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Pdte. del Consejo de Hermandades

Caminar juntos en Hermandad

AAgradezco a la querida Hermandad de la Columna y muy especialmente a su Hermano Mayor, Antonio Marín, la posibilidad de escribir estas líneas en torno al mensaje evangélico que emana de nuestras Hermandades, quizás por su propia naturaleza, pero de manera determinante por considerarnos miembros de la Iglesia Diocesana y Universal.

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En las Corporaciones religiosas, nunca se debería perder de vista la razón de su existencia, que no deja de ser otra que el progreso del culto público como modelo de evangelización, en un claro contexto de Religiosidad Popular, que como decía Juan Pablo II, “no es otra cosa que una fe arraigada profundamente en una cultura precisa, inmersa hasta las fibras del corazón y en las ideas, y sobre todo compartida de modo amplio por todo un pueblo que es entonces pueblo de Dios.”

Es muy importante que los cofrades del siglo XXI, caminemos juntos y mostremos una imagen de unidad en torno a la cruz, símbolo valioso a través del cual se nos concede la gracia, el perdón y el amor.

“Toma tu cruz y sígueme” debe ser para los cristianos una llamada a la entrega absoluta, una manera de vivir, que muchas veces queda apartada por ciertas tendencias sociales donde no se reconoce al cristianismo como la religión propia del pueblo. “Toma tu cruz y sígueme” significa estar dispuesto a morir para seguir a Jesús, “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la salvará”. Los cofrades debemos ver la cruz como ese símbolo valioso a través del cual se nos concede la gracia, el perdón y el amor.

Realmente esto es lo que nos propone el Papa Francisco al convocar el Sínodo de los Obispos bajo la consigna “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, y lo hace con la intención de que la Iglesia entera participe en la búsqueda de métodos en pos de la sinodalidad, es decir, implicando a todo el Pueblo de Dios: no solo obispos, sino sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, hombres y mujeres de todas las edades, y como no, a las Hermandades, para caminar juntos en comunión y fraternidad. Este es un proceso articulado en tres fases: preparatoria, donde tiene lugar la consulta al Pueblo de Dios sobre temas indicados por el Papa; celebrativa, en la que se reúnen los obispos en Asamblea; y fase de actuación, en la que las conclusiones del Sínodo, aprobadas por el Papa, deben ser acogidas por la Iglesia.

Pero, aunque muchas veces sentimos lejanos estos debates, las Hermandades del siglo XXI, no deben olvidar las profundas transformaciones que han sufrido desde el Concilio de Trento hasta nuestros días, introduciendo cambios muy sustanciales en sus formas y en el fondo de la realidad de estas Corporaciones religiosas.

Por todo ello, caminar juntos debe ser el modelo a seguir para conseguir el espíritu de la sinodalidad, encontrando en la Virgen el modelo extraordinario de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo.

Es importante adaptarnos a estos procesos renovadores e innovadores mediante la formación teológica y espiritual de los hermanos. Este es un pilar fundamental en las Hermandades del siglo XXI, que marca un modelo de vida, para promover obras de caridad y de piedad y animar el orden temporal con espíritu cristiano.

Para las Hermandades, me atrevo a decir que, es un deber sentirse en comunión con el Director Espiritual en el desempeño de su misión evangelizadora. No se puede entender a una Hermandad que no viva esa especial relación eclesial y cooperación pastoral en la misión común de la Iglesia. Igualmente, es conveniente la pertenencia a los Consejos Pastorales Parroquiales, como órgano asesor del Párroco.

La actitud de escucha, el compartir bienes materiales y espirituales a lo largo del camino que se recorre juntos, deben ser las pautas a seguir en el seno de nuestras Hermandades, sin olvidar nuestra misión evangelizadora a través de la piedad popular, porque este modelo representa el fruto de la presencia fundamental de la fe católica y la experiencia propia de lo sagrado, recibida después de numerosas influencias culturales.

Finalmente debemos tener la conciencia clara de que el camino se hace sinodal cuando reconocemos que se trata de una Gracia de Dios, que los cofrades debemos pedir con humildad de corazón. Sólo así podemos vivir una amistad profunda y verdadera, compartir alegrías y penas, deseos y necesidades, oración, formación y trabajos de apostolado y caridad. En definitiva, compartir la vida entera junto al hermano.

Francisco Perea Torres Presidente del Consejo de HHCC