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L I N G Ü Í S T I C A
FLORENCIO MOLINA CAMPOS. Nacido en 1891 y fallecido en 1959, es uno de los grandes referentes de la cultura argentina, con eje en lo gauchesco y el mundo rural. Reproducimos aquí La zamba y Calentando el horno. Autorización de Gonzalo Gimenez Molina y Fundación Molina Campos, www.molinacampos.net
◄ tivo proveniente del quechua se hayan apro-
ximado en español. Por otra parte, cabe señalar que existen algunas palabras de origen quechua (guagua, shungo, cancha) que, por su sonido, recuerdan palabras chinas cercanas también en significado. Esto, sumado a la existencia de algunos topónimos peruanos de difícil interpretación en quechua pero de posible explicación en chino –como Huaca Cao, el río Chao y las ciudades de Baguá y Yupán–, ha llevado a pensar en un contacto temprano entre las dos lenguas. Algunos antropólogos consideran que estas similitudes lingüísticas –así como otras que se observan en la iconografía y en el uso de sistemas como el quipu, por ejemplo— probarían un contacto anterior a la llegada de los euro-
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De acá a la China. Por AM 750
peos. Entre los defensores de esta teoría se cuenta Gavin Menzies, comandante retirado de la Real Marina británica. Este investigador sostiene que el navegante chino Zheng He llegó a América a principios del siglo XV. Su libro 1421: the Year China Discovered the World plantea que, durante el imperio de Zhu Di, los chinos llegaron a Australia varias centurias antes que James Cook y a las costas caribeñas en 1421. Estas hipótesis, no poco controvertidas, permiten especular acerca del origen chino de algunas palabras precolombinas. Así, china tendría una etimología quechua, pero a la vez señalaría una influencia del chino, una alternativa ciertamente discutible en comparación con la de la simple coincidencia. Según se ha observado entre numerosas
lenguas alrededor del mundo, la similitud, aun cuando incluya tanto sonido como significado, no es prueba de un origen común. Por ejemplo, parece fácil relacionar el verbo to have del inglés con el verbo haber. Pero las vías por las que se relacionan las culturas son muchas veces difíciles de detectar; y no es extraño que se descubran lazos impensados como que el término lunfardo dequera, ‘¡cuidado!’, provenga, según afirma Oscar Conde, del inglés take care. En estos rastreos se pueden alcanzar tiempos remotos, aunque también disminuyen las certezas: la palabra té llegó al español a través de los portugueses –o de los holandeses–, que habían aprendido la palabra que usaban en la lengua de Xiamen Esta palabra tiene el mismo origen que chá, en mandarín también ‘té’. Hace algo de tres mil años se pronunciaría como “dla”, aunque es solo una hipótesis. Y, si bien se usa en China desde antiguo, es probable que sea una palabra proveniente del lolo, una lengua del grupo tibeto-birmano. Pero sólo es posible conjeturar. El origen de términos como kétchup, charol, el chinchín del brindis, se ha podido rastrear, y conduce a diversas variedades de lenguas chinas. Las palabras que se han incorporado más recientemente al español cotidiano, como fengshui, pinyin, tofu, chaofán, provienen directamente del mandarín. En otros casos, como el de china, no se dispone de información mucho más allá del siglo XVI, de manera que no es fácil sostener una vinculación de la palabra quechua con el chino, más aún cuando tienen una explicación plausible en el desarrollo paralelo. No obstante, conviene ser prudentes, este conocimiento no es más que provisional. Hoy las hipótesis del contacto de China con América han vuelto a barajarse: el investigador chino Tang Jigen intenta encontrar en pruebas de ADN la evidencia de esta conexión. Tang lleva este contacto a la antigüedad: el viaje de China a América habría comenzado a fines de la dinastía Shang, en el siglo XI antes de Cristo. Fue este investigador quien, en 1999, dio con la capital de la dinastía Shang, cuna de la civilización china. Si bien aún faltan estudios más profundos, las recurrencias de tales hipótesis en arqueología, historia, lingüística suponen incorporar puntos de vista que albergan la posibilidad de influencia china en sitios en apariencia remotos. Se comienza a observar que China existe –innegablemente hoy–, pero que también existió en el pasado, un lugar en el mundo no tan lejano de nuestra América.