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Legitimidad incluso sin representatividad
Estos últimos años, UNITAS ha encomendado estudios de percepción sobre el trabajo de las ONGD en el país97. Según los resultados obtenidos, un 60% de las personas encuestadas califica positivamente el trabajo de las ONGD, pero tan solo un 50% considera que han logrado alta credibilidad. Quedan fuertemente cuestionados aspectos relacionados con la rendición de cuentas: apenas un 28% de las personas encuestadas considera que las ONGD dan a conocer a la sociedad el resultado de sus acciones, y un porcentaje aun menor (un 20%) considera que dan a conocer el manejo de sus recursos. Las reacciones captadas de las redes sociales virtuales durante la segunda fase del estudio coinciden con esas percepciones negativas, y destacan más bien una imagen de organismos generadores de empleo bien pagado.
Para Sorj (2007: 132-133), las ONG afirman su legitimidad en base a la fuerza moral de sus argumentos, y no debido a su representatividad. Opina, asimismo, que los precursores de las ONG fueron las organizaciones y las personas que lucharon contra la esclavitud o, más tarde, por los derechos de los consumidores. No obstante, para Rodríguez-Carmona (2009: 30-35), en el imaginario colectivo, trabajar en una ONGD ya no es sinónimo de altruismo o conciencia social sino, más bien, de interés propio y ascenso social. Las ONGD han perdido reconocimiento público porque aceptaron actuar como paliativos (acríticas o insuficientemente críticas) de los efectos negativos (pobreza y exclusión social) generados por las políticas neoliberales aplicadas durante 20 años en Bolivia: incumplieron
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97 Esos estudios, efectuados en las ciudades de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y El Alto en 2010 y 2011, recogen la percepción de población mayor de 18 años bajo cumplimiento de cuotas por edad, sexo y con la condición de por lo menos haber escuchado hablar sobre
ONGD. Los estudios fueron encargados a la empresa Real Data.
el código de conducta que suponía su relación histórica con las OSC pero, además, no tuvieron el cuidado de rendir cuentas a éstas, limitándose a hacerlo frente a las agencias cooperantes. Las palabras del Vicepresidente del Estado Plurinacional son muy claras al respecto cuando se refiere a las ONGD think tanks (plataformas de intelectuales) y de intelectuales: “Son cómplices de la aplicación de las políticas neoliberales en Bolivia con sus legitimaciones mediocres”98 .
Fernández (2010: 7) sostiene que el comportamiento de las ONGD con relación a otros actores debe estar signado por la legitimidad, el código de conducta y la rendición de cuentas. Explica que el código de conducta tiene relación con los valores y la ética en la conducta diaria en el relacionamiento con otros actores, y la rendición de cuentas tiene que ver con aquellos que de un modo u otro pueden pedirle cuenta de sus actos. Aclara que la legitimidad guarda relación con el cumplimiento de preceptos legales que regulan la acción de las ONGD, pero también con el reconocimiento público asociado a ello, el cual está también relacionado con las necesidades, proyecciones y expectativas de la población con la que trabajan. El autor opina que el actuar constantemente buscando el fortalecimiento y el mayor protagonismo de los movimientos sociales y las organizaciones de base es signo de madurez institucional y de seriedad del enfoque estratégico a adoptar. Para O. Bazoberry, “lo de ‘voz propia’ es una autodeclaración, principalmente para poder hacer incidencia, y lo de Busán, Estambul, son intentos de legitimación seudolegal. El tema de la legitimidad no es solo un tema legal: está relacionado sobre todo con las vinculaciones con el medio (particularmente social)”. Es que las ONGD no son organizaciones sociales, sino organizaciones de ayuda al desarrollo, reflexiona M. Morales (p); su legitimidad se tiene que ganar, es diferente de la legitimidad legal que les da el Estado, y/o a aquella seudolegal que les da la cooperación.
El proceso constituyente pone a las ONGD ante la necesidad de reubicarse en el escenario social y político del país, motivando una reactualización de visión, misión y objetivos de varias de ellas. El taller realizado en el marco de la consulta nacional de OSC concluye que es necesaria la
98 Palabras pronunciadas por Álvaro García Linera en una conferencia con motivo del III
Seminario Internacional “Pensando el Mundo desde Bolivia. Más allá de la modernidad capitalista: visiones alternativas”, celebrado en La Paz del 24 al 28 de noviembre de 2008.
revisión y reflexión sobre las prácticas que tienen las ONGD (la excesiva figuración, la falta de coherencia con sus principios) para crear formas de autoacreditación y regulación y para enmarcarse dentro de los códigos de ética (UNITAS 2010: 23). Las personas entrevistadas asientan la identidad de las ONGD en su reconocimiento por la NCPE y en las nuevas visión y misión que se han fijado. Desde ya, una ojeada rápida a los sitios web de las redes99 permite observar que al menos dos (UNITAS y Red PCCS) estarían contemplando explícitamente una relación de acompañamiento a OSC en sus misiones, además de que otras dos (FOBOMADE y Red Participación y Justicia) se presentan como articuladoras de OSC. Para F. Alvarado, las ONGD reciben dinero a nombre de los campesinos, y si son eficientes, participativas y transparentes, esos mismos campesinos las legitiman. Asimismo, L. Soliz opina que la participación de las organizaciones en las evaluaciones internas es una fortaleza de CIPCA, que legitima a esta institución. Desde la experiencia del CJA, R. Vilar añade que se trata de no apartarse de la esencia institucional: “La ‘despatriarcalización’ y la ‘descolonización’ son la esencia de CJA, que inciden en las estrategias y las metodologías, y que también deben incorporarse en la práctica cotidiana”.
Finalmente, F. Becerra (s) (CONAMAQ) considera probable que, si trabaja sobre derechos, la ONGD reciba críticas del gobierno, “pero no está cometiendo ningún delito, y si trabaja bien coordinada con las comunidades y los ayllus, las organizaciones la van a respaldar”. De hecho, el ex Presidente de la República Carlos D. Mesa Gisbert (v) considera que es atribución y competencia de las ONGD financiar movimientos sociales que no cuenten con suficientes recursos para luchar por sus derechos, ya que su trabajo esencial es respaldar a los pueblos indígenas técnica, económica, social y culturalmente100. Sin embargo, la opinión que dan al respecto personas que intervienen en las redes virtuales es mitigada: las mujeres parecen más a favor [V. Morales (v), T. Arteaga (v)] y los varones en contra [J. C. Quiroga (v), R. Mamani Ticona (v)], aunque también prima
99 UNITAS, AIPE, ASONGD, Coordinadora de la Mujer, LIDEMA, Bolivia Transparente, Red TIC
Bolivia, Red de Participación Ciudadana y Control Social, PROCOSI, FINRURAL. 100 Opinión recogida en su blog en referencia al caso TIPNIS. Añade incluso que “[…] el actual gobierno tiene muchos de sus miembros que recibieron gran apoyo económico de las
ONGD, cuando no trabajaron en ellas. Carlos Romero es el más importante ex funcionario de una ONGD en el Poder Ejecutivo”.
la duda: “Financiar una marcha no creo que sea posible sin que estuviera en un ítem de un determinado proyecto y, en ese caso, sería fácilmente rastreable pues las ONGD, además de estar inscritas en las respectivas gobernaciones y notarías, deben presentar sus estados financieros” [F. Arteaga (v)]. Con todo, M. Urioste estima que las ONGD deben actuar de modo tal que la población aprecie y valore lo que hacen: “Parece casi imposible a nivel de las cúpulas nacionales, pero sí es posible en los niveles intermedios. Frente al gobierno central es imposible legitimarse porque éste, en su búsqueda de hegemonía, solo busca someter o subordinar”.