ON 180910

Page 7

FINAL DE VERANO o que diferencia los finales de verano de otros finales es que éstos no sólo terminan sino que te rematan. Jurarías que fue hace una eternidad cuando te fuiste de casa con el maletero más impoluto que el remolque del abuelo recién pintado. Y de pronto estás de nuevo ahí, mirando con gesto de no comprender, a través de una cristalera por la que empiezan a caer las primeras gotas de lluvia. Tienes en una mano las sandalias con arena y en la otra una torre de recibos de correo de procedencia desconocida, muy probablemente del más allá, que es el único departamento que no cierra por vacaciones. Una máquina automática ha aprovechado tu ausencia para dejarte más de cien mensajes de promoción telefónica en tu contestador. Y por no haber estado presente para decir que no, han supuesto que te interesaba participar de la oferta de sillones de masaje y ya tienes pendiente el primer pago. El sentimiento de culpa mezclado con visiones apocalípticas sobre el fin de la civilización propiciado por tu ausencia se somatizan en un hecho muy concreto: la incapacidad para recordar la contraseña de tu ordenador. Ese código de cifras y letras que antes de irte de vacaciones era tu aliado y podías formular al dedillo. Pero ahora parece algo que pertenece a otra vida, a otro ser, a otro corpúsculo. Mientras abres los sobres o los correos electrónicos, te enteras de que ha habido un cambio en la dirección que te afecta desde hace diecisiete días y que eres el sustituto adjunto de cinco proyectos que antes de vacaciones ni siquiera conocías. Y que tienes un nuevo emplea-

L

Café con luz

SUSANA BARRAGUÉS www.susanabarragues.com

“TIENES EN UNA MANO SANDALIAS CON ARENA Y EN LA OTRA UNA TORRE DE RECIBOS”

do a tu cargo, cuya primera pregunta consiste en que si la empresa sigue la normativa EN de seguridad según el tratado de Versalles y el Pacto de la Cornucopia, por poner un ejemplo, que es precisamente en lo que consiste su especialidad. Entonces miras ese cencerro de bronce que se te ocurrió comprar en el Indukush para decorar la oficina, decides colgártelo del cuello y llamas al servicio de informática. Apenas media hora después, alguien te pregunta qué tal lo pasaste en Chipirolandia. Contestas con un escaso “bien”, porque ya no te acuerdas. Pero todavía queda carne fresca, ese amigo que viene a tu mesa con las tres mil cuatrocientas fotos digitales de su paso por el nacedero del Urederra. Eso ya no se hace, hombre. Ahora sólo se enseñan las señales de haberte roto la tibia en los rápidos del Iguazú, o la brecha en la frente por asta de búfalo. Si no tienes nada de eso, es momento de reconocer lo que ya sabíamos todos desde hacía tiempo: en el pueblo se está mejor. Y sí, lo confieso: yo también desayuno torreznos. Sandalias y paraguas, lentejas y gazpacho. Lo que tiene cambiar de medio por atropellamiento, es decir, cambiar de un día para otro de escenario, rutina, ocupación y círculo social es lo que florece en el medio de los dos ambientes. Por enumerar lo que pasa ahora mismo ante mis ojos: bermudas de verano con botas de montaña, pantalones cortos con chaqueta de traje, minifaldas con calcetines. Parece mentira pero es verdad, el verano ya se ha terminado. Los paseos por la playa, las máximas de los termómetros, gritar gol hasta reventar la amígdala. Pero no todo es tan malo como parece. Algo bueno tiene que tener la vuelta al trabajo: que ya queda un día menos para las próximas vacaciones.

[ILUSTRACIÓN: ANNAPHOTO]

18 de septiembre de 2010

ONGENTE ❘ 7


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.