Un siglo de quito el chantre diego de salas

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Un Siglo de Quito a través de los prebendados de su Iglesia Monografías. 4

El chantre Diego de Salas Juan Corbalán de Celis y Durán

El chantre Diego de Salas había llegado al Perú en el verano de 1546 como capellán de la flota que traía al licenciado la Gasca, pasando en seguida a la ciudad de Quito de la que ya no se movería, falleciendo en ella en enero de 1580, como hemos visto. “Sirvió toda su vida con diligencia y cuidado, viviendo honesta, quieta y pacíficamente”. En sus primeros años sirvió de cura en la catedral, pasando luego durante un tiempo a sustituir a los distintos prebendados y beneficiados que tenían desocupadas sus dignidades. Tal fue el caso de Nuño de Abrego que había llegado a la iglesia como deán a finales de 1549 y a penas residió en ella unos seis meses, pues a causa de la pobreza de su prebenda, se marchó de Quito y ya no volvió1. 1

De este Nuño de Abrego, que no aparece en la relación de prebendados de la iglesia de Quito que escribió Solmirón, no hemos encontrado ninguna referencia suya en el Archivo de Indias. En el informe de Salas, dice que llegó a la iglesia como deán, pero vemos por la copia de la cédula real, que ocupaba el cargo de chantre, pareciéndonos más fiable este último dato.

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Al igual que sucedería con el tesorero Leonardo Valderrama, que había llegado a Quito en 1554 y tan solo permaneció en su iglesia tres meses, estando ausente de ella hasta 1565, en que, pobre y con mucha edad, regresaba a su prebenda. En enero de 1560, año en el que Diego de Salas nos daba las noticias anteriores, también había abandonado su prebenda el deán Pedro de Adrada, que hacía cuatro meses que la había dejado y no se sabía de él2. El 2 de junio de 1559, al quedar vacante la chantría de la catedral por fallecimiento de Nuño de Abrego, el rey, a instancias del marqués de Cañete, presentaba para ocupar su vacante a Diego de Salas el cual, había sido nombrado por el obispo a finales del año anterior provisor y vicario general. Tomaba posesión de la chantría el 24 de julio de dicho año 1559, de manos del obispo Arias, no empezando a ejercer el cargo hasta que agotó el tiempo, y las prórrogas que tenía concedido para ello, que al parecer se 2

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alargaron hasta los primeros meses de 1564, pues el 31 de enero de ese año todavía se le concedía una nueva prorroga para ocupar la chantría3.

Lobato, el chantre Francisco de Rojas, y el canónigo Gómez de Tapia5. Todos venía a declarar que estando preso dicho Cáceres en la cárcel episcopal, la cual se encontraba dentro de las casas del obispo, vino el alguacil mayor de la Audiencia acompañado de otros dos alguaciles para llevárselo consigo, y como el provisor no quería que se lo llevasen, estuvieron discutiendo en el patio sobre ello, y en eso llegaron el fiscal Hinojosa, el oidor García de Valverde y el presidente de la Audiencia Fernando de Santillán, y éste ultimo tuvo unas palabras con el provisor Salas, que le requería tenía que traer un mandamiento de la Audiencia y que no bastaba que él se lo mandase personalmente, palabras que enojaron mucho al presidente, el cual se abalanzó sobre el provisor diciéndole que él no era un particular cualquiera, y el canónigo Soto viendo lo airado que estaba tuvo que meterse en medio para mediar en la disputa. Pero los alguaciles, a la orden del presidente, con unos martillos que traían, violentaron la puerta de la cárcel y sacaron por los brazos al preso cargado de grilletes, y el presidente Santillán le dijo “sois un puto judío, que yo os tengo que quemar”. Y luego vieron cómo unos indios llevaban mucha leña al patio de la cárcel, y estos decían que se lo había mandado el presidente y que era para quemar a dicho Juan de Cáceres6.

En marzo de 1560, el arcediano Pedro Rodríguez Aguayo y el canónico Juan de Ocaña escribían al Consejo para que se confirmasen los cargos que se habían proveído por el virrey; una canonjía a Gómez de Tapia, del que pensaban era la persona apropiada; y una chantría a Diego de Salas, del que ya no pensaban lo mismo pues según ellos decían “no tiene voz ni la habilidad y suficiencia que la dicha dignidad requiere”4 El 29 de mayo de 1567, como provisor y vicario general del obispo fray Pedro de la Peña se quejaba al rey de que el alguacil mayor de la Audiencia, Alonso de la Bastida, acompañado de dos alguaciles, Diego de Abrego y Cristóbal Mendiel, fueron a la cárcel episcopal y sacaron de ella, sin permiso del obispo, al clérigo Juan de Cáceres, y se lo llevaron a la cárcel secular, a pesar de los requerimientos y sentencia de excomunión mayor y pena de 2.000 pesos con que los amenazó para que no allanasen dicha cárcel, y todo ello en presencia del presidente y oidores de la Audiencia. Se tomaba información de lo sucedido a diversas personas que se encontraron presentes en aquellos hechos, entre las que se estaban el bachiller Bartolomé Hernández de Soto, canónigo, el clérigo Diego

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AGI. Quito 76, N.2

Este suceso debe ser el que relata también González Suárez, aunque creo que confunde los motivos, pues no parece posible que

AGI. Quito 211, L.1, fol.80r-81r AGI. Quito 80, N.2

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En abril de 1571 Salas intervenía, como vicario general, en un pleito sobre jurisdicción parroquial, motivado por que Luisa, criada india de Joan de Cárdenas, parroquiano de la iglesia mayor, se había casado en otra iglesia7. En septiembre de 1575, después de haber salido bien librados de la erupción del Pichincha, la ciudad de Quito, prometía celebrarlo solemnemente realizando anualmente una procesión desde la catedral al monasterio de la Merced8. Se comunicaba la nueva al cabildo eclesiástico estando presentes el deán Soto, el chantre Salas, el tesorero Valderrama y los canónigos Tapia y Antonio Moreta Alderete9. Dos años después, en

abril de 1577, aún lo vemos intervenir, como provisor, en cierto pleito con los canónigos Villaquirán y Soto.

Santillán, en su intento de menospreciar la jurisdicción eclesiástica, repitiese el escándalo de simular la quema de un reo, y menos por motivos, al parecer, sin mucha importancia. GONZALEZ SUAREZ, Federico. Historia general de la República del Ecuador. Tomo III Cap. primero, III, Quito 1892 7

AGI. Quito 46, N.13 Libro de Cabildos de la ciudad de Quito 1575-1576. Archivo Municipal, Quito, 1935 9 El canónigo Antonio Moreta de Alderete, en diciembre de 1576 había sido presentado por el licenciado García Valverde, presidente de la Audiencia, para ocupar el curato de la ciudad de Zamora, pero a titulo de encomienda. y con la condición de tener que renunciar a la canonjía que disfrutaba en la catedral de Quito. En vista de que podía correr el riesgo de ser movido de su cargo y quedarse sin nada, solicitó al Consejo que dicha prebenda fuese perpetua al igual que su canonjía, o en caso contrario hacía dejación de ella. Al pie de su escrito aparece denegada su petición. AGI. Quito 82, N.12. Pero a pesar de lo dicho aceptó el beneficio de Zamora, según aparece en la relación de Atienza, (1583) en la que se dice que la canonjía de Quito estaba vacante por haber hecho dejación de ella dicho Antonio Moreta, por dicho beneficio. 8

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