Dios Nunca Muere No. 40

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Primavera 2012 Nº 40 $20

Dios nunca muere Revista de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en México y América Central

La PASIÓN DE CRISTO y SUS

Para hacer una buena Cuaresma Para confesarse bien y tener paz en el alma

FRUTOS

Semana Santa: ¿Semana de playa o de luto? Entrevista con el P. Mateo Alejo


Actividades de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en México y América Central Los jóvenes ofrecen sus faroles al niño Jesús y así hacen una competencia

Posada en Tlaxiaco

Los premios de despensas que fueron regalados Con una asistencia aproximada de 800 personas

Primeras comuniones en Navidad de 2011 en Tlaxiaco

Bautismos en Navidad 2011 en Tlaxiaco

Despedida del Padre Eduard Blandón de Guadalajara ¡Qué Dios lo bendiga en su nuevo destino!

Febrero-2-2012


Contenido 2

Editorial

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Carta a los amigos y benefactores 79

6

Para hacer una buena Cuaresma

10

Para confesarse bien

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Frutos de la Pasión

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Si no hacéis penitencia ¡Todos pareceréis!

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La Semana Santa: ¿Semana de vacaciones o de luto?

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Entrevista al P. Mateo Alejo

PARA AYUDAR A LA FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PÍO X Distrito de México y América Central Depositar sus donativos a nombre de FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PIO X EN MÉXICO A.R. BBVA Bancomer sucursal 020 Nonoalco no de cuenta 012 180 00169585400 2 swift de la banque BCMRMXMM-PYM

Nuestro Directorio Dios nunca muere es una publicación de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en México y América Central Director de la publicación: R. P. Mario Trejo Dios nunca muere es una publicación trimestral editada por: “EDICIONES VOZ EN EL DESIERTO” Miguel Schultz No. 91 Colonia San Rafael 06470 - México, D. F. dios.nuncamuere@hotmail.com fsspx.org.mx

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Dios nunca muere 1


Insultado, Escarnecido, Escupido En Jerusalén seremos escarnecidos, insultados, escupidos Padre Mario Trejo, Superior de Distrito de México y América Central

Éste es el número de primavera de Dios nunca muere. Se publica en el tiempo de la cuaresma. Los artículos aquí presentados hacen referencia a los sufrimientos del Redentor y al espíritu de penitencia que deben tener sus discípulos. Domingos atrás, la liturgia nos comenzó a preparar anunciándonos la pasión. Cuenta el texto sagrado que nuestro Salvador, llamando aparte a los doce apóstoles, les dijo: Mirad, subimos a Jerusalén y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas del Hijo del hombre, Que será entregado a los gentiles, y escarnecido e insultado y escupido, y, después de haberle azotado, le quitarán la vida, y al tercer día resucitará. Evangelio de Quincuagésima, San Lucas 18 31-34 Termina el pasaje evangélico, señalando que, sus apóstoles no entendieron qué les quería decir el Maestro: “Pero ellos no entendían nada de esto, eran cosas ininteligibles para ellos, no entendían lo que les decía.” No entendieron nada. Quizá esto mismo nos pase a nosotros. ¿“Esto”? ¿Qué es “esto”? Esto de no entender lo que sobrevendrá. Esto de ir a Jerusalén. Esto de ser allí escarnecidos, insultados y escupidos. Y, en esto, no quiero hacer de profeta - que bien no me sale - sino sólo prevenir a los nuestros de lo que puede acontecer en lo venidero. Me explico: Ir a Jerusalén Jerusalén era la capital religiosa de Israel. Jerusalén era la ciudad por excelencia, pues en ella se encontraba el Templo y el altar; allí residía el Sumo Pontífice en la Antigua Alianza. Los ojos de todos los creyentes se dirigían a la ciudad santa. Con el advenimiento del reino de gracia de nuestro Señor Jesucristo, la capital religiosa deja de ser Jerusalén y pasa a ser Roma. Roma será, en el Nuevo Testamento, la ciudad santa donde reside el Vicario de Jesús en la tierra, Pedro y sus sucesores, los Papas. La Fraternidad, como toda congregación católica, tiene sus ojos puestos en Roma. Siguiendo el ejemplo del fundador, quiere ir a Roma para que el testimonio de la fe de siempre ilumine, recordando la doctrina verdadera, la doctrina sin los sutiles y peligrosos errores modernos. Vamos a Jerusalén. Escarnecidos, insultados, escupidos, Pero en Jerusalén no todo era color de rosa. En Jerusalén había partidos. En Jerusalén había bandos. Había buenos, había malos. Había de todo. Blanco, negro e innumerables tonalidades de gris. Y si no, pregunten a Nuestro Señor crucificado. En Roma, como en Jerusalén, están los que, queriendo hacer bien a la Iglesia, piensan que hay que hacer de tal manera, asimismo están los que piensan que hay que hacer de otra manera. También están los que no piensan hacer el bien a la Iglesia. Y allí en Roma las cosas pueden salir bien o pueden salir mal. Es medio imprevisible. Quizá eso les pasó a los apóstoles cuando oyeron que iban a Jerusalén, quizás algunos creyeron que les iba a ir bien. ¿Acaso no lo habían predicho los profetas? ¿Acaso no habían cantado con júbilo el triunfo del reino mesiánico? Y he aquí que el Cristo Mesías, el descendiente de David, iba a la ciudad real, ¿no se podía esperar que éste fuera su definitivo triunfo? Sí y no, se podría responder. Habían profecías de exaltación pero también habían profecías de humillación. La victoria llegaría, sí, pero después de una derrota. Primero pasión, luego resurrección. La Fraternidad a Roma fue. ¿Qué nos espera ahora? ¿triunfo o pasión? Así, como está de avanzado el cáncer de la doctrina, (que es el modernismo) en el cuerpo eclesial, es ilusorio esperar victoria (humanamente hablando). ¿Pasión? Es lo más probable, Escarnecidos, insultados, escupidos. ¿Qué habrá de nuevo? Todas son especulaciones humanas, todo puede pasar, aunque no vienen mal, nos conviene estar prevenidos. Como los apóstoles, no entenderemos nada hasta que haya ocurrido. Estamos en manos de Dios. De Él es la Iglesia, de Él es la historia. Pidamos a Nuestra buena Madre que intervenga con su acostumbrada piedad y su firme poder real. No olvidemos la promesa: Y al tercer día resucitará. 2 Dios nunca muere


CARTA AMIGOS Y BENEFACTORES N°79 En la crisis actual en el mundo y en la iglesia dice Mons. Fellay: “Nos parece que se puede resumir el fondo del problema actual en una pérdida de la fe en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo Mons. Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X

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n algunos días celebraremos el dichoso advenimiento de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. La santa Liturgia del Adviento y del tiempo de Navidad está llena de la fe en la divinidad de Nuestro Señor. Empleando sobre todo el Antiguo Testamento, allí donde se profetiza su venida, ella impregna nuestra inteligencia y nuestro corazón con la grandeza infinita de las prerrogativas y de los derechos del Niño recién nacido. “¡Aquél que desde toda eternidad nació de un Padre sin madre, nace en el tiempo de una Madre sin padre!” (Profesión de fe del 11° Concilio de Toledo). Recibiendo su naturaleza humana de la Santísima Virgen María, su Madre, cuya Virginidad Él preservó, demuestra por ese mismo hecho que no perdió nada de su Divinidad. “En la zarza ardiente que veía Moisés y que no se consumía, nosotros reconocemos vuestra laudable e intacta Virginidad.” (antífona de Laudes, 1° de enero). Verdadero Dios, verdadero hombre, la Iglesia se complace de recibir a Jesús Nuestro Salvador honrándolo con el título de Rey.

Esta libertad religiosa, que pone en pie de igualdad lo verdadero y lo falso, dispensa deliberadamente al Estado y a la sociedad humana de sus deberes de honrar y servir a Dios, su Creador. Abre el camino a todas las licencias en materia religiosa.

El Rey de la Paz, Rex Pacificus. Aquí, desearíamos desarrollar un poco esta verdad, que está como en el centro de la crisis que sacude a la Iglesia y que condiciona las relaciones de la fraternidad San Pío X con la Santa Sede. En efecto, nos parece que se puede resumir el fondo del problema actual en una pérdida de la fe en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Oh! Ciertamente muchos proclaman que creen que Jesús es Dios, pero muy pocos están dispuestos a sacar las consecuencias concretas de esta verdad fundamental que brillará ante los ojos del mundo entero en el fin de los tiempos. En ese momento, Él dejará, finalmente, resplandecer su gloria en toda su perfección. La extensión de sus poderes sobre toda creatura será tal que todos los hombres paganos, cristianos, ateos, descreídos, bandidos y fieles , todos serán prosternados ante Él, pues a su Nombre toda rodilla se doblará sobre la tierra como en el cielo. (Cf. Filip. 2,20) Durante el corto momento de su vida terrestre en la que Él se complació en estar entre nosotros, Él ocultó en parte su soberanía. Pero eso sólo fue durante el tiempo de la prueba, el tiempo de cumplir su misión redentora: “Él ha muerto por nuestros pecados” (1 Corintios 15,3). Pero durante ese tiempo en que ocultó a nuestros ojos todo su poder, Él no perdió nada del mismo. “Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra” (Mateo 28,18) es una afirmación que debe tomarse literalmente, Él que crea todas las cosas, por quien todo ha sido creado, sin el cual nada de lo que ha sido hecho ha sido creado. (Juan 1,3). El rechazo práctico de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo se manifiesta a menudo en la historia de los hombres por el rechazo de su Realeza, que ya fue el título y la razón de su condenación: “Jesus Nazarenus, Rex Judaeorum” (Juan 19,19). Y muy a menudo en la historia, el rechazo de Dios se manifiesta por el rechazo de la sumisión a Nuestro Señor Jesucristo. Hay que llegar a mitad del siglo XX para asistir a este increíble acontecimiento que permitió ver un concilio que, pretendidamente en nombre de la adaptación a la situación concreta de la sociedad humana en plena decadencia, modificó Dios nunca muere 3


Hoy la autoridad está seriamente sacudida, no sólo desde fuera, por la contestación de los responsables laicos que reclaman participar en el gobierno, sino también en el interior de la Iglesia, por la introducción de una cantidad de consejos y comisiones que, en la atmósfera de hoy, impiden el ejercicio equitativo de la autoridad delegada por Nuestro Señor Jesucristo.

la proclamación de todas las épocas: “Es necesario que Él reine” (1 Corintios 15,25). Se pretende que esta manera de obrar estaría en armonía con los Evangelios, cuando es todo lo contrario. Los sofistas del liberalismo hicieron decir que el Estado, la sociedad humana la cual también es una creatura de Dios debía tratar con igualdad la única verdadera religión y todas las falsas, otorgando de igual modo a cada una el derecho de existir, de desarrollarse sin trabas y de ejercer su culto. Se pretendió por este medio oponerse a los abusos del Estado totalitario que aplasta injustamente los seres humanos y oprime la conciencia de cada uno. Los mismos francmasones expresaron su alegría por escuchar resonar bajo la cúpula de San Pedro estas tesis que les pertenecen. (Consultar: Yves Marsaudon, El ecumenismo visto por un francmasón de Tradición, 1964).

Ciertamente hay algo de verdad en el mal denunciado. Pero el remedio es el que la Iglesia siempre indicó: la tolerancia. El derecho a la libertad religiosa, tal cual fue proclamado en el Concilio Vaticano II, es algo muy distinto. Este es uno de los puntos en los cuales chocamos con la Santa Sede. Esta libertad religiosa, que pone en pie de igualdad lo verdadero y lo falso, dispensa deliberadamente al Estado y a la sociedad humana de sus deberes de honrar y servir a Dios, su Creador. Abre el camino a todas las licencias en materia religiosa. Es como si, en la Iglesia, se hubiera renunciado a la prerrogativa de ser el único camino de salvación para los hombres. Los que todavía creen en ello ya no lo dicen. Incluso muchos hacen pensar lo contrario. Esta concesión al mundo de hoy se hace a costa de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo. El ecumenismo YA NO QUIERE CONVERTIR MÁS Otra consecuencia, en la misma línea de lo que se acaba de decir, se ve en la práctica del ecumenismo. Bajo pretexto de poder estar más cerca de nuestros “hermanos separados”, no se proclaman más estas verdades, aunque sean salvíficas, porque son difíciles de entender. Incluso de manera deliberada ya no se busca convertirlos. El ecumenismo YA NO QUIERE CONVERTIR MÁS. Se ha desterrado este término, se lo tolera todavía, ¡pero en nombre de la libertad religiosa! ¿Dónde está, pues, la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Dónde quedó la dignidad de los católicos? ¡Y son sus jefes los que los convierten en pusilánimes! Como se pudo constatar recientemente en Francia, cuando era necesario censurar obras de teatro blasfemas. Si semejantes ofensa hubieran sido hechas contra los musulmanes, ¡el país habría sido devorado por las llamas! ¡Hoy los cristianos se han vuelto tan flojos que dejan hacer cualquier cosa! ¡Se atenta contra el honor no de un rey de este mundo, sino del Rey de Reyes, del Señor de señores, Nuestro Salvador, de quien hemos recibido todo! ¡Evidentemente deseamos fervientemente la salvación y el retorno al redil de todas estas almas tan caras al Corazón de Nuestro Señor puesto que las rescató al precio de su vida! Pero la manera actual de obrar no tiene nada en común con la preocupación de la unidad de la Iglesia de los siglos pasados. Se pretende que todo el mundo es bueno y, por consiguiente, la perspectiva de que algunos podrían condenarse eternamente causa escándalo. Se predica que el infierno está vacío o casi. Pero la enseñanza de la Iglesia es muy diferente… Un tercer punto de enfrentamiento está también ligado al menoscabo de la autoridad. Nuestro Señor es la cabeza de la Iglesia. Pero porque quiso que su Iglesia fuera visible, habiendo subido a los cielos, Él dio a su Iglesia una cabeza visible que es su Vicario sobre la tierra, Pedro y sus sucesores… A él solo Nuestro Señor dio el poder de apacentar los corderos y las ovejas, sólo él tiene un poder pleno, soberano, inmediato sobre todos y cada uno de los miembros de la Iglesia. Por eso la Iglesia siempre se proclamó una monarquía, gobernada por uno solo. Ciertamente el carácter humano del gobierno hace comprensible la búsqueda de los consejos y de las opiniones de personas sabias, pero una forma de democracia, introducida en la Iglesia por la colegialidad y por la parodia parlamentaria de las conferencias episcopales, permite toda clase de abusos y entrega a la presión de grupos las disposiciones de derecho divino que determinan que cada diócesis sólo tiene una cabeza, el obispo del lugar. Hoy la autoridad está seriamente sacudida, no sólo desde fuera, por la contestación de los responsables laicos que reclaman participar en el gobierno, sino también en el interior de la Iglesia, por la introducción de una cantidad de consejos y comisiones que, en la atmósfera de hoy, impiden el ejercicio equitativo de la autoridad delegada por Nuestro Señor Jesucristo. ¿No es sobrecogedor constatar cómo, en cada uno de estos escollos, encontramos en definitiva el mismo 4 Dios nunca muere


problema? Para agradar al mundo, o al menos para adaptarse a él, se ha sacrificado de una o de otra manera la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo sobre los fieles cristianos, sobre todos los hombres por los que Él ha derramado su Sangre, sobre todas las naciones cuyos miembros son. He aquí lo que desgarra la Iglesia. Para salir de esta crisis es necesario “restaurar todas las cosas en Cristo” (Efes. 1,10). En todas partes y en todo darle el primer lugar, a Él que quiere ser todo en todos. Mientras no se quiera abandonar este aire liberal que apesta la Iglesia, ésta seguirá deteriorándose. A causa de esta dolorosa realidad nuestras relaciones con Roma son difíciles. Por eso en la Fraternidad hablamos tan a menudo de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo, pues ella es el resumen en la vida práctica del reconocimiento de su Divinidad. Él tiene un derecho absoluto sobre nosotros. A Él todos los hombres, paganos o católicos, jóvenes o viejos, ricos o pobres, poderosos o débiles, todos, absolutamente todos rendirán cuenta de su vida aquí abajo, a Él, su soberano Juez y su Dios, del cual han recibido todo. Esperemos que estas líneas muestren cuán actual es la doctrina de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo, cómo el combate por esta Realeza de Nuestro Señor Jesucristo no es anticuado, sino todo lo contrario, muy necesario. Hoy es algo imperioso para sobrevivir. Que Nuestra Señora, Madre de Jesús, Madre de Dios, escuche nuestras oraciones para la gloria de su Hijo. Que ella nos proteja, que cuide nuestra pequeña Fraternidad en medio de tantos peligros, y que ella sea nuestra guía, nuestra abogada, nuestra victoria contra nosotros mismos y nuestra pusilanimidad. Que ella sea nuestra esperanza, mientras esperamos su triunfo por el que rogamos asiduamente, que ella sea nuestra alegría ya aquí abajo y por toda la eternidad. Nos cum prole pia, benedicat Virgo Maria. En la fiesta de Santo Tomás Apóstol, 21 de diciembre de 2011

Nuevo libro de Mons. Lefebvre El 6º tomo de Las Obras Completas de Mons. Marcel Lefebvre, es una colección de Cartas Pastorales que fueron escritas entre 1947 y 1968 por un digno sucesor de los Apóstoles, quien tuvo a pecho de cumplir con su deber de pastor de almas, doctor y guardián de la Fe Divina y Católica. En este libro, Mons. Lefebvre, primero como Arzobispo de Dakar (Senegal) y después como Superior General de 5,300 misioneros del Espíritu Santo, trata 45 temas diferentes acerca de la vida cristiana: la ignorancia religiosa, sobre el uso de la sotana, María, Madre de la Iglesia, vivir según la verdad, la humildad, la autoridad, por una verdadera reforma en la Iglesia, la oración etc. La lectura de estas Cartas Pastorales alimentará la inteligencia, disipará muchas dudas y fortalecerá la voluntad y las convicciones. Leed y difundid. Dios nunca muere 5


Para hacer una buena Cuaresma ORACIÓN, AYUNO Y LIMOSNA R. P. Michel Boniface, F.S.S.P.X.

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a Cuaresma es un tiempo importantísimo en la vida cristiana. Es como un retiro colectivo de los católicos para hacer más oración, ayuno y obras de misericordia. Nuestro Señor dijo que es necesario: Rezar para no sucumbir a la tentación (San Lucas 22,40); -Hacer penitencia para no perecer (San Lucas 13,5); Hacer obras de misericordia para no ir al fuego eterno del infierno (San Mateo 25,34-36). Para animarnos a practicar esos preceptos de Nuestro Señor y caminar en el camino de la salvación, he aquí unas citas y ejemplos sacados de la Sagrada Escritura y de la vida de los santos acerca de la necesidad y eficacia de la oración, ayuno y limosna. EL PODER DE LA ORACIÓN: La oración es alimento del alma; rezar es necesario para salvarse, Nuestro Señor Jesucristo dijo: pedid y recibiréis; recen sin cesar, velad y orad para no entrar en tentación; todo lo que pedirán en mi nombre, lo alcanzarán. Dios escucha la oración del justo y del pobre, y los libra de muchos peligros. Rezar es necesario para la salvación: San Juan Crisóstomo dice que nada es tan poderoso que el hombre justo que reza. Y Santa Teresa de Ávila afirma que la persona que no reza está perdida. San Alfonso María de Ligorio en su maravilloso libro intitulado El gran medio de la oración (capitulo 1) escribe: “El que ora, se salva ciertamente, y el que no ora se condena ciertamente. Si dejamos a un lado los niños, todos los demás bienaventurados se salvaron porque oraron, y los condenados se condenaron porque no oraron. Y ninguna otra cosa les producirá en el infierno más espantosa desesperación que pensar que les hubiera sido cosa muy fácil el salvarse, pues lo hubieran conseguido pidiendo a Dios sus gracias, y que ya serán eternamente desgraciados, porque pasó el tiempo de la oración” Dios escucha la oración del justo y del pobre: En la Sagrada Escritura está escrito: “El que sirve al Señor devotamente halla acogida y su oración subirá hasta las nubes. La oración del pobre traspasa las nubes 6

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y no descansa hasta llegar a Dios, ni se retira hasta que el Altísimo fija en ella su mirada, y el justo juez le hace justicia” (Eclesiástico 35, 20-21). "En aquellos días enfermó Ezequías de enfermedad mortal, y el profeta Isaías, hijo de Amos, fue a verle y le dijo: Así dice Yahvé: Dispón de tu casa, porque vas morir, no curarás. Ezequías volvió su rostro cara a la pared, dirigiendo a Yahvé esta plegaria: ¡Ay Yahvé! Acuérdate te suplico, que he andado delante de tí con fidelidad e íntegro corazón y que he hecho lo que era bueno a tus ojos. Y se puso a sollozar Ezequías con gran llanto. Y fue palabra de Yahvé a Isaías, diciéndole: Vete y di a Ezequías: Así habla Yahvé, el Dios de tu Padre David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. He aquí que voy añadir a tus días quince años más. Y de la mano del rey de Asiria yo te libraré a ti y a esta ciudad, y yo protegeré a esta ciudad." (Isaías 38, 1-6). Dios libra de grandes peligros a los que rezan con confianza: El rey de Asiria Senaquerib acompañado de un inmenso ejercito, con mucha insolencia y orgullo insulta a Yahvé y al rey Ezequías. Se considera ya como el dueño de Jerusalén. “Entonces el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós, oraron a causa de esto, y clamaron hacía el cielo. Y Yahvé envió un ángel que exterminó a todos los guerreros de su ejército, a los príncipes y a las jefes que había en el campamento del rey de Asiria; el cual volvió con rostro avergonzado a su tierra, y cuando entró en la casa de su dios , allí mismo los hijos de sus propias entrañas lo mataron a espada” (II Paralipómenos 32, 20- 22). Judas Macabeo temiendo el furor del rey de Siria mandó al pueblo que invocase al Señor día y noche, a fin de que les asistiese en aquella ocasión, como lo había hecho siempre. Todos imploran la misericordia del Señor con lágrimas y ayunos, postrados en tierra por espacio de tres días continuos y Dios los libró (II Macabeos 13, 912). Para tener tiempo tranquilo y paz en la Iglesia y sociedad civil es bueno rezar por los dirigentes religiosos y civiles. “San Ignacio de Loyola tuvo gran cuenta en


rogar a nuestro Señor muy particularmente cada día por las cabezas de la Iglesia y por los príncipes cristianos, de los cuales depende el buen gobierno y felicidad de toda ella, como nos amonesta que lo hagamos el apóstol san Pablo. Rezaba dos veces al día por el Papa y por el rey Felipe II” (1) Ahora un consejo práctico. San Antonio María Claret escribe (2): “Quiero poner aquí unas jaculatorias que rezo cada día y he aconsejado a otras personas que las hagan, y me han asegurado que les va muy bien con ellas: ¡Ave María Purísima! ¡Dios mío ayúdame! ¡ Señor, en ti pongo mi confianza! ¡Señor, ven a socorrerme! ¿Quién cómo Dios? ¿Quién como Jesucristo? ¿Quién como María Sma., Virgen y Madre de Dios? ¡ Viva Jesús! ¡Viva María Sma.! ¡Vivan los consejos evangélicos!¡Vivan los Santos Sacramentos de la Iglesia! ¡Viva el Santo Sacrificio de la Misa! ¡Viva el Santísimo Sacramento del Altar! ¡Viva el Santo Rosario! ¡Viva la gracia de Dios! ¡Vivan las virtudes cristianas! ¡Vivan las obras de Misericordia! ¡Mueran los vicios, culpas y pecados!” Durante la cuaresma dediquemos más tiempo a la oración, a la lectura espiritual, especialmente leyendo cada día las lecturas especiales de cuaresma que están en el Misal. Urge trabajar para el reino de Nuestro Señor Jesucristo. Primero orar y después actuar. El ayuno es necesario, tiene muchas ventajas, y para que sea eficaz debe ser acompañado de la oración y buenas obras y rechazo del pecado.

AYUNAR ES NECESARIO

Ya en el Antiguo ya en el Nuevo Testamento, Dios ordena el ayuno. Los ejemplos que tenemos del ayuno y abstinencia prueban su necesidad. Moisés, Elías, Nuestro Señor Jesucristo ayunaron cuarenta días. Y la Iglesia a imitación de estos ayunos estableció el ayuno de cuarenta días: la cuaresma. Durante este tiempo, los primeros cristianos ayunaban todos los días, salvo el domingo, y no tomaban más que una sola comida, que tenía lugar al ponerse el sol. Nuestro Señor Jesucristo dice: “Hay un tipo de demonios que no pueden ser expulsados más que por

la oración y el ayuno” (San Marcos 9, 29). El ayuno y la abstinencia son necesarios para evitar el pecado, para expiar los pecados ya cometidos; para vencer y rechazar al demonio, para someter el cuerpo al alma, las pasiones a la voluntad; para vencerse a sí mismo y no ser esclavo del pecado. Es imposible ser casto y libre si uno no se mortifica.

Excelencia y ventajas del ayuno

“El ayuno, dice el papa san León Magno, engendra los pensamientos castos, las voluntades rectas, y los saludables consejos: con esta aflicción voluntaria, la carne muere para las concupiscencias (malos deseos), y el espíritu se renueva con las virtudes” (Sermón II sobre el ayuno). San Ambrosio pregunta: “¿Qué es el ayuno sino la imagen del cielo y el precio con que puede adquirirse. El ayuno es aliento del alma, el alimento del cuerpo. El ayuno es la muerte del pecado, la destrucción de los crímenes, el remedio de la salvación, el manantial de la gracia, el fundamento de la castidad. Por medio del ayuno se llega pronto a Dios” (Sobre Elías y el ayuno capitulo 3). “El ayuno, dice san Juan Crisóstomo, purifica el alma, alivia los sentidos, sujeta la carne al espíritu, hace que el corazón sea contrito y humillado, disipa las nubes de la concupiscencia, apaga los ardores de las pasiones abrasadoras, y encienda la antorcha de la castidad” (Sobre San Mateo capítulo 4). San Atanasio dice que: “El ayuno cura las enfermedades del alma, calma la impetuosidad de la sangre, ahuyenta los demonios, arroja los malos pensamientos, da más belleza y blancura al alma, más pureza al corazón, y hace que el cuerpo esté más sano y robusto”. En la Sagrada Escritura vemos que las almas santas ayunan: Además de Moisés y Elías, vemos que Judith ayuna y triunfa del jefe de los enemigos; Samuel ayuna y hace ayunar al pueblo y gana la batalla. La reina Ester ayuna, reza y obtiene la liberación de su pueblo del peligro del exterminio. Judas Macabeo y sus soldados ayunan y triunfan de sus poderosos enemigos en varias batallas. En el Libro de Jonás, vemos que los Ninivitas son condenados por la justicia divina a ser destruidos; después de la predicación del profeta se dedican a un riguroso y universal ayuno, y al momento Dios les perdona. Los Apóstoles ayunan y oran, el Espíritu Santo baja sobre ellos, los llena de sus dones y los convierte en hombres heroicos. San Ambrosio atribuye todos los milagros de Elías a sus ayunos: “Con sus ayunos, dice, Elías cierra el cielo al criminal pueblo judaico; con su ayuno resucita al hijo de la viuda; su ayuno detiene las Dios nunca muere 7


inundaciones; su ayuno hace bajar el fuego del cielo; su ayuno lo hace subir al cielo en un carro de fuego; con su ayuno de cuarenta días consigue conversar con Dios y hallarse en su presencia. Cuanto más ayuna, más poderos es”.

ellos”. Nuestro Señor manda a cada uno de sus discípulos diciendo: “Da a quien te pide, no vuelvas la espalda a quien quiera tomar prestado de ti” (San Mateo 5, 41). San Pablo nos dice: “Sed en vuestro trato sin avaricia, estando contentos con lo que tenéis. (...) Y del bien hacer y de la mutua asistencia, no os olvidéis; Para que el ayuno sea eficaz… en tales sacrificios se complace Dios” (Hebreos 13, 5, Para que el ayuno sirva hace falta abstenerse del 16). “¿Cómo puede tener el amor de Dios, dice el apóstol pecado y hacer oración y limosnas cada uno según sus san Juan, el hombre que teniendo bienes de este mundo, y posibilidades. ve a su hermano padecer necesidad y le cierra sus entrañas? Hijitos no amemos de palabra, y con la Abstinencia del pecado lengua, sino de obra y verdad” (I Juan 3, 17-18). El que ayuna debe dejar el pecado y alejarse de Los verdaderos interpretes de la Palabra de Dios todo lo que puede ser causa de pecado porque el objeto hablando de la limosna dicen: “Muy culpables sois, dice del ayuno es sujetar el alma a la razón, y la razón a la San Ambrosio, si, sabiéndolo, permitís que sufra hambre virtud y a Dios. Como el cuerpo se abstiene del alimento uno de vuestros hermanos”(De los Oficios I, 30). San así el alma debe abstenerse de los vicios Juan Crisóstomo dice a los egoístas y y de la iniquidad. San Bernardo dice: despilfarradores: “Sois el asesino San Agustín afirma “Que ayune la vista y se prive de las del pobre a quien no socorréis” que los ricos no pueden miradas y de toda vana curiosidad; que Dios que ha creado los bienes de la salvarse sin limosnas. ayune el oído, y no se abra a las fábulas tierra para todas sus creaturas manda (películas), ni los rumores (noticias); de dar limosna: “No endurezcas tu que ayune la lengua y se prive de la corazón, ni cierres tu mano contra maledicencia y de la murmuración; que ayunen las tu hermano pobre; sino ábrele tu mano y préstale lo manos huyendo de la pereza; y sobre todo ayune el alma; suficiente para satisfacer la necesidad que lo oprime. alejándose de los pecados y de su propia voluntad. Sin Ten cuidado que tu ojo no sea malo con tu hermano semejante ayuno Dios rechaza los demás” (Sermón II indigente, de modo que no le des nada; pues si él clama sobre le ayuno de cuaresma). contra ti a Yahvé, tú te acarreas el pecado” (Deuteronomio 15, 7-9) NECESIDAD Y EFICACIA DE LA LIMOSNA El egoísmo y la avaricia son muy peligrosos. “El Partid vuestro pan con el que tiene hambre. que cierra su oído al grito del pobre, gritará también y (Isaías, 48, 7). Esta es la segunda condición que Dios no será escuchado” (Proverbios 21, 13). Nuestro Señor exige en el ayuno para aceptarlo. “El ayuno, dice San Jesucristo dijo “Dad y se os dará. ...Seréis medidos con Gregorio, debe ir acompañado de piedad y limosna; es la misma medida que habréis empleado con los demás” preciso dar al pobre lo que quitamos al estomago: es (San Lucas 6, 38). La limosna no hace pobre, al contrario preciso dar pan a los pobres, hospitalidad al extranjero, atrae sobre el alma generosa la bendición de Dios. y vestido al desnudo. Aquello de que os priváis es Nuestro Salvador dijo también: “Bienaventurados los menester darlo a otro, a fin de que el medio que empleáis misericordiosos porque obtendrán misericordia” (San para castigar vuestra carne, sirva para reparar las Mateo 5, 7). Hacer misericordia es conseguirla. Dios fuerzas de vuestro prójimo” (Homilía no 16 sobre el concede al hombre caritativo: que haga penitencia y Evangelio). merezca el perdón de sus pecados y los expíe. La misericordia ha sido prometida a los misericordiosos. El La limosna es obligatoria para alcanzar la pecador que hace obras de misericordia dando salvación eterna. La limosna tiene muchas ventajas en abundantes limosnas atrae sobre sí la misericordia de esta vida y en la vida eterna. Helas aquí resumidas. Dios y la gracia de la conversión. Nuestro Señor Jesucristo dijo “Nadie puede El santo varón Tobías sintiendo venir su muerte servir a dos señores: no podéis servir a Dios y al dinero” dijo a su hijo: “Escucha, hijo mío, ...Ten a Dios en tu (San Mateo 4, 24). No se puede pertenecer a Dios y a la mente todos los días de tu vida, y guárdate de consentir avaricia, al Cielo y a la tierra. San Agustín dice: “El oro y jamás el pecado y de quebrantar los mandamientos del la plata son bienes, no capaces de haceros un bien sino Señor. Da limosna de tus bienes, y no apartes tu rostro de que os han sido concedidos para que hagáis el bien con ningún pobre; así conseguirás que tampoco de ti se 8

Dios nunca muere


aparte el rostro del Señor. Usa de misericordia con todas tus fuerzas. Si tienes mucho, da con abundancia; si poco, procura dar de buena gana aún lo poco; pues con eso atesoras una gran recompensa para el día de la angustia. Porque la limosna libra de todo pecado y de la muerte, y no dejará caer el alma en las tinieblas. La limosna será motivo de gran confianza delante del Altísimo Dios para todos los que la hacen” (Tobías 4, 612). EFECTOS DE LA LIMOSNA 1) La limosna expía los pecados “El agua apaga la ardiente llama, y la limosna expía los pecados.” (Eclesiástico 3,33). La limosna nos libra de todo pecado y de la muerte eterna impidiendo al hombre a morir en pecado mortal. “Así como el fuego del infierno, dice San Cipriano, se apaga con el agua saludable del bautismo, la llama del pecado se apaga con la limosna y las obras buenas”.

“Siempre experimentaron, que lejos de empobrecer, la limosna enriquece; pues cuanto más doy, más medios me envía Dios”

Santo Cura de Ars

San Juan el limosnero

2) La limosna consigue la protección de Dios “Sé generoso con el desgraciado y no le hagas esperar la limosna. Por el amor de la Ley acoge al pobre y en su necesidad no le despidas vacío...Hazte un tesoro según los preceptos del Altísimo y te aprovechará más que el oro. Encierra en tus arcas, y te librará de toda miseria. Mas que un fuerte escudo y una lanza poderosa combatirá por ti contra el enemigo” (Eclesiástico 29, 11-12-14-18-27).

lejos de empobrecer, la limosna enriquece; pues cuanto más doy, más medios me envía Dios”. Hablando también de los diezmos se dice: “Da al Altísimo según lo que El te da y da con ánimo generoso lo que puedas. Que el Señor es generoso en recompensar y te pagará al séxtuplo”. Eclesiástico (35,6-13) 5) La limosna nos alcanza una buena muerta San Jerónimo el gran traductor y comentador de la santa Biblia escribe: “No recuerdo nunca haber leído que el que haya ejercido con agrado la limosna tuviese mala muerte; porque tiene muchos intercesores, y es imposible que las preces de tantas personas no sean atendidas”.

3) La limosna hace que la oración sea eficaz “Queréis, dice San Agustín, que vuestra oración vuele hacía Dios? Dadle por alas el ayuno y la limosna” (Sobre el salmo 47). De ahí viene que el ángel San Rafael dijo a Tobías: “Buena es la oración con el ayuno, mejor la limosna que acumular tesoros de oro; porque la limosna libra de la muerte, y es ella que borra pecados y hace hallar misericordia y vida eterna” (Tobías 12, 8-9). Desde el seno del pobre, la limosna ruega por vosotros; pide que os veáis libres de todo mal. Dios mira y escucha al que hace limosna; se acordará de él y le sostendrá en el peligro. (Eclesiástico 3, 34)

CONCLUSIÓN Las buenas obras: oración, ayuno y limosnas, son necesarias para la salvación eterna. La limosna tiene muchas ventajas para la persona que la hace. Los buenos se salvarán por haber hecho obras de caridad y los malos irán a los tormentos del infierno por No haber hecho obras de misericordia. Nuestro Señor bendecirá a los buenos por haber hecho la caridad y dirá a los malos: “Id al fuego eterno. En verdad os digo: cuanto habéis dejado de hacer (obra de caridad) a uno de éstos, los más pequeños, tampoco a Mí lo hicisteis” (San Mateo. 25, 45).

4) La limosna aumenta nuestros méritos y nuestros bienes. La limosna aumenta los méritos del hombre y aumenta también los bienes temporales, porque está escrito “El que da al pobre presta al Señor, y el Señor recompensará su obra” (Proverbios 19, 17). San Juan el Limosnero, Santo Cura de Ars, San Juan Bosco, San Pío X, el santo Padre Pío, el Santo Hermano Pedro pueden con toda verdad afirmar: “Siempre experimento, que

Bibliografía principal: (1) Padre Pedro de Rivadeneira, Vida del beato padre Ignacio de Loyola Libro 5 capitulo 1. (2) Escritos autobiográficos, Madrid, BAC 1981, págs. 206-207. (3) La Santa Biblia (4) Tesoros de Cornelio a Lapide, Barcelona, 1909 tomo III págs. 193-221, articulo limosna Dios nunca muere 9


Para confesarse bien y tener paz en su alma y familia

Para hacer una buena confesión Se requieren cinco pasos: 1.- Examen de conciencia: esfuerzo sincero en recordar todos y cada uno de los pecados graves. 2.- Dolor de los pecados: reconocer que se ha ofendido a Dios que nos ama tanto. 3 - Propósito de no volver a pecar: la simple y sincera determinación de no volver a pecar por amor a Dios. 4.- Decir los pecados al sacerdote: de una manera concisa, concreta, clara, completa incluyendo el número de veces cometidos. 5.- Cumplir la penitencia: cumplirla cuanto antes con humildad y dolor en desagravio, reparación y satisfacción de la culpa contraída al ofender a Dios. El confesor siendo instrumento de Dios, bajo pena de pecado mortal y excomunión, tiene la obligación de guardar un silencio absoluto sobre la confesión. LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS ¿Qué pecados debemos confesar? Debemos confesar todos los pecados mortales cometidos después del bautismo, o después de nuestra última confesión bien hecha. ¿Me quedé tranquilo en confesiones anteriores? I. YO SOY EL SEÑOR TU DIOS, NO TENDRÁS OTRO DIOS FUERA DE MÍ Ordena: Adorar a Dios; tener Fe, Esperanza y Caridad; reverencia por las cosas sagradas; oración. Prohíbe: Idolatría, superstición, espiritismo, sesiones espiritistas, astrología, cartomancia (tirar las cartas), ouija y ocultismo; tentar a Dios, cometer sacrilegio, participar en cultos falsos. 1. ¿Sabes lo necesario para salvarte y cumplir tu deber? 2. ¿Crees todo lo que enseña la Iglesia Católica? 3.¿Has sostenido ideas contrarias a la fe católica? 4.¿Has consentido dudas contra la fe? 10 Dios nunca muere

5.¿Has leído libros de las sectas protestantes? 6.¿Has creído en supersticiones, adivinadoras, espiritistas, horóscopos? 7.¿Has leído libros o visto películas en contra de la religión? 8.¿Has pasado mucho tiempo sin rezar? ¿Has rezado mal, de prisa o por rutina? 9.¿Te has desesperado o has hablado contra la Providencia? 10.¿Has criticado al Papa, a los Obispos o a los Sacerdotes cuando cumplen bien con su deber? 11.¿Has cometido sacrilegio: callándote pecados mortales en confesiones a sabiendas; comulgando en pecado mortal o recibiendo así algún otro Sacramento; profanando el templo, los objetos o las personas consagradas a Dios? 12.¿Has abusado de la bondad de Dios? 13.¿Te has avergonzado de ser católico: no atreviéndote a proceder como tal ante los demás por respeto humano; dejándote arrastrar al mal por cobardía? 14.¿Cumples con tu deber de estado cristianamente por amor a Dios o eres negligente y flojo? II. NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO Ordena: Reverencia al hablar de Dios y de las cosas santas, no jurar el nombre de Dios. Prohíbe: Blasfemia, el uso irreverente de Dios y del nombre de Jesucristo, hablar irrespetuosamente de cosas santas, jurar en falso y el quebrantar los votos. 1.¿Has jurado con mentira o con duda? 2.¿Has jurado vengarte no debes cumplir este juramento? 3.¿Has dicho blasfemias (contra Dios, la Sagrada Hostia, la Virgen, los Santos y las cosas sagradas)? III. SANTIFICARÁS LAS FIESTAS Ordena: Asistir a Misa los domingos y los días de precepto. Prohíbe: El dejar de asistir a Misa por culpa nuestra,


trabajar innecesariamente en esos días, comprar o vender esos días. 1.¿Has dejado la Misa por tu culpa en domingo o día de fiesta? 2.¿Has llegado con retraso a la Misa? 3.¿Te has distraído en Misa voluntariamente y has distraído a los demás? 4.¿Has trabajado los domingos o días de fiesta? 5.¿Haces tus compras los domingos? IV. HONRARÁS A TU PADRE Y MADRE Ordena: Amor, respeto, obediencia de parte de los hijos; cuidado por parte de los padres por el bienestar espiritual y temporal de sus hijos, obediencia a los superiores civiles y religiosos. Prohíbe: Odio hacia los padres y superiores; falta de respeto; desobediencia. 1.¿Manifiestas respeto y cariño hacia tus padres, familiares y superiores? 2.¿Atiendes bien tu hogar y procuras el bien material y espiritual de tu esposa, esposo, y de tus hijos? 3.¿Los has inclinado o ayudado a cometer algún pecado? 4.¿Corriges con enojo o injustamente a tus hijos o a otras personas? 5.¿Has hecho llorar a tu madre? 6.¿Te has avergonzado de tus padres ante los demás? 7.¿Los socorres en sus necesidades? 8.¿Les ocultas parte de lo que ganas? 9.¿Tienes odio o aversión a tus hermanos? 10.¿Has reñido seriamente con ellos? 11.¿Has estado varios días sin hablarles? 12.¿Has encubierto sus faltas a tus padres? 13.¿Cumples fielmente con tus obligaciones trabajando el tiempo debido? V. NO MATARÁS Ordena: El salvaguardar nuestra propia vida y el bienestar del cuerpo de otros, controlar nuestro mal genio; manejar con cuidado respetando la ley de tránsito. Prohíbe: Matar injustamente, cometer suicidio, aborto, eutanasia, practicar el control de la natalidad, esterilización, “operación”, sostener pleitos o reñir, poner en peligro la vida de uno o parte de nuestro cuerpo y lo mismo hacia otros; emborracharse, drogarse; calumniar al prójimo. 1.¿Has matado, herido o maltratado gravemente a otro? 2.¿Has insultado o deseado mal al prójimo; te has burlado o alegrado de la desgracia ajena? 3.¿Tienes odio, rencor, aversión a alguna persona o deseo de venganza? 4.¿Has abusado de la bebida hasta perder la razón? 5.¿Has pecado en lo referente al aborto? 6.¿Has dado mal ejemplo a quienes te rodean? 7.¿Has escandalizado, es decir inducido al pecado, con tu forma de vestir, conversaciones, posturas, diversiones etc.?

8.¿Remedias a los necesitados con tu caridad y tus limosnas? VI. NO FORNICARÁS: Sexto y Noveno mandamiento. Ordena: Castidad de palabra y de hecho, evitar ocasiones de pecado. Prohíbe: La pornografía, películas indecentes, hablar obscenamente, acciones impuras a solas o en compañía, masturbación, fornicación, homosexualidad, incestos. 1.¿Has consentido pensamientos impuros? 2.¿Has mirado con mirada lujuriosa? 3.¿Has leído algo deshonesto, pornográfico o peligroso? 4.¿Has hecho algún acto impuro: solo o con otra persona soltera o casada? 5.¿Has usado medios anticonceptivos? 6.¿Te pones en peligro u ocasión próxima de pecar: películas, espectáculos, personas, “noviazgo”, cines, Internet, televisión, puestos, novelas etc...? 7.Si vas al matrimonio, ¿has tenido un trato inconveniente con tu novio o novia? (Besos, abrazos, etc.). VII. NO HURTARÁS: Séptimo y décimo mandamiento Ordena: Respeto por la propiedad y el derecho de los demás; el pagar nuestras deudas; el pagar salarios justos a los empleados; ordena la honradez y justicia en los funcionarios públicos. Prohíbe: Robar, hacer daño a propiedad ajena, violar el contrato; el no pagar las deudas; el no devolver artículos encontrados o prestados; el alterar el peso de los artículos que se venden; el no pagar salarios justos; el pagar sobornos; obtener dinero mal habido; hacer trampa, cometer fraude, aceptar propiedades robadas; el no pagar un precio justo por el trabajo hecho o no trabajar el tiempo convenido. 1.¿Has robado algo ajeno? 2.¿Has cooperado de alguna manera a los robos ajenos? 3.¿Has comprado a sabiendas lo robado; has comprado o vendido con engaño? 4.¿Te has dejado sobornar? 5.¿Retienes el dinero ajeno? 6.¿Has restituido lo robado? 7.¿Has resarcido el daño hecho? 8.¿Has descuidado el pago de tus deudas? 9.¿Has tramado algo para apoderarte de lo ajeno? 10.¿Has despilfarrado su dinero? VIII. NO LEVANTARÁS FALSOS TESTIMONIOS NI MENTIRÁS Ordena: Decir la verdad, respeto de la fama del prójimo; guardar en secreto lo que es requerido. Prohíbe: mentir, difamar el buen nombre de otros, calumniar, murmurar, hacer juicios temerarios, hablar de manera despreciable y violar un secreto. Dios nunca muere 11


1.¿Has mentido? 2.¿En materia grave? 3.¿Has difamado o ridiculizado al prójimo? (De palabra, por escrito, por insinuaciones, infundiendo sospechas) 4.¿Has descubierto sin causa justificada faltas, aunque fueren verdaderas, de los otros? 5.¿Has exagerado los defectos ajenos; has traído cuentos o chismes de unos a otros? 6.¿Has juzgado mal al prójimo sin motivo; has oído murmurar con gusto? 7.¿Has restituido la fama? IX. NO DESEARÁS LA MUJER DE TU PRÓJIMO Ordena: Pureza de pensamiento y respeto hacia todas las mujeres. Prohíbe: Pensamientos y deseos impuros voluntarios. X. NO CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS Ordena: Respeto por los derechos de los demás. Prohíbe: El deseo de tomar, guardar o destruir propiedad ajena. LOS MANDAMIENTOS DE LA IGLESIA 1º. Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar (que son en México: 1º de enero, Corpus Christi, 12 de diciembre y 25 de diciembre). ¿Has dejado esos días de oír misa sin causa justificada? 2º. Confesarse por lo menos una vez al año o en peligro de muerte. 3º. Comulgar por Pascua florida. 1.¿Cumpliste la Pascua todos los años, comulgando bien a su tiempo para participar de los frutos de la victoria de Cristo? 2. Y si no, entonces, ¿comulgaste lo antes posible? 4º. Ayunar cuando lo manda la Santa Madre Iglesia (miércoles de ceniza y viernes santo). 1.¿Has ayunado los días señalados? (Ayunar es comer una sola comida fuerte por día y algo ligero en la mañana y noche). 2.¿Has guardado abstinencias, es decir, no comer carne? 3.¿Has guardado abstinencia en estos días señalados y todos los viernes del año? 5º. Pagar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios. 1.¿Has dado para el culto lo que se acostumbra? 2.¿Eres generoso en sostener las buenas obras: apostolados, misiones, defensa y propagación de la fe católica? LOS 7 PECADOS CAPITALES 1. Soberbia: ¿Te dejas dominar de ella y fomentas sentimientos de vanidad y de orgullo? ¿Te contemplas con vanagloria? ¿Te envaneces por el puesto que ocupas? ¿Desprecias a los que te rodean? 2. Avaricia: ¿Piensas sólo en los bienes de este mundo? ¿Sientes un ansia excesiva de enriquecerte por la codicia? ¿Tienes demasiado apego al dinero o lo despilfarras? 12 Dios nunca muere

3. Lujuria: ¿Buscas con afán los placeres y comodidades? ¿Ere blando en tus costumbres, dejándote llevar de la carne en tus diversiones? ¿Abusas de la vida de bar, cine, baile? 4. Ira: ¿Te dejas llevar del genio y te enfadas con facilidad? Soportas con paciencia las adversidades y molestias de los demás, y todo lo que te contraría? 5. Gula: ¿Procuras guardar orden y moderación en el comer y beber? ¿Eres sensual y refinado con exceso? 6. Envidia: ¿Te domina la envidia y llevas a mal el que otros tengan más, o sean mejores o más felices que tú? ¿Tienes amplitud de corazón para saber alegrarte del bien ajeno? 7. Pereza: ¿Te dejas llevar de la pereza: al levantarte, en el trabajo, en tus descansos? ¿Has sido negligente y comodón en tus obligaciones? ¿Malgastas el tiempo con la televisión, internet, juegos, etc? ORACIONES PARA EL DOLOR Vergüenza.- Oh, Señor mío y Dios mío, Dios santo, Dios justo, que aborreces todo pecado: yo pecador, avergonzado con las manchas de mis delitos, me presento ante Ti humildemente a pedirte perdón de mis faltas, y que por medio de la confesión te dignes lavarme con la Sangre de tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. Temor.- Oh Señor mío y Dios mío, justo Juez de las iniquidades y conductas de los hombres, que castigas en esta vida o en la otra todo pecado: yo pecador, que he merecido el infierno y el castigo por mis culpas, me presento humildemente ante tu divina misericordia a pedirte me des la absolución de mis pecados y me los perdones por los tormentos, pasión y muerte que te ofreció por mí tu Hijo Santísimo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. Agradecimiento.- Oh Señor mío y Dios mío, oh mi Señor Jesucristo, hecho hombre por redimirme: tanto me amaste, que para obtener el perdón de mis pecados quisiste ser crucificado y dar la vida por mis culpas; yo me postro humildemente a tus pies y te pido perdón por haber vuelto a ofenderte despreciando tu Sangre y el amor con que diste la vida por mí; dame la gracia de confesarme, arrepentirme y enmendarme, ¡oh mi Señor!, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Amor.- Oh, Señor mío y Dios mío, oh buen Padre, Creador, Bienhechor nuestro, oh Altísimo y benéfico Señor de todos los hombres: yo me arrepiento de haberte ofendido siendo tú tan bueno y me presento humildemente ante tu bondad infinita, y como el hijo pródigo, te pido que me perdones y me recibas de nuevo en tus brazos y admitas en tu casa reconciliándome por medio de la penitencia. Por Jesucristo nuestro Señor, verdadero Hijo tuyo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


Oración a la Santísima Virgen Concédenos, Señor misericordioso, tu auxilio en nuestra fragilidad, para que los que invocamos la memoria de la Santa Madre de Dios, por el auxilio de su intercesión resucitemos de nuestras iniquidades. por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

ORACIONES DE SAN PEDRO CANISIO PARA PEDIR PERDÓN DE LOS PECADOS Oh dulcísimo Señor mío Jesucristo, yo, pecador indigno, te represento todos los santos pensamientos que siempre desde la eternidad hasta ahora has tenido, y sobre todo, aquel pensamiento con que tú, oh Verbo eterno, pensaste hacerte hombre. Te represento también todos los piadosos pensamientos que en todo tiempo han tenido y todos los que han de tener en honor de tu nombre los santos en el cielo y los hombres piadosos en la tierra. En cambio, oh clementísimo Señor, te suplico de lo íntimo de mi corazón, que me perdones a mí todos los pensamientos vanos, o torpes, o malos, o contrarios a tu voluntad, que hasta ahora he tenido o los que he sido causa de que tengan otros. (Padrenuestro y Avemaría). Oh piadosísimo Señor Jesucristo, yo, miserable pecador, te represento todas las buenas y saludables palabras que siempre hablaste en la tierra y las que otros dijeron siempre y se han de decir en tu nombre. Y te ruego humildemente, oh buen Jesús, me perdones a mí todas las palabras que hasta hoy he hablado o he sido causa de que otros hayan hablado contra tu voluntad santa. (Padrenuestro y Avemaría). Oh suavísimo Jesucristo, yo, pecador indigno, pero redimido por tu preciosa Sangre, te represento todas las buenas obras que por nuestra salvación obraste en medio del mundo, y todas las que otros han obrado en tu nombre y han de obrar en adelante. Y te ruego, piadosísimo Señor, me perdones todo lo que, consciente o inconscientemente, he obrado o he sido causa de que otros obren contra tu ley y contra la gloria de tu nombre. (Padrenuestro y Avemaría). En adelante, oh benignísimo Jesús, dirige y

ordena todos mis pensamientos, todas mis palabras y todas mis obras; ordénalos según tu divino beneplácito, para gloria de tu nombre y ajústalos al perfectísimo modelo de tu santísima vida y conducta. Tuyo soy y seré, Señor, y en vida y en muerte me recomiendo a tus manos a mí y a todas mis cosas. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria). ORACIONES PARA DESPUÉS DE LA CONFESIÓN Señor Dios mío, que te ofendes con el pecado y te aplacas con la penitencia: atiende propicio las oraciones de mi corazón arrepentido y aparta ya de mí los castigos de tu ira que había merecido. Por mi Señor Jesucristo. Amén. Señor Dios mío, que haces que todas las cosas aprovechen a los que te aman: derrama en nuestros corazones el incorruptible afecto de tu amor, para que todos los deseos y propósitos que he formado con tus inspiraciones, no se muden en adelante con ninguna tentación. Abrasa en el fuego del Espíritu Santo nuestro corazón y nuestras entrañas, para que te sirvamos con castidad en el cuerpo y con pureza en el corazón. Señor Dios mío, que a ninguno rechazas, sino que, aunque haya pecado, te aplacas por su penitencia con piadosa misericordia: atiende propicio a los ruegos de nuestra humildad e ilumina nuestros corazones, para que podamos cumplir tus mandamientos. Señor Dios mío, que justificas al impío y no quieres la muerte del pecador: invocamos suplicantes tu divina majestad para que, así como tus siervos confiamos en tu misericordia, así nos protejas benigno con tu auxilio y nos conserves con tu asidua protección, para que continuamente te sirvamos y por ningunas tentaciones nos separemos de Ti Por nuestro Señor Jesucristo. Amén. Dios nunca muere 13


Cristo dijo: “Si no hacéis penitencia todos pereceréis” R.P. François Knittel, FSSPX

S

i en el vocabulario cristiano hay una palabra que nos suene un poco desagradable, es la palabra penitencia. La mortificación no ha sido nunca una palabra publicitaria y hoy menos todavía. Inmersos en un mundo materialista y hedonista, nos cuesta mucho creer que aún nos sea necesaria la penitencia. Nos parece una noción del pasado, y aún más cuando vemos las disposiciones oficiales de la jerarquía de la Iglesia, que parece mitigar la obligación del ayuno y la abstinencia. Con el intento de poner las cosas en su lugar, nos proponemos poner en claro: 1. Los fundamentos del precepto divino de la penitencia, 2. La extensión del precepto eclesiástico de la penitencia. 3. Lo que se debe pensar acerca de las últimas modificaciones de la disciplina eclesiástica sobre esta materia y 4. Lo que tenemos que hacer en la práctica. 1. EL PRECEPTO DIVINO DE LA PENITENCIA Como en todo lo que concierne a la práctica y a la disciplina de la Iglesia, no nos importa para nada el juicio que el mundo da sobre este tema. En realidad, lo primero que tenemos que consultar es la Revelación divina. 1.1 En el Antiguo Testamento Al bajar Moisés de la montaña a comunicar la ley divina, le pidió al pueblo que hiciese penitencia de sus crímenes de idolatría y de ingratitud (Ex. 32,30). E incluso vemos que más tarde Dios mismo se reservó un día para la penitencia: el día de la expiación, y dijo que “el que ese día no se afligiese sería borrado de en medio de su pueblo” (Lev. 23,29). ¿Cómo no recordar aquí la misión que recibió de Dios el profeta Jonás para los habitantes de Nínive?: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonas 3,4). A esto respondió el decreto del rey: “Hombres y animales, bueyes y ovejas, no probarán bocado, no comerán nada ni beberán agua. Cúbranse de saco hombre y animales y clamen a Dios fuertemente, y conviértanse cada uno de su mal camino y de la violencia de sus manos”. (Jonás 717 Dios nunca muere

8). Y al final, perdonó a la ciudad. Incluso Nuestro Señor hizo el elogio de esta penitencia de los ninivitas: “Los ninivitas se levantarán el día del juicio contra esta generación y la condenará porque hicieron penitencia a la predicación de Jonás y hay aquí algo más que Jonás” (San. Mateo 12,41) Por último, para acabar esta ojeada rápida al Antiguo Testamento, citemos las palabras del profeta Joel que la liturgia pone con gusto en nuestros labios durante la cuaresma: “Convertíos a mí de todo corazón en ayuno, en llanto y en gemidos. Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras y convertíos a Yahvé, vuestro Dios… Entre el pórtico y el altar oren los sacerdotes, ministros de Yahvé y digan: perdona ¡Oh Yahvé!, a tu pueblo y no des al oprobio tu heredad” (Joel 2, 12-13,17). 1.2 En el Nuevo Testamento No pensemos que la penitencia era sólo una de esas prácticas de la Antigua Ley que fueron abrogadas por el divino Maestro. Antes de comenzar su ministerio. Jesucristo mismo practicó el ayuno durante 40 días y 40 noches (San. Mateo 4,2), ayuno que recomendó como medio para luchar contra el demonio: “Esta raza no puede ser lanzada sino por la oración y el ayuno.” (San Mateo 17,21), y no deja de determinar las condiciones que le dan a la penitencia todo su valor ante Dios y no ante los hombres: “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes como los hipócritas… tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara…” (San. Mateo 6, 16-18). En realidad, Jesucristo nos habla de una práctica necesaria para la salvación: “Yo os digo que, si no hacéis penitencia, todos igualmente pereceréis” “(San Lucas 13,3-5). Es una disposición fundamental del cristianismo auténtico: hacer penitencia por sus pecados. Prueba de ello es la práctica de la Iglesia primitiva, que se dio desde el principio a las prácticas de penitencia:” Mientras celebraban la liturgia de honor del Señor y guardaban los ayunos…” (Hech. 13,2).


Antes de toda decisión importante, la oración y el ayuno eran imperativos: “les constituyeron presbíteros en cada iglesia por la imposición de las manos, orando y ayunando, y los encomendaban al Señor…” (Id. 14,23). ¡Cuántas veces el apóstol de las naciones hará mención de sus vigilias y ayunos como otros tantos títulos de gloria! (2 Cor. 6,5; 11,27). 1.3 En los Padres de la Iglesia Esta predicación tan evangélica no podía dejar de hallar eco en los Padres de la Iglesia. Podemos citar el Dejejuniis (los ayunos) de Tertuliano, o el De jejunio (el ayuno) de San Basilio y otras muchas homilías en las que se detallan las prácticas de penitencia de Cuaresma. Pero veamos cómo San Agustín nos resume su pensamiento: “El ayuno purifica el alma, eleva el espíritu, sujeta la carne al espíritu, da al corazón contrición y humildad, disipa las tinieblas de la concupiscencia, extingue los ardores del placer y enciende la luz de la castidad” (Sermón 73). 1.4 Santo Tomás de Aquino Dejemos que Santo Tomás nos defina el triple efecto que hace que el ayuno es el acto de la virtud de abstinencia: “1º. Para reprimir las concupiscencias de la carne… 2º. Para que la mente se eleve a contemplar las cosas sublimes… 3º. Para satisfacer por los pecados…” (II,IIae, cuest. 147, art. 1, corp.) Cosa que confirma San Pío X en su Catecismo: el ayuno sirve para disponernos mejor a la oración, para hacer penitencia de los pecados cometidos y para preservarnos de cometer otros nuevos” (n 497). 2. PRECEPTO ECLESIÁSTICO DE LA PENITENCIA Después de haber establecido en la primera parte la existencia de un precepto divino de la penitencia, ahora vamos a estudiar el precepto eclesiástico correspondiente. 2.1 ¿La Iglesia tiene derecho a determinar el precepto divino? Leamos lo que dice Santo Tomás: - Recuerda, en primer lugar, el precepto divino: “El ayuno es útil para borrar y reprimir la culpa, y para elevar la mente hacia las cosas espirituales. Todos, por motivo natural, están obligados a practicar el ayuno en la medida que les es necesario para los motivos ya mencionados de modo que el ayuno en general cae bajo el precepto de la ley natural” ( II-IIae, cuest. 147. art. 3. corp.). - Luego demuestra la legitimidad del precepto eclesiástico correspondiente: “Pero la determinación del tiempo y del modo de ayunar según la conveniencia y

la utilidad del pueblo cristiano cae bajo el precepto del derecho positivo que ha sido instituido por la jerarquía de la Iglesia” (id.). - Como la penitencia es necesaria para la casi totalidad de los hombres por culpa de las pasiones, la Iglesia determina la aplicación concreta: “Dado que la multitud de los hombres necesita en general de este remedio, y porque “todos delinquimos en muchas cosas” (Sant. 3,2) y porque “la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu” (Gal. 5,17), fue conveniente que la Iglesia estableciera algunos ayunos que todos deben ordinariamente guardar… y de este modo obra determinando lo que es normalmente necesario (id. Ad 1 um). - Por supuesto, la ley eclesiástica de la penitencia, como toda ley humana, admite impedimentos y dispensas: “Los preceptos comunes se establecen según que convienen a la multitud y por eso, cuando el legislador los establece mira lo que conviene en general y lo que suele ocurrir. Si por alguna causa especial se halla algo que se oponga a los que marca la observancia de lo establecido, en tal caso la intención del legislador no es la de obligar a que se guarde lo establecido” (II-IIae, cuest. 147, art. 4,corp. Y ad 1 um). 2.2 Determinaciones concretas de la Iglesia Esta doctrina es la que funda las disposiciones del Derecho Canónico de la Iglesia que estaban contenidas en ciertos cánones. Primero se definían los términos empleados: ¿Qué es la abstinencia? “La ley de la abstinencia prohíbe comer carne y caldo de carne, pero no prohíbe comer huevos, lacticinios y cualesquiera condimentos, aunque sean de grasa de animales” (c. 1250) ¿Qué es el ayuno?“La ley del ayuno prescribe que no se haga sino una sola comida al día; pero no prohíbe tomar algún alimento por la mañana y por la tarde, con tal que se observe, respecto de la cantidad y la calidad, la costumbre aprobada en cada lugar” (c. 1251) Una vez definidas estas palabras, el Derecho Canónico pasa al detalle de la obligación eclesiástica: “La ley de la sola abstinencia se ha de observar todos los viernes del año” (c. 1252. § 1). La ley de la abstinencia y del ayuno, modificada por la Constitución apostólica Paenitemini del 17 de febrero de 1966, debe guardarse el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo ) c. 1252, § 2). Estos ayunos y abstinencias desaparecen en caso de ocurrencia con una fiesta de precepto (c. 1252, § 4).

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16 Dios nunca muere


Cristo dijo: “Si no hacéis penitencia todos pereceréis” R.P. François Knittel, FSSPX

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i en el vocabulario cristiano hay una palabra que nos suene un poco desagradable, es la palabra penitencia. La mortificación no ha sido nunca una palabra publicitaria y hoy menos todavía. Inmersos en un mundo materialista y hedonista, nos cuesta mucho creer que aún nos sea necesaria la penitencia. Nos parece una noción del pasado, y aún más cuando vemos las disposiciones oficiales de la jerarquía de la Iglesia, que parece mitigar la obligación del ayuno y la abstinencia. Con el intento de poner las cosas en su lugar, nos proponemos poner en claro: 1. Los fundamentos del precepto divino de la penitencia, 2. La extensión del precepto eclesiástico de la penitencia. 3. Lo que se debe pensar acerca de las últimas modificaciones de la disciplina eclesiástica sobre esta materia y 4. Lo que tenemos que hacer en la práctica. 1. EL PRECEPTO DIVINO DE LA PENITENCIA Como en todo lo que concierne a la práctica y a la disciplina de la Iglesia, no nos importa para nada el juicio que el mundo da sobre este tema. En realidad, lo primero que tenemos que consultar es la Revelación divina. 1.1 En el Antiguo Testamento Al bajar Moisés de la montaña a comunicar la ley divina, le pidió al pueblo que hiciese penitencia de sus crímenes de idolatría y de ingratitud (Ex. 32,30). E incluso vemos que más tarde Dios mismo se reservó un día para la penitencia: el día de la expiación, y dijo que “el que ese día no se afligiese sería borrado de en medio de su pueblo” (Lev. 23,29). ¿Cómo no recordar aquí la misión que recibió de Dios el profeta Jonás para los habitantes de Nínive?: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonas 3,4). A esto respondió el decreto del rey: “Hombres y animales, bueyes y ovejas, no probarán bocado, no comerán nada ni beberán agua. Cúbranse de saco hombre y animales y clamen a Dios fuertemente, y conviértanse cada uno de su mal camino y de la violencia de sus manos”. (Jonás 717 Dios nunca muere

8). Y al final, perdonó a la ciudad. Incluso Nuestro Señor hizo el elogio de esta penitencia de los ninivitas: “Los ninivitas se levantarán el día del juicio contra esta generación y la condenará porque hicieron penitencia a la predicación de Jonás y hay aquí algo más que Jonás” (San. Mateo 12,41) Por último, para acabar esta ojeada rápida al Antiguo Testamento, citemos las palabras del profeta Joel que la liturgia pone con gusto en nuestros labios durante la cuaresma: “Convertíos a mí de todo corazón en ayuno, en llanto y en gemidos. Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras y convertíos a Yahvé, vuestro Dios… Entre el pórtico y el altar oren los sacerdotes, ministros de Yahvé y digan: perdona ¡Oh Yahvé!, a tu pueblo y no des al oprobio tu heredad” (Joel 2, 12-13,17). 1.2 En el Nuevo Testamento No pensemos que la penitencia era sólo una de esas prácticas de la Antigua Ley que fueron abrogadas por el divino Maestro. Antes de comenzar su ministerio. Jesucristo mismo practicó el ayuno durante 40 días y 40 noches (San. Mateo 4,2), ayuno que recomendó como medio para luchar contra el demonio: “Esta raza no puede ser lanzada sino por la oración y el ayuno.” (San Mateo 17,21), y no deja de determinar las condiciones que le dan a la penitencia todo su valor ante Dios y no ante los hombres: “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes como los hipócritas… tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara…” (San. Mateo 6, 16-18). En realidad, Jesucristo nos habla de una práctica necesaria para la salvación: “Yo os digo que, si no hacéis penitencia, todos igualmente pereceréis” “(San Lucas 13,3-5). Es una disposición fundamental del cristianismo auténtico: hacer penitencia por sus pecados. Prueba de ello es la práctica de la Iglesia primitiva, que se dio desde el principio a las prácticas de penitencia:” Mientras celebraban la liturgia de honor del Señor y guardaban los ayunos…” (Hech. 13,2).


Antes de toda decisión importante, la oración y el ayuno eran imperativos: “les constituyeron presbíteros en cada iglesia por la imposición de las manos, orando y ayunando, y los encomendaban al Señor…” (Id. 14,23). ¡Cuántas veces el apóstol de las naciones hará mención de sus vigilias y ayunos como otros tantos títulos de gloria! (2 Cor. 6,5; 11,27). 1.3 En los Padres de la Iglesia Esta predicación tan evangélica no podía dejar de hallar eco en los Padres de la Iglesia. Podemos citar el Dejejuniis (los ayunos) de Tertuliano, o el De jejunio (el ayuno) de San Basilio y otras muchas homilías en las que se detallan las prácticas de penitencia de Cuaresma. Pero veamos cómo San Agustín nos resume su pensamiento: “El ayuno purifica el alma, eleva el espíritu, sujeta la carne al espíritu, da al corazón contrición y humildad, disipa las tinieblas de la concupiscencia, extingue los ardores del placer y enciende la luz de la castidad” (Sermón 73). 1.4 Santo Tomás de Aquino Dejemos que Santo Tomás nos defina el triple efecto que hace que el ayuno es el acto de la virtud de abstinencia: “1º. Para reprimir las concupiscencias de la carne… 2º. Para que la mente se eleve a contemplar las cosas sublimes… 3º. Para satisfacer por los pecados…” (II,IIae, cuest. 147, art. 1, corp.) Cosa que confirma San Pío X en su Catecismo: el ayuno sirve para disponernos mejor a la oración, para hacer penitencia de los pecados cometidos y para preservarnos de cometer otros nuevos” (n 497). 2. PRECEPTO ECLESIÁSTICO DE LA PENITENCIA Después de haber establecido en la primera parte la existencia de un precepto divino de la penitencia, ahora vamos a estudiar el precepto eclesiástico correspondiente. 2.1 ¿La Iglesia tiene derecho a determinar el precepto divino? Leamos lo que dice Santo Tomás: - Recuerda, en primer lugar, el precepto divino: “El ayuno es útil para borrar y reprimir la culpa, y para elevar la mente hacia las cosas espirituales. Todos, por motivo natural, están obligados a practicar el ayuno en la medida que les es necesario para los motivos ya mencionados de modo que el ayuno en general cae bajo el precepto de la ley natural” ( II-IIae, cuest. 147. art. 3. corp.). - Luego demuestra la legitimidad del precepto eclesiástico correspondiente: “Pero la determinación del tiempo y del modo de ayunar según la conveniencia y

la utilidad del pueblo cristiano cae bajo el precepto del derecho positivo que ha sido instituido por la jerarquía de la Iglesia” (id.). - Como la penitencia es necesaria para la casi totalidad de los hombres por culpa de las pasiones, la Iglesia determina la aplicación concreta: “Dado que la multitud de los hombres necesita en general de este remedio, y porque “todos delinquimos en muchas cosas” (Sant. 3,2) y porque “la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu” (Gal. 5,17), fue conveniente que la Iglesia estableciera algunos ayunos que todos deben ordinariamente guardar… y de este modo obra determinando lo que es normalmente necesario (id. Ad 1 um). - Por supuesto, la ley eclesiástica de la penitencia, como toda ley humana, admite impedimentos y dispensas: “Los preceptos comunes se establecen según que convienen a la multitud y por eso, cuando el legislador los establece mira lo que conviene en general y lo que suele ocurrir. Si por alguna causa especial se halla algo que se oponga a los que marca la observancia de lo establecido, en tal caso la intención del legislador no es la de obligar a que se guarde lo establecido” (II-IIae, cuest. 147, art. 4,corp. Y ad 1 um). 2.2 Determinaciones concretas de la Iglesia Esta doctrina es la que funda las disposiciones del Derecho Canónico de la Iglesia que estaban contenidas en ciertos cánones. Primero se definían los términos empleados: ¿Qué es la abstinencia? “La ley de la abstinencia prohíbe comer carne y caldo de carne, pero no prohíbe comer huevos, lacticinios y cualesquiera condimentos, aunque sean de grasa de animales” (c. 1250) ¿Qué es el ayuno?“La ley del ayuno prescribe que no se haga sino una sola comida al día; pero no prohíbe tomar algún alimento por la mañana y por la tarde, con tal que se observe, respecto de la cantidad y la calidad, la costumbre aprobada en cada lugar” (c. 1251) Una vez definidas estas palabras, el Derecho Canónico pasa al detalle de la obligación eclesiástica: “La ley de la sola abstinencia se ha de observar todos los viernes del año” (c. 1252. § 1). La ley de la abstinencia y del ayuno, modificada por la Constitución apostólica Paenitemini del 17 de febrero de 1966, debe guardarse el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo ) c. 1252, § 2). Estos ayunos y abstinencias desaparecen en caso de ocurrencia con una fiesta de precepto (c. 1252, § 4).

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Si estas disposiciones del Código del 1917 no cambian en nada los privilegios e indultos particulares o generales (c. 1253), la práctica fue cambiando durante este siglo. Así, se puede leer lo siguiente en el Mensajero del Corazón de Jesús del 1º. de Agosto de 1951: “Desde el 31 de diciembre de 1950 cesó el antiguo “indulto para la América Latina e Islas Filipinas” y rige el Decreto para la S. C. del Concilio dado desde el 28 de enero de 1949”. Esta disposición fue confirmada por la Constitución apostólica Paenitemini (n V): “Abrogados todos los privilegios e indultos, ora generales, ora particulares, estas normas no cambian nada en los votos de cualquier persona física o moral ni en las constituciones y reglas de cualquier Religión o Instituto aprobado”.

4. El ayuno y la abstinencia se mantiene el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo (no. 1251). En esto no hay cambios. 5. La abstinencia obliga “a todos los que han cumplido 14 años de edad” y el ayuno “a todos los mayores de edad (18 años) hasta que hayan cumplido los 59 años “ (no. 1252). Advirtamos que la abstinencia obliga sólo a partir de los 14 años, pero que el ayuno sigue al cambio de mayoría de edad en el Código de 1983 y empieza a obligar a los 18 años. 3.2 ¡ La penitencia que quieras!

Pero ¡cuidado!, como dice el viejo adagio, “In cauda venenum: El veneno está en la “Convertíos a mí de todo corazón en Finalmente, el Código de cola”. Para darnos cuenta del ayuno, en llanto y en gemidos. Rasgad 1917 definía las personas a las espíritu de estas modificaciones que se aplican estas vuestros corazones, no vuestras hay que leer atentamente el disposiciones: la abstinencia a vestiduras y convertíos a Yahvé, vuestro último canon del Código que “cuantos hayan cumplido los 7 Dios… Entre el pórtico y el altar oren los t r a t a d e e s t e te m a : “ L a años de edad” (c. 1254 § 1) y el sacerdotes, ministros de Yahvé y digan: Conferencia Episcopal puede ayuno a “todos desde que han perdona ¡Oh Yahvé!, a tu pueblo y no determinar con más detalle el cumplido los 21 años de edad des al oprobio tu heredad” modo de observar el ayuno y la hasta que hayan comenzado el abstinencia, así como (Joel 2, 12-13,17). 60” (c. 1254 § 2). substituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, Como vemos, la disciplina de sobre todo por obras de caridad la Iglesia en esta materia era clara y determinada; se sabía y prácticas de piedad”. (no. 1253). lo que era el ayuno y la abstinencia, a partir de que edad y en qué días obligaba y cuáles eran los legítimos motivos Concretamente, leamos algunas decisiones de la de dispensa. Conferencia episcopal de España del 1º de enero de 1967. Al ser anteriores al Código de 1983, son la 3. ULTIMAS MODIFICACIONES DE LA aplicación de la Constitución Apostólica Paenitemini, DISCIPLINA DE LA PENITENCIA que este mismo Código cita literalmente en el canon 1253. 3.1 Una ley vaga Es verdad que el primer párrafo recuerda que el ayuno Si pasamos ahora a la nueva legislación publicada por y la abstinencia obligan el Miércoles de Ceniza y el el Código de derecho Canónico de 1983, lo primero que Viernes Santo, pero en el segundo párrafo dice: “Los advertimos son las siguientes diferencias: demás viernes del año que no sean fiestas de precepto son también días de penitencia. Pero la abstinencia de carne, impuesta por la ley general, puede sustituirse, 1. Se menciona la penitencia como una obligación de según libre voluntad de cada uno de los fieles, por todos los cristianos. (no 1249). cualquiera de las varias formas de penitencia recomendadas por la Iglesia, como son: a)Ejercicios de piedad y oración, preferentemente en familia o en grupo 2. Se recuerda que los tiempos de penitencia de la Iglesia (p. ej., la participación en la santa misa, lectura de una Universal son los viernes del año y el tiempo de parte de la Sagrada Escritura o vidas de santos, el rezo Cuaresma (no. 1250). del rosario y otros): b) Mortificaciones corporales (ayuno, privaciones voluntarias en la comida o en la 3. La abstinencia de carne o de otro alimento decretado bebida, en el fumar, en la asistencia a espectáculos, por la Conferencia Episcopal se extiende a todos los abstención de manjares costosos o muy apetecibles, viernes del año salvo que caiga en una solemnidad (no. etc.); c) Obras de caridad (visitar a los enfermos o 1251). Advirtamos los dos cambios: se pasa de la atribulados, limosnas, etc.)” y el tercer párrafo empieza abstinencia a la de carne o de “otro alimento” y de las así: “La cuantía de la limosna y de las demás acciones fiestas de precepto a “ una solemnidad”. penitenciales se deja a la conciencia de cada uno.”Al

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examinar las decisiones de las demás Conferencias Episcopales, llegaremos a esta misma conclusión: ¡Se puede hacer la penitencia que a uno le de la gana! Se puede ayunar o no, h a c e r abstinencia o dar limosna, visitar a los atribulados o n o f u m a r, hacer limosna de 1 peso o de 100. Se puede, si, pero ¿Qué pasa de hecho? Pues, que no se hace penitencia. Y el que no hace nada en esta materia va contra la palabra de nuestro Señor Jesucristo: “Yo os digo que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis” (San Lucas 13,3-5)

detenerse en un alto o no, tener un auto con o sin frenos (medios para obtener el fin)? La situación actual es, pues, trágica, porque la autoridad ya no determina hoy lo que hay que hacer para cumplir con el precepto divino de la penitencia. En realidad solo queda una apariencia de ley. 4º ¿QUÉ HACER? Estando así las cosas, ¿podemos dispensarnos de toda penitencia? ¿Estamos dispuestos a esperar la hora de nuestro juicio particular responderle al Juez supremo: “Señor, no hice ninguna penitencia porque sólo había una apariencia de ley”? Cuando la ley tiene apariencias dudosas, se tiene que mantener, en cuanto sea posible, el espíritu de la ley anterior. Por esto, tenemos que sujetarnos por lo menos a la ley común más universal anterior a la confusión actual: -La abstinencia de carne todos los viernes del año. -El ayuno y la abstinencia del Miércoles de Ceniza y del Viernes Santo. Al cumplir esta ley que ha sido santificada por el uso multisecular, no nos costará cumplir el precepto divino de la penitencia, incluso en un tiempo en el que la disciplina eclesiástica está a oscuras.

3.3. ¿Dónde están los medios para la penitencia? Poco importan las consideraciones espirituales que abundan en este nuevo Código de Derecho Canónico y en las decisiones de las Conferencias Episcopales sobre la necesidad, la utilidad y lo hermosa que es la penitencia. Lo que necesita ante todo el pueblo cristiano es saber cuándo tiene que hacer penitencia. El Magisterio recuerda la necesidad de la penitencia como un punto de la doctrina de la Iglesia y la Disciplina determina lo que todos tienen que hacer para cumplir con este precepto divino. De este modo el Magisterio de la Iglesia recuerda la necesidad de comulgar dignamente según la enseñanza de S. Pablo (1 Cor. 11, 27-29) y su Disciplina determina la duración del ayuno eucarístico requerido para poner en práctica la orden del Apóstol. Así el Magisterio de la Iglesia nos recuerda el deber de santificación del día del Señor y su Disciplina determina que hay que santificarlo con la asistencia a la Santa Misa y con la abstención de toda obra servil. Como explica Sto. Tomás, el fin de la ley no cae bajo la ley (I-IIae, cuest. 100, art. 9 y 10; II-IIae, cuest. 44, art. 1, ad 1). ¿Qué diríamos de un código de circulación que se limitase a recordarnos que grande es la seguridad, que tenemos que respetar la vida del prójimo y la utilidad del orden en todas las cosas (fin de la ley), dejando a todos la libertad de circular por la derecha o por la izquierda,

FRUTOS DE LA PENITENICIA San Ignacio de Loyola dice que: “las penitencias externas principalmente se hacen por tres efectos: 1º por satisfacción de los pecados pasados; 2º por vencer a sí mismo, es a saber, para que la sensualidad obedezca a la razón y todas las partes inferiores estén más sujetas a las superiores; 3º para buscar y hallar alguna gracia o don que la persona quiere y desea, así como si desea haber interna contrición de sus pecados, o llorar mucho sobre ellos, o sobre las penas y dolores que Cristo nuestro Señor pasaba en su pasión, o por solución de alguna duda en que la persona se halla.” (Ejercicios espirituales no 87)

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La Semana Santa: ¿Semana de vacaciones o de luto? Padre Michel Boniface, FSSPX

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l Jueves Santo, el Viernes Santo y el Sábado Santo forman el Triduo Sacro. Son los días de la Semana Santa, de la semana más importante de la historia de la humanidad. Porque para nada hubiera servido la creación si no hubiera habido la salvación. La Semana Santa es la semana de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Pasión significa sufrimientos, muerte de Cristo en la Cruz. Pasión, Redención, Salvación y vida eterna para nosotros están vinculadas. Sin los sufrimientos, la Cruz y la muerte de Cristo no hay salvación para tí, pecador ingrato. Cristo se hizo nuestro cordero que carga con nuestros pecados. Cristo quiere “morir a fin de satisfacer en nuestro lugar a la justicia de Dios, por su propia muerte”, dice S. Tomás de Aquino en su Suma Teológica (III, 66, 4). Cristo acepta ser maltratado, para que tú no lo seas eternamente; Cristo acepta ser flagelado para que tú no seas flagelado por los demonios y el fuego en el infierno. Cristo acepta gustar la tremenda sed de la crucifixión; acepta gustar la muerte amarga de la cruz, para que tú no padezcas la sed eterna de felicidad. Cristo acepta ser deshonrado en la cruz para que tú no seas deshonrado y confundido en el día del Juicio final. Y tú, hijo ingrato, ¿qué haces en esos días de la Semana Santa mientras que tu Señor está muriendo en tu lugar para salvarte?¿Cómo los utilizas? ¿A dónde vas? 21 Dios nunca muere

¿Por qué los profanas? Si en esos días tu patrón te dispensa de trabajar porque es Semana Santa, Semana de Luto, Semana de la muerte del Hijo de Dios; tú deberías saber muy bien que esos días santos no son días de vacaciones, ni de disipación, ni de playa. Son días de penitencia, de oración y de lágrimas. El hijo de Dios hecho hombre está luchando contra el demonio y la justicia divina para librarte. Sí, para librarte a tí y a tu familia del más grande peligro que pueda existir: el de la perdición eterna. Sábelo, incúlcalo a tus hijos para que sean agradecidos con su Salvador. Es Dios mismo quien te lo dice: “Sin efusión de sangre no hay remisión de pecados” (Hebreos 9, 22). Y esa sangre que borra tus pecados es la de tu Bienhechor: Nuestro Señor Jesucristo. Sobre todo no digas que no has pecado y no necesitas del perdón. Si lo dijeras manifestarías tu gran ceguedad e ignorancia. Ningún hombre puede conseguir por sí mismo el perdón de sus pecados. Debe buscarlo en otra parte: ¿dónde? en la Sangre del Hijo de Dios que murió en la Cruz el Viernes Santo. San Pablo dice: “En Él, por su Sangre tenemos la redención, el perdón de los pecados...” (Efesios 1,7). El hombre no puede ofrecer sacrificio propiciatorio por sus pecados. Nuestro Señor Jesucristo se hizo propiciación por nuestros pecados. El se ofrece el Viernes Santo en sacrificio propiciatorio por tí. Sólo,


El viernes Santo es día de ayuno y penitencia, silencio y lágrimas y no día de playa y placeres. ¿por qué te quejas de tener problemas en tu vida, familia y trabajo?

El Viernes Santo es para que grites con y en la Iglesia misericordia para tí mismo y para todo el género humano. El Viernes Santo es para que participes en las exequias de Cristo, escuchando el Evangelio de la mediante la sangre de Cristo, puedes purificarte, puedes Pasión y las Siete Palabras que son las últimas liberarte de las cadenas del pecado y de la tiranía del recomendaciones de Cristo, Nuestro Redentor. demonio. Aprovecha el Viernes Santo para confesar con Y en estos días durante los cuales Cristo está en lágrimas tus iniquidades, lavar tu alma de la lepra del los tormentos de la Cruz para merecerte la salvación, tú, pecado con la Sangre de Cristo, participar en la Pasión pecador necesitado, tú te vas a la playa, a pasearte, de tu Salvador, para tener parte con Él en su victoria. divertirte, quizás acumular más pecados a los que ya El Viernes Santo, sufrió Cristo para merecerte el ser hayas cometido. ¡Despiértate, hermano mío, despiértate librado del pecado que es el más horrible cáncer que de tu letargo! ¡Sé agradecido con tu Bienhechor! ¡Actúa pueda existir, y del infierno que es la más grande de las como católico verdadero! des-gracias. Y tú ¿irías de Ve al templo a ver y a vacaciones con tantos otros escuchar lo que en tu lugar está neopaganos quizás para matarte en padeciendo Cristo. Sábelo que la el camino de la ingratitud? ingratitud atrae el castigo de Dios El Viernes Santo es para que más bien que su misericordia. No hagas el Vía Crucis, medites lo que seas, pues, ingrato sino agradecido. padeció por tí tu Señor, para darte La gratitud cristiana cuenta de lo que merece el pecado. consagra el Triduo Santo para Lea los últimos capítulos de San conocer más lo que hizo Nuestro Mateo, Marcos, Lucas y Juan o ver Señor Jesucristo por nosotros e (I Pedro 3,18) la Pasión de Mel Gibson para que te impulsarnos a la penitencia, a la des cuenta del precio que Cristo sincera conversión y enmienda de pagó para librarte del poder del nuestra vida tibia y mediocre. pecado y del demonio y hacerte hijo de Dios. El Viernes Santo es día de ayuno y penitencia, silencio y lágrimas y no día de playa y placeres. El Jueves Santo es el día en que el Señor Jesús antes de ir a su Pasión te dejó el Memorial de su muerte. Para aplicar los frutos de su Pasión a tu alma, instituyó el El Sábado Santo es día de Luto. Hombres y sacramento de su amor que es la Santa Eucaristía y el mujeres deberían vestirse con ropa de luto para sacerdocio para consagrarla. El dijo: “haced esto en acompañar a la Santísima Madre de los Dolores. memoria mía”, para recordarnos lo que padeció por puro El Sábado Santo debería servir para meditar con espanto amor hacia los ingratos que somos; para comunicar a lo que merece el pecado, porque si al Justo que cargó con nuestras almas la santidad y el remedio contra el pecado nuestros crímenes así se le castiga, ¿qué será del mediante la digna recepción de su Cuerpo. Y tú ¡irías a culpable si muere con su pecado? divertirte en ese día! No sabes que Cristo dijo: “El que En resumen, hermano mío, escucha a Dios come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y mismo que dice a cada uno de nosotros: “No tardes en Yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es convertirte al Señor, ni lo difieras de un día para otro; verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El porque de repente sobreviene su ira, y en el día de que come mi carne y bebe mi sangre está en Mí y Yo en venganza acabará contigo” (Eclesiástico, 5, 8.). él” (San Juan 6, 54-56). Y tú que pretendes ser discípulo Aprovecha la Semana Santa para convertirte al de Cristo ¿por qué te privas del Pan celestial que sana, Señor, porque la sincera conversión y el verdadero purifica, santifica y pacifica tu alma y tu hogar? Si por tu arrepentimiento aseguran el perdón de los pecados; dan culpa no aprovechas del remedio que Cristo te ofrece paz al alma y, al fin, la vida eterna.

“Cristo murió una vez por los pecados; el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”.

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Entrevista al Padre Mateo Alejo

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X atrae a los sacerdotes jóvenes

DNM.: Padre MATEO, usted es monje agustino recoleto y sacerdote católico de rito Bizantino, Arquimandrita de la Iglesia Católica Melquita, Patriarcado de Antioquía, el 8 de diciembre pasado usted hizo sus primeros compromisos en la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. ¿Cómo y dónde conoció usted la Fraternidad? PMA.: Conozco la FSSPX, desde niño. Mi familia asistía la Misa Tradicional Latina y a la Divina Liturgia Greco Melquita. Son dos expresiones de la misma Fe Católica. DNM.: ¿Por qué no haberse quedado dentro del sistema actual de la Iglesia y luchar en pro de la Fe dentro de la misma? PMA.: Principalmente por el apoyo que he recibido y recibo, como miembro de la congregación, tanto en el aspecto espiritual como humano. Es importante que un sacerdote tenga otros hermanos para apoyo mutuo; poder dar y a la vez recibir fortaleza el uno al otro por medio de una comunidad fraterna. Un sacerdote solo y viviendo entre los lobos, en el sistema actual de una diócesis o congregación religiosa moderna, siempre corre el riesgo de ser etiquetado como reaccionario. Es, especialmente así, cuando uno no tiene apoyo desde arriba en su diócesis o congregación. En mi caso, recibía apoyo pero, por política eclesiástica, me sacaron la alfombra desde debajo en mi orden religiosa, y luego, en la diócesis dónde yo servía antes. De la noche a la mañana, mi obispo dejó de apoyarme en la necesidad de mantener una fe católica centrada en Dios. La razón: a él le preocupaba más el aspecto de querer atraer gente para llenar la iglesia y no el darles sana doctrina y liturgia. Un sacerdote no es organizador de actividades para que la gente se sienta bien, por nada. Es el padre espiritual que nos indica el camino correcto. DNM.: ¿Conoce usted a otros sacerdotes que dejaron lo moderno para regresar a lo tradicional? PMA.: Conozco personalmente algunos que son ahora 23 Dios nunca muere

sacerdotes de la Tradición, pero comunidades de rito tradicional. Otros, como yo, ya son miembros de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X. DNM.: Para que la situación mejore dentro de la Iglesia ¿qué consejo daría usted a los obispos y sacerdotes que sinceramente quieren poner fin a esta crisis interna que paraliza a la Iglesia? PMA.: Primeramente, hay que reconocer que hay una crisis y ver claramente sus frutos. Francamente, los frutos no son positivos. Al reconocer eso, hay que tomar las medidas necesarias para poder guiar almas hacia la sana doctrina y fe católica de siempre, tanto en su forma occidental como oriental. Digo eso porque hay tesoros teológicos y espirituales de los dos pulmones de la Iglesia que pueden ayudarnos muchísimo, en cuanto a poder sacarnos de la crisis. Hay que beber de nuevo de las fuentes originales de la Iglesia y a la vez alejarse de novedades humanas que se han infiltrado en Ella. También es necesario que el obispo y el sacerdote reconozcan la necesidad de ser fieles en la oración: Retomar el breviario, celebrar la misa diariamente, en pocas palabras, poner a Nuestro Señor Jesucristo en su lugar: como Rey y estar muy atentos a Él, no poner nuestra agenda


Compromisos del Padre Mateo Alejo con la Fraternidad Sacerdotal San Pío X pidiéndole al Señor que la selle. Hay un Rey, y el Sumo Rey Desde hace muchos años, los sacerdotes y las comunidades sabe perfectamente bien qué es lo que nos hace falta y qué birritualistas han sido una realidad en la Iglesia. No es una es lo que tenemos que hacer. Como obispos y sacerdotes, novedad del siglo XX, ni del modernismo. Es un aspecto hay que reconocer y aceptar el hecho de que somos integral de la Iglesia, aunque es poco conocido por la gente. instrumentos de Él. El instrumento no es más que el dueño. La Iglesia Católica tiene que respirar con sus dos pulmones tanto el “Occidental” como el “Oriental”. En la Tradición, DNM.: Usted estuvo durante un año en nuestro nos conviene conocer más del Oriente y sus tradiciones, Seminario de la Fraternidad en Argentina, además de porque son nuestros también. Si uno no conoce la riqueza aprender a celebrar la Misa en latín, ¿en qué le ayudó de lo que es ser católico y sus distintas tradiciones, uno esta estancia? mismo se limita y se condena a vivir un catolicismo PMA.: De hecho, me ayudó mucho para aprender más empobrecido. Para poder vivir y defender la Fe, tenemos acerca de la plenitud del rito latino. Un rito es más que una que conocer a plenitud el tesoro de nuestra Fe Católica. Ser ceremonia; sin embargo, es un camino para poder vivir la un sacerdote “birritualista”, me ha ayudado y bendecido plenitud de nuestra Fe Católica. Con los cambios en la muchísimo. Invito a otros Iglesia, debidos al Concilio sacerdotes y fieles de la Tradición Vaticano Segundo, muchos a dejarse retar para poder católicos latinos fueron estafados Con los cambios en la Iglesia enriquecerse aún más y poder vivir en su fe. Ahora los católicos debido al Concilio Vaticano II, con mucha fortaleza nuestra Fe modernos son mejores protestantes muchos católicos latinos fueron Católica. y liberales que los mismos estafados en su fe. DNM.: Por último, padre: ¿qué protestantes y liberales. En el consejo daría usted a los jóvenes seminario en La Reja, ví más que no se atreven a acercarse a claramente los orígenes del daño los seminarios de la causado en la Iglesia. Como Fraternidad? sacerdote, yo quiero ser parte de la solución de la crisis en PMA.: Al principio, tal vez se siente rechazo o nervios en la Iglesia, no parte de las causas de la crisis. Durante mi cuanto a acercarse a la Fraternidad. Sin embargo, el clima estancia en la Reja, descubrí que yo también quería formar en la Iglesia ha cambiado. Hay condena de la Tradición por parte de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X. Como elementos negativos dentro de la Iglesia. Aun así, hay sacerdote, veo la necesidad de vivir en una comunidad elementos favorables a la Tradición que simpatizan y sacerdotal. Un sacerdocio solitario no es sano. respaldan la postura de la Fraternidad, en cuanto a la crisis DNM.: Usted es birritualista, es decir, usted puede en la Iglesia. La Fraternidad nos ofrece estabilidad y celebrar la santa Misa en latín y en rito bizantino ¿en verdadero catolicismo a los sacerdotes que andamos en la qué podría ayudar a la Iglesia católica? búsqueda; nada de cosas nuevas y humanísticas, sino más PMA.: La Iglesia Católica no es meramente romana en su bien lo divino; nuestra Fe Católica pura y sencilla de tradición. Es de hecho compuesta de 23 ritos distintos, siempre, libre de contagios. tanto orientales como occidentales; asimismo lo es su DNM.: ¿Qué consejo daría los jóvenes que piensan en la pensamiento. Uno también tiene que darse cuenta de un vocación sacerdotal o religiosa? hecho, que el termino rito significa mucho más que PMA.: Dejarse llevar por Dios. Quién es capaz de ceremonia y exteriorización litúrgica. Un rito en la Iglesia ofrecernos felicidad y una gran oportunidad de poder es un estilo de vivir nuestra Fe Católica dentro de límites compartir y vivir la Santa Cruz de Nuestro Señor culturales, lingüísticos y aun expresiones litúrgicas. Lo que Jesucristo. La Santa Cruz nos hace verdaderamente libres y rezamos y vivimos, se expresa dentro de lo que son los felices. Nos llena completamente porque es de Dios. Él es distintos Ritos de la Santa Madre Iglesia. El rito Greco capaz de darnos lo mejor, más de lo que cada uno de Melquita es de la familia Bizantina Católica, uno de los nosotros podemos anhelar o desear. distintos ritos de la Iglesia. La realidad de los sacerdotes birritualistas no es nueva. Dios nunca muere 24


Actividades de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en México y América Central

Retiro en Tuxtla Gutiérrez, noviembre 2011

Retiro de mujeres enero 2012 en Guatemala

El Padre Alejandro Jiménez dando la plática sobre la Virgen Peregrina de Fátima en León, Gto.

Retiro de hombres diciembre 2011 en Guatemala

El Padre Novak con el grupo de la SAS, en Orizaba

El P. Jiménez en la procesión con la Virgen peregrina en Guadalajara


Vida de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en el mundo Retiro de 30 días:

Participaron 7 Sacerdotes y 16 Seminaristas La Reja, Argentina

Visita del P. Trejo a Guatemala

Junta de los superiores de la FSSPX en Roma, octubre de 2011 Visita del P. Franciscano Juan Luís Lazzaro a las Mínimas

Toma de hábito en el noviciado de las Hermanas de la Fraternidad en Argentina


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