Un siglo de quito el maestro benito fernández de ortega

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Un Siglo de Quito a través de los prebendados de su Iglesia Monografías. 16

El maestro Benito Hernández Ortega Juan Corbalán de Celis y Durán

Nacido en Extremadura, en el lugar de Miajadas, llegó a las Indias en 1570, junto con su tío Bartolomé Hernández de Soto, que había sido nombrado deán de la iglesia catedral de Quito, “en tiempos del Presidente Santillán”. Estudió en el Colegio que la Compañía de Jesús tenia en la ciudad de los Reyes, siendo uno de sus maestros el padre Antonio Martínez, que luego pasaría al Colegio de Quito. Pasó más tarde a la Universidad de San Marcos donde se graduó de bachiller en Artes el 30 de junio de 1578. Obtuvo el titulo de licenciado en Artes el 17 de marzo de 1581, y dos años después, el 11 de noviembre de 1583 obtenía el de maestro. Según decía su profesor “en lo tocante a latinidad” era el orador más famoso de los estudiantes de la Compañía. Otro jesuita el padre Bartolomé Escobar, que había estudiado con él en Lima, decía que fue uno de los dos mejores estudiantes que hubo en el curso de Artes, y que era muy buen orador y gramático, 2

uno de los más hábiles que entonces había en esa ciudad1. Estando en Lima se ordenó de sacerdote, obteniendo también el titulo de bachiller en Teología el 17 de octubre de 1585. Acabado sus estudios pasó al obispado de Quito donde le concedieron el beneficio del curato y vicaría de la iglesia de la ciudad de Cuenca “que es la mejor ciudad de este obispado, fuera de esta”. Estuvo más de veinte años en esta parroquia, y durante los primeros de ellos se llevó acabo en esa ciudad la fundación del convento de monjas de la Concepción, al cual ayudó personalmente con grandes limosnas, y recurrió a los amigos y feligreses para que ayudasen con las suyas, y propició que el padre vicario de dicho convento Pedro Aris dejase la doctrina de Jirón, en donde estaba con provisión real, para ir a servir de capellán de dicho convento sin remuneración. alguna. También contribuyó con 1

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sus limosnas a la fundación de la casa de las arrepentidas de Santa Marta, obra como la anterior promovida por el obispo López de Solís.

obligó a aceptar el cargo de Provisor y Vicario. Fue Visitador general del obispado en 1600, recorriendo toda la provincia, haciendo que se tomasen las cuentas y se averiguasen todas las rentas de sus iglesias y hospitales, “lo cual no se había hecho hasta entonces”. En uno de sus escritos alegaba que cuando el Cabildo eclesiástico estuvo enemistado con el obispo, al cual tenía recusado, medió entre los capitulares para que se aviniesen con dicho obispo y levantasen la recusación, lo cual se llevó a efecto gracias a su intervención. Ese mismo año de 1600 fue nombrado por el Cabildo su Procurador, para que lo representase en el concilio provincial que se iba a celebrar en la ciudad de los Reyes.

En 1587, estando la sede vacante, el deán y cabildo de la catedral de Quito lo nombraba Provisor, Vicario y Juez oficial de la ciudad de Quito y su obispado, siendo así mismo nombrado en esa época Comisario subdelegado de la Santa Cruzada. En el tiempo que se graduó en Lima, se encontraba en esa Universidad fray Luís López de Solís, que era entonces catedrático de vísperas y uno de los doctores más antiguos en ella, y según relataba, el futuro obispo, estuvo presente en su graduación, y asistió a algunos de los actos que tan brillantemente argumentó y defendió. Así que cuando llegó al obispado de Quito “teniéndolo en muy alta estima por su mucha virtud y letras”, le confirmó el cargo de Provisor y Vicario general, “pues era un de los clérigos más beneméritos de este obispado”. Cuando en 1600 fray Luis fue promovido al obispado de Charcas lo dejó de Provisor del obispado, desempeñando estas funciones hasta la llegada del nuevo obispo fray Salvador de Ribera, “el cual teniendo satisfacción de mi persona me ha dado dicho oficio, que al presente (1610) uso”. Fray Agustín Rodríguez de Silva, prior del convento de San Agustín, contaba que el obispo Ribera, cuando el doctor Benito Hernández ya estaba de camino para trasladarse a la ciudad de los Reyes, lo hizo detener, y casi a la fuerza, le

En junio de 1597 el presidente y oidores de la real Audiencia, lo habían recomendado al rey, para que éste lo presentase a una de las dignidades de la catedral, alabando que era sobrino de Bartolomé Hernández de Soto, deán que fue de esa iglesia, “hombre muy principal y leal servidor de Su Majestad”, y que ambos se habían comportado con mucha lealtad cuando el levantamiento por el asunto de las alcabalas. Decían de él que era docto, teólogo y predicador, hombre de costumbres ejemplares y loables2. En marzo de 1600 es el obispo el que le recomienda diciendo que hacía muchos años que servía el oficio de provisor y vicario general del obispado, que era sobrino del deán Soto, y 2

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hombre muy virtuoso3. A pesar de todo ello en 1610, siendo uno de los curas rectores de la catedral de los Reyes, se quejaba que todavía no se le había concedido ninguna dignidad, y que todos los graduados de la Universidad más modernos que él, tenían alguna prebenda en la catedral de esa ciudad de Lima, y era de justicia que también se la concediesen a él4. Falleció en los primeros meses de 1648, dejando 4.200 pesos para que se llevasen a España y se fundase una capellanía en la iglesia de su pueblo, Miajadas5.

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AGI. Quito 84,N.30 AGI. Quito 49, N.20 AGI. Contratación 419A, N.2, R.2

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