Mnemósyne digital nº 19 2016

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MNEMÓSYNE DIGITAL REVISTA DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DEL CUENTO

NÚMERO 19

2016

LOS SILOS 1


SUMARIO PRESENTACIÓN CRÓNICAS Natalia González Vargas, Janire Alfaya González Palabras prisioneras Adriana Siverio García, Elena Torrent Paz Arte terror con Andrés Novoa Andrea Botella Santana, Ana Chacón Gaspar, Alejandra Nexans de Sandez La magia de Los Silos ENTREVISTAS Carolina Cidoncha, Cristian Hernández, Laura Martín Liliana Cinetto Jorge Martín Reyes, Jorge Miranda Rodríguez María Teresa Andrueto Adrián F. Centenaro Aguado, Jon Fernández Fernández de Aguirre, Silvia Beatriz Pérez González Ángela Arboleda Adrián F. Centenaro Aguado, Jon Fernández Fernández de Aguirre, Silvia Beatriz Pérez González Luis San Vicente Cristina Hernández López, Ariadna Gil Morales, Marta Armas Jiménez, Texeneri González Pérez El hombre que quería jugar con las palabras Miguel Esteban Romero, Antonio Javier Jiménez Sigan cantando, Madrigal y compañía Andrea Rivero, MathiasLayton, Pedro Ramos, William Rodríguez Rodolfo González Carla Suárez Armas, Adtemexi Fuentes González, María Luisa Rodríguez García Cuentos y folklore en un ambiente mágico Cristina Hernández López, Ariadna Gil Morales, Marta Armas Jiménez, Texeneri González Pérez Mar González Novell Cristina Hernández López, Ariadna Gil Morales, Marta Armas Jiménez, Texeneri González Pérez Carmen Luz Baso Lorenzo ESTUDIOS Y REFLEXIONES Andrés González Novoa La ciudadanía maravillosa en la comunidad imaginada Liliana CinettoEl arrullo de las palabras (o de cómo la literatura comienza con las nanas) Anna Larat-LiniCreatividad y narración EXPERIENCIAS DOCENTES Dulce Elvira de los Santos El kamishibai: una forma innovadora de animación a la lectura Departamento de Servicios Socioculturales y a la Comunidad- IES Alcalá El cuento, un medio extraordinario de aprendizaje CREACIÓN E. Rodríguez Abad (il.: Sonia Pérez) Corujas Andrés González Novoa (il.: Sonia Pérez) La mujer que intentó inundar el desierto Felicidad Batista La sonrisa iluminada J. C. Bonilla (il.: Samuel Hernández) Llueves Amalia Padrón Microrrelatos Sandra Lorenzo Mi espejo de bombillas rotas 2


PRESENTACIÓN Las reinas del recuerdo Recuerdo tantas voces. Estamos construidos de palabras. Si las perdemos no podremos caminar por el mundo. Crecemos rodeados de cantos y cuentos: «Pico, pico, merorico, ¿quién te dio tamaño pico?» Andamos al ritmo de los juegos rimados: «Que pase misí, que pase misá…» Saltamos con los versos: «A la una anda la mula, a las dos marca el reloj…» Aprendemos con los refranes: «En abril, aguas mil» Con los trabalenguas destrabamos nuestra lengua: «Madre notable sipilatabre, hijo mijo trijosipilitrijo…» Con las adivinanzas agitamos el pensamiento: «Oro reluce, plata no es…» Con los romances nos enamoramos: «Estaban tres niñas, / bordando corbatas / dedales de oro / agujas de plata / pasó un caballero…» Siempre las palabras. En los calurosos veranos las escuchábamos en las cocinas. Las sobremesas de cuentos nos embrujaban en la penumbra cálida. Inventábamos mundos y comprendíamos por qué teníamos miedo a ser abandonados, o por qué los lobos acechaban a los incautos, las brujas volaban sobre escobas, los tontos se convertían en listos, los ogros acababan solos o los príncipes dormían hechizados… En los fríos inviernos entraban tiritando desde el patio y se acostaban entre las sábanas para dormirnos. Eran como bálsamos para el espíritu. Soñábamos con mundos idealizados y entendíamos que eran reales los unicornios, los duendes, las brujas, los ogros, las hadas, los elfos y los fantasmas. Existían en ellas, en las palabras. Se hacían realidad. Como reinitas de un mundo de mazapán y azúcar se hacían dueñas de nuestra mente. Las voces que construyeron nuestro pasado jamás se van. Viven eternas entre nosotros y nos traen palabras del pasado para construir el futuro. Son un tesoro. Son nuestra identidad y nuestras raíces. Aunque también son el futuro. E. R. A.

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CRÓNICAS

PALABRAS PRISIONERAS NATALIA GONZÁLEZ VARGAS JANIRE ALFAYA GONZÁLEZ

Tenemos tan poco... Pasamos la mayor parte de nuestra vida útil desenvolviéndonos en el medio que nos rodea, y juraría que llega un momento en el que lo hacemos con tal destreza y rebeldía que creemos que ya nada puede derribarnos. Inmunes a la muerte, a la justicia, a todo lo que se ponga por delante de nuestros ojos. El colmo de la libertad. Ni un cuarto de un centímetro de la línea más pequeña nos separa de perder el equilibrio y acabar besando el suelo. Cuando te quieres dar cuenta estás al otro lado. ¡La línea es tan estrecha! Yo no sé qué pasa, pero un día te levantas encerrado entre cuatro paredes inertes sin tu libertad y, de repente, lo has perdido todo. No importa nada de lo que has hecho a lo largo de tu vida, ninguna de las personas a las que has conocido, ni siquiera el amor más bondadoso ni el deseo más vehemente. Todo se resume a nada, y en ese momento a uno se le mueve hasta el piso por el que camina. Tenemos tan poco... Lo único realmente nuestro que tenemos es un ápice de integridad. En ese diminuto centímetro se guarda todo lo que somos y lo que hemos vivido, nada ni nadie puede arrebatárnoslo. Pero si, por estas cosas que tiene la vida cuando te lo arranca todo, lo perdemos, si perdemos lo único que de verdad nos pertenece, entonces estamos perdidos, entonces ya no somos, entonces estamos muertos. El 4 de diciembre doscientas personas asistimos a escucharles. Doce historias fueron contadas. Algunas por boca de los protagonistas internos en la cárcel de Tenerife 2, otras fueron relatadas por sus representantes, que acudieron al acto en nombre de aquellos presos que no obtuvieron el permiso para presentarse. El Festival Internacional del Cuento de Los Silos 2015 ofrecía en el Centro de Salud del municipio un recital de fábulas, poemas y narraciones creados por los propios internos en el Taller de Literatura que Ernesto Rodríguez Abad ofrece con periodicidad en la cárcel tinerfeña. El acto, que comenzó a las cuatro de la tarde, reunió en el salón de actos del centro sanitario a familiares, amigos, escritores y curiosos. El resultado conmovedor ante los versos y 

Estas crónicas y las entrevistas han sido realizadas por alumnos del 2º curso del Grado en Periodismo como prácticas de La asignatura «Literatura y periodismo».

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oraciones de los protagonistas arrancó sonrisas entre el público, que pudo ser partícipe de su letras, pensamientos y formas de vivir de los internos en Tenerife 2. Tan solo quedan 25 minutos para que comience el evento y los protagonistas aprovechan para salir de la sala y fumarse un cigarrillo. Al mismo tiempo, algunos de ellos conversan con sus allegados y les muestran sus relatos para conocer sus opiniones. La emoción y la impotencia se revelan en las miradas de todos y cada uno de ellos al pensar que dentro de dos horas serán privados de nuevo de esta bocanada de aire fresco para regresar a sus celdas frías, grises y aisladas. Álvaro y Cristóbal están sentados en la escalera de la entrada del Centro de Salud de Los Silos y comentan sus nervios. Además, intercambian elogios sobre lo bien que han defendido sus textos durante el ensayo. Es entonces cuando nos acercamos más a ellos para iniciar una entrevista. Ambos se muestran dispuestos a darse a conocer un poco más, contar cuál es su historia, cuál es su inspiración, cuáles son sus expectativas una vez abandonen la prisión. Álvaro y Cristóbal coinciden en que los talleres de literatura que son ofrecidos en Tenerife 2 por el escritor y organizador del Festival literario, Ernesto Rodríguez Abad, se caracterizan por ser divertidos y colaborativos. Estos talleres permiten que cada miembro ofrezca su visión sobre un determinado tema y, además, en ellos se tratan textos literarios que, según las propias palabras del profesor, «llegan a lo más profundo de los alumnos». Los internos ven en estos talleres la posibilidad de verter sus vidas en relatos que lleguen a otras personas evitando que estas cometan los mismos errores que ellos. Además, creen que es una manera de abrir sus mentes y sus corazones a la cultura, ya que ellos no tienen estudios previos. La emotividad del ambiente aumentaba de manera proporcional a la intensidad de las preguntas. Álvaro nos habló de cuál era su fuente de inspiración: su novia. Cabizbajo y con la voz temblorosa, se culpaba de la situación que ella estaba teniendo que vivir sin merecerlo y se lamentaba de que su pareja tuviera que conformarse con una relación basada en citas de corta duración y, además, en la cárcel. Sus expectativas tras sufrir esta experiencia son grandes. Ante esta pregunta aparecen amplias sonrisas en sus rostros; solamente con pensar en el momento en el que saldrán del centro penitenciario, miles de sueños y esperanzas bombardean sus mentes. Ambos coinciden en que cuando todo acabe llevarán una vida honrada, huirán del dinero fácil que les ha conducido a prisión para luchar por un dinero trabajado. En el caso de Álvaro, añade que quiere formar una familia y ser un ejemplo para sus hijos de lo que no se debe hacer. El punto álgido de la conversación llega de la mano de la pregunta: «¿Qué es para vosotros la libertad tras haber pasado por la cárcel?» Los entrevistados se miran, sonríen y se abren en canal. Para Cristóbal, la libertad es una oportunidad de recuperar el tiempo perdido valorando más las cosas que tiene a su alrededor, valorando más su vida. «Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde», sentenciaba. Álvaro identifica la libertad con cada pequeño detalle, «hasta el aroma de un perfume es libertad». Nos contaba que en 5


sus celdas no había olores, no había color, no había nada. Solo un triste vacío y lágrimas cada mañana al ver que nada había sido un sueño y que ahí estaban, recordando cada momento feliz vivido con sus seres queridos y contando los minutos para volver a verlos. Finalmente, para romper el clima de tristeza y sentimiento que se había creado, los dos bromeaban recordando que para ellos la libertad también era la posibilidad de dormir en un buen colchón. No fue necesario insistir para que respondiesen a nuestras preguntas con respuestas densas, su necesidad de hablar con alguien fuera de la cárcel sobre cómo se sentían hizo que el diálogo fuese tan fluido que ni siquiera recordábamos que se trataba de una entrevista. Más bien, estábamos presenciando una lección de vida dada por dos hombres con mucho que enseñar pero encerrados bajo la etiqueta de «presos de Tenerife 2». Al finalizar esta entrevista, nos reunimos con Juan, un hombre alto y corpulento de semblante serio. Sin embargo, su relato había sido una fábula con un alto contenido metafórico. Nos interesamos por saber qué significaba para él esta historia, que se basaba en un niño que tenía que vivir solo en la selva en compañía de otros animales y que en numerosas ocasiones se enfrentó a la muerte. Juan escribió este cuento para niños inspirado en su infancia, en sus recuerdos, con el fin de enseñar a otros cómo una persona tiene que salir adelante solo. Por otra parte, contaba que, para él, el taller de literatura se vivía de una forma muy positiva porque lo ayuda a comunicarse con otras personas además de ser una forma de evasión. En cuanto a la otra cara de la moneda, es decir, los maestros que les imparten diferentes materias en la prisión, estaban nerviosos y ansiosos porque comenzase pronto el evento. Sus rostros reflejaban el orgullo y la satisfacción al ver cómo sus alumnos expresaban sus sentimientos de una forma tan emotiva. Uno de sus profesores de lengua, al que cariñosamente todos llamaban Chema, nos contaba que la escritura tiene unos efectos muy positivos sobre los internos por ayudarles a expresar sus pensamientos, a comprender el mundo y a replantearse todo aquello que habían dado por sentado hasta ahora. Se acabó el descanso, ya es la hora, llega el momento de mostrar al mundo lo que sienten.

DESCUBRIENDO LITERATOS Doscientas personas ocupan las butacas de la sala del Centro de Salud de Los Silos. Curiosos, maestros, familiares y amigos se reunieron para escuchar las palabras que salían de los corazones de esos doce hombres que habían trasladado su libertad a un papel a través de la literatura. La velada comienza con la actuación del cuentacuentos costarricense Juan Madrigal que, a través de canciones populares cortas, logró que internos y público se fundieran en

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una sola persona a través de un coro divertido que sacó el lado más infantil de todos y cada uno de los presentes. «La línea es muy fina, nunca sabes si algún día estarás al otro lado», concluía Madrigal para hacer reflexionar a los espectadores sobre las pocas diferencias que había entre ellos y los presidiarios. En el escenario apareció Ernesto Rodríguez Abad para regalar unas palabras a los protagonistas de la tarde y desearles ánimo y suerte, del mismo modo que agradecía al cuentacuentos su brillante intervención. Además, insiste en que la finalidad del Festival de este año es la integración social en torno a la literatura, así como recordar que todas las personas tienen derecho a la palabra como hecho artístico.Una vez finalizado el discurso, comienza la función. El primero en salir al escenario es Álvaro, cuando parece que iba a comenzar a leer su relato mira al público y parece buscar entre la gente a una persona, a su padre. Es entonces cuando se acerca al micro para decir «Feliz cumpleaños, papá, que cumplas muchos más». Ahora sí puede leer tranquilo. Su relato se titula «El pulido del sentir» y tiene como claro tema central las ansias de libertad y el arrepentimiento, incluyendo frases como «quiero ser libre, que el viento me lleve lejos puliendo esos males del pasado», o «dejar atrás al demonio del pasado». El relato finaliza y el público aplaude efusivamente ante la mirada aniñada de ese hombre que está siendo feliz. Es el turno de Cristóbal, que lee un texto de uno de sus compañeros del Módulo 7. Él logra arrancar las más sinceras sonrisas de la audiencia con su crítica a la educación transmitida por Disney a la sociedad, poniendo ejemplos como que «Pinocho siempre miente» o que «la Bella Durmiente era una vaga». En tercer lugar, Teófilo sorprende con un poema elaborado por él mismo inspirado en el bien que le hacen los talleres de literatura impartidos en la cárcel. Además, la ilusión que su voz desprende al recitarlo se transmite por toda la sala. Posteriormente es el turno de Tinerfe, quien relata una historia escrita por sus compañeros Gregorio y Pedro titulada «Melancolía», que habla sobre sus ansias de volver a casa. Le sigue Sebensuí, quien narra una historia escrita por una mujer donde define qué es para ella el amor –para ella el amor es su hijo y la lucha infatigable por salir de prisión para volver a verlo–. Se va acercando el final y es el turno de Juan, que cuenta su fábula bajo la atención del auditorio. Eric, con «Amor y leyenda», pone las emociones del público a flor de piel, contando la historia de un hombre de 49 años que vive enamorado de su mujer desde el primer día.

Finalmente, dos de los maestros leen relatos breves escritos por internos que no han podido recibir el permiso para acudir al Festival. El factor común de los textos es la temática, todos coinciden en hablar de la libertad, del amor, del arrepentimiento y de las ganas de vivir. El evento cierra con otra actuación de Juan Madrigal, que vuelve a conseguir su objetivo de hacer disfrutar a los espectadores como niños, especialmente a los

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protagonistas de la tarde que se sienten más relajados tras haber leído sus relatos y que se permiten olvidar sus problemas para disfrutar de un buen rato en el que ellos son el centro de atención. Sin embargo, a pesar de que todo parece haber terminado, el público se pone poco a poco en pie para regalar sus intensos aplausos a todos y cada uno de los que han leído sus historias; un aplauso cargado de apoyo, de ánimo y de empatía. Ellos, sin dar crédito de lo que estaban viviendo, se dejan llevar y derraman lágrimas de emoción, y pronuncian palabras de agradecimiento. El aplauso no cesa. Cada vez está más lleno de fuerza, de deseo de que ellos supieran que habían logrado entrar en lo más profundo de las almas de los presentes, que habían conseguido crear una conexión irrompible y que habían marcado un antes y un después en nuestra forma de ver el mundo.

DONDE LO QUE QUEDA ES PENSAR Ernesto Rodríguez Abad ha trabajado en la cárcel de Tenerife 2 durante dos años ofreciendo un taller en el que muchos internos descubren el mundo de la literatura como forma de evasión y aprendizaje humano. El objetivo de esta actividad, que el profesor de la universidad lagunera retomará después de las navidades, pasa por hacer reflexionar a los internos para potenciar su tolerancia y dignidad: «no solo se trata de que aprendan a escribir mejor o leer; nosotros hacemos tertulias, dialogamos sobre lo que pasa cada día en el mundo». Tal y como nos contaba el organizador del Festival durante la distendida charla que mantuvimos con él, este taller literario resulta ser una apertura de mente para los internos: «No todos tienen la misma formación académica, así que lo primero que hago es tratar de inculcarles cuál es la estructura de un texto narrativo para que, a partir de ella, puedan desarrollar su creatividad y expresar sus sentimientos desde la más absoluta libertad». A pesar de los distintos niveles académicos que se pueden encontrar entre los alumnos que frecuentan el taller, el profesor asegura que muchos de ellos tienen un gran potencial para escribir, hecho que se refleja en textos como los que nos ofrecieron en el recital. A medida que la conversación iba transcurriendo, Ernesto Rodríguez nos relataba anécdotas sucedidas durante las clases y confesaba que los grandes temas por lo que sus alumnos se interesaban eran la poesía y el erotismo: «Mi sorpresa al comenzar el taller fue que muchos de ellos querían escribir a sus mujeres y expresarles sus sentimientos, pero no sabían cómo». Pero los dos años en los que se ha impartido esta actividad en la cárcel de Tenerife 2 no solo han servido para suplir la necesidad de expresarse que algunos internos tienen, la relación entre el profesor y sus alumnos se ha convertido en un flujo constante de aprendizaje en el que Ernesto les ayuda a desnudarse con palabras y ellos le proporcionan lecciones de vida inolvidables: «Hay gente que vive de otra forma, que sufre de otra forma, y eso solo lo aprendes en la cárcel». Cada vez que Ernesto Rodríguez Abad pronunciaba durante la entrevista algún acontecimiento ocurrido en las 8


horas de clase con los internos, sus ojos se envolvían en brillo, su rostro delataba todo lo que había aprendido de sus alumnos, llegando incluso a relatar la historia de una joven presa y las palabras que su padre le había dicho al ingresar en el centro penitenciario: «No pierdas la dignidad nunca, aunque estés en la cárcel». En ese momento fuimos conscientes del contenido humano que las personas tenemos, de la importancia de reformarse y no agachar la cabeza frente a los contratiempos, aunque en ocasiones la vida misma se vuelva un sinsentido. Además de narrarnos cómo es la vida en el taller y los mecanismos que usa, Ernesto Rodríguez Abad trató de explicarnos las dificultades que se presentan en un mundo que, como él mismo dijo, no termina de entender: la cárcel. Durante la cita, el profesor nos confesó que la presencia de muchos internos en el taller de literatura es inestable y que no todos acuden con periodicidad, lo cual dificulta su trayectoria. La vida en prisión está sujeta a muchas normas fácilmente franqueables. Todo depende de todo y no se puede controlar. Una mala conducta, una discusión o la decisión de cargos superiores pueden hacer que el número de internos que acuden al taller varíe de una semana a otra. Uno de los entramados que resaltó durante la conversación fue la poca asistencia de mujeres a su actividad literaria en la cárcel. El profesor trató de explicarnos sin encontrar un porqué rotundo a la oposición que la dirección del centro reitera ante la petición de que un mayor número de presas acuda a sus clases, alegando la dificultad que supone trasladar a las internas del módulo en el que habitan al módulo en el que se imparte el taller literario. Durante la charla, Ernesto Rodríguez Abad puso de manifiesto su descontento con la falta de apoyo que el Gobierno proporciona a la literatura y a las actividades culturales que se realizan en las prisiones. La dejadez en España hacia la cultura se ha convertido en un problema que afecta a todas las generaciones y empeora la calidad de la enseñanza, hecho que se demuestra también en la cárcel de Tenerife 2. De esta manera, el profesor nos explicaba que estar en prisión es un momento que los internos deberían aprovechar para aumentar su formación académica mediante los planes de estudio y el profesorado que se pone a su disposición en la cárcel. Sin embargo, Ernesto denuncia con sus declaraciones el poco soporte económico que el gobierno español ofrece a la cultura, que es una gran impulsora de sentimientos y una eficaz forma de reinserción para los presos. Con el final de la entrevista salían a la luz las ilusiones y desilusiones del profesor en cuanto a su actividad en la cárcel. Así, nos confesaba que una de sus metas es impartir el taller literario en la biblioteca de la prisión en lugar de en un aula y manifestaba con decepción que esto no sería posible hasta que la literatura no se consolidase más en nuestra sociedad, llegando a incluir en el sistema educativo un plan de lectura y abasteciendo las bibliotecas de las prisiones españolas para conseguir una riqueza literaria tal y como hacen las cárceles de otros lugares como América del Sur.

El diálogo desvaneció, Ernesto se levantó de la banqueta azul en la que estaba sentado y nosotras le seguimos. Es curioso, porque algo en lo que no nos habíamos parado a 9


pensar demasiado anteriormente se activó en nosotras. Teníamos las entrañas revueltas y no podíamos parar de pensar en lo mucho que aprendemos cada día con solo abrir un poco los ojos y mirar a nuestro alrededor. Y la libertad, que es lo que somos incluso en las peores circunstancias. Puedes verte encerrado entre cuatro paredes o en el desierto más grande y solitario del mundo. Pueden prohibirte hablar, escribir o actuar, pero la libertad de pensar es lo que somos, el cerebro es la única cosa en el mundo que nunca jamás para de dar vueltas, por encima de las cárceles, de los gobiernos, de los sistemas o de sea lo que sea lo que se pone por delante de nosotros. De pensar no te libras ni cerrando los ojos.

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ARTETERROR CON ANDRÉS NOVOA ADRIANA SIVERIO GARCÍA ELENA TORRENT PAZ

Cae la noche. La oscuridad inunda las calles de Los Silos mientras los asistentes al Festival del Cuento se dejan llevar por la magia del ambiente y continúan sacándose fotos con Don Quijote y Dulcinea ajenos a lo que pasará en unas horas. En este pueblito del norte de Tenerife se homenajea cada año a la literatura con un Festival que atrae a multitud de curiosos movidos por el deseo de sentir en su propia piel el poder de las palabras. Numerosas personalidades participan, presentan sus libros, cantan sus canciones, recitan sus poemas, narran cuentos a los más pequeños... Son días frenéticos en el pueblo. Huele a risas, a diversión, a felicidad y a curiosidad. Las cafeterías están llenas de conversaciones y cuentos, mientras los niños se dejan invadir por el espíritu de La Mancha, imaginando ser por un momento el ingenioso hidalgo. Los habitantes de Los Silos piensan que el Festival no traspasa las puertas de las salas donde los artistas presentan sus obras... No saben que es en sus casas, en sus coches, en sus tiendas, en sus bares, donde transcurre la historia principal y que ellos son los protagonistas. Un poco más abajo del centro, entre un laberinto de plataneras, se encontraban los actores de Las Noches de Terror. –¡Diablo, te está sonando el teléfono! El Señor Diablo, dejando de lado su interpretación, atendió la llamada en la que le solicitaron que acudiera a la biblioteca, que una entrevista lo esperaba impaciente. Cogió su mochila y fue rápido al encuentro. Ppensaba qué le preguntarían, qué parte de él mostraría ante las cuestiones, si sabría estar a la altura. Llega a la sala y entre estanterías llenas de libros, sentadas en una mesa encuentra, a las futuras periodistas que van a entrevistarle. Las chicas están nerviosas. Normal, son principiantes. Las saluda cordialmente y bromea con que no sean muy duras con él, ellas sonríen y le dicen que tranquilo, que sus preguntas no le cambiarán la vida. No sabían todavía que las vidas que van a cambiar son las de ellas con sus respuestas. Comienza el diálogo tímidamente por parte de las estudiantes. Le preguntan cuántos años llevaba formando parte de ese mundo. Él empieza a contarles que desde 1998, que no siempre como actor de Las Noches de Terror. Desde el principio, su forma de hablar hechiza a las jóvenes, que quedan prendidas de las palabras del Diablo.

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Cuenta que hacer terror es una labor muy compleja, pues vivimos en la sociedad del morbo y que el terror que conocemos roza la banalidad. El terror que ofrece el Festival es un terror literario, estético y reflexivo, tomando como medio el miedo, que es una sensación que nos puede llevar a pensar en cómo estamos en el mundo. Afirma el Diablo que este año han dado con la clave. Su objetivo es romper con el concepto de bruja que nos han vendido en nuestra sociedad machista a lo largo de la historia. Siempre las brujas fueron mujeres horribles que comían niños, nadie nos habló de que se vieron obligadas a recluirse en los bosques porque las perseguían para matarlas. Eran mujeres que no querían ser sometidas, que no querían ser floreros, que no creían en el concepto católico de familia, mujeres que practicaban el aborto en contra de la Iglesia para salvar a otras mujeres que habían sido violadas. Fueron las primeras investigadoras, las primeras científicas, querían cambiar la sociedad. Las respuestas daban mucho de sí, decía tanto y tan interesante que las jóvenes estudiantes no dudaron en buscar más información sobre su intrigante recorrido profesional. «En plena aldea global y con la humanidad enganchada a internet, sufría melancólica una bruja que solo hablaba francés. Era como tiene que ser una bruja; fea, olorosa, odiosa y con unos callos de aquí a Tolosa», escribió nuestro protagonista en su relato titulado «La bruja digital», publicado en Canarias Cultura. El entrevistado citaba diversos autores que le habían inspirado en el proceso de creación. Así, mencionó a Nietzsche: «Amáis la libertad pero estáis enamorados de vuestras cadenas». Esta frase caló en el pensamiento de las chicas que no tuvieron mucho tiempo para reflexionar, pues disparó otra bala de un cuento de Borges, «La Casa de Asterión», que es escuchar la clásica historia del laberinto de Teseo desde la perspectiva del propio Minotauro. «La idea es trasladar el terror que asumimos a los monstruos, a Frankenstein, a Drácula, a las momias... a nosotros mismos. El terror que nos puede provocar mirarnos al espejo y ver que somos las personas capaces de comernos un chuletón frente a una guerra, o que somos capaces de girar el rostro ante un niño que pide comer en la calle, o que convivimos con personas que son capaces de insultar a su mujer», les contaba el actor. El impacto que causó en las dos fue tal que se les rayaron los ojos tras darse de bruces con la realidad que nuestro Diablo les mostraba. Continuó: «Hay situaciones que provocan mucho más miedo que ese miedo que ya no nos provoca nada.» Les contó que jugaban con esa idea en la obra de Las Noches de Terror, que se basaría en un Diablo enamorado de la humanidad. «El Diablo adora las imperfecciones de la humanidad, adora sus errores, sus espontaneidades, y lo que busca es que nos quitemos esa culpa de encima y empecemos a vivir la vida como auténticos protagonistas», añadió. El objetivo que buscan con la obra no es que la gente se asuste, sino que se vayan con un elemento fundamental del teatro en la cabeza, que es la conmoción. 12


Una de las entrevistadoras pregunta al buen Señor Diablo por Las Noches de Terror para niños, a lo que él responde: «No vamos a provocar un terror dañino; al contrario, vamos a jugar con diferentes emociones.» Les cuenta que van a desmontar la figura de la bruja, ya antes mencionada. Enfrentarán todo lo que nos ha vendido Disney, muy asociado a unos cánones de belleza muy crueles con la mujer, y para ello se basarán en una metáfora que sucede en el Amazonas: «Las cucarachas, que son obviamente repudiadas en nuestra sociedad, que son el reflejo de nuestra sociedad porque son endémicas en las grandes metrópolis; es decir, de las 150 especies de cucarachas solo 5 son endémicas, y son las que han nacido y han crecido en las grandes urbes y en los basureros que hemos creado en la cultura occidental. El resto de las cucarachas son la base del equilibrio de entornos naturales, en el Amazonas son esenciales, son el servicio de limpieza. Pero son feas, vuelan, son enormes. En cambio, las mariposas, bellas, gentiles, adorables y divinizadas por Disney son una plaga que devasta y arrasa zonas enteras del Amazonas.» Así, en la obra infantil, las cucarachas serán brujas y las mariposas hadas. «La historia trata de una bruja a la que las hadas le han arrancado los sueños», apunta frunciendo el entrecejo el Diablo. «El miedo va asociado al concepto de riesgo», decía el actor, y volvía a recurrir a las citas. Esta vez toma una pregunta que le suele hacer el público: ¿Cómo te planteas tú sentir miedo? A lo que responde de manera abrumadora: «Pon aquello que amas realmente en riesgo, vete a una guerra, sé madre y pon a tu hijo frente a una pistola; verás lo que es sentir miedo». Realmente las palabras del Diablo calaban en las mentes de nuestras dos entrevistadoras que se quedaban sin voz para seguirle haciendo preguntas. Estaban aturdidas ante la belleza y profundidad de aquella persona que se sentaba frente a ellas y respondía de aquella forma sus cuestiones, por lo que decidieron preguntarle cuántas personas conformaban el equipo encargado de Las Noches de Terror, aunque el Señor Diablo, contestara lo que contestase, siempre lo hacía de forma que sus interlocutoras lo admiraran más y más. En los espectáculos de ArteTerror, que tienen lugar varias noches durante el Festival, participa un amplio equipo que, como dijo el Diablo, «es necesario». Un potente equipo técnico, un propio «dédalo» o diseñador exclusivo del laberinto que es un mago de la carpintería de Los Silos; Diego Expósito, como responsable de la banda sonora; Sandra, cantando gospel como la voz del Infierno; guías y gente que le da vida al laberinto que se mueve, se transforma y se agita. «Es un espectáculo muy delicado, es decir, no podemos poner en peligro la vida de las personas, así que, entre Agustín que es el regidor y Ernesto que es el director de escena, tenemos que controlarlo todo, ya que hemos tenido desmayos, ataques de epilepsia y otro tipo de circunstancias. Contamos con una ambulancia fuera porque tenemos todo tipo de efectos visuales, de oscuridad, de humo que pueden llegar a agobiar». En esta decimoséptima edición de Las Noches de Terror, cuenta como garantía a nivel interpretativo con la presencia de la actriz alemana Antonia Jaster, que desempeña el papel de Greta la Loca.

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Estamos frente a un equipo de unas 20 personas que han nacido y crecido como artistas dentro del Festival. Las producciones de teatro de terror las lleva la compañía de Los Silos, toda formada por gente vinculada en menor o mayor medida con el municipio. «Yo vine hace 17 años a hacer un curso de extensión universitaria. Venía del mundo del teatro y pensaba que los cuentos eran cosa de niños, pero me sedujeron en una semana que me resultó inolvidable. Me enganchó y al año siguiente volví. Poco a poco te ves creciendo, investigando, escuchando, aprendiendo, participando, haciendo de actor en las Noches de Terror, escribiendo tu primer texto, haciendo de ayudante de dirección». Como la historia de este personaje, han tenido lugar paralelamente las del resto de participantes, dando como resultado un equipo de profesionales y artistas formados en el Festival, siendo un grupo de garantías y de confianza que está basado, sobre todo, en la complicidad. «¿Qué sientes al dar miedo?», pregunta una de las chicas intrigada y embriaga ante la mirada que parecía un balcón a otros mundos mejores, y que él, habilidosamente, escondía tras el cristal de las gafas. Hubo una vez, hace algunos años ya, en la que el Diablo suspendió el examen del carnet de conducir. Enfadado, se presentó a un casting de teatro y, para su sorpresa, lo cogieron. Un chico que adoraba la intimidad y que vivía en un ambiente ajeno a las artes escénicas. «La primera vez que me subí al escenario y me enfrenté a mis miedos sentí un proceso catártico. Para mí ,subirme al escenario vuelve a ser ese ritual de ser consciente de darle en la cara al miedo». Sacando su lado un poco más pícaro, admite que también existe un elemento travieso que lo hace a él y a casi todas las personas ver cómo los demás lo pasan un poquito mal simplemente porque te pones a jugar con las palabras, y ver cómo estas impactan en la gente. «Algo maravilloso es cuando termina y pasa esta semana, y te encuentras a esas personas, tomando un café y te cuentan una conversación que has propiciado. A veces pienso que lo que hacemos en el escenario es el pretexto, y el texto después es la conversación». «El escenario se me convierte en un espacio de expresión para contarle a la gente que están muy cercanos a vivir en la banalidad. Vivimos en una isla maravillosa, en una sociedad opulenta, en una sociedad de hiperrealidad muy artificial, y se están olvidando de disfrutar del sabor de una manzana, de la conversación con un amigo, de ver el atardecer, de leer un buen libro o de darle un abrazo a su esposa o esposo». Las invitó a tomar conciencia de que las cosas importantes en la vida no tienen precio y que, como dijo Michael Ende, al final lo único que tenemos es tiempo y, cuando pagamos algo, lo hacemos en función de este. Por ejemplo, un coche son cinco o seis años de tu vida y una casa son treinta. Las miradas de las chicas se aguaron de nuevo y afirmaron mentalmente que el tiempo que habían pagado por poder conocer al Diablo había sido un regalo y que lo volverían a pagar sin pensarlo. Nos han vendido la idea de brujas feas y con verrugas, de diablos colorados y con un tridente en llamas. Nos han vendido la idea de príncipe azul como un hombre alto y rubio y la de la princesa como una chica delgada y de grandes ojos. Nos han vendido

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tantas cosas, y nosotros, sin rechistar, hemos comprado todas y cada una de esas ideas y las aplicamos a la realidad sin pararnos ni siquiera a pensar durante un momento. También, han intentado hacernos creer que la literatura es inútil, pero nos hemos resistido a comprar esa idea. Ante la pregunta «¿qué es para ti la literatura?», el entrevistado miró a las chicas y sonrió. Contestó con una leyenda bereber que contaba cómo una niña vagaba por el desierto sola y con una amplia sonrisa en los labios. El jefe de una tribu, asustado ante ese inusitado poder, decidió atar y amenazar a la niña para que le revelara el secreto de su felicidad. Dado que la pequeña desconocía cuál era la receta que se le requería, el jefe y sus ayudantes decidieron dejarla atada durante toda la noche para que muriera abrasada con la salida del sol. Una ráfaga de viento trajo hasta la boca de la protagonista un palito, ella se agachó y dibujó un cuerpo en la arena que resultó ser un ratón. Cobró vida y le mordió las ataduras hasta que se pudo soltar y siguió caminando por el desierto con su sonrisa inalterable. «Eso es para mí la literatura, ese ratoncito que nos libera cuando parece que todo está perdido». Farolas encendidas, estrellas alumbrando el cielo negro y un laberinto de plataneras con artistas ocultos entre las sombras, esperando que el reloj marque las 10 para comenzar la función. Andrés Novoa se mira al espejo y se retoca el maquillaje. Desde los camerinos se escucha el murmullo del público que espera ansioso el comienzo de la obra. El Diablo y Greta la Loca se miran: «¿Estás listo, Andrés?» y él responde: «Nunca lo estoy, pero una vez me suba al escenario lo estaré. ¿Y tú, Antonia?». El actor Andrés Novoa encarna el papel del Diablo en Las Noches de Terror de esta edición del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Consigue romper con la percepción tradicional del demonio malo y cruel. Este interesante actor transmite sabiduría y cultura, rebosa humildad y valentía al romper los esquemas tradicionales de la cultura, encanta con su don de palabra y guarda todos los lugares que ha visitado en la mirada. Hablamos de un diablo bueno y comprensivo, y no se sabe si será casualidad pero el protagonista de esta edición del Festival también se sale de los cánones establecidos. Hay quien dice que las casualidades no existen, así que es posible que el ingenioso caballero ahora habite en un municipio del noroeste de Tenerife de cuyo nombre no quiero acordarme. ¡Que comience la función!

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LA MAGIA DE LOS SILOS ANDREA BOTELLA SANTANA ANA CHACÓN GASPAR ALEJANDRA NEXANS DE SANDEZ

Ocho y media de la mañana en La Laguna y ya estaba en el coche con Ana y Alejandra rumbo a Los Silos. Aparte de que se ubica donde culmina la isla, casi seguimos de largo al ver el pequeño cartel que indicaba su entrada. Sus calles deshabitadas no estaban asfaltadas como es común, sino que mantenían las piedras con las que se construyó originalmente. Aquel sitio podía pasar por cualquiera descrito en una novela de ficción. Nunca había oído hablar de ese lugar pero he de confesar que, tras el largo trayecto, nos encontramos con un pueblo encantador. No obstante, ese sábado fue diferente. El pueblo se había llenado de personas, sobre todo niños y niñas, que habían sido atraídas por el XX Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Aparcamos el coche y, al llegar al epicentro del Festival, me sentí como si estuviera adentrándome en otro mundo. Las fachadas de las casas de ambos lados de las calles estaban decoradas con imágenes y frases de cuentos tradicionales. El Quijote o el Flautista de Hamelin asomaban en las puertas, ventanas y paredes. El dibujo que más me llamó la atención fue el conejo de Alicia. Aparecía corriendo con su reloj en la mano, perseguido por la prisa. Mirando al Conejo Blanco me vino a la memoria una frase de mi madre: «Si uno tiene el tiempo encima, lo que hay que hacer es ir con calma, Andrea». Quise compartir mi recuerdo con las chicas, pero ellas no habían parado a ver al personaje animado. Apuré el paso hasta alcanzarlas y, esta vez juntas, continuamos detallando cada parte de nuestro camino. Así, al final de la vía nos encontramos con la iglesia. Hubiese pasado inadvertida sino no fuese por su reloj. Estaba parado en la una de la tarde. Inmóvil. Protegiendo al pueblo del paso del tiempo.

LA FERIA DEL LIBRO Nos dispusimos a entrar al establecimiento donde se encontraban estanterías llenas de libros. Una vez dentro del local, nos sumergimos en una lluvia de historias que nos hicieron viajar a lugares que nunca imaginamos ir. Con solo echar un vistazo, encontramos desde relatos infantiles hasta historias para adultos. Mi curiosidad por conocer todas las historias que pudiese me hizo abrir todos aquellos libros que me atraían por su título, pero no imaginé que sucediera la magia que viví. En un principio, Ana, Alejandra y yo nos fuimos a la sección de libros dedicada a los más pequeños. Una vez allí, cada una abrió un libro. En primer lugar, escogí un libro 16


cuyo título rompe con todos los esquemas establecidos anteriormente: «Qué mala suerte ser princesa». Lo abrí y todo lo que estaba a mi alrededor desapareció. Sin ni siquiera darme cuenta, estaba en una habitación enorme y lujosa. Llevaba un vestido rosa largo y una corona, como si fuese una princesa, ¡qué raro! No sabía qué pasaba ni cómo había llegado hasta ahí cuando, de pronto, alguien llamó a la puerta de la habitación. Era Ana, pero cambiada. Vestía un traje parecido al mío y decía ser mi hermana menor. ¿Pero qué era eso? Entonces, lo comprendí. Era la magia de Los Silos. No sé cómo lo hice, pero cerré el libro desde dentro de él. No sé cómo explicar que volví a ser la misma Andrea que había llegado a ese lugar de Tenerife. Miré hacia mi lado y ahí estaban Ana y Alejandra, igual de sorprendidas que yo. Les había pasado lo mismo que a mí. Yo también había aparecido en las historias que ellas eligieron, sin yo saberlo. Nos miramos y al sonreír supimos que íbamos a repetir. La segunda pieza literaria que escogí ya la conocía: «Los Juegos del Hambre». Esta obra se dirige a un público más adulto. La elegí porque es uno de mis libros preferidos. Cuando los leí me imaginé la historia desde una perspectiva en tercera persona, pero ahora tenía la oportunidad de ser la protagonista. Y así fue. Esta vez decidí abrir el libro casi a la mitad, por lo que aparecí en el transcurso de algo que ya había comenzado antes, algo que yo ya sabía por conocer el libro. Saltaba, corría, lanzaba flechas como si fuese una profesional… ¡Increíble! Me sentía como una actriz grabando una película. Cerré el libro y volví a encontrarme con Alejandra y Ana. Teníamos claro que podríamos pasar el día abriendo y cerrando libros para vivir esa magia de poder formar parte o incluso ser el protagonista de una historia. No nos explicábamos la magia que tiene ese lugar que hacía que todo desapareciera y nos trasladase a otro mundo. Decidimos hablar con las chicas que ahí se encontraban cuidando los libros y contarles lo que nos había pasado. Nos escucharon atentamente, y al acabar, una de ellas se rio: La única magia que hay es la que tienen en su imaginación. Nos encanta que la gente, tanto niños como mayores, venga y se deleite con todas estas obras. Nuestro objetivo es que vivan las mismas sensaciones que ustedes han vivido.

La Feria del Libro duró todo el fin de semana y nosotras tuvimos la oportunidad de vivir la magia uno de esos días. Niños y niñas que correteaban, que cogían un libro y se sentaban en un escenario para leer y compartir opiniones con los demás. Adultos que disfrutaban de exposiciones de obras clásicas. Familias que se unían para compartir un precioso día escuchando cuentos. Cantidad de situaciones que creaban magia, como si de un mundo paralelo se tratase. Un Festival cargado de emociones que no solemos sentir. La imaginación de todo niño es la que no podemos perder cuando seamos mayores. La literatura es una rama fundamental que nunca se debería perder y la Feria del Libro ha conseguido unificar todo aquello que cada vez más se está perdiendo: el placer de una buena lectura.

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LA CARPA MÁGICA Las tres nos paramos a descansar en las escaleras desde donde se veían los puestos de marionetas, bisuterías, libros y prendas de ropa. También estaba allí una carpa. De plástico blanco y transparente, protegía la plataforma del escenario, las sillas de madera y la mesa de sonidos que controlaba el volumen del micrófono de quien pasara por allí con el propósito de dirigirse al público. Casi era mediodía. No se veía a nadie dentro de la carpa, a excepción de dos personas vestidas de negro que parecían mantener una conversación agradable mientras colocaban las sillas en filas. Sin embargo, ese vacío del recinto no duró mucho. Adultos y niños se empezaron a acercar al toldo y fueron llenando los primeros asientos. Las tres nos miramos a la cara y, decididas, nos levantamos para asistir a la primera actuación del día. Ana, Andrea y yo nos sentamos en los últimos asientos para dejar que los más pequeños disfrutaran del espectáculo, que no tardó en empezar. Al terminar de oír las campanadas de la iglesia, las pruebas de sonido ya estaban hechas y no hubo nada que parara el viaje imaginativo. Los doce golpes de campana se quedaron retumbando en mi cabeza porque recordé ver el reloj de la iglesia del pueblo detenido. Pero no le di importancia al asunto, pues muchas veces pensamos que vemos algo que nunca sucedió. Así que me concentré en la mujer en frente del escenario que ya había empezado a hablar. La presentación de la contadora de historias fue breve. Tan breve que nunca ocurrió. Dio por hecho el motivo por el que estábamos todos allí y, sin más, comenzó a relatar su cuento «chic». La protagonista de la narración era una princesa a quien le encantaba la moda y el lujo. Sobre todo, los zapatos de tacón. Era, pues, una princesa chic. La mujer continuó con la descripción de los personajes y del lugar donde ocurrían los hechos. No se dejó ningún detalle en el tintero. Era curioso el modo en el que precisaba la vestimenta de cada uno de las personas ficticias y las características de los objetos que los acompañaban. Andrea, quien estaba a mi izquierda, empezó a caminar hacia el escenario. No supe qué pretendía hacer delante del público. Me extrañó que nos dejara a Ana y a mí solas. Pero pronto comprendí para qué lo hizo. A medida que avanzaba, la ropa de mi compañera se transformaba en la que la narradora del cuento había descrito de la princesa chic. Cada palabra que salía de la boca de la cuentacuentos se convertía en la exactitud de nuestro entorno. Aparecieron mesas, sillas y lámparas muy elegantes. El plástico de la carpa se volvió piedra, y de aquellas paredes colgaban cuadros renacentistas, pinturas barrocas y retratos de los asistentes. Ana, junto al resto de los asistentes, también participaba en aquella representación que aparentaba ser ensayada. ¡Incluso me descubrí a mí misma vestida a juego a los demás y dando vida a una de las sirvientas del palacio!

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La función fue tan natural que no me acuerdo el momento en el que dejé de escuchar la voz de la narradora. Todos parecíamos estar desempeñando un rol al que estábamos acostumbrados, pues sabíamos qué hacer en cada momento. Mientras el servicio de limpieza barríamos o preparábamos las habitaciones en silencio, Andrea, la princesa chic, le repetía a gritos a sus padres el deseo de poseer unos tacones de piel de sapo por su cumpleaños. Su voz de siempre pasó a ser aguda e insoportable. Pero los reyes se negaron a añadir a la colección de cientos de zapatos de su hija un par hecho a partir de la piel de un animal. Inconformista, la princesa los encerró en el armario de su ropa y salió corriendo al jardín principal del castillo. El escenario, entonces, volvió a mutar. Siguiendo el hilo de la narración, el suelo se llenó de césped y de flores. Se veían árboles, animales y, al fondo, un castillo enorme. El día era de verano. El cielo estaba de un color azul intenso precioso y el sol alumbraba un pequeño lago en el que sucedía la acción. Esta vez, la princesa chic estaba sentada jugando con el agua que mojaba sus pies. A su lado, se encontraba un sapo con el que charlaba vivamente. Pero la verdadera intención de la joven malcriada no era la de hacer un nuevo amigo, sino seducir al sapo para atraparlo y, así, conseguir sus preciados zapatos de piel. El sapo se dio cuenta de la maldad de la heredera al reino e invocó al hada de los sapos y ranas. De este modo, con una varita, una corona y un vestido de perlas, la hada rana apareció en aquel lago. –¿Quién me solicita?– preguntó el hada. El sapo le contó lo sucedido y la princesa chic admitió hacer cualquier cosa a cambio de obtener los zapatos de piel por los que había encerrado a sus padres. La rana mágica se quedó pensando en la solución al problema y, después de esperar unos segundos al veredicto, sucedió algo asombroso. En los pies de la princesa aparecieron unos hermosos zapatos de tacón tal y como los quería. Andrea vio su nuevo complemento de moda y, de la emoción, saltó y gritó escandalosamente. Pero su voz fue escuchándose cada vez más tenue y su tamaño disminuyó paulatinamente. Sus manos blancas pasaron a ser ancas verdes, y su garganta se expandía y se contraía al hacer un ruido marcado. Por otro lado, el sapo miraba la transformación de la chica desde lo alto. Ya no era sapo, sino príncipe. El trato estaba completo. Una princesa sapa con tacones y un sapo príncipe. La única manera de revertir el hechizo, advirtió el hada rana, dependía de la chica chic. Únicamente cuando ella se arrepintiera de sus actos y empezara a apreciar lo que tenía volvería a su estado humano. El enfado de Andrea no tardó en convertirse en llanto. Y sus lágrimas, en sentimientos puros. Así, su malcriadez cambió radicalmente. Su voz se volvió dulce y sus actos desprendían bondad. Su conciencia, aún chic, estaba limpia, con la salvedad del 19


recuerdo del sapo al que intentó estafar. Gracias a su arrepentimiento, al poco tiempo, la sapa fue princesa de nuevo. Llegó el día de su cumpleaños. Todos los que estábamos participando en la trama de la historia rodeamos la mesa principal del palacio y apagamos las luces. Empezó la versión instrumental del cumpleaños feliz y entró Ana con la tarta de la princesa. Adornada con flores y algodones de azúcar, los tres pisos de dulce se colocaron en frente de la cumpleañera, y al soplar las velas, el deseo de la niña se hizo realidad. Los invitados de la fiesta nos separamos de la mesa para ver entrar a un joven apuesto. El sapo. Yo aplaudía y sonreía. Me alegraba por la pareja que sería feliz por siempre. Mis palmas no dejaban de chocarse. Las palmas de Ana, a mi izquierda, también sonaban; al igual que las de Andrea, a mi derecha. Nos encontré de nuevo en la carpa que cubría el escenario, las sillas y la mesa de sonido. El público agradecía a la narradora del cuento. Daba la sensación de que estuvimos dentro de la carpa durante horas, incluso días. Salimos del recinto a tomar el aire y quise comprobar la hora. Alcé la mirada y vi que el reloj de la iglesia seguía clavado en la una de la tarde, lo que curiosamente coincidía con la hora real. A pesar de que estuviese comenzando el mes de diciembre, el calor en el pueblito era intenso. Las ansias de almuerzo se hacína notar y la sed también estaba apareciendo. Quisimos comer y beber algo antes de que la magia nos consumiera por completo, así que echamos a andar rumbo al bar más cercano.

UN MOLINO, UNA CAMISA Y UN TUBO MÁGICO Llegamos a una plaza que parecía ser el centro del pueblo, con la iglesia, el ayuntamiento, el centro de salud, y distinto bares y restaurantes rodeándola. Todo estaba decorado con pinturas, dibujos, objetos de Don Quijote, y hacía que se respirara un ambiente muy medieval. En el centro de la plaza había un molino gigante, igual al de la historia. Se veía como algo mágico, tanto así que nada más verlo se nos quitó el hambre y nos entró en el cuerpo la sensación de querer pasar por debajo de él. Y la sorpresa que nos llevamos al hacerlo valió la pena. Decididas nos dijimos: pasemos por debajo. En cuanto nos acercamos al molino y entramos, sentimos que el ruido de los niños jugando en la plaza, los aplausos que venían desde la carpa de cuentos y el ruido de los platos y vasos sonando en los bares había desaparecido. Miramos hacia la plaza extrañadas y nos encontramos en un sitio completamente distinto al que estábamos. De pronto nos vimos en aquella tierra lejana llena de molinos, solo nosotras tres. Estábamos completamente asombradas, hacía un segundo estábamos en Los Silos y ahora en…bueno, realmente no estábamos muy seguras de dónde nos encontrábamos en ese momento. 20


Alejandra y Andrea se quedaron de pie en frente de los molinos, observándolos fijamente. Por otra parte, yo pestañeé fuerte al verlos, no podía creer que estuviéramos justo enfrente de los molinos de la historia de Don Quijote. Volví a pestañear y, en lugar de los molinos, vi a unos gigantes. Pregunté a ellas si estaban viendo lo mismo que yo, pero solo me dijeron que veían molinos, no me creían cuando les contaba que yo veía gigantes. Sentí algo en mi mano y vi que tenía un papel. Y al leerlo, me di cuenta de que este decía algo muy curioso: «No todo es lo que parece, no todos vemos lo mismo». Le pasé la nota a Andrea para que la leyera. Apenas lo hice, dejé de ver a los gigantes y empecé a ver los molinos de nuevo. Esta vez fue Andrea la que veía a los gigantes. Hicimos lo mismo con Alejandra y también sucedió. Y fue cuando lo entendimos, el molino de Los Silos no era uno cualquiera, y desde luego no estaba ahí solo de adorno. Su objetivo era hacer que las personas vivieran una experiencia tal y como Don Quijote la vivió. Además de intentar hacernos entender que cada persona ve las cosas distintas en su cabeza, por lo que hay que ponerse en los zapatos de los demás para poder entenderlo. En cuanto las tres tuvimos la oportunidad de vivir la experiencia, volvimos a encontrarnos en la plaza principal del pueblo. Y ya que nos dimos cuenta de que todo parecía tener un toque mágico ese día en Los Silos, decidimos probar otra experiencia. «Unas chicas de la facultad de Educación están haciendo talleres para niños y adultos», nos dijeron. Alejandra, Andrea y yo decidimos ir a ver en qué consistían dichos talleres. El hecho era que teníamos que cubrir todo el Festival ese día, y al parecer ese era uno de los platos fuertes. Además, después del molino, estábamos entusiasmadas por lo próximo que podía venir. El lugar donde estaban estas chicas con sus actividades se veía distinto a todo lo demás. Desde luego, ese día todo el pueblo tenía un brillo peculiar, pero este rincón se veía distinto. Era como si de un cuento se tratara. Lleno de niños solos o con sus familiares haciendo actividades y divirtiéndose. Se respiraba un ambiente familiar y alegre. Todo parecía ser de colores y con música alegre de fondo. Hablamos con una de las chicas que se encargaba de esto para que nos explicara cómo funcionaba todo eso. Nos dijo que era algo mágico, que los padres dejaban de ser padres por un momento y era como si fueran niños de nuevo. Pensamos en ese instante que era una forma de decir que la gente disfrutaba mucho de las actividades con los niños, y decidimos animarnos y probar algunos de esos talleres. ¿Por qué no? Se veían divertidos e interesantes. La chica nos explicó una actividad para que la hiciéramos y cuando terminó nos dijo: «Prepárense». La seguimos hasta una zona que tenía disfraces, unos hulahoops y más juguetes. Las tres cogimos una prenda de disfraz y nos las pusimos al mismo tiempo. Por mi parte, yo decidí ponerme una camisa de colores. Al sacar la cabeza por el agujero de la camisa me encontré con algo totalmente desconocido. A diferencia de cuando entré en el molino, esta vez sí seguía en el mismo sitio, en la plaza de Los Silos, pero a mi alrededor no veía a Andrea ni a Alejandra, solo veía niños. 21


En ese momento, me parecieron niños gigantes, hasta que me vi las manos y los pies y me di cuenta de que la que había vuelto a ser pequeña era yo. De pronto, una niña de pelo rizado se me acercó y me miró fijamente. Su cara se me hacía conocida, sobre todo su pelo. Me cogió de la mano y me llevó hasta una zona donde había otros niños jugando y me señaló hacia una pequeña que estaba jugando con uno de los hulahoops. Nos miró como si ya nos conociera de antes. Era rubia, sus ojos eran grandes y muy particulares, era una mirada que ya había visto antes. Empezamos a jugar con juguetes y con los demás niños que estaban ahí, hasta que vimos detrás de nosotras, un espejo que antes no estaba ahí. Parecía como si estuviera puesto ahí específicamente con algún propósito. Y así era, al vernos las tres en ese espejo, nos dimos cuenta de que éramos niñas, habíamos vuelto a ser iguales que cuando teníamos siete años, exactamente iguales. En ese momento vimos las prendas de disfraz que llevábamos y algo dentro de nosotras nos hizo quitárnoslas. Al hacerlo, volvimos a ser nosotras de inmediato. Esta vez no nos quedamos impactadas como había pasado con lo del molino, ya teníamos claro que en esos días de Festival, el pueblo de Los Silos era completamente mágico. Simplemente queríamos más. El último taller que decimos hacer se llamaba «Susurradores de cuentos». Consistía en que una de las chicas te susurraba al oído un cuento. Eso era todo lo que sabíamos por el momento. Esta vez, también fue algo mágico como las dos anteriores, ¿cómo no? Las tres participamos en esta actividad. A cada una de nosotras nos susurraron un cuento al oído, pero el resultado fue el mismo. Las chicas encargadas de este taller usaban unos tubos decorados de colores muy curiosos para susurrar los cuentos. Una de ellas me empezó a contar la historia a través del tubo susurra-cuentos. Yo simplemente escuchaba. De pronto, pasaron justo en frente unos personajes muy parecidos a los del cuento que me estaban susurrando. No solo eso, estos personajes empezaron a hacer justo que lo la historia decía. Y fue cuando me di cuenta de que la magia de Los Silos me estaba sorprendiendo de nuevo. Aquella aventura llegó a su fin. Caminamos hacia el coche con ganas de terminar el sábado con un dulce en alguna pastelería cercana. Cada paso que dábamos hacía disminuir el ruido del pueblo, hasta desaparecer. Me di la vuelta para echar un último vistazo, pero no vi nada. Los niños corriendo en la plaza ya no estaban, ni tampoco se encontraba el conejo de Alicia. Es como si pueblo se hubiese congelado en cuanto salimos de él. Si uno debe ir despacio cuando está apurado, puede que el eterno compañero de Alicia va corriendo a todos sitios porque no necesita ir rápido. ¿Tendrá prisa Los Silos?

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ENTREVISTAS

LILIANA CINETTO: «PARA MÍ LA LITERATURA ES UNA ELECCIÓN, ES UNA PASIÓN. YO NO ME IMAGINO UNA VIDA SIN LIBROS» CAROLINA CIDONCHA CRISTIAN HERNÁNDEZ LAURA MARTÍN Los Silos, un pequeño municipio situado al norte de la isla de Tenerife, ha vivido unos días de magia: se ha celebrado la XX edición del Festival Internacional del Cuento. Calles, puertas, farolas, plazas y comercios han sido decorados con los personajes más famosos de El Quijote y otros clásicos de la literatura. Del 28 de noviembre al 7 de diciembre se han desarrollado numerosas actividades donde han participado literatos de diversos lugares del mundo; entre ellos, Liliana Cinetto, escritora y narradora de historias infantiles a la que tuvimos el privilegio de entrevistar. La argentina nos recibió con la mejor de sus sonrisas en una sala del antiguo convento de San Sebastián, donde mediante una entrañable charla nos ofreció un pedacito de su sabiduría y nos hizo comprender por qué ama su trabajo.

¿Cómo y por qué llegó al Festival de Los Silos? En realidad llegué al Festival de Los Silos porque toda la vida decidí que iba a ser escritora, desde que era muy chiquitita. Crecí en una casa allá en la ciudad de Buenos Aires, donde nací, que tenía una gran biblioteca, una habitación como esta en la que estamos, llena de libros. Estaba en la parte alta de mi casa y yo subía por una escalerita y me quedaba allí todas las tardes después de hacer mis tareas del colegio, leyendo y jugando, jugando y leyendo. Jugaba a lo que había leído, o sea, que mis muñecos eran los personajes de mis libros. Los hacía hablar y pelearse y hasta darse besos. Me divertía tanto que le dije a mi mamá: «Cuando sea grande quiero ser escritora. Voy a inventar historias para que la gente se divierta como me divierto yo». Mi mamá me miró con cara de «ya se le va a pasar», pero no se me pasó, porque enseguida fui a buscar mi cuaderno de clase y empecé a escribir mis primeras poesías. En Primaria escribí poesía, en Secundaria escribí cuentos y, por supuesto, fui a estudiar lo que ustedes llaman Filología, que en Argentina se llama Letras, porque iba a ser escritora, pero en el camino decidí ser maestra para poder trabajar y tener mi dinero mientras estaba en la facultad. Cuando estudiaba para maestra, me encontré con un libro que hablaba de la narración de cuentos. Lo leí y dije: «¿Qué es esto de narrar cuentos?», y empecé a experimentar con mis alumnos, les contaba historias. Por supuest,o las historias que les contaba, me imagino yo, las contaría horrorosamente mal porque no tenía ni idea de cómo se contaba una historia, y durante mi período de maestra les contaba historia a mis alumnos. Cuando empezaron a nacer mis hijos, les conté historias, hasta que alguien me escuchó y me dijo: «Vos tendrías que ir a contar profesionalmente a la feria del libro». Entonces fui por primera vez a la feria del libro infantil de Buenos Aires y conté por primera vez 23


ante un público, que no era un público que digamos que fuese conocido; era gente totalmente desconocida. Allí, en la feria del libro, mientras se presentaban también mis primeros libros, participé en el primer encuentro de narradores que se hacía. En ese encuentro de narradores, al que venían personas de distintos lugares del mundo, llegó Ernesto Rodríguez Abad contando que él había empezado el año anterior un pequeño Festival en un pequeño pueblito al norte de Tenerife, Los Silos. Nos invitó, vinimos ese año otras narradoras argentinas y yo y, claro, cuando llegué acá era la primera vez que venía a un Festival internacional. En realidad, era la primera vez que iba a un festival, y era mi primera vez en España. Cuando llegué acá fue como entrar a una zona mágica absolutamente, escuché a narradores de distintos lugares del mundo que nunca había escuchado, escuché cuentos de tantas maneras diferentes que se me abrió la cabeza completamente. A partir de ahí, que eso fue en el segundo Festival, quedé en contacto no solo con algunos de los narradores que conocí sino con Ernesto, y me volvió a invitar dos años después. Vine en el cuarto y le gustó tanto lo que yo había hecho que me invitó para el quinto y después le gustó tanto que me invito para el número quince y aquí estoy festejando las veinte ediciones de este maravilloso Festival. Lo fui viendo crecer porque cuando empezó era pequeñito, pero ahora es un prodigio, una maravilla. (Liliana nos pide disculpas por extenderse al responder la pregunta. Nosotros sonreímos y la animamos a que continúe narrándonos su historia.) ¿Cómo se definiría a sí misma en el terreno profesional? Hoy me defino como una escritora que durante mucho tiempo contó historias y que en algún momento tuvo que elegir porque las dos profesiones exigían mucho. La narración es una cosa muy sencilla, pero demanda tiempo, búsqueda de textos para narrar, tiempo de ensayos, mucha energía que me la restaba mi trabajo de escritora. Hace unos años, decidí que ya no iba a contar más cuentos profesionalmente, o sea, que solo iba a contar cuentos cuando yo quisiera y que iba a dedicar todo mi tiempo y toda mi energía a la escritura. Tengo más de 100 libros publicados en Argentina y tengo publicados en distintos países del mundo. Aquí, en Canarias, tengo un libro y próximamente va a salir otro. Tengo en Inglaterra, en Francia, en Brasil, en Chile... Como fue mi sueño desde pequeñita, puse toda mi energía en eso, pero me doy el gusto de contar cuentos cuando quiero, cuando me invitan a lugares donde me gusta ir, como el Festival de Los Silos, o cuando presento mis libros en una escuela o a una feria del libro, donde siempre uso la narración. De hecho, la usé en esta entrevista contándoles como llegué al Festival. ¿Por qué deberíamos comprar y leer sus libros a nuestros hijos? Porque yo escribo los libros con ojos de niña. Yo no perdí la mirada de la infancia y ese es el secreto de que mis libros tengan éxito y de que a mis chichos les gusten. No olvidé lo que me gustaba leer cuando era niña, entonces a la hora de escribir me pongo en el lugar del niño y escribo aquello que a mí me hubiera gustado leer a esa edad. Hay algo que caracteriza mis libros y es el humor. El humor que es algo muy serio y que a todos nos iguala porque la risa hace que todos seamos hermanos y no haya diferencias, y como en la vida ya hay tantas cosas tristes que uno ya tiene que padecer, yo prefiero hacer reír, que no es nada sencillo. No es nada sencillo porque es algo muy 24


serio. Si tuviera que recomendar alguna de tus publicaciones, ¿cuál elegiría? Esa es muy difícil porque yo quiero a todos mis libros. Es como si me pidieras que te dijera a cual de mis tres hijos quiero más y yo los quiero a los tres. Mis libros son un poco como mis hijos: son hijos de papel, pero también estuvieron dentro de mí. Yo les di la vida y ahora andan por el mundo haciendo cosas. Quizás les tendría que recomendar el que está publicado en Tenerife porque es el que seguro van a conseguir. Es un libro de poesías que se llama Problemas en el ropero y nuevos versos diversos. Yo soy una gran defensora de la poesía. Creo que hay que darle el espacio que se merece, que ningún género puede reemplazar a otro y que a veces los lectores que leen novelas y cuentos se olvidan un poquito de la poesía, que queda como La Cenicienta de la literatura, no la invitan al baile. La poesía es el género que se dirige, no a la razón, sino al corazón. Nos hace mejores personas, nos hace seres sensibles porque no es utilitaria. Muchas veces, ni siquiera tiene un significado concreto porque es el primer género con el que toman contacto los chicos con la literatura. Cuando con las canciones de cuna y los juegos de palabras o las rondas y son bebés, los calmamos, los entretenemos y los mimamos. De eso hablé en la conferencia inaugural este año en el Festival, de la importancia de la poesía y, sobre todo, del rescate de la poesía de la tradición oral. Ser escritora para un público tan peculiar debe tener sus ventajas y sus desventajas. ¿Podría decirnos algunas de ellas? La más importante es que el público infantil, los niños, son un público muy exigente. No es un público hipócrita. Ellos, si disfrutaron de la lectura, te lo dicen. Pero si no la disfrutaron, también te lo dicen. Son absolutamente sinceros, no tienen las cosas que uno va adquiriendo, lamentablemente, cuando se vuelve adulto, que a lo mejor no le gustó un libro pero le da no sé qué decírselo en la cara al autor, o no entendió nada de la historia y le da vergüenza reconocerlo. Ellos vienen y sinceramente te declaran su amor incondicional y te dicen: «Sos mi escritora favorita Liliana, te amamos». O te dicen: «La verdad es que yo esta historia ni fu, ni fa, a mí no me gustó para nada». Así que esa creo que es, desde ya, la primera gran ventaja, pero también la gran desventaja. Otra gran ventaja es que me permite seguir siendo niña porque sigo jugando. Cuando era niña jugaba con mis muñecos, ahora juego con mis personajes y les hago hacer cosas insólitas y disparatadas. Sigo en el mundo del juego y eso también me hace sentir, me hace muy feliz. ¿Se suele inspirar en experiencias y recuerdos personales a la hora de escribir un nuevo cuento, o más bien toma como referencia la actualidad? A veces escribo basándome en algo que me pasó a mí. Por ejemplo, tengo una novela, Cuidado con el perro, que es una historia basada en lo que me pasaba a mí cuando era chica porque yo quería, y quería, y quería, y quería, y quería, y quería, y quería, y quería, y quería, y quería tener perro y no me dejaban. Yo insistía mucho pidiendo un perro porque yo era insistidora de chica y entonces me decían: «¿Qué te gustaría de regalo para tu cumpleaños?». Un perro, pedía yo. «¿Qué querés para el día del niño?», un perro. «¿Qué le pediste a Papá Noel en la cartita?», un perro. «¿Qué querés que los Reyes Magos te dejen en los zapatos?», un perro. Pero no me dejaban tener perro y me decían que no con un montón de excusas diferentes. Por ejemplo, mi hermana, que era

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insoportable y fastidiosa como casi todos los hermanos, decía que ella «no quería tener perro porque a ella los perros le daban alergia y la hacían estornudar y que sí a esa casa entraba un perro ella se iba». Yo les voy a decir la verdad: quería cambiar a mi hermana por un perro, pero mi mamá y mi papá no aceptaban. Mi papá me decía que no podíamos tener perro porque la casa era chica, el patio era chico, la terraza era chica, el jardín era chico… No eran variados los argumentos mi papá. En cambio, mi mamá, que era más creativa, me decía que no podíamos tener perro porque un perro nos daba trabajo, hay que sacarlo a pasear y qué sé yo. Tomando todos esos pedacitos de mi infancia, escribí esa primera novela protagonizada por un chico, Federico, que se parece mucho a mí, que tiene un hermano, un papá y una mamá parecidos a los míos, no iguales, parecidos, y que un día en la calle se encuentra un perro, un perro muy especial porque mide tres de largo por dos de alto. Un perro que cabe en un bolsillo, y por eso se lo lleva escondido a la casa ver si tiene suerte y se lo dejan tener. El punto de partida de la historia fue mi recuerdo de la infancia, pero después empecé a jugar. Lo que yo siempre le digo a los lectores cuando me preguntan es que a los escritores no nos gusta contar nuestra vida, en realidad nos gusta inventar historias, pero para inventar las historias necesitamos ingredientes como para preparar un pastel, por ejemplo. Y esos ingredientes, a veces, vienen de la vida real. A veces no vienen de la vida real, vienen de las lecturas; tengo otro libro, Un Monstruario, que es un diccionario de monstruos. Por suerte no conocí a ninguno de esos monstruos personalmente. Bueno, a mi maestra de cuarto grado, que era medio bruja, pero fuera de eso no. A los demás los conocí a través de las lecturas. Ese libro lo escribí gracias a todos los libros que leí y, por eso, el Monstruario, después de describir humorísticamente cada uno de esos personajes, recomienda libros en los que esos personajes aparecen. Ese es un libro que escribí únicamente por mis lecturas. A veces tengo suerte y aparece la inspiración, pero a veces esa bruja no viene por casa ni de causalidad. Eso de que si uno está inspirado, nada. Uno se tiene que sentar y con rigor escribir todos los días una cantidad de horas por días. No siempre lo que escribo es lo que va a quedar. Muchas veces va a la basura o a la papelera virtual, pero en principio si no se me ocurre nada leo y empiezo a mirar el mundo a mi alrededor y, de pronto, entre todo eso, aparece como la punta de un ovillo que es la idea para empezar a escribir una historia. Así que, de diversas maneras, llegan las ideas a mi mente. A veces hasta durmiendo, y ahí estoy dormida y dice: «¡Ay, que no me vaya a despertar y olvidarme que esta idea es buenísima!». Y ahí sufro bastante. ¿Con qué género se siente más cómoda a la hora de redactar? Lo que más me gusta escribir es poesía porque tengo un profundo amor por ella, y porque sé que la poesía a los chicos les gusta mucho y creo que es un género indispensable e insustituible. Me gusta mucho escribir novelas porque soy una gran lectora de novelas. A mí me gusta que el libro me dure, que no se me gaste rápido, que no se me termine la historia. Si me interesa, me gusta incluso que tenga muchas páginas. El cuento (también escribo cuentos, escribo los tres géneros) lo considero el género más difícil para mí, para escribir, porque en el cuento nada tiene que estar de más. No tiene que haber un personaje de más, ni una palabra de más, ni un adjetivo de más. El cuento se caracteriza por la economía de recursos. Es muy difícil cuando, de pronto, en la novela no importa si uno pone un personaje más o menos secundario, tiene como más espacio. En cambio, en el cuento no; el cuento tiene que tener la medida justa, como decía el gran escritor de cuentos argentino Horacio Quiroga, que hizo un decálogo buen cuentista y que dice que el cuento tiene que tener la medida de su lectura. 26


El cuento tiene uno que empezarlo y debe durar hasta que lo termines. Si vos tenés que dejar el cuento por la mitad, es que quedó demasiado largo, si no lo pudiste leer de una sola vez, no sé si me explico. Eso es lo que él dice. ¿Qué opina de la influencia del mundo digital sobre el medio impreso a la hora de publicar? El mundo digital está ahí: está el libro digital, está el teléfono, está la tablet y está toda la tecnología, y uno tiene que saber adaptarse y acomodarse frente a estos cambios tecnológicos porque existen y porque son muy útiles también. Muchas veces incluyo esos elementos en mis propias historias de manera divertida. Tengo una novela que se llama La rebelión de los zombies, en la que a un archiduque malísimo nadie le acepta la solicitud en Facebook porque es tan malo que tiene que chatear con perfiles falsos. Está una noche en su castillo, chateando justamente con un perfil falso, se le corta la luz y se queda sin internet. Entonces, como está furioso porque no tiene como averiguar qué hacen los demás, porque no tiene un solo amigo (el último cumpleaños lo tuvo que festejar solo), decide bajar al laboratorio donde su padre y su abuelo hacían experimentos. Encuentra una vieja receta para despertar a los muertos y se va al cementerio de al lado, tratando de despertarlos para que se conviertan en zombies y destruyan a la humanidad, o por lo menos, a los que están cerca de ahí. Despiertan los zombies y, cuando atacan, a los seres humanos, estos se aterran pero se paran para sacarse selfies. Incorporo la tecnología a estas historias y eso, a los chicos, les causa muchísima gracia. Por otro lado, si todo esto atenta contra el libro, podrías preguntarme, que es otra posibilidad dentro de la pregunta que me hiciste. Yo creo que el libro se sabe acomodar solito y encuentra su espacio si alguien lo ayuda. Si en una casa hay computadoras, ordenador, tablets y teléfonos, En las casas debe haber libros, en las escuelas debe de haber libros y el libro solo va a aprender, va a acomodarse y encontrar su espacio para convivir. Los niños son grandes lectores aun antes de saber leer. No existe en el mundo un solo niño que se resista a que le cuenten un cuento, a que le canten una canción, a que le reciten un poema, a que le lean una historia y a que le dejen el libro ahí para que, después de habérsela narrado, él pueda ir solito a reencontrarse con la historia que está en el libro, que es el lugar donde habitualmente viven las historias. Así que, si ese niño crece con ordenador y no tiene libros, no es culpa del niño, es culpa del adulto que no le acercó libros. En la literatura infantil siempre debe haber un adulto mediador, un adulto que acerque el libro al niño; la familia en primer lugar; los maestros, los profesores de la escuela en todos los niveles, en segundo lugar. La sociedad, que haya una biblioteca cerca, con acceso, con la posibilidad de retirar libros. En Argentina hay librerías bellísimas donde uno puede ir y tomarse un café y algo rico y leerse un libro para ver si se lo compra o no se lo compra, y lo deja y elige otro. A veces uno tiene que tener ese momentito para poder ver si se compra ese libro o no se lo compra, y hasta algunos se los pueden leer enteros tomándose un café. Es decir, ahí es hasta la sociedad la que te da espacios, y en este caso, el Festival de Los Silos, donde hay tantas posibilidades de estar en contacto con los libros, también con la tecnología. Todos tenemos teléfonos móviles; yo hablocon mis hijos en Argentina por Skype o con mi otra hija que vive en Australia, pero está el libro. Por eso digo que pueden convivir. Cuando comenzó la televisión y empezó a haber televisiones en todas las casas, todos se preocuparon y dijeron: «Va a desaparecer el libro porque con la televisión…». Y el libro no

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desapareció, se reacomodó, encontró solito su espacio. Lo mismo puede hacer ahora, siempre y cuando lo lleven a los hogares adecuados, a las escuelas, a las bibliotecas, etc. (Le preguntamos si dispone de tiempo para responder a más preguntas. Liliana nos responde con un sí rotundo, pues hoy ha venido únicamente a disfrutar del Festival y de las actividades que se están realizando, por lo que tiene toda la tarde libre para atendernos.) Las redes sociales facilitan la comunicación entre el autor y el lector. En su caso es algo complejo porque sus lectores son niños, pero ¿has recibido alguna vez alguna crítica o alguna felicitación de algún padre por este medio? Sí, facilita mucho la comunicación y yo contesto absolutamente a todo. Llegué solamente hasta Facebook, me quedé ahí. Con el Twitter no, porque es agotador el tema de las redes sociales; entre la página, entre los emails, entre el trabajo y el Facebook, hasta ahí llegué, demanda un tiempo extraordinario. No creas que porque son niños no se comunican; se comunican a través de la página de sus padres o a través del maestro. Me han pasado cosas de decirme: «¡Te adoro Liliana, me encantan tus libros!». Que yo les recomiende algún libro. Me ha pasado de padres o de niños que escriben para ver si puedo ayudarles a hacer la tarea que le mando la maestra sobre el libro que yo escribí, y ahí les tengo que explicar que yo no les puedo hacer la tarea sobre mi propio libro. Me ha pasado una vez de una mamá que me escribía pidiéndome, como tenía mucho trabajo, porque tenía el bebé chiquito, que si no le podía hacer el resumen de la novela mía. Le dije que yo no iba a poder tampoco porque, aunque no tenía un bebé, tenía mucho trabajo en casa y, además, que yo había escrito el libro pero, si tenía que hacer el resumen me tenía que sentar a trabajar igual que ella, y que lo mejor que me parecía era que dejara a su hijo que lo hiciera, que contara lo que recordaba de la historia, que la maestra se iba a dar cuenta de que el trabajo lo hizo solito. Las redes sociales también son invasivas. Yo solo las uso para trabajar. Mis cosas personales no aparecen en mi página porque hasta ahí llegué. Mi vida es mi vida, pero estoy mostrando que estoy en Los Silos, en las actividades que estoy realizando, aviso que salió un nuevo libro, que me voy a presentar en tal lugar por si me quieren ir a ver. La uso y me parece que en ese sentido es sumamente útil como medio de comunicación. Pero a veces sí es un poco invasiva. Y, por supuesto, no mucho por suerte, pero alguna vez alguna crítica viene a través de las redes, o sea, no hay filtro ahí. Una vez me pasó algo muy gracioso. Yo soy muy coqueta y nunca digo mi fecha de nacimiento ni mi edad, nunca, jamás, hasta a mi marido lo tengo bastante confundido. Entonces, claro, les dan de tarea a los niños que busquen mis datos, que dónde nací, que cuándo nací. Una vez me escribió una señora diciéndome que no encontraba mi fecha de nacimiento y que había estado buscando ciertas páginas y que había descubierto en una página que decía que yo había nacido en 1930, pero que había fallecido hacía dos años, pero que como ella veía que yo escribía en la página, le parecía raro. Le contesté que muerta no estaba, que estaba vivita y coleando, tan vivita y coleando que estaba a punto de preparar la cena para mi familia y que, aunque no le iba a decir en qué año nací porque soy muy coqueta, era mucho más joven que mi mamá. Me pasan esas cosas, a veces me río y son muy divertidas también esas cosas que pasan. ¿Qué significa para usted la literatura? Para mí, la literatura es una elección, es una pasión. Yo no me imagino una vida sin libros. En mi caso particular, los libros han estado cerca de mí siempre; desde mi 28


infancia he vivido rodeada de libros. He tenido una infancia con libros y todo lo que soy se lo debo a los libros. Todo lo que tengo, todo lo que he hecho, los lugares a los que he viajado, ya sea porque me invitan como escritora, como narradora, o por lo que gano puedo pagarme un viaje, todo se lo debo a los libros. Las alegrías, los amigos que he conocido, como Ernesto (porque ahora Ernesto y yo somos amigos desde hace tantos años, nos hemos encontrado en tantos países diferentes, hemos compartido tantas cosas que nos hemos hecho amigos, casi hermanos de la vida y así), todo eso se lo debo a los libros. Si yo no hubiera tenido esa vida llena de libros, no hubiera vivido lo que tengo. Por eso escribo para chicos, porque yo quiero que todos tengan la posibilidad de tener una vida tan maravillosa como la que tengo yo, que soy una agradecida. Me parece que la vida y la infancia son mucho mejores cuando tienes libros. Me parece que los libros nos hacen más libres porque nos abren puertas, nos abren universos, nos permiten vivir vidas que no son las nuestras porque son las vidas de los personajes. Creo que la literatura es absolutamente necesaria como toda otra forma de arte para el ser humano, porque el arte nos dignifica, nos acompaña y nos salva. Nos salva de lo peor que tenemos los seres humanos. Yo confío plenamente en el arte como aquello que puede hacer que la humanidad no sea tan cruel, que no muestre su peor faceta. Por eso apuesto a la literatura, apuesto al arte y apuesto por los chicos porque confío en ellos y sé que nunca me van a defraudar. ¿Existe alguna obra o autor que te haya marcado? Hay muchos. Cuando uno es escritor, antes es lector. Si uno es lector, es un lector apasionado. Yo tengo muchos amores en la literatura, nombrar a algunos va a significar dejar de lado a otros, y eso sería casi como un sacrilegio. En esa biblioteca maravillosa había libros que mi maestra decía que no eran para chicos, pero yo los leía igual. Estaba Federico García Lorca, Antonio Machado, Pablo Neruda, y esa poesía de la tradición española fue una impronta importante en mi poesía actual. Se nota que hay una influencia clara de todo eso. También, de la prosa de los grandes autores americanos. Una vez me hicieron una pregunta, esa famosa de si te vas a una isla desierta qué libro te llevarías, y yo dije: «Bueno pues me llevaría Cien años de soledad». Porque, si estoy sola en la isla desierta, qué mejor libro que ese. Por otro lado, es un libro precioso que cada tanto releo y releo. Gabriel García Márquez es uno de mis grandes amores, así como Neruda en la poesía, pero son muchos los autores, por suerte. Siempre estoy tratando de descubrir nuevos autores, alguno más que no conozca para leerme su obra. ¿Qué proyectos de futuro tiene? ¿Podría adelantarnos algo? Pues seguir escribiendo hasta el último día de mi vida porque a mí escribir me hace feliz. Yo cuando no escribo estoy triste, estoy malhumorada. No me soportan ni yo me soporto. Yo escribo porque me hace sentir bien y me hace sumamente feliz, así que seguiré escribiendo. Tengo muchísimos proyectos porque en este momento, por suerte, como mis libros gustan mucho y se vende muy bien (algo que a las editoriales les interesa), me encargan más libros. Tengo varias novelas prometidas y algunos libros de poesía también proyectados. Yo soy muy organizada con mi trabajo, tengo mucho rigor, entonces voy a trabajar con este libro, luego trabajo con este… Tengo como una agenda de trabajo y la voy cumpliendo. No te puedo contar de qué va mi nuevo libro porque yo tengo una cábala. Solo puedo hablar del que ya terminé y ya entregué, de ese si puedo hablar. (La entrevista finalizó con las lágrimas de uno de nosotros al recordar a su madre, que 29


tambiĂŠn es escritora. Posteriormente nos hicimos una foto para inmortalizar el momento. Este trabajo serĂĄ recordado por cada uno de nosotros como uno de los mĂĄs emotivos y periodĂ­sticos que habremos hecho durante nuestra andadura en este grado).

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MARÍA TERESA ANDRUETTO

JORGE MARTÍN REYES JORGE MIRANDA RODRÍGUEZ

Es la primera vez que María Teresa Andruetto acude al Festival de Los Silos. El ambiente del Festival le gustó mucho, definiéndolo como muy simpático. El pueblo en sí para ella es muy bonito, situado entre la montaña y el mar, pero lo que mayormente le impacta es la implicación de toda una comunidad en un Festival de cuentos. Anoche, relata la escritora, disfrutó de un espectáculo armado con un cantante de ópera y pianista y otro con actores del pueblo en la plaza y abierto al público, algo que destaca, ya que el Festival permite todo ese gran abanico de actos formales e informales. Escuchó también los relatos del taller de lectura de los presos, y la impresionante y vital tarea de inserción en escuelas para construir nuevos lectores y cuentacuentos. A pesar de ser una escritora con reconocimiento alto en la literatura juvenil, se describe como una autora atípica en la literatura para niños y jóvenes, en el sentido de que no se ha preocupado de buscar una temática tan específica ni tampoco aniñada, dándole mayor importancia al tratamiento del lenguaje y en los temas, ya que para ella tanto los jóvenes como los niños son capaces de comprender cualquier tema si el escritor encuentra para decirlo, un lenguaje apropiado y amable con el lector niño y joven. Cuando sus hijas eran niñas, allá por los años 80, se dio una coincidencia curiosa para la autora. Empezó a trabajar en Córdoba, en un centro especializado armado por mujeres sobre estudio e investigación sobre la literatura para niños y jóvenes. Una disciplina que se estaba gestando en Argentina bien terminada la dictadura. Al acabar la dictadura, que duró muchos años, se dieron cuenta de que había una carencia literaria en instituciones educativas y escuelas, surgiendo numerosos centros como el que creó ella misma. Todos esos momentos coincidieron con el nacimiento de sus hijas, el cual, relata la autora, coincidió con su descubrimiento de la literatura para niños y su maternidad, resultando sus hijas víctimas de las lecturas de sus obras, afirma la escritora entre risas. Las secuelas de la dictadura aparecen constantemente en sus obras, no de manera deliberada, sino porque esos años de la dictadura marcaron su vida por los múltiples momentos duros que experimentó. Para escribir y concentrarse, Andruetto necesita una conjunción del deseo de escribir, el tiempo para hacerlo y una escena o imagen de lo externo que le interpele y le invite a necesitar preguntarse sobre algo. Esta combinación no siempre se da, ya que la describe como azarosa. La autora no planifica, sino que escribe cuando algo le llama para escribir. Sus referentes literarios están centrados en la literatura argentina, tanto política como privada. La escritura feminista que aparece constantemente de manera importante y recurrente en sus obras también le ha marcado la narrativa y la poesía del siglo XX que ha leído mucho, destacando a Pavese o Paolo Pasolini, dos autores que le han marcado mucho a ella y los ha tomado como referencia, al igual que a la narrativa argentina, la literatura norteamericana del sur, destacando como referente a Truman Capote, la poesía española de los republicanos y antifranquista, especialmente la de Gerardo Diego, 31


Antonio Machado, Lorca, y ciertas escrituras particulares como obras del alemán Heinrich Boll o las del mexicano Juan Rulfo. La novelista y poeta argentina cuenta que no se esperó su victoria y fue una grata sorpresa recibir el premio Ibsen (el pequeño nobel de la literatura), destacando el gran orgullo que le produce ser ella la primera ganadora del premio en lengua hispana durante la historia de este. Para ella, ganar el título era lo de menos, ya que el mero hecho de representar a su país en un premio de tal prestigio era un honor. A María Teresa Andruetto. ganar este premio no le ha resultado una presión añadida para publicar sus obras. Ha seguido escribiendo a su manera; es más, no ha vuelto a escribir literatura juvenil hasta hace poco, dedicándose en cambio a otros tipos de literatura como novelas de adultos, libros de ensayos y cuentos; mudándose de zonas, dice la autora siempre con libertad. Para la literata, los libros tienen algo que te vinculan a ellos cuando se están escribiendo. Sin embargo, hay algunos especiales por su vida propia, por una mayor repercusión o difusión en los lectores. Pero aclara sus preferencias primeramente desde el punto de vista de la escritura personal y más íntima en un libro de poemas llamado Kodak y una novela para adultos llamada Lengua madre. Y, desde el punto de vista del reconocimiento externo, Stefano, una novela juvenil escrita en varias lenguas, siendo una de sus obras más conocidas.

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ÁNGELA ARBOLEDA (ECUADOR) ADRIÁN F. CENTANARO AGUADO JON FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ DE AGUIRRE SILVIA BEATRIZ PÉREZ GONZÁLEZ Hemos podido comprobar que usted se ha dedicado a las artes en diferentes ámbitos como la danza, el teatro, música o literatura. ¿Qué significa para usted el arte? Esta mañana estaba comentando precisamente un detalle que creo que explicaría lo que significa. Yo voy por la vida con una actitud bastante tranquila, digamos que soy una persona más bien un poco callada, muy tranquila o mesurada, excepto si se da alguna cosa que me moleste mucho o alguna injusticia, lo que hace que me ponga en plan defensora; pero si no, voy tranquila. Por su parte, en el escenario digo cada barbaridad que después digo: «pero, ¿qué dije…?». Hay incluso un personaje con el que cuento historias, en uno de mis espectáculos, que es una vieja prostituta, entonces está más allá del bien y del mal, porque además de aquel oficio, está vieja, entonces ella tiene derecho a cuestionarlo todo y decirlo todo, y parece que a través de ese espacio es donde yo tengo mi fisura para cierta libertad que por alguna razón en el ámbito cotidiano no tengo. Entonces creo que eso es el escenario y el arte: una brecha para la libertad, un paso para persistir todo ese mundo que es tan difícil de entender. En los cuentos gana el más débil, en los cuentos pasan cosas maravillosas, entonces creo que el arte vendría siendo ese espacio para la libertad. ¿Por cuál se decantaría de estos ámbitos que hemos nombrado? ¿Cuál le apasiona más? Creo que ese también es un problema, precisamente de ese universo, que no entiendo, y es la separación de las artes; si hay una cosa que a mí me duele mucho, por ejemplo en mi ciudad, que yo soy de Guayaquil, Ecuador, y que veo en muchos espacios, es que hay una división. Los artistas plásticos no van a ver a los cuenteros, los cuenteros no van a ver cine, los cineastas no van al circo, los circenses solo se van a ellos, no van a tertulias literarias, y entonces es como una división y, más aún en estos tiempos, que hay especialistas, el especialista es una especie de ser superior, que lo entiende todo de un tema y nadie puede mencionar ese tema, porque él es el especialista. Entonces, ese universo no lo entiendo, porque el cuentero antiguo, tenía que bailar, tocar todos los instrumentos, saber todos los mitos de su comunidad, y lo hacía todo, y ahora hay esta división que a mí me parece que es muy occidental, y que es una locura porque… ¿cómo no me vas a decir que hay música en la poesía? Hay movimiento, hay plástica. Un cuentero es ahí arriba un músico, un bailarín que se mueve, si el bailarín cuenta cosas, los músicos son seres de otros mundos, que tienen otro lenguaje, los que construyen instrumentos, son artistas plásticos. Todo se cruza, se monta, creo que estas divisiones no le hacen ningún bien a ningún ejecutante de la escena porque lo limita, para mí es todo junto, yo no puedo estar, yo cuento cuentos hace ya algún tiempo siendo el género escénico en el que más me muevo, sin embargo yo ya no dejo de entrenar danza y yo ya no me subo a un escenario a bailar, de tanto a tanto participo en algún montaje teatral y no dejo de entrenar la voz, no dejo de practicar danza, siempre estoy siempre leyendo, ¿cómo me voy a perder la maravilla del cine? Estoy casada con un

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compositor y estoy cerca la música, que me parece que no hay manera de separarlo, no te puedo decir uno que disfrute más que otro, pero en todo caso tal vez como espectadora. Sin embargo no dejo de emocionarme, hace poco estuve en una exposición en Bilbao, espectacular, y había una exposición de una mujer que no conocía y salí llorando, la señora de San Fell es una artista plástica, una artista visual, tenía un trabajo que yo salí emocionadísima como hace mucho no me emociona una película o una obra de teatro. Salí de allí totalmente conmocionada, pero claro me habían dicho que de artistas visuales no sé nada, pero yo salí llorando. Me gusta todo, lo que está bien hecho, está bien hecho, mira si son garbanzos, si son alubias, si es cerdo, si está bien hecho está rico y te lo comes, y lo importante es que esté bien hecho. ¿Cuál de todas sus obras es de la que está más orgullosa? El espectáculo que más me ha hecho viajar, con el que yo empecé a experimentar el mundo de los cuentos es uno que se llama «Los cuentos del cabaré de la concha dentada» y es este personaje de la prostituta vieja, y ese espectáculo me fue abriendo las puertas de muchos festivales, y gracias a ese personaje y a ese espectáculo, yo he podido viajar ir a festivales, abriendo camino. En ese espectáculo, además de rendir un homenaje a la cultura montubia, porque además no solo que es prostituta, está vieja, es una mujer de campo, rindo un homenaje personal a la gente del campo. La familia de mi madre es campesina y entonces para mí eso tiene una carga especial, y en los cuentos aparecen dos poemas que mi papá solía recitar, también es un homenaje a mi padre, me gustaba mucho ese espectáculo y ese personaje que puedo decir lo que me entre en gana. Pero luego, hay otro espectáculo que es un absoluto homenaje a la memoria de mi padre, y que me ha costado mucho tiempo montar porque incluye zapateo flamenco. Entonces, he tenido que pasar años tomando clases, no soy bailadora, no sé bailar flamenco pero cuatro cosas tomo del ritmo flamenco con los pies, y un poco el trabajo de aquí para poder permitir pequeñas pastillitas. O hay textos que en lugar de decirlos, los zapateo y el público entiende qué es lo que acaba de decir la chica porque se entiende, es un lenguaje basado en el ritmo. Entonces, me comunico a través del zapateo. Siempre esta cuestión de la lucha de las mujeres en un mundo patriarcal donde tenemos que luchar tanto por imponernos de alguna manera, aún en el siglo XXI nos cuesta mucho. A veces, teníamos que esconder esos códigos que se llaman femeninos, porque si no te acusaban de que ibas de niña guapa para conseguir las cosas, tenías que ir muy seria, muy del mundo profesional: demostrar que tú sabías. Luego están las agresiones en las calles que se dan en las grandes ciudades, no sé si en los pueblos pequeños también, en las que te dicen cosas feas porque el conocido piropo bonito ya se ha perdido. Yo recuerdo que desde pequeña empecé a adquirir esa costumbre de estar así como escondida, como estar ocultando un poco el ser una mujer, y bueno luego con la danza el trabajo de estar recta siempre con el entrenamiento para el escenario. Pero cuando empecé con el flamenco fue como una liberación de todo esto, estas señoras con estas caderas hermosas, que son así como un mundo, que parece que sostienen el mundo, me decían: «pero mueven las caderas, ¡saca el pecho arriba!»; entonces, de vez en cuando me acuerdo de la maestra y voy por la vida así como de guapa, porque no hay nada mejor que sentirse guapa. Entonces todo ese universo me ha ido dando este repertorio que me ha tomado muchos años hacerlo y se llama 'Rojos y de tacón colorado', y va sobre los zapatos rojos y a través de los cuales cuento una relación de afecto con mi padre y cómo me transmitió el amor por la música flamenca, por la poesía, por el tango, el tango argentino.

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Usted pasó de ser una niña tímida a ser una gran narradora oral. ¿Tiene algún consejo para el miedo escénico? Bueno, miedo escénico yo nunca tuve, porque yo siempre observaba a mi padre. Mi padre fue actor, y recitador, y bailarín pero sin formación académica, porque imagínense en el Guayaquil del siglo pasado, mi padre si estuviera vivo tendría 105 años, me tuvo muy mayor, y él todo lo fue aprendiendo así en el camino, fue aprendiendo por aquí por allá, con compañías de teatro y todo. Entonces él actuaba, recitaba y bailaba pero estos bailes de salón y cosas así, entonces yo toda la vida lo vi ejerciendo esto. Ya cuando él me tuvo ya estaba retirado pero, de tanto en tanto, alguna compañía lo llamaba y hacía algo, yo lo acompañaba alguna sección de poesía que tenía que recitar o alguna vez lo acompañé a alguna gira que hizo por pueblos. Entonces yo era muy tímida, y siempre me decía: «¿por qué no subes a la escena?; tenemos que hacer una escena donde hay muchos extras y tú puedes salir en el montón». Yo me negaba. Lo que sí es cierto es que cuando yo estaba en la escuela yo era una niña buena, porque tenía que serlo, ya que mi padre era un señor mayor y no tenía que darle preocupaciones. Entonces yo era una niña muy educadita, muy buena, y en eso ser educada y buena, pues estaba el que yo era la que recitaba en público; como mi papá recitaba pues lo más lógico era que yo fuera la niña que recitara en la escuela, entonces todo el tiempo tuve un micrófono delante, yo era la que recitaba hasta que me gradúe, yo di el discurso en nombre de todas las compañeras de la generación que se graduó en el cole, pero siempre en plan como la estudiante buena, que es la que habla bonito, que es muy educada que maneja bien el lenguaje. Luego el salto al escenario, ya fue en un momento en el que estaba en la universidad, tuve como una crisis personal, y alguien me dijo: «¡Oye! Mira, ayúdanos porque estamos en un ensayo y alguien ha faltado, ¿puedes, por favor, leer su parte hasta que esta persona venga?», y así terminé en un grupo, pero su trabajo no me gustó, era un trabajo comercial muy burdo. Así pues un día fui al teatro y vi una obra que me conmovió mucho y fui buscando como empezar a trabajar como ese grupo que vi, y empecé ahí a formarme en el teatro. Así hasta que encontré un grupo que me gustaba cómo trabajaban. Ellos hacían danza-teatro, entonces empecé a formarme por eso, con la danza y el teatro. Yo trabajo con chicos enseñándoles a contar cuentos, somos un equipo de varios maestros, porque un maestro trabaja con ellos tema de redacción, de redacción creativa, acercamiento a la poesía. Con mi marido trabajan música, pero no es que aprendan a tocar algún instrumento, sino que aprendan a escuchar, sensibilidad para la escucha musical. Con otro trabajan danza, el cuerpo, más que aprender a ser bailarines, trabajar el cuerpo. Conmigo trabajan cómo estructurar una historia para llevarla al escenario, y este es un grupo conocido como «Cerrito de cuentos» y ellos me han enseñado a mí como trabajar con chicos. Los conocí con la beca que abrí, cuando tenían ocho años, y ahora ya tengo a uno que tiene dieciséis, que ya va para la universidad y no me puedo creer que está más alto que yo; o quizás soy yo que me encojo con el tiempo. Y bueno tengo este grupo de chicos que algunos, como te digo, tienen con nosotros ocho años y otros menos, pero son doce chicos que están aprendiendo a contar historias con nosotros. ¿Fue muy difícil adaptarse a trabajar con niños? La primera vez que lo hice estaba aterrada, porque además fue en un festival y yo advertí que yo no tenía repertorio infantil, pero los organizadores parece que no prestaron atención a mi advertencia; y un día me van a recoger y me dicen: «¡vamos a una función infantil!», y yo: «¿pero va a alguien más?, porque yo lo que puedo hacer es presentar al cuentero y ya, que yo ya le escribí a ustedes que no tengo repertorio 35


infantil». Y me respondieron: «no, no, vas tú sola, que tienes una sesión de 40 minutos», y yo: «pero que no tengo cuentos para niños, yo solo tengo para adultos, medio verdes, medio rojos». ¿Cómo definiría este tipo de festivales? Esto son unos festivales que tienen un compromiso, y que realmente han construido algo, que no son simplemente una programación, porque hay muchos festivales donde lo que hacen es programar; los artistas ni se encuentran a veces, porque tienen una actuación aquí, otro allá, nunca se ven, y aquí tienes la oportunidad de compartir. El público luego te saluda, te reconoce, están comprometidos con los comercios, y todo el mundo sabe que estamos en el Festival y este tipo de espacio construye esta convivencia que es vital, en la que el artista no está acá, y el público está alejado e ignorando, lo que hay es esto: la horizontalidad que es vital, en el que el artista no está por encima de nadie. Y sí, cuando estás en el escenario es un hecho extraordinario, porque se sale del ordinario extra cotidiano, está sobredimensionado, uno está arriba y hay dinero que se trabaja, efectivamente, pero también el plan es estar ahí conectando con una mirada y siento que este Festival cumple el compromiso que hay con el espectador, con la comunidad, que si no construyes relación con la comunidad: ¿para qué habrían impuestos? ¿Para qué usamos los impuestos? Si no es para que la comunidad esté acogida no lo sé, y por eso me parece que este Festival es hermoso.

También ha participado en diversos espectáculos de narración oral en gran parte de América o incluso de Europa, como España y Francia. ¿Con cuál se quedaría? ¿Por qué? Por problemas técnicos carecemos de las palabras exactas de la cuentista en torno a esta pregunta, sin embargo se mostró incapaz de elegir un espectáculo, suscitando que no hay mucha diferencia y que en todos se siente esa magia característica de estos eventos. De poder elegir, elegiría el peor de ellos, que le es más fácil ya que hubo uno que no le agradó con respecto a los demás. ¿Está pensando en otro proyecto que tenga para el futuro, o tiene por lo menos la idea? Bueno, ahora estoy haciendo un máster acá en Barcelona y eso me va a tener bastante ocupada lo que queda del año y del próximo. Sin embargo hay un espectáculo que quiere seguir la línea del flamenco que me tiene enamorada, y que descubrí gracias a una maestra que me dijo: «pero bueno, tú no eres bailadora ni nada, pero te puede gustar esta clase», y me invitó a una clase del palo que se llama guajira. Y, cuando entré, todas las compañeras tenían un abanico y yo no, y me prestaron un abanico y me dijeron: «bueno vamos a empezar a adelantar». Y empezamos a trabajar con el abanico, cómo se pasa de una mano a otra, cómo se pasa por detrás, cómo se abre… y de pronto yo tenía ahí una extensión de la mano que me encantó. Estéticamente muy hermoso, y me explicaron que el palo de la guajira y algunos palos se bailan con el abanico, y estaba encantada con esa clase; y de pronto la maestra se voltea y me mira: «Y tú deberías contar cuentos con los abanicos, los abanicos podrían ser algún personaje o algo. ¿Por qué no cuentas cuentos de pájaros y de cosas con los abanicos?», entonces empecé, y ya debo de tener más de una docena de abanicos. Por ejemplo está ese típico que venden en

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todas las tiendas de turistas que es negro y tienen puntitos rojos: ya ese es o la falda de una chica enamorada, o es una mariquita, el bichito este que tiene puntos rojos; o puede ser la cola de un pavo real. Hay otros abanicos que los pintan, ahora con los abanicos hacen locura y media. Los pintan, les hacen cosas; yo tengo un abanico que lo abres así y parece un jardín, tengo otro abanico que es de un naranja, tiene varios tonos de naranja, y que lo abro así y parece que salió el sol. Y voy a ver si me dedico el 2017 a armar mi espectáculo de abanicos. ¿Y crearía usted los mismos abanicos? Algunos los he comprado, y en función de las historias que vaya escribiendo y las necesidades que me planteen los textos, seguramente voy a tener que comprarlos en blancos y pintarlos o hacerlos pintar; yo por lo pronto voy viendo abanicos y digo: «mira esto parece la luna, esto parece un jardín, esto podría ser como una falda…», y los voy comprando. Por eso te digo que tengo más una docena ya, pero no tengo las historias, tengo que sentarme, o a buscarlas, o a escribirlas, o a pedirle a alguien que me las escriba, y en función de lo que los textos vayan dando yo iría o tomando los abanicos que tengo o pintándolos. Pero sí, creo que por ahí me voy a ir, por el mundo de los abanicos. ¿Siente admiración por algún artista o artistas? ¡Uy!, un montón, un montón, yo me fascino con la gente que es muy honesta en el escenario, me fascino mucho. Yo siento mucha admiración por la gente del campo de mi país, que cuenta de una manera, que nunca han estado en un taller ni de voz ni de esos adefesios que decimos nosotros; no, mentira, no son adefesios pero es que al lado de ellos uno dice: «es que han crecido en medio de la palabra viva», ¿no?, una oralidad, y es fantástico, cuando empiezan a contar logran una magia que a uno luego le cuesta muchísimo trasladar al escenario. Para ellos es normal, cotidiano, estar ahí en su hamaca, y empiezan: «hace mucho, mucho tiempo y no sé qué, yo vi al duende; o cuando yo era chiquita yo iba por el camino…» y empiezan a contar, y tú sabes que es mentira pero es verdad, en esos momentos es verdad. Yo admiro mucho a esta gente, a los viejos, esos son la fuente, la raíz: el futuro. Ahora si hablamos del escenario… hay mucha gente que me gusta mucho, yo haría una lista de varias páginas. Sin embargo, por ejemplo admiro mucho el trabajo de Paula Carballeira, que es una gallega, que es maravillosa escritora y cuentera, tiene una fuerza y una energía que a mí me encanta. Victoria Gullón, que está aquí en este Festival y me parece una preciosa cuentera. ¡Y hay tantos! Yo admiro mucho el trabajo de Aldo de Méndez, o el trabajo de Quico Cadaval, que también es gallego. ¡Hay tanta gente…! Carolina Rueda… todos cuenteros, escritores. Álvaro Ponzeiro… tantos autores, tantas maravillas: yo no podría escogerlos. Es como que te dijeran que toda la vida comas de un solo tipo de plato de comida, que no debes probar de todo. Bueno pero si hay un artista que yo admiro muchísimo, que me tiene cautivada, es mi esposo. Él es compositor y yo lo admiro muchísimo, yo admiro su disciplina, su atrevimiento, su nivel de curiosidad por el mundo, cómo relaciona las partes, cómo relaciona las cosas, sobretodo admiro mucho su capacidad y su disciplina para estudiar. Yo es un cosa que no soy tan capaz, él es metódico, pero a la vez capaz de romper estructuras. Yo admiro esa paciencia que tiene, esa entrega que creo que tienen los viejos o eficientes que estaban horas colgando, tejiendo, tallando… esa acto de estar horas tallando algo, para mí él trabaja así con la música. Y pasa horas trabajando o investigando un tema. Es un compromiso que me tiene enamorada. Y da mucho gusto verlo en escena cuando muestra su trabajo porque 37


es muy valiente, su trabajo es un poco diferente; la gente dice que hace cosas raras, y me resulta muy valiente porque ir con lo que ya la gente entiende, conoce, códigos que ya el público maneja es más fácil: ya el público maneja un código. Tú vas, trabajas con ese código y más de la mitad del trabajo está hecho, pero él va con cosas que son más complicadas de explicar, de compartir. Él hace música contemporánea, entonces eso es complicado, música académica, ahora está trabajando con electroacústica, con acusmática, esto son conceptos musicales muy raros y los sonidos no son precisamente una música muy fácil de escuchar, y entonces me parece que es un artista muy valiente. ¿Cuál fue la razón por la que dejó su cargo como redactora creativa para dedicarse a las artes? Sí, que yo toda la vida parece que llevo queriendo ser artista pero, por lo menos en mi época en el colegio no te decían que el arte era una opción de vida. A mí ningún maestro me dijo: «Oye, ¿por qué no eres bailarín, por qué no eres escritor?». Por lo menos en mi país en mi época de cole, de escuela. Creo que incluso ahora no te sigue igual. Incluso ustedes que estudian comunicación, por ahí puede que les digan: «te vas a morir de hambre; ¿dónde vas a trabajar?, ¿por qué esa carrera, por qué no en una ingeniería que es más seguro?» Imagínate si con el periodismo y con comunicación social es difícil, más aún es que te digan: «¿Por qué no eres escritora?». Yo no estaba enterada de que eso era posible. Yo sabía que mi papá trabajaba en arte y tal, pero ya se jubiló cuando le conocí. Salió de su mundo cuando yo nací y lo vi trabajar, pero poco, él ya estaba dedicado al magisterio, entonces yo no sabía que eso era posible, por eso yo escogí carrera como similar al estudio de comunicación social, después estudié publicidad y mercadotecnia, pero eran como caminos que se acercaban un poco a las letras, a comunicar, pero no eran arte, yo no sabía que eso era posible. Empecé a trabajar con grupos de teatro y todo eso estando con mi título de publicista en una agencia de publicidad muy importante, y me iba bien, pero yo no estaba feliz. Tenía conflictos, tenía que hablar con mi jefe para que me cubrieran, porque por ejemplo entraba un cliente maravilloso para la agencia buscando un candidato político, ¿tú crees que yo tenía conciencia de decirle a la gente que votaran por ese ladrón?, porque es que son contados los políticos por los que tú puedas decir «voy a poner mi tumba y mis ideales para que voten por ese hombre». Pero la verdad es que ahí hay dinero que sostenía toda la agencia, o le tenía que hacer la campaña publicitaria en supermercados, donde toda la gente sabe que explotan a sus empleados. Y como yo le digo a la gente: «gástate el dinero en un par de zapatos, porque ese par de zapatos, por su marca, te van a hacer feliz», si ya me cansé de decirle a la gente eso, o sea ya sentía que iba y se me desgarraba la vida, yo ya no podía seguir allí. Me pregunté: «¿qué estoy yo haciendo?», le tenía que hacer campañas publicitarias a marcas de gasolina; estaban destruyendo el Amazonas para sacar el petróleo. Yo no podía seguir allí. Y llegó un momento en el que estaba en esa crisis en la que me cuestioné: «¿ y luego de qué como?» Tienes que ir al súper, tienes que comer, tienes que vestirte, tienes que vivir, ¿y con qué pagas las cuentas? Diciendo: «¿y ahora yo qué hago, ahora yo de qué vivo?» Y ahí tenía mucho miedo de dejar el trabajo, pero en ese momento de crisis existencial falleció mi papá, y decidí que no podía traicionarme más ni a su memoria ni a todas esas cosas lindas que me ha enseñado, y me armé de valor y renuncié, y ahí empezó mi carrera de cuentos. ¿Mereció la pena? Sí, por supuesto, no hay que dudarlo cuando algo te gusta. Con seriedad, ¿no?, me costó entrenar, aprender… invertí muchísimo dinero en formarme, porque siempre había 38


estado trabajando con grupos. Pero ahora sí, me dedico a esto al cien por cien, totalmente, casi que 24 horas para poder tener una técnica que sostenga ahora mi nueva profesión. Y ahora estoy aquí. ¿Cómo surgió la idea de crear el encuentro internacional de narradores orales? Yendo a un festival donde había un cuentero que se vestía de la época colonial y contaba historias de la época colonial de su ciudad, y yo dije: «Mira esto qué bonito que quedaría en el barrio, en la única calle de la época que queda en mi ciudad». Apenas un callejón de piedra, con casas de madera. Y qué divertido sería que este hombre vestido así, vaya por esa calle pareciendo que le han trasladado en el tiempo a la época de la colonia. Lo que pasa es que el cuentero no me gustaba. Me gustaba la idea del personaje, pero ese cuentero yo no lo llevaría a mi ciudad. Y empecé a pensar cómo podía hacerlo y terminé llevando a otros cuenteros para que cuenten cuentos en ese callejón. En fin que eso fue todo. Porque además yo llegaba de los festivales y les contaba a mi mamá y a mi esposo: «Mira, conocí a un cuentero maravilloso que cuenta historias…» tratando de llevarles el festival a la casa. Y un día dije: «bueno, voy a llevarles el festival para la casa», y me organicé para llevar los cuenteros que más me gustan. ¿De qué manera la narración oral de cuentos le cambió la vida? Pues en todo. Todo porque cuando yo renuncié y me fui de la agencia, lo primero que hice fue un viaje, me fui en bus a recorrer Sudamérica y el plan era detenerme en las ciudades donde hubiera grupos que a mí me gustaran y hacerme residente, quedarme ahí tomando clase, y estuve cuatro meses, hice: Lima, Santiago, Buenos Aires y Río, y ya regresé. Y Montevideo pero ahí no tomé clases. Y me cambió el reloj totalmente, porque ya no me tenía que levantar para ir a una oficina, yo me despertaba para despertar mi cuerpo, en plan… para practicar danza, para escribir. Otro artista al que admiro y que no he nombrado es mi maestro de creación literaria que es Miguel Donoso Pareja, hasta este año que murió, fue el escritor vivo más importante, y ahora tenemos la misión de difundir su trabajo: un hombre genial en su literatura, y sobre todo genial porque también tenía ese compromiso. Él es el creador de los talleres literarios en mi país y de ellos han salido grandes, grandes escritoras y escritores que hay vivos ahora. Y él también se exilió en México, por ejemplo, Juan Villoro dice que no hay día en que no lo recuerde. Entonces, saber que todas las semanas cada quince días tenía ir a verme con Miguel Donoso, eso ya era un cambio de vida absoluto, es decir, sabes que cada quince días te vas a ir a ver con alguien como él… es algo que no puedes ni creer: «estoy en el taller de Miguel Donoso»; eso daba una emoción increíble, no era que tenías que ir a escribir una cuña de radio para grabar, era ir y escribir una cuartilla, dos, tres, para que el maestro y tus compañeros las leyerais juntos. Me cambió totalmente el ritmo, el horario, el cuerpo, el sueño, las costumbres diarias, me cambió todo completamente. Y los horarios de comida, o incluso la ropa, porque ya no tienes que ir a tal reunión con el gerente de tal marca. En conclusión, hasta la ropa te cambia, todo te cambia, cambia todo. Para mí ha sido como otra vida.

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LUIS SAN VICENTE (MÉXICO) ADRIÁN F. CENTANARO AGUADO JON FERNÁNDEZ FERNÁNDEZDE AGUIRRE SILVIA BEATRIZ PÉREZ GONZÁLEZ San Vicente: ¿En qué Universidad están? Alumnos: En la de La Laguna San Vicente: ¿En Santa Cruz? Alumnos: Sí San Vicente: Buenísimo. Yo trabajo en un periódico también en México ¿Conocen periódicos de México? Jon: No, no los conocemos. San Vicente: Chicos periodistas. Silvia: Periódico Reforma. San Vicente: Exactamente. Yo trabajo en el Reforma. Soy el coordinador del departamento gráfico del periódico. Es el periódico más grande de México. Tenemos varios proyectos, aparte, en el interior de la República, el norte y en diferentes Estados. Es un grupo «choncho», ¿saben lo que es «choncho»? Alumnos: No. San Vicente: Muy grande. En plan que abarca mucho Pero bueno, aquí estamos. ¿Nos podría comentar qué le pareció realizar el proyecto de Don Quijote de La Mancha y su ilustración y trabajar con Benigno León y Ernesto R. Abad? Mi primera sensación fue miedo, aunque el gusto por hacerlo estaba implícito, porque estamos hablando del libro de habla hispana más grande que ha existido en la historia y con un gran número de lectores. Es un libro que tiene más de 400 años. Y todo el mundo sabe del Quijote. El miedo radica en que El Quijote lo conocemos todos de alguna manera. Ha sido representado de algunas maneras muy particulares. Siempre ha estado en el subconsciente de todas las personas. Es algo que todo el mundo sabe cómo es. Cómo son Sancho Panza y todos sus protagonistas. Y lo difícil es hacer ese Quijote nuestro. Pero cada vez, que se entendiese como El Quijote. Yo la primera vez que me enfrenté al Quijote (en la secundaria hace algunos años) le dije a mi padre: «Oye, me dejaron leer El Quijote». Yo tengo la referencia de un libro grande, ancho. Y por imposición y hasta cierto punto, si se permite, me llegó a parecer como aburrido y pesado. Esta es la segunda vez que me enfrento con él ¿Y cómo resumirlo gráficamente?, ¿y cómo hacer una historia tan grande en todos los sentidos y llevarla a un punto gráfico donde una imagen hablara por decirlo 50-60 páginas? Todo resumido en una imagen y un texto corto. Ahí radica todo el esfuerzo y el reto para poder llegar a ello. Trabajar con Ernesto y Benigno fue una experiencia muy grande para todos, porque, como era un proyecto en particular difícil, trabajamos, generalmente, como se trabaja con un álbum ilustrado: te dan una línea, es decir, un texto y el ilustrador trabaja por su cuenta en un carril. El editor está mediando entre el escritor y conmigo, pero en este caso yo no estaba acá, entonces era más un asunto de edición de imagen. Trabajamos de manera muy dispar, porque yo muchas veces proponía una imagen y ellos un texto. Y así, a lo mejor, íbamos como jugando en círculos y reportando. Hicimos para cada una

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de las imágenes diferentes pruebas. Yo me quede con la idea que tenemos de que siempre reflejaban El Quijote como todos los libros que tuve como referencia: ilustrados, novelas… Era como si estuvieran hechas para una representación en el teatro. Yo lo quise poner desde un punto de vista como si estuviera en la mente del Quijote. Por ejemplo, en la batalla de los gigantes, en el Quijote siempre estaba representado por los molinos de viento la mayoría de las veces. Y yo quería representar a los gigantes como probablemente los hubiera visto y un Sancho Panza totalmente descontrolado de lo que se solía. El Quijote dentro de su mundo. Esos son como los ejes de los que partimos Ernesto, Benigno y yo para realizarlo. ¿Y qué le pareció el Concurso Iberoamericano en el que participó este año? Difícil. Muchísimas entradas. Especialmente la ilustración es un tema muy apreciativo y es un tema difícil de juzgar. Yo tuve un poco de suerte para estar colocado ahí. Es la segunda vez que entro y participo y estaba dentro de los mejores. Y para mí es mucho orgullo Entonces, ¿volvería a repetir la experiencia? Claro. De hecho, yo ya tengo una idea en la cabeza para el año que viene. Entonces, sí, ¿por qué no? ¿Cuál es su fuente de inspiración para construir sus ilustraciones? La vida misma. En mi caso, la familia. Por ejemplo, mucho de lo que hago infantil están mis hijas. Mis hijas siempre dicen y me comentan en algo. Tengo, allí en México, un cuento y un solo álbum que, además, lo presenté para el concurso, «Mi primer susto». Porque una de mis hijas vio algo y dijo: «¡Ay, este fue mi primer susto!» No le cayó mucho en gracia. Y ahí decidí crear la serie. Son cosas que se van dando en la vida. Y hay experiencias que pronto observas u oyes a alguien decir algo y lo reflejas. También una vez en el metro, allí en México, estaba oyendo una conversación ajena y estaban diciendo: «Es que tienes amigos invisibles». Y de ahí hice una serie de un hombre que veía amigos invisibles en el metro. Fue por eso simplemente. Por algo que yo vi. Hay que estar atentos. La inspiración está en todos lados. Puede venir de cualquier lado. ¿Y cómo definirías este tipo de festivales? Este, en particular, completamente humano. Me encanta. Me fascina entrar a las casas. Aquí hacen algo muy particular. Estoy acostumbrado a ir a festivales del libro allí en México. Hacen cosas muy grandes con muchísima gente. Te tratan muy bien, pero todo es multitud. Por ejemplo, allí en México tenemos uno en el Distrito Federal que es la FILIJ. Este año, de hecho, ha ido bastante gente al festival. Vas a los bancos y están llenísimos y no tienes dónde sentarte. En cambio, vienes acá y te sientes como en casa. De hecho, no estoy en un hotel. Estoy en una casa con su apartamentito, su cocina… Nos hicieron el súper, nos hicieron de desayunar… Ese tipo de cosas que son increíbles. Aquí la gente es muy humana. Hoy, por ejemplo, voy a tener una experiencia donde vas a la casa de unas personas y les platicas, les narras, les cuentas… pero estás con ellos en su sala y ellos participan contigo. Es algo único, por lo menos en lo que yo he participado. ¿Cree que es importante la ilustración en la literatura infantil?

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Claro. La ilustración para los niños (que todavía no saben leer) es la iniciación. La letra te la da el historiador. La ilustración le da el sentimiento al proyecto, le da las sensaciones. El texto dice: «está enojado» y pongo al personaje rojo. Lo dramatizo. Es, por ejemplo, cuando vamos al cine y vemos una escena que se supone que es violenta y sin música de fondo, pierde significado. Hacer esos sentimientos para que se palparan, haciendo ilustración. El texto solo dice, pero la ilustración te da un contexto de lo que está sucediendo. Actualmente vivimos en una era con una evolución tecnológica brutal. ¿Cree que esta “era digital” afecta a la ilustración en papel? Me da la sensación que no. Yo creo que, en un sentido estricto, las plataformas digitales de ahora nos van ayudar con las cosas efímeras. De aquí a unos diez años ya no habrá periódico en papel, sino en el smartphone, ya tienes el hecho. De hecho, ya estamos en contacto con la noticia. Yo llevo en el Reforma 15 años. En el periódico estamos pasando un tiempo en que es más difícil que las generaciones nuevas compren un periódico en papel. La publicidad también está migrando a los medios digitales. Ya empiezan a dejar también el papel porque ya no es tan complejo mandar algo, sino que lo ves directamente. La tecnología hace el trabajo más fácil. Ahora, en cuestión de libros infantiles yo creo que no, porque se va a hacer más desde el respeto. El ritual de sentarte con tu hijo por la noche para leerle un cuento, porque tengas en iPhone 6S Plus, no es lo mismo al ritual de observar, de palpar, de sentir. Porque yo como adulto sigo comprando libros. Yo no leo en el iPad. La lectura tiene que ser, bajo mi punto de vista, así. Y se sigue valorando como tal. En México, por ejemplo, y yo creo que acá también, hay un boom por el álbum ilustrado y por la ilustración infantil. Principalmente por eso. Porque los que somos papás, la lectura tiene que empezar por un libro palpable. Ahora ya no es necesario suscribirme a una revista porque la puedo ojear en mi iPad. Pero un libro sí. La música no la compramos en CDs, sino que la bajas. Pero los libros creo que tienen un toque salvaje. Hemos podido comprobar que usted colabora en diversos blogs e incluso dispone de uno propio ¿Nos podría comentar más o menos por qué decidió colgar sus trabajos ahí? Yo creo que por lo mismo que estaba diciendo antes. Pero los blogs se están quedando viejos. No obstante, tienes que estar al día y no puedes luchar contra ello. Estoy con los blogs. Seguramente (ya me han dicho) estaré con Instagram. Pero creo que me voy a meter muy poco, porque me desespera. A mí me gusta estar con ustedes, platicar con la gente, verlos a la cara… Me es muy difícil escribir un whatsapp. Sin embargo, a veces me es más fácil comunicarme con mi hija mayor por whatsapp porque verla me desespera. A mí me gusta hablar con las personas. Me ha costado trabajo. Lo hago pero no es de mi gusto. Aunque no pueda luchar contra las nuevas tecnologías, tengo que flexibilizarme y meterme en ellas. Y posiblemente seguiré en ellas. ¿Está trabajando en algún otro proyecto? Estoy metido en muchos proyectos. Todavía están como colgados. Termino estos en España y empiezo dos álbumes más. En el periódico tenemos un proyecto también especial porque estamos ajustándonos prácticamente a las nuevas plataformas. Vamos a

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migrar a una televisión digital. Pero para ello, tenemos que irnos preparando. Aunque las ilustraciones siguen, ahora te tienes que mover e idear algo. Yo también, en mi caso, pienso preparar algo con los libros digitales porque he visto cómo va cambiando todo. Antes hacíamos las cosas con originales. En este momento todo es interactivo. Y también tengo en mente un proyecto que queremos hacer, una novela gráfica. Pero tenemos que darle tiempo. ¿Y como ilustrador no tiene algún pintor que admire o le haya inspirado? Sí, claro. Muchos. Generalmente, no son tan contemporáneos. Yo me voy un poco atrás. Me gusta mucho lo clásico. En México, Guadalupe Posada, para mí ha sido un pintor muy grande. Él desarrolló la técnica de cómo combinar el blanco y el negro, y cómo con algo tan simple puede lograr hacer grandes obras. Y es muy local. En cuestión de ilustración, Manuel Sardá, es como mi ídolo. Estoy hablando de Guadalupe Posada, es decir, en la revolución en México en el año 1915. Muy atrás. ¿Y se siente cómodo trabajando para el periódico Reforma autónomo?

o prefiere ser

Yo creo que soy bipolar. Me gusta el periódico porque, a pesar de que hago ilustración o creamos tipografías, nunca es lo mismo. El estrés del periódico en particular, si lo sabemos dominar, nos gusta esa sensación… Ya lo verán ustedes. Cuando hay una noticia, que puede ser una tragedia (por ejemplo, cuando me tocó lo de las Torres Gemelas) el periódico se llena de vida. El periódico es como si fuera un entrenamiento y estoy generando ideas y conceptos. Lo que no me gusta del periódico es que me atrapa. Es una jaula. Trabajar de forma independiente, en mi casa, hacer las ilustraciones como yo quisiera y de la forma que yo quisiera… me gusta. Pero yo los complemento. El periódico Reforma para mí es adultos, hechos noticiosos. En cambio, lo otro, es cuestión de niños, libertad. Las dos cosas me complementan. Dejo de dibujar para niños para hacerlo para adultos. Mi trabajo es brincar de un estilo a otro. Usted estudió el grado de Diseño de la Comunicación Gráfica Yo me considero más que un ilustrador o diseñador gráfico. Aunque yo tengo mucho talento para ilustrar, no voy a llegar a nada. Yo no me considero artista. Yo me considero ilustrador. El arte es un lenguaje. Pero como yo soy un comunicólogo, a mí sí me interesa que el color signifique. Y eso es mucho para la parte del periódico. En un periódico, una ilustración es muy efímera. Llega el periódico en la mañana y después, tapamos las papayas o lo usamos para el perro. El momento que yo tengo para llegar al lector es de segundos. Entonces tengo que ser muy conciso. Todo eso tengo que poder plasmar, porque el lector observa, mueve la cabeza, ve la imagen y, si la atrapa, perfecto, y si no la atrapa, mal. Si yo tengo cosas en mi cerebro las plasmo en la ilustración. Talento he visto mucho. En México, en los lugares que viajado, he visto ilustradores impresionantes. Yo considero que hay miles mejores que yo. No solamente es: «¡Wow, cómo hizo eso!», sino que el ilustrador llegue y se meta en tu consciente. ¿Y qué fue lo que le hizo especializarse en la ilustración infantil? La casualidad. Dicen que la casualidad no existe, pero yo estaba estudiando Diseño de

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la Comunicación Gráfica y tuve un compañero, que es hijo de un ilustrador cubano famoso, y me dijo: «coño, dibujas bien, ¿por qué no trabajas para la ilustración?» Y yo: «yo quiero hacer diseño, revistas…». Él: «Nosotros tenemos una vacante, dibujas bien». Entonces yo me meto ahí y Enrique Martínez tiene como compañero a un ilustrador mexicano también famoso. Estuve ocho meses en ese despacho. Enrique Martínez fue un maestro para mí, él me enseñó todo lo que es el oficio, la importancia de la comunicación, la importancia de los niños. Los niños no son color. Son niños. No son tontos. Y los niños son muy listos, son adultos chiquitos. Un niño entiende perfectamente lo que estás diciendo. Y ahí fue cuando me coloqué en el mundo de la ilustración infantil. En 1996 y me encantaba. Usted ha afirmado que para sorprender se debe cambiar, salir de la zona de confort como usted la llama ¿Eso quiere decir que busca sorprender con cada obra? ¿Marcar la diferencia? Sí. Y es un asunto que, por regla general, es así. Antes era mucho más difícil. Pero ahora con el bombardeo visual tenemos que estar buscando. La esencia tiene que ser la misma. Y eso lo veo así .Como los coches: tienes uno y vas cambiando, cambiando, cambiando. También en la parte visual, los niños de ahora son mucho más difíciles. En mi tiempo, yo leía algún cómic, algún libro con alguna ilustración, y veía programas en la televisión. Ahora cuando mi hija estaba chica veía la televisión por cable (mayor número de programas), algo en internet y otras cosas. Y los niños de hoy tienen smartphone, ven una película cada semana y aparte tienen Netflix. Están bombardeados por diferentes cosas. Todo es imagen. Un ilustrador de ahora tiene que tener más estilos. Tienes que ser reconocido para tener dinero. El periódico también me ayuda un poco en eso, a visualizar cómo voy evolucionando, ya que tenemos sección para niños, para amas de casa… Sabemos que el target de lectores que leen política son hombres, por tanto ellos tienen otro archivo visual que el niño de 10 años. ¿Eso quiere decir que ha desarrollado su propio estilo? Aún estoy en la búsqueda. Pero a lo mejor en algún momento voy a tener que parar. Y ese es el estilo que se mueve y se mantiene. Hasta que no encuentre el estilo en el que me siento cómodo, brinco. Y en algún momento llegaré al lugar donde me sienta cómodo. El año pasado usted hizo un taller mediante el cual los asistentes aprendieron las claves para hacer de la ilustración un medio de vida ¿Podrías comentarnos algunas de ellas? San Vicente: Me decían que de la ilustración te vas a morir de hambre, mejor diseño multimedia, a lo mejor como hobbie. Y yo decía que quería vivir de la ilustración y, de hecho, lo he hecho. Y no es que me sienta afortunado, sino que hay que saber cómo hacerlo y de qué manera. Yo no creo en la suerte como tal. Si yo voy a tocar una puerta digo: ojalá. Nada más hay que saber cómo moverse. Porque yo veo talento aquí y en todos lados. Es un talento que se queda. Y hay espacio para todos. Si tú ves aquí donde estamos, todo tiene una ilustración. Todos somos visuales. Y con calidad nos vamos a mantener.

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Para finalizar, usted ha afirmado que la ilustración es un mundo donde ciertas personas materializan su forma de pensar, su forma de ser y lo visualizan. ¿Cree que la literatura, a pesar de carecer de imágenes, puede lograr lo mismo? Claro. Nosotros somos interpretativos. Lo que para mí significa, no significa lo mismo para ti. Cuando yo leo un libro yo ya tengo una imagen. Pero cuando ves la película tú a veces compartes, a veces no compartes. Porque tú tienes tu propia interpretación. Yo creo que el eje de la lectura es el mismo para todos, pero su interpretación depende de lo que has vivido y cómo significa. Y eso para mí es lo importante. La ilustración es un símbolo. Una vez dibuje un teléfono de disco, pero mi hija de cinco años me dijo: «¿Qué es eso?». Nunca había visto uno. De ahí partimos. Qué tipo de archivos visuales, de conocimientos. La interpretación de la lectura tiene algo particular. Cada uno interpretamos de manera distinta las cosas y llegamos a nuestras propias conclusiones. Es lo que lo hace maravilloso, que haya un debate.

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EL HOMBRE QUE QUERÍA JUGAR CON LAS PALABRAS

CRISTINA HERNÁNDEZ LÓPEZ ARIADNA GIL MORALES MARTA ARMAS JIMÉNEZ TEXENERI GONZÁLEZ PÉREZ

En Zaragoza nació un hombre incapaz de separar los cuentos y los juegos. Cada vez que contaba una historia acababa jugando, y en todos los juegos siempre tenía una excusa para acabar una historia contando. Un día decidió convertir esa habilidad para mezclar la literatura y la diversión en su profesión, cogió una maleta, la llenó de personajes de cuento y juguetes y con ella en la mano viajó. Zaragoza por sus calles y salas recorrió, a los niños de Madrid conquistó, e incluso, en Asturias y Andalucía también actuó. Era feliz jugando con los niños de todo el territorio español, pero los juguetes de su maleta querían conocer el mundo entero y llenarlo de juegos con palabras y diversión. Así, sus recitales le llevaron a Brasil y Venezuela, a Marruecos y Francia, y también a Portugal, Colombia… Niños y niñas de casi todo el mundo habían escuchado ya las historias que contaba con sus juegos, y había jugado a través de su prosa de ficción. Se sentía muy cómodo en sus actuaciones, hacía lo que le gustaba, pero descubrió que los papás y mamás de los niños que acudían a escuchar sus cuentos se quedaban a jugar, y también lo hacían los hermanos adolescentes mayores de los que se supone que los juegos les dejan de importar. Se dio cuenta de que tenía que hacer un hueco en su maleta para prosa humorística, cuentos para jóvenes y para no tan jóvenes, y lo hizo sin pensar. Dice que ahora su maleta va llena a rebosar, y en cada lugar que actúa saca lo que considera oportuno según el público que va a deleitar. ¡Ah! también le encanta historias improvisar. Consigue de pocas palabras delante del auditorio cuentos crear. Conoció a más personas con el don del juego-literario por el mundo y con ellas se quiso asociar. Creó la Promotora de Acción Infantil y con nueve personas sus historias compartió. Hoy se dedican a promover por todos los lugares donde actúan el don de la palabra y la diversión, del teatro y la educación, y también escribe sus propias historias después de que un cuento de Ana Pelegrín le diera la inspiración. Un día llegó a unas islas del Atlántico que Canarias se hacían llamar, y en un Festival Internacional de cuentos su maleta le invitaron a aparcar. La abrió y sacó sus personajes de ‘Coro cocó’, uno de sus espectáculos más famosos que al público le suele encantar, y a ritmo de payaso y gallinas, con los niños de Tenerife en Los Silos se dispuso a jugar. Tuvo tanto éxito que al año siguiente lo volvieron a llamar, y Ernesto Abad le dijo: “Oswaldo, siendo el hombre que juega con las palabras, este año al Festival tienes que regresar”. Así lo hizo, un año y otro año más. Y hoy, que el Festival cumple 20 años lo celebra regresando al pequeño pueblo tinerfeño con su rítmico recital.

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SIGAN CONTANDO, MADRIGAL Y COMPAÑÍA MIGUEL ESTEBAN ROMERO ANTONIO JAVIER JIMÉNEZ Una tarde de diciembre algo peculiar, en la que las bajas temperaturas y constantes lluvias habituales en los pueblos norteños de Tenerife dieron paso a un clima agradable en el que el sol lucía en total plenitud. Ideal para recorrer las hermosas calles de Los Silos, perfectamente preparadas para albergar el Festival del Cuento que cada año reúne a grandes escritores, cuentacuentos y actores que hacen las delicias del público con actuaciones de gran nivel, y que el respetable agradece y muestra a cambio un cariño y cercanía típicos de pueblos de tan pequeña densidad de población. Nuestro objetivo era claro, entrevistar a Juan Madrigal y su compañía, ya no por el simple hecho de realizar el trabajo que estamos presentando, tras recopilar toda la información posible previamente, nos dimos cuenta que a esta persona valía la pena escucharla, que no eran elogios regalados los de nuestro profesor de literatura cuando nos decidimos a escoger a Juan Madrigal. Llegamos al pueblo a las 16:30, un poco tarde debido a la lejanía del sitio y los atascos que nos encontramos. La obra de Juan Madrigal y su grupo estaba terminando cuando los encontramos, pero nos dio tiempo para ver cómo el público se ponía en pie para aplaudir su función con tal intensidad que nos incitó a pensar que había sido una actuación increíble. «Es ese, vamos a secuestrarlo», pensamos ambos cuando nos percatamos que gran cantidad de personas querían acercarse a nuestro protagonista para dialogar con él, sintiéndolo mucho por el resto, creo que no había nadie en la sala con más ganas que nosotros de compartir opiniones con Juan Madrigal, y por ello conseguimos acercarnos para llevarlo a otro lugar más tranquilo. «Aquí está bien» indicó el costarricense un banco que se encontraba libre en la emblemática Plaza de La Luz de Los Silos. Acto que nos despistó, ya que creíamos adecuado realizar las preguntas en alguna sala acondicionada para ello, con una buena acústica y sin sonidos del exterior. Pero qué le íbamos a decir nosotros a tal persona, incluso al pensarlo detenidamente, nos dimos cuenta que fue la mejor idea posible, charlar sobre cuentos al aire libre, ante una plaza tan bonita y con el gran Rocinante de fondo. Tuvimos problemas iniciales con la grabadora, mientras intentábamos solucionarlo, charlamos con Juan sobre su visita a la isla, mostraba una mezcla de tranquilidad y cercanía al hablar que nos impactó, ya que era la primera vez que charlábamos con él, pero nos hacía sentir como un verdadero amigo. Nos impactó hasta tal punto que tardamos más de la cuenta en arreglar el problema de la grabadora, por estar tan adentrados en la conversación con nuestro invitado y no saber ni qué hacíamos con el aparato. Una vez arreglada la grabadora comenzamos nuestra entrevista. Nuestra primera pregunta era de guion, nos preguntábamos cómo había comenzado en esto, por qué decidió dedicarse a ser cuentacuentos, «Yo no lo decidí, lo decidió la vida, lo decidió Dios», sentenció el señor Madrigal, que además explica que debemos dar la importancia que se merece a las puertas que se nos abren durante la vida, y que en su caso se le dio la oportunidad de comenzar en el teatro.

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Otra pregunta que quisimos destacar fue debida a que nuestro entrevistado, en un momento de la entrevista, hizo mención a las redes sociales. Por ende nos cuestionamos qué importancia le da un cuentacuentos, quien casi por obligación debe amar el diálogo físico, al auge de este tipo de conexiones a través de Internet y también de la televisión. Como cabía esperar, nos contestó con una gran metáfora, comparando la sociedad con un niño, indica que el pequeño siempre querrá jugar con un juguete nuevo que le demos, pero llegará el momento que se canse y vuelva a buscar el viejo carrito que poseía. «Lo mismo ocurre con la sociedad», continúa el entrevistado, «la televisión nos divierte, pero llega un punto que nos parecerá suficiente y volveremos a pedir que alguien nos venga a contar historias». Sinceramente, nos resulta increíble que alguien de un país tan alejado del nuestro tenga un punto de vista tan similar al que tenemos sobre este tema, «las redes sociales son importantes, ya que destacan por la inmediatez de la información y el estar constantemente conectados al mundo, pero hay que saber cuándo usarlas, no olvidarnos de la importancia de atender a lo que tenemos delante», nos explicaba Juan Madrigal ya con la grabadora apagada. Resultaba tan enriquecedor dialogar con este hombre, que no teníamos ni la más remota idea de qué gran sorpresa nos depararía su compañía, ¿qué tipo de personas nos encontraríamos? Y, como era de esperar, nos encontramos con cinco sonrisas pegadas a sus respectivos rostros que no transmitían otra cosa que no fuese complicidad. Juan Pablo, Andrea Chacón, Greivin Castillo Arroyo, Andrea Sibaja y Rodolfo Ochoa «Fofo» eran los nombres de estas cinco personas que no vinieron a responder nuestras preguntas, sino a conversar y a contarnos sus experiencias y sus sensaciones con una fluidez digna de una conversación familiar. Hablamos de convivencia, de inicios, de cómo unos no avisaban a otros cuando se iban de fiesta, y hablamos de referentes, tema en el que destacó una respuesta de Juan Pablo Madrigal que arrancó el suspiro de toda una mesa acostumbrada a las sonrisas: «Los referentes en mi vida son principalmente mi papá y mi mamá, que es mi guía, porque aunque ella no esté en la parte del arte, ella es apoyo, el apoyo de una madre es incondicional[…], también tomo como referencia el Circo Del Sol, y mis favoritos son los payasos». Ante tan conmovedora respuesta, pudimos observar como los unos bromeaban con los otros, y eso había que destacarlo. Esta complicidad en el trabajo era comparada con una situación cotidiana según Greivin: «estamos los 7 en la misma casa (incluyendo a Juan y su esposa) y es muy divertido, porque a una le gusta el huevo sin yema y la otra come arroz sin arroz… Simplemente es todo tolerancia y sabernos llevar». En una corta intervención nuestra expuse una máxima en mi vida, para llevarlo a lo personal: «Yo me considero un amante de las sonrisas, pienso que no hay nada mejor que sonreír y hacer sonreír a los demás contagiando tu sonrisa», a lo que Andrea Sibaja afirma estar totalmente de acuerdo: «Sí, yo creo que lo que usted dice es algo importante que es como esa alegría que yo creo que siempre… Yo creo que todo los días nos reímos así sea que estemos trabajando seriamente, montando algo o ensayando, siempre hay risas […]». Para concluir, quisimos contrastar opiniones tanto de Juan Madrigal como de su compañía, y pusimos sobre la mesa la misma pregunta que afectaba a las redes sociales, ya que para este grupo y para muchas otras empresas la divulgación de información a través de las redes sociales es vital a la hora de promocionar sus espectáculos, sin embargo, las respuestas, una vez puestas en común, nos permitieron formar un juicio final a modo de enunciado, «Las redes son útiles y necesarias, pero en los momentos en que se deben utilizar».

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RODOLFO GONZÁLEZ ANDREA RIVERO MATHIASLAYTON PEDRO RAMOS WILLIAM RODRÍGUEZ Para localizar al entrevistado tuvimos que desplazarnos hasta el I.E.S. Daute, donde el periodista y cuentacuentos costarricense Rodolfo González va a representar la obra para niños Chinchillete. Lo cogemos en plena faena, realizando los últimos ensayos antes de que llegue la hora del espectáculo, pero amablemente decide interrumpirlos para acudir a saludarnos. Nos invita a disfrutar de la obra, una representación teatral de la compañía Juan Cuentacuentos, a la cual pertenece desde hace ya más de diez años y que, como nos reconoció en la entrevista, comenzó a utilizar como una vía de escape de la ajetreada vida que tenía con sus ocupaciones de redactor. La obra en cuestión es una representación creada por él mismo, donde acompañado por otros tres integrantes de la compañía y un pintoresco aunque cambiante decorado intenta encontrar la atención del público más difícil, los niños. Para esto se ayuda de los lenguajes no verbales, ya que una de las características más llamativas de esta representación es la no utilización de ninguna lengua para explicar sus enseñanzas, sino que estas se transmiten mediante los diferentes actos que cada personaje va realizando en su transcurso. Sin duda, una idea bastante rompedora que se desmarca un poco del espíritu cuentero tradicional, el cual transmite mediante la palabra dentro de sus representaciones artísticas. Una vez que esta llega a su fin con los aplausos del público, y tras prestarse a ser objeto de algunas cámaras, se reúne con nosotros y disfrutamos de una amena y enriquecedora entrevista con la persona, pero también con el personaje que representa Fofo.

Rodolfo González, a la derecha, posa para nosotros con sus compañeros de actuación tras la conclusión de la obra para niños Chinchillete.

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¿Cómo un periodista que está centrado en el tema económico termina enfocándose hacia el teatro y la narración? ¿Que cómo termino enfocándome hacia esto? Bueno, en primer lugar estudié comunicación y más tarde historia. Empecé a trabajar la narración oral enfocada a cuentos, tal y como hago hoy, a pesar de que el teatro había sido mi pasión desde joven. Sin embargo no llevé la carrera formal en una universidad de teatro, sino que fui realizando cursos. En el momento en que yo descubrí la cuentera ya era editor de un periódico, entonces lo usaba los lunes porque me sacaba de ese ambiente de estrés que hay en una redacción, todos los narradores podrían decir esto, es como una especie de vicio. Lo que empezó en una reunión contando historias pasó a la oportunidad de hacer un espectáculo y fue entonces cuando la vida se encargó de darle la vuelta, lo que era un hobby se convirtió en un trabajo. Después de 16 años en un semanario yo creo que me volví loco y empecé a trabajar sobre eso. Ahora hago colaboraciones para revistas pero ya no estoy a tiempo completo en un semanario. La afición se comió a la profesión… Sí, fue la afición, esa pasión fue ganándole el terreno, surgió la oportunidad, y, de hecho, hubo una época en la que se puso el trabajo del periodismo muy difícil en mi país y esto se convirtió en una alternativa, una opción de trabajo. ¿Cómo surge meterse en el mundo de los cuenteros y poder realizar su pasión? Esto fue como hace 11 años, yo escribí una obra de teatro al director de esta obra, al principal cuentero, Juan, pero él nunca me invitó a su taller de narración, entonces una vez nos estaban entrevistando en la radio y el locutor era del grupo de cuenteros de Juan, al salir de la radio me dijo que por qué no entraba al grupo de cuenteros, y yo le dije que le había escrito un monólogo a Juan pero él no me había invitado a lo que me contestó «no importa, vente», entonces fui. Llegué a donde estaban reunidos, y de hecho casi me devuelvo, pero decidí entrar. Ellos estaban contando historias mientras yo escuchaba fascinado y en uno de los momentos me pidieron que contara yo una historia, que todo el que cruza esa puerta tiene que contar una historia, sea la que sea, y entonces yo conté una historia, una anécdota familiar de esas que surgen los domingos en los almuerzos, tras eso Juan me invitó a volver el siguiente lunes y seguí yendo. ¿Qué es lo que le enganchó del mundo de la cuentería? Esto se va haciendo muy grande, es como si fuera un virus, se va haciendo grande y usted no se da cuenta, ¿por qué? Porque yo creo que esto es la esencia de la comunicación. La gente está atenta a una historia y no solo tú la estás contando, sino que ellos también te están contando con la energía que te están dando y su reacción, se vuelve circular. Esto es la revitalización del primer amor que tuve con la carrera del periodismo y que con la rutina se me fue gastando al perder la interacción. En la prensa escrita generalmente estás como en una tensión de que te critiquen, los afectados de lo que publicas te atacan y uno está a la defensiva. Mientras que en la cuentería hay otra dinámica, la gente creando, imaginando, no te tienes que defender y eso me ayudó a salir de esa tensión desgastante de las salas de redacción. Digamos que intenta seguir comunicando pero utilizando otros códigos, ¿no? Sí, son otros códigos, no es la corbata ni el papel anaranjado que utilizamos en el semanario. Los colegas míos realmente piensan que yo me volví loco, y la verdad es 50


que sí, yo en ese entonces era editor, estaba en una posición muy cómoda pero estaba cansado después de 16 años. Yo amo al periodismo, pero ahora lo hago diferente. Usted constantemente se intenta comunicar, como, por ejemplo, en la obra Chinchillete trata de mandar un mensaje. ¿Cómo trata de llegar a su público a través de estos cuentos? No solo desde la perspectiva de periodista sino de un cuentero. Sí, porque apliqué todo lo que aprendí en la universidad, ¿cómo enganchar? ¿Qué decir? ¿Qué no decir? ¿Qué lenguaje y estructura utilizar? ¿Cuál es mi público meta? Todas estas cosas uno las incorpora en la cuentería, cambiando la estructura, pero todos los recursos retóricos están pero utilizando códigos distintos de los que usamos para estructurar párrafos. Hay 5 elementos: el silencio, que es muy importante para mí; las voces; los gestos; la corporalidad; y el espacio escénico. Es lo mismo que uno hace en el texto, trata de agarrar al lector para que te lea desde la primera palabra hasta la última. Vemos que es actor, escritor, también músico… ¿De dónde viene toda esa facilidad para el arte? Viene de la misma razón por la que vos estudias comunicación: la sana furia y el asombro. Esto es lo que uno nunca debe perder como comunicador, la sana furia para indignarse de las cosas que están mal, investigarlas y publicarlas, y el asombro porque uno no puede ser comunicador si no se asombra de la vida, de lo que hay alrededor. La misma base que a ustedes les lleva a estudiar en esta carrera creo que es lo mismo que me tiene a mí acá. Es solo otro lenguaje para el asombro y la furia, y aunque ahora uso más el asombro también me ha tocado contar con furia. ¿Qué planes futuros tiene con la cuentería? Todavía no lo he hecho, pero quiero hacer cuentería desde el periodismo, utilizar la investigación periodística que uno puede hacer en términos de política, economía y demás sin que se vuelva un discurso, una clase de texto periodístico. Por ejemplo conocí a una cuentera mexicana que contaba historias reales de mujeres que habían sido asesinadas en México a través de un espectáculo tremendamente duro, pero a la vez agradable de ver por la estética, y estaba basado en una investigación periodística. Este tipo de cosas son las que me gustaría hacer. Cuéntenos cómo es hacer periodismo desde su propia representación. Yo lo que hago ahora es el lado de la historia, como historiador y en lugar de meterlo en un texto académico lo meto aquí, lo cual me permite meter la subjetivad que es lo que más he estado usando… El lado de la historia en la subjetividad, a nivel de contexto pero también a nivel de documentos. Yo me encuentro con historias maravillosas de personajes que contradicen la historia oficial de mi país y la puedo compartir a través de la cuentería. Esto lo he hecho con el pasado, no con el presento, y eso es lo que yo creo que es mi tarea: trabajar periodísticamente lo que está pasando por ejemplo en mi país. La rebeldía que debería tener un periodista la tiene usted mediante el teatro… La gente codifica de forma diferente una narración oral o un cuento, como es arte te dan más licencia para la subjetividad, tienes más libertad que cuando estás trabajando en un reportaje, por ejemplo. En mi caso puedo hacer reportajes pero generalmente como pasa por el arte va a ser una mezcla entre una columna de opinión pero sin dejar la narrativa, 51


que es lo fundamental de los cuentos. También representa cosas de su pueblo, ¿qué le ha marcado de su cultura para dedicarse a la comunicación tanto de forma teatral como periodística? Es una revisión de la identidad de mi país, que obviamente pasa por uno mismo. Ahora que lo dices, yo reviso mi propia identidad como costarricense reflejando las cosas que me gustan, pero que al exponerlas se convierten en una idealización ya que estoy dejando fuera las contradicciones, es un recorte. Muchos de mis cuentos están basados en la historia de mi país, son del siglo XIX y principios del XX, ¿por qué?, porque hay algo que a mí me obliga a viajar, eso me ha marcado mucho como cuentero. Como periodista lo que me ha marcado de mi país es esa sensación rara de nuestra identidad costarricense. Nuestra región está ubicada en el centro de Centroamérica, es un puente entre Estados Unidos y América del Sur, y Costa Rica siempre se ha mantenido al margen de los conflictos de la región, al menos en los 70 y los 80, y esto ha servido para inventar una identidad nacional basada en la diferencia y los «ticos» siempre se han sentido menos centroamericanos que el resto, y el resto de centroamericanos nos critican eso. Nos llaman los argentinos de Centroamérica y hay conflicto por eso. Como historiador me interesa saber cómo y quiénes comenzaron a construir esa identidad de la «diferencia del resto», que es tremendamente ideológica, y esto me llevó a buscar las claves, las contradicciones… esa preguntadera en lugar de llevarme a estudiar filosofía me llevo a estudiar comunicación y esa inquietud por plantearme qué es lo que somos y empezar a mostrar las contradicciones de mi país me llevó al periodismo. Inicialmente, no quería estudiar periodismo sino producción audiovisual, pero la vida te lleva por otros lados. Ahora como cuentero, ¿intenta reflejar su identidad en los cuentos? No solo reflejarla, sino revisarla, cuestionarla, visitarla y recrearla. El cuentero te permite reconstruir tu propia identidad. Tengo en este momento cuentos muy blancos, con un humor muy blanco, cuentos ingenuos. Creo que es por la necesidad, un poco, de descansar el corazón y medir las contradicciones humanas. Se trata de un proceso, un cuentero siempre está cambiando. Creo que estoy recreando la identidad de mi localidad, Alajuela, no solo de Costa Rica. Tengo que empezar a avanzar un poco, retomar y no ser tan idealista en mis cuentos, ya que creo que soy algo idealista. En la obra que hemos visto, Chinchillete, ¿qué se intenta expresar al público? Es un poco moralista, para mi gusto, y los niños en esta edad lo reconocen. A los niños les encanta la motosierra que sale en el cuento, y nos parece bien, ya que los niños siempre juegan y les encantan estas cosas. A esa edad hay que sembrar algunas ideas en sus mentes, y luego ya habrá tiempo para revisarlas. Esto es lo que pretendemos con la obra, transmitir ideas. Pero todavía hay cosas que tenemos que mejorar en este espectáculo. Por ejemplo, no me termina de convencer el hecho de que las posiciones de los personajes no sea hombre-mujer-hombre-mujer, y estén los hombres a un lado y las mujeres a otro, pero creo que esto se produjo insconcientemente, aunque quizás se nos quedó un poco el prejuicio. Con el cuento tratamos de hacer un juego a partir del color y las formas, donde el idioma no es lo principal, sino que lo importante es el lenguaje no verbal. Buscamos un equilibrio, no queremos decir que los edificios son malos, ¿dónde viviríamos?, tienen que haber ciudades, pero no todo tienen que ser ciudades, son importantes los bosques. Tiene mucha importancia la música, al igual que también la tiene en las series y en el cine, te va llevando la premisa, no solamente a partir de los 52


textos del actor, sino lo que te transmite, te dice mucho de lo que ves. Como experto en comunicación, ¿cómo se puede llegar a un público infantil? ¿Cómo llamar su atención? Eso lo trabajamos mucho, es muy importante, ahí es donde entra la comunicación. Lo trabajamos con este público, primero viendo lo que dice la teoría, ya que los que saben, saben. Los maestros de preescolar dicen que los niños están estimulados por acciones, por ideas muy claras. Debe haber un estímulo visual cada tres minutos, más o menos. Por ello, en este espectáculo cada tres minutos hacemos cambios. Probamos muchas cosas con ellos, primero con la teoría de los maestros, después con los niños y luego cambiándolo otra vez y volviendo a los niños, vemos cuatro frases. No es tan simple como sentarse y contar una historia, sino que esa historia también tiene una intrahistoria, una preparación necesaria antes de ponerse a comunicar directamente… Claro, como ocurre en el periodismo. Un editor te puede devolver un texto si tiene cosas que no están bien preparadas. En este mundo, hay gente que dice: «voy a leerme un cuento. Tengo que contar un cuento mañana, ahora lo leo y mañana lo cuento». Esto no puede ser así, no puedes contar un cuento así. Primero, hay que tener en cuenta que la elección de un cuento lleva su trabajo, es todo un tema. Hacerlo tuyo es otro tema. Contarlo para que quede en la estructura es otro tema. Qué le quitas, qué le pones, etc. Por eso, se necesitan editores de cuentos, se necesita un director y que se trabajen los cuentos exactamente como trabajarías un texto periodístico. Trabajar como en una redacción pero ‘a la buena’, en vez de ‘a la mala’, sin estrés… Se supone que aquí no deberías sufrir como un reloj. A diferencia de una nota que tienes que entregar y ya se quedó impresa y a excepción de internet que puedes modificar algunas cosas, el cuento siempre se está modificando consciente o insconcientemente. Con el tiempo, el público va transformando tu historia, o tú mismo puedes irla cambiando. Es algo mágico. Las mismas palabras o los mismos personajes no son los mismos de un año para otro. Anoche hice un espectáculo y estoy seguro que el día de mañana será diferente, los énfasis, las pausas… habrán escenas más largas en este lugar y no en otro, siempre con las mismas historias. Es un proceso que a mí me maravilla. ¿Qué le diría a un periodista para animarlo a que se ponga a hacer cuentos o ejercer como cuentero? Yo le diría que se revise siempre el asombro y la furia. Cuando uno pierde esas dos cosas es momento de tomarse unas vacaciones ya que puede que esté cansado o necesite algo para recuperar el asombro. Le diría que no se olvide de que la gente entiende muy bien las explicaciones. Las mejores historias son las honestas, las que proceden de la vida. Hay historias de gente como los refugiados sirios que no hay que inventarlas, sino buscarlas. El poder de una historia humana donde uno se refleja como ser humano es lo que le podría llevar a ser cuentero, y si no es ser cuentero, a contar mejor sus informaciones, porque la esencia de la cuentería y del buen periodismo es, para mí, no solo asombro y furia, sino que siempre está en los pies de un ser humano. Hay un maestro de la historia que decía que el historiador piensa lo mismo que el periodista, es como un ogro de cuento que anda persiguiendo lo que le huele a carne humana. Todo lo

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que es humano le interesa a un historiador, como también creo que le interesa a un periodista. Esto implica desde la ópera hasta la conversación de la esquina de unos señores mayores, hasta lo que tenga que llorar o reír un inmigrante. Todo lo que es humano nos interesa a nosotros, como cuenteros y como periodistas. Yo soy un privilegiado porque puedo ver Canarias por primera vez con ojos de extranjero. Reparo en sonidos nuevos y cosas que para mí son nuevas pero para los que viven aquí a lo mejor ya no les dice nada. Creo que uno debe hacer lo mismo en el lugar donde trabaja. Refrescar los oídos, cambiar de ruta, no ir siempre por la misma a la universidad o al trabajo. Hacer algo durante la semana que sea extraño o raro, solo tú, sin compañía. A ver cuánto aguantas en un cubo de hielo, o ir a un museo, hacer algo raro para ti. Hacer algo nuevo, lo que sea. Estos estímulos, que no te los enseñan en la universidad, son parte de la formación. Sentarse en una esquina, hablar con alguien, caminar por lugares distintos, tantas cosas… creo que les sirve a ustedes y me sirve a mí como cuentero.

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CUENTOS Y FOLCLORE EN UN AMBIENTE MÁGICO CARLA SUÁREZ ARMAS ADTEMEXI FUENTES GONZÁLEZ MARÍA LUISA RODRÍGUEZ GARCÍA Tal fue mi ilusión al conocer que podríamos entrevistar a una cantante de la talla de Fabiola Socas, que sentí la necesidad imperiosa de conocer más sobre esa voz canaria que no sólo ha forjado su trayectoria en nuestras islas sino también fuera de ellas. Puede ser por ello que conocer los datos más significativos de su carrera no fue excesivamente complicado. Nació en Icod de los Vinos, municipio norteño de Tenerife el 21 de marzo de 1977 y comenzó a estudiar música desde los tres años, ingresando más adelante en el Conservatorio de Música de Santa Cruz de Tenerife, donde estudia piano, solfeo y composición –los dos últimos siendo grados superiores–. En el año 2002 ocurren en su vida dos acontecimientos significativos. Su primer disco como solista sale a la luz en noviembre tras siete años de trabajo. «Poemas» es el título en el cual interpreta, compone y produce a través de la voz y el piano. Por otro lado, nace la edición en CD de otras de sus composiciones: «Mar de Ánimas». Esta composición se basa en una tradición no muy difundida: la de los Ranchos de Ánimas y Ranchos de Pascua. Durante toda su vida se ha dedicado a recopilar, transcribir y analizar los cantos de sus mayores, es lo que a ella la hace feliz y por eso pone en ese proyecto mucha ilusión y pasión. Es por esto por lo que cuando entramos a la sala nos inunda un ambiente especial, propio de lo que vamos a vivir minutos después, es magia lo que se siente en aquel pequeño espacio. Quizás en nuestras caras se muestra ese nerviosismo al ser primerizas y es por ello que los asistentes se giran hacia nosotras. O quizás es que hemos llegado un poco tarde a la cita. Sea como fuere, y con muchos rostros expectantes, todo está preparado para que comience la función. Aunque no conozco a Fabiola Socas en persona, sé desde el primer momento que gracias a ella hoy va a ser una de esas noches que no se olvidan fácilmente. Junto a ella se encuentra Ernesto Rodríguez Abad, director del Festival de Cuentos que hoy podemos disfrutar en vivo. Ambos se compaginan en cuarenta minutos en los que disfrutamos de la unión mágica que hace el cuento y el folclore de nuestras islas. La voz única de Fabiola, a veces acompañada de instrumentos tan canarios como el timple o a través de los cantos bereberes, emociona a los allí presentes. Por su parte, Ernesto llena de sonrisas los rostros de los que allí nos reunimos: desde mayores hasta niños. Esa es, precisamente, la esencia del cuento. Tras la maravillosa actuación y los numerosos aplausos, la velada se alarga un poco más gracias al esfuerzo de los protagonistas por ofrecerles un poquito más a ese público emocionado. 55


Debo reconocer que hay momentos durante la obra en los que me cuesta no abrir la boca de la sorpresa que me produce oír una voz como la suya. Cuando nos toca el turno de hablar con ella, nos damos cuenta de que transmite lo mismo cantando que conversando y es que esta se lleva a cabo de una manera tan natural y distendida que, gracias a su trato, es como si hablásemos con un amigo cercano. La primera pregunta es, sin duda, obligada si tenemos en cuenta el ambiente en el que nos encontramos. A pesar de su juventud, Fabiola Socas confiesa que para ella los cuentos han sido siempre muy importantes y recuerda con alegría esos momentos en los que alguien se los contaba ya que costaba tiempo que esos libros pudiesen ser transcritos al braille. La cantante canaria nos comenta que «fue un sueño cuando Ernesto creó este Festival» y, entre risas, relata como desde hace años acude asiduamente a las diversas actividades que se desarrollan en Los Silos. Siguiendo con esa parte más personal de la entrevista, Fabiola alude a su infancia y nos revela que se sentaba delante de la televisión porque, aunque no pudiese ver los dibujos animados que se mostraban, ella oía la banda sonora que les acompañaba y se los imaginaba. Alejada de las etiquetas, confiesa que la música «la salvó de ser una chica autista» y si no hubiese cantado, podría haber expresado todas las cosas que sentía. «Cantar me acercaba a la gente», afirma. Desde el primer momento en el que la vi, si algo me llamó bastante la atención fue, sin duda, la sonrisa que protagonizaba su rostro y la alegría con la que hablaba, cantaba y con la que parece que convivía, por ello no pude reprimirme en preguntarle si había habido algún momento de su vida en el que esa dulce y alegre mueca había desaparecido a causa de las dificultades de su discapacidad. Si bien la entrevista se había desarrollado en un ambiente de júbilo y serenidad, esta curiosidad no pareció afectar ni lo más mínimo a la cantante que con gracia y dulzura, dejando claro su utópica forma de ser asumió que «más que una dificultad, una discapacidad es un aprendizaje». Acto seguido confesó que ayudándose de la fe, había pedido a Dios que le diera un descanso, «esto debería de ser pues, como una prórroga», sin embargo me sorprendió cuando tras un breve silencio continuó diciendo, «a pesar de ello, he dado gracias por la ceguera, porque me ha ayudado a acercarme a la gente, a empatizar con el dolor de los otros». Fuera, las campanas daban ya las nueve de la noche, pero para mí el tiempo se había detenido en el instante en el que la entrevista había comenzado. Justo en ese momento, Fabiola hacía un guiño a la sociedad. Todos los ciudadanos de este mundo corremos el riesgo de caernos o sufrir una enfermedad que nos incapacite, por ello «si las ciudades fueran más amables y accesibles para las minorías, serían más accesibles, en el fondo, para todos». Esta reflexión me hizo pensar. Permanecí en silencio durante unos segundos tratando de asimilar la realidad de sus palabras y su espontaneidad. A pesar de que cada vez tenía la sensación de quererla conocer mejor, tenía que concluir mi entrevista. Sin embargo, no quise acabar sin saber sobre sus proyectos futuros. Su rostro se iluminó con la pregunta y como si de un secreto se tratase, confesó «estoy en un proyecto muy bonito, ojalá se lo pueda contar Ernesto y traerlo el año que viene». Formar parte de este proyecto ha sido para ella como cumplir un sueño «es un proyecto de música canario-berebere» reveló al fin. Quiso hacerme partícipe de su visión tricontinental de la cultura canaria cuyas influencias son americanas «totalmente 56


innegables», españolas y africanas «hemos vivido demasiado de espaldas a África, que es lo que tenemos más cerca» añadió. Solo tenía que ver la alegría con la que hablaba de este proyecto para saber lo que significaba para ella, la música la había acompañado desde que era una niña y era innegable el sentimiento de afinidad que sentía hacia este arte. Por último, concluí agradeciendo su participación en proyectos como el Festival Internacional de Cuentos de Los Silos. Muy amablemente me brindó su ayuda para lo que necesitara para la universidad. Mi primera entrevista no pudo haberse desarrollado mejor, sin duda gracias a ella, gracias al empeño y a la paciencia que había puesto en cada respuesta, gracias a la tranquilidad y a la dulzura que desde el primer momento me demostró. Gracias a personas como ella amo la profesión periodística. ………. Además de con Fabiola tuve la suerte de poder contar con las aportaciones de Ernesto, quien consiguió en todo momentos que formáramos parte de las historias, y además el precursor de este Festival que ya va por la vigésima edición. La cantante y él se conocieron hace quince años «primero asistió a cursos como alumna, luego la escuché cantar, a partir de ahí surgió una gran amistad entre los dos». Esto se podía palpar en el ambiente íntimo que ambos crearon en aquel salón de plenos del ayuntamiento de Los Silos, que por cuarenta minutos dejo de ser lo que era para convertirse en el escenario más inocente de varias historias que nos contaban aquella cantante, que a pesar de su discapacidad vivía con una sonrisa y aquel duende del que tanto se habla en la música oculto en su voz, y Ernesto, quien narraba los cuentos como si fuera un personaje más en la historia. Trabajar con ella «fue una maravillosa intuición», además acertada porque con nuestra querida Fabiola Socas siempre se cumplen las premisas que Ernesto quiere fomentar en su trabajo, el rigor, la pasión y la libertad. Y no hay duda de que a Fabiola la pasión le sobra, es todo lo que ha puesto en su vida, ilusión por lo que hace, y esto se ve reflejado durante la actuación y la entrevista en cada gesto, cada sonrisa. Entre ellos hay muy buena comunicación, trabajan con libertad pero siempre teniendo en cuenta la opinión del otro, lo que les hace disfrutar de esta fusión entre la literatura, la música y la palabra para ofrecerla a todo aquel que quiera formar parte de ello. No solo trabajan juntos en este Festival, sino que tienen más proyectos que los unen. Colaboran en actos para niños, rescatan parte del folklore canario musical y literario, y además crean; todo esto partiendo del previo estudio y de la experiencia. Es, al fin y al cabo, lo que les ilusiona y cuando se lleva a cabo un proyecto con pasión surge la magia, esa magia que surgió desde el primer momento en el Festival Internacional del Cuento de Los Silos y que esperamos que se siga creando durante muchos años más, para que todos se sientan tan afortunados como yo me sentí. ………. Mientras recogíamos el material audiovisual, Fabiola también lo hacía con sus cosas. En ese momento vimos como un matrimonio mayor se acercaba a ella y la ayudaban con su 57


tarea. Por la forma en la que la trataban y el cariño que le demostraban con cada gesto, entendimos que estos eran sus progenitores. Habíamos oído hablar de su padre, Carmelo Socas, exmiembro de uno de los grupos folclóricos más importantes de Tenerife, Los Chincanayros. Debemos destacar la figura paterna puesto que, gracias a él y a su pasión por la música y cultura de nuestra tierra, Fabiola encontró su modelo a seguir, para convertirse en quien es hoy en día. Nos acercamos a su madre, y tras una breve conversación comentó orgullosa «¿Verdad que canta como los ángeles? Nadie lo hace como ella. Todo lo que ha conseguido, ha sido por el esfuerzo y las ganas que le pone a todo». Antes de irnos nos invitó a la actuación que se iba a desarrollar en Icod de los Vinos el domingo 13 de diciembre del proyecto de música canaria-berebere que nos había hablado durante la entrevista, por lo que una semana después nos dudamos en acudir al acto. Y mereció la pena, pues la mezcla entre dichas culturas, instrumentos e idiomas hicieron que la velada fuera totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados.

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MAR GONZÁLEZ NOVELL: «LA PRIMERA VEZ QUE TUVE LA OPORTUNIDAD DE VENIR AL FESTIVAL FUE EN 2005 Y DESDE ENTONCES ES COMO UNA FECHA CLAVE EN MI CALENDARIO» CRISTINA HERNÁNDEZ LÓPEZ ARIADNA GIL MORALES MARTA ARMAS JIMÉNEZ TEXENERI GONZÁLEZ PÉREZ Durante veinte años en el mes de diciembre, Los Silos celebra su encuentro con los libros en su Festival Internacional del Cuento, donde nuestra entrevistada acude como una de las más aclamadas y reputadas mediadoras de lectura, siendo también formadora y maestra. Hablamos de Mar González Novell, especialista en Literatura Infantil y juvenil que imparte numerosos talleres y cursos a lo largo de toda la geografía española y que, una vez más, como todos los años, tiene una cita ineludible en el pueblo tinerfeño de Los Silos con una gran participación y acogida por parte del público, que la espera con un gran entusiasmo. Como narradora y organizadora de los talleres creativos, ¿cuál es su función o implicación dentro del Festival Internacional del Cuento? Yo trabajo normalmente de mediadora de lectura, de narradora y en esta edición estoy coordinando las visitas escolares. Para realizar este trabajo cuento con la ayuda de algunas estudiantes de magisterio en prácticas de la Universidad de La Laguna con el objetivo de dinamizar la plaza con talleres de creatividad. Además, también realizo sesiones de narración, pero sobre todo trabajo con las universitarias para lograr una mayor dinamización de la creatividad y los talleres. Gracias a su relación directa con los escolares, ¿qué grado de importancia cree que tiene el acercar dichas actividades de creatividad a los más jóvenes? Mi trabajo fundamental es promocionar la lectura y, por ello, estamos relacionados con la difusión de la escritura. A lo largo de las visitas escolares me he dado cuenta de la importancia que cobra el diseño y las características de las distintas visitas escolares, pues durante el Festival han participado alrededor de 4200 niños, lo que ha supuesto una importante repercusión en la educación literaria de los escolares de la isla. En las visitas escolares, los estudiantes realizaban las actividades con la presencia de Juan Madrigal y su compañía de teatro. En la segunda parte, los escolares de entre 3-4 años hasta secundaria, han llevado a cabo tertulias literarias, invitándoles a conocer un poco más el mundo de la literatura mientras lo enlazaban con experiencias de la vida. Por otro lado, con los alumnos mayores hemos realizado un taller de literatura poética que ha sido un verdadero éxito inesperado, con una importante repercusión, lo que nos ha llevado a repetirlo de forma continuada a petición de los estudiantes. ¿Cree que la acogida por parte de los estudiantes ha sido positiva? Sí, muy positiva, tanto por parte de los estudiantes como de los profesores, los cuales nos han felicitado por nuestro gran trabajo. Las universitarias en prácticas han aprendido mucho, lo que nos anima a seguir avanzando. Sinceramente, no es la primera vez que estoy participando en las visitas escolares del Festival, el año pasado también 59


tuve la suerte de estar aquí e incluso en años anteriores, lo que es una gran oportunidad para conocer el pueblo durante prácticamente tres semanas e integrarme en la vida del municipio, colaborando en este Festival más allá de los días de máximo auge, sino también por puro ocio. ¿Usted, que ha participado varios años en el Festival, ha visto una evolución en él y en sus visitantes? Sí, claro. La verdad es que llevo ya diez años viniendo desde Barcelona, ya que me quedé enganchada totalmente la primera vez que estuve, y cada año participo de una manera o de otra. Es sobre todo a nivel de las visitas escolares donde se ha producido un cambio muy importante, ya que en un primer momento primaba el espectáculo y poco a poco se han ido incorporando aspectos literarios. Empezamos el año pasado con las tertulias y este año hemos seguido, debido a la gran importancia que se le da y la buena acogida por parte del público. Con respecto a las visitas escolares prima una parte muy dinámica, muy vistosa, divertida y una parte más reflexiva, la cual anteriormente no estaba, pero a la que se le ha puesto muchas ganas para incorporarla a todos los escolares. ¿Espera seguir viniendo en un futuro? Espero que sí, la primera vez que tuve la oportunidad de venir fue en 2005 y desde entonces es como una fecha clave en el calendario, bueno, de hecho, en el 2011 fue el único año en el que no pude venir, debido a que estaba embarazadísima y no me dejaban volar, si no también hubiese venido (risas), así que espero siga repitiéndose cada año. Los compañeros que trabajamos en la visita escolar estamos ya pensando nuevas ideas para ver qué hacemos el próximo año, cambiando un poco las cosas, innovando y siguiendo también profundizando. La verdad es que es una suerte poder participar año tras año, ampliando y mejorando cada vez más el recorrido, produciendo nuevos retos, que realmente es lo que nos interesa. Igual pasa con el tema de los talleres, en la plaza comenzaron hace un montón de años, con la idea de acoger a esas personas que esperaban entre funciones, que se habían quedado sin entrada , sobre todo a los niños, lo que hizo que poco a poco empezáramos a salir en los programas y a tener espacios más específicos. Este año pienso que, a nivel de los talleres de la plaza, es destacable la participación de los adultos, ya que hay momentos que podemos incluso llegar a tener más adultos haciendo talleres en la plaza que a los propios niños, lo que es algo particular, ya que pocas veces te encuentras talleres públicos y libres para adultos, y menos sobre la escritura. ¿Esperaba que tuviese tanto éxito? Bueno, tanto no, la verdad, aunque como llevo muchos años, ya tenemos un grupillo de personas que saben que les gustan nuestros talleres, por lo que vienen siempre cada año. Esta tarde, por ejemplo, realizaremos un taller de encuadernación japonesa, de creación de libros diferentes, y casi siempre hay un grupo que le gusta y directamente los avisamos para que puedan estar disfrutando. También el tema de los niños es importante, intentamos que todos los talleres sean muy diversos, que haya más movimiento, más reflexión, más juego oral, más escritura o plástica. Así que, no solo

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abarca a los niños, sino también a los adultos. Nuestra filosofía es que estamos atendiendo un espacio público que es compartido por todas las edades. A veces creemos que el cuento es un concepto solo para niños y olvidamos que también existen cuentos para adultos, ¿qué opina sobre ello? Yo creo que en ese sentido el Festival hace ya muchos años que rompió este tabú, y hay muchos adultos que vienen específicamente no solo al terror, que ya se sabe que es un éxito rotundo, sino también a las sesiones programadas de adultos, y es frecuente que veas en el programa muchas sesiones para adultos. ¿No cree que el Festival debería tener más eco en los medios? Seguro, y aparte de la cabida en los medios, cierto reconocimiento de la función social que ha tenido en el pueblo a lo largo de estos 20 años de Festival, y cómo se ha ido transformando. Así como la participación de los propios habitantes y los propios silenses, y cómo este año, por ejemplo, se han decorado las puertas unos meses antes del comienzo del Festival, esta participación del pueblo yo creo que es lo que lo hace único. Y sí, claro que hay presencia en los medios, pero creo que es un Festival muy importante y quizás debería tener más presencia en los medios nacionales, no solo en los medios locales, traspasar un poquito la frontera insular. Gracias a su relación con los estudiantes en los talleres, ¿cuál cree que es la aportación que tiene este Festival a la cultura literaria en los estudiantes que quizás en los colegios no la reciben? A nivel de crecimiento personal sobre todo, y a los maestros y profesores la idea de conocer nuevas técnicas, nuevos recursos. Les ofrecemos la oportunidad de que se pongan en contacto con nosotros y que nosotros les facilitemos material teórico, no sólo lo que se refiere a los libros que usamos, sino también a cómo llevar a cabo el tema de las tertulias. ¿Ve toda su vida ligada a estas actividades? Yo sí, yo trabajo en esto durante todo el año, normalmente desarrollo proyectos sistemáticos de promoción de la lectura en centros escolares y a través de una asociación educativa, artística y cultural, pero esto es el trabajo cotidiano. Así que participar en una experiencia tan espacial como es un festival internacional siempre es interesante. Del trabajo diario, de esas experiencias diarias cogemos aquellas más sorprendentes, más diferentes, para sacarlas a la calle y promocionarlas en el Festival. Es decir, es muy similar al trabajo que desarrollamos a lo largo del año, normalmente en Barcelona y alrededores, vamos por todas partes, a donde nos llaman. ¿Quiere mandar un mensaje para dar por finalizada la entrevista? Sí, quiero invitar a todo el mundo a venir al Festival, a los que no nos conozcan, que se animen y a los que sí, que vengan igualmente, porque siempre hay sorpresas, novedades y narradores increíbles de lugares lejanos, así que es una oportunidad única para verlos. Además, vale la pena ver toda la animación de la plaza, de los talleres... Yo pienso que lo que más anima es que yo vengo de Barcelona desde hace 10 años, si yo vengo, ¿por qué no lo iba a hacer alguien que vive en la isla? Es algo que engancha y es mágico.

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CARMEN LUZ BASO: «EL PRINCIPAL OBJETIVO DE ESTA ADMINISTRACIÓN ES EXPANDIRNOS Y QUE ESTE FESTIVAL NO SOLO SE CONOZCA EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA, SINO QUE VAYA MUCHO MÁS ALLÁ» CRISTINA HERNÁNDEZ LÓPEZ ARIADNA GIL MORALES MARTA ARMAS JIMÉNEZ TEXENERI GONZÁLEZ PÉREZ El pasado 6 de diciembre acudimos al Festival Internacional del Cuento que se celebra cada año en el municipio tinerfeño de Los Silos, donde tuvimos la oportunidad de entrevistar a la concejala de Cultura del municipio, Carmen Luz Baso Lorenzo. La entrevista se desarrolló en un ambiente tranquilo y cercano. La concejala se mostró muy receptiva y muy transparente ante las preguntas que le planteábamos, mientras nos explicó sin ningún impedimento lo que suponía este Festival para el pueblo. Igualmente, hizo hincapié en cuáles eran los objetivos e intenciones de dicho evento, así como todas las instituciones que colaboran económica y socialmente para su realización.

¿En qué consiste la colaboración del Ayuntamiento de Los Silos con el Festival? Como saben, es la XX Edición del Festival Internacional del Cuento, que es la Asociación para el Fomento y la Lectura que dirige Ernesto Rodríguez Abad que hace años le propuso a esta administración local llevar a cabo en el municipio de Los Silos un Festival del Cuento que luego se convirtió en internacional, donde diferentes narradores, contadores... vienen de todos los países del mundo. La colaboración que lleva a cabo la administración local con dicha asociación en primer lugar es económica, por supuesto. Nosotros firmamos un convenio anual con la asociación y también nos comprometemos a buscar financiación por parte de otras administraciones para que el Festival tenga la financiación adecuada y se pueda desarrollar. Además de esa financiación económica, también colaboramos con el tema de recursos humanos prácticamente desde el 19 de noviembre o incluso antes, tanto el personal de obras y servicios, el personal de Cultura y el personal de Educación están a disposición completamente para la asociación bajo la dirección de Ernesto para llevar a cabo toda la decoración, los enrames, planes de seguridad con la policía local, recursos humanos como ya dije y también las infraestructuras del municipio que las ponemos a disposición del Festival para que puedan desarrollar las actividades. Con las que no son de ámbito municipal llevamos a cabo la solicitud pertinente, como pueden ser el centro de salud donde se desarrollan muchos de los cuentos, que no pertenece al ayuntamiento y nosotros como administración local lo que hacemos es tramitar ese permiso para que nos cedan ese espacio durante el Festival y se pueda llevar acabo allí unas sesiones. Es decir, nosotros nos volcamos como administración local desde el área de Cultura, sobre todo yo como responsable. Es el Festival más importante que tenemos en el municipio. Somos un pueblo muy pequeño de menos de 5000 habitantes, por lo que el presupuesto no es como en otros ayuntamientos o en otras zonas pero creemos que este tipo de festivales hay que descentralizarlo. Sabemos que algún otro municipio con más dinero y financiación puede incluso dotarlo más, pero en el Festival tanto Ernesto como los que trabajan con él y desde el ayuntamiento queremos que el Festival continúe aquí. Nació aquí en el municipio de Los Silos y tanto 62


a nivel de financiación todas las partidas de presupuesto del área de Cultura van para este Festival y, además, el compromiso que también tengo con otras administraciones, llámese Cabildo, llámese Gobierno de Canarias que también colaboran con el fFestival de manera directa a través de financiación económica. ¿Aparte de esas administraciones públicas, se han visto implicadas algunas otras empresas privadas en la financiación del Festival? Sí, por ejemplo, esa parte ya la lleva más la asociación, en este caso La Caixa con su proyecto social y cultural ha apoyado muchísimo a este Festival y me consta que seguirá apoyándolo, pues muchas de las acciones que tenemos son gracias a ellos. El proyecto o el Festival, como yo digo, es tan amplio que no solo se basa en el ámbito cultural, pues este evento lleva ya 20 años de edición y la idea es que se lleve más allá, que no solo se quede en una parte cultural sino que vaya a una parte más didáctica, pedagógica y una parte social. Es ahí donde entidades como La Caixa han colaborado para llevar a cabo este Festival y ha ayudado a financiarlo. El Festival es muy importante en el pueblo porque ha conseguido situar a Los Silos dentro del mapa, pero también nos gustaría saber cómo ha influido la presencia de este en la vida sociocultural del pueblo y en la vida económica. El otro día nos reunimos con la directora de comercio, tanto los organizadores del Festival como yo y la administración local, y le plantee que es la actividad de dinamización más importante que tiene la isla baja, ya no solo de Los Silos. Este proyecto ha dado nombre al municipio y muchas personas de toda Canarias conocen este pueblo gracias al Festival Internacional del Cuento. Pero no solo al municipio, estamos seguros de que es la actividad de dinamización más importante que tiene toda la comarca, toda la isla baja de zona de comercio, pues no solo es la gente que se acerca a ver las sesiones de cuentos, sino también todo lo que beneficia a la zona comercial. Aparte de la implicación de las administraciones en la financiación queríamos saber también la implicación de las instituciones escolares con las visitas culturales que también tienen una gran importancia social y educativa. En este caso, el ámbito didáctico que le hemos querido dar al Festival es cada vez más importante. En esta vigésima edición han pasado por el Festival 4200 escolares, es decir, 4200 niños y niñas en 20 días han visitado el municipio, beneficiándose de los cuentos, de las acciones, los talleres, etc. Pero además se han implicado tanto que ya no son solamente beneficiarios de estas actividades sino que han querido ser partícipes del Festival decorándolo. Este año hemos conseguido algo que desde años anteriores hemos estado buscando desde los centros educativos. Hicimos un trabajo explicando a los directores y directoras de los centros educativos que es lo que queríamos hacer y la idea era que este año la temática fuera de El Quijote. Hay en total siete centros, seis de primaria e infantil y uno de secundaria, y la idea era que cada uno escogiera una parte del municipio, ya fuera una plaza o una calle, y que decorasen esa parte con un capítulo de El Quijote. Ahí tuvimos muchísimos objetivos, pues cada colegio desde días previos al Festival estuvo trabajando con el alumnado esa novela tan importante. Luego también tuvimos el propósito de que no solo se implicaran los centros y el alumnado sino también se llevó hasta los padres y madres, que en algunos centros acudían por las tardes para llevar a cabo esas escenas y representaciones de El Quijote y poderlas decorar en nuestro municipio. Yo creo que ese el fin más importante, que esté todo el pueblo y la comunidad educativa trabajando en una misma temática y que conozcan la novela. No solo es lo que vemos desde fuera, sino el trabajo previo que se ha conseguido. Yo

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siempre digo que realizar políticas públicas en cultura es transformar a la sociedad y con el Festival Internacional del Cuento seguro que se ha transformado a sus visitantes. Es una transformación que los vecinos sentimos, solamente que cada año aquí hay un Festival, sino que somos participes de él. Muchos de los vecinos y vecinas ofrecen sus casas para que los cuentos se desarrollen en las mismas y muchos de ellos este año han decorado sus fachadas para este mes. Las asociaciones y colectivos, así como toda la población del municipio está colaborando, siendo también participes del Festival, convirtiéndonos en una comunidad que trabaja para que esto salga adelante y para que cuando vengan a visitarnos el pueblo esté engalanado y decorado. ¿Esperaba que tuviera tanto éxito? Hace 20 años que empezó este Festival. Cuando empezó yo tenía 16 años y recuerdo que se veía a Ernesto Rodríguez como una persona importante, ya que era un profesor de la Universidad de La Laguna. La propuesta de querer llevar a cabo ese año un festival de esta índole en el pueblo, empezó como una cosa pequeña, ya que prácticamente todos los festivales se celebraban en el centro de salud y no había largas colas como actualmente podemos observar para comprar entradas. Al principio era un evento a los que acudían solamente los vecinos del municipio o de los pueblos colindantes, y el hecho de que hoy en día se haya transformado en lo que se está convirtiendo, para mí es totalmente un orgullo, y aún más siendo actualmente la responsable del aérea de cultura y educación de esta localidad. Cuando nos dirigimos a otras administraciones y nombramos el pueblo de Los Silos, enseguida lo asocian con el Festival Internacional del Cuento. Para nosotros que no nos asocien con otros ámbitos, sino con una cosa tan importante a nivel cultural y más ahora mismo, que parece que se está dejando de lado la cultural y se le está dando más importancia a otros temas, creemos que esto es muy importante. La parte o ámbito cultural, como dije antes, transforma a la sociedad y esta necesita también ese espacio. Las personas necesitan evadirse y en este apartado tenemos también el ámbito social, ya que el Festival lleva a cabo una labor por la cual que estos cuentos se acerquen a esas personas que de una forma u otra no pueden acudir a el evento. Ha sido el Festival el que ha acudido a los centros de mayores, como la residencia geriátrica de nuestra Señora de la Luz, y con solo verle a las personas mayores sus caras cuando los narradores le están contando una historia que de alguna manera les devuelve a su niñez, eso se convierte en calidad de vida. No solo es darle esa parte de recursos materiales, sino también esa parte de recurso cultural, el cual creo que es muy importante y le da a todas las personas una mayor calidad de vida. Mañana, también van a acercarse para dedicarle un día a todos aquellas personas con discapacidad y van a llevar cuentos y talleres para todos. También se han visitado los distintos hospitales de la isla, para contar cuentos e historias a los niños y niñas que allí se encuentran, con la finalidad darles ese granito de felicidad y de alegrarles. También, se ha llevado a cabo un trabajo precioso que ha estado desarrollando Ernesto en la centro penitenciario Tenerife II con los internos. El otro día tuvimos la oportunidad de estar con todos ellos y hacer que en aquel día ellos se sintieran los protagonistas y que pudieran contar esas historias que llevaban trabajando durante mucho tiempo. Es un proyecto precioso y en mi opinión, creo que tenemos que seguir trabajando en esa parte social y emotiva.

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A raíz del creciente éxito de este Festival a lo largo del año, ¿su objetivo sería mantener el Festival dentro del municipio aunque haya otros con mayor capacidad de financiación interesados en él? El Festival nace en el municipio de Los Silos y desde esta administración y este grupo de gobierno te puedo asegurar que la prioridad desde mi área es buscar toda la financiación y hacer que el Festival Internacional del Cuento continúe en el pueblo, aunque desconozco si entrará otro grupo de gobierno y tendrá las mismas prioridades que nosotros. Este tipo de festivales no pueden realizarse siempre en las zonas del área metropolitana, ya que hay que descentralizar la cultura para no tener ciudadanos en desigualdad. Este es uno de los principales objetivos de este evento, por ello me he reunido con el área de Cultura del Cabildo Insular de Tenerife y también están de acuerdo con este tipo de festivales, que ya tienen una trayectoria y se deben seguir apoyando para que continúen celebrándose en el lugar donde nacieron y dotarles de la financiación economía que se merecen. Ese es un hándicap que tanto como el director y la administración local estamos de acuerdo, ya que es muy difícil hacerles ver o concienciar a otras administraciones superiores la importancia que tiene este Festival para el municipio de Los Silos y que por tanto se nos dote de la financiación que necesita. Tanto Ernesto como yo nos hemos reunido prácticamente con todos los consejeros y consejeras, con los directores generales de las distintas administraciones tanto del Cabildo como del Gobierno de Canarias intentando concienciarles, sensibilizarles y hacerles ver lo importante que es para el municipio que el Festival Internacional del Cuento continúe. Un acto de estas características tiene que tener con anterioridad una cuantía para saber cómo se tiene que trabajar y en eso es, como administración, en lo que más tenemos que trabajar. Nosotros tenemos claro dentro de un convenio cual es nuestro presupuesto y cuáles son los recursos, materiales como personales, que aportamos. Por ello, la tarea más difícil es conseguir financiación de otras administraciones. ¿Cree que debería darse más publicidad al Festival en los medios de comunicación? Yo creo que ya contamos con una ventaja, la cual es que es un Festival que ya está consolidado. La publicidad, cuanto más, muchísimo mejor para que llegue a mucha más población. Pero si es verdad que es un Festival que ya se conoce no solo a nivel insular, sino a nivel de la comunidad autónoma. Se trata de un evento que ya tiene su trayectoria y su consolidación, y por ello la gente sabe que durante el puente de diciembre se realiza el Festival y lo aprovechan para acercarse al municipio. Por ese motivo, no podemos cambiar las fechas, las fechas están fijas y en esos 20 años, hacerlo en los mismos días y no cambiarlo ni modificarlo, ha hecho que los visitantes en si sepan que durante el puente de diciembre deben visitar el Festival Internacional del municipio de Los Silos. Este año me consta que hemos salido prácticamente todos los días tanto en el periódico El Día como en El Diario de Avisos con reportajes. Igualmente, desde ya muchísimo antes del 19 de noviembre, tenemos ya carteles por toda la isla, radio, internet, nuestra página web… pero si es verdad lo que dije antes, cuando un Festival ya está consolidado camina prácticamente solo en el tema de la publicidad. Para terminar, ¿no le gustaría a usted, como concejala de Cultura de este municipio, romper esa frontera insular en los medios de comunicación hacia la península donde aún no es tan conocido?

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Sí. En Cataluña, por ejemplo, hay un pequeño festival también de cuentos y nuestra idea es realizar como un hermanamiento donde ellos conozcan nuestro Festival y nosotros el suyo. Por ello, me he puesto en contacto con su concejal de cultura y nuestra idea es firmar como una alianza donde nosotros podamos hacerle una visita a ellos y viceversa, y poder así conocer ambos festivales. El hecho de que Televisión Española se desplace hasta aquí para un acto de estas características cuesta mucho más, porque el tema cultural está por desgracia en el apartado que le toca. Pero sí, el principal objetivo de esta administración es expandirnos y que este Festival no solo se conozca en la comunidad autónoma, sino que vaya mucho más allá.

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ESTUDIOS Y REFLEXIONES

LA CIUDADANÍA MARAVILLOSA EN LA COMUNIDAD IMAGINADA ANDRÉS GONZÁLEZ NOVOA

RESUMEN: A través de una extensa experiencia en el mundo de la narración oral, seguimos paralelamente analizando la posibilidad de recuperar la memoria a través de las pequeñas historias. En ellas, encontramos los procesos que posibilitaron los finales históricos. Por ello, siguiendo la línea de investigación, concentramos nuestros esfuerzos en un análisis profundo de las propuestas de las personas americanas del XIX para conformar un modelo de ciudadanía maravillosa.Sus monstruos, sus insólitos paisajes o sus extrañas reflexiones son espejos donde enfrentan las envilecidas indignidades. Auguran la caída del ciudadano como modelo de habitar en el mundo, frente al otro modelo monstruosamente maquillado; lo políticamente correcto del pensamiento único. Voces silenciadas, sentenciadas al olvido del desván, que persisten sin embargo en su vital propósito, generar una red que fortalezca sin duda, el desmembrado sentido común.La praxis apasionada y la reflexión sosegada intentarán converger en una síntesis de lo que podríamos aprender de nosotros mismos, desde la convivencia comunitaria.

ABSTRACT: Throughthewideexperience in thefield of oral narration, wefollowitanalysingthepossibility of recoveringthememorythroughoutthe short histories. In them, wefindtheprocesseswhichallowedthehistoricends. Thatiswhy, followingthe line of investigation, weconcentrateourefforts in a deepanalysis in thepropositions of the American people of the XIX century to conform a model of marvellouscitizenship. Theirmonsters, theirunusuallandscapesortheirstrangereflections are mirrorswherethedemonisedindignitiesconfront. Theypredictthefalling of thecitizen as a model of inhabitingtheworld Vs anothermonstermade up model: thepoliticallycorrect of thesolelythought. Silencedvoices, sentenced to be forgotten in thecellar, whichpersistnevertheless in it vital purpose, generate a net whichstrengthenswith no doubt, thefragmentedcommonsense. Thepassionate praxis and relaxedreflectionwill try to converge in a synthesis of whatwecouldunderstand of ourselves, fromthecommunitycoexistence.

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1. LA ALTERNATIVA MORAL DE LO FANTÁSTICO Ibantobscuri sola sur nocte per umbral Virgilio/Eneida

El DRAE describe fantasía (gr. Φαντασία / lt. Phantasia) como la facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas y lejanas, de reproducir los ideales de forma sensible o de idealizar las reales. Es decir, que el eje del cual se aleja lo fantástico es real y sin embargo, acostumbramos a decir que la realidad supera la ficción. ¿Qué y quién describe en cada espacio y tiempo lo que es real? ¿Qué y quién nos orientó hacia la crítica caprichosa e interesada de las definiciones contextuales y no hacia un consenso abierto referido a lo sensible e imaginable? ¿Es pues lo fantástico una exageración o idealización de lo real, o es lo real una degeneración cacotópica de lo fantástico? Retomando el diccionario, aparece también como grado superior de la imaginación, como la acción del que inventa. En este sentido tendrá la fantasía mucho de ciencia, de direccionamiento de las energías humanas hacia el desarrollo manipulativo en relación con el entorno, es decir, de las capacidades del homo sapiens de generar respuestas originales en base a los errores del pasado. ¿Qué hace pues que lo científico sea real y lo fantástico no? ¿Un método? ¿La fe? ¿La vanidad? ¿La falta de tiempo? Prosiguiendo sin embargo por las acotaciones de la Academia, encontramos a la fantasía como ficción, cuento, novela o pensamiento elevado e ingenioso. Y quedémonos, por el momento, con las características o virtudes atribuidas. Para que algo resulte fantástico debe ser elevado e ingenioso sobre una medida en relación a algo medible. Y si nuestra expectativa es razonar y apasionarnos en torno a las pequeñas verdades de las empequeñecidas historias, quizás debamos legar las grandes interrogantes para su viaje por el tiempo y concentrarnos en esta última aportación epistemológica. Dejarnos llevar como viajeros por esa literatura menor que logra sin duda alguna, removernos con más comodidad por la alta vida intelectual y moral de este siglo sin luces, ni sombras. Los románticos y los modernistas del XIX atinan a intuir la condición del arte en equilibrio aristotélico entre ciencia y superstición. Los mueve la pasión indagadora sobre cuanto se desconoce; una afirmación tímida de que sólo se sabe que no se sabe nada, sin cicuta, pero con letras. Un movimiento suave de batuta que traspasa las fronteras entre el sueño y la razón, sin que la vida pierda su armonía. Una cincelada inocente y experimentada que no deja de sorprenderse tras el beso marmóreo de su efecto Pigmalión. Pero este sentir decimonónico es ancestral como las ancianas de los pueblos. Viejas que como el miedo, son anteriores a las letras, y a muchas cosas nuevas que cambian todo, para no cambiar nada. Desde el Zendavesta, la Biblia, la Odisea o las Mil y Una Noches hasta Rabelais, Quevedo, Defoe, Walpole, Garcilaso o Cazzotte encontramos un sinfín innumerable de experiencias compartidas que son alejadas impúdicamente de los renglones de la historia oficial y por ende, del saber científico. Pero la gran diferencia 68


que enfrenta a los escritores del XIX a lo fantástico es que ya no responden exclusivamente a los latidos del corazón, pues la razón sin duda, tuvo que afectarlos: Herederos del racionalismo, reaccionarios y románticos, políticos y modernos, afrontan lo fantástico no solo como evasión, sino como re-direccionamiento del individuo y las sociedades. Conforman, con o sin intención, una respuesta a la ciudadanía que queda patéticamente sepultada bajo los clichés positivistas del envejecido siglo XX. Pero tan claro como es el des-entendimiento heredado del positivismo del nuevo milenio, es en su envés, la intuición en cierta claridad de que lo fantástico no es inferido por dicho des-entendimiento, sino percibido por y con la sensibilidad, de igual modo que lo gracioso, lo trágico o lo cómico como algo esperanzador y refrescante. Es penetrable igualmente que la caracterización de todo conocimiento superado por la hegemonía paradigmática del pensamiento único, termine ubicado en dicha acepción, lo cual nos conduce progresivamente al desvelamiento de toda esa literatura menor y nocientífica, como mostradora de realidades alternativas a las impuestas por esta aldea global de intereses homogeneizadores; concluirá sin duda, criticando el simplismo esclavista de la tiranía mediático-pedagógica. Todo lo que no cumple el protocolo del método, todo lo que no es reducible a la comprensión de lo bancario, termina sin más en el polvoriento cajón del pasado-ficción. Llegamos al corazón de lo fantástico, entre el polvo del desván, así podríamos comenzar a retratar la real y apócrifa imagen actual del ayer, igual que el ángel de Durero, olvidada y cansada de tanta mudanza (Agamben, 1998). En un mundo que es el nuestro, el que conocemos, sin diablos, sílfides, hadas ni vampiros, se produce un acontecimiento imposible de explicar por las leyes de este mismo mundo familiar. Cuando esto sucede, la sociedad contemporánea ha desarrollado desde la aniquilación de la herencia decimonónica, una capacidad de almacenamiento de desván, en el que entre telarañas y polvo, ha conseguido desordenar la historia. Y no sólo eso, sino que además ha logrado etiquetar todos estos abalorios de nuestras culturas como algo carente de función, como algo que hay que guardar para la nostalgia, pero que no tiene lugar y espacio en nuestro salón del hogar. En este ya solo encontraremos aparatos tecnológicos, muebles de diseño y cuadros de Ikea, a la par que algunos libros de autoayuda. El sujeto que percibe el acontecimiento debe optar por una de las dos soluciones posibles: O bien se trata de una ilusión de los sentidos, de un producto de la imaginación (hoy ubicada en deformaciones psicotrópicas o en espontaneidades infantilizadoras), y las leyes del mundo siguen siendo lo que son, o bien existe realmente, como los demás seres o ideas, con la diferencia de que rara vez se encuentran. La segunda opción amenaza ocasionalmente la vertebralidad del paradigma pensamiento único, y por ello debe ser aniquilado en ese altillo, con los demás especímenes non gratos a la ceguera de este tiempo de fobia al miedo. La arriesgada elección nos conduce a lo extraño o a lo maravilloso desde la negación metódica, o desde la incertidumbre capaz de la sorpresa. Una opción, claramente, no acepta la crisis

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y por tanto tampoco presta demasiada confianza a la duda; concibe lo real en función de leyes naturales-científicas y deja lo demás para el imaginario del desván. La otra, sin ningún prestigio en la Academia, ofrece sin embargo, alternativas edificantes para conformar, con mayor sutilidad, este proyecto de globalidad tan totalitaria como segregadora(Sloterdijk, 2007). Veamos un ejemplo para comenzar a entrar en materia. Un relato anterior a Copérnico que imaginase la tierra girando alrededor del sol, sería considerado en su época como enteramente fantástico o maravilloso. Sin embargo, sabemos desde los pensadores cretenses, que existen miles de relatos en torno a dicha idea. Lo fantástico, que inicialmente supone una trasgresión de las leyes del mundo empírico, a sabiendas de lo subjetivo de nuestra experiencia, otorga una irrealidad provisional tan necesaria como los andamios para la elevación de un edificio civilizador. Es posible entonces que lo fantástico se haya tornado desde la buhardilla en un reflejo oxidado de la imposibilidad de llegar a un sentido definitivo de la vida, que en su intención, nos sacude la interioridad con la sensación del acto perpetuo aristotélico, la idea de que somos un proyecto, no un resultado humanista o humanitario. Lo fantástico representa sustituir lo familiar por extrañeza, por lo intranquilizador; significa introducir zonas oscuras formadas por nuevas intuiciones del otro y de lo oculto, de los espacios que se hallan situados más allá de la frontera delimitadora de lo real. Es claro en el hoy, que dichas visitas hacia el otro o hacia dichos espacios se realizan de forma virtual, a distancia, sin contacto. Se asume a-críticamente el carácter ficticio de todas esas posibilidades y por lo tanto, es permisible consumir dichos productos, eso sí, con la certeza de que no son posibles, que nada de lo que aportan es cierto o funcional. Podríamos ajustar la nostalgia del desván al cajón del entretenimiento; del circo para el pueblo al opio para las masas panoptizadas (Debord, 2003). Sin embargo, lo fantástico precede al elemento anecdótico que emborrona las señales de lo propio referente, es decir, tiene el poder poético de destronar las visiones hegemónicas. Lo maravilloso puro tenderá a borrar todo su referente y lo maravilloso explicativo en cambio, a restablecer el referente de otro punto desde donde mirar. Frente a dichas posibilidades, el género objetivo de esta realidad emborronada, es susceptible de subversión desde lo no-borrado, lo almacenado en los desvanes, lo que puede y debe transgredir la realidad sistémica contemporánea. Porque, quizás, el mayor problema de este presente sin norte, es su pasado incompleto. Por ello, intentaremos con prudencia descubrir las propuestas de ciudadanía que ofrecieron en ese antes de Nietzsche (OctaviFullat, 1998), los pequeños relatos que el futuro despreció como fantásticos, pero que brotando de revolucionarios, viajeros, poetas y políticos, ofrecieron sin duda, con la elegancia que nunca encontrarán los nuevos lenguajes, una posibilidad de “la vida en el mundo” más pendiente de los problemas de la convivencia, que de los hitos humanos del progreso. Una mirada íntima e histórica del problema, integradora y posibilitadora de tradiciones enjundiosas, en un 70


presente menos moderno, más pausado, en el que por momentos, el khronos llega a encontrarse cómodo en la carreta del kayrós. Dichos autores y sus cuentos, proponen planteamientos de ruptura con el orden reconocido, irrumpen desde lo inadmisible en el seno inalterable de las leyes cotidianas, son intrusos del misterio en la vida real y muestran vitalmente su encuentro con lo inexplicable. Provocan desde los desvanes a las almas inquietas, una alteración del eje espacio-tiempo que consigue integrar la sensación de soledad en el mundo en una red invisible de soñadores, de íntimos cómplices; amantes pasionarios de la vida en comunidad (Larrosa, 2003).

2. EL NACIMIENTO DEL HOMO-VOCO EN LAS PROPUESTAS FANTÁSTICAS DEL XIX EUROPEO Si realizamos un breve repaso del concepto de ciudadano desde la proclama de Epicteto«soy ciudadano del mundo», si a velocidad de vuelo recorremos la paideia como educación del ciudadano y la isonomía como ubicación de cada ciudadano en su lugar, si entendemos a modo sofista al ciudadano como buen político; si vemos en sí a Sócrates como expresión de buena ciudadanía, configuraremos a vuela pluma al ciudadano como aquel individuo que participa directa o indirectamente en la gestión de la vida pública (Guthrie, 2004 y Jaeger, 2004). Tomás de Aquino escinde el concepto del ser humano religioso, configurando el homopoliticus que llegará al renacimiento demasiado politizado. La crítica de Rabelais y Montaigne mostrarán en este breve trayecto los peligros del saber científico-materialista (Enrique Belenguer, 1996). Pero prosigamos con celeridad hacia los fundadores teóricos del estado absolutista: Hobbes, Locke y Rousseau, el hombre-lobo, el hombre-hipócrita y el hombre-egoísta. Así cerramos el siglo de las luces y las sombras para entrar en el siglo del desconcertante relativismo cultural (del hombre absoluto al hombre disuelto). El XIX lo avanzamos en el absoluto oscurantismo. Neotomismo, psicologicismo, ciencias de la naturaleza, tradicionalismo, positivismo, freudomarxismo, vitalismo, historicismo, hilozoismo, neokantianismo, materialismo, fideismo, mecanicismo, pragmatismo y un sinfín de ismos, competirán con rabia desmedida por su gloria epistemológica, desmembrando al ciudadano en tipos de ciudadanía, olvidando sus antiguos menesteres, en los que sin ser tan ilustres, sí fueron conocimientos bien amigos. No sería incierto afirmar que la globalización ha sido la victoria de uno de los proto-tipos, y no de la integración coherente de todos. Es así que en esta relatividad cultural (del todo cabe para que nada valga) que culminará Nietzsche, encontremos lógica la política del desván, del abandono de un pasado que en un siglo frenético, nos situó como corderos, en un mundo de bárbaros con tecnología de sabios. Sobró de todo en el siglo de los ismos, menos sensibilidad. Veamos pues, desde las voces fantásticas, desde las silenciadas intimidades, si encontramos a un hombre más cómodo en una

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ciudad más tranquila, a ver si con fortuna y presteza hallamos las huellas de una ciudadanía imposible, fantástica y seguramente deseable (Deleuze, 2005). Kafka en su Metamorfosis (1915) nos ofrece al humanismo bajo las leyes comerciales, la transformación que ya advertía Rabelais en su Abadía al Revés y Montaigne en sus Ensayos. Hoffmann en el Vampirismo (1821) desentraña la naturaleza del horror en la excesiva fe de las certezas hegemónicas y en cómo lo fantástico es capaz de conmover el alma sin perturbar la mente, de que manera forja a naturalezas vigorosas a través de la gastronomía de los platos fuertes de la vida. En tanto Gautier en Los amores de una muerta (1836) nos muestra a la mujer libertina, adicta a hombres, juegos, licores y blasfemias, como una mujer participativa de la vida pública, la femme fatale no es otra acepción que la de ciudadanía integrante de lo femenino. Dicha visión se equipara coherentemente con los principios del anti-héroe de Zorrilla, Don Juan Tenorio (1817), en sus célebres versos: A la justicia burle, a la virtud escarnecí, a la razón atropellé (y aquí le corregimos el verso terminante del cuarteto), a la tecnología vendí (hombrepasión). ProsperMérimée en su cuento Sobre el Vampirismo (1827) intuye la ficción como una segunda infancia del hombre y otorga en la reflexión sobre el vampiro una moraleja paternal en acercamiento del pasado moralizante al presente corrupto. Villiers De L´Isle-Adam corresponde a esta visión en su Tortura por la Experiencia (1883) con el desmenuzamiento del pasado como dador de usura económica, una ceguera más dura que la piel que vierte en lo cuantificable una esperanza más que dudosa. Estas reflexiones sobre la utilidad de los muebles del sobrado para la decoración histórica del salón humano nos conducen en La Cabellera (1886) de Guy de Maupassant hacia la tradición posibilitadora frente al arcaizante pasado litúrgico. En su relato, el capitalismo es un ente fantasmagórico que viene a destronar al ciudadano y a sojuzgarlo, a evitar sin duda su acceso al campo espiritual. Edgar Allan Poe con su Corazón delator (1843) nos ofrece el terror como la sensación íntima de que estamos vivos. Desde la naturaleza fuerte de la conciencia humanista, el ciudadano a través de esa perturbación interna y auditiva, acomete vitalmente su cruzada contra la barbarie. Advierte a la par que el pensamiento fragmentado de su tiempo convierte a los seres humanos en seres deshabitados, en los que esa voz no tiene resonancia y son los caprichos físicos, desde abajo, los que guían la acción. J. Hawthorne cuenta la historia de un hombre que por una noche fue amante de una mujer muerta hace más de doscientos años, y que por ello guarda en su cuerpo un frío sepulcral. En El Misterio de Ken (1883), reflexiona sobre lo importante de aprender del pasado lo inevitable de nuestra contingencia, como huéspedes en el anfitrión mundo histórico. A su vez, James en el Conde Magnus (1904) integra lo fantástico en la experiencia. Es curioso cómo, recorriendo un sendero familiar, profundizamos en los propios pensamientos con absoluta exclusión de los objetos circunstantes. Como bien dice la máxima goyesca, los sueños de la razón, producen monstruos. Proseguimos este pintoresco recorrido por el otro pensar decimonónico con La Ventana 72


Cerrada (1871) de Ambrose Pierce. El protagonista es un hombre al que la agitada experiencia lo conduce a la quietud. Frente al capitalismo como generador de realidades inalcanzables, este ciudadano ha encontrado su lugar en el mundo, y está dispuesto a convivir en él. No debe cambiar nada afirma, bajo ningún concepto, y concluye, la vida no puede ser tan terrible como aparenta. Clarificador no obstante es ya el título El Intruso (1921) de H.P. Lovecraft. Un vampiro se enfrenta al espejo, como un ciudadano se enfrenta a su medida y no se ve tal como es. Se reconoce como intruso en el mismo día que sus dedos se extendieron hacia el abominable y frío cristal pulido. Como en la Casa de Asterión de Borges, el ciudadano del XIX que no entra en el método, se termina reconociendo como un ser marginal, y se siente como tal en lo social. El terror que provoca es el fundamento del racismo, es él, desde su ciudadanía radical, un extranjero en una tierra que parece no ser la de los hombres. Ese espejo abominable lo concibe como algo oscurecido por el tiempo Joseph Sheridan Le Fanu en Carmilla (1871), donde desde la belleza tatánica brota el beso de la vulgaridad en lo fantástico. El ciudadano que anticipaban los griegos como partícipe de la vida pública no se reconoce en lo social, porque lo social está dejando de pertenecer a la historia. En tanto, en las islas británicas, Robert Louis Stevenson, desde El Diablo en la Botella (1893) advierte de la maldición de una cultura que quiso la recompensa de la muerte sin el esfuerzo de la vida. BramStoker en el Invitado de Drácula (1897) aporta a su coetáneo la emergencia de una crítica a la edad de la técnica, advierte como acabaremos con los Vampiros a través de los medios de registro de información, como tantos datos almacenados terminarán por convertirnos en espectros intelectuales, ausentes de sentido y cargados de energías negativas. En 1821, PercyBysshe Shelley escribía Los Dos Espíritus reflexionando en torno a los nuevos tiempos y en cómo habrían resultado las cosas, si se hubieran tomado otras decisiones. Es consciente de que la noche hace al día y de que lo fantástico hace lo real, advierte sin duda, desde lo oscuro, la pérdida del rostro humano en el monstruo positivista. Pensamiento que años atrás, en 1816, en una reunión con Mary Shelley y Byron entre otros, en homenaje al Hamlet shakesperiano, daría a la increíble reflexión sobre la ciudadanía de Frankenstein (1836). El protagonista de esta historia y el vampiro de Lovecraft, se enfrentan al espejo con resultados similares. En ambas historias existe una crítica al racionalismo y a la idea de que si el hombre se aparta del hombre rescindirá, siendo un monstruo para el hombre. Existe pues una doble advertencia también para el mundo virtual que evita que los hombres se conozcan en su recorrido por la vida, en fin, ambas ideas, configuradoras de una ciudadanía egocentrista y una sociedad fanática. Este espanto hacia la diferencia se torna en vaso dilatador del hombre tecnológico que desnivela con alevosía la balanza progreso-convivencia, hacia el narcisismo. Por aquellos tiempos, en España, en el imperio decadente de quijotes abandonados, Bécquer en El miserere (1869), es capaz sin duda de renovar la tradición e incrustarla con coherencia en el magma del modernismo incipiente con la profundidad y

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sensibilidad de lo íntimo. Sus leyendas y la utilización de lo fantástico recaen en el Selbst de P. Sloterdijk, en la idea de que el hombre no desea la muerte porque tiene derecho al amor propio, y no como el otro ciudadano radical, que no teme a la muerte porque tiene el deber del amor propio. Leves diferencias que marcan con frecuencia el devenir del río humano por los siglos. Diferencias que podrían servir para escarmentar en pierna ajena, como dice José Espronceda en la Pata de Palo (1857), cuando reflexiona sobre el valor de la memoria y la velocidad vital de la techné. El ciudadano que se intuye es irracional, pasional y libertario, un hombre que camina entre lo fantástico y lo real con la precaución de manejar un poder de alta responsabilidad: la imaginación. Intentar negar dicho poder, y no aprender a usarlo para la convivencia, ha sido uno de los principales vértices de esta ciudadanía impuesta de individuos solitarios y fanáticos en masa. La herencia que recibirán los autores latinoamericanos podría resumirse de la siguiente manera: Se enfrentan al humanismo comercial y a un pasado usurero y litúrgico otra manera de mirar el mundo, desde lo fantástico. Se intenta conmover sin perturbar, descubrir la sensación íntima de que estamos vivos para configurar una ciudadanía que integré una segunda infancia con la experiencia vital, añadiendo como condimento especial lo femenino. Así pues, frente a la imposibilidad que ofrece el espectro capitalista del acceso del ciudadano al campo espiritual, lo fantástico intenta habitar al ser, convertirlo en un huésped tranquilo y convivencial. El espejo al que se enfrenta lo fantástico es una ciudadanía radical y marginal del hombre que escucha al hombre, el homo-voco; el hombre invitado a la comunidad. Es pues que en lo próximo, intentemos desarrollar una crítica a la edad de la técnica y a los espectros intelectuales y narcisistas que ha parido para el malestar general de la cultura, tanto en los reservados, como en los suburbios.

3. DE LO FANTÁSTICO A LO MARAVILLOSO. LOS PRIMEROS PASOS DEL REALISMO MÁGICO Y DE LO REAL Y MARAVILLOSO, EN EL XIX LATINOAMERICANO

Yo nací en un país, en donde, como en casi toda América, se practicaba la hechicería y los brujos se comunicaban con lo invisible. Rubén Darío

El término tótem procede de un vocablo de la lengua algonquina de los indígenas de América del Norte que significa «pertenece a mi parentesco» y designa plantas, animales, fenómenos u objetos asociados de manera simbólica a determinados grupos sociales como insignias de identificación. A veces, se usa, también, de manera poco correcta, para designar los objetos, imágenes o esculturas que representan dichos tótems. Escisión importante para comenzar a re-descubrir ese otro mundo de las otras 74


posibilidades, ese continente al otro lado del océano que por desarrollo lógico de la historia y de sus encuentros, ofrece una visión alterada del mundo, entre la mitología indígena y las concepciones legendario-religiosas castellanas. Un mundo desde el cual, para la búsqueda de esa ciudadanía maravillosa, debemos nadar por los paradigmas narrativos que reflexionan sobre el hombre en relación al hombre, dentro de un entorno social-naturalizado. Es decir, que realizaremos a paso de jungla un viaje por la literatura olvidada del XIX Latinoamericano, como si fuésemos el general Kurtz en el Corazón de las Tinieblas (1899) de Joseph Conrad. Una aventura por lo maravilloso como desnudamiento de los prejuicios e integración absoluta del ser en su entorno. Una vuelta al pasado con intención de futuro, es decir, como osamentador vertebral de una ciudadanía maravillosa donde el homo-voco podría re-convertir al homo-mobilis del siglo XXI en el homo-integer de lo real y maravilloso. Juana Manuela Gorriti (Argentina, 1818-1892) propone un modelo de dama decimonónica europea en el que destaca el interés, la audacia y la valentía. Dicha reflexión procede de un mágico-realismo que pone límites a la ciencia y a la razón desde serias advertencias a sus esperpénticos productos. El fantasma del rencor, la vigilia y el sueño y lo inquietante del ser se tornan en ejes alternativos a la mirada fría del positivismo. En su obra Quién escucha su mal oye (1864), con cierta similitud al Miserere de Bécquer, encuentra al hombre racional como un conspirador que sigue temiendo que el diablo tire de la manta. El exceso de racionalidad que frecuentan las elites de su contexto la conducen a la observación frenológica de la vida y del habitante en ella. La escritora argentina nos devuelve en una serie de citas huérfanas a la reflexión honda de nuestro sentido. «Al encontrarme solo y dueño de aquella misteriosa puerta, mi corazón latió con violencia, no sé si de gozo o de temor. (…) Esa ciencia cuyo poder niegan los hombres sin fe, esa ciencia me lo dirá. (…) Penetra ahora en mi corazón y busca en él una imagen. (…) Lee en el corazón de ese hombre». El sentimiento de culpa que posee ese ciudadano curioso y crítico es necesario e imprescindible como regulador de una trascendencia hacia el homo-compromisum, hacia el revolucionario que conmueve el alma del otro, sin perturbar su intimidad. Para que dicha trascendencia se produzca en Coincidencias (1876) afronta la necesidad de las reuniones físicas como posibilitadoras del encuentro. Conecta la soledad con un punto negro en el corazón; el resentimiento. Apela por ello con decisión a la necesidad de un ciudadano con la capacidad de perdonar, de superar desde la pequeña historia los prejuicios que heredamos de los anales. Es pues en la otra esfera, el político, un ser digno del manicomio por su capacidad de magnificar y perpetuar dicho rencor histórico. Así se refiere la autora a los póstumos pedazos de ciudadanía greco-latina que se deshacen en el hombre político del XIX: «Es el demonio. Él me arrancó de mi pacífica morada para llevarme a palacio y hacerme a la fuerza presidente». Este esperpento de ciudadano se ve bien reflejado por el Poe mejicano, José María Roa Bárcena (México, 1832-1896), quien desde los tipos comunes de la sociedad desentraña la paradoja verdad-vida, equilibrando el costumbrismo de su cultura y lo imaginario de

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sus sueños. De Juan Valera hereda la realidad del prodigio más espantoso y ofrece a Unamuno, para su San Manuel Bueno Mártir (1931), la transformación de un joven bohemio y cientificista en un cura tontorrón y pueril, por medio de la mutación de la razón de cambio a la razón de vida. Así pues, en Lanchitas (1878) encontramos el epicentro de dicha transformación en la sencillez, en la expresión popular de no ha perdido la gracia del bautismo. Dicha sencillez va asociada a la tradición oral, al vínculo litúrgico con las generaciones nacientes desde la experiencia comunitaria. Sencillez que frente a la opinión pública posiciona la madurez humana en tres vértices; intimidad, reflexión y memoria, los cuales giran en torno al central concepto de la imaginación. Así que frente a una humanidad aturdida por el reinado de lo absurdo y la exaltación de lo inhabitable, la sencillez busca los lugares comunes como emplazamientos para la convivencia. Existe en el relato y en el discurso del mejicano una crítica audaz e ingeniosa al miedo que tiene el capitalismo a la certificación de la habitabilidad de lo fantástico, a la cercanía y amabilidad al dolor del otro. Es pues, un buen intento de funambular en tiempos de la ilustración con lo invisible. En dichos lugares comunes, es donde podría habitar de forma coherente el hombreanfitrión. Vicente Riva Palacio (Méjico, 1832-1896) en su relato breve El buen ejemplo (1896), herencia de Walter Scott y Fenimore Cooper, reflexiona sobre el proceso pedagógico de dicho ciudadano. Utilizando la arquetípica figura del maestro-mártir de escuela rural, y en el corazón de la jungla, ofrece la vitalidad de la pedagogía como liberadora frente al espíritu bélico de los revolucionarios decimonónicos y de los golpistas americanos. En su historia, el loro del maestro, gracias al modelo de ciudadanía que representa vitalmente, se lanza en el momento de la llamada de la selva, a la escisión y al respeto, organiza su escuela de loros y logra disipar de aquella maraña verde el oscurantismo y la ignorancia. En este relato encontramos mucho de Bécquer, Clarín, Amado Nervo y Horacio Quiroga como proceso des-legitimador por el cual, la ciudadanía no puede ser posible sin la pedagogía, y a su vez, lo pedagógico no debería tener sentido sin dicho proyecto de ciudadanía. Es aquí cuando la pluma se torna en arma contra la tiranía, desde los capítulos que se le olvidaron a Cervantes, los mismos que se escribieron en el continente nuevo, por Juan Montalvo (Ecuador, 1832-1889). Dicha pluma es propiciadora a la vez de nuevos órdenes sin ruinas, alejadora de prejuicios fantasmagóricos y del poder de los excesos. En su Gaspar Blondin (1858), el ciudadano se presenta como permanente anfitrión del otro, prestándole en la dicha y en la penuria sus orejas. Ricardo Palma (Perú, 1833-1919), rescatador de tradiciones peruanas, viajero, náufrago, soldado e idealista quebrado, se torna en una figura modélica, en un ciudadano que acepta del dolor como lógica de la experiencia humana. Heredero de Zorrilla, Echegaray, Cánovas del Castillo y Campoamor, precursor de Álvaro Cunqueiro y de Gabriel García Márquez, se torna en un defensor de lo maravilloso como un sentido del humor antológico. Inicia un viaje íntimo por la des-fascinación de lo dogmático, advirtiendo en el tiempo de las razones que la religión había curado todo menos la

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mordedura de la manzana; que el diablo informado por la prensa (mediatismomesianismo) ha logrado actualizarse hasta el punto de que su ingenio integrador ha conformado una estrategia racionalista propicia para el capitalismo cavernario. En su envés, el peruano que recopilará 2700 voces americanas para el escarnio de la Academia (la que sólo las aceptaría en 1992), en su cuento Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1875), observa en la capacidad de inventar palabras, un poderoso argumento para configurar una ciudadanía de la imaginación. «Principio principiando; principiar quiero, por ver si principiando, principiar puedo». Así inicia El alacrán de Fray Gómez (1889) criticando a los aduladores que beatifican una cultura arcaizante. El ciudadano virtuoso en tanto, escindido de los aplaudidores, reacciona con firmeza frente a los convertidores de la acción político-pública en publicitario-propagandística. El hombre sin rostro de Agamben es pobre pero honrado en el papel de Fray Gómez, el cual asocia virtud con responsabilidad, y no con poder. Lo importante para el fraile no es ser virtuoso sino estar presente-activo en el contexto virtuoso, es decir, no querer un trato con el otro más que el justo, y no buscar el beneficio que siempre traerá la desgracia al pacto social. Dilemas shakesperianos que nos llevan a Eduardo Blanco (Venezuela, 1838-1912) y su crítica fantástica del realismo romántico y su reflexión faustina contra el arte burgués. En El número 111. Aventuras de una noche en la ópera (1873) advierte del engaño del maquillaje déspota; tanto las deficiencias morales como las limitaciones humanas son posibilidades para una ciudadanía mejor. Ocultarlo es nadar en la decadencia y someter la voluntad humana al trono mediático del cronos. El exceso estético del arte provoca des-habitar la escena y por ende, el marchitar de las ilusiones. Por ello propone la vitalidad de la incertidumbre como motor del ciudadano frente a un humanismo pretencioso y débil, en el que se ofrece el ser a través del poder. Dichos forjadores de quimeras tienden naturalmente a quemarse, tanto como que saber demasiado o racionalizar la cultura solo ofrecerá una visión de humanidad mezquina, lejana y ausente de los problemas de convivencia. Para no visitar rutinariamente los extremos, el peruano propone la importancia de usar con responsabilidad ese don del ciudadano imposible: la imaginación. «Saber a qué atenerse el hombre, respecto al sentir de los demás, me parecía condición indispensable a la felicidad». Hablamos de ciudadanía pues en parámetros de proximidad, o como diría Eduardo Wilde (Bolivia, 1844-1913), en parámetros de tiempo entregado al otro. En Alma Callejera (1882), heredando postulados de Dickens, Larra o Gómez de la Serna, estructura el proceso de encuentro entre hombres como una transfiguración de las almas al corazón del beso. Fusión de alma propia en el cuerpo extraño, conocimiento interior del otro a través de la dedicación solidaria del tiempo vital privado. Frente a la posibilidad de escuchar al otro, la ciudadanía impuesta en el XIX y que se desarrollará clónicamente en el XXI, condena al hombre a oír lo que quiere, y no lo que podría ser. Justo Sierra (Méjico, 1848-1912), post-romántico y seguidor de Víctor Hugo, en La Sirena (1869) reflexiona sobre la belleza atada a su contexto, imposible de ser 77


copiada, afrontando con ingenio como la estetización burguesa del arte no es más que falta de imaginación y ausencia de humanismo moral. En un proceso desarrollado del antagonismo al agonismo enfrenta y confronta la experiencia humana al concepto de humanidad, dejando es sus palabras un eco cómplice. «Era aquella una de esas voces que nos recuerda los besos maternales, el hogar ausente, los hermanitos muertos, los primeros besos de las pasiones puras, y luego una lánguida y sublime aparición de la muerte». Esa voz, la otra, lejos del eco cómplice, es la prolongada intuición que desde Homero a Peter Sloterdijk ha llevado a estudiar el mito de la sirena como el de los mass-media, como potencias de belleza y actos de fracaso comunitario. Siguen siendo una maldición porque dicen lo que queremos oír. El canto de la sirena (1872) de Miguel Cané (Uruguay, 1851-1905) continúa el hilo discursivo de Justo Sierra. Broth, el protagonista del cuento se lanza sin tapones ni cuerda a escuchar el canto; un canto que espera sea rico en experiencias sensitivas y de conocimiento, que ofrezca una íntima amistad que auxilie y consuele recíprocamente. ¿Qué se encuentra? «¿Qué canción cantaban las sirenas? ¿Qué nombre tomó Aquiles cuando se ocultó entre las mujeres? Cuestiones difíciles en verdad, pero no más allá de toda investigación», porque Broth, en lo fantástico de su ciudadanía, considera que lo probable, a través de la voluntad y la persistencia, se torna en posible. Él observa en el corazón de toda leyenda, de toda tradición, una base invariable de verdad. Él, a diferencia de Ulises, no requiere de tapones ni de cuerdas, él quiere escuchar, pero no lo que gustaría oír, sino lo que le quieren contar las sirenas. Así pues, convierte al exitoso Ulises en egoísta solitario, demostrando que si hubiesen escuchado de verdad a las sirenas, habrían estado más cerca de esa ciudadanía fantástica, que tiene sin embargo, bastante de griega. Manuel José Othon (Méjico, 1858-1906), admirador de Virgilio y Garcilaso, relaciona la naturaleza con la fuerza expresiva original y lo terrorífico como lo aparente frente a la apariencia de la realidad. En su Encuentro Pavoroso (1905) cuenta como la excesiva confianza en el conocimiento científico nos hace vulnerables a lo insólito (también real pero menos re-conocido) y cómo el ciudadano maravilloso anticipa en sus pesadillas el horror que producirá el hombre mediático, el hombre sin rostro. Los sueños de ese ciudadano configuran un prisma que da color y forma a la realidad, y ya que conceptualizamos apariencias reales-fantásticas, damos sin duda primacía a la acción subjetiva del ciudadano en la conformación de la polis representada y arquitectonizada. Pues frente a las voces de la polis-tecné que terminan con la polis-mágica en espectáculos de resonancia para seres deshabitados (véanse las Love-Parade berlinesas en Esferas II de P. Sloterdijk, 2004), y frente a la pérdida de la noción de humanidad lo cual si produce auténtico terror queda la intuición de que solo la experiencia da sentido al conocimiento y que éste nunca nos prepara para la realidad. Así termina el encuentro pavoroso de Othon en relación a la vida en ciudadanía: «Y yo, a pesar de lo bien librado que salí, no las tuve todas conmigo». Continuemos sin embargo, aunque no las tengamos todas con nosotros, por este momento donde se encuentran romanticismo y modernismo, este punto de inflexión nietzscheano en el que también se halla Manuel Gutiérrez Nájera (Méjico, 1859-1895).

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Igual que Rousseau, ve en el artista una actitud de obrero, de humildad y dedicación artesanal, más que un proceso actoral de dramatización burguesa. Escribe cuentos de color de humo para recordar, en su tiempo y en el nuestro, que es imposible escribir sin leer, y hablar sin tener al otro enfrente. En La Pasión de Pasionaria (1883) pone más peso en la felicidad humana que en las conquistas del progreso y en Rip-Rip el Aparecido (1890), frente al ser deshabitado, ofrece al ciudadano como receptáculo que lleva en su interior el universo. La posibilidad pues de los sueños, del narrador-soñador o del ciudadano maravilloso está en que ve con los ojos cerrados un universo de pasado, presente y futuro. Asimila conceptos como reloj, calendario o espejo con las vísceras del kronos. «Porqué no retrata ese espejo mi cuerpo, porque veo y grito, y el eco de esa montaña no repite mi voz, sino otra voz desconocida». Porque sencillamente, una humanidad dormida por la tecné se pierde en la historia, y al no encontrarse en ella, tampoco parece probable que lo haga en el espejo. El ciudadano maravilloso, en tanto, con los ojos cerrados, está más cerca de verse, que narciso frente al océano Atlántico. Esta visión podría asemejarse a un reconocimiento a la vilipendiada decadencia. O como afirmaba Rubén Darío (Nicaragua, 1867-1916), una ciudadanía maravillosa naciendo en las épocas de declive de la humanidad, que como las guardillas, han quedado relegadas a la ausencia funcional de la historia general. El nicaragüense, alejado de parnasianismos y simbolismos tan de moda en el viejo continente, decide profundizar en los problemas del ser humano y por ende, de América Latina. En Thanathopia (1893), al más puro estilo Poe, destripa la mala educación familiar que ha heredado la visión occidental del mundo. Una educación verticalizada reflejada en una escuela con muros negros, ajena al mundo a sus problemas, conformadora de hombres tristes. Mientras el cuento El caso de la Señorita Amelia (1894) ofrece ese momento liberador, el derrumbe del muro. «¿Cómo negaréis la luz del sol, el aroma de las rosas y las propiedades narcóticas de ciertos versos?», así inicia y pregunta, aun cuando acepta la mortalidad como algo necesario, el protagonista del relato. Ignoramos et ignorabimus advierte a la ciencia y a cualquier forma de conocimiento hegemonista y fragmentario; pues des-vela poéticamente el andar de estos carros sin frenos, asumiendo a su vez que el tiempo difícilmente puede detenerse. «Va la ciencia a tanteo, caminando como una ciega, y juzgo que a veces ha vencido cuando logra advertir un vago reflejo de la luz verdadera». Y así termina el cuento «No hemos visto los sabios ni un solo rayo de la luz suprema», culminando un proceso reflexivo que desde el núcleo familiar al seno social, ha recorrido el eje de putrefacción de las esperanzas humanas en un mundo justo. Frente a tan decepcionante perspectiva, entre revoluciones y golpes de estado, Amado Nervo (Méjico, 1870-1919) habita y ocupa lugares y tiempos en círculos literarios donde intuye un Internet de la cultura comunitaria. Desde su acción diaria encarnó sin duda la posibilidad de la cultura en lo cotidiano, de lo sublime en lo amable. La Última Guerra (1906), uno de los relatos precursores de la ciencia-ficción castellana centra su problemática en la revolución de los oprimidos. El peligro que supone la especialización progresiva del ciudadano-hormiga no es poca cosa, todo lo contrario cuando se intuye que ha sido factor conclusivo para la des-articulación de los intentos cristiano, francés y

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socialista de dar sentido a la comunidad y a la ciudadanía. Es por ello que en dicha ficción el mejicano propone una revolución de las especies inferiores por no ser escuchadas. Hace un recorrido por los autóctonos de Europa que se reparten el mundo por creer tener derechos históricos sobre los demás. Del vigor latino al vigor sajón, de ahí a la invasión eslava, a la invasión amarilla, a la negra y a la rosada, de hegemonía en hegemonía, en un proceso de perfección histórica que desemboca en la extinción. Es aquí, de forma parecida a Los próximos inquilinos (1957) de Arthur C. Clarke cuando contempla que la vanidad humana y su fe en el progreso científico terminan en una sustitución de la habitabilidad en el mundo por los animales humanizados. En El Ángel caído (1920), y en relación a la des-humanización del ciudadano especialista, ofrece una postal interesante: la de un ángel caído socorrido por un niño. La historia desemboca en la recuperación del ángel en la tierra y su vuelta acompañado por el niño, dado que la divina criatura ya no ve el mundo como un lugar apto para niños. Al perder la lengua de los ángeles, Nervo provoca una sensación de duda y de crisis respecto a los conceptos inamovibles de nuestro pasado, advirtiendo los peligros de abandonar la imaginación y la ciudadanía maravillosa en el desván, con todo lo inútil: la belleza, la sensualidad, la magia, la empatía o los besos. Desde los pedazos de-construidos de la ciudadanía greco-latina como hiedra sibilina y con adulación, se incrusta lo mágico-realista entre los límites de la razón y la ciencia, para darle otro sentido a la ciudadanía. Desde la curiosidad y el costumbrismo, desde la crítica y lo imaginado, descubrimos en la otra mirada, el sentimiento de culpa como primera piedra angular de la capacidad de perdonar, como primer paso shakesperiano para la trascendencia de aquel que conmueve sin perturbar en las reuniones físicas. Dicha postura se enfrenta agnósticamente a la soledad y al resentimiento, a su envés social; lo políticamente correcto o lo que perturba sin conmover: el rencor histórico. Así pues, en pleno reinado de lo absurdo, en el seno de la exaltación de lo inhabitable, este precursor del ciudadano maravilloso habita en la triada intimidad-reflexiónmemoria, portando con valentía el cetro de la imaginación. Esta habitabilidad de los lugares comunes como emplazamiento de la convivencia genera como paso intermedio, integrante de lo indígena o primitivo en lo moderno, al hombre-huésped, como ciudadano de lo fantástico. Es aquí donde la pedagogía se torna como imprescindible para el desarrollo de los procesos de liberación que originen nuevos órdenes sin ruinas, superadores sin vértigo histórico de los prejuicios fantasmagóricos y del poder de los excesos, ofreciendo una alternativa coherente al hombre mediático que habita el capitalismo cavernario desde la experiencia doliente y cómica. Comenzamos inventando palabras y no pensamientos, porque pensamos palabras, para intuir otro paso más de ese hombre-huésped, el ciudadano de la imaginación. Los primeros peldaños de este estadio es aceptar o comprender, e incluso aprehender las deficiencias morales y las limitaciones humanas como posibilidades para este ciudadano de la entelequia (Calvino, 1993). La insaciable sed del khronos y la exasperante ausencia del kayrós, la estetización del arte y el abandono de la escena configuran sin

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embargo, desde un humanismo pretencioso y débil una relación anquilosante entre ser y poder. Dichas sentencias proto-dogmáticas se ven seriamente amenazadas desde los primeros peldaños, por la vitalidad de la incertidumbre como motor de esta otra ciudadanía imposible, la sospechada (que no sospechosa). Esta ciudadanía que se presenta en parámetros de proximidad se fundamenta en un tiempo compartido con el otro. Será esta ciudadanía imaginada, a través de la voluntad y la persistencia configuradora de una experiencia humana y un concepto de humanidad que implica la aceptación de que la belleza no puede ser copiada, sino compartida. Hablamos pues de potencias de belleza que ofrecen desde la tradición oral fantástica una base invariable de verdad. Intuimos el ciudadano maravilloso como des-velador del cientificismo, del tecnicismo que anula lo insólito (García Márquez, 1995). El ciudadano maravilloso, el abierto a lo intempestivo, da un paso desde la Europa fantástica decimonónica al hombre-rigor-sanación-profecía y canción de Latinoamérica. Frente al hombre mediático y sin rostro, ofrece el prisma de los sueños como dador de color y forma a una realidad proyectiva de tiempos y espacios felices. Este ciudadano maravilloso, renovador de la fantasía europea en lo riguroso, lo curativo, lo anticipatorio y lo festivo, conforma desde la acción subjetiva la polis mágica que supera con creces a la polis representada y carcelaria, que bajo las leyes del progreso y los símbolos totémicos del reloj, el calendario y el espejo, subsisten en la caverna de las sombras del khronos. Pero el ser habitado, el ciudadano maravilloso, tiene el universo en su interior, se torna en narrador-soñador de las pequeñas historias universalizables con solo cerrar los ojos, desaparece del espejo y despierta de los efectos narcotizantes de la techné. Aprovecha la decadencia de su humanidad para habitar los desvanes y devolverles la funcionalidad histórica que les arrebató la mala educación familiar del imperio puritano perpetuado como serpiente ourobouro, en el magma mediático del pensamiento único. Pero es curioso, cómo ese ciudadano maravilloso, al cerrar los ojos y desaparecer del espejo comienza a aceptar la mortalidad (Montaigne, 1595), a derribar los muros negros de la escuela forjadora de hombres tristes, confronta con altura la esperanza de justicia en lo cotidiano, estructurando dentro de la cultura lo comunitario, traspasando el velo del terror de lo sublime a lo amable. Cede al otro, pierde el orgullo y parte del prestigio dorado, del eco de los loros, pero en su debilitada identidad, insufla aliento a estos animales humanizados que en contra de la especialización, son capaces de volver a reconstruir el lenguaje y la mirada al mundo desde la belleza, la sensualidad, la magia y los besos. Recuperar la lengua de lo íntimo es quizás la gran aportación de la literatura fantástica decimonónica del XIX americano en la conformación de la ciudadanía maravillosa, quizás sea el destello, el escorzo, el reducto posible de la comunidad imaginada.

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EL ARRULLO DE LAS PALABRAS (O DE CÓMO LA LITERATURA COMIENZA CON LAS NANAS) LILIANA CINETTO Si cierro los ojos un momento e intento evocar las primeras palabras que escuché en mi infancia, no vienen a mi memoria la voz mansa de mi madre pronunciando mi nombre ni la voz ineludible de mi padre presagiando el reto después de la travesura. La que recuerdo con certeza es la voz de mi abuela enredada en la melodía de una nana que me cantaba para hacerme dormir. Señora Santa Ana, ¿por qué llora el niño? –Por una manzana que se le ha perdido. Levantate; Juana yencendé la vela, andá a ver quién anda por la cabecera. –Son los angelitos que van a la escuela con zapatos blancos y medias de seda. Poesía popular (Argentina) Y es que, como mis padres trabajaban todo el día, era mi abuela la que se ocupaba de cuidarnos a mi hermana y a mí, de despertarnos y mandarnos a la cama, de prepararnos la comida y de controlar que nos bañáramos y nos laváramos los dientes y las orejas. Nacida en el campo, en una familia con poco dinero y demasiados hijos, mi abuela solo pudo ir a la escuela hasta sexto grado. Era, sin embargo, una gran lectora, como todos en mi familia, aunque le costaba leer en voz alta y prefería el encuentro íntimo y solitario con los libros en los que podía imponerle a las palabras su propio ritmo, sin que se notara su lentitud y sus tropiezos. Por eso tal vez ella jamás me leyó historias. Y sin embargo nutrió mis primeros años de pura literatura. Este dedito encontró un huevito, éste lo cocinó, éste lo peló, éste le puso sal y este pícaro gordito se lo comió… me decía jugando con los dedos de mi mano para terminar haciéndome cosquillas. O me mecía entre sus brazos, mientras me cantaba… El cocherito, leré me dijo anoche, leré, que si quería, leré montar en coche, leré. Y yo le dije, leré con gran salero, leré, no quiero coche, leré que me mareo, leré. Poesía popular (España) O simplemente me ponía sobre las rodillas y me hacía saltar mientras me decía…

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Tengo, tengo, tengo. Tú no tienes nada. Tengo tres ovejas en una cabaña. Una me da leche, otra me da lana y otra me mantiene toda la semana. Caballito blanco, llévame de aquí; llévame hasta el pueblo donde yo nací. Poesía popular (España) O me calmaba el dolor o tal vez alguna pena pequeña con su Sana, sana, colita de rana, si no sana hoy sanará mañana. Fue ella tal vez con la secreta intención de que no me mojara los pies chapoteando en los charcos, quien me entretenía con el… ¡Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva! Los pajaritos cantan, las nubes se levantan. Que sí, que no. ¡Que caiga un chaparrón! Agua, San Marcos, rey de los charcos; para mi triguito que está muy bonito; para mi cebada que ya está granada; para mi melón que ya tiene flor; para mi sandía que ya está florida; para mi aceituna que ya tiene una. San Isidro, barbas de oro: ruega a Dios que llueva a chorros. Poesía popular (Argentina) Y por ella supe que…

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Al pasar la barca me dijo el barquero: Las niñas bonitas no pagan dinero. Yo no soy bonita, ni lo quiero ser, pago con dinero como otra mujer. Al volver la barca me volvió a decir: las niñas bonitas no pagan aquí. Yo no soy bonita, ni lo quiero ser, pago con dinero como otra mujer. Poesía popular (Argentina) Y que… Mi barba tiene tres pelos, tres pelos tiene mi barba. Si no tuviera tres pelos, ya no sería una barba. Mi ... tiene tres ..., tres ... tiene mi .... Si no tuviera tres ..., ya no sería una ... Canción popular (España) Y también que El que se va a Sevilla pierde su silla Y el que vuelve y lo pilla le da por las canillas con una varilla. Poesía popular (Argentina) Y fue ella también la que me enseñó a jugar a «La paloma blanca»: Estaba la paloma blanca sentada en un verde limón; con el pico cortaba una rama, de la rama cortaba una flor. ¡Ay, ay, ay! ¡Cuándo vendrá mi amor! Me arrodillo a los pies de mi amante, me levanto muy fiel y constante. Dame una mano, dame la otra,

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dame un besito sobre la boca. Daré la media vuelta, daré la vuelta entera y haciendo un pasito atrás, haré una reverencia. Pero no, pero no, pero no, porque me da vergüenza; pero sí, pero sí, pero sí, porque te quiero a ti. Poesía popular (Argentina) Y a «Los maderos de San Juan»: Aserrín, aserrán, los maderos de San Juan. Piden pan, no les dan. Piden queso, les dan huesos y les cortan el pescuezo Canción popular (España) Y al «Arroz con leche»: Arroz con leche, me quiero casar con una señorita de este lugar, que sepa coser, que sepa bordar que sepa abrir la puerta para ir a jugar. Poesía popular (España) Y que fueron el preludio de otras tantas rondas y juegos que me esperaban en la escuela, a la hora del recreo, mientras Ta te ti, suerte para mí, si no es para mí, será para ti, ta te ti. Poesía popular (Argentina) O… Una, do, li, tuá de la limentuá osofete

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colorete Una, do, li, tuá. Poesía popular (Argentina) La suerte decidía quién contaba en las escondidas o quién era mancha. ¡Quién sabe dónde habría aprendido ella esas antiguas poesías! Porque eso eran y eso son todas las nanas, las canciones, los juegos de palabras, las retahílas, las rondas… que mi abuela repetía incansable. Pura poesía y poesía de la más pura, poesía de tradición oral, poesía bella y maravillosa que los niños de todo el mundo y de todos los tiempos han escuchado o deberían escuchar. Porque es en ella, en esa poesía que ha sido transmitida de generación en generación y de boca en boca durante siglos donde comienza la literatura. Que no por haber sido creada en forma oral y con voces anónimas y por haber sobrevivido al olvido sin estar registrada en un papel o en un libro (como sus parientes los cuentos populares) es menos importante que la que tiene un autor que la ha escrito. Los textos orales son parte fundamental (¿o debería decir fundacional?) de la literatura. ¿O acaso sin haber abrevado antes en las aguas de las nanas populares podría yo haber escrito mi Nana para dormir a piratas y princesas*? Duérmase ya, mi pirata, en cuna de espuma y sal que borda el cielo la luna con hilos de iluminar. Duérmase, princesa mía, en su castillo de arena que tararea la noche su canción hecha de estrellas. Duérmase, pirata mío, en su barco de coral que la princesa lo espera en su torre de cristal. Duérmase ya, mi princesa, que el pirata va a llegar a la orilla de su sueño para invitarla a jugar. Liliana Cinetto (Argentina) ¿Podría Max Jara haber escrito «Ojitos de pena»? Ojitos de pena, carita de luna, lloraba la niña sin causa ninguna. *

Liliana Cinetto:La farolera que no tropezó, Bs. As., Ediciones Salim, 2014.

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La madre cantaba meciendo la cuna: –No llores sin pena, carita de luna. Max Jara (Chile) Sin antes haber oído cientos de otras nanas españolas, ¿podría Camilo José Cela haber escrito la «Nana del burro»?, ¿o podría Miguel Hernández haber escrito sus prodigiosas «Nanas de la cebolla»? Sin que esa poesía de tradición oral la arrullara, Juana de Ibarbourou tal vez no hubiera escrito Las canciones de Natacha. La loba, la loba le compró al lobito un calzón de seda y un gorro bonito. Tampoco habrían escrito nanas Javier Villafañe, Francisco Luis Bernárdez, Germán Berdiales, Claudia Lars, Nicanor Parra, Miguel de Unamuno, Nicolás Guillén, Federico García Lorca, Antonio Machado, Rafael Alberti… Del mismo modo que sucedió con estos grandes autores, la relación de los niños con la literatura comienza allí, en el preciso instante en que las nanas los acunan, cuando las palabras todavía sin significado concreto son solo sonidos, melodía, arrullo… y por eso mismo deleitan, acarician, calman… La poesía se convierte así en la puerta de entrada a la literatura, porque por un lado en ella está la literatura en estado más puro y en carne viva y por otro porque es, en este momento, cuando los niños entablan una relación afectiva con las palabras. Para comprender mejor esto, permítanme hacer aquí un breve paréntesis y hablar de la poesía como género, un género que los maestros esquivan porque no saben qué hacer con él, un género que los editores no publican porque dicen que no se vende, un género peligroso en el que algún pseudoescritor puede extraviarse creando un monstruo ñoño y burdo. Y es que es difícil escribir poesía. Hay que hacerlo en puntas de pie, con dedos temblorosos, golpe a golpe y verso a verso. Porque la poesía es escurridiza, mañosa, irreverente… Porque la poesía atraviesa las fronteras de la lógica, tan confiable, y nos sumerge, como dice Marcelo Di Marco, «en las inesperadas incertezas de lo analógico»*. La poesía suele despojarse del lenguaje funcional, utilitario, denotativo, para hablarnos de ese modo único, con su connotación, con su no decir, con su sugerencia… Y si bien esto la convierte en uno de los géneros literarios más desafiantes, y más irreductibles, más rebeldes y más indómitos, es a la vez una de las razones por las que los niños aman la poesía. Porque la aman. Incondicionalmente. Es más: la poesía los hace felices. Ellos más que nadie son capaces de disfrutar de textos donde el lenguaje que es puro juego prescinde incluso del significado. Y la disfrutan desde que la escuchan por primera vez enredada en una voz cálida y amorosa que les da abrigo, *

Marcelo Di Marco:Hacerel verso, Bs. As.,Sudamericana, 1999.

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tibieza, refugio, alimento… La aman y la disfrutan aunque no la entienden, como tampoco entienden ese mundo al que han llegado después de abandonar el cálido refugio del vientre materno, ese mundo que les resulta por momentos hostil y que empiezan a descubrir a través de olores, sabores, sombras, texturas, sonidos… La aman y la disfrutan porque cuando sienten frío o hambre o dolor o miedo, la poesía los acuna, les canta, los encanta y se transforma en bálsamo y caricia. Así, esas palabras que son puro arrullo, puro sonido, puro mimo se vuelven reparadoras y mágicas, como era en un principio, cuando los seres humanos las crearon y les atribuyeron poderes. Esto no es casual ya que las etapas de evolución de un niño remedan las etapas de evolución de la humanidad. Por eso aquella primerísima palabra fundante y sanadora es la misma que, casi como un conjuro exorciza miedos, tristezas y dolores con su «Sana, sana, colita de rana…». Es la que invoca al sueño en «Duérmase, mi niño, duérmase mi amor, duérmase pedazo de mi corazón». Es la que se burla de la tormenta, cuando tararea «Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva…» Las nanas o canciones de cuna son el primer contacto que los niños tienen con la literatura y detrás de ella llegan (o deberían llegar) las canciones, los juegos de palabras, las retahílas, las rondas, los trabalenguas, las adivinanzas, las suertes y todo el repertorio de la poesía de la tradición oral con la que el niño entabla un vínculo inicial y único, porque está teñido de afecto ya que le llega a través de seres queridos y porque está asociado al juego, al placer, a la diversión, a la risa, al amor… Por eso, al reencontrarnos con ella a lo largo de la existencia va a despertar nuestra memoria emotiva y va a evocar consciente o inconscientemente momentos que nos fueron gratos, desde las primeras e indefinidas sensaciones en los brazos de mamá hasta la hora del recreo en el patio de la escuela. Eso, claro, si tuvimos la suerte de que impregnara con su magia nuestra infancia y dejara huellas indelebles en el alma. Viejas de toda vejez, en las poesías populares, folklóricas, de tradición, anónimas, perfectas, ancestrales, irremplazables… es donde nace la literatura y es donde se nutre la literatura. Y es con ellas con quien comienza a palpitarse la literatura porque preparan nuestros oídos y nuestro corazón para todo lo que la literatura nos depara Es por ellas que descubriremos a Caperucita y le tendremos miedo al lobo y es gracias a ellas que sabremos dónde viven los monstruos. Es por ellas que aplaudiéremos para demostrar que creemos en las hadas y que lloraremos algún día con el trágico amor de Romeo y Julieta. Es por ellas que sabremos que volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar y que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son. Porque las poesías populares abren para el niño las puertas de la literatura y lo invitan a entrar a un mundo de fantasía donde todo es posible y donde lo esperan más poesías, escritas eso sí con nombre y apellido, historias tradicionales y de autor, novelas, libros... Porque esto es solo el comienzo, el punto de partida, el primer paso… Si alguien duda de lo poderosas que son, permítanme decirles que bajo su aparente sencillez, las poesías de tradición oral nos hablan con la voz ancestral del comienzo de los tiempos. Igual que sus parientes, los cuentos populares, han sobrevivido a fuerza de ser repetidas una y otra vez por los siglos de los siglos y en esa transmisión oral es donde se fueron puliendo, mejorando, perfeccionando y a la vez donde adoptaron la variedad y multiplicidad de todo texto folklórico que viaja por el tiempo y por el mundo en diferentes versiones. No hay que hacer con ellas una disección intelectual en busca de mensajes dudosos o peligrosos, como hacen los ignorantes que acusan a los cuentos

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tradicionales de misóginos, crueles o soeces desconociendo los valores fundamentales y la sabiduría que estos encierran y el contexto histórico en el que fueron creados. Y digo esto porque hace poco escuché que alguien cuestionaba (si es que no proponía prohibir), el "Arroz con leche" porque puede generar confusión sexual en las niñas cantar que se quieren casar con una señorita de San Nicolás. Tal vez esta persona debería leer un poco (leer siempre es recomendable para no decir estupideces) y se enteraría de que el origen de las rondas es milenario y ritual, que las rondas evocan escenarios iniciáticos, en los que los hombres primitivos se reunían y que todos los elementos que forman parte de ellas -acciones, movimientos, gestos, palabras, ritmos y personajes e incluso la figura del círculo que se forma al hacer una ronda- tienen un valor simbólico, no literal. Lo mismo ocurre con otros juegos de la tradición oral como «La paloma blanca» que según Ana Pelegrín, condensan actos expresivos diversos (lenguaje verbal, gestual y sonoro en el espacio y el tiempo), y tienen características del «texto dramático» *. Es imposible analizar el «Arroz con leche» y todo otro texto de tradición oral (cuento o poesía), de manera literal o con una mirada llena de prejuicios de este tipo. También es imposible tratar de encontrarles una lógica, una explicación, un significado... Es probable que aquello que nos parece irracional tenga su origen en antiguas costumbres o viejas tradiciones que desconocemos. Tal vez influyó en los versos del arroz con leche la práctica de arrojar arroz a los recién casados. Poco importa. Lo que sí importa es la alegría que un niño puede sentir al escuchar esa y otras poesías de tradición oral, la misma alegría genuina e inocente que por generaciones y generaciones han sentido los niños al tener contacto con ellas. Tal vez por actitudes como esta, la poesía y los textos de tradición oral no están tan presentes en la infancia como deberían estarlo. Es cierto que siempre han sido descalificados por una u otra élite intelectual y por aquellos que no los entienden o los consideran peligrosos o ñoños o anticuados. Sería bueno para ellos saber que la tradición oral tan sabia deja huellas indelebles y profundas allí por donde pasa. Una de esas huellas es el carácter musical que ha heredado de la de tradición oral la poesía literaria, tan hermanada con la de tradición oral que es casi un paso natural a la siguiente etapa en el camino o recorrido que debe transitar un niño para convertirse en lector. Tan cerca de la música está la poesía que ambas nacieron juntas casi, allá en el comienzo de los tiempos, cuando se cantaba lo que se contaba, y siguieron de la mano durante siglos en la tradición oral que las preservó del olvido. Basta recordar el Cantar de Gilgamesh de los sumerios, el propio Cantar de los Cantares de la Biblia, los cantares de gesta medievales, como el Cantar de los Nibelungos de origen germano, el Cantar del Mío Cid o la Chanson de Rolandy tantos poemas narrativos que desde el mismo nombre recuerdan la hermandad entre música y poesía y que posteriormente se desmembraron en muchos casos en romances que también eran cantados como el de la Catalina o el señor don Gato. Estaba la Catalina sentada bajo un laurel mirando la frescura de las aguas al caer. *

Ana Pelegrín: Juegos y poesía popular en la literatura infantil-juvenil, tesis de doctorado, 199192. Departamento Filología Española II. Facultad de Filología. Universidad Complutense de Madrid.

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De pronto paso un soldado y lo hizo detener «Deténgase usted soldado que una pregunta le quiero hacer» «¿Usted ha visto a mi marido en la guerra alguna vez?» «Yo no he visto a su marido ni tampoco sé quién es.» «Mi marido es alto y rubio y buenmozo como usted y en la punta de su espada lleva escrito San Andrés.» Por los datos que me ha dado su marido muerto es y me ha dejado dicho que me case con usted. Eso sí que no lo hago. Eso sí que no lo haré. He esperado siete años y otros siete esperaré. Si a los catorce no viene a un convento yo me iré y a mis dos hijas mujeres conmigo las llevaré. Calla, calla, Catalina. Calla, calla de una vez. Estás hablando con tu marido que no supiste reconocer... Poesía popular (España) ESTABA EL SEÑOR DON GATO Estaba el señor Don Gato sentado sobre el tejado cuando llegó la noticia que había de ser casado con una gata montesa que tenía cien ducados. El gato de la alegría se cayó desde el tejado. Se rompió siete costillas y la puntita del rabo. Vinieron a visitarlo doctores y cirujanos. Unos decían: ¡Qué bueno! Otros decían: ¡Qué malo! Que traigan al señor cura para que confiese al gato y que haga su testamento por lo mucho que ha robado: cuatro quesos, dos morcillas

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y un chorizo colorado. Las gatas se ponen luto. Los gatos, capotes largos y empiezan los funerales que le hacen al pobre gato. Los ratones, de contentos, se visten de colorado y celebran una fiesta bailando por todo el barrio. Ya lo llevan a enterrar por la calle del Pescado y el olor de las sardinas al gato ha resucitado. Por eso dicen que dicen: siete vidas tiene el gato. Poesía popular (España) Quiero destacar además en estos dos casos el carácter o la trama narrativa de ambos poemas, antesala de la trama narrativa que encontrarán los niños en los cuentos. Muchas poesías infantiles de tradición oral siguen aferradas a la música como era en un principio, como ocurre con Mi barba tiene tres pelos, La paloma blanca, Antón perulero, Sobre el puente de Avignon, Se me ha perdido una niña, Vendo este monigote, Buenos días, su señoría, Tengo una muñeca, Los maderos de San Juan, Mambrú, Cu cu cantaba la rana… Y aunque ya no siempre se acompañan, la poesía literaria ha heredado esa impronta musical y sigue conservando esa melodía íntima, ese ritmo, esa cadencia que le otorgan las palabras con sus resonancias. Incluso cuando intenta liberarse de la métrica y de las estructuras como la de una estrofa, la poesía es y seguirá siendo sonora y cantarina. Otra herencia que ha dejado la oralidad no solo en poemas, sino en todo texto literario es el uso poético del lenguaje que es por definición la esencia de la poesía, aquello a lo que se aferran quienes atacan o defenestran la rima o las formas estróficas en aras de la modernidad del género. Sin embargo el uso poético del lenguaje no es exclusivo de la poesía literaria. ¿O acaso no son imágenes, personificaciones, metáforas, comparaciones, aliteraciones, hipérbaton, hipérboles, anáforas, paralelismos, antítesis y otros recursos literarios de nombre complejo los que nos deleitan en estos poemas de tradición oral? Duérmete, niño, en la cuna mientras voy por los pañales que están lavados en rosas y secados con cristales. Poesía popular (España) LA VOZ DE ESTE NIÑO MIO La voz de este niño mío es la voz que yo más quiero

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parece de campanita hecha a mano de platero Canción de cuna (España) Sale el caballito blanco alumbrando todo el campo. Sale el caballito negro alumbrando todo el cielo. El sol en alto, la luna en medio. Poesía popular (Chile) M ETETE Metete, metete, mete cuchara, no saca nada; mete palito, saca un poquito; mete un bastón, saca un montón. Poesía popular (Perú) Erre con erre, cigarro, erre con erre, barril; qué rápido ruedan los carros cargados de azúcar del ferrocarril. Poesía popular (Colombia) LA MELINDROSA Es la melindrosa de tal condición que le dio un desmayo al ver un ratón. Estaba cosiendo y tanto aire hizo que el hilo al moverse le dio romanizo. Del árbol del patio se cayó una hoja que al darle en un pie la ha dejado coja. Está muy enferma metida en el lecho por haberse puesto un zapato estrecho Está enferma en cama de mucho cuidado por haberse puesto un vestido helado.

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¡Ay! Está muy grave, muy grave les digo por haber tocado un anillo frío Y por tomar todo caliente, caliente, se quemó la boca y ha perdido un diente. Poesía popular (Argentina) Detengámonos ahora en las adivinanzas, estos breves acertijos de dos, tres o a lo sumo cuatro versos que definen poéticamente el objeto evocado empleando imágenes, metáforas, personificaciones, comparaciones... Todas ellas son una clara muestra del perfecto uso poético del lenguaje que ha hecho la tradición oral. Redondita con melena, picante, pero sabrosa; he visto llorar con pena al mismo que me destroza. (la cebolla) Popular (Chile) Dos niñas en un balcón que bailan al mismo son. (los ojos) Popular (México) Un platito de avellanas que de día se recogen y de noche se derraman. (las estrellas) Popular (Argentina) La solución al enigma que plantean las adivinanzas se encuentra escondida en las propias palabras que sugieren, aluden, dan a entender, recuerdan, evocan de manera imaginaria, sensorial, metafórica un objeto, un animal, etc. Hoy es imperioso que rescatemos del olvido la vieja y querida poesía de tradición oral. En el aula, en la calle, en la casa, en la infancia... Es tan sencillo. Solo hay que desempolvar los recuerdos que están allí, dormidos en cualquier esquina de la memoria y volver al regazo de nuestros seres queridos o al patio de la escuela o a la vereda o a la tarde de lluvia o a cualquier tiempo y lugar en el que tuvimos la suerte de ser tocados por su magia. Solo hay que regalarles a los chicos una poesía antes de dormir, además de contarles un cuento. O recibirlos a la mañana en la escuela con una poesía. O pedirles a las mamás o a los abuelos que les enseñen a jugar a los viejos juegos. Dijo María Elena Walsh: «Escribir para niños significa en definitiva reconstruir, recoger piezas diversas de un gran rompecabezas. Reconstruir o reinventar una tradición rota o

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fragmentada. Reconstruir datos dispersos de la propia infancia. Reconstruir la infancia de los niños actuales... Reconstruir la relación entre padres e hijos... La poesía para niños es reconstrucción y reconciliación.»* Irracional muchas veces, sonora y cantarina, la poesía, esta hija del asombro como la llamaba Saint-John Perse, es absolutamente necesaria en un mundo deshumanizado y cruel. Porque lejos de detenerse en su significado y mucho menos en su finalidad práctica, la poesía despierta los sentidos, nos desordena con su fantasía y anida en el alma, en el insensato rincón de los afectos. La poesía, me atrevo a afirmarlo, nos hace mejores personas, nos redime, nos salva... Pero como dije, este es el primer paso. Del mismo modo que mi abuela abrió las puertas para que la poesía entrara en mi vida, mis padres hicieron otro tanto para que la literatura se quedara en ella llenando mi casa y mi infancia con libros. Es que si bien esa relación primera con la literatura comienza casi casi al mismo tiempo que el bebé se amamanta (a antes tal vez, en la misma panza), hay que fortalecerla después con libros. Y de la mano de las poesías de tradición oral deben llegar al ladito las de autor, y enseguidita los cuentos, los tradicionales y los literarios, breves al principio porque las orejas son chicas y se cansan, más largos cuando uno aprende a escuchar. Y después vienen las primeras novelas y... La infancia y la vida son mejores con libros. Libros que deben estar al alcance de las pequeñas manos. Libros que al principio habrá que leerles tal vez cada noche antes de ir a dormir, como parte de un ritual de cariño, o cada día en el aula o la biblioteca. Libros que habrá que habrá que contarles como una manera de invitarlos más tarde a la lectura. Libros que ellos aprenderán a leer aún antes de saber leer y que poco a poco podrán leer solitos. Libros que los irán acompañando en ese camino que todo niño debe recorrer para convertirse en lector. Libros que les harán compañía, que los harán reír, soñar, viajar, exorcizar sus miedos. Libros que los harán libres. Libros en los que las palabras volverán a contarles y a cantarles y a encantarles, como era en un principio, cuando en los brazos de mamá o papá o en mi caso en el regazo de mi abuela las palabras eran paz, caricia, arrullo…

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María ElenaWalsh: Poesíaeneljardín de infantes, Cuadernos de Alija, Bs. As.

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CREATIVIDAD Y NARRACIÓN ANNA LARAT-LINI

A primera vista, podría parecer que la rapidez y eficacia de las nuevas técnicas de comunicación instantáneas escritas le causen un grave daño a la oralidad. Sin embargo, cada vez más gente se deja seducir por el mundo de la narración oral. Abandonan la rutina y la quietud de sus vidas para juntarse con otras personas en festivales, encuentros, talleres o veladas informales donde escuchan a un narrador contarles historias. Varias razones motivan a esas personas a adentrarse en el mundo de la oralidad. Entre diversos motivos, podemos entender el universo de la narración oral como una escapatoria, o incluso como una forma de resistencia a distintos fenómenos que se dan en nuestra sociedad. Entre ellos vemos, por un lado, como se desarrolla una tendencia individualista que encierra al ser humano en un cotidiano cada vez más solitario; por otro lado, observamos también la paulatina pérdida por el Hombre de una de sus competencias más destacables: la creatividad. Sin tener la pretensión de elucidar las raíces de dichos fenómenos, podemos sin embargo preguntarnos: ¿Cómo la narración oral puede posicionarse hoy en día como un espacio de resistencia?, ¿contra qué permite luchar?, y, sobre todo, ¿cómo lo hace? Entre varios fenómenos sociales, identificamos los dos siguientes: el llamado individualismo, y el alejamiento de la práctica creativa, o aplastamiento de la creatividad, que lleva poco a poco a una uniformidad del pensamiento y de la imaginación. En efecto, en el contexto actual nos hallamos a diario machacados de imágenes preconcebidas que consiguen homogeneizar nuestras representaciones. Nos quedan pocas cosas que podamos imaginar por nosotros mismos, ahogados como estamos en realidades imaginadas por otros. Estos fenómenos no son tan solo conceptos difusos inventados por intelectuales fuera de la realidad, son experiencias vividas en lo cotidiano, hechos que se comprueban a diario.

Camino hasta el tranvía y nadie me saluda. Cuando me subo al gusano eléctrico, todos están con los auriculares puestos escuchando música para no tener que oír los ruidos de la humanidad. Caminando hasta la parada ya había visto tres carteles publicitarios que me decían qué muebles poner en mi cocina, a qué gimnasio hay que ir y qué sujetador llevar para cuadrar con la imagen preconcebida de la feminidad. La modelo que lleva el sujetador va seguramente al gimnasio del anuncio, y sin duda tiene unos muebles preciosos en su cocina. También me había cruzado con dos hombres, mochila al hombro y chándales puestos. 96


Ellos también habían visto carteles. Les decían que tenían que saber montar los muebles, ir al gimnasio, saber desabrochar los sujetadores de las mujeres femeninas con virilidad y llevar calzoncillos bien ajustados. Desde el tranvía puedo observar los carteles de la sala de cine. Esta semana sale la película sacada de un libro que leí hace dos años. Seguramente saldré decepcionada de la proyección porque no me había imaginado los personajes así. También sale un dibujo animado, con colores y animales psicodélicos, cada vez más llamativos. En un café, me encuentro con un conocido y entablamos conversación. Me habla de un nuevo juego que se está comercializando. Unas gafas de realidad virtual. Te pones las gafas en los ojos, auriculares en las orejas, y te vas para otro mundo, solo. Te encierras en tu cuarto y viajas en otras realidades, comiéndote imágenes concebidas por desconocidos. El conocido se va, tiene que ir a dar una clase de literatura. No, no se crean que sea algo muy apasionante. Solo va a comprobar que los alumnos hayan leído el libro que les mandó hace un mes. Les va a preguntar: ¿Qué pasa en la página 102? o ¿En qué capítulo entra tal personaje en la historia? No les va a pedir que se cuenten qué hubiera pasado si tal personaje hubiera escogido otro camino, o que inventen otro final, o que introduzcan otros personajes en la historia. Ahora estoy sola en el café y entra un hombre alto y flaco. Se dirige con determinación hacia el piano que está en el fondo de la sala. Un piano a disposición para que los clientes puedan tocar. El hombre saca sus partituras, se sienta, enchufa sus cascos al instrumento y empieza a tocar. Esta mañana me tomé un café oyendo el golpeteo de teclas blancas y negras y escuchando el ruido de la humanidad. El día tan solo comienza. ¿Cómo romper el aislamiento y la soledad? ¿Cómo retomar el poder particular de crearse imágenes, de inventar, demoliendo la uniformidad?

La narración oral tiene, por definición, una configuración sumamente social. Dispone a un ser humano contándoles un cuento a otros seres humanos. Contar es un acto de sutil benevolencia, un delicado cuidado del Otro. El narrador tiene que ganarse la confianza del oyente-viajero. Una vez adquirida esa seguridad, le incumbe seducirlo para llevarlo a otro mundo, a otro momento del mismo instante. Cuando están cumplidos esos requisitos, viajeros y guía pueden emprender juntos el periplo. El viajero entra bajo la protección de su narrador. Cuando le otorga su confianza, acredita a la vez sus intenciones. Aunque estén viajando juntos, guía y viajero no desempeñan el mismo papel. Ambos obran a la edificación del cuento, cada uno con sus competencias y en el 97


marco de su papel. Numerosos vínculos se crean. Unos entre narrador y oyentes, otros entre oyentes y oyentes. El cuento es un espacio de circulación libre, una respiración amplia, un vaivén permanente entre orejas, bocas y sentidos. Una cantidad innombrable de enlaces nacen. Las creatividades individuales y colectivas encuentran aquí un maravilloso terreno de juego. El narrador, para asegurar el buen desarrollo del viaje, tiene que recrear cada vez el cuento, poner en marcha su máquina creativa interna para ir creando imágenes con palabras adaptadas a los viajeros que lleva consigo. Todos los viajeros no se emocionan con los mismos paisajes. El encantamiento de la narración oral se encuentra también en la gran libertad que tiene el oyente a la hora de tratar con esas imágenes que le regala el narrador. A su vez tiene que arrancar su maquinita creativa para recibirlas, apropiárselas. Aunque el narrador haya dicho: «el pez es azul», cada cual se lo imaginará como quiera. No hay límites. No hay errores posibles. No hay una respuesta adecuada que aniquile las demás. Existen varios matices de azul, existen más colores, formas y maneras de nadar... El narrador crea un marco común en el cual pueden navegar en toda confianza las creatividades individuales. El que cuenta empieza un dibujo, propone un esquema incompleto que cada cual puede rellenar con representaciones propias. La creatividad requiere confianza, pertenece a lo íntimo, a lo profundo, a lo escondido. Para desarrollarse tiene que sentir que su entorno la está apoyando. El narrador debe de ser un pastor muy delicado. Sin embargo, todos contribuyen a la creación y al despliegue de esa atmósfera que propiciará la libertad creativa. Si en la narración oral logramos encontrar ese espacio favorable al desarrollo de la facultad creativa, entonces podemos difundirlo en lo cotidiano. Por ejemplo y simplificando el paralelismo, si conseguimos imaginar princesas de cuentos maravillosos que no sean forzosamente rubias, ni delgadas, ni de ojos azules, entonces podremos deshacernos del cartel publicitario que intenta hacernos creer que sólo existe una forma de ser una mujer femenina, un hombre viril, o un niño modelo. La imaginación, la creatividad, son espacios privilegiados que nos permiten emanciparnos de lo preconcebido y escapar a la homogeneidad. Los cuentos y la narración oral nos guían hacia nuevas representaciones al tiempo que nos permiten expandir nuestros horizontes. Pueden por ejemplo hacer contrapeso con los dibujos animados que nos venden estereotipos de monstruos, de hadas, de princesas, etc. La narración oral nos da la libertad y nos estimula para que nos inventemos monstruos que no sean solo gigantes y verdes. La última década asiste al paulatino renacimiento del interés hacia la narración oral, el cual trae consigo los ecos de una resistencia que se está poniendo en marcha. Si bien somos actualmente conscientes del alcance pedagógico de los cuentos y de la narración oral en la educación tanto infantil como juvenil, no debemos olvidar que

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aprender, es, afortunadamente, una misión y un goce de cada día y de toda la vida. Parece que ha llegado el momento de formarnos en la escucha, aprender a recibir un cuento y emanciparnos de todas esas imágenes preconcebidas para dejar volar libremente nuestras creatividades. Al igual que el que aprende a leer tiene que ejercerse, la escucha necesita práctica. En ese movimiento de reencuentro con el mundo de la narración oral, tanto los narradores como sus oyentes tienen que formarse al ejercicio creativo. La creatividad requiere estímulos que la narración oral puede proporcionar a ambos partícipes. Narrador y oyente van de par en una relación simbiótica y no pueden existir el uno sin el otro; se comunican, se apoyan, se alimentan y se enriquecen el uno al otro. Podemos entonces apostar que hoy, la narración oral nos puede enseñar a todos a inventarnos una sociedad más creativa y menos solitaria. El cuento oral se convierte en una preciosa herramienta para acercarnos a nuestras creatividades en un movimiento colectivo; es el arte de viajar juntos en nuestras singularidades.

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EXPERIENCIAS DOCENTES

EL KAMISHIBAI: UNA FORMA INNOVADORA DE ANIMACIÓN A LA LECTURA* DULCE ELVIRA DE LOS SANTOS RESUMEN: Este trabajo reúne elementos que muestran cómo la técnica del kamishibai desarrolla habilidades verbales, tales como el vocabulario, la fluidez, la memoria, la creatividad, la escritura y la comprensión lectora. Además de que la atención, las artes plásticas, la lectura y producción de textos se ven beneficiados. Al trabajar con el kamishibai se fortalece la identidad del sujeto y su interrelación con el entorno; se fomenta las actividades en grupo, y se produce una interacción gozosa entre audiencia, intérprete y mensaje a transmitir, incrementada por la entonación, ritmo y palabras del ambiente creado. Lo que nos lleva a colegir que el kamishibai crea nuevos lenguajes capaces de intensificar y envolver a los niños en el mundo narrado, animándoles a leer. ABSTRACT: This work brings together elements that show how the technique of kamishibai develops verbal communication skills, such as vocabulary, fluency, memory, creativity, writing and reading comprehension. Strongest attention, visual arts, reading and text production are benefited. When working with the kamishibai the subject's identity and its interaction with the environment is strengthened; group activities are encouraged, and a joyful complicity between audience, performer and the message to transmit. All this is increased by the combination of intonation, rhythm and words that have come along during the performance. Which leads us to infer that the kamishibai creates new languages able to intensify and involve children in the narrative world, encouraging them to read. PALABRAS CLAVE: Kamishibai, hábito lector, mediadores, animación a la lectura, creatividad, cuentacuentos, narración oral. KEYWORDS: Kamishibai, reading habits, mediators, reading promotion, creativity, storyteller, oral narrative. *

Esta investigación formó parte del trabajo final del VII Máster de Promoción de la Lectura y la Literatura Infantil, bajo la asesoría del profesor Ernesto Rodríguez.

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Transmitir y recrear a través de la palabra ha sido una verdadera necesidad interna de los individuos, es parte de la comunicación. Si nos adentramos con profundidad en el mundo de los cuentos, descubrimos con asombro que la narración oral es una de las formas más viejas de transmitir una experiencia. La narración de historias es un estimulante de la imaginación y la creatividad, esto la convierte en un instrumento didáctico por excelencia para el aprendizaje. Hereda del arte la diversión, la emoción y la conmoción: las tres llaves de entrada al aprendizaje. He ahí su función principal. De acuerdo con Mora (2014), la puerta de entrada al conocimiento es la emoción, pues es con esta con la que despertamos la curiosidad que pone en marcha los mecanismos neuronales del aprendizaje y la memoria. Escuchar cuentos es una actividad que los niños disfrutan desde muy pequeñitos, incluso, antes de empezar a leer; esto les va formando un gusto estético y les va creando la zapata que de manera natural los llevará al libro, porque el cuentacuentos encanta con sus narraciones y llega a los niños con la fuerza de lo real. De manera que el niño querrá tocar aquel libro mágico de donde salieron los cuentos que escuchó. Tomando eso como referencia escogemos como tema de este artículo la técnica del kamishibai, un arte muy antiguo que estamos redescubriendo, y en el que se mezclan elementos que enriquecen y favorecen la animación a la lectura, además de desarrollar la capacidad de expresión y comprensión, teniendo al propio niño como protagonista. Como dice Navarro (1999), la narración oral es un arte con valores propios, y cuando contamos con los niños puede constituirse en un medio motivacional fuerte para diversos fines. Perohay algo más y que en un futuro próximo va a ser consustancial a la educación: el kamishibai aporta una interacción humana amorosa entre el maestro y sus alumnos. Ese es quizás el aspecto más significativo que nos exige de un mayor esfuerzo, pero que matiza el verdadero aprendizaje. EL PAPEL DEL MEDIADOR De acuerdo a Cerrillo, Larrañaga y Yubero (2007) el mediador es el puente o enlace entre los libros y esos primeros lectores que propicia y facilita el diálogo entre ambos. El mediador de lectura es esencial para fomentar el hábito lector, sabe compartir y transmitir el entusiasmo por la lectura. Su compromiso aporta creatividad e implica una preparación literaria, psicológica y didáctica. Entusiasmar y motivar requiere de la participación de todos y de la convicción propia. Contar cuentos es hacer vivir una historia dice Montero (2010) y nadie que no esté gloriosamente vivo, dice Navarro (1999) citando a la escritora Ruth Sawyer, puede provocar en otros el interés por la lectura. De acuerdo a Cerrillo, Larrañaga y Yubero (2007), el mediador para cumplir con sus funciones debe reunir los siguientes requisitos: Ser lector habitual, compartir y transmitir el gozo por la lectura; tener capacidad para promover la participación; una cierta dosis de imaginación y creatividad; creer firmemente en su trabajo de mediador, poseer una mínima formación literaria, psicológica y didáctica. Gillet (2006) refiere que el mediador puede convertirse en un estratega en el sentido en el que es capaz de tramar, es decir, reunir, calcular y organizar… e incluso utilizar astucias. El mediador es un inductor al aprendizaje. Debe generar entornos emocionantes que induzcan a desarrollar diferentes habilidades y recursos, generar necesidades que

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promuevan a investigar y preguntarse las diferentes implicaciones de los acontecimientos. A su vez, es la brújula que debe de llevar a sus alumnos a buen puerto. Esto implica una planificación y un mapa mental con diversidad de posibilidades, y a su vez capacidad de adaptación y de dar respuestas a las necesidades de los alumnos. Inevitablemente tiene que desvincularse del patrón establecido fruto de la generación post-industrial, y asumir nuevas funciones de artista, guía y asesor del viaje de aprendizaje del niño. Pero el mediador no debe olvidar que hacer lectores no es fácil. Siempre conlleva dificultades. Pero, el conocimiento de estas le ayudará a superarlas. En ese sentido Cerrillo, Larrañaga y Yubero (2007) las plantean así: o El aprendizaje de los mecanismos lecto-escritores como una actividad mecánica, sin la necesaria atención a los aspectos comprensivos. o La excesiva «instrumentalización» de la lectura, es decir, su uso para el aprendizaje de otros conocimientos: la historia, el entorno, la naturaleza, etc. o Y la excesiva consideración de la lectura como una actividad seria y la facilidad con que se asocia «seria» con «aburrida». ¿QUÉ ES EL KAMISHIBAI? Kamishibai, literalmente significa «drama de papel», es una forma de contar historias que se originó en los templos budistas de Japón en el siglo XII, donde los monjes utilizaban historias con enseñanzas morales para audiencias mayormente analfabetas. El educador KenyaMatsunaga lo desarrolla como una técnica de enseñanza, no solo para escolares sino también en educación social dirigida a adultos. Se desarrollaron campañas de divulgación, investigación y publicaciones de kamishibai. Después de los años 50 fue retomado ampliamente en las escuelas de educación infantil y de primaria. LO QUE INTERVIENE EN EL KAMISHIBAI La capacidad de leer y escribir es una herramienta poderosa del pensamiento; la escritura estimula el pensamiento abstracto (Ong 1982), es la puerta virtual a otros tipos de aprendizaje, brinda la posibilidad de buscar información, expresar la opinión y tomar posiciones. Para Borrero (2008) el poder leer abre toda una perspectiva de posibilidades de vida, desde el placer y el entretenimiento, hasta la investigación y el trabajo. Escribir exige tener una opinión y un criterio de un acontecimiento. Exige disponer de información de un hecho. Y además implica la capacidad de saberlo transmitir. Aspectos todos que son prioritarios en la educación actual. De acuerdo a Borrero (2008) en el proceso de escritura el objetivo es comunicar, transmitir información. La práctica de la escritura desarrolla el lenguaje y permite compartir ideas, pensar y consolidar la información. El analfabeto actual no es el que no sabe leer ni escribir. Es el que defiende y repite la información del entorno (medios de comunicación, grupos mayoritarios, entorno inmediato) sin capacidad de analizarla y desarrollar un pensamiento propio. Según Reeves (2006), cuando un estudiante escribe sobre temas reales presenta un mejor rendimiento escolar y una mejor comprensión de lectura. En el proceso del kamishibai intervienen aspectos importantes del proceso de lectoescritura, que son necesarios potenciar por el mediador. El niño se convierte en escritor y experimenta situaciones que vivencia el autor tales como la elección de las

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palabras más apropiada, cómo introducir un personaje o describir un lugar y la generación del interés y la intriga. El kamishibai fortalece la formación integral de los pequeños y contribuye a desarrollar una serie de competencias y capacidades: o Su propio método de aprendizaje. o El sentido de la curiosidad y el deseo de aprender. o La confianza en su propia capacidad y recursos. Confianza y respeto en las relaciones con los demás. o Expresarse de forma creativa y participar en las actividades que la sociedad tiene para ofrecer. Eventos culturales y presentaciones o Aprender a llevar a cabo investigaciones, y trabajar de forma independiente y junto con los demás. o Un lenguaje rico y variado, y a entender la importancia de cultivarlo. o Examinar con opinión y criterio propio. o Tener conocimiento de las culturas de las minorías, lenguas, religiones y la historia o Desarrollar y utilizar diferentes formas de expresión: imágenes, narración y teatro. o Comunicarse en el lenguaje y la escritura en otros idiomas. o Conocer la interdependencia de los países y diferentes partes del mundo. o Conocer los medios de comunicación y su papel. POR QUÉ KAMISHIBAI Es un recurso artístico narrativo que abarca la comunicación oral, la escrita, y el lenguaje visual, tanto en su comprensión como en su producción. Es un medio ideal para desarrolllar el lenguaje audio-visual y su discurso, que nos envuelve permanentemente. El kamishibai puede ser asumido como espectáculo de cuentacuentos o de manera más íntimo en la escuela. Las dos formas son válidas y todas las que puedan poner en práctica el animador o maestro. A pesar de ser tan antiguo el kamishibai representa un recurso innovador de promoción de la lectura y la escritura Crea un clima mágico en torno al relato que es compartido por toda la audiencia, así que llega a ser una herramienta colectiva semejante a espectáculos como el teatro o el cine. Se caracteriza por la sencillez de textos e ilustraciones. Transparencia y precisión de sus mensajes. La fuerza de los diálogos y la trama secuencial que crean emociones y experiencias en el sujeto. Lo más relevante es la simultaneidad del lenguaje oral y el visual que se complementan y se recrean mutuamente, activando diversas áreas en el cerebro. La creación de kamishibai en grupo, no solo nos permite desarrollar las competencias básicas del currículo escolar, también permite aflorar los sentires y emociones que se viven en el aula desde el lenguaje de los sueños y los símbolos que manejan los cuentos. Los aspectos claves son transmitir, apoyar y compartir. Desde que Salmon (2008) puso en evidencia el potencial de los cuentos y el presente uso comercial, las historias forman parte de la consciencia con la que interpretamos el mundo. Se construye, al lado de la realidad, un orden nuevo del relato, un orden ficticio que sustituye a la realidad.

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El Kamishibai es un recurso que pone de manifiesto la estructura nuclear de las historias y evidencia este uso cuanto menos indiscriminado. A su vez es un recurso de apoyo mutuo, de compartir y de transmitir conceptos, ideas o proyectos. Leer una historia es recrear las palabras del que las escribió, dar plena dimensión al texto, al diálogo y a la imaginación. Para los que eligieron escuchar y contemplar, es un verdadero momento de relajación, de vivencia interna y de recreación de ideas. ¿CÓMO USAR EL KAMISHIBAI? El formato del kamishibai: láminas con dibujos grandes, de trazos simples e impactantes, que se ven a la vez que se oye un texto sencillo y directo relativo a los dibujos, hace que con el kamishibaise origine un ambiente mágico y de concentración en torno a la historia que se está contando. El uso del teatrillo acrecienta este efecto. El teatrillo separa «el mundo de la historia» del «mundo real». Cuando el intérprete empieza a deslizar una lámina, la audiencia focaliza su atención en el próximo dibujo. La forma de las puertas del teatrillo enfatiza el movimiento de deslizamiento de las láminas a la vez que ayuda a la audiencia a concentrarse en el dibujo presente. Al interpretar un kamishibaino sólo se produce la interacción gozosa y compartida entre los miembros de la audiencia, sino también entre éstos y el intérprete, y entre ambos y el mensaje que el autor nos quiere transmitir. Dicho efecto puede ser incrementado por el intérprete adaptando su entonación, ritmo e incluso palabras al ambiente creado.No debe quedarse en la simple lectura del texto, hay que darle un cierto efecto dramático adecuado a cada situación. El papel fundamental del intérprete es conocer y conectar con el mundo de la historia y transmitirlo a la audiencia. Aldama (2005) Es muy importante su voz y toda su expresión corporal, pero debe evitar ser él el protagonista; el centro de atención debe estar en lo que el autor nos quiere comunicar. Los textos para kamishibai son claros y directos; historias simples, con frases corta. El número de personajes suele ser pequeño. Abundan los diálogos que muestran más fácilmente la personalidad de los protagonistas y favorecen que la audiencia se identifique con ellos. El uso de distintos planos en las láminas ayuda a crear diferentes efectos y sentimientos. En este sentido también son importantes los colores utilizados. La obra se expone en público. Esto le permite integrar y mostrar sus propios descubrimientos a la comunidad. El contacto con el público hace al niño más permeable y seguro de sus respuestas. Propone a la vez que escucha con más atención. Su centro de decisión se desplaza hacia la comunidad sin perder la individualidad. Hay una toma de consciencia del espacio que le corresponde y aprende así a «ponerse en el lugar de otros», y entender sus inquietudes. En su sentido más amplio es un recurso de aprender y descubrir para cualquier edad. Pero también exige un mediador preparado, creativo, y capaz de manejar diferentes ámbitos artísticos. Además de las habilidades artesanales, el mediador debe abarcar criterios de convivencia e interrelación que potencien la calidad humana y la adaptación. Con esta técnica podemos trabajar y desarrollar varios aspectos: o Narrar e ilustrar cuentos o Trabajar la comprensión oral y la atención. o Trabajar la expresión plástica y la actuación o Trabajar la lectura y la escritura.

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o o o o o

Fortalecer la identidad cultural de los niños Fomentar el trabajo organizado y en equipo Desarrollar la expresión de ideas artísticas Visualizar posibles problemas y abusos en los niños Descubrir sus miedos y temores.

CREATIVIDAD E INTERRELACIÓN DE INFORMACIÓN La creación de una historia implica la interrelación de información, la proyección de consecuencias de un acto, un ámbito o dirección hacia donde concluye la historia que amplifica el proceso de lectura. El lector que surge de este bagaje es más exigente. Sus habilidades no solo abarcan la capacidad de redactar un suceso, enmarcar y describir los diferentes aspectos entorno a un tema, sino que también es capaz de analizar la trama que subyace detrás de este evento. Aprenden a distinguir el tema sobre el que va una lectura, de las ideas y premisas que se infieren. El relato acompañado de imágenes es una incorporación en muchas universidades y se empieza a incluir en la metodología de la investigación. No solo es una manera de transmitir información sino también de recrearla y contemplarla desde diferentes ópticas. Su inducción en la neuro-dinámica del aprendizaje lo vuelve inherente a la lectura. Los trabajos científicos más recientes explican cómo la narrativa cambia nuestras actitudes, creencias y comportamientos. Es un lector que gana en profundidad, pues en la creación de ilustraciones, no solo implica la imaginación y la traducción de conceptos a un lenguaje de trazos y colores, sino, sobre todo, en recursos de índole simbólico y colectivo. Frente a la información pasiva: lector-receptor, profesor-alumno donde va en una sola dirección y está más cerca del ámbito de la domesticación y de la modelación del sujeto, la información creativa rompe el molde, adquiere diferentes dimensiones y significados que se complementan, creando nuevos. En conclusión, la dinámica del kamishibai crea un modelo de lector activo, con un criterio propio, capaz de disfrutar más de una historia, pero también de valorar su originalidad y calidad humanista. Porque ya no parte solo de su experiencia como oyente o lector, sino también es consciente del esfuerzo que implica la parte creativa. BIBLIOGRAFÍA Aldama, C. (2005). La magia del kamishibai. TK, nº 17, 153-162 Borrero, L. (2008). Principios de instrucción efectiva de la lectoescritura. En Enseñando a leer: Teoría, práctica e intervención (95-133). Bogotá, Colombia: Grupo Editorial Norma. Carrillo, A., E. y Almeida, H. (2004). «El maestro frente al problema de la literatura infantil». Revista Lectura y Vida. Obtenido de http://www.lecturayvida.fahce.unlp.edu.ar/numeros/a1 n3/01_03_Amado.pdf Cerrillo, P., Larrañaga, E. y Yubero, S. (2007) La formación de mediadores para la promoción de la lectura. Libros, lectores y mediadores. CEPLI. UCLM. Cuenca, España, p. 277 Cerrillo, P., Larrañaga, E. y Yubero S. (2007) La formación de mediadores para la promoción de la lectura. Libros, lectores y mediadores. CEPLI. UCLM. Cuenca, España, p. 279 Gillet, J. (2006). La animación en la comunidad. Un modelo de animación socioeducativa. Barcelona, España: Grão, p 15.

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Manual uso del Kamishibai (2010). Sieteleguas Ediciones S.L. España Montero, B. (2010). Los secretos del cuentacuentos. Madrid, España. Editorial CCS, pág.136. Mora, F. (2014). Entrevista a Francisco Mora, 15 de septiembre. Magazine INED21. Navarro, M. (1999). Aprendiendo a contar cuentos. La Habana, Cuba: Editorial Gente Nueva, pág 30. Navarro, M. (1999). Aprendiendo a contar cuentos. La Habana, Cuba: Editorial Gente Nueva, pág 31. Salmon, C. (2008). Storytelling, la máquina de fabricar historias y formatear las mentes. España. Editorial Península. Christian Salmon, entrevista de El País (2008).

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EL CUENTO, UN MEDIO EXTRAORDINARIO DE APRENDIZAJE

(Este proyecto lo coordina el Departamento de «Servicios Socioculturales y a la Comunidad» que se encuentra ubicado en el IES Alcalá, al sur de Tenerife. Comenzó hace 4 años durante el curso 2012/2013 y ha continuado a lo largo del resto de los cursos incluyendo el actual.)  1º AÑO: 2012/2013 El alumnado del Ciclo Superior a distancia de Técnico en Educación Infantil participa en el proyecto de la siguiente manera: o Elaboración de cuentos sobre alimentación, tanto ilustraciones como contenido. o Se realiza la maquetación del libro y se publica sirviéndoles como currículum al alumnado participante. o El libro pasa a formar parte de la biblioteca del centro. o El libro es utilizado en el plan de lectura en relación al tema «Educar hacia una alimentación sana». o Se reparte de manera gratuita a las escuelas infantiles que colaboran con el IES a través de distintas actividades: Guía de Isora, Costa Isora y Centro de día Guaidyl que participan en el proyecto junto con las familias en «Escuela de familia».

 2º AÑO: 2013/2014 El alumnado del ciclo superior de Técnico en Educación Infantil participa en el proyecto «El cuento un medio extraordinario de aprendizaje», a través de la realización de un taller «El Cuento en Familia» que se desarrolló en el Instituto de Alcalá y fue dirigido a los menores de 2 a 3 años y sus respectivas familias. Estas familias formaban

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parte de la escuela infantil Costa Isora (Alcalá) y el centro de día Guaidyl (Granadilla), además de los cursos del 2º ciclo de educación infantil del colegio Aponte (Alcalá). El proceso de dicho taller fue el siguiente: o Se pasó un cuestionario con la finalidad de recoger información sobre aquellos temas que más les interesaban a las familias, educadores infantiles y dirección de cada uno de las escuelas infantiles y centro de día. o Los temas más interesantes según los resultados estaban relacionados con situaciones de conflicto en la vida diaria y en las cuales se sentían sin estrategias suficientes para afrontarlas con éxito. Estos fueron los siguientes: o Retirada de la chupa, control de esfínteres, celos, envidia, ira, asco a nuevas comidas, mordidas, situaciones de conflicto dentro del aula por agresión, situación de descontrol en el aula, la venida de un hermanito, como tratar con el niño/a la separación como pareja de sus progenitores, como afrontar el que un niño/a se quite toda la ropa y se queden desnudos en cualquier situación. o El alumnado se pone manos a la obra y elaboran los cuentos. Cada uno de ellos con estrategias para abordar la situación concreta. o El alumnado primero elabora la maquetación de cada uno de los cuentos por equipos de trabajo. Tanto ilustraciones como contenidos utilizando materiales de reciclado y materiales variados, todo desde la creatividad de cada uno de los equipos de trabajo. o Durante los días 28 y 29 de Noviembre de 2013 se implementa el taller «El cuento en Familia». o El Jueves día 28 de noviembre de 2013: Cada grupo de padres y madres, así como educadores y dependiendo del cuento elegido se dividen en pequeños grupos de 10 personas junto con sus respectivos hijos/as y contando con la guía de los técnicos infantiles elaboraron sus propios cuentos al proporcionarles los materiales para ello. Una vez finalizada la maquetación de cada cuento por cada uno de los participantes se lo llevaban para casa. o Después durante las semanas siguientes lo trabajaban desde la escuela infantil Costa Isora. Antes de dormir lo leían en sus casas junto con su papá y mamá. En la escuela dejaban las dos últimas páginas sin leer de cada uno de los cuentos para despertar el interés y que fuera en su casa donde terminaran de leerlo. o Día 29 de noviembre de 2013:Se implementa la 2ª parte del taller «Cuenta cuentos en familia». Esta 2ª parte del taller fue dirigida además de a la escuela infantil Costa Isora y al centro de día Guaidyl, al centro escolar de infantil y primaria «Aponte» en Alcalá, acudiendo al IES Alcalá 3 cursos del 2º ciclo de infantil con sus respectivos profesores/as. o A lo largo de la mañana cada uno de los equipos de trabajo fue representando de manera interactiva su propio cuento. Durante la representación hacían partícipes a los papás, mamás, educadores, profesorado, niños y niñas. o Estos cuentos también fueron publicados en Marzo de 2014. Por el bajo presupuesto que había solo pudieron publicarse en blanco y negro, formato pequeño y eliminando ilustraciones. o En la semana cultural se escenifican varios cuentos del libro publicado en el IES Alcalá. o El libro pasó también a ser parte de la biblioteca y fue introducido en el plan de

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lectura. o En la semana cultural el ciclo de Animación Sociocultural y Turística implementa el musical del cuento «El libro de la selva» en el Auditorio de Guía de Isora.  3º AÑO: 2014/5 o Intervienen en el proyecto el Departamento de Servicios Socioculturales y a la Comunidad, El Departamento de Inglés, Departamento de lengua y literatura, Departamento de Plástica, Departamento de Tecnología, Departamento de Filosofía. Durante este año se trabaja con el alumnado de secundaria y ciclos de grado superior en Técnico en Educación Infantil. o En cada una de las situaciones de aprendizaje (de cada curso participante), se parte de una idea central «el cuento como eje principal que nos llevará a todos los departamentos a un producto final común» el almanaque para el curso de 2015/2016 . o El producto final fue la elaboración de un calendario escolar para el curso siguiente es decir el actual 2015/2016. Se tenían que elaborar cuentos para cada uno de los meses, realizar las portadas de cada uno de los cuentos y maquetarlo, tomando en cuenta que uno de los cuentos era en inglés. Trabajando en cada una de las situaciones de aprendizaje los objetivos, contenidos, criterios de aprendizaje, etc., propios de cada nivel y curso. o Para ello se seleccionaron los cuentos que el alumnado de la ESO de manera voluntaria realizaron. Se seleccionaron las portadas de cada uno de los cuentos que el alumnado de la ESO realizó de manera voluntaria. o Se seleccionaron de las tres maquetaciones la más votada por el propio alumnado. o El resultado fue el calendario que tienen delante. o También Se realizó un musical del cuento «El Mago de Hoz», en el auditorio de Guía de Isora, por Los ciclos formativos de grado superior en Técnico de animación sociocultural y turística y Técnico en Educación infantil.  4º AÑO 2015/2016 Intervienen en el proyecto el alumnado de ciclos de grado superior en Técnico en Educación Infantil, del departamento de Servicios Socioculturales y a la Comunidad. 1ª parte del proyecto ha ido dirigida al aprendizaje de elaboración de cuentos con ilustraciones, contenido y su maquetación. En el contenido se muestran estrategias para trabajar cada una de las emociones, su conocimiento, su identificación y su regulación. Además de trabajar otros contenidos del resto de las áreas del 1º y 2º ciclos de infantil de manera globalizada. A partir de Febrero de 2016 se realizarán los talleres con las familias de la escuela infantil Costa Isora. Estas sesiones se imparten cada 15 días. Se les pasará un cuestionario para saber cuáles son sus temas preferidos para ser tratados a través del cuento. También se les pasará a las educadoras y educadores. Y se elaborará un taller de cuentos con las familias sobre los temas en cuestión. Siempre que se pueda se publicarán los cuentos.

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En la semana cultural se contarรกn parte de los cuentos que se hayan elaborado con las familias. Se contarรกn de manera interactiva en la escuela infantil Costa Isora o en el Auditorio de Alcalรก.

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PERSONASJES

ENRIQUE ABAD

La idea de escribir esta breve obra de teatro surge en el año 2009 como consecuencia de la necesidad de trabajar el género dramático con alumnos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato. La asignatura en la que se enmarcaban estas clases era una optativa denominada «Taller de creación literaria» y dedicábamos una gran parte del tiempo del curso a estudiar los múltiples elementos que conforman una obra de teatro. Se trató de que los alumnos conocieran todo el proceso de creación, desde la redacción del guion del que eran copartícipes hasta la puesta en escena en la que se convertían en indiscutibles protagonistas. Este ejercicio se repitió durante varios cursos con esta obra y con otras obras diferentes. El argumento de PersonaSjes es muy sencillo. Un grupo de actores, encabezado por su director, se sube al escenario con la intención de representar una obra de teatro. En un momento determinado, este director encuentra en el fondo de un viejo arcón arrinconado un ejemplar de El Quijote. Cuando comienza a leerlo, y como un hecho mágico y metafórico, el personaje principal de la obra de Cervantes se manifiesta y se va haciendo visible al público desde el fondo de la escena, como un espectro que hace suya la lectura del director. Poco a poco y de la misma manera van apareciendo en el escenario otros personajes clásicos de la literatura como Sancho Panza, Romeo, Julieta, Celestina o Don Juan Tenorio, por ejemplo. A partir de este momento se arma el conflicto dramático porque tanto estos personajes de la creación como los anteriormente nombrados actores se niegan a abandonar las tablas. Unos y otros reivindican su derecho a estar allí, a existir. La obra tiene un final feliz porque terminan poniéndose de acuerdo y reconociendo la libertad que tiene cada uno de los dos grupos en quedarse y vivir, respetándose mutuamente. Las principales ideas que hemos trabajado en estos años con PersonaSjes son de muy diversa naturaleza: la confección del guion de la obra, su asignación y adaptación a cada alumno o la memorización del texto son algunas de ellas. En estas actividades hay, entre otras, una clara intención relacionada con la expresión y comprensión oral y escrita, o sea, uno de los objetivos básicos y primordiales propuestos al comienzo de cada curso académico en la ESO. Por otra parte, el hilo argumentativo de la obra permite gran flexibilidad a la hora de trabajarla en clases con distinto número de alumnos, es decir, podremos restar o sumar actores según nos convenga. La extensión de las intervenciones para cada protagonista también es variable y se puede modificar sin grandes complicaciones. Otra de las cuestiones implicadas en el estudio de PersonaSjes es el conocimiento por parte de nuestros alumnos de personajes y autores clásicos de la literatura universal de una manera original, eficaz y lúdica a la vez. Un ser humano quiere y respeta en la medida que conoce, y la sensibilidad que nuestros jóvenes muestren hacia este tema será de vital importancia para convertirlos en adultos más inteligentes y formados, con más puntos de vista sobre la realidad del mundo que los rodea. El conocimiento de la 111


personalidad de cada uno de estos personajes de la literatura y sus respectivas realidades nos ayudará sin duda a conseguir este objetivo. La relación entre los nombres de estos personajes y nuestra vida cotidiana es otro de los aspectos que estudiaremos con PersonaSjes. En un momento determinado de la obra Celestina dice: «Aún no lo entiende ¿Cuántas celestinas hay entre nosotros, cuántas alcahuetillas pululan diariamente entre ustedes en la calle (Se dirige también al público) ¡Vivimos en ustedes! Nuestros nombres han pasado a ser comunes porque nuestra existencia es significativa en su mundo. Reivindicamos por tanto nuestro derecho a estar aquí entre todos ustedes». Así, recordamos por ejemplo que un quijote es un hombre romántico e idealista, o flaco, alto y grave; una celestina es una alcahueta o un donjuán es un seductor. El concepto de existencia, en el más amplio y profundo sentido de la palabra, también entra en juego en la didáctica de PersonaSjes. La complejidad que encierra la explicación de su significado hacen que esta voz se convierta en uno de los vértices sobre los que gira gran parte del sentido de su estudio. La seriedad y profundidad con que queramos analizarla dependerá del curso con el que trabajemos la obra. En este sentido, hay que decir que el texto también goza de gran transversabilidad y que la podemos relacionar con asignaturas como «Lengua castellana y literatura», «Filosofía» o «Historia» entre otras. Julieta, refiriéndose a uno de los incrédulos e irritados actores, dice así: «Dice nuestro querido Sancho, y de muy buena manera, que lo que realmente puede considerarse, en cualquier caso una locura, es esforzarse en hacer lo contrario: es decir, creer locuras verosímiles para que parezcan verdaderas. Y permítanme hacerles notar que la locura es, en todo caso, la única razón de una profesión como la suya». En este sentido, también Don Quijote recrimina a otro de los sorprendidos actores: «Mal juicio tiene vuestra merced. Yo vivo en ustedes. Quien tiene la fortuna de nacer como personaje puede incluso reírse de la muerte ¡No ha de morir! Morirá el hombre, el escritor, el instrumento de la creación; pero no ha de morir su criatura. Y ni siquiera es necesario que posea dotes extraordinarias, o que realice prodigios para vivir eternamente (…)». Destaquemos la vehemencia con la que el personaje defiende su derecho a estar en el escenario, su derecho en definitiva a existir. Aunque el texto sea una creación propia, hay partes de las intervenciones que se han respetado literalmente del libro al que pertenece el personaje. En un sistema educativo como el actual, que pretende ser integral e integrador, y en una sociedad cada vez más globalizada como la nuestra, valores como la igualdad, la tolerancia o la justicia deben atenderse con especial interés. En un momento de la obra Sancho Panza, respondiendo a una recriminación de otro de los actores que se le enfrentan, pronuncia estas palabras: «Simplemente a demostrarle que se nace a la vida bajo formas muy diversas: árbol o piedra, flor o pájaro, agua o mariposa…Y que también se puede nacer personaje». Para finalizar este artículo, mencionaremos un hecho que además sirvió para estimular y culminar de manera extraordinaria el trabajo de los alumnos. El texto de PersonaSjes se presentó a un proyecto organizado por una entidad privada que promocionaba el teatro en el aula. El premio consistió en representar la obra en horario de taquilla en el Teatro Leal de La Laguna. Fue una experiencia inolvidable para todos. Los alumnos contaron con todos los medios para la realización de la obra: maquilladores, técnicos de luz, sonido, puesta en escena, incluso ujieres y acomodadores.

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Estas dos fotografĂ­as son dos detalles de la representaciĂłn de nuestra obra en el Teatro Leal de La Laguna. En la primera se muestra una escena del comienzo en la que los actores a la izquierda y los personajes a la derecha se disputan el escenario y el derecho a vivir. En la segunda imagen observamos una de las partes finales de la obra, cuando Don Quijote es investido caballero por una de las actrices que canta para celebrarlo. La convivencia en nuestras vidas de personas (o actores) y personajes es el origen de PersonaSjes.

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CREACIÓN

CORUJAS TEXTO: ERNESTO RODRÍGUEZ ABAD ILUSTRACIÓN: SONIA PÉREZ

Nació una niña hermosa. Tenía la piel suave y delicada. La mirada era limpia. Azules de aguas tranquilas navegaban en las pupilas. Si hubiese sido la protagonista de un cuento sería una princesa y las hadas hubiesen acudido al lado de su cuna a ofrecerle dones y regalos. Mas no tenía sábanas de seda, ni colchas de lana pura para aislarla del frío. No tenía unos padres cariñosos a su lado para regalarle besos. Las cucarachas volaban sobre su cabeza. Las ratas roían las patas de la cuna. Nació en una chabola. Un barrio cualquiera. Una ciudad cualquiera. No aprendió canciones, ni juegos. No fue a la escuela, ni conoció la risa. Tenía que cuidar a sus hermanos, tenía que buscar comida para ayudar a la familia. Deambulaba entre basuras, hablaba con los insectos, susurraba hechizos a los búhos, caminaba en la oscuridad con mirada de gato. Nació con alma de vieja. Cuando se quedaba sola se iba lejos del barrio miserable. Miraba el horizonte de techos de latón y trozos de colores indefinibles. Se sentía libre en el bosque. Allí las cosas eran distintas. Los más fuertes no eran los que tenían más dinero, los poderosos no eran los que mandaban. Allí reinaban otras leyes. Eran normas que habían nacido en tiempos remotos, cuando los hombres y las mujeres formaban parte de la naturaleza. Aprendió la lengua de los animales. Supo diferenciar las yerbas, y conoció sus poderes. La pobreza, la vida, el sufrimiento la cambiaron. El cuerpo fue mutando lento, como si vistiese una carcasa prestada. Los ojos aprendieron a mirar como los animales de la noche. La piel de niña se fue convirtiendo

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en una áspera corteza ruda. La voz dulce se rompió en ruidos desagradables... La maldad le sonreía cuando la veía pasear entre los zarzales y la basura. Empezó a frecuentar el mundo de la noche. La luna se escondía avergonzada cuando la veía pasar entre las sombras. El rostro de niña se transformó en jeta de coruja.
 Nació la bruja. Se llamaba Gretel. 
Cuentan que una dulce niña la arrojó a una olla de agua hirviendo.

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LA MUJER QUE INTENTÓ INUNDAR EL DESIERTO TEXTO: ANDRÉSGONZÁLEZNOVOA ILUSTRACIÓN: SONIA PÉREZ

Rayul nació hace doscientas lunas, la noche que ahogó una mentira bajo la soledad abisal del océano. Quince años no suponen nada en la memoria de las dunas, pero sí en la de sus habitantes y, para el pequeño bereber, resultaban toda una vida. El gallo de la mañana irrumpió en sus sueños cuando las cuatro mujeres que lo cuidaban llevaban horas reconstruyendo el mundo. Nahla; la abuela, preparaba glaciarmente el cuscús, consciente de que cada grano resultaba fundamental para regalar el sabor preciso a la lengua. Marjani; la mamá, bailaba su escoba creando una frontera contra el desierto. Ditzha; la tía, ahogaba las telas en tintes y las estrangulaba vengando pasados de daño. Y Abda; la prima, traía sobre su cabeza tinajas cargadas de preciada agua. Las penélopes de África cantaban, conversaban y callaban, tornando aquel trozo de exilio en un hogar. Ellas compartían el oceánico secreto mientras Rayul crecía como una isla a la deriva. Estorbo para las cuatro mujeres, dedicaba sus ensoñaciones matutinas al té y a dibujar con la rama del argán palabras sobre la arena. En su imaginario florecían jardines; alhadikatu, se elevaban nevadas montañas; alyabalu, llovía; almasa. Entonces contemplaba como la calima borraba las palabras y marchaba con cuatro besos diferentes a la escuela. En el trayecto pensaba en el seco ósculo de su abuela, deshidratado por una tristeza muda, el melancólico abrazo de los labios de su mamá, la rencorosa picadura de mosquito que le propinaba su desdentada tía y sobretodo, en los ojos cerrados de Abda cuando posaba su boquita y se le erizaba el vello de la piel. La madrasa era una cárcel de adobe y miedo. El coro repetía el coram como un castigo heredado y Rayul dedicaba aquel miserable tiempo a rescatar belleza entre la aridez. Hermosas palabras escondidas en aquellas interminables letanías componían el refugio para su infancia. El maestro ordenó a sus alumnos que dibujaran un árbol y un pájaro, los apresuró desde el impaciente transpirar de la ansiedad y golpeó la mesa dando por concluida la actividad, sin que Rayul hubiese decidido que ave pintar. Procedió a revisar la tarea con mirada severa, recorriendo, en silencio, el aula hasta que descubrió la solitaria palmera de Rayul. –¿Dónde está el pájaro? preguntó y el alumno contestó: -Escapó asustado por el golpe que usted dio. Con la oreja dolorida del manotazo, Rayul limpió la escuela mientras sus compañeros corrían tras una pelota inventada con trozos de tela anudada. Soñaba con

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abandonar aquel infierno; vivir lejos de allí, más allá del océano. Atardeció y se encaminó hacia el pozo esperando la llegada de la caravana. Entre camellos y mercancías aparecía Bulú; el hakavati; el narrador. Con su barba tan larga como la memoria y su túnica amarillo desierto, jugaba con silencios que elegían las palabras que su voz pintaba. Las historias sin final se sucedían ante la expectación del auditorio masculino. Iracundos guerreros, portando cimitarras mágicas, derrotaban a perversos genios para liberar a frágiles princesas de ébano cautivas en palacios de mármol. Pero Rayul no compartía el entusiasmo de sus compañeros. De regreso al hogar paraba a conversar con los extranjeros que habían llegado para arreglar África y que, prontamente, habían descubierto como ellos mismos se rompían con el continente entero. No resulta fácil vivir en el nada, entre los nadies. Aquellas mujeres y hombres compartían nostalgias de sus frugales hogares que despertaban el anhelo nómada de Rayul. Por la noche, tras la cena, las cuatro mujeres besaban la frente de su nieto, hijo, sobrino y primo mientras éste se hacía el dormido. Ellas guardaban sus secretos, él también. Abría los ojos con cautela, se deslizaba de la cama como una sombra y subido al alfeizar de su ventana, caía gatunamente sobre la arena del patio interior. Escondido tras la celosía las espiaba durante su femenino ritual de intimidad. La abuela preparaba minuciosamente el té de canela. Ditzha distribuía la henna y los pinceles, Marjani dibujaba un jazmín en el dorso de su mano y Abda pronunciaba desgastadas palabras: –Traigo los zapatos rotos de tanto caminar. Y el concilio replicaba: –Pues entierra tus pies en la arena del hogar. Todas, menos Nahla. Las cuatro penélopes compartían el té, se tatuaban flores sobre la piel y narraban historias prohibidas por las leyes del hombre. Fábulas que poco tenían que ver con las que relataba Bulú en el pozo. Cuentos que versaban sobre madres exponiendo su cuerpo entre una cimitarra y su hijo; historias de primogénitas que vendían su virginidad y regalaban su felicidad para alimentar a su familia; leyendas de mujeres capaces de atravesar el desierto sin beber para mostrar el camino a su pueblo. No esgrimían poderosas armas ni decapitaban a sus enemigos, todo lo contrario, los seducían con bellos cuentos, trabajaban duro, se sacrificaban pacientemente y lo hacían con poderosa humildad. Su tía, su madre y su prima entrelazaban las historias como retales de un tapiz milenario que envolvía el silencio de su abuela, por cuyo rostro descendían dos ríos negros de lágrimas secas. La noche avanzaba y la luna buscaba los labios de arena cuando Nahla, una vez más, se levantaba y desaparecía por la puerta de atrás. La extraña costumbre, el misterioso éxodo nocturno, despertó la curiosidad del espía tras la celosía. Rayul se deslizó entre las sombras y atravesó los pasillos de adobe rastreando las huellas de su abuela. La anciana, bajo las estrellas, se encaminó hacia el pozo y allí, llenó un cubo y lo vació sobre el desierto. Repitió la operación y el insaciable coloso de arena se lo bebió. Y así hasta que el gallo de la mañana anunció el nuevo día. Nahla regresó arrastrando una profunda tristeza y Rayul, oculto tras una palmera, intentaba descifrar el hermético proceder de su abuela cuando sintió posarse, sobre su hombro, la mano de su madre. Marjani sabía lo que pensaba Ditzha y a pesar de ello, comprendió que su hijo tenía derecho a conocer la verdad. –Hijo, hace quince años, por las sequías, las enfermedades y el hambre, tu abuelo, tu padre, tus tíos, tus hermanos y tus primos atravesaron el desierto amarillo y se enfrentaron al desierto azul, para no regresar jamás. Desde aquella noche tu abuela,

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antes del canto del gallo, intenta inundar el desierto para traer a nuestros seres queridos de vuelta. Rayul se sintió un extranjero en su propia casa. El secreto revelado lo convertía al mismo tiempo en la esperanza, la amenaza, el deseo y el consuelo de las cuatro penélopes que habían renacido tras la tragedia. No sabía cocinar, ni teñir las telas, tampoco deseaba cargar agua del pozo y aun menos barrer el desierto con una escoba de palmera. Su pasión por pintar palabras lo conducía más allá del desierto y del mar. Reveló su deseo durante el desayuno ante el reproche de su madre y los tres silencios de su abuela, su tía y su prima. Se encerró en su habitación y contempló los trozos de revistas que decoraban las paredes de adobe; imágenes de ciudades europeas, universidades, jardines sin horizonte, bibliotecas infinitas… Sin ganas de enfrentarse a la desesperación de Marjani o a la decepción de Abda, huyó por la ventana y se dirigió hacia el pozo con la intención de pactar con los otros hombres el viaje hacia el norte. Acordaron el precio y la fecha, bebieron té y profetizaron las bondades que habría de traerles el paraíso tras el océano. Regresó a una cena seca de palabras. Cinco silencios conversaban entre los dientes y el cuscús. El primero soñaba, el segundo se deshacía, el tercero saboreaba, el cuarto lloraba y el quinto negaba. Las tempestades se barruntan en periodos de aparente calma y la tensa tranquilidad no es más que el preludio de la tormenta. Sin embargo, la bucólica concluyó sin una palabra derramada y las cuatro penélopes regresaron a su refugio sin advertir la ausencia de su Telémaco. La abuela repitió su ritual del cubo derramado sobre el desierto, Abda disculpándose, se coló en la habitación de su primo y en un acto desesperado, lo amó. Las dos hermanas sin pasado ni futuro, desnudaron sus recuerdos. Ditzha quebró la tregua mostrando su ruinosa dentadura. Haberse descubierto estéril como el desierto la había convertido en un objeto vergonzoso para su marido. Insultos, golpes y violaciones convivieron con la felicidad de Marjani y su desbordada fecundidad. Hasta el día en que le arrancó el miembro entero y lo escupió pintando la arena con sangre. Los golpes que recibió a continuación anegaron su boca de dientes que naufragaban entre saliva carmesí. Su hermana, escuchándola, comprendió cómo el desierto, en su constante mutabilidad, advierte sobre lo efímero de la dicha y también del daño. El gallo de la mañana entonó su particular réquiem y Rayul, abandonando el cuerpo aún tibio de Abda, robó los ahorros familiares y emigró hacia el Norte. El amanecer mostró las cartas de una partida jugada hasta el final. Ditzha descubría el robo furiosa como una tormenta de arena ante la duna en la que se convertía su hermana. La abuela y Abda completaban la escena como pasado y futuro de un presente ya escrito. En la zona marginal de esta historia, Rayul avanzaba esbozado, en una larga procesión de nómadas bajo el fuego, ignorando que sus ilusiones terminarían desangrándose entre concertinas, colgadas de una verja, en la frontera de los sueños. Su última palabra se pintaría grana sobre su piel tostada. Pero la negra noticia nunca llegó al herido corazón del desierto. El hogar abandonado se reconstruía entre cuatro silencios que cocinaban, teñían, limpiaban y traían agua. Hasta que Abda cayó al suelo; mareada. Ditzha y Marjani la atendían cuando Nahla rompió su silencio: –Está embarazada. Lo que define una tragedia o una comedia no proviene del punto de partida, ni siquiera del nudo, sino de las posibilidades que ofrece el desenlace. Aquella barriga que crecía como una duna, entre jazmines de arjeña, devolvía la voz a Nahla, la esperanza a Marjani, conciliaba a Ditzha con el doloroso pasado y restituía el amor entregado por

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Abda. La joven mamá mezclaba, en la piscina de adobe, el color amarillo del desierto y el azul del mar. La tela que extendía, ante la mirada de su familia, resultaba de un verde jardín, de un verde femenino, de un verde de irreductible esperanza. Tras doscientas ocho lunas de duelo, en el lugar donde Nahla intentó inundar el desierto, nació una flor.

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LA SONRISA ILUMINADA FELICIDAD BATISTA Bórcor amaneció soleado. El cielo aparecía con zarpazos de cirros aislados que dibujaban trazos finos como si persiguieran una estela y se detuvieran de pronto. Me despedí y dejé a mis hermanos, Lorenzo y Manuel, en el desayuno. Di un portazo y me alejé corriendo mientras mi madre me recriminaba desde el interior de la casa. Llegaría al colegio antes que ellos y les ganaría. Quería ser como Nadia Comaneci. A punto de alcanzar la calle, aún en el jardín, mis ojos se dilataron como observados por una lupa. La cartera rodó por el suelo y los libros, lápices, regla, cartabón y el compás, se regaron entre rosales, geranios y bungavillas. Un hombre alto, de cabellera abundante y rubia, con el rostro poblado por una enredada barba, y la mirada del mismo color que cielo de Bórcor, me sonrió. Se encontraba de pie, apoyado en la cancela y contemplaba las flores de mamá. Entró y me ayudó a recoger mis pertenencias con la sonrisa brillando en sus labios. Él era la avanzada, en pocos días arribaron al pueblo más hombres parecidos a él y mujeres con melenas rubias, ojos claros, faldas largas y camisetas de flores coloreadas o con figuras geométricas. El abuelo decía que eran espías que bajaron cargados con mochilas desde la cumbre. El tío Luis que no, que eran extranjeros de vacaciones. Regina aseguró que aquella gente no era cristiana, que vivían en pecado, amancebados en grupos impares, en casas viejas y deshabitadas. Ricos no eran, terció Anselmo el carpintero, vestían siempre con la misma ropa y limpios, limpios, no se les veía. Mi bisabuela aseguró que hablaban una lengua rara y ella, que de joven comerció con los ingleses, ese no era su idioma. El enigma se expandió por Bórcor hasta que don Álvaro, el párroco, explicó en una homilía que eran hippies, ovejas descarriadas del Señor a las que había que ayudar para que un día retornaran al buen camino. Aprendimos a comunicarnos por medio de gestos y sonrisas. Averigüé que el hombre del jardín se llamaba Jürgen y cada día acudía a su casa de las tejas alfombradas de líquenes y verodes. Unas veces les llevaba dulces y pasteles que mamá les preparaba, otras permanecía en el patio y jugaba con Niko, un niño que parecía ser el hijo de todos. Los oía hablar en esa lengua gutural, rodeados de velas encendidas en pleno día, escuchaban una música extraña, apenas si tenían muebles, y las mesas y sillas eran cajas de madera recicladas de contenedores de tomates. Me olvidé de Nadia Comaneci y la sonrisa de Jürgen se convirtió en mi Cruz del Sur. Un día, nubes acorazadas atacaron el cielo de Bórcor y detonaron toda su lluvia. Durante una semana sin tregua acribillaron los techos de sus destartaladas viviendas. Cuando el sol se hizo con la situación y abrumó con su luz a los restos de la tormenta, Jürgen y los suyos ya se habían ido. Lloré en secreto y me juré que de mayor viajaría a Alemania en su busca. Y no me importó rechazar a Bruno ni a Ricardo en el Instituto. Yo seguía soñando con la sonrisa que un día encontré en el jardín. Ángela, la ventera, le contó a mi madre que se marcharon sin pagar pero que un año después Jürgen le envió un cheque. No tardé en presentarme en la tienda y mostrar curiosidad por el sello que recibió de Alemania con la intención de copiar la dirección del remitente. Aprendí alemán y mi brújula se puso en movimiento. Envié cartas y aunque volvieron cerradas, no me rendí. Pasados los años, en la primavera de 1989, una carta no devuelta recaló en su dirección. Y recibí una misiva en la que me invitaba a viajar a Berlín Oeste. Atravesé Alemania en un viejo tren de suelo de madera. Jürgen me esperaba en ZoologischerGarten. A las puertas de la ciudad mi corazón traqueteaba cada vez más

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aceleradamente. Así que me hundí en la lectura de El último verano deKlingsor de Hermann Hesse. El tren se detuvo y cuando reinició la marcha me percaté que era la estación donde debía bajarme. Corrí en dirección contraria por los vagones como si así pudiera impedir mi imparable y equivocado viaje al otro lado del Muro, a Berlín Este. Entonces lo vi a través las ventanas fugaces, me buscaba entre los pasajeros que caminaban por la estación. Bórcor, el cielo, los labios, los años, las flores, el rock, las velas. Ya no tenía barba, el pelo corto y más oscuro, la mirada azul cansada ¿y la sonrisa? La sonrisa, se quedó en Bórcor.

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LLUEVES TEXTO: J. C. BONILLA ILUSTRACIÓN: SAMUEL HERNÁNDEZ LLUVIA YA, vertedora, suelta de mar a mar tu sarta de agua, Desborda, cala, vuélcate. Me acosas, me derribas; estamos en la guerra. Que gane el más certero: agua va; caigamos percutientes, ilimitadamente memorables. Obra poética y cuentos, Luis Feria

El hombre que cuenta las gotas de lluvia está solo en esta calle. Solo. Muy solo. Así es y así se siente en el tablero de esta noche de tormenta, como un peón de negras que espera a que los acontecimientos lo muevan. Cantarea la lluvia atroz en el asfalto. Relampaguean los rayos. Tronidos son los sonidos que salen de las nubes; y en la calle no hay ni un alma porque todos están a cobijo: curiosones haciendo vaho en los cristales de las ventanas. El hombre que cuenta las gotas de lluvia tiene un sombrero de ala calado a la derecha, por donde cae a modo de desagüe un chorro que salpica la acera. Tiene también caladas las arrugas que le tapan los huesos de la cabeza; una cabeza en la que ya no queda pelo del susto y que, por el contrario, está llena de remordimientos que le espantan el sueño. No nos extraña, entonces, que debajo de los ojos tenga unas bolsas ensombrecidas llenas de cansancio y los hombros jueguen a caerse dentro del traje. Un pequeño farol encima de su cabeza no da casi luz. Amarillea un poco la noche. Lo que la luna le deje en cuarto menguante, lo que las nubes de color gris enfado se lo permitan en toda esta trifulca de agua. Por ello, su sombra le da la espalda atravesada en el suelo, y se esconde en el fondo de los charcos. Unos charcos que le comen ya la mitad de los zapatos. Tiene los pantalones de pana ceñidos de agua. Nota que le pesan más que el disgusto, tanto como le pesan los días a kilos y los segundos le saben a bilis, y el arrepentimiento que no sabe de sabores ni medidas. Gotea también la barba. Los pelos encanados de quien está descubriendo que los años no son ninguna broma. Una barba peluda, llena de pelos peleándose a greñas por un sitio, que ocultan una cara chupada por no comer, por casi no beber siquiera lo justo, porque él solo sabe ya de esperar. Que sepan ustedes que por estas le ha dado el rencor. Hace diez minutos también le daba chupadas a un cigarro, que ahora casi se dobla por la mitad y se despelleja en la comisura de sus labios. Se desintegra el tabaco, el papel y el filtro como lo hace el hombre en mitad de la noche a falta de una chispa de 122


vida. Arrecia la lluvia. Por ratos molesta, a rachas inunda. Pero el hombre que cuenta las gotas de lluvia no siente nada, solo permanece quieto en el diluvio. Solo, cuenta que te cuenta, gota tras gota: una, una, otra, otra. Se hunde, o eso cree, porque todas las penas son hechas de plomo. No sé si llora. Pudiera pero ¿quién iba a distinguir una lágrima entre tanta agua? ¿Son más claras acaso sin sal? Son diez mil ciento cinco por su cuenta. Algunos más, algunos menos, en este pasatiempo que se ha inventado para estrangular la espera… hasta que algo blanco se moviliza a lo lejos.

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MICRORRELATOS AMALIA PADRÓN SIBILINA DO SANTOS Sibilina do Santos fue la pirata más temida del sur del continente, aunque inmensamenterica su mayor tesoro era la fama innata a su nombre que el tiempo y ella, gran contadora de cuentos, se encargó de ir agrandando. Había sido esposa de un pirata maltrecho que se perdió en una travesía sencilla que el mar complicó. En el puerto, buscaba noticias entre los que llegaban, nada de su hombre, pero mucho se hablaba de riquezas robadas, de cambulloneros, de ladrones de mar. Sibilina no sabía coser ni esperar, recogida su larga melena en un sombrero de fieltro se enroló en un bergantín, el único que le dijo que sí, el único que creyó que era un cocinero con experiencia. Aunque estuvo un tiempo encerrada en la cocina, era en cubierta donde mejor se sentía y entre el mar y ella surgió un flirteo. La brisa marina le quitó el sombrero un atardecer, la melena negra ondeó a babor y el mar sucumbió. Desde entonces empezó a conocer todos los secretos de la navegación, y las mareas, las olas, los vientos parecían susurrarle al oído. Su piel se llenó de salitre y de la metamorfosis surgió la temida pirata Sibilina do Santos, con fama de castigadora, justiciera y de no tener piedad ni compasión, al menos eso contaba en sus historias. Como representante de la zona sur se dirige a una asamblea con el pirata Quintana Payró para respetar territorios y marcar fronteras. El corsario anfitrión conoce su fama de oídas y está tenso al verla llegar, apenas ha amanecido cuando ella desembarca, él la saluda sin besar su mano. Él le enseña el tratado, ella lo lee despacio y pide un poco de tiempo. Durante los días que duraron las negociaciones Sibilina se enamoró de las tierras verdes, de losacantilados donde se oye el incesante ruido del mar al chocar con las rocas, de las gentes rudas y valientes de la aldea marinera y del pirata norteño, se fijó en sus manos y en sus silencios, tenía fama de hombre inteligente y era verdad, entendía de mapas y de historia. Sin intentar buscar la salida, Quintana se perdió en los ojos marinos de la portuguesa; sin luchar por soltarse, se enredó en su larga cabellera negra y pensó en quitarle las largas botas negras una noche en su camarote (ella nunca duerme en tierra) y en prometerle todo. Ella lo dejó claro: nada de boda, solo amantes ocasionales, si me dejas te tendré que matar, no es por despecho es por honor, a Sibilina do Santos no la deja nadie. NAVEGANDO Dos mujeres pasean por la cubierta de un barco, una viste de forma muy sencilla y lleva un crucifijo colgado en el cuello, la otra lleva ropa muy exquisita y una pequeña sombrilla para que el sol no estropee su cutis. Hace semanas que embarcaron, por separado. Las dos sabían que ser mujer y viajar sola no estaba bien visto y aunque las dos eran valientes, se dieron cuenta que permanecer juntas les iba a facilitar la larga travesía. Día a día fue surgiendo entre ellas una fuerte amistad que las dos reconocían un tanto prematura, pero lo cierto es que se

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abrieron sus corazones, compartieron ilusiones, anhelos, miedos y secretos. Una va de misiones a un olvidado pueblo del Caribe, lleva dinero de limosnas, y pretende abrir un centro para educar a los niños. La otra va a casarse, está prometida con un rico terrateniente al que solo conoce por varias cartas intercambiadas. Las dos tienen casi, la misma edad. A las dos las esperan, sin conocerlas. Tal vez fue el influjo de las mareas pero lo cierto es que las dos empezaron a soñar con la vida que le esperaba a la otra al llegar a puerto. Y así es como hoy, en un puerto caribeño, desembarca una mujer de tez blanca con un crucifijo en el cuello y una torpe misionera con zapatos de tacón, intenta sostener una sombrilla sobre su tez morena. BRISA DE VERANO Era una calurosa tarde de verano, sentada en el patio interior a la sombra, decidió quitarse las medias y subirse la falda hasta la altura de los muslos. Suspiró y cerró los ojos. Oyó como su marido se sentaba frente a ella, oyó como desplegaba el periódico, y como suspiraba también. Una agradable ráfaga de aire se coló por entre sus piernas, levantándole la falda aún más, ella, sin embargo, sonrió agradecida. La felicidad estaba a punto de colarse en su vida, fue al abrir los ojos. Su marido miraba por encima de las gafas, la miraba a ella, miraba, exactamente, una parte muy concreta de ella. La brisa había dejado al descubierto la parte superior de su muslo, bastante más arriba de lo que había supuesto y era aquello lo que su marido observaba con atención. Y entonces ocurrió, un escalofrío le recorrió el cuerpo, las piernas, los brazos, y se le subió al rostro, provocándole un rubor ya olvidado. Se tocó la cara con las manos, disfrutando del calor sensual. Los recuerdos eróticos se amontonaron en su pensamiento, luchando por ser el mejor. Le regaló a su marido una mirada que aspiraba a beso y él le esbozó una sonrisa que aspiraba a algo más. Lentamente se levantaron, lentamente se dirigieron al dormitorio, él apoyado en su bastón, ella, apoyando su anciana mano en el hombro de su marido y amante. MIS GRANDES MALOS MOMENTOS Recuerdo cuando durante un tiempo no teníamos dinero y mi madre me hacía la ropa copiándola de modelos de mis amigas. Recuerdo esos vestidos, esas blusas, no recuerdo luego cuando ya tuvimos dinero y me compraba lo que quería. Recuerdo cuando no teníamos televisión y oía cuentos en la radio por la tarde, eso desataba mi imaginación. No recuerdo luego lo que pude ver en la tele cuando llegó. Recuerdo los postres caseros que hacía mi madre, como yo la ayudaba, la harina blanca por la cocina. No recuerdo cuando ya los comprábamos hechos. Recuerdo cuando mis padres eran agricultores y me llevaban con ellos a regar las huertas y yo con mis botas de agua me paseaba entre los surcos. No recuerdo que fue luego de aquellas botas rojas. Recuerdo cuando no teníamos juguetes y jugábamos con arena, agua, piedrecitas,

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con las ranas de la charca, jugábamos a subir por la enredadera que cubría la pared, a buscar tesoros en el barranco. No recuerdo que juguetes me compraron después. Recuerdo cuando estuve años sin mirarme al espejo y un día me miré asombrada y me gusté. Ahora ya no me sorprende mirarme. Recuerdo que no teníamos lavadora, teníamos una piedra de lavar enorme, la llenábamos hasta el borde y mi hermano y yo nos metíamos dentro. Llegó la lavadora y nunca más jugamos allí. Recuerdo cómo el sufrimiento sacó de mí todo el optimismo que tenía dentro y me convirtió en la mujer que soy hoy.

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MI ESPEJO DE BOMBILLAS ROTAS SANDRA LORENZO Cené durante casi veinte años la soberbia de mi exmarido y durante once, me he tragado el dolor más intenso que podía darme la vida, ahora estoy aquí, bajo los focos, en medio de un telón con cachemir, donde interpreto a diario una obra titulada «La Palabra de Fuen» en la función de las diez y media el teatro siempre está a reventar y la verdad no sé el porqué, nunca me he considerado una gran actriz, incluso me molestan esas bombillitas medio fundidas, que decoran el espejo lleno de estampas de santos, debe ser, porque yo hace casi una vida que dejé de creer… No sé si haber enterrado a cuatro perros y tener otro ya adulto me convierte en una persona mayor, tengo una hija de treinta años, un Schnauzer miniatura llamado Bernel, un divorcio y una casa en el barrio madrileño donde nació Gloria Fuentes, Lavapiés. Mis días transcurren aquí, entre las tablas, los miércoles acudo a Gran Vía a un estudio donde hago doblaje, suelo coger el autobús, nunca voy en metro, una vida rutinaria que sólo se rompe con mi visita a La Almudena los domingos por la tarde. Yo he decidido que quiero una vida así, ordenada, sin sustos, ni atropellos, no soy persona que se adapte fácilmente a los cambios y pienso que tener a los enemigos de tu lado es la mejor arma para seguir en esa línea que he creado, para vivir lo mejor que pueda, lo que me quede de vida, calculo que unos ocho años, quizá diez, no he llevado lo que se dice una vida muy sana en los últimos años, soy de las que creo que esas cosas pasan una factura con alto coste… Olvidaba contarles que mi hija hace once años que se fue sin despedirse, la noche antes habíamos quedado para ir al cine, a los Golem, me dijo que había encontrado casualmente a su padre en el metro, nos reímos tanto… él seguía conservando aquella horrorosa melena como si fuera un adolescente y aún le quedara bien, me contó de su futuro viaje a Londres, estaba feliz, había encontrado el trabajo de su vida… Cometió sólo un error, un gravísimo error de esos imperdonables, fue puntual la mañana siguiente para acudir a su trabajo, la vida de mi hija se quedó en Santa Eugenia junto a un tren de cercanías, era 11 de Marzo tenía treinta años y yo tenía cincuenta y tres… Jamás he vuelto a ir al cine, ni ella visitó el Palacio de Buckingham, lo peor es que tampoco sé que tren coger para que el 11-M nos de otra oportunidad, no quiero seguir enterrando perros sola… –Les dejo, toca el paseo diario de Bernel.

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DIRECCIÓN: ERNESTO J. RODRÍGUEZ ABAD BENIGNO LEÓN FELIPE SECRETARÍA DE REDACCIÓN: ANDRÉS GONZÁLEZ NOVOA DANIEL PINELO CASAS COORDINACIÓN EDITORIAL: CAYETANO CORDOVÉSDORTA CONSEJO DE REDACCIÓN: ROSALÍA ARTEAGA SERRANO (ECUADOR) BENITA PRIETO (BRASIL) CELSO SISTO (BRASIL) PÉPITO MATEO (FRANCIA) MARC LABERGE (CANADÁ) LILIANA CINETTO (ARGENTINA) LUIS SAN VICENTE (MÉXICO) JUAN MADRIGAL (COSTA RICA) ELVIRA NOVELL IGLESIAS (BARCELONA, ESPAÑA) PEP BRUNO (GUADALAJARA, ESPAÑA) CARLES GARCÍA DOMINGO (LA RIOJA, ESPAÑA) OMAIRA AFONSO HERNÁNDEZ (TENERIFE, ESPAÑA) LUIS ALZOLA FARIÑA (TENERIFE, ESPAÑA) JUAN JESÚS PÉREZ GARCÍA (TENERIFE, ESPAÑA) ILUSTRACIÓN CUBIERTA: ANDRÉ NEVES EDITOR: ASOCIACIÓN CULTURAL PARA EL DESARROLLO YFOMENTODE LA LECTURA YEL CUENTO - LOS SILOS ISSN: 1578-181X 128


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