De la Urbe 51

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AÑO 11 No.51 MEDELLÍN, MARZO DE 2011 ISSN16572556 FACULTAD DE COMUNICACIONES UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA


2 Postales

¡manos arriba!

Fotografía: Julieth Duque

Que escuché, que me contaron, que leí, que yo vi, que fue cerquita, que en tal barrio, que en tal calle, que el ladrón, que el paraco, que el matón… ¿Habrá alguien en Medellín que no tenga una historia de violencia que contar? En carne propia o de otros, el miedo transita a voces por este valle.

Redacción Sistema De La Urbe delau.prensa@gmail.com

Valentía

Domingo

aura Palacio, de 22 años y estudiante de Publicidad, podría ser considerada, a primera vista, como una presa fácil para un asalto. Al menos, así lo interpretó aquel individuo que intentó despojarla de sus pertenencias, una noche de noviembre de 2010. La encontró, caminando sola, por la calle 9A en El Poblado. Se le acercó con la excusa de pedirle ayuda con una dirección que no existía; sacó su navaja y le dijo bruscamente: “¡Niña, no vaya a gritar!”. Sí, por supuesto, ella sintió pánico. Pero en su reacción no existió un solo rastro de obediencia: comenzó a gritar como una poseída, al tiempo que se aferraba de los brazos de su agresor para detener una posible puñalada. La batalla campal concluyó con la huida del malhechor, quien escapó con el rabo entre las patas. Laura, por su parte, fue a buscar a sus amigos: necesitaba calmarse y, de paso, vanagloriarse con su hazaña.

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Jessica Cano.

on las diez de la mañana del domingo 3 de enero. La estudiante de Comunicaciones duerme en su casa, en Belén La Palma. Su sueño, profundo como el de un cachorro, es interrumpido. Afuera suenan disparos. Se levanta y se dirige a la ventana, donde sus hermanas se inclinan sobre el alféizar. No puede ver nada. Imagina un cadáver al pie de su puerta. La escena en la calle no es muy lejana a la de su imaginación: hay un taxi, inmóvil, con el parabrisas reducido a esquirlas y la puerta del conductor abierta. Las dos mujeres y los niños que viajaban en el taxi quedaron atrapados en la ráfaga de balas. El conductor frenó, abrió su puerta y se lanzó a la calle. Los pasajeros lo imitaron y se arrastraron sobre el asfalto hasta una casa que abrió su puerta para ofrecerles refugio. “Este barrio es mera locura cuando les da por disparar. De milagro no hay más muertos porque parece que sólo matan al que es”, dice Yuly. Recuerda que en Navidad, los productores de las balaceras les avisaron que suspenderían los ataques; y así fue. Con el Año Nuevo, las “jornadas” se retomaron; empezaron aquel día.

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Edna Guerrero.

La redada Un lunes de enero, como al mediodía, escuchamos disparos muy cerca; las calles quedaron vacías. Después de unos 15 o 20 minutos, empezamos a asomarnos para ver lo que había pasado. Recuerdo que mi mamá me dijo: ‘¡Mijo, tenga cuidado que le puede pasar algo!’. El miedo se apoderó de todos los vecinos cuando supimos que un grupo de jóvenes entró a una casa, asesinó en la puerta a un muchacho de unos 16 años y persiguió a otro, al que acribilló en la cocina. Cuando los asesinos estaban saliendo, vieron a otros dos muchachos en una de las habitaciones, metidos bajo la cama, y los mataron también. Cuatro muertos en menos de media hora. “Esta no fue la primera ni la última de las masacres que se cometieron en Manrique. No hubo ningún tipo de difusión: ni la prensa ni la radio ni la televisión dijeron algo. A menos de cinco cuadras hay una Estación de la Policía. Nadie ‘vio’ al grupo de sicarios llegar en dos camionetas y tres motos. Nadie los ‘vio’ marcharse”.

La terraza Manrique fue tomado por un grupo de jóvenes dispuestos a matar y a morir. Mi casa, que tiene una terraza muy grande, se convirtió en un lugar estratégico para su guerra. Estos muchachos se suben a cualquier hora a sacar armas o binóculos que esconden allí. Todo esto hizo que mi madre, una mujer mayor, comenzara a sufrir de crisis nerviosas”. Alexis* se asoma por la ventana. La misma desde la que él y su madre vieron matar a más de cinco personas en 15 días. “Eran asesinadas por sospecha, por pertenecer a otra banda. Las balaceras se prolongaban por horas. En estos momentos, se presentan tiroteos esporádicos; los grupos de asesinos ya no recorren el barrio y sólo hacen presencia cuando se arma una de estas balaceras. Sin embargo, han empezado a aparecer muertos en algunas quebradas, cuerpos desmembrados y cadáveres en taxis abandonados que son parqueados en los sitios donde operan las bandas de los asesinados”.

Felipe Maldonado.

Felipe Maldonado.

Ruta escolar or las calles empinadas de Manrique sube y baja un bus verde, grande y viejo. Es de esos que tiene portaequipajes, sillas que se pueden deslizar hacia atrás y una cabina donde el conductor puede llevar hasta tres acompañantes. Los pasajeros perfectamente podrían caminar para llegar a su destino: la escuela. Pero no lo hacen porque tienen miedo y sus mamás, también. No obstante, durante esos cortos viajes de diez minutos, los niños ríen, corren de un lado a otro, se sientan en una silla, en otra, conversan, gritan, ríen. Durante un tiempo, una patrulla policial escoltaba el bus. Pero doña Amparo, lideresa del barrio y madre también, pidió que la retiraran porque “parecía que en el bus iban los hijos del Presidente”. Ella es pesimista, pues cree que en algunos casos de nada sirve llevarlos sanos y salvos a hogares destrozados, donde algún familiar tiene algo que ver con la violencia.

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Jugar afuera as canchas, las calles, las esquinas del barrio Santa Inés ya no son para jugar. Yurani, John, Natalia, Juan, Luisa, David llegan de la escuela directo a sus casas y deben quedarse ahí. Las bandas tienen todo el barrio para divertirse a su manera. Adiós a la chucha escondidijo, chucha cogida, chucha congelada; adiós al fútbol, al básquet, al patinaje. No, no quieren estar encerrados. Sin embargo, afuera sólo se escucha el juego de las balas, y ellos entran quedando. “Cuando hay mucho peligro y un familiar mío está afuera, me pongo a rezar”, dice Luisa. “Yo juego con mi perrita”, manifiesta Juan. “Veo televisión; como arepa con queso rallado, salchichón y chocolate”, comenta David. “Hacemos casitas de cobijas”, expresa Natalia.

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Edna Guerrero. Edna Guerrero.

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Fotografía: Julieth Duque

El caballero ebastián Lopera quería llevarla hasta la casa, no fuera que le pasara algo malo a ella, una muchacha sola a esas horas de la noche. La convenció. Fueron hasta el Parque Lleras para abordar el taxi. El viaje hasta La Loma de los Bernal, donde ella vive, fue bastante corriente, el taxímetro cobraba lo justo. Ella supo agradecerle semejante gesto de cortesía, de amabilidad. ¡Se había comportado como un caballero! Entonces, era hora de seguir a su casa, de regreso a El Poblado. El viaje fue también dentro de lo esperado. Sin embargo, cuando faltaba exactamente una cuadra para llegar a su destino, el taxista le demostró a Sebastián que también estaba impresionado con este pasajero tan caballeroso. Detuvo el auto, sacó el arma y le lanzó un típico: “¡Pasame todo lo que tengás!” Sebastián, como buen caballero, no quiso decepcionarlo, pero sólo llevaba 30 mil pesos; así que le encimó su celular, que no era tan valioso. El taxista descubrió que sólo era un caballero, a secas. Sebastián tuvo que llegar caminando a su casa.

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Recuerdo de amigos iete y media de la mañana, domingo cinco de diciembre de 2010. Todo el que estuvo allí, en Belén Las Violetas, recuerda el día y la hora en la que Julián*, de 28 años, le disparó a Pedro*, su amigo. La rumba, comenzada el día anterior, prometía durar mucho más. Sin embargo, la música y las risas de la fiesta fueron interrumpidas por el estruendo de una nueva diversión que no fue del agrado de los presentes. Sin saber de dónde, cómo o por qué, Julián apareció ostentando una pistola: se divertía intentando romper el cielo con algunos disparos. Se cansó. Le pareció mejor apuntar a sus amigos; nadie logró persuadirlo de que guardara el arma. Al fin, se detuvo cuando algunas dosis de plomo de tal ‘juguete’ derribaron el cuerpo de su amigo. Los gritos de horror y de espanto anunciaban las últimas horas de vida de Pedro. Murió al siguiente día por una de las balas que penetró en su cabeza.

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Jessica Cano.

Jessica Cano.

Muerte de perro os perros de raza pura o ‘finos’ del barrio Las Flores, vecino de Vallejuelos, empezaron a desaparecer. Los preferidos por el ladrón eran Bóxer, Dóberman y Rottweiler, caninos criados para pelear. La frecuencia de los raptos generó pánico. Que desparecieran personas, no era novedad; pero que eso pasara con los perros, no tenía antecedentes.Con los primeros casos, los paracos no se inmutaron, pese a que mujeres como Luz Dary Úsuga, empleada de oficios varios y madre soltera, les informaron. La situación se hizo insoportable para la vecindad cuando un muchacho fue acribillado a puñal porque se enfrentó al ladrón. Lo encontraron muerto, abrazado a su perro, en la manga adonde solía ir a fumar marihuana. Dice Luz Dary que los paracos requisaron solares, garajes, sótanos; interrogaron y torturaron hasta dar con el asesino. La sangre llevó a los vecinos a la fosa. Hasta allá llegaron policías y fiscales: siete horas les tomó rescatar el cuerpo descuartizado de quien será recordado como El Ladrón de Perros del 2011.

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El tipo se bajó de la moto, venía hablando por celular y me dijo: ‘Niña, ¿sabe dónde queda...?’. Su voz me aterrizó de la nube en la que iba”, recuerda Elizabeth Otálvaro. Segundos después, se encontraba poseída por el pánico cuando el supuesto extraviado la amenazó de muerte con un arma de fuego, en plena Avenida 80, frente al Parque Biblioteca de Belén. Su “hora había llegado” aquella tarde de agosto, porque se parecía a “una culicagada que se está portando muy mal. La vamos a picar hasta la chimba, no va a quedar nada…”, le dijo él. Le preguntó qué hacía, dónde vivía, a dónde iba, si tenía celular. A todo, respondió con la verdad; aunque “recuerdo muy bien que le dije que me llamaba Natalia”. Después de ser insultada, manoseada y amenazada, sin que ningún transeúnte que presenciaba la escena le ayudara, el pistolero la dejó ir. Como si se tratara de la salida de Lot, ante la destrucción de Sodoma, Elizabeth tuvo que irse sin mirar hacia atrás: obedeció. Y cuando vio la oportunidad de entrar por la primera puerta abierta que encontró, la de una videotienda, allí se sentó a llorar.

Patricia Nieto. ilustración: Julieth Duque

Confusión

Adrián Atehortúa. *Nombres cambiados por petición de las fuentes.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


4 Editorial

Los mejores del mundo Meta”. Uno de los casos más graves que incluye el informe es el de tortura y desaparición de l 26 de diciembre de 2010, la suerte de los ocupantes de un carro encallado en el capturados: “personas bajo custodia policial sufrieron castigos físicos y psicológicos, en ocarío Medellín a la altura de la estación Industriales del Metro paralizó a la ciudad. siones acompañados de insultos racistas… Los maltratos consistieron, entre otros, en golpes Lo llamativo no era que de los cinco ocupantes del vehículo, tres hubieran logrado en varias partes del cuerpo… descargas eléctricas, quemaduras, aspersión con gas pimienta salir con vida y que de los otros dos, no se tuviera noticia. Lo raro era, y lo sigue siendo, que y asfixia con bolsas de plástico”. los sobrevivientes son agentes de policía y las desaparecidas, dos jóvenes empleadas de un Las situaciones antes descritas se concretan en múltiples casos, registrados por la prenalmacén de calzado del Centro de la ciudad. sa, que deberían avergonzar al Estado e indignar a los ciudadanos. El 8 de octubre de En las horas siguientes, el hecho generó inquietudes: ¿cuáles son las razones para que 2010, el Nuevo Siglo informó que la Fiscalía aseguró a cuatro miembros de la Policía por su hayan sobrevivido los policías y no las jóvenes? ¿Por qué los policías no ayudaron a las mujepresunta responsabilidad en el delito de tortura en res? ¿Cómo se salieron ellos del carro si éste fue enpersona protegida. El 3 de enero de 2011, el diario contrado con las puertas y las ventanillas cerradas y La violación de derechos por parte de miembros de la Policía Vanguardia publicó que un juez profirió medida de con los demás vidrios intactos? ¿Por qué los agentes aseguramiento en contra de un teniente de la Policía se alejaron del lugar de los hechos? ¿Por qué uno de demuestra la crisis ética por la que atraviesa la Policía Nacional. Nacional, quien disparó contra un civil que estaba los policías se reportó, horas después, desde su casa? en estado de indefensión. El 1 de marzo de este año, El oficio realizado por los medios de comuniEl Heraldo dio a conocer que el Juez Segundo Penal Municipal de Tuluá aseguró a cuatro cación y las investigaciones de las autoridades sirvieron para que se conocieran otros datos policías de carreteras y a dos particulares, por su presunta responsabilidad en los delitos de que ponían en tela de juicio a los agentes: ¿Qué hacían desplazándose en un carro de placas lavado de activos, prevaricato por omisión, cohecho y alteración u ocultamiento de elemento “clonadas”? ¿Por qué negaron el vínculo afectivo de uno de ellos con una de las jóvenes? material probatorio. ¿Por qué este mismo agente se hizo conocer, ante la joven y su familia, con un nombre falso? Los hechos delictivos en los que agentes de la Policía se ven involucrados no pueden ya Estos hechos, de los cuales todavía no se han publicado avances de la investigación, son calificarse como casos aislados. Los agentes y -en consecuencia la institución- se han alejado uno de los muchos que demuestran la crisis ética -de la que se deprende toda clase de comdel artículo 218 de Capítulo VII de la Constitución Política de Colombia que les señala como portamientos ilegales- por la que atraviesa la Policía Nacional. fin primordial: “El mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los El Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos derechos y libertades públicas, para asegurar que los habitantes de Colombia vivan en paz”. sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia durante 2010, dice que “se regisLlegó la hora de que la Policía Nacional examine, nuevamente, su organización para traron casos de muerte de personas como consecuencia de un uso excesivo de la fuerza por hallar las razones que llevan a sus agentes a violar los derechos de los ciudadanos. No basta parte de miembros de la Fuerza Pública, en particular la Policía Nacional”. Asimismo, sostiecon instruir a los futuros agentes en cómo manejar la macana y las armas; es necesario que ne que las bandas emergentes “cuentan en ocasiones con la aquiescencia, tolerancia e incluso sepan cuando no deben usarlas. Si aprenden esto, es posible que al Director General de la connivencia, ya sea por corrupción o amenazas de algunos miembros de la Fuerza Pública, Policía no le quede grande el ser declarado como el Mejor Policía del Mundo. incluida la Policía Nacional, como demuestran casos observados en Antioquia, Córdoba y

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Opinión

Periodistas, educad con emoción

Raúl Hernando Osorio Vargas osoriova@gmail.com

ficos llaman estos saberes, de epistemología. No se asusten con la palabra, estimados lectores. Episteme es una forma de saber conocer). Pero saberes como sabores de la vida; el gusto por la vida. Así el arte se hace mediador del aprendizaje, el palabreado cotidiano de otros idiomas nos permite jugar con nuestros sueños y también podemos a memoria es uno de nuestros más preciados bienes. Tanto que las personas aportar lúdica a la matemática. Dos mil, doscientos y doce se escribe: 200020012. pueden recordar una enseñanza de la infancia que quedó marcada para siemIgualmente, avanzamos por esos caminos con la contación de historias. Memorias pre o algo que nunca más olvidaremos. Pero, ¿es posible recordar en cuáles conexiones, memorias lecturas para no dejarnos exilar del país de la infancia, donde condiciones ese conocimiento nos fue enseñado? Cuando pensamos detenidamente soel arte de escuchar a los otros nos llena de independencia… palabra misteriosa, porque bre esto, recordamos los detalles. Con seguridad, ahí está nuestra emoción. el proceso de crecer no necesita ser sufrido, puede ser placentero. Pero, con seguridad, Pero del otro lado de la moneda, cuando intentamos recordar lo que memorizamos hará más sentido si el alumno, además de oír, puede sentir. Es que somos seres humanos (el famoso ‘repetir como un loro’) para responder una prueba, no recordamos casi nada. en el camino de la trans-formación… ¿Cómo eran las condiciones de aprendizaje de esos temas? ¿Cuánto de emoción había Pero, ¿cuál es el sentido de la vida? ¿Para qué la academia? ¿Habrá alguna verdad allí? que pueda ser contada? ¿Una sola Entendemos aquí la emoción ciencia da cuenta de la complejicomo una manifestación corporal dad del Humano Ser? Pues bien, de sentimientos, relacionada con Pero, ¿cuál es el sentido de la vida? ¿Para qué la academia?¿Habrá alguna verdad que pueda para algunos “científicos” el pela sensación de agrado y desagraser contada? ¿Una sola ciencia da cuenta de la complejidad del Humano Ser? riodismo es solamente una contado, a la percepción, al interés, a la ción de historias. regulación de energía, a aquellos Ya hace mucho tiempo que que tocan nuestros sentidos. Las José Martí iluminó el camino al afirmar que, entre otras cosas, el periodismo es eduemociones son caminos (métodos) para llegar al sentimiento. Lev Vygotsky, estudioso cación. Y Susana Rotker escribió La fundación de una escritura: las crónicas de José de la mediación, dijo que “ninguna prédica moral educa tanto cuanto un sentimiento Martí. Nos dice ella en la presentación del libro: “La transformación de la escritura –y vivo, y en ese sentido el sistema de nuestras emociones es una especie de censor especialpor ende, de los modos de percepción de la realidad– fue de tal importancia que el pemente compuesto y fino, a través del cual es más fácil influenciar el comportamiento”. riodismo se convirtió, así, en el vehículo de los primeros textos verdaderamente propios Cuando educamos con la emoción, construimos visiones de mundo que fortalecen en América Latina”. Eso me suena como a una teoría del periodismo, es decir, un saber nuestros conocimientos en los procesos de diálogo del aprendizaje junto a los otros. Así, de la vida como acostumbraba llamarlo José Martí o, como la llaman algunos filósofos, el arte, la matemática, los idiomas, el lenguaje, como diálogos posibles y en construcción una Epistemología del Periodismo. de la humanidad, nos permiten construir nuestros sentidos y saberes. (Algunos cientí-

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Número 51 Marzo de 2011

Comité Editorial Sistema De La Urbe Heiner Castañeda, Luis Carlos Hincapié,Patricia Nieto, Elvia Acevedo y Gonzalo Medina. Director Sistema De La Urbe Heiner Castañeda Bustamante. Director periódico De La Urbe Ramón Pineda.

FACULTAD DE COMUNICACIONES Ciudad Universitaria Calle 67 Nº 53-108 Bloque 12, oficina 122 Teléfono: 219 89 45 delau.prensa@gmail.com Medellín - Colombia

No. 51 Marzo de 2011

Maldonado, Juan David Ortiz Franco, Edna Liliana Guerrero, Yessica Cano, Deisy Villalba,Daniel Rojas, Fernando López Quiceno, Ana María Bedoya, Sandra Milena Rámirez, Ián Cárdona, Daniela Gómez, Jonatan Montoya, Alejandro Arango, Diseño Julieth Duque

Editora edición 51 Patricia Nieto Coordinación Editorial Daniela Gómez Saldarriaga. Redacción Jorge Adrián Atehortúa, Felipe

Colaboración Museo universitario Universidad de Antioquia, ASELIAN, Natalia Botero Fotografía Marlon Pérez, Jorge Caraballo, Emiro Marín, Fernando López,

delau.prensa@gmail.com

Héctor Javier Barrera, Juan Pablo Muñoz, Julieth Duque, Edna Liliana Guerrero, Jorge Caraballo, Daniel Rojas Caricatura Fantoche. Ilustraciónes Julieth Duque. Corrección Alba Rocío Rojas León. Fotografía portada Cortesía Museo Universitario Universidada de Antioquia. Gilberto Pizano, 1963. Impresión La Patria - Manizales.

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Rector Alberto Uribe Correa Decano Facultad de Comunicaciones Jaime Alberto Vélez Jefa Departamento de Comunicación Social Deisy Katherine García Franco Las opiniones expresadas por los autores no comprometen a la Universidad de Antioquia CIRCULACIÓN 10.000 EJEMPLARES


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Pauta divina

“No matarás”, dice un anuncio que firma un tal Dios. Igual, matan. Ese mismo remitente dice algo así como “No olvides el paraguas” porque tiene que regar las plantas. Igual, no llueve. “No serás infiel”, asegura el mismo Dios, pese a que es altamente improbable que el adulterio se reduzca sólo porque en un paradero de buses -espacio público- una empresa publicitaria así lo ‘mande’. Por muy bienintencionados que sean estos anuncios publicados por CAS Mobiliario, cuando algunas de las 750 vallas que maneja quedan disponibles, develan un Dios ingenuo.

Más sobre animales

Opinión

¿La mirada de la lechuza o la redención del periodismo? Gonzalo Medina Pérez gonzalom32@gmail.com

s tan dinámicamente dura la realidad colombiana, que no logramos imaginar cuál es más contradictoria y contundente: si la realidad de los medios o la del país que en suerte nos tocó vivir. ¿O acaso ambas realidades se entrecruzan y nos hacen mucho más difícil responder los dos interrogantes? Y no nos planteamos estas preguntas para encaminar nuestra reflexión, por ejemplo, hacia la relación entre literatura y periodismo o para intentar medir la presencia de lo objetivo en el quehacer de las ciencias sociales y humanas. El interrogante es mucho más terrenal y, por ende, con un espíritu humano que lo atraviesa de un lado a otro: ¿Cómo se explica, desde nuestra sensibilidad, esa especie de indignación extrapolada que nos sacude frente a lo que no lo amerita, mientras que la indiferencia pasa impune por nuestra piel cuando es el hombre quien protagoniza la tragedia? Los hechos nos trasladan al Estadio Metropolitano de Barranquilla el 27 de febrero de este año, cuando el futbolista panameño Luis Moreno, seguramente aburrido de que su equipo Deportivo Pereira fuera perdiendo contra Atlético Junior 2 a 1 -y de no ganar un solo partido desde mayo de 2010-, le dio por patear a la lechuza que, como de costumbre, aterrizaba en el gramado para darle buena suerte al conjunto ñero. El defensa, su puntapié y el ave que lo recibió se convirtieron en noticia nacional e internacional, cuyo clímax lo provocaron la intervención quirúrgica practicada y la expectativa que se desató acerca de si los médicos veterinarios lograrían salvar o no la vida de la mascota barranquillera. Las noticias de prensa, radio y televisión contaban, primero, que la lechuza había amanecido recuperada al lunes siguiente en la clínica en donde fue internada; pero luego, y en forma sorpresiva, entró en estado de shock y, sorpresivamente, falleció. Los periódicos, las cadenas radiales y los noticieros de televisión anunciaron que la lechuza sería disecada y, luego, colocada en una urna de cristal en el Estadio Metropolitano: sería un recuerdo perenne de la violencia que azota a la capital del Atlántico. Por esos mismos días, una noticia pasó en forma fugaz por el espacio mediático: en la radio, por ejemplo, fueron no más de 50 segundos los que le dedicaron al hallazgo de una bolsa negra en el municipio cundinamarqués de Usme: dentro del envoltorio, una mujer encontró el cuerpo agonizante de un bebé de varias semanas, con traumas cráneo-encefálicos y, además, con signos de hipotermia… A las pocas horas, falleció. ¿Cómo explicar semejantes contrastes informativos que no son otra cosa que una sorprendente manera de concebir la realidad, comenzando por el ser humano? ¿Cómo entender que la muerte de un animal sea capaz de estremecer las fibras más

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El deslizamiento de Calle Vieja, en Bello, no sólo acabó en pocos minutos con la vida de 82 personas; también se llevó la de cientos de animales. Entre las víctimas había indefensos chivos, gallinas, perros, gatos. Unos, de los que no murieron, quedaron deambulando por las calles, desesperados, buscando a sus amos, quienes, lastimosamente, no los volverán a ver. Otros, fueron entregados por sus dueños a entidades protectoras; si ya no tenían comida para ellos, menos para los animales. Algunos perros y gatos huérfanos fueron llevados a albergues por la Universidad Ces y la Alcaldía de Medellín que, a través de la Secretaría del Medio Ambiente, ubicó otro tanto en el Centro de Bienestar Animal La Perla. Se puede decir, con certeza, que las mascotas de Calle Vieja expresaron su dolor con el andar de un lado para otro sin rumbo, desamparados, cabizbajos.

Abundancia de pillos

“No corra que tengo hambre y me hago matar”, dice un indigente del Centro de Medellín después de que ha recibido una negativa a una petición de limosna. No se inmuta por esconder el puñal, sino que lo exhibe con cinismo. Insiste hasta el punto de pedir monedas, billetes y, por último, el celular. No es el único. En la Tacita de Plata, rondan quienes piden, amablemente, una moneda, mientras esconden bajo la axila una agenda que sirve de cubierta a un cuchillo. Otros pillos, no tan indigentes estos, se agrupan y amenazan a sus víctimas con escupirles una bala si no tienen suficiente dinero en el bolsillo. Otros, se suben a los buses, se sientan al lado de su víctima, la encañonan por un costado y le quitan sus pocas pertenencias. No es paranoia, pero si abundan los relatos sobre atracos en Medellín es porque también abundan los pillos.

Una molestia

¿A quién le agrada abrir el bolso para entrar a su Universidad? Seguramente, a pocos. Es más, ¿qué lleva a que los juiciosos guardas de Atempi le pidan que abra la maleta cuando el Código Penal explícitamente sólo les permite esto a los agentes de policía? Tal vez no han servido las cámaras de seguridad como para que se tenga que dudar de las cuitas que lleva en su mochila la comunidad educativa. ¿Será por ello que todavía están apostados en las entradas de la U. de A. los agentes del Esmad? Si no es por esto, pobrecitos. Tal vez están esperando una cita que nunca se concreta y que, al parecer, mientras ellos estén ahí, no va a llegar.

¿Cómo se explica, desde nuestra sensibilidad, esa especie de indignación extrapolada que nos sacude frente a lo que no lo amerita, mientras que la indiferencia pasa impune por nuestra piel cuando es el hombre quien protagoniza la tragedia?

íntimas de millones de colombianos y los lleve a toda clase de pronunciamientos, empezando por exigir la deportación o el encarcelamiento del futbolista agresor? ¿Será que los medios le temen a la realidad que deben enfrentar -la que toca con el drama del hombre que sufre- y prefieren calmar su conciencia dándole semejante trascendencia a lo que no lo merece? Si hay algo que sigue haciendo parte del ABC del Periodismo, tanto para estudiantes como para profesores y periodistas en ejercicio, es no olvidar que en el abordaje y presentación de la realidad -en esta oportunidad de la colombiana- todo muerto siempre será el primero. Sobre esa base es como la indignación encuentra su asidero en la realidad. Si a la lechuza del Metropolitano pensaron ponerla en una urna de cristal, al periodismo que muchos de nosotros practicamos hay que sacarlo de esa misma urna y llevarlo a las calles para que vuele con la libertad que todos le estamos negando.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


6 En comunidad Fotografía: Héctor Javier Barrera

Tres meses después de la tragedia de Calle Vieja que dejó 82 personas muertas, la pregunta es: ¿se hubiera podido evitar? Según testimonios y pruebas recogidas la respuesta es: sí.

Denuncias bajo los escombros

Héctor Javier Barrera Palacio hejaba3@hotmail.com

uando se le pregunta a doña Orfelia*, una de las damnificadas de Calle Vieja, quién cree que fue el culpable de la tragedia, contesta muy segura: “Eso hasta un ciego lo ve: el dueño del parqueadero”, se refiere a Alirio Zamora. La apreciación de ella coincide con la de otros damnificados quienes, además, lo tienen demandado. “El desastre ocurrido aquí fue por manos criminales, fue provocado; no fue la naturaleza”, añade Gabriel*. Zamora invadió el predio aledaño al suyo, dos meses antes de la catástrofe, y para ampliar su parqueadero hizo movimientos de tierra. En un documento fechado el 19 de noviembre de 2010, consta que vecinos de la zona interpusieron una queja ante el Inspector Primero de Bello; hoy, tres meses luego de la tragedia, el funcionario no ha dado respuesta. Según habitantes de Calle Vieja, la anterior es apenas una de las muchas quejas que expresó la comunidad, dado el movimiento de tierras y el botadero de escombros en ese parqueadero, ante las alcaldías de Óscar Suárez Mira (hoy detenido por parapolítica), Rodrigo Villa, Olga Suárez y Óscar Andrés Pérez, actual mandatario. Según Herlinda*, habitante de Calle Vieja, “existen pruebas en la Fiscalía de que nosotros hicimos mucho como comunidad, que la tragedia fue pura negligencia administrativa”. Y agrega que se hicieron varias demandas ante la Secretaría de Gobierno, la Personería y Planeación Municipal, así como en la Inspección de Policía. Todas esas entidades visitaron el lote, pero a José Domingo Rúa Callejas, quien lo manejaba en el 2002 y permitía que los escombros fueran arrojados al nacimiento de la cañada Las Velas: “Él no hacía caso. Yo creo que fue falta de autoridad porque, si están ocasionando un perjuicio, hay que hacer valer el mando que, como municipalidad, tenían esas entidades”. Cuenta Herlinda que el problema del botadero de escombros viene desde entonces, y lo que hizo Alirio Zamora fue darle la estocada final: “El señor le echó el ‘agüita que faltaba para que la copa se rebosara’”. Debido a la contaminación del medio ambiente y al peligro que generaba el abandono de esos escombros para los habitantes de Calle Vieja, el 14 de enero de 2003 se abrió un proceso judicial en contra de José Domingo Rúa Callejas, ante el Fiscal 203, de la Seccional Delegada para los Recursos Naturales. En un extracto de dicho expediente, se puede observar claramente que los vecinos advertían a las autoridades del peligro que se podía presentar. “(…)hace aproximadamente más de un año recibe tierra, (José Domingo Rúa) escombros y otros que son arrojados en el nacimiento de la cañada ‘Las Velas’, cuya cañada en estos momentos inunda seis propiedades, incluso desde hace seis años estamos tratando de que el municipio de Bello, nos recupere esta cañada, fuera de las inundaciones también corremos el riesgo de un deslizamiento porque allí bajan aguas lluvias de la montaña y entonces al represarse con los escombros, los arrastra y puede haber una tragedia, no hay contaminación ambiental por olores, lo básico es las inundaciones y deslizamientos”. Sin embargo, las autoridades de Bello no sólo no actuaron para impedir que el señor Rúa siguiera botando escombros, sino que, según Herlinda, “en el año 2006 hubo fallo de absolución”, que favoreció al propietario mencionado. El concejal de Medellín, Bernardo Alejandro Guerra Hoyos, habla de otro posible responsable de la tragedia de Calle Vieja: “Alirio Zamora Ardila se tomó, de manera ilegal, los predios en los cuales montó un parqueadero de tractomulas, que era una escombrera también ilegal”. ¿A quién le cabe en la cabeza que una escombrera aguante con tractomulas que cada una, vacía, pesa 15 toneladas y llena, 50? Además, se construyeron tres guajes para el lavado de estos vehículos durante año y medio. A esto, se suma el movimiento ilegal de tierra, realizado dos meses antes del deslizamiento, lo cual convierte a Alirio

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Zamora en el directo responsable de la tragedia de La Gabriela y, por omisión, a las autoridades del Municipio de Bello y a las estatales. También, llaman la atención, según Guerra, los antecedentes del señor Zamora reportados por la revista Semana, donde aparece como “testaferro de Mancuso de propiedades en Córdoba”. Para Guerra, es sospechoso que el señor Zamora no le haya dado la cara a la opinión pública hasta 20 días después del deslizamiento. Alex*, habitante de Calle Vieja, dice que ese 5 de diciembre, a las 8 y 30 de la mañana, unas grietas en el terreno del parqueadero, desde donde se desprendió el alud de tierra, empezaron a alarmar a los trabajadores del lugar, quienes decidieron avisarle a Alirio Zamora que una tragedia podía ocurrir. Éste sólo atinó a dar órdenes de sacar primero las tractomulas, antes que avisarles a los habitantes de Calle Vieja para que salvaran sus vidas. Por ello, muchos vecinos insisten en que los 82 muertos reportados se pudieron haber salvado. Calle Vieja, desde 2005, fue considerada por expertos de Corantioquia como una zona de alto riesgo. Sin embargo, ninguna administración se dio a la tarea de reubicar a las familias que estaban asentadas en aquel lugar y que no tenían condiciones económicas para habitar en un mejor sitio. El acto administrativo se emitió el 23 de mayo de 2005 por Corantioquia. El documento Nº 3961 tiene por objeto iniciar un proceso sancionatorio en contra de la Sociedad Minera Peláez Hermanos S.C.S., dueña, en ese entonces, de la mayor parte de los terrenos ubicados arriba de Calle Vieja, en Bello. Dicho documento lanzó una alerta que terminó siendo una premonición de la tragedia que se vivió: “Se advierte que en el sitio no se observa un manejo adecuado de las aguas de escorrentía para periodos críticos invernales, que por lo tanto es factible que se presente una infiltración de aguas, saturación del terreno, generación de empujes hidrostáticos y movimiento en masa hacia el sector de Calle Vieja”. El acto administrativo lo firma Carlos Fernando Márquez Trujillo, jefe de la Oficina Territorial Aburrá Norte. Cinco años después, la advertencia se cumplió.

-“El desastre ocurrido aquí fue por manos criminales, fue provocado; no fue la naturaleza”, añade Gabriel*.

La Fiscalía 54 abrió un proceso contra la ex inspectora María Victoria Barrera, por presunto prevaricato: el 10 de marzo de 2009 entregó el lote, donde se construyó el parqueadero de Alirio Zamora; hizo caso omiso del peligro que generaba el lavadero de carros y la escombrera para los habitantes de Calle Vieja, los que, presuntamente, serían la mayor causa de la tragedia. El mes más alegre, fue el más doloroso para Calle Vieja El domingo 5 de diciembre de 2010 fue uno de los pocos días soleados en el barrio Calle Vieja de Bello, después de haber vivido un fuerte invierno que amenazaba con derrumbar la montaña que rodea el lugar. Paradójicamente, ese día de sol, que parecía abrir esperanzas de verano, de días menos grises y aguados, fue el que dejó la tragedia más grande que se registró en los municipios de Antioquia, durante esa época de intenso invierno. Calle Vieja quedó tapada por un alud de tierra de más de 50 mil metros cuadrados. Es algo similar como derramar en un barranco el contenido de más de 8 volquetas cargadas con escombros y lodo. El saldo oficial de las operaciones de rescate habla de 82 cadáveres. Entre las víctimas encontradas, se hallan 37 niños, menores de 15 años. Ese día, en la zona más afectada por el derrumbe, se celebraban tres primeras comuniones.


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14 de enero de 2003. Denuncia ante el Fiscal seccional 203. “A este señor ya se le ha amonestado en la Inspección Primera de Bello e hizo un convenio con la Inspectora, ya en dos veces que iba a dejar de arrojar la tierra y escombros a esa parte, pero no lo ha cumplido, también lo visitó el Personero de Bello, La Policía Ambiental, la Secretaria de Obras Públicas, pero ese señor ha hecho caso omiso a todos los llamados de atención”. 15 de enero de 2003 La Fiscalía ordena al CTI una diligencia de inspección judicial al parqueadero La Báscula, “con el fin de establecer si a la cañada Las Velas, la están perturbando en su cauce natural a consecuencia de arrojarle escombros, basuras y otros”. 22 de enero de 2003 Agentes del CTI rinden informe de la diligencia de inspección judicial al parqueadero La Báscula, ante el Fiscal 203: “Nos atendió el señor José Domingo Rúa Callejas, (…) quien al parecer es la persona que está autorizando que se arrojen los escombros en el sector; éste manifestó: Que hace aproximadamente 20 días no arrojan desechos en dicho lugar y nos muestra un relleno en la vía, manifestando que lo hace como mantenimiento”. Esa diligencia fue a las 9 y 30 am. Los agentes se van del sitio y al regresar a las 11:30 am comprueban, por sus propios ojos, que Rúa les mintió. Esto dice el informe: “Al no encontrar en el lugar lo que estábamos buscando nos comunicamos con los denunciantes quienes nos acompañaron, y a las 11: 30 a.m regresamos al lugar donde observamos un vehículo tipo volqueta con placas LDC 606, de color verde y en su interior escombros, encima iba el señor JOSÉ DOMINGO RÚA CALLEJAS, quien al percatarse de nuestra presencia se apeo del vehículo y procedió a esconderse”. 17 de mayo de 2004 La Secretaría de Planeación de Bello entrega un informe a la Fiscalía como respuesta al oficio T9-3099 del 12 de diciembre de 2003: “Al respecto se le comunica que en visita efectuada durante la última semana de diciembre de 2003, se verificó que durante las semanas antecedentes, si se había continuado con el depósito de escombros de construcción y tierra. Es importante resaltar que este depósito no presenta ningún tipo de autorización por parte de la oficina de Planeación, además de que el ingreso de volquetas y la acumulación del material es absoluta responsabilidad del propietario del lote. (…) también se encontró que es poco probable que un deslizamiento del material acumulado llegue a afectar las viviendas localizadas en la parte baja (Sector de Calle Vieja)”. 13 de enero de 2006 El Área Metropolitana visita el lugar y rinde el siguiente informe: “La comunidad del barrio La Gabriela, sector Calle Vieja se encuentra altamente amenazada por la construcción de un lleno de escombros, sin ningún tipo de permisos del ente municipal, que se realiza en una pequeña cuenca donde existe un nacimiento de aguas intermitentes; dicho lleno se realiza bajo condiciones técnicas que no garantizan su estabilidad futura por la falta de filtros, cunetas, muros de contención y de una compactación adecuada”.

El deslizamiento ocurrió a las 2 y 30 de la tarde. Orfelia había estado en Calle Vieja compartiendo con sus vecinos y familiares medía hora antes, cuando apenas empezaban los festejos de las primeras comuniones. Por cosas, quizás del azar, decidió irse a otras celebraciones del mismo barrio que se realizaban en el Centro Comercial Puerta del Norte. Por eso, está viva: “Ese no era mi día”, dice ella. Aunque para esta mujer, ya de edad y mirada triste, no fue su día final; para cinco de sus seres queridos sí lo fue: el desastre de Calle Vieja sepultó a tres sobrinos, una hermana y su cuñada. A doña Orfelia se le ponen los ojos llorosos de sólo recordar esas dramáticas escenas: hace silencio y, con su voz entrecortada, dice que no le han dado el tratamiento psicológico que les prometieron. “A veces amanezco sin ánimos, pero hay que seguir viviendo”, y añade que el cuerpo de su hermana lo encontraron por partes. El esposo de Orfelia cuenta, sin que ella escuche, que su esposa frecuentemente llora su dolor a solas, en medio de las paredes de su otra casa en Aranjuez, donde no hay un profesional que la escuche, que le indique cómo ir aprendiendo a vivir con esas pérdidas. Según John Jairo Vásquez, Subsecretario de Bienestar Social de Bello, “en la administración estamos trabajando con una propuesta que ya nos hizo Uniminuto, Luis Amigó y la Universidad de Antioquia, para que con un grupo de estudiantes, trabajadores de Práctica Social y Solidaria, se pueda hacer esta labor de apoyo psicosocial, porque entendemos que no es fácil que un solo profesional nos vaya a cubrir las 35 familias, que bien pueden representar unas 150 personas de todas las edades”. Muchas las ayudas, pocos los conformes Doña Orfelia cuenta que, por no figurar en una lista de perjudicados, “siempre que hemos ido a hablar (a la Alcaldía de Bello) no teníamos forma de que nos atendieran, en medio del dolor que sentíamos”. No la ayudan, a pesar de que la casa que alquilaba está ubicada justo a unos pocos pasos del derrumbe y sus inquilinos desocuparon por pánico; ese era su único sustento. Julián*, esposo de Orfelia, dice sin titubear: “Esto (las ayudas) quedó en manos de quien uno no sabe”. Frayden Rueda, director de la Defensa Civil de Bello, contradice la afirmación de Orfelia: “A aquellos que sobrevivieron y perdieron familiares, se les ha acompañado con la ayuda humanitaria: vivienda, atención psicosocial y salud; la ayuda ha sido integral. En ningún momento se les ha negado”. Quienes debieron albergarse en

Calle Vieja sobrevive en medio de la precariedad y el pánico Quienes regresaron a sus casas, luego del desalojo que se hizo por salubridad, las encontraron sin luz y sin agua, muchas tienen daños estructurales que la Alcaldía de Bello no reconoce porque eran viviendas que no fueron construidas legalmente. Además, sin tener ningún tipo de consideración por las víctimas de la tragedia, algunas empresas, como Cable Bello, están cobrando servicios que no han sido utilizados. Julián* dice: “Uno como pobre, como trabajador, que lo único que se gana es un mínimo, ¿qué tiene que hacer? A veces toca meterse a sitios que no son adecuados para habitar, pero debe hacerlo porque la necesidad es así y uno no tiene forma de irse para otra parte”. Cuenta Diego Jaramillo, director del Comité Local de Prevención y Atención de Desastres (CLOPAD) de Bello, que “la zona del deslizamiento ya la estabilizamos, le hicimos unos banqueos, drenajes y le estamos haciendo una impermeabilización en su parte inicial, o sea, en su pata para que sirva de apoyo y no se vuelva a presentar el deslizamiento”. A pesar de que Calle Vieja está rodeada por una montaña, que aparentemente genera peligro, Jaramillo dice que esa zona aledaña al deslizamiento es muy estable porque está protegida por roca natural. Pero quienes sí corren peligro son los habitantes de una zona cercana a Calle Vieja conocida como La Orquídea. De allí han desalojado a 200 personas, quienes fueron notificadas por los organismos de socorro. La zona ha sido declarada de alto riesgo no mitigable por deslizamiento; quedará como lugar de reforestación, según indicó el director del CLOPAD de Bello. Algunos habitantes de Calle Vieja creen que pueden existir más de 82 muertos bajo tierra, dicen que la cifra puede llegar a los 156, pero quienes gobiernan prefieren mantenerla oculta. Lo que sigue vivo y no pueden disfrazar es el dolor de las víctimas por las vidas perdidas de sus seres queridos. Los rostros de los vecinos de Calle Vieja lloran, mientras los supuestos culpables de la tragedia prefieren evadir su responsabilidad, y siguen tan campantes como si nada hubiera pasado.

Fotografía: Héctor Javier Barrera

Cronología de una tragedia anunciada

diferentes sitios, recibieron un subsidio para pagar tres meses de arriendo. Pero, aún así, los habitantes afirman que la plata que ha ingresado es mucha y no se ha visto. Declaró Frayden Rueda que, “alcanzamos a recolectar un promedio de 40 toneladas de alimentos, y han sido administradas de tal manera que lleguen equitativamente a las 400 familias que lo han requerido”. Asegura, además, que las ayudas se han repartido tanto para los damnificados de Calle Vieja como para los desalojados de La Orquídea; eso sin contar que muchos mercados llegaron de particulares y fueron entregados personalmente a los damnificados. De acuerdo con John Jairo Vásquez, subsecretario de Bienestar Social de Bello, empresas como Haceb, Suramericana, Colchones Rambler, entre otras, han apadrinado, voluntariamente, familias damnificadas a las que han dotado de elementos como neveras, colchones, camas, muebles y enseres básicos para la supervivencia. Por solo mencionar un ejemplo, Industrias Haceb donó 15 neveras y Colchones Rambler, 80 colchonetas. Dijo el funcionario que han llegado ayudas tanto de empresas privadas como de particulares, y lo que hacen ellos es revisar la base de datos de damnificados y darle prioridad a madres cabeza de hogar con más de cuatro hijos para sostener, quienes se quedaron sin nada. Adicionalmente, cuenta que “nosotros estamos planeando construir 1.320 viviendas, y para eso se nos ha unido el Sena y Empresas Públicas de Medellín. Además, hay un grupo importante de empresarios que también quiere donar 40 viviendas”, añade Vásquez, quien espera que, a más tardar en agosto de 2011, tanto damnificados como afectados pasen a ser propietarios de éstas. Según Gabriel*, “las ayudas eran para Calle Vieja, no para llevárselas al Padre, que se acaparó todos esos mercados y se le están perdiendo. Ese padre no da sino una librita de arroz, una panelita y da de a poquitos, y el resto amontonado. A los que sí les entrega costalados de mercados es a los más allegados a él”. Jaime López, párroco de La Gabriela, afirma que se dio la entrega de mercados en dos oportunidades a los que traían la carta de desalojo o de damnificados: “Cada vez que llegaba una donación de alguna cooperativa de Santa Rosa de Osos, se llamaba a cada uno de los damnificados y se le entregaba su mercado en la misma proporción”. Añade que reclamaban no sólo mercado, también electrodomésticos, ropa, utensilios de cocina. Sin embargo, “había personas que iban a la Alcaldía de Bello a reclamar mercados diciendo que en la Parroquia no les daban nada, y otros iban a la Parroquia diciendo que en la Alcaldía no les dieron ayudas. Y terminaban recibiendo de las dos partes”, cuenta el sacerdote. El cura López asegura que se llegaron a repartir más de mil mercados, pero la prioridad para quienes donaban a la iglesia de La Gabriela eran los damnificados de Calle Vieja. Por eso, en algunas ocasiones, se les dio más a ellos que a los otros perjudicados.

Así quedó el secrtor de Calle Vieja luego del deslizamiento.

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8 Madre naturaleza

Un bosque de árboles “robóticos”

Pese a que no tiene raíces ni produce clorofila, no alberga pájaros ni da sombra, es un árbol interactivo que limpia la misma cantidad de aire que 120 mil. Con tecnología italiana y ropaje colombiano, el primer AirBol del país está plantado en Medellín.

Daniela Gómez Saldarriaga daniela_sigma@hotmail.com Ciclos de AirBol

edellín es una ciudad de unos dos millones 200 mil habitantes, y está ubicada en medio de un cinturón de cordilleras de tierras fértiles. Pero en sus laderas existen más casas, ranchos, edificios, callejones y vías transversales que espacios para la naturaleza. Igual ocurre en la planicie donde se concentra la vida urbana, pues, aunque se encuentran algunos senderos verdes, también hay largas avenidas aporreadas por el sol donde pequeños arbustos simulan sombras que no cobijan. Como no hay posibilidad de reforestar la ciudad, debido a la cantidad de habitantes y a la falta de espacio, a una empresa local llamada ConTREEbute se le ocurrió plantar un árbol que, en un año, hace el trabajo de limpieza del aire que harían 120 mil árboles. El eco árbol interactivo AirBol está a 500 metros del puente de Guayaquil, en la ladera oriental del río que cruza de Sur a Norte la ciudad. La apariencia antipática de la máquina encargada de la purificación del aire, fue puesta en manos del arquitecto Camilo Restrepo. Al verlo, el aparato da la impresión de ser un árbol robótico, pues tiene una especie de tronco y de follaje inteligentes. Cada rama ubicada en su corona es un sensor luminoso de contaminación que mide el porcentaje de dióxido de carbono en el medio ambiente, y según su aumento y disminución, las luces van cambiando de color. Usualmente, de once de la mañana a dos de la tarde el AirBol se vuelve rojo, en señal de alerta por el alto grado de contaminación. Y tras el paso de las horas, puede decrecer la tonalidad hacia el amarillo o el verde. Tiene además dos pantallas plasma de 3, 5 m a través de las cuales se comunica un ser “arbóreo” –medio humano, medio árbol- que, dice él, trae un mensaje desde el futuro, referido a la necesidad de cuidar el medio ambiente. El AirBol se inauguró el 6 de diciembre de 2010 junto con las luces de Navidad. Y para que todo el mundo se enterara, la empresa ConTREEbute citó a los medios de comunicación con la promesa de que presenciarían un acontecimiento nunca antes visto en Colombia. Pero algo más portentoso ocurrió la noche anterior: en el municipio de Bello un sector del barrio La Gabriela se derrumbó por la acumulación de aguas subterráneas, las cuales desestabilizaron la superficie de la montaña. Los medios cubrieron la tragedia que, según los vecinos, dejó más de 150 muertos, y del AirBol no se habló. Fue una simple coincidencia. Sin embargo, este derrumbe y la instalación de un árbol “electrónico” no lo es. En Medellín, hace varios años que no se realizan grandes reforestaciones sin fines comerciales porque el suelo disponible tiene dueño o está ubicado en sectores de alto riesgo. En estos últimos, caben algunos de los barrios donde es visible la deforestación como estrategia para construir un hogar más cerca de la ciudad, debido a la centralización de los servicios. Según el ingeniero forestal y experto en flora local, Juan Lázaro Toro, “Hay sectores de Medellín con muy buenas zonas verdes y muchos árboles, pero esto solo ocurre en sectores de estratos altos. En los estratos bajos, por la forma en que se construyen los barrios, no hay espacio para ninguna de las dos cosas”. Y aunque la ausencia de árboles no fue una causa directa del derrumbe en La Gabriela, la tala sin control es un fenómeno que a nivel mundial se ha identificado como una variable influyente en el incremento del efecto invernadero, o sea que recrudece el calentamiento global. Las altas temperaturas aumentan las precipitaciones, y además, tal como lo explica Dolors Armenteras, experta en cambio climático de la Universidad Nacional, la remoción de vegetación hace que se pierdan raíces que pueden ayudar a parar la velocidad del agua y a desacelerar la erosión. “Con tanta agua el suelo se satura, y por eso es que se ‘escurre’ por la superficie, y si no hay material para frenar su velocidad, pues se lleva todo lo que haya”, dijo para el periódico de dicha universidad.

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No. 51 Marzo de 2011

Para el 2006, año del último censo, se contabilizaron 345 mil árboles ubicados en zonas públicas de la ciudad. La cifra exacta de hoy no se conoce, y tampoco se puede determinar si hay suficientes árboles en relación con el número de habitantes. “No sabría decir si Medellín tiene los árboles que necesita, pero si que entre más árboles haya, mejor. Sin embargo, por toda la contaminación que hay en la ciudad, sembrar árboles no es suficiente. No hay tanta tierra para sembrar los árboles que se necesitarían para equilibrar el medio ambiente”, dijo el ingeniero Toro Murillo. La relación de los árboles con la calidad del aire se da porque estos absorben dióxido de carbono (CO2) especialmente durante su crecimiento, y lo integran como un componente de su proceso de alimentación. Un solo árbol puede captar anualmente de 280 a 360 kilos de CO2, y dos árboles, durante un año, llegan a renovar el oxígeno que necesita una persona para respirar en el mismo periodo de tiempo. El AirBol está fabricado para que haga lo mismo, pero para 60 mil personas. Su sistema funciona “imitando la naturaleza”. Dentro de la estructura hay un ventilador que succiona el aire desde el exterior. A los 5,8 metros se encuentra un campo de plasma, donde ondas magnéticas desarticulan las moléculas de CO2. Luego, el aire pasa a una etapa en donde se simulan turbulencias dirigidas y lluvias, para que el material particulado más pesado se sedimente y salga con el agua. Los estudios previos a la instalación del AirBol hechos junto con el Área Metropolitana y Redaire (Red de vigilancia de la calidad del aire) señalaron que aumentaba la acidez del agua residual de la máquina, y como este factor es dado por la presencia de carbono, se pudo concluir que el aire del AirBol salía librado entre un 55 y un 60% de contaminantes. “Vamos a ser muy respetuosos con el espacio público. Algunos nos han dicho: ‘instalen los AirBol necesarios para descontaminar’… No. Porque cuando uno le soluciona el problema a la gente, no actúa. Lo que nosotros hacemos es investigar y explicar qué puede hacer cada uno para disminuir el consumo y cómo compensar lo que no puede reducir. Aunque sí estamos buscando al menos cuatro sitios estratégicos más para instalar otros cuatro AirBol”, explicó Esteban Betancur, gerente de ConTREEbute.

Corazón tan verde

Las calles de Medellín ocasionalmente se tiñen de rojo carmesí, amarillo canario y malva por las temporadas de cámbulos, francesinos, tulipanes africanos y guayacanes. Y es imposible no notar sus colores derramados de repente sobre el gris lacónico propio de la ciudad. Las palmas arecas, los crotos, los laureles, los mangos y los urapanes son más discretos mientras crecen por ser árboles de flores pequeñas y menos vistosas, pero superan en miles a los que sí las tienen. Unos y otros hacen parte de la biodiversidad local conformada en su totalidad por cerca de 150 especies foráneas y nativas, siendo estas últimas la que reciben mayor atención ahora, pues favorecen la proliferación de los ecosistemas propios de la región. Las más recientes administraciones municipales han diseñado estrategias para recuperar las áreas verdes y los hogares de estos árboles, desde una perspectiva urbanística y ambiental, por ejemplo, el Plan Maestro de Espacios Públicos Verdes

Para el 2006, año del último censo, se contabilizaron 345 mil árboles ubicados en zonas públicas de la ciudad. La cifra exacta de hoy no se conoce, y tampoco se puede determinar si hay suficientes árboles en relación con el número de habitantes.


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Fotografía: Daniela Gómez

Urbanos de la Región Metropolitana del Valle de Aburrá. Pero hasta hace unos pocos años, las necesidades ecológicas de la ciudad eran un asunto de menor importancia; su relevancia en la agenda pública es una tendencia reciente que, incluso, los fundadores de ConTREEbute registran con exactitud: entre el 2005 y el 2009 la empresa vendió 15.000 árboles para la siembra, a través de su sitio web; en el año 2010, la cifra llegó a 150.000; y la meta del 2011 es de 400.000. “En los primeros años, estuvimos a punto de ‘sacar la mano’ porque la receptividad era muy bajita. Uno iba a las empresas a hablarles de sostenibilidad y a nadie le importaba. Eso cambió cuando llegó una película producida por el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, sobre el cambio climático: la gente quedó impactada y empezó a generar opinión. Desde el 2009 para acá la recepción es total. Las reuniones ya no son con el director de calidad, porque nadie sabía quién debía manejar el tema de la responsabilidad ambiental de la empresa; ahora son con los presidentes de las compañías”, relató Betancur, gerente de ConTREEbute. El documental Una verdad incómoda (2006) ciertamente transformó el panorama de la opinión internacional acerca de ese fantasma que producía tanta incredulidad: el calentamiento global. Ya fuera para producir pánico o conciencia, el deterioro ambiental se trató con más frecuencia y más emotividad, incluso para desmentirlo como realidad posible. Para ConTREEbute significó la aceptación del paradigma que venían trabajando: la sostenibilidad empresarial y social. Quien entra a su sitio web encuentra una calculadora construida con estándares internacionales para medir la huella de carbono, definida como la contaminación ambiental que generan los hábitos cotidianos. Tras unas preguntas sencillas, el programa arroja una cifra sobre cuántos árboles deben sembrarse para ser una persona “carbono neutral”, es decir, quien compensa el consumo que no puede reducir. Y bueno, por el portal también se venden los árboles de a uno o por combos de 5, 20, 100 o hasta 1.000. El valor de cada uno es 3 mil pesos. “Cuando el usuario o la empresa compra el árbol, la siembra depende del lugar y el plazo para llevarlo a cabo. Lo primero se resuelve porque solo plantamos en municipios con un patrimonio hídrico importante y que hayan sido afectados por la violencia. Por eso, en este momento, todas las siembras las hacemos en el Oriente antioqueño, aunque esperamos expandirnos pronto. Y la plantación puede demorarse máximo tres meses para ser incluida en uno de nuestros proyectos en curso. Todo el proceso es auditado por la empresa Deloitte, para asegurarle al comprador que su árbol es sembrado y no es revendido”, agregó Betancur. El proceso se completa porque, mediante un convenio con Cornare (ente de gestión, control y promoción de los recursos ambientales de la región), cada municipio pone la tierra; con el Área Metropolitana se gestiona la asesoría técnica y el mantenimiento; y, finalmente, ConTREEbute da los recursos. Los árboles son sembrados por la comunidad y pasan a ser de su propiedad, para que los cuide y se beneficie de ellos, tanto en términos del mejoramiento de la calidad del aire como de la protección de las microcuencas, garantizando así la existencia del agua para la posteridad. Y quien subsidió la siembra, puede monitorear el estado de su árbol a través de su cuenta en el portal web de esta empresa. Por su parte, los inversores del sector empresarial consiguen ganar atributos reales como entidades responsables a nivel ambiental y social, y así reafirmar su posición frente a la competencia. Además, si incorporan los planes de sostenibilidad diseñados por ConTREEbute al interior de sus compañías, pueden volverse más rentables.

Destino: un mundo para seguir viviendo

En la última encuesta de percepción Medellín Cómo Vamos 2010, el 74% de los encuestados consideraron que la contaminación del aire es el principal factor medio ambiental que afecta su salud. El 52% lo considera como uno de los tres temas relacionados con el medio ambiente al que la Administración Municipal debe prestarle más atención. Y solo el 20% está satisfecho con las gestiones que se adelantan a este respecto. El AirBol puede llegar a ser una respuesta a esta necesidad, pues su instalación supone el antecedente para el desarrollo de las Ecoáreas, pensadas como nodos culturales y ambientales en sitios estratégicos de Medellín. El lugar donde actualmente está ubicado será convertido por Empresas Públicas en una especie de parque lineal con laguna y playas. En las pantallas del AirBol se proyectará cine, y, más adelante, se pretende publicar las denuncias ciudadanas sobre afrentas contra la naturaleza. Una buena razón para volver a mirar el río como centro de vida para todos y no como un desagüe de las penurias urbanas. Para el 2011, se instalarán dos nuevos AirBol; uno de ellos en Plaza Mayor y el otro en Bogotá. La vida útil de los dispositivos está calculada financieramente para cinco años, y es necesario hacerles mantenimiento cada mes, lo que supone una inversión constante. Sin embargo, la experiencia ha sido más positiva de lo esperado, pues la estructura no tiene mella, y las revisiones se han hecho solo en el aspecto técnico.

El AirBol puede llegar a ser una respuesta a la necesidad de contrarrestar la contaminación, pues su instalación supone el antecedente para el desarrollo de las Ecoáreas, pensadas como nodos culturales y ambientales en sitios estratégicos de Medellín. “Una de las cosas importantes es que le dimos personalidad a esto, para que la gente sienta que ahí hay alguien. Por eso, uno de los resultados más impactantes ha sido que, pese a las advertencias sobre el vandalismo, no le ha pasado nada. Ni un rayón, ni siquiera un nombre. No; Lo han cuidado. La gente siente que ahí hay alguien que está ayudando a la ciudad”, concluyó Betancur. ConTREEbute invirtió en el Airbol porque produce un efecto medible, a diferencia de los árboles sembrados de solo 20 cm y a los cuales no hay posibilidad de monitorear. Del AirBol, se sabe con certeza que purifica en un radio aproximado de 80 m y limpia 25 m cúbicos de aire cada hora. Y todo ocurre gracias al invento del italiano Aldo Mango, el plasma buster, que descompone las moléculas contaminantes más rápido y asegura su no retorno a la atmósfera. Se sabe que el AirBol no podrá ser talado, pero tampoco podrá alojar vida; sin embargo, es una apuesta local por contrarrestar los desastres globales. Por ejemplo, en América Latina y el Caribe, se registra la mayor pérdida neta de bosques en la última década, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). También es una oportnidad para pensar de nuevo en lo que representan los árboles, aún más cuando el 2011 es el Año Internacional de los Bosques. Fernando Botero. El árbol, 1979.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


10 En primera persona

Don Ángel cruzó a Colombia de Sur a Norte para recoger el cadáver de un hijo. Pero, al final, tuvo que enterrarlo en tierras extrañas.

Edna Liliana Guerrero yo.lili@hotmail.com

legamos a Medellín a buscar un cadáver para darle sepultura. Salimos de la Terminal del Norte, cruzamos los dos puentes peatonales; y, en Medicina Legal, preguntamos por Jaiber Hernando López García. Yo estaba con su padre, Ángel García, un hombre de 45 años, delgado, de piel canela y ojos verdes. Jaiber estaba ahí desde el 22 de diciembre de 2010: lo habían encontrado muerto en la calle. Normalmente llego a la Terminal y, según la cantidad de equipaje, tomo el Metro o taxi. Esta vez había pensado en tomar un taxi. Si hubiera sido ese un día normal, a las ocho de la mañana yo ya hubiera estado en casa. No creo en las casualidades. El padre de Jaiber se había sentado a mi lado, como resultado de una equivocación en la taquilla de la empresa de transportes que nos trajo desde Mocoa hasta Medellín. Cuando hice la reserva, no me guardaron un puesto sino dos, los últimos; los cupos estaban completos y muchas personas que no reservaron dejaron de viajar o buscaron otra empresa. El hecho es que cuando se solucionó el malentendido, sobró un puesto a mi lado y ese lo ocupó don Ángel. No me sentí cómoda con su presencia, así que traté de permanecer callada mirando por la ventana o intentando dormir. En el bus presentaron una película y él hacía comentarios a los que yo medio respondía asintiendo. Después de algunas horas, me preguntó que para dónde viajaba y yo le respondí: “Para Medellín”. “Entonces, vamos para el mismo lado”, dijo, “¿Usted conoce?”, preguntó. Le respondí que no mucho. Sin dar muchos rodeos, confesó: “Yo voy por un muerto”. Sentí asombro y creí que había sido algo dura. Con esa frase, cautivó mi interés. Me dijo que nunca había ido a Medellín y que tenía miedo de los ladrones. Le dije que, a pesar de todo, se veía muy tranquilo. “Qué más se puede hacer”, respondió. Jaiber, su hijo, fue fruto de un amorío que tuvo don Ángel a escondidas de su esposa. Cuando nació, su madre se fue y lo dejó con el papá. Jaiber fue el pretexto que tuvo la esposa de don Ángel para abandonarlo. “Fue pretexto porque ella me engañaba con el vecino y cuando ella me dejó, yo me junté con la mujer del vecino”, recuerda él, quien desde ese momento se entregó al alcohol. Don Ángel quedó a cargo de los tres hijos que tenía, más Jaiber. Al poco tiempo, su ex esposa volvió respaldada por la guerrilla y le quitó a Ángel la mitad del ganado y el hijo menor. Esto sucedió en Puerto Caicedo. Tiempo después, uno de los hijos se ahogó y las amenazas de los paramilitares obligaron a la familia a desplazarse a Mocoa. Llegaron a Mocoa y Ángel perdió a su mujer, los hijos se fueron y él quedó solo, entregado al alcohol. Jaiber nunca se la llevó bien con sus hermanos, terminó la primaria y a los 14 años se fue de la casa. Ángel se dio cuenta de que su hijo iba por mal camino, pero nunca le dijo nada ni le preguntó en qué andaba. Supo que cuando tenía 22 años se vino para Medellín y que vivía en la casa de una señora llamada Claudia. El 23 de diciembre de 2010, doña Claudia llamó a don Ángel y le contó que a su hijo lo habían encontrado muerto. “Ella me va a dar posada en Medellín, pero me dijo que no me iba a ayudar a hacer las vueltas. ¿Usted conoce dónde queda Medicina Legal?”, preguntó mirándome a los ojos. Le dije que no, que yo le podía ayudar a preguntar. En realidad no sabía, y además estaba asustada. Imaginé muchas cosas mientras don Ángel estaba callado. ¿Por qué esa señora no lo ayuda?, pensé. “¿Y le dijeron por qué se murió?”, pregunté. Me dijo que no, que no le dijeron nada más.

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No. 51 Marzo de 2011

Fotografía: Edna Guerrero

Crónica de una sep ultur a

Quería ayudarlo y le dije que Medellín no era tan grande y que sí había ladrones, pero que no eran tantos como a uno le decían. Le dije que yo le ayudaría a averiguar dónde quedaban las oficinas y lo guiaría; si era posible, le haría un mapa. No me comprometí a más ni le hice otras preguntas. En el resto del viaje, hablamos de otros temas como nuestro gusto por los ríos, lo molesto que era el aire acondicionado y asuntos sobre mí, en los que yo poco me extendía y daba respuestas cortas. Me tomé una pastilla y me quedé dormida. Al día siguiente ya había llegado a Medellín; fueron 24 horas de viaje, 20 junto a don Ángel. Él estaba un poco trastornado por el viaje, casi olvida su maleta. Entonces, pensé que lo mejor era esperar que lo viniera a recoger la señora que le iba a dar hospedaje y luego irme tranquila. También le iba a dar mi número de celular por si necesitaba algo. Sentí que no iba ser tan sencillo como pensaba, cuando me dijo que la señora tenía el celular apagado. Le ayudé a preguntar dónde quedaba Medicina Legal y supimos que había una sede frente a la Terminal del Norte, donde estábamos. Entonces encargamos los equipajes y fuimos. Don Ángel no tenía dinero para llevar a su hijo a Mocoa, así que venía a Medellín a pedir ayuda para sepultarlo en la ciudad. En esa sede de Medicina Legal se hallaba el cadáver de Jaiber. Había estado ahí por 24 días. Don Ángel no había venido antes porque estaba enfermo y porque estaba buscando ayuda económica para llevarlo hasta el Putumayo. En Medicina Legal, le mostraron una foto de su hijo y él no lo reconoció. Yo no quise mirar. Después le mostraron los papeles que portaba y entre estos había una carta en la cual denunciaba la pérdida de sus documentos, una copia del Sisbén, estrato dos del barrio La Candelaria, y una foto suya en el Parque Berrío, junto a una gorda, de Botero, que está recostada tocándose el cabello. Detrás de la fotografía había algo escrito con tinta azul: “Sólo quiero que mis hermanos me entiendan.” y “Mamá, te quiero”.

“Tenía sida”, me dijo. Nos quedamos callados. Que no hubiera sido un asesinato, nos tranquilizó... En el cementerio, don Arley recibió los papeles y llamó a la funeraria. El funcionario de Medicina Legal dijo que enseguida estaba el Cementerio Municipal, que ahí sepultaban a las personas de bajos recursos. Dijo que fuéramos ahí y que también debíamos ir a la Fiscalía. Caminamos y llegamos al cementerio. El administrador se llama Arley y dijo que nos podía ayudar. Se mostró amable y más cuando le dijimos que veníamos desde el Putumayo. Dijo que podía conseguir el cofre y el transporte de Medicina Legal hasta el cementerio, que ya era nuestra decisión si lo enterrábamos en fosa o en bóveda. Lo más económico era en fosa, costaba 130 mil y en bóveda, 280 mil. También dijo que prestaba la capilla para hacerle una pequeña velación y que nos aconsejaba en bóveda por si más adelante se iba hacer alguna investigación.


11 Don Ángel y yo le dijimos que primero teníamos que ir a la Fiscalía para averiguar sobre la muerte. Ya eran las nueve de la mañana, algunas personas pasaban haciendo ejercicio. Era domingo y había sol, pero unas nubes negras amenazaban lluvia. Él divisó a lo lejos y se asombró al ver tantas casas en las laderas de las montañas. “¿Allá sí subirá carro?”, me preguntó. “Creo que sí, sino ¿cómo hace esa gente?”, le respondí. Después buscó el Metro en el paisaje y no lo encontró. Caminamos rápido y llegamos a la Fiscalía. Sólo pudo entrar él. Yo esperé afuera; estaba cansada. Ya estaba tan involucrada en el asunto que el señor del cementerio pensó que yo era familiar de Jaiber. Pensé que lo acompañaría hasta que tuviera lo necesario, iría a casa y volvería a acompañarlo para darle sepultura a su hijo. Treinta minutos después salió Ángel con un papel en la mano. Dijo que no era muerte violenta, y se quedó callado. Caminamos y le pregunté si, entonces, se lo podía enterrar en la fosa. Él no preguntó eso en la Fiscalía y lo persuadí para que volviéramos, no estábamos tan lejos. Volvimos y le dijeron que todo estaba estudiado, que lo enterrara donde quisiera. “Tenía sida”, me dijo. Nos quedamos callados. Que no hubiera sido un asesinato, nos trquilizó. En el cementerio, don Arley recibió los papeles y llamó a la funeraria. Nos mandó a Medicina Legal para que trajéramos el cadáver. El entierro sería en la mañana. Ya iban a ser las once. El carro tardó. Vimos llegar un carro del Tránsito de Medellín con dos cadáveres; después, dos carros de funeraria, uno era el nuestro. Se bajaron tres hombres con trajes iguales. Estaban de buen humor, le hicieron preguntas a don Ángel, con bromas y sonriendo. Uno de ellos aprovechó para fumar. Volvimos al cementerio y esperamos ahí. A Jaiber lo enterraron en la Zona 2, cerca a la calle. Había tres huecos listos, no eran profundos, tenían menos de un metro. Cuando llegó el carro con el ataúd, don Ángel me pidió que le tomara fotos al cadáver; un aire frío recorrió mi cuerpo. Nunca había visto un muerto. Abrieron el cajón y don Ángel frunció el ceño, su rostro quedó arrugado y triste. Enseguida, los de la funeraria me miraron para que me acercara. Había unas tres personas que querían curiosear y les ordenaron retirarse. Me acerqué despacio, respiré un poco de ‘valor’ y lo miré. Estaba desnudo. Temblé y procuré no ver más, pero mis ojos se fijaron, sin querer, en su estómago cosido bruscamente. El cuerpo estaba congelado y la cara, que estaba volteada para un lado, no se le pudo mover para que quedara mirando hacia arriba. Era pequeño, delgado y oscuro, cabello largo. Me retiré rápido, cerraron el ataúd y se lo llevaron. Los sepultureros eran hábiles; faltaban quince para las doce del mediodía y la tierra húmeda ya cubría el cuerpo. El cielo estaba oscuro y cayeron unas cuantas gotas, pero no más. Sentí tristeza, miedo; por mis mejillas rodaron dos gruesas lágrimas. Disimulé y me retiré. Don Ángel se acercó y se mostró inseguro de si lo que había visto eran los restos de su hijo: “Se volvió nada”, dijo. Uno de los sepultureros le dijo a don Ángel que le regalaría una placa. La tumba quedó con un montón de tierra; ya lo arreglarían en el transcurso de la semana. Todo había terminado. 80. El vigilante de Medicina Legal nos dijo que habíamos tenido suerte. “Parece que se había vuelto marica”, dijo don Ángel mientras caminábamos hacia la Terminal nuevamente. “¿Por qué?”, pregunté. “Tenía las uñas pintadas de rojo”, respondió. Cuando imprimí la fotografía, le miré los ojos: estaban delineados. Quería irme, ya no podía hacer más por él. Pude haberlo llevado a mi casa, pero no. Era suficiente. No podía más. Tenía hambre, pero no tenía apetito. Don Ángel se veía indeciso de volver ese mismo día al Putumayo, quería conocer el Metro. Le dije que me disculpara, que ya me tenía que ir. Era la una. Me regaló los plátanos y yucas que le traía a la señora del hospedaje, quien nunca le contestó. Los recibí, le di las gracias y me despedí. Llegué a mi casa llorando y le conté todo a mi familia. Sentía el cuerpo pesado y el brazo izquierdo frío. Me bañé con agua de hierbas calientes; el frío no me pasó hasta el siguiente día. Conservo una foto, la de don Ángel cargando el cajón de madera; la del rostro, la eliminé con la mano puesta en mis ojos. Dice mi mamá que nos fue bien con todas esas vueltas, gracias al espíritu de Jaiber, porque un muerto no descansa en paz sino hasta cuando llega a la tierra.

Fotografía: Juan Pablo Muñoz

Sin cáscaras de huevo En febrero de 2011 se cumplieron 9 años del atentado que tumbó el puente La Dantica, entre San Carlos y San Rafael. Allí murieron: una mujer y el niño que estaba en su vientre, su hermana y una enfermera. Ian López ianlopez@periodistas.com

a ambulancia había salido desde el Hospital San Vicente de Paúl en San Carlos. Se dirigía al hospital de Rionegro con Flor Emilse García Muñoz, quien estaba a punto de tener su bebé; con Janeth García, hermana de la paciente; con Luis Michael Zapata, quien conducía a toda prisa; y con Elvia Guarín Salazar, una auxiliar de enfermería quien atendía las labores de parto. El conductor sólo se dio cuenta de que no había puente cuando estaban sobre el agua del embalse y, pese a que trató de socorrer a los demás ocupantes del vehículo, su labor fue infructuosa. A las 5:30 de la madrugada, Emanuel de Jesús Gallego llegó en su taxi al embalse. Sin darse cuenta de que no había puente, también terminó sumergido en el agua. El conductor de la ambulancia se las arregló para llegar a pie hasta el hospital Alfonso María Giraldo en San Rafael. Allí avisó para que fueran a rescatar a quienes estaban en el agua, incluso el taxista, quien sufrió un golpe menor en la cabeza. El puente fue dinamitado por las Farc el 20 de febrero de 2002, el mismo día en el que secuestraron un avión que cubría la ruta Florencia-Neiva-Bogotá, y del cual se llevaron al ex senador Jorge Gechem Turbay, posteriormente liberado el 28 de febrero de 2008. Estos dos hechos marcaron el fin de la zona de distensión y de la mesa de negociación entre las Farc y el gobierno de Andrés Pastrana. Según Soledad Cardona, habitante de San Carlos, desde la voladura del puente, las personas que viven aledañas al embalse de Playas y los turistas deben realizar un desvío de más de 18 kilómetros por una angosta carretera destapada. En invierno, ésta se llena de pantanos y derrumbes; en verano, la cubre una nube de polvo que dificulta el viaje. En varias ocasiones, se ha intentado dar marcha a la reconstrucción del puente La Dantica; pero sólo en 2010 se inició el proyecto por parte de la Gobernación de Antioquia. Pero éste fue detenido ya que el diseño que se había propuesto no fue viable y se perdió un tramo que ya estaba construido. «Hubo que cambiar el diseño del puente y los materiales de construcción. Vamos a hacer un puente metálico que se preste a las características del lugar», sostiene Hernán Giraldo, ingeniero de puentes de la Secretaría de Obras Públicas de Antioquia. Luego de la violencia que marcó al municipio de San Carlos, el comercio, la ganadería, la pesca y las actividades agrícolas decayeron, al igual que el turismo que atraía el río y las monumentales cascadas. Paulatinamente, se ha ido ganando confianza y se ha reactivado su economía. Pero no deja de ser una dificultad que el camino sea más largo y poco ameno por la calidad de la carretera por donde se toma el desvío. «Los turistas se quejan porque el viaje los maltrata mucho, y la carretera no se sabe cómo es peor transitarla», dice Soledad Cardona. El proyecto se reiniciaría en marzo, según estimaciones del ingeniero Hernán Giraldo, pues estaban a la espera de que el contratista asumiera los costes del cambio de materiales. Con el puente en pie, se podrá brindar nuevamente una vía en buen estado para que la comunidad y los turistas puedan desplazarse con comodidad.

L

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


12 Mirada

Santa Ana:

Fotografía: Emiro Marín Carvajal

drama humanitario Este reportaje fue premiado como el mejor trabajo periodístico en la categoría política del Concurso Guillermo Cano – Jóvenes promesas del Periodismo, organizado por El Espectador en 2010.

Fernando López Quiceno axtros@hotmail.com

El Gobierno piensa que militarizar es la solución. No. La solución es darle oportunidades al campesino…”, afirma Omaira Giraldo, con tono enérgico, al preguntarle sobre los procesos de recuperación de la comunidad en condición de desplazamiento de Santa Ana, un corregimiento del municipio de Granada, en el Oriente antioqueño, que sufrió los rigores de la guerra y fue testigo de excepción de un intenso choque de fuerzas. Santa Ana fue escenario de un conflicto que se llevó de allí a cientos de personas que hoy están muertas, desaparecidas o desplazadas. Omaira, quien alguna vez fue la Inspectora del corregimiento, fue la única figura pública y, durante mucho tiempo, representó la legitimidad de un Estado ilegítimo, pues sus funciones se limitaban al mero acto de presencia, tal como ella lo afirma: “¿Qué podía hacer yo como Inspectora ante el conflicto que se vivía? Nada. Simplemente ver, oír y callar. Y es muy duro callar cuando uno lo que quiere es gritar y defender. Es muy difícil, pero para proteger la vida hay que hacerlo”. Este centro zonal se encuentra a 24 kilómetros del casco urbano del municipio. Para llegar allí hacen falta más de dos horas de camino por una sinuosa trocha que se abre paso entre los rústicos paisajes de la cuenca de la quebrada Tafetanes. Es uno de esos lugares de los que fácilmente se trae en la cabeza una primera impresión, pues la mirada viene previamente viciada con la mención de este corregimiento en los medios masivos de comunicación que lo señalaron, durante mucho tiempo, como el refugio de grupos guerrilleros.

Territorio de conflicto

Desde la década de los noventa, el frente “Carlos Alirio Buitrago” del ELN hizo presencia en la zona, donde ya operaba el noveno frente de las Farc. Al parecer, varios motivos llevaron a estos grupos hasta la localidad: su ubicación estratégica, el difícil acceso, la cercanía a la autopista Medellín-Bogotá y —según algunos investigadores— la posible construcción de embalses y sus prometedores ingresos; estos condicionantes fueron clave para que se instalaran allí, y a los cuales se sumó un abandono casi total por parte del Estado. La parafernalia mediática que hizo visible a esta localidad ante el país se inició con las liberaciones de secuestrados que los grupos guerrilleros efectuaron desde allí. El primero de noviembre de 1997 se produjo una de ellas. Se trataba de tres comisionados de la OEA que fueron raptados por el ELN una semana antes, mientras se aprestaban a servir como veedores de las elecciones de alcaldes y gobernadores, el 27 de octubre. Esta noticia gozó de un interés internacional y los medios de comunicación —nacionales y extranjeros— mostraron cómo en medio de este caserío, remontado en los parajes de la Cordillera Central, se escondían los insurgentes y mantenían ocultos a los secuestrados. Casi cuatro años más tarde, el 30 de junio de 2001, se repitió la historia, esta vez con la liberación de 26 policías, rehenes de las FARC, que hacían parte de un grupo de más de 300 uniformados que liberarían en el marco de las negociaciones de paz del presidente Andrés Pastrana con esta guerrilla.

No. 51 Marzo de 2011

Siempre que los medios se fijaban en Santa Ana, lo hacían para informar sucesos del conflicto, reafirmando cada vez más la imagen, que se había concebido ya, de santuario de guerrilleros. Esto llevó a la creencia generalizada de que todos los que habitaban allí necesariamente formaban parte de los grupos al margen de la ley. La vulnerabilidad y la desprotección de Santa Ana, sumadas a la imagen distorsionada, hicieron, con el paso de los años, que el Ejército y los grupos paramilitares se ensañaran y emprendieran una arremetida cruel y violenta contra los pobladores de esta zona. Según los relatores especiales de las Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias y tortura, “la categoría de ‘enemigo interno’, aplicada a toda persona de la que se considera que apoya a la guerrilla de una u otra forma (incluso si los insurgentes utilizan la fuerza para obtener, por ejemplo, alimentos o dinero de los civiles), se ha hecho extensiva, al parecer, a todos los que expresan insatisfacción ante la situación política, económica y social, sobre todo en las zonas rurales”. Los representantes de la ONU fueron informados de que la finalidad de esta estrategia es la de privar a los guerrilleros de sus bases. En palabras de un observador no gubernamental, consiste en “luchar contra los insurgentes luchando contra la población civil”. La implementación de este sistema de defensa provocó en poco tiempo un éxodo masivo de campesinos que huían para salvar sus vidas, hasta el punto que entre enero y diciembre del 2002, Santa Ana se convirtió en un pueblo fantasma. Omaira dice que salió del poblado hace más de siete años porque el desplazamiento era la única manera de seguir viviendo. “Ya la situación no daba como para permanecer allá. No podía realizar proyectos para la comunidad ni ejercer mis funciones, ya no me lo permitían”. Con la desmovilización de las autodefensas y el empeño de la Fuerza Pública por recuperar este territorio para garantizar, principalmente, la movilidad en la autopista Medellín Bogotá y el consecuente repliegue de la guerrilla, se han reducido las cifras de violencia asociadas con el conflicto. Pero el desolador panorama es algo que se mantiene y las maquinarias de la guerra todavía se mueven: constantemente patrullan con el Ejército ex guerrilleros que señalan los sitios donde se encontraban las caletas con armas y material de guerra, al igual que no dudan en acusar a los supuestos colaboradores de las guerrillas.

Retorno

En enero del 2010, el entonces ministro de Hacienda, Óscar Iván Zuluaga —en nombre del Gobierno Nacional—, realizó un anuncio que consideró generoso en pro de la población desplazada por la violencia. Manifestó ante la Corte Constitucional que se había adicionado una partida presupuestal que asciende a los 10 mil millones de pesos para desarrollar el programa “Retornar es Vivir”, estrategia que fue lanzada en octubre del 2009, precisamente en Santa Ana, adonde, supuestamente, retornaron la gran mayoría de sus habitantes. El Congreso de la República consagró en la Ley 1190 de 2008 que “el Estado colombiano con todas sus jerarquías es el único responsable del proceso de recuperación de la dignidad, territorio, cultura y sostenibilidad de las víctimas por desplazamiento”. Esta norma legislativa fue adoptada después de que más de una década atrás, mediante la Ley 387 de 1997, el Congreso de la República tomara medidas


13 “A la gente le están dando apoyo por tres meses, un año, pero no es suficiente; hay que buscar una recuperación de raíz, proyectos de aplicación real que garanticen la estadía a largo plazo”, agrega. Una santaneña residente en Cali, Emilse López, dejó el pueblo hace nueve años porque —según ella— quería que sus hijos tuvieran otras expectativas de vida y no iba a permitir que la violencia se los arrebatara como pasó con muchos otros adolescentes. No tiene pensado regresar, pero asegura que “es muy bueno que quieran que la gente retorne. Hay que tratar de que los campesinos vuelvan a sus tierras, habiten de nuevo sus casas y que se generen oportunidades para volver a cultivar, fomentar la agricultura para mejorar el campo y el pueblo”. En eso parece estar de acuerdo con Rosember, quien hace un llamado al Gobierno Nacional para que de nuevo se fije en el corregimiento: “Santa Ana se recuperó El riesgo de Santa Ana en materia de seguridad gracias a la política de Seguridad Democrática, pero aquí Basta con una mirada al pueblo y a su cotidianidad para darse cuenta de que no es suficiente la mera presencia militar; hay que trabajar en la recuperación social los procesos de retorno no prestan las suficientes garantías para ser considerados y económica local, en la generación de ingresos para los campesinos”. como verdaderos pasos para la restitución plena de los derechos civiles. María LóPor su parte, Rosalba Galeano, quien también permaneció allí a pesar de las pez, retornada a Santa Ana, dice que ya no hay tanta violencia, pero la gente está serias dificultades de orden público, reclama por la falta de beneficios para quienes pasando grandes necesidades porque hay mucha pobreza. Las personas aún corren nunca partieron: “Me parece muy mal hecho por parte del Gobierno porque sólo peligro; si bien hay una relativa calma en materia de seguridad, participan de un entregan ayudas a las personas que se fueron y que están retornando, pero no hay plan de retorno que no va más allá del recibimiento de los componentes básicos de nada para los que siempre permanecimos aquí, los que nunca abandonamos el pueuna ayuda humanitaria. blito, que también estamos en las mismas condiciones y tenemos las mismas necesiEl alcalde de Granada, Nelson Armando García Amaya, afirma que el proceso dades. Aquí estamos personas que hemos seguido luchando y falta que nos apoyen, de recuperación del corregimiento no es sólo cuestión de la Administración Muniporque también nuestras condiciones económicas son muy regulares”. cipal o del Gobierno Nacional, que es necesario el apoyo y la colaboración de todos Ella argumenta que la presencia del Estado ahora no es muy diferente a la para volver a hacer creíble el pueblo ante el municipio, el departamento y la nación. que había hace algunos años. Sin embargo, agradece la recuperación por parte “Lo que estamos buscando es recuperar a Santa Ana de manera integral, para del Gobierno, a la vez que pide más presencia de instituciones que los campesinos puedan cultivar la tierra y puedan vivir sin oficiales: “Sinceramente, uno siente que está resucitando con la ninguna presión. Que sus productos se vendan a precios justos Siempre que los medios se fijaban recuperación del pueblo, pero todavía falta mucho. El Estado y que vuelva a ser la gran despensa agrícola que solía ser en tiene que ayudarnos para que Santa Ana vuelva a ser lo que era la época de los ochenta”. Sin embargo, también reconoce que en Santa Ana, lo hacían para antes. Primero que todo, estamos sin vías, porque llegar acá se han tenido falencias en los procesos de recuperación de las informar sucesos del conflicto, siempre es muy difícil, además que es un peligro por esa carrezonas afectadas por el conflicto: “Lo que se ha sentido con el tera; y también hay que buscar que le brinden apoyo económico apoyo del Gobierno Nacional es que hay una presencia militar, reafirmando cada vez más la a la gente porque vivimos en extrema pobreza. Aquí la base de pero hay que propiciar la reactivación de la economía y las imagen, que se había concebido ya, la economía es la caña y ya con lo que estamos vendiendo no oportunidades para que la gente vuelva a recuperar la confianalcanzamos siquiera a pagarles a los trabajadores”. za en las autoridades y esperamos que, a través de Acción Sode santuario de guerrilleros cial, la Presidencia de la República nos siga acompañando en este Asunto de todos proceso para garantizar e incrementar el desarrollo de esta región”. La gente regresa paulatinamente, aunque la tensión se mantiene. Cerca del 90% Mientras el Alcalde enfatiza que la recuperación de Santa Ana no es simplede los habitantes de Santa Ana y las veredas cercanas no han regresado; muchos mente militar, Carlos Arturo Quintero, uno de sus habitantes y de los pocos que no lograron establecerse en ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena; abandonaron el poblado, dice que han repartido mercados y han mejorado algunas otros tantos temen regresar. Tan sólo la colonia de Santa Ana residente en Medellín viviendas, pero también hace un reclamo a los entes estatales: “Necesitamos que el suma más de mil personas. Gobierno le meta la mano al pueblo para poder salir adelante y que podamos volver El espíritu laborioso y comerciante del granadino y la solidaridad de sus paisaa producir como hace años. Eso es lo que se pide, que el Gobierno se ‘ponga las nos exitosos en este sector de la economía que les brinda empleo, hacen poco atractipilas’, porque nos ha tenido olvidados. Necesitamos que se acuerden de nosotros”. vo el retorno. Según reportes, 89 personas residen actualmente en el sector urbano El drama es evidente en algunas familias que ya han regresado, pero no cuentan de Santa Ana y 472 en las once veredas que conforman el centro zonal. Antes de con un acompañamiento en este proceso, no hay asistencia directa rural. Además, 2001, se calcula, ocupaban la zona unos 4.500 habitantes. el panorama que encuentran al llegar no puede ser más desalentador: casas destruiMonseñor Darío Gómez Zuluaga, vicario de la diócesis Sonsón-Rionegro, dice das, parcelas convertidas en matorrales, caminos intransitables, veredas minadas. que “volver a creer, volver a tener esperanzas es muy importante para la gente. Hay Un territorio que no tiene las condiciones para recibirlos nuevamente. que mantener el desarrollo de esta historia y no repetir la historia que ya pasó. Por otro lado, se encuentran las nulas posibilidades económicas en un comercio Hay que seguir el camino de la recuperación”. Para él y para la parroquia son muy acabado y con pocas posibilidades de reactivación. A pesar de que se tenga tan buen importantes los procesos de retorno, teniendo en cuenta que los representantes de concepto de la figura del retorno, es necesaria una total presencia por parte de los la Iglesia católica nunca se han ausentado del lugar por considerarse un apoyo neceactores sociales para velar porque este proceso se dé exitosamente; en muchas ocasario para quienes allí permanecen. siones el regreso de los campesinos a sus tierras se está realizando sin ningún tipo Él ve con buenos ojos el retorno. La ex inspectora Giraldo, por su parte, reclama de condiciones aptas. con un tono un poco menos optimista: “Llevamos casi diez años desde el desplazaPor lo menos, en el caso de Santa Ana, la única garantía ofrecida hasta hace miento que se presentó y realmente no veo una mejoría significativa, el pueblo sigue caído”. poco era el mejoramiento de vivienda, que consistía en la entrega de algunas tejas, adobes y —en pocas ocasiones— cemento para rehacer los muros de las casas que, en Lo que queda claro es que entregar materiales para la reconstrucción es necesu mayoría, estaban derribadas por la explosión de minas y pipetas o por el abansario, pero no es suficiente; los habitantes, desplazados y retornados de Santa Ana dono durante años. Rosember Duque Salazar, presidente de la Corporación Amigos expresan que hace falta un mayor compromiso de todos para afianzar los procesos por Santa Ana, y representante de la colonia residente en Medellín, reconoce que de rehabilitación de las tierras afectadas. El mero desarrollismo material sólo gestala recuperación militar es importante, incluso necesaria; pero afirma que en las rá asuntos paternalistas, se debe garantizar una presencia eficaz y permanente de ciudades hay familias que quieren regresar, pero que las garantías que se están las condiciones mínimas para recuperar la economía y el tejido social de las zonas ofreciendo para el retorno son muy pocas. que sufren el fenómeno del desplazamiento. Lo principal es garantizar oportunidades para el crecimiento que propicien el desarrollo colectivo, instrumentos de reconciliación y recuperación de la dinámica social, figuras de interacción efectivas que conlleven al mejoramiento de la calidad de vida y el progreso rural en pro de las víctimas. Omaira, a pesar de haber sido su representante durante años, dice que “al Estado realmente no le interesa el progreso de Santa Ana, al campesino hay que acompañarlo, hay que aportarle. Ya no se puede hablar simplemente de formular proyectos, sino de ejecutarlos, de llegar y trabajar de la mano. No es asunto de unos o de otros, es asunto de todos”.

Fotografía: Emiro Marín Carvajal

para la prevención del desplazamiento forzado, atención, protección, consolidación y estabilización socioeconómica de los desplazados internos por la violencia en la República de Colombia. Sin embargo, tal y como lo muestra un informe del Instituto Popular de Capacitación, “en los municipios del Oriente antioqueño los procesos de retorno de población desplazada están generando más preocupaciones que alegrías. Los esfuerzos de las administraciones locales se están quedando cortos frente a las necesidades de los retornados; la coordinación con las instituciones del Estado, en este caso Acción Social, es poco funcional y los que han decidido regresar viven ahora entre penurias y privaciones”.

Fotografía: Fernando López Quiceno Si bien los nativos de Santa Ana agradecen el apoyo entregado por el Gobierno para que retornen, hay quienes se abstienen de regresar por temor de que la violencia les arrebate a sus hijos.

Tanto la administración del municipio de Granada como los habitantes de Santa Ana, admiten que el apoyo que reciben del Gobierno se limita a la presencia militar.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


14 En boga

El director de la película colombiana, que por estos días llena teatros, habla de los nueve años de trabajo antes del rodaje

Deisy Villalba Barrios dvillalba@periodistas.com

uando Carlos César Arbeláez, director colombiano, se ganó el premio Premio Kutxa-Nuevos Directores del 58º Festival Internacional de Cine de San Sebastián (España), con la película Los colores de la montaña, dotado con 90.000 euros (alrededor de 110 mil USD), celebró con botellas de champán Moët & Chandon y recibió llamadas de varios medios de comunicación e invitaciones a 30 festivales de cine. Este premio es uno de los más importantes del mundo en su categoría; se otorga a realizadores que presentan su primera o segunda película, que no haya figurado previamente en ninguna competición internacional. Pero, para llegar a este punto, Arbeláez no sólo dedicó nueve años al proyecto, sino que consagró su vida a una profesión ingrata: director de cine. Mientras estudiaba Ingeniería Electrónica en la Universidad de Antioquia, Carlos César Arbeláez sintió que el cine era su verdadera pasión, así que hizo un traslado al programa de Comunicación Social-Periodismo. Combinó sus estudios con una monitoría en el Cineclub Encuentro con el Cine, de la Universidad, y pasó mucho de su tiempo en el Estudio de Televisión, donde, junto con otros compañeros, produjo su primer documental, The End (1991): cuenta la desaparición de las salas de cine en los barrios de Medellín. Arbeláez, junto a Óscar Mario Estrada, Germán Fredy Valencia, Juan Carlos Burgos, Berta Lucía Gutiérrez y Carlos Obando, entre otros, comenzaron el proyecto Nickel Producciones que, en su época, realizó ocho documentales y varios programas para televisión. A pesar del entusiasmo, producto de sus primeras obras, Carlos César comprendió que el cine no era una opción laboral en Medellín durante los años noventa y se dedicó a lo que pocos hacían en la ciudad: ser camarógrafo y editor. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que, como le sucedió en la Universidad, la pasión por el cine cambiara su rumbo. “Yo un día dije que no quería trabajar más, que quería ser director. Entonces, me quedé sin empleo y me fui para Cuba a hacer un curso”, dice Carlos César y confiesa que pidió a su tío dinero en préstamo. “Yo, prácticamente, toda mi vida he estado sin empleo. Es más, cuando a mí me preguntan: ‘¿Cuál es tu profesión?’, yo digo: ‘concursante’ ”, relata el cineasta. Y no es para menos, Arbeláez ha concursado en 52 convocatorias, aproximadamente: “He perdido la mayoría de los concursos, pero en esa época era muy difícil porque no había apoyo para el cine y el dinero que te ganabas era poco. No es como ahora que hay un montón de becas nacionales e internacionales […]. O sea que, o tienes una mujer o una mamá que te sostenga”.

C

nuevamente ganaron la beca, e incorporaron la cooperación de Jaguar Films, una productora panameña; y de RCN Cine que entró como co-productor en 2009. “Fue comenzar de nuevo, volver a Jardín, volver a hacer casting, porque los niños de antes ya estaban grandes y, obviamente, nadie me creía porque me había desaparecido muchos años”, comenta Carlos César para quien el proceso de casting fue muy duro. “Yo sabía que si me equivocaba en el casting la película iba a fallar. Me demoré casi un año escogiendo al protagonista, hicimos un convenio con el Inder para ir a las escuelas, grabé casi 600 niños y de esos seleccioné 400 y luego 20; de esos escogí al protagonista […]. Yo les dije a los productores que me dejaran hacerlo con actores naturales porque hice el intento de elegir a un actor de televisión, pero fue imposible porque ninguno tenía tiempo para ir a Jardín a estudiar el personaje”. La producción duró cerca de siete semanas, de las cuales cuatro se rodaron sin luces, y con un equipo de 40 personas. “El rodaje se ajustó mucho al guión, pero tuvo dos ingredientes muy complicados que son los niños y los animales, porque no tienes mucho control […]. Llovió mucho y la luz cambiaba constantemente”, comenta Arbeláez y añade que para terminar la película pidió ayuda de su madre: “Cuando estábamos terminando, nos quedamos sin el dinero de RCN. Así que mi madre puso el patrimonio familiar para ayudarme a sacar un primer corte, con el cual volvimos a tener el apoyo de RCN y pudimos ganar una beca francesa llamada ‘Cine en construcción’, que consiste en apoyo para terminar la película”.

Sin visa y sin película en San Sebastián

Durante una muestra en Francia, el notario del Festival de Cine de San Sebastián en España invitó a Carlos César a presentar su filme en la categoría de Nuevos Directores. Fue el lanzamiento de la ópera prima Los colores de la montaña, no sin antes pasar por las últimas coyunturas. “Yo me había ganado una beca de la Fundación Carolina y planeaba ir a San Sebastián, que era unos días antes, con la visa que me dieran de la Beca, pero me la negaron porque había un problema. Me tocó ir a hablar a la Embajada y lo que me dieron fue un permiso para estar durante los días del Festival”. Carlos César se ríe al recordar que a esto se le sumó que la película no alcanzó a llegar en 35 milímetros y tuvo que exhibirlarla en video. Pero todo se vio compensado cuando, al final del estreno, la ovación del público duró cinco minutos. “Yo ya me sentía ganador, el periódico El País escribió una crónica muy linda de la película y la gente salía muy emocionada de la sala. Yo me asusté mucho cuando vi que la historia causaba ese efecto”. El Premio Kutxa-Nuevos Directores del 58º Festival de San Sebastián (2010) es el reconocimiento más grande que ha recibido una película colombiana a nivel internacional; está siendo promocionada en más de 12 países: Francia, Estados Unidos, Canadá, Panamá, EsEn busca de los colores paña, Rusia, México, Suiza, entre otros. Para el cineasta antioqueño, Después de haber ganado algunas becas que le permitieron otro mérito fue abrir con la exhibición, por primera vez de su película viajar a Argentina y España, a Carlos César Arbeláez, quien ya haen Colombia, el 51º Festival Internacional de Cine de Cartagena de bía realizado su primer corto La edad del hielo, se le ocuIndias –FICCI (2011). rrió escribir una historia sobre un niño que quería saber Carlos César es consciente de todo lo que tuvo que pasar qué había detrás de una montaña. Pero, poco a poco, el “Hay muchos que hacen películas y las llevan a para llegar a este punto de su carrera y de lo cerca que estuguión se fue alargando hasta tener 17 versiones: “Yo emdel fracaso. “A la gente no le gusta la película porque yo festivales pero no pasa nada y ese es el riesgo vo pecé a escribir y la realidad colombiana se fue metiendo la hice o porque tiene mi nombre; le gusta porque está bien sin darme cuenta, y entonces escribí este guión que es hecha. Hay muchos que hacen películas y las llevan a festiporque si no ganas nada, llegas luego de un más sobre la amistad de unos niños pero tiene como trasvales pero no pasa nada y ese es el riesgo porque si no ganas festival, pones las copias debajo del colchón y fondo un desplazamiento”, comenta Arbeláez, quien se nada, llegas luego de un festival, pones las copias debajo del cuidó mucho de no caer en la victimización del conflicto. colchón y te acuestas a escribir un nuevo libreto”. te acuestas a escribir un nuevo libreto” Al estar en España, Arbeláez consiguió ayuda de un Para el cineasta antioqueño, ganador con el Premio Goco-productor ibérico y ganó un concurso de Ibermedia, yesca del Público y una mención especial del jurado en el de casi 300 millones de pesos para la producción del largometraje. “En el 2002, sólo Festival ‘Cine político para el siglo XXI’ de España, y el Premio Cinecolor en el se producía una película en Colombia, así que hacer este largometraje era alucinante; Festival Internacional de Cine de Cartagena; ser director es la profesión más ingrata, pero el dinero no alcanzaba. Así que comenzamos a buscar más apoyo económico y “un fotógrafo, un director de arte, hacen su parte en la película cobran y se van, pero Jaime Osorio, el productor de María llena eres de gracia, se sumó al proyecto”, cuenun director es el que sufre y al que menos gana, ser director es el peor cargo de una ta el cineasta. Sin embargo, después de haber realizado el casting en el municipio de película y todo el mundo quiere serlo, pero quien se decide a trabajar en esto es por Jardín y de estar a punto de comenzar el rodaje, Jaime Osorio falleció. el amor al arte”. “Tuvimos que devolver la plata cuando teníamos todo listo. Yo me deprimí tres Pero no todo en el mundo del cine colombiano es malo, los apoyos económicos años, se me cayó el pelo, no salía de mi casa; todo este tiempo mi madre me decía que van en aumento y las becas de la Alcaldía de Medellín, del Gobierno de Bogotá y del estudiara otra cosa, pero yo quería hacer películas”, dice Carlos César y añade: “A Ministerio de Cultura fomentan cada año cientos de proyectos. “El problema ya no pesar de la depresión, escribí otros dos guiones que ganaron un premio de la Alcaldía es la plata como antes, el problema son las ideas. Tienes que tener una buena historia y trabajé en Telemedellín en una serie de 15 capítulos […]. Luego, conocí a Juan Pablo porque un buen guión se hace siempre así seas pobre o negro, blanco o de la UniverTamayo, quien quería ser productor y me dijo que deseaba producir la película, que sidad de Antioquia, se hace […] igual puede que suene como frase de cajón pero hay en ese entonces se llamaba Juego de niños, y yo le dije que la cogiera”. que creer en uno y persistir. Uno debe hacer lo que le gusta porque si no, nunca vas a Junto a su nuevo productor, enviaron la película al Fondo para el Desarrollo ser bueno en eso”, manifiesta Arbeláez y puntualiza: “Un artista pinta por necesidad, Cinematográfico (FDC) donde recibieron un apoyo económico, y a Ibermedia donde no por volverse famoso”.

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En la lucha

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El todero del Fotografía: Daniel Rojas

Juancho Vargas es poco conocido entre las generaciones que escuchan reggaeton y electrónica. Él es una insignia de talla internacional en el desarrollo musical en Colombia de diferentes géneros, entre ellos el jazz. Daniel Rojas Bolívar darojas36@gmail.com

aprendizaje con la orquesta que incluía elementos para combinar con la música colombiana, pero que no se dedicaba a tocar jazz. También, complementó sus conocimientos en interpretación junto a un grupo de jazz integrado por inmigrantes alemanes establecidos en la ciudad, quienes le enseñaban de manera informal. La experiencia le sirvió para asumir la Dirección Artística de Discos Sonolux, en 1957, donde estuvo por diez años, e involucrarse de lleno con el jazz. Para 1965, Vargas grabó Las cumbias espaciales, uno de los trabajos más importantes para la historia del jazz colombiano, el cual se convirtió en una referencia internacional del proceso que vivía este género en el país. En el disco, se interpretan temas populares y éxitos internacionales como Cielito lindo y La chica de Ipanema, con arreglos jazzísticos, vanguardistas para la época. “Fue un proyecto que demostró que los elementos armónicos del jazz cabían perfectamente con temas como los colombianos, que no tenían nada que ver”, comenta el maestro. A finales de la década de los sesenta, pasó por Codiscos y luego por Discos Fuentes, donde hizo proyectos parecidos a Las cumbias espaciales: combinó temas populares con jazz, pero esta vez, para un resultado más bailable. Siguió, con la curiosidad de por medio y, en 1971, se fue para Estados Unidos, donde vivió cinco años. “Cuando volví, tuve un choque muy grande porque encontré que en Colombia no estaban interesados en hacer jazz. Las disqueras tenían otra forma de pensar y traían proyectos ya listos, que les salían mucho más económicos”. Estuvo cinco años en Medellín antes de partir para Cali en 1981, donde formó una Big Band con la cual amenizaba fiestas y encuentros. Aunque duró siete años, asegura que fue una experiencia muy difícil por la falta de músicos que conocieran a fondo el jazz. En 1987 volvió a la capital antioqueña, lugar que le dio gran parte de su recorrido musical, para realizar la idea de la Big Band Medellín.

e recibió un jueves a las dos y treinta en su casa de fachada gris, ubicada en el barrio Simón Bolívar. La sala está a la izquierda y el garaje a la derecha, donde está parqueado su Fiat Uno rojo. Sigue un pasillo largo que lleva hacia el salón de grabación y al patio, adornado con móviles colgantes de caracoles y campanas, una hamaca, materas, instrumentos de percusión en el piso y cajas. Al fondo, se ven las habitaciones y la cocina. Nos quedamos en la sala, donde está su piano de cola negro, con partituras alrededor. Al lado, un televisor plasma, un DVD, varios aparatos electrónicos, un reloj y un VHS que muestra la hora. Hay tres muebles. Sobre uno de ellos, están organizados de manera meticulosa seis controles remotos para manejar la tecnología de la habitación. En las paredes, Al compás de los Vargas cuelgan recuerdos musicales y cuadros de pianistas. “Ustedes, díganme qué hago y yo lo toco”, les dijo el saxofonista Jaime Uribe a Juancho El maestro se sienta en un cuarto sillón, que parece ser el personal, justo al lado del Vargas y su hija Catalina. Estaban en la sesión de grabación del disco de Catalina, una piano, el instrumento que lo ha acompañado en su carrera profesional y personal, por compilación de música popular y algunos temas con arreglos propios del maestro. Ella, más de seis décadas. Con éste, ha armonizado géneros desde la cumbia, el bolero y el jazz, actualmente, estudia Música en Argentina, pasando por otros como la ranchera, la guasca y la música cubana, por nombrar algunos. Catalina, hija del primero de sus dos matrimonios, es quien está siguiendo, de manera El amor y la destreza para interpretar estos ritmos los adquirió en la Barranquilla comprometida, los pasos musicales de su padre. Tiene el pelo crespo y los rasgos muy pacalurosa y musical en la cual nació. “A mí me pusieron a tocar piano desde los cinco recidos a los de Juancho Vargas: los ojos y boca. Es de pómulos prominentes y colorados; años”, recuerda el maestro. Estudió en la Escuela de Bellas Artes municipal, de enseñanza y cuando habla, su acento oscila entre paisa y argentino diluido. “Papi, organizá la pista. estricta y tradicionalista, donde los montajes siempre eran clásicos y estaba totalmente Bájale a la percusión para que escuche bien el maestro Jaime. Déjame intentar algo con prohibido tocar música popular. el programa”, le dice Catalina a su papá, quien, como él, maneja Aunque habla despacio, conecta sus historias entre sí con con una facilidad admirable el software del computador que tiefacilidad, mientras hace memoria. Escucha de manera atenta las preguntas, asintiendo con la cabeza, sin mirarme. Su boca “Yo tengo que trabajar o si no qué le digo nen en el cuarto adecuado para las sesiones de grabación. “¿Cómo la mantiene entreabierta. Los ojos de un azul opaco, por los a mi familia. Yo no puedo darme el lujo de lo siente, maestro?”, pregunta Juancho Vargas. “¿Ahí está bien?”, complementa Catalina. años, le brillan como si acabara de aplicarse gotas, y hace mueLa grabación del proyecto de Cata, como le dice su padre, se cas cuando algún carro o moto de la calle produce un ruido tocar conciertos de vez en cuando. Tengo estridente. que moverme y yo me le mido a lo que está armando gracias a la participación de algunos de los más reconocidos músicos locales, tales como Jaime Uribe, quien es director Gracias a la geografía de su tierra, tuvo la fortuna de conecsea”, explica. de la Big Band de la Universidad de Antioquia, con largo recorrido tarse con el mundo. Con personajes que arribaban por el Mar en instrumentos de viento. La mayoría le regalan sus horas de Caribe, llegó también el gusto por el jazz en su adolescencia. grabación, a pesar de la insistencia del maestro de pagarles, pues Este Juancho Vargas, de quince años, iba a las librerías por Juancho Vargas es quien pide el favor. partituras y a escuchar los elepés traídos de Estados Unidos, Europa y América Latina, El programa que usan divide la grabación por instrumentos en pistas de colores. Clic, de artistas como el trombonista Glenn Miller, el pianista Duke Ellington y el trompetista barra espaciadora, enter. El maestro se acomoda los audífonos y pareciera pensar en voz Louis Amstrong. alta, pero hablando casi en susurro. Confirma cualquier cosa con Catalina quien, mientras Con la radio, también hubo un gran acercamiento, pues había programas dedicados a tanto, sigue la partitura en detalle, antes de reanudar la grabación: clic, barra espaciadora, este género novedoso. “Cuando tuve contacto con el jazz, me di cuenta de que en Barranenter, durante una sesión de cinco horas. quilla no había grupos locales. Llegaban ensambles extranjeros y tocaban en diferentes Pero el maestro Jaime Uribe parece ya estar acostumbrado al ritmo de trabajo de los hoteles. Es muy poco lo que se podía hacer, pues no había mucho conocimiento sobre el Vargas. Él también pertenece a la Big Band de Medellín y, a un ritmo similar, grabaron tema”. un disco en 1998, el cual también se convirtió en un trabajo artístico, referente del jazz en Por eso, el maestro quería más. Su curiosidad y sus ganas de un repertorio diferente la ciudad, por la composición de la orquesta. Y aunque sólo es un disco en los 22 años de al permitido en el Conservatorio, lo llevaron a ser parte de varias orquestas de su ciudad, existencia, su vigencia se debe a la mezcla acertada de la planta de músicos y la labor de en las cuales dio a conocer su talento. Entre ellas, en la Emisora Atlántico Jazz Band, en interpretación que, incluso, mantienen hasta ahora, cuando su trabajo es más esporádico. la cual se tocaba y experimentaba con diferentes géneros de música popular y con la coSu amplio recorrido, más la habilidad para la interpretación del piano, no han imperriente swing del jazz. dido que el maestro Vargas acompañe a músicos como el Rey del Despecho, Darío Gómez, un cuadro diciente de la situación del músico en Colombia. “Yo tengo que trabajar o si no Entre conciertos y disqueras qué le digo a mi familia. Yo no puedo darme el lujo de tocar conciertos de vez en cuando. Lucho Bermúdez es, tal vez, el compositor e intérprete más representativo en la histoTengo que moverme y yo me le mido a lo que sea”, explica. ria de la música colombiana. En 1955, establecido en Medellín, buscaba un pianista para Con esa actitud de todero, el Maestro se ha dedicado, en los últimos años, a expandir tocar con su orquesta en hoteles y clubes, así como para acompañar a artistas en los prosu legado y su trabajo con Juancho Vargas Producciones: organizan eventos, conciertos, gramas de la emisora La Voz de Antioquia. Encontró a Juancho Vargas en Barranquilla, grabaciones y giras internacionales. Además, ha sido docente de instituciones como la quien llevaba un año de haberse graduado del Conservatorio, y había sido recomendado Escuela de Artes Débora Arango y la Universidad de Antioquia. Y, por si fuera poco, es por varios de sus colegas. “Tuve la gran oportunidad de tocar con el maestro Lucho Berel mentor de su hija Catalina, quien ha logrado tener como su mano derecha a uno de los múdez, en una ciudad en donde el jazz estaba más organizado; había público constante y músicos más importantes del país: su papá de 76 años, quien le enseña y supervisa de cerca eventos como los Jueves de Jazz del Club Campestre”. todos sus proyectos. Éste fue el inicio más determinante de su trabajo artístico. Vinieron tres años de

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16 Reconstrucción

Fotografía: Gilberto Pizano

Un Liceo para la historia Este año se conmemoran 110 años de la fundación del Liceo Antioqueño, un colegio edificado en la disciplina y las buenas costumbres, y cerrado al calor del tropel en 1988. Sus historias hacen parte, al mismo tiempo, del anecdotario de una Medellín tradicionalista y convulsionada.

Cortesía: Museo Universitario Universidad de Antioquia. Coro universitario, década de los 60

Juan David Ortiz Franco juanda2107@hotmail.com Un Liceo humanista y de cara a la sociedad

urante el siglo XIX y parte del XX, el proyecto académico colombiano estuvo atravesado por las disputas políticas que, entre otros aspectos, se ocuparon de la imposición de un modelo educativo como punto de referencia para la consolidación de un proyecto nacional. Dejar atrás los modelos coloniales significaba un cambio cultural. No se trataba, simplemente, de descolgar la pintura de Fernando VII para remplazarla por la de Bolívar o Santander. La Independencia suponía la necesidad de desmontar los paradigmas de una institución monárquica lejana e intocable. El nacimiento de los partidos transformó los escenarios educativos en fortines políticos. Sus lineamientos académicos se acomodaron según la época para obedecer a los intereses representados en las banderas conservadoras o liberales que, a su manera, se embarcaban en la idea de transformar los imaginarios surgidos en el poder divino de los reyes. El “fomento de la piedad cristiana” resume la doctrina defendida por las ocho figuras de la Regeneración (1886-1899), quienes con la firme intención de defender los altos intereses de la patria y evitar la anarquía a la que, a su juicio, se avocaba inevitablemente el país en manos de liberales, iniciaron una cruzada para oponerse a medidas tan escandalosas como la abolición de la esclavitud, la ley agraria y la separación de la Iglesia y el Estado que traería, entre otras consecuencias, la finalización de la hegemonía católica en la educación. Las instituciones, públicas y privadas se debatían en medio de las contradicciones políticas e ideológicas de la dirigencia nacional. Por esa razón, los espacios académicos tuvieron un papel determinante en la consolidación de idearios políticos que encontraban en estos el escenario para imponer sus principios. A principios del siglo XX, las nostalgias regeneradoras y los alcances de la Constitución de 1886 llevaron a que personajes que defendían ideas contrarias al sectarismo y hablaban de la necesaria reconciliación entre los militantes de los partidos, luego de la Guerra de los Mil Días (1899-1902), preservaran el firme propósito de formar ciudadanos disciplinados en la fe. En abril de 1901, llegó a la Rectoría de la Universidad de Antioquia, Carlos E. Restrepo, quien luego, desde la Presidencia de la República (1910-1914), sería la figura principal de la Unión Republicana que pretendía moderar la crisis posterior a la guerra, mediante alianzas partidistas y el reconocimiento de diferencias políticas. En ese mismo año, nació el Liceo Antioqueño con 147 estudiantes y 12 profesores. Se trataba de un centro educativo para Bachillerato, íntegramente relacionado con el proyecto universitario, que comenzó su actividad según el lineamiento pedagógico impuesto por el nuevo Rector, que orientaba los estudios hacia los fines prácticos que se consideraban acordes con los intereses de la región. Los estudiantes matriculados en el Liceo, según explicaba el propio Restrepo, provenían en su mayoría, sino en su totalidad, de familias practicantes y respetuosas de la fe católica que no requerían explicaciones sobre las razones por las cuales la formación de sus hijos respondería a “la civilidad y las buenas maneras”, como condiciones inherentes a la educación de un buen cristiano. Según una circular enviada por Carlos E. Restrepo al Consejo Universitario, a profesores y a estudiantes, el Decreto Nº 13 del 30 de mayo de 1901, “Sobre reorganización de la Universidad de Antioquia y creación del Liceo Antioqueño”, además de prohibir cualquier práctica contraria a la moral cristiana, consideraba necesario transformar el modelo que privilegiaba “los estudios teóricos sobre los prácticos, las abstracciones sobre lo concreto, lo ideal sobre lo real”, y que había “perturbado las nociones de lo útil y el sentido común de lo indispensable”.

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La herencia de los primeros estudios impartidos en el incipiente proyecto universitario, que ofrecía una formación acorde con las necesidades de las familias tradicionales para preservar el apellido en buen recaudo y para lograr una buena posición burocrática de su descendencia, llevó con el tiempo a que las facultades de Derecho y de Medicina se transformaran en la imagen por excelencia de la Universidad. En otras palabras, mientras el proyecto educativo se encontraba enquistado en el fortalecimiento de la decencia y las buenas costumbres representadas en los estudios con mayor tradición, el Liceo se transformaba en el frente humanístico y cultural de la Universidad. Alrededor de las ideas de libertad e igualdad que contradecían a la “Universidad ‘regenerada’: geométrica y convencional” que menciona el médico Alfonso Castro en sus memorias, se forjó la “época dorada” del Liceo Antioqueño, a partir de los años 30. Con la caída de la Hegemonía Conservadora y los cambios políticos de la época, la educación se transformó nuevamente para dar paso a los modelos educativos de la dirigencia liberal. Mientras las universidades eran el escenario de las confrontaciones ideológicas que antecedieron a la época de la Violencia, el Liceo pasó a formar parte de lo que Fabio Botero Gómez define como el “compendio cultural conformado además, por el Paraninfo, o sea, el salón de actos formales de la Universidad, la Biblioteca General, reorganizada en 1935 e instalada en el edificio de la Facultad de Derecho, en la manzana al oriente del Liceo, y la Revista Universidad de Antioquia, creada también en 1935 y que se constituyo rápidamente en la viva representación humanística y científica de la institución”.

Las puertas del Liceo permanecieron abiertas y sin portero, como dice Alberto Aguirre, como una manifestación de libertad en el escenario que fue durante casi 90 años, el alma máter de la Universidad. Durante los años 30, para pertenecer al Liceo Antioqueño se requerían dos condiciones irrefutables. La primera, como lo recuerda José Ignacio González en su libro Concordia, años de frenesí y de guerra, pasar un examen de admisión con tiza en mano y frente a un tablero que permitía los murmullos del público que acompañaba el ritual de iniciación o el acontecimiento de absoluto fracaso. La segunda, consistía en ser hombre y, por supuesto, dejaba un reducido margen de maniobra al aspirante que no cumpliera con tal condición que acompañó la historia del Liceo hasta poco antes de su cierre en 1988. Por esa razón, varias mujeres figuran en las listas de egresados. En el Liceo se encontraron todos los apellidos y todas las clases sociales. Las diferencias entre los harapos domingueros de ricos y pobres desaparecían bajo la camiseta verde con un escudo “sin florituras” que debía estar correctamente dispuesta dentro de un pantalón blanco impecable. El traje de gala representaba la dignidad del Liceo Antioqueño y camuflaba, con aparente disciplina militar, las ideas de libertad que lo representaban. En los días festivos, como el del Sagrado Corazón de Jesús y el del 20 de Julio, las bandas de guerra del Fray Rafael de la Serna, el colegio de la Universidad Pontificia Bolivariana, el Marco Fidel Suárez y el Liceo Antioqueño salían con sus atuendos de etiqueta y recorrían el centro con el orden propio de una competencia que nadie estaba dispuesto a perder. Aunque, como recuerda Ricardo Wolff, detrás de la formación meticulosamente dispuesta para dejar en la mirada de los espectadores una


17 sensación de absoluto decoro, se escondieron disputas eternas a las que se deben varios golpes y unos cuantos clarinetes rotos a rodillazos. “La banda marcial abría el paso del Alma Mater. Adelante, el batutero gigantesco atraía con sus malabares. Los hermanos Vieco les hacían interpretar el Cantaremos entusiastas y otras melodías a las resonantes marimbas. Medellín salía a las calles a ver desfilar la Universidad. Era un acontecimiento del cual nos sentíamos partícipes en nuestros puestos anónimos de marcha”, cuenta Juan José García Posada en su discurso El Liceo, escuela de Ética y democracia, presentado en 2008 para celebrar los diez años de fundación de la Asociación de Egresados del Liceo Antioqueño. Pertenecer al Liceo significaba, en esencia, ser universitario, según Luis Javier Castro Naranjo, egresado de 1974, los ‘budas’ (bachilleres de la Universidad de Antioquia) recibían “una formación integral y todas las materias eran importantes incluidas las Artes y la Educación Física. Ninguna era tenida como un relleno, pues los profesores valoraban lo que enseñaban y estaban convencidos de su importancia en la formación de los jóvenes”. La puesta en marcha de un proyecto académico para la consolidación de un Liceo humanista se desarrolló paralelamente con la fundación del Instituto Filológico, que bajo la dirección de Julio César García, tenía a su cargo los cursos correspondientes a los dos últimos años del Bachillerato que se impartían en las instalaciones del Edificio San Ignacio, mientras los tres primeros tenían como sede el caserón de La Manga, frente a la Plaza de Flórez. Aunque con variaciones, el modelo educativo enfocado en la práctica, permaneció a los largo de toda la historia de la institución. Por esa razón, los egresados estaban capacitados para manejar una máquina de escribir y eran expertos en taquigrafía; pero, al mismo tiempo, recibían cursos de Música e Historia del Arte. Eran conocedores de las obras de Beethoven, Bach, Mozart, Vivaldi, Schubert, Verdi, Chopin, Stravinsky y Tchaikovsky. Según dice Castro Naranjo, “muchos egresados rápidamente se empleaban como profesores de Primaria y Bachillerato en las instituciones educativas públicas y privadas y enseñaban Matemáticas, Español, Historia de la Música e Historia del Arte, Cálculo, Inglés, Francés, entre otras muchas asignaturas”.

Fotografía: Foto Rodríguez Cortesía: Museo Universitario Universidad de Antioquia. Mosaico bachilleres, 1950

Años de protestas y controversias

Las puertas del Liceo permanecieron abiertas y sin portero, como dice Alberto Aguirre, como una manifestación de libertad en el escenario que fue durante casi 90 años, el alma máter de la Universidad: uno de los pocos espacios vivos para el humanismo en una universidad de buena familia, que se acostumbró a formar ingenieros, médicos y abogados, y que encontró en el Bachillerato uno de sus únicos escapes de cara a la sociedad. Sus puertas estuvieron abiertas hasta que sufrió las consecuencias de ser lo suficientemente incómodo para la ciudad. El Liceo se transformó al calor de las disputas que sumieron al país en uno de los periodos más aciagos de su historia. Mientras que en las plazas de los pueblos, conservadores y liberales se mataban a machetazos; en las aulas de clase se olvidaban de a poco los modelos educativos para los cuales era indispensable rendir culto a la Santísima Trinidad. En 1960 se terminó de construir, en el barrio Robledo, la sede que ocuparía el Liceo Antioqueño hasta el momento de su cierre y que sería el lugar donde se forjaron las anécdotas de las últimas generaciones de egresados. Con los años 70, llegaron las pedreas y las quemas ‘importadas’ de las protestas estudiantiles que se conocían por radio o televisión, y con ellas, la ira de algunos sectores de la política regional que veían en los estudiantes una versión urbana del bandolerismo campesino que la misma dirigencia descalificaba políticamente. En los 80, se formó un híbrido a partir del fenómeno creciente del narcotráfico y de la presencia de grupos armados al interior de las instituciones educativas. A los desórdenes, que eran un común denominador en colegios y universidades, se sumaron las desapariciones de profesores y líderes sociales, y de paso, la radicalización de la protesta estudiantil. El deterioro ideológico de la protesta quedó evidenciado en las confrontaciones que nunca se habían presentado entre estudiantes del Instituto Pascual Bravo, vecino del sector, y del Liceo Antioqueño. Los grupos estudiantiles, que antes se consideraban aliados, se vieron enfrascados en disputas territoriales que desencadenaron en la crisis que se vivió entre los años 1986 y 1988. Mientras algunas voces en la Universidad y la ciudad se manifestaban para exigir el cierre de la institución, y de esa forma sortear las dificultades de orden público que tenían origen en el Liceo, algunos profesores de la época propusieron nuevos modelos curriculares dirigidos hacia la solución de la problemática, mediante la profundización del proyecto académico. Con la llegada de Eduardo Cano a la Rectoría de la Universidad de Antioquia, Federico García Posada a la Vicerrectoría General y William Restrepo Riasco a la Vicerrectoría de Docencia, se inició con la asesoría de Severiano Herrera, el proceso de implementación del nuevo proyecto curricular que se encontraba enfocado en el bilingüismo y las nuevas tecnologías y que, entre otros aspectos, permitió el ingreso de mujeres al Liceo. Sin embargo, en mayo de 1988, mientras el Ministerio de Educación, se encontraba a cargo de Antonio Yepes Parra, llegó a la Rectoría, Luis Javier Arroyave; a la Vicerrectoría General, Beatriz Restrepo; y a la Vicerrectoría de Docencia, Víctor Álvarez. Durante esa administración fueron despedidos varios profesores y se interrumpió la reforma curricular. Según Luis Fernando Acevedo Ruiz, en su libro De Liceo a Ciudadela Universitaria (2010), en 1988 las directivas del Instituto Pascual Bravo adoptaron medidas disciplinarias que contemplaban algunos despidos para controlar los desórdenes en el sector. Con esa determinación, los estudiantes de esa institución dejaron de participar en los ‘tropeles’ y los del Liceo iniciaron una serie de acciones para castigar su falta de solidaridad. El 13 de octubre de 1988 varios estudiantes del Liceo Antioqueño atacaron las instalaciones del Pascual Bravo, por no permitirles el ingreso a las fiestas anuales de la institución. Una semana después, la reacción de los estudiantes del Pascual Bravo arrojó como saldo la quema de varias oficinas y laboratorios ubicados en el bloque de los grados quintos y sextos del Liceo. Ante los enfrentamientos, la administración de Arroyave tomó la decisión de cerrar “temporalmente” la institución y de reubicar a sus profesores y estudiantes en otros colegios a cargo del Departamento de Antioquia. Poco tiempo después, el espacio que ocupó el Liceo se destinó para otras facultades, entre ellas la de Medicina Veterinaria y Zootecnia, cuya decanatura sería asumida más tarde por el profesor Arroyave, quien ocuparía el cargo durante tres periodos consecutivos. Luego del cierre, que pasó de temporal a definitivo, la presión de los estudiantes y profesores para la reapertura del Liceo fue “atendida” en 1992, cuando Beatriz Restrepo, ahora desde la Secretaria de Educación Departamental durante la gober-

Fotografía: Gilberto Pizano Cortesía: Museo Universitario Universidad de Antioquia. Desfile torneo intercolegiado, 1962

Cortesía: Museo Universitario Universidad de Antioquia. Panorámica Liceo.

nación de Juan Gómez Martínez, tomó la decisión de abrir un nuevo colegio llamado Liceo Antioqueño en algunos pabellones del Hospital Mental, en el municipio de Bello. A ese nuevo colegio, que invade el manicomio y tiene portero, se prohibió el ingreso de los antiguos liceístas. Con el cierre del Liceo, no sólo se fragmentaron los problemas. En palabras de Luis Fernando Acevedo, “quienes vieron en el cierre del Liceo solamente la solución a un grave problema de orden público, ignoran su valor histórico, cultural y académico; ignoran también que con ello se sepultó un modelo educativo excepcional y, de paso, se sepultó también su concepción sobre la educación integral, que se evidenció exitosamente, y en múltiples formas, en el Liceo durante 87 años de historia”.

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18 Primer plano

Víctimas de papel

Fotografía: Jorge Caraballo

Víctimas de la violencia esperan ser atendidos en la Personería de Medellín.

Hallar una nota, una nota periodística en la que se relate el asesinato de sus familiares, es la última herramienta con la que algunas víctimas podrían tener acceso a la reparación individual por vía administrativa. Jonatan Montoya García jmonti871@hotmail.com

eatriz Alzate lee detenidamente la noticia en un periódico viejo. La esperanza de encontrar una línea en la que, al menos, se mencione el nombre de sus hermanos sigue latente. Juan y Mario* fueron asesinados el 21 de abril de 2001. Trabajaban como repartidores de arepas y eran amigos de Jorge Luis, también vendedor de tal producto, asesinado el mismo día. Sin embargo, sus asesinatos no aparecen registrados en el papel. La historia comenzó cuando los hermanos de Beatriz decidieron irse a vivir al barrio Santo Domingo Savio. Allí, Juan, de 18 años, se enamoró de una mujer que estaba relacionada con uno de los jefes paramilitares del sector. Días después, tres hombres encapuchados irrumpieron en su casa mientras almorzaba, lo sacaron a la fuerza, se lo llevaron y lo asesinaron. Su hermano Mario, de 24 años, corrió en su auxilio y encontró el mismo destino. Pero el drama de Beatriz no terminó ahí. Cinco meses después, el 15 de septiembre de 2001, Día del Amor y la Amistad, varios sujetos asesinaron a su madre, luego de entrar violentamente a su casa ubicada en el barrio Manrique. Allí también se encontraba el hijo menor de Beatriz, quien presenció el homicidio; y afortunadamente salió ileso. Días antes del asesinato, las mujeres habían sido notificadas sobre las indagaciones que estaba haciendo la Fiscalía relacionadas con los homicidios de Juan y Mario. Ahora, Beatriz busca un titular o una noticia que registre tales acontecimientos en la prensa. Le solicita al auxiliar de la Sala de Prensa de la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia los ejemplares posteriores al 21 de abril y al 15 de septiembre de 2001. Un fragmento en el papel que registe la muerte de sus familiares podría convertirse en una pieza fundamental para sustentar que fueron asesinados por los paramilitares, como ella cree; es la prueba que la llevaría a conseguir la Reparación Individual por Vía Administrativa que reciben las víctimas del conflicto armado en Colombia.

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El Decreto 1290

El proceso de reparación individual de víctimas del conflicto armado en nuestro país se inició desde que, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, los entonces ministros del Interior y de Justicia, Carlos Holguín Sardi, y de Hacienda y Crédito Público, Óscar Iván Zuluaga Escobar, firmaron el Decreto Número 1290 del 22 de abril de 2008, por medio del cual se creó el Programa de Reparación Individual por Vía Administrativa para las víctimas de los grupos armados organizados al margen de la ley. Para esa época, abril de 2008, según el expresidente Uribe, los primeros beneficiados serían aproximadamente 2 millones 200 mil personas, de las cuales 126 mil se acreditaron como víctimas en el proceso de Justicia y Paz. La cifra restante corresponde a un poco más de 500 mil hogares de desplazados. Tras la firma del decreto, el exministro del Interior y de Justicia Carlos Holguín Sardi, consideró que era “un paso trascendental para el país, significativo para los procesos de paz, y un gesto de inmensa solidaridad del Gobierno y de los colombianos con las víctimas de los grupos armados al margen de la ley”. Además, informó que los dineros para la reparación saldrían del Presupuesto Nacional, una suma de recursos ordinarios de la Nación y otra de todos los impuestos de los colombianos. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, Beatriz Alzate, no ha conseguido aún la reparación. La carencia del registro en prensa que pruebe la muerte de sus hermanos y su madre se ha vuelto un drama más en su vida. El resto de los documentos los tiene en orden.

Los requerimientos

Beatriz fue una de las 331 mil 604 personas que presentaron su solicitud ante Acción Social y la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Esta convocatoria se abrió el 15 de agosto de 2008 y se cerró a mediados del 2010 para que las víctimas, según los términos de la Ley de Justicia y Paz, se presentaran ante estos organismos y diligenciaran su solicitud de Reparación Individual. Los requerimientos del Gobierno para poder obtener la indemnización se convierten en el principal obstáculo para acceder a ésta.


19 Para Carlos Álvarez, una víctima más en busca de la reparación administrativa, el proceso apenas comienza. Lo primero que tiene que hacer, según el abogado Gabriel Jaime López, es diligenciar un formulario donde describa cómo fue asesinado su hermano. Posteriormente, este formulario irá donde un Fiscal, quien se encargará de la investigación del Bloque que presuntamente cometió el delito contra la víctima. Si el desmovilizado en las audiencias confiesa el crimen contra esa persona, sus familiares tienen derecho a conocer esa verdad, a que haya un proceso justo, aunque sea simbólico, y a una reparación. En el caso de Beatriz, el Fiscal ya la escuchó. Según ella, él está muy convencido de su condición de ser víctima del Bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas, que delinquió en el barrio donde su madre fue asesinada. En el documento fechado el 16 de enero de 2009, consta su condición de víctima. Dice: “Me permito informarle que este despacho judicial mediante orden de la fecha, le ha reconocido sumaria y provisionalmente su condición de víctima dentro de los procesos de justicia y paz que se tramitan en contra de los exmiembros integrantes del bloque Cacique Nutibara de las autodefensas, en relación al delito de homicidio agravado ocurrido en esta ciudad, donde resultó perjudicada su señora madre María Elsy Gómez Atehortúa”. No obstante, a Beatriz, como a miles de víctimas, le negaron la reparación y le piden que lleve más pruebas.

“A mí me tocó amanecer ese día en la calle cuando iba ir a recibir la carta para saber si había sido aceptada o no como víctima. Me han tocado las filas en Acción Social desde la cinco de la mañana hasta las seis de la tarde. Me ha tocado luchar mucho para que me estén diciendo que no”, cuenta Beatriz.

Fotografía: Jorge Caraballo

Carlos cree, después de conocer los requisitos para obtener la Reparación Individual por vía administrativa, que este es un largo camino en el que apenas se aventura. Espera cumplir con los requerimientos, pero le parece casi imposible conseguir la reparación y confía en tener la paciencia que necesita para ello. Frente al caso de Beatriz, Jorge Cuestas afirma que esto depende de si el caso fue investigado o no por la Fiscalía; si el caso está en Justicia y Paz, si está la investigación adelantada, o si ya hay una confesión de algún paramilitar sobre este hecho. “El hecho de que sea administrativa no significa que se resuelva en el escritorio”, dice Cuestas. Acción Social lo que hace es comparar datos y cruzar información con la Fiscalía, la Defensoría y la Personería para verificar que estos delitos fueron cometidos realmente por grupos armados ilegales. Debido a esto, Beatriz sigue recogiendo pruebas, sobre todo continúa con la búsqueda de información del asesinato de sus hermanos y de su madre que haya sido registrada en los periódicos, ya que, como dice Jorge Cuestas, lo único que queda para que Acción Social vuelva a mirar el caso es “echarle mano a esa información. Muchas personas lo han conseguido y ha sido muy valioso, pero estos delitos han sido tan mimetizados que no aparecen en la prensa”.

Fotografía: Jorge Caraballo En la Personería de Medellín se presta asesoría integral a las personas que han sido reconocidas como víctimas del conflicto

El camino para la reparación

Para Beatriz y Carlos resulta indignante que acceder a una reparación les implique tantas diligencias, que tengan que hacer turismo por todas las oficinas adonde deben dirigirse y que deban trasnochar en la oficina de Acción Social. “A mí me tocó amanecer ese día en la calle cuando iba ir a recibir la carta para saber si había sido aceptada o no como víctima. Me han tocado las filas en Acción Social desde la cinco de la mañana hasta las seis de la tarde. Me ha tocado luchar mucho para que me estén diciendo que no”, cuenta Beatriz. De acuerdo con la legislación internacional, la reparación debe entenderse como un proceso integral en el que se cumplan básicamente cuatro requisitos: la restitución de la persona a condiciones iguales antes del hecho del que fue víctima, la rehabilitación médica y sicológica, las garantías de no repetición y la satisfacción. Sin embargo, la Reparación Individual por Vía Administrativa encamina su trabajo sobre todo hacia la reparación económica cuyo reconocimiento máximo, según Jorge Cuestas, está por los 40 salarios mínimos, es decir, por delito se podrían obtener 20 millones de pesos. Pero la decisión de la cantidad del monto que le corresponde a cada persona la toma el Comité de Reparaciones Administrativas. Ellos evalúan el caso y, dependiendo de su consideración, se da una cifra. En una ciudad donde el 85% de los casos de las personas que desea obtener la reparación ha sido negado por diversos motivos, las esperanzas de Carlos disminuyen: “Voy a seguir hasta donde pueda, si no archivo eso”. La nueva Ley de Víctimas que impulsa el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, tal vez le haga las cosas más fáciles a Carlos; pues, el pasado 14 de diciembre, pasó al Senado tras aprobarse en la Cámara. Entre las modificaciones se encontraría la fecha a partir de la cual se considera que una persona ha sido víctima del conflicto armado (desde 1986 para la condición de víctima y desde 1991 para la condición de despojado de la tierra), el monto de la reparación, la restitución de tierras y la institucionalidad para la aplicación de la norma. Beatriz y Carlos seguirán esperando. Ninguno ha encontrado en el periódico el registro de la muerte de sus familiares o del hecho en sí mismo; no han encontrado justicia, no han encontrado verdad, no han encontrado reparación. Beatriz sigue buscando y dice: “Lo que Acción Social me dé es una ayuda para mí. Voy a ir al final, con todas las pruebas, hasta que ellos me acepten como víctima”. *Este texto se desprende de la investigación hecha para un reportaje de televisión, elaborado por el autor y los estudiantes Hugo Alberto Valencia, Johnatan Clavijo y Johana Ramírez.

La sala de prensa de la U. de A. es frecuentada por quienes buscan una nota periodística que de cuenta de la muerte de sus familiares.

* Nombres cambiados a petición de las fuentes.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


20 Semblanzas

Fotografía: cortesía familia Cárdenas

Lo que el río no se llevó Dicen que a Eliana y a Lina se las llevó el río Medellín cuando se hundió el carro en el que iban. Pero, las circunstancias extrañas de esa desaparición, hacen pensar que las causas se quedaron en tierra.

AnaMaria Bedoya bedoya.ana@gmail.com

la tres de la mañana del 26 de diciembre de 2010, en un supuesto accidente, un automóvil, en la que iban Eliana Cárdenas y Lina Henao junto con tres policías, se fue al río Medellín por el sector de Industriales. Los tres policías salieron ilesos; las dos mujeres desaparecieron. El cadáver de Eliana fue encontrado diez días después en un tramo del río Porce que limita con Yolombó; Lina sigue desparecida. ¿Quiénes son ellas?

A

Eliana Cárdenas Cardona a entrevista había terminado. Marina, mirando la grabadora de periodista, dijo: “¿Uno cómo hace para escuchar lo que grabó?”. Le mostré el botón del centro y le di play. Ella agarró la grabadora con sus dedos cortos, pegó el aparato a su oído izquierdo, inclinó su cuerpo y empezó a escuchar su propia voz: “Yo recuerdo cuando quedé en embarazo, qué felicidad tan grande, imagínese. En realidad yo si quería una niña, yo andaba con una amiguita que se llamaba Eliana. Y yo decía, el día que tenga una niña le pongo Eliana, y nació Eliana. ¡Ay cuando empezó el primer pasito! Yo era feliz, las palabritas que ella empezaba a decir: má, y yo feliz. Cuando ya estaba más grandecita, ella me decía: mami, quiero guatico. Y yo, ¿Qué es guatico? Eso lo vi tan lindo, me fui pa’ la nevera y se la abrí y ella sacó un aguacate. Empezando ellos, uno todo lo ve lindo ¿cierto?”. Los ojos de Alicia se apagaron al ver a su hermana embelesada en aquella grabación. Era el día de su cumpleaños. En la cocina su esposo le preparaba una cena especial: cañón de cerdo, papas al vapor, torta de vino. Alicia no estaba feliz. Me invitó a conocer los demás cuartos de la casa, en la sala tiene pequeñas mesas para todo: retratos, velas, flores, cerámicas. Hay una mesa especial, vestida con un mantel blanco tejido de flores, hay una estatua del padre Marianito y de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Hay unas florecitas plásticas blancas y rosadas al lado de un cofre de madera. En el centro de ese pequeño santuario está el retrato de Eliana. En la foto Eliana sonríe sin mostrar sus dientes, tiene los labios finos, pintados con brillo, los ojos grandes. Una diadema de flores artificiales, rosadas, decoran su cabello lacio y negro. “Esos son los santos a los que yo les rezo, les prometí que si la encontraba les hacía un altar. Me falta la Rosa Mística. Mi hijo me dijo que me la iba a dar de cumpleaños, vamos a ver si me la trae”. “Le encantaba montar a caballo” escucha Marina en la grabadora. Eliana nació hace 22 años en Montería, rodeada de animales, en la tierra en que su padre, dedicado al campo, la vio dar sus primeros pasos. “Ella se montaba conmigo en la hamaca, le encantaba balacearse y un día nos caímos. Cuando estaba grande siempre se acordaba de eso y de los caballos, me decía, ´tío, yo me acuerdo cuando nos caímos de la hamaca´ y se reía” me contaría Jorge, hermano de Fabio, el papá de Eliana.

L

No. 51 Marzo de 2011

Tristeza en corazón cuando te oigo, cucú mi soledad es más profunda. Matsuo Basho.

Los años que tejieron su infancia se deslizaron por los corredores de una escuela primaria de Amagá, Antioquia, vivía con su abuela materna. Marina se había empeñado en enseñarle, desde muy temprano, a juntar consonantes y vocales. “Yo le enseñé a leer y luego la largué y yo nunca le tenía que decir: mami coja el cuaderno para que estudie. Ella siempre era pendiente de sus cosas, la niña era muy inteligente y muy responsable” me diría Rosalba. “Yo, sinceramente, le digo, la niña a mi no me ha hecho llorar si no ahora que pasó esto, porque la niña a mí en vida no me hizo llorar”. Era su hija única. Cuando terminó la primaria se fueron las dos a Medellín, se celebraban los cumpleaños en una reunión íntima de madre e hija, no faltaba la torta ni el regalo que Marina siempre anticipaba antes 18 de agosto, el natalicio de Eliana. Marina trata de sostener una sonrisa en sus labios pero sus ojos pesan de tantas lágrimas. Se empeña en agrupar recuerdos, todos bonitos, siempre con un “ella feliz” para contar lo que Eliana hacía. Llenar la casa de música: vallenato, electrónica, ranchera; salir los días de sol a la acera de su casa y quedarse sentada horas esperando que su piel blanca se dorara, sin lograrlo; levantarse temprano para arreglarse el cabello y delinear sus ojos; deleitarse comiendo carnes, en especial el chicharrón, que ahora, cuando su madre lo hace, no deja de pensarla. “Ella me decía: Mami, yo quiero tener cuatro negritos. Ya últimamente me decía, mami ya no van a ser cuatro, van a ser cinco. Yo me echaba a reir. Ella feliz con sus negritos.” Eliana quiso estudiar investigación judicial cuando terminó el colegio. Hizo tres semestres pero no soportaba ver a su mamá limpiando pisos y baños en un restaurante, por eso se salió del estudió y buscó trabajo. Le dijo a su madre que renunciara, que ella ya tenía trabajo en un almacén de zapatos y que con lo que ganaban podían vivir tranquilas. Alicia prende la luz del cuarto de José, su hijo, en una pared tiene pegadas las fotos de su prima. Eliana posa con las manos en la cintura. “Cuando José prende el computador lo primero que sale es la foto de Eliana, él la adoraba”. José, el primo adolescente de 16 años, fue el primero en sentir su ausencia. Fue quién contestó el teléfono y recibió el recado de que su prima no había llegado a trabajar el 26 de diciembre. “Cuando él me dio la razón. Mami vea llamaron del trabajo de Eliana que no fue trabajar, mami a Eliana le pasó algo porque Eliana no deja de trabajar, yo la conozco muy bien, llame a mi tía a ver que le pasó a Eliana”, cuenta Alicia, la tía que era su segunda madre, a la que visitaba cada que podía. “Yo siempre sabía que ella llegaba porque gritaba desde la esquina, llegó la alegría de esta casa.”


21 ranza. Siempre se le ven los ojos llenos de alegría, se preocupa por los problemas de los demás, es la que siempre tiende la mano al que la necesita, ella vive en paz consigo misma, no conoce la envidia ni el odio, nunca se le oye hablar mal de los demás”. Cada fin de semana de puente es un viaje fijo a su pueblo, para ver a sus padres y hermanos, para jugar con sus sobrinos, para mimar a sus perros y a su gato, para disfrutar de los paisajes verdes y quedarse alelada contemplándolos. En uno de esos viajes, el regreso a la ciudad fue distinto. A veces conseguir transporte le era difícil. Ella, por el afán de regresar pronto a la ciudad para cumplir con su trabajo, estiró la mano a un carro particular. El conductor, un policía, quiso ser su amigo, días después la invitó a una partido de fútbol. “Él le dijo que para entrar al estadio necesitaba la cédula y se quedó con ella por diez días. Le dijo que la necesitaba para que firmara unos papeles de una recompensa. No sabemos por donde estuvo dando vueltas es cédula, ni si este policía tenga que ver con los del accidente. Le dijimos a Lina que se alejara del hombre y que no le firmara nada. Yo no supe más”, cuenta Gildardo. Su padre no se cansará hasta encontrarla. Le pagó a pescadores y rescatistas para que la buscaran en el rio, casi un mes estuvo bordeando la orilla de esa masa de agua oscura donde dicen que está. “¿Por qué no la encuentro, entonces?” Se pregunta, “¿sí será en rio donde está?”. Lina, la romántica que llena sus pulmones para cantar la canción que le recuerda su casa: “Caballo de patas blancas con herraduras de acero, hoy a brincar las trancas antes que salga el lucero y vas a llevar en ancas a la mujer que yo quiero”. La madrugadora, la chaparrita, como le dice su amigo, la que los domingos se va caminar o montar bicicleta, la que prefiere más el buñuelo que la empanada, la que se emociona viendo pájaros en el cielo, la que todos esperan viva. “Lina la bella mujer que un día salió con su compañera y de ahí los resultados fatales que nunca se olvidarán. Sin amistades raras pasó lo que pasó y no nos explicamos la causa. El dónde está o qué le pudo haber pasado es un misterio. Hasta cuándo tendremos que esperar para saber de Lina, la monita, la mujer cariñosa, preciosa y querendona, la mujer que tanto quiere a todos aquellos que la aman” escribe Carlos, su amigo.

Lina Henao Dávila

En camino...si caigo Ha de ser sobre flores de ledespezo rosa. Kawi Sora.

No se vale decir ella era porque quienes la quieren y recuerdan la esperan viva. Lleva dos meses y medio desaparecida. Sus labios gruesos, sus ojos claros, sus pómulos anchos se repiten en decenas de fotografías que, quienes la buscan, han dejado en las calles de la ciudad y los pueblos cercanos, para que alguien diga yo la vi, yo sé dónde está, pero nadie ha dicho nada. En La Mercerd, pueblo de montaña fina y viento voraz, nació el 11 de enero de hace 29 años. Allá está su padre, Gildardo, con la última conversación que tuvieron grabada en su recuerdo. “Me dijo que se iba a bañar para acostarse. Hablamos muy poquito, yo le dije que la llamaba al otro día”. Pero Lina esa noche del 26 salió con Eliana. “Si se hubiera acostado como me lo dijo…” pensaría su padre. Pensar en lo que hubiera sido cuando no fue será la larga pelea con el destino. Su sueño: ser enfermera. Trabajó durante mucho tiempo con la comunidad de la Merced, apoyando las actividades de Bienestar Familiar y de la secretaria de medio ambiente. Decidió hacer destino en otros aires y se fue para la ciudad. Primero fue a Bogotá pero le pareció muy duro, entonces se fue para Medellín y se quedó. Empezó a trabajar en un almacén de zapatos, donde conocería a Eliana y se haría su amiga. Ella, por ser ordenada y puntual, es la encarda de abrir el almacén, de manejar la caja y de esperar hasta el final de la jornada a que el último trabajador salga para cerrar la reja hasta el otro día. “Lina es una mujer muy responsable y tranquila. Lo único que la estresa es llegar cinco minutos tarde al trabajo, no se lo perdona” contaría Carlos, un amigo de infancia. Él tiene mucho por decir de ella pero prefiere escribir algunas líneas, la voz se le quiebra cada que recuerda un detalle, por eso, con letra grande, escribe: “Lina es la persona imborrable, no podemos dejar de pensar en ella. Llena de buenos sentimientos. Refleja en su mirada y su sonrisa lo que es: sencilla, humilde y con gran respeto por los semejantes. La mujer que comparte con todos y respeta sus diferencias, es el gran tesoro que todos queremos encontrar, porque es la amiga que siempre está con uno en las buenas y en las malas, la que siempre tiene una voz de aliento, fe y espe-

Fotografía: cortesía familia Henao

Del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, esa era su rutina. Poco salía porque siempre llegaba cansada, porque prefería estar con su familia, porque era callada, tímida y tenía pocas amigas. “Yo la llamaba para invitarla a comer, porque a ella le encantaba el churrasco. Unos meses antes de lo que le pasó yo le había dicho. Eliana, vos por qué no te conseguís un novio. Yo novios pa’ qué, me decía. Pa’ estarlo persiguiendo a uno, pa’ estar molestando que donde está. Por eso es que a mí se me hizo raro ahora cuando me enteré de este tipo, dizque que llevaban que dos meses y puntico, yo ni sabía”. Santiago, así le dijo él que se llamaba. Marina solo supo de él por los suspiros que su hija soltaba cuando él telefoneaba, pero no lo conocía. Ella le prometió presentárselo. Marina le había dicho que tanta ilusión podía caer mal si ella de pronto se desencantaba de él, pero Eliana le dijo que ese muchacho le gustaba enserio. El 24 de diciembre Eliana y Marina estuvieron en Itagüí, en la casa de la abuela. Celebraron la navidad y amanecieron hasta el 25. Ese día ella le dijo a la madre que se fueran para la casa, estaba feliz, esa noche iba a salir con Santiago. En casa, Marina le hizo de comer y Eliana le pidió que comieran juntas. “Yo le pregunté que con quién iba a salir, con Lina y Santiago, me dijo, pero yo vengo temprano porque tengo que trabajar mañana. Me despedí de ella, mi Dios la acompañe y juiciosa. Y ella, mami tranquila que usted sabe que yo no bebo, yo sé que tengo que venir a trabajar. Yo me encerré en mi pieza y me acosté”. Santiago. Ese muchacho con el que se fue la noche del 26 para nunca volver, ese muchacho que le iba a presentar su tía Alicia que tanto le decía que si se iba quedar para vestir santos, ese muchacho que no se llama Santiago sino Guillermo León, que mintió quién sabe por qué, y que es el único que puede saber que pasó aquella noche y por qué Eliana apareció días después muerta en el río. Alicia abre el cofre que permanece en el pequeño altar, Marina no despega la grabadora de su oído. Alicia me muestra las cartas que le leyeron el día del entierro a Eliana. Me entrega la que le escribió Marina a Eliana: “Ayer salí a buscarte hija, en el sonido del viento, en la soledad de mis horas, en un rayito de la luna, en el silencio de la noche, en el rocío de esta madrugada. Ayer salí a buscarte, porque te extraño, Eliana. ¿Cómo no extrañarte? Si me hace falta tu presencia. Te buscaba en el andar de mis pasos, en la luz de algún lucero, en el cantar de las estrellas, en el gemir de mi dolor. Ayer salí a buscarte hija mía pues en tu partida tu adiós me hace extrañarte. Te amo hija mía”.

Pistas y despistes Las familias de Eliana y Lina están a la espera de los resultados de la investigación que adelanta la Fiscalía. En este caso, lo único cierto, es que se han dicho mentiras, hay algo oscuro, y las pistas que dejan mucho que pensar. 1. Ese día Eliana quedó de salir con “Santiago” y con Lina. Los otros dos policías, León Fernando Álvarez y Alejandro Vanegas Sánchez, fueron invitados que ellas no esperaban. 2. “Santiago” el hombre con quién Eliana llevaba menos de dos meses de noviazgo se llama en realidad Guillemo León Marín, algo que ella ignoró durante todo ese tiempo. Además, es casado y tiene un hijo. 3. Las placas MQK 205 del Chevrolet Corsa negro que conducía Marín, eran “gemeliadas” y corresponden a las de un vehículo en Bogotá. En su defensa el policía dijo que el carro, que usaba hace varios meses, era prestado. 4. Cuando el carro fue encontrado en el rio, tenía las puertas cerradas. ¿Cómo fue entonces que se salieron del carro? 5. En el lugar donde dicen los policías que se fue el carro por esquivar un hueco, no hay ningún hueco, ningún rastrillón en el piso. El impacto no se llevó la cerca que rodea el sendero del rio porque increíblemente había un espacio amplio por donde cupo. 6. Ninguno de los tres policías, entrenados para situaciones trágicas, reportó el accidente al tránsito aquella noche, ni pidieron refuerzos. Cada uno se fue supuestamente para su casa sin dar ningún aviso. El accidente, dicen ellos, fue a la tres de la mañana, a ellos los buscaron a la nueve. ¿Qué hicieron durante esas seis horas? 7. Un supuesto testigo dice que vio a una mujer que intentaba rescatar a otra. Ante los reclamos que le hicieron a Marín, dijo que era el quién intentaba sacar a Eliana del rio pero que una corriente se la arrebató. ¿Por qué el testigo no reportó el accidente? 8. Ninguno de los tres policías presenta heridas de accidente. A los tres, casualmente, le pusieron cuello ortopédico. 9. Cuando a los tres policías les preguntaron quiénes eran las dos mujeres que iban con ellos en el carro, dijeron que las habían conocido esa noche. 10. El cuerpo de Eliana fue encontrado diez días después a 97 kilómetros de donde fue el accidente. No estaba destrozado ni descompuesto como suponían los rescatistas, un cuerpo que había atravesado un rio lleno de fuertes, piedras y remolinos. El pescador que la encontró, quien además a rescatado varios cadáveres, dijo que siempre que el rescataba a un ahogado la persona quedaba con la lengua afuera. Eliana tenía los labios apretados y una herida pequeña en uno de los costados. 11. Lina sigue desaparecida.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


22 A otro ritmo Fotografía: Sandra Milena Ramírez

A los 31 años, Adriana Morales regresa a los escenarios del rap en Medellín. Nana, como le decía su padre, es esposa y madre; también, ejemplo para las nuevas raperitas.

El hip hop de Nana

Sandra Milena Ramírez Giraldo samyragy@gmail.com

n la casa 101 del barrio La Planta, del lluvioso Caldas, reside una mujer trigueña, de ojos y cabello oscuros, delgada, con una voz dulce diferente a aquella efusiva que los micrófonos atrapan cuando ella se apropia del escenario. Esa casa pequeña es el primer espacio en el que actúa Adriana Morales, más conocida como Nana, (así la llamaba su padre de pequeña. Así se quedó entre sus amigos, entre sus colegas, entre los raperos). Allí vive con su hijo Jeremy de 9 años, su esposo, su madre y su hermano. Con su camisa de flores, se ve como un ama de casa, madre y esposa convencional. Nana se prepara para cumplir la cita de entrega de notas de su hijo. La tranquilidad de Jeremy refleja un “nada que temer”. De la calle pavimentada, tomamos luego un caminito enlodado, con piedras, que lleva al colegio. Los recuerdos se estimulan con el día azulado que se abre. Allí, en la entrada del colegio, Nana se muestra amable, el portero le da los buenos días y algunos vecinos la saludan, aunque pocos la ven como un ama de casa parecida a las demás. Ya en el aula de clase, las preguntas con un toque de formalidad no conllevan a más que a saber que Jeremy “es un buen estudiante” y su rendimiento en el periodo no tiene queja alguna. Con sonrisas y un beso en la frente, madre e hijo dan cierre a la primera cita del día en la agenda de Nana Morales.

E

Unas salchichas, una manzana y 10 años de casada…

Nana dice que lleva diez años de casada, una cifra que sale de su boca como una canción, más que como un número frío. Diez años durante los cuales la familia se volvió prioridad; diez años en los que las ropas anchas se quedaron en el armario y las fiestas y el hip hop se aquietaron, aunque ellos hubiesen sido cómplices del encuentro con Robin. “Con Robin me conocí en fiestas de rap y en conciertos, ya que los dos frecuentábamos los mismos lugares cuando éramos más jóvenes. A él también le gusta el rap, entonces, era común encontrarnos. Bailábamos, conversábamos, así nos fuimos conociendo y aquí estamos…”, recuerda. En la tiendita del barrio, Nana piensa en lo que necesita para el almuerzo; recuerda, al mismo ritmo, los años de colegio cuando siendo una niña mimada se vio envuelta en un “no querer ser normal, no ser una mujer prototipo”. El break trajo consigo al rap, dice: “La vida lo va llevando a uno. Cuando menos imaginé todo era rap”.

Nana recuerda los años de colegio cuando siendo una niña mimada se vio envuelta en un “no querer ser normal, no ser una mujer prototipo”. El break trajo consigo al rap, dice: “La vida lo va llevando a uno. Cuando menos imaginé todo era rap”. Willdary, El Mocho, La Dinastía, Bogotá, Medallo e Itagüí, se postulaban como actores y espacios en el escenario de una obra llamada Hip Hop. En un salir y entrar a la tienda, Nana teje los años en que se fue abriendo paso entre los raperos, un gremio muy masculino donde nunca se sintió menos. “Hay una imagen injusta del rapero. La imagen del farandulero y el fantoche, que opaca la esencia del verdadero rap”, dice Nana, y enfatiza en la falsedad de esa imagen del machista, del maleante, del partícipe del conflicto más que del “labrador de otros caminos”. Una vez en casa las ropas se hacen más cómodas. Con una camisilla blanca puesta y las manos en el lavaplatos, Nana prepara el almuerzo mientras su boca y sus oídos están poseídos por músicas salidas de unos baffles que suenan a extranjeros y criollos ligados por el Hip Hop, simplemente. Nana tararea y me habla, se va y los platos vuelven. Las noticias, el teléfono, la cita con Junnior en el estudio, el almuerzo: arroz con pollo desmenuzado y ensalada. Más que un sabor urbano, se aprecia un sabor a cocina de mamá, queda en el paladar un gusto traído del Chocó, un Chocó donde Nana vivió siete años. Nana cocinera, Nana de ojos negros, Nana mamá de Jeremy, mamá de las raperas que vienen tras de ella, “porque el gremio es joven y son pocas las que se quedan aquí”, asevera.

Aunque se alejó de los escenarios durante cinco años, Nana nunca dejó de escribir porque, según ella, el gusto por la escritura fue el detonante de su papel en la vida. En esos cinco años, “estaba en la jugada, porque el tiempo va puliendo”, dice. Sabía de la gente nueva y se siguió postulando como una de las representantes femeninas del Hip Hop en Colombia. Con 31 años y de regreso, Nana es vista como ejemplo de los Hoppers y sobre todo de las Hoppers nuevas en este cuento. Después de hablar con su esposo y acordar un encuentro en la estación Industriales, Nana toma sus botas moradas, arregla su cabello y agarra un bolso pequeño en el que difícilmente cabe su cuaderno azul, de pasta dura y hojas casi agotadas. “Es salteador de inspiraciones y en él, aún no están escritas las frases de la introducción”, dice Nana mientras nos encaminamos a una jornada con micrófonos en frente, de exhibición de ideas convertidas en historias. Con el sol de la tarde que azota el asfalto del frío Caldas, tomamos rumbo hacia Robledo, para dar paso a otro escenario donde Nana cambia su dulce voz por una exaltada en las tonadas y “los reflejos de la realidad”. Mirando hacia el balcón de una casa ubicada entre las calles empinadas y populares de Robledo, se abre un caluroso estudio de grabación donde Óscar González, Junnior Ruiz, también rapero de la ciudad, espera con las pistas (de unos 80 a 150 mil pesos) a aquellas letras que “La Nana” infundirá en las tonadas. Tun-tun-tun- tun-tun-tururún… se va calentando el ambiente del cuartico. Tuntun-tun- tun-tun-tururún, Nana prepara su voz tras un grueso vitral y exorciza las letras plasmadas en su cuaderno azul. “Que arranque…suba… repita…silencio”, dice Junnior tras la pantalla, quien coordina y empata la voz con la pista, corrige tonos y pide un “otra vez” para seguir grabando. Los parlantes, los botones, el mouse y Nana se mueven al ritmo de su canción. Marcados por la historia; ésta que nos liga al pasado, nos refleja un rap pintor del mundo, nos rememora a una mujer, a un negro, a un indígena protagonista desconocido en la tradición. Tonadas que nos ligan “al origen y la esencia y el sentido de pertenencia. Costumbres y tradiciones arrebatadas a la fuerza”, canta Nana. Gestos tras el vitral, risas nerviosas… que repita, que cante y pare otra vez… Ya envueltos por las melodías de las pistas, atentos a la letra de Nana, las cabezas de Junnior y Robin se mueven, mientras Nana sigue en la cabina y Jeremy pide que nos vayamos pronto. La noche cae ya en las montañas de Medellín y a las 6:30 de la tarde la canción sale del horno. Una sonrisa en el rostro de Nana evidencia la complacencia de un día de trabajo. El tun-tun-tun- tun-tun-tururún tintinea en el aire como queriéndose eternizar en él. Las letras del cuaderno azul se condensan en los destellos del disco y la voz de Nana le canta a una ciudad invisible, a una ciudad madre, a una Medellín femenina, a una Medellín rapera: un Hip Hop en cuerpo de mujer.

Fotografía: Sandra Milena Ramírez Nana con su hijo Jeremy y su esposo Robin

No. 51 Marzo de 2011


23

Recetario Son muchos quienes visitan La gloria de Gloria, famoso por el sabor y el tamaño de los chicharrones que sirve: un kilo por plato. Un estudiante de periodismo, que también es chef, nos da la receta de la bandeja paisa.

Métale el diente

Fotografía: Marlon Pérez

Carne en polvo o carne molida.

Alejandro Arango alexandroleo4@hotmail.com

L

Fotografía: Marlon Pérez

a historia se remonta a 1996, cuando a “La Mona” se le ocurrió crear un plato que saciara el deseo de aquellos para quienes cualquier porción es poca. Decidió abrir un restaurante especializado en chicharrones de 26 patas, como acostumbra servírselos a sus hijos, acompañados de frijoles. El restaurante alcanzó tal fama que fue visitado por el reconocido crítico gastronómico Kendon McDonald Smith, famoso chef escocés nacionalizado en Colombia. Él, después de probar el chicharrón que prepara Gloria, quedó encantado con su sabor, con su crujir y, principalmente, con su tamaño. Fue McDonald quien le sugirió a Gloria cambiar el nombre de su restaurante. En lugar de “La Mona”, comenzaron a llamarlo La gloria de Gloria. Cuenta Gloria que en los 15 años de servicio al público, la han visitado ministros y obispos; dice que todos los alcaldes de Medellín y de Envigado han ido en busca de un chicharrón; y que, también, el ex presidente Uribe acudió a su mesa. El menú del restaurante se ha enriquecido. Ahora ofrece calentados, huevos fritos con hogao y arepa, caldo de pescado y costillas. Pero los clientes reconocen que el éxito de su restaurante es y será el chicharrón: un ejemplar de 38 centímetros de largo, mil gramos antes de la cocción, acompañado de arepa, morcilla, arroz, tajada de plátano maduro, fríjoles, huevo, carne molida y jugo. Sin duda, es un plato que puede satisfacer a casi cualquier comensal. Se sabe de un caballero que se comió dos bandejas completas, es decir: 2 mil gramos de chicharrón, 240 g de arroz, 100 g de tajadas, 180 g de huevo, 400 g de frijoles, 100 g de morcilla y 40 g de arepa. En suma: 3.160 gramos de comida, sin contar el litro de jugo.

No es recomendable que la compre ya lista, es decir, no se aconseja que adquiera las bolsitas de carne molida que vende don Luis en su carnicería, ya que lo más seguro es que dichas bolsitas estén llenas de toda la carne que el señor carnicero no ha podido vender. El mejor consejo a este respecto es que usted sea el creador de su propia carne molida; para esto tenemos dos sencillos pero útiles truquitos: ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ Para esta preparación, siempre es bueno recordar que la carne se va a triturar o moler y que se le va a mejorar su sabor con algunas especias. Por eso es bueno que no se utilice ni solomito ni punta de anca. Entonces, la mejor opción es comprar la que popularmente se conoce como carne para sancocho, esa que siempre que se come deja tiritas entre los dientes. Usted puede, simplemente, cocinarla en agua con cebolla, orégano, cilantro, laurel, tomillo, sal y pimienta; después, molerla. ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ ฀ comprar. En este caso, el procedimiento cambia un poco, pues ya no se cocinará en agua, sino que se salteará en la sartén con salsa criolla. Las dos opciones se pueden utilizar y son igualmente sabrosas; la diferencia radica en la sensación que quiera producir en sus invitados. Si lo que desea es recordar la comida de la abuela, se recomienda la primera; pero si lo que quiere mostrar es una visión más vanguardista, la mejor es la segunda.

Salsa criolla

Que los franceses con la salsa bechamel y demás para gratinar, que los italianos con su pesto y salsa de tomate, que los chinos con la salsa soya y la teriyaki, que los españoles con su mayonesa y salsas catalanas y que los argentinos con su chimichurri para todos sus asados. Y, ¿cuál es la salsa que nos representa como colombianos? Es complicado dar una respuesta que no encuentre contradictores. Pero diremos que la salsa que más sabe, más huele y más se parece a Colombia, es la salsa criolla: hogao que llaman. Para esta salsa, lo más recomendable es utilizar tomates bien maduros, cebolla fresca, cilantro recién picado, sal, pimienta al gusto, aceite común y un poco del aceite en el que se ha freído carne. Cocinar a fuego bajo, con calma y con mucho amor, así como las abuelas.

Y la tajada, ¿qué?

Pues, resulta que para que esa bandeja paisa quede deliciosa como se quiere, una parte especial es la tajada de plátano maduro. Ésta es importante y especial, ya que no cualquier plátano produce ese sabor tan dulce que siempre se espera. Bueno, ¿y cómo saber cuál plátano es el indicado? Muy sencillo: a la hora de comprarlo, escoja siempre el que vea más oscuro (el más negro), más blandito y más grueso. Es seguro que ese plátano le ayudará a resaltar los sabores de su comida: la textura suave, el hermoso color dorado y el sabor a dulce de abuela, ayudará a que sea una cena inolvidable.

¿Y el plátano?

Un consejo o truquito para una buena bandeja paisa tiene que ver con los plátanos. Tal truco requiere de paciencia y pasión: el plátano verde, que se le agrega a los frijoles cuando se cocinan, no lo corte en trocitos con el cuchillo; hágalo como lo acostumbran las mejores chef, nuestras abuelas: pártalo con la yema de los dedos o, en su defecto, con las uñas. Se dará cuenta de que el sabor es diferente de si lo hace con un cuchillo.

¿Cómo freír el chicharrón?

Si a usted no le queda crujiente ni un arroz tostado, aquí va un secreto que le puede ayudar para que sus chicharrones queden como siempre ha querido. Lo primero es cocinar los chicharrones en agua con bicarbonato y limón, durante 10 minutos. Después de que suelte el hervor, se sacan del agua y se dejan enfriar. Se guardan en el refrigerador por 12 horas mínimo. Finalmente, se fríen en aceite bien caliente. De esta manera, sus chicharrones tendrán la textura crujiente que desea.

Cómo cocinar los frijoles

Fotografía: Marlon Pérez “La gloria de Gloria”, restaurante en Envigado, cerca del Hospital Manuel Uribe Angel, donde por $20.000 se puede degustar un delicioso plato y quedar completamente satisfecho.

Hay muchas maneras de preparar unos buenos frijoles. Hay quienes hablan de dejarlos remojados desde el día anterior o de ablandarlos en agua hervida antes de cocinarlos, y otros proponen hacerlo en una olla de presión. No vamos a discutir cuál es la mejor manera de prepararlos, pues, como diría mi tía, una de las grandes cocineras que tiene mi familia: “el hombre da de lo que tiene y enseña lo que sabe”. Entonces, acá simplemente les daremos la receta que nos sabemos, para que la intenten a ver cómo les va. Se trata de dejar los fríjoles desde la noche anterior en agua. A la hora de cocinarlos, pelar una papa negra y rayarla, cortar cebolla blanca en tiras, y agregar estos dos ingredientes en la olla con los fríjoles. Adicionar 200 g de salsa de tomate y dos zanahorias crudas. Cuando se cocinen todos los ingredientes, retirar las zanahorias, licuarlas, y sumar el licuado de zanahoria a los frijoles. Como último detalle pueden adicionar unos 5 tomates picados y salteados en aceite con ajo y un poco de pimienta.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


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