

Conte escrit i il.lustrat per
Santiago i Noor


CFA MONTSERRAT ROIG
Projecte APS Contes per llegir, contes per crear
GES 2 curs 24-25
(amb el suport de Casa ÀSIA)


Haru era un muchacho que había heredado de su madre un taller donde fabricaba sombrillas.
Un día, mientras trabajaba, vio por la ventana una anciana que subía despacio por la colina.
—Tiene un aspecto raro—pensó Haru—parece cansada de caminar.
La anciana llevaba una sombrilla hecha pedazos que no la cubría casi nada.



Más tarde, llegó la anciana al taller y dijo:
Uff, qué calor hace hoy, mis pobres piernas ya no pueden más y esta sombrilla ya no me sirve, ¿podrías ayudarme?
Haru la miró y como era muy amable, decidió ayudarla sin pedir nada a cambio.
Él no sabía que estaba siendo puesto a prueba por esta señora. Ella quería comprobar si el chico era la persona indicada para tener esa sombrilla.



Haru empezó a reparar la sombrilla que le había dejado la extraña señora. Cuando la estaba terminando de arreglar, sintió una extraña energía proveniente de la sombrilla, pero él siguió con su trabajo.
Al día siguiente, Haru fue al pueblo de compras y decidió llevar la sombrilla para probar qué tal había quedado. Mientras caminaba bajo el abrumante sol descubrió algo raro: ya llevaba mucho caminando, pero no se sentía cansado. ¡Incluso un leve resfriado que tenía desde hace unos días había desaparecido!



Una vez en el pueblo, mientras guardaba las compras le pidió por favor a una niña que le sostuviera la sombrilla. La niña parecía enferma, pero al instante, con la sombrilla en la mano, su aspecto fue mejorando.
Haru no sabía qué pasaba… ¿Sería mágica la sombrilla y podría curar a la gente?
Decidió caminar por el pueblo en busca de personas que estuvieran enfermas. Primero encontró a un niño que tenía un brazo vendado y no lo podía mover.
Le dio la sombrilla y le dijo:
Coge la sombrilla, puede que te sientas mejor.
El niño la tomó extrañado, y al instante, ¡podía mover el brazo sin dolor!



Haru, viendo que la sombrilla tenía el poder de ayudar a la gente, decidió llamar a todas las personas del pueblo que se encontraran mal.
Con la gente reunida, Haru comenzó a pasar la sombrilla a cada persona.
Pero entre la gente del pueblo estaban unos Onis, hombres con malas intenciones que vieron el poder de la sombrilla.



Haru, al terminar de ayudar a la gente, feliz y cansado, decidió volver a su casa.
Durante el camino tuvo la sensación de que lo seguían, pero como estaba bastante cansado no le dio importancia, siguió hasta su casa, y se puso a dormir.
Los Onis, que sí le habían seguido, esperaron a que Haru estuviera dormido. Uno de ellos entró por una ventana, y le robó la sombrilla.
Al día siguiente Haru descubrió que la sombrilla ya no estaba ahí. Se quedó triste y preocupado.



Justo como si supiera que algo malo sucedía, la anciana llegó al taller de Haru. El chico le explicó lo que había pasado. Ella respondió:
Hmm, ya sentía yo que algo estaba mal, pero no te preocupes, muchacho, no es tu culpa, esa sombrilla tiene un poder que muchos quisieran tener.
Cuando estabas con la sombrilla, ¿no viste a nadie sospechoso?
Haru, pensando en la reunión de la aldea, respondió:
—Ahora que lo dices ayer estaba ayudando a la gente de la aldea y unos tipos estaban ahí, observando. Eran de piel roja, altos y creo que tenían cuernos respondió él.
—Esos son los Onis, unos ladrones que se dedican a robar joyas y todo lo que tenga valor. Sé dónde se esconden, prepárate muchacho, mañana recuperaremos esa sombrilla. Por cierto, me llamo Sakura.



Al día siguiente, al anochecer, Sakura volvió al taller de Haru y le dijo que esa noche iban a ir a la guarida de los Onis. Haru, muy asustado, le dijo:
Pero, ¿cómo lo haremos? Esos Onis parecen muy fuertes, y yo no sé pelear y tú ya eres muy viejecita.
Esos monstruos solo son grandes, pero en realidad son muy tontos, y yo soy una vieja muy astuta, muchacho. Tú solo sígueme respondió ella con mucha seguridad.
Después de un largo camino llegaron a la guarida de los Onis, en lo alto de una colina rocosa. Allí celebraban su último robo.
—¡Allí está! -—susurró Haru, señalando una piedra en donde descansaba la sombrilla.
Debemos recuperarla sin luchar dijo Sakura con una sonrisa astuta.



Los Onis estaban distraídos con sus tesoros y joyas.
A ellos les encantan las cosas brillantes dijo Sakura mientras sacaba un pequeño espejo con bordes dorados. Colocó el espejo en el suelo. Su reflejo parecía oro.
Mirad, más tesoros gritó uno de los Onis, y todos corrieron detrás de la luz dorada, dejando su guarida sola.
Haru, como era más rápido, corrió hacia la piedra, cogió la sombrilla y antes de que los Onis se dieran cuenta, él y Sakura ya se habían ido del lugar.



Se pusieron en camino, y decidieron enterrar la sombrilla para que en el futuro nadie la pudiera usar.









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Editat i maquetat per Roser de Antonio