Mnemósyne digital nº 20 2017

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MNEMÓSYNE DIGITAL REVISTA DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DEL CUENTO

NÚMERO 20

2017

LOS SILOS 1


PRESENTACIÓN CRÓNICAS Y REPORTAJES Valentina Alcalde Ruiz, Gara Báez García, José Benito Brito Guedes, Rebeca Figueiro Pérez, Lidia, González Arias Otras palabras encadenadas Sheila Omaira Herrera Mesa, Pedro Mendoza González, Yessenia Moreno Cabrera, Joel Ramos Ojeda, Sara Vílchez Casanova  Arte terror. Reportaje y entrevistas Víctor Hernández Molina, Miguel Ángel García Rodríguez, José Domingo Aguilar García, Diego Ignacio Cabrera Cares  Dejemos que nos guíen las hadas Almudena Luis Luis, Leticia Pérez González, Eduardo Ramírez Quesada, Raquel Rodríguez Munguía, Inés Rodríguez Rivero, Andrea Sierra Herrera  La ruta fantástica

ENTREVISTAS Jorge Dóniz Fuentes, Javier Manuel García González, Tania González Méndez, María Regalado Dieppa  Francisco Hinojosa / Djeliba Baba Luz Edith Toro Pineda, Hiram Lewit Reyes-Bartlet, Paula Ramos Suárez, Sofía Ramos González  Emilio Lome Alice Acerbi, Francesca Benna, Virginia Delgado Rodríguez, Moisés Zebenzuy Duque Domínguez  Cristina Temprano Antonio A. Ferrera, Lucía Hernández, Christian Hernández, Ivone Palenzuela Gonzalo Velazko / Ernesto Tato Rodríguez María Fernanda Suárez Volpe, Alicia Sosa Siverio, Daniel Marichal del Castillo, Adrián Rodríguez Abreu, Lucía Marina Perera Pérez  La feria del libro. Entrevista a Antonio Santos

ESTUDIOS Y REFLEXIONES Justo Ayoset Miranda Domínguez, Samuel James Cockerill  Los Griots: un fenómeno histórico Anna Larat-Lini, François Gramusset  El drago de los deseos

CREACIÓN Juan José Candón Crónica de un ocioso día David Lozano Concordia Fayna Expósito Torres Canción: nº 1 – Goldfrapp / [La niebla tañía…]

RESEÑA Ernesto R. Abad  Pedro C. Cerrillo, El lector literario

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DIRECCIÓN: Ernesto J. Rodríguez Abad Benigno León Felipe SECRETARÍA DE REDACCIÓN: Andrés González Novoa Daniel Pinelo Casas COORDINACIÓN EDITORIAL: Cayetano Cordovés Dorta CONSEJO DE REDACCIÓN: Rosalía Arteaga Serrano (Ecuador) Benita Prieto (Brasil) Celso Sisto (Brasil) Pépito Mateo (Francia) Marc Laberge (Canadá) Liliana Cinetto (Argentina) Luis San Vicente (México) Juan Madrigal (Costa Rica) Elvira Novell Iglesias (Barcelona, España) Pep Bruno (Guadalajara, España) Carles García Domingo (La Rioja, España) Omaira Afonso Hernández (Tenerife, España) Luis Alzola Fariña (Tenerife, España) Juan Jesús Pérez García (Tenerife, España) ILUSTRACIÓN CUBIERTA: André Neves EDITOR: Asociación Cultural para el Desarrollo y Fomento de la Lectura y el Cuento - Los Silos ISSN: 1578-181X

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PRESENTACIÓN

La palabra nos espera. Cada año se agazapa en las esquinas de noviembre y se abalanza sobre los que se acercan a los caminos de tierra y musgos despeinados. Son diferentes, se tornasolan de irisadas sensaciones y hacen nidos en los oídos secos. Son muchos los años, los meses o los días de trabajo para acercarse a ella. Solo llega a finales de noviembre, tras el último recodo del mes. Entonces surgen como una piñata de cumpleaños, como los fuegos artificiales o como los torrentes desbocados. Y arrollan a los que ansioso escuchan. E. R. A.

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CRÓNICAS Y REPORTAJES

OTRAS PALABRAS ENCADENADAS

VALENTINA ALCALDE RUIZ GARA BÁEZ GARCÍA JOSÉ BENITO BRITO GUEDES REBECA FIGUEIRO PÉREZ LIDIA GONZÁLEZ ARIAS

Al alba nos encontramos. Nos fundimos en un pequeño coche y tomamos camino hacia Los Silos. Encadenados a nuestro trabajo y los equipos llegamos a un pequeño pueblo que nos recibe a todo color. Pisamos el suelo, hay algo en el aire. Son los colores y las historias que pululan en el ambiente. ¡Mira ahí! Una enorme puerta, de apariencia tosca y barniz cabizbajo está repleta de mariposas de papel. Ondean sus alas con gracia y su espectro de colores tiñe con melaza nuestras lenguas. Cuando nos acercarnos a la plaza, esfinges de madera se erigen frente a nuestras lenguas. Cargando los equipos nos acercamos a preguntar. ¿Qué son? Son deseos, recuerdos y personas que han pintado su memoria en un ladrillo de madera. El artista 

Estas crónicas, reportajes y entrevistas han sido realizadas por alumnos de 2º curso del Grado en Periodismo como prácticas de la asignatura «Literatura y periodismo» dentro de un Proyecto de Innovación Educativa.

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que confecciona las esculturas nos explica que, más tarde, todas estas figuras arderán. La nitidez con la que se grabaron en nuestras retinas permanece. Un ciervo, una rana, un árbol. Personajes y criaturas que llenan de magia la plaza, perfeccionan sus lagunas, pintan de anécdotas cada espacio. La melaza se convierte en miel cuando paseamos por el pueblo. Nos lo advertirá Andrés más tarde, «cada rincón guarda una historia». En uno de esos rincones se instala La Cenicienta. En el otro Gregor Samsa metamorfoseado. Son niños. Son ellos quienes han recreado en papel, cartón, corcho y madera todas esas historias. Volvemos a ser chiquillos en los instantes en que recorremos cada uno de esos monumentos a la narrativa clásica y actual, a lo ficticio y la más real de las pasiones. Entre tanta miel, perfilamos una enorme batería de preguntas para los presos del Centro Penitenciario, Tenerife 2. Sus cadenas resuenan a través de las calles. La melaza se confunde con el sabor metálico de las cadenas. «Palabras encadenadas» aguarda. Entretanto, seguimos descifrando las historias que cada miel esconde. Los hierros chirrían cada vez más fuerte, pero con una visión peculiar. Hay montañas de ternura por las que se derriten las nubes encrespadas. Y ya los vemos venir.

SUEÑOS DE LIBERTAD, BOCANADAS DE PASIÓN Poco antes de que comience la función, nos citamos con Ernesto Rodríguez Abad. Con el corazón abierto se sienta en el bosque de maderas y recuerdos. Apresurado nos atiende. ¿Qué es una entrevista? Nada, es la bondad lo que le da sentido, y es lo que nos ofreció Ernesto. Sus palabras nos transportaban a un lugar risueño, pero doloroso. Tras las cadenas había personas con una sensibilidad mucho mayor a la nuestra. «Tras de mí se cerraba cada puerta», y con cada puerta que cruzaba se contagiaba una soledad que más tarde sus cadenas nos cantarían. Para Ernesto es querer infinito y no una obligación pesada participar en esta experiencia. Veo en sus ojos que cuando piensa en este proyecto y en lo que se consigue al realizarlo no lo considera un trabajo como el que ejerce de profesor en la Universidad. Disponen de ayudas para estar aquí, en los Silos, contagiándose de la magia de sus calles, donde las historias se enlazan con los cuentos de toda una vida, y varias más. Pero los presos atrapados en el metal no tienen un buen espacio donde ir, ser y aprender. En esos espacios taciturnos hay bibliotecas, pero no hay libros que les interesen, o liberen. Aun así, «Tenerife 2» es una prisión innovadora donde más allá de las verjas ven el horizonte, el paisaje y las oportunidades que todos depositamos en ellos. Cuando llegas a ella y abres una conversación con cualquiera de sus internos sientes su soledad, estás bajo su piel, y desde su perspectiva entiendes la dureza de muchas vidas. Dice Ernesto que la más agria de las carencias que tienen esas personas al entrar en prisión es la afectiva. Donde no llega el calor se instala el más doloroso de los silencios. Es la mayor condena que sufren. No quiere juzgar nada porque si están en esa situación es por algo, pero que lo estén no es vinculante a un castigo tan grotesco como el de la soledad. Con una sonrisa tan ligera como las nubes que se resbalan por las montañas comenta Ernesto que pretende crear un ambiente divertido para que lo pasen bien. Te das de bruces con sus realidades, cuando te dicen que no te vayas porque se sienten

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libres entre la melaza de sus talleres. «O porque al hablar contigo se sienten personas y no números». Por eso, el ir a la cárcel a impartir algún taller es duro, no solo debes ir a vivir la experiencia, sino a cumplir tu compromiso con ellos, devolverle todo lo que se les ha arrebatado, que se sientan cómodos y vean que el metal se funde en el vasto horizonte. Ernesto nos mira con una sorpresa interina, y ve a través de nosotros y ellos, muchísimas diferencias. Un aula universitaria y la prisión. No solo en lo tangible, sino en lo que solo se puede sentir y apreciar cuando te abres a las personas. La diversidad que esconde el metal es magnánima, cada uno de los reclusos es un pequeño universo forjado en los azotes de toda una vida más o menos larga. Pero aun no teniendo los conocimientos necesarios, los presos tienen condiciones para reconducirse y comenzar a volar, a soñar y cumplir sus metas. «Se aprende mucho de ellos», sentencia Ernesto con una rotunda y amable mirada. Es sincero. Se ha llevado muchas experiencias después de compartir su tiempo y enseñarles a pensar desde otra óptica. Enseñarles a algo tan concreto como es a „soñar‟, a partir de algo tan abstracto como es el „arte‟. Y Ernesto también ha cultivado muchas cosas entre los metales. Lo primero que aprendió fue a olvidar sus prejuicios. En ese momento «sentí aprensión», pero un preso le posó la mano sobre su hombro, y le dijo seguro de sí: «tranquilo, que tú sales hoy». Ahí se dio cuenta de que todos estamos hechos de lo mismo, y en cualquier momento podemos sobrepasar esa línea, y quedarnos atrapados entre el sabor de los metales. En este instante, Ernesto se detiene, y con una pausa marcada, nos hace entender que cualquiera de nosotros podría cruzar la línea. Nos replanteamos el valor de nuestros juicios en cada instante. Pero, al terminar el día, Ernesto se funde en el calor que nace de ver a todos los presos que acuden a leer sus obras. Qué humilde y pegajoso sentimiento. Nace la satisfacción al verlos felices, después de comprender lo duro que es para ellos leer las historias de sus vidas. Pero gracias a ese trabajo, su soledad trasciende los muros y el metal y alcanza al más dulce de los pueblos. Los Silos protege al metal.

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Sueños de libertad, bocanadas de pasión. Tras los muros se cría una sensibilidad apabullante. Odas a la naturaleza de las personas. El olor metálico se pega a nuestras lenguas. Ernesto se desató de sus cadenas. Nosotros también. Nos quedan preguntas, pero el intenso metal nos empuja a adentrarnos en el centro de salud.

A CORAZÓN ABIERTO Desconcertados entre la agitación de los minutos previos a la función, y cargados con los equipos de grabación, nos indican dónde acomodarnos. Mientras nos sentábamos ahí, en el centro de salud, en una esquina llena de cables enrollados como nuestras ideas, en la sala se saboreaba la melaza de todos ellos. Ahí, en primera línea, estaban los presos esperando a que empezase la función, temblorosos, sus manos sudaban. Pero anida una alegría inusitada en todos ellos. Nerviosismo e ilusión adornan las caras de los protagonistas al darse cuenta de que han llegado al día, la hora y el lugar donde recitarán sus trabajos. Poco a poco comienzan a ocuparse los asientos y, de un momento a otro, el salón se llena de personas con rostros conocidos para los presos. Se desentienden de sus metales por un rato. Intercambiando miradas de complicidad, sonrisas tranquilizadoras, saludos, se sentían más seguros. Son reencuentros especiales porque no hay ápices de tristeza o frialdad, como en las visitas periódicas a prisión, a su exilio del tiempo. Este salón es un lugar distinto, está abrazado por el calor de todos los presentes. Se escucha reír, hay suspiros de alivio y alguna que otra lágrima de felicidad. Sus palabras los liberan de sus barrotes. En poco rato derraman sus sentimientos sobre nosotros como las nubes que siguen cayendo sobre la ladera. Esas nubes se derriten antes de alcanzar el escenario. En él solo hay un brillo de luz cálida que emite un foco y la temblorosa voz de los presos. «Os dejo con vuestras voces y vuestras historias para que reclaméis este espacio como el espacio de los imposibles, de los cambios, de los sueños», Andrés Novoa dejó caer estas palabras amigas. Resonaron por toda la sala, y dieron comienzo a las historias de nuestros protagonistas. Las palabras de Ernesto y de Andrés calan en cada uno de los poros de sus pieles. Ya no quedan cadenas que les aten por pies y manos. Los presos vuelan por debajo de Ícaro, libres de quemarse, con sigilo y seguridad. «Yo, carta de amor» es el título del primer poema recitado por un hombre que se imprime en nuestras retinas a través de la imagen que dibuja un proyector. Es uno de los muchos que no pudieron estar ahí. Lo expresa casi todo con su cara, sus gestos y sus palabras, agradecimiento y alegría, satisfacción al ver que los sentimientos y emociones que ha serigrafiado en un papel, describiendo a alguien su amor, están siendo escuchados por otro alguien. Por nosotros. Llegó el momento de dos poemas, y de dos mujeres que no pudieron estar en persona allí. «A mi madre» y «De los milagros de los hijos». En ellos florece la añoranza, la nostalgia que sienten hija y madre al no poder estar cerca de sus seres más queridos. Con cada palabra, el olvido se aleja, y el recuerdo se llena de color. Las lagunas se llenan y se tranquiliza a la angustia que nace del olvido. La tristeza, el dolor de estas personas detienen todas las respiraciones de este espacio, seguido de un fuerte aplauso que crea una atmósfera reflexiva, en un torbellino de

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sentimientos que invade a los presentes. «Aspirar es soñar, imaginar, atreverse a realizar lo imposible», contaba Emilio Lome al son de su tambor mientras narraba el cuento del «cangrejo soñador». Para los presos, escribir con tinta en un lienzo blanco cada letra, palabra, frase y párrafo es liberarse. Con sus escritos no encuentran fronteras, las palabras no tienen metales, no pesan de la misma forma, ni huelen de igual modo. A lo largo de la narración, el ambiente se fue animando. El público y los presos se contagiaron de la energía positiva y del ritmo musical que cantaba Emilio. Todos aplauden, los protagonistas reciben con gratitud esos aplausos sobre el escenario, e, incluso, algunos se animan a bailar y cantar junto al escritor invitado. Sin duda, la mejor manera de cerrar una función especial, que rompió cadenas momentáneamente, y liberó los recuerdos más dulces y amargos de los presos. Se bajan del escenario y se notaba en sus caras coloradas el camino que siguió la gota de sudor que había caído estando sobre el escenario. El nerviosismo se había quedado atrás. Antes de irnos, queríamos saber cómo se sentían ahora, cuáles eran sus sentimientos, la importancia de este día para ellos. En tan solo diez minutos teníamos que descubrir cómo era la huella que el Festival había dejado en ellos. Solo diez minutos antes de que se tuvieran que volver hacia el metal, dejando atrás al color y las personas de Los Silos. Nerviosos, nosotros y ellos, nos acercamos a preguntarles a pie de escenario todo lo que habían hecho florecer en nuestras máquinas de cavilar. Se cruzaban nuestras miradas, parecían preguntarse quiénes éramos nosotros, y por qué nos acercábamos a ellos, pero, entre risas y un ambiente muy acogedor, se dejaron hacer nuestras tímidas y asombradas preguntas. Cuando preguntamos por la experiencia y los sentimientos que brotan en el escenario, solo respondió uno de los siete presos que se acercaron hacia nosotros. «Muy bien, nos sentimos muy bien. Es un momento agradable y es una gran experiencia la que nos llevamos hoy», respondía encogido y sin mirarnos a los ojos uno de ellos. Notábamos cómo querían respondernos a todo lo que les preguntábamos, pero seguían nerviosos y el tiempo los llamaba con óxido y metal ennegrecido. Se notaba en sus caras la emoción de hablar con alguien que no estuviese dentro de la soledad a la que volverían pronto. Comenzaban a aligerarse un poco más. Ahora, las palabras salían de sus bocas de una manera más fluida, como un pequeño manantial de experiencias. Nos reconocían que tanto Ernesto como Andrés les han ayudado mucho para conseguir reconocerse y expresar lo que sienten, además de animarles a estudiar y apreciar el arte de lo minúsculo y magnífico, de lo que trasciende y nos da forma: nuestras palabras. A la hora de hablar de la inspiración fueron más los que se animaron a participar y compartir con nosotros sus más hondas reflexiones. Ya se les notaba cómodos con nosotros, como si estuviésemos sentados en el bosque de maderas de la plaza charlando tranquilamente, sin metal ni tiempo de por medio. Con la ayuda de uno de los presos que animaba a los demás a que participasen, y con la de los trabajadores de la prisión que los habían acompañado hasta Los Silos, conseguimos que todos participasen y se desahogaran con nosotros. Nombraban a sus familias como fuente primera de inspiración de sus textos. El amor era otro de los temas recurrentes. Uno de los chicos nos decía, con una risa débil, que hacía bastante tiempo que no escribía una carta a su 9


familia. Sin embargo, otro de ellos, escribía cartas a su pareja cada semana. Sus ojos vidriosos reflejaban el deseo, la necesidad y las ganas que tenía de pasar tiempo con esa chica que le esperaba fuera de los barrotes. El tiempo se acababa. Alguno de ellos comenzaba a irse porque lo estaban esperando para regresar de nuevo a la prisión. Pero, antes de volver, dos de ellos declararon sus más puras intenciones de volver el próximo año sin dudarlo. «Me encantó, yo vuelvo. El próximo año si estoy, vuelvo». Se van sonrientes y satisfechos. Han liberado unas palabras tan pesadas como un corazón. Aunque el metal se torna más frío con el contacto de una mano calentada en las brasas del cariño, los presos visionan un horizonte cercano. Sus palabras nos descubren una cercanía invisible entre todos nosotros.

EN LA GAMA DE LOS GRISES Todavía inmersos en el océano de aplausos, nos apresuramos a la llamada de una entrevista que habíamos concertado minutos antes con Estefanía Castro Chávez, Consejera de Igualdad del Cabildo de Tenerife. Estaba hablando en un pasillo ajeno al mar de butacas. Con sonrisa y calma nos saluda al acercarnos. Nos presentamos. Algo agitada, e incluso agradecida, nos retrataba sus primeras impresiones después de la cirugía metálica que habíamos saboreado minutos antes. Hablaba con interés sobre lo que se ve y escucha en cada uno de los relatos. Ella es madre y hay un hilo muy estrecho que la conecta a algunas de las historias. Hay melaza en su boca. No quiere evitar endulzar lo frío del metal que vemos marchar ya del centro de salud. Nos dirigimos al mar de maderas de la plaza. Sigue oscureciendo, las nubes encapotan el cielo con un gris denso y pesado. Parece que se va a caer la única nube que se forma en el cielo. Estefanía se sienta, mientras preparamos los equipos de grabación. Con calma y el brillo cálido de las maderas comienza a respondernos. Parece miel derramándose, vista a través del visor de los equipos. Hay una delicadeza adecuada al contexto. Sus palabras hablan para casi todos. «En general el Festival me parece algo mágico», gesticulan sus labios. Su boca hace énfasis en el «mágico». Y realmente lo es. El pueblo se tiñe de colores y una música melosa y agradable, dulce como la madera de los deseos con la que al fondo un artesano construye las esculturas que adornan la plaza. Se cuelan a través del micrófono los clavos y la pistola de aire con la que los funde en la madera. Es un sonido mecánico que no molesta, se acompasa casi a las palabras de Estefanía. Desde lo tierno, la melaza y miel de sus manos, nos comenta lo mucho que le agradan este tipo de ocasiones, este Festival y esas personas que le dan forma y vida. Apunta que son necesarios para crear y mantener un sentido de colectividad, y conservar viva la esperanza y la magia. Curiosamente, la magia es un elemento común a muchas de las conversaciones que, como aviones al aire, hemos lanzado. «Todos tienen algo en común y es que algo que tú sientes puedes materializarlo y compartirlo con los demás», Estefanía también notó ese amor del que los muros y el metal les privan. Nos confiesa que también corrió alguna lágrima por su cara. Los sentimientos florecen como en primavera, y las lágrimas también lo hacen como violetas salvajes en el campo circundante al Tenerife 2. Estefanía enfoca su discurso en

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la liberación personal y colectiva, a que rompan sus cadenas, las mismas que los atan a miedos y tópicos: «yo recomiendo que esto lo vean niños, niñas, familias, que sea un público mucho más amplio porque es una función necesaria». El contenido del acto y el mensaje de conciliación e integración que hay en los trabajos de los presos son materia social. Estamos hechos de lo mismo que esas cartas, esas biografías romanceadas: de amor y soledad. «Yo siempre digo que vivimos en sociedad porque no somos perfectos», el Festival se encarga de contribuir a la memoria colectiva, a mejorar y sanar los miedos. El contenido social palpita. Las nubes ahora son menos grises. «Yo creo que ellos [los presos] aprenden, pero nosotros aprendemos mucho más, aprendemos a romper esos estereotipos». Para Estefanía, estar tras las rejas de la prisión trasciende lo que podemos ver, porque alcanza la dimensión emocional, la de los amores, miedos o inseguridades. «¿En los centros penitenciarios están realmente los que tienen que estar?», lanza la pregunta a un mar de tormentos. Nadie responde, cada una de las interrogantes que dan cadencia a la pregunta se responden por sí solas. «Se debe hacer una cirugía muy minuciosa del porqué esa persona ha llegado ahí», añade. Hay muchos factores ajenos a la vida de los presos que les llevan hasta prisión, pero no han pisado los fríos metales con todas las garantías. Algo falla en el sistema. «Todos tenemos que ser autocríticos, con generosidad, no desde el reproche ni desde el creer que nosotros estamos en una situación de prevalencia frente a ellos, porque yo creo que las líneas rojas son muy finas para todos». Nosotros hemos pisado la línea roja del tiempo. La historia de Andrés nos espera a unos metros de distancia.

LAS HISTORIAS QUE DEBEN SER CONTADAS Terminamos de hablar con Estefanía cuando vemos a lo lejos a Andrés González Novoa. Imparte los talleres de literatura para los presos de la Institución Penitenciaria de Tenerife (Tenerife 2). Lleva un rato mirándonos desde una distancia segura, mientras diseccionábamos las palabras de la Consejera. Mientras recogemos, nos apresuramos a encontrar otro rincón donde entrevistar a Andrés. Con una sonrisa cortada por el frío que empezaba a hacer, vimos un banco de hormigón, en una de esas plazas de las que cada vez queda menos. Los operarios de los audiovisuales del Festival, con cuidado y semblante amable, dirigieron un foco hacia el banco para iluminar las palabras de Andrés, y el vídeo. «Cuando quieras», le damos paso a una entrevista que se vuelve tierna desde la primera palabra. Andrés mostró una curiosidad enigmática pero amable desde el momento en el que lo conocimos, justo antes de entrar a la función. Antes de hacer la primera pregunta, dar el «Buenas tardes» o preguntar un «¿qué tal estás?», se nos adelanta en la conversación. Todos hemos salido con las manos temblorosas y el corazón partido del recital de voces no tan metálicas y sí mucho más dulces. Andrés está sonriente, seguro de sí mismo y con una luz un tanto especial en su mirada. Está muy orgulloso de sus „alumnos‟ y no duda en recordar a todos aquellos presos que no han podido asistir. Hoy, Los Silos desprende un fulgor especial, mitológico, pero no todo el talento ha alcanzado a abrazarlo. En la cárcel todavía quedan personas que guardan talentos especiales y que recurren a la literatura para sentirse más cerca de la realidad de los libres, no cualquier otra realidad. «El tiempo es el gran enemigo en la

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prisión y cualquier persona que venga y ofrezca algo divertido es recibida de una manera muy agradecida». Está muy orgulloso de todas las personas que ha podido conocer y a las que de una manera u otra ha podido ayudar. Andrés lleva ya dos años ofreciendo talleres literarios con Ernesto, y, sin duda alguna, disfruta haciéndolo. Sus ojos se llenan de miel. De nuestros oídos florecen unas amapolas esperanzadoras. Los presos participan, e intentan aprovechar las clases al máximo, pero, sobre todo, escuchan. Entre los hierros hay promesas, deseos y talento, «porque hay historias que contar». Andrés nos desconcierta: «a veces, me siento más libre dentro que fuera». Desconecta de las rutinas de la vida, es feliz. Los presos le ofrecen un espacio en el que puede reflexionar sobre cómo fuera dejamos de apreciar las cosas esenciales, el material de los sueños. «Suelo salir de prisión con una sonrisa en la cara y muy ligero de equipaje. Salgo liberado de la cárcel», reconoce. Cierto es que, desde que llegamos, y ahora Novoa nos lo confirma, respiramos aire libre. La llegada de los presos y sus cadenas han llenado las calles de Los Silos de una extraña canción de libertad. Un romancero de espacios abiertos. Los imposibles nos han dado muchas lecciones durante todo el día. Dentro de la cárcel se aprende a vivir aquí fuera y, como decía Montaigne, para aprender a ser libres también debemos perder la libertad. Para Andrés, la cultura es algo que enseña a todos estos presos a ser libres incluso con sus cadenas. Nos enseña a valorar y saborear todo el tiempo que vivimos junto a los nuestros, a ser capaces de disfrutar, sencillamente, por el hecho de respirar. Nuestra sociedad se puede definir como una cobertura que precisa de „yonkis‟ que consuman compulsivamente en un sistema económico que lo único que hace es coaccionarles a gastar dinero, que al final es tiempo. Andrés asume que lo que ha aprendido en la cárcel, por encima de todo, es a darle valor a lo único que tiene él y que tienen ellos: el tiempo. Es el tiempo la materia prima de todas las cosas materiales e intangibles. Mientras escuchamos de fondo el barullo de la placeta, Andrés nos revela que guarda una carpeta con parte del material que recoge en los talleres. Ocasionalmente, asigna ejercicios similares tanto a los presos, como a sus alumnos en la Universidad. Esta vez nos plantea una técnica propia que titula bajo el nombre de «Lo que sucede en un día». Los presos realizaron un cadáver exquisito con el que debían describir un día cualquiera entre los metales, mientras que los de fuera se centraron en hablar de su día a día. Se cruzaron ambos textos. Andrés llegó a la conclusión de que eran más libres los que empezaban y terminaban sus días tras los barrotes de una celda que los que respiran el aire de fuera. El 90% de las personas que él visita semanalmente carece de oportunidades. Se trata de individuos que están donde están por causas circunstanciales. Ellos no han elegido la delincuencia; en palabras de Novoa, «cualquiera podría estar al otro lado». A través de la literatura comienzan a reconocer sus propias voces silenciadas. Andrés nos hace recordar. Nos damos cuenta de que olvidamos dónde estamos: frente a personas que tienen historias que deben ser contadas.

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Sigue oscureciendo, pero Andrés se aventura a cruzar a los universitarios con los presos. Bajo su perspectiva, somos una juventud «maravillosa», viviendo en un mundo quizás más complicado; una tierra de la banalidad y la malversación cultural. En palabras de Baudrillard, «el mundo de la indiferencia». Fuera cuesta mucho más activar el interés por la cultura. Y resulta que, cuando nos vemos alienados a realizar algo, somos mucho más presos que los propios presos. Andrés pinta un retrato de una realidad ruin de la que reconocemos algunas figuras. Novoa quiere crear, imaginar, seducirnos a través de la cultura, el arte y la imaginación. Se escuchan cinco campanadas. Apenas quedan unos minutos para que empiece la siguiente función que acoge el corazón del Festival Internacional del Cuento en Los Silos: la plaza del pueblo. Deseosos de aprovechar al máximo nuestro „nuevo‟ tiempo junto a Andrés, seguimos apresurando nuestras preguntas. Con la premura de un tiempo distinto, nuestro entrevistado comienza a liberar todas sus emociones e inquietudes. La luz en sus ojos que nos atrapó al inicio de la entrevista se torna protagonista en el ambiente. Sus palabras hunden nuestras mentes en un mar de ideas. La filosofía del Festival y el sueño de Ernesto Rodríguez se hacen realidad, la gente sale a la calle a escuchar historias que deben ser contadas. Andrés nos relata las horas previas a la función. En el ensayo de su actuación, los doce presos que tuvieron la oportunidad de subirse al escenario le regalaron el bien más preciado: tiempo. «Este Festival es un sueño, un sueño hecho realidad». Todo está hecho en un núcleo urbano en el que, en cada esquina, hay una historia que relatar. Andrés sonríe, y nosotros con él. El sueño de Ernesto le ha permitido, hoy, traer historias que contar. LA MIEL Después de la miel, comienza un sabor metálico. Una languidez prematura en nuestros rostros nos da la señal. Recogemos todos los equipos tras despedirnos de Andrés. Los Silos se ha envuelto en los colores cálidos que reflejan las farolas de la plaza sobre las maderas. Las sombras tiñen en vida a los animales y criaturas fantásticas. Parece un cuento, un sueño de fiebre incluso, pero agradable y amigo. Los Silos dice «adiós». En la plaza comienza a habitar una vida nocturna, se están preparando las actividades de la noche. La luna las azoca. Ya no se ven las nubes caer por la montaña, pero sí se siente un aire frío que nos da a entender que ya han alcanzado la plaza. Nace el añoro después de una jornada «mágica», tal y como la describió Estefanía. Se ha sembrado nuestro cuento en todas las personas con las que tuvimos la oportunidad de conversar. Hemos compartido las semillas del conocimiento, el amor por el arte. La plaza nos retiene durante unos minutos, mientras escuchamos el barullo. La miel se va con nosotros. Un calor dulce abraza a todos los que han visitado el Festival. La miel en el metal. Nuevas palabras encadenadas a ese dulce metal.

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ARTETERROR REPORTAJE Y ENTREVISTAS

SHEILA OMAIRA HERRERA MESA PEDRO MENDOZA GONZÁLEZ YESSENIA MORENO CABRERA JOEL RAMOS OJEDA SARA VÍLCHEZ CASANOVA

INTRODUCCIÓN En un pequeño pueblito de Tenerife existen las hadas, la magia, el amor y la alegría. Todo empezó hace veintiún años, cuando un hombre llamado Ernesto Jesús Rodríguez Abad, a través de su amor por América Latina y los autores que conoció en ella, decidió trasladar ese espíritu a la Isla. Así, apostó por su pueblo y luchó para que poco a poco su Festival de Cuentos se hiciese un hueco en el panorama internacional. A día de hoy, el Festival es un importante movimiento económico de la zona norte de Tenerife, aportando riqueza económica, cultural y en innovación. Pasaron los años, y con el tiempo el Festival comenzó a expandirse y crecer hasta el punto de abarcar una semana del calendario, llena de múltiples actividades relacionadas con el cuento. Quizás el éxito de este pequeño gran Festival reside en que el cuento no se escucha: el cuento se siente y se vive en Los Silos. Todos los asistentes forman parte de él, y sin ellos nada sería igual. El pueblo y sus gentes se vuelcan completamente con el Festival. Lo viven y trabajan para que todo aquel que venga desde cualquier lugar del mundo se sienta como en casa y viva el Festival con la misma intensidad que ellos. Y por supuesto, que se queden con ganas de volver el próximo año. A pesar de la gran afluencia de público, hay aforo limitados en algunas de las actividades. Así, cada experiencia es única y prácticamente personalizada, con lo que se logra crear un ambiente especial y cercano. En Los Silos se respira magia y ganas de vivir, especialmente en los días en los que se desarrolla el Festival. El pueblo experimenta una serie de emociones distintas, pero con una razón común. Se llena de atracciones, de niños que corren de un lado al otro, de gente sonriendo mientras ve artistas haciendo pompas de jabón, de personajes actuando en cada esquina y en cada patio, de mercadillos de libros y de charlas en cada salón… El Festival Internacional del Cuento de Los Silos es una experiencia maravillosa, que

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llama a reflexionar y a sentir la literatura de otra manera, la cual cobra vida y traspasa los límites del papel durante esos días. Esa es la magia de Los Silos.

ARTETERROR ArteTerror es una de las actividades más longevas del Festival Internacional del Cuento de Los Silos, cuenta con dieciocho entregas desde que se fundó el Festival. A pesar de ello, es una de las experiencias más demandadas por el público asistente. Tanto es así que, en la XXI edición, se ofertó durante tres días, compuestos por cuatro pases cada uno, a excepción del último, en el que se decidió añadir un pase más por petición popular. En lo que envuelve a la preparación de ArteTerror, en la XXI edición, el propio director del Festival se encargó de redactar los textos que más tarde fueron escenificados por los actores. Hablamos de Ernesto Jesús Rodríguez Abad, quien comienza el proceso eligiendo la temática a querer seguir. El terror en sí es complejo, por lo que es necesario ser muy cuidadoso con no sobrepasarse ni quedarse corto. Otro de los elementos más importantes del terror es saber combinar emociones como el erotismo y el miedo. Y es que ArteTerror no es una cada del terror, va mucho más allá. No se basa en los sustos, sino de definir el miedo a través de la literatura, transformándolo en un miedo psicológico más que físico, jugando con la bipolaridad y la dualidad. Echando la vista atrás nos remontamos a la XX edición del Festival, donde ArteTerror desarrolló el aspecto de la dualidad que antes mencionábamos. ¿De qué manera? A través de un texto recitado por una joven a quien el mal poseía. El público representa el papel del iniciado a conocer el mal, y es conducido a un laberinto acorazado donde le esperaba el mismísimo diablo, evocado por la voz de una cantante de góspel cantando a capella acompañada de un piano. En todos los ArteTerror existen momentos en los que aquellas personas que sufren claustrofobia, aprensiones, o cualquier otro tipo de problemas, deben abstenerse a asistir. Dicha información viene detallada en cada una de las entradas adquiridas. A pesar de ello, en ocasiones hay algún percance y es necesario apartar a la persona afectada y sacarla del espectáculo para que no interfiera en el disfrute de los demás. Para solventar estas situaciones, la actividad cuenta con un preparado equipo de regiduría y de emergencias. La experiencia comenzó en una pequeña plaza en la que el público se reunió junto a un regidor. Cuando este vio que estaba la mayoría de los asistentes, los condujo hasta una estancia en la que debían entregar sus entradas. Una vez entregadas, pasaban a un camino rodeado de plataneras que hacía que el ambiente tétrico fuese aún mayor. La luna llena brillaba sobre la cabeza de los espectadores, siendo la única luz que iluminaba el camino junto con los candelabros que llevaban personas que vestidas de negro. Se escuchaba el rugir del viento entre las plataneras y los pasos algo inseguros del público. Tras avanzar inquietos por el sendero llegaron hasta un apartadero en el que se encontraban tres guías (una mujer mayor y dos jóvenes –una chica y un chico– con aspecto demacrado y vestimentas propias del siglo XIX). Comenzaron a narrar una historia en la que daban a entender que el alma de los espectadores estaba sucia y que

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estaban allí para limpiarla. Además adelantaron que el maestro les esperaba y que debían darse prisa y estar callados para que este no se enfadase. Siguieron caminando cuesta arriba acompañados de los tres guías. Al llegar a la entrada de las cuadras de siglo XIX en las que se iba a desarrollar el espectáculo, hicieron que el público se detuviese formando un círculo en torno a una tela negra estirada en el suelo que escondía un cuerpo aparentemente inerte. Comenzaron a recitar una oración y el cuerpo comenzó a moverse lentamente. Se escuchaba la respiración agónica de una muchacha y tras esto, el cuerpo comenzó a bailar una danza macabra al ritmo de la música que comenzaba a sonar. Su vestido estaba cubierto de sangre y portaba un retrato: esa era la razón por la que los espectadores estaban allí, todos formaban parte de él. Al terminar la danza, los hicieron pasar a una sala repleta de sillas en la que se hallaba una especie de profesor que sentado con su cetro y su capa miraba expectante al público. La sala era oscura, habían velas encendidas por todas partes, las pinturas y dibujos satánicos adornaban las paredes envejecidas por el paso del tiempo y en el centro se encontraba un escritorio antiguo en el que lucía un globo terráqueo, un libro apoyado en unos cuernos de animal y algunos botes en los que habían extremidades humanas sumergidas en algún tipo de líquido. Una vez el público estaba sentado, comenzó un discurso en el que recordaba lo maléficos y tenebrosos que podía llegar a ser los seres humanos. Creaban armas cada vez más eficaces para matar, mataban simplemente por placer o por ascender socialmente. Recordó que habían hecho que mucha gente emigrase por guerras, que simplemente por tener más y más eran capaces de pisar a sus semejantes, que iban al circo a disfrutar del sufrimiento animal y que se vestían con pieles de esos mismos animales. Cuando terminó explicó cómo había sido su vida y cómo se adentró en el mundo del horror. Finalmente dijo que estaban allí para aprender artes oscuras y que él los iba a guiar durante el proceso. Los guías repartieron amuletos aleatoriamente, separando a los espectadores y haciendo que estos les acompañasen a distintas habitaciones. Así, cada uno vería un espectáculo diferente. Los que recibieron la gema acompañaron al joven guía, los que recibieron la piedra a la señora mayor y los que tenían la caracola a la muchacha que los recibió al comienzo. Los que poseían la caracola siguieron a la joven guía que los trasladó a otra habitación cercana. Al llegar se encontraron con un hombre que se hallaba encima de una tarima encadenado a la pared. La apariencia de la habitación seguía el estilo de la anteriormente nombrada, también con crucifijos colgados, pinturas y dibujos tétricos y paredes desgastadas por el paso del tiempo. En el centro de la habitación se encontraba una tumba. El público se colocó bordeándola y el actor principal comenzó a narrar una historia. En el relato se trataron los pecados capitales de la ira y la pereza. El actor principal interpretaba a un cuerpo que albergaba en su interior dos personajes de carácter antagónico. Así, durante el transcurso de la conversación que físicamente mantenía solo, las dos almas discutían acerca de la moralidad de haber atentado contra la vida del hermano menor, dejando entrever que en cada uno de ellos predominaba uno de los dos pecados. Sin haber terminado el relato y estando el público ensimismado en sus palabras, algo les

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sorprendió. La tumba que se encontraba en el centro voló por los aires haciéndose pedazos y de ella emergía una figura diabólica con cuernos negros que no hacía más que gritar y dar golpes. El público asustado dio un paso atrás, quedando pegado a la pared e inmóvil. En ese preciso momento la guía gritó que saliesen corriendo de allí, hecho que hizo que los visitantes se apresuraran a abandonar el lugar. Cuando una parte de los asistentes tuvieron en su poder la caracola, amuleto que indicaba el escenario al que tenían que acudir, salieron tras una guía de avanzada edad. Los sonidos de la noche acompañaban a los visitantes durante el recorrido que hacían hacia una parte de la cuadra provista de un estrecho y poco iluminado pasillo: solo unas velas señalaban el camino a seguir. Este conducía a un cuarto en cuyo centro había una enorme jaula con capacidad para todo el público que allí se encontraba. La guía indicó que entrasen y, una vez todos dentro, cerró la jaula y desapareció. De repente, comenzó a salir humo blanco desde un punto de la sala muy cercano a una de las esquinas de la jaula donde la audiencia estaba atrapada. De una camioneta que difícilmente se podía percibir debido a la escasa luz que reinaba en el ambiente, salió una joven de tez blanca y cabellera rubia vestida con ropajes que rozaban lo medieval. Sus grandes ojos analizaban uno a uno a los componentes del público. Eso sí, sin borrar una sonrisa cálida y a la vez inquietante de su cara. Mientras rodeaba la jaula, se presentó como un ángel caído, y comenzó a narrar una historia. Esta contaba la desesperación y envidia, pecado capital que dominaba la actuación, de un hechicero hacia un amigo suyo. El protagonista, cegado por los celos ante el éxito literario de su amigo, decidió no acudir a la presentación del libro y lanzarle un conjuro, pero salió mal, pues el conocido quedó en coma. Debido a ello, el hechicero pasó a dedicarse a buscar el centímetro perfecto de piel que todo ser lleva dentro de él. Un ojo, un pómulo..., todo valía. Así, configuró su aspecto, al igual que el del ángel caído que nos contaba la historia. Al decir esto, la joven se aferró a los barrotes de la jaula y extendió su brazo para atrapar a uno de los asistentes. Mientras este trataba de evitarla, las luces se apagaron y volvió a aparecer el humo. Como si nada, y mientras un foco alternaba la oscuridad y una potente luz blanca, el mismísimo Satanás apareció por detrás de la furgoneta y empezó a brincar alrededor de la jaula. Cuando el susto pasó, la guía invitó al público a abandonar el escenario, y lo dirigió hacia la salida por el mismo estrecho y oscuro pasillo. Una vez fuera, gema en mano, los asistentes caminaron en silencio por las cuadras que servían de escenario alrededor de las plataneras mientras el viento y sus movimientos mecían las hojas, siendo estos junto a los pasos los únicos sonidos que rompían el silencio. Una vez dentro de la última puerta, el reducido grupo de seleccionados avanzó por un pasillo oscuro siguiendo la voz del guía. De repente, el hombre paró en seco y pidió a los invitados que le dieran la gema que antes había proporcionado como garantía de ser los seleccionados para pasar a la siguiente fase. Una vez entregadas, los elegidos pasaron por una pequeña puerta a un laberinto en el que no se podía estar de pie, pues el techo era tan bajo que obligaba a los visitantes a andar a gachas por los sinuosos caminos que marcaban un par de velas en puntos estratégicos y unos bidones vacíos. Después de recorrer el complejo enredo de caminos, se llegaba a una diminuta con un techo de bajo nivel también decorada con luces rojas y varias perturbadoras muñecas.

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El público se colocó en la sala y se puso ver una pequeña columna en frente de ellos que divida el escenario en dos pequeñas bóvedas de cañón. Tras estas, se encontraba un hombre vestido con pantalones y chaleco a los pies de un viejo somier de muelles en los que descansaba una ensangrentada figura femenina, mientras masticaba de manera exagerada un pedazo de carne cruda. Una vez los espectadores estaban en disposición, el hombre comenzó un monólogo en el que se presentó como Azazel, el ángel caído, y narró su historia marcada por la lujuria, así como su descenso de los cielos. De pronto, la chica que descansaba se levantó para dirigirse al público y empezar a olerlos aleatoriamente mientras el ángel seguía con su recitado. Una vez la mujer volvió a su puesto de origen, Azazel empezó a enfadarse cada vez más elevando su tono de voz para intimidar a los allí presentes. Golpeando el techo con furia, advertía a los espectadores del peligro del modo de vida que llevaban, cuando sin previo aviso el techo se rompía dejando caer ante la vista de todos un muñeco de paja que emulaba un cadáver y por otro lado, un demonio con la cara cubierta por una máscara con forma de carnero hacía su aparición por el lado superior derecho del escenario mientras emitía numerosos gritos y aspavientos que consiguieron arrancar más de un grito al público. Cuando la gente empezó a alborotarse, el guía que pedía la gema a la entrada abrió una puerta por un lateral del escenario mientras gritaba a los presentes para que salieran por ahí. Una vez más se recorría el pasillo oscuro por el que entraron, esta vez con la diferencia de que la pausa y la paz que reinaba en los comienzos se rompía por completo dando paso a un ambiente agitado en el que los participantes buscaban desesperadamente la salida. Una vez fuera, todos los espectadores que asistieron a la función fueron colocados en círculo por sus respectivos anfitriones, que repartieron a cada uno de ellos un sobre negro con un tarjetón dentro en el que se podía leer lo siguiente: «En lo más profundo de tu alma ennegrecida encontrarás el secreto. Siempre te acompañará. Una vez descubierto no podrás olvidar… No podrás negarlo». Pero para apreciar verdaderamente el arte que se esconde tras ArteTerror hace falta ir más allá de lo que se ve en escena. Concretamente hasta la zona de regiduría, en la cual se cocinaba la magia que hacía que el público se estremeciese de terror. Era la fábrica de las luces, el sonido y los efectos especiales que, combinados entre sí, lograron un ambiente aterrador, incluso visto desde una perspectiva externa. Antes de comenzar el espectáculo se puede observar cómo los regidores organizaban a los actores en sus puestos al grito de «¡Prevenidos!», para más tarde subir a su cubículo, en el que ya se encontraban preparadas las pistas de sonido que iban a emplearse y el técnico responsable de ellas a la espera de la orden. Mientras todo el público entraba en una de las estancias de la cuadra, uno de los regidores sujetaba una cuerda que mantenía un palo en suspensión, que más tarde soltaría con la intención de crear un ruido ensordecedor que conseguía hacer gritar a los allí presentes. También tenían una brocha sumergida en un cubo de agua, que agitaban en medio de la función, salpicando y confundiendo al público con el líquido que parecía caer del cielo. Una vez que el público abandonaba el recinto, las luces permanecían apagadas, y todos los miembros del elenco y la regiduría esperaban la llegada del siguiente grupo con ansia y con todo lo necesario listo para un nuevo pase.

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ENTREVISTAS ROMANCEADAS

ENTREVISTA ARTETERROR

PREVIA AL

FESTIVAL

A

ERNESTO RODRÍGUEZ ABAD,

DIRECTOR DE

Era una fría tarde en la Universidad de La Laguna, como casi todas en esta zona en invierno, y nos dirigíamos al despacho de un gran narrador, escritor y, sobre todo, profesor. Ernesto Rodríguez Abad nos impartía clases este curso de literatura en la facultad de Periodismo, y gracias a esto tuvimos la suerte de poder quedar con él para hacerle algunas preguntas. Una vez estuvo colocada la cámara nos quedamos embelesados escuchando la historia de cómo su amor por América latina y sus autores le llevó a querer promover los cuentos en unos pueblos de su isla. Con una mirada propia de quien ama lo que hace, nos cuenta que para él el paisaje el «algo que te construye a ti mismo», y que por eso eligió darle forma a su proyecto en Los Silos, el pueblo que le vio crecer. Describe cómo sus comienzos con el Festival fueron algo duros, sobre todo el «convencer a una clase política de que un cuento era algo serio y digno de divulgación» para que le dieran una oportunidad. Dado que por aquel entonces sólo había tres narradores en la isla, convencer a unos pueblos de que era un proyecto económicamente factible. A pesar del esfuerzo, dice orgulloso, poco a poco logró la confianza de la gente en él y sus ideas, y a día de hoy los habitantes de Los Silos le ofrecen incluso sus casas para que realice el espectáculo en ellas, mientras que al principio tuvo que pedir favores a sus amigos y familiares. En cada palabra que dice podemos ver cómo desprende la pasión por lo que hace, y por eso cuando dice que está hablando demasiado le decimos que nos encantaría escuchar todo lo que tiene que contar. Admite que su pasión es el aula, la docencia, y que sería lo último que abandonaría entre todas las cosas. De hecho ha tenido que dejar a un lado los escenarios para poder enfocarse en todas las tareas que realiza. «Llevamos 18 años haciendo ArteTerror, y siempre hemos hecho cosas diferentes» cuenta con la mirada fija en nosotros y sonriente. Como guionista de este espectáculo hay que saber elegir el tema y tratarlo, porque nos explica que «estás en una línea en que según el lado en el que estés te puedes quedar corto o pasarte con mucha facilidad, hay que caminar al filo de la navaja y saber combinar erotismo y miedo». Resulta realmente fascinante cómo se puede lograr transmitir tanto a través de un cuento, sobre todo miedo, y resulta aún más fascinante la manera y la pasión con la que lo hace. Como idea de terror, Ernesto opta por dejar atrás el típico susto, confiesa cómo él recurre al terror psicológico para profundizar en la mentalidad de los espectadores. «Juego mucho con la bipolaridad y la dualidad, porque creo que es lo que más perturba a una persona, la posibilidad de ser otra completamente distinta o la lucha contra algo que no quieres ser», explica. Al finalizar la entrevista nos revela lo mucho que le gusta y le apasiona el terror, y que por eso decidió contar todos los años con este espectáculo en el Festival, pues es algo que le divierte y le fascina. En una velada repleta de anécdotas nos narra cómo en diferentes ediciones del acto ha optado por llenar la habitación de cucarachas proyectadas, ha atestado una sala con ratas vivas alrededor de un falso cadáver y como

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incluso ha llevado a cabo un secuestro ficticio para así conseguir escenificar sus relatos y lograr una verdadera sensación de miedo en el espectador. A raíz de esto concluye una fructífera e interesante entrevista reflexionando acerca de que «el terror es tan efectivo porque leerlo o experimentarlo es algo que se nota físicamente, no te da tiempo a pensar cuando te asustes. Si das tiempo al espectador de que reaccione pierde la magia. No es fácil escribir terror sin caer en los tópicos, sin hacer la típica película de serie B».

ENTREVISTA A AGUSTÍN HENRÍQUEZ ABRANTE, REGIDOR DE ARTETERROR Tras una corta espera en aquel despacho universitario apareció Agustín Henríquez, regidor de ArteTerror en esta edición del Festival del Cuento de Los Silos. Al abrir la puerta descubrimos a un hombre alto y de complexión corpulenta que portaba un pequeño carro de bebé. En su interior se encontraba un niño de apenas dos años que sonreía alegremente al vernos. Tras saludarnos cordialmente e intercambiar algunas palabras con el director del Festival, que en aquella fría tarde de invierno nos acompañaba, se sentó y comentó que estaba muy nervioso por la entrevista que le íbamos a realizar. Lleva algunos años rigiendo el espectáculo, ya que comenzó después de ser alumno de prácticas de Ernesto Rodríguez en el Grado en Magisterio. Así, el director del Festival le pidió en su momento que lo ayudase en la regiduría y en seguridad y tras esto, se quedó y se convirtió en la mano derecha de Ernesto en las noches de terror. Entre sonrisas de complicidad nos comentaba que lo más difícil de regir un evento de las características de ArteTerror era el hecho de tener en cuenta tantos factores, puesto que no sólo consta en estar atento para que los actores y el resto del equipo trabajen en un ambiente cómodo, sino que también hay que estar pendiente del tiempo (puesto que hay partes que son al aire libre); y lo más importante: del público, ya que en un ambiente de terror y de miedo este suele ser imprevisible y puede reaccionar radicalmente. La entrevista continuó y, sin perder de vista a su pequeño hijo, con el que compartía una complicidad especial, nos contó cuál había sido la peor situación a la que se había tenido que enfrentar durante el desarrollo de ArteTerror. «El año pasado tuvimos que sacar a una personalidad de una función», especificó, ya que fue un hecho que hizo que se viese entre la espada y la pared. «La persona no había leído bien las características del espectáculo, pero cuando vio que estaba todo registrado en la entrada se solucionó», comentaba con gracia recordando el momento. Al terminar la entrevista quiso destacar que su hijo llevaba tres años asistiendo al Festival Internacional del Cuento de Los Silos, uno de ellos mientras estaba en el vientre de su madre, lo que hizo que todos los allí presentes nos sorprendiésemos y entendiésemos la importancia que tenía el Festival para el entrevistado y su familia. Era noche cerrada. Nos disponíamos a entrar en una de las salas donde se desarrollaría más adelante el espectáculo, cuando una rata se cruzó por nuestro camino alborotando a todos los que estábamos allí. Manuel llegó unos minutos más tarde, serio y ya vestido con la indumentaria que luciría más adelante cuando la función diera comienzo. Imponía respeto, y más tarde, en el desarrollo del espectáculo, descubriríamos por qué.

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Se sentó en una de las sillas que formaban parte del atrezzo de la habitación, mientras adivinábamos como colocar el micrófono sin que los ostentosos ropajes hicieran mella en el sonido final. Una vez realizada la tarea, comenzamos una charla en la que el actor nos contaría su pasaje por el mundo del espectáculo, su pasión por el teatro y la dificultad que supone transmitir terror a los que en el futuro pasarán a verlo actuar. «Es verdad que es algo muy difícil de transmitir porque el terror es algo muy subjetivo. No es lo mismo que el drama o la comedia, que a cada uno le emociona y le hace reír cosas prácticamente similares, hay cosas que a todos nos estremecen o nos hacen sonreír. Pero con el terror es diferente, no a todos nos asusta lo mismo, por eso a una persona puedo transmitirle mucho y a otra nada, pues de lo que estoy hablando no hay nada que asuste para ellos», decía. Y razón no le faltaba. A la salida del primer pase, eran muchos los que decían que habían sentido miedo en algún momento de la noche, pero también otros afirmaban que más que miedo lo que sintieron fue un profundo suspense que fue creciendo con la estructuración de la obra. No dudaba Manuel Luis en repetir un año más en ArteTerror si de él dependiese, pues la experiencia para él ha sido del todo positiva. Con un semblante rígido y que pocas veces esbozaba una sonrisa (quizás porque faltaban minutos para el primer pase y estaba más que metido en el personaje), confesó que recomendaba a todo el mundo que pisara el Festival de manera general al menos una vez en la vida, y recomienda a aquel que esté dubitativo en asistir o no «que empiece poco a poco. Podría empezar por leer el programa y ver que espectáculo le interesa más y acudir a ese. Ya luego puede ir abriendo sus opciones y venir a más eventos».

ENTREVISTA A ELIZABETH ESTÉVEZ, BAILARINA DE ARTETERROR En la sala de la cuadra donde se representaba la escena principal de interiores, esperábamos a Elizabeth Estévez, bailarina de ArteTerror en la XXI edición del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Habíamos tenido un contacto previo con ella, pero nos pidió esperar unos minutos a que se vistiese con el atuendo que iba a emplear en su actuación y calentase. Una vez lo hizo, vino a nuestro encuentro para comenzar la entrevista. Después de las pertinentes pruebas de sonido y comprobaciones del equipo técnico, empezamos a hacerle una serie de preguntas. Con una amplia sonrisa, confesó que era el primer año que participaba tanto en el Festival como en ArteTerror. Mientras pedía perdón por haberse cubierto el micrófono con la capa, nos contaba lo extraño que le había parecido la propuesta del director. Para preparar la coreografía, quería conocer qué había que transmitir al público, y a partir de ahí, construyó la idea. «Con el terror nunca había trabajado bailando: es un poco complicado», afirmó, pero tenemos que admitir que el resultado fue maravilloso. Verla sola nos llamó la atención, y preguntarnos si contaba con la ayuda de un coreógrafo. Su respuesta fue un no. «Para esto en concreto lo preparé sola», contestó, pero añadió que eso no quitaba que recibiese clases de profesionales de clásico, contemporáneo o hip hop, que hacían que alimentase el lenguaje corporal y le proporcionan nuevas herramientas de trabajo. Estévez considera que el público es un elemento importante de cada función, pero aun así duda si este sabe valorar todo el esfuerzo que hay detrás de cada coreografía. Afirma que, en ocasiones, le da la sensación de que sí, sobre todo cuando oye comentarios como «guau, ¡cuánto tiempo tiene que estar preparando esto!», pero entiende que otras

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veces los espectadores se quedan el mero sensacionalismo. Todo depende, aclara, de la capacidad de percepción de cada persona.

ENTREVISTA A AARÓN GONZÁLEZ, ACTOR DE ARTETERROR Mientras el actor principal abandonaba la estancia, llegó Aarón con una amplia sonrisa, dispuesto a responder todas nuestras preguntas. Tomó asiento y nos comentó que estaba nervioso: nunca antes lo habían entrevistado sobre ArteTerror y no sabía muy bien qué responder. Nosotros, procurando su tranquilidad, comenzamos con las pruebas de sonido y cámara pertinentes antes de empezar con las preguntas. Después de comprobar que todo estaba listo, quisimos interesarnos por su trayectoria en el Festival Internacional del Cuento de Los Silos, ya que teníamos conocimiento de que llevaba muchos años actuando dentro del mismo. Nos sorprendió su respuesta: nos esperábamos que un actor tan joven pudiese llevar once años ininterrumpidos dentro de ArteTerror. Aún impactados por ello, le preguntamos si en ese período de tiempo sólo se había dedicado a actuar, y él, mientras se reía, nos respondió con un 'no' argumentado: «En estos once años he sido actor, cuentacuentos, animador de niños en la plaza, y seguro que alguna otra cosa más de la que no me acuerdo ahora», admitió. Tras varios minutos charlando, decidimos que nos hablase acerca de la evolución del Festival a lo largo de los años, puesto que considerábamos que nadie mejor que él podía respondernos a esa pregunta. «El Festival ha evolucionado mucho en todos los aspectos. Pero si hay algo que yo destacaría, es la evolución a nivel personal y a nivel de grupo. Todos empezamos siendo desconocidos, sólo veníamos a trabajar. Ahora somos una familia.» Y tras agradecernos nuestro tiempo y desearnos el disfrute del espectáculo, abandonó la vieja cuadra en la que se estaba desarrollando la entrevista y se preparó para el espectáculo que estaba a punto de comenzar.

ENTREVISTA ARTETERROR

POSTERIOR AL

FESTIVAL

A

ERNESTO RODRÍGUEZ ABAD,

DIRECTOR DE

Llegamos a la cita más pronto de lo esperado. Él todavía no había llegado pero no nos importaba esperar, sabíamos que valdría la pena. Cuando el frío empezaba a ser insoportable, apareció Ernesto a lo lejos andando a paso ligero. Cuando llegó a nuestro encuentro, subimos todos juntos a su despacho y, mientras colocamos todo el material para grabar la entrevista, surgió una conversación con él totalmente natural y que parecía que no tenía fin, aunque el tiempo pase rápido escuchándolo hablar. Empezamos a grabar y se le iluminó la cara cuando le preguntamos qué balance había hecho sobre el desarrollo del Festival. Señaló que lo más significativo es la afluencia de público que acude año tras año a Los Silos solo para vivir los cuentos en primera persona: veintiséis mil este año, entre niños y adultos. «Si el Festival no tuviera esta aceptación, no seguiría haciéndolo, pues la sociedad no tiene que cargar con algo que no le interesa», dictó muy convencido de su afirmación. Según fue avanzando la charla, pues más que entrevista se parecía más a una conversación entre amigos, contó todas las dificultades técnicas que deberá superar de 22


cara a las futuras ediciones si la inversión monetaria se mantiene y es favorable, cosa que no sabía aún. Lo que sí sabía y, por primera vez un día después de que el Festival haya cerrado sus puertas, era los derroteros que tomará ArteTerror el próximo año. Para algo el espectáculo era el niño mimado del director. «Hay muchas cosas que hemos pensado y no hemos podido realizar porque la normativa del mundo del espectáculo ha cambiado mucho. Una idea maravillosa sería poder poner a los visitantes camisas de fuerza y volverlos locos, pero no está permitido. También es verdad que para el año que viene tenemos algo muy especial preparado. Creo que es el primer año en el que un día después del final del Festival estamos pensando en lo que haremos el próximo año. Pero aún no puedo revelar nada», admitió mientras su cara volvía a iluminarse con una sonrisa de oreja a oreja. Se notaba que hace lo que le gusta y lo más importante: transmite esa sensación de placer al público y a todos los que le rodean. Una vez nos disponíamos a recoger el material, nos contó que le encantaría hacer cosas más atrevidas en sus espectáculos, pero que tanto él como su equipo han tenido que aflojarlas, pues le pueden ocasionar más de un problema en caso de llevarse a cabo. Nos fuimos del lugar y el frío pasó de estar en el ambiente a nuestro interior pues, al cerrar la puerta de su despacho, supimos que ese hombre había marcado en todos nosotros algo que ningún otro profesor había hecho y que además, no sabíamos cuándo la vida y los caminos universitarios volverían a cruzarlo en nuestro camino.

ENTREVISTA A LOS ASISTENTES A ARTETERROR Todos sabemos que el público es soberano, y que es para y por ellos todo lo que se realiza en el Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Por supuesto, ArteTerror no se libró de las opiniones de los asistentes que fueron de lo más variadas. Micrófono y cámara en mano, nos colocamos a la salida del sendero que conducía al lugar donde se realizaba la actividad. Allí escogimos a diferentes personas que muy amablemente se prestaron a contestar algunas preguntas relacionadas con el Festival y con ArteTerror. Las opiniones fueron bastante variadas, así como el perfil de los entrevistados. Todos coincidían en que no es el primer año que asistían al Festival, y en que no limitaban su visita a ArteTerror, sino que disfrutaban del resto de actividades que durante la semana de cada edición se ofertaban. Asimismo, la mayoría de ellos procedían del noreste de la isla de Tenerife. También, en términos generales, la sensación creada por el espectáculo resultó satisfactoria, aunque hubieron algunas personas a las que les faltó la esencia que ArteTerror ha tenido otros años. Asimismo, otros opinaron que la duración del espectáculo fue escasa. Cierto es que cada pase duró alrededor de una hora, pero a muchos les hubiese encantado haber experimentado cada una de las tres acciones distintas que ofreció ArteTerror. A pesar de todo esto, el público entrevistado no dudó en responder afirmativamente y con una sonrisa en la cara a la pregunta: «¿Repetirías?»

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CONCLUSIÓN «MÁS QUE UN TRABAJO, UNA VIVENCIA» Nos dirigimos a Los Silos con la idea de realizar un trabajo de clase sin más. Ir a trabajar, y a aprobar. Pero algo muy diferente a esto fue lo que sucedió cuando llegamos al pueblo. Nos hechizó con su magia y volvimos a ser niños, haciendo papiroflexia en la plaza del pueblo, escuchando cuentos en un zaguán o en el interior de un ogro gigante, viendo las casas como castillos de princesas y carrozas de cenicienta al final de las calles. Cuando llegó el momento de comenzar a trabajar, pusimos rumbo a unas viejas cuadras abandonadas, en medio de unas plataneras, y comenzamos a pasar miedo, mucho antes de que el espectáculo empezara. Tuvimos la suerte de ver a los actores antes, durante, y después de su representación, de ver el espectáculo desde todas las perspectivas posibles, y de pasar la noche en un albergue rodeados y acompañados de otros estudiantes voluntarios en el Festival que no conocíamos, pero nos acogieron fantásticamente. A la mañana siguiente, en lugar de volver directamente a casa, decidimos subir al pueblo nuevamente y apurar nuestras últimas horas en él viendo otros espectáculos, como una representación de teatro para toda la familia en mitad de la plaza, o un coloquio con autores en el convento. Se respiraba tranquilidad en el ambiente, todas las personas sonreían: en ese pueblo todo era paz, magia y felicidad. Los niños disfrutaban, los adultos también y, nosotros, sin quererlo, estábamos fabricando uno de los recuerdos más bonitos que nos dejará nuestro paso por la Universidad. Sobra decir que el Festival Internacional del Cuento de Los Silos se ha convertido en una fecha a destacar en cada uno de nuestros diciembres. Hemos sido capaces de ver la literatura desde otro punto de vista muy diferente al que años atrás, en el instituto, nos habían mostrado. Hemos tenido la oportunidad de conocer la magia del cuento, algo tan pequeño y a la vez tan grande y poderoso que puede hacer que cada año el pequeño pueblo de Los Silos sea un punto de encuentro de todos los amantes de la literatura, y de aquellos que aún no saben que lo son.

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DEJEMOS QUE NOS GUÍEN LAS HADAS

VÍCTOR HERNÁNDEZ MOLINA MIGUEL ÁNGEL GARCÍA RODRÍGUEZ JOSÉ DOMINGO AGUILAR GARCÍA DIEGO IGNACIO CABRERA CARES

Las hadas, los ogros y todo lo relacionado con los cuentos tradicionales son los protagonistas de esta vigesimoprimera edición del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Un Festival cargado de magia, belleza y hospitalidad que demuestra la enorme cultura que posee el famoso municipio de la isla de Tenerife, Los Silos. Cuando hablamos del Festival Internacional del Cuento de Los Silos 2016 hablamos de libros, palabras y magia. La vigesimoprimera edición de este Festival viene protagonizada por un tema mágico y amado por todos los niños, las hadas. Un tema que guarda una relación con todo lo verde de nuestro planeta, es decir, la naturaleza. Un tema que se puede ver representado en cada uno de los lugares en donde se desarrolla el Festival. Esculturas, carteles y simpatía de la gente es lo que predomina en las calles de este pequeño municipio. Un Festival ambicioso e histórico que nunca decepciona a aquel que viene con el objetivo de pasarlo bien. El nacimiento del Festival Internacional del Cuento de Los Silos tuvo lugar hace exactamente dos décadas, en 1996, cuando el literato y filólogo tinerfeño Ernesto Rodríguez Abad, natural del propio pueblo silense, creó un acontecimiento cultural de periódica celebración con el objetivo de mover, dar vida y dar a conocer a una localidad que, hasta esa fecha, se caracterizaba por un aislamiento generalizado, por estar prácticamente olvidada por la civilización y por ser un lugar perdido en el noroeste de Tenerife por el que no se iba de paso y al que solo se acudía y visitaba por razones muy concretas: presencia de familiares, conocimiento amplio de sus parajes naturales y de los pocos y humildes servicios que ofrecía, posesión de propiedades o de tierras en él… Es por ello que, acompañado de su eterna y fiel pasión por la literatura, por los cuentos y por amor al pueblo que le vio nacer, Ernesto dio origen a un Festival que, desde el festejo de su primera edición, se ha asentado como un atractivo cultural de especial relevancia no solo en el ámbito regional sino también a nivel nacional e incluso internacional. Aprovechándose de las ventajas que le ofrecía, y le sigue ofreciendo, un municipio como el de Los Silos (humilde, sencillo, sin verse afectado por factores como el de la urbanización y la superpoblación y con una naturaleza y un aspecto paisajístico envidiables –montaña a un lado, costa al otro–), el señor Rodríguez Abad concibió un evento que tenía como principales objetivos fomentar, extender, transmitir el deseo por la lectura, por escuchar relatos narrados oralmente y representados teatralmente, tanto a los más pequeños, los jóvenes, los adultos como a los más mayores, con la ayuda y colaboración de personas formadas para ello, profesionales de la narración y de la escritura.

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Cabe destacar que, desde la celebración de su primera edición veinte años atrás, el Festival del Cuento siempre ha tratado de demostrar que se puede llevar a cabo una actuación teatral en lugares que, en teoría, no son los estrictamente establecidos para ello, trata de alejarse de los elementos y rasgos característicos de la representación de este género literario en concreto. En lugar de usar el recinto teatral por antonomasia que es el teatro y el escenario, se valen mayormente de espacios como pueden ser los jardines, las cocinas y los patios de las casas vecinas, zaguanes, salones de los domicilios con la realización de los famosos tresillos, así como de la propia plaza de Nuestra Señora de la Luz. Es ahí donde reside esa esencia tan característica que posee el Festival. Es a partir de la segunda y tercera edición cuando se añade a lo recientemente comentado la presencia de no solo lo meramente narrativo, sino también de lo escrito y sobre todo de lo ilustrativo. A Los Silos ya no solo acudían narradores y contadores sino también personas dedicadas a la ilustración, en aras de difundir el amor por la lectura también a través de imágenes, dibujos, murales y grabados acompañados de texto, todo ello plasmado en papel, en libros. Asimismo, desde que echó a andar, el Festival siempre ha contado con la participación directa de amateurs y, como no, de habitantes del propio municipio de Los Silos, intentando que no se conmemorara este evento con la única implicación de profesionales de la literatura, sino también del resto de personas que también están presentes en él y que son parte importante del mismo: el público, formado por familias, periodistas que acuden al municipio norteño a cubrir el evento, individuos que aprovechan la aglomeración de personas presentes en el pueblo para dar un empujón a sus respectivos negocios y espectadores varios, gran parte de ellos acudiendo a muchas de las ediciones celebradas hasta el momento, por lo que lo conciben como una tradición, como una costumbre.

Desde su inauguración, el Festival ha contado con distintas temáticas en sus diferentes ediciones: desde figuras fantásticas como el Ogro en 2014 o las Hadas en el actual año

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2016, pasando por personajes ficticios perteneciente a obras de relevancia en el mundo de la literatura universal como Don Quijote de La Mancha, así como homenajes a personajes relevantes dentro del ámbito literario como José de Viera y Clavijo con la conmemoración del bicentenario de su muerte (edición de 2013) o la del nacimiento de Charles Dickens en 2012. El municipio de Los Silos es sede de este mágico evento que, a lo largo de siete días, nos ofrece un amplio abanico de espectáculos que van desde la fantasía y las hadas, apta para todos los públicos, hasta el terror o el erotismo, exclusivo para mayores de 18 años. Desde muy temprano, aprovechando los rayos del sol para representar las obras dirigidas principalmente al público más joven, hasta pasada la medianoche, bajo la luz de la luna para dar vida a aquellas obras más apropiadas para los adultos. Este afamado evento cuenta con distintos establecimientos que acogen a grandes y pequeños durante una intensa semana. Entre ellos destacan el exconvento San Sebastián del Municipio de Los Silos, la Plaza de Nuestra Señora de la Luz, la Plaza de la Constitución, La Casa de la Juventud, los exteriores del Ayuntamiento de Los Silos y las salas Pérez Enríquez y del Centro de Salud. El Festival supone un punto de encuentro para destacados artistas locales, a nivel autonómico y nacional, y también para importantes exponentes venidos de distintos rincones del planeta. Es por esto que cuesta medir las magnitudes de este evento, que tiene el orgullo de ofrecer el trabajo de artistas como: Baba, Antonia Jaster, Marcela Di Maio, Gonzo Velazco, Emilio Lome, Francisco Hinojosa, María Laura Vélez, Tato Ruiz, todos venidos de distintos y lejanos lugares del mundo. Los encargados de darle la condición de internacional al Festival tienen un origen diverso, como diversas son sus habilidades, entre las que encontramos la narración de cuentos, la interpretación, la ejecución musical o la maestría con los títeres. Cabe destacar, pues, a artistas internacionales como Baba, el cuentacuentos, que llega desde Estados Unidos para maravillar a los espectadores con sus obras, que son reflejo de su naturaleza compasiva e inteligente; Antonia Jaster, alemana residente en Tenerife, aporta su versatilidad como actriz, directora teatral, autora y coreógrafa al Festival Internacional de Cuentos de Los Silos; Marcela Di Maio, de nacionalidad argentina y desde hace años también reside en la Isla, cautiva al público con sus Titiricuentos; Gonzo Velazco, argentino, nos ofrece un espectáculo ovacionado por la crítica internacional, que supone una de las propuestas más atrevidas del Festival; Emilio Lome llega desde México con su talento natural para fascinar a los más pequeños con sus habilidades como escritor, compositor y palabrero; Francisco Hinojosa se suma al Festival como un escritor de origen mexicano muy versátil, capaz de cautivar a niños y adultos con su estilo cómico y no-conformista; María Laura Vélez atraviesa el Atlántico, pues viene desde el Perú, para arribar a Los Silos. Con más de veinte años de experiencia, con talento en distintos ámbitos como el de la poesía o la narración, y con sus historias representadas con títeres, es capaz de emocionar a un público diverso, desde los más pequeños hasta los más veteranos; Tato Ruiz, de origen venezolano, viene de recorrer toda España como músico especializado en la guitarra y el cuatro y aterriza en Los Silos como un curtido lector de cuentos. La gran cantidad de artistas, de ámbito local, nacional e internacional, le dan durante siete días un atractivo sin igual al Municipio de Los Silos. Es por eso que no puedes dejar de venir, porque la atmosfera creada por artistas, colaboradores, espectadores 27


(locales y extranjeros), vecinos y comerciantes venidos de todas partes, es tan mágica y cautivadora que no podrás venir solo por un día y no volver al día siguiente…, o al año siguiente. Para conocer un poco más el ambiente que se respiraba en el Festival Internacional del Cuento de Los Silos decidimos realizar varias entrevistas a personas cercanas al evento, como el propio escultor de las figuras de madera, comerciantes que aprovechan el Festival para vender sus productos, y vecinos de la zona que conocen de primera mano el ambiente en torno a esta fantástica cita celebrada en el norte de Tenerife. En primer lugar entrevistamos a una de las personas más importantes en el desarrollo del Festival, el artífice de las impresionantes construcciones de madera, el escultor Luigi Stinga. Se le plantearon cuestiones como por ejemplo la duración de sus esculturas, el periodo de tiempo que lleva colaborando con el evento o que nos dijera algún motivo por el que asistir a este lugar. Luigi nos comentó que lleva dos años en el trabajo desde dentro, cumpliendo su función de escultor, y también pasó dos años acudiendo como espectador a las múltiples actuaciones que se ofrecen en este espacio. Afirmó que realizar sus creaciones le lleva un plazo de dos o tres días, aludió que para él sus construcciones son una forma de expresión, y que como es tradición en su desempeño, tras concluir los eventos las quema. Por último el artista italiano argumentó que una buena razón para ir a Los Silos era el enclave tan bonito y el hecho de que el Festival sea tan interesante. Tras hablar con Luigi, nos dirigimos hacia el entorno de los vendedores, en donde realizamos dos entrevistas a comerciantes, por un lado Miguel nos comentó que su negocio iba bien aunque no tanto como le gustaría, también confirmó que era su tercer año trabajando en el evento y que lo más que le gustaba de este espectáculo era el buen ambiente que rodea al pueblo, los niños, las familias…, etc. Como motivo para ir a Los Silos aludió al alto interés cultural que acontece al Festival y el hecho de que sirve como distracción para evadirse de la rutina diaria. La otra comerciante con la que hablamos fue Romana Carandino, nos dijo que venía al evento ya que llegaban personas de fuera del lugar, por lo que podía obtener algunas ganancias económicas, aunque también nos confesó que en los primeros años no iba al Festival por el dinero, sino por escuchar los cuentacuentos. Comentó que lleva unos 19 años asistiendo a este espectáculo en Los Silos, y que a medida que pasaban los años aumentaba la afluencia de público, aunque también afirmó que para ella se había masificado un poco por lo que había sucedido un cambio demasiado brutal, y que en su opinión tenía que haberse quedado a medias en esta evolución del evento. Por último como motivo para ir destacó el buen ambiente y el gran nivel cultural, ya que vienen personas de muchos lugares distintos. Una de las vecinas del pueblo nos contó alguna anécdota muy interesante como que en el pasado veían los cuentos a través de la televisión Daute, y que veía positivo el Festival ya que la gente realiza consumiciones en los bares por ejemplo. Como motivo para venir aludió a la belleza del pueblo y el hecho del entorno que atrae el evento. La última entrevista, a pie de calle, que realizamos fue a Domingo Méndez, director de la revista Vive el Norte, medio que tiene cerca de 30.000 seguidores en Facebook. Nos comentó que lleva unos cinco años acudiendo y haciendo reportajes del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Nos aseguró que le gustaba todo, que el marco

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que tiene es maravilloso y que el Festival es una pasada, además aconsejó que esta era una cita ineludible por la belleza del espectáculo en general. La organización del Festival era una de las cosas que más nos interesó desde un primer momento. Por ello, decidimos entrevistar a la concejala de cultura y educación del municipio de Los Silos, Carmen Luz Baso. Durante la entrevista se le pudo notar bastante orgullosa y contenta por representar y ser una de las cabezas visibles de esta vigesimoprimera edición del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. La primera pregunta giraba en torno al porqué de las Hadas como tema principal. La razón de ello fue la necesidad de volver al pasado, de volver a lo que eran los cuentos tradicionales. Unos cuentos que, según ella, han quedado en el olvidado por el nuevo estereotipo que les ha dado la industria Disney con historias como la de Caperucita, La Bella Durmiente, Blancanieves, etc. La concejala de cultura y educación incidió mucho en la apuesta que hace por la cultura el municipio de Los Silos con el Festival del que estamos hablando y con el Festival Boreal. Además, comentó lo importante que es este Festival para el municipio, sobre todo desde el punto de vista económico ya que son muchas las empresas las cuales quieren dar imagen a esta iniciativa ya creada hace 21 años. Su enfado se mostró en relación a las partidas presupuestarias ya que este Festival no está reconocido en ninguna de las administraciones. Administraciones que, según la concejala de cultura y educación, son necesarias para el crecimiento o el mantenimiento de este tipo Festivales. También nos habló acerca de cómo ella vivió el crecimiento de este Festival. Un Festival que nunca pensó que llegaría a ser tan grande y tan famoso como a día de hoy es. En relación a la hospitalidad, la concejala presumió, y con razón, acerca de lo hospitalario que eran cada uno de los residentes del municipio de Los Silos, aparte de presumir de vivir en un lugar tan turístico y de veraneo, ayudaban en todo lo que era necesario a cualquier visitante del Festival ya sea para recibir una indicación o para beber algo de lo sediento que estaban. Por último y para concluir la entrevista, le preguntamos por una razón por la cual acudir a este Festival y fue en ese momento cuando rápidamente y con firmeza mientras sonreía nos dijo: «Sobre todo porque es un Festival diferente». En definitiva siempre nos han enseñado que debemos ir a donde nos traten bien y el Festival internacional del Cuento de los Silos es uno de esos sitios que lo cumple de maravilla. Un programa cargado de magia, risas y alegría. Narradores, autores y espectáculos que no dejan indiferente a nadie. Lo mejor de todo, los residentes del pueblo, que nos comparten alegremente todas sus experiencias y abren sus puertas para escuchar a todos los visitantes sus experiencias más surrealistas en ese Festival, en ese mundo cargado de magia. Un municipio que apuesta por la cultura. Una cultura que nos educa y nos enseña a amar los cuentos, los libros y, ante todo, leer.

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LA RUTA FANTÁSTICA

ALMUDENA LUIS LUIS LETICIA PÉREZ GONZÁLEZ EDUARDO RAMÍREZ QUESADA RAQUEL RODRÍGUEZ MUNGUÍA INÉS RODRÍGUEZ RIVERO ANDREA SIERRA HERRERA

HADAS Y LITERATURA EN LOS SILOS Desde el 5 de diciembre hasta el día 10 del mismo mes las hadas se dejaron ver revolotear por las calles de Los Silos. Los que nos dimos un salto hasta este pueblo del Norte de la isla tuvimos la suerte de estar rodeados durante horas, o días, de magia, literatura, relatos y muchas sorpresas que hicieron del XXI Festival del Cuento de Los Silos una maravilla, como cada año. El Festival, basado este año en las hadas y que cuenta con público nacional e internacional, está pensado para todas las edades. Los más pequeños disfrutaron como lo que son y los más grandes se deleitaron con la literatura, sacando a los niños que llevan dentro o como los adultos que son. Desde cuentos para bebés y para familias 30


hasta cuentos eróticos; pasando por talleres, representaciones, animaciones, poesía y charlas. Cabe destacar la Ruta Fantástica, que permite adentrarse en un pequeño y fascinante bosque para conocer el nacimiento de las hadas; así como los «susurradores de poemas», capaces de cautivar a cualquiera que escuche los famosos versos que, aun famosos y conocidos, la manera de recitarlos, única y atractiva, hace que los escuches como nunca antes. No faltó nada en esta semana, en la que el pueblo entero se volcó de lleno. Los habitantes de Los Silos fueron un factor extremadamente importante, tanto este como todos los años anteriores. Casas y locales del municipio estaban decoradas con la temática del Festival, por lo que pasear por las calles era introducirse en un bosque de criaturas fantásticas y verse envuelto por una extraña magia que vale la pena experimentar y que tanta luz aporta, la magia de la literatura.

UN PASEO POR UNA RUTA FANTÁSTICA Este año se celebra la XXI edición del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Desde el cinco al diez de diciembre, pasear por las calles de este municipio tinerfeño es como sumergirte en las páginas de un cuento de personajes mágicos y entrañables. La temática de esta nueva edición se centra en el mundo de las hadas, ese ser etéreo, intermedio entre humanos y naturaleza. «Este es un homenaje a la misma naturaleza a través de las hadas», dejó claro el director del Festival, Ernesto Rodríguez Abad. El pueblo se ha convertido en un bosque mágico, hogar de ninfas, hechiceras, mariposas y de todo ser fantástico que cree nuestra imaginación. Desde primera hora de la mañana y con el arranque de las primeras actividades, Los Silos cobra vida propia. Desde hace varios años, se desarrolla, en el mismo Festival, una actividad innovadora y con mucho éxito y recibimiento positivo por parte del público. Es la ruta fantástica. Un auténtico viaje, de apenas treinta minutos, que pasan volando, y en donde tu lado más

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infantil te recuerda que sigue estando ahí y, que por mucho que se esconda, seguirá existiendo siempre. La ruta fantástica consiste en un recorrido por dos ambientes. En primer lugar, te adentras en un jardín de flores encantadas, donde nacen las hadas. Allí, Elvira, una dulce ninfa, se encarga de contar, paso a paso, el origen y nacimiento de las pequeñas criaturas. Y no solo eso, sino que muestra cómo de una flor surge un bebé precioso, con ganas de echar a volar. Continua el recorrido por la ruta, llegando a una segunda estancia, donde te encuentras con el bosque de una bruja alocada, que cuenta la historia de un camello avaricioso al que un hada rescató de un final destinado a la soledad. Estas historias que contaba la joven bruja soñadora, Anna, eran cuentos que su abuela le leyó cuando ella era pequeña. Sin duda, todos los que escucharon la historia del camello, se quedaron con ganas de seguir oyendo historias de la abuela de Anna. Por supuesto, una de las claves que hace de esta ruta una experiencia inolvidable y conmovedora es el increíble decorado de ambas salas. Tanto el jardín como el bosque utilizan esa hoja seca que cae de las plataneras cuando estas ya dan el fruto. La iluminación es muy suave y conserva un clima de tranquilidad y relajación. En el jardín, las flores son enormes y todas diferentes, con distintos colores vivos. Al fondo del bosque se puede apreciar un puente y en lo alto una luna con los ojos cerrados, como si durmiera. Libros por el suelo y atrapa-sueños gigantes que cuelgan de los árboles, son los elementos que nos dejan ver la importancia de los pequeños detalles. Del mismo modo, se oía de fondo el sonido del agua correr río abajo, y el canto de los pajaritos que, según Anna, son los encargados de despertar a todos los habitantes del bosque. Finalmente, la verdadera esencia de la ruta fantástica, son las dos cuentacuentos, la ninfa y la bruja, Elvira y Anna. Sus voces y su manera de transmitir, son el broche de oro. Bien es cierto, que la fantasía no es la realidad y que regresamos a ella una vez vamos de vuelta a casa y nos alejamos del municipio, pero merece la pena esos treinta minutos sumergidos en un sueño estando despiertos. Tener la posibilidad de volver a acariciar la niñez en estos tiempos en los que parece que todos tenemos que ser adultos. Gracias al Festival Internacional del Cuento de Los Silos tenemos esta oportunidad más cerca de lo que creemos. El año que viene habrá que volver a ver con qué nos sorprenden la imaginación y los sueños.

ENTREVISTA A MARUCHI (COORDINADORA) Maruchi nos hablará de los sueños, ella sueña mucho, los sueños son importantes, y que ella soñó como un día nació un hada, un ser maravilloso. Una mañana un rayo de sol,

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encontró una gota de rocío, dormida entre el polen, y la luz se mezcló con el agua y el perfume y nació el hada. Se cuenta como nacen las hadas, la importancia de los sueños para llegar a creer en ellas, a ser felices oyendo a las hadas. Seguidamente, Elvira invita al público a continuar su aventura por el bosque, déjense llevar por la curiosidad, el perfume los atraerá. Segunda estancia: Anna (actriz francesa), dueña del bosque, su abuela creía en las hadas y todo el mundo creía que estaba loca. Se encerró en una torre alejada. Las hadas le dejaban regalos en su jardín. Botitos de sonrisas, besos de enamorados, lágrimas de princesas tristes… Y la abuela guardaba en una cajita todos estos regalos. Anna siempre preguntaba, de niña, que para quien eran todos esos regalos y la abuela le decía que serían para ella algún día, cuando las entendiera. Llegado el día, la abuela partió al mundo de las hadas y le dejó unos libros con todo lo que ella había vivido con las hadas y todos los cuentos que las hadas le habían contado. La abuela le dejó muy claro a Anna que solo podía contar una historia cuando se reuniera con un grupo de humanos. En la ruta fantástica, Anna da a elegir al público entre tres historias diferentes y cuenta la que el público elige, pero solo una. En todos los cuentos aparecen hadas, aparece la magia, y nos invitan a soñar y nos recuerdan que las hadas no son solo una cosa de niños pequeños, sino que la magia existe y existirá siempre. Los cuentos los podemos contar de mil maneras diferentes, pero la magia de esta ruta fantástica es esa manera diferente de hacer llegar la historia. La magia está en cada uno de nosotros, en nuestro interior, en los sueños. Elvira, en un momento dado, explica que hay diferentes tipos de hadas, de agua, de frutas… y que hay que saber buscar y hay que saber encontrarlas. Por eso, Elvira, en la primera estancia, nos invita a dejarnos llevar por la curiosidad, nos invita a volar y disfrutar. Debemos aprender a disfrutar todos los momentos que tenemos, que es donde realmente está la magia, las hadas no están fuera de nosotros. Muchas veces somos incapaces de ver cosas maravillosas que tenemos enfrente, porque vamos con el correcorre, corre para allá que tengo x entrevista, corre para el otro lado que tengo que atender a Froilán… con lo cual yo con este corre-corre no me he parado a mirarles a los ojos a ustedes. En general, vamos por la vida a este ritmo y velocidad, que no paramos, con lo cual no nos paramos a mirar una flor, un pájaro o a disfrutar de la sonrisa de un niño y de su inocencia. Respecto al vestuario de las actrices para esta actividad en concreto, en la que salta a la vista que se la da gran importancia al decorado y a los más mínimos detalles, ¿va a juago con la historia y el ambiente? Sí, por supuesto. Este año esto está hecho, tanto el decorado como los vestuarios, por una misma persona, para mantener una misma consonancia. Es decir, tanto del bosque como la de la estancia del nacimiento de las hadas con una persona, en el inicio, que ha visto cómo nace un hada, y con una supuesta nieta de hada, que también es un ser 33


mágico, y es la dueña del bosque, y están en compaginación, todo el decorado con el vestuario. También se usan las hojas de las bananas, naturaleza generalmente. ¿Cuántos años llevas más o menos coordinando todo este Festival? Suponemos que hace falta cierta experiencia para coordinar este tipo de eventos con pie firme. M- Yo llevo cinco años trabajando en el festiva, coordinando llevo tres, y en el mundo de los cuentos, desde que empecé con Ernesto Abad, cerca de unos treinta años ya, casi una vida entera. ¿Cómo se viven las historias y los cuentos desde el lado de quien las narra y las cuenta? Está claro que debe ser una experiencia totalmente diferente con respecto a aquel que simplemente es oyente. Los diferentes actores y actrices del Festival tienen la suerte de ver las caras de los niños de frente… Es de las mejores experiencias que se pueden vivir en esta vida. El escuchar a la gente, el ver la cara de los niños, el escuchar conversaciones en los bares de lo bien organizado que está todo… Todo el trabajo y la falta de sueño, los meses de preparación, todo compensa cuando ves el resultado final. Tú sabes que estás preparando algo para que la gente disfrute y aprendan, para que los niños escuchen cuentos durante todas las visitas escolares, por ejemplo, que hay cerca de 6000 niños que pasan por aquí con sus colegios, tú los ves y sabes que, poquito a poquitos, los granitos van cayendo y se van sembrando las semillas de la palabra, y eso me es impresionante. Y los cuentos son igual para niños que para adultos, de hecho esta ruta es para público en general, da igual la edad. Esta ruta, en concreto, la historia que cuenta y todo lo que conlleva, ¿trae a su espalda mucho trabajo? (Risa). Sin duda, sí. Realmente hay dos rutas, la del Festival; en la que por fuera va a haber susurradores y paraguas para entretener al público antes de pasar a los contenedores. Y luego la visita dentro de los contenedores, que dura una media hora aproximadamente, lo cual implica escribir textos, que son de Ernesto Rodríguez Abad, para las dos actrices más planificar todo esto. La idea de la ruta, dónde la hago, cómo la hago, cuánta gente me cabe y cuánta gente no me cabe… todo eso son meses de planificación siempre. Y luego están las rutas de las visitas escolares, que es mucho más larga, pasan por aquí pero continúan por otras actividades. Los recibimos, les contamos un poco los distintos tipos de hadas que hay, les contamos distintos cuentos de hadas de Perrault, pasan por la ruta fantástica, siguen en dirección al ogro, donde se les cuenta más cuentos y luego pasan a la carpa donde ellos pueden escribir y diseñar un libro gigante que se queda el Festival. ¿Cuántos años llevan haciendo esta ruta fantástica, con este formato?

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Esta, así, es el primer año, se empezó a hacer hace un par de años atrás, luego se abandonó la idea, y dejó de hacerse, y ahora la hemos vuelto a retomar. ¿En qué ha evolucionado este formato con respecto al de años anteriores? Cada vez se cuida más todo, se cuida más el decorado y el vestuario, que estén acordes, como les dije antes, son diseñados por una misma persona. Que los textos estén totalmente coordinados con lo que dice una actriz y lo que dice la de la estancia contigua. La idea en conjunto. La evolución siempre es a mejorar. Mejora en calidad, y la calidad se mejora con los detalles, tanto del entorno. Por ejemplo, este año que sea en un sitio cerrado es un plus ya que llueva o no llueva se puede hacer la ruta. Se ha ido evolucionando en calidad, cada vez más detalles y se incluyen más cosas. ¿La idea original parte siempre de un cuento que se escribe y después se le da vida en esta ruta fantástica no? La idea original, normalmente, es algún texto al que le da forma Ernesto, en torno a ese texto, el propio Ernesto, como director, va configurando un equipo de actores y diseñadores que giran en torno a su historia. Aunque claro que los diseñadores y actores pueden opinar, y se cambian algunas cosas en el texto para la comodidad de todos los miembros del equipo. En cuanto a la financiación de esta actividad en concreto… Esta actividad, en particular, entra dentro de todo el Festival con todas las colaboraciones. Entra dentro de todos los espectáculos que dan cuerpo al Festival. El Festival si cuenta con determinadas colaboraciones económicas pero esta actividad en concreto no tiene ningún tipo de respaldo y financiación en concreto. ¿Estás nerviosa por sustituir a Elvira en el acto que comenzará en apenas una hora? Sí, claro. Pero se pasan nervios porque es una responsabilidad. Enfrentarse, no en el mal sentido, sino estar delante de un público implica una responsabilidad muy grande. La gente paga una entrada para ver un espectáculo. Tú, como actriz, tienes que dar lo mejor de ti, por ellos. No te puedes tomar una función como si no tuviera importancia. Es una gran responsabilidad. Piensa en ti, como espectador, dentro de un bosque, encima de un escenario, quieres lo mejor. Siempre piensas en el público, es una responsabilidad muy grande. No son nervios por el personaje y los textos, tú sabes que eso lo dominas, son nervios de “¿lo haré bien?” pero no en preocupación propia sino en preocupación al público. ¿Cuál dirías que ese truco o clave, como actriz o cuentacuentos, para llegar al público con tus palabras e historias? (Silencio). Lo primero que tienes que hacer es que te guste y que disfrutes lo que estás contando, lo que estás narrando. Si no te gusta lo que cuentas, lo que narras o interpretas no vas a llegar muy lejos. Si yo no me emociono con algo nunca lograré emocionar a quien me oye. Lo segundo y fundamental es creértelo y disfrutar, imprescindible.

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¿Cómo disfrutas más escribiendo o interpretando? (Risas). Yo no escribo, y más vale que no me dedique a ello. Reformulo mi pregunta, ¿disfrutas más cuando estás inmersa en la parte técnica del Festival o cuánto te toca realizar alguna interpretación y conectar con el público de manera directa? Yo disfruto de las dos cosas, mucho. Tanto actuando como en la parte técnica. Este año realmente estoy en la parte técnica, salvo días como hoy que me toca sustituir a Elvira por motivos justificados y me toca intervenir. Yo disfruto muchísimo de la parte técnica, y también actuando… (Risas), no me hagan elegir por dios (más risas). ¿Cuánto tiempo suelen dedicarle los actores y actrices sus personajes? Depende mucho del actor o actriz, cada uno tiene sus medios, trucos y métodos. Lo que sí puedo decirte es que ellos reciben su papel o personaje con unos tres meses de antelación, más o menos. ¿Has participado en alguna otra actividad del Festival este año? En esta edición me ha tocado intervenir en las visitas escolares. Recibo a los niños en el patio, les cuento historias de las hadas, algún que otro cuento de Perrault… Debe ser alucinante ver la carita de los niños al oírte… Claro, siempre, pero da igual que sean niños o que sean adultos, ver las chispitas en los ojos de todos ellos es emocionante y gratificante. En años anteriores, ¿has tenido la oportunidad de participar en otras actividades? Sí, no he parado, he participado en otras actividades, siempre en la parte técnica también, y en la feria del libro, que es una parte muy importante del Festival también. En todos los años que llevas inmersa en este mundo de los cuentos, ¿cuál es la experiencia más bonita que te llevas? (Tras uno de los silencios más largos de la entrevista). Buf, es que experiencias bonitas he vivido muchas, quiero decir, la satisfacción de ver las cosas bien hechas, la oportunidad de oír y conocer a diferentes narradores, supongo que la mayor satisfacción es el día de la clausura, cuando todo se acaba y dices “meses de trabajo han valido la 36


pena”, todo está hecho, la gente está contenta, los narradores están contentos, el público está contento. La noche de la clausura es el momento más especial, cuando dices “ya está, ya podemos empezar a pensar en lo que haremos y prepararemos para el año que viene”. Después de estos años, ¿te arrepientes o cambiarías algo? No, desde luego siempre hay equivocaciones y errores, pero de ellos se aprenden. Arrepentirme nunca. Seguirás 30 años más por aquí… Yo espero que sí, salvo que meta mucho la pata… (Risas), no pero espero que sí, todo el tiempo que pueda. ¿Cómo eligen a los actores que dan vida al Festival? ¿Hay algún casting? Aquí, en la ruta en concreto, tenemos a Elvira, que es una amateur del teatro Silos, también participa en la obra de teatro Silos: “Hadas de Laurisilva y Lava”, y a Anna, una actriz francesa que ya había trabajado aquí, y por eso Ernesto tras redactar su texto decidió contar con ellas. Hay actividades que sí requieren un casting pero para esta en concreto no hizo falta. Una pregunta más personal, ¿cómo compaginas tu trabajo con estas fechas de trabajo y participación en el Festival? Yo ahora he pedido las vacaciones en mi trabajo, me corresponden dos semanas y siempre las reservo para estas fechas. De esta forma puedo estar aquí, y una vez finalice el Festival me reincorporo. En los meses de preparación intento venir los fin de semanas y echar una mano. Suponemos que será parecido para el resto de miembros que dan vida al Festival, ¿no? Bueno, hay gente que pide vacaciones, hay quienes su trabajo sí les permite compaginar ambas actividades… Somos muchos y hay mil casos diferentes. Cada uno se organiza como puede. ¿Cuál es el recibimiento de la ruta fantástica por parte del público? La verdad es que es muy positiva. Esta actividad tiene todas las entradas vendidas, aunque no es la única que ha vendido todas sus entradas. Pero bien es cierto que esta atrae y llama la atención de la gente y los comentarios de los niños en las visitas escolares también son muy buenos y sales sorprendidos. Así que yo creo que su recibimiento es muy bueno en general, que la percepción es bastante buena. ¿Cuántas funciones realizaron por la mañana para las visitas escolares? M- Unas 18 veces como mínimo. Entre función y función, nuestras actrices descansan uno cinco minutos más o menos. Aunque claro Elvira, la encargada de la primera estancia descansa un poco más, ya que hasta que no termina Anna no le pasamos público.

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¿Cuántas personas entran por función, más o menos? Niños, que son los que tengo contados, entre unos veinte o veinticinco. Nos gustaría seguir hablando contigo, pero sabemos que te toca actuar ahora en sustitución de Elvira, así que te dejamos prepararte, muchas gracias.

ENTREVISTA ROMANCEADA A ANNA LARAT – LINI (ACTRIZ) Parecíamos seis extraños caminando por las calles de un mundo desconocido y lleno de fantasía e imaginación. Acabábamos de entrar en un auténtico cuento. De los balcones caían mariposas, las tiendas del propio pueblo se habían convertido en hogar de las hadas, y parecía que hasta el suelo que pisábamos estaba formado por piedras mágicas. Había un gran revuelo en la plaza principal, muchos niños iban y venían, corrían y jugaban, mientras sus padres se tomaban un chocolate calentito en la pequeña cafetería del centro del parque. Andábamos un poco perdidos, hasta que, como si fuera cosa del destino y entre aquel alborotado escándalo, un hombre interrumpió nuestro camino. «¿Ustedes son los alumnos de Benigno?» La suerte estaba de nuestra parte. Apenas llevábamos diez minutos en Los Silos y ya habíamos encontrado a nuestro guía. Su nombre era Daniel, y era un colaborador de prensa que se había ofrecido a ayudar a los estudiantes de periodismo que tenían ganas de explorar y dejarse llevar por el encanto del municipio en estas fechas. Daniel, enérgico y con mucha simpatía, nos condujo hacia el espacio donde tendría lugar la actividad que nos sorprendería aquella tarde, La Ruta Fantástica. Aparentemente no eran más que dos contenedores de gran tamaño, que a simple vista no llamaban la atención. Pero cuando abrías sus puertas y pasabas a ver lo que había en su interior todo cambiaba. Una luz suave, como el sol a desaparecer en el atardecer, hojas secas de plataneras, un puente, un bosque, un jardín de enormes flores que escondían secretos como el nacimiento de un hada, eran indicios que nos indicaban que acabábamos de entrar en un auténtico cuento de hadas. En aquel decorado de ensueño, nos esperaba Anna, nieta de una bruja, dueña del bosque encantado, en la ficción, y francesa amante de la narrativa y los sueños en la vida real. Parecía serena, aunque yo creo que más bien estaba concentrada ya que en apenas media hora comenzaba la función, le tocaba transformarse. Pero desde que alzó la cabeza y nos vio, nos dedicó una sonrisa enorme, que ahora que lo pienso, no desapareció en toda la entrevista. Realmente, Anna se considera novata en el mundo del cuentacuentos y la narración. «En verdad, yo llegué aquí el año pasado un poco de casualidad, estaba aquí de Erasmus, y estaba haciendo una investigación, un máster de investigación sobre la narración oral, 38


me enteré de la existencia este Festival y decidí venir a ver un poco qué pasaba. Aquí conocí a Ernesto y me invitó a contar algunos cuentos por las calles pero nada más que conocer y visitar un poco el Festival por encima. Pero este año me llamo para trabajar aquí estas semanas, acepté, y entonces llegue hace dos semanas para empezar con las rutas escolares, también participo en la ruta fantástica y esta noche en la noche del terror», así dio respuesta a nuestra pregunta acerca del tiempo que llevaba participando en el Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Pronunciaba las palabras con orgullo de haber llegado hasta donde estaba gracias a su curiosidad y perseverancia. Nos dedicó una sonrisa entrañable cuando quisimos saber sobre cuáles habían sido sus sensaciones en las actuaciones que ya había realizado en estos días. «Llevamos dos semanas con las visitas escolares, viendo la carita de muchos niños de la isla, y es un regalo maravilloso ¿no?, porque cada grupo viene con su peculiaridad y diferencia y hay que adaptarse y es un placer. Ahora pues… vienen más y más y también vienen adultos, esto es lo bonito, que cada vez que entra gente pues tienes que adaptarte en pocos segundos a la gente que está contigo y es nuevo cada vez», decía con una voz dulce, como si en ese momento recordara todos y cada uno de la carita de los niños que habían pasado por allí. Eran ya las cinco y media, en apenas media hora le tocaba convertirse en la nieta de una auténtica bruja, no parecía nerviosa, pero no queríamos quedarnos con la duda así que lanzamos la pregunta. Antes de contestar, dio un trago a la botellita de agua que tenía entre sus manos y luego dijo con total sinceridad: «Un poco, porque hoy cambia la cosa, hay que alargar la actividad, y es aún más nuevo. Y sí estoy nerviosa, pero no tanto porque estoy en un decorado muy bonito que ayuda y acompaña». Muchas veces pienso que ningún ser humano puede escaparse de los nervios y de los miedos a la hora de enfrentarse a un público, y menos en los minutos previos. Anna: «El otro día justo estuvimos hablando con Emilio Lome, uno de los narradores invitados de Méjico, sobre las claves del buen orador, y yo creo que la clave es contar desde la humanidad, desde lo humano, el humano que somos, compartir el aquí y el ahora». Cuando dejó caer a lo largo de la entrevista estas palabras, me imaginé a mí misma siendo una cuentacuentos, primero pensé que si eso era lo único que hacía falta para ser un gran orador, era muy fácil. Aunque luego cambié de opinión, ya que enfrente de un público numeroso, nuestra parte más humana puede jugarnos una mala pasada, ya que ella incluye los miedos, los nervios y la inseguridad. Llegando al final de nuestro encuentro con Anna, pudimos conocer lo que se esconde tras las semanas previas a la inauguración del Festival como la preparación de los personajes y textos. «Ernesto nos manda los textos y varias historias, y yo fui leyéndolas, varias veces, a ver cuáles me llamaban la atención de ellas y qué era lo que 39


quería transmitir de ellas. Las adapto a mi persona, a mis cualidades para poder llegar mejor a mi público», así sonaban sus palabras. Sin duda, dos de los mayores deseos de esta vividora de nuevas experiencias son, en primer lugar, seguir participando y formando parte de un sueño al que se le da vida, de este Festival del Cuento. En segundo lugar, le encantaría que esta tradición, que celebra su XXI edición este año, y que parece no tener fecha de caducidad aún, se conociera en su país natal, en Francia. Que se presente allí como una idea maravillosa y que aunque parezca que es una pequeña cosa en un pequeño pueblo, realmente es algo inmenso, que hay que valorar mucho, ya que a nivel cultural es muy importante para la isla.

ENTREVISTAS AL PÚBLICO AL SALIR DE LA RUTA FANTÁSTICA ¿Qué le ha parecido? ¿Qué sensaciones ha tenido? Precioso, muy bonito. El decorado es espectacular, todos los detalles muy cuidados, igual que las dos historias que nos han contado, con su puesta en escena…El vestuario muy bonito y cuidado también. Consigue que te metas ahí dentro y cuando sales te preguntas, ¿dónde estoy? Me ha encantado. ¿Se lo esperaba así o le ha sorprendido? A mí aquí ya no me sorprende nada, todo es posible. ¿Ha venido otros años? Sí, llevo ya 19 años viniendo…casi desde que empezó, que este es el 21. ¿Qué te ha parecido la ruta fantástica? ¿Te ha gustado? Genial, me ha encantado. ¿Y qué sensaciones has tenido? Felicidad… Imaginación… ¿Te lo esperabas así? No, yo me lo imaginaba caminando por la calle, contando leyendas y todo eso… ¿Y te ha sorprendido para bien? No, para «hiperbién». ¿Te gustó la historia del camello?

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Sí, mucho. Te acuerdas de que nos dijo que eran 3 historias, un muchacho, un camello y otra, ¿no? ¿Cómo te imaginarías la del muchacho? (Piensa). Pues un niño que recorre el mundo. Pues muy bien, muchas gracias Guillermo.

CONCLUSIÓN Finalizar este trabajo nos hace revivir el momento en el que fuimos de Los Silos. Dejábamos atrás una de las experiencias más especiales que nuestra carrera nos iba a aportar: conocer a artistas de todas partes del mundo en un ambiente repleto de fantasía. Las ganas de absorber todo lo que se nos estaba presentando hicieron que todo pasara demasiado rápido. Sin embargo, fue tan breve como intenso. Las entrevistas, como era de esperar, nos aportaron una visión más del Festival. El hecho de poder escuchar cómo se vive todo el proceso desde la otra parte del espectáculo fue una de las cosas más interesantes que pudimos saber. Aprendimos todo y más de lo que se puede aprender en situaciones como esta, donde fuimos responsables, de principio a fin, de un proyecto cuya importancia no era precisamente poca. Solos ante el «peligro», pensarían algunos. Nosotros, futuros periodistas, lo vivimos como una oportunidad más para crecer en esto que tanto nos apasiona. En todo momento nuestra intención fue plasmar y transmitir a través de nuestros textos y vídeos todas las sensaciones que esta experiencia nos supuso. Pero cuando se trata de cosas tan grandes como esta, es prácticamente imposible. Por ello lo único que acabamos persiguiendo es invitar, mediante nuestras palabras, a todas aquellas personas que aún no han vivido el Festival del Cuento a que lo hagan. La Ruta Fantástica, eje central de nuestro trabajo, hizo que el desplazamiento hasta el norte de la isla no se debiera solo a una simple razón académica. El decorado, las miradas cómplices de las actrices y el silencio del habitáculo lleno de personas con ganas de soñar hacían que la magia surgiera. Y para qué hablar de las sonrisas que compartían grandes y pequeños a la salida de este mundo de fantasía. El brillo en las miradas que Guillermo nos dedicaba mientras lo entrevistábamos transmitía tal felicidad que ahora mismo resultaría totalmente imposible explicar lo que sentimos tras culminar la Ruta Fantástica. Lo único que podemos afirmar con seguridad es que el Festival del Cuento de Los Silos consiguió, una vez más, que nos sintiéramos como en un cuento de hadas.

Fuentes documentales: http://www.cuentoslossilos.es/; Apuntes aportados por los profesores de la asignatura de Literatura. Cámaras utilizadas: Nikon D3200, Nikon D3100. Editor de vídeo: Power Directo.

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ENTREVISTAS

FRANCISCO HINOJOSA (MÉXICO)

JORGE DÓNIZ FUENTES JAVIER MANUEL GARCÍA GONZÁLEZ TANIA GONZÁLEZ MÉNDEZ MARÍA REGALADO DIEPPA

Un pueblo lleno de magia, ilusión, hadas, duendes, unicornios, calabazas en las calles, niños, adultos… Todo un pueblo comprometido con uno de los Festivales más importantes de la literatura: el Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Este municipio se encuentra al norte de Tenerife, en un pequeño lugar llamado Los Silos como indica el nombre del evento. Nosotros, unos alumnos de 2º de Periodismo, queriendo experimentar y descubrir ese mundo tan hermoso que es el cuento. Entrevistamos a un mexicano de gran relevancia como es Francisco Hinojosa. Su primera vez en el Festival, como nosotros. Hinojosa nació en México en 1954 y se ha dedicado desde muy joven a la enseñanza universitaria y a la escritura. Poeta, dramaturgo, editor, ensayista y escritor de cuentos para adultos y para niños, destacando sobre todo en este último ámbito. Ha recibido numerosos premios entre los que se encuentra el Premio Nacional Mexicano de Cuentos. Con su entrevista hemos podido conocerlo un poco más y ha conseguido transmitirnos su pasión por la literatura. En primer lugar querríamos hacerle una pregunta a lo mejor un poco inusual o abstracta. ¿Qué valor o significado tiene el cuento para usted? Sí, sí. No es abstracta. El cuento fue al género al que llegué después de haber probado otros. Empecé estudiando poesía porque me gustaba mucho leerla y esa poesía poco a poco empezó a contar algo, a contar una historia. Y en el momento en el que yo vi la historia que había detrás dije «lo voy a escribir como cuento». Creo que es el género

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que me corresponde más. De niño yo no fui lector. Lo que yo consumía eran más bien historietas y las historietas tienen como característica que aparece una imagen, de una imagen un personaje, de ese personaje un globito y en ese globito caben ocho palabras, digamos. No nueve. Y si yo puedo caracterizar lo que escribo es esa novena palabra. No cabe. No soy novelista, soy más bien cuentista. Por eso, porque me gusta ir directamente al grano. ¿Puede que ese tipo de literatura, la que consumió usted durante su infancia, le haya orientado a que la mayoría de sus obras estén orientadas al público infantil? Me ha hecho varias cosas. Por un lado, que esté lleno de imágenes. Mucho de lo que escribo se traduce al teatro, a la ilustración y al cine, incluso. Por eso el peso de la ilustración es importante. Y después ciertamente, si yo de bien niño fui lector de historietas, mi acercamiento también con los niños es a través de los cuentos. ¿Cuál ha sido la motivación que le ha traído de México, su país natal, a un pueblito en Tenerife? Es una invitación. Una invitación a venir a un Festival el cual yo no conocía, pero en cuanto me mandaron la guía para ver de qué se trataba, que tenía con este año 21 años de celebrarse, me pareció importante venir y hasta el momento. Lo que he podido conocer de este Festival, ha sido magnifico. Supongo que no es el primer Festival al que usted va. No, no. El año pasado nada más fui a 19 ferias del libro internacionales, sin contar las escolares. ¿Le gusta? Sí, estoy en contacto permanente con Festivales, ferias del libro, encuentros de escritores y en mucho contacto también con lectores. ¿Cree que eso forma parte de escribir? Es decir, no solo escribir una historia sino también estar en contacto con el público. Pues no es necesario, pero si en mi caso y en el caso de casi todo lo que escribo, mi contacto con el público es efectivo. Voy mucho a las escuelas, estoy mucho ante un público, conferencias, mesas redondas, presentaciones… Voy de un lado a otro por lo que muchas veces escribo en los aeropuertos, en los hoteles… ¿Cree que las obras que escribe en esos momentos que tiene libre son las que mejor le salen? ¿O por el contrario las que mejor escribe son el fruto de cuando se sientan y dice: «voy a escribir algo»? No, soy muy lento para escribir. Mis libros salen en mucho tiempo. Si bien tengo alguno que es el más conocido de los que he escrito, lo escribí en 5 horas. Pero por lo general se tarda un promedio de 7 a 10 años, en lo que yo empiezo a escribir un libro, lo maduro y lo publico. ¿Y cómo ha sido su experiencia en el Festival? ¿Qué le ha aportado a su carrera, a nivel profesional o nivel personal, incluso? 43


Es la primera vez que vengo a este Festival. Mi primera vez en Tenerife. Mi primera vez en Los Silos y he tenido un par de experiencias interesantes. Una cosa que se llama «tresillos», y que en la vida había visto en ninguna otra parte del mundo. Consiste en invitar a un grupo de personas, que además pagan una entrada, a una casa particular donde las reciben 8 personas, y ahí lees un cuento y comentas con ellos. Es una especie de cercanía con el autor. Y después estuve en otro evento, un poco mayor porque en vez de ser en la sala de una casa es en un patio de una casa, y en vez de 8 personas, caben 20. Pero que también la misma experiencia: leer un cuento y poder conversar con el autor. Querríamos preguntarle en concreto por una obra suya titulada La peor señora del mundo. Cuando la publicó en 1992 generó controversia, bastante polémica. ¿Cuál cree usted que fue la razón por la que se dio? Hace 24 años en México apenas empezaba a escribirse literatura infantil. Lo que se consideraba como literatura infantil tenía que ver más bien con temas clásicos como príncipes, princesas, reyes, castillos, duendes, brujas, animales… Pero no con una señora violenta que pega a sus hijos incluso cuando se portan bien. Ese tipo de personajes violentos, arrancados de una realidad social también agresiva, no era bien visto, sino que teníamos que proteger a los niños. Entonces fue rechazado por escuelas, por padres de familia, fue rechazado por los primeros dictaminadores de la editorial que finalmente lo publicó y al cabo de los 24 años que han pasado ese libro se convirtió en uno de los más vendidos de la editorial y uno de los libros para niños más leídos en México. ¿Cuál es la experiencia cuando te dicen: «Oye, esto no te lo podemos publicar»? O cuando empieza a ver el rechazo por parte de la comunidad hacia su libro. ¿Qué se siente cuando te dicen que algo que has escrito no gusta? Nunca me ha importado. Y cuando un editor dice: «Oye, no, nosotros no podemos publicar una cosa así», digo: «perdón, pero yo tengo muchos editores que quieren publicar mis libros». Y siempre terminan publicándolos. A veces me dicen que quite palabras porque los maestros no lo van a permitir en una escuela. «O lo publicas así o no lo publicas» (risas). Ni modo, yo me aferro a lo mío. Yo estoy muy convencido de lo que hago y no me dejo guiar por el rechazo de un maestro que puede ser muy moralino o que quiere solamente que sus alumnos tengan textos que les enseñen a ver la vida. ¿Puede ser que esa monotonía que nos comentaba de obras infantiles que se dan en México en esa época le impulsara a usted a escribir ese tipo de obras dedicadas al público infantil? Sí, y creo que a partir de ese momento, que coincidió con la creación de las colecciones de libros más importantes que se dan en México para niños que se llama Gabriel Nieto, se creó también una nueva generación de escritores, ilustradores, diseñadores, editores…, entonces fue un nuevo conjunto. Después algunas editoriales españolas como Alfaguara, como SM, que distribuyen sus libros en México, empezaron a publicar también a autores mexicanos. Y eso creó una expansión mucho mayor. Las ferias del libro empezaron a crecer, tanto en las escuelas públicas como en las privadas, en los municipios, en los estados y la fiesta más grande del país que es una feria de libro infantil muy grande. Eso habla de que este boom que nació hace unos 25 años más o menos ha prosperado.

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De todos los sitios a los que ha ido (conferencias, mesas redondas…), ¿guarda especial cariño por alguna o por algún detalle especial que recuerde de vez en cuando? Bueno, si tengo muchos recuerdos así. Incluso estoy siguiendo parte de un proyecto que hago actualmente que es escribir una crónica de viajes. Entonces cada vez que voy a algún lugar, escribo algo sobre lo que viví allí. Pero también me remonto a cuándo fui veces anteriores. Acabo de estar en Perú. Había estado unas 4 o 5 veces y pensé en escribir lo que me había pasado ahora pero pensé en rememorar lo que yo recuerdo mejor de esas otras ocasiones. Es mi primera vez en Tenerife. Aquí no hay una anterior. En España sí he estado muchas veces. Pero lo considero como algo muy aparte. Muy aparte de las experiencias que he tenido en distintas ciudades de España. ¿Qué recomendación o qué consejo le daría a un escritor que quisiera empezar en el mundo de la novela o del cuento al darse a conocer o al intentar publicar? Pues hay una recomendación que creo que también he dado en talleres y creo que es la mejor que puedo dar. Para escribir aquí, muchas veces se quiere escribir sin leer nada. En México hay mucho apoyo a jóvenes escritores, buenos apoyos económicos, y además se dan unas tutorías y una serie de cosas que todos tienen que cursar. Llegan 1000 solicitudes para 15 o 20 becas que se dan. Es demasiado. Cuando se les dijo a los que hacían las solicitudes que entre los requisitos para optar a la beca se necesitaba la creación de 3 reseñas de 3 libros que les hubiese gustado. De 1000 bajó a 300 solicitudes. Eso significa que no leen. Se quiere empezar a escribir sin leer y lo fundamental para escribir es leer. Y no solo a autores jóvenes, también para los escritores más experimentados. Estos siguen leyendo y creo que la lectura sigue siendo la principal gasolina para seguir escribiendo. Teniendo en cuenta la experiencia que tiene usted, los años que lleva escribiendo sobre literatura infantil, ¿cuál cree que es el futuro ahora para la literatura infantil? Sigue estando desde hace mucho tiempo, cómo se dice, el caso de la vaca en el techo. Después de los libros de autoayuda en el mundo, lo que más se vende y más se consume son los libros para niños. Y un Festival como este que no solamente es de literatura infantil y juvenil, sino de es literatura en general, abre mucha la posibilidad de ver que se está leyendo mucho. Lo cual es importante. ¿Cómo ve usted el futuro de su carrera como escritor? ¿Piensa seguir en la misma línea o tiene en mente algún proyecto o algún cambio? Siempre estoy cambiando. Siempre estoy experimentando. En cuanto hay algo que me surge y que no lo he probado, voy a por ello. En cuanto hay algo que me surge como

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experimento, me meto en ello. No siempre funciona, a veces fracasamos. Pero siempre estoy inventando. A veces publico mucho, a veces no publico nada. Este aĂąo presentĂŠ 3 libros mĂ­os de golpe. Estoy escribiendo permanentemente. Hasta que me muera (risas).

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DJELIBA BABA (EE.UU.)

Entrevistar al cuentacuentos Baba ha sido una experiencia muy gratificante para nosotros. Ya, de entrada, el encuentro, saludo y presentación con él fue muy agradable, nos recibió con una simpatía muy natural. La entrevista fue fluida y muy amena, como si estuviéramos teniendo una conversación entre amigos. En algunos momentos se nos olvidaba que estábamos en una entrevista y tan solo disfrutábamos de las palabras de nuestro interlocutor. Para abrir la entrevista preguntamos a Baba su opinión sobre Tenerife y su estancia en la isla. Una pregunta de cordialidad que solo buscaba romper el hielo. Pero nos llevamos una grata sorpresa con la simpatía y la espontaneidad del entrevistado. Nos contestó con un arranque de alegría y una amplia sonrisa, nos dijo que Tenerife era un auténtico paraíso. Muy a su pesar, solo había podido visitar Los Silos, ya que estaba demasiado ocupado con el Festival. No obstante, la sonrisa volvió a su cara al decirnos lo mucho que le gusta la comida canaria, y lo divertida que encuentra nuestra manera de hablar y nuestro acento, el cual, a su parecer es idéntico al de los cubanos. Recalcó ese detalle, le parecía curioso que en una isla tan alejada de La Habana nuestra forma de hablar fuera tan parecida. Para entrar en el tema sobre el que versa el Festival y, al fin y al cabo, el tema al que debíamos enfocar la entrevista, le preguntamos sobre el momento en el que decidió que contar cuentos tenía que dejar de ser un hobby para convertirse en una profesión. Él dudó un momento, su expresión cambió, y empezó a hablarnos sobre su pasado y el de su familia. Nos dijo que toda su vida le había llevado a ser un cuentacuentos. Tras pasar su niñez apegado a su bisabuelo, el cual era hijo del último esclavo que hubo en su familia, se había impregnado de esa pasión por narrar historias, ya que en su cultura natal es algo que está profundamente arraigado. Según sus propias palabras: «Los cuentos están dentro del alma de la gente». La siguiente pregunta fue sobre las dificultades que había tenido para dedicarse profesionalmente a ser un cuentacuentos. Al escucharla Baba duda unos segundos, luego, con aire divertido se echa hacia atrás y sonríe. –Buf –dice–, un montón de dificultades. Curiosamente ríe al hablar de esto, al hablar sobre un obstáculo en su vida. En ese momento pensé que la manera en que afrontemos la vida puede influir mucho en lo que nos pase, y en si podemos superarlo o no. Baba continuó explicando las dificultades que encontró a la hora de convertirse en un profesional de los cuentos. El principal obstáculo, y que destaca con énfasis, son los nervios y la falta de confianza. A pesar de creer tener lo necesario para lanzarse ante un público que escuchara sus historias, la primera vez que lo hizo sus nervios le traicionaron y olvidó las historias que iba a contar. Por esa razón, Baba cree que la única manera que tiene de ser un buen cuentacuentos es la práctica, la practica constante e incansable. A pesar de llevar 24 años dedicándose a este oficio se considera pequeño, con un gesto de manos se comparó con algo muy pequeño, mientras decía: «Después de

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veinticuatro años, yo soy este». Considera que aún le falta mucho por crecer y por aprender. Poco después le preguntamos sobre el Festival, queríamos saber qué opinaba de él y cuál había sido su impresión. Con una voz que me resultó sincera y natural nos contestó que le encantaba, que era capaz de notar que la gente que trabaja en el Festival lo hace con verdadera pasión, que siente una gran pasión por las letras. Además, recalcó el gran respeto que le mostraron desde la organización del Festival. Luego, deseando escuchar su reacción, le contamos que el fundador de Spoken Stories.org le había considerado como uno de los mejores cuentacuentos vivos. En un primer momento, Baba reaccionó con sorpresa. No conocía esa afirmación. Luego, tras serenarse un poco, nos dijo: «Muchas personas dicen muchas cosas.» Y explicó que no solo hay que escuchar las palabras dulces, sino también las malas, y que por tanto prefería no hacer demasiado caso a ese tipo de afirmaciones, y centrarse en la realidad. También hablamos sobre su primer libro publicado, Road of ash and dust: awakening of a soul in Africa. Él nos contó que se trata de una memoria sobre su vida, en especial sobre el tiempo que pasó en África, y que la obra iba dedicada a los jóvenes, a modo de guía de vida, ya que según él: «Ser un joven en este tiempo, en el mundo, es ser muy confuso.» Achacó estos aspectos al rumbo de nuestra sociedad, poniendo como ejemplos a los políticos y a las guerras. «Para un joven, ahora, el mundo parece un desastre. Por eso escribí este libro, para ayudar a los jóvenes que quieren buscar su camino en la vida.», añadió. También quisimos peguntar sobre cómo veía su futuro, sobre que creía que le deparaba. Nos contesta: «Espero que volver acá.» Luego ríe despreocupado, haciéndonos sonreír a nosotros también, y retoma la conversación. Nos dice que lo más importante en su vida es su familia, y que lo que más desea que pase en el futuro es poder pasar tiempo con sus familiares, sobre todo su esposa, hijos y su nieta. Como no podía ser de otra manera, pedimos al cuentacuentos que nos contara un cuento. Muy amablemente accedió, sin perder la sonrisa, incluso sonrió aún más. Y esto fue lo que nos contó, sin retocar ninguna palabra, para que no pierda su esencia. Para escuchar este cuento debes entender algo. Cuando yo diga bachiobachi entonces responden ba-chi. Pero con el mismo tono, con mi voz. Tienes que sentir igual que yo. «Bachiobachi», dice Baba. Nosotros respondemos «ba-chi». Así hasta 3 o 4 veces hasta estar preparados. En el tiempo en el que los animales hablaban y los árboles caminaban, vivía una yegua mucho más linda que todas las demás. Esa yegua era muy famosa por tener un cuerpo perfecto. Ojos brillantes. Pero era la envidia de todos los animales. Bachiobachi: ba-chi. Pero había un problema: aunque todos los animales pensaban que ella era la más bella, ella no creía así. No. Muchas veces, cuando se ponía enfrente de un espejo pensaba en voz alta: ay, estaría increíble si tuviese tres cosas diferentes. Necesito patas más largas y delgadas, tampoco me gusta mi trasero y de los labios ni hablar. Preferiría labios carnosos. Lloraba tanto cada noche que sus lágrimas eran suficientes para llenar un lago. Pero un día, un médico visitaba el pueblo donde de la yegua linda. Ese médico era especialista, era cirujano plástico. Ella fue a visitarlo y le contó su problema. El médico le explicó que podía ayudarla y se pusieron de acuerdo y acordaron un día para la cirugía. Cuando llegó el día la yegua estaba muy entusiasmada. Y mientras los cambios surtían efecto, la yegua soñaba con un

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cuerpo nuevo, un cuerpo perfecto. Bachiobachi: ba-chi. Y cuando se despertó inmediatamente pidió un espejo grande. Cuando ella vio el espejo, gritó: ay, ¿qué pasó? Ahora, las patas eran más largas y delgadas; el trasero, ay dios mío, grande; y los labios carnosos. Pero ella ya no parecía una yegua. Este cuento en la historia de animales es el cuento que dice de dónde vinieron los animales que se llaman hoy en día camellos. Es la verdad. Dime algo, dime nada, pero siempre dime la verdad. Este es el final de este cuento y por eso volvemos a la realidad. Bachiobachi: ba-chi.

Finalmente nos contó que su primer trabajo había sido el de periodista, en Los Ángeles, desde los 20 a los 24 años, y que por ello sabía lo duro que era, especialmente ahora. «Por eso tengo un mucho respeto para ustedes y su trabajo», nos dijo para finalizar la entrevista. Una entrevista que no pudo empezar de mejor manera, que no pudo acabar de mejor manera. Una entrevista que no pudo haber sido mejor para iniciarnos en este mundo tan bonito, este mundo llamado periodismo.

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EMILIO LOME

LUZ EDITH TORO PINEDA HIRAM LEWIT REYES-BARTLET PAULA RAMOS SUÁREZ SOFÍA RAMOS GONZÁLEZ Emilio Ángel Lome es un escritor, promotor cultural y narrador mexicano. Es licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. También es diplomado en Literatura Infantil y Filosofía para Niños, y estudió la especialidad en pedagogía teatral en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Ha recibido diversos premios y reconocimientos nacionales en poesía, narrativa, teatro, música y promoción del arte popular. Como escritor tiene una amplia trayectoria, ha publicado más de cuarenta libros y materiales didácticos para distintas editoriales. Es conferencista internacional de las editoriales Santillana y Alfaguara Infantil y Juvenil y capacitador del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Es creador de una Metodología Intercultural de Educación por el Arte avalada por la Ford Foundation y ha impartido la Cátedra de Poesía Infantil Iberoamericana en la Universidad de Arizona. Ha impartido talleres, charlas, conferencias, seminarios y diplomados en toda la República Mexicana, lo mismo que en Cuba, Panamá, Costa Rica, República Dominicana, Uruguay, Guatemala, España, Colombia, Argentina y diversas instituciones de los Estados Unidos. Emilio Lome se autodefine como niñólogo, y es un fiel defensor de los cuentos como un medio de curación. También, afirma, su oficio es imaginar. Una perspectiva que transmite y que enriquece al oyente con solo compartir unos minutos con él. Trataremos de describir nuestro magnífico encuentro con Emilio en las siguientes páginas.

LA ENTREVISTA Este año nos tocaba a nosotros. Sí, ya habíamos hablado el año pasado de ir, pero la distancia y los quehaceres nos lo habían impedido. Este año no podía haber excusas. Acudimos por fin al Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Teníamos

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programada la entrevista con Emilio Lome. Pero la sorpresa y el asombro ya nos asaltaron a la entrada del sitio. Los Silos se había convertido en un pueblo fantástico. Un municipio adornado por la fantasía de este año: las hadas. En cada rincón, cada callejuela y cada plaza había un adorno o figura con dicha temática que creaba una atmósfera de ensueño. Al llegar a la plaza central, el núcleo del Festival, ya estábamos inmersos en una obra realista donde la literatura era la protagonista: esculturas de madera, talleres, puestos de venta, cuentacuentos, librería… Un sinfín de actividades para recordarnos la importancia de las letras y el habla en nuestra vida. Tras zambullirnos en esos mares de fantasía, llegó el momento de entrevistar a Lome. Nos lo encontramos con su mujer, a un lado de la plaza. Nos saludó con sendos afectuosos abrazos y proseguimos al lugar donde lo «interrogaríamos». Llegamos a una salita pequeña con una mesa, una estantería y varias sillas. Le ofrecimos un cómodo asiento y lo preparamos todo mientras él inundaba la habitación de bromas. Comenzamos la entrevista, y le preguntamos sobre aquella palabra que desde que se presentó había mencionado más de una vez: cuentero. «Es un ser que nos enseña a imaginar mejor para imaginarnos mejores y que nos lo enseña desde su presencia, desde su palabra. Es alguien que trae un baúl de imaginación para recordarnos que somos energía que se crea y se recrea, que los cuentos que nos contamos adentro construyen el cuento que vivimos fuera», definió convencido de que decía la pura realidad. Ante esta afirmación, quisimos saber qué circunstancias habían provocado que se convirtiera en quien es. ¿Fue el destino? ¿La suerte? Para nuestra sorpresa, Lome nos contó que su abuela era una narradora de cuentos excelente, con una característica especial: era rezandera, no solo de lo católico, sino también de lo indígena. Nos explicó, emocionado, como en México mucha gente rezaba a los árboles, al viento, al agua…, y como ese rezo se había convertido en el germen de la poesía, un germen al que llamó «encantamiento». «Ahora entiendo que cuando cuentas o palabreas es como si saborearas un chocolate verbal, y ese rezo de mi abuela, ese pasar del rezo a contar historias tiene que ver con el encantamiento que yo sospechaba, el placer del narrador». Confesó que siempre quiso imitar a su referente y que aún no lo ha logrado. Nos adelantó, con un movimiento de manos muy expresivo, que cuando narras el aplauso es solo una consecuencia. «El verdadero regalo para el narrador es el encantamiento que tienes cuando la palabra se consustancia contigo». Hasta entonces sabíamos que Lome se había convertido en un gran narrador, existían pruebas. También sabíamos que su abuela había sido una gran influencia. Pero, ¿qué podemos esperar del resto? ¿Podríamos los presentes en aquella habitación o cualquier persona poseer esa capacidad para imaginar y transmitir? Resultó que todos podemos imaginar y crear, el problema está en que requiere práctica. Una práctica que los adultos olvidan: el juego.

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«Los adultos no creemos que jugar sea una práctica. Yo juego muchísimo, toco mi tambor, la guitarra, juego con los niños… Voy caminando por la calle y voy inventando. Tengo la suerte de dedicarme a esto, pero cualquiera podría hacerlo.» Lome nos contó que sus inicios como escritor fueron «de pura chiripa». Entró para dar talleres a niños en las oficinas de Alfaguara, una editorial de prestigio, y ese mismo día salió de allí con dos ofertas para escribir libros. Además, definirse como niñólogo le ha abierto muchas puertas. Emilio es una persona muy especial que confiesa que «jubilarse es pasar de hacer lo que te gusta a hacer lo que te fascina». Con una sonrisa enorme y los ojos como platos, nos mostró su maravillosa percepción de la vida a través de titulares tan increíbles como que «la vida sí es mágica». También confesó que «los milagros están ahí para verlos. Encuentro milagros como estar aquí con cuatro milenials sensacionales». Nos miró uno a uno y nos trasladó la idea de que «son la generación de transgresores, la generación que cree que se puede cambiar la vida», no sin confesar sentirse parte de esta generación a pesar de la edad. A lo largo de la entrevista nos surgió la pregunta de dónde surge el término niñólogo. El mexicano respondió, de forma inmediata, que este término se lo recomendó una pedagoga de arte amiga suya, tras ver su conexión con los más peques. El escritor confesó conectar bien con ellos, sean grandes y no tan grandes. Tras ver nuestra cara de asombro y desconocimiento, nos explicó que existen dos tipos de niños internos: «el herido, que es el berrinchudo, el que se deprime; y el mágico, que es el que conserva la esperanza». Tras esto, Lome resaltó que en su trabajo con los adultos hay que «recordarles que su niño seguía dentro. Si el adulto conecta con niños externos desde un niño interior herido, los va a desafinar. Los adultos somos un modelo, solo cambiar el concepto puede abrir muchas puertas». Finalizando su intervención nos dijo que «la gente quiere esperanza, alegría e ilusión, por eso la tendencia ha sido a que la compra de experiencias se convierta en una buena opción en la que invertir su dinero». Cree que «un juego de palabras y un juego de manos es sencillo pero no simple, y a la

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vez nos dirige a lo complejo y a lo serio», que es donde radica el secreto profesional de un hombre que se dedica a regalar esperanza compartiendo parte de su realidad, según nos explicó. Emilio Lome es una persona que cree en el poder del juego, que sonríe constantemente porque disfruta de lo que hace y consigue que la gente le compre su «experiencia endorfínica»: un horizonte de esperanza que solo la sabe dar un buen palabrero. Le pedimos consejo para aprender a controlar el miedo a la audiencia y nos dijo que «cuando no hay nada que lograr más que la experiencia, bajan los niveles de miedo y neurosis para enfrentarse al público». «Hago mi entrenamiento endorfínico, y me neurotizo lo menos posible. Me preparo jugando, riendo y tocando el tambor. Entonces entro contento a mis intervenciones. Porque somos neuronas-espejo del público. La energía se contagia. Busco recursos en vez de enfermedades y así consigo conectar con los recursos de los demás. Prefiero lo evolutivo antes que lo involutivo». Aprovechó y nos regaló otra de sus frases estrella: «La cuestión no es cagarla sino limpiarla rápido», y nos dijo: «la he cagado tanto, que ya la limpio con una rapidez… No se vale decir huele a caca, huele a caca y el cagado es uno, ¿verdad?». Unas carcajadas reflexivas bailaron al son de nuestros pulmones, y pusieron fin a la ronda de preguntas. Respecto al futuro cercano, se plantea hacer un libro sobre lo que quiere llamar «creatividad a la mexicana» hablando del «valemadrismo» para sentirse a «toda madre», nos dijo siempre entre risas. Tras estas, nos regaló un caluroso abrazo de despedida, y nosotros le agradecimos el habernos regalado aquel grato encuentro. ¡Vuelve pronto, Emilio Lome, para recargarnos con tu energía y con esa actitud siempre tan positiva! ¡Muchas gracias!

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ENTREVISTA A CRISTINA TEMPRANO

ALICE ACERBI FRANCESCA BENNA VIRGINIA DELGADO RODRÍGUEZ MOISÉS ZEBENZUY DUQUE DOMÍNGUEZ POR AMOR AL ARTE Érase una vez un pueblo donde se respiraba fantasía y se notaba un ambiente especial: Los Silos. El XXI Festival del Cuento estaba en su apogeo, las decoraciones inundaban las calles, ocupadas también por multitud de vecinos y personas que se habían acercado a escuchar una nueva historia en ese, por entonces, mágico lugar. Pero todo había terminado. Como el que despierta de un largo letargo para volverse a dormir, con los párpados cansados y en un limbo que impide discernir la realidad de la ficción: los cuentos habían terminado. No habían sido los cuentos de Las mil y una noches: había sido la noche de los que ojalá hubieran sido mil y un cuentos de la narradora Cristina Temprano. Su apariencia transmitía ciertos aspectos de su personalidad. Llevaba un voluminoso pelo rizado recogido en un turbante oscuro y una pequeña trenza que depositada en su hombro hacía acto de presencia cuando giraba su rostro hacia un lado, siempre con una sonrisa. El color apagado de su vestido concedía todo el protagonismo a un alegre estampado floral de color carmesí que se hallaba por encima de la cintura y alrededor del cuello: Cristina es una persona extrovertida y con gran respeto por la naturaleza, cosa que también transmitió en sus cuentos. Pero ella no quería ser la protagonista: las protagonistas eran las historias que iba a contar. Pero todo eso había terminado y allí estaba ella bajo un toldo que tapaba los pocos rayos de sol que pudieran quedar pero que servía como soporte de la única luz que acompañó después. Un leve brillo blanco iluminaba su rostro mientras el público concurría a su lado, ambientado por el cantar de unos pájaros y el constante sonido del agua cayendo de una fuente. Todos estaban deseosos de más cuentos aún, pero tropezaban con ellos mismos en busca de un refrigerio y un tentempié como punto y final a la actuación de Cristina. Aun entonces ellos seguían vivaces, tremendamente activos, hablando con jovialidad a pesar de que no eran más de 8 o 9 chicos los que no superaban los 12 años. Y es que si algo se puede destacar de la artista, como ella misma se describe, es su facilidad para conectar con el público y contagiarle su infinita alegría y positivismo.

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Quizá fuera su voz, que modificaba según la situación del cuento e incluso con las trabajadas reflexiones que ofrecía como respuestas en la tanda de preguntas, lo que ayudaba a descubrir la energía, curiosidad, ganas de aprender y dinamismo de un niño que distinguen a Cristina. Al final ella misma lo reconoce: «Lo que no pueden lograr las palabras no lo logra nada». «Todos los recursos (que acompañan a la narración) complementan y son pinceladas que decoran pero si la palabra no está lo demás no sirve para nada», añade Cristina relacionado con el mundo del cuento. También es por eso por lo que una persona como ella que es licenciada en Bellas Artes, investigadora en Técnicas de Dibujo, que ha cursado un doctorado sobre Procedimientos en la Plástica o diversos cursos sobre Fotografía, Cine o que sabe tocar distintos instrumentos, acaba en la narración: por amor a ese arte. Ese mismo amor la llevó a dirigir y preparar el Festival del Cuento Contado de Lanzarote: Palabras al Vuelo que ya ha cumplido su cuarto año y edición. Un evento que acoge a narradores de habla hispana de varios países para acercar el cuento contado a la mayor cantidad de público posible. De hecho, algunas de las ambiciones profesionales y artísticas de Cristina es que los narradores rompan barreras y prejuicios para que los cuentos lleguen a personas de todas las edades y que los disfruten o dignificar la narración y otras vertientes artísticas como profesión. Esto no depende solo de ellos, pero Festivales de esta índole, su buena acogida y su creciente número de público indican algo: va por buen camino. La gracia y entusiasmo de Cristina Temprano no decaen en ningún momento y mantiene el temple y el tono con la sucesión de preguntas. El sol ya se había escondido del todo y solo se observaba la luna y la tenue luz de la lámpara de una oscuridad que en absoluto casaba con el resto del lugar, iluminado algo más lejos de las sillas de madera en las que se encontraba. El goteo de la fuente del jardín seguía sonando y los pájaros seguían en su gran jaula regalando su canto. Ahí, a pocos metros del mar y a pocos metros de un paisaje natural que hace un amago de ser montaña y con un frío que ya empezaba a clavarse en la piel, la narradora sigue sonriendo y respondiendo con un brío digno de admiración. «Lo bonito de escuchar la misma historia en tres narradores distintos es que cada uno te va a transmitir su sentir, su forma de ser, su manera de explicar el mundo de manera natural pero el sello personal está en quién eres». Esa respuesta resulta casi poética al producirse en el momento en el que llega un niño a punto de marchar para agradecerle a Cristina por los cuentos. Ella le pregunta su nombre, le sonríe, le da un beso y le da las gracias al pequeño por haberla visto. Parece fácil descifrar entonces cómo son los cuentos de Cristina Temprano y cómo se siente al contarlos: «hay veces que he tenido que narrar historias cuando no me encontraba bien pero siempre procuro saltar ese estado anímico y colocarme en otro lugar más tranquilo y sereno, muchas veces el contar me sana», era una respuesta que ya se ve venir apenas cruzas unas pocas y nimias palabras con ella. Y es que precisamente «feliz» junto con «alegría» o «positiva» o cualquier adjetivo que refleje un buen estado de ánimo puede ser aplicado para definirla. Se sumergió en esa vorágine de felicidad y vivencias porque de pequeña quería conocer, ver el mundo y su naturaleza curiosa junto a “cosas de la vida” la llevaron a acabar como cuentacuentos de manera profesional y pudiendo vivir de ello aún hoy. Talento no le falta, energía tampoco, ganas le sobran: «creo que la clave está en no perder la confianza y si no la pierdes el teléfono sigue sonando. Hay épocas más boyantes y épocas más flojas pero me niego a entregarme al pesimismo y a la queja». Sus palabras, además de alegría, comenzaban a denotar una importante carga emotiva cada vez que se hablaba del arte. 55


Ella misma lo recalca: «si algún día tuviera que dedicarme profesionalmente a otra cosa, sería a algo artístico, seguiría en el mundo arte». Porque «arte» es otra palabra que merece ser destacada tras la charla y en este cuento. Como si de una fábula se tratase, Cristina alza la mirada, pensativa y buscando unas palabras que realmente nadie tiene. Se nota una gran emotividad en sus gestos y en el cuidado y la infinita pasión que tiene para seleccionar cualquier frase y respuesta cuando se habla sobre este tema. Dentro del amplio espectro de experiencias, cualidades y trabajos que puede tener una persona con tantas ganas de aprender y descubrir destaca su faceta investigadora: lleva 15 años estudiando la educación y metodologías para que se apliquen las artes y den lugar a una educación integral de las personas. El ambiente comenzaba a quebrarse, poco a poco. La gente que rodeaba ese punto cuyo centro era Cristina comenzaba a marcharse, la luz que quedaba parecía poco más que un tenue brillo que dificultaba incluso que se pudiera cruzar una mirada. Pero hay que asumirlo: había terminado. Solo quedaban las sillas clavadas en el jardín y ya se fraguaba una temerosa despedida tanto de Cristina como del público y de los, tan amables como el resto de buenas gentes de Los Silos, dueños de la casa y del jardín donde poco antes habían historias. La atmósfera en todo el pueblo era insuperable, la fantasía se apoderaba de cada rincón y se imaginaban relatos en medio de la plaza. Pero fue en un inmenso jardín alejado del bullicio donde la magia cobraba más fuerza, con el sonido de unas fuentes y el cantar de unos pájaros de fondo, entre el mar y una montaña bajo una cada vez más floja luz y, especialmente tras la actuación de Cristina Temprano. De vuelta ya en el centro se despidió con un par de besos y se fue corriendo para acudir a la actuación de otro artista invitado. En consonancia con su forma de ver la vida o su constante explosión de alegría, eso también fue por amor al arte. Y colorín colorado…

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ENTREVISTA A GONZO VELAZKO

ANTONIO A. FERRERA LUCÍA HERNÁNDEZ CHRISTIAN HERNÁNDEZ IVONE PALENZUELA

No habíamos llegado a la habitación en la que íbamos a hacer la entrevista, pero ya lo habíamos identificado mientras subía las escaleras junto con el resto del personal. No intercambiamos muchas palabras en el trayecto, excepto alguna mirada de reconocimiento. De estatura media y con el color negro azabache, vestía un mono azul que utilizaba en sus actuaciones. Mientras subíamos la antigua escalera de madera, las voces de los niños y adultos del espectáculo que tenía lugar en el patio de abajo marcaban el recorrido hasta la zona de entrevistas. Al llegar a la sala, encendieron las luces y abrieron la única ventana. Resultaba acogedora y agradable con varias estanterías llenas de revistas de economía, arte y música. Cerca de ellas se encontraba la mesa en la que posteriormente intercambiaríamos palabras. Tras acomodarnos, nos presentamos mientras se oían de fondo los ligeros ruidos de otras funciones provenientes de la calle. Gonzo Velazko parecía cambiar totalmente su carácter en comparación con sus funciones. La seriedad parecía ser el tono que permanecería durante toda la entrevista. A pesar de que su vocación no se originó en la infancia, Velazko posee una larga trayectoria en el arte repartida por multitud de países. Afirma sin pelos en la lengua y con una breve sonrisa que su intención en bachillerato y secundaria era estudiar ingeniería nuclear. Fue entonces cuando un profesor interrumpió en su instituto proponiendo a los alumnos interpretar la obra Drácula. Aunque no interpretó al protagonista, afirma que «fue esta obra la que me hizo olvidarme de la ingeniería». Su deseo era ser actor dramático, pero haciendo teatro clásico en tercer año de carrera, descubrió realmente su camino dentro del arte. «Cada vez que subía a hacer escenas, mis compañeros se morían de risa». Él creía que se burlaban de él, pero fue cuando su profesor le dijo: «En el teatro vos bien sabes, hay dos máscaras: el drama y la comedia. Vos estás llamado a la comedia». Para él, este fue el origen del actual Gonzo Velazko. Posteriormente, fue esa situación la que le motivó a emprender su formación e investigación en la comedia del arte, la bufonería y el llamado clown. Mientras profundizábamos cada vez más en el interior del artista, éramos menos conscientes del ambiente que nos rodeaba. Tanto las interrupciones del personal del evento como las risas de los niños que procedían de la ventana se convertían en nada. La conversación inundaba la atención de todo el que se encontraba en la sala. Con un tono relajado y una dinámica expresión corporal, Velazko cuenta su recorrido profesional. Desde Francia con compañías de teatro de calle hasta Venezuela con compañías nacionales. Se limita a comentar pocos países, pero haciendo ademán del largo listado que ha recorrido realizando investigaciones y actuaciones que han formado

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según él: «la esencia de Gonzo Velazko». Sin pretenderlo, parece que decide mostrar muchos otros aspectos a medida que avanza la conversación. Ahonda por decisión propia en el origen de su nombre como artista. «Gonzo es el apodo que me daban mis hermanos cuando era chiquito. Mi apellido verdadero es Velázquez, pero en al antiguo español Velázquez significa hijo de Velazco». De esta manera, nos aclara que el significado es capaz de englobar a su niñez y familia en un único nombre. Tras esta explicación, nos introducimos en la visión global del Festival. Ya que has recorrido bastantes países a lo largo de tu trayectoria, has llegado a un pequeño pueblo de una pequeña isla, ¿es tan reconocido este Festival de literatura? «El Festival se conoce en el mundo de la narración. No solo por este mundo, sino por la trayectoria que tiene. La importancia que le dan, no solo al espectáculo de narración, sino al incentivo de la lectura, la presentación de nuevos libros y actividades de forma pedagógica. El conjunto entero es conocido en Latinoamérica». Aunque es su primera visita al Festival, Velazko nos confiesa: «El Festival me sorprendió mucho. El poder de convocatoria para atraer personas de esta isla y de otras». Tras un largo recorrido por diferentes conversaciones, caemos en una que toca directamente con sus actuaciones. Velazko nos explica el trasfondo y la intención que incluyen la mayoría de sus espectáculos creando una atmósfera de profundo interés hacia sus palabras. ¿Qué intentas transmitir en tus actuaciones?, ¿poseen un trasfondo? «Sí, lo que trabajo con ello es directamente la alegría. Trato de hacer un “corrientazo” de energía positiva en este espectáculo». Todo ello a través de su famoso espectáculo «Corto cirquito» o «Corto cirqyto», con el que intenta dejar un objetivo: «Que recuerden el espectáculo, les brote una sonrisa nuevamente y les haga olvidar esos momentos amargos que tiene la vida», afirma con una expresión seria y directa. A pesar de mantenernos inmóviles y atentos mientras desengrana cada vez más el trasfondo de su espectáculo, es inevitable no oír cómo entorpece a sus palabras la música de un espectáculo en el exterior así como su inherente bullicio. A pesar de ello, no se detiene ante las interrupciones del entorno a la hora de hablar de sus espectáculos. Menos si se trata de temas tan serios como la violencia de género, el consumo del agua potable y el reciclaje. Aunque Velazko matiza: «No desde la crítica, sino desde la reflexión». La entrevista sigue su propio camino llevándonos hasta sus decisiones y vida personal. Supongo que le habrá llevado muchas alegrías, pero también dificultades ya que es un camino difícil y poco valorado. «Sí, casi siempre». El artista sonríe y suelta una breve carcajada ante la conexión de opiniones sobre la visión del teatro y el clown actualmente. ¿Cree que ha valido la pena este camino? «Yo estoy superconvencido de que lo que estoy haciendo ha valido la pena. Cien por cien». Sin embargo, seguir ese camino para él no ha sido siempre sencillo. Nos confiesa que también ha trabajado en una importadora de máquinas de jardinería para pagarse los estudios. «Una vez terminé de estudiar, fue automático. O sea, renunciar y ya». Además, no olvida la oferta de los dueños: «Renuncia, ve a probar si puedes vivir de esto y si no, vuelve y trabajamos aquí en la importadora. Te doy seis meses». Velazko continúa con una sonrisa: «De esto ya han pasado 18 años. Así que estoy superconvencido». 58


Su familia, sus hijos, su casa. Todo creado a través de su esfuerzo en esta profesión. Pero para él la importancia de su trabajo reside en algo mucho más interior. «Para mí es una gran satisfacción el poder trabajar sintiendo que estoy tratando de hacer algo como para cambiar las cosas y que mis hijos puedan llegar a vivir en un mundo mejor», explica Velazko. Por último, ¿cómo ve su futuro?, ¿tienes en mente otros proyectos? «Al estar en contacto con tantos Festivales, está entrando en mí la necesidad de la escritura. De empezar a volcar 18 años de investigación sobre el clown y el trabajo de determinadas figuras que no han sido llamados payasos, pero han tenido el mismo trabajo. Ir a las comunidades, alegrarlas, hacerlas reflexionar, trabajar los sentimientos y los sentidos de diferentes formas. Y no trabajar el ridículo o esta imagen errada que tiene todo el mundo de que cuando dicen payaso, es una casta para divertir a los niños en una fiesta infantil. Eso es una función recreativa y diferente. Pero la imagen del payaso se ha utilizado para un montón de cosas más. Es rescatar el verdadero sentido del payaso».

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DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (ENTREVISTA A ERNESTO TATO RODRÍGUEZ)

Denotando su arte. Ernesto «Tato» Rodríguez se presentó en aquella salita del segundo piso cantando y rodeado de una aureola angelical que emanaba a gritos sus principales cualidades. Amabilidad, sencillez, transparencia, esfuerzo y dedicación. No es fácil ser músico hoy en día, y menos hace treinta años cuando tu padre te imponía llevar el honor a casa. «Yo desde que tengo memoria siempre he querido ser músico. Y hubo un día en el que me senté con mi papá y le comenté: papá, yo te puedo dar lo que tú quieres, pero si quieres tener un hijo feliz, déjame a mí ser lo que yo quiero. Ahora sé que está orgullosísimo de mí y de todo lo que he logrado. Que no es nada te digo, pero algo sí he conseguido y me ha valido la pena está claro». Resulta curioso ver cómo alguien tan acérrimo a la música, haya abierto un huequito en su corazón para la lectura y el talento de contar cuentos. Pero Tato es una persona diferente. Con una gorra típica de un vendedor de periódicos del siglo XX, y gesticulando con sus imperiosas manos todo lo que dice, no tuvo miedo en «instaurar» un nuevo régimen en el colegio el cual impartía clases. Enfrentándose a las monjas, y a la estructura social que regía por aquel entonces. «Desde hace muchos años me di cuenta de que mis alumnos leían poco, y que sobre todo lo hacían de forma muy plana. Y es por ello que empecé con la musicalidad de la lectura. Que una frase podía tener un significado distinto dependiendo de la forma en la que se relata. Y así metí la lectura en la clase de música y en los niños. No era muy bien visto por las monjas, pero yo lo vi necesario. Y así llevo ya veinte tantos años». El bueno de Ernesto se expresaba con una claridad hipnótica. Una pena la gran cantidad de gente que entró y salió de aquel cuarto cerrado lleno de libros. Su naturalidad y felicidad no eran pan de un día. Está claro. Pero seguro que tuvo que influir algo su primera participación en un Festival de cuentos. Segurísimo. ¿Qué le parece el Festival de Los Silos? «Fíjate que estaba hablando antes con un compañero de la radio de aquí de Canarias, y una de las cosas que le he dicho es que el Festival parece hecho para un lugar más grande. Para un pueblo más grande. Pero es curioso porque es ahí donde recae todo el encanto de este espectáculo. Poder meter dentro de esta placita, toda esa magia en forma de cuento. Es como un acto de magia. Y la verdad es que estoy orgullosísimo de estar aquí. Yo suelo asistir más a las ferias de libros, a librerías, etc. Pero esta es mi primera vez aquí, y una buena invitación nunca se rechaza». Puede que uno lea esto y piense que la vida de Tato está más que resuelta ya. Pero nada más lejos de la realidad. 13 años en una orquesta sinfónica como violinista, 6 años estudiando antropología y 30 años afiliado a la editorial Ediciones Ekaré, y una vida entera dedicada a la música y a la lectura, no sirven para lograr la estabilidad económica que quizá sí habría logrado haciéndole caso a su padre. «Sí, bueno, yo soy un superviviente. Tengo que hacer muchas cosas para llegar a fin de mes. ¿Tengo un amigo que necesita ayuda en contabilidad? Yo voy y le echo una mano. ¿Unos necesitan cargar y descargar cajas? Ahí estoy yo. ¿Tengo unos amigos que están en un negocio y necesitan ayudas matemáticas? ¡Pum! Ahí aparezco. Y así voy cuadrando. Así como tengo un compañero que es lutier, y me he ganado mis platicas construyendo algún 60


instrumento, reparando, etc. Yo empiezo el día y no sé cuánto dinero voy a llevar a casa. También tengo una hija en Bélgica de 24 años a la que cada mes le paso algo también ¿sabes? Es una situación angustiosa, pero a veces creo que es precisamente eso lo que me mantiene vivo. Al igual que rodearme de gente joven siempre claro». Porque esa es otro. No aparenta los casi 60 años que tiene, por su manía de estar siempre con niños. Bueno, «manía». Son el motivo de su papel como cuentacuentos. «Mi público favorito son los niños». ¿Por qué? «Porque representan para mí el inicio de todo esto. Eso sí, te digo que hay algo que me gusta aún más. Y es la relación padre-hijo durante mi función. Me encanta porque en muchos casos resulta que el padre es el que termina pasándoselo pipa. El niño incrédulo pensando ¿Y este? ¿Me trae a mí y el que termina riéndose es él? Y eso a mí me nutre mucho. Va en contra de lo que se cree, y creo que, en muchos casos, la relación se fortalece a raíz de ello. Eso a mí me vuelve loco. Me nutre mucho la verdad». Podríamos habernos pegado horas hablando con tal monumento humano, pero el tiempo se nos echaba encima. A él más que a nosotros. Y teníamos que preguntarle la pregunta del millón. ¿Qué transmite más, la música, o la lectura? «Me va doler decir esto», termina Tato, «pero tengo que ser sincero y decir que, para mí, personalmente, la música me mueve más. E incluso, te puedo decir, que una de las cosas en las que más me fijo ahora, es en la vocalización y la musicalidad cada vez que hablo o leo. Me tomo mucho cuidado en eso. Y es que cuando la música y el texto se juntan, de ahí puede salir algo muy bonito, claro está». Una vida resumida en 30 minutos que terminó como empezó. Con Ernesto Tato saliendo por la puerta cantando.

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LA FERIA DEL LIBRO ENTREVISTA A ANTONIO SANTOS MARÍA FERNANDA SUÁREZ VOLPE ALICIA SOSA SIVERIO DANIEL MARICHAL DEL CASTILLO ADRIÁN RODRÍGUEZ ABREU LUCÍA MARINA PERERA PÉREZ El Festival Internacional del Cuento de Los Silos es un evento con más de 20 años de antigüedad. En él se reúnen escritores e ilustradores con lectores de todas las edades, interactuando entre ellos mediante espectáculos y actividades. Este año tuvo lugar entre los días 3 y 10 de diciembre. Una parte importante de este evento es la Feria del Libro. Se realiza en un antiguo convento situado en la plaza central, el corazón de este pequeño pueblo. La sala Pérez Enríquez acogió desde el día 5 hasta el final del Festival cientos de libros. Las personas que acudieron se encontraron con un universo de ejemplares destinados a los más pequeños de la casa. Sus páginas lucían las más bellas ilustraciones que acompañaban tanto historias tradicionales del folklore popular, hasta innovaciones de los propios ilustradores. Distintos autores presentaron sus publicaciones más recientes, fomentando así la lectura entre padres e hijos. Por ejemplo, el 6 de diciembre se presentó El lobo, tu colega, de Vanesa Díaz y Enrique Mínguez y El jardín de Óscar, de Pedro Cerrillo y Antonio Santos. La preparación de la Feria del libro comienza en octubre, y el Festival se organiza desde febrero. El evento en su conjunto exige mucha atención debido a que ha adquirido mucha reputación en el mundo de la literatura, pero la Feria no se queda atrás. El proceso de selección de los libros es muy minucioso: algunos, por su fama, son enviados desde las editoriales; otros, se eligen de forma presencial, en las propias librerías. Los criterios de selección responden a la calidad y prestigio artístico de las ilustraciones, la historia en sí y la edición. Además de este proceso, se celebran visitas escolares previas a que la feria abra sus puertas al público. De esta forma, llevan a cabo la divulgación y el fomento del hábito de leer en los niños. Al ser una exposición de libros, su fin último es la venta de ellos. Los precios de éstos oscilan entre los doce y los treinta euros. Si bien es cierto que algunas cifras pueden ser 62


un tanto elevadas, atendiendo a la calidad de sus ilustraciones y al material del que están hechos, queda justificado. Los dibujos requieren de un papel más grueso para aguantar la tinta y de suficiente calidad como para sobrevivir al uso que le dan los niños. Por otro lado, el proceso de edición es mucho más complejo y requiere más inversión de tiempo, tecnología y dinero. El resultado, como cabe esperar, son auténticas obras de arte que tiene un cierto valor que se debe aprender a distinguir y apreciar. Es por esto que el público adulto que acude a la feria, en su mayoría, es un sector con un alto nivel cultural, cuya pasión por el arte va más allá de contemplarla. Visitan este lugar porque saben que encontrarán artículos diferentes y únicos para completar sus colecciones o simplemente obsequiar a sus hijos o familiares más jóvenes con un hermoso recuerdo. Para los que aun así no puedan permitirse gastar esa cantidad de dinero, se propone una novedosa alternativa: leer los libros allí mismo y luego devolverlos. Como si de una biblioteca se tratase, los usuarios pueden sentarse en una de las zonas dedicadas a ello, al otro lado de la sala, y recrearse con la lectura de alguno de esos libros maravilla. Así pues, según Omaira, la jefa de la organización de la feria, este evento se convierte en un «puente entre los libros y el lector», rompiendo con los monótonos esquemas de las ferias de libros comunes. La sala estaba decorada con especial esmero. Siguieron la línea de la temática de «cuento de hadas» y del techo colgaban pequeñas florituras de tela, creando un espacio acogedor. La Feria del libro, así como el Festival en general, es un lugar que merece la pena visitar. Es una de las pocas actividades culturales y gratuitas en las que se concibe la literatura desde esa perspectiva tan mágica y especial. El esfuerzo que hay detrás es inmenso y la experiencia que se lleva el visitante es uno de los regalos de mayor calidad que puede recibir durante esas fechas previas a la Navidad. Vale la pena hacer un largo recorrido para llegar a ese rincón de la isla; al fin y al cabo, los mejores tesoros siempre están escondidos. Antonio Santos: «lo que hace un artista durante toda su vida es un discurso».

Foto tomada por María Fernanda Suárez

ENTREVISTA CON ANTONIO SANTOS A sus 61 años Antonio Santos ha hecho en su vida «lo que le ha dado la gana»; ha sido

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pintor, escultor, entrenador cultural, profesor universitario, escritor de libros infantiles e ilustrador. Las circunstancias le llevaron a elegir el arte desde joven, y asegura que no se arrepiente de su decisión. Nos encontramos a Antonio Santos (Julián Antonio Santos Lloro) rodeado de aproximadamente media docena de niños a la salida de una carpa. Los niños llevan un cartón hacia la plaza mientras el ilustrador les sigue muy de cerca. Una vez en la plaza, los niños leen lo que hay escrito en el cartón. «Helada [sic] Josefa Fernández y Los Puerros Asesinos». Los niños y niñas leen la historia mientras los transeúntes se paran a ver el espectáculo y Santos les pide que hablen mucho más alto, para que más gente pueda escucharles. Una vez acaban de relatar la historia de Josefa Fernández los niños, seguidos una vez más por Antonio Santos, suben las escaleras del convento que se encuentra justo frente a la plaza, y allí leen de nuevo la historia. Cuando acaban de leerla por segunda vez, nos topamos frente a frente con nuestro entrevistado, que nos propone las escaleras como sitio para hacer la entrevista. Aceptamos y nos sentamos. La entrevista, acordada para las seis de la tarde, se ve interrumpida antes de dar comienzo por el ruido incesante de las campanas de la iglesia que está a apenas veinte metros de nosotros. Intentamos comenzar las preguntas, pero el ruido es demasiado intenso, así que nos miramos los seis; los cinco entrevistadores y el entrevistado, y nos reímos, rompiendo el hielo. Un minuto después, el ruido cesa y ya no queda ni rastro de los nervios iniciales. Antonio Santos, que se sienta en el segundo escalón empezando por arriba, viste una camisa roja a cuadros remangada hasta los codos, y un pantalón vaquero clásico de color azul marino. Del cuello le cuelgan unas gafas, y un móvil decora el bolsillo de su camisa. En su mano izquierda se pueden ver dos anillos; en el dedo anular y en el meñique. En la muñeca de la mano izquierda reposa un reloj de correa roja de agujas, y en la muñeca de su mano derecha se pueden ver dos pulseras de hilo. A sus pies reposa una bolsa de color beis. Nació en 1955, en la isla de Lupiñen, en Huesca. Desde joven se decantó por el arte, y hasta el día de hoy ha trabajado como pintor, escultor, profesor universitario, entrenador cultural, escritor e ilustrador. Estudió Bellas Artes en la Universidad de Barcelona, y hasta la fecha ha realizado más de 60 exposiciones artísticas individuales. En 2004 consiguió el segundo Premio Nacional de Ilustración Infantil y Juvenil, otorgado por el Ministerio de Cultura, por su obra Pancho, de la que también es autor. Llega la hora de las preguntas y la primera de todas no podía ser otra que el origen de sus ganas de dedicarse al arte. «Eso presupone que yo tengo ganas». Tras esa breve frase y las risas que provocó, vino una respuesta más larga, pero Antonio ya había marcado el tono de la conversación: el humor y la ironía estuvieron presentes desde el principio hasta el final. «Me gusta que uses el pasado», así reaccionó tras enumerar sus ocupaciones. No se queda con ninguna de ellas, ya que «si no me gustasen, no las haría». Tampoco tiene miedo de interrumpir una pregunta si lo considera necesario para dar su respuesta; se apodera totalmente de la situación. A nuestro alrededor, la Feria continúa y la plaza comienza a tomar más vida. Los juegos que tienen lugar a los pies de la escalera en la que transcurre la entrevista se llenan de

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niños y un poco más allá la gente se arremolina. En poco empezará un espectáculo teatral. Mientras, Antonio responde con cierta seriedad a cuestiones que le resultan más fundamentales. No considera que la vida de un artista sea especialmente difícil, porque para él lo fácil no es el trabajo monótono, sino aquel en el que haces lo que deseas. En esos momentos en los que el entrevistado medita sobre la respuesta que ofrecer el tono se vuelve pausado. Mira al horizonte y ahí deja reposar los ojos durante un buen rato, con intervalos de plática acompañados por otros de silencio. En ocasiones resulta incluso difícil saber cuándo ha terminado de hablar y cuándo está elaborando las palabras con las que dar el broche final a su contestación.

«EL ARTE ES UNA CARRERA DE FONDO» Así define Antonio Santos su profesión. Y por ello no muestra interés en obras aisladas, sino en el conjunto que realiza un individuo durante su existencia. Insiste en ello durante buena parte de la entrevista con mucho entusiasmo, haciendo énfasis en la idea de que el arte es un discurso que va evolucionando a lo largo de la vida de un artista. Expone que uno no es un gran artista nada más alcanzar la madurez por tener talento, sino que lo consigue gracias a su discurso y a su evolución. Esta concepción del arte como un discurso le lleva a apreciar por encima de todas aquellas obras que dicen algo y no necesitan explicación aparte. Valora por ello el arte primitivo más que ningún otro por su intención de contar. «El artista de las cuevas de Altamira va más lejos que Miguel Ángel en la Capilla Sixtina» llega a afirmar, porque no pretende impresionar con su majestuosa técnica, sino captar el alma de los animales que caza. La eternidad. Lo trascendental. El alma, desde un punto de vista metafísico y no religioso. Son esas ideas las que hacen brillar los ojos de Antonio. En con ellas con las que se aprecia en mayor medida su amor por el arte, por su capacidad para existir más allá de la muerte de su autor. Por eso rechaza lo que es artístico por buscar ser bello y abraza lo que pretende plasmar de forma indeleble una realidad o fantasía. El ruido de los niños se intensifica. Los juegos no solo no se han detenido, sino que además han aumentado su afluencia. La plaza cada vez está más llena, mientras en las escaleras permanecemos unos segundos en silencio. Cuando quedó claro que no iba a retomar su discurso, surgió el tema de la relación del artista con lo económico. «El falso artista está en el mercado». Nada más que decir, señoría. La única religión en la que está dispuesto a creer es la griega. «No puedo aspirar a la santidad, pero sí aspirar al vicio». Antonio clama contra la recta virtud impuesta por los que considera unos hipócritas mientras explica su forma de trabajar. Las campanas resuenan por segunda vez prácticamente tapando las palabras con las que el entrevistado explica cómo orienta toda su creatividad en torno a hacer lo que más le gusta: «Yo el esfuerzo lo utilizo para hacer lo que quiero hacer».

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La casualidad hace que, desde la plaza, empiece a sonar La Mañana tocada en flauta travesera cuando se halla inmerso en la explicación de su desarrollo de lo que llama «músculo de la fantasía». Atribuye a este ejercicio continuo una facilidad para crear obras –buenas o malas– y la construcción del discurso al que tantas veces hace referencia. Aunque ello no implica que siempre esté a gusto con el resultado tras un tiempo «a veces piensas „si pudiera quemar este cuadro‟» algo que atribuye a una efímera satisfacción tras la creación artística «es como un orgasmo, dura un instante».

«HAY QUE HACER LAS COSAS POR EL PLACER DE HACERLAS» Si las cosas fallan siempre queda el placer. Así es el consejo camuflado entre frases que Antonio Santos nos da. Siempre que va a hablar emplea los mismos gestos: mira a la plaza, hacia abajo, hacia el horizonte, y en ocasiones se toca la barbilla con la mano derecha. Apenas descansa la voz cuando está dando una respuesta; prefiere pensar antes de hablar y luego soltar lo que ha pensado. No nos niega ninguna respuesta, pero da algunos rodeos cuando prefiere no dar alguna contestación que pueda acarrearle algún problema. A pesar de ello, siempre va con la verdad por delante. La entrevista también da pie a que el ilustrador nos hable de su relación con Enrique Galeano. Es él mismo el que saca su nombre en la conversación y nosotros únicamente le preguntamos sobre su relación con él. Nos cuenta que hace muchos años se cartearon, y Galeano le permitió ilustrar uno de sus textos. Santos lo hizo encantado, y le envió a Argentina la ilustración, además de un libro de la exposición que estaba haciendo Santos en Huesca. Se cartearon hasta en tres ocasiones, en las que Galeano le pidió a Santos más copias de su ilustración. El contacto se interrumpió sobre todo debido a los numerosos costes que suponían enviar libros desde España hasta Argentina. Sin embargo, Galeano sacó tiempo para visitar una de las exposiciones de Santos, aunque por motivos ajenos a él no pudo llegar a completar su visita. Santos le regaló una de las obras que había expuesto y Galeano tuvo que marcharse. El ilustrador recuerda con añoranza aquello. Después de algo más de una hora, y del tercer repique de campanas, Antonio nos comenta que ha quedado a las siete de la tarde con uno de los organizadores del evento, cuando el cielo ya es completamente añil y la brisa deja de ser tan suave como hacía apenas un cuarto de hora. Dirigimos nuestra mirada hacia la calle y la plaza y vemos que la representación teatral ha finalizado, los talleres echan el cierre y la gente comienza a marcharse con mucha tranquilidad; nos da la sensación de que quieren quedarse a disfrutar de la magia un rato más. Lo mismo nos pasa a nosotros cuando

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tenemos que despedirnos de Antonio Santos. Le pedimos una foto y él muy amablemente nos la concede. Una vez tomada nos despedimos y nuestros caminos se separan. Quién sabe si algún día volveremos a encontrarnos.

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ESTUDIOS Y REFLEXIONES

LOS GRIOTS: UN FENÓMENO HISTÓRICO

JUSTO AYOSET MIRANDA DOMÍNGUEZ (justo_taco@hotmail.com) SAMUEL JAMES COCKERILL (s.cockerill@hotmail.com)

Resumen: Los griots son un fenómeno histórico que no ha sido estudiado en profundidad por los historiadores hasta ahora. El término «griot» ha sido utilizado de forma positiva y negativa a lo largo de la historia, transformándose en concordancia con el propio concepto. La palabra es considerada como una fuente de poder mágico únicamente controlada por estos. Sin embargo, la magia de las palabras limita a los griots a una casta social, debido a que no pueden mezclarse con otros grupos sociales, ya que perderían la herencia de sus antepasados. No obstante, han podido adaptarse a la sociedad, adoptando una variedad de funciones sociales. En consecuencia, la noción de griot se asimila a muchos otros fenómenos históricos y se extiende hasta la actualidad. Palabras clave: griot, tradición oral, sociedad africana, casta

Abstract: Griots are a historical phenomenon that have not been studied thoroughly until recent times. In history the word «Griot» has been used in many ways depending on the reputation that the Griot has attained in each time period. Words are considered a source of magical power of the Griots. This power is only controlled by Griots in their society. However, the magic of words limit the Griots to a social caste in which they cannot mix with other social groups, lest they lose their ancestors magical powers of words. Griots have been able to adapt themselves to society, adopting a variety of social functions. Because of this, the concept of Griot can be compared to many other historical phenomenon and the concept of Griot itself can extend to the present. Key words: griot, oral tradition, african society, cast

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1. INTRODUCCIÓN La base del presente trabajo está cimentada en la consideración de que el estudio de la tradición oral, o las formas de lenguaje y la comunicación heredada, puede servir de ayuda indiscutible para profundizar en el funcionamiento y proceso histórico de una sociedad. En contra de la afirmación de que las sociedades africanas subsaharianas son «no históricas» o «prehistóricas», ante la falta de vestigios escritos de su pasado, se plantea el análisis de una casta social como los griots. Este grupo humano practica y basa su existencia en la difusión oral del pasado y de los hechos históricos, como demostración de que no todo lo historiable se encuentra en las fuentes escritas, sino que la comunicación y la oralidad son una fuente de conocimiento histórico que puede suscitar bastante interés. A priori, no cabe duda de que tratar un tema de este calibre conlleva ciertos problemas o carencias metodológicas, nada más alejado de cualquier análisis histórico serio. La investigación sobre los griots no ha tenido una gran difusión en los medios académicos, por ello nos encontramos con pocas obras muy monográficas, algunas referencias indirectas en publicaciones dedicadas a géneros literarios africanos y tradiciones orales o investigaciones antropológicas sobre griots actuales, sobre todo en lengua francesa e inglesa. A su vez, al ser una realidad histórica o grupo humano de oradores y músicos, la mayoría de información sobre su pasado nos llega intermediada por sus propios relatos, por lo que podría crearse cierta desconfianza sobre su veracidad. Por el contrario, es una incuestionable oportunidad la que nos ofrece la aún pervivencia de los griots en la actualidad, debido a que son sujetos históricos que pueden ser entrevistados y que tienen un bagaje cultural detrás que enriquece la investigación histórica. Por ende, con ciertas precauciones metodológicas se pueden extraer innumerables detalles y narraciones de una historia africana más cercana a los propios agentes naturales que a las pretensiones colonialistas foráneas. 2. EL SIGNIFICADO DEL CONCEPTO GRIOT Se ha señalado que el primer antecedente escrito del término griot se encuentra en el término guiriot, el cual es utilizado por primera vez por Alexis de St. Lô, un misionero capuchino que recoge su viaje a la costa occidental africana en su obra Relation du Voyage du Cap-Verd (1637). Sin embargo, dicha palabra terminaría modificándose y dando lugar al ampliamente extendido término griot, a causa de un error tipográfico o una mala traducción del manuscrito original por parte del autor Cultru, el cual publica una nueva edición de la obra en 1913. Otro planteamiento establece el apelativo grillot, utilizado por el administrador colonialista francés Le Brasseur en un informe a la metrópolis (1778), como primer antecedente y referencia a un grupo de actores negros que animan al público y llaman la atención usando campanas (grelots en francés).1 Cierta rama de las investigaciones ha focalizado su búsqueda terminológica en el portugués como lengua de origen de la palabra en cuestión. Los argumentos que apoyan dicha consideración giran en torno a la teoría de que los portugueses llegarían al África occidental saheliana antes que los franceses, pudiendo haber introducido palabras que sirvieran de antecesor filológico o conceptual (también podían definir al grupo humano 1

Thomas A. Hale, 1997, «From the Griots of Roots to the Roots of Griot: A New Look at the Origins of a Controversial African Term for Bard», Pennsylvania State University, Oral Tradition, Vol. 12, nº 2, pp. 251-252.

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en sí) al término griot como criado (los que viven en el hogar de sus maestros) o gritalhao (persona que grita mucho). En adición, también se ha barajado la posibilidad de que el sustantivo portugués judeu (judío), recogido por V. Fernandes en su publicación Description de la Côte d’Afrique (1506) e interpretado como una comparación de la discriminación social de los griots con el caso de los judíos en Occidente, haya servido de base para el futuro desarrollo del concepto francés guiriot y, por tanto, también del futuro término griot.1 A su vez, otra vertiente interpretativa ha optado por ligar la noción europea comentada a vocablos de lenguas africanas y al árabe que se extiende por el oeste del continente. En este caso, se nombran términos como gueroual o guewoual (wolof), gawlo (peul o fulbe) o jeli (una palabra de origen mandé que habría sido transcrita por los franceses como gerion). Dentro de la misma línea, sale a colación el vocablo bereber iggiw (iggio o iggow) como un ejemplo del intercambio cultural entre el norte y el oeste africano (confluencia dialectal entre el Sahel subsahariano y el norte del continente) o la palabra bereber agenaou, cuya supuesta influencia se ha llevado hasta el origen del discutido topónimo de poblaciones negras ghana y sus variaciones como guineo (palabra española que puede haber interferido en la creación del vocablo ya nombrado guiriot). En último lugar, se llega a asemejar un término árabe de origen medieval como qawal (cantante) al vocablo griot, debido a la compatibilidad conceptual entre ambos.2 A modo de cierre del apartado, es interesante explicar las ventajas e inconvenientes de la decisión tomada en este trabajo de utilizar el concepto griot o griotte como principal unidad analítica de contenido. En primer lugar, su utilización es beneficiosa debido a que engloba al oeste africano saheliano o la llamada África subsahariana (Senegal, Malí, Gambia, Burkina Faso, Camerún, etc.) y puede hacer una referencia general sin decantarse por un concepto demasiado local (el diéli es exclusivo en el área bámbara), a lo que debe unirse su uso más recurrente en publicaciones académicas que facilitan la uniformidad lingüística o su mayor entendimiento entre los diferentes investigadores. Empero, el concepto de griot continúa siendo una invención intelectual occidental que debe explicar una realidad africana con el peligro de provocar el rechazo de los propios grupos definidos y, además, tiene cierto carácter peyorativo en la sociedad francesa y africana actual (griots como marginados o buscadores de fortuna).3 3. LA PALABRA Y LA MÚSICA PARA LOS GRIOTS En pos de comprender una realidad histórica africana como los griots, debe aclararse que la tradición oral no se visiona como una mera recopilación de cuentos, leyendas o relatos históricos, sino que es una gran escuela de la vida que abarca todo lo existente y favorece la interacción entre el comportamiento cotidiano del hombre o la comunidad y los factores que rodean la vida (religión, conocimiento, naturaleza, historia, diversión o magia).4 Del mismo modo, se reconoce el habla como una fuente de poder social en el funcionamiento de una comunidad y su cosmovisión del mundo, ya que se le da un papel mágico o sagrado a las palabras (usadas con prudencia por la fuerza divina que 1

Ibídem, 252- 253. Ibídem, 252-260. 3 Thomas A. Hale, 1997, «From the Griots of Roots to the Roots of Griot: A New Look at the Origins of a Controversial African Term for Bard», Pennsylvania State University, Oral Tradition, Vol. 12, nº 2, 249271. 4 Hampâté Bâ, Amadou, 1982, «La tradición viviente» en Ki-Zerbo, Joseph (dir.). Historia General de África. Vol. I: Metodología y prehistoria africana. Madrid, Tecnos UNESCO, pp. 186. 2

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contienen)1. Una prueba de la importancia de la palabra en las culturas subsaharianas se encuentra en la creación, perduración y enseñanza de mitos religiosos que explican el origen de la palabra. Según la escuela de iniciación mandé del Komo (Malí), el dios Maa Ngala da origen al universo y, posteriormente, crea al Hombre para que sea su interlocutor y converse con él. Por ende, Maa (el Hombre) recibe el don del Espíritu y de la Palabra (Kuma) para transmitir a su descendencia los conocimientos del mundo (leyes para que el cosmos exista y continúe en orden). Se cree que la palabra es un don divino que emana del Dios y se vuelve sagrada al ser utilizada por el ser humano, siendo la escuela iniciática del Komo (los Nama o Koré malienses) su continuadora o la descendiente directa del Dios. Grosso modo, la enseñanza divina dada al ser humano está compuesta intrínsecamente por tres potencialidades (poder, querer y saber) divididas en veinte elementos, pero están estáticas hasta que se las hace vibrar a través de los estadios del pensamiento, el sonido y, finalmente, la palabra.2 Se debe aclarar que la palabra no sólo se oye, sino que también se siente, se saborea y se toca, debido a que la vibración de la palabra es capaz de materializar cualquier forma o cuerpo del universo (en la lengua fulfulde la palabra o haala significa dar fuerza o materializar). En segundo lugar, su función es restaurar o restablecer la armonía del universo cuando se violan o perturban las leyes sagradas o equilibrios de las fuerzas dadas por el Dios. Y, por último, la mentira o palabra falseada tiene la capacidad de destruir el equilibrio y al propio individuo que la difunde en lo religioso y lo social. En este sentido, se puede encontrar una explicación certera a la connotación negativa que se le da a los griots, ya que tienen un estatus especial que les permite utilizar la mentira.3 Finalmente, no puede obviarse el significado de la música en toda esta cosmogonía. En diversas situaciones, la palabra por sí sola no es capaz de hacer vibrar las fuerzas internas de los hombres, animales o cosas para restablecer el equilibrio, siendo necesaria la reproducción de cierto ritmo acompasado. En otras palabras, los bambara afirman que el dios creador Maa Ngala dejó cosas inacabadas, pero también transmitió al ser humano formas ritualizadas para completar la tarea. En esta línea argumentativa, un ejemplo de ello se encuentra en que los artesanos de los oficios tradicionales trabajan con cantos rituales, palabras místicas y gestos como si se imitara la propia creación. 4 4. LOS GRIOTS COMO CASTA SOCIAL Y SUS FUNCIONES La casta social de los griots se justifica a través de una larga tradición que tiene sus orígenes en el siglo XIII, compuesta por familias dotadas de una sangre mágica. Uno no aprende a ser griot, sino que nace como griot. No obstante, mantienen la creencia de que la magia heredada hay que dominarla en la práctica de oficio. Durante la fase de aprendizaje, los niños son enviados lejos de su hogar para aprender el arte del griot. Su tutor suele ser un familiar lejano, para que el aprendizaje sea algo más formal. Desde su infancia y hasta los 21 años de edad, practican todos los días y a todas horas, por lo que se trata de una educación intensiva. Durante esta edad, los niños son animados a 1

Trevor H. J. Marchand, 2015, «„It‟s in our blood‟: Mali‟s griots and musical enskilment», Africa, 85, 357-360. 2 Hampâté Bâ, Amadou, 1982, «La tradición viviente», en Ki-Zerbo, Joseph (dir.). Historia General de África. Vol. I: Metodología y prehistoria africana. Madrid, Tecnos UNESCO, pp. 187-189. 3 Ibídem, 189-199. 4 Ibídem, 199-200.

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competir entre ellos.1 La fase de aprendizaje se completa a los 21 años de edad. En este momento, los griots se independizan de su tutor y comienzan otra etapa de su vida. Éstos viajan a lugares lejanos y se convierten en maestros de la palabra gracias a sus experiencias en el extranjero. Para ser un maestro de la palabra, los griots que han viajado durante un largo tiempo pueden formar parte de los diversos centros formativos e impartir clases de conocimientos históricos. Los centros formativos más conocidos son Fadama en Guinea y Keyla en Mali. A causa de su continuo tránsito, los griots conocen muy bien a la sociedad en la que viven. Este conocimiento se mezcla con su carisma, convirtiendo al griot en una espada de doble filo para los reyes, ya que puede alterar la reputación y la visión que tienen los grupos sociales más bajos sobre las élites2 En las sociedades de Mali y Senegal, todos los oficios están divididos en castas o grupos sociales más grandes (etnias enteras). Cada casta social domina y controla a un oficio. Para la población, manejar un oficio significa dominar la magia de ese campo de conocimiento o actividad. Por ejemplo, los griots controlan o manejan la magia de la palabra. Además de esto, para pertenecer a una casta, se debe conocer la tradición de ese grupo social para poder dominar la magia específica del oficio. Las castas sociales de Mali y Senegal son las siguientes3: a) los herreros (numu en bambara). b) los tejedores (maabo en bambara y peul). c) los trabajadores de la madera (saki en bambara). d) los trabajadores del cuero (garanké en bambara). e) los animadores públicos (diéli en bambara, nyeeibe en peul y griots en francés). Los griots son considerados como artesanos o «Neeño» que transforman el mundo de las ideas en su sociedad, concretamente mediante historias orales contadas y cantadas acerca de temas como la tradición y la cultura, las costumbres y las cuestiones morales. Por lo tanto, la función general de los griots en la sociedad de Mali es la de entretener a la población y gestionar la reputación de la nobleza africana. Se puede citar que en la Mali precolonial los griots se vinculaban con familias nobles y utilizaban la palabra para influenciar la visión que tenía la población acerca de la familia, de su genealogía y de su historia. Tenían un peso importante en la política del momento ya que podrían justificar el poder de un noble por la tradición y el pasado político. Así mismo, los griots sirven como intermediadores entre los nobles y la población. Algunos no se vinculaban a dinastías, sino que se recorrían el territorio aprendiendo una historia y tradición más amplia o consiguiendo un mayor prestigio y una mayor capacidad de

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Trevor H. J. Marchand, 2015, «„It‟s in our blood‟: Mali‟s griots and musical enskilment». Africa, 85, pp. 358-363 2 Damon Sajnani, 2013, «Troubling the Trope of “Rapper as Modern Griots”», The journel of Pan African Studies, p. 160 3 Hampâté Bâ, Amadou, 1982, «La tradición viviente», en Ki-Zerbo, Joseph (dir.). Historia General de África. Vol. I: Metodología y prehistoria africana. Madrid, Tecnos UNESCO.

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atracción de población como consecuencia de la sabiduría que poseían.1 El declive de los griots vino con la colonización, ya que esta introdujo unas ideas liberales en África y cambió la forma de justificar el poder de la nobleza. Con la liberalización, el poder se justificaba por los méritos y no por la tradición. Las familias nobles ya no necesitaban a los griots para justificar a su poder, sino que podrían obtener títulos educativos de escuelas francesas. Algunos griots pudieron adaptarse a este cambio, convenciendo a las familias nobles de que la tradición aún era importante o formando parte de partidos políticos como portavoces. Sin embargo, muchas familias de griots desaparecieron, bajaron de categoría social o buscaron otros oficios.2 5. CLASIFICACIÓN CUALITATIVA DE LOS GRIOTS El autor Hampâté Bâ3 ha realizado una categorización general de los griots de la siguiente manera:  Griots músicos (tocan instrumentos, cantan, componen y transmiten músicas antiguas).  Griots embajadores o cortesanos (se vinculan a familias nobles y median entre ellos).  Griots genealogistas o historiadores (narran y son viajeros no vinculados a una familia).  Griots-reyes o diéli-faama (son los más sabios y nobles tradicionalistas que no abusan de sus derechos como casta). El investigador Cámara4 ha realizado otra categorización de los griots dependiendo del tipo de actividad que realizan en la sociedad:  Jelí: Los griots que tocan instrumentos y que ocupan una posición social alta -Dentro del cual: báláfólá que usan instrumentos de viento.  Finá: Los griots que no tocan instrumentos. Chevrier5 ha realizado una clasificación similar a las anteriores pero centrada en la relación con los grupos élites de la sociedad de los griots:   

Mâbo: genealogistas musicales ligados a grandes familias. Gawlo: narradores que viven de los regalos de grandes familias que les temen. Tiapourta: bufones o payasos que distraen al público.

6. VISIÓN SOCIAL DE LOS GRIOTS La visión de los griots empeoró considerablemente en la época contemporánea a causa del surgimiento de una nueva política o «politiki», es decir, una política de los partidos. Esta percepción negativa fue incrementada por la élite antigua al ver que los griots 1

Hampâté Bâ, Amadou, 1982, «La tradición viviente» en Ki-Zerbo, Joseph (dir.). Historia General de África. Vol. I: Metodología y prehistoria africana. Madrid, Tecnos UNESCO, pp. 210-211. 2 D. Schulz, 1962, «Praise without Enchantment: Griots, Broadcast Media, and the Politics of Tradition in Mali», Africa Today, Vol. 44, pp. 448. 3 Hampâté Bâ, Amadou, 1982, «La tradición viviente», en Ki-Zerbo, Joseph (dir.). Historia General de África. Vol. I: Metodología y prehistoria africana. Madrid, Tecnos UNESCO, p. 209. 4 Camara, Sory, 1992, Gens de la parole. Paris, Karthala-ACCT-SAEC. 5 Chevrier, Jacques, 1990, Littérature Nègre. Paris, Armand Colin.

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ayudaban a la nueva élite política, aunque solo fuese por supervivencia y adaptación a la nueva situación. Se afirma que presentan un carácter parasítico y una función manipuladora de la sociedad. La población no confiaba en las familias griots porque era bien conocido que actuaban únicamente en beneficio de su propia familia.1 Existe un miedo notable de la población hacia los griots. Si éste no recibe los regalos que les consideran adecuados, puede arruinar la reputación del donante. Los regalos de las familias nobles a los éstos son un factor muy importante en el mantenimiento de la relación entre las dos familias. Los griots actuales muestran un cierto sentido del orgullo a pertenecer a esta casta social, de manera que conservan sus formas de vida. Lo que sí está claro es que aunque hayan tenido que adaptarse a nuevas situaciones actuales, se ha mantenido su exclusividad en la posesión de la magia de la palabra que circula por sus venas.2 De la misma forma, los griots perdieron la relación estable con sus patronos. En muchos casos, reconstruyeron las genealogías de sus patronos para defender su causa y despreciaron a los que se habían convertidos en sirvientes desesperados de individuos ambiciosos y a los enriquecidos por su integración en partidos políticos.3 7. CONCLUSIONES A lo largo del presente trabajo, se ha visibilizado la importancia de la tradición oral y su plasmación en el funcionamiento de diversas sociedades del África subsahariana. Partiendo de la fuerza mitológica que se le da a la palabra, hemos descrito las diferentes dimensiones o usos dados a una realidad oral que es indisoluble a la propia dinámica de las comunidades humanas que la transmiten y protagonizan. En otras palabras, el fenómeno griot es histórico porque no puede entenderse sin la larga memoria oral que lo compone y lo mantiene como actor protagonista en las sociedades y hoy países del África Occidental. Son un ejemplo de permanencia y cambio, ya que son los herederos y perpetuadores de aquellos primeros griots que acompañaban a los nobles para relatar las batallas del Reino medieval de Malí, a la vez que pueden ser los oradores que hoy defienden a los partidos políticos ante unas elecciones en el país Mali. Si algo les acompaña siempre, es el uso del lenguaje oral y la música para influenciar a la sociedad, recordar el pasado y servir de distracción o espectáculo para las poblaciones locales a lo largo de siglos y siglos de historia, por lo que han sido capaces de renovarse y adaptarse a diversos tiempos como representación de la sociedad africana más permeable. Por otro lado, en diversas partes del análisis realizado se ha hecho referencia a que el acercamiento a la realidad griot se produce a través del propio testimonio de sus protagonistas (entrevistas a griots actuales o relatos de griots historiadores), la observación antropológica de diversos investigadores, la interpretación de relatos de los colonizadores europeos desde el siglo XVI o la reinterpretación de mitos religiosos. La falta de publicaciones u obras ampliamente difundidas sobre estos grupos humanos 1

Damon Sajnani, 2013, «Troubling the Trope of “Rapper as Modern Griots”», The journel of Pan African Studies, pp. 160. 2 Vicente Enrique Montes Nogales, 2012, «Los griots: de bardos protectores a narradores desprotegidos», Anales de Filología Francesa, nº 20, pp. 200-204. 3 D. Schulz, 1962, «Praise without Enchantment: Griots, Broadcast Media, and the Politics of Tradition in Mali», Africa Today, Vol. 44, p. 447.

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puede provocar la casi inexistencia del mundo griot como factor determinante de la dinámica social africana. Ello se debe quizás al excesivo interés interpretativo en factores crudos de la sociedad africana como la esclavitud, la destrucción cultural colonialista o la extrema pobreza del continente, por lo que dichas realidades pueden tacharse de anecdóticas o folclóricas. No obstante, para valorar verdaderamente las culturas africanas y dotarlas del merecido lugar en la historia de la humanidad que les corresponde, se ha de profundizar en sus engranajes más primigenios y mostrar la mayor cantidad posible de sus aportaciones universales. En cuanto a la relación entre el mundo griot tradicional y la modernidad, es destacable la creciente práctica de raperos o diversos músicos de autoproclamarse griots como homenaje a dicha tradición ancestral1, ello demuestra que la identidad griot se ha extendido fuera de la casta social, dentro de lo posible, para convertirse en un símbolo de reivindicación nacional o africanista. A su vez, se ha hablado de que los griots jóvenes, a pesar de destinar mucho tiempo a su aprendizaje, también se dedican a otras labores y a aprender música a través de la radio y la televisión 2, teniendo la capacidad de absorber nuevos influjos y mantener una labor heredada. Un ejemplo actual de esa unificación de valores tradicionales con eventos modernos es el Festival au désert, un concierto anual de música tradicional africana que se celebra en Mali desde 2001 y conmemora la convivencia pacífica entre los tuareg y etnias locales como los bambara para sostener el país, donde pueden verse numerosos artistas que se consideran griots. A modo de conclusión, no se ha intentado hacer un juicio valorativo sobre si los griots son unos buscadores de fortunas y mendigos que viven del elogio y espectáculo o si son unos héroes que protegen los casi extintos saberes tradicionales africanos. Quizás, es muy compleja la tarea de valorar el mayor o menos interés de individuos como los griots, a la vez que es discutible afirmar si transmiten una historia veraz o llevan a cabo una recreación del pasado manipulada. Empero, dichos individuos son un tesoro incalculable y una fuente indispensable para cualquier investigador o interesado en la historia del África subsahariana o saheliana. Por ello, una ardua y necesaria tarea del investigador es hallar una metodología efectiva que permita aprovechar un foco de información tan rico, sin olvidar la dignificación que merecen como seres humanos y el abandono de estereotipos occidentales que puedan contaminar dicho análisis de cierto etnocentrismo.

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Damon Sajnani, 2013, «Troubling the Trope of “Rapper as Modern Griots”», The journel of Pan African Studies, pp. 156-180. 2 Trevor H. J. Marchand, 2015, «„It‟s in our blood‟: Mali‟s griots and musical enskilment». Africa, 85, pp. 358-361.

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EL DRAGO DE LOS DESEOS

ANNA LARAT-LINI FRANÇOIS GRAMUSSET

Este año, el Árbol de los Deseos ha sido el mejor símbolo del Festival Internacional del Cuento de Los Silos (5-10 de diciembre de 2016). UN ÁRBOL DE VOCES Allí, en la Plaza de la Luz de Los Silos, nos esperaba un pueblo legendario. Luigi Stinga, artista italiano arraigado en Tenerife, había invitado… a unos seres fantásticos, es decir, engendrados por la fantasía milenaria de los hombres: el unicornio, el sapo gigante, el duende alado, el hombre-búho… y el árbol de los deseos, todos armados por el artista con tablillas de pino, deshechos de serrería metamorfoseados en apariciones maravillosas. Los vimos al llegar. Allí estaban el sapo, en espera fría sobre el césped de la Plaza de la Luz, el unicornio, paciendo tranquilo el mismo césped, el hombre con cabeza de búho, esperando la noche para alzar el vuelo, y nuestro favorito el duende alado, que percibíamos de forma distinta: Anna lo veía asomado sigilosamente a un fico de la plaza que era su morada, y François lo veía más trágico, clavado en el tronco y condenado a la vida pedestre entre nosotros. También notamos que la materia del escenario armado en la plaza eran las mismas tablillas de pino. Y finalmente, en el centro de la plaza, del pueblo, de Tenerife, de Canarias… y del mundo, porque cualquier fiesta de verdad es el centro del mundo, se alzaba el árbol de los deseos que Luigi, con sabia paciencia, no acababa de modelar y edificar, puesto que veíamos cada día cómo le añadía una y otra rama al drago. Allí había una caja abierta con tablillas nuevas y este letrero: «Escribe aquí una frase que te guste. La añadiremos al árbol mágico. ¡Participa!» Y al lado había otra caja con deseos ya formulados: «Las hadas existen. Lo sé», «Alex, te quiero», «Quiero dormir en polideportivo», «Deseo alcanzar todo» [sic], «Quiero querer y que me quieran», «Deseo que la vida sea un cuento», «Quiero tener un perro de verdad »… Las hadas fueron el tema del Festival 2016 y las hadas, a veces, se te aparecen por el camino en alguna encrucijada y tras un saludo banal o extraño te dicen: «Anda, formula un deseo. Dime tú: ¿qué más quieres? Pero piénsalo bien: un solo deseo, una sola vez y una sola cosa». 76


En el centro del Festival se alzaba aquel árbol para los deseos de los niños y de los mayores. Por supuesto, pusimos sendos palillos. Porque nos dice la tradición cuentística que muchas ganas, voluntades, intuiciones, muchos anhelos, apetitos y sueños se pierden y se ahogan en el mar del tiempo sin jamás volver a la conciencia de uno por no haber sido formulados. En cambio, no pocos, que llegan a los labios y toman forma de palabras llegan a realizarse. Porque uno, si no desea nada, muere; si desea cualquier cosa, no es nadie, y si lo consigue todo se apaga el deseo. Es difícil el aprendizaje del deseo y de la elección, como vemos al leer: «Quiero alcanzar todo» [sic]. Todo es nada. Las hadas no esperan palabras de balde, quieren palabras cual sabrosas frutas maduras, que digan lo que más desea nuestro corazón. Nos sacan de la confusión y nos regalan el tiempo y el espacio de un encuentro para elegir, aquí, ahora. El deseo como reto. El deprimido no quiere nada, nada le apetece: ¿cómo desear algo? El entusiasta, con tantas oportunidades y facilidades, no sabe cómo elegir entre todas. Formular un verdadero deseo es un reto para cualquiera. No se trata de fijarse en una cosa apetitosa, sino de identificar y nombrar lo que ponemos por encima de todo. Esto se llama en francés «un vœu» (un voto). Un voto puede cambiar el rumbo de una vida, o de muchas, porque es una elección y un proyecto. Cualquiera que haya visitado el Festival y participado con su tablilla en el árbol de los deseos ha tenido la oportunidad de aprender a desear. ¿Cómo aprender a realizar estos actos antropológicamente esenciales: ¿discernir, elegir, decidir? ¿Cómo hacer proyectos y compartirlos? La mejor escuela es la de los mitos, de las leyendas, de los cuentos porque en ellos la palabra… cuenta. El contar le concede forma, importancia, peso y precio a la palabra compartida. Verba volant, eso nos dijeron en la escuela cuando aprendíamos a escribir. Pero si vuela, es como las aves mensajeras. Y reza el refrán a lo dicho, pecho, porque lo dicho nunca se borra, es un acto consumado. Las palabras de amor, los insultos, las promesas… son actos que cunden por el cuerpo social. Van volando el odio, el dolor o la esperanza que suscitan sin que nadie pueda volver atrás. La palabra cuentística (emisión y recepción, boca y oídos) es performativa porque instaura o restaura a la comunidad humana integrando a la persona en una personalidad más amplia. UN ÁRBOL GENEALÓGICO Y PLANETARIO: AXIS MUNDI Lo que nos llamó la atención al llegar fue el número de niños, de adolescentes, de jóvenes y de familias. Niños con sus maestros y maestras, almorzando al lado del sapo y del unicornio, en el césped y en los bancos de la Plaza de la Luz. Familias en la plaza nocturna, esperando a la luz de los faroles la aparición del cuentista en el balcón mientras tocaba la banda municipal de Los Silos. Charlas de adolescentes recién 77


llegados de sus colegios de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna, La Orotava… en las gradas que suben al antiguo convento de San Sebastián. Niños hojeando libros en la feria del libro y comentándolos con su padre o su madre. Más niños en los talleres de creatividad, pintando, escuchando cuentos susurrados en aquellos largos tubos adornados por los estudiantes de magisterio de la Universidad de La Laguna (ULL): los famosos «susurradores». Ellos son los alumnos de Ernesto Rodríguez Abad, Benigno León Felipe y Mar González Novell. Tienen en el Festival la oportunidad de aprovechar sus aprendizajes animando las calles y plazas del pueblo con talleres, lecturas o teatro. De receptores pasan a ser emisores para compartir sus experiencias en las plazas rurales. Las casas de los habitantes de la aldea se van decorando: el imaginario de los cuentos, mitos y leyendas se «actualiza», es decir que cobra actualidad porque se plasma con los actos de los vecinos. Por la calle, una calabaza-carroza espera a Cenicienta; en el umbral de una casa menudean unos ratones de cartón, negros y enormes; desde un tejado alza el vuelo un hada... y son de la misma gente legendaria que el sapo, el unicornio, el hombre-búho, el duende alado de la Plaza de la Luz. Nos fuimos enterando poco a poco de que el Festival de Los Silos no tenía vocación de «espectáculo» como tantos Festivales, sino de fiesta. En realidad, los vecinos, estudiantes de la ciudad, alumnos, maestros y padres de toda la isla, visitantes de pueblos lejanos... vienen a experimentar el espacio-tiempo legendario-mítico. Se trata del ámbito del imaginario colectivo (en el sentido de «memoria+imaginación+deseo colectivo») que sale de la noche del inconsciente para hacerse sensible, «imaginarse», es decir «plasmarse en imágenes» auditivas, visuales, táctiles, gustativas, olfativas. Allí tiene lugar una transmisión, una auténtica iniciación a la relación narrativa, porque se cruzan y se encuentran varias generaciones que cambian y comparten, gracias a las palabras del cuento, imágenes y vivencias. Entendemos el Festival como un integrador social intergeneracional. Pasado, presente y futuro se conectan. Observamos por tanto una interesante paradoja: no «a pesar de celebrarse» en un pueblo, sino «por celebrarse» en el espacio físico-social íntimo y coherente de un pueblo, el Festival se convierte en un centro expresivo-comunicativo. En la rotonda de la llegada a Los Silos nos había acogido al llegar una fórmula en letras grandes y blancas: «Cuentos Los Silos». Este es el nombre del espacio legendario cuyo centro es el árbol de los deseos. Alrededor, en círculos concéntricos: la Plaza de la Luz, el pueblo de Los Silos, la isla de Tenerife, el archipiélago canario, la España continental, Europa (Francia, Alemania) y más allá, por la presencia de cuentacuentos de Argentina, México, Venezuela, Perú y Estados Unidos, todo el ámbito hispanohablante… Porque la leyenda tiene sus centros, numerosos y distintos, pero no tiene muros ni fronteras. Los hay que consideran las montañas y las islas como espacios cerrados y replegados 78


sobre sí mismos pero el Festival demuestra ahora lo contrario. Arraigado en una cultura sensible y viva, el Festival, desde lo genuino de su patrimonio poético, escucha las palabras del mundo y las repercute. UN ÁRBOL DE PAPEL Y DE PALABRAS Se suele diferenciar y a veces oponer la cultura popular oral y la cultura letrada escrita, considerando que las palabras se las lleva el viento como la hojarasca mientras que los escritos quedan como monumentos: verba volant, scripta manent. Pero se esboza en Los Silos un intercambio nuevo entre la palabra de todos y los escritos de los literatos. Durante algunos días, se oyen en el pueblo tres tipos de voces: 

el rumor de la gente y de sus conversaciones en los cafés, los restaurantes, los espacios diversos de la plaza, de las calles, de los patios, de los tresillos. Es un rumor que acarrea toda la vida de los que han acudido, que se cruzan, se topan, se despiden, se invitan, se conocen y comentan lo que han oído

La voz de los cuentistas que da vida nueva a las tradiciones cuentísticas…

y la letra de los libros que se hojean en la feria del libro o se recita en los balcones y en las tertulias, o se celebra en encuentros con escritores e ilustradores.

Las tres voces se entretejen conviviendo en esta fiesta del verbo y del imaginario, y los universitarios que organizan esta celebración fomentan una osmosis entre las exigencias formales de la escritura literaria y la vitalidad imaginaria y sensitiva de la tradición popular. El sábado, a diez de diciembre, por la noche, ardió el árbol de los deseos como un faro. Asistimos a la quema del drago y el humo se llevó a las estrellas nuestros deseos escritos en las tablillas. Allí estábamos agolpados en torno a la hoguera. De la tradición popular heredamos el ritmo propio de los cuerpos sociales vivos: encender (preparar la fiesta), arder (disfrutar juntos), apagarse (reanudar con los días ordinarios comentando lo vivido, recordando y esperando)… y al año siguiente, volver a empezar juntos. (Fotografías: F. Gramusset, Los Silos, dic. 2016) ANNA LARAT-LINI, actriz, titular de un máster de filología hispánica Universidad de Grenoble-Alpes (Francia) FRANÇOIS GRAMUSSET, profesor de literatura hispanoamericana, Universidad de Grenoble-Alpes (Francia), laboratorio ISALitt&Arts (Imaginario y Socio-Antropología)

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CREACIÓN

CRÓNICA DE UN OCIOSO DÍA JUAN JOSÉ CANDÓN Lo que percibimos son únicamente luces aisladas en el abismo de la ignorancia, en el edificio de un mundo traspasado por profundas sombras. W. G. Sebald. Los anillos de Saturno.

Qué poco dura el ayer retenido en el presente. Ese que gusta al caminante y colorea sus facciones como si tal cosa. Y cuánto tarda en largarse aquel otro pasado, el malcarado, que acaricia el timbre del sinsentido como dedo que palpa los surcos de una piel desconocida. Porque hay recuerdos que por sí solos sostienen una vida que ya ha dejado de hacer gracia al que anda hacia delante (que es una forma de volver atrás, pero por la puerta equivocada). «No hay hueco por el que avanzar», pensaba mientras subía las escaleras mecánicas de la estación de Cercanías. Lo más que se puede ver es una rejilla medio gastada repleta de maleza que circunda la línea que separa en dos los recuerdos. Ni una flor con sonrisa de enamorada y lengua de piruleta, ni altas en la seguridad social del alma; ni siquiera fronteras que unan las horas de encanto que desembocan en esta garganta subterránea de la que emerjo a la irrealidad cotidiana como vómito de león. ¿Hay camino en este mundo que no me devuelva a mi sitio? Cuando salgo a la luz de la mañana, no veo nada. Aunque puedo distinguir el mundo que se despliega por doquier en forma de coches, gritos infantiles, prisa encarnada en trabajadores de oficina, obreros mal afeitados y ancianos achacosos nada veo. Estoy sediento de nostalgia, pero de la buena. Mi esfuerzo por orientar la memoria hacia el baúl dorado me arrastra al almacén gris de los días sombríos. Nombre: Agustín. Pero me llaman «el Optimista». Nacionalidad: española. Esperanza: ninguna. Edad: 56 años recién cumplidos. Profesión: matemático sin plaza en la enseñanza pública (trabajo de comercial en una empresa de productos farmacéuticos). Estado civil: divorciado. Idiomas: el de los números. Recuerdos: los malos. ¿Alguna alergia? A los comerciales sin esperanza de 56 años que estudiaron matemáticas y viajan en tren. Aficiones: contar, contar (pero no me refiero a cuentos sino a cuentas). Nuevas tecnologías: las uso para lo viejo: mandar cartas sin mojar el sello con la lengua. Vida sexual: ¿Y a ti qué te importa? Cruzo la calle. Paso por una farmacia. Hasta los topes. Me paro frente a la frutería consciente de que no como fruta. La carne es mi pecado. Veo avanzar una bicicleta sin nadie sobre el sillín. Me digo que no habré mirado bien. Doy la espalda al escaparate lleno de piñas y miro con fruición a la farmacia. Mis números no fallan. En esta semana he vendido… Camino. Ya he cruzado la ciudad y he dado la vuelta. Oscurece. Ahora empiezo a ver. Rostros hay que miran a otros rostros huyendo despavoridos del espejo que se les

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ofrece. Que veo es un decir. Más bien diría que, cuando la luz solar se apaga, ya no me engaña la claridad del día y amanece el mundo tan oscuro como en realidad es. Y ni las torpes lámparas callejeras logran recrear el engaño diurno: un sol irreverente que manda rayos de alegría clara para que sigamos doblando esquinas con nuestra voluntad hasta acabar arrebatados por la honestidad de la noche en la que solo brilla aquello que descansa. Si el día tiene vocación deshonesta (se ofrece con las piernas abiertas a todo el que pague su precio) la noche es canela fina. No digo que me guste, que tampoco, pero al menos cuando se entrega lo hace de verdad. Y por darte te da hasta su cama. Soy amante de esa luz de noche que parpadea y que mis ojos miran con embeleso, que más que luz es ensueño luminoso. Está justo enfrente, junto al puesto de chucherías, acurrucada entre las mantas del día ya vencido. ¡Y en todas partes! Es una intuición de banalidad suprema que se asemeja demasiado a la costumbre de ver lucir el verde de los árboles al capricho de la naturaleza, que terminará por descartar su silente belleza algún día. Esa luz huidiza es la del consuelo de la pura supervivencia. La misma que ven sin excepción todos los seres vivos, y algún que otro muerto de ojos abiertos. O será la chispa de la intuición (animal, quizá) que regresa a la consciencia para anunciarme cuanto he olvidado de lo bueno y lo bien que recuerdo el sabor de la hiel. Sea como fuere, me agrada su fulgor apagado de hoguera que se ahoga en madera escasa. Enciendo a continuación un cigarrillo que me sabe a madrugada y espero. Mañana no será más que otro día. No hay prisa. Ella llega a su hora. Me pregunta si tengo frío con ese jersey tan fino que llevo puesto. Le digo que sí, pero solo ahora que me lo pregunta. Me abraza, la abrazo. Cualquiera diría que somos novios. Me besa en la boca y yo hago lo propio. No me ama, pero me quiere, que ya es algo. Acabaremos pronto en su dormitorio. «No te habrás tirado a dar vueltas y vueltas», me pregunta. «Vueltas y vueltas», respondo. «Y más vueltas», pero eso me lo callo. Me agarra del brazo y me lleva a su coche. La historia de siempre, me digo. No hay novedad. Cuerpo somos. Y en la cama continúan las vueltas, piel que choca y se funde con piel de fresa, tabaco o azafrán. Vuelta a los orígenes, a la invención del pecado yaciente bajo su falda. Si he dado vueltas fuera y dentro de ese lecho, que se inventó para adosar espinas en mi superficie, fue por la influencia del fulgor evanescente que me mueve a sabiendas de que solo vive el cuerpo. Rodeos de amor lúbrico en cama ajena. Y cuento los recuerdos buenos y no me salen las cuentas. No los retengo apenas. Toca esperar a que la nota final de la noche dé paso al día. Salgo de su casa ardiente de rutina. Me espera el tren, que puntual llega al apeadero. Hermoso, digo. Los números son hermosos. Si todo fuera preciso, cierto, tan descargado de incertidumbre como un 1 + 1… El tren se marcha, y mejor que me pille en el vagón que me devolverá a ninguna parte, pero al menos me moverá de sitio. ¿No es siempre el mismo? Cuando entro en mi apartamento, suspiro. Me siento en el sofá y sigo escarbando en mis recuerdos. No veo el día, y de la noche apenas intuyo claridades. Al fin la nada. La que siempre me ha acompañado, aquella que casi ha borrado de mí los recuerdos de la aurora. Ya solo me queda celebrarla y darle cobijo entre mis pétalos de flor huidiza. Porque no amanecerá nunca, lo sé. Por eso espero con impaciencia la mañana.

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CONCORDIA

DAVID LOZANO Y la piña se cayó. Y rodó casi hasta los pies de María, la niña la cogió y la metió en el morral. Había sido una mañana muy atareada; su madre las había despertado a las seis de la mañana para que fuesen a recoger leña y pinocha para tener en casa durante las fiestas; así, María y su hermana Irene con sus padres, José y Adela, no pasarían tanto frío y su vaca Pica tampoco. Eran tiempos abotargados y tristes, los últimos años habían hecho que el mar de nubes que acompañaba perennemente al norte de la isla pareciera ahora una losa pesada sobre el ánimo y la esperanza de muchas familias campesinas de las medianías. El hambre arreciaba, los plátanos no eran suficientes, los caciques exigían a los medianeros lo que la tierra no daba y estos a su vez azuzaban a los peones desde el amanecer hasta la noche. El potaje de huesos y coles era la comida del día. María e Irene tenían diez y ocho años respectivamente; el pasado octubre habían terminado para siempre su periplo por la escuela; su maestra se había desplazado desde lo alto de la montaña a su casa para hablar con su madre y pedirle que siguieran yendo; le rogó que al menos dos horas al día para que aprendiesen a leer al menos; su madre, casi llorando, le explicó a la señora maestra que de poco les valía leer si morían de hambre; tenían que ayudar a la familia a salir adelante así fuera recolectando cochinilla o bajando pinocha desde el monte cercano. La maestra, al ver las primeras lágrimas aflorando de los ojos de Adela, asintió y marchó con la desazón propia de esa época aciaga e injusta para muchos. Diciembre se asomaba ya al calendario, las castañas ese año se pagaban bien en el mercado y los naranjos estaban cargados; era la baza de José. Tenía que liquidar unas deudas contraídas con su patrón por unas obras necesarias en su casa y la compra de varias azadas tras un robo de unos desalmados. Adela se pasaba el día cosiendo y calando para varias casas de La Orotava, era la herencia de su madre; le enseñó a calar desde pequeña y antes de morir dejó dicho a los comerciantes y cambulloneros de Icod y de todo el norte que su hija lo hacía mejor que ella. En la mente de los dos siempre había un resquicio para pensar en la Navidad; aún sin nada para apaciaguar el hambre, con frío y sin ninguna comodidad; a los dos, con sus diferencias, les unía en estas fechas la ilusión del Adviento. José era duro, áspero en el trato –si se quiere–; el alisio y el sol le habían curtido la piel y el corazón. María tenía callos en las manos del dedal y de las tareas de la casa y también los tenía en el alma, no podía dejar de pensar, no ya en el futuro de sus hijas, sino en qué iban a comer mañana. Pero llegadas esas fechas, ambos sentían en el aire, en el ambiente, algo especial; era algo que sus padres y abuelos también lo notaban, era una brisa en el día caluroso, era un rayo de sol en el día gris; ansiaban la música de la misa de medianoche y el olor de los ñames guisados. Y por encima de todo ansiaban ver dichosas a sus hijas al menos esos días del año. Mientras, María e Irene bajaban por el camino cargadas de leña; tenían que dejarla en el establo e ir a regar unas huertas cerca del barranco donde el canalero ya les había 82


asignado el agua. Tras terminar de regar tenían que acudir a ordeñar a Pica y darle de comer. Y tras descansar un poco, y almorzar con queso y pan, debían de volver a casa a coser los sacos que necesitaba su padre para el día siguiente. Así eran sus días, tras abandonar la escuela, apenas tenían tiempo para ojear si quiera el único libro que había en casa y que su madre guardaba en la gaveta de la cómoda de su habitación. También en la mente de las dos niñas crecía el ansia de la Navidad, un ansia de vivencias y sensaciones, un ansia de alegría, de descanso, e incluso de ilusión; aún en sus circunstancias y con plena conciencia de la situación de la familia, María e Irene mantenían intacta la ilusión de un regalo; era algo que en su casa no era habitual. Un año aparecieron junto al aljibe dos carros hechos con vergas y cañas y junto a la lechera de Pica dos pañuelos de mano con los nombres de María e Irene; la alegría en la casa fue tanta que hasta José se inventó un picor en los ojos para ocultar las lágrimas. Ese año la hierba fresca y la leche de Pica habían atraído a los camellos de sus Majestades los Reyes pero de eso había pasado mucho tiempo. Corría el mes de Diciembre, esa mañana la brisa era fría e intensa, el Teide nevado pareciera enojado y mandaba ráfagas de viento helado. José llegó a la huerta y la desolación con él. Habían robado todas las naranjas. Esa noche algún desalmado aprovechando la luna llena le había robado sus naranjas y algo más; le habían robado algo más. Con el dinero que iba a sacar en el mercado, su mujer y él tenían pensado saldar la deuda que tenían y comprar dos vestidos para sus hijas, para el año entrante, para las fiestas del pueblo. Era su regalo de Navidad, era la ilusión que tenían casi desde el comienzo del año. La dulzura de las sonrisas de sus hijas ese día al probarse los vestidos nuevos para él sería era el regalo más preciado. Al llegar a su casa y decírselo a Adela, ambos acordaron no decir nada a sus hijas. Pasarían el mes haciendo sacrificios como siempre y adelantando antes del alba las tareas del campo. Llegaron los días de Pascua, María e Irene no dejaron descuidar sus quehaceres diarios hasta el mismo día veinticuatro que se levantaron muy temprano para ir a sembrar con su familia las papas nuevas. Justo al mediodía decidieron descansar y retirarse a casa para preparase para la noche. Adela preparó escaldón y guisó unas batatas dulces que tenía como un tesoro sembradas junto al cantero de la verdura del medianero. Un mojo de cilantro y pan de trigo acompañaron la cena. Por último unos bombones de un tío emigrado a Venezuela y que habían sido guardados para la ocasión hicieron las delicias de todos. La misa del gallo cumplió las expectativas. Definitivamente, había sido un gran día. Pero a las niñas se les advertía, como era normal a su edad, cierta desazón por si este año habría algún regalo el día de los reyes. Ellas nunca dirían nada, ni protestarían, de ahí la preocupación y el desespero de unos padres que disfrutaban del regalo que eran sus hijas todos los días del año. Adela cosía y cosía, pero los cobros de retardaban y no tenía efectivo si quiera para comprar más hilo y hacerle ella misma unos vestidos; José después de salir de la finca del medianero iba a una carpintería por las noches para poder hacer frente a las deudas. Llegó el día seis. Las niñas se despertaron antes que nunca; recorrieron la casa, desde el pajar hasta la pequeña troja en busca de algún regalo. La hierba que habían dejado para los camellos al menos estaba mordisqueada. Pero no habían dejado nada. «¡Otro año

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será!», gritaron. Y fueron a ver a sus padres que estaban acostados y curiosamente llorando. María sacó de debajo de la cama dos piñas de pino pintadas con cochinilla y azul añil y le dio una a su madre y otra a su padre y dijo: «Este año los Reyes me han dicho que os habéis portado muy bien», se sacudió la hierba que le quedada en los dedos cuando se despertó anoche a quitarla del pesebre preparado para los camellos y a continuación se fundieron todos en un abrazo. Justo en ese momento se renovaron las ilusiones para la Navidad del siguiente año. Adela se quedó pensativa por si sus niñas seguirían esperando en lo sucesivo a los reyes; pero cuando estas dijeron que el año que viene pedirían un libro nuevo a los reyes para aprender a leer sus ojos brillaron con la intensidad de las estrellas y sus lágrimas fluyeron como un torrente desbocado.

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CANCIÓN: Nº 1- GOLDFRAPP FAYNA EXPÓSITO TORRES Ella se reía. De qué. No lo sabía. De alguna de las tonterías de las que solía reírse con sus amigas, probablemente. Lo que sí sabía era que durante todo ese momento sentía que alguien la estaba observando y cuando levantó la vista comprobó que así era. Un chico alto, rubio y con un porte elegante la miraba desde el otro lado de la sala. En cuanto sus ojos se cruzaron ella dejó de reír y él alzó la copa que sujetaba hacia ella, como si estuviera brindando. Ella asintió, devolviéndole el gesto con su propio vaso, y ambos bebieron sin apartar la mirada el uno del otro. Él ladeó la cabeza en un movimiento inquisitivo. Quería saber quién era esa chica o, ¿quizás ya lo sabía? Ella se echó a reír una vez más y él le lanzó una sonrisa descarada. La chica se despidió de sus amigas, pero no fue hasta él, como el chico esperaba, sino que giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta que llevaba a las escaleras de salida. Él no pudo contener una sonrisita estúpida y, con un gesto de la mano, dijo adiós a sus amigos y se marchó tras ella. Bajó los escalones de dos en dos. Deseoso de encontrarse con ella. Sin embargo, por muchos tramos que descendiese y pisos por los que pasase, no encontraba a la chica de la melena del color de la miel. Al llegar a la entrada principal del edificio se detuvo un instante para recobrar el aliento. Mientras lo hacía, buscó con la mirada por toda la calle. A la derecha la gente continuaba con sus actividades de la tarde, aprovechando los últimos rayos de sol, pero ni rastro de ella. A la izquierda la luz del atardecer enmarcaba la ciudad en unos preciosos tonos anaranjados y rosados. Se irguió en su sitio en cuanto sus ojos se posaron en su coche, no, no en su coche. En ella, que estaba apoyada en la puerta del copiloto de su flamante Mustang blanco. Él se acercó a ella al trote, con una enorme sonrisa en la cara y el corazón latiéndole tan fuerte que apenas era capaz de oír nada que no fueran sus propios latidos. Él sacó la llave del bolsillo y, rodeando la parte delantera del coche, abrió la portezuela y se sentó en el asiento del conductor. Ella hizo un mohín con los labios y en esta ocasión, fue él quien se rió. Arrepentido y divertido al mismo tiempo, salió del coche de nuevo, corrió hasta su lado y le abrió la portezuela. Ella puso su mejor cara de seriedad y se dejó caer en el asiento de suave cuero rojo con lentitud. Él hizo una exagerada reverencia y volvió a su lugar en cuanto hubo cerrado la puerta, encendió el motor y, lanzándole una mirada de complicidad a la chica, entraron en la carretera. Ella se reclinó sobre el asiento. Él encendió la radio y permitió que la música les envolviera. Ella sacó sus gafas de sol de su bolso y se las puso. Él, casi al mismo tiempo, extraía del lado de su asiento sus propias gafas y se las colocaba. Si había algo que no soportaba era que el sol le molestara mientras conducía. Luego, sujetó el volante con una mano mientras con la otra entrelazaba la de ella. Sin apartar la vista de la carretera, él le susurró: ¿Adónde? Y ella le sonrió como respuesta, consciente de que no había nadie más en este mundo que supiese interpretar sus sonrisas como él. * * *

[LA NIEBLA TEÑÍA…] 85


La niebla teñía de plata la hierba esmeralda del prado. Katia, refugiada a la sombra de un árbol de la suave llovizna que caía de las espesas nubes, se deleitaba con la lectura del libro que su hermana, Maria, le había regalado en su cumpleaños. Envuelta en un largo chal, Katia disfrutaba de la ligera brisa que enfriaba sus mejillas de cuando en cuando. No había nada más de lo que preocuparse, nada que perturbase su calma, excepto el reconfortante susurro de las hojas, el murmullo de los arroyos más cercanos y el gorjeo de las aves. De pronto, una inesperada ola de tristeza la inundó para robarle la respiración. Sin embargo, no era su pena la que estaba sintiendo, sino la de él. Un profundo dolor que le atenazaba el corazón y le impedía concentrarse en nada que no fuese ese creciente sufrimiento. Un amortiguado golpeteo de cascos le avisaba de que se estaba acercando y que antes siquiera de poder levantarse para ir a su encuentro, estaría junto a ella. Y así fue. En las lindes de la avenida de robles apareció Eric Swann a lomos de su caballo. El animal recorría con zancadas gráciles el espacio que los separaba. Katia se incorporó con un ágil movimiento para recibirle y, en cuanto estuvo erguida, Eric se abalanzó sobre ella. Katia permitió que él la abrazase y enterrara su rostro en su cuello, no sólo como consuelo a su aflicción, sino también a la suya. Hacía tiempo que había descubierto que no podía apagar el reflejo de los sentimientos de ese hombre en su propio cuerpo. Lo había logrado con los demás. Con esfuerzo había conseguido comprender el alcance de su don, como su madre insistía en llamarlo, y aprender a controlarlo. Saber cómo disminuir el efecto que las emociones de los demás tenían en ella, pero con él todo era diferente. Siempre lo había sido. Desde que sus miradas se cruzaron aquella mañana soleada tantos años atrás, Katia supo que Eric Swann no era cualquier vecino de la provincia. Que jamás lo sería. Ambos sabían que entre ellos existía una extraña conexión que los unía de manera extraordinaria. Eric lo aceptó mucho antes que Katia. Él nunca vacilaba a la hora de mostrarle lo que sentía o pensaba, tampoco dudaba en enfrentarse a aquellos que buscaban herirla. No obstante, ahora era él quien había sido herido y de una manera tan terrible que no creía posible volver a ser el mismo hombre que había sido hasta ese preciso momento. Quizás por eso había acudido a ella, aunque mentiría si dijera que ella no era a quien siempre recurría. Y ella lo quería aún más por ello. No importaba si en esta ocasión un desgarrador tormento la abrumaba hasta el punto de ahogarla, en vez de la habitual alegría y placer que solía acompañarlos cuando estaban juntos. Katia se alegraba de poder compartir el pesar de Eric y así se lo hizo saber con una dulce mirada cuando le acunó el rostro entre las manos para limpiarle las lágrimas que descendían por sus pómulos y hacían brillar sus hermosos ojos azules. Consciente de que las palabras no podrían apaciguar su desolación, Katia se limitaba a capturar con las yemas de los dedos las lágrimas de Eric, mientras permitía que las suyas fluyeran libremente sin intentar hacer nada por evitarlo.

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RESEÑA Pedro C. Cerrillo, El lector literario, México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2016, 215 págs.

En septiembre de 2016 se presentó el libro El lector literario, publicado en la colección «Espacios para la lectura», dirigida por Socorro Venegas, de la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica. El autor, el catedrático de la UCLM y director del CEPLI Pedro C. Cerrillo, nos hace replantearnos muchos de los aspectos de la formación de un «lector literario» para nuestros tiempos. Desde el primer capítulo nos sumerge en la reflexión de lo que es «Un lector competente que, cuando elige un libro, no se deja llevar por la publicidad o la información no contrastada; un lector que –antes de su elección– se interesa por el autor y el título, que mira la cubierta y lee el texto de la contracubierta…» para más tarde hacernos reflexionar sobre la importancia de la lectura literaria y, como si se tratase de un gran libro de ficción, nos atrapa desde las primeras líneas en una lectura ágil, directa y fácil de seguir, hasta el final, como si quisiésemos descubrir, al igual que en una novela de intriga, el misterio que encierran los libros. Apuesta nuestro autor por un tipo de lector avezado, que tiene sus gustos y opiniones propias, que descubre el placer del libro y que comprende que hay un camino que recorrer, desde la oralidad hasta llegar a la letra impresa. Para ello nos adentra en los conceptos esenciales en la formación de lectores estructurando el contenido, con la claridad del excelente investigador y docente, en forma de capítulos. De esta manera analiza conceptos esenciales como la competencia lectora, nos hace reflexionar sobre la importancia de la lectura y la sociedad, nos introduce en las primeras lecturas, dedica un denso capítulo a la importancia de aprender a leer escuchando historias, acercándonos a los conceptos de la oralidad y de las lecturas de LIJ, de los clásicos literarios o del canon escolar de lecturas. Es muy significativa la relevancia que da en los últimos capítulos a las prácticas escritoras y a los nuevos lectores. Ser lector no es solo saber leer, es también aprender a adentrarnos en las técnicas o secretos de la escritura; las personas nos convertimos en lectores cuando somos capaces de descubrir el placer de imaginar y crear un texto escrito asociándolo a la experiencia vivida. La historia de la lectura es una historia de la curiosidad. El verdadero lector literario es un lector competente que ha descubierto el deleite de la lectura diaria, que ha aprendido a generar opiniones con libertad, como dice Gianni Rodari, que se ha convertido en un adulto que piensa con libertad, y que ha sabido construir un mundo propio. Leer es un acto de libertad supremo. No puedo cerrar mi reflexión acerca de la lectura de este magnífico libro sin destacar la inclusión de numerosos poemas y textos a modo de ejemplos que apoyan la teoría, y que, además, sirven de deleite, ejerciendo una función de acercamiento al propio texto poético.

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Aunque los últimos capítulos son un agudo análisis sobre el neoanalfabetismo y la lectura en la época actual no plantea con pesimismo la situación sino que nos hace ver claves y caminos para atentar a los que aún no han descubierto la maravilla en este mundo de los libros. Propuesta, pues, imprescindible para todos aquellos que tienen interés por el mundo de la lectura y por la LIJ. ERNESTO R. ABAD (ULL)

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