México D. F. Primavera de 2014. Año 12 Número 47
Benito Taibo Soy fundamentalmente lo que he leído Atención a clientes: 01 800 001 5337 / www.clublectores.com
Benito N
os recibe Benito Taibo, autor y promotor de la lectura. Pertenece a una familia de ilustres escritores; tanto su padre Paco Ignacio Taibo y su hermano Paco Ignacio Taibo II escriben historias y relatos sobre la cultura e historia de México. Explicamos nuestro proyecto y el trabajo que realizamos en Club de Lectores y el autor y promotor de la lectura se entusiasma; por eso ofrecemos esta entrevista para potencializar las actividades que realizamos con los maestros y lectores en general. Acercar el autor al lector es nuestra tarea.
Soy fundamentalmente lo que he leído por Virginia Krasniansky
Benito Taibo -Nos podrías decir ¿quién eres?
libros es muy grande y variado.
textos está relacionado también a revistas y periódicos?
-Soy Benito Taibo tengo 17 años pero estoy encerrado en un hombre de 53, soy fundamentalmente lo que he leído. Tomas Eloy Martínez, estupendo escritor argentino, decía: “Seremos pues, lo que hemos leído, por el contrario, la ausencia de lo que los libros han dejado en nuestras vidas, por no haberlos leído”. Si bien es cierto que mi vocación son las letras, sin embargo he analizado unos números y las cuentas que hice dieron como resultado lo siguiente: si empezamos a leer a los seis años de edad y se lee un libro por semana hasta los 80 años, se podrán leer aproximadamente, tres mil quinietos libros. Es por eso que debemos escoger muy bien lo que leemos pues el universo de escritos y
-Imagino que en tu casa había una enorme biblioteca para escoger libros de temas muy variados; en uno de tus libros “Persona Normal” haces referencia a una extensa bibliografía. ¿es por eso que hablas de muchos libros?
- Sí, por supuesto, leer es mucho más que suscribirse al libro. Yo me refiero al placer de leer, cualquier tipo de lectura me produce una satisfacción especial y un aprendizaje. No solamente hay que entender sino también hay que comprender lo que leemos y así alimentar el conocimiento y el espíritu para llegar a una educación sentimental. Creo que hay que leer como sinónimo de resistir.
Mi padre me orientó hacia mis primeros libros pero en la escuela me habían ordenado unos textos que eran los que exigía la SEP (Secretaría de Educación Pública).Estos libros eran aburridos, difíciles y me quedaba con la sensación que toda la literatura era así…pero tuve hepatitis y mi padre me fue dejando libros junto a la cama que aparecían como si fuera en la isla del tesoro y así me convertí en un lector voraz. -¿Tu voracidad por la lectura y tu gusto por los
-Entonces tú haces énfasis en los contenidos de los libros y ¿qué propones? - Hay que perderle el miedo al libro como objeto cultural. Yo creo que hay que acercar el libro al lector para promover la lectura. El encuentro del lector con el libro es un chispazo, es un encuentro de magia tal, como es el encuentro del amor. El maestro tiene una función muy importante como orientador de la lectura.
-Los autores de los libros no son siempre escritores. ¿Consideras tú que hay un oficio de escritor? No todos los que hacen libros son escritores. Los escritores tienen una relación muy directa con las palabras y ejercen su oficio con mucha dedicación y tiempo. José Emilio Pacheco siempre corregía lo que escribía, él pensaba que había que afinar lo dicho, lo que quedaba impreso en un libro tenía una importancia enorme en la educación por su relación con las palabras y con los lectores. La labor de un escritor es transformadora. -Tú tienes una manera especial en promover la lectura ¿piensas que hay algún género particular en la literatura que favorece la lectura? Estoy convencido que la novela ayuda y es el gran promotor de la lectura. Pero también la poesía leída en voz alta, la sonoridad del texto de los grandes poetas genera un gusto especial por la lectura. Sin embargo la novela permite que el lector se transporte, en el escenario del relato, a un espacio donde se convierte en un personaje que está presente en la lectura. -En este momento de tanta información y formas de comunicación ¿cuál es tu comentario y opinión
Benito Taibo POLVO Esta novela trepidante nos permitirá leer y conocer una parte de la historia de México que aún no ha sido contada. ¡La recomendamos! 276 págs. Nº 231129 228 puntos
sobre las nuevas tecnologías? El libro en papel permanecerá porque las cosas perfectas son para siempre. Dice Umberto Eco que el libro podrá tener diferentes formatos pero lo originario es para siempre. Las nuevas tecnologías sirven para estar conectados en la red y en el universo. -¿Has escrito literatura para niños? -En eso estoy…voy a comenzar a escribir para niños para que se diviertan y conozcan otra manera de leer lo que sucede en la vida cotidiana. -¿Qué mensaje quieres dar a los maestros? -Maestros: Ustedes son los guardianes de las puertas del universo, en sus manos, más que en la de los padres de familia, está el poder guiar a los jóvenes que de manera temporal pasan por las aulas. Pueden demostrarles que en el libro se encierra todo lo maravilloso que hay en la vida. El libro es capote de torero, paraguas para el sol y la lluvia, pañuelo para las lágrimas, almohada para tener los mejores sueños. Es el ladrillo que construye casas, ciudades, sobre todo ciudadanos y ciudadanías; también construye universos. Es el escudo que nos protegerá contra las flechas de la banalidad que oscurecen el cielo. ¡Gracias! Club de lectores.
Benito Taibo PERSONA NORMAL Un libro con historias en capítulos que relatan situaciones cotidianas pero que tienen la peculiaridad de dar datos de libros, autores y temas que podrán interesar a los lectores. 242 págs. Nº 276035 118 puntos
Benito Taibo QUERIDO ESCORPIÓN En este libro se relata con humor negro y pluma mordaz un fresco alegórico de la historia latinoamericana en un relato cargado de exuberancia y excesos tropicales. 253 págs. Nº 231185 198 puntos
PRIMAVERA 2014 LEGAL
Bienvenido a Club de Lectores Club de Lectores constituye un sistema para la consecución de fines culturales donde se anima a descubrir y compartir el gusto por la lectura, facilitando la adquisición de buenos libros con la intención de formar e incrementar el acervo de las bibliotecas familiares. Club de Lectores trata de acercarse, particularmente, a personas o comunidades que en razón de su situación social, física o cultural no pueden acudir a otras instancias.
En Club de Lectores trabajamos para procurarle una gran variedad de libros cuyas características se dan a conocer en nuestra revista trimestral y en nuestra página web www. clublectores.com Una vez que seleccione los libros de su agrado comuníquese al 01 800 001 5337 o ingrese a www. clublectores.com y utilice sus puntos para adquirirlos y recibirlos en el siguiente envío mensual. Al solicitar el canje, le sugerimos confirmar la equivalencia en puntos y la existencia de los libros elegidos, ya que ésta puede variar sin previo aviso debido a cambios de políticas en las distintas editoriales que proveen a Club de Lectores. Asimismo, la presentación de los libros que usted reciba puede ser diferente de la que se muestra en esta revista, debido al frecuente lanzamiento de nuevas ediciones. Todo lo ofrecido en esta revista será válido únicamente del 1 de Marzo de 2014 al 30 de Mayo de 2014. Para cualquier aclaración, o para realizar su canje de puntos, también puede recurrir a la sección “Use sus puntos” en www. clublectores.com Agradecemos su confianza y esperamos que disfrute de las excepcionales facilidades que Club de Lectores ofrece para hacer de la lectura una actividad de deleite familiar.
Club de Lectores Revista trimestral Año 12 Núm. 47 Marzo 2014 Director Ignacio Uribe Ferrari Director Administrativo Miguel Echenique Coordinadora del fondo editorial Virginia Krasniansky Gerente de operaciones Esmeralda Ríos
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Información y textos Virginia Krasniansky Corrección de estilo Virginia Krasniansky Miguel Echenique Diseño y formación Pedro Zúñiga Montes Fotos Benito Taibo Pedro Zúñiga Montes Editor responsable Nelson Uribe de Barros
El contenido de las colaboraciones es responsabilidad exclusiva de sus autores.
©Club de Lectores es una publicación trimestral editada por Edilar S. A. de C. V. con domicilio fiscal en Av. Juárez No. 97 Altos 604, Col. Centro de la Ciudad de México, Área 7 Deleg. Cuauhtémoc, México, D. F., C. P. 06070, oficinas administrativas en Blvd. Manuel Ávila Camacho 1994, Desp. 103, Torre Ejecutiva Satélite, Tlalnepantla, Edo. de México, C. P. 54055. Teléfonos (01) 55 53 61 96 11, larga distancia sin costo 01 800 001 5337. Fax (01) 55 53 62 08 51. Correo Electrónico: club@clublectores. com, dirección en Internet: www. clublectores. com. Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2002-090919153500-102. Número de Certificado de Licitud de Título: 12203. Número de Certificado de Licitud de Contenido: 8858. RFC: EDI000424HP8. Editor Responsable: Nelson Uribe de Barros. Edición computarizada: Edilar, S. A. de C. V. Impresión: CARGRAPHICS, Aztecas No. 27, Colonia Sta Cruz Acatlán Naucalpan, Estado de México, C.P. 53150, Teléfono: 53630090.
CLUB DE LECTORES Nº 47 EDITORIAL
El lector literario El lector literario suele ser un lector competente, capaz de acceder por sí mismo a los textos, de leer diferentes tipos de textos y de tener criterio para interpretarlos y enjuiciarlos. Como dice Eco(1985: 64-65), el código lingüístico no es suficiente para comprender un mensaje lingüístico; comprender todas las palabras de un texto no equivale a comprender el texto; él mismo señala que la competencia del destinatario(el lector) no es necesariamente la del emisor (el autor) y que los códigos de ambos pueden diferir. El autor cuenta con medios para diseñar las competencias de un “lector modelo” (la elección de la lengua, los conocimientos, el léxico, las marcas de género, las referencias intertextuales…). Todos estos códigos puestos en funcionamiento por el emisor configuran el “horizonte de expectaciones” que el receptor “modelo” de una obra literaria debe tener para poder comprenderla y valorarla. Ese horizonte de expectaciones es un sistema de referencias en el que se unen tres factores que indican “qué preparación concreta espera el autor de sus lectores”(Jauss,1971:76): la experiencia previa que el lector tiene del género al que la obra pertenece (incluido el conocimiento de normas o leyes poéticas propias de ese género); las referencias a obras del mismo movimiento, época o estilo; y los contrastes entre lenguaje poético y lenguaje estándar que se prestan a comparación por parte del lector consciente. Cuando se impone un nuevo horizonte de expectaciones puede iniciarse un cambio del canon estético, porque una parte importante del público lector juzgará anticuadas las obras que hasta ahora solían gozar de su éxito y les negará su favor. Pero el problema hoy no es el cambio de canon, sino el que se deriva de la dirección tomada por la evolución de las competencias y el cambio de horizonte de expectaciones de los jóvenes lectores. Más que nunca los adolescentes de hoy viven en el ámbito del ciberespacio: están habituados a las nuevas tecnologías desde que son pequeños (y al mismo tiempo se encuentran a gusto con ellas): Internet, ordenadores, móviles o video-juegos forman parte de su cotidianidad. En virtud de este contexto de recepción, la lectura y la relación de los adolescentes con los libros puede cambiar. Hace falta, por tanto, considerar esta situación e intentar proponer conceptos en torno al niño lector y a su relación con la literatura -también a su educación literaria- que sean adecuados para explicar y describir este nuevo estado de cosas, sin olvidar que las nuevas tecnologías están cambiando las relaciones y los usos sociales; sin embargo, el uso mayoritario de internet, y con él de la lectura en red, no ha conllevado una mejora ni en los niveles de comprensión lectora, ni en la manera de expresarse, ni en la ortografía de adolescentes y jóvenes.
Pedro César Cerrillo, (2010) Sobre Lectura, Literatura y Educación, Miguel Ángel Porrúa, pp. 118-119-120-121.
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José Emilio Pacheco (1939-2014) El eterno viajero Cristina Pacheco
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ara suplir nuestras interminables conversaciones, siempre que te ibas de viaje nos llamábamos y nos escribíamos cartas. Las hojas de papel nunca bastaban para que nos dijéramos lo que nos sucedía, a ti en un ambiente nuevo y a mí en el que conoces de sobra porque lo hicimos juntos. Por más cuidadosos que fuéramos siempre se nos olvidaba registrar algo. Para evitar esos huecos se te ocurrió que lleváramos cada uno un diario a partir de nuestra despedida en el aeropuerto o en la estación. Ese registro siempre me ha hecho imaginar que no te has ido, por eso de una vez comienzo mis anotaciones en este cuadernito y no en una libreta, como siempre. Los arreglos para tu viaje fueron muy complicados. Decidir qué ibas a meter en la maleta nos tomó horas, aunque mucho menos que ordenar en fólders los textos que pensabas corregir una vez más. No dispuse de un minuto libre para ir a la papelería, así que estoy usando el cuadernito que nos mandó Almudena Grandes: El lector de Julio Verne. Me encanta, porque tiene aspecto de útil escolar, lástima que sea tan delgado. Mañana compraré una libreta gruesa (donde copiaré lo que escriba hoy) y luego otra y otra, porque tu viaje esta vez será muy largo. Por favor, tú también escribe el diario, pero no en papelitos sueltos, sin fecha, que luego tengo que ordenar como si fueran partes de un rompecabezas. II Parto de lo que vivimos apenas esta mañana. Por tomarnos un último café, se nos hizo tarde para ir a la estación. Pese a ser domingo, nos topamos con cuatro manifestaciones y un tráfico endemoniado. Estuvo en peligro tu mayor orgullo: jamás haber perdido un avión o un tren. Para colmo surgió otro inconveniente: todos los estacionamientos llenos. Coincidimos en que te fueras caminando a la estación para registrarte mientras yo me estacionaba. Tardé mucho en lograrlo. Cuando bajé del coche me di cuenta de que habías olvidado tu bufanda. La tomé y corrí tan rápido como me lo permitieron los zapatos de tacón alto. Si me hubiera puesto botas quizás habría llegado a la estación antes de que te pasaran al área destinada a los viajeros. Intenté convencer a un guardia de que me permitiera pasar hasta allí para entregarte tu bufanda. Se negó. Le supliqué y hasta lo hice partícipe de tu vida (cosa que detestas), explicándole que te ibas a una ciudad que estaba a 40 bajo cero. Se estremeció como si fuera él quien iba a padecer un clima tan adverso. Me da vergüenza confesártelo, pero odié a ese hombre sólo porque cumplía con su deber. Traté de ablandarlo llamándolo oficial, pero fue inútil. Me resigné a renunciar a nuestra despedida y al invariable intercambio de recomendaciones y promesas: Júrame que no te quedas triste. Procura dormir en el camino. Cierra muy bien la puerta. Te llamo en cuanto llegue. Debo haber tenido una cara terrible, porque el guardia al fin me permitió pasar. Entré en el andén en el momento en que subías la escalerilla con la cabeza vuelta hacia la entrada. Sé que me viste, oí que me gritaste algo que no alcancé a entender. Supongo que repetías la promesa habitual: Te llamo en cuanto llegue. Sentí desesperación, necesidad de abrigarte el cuello y corrí pegada a las vías, pero no alcancé el tren y mucho menos a la altura del vagón en que ibas. Te imaginé quitándote el abrigo y metiendo al maletero la mochila con el libro que quisiste llevarte, los fólders, una colección de bolígrafos bic de punto grueso y al fondo de todo la Mont Blanc de la edición Schiller que te regalé para tu cumpleaños. Te fascinó desde que la viste anunciada en una revista y decidí comprártela en secreto. De otro modo me lo habrías prohibido, bajo el argumento de que: es demasiado cara. No gastes en mí. Por hacerte un obsequio recibí otro maravilloso: tu expresión de felicidad cuando probaste la pluma en una servilleta de papel. Mejor no recordar tanto. Vuelvo a lo de esta mañana. Cuando el tren desapareció en la curva me eché tu bufanda sobre los hombros. Sentí la misma tranquilidad que cuando estás de viaje y me pongo tus calcetihttp://www.jornada.unam.mx/2014/02/02/politica/015o1pol
nes o tu suéter que siempre huele a esa loción barata que prefieres. III Al salir de la estación no pude recordar en dónde había estacionado el coche. Durante el tiempo que caminé para encontrarlo se me olvidó que te habías ido y llamé a la casa para decírtelo. Claro que no obtuve respuesta. Imaginé los cuartos vacíos, silenciosos y sentí apremio de llenarlos con el rumor de mis pasos. A pesar José Emilio Pacheco de mi urgencia me detuve en una librería. Recorrí todos los pasillos, miré cada anaquel, me asomé a las mesas de novedades. Mi comportamiento despertó las sospechas de los empleados y de una mujer-policía multicolor: cabello granate, párpados azules, mejillas cobrizas, labios fucsia y uñas verdes. Adiviné sus dudas para elegir esa paleta y el tiempo que le habría tomado maquillarse. Acabé por admirarla y le sonreí, pero ella siguió observándome desconfiada, lista para actuar en caso necesario. La situación habría sido menos incómoda si le hubiera dicho a la mujerpolicía que si iba de un lado a otro se debía a que estaba haciendo comparaciones entre los libros para llevarme el más grueso, el que me aloje y me acompañe durante el primer techo de tu ausencia. Después de consultar índices y hacer sumas me decidí por Los Thibault. Sus seis tomos alcanzan mil 830 páginas con letra pequeña. Tomando en cuenta que mi trabajo me deja poco tiempo libre, calculo que leer esta novela me tomará muchos meses, aunque menos de los que tardarás en regresar. Si estuvieras aquí y te mostrara mi primera compra desde que te fuiste dirías: Este libro lo tenemos. ¿Para qué trajiste otro? Pues para no ver tus anotaciones en los márgenes, las marcas que dejaste, la ceniza de tu cigarro que cayó entre las hojas. En las circunstancias actuales, encontrarme con esas huellas me lastimaría. IV En cuanto abrí la puerta te grité el saludo de siempre, ya sabes cuál. Subí a tu cuarto rápido, como si estuvieras esperándome. No estabas, pero encontré la ropa que dejaste tirada, el encendedor que diste por perdido y la cachucha con que te protegías de la luz artificial para ahorrar vista, según tus propias palabras. Luego hice lo de siempre al mediodía: bajé a la cocina para hacer café. Aunque no lo creas resulta muy difícil y requiere de cierto valor preparar una sola porción de lo que sea cuando siempre has hecho dos. Con la taza en la mano salí al patio y puse a funcionar la fuente para que subiera el rumor del agua que te recuerda el mar. Ya casi llené el cuadernito de Almudena. Le pondré la fecha de hoy: 26 de enero. Mañana escribiré en la primera libreta de las muchas que tendré que llenar contándote mi vida hasta el día en que vuelvas. Ya sé que esta vez no será pronto. En cierta forma es mejor: me darás tiempo de cumplir con todos tus encargos, entre ellos encontrar la pluma negra con la que tenías mejor letra. Esto me recuerda otro de mis pendientes: descifrar lo que escribiste en hojas sueltas las noches anteriores a tu viaje. Hice una pausa. Me levanté del escritorio porque reapareció frente a tu ventana el colibrí que tanto te gustaba. Si él regresó, es imposible que no regreses tú. Gracias Cristina Pacheco por el homenaje a José Emilio. Club de Lectores te acompaña.