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Septiembre 2025
Dios • Mundo • Familia Humana • Iglesia
Gaza: El Gólgota de nuestro tiempo
Combatiendo la injusticia en Ucrania
Sanando a Siria
Confrontando los crímenes contra la humanidad en Etiopía

ARTÍCULO DE PORTADA
Es Hambruna
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4
42
Perspectivas del presidente por Mons. Peter I. Vaccari 20 24 6 30 14
En Gaza, la gente está haciendo para sobrevivir por Olivia Poust
ARTÍCULOS
Faros de Esperanza
Fieles en Ucrania se comprometen con la justicia social por Anna Klochko con fotografías de Konstantin Chernichkin
Una Carta Desde Georgia
La sociedad civil de Georgia en peligro de desmoronarse por Ani Ergemlidze
Manos Sanadoras en las Sombras de la Guerra
Los sirios dependen de la iglesia para la sanación por Claire Porter Robbins
Las Consecuencias
Esfuerzos contra la trata en Etiopía se ven frenados por Lorenzo Milne con fotografías de Petterik Wiggers
A las Puertas de la Muerte
Cuando el hambre se utiliza como arma de guerra texto y fotografías de Diaa Ostaz
SECCIONES
Conexiones al mundo de CNEWA
La Última Palabra
t Una mujer y dos niños caminan entre edificios destruidos en Yarmuk, un distrito de Damasco, que una vez albergó a la comunidad de refugiados palestinos más grande en Siria.






Portada: Una mujer palestina llora por un miembro de su familia, asesinado en un punto de distribución de comida en Gaza el 19 de julio.
Contraportada: Rajaa Abdullah, 72, una cristiana en Homs, Siria, depende de la iglesia para su atención médica.
Créditos fotográficos
Portada, AFP vía Getty Images; pág. 2, 3 (arriba izq.), 26, 28-29, contraportada, Ahmad Fallaha; pág. 3 (arriba), Maria Grazia Picciarella/SOPA Images/LightRocket vía Getty Images; pág. 3 (arriba a la dcha.), 9, Karam Saeed Al Bek; pág. 3 (abajo a la izq.), 14-15, 17-19, Konstantin Chernichkin; pág. 3 (abajo a la dcha. y extremo derecho), 21-23, Antonio di Vico; pág. 4, Vatican News; pág. 6-7, Doaa Albaz/Anadolu vía Getty Images; pág. 8, 10, 12-13, 39-41, 43, Diaa Ostaz; pág. 11, Mousa Ayyad; pág. 20, John Wreford/SOPA Images/LightRocket vía Getty Images; pág. 24-25, Spencer Platt/Getty Images; pág. 27, Raghida Skaff; pág. 30-37, Petterik Wiggers.
ONE se publica trimestralmente. ISSN: 1552-2016
CNEWA
Fundada por el Santo Padre, CNEWA comparte el amor de Cristo con las iglesias y pueblos de Oriente, trabajando para, a través y con las iglesias orientales.
CNEWA te conecta con tus hermanos y hermanas indigente. Juntos, edificamos la iglesia, afirmamos dignidad humana, aliviar la pobreza, fomentar diálogo e inspirar esperanza.
PARA EL BIENESTAR DEL CERCANO ORIENTE
VOLUMEN 3 NÚMERO 3


Editor
Mons. Peter I. Vaccari
Director Ejecutivo
Michael J. La Civita
Editorial
Laura Ieraci, Directora
David Aquije, Coordinador de Publicación
Barb Fraze, Directora Adjunta
Elias D. Mallon, Director Adjunto
Creativos
Timothy McCarthy, Administrador de Recursos
Digitales
Paul Grillo, Diseñador Gráfico Sénior
Samantha Staddon, Diseñadora Gráfica
Elizabeth Belsky, Redactora
Oficiales
Cardenal Timothy M. Dolan, Director y Tesorero
Mons. Peter I. Vaccari, Secretario
Tresool Singh-Conway, Directora Financiera
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Conexiones Últimos informes sobre el mundo de CNEWA
‘Luz de Sabiduría’
El Papa León XIV se dirigió a una reunión de representantes de las agencias de financiación que apoyan al Dicasterio para las Iglesias Orientales (conocido por su acrónimo italiano, ROACO) el 26 de junio, señalando que “hoy la violencia de la guerra parece abatirse sobre los territorios del Oriente cristiano con una vehemencia diabólica nunca antes vista”.
Agradeció a las agencias, incluyendo a la única organización fundada para apoyar a las iglesias orientales, CNEWA. Hizo un llamado para que la “luz de sabiduría” de las iglesias orientales “sea más conocida en la Iglesia Católica”.
CNEWA en acción
Mons. Peter I. Vaccari, presidente de CNEWA, se dirigió a los miembros de ROACO durante su asamblea general celebrada en Roma del 23 al 26 de junio. Destacó que los esfuerzos de CNEWA en el Medio Oriente, el Noreste de África, India y Europa del Este contribuyen a la supervivencia del cristianismo oriental, recordando a los participantes que el Papa Francisco y el Papa León han vinculado las grandes tradiciones religiosas de Oriente con un llamado a la acción. Mientras CNEWA se prepara para celebrar su centenario, ese vínculo entre las grandes “tradiciones de espiritualidad” y el reto de ser instrumentos de esperanza y paz “es omnipresente en las regiones donde trabajamos”.
Mons. Vaccari visitó varias ciudades de Estados Unidos el verano pasado, dirigiéndose a más de 250 personas reunidas en la

Tercera Asamblea Católica Bizantina Metropolitana de Norteamérica en Whiting, Indiana, el 19 de julio. También visitó parroquias y benefactores en Portland, Maine, Milwaukee, Filadelfia y Orlando.
Emergencia en Belén
En el primer semestre de 2025, más de 240 personas de la zona de Belén, en Cisjordania, se beneficiaron de un programa de CNEWA-Misión Pontificia, que coordinó unos 278.000 dólares procedentes de benefactores norteamericanos y europeos, entre ellos Kinderhilfe Bethlehem; Embrace the Middle East; la Diócesis Católica de Estocolmo; Vastenactie; y la Fundación Suiza Tierra Santa.
El proyecto respondió a la grave crisis económica y humanitaria que azota Cisjordania palestina desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás. CNEWA-Misión Pontificia
se asoció con los municipios de Beit Sahour y Beit Jala para ofrecer empleos temporales a 60 personas, mejorando la presencia digital de ambas localidades, como sitios web, redes sociales y archivos en línea; mejorando la higiene pública con una campaña de limpieza de residuos sólidos y recojo de basura; y restaurando puestos de trabajo en el ámbito del patrimonio cultural. La subvención también ofreció asistencia médica a personas identificadas por la Sociedad Benéfica Ortodoxa Árabe y asistencia para la matrícula a 110 estudiantes cristianos para el año académico 2024-2025.
Subvenciones para los niños
Durante el verano, CNEWA recibió tres subvenciones destinadas a proyectos en Medio Oriente y África. La Fundación Benéfica Familia Pulte otorgó 70.000 dólares para el trabajo de CNEWA con la Asociación Fratelli, que ofrece
apoyo psicosocial a niños y madres en la Escuela Nuestra Señora de Fátima en el Líbano. El programa comenzó en 2016 para ayudar a refugiados sirios y desarrollar actividades para jóvenes y adultos. La Fundación Loyola otorgó a CNEWA 20.000 dólares para instalar paneles solares en el Orfanato Divina Providencia en Hebo, Eritrea. El orfanato, dirigido por los Padres Vicentinos y las Hijas de la Caridad, alberga a 38 niños que perdieron a sus madres al nacer.
CNEWA en el Instituto Napa
El director de comunicaciones y marketing de CNEWA, Michael J. La Civita, participó en una mesa redonda sobre “La Esperanza que los Católicos Estadounidenses Aportan a la Iglesia Internacional” en la conferencia anual del Instituto Napa, celebrada en Napa, California, del 23 al 27 de julio. Las Obras Misionales Pontificias de EE. UU. y la Fundación Papal también participaron en la mesa redonda. Los panelistas hablaron sobre sus respectivas actividades para difundir el Evangelio donde la pobreza endémica, los conflictos, la persecución y la privación ambiental amenazan el bien común. La Civita destacó el compromiso de CNEWA con la gestión de programas y la rendición de cuentas, la información financiera, la transparencia y la protección de la salud.
Galas de CNEWA
CNEWA inicia su centenario con dos galas. La primera se celebrará en Ottawa el 7 de noviembre en el Centro de Banquetes San Elías. Los invitados de honor son libaneses: la Hermana del Buen Pastor, Marie Claude Naddaf, y Michel Constantin, director regional de CNEWA para
Líbano, Egipto y Siria. El evento también celebrará los 20 años de CNEWA en Canadá.
La Cuarta Cena de Gala Anual “Sanación y Esperanza” se celebrará en Nueva York el 1 de diciembre en un club privado de la Quinta Avenida. El arzobispo Greco-Católico Ucraniano de Filadelfia, Borys Gudziak, será el invitado de honor. Michèle B. Bowe, embajadora en Palestina de la Soberana Orden de Malta, recibirá el Premio de Fe y Cultura de CNEWA.
Para ser patrocinador de la gala en Nueva York, visite cnewa.org/ events o escriba a gala@ cnewa.org. Para obtener información sobre la gala en Canadá, visite cnewa.org/ca o escriba a canada@cnewa.org.
CNEWA gana 53 premios
El jurado de la Asociación Católica de Medios otorgó 53 premios de medios a CNEWA en su conferencia anual en Phoenix. CNEWA obtuvo más de ocho premios, incluyendo el primer lugar por su sitio web y blog, y por los reportajes y fotografías de la revista ONE. Laura Ieraci, directora de la revista ONE, y Barb Fraze, directora adjunta, fueron copresentadoras en la conferencia, celebrada del 24 al 28 de junio. Consulte la lista de ganadores en el blog de CNEWA.
CNEWA
envía ayuda a Gaza
Al cierre de esta edición, CNEWA había enviado urgentemente más de $1,6 millones en ayuda a Gaza desde 2023, proporcionando alimentos de emergencia, medicamentos, atención médica, asesoramiento psicológico y tratamiento, beneficiando a más de 36.400 personas. En respuesta a
esta hambruna, el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, el arzobispo
Timothy P. Broglio, de la arquidiócesis militar de Estados Unidos, en una carta a sus hermanos obispos fechada el 12 de agosto, solicitó una colecta especial para ayuda humanitaria y apoyo pastoral a los afectados en Gaza, y las zonas circundantes del Medio Oriente, y enviar los fondos donados a CNEWA y C.R.S.
“Con gran preocupación pastoral por la crisis actual en Gaza, les escribo hoy. Nuestra iglesia lamenta el terrible sufrimiento de los cristianos y otras víctimas inocentes de la violencia en Gaza y las zonas circundantes, quienes luchan por sobrevivir, proteger a sus hijos y vivir con dignidad en condiciones extremas”, escribió.
“La situación en Gaza y en todo el Medio Oriente clama por la ayuda de la comunidad católica de Estados Unidos”, y añadió que las parroquias “realicen esta colecta y envíen fondos… lo antes posible”.
Para enviar su donativo, visite cnewa.org/es/que-hacemos/ apoye-la-ayuda-deemergencia-en-tierra-santa
Hay más en la web
Visite cnewa.org/es para obtener actualizaciones
Y en nuestro blog cnewa.org/es/blog encontrará videos, artículos y últimas noticias

Es Hambruna
En Gaza, la gente está haciendo lo que puede para sobrevivir por Olivia Poust

AYUDA DE EMERGENCIA
Todo en Gaza tiene precio.
Para Hani Farah, $20.000 compraron refugio para él y su familia —$5.000 por adulto y $2.500 por cada uno de sus cuatro hijos— seis meses después de que comenzó la guerra entre Israel y Hamás en octubre 2023.
El pago fue a Hala Consulting and Tourism, una empresa egipcia que registra y traslada a palestinos a través de la frontera. Pero sin garantías. La familia de Farah salió en la lista para cruzar a Egipto un mes después de solicitar y pagar su registro en marzo 2024.
Llegaron a El Cairo en abril, donde ahora viven en un estado de cambio, atrapados en un ciclo
que para Farah los ha dejado “entre el cielo y la tierra”. Sin residencia en Egipto, no se les puede aprobar la visa, lo que dificulta encontrar un propietario que les alquile un apartamento e imposibilita que Farah encuentre trabajo.
En Gaza, él fue el secretario general ejecutivo de la única YMCA en la franja, que cooperó con socios locales para brindar ayuda y servicios a los vulnerables. Pero, el edificio fue destruido en el bombardeo del 17 de diciembre 2023.
El cuñado de Farah, Amin Edward Amin Sabagh, también registró a su familia para salir a
Comerciantes buscan vender sus escasas mercancías en un mercado en Gaza. Opuesto: Gazatíes luchan por obtener alimentos en un punto de distribución. Anterior: Palestinos caminan por una ruta, llamada el “camino de la muerte”, para recoger paquetes de alimentos de los puntos de ayuda en Khan Yunis, Gaza.

Egipto, pero como sus nombres nunca fueron llamados, permanecen en Gaza, atrapados dentro de las fronteras ahora cerradas.
“Podríamos perder la vida en cualquier momento”, dice Sabagh. Él vive con su esposa, Catherine, y sus dos hijos.
“Pasamos de ser una familia feliz que vivía con dignidad a una familia miserable viviendo en refugios que carecían de las necesidades humanas más básicas, sin comida ni agua potable”, dice. “Dependemos completamente de la ayuda para proporcionarnos alimentos”.
Un colectivo mundial que evalúa la inseguridad alimentaria en el
mundo anunció el 29 de julio que “el peor escenario de hambruna” está en marcha en Gaza. La Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) clasifica la inseguridad alimentaria mundial en una escala de cinco puntos. Sus datos son usados por la ONU y otras agencias internacionales en la toma de decisiones y la planificación de respuestas.
La CIF determinó, en un informe del 12 de mayo, que los casos de “hambre extrema” se han duplicado en Gaza, empujando a la mayoría de los habitantes a la fase final en la escala de cinco puntos: catástrofe y hambruna.
Los hijos de Sabagh, Edward, 17, y Yanal, 12, documentaron sus experiencias en una declaración escrita a ONE, fechada el 4 de agosto.
“Dormimos la mayor parte del día, para que no sintamos el dolor del hambre”, escribieron. “Solo comemos una vez al día a las 5 p.m., un pedazo de pan, si podemos pagarlo”.
Enumeraron los precios de los alimentos básicos: $50 por libra de azúcar, $100 por libra de carne, $10 por un solo huevo. No han comido carne en más de 17 meses, ya que es inaccesible.
“Por más de año y medio, hemos vivido en una guerra que no para,
en miedo y en destrucción”, escribieron.
“Ahora, vivimos un nuevo tipo de guerra: contra el hambre. No queda comida en Gaza”.”
Aunque el 19 de mayo Israel flexibilizó el bloqueo que inició el 12 de marzo para permitir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza, sus efectos fueron descritos como “un goteo” y “una gota en el océano” por el CIF y la ONU.
CIF informó en julio que una de cada tres personas “se queda sin comer durante días”, y más de “20.000 niños han sido admitidos para recibir tratamiento por desnutrición aguda entre abril y mediados de julio”. Al menos 16
“Lo feo de la guerra es que mientras las personas en el poder se pelean entre ellos, son los inocentes las que pagan el precio”.

menores de 5 años murieron por causas relacionadas con el hambre entre el 17 de julio y la publicación de la alerta el 29 de julio.
El Papa León XIV ha descrito la situación en Gaza como el “inicuo uso del hambre como arma de guerra”.
“Matar de hambre a la población es una forma muy barata de hacer la guerra”, dijo en su mensaje del 30 de junio a la conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en Roma.
Nataly Sayegh, coordinadora de proyectos sociopastorales de Caritas Jerusalén con sede en Gaza, compartió su experiencia.
“Comenzamos a contar los pedazos de pan, guardando porciones para más tarde, tratando
de que todo durara un poco más”, escribió.
“Escuchar a alguien decir: ‘Hay un paquete de alimentos’, se sentía como un tesoro, pero incluso eso duraba poco y la necesidad nunca se detuvo”.
La búsqueda de alimentos en los centros de ayuda ha mostrado ser peligrosa para los palestinos. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos informó el 31 de julio que más de 1.300 palestinos fueron “asesinados mientras buscaban comida” desde el 27 de mayo; alrededor del 65% de ellos fueron asesinados cerca de los sitios de la Fundación Humanitaria de Gaza. Establecida por Israel en febrero como una organización no gubernamental,
la fundación recibe el apoyo de Estados Unidos. En una declaración del 5 de agosto, expertos de la ONU pidieron su cierre argumentando de que su uso de la ayuda humanitaria como vehículo para “agendas militares y geopolíticas encubiertas” viola el derecho internacional.
Además de los precios inflados, los retiros de efectivo de los bancos están controlados por corredores de efectivo, que toman alrededor del 50% por retiro, dice el Dr. Maher Ayyad, director del Hospital Árabe Al-Ahli en la ciudad de Gaza.
“Pierdes la mitad de tu dinero solo para tenerlo en tu mano”, dice. El hospital cristiano opera en medio de la escasez de recursos
“Matar de hambre a la población es una forma muy barata de hacer la guerra”.

esenciales, como medicinas, personal especializado, equipos, alimentos, camas y combustible para generadores.
El personal del hospital a veces se desmaya de hambre y, sin una nutrición adecuada, Ayyad espera que los pacientes enfrenten desafíos aún mayores para sanar debido a la falta de nutrientes. El hospital de 50 camas se ha enfrentado a un aumento del 300% en la ocupación debido al aumento de víctimas. Antes de la guerra, la financiación de grupos religiosos y de la UNRWA permitió al hospital brindar atención gratuita — medicina general y cirugías, atención pediátrica y cirugías ortopédicas— a poblaciones vulnerables. Ahora, casi el 90% de pacientes son víctimas de guerra.
Un ataque aéreo el 13 de abril destruyó el laboratorio de genética, algunas de las clínicas del hospital, la farmacia y una sección del departamento de emergencias donde se trataba a la mayoría de pacientes. La escasez de camas en la unidad de cuidados intensivos obligó al hospital a acelerar la rotación de pacientes que necesitaban ventiladores y otros cuidados intensivos. Hay tres camas de UCI con una ocupación de más del 150%.
“A veces, el cirujano principal me decía que eligiera qué pacientes tenían que tomar y qué pacientes tenían que dejar morir... porque no tenemos suficientes quirófanos ni personal especializado para atenderlos”, dice Ayyad.
En Jerusalén, Joseph Hazboun, director regional de CNEWA-Misión
Abdel Nasser Tanboura, 10, en Gaza, espera para llenar su jarra de agua. Arriba dcha., el centro de fisioterapia del Hospital Árabe Al-Ahli fue reparado después de un ataque aéreo para acomodar a 70 pacientes, en su mayoría víctimas mortales.
Conexión CNEWA

El Hospital Árabe Al-Ahli en la ciudad de Gaza sigue siendo uno de los pocos proyectos que desde hace mucho tiempo ha sido financiado por CNEWA y que aún operan en Gaza, aunque bajo riesgo constante de bombardeos y no sin sufrir daños considerables en su infraestructura. Desde el 9 de octubre de 2023, CNEWA ha brindado asistencia médica urgente al hospital y apoyo a sus profesionales médicos bajo asedio. Desde el comienzo de la guerra entre Israel y Hamás, CNEWA ha enviado con urgencia más de $1,6 millones en fondos, recaudados de fuentes en toda la comunidad católica mundial, para ayudar a las organizaciones administradas por la iglesia en la franja, llegando a más de 36.400 personas. Por años, CNEWA también financió la YMCA de Gaza, la Sociedad Atfaluna para Sordos, la Escuela para Ciegos de la Misión Pontificia, el Parque de la Hermandad y el Centro Cultural Ortodoxo Árabe, todos centros importantes en Gaza antes de que fueran destruidos en el reciente conflicto.
Para apoyar la misión de CNEWA en Tierra Santa, llame al 1-866-322-4441 (Canadá) o al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o visite cnewa.org/es/donacion.
Pontificia para Palestina e Israel, dice que la ayuda proporcionada a través de la agencia se compra completamente dentro de Gaza porque “es demasiado desafiante y arriesgado” traer bienes del exterior.
El personal de la oficina permanece en comunicación con las familias de Gaza, en particular con las que se refugian en la iglesia católica de la Sagrada Familia y la iglesia ortodoxa de San Porfirio, para determinar las necesidades y los proveedores disponibles. En medio de la escasez de alimentos, la oficina
coordinó con otra agencia asociada, el Consejo de Iglesias del Cercano Oriente, para suministrar 22 libras de verduras a 444 familias, que se compraron en mercados locales.
Además de las 100 familias que se refugian en la parroquia ortodoxa y las 145 familias de la iglesia latina, Hazboun dice que su oficina brinda ayuda a otras cuatro familias en el sur. La respuesta coordinada de CNEWA ha ayudado a más de 36.400 personas en toda el área.
“La verdadera situación trágica está fuera de los conventos, donde

“Cristo no está ausente en Gaza”.
la gente se queda sin ningún apoyo, por lo que estamos tratando de llegar a tantos como podamos”, dice Hazboun.
El cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, y el patriarca greco-ortodoxo Teófilo III visitaron las dos comunidades el 18 de julio.
“Allí nos encontramos con un pueblo aplastado por el peso de la guerra, pero que llevaba dentro de sí la imagen de Dios”, dijo el patriarca Teófilo en una conferencia de prensa el 22 de julio, después de su visita.
“Cristo no está ausente de Gaza”, dijo el cardenal Pizzaballa en la misma conferencia. “Él está allí, crucificado en los heridos, enterrado bajo los escombros y, sin embargo, presente en cada acto de misericordia, cada vela en la oscuridad, cada mano extendida a los que sufren”.
Dijo que la ayuda humanitaria es “una cuestión de vida o muerte”: y que “rechazarla no es un retraso, sino una sentencia”.
Rami Tarazi, ex director del Centro Cultural Ortodoxo Árabe en la ciudad de Gaza, jugó un papel decisivo en la obtención de ayuda a través de CNEWA-Misión Pontificia en los primeros días de la guerra. Según Hazboun, Tarazi se puso en contacto con la oficina de Jerusalén de CNEWA-Misión Pontificia con la solicitud el 8 de octubre de 2023, un día después de que comenzara la guerra, y fue aprobada inmediatamente “sin ninguna financiación asegurada”. “Esta rápida decisión fue fundamental”, dice. “El agua se entregó en la mañana del 9 de octubre, pocas horas antes de que
se destruyera el almacén del proveedor”. Esta primera ronda de ayuda proporcionó alimentos y agua para tres meses a 1.600 personas.
Sin embargo, el 30 de octubre, las Fuerzas de Defensa de Israel arrasaron el Centro Cultural Ortodoxo Árabe en un ataque aéreo selectivo. Unas 3.000 personas se habían refugiado allí hasta dos días antes del ataque, cuando el ejército israelí ordenó a Tarazi que evacuara el complejo.
Tarazi huyó de Gaza en abril de 2024. Como Farah, pagó por la oportunidad de irse: $12.500 por él, su esposa y su hijo.
Su angustioso viaje desde el norte de Gaza hasta el cruce de Rafah los llevó a través de tanques, el sonido de las bombas, el olor a muerte y a lo largo de la playa de arena por unas seis millas. Una vez en Egipto, esperaron a los padres de Tarazi, quienes huyeron de Gaza cinco meses antes a Turquía, donde su madre recibió tratamiento contra el cáncer.
Él y su familia ahora viven en Sydney, Australia, donde Tarazi encontró un trabajo donde brinda apoyo para personas con discapacidades. Permanece en contacto con CNEWA-Misión Pontificia para realizar evaluaciones de necesidades.
“Si no hay una intervención internacional para Gaza, la mayoría de la gente morirá en Gaza, especialmente los ancianos y los niños”, dice.
Hazboun implora a las “personas con conciencia” que se den cuenta de la realidad de este conflicto.
“Lo feo de la guerra es que mientras las personas en el poder se pelean entre ellos, son los inocentes las que pagan el precio”.

GAZA ESTÁ HAMBRIENTA
CNEWA está enviando ayuda de urgencia a las familias hambrientas de Gaza. Cada segundo importa. Cada dólar ayuda.
cnewa.org/es/donacion
Desde afuera, nuestra periodista ofrece una reflexión personal en inglés después de hablar con los habitantes de Gaza. Hidaya al-Mutawaq, viuda, y su hijo, Muhammad, se encuentran entre los desplazados y enfrentan hambruna en Gaza.
Olivia Poust es la subdirectora del Centro de Religión y Cultura de la Universidad de Fordham y exdirectora asistente de ONE.
Faros de Esperanza
Los ministerios sociales de las parroquias ucranianas transforman vidas en tiempos de guerra
por Anna Klochko
con fotografías de Konstantin Chernichkin
Desde el nivel inferior de una iglesia inacabada en la ciudad de Chortkiv, se eleva un solemne canto resonante. Entre oraciones e himnos familiares, la guerra que asola Ucrania parece distante mientras el padre Volodymyr Zabolotnyi celebra la liturgia.
Después, algunos feligreses mayores se quedan y van a una pequeña cocina en el salón multiusos, que también funciona como espacio de culto hasta que se termine el santuario principal dedicado a los nuevos mártires y santos del pueblo ucraniano. Se ponen delantales y se ubican alrededor de una larga mesa. Era hora de preparar pierogi.
“Sus pierogi siempre son deliciosos y nunca se deshacen en la olla”, dice el padre Zabolotnyi, explicando cómo muchas mujeres encuentran “consuelo en esta tarea repetitiva” de hacer pierogi.
“Algunas tienen hijos o nietos en el frente de batalla. Sin algo
significativo que hacer, donde poder hablar, reflexionar y sentirse útil de nuevo, uno podría perder la cabeza”, añade.
Cantan himnos mientras amasan, y quienes tienen seres queridos al frente cantan más fuerte, deliberadamente presionando y sellando la masa con más firmeza.
La elaboración de pierogi es fundamental para el ministerio social de la parroquia, que dona grandes cantidades al hospital local para alimentar a los heridos de guerra en rehabilitación.
“Los chicos estarán bien alimentados y se recuperarán más rápido”, afirma el padre Zabolotnyi, señalando que la parroquia donó 22 libras de pierogi ese día.
Lo recaudado con la venta de pierogi en el pueblo se destina a la construcción de la iglesia.
Caritas Ternópil ofrece una actividad familiar para romper el aislamiento de la guerra.


ACOMPA Ñ ANDO A LA IGLESIA
Desde la invasión rusa a gran escala de Ucrania en 2022, más de 100 parroquias de la Iglesia grecocatólica ucraniana se han convertido silenciosamente en faros de esperanza, impulsando más de 70 proyectos de ministerio social. El objetivo de esta iniciativa nacional de Caritas Ucrania, rama caritativa de la Iglesia greco-católica ucraniana, es fortalecer la resiliencia local, fomentar la solidaridad y dar vida a la doctrina social católica.
Hanna Homeniuk, quien dirige el Programa de Cohesión Social de Caritas Ucrania, afirma que las iniciativas que fueron solo una semilla hace ocho años se han convertido en lavanderías,
separatista respaldada por Rusia en la región oriental del Donbás y su posterior ocupación. El programa atendió inicialmente a más de 30.000 personas, pero ha crecido desde que comenzó la invasión rusa en febrero 2022. Ahora se centra en apoyar a las comunidades posteriores, integrar a los desplazados y fomentar espacios para la coexistencia pacífica.
Homeniuk dice que los proyectos también ayudan a aliviar las tensiones que pueden surgir entre quienes sirvieron en la guerra y quienes no, entre quienes permanecieron bajo la ocupación y quienes regresaron tras la liberación. Para superar estas divisiones, Caritas combina la
recuerda. “Los rusos destrozaron mi fe en la humanidad. Pero aquí, se recuperó”.
En Járkov, Habelko era agente inmobiliaria. En Ternópil, un agente local la ayudó a encontrar vivienda y se negó a cobrarle. Conmovida por su generosidad, Habelko decidió no cobrar al ayudar a otras familias desplazadas a encontrar vivienda. Se dio cuenta de que el voluntariado era más que una distracción temporal: era un salvavidas. También experimentó un nuevo modelo de relación, más personal, entre la iglesia y su gente.
Muchas familias desplazadas del este de Ucrania se han sorprendido al conocer por primera vez la Iglesia greco-católica ucraniana,
“No se trata solo de hornear. Cada caja lleva nuestras oraciones. Es un acto de amor”.
panaderías y centros de salud: lugares donde el amor confluye con la logística. Estas iniciativas han transformado las comunidades locales, brindando una respuesta acorde con la fe a las necesidades humanas básicas. Los voluntarios, algunos de los cuales recibieron asistencia en el pasado, reciben capacitación y certificación financiadas por donantes, y con el tiempo lideran campañas de recolección de alimentos, crean microempresas y actúan como gestores de proyectos y redactores de subvenciones.
Aunque no todas las iniciativas son rentables, el espíritu de servicio es tangible en los feligreses que atienden necesidades locales urgentes y restauran la dignidad de los más vulnerables. El programa se creó en 2016 como respuesta a la guerra
facilitación del diálogo y apoyo psicológico y pastoral con una cultura de cuidado mutuo.
Anna Habelko, su esposo e hijo huyeron de la guerra en Járkov, este de Ucrania. Un tren de evacuación averiado los dejó varados en Ternópil con dos maletas y sin adónde ir, pero alguien le habló del centro local de Caritas, donde fueron acogidos, recibieron ropa, consuelo y dignidad.
Para aliviar su ansiedad, especialmente por cómo estaría su madre que se quedó en Járkov, Habelko comenzó a ser voluntaria. Se unió al Proyecto de Armario Social de Caritas Ternópil, ayudando a clasificar ropa y artículos donados para los necesitados.
“La gente traía muchísimas cosas, incluso cochecitos de bebé caros”,
dice Alina Muts, subdirectora de Caritas Ternópil.
“La gente encontró una iglesia viva”, afirma Muts. “Descubrieron una nueva forma de orar, una nueva comprensión de Dios y de la liturgia misma”.
Además de comida y ropa, los desplazados internos a menudo necesitan “sentido de pertenencia, seguridad emocional y apoyo espiritual”, añade.
Para satisfacer esta necesidad, Caritas ha organizado peregrinaciones, tours por el patrimonio, grupos de oración y retiros espirituales para ayudarles a hacer nuevos amigos, adaptarse a su entorno y sentirse como en casa.
Con el tiempo, sin embargo, las parroquias y los equipos de Caritas “también aprendieron a unir a la iglesia, las autoridades locales y la comunidad empresarial en torno a iniciativas significativas”, añade.
Voluntarios de Caritas Ternópil dan bienvenida a ucranianos desplazados por la guerra en las regiones orientales del país en la estación de tren de Ternópil el otoño pasado.
“A través de la comunicación y la formación en emprendimiento social, y aprendiendo a responder en tiempos de crisis, hemos construido algo poderoso: una red de personas que desean servir, sanar y liderar un cambio real”.
La eparquía greco-católica ucraniana de Buchach se extiende por un mosaico de villas y pueblitos enclavados en las ondulantes colinas del oeste de Ucrania, cada una con su propia parroquia. Aquí, donde la tradición está arraigada en sus muy unidas comunidades, las semillas del ministerio social se sembraron antes de la guerra y se arraigaron gracias a la paciencia y perseverancia, especialmente cuando más de 11.000 personas del este de Ucrania se refugiaron allí en abril 2025.
El padre Roman Bronetskyi, director de Caritas Buchach y párroco de la Iglesia del Calor Sagrado en Zalishchyky, es uno de los artífices de esta silenciosa transformación. Hace seis años, él y su equipo comenzaron a visitar las 300 parroquias de la eparquía, escuchando, animando y ayudando a las comunidades, mayoritariamente de ancianos, a redescubrir su capacidad de servicio.
“Para lanzar una iniciativa social, es esencial contar con una parroquia activa y un equipo comprometido: personas dispuestas a actuar”, afirma.
“Pero lo que suele dar el primer impulso es el apoyo de los donantes y los ejemplos inspiradores de otros. Cuando los feligreses ven el éxito de una comunidad vecina, se animan y
Conexión CNEWA

Caritas Ucrania, la organización benéfica de servicios sociales de las iglesias greco-católicas de Ucrania, inculca en sus voluntarios parroquiales un profundo sentido de la doctrina social católica como base de su trabajo entre los más vulnerables. Imbuidos en el Evangelio y motivados por la fe, los feligreses aprenden a evaluar las necesidades locales, desarrollar un plan, solicitar subvenciones y gestionar sus proyectos. Con el apoyo de CNEWA, los equipos locales de Caritas dotan a estos proyectos de las herramientas necesarias. “Gracias a la preparación y al apoyo constante de benefactores como CNEWA, no empiezan desde cero”, afirma Olena Karnaukh, gerente de participación comunitaria de Caritas Ucrania, demostrando que cuando la fe y la compasión se unen a la estructura y el apoyo, incluso las parroquias más pequeñas pueden impulsar un cambio significativo —incluso en tiempos de guerra.
Para apoyar la labor de CNEWA en Ucrania, llame al 1-866322-4441 (Canadá) o al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o visite cnewa.org/es/donacion/.
empiezan a generar sus propias ideas. Así es como empieza el verdadero desarrollo”.
En la pequeña villa de Hlibiv, los voluntarios de la parroquia de San Onofre —en su mayoría mujeres— participaron en el programa de formación de Caritas y comenzaron a hornear con una micro subvención del programa de ministerio social.
“Nos reunimos con las mujeres de la parroquia para rezar, hornear galletas y pastelitos juntas y, antes de las festividades importantes, las entregamos a personas mayores y aisladas, quienes necesitan cariño y atención”, dice Hanna Stasyuk, subdirectora de Caritas Buchach.
“No se trata solo de hornear. Cada caja lleva nuestras oraciones. Es un acto de amor”.
Las limitadas oportunidades de mercado en la zona implican que la iniciativa necesita apoyo adicional en logística y marketing para crecer más allá de las 30 familias a las que sirve y convertirse en un negocio sostenible. Pero para las mujeres del pueblo, hornear es más que un negocio.
El ministerio social es “un ministerio de amor”, dice Stasyuk. “Es compartir tu tiempo, tus dones, tu corazón. La gente siempre percibe cuando eres genuino”.
“A menudo nos preguntan: ‘¿Cuándo comenzará el próximo

proyecto?’. La gente ha visto cómo incluso las pequeñas iniciativas pueden unir, animar e inspirar”.
La Iglesia greco-católica ucraniana tiene menos parroquias en las zonas oriental y central del país, donde fue liquidada durante el régimen zarista. En Fastiv, cerca de la capital, Kiev, el resurgimiento de la iglesia comenzó en 1996, cinco años después de la independencia de Ucrania de las cenizas de la Unión Soviética, cuando un sacerdote recibió un baño municipal abandonado para empezar. Se fundó la Iglesia de San Demetrio el Gran Mártir, que ha florecido desde entonces.
Mykyta Dunaiev, 23, con síndrome de Down, es el monaguillo mientras el padre Vitalij Martyniuk celebra la Divina Liturgia. El crujido de la pesada puerta de la iglesia anuncia la entrada de otra persona, creando una corriente de aire que amenaza apagar las velas parpadeantes.
“Ucrania apenas está comenzando a desarrollar una cultura de concienciación e inclusión [de la discapacidad]”, afirma el padre Martyniuk, director de Caritas Fastiv. “Nuestra sociedad tiene un largo camino por recorrer para aprender aceptar a los discapacitados”.
Cuando Dunaiev tenía 13, un incendio destruyó la casa de su familia. La parroquia y el consejo local de los Caballeros de Colón ayudaron a su madre, Vira Proshina, quien pudo reconstruir la casa. Al adolescente siempre le encantó cocinar y soñaba con ser pastelero. Con la guía del padre Martyniuk y la inquebrantable fe de Proshina en su hijo, el joven aprendió a ser
Olga Sigumbaeva y sus compañeros feligreses hacen pierogi para el hospital local en la cocina de su iglesia en Chortkiv, Ucrania.
pastelero, pero sus perspectivas laborales eran escasas.
“En un pueblito como el nuestro, es increíblemente difícil para los discapacitados desarrollar su potencial”, dice el padre Martyniuk. “A menudo se les deja al margen de la sociedad”.
Así nació la idea de una panadería inclusiva, un lugar donde Dunaiev pudiera trabajar y, con su ejemplo, inspirar a otros jóvenes con necesidades especiales.
Pero justo cuando los voluntarios de la parroquia, con el apoyo de Caritas Kyiv, se preparaban para lanzar la empresa, un taller inclusivo de galletas llamado Korzhyk en honor a la tradicional galleta dulce, comenzó la guerra. El proyecto se pospuso hasta abril 2023.
Hoy, a pesar de la guerra, familias con niños con necesidades especiales acuden regularmente a Korzhyk, donde Dunaiev da talleres de elaboración de galletas. Lleva un cuaderno lleno de recetas favoritas y a menudo crea las suyas propias.
Con la ayuda de pasteleros experimentados, pesa y mezcla cuidadosamente los ingredientes para galletas, pasteles y éclairs, opera batidoras y licuadoras, prepara cremas y rellenos, y ensambla y decora meticulosamente cada postre.
“Estoy muy feliz de poder trabajar, hornear galletas, ganar dinero y ayudar a mi mamá”, dice, radiante de alegría al saber que es necesitado.
Korzhyk es autosuficiente, pero necesita apoyo adicional de organizaciones benéficas para su expansión, lo que incluye planes para trasladarse del segundo piso de un edificio sin ascensor a una tienda totalmente accesible.
El padre Martyniuk afirma que este sería el siguiente paso lógico.
Anna Klochko es una periodista multimedia ucraniana residente en Kiev.

ADELANTE JUNTOS
Su generosidad sostiene los programas de alcance parroquial de Ucrania y da esperanza a aquellos que persisten a pesar de la guerra.
cnewa.org/es/donacion
Mire cómo prosperan las parroquias ucranianas incluso en tiempos de guerra en este video.

La red de seguridad de Georgia, hilvanada por iglesias, sociedad civil y socios internacionales, corre el riesgo de desmoronarse.
Cada día, en el centro de Tiflis, capital georgiana, un comedor social recibe a casi 400 adultos mayores y niños, para ofrecerles comida, compañía y dignidad. Cerca, los niños asisten a terapias para superar el trauma, la pérdida y la inestabilidad. Cientos reciben servicios esenciales, desde atención médica mental y física hasta camas calientes, apoyo social y la simple tranquilidad de saber que alguien todavía se preocupa por ellos.
Esta es la red de seguridad social de mi país, no solo financiada por el estado, sino hilvanada por iglesias, como la organización benéfica de servicios sociales de la comunidad católica, Caritas Georgia, la sociedad civil y socios internacionales. Esta silenciosa red es frágil, pero funciona. O funcionaba. Porque cuando la sospecha reemplaza a la colaboración, la red se debilita. Algunos cambios llegan como una tormenta, imposibles de ignorar. Y en 2024, Georgia cambió.
El país que una vez dio la bienvenida a la democracia y colaboró con organizaciones no gubernamentales se alejó. La confianza se volvió duda; la cooperación, control. El espacio para la sociedad civil se redujo, y quienes una vez ayudaron a construir un futuro mejor ahora eran retratados como enemigos del estado. De la noche a la mañana, las reglas cambiaron y, a pesar de una fuerte resistencia, el Parlamento de Georgia aprobó la controvertida “Ley de Transparencia de la Influencia Extranjera”. Es conocida como la “ley rusa”, por su parecido
Una anciana cruza la calle en el Viejo Tiflis, un barrio de la capital georgiana. A la derecha, Anahit Mkhoyan, directora de Caritas Georgia, visita una guardería administrada por Caritas en Tiflis.
a la legislación rusa sobre “agentes extranjeros”, con el mismo trasfondo de sospecha. Luego, se aprobó una normativa que exigía que todas las subvenciones y donaciones extranjeras se registraran previamente y fueran aprobadas por autoridades estatales antes de iniciar cualquier actividad. Con el pretexto de “garantizar la transparencia”, esta ley creó capas de burocracia que amenazan con interrumpir incluso los programas sociales más esenciales e inmediatos.
Tras protestas generalizadas y críticas internacionales, el parlamento georgiano derogó la ley y adoptó una versión revisada, la “Ley de Registro de Agentes Extranjeros”, que conservó los mecanismos fundamentales de la original: ampliar los requisitos de registro y reforzar el control sobre las organizaciones con financiación extranjera. La Oficina de Derechos Humanos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa advirtió que la ley “perjudica a la

La sociedad civil georgiana, por mucho tiempo clave en el desarrollo del país, alzó la voz. Las calles se llenaron de manifestantes pacíficos, para quienes la nueva legislación suponía un cambio en el camino hacia una mayor conexión con Europa, apoyado por una abrumadora mayoría ciudadana. Pedían dignidad, democracia y confianza. La respuesta no fue el diálogo, sino cañones de agua, gases lacrimógenos, violencia y detenciones masivas.
sociedad civil”, amenaza la libertad de asociación y corre el riesgo de ser utilizada con fines intimidatorios.
El Parlamento Europeo declaró la legislación “un grave revés para la democracia” y la Comisión Europea congeló la candidatura de Georgia a la Unión Europea. Estados Unidos impuso sanciones a los funcionarios implicados. Los donantes internacionales comenzaron a reconsiderar su presencia a largo plazo.

“No se trata de política partidista. Se trata de presencia. Se trata de si alguien estará presente cuando se necesite ayuda”.
Las preguntas más difíciles no las formulaban los políticos, sino la gente común. No se trata de política partidista. Se trata de presencia. Se trata de si alguien estará presente cuando se necesite ayuda. Las implicaciones de estos cambios no se limitan a la política partidista; se sienten en la práctica.
Según la Oficina Nacional de Estadística de Georgia, alrededor de 864.000 jubilados y 185.000 hogares reciben asistencia social específica. Este programa llega a casi un tercio del país, con beneficios que oscilan entre 30 y 60 lari ($11-$22) al mes, muy por debajo del mínimo de subsistencia mensual de 252 lari ($193). Pero muchos georgianos no cumplen los requisitos y quedan excluidos. Los organismos gubernamentales atienden parte de estas necesidades, pero los actores humanitarios y de la sociedad civil suelen desempeñar un papel complementario: cubren las carencias en la prestación de servicios, no como influencias externas, sino como aliados, especialmente al atender a las personas mayores, personas con necesidades especiales, los desplazados y los jóvenes.
Según Pawel Herczynski, embajador de la UE en Georgia, las ONG “a menudo prestan servicios sociales vitales, en particular a las comunidades vulnerables”, y el Banco Asiático de Desarrollo confirma su papel esencial en salud, educación, seguridad alimentaria y apoyo psicosocial. Pero este apoyo ahora está amenazado. Más del 90% de las organizaciones no gubernamentales de Georgia, incluida Caritas Georgia, dependen de financiación extranjera, y con la nueva legislación, casi 26.000 organizaciones podrían verse afectadas, según un análisis
El Centro Diurno Armonía de Caritas Georgia en Tiflis ofrece comidas para personas mayores.
del Consejo de Relaciones Exteriores de agosto 2024. La infraestructura de ayuda de Georgia está ahora enredada en trámites burocráticos, y los programas que reparten comidas calientes, atención móvil o asesoramiento juvenil enfrentan congelaciones de subvenciones, daños a la reputación e incertidumbre jurídica. Para las personas a las que ayudamos, estas no son deficiencias menores, sino recursos vitales perdidos.
Si esto continúa, Georgia corre el riesgo de perder no solo la ayuda, sino también el mecanismo de atención que ha mantenido unida a su sociedad. Silenciará voces y reducirá la flexibilidad, y quienes se quedarán atrás serán los más necesitados: los ancianos, los pobres y los desplazados.
Ahora nos encontramos en una encrucijada entre la cooperación y el aislamiento, entre la solidaridad y la sospecha, entre el servicio y el miedo. Debemos recordar que la democracia no vive de discursos. Vive de relaciones. Cuando las perdemos, se necesita algo más que leyes para recuperarlas.
Lo más preocupante no es el papeleo adicional, sino la erosión de la confianza. Ese daño lento e invisible que hace que las personas cuestionen lo que antes creían que era bueno. Cuando se etiqueta a los actores humanitarios como “influenciados”, a las personas a las que servimos les resulta más difícil aceptar nuestra ayuda. Y en el espacio entre el miedo y el servicio, siempre hay alguien que sufre.
No hablamos de injerencia extranjera. Hablamos de pan en la mesa. Porque, al fin y al cabo, la protección social es más que una política: es un acto de fe. Y la fe, una vez debilitada, tarda en recuperarse.
Ani Ergemlidze es la responsable del programa de protección social de Caritas Georgia.

SEA UNA MANO QUE AYUDA
Apoye los servicios críticos de la iglesia en Georgia a los más necesitados. cnewa.org/es/donacion

Manos sanadoras en las soMbras de la Guerra
Los sirios dependen de las redes de la iglesia para la atención de la salud
por Claire Porter Robbins
El Dr. Antoine Dibs conoce Alepo como la palma de su mano. Al conducir por las calles polvorientas, estrechas y, a menudo, caóticas, saluda a caras familiares, hombres que juegan al backgammon en las esquinas, mientras evita motocicletas y curvas cerradas para llegar a sus pacientes. Usa la linterna de su teléfono para subir las escaleras sin luz de los edificios.
El cirujano visita a una paciente conocida, Rita Shahoud, que lo saluda sonriendo. En su apartamento, sus gemelos preadolescentes le ofrecen dulces y le hablan de deportes. Tras la charla, llegan al asunto: la enfermedad cardíaca de Shahoud y cómo se las arregla ahora que su esposo se fue a Europa, con la esperanza de obtener estatus de
Un niño sin hogar es tratado por una lesión en la pierna en el hospital público más grande de Damasco. El sistema de salud pública de Siria colapsó bajo el abandono y una guerra civil de 14 años.
refugiado y pueda trabajar para cubrir las facturas médicas y llevar a su familia con él.
Shahoud es una de muchos pacientes que Dibs apoya a través de un programa de salud patrocinado por la comunidad cristiana, que trabaja a través de una red de iglesias, diversa y de gran alcance, en toda Siria. Los médicos y cuidadores voluntarios ayudan a quienes no pueden pagar la atención médica, ni otros servicios de salud, como deudas médicas, costosos análisis médicos, cirugías, medicinas, apoyo emocional y controles de salud regulares.
La ayuda se ofrece a cualquier persona que lo necesite, independientemente de su credo.
Esta iniciativa, que comenzó durante la guerra civil de 14 años que devastó la vida de millones, ha ayudado a unos 1.500 sirios por año, a través de eparquías en áreas urbanas y rurales.
Después de visitar a Shahoud, Dibs visita a Gila Asadouhi, profesora de piano, cuya madre
tuvo una cirugía de reemplazo de rodilla, parcialmente financiada por la red. Conversan sobre cómo la madre ha mejorado la movilidad, recuperado algo de independencia y cómo eso ha levantado el ánimo de todos en el hogar. Estas pequeñas victorias en tiempos difíciles son las recompensas que lo mantienen en marcha.
Más tarde, visita a Magi Azar, una viuda, de unos 50 años, con cáncer de mama. Aunque continúa trabajando, el costo de su mastectomía y tratamiento la han llevado al borde del colapso financiero. Con el apoyo de la Iglesia maronita y la Sociedad de San Vicente de Paúl de Alepo, recibe ayuda para pagar la deuda y atención médica supervisada por Dibs. Azar dice que ha encontrado una comunidad en los grupos de apoyo de mujeres organizados por la comunidad maronita.
“Me dan la fuerza para seguir adelante”, dice.
El programa de salud es una de varias iniciativas que la Sociedad
de San Vicente de Paúl lleva a cabo en colaboración con parroquias de Alepo, que brindan educación, apoyo psicosocial y atención médica.
Una de sus mayores iniciativas en Alepo, donde han estado activos por más de 50 años, es un hogar, detrás de la iglesia católica griega melquita local, para personas mayores, muchas de las cuales ya no tienen parientes, y donde reciben amor y compasión por parte de sus cuidadores. Durante la guerra, la Sociedad de San Vicente de Paúl proporcionó transporte para los heridos y prótesis para los amputados.
Gilberte Janji, que trabaja en el hogar y saluda a sus residentes con
familiaridad y calidez, dice que la Sociedad de San Vicente de Paúl apoya a 450 familias en el área de Alepo. Janji anticipa que las necesidades continuarán en el futuro.
“Es una crisis prolongada”, agrega Alain Ayoub, voluntario que administra las cuentas de los programas de atención médica de la archieparquía maronita en Alepo.
Dice que la necesidad de atención médica sigue siendo asombrosa e implacable, pero ve el papel de la comunidad cristiana como inquebrantable.
“Como miembros de la iglesia, no podemos decir que no podemos ayudar”, dice. “Debemos ayudar.”
Aunque Siria tiene un sistema de salud pública, por falta de fondos no brindó atención adecuada a la población, incluso antes de la guerra. Para la mayoría, la atención privada a precios exorbitantes se convirtió en la única opción. Muchos se quedaron sin atención médica, especialmente después de que la guerra devastara la frágil infraestructura de salud del país.
Según una inspección de 38 hospitales sirios realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en junio 2012, solo el 50% estaba en pleno funcionamiento en todo el país, “debido a la falta de personal, equipos y medicamentos”.
“La gente trata de adaptarse. Se sienten perdidos y sienten mucha incertidumbre sobre el futuro”.

La guerra exacerbó la escasez de personal, ya que hasta el 70% de los trabajadores de la salud huyeron del país, según estima la OMS.
Estos factores obstaculizaron el tratamiento de los heridos de guerra y de aquellos que necesitaban tratamiento por otros problemas de salud. La guerra y la falta de acceso a los servicios de salud dieron como resultado que casi seis millones de sirios, más de una cuarta parte de la población, tuvieran discapacidades permanentes.
La tambaleante inflación y la falta de oportunidades económicas, agravadas por las sanciones internacionales, han hecho que el costo de la atención médica se dispare. Dibs estima que la cirugía a corazón abierto, que antes costaba unos $2.500 se disparó a $6.000 durante la guerra civil. El costo de los tratamientos, mayores o menores, se volvió inasequible para una gran parte de la población. Según el Programa de Desarrollo de la ONU, la pobreza en Siria aumentó del 33% en 2010 al 90% en 2024.
El gobierno de Bashar al-Assad cayó el 8 de diciembre de 2024, tras una sorpresiva ofensiva de 12 días del grupo rebelde islamista Hayat Tahrir al-Sham. Siria está saliendo lentamente de años de aislamiento después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reuniera con el nuevo líder sirio, Ahmad al-Sharaa, en una cumbre política en Arabia Saudita en mayo. Trump se comprometió a eliminar las sanciones que Estados Unidos había impuesto para castigar al
El Dr. Antoine Dibs visita a Bika Qiu Mjian, dcha., y su hija Gila Asadouhi. Arriba dcha.: Un voluntario de los Maristas Azules en Alepo prepara una comida caliente para ancianos necesitados.
Conexión CNEWA

Un asombroso 90% de la población de Siria vive en la pobreza, y más de una cuarta parte vive con discapacidades permanentes, físicas y emocionales. La intrincada red cristiana de Siria, que incluye comunidades católicas y ortodoxas, ofrece asistencia financiera y médica a los más vulnerables, independientemente de su credo o etnia. Los esfuerzos por el cuidado de la salud, como los que se destacan aquí, ya sea en Alepo, Damasco o en comunidades a lo largo de la costa o las periferias de la nación, necesitan asistencia financiera y técnica externa para ayudar a llenar las enormes brechas en el país que alguna vez fue próspero. CNEWA sigue comprometida a apoyar las muchas iniciativas de la iglesia en la restauración y reconstrucción de Siria.
Para apoyar la misión de CNEWA en Siria, llame al 1-866-3224441 (Canadá) o al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o visite cnewa.org/es/donacion.
régimen de Assad por crímenes de guerra.
Los sirios, conscientes de cómo las sanciones habían afectado sus realidades económicas diarias, salieron a las calles a celebrar. El 30 de junio, Trump emitió una orden ejecutiva revocando órdenes ejecutivas anteriores que implementaban sanciones; seguido de una legislación, del congreso estadounidense, para derogar la Ley César de Protección Civil de Siria de 2019.
Mientras mantienen vivas sus esperanzas de que la situación mejorará, la violencia doméstica —el ataque a la comunidad alauí (a la que pertenece la familia
Assad) a lo largo de la costa en marzo; un atentado suicida contra la iglesia parroquial ortodoxa de Mar Elías en Damasco el 22 de junio; y los enfrentamientos con la comunidad drusa en la región sureña de Sweida en julio, que mataron a más de mil personas, han disminuido el entusiasmo de muchos sirios, especialmente de los miembros de su diverso pero vulnerable mosaico religioso. No obstante, quedan destellos de esperanza.
Akram y Rajaa Abdallah viven en un bien iluminado apartamento en Homs adornado con rosarios y fotos de sus hijos y nietos. A cuadras de distancia, los edificios

“Como miembros de la iglesia, no podemos decir que no podemos ayudar. Debemos ayudar”.
yacen en ruinas después del brutal asedio de la ciudad que duró de 2011 a 2014. Una de sus hijas, una funcionaria que gana solo $10 al mes, estuvo atrapada en la zona sitiada de la ciudad durante meses. Sin ingresos, la familia dependía de la iglesia, que ayudó a financiar la cirugía de tiroides de Rajaa y los tratamientos de visión de ella y Akram.
Sentado junto al padre grecocatólico melquita Edwar Karam, Rajaa describe cómo su parroquia local ha ofrecido más que medicinas. Sus nietos están inscritos en clases de catecismo y
otros programas para mantenerlos ocupados e involucrados, incluso en medio de la inestabilidad y el estrés aparentemente interminables de la guerra.
“La iglesia nos hizo fuertes”, dice Rajaa, y agrega que “lo más importante es el sentimiento de comunidad para los niños”.
Los Maristas Azules, una organización católica laica, ha apoyado el trabajo de los Hermanos Maristas en Alepo desde su fundación en 2012. Los 30 voluntarios, dirigidos por el hermano marista George Sabè, se
ganaron su apodo por las camisetas azules que usan para ayudar a las personas necesitadas.
Desde que comenzó la guerra, dice el hermano George, la salud mental de los miembros de la comunidad a la que sirven ha disminuido, volviéndose más frágil después del terremoto de magnitud 7,8 en 2022 que dejó miles de personas muertas y desplazadas.
Según la OMS, casi el 20% de la población en el noroeste de Siria, alrededor de un millón de personas, vivían con enfermedades mentales el otoño pasado, pero el
Rita Shahoud mira su radiografía de tórax y sus archivos médicos. Recientemente se sometió a una cirugía cardíaca, financiada por una red de salud cristiana apoyada por CNEWA en Siria.
área solo tenía dos psiquiatras y 78 médicos disponibles. El hermano George dice que un número cada vez mayor de personas está buscando ayuda.
“La guerra hizo que la gente enfrentara [el hecho] de que su futuro y sus medios de vida son muy inciertos”, dice. “Tenían y tienen miedo acumulado: de la guerra, la pandemia, el terremoto”.
Los Maristas Azules, con apoyo externo que incluye subvenciones de CNEWA, brindan asesoramiento individual y grupal a personas, de 3 a 60 años, de todas las religiones y etnias. Estas sesiones tienen como objetivo ayudar a los beneficiarios a desarrollar resiliencia y esperanza para su futuro.
El psicólogo Bajat Azrie, que supervisa los programas de salud mental de los Maristas Azules, relata algunas historias de éxito, como las de adolescentes huérfanos por la guerra que ahora son voluntarios en sus comunidades hasta la de una paciente con cáncer que dijo que su grupo de apoyo la había ayudado a sentirse amada y animada al final de su vida. Los Maristas Azules han registrado un mayor éxito a través de la consejería grupal.
“La gente trata de adaptarse”, explica. “Se sienten perdidos y sienten mucha incertidumbre sobre el futuro”.
El fortalecimiento de la comunidad y la reducción de las divisiones interreligiosas están en el centro del enfoque de los grupos eclesiásticos con poblaciones vulnerables. El padre Jihad Youssef, jefe de la
comunidad monástica del monasterio de Deir Mar Musa, al norte de Damasco, describe cómo los vecinos de la cercana Nabk, una pequeña ciudad predominantemente musulmana que enfrentó intensos combates en 2013, lo buscan para compartir sus luchas. También reciben asistencia de la comunidad cristiana para las facturas médicas.
Antes de la guerra, Deir Mar Musa aceptaba hasta 50.000 visitantes al año, principalmente otros sirios de diferentes comunidades religiosas curiosos por aprender más sobre el cristianismo y la historia de la iglesia medieval, tallada en la pared rocosa del desierto. Cuando la guerra detuvo el flujo de visitantes internacionales y prácticamente eliminó los viajes internacionales, el programa de atención médica permitió a la comunidad monástica continuar con su misión, aunque a menor escala, de establecer conexiones significativas con sus vecinos musulmanes.
El corazón de la misión de Deir Mar Musa es promover no solo la coexistencia interreligiosa, sino un abrazo alegre entre todas las comunidades religiosas del Medio Oriente. El padre Youssef dice que estos momentos de ofrecer té y consuelo encarnan el corazón mismo de las enseñanzas de Cristo.
El padre Youssef cree que el pueblo de Dios está cumpliendo el llamado del Evangelio “a ser un puente entre las comunidades” en su servicio a todos los sirios, que incluye la provisión de medicinas básicas para los más vulnerables, sean cristianos o no.
Claire Porter Robbins es una periodista independiente y extrabajadora humanitaria que ha trabajado en el Medio Oriente y los Balcanes.

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Vea de más cerca esta historia en este video exclusivo de ONE en español.

las Consecuencias
En medio del aumento de la trata de personas en Etiopía, los recortes en la ayuda exterior dificultan los esfuerzos para frenarla por Lorenzo Hilne con fotografías de Petterik Wiggers
Muhammad Omar y su familia huyeron de Eritrea a Etiopía. Ahora viven en Addis Abeba. Su hermano mayor murió mientras intentaba emigrar a Europa.

Muhammad Omar era un niño cuando huyó de Eritrea con su familia. El servicio militar de 18 meses es obligatorio allí para todos los ciudadanos sanos al cumplir los 18 años. Pero, una vez reclutados,
pocos saben cuándo, o si alguna vez, serán dados de baja. Muchos eritreos pasan décadas en el ejército, realizando trabajos forzados y ejercicios militares en el desierto, bajo un sistema que grupos de derechos humanos han
comparado con la esclavitud. Cuando Muhammad era muy joven, su padre fue reclutado. La familia nunca lo volvió a ver. Hace seis años, antes que el hermano mayor de Muhammad sea reclutado, la familia huyó a Etiopía

“No puedo sobrevivir aquí”, dice Muhammad, haciénDO
Mujeres supervivientes de la trata de personas encuentran refugio en el convento de las Hermanas
Misioneras Combonianas en Addis Abeba. Arriba: La hermana Yamileth
Bolaños enseña inglés a las mujeres.
Opuesto: Jóvenes y niñas del convento comparten amistad.
y se instaló en un campamento para refugiados eritreos (decenas de miles de eritreos han buscado refugio en Etiopía en las últimas dos décadas). Pero la vida era dura y, tras unos meses, el hermano de Muhammad decidió ir a Europa con la esperanza de ganar dinero para mantener a su familia.
Traficantes lo transportaron a través de Sudán a Libia, donde fue tomado como rehén y golpeado sin piedad. Los traficantes llamaron a la familia de Muhammad y les enviaron videos de la agresión a su hermano. Exigieron un rescate y
luego subieron a su hermano a una embarcación destartalada. Como tantas embarcaciones similares, ésta se hundió en el mar Mediterráneo. El hermano de Muhammad se ahogó.
Para Muhammad, la idea de seguir a su hermano era impensable. Ahora vive con su abuela y otros seis familiares en un apartamento estrecho en Addis Abeba, capital etíope. El alquiler es alto, pero, hasta hace poco, la vida era soportable, en gran parte gracias al apoyo que la familia recibía del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR): 1.700 birrs etíopes al mes ($12), además de arroz, aceite de cocina y otros alimentos.
Todo eso cambió en enero, cuando el gobierno de Estados Unidos anunció una pausa inmediata en la financiación de los programas de ayuda exterior.
Países europeos, como Francia y Alemania, también recortaron la financiación de la ayuda exterior.
SJR Etiopía, que recibía la mayor parte de su financiación del Buró de Población, Refugiados y Migración de EE. UU., suspendió posteriormente muchos programas. Desde entonces, Muhammad y su familia no han recibido ni dinero ni comida.
“No tengo ayuda; nadie me apoya”, dice Muhammad, un adolescente tímido con una voz que empieza a quebrarse. “Ahora creo que necesito ir al extranjero, aunque tenga que atravesar Libia”.
“No todos mueren en el viaje. Mi hermano tuvo mala suerte”.
La historia de Muhammad y su hermano es típica de muchos jóvenes en el Cuerno de África, una región asolada por la violencia crónica y

haciénDO eco de millones de jóvenes en Etiopía.
la represión extrema de la que muchos quieren escapar. En los últimos años, la situación ha empeorado, especialmente en Etiopía, donde estalló una guerra civil en noviembre de 2020 cuando el gobierno etíope, en connivencia con Eritrea, intentó aplastar al Frente de Liberación Popular de Tigray, el poderoso partido gobernante en la región más septentrional de Etiopía, Tigray. Para cuando se firmó el acuerdo de paz dos años después, se estima que 600.000 personas habían sido asesinadas. Algunas estimados sugieren que el 10% de las mujeres en Tigray fueron violadas como acto de guerra. Casi tres años después, el acuerdo de paz ha aportado poca sanación. En 2023, estalló otro conflicto en la región de Amhara, al sur de Tigray, cuando grupos armados insatisfechos con el
acuerdo lanzaron una insurgencia contra el gobierno. Otra insurgencia se ha extendido desde finales de 2018 en Oromia, la mayor región de Etiopía. Miles de escuelas y hospitales en todo el país han sido dañados o destruidos. Como resultado, al menos 8 millones de niños no van a la escuela, según UNICEF.
La inestabilidad generalizada llevó recientemente al país al borde del colapso económico. A finales de 2023, Etiopía incumplió el pago de su deuda. A cambio de un rescate del Fondo Monetario Internacional, en julio de 2024 el país acordó implementar importantes reformas económicas. El resultado fue una devaluación inmediata de más del 50% de la moneda etíope, reduciendo a la mitad el valor de los salarios y ahorros de los etíopes comunes, y su poder adquisitivo; y disparó
los precios de los alimentos, el alquiler y otros productos básicos. Ya en 2022, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo declaró que la tasa de pobreza multidimensional en Etiopía aumentó al 72%, un aumento de casi el 5% con respecto a 2019, debido a la pandemia y las guerras en Tigray y Ucrania. Se teme que el cambio de moneda de 2024 empeore la situación.
“No puedo sobrevivir aquí”, dice Muhammad, haciéndo eco de millones de jóvenes en Etiopía.
La crisis que asola Etiopía desde hace años ha provocado un aumento de la migración irregular que pone la vida de cientos de miles de personas a merced de los traficantes de personas. En 2023, al menos 96.670 migrantes del Cuerno de África cruzaron el Mar Rojo hacia Yemen, según la Organización Internacional para las
Conexión CNEWA

Durante décadas, la Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente ha apoyado la labor de las iglesias en Etiopía y Eritrea, incluyendo iniciativas de comunidades religiosas y eparquías, el Servicio Jesuita a Refugiados y su centro urbano para refugiados en Addis Abeba, y los esfuerzos de la red Talitha Kum para combatir la lacra de la trata de personas. Tras los recortes en la ayuda exterior por parte de Estados Unidos y países europeos, algunas organizaciones socias de CNEWA tienen dificultades para llegar a fin de mes y han recurrido a CNEWA para cubrir la falta de financiación.
Para apoyar la misión de CNEWA en Etiopía y Eritrea, llame al 1-866-322-4441 (Canadá) o al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o visite cnewa.org/es/donacion.
Migraciones (OIM); el 95% salieron de Etiopía intentando llegar a Arabia Saudita y otros países del Golfo. Entre enero y octubre de 2024, el número de personas que huyeron por la misma ruta casi se duplicó, alcanzando 184.701. Ambas cifras representan solo a los migrantes que la OIM ha podido rastrear. Cada año, miles se dirigen al norte de Europa a través de Libia, o al sur de Sudáfrica. Muchos caen en manos de traficantes de personas, cuyas ganancias dependen de su capacidad para monetizar la crueldad.
Según un fiscal federal, que solicitó el anonimato y trabaja en casos de trata de personas en Dire Dawa, ciudad del este de Etiopía, un centro de migración irregular, existen “cadenas de intermediarios [traficantes de personas] en todos los pueblitos” de Etiopía. Estos
intermediarios convencen a la gente para que confíe en ellos, presentándoles la maravillosa vida que disfrutarán en Europa o el Golfo.
A menudo cubren los gastos de viaje de los aspirantes a migrantes hasta la frontera con Etiopía, afirma el fiscal, donde son entregados a traficantes de migrantes de Sudán o Somalia. Al igual que en el caso del hermano de Muhammad, son detenidos por los traficantes y sometidos a palizas, torturas y violaciones, y se envían videos a sus familias para obtener un rescate. Al viajar por algunos de los países más violentos e inestables del mundo —Sudán, Libia, Somalia, Yemen—, los migrantes a menudo se enfrentan a esta tortura en repetidas ocasiones a manos de diversos grupos armados o bandas
Jóvenes aprenden habilidades informáticas en el Servicio Jesuita a Refugiados en Addis Abeba. Página opuesta: Muhammad Omar participa en un ritual típico del café con sus tías y su abuela en su apartamento en Addis Abeba.
de traficantes, y muchos mueren en el camino.
Grupos humanitarios y religiosos han trabajado para aliviar este sufrimiento ayudando a quienes corren el riesgo de ser víctimas de trata. Pero, debido a que los países occidentales han recortado los presupuestos de ayuda, estas organizaciones ahora enfrentan dificultades.
Por ejemplo, SJR solía dar, a jóvenes refugiados, talleres y capacitación sobre los peligros de la migración irregular y la brutalidad de los traficantes de personas. También ofrecía formación profesional en tecnologías de la información, idiomas y música para ayudarles a encontrar empleo y disuadirlos de migrar. Pero, estos programas se han suspendido, afirma Solomon Brahane, director de país del SJR Etiopía.
Anteriormente, el SJR Etiopía recibía gran parte de su financiación del Buró de Población, Refugiados y Migración de Estados Unidos y del ACNUR; la primera se interrumpió por completo, mientras que la segunda se redujo. Como resultado, SJR ha despedido a muchos empleados, incluyendo a la mitad de los oficiales de protección infantil responsables de identificar a los niños refugiados que podrían estar en riesgo de trata y necesitar apoyo de emergencia, y ha redirigido todos sus recursos a asistencia de emergencia para las familias más vulnerables.
En los últimos dos meses, afirma Brahane, muchos refugiados que se beneficiaron de los programas
del SJR han abandonado Etiopía. Algunos, sin duda, habrán estado expuestos a la trata de personas, añade.
Las Hermanas Misioneras
Combonianas en Etiopía han logrado continuar su trabajo prácticamente sin impedimentos gracias a que reciben toda su financiación de donantes privados, afirma la hermana Yamileth Bolaños.
Como miembros de Talitha Kum, una red global de religiosas comprometidas con la lucha contra la lacra de la trata de personas, una parte importante de su misión consiste en ayudar a las mujeres que han sido víctimas de trata o abuso sexual.
“Hay muchos abusos sexuales en Etiopía. Han aumentado enormemente”, afirma la hermana Yamileth. Trabaja en el convento de su comunidad, una casa rural en Haya Hulet en Addis Abeba, donde las sobrevivientes de violencia sexual y trata de personas encuentran refugio. “Y algunas de estas niñas son muy jóvenes, entre 10 y 11 años”.
En años recientes, miles de mujeres han emigrado a Arabia Saudita y Dubái, por la gran demanda de empleadas domésticas, cocineras y otras trabajadoras domésticas. En muchos casos, sufren una explotación atroz que constituye trata de personas, afirma la hermana Yamileth.
Aunque estas mujeres suelen viajar al extranjero legalmente, a su llegada, los empleadores les confiscan los pasaportes y las obligan a trabajar sin remuneración y con severas restricciones de movimiento. La hermana Yamileth relata la historia de una joven cuyo empleador la mantenía encerrada en una pequeña cocina, excepto cuando tenía que limpiar la casa. Un día, mientras cocinaba, se produjo un incendio en la cocina, donde quedó atrapada. Sufrió quemaduras en el 95% de su cuerpo y pasó dos años en el hospital.
Finalmente, el gobierno etíope intervino y la repatrió, donde quedó al cuidado de las Hermanas Combonianas.


“Hay muchos abusos sexuales en Etiopía. Han aumentado enormemente”.
Las hermanas colaboran con un refugio local, gestionado por Comunità Voluntari per il Mondo, una organización benéfica que colabora con el gobierno etíope para atender temporalmente a mujeres víctimas de trata o abuso sexual. Las hermanas acogen a estas mujeres en su convento y les brindan apoyo psicológico y formación profesional, como repostería o cosmetología. Una vez que están listas para reintegrarse a la sociedad, las hermanas les ayudan a encontrar trabajo y vivienda, y les brindan apoyo para el alquiler por tres meses.
Aunque las hermanas han sido eficaces ayudando a las sobrevivientes, no han podido detener la oleada de miles de personas que abandonan el país y son víctimas de la trata a diario.
En Adigrat, una ciudad que sufrió terriblemente durante la guerra de 2020-2022, los jóvenes migran en masa. Muchos son víctimas de la crueldad de los tratantes, e incluso si tienen la suerte de sobrevivir, las consecuencias para sus familias son devastadoras.
“Venden una casa, venden una vaca, venden sus pollos [para pagar el rescate]”, afirma el abune Tesfasellassie Medhin, obispo de la eparquía de Adigrat. De esta manera, añade, la trata está “acelerando la pobreza”.
Prevenir esta catástrofe requiere ayudar a las personas a llevar vidas productivas, afirma, dándoles una razón para no perder la esperanza y arriesgarlo todo, incluyendo sus vidas, en un peligroso viaje al extranjero. La comunidad católica de Adigrat, que él dirige, ha participado en diversas iniciativas en este sentido.
Mujeres jóvenes toman una clase de arte en el centro del Servicio Jesuita a Refugiados en Addis Abeba.
Las mujeres que han viajado a Addis Abeba se han beneficiado de la labor de las Hermanas Combonianas. Junto con Talitha Kum, la eparquía organiza sesiones de formación y talleres para jóvenes en riesgo de migración irregular, así como formación profesional para mejorar sus habilidades y empleabilidad, de modo que puedan permanecer y ganarse la vida en Etiopía.
Pero muchas iniciativas se han visto obstaculizadas por los recortes de la ayuda exterior. En un mundo donde la financiación extranjera disminuye, el abune Tesfasellassie afirma que los fondos deben usarse de forma más eficiente, lo que significa asignar una mayor proporción de los recursos disponibles a los actores locales, cercanos a la realidad y con vínculos profundos con la comunidad, en lugar de a las grandes organizaciones no gubernamentales.
“Todas estas burocracias y matrices son trucos que solo los más aptos pueden sobrevivir”, afirma. “Para mover el dinero entre los poderosos, utilizan estos trucos”.
En ese laberinto burocrático, “solo los profesionales mejor pagados pueden preparar ‘propuestas de proyecto’, no la gente común que trabaja sobre el terreno con una enorme rentabilidad”, afirma el obispo, explicando los requisitos de financiación, que a menudo son demasiado complicados y requieren mucho tiempo para quienes trabajan sobre el terreno.
“Estamos profundamente agradecidos a todas las personas de buena voluntad y generosidad”, afirma. “Pero estos procesos necesitan simplificarse, porque los recursos no nos llegan a tiempo ni nos ayudan a resolver los problemas”. n

ENCIENDA UN CAMINO MÁS SEGURO HACIA ADELANTE
Usted puede ayudar a evitar que los jóvenes vulnerables caigan en manos de los traficantes de personas como presas.
cnewa.org/es/donacion
Conozca a Muhammad, así como a los defensores de la lucha contra la trata en Etiopía, en este video.
Las calles de Gaza están más tranquilas de lo que solían estar, y no porque haya regresado la paz. El profundo silencio del hambre ha reemplazado el ruido de la vida cotidiana. Cada rincón tiene las marcas de una catástrofe humanitaria cada vez más profunda: los rostros demacrados de los niños, largas filas en puntos de ayuda improvisados y padres que ya no tienen nada más que dar tan solo palabras de consuelo y oración. El colapso humanitario en Gaza no ocurrió de la noche a la mañana. El 2 de marzo de 2025, las Fuerzas de Defensa de Israel sellaron todos los caminos hacia el enclave, 16 días antes del colapso del alto el fuego temporal entre Israel y Hamás. Con las fronteras selladas, el ya limitado flujo de alimentos, medicinas y combustible se detuvo por completo. En cuestión de semanas, el hambre y la malnutrición se propagaron a un ritmo sin precedentes. Las enfermedades prevenibles comenzaron a afianzarse. A principios de agosto, el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás, informó que 201 personas habían muerto de hambre y desnutrición desde el comienzo de la guerra, incluidos 98 niños. Esos números aumentan diariamente.
En el centro de la ciudad de Gaza, en medio de escombros y puestos de mercado que venden un puñado de dulces populares simples y caros, Ahmed AlSawafiri, de 35 años, describe la realidad de la supervivencia:
“Debido a la pobreza, tenemos niños a los que queremos alimentar, ni más ni menos”, dice. “La situación en general es realmente difícil, realmente trágica, y confiamos en Dios para que las cosas mejoren”.
El hambre, añade, ahora es parte de la vida cotidiana. “La hambruna es enorme; los niños a veces se duermen sin comer. ¿Qué podemos hacer? Solo tenemos que
sobrevivir. Todo está en la voluntad de Dios”.
Para Al-Sawafiri, la fe es tanto un consuelo como un salvavidas. “Tenemos esperanza en que mejore”, dice, mirando la calle a su alrededor. “Confiamos en Dios que las cosas mejoren”.
A unos pasos de distancia, un niño en un pequeño puesto, apenas lo suficientemente alto como para ver a la multitud del mercado, pasa sus días tratando de ganar lo suficiente para mantener a sus ocho hermanos, “para que podamos comer y vivir, y alimentar a mis hermanitos”. Abdul Rahman Barghouth, de 12 años, sueña con ir a la escuela, pero por ahora su esperanza es que “la guerra termine y los precios bajen”.
Muchas personas esperan en fila con contenedores de agua en medio de edificios destruidos.
La fe corre a través de estas conversaciones tan naturalmente como la respiración. La gente habla de la voluntad de Dios incluso cuando relatan las decisiones imposibles que enfrentan, ya sea enviar a un niño a hacer fila para recibir ayuda a pesar del riesgo de bombardeos, ya sea vender la última joya que tienen por una bolsa de arroz, ya sea dejar de comer [su ración] para que un niño pueda comer.
Para Mozayal Hassouna, de 54 años, esas elecciones dejan profundas cicatrices emocionales. “Algunos días pasábamos hasta cuatro días sin pan”, dice. “Mi hijo menor me dice: ‘Me dejaste ir a dormir con hambre, mamá’. Pero no puedo proporcionar nada. Mi esposo tiene 65 años y está enfermo; no puede correr detrás de los camiones en busca de ayuda. Perdimos nuestro puesto en el mercado; nuestra casa fue bombardeada como otras. No tenemos ingresos, no nos queda nada para vender, pero no nos oponemos a la voluntad de Dios”.
Su hijo ha empezado a tartamudear, que según un médico es el resultado de un trauma por el bombardeo. Ahora viven en una tienda de campaña, desplazados durante dos meses. “Espero que la guerra termine en toda Gaza”, dice. “Que nos dejen vivir, y que los niños vivan un poco”.
Ninguna historia captura la cruel intersección de la guerra, el asedio y el hambre más claro que la de Muhammad Al-Mutawaq, de 2 años. Su madre, Hidaya, ha sido desplazada siete veces desde que comenzó la guerra. Su esposo fue asesinado al principio del conflicto en Jabalia, dejándola sola con cuatro hijos. Antes de la reciente escalada, Muhammad pesaba 20 libras. Hoy, pesa solo 13. “No hay ayuda que ingrese a Gaza”, dice. “Las fronteras están cerradas; los precios son muy altos. Su única cura es comer y beber”.
Ella ha ido a hospitales, grupos de ayuda y comedores comunitarios, pero nada ha sido suficiente. “Me inscribí en muchas asociaciones como madre de huérfanos, pero no me beneficié en absoluto”, dice. “Me cansé de ir a hospitales, asociaciones, escuelas, tratando de encontrar algo para él”.
Muhammad sufre de relajación muscular, empeorada por la desnutrición. La fisioterapia ha ayudado, pero sin una alimentación adecuada, la recuperación es imposible. “Desde que perdí a mi esposo, todas estas son pruebas de Dios”, dice. “Seremos pacientes, y esperamos que todo esto termine, y que Muhammad sea como antes”. El portavoz de UNICEF, Salim Oweis, califica la situación como
Un campamento en Gaza junto al mar Mediterráneo ofrece refugio a los desplazados por la guerra, que ha dejado grandes partes de la franja inhabitables. Recuadro: personas desplazadas caminan por un mercado callejero improvisado en la ciudad de Gaza.

A las Puertas de la Muerte
Cuando el hambre se utiliza como arma de guerra texto y fotografías por Diaa Ostaz
“una catástrofe provocada por el hombre”. Advierte que el hambre ahora está matando a los niños en cantidades asombrosas.
“Más de 90 han muerto de desnutrición desde que comenzó la guerra, un aumento asombroso de más del 50 por ciento en menos de tres meses”, dice. “Estamos presenciando una generación que crece con estrés tóxico, privaciones y traumas que probablemente durarán toda la vida”.
En julio, casi 12.000 niños fueron diagnosticados con desnutrición aguda, en comparación con 2.000 en febrero.
La Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases, una iniciativa de colaboración de organizaciones mundiales para ayuda de emergencia, que incluye a UNICEF, advirtió a mediados de julio que los indicadores de consumo de alimentos y nutrición de Gaza estaban en su peor momento desde
que comenzó la guerra. Más de una de cada tres personas pasaba días sin comer, y medio millón de personas, casi una cuarta parte de la población de Gaza, soportaban condiciones similares a la hambruna.
“Cada hora que esperamos, más niños morirán, si no por las bombas, por la crisis humanitaria que los persigue en cada esquina”, dice Oweis. Aunque llega algo de ayuda, lo describió como “una gota en el océano de necesidades”.
Las entregas [de ayuda] en paracaídas, aunque simbólicas, son ineficientes, costosas y peligrosas, y a veces matan a personas en la lucha por los suministros. “No se comparan con lo que podría entrar a través de rutas terrestres si se permite el acceso completo y sin obstáculos”, dice.
En el Hospital Árabe Al-Ahli, el director médico, el Dr. Maher Ayyad, describe un sistema de salud al borde del colapso.
“Realmente, es catastrófico”, dice. “Nos faltan medicamentos, suministros, equipos. Nuestras máquinas están dañadas y no hay piezas de repuesto ni ingenieros para repararlas. Dependemos completamente de los generadores, necesitamos alrededor de 238 galones de combustible al día, que a menudo no están disponibles”.
Gran parte del personal capacitado del hospital ha huido o ha sido desplazado.
“A veces recibimos 400 víctimas en un solo día”, dice Ayyad. “No podemos lidiar con todos estos pacientes, y lamentamos perder algunos debido a la escasez”.
Aunque Al-Ahli es principalmente un hospital quirúrgico, la sombra de la hambruna también es visible allí.
“Podemos ver que la gente se muere de hambre”, dice. “Algunos productos están en el mercado, pero son tan caros que nadie puede comprarlos”.

“Confiamos en Dios para que las cosas mejoren”.
Lynn Hassouna, de 6 años, y su hermana Razan, de 5, se encuentran entre los miles de niños desplazados por la guerra. Enfrente: Como muchos edificios han sido destruidos, los comerciantes salen a las calles de la ciudad de Gaza para vender sus escasas mercancías.

Ayyad expresa su gratitud por los gestos simbólicos de la ayuda lanzada desde el aire, pero advierte que si no se detiene la guerra, la ayuda siempre quedará corta.
“Por favor, trabajen por la paz”, suplica. “Si no se para esta guerra, el problema será cada vez más profundo”.
Las ramificaciones del colapso en Gaza llegan a todos los aspectos de la vida. El agua potable es escasa, lo que obliga a las personas a beber agua no tratada que conlleva el riesgo de cólera y otras enfermedades. Decenas de miles viven en tiendas de campaña o refugios sobrepoblados, sin privacidad y con poca seguridad. Los sustentos para la vida han sido borrados a medida que se bombardean los mercados, se bloquea la pesca y las tierras de cultivo son inaccesibles. Las escuelas están en ruinas o sirven
como refugios, y muchos niños han olvidado cómo leer o escribir bajo el peso del trauma. El Ministerio de Salud advierte sobre un peligroso aumento del síndrome de Guillain-Barré y otras enfermedades relacionadas con la mala nutrición y el saneamiento, calificando la situación como “una advertencia de un desastre infeccioso real y potencial”.
El estribillo común no es solo que la ayuda es escasa, sino que es desigual. “Algunas personas comen y otras no”, dice Al-Sawafiri. Hassouna describe cómo su familia no puede llegar físicamente a las entregas de ayuda aérea, ya sea porque caen demasiado lejos o porque la pelea por agarrar algo es demasiado peligrosa. Salim Oweis, de UNICEF, lo confirma, diciendo que los riesgos de seguridad, los retrasos en la coordinación y las multitudes desesperadas hacen que sea casi
imposible distribuir la ayuda de manera justa. La diferencia entre sobrevivir y morir de hambre, dice, puede reducirse a si alguien es lo suficientemente joven y fuerte como para correr por un paquete de harina.
A pesar de la destrucción, hay una frase que todos comparten: “Alhamdulillah”, alabado sea Dios. La fe se convierte en el lenguaje que llena el espacio donde solía estar la certeza.
Para Al-Sawafiri, eso significa creer que las cosas “mejorarán cada vez más”. Para el joven Abdul Rahman, significa agradecer a Dios por cualquier comida que llegue. Para Al-Mutawaq, significa ver el sufrimiento de su hijo como una prueba de Dios, una que algún día terminará.
Las agencias internacionales insisten en que esta crisis no es inevitable, sino que se puede prevenir. UNICEF ha pedido un alto el fuego inmediato y permanente, la entrada sin restricciones de suministros humanitarios y comerciales, y la protección de los civiles y los trabajadores humanitarios. Sin estos pasos, las advertencias son duras: la hambruna se profundizará, las enfermedades se propagarán y morirán más niños.
“Toda la ayuda no será suficiente si no se detiene esta guerra”, dijo Ayyad. “La situación es catastrófica. Espero que pronto los líderes alcancen una paz integral en esta área”.
Mientras los habitantes de Gaza esperan la paz, Mozayal Hassouna repite su deseo lleno de fe: “No tenemos ninguna objeción a la voluntad de Dios. Pero anhelo que la guerra termine por completo, para que podamos vivir y los niños puedan vivir un poco”.
El periodista Diaa Ostaz informa desde Gaza.
La Última Palabra Perspectivas
del presidente por Mons. Peter I. Vaccari

Oración del Jubileo
Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.
“‘¡La paz esté con ustedes!’
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: ‘¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes’”. (Jn 20,19-21)
El 8 de mayo, cuando el Papa León XIV salió a saludar a la gente en la Plaza San Pedro después de su elección como Sumo Pontífice, ofreció el saludo de Cristo resucitado al mundo entero.
Añadió:
“También yo quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones, llegara a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!”
“Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante. Proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente”.
Menos de una semana después, 14 de mayo, en su discurso a los participantes del Jubileo de las Iglesias orientales, el Papa León vinculó el “canto de la esperanza”, cantado no mejor que por las “iglesias mártires” —término utilizado por el Papa Francisco— de Oriente, a un llamado a la paz, un llamado que tiene su origen en Cristo resucitado.
El Papa León describe la paz de Cristo:
“La paz de Cristo no es el silencio sepulcral después del conflicto, no es el resultado de la opresión, sino un don que mira a las personas y reactiva su vida. Recemos por esta
Hidaya al-Mutawaq y su hijo desnutrido, Muhammad, se encuentran entre las personas en Gaza que enfrentan hambruna en la guerra en curso entre Israel y Hamás.
paz, que es reconciliación, perdón, valentía para pasar página y volver a comenzar”.
En su discurso, el papa articuló la posición de la Santa Sede como una que está siempre abierta al diálogo en busca de esperanza. Habló de cómo “los demás no son ante todo enemigos, sino seres humanos: no son malos a quienes odiar, sino personas con quienes hablar”.
En los pocos meses que León XIV ha servido como sucesor de San Pedro, el mundo ha visto cómo este “hijo de San Agustín”, el primer papa agustino, ha dedicado gran parte de sus reflexiones públicas al tema de la paz.
San Agustín (354-430) escribió a menudo sobre la paz, especialmente en el Libro XIX de “La Ciudad de Dios”. Permítanme recomendarle regresar a los escritos y pensamientos de San Agustín si desean conocer el pensamiento del Papa León XIV.
Si me permiten, algunas reflexiones adicionales: Felicitaciones al equipo de comunicaciones y marketing de CNEWA, junto con el equipo de servicios creativos, por la excelente calidad con la que continúan produciendo la revista ONE de CNEWA. En junio, en la reunión anual de la Asociación de Medios Católicos en Phoenix, CNEWA ganó 53 premios y 17 de primer lugar, ¡incluyendo al mejor sitio web!
Esta edición de ONE en español aborda las preocupaciones humanitarias y pastorales en regiones del mundo, incluidas Siria, Ucrania, Georgia, Gaza y Etiopía, donde sus oraciones, informadas por las noticias que compartimos con ustedes, y su extraordinaria generosidad traen un rayo de esperanza a aquellos a quienes servimos. Gracias.
Permítanme también llamar su atención sobre tres importantes iniciativas por parte de CNEWA-Misión Pontificia:
• Nuestro Pedido de Ayuda de Emergencia para Gaza: Una vez más, repito las palabras del Papa León: “Gaza se está muriendo de hambre”. La oración, la conciencia y la acción constituyen nuestras prioridades. ¡La acción debe ser ahora!

CNEWA-Misión Pontificia no trabaja de forma aislada. ¡Tenemos los medios para obtener de manera segura suministros esenciales para las personas que sufren y que están en mayor necesidad en este momento! ¡Les ruego que nos ayuden! Visite nuestro sitio web para donar.
• Segundo Clásico Anual de Golf de CNEWA: Ayúdenos a construir nuestra red con su apoyo para nuestro torneo de golf el jueves 16 de octubre en Plandome Country Club en Long Island, Nueva York. Únase a nosotros para un día de golf o simplemente para cenar en el club, o apóyenos a través de una oportunidad de patrocinio.
• Cena de Gala Anual de CNEWA: Únase a nosotros el 1 de diciembre en un club privado en Manhattan en este evento que dará inicio al año del centenario de CNEWA. El invitado de honor será Su Excelencia Borys Gudziak, arzobispo metropolitano de la archieparquía greco-católica ucraniana de Filadelfia.
Con mi gratitud y oraciones, Peter I. Vaccari, Presidente

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