Poemas en guerra de Yolanda Romero Quintanilla

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POEMAS EN GUERRA

Yolanda Romero Quintanilla

© del texto y de las imágenes Yolanda Romero Quintanilla

edición contar la propia historia

Sevilla / Buenos Aires, octubre de 2025

POEMAS EN GUERRA

He jugado mal las cartas del destino eso me pasa por no hacer trampa

corre corazón corre huye despavorido yo te amparo te protejo yo guardo tus espaldas corre loco desahógate huye libre nada ni nadie te alcanzará siempre estaré contigo amado corazón mío aunque el aliento se me escape en este ataque de la guerra escaparemos las dos de una manera u otra así que corre corre por las dos

las palabras se demoran en su camino inflar los pulmones para vocalizar cuesta nombrar lo innombrable supone asfixiarse por miedo los dientes se atropellan huyendo en busca de libertad en un intento por crear un diálogo coherente el estómago cierra sus fronteras como país en guerra y el esófago siembra a su paso minas antipersona se atrinchera el corazón ante el enemigo que se cierne sobre el centro vital ninguna batalla es bella y las balas no son perlas sino lágrimas

qué extraña casualidad mientras el frenesí de las arenas me traga quemándose mi corazón a fuego lento en cada taquicardia afuera aran la tierra donde sembrar un futuro estériles serán mis sombras las cicatrices aradas son las traiciones no dichas el infinito es un desierto sin palmeras

no han llegado aún los fríos y cruje el corazón helado como un jarrón a punto de estallar a cada notificación del enemigo un nuevo crujir late en el silencio se encoje ante la proximidad el corazón hoy lo he escuchado llegar arrastrándose por el suelo acechando por las paredes de mi cuerpo como la negra y viscosa pez de la existencia encharcando los pulmones a su paso asfixiando la cordura no realmente mi corazón no se rompe mi corazón espantado llama mi atención como el miedo de un perro con su furioso latir la empalagosa pez teje su malla en un intento de sofocar el último sentir

no perdono cómo el óxido corroe mis venas ni sentir su ascenso atravesando las arterias atento a cada paso como un francotirador al acecho cómo quema a fuego lento el cordel de los sueños propios y en un último acto de rebeldía grito libertad a los vientos y muero abatida en un último suspiro

agradezco el techo la comida los seis sentidos la conciencia y la consciencia que me libran de los horrores de la guerra agradezco la risa que murió en combate y la lluvia de mis ojos que rebota en mi cabeza la soledad que se convierte en la voz de mis heridas abrazar la sombra que me alumbra las noches nadar en el abismo que me procura el universo

se ilumina el cielo y el cuerpo anticipa las cicatrices se contraen ante el poder que se aproxima se enrojece la piel ante la llegada de las emociones

¿de qué sirve dejarse atravesar por los haces de los truenos? los órganos vitales están tocados de muerte atravesados por truenos de muerte la infección se inicia el cuerpo lucha

¿de qué sirve la guerra cuando quedan las cicatrices? los traumas se acomodan en los trozos rotos del alma mientras la tormenta de verano sigue su camino dejando un rastro de muerte y truenos

Eclipse en virgo se alinean los astros a lo largo de mi cuerpo nodo norte en mi cabeza a mis pies nodo sur en medio la sombra que inunda vísceras y órganos el eclipse crea un vacío donde mis emociones en un agujero negro caen se expanden en mi cuerpo buscando un hueco para la luz tiempo y espacio desaparecen el corazón no tiembla no se encoge el estómago la garganta no se cierra a pesar de que el miedo la ira la venganza y la frustración como cuatro jinetes apocalípticos avanzan por el cuerpo, saqueándolo en la oscuridad de sus pasos

la tormenta perfecta pasa abatida en mar abierto surge la chispa del abismo caer de bruces y olvidar el desastre el cuerpo toma tierra desconocida este nuevo horizonte no es tan seguro como dicen el agua de mar ha resecado mis palabras la avidez de la garganta palmea los pulmones y el ardor de la tierra nueva la tierra prometida levanta tu piel a tiras y descubro que no soy yo quien habita mi circulación sanguínea una sombra de otra yo que se refleja en el desierto calizo no me distingo a mí misma los buitres no vendrán a sabotear mi cabeza un abejorro en cambio estrella su baile zumbón en mi mente y termina por nublar mis pensamientos en un cielo sin nubes

detonadores los olores de la primavera inundan los pulmones los sonidos de la pacífica naturaleza inundan los sentidos pero el sistema se alerta se levanta la mirada se enderezan las orejas se eriza la piel detonadores el crujir interno del intestino hace saltar las alarmas los tambores del corazón anuncian su llegada el enemigo se hace presente pero nada ha cambiado te grita te amenaza te empuja al suelo a tu alrededor nada ha cambiado quizás el vuelo de las aves las abejas del panal quizás sí la presión atmosférica el silencio eterno el color de la tarde nada ha cambiado pero la mina se ha detonado

soledad visceral desolación el infierno de Constantine el plexo solar explota en llamas atravesado por un fuego nuclear como una tormenta solar huye el corazón en llamas buscando un refugio que no existe asfixiados los pulmones el fuego devora los alveolos y se escucha, a lo lejos, un quejido al crepitar el esófago

salta la chispa inadvertidamente nadie se da cuenta nadie se molesta un fuego en el horizonte se alza hacia estrellas el resplandor de la conciencia se confunde con el incendio interno y lo que fue una chispa divina el amanecer de los días en realidad es el fuego desolador de las miserias internas

cuerpo y alma los turnos se juegan para sortear las minas del día el cuerpo arrastra los pies como un zombi evitando las arenas del camino ya no tanto sortear las piedras la importancia en el camino radica en no caer en la tentación de las arenas movedizas un dejarse ir más allá de las horas donde la rutina te lleva buscando la meta la partida aún no ha terminado y la vuelta de la curva aún esconde más terremotos que nos harán caer

por mucho que alcancemos el horizonte la niebla cubre el camino nadie se salva desaparecen los cardinales y a la brújula interior le fallan las pilas

¿avanzar, quedarse quieto buscar un refugio? las referencias personales saltan por los aires y solo estás tú frente a tu lluvia tu llanto el manto húmedo de la niebla te envuelve y lo tomas como paño de lágrimas anónimo nadie te verá llorar la desolación atmosférica te protege todo está bien a fin de cuentas las lágrimas se unen a la niebla y vuelan libres hacia el cielo quizás alguna caiga y siembre otra niebla que crezca y ampare otra brújula rota

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