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7.3 Consideraciones sobre la zonificación y la actividad minera
Las poblaciones actuales son herederas de este rico pasado, poblaciones quechuas, aymaras, kallawayas, como culturas vivas, asentadas en los cuatro municipios sobrepuestos en 111 comunidades y una población total aproximada de 26.437 habitantes de acuerdo a los datos registrados por el Censo 2012. A pesar de las transformaciones que ha sufrido el territorio de acuerdo a la organización política territorial y la fragmentación de los territorios indígenas ancestrales, se debe considerar los usos actuales y tradicionales, y sus respectivas organizaciones sociales tradicionales y sus adecuaciones actuales en sus distintos niveles (ayllus, markas y otras). Se respeta los usos tradicionales de los sistemas productivos de las actuales poblaciones, en agricultura, ganadería de camélidos, prácticas forestales, de los distintos pisos ecológicos (usos registrados en los mapas parlantes del diagnóstico y rescatados en la identificación de sistemas de producción). Al ser un ANMI, se reconocen las actividades extractivas tradicionales: forestales maderables y no maderables, actividades que no lleguen a afectar las funciones ecológicas en las zonas de bosque húmedo montano y bosques yungueños. Este territorio tiene registro histórico desde épocas prehispánicas de la actividad minera, en regiones como Suches y otros puntos tradicionales, actualmente la actividad minera se desarrolla y es una de las principales generadoras de ingresos, por lo que es difícil restringirla y se debe buscar la forma de convertirla en una minería responsable con el cumplimiento de las normas ambientales en las zonas permitidas del AP. Se debe respetar el patrimonio histórico cultural: caminos prehispánicos, ruinas, monumentos históricos, patrimonio cultural tangible como el intangible representado en las culturas vivas, la cultura kallawaya y sus formas de manejo tradicional de los recursos naturales: terrazas, sistemas de conocimientos de los sistemas productivos, rituales y sociales que organizan su ocupación tradicional del espacio y del territorio en el marco de lograr una compatibilidad en los usos y los objetivos de conservación del área protegida. El reconocimiento de la sobreposición con Tierras Indígenas Originarias y Campesinas (TIOCs), como la Marka Cololo Copacaba Antaquilla, con sus instrumentos de gestión territorial indígena, como su Plan de Vida, Reglamentos de usos de recursos naturales, la zonificación de su territorio, se respetarán en el marco de la compatibilidad con la zonificación del AP. También se sobrepone parcialmente con el ANMIN la TIOC Lecos de Larecaja en la zona de Michiplaya Resalta también la titulación de la comunidad “San Pedro de Apolo” que cubre la parte central de la Zona de Protección Estricta, que además tiene una cooperativa minera constituida por miembros de la comunidad y el Vicepresidente actual del Comité de Gestión. De igual manera en la zona baja correspondiente al Municipio de Mapiri, las comunidades de Charopampa, Yuyo y
Achiquiri están ya tituladas y cubren también parte de la zona de protección estricta. El cultivo de la hoja de coca es milenario, en las distintas épocas históricas de esta región ha jugado un rol cultural y económico muy importante, y actualmente en las comunidades del
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Distrito Carijana y Pauje Yuyo se siguen desarrollando estos cultivos, y por tanto se reconoce esta práctica agrícola dentro de la zonificación de uso de recursos.
7.3 Consideraciones sobre la zonificación y la actividad minera
Al no contarse con datos exactos de las fechas de otorgación de derechos mineros a los concesionarios que se encuentran al interior del ANMIN, dificulta el análisis y propuesta, ya que lo correcto es que aquellas concesiones otorgadas antes de la ampliación del ANMIN y que cuentan con toda su documentación legal, tienen un derecho preconstituido y se debería considerar su reconocimiento en la rezonificación, en casos de concesiones que afecten objetivos importantes de protección como ser,