CIUDAD SUR #76

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Año iX / Edición 076 / Publicación mensual /abril 2020/ ISSN 2500-4441 / Sur del valle de aburrá / Circulación gratuita.

La pandemia del Covid-19 llegó y modificó la vida en todo el mundo. Desnudó la fragilidad de su sistema económico y profundizó sus grietas sociales. Nos obligó a volver a lo esencial. Salimos a las calles para hacer periodismo en tiempos de coronavirus.

FOTO: CIUDAD SUR

Otra vida


2 Editorial

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Tiempos de cambio

uando redactábamos estas líneas se cumplía el primer mes de la cuarentena obligatoria decretada por el Gobierno con la intención de frenar los contagios del Covid19, un virus que se originó en China a finales del 2019. Lejos estábamos de imaginar que esas noticias que nos llegaban desde el otro hemisferio iban a ser las propias en pocos meses. Hace tan solo 30 días la vida trascurría en completa normalidad, con todo lo que eso implica. Vivíamos en medio de una producción acelerada de tecnología y un afán por consumirla, de exceso de trabajo para algunos y la gran preocupación de no tener para la gran mayoría; teníamos poco tiempo para disfrutar de la familia e incluso para ver crecer a los hijos porque había que cumplir otras tareas. Hablábamos de los problemas de contaminación, de las peleas políticas y de los casos de corrupción como la “Ñeñe-política” que, para beneficio de sus implicados, quedaron sepultados más rápido de lo que nos tenía acostumbrado este país. No teníamos tiempo. No teníamos vida. Todo por cuenta de un sistema económico que llevó al mundo a eso, a la acumulación de objetos a costa del deterioro del planeta y del sentido mismo de vivir.

Pero, tal y como lo decía la cantautora argentina Mercedes Sosa, todo cambia. El virus Sars Cov2 no solo llegó para invadir los sistemas respiratorios sino para colapsar un sistema de salud que ya estaba en ruinas. El virus desnudó las brechas sociales ya existentes, pero que los gobernantes trataron de ocultar siempre con cifras y estadísticas amañadas. El trabajo informal, el subempleo dejó de existir y ahora las cifras de desempleo son reales y mucho más dramáticas. Los trapos rojos comenzaron a colgarse en las fachadas de los ranchos de madera y de los de concreto en barrios periféricos, incluso en muchos apartamentos de grandes y lujosos edificios la comida también escasea por cuenta de un aislamiento que nos puso a todos en el mismo nivel de vulnerabilidad. Aunque esto puede sonar atrevido. Hoy, millones de personas dependen aún más de la caridad del Estado que se acostumbra a eso, a la caridad en lugar de generar políticas económicas para garantizar un ingreso fijo y estable en los hogares. Pero esta pandemia le ha regalado cosas maravillosas al mundo. Obligó al encierro de los humanos y esto ha provocado que el planeta entero respire por unos días y que los animales recuperen, por lo menos un poco, el espacio que les hemos robado

por millones de años. También provocó que la solidaridad y la unión se multiplicaran para ayudar a quienes así lo necesiten. Tal vez es como una puerta que se abre tenuemente a la posibilidad de un mundo mejor. Hoy, encerrados en nuestras casas, obligados a ver el mundo a través de una ventana o un balcón, disfrutamos de las pequeñas cosas de la vida. Del sonido de las aves que por fin escuchamos ante los silencios que se hacen más prolongados. Seguramente, en las unidades residenciales por fin conocemos a nuestros vecinos así sea a varios metros de distancia. La pandemia nos hace extrañar un abrazo, un beso, un café en el parque Obrero, una tarde en la manga del Débora Arango, o caminar hacia La Romera o chapucear en el río Medellín cuando nace en La Clara. Todo eso volverá, es seguro. Pero ojalá cuando vuelvan esas cosas que antes parecían corrientes, la humanidad haya aprendido un poco la lección. Posdata: decidimos, cumpliendo con todos los protocolos, salir a las calles para contar cómo viven nuestros municipios la pandemia. Extrañamos a los abuelos que reclaman nuestro periódico en los parques, pero es necesario que se queden en casa para seguir escuchando sus historias. Quedémonos en casa, de esta saldremos juntos.

Director: Alejandro Calle Cardona / Periodistas:Octavio Gómez, Juliana Vásquez, Alejandra Santacruz, Daniel Rivera, Diego Sandoval, Sebastián Palacios, Cristina Monsalve, Diego Gómez, Marcelo Montoya, Carlos Mario Cano, Alejandro Calle / Fotografía: Alejandro Calle Cardona, Edwin Bermúdez / Diseño: 5 Sentidos Comunicaciones / Mercadeo y ventas: 3016379558

CIUDAD SUR / ITAGÜÍ - ANTIOQUIA

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La lucha por contener

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el coronavirus en el Sur

Al cierre de esta edición, Antioquia ya superaba los 400 pacientes con coronavirus, pero su tasa de mortalidad era mínima. Aunque las cifras son alentadoras, si se comparan con otras regiones del país, el rebrote en la Plaza Minorista de Medellín prende las alarmas. Expertos hablan de que el Valle de Aburrá podría llegar a tener hasta 50 muertes diarias por el virus.

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Por Alejandro Calle Cardona @alejocalleCS

a central de abastos más vieja de la ciudad era un hervidero. Los compradores desesperados ante el incremento de los precios en las tiendas de barrio y la permanente amenaza de escasez de alimentos que nunca se dio, llevaba a miles de personas a acudir a la Minorista, en pleno centro de Medellín, para abastecerse. Era 31 de marzo, el Valle de Aburrá ajustaba su primera semana en cuarentena obligatoria y los casos de coronavirus aumentaban lenta pero firmemente. Como todo martes, era día de mercado y en las primeras horas del día a la Plaza no le cabía una aguja. Y eso que ya más de la mitad de los locales estaban cerrados como medida preventiva. Dos días después, la Alcaldía decretó la medida de pico y cédula para controlar la salida de compradores a supermercados, tiendas y las plazas de mercados. Pero a La Minorista seguían llegando vendedores ambulantes, comerciantes, compradores y quienes de manera desesperada buscaban cualquier fruta o verdura, así fuera en mal estado, para engañar el hambre y no colgar su vieja camiseta roja en la ventana de su casa. Sobre la segunda semana de abril la curva de contagio parecía controlada en el Departamento, mientras que en ciudades como Bogotá y departamentos como Valle la red hospitalaria ya colapsaba y los muertos se contaban por decenas. La cifra ni si quiera la mencionamos porque esta se desactualiza cada 24 horas. “Medellín es la ciudad grande que tiene la tasa de infección más baja en Suramérica, pero eso puede cambiar si no cumplimos las recomendaciones o si tenemos síntomas respiratorios y vamos a trabajar. No nos podemos relajar porque lo que pasará es que abriríamos la puerta a más contagios”, explicó Rita Almanza, epidemióloga de la Secretaría de Salud de Medellín. En el Sur del Valle de Aburrá, el municipio de mayor contagio desde el principio ha sido Envigado (29 casos al 22 de abril). Su alcalde Braulio Espinosa explicó que la mayoría de ellos fueron importados y que la cifra, obedece en gran parte, a la cantidad de pruebas realizadas

en su localidad. El barrio El Esmeraldal ha sido el más afectado, pero la tasa de recuperados en la localidad ya alcanza el 72%. Itagüí, con 16 casos (con la misma fecha de corte) y solo tres activos, al igual que Caldas y La Estrella, parecen ganarle la batalla al virus tal y como lo hizo, por lo menos en la primera fase, el municipio de Sabaneta que logró que sus 10 pacientes reportados inicialmente, vencieran el coronavirus. Cierre de fronteras, pico y cédula, desinfección de barrios, tapabocas obligatorio y controles para hacer respetar el aislamiento, han sido claves para lograr este resultado. Pero las mismas autoridades no quieren cantar victoria.

EL REBROTE

El 15 de marzo se confirmaron los primeros 20 casos de contagio de Covid19 en la Plaza Minorista y la cifra ya supera los 40. Una bomba de tiempo que le estalló a la ciudad sin que las autoridades pudieran hacer algo por interrumpir su detonación. Esta central de abastos fue cerrada, pero ahora la preocupación es que el virus ya esté caminando libremente por los barrios periféricos en el norte del Valle de Aburrá. “Es muy complicado porque hay muchos infectados, es un foco complejo. Las autoridades están haciendo un buen trabajo, pero esto va a reventar en un par de semanas, es inevitable”, advirtió Jhon Estrada, médico con más de 40 años de experiencia y actual secretario de Salud de Sabaneta. Mientras que el Gobierno Nacional extendió la cuarentena hasta el 11 de mayo, la misma que será más larga para los estudiantes de colegios y universidades y para los mayores de 70 años, los municipios del Sur aumentaron los controles en sus propias plazas, con

especial foco en la Central Mayorista, ubicada en Itagüí, para evitar un brote similar al ocurrido en Medellín. Desde este 27 de abril la economía del país se reactivará paulatinamente, un alivio para muchos hogares, pero un riesgo inminente para la salud, según algunos expertos. En Antioquia se espera que para el 10 de mayo se tenga el pico más alto de contagios, para esa fecha se tendrán habilitados 172 nuevos servicios de Unidades de Cuidados Intensivos en el área metropolitana y el Oriente antioqueño.

MUERTES EN EL VALLE DE ABURRÁ

Tras un análisis del comportamiento del virus en China, España, Italia y Estados Unidos, para el médico Estrada en Colombia se han tomado las medidas necesarias para contener los contagios. Sin embargo, la probabilidad de que los pacientes aumenten a medida que se reactiven los diferentes sectores económicos y muchas más personas circulen por las calles, es muy alta. El galeno advierte que incluso las muertes a partir de mayo o junio se pueden desbordar, por eso ya se están tomando medidas. “Se espera que el coronavirus tenga un ritmo biológico normal como cualquier enfermedad respiratoria. Pero se ha hablado que podríamos llegar a tener de 35 a 50 muertes al día en el área metropolitana, en el panorama más complejo. Estamos haciendo convenios con las funerarias y cementerios para estar listos y que todo se maneje con dignidad”, explicó Estrada. Las imágenes de las fosas en Estados Unidos y de los cuerpos calcinados en las calles de Ecuador son dramáticas. Si bien el panorama en Antioquia es distinto, todos coinciden que el comportamiento ciudadano será clave para detener un virus del cual aún no se tiene vacuna y que podría permanecer en el mundo más de lo que teníamos presupuestado.


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Fabiola Calle:

así es la batalla del cuerpo humano contra el coronavirus

La historia de un sepelio

en solitario en tiempos de la pandemia

La soledad de la muerte se agudiza mucho más por estos días. En los rituales fúnebres solo está permitida la presencia de máximos doce personas por cuenta del Covid19. Así fue el sepelio de un líder comunitario en Sabaneta. Por Alejandro Calle Cardona @alejocalleCS

Redacción Ciudad Sur @ciudadsur_

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ara los médicos, la famosa cantante Fabiola Calle, del dueto Las Hermanitas Calle, era un enfermo ‘against all odds’, que al castellano traduce contra todas las probabilidades de sobrevivir. Su cuerpo llegó infectado a Colombia el lunes 16 de marzo y ella misma se encargó de hacérselo saber a las autoridades en el control migratorio del aeropuerto José María Córdova en Rionegro –a 50 kilómetros de Medellín-. Al bajarse del avión, manifestó sentir la cabeza a punto de estallar, un dolor que le apretujaba la garganta y una fiebre que le consumía las entrañas. Sus ojos se veían pesados, como si hubiera pasado en vela noches enteras; apenas si tenía fuerzas para caminar. Síntomas similares manifestó Lina Barrientos, su compañera en el dueto, al regresar de una gira musical en Estados Unidos. Aunque en ese momento no lo sabían, un virus –el SARS COV, que produce la Coronavirus Diseased (enfermedad del coronavirus -Covid19-) ya estaba en sus cuerpos y sus sistemas inmunológicos ya se batían en una feroz batalla. Con la sospecha de que ambas eran pacientes positivos con la cepa, las autoridades les pidieron aislarse de inmediato, por lo que las dos se trasladaron al barrio Santa María en Itagüí, a la casa en donde Fabiola vivía sola y en la que podría mantener a su único hijo, Jaime Andrés, a su nieta y a su nieto, a sus hermanas y demás seres queridos lejos de la posibilidad de un contagio. En el encierro, contrario a lo que sucedió con Lina, la salud de Fabiola se quebró en mil pedazos, entonces las dos decidieron publicar un video en redes sociales el viernes 20 de marzo para implorarles a la Gobernación de Antioquia, la EPS Sura y el Gobierno Nacional una

Esta es la historia de cómo una paciente que estuvo al filo de la muerte logró sobreponerse. Algunos le dicen milagro. La ciencia hace lo propio. prueba urgente y recibir atención oportuna. Pero ya era tarde. Habían pasado cuatro días desde la llegada de las dos artistas al país y el coronavirus ya mostraba evidencias de su arrasador paso, tal y como lo describieron las escritoras científicas Meredith Wadman, Jennifer Couzin-Frankel, Jocelyn Kaiser y Catherine Matacic en la revista Science: “Una vez dentro, el virus secuestra la maquinaria de la célula, haciendo innumerables copias de sí mismo e invadiendo nuevas células”. Es decir, una manera similar a la que actúa el VIH, otro virus que ataca el sistema inmunológico del ser humano, explica el galeno y científico John Estrada, quien es el secretario de Salud de Sabaneta. Este experto, que asegura haber participado en más de 150 publicaciones científicas, describe el movimiento del coronavirus como una fuerte disputa contra la hemoglobina –que es la parte de la sangre que transporta el oxígenopara quedarse con esa vital sustancia. “Eso origina una falta de oxígeno en los órganos, por eso Fabiola se sentía cansada, con malestar”, asegura el Estrada. Además, el diminuto organismo en

ese momento ya se había apoderado de su tráquea, instalado en sus pulmones y afectado ostensiblemente el intercambio gaseoso que se da entre las células de su sangre y los alveolos, una membrana que evita que esa parte del cuerpo se inunde de líquido, lo que llevó a que, inevitablemente, Fabiola tuviera que ser remitida en ambulancia de urgencia a un hospital. La cantante sentía que su hora había llegado. “Ella tenía miedo. Le veía en sus ojos el pánico, no me lo tenía que decir. Yo sabía que mi hermana estaba asustada. Ella me lo gritó cuando iba para cuidados intensivos: ora por mí, me dijo”, recuerda Sol Ángel, una de sus nueve hermanos. Esa misma noche los médicos iniciaron una tarea titánica para sacarla del precipicio en que el virus la había dejado. Primero, la conectaron a una pipeta de oxígeno, pero al ver que esto no funcionaba llevaron el tratamiento al extremo. Le pidieron a Sol Ángel firmar documentos que les permitieran inducir a Fabiola al coma, practicarle una intubación endotraqueal, que no es más que instalarle un tubo desde la boca hasta

la garganta, y así ayudarle a su sistema respiratorio a tomar de un respirador artificial el aire que sus deteriorados pulmones necesitaban. Sin dudarlo, la menor de los Calle –dos de ellos ya fallecidos- estampó su firma y lamentó el vicio que por años tuvo su hermana de matar el tiempo quemando cigarros. Fabiola, inconsciente, era vigilada por cuatro médicos, enfermeros y especialistas que se dedicaron día y noche a leer la literatura médica que llegaba desde Italia, España, Estados Unidos y China para tener una idea más certera sobre cómo arrebatársela de las manos a la muerte. Uno de esos textos les sugirió a los galenos que pronarla –es decir acostarla boca abajo- ayudaría a que el oxígeno proporcionado por el ventilador artificial llegara con más eficiencia a los alveolos y podría abrir un camino a su recuperación. “Ese es un acto desesperado para salvar una vida. Una medida extrema, pero la poca literatura médica que se ha escrito sobre este virus, que nos sorprende todos los días, sugiere que puede servir en algunos casos, como ha sucedido con varios pacientes en Italia,”, afirma Alejandro Gómez, cirujano de la Universidad de Antioquia, docente de traumas y cuidados cardiovasculares de la Universidad Adventista de Medellín y director médico del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Sabaneta. Treinta días después de su espantosa salida de casa, Fabiola seguía internada pero con un pronóstico alentador: el personal médico había diezmado la enfermedad que brotó un mercado de Wuhan, en China, y que acorraló en cuatro meses a más de 180 países con 2,5 millones de contagios y unas 170 mil muertes. Tan solo bastaba monitorear sus demás órganos para estar seguros de que su humanidad no volvería a colapsar, como está sucediendo con la economía.

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El loco” nunca estuvo solo, siempre estaba acompañado por su extensa familia o por las decenas de amigos que cosechó a lo largo de su vida y trabajo social en Sabaneta. Pero a su velorio solo pudieron asistir diez personas debido a las restricciones en medio de la pandemia. Así se vive la muerte en tiempos del coronavirus. Jorge Enrique Arias Zapata, un reconocido líder social del barrio Betania, en el municipio de Sabaneta, murió sobre la medianoche del lunes 20 de abril en el Hospital Ces en el barrio Prado Centro, hasta donde llegaron sus cuatro hijos y un yerno para acompañarlo en sus últimas horas de vida. Su esposa, doña Mariela Betancur, no pudo estar cerca de él tal y como se lo había prometido en el altar cuando se casaron. El brote del Covid19 y su diabetes se lo impidieron. Tras una oración junto con su familia, don Jorge se quedó dormido, esta vez para siempre. El féretro con su cuerpo llegó a la sala de velación Villanueva, también en el centro de Medellín, a unos 17 kilómetros de su amado barrio y de su gente, porque en Sabaneta ninguna de estas salas está presentando servicio. Allí, el salón se sentía más frío que de costumbre, las sillas que rodeaban la caja permanecieron vacías. Dos velones, un ramo blanco cuando seguro en otras circunstancias hubiesen sido más, y un retrato suyo, acompañaron a diez integrantes de la familia Arias Betancur, incluida doña Mariela, en el ritual que solo duró dos horas y treinta minutos. “Su velorio fue en soledad, fue duro porque solo nuestra familia somos 50 y él era una persona de la

gente, de la calle, lo conocía todo el mundo. Nunca estaba solo, siempre estuvo acompañado”, relató Julián, uno de sus hijos. La caravana fúnebre esta vez no fue larga. En la parroquia de Santa Ana esperaban otros diez integrantes de la familia. Por disposición del Gobierno nacional, las ceremonias religiosas están suspendidas y a los sepelios solo pueden asistir máximo 15 personas, separados entre sí, para minimizar el riesgo de contagio. El dolor por la partida del “loco”, como le decían de cariño, no pudo ser desvanecido por el calor y la fuerza de un abrazo. El sonido de las palabras del sacerdote retumbaba más fuerte en un templo vacío. Pocos se imaginan su muerte y su despedida, pero probablemente nadie se imaginaba que la de Jorge sería casi en solitario. “Seguro la iglesia hubiera estado repleta de gente de todo el municipio”, apuntó su hijo.

SU MAYOR LOCURA

El “loco” o “papeleta”, como también lo llamaban, era famoso entre muchos por su sonrisa y por sus gestos. Tenía la facilidad de estirar el labio inferior hasta su nariz, como lo hacía Popeye, y provocar la carcajada de amigos y de los niños cuando lo veían. Pero era más que eso. Desde joven se dedicó a ser comerciante, aunque pasión siempre fue el trabajo comunitario. En ocasiones, parte de sus ganancias de la venta de perros, hamburguesas y chuzos terminaba en mercados para las familias que no tenían nada en la nevera. Jorge también lideró varios procesos en Betania y en la década de los 90 le dio la locura de lanzarse al Concejo de Sabaneta, pero solo sacó 14 votos. Tal vez allí, fue la única vez que se sintió solo en vida. “Toda la vida soñó con ser concejal y no lo logró, pero se convirtió en

un activista y ayudó a varios políticos a ser concejales”, contó Julián, con quien ya iniciaba la misma tarea. A sus 65 años, el “loco” disfrutaba de sus nietos, de un café en el parque, de las tertulias políticas, de los temas de su municipio y de lo que pasaba con su amado Deportivo Independiente Medellín. Quienes charlaban con él, sabían que era un hombre culto, educado y que no soportaba la injusticia social. La pandemia hizo lo que nada ni nadie había logrado: que se quedara un día encerrado en su casa. Pero sabía que su gente lo necesitaba y decidió salir a su balcón todos los días a las 8:00 de la noche a hacer buya para entretener y animar a sus vecinos. Era ya una cita obligada, era su forma de decirles a todos que ahí estaba junto a ellos. Esos mismos vecinos le cumplieron la cita después de su muerte. Ese mismo lunes, todos prendieron velas a la hora usual del encuentro desde sus balcones, oraron y le rindieron un aplauso como intento de reemplazar su ausencia en los ritos fúnebres. Aquella cuadra en Betania se llenó de luces para recordar a su loco mayor, quien quizá esperaba ver un mundo mejor luego de la pandemia, esa misma que le negó la oportunidad de un sepelio masivo, pero que no alcanzó a robarle locura que lo acompañó hasta el último día de vida.


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Sistema de salud vs Covid19: ¿qué tan preparado está el Aburrá Sur? Por Juliana Vásquez Posada @julyvasquezp

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nte la incertidumbre de hasta cuándo se extenderá el aislamiento preventivo obligatorio, que comenzó desde el 25 de marzo pasado, y de cómo se irá desmontando hasta permitir la circulación libre de ciudadanos en el espacio público, los gobiernos locales trabajan contra reloj para fortalecer su red hospitalaria y mejorar su capacidad de atención para enfrentar los periodos pico de esta pandemia en nuestro país. Tres de los cinco municipios de esta región no cuentan con hospitales públicos de tercer nivel, mientras que la cifra estimada contagios en todo el Valle de Aburrá podría llegar a 3 millones de personas. Esta crisis puso sobre la mesa la necesidad de invertir más recursos en un sistema de salud que a todas luces es precario y que no está en capacidad de garantizar la prestación del servicio de salud y la protección de la vida de todos los ciudadanos. Y en el caso del Valle de Aburrá, la crisis por el Coronavirus también demostró que, aunque la salud fue declarada hace 21 años como un hecho metropolitano, la gestión de riesgos y las obras de infraestructura hospitalaria también se han quedado cortas.

Envigado

Este municipio es uno de los que más contagios ha conseguido en el Valle de Aburrá, por eso, la Alcaldía de Envigado con el apoyo del Gobierno Departamental, logró que el hospital Manuel Uribe Ángel pasara de 14 a 49 camas de cuidados intensivos. Toda la infraestructura de la sede Santa Gertrudis fue intervenida para instalar más de 100 camas hospitalarias que servirán para atender a los envigadeños y también otros posibles casos del Valle de Aburrá. Para la adecuación, que también fue posible gracias al apoyo de Salvar Vidas Ya que donó todas las camas, fue necesario el traslado del archivo y de los servicios médicos de primer nivel a otros centros médicos, así como de las urgencias a la sede principal. La Alcaldía invirtió cerca de 1.800 millones de pesos en la adecuación de la clínica y la dotación de equipos médicos necesarios. Solo faltan los respiradores mecánicos. “Tenemos que prepararnos para lo peor, esperamos no llegar a ese punto, pero las cifras mundiales indican que los casos van en aumento y en Envigado queremos estar listos”, explicó el alcalde Braulio Espinosa.

Cortesía Alcaldía de Envigado.

Sabaneta

En el hospital Venancio Diaz se adelanta la adecuación de una torre completa que ofrecerá servicios de cuidados intensivos con capacidad de hasta 20 camas. La inversión fue realizada con recursos públicos del Municipio y permitirá tener tres secciones diferenciadas, así: Una torre exclusiva de UCI para atender la contingencia del coronavirus, otra de hospitalización general para los pacientes en transición o en tratamiento de otras enfermedades y un tercer espacio habilitado en el centro del adulto mayor donde se prestarán los servicios de urgencias odontológicas, vacunación y consulta externa. La Alcaldía pondrá en marcha un sistema especial de monitoreo y pruebas con prioridad para los adultos mayores y las personas más vulnerable en caso de contagio, “porque sabemos que el virus se va regar, eso es inevitable, pero tenemos que proteger a la población más riesgosa”, aseguró el secretario de Salud, Jhon Estrada, quien también resaltó la importancia de garantizar las medidas y elementos de protección necesarios para el personal médico que atenderá la emergencia.

Itagüí

Los pacientes de Itagüí que requieran tratamiento hospitalario del coronavirus podrán ser atendidos en dos de los tres hos-

pitales que tienen sede en este municipio: La Alcaldía ampliará la capacidad de camas UCI, que pasará de 21 a 40, y adecuará la sede de San Pío del Hospital del Sur para tratamiento exclusivo del Covid19, mientras que la sede norte, ubicada en Santa María, y cuya obra acaba de concluir, servirá para atender las urgencias y otros tratamientos médicos. La dotación de este centro hospitalario aún está en proceso. Por su parte, el Hospital San Rafel, también hará parte de la ruta hospitalaria para atender los casos de coronavirus y ya recibió 3 camas más de UCI por parte de la Gobernación de Antioquia. Además, la Alcaldía destinó una ruta única para personal de la salud para que no tengan que usar el transporte público. “La idea es que podamos enfrentar esta emergencia de forma metropolitana, en Itagüí duplicaremos la capacidad de camas y en todo el Valle de Aburrá tendremos más de mil”, agregó el alcalde José Fernando Escobar.

La Estrella

Aunque este municipio no tendrá Unidades de Cuidados Intensivos para hacerle frente a la propagación del Covid19, la Alcaldía destinó recursos para 40 camas de hospitalización general que se sumarán a las cuatro que ya tenía disponibles el Hospital de La Estrella. “La idea es que podamos atender aquí a pacientes que no estén tan crí-

ticos, para evitar colapsar las UCI de la ciudad, pero en caso de que se requiera, tendríamos que usar la capacidad instalada que ya existe en el valle de Aburrá, de la misma manera en que otros municipios también podrán usar nuestros servicios de hospitalización si llegara a ser necesario”, informó el alcalde Juan Sebastián Abad. Además, el equipo de auxiliares de enfermería, médicos y enfermeros, ya recibió orientación sobre la instauración de la telemedicina en el Hospital para hacer seguimiento telefónico a casos sospechosos desde la casa a cada paciente y para identificar los criterios de contagio y así fortalecer la vigilancia de posibles infecciones.

Caldas

El Hospital San Vicente de Paul también se prepara para brindar una atención de nivel intermedio a los pacientes de Caldas y el Suroeste antioqueño. El alcalde Mauricio Cano confirmó que el propósito es lograr tener servicios de cuidados especiales, así como 40 camas adicionales de hospitalización, pero el plan de acción y la inversión deberán ser aprobados por la Gobernación de Antioquia al tratarse de una E.S.E. departamental. “Este plan de contención para el Suroeste se pondría en marcha una vez que la ocupación de camas en Itagüí, Envigado y Medellín llegue al 60%”, aclaró el mandatario.

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as llamas de las veladoras que iluminan a María Auxiliadora se apagaron por primera vez, las sillas de la iglesia de Santa Ana permanecen vacías a pesar de ser martes. Las calles parecen regresar a un pasado no lejano donde los edificios no existían y los pocos habitantes caminaban tranquilos. No hay buñuelos gigantes ni la crocante chunchurria. Los restaurantes y bares se encuentran en silencio, como si estuvieran a la espera de que todo pase rápido. El miedo se apoderó de quienes allí habitan, pero el fantasma del coronavirus parece irse de Sabaneta gracias a las medidas tomadas por la Alcaldía que logró contener el virus en su primera etapa. Quizá la vida, el café y los amigos regresen pronto. Fotos: Ciudad Sur ciudadsur

Sabaneta,

ni el Covid19 vence su fe


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Envigado ayuda a 15 mil familias con su

Mercatón Solidario A falta de que las ayudas prometidas por el Gobierno Nacional se materializaran y llegaran a tiempo hasta las regiones, la Alcaldía de Envigado decidió sumarse la iniciativa de otros municipios vecinos y creó el Mercatón Solidario para recaudar alimentos y aliviar el hambre de sus ciudadanos.

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e acuerdo con el DANE, Envigado es el segundo municipio del país con menor incidencia de pobreza, después de su vecino Sabaneta. Los altos niveles de calidad de vida de la Ciudad Señorial permanecen en el imaginario de algunos de sus lugareños y de quienes no viven allí, pero la realidad que enfrentan muchas familias envigadeñas por cuenta de la crisis del coronavirus, está muy lejos de esas cifras optimistas. Por eso, la Alcaldía no dudó en replicar la estrategia de otros municipios como La Estrella y Sabaneta, para recaudar alimentos y aliviar el hambre de sus ciudadanos. Así nació el Mercatón Solidario, que fue puesto en marcha desde el pasado 17 de abril. Tan crítica es la situación que el alcalde Braulio Espinosa fue el primero de los mandatarios locales del Valle de Aburrá en sumarse a la expresión de hambre de muchos ciudadanos en barrios como San José La Estatua y se atrevió a colgar un trapo rojo en la sede del Palacio Municipal. “El trapo rojo lo están sacando las grandes potencias mundiales y si las dificultades las tienen países que económicamente son muy fuertes, ¿cómo no las vamos a tener nosotros? Solos no podemos sostener esta emergencia y en nuestro municipio sí hay muchas necesidades, muchas familias que antes no eran vulnerables, hoy sí lo son, porque cerraron sus nego-

cios, perdieron su empleo y no tienen recursos ni para comprar comida”, recalcó el mandatario. La iniciativa de recolección apela a la solidaridad del sector privado y de la comunidad, para que participen donando alimentos no perecederos, que luego son clasificados, empaquetados y entregados a las familias. Se espera que más de 15 mil familias puedan recibir esta ayuda alimentaria pues, como ya se escucha en los barrios y veredas, “con un decreto no se come”. De inmediato las familias que fueron llamadas, acudieron a los puntos de entrega de los kits alimentarios y con la cédula y cuenta de servicios públicos, recibieron el paquete. “Yo ingresé los datos y al otro día me llamaron para reclamar el mercado. Es una ayuda que sirve mucho en estos momentos porque me quedé sin trabajo por el coronavirus”, dijo Jhon Alexander Sánchez, beneficiario del barrio Las Orquídeas. ¿Cómo funciona el Mercatón? Para participar en el Mercatón Solidario por Envigado, la Alcaldía creó dos registros que se encuentran disponibles en su sitio web www.envigado.gov.co. Quienes quieran sumarse a esta causa y donar alimentos, todavía pueden hacerlo. Solo deben elegir el formulario para donantes y esperar a que la Administración Municipal los contacte y recoja la dona-

ción en la puerta de sus hogares, para que no tengan que desplazarse hasta ningún punto de acopio. Así mismo, las familias que necesiten esta ayuda, aun cuando no estén registradas en el Sisbén, deberán diligenciar el formulario para solicitarla y esperar la llamada de confirmación de que han sido seleccionados, donde se les indica el lugar y la hora de la entrega para evitar aglomeraciones. La Alcaldía habilitó seis puntos de entrega en diferentes zonas de la ciudad, entre esas san Marcos, El Salado y la Loma del Chocho. El mandatario local también hizo énfasis en la rigurosidad de la selección de las familias y la entrega de estos paquetes alimentarios, para garantizar que se entregue uno solo por vivienda, aunque se inscriban varios miembros de una misma familia, por eso, para diligenciar el formulario, los envigadeños deberán tener a la mano su documento de identidad y su cuenta de servicios públicos. Solo en los primeros días de esta iniciativa, se inscribieron más de 4.500 familias. Los nuevos registros no paran y el hambre no da espera, por eso la invitación es que quienes puedan, continúen aportando a este gran Mercatón Solidario por Envigado que permitirá aliviar el hambre y un poco la angustia de miles de envigadeños que todavía permanecerán en casa por varias semanas más.


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El silencio acogedor de Itagüí

La fragilidad de la Ciudad Señorial

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n el parque principal ya no están los viejos cambalacheros para intercambiar sus relojes. Es extraño no ver a los peliblancos llenar el parque y alimentar a las palomas que ruegan por algún grano de maíz. El parque Obrero está en silencio, no suena el rock ni el chocar de las botellas de cerveza, ni la Policía ni los toques de queda lo habían logrado. El comercio, ese que abunda y aturde con sus colores y sonidos, hoy no está. Solo aparecen los aguacates, plátanos y papas que atraen a los compradores sin importar que el tumulto camufle el virus mortal. Por primera vez las calles están solas y son tranquilas para los ciclistas, el bullicio de los pitos y frenos de los buses está en cuarentena, aunque están prontos a regresar. Fue un mes de silencio en un Itagüí que ebullirá cuando liberen a todos sus humanos. Fotos: Ciudad Sur ciudadsur

a vida cambió en Envigado sin pensarlo. La ciudad comercial y boyante se frenó por cuenta del coronavirus. Los amigos más viejos ya no juegan ajedrez en el parque y los feligreses se arrodillan a las afueras del templo de Santa Gertrudis para implorar tal vez que la pandemia no toque sus hogares. El municipio hoy tiene cerca de 30 contagiados y una de las tasas más altas de Antioquia, aunque poco a poco todos se van recuperando. Las autoridades establecieron un plan candado y por las calles transitan pocos carros. La calle de la Buena Mesa y El Dorado permanecen solas, los comensales ahora están en casa y los domiciliarios aceleran el camino. Envigado extraña su vida y quiere dejar atrás un virus que lo hizo tan frágil como los demás, pero que hizo salir como siempre su orgullo para luchar, esta vez, contra una enfermedad. Fotos: Ciudad Sur ciudadsur


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Mi aislamiento en 6 emojis:

lo difícil de estar encerrado no es estar encerrado

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El mundo desde mi ventana: la simplicidad de las cosas

Por Juliana Vásquez Posada @julyvasquezp

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islarnos por cuenta de un virus pasó de ser el argumento de una película futurista, de esas que vemos en cine mientras nos comemos una cantidad abismal de crispetas, a ser la realidad de todos, o de casi todos nosotros. Lidiar con los cambios que nos exige el hecho quedarnos en casa no es nada fácil y menos si esa tarea le sumamos el vaivén de emociones y la incertidumbre sobre cómo evolucionará esta pandemia que, además de cogernos con los pantalones abajo, no sabemos para dónde va ni

cuánto tardará. Después de 40 días de aislamiento, me propuse evaluar cómo he llevado este proceso en el que intento mantenerme cuerda, pero a veces me invade el tedio, luego recobro la esperanza y vuelvo a la calma, pero de pronto también aparece el miedo. Mi cuarentena ha sido todo un carrusel de emociones, un viaje que no va en línea recta y que no es nada diferente a lo que puede experimentar cualquier ser humano que es obligado, de repente, a darle un vuelco a su vida.

Y para descifrar estas emociones, consulté a la psicóloga Alexandra Ramírez, quien me ayudó a entenderlas como un proceso similar al duelo, pues “acercar la pandemia a una situación de pérdida, nos ayuda a verla en la perspectiva de un proceso de duelo y plantearlo en términos de fases en las que se experimenta insensibilidad, negación, anhelo, desespero, adaptación y organización, aunque no necesariamente se vivan como secuencia rígida u homogénea sino más bien como una serie de tareas que se resuelven progresivamente”.

POR ESO RESUMÍ LO QUE MUCHOS EXPERIMENTAMOS EN SEIS EMOJIS:

Ese virus no es nada

¡Esto sí es grave!

Esto no es tan grave

Conforme pasaron los días y comenzaron a aparecer medidas como el pico y cédula, la restricción de horarios o el cierre de fronteras, empecé a perder la esperanza. Las historias sobre el desempleo y el hambre me conmueven. He llorado un par de veces, todavía no puedo creer que salgo a mercar y tengo que presentar mi cédula para ingresar al supermercado, que tengo que hacer filas como si esto fuera una escena de desabastecimiento de gasolina en un país vecino, que tengo que usar un tapabocas que me hace sudar, que no puedo visitar a una amiga cuya hija ya está dando sus primeros pasos y que no puedo salir a montar bici, ni ir al estadio. ¿Todo esto por un virus, en serio?

Un aislamiento pasajero no puede ser tan difícil

Hace 40 días solo quería que todo esto acabara para volver a mi vida ‘normal’. Hoy no espero eso. Le pregunté a Alexandra si estaba loca por sentir miedo a retomar mi vieja rutina. No quiero subirme a un bus, no quiero transportarme en Metro, no quiero ir a una discoteca y sentir el contacto de un cuerpo extraño que pasa por mi lado. ¿Será un miedo temporal? ¿Cómo sobreviviré sin acercamiento social? Su respuesta me tranquilizó: “La principal función del miedo es la supervivencia, así que será muy positivo que lo sintamos, pues nos mantendrá en una actitud consciente de autocuidado, en principio limitará nuestra interacción social a lo estrictamente necesario y nos recordará que el contagio de este virus viene de los más cercanos”.

Eso fue lo que pensé cuando mi hermano menor, luego de ver la primera noticia de un extraño virus que comenzaba a causar muertes en China, me advirtió: “¡Qué miedo!, eso en un abrir y cerrar de ojos se va a regar por todo el mundo y va a llegar hasta Colombia”. Jamás se me pasó por la cabeza que mi oficio de periodista giraría durante varios meses en torno a un virus que nos cambiaría tan abrupta y radicalmente nuestro estilo de vida.

Así asumí la situación cuando las empresas empezaron a implementar voluntariamente el teletrabajo. Yo continuaba trabajando desde casa, seguía ilusionada planeando las fiestas de cumpleaños de mis amigos y contando los días para cumplir mi sueño de caminar por las calles de Turquía y Grecia por primera vez. Luego vino la primera alerta real: el primer ejercicio de cuarentena, que coincidió con un puente festivo, ahí sentí que empezaba a perder libertades y supe que tendría que aplazar varios sueños, pero acepté sin reparo que era el distanciamiento social era necesario, además, solo sería por un par de semanas… Desde hace varios años tengo la fortuna de trabajar un 70% del tiempo desde mi casa, así que teletrabajar a tiempo completo no fue difícil. No solo estaba ahorrando tiempo y dinero en desplazamientos, sino que no tuve que padecer el periodo de adaptación de muchos otros empleados que no estaban acostumbrados al trabajo autónomo, a asistir a reuniones virtuales y a trabajar sin horario de oficina. Esta fue y sigue siendo la fase más positiva, quisiera quedarme siempre en ella. En este momento decidí volver a meditar después de muchos años, saqué tiempo para cocinar nuevas recetas, volví a leer a mis escritores favoritos, me propuse hacer ejercicio en casa durante 30 días seguidos ¡y lo logré!

Está bien tener miedo

Calma, de esta salimos juntos

Después de experimentar la frustración que me provoca todo este cambio, el encierro y las limitaciones impuestas por el Gobierno para nuestro cuidado, siempre me doy la palmadita en el hombro y recuerdo que estoy en una posición privilegiada. No sabremos qué pasará, ni cuándo ni cómo dejaremos de estar aislados y retomaremos nuestras antiguas rutinas, no sabemos ni siquiera si podremos retomarlas igual que antes, pero con seguridad hemos aprendido a aceptar la incertidumbre como una compañera constante y ningún cambio repentino volverá a cogernos con los pantalones abajo.

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Por: Carmen Herrera @CarmenHerreraz

urante estos días de asilamiento he optado por apelar a mi imaginación cual Emily Dickinson, la poeta norteamericana: “desde mi ventana que no es mía, escucho todas las voces ajenas que me relatan el mundo exterior, oigo la voz de la noche y del sol, me llega la voz de los grillos (…) Y es que cuando uno está atrapado en su propia casa es muy importante tener una ventana para conectarse con lo que pasa afuera, que por estos días es básicamente nada, ante lo que, cualquier cosa, puede ser un gran acontecimiento. Lo primero que hago cuando me levanto es correr las cortinas y ver hacia afuera. Me quedo mirando para descubrir la calle y especular sobre la gente y sus historias, generalmente amanece un habitante de calle dormido en una esquina. Entonces observo cómo está vestido, sí lleva o no zapatos, si es joven o viejo. Un habitante de calle duerme, parece cómodo bajo la sombra de ese árbol, con un bolso de almohada y sus pies descalzos encima de un costal. Está todo vestido de negro y tiene una pulsera amarilla, sus manos en el pecho. Todo es silencio. Por mi ventana veo con frecuencia el carro de Emvarias del que se bajan dos señores; mientras uno hala la manguera, el otro va lavando rápidamente la calle. Después, otro día de la semana, veo por varios minutos el carrito de color naranja en el que se recoge la basura con un rastrillo, permanece solo en mitad de calle, el sonido de la escoba que barre de un lado al otro interrumpe el silencio, hay pausa y se oye de nuevo, no se ve nadie, ni a quien barre. Por mi ventana he recibido sorpresas que siempre ponen en pausa lo que esté haciendo: un día llegaron

los jóvenes de Zancos por el mundo e hicieron un pequeño show, al final, desde las ventanas aplaudimos mis vecinos y yo. Me sentía como una niña tirándoles monedas mientras veía su alegría recogiéndolas en la calle. Una de ellas cayó a la alcantarilla y no pudieron sacarla. Hubo alegría y sonrisas en la distancia. También tristeza por el dinero que se fue. Por mi ventana también vi cómo un martes, a las 11:11 de la noche, un hombre cantaba fuertemente una canción de Santiago Cruz que se llama, “Y si te quedas qué”, me inventé que en este edificio vivía su amor secreto al que le traía serenata. Su voz era muy bonita, estuve tentada a gritar, ¡otra, otra! Por mi ventana he disfrutado también los días fríos que me encantan, y de la lluvia, me gusta ver cómo caen esas goteras en filitas, rápidas y brillantes, y me deleito con los atardeceres y los días de cielos de colores que son un plan perfecto para mí, así que me pierdo mirando al cielo (esto no es exclusivo del encierro). En mis cuatro paredes y uno pocos metros cuadrados, que son mi mundo perfecto a no ser por la obligación del encierro, miro cada cosa con más detalle y detenimiento. Descubro, por ejemplo, cuando a una mata se le cae una hoja y le nace la otra, les echo agua con cariño, no como lo hacía antes, con algo de indiferencia porque iba de carrera para el trabajo. Agradezco esa compañía viva. Lo mismo me pasa con el primer café de la mañana: sentarme y disfrutarlo sin afán es todo un ritual. Me gusta ver cómo sale humo de ese pocillo y el café pasa lentamente por mi garganta hasta darme un poco de calor. A eso le sumo las noticias de la radio que también me acompañan. Hay días en los que decido no hacer nada y me quedo mirando para el techo por largos ratos sin pensar, repitiéndome, hoy no quiero hacer nada, días en los

que simplemente me doy permiso para vivir los altibajos. En otros, pongo mi música favorita, cojo un cepillo de peinar que uso como micrófono y canto enérgicamente. Sí se lo preguntan, aunque no parezca, aún estoy cuerda. Siempre me he considerado de una sazón cuestionable, pero también estoy innovando en recetas como el ceviche de camarones y la sopa de lentejas, que hice por primera vez, verdaderos retos culinarios que en otras circunstancias no habría enfrentado. Sí, ya todo me queda delicioso. Me he sentido inmersa, sin proponérmelo, en esa cultura japonesa que explica un libro que se llama Ikigai esencial; término que, básicamente, se traduce en las razones que tenemos para vivir y disfrutar de cada pequeña cosa conscientemente. He leído mucho y eso me alegra porque era una tarea pendiente, el libro más reciente fue “El muerto era más grande”, de Luis Miguel Rivas, quedé tres días con un vacío extraño. Ese que deja el final de las buenas historias. Paradójicamente, mi peor día es cuando tengo pico y cédula y salgo a la calle para comprar comida; camino rápido y me siento observada, me preocupa la gente, nos miramos como sospechosos, pocos se hablan y casi todos se evitan. No quiero acercarme a nadie y regreso a casa con el temor de que ese virus me persiga, o peor aún, que lo traiga conmigo colgando en alguna bolsa del mercado, mientras él se burla de mí. Con el aislamiento ratifiqué que no es necesario ningún exceso para tener una vida plena, es también una especie de purga para saber a quiénes queremos cerca y para reacomodar la maleta de la vida. Es complejo, pero no tengo duda que depende un poco de la actitud que le ponemos a esto que nos pasa. Voy un día a la vez y soy feliz con el mundo que puedo ver, desde mi pequeña ventana.


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La solidaridad en los barrios: el contagio más importante

Desde las primeras semanas de aislamiento por cuenta del Covid19, habitantes de distintos municipios decidieron volver a la economía de antaño y crear truques de comida para los más vulnerables. Estas son algunas historias de solidaridad contagiosa que encontramos en nuestros recorridos por el Aburrá Sur.

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Confiar reduce en 3% la tasa de interés para los deudores que paguen a tiempo

Juliana Vásquez Posada @julyvasquezp

a llegada del coronavirus a Colombia puso en evidencia varios aspectos críticos para el país como la informalidad en el empleo y la desigualdad social, además convirtió en vulnerables a cientos de miles de familias que antes esta emergencia no lo eran. Pero la crisis generada por la pandemia también reavivó el espíritu solidario colectivo que muchos creían perdido y este tipo de mercados también se viralizaron. Sin discriminar estratos socioeconómicos, las manifestaciones solidarias de muchos ciudadanos comenzaron a aparecer en zonas urbanas y rurales de todo el Valle de Aburrá. La economía volvió a los tiempos remotos en los que todo giraba en torno al trueque y, bajo la premisa de tomar si necesitas, o donar si puedes, cientos de familias encontraron y siguen encontrando la forma de llevar comida a su mesa o de aliviar el hambre de sus vecinos. Estas son algunas de las historias que CIUDAD SUR encontró en sus recorridos.

Itagüí

En el andén de su casa en el barrio Playa Rica, doña Alba Álvarez instala todas las mañanas una mesa con un aviso que anuncia “Si necesitas toma 1 y si te queda dona 1” y allí ubica todo lo que los vecinos donan generosamente para contribuir con esta idea solidaria. La iniciativa surgió con el apoyo de la acción comunal, la organización Playa Rica Ecobarrio, un centro religioso y varios vecinos más. “Aquí puede poner o llevar cualquiera, el que va de paso, el vecino de este barrio o de otro”, explicó doña Alba. Este servicio se convirtió en el único apoyo para algunos trabajadores informales, recuperadores y hasta habitantes de calle de Itagüí que, con el paso de los días empezaron a ver escasa la comida en su mesa, como don Juan que, pese a la orden de aislamiento, decidió salir de su casa para pedir ayuda con aviso en mano, “aquí me colaboraron con un arrocito y yo estoy muy agradecido”, dijo mientras sostenía una pequeña canasta en la que cargaba otros alimentos conseguidos después de caminar por varias calles. En la mesa del truque entran y salen alimentos todos los días: galletas, arroz, fríjoles, lentejas, huevos, pastas, sal, plátanos, zanahorias, papel higiénico, entre otros. La iniciativa despertó el sentido de solidaridad de la comunidad, que aún en situaciones precarias decidió ayudar, y de esto da fe Evelio Hernández, un vendedor ambulante que no pudo volver a salir a la calle a trabajar, pero que está dispuesto a compartir lo poco que tiene, “yo estoy muy necesitado, pero de lo que la gente me da, saco un poquito y también ayudo porque por aquí somos muchos los que necesitamos”.

Envigado

Aunque varias encuestas de calidad de vida han ubicado durante años a Envigado como uno de los municipios con mejores índices, la realidad es que muchas familias que antes no eran consideradas en situación vulnerable, ahora sí lo están. Por eso, dos vecinos del barrio Alcalá decidieron replicar la idea de trueque e instalaron un mercado en un costado del pasaje peatonal de este sector. Un aviso en cartulina que dice “con amor y responsabilidad todos salimos de este”, promocionó el mercado liderado por Alexander Vanegas y Robinson Monterrosa, en el que los ciudadanos necesitados podían tomar hasta 3 productos y los que quisieron donar, pudieron hacerlo sin límite. “Decimos hacer este mercado porque tenemos muchos vecinos que viven del diario y ya no tienen ingresos, entre esos está mi barbero y toda su familia, que son venezolanos y tuvieron que cerrar su negocio”, cuenta Robinson, quien ya lleva 9 años viviendo en este barrio. Para él “esta es una pequeña obra con la que podemos ayudar a mucha gente y eso no tiene precio”.

La Estrella

Clara Gómez emprendió hace algunos años su negocio de alimentos saludables en La Tienda del Bienestar, ubicada diagonal a la sede de la Alcaldía Municipal de La Estrella a una cuadra del parque principal. Para su fortuna, ella pudo seguir trabajando durante la cuarentena y las ventas no cayeron, así que quiso retribuir un poco de sus ganancias para beneficio de aquellos siderenses que no tenían cómo adquirir alimentos durante el aislamiento. Ella ya había visto otras iniciativas similares en varios pueblos de Antioquia, que fueron publicadas en medios de comunicación, de ahí tomo la idea e instaló la mesa del trueque afuera de su tienda, así cualquier vecino podía donar o tomar algunos víveres, de acuerdo con sus posibilidades o necesidades. “Es lo mínimo que podemos hacer para ayudar, porque los subsidios y mercados no les llegan a todos. La gente ha donado mucho y otros llevan, incluso vecinos”, dijo Clara con una sonrisa en su rostro.

Caldas

Aunque la población de Caldas es mayoritariamente rural y sus necesidades primarias no satisfechas son muchas, también en este municipio aparecieron los mercados solidarios. En una comunidad donde muchos dependen del rebusque del día a día para obtener sus recursos, las ayudas del gobierno local tampoco alcanzan. En la carrera 49, una de las principales vías del comercio de esta localidad, encontramos dos mercados solidarios. Uno de ellos fue creado por la familia López, quienes desde un balcón permanecen pendientes para que la gente solo tome lo necesario, pues a veces el ejercicio de confianza no es tan efectivo. “Hay mucha gente que está aguantando hambre, algunos quieren llevarse todo y la idea es pensar en todos, por eso lo vigilamos”, explicó Ana Isabel. Los mercados solidarios se reprodujeron por todos los municipios en medio de la cuarentena. Más vecinos continúan contagiándose y replicando una iniciativa que intenta mitigar un poco el impacto de un virus que dejó en evidencia la profunda brecha social de nuestra ciudad.

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nmarcada en la campaña nacional cooperativa de Si me pagan yo pago y ratificando su compromiso para garantizar el bienestar de sus usuarios, Confiar Cooperativa Financiera decidió devolver el 3% de la tasa efectiva anual como abono a capital para quienes paguen sus cuotas puntualmente, durante los meses de abril, mayo y junio. Con esta decisión la cooperativa reconoce la responsabilidad de los asociados y asociadas que se encuentran al día con sus cuotas, de aquellos deudores que, gracias a sus esfuerzos, y a pesar de las circunstancias actuales, mantienen su actividad laboral y de ingresos y continúan pagando oportunamente. “Esta medida significa que operaciones como, por ejemplo, de crédito hipotecario, que estaban al 13%, ahora estarán al 10%. Adicionalmente, si el cliente es beneficiario del subsidio del gobierno nacional, que es de 5 puntos porcentuales, la tasa de interés de su crédito se reducirá de manera muy importante”, afirmó Oswaldo León Gómez, líder de la plataforma solidaria de Confiar. ¿Cómo aplica el beneficio? Si el deudor paga previo o en la fecha de pago, Confiar abonará a su saldo de capital adeudado el equivalente al 3% de la tasa efectiva anual, como un abono adicional; este se verá reflejado en el transcurso

del mes en vigencia. Dicho beneficio no aplica para la cartera comercial, créditos con cuota variable y tarjeta de crédito.

Alivio automático para independientes

Uno de los sectores más golpeados es el de los trabajadores independientes, es por eso que Confiar Cooperativa Financiera decidió aliviar de forma automática a más de 4 mil asociados de esta población que tiene alguna línea de crédito por cuotas con la cooperativa. “Confiar es solidaridad y pensando en el bienestar y la facilidad de nuestros asociados hemos aplicado alivios automáticos por 90 días a más de 4.200 independientes cuyas cuotas no superen

$300.000. Estas personas no deben hacer nada, a sus correos les llegará la notificación de alivio automático”, indicó Andrés Mauricio Velásquez, gerente de mercadeo de Confiar. Este alivio equivale a $ 2.136 millones en cuotas por los tres meses.

Otras medidas de alivio solidario

• Para los créditos hipotecarios Confiar se habilitó la opción de aplazar el pago de las cuotas por un plazo de 90 y 120 días. Esto equivale a 3 o 4 cuotas, según defina el asociado, que se trasladarán al final del crédito, sin aumento del monto de pago ni aumento en los intereses.

• Para los usuarios de otro tipo de línea de crédito el alivio consiste en aplazar sus cuotas para el final del periodo de pago del crédito. • Ante la ampliación de la cuarentena, Confiar decidió bajar aún más sus tasas de interés en su Tarjeta de crédito, con el 1 % para compras y el 1.5% para el rediferido de saldos. La alternativa para rediferir los pagos de las tarjetas se aplicará hasta dos veces en los meses de marzo, abril, mayo y junio; lo cual resulta positivo ya que no solo disminuye las cuotas futuras, sino también exime de pagar la cuota del periodo. • Se autorizó las transacciones sin costo en los retiros con tarjetas débito sin costo en todos los cajeros electrónicos del país, incluyendo las redes de los bancos, transferencias a otras entidades financieras a través de la APP y la Agencia virtual, así como el pago de productos de Confiar en puntos Efecty, igualmente sin costo. Estos alivios pueden ser solicitados en los canales de atención virtual Confiar como la línea confiable, el chat y el correo electrónico confiarteescucha@ confiar.com.co, así como en las agencias que permanecen abiertas en horarios especiales.

Alivio es disponer de más

facilidades para nuestros usuarios

en el uso de nuestros canales digitales y medios de pago


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¿La pandemia de la pobreza matará al capitalismo?

La ONU advirtió que las economías desarrolladas podrán empezar a superar la crisis económica a finales de 2020. Para los demás, el problema será más largo y más profundo. El Covid19 es una de las primeras pandemias socioeconómicas y en el medio está el debate: ¿cómo sobrevivirá el capitalismo? Por Octavio Gómez Velásquez

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Twitter @mariopoe

ingún indicador económico, ni el de empleo o el de inversión o el de tributación o el de consumo afirman, siquiera, que tras el fin del encierro que decretó el gobierno colombiano a mediados de marzo para enfrentar el Covid19, la situación vaya a ser siquiera igual a la que tenía el país cuando lo mandaron para la casa. Es más: los cálculos más optimistas indican que una recuperación económica se podría demorar entre 18 meses y dos años. Eso en el caso de que se quiera asumir que las cosas volverán a ser como eran el lunes 16 de marzo, cuando los escolares de todos los niveles en todo el país recibieron la orden de quedarse en la casa. El centro del problema es, en apariencia, simple: la crisis económica desatada por la pandemia del Covid19 es tan profunda que tiene en vilo al sistema de libre mercado. Una sentencia repetida en el mundo del mercadeo masivo para sus aprendices resume la situación: “cuando algo es susceptible de empeorar, empeorará”.

SALTANDO DATOS

En Colombia, 47 de cada 100 personas en edad de trabajar vive del rebusque, es decir, deriva sus ingresos de trabajos informales, según reconoce el gobierno nacional. Hasta el mes de marzo, 12 más estaban desempleadas. Las cifras no incluyen a las personas mayores de 17 años que están estudiando y a un grupo, de más o menos 10 personas, que dejaron de buscar trabajo. Lo anterior significa que cerca de 70 de cada 100 personas en edad de trabajar están sin recibir ingresos regulares o están recibiendo ingresos de manera irregular o redujeron sus ingresos desde que empezó la cuarentena obligatoria que se extenderá hasta el 11 de mayo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) siempre condescendiente con el manejo de las cifras macroeconómicas colombianas, aceptó que “con las interrupciones a la actividad económica asociadas con la pandemia de Covid19 y dados los bajos precios del petróleo, se proyecta que el PIB real se contraiga un 2.4 por ciento en 2020, la primera recesión en Colombia desde 1999”.

Claro que el -2.4% que estima el FMI es bastante peligroso: incluye al sector financiero (bancos, aseguradoras, entidades financieras, EPS, etc.) al que el Gobierno Nacional le destinó recursos que, en el peor de los escenarios, deberían asegurarles mermar las ganancias pero no generar pérdidas, con lo cual el sector real de la economía, donde se producen y consumen cosas, va a tener una contracción, es decir, una reducción, superior al -2.4% que anuncian las autoridades del FMI: es decir, va a pegar más duro entre la gente. Acrecentado el desempleo pleno (porque ya creció incluso entre los informales) es lógico asumir que se hará más fuerte la caída en el consumo y en eso el sistema de libre mercado es un círculo virtuoso: si no hay plata, no hay consumo; sin consumo, que es demanda, no hay producción y vuelta: no hay oferta. En ese oscuro panorama, los hábiles mercaderes que dirigen la economía propusieron la dicotomía falsa: o se propaga la epidemia o se propaga la pobreza. Y sus áulicos, en los grandes medios, encendieron el altavoz: hay que poner a marchar la economía (así cueste más muertos).

CAPITALISMO EN AGONÍA

Pero el problema es más serio: ¿bastaron cuatro semanas de cuarentena para poner a la economía liberal más estable de América Latina en estado de emergencia? ¿Era tan precaria la solidez de los mercados colombianos? Maurizio Lazzarato, sociólogo italiano explicó -en una entrevista que publicó el diario bonaerense Página 12, que “la actual crisis provocada por el Covid19 es una muestra de un capitalismo moribundo, lo cual no significa que vaya a desaparecer así porque sí: ya sabemos que es un sistema que vive de la crisis. El problema es que, para el capitalismo, incluso la vida es un problema de generación de renta, todo está puesto en función de la circulación y concentración de dinero y de poder económico”. Con lo cual llegamos al otro extremo (de una cabuya de varias puntas): el Covid19 es la - ¿tercera?, después del Sida y la gripe aviar en 2006- epidemia socioeconómica: son enfermedades producidas como consecuencia del sistema económico liberal de mercado en su fase llamada “neoliberalismo”.

“El encierro que estamos experimentando es muy similar a una prueba general de la próxima crisis”, dice Lazzarato. “Encerrados en casa para defendernos de un ‘enemigo invisible’ bajo la amenaza organizada por los responsables de la situación que ha surgido. El capitalismo contemporáneo generaliza la guerra contra los vivos, pero lo ha hecho desde el comienzo de su historia, porque son objeto de su explotación y, para explotarlos, debe someterlos”.

LA BANDERA DEL HAMBRE

Sin embargo, una cosa es lo que las megacorporaciones y los Estados estén intentando implementar y otra el muro de realidades que las comunidades anteponen y aquí es donde el escenario, ya de por sí belicoso, se convierte en una escena de guerra. De un día para otro, en los barrios más pobres de Medellín e Itagüí empezaron a aparecer trapos rojos en las puertas y ventanas de las casas. A la manera de las banderas amarillas y blancas de satín que los feligreses exhiben para pedirles a los curas las comuniones para los enfermos en casa, se colgaron los llamados a los gobiernos locales para llevar ayudas. Las “banderas” rojas se extendieron muy pronto por todas las grandes ciudades colombianas y, no en pocos casos, se han convertido en la repetición de una vieja experiencia colombiana: las protestas comunitarias exigiendo la presencia del Estado donde la primera manifestación es el hambre e inmediatamente después, la rabia. La advertencia la hizo el alcalde de Soacha, uno de los municipios colombianos con mayor número de desplazados por la guerra y donde los trapos rojos son más abundantes: “podría morir más gente de hambre que de coronavirus”. Sin embargo, el problema no solo es tema de municipios con tantas carencias: la Alcaldía de Envigado decidió poner su propia bandera roja, llamando la atención del fenómeno en muchos de los hogares de su jurisdicción. Los efectos, primarios todavía en la vida social, de la pandemia del Covid19 demuestran que son una enfermedad socioeconómica, es decir que, si bien su origen es la mutación de un virus contenido en una especie animal hacia la humana, su difusión es consecuencia de la economía globalizada. El nombre de esa economía globalizada quedó enterrado hace un poco más de dos décadas, bajo la fiesta de consumismo que se extendió por el mundo: neoliberalismo. La pregunta que nos queda a los colombianos es: ¿podremos pedir esta nueva agenda?

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Un "cielo roto" en cuarentena

as concurridas calles permanecen casi en soledad. Los viejos ni los borrachitos no se toman las sillas del parque principal y son las palomas las que buscan desesperadas a quienes las alimentaban. Las rejas de los negocios comerciales reflejan el impacto de un virus que parece haber llegado para quedarse y el olor a café de greca no invade las mesitas que rodean su parque. 30 días después de haber iniciado el confinamiento, Caldas vive casi en silencio. Fotos: Ciudad Sur ciudadsur


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Fútbol en tiempos

Homenaje póstumo (por fortuna, de muerte temporal) al espectáculo mediático del fútbol. Incluye recuerdos de algunas tardes, visiones borrosas de fueras de juegos y elegías por las tribunas vacías. El fútbol no es una cosa que se juegue en una consola.

de Jesucristo

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Por Octavio Gómez Velásquez

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Twitter @mariopoe

ntonces, casi de la noche a la mañana el “planeta fútbol” desapareció. En su lugar quedaron, como testigos mudos, los grandes edificios invertidos (donde el césped es el interior), las camisetas de viejas hazañas y los recuerdos cada vez más borrosos de las gestas de los juegos heroicos. Era el fin del fútbol, el regreso a los tiempos de Jesucristo cuando el mundo era tan escaso en referencias redondas que la gente creía que la tierra era plana y los ídolos eran estatuas de bronce con pies de barro, es decir, como futbolistas. Pero, ¿por qué desapareció el “planeta fútbol”? ¿Existió alguna vez, realmente, o fue un espejismo, un producto de la alocada imaginación de un adolescente atolondrado? ¿Era más cierta la realidad paralela de las películas de Hollywood?

EL APOCALIPSIS EN LA PODADORA

El día que comenzó el apocalipsis fue el 19 de febrero, en el estadio Giuseppe Meazza, del barrio milanés de San Siro, un distrito lleno de restaurantes baratos y hoteles de mochileros, muy aptos para recibir hinchas que viajan por Europa siguiendo a sus clubes. El estadio, que por fuera parece una podadora de césped gigante, ese día no recibía a sus equipos locales de siempre (el AC Internazionale o Ínter, y el AC Milan). Ese día estaba prestado para un club de una ciudad pequeña, industrial, cercana: el Atalanta, de Bérgamo, que recibiría al boyante y famoso Valencia Club de Fútbol, de la ciudad homónima de la Comunitat Valenciana, de España. El Atalanta no podía jugar en su ciudad porque su estadio es pequeño para las exigencias del reglamento en la ronda de octavos de final de la Liga de Campeones de la UEFA (Champions League, en inglés y “chanpios lig” como lo pronuncian los locutores radiales de Medellín). Hasta entonces, todo era normal: mediados de febrero en el norte de Italia significan temperaturas muy bajas, resfriados frecuentes, bronquitis, pulmonías, neumonías típicas. Nada de qué preocuparse. Para los hinchas del Atalanta, en Bérgamo, la historia era otra: era la primera vez que el club pisaba los salones reservados a los mejores 16 equipos de Europa en la Champions y para los locutores deportivos paisas también era muy importante porque en el Atalanta juegan los delanteros colombianos Duván Zapata y Luis Muriel, cuyas actuaciones o ausencias, yerros o aciertos iban a ayudar a llenar las largas y farragosas horas frente al micrófono. Ese 19 de febrero apenas los noticieros ocupaban menos de un minuto por emisión para detallar el avance del Covid19 en la lejana y desconocida ciudad de Wuhan, en la China (¿quién, antes de la pandemia, sabía que esa ciudad tenía 11 millones de habitantes? ¿quién la puede señalar hoy en el mapa?), a no ser para mirar el increíble video acelerado que mostraba cómo los chinos levantaban un hospital en menos de diez días. Para la humanidad, Covid19 era una referencia lejana, como la gripa aviar o el ébola: enfermedades exóticas de países exóticos para personas exóticas (o pobres, muy pobres, casi lo mismo). Aquel juego terminó con un contundente 4-1 del onceno italiano sobre el español. La bomba de aquel juego, sin embargo, no estuvo en el césped del estadio sino en sus tribunas: habían asistido 40 mil habitantes de Bérgamo (la ciudad tiene 120 mil), muchos

Foto: Henry Agudelo de los cuales ya eran portadores del Covid19, aunque no lo sabían. Al lado estuvieron los 2.500 hinchas del Valencia que habían viajado 23 horas en tren desde su ciudad hasta la Lombardía para ver caer a su equipo. Los abrazos, los besos, los cánticos, los saludos, todo sirvió para que el virus que pudo haber llegado en pocos cuerpos hubiera regresado por miles a Bérgamo, se quedara por cientos en Milán y se alejara con los españoles por miles en la ruta férrea de casi un día parando en Lausana y Ginebra (Suiza), Lyon, Montpellier y Perpiñán (en Francia) y Girona y Barcelona, (España), antes de llegar a Valencia. El centro de Europa quedaba así contaminado. Un viajero inusitado por el viejo continente sabe que cualquier estación mediana de trenes o buses concentra a cientos o miles de pasajeros por día, con lo cual y sin ninguna restricción ni protección, el virus viajó multiplicándose a tasas exponenciales.

EL BILLONARIO NEGOCIO

El juego y su resultado no fueron de mayor importancia hasta que en Bérgamo colapsaron los centros médicos y los controles y las alarmas dieron cuenta de que en el industrializado y conservador norte italiano (pero no sus puertos marítimos, las más probables entradas del Covid19) había estallado la crisis por la epidemia. Como un juego de dominós puestos uno tras otro que van cayendo, empezaron a notificarse miles de casos y cientos de muertes por el virus y el multimillo-

nario fútbol europeo, el más europeo de los negocios del show bussiness del siglo XXI, se unió a la pandemia.

LLEGÓ EL SILENCIO

La bomba, como los explosivos modernos, estalló en silencio. Como dicen que nos mataría a todos una bomba nuclear: sin tocar los edificios ni las calles ni los automóviles, solo arrasando lo vivo. Su onda expansiva fue desde el centro de Europa hacia oriente y occidente, dejando tras de si una estela de incertidumbres, riesgos de quiebras y pólizas de seguros por cobrar que todavía no se vislumbran porque, sin excepción, todas las ligas y las competencias aspiran a retornar a algo llamado normalidad. El mundo europeo del balón se toma como valor de referencia, porque su realización es la que implica mayores costos y, lógicamente, las ganancias más grandes, tanto en las ligas naciones como en las competencias continentales que logran superar con creces la atención sobre muchas competiciones extra europeas.

NEGOCIOS MULTIMILLONARIOS

Desde que, en los años 80, comenzaron a asociarse los negocios de los campeonatos europeos con la transmisión por televisión, ambas iniciativas empresariales lograron un ascenso meteórico en términos de valores y audiencias. Las seis competiciones nacionales europeas más valiosas, Inglaterra, España, Italia, Alemania, Francia y

Países Bajos reúnen transferencias de futbolistas por valor de 25.697 millones de euros (poco más de cien billones de pesos, más de la tercera parte del presupuesto general de Colombia para 2020, tasado en 227 billones de pesos). Los 25 mil millones de euros no consideran los valores globales de los derechos de transmisión por televisión, distribuidos hacia mercados tan poderosos como el chino o el japonés a través de las plataformas de Internet, la televisión satelital o los sistemas de televisión por cable aún mayoritarios en los países de América Latina. Los contratos europeos por los derechos de transmisión (de información más accesible y creíble) rondaron hasta 2018 la cifra de los 700 millones de euros por sistema de distribución en el caso de los más poblados, hasta 30 millones de euros para los más pequeños. Nótese que se trata de más de 40 países solo para el caso del viejo continente y en los países de mayor desarrollo (Alemania, el Reino Unido y Francia) tales derechos se venden a dos o tres operadores de tv., lo que ya incluye las empresas telefónicas que los incluyen para sus clientes de telefonía móvil e Internet.

ENTRAMADO COMERCIAL

Pero este milagro del mercadeo deportivo no se limita a los grandes derechos de retransmisión o distribución. Como en todos los eventos deportivos a gran escala, las ligas de todo el mundo se hacen con grandes patroci-

nios, patrocinios y co-patrocinios, venden los derechos de exhibir marcas alrededor de los gramados donde se desarrollan los juegos, los clubes venden el derecho a lucir logos particulares en sus prendas y los fabricantes de elementos para la práctica se disputan el derecho de diseñar y dotar los uniformes de competencias. Estas actividades, que el mundo del deporte llama “merchandising” mueven anualmente cuantías que superan los 4.000 millones de dólares solo alrededor del fútbol de alta competencia. A lo anterior se deben agregar las ofertas mediáticas que se desarrollan antes y después de los partidos de fútbol. Horas enteras de transmisiones en vivo, debates, entrevistas, repasos a los juegos, análisis presuntamente tácticos, reportes a los devaneos nocturnos de las estrellas del juego, ya en Singapur, París o Bogotá, que se venden a clientes de pautas publicitarias multimillonarias, cada vez más abiertas a recibir nuevos públicos: el futbol femenino fue la más reciente adquisición, con la intención de vincular a ese entramado todos los productos dirigidos al público femenino, tradicionalmente olvidado del balompié, lo cual incluyó, por supuesto, incorporar comentaristas, entrevistadoras y narradoras en un ambiente tradicionalmente hostil a las mujeres, cuando no francamente sexista y no en pocos casos, duramente homosexual aunque públicamente homofóbico. Hace poco menos de diez años el fútbol dio el vuelco

hacia el mundo de las apuestas legales que, durante décadas se mantuvieron en poder de las organizaciones criminales conocidas como mafias. La introducción de plataformas informáticas facilitó la popularización de las apuestas “on line” que, de a poco, incorporaron toda clase de competencias deportivas y en casi todos los niveles. Juegos de tercera división del fútbol serbio, campeonatos nacionales de canotaje de Albania, competencias ciclísticas en Nigeria, escaladas en el Tíbet y, claro, fútbol de primera división. Toda esa gran maquinaria, deporte, televisión, medios de información, patrocinadores, anunciadores, legitimadores, casas de apuestas y apostadores se tuvieron que callar, casi de la noche a la mañana, en 207 de los 210 países afiliados a la FIFA, la asociación de fútbol que es más grande y más poderosa que las Naciones Unidas. La tercera semana del mes de marzo, Kylian Mbappé, el jugador que cuesta 180 millones de euros, sus 7.000 colegas del fútbol europeo, las diez ligas suramericanas, la treintena de países africanos, los nuevos ricos de Asia, sus televisiones, sus plataformas web, sus casas de apuestas, sus locutores, modelos, anunciantes, empresarios, lavadores de imagen y de dólares, los porteros de las entradas a los estadios, los aguateros, masajistas, narradores y áulicos, todos, se tuvieron que callar. Y el mundo volvió a ser como en los tiempos de Jesucristo cuando no había fútbol y los dioses eran como los futbolistas: figuras de bronce con pies de barro.


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La sonrisa Por Alejandro Calle Cardona @alejocalleCS

E

l uso del tapabocas se convirtió en obligatorio y prenda de nuestra vestimenta por cuenta de un virus importado. Este elemento se volvió vital y costoso en medio de la pandemia, pero la moda hizo lo suyo y ya se ven varios estilos, aunque no todos cumplen con los requisitos. Hay industriales, hay de tela, los hay con filtro y otros que solo son una bufanda o retazo de tela obligada a cumplir una función que no es la suya. Tal vez tardaremos un poco en dejar ver nuevamente nuestro rostros para expresar lo que sentimos y darnos un beso. Pero lo más lindo es que algunas personas dejan ver su sonrisa a través de sus ojos. Recorrimos las calles de La Estrella, Caldas y Sabaneta y nos encontramos con estos colores para darle vida a la vida en el aislamiento.

de tus ojos


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