que estaba pasando. En junio de 2010, Manuel Vega llamó al profesor. Según Vega, el negocio se había dañado por a las llamadas de alerta que hizo Wilmar, así que le dijo que quedaba por fuera del negocio y que le reconocería quince millones. No le devolvería los 50 millones porque Alexánder no se los había entregado completos. Wilmar estaba inquieto, pero le aliviaba saber que tenía el compromiso firmado por su exalumno. El profesor renunció el 17 de diciembre de 2010 a la UCP y se trasladó a Antioquia con su familia. La Corporación Universitaria Lasallista lo empleó como docente de planta y dictaba las clases de Periodismo Informativo I y II. Conversaba con Alexánder cada 15 días y así se enteró que el muchacho tenía la ilusión de ser concejal de su municipio. En esas estaba cuando el joven fue asesinado. Para cuando el autor material soltó el nombre de Wilmar Vera, las autoridades policiales ya habían descartado la hipótesis de un asesinato político. El coronel Gonzalo Londoño, comandante de la Policía de Pereira, defendió la nueva tesis de que Wilmar habría contratado sicarios para vengarse de su exalumno por la pérdida del capital invertido en el negocio. Para el Coronel, el caso era bastante claro: se trataba de un móvil económico. El docente fue encerrado durante los dos años y tres meses que duró el juicio, en el patio 1 del penal San Bernardo, de Armenia (Quindío).

“Wilmar Vera fue encerrado durante los dos años y tres meses que duró el juicio, en el patio 1 del penal San Bernardo, de Armenia, Quindío”.

El proceso Wilmar es egresado de Comunicación Social–Periodismo, en la UdeA. Hizo su Maestría en Historia, en la Universidad Nacional, y es Especialista en Pedagogía y Desarrollo Humano, en la Universidad Católica Popular de Risaralda. Trabajó seis años como redactor en El Colombiano y en 2007 publicó el libro Entre el temor y la simpatía. La Segunda Guerra Mundial vista desde la prensa colombiana. Tiene carácter de reportero, de curioso observador, de analítico escucha, de escritor. Por eso, aquellos dos años estuvieron atravesados por las letras: las que le enviaron sus estudiantes y las que él mismo les devolvía, a veces como manuscritos donde nunca faltaba su grito de batalla: “¡SOY INOCENTE!”. Y otras en forma de crónicas que el portal Tras la Cola de la Rata le publicaba con el título de Crónicas Tras las Rejas. En una de ellas decía: La “vida” en una cárcel es un transcurrir monótono de horas y una lucha permanente por no enloquecer. Si fuera verbo, la conjugación más usada sería “esperanciar”: esperanciar que el fiscal caiga en cuenta de su error, esperanciar que el juez no sea subjetivo y cumpla como es su deber, esperanciar que la condena no raye con la sevicia, esperanciar que todos los elementos aportados por la defensa sean tenidos en cuenta, esperanciar que vengan beneficios a las condenas, esperanciar que el Santo Padre venga a Colombia y decreten 50 por ciento de rebaja, esperanciar… esperanciar. Su proceso fue una cadena de hechos lamentables. La Fiscalía General de la Nación informó en el Comunicado de prensa 029 que hasta el 31 de octubre de 2013, un año y cuatro meses después de la captura del docente, siete diferentes fiscales titulares y dos de apoyo habían pasado por el caso. Nadie parecía dispuesto a

asumirlo seriamente. Los fiscales, a última hora, entregaban razones médicas por las que no podían asistir a las audiencias, y uno de ellos la programó para que cayera en su periodo vacacional. En octubre de 2012, Wilmar renunció a salir de prisión por vencimiento de términos, consciente de que al hacerlo perdería la oportunidad de demostrar su inocencia. Con este mismo propósito, Juan Gonzalo Betancur, Herlaynne Segura, Abelardo Gómez y Adriana Natalia Gómez, amigos del profesor y periodistas, se agruparon en un comité de apoyo desde el que difundieron el caso por Internet. Crearon el blog periodistawilmarvera.blogspot.com, el hashtag de twitter periodistawilmarvera, el grupo de facebook Razones para creer en la inocencia de Wilmar Vera, y se dedicaron a compartir las noticias que salían en los medios o las cartas que el profesor escribía desde la cárcel. También tuvo apoyo de estudiantes, padres de familia y profesores de la UCP que llenaron las salas en las primeras audiencias en el Palacio de Justicia de Pereira. La compañía familiar también ayudó. Ángela David, su esposa, y Carolina Zapata, su mamá, se las arreglaron para viajar desde Medellín cada domingo para visitar a Wilmar en el penal. Manuela, su hija, tenía nueve años cuando capturaron a su padre. Durante esa reclusión vivió en Medellín, lejos de él y distanciada de su madre a causa de sus frecuentes viajes. Esta situación familiar desembocó en

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¿por qué aún sostiene esa tesis? Pero la única frase contundente que pudo sacarle Wilmar a su verdugo fue una contrapregunta: “¿Usted qué le hizo a esa familia para que lo odien tanto?”. Desde ese momento, el docente tuvo un íntimo convencimiento de que todo había sido un complot. Y así empezó a nombrar su caso ante los medios de comunicación.

El veredicto Solo hasta febrero de 2014, Carlos Andrés declaró por primera vez en el juicio. Lo hizo a través de una videoconferencia, ya que se consideraba un grave peligro para su seguridad llevarlo al Palacio. Al principio, el “skinhead” no recordaba la fecha del crimen de Alexánder, pero cuando se inició formalmente el interrogatorio, ya recordaba hasta la placa del taxi que tomó. El sonido era pésimo, pero por el video se pudo determinar que, mientras respondía, el hombre miraba a alguien más que estaría ubicado detrás de la cámara. Cuando el juez preguntó si estaba acompañado, situación ilegal mientras se entregan declaraciones juramentadas, un fiscal de apoyo salió en pantalla y se presentó. Se le ordenó entonces que se retirara de la estancia. Nadie debía influir en el testimonio. La madre y la esposa de Alexánder también declararon en contra de Wilmar. Dijeron que el estudiante le tenía miedo y que en los últimos días estaba visiblemente angustiado por las insistentes llamadas del profesor para cobrarle el dinero. Lo extraño es que, un día después del deceso del joven, la esposa envió desde su correo electrónico personal una emotiva nota de agradecimiento a Wilmar por la amistad que siempre le brindó a Alexánder. También, en diferentes interrogatorios, Carlos Andrés contradijo sus versiones y el juez contó por lo menos doce inconsistencias en las respuestas. No pudo vincular a Wilmar, entre otras cosas, porque aducía haberlo visto un día a una hora en que, se probó bajo testimonio juramentado de sus estudiantes, Wilmar estaba dictando clases en Caldas, Antioquia. Dadas las circunstancias, el 30 de septiembre de 2014 el Juez Quinto Penal del Circuito de Pereira declaró la inocencia del profesor. Carlos Andrés mintió, Wilmar no fue ni autor intelectual ni determinador. La familia, los amigos y los estudiantes que siempre acompañaron a Wilmar rompieron en llanto y vitorearon junto con él. No así Gerardo, el padre de Alexánder, quien declaró para algunos medios de comunicación que estaba dispuesto a apelar el fallo, ya que consideraba que se faltaba a la verdad jurídica y que su hijo no era cualquiera como para dejar su muerte impune. Gerardo exigió verdad, justicia y reparación. ***

Tras más de dos años de ser capturado, Wilmar Vera regresó al campus donde enseñaba.

la pérdida de su año escolar. Albeiro Vera, su padre, sufrió un preinfarto y no asistió más a las audiencias dado que le ocasionaban una enorme tensión. Un encuentro revelador Los meses transcurrían en medio de los constantes aplazamientos de las audiencias, hasta que, el 7 de diciembre de 2012, Wilmar fue ingresado temporalmente en “La Perrera”. Así le dicen los presos a la Celda de Recepción de la cárcel La 40 de Pereira, porque es un salón pequeño y encerrado que siempre está repleto. Ese día había en su interior 18 hombres. Wilmar entró con otro preso, venían del Palacio y los dejaron allí mientras transportaban a un tercer recluso a su correspondiente centro penitenciario. Al entrar, el ambiente era tenso. Dos hombres estaban a punto de reñir. Uno de ellos era un “skinhead” que se calzó sus botas y le cayó a patadas a su desprevenido adversario que no contaba con haberse metido, precisamente, con el “duro” del lugar. Pasado un rato, el cabeza rapada se dirigió a Wilmar: “¿Usted sí sabe quién soy yo?”, y ante el rotundo “No” del otro, prosiguió: “Yo soy Carlos Andrés Velásquez Villada, yo maté a Alexánder, y tenía muchas ganas de conocerlo. Por su culpa he perdido mil millones de pesos”. A la sorpresa inicial del profesor siguió una necesidad de inquirir a su interlocutor. Lo escuchó por un rato alardear de sus negocios ilícitos hasta que sintió que podía preguntar: ¿Por qué mató a Alexánder?, ¿por qué solo habló después de un año?, ¿por qué lo incriminó a él?,

En la cárcel San Bernardo, la noche empieza a las 4:00 p.m. A esa hora resuenan los pitazos de los guardias y se cierran las rejas. Por eso cuando Wilmar llegó a su celda, cerca de las 5:30 p.m., los ocho compañeros con los que habitaba yacían tumbados, a la luz del televisor. El profe había caminado hasta allí con tranquilidad, sin alborotos ni aspavientos. Pero, una vez en su celda, lo soltó: “¡Salgo libre!”. No es normal que alguien sea declarado inocente. Pero en el caso de Wilmar era una noticia que los reos veían venir. Así que sonrieron, lo felicitaron a viva voz y, acto seguido, se “pirañaron” sus pertenencias: una cajita de Galletas Festival que el profe procuraba mantener llena de cositas que vendían en el quiosco, exentas de IVA, para paliar el hambre nocturna. Esa noche no durmió. Pasó en vela pero ya no “esperanciando”, sino tratando de digerir la noticia de su liberación. Al día siguiente, ya con los reos en el patio, el televisor pasó la noticia de su absolución y diez de ellos, con los que no había tenido mayor trato, aplaudieron y se acercaron a felicitarlo. Wilmar sonrió. Llegó el momento y la puerta azul del penal se abrió. Ante los periodistas de Pereira y la comitiva de recibimiento, apareció la menuda figura del liberado. Camisa de cuadros y bluyín: la ropa que vestía el día de la captura ahora quedaría también en la foto del día de la liberación. Apenas atravesó el umbral, Ángela se lanzó a su encuentro y lo abrazó. Ambos cerraron los ojos y se dieron el beso de la libertad.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


22 Entrevista Diego Zambrano Benavides diegozb92@gmail.com

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pesar de la presión que ejerce la opinión pública y de algunas crisis, los diálogos de paz en La Habana siguen avanzando. Tres de los seis puntos de la agenda ya se han negociado. El momento, ahora, es crucial: definir el tema de las víctimas, la reparación y la justicia. Ante la posible llegada del posconflicto, los guerrilleros tendrán que rendir cuentas a la sociedad por los crímenes cometidos. La pregunta es: ¿cómo? Aquí es donde aparece este concepto tan complejo: justicia transicional. El peruano Javier Ciurlizza es el director del Programa para América Latina y el Caribe del International Crisis Group, una de las organizaciones más importantes del mundo en análisis de conflictos. Dirigió la Comisión de la Verdad y Reconciliación en Perú durante el gobierno de transición entre 2001 y 2003; colaboró en el proceso de Justicia y Paz con los paramilitares en Colombia; también ha asesorado procesos de comisiones de la verdad y procesos judiciales en Paraguay, Kenia, Indonesia y Liberia. Para conocer su visión sobre la justicia transicional en un posible escenario de posconflicto en Colombia, De La Urbe habló con él.

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Reconciliar la justicia

para víctimas y guerreros Ahora que Colombia se encuentra en medio del proceso de negociaciones con las Farc, el tema de la justicia transicional cobra una relevancia crucial. Tanto la reparación, la memoria y hasta la rebaja de penas a guerrilleros entran en juego. Pero... ¿qué es exactamente justicia transicional?

Fotografía: Diego Zambrano Benavides

¿En qué consiste la justicia transicional? Javier Ciurlizza: La definición de diccionario es que la justicia transicional es el conjunto de mecanismos destinados a garantizar los derechos de las víctimas en una transición política. La definición ha ido cambiando. En un principio tenía la idea de que la justicia transicional eran los escenarios en donde se intercambiaba alguna cosa para conseguir otra, un poco de verdad a cambio de amnistía o perdón. Después de haber trabajado en la Comisión de la Verdad del Perú, entre 2001 y 2003, entendí que la justicia transicional es la manera en la que ponemos a las víctimas en el centro de los procesos de transición política, hacemos respetar sus derechos a la verdad, justicia y reparación. En Colombia, después de haber colaborado a algunas instituciones públicas en el proceso de Justicia y Paz, amplié el concepto, y diría que la justicia transicional, además de garantizar los deJavier Ciurlizza participó en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación del Perú, y colaboró en el Proceso de Justicia y Paz con las AUC. rechos de las víctimas, debe crear un escenario que favorezca a la desmovilización, el desarme y la reinserción. De esta manera ese nombre desde que las ONG de derechos humano fue completa: excluyó expresamente en la ley a los se logra desarticular las redes criminales que existen nos, los movimientos estudiantiles o los movimientos responsables de crímenes atroces o de lesa humanidad. detrás de grupos ilegales. Desde el 2010, que comenzó obreros empezaron a luchar contra la impunidad en Lo que pasa es que el mecanismo que se implementó el proceso de paz en La Habana, mi definición se ha Colombia, y de eso hace más de 30 años. Este país ha fue muy curioso porque al M-19 se le dio la facultad de vuelto más enredada todavía porque se trata de poner sufrido muy diversas formas de violencia y, por tanto, entregar las listas de las personas que iban a ser amen el centro a las víctimas y garantizar sus derechos, ha tenido muy diversos tipos de transiciones. Se puede nistiadas. En realidad fue un indulto nominal; no fue pero al mismo tiempo lograr una paz que sea aceptable mencionar la transición producida por el desarme del una amnistía a ciegas. De igual forma, en ese tiempo se para los guerreros. M-19 y de las guerrillas en 1989, la desmovilización de habló de las víctimas del grupo guerrillero, por ejemplo las Autodefensas Unidas de Colombia, o lo que pudo en el caso del Palacio de Justicia. Desde 1990 había mu¿Puede entenderse de alguna forma que la justihaber sido el proceso de paz de Belisario Betancur en chas voces que pedían que los guerrilleros asumieran cia transicional es una especie de amnistía o indulto? 1985. En todos esos momentos históricos se hicieron su responsabilidad, y el M-19 hizo algunos ejercicios No, es todo lo contrario. La justicia transicional es algunas de las preguntas que se hacen en la justicia muy limitados de reparación local y de reconciliación; la manera de lograr justicia y no amnistía en un escetransicional: ¿Cómo se desarman?, ¿cómo se reinserquizás no tuvieron la visibilidad que tiene ahora la jusnario particular. Si algo ha cambiado en el mundo en tan?, ¿cómo participan en política? Lo que es nuevo en ticia transicional, pero los hubo. Lo que faltó fue un los últimos veinte años es que los conflictos no se pueColombia y aparece con la desmovilización de los paraEstado que se comprometiera para asumir ese modelo den resolver simplemente con el perdón mutuo, o que el militares es que las víctimas ocupan el lugar central en de justicia transicional como propio y que no lo delegaEstado puede remplazar a la víctima o a la sociedad en la lista de las prioridades de la justicia transicional. Lo ra a privados. sus propios procesos de reconciliación. Cualquiera que que pasa es que en Colombia se ha hecho todo al revés, sea la reconciliación que haya en un país, tiene que essin decir que eso sea absolutamente malo porque en la Dentro de la justicia transicional se contemplan tar precedida de muchos pasos muy exigentes; y dentro mayor parte de los países lo que sucede primero es que beneficios en las penas para quienes cometieron críde esos pasos, la amnistía no es un componente. Ahora, se produce un proceso para contar lo que pasó, luego menes. ¿Cómo explicarle a la sociedad la importancia la amnistía como mecanismo jurídico puede ser uno de viene la reparación a las víctimas después de conocer la de la justicia transicional? ¿Hay más detrás de las los elementos, delimitado a un grupo concreto de perverdad, posteriormente un proceso judicial y, luego, un rebajas de las penas? sonas y hechos. Pero la amnistía es solo un elemento y proceso de reformas institucionales. Acá en Colombia Ahí existe un problema muy colombiano que conno es el más importante. El esclarecimiento de lo que se comenzó por la reparación a las víctimas, se consiste en confundir justicia transicional con beneficios pasó, la reparación a las víctimas, la no repetición, son tinuó con el proceso judicial; luego, contar la verdad penales. Estos últimos son solo consecuencia de una los componentes que deben producirse primero en el narrada como un ejercicio colectivo que está por darse. serie de medidas de justicia transicional que deben sutiempo. Y la amnistía no es ninguna consecuencia de ceder. Por ejemplo, con el proceso de Justicia y Paz, en que los otros pasos se hayan dado correctamente. Hay muchos que piensan que lo que sucedió con teoría se debía partir de la revelación plena de lo ocuel M-19 fue un proceso de amnistía y no de justicia rrido y la reparación integral de las víctimas. Y como transicional… consecuencia de eso, el beneficio penal que consistía ¿Cómo han sido los procesos de justicia transicioSi uno lee entre líneas, estudiando el proceso un en la sustitución de la pena real por otra que oscilaba nal en el país en los últimos años? poco más de cerca, uno se da cuenta de que la amnistía entre los cinco y ocho años de prisión; esa fue la secuenJusticia transicional ha existido en este país sin

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cia que la ley estableció. Pero lo que pasó fue que los principales líderes paramilitares fueron extraditados a los Estados Unidos y nunca participaron del proceso; los que se quedaron solo revelaron parcialmente lo que sucedió, las víctimas no lograron reparación de los perpetradores sino que el Estado tuvo que remplazarlos en esa reparación. Ese modelo creó un mal precedente para lo que, supuestamente, debe ser un proceso de justicia transicional. Ahora, los beneficios penales entendidos como la atenuación de la pena o penas alternativas sí son un capítulo de la justicia transicional; lo que hay que hacer es administrarlos con sabiduría.

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En el caso específico de Colombia, ¿usted cree que en los diálogos de paz se va a dar una verdadera justicia transicional o, más bien, será una impunidad atenuada? Es muy difícil. Normalmente los países que han pasado por procesos de justicia transicional lo han hecho

“Se trata de poner en el centro a las víctimas y garantizar sus derechos, pero al mismo tiempo lograr una paz que sea aceptable para los guerreros”.

En Colombia, los grupos guerrilleros, en este caso las Farc, son considerados terroristas y han cometido crímenes de lesa humanidad. ¿La justicia transicional funciona en conflictos tan añejos y complejos como el colombiano? La justicia transicional funciona precisamente en contextos en los cuales los crímenes son atroces; no está contemplada para resolver situaciones light. Hay muchos casos anteriores al colombiano de justicia transicional en conflictos de alta duración, por ejemplo el caso sudafricano: fueron 50 años del régimen del Apartheid. Incluso en procesos transicionales que han durado décadas, como el alemán, la construcción de su memoria con respecto al régimen nazi continúa a pesar de concluidos más de 60 años de la Segunda Guerra Mundial. En lo que Colombia sí es una excepción, es que la violencia del país fue mutando y se volvió diversa, es muy difícil narrarla linealmente. Acá se puede tomar 1964 como el año en que se crean las guerrillas, se puede tomar 1948 con el Bogotazo o se puede rastrear la violencia política incluso mucho antes. El gran reto del proceso transicional colombiano es delimitar el marco temporal y material en el cual va a operar, y de

Reseña

eso dependerá mucho el tipo de memoria histórica que el proceso va a arrojar.

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cuando ya ha transcurrido cierto tiempo del conflicto. Es especialmente complicado hacerlo cuando el conflicto está en caliente porque las pasiones y los intereses son muy altos; por tanto, las presiones sobre el proceso son muy fuertes. En Colombia se debe buscar una combinación de realismo con proyección al futuro: el país no puede esperar que después de uno o dos años de terminado el proceso de paz todo va a estar resuelto. Probablemente queden algunas cosas, por ejemplo el tema de los militares, que no solo es un tema de cuántos militares cometieron crímenes sino cuál es el rol de los militares en la sociedad colombiana. El Ejército colombiano tiene un rol bastante extraño dentro del contexto latinoamericano debido a la guerra. No veo políticamente posible decir que se va a reducir al Ejército y remplazar las funciones de los que se vean afectados por esta medida, inclusive

por el enorme prestigio que tienen las Fuerzas Militares en este país. Yo creo que los objetivos deben ir por partes. En este momento, Colombia debe concentrarse en cómo desarmar, desmovilizar y reinsertar efectivamente a las guerrillas, cómo proporcionarles un marco de seguridad jurídica suficiente y cómo hacer que respondan por sus crímenes en la medida de lo posible. En últimas, lo que se busca con la justicia transicional es darle mayor importancia a conocer la verdad y garantizar la no repetición, por encima de los delitos y las penas establecidos en la justicia ordinaria... Eso es en síntesis el alfa y el omega de la justicia transicional. El primer tema que no es fácil ni va a ser inmediato es saber todo lo que pasó. Aún cuando en Colombia mucha gente dice que ya hay mucho diagnóstico y muchos libros, y es cierto parcialmente —porque si se busca interpretaciones de lo que pasó las puede encontrar, cuando se buscan los testimonios de las víctimas—, el registro de los desaparecidos, la historia de los secuestrados, la información resulta muy fragmentada. Predominan las visiones unilaterales, victimizadoras de los terroristas o del terrorismo de Estado que causó los daños, no hay un diálogo de las verdades en Colombia y eso es lo que se necesita. El proceso debe concluir en reformas que no solamente garanticen que esa violencia no regrese, sino que otras formas de violencia no surjan, y que esas fallas estructurales de Estado en salud, educación, servicios públicos y presencia en todo el territorio sean temas que lideren las políticas públicas. La negociación del acuerdo no debería durar mucho más, no hay país que aguante tanto tiempo de diálogos de paz. Lo que va a demorar es el día siguiente, lo que viene después de la firma del acuerdo que se conoce como posconflicto. Es entonces cuando hay que poner en marcha todo aquello que se firme en La Habana. Eso requiere mucha voluntad, muchos recursos y mucha paciencia.

Historias rodeadas de mar Mariana White mariana.whitelo@gmail.com

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Díez, Lina María (2014). La Vieja Providencia y Santa Catalina. Visiones de unas islas en El Caribe, Medellín, 2014. 380 p.

ina María Díez es una comunicadora social-periodista que ha trabajado en diversos medios de comunicación como el Boletín Correo de Ultramar, la Agenda del Mar y la Revista Abordo (de la desaparecida aerolínea ACES). Los nombres de estos medios demuestran que ha estado relacionada con historias de mar. Además, es especialista en métodos, teorías y técnicas de investigación, que llegó a las Islas de Providencia y Santa Catalina en 1993, se enamoró de ellas y decidió contarlas. En el prólogo de su libro La Vieja Providencia y Santa Catalina. Visiones de unas islas en El Caribe, recuerda los siguientes versos de Daniel Lemaitre que, según ella, expresan su total sentir: “No me depare el destino/ la quietud de la montaña/ ni ninguna tierra extraña/ que tenga un solo camino. Quiero mi ambiente marino/ que a toda evasión convida, / y amo su canción sentida, / porque en horas de pesar/ sólo la canción del mar/ me pone en paz con la vida”. Esta publicación está llena de color, no solo por las ilustraciones y las fotografías que acompañan los relatos, sino por la diversidad de etnias, costumbres, religiones y lenguas que se narran en esta historia cronológica, desde el descubrimiento hasta la actualidad, de las bellas islas caribeñas. El primer capítulo nos describe a los indios miskitos (o misquitos, provenientes de Nicaragua) que habitaron esas tierras isleñas a principios del siglo XVI, la cultura, la posterior colonización por parte de ingleses y la disputa con los españoles por conquistar el archipiélago. En todo el texto hay un disfrute al aprender la his-

toria de estas tierras insulares en el mar colombiano, a partir de historias, con espacios y personajes particulares. En los otros capítulos, la autora nos habla sobre las creencias religiosas de los raizales, los históricos litigios con Nicaragua y Estados Unidos, y hasta las formas de concebir el amor entre bailes de socca, reggae, calipso y ska. No es, sin embargo, una obra para disfrutar en un cómodo sillón o en la propia cama. Es un libro de mesa que se lee con paciencia, pasando una por una sus hojas de papel satinado, como de revista, y dejándose sorprender por estas crónicas sobre nativos, piratas, esclavos, amos y señores. Historias de odio y amor. Para narrar, Lina María Díez usa un particular género: la Nueva Historia periodística. Se trata de reunir diferentes géneros y ampliar sus posibilidades. Es pasar por el periodismo, la historia y la literatura, con un agregado que el periodismo tradicional no usa, o al menos no admite: la ficción. Así, por ejemplo, Zabinda, traída desde África en buques negreros, no es exactamente un personaje real, pero sí basado en una realidad. Sirve de enganche en las historias de los esclavos, donde se describen sus personalidades, sus maneras de vivir, de trabajar y hasta de amar. Aun así, ella y otros personajes no le restan veracidad a la investigación. En definitiva, es una completa investigación etnográfica de las islas de Providencia y Santa Catalina. Un material que sirve para no repetir allí los episodios trágicos de explotación, para recordar las raíces pluriculturales de nuestro país y para criticar los vientos posmodernos que, según la autora, “han traído decaimiento moral, social y ambiental”, pero que tienen una esperanza: que al conocer su extraordinaria historia, “este no sea el fin, sino el comienzo”.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


24 Fotografía Natalia Botero nataliaboterooliver@gmail.com

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omo muchos de los reporteros gráficos que se movieron en Antioquia entre los años 1998 y 2008, El 9 registró los hechos más cruentos de la guerra en el departamento. Una guerra que irrumpe en la cotidianidad y arrasa no solo la vida sino también los lugares. Trabajó como fotógrafo para medios nacionales y, en especial, para la agencia internacional de noticias Reuters. En su fotografía nos dejó ver la representación del sufrimiento en la población civil, la mano victoriosa del ejército desmandado en violencia y el horror de lo que se podría venir.

El 9, imágenes para la memoria

El 9, como lo llamaban todos los que lo conocían; Albeiro Lopera Hoyos, como lo llamó su familia, falleció el 17 de febrero, a los 48 años, luego de haber tenido una vida llena retos que desafiaban su propia existencia y de haber pasado por un trasplante de hígado. Tuvo, si se puede decir así, una vida corta en el fotoperiodismo, de la que nos queda, sin embargo, la caja de Pandora de su obra fotográfica. También, un libro con su obra y varios documentales sobre su vida y relatos, más una colección permanente en el Museo Casa de la Memoria, en Medellín. Relatos visuales que narran historias de víctimas. Memoria individual que ya hace parte de la memoria colectiva de Colombia. Imágenes llenas de contexto, de impacto y dolor cuando se habla de guerra. Obra que queda en el recuerdo y que, a pesar de retratar la muerte, invoca el milagro de la supervivencia, como su vida misma.

¡No me la creo! Granada, Antioquia, 2001. “Ver la devastación del pueblo después del bombardeo con pipetas de gas fue algo muy doloroso. Yo iba caminado por el pueblo tomando fotos de las ruinas, cuando vi la escena de dos policías que se encontraron recorriendo el pueblo y al verse se abrazaron y comenzaron a llorar. Esta escena me dejó sin palabras. Es una mezcla de impotencia, no futuro y mucho dolor”.

No. 73 Abril de 2015

El desespero de la coca. Tarazá, Antioquia, 2008. “Después de una marcha cocalera, un jornalero descansa en el coliseo de Tarazá, Antioquia. Los campesinos protestan por las fumigaciones que afectan sus cultivos y contaminan el agua”.

Miradas comunes. Tarazá, Antioquia, 2011. “En la foto, el esposo y el hijo de la mujer muerta durante la protesta cocalera en Tarazá, a causa de los gases lacrimógenos lanzados dentro del coliseo para dispersar a los protestantes. Es el reflejo de lo que viven los campesinos presionados por grupos al margen de la ley para acudir a las protestas. Luego, el resultado es una familia desesperanzada y triste que se acompaña de un féretro”.

La luz de la muerte. Las pandillas en la Comuna 13. Medellín, Antioquia. “Esta foto hace parte de un trabajo de investigación sobre las pandillas que estaban recuperando terreno en las comunas de Medellín. Esa noche yo estaba haciendo reportería con la Fiscalía cuando nos informaron que se habían presentado tres homicidios en el mismo barrio. En la foto, un joven de 16 años, aproximadamente, víctima del conflicto”.


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