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Un abrazo al cielo

UN Hoy vuelvo a coger papel y boli para ABRAZO ponerme de nuevo frente a AL frente con nuestros recuerdos. CIELO Sentado en la tronca de un olivo, siento la H necesidad de expresar los sentimientos que tengo hacia ti. Todo esto se me hace difícil sobre todo porque es muy complicado escribir cuando duele el alma. Sobre estas líneas manchadas por las lágrimas derramadas al recordarte, comienzo este artículo en tu honor y no podía elegir un lugar mejor para hacerlo que rodeado de olivos, pues aquí esta parte de tu vida. Cultivaste estas tierras del mismo modo que cultivaste el amor por tu familia, esa familia que te sigue echando de menos y añora cada día tu presencia. Era a mediados del mes de María, cuando la primavera afloraba y Carmona se tenía que haber engalanado de farolillos. Entonces quiso el destino que te reunieras con Mamá para seguir unidos en la tarea de cuidarnos, aunque a partir de ese momento, desde el balcón del cielo. ¡Capricho del destino…! Fue un miércoles de pescaito el día que desgraciadamente

tuviste que partir. Cómo disfrutabas esa fiesta, y cómo disfrutábamos ese día en familia y en Hermandad. Esa mañana, como era habitual, tu nieto Martín y yo te estábamos esperando temprano pero nunca me imaginé que no llegarías a nuestra cita. Me quedo con el beso que Martín te pidió la última tarde que disfrutasteis juntos, pues ese fue el último regalo que te pudo hacer. De la misma forma, me quedo con el regalo que tú nos dejaste, que no es otro que esa sonrisa infinita que se ha quedado clavada en nuestros corazones. Fuiste y siempre serás una buenísima persona, con un grandísimo y noble corazón, persona de un grandísimo humor con el que siempre intentaste hacer disfrutar a todas las personas que te rodeaban. Nunca te vi discutir ni porfiar con nadie, siempre estuviste en tu sitio y jamás te vi perder la compostura. Ayudaste a todo aquel que te lo pidió y siempre diste más de lo que recibiste. Aunque a veces tuviste momentos en los que sentías que el corazón te dolía, nunca te vi perder la sonrisa. Siempre presumías de tus grandes pasiones, una de ellas fue la música, la cual pudiste disfrutar durante muchos años con tu querido grupo de "Los Meteoros". Gracias a ello muchas generaciones crecieron con tu música, la cual corría por tus venas. Tu mayor orgullo fue poderte despedir de ella tocando en las bodas de tus hijos. Ahora nada sonará igual. Y tú gran pasión, tu Hermandad de la Columna. Es aquí donde pasaste gran parte de tu vida, siempre vinculado a la vida de Hermandad. Formaste parte de varias juntas de gobierno, fuiste un gran currante… hoy te doy las gracias por enseñarme el verdadero sentido de Hermandad. Me cogiste de la mano siendo un niño y me guiaste a conocer a Nuestro Padre Jesús en la Columna y a su bendita (V.O.M.) Madre, María Santísima de la Paciencia. Hoy

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sigo tus pasos e intentaré seguir tu ejemplo y transmitir a tu nieto esos valores y ese sentimiento que tú me inculcaste a mí. He tenido la suerte de compartir muchos momentos de Hermandad junto a ti, y te puedo asegurar que es de lo que más orgulloso me siento, de haber pasado tantos momentos contigo. Esos recuerdos que están grabados en el corazón es el mayor tesoro que me pudiste dejar. Hemos trabajado codo con codo incluso compartiendo junta de gobierno.

Ahora me queda un arduo camino sin ti, ya va faltando poco para la próxima Cuaresma y se me hará muy difícil no recibir una llamada tuya para preguntarme a qué hora es el ensayo, o como siempre hacías, ya comenzado el mismo, siempre me sonaba el teléfono para ver por donde íbamos y es que eras uno más en cada ensayo, pues eran muy pocos a los que faltabas. Cuánto te voy a echar de menos en esas tertulias del ambigú al finalizar el ensayo para volverme contigo a casa en ese bonito ambiente cuaresmal y saboreando ese magnífico aroma a azahar.

Y llegará un nuevo Jueves Santo, y es ahí donde todo se complicará más: los nervios estarán a flor de piel y aflorarán todos esos recuerdos, sobre todo el recuerdo de la ilusión que tenías por compartir estación de penitencia junto a tu nieto y verlo vestido de monaguillo, qué pena que todo se quedó a medias. Este año la presidencia de tu querida Hermandad estará de luto porque su más fiel nazareno llevará su vara desde el cielo, siempre nos comentabas en tono jocoso que eras el nazareno que más tiempo llevabas realizando estación de penitencia de forma continuada. Nunca faltaste a tu cita con tus amados titulares, nunca tuviste problemas por tu sitio y si ese año no había sitio para ti en la presidencia no te importó coger tu cirio y hacer tu recorrido desde la Fe y el amor. Un Jueves Santo sin nuestro tradicio nal retrato, como tu solías decir, será duro de asimilar, pero lo que verdaderamente voy a echar en falta es ese abrazo tan sincero que siempre me dabas al terminar la estación de penitencia. Tú eras el primero en venir a buscarme y no sé cómo describir lo que ahora mismo siento al pensar en ese bendito momento. Nadie puede imaginar el valor tan grande que tenía ese abrazo y entre ellos, el más valioso: el último delante de nuestro Señor que fue el último sin sospecharlo nosotros, en esa cuaresma del 2019. Hemos compartido tanto que sería interminable poder expresar todo por aquí. Te admiro porque siempre mantuviste la Fe, por más que la vida te golpeara. Esa Fe que yo sigo buscando y que si la mantengo, es por la esperanza de saber que algún día nos volveremos a encontrar Mama, tú y yo, es ese hecho el que la mantiene viva.

Ahora soy yo el que te da un abrazo mirando al cielo. Nos volveremos a ver amigo García, nos volveremos a ver Papá.

(J.M.G.C.)

José María García Cobano