ONE Magazine en Español Marzo 2025

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Marzo 2025 en español

Dios • Mundo • Familia Humana • Iglesia

No Más Descuidados

Cuidando

de

las tribus de la India

Restaurando la vida en medio de las ruinas en Siria

Creando una familia para jóvenes coptos en riesgo

Acompañando una Ucrania que sufre

20 26 6 30 14

ARTÍCULO DE PORTADA

Últimos, Pero no Menos Importantes

Mejorando la vida de los pueblos indígenas olvidados de la India texto de Anubha George con fotografías de Sajeendran V.S.

ARTÍCULOS

Una Carta Desde Siria

Restaurando la vida en medio de las ruinas por el Dr. Nabil Antaki

‘La Guerra Está Cerca, Debemos

Estar Más Cerca’ por el arzobispo Borys Gudziak

Nicea y la Evolución del Ecumenismo

Estableciendo la siguiente etapa en el camino hacia la unidad cristiana por Elías Mallon, S.A.

Un Logar al que Llaman ‘Hogar’

Preparando a los jóvenes coptos para una nueva vida texto de Magdy Samaan con fotografías de Roger Anis

DEPARTMENTS

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Conexiones al mundo de CNEWA

La Última Palabra

Perspectivas del presidente por Mons. Peter I. Vaccari

t Cantar himnos es una de las actividades nocturnas en la casa de Santa Marina para niñas en Port Fouad, Egipto.

VOLUMEN 3 NÚMERO 1

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Portada: Una niña adivasi asiste a la liturgia en la iglesia católica siro-malabar del Santo Nombre de Jesús en Kurenga, India.

Contraportada: Las niñas juegan en el patio de la casa de Santa Marina en Egipto. Créditos fotográficos

Portada, pág. 3 (abajo dcha.), 6-7, 8, 10-13, Sajeendran V.S.; pág. 2, 30-37, 39, contraportada, Roger Anis; pág. 3 (arriba), foto CNS/Paul Haring; pág. 3 (arriba izq.), 14-15, Cortesía del Dr. Nabil Antaki; pág. 3 (arriba dcha.), 20-21, 24-25, OSV News/Gina Christian; pág. 3 (abajo izq.), foto CNS/L’Osservatore Romano vía Reuters; pág. 3 (extremo derecho), 19, CNEWA Beirut; pág. 4, foto de OSV News/ Khamis Saeed, Reuters; pág. 5, Michael Scott; pág. 17, foto de OSV News/Orhan Qereman, Reuters; pág. 18-19, Ahmad Fallaha; pág. 22-23, Ukrinform/NurPhoto vía Getty Images; pág. 25, Adriana Bara; pág. 26, DeAgostini/Getty Images; pág. 28, Andreea Câmpeanu; pág. 29, Fine Art Images/Heritage Images vía Getty Images.

ONE se publica trimestralmente. ISSN: 1552-2016

CNEWA

Fundada por el Santo Padre, CNEWA comparte el amor de Cristo con las iglesias y los pueblos de oriente, trabajando para, a través y con las iglesias orientales.

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Editor

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Mons. Peter I. Vaccari, Secretario

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Conexiones Últimos informes sobre el mundo de CNEWA

El 20 de enero, un joven palestino amputado en el campo de refugiados de Bureij, en el centro de Gaza, camina junto a la destrucción causada por la guerra entre Israel y Hamas. El tan esperado cese al fuego se concretó el 19 de enero.

Comienza el Año Jubilar

Al inicio del Jubileo de la Esperanza, Mons. Peter I. Vaccari, presidente de CNEWA, participó en la reunión anual del comité directivo de las agencias de ayuda a las Iglesias orientales (ROACO) patrocinada por el Dicasterio para las Iglesias Orientales, en Roma, del 9 al 10 de enero. La reunión de representantes de casi 30 organizaciones incluyó sesiones sobre el impacto de los conflictos entre Israel y Hezbolá y Rusia y Ucrania, presentadas por los nuncios apostólicos del Líbano y Ucrania, respectivamente.

CNEWA inició el año jubilar con la noticia del reconocimiento legal formal de CNEWA Italia, una oficina nacional con sede en Roma, y el lanzamiento de su nuevo sitio web, cnewa.org/it

En este jubileo, cuyo tema es “Peregrinos de la Esperanza”, CNEWA inicia una nueva serie de

artículos, “Peregrinos de Sanación y Esperanza”, en el blog, que destaca a importantes figuras de su misión.

Actualización Sobre Gaza

El 15 de enero, Israel y Hamás acordaron un cese del fuego. El acuerdo, negociado por Egipto y Qatar con apoyo de Estados Unidos, exigía una pausa de 42 días en los combates y el regreso de docenas de rehenes israelíes a cambio de la liberación de prisioneros palestinos.

“Por fin, se logró un alto al fuego, esperado por 2 millones de habitantes de Gaza que han pasado por condiciones inimaginables y horribles y han experimentado pérdidas increíbles”, dijo Joseph Hazboun, director regional de CNEWA para Palestina e Israel.

“Oramos por las víctimas de ambos lados y trabajaremos diligentemente

para entregar ayuda a los afectados y desposeídos”.

Al momento del alto el fuego, el Ministerio de Salud palestino informó que el número de muertos en Gaza ascendía a más de 46.000 personas.

Líbano Elige Presidente

El jefe del ejército nacional del Líbano, el general Joseph Aoun, juró como el 14 presidente del Líbano, tras ser elegido por el parlamento del país ese mismo 9 de enero. El presidente Aoun, católico maronita, como es costumbre para los jefes de estado del país, tomó posesión de su cargo tras una vacante de dos años, que coincidió con las consecuencias de la explosión del puerto de Beirut en agosto 2020, el colapso socioeconómico y la inflación, una ola de emigración y un conflicto devastador entre Israel y Hezbolá.

El 13 de enero, Aoun nombró a Nawaf Salam, presidente de la Corte Internacional de Justicia, primer ministro. La nominación de Salam fue respaldada por una mayoría parlamentaria.

“La elección del nuevo presidente y la nominación de un nuevo primer ministro son percibidas por los libaneses como una nueva era en la vida política del Líbano”, dijo Michel Constantin, director regional de CNEWA para Líbano, Siria y Egipto, con sede en Beirut. “Dio un nuevo rayo de esperanza en la lucha contra la corrupción, la construcción de un estado moderno y el restablecimiento de la presencia internacional del Líbano después de años de aislamiento”.

La Disputa Sirio-Malabar

La Iglesia católica sirio-malabar celebró su sínodo de obispos del 6 al 11 de enero en el Monte Santo Tomás en Kerala, India, en medio de las disputas litúrgicas en curso en la sede arzobispal principal de Ernakulam-Angamaly. Los conflictos que llevan décadas —y que se derivan de la restauración de las tradiciones litúrgicas siríacas orientales de la Iglesia católica oriental, borradas tras siglos de imposición de ritos y prácticas latinas— han tomado un giro alarmante, con sacerdotes realizando huelgas de hambre y quemando efigies de líderes de la iglesia, lo que amenaza más cismas entre los cristianos de Santo Tomás. Después del sínodo se alcanzó una tregua temporal, el 13 de enero, para detener las protestas, que requirieron la intervención de la policía, y para facilitar un mayor diálogo.

Cerca de 300 invitados asistieron a la tercera gala anual de CNEWA, celebrada en un club privado de la ciudad de Nueva York el 9 de diciembre.

celebrada en Nueva York el 9 de diciembre, concluyó los actos conmemorativos del 75 aniversario de la Misión Pontificia, la agencia operativa de CNEWA en el Medio Oriente. El evento recibió a unas 300 personas y recaudó más de $300.000 para la labor humanitaria de CNEWA.

“Todos nacimos en Jerusalén, donde está la cruz y la resurrección del Señor. Pero no podemos ir sólo a ver las piedras y los lugares. Tenemos que ir para encontrarnos con las piedras vivas que son la comunidad cristiana”, dijo el arzobispo Gabriele G. Caccia, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, que fue el invitado de honor de la gala.

Amanda Bowman, presidenta de la gala, entregó el Premio Fe y Cultura

de CNEWA a Gayle M. Benson, filántropa y propietaria de los New Orleans Saints y gobernadora de los New Orleans Pelicans, por sus destacadas contribuciones a la promoción de la fe.

CNEWA se Muda

Después de más de 50 años en el edificio Terence Cardinal Cooke de la archidiócesis de Nueva York en Manhattan, CNEWA trasladó su sede, en febrero, al histórico edificio Daily News. CNEWA ocupa ahora el piso 27 de la estructura Art Déco catalogada como Monumento Histórico Nacional de los Estados Unidos, Registro Nacional de Lugares Históricos y Monumento Histórico de la Ciudad de Nueva York. La nueva dirección de CNEWA es: 220 East 42nd Street, New York, NY 10017.

Todavía hay más en la web

Visite cnewa.org/es para obtener actualizaciones

Y encuentre videos, historias del campo y noticias de última hora en cnewa.org/es/blog

La tercera Gala Sanación y Esperanza anual de CNEWA,

Gala Anual de CNEWA

Mongala sale de su choza de barro y bambú y saluda a sus visitantes con las manos juntas.

“Namaste”, dice.

Sonríe y los invita a pasar. Es minimalista, con el espacio suficiente para las necesidades básicas.

“Por favor, almuercen con nosotros. Yo cocinaré”, dice.

Lleva a sus invitados a un árbol de tamarindo y les da una hoja con sal y pimienta de cayena para que coman con la agria pero deliciosa fruta, recién recogida del árbol. Es un hermoso día de invierno en Koleng, un pueblo en el estado de Chhattisgarh, conocido como la cuenca de arroz. El sol no es ni demasiado duro ni demasiado apagado.

Mongala comienza a preparar la comida. Mata una de sus gallinas y la cocina en una estufa de barro. Sirve el pollo al curry con arroz, y ofrece plátanos, que recoge del patio de su vecino, de postre. Casado y con tres hijas, de 3 a 15 años, Mongala, en sus 30, y su familia pertenecen a la comunidad tribal, o adivasi. Su esposa busca comida y madera en el bosque. Su

Ultimos , Pero no Menos Importantes

Mejorando la vida de los pueblos indígenas olvidados de la India

texto de Anubha George con fotografías de Sajeendran V.S. madre, Budari, vive con ellos. Pertenecen a la comunidad católica minoritaria de la India.

“Vivimos una vida muy sencilla”, dice Budari. “El bosque nos da todo: comida, refugio y madera para mantener nuestro hogar caliente”.

“La vida adivasi es una lucha, pero ser cristiana alivia mucho el estrés”, dice, y agrega que le encantan los himnos de la iglesia.

Adivasi, una palabra sánscrita que significa “habitantes originales”, son los pueblos indígenas o tribales de la India. Constituyen el 8,6% de la población general del subcontinente —o 104,3 millones, según el censo más reciente de 2011— y son el mayor grupo indígena del mundo. Hay una gran diversidad entre los adivasi. Una encuesta gubernamental

El sustento de los adivasi en el estado de Chhattisgarh incluye la cría de ganado y el cultivo de arroz.

de hace 31 años identificó 635 tribus adivasi y 447 lenguas tribales. La mayoría vive en el estado de Madhya Pradesh, en el centro de la India. También son numerosos en Chhattisgarh, cerca de un tercio de la población de poco más de 25

millones. Aquí, las comunidades adivasi hablan gondi, halbi y kurukh.

Como con otros grupos indígenas, la historia adivasi está marcada por la discriminación y la marginación. Los dalits, últimos en el sistema de castas indio y conocidos como “intocables”, son otra comunidad tradicionalmente marginada en la India. El gobierno indio se refiere a los dalits como “castas registradas”, y a tribus adivasi, que nunca formaron parte del sistema de castas tradicional, como “tribus registradas”.

Tradicionalmente, los adivasi son

la India, lo que representa el 2,3% de la población total. De estos, los cristianos tribales suman 10,03 millones, frente a los 6,3 millones de 10 años antes. En 2021, un estudio de Pew Research indicó que el 74% de los cristianos en India se identifican con las castas inferiores, entre ellos el 33% como castas registradas y el 24% como tribus registradas.

La denominación más grande del país es católica, representando el 37% de los cristianos del país. Los adivasi son mayoría en algunas diócesis y eparquías católicas, y muchos estudiantes adivasi en

“A lo largo de las d é cadas , la iglesia ha sido fundamental en el progreso realizado en las comunidades tribales ”.

cazadores y recolectores que viven en zonas boscosas y practican el animismo, rindiendo culto a la naturaleza y al espíritu de sus antepasados. Pero durante el dominio británico, una minoría abrazó el cristianismo, tendencia que continuó después de la independencia con la llegada de misioneros cristianos.

Según el censo de 2011, los cristianos suman 27,8 millones en

La hermana Joel Mathew, C.S.N., acompaña a los estudiantes tribales de la escuela San Miguel en Marayoor, en el estado sureño de Kerala.

escuelas y colegios administrados por la iglesia son de segunda generación.

Sin embargo, el desarrollo forestal desde el dominio británico provocó un cambio en la vida tradicional tribal hacia la horticultura, el cultivo en terrazas y la ganadería. Desde la independencia de la India en 1947, se estima que 30 millones de adivasi fueron desplazados de sus tierras por proyectos de infraestructura y desarrollo económico, como presas, minas y carreteras, lo que provocó un aumento de la pobreza entre estas comunidades. Estadísticas del gobierno muestran que casi la

mitad de la población adivasi vive actualmente bajo el umbral de la pobreza, ganando menos de $12 al mes.

Magaly, miembro de la comunidad católica adivasi en Chhattisgarh, teje y vende cestas para ganarse la vida. Tiene unos 50 años, pero no está segura de su edad. Al igual que muchos adivasi, no tiene un certificado de nacimiento u otra documentación que indique cuándo nació. Vende cada canasta por 12 centavos. En una gran ciudad, las cestas que teje se venderían por $3.

“Somos muy pobres”, dice Magaly. “La vida es una lucha. Nunca hay suficiente para comida, ropa o incluso para reparar la choza”.

El techo de su cabaña tiene un agujero por donde entra agua cuando llueve y frío en invierno.

“Los incentivos para adoptar el cristianismo han sido muchos”, dice el padre Shinod Chacko, sacerdote católico siro-malabar del sureño estado de Kerala, que ha dedicado su ministerio al bienestar de los adivasi.

Su principal responsabilidad pastoral en la eparquía de Jagdalpur, una de siete eparquías católicas siro-malabares en Chhattisgarh, es acompañar a las personas que recientemente han abrazado la fe.

“El cristianismo los ha motivado a enviar a sus hijos a la escuela, especialmente a las niñas”, dice.

“La iglesia también los ha guiado hacia nuevas técnicas agrícolas, para que ganen más dinero”.

“Hay menos problemas relacionados con el alcohol entre los católicos, como violencia doméstica y temas de salud mental”, añade.

El padre Masu Karma, párroco de la iglesia católica siro-malabar del Santo Nombre de Jesús en Kurenga, en Chhattisgarh, cuida de las 35 familias católicas de la

Conexión CNEWA

CNEWA trabaja a través de las iglesias católicas siro-malabar y siro-malankara para ayudar a las comunidades marginadas adivasi, o indígenas, en la India. A través de subvenciones y fondos a grupos administrados por la iglesia, CNEWA ayuda a proporcionar educación, alimentos, alojamiento, libros y atención médica a los niños adivasi en albergues, internados y otros programas de servicio social de estas comunidades católicas orientales. Aunque los cristianos adivasi son una minoría en la sociedad india, para los socios de CNEWA en la India son una prioridad para que no se les pase por alto ni se les olvide.

Ayúdanos a garantizar que las comunidades adivasi en la India tengan los recursos que necesitan para florecer en la fe y en la vida diaria. Para apoyar esta misión, llame al 1-866322-4441 (Canadá) o al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o visite cnewa.org/es/donacion.

aldea y dice que los cristianos se enfrentan a numerosos desafíos y pruebas por su fe.

“A las tribus aquí se les molesta y maltrata por ser cristianas”, dice.

El crecimiento del cristianismo entre comunidades tribales y dalit en el último siglo ha provocado olas de violencia de nacionalistas hindúes contra cristianos. Han sido golpeados, asesinados, obligados a “reconvertirse” al hinduismo o forzados a abandonar sus aldeas.

A menudo, la policía no toma ninguna medida contra los perpetradores.

Los nacionalistas hindúes equiparan ser indio con ser hindú,

y ven a los dalits y adivasi como hindúes, a pesar de que muchos de los dalits y los adivasi insisten que no lo son.

Aunque la constitución india garantiza la libertad de religión y afirma que la India es una nación secular, hasta diciembre de 2024, 12 estados indios habían adoptado legislación contra la conversión. Grupos nacionales y extranjeros de derechos humanos han registrado un incremento de ataques anticristianos en los últimos años.

El Foro Cristiano Unido, con sede en Nueva Delhi, registró 834 casos de violencia anticristiana en

Una madre adivasi cocina en una estufa de barro en su choza en Jagdalpur, estado de Chhattisgarh. Siguiente página: La hermana Sincy Thomas, de las Hermanas Misioneras Snehagiri, descascarilla arroz con una mujer tribal en Koleng, estado de Chhattisgarh.

el país en 2024, en comparación con los 127 de una década antes.

En Chhattisgarh, donde en enero el estado anunció su intención de hacer más estricta su legislación contra la conversión, se documentaron 165 ataques contra cristianos el año pasado.

En junio, por ejemplo, en el sur de Chhattisgarh, en una aldea cercana a Jagdalpur, una turba de vigilantes atacó familias cristianas. Dos cristianos quedaron inconscientes y otros tres sufrieron heridas graves. Los cristianos fueron desterradas de la aldea y obligados a firmar una declaración en la que se comprometían a practicar el hinduismo en un plazo de 10 días.

En enero de 2023, en Narayanpur, a unas 77 millas al noroeste de Jagdalpur, una turba de 2.000 personas protestó la supuesta conversión religiosa de las tribus por parte de misioneros cristianos, y atacó la iglesia con piedras y hoces. Dos semanas antes, cuando al menos un millar de cristianos tribales acudieron a la administración local en busca de protección contra actos de violencia selectiva, fueron encarcelados.

“Se nos castiga por ser cristianos”, dice el padre Masu. “Pero la verdad es que desde que llegamos a Jesús, nuestras vidas han mejorado enormemente. Estamos unidos en nuestra religión y lucharemos contra la discriminación religiosa en lugar de renunciar a nuestra fe”.

“La situación solo va a empeorar”, dice el padre Shinod. “Es probable que pronto aumenten los ataques contra las minorías religiosas”.

“Estamos llamados a la obra misionera”, añade. “Tenemos una fe inmensa en Jesús. A pesar de las dificultades y los obstáculos, Dios tiene sus propios caminos para hacer que las cosas sucedan”.

El obispo católico siro-malabar de Jagdalpur, Mar Joseph Kollamparambil, dice que “la idea de que el trabajo misionero solo busca la conversión es falsa”.

“A lo largo de las décadas, la iglesia ha sido fundamental en el progreso realizado en las comunidades tribales”, dice el

obispo, originario de Kerala, que llegó a servir en Chhattisgarh en 1976.

El progreso incluye la construcción de carreteras, la educación, la formación profesional en sastrería, carpintería, albañilería y agricultura, y la mejora de las instalaciones sanitarias para madres y niños.

“Esta es una misión cristiana. Esta es nuestra vocación”, dice el obispo. “Todos los días pasamos tiempo en oración y contemplación de que Dios está con nosotros”.

Una espesa niebla cubre Marayoor, una estación de montaña en Kerala. Aunque la mayor parte de Kerala es sofocantemente húmeda, con temperaturas de 90 grados Fahrenheit, Marayoor en diciembre es de solo 10 grados Fahrenheit, sin incluir el efecto del viento. El clima es impredecible, con densa niebla y lluvia de junio a febrero.

A pesar del frío, las mujeres de la tribu Muthuvan se ocupan recogiendo hojas de té en los jardines inmaculadamente

“ El bosque nos da todo : comida , refugio y madera para mantener nuestro hogar caliente ”.

Las hermanas Treasa Paul y Joel Mathew visitan la casa de sus estudiantes adivasi, que viven en una colonia tribal en Kerala.

cuidados. Marayoor es conocida por su té —la mayoría de las fincas ahora son propiedad de grandes marcas— y es famosa por una variedad especial de melaza.

Casi medio millón de adivasi en Kerala, que representan el 1% de la población estatal, viven en los bosques de sándalo.

Los proyectos para aumentar el empoderamiento social de las comunidades tribales, o “tribus registradas” en la constitución india, incluidos los Muthuvan, son responsabilidad del gobierno, que impone restricciones a otras personas y organizaciones, incluida la iglesia, respecto al trabajo que

pueden realizar con las comunidades tribales.

“Las tribus aquí en Marayoor están bien cuidadas por el gobierno”, dice la hermana Joel Mathew, C.S.N., de las Hermanas de Nazaret.

“Las tribus de Kerala no emigran a otros lugares. Se quedan”, dice. “Se ven como protectores del bosque. El gobierno tala el bosque para ellos y les da tierras para la agricultura”.

La comunidad de Marayoor vive según sus propias reglas. Tienen sus propios consejos encabezados por un líder llamado “mooppan”. Él resuelve la mayoría de las disputas y las reglas y leyes se hacen generalmente por consenso.

“Una de las cosas que se les ha ocurrido es tener un hijo por familia, por lo que muchas parejas

tienen un solo hijo”, dice la hermana Joel.

Las Hermanas de Nazaret establecieron su convento, San Miguel Giri, en Marayoor en 1969, y luego construyeron dos internados para niños adivasi. Cincuenta niños asisten al Hogar de Niños de San Miguel y 29 niñas asisten al Hogar de Niñas de San Miguel. En la escuela primaria superior, hasta el séptimo grado, se imparte educación a los niños en el idioma de su elección: tamil, inglés o malayalam.

“La mayoría de los niños provienen de familias desestructuradas en las que la madre o el padre han abandonado a la familia. La mayoría de las familias también tienen problemas relacionados con el alcohol, donde el dinero se gasta en beber en lugar de en la familia”,

dice la hermana Joel. “Una vez que acuden a nosotros, podemos darles una vida relativamente estable”.

Las hermanas reciben un estipendio mensual del gobierno para la alimentación, la atención médica y los medicamentos de los niños, así como la asistencia de CNEWA.

Aunque los muthuvanos practican el animismo, el estado los identifica oficialmente como hindúes. El gobierno comunista local también implementa políticas para garantizar que sigan siendo hindúes, prohibiendo a los sacerdotes visitar y hablar con las tribus sobre el cristianismo por temor a la influencia religiosa.

“Se necesita el permiso del oficial forestal para entrar en los asentamientos tribales”, dice la hermana Treasa Paul, C.S.N.,

superiora del convento. “Desconfían de los forasteros, especialmente extranjeros. Se sienten amenazados si hay la más mínima duda de que alguien pueda predicar a los adivasi”.

Las hermanas, sin embargo, tienen una buena relación con la administración local. Educan a los niños y trabajan con las tribus en el empoderamiento de las mujeres, independientemente de su religión.

“Antes, las mujeres trabajaban en el campo, pero no se les permitía llevar los productos al mercado”, dice la hermana Treasa. “Con el tiempo les hemos hecho entender que también es importante que las mujeres puedan ganarse la vida”.

Anubha George, ex editora de la BBC, es columnista y escritora de varias publicaciones. Vive en Kerala, India.

LA NECESIDAD NO EL CREDO NOS OBLIGA A PREOCUPARNOS

Puedes ayudar a que la iglesia llegue a los más marginados de la India.

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Aprenda más sobre el trabajo de la iglesia con los adivasi en la India en este video.

Una Carta Desde Siria

Restaurando la vida en medio de las ruinas

por el Dr. Nabil Antaki

El Dr. Nabil Antaki se encuentra entre los escombros en Alepo causados por un terremoto de magnitud 7,8 que azotó la ciudad en 2023.

Nota de los directores: La caída del régimen de Bashar al Assad en Siria, el 8 de diciembre, 2024, ocurrió después de casi 14 años de guerra civil, que comenzó poco después de las protestas de la Primavera Árabe a favor de la democracia y contra Assad en 2011. La guerra mató a más de 606.000 personas, incluidos 159.774 civiles, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Los daños a la infraestructura y las instituciones, agravados por las sanciones occidentales, dejaron a la población vulnerable y sin servicios sociales básicos.

No está claro el futuro de los sirios, en particular los cristianos sirios, en el cambiante panorama político. El grupo militante islamista Hayat Tahrir al Sham nombró un nuevo primer ministro para el Gobierno de Transición sin consultar al consejo nacional, lo que cuestiona la dirección del gobierno. Además, la devaluación de la libra siria ha exacerbado los desafíos a los que se enfrentan los sirios en este período de transición.

En esta Carta Desde Siria, el Dr. Nabil Antaki escribe sobre el mal estado de la salud en Siria desde el inicio de la guerra civil y los desafíos que persisten hoy en día. El Dr. Antaki es miembro de los Maristas Azules, un apostolado laico católico que brinda asistencia social a los sirios necesitados, financiado en parte por CNEWA-Misión Pontificia.

Cuando completé mi especialización en Canadá después de graduarme de la escuela de medicina de la Universidad de San José de Beirut, mi esposa y yo decidimos regresar a Alepo, mi ciudad natal, en Siria. Pensamos que sería más útil para los sirios enfermos que en Canadá. Durante años, ejercí la medicina en condiciones aceptables entre mis pacientes y yo. Como no había seguro médico, la atención era privada. Los pacientes pagaban de su bolsillo. Tratamos gratuitamente a los pobres en nuestras instituciones cristianas o buscaban atención en hospitales públicos, también gratuitos. En 2011, estalló la guerra en Siria. Las bombas y los francotiradores causaron estragos. Decenas de personas morían cada día, quedaron centenares de heridos y muchos hospitales destruidos o dañados. Los civiles heridos por la guerra murieron por falta de atención debido a la saturación de las salas de emergencias de los hospitales públicos operativos. Con los Maristas Azules, inicié el proyecto “Civiles Heridos de Guerra” para tratar gratis a los civiles heridos en el mejor hospital privado de Alepo, donde trabajaba.

Cirujanos trataron de manera voluntaria a los civiles heridos y el hospital aceptó tarifas reducidas. Mis colegas hicieron un trabajo heroico, pasando noches en el hospital cerca de pacientes en estado crítico o yendo al hospital bajo la caída de bombas y balas de francotirador. Durante años, tratamos a decenas de miles de personas lesionadas de forma gratuita y salvamos la vida de cientos más.

Cuando cesaron los combates, descubrimos una situación humanitaria, social y sanitaria catastrófica: hospitales destruidos, personal médico reducido debido a la emigración, inflación galopante y pobreza extrema. Más del 90% de la población vivía, y sigue viviendo, bajo el umbral de la pobreza y no podía llegar a fin de mes. Después de las bombas militares, explotó la bomba de la pobreza, y sus efectos continúan hasta hoy.

La gente ya no podía cuidar de sí misma. Sus ingresos, si los tenían, eran insuficientes para pagar tratamientos, medicamentos o procedimientos quirúrgicos.

En respuesta, los Maristas Azules, como otras asociaciones cristianas, iniciaron un proyecto para ayudar a las personas en busca de atención médica. Hicimos acuerdos con hospitales, médicos y cirujanos para pagarles directamente y obtener tarifas reducidas. Sin esta ayuda, incluso alguien con un ingreso promedio no podría pagar los costos. Un procedimiento pequeño, como la extirpación de la vesícula biliar, cuesta alrededor de 6 millones de libras sirias ($475), mientras que el salario mensual promedio es de unas 600.000 libras sirias ($46) o menos.

Recuerdo a Jeannette, una viuda con cuatro dependientes. No tenía ingresos y necesitaba una cirugía a corazón abierto, que costó 100 millones de libras sirias ($8.000). Aunque nuestra asociación no pudo cubrir tal suma, la Providencia, que nunca nos ha fallado, nos envió dos donantes extranjeros que cubrieron cada uno la mitad del costo.

Pienso en M.K., un niño de 13 años que nació sin brazos. Durante la guerra, en 2015, una mina explotó cuando él y su familia huían para escapar de ISIS. A M.K. tuvieron que amputarle las piernas. Sus necesidades médicas son inmensas. Los Maristas Azules lo tomamos a nuestro cargo y se convirtió en mi protegido.

Para recibir tratamiento, los enfermos están obligados a hacer solicitudes a diversas asociaciones cristianas para cubrir los costos. Cada organización

Sirios de la zona rural de Alepo llegan a Tabqa, a unas 97 millas al sureste, el 3 de diciembre, 2024, tras haber huido de los grupos rebeldes anti-Assad que tomaron Alepo una semana antes.

“Después de las bombas militares, explotó la bomba de la pobreza, y sus efectos continúan hasta hoy”.
“Sería

una verdadera lástima que Siria, la cuna del cristianismo,

La capital siria, Damasco, como luce horas después de la entrada de la oposición siria y el colapso del régimen de Assad, el 8 de diciembre, 2024.

—el Servicio Jesuita a Refugiados, Caritas, la Asamblea de Obispos Católicos en Siria y los Maristas Azules— contribuye para cubrir la cantidad. Los Maristas Azules reciben apoyo de CNEWA, que contribuye una buena suma mensual para la atención médica. Sin embargo, los fondos que recibimos son insuficientes dadas las inmensas necesidades de la población.

Además, la infraestructura médica de Siria es inadecuada, insuficiente y obsoleta. Nuestros equipos son viejos y no pueden ser reemplazados debido a la falta de recursos, debido en parte a las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea.

El 8 de diciembre, 2024, el régimen de Bashar al Assad fue derrocado por Hayat Tahrir al Sham, un grupo rebelde yihadista islámico. Si la gente se siente aliviada por la caída de un régimen autocrático, los cristianos en Siria están preocupados,

ya que no quieren vivir en un estado islámico bajo la ley Sharía.

La población cristiana se ha visto especialmente afectada por la guerra civil y sus consecuencias, pasando de unos 2 millones en 2011 a unos 500.000 ahora. La población total de Siria es de unos 23 millones de habitantes. Los Maristas Azules quieren ayudar a los cristianos, para que permanezcan en el país y no emigren. Sería una verdadera lástima que Siria, la cuna del cristianismo, quedara sin cristianos.

Actualmente enfrentamos tres retos en la atención de la salud en el país. Primero, debemos mejorar las condiciones de vida de las familias porque la pobreza agrava las enfermedades e impide que las personas busquen tratamiento.

Segundo, tenemos que garantizar el empleo y unos mejores ingresos para la gente. Esto no puede lograrse sin mejoras en el sector económico, y la economía sólo puede crecer mediante el levantamiento de las sanciones internacionales.

Tercero, debemos seguir ayudando a las personas a recibir tratamiento, lo que requiere mayores recursos

cnewa.org/es cristianismo, quede sin cristianos”.

financieros y el reemplazo de nuestros dispositivos médicos viejos o inutilizables.

El cambio de régimen no ha afectado hasta ahora al cuidado de la salud. Nos enfrentamos a los mismos retos y dificultades que antes. La única buena noticia es que Estados Unidos decidió el 6 de enero levantar algunas de las sanciones en materia de salud.

Actualmente, estoy agotado y pesimista. La población está agotada. Catorce años de conflicto, privaciones y escasez, pobreza y crisis económica, además de un terremoto catastrófico en 2023 y la amenaza constante de los yihadistas islamistas, han mermado las esperanzas en la gente. Algunos cristianos sirios también creen que la esperanza en Siria está muerta y enterrada.

En cuanto a mí, guardo en lo más profundo una llama de esperanza que no se ha extinguido, sino que está enraizada en mi fe cristiana. Esta pequeña llama de esperanza me da fuerza cuando todo a mi alrededor es inestable. Me dice que, al final de la oscuridad, habrá luz.

Recen por mí, recen por nosotros, recen por Siria. n

AYÚDENOS A SANAR SU MUNDO ROTO

Su donación puede ayudar a reconstruir el futuro de los sirios, destrozados por la guerra y el hambre.

Lea más sobre la cambiante situación en Siria y su impacto en las comunidades cristianas en un informe exclusivo en nuestra página web: cnewa.org/es/revista

‘La Guerra Está Cerca, Debemos Estar Más Cerca’ por el arzobispo Borys Gudziak

Nota de los directores: El metropolita Borys Gudziak, de la archieparquía greco-católica ucraniana de Filadelfia, ha realizado más de 10 viajes pastorales a Ucrania desde que comenzó la invasión rusa el 24 de febrero de 2022, ofreciendo atención pastoral y solidaridad a un pueblo que sufre. En enero, Naciones Unidas informó que la guerra ha matado a más de 12.300 civiles y creado 4 millones de desplazados internos y 6,8 millones de refugiados, lo que la convierte en la mayor guerra que ha vivido Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Al comenzar el cuarto año de la guerra, el arzobispo comparte las experiencias que tuvo el otoño pasado entre las comunidades en el frente de batalla en el este y el sur de Ucrania. El pasado mes de junio, el arzobispo Gudziak recibió el Premio Fe y Cultura de CNEWA por su destacado compromiso con la promoción y preservación de la dignidad de la persona humana.

El arzobispo Borys Gudziak escucha a un feligrés de la Iglesia grecocatólica ucraniana de San Nicolás el Taumaturgo en Járkov, Ucrania, después de la Divina Liturgia el 8 de septiembre, 2024.

AYUDA URGENTE PARA EMERGENCIAS

Al abordar el tren con destino a Odesa, sur de Ucrania, me di cuenta de que iba a una zona de guerra. A veces, el frente de batalla estaba a solo 20 millas, muy cerca.

Cuando llegué, el puerto de Odesa, un centro de cereales clave que alimenta a millones de personas en África y Oriente Medio, estaba visiblemente dañado. La gran Escalera Potemkin, un famoso monumento de Odesa, estaba desierta. Antes de la contraofensiva ucraniana, el frente se encontraba en lo que ahora son los campos arrasados de la región de Mykolaiv.

La guerra fue dolorosamente cruda en el cementerio militar de las afueras del sur de Zaporiyia. Nos miraba desoladamente a través de las ventanas destrozadas por el fuego diario de artillería y cohetes en las ciudades, pueblos y aldeas que se extendían a lo largo de las 600 millas del frente activo, siempre presente en las casas devastadas por misiles desde Kryvyi Rih hasta Kharkiv. Chirriaba con innumerables sirenas de ataque aéreo.

En nuestra última noche en Kharkiv, una bomba guiada cayó cerca de la residencia de mi equipo y explotó. Estaba tan consumido y agotado por todo esto que, a diferencia de mis colegas, dormí cuatro noches seguidas mientras sonaban las alertas de ataque aéreo.

La guerra nos ayuda a enfocarnos en lo más importante. Cuando enfrentamos la vida y la muerte, la interrogante humana fundamental, todo lo frívolo y superficial se desvanece. Cuando nos vemos obligados a mirarnos a los ojos, empezamos a ver al otro como una persona.

Una mujer frente a una casa dañada por un ataque a gran escala con misiles rusos en la región ucraniana de Odesa, el 17 de noviembre, 2024.

La guerra es inmediata. Se ve en los ojos de Serhiy Gaidarzhy, un joven que perdió a su mujer e hijo de cuatro meses en un ataque con misiles la pasada primavera. Esa noche, él y su hija de tres años dormían en otra habitación del apartamento que alquilaban en Odesa.

La guerra es directa. Se vive en los dolorosos recuerdos de Oleh Pylypenko, un jefe de administración local en la región de Mykolaiv, que pasó casi tres meses en cautiverio ruso, donde fue golpeado, torturado y electrocutado. Pesa en las preocupaciones de Ludmyla Holub, jefa de una comunidad agrícola en Mykolaiv, cuya cooperativa fue casi destruida. Es evidente en las intensas expresiones

de un sacerdote greco-católico ucraniano en Zaporiyia, cuyos dos hijos se unieron al ejército para proteger su tierra, y en la determinación del equipo de Caritas Zaporiyia, muchos de los cuales son desplazados internos y han perdido sus hogares —más de una vez— a medida que las tropas rusas avanzaban repetidamente.

La guerra es un catalizador. Está detrás de la dedicación de la pequeña comunidad greco-católica ucraniana en Lozova, cerca de Kharkiv, cuyos miembros rezan en una pequeña casa de una sola planta y han dedicado una sala entera para que los voluntarios cosan camuflajes.

La devastación de la guerra es visible en las lágrimas de una joven

“La fe y la comunidad brindaron fortaleza. El propósito común sirvió como base para la resiliencia”.

que conocimos en el cementerio militar cerca de Zaporiyia; había estado comprometida con un hombre, 23, que cayó en batalla el año anterior. Su dolor no fue egoísta y nos pidió que bendijéramos la tumba de otro soldado que vio ser enterrado sin un sacerdote.

La guerra está cerca de estas personas. Y mi misión principal era estar cerca también. Quería agradecerles su resiliencia, expresarles mi respeto y asegurarles nuestra solidaridad. Quería decirles que rezamos todos los días por los soldados y los refugiados, los heridos, los fallecidos y todas las víctimas inocentes. Rezamos por la conversión de los agresores

genocidas, el alivio del dolor y la curación. Esperaba asegurarles a los valientes que hay millones de estadounidenses ondeando la bandera azul y amarilla en sus hogares, haciendo donaciones y elevando oraciones y peticiones por Ucrania. Quise asegurarles que los católicos están firmemente del lado de los ucranianos, que comprenden dónde está la verdad y la mentira, que conocen la diferencia entre el bien y el mal y que honran el valor de quienes arriesgan sus vidas para defender esta diferencia.

Ellos agradecieron la ayuda y el apoyo, pero lo que más apreciaron fue nuestra presencia. Lo escuchamos de un joven sacerdote católico romano en Zaporiyia y del

director de una imprenta en Kharkiv que fue alcanzada por un cohete el 23 de mayo de 2024, matando a siete empleados e hiriendo muchos más. Lo escuchamos también del rector de la Universidad de Kharkiv, que, debido primero al COVID-19 y luego a la invasión, no ha funcionado con normalidad por casi cuatro años. Todos nos dijeron: “¡Gracias por estar aquí! ¡No nos sentimos abandonados!”. Por paradójico que parezca, viajé al este y al sur de Ucrania para aprender sobre la fe y la alegría. Lo que allí sucede es sagrado, sacramental. Los defensores de la dignidad humana están ayudando al mundo, a todos nosotros, a comprender plenamente el

significado de la vida y la muerte, a creer en la eternidad, a liberarnos del culto a la comodidad y a abrir nuestras mentes y corazones a verdades profundas. La tragedia, el sufrimiento y el mal de la guerra también son una ocasión para la conciencia y el crecimiento espiritual.

Esta guerra también me ha permitido comprender mejor a mis padres. La hermana

mayor de mi madre murió en 1945 en la resistencia antisoviética del Ejército Insurgente Ucraniano. Mi padre, cuando fue adolescente, huyó del país, dejando a sus padres, que habían enterrado a ocho hijos y vieron al noveno deportado a Siberia. Como refugiados, mi madre y mi padre fueron testigos de atrocidades, del Holocausto. Mi tía, que luego vivió en Queens, Nueva York, ayudó a llevar agua para que las familias

“Cuando nos vemos obligados a mirarnos a los ojos, comenzamos a ver al otro como una persona”.

pudieran lavar e identificar los cuerpos de los torturados en una prisión soviética en Zolochiv. De niño, mis padres me contaban estas historias, pero yo no las había comprendido del todo. Criado en la comodidad de los suburbios de Estados Unidos en los años 60 y 70, mi imaginación no podía registrar tanta barbarie. Pero ahora, al ver la guerra tan de cerca, al mirar a los ojos a quienes perdieron hogares y seres

El arzobispo

Borys Gudziak reza ante la tumba de un soldado ucraniano caído en un cementerio militar cerca de Zaporiyia el 6 de septiembre, 2024.

queridos, siento que entiendo mejor.

Y sé que hay esperanza. La generación de mis padres sobrevivió. Estudiaron, formaron familias, criaron hijos y fomentaron la vida en comunidad. Sí, estuvieron marcados por el trauma, que a veces se manifestaba en la adicción, el conflicto o la agresión. Pero, con la gracia de Dios y la comunidad de la iglesia, sus vidas dieron mucho fruto. La fe y la comunidad brindaron fortaleza. El propósito común sirvió como base para la resiliencia.

Vi esas mismas virtudes en Ucrania, cerca de la guerra. Vi un gran amor por la vida. La gente cerca al frente de batalla quiere vivir y prevalecer. No pueden darse el lujo de perder, vivir bajo la ocupación o que les quiten la esperanza. Vi la autenticidad de la experiencia humana y el poder de la comunidad. Y espero compartir algo de ese poder aquí en Estados Unidos, donde a veces perdemos la esperanza cuando vemos que nuestras comunidades declinan frente a muchos desafíos.

nullorendam ut adicabo repellit iderro

Al llegar a Odesa el 4 de septiembre, me di cuenta de que la proximidad de la guerra no es meramente geográfica. Mientras el tren me acercaba a la zona de guerra, un misil hipersónico ruso impactó un edificio de apartamentos en Lviv, una ciudad que se creía segura. El ataque afectó a varias familias que conozco. Una estudiante de segundo año de la Universidad Católica Ucraniana, Daryna Bazylevych, 18, junto con sus hermanas, Yaryna, 21, y Emilia, 7, y su madre, Yevhenia, 43, murieron mientras se refugiaban en la escalera del edificio. Sólo su padre, Yaroslav, sobrevivió. Para él, en Lviv, la guerra está tan cerca como para Serhiy en Odesa.

La guerra está cerca. Y esto significa que nosotros debemos estar más cerca. n

urgente a los ucranianos desplazados, abandonados y amedrentados por la guerra.

Nicea y la Evolución del Ecumenismo

Establecer la siguiente etapa en el camino hacia la unidad cristiana por Elías Mallon, S.A.

Este año la iglesia en el mundo celebra el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea. Celebrado en el año 325 en la ciudad romana de Nicea, en la actual Turquía, este encuentro de obispos y líderes de la iglesia fue el primero en ser identificado como “ecuménico”, definición que ha evolucionado en los últimos 1.700 años. Muchas cosas buenas, y lamentables, han ocurrido en la iglesia en 17 siglos.

El concilio coincidió con profundos cambios en el mundo grecorromano en general y en el cristiano en particular. A fines del siglo III y principios del IV, el emperador romano Diocleciano desató una de las persecuciones más brutales contra los cristianos en la historia del imperio — aunque el grado de brutalidad varió de un lugar a otro. Además de acabar con cualquier desafío a su autoridad y consolidar aún más su poder y asegurar las fronteras de su extenso imperio, que se extendía desde Persia hasta Gran Bretaña, reestructuró el imperio en cuatro unidades autónomas lideradas por dos emperadores mayores, conocidos como “augusto”, y dos colegas menores, considerados sus sucesores designados, llamados “césares”. En 306, un año después de la abdicación de Diocleciano, Constantino fue proclamado emperador por su ejército en Eboracum, actual York, Inglaterra. Salió victorioso de las guerras civiles contra sus pares, Majencio y Licinio, y se convirtió en el único gobernante del Imperio romano en 324.

Este icono del siglo XVIII muestra al emperador Constantino presidiendo el Primer Concilio de Nicea, con su madre, Helena, y los padres del concilio a ambos lados. La representación oriental del concilio enfatiza el papel de Constantino y el espíritu de sinodalidad.

Durante este período, Constantino atribuyó sus victorias a una relación especial que sentía con el Dios de los cristianos, “en este signo vencerás”, incluida su victoria sobre Majencio en el Puente Milvio el 28 de octubre de 312.

Así, en un período de unos 20 años, el cristianismo surgió como la religión favorita del emperador y, por tanto, del imperio. Como con Diocleciano, la consolidación del poder y la seguridad de las fronteras estuvieron entre las prioridades de Constantino. Las esferas política y religiosa no estaban separadas en ese entonces, y la división y el caos, fueran políticas o religiosas, debían evitarse y superarse a toda costa. No obstante, hubo varios desafíos que perturbaron la unidad de los cristianos en su reino. El más significativo fue el del sacerdote Arrio, cuyas enseñanzas negaban la plena divinidad de Cristo. No fue la primera vez que Constantino tuvo que lidiar con problemas internos del cristianismo. En 314 convocó el Sínodo de Arles para abordar la controversia de los donatistas, una secta herética del norte de África. Finalmente, fue Constantino quien, sin consultar al obispo de Roma, decidió y convocó el primer concilio que se celebraría en Nicea.

El hecho de que Constantino, aún no bautizado, convocara y presidiera el primer concilio ecuménico ha sido una fuente de cierta disonancia cognitiva filosófica y teológica entre el oriente y el occidente cristianos. Esta disonancia es quizás más evidente en la iconografía del concilio. En el oriente cristiano, donde Constantino es venerado como un santo junto con su madre, Helena, el emperador está representado en el centro del icono presidiendo el concilio. Sentados a ambos lados de él, sin precedentes de estilo sinodal, están

los obispos, representados con vestimentas bizantinas, cada uno sosteniendo el Evangelio. Un Arrio vencido yace a los pies de los padres conciliares.

En el arte del occidente cristiano, el delegado del papa está flanqueado por dos cardenales y preside el concilio. Los obispos, con vestimentas de rito latino, escuchan y conversan entre sí mientras se leen en voz alta las herejías de Arrio, que está de pie como si estuviera siendo juzgado. Constantino suele estar representado en la periferia de la imagen, siendo informado de los procedimientos en lugar de guiarlos.

La representación occidental es claramente anacrónica, ya que aplica una comprensión occidental mucho más posterior de los concilios ecuménicos.

Es importante comprender el desarrollo de los concilios ecuménicos en un mundo cristiano en constante división. Casi todos los concilios, incluido el Vaticano II (1962-1965), han producido disidentes, algunos de los cuales se volvieron cismáticos y fueron excluidos —a menudo por autoexclusión— de la comunión con la Iglesia de Roma.

Aunque no está directamente relacionada con un concilio ecuménico, la excomunión mutua del papa y el patriarca ecuménico en 1054, conocida como el Gran Cisma, que inició el distanciamiento formal del occidente católico y el oriente ortodoxo, ha llevado a los ortodoxos a rechazar todos los concilios generales católicos posteriores a 1054 como no ecuménicos debido a la no participación de los ortodoxos. Tanto técnica como teológicamente, este es un punto crucial.

La palabra “ecuménico” se refería originalmente a aquel en el que participaban todos los cristianos del “mundo habitado” (“oikumene” en griego), que estaban en

DIALOGO Y LA UNIDAD

JLa disputa principal del Primer Concilio de Nicea

esús hace una pregunta fundamental a sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?” (Mt 16,15). Pedro responde: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16).

Pero la pregunta siguió confundiendo los primeros cristianos, que dieron diferentes interpretaciones de Jesús, especialmente las enseñanzas del sacerdote Arrio en la ciudad egipcia de Alejandría.

Arrio creía que el Padre creó a Jesús de la nada en un momento separado; subordinado, por tanto, al Padre. No creía que Jesús era verdaderamente Dios, un ser eterno, de la misma sustancia que Dios Padre, que existía antes de toda la creación.

Para resolver la disputa, que causó gran división entre las comunidades cristianas del Imperio romano, el emperador

Constantino convocó un concilio de jerarcas en Nicea, la actual Iztok, Turquía, en el año 325.

La tradición sostiene que en Nicea se reunieron 318 obispos de todo el mundo, la misma cantidad de hombres entrenados que había en la casa de Abraham, según relata el Génesis.

El concilio condenó el arrianismo y afirmó la divinidad de Jesús, proclamando que Jesús es el mismo que el Padre en ser, esencia y sustancia. El Concilio articuló esta verdad de la fe cristiana al componer el Credo de Nicea, que los cristianos profesan hasta hoy.

Al responder esta pregunta fundamental de la fe, el Primer

Concilio de Nicea no es un argumento filosófico abstracto del pasado, sino que da la respuesta que sigue siendo esencial para todos los cristianos de hoy.

Los padres del concilio —el primero de siete concilios “ecuménicos”, ecuménico significa universal— también establecieron una observancia común para la fecha de Pascua, después del equinoccio de primavera según los meses lunares; añadieron cánones a la ley eclesiástica; y fue el único concilio ecuménico que incluyó representación de todas las iglesias.

En la representación artística del occidente cristiano, el delegado del papa está flanqueado por dos cardenales y preside el concilio, mientras que Constantino, en primer plano, siendo informado de los procedimientos en lugar de guiarlos.

A la izq.: Una parte de un icono inspirado en la Trinidad del Antiguo Testamento de Rublev representa al Padre mirando al Hijo.

comunión o de acuerdo en la fe. Trágicamente, cada concilio “ecuménico” hizo que el significado de la palabra “ecuménico” fuera más restrictiva y menos inclusiva.

En el siglo XIX, los grupos misioneros protestantes comenzaron a darse cuenta de que las divisiones casi endémicas del cristianismo hacían que el mensaje del Evangelio fuera menos creíble. La división entre los cristianos no era una situación que se pudiera soportar, sino un pecado que había que superar. Poco a poco, comenzó un movimiento para restaurar la unidad entre los cristianos.

Las dos grandes y horribles guerras del siglo XX, libradas principalmente, aunque no exclusivamente, por cristianos, dieron un impulso aterrador a los movimientos emergentes. Entre otras iniciativas, en 1948 se fundó el Consejo Mundial de Iglesias. Con la publicación en 1964 del Decreto sobre el Ecumenismo del Vaticano II, “Unitatis redintegratio”, la Iglesia católica se comprometió con la búsqueda de la unidad cristiana. Pero ocurrió un fenómeno interesante.

Con el compromiso cristiano de buscar la unidad, el significado de la palabra “ecuménico” adquirió un nuevo sentido, opuesto a su uso original. Si durante siglos una reunión ecuménica era entre creyentes en comunión entre sí, ahora llegó a significar una reunión entre creyentes que no comparten la comunión, pero

esperan restaurarla. El “ecuménico” Concilio de Nicea no fue “ecuménico” en el mismo sentido en que hoy lo entenderían los cristianos del siglo XXI.

El objetivo de Nicea —la unidad en la fe entre los cristianos— sigue vigente, pero la metodología ha cambiado casi 180 grados y, si somos honestos, continúa evolucionando. El Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé de Constantinopla han contribuido en gran medida a esa evolución. Se oye hablar de un ecumenismo de amistad. Es obvio que ambos se tienen estima. Ninguno minimiza las diferencias teológicas que los divide. Ninguno niega la importancia del diálogo teológico permanente. Sin embargo, ambos hombres saben que las personas pueden diferir, incluso significativamente, y aun así tener una profunda amistad y afecto mutuo. Francisco y Bartolomé nos muestran que no tenemos que lograr la “unidad perfecta” — quizás un objetivo escatológico de todos modos— antes de que podamos amarnos y trabajar juntos para lograr las muchas cosas que consideramos queridas y en común.

Un ejemplo de esta nueva forma de encuentro ecuménico son las visitas anuales de los dos líderes de la iglesia. El 29 de junio, festividad de los Santos Pedro y Pablo, patronos de Roma, el patriarca ecuménico envía una delegación a las celebraciones presididas por el obispo de Roma. El 30 de noviembre, festividad de San Andrés, patrono de Bizancio (refundada por Constantino como Nueva Roma, pero comúnmente llamada Constantinopla hasta la adopción de su nombre turco, Estambul, en 1930), el obispo de Roma envía un enviado especial para celebrar la fiesta patronal del patriarcado ecuménico, que ahora se encuentra en un complejo modesto en la bulliciosa, cultural, económica e histórica capital de Turquía.

Sin duda, 1.700 años es mucho tiempo. El peso de la historia es pesado y existe la tentación de dejar que domine la costumbre. Nicea es un evento histórico. Sin embargo, como sucede con muchas celebraciones religiosas, es un evento que no es

meramente de archivo. Nicea tiene que ver con el pasado, pero no solo con el pasado, como lo demuestra el cambio en la comprensión cristiana del significado de “ecuménico”. Podría señalar un nuevo camino y proporcionar a los cristianos de hoy un nuevo impulso y herramientas para la siguiente etapa en el camino hacia la unidad cristiana.

El mensaje del papa en la visita a Constantinopla en 2024 fue especial porque sugirió que las dos iglesias observaran y celebraran el aniversario. Escribió: “El ahora inminente 1.700 aniversario del Primer Concilio Ecuménico de Nicea será otra oportunidad para dar testimonio de la creciente comunión que ya existe entre todos los que son bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. No es un mero gesto simbólico, aunque es un símbolo poderoso. Es una acción práctica que muestra no solo un verdadero vínculo de afecto, sino una concreción de la unidad que ya existe entre las dos iglesias —algo que sin duda hay que celebrar. n

Un Logar al que Llaman ‘Hogar’

PREPARANDO A LOS JÓVENES VULNERABLES DE EGIPTO

PARA QUE EMPRENDAN EL VIAJE DE LA VIDA

TEXTO DE MAGDY SAMAAN CON FOTOGRAFÍAS DE ROGER ANIS

Anidado en la ciudad de Port Fouad, Egipto, en la desembocadura del Canal de Suez, hay un santuario para mujeres jóvenes que enfrentan adversidades.

El orfanato Santa Marina está dentro de un complejo religioso de cuatro edificios que dan a un patio común. El terreno cercado ofrece a las residentes seguridad y comunidad.

La visita es recibida en una espaciosa sala de recepción. Cómodas sillas se alinean en tres paredes. La cuarta tiene una gran imagen de la Virgen María, una imagen más pequeña de Santa Marina y una placa, con una inscripción con un himno sobre la fe y la devoción inquebrantables de la santa.

Unas 45 niñas y jóvenes coptas del país, de entre 15 y 25 años, se sientan calladas en la alfombra, escuchando al personal. La atmósfera de calma y tranquilidad contrasta con las luchas que muchas de estas niñas soportaron antes de llegar a Santa Marina.

La instalación de tres pisos recibe a huérfanas, y también a niñas y jóvenes en situaciones de abuso o cuyos padres creen que su futuro está en riesgo. Por eso, el personal prefiere llamarla la “casa de Santa Marina” y se esfuerza por crear un ambiente familiar y un sentido de pertenencia. La casa brinda atención integral —física, espiritual, psicológica y educativa— para equipar a las niñas para embarcarse en nuevos viajes de vida.

“Es un hogar para todas las niñas que lo necesitan”, dice Isis Rateb, supervisora de la casa. “A menudo me pregunto: si el obispo Tadros no hubiera establecido este lugar, ¿qué habría sido de estas niñas? ¿Adónde habrían ido?”

La casa comenzó hace 39 años como un refugio para algunas niñas de familias en circunstancias

difíciles. Pero a medida que la necesidad creció en la década de 1980, el metropolita Tadros de la eparquía ortodoxa copta de Port Said, estableció oficialmente el orfanato.

La respuesta de la iglesia a otras necesidades sociales resultó en la expansión de los servicios y la construcción del complejo parroquial, que también incluye un hogar para ancianos y personas con discapacidades, una residencia para mujeres consagradas, un hospital público y una capilla.

El reverendo Yaqob Rashed supervisa el complejo, así como el orfanato San Abanoub para niños en la cercana iglesia ortodoxa copta San Mar Girgis.

Egipto tiene un número considerable de huérfanos, alrededor de 1,5 millones, y alberga numerosos orfanatos, principalmente administrados por organizaciones no gubernamentales, iglesias y grupos religiosos. Además de la muerte de los padres, las razones de la orfandad incluyen la enfermedad de los padres, el abandono, la pobreza, la violencia doméstica y la desintegración familiar.

El padre Yaqob dice que los problemas matrimoniales son comunes en la comunidad cristiana y las parejas a menudo recurren a la iglesia para resolverlos. Pero como la solución no siempre es posible y el divorcio para los coptos en Egipto es difícil de obtener, algunos cónyuges se convierten al islam, lo que anula el matrimonio cristiano según la ley egipcia. Muchos de los esposos en esta situación no pueden criar a

Página anterior, unas adolescentes juegan en el patio de la casa de Santa Marina en Port Fouad, Egipto. A la dcha., Isis Rateb, supervisora del hogar, dirige un estudio bíblico en el salón de recepción del hogar.

los niños por sí solos y caen en la indigencia. En respuesta, la iglesia tiene programas de asistencia para niños, así como orfanatos y hogares, que cubren las necesidades básicas de los niños en un entorno cálido y estable. De las 45 niñas y mujeres jóvenes que estuvieron en la casa de Santa Marina el otoño pasado, más de dos tercios eran menores de edad. Sus razones para estar allí son tan variadas como sus orígenes, dice el padre Yaqob. Calcula que, en un momento dado,

cerca la mitad de las niñas están en el hogar debido a la desintegración familiar, que incluye abusos físicos y sexuales en sus familias, y una décima parte están allí porque sus padres han muerto o se han convertido al islam. El resto de las residentes son menores de edad cuyos padres temen el comportamiento de sus hijas, que en la sociedad copta tradicional en Egipto se considera de riesgo, como el tener una relación romántica con un chico u hombre musulmán. A menudo,

“Es un ministerio que enfatiza el desarrollo espiritual, educativo y social, creando un ambiente donde los niños pueden prosperar con dignidad”.

estos comportamientos comienzan en las redes sociales, que borran las distinciones de clase y credo. Temen por el futuro de sus hijas, les preocupa que escapen, se conviertan al islam y se alejen de sus familias, lo que aumentará su marginación y vulnerabilidad. En algunos casos, las niñas ya habían escapado y fueron llevadas al hogar después de que sus padres las encontraran. Sin saber cómo manejar la situación, estos padres esperan que el personal del hogar ayude a sus hijas a alcanzar la madurez y tomar

decisiones adecuadas para su futuro.

“La adolescencia es época de amor y enamoramiento”, dice el padre Yaqob. “Cuando una niña recibe el afecto de un muchacho musulmán o cristiano, mientras se siente rechazada por su familia, puede encariñarse. A esta edad, el matrimonio no es una opción”.

La casa sirve “para alejarla temporalmente de ese entorno para que pueda reenfocarse y empezar de nuevo”, explica.

A veces, estas niñas llegan a la casa contra su voluntad e incluso

intentan huir. Pero, con el tiempo, suelen recuperar una sensación de estabilidad a través del ritmo diario en la casa, dice la co-supervisora Karima Aziz.

“Con el tiempo, reflexionan sobre su situación y dicen: ‘Fui ingenua’”, dice.

Los cuidadores del hogar se aseguran de que las niñas estén ocupadas desde el amanecer hasta el anochecer con actividades diseñadas a enfatizar el bienestar y el desarrollo de habilidades. No se permiten celulares en la casa, aunque se les permite llamar a sus

“Hemos formado un vínculo maravilloso; se han convertido en todo en nuestras vidas”.

familias si la situación familiar lo permite.

“Las niñas llegan de un entorno sin estructura. Aquí, todo está organizado, desde el despertar hasta la oración, las comidas y las actividades”, dice el padre Yaqob.

La estructura de Santa Marina puede sorprender a la recién llegada. Cada día comienza a las 6 a.m. con oración matutina y actividades educativas. Las niñas que corren el riesgo de escaparse estudian en la casa, mientras otras asisten a escuelas locales.

Después de la escuela, las niñas participan en diversas actividades, como cocinar, hacer deportes y estudios espirituales. Se turnan para administrar las responsabilidades del hogar y fomentar el trabajo en equipo. Por la noche, el comedor se transforma en un vibrante taller de artesanía donde las niñas practican costura, encaje, tejido y crochet. Karima las guía pacientemente desde la habilidad básica de enhebrar una aguja hasta producir manteles de altar y elementos decorativos. Cada día incluye actividades espirituales, como copiar pasajes de la Biblia, estudiar las Escrituras, orar y memorizar himnos. Las luces se apagan a las 10 p.m. “En este hogar, el alimento espiritual pesa más que las habilidades prácticas”, dice el padre Yaqob.

Estas niñas provienen de entornos empobrecidos y sus padres no están preparados para manejar las complejidades de la adolescencia actual.

Los cristianos coptos representan una décima parte de la población del país. La mayoría vive en el Alto Egipto, donde el 80% de personas vive en extrema pobreza, según el

Arriba dcha., el comedor de Santa Marina, donde comen las niñas, se transforma, abajo izq., después de la cena, en un taller de artesanía.

Conexión CNEWA

En línea con su compromiso de cuidar a los más vulnerables, en particular a los niños, CNEWA apoya los orfanatos Santa Marina y San Abanoub a través de la Autoridad de Desarrollo y Servicios Sociales de la eparquía ortodoxa copta de Port Said. Estos hogares estimulan a los jóvenes a superar desafíos, ya sea la orfandad o problemas familiares, para seguir un mejor camino hacia adelante. Además de brindar refugio y comidas nutritivas, los hogares ofrecen alimento espiritual y social a través de la oración, clases y actividades.

La financiación de CNEWA ayuda a estos jóvenes a sanar y encontrar esperanza. Para apoyar esta misión, llame al 1-866-322-4441 (Canadá) o al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o visite cnewa.org/es/donacion

Banco Mundial. Debido a restricciones legales, prácticas discriminatorias y otras formas de exclusión social, los cristianos en Egipto enfrentan niveles desproporcionados de analfabetismo, desempleo y violencia, lo que exacerba la fragmentación de las familias vulnerables.

Como resultado, las niñas de Santa Marina no vienen de “un entorno saludable que las enseñe y las cuide”, dice Rateb, que supervisa la casa con una mezcla de firmeza y compasión. “Pero cuando encuentran un ambiente positivo, realmente prosperan”.

Martina Wadie, 16, vive en la casa desde hace varios meses.

“Afuera, nos preocupaban los asuntos mundanos, pero aquí cultivamos nuestros talentos, rezamos y leemos la Biblia”, dice. “Este aislamiento nos permite encontrar nuestra propia voz”.

Kristin Makram, 20, estudiante universitaria de segundo año, dice que ha aprendido a “ser más paciente y responsable” desde que se mudó a Santa Marina. Las estancias pueden variar de un mes a dos años o más, dependiendo de las circunstancias de cada niña. Si la situación en casa mejora, las niñas regresan con sus familias. Pero si no es posible, pueden quedarse en la casa hasta que se casen o, una vez que alcancen la mayoría de edad, encuentren un trabajo y se independicen.

Nos “negamos a llamar a este lugar un orfanato; lo llamamos un hogar”.

Las que deciden casarse a menudo lo hacen por recomendación del personal de la casa, explica el padre Yaqob. Siguiendo la costumbre de la sociedad copta tradicional, la casa sigue la práctica de concertar matrimonios. Cuando un joven expresa interés en casarse con una de las muchachas, el personal de la casa interviene para hacer lo que haría un padre de familia. Rateb y el padre Yaqob entrevistan al joven, evalúan su estabilidad laboral y situación económica. Si están satisfechos con sus respuestas, hablarán con una joven de la casa que esté dispuesta y preparada para abrazar el matrimonio y la vida familiar. Yuliana Medhat, 24, se está preparando para su compromiso

después de dos años transformadores. Obtuvo una licenciatura en comercio y planea lanzar su propio negocio.

“Gracias a mi educación académica y al aprendizaje de artesanías en el taller, soy capaz de abrir un taller y establecer una empresa, además de casarme”, dice.

Cada mañana a las 5 a.m., Amal Nashed comienza su día preparando sándwiches para los 13 niños del orfanato San Abanoub. Los niños la llaman “mamá” y a su esposo, Gerges Lotfy, “papá”. Cuando sale el sol, los niños van a la escuela. La pareja, de unos 60 años, se dedicó a trabajar en el orfanato desde mediados de los años 90,

cuidando a los niños desde pequeños hasta adolescentes, después de perder a sus dos únicos hijos cuando eran pequeños. Han cultivado un ambiente en el que cada niño se siente importante y querido, impartiendo habilidades y valores esenciales que fomentan el desarrollo personal y reflejan el amor y la conexión de las familias tradicionales.

“Hemos formado un vínculo maravilloso; se han convertido en todo en nuestras vidas. Los he visto crecer, casarse y celebrar el nacimiento de sus propios hijos”, dice Nashed.

Este ambiente familiar se acentúa aún más cuando Nashed lleva a los niños de compras durante las vacaciones. Al verlos, los dueños

El padre Yohanna Adib se sienta con los niños y sus cuidadores en el orfanato San Abanoub en Port Fouad, Egipto.

de las tiendas quedan a menudo asombrados al ver una familia tan grande.

El orfanato comenzó en un pequeño apartamento a principios de los años 80, cuidando solo a un niño. A medida que el número de niños aumentó, el orfanato se trasladó a un nuevo edificio dentro del complejo parroquial San Mar Girgis en Port Fouad.

La casa San Abanoub está en el cuarto piso. Consta de dos apartamentos interconectados con siete habitaciones. Cada dormitorio tiene tres camas. Hay dos salas comunes y un comedor.

Dos equipos de cuidadores se turnan para vivir con los niños a tiempo completo durante la semana, preparando comidas, ayudando a los niños con sus estudios y guiándolos en su desarrollo con un enfoque disciplinado y amoroso.

La rotación de Nashed, Lotfy y otro cuidador, Marcelle Aziz, es de jueves a lunes. Marcelle está igualmente comprometida con los niños después de jubilarse de una carrera bancaria.

“Criar a estos niños es significativamente más desafiante que criar a mi propio hijo”, dice Marcelle. “Nos preocupamos aún más por ellos”.

Después de graduarse, los jóvenes se independizan, pero los vínculos formados en el hogar tienden a perdurar y algunos regresan a visitarlos de vez en cuando. Mina Nasser, 32, se encuentra entre ellos. Fue a San Abanoub cuando era niño, mientras que sus dos hermanas fueron a Santa Marina. Ahora trabaja con una empresa afiliada a la Autoridad del Canal de Suez. Una de sus

hermanas se casó y formó una familia.

“Lo que aprendí aquí es difícil de encontrar fuera”, dice. “La lección más valiosa fue la disciplina. Fue un desafío cuando éramos niños, pero luego me di cuenta de su importancia”.

El padre Yohanna Adib, párroco de la iglesia de San Mar Girgis y supervisor de San Abanoub, cita la ruptura matrimonial, la desintegración familiar, la muerte de los padres o la conversión de uno de ellos al islam entre las razones por las que los niños llegan a la casa.

Dice que estos niños enfrentan los desafíos generales de los jóvenes, como los celulares y las redes sociales, además de los desafíos que conlleva ser de una familia rota.

“Cuidar a los niños más pequeños generalmente es más fácil que a los mayores, que a menudo vienen con comportamientos establecidos que requieren más esfuerzo”, agrega.

En los casos en que un niño tiene al menos un padre, la iglesia primero explora maneras de mantener a ese niño con el padre restante, especialmente cuando están preparados para asumir la responsabilidad, incluso si eso significa proporcionar al padre alguna ayuda financiera, explica.

Similar en espíritu y misión a Santa Marina, el padre Yohanna dice que el personal y los niños “se niegan a llamar a este lugar un orfanato; lo llamamos un hogar”.

“Es un ministerio que enfatiza el desarrollo espiritual, educativo y social, creando un ambiente donde los niños pueden prosperar con dignidad”.

Magdy Samaan, con sede en El Cairo, es corresponsal en Egipto de The Times of London. Su trabajo también ha sido publicado por CNN.

Dar esperanza a quienes más la necesitan en Egipto. Apoye el cuidado de la iglesia para los niños necesitados.

cnewa.org/es

Obtenga más información sobre la vida cotidiana en los orfanatos Santa Marina y San Abanoub en este video.

La Última Palabra Perspectivas del

presidente por Mons. Peter I. Vaccari
“Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo”. (Mateo 6,9-10)

Con cada edición de marzo, conmemoramos el aniversario de la fundación de CNEWA por el Papa Pío XI el 11 de marzo de 1926.

En la víspera de Navidad, el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro e inauguró el año jubilar 2025, enfocado en la virtud de la esperanza. Hay tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. Reflexionemos, oremos y consideremos el vínculo íntimo y orgánico entre la virtud de la esperanza y la misión de CNEWA y la Misión Pontificia.

Las primeras líneas del Padre Nuestro — de hecho, toda la oración— son una expresión de la virtud de la esperanza; nos reconocemos como criaturas ante el Creador, a las que se les ha confiado una misión específica. Debemos ser agentes de la santidad de Dios, trayendo su reino a la tierra como en el cielo; buscando llevar a cabo su voluntad.

La iglesia, a través de la doctrina y liderazgo pastoral, nos enseña que la esperanza nos da un propósito en nuestra peregrinación por la vida. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: “La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas” (1817).

camino cristiano. Dijo en la audiencia general del 8 de mayo, 2024: “La esperanza es la respuesta que se ofrece a nuestro corazón cuando surge en nosotros la pregunta absoluta: ‘¿Qué será de mí? ¿Cuál es la meta del viaje? ¿Cuál es el destino del mundo?’”

A menudo, el Papa Francisco vincula la esperanza con la capacidad de las personas para sonreír. Cuando estamos en la oscuridad, sin dirección, abrumados por nuestras dificultades y desafíos, es a menudo la esperanza, dice el Papa Francisco, “la que nos enseña a sonreír”. En un lenguaje dramático, utiliza una imagen, que a menudo yo he contemplado y usado, cuando escribe: “Cuando nos encontramos frente a un niño, quizá tengamos muchos problemas y muchas dificultades, pero nos viene de dentro una sonrisa, porque tenemos delante a la esperanza: ¡un niño es una esperanza!” (Audiencia general, 7 de diciembre, 2016).

Durante este año jubilar, recemos para que se profundice en nosotros la virtud de la esperanza. ¡Caminemos como peregrinos de esperanza en nuestras familias, entre amigos, en nuestros trabajos, en las plazas públicas, y por nuestro deseo de ser agentes de sanación y esperanza en todo el mundo de CNEWA!

Los artículos de esta edición nos desafían a volver a comprometer nuestras vidas con la virtud de la esperanza.

El Papa Benedicto XVI, en su encíclica de 2007 dedicada a la esperanza cristiana, “Spe salvi”, escribe: “Sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente” (2).

Y el Papa Francisco continúa animándonos regularmente a alimentar la esperanza en nuestro

• Este año, cuando la iglesia conmemora el 1.700 aniversario del primer gran Concilio Ecuménico de Nicea en el año 325, el padre Elías Mallon, S.A., asistente especial del presidente, ofrece reflexiones perspicaces e importantes. Además de su contribución al desarrollo del dogma en nuestra

Mina Nasser abraza a un niño huérfano cuando regresa a visitar el orfanato de San Abanoub, un proyecto financiado por CNEWA en Port Said, Egipto, donde él se crió durante más de 10 años.

profesión de fe de que Jesucristo, el Hijo de Dios, es “consustancial con el Padre”, el concilio también nos ofreció una visión temprana del significado de la sinodalidad eclesial: que todos los bautizados, según sus dones particulares, construyen el cuerpo de Cristo, la iglesia.

• Un artículo exclusivo en el sitio web de CNEWA sobre el estado de la sociedad siria a raíz de la reciente agitación política en el país. Pero es el testimonio del Dr. Nabil Antaki sobre el cuidado de la salud en Siria, que CNEWA ha estado financiando durante más de una década, el que requiere de sus oraciones, su conciencia, sus donaciones.

• CNEWA ha cuidado a niños necesitados a través del apoyo a hogares para jóvenes huérfanos y en riesgo, como se informó en esta edición, y la mejora de las escuelas administradas por la iglesia en Minya, Luxor y El Cairo. Por favor, oren con nosotros y por nosotros y conviértanse en socios a través de su generoso apoyo.

• Desde el estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022, el cardenal Timothy M. Dolan, arzobispo de Nueva York y presidente de la junta directiva de CNEWA, ha dejado claro su apoyo a los que sufren, mueren o son desplazados.

En este número, el arzobispo Borys Gudziak de la archieparquía greco-católica ucraniana de Filadelfia comparte su experiencia de un reciente viaje a Ucrania, donde CNEWA se ha asociado con Caritas Ucrania, la Iglesia greco-católica ucraniana y otros grupos eclesiásticos, mientras hacemos todo lo posible, como nos llama el Papa Francisco, para ser instrumentos de esperanza en la “Ucrania martirizada”.

• En noviembre, visité al personal de CNEWA en India, donde la iglesia, aunque enfrenta muchos desafíos, continúa respondiendo a las necesidades de las personas en la periferia de la sociedad, como se destaca en el artículo de esta edición.

En nuestro camino por el tiempo santo de la Cuaresma, del 5 de marzo al 17 de abril, examinemos las formas en que vemos en el Padre Nuestro un desafío para vivir la virtud de la esperanza. Tratemos de evitar los dos pecados contra la virtud de la esperanza: la desesperación y la presunción.

Con mi gratitud y oraciones,

CNEWA una agencia papal para apoyo humanitario y pastoral

220 East 42nd Street, New York, NY 10017 • 1-212-826-1480 • cnewa@cnewa.org

223 Main Street, Ottawa, Ontario K1S 1C4 • 1-866-322-4441 • www.cnewa.ca

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