Historia mexicana 127 volumen 32 número 3

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HISTORIA MEXICANA 127

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HISTORIA MEXICANA 127

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Vi?eta de la portada: Lugar de la cendrada y artefactos para refinar oro y plata, de ?lvara

Alonso Barba, Arte de los metales (1770).

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HISTORIA MEXICANA

Revista trimestral publicada por el Centro de Estudi

Hist?ricos de El Colegio de M?xico Fundador: Daniel Cosi? Villegas

Redactor: Luis Muro

Consejo de Redacci?n: Carlos Sempat Assadourian, Jan Bazant, Rom Falc?n, Bernardo Garc?a Mart?nez, Virginia Gonz?lez Claver?n, Mo Gonz?lez Navarro, Alicia Hern?ndez Ch?vez, Clara Lida, Andr?s Lir Alfonso Mart?nez, Rodolfo Pastor, Anne Staples, Dorothy Tanck, El

Trabulse, Berta Ulloa, Josefina Zoraida V?zquez

VOL. XXXII ENERO-MARZO 1983 NUM. 3 SUMARIO

Art?culos Alfonso Mart?nez Rosales: Fray Nicol?s de Jes?s Mar?a, carmelita descalzo del siglo xviii 299

M?lada Bazant: La ense?anza agr?cola en M?xico: prioridad gubernamental e indiferencia social (1853-1910) 349 Linda B. Hall y Don M. Coerver: La frontera y las minas en la revoluci?n mexicana 389

Historiograf?a mexicanista

W. Dirk Raat: La revoluci?n global de M?xico. Tendencias recientes de los estudios sobre la re voluci?n mexicana en Jap?n, el Reino Unido y

Europa continental 422

Cr?tica Silvio Zavala: Fray Alonso de la Veracruz en la visi?n de Antonio G?mez Robledo 449

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Examen de libros sobre Historia parlamentaria mexicana. Sesiones se cretas 1821-1824 (Anne Staples) 455

Luis Muro: Relaci?n de las fechas de las sesio

nes secretas de los cuerpos legislativos mexicanos (1821-1824) cuyas actas no aparecen en el libro

manuscrito original 459

sobre Jos? Patricio Merino Navarro: La Armada

Espa?ola en el siglo xviii (Virginia Gonz?lez

Claver?n) 462

sobre Jos? B. Zilli Manica: Italianos en M?xico. Documentos para la historia de los colonos ita lianos en M?xico (Mois?s Gonz?lez Navarro) 468

La responsabilidad por los art?culos y las rese?as es estrictamente perso nal de sus autores. Son ajenos a ella, en consecuencia, la revista, El Co legio y las instituciones a que est?n asociados los autores.

Historia Mexicana aparece los d?as lo. de julio, octubre, enero y abril de cada a?o. El n?mero suelto vale en el interior del pa?s $ 250.00 y en el extranjero Dis. 6.75; la suscripci?n anual, respectivamente, $ 800.00 y Dis. 25.00. N?meros atrasados, en el pa?s $300.00; en el extranjero

Dis. 7.25.

(c) El Colegio de M?xico Camino al Ajusco 20

Pedregal de Sta. Teresa 10740, M?xico, D.F. ISSN 0185-0172

Impreso y hecho en M?xico Printed and made in Mexico

por Pizano-Vera y Asociados, S.A., Av. 10, num. 130, Col. I. Zaragoza,

M?xico 9, D.F.

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FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A, UN CARMELITA DEL

SIGLO XVIII

Alfonso Mart?nez Rosales

El Colegio de M?xico 1. El Colegial. El escribano real y p?blico y notario del

Santo Oficio, Jos? Manuel de Paz, estuvo el 24 de septiembre de 1715 en el colegio capitular de Santa Ana. Fue para que Josefa Cano de Morales y otros due?os de una hacienda de "pan sembrar", situada en el barrio de la Magdalena de Co yoac?n, otorgaran una escritura de cargo de mil peses m?s,

sobre doce mil que ya deb?an al colegio. Y tambi?n para que la comunidad otorgara otra escritura de venta de una huerta peque?a propia del mismo colegio.1 Josefa y socios pudieron haberse trasladado a la ciudad

de M?xico o acudido al escribano; Jos? Manuel debi? ir

desde M?xico al colegio por varias causas: a) porque el rec

tor y los colegiales no pod?an ir m?s all? de "la puerta

reglar" que se?alaba el ?mbito de la clausura; b) deb?a fir mar toda la comunidad; c) el rector y los colegiales, salvo casos raros, no ten?an licencia para salir en cuerpo de la comunidad; d) trat?base solamente de des negocios de los muchos que el colegio efectuaba; y e): Jos? Manuel era de hecho "el" escribano al servicio de los carmelitas, ya que desde noviembre de 1712 asentaba en sus libros de protocolos las escrituras otorgadas por o a favor de los carmelitas de la 1 ANotDF, notario 504 Jos? Manuel de Paz, 1715, ff. 377-388.

Para la identificaci?n de las fundaciones de los carmelitas descalzos, v?ase mi art?culo "La Provincia de San Alberto de Indias de Carmelitas

Descalzos", Historia Mexicana, xxxi:4 [24] (abr.-jun.)5 p. 474. V?anse las explicaciones sobre siglas y referencias al final de este art?culo.

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FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A

"olla de M?xico" o valle de M?xico. S?lo desempe?aba, pues, Jos? Manuel la rutina de su oficio y de su servicio a los carmelitas, como lo siguieron haciendo ?l, hasta 1747, y sus descendientes Juan Jos?, Francisco Antonio y Felipe Miguel a lo largo del siglo xvni. Una vez terminadas las escrituras, firmaron el rector fray

Antonio de Jes?s Mar?a y, a continuaci?n, uno a uno los colegiales. En octavo lugar le correspondi? firmar a un joven

que estamp? con mano firme, pero con trazo a?n d?bil y rasgos inseguros, su nombre: fray Nicol?s de Jes?s Mar?a. El nombre de dicho religioso seguramente no le causar?a

ninguna impresi?n al escribano, quien cuidaba que las es

crituras quedasen correctamente firmadas, dado que, si bien el sobrenombre de Jes?s Mar?a era c?lebre dentro y fuera

de la orden, era por otra parte muy com?n en la misma y especialmente en la provincia de Nueva Espa?a. El ejem plo se daba en el mismo colegio de Santa Ana, porque, ade

m?s del rector, otros tres religiosos as? se titulaban. En rea lidad, fray Nicol?s no ten?a por qu? llamar la atenci?n ni

del escribano ni de nadie. Era ?l s?lo un joven que naci? en Sevilla,2 en los ?ltimos a?os en que ci?? la corona Car los II; un sevillano como tantos, pero distinguido por el apellido Risco. Era, pues, Nicol?s S?nchez Risco y Merino.

Era solamente tambi?n un "espa?ol europeo" que con

la esperanza del siglo nuevo vino a las Indias, y que con el ansia y el amor de la juventud recibi? el h?bito del Carmen,3 2 El rector era fray Antonio de Jes?s Mar?a. ANotDF, notario 504 Jos? Manuel de Paz, 1715, ff. 388-392v; Jos? Bernardo de Hogal escri

bi? que fray Nicol?s era sevillano en la dedicatoria del serm?n de

Las llaves (para todos los sermones de fray Nicol?s, v?ase la relaci?n

anexa).

3 AHPMSACD, "Libro de profesiones de carmelitas descalzos, 1692 1743", f. 60v. Aqu? consta que era de Sevilla, hijo leg?timo de Fran cisco S?nchez Risco y de Mar?a Merino su leg?tima mujer. Recibi? el h?bito en el oratorio del convento noviciado de Puebla de mano del maestro de novicios fray Bartolom? de San Joaqu?n, entre 3 y 4 de la

tarde del 1 de abril de 1708, despu?s de un a?o de novicio. Esta

informaci?n me la comunic? amablemente don Dionisio Victoria Moreno.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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y que profes? en el convento de los Remedios de Puebla

el 2 de abril de 1709,4 en cuyo huerto cerrado comenz? a vivir, y vivi? plenamente despu?s, la observancia de las cons tituciones carmelitas y a embriagarse con la oratoria did?ctica

y solemne del d?a. Vio tambi?n all? al prior disponer novenarios cantados para pedir gracias, que deb?an realizarse en sue?os art?sticos, al grito de "all? est?n los Cinco Se?ores". Y se asombr? des pu?s, concluidos los novenarios, al ver llegar por v?as no previstas la suma necesaria para llamar art?fices, concertar

oficiales y construir un retablo costoso, derribar paredes, des hacer b?vedas, trazar un dilatado y hermoso presbiterio, idear

un nuevo y pulido sepulcro, colocar lienzos de alto precio, bellos altares en el sepulcro y ricos retablos en la iglesia; todo despu?s de haberse preguntado con escepticismo juve nil ?en qu? han de parar estas misas?5 Ninguna novedad, ciertamente, registraba el parvo cu rriculum de fray Nicol?s, m?xime siendo carmelita colegial; aunque, en lo personal, s? fue muy importante que el pro

vincial acordara su traslado del convento de Puebla al

colegio capitular de Santa Ana, en el que se hallaba en aquel

a?o de 1715.

En San ?ngel, nombre sostenido por la voz del pueblo

para referirse al centenario colegio de Santa Ana, fray Nico

l?s se asomaba al tiempo de vez en cuando a trav?s de las firmas aparrilladas y enrejadas de la comunidad, que se agolpaba en la pequenez de las celdas de las escrituras p?bli cas otorgadas ante Jos? Manuel de Paz, quien a su vez las

enclaustraba con el grosor de sus libros de protocolos, las en volv?a con la badana de los forros y las aseguraba con sus broches. Fue tambi?n all? en donde sus ojos y su esp?ritu

se "enlumbraban" con la luz del oro del retablo costeado y dedicado por Diego G?mez de Victoria en honor de la 4 AHPMSAGD, "Libro de profesiones de carmelitas descalzos, 1692

1743", f. 60v. 5 Jes?s Mar?a: La mano, p. 17.

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302 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A Virgen del Rosario, y con las joyas que don? para las im? genes.6 2. El conventual. Al acercarse la celebraci?n del cap? tulo provincial de 1717, la obediencia a sus prelados llev? a fray Nicol?s a otros conventos. Si hubiese permanecido un

poco m?s en San ?ngel, la convivencia con otro colegial

joven de nombre fray Melchor de Jes?s 7 hubiera sido inevi table. Los a?os se encargar?an de reunirlos y a?n de enfren tarlos. De 1719 en adelante,8 fray Nicol?s residi? en el con

vento de San Sebasti?n de M?xico, cabeza de la provincia y escaparate de su importancia. Y nuevamente lo sac? de all? su profesi?n antes del cap?tulo de 1720,9 para enviarlo

al colegio de teolog?a 10 a ejercer la elecci?n que de ?l hizo el

provincial y que un trienio despu?s le permiti? ostentar el t?tulo de "lector que fue de v?speras de sagrada teolog?a escol?stica'* en las portadas de sus sermones. El cargo de lector de teolog?a era de mucha honra, pues

hab?a s?lo dos lectores durante un trienio y en ocasiones uno. Para desempe?arlo eran electos "sujetos muy id?neos en virtudes y letras", con obligaci?n de ense?ar "la sagrada doctrina como la explican los santos padres, siguiendo par ticularmente a Santo Tom?s... pena de privaci?n de ofi cio ... dedic?ndose a declarar la verdad breve y compen diosamente".11 As? comenz? fray Nicol?s a ascender con tanta

honra por las cimas que lo encumbrar?an.

6 ANotDF, 1716, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 40-47v. 7 ANotDF, 1717, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 145-148v.

Escritura de poder que dio la comunidad a su procurador. Entre los

firmantes ya no aparece fray Nicol?s y s? fray Melchor. 8 ANotDF, 1719, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 162-163. En 12 de noviembre el prior y la comunidad recibieron del colegio de San Gregorio de jesuitas 5 800 pesos y los cancelaron. Fray Nicol?s firm?

all? y en adelante. 9 ANotDF, 1720, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 73v-78. Escri tura de 24 de febrero, ?ltima vez que firm?. 10 Jes?s Mar?a: La mano. En la portada de este serm?n, el suyo m?s antiguo que conozco, apareci? ya con ese t?tulo. 11 Regla primitiva, 1756, p. 189ss.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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3. El predicador. De la proyecci?n interna del ejerci cio de sus cualidades, los superiores pasaron a elevar a fray Nicol?s al pulpito, elemento catalizador entonces de la

vida religiosa, social y pol?tica, y antesala del gran sal?n

de la fama: el de los sermones impresos. Ya podr?a as? volar

el prestigio de fray Nicol?s con alas foli?ceas por toda la

Nueva Espa?a.

Por mayo de 1725, volvi? fray Nicol?s a formar parte de la comunidad de San Sebasti?n de M?xico.12 Y fue precisa mente en su pulpito, el 11 de noviembre de 1725, donde fray

Nicol?s predic? su serm?n titulado La Mano de los Cinco

Se?ores, con cuyo encabezado sobra decir que desde sus co mienzos de predicador fray Nicol?s se abri? paso con muy

"buena mano".

En ese serm?n interpret? su intrincad?sima visi?n de una

mano. Tal extremidad, dijo, tiene cinco dedos y cada uno de ellos corresponde a los miembros de la Sacrat?sima Fami lia de los Cinco Se?ores: Jes?s, Mar?a, Jos?, Joaqu?n y Ana.

Hurgando en la Biblia, en la tradici?n, en los Padres de la Iglesia y dem?s, encontr? los fundamentos de su opini?n. La novedad del tema y de la fiesta, en conjunci?n con sus dotes personales que se revelaban, dejaron a la capital del virreinato con la boca abierta. ?l mismo apunt? con gra cia: "Dir?n que el asunto tiene u?as, pues gracias a Dios no es hurtado, porque es nuevamente discurrido." 13

Los elogios que le prodigaron entonces caen ya en el esquema de admiraci?n y de reconocimiento en grado su perlativo que de all? en adelante lo rodear?a. Sac? a luz de imprenta el serm?n el licenciado Teodoro de Porras y Enr?

quez, quien en la dedicatoria al doctor Jos? de Torres y Vergara dijo que "La discreta mano de este papel limpio y delgado, cuyos cinco dedos figuran con primor, cinco sa grados se?ores, aunque su autor humilde, como tan gran religioso, quiso esconderla y retirarla, se ha venido al vuelo

12 ANotDF, 1725, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 65-70v. En escritura de 5 de mayo firm? fray Nicol?s.

13 Jes?s Mar?a: La mano, p. 6.

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304 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A a la m?a, para que logre yo la fortuna de colocarla en su merecida eminencia." Curiosamente, el primer parecer sobre fray Nicol?s y este serm?n, lo emiti? el jesu?ta Juan Antonio de Oviedo, quien lo envi? al virrey en contestaci?n a su decreto de revisi?n, y quien probablemente guardaba los tradicionales resque mores de los jesuitas en contra de los carmelitas. Para aquellos barrocos tiempos, se mostr? muy parco al contestar en dos cuartillas m?nimas. Pero, aunque con reticencia, no pudo

escatimar el elogio. Dijo: "Y hablando con la proporci?n debida, podemos decir que el cuaderno o volumen de esta Mano abunda de riquezas de erudici?n sagrada y profana, pensamientos delicados y discursos ingeniosos que pueden fomentar y promover en los corazones de los fieles la devo ci?n y piedad que se debe a los Cinco Se?ores de la Sagrada Familia." "Y al ver esta ingeniosa oraci?n ... este solo ser m?n basta para hacer un debido concepto de su grande y escogida erudici?n." Y agreg? que cualquiera que la leyera

"tendr? mucho por que alabar y bendecir a Dios, como

autor de todo, que se vali? del ingenio y estudio del M. R. P. Fr. Nicol?s para una obra tan perfecta y consumada." El otro censor fue el franciscano fray Juan de Torres,

tambi?n de una familia celosa de la vida y obras de los

carmelitas, quiz?s ?l no. Fray Juan no anduvo con reticencias

y desde su convento de San Francisco de Tlalnepantla es cribi? al provisor del arzobispado de M?xico dando a fray

Nicol?s el t?tulo de maestro. Y lo equipar? con Gede?n porque, como ?ste entre sus 300 soldados "?l solo vale y

monta por el n?mero de trescientos". Y lo singulariz? m?s titul?ndolo "Sol ?nico, y solo", "Predicador nada com?n". Pero la idea m?s notable fue con la que expres? lo que sus superiores se hab?an propuesto, sin decirlo, cuando lo ele varon al pulpito: "su doctrina, que aunque es exquisita por corriente y clara como el agua, puede exponerse a la uti lidad com?n manifiesta."

De manera que desde su m?s temprana actuaci?n, fray

Nicol?s fue sujeto agente de la producci?n art?stica en M?xi

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES 305

co, promoviendo la devoci?n a los Cinco Se?ores; con ella

contribuy? a generar una impresionante cantidad de lienzos y de retablos con ese tema, de monogramas labrados en las fachadas,14 de grabados que ilustraban impresos y hasta nom

bres de lugares y de calles. Tambi?n, es muy probable que 14 Esta afirmaci?n la fundo en que los carmelitas, tanto indivi dualmente como en conjunto, veneraron desde tiempos muy antiguos

a los Cinco Se?ores; tambi?n en que, si la devoci?n en la iglesia lati na a San Jos?, a Santa Ana y a San Joaqu?n, puede decirse que es

nueva, con mayor raz?n los cinco reunidos en familia. Y, como fuente de inspiraci?n, debe tenerse tambi?n en cuenta la convicci?n de los carmelitas, arraigada en tradici?n, acerca de la existencia de comuni dades carmelitas desde el antiguo testamento; as?, cuando la familia sagrada vivi?, los carmelitas ten?an trato con ellos. Tanto, que a un carmelita, presunto criado de la familia de Cristo, lo veneraban con el nombre de San Amador. Anunciaci?n, 1699, pp. 286-287. Tambi?n, no encuentro que otra orden haya impulsado en la Nueva Espa?a la devoci?n a los Cinco Se?ores con especial inter?s, y s? muy fomentada a partir de este famoso serm?n de fray Nicol?s. En la ciudad

de M?xico puede verse una pintura mural en lienzo de Francisco Antonio Vallejo en la sacrist?a del colegio de San Ildefonso con ese tema; y en las fachadas de las casas dieciochenas los monogramas de los cinco son casi imprescindibles, como en la casa de la esquina sureste del cruce de las calles de Isabel La Cat?lica y Tacuba. En Quer?taro he visto que as? se llamaba, de los Cinco Se?ores, la actual

calle Ju?rez, concurrente a la plaza principal; en Zacatecas y en el Nuevo Santander hab?a una villa; el convento del Carmen de Tehua

c?n fue titulado as?; el oratorio del convento de Celaya ten?a un retablo dedicado a ellos, y fueron los patronos de su reedificaci?n. Jim?nez, 1924, cuaderno i, h. 39-40.

De la San Luis Potos? podemos mencionar la capilla y altar que

hubo en la iglesia parroquial, en que don Nicol?s Fernando de Torres

labr? su enterramiento. En la iglesia de San Francisco, hacia 1726,

Mar?a de Uresti mand? que de sus bienes se hiciera un colateral para

los Cinco Se?ores. Arlegui, 1727, p. 5. Y tambi?n puede verse la puerta interior de la Inmaculada del acceso sur del templo de San

Agust?n con los monogramas correspondientes; la fachada de la capilla de Loreto, anexa a la iglesia de la Compa??a, con los monogramas de Santa Ana y de San Joaqu?n dentro de unos ?valos en los basamentos

de las columnas, la Virgen con el Ni?o en el nicho principal, y el vac?o en que debi? estar, y ya no est?, San Jos? en la peana sobre el nicho; y otros ejemplos en la iglesia del Carmen y dem?s sitios.

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306 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A fue entonces cuando solidific? su propia devoci?n a dicha Familia, que despu?s manifestar?a en algunas obras en que intervino.

Otra de las ganancias y novedades que fray Nicol?s sac? a luz en aquellos d?as, fue algo inusitado para aquellos tiem pos: la brevedad, que necesariamente le acarre? mayor po pularidad y aplauso; porque lo bueno de sus sermones, para sus contempor?neos, por breve debi? ser dos veces bueno. Salvo las excepciones, sus textos no eran, incluida la salu taci?n, de m?s de 20 peque?as cuartillas.

4. Su producci?n oratoria. A La Mano, por los im

presos que conozco, sigui? El Christus; 15 y tras de ?ste sigui?

una cadena de triunfos obtenidos en los pulpitos de la pro vincia. Varias circunstancias los acreditaban, como el hecho

de que le fueran encargados con poco tiempo para pre

pararse; 16 que estuviera patente el Sant?simo Sacramento; que otra orden le diera el pulpito a la del Carmen, lo que entra?aba compromiso doble; que estuvieran presentes en la predicaci?n el virrey, la audiencia, el arzobispo, los prelados de las religiones, la ciudad, el cabildo, etc., seg?n el lugar donde predicara. As?, serm?n tras serm?n, fray Nicol?s lleg? a producir un n?mero impresionante.17 Tambi?n escribi? "pareceres" sobre los sermones de otros predicadores, ya a instancia del virrey, ya del provisor del 15 V?ase la relaci?n de los sermones de fray Nicol?s.

16 Jes?s Mar?a: El Christus, p. 4. 17 En su priorato del convento de Antequera, de mayo de 1729 a abril de 1732, fray Nicol?s predic? 42 sermones en otras tantas

solemnidades. Jes?s Mar?a: El pa?o, dedicatoria. Eguiara dec?a

en 1749 que bastante muestra de la naturaleza prol?fica de fray Nicol?s eran "los muchos sermones que tiene impresos, y mucho m?s los ma nuscritos, que pasan de veinte tomos". Jes?s Mar?a: La c?tedra, apro

baci?n. Y el doctor Andr?s de Arce, 1744-1745, dec?a al provisor

del arzobispado de M?xico que, de los muchos sermones de fray Nicol?s,

17 ya gozaban de la luz de las prensas; de all? puede deducirse que el total de impresos fue de 20, si sumamos a los 17 el mismo de ?l para siempre, La santidad derramada y La c?tedra, predicados y publicados despu?s. Jes?s Mar?a: ?l para siempre, aprobaci?n.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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arzobispado. ?Cu?ntos fueron? No lo sabemos. S?lo conozco uno impreso sobre el Paneg?rico florido que predic? fray Jos? de Arlegui. En ?l dijo al arzobispo virrey Vizarr?n y

Eguiarreta: "Cuando apenas (no digo bien, mejor dir?)

a gloria levanto la cabeza, porque levanto la pluma, de dar a un serm?n la aprobaci?n, me hallo gustosamente preceptua do de otro superior decreto de vuestra excelencia para que

exponga de otro paneg?rico mi parecer." En este tipo de prosa, fray Nicol?s se mostraba un tanto menos aleg?rico y rebuscado que en sus sermones y muy humano en los jui cios que deb?a emitir. Sobre fray Jos?, dijo que su paneg?rico

quer?a decir, en anagrama casi perfecto: idea y florilegio,

panal rico de abejas "sabroso a todos gustos ... siendo su

paternidad muy reverenda no s?lo por su orden ser?fico de menores la mucha alma en breve cuerpo, que en la colmena de su celda labra del trabajo de sus obras la dulzura." 18

5. Opiniones sobre fray Nicol?s y sus sermones. Los

contempor?neos de fray Nicol?s, todos a una, lo alabaron con mayor calor conforme avanzaba su popularidad y su disposici?n de hombre de gobierno ascend?a. Veamos lo que dec?an de ?l los censores de sus sermones, indicando la filia ci?n religiosa para valorar el prestigio de fray Nicol?s, dada la emulaci?n entre las ?rdenes. El parecer del jesu?ta Juan Antonio de Oviedo sobre La Mano ya qued? registrado. En el suyo sobre el mismo ser

m?n, el franciscano fray Juan de Torres llam? a fray Nicol?s

"?nico y maravilloso talento"; "Entre millares, es el m?s se?alado"; "predicador nada com?n" de "profund?simos dis cursos, tan peculiares y nuevos".

En el mismo a?o, 1726, el franciscano fray Francisco

Moreno, guardi?n de San Francisco de M?xico y ex definidor y padre de la provincia del Santo Nombre de Jes?s de Gua temala, escribi? al virrey respecto de El Christus A, B, C de la virtud: "confieso ingenuo que aprendo de lo que su pater

nidad predica". Tanto m?s val?a este juicio, teniendo en 18 Arlegui, 1738.

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308 FRAY NICOL?S DE JESUS MAR?A cuenta la autoridad del franciscano, cuanto que la juven tud de fray Nicol?s comenzaba a brillar. Y repiti? que el

serm?n era "breve", que "atrae, porque no molesta, a todos deleita, porque no fastidia"; que era, en s?ntesis "A, agudo, B bueno, C ce?ido" usando las letras contenidas en el t?tulo. Acerca de este mismo serm?n, dijo Eguiara y Eguren que fray Nicol?s era "Art?fice de la oratoria", "escritor feliz", "ingenioso", "afortunado", "presto" y "acreedor de repetidos

elogios". En San Agust?n de M?xico, en 13 de enero de 1727, el

agustino fray Antonio de la Cerda Moran emiti? su parecer sobre Lo m?s de la santificaci?n del se?or San Jos? en estos

t?rminos: "lo m?s de este serm?n es la energ?a ... lo m?s la solidez del discurrir, lo m?s en su f?brica y parto en el tiempo de siete d?as ... lo m?s es la doctitud, que incluye . . . la virtud y talento del religios?simo y perit?simo orador." El

padre maestro mercedario fray Antonio de Segura, en la

Merced de M?xico, aprob? este mismo serm?n diciendo: "Ser m?n discret?simo", "celebrad?simo orador", "orador erudit?

simo", "Col?n de la oratoria", "no es f?cil ver quien siga su huella". Fray Crist?bal Ruiz Guerra y Morales, juanino del hos pital de San L?zaro de M?xico, fech? su parecer sobre El pa?o de l?grimas en 18 de junio de 1732. {Dijo al virrey: "al ver que quien lo teje es el muy reverendo padre fray Nicol?s . .. bastaba su nombre para no atreverme a desenvolverlo para aprobarlo." Y fray Francisco de Abreu, dieguino, lo aprob? ante el arzobispado nombrando a fray Nicol?s "Dem?stenes

carmelita", "quien con general aplauso ha derramado su

elocuencia en los pulpitos de esta corte y en los m?s aplau didos del reyno, madrugando envidiosa la m?s despierta dis creci?n", "claro en la doctrina", "minorita espa?ol", "?ngel carmelita", "verdadero predicador, ense?ado de Cristo", "ins truido de Dios", "habla con letras de oro en el papel".

El jesu?ta Nicol?s Zamudio, en la Profesa de M?xico,

30 de julio de 1732, dictamin? en su censura de Las llaves de la sabidur?a que fray Nicol?s era de "agraciad?simo ta

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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lento, con que Dios le dot?"; que sus prelados lo trasladaron

en ese a?o de Oaxaca a la ciudad de M?xico "con la mira de que luciese en m?s espaciosa esfera el encendido fanal de su doctrina"; que era "El hombre de letras, el hombre sabio, el hombre de bien, el hombre muy hombre, el hombre de un siglo"; "generoso le?n"; "?guila caudal"; "ingenioso an daluz"; "hombre feliz"; "archivo de singulares y sagradas noticias, tesoro de humanas letras, cofre de exquisitas erudi ciones"; "docto escritor"; poseedor de un tesoro "capaz de enriquecer no a un hombre solo, sino a muchos"; predicador

que "con tal arte y destreza une lo moderno con lo anti

guo, que a lo nuevo le da autoridad y precio, y a lo antiguo le a?ade primor y gusto: nova, vetera"; y autor que "todo lo endulza". Ya en este plan, el doctor Manuel Garrido de Rivera y Vargas no quiso quedarse atr?s y, sobre el mismo serm?n, escribi? desde el Real y Pontificio Colegio Semi nario de San Jos? de Guadalajara al provisor, noviembre 21 de 1732, nominando a fray Nicol?s: "abismo de letras y de ingenio" como Santo Tom?s; "?ngel por su discurso, ?ngel por su ingenio, ?ngel por su perfecci?n religiosa, y ?ngel por

que labra trono de luces"; "H?rcules [que] aprisiona los

corazones de sus oyentes"; "diestro maestro, cuando as? con

tanta claridad los comunica" ?los fondos del abismo de la

sabidur?a.

Fray Juan Antonio de Segura y Troncoso, provincial que fue de la provincia de la Visitaci?n de mercedarios, quien

en 1727 ya hab?a nombrado a fray Nicol?s "Col?n de la oratoria", en el a?o de 1733 calific? a fray Nicol?s, dirigi?n dose al virrey, de "torre de los oradores", "maestro como una torre, y torre fundada en c?tedra", con motivo del ser

m?n que predic? en San Luis Potos? en las honras de don Nicol?s Fernando de Torres, titulado Babel mejorada en torres. Para no ser menos, fray Juan Miguel de Alcaraz, dieguino de M?xico y morador del convento de Santa Mar?a

de los ?ngeles de Churubusco, dijo al provisor en su pare cer que conoc?a a fray Nicol?s con individualidad, que de ello se lisonjeaba y que "avergonzada, por corta, la escasa

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310 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A sonda de mi curiosidad, se da por vencida sin hallar el fondo

al insondable pi?lago de su literatura." Y, juzgando tam bi?n el dieguino el fruto por el ?rbol, escribi? que "aten

diendo ... a la buena vida de nuestro carmelita, y a la

viveza de su discurso, ninguna necesidad tengo de examinar su oraci?n, cuando en su misma persona la tengo tanto tan bien vista, cuando va de lo vivo a lo pintado." Asegur?, "no quiero privarme del gusto que tengo prometido al leerlo", y se pregunt?: "porque si Babel es confusi?n en el serm?n, si todo ?l es una profunda agudeza con una claridad meri diana, que andando de ordinario tan re?idas, esta vez juntas se admiran amistadas?"

El bachiller Agapito Arias Maldonado, cura m?s antiguo

de San Luis Potos?, en 21 de octubre de 1733 escribi? al virrey su parecer en cuanto a fray Nicol?s y su serm?n de

El pretendido: "ya con haber dicho su nombre par? mi

juicio" pues, dijo, que era "el pretendido" porque los pulpi tos se lo disputaban fuertemente y que para el de San Luis Potos? fue logrado con "eficaces activos ardores de deseado." Y a?n aventur? el bachiller una interpretaci?n del Nombre Nicol?s: alabanza victoriosa. El comendador del convento de San Lorenzo de mercedarios de San Luis Potos?, el presen tado fray Jos? Vital Moctezuma, anot? que se dilatar?a la grandeza de fray Nicol?s al tener que estrecharse "a lo pe que?o de mis elogios" y se pregunt? "qu? aprieto ser?a para este singular orador ver que su docta oraci?n hab?a de llegar

al polvo de mi ignorancia para su examen?"; y m?s ade lante agreg?: "Dos paneg?ricos ... se hallar?n impresos, para gloria de esta ciudad" (se refer?a a Babel mejorada

y a El pretendido). Y para rematar apunt?: "no se remite a m? este examen por satisfacci?n de suficiencia, sino para consuelo de mi ignorancia." El 15 de octubre de 1734 fray Nicol?s predic? otro ser m?n en honor de Santa Teresa, al que titul? Las travesuras de Santa Teresa, patente el Sant?simo Sacramento, presentes

el virrey arzobispo, la ciudad y las religiones. De ?l dio

parecer el padre maestro fray Miguel de Aroche, mercedario

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ALFONSO MARTINEZ ROSALES

311

y rector del colegio de San Ram?n, en el que fech? su es crito a 9 de enero de 1735. Llam? a fray Nicol?s "cat?lico Dem?stenes de nuestros tiempos, siempre que predica sus ingenios?simas travesuras". Y lo encontr? adornado de "su tileza", de "energ?a" y de "doctitud". Y fray Manuel de Mora, dominico, vicario del hospicio de San Jacinto de Chi na, extramuros de la ciudad de M?xico, comunic? al provisor

que hab?a le?do el serm?n y agreg? que advert?a "en el erudito magisterio de su reverend?simo autor otro Salom?n",

y lo calific? de "Salom?n de los predicadores". Confes? tam

bi?n "ingenuamente, que a caudales menos generosos pu diera parecer inaccesibles la variedad y magisterio del pulpi to con tal travesura de ingenio", y que el autor "advirti? siempre, como discreto en sus sermones, que a los hombres

y no a los ?ngeles, a los racionales y no a los brutos, dio naturaleza un como cierto fastidio de las cosas cotidianas y comunes, de modo que, si la utilidad de una doctrina, aun

que sea muy saludable, no va tejida de variedad, y con la variedad el deleite, se viene a oir con desaz?n y amargura; por ello se hace preciso despertar con est?mulo y golpe de la agudeza, enamorando a los oyentes con la novedad y her mosura del estilo." En 1742, El Moral m?s bien injerto produjo tambi?n dos pareceres. El dieguino fray Francisco de Abreu, que ya hab?a calificado a fray Nicol?s en 1732, al volver a ocuparse de ?l lo llam? "agigantado art?fice de tanta obra", "diestro horte lano" de hermosos y amenos injertos; y lo asemej? "a aquel

otro ?rbol (s?ase el que fuere) que plantado a las orillas

de las aguas reverdece florido dando fruto, afianzando en sus ra?ces una fe viva, en su macizo tronco una esperanza firme, en sus vistosas flores su buena fama, y en sus extensas ramas su grande caridad." Y el cura m?s antiguo del Sagrario de Puebla, doctor Domingo Miguel de Aranda, aprob? as?: "Ya

yo ... ten?a abierta la boca para vocear que este op?sculo

es digno de las prensas, sin el registro de sus discursos, sin escudri?ar sus cl?usulas" dado que "es el cr?dito del maes tro principio necesario para aprender" y sobre todo porque

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312 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A pose?a "elocuente estilo y acertados discursos". Y concluy? diciendo que son "sus inteligencias m?s para admirarlas que para corregirlas". El escudo de armas provoc? en 1744 que confesara el doc tor Alonso Francisco Moreno y Castro, de?n de la metro politana de M?xico, que fray Nicol?s era un noble esp?ritu "a quien bizarramente concedi? el cielo la discret?sima facul tad de hacer sermones maravillosos" y "cuyo nombre en es tilos de la lengua espa?ola se da por se?al de admiraci?n,

pues como se oye, o se ve una cosa grande, nueva o pri

morosa, vulgarmente se exclama diciendo Jes?s Mar?a." El padre maestro dominico fray Juan de Villa dijo que lo obli

gaba a no ce?irse al mandato de censura por la cortedad

de su propio ingenio "porque ni el grande m?rito del autor,

ni mi notorio afecto a su persona y estimaci?n de sus

prendas" se lo permit?an; y a sentenciar que la grandeza de la provincia de San Alberto estaba contenida en la persona de fray Nicol?s por ser ?l "la muestra del pa?o". En 1745, el dominico fray Manuel d? Mora, vicario del hospicio de San Jacinto de China, quien ya hab?a aprobado a fray Nicol?s en 1734, enjuiciando el serm?n de El para siempre de Santa Teresa, sintetiz? su pensamiento en este elogio que hizo del carmelita "reverend?simo orador, Col?n

m?s dichoso (por serlo de mejores Indias)". El bachiller Andr?s de Arce y Miranda, cura beneficiado de la parroquia

de Santa Cruz de Puebla, llam? a fray Nicol?s "Sujeto no menos venerado por sus religiosas prendas, que aplaudido de todos por uno de los mayores predicadores que ha dado la antigua a esta Nueva Espa?a"; el cual, acorde con la adver

tencia de Horacio a los escritores, mezclaba lo ?til con lo dulce y deleitaba al lector a la vez que le ense?aba. E in sisti? en que fray Nicol?s ten?a un estilo deleitable y florido

"a quien el car?cter de aleg?rico no le quita la pureza de

terso", y pregunt? "qu? cosa m?s sabrosa que aquella varie dad de exquisitas noticias, y no vulgares alusiones, con que da el sa?nete a toda obra?" Empero, en este conjunto prepon dera la utilidad de la materia y gravedad de su argumento.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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En la c?spide de su vida y de la de la provincia, 1748, fray Nicol?s predic? La santidad derramada. Los pareceres corrieron por cuenta de dos provinciales. El primero fue del jesu?ta Andr?s Javier Garc?a, fechado en la casa Profesa de M?xico en 30 de septiembre. En "tan acreditado orador" dijo, "reconozco los derrames de la elocuencia, o la elocuen

cia derramada." Y lo compar? con aquella fuente de que habla el G?nesis que emergiendo de la tierra la regara y fecundara, pues fray Nicol?s ascendi? a los pulpitos, y desde all? reg? todo el reino con su predicaci?n, fecund?ndolo en flores y en frutos. Esta apreciaci?n vale m?s en cuanto se con

sidere que en ese a?o de 1748 fray Nicol?s fue electo pro vincial de los carmelitas en circunstancias muy extraordi narias. El provincial de los mercedarios, fray Jos? Vital Moctezuma, comendador que fue de su convento de San Luis Potos? y censor de fray Nicol?s en 1733, declar? en igual tono que el jesu?ta que La santidad derramada fue "parto feliz del mineral talentoso del reverend?simo padre provin cial", y lo llam? "H?rcules orador" y "Mercurio dulce pa negirista". En San Luis Potos?, el s?bado 22 de febrero de 1749, un d?a antes de la colocaci?n de las primeras piedras del Car men, fray Nicol?s de Jes?s Mar?a predic? en la iglesia parro quial el serm?n de La c?tedra en concurso de opositores. El primer parecer correspondi? a fray Manuel Bocanegra y Cantabrana, prelado de los m?s condecorados entre los mer

cedarios de M?xico. ?l emiti? su parecer con fecha 6 de

agosto de 1749 en el colegio de comendadores de San Ram?n

de la ciudad de M?xico, y se limit? a decir: "le? con aten ci?n sus elevadas y sutiles cl?usulas y, una vez vistas, qu? puedo decir de su acierto cuando este mismo me suspende?" Y concluy? sinti?ndose negado a pronunciar sentencia "con templando lo eximio que es la obra de este autor." Para rematar las opiniones sobre fray Nicol?s, el magis tral de la metropolitana Eguiara y Eguren, a prop?sito del

mismo serm?n de La c?tedra, escribi?: "para aplaudir yo el serm?n, me hallo tambi?n con otro concurso de dotes

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314 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A ?del autor? que, aunque no opuestas, dif?cilmente suelen encontrarse unidas." Vio a fray Nicol?s adornado con las dotes del perfecto orador "conviene a saber, ingenio, estudio

y uso" y aclar? que "la naturaleza hace la costa para el

ingenio, y el arte se halla y aprende con el estudio y con el uso"; que el ingenio del carmelita era "no vulgar, sino raro"; que "son sus delicias las bibliotecas, y su descanso el estudio"; "no es mucho, pues, que amist?ndose tan estre chamente en su reverend?sima el arte con la naturaleza, y el estudio con el ingenio, se haya formado orador tan insigne."

Y, en relaci?n con el uso, dijo que era muy familiar para fray Nicol?s porque "bastante dicen los muchos sermones

que tiene impresos." Y termin? defini?ndolo con esta frase: "siendo sus argumentos tan diversos, como los teatros, las ocasiones, y los objetos, en todos el orador es semejante a s? mismo", no sin antes estar dispuesto Eguiara a otorgar a to

das y a cada una de sus obras la manzana de oro. 6. Fray Nicol?s agredido. Tan larga enumeraci?n de opiniones favorables sobre este prol?fico y popular orador del siglo xvm novohispano no es ociosa. Funda sobradamen te la afirmaci?n de que fue fray Nicol?s un mimado de la sociedad virreinal, que pase? su elocuencia de Orizaba a Guadalajara y de San Luis Potos? a Oaxaca, ?mbito de su provincia de San Alberto. Queda con ella asentado el con cepto muy positivo que de ?l y de su obra oratoria ten?an

sus contempor?neos; mayormente porque casi todos sus ser mones fueron impresos a costa de sus "aficionados", quienes de hecho se los arrebataban para imprimir sus textos y con ellos perpetuar sus nombres.

Otra raz?n de peso es el rescate del olvido. Despu?s de tanto esplendor, brillo, aplauso, popularidad y decoro, s?lo sigui? el descanso en los de las bibliotecas. Si no hubiera sido por Berist?in, que recogi? en su Biblioteca 19 una biblio graf?a m?nima de fray Nicol?s, pasar?a inadvertido f?cil

mente.

19 La informaci?n de la conocida obra de don Jos? Mariano ha sido, por lo general, copiada mal e incompleta.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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Describe Berist?in los sermones de fray Nicol?s como adornados de ingenio, gracia y sutileza, y arguye que, si esos elementos fueran lo importante, el carmelita ser?a un autor incomparable del siglo xvin. Y, en contrapunto, le reconoce que fue docto, erudito y virtuoso, pero afectado de la "cos tumbre y el mal gusto del siglo" por lo que, seg?n su opi ni?n, no pod?a ser ejemplo de elocuencia "varonil y sagrada". Vamos por partes. En principio queda claro que Berist?in concuerda con los contempor?neos de fray Nicol?s en los siguientes puntos: a) que fray Nicol?s pose?a ingenio, gracia y sutileza, y b) que era docto, erudito y virtuoso. Todas estas cualidades ya quedaron avaladas en el apartado respectivo. Despu?s, difiere de los contempor?neos de fray Nicol?s, lo

que no tiene nada de reprochable. Lo que s? lo tiene es el hecho de negarse a reconocer que fue un autor incom parable del siglo xvm y ejemplo de la elocuencia que ?l

llama "varonil y sagrada". La causa cree encontrarla en que el afamado orador estaba afectado de la "costumbre y el mal gusto del siglo". Pero se enga?a Berist?in, porque era ?l quien estaba afectado de la costumbre y mal gusto del siglo por el neocl?sico ?en contraposici?n al buen gusto, que necesariamente existi?? arremetedor a diestra y sinies tra en contra del barroco, por ser barroco, que ya ha sido revalorizado en cuanto a pintura, escultura, arquitectura y otras artes, pero no respecto de la oratoria sagrada, espe cialmente la del siglo xvm, que fue producida por quienes produjeron aqu?llas. Y fue con esa "costumbre" y "mal gus to" como de un plumazo crey? despachar el expediente relativo a fray Nicol?s. Por lo dem?s, don Jos? Mariano demuestra con sus afirmaciones vertidas en sus recortados apuntes que no se enter? absolutamente nada de la vida y de la obra de fray Nicol?s. Y que no repar? en su falta de exigir el que gentes de otros tiempos hiciesen las cosas como bien se hac?an, tal parece suponer, en los suyos, cir cunstancia por otra parte ciertamente discutible.

Pero, para no incurrir en su mismo error, juzg?ndolo

a ?l que tanto bien ha hecho con su Biblioteca, convengamos

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316 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A en que los tiempos que le tocaron vivir y en que escribi? su obra, no estaban como para emitir juicios imparciales. Sobre todo porque en esos per?odos dif?ciles, ?ltimos del siglo xvm

y primeros del xix, la oratoria sagrada perd?a ventaja y car?cter de elemento focal formativo e informativo; y, al tratar Berist?in de ofrecer modelos, no pod?a sugerir los barro

cos dieciochenos, ya pasados y anatematizados por la vida

nueva.

No se trata, sin embargo, de agobiar a Berist?in responsabilidades que van m?s all? del prop?sito qu

su empresa: registrar autores y obras, no hacer estud particular. Pero s? se trata de hacer aclaraciones sufici

en raz?n de que, con base en su opini?n, se han gen

repeticiones, mutilaciones y exageraciones que ayudan

torsionar, a priori, la imagen de fray Nicol?s de Jes?s M

Don Nicol?s Le?n en su Bibliograf?a mexicana del xviii enumer? y transcribi? los textos de las porta

13 sermones de fray Nicol?s (y s?lo mencion? El pret

y El codicioso). Bien, pero nada m?s. Sigui? congel personaje. 7. Unos agresores. Fue necesario que apareciera en es cena alg?n inquieto que volviera a ocuparse de ?l. Y ese alguien no fue precisamente la persona adecuada. Agust?n Rivera y Sanrom?n, por s? y ante s?, se autoerigi? en gran inquisidor del virreinato. Y, sin m?s ni m?s, aparte de otros trabajos del mismo tenor, public? sus Principios cr?ticos sobre el virreinato.20

Es imposible creer que una persona se atreva a juzgar, ella sola, a todo un mundo esparcido en la inmensidad de 300 a?os y en la amplitud del reino de la Nueva Espa?a,

de la Nueva Galicia, la Nueva Vizcaya, la capitan?a de

Guatemala, etc., y en todos los campos y en todos los ni veles. Pero, aunque parezca incre?ble, as? fue. Rivera y San rom?n, en su citada obra, enjuicia y sentencia desfavora blemente, en manojo, al mundo novohispano barroco y 20 Rivera y Sanrom?n, 1963.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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religioso. Por supuesto, las principales cabezas son las pri meras en caer. De las que m?s estruendosamente ruedan es la de fray Nicol?s de Jes?s Mar?a, al que califica en forma negativa en su persona y al que destroza, seg?n ?l, toda su producci?n. Bien, por lo que respecta a este estudio, que don Agust?n

se haya propuesto demostrar que los predicadores de la Nueva Espa?a no s?lo eran mal?simos, sino tambi?n maes

tros criminales, caso de fray Nicol?s, seg?n ?l. Pero no logra

su objetivo por constituirse en juez y parte, y porque la dimensi?n del campo y el volumen de la materia escaparon de sus manos. Por otro lado, de lograrlo, de todos modos no le daba derecho a arremeter en contra de las personas, como lo hizo. Puede imaginarse uno los textos con que se habr?a podido despachar Rivera si el h?bito del carmelita hubiera tenido tela dem?s. Aun as?, que no tuvo de don de cortarle en lo referente a su vida, ?qu? tal si hubiera tenido? Como no tiene mayor caso, puesto que los estudiosos de la oratoria virreinal se encargar?n de refutar a Rivera, bastar?, para los efectos de este estudio, hacer una cita que ejemplifica c?mo err? tanto en la forma como en el fondo, pues de un p?rrafo a otro (forma) descubre con sus mismas

palabras que habla sin base (fondo) :

Un buen orador en la Nueva Espa?a en esta ?poca. Beris t?in en el art?culo correspondiente, despu?s de referir que fray

Juan de San Miguel fue provincial de la provincia de fran ciscanos de Zacatecas en 1710, dice: "Supo (dice el cronista

Arlegui) de memoria toda la Biblia, y yo me aventuro a decir que todos sus sermones, compuestos en tiempo en que reinaban el estilo y gusto del portugu?s Vieyra, son dignos de leerse o de

imitarse en el siglo xix". Despu?s menciona muchos sermones que predic? y se imprimieron.1 ?Nota 1 al pie de p?gina: "No he podido haber a las manos alg?n serm?n de fray Juan de

San Miguel"?.

VIII. Atraso de la Nueva Espa?a en la oratoria sagrada en el segundo tercio del siglo xviii. Se ve con frecuencia

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318 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A en la historia que hombres muy perjudiciales a la sociedad tie nen larga vida. As? sucedi? con fray Nicol?s de Jes?s Mar?a...21

?Qu? pasa, c?mo se atreve Rivera a proponer, adhiri?n dose a Berist?in, a fray Juan de San Miguel como un buen orador digno de ser le?do y de ser imitado si ni siquiera lo hab?a le?do? ?Por qu? se funda no s?lo en un juicio de segunda mano, sino en uno de fray Jos? de Arlegui, a quien ?l mismo situ? entre los malos predicadores? 22

Mal est?, pues, en calificar en p?rrafo seguido a fray

Nicol?s de hombre muy perjudicial a la sociedad sin haber

investigado su vida, y habi?ndose apoyado solamente en

Berist?in. Adem?s, el que fray Nicol?s hubiera sido predi cador mal?simo, proposici?n no demostrada, no lo autori zaba a llamarlo gato, loco, atroz, etc.23

Como no tiene mayor caso, repito, no me ocupo m?s de la obra de Rivera, dada su extensi?n y dado que, seg?n ?l mismo lo confiesa, su prop?sito era burlarse y hacer justas cr?ticas al mundo virreinal.

Pero lo que s? tiene mayor caso, es el hecho de que tanto

la opini?n de Berist?in como la de Rivera y Sanrom?n

fueron recogidas por Francisco de la Maza en su obra El arte colonial en San Luis Potos?, al tratar precisamente sobre el Carmen. No se conform? con eso sino que agreg? que fray Nicol?s fue un predicador "fecundo y espantoso" y, en son de burla, para calificarlo recurri?, son sus palabras, al "pia doso juicio del bibli?grafo Berist?in". Y, para que no que dara duda, escribi? que "con rudeza justa le critica el famoso sacerdote liberal don Agust?n Rivera." 24 De un gran deleite y de una gran ense?anza priv? De la

Maza a sus lectores, por no liberarse de esos dos jueces y por no haber usado de la sencillez y de la utilidad de un recurso a su alcance: la lectura de los sermones de fray 21 Rivera y Sanrom?n, 1963, pp. 443-444. 22 Rivera y Sanrom?n, 1963, pp. 478-479.

23 Rivera y Sanrom?n, 1963, pp. 433, 435/519. 24 Maza, 1969, pp. 73-74.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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Nicol?s. ?Fueron o no los gerundios, predicadores malos o ga

tos, entes locos, aunque le pesara a Rivera, los programa

dores de la riqueza art?stica barroca de M?xico? ?Si no fueron

ellos, o por lo menos algunos de ellos, entonces qui?nes fueron? A Rivera podr?a tenerle sin cuidado la respuesta,

ya que en su concepto Espa?a no le dej? bien alguno a la Nueva, y para ?l el barroco tampoco fue un bien, pero a De la Maza seguramente que no. Los sermones del "fecundo y espantoso" fray Nicol?s,

muy especialmente, hubieran servido al doctor De la Maza a manera de llave para adentrarse en sus estudios de his toria del arte. Sirven para la comprensi?n de las obras ar t?sticas en cuyo dise?o particip?, de las que inspir?, en las que vivi? y de las que goz? el carmelita. Pero en forma muy particular, le hubieran servido para penetrar en el misterio de una obra que llegar?a a ser denominada "paradigma del barroco americano": el Carmen de San Luis Potos?.25 "Por algo la fachada de la iglesia de El Carmen ostenta, espl?ndidamente, ese florilegio ornamental en el que ma terialmente ha cuajado el eco de la voz del carmelita que puso la primera piedra de esa obra arquitect?nica".26 Y, en efecto, a quien correspond?a ese acto era, como provincial, fray Nicol?s, quien lo declin?, aunque estuvo presente, en fray

Antonio Rizo.

8. El hombre de gobierno. En forma paralela a su actua ci?n de orador, fray Nicol?s fue adquiriendo prelacias que lo encumbraban en el gobierno de la provincia de San Alber to. De su conventualidad en San Sebasti?n de M?xico pas?

a la presidencia del hospicio de Guadalajara, cargo que lo

encontramos desempe?ando el 17 de enero de 1728, al pre

dicar su paneg?rico de San Juan de la Cruz, "en el lugar donde privadamente" resid?an entonces los carmelitas.27 Gran

confianza deber?an tenerle sus superiores para encomendarle

una fundaci?n nueva, como era la de Guadalajara. 25 Citado por Montejano y Agui?aga, 1964, p. 50. 26 Pedraza, 1967, p. 18. 27 Jesus Mar?a: La santidad, p. 18.

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320 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A El cap?tulo provincial de mayo de 1729 eligi? a fray Nicol?s prior del convento de Oaxaca,28 donde conquist? el aprecio de los oaxaque?os y afianz? su fama de orador.

All? dio lustre a su provincia con el nombramiento de exa minador sinodal que le otorg? el obispo. En el incomparable escenario de la iglesia de la Soledad, en diciembre de 1731, anunci? con tristeza la cercan?a del t?rmino de su priorato;

y en el escenario esplendoroso de la iglesia de Santo Do mingo se despidi? de todos con el serm?n de Las llaves,

predicado en honor de Santo Tom?s de Aquino.29 Traspuesta la distancia que separa la vieja Antequera de la ciudad de M?xico, fray Nicol?s lleg? al colegio de Santa Ana y particip? en el cap?tulo con su calidad de gremial. Un pelda?o m?s lo hicieron escalar los capitulares. Fue electo miembro del definitorio provincial en tercer lugar, de los cuatro que lo formaban. Por cierto, el primero de sus cargos provinciales fue ?ste.30 Para el cumplimiento de sus deberes en el gobierno defi nitorial, fray Nicol?s se instal? en el convento de San Sebas ti?n de M?xico, con cuya comunidad firm? escrituras cada vez que los negocios obligaban al escribano Jos? Manuel de Paz a acudir a la porter?a para asentar los protocolos y que firmaran los frailes.31 Sin embargo, el 2 de marzo de 1733 se present? De Paz en el convento para que el prior fray

Manuel de San Juan y la comunidad otorgaran recibo y cancelaci?n de 24 mil pesos de oro com?n en reales que Juan Ram?rez de Cartagena pagaba por mano de Nicol?s G?mez Burgue?o32 y, a la hora de firmar, no sali? a es 28 AGNM, Inquisici?n, vol. 812, exp. 22, f. 278. Tabla de las

prelacias conferidas en el cap?tulo provincial de 1729, remitida a los in quisidores apost?licos de M?xico.

29 Jes?s Mar?a: Las llaves.

30 AGNM, Inquisici?n, vol. 812, exp. 22, f. 353. Tabla de las pre lacias del cap?tulo provincial de 1732, enviada a los inquisidores.

si ANotDF, 1732, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 56-57v. Aparece firmando con la comunidad el 17 de junio, en escritura de poder que se dio al procurador del convento. 32 ANotDF, 1733, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 20-21.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

321

tampar su firma con mano firme y con trazo fuerte y rasgos

seguros el definidor tercero ?d?nde se hallaba fray Nicol?s

de Jes?s Mar?a? 9. El primer carmelita en San Luis Potos?. La Gaceta de M?xico en su n?mero 64, que daba noticias del mes de

marzo de 1733, inclu?a ?sta: "Real de San Luis Potos?. Que dan en este lugar los R. R. P. P. Carmelitas (Descalzos de esta provincia de San Alberto, entendiendo en la fundaci?n de convento de su orden, y se tiene por cierto no habr? embara zo que lo impida, mayormente interviniendo la eficacia y actividad del R. P. Definidor Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, quien predic? en las honras de D. Nicol?s de Torres, a cuyas expensas y a las de D. Manuel Fern?ndez de Quiroz se ha de hacer esta fundaci?n." 33 Para fray Nicol?s todo fue llegar, "soplar y hacer lime

tas". Se meti? en el coraz?n de toda la sociedad potosina de aquellos a?os. Vaya que es lisonjero el serm?n que pre dic? en las honras de don Nicol?s Fernando; comenz? por equiparar en el t?tulo a la noble y leal ciudad y real fron tera de San Luis Potos? con Babel, pero mejorada en torres. Y torres eran, seg?n el discurso, don Nicol?s, los republica

nos, los cl?rigos, los religiosos, etc. Fue tanta la buena

impresi?n que caus? que, con exageraci?n, escribir?a m?s tar de, 1748-1750, fray Joaqu?n de la Concepci?n que los poto 33 Gaceta de M?xico, marzo de 1733, n?m. 64, en Le?n, 1903, n,

p. 382. Las honras del fundador don Nicol?s Fernando fueron cele bradas, probablemente, el 10 de marzo, ya que en esa fecha se ajus taban 3 meses de su muerte. As? es f?cil suponer, apoy?ndose en la

Gaceta y en las escrituras del ANotDF y del Archivo de Notar?as de Quer?taro, que fray Nicol?s entr? a la ciudad de San Luis Potos? con su compa?ero, como primer carmelita descalzo comisionado para

la fundaci?n potosina, en febrero de 1733. La Gaceta del siguiente mes de abril inform?: "Real de San Luis Potos?.?El R. P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, carmelita descalzo, va consiguiendo de aquella rep? blica cuanto deseaba, por haberse allanado las dificultades que se ofrec?an para el logro del asunto a que pas? a aquella ciudad por

medio de su alcalde mayor don Victoriano de Olivan", abril de 1733,

n?m. 65, en Le?n, 1903, n, p. 388.

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322 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A sinos se preguntaban (?en lat?n!) ?Unde hoc nobis ut ve

ntent carmelitae ad nos? ?De d?nde tanta dicha que vengan a nosotros los carmelitas? 34

Trab? amistad con el alcalde mayor Victoriano de Oli van, con el cura beneficiado, con el alf?rez teniente general y regidor don Francisco de Villanueva y Velasco, con el co

mendador de la Merced, en fin con todos. Los jesu?tas se encargaron de convencerlo para que regresara, cosa que no debi? eos taries mucho trabajo, pues al mostrarse obse quioso obten?a ventajas a favor de la fundaci?n en ciernes con tan buenas relaciones, a causa de que los jesu?tas podr?an

suceder a los carmelitas en la calidad de beneficiarios de don Nicol?s Fernando.35 Pronto volvi? el definidor sus pasos sobre el camino de

M?xico. Pero se detuvo en Quer?taro a parlamentar con do?a Gertrudis Teresa Maldonado y Zapata, viuda de don Nicol?s Fernando de Torres, para solicitarle, cosa que logr?,

el otorgamiento de una escritura de "seguro" del caudal

heredado por su difunto esposo para la fundaci?n potosina. Y pronto reemprendi? su marcha porque ten?a obligaci?n de informar de su comisi?n y de participar en el definitorio que comenz? a celebrarse en Santa Ana el 3 de mayo.36

10. El retorno de fray Nicol?s Comisario. Y regres?

fray Nicol?s a predicar otro serm?n a los potosinos el 31 de julio de 1733, d?a de San Ignacio.37 ? Qu? sentir?an los potosinos al tener el gusto de o?r a un

predicador que ven?a de la corte, con tantos vuelos y con tanta fama? Seguramente estaban orgullosos de ver que su ciudad corr?a en letras impresas, algo extraordinario en 34 Concepci?n [1749-1750], h. 8. s? Vel?zquez, 1898, pp. 145, 154-156. 36 ANotDF, 1733, notario 504 Jos? Manuel de Paz, f. 58. Conforme al contenido de la escritura de 8 de mayo de ese a?o.

37 Fue el serm?n de El pretendido, con tema de los desposorios m?sticos de Santa Teresa con San Ignacio. El alf?rez don Francisco de Villanueva y Velasco, quien tendr?a despu?s mucho que ver con el Carmen, se apresur? a costear la impresi?n, y el mismo carmelita

redact? la dedicatoria a la Virgen de Valencia.

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ALFONSO MARTINEZ ROSALES

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aquellos tiempos. Sobre todo al enterarse que San Luis Potos? rodaba en aras de la fama de la Gaceta de M?xico por gracia de fray Nicol?s y de la comisi?n a ?l confiada. Tanto alborozo necesitaba estallar. Y fue el cura benefi ciado m?s antiguo de la parroquial, Agapito Arias Maldo nado, a cuya cuenta y de la del comendador de la Merced corrieron los pareceres, quien, por m?s que se embozara bajo la r?brica de "un beneficiado, amigo suyo", se encarg? de estampar en los primeros folios de este serm?n, "en molde", dos entusiastas pero pobres espinelas: El mundo todo te alaba, de una a otra parte te lleva, en tus sermones se eleva, y de saciarse no acaba.

Hoy, pues, la raz?n recaba

al verte en este pais oido, despu?s que otros has corrido, y vuelves solicitado que eres de ciencia el deseado de elocuencia el pretendido.

Tanto se ajusta elocuente tu clara erudita ciencia,

que a tu ingenio la elocuencia

viene como pretendiente. Consigui?lo, es evidente, logr?lo, no hay que dudar,

ea, pues, no hay ya que cansar,

el casamiento est? ya hecho, presente un cura en derecho lo viene a certificar.

El contenido, no obstante la calvicie de la musa, nos ilus tra muy bien acerca de lo que nos interesa. La personalidad

de fray Nicol?s envolvi? a los potosinos. Y a?n podemos

agregar, para comprender la fuerte impresi?n, que les hayan

pedido de M?xico los pareceres al cura beneficiado por su majestad y al comendador de San Luis Potos?. ?ste escribi? que eran para "glor?a de esta ciudad" los dos sermones que

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FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A

fray Nicol?s les predic? y que fueron impresos (Babel me jorada y El pretendido). Obviamente, fray Nicol?s logr? su objetivo inmediato: conquistar a los potosinos y propiciar la fundaci?n, pues a los jesu?tas, que podr?an haberse mostrado reacios, les cas? m?sti

camente a su patriarca y fundador San Ignacio con Santa

Teresa.

No ha sido posible averiguar qui?nes fueron los religio sos compa?eros de fray Nicol?s en estas dos visitas. Importa especialmente el de la primera por haber sido tambi?n pri

mero.

La Gaceta de M?xico, correspondiente a diciemb ese a?o de 33, anunci? a sus lectores que el serm?n pretendido ya estaba impreso y lo incluy? entre lo vos.38 La "gloria" de que habl? el comendador de la M estaba conseguida y con ella la finalidad de fray Nico su provincia. 11. Otra vez en la corte de M?xico. Finalizado

metido en San Luis Potos?, retorn? fray Nicol?s a su conv

de San Sebasti?n de M?xico, a su celda, a su lugar en l del definitorio provincial y a la pr?dica de sus sermon que en el sentir de sus oyentes eran "con estilo puro y sencillo" y merecedores del "com?n y general aplau

En mayo de 1735 hubo cap?tulo provincial con l malidad y constitucionalidad propias de la vieja costu de la provincia; de all? sali? fray Nicol?s electo pri convento grande de San Sebasti?n de M?xico. Segu?a diendo. En estas alturas del convento de la corte, fray l?s brillaba como carmelita y como hombre de su tie Su deber capital consist?a en regir aquella casa como p All? en San Sebasti?n transcurri? el trienio para Nicol?s en cumplimiento de sus deberes, observando las de la orden, yendo a coro, atendiendo a sus subdit 38 Le?n, 1903, il, p. 436. Gaceta, num. 73.

39 Es notable la diferencia entre la opini?n de quienes lo oy y leyeron, y la de quienes, sin haberlo o?do ni le?do, lo han det con criterios de otros siglos.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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poniendo capitales a censo, dando poderes, presentando una

"montea" para hacer un "retablito" a San Antonio en la capilla de San Ildefonso a costa de un bienechor del con

vento,40 imponiendo capellan?as, recibiendo pesos para dotar una fiesta a los Cinco Se?ores.41

Con el fin del trienio le lleg? el fin de su priorato, pero no el de su residencia en el convento de M?xico; despu?s

del cap?tulo provincial de mayo de 1738, qued? fray Nicol?s en San Sebasti?n como un conventual m?s, firmando entre los 21 miembros de la comunidad.42 Pero no le lleg? el fin de su carrera oratoria y literaria.

Es l?gico que la sigui? cultivando, a juzgar por los frutos que despu?s mostrar?a, en este per?odo de libertad de cargos

de gobierno.

12. Tercera vez en San Luis Potos?. En diciembre

de 1735, fray Nicol?s estuvo otra vez en San Luis Potos? con poder cumplido y bastante del provincial fray Melchor de Jes?s, dado en Atlixco en 3 de septiembre de ese a?o. Logr? entonces cuatro objetivos: a) ajustar cuentas con los albaceas

de don Nicol?s Fernando; b) que el Br. Francisco Maldo nado Zapata, como albacea y tenedor de bienes de do?a

Gertrudis Teresa, declarara que la escritura tirada por ella en Quer?taro el 17 de abril de 1733, quedaba subsistente en todo su vigor y fuerza a favor del caudal para la fundaci?n de San Luis Potos?, con todas sus condiciones y calidades; c) que ?l mismo se obligara a reconocer el capital para la fundaci?n; y d) asimismo al pago de los r?ditos. Los cuatro puntos quedaron protocolizados en escritura otorgada, por ante Juan Jos? de Ledezma en San Luis Po tos?, el 7 de diciembre de 1735.43 40 Libro defs., f. 4. Licencia concedida en 3 de noviembre de 1736.

41 ANotDF, 1738, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 16v-19.

Escritura de 30 de enero.

42 ANotDF, 1738, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 77-82v. Es critura de 30 de mayo en que la comunidad dio a censo 10 mil pesos. 43 AHEdoSLP, protocolo de 1735, ff. 336-345; existe un tanto en

AHPMSACD.

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326 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A En esa ocasi?n, fray Nicol?s volvi? a granjearse a los principales de San Luis Potos?. Al comendador de la Mer ced fray Jos? Vital Moctezuma, lo favoreci? con una licencia para que otorgara poder al procurador del convento de San

Sebasti?n de M?xico, de donde fray Nicol?s era prior, y

cobrara en su nombre cierta cantidad de pesos de oro que disfrutaba por v?nculo como descendiente del emperador Moctezuma. En los primeros d?as de enero de 1736, ya estaba fray Nicol?s de regreso en su convento de la corte.44 13. El segundo presidente de San Luis Potos?. Sin em

bargo, el par?ntesis no dur? mucho. El definitorio lo eligi?, no sabemos cu?ndo, segundo presidente del hospicio de San Elias de San Luis Potos?. Se encamin? fray Nicol?s a relevar al fundador y primer presidente fray Miguel de la Sant?

sima Trinidad, circunstancia que motiv? despu?s a fray Joaqu?n de la Concepci?n a decir "que sustituy? de una trinidad el lugar".45

El definitorio de febrero de 1740 se encarg? de poner

fin a esta cuarta estancia de fray Nicol?s en San Luis Potos?:

el 8 lo eligi? prior del convento de Orizaba. Dice el acta que a las ocho y media de la ma?ana se vot? por c?dulas

secretas y sali? can?nicamente electo con todos los votos "en prior del referido convento de Orizaba el padre fray Nicol?s de Jes?s Mar?a, que se halla de presidente en nuestro hos picio de San Luis Potos?." 46

Sali? para Orizaba, probablemente, el 7 de marzo de dicho a?o de 40.47 Otra vez el camino de M?xico, pasando

por Quer?taro y San Juan del R?o, y de M?xico en adelante la compa??a blanca de los volcanes, Puebla, las sinuosidades

de las Cumbres de Maltrata y, al fin, la Villa de Orizaba.

Un a?o pas? all?.

44 ANotDF, 1736, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 49-60. Es critura en que el procurador del convento, supuesta la venia de fray Nicol?s, sustituy? ese poder en un conventual de Valladolid.

45 Concepci?n [1749-1750], h. 14.

46 Libro defs., f. 47. Sesi?n de 8 de febrero de 1740. 47 En ese d?a fray Juan de Santa Teresa, visitador y tercer presi

dente, abri? visita en el hospicio. Vel?zquez, 1898, n, p. 200.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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14. Nuevamente la corte. El cap?tulo provincial lo

llam? en abril de 1741 al colegio de Santa Ana. De all? tuvo que volver sobre sus pasos. Esta vez fue a Puebla a ocupar el priorato de aquel importante convento, sede del noviciado de la provincia de San Alberto.48

15. Puebla y Tehuac?n. Fiado el definitorio en la ca pacidad de fray Nicol?s, adem?s de sus responsabilidades

priorales le encomend? otras. Muerto el fundador del Car men de Tehuac?n, don Juan del Moral, fue nombrado apo derado de la provincia en primer lugar, con el presidente del hospicio tehuacanense en segundo, para recibir 50 mil pesos del albacea del difunto, que deb?an ser aplicados a la fun daci?n, e imponerlos a censo redimible a su satisfacci?n.49 Ambas cosas las efectuaron con toda exactitud60 y con la aprobaci?n del definitorio. No par? en ello la intervenci?n de fray Nicol?s en los

pasos de lo concerniente a la fundaci?n de Tehuac?n. El 28 de junio de 174251 predic? en la parroquial de aquella poblaci?n el serm?n de las honras de don Juan del Moral

con el t?tulo El Moral m?s bien injerto, que le vali? la p? blica aprobaci?n y la permanente gratitud de la provincia a su bienhechor. Qued? tan satisfecho el Br. Domingo del Moral, albacea de su hermano don Juan el fundador, que coste? la impresi?n del serm?n.52

48 Libro defs., f. 63v. Fue nombrado definidor sustituto en el defi nitorio celebrado en Puebla en octubre de 1741, por enfermedad del definidor segundo y por ser prior de all?. 49 ANotDF, 1742, notario 504 Jos? Manuel de Paz, ff. 20-30. Es

critura de 13 de enero.

60 Libro defs., f. 76. En la sesi?n de 25 de abril de 1742 del defi nitorio celebrado en San Joaqu?n se ley? el testimonio de la escritura

de recepci?n.

51 V?ase la relaci?n de los sermones de fray Nicol?s. Aun se lleg? a acordar que, de no obtenerse la c?dula real de fundaci?n para con vento, los carmelitas permanecer?an en Tehuac?n con hospicio. 52 Aunque la portada dice que lo sac? a luz el hospicio de Tehua c?n, fue don Domingo quien lo coste?, pues en la sesi?n de defini torio de 24 de octubre de 1742, celebrado en Puebla, el presidente del hospicio pidi? licencia para imprimirlo, pero aclarando que los

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328 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A 16. El definidor primero y la guerra de las patentes. El cap?tulo provincial de 27 de abril de 1744 fue, al pare cer, uno de tantos en la larga vida del Carmelo de Nueva

Espa?a. Los gremiales eligieron al siguiente definitorio: fray Alejo de San Joaqu?n provincial, fray Nicol?s de Jes?s Mar?a definidor primero, fray Jos? de San Gabriel tercero, fray Hip?lito de Jes?s Mar?a cuarto, y fray Juan de Jes?s Mar?a

substituto de fray Pedro de la Purificaci?n segundo, que se hallaba en Puebla.53 Volvi? as? fray Nicol?s al gobierno provincial. Con base en la personalidad de fray Nicol?s, de su cr? dito y su capacidad, no es dif?cil imaginar la gran influencia suya en la impugnaci?n de las patentes ultramarinas de fray Melchor de Jes?s, que turbaron la paz de la provincia y pro vocaron la guerra. Sobre todo por su prelacia de definidor primero y por su concepci?n criollista de conciencia respecto de la metr?poli espa?ola. ?l, precisamente, que en 1734 ha b?a exclamado con vigor en su convento de San Sebasti?n de M?xico ante el arzobispo virrey Vizarr?n y Eguiarreta y toda la corte: "Gloria a Dios, excelent?simo se?or, Mois?s y Aar?n del real sacerdocio de nuestro Am?rico Imperio." 54 Debi? ejercitar tambi?n su paciencia, para convivir en la misma mesa definitorial con el "visitador" fray Melchor de Jes?s, encaramado despu?s, desde el cap?tulo de 1747, en el cargo de provincial por desgracia de las malhadadas paten tes. Tres largos a?os fueron necesarios para que el mar tra jera la ansiada anulaci?n de ellas.

17. Fuera de la "Olla de M?xico". Al tomar fray Mel chor de Jes?s posesi?n de su provincialato en el cap?tulo

gastos correr?an a cuenta del hermano del difunto. Libro defs., f. 87. Despu?s de revisado por dos conventuales de Puebla, tres lectores y fray Lorenzo del Sant?simo Sacramento en el colegio de Santa Ana, se dio licencia en la sesi?n tercera del definitorio extraordinario cele brado en ese colegio en enero de 1743. Libro defs., f. 92v. 53 Libro defs., f. 112v. Definitorio inmediato postcapitulum. En? cuanto a la guerra de las patentes, v?ase el art?culo citado en la nota L 64 Jes?s Mar?a: Las travesuras, p. 1.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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de 1747, impuesto por el definitorio general de la congrega

ci?n de Espa?a, fray Nicol?s fue electo prior de Puebla. Puede sospecharse que as? lo retiraron del eje de los acon tecimientos. Y de Puebla regresar?a fray Nicol?s pero con

honra y gloria. En el definitorio tercero extraordinario, reuni

do en Santa Ana en 22 de febrero de 1748 por el definidor primero fray Alejo de San Joaqu?n con el ansia y la pre mura de quien tiene en la mano el triunfo deseado larga mente, los definidores acordaron "que sin detenerse m?s se procediese a la elecci?n ?de vicario provincial? que recay? con todos los cinco votos que concurrieron en nuestro R. P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a actual prior de nuestro convento

de la Puebla.".55

Contentos, como gananciosos en derecho, all? mismo, sin levantar la pluma y a rengl?n seguido, mandaron dar tes timonio al definidor tercero fray D?maso de San Jos? y al vicerrector del colegio fray Juan del Sant?simo Sacramento, a quienes dieron comisi?n "para ir por nuestro dicho padre vicario", y "se repic? por su elecci?n con lo que se dio fin

a esta sesi?n". El definitorio volvi? a reunirse hasta el 9 de marzo.

Comenz? en el mismo colegio de Santa Ana siendo le?do un pliego "y se hall? ser la renuncia que en toda forma pre sentaba de su empleo el vicario provincial" electo por dos

motivos: a) negocios pendientes de su empleo prioral en Puebla e incompatibles con el nuevo que le era ofrecido; y b) porque al hallarse la provincia en grave turbaci?n "de conmoci?n tan universal hallaba muy flacos sus hombros

para tanto peso". Y concluy? suplicando que "desembara zase el definitorio la nave del gobierno del pesado Jonas de su persona para que por este medio se serenase la tempes

tad." Fue admitida su petici?n, pero aclararon los defini dores que no por las razones alegadas, sino como un medio de quietud, paz y tranquilidad. Fray Nicol?s renunci? su nombramiento.56 Puede pre *5 Libro defs., ff. 205v-206. Sesi?n s?ptima de 26 de febrero de 1748.

66 Libro defs., f. 206v. Sesi?n octava de 9 de marzo de 1748.

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330 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A guntarse aqu? ?buscaba fray Nicol?s el provincialato y no la simple vicar?a provincial afectada de transitoriedad, y el definitorio tambi?n as? lo quer?a, pero por precipitaci?n lo eligi? vicario, con obligaci?n de convocar a cap?tulo ex traordinario para elegir provincial, dentro de los dos meses siguientes a su elecci?n? 57 Si as? fue, el acierto corri? s?lo por cuenta de fray Nicol?s al renunciar. ?O estaban de acuerdo, el definitorio y fray Nicol?s, y corrieron una cortina de humo nombrando otro vicario pro vincial para evitar sospechas de parcialidad ante el defini torio general, para acallar, son sus palabras, a fray Melchor

de Jes?s y a sus partidarios, y para allanar, de paso, la elecci?n en el cap?tulo extraordinario a que deb?a convocar

el vicario electo? En este caso el acierto fue de los dos.

Y todos tan contentos, porque ya era s?lo cuesti?n de tiem po el que fray Nicol?s fuera electo provincial en el cap?tulo

extraordinario, y que ejerciera el a?o y ocho meses que

restaban de aquel trienio, 1747-1750, tan importante para la provincia de San Alberto en su lucha con la metr?poli,

y para las fundaciones de los conventos de Guadalajara, Tehuac?n y San Luis Potos?. Electo el vicario provincial fray Jer?nimo de la Madre

de Dios, en sesi?n d?finitorial de 24 de junio surgi? una

duda sobre si qued? vacante el priorato de Puebla que ten?a

fray Nicol?s al momento de su elecci?n rechazada. Para

despejarla, lo eligieron nuevamente.58 En la sesi?n del d?a 26,59 queriendo el definitorio evitar

esc?ndalos que salieran de la orden, y viendo la desobe diencia de dos religiosos de Orizaba que fueron llamados a comparecer ante ?l, decidi? "por modo de providencia suave, paternal y religiosa, enviar comisi?n al padre prior

de nuestro convento de la Puebla fray Nicol?s de Jes?s Mar?a, para que les intime el mismo precepto y los re

duzca al verdadero cumplimiento de la obligaci?n que tienen 67 Regla primitiva, 1756, p. 416. 3* parte, cap. 16, n?m. 11. ? Libro defs., ff. 219-220v. 59 Libro defs., ff. 221-222.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

331

de obedecer a este venerable definitorio." Y con ello se dio fin. 18. Fray Nicol?s Provincial. El martes 13 de agosto de 1748 es una fecha que a?n no ha sido registrada en las

efem?rides independentistas de M?xico. Sesenta y dos a?os antes de que don Miguel Hidalgo y Costilla diera el grito de Dolores, los carmelitas descalzos de la Nueva Espa?a eligieron a su padre provincial en cap?tulo extraordinario, que rompi? la tradici?n constitucional del Carmelo de In dias, despu?s de haber luchado durante tres a?os en contra del definitorio general de la congregaci?n de San Jos? de Espa?a y de haberlo vencido conforme a derecho. En un momento extraordinario, dentro de un cap?tulo provincial extraordinario, s?lo pod?a ser electo por cabeza de la provincia un hombre extraordinario. Y ese hombre fue fray Nicol?s de Jes?s Mar?a. ?Era en efecto fray Nicol?s alguien sobresaliente entre sus hermanos de religi?n? Responde fray Joaqu?n de la Con

cepci?n desde su celda del convento de San Elias de San Luis Potos?: era, dijo, un "Pericles?andaluz, Arqu?mides

carmelitano y sin segundo Dem?ste??s, nuestro reverendo padre fray Nicol?s de Jes?s Mar?a (quien se haya hoy d?a con los brillos y esplendores de dign?simo provincial de nuestra esclarecida provincia) en cuya pr?cera estatura es triba sobre sus gigantescos hombros todas las l?cidas estre llas que brillan en la celeste esfera del Carmelo." 60 El triunfo obtenido no pod?a quedar sin trofeos qu^ l? acreditaran. El primero fue el cuaderno impreso que con tiene el serm?n de La santidad derramada. En la tercera sesi?n del definitorio extraordinario postcapituhtm, fueron 60 Concepci?n [1749-1750], h. 8. Ei 24 de marzo de 1748 el

superior de Oaxaca escribi? una carta a fray Melchor de Jes?s, ambos

contrarios a fray Nicol?s y su partido. Y en ella, con motivo ci? la renuncia de fray Nicol?s al vicariato provincial, expres? de ?ste: "siem

pre lo he tenido por muy atento y religioso, y docto." Por lo c??l, viniendo la opini?n de un contrario, va m?s en elogio de fray Nicol?s.

BNMad, Ms-2687, f. 142v.

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332 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A nombrados revisores del mismo los definidores y cuarto fray

D?maso de San Jos? y fray Fernando de Santa Mar?a. Al d?a siguiente, en la sesi?n quinta, visto el parecer de personas

"graves" y "doctas" de la orden, fue decretada la licencia de impresi?n. Y, para constancia, la provincia lo dedic? con euforia a Santa Teresa de Jes?s.61 El 6 de septiembre siguiente acudi? Mar?a de Ribera, impresora, pidiendo al virrey licencia para la impresi?n del serm?n, la cual le fue concedida 62 y fue usada por ella. ?ste

puede ser considerado el serm?n del triunfo, pues la pro vincia lo autoriz?, lo dedic? a Santa Teresa y posiblemente lo coste?, ya que quienes los costeaban, en general, los

dedicaban por s? mismos o por medio de otra persona, y ?ste,

dice la portada, "sale a expensas de varios devotos de la

santa y aficionados del autor." La expresi?n parece ser una cubierta discreta de la devoci?n de la provincia a fray Nico l?s, no solamente a Santa Teresa, la que no excluye la de los devotos ni la de los aficionados, pero que s? recata el gozo

del momento, ajusf?ndolo a la tradici?n de no costear la

provincia la impresi?n de sermones. Existe tambi?n el impreso titulado Lamentaci?n jur?dica, escrita por fray Lorenzo del Sant?simo Sacramento y publi

cada probablemente en Madrid hacia 1748, que asimismo puede tenerse como s?mbolo de victoria. No obstante, el gran trofeo ser?a el Carmen de San Luis Potos?. 19. Fray Nicol?s y El Carmen de San Luis Potos?. La congregaci?n de cl?rigos de la ciudad de San Luis Potos?, con

su abad a la cabeza, tuvo la feliz ocurrencia de enviar un propio a Orizaba,63 en cuyo convento hac?a visita, a pedir 61 Libro defs., ff. 230v-232. En el definitorio extraordinario cele brado despu?s del cap?tulo extraordinario fue ordenada la revisi?n, y al

d?a siguiente se dio la licencia de impresi?n, o sea que de un d?a para otro. 62 AGNM, General de Parte, vol. 20, exp. 35. Esta licencia est?

publicada en el Bolet?n del Archivo General de la Naci?n, M?xico, 1944,

num. xv, p. 71. 63 Jes?s Mar?a: La c?tedra, p. 3.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

333

a fray Nicol?s que dijera el serm?n de la fiesta de la c?

tedra de San Pedro, su patriarca, que hab?a de celebrarse en la parroquial potosina. No sabemos si la invitaci?n fue hecha en vista de que fray Nicol?s deber?a colocar las pri meras piedras del Carmen, si fray Nicol?s acudir?a a la colocaci?n aprovechando su compromiso de predicar o si ambas cosas fueron previstas teniendo en cuenta la visita que habr?a de efectuar por ley al convento de San Luis Potos?. Sea como fuere, el s?bado 22 de febrero de 1749 la parro

quial de San Luis Potos? estaba de gala y llena hasta la

linternilla. Acudieron la ciudad, los cl?rigos con su abad, las religiones con sus prelados, los diputados de la miner?a y del comercio, los vecinos prominentes y el pueblo en ge neral. Fray Nicol?s subi? al pulpito y volvi? a embelesar

a los potosinos, como ya lo hab?a hecho en diversas oca siones.

Es aqu?, precisamente en lo alto de ese pulpito, en donde vamos a dejar a fray Nicol?s orador. Porque fue tal serm?n de La c?tedra su ?ltimo serm?n impreso que conocemos. Y porque a esa altura, la del pulpito, de su provincialato, de su existencia misma y de la de su provincia, conviene con siderar que su vida y su obra no han sido hasta hoy aqui latadas.64

Acto seguido de la misa de funci?n con el serm?n de fray Nicol?s, la congregaci?n de San Pedro "en consorcio 64 El licenciado Pedraza ?v?ase la nota 26? no obstante que dio luz, en cuanto a la relaci?n de fray Nicol?s con el Carmen de San Luis Potos?, repiti? el juicio de Berist?in. Y De la Maza agreg? calificaciones negativas, sum?ndolas a las mordaces de Rivera y San rom?n. ?Pero, qu? relaci?n puede tener con el arte lo dicho y hecho

por fray Nicol?s, y lo escrito por Berist?in y por Rivera? Sencilla

mente, fray Nicol?s fue un hombre de su siglo, que por sus oficios de predicador y de prelado inspir? obras art?sticas, y que influy? como hombre de gobierno en su ejecuci?n barroca. Berist?in y Rivera, tam bi?n como hombres de su tiempo, fueron expresi?n literaria antibarroca, propia de la incomprensi?n de sus ?pocas, que cometieron delitos en

contra de las obras barrocas.

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334 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A del se?or juez eclesi?stico vicario in capite doctor don Anto nio Cardoso, del M. R. P. Provincial de carmelitas descalzos

fray Nicol?s de Jes?s Mar?a y dem?s R. R. P. P. prelados locales de las sagradas religiones de la citada ciudad" pro cedi? a la elecci?n del nuevo abad y, para constancia, fir maron todos, entre ellos fray Nicol?s al pie del acta.05 Al d?a siguiente, domingo 23 de febrero de 1749 "con grande aplauso y sumo regocijo de toda la ciudad",66 fray Nicol?s coloc? la primera piedra del convento y el francis cano fray Antonio Rizo la de la iglesia del Carmen, pues el carmelita declin? en el franciscano el acto como se?al de hermandad y deferencia.67 La provincia, por su parte, estaba llena de gozo bajo el gobierno triunfal de fray Nicol?s. Vuelto a M?xico, el abad de la congregaci?n de San Pedro, Br. Juan Miguel Lozano de la Pe?a, acudi? al definitorio en solicitud del permiso para imprimir el serm?n de La c?tedra, y los definidores "dieron su benepl?cito y licencia por votos secretos, por ser para mayor decoro de la religi?n." G8 Al d?a siguiente, los revisores

de la orden dieron su aprobaci?n y dijeron "no tener ni contener cosa contra nuestra santa fe, antes s? estar toda ella

seg?n la doctrina de los santos padres, sagrada escritura, y sagrada teolog?a, y con mucha erudici?n." 69

Sigui? adelante la prelacia de fray Nicol?s a lo largo 65 APSSLP, "Libro de la Congregaci?n de San Pedro, 1742-1801",

f. 26v. 66 Concepci?n [1749-1750], h. 39. 67 La participaci?n de fray Nicol?s en la programaci?n d?l Car men de San Lu?s Potos?, por su oficio de provincial, por ser cabeza de los ganadores de la guerra de las patentes y, m?s que nada, por

su identificaci?n estrecha con la fundaci?n potosina, como lo Vemos en este art?culo, es innegable. 68 Libro defs., f. 247v. 69 Libro defs., f. 249, 25 de abril de 1749. El 7 de mayo ocurri? Mar?a de Rivera a impetrar las licencias para su impresi?n, concedidas

en 14 de agosto y 7 y 13 de octubre del mismo a?o de 49. AGNM, General de Parte, vol. 20, exp. 48.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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de 1749 y feneci? en el cap?tulo provincial de 18 de abril

de 1750.

20. Fray Nicol?s sentenciado, arrodillado y enfermo.

Como religioso carmelita que era, fray Nicol?s estaba sujeto a las normas de la Orden. Por tanto, fray Antonio de Santo Domingo, provincial en el trienio siguiente al suyo, 1750-1753,

lo sujet? a visita constitucional y dio cuenta de ella al definitorio celebrado en el convento de Atlixco en abril

de 1751. Y, vistos sus cargos y descargos, y no satisfacerlos adecuadamente "mirando a que est? tan accidentado, y con la caridad que usamos, se le dio de penitencia, el que cuando buenamente pudiere y se hallare con salud para ello, y no de otro modo, tenga unos ejercicios de diez d?as en la ermita o celda donde le pareciere; y al fin de ellos, en lugar de la

disciplina que com?nmente se suele tomar en refectorio, pida en ?l perd?n a la provincia de los defectos que en

tiempo d? su gobierno Hubiese cometido, haciendo esto en ca p?tulo o refectorio y no otra cosa; lo que as? se vot? y sali?

aprobado."

Incontinenti, fue votado y aprobado tambi?n que el de finidor tercero fray Domingo de San Jos? y el secretario

fray Manuel de San Miguel pasaran a Puebla a leerle su

sentencia.71

?A qu? se debi? que la provincia mostrase en sus prin cipales documentos a un fray Nicol?s visitado, arrodillado para o?r su sentencia, y enfermo, inmediatamente despu?s de haber sido su cabeza visible y su gloria? Le fueron hechos siete cargos. Y ?l dio otros tantos des^ cargos, que no satisficieron al definitorio. Para el objeto d? este estudio interesan el tercero y el s?ptimo; los dem?s fueron mere disciplinae. Sus f i scales le achacaban, cargo tercero, que gobern? a la provincia con demasiada blandura y que revocaba f?cilmente 70 ANotDF, 1750, notario 510 Juan Jos? de Paz. Escritura de 30 de abril en que el definitorio otorg? poder al nuevo procurador

provincial. All? consta que el cap?tulo fue el d?a 18. 71 Libro defs., f. 297. Sesiones de 24 y 25 de abril de 1751.

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336

FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A

las patentes, "motivo por que les parece a los deponentes se

siguieron los disturbios que se han experimentado, como tambi?n de haber disimulado en dicho convento de Quer? taro cosas graves", y que, cargo s?ptimo, se divirti? en pre dicar sermones y que no atendi? con prontitud su oficio. Fray Nicol?s contest? "que fue preciso entrar con blan dura en el oficio por lo turbado e inquieto que estaban los

?nimos... y proseguir con la misma desde que recib? una carta de nuestro padre general (que presento adjunta) ?acon sej?ndome? que me porte con los modos m?s conducentes

a la paz y tranquilidad deseada para esta provincia"; que no se divirti? en paseos ni se regal? en huertas "sino en predicar sermones, y estos no fueron muchos y estos inexcu sables." Enumer? cinco, entre ellos el de La c?tedra, y ar g?y? que los provinciales ten?an prohibido predicar tandas o tareas pero no sermones.

Para concluir su causa, se asent? que a fray Nicol?s le fue notificada su sentencia en el convento de Puebla y que

"la admiti? con todo rendimiento y veneraci?n diciendo que obedece con pronto rendimiento, quedando agradeci

d?simo a la gran benignidad y clemencia y misericordia con que nuestro muy docto y venerable definitorio ha mirado su causa y sentencia de sus delitos".72 Como se ve, el car melita se defendi? con suavidad pero con firmeza, y acat? la sentencia sencilla pero barrocamente.

21. El principio del fin. Como en sus buenos tiempos

de colegial de Santa Ana, fray Nicol?s de Jes?s Mar?a dej? su firma como rastro entre las de los conventuales y cole

giales del colegio de San Joaqu?n en 5 de octubre de ese mismo a?o de 1751.73 Luego, desaparece en silencio. Y volvemos a encontrarnos con ?l ocupando la mesa d?finitorial como definidor segundo electo en el cap?tulo de mayo de 1756; y, cosa curiosa, com 72 Libro defs., ff. 298-300v. Sesi?n de 28 de abril.

73 ANotDF, 1751, notario 510 Juan Jos? de Paz, ff. 155-156v.

Firm? en d?cimo lugar.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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parti?ndola con el definidor primero fray Melchor de Jes?s, el monta??s controvertido.74

Con este nuevo cargo, fray Nicol?s volvi? a participar en la direcci?n de los destinos de la provincia durante otro trienio. Y volvi? a relacionar estrechamente su vida, susti tuy?ndolo, con la de fray Melchor de Jes?s. ?ste muri?, y por

derecho pas? fray Nicol?s a ser el definidor primero, no sabemos exactamente cu?ndo, pero con ese car?cter se ostent?

ya en noviembre de 1758.75 En el trienio siguiente, 1759-1762, fray Nicol?s fungi? como prior del convento de San Sebasti?n de M?xico. All? volvi? a brillar y tuvo por subdito a un religioso que ser?a prior del Carmen de San Luis Potos? y quien con un celo, un af?n y un amor, obtenidos seguramente de fray Nicol?s por la estrechez del trato en este lapso, concluy? y dedic? ese monumento que todos los d?as halaga la sensibilidad de quienes lo contemplan: el Carmen de San Luis Potos?. El re ligioso era: fray Andr?s de la Sant?sima Trinidad.76

Una vez concluido su priorato, el cap?tulo provincial

de 1762 determin?, entre otras dos cosas para el trienio 1762

1765 que a este trabajo importan: a) fray Nicol?s perma

necer?a como simple conventual en San Sebasti?n,77 y b) fray

Andr?s marchar?a a hacerse cargo del priorato de San Luis Potos?. El nuevo trienio de 1765 no trajo novedad alguna a fray Nicol?s en cuanto a su residencia, pero le reintegr? la per sona, esta vez como compa?ero, de fray Andr?s de la Sant? 74 ANotDF, 1756, ff. 72v-77. El nuevo definitorio dio poder al

procurador provincial electo, 14 de mayo. 75 ANotDF, 1757. Escritura de 11 de noviembre en que consta que fray Nicol?s sustituy? a fray Melchor; ANotDF, 1758, ff. 114v-116. Escritura de 11 de noviembre en que fray Nicol?s aparece como defi nidor primero.

76 ANotDF, 1759, ff. 48v-53. Escritura de 2 de julio en que la

comunidad dio poder a su procurador. Fray Nicol?s firm? como prior y fray Andr?s como conventual.

77 ANotDF, 1762, ff. 119-123. En escritura de 28 de junio fray

Nicol?s firm? como simple conventual.

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338 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A sima Trinidad, que regresaba de San Luis Potos?,78 despu?s de haber concluido y dedicado la iglesia del Carmen. En ese sitio y en esa compa??a, inscrito en la composici?n

magn?fica de la ciudad de M?xico, en la frescura de la huerta y oficinas conventuales, fray Nicol?s estamp? su ?ltima firma que conocemos, de las muchas que nos han guiado desde que lo encontramos en 1715 en el colegio de Santa Ana. Era el 11 de julio de 1767.79 Sin ruido, de puntillas, despacio, imaginando s?lo el chas

quido de la pluma al rozar el papel grueso del libro de

protocolos de otro notario miembro de la familia Paz, esta vez Juan Jos?, fray Nicol?s volvi? a su celda temporal y s? encerr? en la intemporal. De la primera de ellas, sin duda, fue sacado muerto despu?s, no sabemos cu?ndo, para en terrarlo no sabemos d?nde. De la segunda, la intemporal, s?lo a base de documentos, que no hemos tenido la suerte' de hallar, podr? ser sacado. Afortunadamente, en ese mismo mes de julio de 1767? cuando fray Nicol?s desapareci? del escenario, la torre del

Carmen ya apuntaba hacia lo alto, levant?ndose sobre de

los potosinos tumultuarios que en esos d?as se alzaron contra del rey, haciendo de San Luis Potos? la Babel mejorada eri torres que en 1733 pintara el carmelita en su serm?n de las honras de don Nicol?s Fernando.

La torre ya estaba concluida, marcando as? a la provincia

de San Alberto su c?spide, en la que se mantendr?a hasta la independencia, poco m?s o menos, y de la que ir?a des liz?ndose hasta caer a la tumba.

78 ANotDF, 1765, ff. 68v-71. La comunidad otorg? poder a su procurador, y firmaron fray Nicol?s y fray Andr?s como conventuales.

79 ANotDF, 1767. En escritura de 11 de julio la comunidad de

San Sebasti?n otorg? recibo de 1 500 pesos, parte de un total de 9 500 pesos de la dotaci?n de la fiesta de los Dolores, y dej? el resto a censo. Entre los conventuales firmaron juntos fray Nicol?s y fray Andr?s.

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QUINCE SERMONES Y DOS PARECERES IMPRESOS DE FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A 1726a La mano de los Cinco Se?ores: les?s, Maria y Jos?, Joaqu?n y Ana. Paneg?rico de sus patrocinios predicado en la do minica del de Nuestra Se?ora, a 11 de noviembre de 1725,

en el convento de carmelitas descalzos de San Sebasti?n de M?xico, en el solemne festivo culto que el R. P. Fr. Manuel de la Virgen, prior que fue de los conventos de Oaxaca, la Puebla y actual del de M?xico, dedic? agradecido a los piadosos favores en la liberal mano de los Cinco Se?ores

experimentados, por el P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, reli gioso carmelita descalzo, lector que fue de v?speras de sa grada teolog?a escol?stica. S?calo a luz el Lie. D. Teodoro de Porras y Enr?quez, quien lo dedica al Sr. Dr. D. Jos? de

Torres y Ver gara, abogado de la real audiencia de esta corte, catedr?tico jubilado de prima de leyes en la real

Universidad, y cancelario en ella; maestrescuela, dignidad de la santa iglesia Catedral, comisario apost?lico, subdele

gado general de la Santa Cruzada de esta Nueva Espa?a,

consultor del Santo Oficio de la Inquisici?n de este reyno, juez ordinario, visitador de capellan?as y obras p?as de este arzobispado, capell?n del convento de se?oras carmelitas descalzas de se?or San Jos? de esta ciudad & con licencia,

M?xico, Herederos de la viuda de Miguel de Rivera. Se localiza en BNM/CL, 1203. Le?n, 1905, m, pp. 1081-1082 transcribe la portada.

1726b El Christus ABC de la virtud, cartilla de la santidad. Ser m?n paneg?rico que predic? el d?a de San Juan Evangelista,

a 27 de diciembre de este a?o de 1725, el P. Fr. Nicol?s

de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, lector que fue de

v?speras de sagrada teolog?a escol?stica. Con las apreciables circunstancias de haber dado la ilustr?sima religi?n del gran

padre San Francisco el altar y pulpito a la de nuestra

se?ora del Carmen, en la solemne profesi?n que, en el muy religioso convento de se?oras religiosas de Santa Clara, hizo la madre Ignacia Gertrudis de San Pedro, hija de D. Pedro Larburu, tesorero del real derecho del papel sellado, quien lo saca a luz y dedica a la nobil?sima, ser?fica y esclarecida

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FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A virgen Santa Clara, M?xico, Herederos de la viuda de Fran cisco Rodr?guez Lupercio. Se localiza en BNM/CL, 1133. Le?n, 1902, i, p. 325 transcribe la portada.

1727 Lo m?s de la santificaci?n del se?or San Jos?, santificado antes de nacer a los siete meses de concebido para nacer santificado, y ser padre estimativo de Cristo, y esposo cas t?simo de la reina de los ?ngeles. Un comparativo admirable con Jerem?as, con el Bautista, y con San Pablo. Serm?n que, en la dominica segunda de octubre, uno de los siete d?as en que se cantan las siete misas antes del d?a de Santa Teresa de Jes?s a la fiesta que, con asistencia de la ilustre archicofrad?a del escapulario de nuestra se?ora del Carmen, en su observant?simo convento de M?xico, anualmente ce lebra el Dr. D. Juan Ignacio Castore?a y Urs?a, capell?n de honor y predicador de su majestad, te?logo de la nun ciatura de Espa?a, catedr?tico jubilado de prima de sagrada escritura en esta real universidad, chantre dignidad de la santa iglesia metropolitana, &, predic? el R. P. Fr. Nicol?s

de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, lector que

fue de v?speras de sagrada teolog?a escol?stica, con las cir cunstancias que observa la salutaci?n. S?calo a luz el Lie. D. Felipe Su?rez de Estrada y Villa Real, colegial real que fue en el de San Ildefonso, cura rector interino de la ciu dad de nuestra se?ora de los Zacatecas, y capell?n del cole gio de los Mil ?ngeles Custodios de Mar?a Sant?sima, reco gimiento de doncellas, &. Y lo dedica al exemo. sr. duque de Ari?n, marqu?s de Valero, virrey que fue de esta Nueva Espa?a, del consejo de estado de su majestad, sumiller de corps, y presidente del supremo y real consejo de las Indias,

&, M?xico, Jos? Bernardo de Hogal. Se localiza en BNM/ CL, 1174. Le?n, 1902, i, pp. 325-326, transcribe la portada. Por error, en la p. 489, nota 45, de mi art?culo citado en la nota 1 de este trabajo, fray Nicol?s aparece como p?rroco de Zacatecas. Era el Lie. Su?rez de Estrada. 1728 La santidad en un breve, por un breve de su santidad de clarada, en tres breves discurrida. Serm?n que, en la muy solemne canonizaci?n del hijo primog?nito de la ser?fica madre Santa Teresa de Jes?s, San Juan de la Cruz, predic? el M. R. P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, religioso carmelita

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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descalzo, lector que fue de v?speras de sagrada teolog?a esco l?stica, y actual presidente de la nueva fundaci?n de des calzos religiosos de nuestra se?ora del Carmen de la ciudad de Guadalajara, en el segundo d?a del festivamente lucido triduo que solemniz? el observant?simo convento de se?oras

religiosas carmelitas descalzas de dicha ciudad, este a?o

de 1728, con todas las apreciables circunstancias que observa curiosa la salutaci?n. Se localiza en BNM/ CL, 1356. Le?n, 1902, i, p. 121, transcribe la portada.

1733a El pa?o de l?grimas de Oaxaca. Serm?n que, en d?a de la Expectaci?n y fiesta de la Soledad a la milagrosa imagen que de esta se?ora venera esa ciudad, patente el Sant?simo Sacramento, con asistencia de cabildos, sagradas religiones y dem?s circunstancias que toca la salutaci?n, predic? el P. Fr. Nicol?s de Jes?s Maria, religioso carmelita descalzo, lector que fue de v?speras de sagrada teolog?a, prior del convento de la santa Vera Cruz de la sobredicha ciudad,

y actual definidor de esta Provincia de San Alberto de Religiosos Carmelitas Descalzos de Nueva Espa?a. S?calo a luz el capit?n D. Esteban Moreno del Castillo, alcalde

mayor que fue de las cuatro villas del marquesado, Valle de Oaxaca, regidor de dicha ciudad, y mayordomo de la muy ilustre archicofradia de nuestra se?ora de la Soledad. Ded?calo a las muy RR. MM. se?oras religiosas m?nicas de dicho convento, donde se predic? el a?o pasado de 1731. Con licencia de los superiores, M?xico, Jos? Bernardo de Hogal. Se localiza en BNM ?CL, 1180. Le?n, 1902, i, p. 327, transcribe la portada. 1733b Las llaves de la sabidur?a, llaves de la Iglesia. Serm?n que

el d?a del doctor ang?lico Santo Tom?s de Aquino, con

asistencia de la muy noble ciudad y sagradas religiones, feria

ocurrente, y dem?s apreciables circunstancias, predic? en la iglesia del se?or Santo Domingo de Oaxaca el P. Fr. Nicol?s

de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, lector que fue de v?speras de sagrada teolog?a, prior del convento de la

santa Vera Cruz, y actual definidor de esta Provincia de San Alberto de la Nueva Espa?a. Di j?lo al acabar su priorato,

y despidi?ndose de dicha ciudad de Oaxaca. S?calo a luz

uno de los muchos aficionados que le oyeron, y le pidieron

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342 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A al autor sus traslados. Ded?calo a la soberana imagen de nuestra se?ora de los Reyes, que se venera en la ciudad de Sevilla [M?xico], Jos? Bernardo de Hogal. Se localiza en BNM/CL, 1126. Le?n, 1902, i, p. 326, transcribe la por

tada.

1733c Babel mejorada en Torres. Torres edificativas para el suelo,

para el siglo y para el cielo. Serm?n sepulcral y lauda

torias postumas que, en las honras hechas al capit?n don Nicol?s Fernando de Torres, declam? el M. R. P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, exlector de sa grada teolog?a de v?speras, prior del convento de la santa Vera Cruz de Oaxaca, y actual definidor de su provincia de religiosos carmelitas de la ciudad de San Luis Potos? este a?o de 1733. S?canlo a luz los albaceas y herederos y ded? canlo a la sacrat?sima familia de los Cinco Se?ores: Jes?s, Mar?a, Jos?, Joaqu?n y Ana. Con licencia de los superiores,

M?xico, Jos? Bernardo de Hogal. Se localiza en BNM/

CL, 1235, y en la Biblioteca del Centro de Estudios Ram?n Alcorta, de la Casa de la Cultura de San Luis Potos?, car peta 8, n?m. 1465. Le?n, 1902, i, pp. 326-327, transcribe la

portada.

1733d El pretendido, empe?os de la santidad y desposorios de San Ignacio de Loyola con Santa Teresa de Jes?s. Pane g?rico que en el d?a del generoso adalid, capit?n general de la m?s sagrada Compa??a, predic? en el colegio de los RR. PP. jesu?tas de San Luis Potos? el P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, lector que fue de sagrada teolog?a de v?speras, prior del convento del Carmen de Oaxaca, y actual definidor de su provincia, este a?o de 1733. Costea su impresi?n y ded?cala el alf?rez, te niente general y dign?simo regidor de dicha ciudad y fron tera, don Francisco de Villanueva y Velasco a la milagrosa imagen nombrada nuestra se?ora de Valencia, aparecida en

el lugar de Bio?o del valle de Pi?lagos, arzobispado de

Burgos, protectora de navegantes y afligidos, con licencia de los superiores, M?xico, Jos? Bernardo de Hogal. Se lo

caliza en BNM/CL, 1131. Junta con las de Babel y La

c?tedra, transcribe la portada, Montejano, 1979, p. 186.

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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1735a El codicioso y codiciado, santo a pedir de boca, codiciado por boca de los santos. Paneg?rico que el d?a de San Ber nardo predic? en su convento de se?oras religiosas de la ciudad de M?xico el P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, lector que fue de sagrada teolog?a esco l?stica de v?speras, prior de su convento de Oaxaca, exami

nador sinodal de su obispado, y definidor actual de su

provincia, este a?o de 1734. S?cale a luz el mismo convento de religiosas bernardas, y ded?cale a los dem?s de la ciu dad de M?xico, M?xico, Jos? Bernardo de Hogal. Se locali za en la Biblioteca del Centro de Estudios de Historia de

M?xico de Condumex, 252.8.72/V. A., M?xico, D. F.

1735b Las travesuras de Santa Teresa, santa de lo que no ha habido, santa de lo que no hay, santa de lo que no habr?. Serm?n que en su festivo d?a predic? el P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, lector que fue de sagrada teolog?a escol?stica de v?speras, prior del con vento de dicho sagrado orden de la ciudad de Oaxaca, exa minador sinodal de este obispado, y actual definidor de su provincia, con las solemnes circunstancias de patente el San t?simo Sacramento, y apreciables asistencias del excmo. e ilmo. se?or virrey arzobispo de M?xico, real ciudad y sacra t?simas religiones, el a?o pasado de 1734. S?cale a luz y costea su impresi?n D. Nicol?s S?nchez Riscos, asentista conductor de los haberes reales de su majestad. Con licencia de los superiores, M?xico, Jos? Bernardo de Hogal. Se lo caliza en BNM/CL, 1228. Le?n, 1902, i, pp. 327-328, trans cribe la portada. 1743 El moral m?s bien injerto. Memorias honor?ficas f?nebres con que la gratitud religiosa del Carmelo Americano si no desahoga su obligaci?n, si manifiesta su agradecimiento a su benefactor fundador en la ciudad de Tehuac?n, el se?or

sacerdote don Juan del Moral. Declam? su expresi?n el M. R. P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, lector que fue de sagrada teolog?a escol?stica, defi nidor de su provincia, prior de los conventos de la ciudad de Antequera, M?xico, Orizaba, y actual del de la Puebla de los ?ngeles. S?calo a luz la gratitud religiosa del hospicio

de carmelitas descalzos de Tehuac?n, quien lo dedica al

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344 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A generoso linaje de sus muy estimados Morales. Predic?se en la santa iglesia parroquial de dicha ciudad de Tehuac?n.

Con licencia de los superiores, Puebla, Viuda de Miguel Ortega y Bonilla. Se localiza en BNM/CL, 1222. Le?n, 1902, i, p. 328, transcribe la portada.

1745a El escudo de armas del claro linaje de la antigua casa de los Toledos, mejorado el de la nobleza terrena en el de la hidalgu?a religiosa. Serm?n en la profesi?n del hermano Fr. Antonio de los Dolores, novicio carmelita descalzo, en el siglo D. Antonio de Toledo. Predic?balo la dominica 18 post pentecostem a 27 de septiembre, este a?o de 1744, el R. P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, del mismo sagrado orden, lector que fue de sagrada teolog?a escol?stica, prior que ha sido de los conventos de M?xico, Puebla, Orizaba, Oaxaca, examinador sinodal de este obispado, definidor dos veces, y actual primero de su provincia, en el convento de la ciu

dad de los ?ngeles. S?calo a luz el capit?n D. Jos? de To

ledo, quien, asociado de sus dos eclesi?sticos hermanos, lo dedica a la sacrat?sima Virgen Mar?a, nuestra se?ora, en sus sant?simos Dolores, Puebla, Viuda de Miguel de Ortega. Se localiza en BNM/CL, 1336. Le?n, 1902, i, p. 328, trans cribe la portada. 1745b El para.siempre de Santa Teresa. Paneg?rico moral que en

su d?a predic? el R. P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, su

indigno hijo, lector que fue de sagrada teolog?a escol?stica, prior que ha sido de los conventos de M?xico, Puebla, Ori zaba, Oaxaca, examinador sinodal de ese obispado, definidor dos veces y actual primero que es de su provincia de reli giosos carmelitas descalzos. Predic?balo en el convento de la

ciudad de los ?ngeles este a?o de 1744. Dedicase a la es

clarecida virgen y doctora nuestra santa madre Teresa de Jes?s. Con licencia de los superiores, Puebla, Viuda de Mi guel de Ortega. Se localiza en BNM/CL, 1210. Le?n, 1902, i, p. 329, transcribe la portada. 1748 La santidad derramada, derrames de la santidad que entra

y derrames de la santidad que sale. Serm?n que en el ?ltimo d?a, de los tres solemnes con que en la Puebla de los ?ngeles se celebr? la salida y la entrada de se?oras reli

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES

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giosas carmelitas de su convento primero de Santa Teresa en la nueva fundaci?n del segundo de la Soledad, predic? el M. R. P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, lector que fue de sagrada teolog?a de v?speras, exa minador sinodal del obispado de Oaxaca, prior de los con ventos de Antequera, M?xico y Orizaba, dos veces del de la Puebla de los ?ngeles, definidor dos veces de su provincia,

y provincial actual de ?sta de San Alberto de Nueva Es

pa?a, la que lo dedica a su esclarecida madre Santa Teresa de Jes?s. Sale a expensas de varios devotos de la santa, y aficionados del autor. Predic?se este presente a?o de 1748, a 7 de mayo, M?xico, Mar?a de Rivera. Se localiza en BNM/ CL, 1275. Le?n, 1902, i, pp. 329-330, transcribe la portada. 1749 La c?tedra en concurso de opositores. Conjunci?n p?blica

a la del adorado principe de los ap?stoles San Pedro.

Serm?n que el R. P. Fr. Nicol?s de Jes?s Mar?a, religioso carmelita descalzo, exlector de teolog?a de v?speras, exami nador sinodal del obispado de Antequera, prior de los con ventos de M?xico, Puebla dos veces, de Oaxaca, Orizaba, dos veces definidor de su provincia, y actual provincial de ella, predic? en la ciudad de San Luis Potos? el 22 de febrero de este a?o de 1749, en la festividad que, a la c?tedra de su gran padre San Pedro, celebra su muy ilustre congre gaci?n, fundada en la santa iglesia parroquial, real fron

tera, a cuyas expensas sale a luz, y quien lo dedica a su muy venerado prelado, y nuevamente elegido abad con univocaci?n de votos, el ilmo. se?or doctor D. Mart?n de Elizacoechea, obispo dign?simo de Durango y Michoac?n, con licencia de los superiores, M?xico, Mar?a de Rivera. Se localiza en BNM ?CL, 1141. Le?n, 1902, i, p. 330, transcribe la portada.

1738 "Parecer", firmado en San Sebasti?n de M?xico, a 18 de enero, en Arlegui, 1738. Se localiza en BNM/CL, 1315. 1738 "Aprobaci?n", firmado en San Sebasti?n de M?xico, a 20 de febrero, en Salazar, 1738. Se localiza en BNM/CL, 1281.

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346 FRAY NICOLAS DE JESUS MARIA

SIGLAS Y REFERENCIAS AGNM Archivo General de la Naci6n, Mexico, D.F. AHBMNAH Archivo Hist6rico de la Biblioteca del Museo Na cional de Antropologia e Historia, Mexico, D.F. En

raz6n de que el Instituto Nacional de Antropologia e iHistoria tiene diversos archivos, y aunque en el articulo citado en la nota 1 de este trabajo, para re ferirme al presente archivo utilice las siglas AHINAH, ahora uso las que encabezan por ser mas especificas.

AHEdoSLP Archivo Hist6rico del Estado de San Luis Potosi,

San Luis Potosi, S. L. P.

AHPMSACD Archivo Hist6rico de la Provincia Mexicana de San Alberto de Carmelitas Descalzos, Mexico, D. F. AMA Archivo Montejano y Aguifiaga, San Luis Potosi,

S. L. P. (privado).

ANotDF Archivo de Notarias del Distrito Federal, Mexico, Distrito Federal. APSSLP Archivo de la Parroquia del Sagrario de San Luis Potosi, San Luis Potosi, S. L. P. BNMad Biblioteca Nacional de Madrid, Secci6n de manus critos.

BNM/CL Biblioteca Nacional de Mexico, Mexico, Coleccidn Lafragua. Libro defs. "Libro de los definitorios de la Provincia de San Alberto de Carmelitas Descalzos de Nueva Espafia",

AHBMNAH/FL-20. Esta clase de libros contiene las actas de los acuerdos tomados por el provincial y sus cuatro definidores o consejeros, que reunidos consti

tuian el definitorio provincial en que recaia el go bierno de la provincia. ANUNCIACI6N, Juan de la

1699 Segunda parte del prontuario del Carmen, que para

los religiosos carmelitas descalzos escribe el R. Padre fray ..., su general y se le dedica. Madrid, Impren ta de los fHerederos de Antonio Roman. (Ejemplar facilitado amablemente para su consulta por el licen ciado Gonzalo Obreg6n, finado.)

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ALFONSO MART?NEZ ROSALES 347

Arlegui, Jos? de 1727 Oraci?n f?nebre que predic? el M. R. P. Fr. ..., en las honras que hizo en su convento de San Fran

cisco de la ciudad de San Luis Potos? el d?a

23 de diciembre del a?o de 1726 a do?a Mar?a de Uresti..., M?xico, Herederos de la Vda. de Miguel de Rivera. BNM/CL, 1116. 1738 Paneg?rico florido que en la solemne jura, que hizo la nobil?sima ciudad de San Luis Potos? con su co mercio y miner?a de patrona general contra la epi demia a Mar?a Sant?sima en su prodigiosa aparecida

imagen de Guadalupe, predic? el R. P. Fr. ..., l d?a 30 de octubre de 1737 ..., M?xico, Jos? Ber nardo de Hogal. BNM/CL, 1315.

Concepci?n, Joaqu?n de la 1749-1750 Cr?nica del Carmen de San Luis Potos? sin t?tulo, de la que utilic? una copia mecanoscrita. AMA. Jimenez, Pablo A. 1924 El Carmen de Celaya, cuaderno i, Celaya, Gto.

Le?n, Nicol?s 1902, 1905 Bibliograf?a mexicana del siglo xviii. M?xico.

Maza, Francisco de la 1969 El arte colonial en San Luis Potos?, M?xico. Monte j ano y Agui?aga, Rafael 1964 El Valle de Santa Isabel del Armadillo, S. L. P., San Luis Potos?. 1979 Biobibliograf?a de los escritores de San Luis Potos?,

M?xico.

Pedraza, Jos? Francisco

1967 La oratoria en San Luis Potos? durante la ?poca colonial, San Luis Potos?.

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348 FRAY NICOL?S DE JES?S MAR?A Regla primitiva 1756 Regla primitiva y constituciones de los religiosos des calzos del orden de la bienaventurada Virgen Mar?a del Monte Carmelo. .., Puebla, Imprenta de la Vda. de Ortega y Bonilla, reimpresi?n de la de Madrid,

1736. (Se localiza en la Biblioteca P?blica de la

Universidad de San Luis Potos?.) Rivera y Sanrom?n, Agust?n

1963 Principios cr?ticos sobre el virreinato de la Nueva Es pa?a y sobre la revoluci?n de independencia, M?xico.

Salazar, Juan de 1738 Llave maestra para abrir el cielo, que en la santa bula de la cruzada discurri? y predic? el d?a pri mero de diciembre del a?o de 1737 en la santa igle sia catedral de M?xico, con asistencia del ilmo. y excmo. se?or virrey don Juan Antonio de Vizarr?n y Eguiarreta, real audiencia, ciudad y tribunales, el

M. R. P. Fr. . .., M?xico, Jos? Bernardo de Hogal. Se localiza en BNM/CL, 1281.

Vel?zquez, Primo Feliciano 1898 Colecci?n de documentos para la historia de San Luis Potos?, San Luis Potos?, vol. n.

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LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO: PRIORIDAD GUBERNAMENTAL E INDIFERENCIA SOCIAL (1853-1910) M?lada Bazant El Colegio de M?xico Hubo en el siglo xix un inter?s profundo por la ense?anza t?cnica, sobre todo por la agr?cola, que cobr? cada vez mayor importancia y alcanz? su m?ximo apogeo durante el Por firiato. El proceso de modernizaci?n que tuvo lugar durante este per?odo, gracias a las inversiones extranjeras y a las obras de infraestructura, origin? nuevos planteamientos edu cativos. Las tendencias econ?micas alimentaron, como des arrollo natural, cambios en la instrucci?n.

Los inicios: 1853-1861 Las primeras clases de agricultura en M?xico se impar tieron en uno de los seis establecimientos de instrucci?n superior creados por la reforma liberal de 1833. Anexo a la instituci?n de estudios f?sicos y matem?ticos se encontraba

el hospicio y huerta de Santo Tom?s que ofrec?a las c?

tedras de bot?nica y agricultura pr?ctica. Adem?s, esta escue la hab?a tenido como base el Colegio de Miner?a, una de las instituciones, opinaba Mora, "m?s ?tiles, perfectas y bien montadas que exist?an".1 Cuando Lucas Alam?n fue Direc x Mora, 1963, pp. 124-125; Memorias Justicia, 1902, pp. xv-xvi.

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350 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO tor de Industria en 1845 plane? crear una escuela te?rica

y pr?ctica de agricultura, pues criticaba la preferencia de la ense?anza de la abogac?a, "cuando por el contrario, era me

nester inclinar a la juventud mexicana a las artes y a la

agricultura".2 Posteriormente, el 17 de abril de 1850, se esta

blecieron en el Colegio de San Gregorio cursos de agricul tura. Este colegio, uno de los primeros que tuvieron los jesuitas en la Nueva Espa?a, se dedicaba a ense?ar a los ni?os ind?genas lectura, escritura, cuentas y doctrina. Cuando los

jesuitas fueron expulsados del pa?s en 1767, el Colegio de San Gregorio permaneci? abierto ya que sus bienes no per tenec?an a la orden, sino a los indios. El colegio contaba con suficientes recursos, y ten?a la ventaja de que ninguna de sus rentas depend?a del gobierno, y no estaba sujeto a las viscisitudes de ?ste.8 Cuando se cre? el Ministerio de Fomento el 17 de agosto de 1853, durante el ?ltimo gobierno de Santa Anna, se fund? la primera Escuela Nacional de Agricultura establecida en el Colegio de San Gregorio para educar cient?ficamente a la cla se media e inclusive a la m?s acomodada: Ha sido una desgracia para nuestros hacendados que no hayan podido radicarse en sus posesiones, ni beneficiarlas por s? mis mos, sin estar sometidos a todo g?nero de privaciones, hasta

el de la falta de trato social, que no encuentran con quien tenerlo; ha sido tambi?n una desgracia para el pa?s tener

acumuladas en s?lo unas cuantas manos mayores posesiones que las que pueden o quieren cultivar sus due?os; y ha sido, por ?ltimo, como lo es todav?a, una desgracia para la ciencia que no hayan examinado por ojos pr?cticos e inteligentes los mi llares de plantas nuevas.4

2 Gonz?lez Navarro, 1952, p. 37.

8 Memorias Justicia, 1902, p. xxix. Adem?s sus bienes siguieron aumentando, en 1831 con los fondos y rentas del Hospital de Natura

les, y en 1835 con la finca de Montep?o Viejo; Dubl?n y Lozano> 1876-1904, ii, p. 334; ni, p. 59. * Anales, 1854, pp. 225-226.

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m?lada bazant

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La ley que establec?a la nueva escuela estipulaba tam bi?n que se cancelaran las dem?s carreras ofrecidas en el Colegio de San Gregorio, entre ellas la de abogac?a. Se des tinaron para los fondos del colegio 20 000 pesos anuales.5 La ley de desamortizaci?n del 25 de junio de 1856 disminuy? en parte esa cantidad ya que el gobierno adjudic? a particu lares gran n?mero de fincas;6 sin embargo, a mediados del a?o siguiente el ingreso anual era de 33 290 pesos. Para la compra de instrumentos, ?tiles, colecciones y libros se desti

naban tambi?n los bienes que pertenec?an al juzgado de intestados y a las capellan?as laicas fundadas por dichos

bienes.7 El ministerio de Fomento se comprometi? a cubrir cualquier d?ficit de la escuela y gracias a la cantidad extra recibida de este ministerio fue posible subsanar los gastos.8 Santa Anna le otorg? el ingreso extra; de los impuestos a to dos los frutos y efectos extranjeros que se introdujeran en la capital pagar?an un real por cada bulto de media carga

de mu?a.9

La Escuela de Agricultura comenz? a funcionar a prin

cipios de 1854 en el antiguo hospicio de San Jacinto, cercano a la ciudad de M?xico, bajo la direcci?n de Jos? G. Arre?la, quien era director del Colegio de San Gregorio.10 M?s tarde, 5 AGNM, Fomento, leg. 3, exp. 30. Los fondos se obtuvieron de

la manera siguiente: 1) el sobrante de todos los bienes de parciali

dades, despu?s de cubiertos los gastos a que estuvieren afectos legal mente, 2) el antiguo Hopicio de San Jacinto, con los terrenos que se le pudiesen agregar, 3) los bienes pertenecientes al Hospital de Natura

les que se le adjudicaron al Colegio de San Gregorio, 4) los r?ditos que produc?an al 6% los bienes consignados al Colegio de San Gre gorio y a 13 290 pesos los r?ditos de un hospital que reconoc?a al mismo Colegio la hacienda San Jos? Acolman y 5) las pensiones que pagasen los alumnos. 6 Con el objetivo de dar mayor dinamismo a la econom?a mediante la circulaci?n de bienes, esta ley oblig? a las corporaciones civiles y eclesi?sticas a vender sus inmuebles.

7 Dubl?n y Lozano, 1876-1904, vi, p. 242. 8 Memorias Fomento, 1857, pp. 54-55.

? Dubl?n, Lozano,. 1876-1904, vi, p. 707.

10 En 1866 el edificio de San Gregorio se destin? a la Escuela de

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352 la ense?anza agr?cola en m?xico en 1856, el eminente profesor Leopoldo R?o de la Loza

ocup? la direcci?n que legalmente deb?a cambiar de titular cada cinco a?os; sin embargo, en la pr?ctica, los directores cumpl?an su mandato en per?odos muy irregulares. Inicialmente el plan de estudios, adem?s de contar con primaria y secundaria, program? la carrera de "agricultor te?rico-pr?ctico" en siete a?os (despu?s de haber terminado la secundaria) ; un a?o despu?s se llam? "profesor de agri cultura". Asimismo agreg? dos nuevos t?tulos: tres a?os para "mayordomos inteligentes" y cinco para "administradores instruidos".11 Los tres diferentes t?tulos ampliaban la gama

de elecci?n de los posibles interesados de acuerdo con el

inter?s individual y los recursos econ?micos. Adem?s, con objeto de promover la escuela, se decret? que ocho a?os des pu?s de establecerse estas especialidades no se pod?a ejercer sin t?tulo. Exist?an diferentes condiciones para la admisi?n de alum nos. Los estados o territorios pod?an mandar un becado cada

cinco a?os que se mantendr?a en la Escuela en tanto ob servara buena conducta y aplicaci?n. Si por alguna raz?n

el alumno se ausentaba, el estado ten?a derecho a cubrir la vacante. Si el estudiante deseaba cambiar de carrera, auto

m?ticamente perd?a la beca. Los mismos gobiernos y los propietarios de fincas r?sticas pod?an solicitar la admisi?n

de alumnos, entre 18 y 22 a?os de edad, para recibir en se?anza gratuita con el compromiso de permanecer tres a?os en el establecimiento y trabajar como peones. Para ser admi tido como becario se requer?an las siguientes condiciones:

ser mayor de 14 a?os, tener buena constituci?n f?sica y hallarse en "estado de salud", ser de buena conducta com probada jur?dicamente, haber efectuado los ex?menes de primaria y tener la instrucci?n suficiente para comenzar Sordo-Mudos y en 1869 fue Escuela de Artes y Oficios, Diccionario Porr?a, 1976, p. 1864. 11 Decretos del 17 ago. 1853, del 31 die. 1855, del 4 ene. 1856 y del 31 die. 1856 en La educaci?n, 1926, pp. 346-354 y Memorias Fomento, 1857, pp. 23-26.

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M?LADA BAZANT

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luego el estudio de las matem?ticas y adem?s "ser notoria mente pobre". Para ser alumno pensionista, medio pupilo o externo eran las siguientes: "haber cumplido la edad de trece a?os, ser de constituci?n robusta y sana, comprobar buena conducta y tener la instrucci?n suficiente para pro ceder luego al estudio de matem?ticas".12 Los alumnos in ternos (pensionistas y de gracia), pagaban 180 pesos anuales y los medios pupilos y externos 120.13

En enero de 1856 el plantel contaba con un total de

38 alumnos divididos en dos categor?as: 22 internos y 16 ex ternos en la escuela gratuita de primeras letras.14 El director opinaba que, en general, el aprovechamiento

no pod?a "reputarse como un conjunto desfavorable" ya

que de las 110 calificaciones hab?a 6 muy malas, 19 malas e igual n?mero de medianas; las 66 restantes eran buenas, muy buenas y supremas. Consideraba que el 60% del apro vechamiento recompensaba los sacrificios que en favor de la escuela hac?an el gobierno, la Junta Directiva y los em pleados de la escuela.15 En los informes de los maestros se puede apreciar que

hab?a algunos cursos en los que la aplicaci?n de los alum nos era casi nula; por ejemplo, en geometr?a durante el mes de marzo de 1857, a pesar de la constante asistencia de 34 alumnos, s?lo 13 aprovecharon el curso; de 73 estu diantes de la clase obligatoria de religi?n, 63 tuvieron "nulo,

poco, muy poco o ning?n aprovechamiento". De un total 12 Memorias Fomento, 1857, p. 33. 18 AHINAH, libro 275, p. 406. Esta cantidad se consideraba muy

baja y se pagaba con irregularidad; adem?s a criterio del director

no deber?a contarse en el ingreso total ya que se invert?a en atender

a los alumnos, Memorias Fomento, 1857, p. 55. 14 De los 22 internos, 14 eran pensionistas y ocho becados. En noviembre del mismo a?o, bajo la direcci?n de R?o de la Loza, el n? mero de internos aument? a 52 (39 pensionistas y 13 becados) ; hubo tres externos en clases superiores y 27 en la escuela de primeras letras,

que formaban un total de 82. Al a?o siguiente hab?a 185 alumnos (120 internos, 14 medios pupilos y 51 externos). Memorias Fomento,

1857, p. 33.

15 Memorias Fomento, 1857, p. 13.

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354 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO de 97 alumnos que asist?an a la clase de franc?s, 33 mos traron poca o ninguna aplicaci?n, varios de ellos no con

taban con el libro donde estudiar y siete merec?an ser casti gados por mala conducta.16 El director consideraba que los grupos no deb?an exce der de 30 alumnos (el primer curso de matem?ticas y el de franc?s ten?an m?s). Por otra parte, era muy necesaria la organizaci?n permanente de un ciclo proped?utico ya que la mayor?a de los j?venes que ingresaban carec?an de bases de aritm?tica, h?bitos de estudio y aun de los principios de educaci?n y sociales.17 Integraban la planta de maestros personas bien prepara das acad?micamente. R?o de la Loza, director en ese tiempo, era un qu?mico destacado y un intelectual dedicado a pro mover la escuela. Posteriormente, ocup? el cargo de director

de la Escuela de Medicina. El profesor de matem?ticas,

Joaqu?n Mier y Ter?n era ingeniero de minas, alg?n tiempo director de la Escuela de Ingenieros y durante el gobierno de Maximiliano, ministro de Fomento. Con Francisco Cha vero (profesor de astronom?a y topograf?a) escribi? un texto

de aritm?tica, ?lgebra y geometr?a que se adopt? en los colegios de casi todo el pa?s. Basilio Arrillaga, maestro de ingl?s, de "vast?sima erudici?n", fue uno de los autores de las

Siete Leyes Constitucionales (1836) y de las Bases Org?

nicas (1843) y tambi?n rector de San Ildefonso.18 A pesar del buen nivel acad?mico de los profesores, la gran mayor?a faltaba a sus clases en forma considerable.

El ?nico que asisti? con regularidad fue R?o de la Loza,

catedr?tico de qu?mica.19 Otros, en cambio, como Ignacio Bas tillos que impart?a el primer curso de matem?ticas, acumul?

45 faltas en el semestre lo que significaba que casi nunca

asist?a a su c?tedra. Muchos maestros permanecieron varios a?os dando clases, otros desertaron por falta de pago. Exis i* AHINAH, libro 275, pp. 87-117.

17 Memorias Fomento, 1857, p. 50. 18 Diccionario Porr?a, 1976, pp. 150, 1346.

19 Relaci?n de ene.-ago. 1860, AHINAH, libro 283, p. 228.

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M?LADA BAZANT

355

t? an quejas continuas por esta causa; Eugenio Bergeyre, ca tedr?tico de operaciones y herrajes present? su renuncia en enero de 1860, y aunque no mencion? razones, R?o de la Loza

pens? que se deb?a al retraso en el pago de sueldos. Sin

embargo, un a?o despu?s se encontraba a?n en n?mina.20 Mariano L?pez, maestro de primeras letras, renunci? en 1857 porque "en otra parte le pagaban mejor".21 Por otro lado, no era tan f?cil obtener una c?tedra a nivel profesional en

la escuela, ya que se requer?a pasar un examen por oposi

ci?n; 22 asimismo era necesario poseer el t?tulo de profesor en agricultura, el m?s alto que otorgaba la escuela. Con el tiempo, la gran mayor?a de los maestros fueron egresados de la escuela y dedicaron su vida a la docencia.

La huerta de la escuela que se utilizaba como lugar de pr?ctica para los alumnos lleg? a ser autofinanciable. Se llevaba una relaci?n semanal precisa de lo que se vend?a;

el usufructo se utilizaba como contribuci?n para el pago de sueldos, mantenimiento y mejoras del inmueble. El 1856 se sembraba ma?z azul, ma?z blanco, frijol prieto, papa, trigo y 1 500 magueyes.23 En el mismo a?o se importaron de Par?s semillas de manzana, fresa, mel?n y papa.24 En 1857 el direc

tor consideraba que las ganancias de la huerta podr?an

ascender eventualmente a 2 500 pesos anuales.25 En 1873 se vendieron productos por 3 384.69 pesos y tres a?os despu?s esta cantidad se duplic?.26 20 AGNM, lusticia e Instrucci?n P?blica, caja 199, exp. 3. Los maestros ganaban de 600 a 800 pesos anuales. 21 AHINAH, libro 275, p. 71. 22 Esto funcion? relativamente; El Monitor Republicano comen

taba el 26 ene. 1881 que s?lo las plazas de adjuntos en medicina se

cubr?an por oposici?n.

23 Memorias Fomento, 1857, p. 53. Con el tiempo se vendieron grandes cantidades de ladrillo por lo que se desvirtu? el prop?sito inicial de la escuela. El Monitor Republicano, 11 mar. 1881. 24 AHINAH, libro 273, pp. 106, 143. La importaci?n de semillas

sigui?, adem?s de la de instrumentos cient?ficos y herramientas agr?colas.

25 Memorias Fomento, 1857, p. 53.

2? AHINAH, libro 289, pp. 138-227.

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356 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO

La primera ?poca de la escuela transcurri? en forma bastante regular. Fue un per?odo de ajuste en el que era primordial adaptar el plan de estudios a las necesidades y demandas de la poblaci?n. Por razones obvias la escuela gratuita de primeras letras, que admit?a no s?lo a los alum nos que continuar?an en ella sino a los otros miembros de la comunidad, ten?a poco menos de la mitad del n?mero total de alumnos, raz?n suficiente para que siguiese fun cionando para ambos sectores de la poblaci?n. Habitualmente, las leyes se ven con recelo en vista de su limitado cumplimiento; sin embargo, en este caso se apli caron tanto la ley que cre? la escuela como su reglamento. El ministro de Fomento se comprometi? a cubrir el d?ficit de la escuela y as? lo hizo. Econ?micamente ?sta contaba con el apoyo del gobierno y los maestros pose?an un buen nivel acad?mico aunque resultaran poco responsables. El sector estudiantil, en realidad el m?s importante, no parec?a in teresarse mucho en aprender agricultura. El plan de estudios resultaba demasiado ambicioso (para obtener el t?tulo de agricultor se necesitaban siete a?os despu?s de haber termi nado la secundaria) si se considera el nivel y las preferen

cias educativas de la poblaci?n. Tan s?lo en idiomas los

alumnos estudiaban tres a?os de ingl?s y dos de alem?n con lecciones diarias ocupando la cuarta parte de la totalidad de las clases; el franc?s ya lo hab?an aprendido en la secun daria. Era necesario el aprendizaje de estas lenguas ya que los textos publicados en espa?ol empezaron a aparecer du rante el Porfiriato. Las matem?ticas constituyeron una parte esencial en el plan de estudios, as? como la f?sica, la cos mograf?a, la geograf?a, la agrimensura, la bot?nica y la zoolo

g?a. El dibujo natural, lineal, anat?mico, de paisaje y de m?quina se estudiaba diariamente durante cuatro a?os. El ejercicio diario de pr?ctica agr?cola empezaba a partir del tercer a?o. Quiz?s hubiera tenido mejores resultados un curso r?pido y pr?ctico de t?cnicos agr?colas dirigido tam bi?n a la poblaci?n adulta.

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M?LADA BAZANT

357

Bajo el r?gimen liberal: 1861-1876 El inter?s que Ju?rez mostr? en un principio por la edu caci?n agr?cola se hizo evidente cuando solicit? informes minuciosos tanto del director como de cada uno de los maes

tros que formaban la planta de la Escuela de Agricultura.

R?o de la Loza consider? que el programa de estudios no deb?a alterarse mientras la profesi?n de agricultor "no fuera conocida en la Rep?blica y estimada debidamente", ya que de todas formas "no era f?cil perfeccionar sin aumentar la duraci?n de la carrera".27 Esta opini?n indica que, a pesar de las penurias econ?micas, de la falta de formalidad de los

maestros y del poco alumnado, la escuela funcionaba rela tivamente bien.

Los a?os posteriores, marcados por guerras civiles y la intervenci?n extranjera minaron en el pa?s la econom?a y la seguridad internas. A causa de esto, la Escuela de Agri cultura sufri? tambi?n de manera f?sica y qued? muy des

truida por el sitio que se le puso a la ciudad de M?xico

en abril, mayo y junio de 1867. Fue abandonada por alum nos y profesores y fue necesario emprender una obra seria de reparaci?n.28 Decretos posteriores expedidos por el go

bierno liberal que reclamaban la revalidaci?n de t?tulos

expedidos por el Imperio, indican que, a pesar de todo, la escuela segu?a funcionando aunque en forma limitada pues Maximiliano redujo considerablemente su presupuesto.29

Cuando Ju?rez expidi? en 1867 la Ley General de Ins trucci?n P?blica que creaba la Escuela Nacional Prepara

toria se program? la carrera de agricultor en cuatro a?os (despu?s de haber terminado la preparatoria). Dos a?os des 27 AHINAH, libro 281, p. 79.

28 Memorias Justicia, 1868, p. 57. 29 Para el segundo semestre de 1863 le concedi? 3 000 pesos y s?lo

contaba con dos profesores; en cambio el Colegio de Miner?a y la Escuela Pr?ctica de Minas ten?a 26 maestros con un presupuesto de $26 918, Arrillaga, 1863, pp. 354-358.

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358 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO pues se introdujeron nuevas reformas para simplificar y mo

dernizar la educaci?n, que hab?an de repercutir en la en se?anza agr?cola:

La ense?anza profesional no debe comprender sino lo que sea absolutamente necesario; nada de lat?n ni de idiomas muertos; nada de estudios metaf?sicos; el Gobierno lo ense?ar? todo, pero unas materias ser?n voluntarias para los eruditos, para los aficionados, o si se quiere para ciertas especialidades. Sobrados estudios tiene que emprender el joven para asegurarse una pro fesi?n; ?por qu? recargarlo con lo in?til, con un lujo del que despu?s se averg?enza? Las ciencias verdaderas se encuentran en los idiomas modernos.30

El plan de reformas consisti? "principalmente en conser var el sistema de escuelas especiales para cada profesi?n" con

marcado ?nfasis en las ciencias exactas y naturales. Se de

seaba suprimir "el car?cter vicioso de la antigua instrucci?n universitaria o la llamada filosof?a, que consist?a principal

mente en ense?ar a los alumnos sin m?todo ni explica ciones".31

En esta forma se abr?a un horizonte nuevo para la edu caci?n en M?xico y en ?l se otorgaba preferencia a la cien cia, influencia positivista: Todo en la educaci?n debe ser cient?fico. La tierra toda, el mundo entero no es m?s que un vasto dep?sito de ciencias puestas al alcance de la inteligencia humana; aquellos m?todos que consist?an en dejar vagar la inteligencia humana entre in certidumbres, deben ser desechados por completo; todos son ramos cient?ficos: la religi?n, la moral, la virtud, la vida huma na, la muerte misma son ramos cient?ficos cuyas verdades deben

estar puestas al crisol de la inteligencia humana...32

Se insist?a en promover carreras pr?cticas con el fin de formar profesionistas m?s ?tiles: 3? Ram?rez, 1947, p. 170.

31 Memorias Justicia, 1870, p. 10. 82 Diario de los Debates, C?mara de Diputados, intervenci?n del

diputado Anaya, sesi?n del 25 oct. 1875.

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M?LADA BAZANT

359

Puesto que las necesidades generales deben anteponerse a las particulares, y en la rep?blica hay m?s falta de herreros, co secheros y fabricantes, que de ret?ricos, licenciados y doctores,

proponemos que, mientras mejora la suerte de la mayor?a, se conviertan todos esos colegios (seminarios ociosos) en estableci mientos donde las ciencias f?sicas se apliquen a las artes; que en todos los establecimientos industriales de alguna considera ci?n se ense?en los experimentos f?sicos y qu?micos, y los dem?s

interesantes al ramo respectivo; y por ?ltimo, que en todas las haciendas se abran c?tedras, donde la ciencia con la agri cultura proyecten sobre el mismo terreno sus mejoras.33

El r?gimen liberal de Ju?rez reform? la educaci?n su perior y enfoc? los planes de estudio en forma pr?ctica y

cient?fica. En adelante todos los que quisiesen hacer una

carrera ten?an que estudiar la preparatoria primero. Las ma terias universitarias de car?cter cient?fico en la Escuela de

Agricultura se vieron en forma "aplicada" y desde el primer a?o se decret? que los estudios fueran "te?rico-pr?cticos". Una de las innovaciones consisti? en que durante el ?lti

mo a?o de estudios se llevaba a los estudiantes a visitar algunas haciendas en Michoac?n y el Baj?o para que com

pararan terrenos, cultivos, m?quinas, etc.34 Este ensayo edu cativo se convirti? en costumbre a trav?s del tiempo. En el rengl?n presupuestal se revela claramente la priori

dad que el gobierno otorgaba a una instituci?n. El presu

puesto de egresos para el a?o de 1868-1869 fue de $18 694 438;

el ministerio de Justicia obtuvo $ 380 640 (el segundo m?s bajo despu?s de Relaciones) de los cuales $ 334 920 fueron para Instrucci?n (Fomento obtuvo seis veces m?s y Guerra el m?ximo otorgado: $ 8 450 989) .35 33 Ram?rez en Reyes Heroles, 1974, in, p. 660.

34 Memorias lusticia, 1870, p. 160.

35 Aguilar, 1940, p. 79. Cabe se?alar que este presupuesto se

refiere al Distrito Federal y territorios. La asignaci?n por ministerios se mantuvo de esta manera durante muchos a?os. Guerra obten?a el

m?ximo y Justicia e Instrucci?n P?blica uno de los m?s bajos. Sin embargo, algunos estados, como Oaxaca, otorgaban la mayor cantidad

a educaci?n.

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360 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO Entre los establecimientos de instrucci?n profesional la Escuela de Agricultura obtuvo el tercer lugar con $ 42 154 de presupuesto, despu?s de Medicina con $ 143 050 y la Es

cuela Nacional Preparatoria con $61393. A la escuela tra

dicional de jurisprudencia se le otorgaron tan s?lo $ 20 580.36

Estas cantidades reflejan que tambi?n los liberales vieron en la ense?anza agr?cola una respuesta a las necesidades del pa?s. Sin embargo, la poblaci?n estudiantil prefer?a otro tipo de carreras y de todos los establecimientos de instruc ci?n superior la Escuela de Agricultura funcionaba con el menor n?mero de alumnos.

El impulso porfiriano: 1876-1910 Bajo la presidencia de Porfirio D?az la Escuela de Agri cultura recibi? un fuerte impulso debido a que la ense?anza se hizo m?s pr?ctica y se aument? el presupuesto en forma considerable. Por otra parte, el Ejecutivo mostr? un acen tuado inter?s por este tipo de ense?anza al crear las primarias

y secundarias agr?colas, las escuelas regionales de agricultura (a nivel profesional) y las estaciones experimentales (o de investigaci?n, sin estudios te?ricos). S?lo en esta rama edu cativa el esfuerzo porfiriano se mantuvo durante todo el r?gimen. Es de se?alar que la ense?anza agr?cola fue la priori taria para su gobierno, aunque tambi?n se impuls? la inge nier?a y la creaci?n de las Escuelas de Artes y Oficios cum plieron su funci?n con cierto ?xito.

La administraci?n porfirista consider? que el Estado

"ten?a en sus manos" la instrucci?n y que su primer deber era educar al pueblo.37 "El Ejecutivo se ha ocupado de pre ferencia de la instrucci?n primaria, que es la instrucci?n democr?tica, porque prepara al mayor n?mero de buenos ciudadanos..."38 Porfirio D?az declaraba en 1888: 36 Dubl?n y Lozano, 1876-1904, x, p. 345. 37 Baranda, 1887, p. vin.

38 Memorias Justicia, 1887, p. vin.

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M?LADA BAZANT

361

La instrucci?n primaria es el punto de partida, el cimiento sobre el que tiene que levantarse el edificio grandioso que con tiene el caudal cient?fico de un pueblo y que su propagaci?n y fomento forman el primer deber de todo gobierno que com prende y sabe cumplir su misi?n social.39

A pesar de que el Ejecutivo consider? p?blicamente a

las primarias como base para lograr un M?xico mejor, sus pol?ticas educativas se derivaron preferentemente a mejorar

la educaci?n superior, y sobre todo la agr?cola. Las pri

marias se financiaban bien con el subsidio de los gobiernos federal o estatal, bien con el de los municipios, de los par ticulares o del clero; en cambio, la ense?anza profesional, depend?a casi exclusivamente de los gobiernos federal y es

tatal.40 Cabe se?alar que algunas entidades como Guana

juato y Puebla se pronunciaron en contra de mantener la educaci?n superior y decidieron que deb?a sufragarla cada familia. El Ejecutivo consideraba que en lugar de los tradi cionales sacerdotes, m?dicos y abogados, era importante for mar hombres ?tiles, pr?cticos, identificados con el progreso material porfirista, promoviendo la educaci?n superior, y sobre todo la t?cnica. Esta opini?n era compartida por la ?lite mexicana que apreciaba y estimulaba esa pr?ctica edu cativa. Pero del Congreso proven?a una corriente de opini?n adversa ya que no todos estaban de acuerdo en destinarle tantos recursos. Desde 1867 hab?an intentado suprimir la Escuela de Agricultura; no obstante, el gobierno se opuso.41 En la C?mara de Diputados varias veces se discuti? la con veniencia de cerrarla ya que la asistencia de los estudiantes

no correspond?a al crecido egreso que originaba. "Los ri

cos no quieren concurrir, los pobres no encuentran porve nir, y as? los $ 38 500 que se emplean cada a?o son entera mente perdidos".42 En el Congreso se afirmaba que:

39 La educaci?n, 1926, p. 35. 40 Adem?s, el Ejecutivo Federal no ten?a injerencia legal sobre

las primarias de los estados. 41 Memorias Justicia, 1873, p. xxvm.

42 Monroy, 1956, p. 732.

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362 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO . . .en vista de las escaseces del erario, de la resistencia qu? en M?xico tienen los individuos para este aprendizaje y de la si

tuaci?n en que est? este establecimiento... me parece que subsisten todas las razones que se dieron el a?o pasado, y

que si entonces fue hasta cierto punto prudente la condescen dencia que tuvimos de presupuestar por seis meses m?s los sueldos de los catedr?ticos de la Escuela de Agricultura, me parece hoy igualmente imprudente que se apruebe un gasto que

no se relaciona con las circunstancias del erario, que no corresponde a su objeto, consecuentes al prop?sito que tu vimos el a?o pasado pedimos a la C?mara se sirva reprobar esta partida.43

Francisco Bulnes consider? que el impulso econ?mico dado a la Escuela de Agricultura "fue un impulso de ra

pi?a'* ya que "el 40% del producto de la agricultura se des tinaba a pago de agr?nomos".44 Sin embargo, la supervivencia de la escuela fue defen dida por el ministro de Justicia que logr? salvarla; en 1881, el diputado Justo Sierra se opuso a su supresi?n.45 Con anterioridad, en 1875, otros diputados como Hilari?n Fr?as y Soto y Juan A. Mateos apoyaron decididamente a la escuela, que no s?lo guardaba un "estado satisfactorio" sino

que "la misma Francia hac?a dos a?os hab?a adoptado el

plan de estudios de la Escuela de Agricultura de M?xico".45 bls

La Escuela de Agricultura vivi? un auge verdaderamente

considerable en 1881 cuando el gobierno decret? que pa

sara a formar parte del ministerio de Fomento. La partida otorgada a las escuelas de Agricultura e Ingenier?a fue de

$206 000.00 (de 1882 a 1883, de los cuales se entregaron

43 Monroy, 1956, p. 733. 44 Bulnes, 1920, p. 254. El autor calcul? este porcentaje de la si guiente manera: En 1880 hab?a en el pa?s 8 000 haciendas y 28 000 ran

chos. Cada ingeniero agr?nomo le costaba al pa?s $ 3 000 anuales de tal manera que para formar los 36 000 ingenieros se necesitaban 108 millones de pesos, sobre una producci?n agr?cola de 260 millones. 45 Y??ez, 1962, p. 80. 45 bis Diario de los Debates, C?mara de Diputados, sesi?n del 15 de mayo de 1875.

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m?lada bazant

363

a la Escuela de Agricultura $ 99 000) ,46 Dicho ministerio envi? una comisi?n para revisar los libros de contabilidad

de la escuela. Por ese tiempo se acababan de adquirir los terrenos de la Hacienda de la Ascensi?n en $ 83 000,47 para

las pr?cticas de los alumnos, ya que los que pose?a la es

cuela resultaban insuficientes. La comisi?n apunt? que con

siderada tan ?til para los miembros de la comunidad, se

ya para el p?blico en general. En sustituci?n de ?sta exist?a

una clase de perfeccionamiento para los becarios que se encontraban preparados deficientemente. La primaria, con

siderada tan ?til para los miembros de la comunidad, se

suprimi? debido al poco aprovechamiento y a las constantes faltas de los interesados. La misma comisi?n consider? que la suma invertida en la escuela durante 29 a?os que ascen d?a a $ 1 097 085.05 era excesiva para solamente 83 alumnos se hubiesen recibido.48

Adem?s del presupuesto otorgado y la transferencia de la escuela al ministerio de Fomento, la asignaci?n de becas constituy? otra de las prioridades que el gobierno concedi? a la instituci?n. "Nuestros estadistas no retrocedieron en su prop?sito de formar agr?nomos, y si no era posible volun tariamente, por la fuerza. Se crearon ciento, y despu?s ciento

cincuenta becas de gracia, y se anunci? que se crear?an to das las necesarias".49 Aunque la escuela gozaba de las becas desde su fundaci?n en 1853,50 en 1879 se otorgaron 100 m?s para los interesados (a la Escuela de Artes y Oficios se le otorgaron 50 y 40 a la Preparatoria). En la distribuci?n de becas el Presidente ha asignado mayor n?mero a la Escuela de Agricultura por la consideraci?n de que siendo este ramo acaso el de mayor importancia de la; re 46 AGNM, Fomentos leg. 2, exp. 17.-A la preparatoria s? Is otor garon 65 344 pesos y a la Escuela de Jurisprudencia 25 780 pesos. 47 AGNM, Fomento, leg. 3, exp. 30.

48 En la lista obtenida en el AUCH suman s?lo 62 los alumnos

recibidos en este per?odo.

*9 Bulnes, 1920, pp. 254-255.

50 AGNM, Fomento, leg. 3, exp. 30.

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364 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO p?blica y el que puede ponerse al alcance del mayor n?mero, es sin embargo el m?s deca?do, observ?ndose en el cultivo de nuestros campos, el empirismo y la rutina que d?a a d?a empo brecen nuestra imperfecta agricultura. Con el objeto, pues, de procurar un aliciente para esta carrera, que con tanto despre cio ha sido vista siempre por nuestra juventud, se ha dotado dicha escuela con mayor n?mero de lugares de gracia y se han hecho m?s f?ciles los requisitos de admisi?n, permitiendo a los j?venes moradores del campo y de las peque?as poblaciones que justifiquen sus estudios primarios con los certificados de las defectuosas escuelas de esas localidades, pues de otra ma nera no podr?an acreditarlos, siendo as?, que es a ellos preci samente a quienes la ley llama en primer lugar para esta es cuela.51

En efecto, el art?culo segundo del reglamento preve?a que las concesiones recayeran siempre en beneficio de los j?venes moradores de las haciendas o fincas r?sticas; en su defecto, se admit?a a los de peque?as poblaciones, a los de las villas y ciudades y en ?ltima instancia a los que proven?an de las

capitales de los estados y de la Rep?blica. El mayor grado de pobreza de los alumnos no confer?a preferencia alguna; la aplicaci?n y el aprovechamiento eran los factores deter minantes. As? pues, las becas se destinaron a atraer a los j?venes del campo; los estados respondieron con prontitud y cada uno de ellos envi? a un estudiante de clase humilde, que proven?a casi siempre de un pueblo.52 Posteriormente, 61 Peri?dico Quincenal de la Escuela de Artes y Oficios, V ene. 1879, p. 107. 62 AGNM, Justicia e Instrucci?n P?blica, caja 199. En abril de 1883 hab?a 83 estudiantes que disfrutaban de becas de 25 pesos.

Los becados consideraron esta cantidad muy baja y lanzaron sus quejas

en el peri?dico El Socialista. El 5 de septiembre de 1882 el Diario

Oficial afirm? que los estudiantes ten?an "la err?nea creencia de que el Supremo Gobierno hab?a contra?do hacia ellos la obligaci?n de pa garles un sueldo de 25 pesos mensuales para que hicieran una carrera cient?fica y se cre?an por esto con derecho a exigir a?n mucho m?s de lo que debieren sin penetrarse que... lo que reciben es una gracia

especial".

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los mismos estados becaron a varios estudiantes incremen t?ndose as? el n?mero de beneficiados.

Una forma de coadyuvar a los gastos de la escuela, al mismo tiempo que se hospedaba y educaba a ni?os de clase humilde, fue lo que se denomin? "alumnos peones", esto es, ni?os que pagaban con el propio trabajo su mantenimiento y educaci?n. El decreto expedido con este fin 53 conllevaba la intenci?n de ensayar escuelas modelo de aprendizaje para ayudar a las clases desvalidas. Los directores de las Escuelas de Agricultura y de Artes y Oficios ten?an la facultad de admitir aprendices en sus respectivos establecimientos donde estudiar?an tres horas al d?a y dedicar?an el resto del tiempo

a los trabajos a que se les destinaran. El primer a?o, los

aprendices recibir?an una peque?a recompensa que se aumen tar?a en el segundo, y que recibir?an ?ntegra en el tercero. En la pr?ctica esto no dio resultado y los alumnos peones fueron mantenidos por la hacienda La Ense?anza, propiedad de la instituci?n, por lo que se propuso que se becaran.54

El peri?dico de la escuela llamado La Escuela de Agri

cultura comentaba que ?sta deber?a funcionar tambi?n como un orfanatorio donde se recogiera a los ni?os del Distrito Federal para que trabajaran y estudiaran en un intento por resolver un problema social del mismo modo que se hab?a hecho en Suiza. Este peri?dico sostuvo una publicaci?n quin cenal dedicada a difundir entre los campesinos los conoci mientos agr?colas. Ten?a un tiraje de 24 000 ejemplares al a?o y se repart?a gratis a los agricultores del pa?s.55

Otro peri?dico publicado por la escuela, pero destinado a un p?blico "m?s selecto", fue la Gaceta Agr?cola-Veteri naria cuyos art?culos ten?an car?cter cient?fico; sin embargo su contenido era variado y accesible al p?blico en general. 53 Decreto del 16 mar. 1877, Memorias Justicia, 1878, p. 20.

64 AGNM, lusticia e Instrucci?n P?blica, caja 199. La hacienda de la escuela les pag? sueldo, "desquiciando" la parte econ?mica, de tal manera que el ministerio bec? a los mejores y a los dem?s "los separ?". Memorias lusticia, 1878, p. 252. 55 Memorias Justicia, 1881, p. lxvi.

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366 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO

El consejo de redacci?n estaba integrado por dos profe sores de agricultura: Adolfo Barreiro y Leopoldo Blanco

y por dos m?dicos veterinarios Manuel Granados y Enrique Alfaro. En la Gaceta se inclu?an consejos pr?cticos para los agricultores, por ejemplo, c?mo cultivar y/o abonar tal o cual producto; se proporcionaban noticias de las distintas zonas agr?colas de la Rep?blica y se difund?an los adelantos y necesidades de las escuelas. Asimismo se anunciaban los

productos de ?stas y los animales reproductores de raza

pura que pose?an e invitaban al p?blico a comprar sus bienes. El gobierno publicaba un directorio de los agricultores

y veterinarios titulados en la escuela que resid?an en la Rep?blica. Adem?s, una relaci?n de la extensi?n de cada predio, tipo de cultivo, etc., que cada cultivador enviaba a la secretar?a de Hacienda a petici?n de la misma.56 El mi nisterio de Fomento form? una Comisi?n de cient?ficos espe cialistas en agricultura con el objetivo de auxiliar a todos los agricultores del pa?s. Formada por el profesor A. L. He rrera, Jefe de la Comisi?n, y los agentes viajeros de la misma,

profesores A. J. Rangel y L. de la Barreda, e ingenieros S. Bonamea y O. T?llez, hab?an publicado Las Plagas de la Agricultura y el Bolet?n de la Comisi?n de Parasitolog?a

Agr?cola, en donde expon?an los problemas m?s importantes que enfrentaba la agricultura mexicana.57 Dicho ministerio tambi?n distribu?a La Revista Agr?cola de tiraje quincenal, destinada a aumentar los conocimientos de los agricultores y fomentar los cultivos. Este ministerio publicaba tambi?n semanalmente el Bolet?n de la Sociedad Agr?cola Mexicana y el Bolet?n de Agricultura, Mineria e In dustrias. Adem?s exist?a un peri?dico cient?fico sobre agri

cultura: La Naturaleza publicado por la Sociedad Mexicana de Historia Natural.58 Algunos estados, como Jalisco, pro mov?an esta rama de la producci?n y repart?an gratuita y 56 La Escuela de Agricultura, l9 de junio de 1878.

57 Santiesteban, 1903, pp. 230-231. Dicha comisi?n empez? a fun*

cionar a partir de 1900. 58 AHINAH, libro 289, p. 231.

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M?LAD? BAZANT

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semanalmente entre las municipalidades el Bolet?n Agr?cola e Industrial. La proliferaci?n de revistas, peri?dicos y todo tipo de publicaciones sobre el tema proporciona un ?ndice del inter?s gubernamental por promover esta rama educativa tan ligada al medio rural del pa?s. Para 1882 el n?mero de alumnos de la Escuela de Agri cultura hab?a ascendido a 143; 99 becados y 44 externos y pensionistas.59 A causa de las becas otorgadas la escuela aten d?a tres veces m?s estudiantes que en 1878. Asimismo se

manten?a la costumbre de que algunos graduados se que daran en la escuela dedicados a la docencia.

Un cambio importante fue la publicaci?n de libros de

texto en espa?ol ya que la mayor?a de los existentes eran franceses y resultaban en muchos casos fuera de lugar. Cada profesor propietario deb?a escribir el texto de las materias que ense?aba dentro de un plazo prudente a juicio del direc tor de la escuela. El gobierno, seg?n el m?rito de la obra, se compromet?a a imprimirla 60 o bien a asignarle un premio. Algunas de las obras publicadas fueron: An?lisis qu?mico de las tierras, de Jos? Segura, profesor de qu?mica agr?cola;

Mec?nica agr?cola, de Rafael Barba, profesor de agrono m?a, y el Manual de Julio Jim?nez, profesor de administra ci?n rural.

En 1891 la Escuela de Agricultura pas? nuevamente a

formar parte de Justicia e Instrucci?n P?blica y por tanto su asignaci?n anual disminuy? considerablemente ya que esta secretar?a ten?a un presupuesto seis veces menor que Fomento. El decreto del 15 de diciembre de 1892 facult? al Ejecutivo para reorganizar las escuelas profesionales del Dis trito Federal sobre la base de concretar la ense?anza a las materias t?cnicas de la profesi?n o a las profesiones a que estuviera destinada cada escuela. El 23 de enero de 1893 la reforma en la Escuela de Agricultura estableci? las carreras

de Ingeniero Agr?nomo (3 a?os), M?dico Veterinario (4 59 AGNM, Fomento, leg. 3, exp. 30. 60 Decreto del 15 feb. 1883 (art. 39).

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368 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO a?os) y Mayordomo de Fincas r?sticas y Mariscal Inteli gente (2 a?os). Se decret? tambi?n que los estudios pre

paratorios, que antes se cursaban en la escuela, se hiciesen en lo sucesivo en la Escuela Nacional Preparatoria. Asimismo se insisti? en la parte pr?ctica de la ense?anza, que desde a?os antes se realizaba simult?neamente con la te?rica, para que los alumnos observaran durante el transcurso del a?o escolar el proceso del cultivo.61

El paso de la escuela de una secretar?a a otra no pro dujo una mejor?a apreciable en el inter?s de la poblaci?n

por la carrera agr?cola. La causa de este desapego se atribu?a

a la herencia espa?ola que desde?aba algunas profesiones: Como resto de las ideas dominantes de los tiempos del go

bierno virreinal, nos ha quedado el desv?o con que vemos algu nas profesiones y el horror con que nos dedicamos a alg?n

arte. Todas las familias que con m?s o menos fundamento

quieren figurar entre nuestra clase ilustrada, no ambicionan para sus hijos m?s que las carreras cient?ficas, que antigua mente estaban limitadas a las de abogac?a, medicina y sacer docio. Dedicar un hijo a veterinario o agricultor, era, no hace

muchos a?os, como echar un borr?n en los blasones de la

familia, y cu?nto esfuerzo se pod?a hacer se hac?a porque el ni?o desistiese de ese estudio y se dedicase al de la indigesta e intrincada metaf?sica. De ah? ha nacido que nuestros labra dores y administradores de fincas, por importantes que sean, hayan sido puramente pr?cticos... se han ido a recoger entre las clases m?s humildes de nuestra gente del campo.62

Indudablemente la falta de prestigio social era una de las razones que imped?a que los j?venes mexicanos se dedicaran al estudio de la agricultura. Sin embargo exist?an otros ar gumentos de m?s peso. Fundamentalmente el problema b? sico radicaba en la tenencia de la tierra. A ra?z de la Reforma

muchas comunidades ind?genas perdieron sus tierras y esto ?l Sugerencia del profesor P. J. Senties al ministro de Fomento.

AGNM, Justicia e Instrucci?n P?blica, caja 220. 62 La Revista Agr?cola, 1887, n, p. 146.

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M?LADA BAZANT

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aument? durante el Porfiriato.63 Los estudiantes de clase baja (becados) que asist?an a la Escuela de Agricultura dif? cilmente ten?an tierras propias que cultivar, y aun dado el caso, hubieran requerido de toda una serie de incentivos como cr?ditos, maquinaria, etc., que realmente los motivara a dedicarse a la agricultura, como agricultores independien tes. Por otra parte, es importante se?alar que la pol?tica porfirista en este sentido fue contradictoria, pues no se pod?a

estimular este tipo de aprendizaje sin modificar estructural mente la propiedad agraria del pa?s. Este r?gimen promovi? sobre todo la industria, y las grandes inversiones alemanas, francesas y norteamericanas estuvieron vinculadas a la mi ner?a, al comercio, a los ferrocarriles y a la industria. La pro

ducci?n agr?cola cont? b?sicamente con el capital espa?ol,64 y "considerada en su conjunto, sigui? sin tomar el paso del progreso".65 No obstante, algunos estudios recientes sobre haciendas 66 afirman que a medida que avanz? el Porfiriato se fueron introduciendo innovaciones t?cnicas como obras

de irrigaci?n y maquinaria. Algunos hacendados con ideas modernas, se propusieron desarrollar el potencial agr?cola 63 La circular del 12 de mayo de 1890 instaba a los gobernadores a tomar providencias para que los ejidos y terrenos de com?n repar

timiento fueron convertidos en propiedad privada. Gonz?lez de Coss?o, 1957, p. 177. "De 1867 a 1888, el Estado hab?a expedido 10 856 t?tulos de propiedad que amparaban una extensi?n de 34 mi

llones 298 000 hect?reas, sin contar las enagenaciones hechas con motivo de los deslindes, que sumaron de 1881 a 1889 poco m?s de 18 millones de hect?reas entregadas a 18 personas. De 1890 a 1899 fueron dados 8 200 t?tulos de propiedad con un total de 7 millones y medio de hect?reas, de las cuales correspondieron 88 000 a 5 800 eji

datarios y labradores pobres". Valad?s, 1948, i, p. 281. ?* Valad?s, 1948, i, p. 253. 65 Gonz?lez, 1976, p. 231. De 1877 a 1907 la producci?n agr?co la aument? s?lo en un 21.3%. Coss?o Silva, 1957, pp. 3-4. 66 Bazant, 1975 y 1980; Couturier, 1968; Santiesteban, 1903; Cardoso, 1978; Cus?, 1952; adem?s de realizar obras de irrigaci?n e introducir maquinaria moderna, el padre de Cusi, propietario de varias haciendas y ranchos, produjo fertilizantes para sus tierras, ya que no se consegu?an en M?xico abonos qu?micos.

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370 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO de su propiedad hasta convertir en modelo de una empresa agron?mica,67 incluso se habl? de planear mesurada y ade

cuadamente para no caer en el "vicio de modernizar".68 ?Hasta qu? punto las nuevas t?cnicas aplicadas en la agri

cultura fueron producto de los egresados de la Escuela Na cional de Agricultura? Al parecer la idea tradicional de que eran suficientes los conocimientos agr?colas trasmitidos em p?ricamente empez? a cambiar en esta ?poca; algunos pro pietarios de fincas r?sticas mandaron a sus hijos a estudiar a Estados Unidos y no a San Jacinto.69 Tal fue el caso de Francisco I. Madero, quien fue a California a estudiar agri cultura. La Universidad de Iowa tambi?n aloj? a los herma nos Gonzalo y V?ctor Torres Mart?nez y a su primo Ricardo Ulibarri Torres, quienes asistieron a ella despu?s de termi nar la preparatoria en M?xico. Los hermanos Torres estu

diaron en dicha universidad de 1899 a 1904 y el primo,

de 1904 a 1908. Cuando regresaron al pa?s, los primeros reci

bieron las siguientes haciendas: Gonzalo, las de Sarabia y San Bernardo; V?ctor, el Sauz de Armenta y Tres Millas, en Guanajuato y el segundo la del Sanatorio de las Torres en

Jalisco, con el fin de que las administraran y realizaran

en ellas obras de irrigaci?n.70 Las clases bajas ten?an la opor tunidad de estudiar casi exclusivamente mediante una beca, as? Porfirio D?az logr? su objetivo de beneficiar a algunos estudiantes sin recursos. Por su parte, algunos estados, res pondiendo a la excitativa del Ejecutivo, lograron becar hasta 67 Couturier, 1968, p. 49. 68 Santiesteban, 1903, p. 148.

69 Alberto J. Pa?i menciona en su autobiograf?a que las familias ricas ten?an dos opciones: que sus hijos no siguieran una carrera uni versitaria o que se fueran a Estados Unidos. El medio ambiente ateo (debido a la influencia del positivismo) en las escuelas profesionales

en el Distrito Federal fue otra de las razones que impidi? que las

familias ricas mandaran ah? a sus hijos. 70 Datos transmitidos por los hijos de don Gonzalo, Jorge y Gon zalo Torres Mart?nez.

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M?LADA BAZANT

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4 alumnos71 siendo de 80 a 100 el promedio anual de be cados.72

Poco sabemos del destino de los egresados que no se dedi caron a la ense?anza. Al observar una lista completa de los titulados en agricultura entre 1854 y 1910,73 s?lo se identi fican algunos nombres de personas que realizaban otras pro fesiones. Por ejemplo, Eduardo Tamariz se recibi? de agri mensor en 1860 y posteriormente fue arquitecto; Luis Hijar y Haro obtuvo el t?tulo de Administrador de Fincas R?sticas en 1887 para despu?s dedicarse a la miner?a; Jos? Clemente Orozco se recibi? de perito agr?cola en 1901. Por otra parte, fue com?n que los titulados que no se dedicaron a ejercer su profesi?n ?por falta de oportunidades? trabajaran en la burocracia, y los agr?nomos no fueron la excepci?n. "El sobrante de ingenieros agr?nomos, que flotaba en los sufri mientos sociales, estaba obligado a pedir empleo decoroso del gobierno". La Escuela de Agricultura "hab?a producido un caudal de excelentes agr?nomos que se mor?an de ham bre, porque inspiraban con su ciencia horror a los hacen dados". Para Francisco Bulnes la existencia de esta escuela era in?til y contraproducente debido a las condiciones agr?co las del pa?s. "Es necedad pensar en agricultura cient?fica", ya que siendo ?sta la intensiva, "en M?xico no puede plan tearse m?s que en tierras de regad?o y en los lugares donde se pueden obtener abonos animales, vegetales y qu?micos, a buen precio". Sin embargo, "con una agricultura extensiva de detestable temporal... un ingeniero agr?nomo es un pro

ducto abominable de la agricultura mexicana, que si se empleara, conducir?a a los hacendados a la ruina, en la

vig?sima parte del tiempo que tarda en conducirlos la agri cultura extensiva". Adem?s, la formaci?n de ingenieros agr?

nomos extra?dos "del peladaje" (el mayor porcentaje de alumnos proven?a de la clase baja ya que eran becados) al i?o asimilarlos la clase superior ?por falta de fuentes de 71 La educaci?n, 1926, p. 57.

72 AGNM, Fomento, leg. 2, exp. 14. 73 AHCH. En total fueron 265 titulados.

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372 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO trabajo? se vuelven "fieras" y "obligan a los humildes a pe dir venganza de todos los ultrajes que han recibido de las clases superiores ... Los trabajos porfiristas para extraer puericios de las clases miserables, y ya hombres, precipitarlos

desde la cima cient?fica de la escuela Nacional de Agricul tura, hasta romper sus huesos contra los metates en que trabajan el nixtamal sus madres, fueron dignos de los m?s exactos resultados de 1911". En conclusi?n, para Bulnes, era obvio que antes que democratizar la ense?anza, era ne cesario democratizar la propiedad ra?z. "Solo a los dem? cratas de medio pelo... se les ha ocurrido hacer democracia

con latifundismo." 74

A pesar del presupuesto otorgado, las becas conferidas y las promociones recibidas del gobierno, la Escuela de Agri cultura no logr? aumentar su alumnado. Las razones de la

indiferencia social hacia la escuela eran complejas y as? lo percib?a la opini?n p?blica. El peri?dico El Siglo XIX dictamin? que "cierta fatalidad hab?a pesado sobre la es cuela" y que su "fracaso se deb?a a causas extra?as". En 1907 regres? a depender de Fomento y se inauguraron las esta

ciones experimentales, o centros de investigaci?n agr?cola. LAS PRIMARIAS RURALES

El inter?s por el fomento de la educaci?n agr?cola tambi?n

se reflej? en el nivel primario. Cuando en 1881 los esta

blecimientos de instrucci?n agr?cola pasaron a formar parte de Fomento, la ense?anza agr?cola se dividi? en tres niveles: la primaria elemental que se cursar?a en las escuelas rura

les, la secundaria pr?ctica en las haciendas modelo, y la

superior en la Escuela Nacional de Agricultura y en las es cuelas regionales de los estados.75

El primer nivel ten?a como mira despertar entre los

ni?os del campo el inter?s por los conocimientos y pr?cti 74 Bulnes, 1920, pp. 254-256, 262. 76 AGNM, lusticia e Instrucci?n P?blica, caja 220.

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cas agr?colas. En el Distrito Federal se destinaron escuelas primarias gratuitas en aquellos lugares que por su situaci?n y la clase de alumnos que a ellas concurriesen exigieran esta instrucci?n. Se invit? a los gobernadores de los estados a que secundaran esta determinaci?n del Gobierno Federal para propagar as? los conocimientos agr?colas de una manera uni forme y general y se dejaba a su discreci?n el n?mero de escuelas rurales que deb?an establecer. No se pretend?a trans formar a los preceptores en directores de haciendas-escuelas,

sino que los maestros "deb?an propagar nociones ?tiles, com batir preocupaciones, disipar prevenciones, rectificar ideas falsas y contribuir as? eficazmente al progreso agron?mico".76

Las haciendas modelo para estudios secundarios se des

tinaban a la formaci?n de pr?cticos instruidos en todos los ramos necesarios para la administraci?n de una finca. ?stas deber?an ser autofinanciables y estaban exentas de contri buciones las que se encontraban situadas en el Distrito Fe deral y en el territorio de Baja California.

En las normales se suger?a que se ense?aran tambi?n

materias agr?colas; as? posteriormente se podr?a exigir a los profesores de instrucci?n primaria trasmitir estos conoci mientos. Se dispuso que el Ejecutivo nombrase a profesores de agricultura para los estados y territorio de Baja Califor nia que estar?an encargados de dar lecciones a los maestros de las escuelas rurales. Residir?an en cada localidad el tiem po necesario para cumplir debidamente su honroso encargo. El art?culo 23 preve?a que el ministerio de Fomento nombrar?a

visitadores para que se cercioraran de que estas prevenciones se cumplieran y dieran cuenta de los progresos de la pro paganda agr?cola. El m?todo deber?a ser objetivo y natural: "objetivo por

que las lecciones arrancan, por decirlo as?, de objetos, de cosas tangibles, y que en la mayor?a de los casos se tienen a la vista, o bien porque pretende materializar las ideas; y natural, porque sus prescripciones son ajustadas a la na 76 Memorias Fomento, 1887, p. 539.

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574 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO turaleza intelectual del hombre. En consecuencia el af?n del educador ha de tener por t?rmino el que los ni?os com prendan bien todas las materias que se les expliquen, aun cuando olviden las palabras usadas en las explicaciones".

Los maestros deber?an evitar usar t?rminos t?cnicos; las ma terias como lectura, moral, aritm?tica, gram?tica, geograf?a,

tendr?an un doble objetivo: instruir a los alumnos en estos ramos del saber e impartirles los conocimientos agr?colas, ejemplificando las lecciones con objetos y ocupaciones del campo.77

Por primera vez se propuso que se escribieran textos

sobre agricultura con este enfoque; para ello se nombr? a

una comisi?n integrada por Juan D. de las Cuevas, pro

fesor de instrucci?n primaria, Gabriel Hinojosa, ingeniero agr?nomo y Manuel Velasco, profesor de instrucci?n pri maria y traductor. La comisi?n entreg? un programa sobre el contenido que deber?an cubrir los libros para "las escuelas de los campos". En el Manual de Ense?anza que servir?a de auxi liar para los maestros, la comisi?n expuso su programa que consist?a en despertar la curiosidad de los ni?os y tomar siempre como tema los objetos conocidos que se usan en las faenas del campo, los fen?menos que se observan en la agricultura y otros que pasan ante sus ojos, m?s los diferen

tes hechos y ense?anzas que se deducen de sus relaciones sociales y de sus deberes para con su familia, con sus su

periores y con las personas con quienes ellos traten o pueden tratar. Se criticaba el antiguo m?todo de ense?anza consis

tente en la "vigorizaci?n de la memoria", y se propon?a

partir de los conocimientos sencillos a los m?s complicados y fomentar, sobre todo en los ni?os, "un esp?ritu de pro

greso" para que fueran perdiendo "ese apego a la rutina

que es en nuestras gentes del campo r?mora poderosa para todo adelanto".78 77 Memorias Fomento, 1887, p. 548. 78 Memorias Fomento, 1887, p. 550.

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Si se considera que M?xico era un pa?s eminentemente agr?cola y por otra parte analfabeta, se puede afirmar que el proyecto educativo de las primarias rurales fue el que m?s

se acerc? a las necesidades reales de la poblaci?n. La idea de adaptar el m?todo de ense?anza al medio ambiente en que se desarrollaba el ni?o cumpl?a el doble prop?sito de educar integrando a ?ste a su medio socio-cultural. Desgra ciadamente poco se sabe de la aplicaci?n efectiva de estas escuelas que pretend?an reformar la educaci?n "irracional y defectuosa" de las primarias rurales.79

La ense?anza agr?cola profesional en los estados Desde la d?cada de los a?os sesenta en el siglo pasado

hubo algunas entidades que manifestaron su inter?s por la

ense?anza agr?cola. En 1860 se estableci? un Colegio de

Agricultura en Zamora, Michoac?n, sin embargo, al a?o si guiente, sus fondos se destinaron para el Hospicio de Pobres

de Morelia.80 En el Instituto Campechano desde 1867 se cursaba una materia de agrimensura; en Tlaxcala el gober

nador Melqu?ades Carbajal transform? el Colegio del Es

tado en Instituto de Agricultura; la instrucci?n que se im part?a era exclusivamente agr?noma y ten?a una duraci?n

de cinco a?os.81 En el Instituto Literario de Zacatecas se 79 Memorias Fomento, 1887, p. 552. Una interpretaci?n intere sante sobre el mismo tema es la de Juan Carlos Tedesco en Educa ci?n y sociedad en la Argentina (1880-1900). En condiciones muy semejantes en ese pa?s, el autor afirma que la importancia dada a este

tipo de ense?anza se debi? al deseo de "perpetuar en una ?lite las

funciones directivas de la sociedad", p. 86. 80 Caromina, 1886-1913, xv-xvi.

81 En 1885, en el Colegio Normal de Profesores de Comercio y

de Artes y Agricultura se dio preferencia a las materias que corres ponden a las carreras de agrimensores, agr?nomos, administradores de

haciendas y directores de montes y caminos vecinales. Castrej?n,

1976, il, pp. 95, 234, 340-341. El historiador regional de Tlaxcala, Luis Nava Rodr?guez, supone que el Instituto de Agricultura se transform? en el Colegio Normal de Profesores, Comercio, Artes y Agricultura.

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376 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO implant? una c?tedra de administraci?n minera y agr?cola. En 1874 Jalisco tuvo la primera escuela que se estableci? en Zapopan, que contaba con 54 alumnos;82 el director impar t?a varias c?tedras y hab?a tambi?n, como en San Jacinto, un profesor de primeras letras para educar a los alumnos peones. En 1879 en Oaxaca se reglamentaron los estudios y profesorado para la carrera de agricultura con una dura

ci?n de tres a?os.83 En el mismo a?o, en Tabasco, se pla nific? esta carrera pero no obtuvo los resultados que se

esperaban. No obstante, fue a partir de 1879, a ra?z de un decreto del Ejecutivo, cuando los estados inauguraron escuelas des tinadas exclusivamente a este tipo de instrucci?n.

La creaci?n de las escuelas regionales de agricultura

en 1879 tuvo como objetivo formar administradores de fin cas r?sticas en s?lo cuatro a?os. Dependientes de la escuela nacional del mismo ramo, ?stas se fundaron con el prop? sito de estudiar los cultivos de las diferentes regiones de la

Rep?blica. Inicialmente se pens? que el establecimiento de dos escuelas ser?a suficiente para cubrir las necesidades del pa?s, siempre y cuando no trajeran dificultades financieras que introdujeran un desnivel en los presupuestos.84 El plan

de estudios era de car?cter pr?ctico y los alumnos de la escuela de San Jacinto del Distrito Federal ten?an que es tudiar el octavo a?o de su carrera en cualesquiera de estas escuelas regionales. La creaci?n de escuelas donde se ense?e te?rica y pr?cticamente a cultivar la tierra, har? olvidar entre las masas ese inveterado error que existe de creer que la teor?a es la antagonista de la pr?ctica; que el agricultor cient?fico no podr? empu?ar un arado y que el agricultor pr?ctico se perjudicar? al consultar en un libro las verdades alcanzadas por la ciencia.85 82 83 84 85

D?az CovARRUBiAs, 1875, pp. 70-72. La Escuela de Agricultura, 15 ene. 1879. El Cable Transatl?ntico, 25 oct. 1881. La Escuela de Agricultura, 15 abr. 1879.

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El 10 de abril de 1879 se fund? la primera escuela re gional en el pueblo de Acapatzingo, Morelos, en la finca rural que hab?a sido de Maximiliano y que el gobierno del estado termin? de edificar con este objeto. El primer direc tor fue Gabriel Hinojoza, destacado estudiante michoacano

de la escuela de San Jacinto que en 1872 se titul? como

profesor de agricultura. En su discurso inaugural habl? sobre

la creencia mal fundada de que el hombre que se dedica

ba al cultivo del campo no ten?a nada que aprender ya que bastaba con que permaneciera alg?n tiempo en una hacienda y aprendiera lo necesario para poder dirigir una finca. El presupuesto que otorg? la federaci?n para el personal de estas escuelas fue de $ 5 800 anuales y el total ejercido para la de Acapatzingo fue alrededor de $ 9 000.86 Las mu nicipalidades mandaban un alumno subvencionado por ellas con la mitad de la pensi?n, el resto lo pagaba el erario del estado.

La Escuela Regional de Acapatzingo funcion? algunos a?os con regularidad, en gran parte gracias al apoyo que le brind? el gobernador Carlos Pacheco quien suprimi? el Instituto Literario del Estado porque, dec?a, "Morelos no era para intelectuales, sino para agricultores".87

En 1880 ya se ten?an planes para abrir otra escuela re

gional en Veracruz, en el distrito de Huatusco o Coatepec.88

En esas fechas en Orizaba exist?a tambi?n un Colegio de Agricultura, Comercio y Artes y Oficios cuya Junta Directiva

pidi? protecci?n al gobierno.S9

El gobierno federal insisti? en que les estados promo vieran la ense?anza agr?cola con el fin de desarrollar las explotaciones rurales: Una vez m?s tenemos que lamentarnos de la poca atenci?n que los gobernadores de los estados de la rep?blica prestan a la important?sima cuesti?n de la ense?anza agr?cola, ense?an 86 AGNM, Fomento, caja 13, leg. 2, exp. 15.

87 Castrej?n, 1976, n, p. 3. s? La educaci?n, 1926, p. 21.

89 Diario de los Debates, C?mara de Diputados, 2 abr. 1883.

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378 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO za que dese?ramos ver extendida por todos los distritos, y si fuera posible por todos los municipios, como que la creemos la m?s importante, la m?s trascendental y la m?s necesaria para nuestra vida econ?mica.90

Si bien algunos estados secundaron esta sugerencia del Gobierno Federal para fundar escuelas agr?colas, no todos tuvieron los recursos suficientes. Por otra parte, algunos de cidieron que otras ?reas educativas eran m?s importantes. El apoyo presupuestal de la federaci?n era considerable y facilitaba la fundaci?n de estas escuelas, sin embargo, el apoyo pod?a perderse pues el gobierno no ayudaba econ?mi camente a los estados en otras ramas educativas. El problema que persist?a era el poco inter?s de la poblaci?n hacia este tipo de estudios; y as? hubo escuelas de agricultura que no resultaron costeables por escasez de alumnos. Por ejemplo,

en Nuevo Le?n se fund? en 1881 una escuela de agricul tura que se clausur? tres a?os despu?s por falta de alumnos.91

El caso del estado de M?xico ejemplifica el escaso in

ter?s de la poblaci?n por las escuelas agr?colas. El director del Instituto Literario de este estado, Felipe S?nchez Sol?s, comenz? a promover la disciplina agr?cola desde los a?os

sesenta en el siglo pasado. Compr? un peque?o terreno adjunto al instituto con el fin de hacer los primeros en

sayos pr?cticos de cultivo. Se dice que el director interrum p?a "las tareas escolares de sus alumnos para ordenarles que se ocupasen durante una ma?ana o tarde para desempe?ar trabajos agr?colas o floricultura en el jard?n bot?nico del planteF'.92 El 20 de enero de 1895 se inaugur? la Escuela Regional de Agricultura en el distrito de Chalco.93 El jefe pol?tico, Carlos Barroso, hab?a pagado 1 000 pesos por una casa, finan ciado por las municipalidades y algunos particulares. La casa 90 La Revista Agr?cola, 1890, v, pp. 258-259.

91 Castrej?n, 1976, i, p. 228; Cavazos Garza, 1957, p. 90. 92 Buchanan, 1981, p. 24. 93 AGEM, Secci?n Fomento, caja 500.

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M?LADA BAZANT

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fue derrumbada y se construy? un edificio con un gasto de $12 112, cantidad reunida con multas y donativos de particulares y municipalidades. La planta baja se destin? a la escuela oficial de ni?os y el segundo piso para la es cuela de agricultura. Un a?o despu?s, el jefe pol?tico pro porcion? tambi?n unos terrenos con el prop?sito de que sirvieran como lugar de pr?ctica; en ellos se sembraron

magueyes. Se fij? una cuota mensual a las municipalidades que con el tiempo dejaron de pagar y el gobernador Villada tuvo que multarlas. El presupuesto total de la escuela fue de $2 376.15 anuales; sin embargo los profesores se queja ban constantemente de la falta de pagos. En el plantel hab?a

exclusivamente alumnos externos que viv?an con alguna familia de Chalco donde recib?an tambi?n alimentaci?n. El

gobierno les proporcionaba adem?s, diez pesos para pagar los gastos generales de la escuela. Se crearon las carreras de

Administrador de Fincas R?sticas (4 a?os) y de Mariscal Inteligente (2 a?os) .94

El primer a?o se inscribieron 19 alumnos; en 1898 el n?mero aument? a 22 de los cuales s?lo 14 sustentaron ex?menes. El porcentaje de faltas era muy elevado a pesar

de que el conserje de la escuela recorr?a las casas de los

alumnos a las nueve de la ma?ana cuando empezaban las cla ses; 95 adem?s, los viernes no asist?an a clases porque era d?a de plaza. Los alumnos, dec?a el director, ve?an con in diferencia el estudio, ninguno tomaba apuntes y la mayor?a no hab?a comprado los libros de texto. Cuando se impart?an clases pr?cticas, los padres cre?an que se trataba de d?as de paseo y no permit?an que sus hijos asistieran, as? no era posible que la escuela tuviera resultados positivos. El direc tor atribu?a el fracaso al "abandono punible de los vecinos del distrito" y suger?a que se trasladase a otro lugar donde

"se apreciase el sacrificio que el gobierno hace y el es fuerzo intelectual que hasta hoy no es comprendido por 94 Memoria Estado de M?xico, 1897, pp. 308-310. 95 Informe del director Antonio Tapia al Secretario General del

Gobierno, en AGEM, Secci?n Fomento, caja 500.

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380 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO estos rumbos." A pesar del esfuerzo del gobierno del estado de M?xico por mantenerla, la escuela cerr? en 1899. La iniciativa privada contribuy? tambi?n a desarrollar el estudio de la agricultura. Los hermanos R?mulo y Numa Escobar (este ?ltimo titulado en San Jacinto en 1895) fun daron una Escuela de Agricultura en Chihuahua en 1906. La Revista Positiva admir? la fundaci?n de este centro edu

cativo y opinaba que la profesi?n de agricultor era la que

ten?a m?s porvenir pues no s?lo contaba con la ventaja

de proporcionar una vida independiente, sino que, adem?s, en el futuro ser?a bien remunerada aun en el caso de no poseer propiedades agr?colas.96 La escuela se comprometi? a dar instrucci?n gratuita te?rico-pr?ctica a 20 alumnos en

cuatro a?os (para 1910 hab?a 100) ; a sembrar en los mu nicipios 3 000 ?rboles anuales y a propagar en la prensa

conocimientos ?tiles para los agricultores, todo ello a cam bio de un subsidio de 6 000 pesos.97 Junto a la escuela hab?a una estaci?n agr?cola experimental dcnde se cultivaban plan tas de forraje, diferentes variedades de trigo, ma?z, cacahuate y ?rboles frutales. Se deb?a luchar contra la escasez del agua, los vientos y las heladas. El italiano Adolfo Dollero, quien realiz? un viaje de inter?s cient?fico por la rep?blica qued? sorprendido cuando visit? el plantel y advirti? que los alum

nos realizaban todo el trabajo, sin contar con criados ni campesinos.98 Otro esfuerzo por fundar una escuela de este tipo fue realizado por el antiguo capit?n juarista, Jos? Ma.

Negrete y Roncal quien cre? una Escuela de Agricultura en su hacienda El Molino, en Michoac?n, para 75 alumnos internos. Sin embargo, cuando muri? en 1902 no vio rea lizado su proyecto.99

En el Distrito Federal funcionaba el Centro Agr?cola Nacional que "fund?a en uno solo el inter?s de todos los hacendados y agricultores de la naci?n", y estaba dirigido 96 Revista Positiva, 1 ene. 1906.

97 Gonz?lez Navarro, 1957, p. 664. 98 Dollero, 1911, pp. 334-335. 99 Cerda Hern?ndez, 1975, p. 177.

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M?LADA BAZANT

381

por D. Ignacio Carranza, agricultor, importador de maqui

naria y perito consultor en todos los asuntos del ramo.

Adem?s, subvencionado con sus recursos, publicaba El Heral do Agr?cola, con un tiraje de 15 000 ejemplares distribuidos por toda la Rep?blica. Este peri?dico era tan ?til y querido por el gremio que se consideraba como el ?rgano del agri cultor mexicano. En Puebla exist?a un establecimiento lla

mado D?az Barriga & B?tiz que segu?a "id?ntico camino" al trazado por Carranza, ya que B?tiz hab?a trabajado bajo sus ?rdenes.100

LAS ESTACIONES EXPERIMENTALES AGR?COLAS

El surgimiento de las estaciones experimentales se debi? posiblemente al fracaso de las escuelas regionales. El estudio cient?fico de la agricultura no interes? sustancialmente a los mexicanos, pero el gobierno conserv? latente el inter?s

por este tipo de educaci?n. Cuando en 1907 la Escuela Na cional de Agricultura pas? a depender nuevamente del mi nisterio de Fomento, se crearon las estaciones, que ya no <eran centros educativos sino de investigaci?n; tales esta ciones,

funcionar?n como institutos de investigaci?n de los problemas agr?colas locales, y a la vez como establecimientos de propa ganda de los mejores y m?s adecuados sistemas agrarios, pu diendo fundarse en ellas Escuelas Regionales de Agricultura destinadas a impartir la instrucci?n agr?cola por medios obje tivos y esencialmente pr?cticos.101

Debido a los crecidos gastos de este ministerio, se pidi? la colaboraci?n de los estados para fundar los centros de investigaci?n sobre los problemas de la producci?n agr?cola. Se necesitaban $ 37 000 para la inversi?n inicial, m?s $ 25 000 100 Santiesteban, 1903, pp. 242-245. 101 Dubl?n y Lozano, 1876-1904, xxxrx-2, p. 116.

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382 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO anuales para su sostenimiento.102 La mayor?a de los estados manifestaron que no ten?an recursos suficientes; algunos, como Aguascalientes, Campeche, M?xico, Tamaulipas y Tlax cala no respondieron. La primera estaci?n que se inaugur? fue la Central o Instituto de Investigaciones adjunto a la Escuela de Agricultura en el Distrito Federal y contaba con las divisiones de agronom?a, veterinaria, qu?mica e historia natural, disciplinas que confer?an a la escuela un car?cter doble. La del R?o Verde, en San Luis Potos?, cultivaba ave na, cebada, tabaco, algod?n, legumbres, forrajes y ca?a de az?car con sistemas modernos, con bases cient?ficas y estaba

dirigida por el ingeniero Garc?a Os?s.103 Hab?a otra en Oaxaca,104 que a?n existe. En Yucat?n se cre? temporal mente una subestaci?n con la misi?n concreta de estudiar el aprovechamiento del bagazo del henequ?n. En Tenan cingo, estado de M?xico, el gobernador Villada promovi? una estaci?n experimental de sericultura, encomendada a un experto en el cultivo del gusano de seda.105 Para 1910 Ta basco y Sinaloa contaban con estaciones experimentales,106 ?ltimo reducto del esfuerzo educativo porfiriano. En 1923 la Escuela de Agricultura se traslad? a Chapingo,

antigua hacienda jesu?ta que perteneci? despu?s al presi dente Manuel Gonz?lez, cuyos terrenos ocupa a?n actual

mente.

La historia de la ense?anza agr?cola en M?xico est? ligad

a la ideolog?a pol?tica de sus gobernantes. Tanto los l berales como los conservadores confiaban en que una e se?anza de este tipo beneficiar?a a la poblaci?n y adem

contribuir?a al desarrollo econ?mico del pa?s. Este inter? se acentu? durante el Porfiriato, per?odo en que la instr 102 Memorias Fomento, 1910, p. vi. 103 La Sociedad Agr?cola de este estado hab?a deseado tener una

escuela de agricultura desde 1880, pues los hacendados carec?an

gente ?til para la direcci?n y explotaci?n de los diversos ramos de l

agricultura. El Siglo XIX, 28 feb. 1881. 104 Memorias Fomento, 1910, pp. 191-192. 105 Dollero, 1911, p. 491. 106 Dubl?n y Lozano, 1876-1904, xli-3, p. 929.

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M?LADA BAZANT

383

ci?n agr?cola obtuvo el mayor apoyo oficial. Sin embargo, las escuelas de agricultura tuvieron poco ?xito. En parte fue debido a la falta de correlaci?n entre la realidad social y los planes de estudio, muy elevados para el porcentaje de interesados ya que, en un pa?s analfabeta y con grandes de sigualdades sociales, s?lo una peque?a ?lite llegaba al nivel profesional. Era tambi?n factor determinante el poco pres tigio social que confer?a la carrera agr?cola. Los hacendados ricos obten?an utilidades bastante grandes de sus tierras y en gran parte no sent?an la presi?n de aumentarlas (adem?s exist?a la creencia de que eran suficientes los conocimientos emp?ricos de los administradores) ; los agricultores pobres

hubieran requerido, a la vez que preparaci?n acad?mica,

otro tipo de incentivos que los ayudara a aumentar la pro ducci?n de sus campos como por ejemplo, cr?dito, propie dad de la tierra o arrendamiento a largo plazo.

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384 LA ENSE?ANZA AGR?COLA EN M?XICO otras autoridades que se consideran de inter?s com?n, obra ?til a toda clase de individuos y necesaria a los funcionarios p?blicos, sociales y empleados en las ofi cinas, formada de orden de la Regencia del Imperio,

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M?LADA BAZANT 385

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M?LADA BAZANT 387 Memorias Justicia e Instrucci?n P?blica

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prenta del Gobierno en Palacio.

1878 Memoria que el secretario de Justicia e Instrucci?n P?blica, presenta al Congreso de la Uni?n, com prende del 30 de noviembre de 1876 al 31 de diciem

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LA FRONTERA Y LAS MINAS

EN LA REVOLUCI?N

MEXICANA (1910-1920) Linda B. Hall Trinity University

Don M. Coerver

Texas Christian University

La industria petrolera mexicana super?, tanto en sus ga nancias que eran altas, cuanto en su producci?n en cons

tante ascenso, los diez a?os de violencia de la revoluci?n, pero

la industria minera sufri? graves da?os. La mayor parte de las minas se encontraban en el norte del pa?s, especial mente en la zona dominada y frecuentemente saqueada por Pancho Villa el m?s peligroso de todos los jefes revolucio narios. Sonora y Chihuahua, los principales estados mineros de la frontera, fueron escenario de las m?s grandes batallas durante la primera etapa de la revoluci?n, cuando Francisco Madero luchaba contra Porfirio D?az, durante la etapa in termedia, cuando los constitucionalistas lucharon contra el asesino de Madero, Victoriano Huerta; y durante el per?odo final, cuando las luchas de facciones entre Villa y su prin cipal oponente militar, Alvaro Obreg?n, estaban decidiendo el control de M?xico. Como el petr?leo, la miner?a proporcion? dinero, abas tecimiento y apoyo a las fuerzas revolucionarias, pero su margen de ganancia era menor y muchas operaciones mi neras no pudieron soportar el esfuerzo. Aun cuando se clau suraban las minas por breve tiempo, el da?o era muy grande

a causa de las inundaciones, cuya reparaci?n era larga y

costosa. Adem?s, los norteamericanos que viv?an en las zonas mineras no pod?an ser evacuados sin dificultad en caso de violencia, porque no ten?an el acceso f?cil al mar como los

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390 LINDA B. HALL Y DON M. COERVER extranjeros de las zonas petroleras. Hab?a las mismas difi cultades para hacer llegar los productos mineros a los mer cados. A pesar de que las minas estaban cerca de la fron tera con Estados Unidos, como el terreno era monta?oso, el transporte depend?a del ferrocarril, que usaban las di ferentes facciones revolucionarias porque era la mejor forma de transportar tropas y equipo; las compa??as petroleras, en cambio pod?an usar oleoductos y barcos. Finalmente, mu chas instalaciones mineras fueron destruidas deliberadamen te; se hostigaba y a veces se asesinaba a los empleados mexi canos y extranjeros, durante los brotes de la xenofobia de Villa a finales de 1915 y principios de 1916, despu?s de que

el gobierno de Estados Unidos reconoci? de facto al go

bierno constitucionalista de Venustiano Carranza, en octu

bre de 1915.

Antes de la revoluci?n, Estados Unidos hab?a partici pado intensamente en la miner?a mexicana. Eran tantos los norteamericanos y brit?nicos, que en la ciudad de M?xico se publicaba en ingl?s un peri?dico importante, The Mexican Mining Journal, en cuyos anuncios aparec?an productos pe ligrosos que se usaban para la exploraci?n y producci?n mi nera. En la extracci?n de minerales se utilizaban sustancias peligrosas, como el "Cianuro Standard y Cianuro de Sodio

de la Compa??a Qu?mica Roessler y Hasslacher", que se

pod?an conseguir en la Mexican Gold and Silver Recovery Company Ltd. La malaria y la disenter?a debilitaban a mu chos, a pesar de que se contaba con los medicamentos "con tra calenturas" de Pildoras Nacionales. La compa??a anun ciaba: "estas pildoras son alimentos qu?micos. La Quinina, el Calomel y el Ars?nico son antig?edades. Nosotros no lo purgamos ni lo envenenamos. Nuestras peque?as p?ldoras

entran y la malaria y la debilidad salen; usted se forta lece y robustece cada d?a m?s" siempre, claro est?, que se sobreviviera al tratamiento. Una advertencia de los peligros

de las explosiones se recoge de la publicidad de los "Eagle Fuse Lighter" que se anunciaba como "El m?s grande in This content downloaded from 199.66.88.70 on Sat, 07 Oct 2017 04:47:04 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


la frontera y las minas

391

vento jam?s perfeccionado para eliminar los riesgos de las vo laduras y para proteger la vida y los miembros del cuerpo." 1

Por otra parte, durante la Revoluci?n, se atacaba cons

tantemente al capital extranjero. The Mexican Mining Jour

nal se vio obligado ya en 1910, a responder en una nota editorial:

El capital extranjero no debe verse como un mal necesario

en el desarrollo de nuestros recursos naturales, sino como una gran ayuda para el progreso y est?mulo del desarrollo y la producci?n en todos los campos... Es verdad que estamos pa gando una elevada tasa de inter?s al capital extranjero inver tido aqu?; pero como una inversi?n, estamos lejos de violar lo que ha demostrado ser una pol?tica comercial sana para el

desarrollo de otros pa?ses que tienen y est?n pasando por el mismo estado en el que M?xico se encuentra actualmente.

Estados Unidos, Canad?, Argentina, Sud?frica, Australia y Jap?n se mencionaban como ejemplos de este fen?meno.

El editorial conclu?a afirmando que "la cantidad de in

versi?n extranjera es un indicador real del estado de pros peridad o depresi?n en que se encuentra una naci?n." 2 As? pues, aun durante los mejores tiempos de la d?cada,

la miner?a fue un negocio peligroso; el clima del pensa

miento revolucionario presionaba tanto a los inversionistas extranjeros, que ?stos se vieron en la necesidad de defen derse. Como en el caso de la industria petrolera, el principio revolucionario de que los recursos mexicanos era para los mexicanos entr? en la Constituci?n de 1917, cuyo art?culo 27 estableci? que todos los derechos sobre el subsuelo perte nec?an al Estado y los recursos naturales se utilizar?an para beneficio del pueblo mexicano. Durante el decenio, y espe cialmente despu?s de 1917, la miner?a y los intereses petro leros, tuvieron que enfrentar muchas dificultades con el cambio de leyes, aun cuando el gobierno de Carranza fue 1 MMJ, vol. 10, no. 1 (enero, 1910), pp. 57, 60. a MMJ, vol. 10, no. 3 (marzo, 1910), p. 15.

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392 LINDA B. HALL Y DON M. COEfcVER mucho menos estricto en sus intentos para dominar y gra

var a la industria de la miner?a de lo que fue con la del petr?leo.3 La violencia, el desorden y las leyes de la revoluci?n causaron una enorme baja en las operaciones mineras. De acuerdo con Mira Wilkins, la inversi?n directa de Estados

Unidos en la miner?a y en la fundici?n mexicana disminuy? de $ 302 000 000 en 1914 a $ 222 000 000, una ca?da considera

ble que puede ser mucho mayor si se cuenta desde prin cipios de la d?cada. Al mismo tiempo, la inversi?n directa

norteamericana en petr?leo se elevaba de $ 85 000 000 a $ 200 000 000.4 Aunque los ?ndices de producci?n indican que

la miner?a se recuper? ampliamente en 1920, los a?os de 1913 a 1916, el per?odo m?s intenso de la lucha, muestran una desastrosa disminuci?n en plata, oro, plomo, zinc y co bre, que empezaron a recuperarse en 1917.5 La producci?n de plata en M?xico durante 1922, despu?s

de que se inici? la recuperaci?n, alcanz? el 39.2% del?

producci?n mundial (seguido por los Estados Unidos con 26.91%); pero el capital mexicano fue en la recuperaci?n;

mucho m?s importante que el norteamericano. La r?volu^ ci?n desalent? las futuras inversiones estadounidenses en M?xico, como demuestra el hecho de que entre 1 728 t?tulos de minas concedidos en 1922 s?lo 176, 10.2% del total, eran norteamericanos; otros cuatro t?tulos ten?an socios norte americanos, en tanto que los mexicanos ten?an el 79.6%. La miner?a sigui? siendo una industria fronteriza: de los 201 permisos para exploraci?n emitidos en 1922, Chihuahua ten?a el mayor n?mero con 69, le segu?a Sonora con 35:

Coahuila, Nuevo Le?n y Tamaulipas ten?an seis en total; y de las 2 276 reclamaciones procesadas en 1922, Chihua

3 Una excelente exposici?n de este punto, en Bernstein, 1964, pp. 118-123. 4 Wilkins, 1974, p. 31. 5 Ver Cuadro 6, ' "Production of the Mexicans Mining Industry,

1910-1920", en Bernstein, 1964, p. 101.

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la frontera y las minas

393

hua y Sonora registraron cada uno 439. Coahuila ten?a 40, Nuevo Le?n 58 y siete Tamaulipas.6 Las necesidades de los grupos revolucionarios afectaron de diversa manera el trabajo de las minas, especialmente porque muchos mineros se unieron a las fuerzas revolucio narias. Giuseppe Garibaldi, nieto del famoso revolucionario italiano, advirti? en 1910 y 1911 que los trabajadores de sus minas de oro y plata estaban m?s interesados en la revo luci?n que en la miner?a. Como Garibaldi compart?a la in clinaci?n de sus mineros, este problema no era tan serio para ?l como para otros propietarios m?s interesados en las ga nancias; cerr? sus minas y junto con sus hombres se uni?

a Abraham Gonz?lez, uno de los ayudantes m?s fieles de Madero, que estaba reclutando fuerzas en El Paso.7 De las minas sali? mucha tropa ?alguna atra?da por los salarios que pagaban las fuerzas revolucionarias? y hasta algunos jefes destacados, como Esteban Baca Calder?n y Manuel M. Di?guez, antiguos empleados de la Cananea Copper Com pany. La atm?sfera de la revoluci?n alent? el descontento entre los trabajadores mineros, lo que provoc? el estallido de huelgas en junio de 1911, en fundiciones dispersas en un amplio territorio (Chihuahua, Monterrey y Torre?n) y en los campos mineros de Santa Eulalia, Parral, Naica y Ca nanea.

En un principio, los propietarios de minas en de Estados Unidos no pudieron eludir los probl

borales. En 1911 hab?a reclutadores revolucionario

pueblos mineros de Arizona, Clifton, Globe y M Hacia 1912 los esfuerzos del presidente Madero clutar fuerzas se hab?an extendido a lo largo de tera; y el c?nsul mexicano en Clifton comunic? a

logo en Douglas que ya hab?a hecho arreglos p

todos los que desempe?aran servicio temporalmen 6 Mexico, Departamento de Minas, 1924* pp? 139, 145.

7 Garibaldi, 1935, pp. 219-223. s Bernstein, 1964, p. 98. Rivera, 1969, p. 143. M. Doy s?lmex, N?co, Arizona, enero 5, 1911, ASRE-119, L-E-625

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394 LINDA B. HALL Y DON M. COERVER hieran, al regresar, sus empleos.9 Para el trabajo de las minas eran m?s graves las constantes exigencias de las fuerzas re volucionarias. La mayor parte de los propietarios trataron de continuar la misma pol?tica pr?ctica que adoptaron las compa??as petroleras, es decir cooperar en la medida de lo

posible, con los grupos que por el momento estaban en

la zona, para que no se interrumpiera el trabajo. Pero esta soluci?n no dio siempre buenos resultados. Los explosivos que se usaban en el trabajo de las minas eran una tentaci?n constante para los revolucionarios, a m?s de que cualquier clase de equipo pod?a transformarse con fines b?licos. A causa

de la violencia en la que se ve?an envueltas muchas de las minas se vieron obligadas a suspender sus trabajos a prin cipios de la d?cada. Un ejemplo t?pico fue la Santa Matilde Mining Company de Dolores, Chihuahua, que pertenec?a a la Corporaci?n Tennessee. Esta compa??a inform? en 1926 a la Comisi?n mexicana-norteamericana de Reclamaciones que las fuerzas revolucionarias mexicanas y "otras fuerzas'' hab?an atacado varias veces la mina durante el decenio anterior llev?ndose mineral y otras propiedades. En el mes de abril de 1911, la corporaci?n se vio obligada a abandonar todos sus bienes y equipo y buscar refugio en otra parte. La Mollie Gibson Oil and Mining Company de Parral, Chihuahua, no pudo transportar la maquinaria para un molino de 100 toneladas m?s all? de El Paso, donde tuvo que venderse por cargos de almacenaje, y la propiedad de la compa??a en M?xico fue destruida o confiscada por diferentes fuerzas en varias ocasiones, desde 1910. Los bienes norteamericanos abando nados generalmente se convirtieron en lugares propicios para el robo y el saqueo. El inspector de la aduana de El Paso, Zach Cobb, despu?s de arrestar a un contrabandista mexi

cano que llevaba 531 onzas troy de plata en un chaleco

S.M. del Toro a Consulmex, Douglas, Arizona, mayo 3, 1912, ASRE-119, L-E-867, Leg. 2 no. 22. M. Doyle a Consulmex, Naco, Arizona, enero 5, 1911, ASRE-119, L-E-625 no. 127. B. G. Hill a Con sulmex, Douglas, Arizona, s.t., ASRE-119, L-E-867, Leg. 1 no. 193.

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LA FRONTERA Y LAS MINAS

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de lona bajo su camisa, coment?: "suponemos que todas las barras de plata contrabandeadas, han sido robadas... de las propiedades de los norteamericanos ausentes." 10

Tambi?n en Sonora hubo problemas serios. La Libertad Mining and Milling Company, propiedad de la Arizona Cor poration, inform? que hab?an abandonado su trabajo en 1911,

porqu? le hab?an robado sus propiedades, y porque estaba

amenazada la vida de sus cincuenta trabajadores. Hac?a

tiempo que la compa??a ten?a problemas, porque todas las provisiones deb?an traerse a lomo de mu?a desde el punto m?s cercano de la v?a f?rrea, por un camino de 120 millas que cruzaba una regi?n infestada de bandidos y revolucio narios. A uno de los empleados de la compa??a que hab?a sido atacado y amenazado de muerte las autoridades civiles le recomendaron que dejara el pa?s. Caso similar fue el de la Candelero Mining Company, cerca de Hermosillo; entre no viembre de 1910 y noviembre de 1920, las fuerzas armadas mexicanas que entraron a la propiedad, destruyeron edifi cios y se llevaron cantidades de maquinaria, provisiones, equipo minero y objetos personales. La p?rdida de la com pa??a se estim? en 500 000 d?lares. La mina hab?a dejado de ser ?til desde principios del decenio, despu?s de un ataque

armado de los maderistas. Todos los trabajadores de la compa??a se hab?an incorporado al grupo rebelde. Ante la preocupaci?n del capataz, J. R. Brown, el juez de la

municipalidad le aconsej? que dejara el distrito y regresara a los Estados Unidos, lo que, en efecto, hizo.11 Un norteamericano que se qued? hasta 1914 inform? que

entre 1911 y 1914, "una cruel y amarga guerra [estaba]

10 Memorandum de Reclamaciones, Santa Matilde Mining Com

pany, julio 24, 1926, NA/?G 76: USMC 125/786. Informe sobre Mollie

Gibson Oil and Mining Company vs. Mexico, February 10, 1932, NA/itG 76: USMC 125/109. Zachary Cobb al secretario del Tesoro, septiembre 15, 1916, NA/812.63/192.

11 Memorial de Reclamaci?n, La Libertad Mining and Milling Co., abril 14, 1936, NA/RG 76: USMC 125/287. Gandelero Min ing Co., Basis of Claim, NA/RG 76: USMC 125/202. Gunter vs.

United Mexican States, junio 1, 1929, NA/?G 76: USMC 125/636.

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quebrantando el dicho Estado de Sonora", que los adeptos

d? Victoriano Huerta, presidente durante la ?ltima parte de este per?odo, eran "excesivamente mordaces contra todos los americanos" y "nunca han perdido la oportunidad de apli

car al Presidente Wilson y a toda la gente de los Estados Unidos el burl?n e insultante ep?teto de 'Gringo'." Pero

?ste no era el ?nico ep?teto aplicado a los norteamericanos. El doctor Francis Nicholas, administrador de las minas Co pete, al oriente de Carb?, Sonora, inform? indignado, que frecuentemente escuchaba a los mexicanos "quienes buen cuidado ten?an de mantenerse fuera de mi vista", manifestar estos sentimientos: "Hemos insultado su bandera, hemos sa queado sus tiendas, hemos matado a sus hombres y hemos [violado; utilizando aqu? la palabra vulgar] a sus mujeres.

?Qu? m?s podemos hacer para que peleen, gringos hijos

de puta?" 12

Quiz?, la amenaza m?s grande para el laboreo de las

minas era la de las fuerzas que estaban, nominalmente o de hecho, asociadas con el jefe revolucionario, Pancho Villa.

Las relaciones de Villa con la industria minera oscilaban entre la extorsi?n administrativa y la violencia abierta. Pero

Villa ten?a mucha necesidad de dinero, y por eso trataba de que se reanudaran los trabajos mineros. Al parecer, ASARCO, la empresa minera y fundidora de Guggenheim, hizo desde 1913 pr?stamos, forzosos o voluntaries, a los villistas. En 1914, el gobernador villista de Chihuahua, Fidel

?vila, orden? que todas las minas en el estado se abrieran de nuevo bajo pena de ser confiscadas. El mismo Villa, desafiando las advertencias del secretario de Estado norte americano, William Jennings Bryan, emiti? su propio De creto n?m. 5 a principios de 1915, amenazando con la confiscaci?n de las minas improductivas, y, de hecho, con fisc? algunas, pero al parecer los villistas tuvieron serios problemas para hacerlas producir. Otro problema para las compa??as era el transporte por ferrocarril. L?zaro de la !2 Memorial del doctor Francis Nicholas, NA/?G 76: USMC

125/282.

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LA FRONTERA Y LAS ... ALINAS

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Garza, uno de los consejeros financieros de Villa, le escribi? varias veces en 1914, expres?ndole el deseo de varias com pa??as, incluyendo la ASARCO, de reanudar sus operaciones si se les daban seguridades para el transporte. Especialmente las fundidoras no deseaban comenzar si no se les garantizaba el transporte para el abastecimiento de hulla y carb?n vege tal que necesitaban para sus hornos, pero como Villa nece sitaba los ferrocarriles para movilizar sus tropas y e? carb?n para los trenes era muy dif?cil de obtener, fue incapaz de resolver este problema log?stico y de abastecimiento. Hacia septiembre de 1915, estaba desesperado por conseguir fondos para su campa?a, y bajo amenaza de confiscaci?n trat? de obtener de los propietarios de las minas un pr?stamo for zoso por $300 000 en or?. En esta ocasi?n, al parecer, Hugh

L. Scott, general del ej?rcito de Estados Unidos, pudo aplacar a Villa proporcion?ndole el carb?n para las. m?

quinas.13 . Al empeorar la situaci?n militar de Villa, ?ste se volvi? m?s vengativo y m?s desesperado. Despu?s de que Estados

Unidos reconoci? de facto al gobierno de Carranza, volc? su ira sobre los norteamericanos, aunque su crueldad no se concentraba en un grupo especial. Los secuestros se convir tieron en el mejor modo para hacerse de fondos. A fines de 1916, Enrique Salas, administrador de una mina en San Pedro, le escribi? a De la Garza que las ''barbaridades'' de Villa en la regi?n hab?an hecho imposible la comunicaci?n, y que la mina estaba completamente inundada. M?s ade lante le dec?a que ?l mismo hab?a sido v?ctima de Villa,

pues lo hab?a secuestrado en compa??a de su hijo, liber?ndolo a ?l poco despu?s en Parral, pero llev?ndose al muchacho. Afortunadamente el hijo hab?a podido escapar y regresar 13 Bernstein, 1964, pp. 107-108. L. de la Garza a F. Villa,

octubre 29, 1914, DLG I-I-180. L. de la Garza a F. Villa, diciembre 12,

1914, DLG I-F-141. L. de la Garza a F. Villa, septiembre 14, 1914,

DLG I-I-6. L. de la Garza a F. Villa, diciembre 4, 1914, DLG I-I-21. Enrique Salas a L. de la Garza, DLG IX-H-3.

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con la familia a la que Salas ya hab?a trasladado a San

Buenaventura para "salvarla... de esa regi?n infestada de gente terrible." 14

La Erupci?n Mining Company es buena muestra de las dificultades que hab?a en ese tiempo para comenzar en el negocio minero. La compa??a, fundada en enero de 1917,

comenz? sus operaciones a unas ochenta millas al sur de El Paso y cuarenta y cinco millas al oriente de Villa Ahu

mada, Chihuahua, y oper? hasta octubre de 1918 bajo constantes ataques de partidas revolucionarias que se dec?an villistas. Estas tropas robaban la tienda, secuestraban em

pleados mexicanos, por los que cobraban peque?os resca

tes, y se llevaban lejos del campo los furgones que acarreaban

agua a la mina, con lo que a veces el trabajo se paraba por completo. El 22 de octubre de 1918 el presidente, el administrador general y el superintendente de la mina fueron

secuestrados en el camino a Villa Ahumada. El jefe de la banda, despu?s de deambular dos d?as por el campo y de

acaloradas discusiones con los prisioneros, les dijo que hab?a

dado ?rdenes de pedir $50 000 en oro como rescate o de

lo contrario los llevar?an directamente con el general Villa. Como no pudieron dar esta cantidad, siguieron deambulando varios d?as hasta que los llevaron al campamento villista, en

donde el general "tuvo un acceso de rabia y nos amenaz? de muerte, s?lo porque ?ramos americanos..." M?s tarde dijo Villa que no ten?a cargos en contra de ninguno de los hombres, pero que su odio por el presidente Woodrow Wil son era tan grande que de todos modos los ejecutar?a y que ninguna suma de dinero los pod?a salvar. Luego "cambi? sus t?cticas" y pidi? $ 300 000 por permitirles vivir. Final

mente, baj? el precio a $ 20 000, diciendo "c?llense, ya dejen de hablar de eso, vayan por el dinero." Por ?ltimo se pag? el rescate, pero no antes de varios intentos para conseguir

14 Enrique Salas a L. de la Garza, diciembre 7, 1916, DLG

IX-H-25.

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LA FRONTERA Y LAS MINAS

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que se hiciera en moneda confiable, es decir en oro. Ya en libertad, los hombres se fueron del pa?s.15 El incidente m?s famoso con los villistas ocurri? a prin cipios de 1916, muy poco despu?s de que las fuerzas cons titucionalistas al mando de Alvaro Obreg?n los derrotaron definitivamente. Obreg?n hab?a insistido para que los nor teamericanos operadores de minas regresaran a M?xico, y les hab?a prometido que su seguridad estar?a garantizada por las fuerzas constitucionalistas. Desafortunadamente, aun que los villistas hab?an perdido la capacidad de montar un gran ataque contra fuerzas bien organizadas, todav?a pod?an realizar peque?os, pero espectaculares golpes contra civiles. Uno de los primeros grupos que intent? reanudar los tra bajos fue de la Cusi Mining Company que operaba varias minas en el estado de Chihuahua. Todos los empleados nor teamericanos y muchos de los mexicanos hab?an pasado los peligrosos meses anteriores en los Estados Unidos, pero a principios de enero, a pesar de los informes sobre los saqueos a su propiedad (o quiz? a causa de ellos), empezaron a pla near el regreso a M?xico. Pidieron a Obreg?n que enviara tropas para proteger la mina y para castigar a los saquea

dores, y el 4 de enero se enviaron a Cusi tres convoyes

militares que llevaban un total de mil hombres, incluyendo

varios empleados mexicanos de la compa??a. Esta acci?n obviamente convenci? a los dirigentes de la compa??a de que hab?a seguridad para recomenzar el trabajo en las minas.16 En la ma?ana del 9 de enero de 1916, diecisiete norte americanos y veinte mexicanos se reunieron en El Paso para regresar juntos a M?xico y abrir las minas. Los ingenieros, los empleados y los t?cnicos norteamericanos viajaron en un 15 Testimonio por E. F. Knotts, julio 15, 1926, NA/RG 76:

USMC 125/635.

16 Clendenen, 1969, pp. 197-198. Secretario de Estado Lansing al c?nsul Edwards, enero 3, 1916, PRFR-1916, p. 650. Recaudador Cobb al secretario de Estado Lansing, enero 15, 1916, 'PRFR-1916,

p. 657.

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vag?n del tren, los mexicanos en otro. El viaje transcurri?

sin incidentes hasta que una barrera que atravesaba los rieles oblig? al tren a parar, unas cinco millas al oeste de

una estaci?n de carga de ganado llamada Santa Isabel.

Cuando varios norteamericanos bajaron, doce o quince hom bres abrieron fuego sobre ellos. Todos corrieron, pero s?lo Thomas B. Holmes consigui? escapar, escondi?ndose en un matorral y arrastr?ndose luego hasta la relativa seguridad de otro matorral a orillas del r?o, a 100 yardas del tren.

Hombres armados, al mando del villista Pablo L?pez, se

metieron al tren y bajaron al resto de los norteamericanos, mientras gritaban a los mexicanos, "si quieren divertirse un poco, vean c?mo matamos a estos gringos". All?, a un cos tado del tren, dispararon sobre el resto de los norteameri

canos. Despu?s de escuchar los disparos que daban cuenta de las ejecuciones, Holmes esper? cerca de media hora y

luego se alej? corriente abajo, apart?ndose del tren, hacia un lugar m?s oculto, donde aguard? otros cuarenta y cinco minutos. M?s tarde, cautelosamente se acerc? a una ranche r?a donde encontr? finalmente a un "mexicano desconocido"

que le dijo c?mo llegar a la ciudad de Chihuahua. Lleg?

all? al despuntar la manar?a del 11 de enero. Informaci?n posterior, recopilada principalmente entre los sobrevivientes

mexicanos, indica que hubo alrededor de ochenta y cinco hombres en el pelot?n de fusilamiento, respaldados por cerca de quinientos hombres armados que estaban apostados en lo alto del cerro.17

Esta masacre tuvo tres consecuencias importantes. En primer lugar, retras? la reanudaci?n de los trabajos de mi

ner?a en todas las zonas potencialmente amenazadas por

los villistas. Las compa??as norteamericanas, como la ASAR

CO, la Alvarado Mining Company y la Potos? Company, ordenaron a sus empleados que salieran de M?xico. En segundo lugar, el incidente suscit? manifestaciones antimexi 17 Ibid. Informe de Thomas B. Holmes en Cobb a Lansing, ene ro 12, 1916, y Cobb a Lansing no. 2, enero 16, 1916, PRFR-1916,

p. 652.

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LA FRONTERA Y LAS MINAS

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canas en los Estados Unidos, principalmente en la frontera. El general John J. Pershing inform? desde Fort Bliss, Texas,

que el funeral de varias de las v?ctimas hab?a dado lugar a que "se hablara mucho de venganza" y que casi se hab?a llegado a un tumulto provocado por los amigos de las v?cti

mas. A pesar de que las autoridades civiles disolvieron el tumulto, brotaron disturbios despu?s del cierre de las can tinas a las 9:30 de esa noche y varios mexicanos fueron golpeados. Aunque, extra?amente, Pershing caracteriz? como ' ?alegre" al ?nimo de la multitud, advirti? que el incidente pudo haber sido mucho m?s peligroso. Tambi?n se?al? que los ciudadanos responsables de El Paso estaban haciendo lo

que pod?an para evitar "ataques contra mexicanos", y que los que incitaban a la multitud eran "entrometidos, campesi nos sin tierras e irresponsables..." Finalmente, el asalto hizo

desconfiar a los norteamericanos en la capacidad de los carran cistas para controlar el pa?s; as? comenz? a formarse el clima

que culmin? en la intervenci?n norteamericana a M?xico. Pershing coment?: "hay poca confianza en Carranza entre los americanos que regresan de M?xico y muchos mexicanos tienen la misma opini?n. Pr?cticamente todos los ameri

canos creen que no tiene poder para constituir algo que

parezca un gobierno estable." Curiosamente, Pershing agreg? que mucha gente ve?a a Obreg?n, el principal jefe militar de Carranza, "como el m?s capaz de todos"* Adem?s, sent?an los norteamericanos que se estaba haciendo muy poco para

aprehender a los responsables de los asesinatos de Santa

Isabel.18 Cuando aprehendieron a Pablo L?pez, Estados Uni dos ya hab?a mandado la expedici?n de Pershing a M?xico.19 La relaci?n de los revolucionarios con las compa??as mi neras en Sonora se puede seguir en la correspondencia del 18 Cobb a Lansing, enero 13, 1916, p. 655; Lansing a Cobb,

enero 13, 1916, p. 656; Cobb a Lansing, enero 14, 1916, PRFR-1916, p. 657; general John J. Pershing al general Frederick Funston, enero 17,

1916, p. 662; y c?nsul Edwards a Lansing, enero 27, 1916, p. 663, PRFR-1916. 19 C?nsul Letcher a Lansing, abril 23, 1916, p. 528, PRFR-?16.

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402 LINDA B. HALL Y DON M. COERVER doctor James Douglas, con su hijo mayor James S. Douglas. El padre hab?a hecho progresar muchas minas de cobre en Arizona y lleg? a ser el presidente de la Phelps Dodge; su hijo, ingeniero, trabaj? con la Phelps Dodge en la construc ci?n del ferrocarril de Nacozari y all? fue administrador de la Moctezuma Copper Company; en tiempos de la revo luci?n hab?a demostrado su esp?ritu independiente y ten?a intereses con otras empresas afines en la regi?n fronteriza de Arizona y Sonora. Aun antes de la revoluci?n, los Douglas

estaban conscientes y preocupados por los abusos que se

comet?an en el gobierno de Porfirio D?az. El padre escribi? al hijo, que las deportaciones de los yaquis de Sonora eran un "horrible cuadro de inhumanidad y brutalidad"; negar estos hechos ser?a un "tejido de mentiras, si exonerara de responsabilidad por las barbaridades del Yaqui al gobierno, de D?az para abajo." Pero s? cualquier grupo se interpon?a "tercamente en la avalancha del progreso moderno, se expo ne al exterminio o a que por lo menos lo arrinconen." Por ?ltimo, no aventuraba juicios, pero se?alaba que los yaquis

pod?an haber estado peleando para conservar las institu

ciones y bienes de la tribu.20 Hacia enero de 1911, el doctor Douglas estaba tan preocu

pado por la situaci?n pol?tica de M?xico que solicit? que

James S., aunque no era un empleado de la Phelps Dodge, "tome conocimiento de la situaci?n pol?tica en M?xico ya que puede afectarnos." El joven Douglas deb?a actuar por medio de agentes que conoc?a en "el distrito afectado, en Hermo sillo o en la ciudad de M?xico"; aconsejar al administrador

sobre las propiedades de la Phelps Dodge en M?xico, y,

en general, velar por los intereses de las dos mayores empre sas, la Moctezuma Copper en Pilares de Nacozari y el ferro^

carril de Nacozari. Aun cuando el hijo no estar?a a cargo

en ninguna de las dos empresas, se le pagar?an 5 000 d?lares por tres meses de trabajo. James S. respondi? muy formal

mente a su padre, aceptando el cargo de apoderado legal 20 James Douglas a J. S. Douglas, octubre 30, 1909, LWD.

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LA FRONTERA Y LAS MINAS

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por el tiempo se?alado, pero advirtiendo que cuando se cumpliera el plazo se lo entregar?a a J. S. "Sid" Williams, administrador de la Phelps Dodge en M?xico. Tambi?n esta

bleci? que "deber? entenderse que trabajar? con el se?or

Walter Douglas [su hermano] director general de la Phelps Dodge and Company, y que mantendr? a ambos informados de todo." 21

La situaci?n en Sonora era muy tensa en este tiempo; el 27 de febrero el tren de Sid Williams fue interceptado

por una banda de trescientos "revolucionarios" al mando de Arturo L?pez. El guardafrenos escap? y regres? a Is?bal, desde donde avis? a Williams que al norte de este punto es taban cortadas todas las comunicaciones telegr?ficas. Williams

pudo comunicarse con James S. en Douglas, Arizona, a tra v?s de Cumpas, con un telegrama que lleg? a las 11:30 a.m. deL d?a siguiente. James S. parti? inmediatamente para al canzar el tren; lleg? a Fronteras a las 5:30 de la tarde. All?

se encontr? con que los insurrectos se hab?an ido varias horas antes, as? que telegrafi? a Williams pidiendo que trajera equipo para reparar el da?o de un puente volado

en la l?nea del ferrocarril. Williams lleg? a la medianoche y a las 9:30 de la ma?ana siguiente el da?o estaba reparado;

los trenes corrieron normalmente a la 1:00 de la tarde. Douglas agreg? en su informe: "Sid y yo tuvimos esta ma?ana una pl?tica muy satisfactoria, y ?l est? seguro de la situaci?n", aunque omiti? decir qu? entend?a por "se guro".22

Una carta de Walter Douglas a su padre indica que el

problema continuaba. En abril de 1911, Agua Prieta, el pue blo fronterizo al otro lado de Douglas, Arizona, fue atacado por los revolucionarios. Cuando Walter lleg?, se encontr? con que los insurrectos hab?an tomado el pueblo y estaban patrullando a unos veinte pasos de la l?nea fronteriza, de 21 James Douglas a J. S. Douglas, enero 27, 1911; J. S. Douglas a James Douglas, enero 31, 1911, LWD. 22 J. I. Williams a J. S. Douglas, febrero 28, 1911; J. S. Douglas a James Douglas, febrero 28 o marzo 1, 1911, LWD.

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404 LINDA B. HALL Y DON M. COERVER frente a un grupo de soldados de Estados Unidos que se hallaban en el otro lado. Douglas intent? cruzar la l?nea

para averiguar sobre uno de sus empleados que ese d?a hab?a

entrado a M?xico para llevar armas y municiones a Fron teras. Mientras esperaba, Walter fue testigo del asesinato de

un hombre al que describi? como "el pobre viejo Juli?n Garc?a", que era el jefe del resguardo aduanal y a quien ?l y el doctor Douglas hab?an visitado el s?bado anterior.

Al parecer, el hombre hab?a sido capturado y cuando lo llevaban a la caseta de guardia, un joven lisiado, residente

de Agua Prieta, camin? hacia ?l y le dispar? al coraz?n, probablemente a causa de una enemistad personal. Despu?s de este incidente rijoso, Douglas descubri? con alivio que su empleado se encontraba en la estaci?n del tren y, mila grosamente, estaba ileso, a pesar de que varios de sus com pa?eros hab?an muerto o estaban heridos, incluyendo un empleado norteamericano de la mina de Pilares de Teres. Lamentablemente o se hallaban en el tren o estaban esr perando en la estaci?n cuando la ocuparon los revolucio narios, quienes atrajeron el fuego de los federales al disparar

por las ventanas. El empleado de Douglas y los otros no

combatientes se protegieron detr?s de la caja fuerte, lo que no era mucha protecci?n, porque las balas ven?an de todas partes del edificio; hab?a sobrevivido por pura suerte. Walter

advirti? a su padre que aun cuando los federales fueran capaces d? dominar a los insurgentes, ?stos seguramente cruzar?an hacia Estados Unidos, lo que provocar?a "consi derable desorden", y constituir?a una "gran amenaza a la propiedad y la vida". Por lo tanto ped?a que su padre per suadiera al departamento de Guerra de que reforzara la fron tera para evitar tal entrada.23 James S. escribi? a su padre seis semanas m?s tarde, despu?s de la renuncia del. presi dente D?az; le informaba que la situaci?n se hab?a calmado

un poco, pero que le preocupaba la seguridad de un viejo amigo que estaba a?n en la c?rcel de Agua Prieta. Para-esta 23 Walter Douglas a James Douglas, abril 15, 1911, LWD.

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LA FRONTERA Y LAS MINAS

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fecha, los maderistas ten?an el control. Tambi?n estaba preocupado por los cambios de gobierno en la ciudad de Nacozari, porque eso era importante para el trabajo de la mina. Informaba que la situaci?n se estaba calmando en la zona, pero "no puedo menos que esperar problemas por alg?n tiempo." 24

Para el 5 de julio, Tos Douglas hab?an llegado a un

acuerdo total con el nuevo gobierno, en parte por los bue

nos oficios de Manuel Calero, que hab?a sido su abogado en M?xico. Calero, el nuevo secretario de Fomento en el gobierno revolucionario, hab?a escrito al doctor Douglas para informarle que de todos sus asuntos legales se encargar?a

Jorge Vera Esta?ol, su antiguo socio. (Cuando Francisco Madero asumi? la presidencia Calero fue secretario de Re laciones Exteriores; Vera Esta?ol fue el secretario de Edu caci?n con Victoriano Huerta.) Calero tambi?n hab?a puesto al d?a al doctor Douglas sobre los sucesos pol?ticos mexica nos, indic?ndole que el general Bernardo Reyes, anterior mente gobernador de Nuevo Le?n, que hab?a fomentado planes contra el gobierno de D?az, se hab?a unido a Madero, y Douglas expres? su aprobaci?n. (Desafortunadamente, Re

yes se levantar?a m?s tarde contra Madero.) La carta de

Douglas a Calero expres? su comprensi?n porque el inter?s de Calero en los asuntos nacionales deb?a absorberle mucho

tiempo y dedicaci?n, pero esperaba que "condiciones m?s estables le permitieran dedicar mayor atenci?n a los nego cios".25 El caso parece que hab?a sido un poco diferente, sin embargo, ya que en el"mes de julio Calero dispuso que un

tercero manejara los intereses de la Phelps Dodge, y el doctor Douglas escribi? a James "...en M?xico estamos al principio no al final del problema."26

24 J. S. Douglas a James Douglas, junio 1, 1911, LWD. 25 James Douglas a J. S. Douglas, julio 5, 1911; James Douglas a Manuel Calero, junio 23, 1911; Manuel Calero a James Douglas, ju nio 12, 1911, LWD. 26 James Douglas a J. S. Douglas, julio 26, 1911, LWD.

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Su observaci?n era correcta; los Douglas continuaron es cribi?ndose sobre los vericuetos de la pol?tica mexicana y la

guerra civil. En marzo de 1912 el doctor Douglas escribi? de nuevo a su hijo James para que actuara como consejero de

los intereses de la Phelps Dodge, y le expresaba su deseo

de que tan pocos norteamericanos como fuera posible viajaran o residieran en M?xico hasta que el per?odo de "inquietud, posiblemente de violencia" hubiera terminado. James S. pa saba gran parte de su tiempo al sur de la frontera, y pronto lleg? a comprometerse en la direcci?n de la otra gran com

pa??a de cobre sonorense, la Cananea.27 La rebeli?n chi huahuense de Pascual Orozco estaba pasando a Sonora; a la vez, el estado se encontraba profundamente envuelto en el movimiento contra Victoriano Huerta (quien hab?a asu mido la presidencia despu?s del asesinato de Francisco Ma dero) y en los combates entre Pancho Villa y los constitucio

nalistas al mando de Carranza y Obreg?n. El 8 de julio de 1912, el joven Douglas estaba preocupado porque pod?a llegar un grupo de revolucionarios de Chihuahua. En abril de 1913, James S. inform? que los trabajos en Cananea se hab?an interrumpido, en gran parte debido a la dificultad de conseguir suficiente provisi?n de combustibles. Su padre

le respondi? que la situaci?n mexicana era confusa y que era dif?cil formarse una opini?n. Esperaba una acci?n en?r gica de Ignacio Pesqueira, gobernador del estado, pero desa fortunadamente Pesqueira no ten?a ni hombres ni dinero, y hab?a fracasado al querer dominar la violencia.

Por esta ?poca, los trabajos de la Phelps Dodge en Na cozari estaban amenazados por una epidemia de tifoidea

que las circunstancias de la revoluci?n ayudaban a propagar. A?n as?, Douglas advirti? que un paro de la Cananea u otras plantas ser?a antidiplom?tico, porque "el hambre a veces act?a como irritante en lugar de sedante" (es de suponer que se refer?a a los trabajadores de la compa??a cupr?fera). El 13 de mayo, James S. estaba m?s optimista, porque Ca 27 James Douglas a J. S. Douglas, marzo 8, 1912; J. S. Douglas a James Douglas, julio 8, 1912, LWD.

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nanea ten?a un nuevo prefecto que era cuerdo y capaz, pero le preocupaba la vulnerabilidad de Cananea mientras no se

designara un comandante militar para la zona. Mientras tanto, los trabajadores desocupados hab?an empezado a

blanquear las cercas de la compa??a; la producci?n de cobre se mantuvo en dos millones y medio de libras al mes, a pesar de que, en opini?n de Douglas, "las condiciones generales en M?xico dif?cilmente podr?an ser peores de lo que son actualmente." En este tiempo, James S. estaba viviendo del lado de Estados Unidos, decisi?n que su padre aprobaba en

esas circunstancias, e instaba a su hijo a recordar que su seguridad era importante m?s desde un punto de vista nacio

nal que personal. El doctor Douglas se?alaba que en una ocasi?n previa el hijo estuvo a punto de que una multitud lo matara y dec?a, "si eso hubiera sucedido, habr?a envuelto

en una guerra a los Estados Unidos, y en un per?odo tan cr?tico como ?ste, pienso que todo americano debe ser muy

precavido para que ninguno de sus actos agrave las delica das relaciones actuales de los dos pa?ses." 28 Los problemas pol?ticos entre los diferentes grupos so norenses continuaron afectando los intereses de los Douglas

en Nacozari y Cananea. Opinaba James S. que "... el pro

blema est? entre nuestros amigos de Sonora, que est?n celosos

unos de otros y cada uno tiene su propio objetivo..." La

situaci?n en Cananea era peor que la de Nacozari. El doctor Douglas coment? a su hijo, despu?s de un cierre temporal en Nacozari, "el problema en Nacozari probablemente fue fomentado por agitadores pol?ticos, pero afortunadamente tenemos muy pocos de esta clase en Nacozari, comparados con los que ustedes tienen en Cananea." Sin embargo, como las tropas constitucionalistas dominaron el estado, las con diciones mejoraron temporalmente. El joven Douglas noti fic? a su padre una ganancia neta de $ 276 000 d?lares en 28 J. S. Douglas a James Douglas, abril 6, 1913; James Douglas

a J. S. Douglas, abril 22, 1913; J. S. Douglas a James Douglas,

abril 27, 1913; J. S. Douglas a James Douglas, mayo 5, 1913; James Douglas a J. S. Douglas, mayo 14, 1913, LWD.

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octubre de 1913; James S. compr? un gran n?mero de accio nes de la Greene Cananea a finales de ese a?o, y vendi? con

utilidad algunas de ellas a principios de 1914. James S. escribi? a su corredor de bolsa que a pesar de la buena pro

ducci?n, "...no tenemos un gobierno para apoyarnos", y "el negocio est? expuesto a explotar en cualquier momen to..." El doctor Douglas tambi?n era pesimista, sent?a que

Carranza, aun cuando pudiera sacar a Huerta del pa?s y

llegar a presidente, a?n tendr?a que enfrentarse a un serio

reto de Villa: "...temo ?coment?? que no reine la paz." En agosto de 1914, nuevamente dej? de operar la Cananea;

y en noviembre de ese a?o, el joven Douglas, despu?s de

algunas dificultades con la direcci?n de la Cananea, renun ci? a su puesto.29 James S. Douglas continu? viviendo en Arizona, y man tuvo informado a su padre sobre la situaci?n en la fron tera. Sus cartas detallan la concentraci?n de las tropas de Estados Unidos en la zona y el deterioro total de la situa ci?n pol?tica mexicana. En abril de 1916, su padre coment?

desfavorablemente sobre la posible guerra entre los dos

pa?ses: "una guerra con M?xico ser?a ignominiosa, y muy dif?cil de manejar; el resultado en ning?n caso engrande

cer?a ni el cr?dito ni el adelanto de este pa?s." Cuando escribi? esta ?ltima carta de provecho para su hijo, la ex pedici?n de Pershing ya se encontraba en el norte de M?xi co.30 Las empresas de los Douglas continuaron prosperando a pesar de la situaci?n en la frontera y trasladaron cada vez

29 J. S. Douglas a James Douglas, mayo 19, 1913; James Douglas a J. S. Douglas, junio 2, 1913; J. S. Douglas a Julius Liberman, octu bre 29, 1913; J. Liberman a J. S. Douglas, noviembre 8, 1913; James

Douglas a J. S. Douglas, noviembre 14, 1913; J. S. Douglas a James Douglas, noviembre 15, 1913; James Douglas a J. S. Douglas, diciem bre 19, 1913; J. S. Douglas a J. Liberman, enero 30, 1914; James Douglas a J. S. Douglas, febrero 25, 1914; J. S. Douglas a James Dou glas, agosto 13, 1914; James Douglas a J. S. Douglas, noviembre 6, 1914, LWD. 30 J. S. Douglas a James Douglas, febrero 28, 1915 y marzo 9, 1915; James Douglas a J. S. Douglas, abril 17, 1916, LWD.

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m?s y m?s sus intereses a Arizona. El doctor Douglas renunci?

en 1916 como presidente de la Phelps Dodge y lo sucedi?

Walter; James S. se comprometi? en el desarrollo de la United Verde Extension en Jerome, Arizona, y en diciembre de 1914 descubri? una veta de cobre de cinco pies, clasificada en 45% que en pocos a?os produjo ganancias de m?s de $ 50 000 000.31 Los intereses de los Douglas no estaban s?lo en el cobre y los ferrocarriles, que eran muy importantes para el des arrollo de la miner?a, sino tambi?n en bancos y compa??as de servicios p?blicos. James S. Douglas era el presidente del Bank of Douglas en esta ?poca y tambi?n dirig?a un grupo

de planeaci?n que incorpor? a la Douglas Improvement

Company "para operaci?n y mantenimiento de una planta de luz y fuerza, sistema telef?nico, planta de hielo y sistema hidr?ulico". La dependencia de otras industrias de la indus tria minera se nota en los pr?stamos pendientes del Bank of Douglas en julio de 1911. De cincuenta y cuatro pr?sta mos pendientes, doce estaban garantizados por acciones de

la Phelps Dodge y cinco m?s por otras acciones mineras. Otras doce eran hipotecas sobre tierras, y las restantes se distribu?an entre acciones de diferentes tipos como petr?leo, carne, seguros y farmacias, con un par asegurado por bonos

de arrendamiento de bodegas. Douglas, Arizona, era, en

efecto, el pueblo de una familia y de una compa??a.32 La familia Douglas pudo sobrevivir y prosperar en esta situaci?n porque la apoyaba una compa??a poderosa y bien establecida; estaban asociados con las dos compa??as cupr? feras m?s importantes, que obten?an mayores ganancias en Sonora, y fueron capaces de cambiar sus intereses a Arizona cuando las condiciones fueron dif?ciles en M?xico. Como se

dijo antes, muchas operaciones marginales se hab?an parali zado a principios de la d?cada, y la mayor parte de las grandes

empresas finalmente quedaron fuera de combate en la lucha entre Villa y Obreg?n en 1915 y los des?rdenes subsiguien 31 Cleland, 1952, pp. 161-162, 193, 241. 32 Cleland, 1932, Lista de pr?stamos pendientes, The Bank of Douglas, julio 21, 1911, LWD.

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tes en el estado en 1916. El c?nsul en Sonora, Simpich,

escribi? al secretario de Estado, Robert Lansing, que varias de las minas principales, incluyendo La Colorada, La Cobri za y El Plomo, y algunas explotaciones m?s peque?as que se las arreglaron para sobrevivir, hab?an cerrado en los pri meros meses de 1916. Los problemas que forzaron este resul tado fueron los altos impuestos a la exportaci?n de barras de oro y plata, las constantes incursiones de diferentes fac ciones y bandidos, las condiciones de inseguridad del trabajo y los problemas para el transporte de provisiones. Tambi?n influyeron las amenazas contra los empleados norteameri canos y el vandalismo en las propiedades de la compa??a. La mina Washington cerr? en junio, despu?s del asesi

nato de W. R. Dickson; la de San Xavier ?que manejaba

Saughlin y Schrater?, una de las grandes minas que, junto con Cananea, Nacozari y El Tigre, funcionaba a?n, tambi?n cerr?. Las autoridades militares de facto ?no los revolucio narios? hab?an decomisado la mercanc?a del almac?n y ha

b?an pagado a diez centavos de d?lar en billetes que no ten?an ning?n valor. Excepci?n hecha de las minas m?s grandes y productivas, la industria del estado qued? casi

paralizada.33 A pesar de estos problemas, las relaciones entre los re volucionarios y las compa??as mineras en Sonora fueron muy diferentes al antagonismo abierto que prevalec?a en las zonas villistas desde finales de 1915. Como gobernador del estado, Plutarco Elias Calles hizo grandes esfuerzos para que al me nos se mantuvieran las minas m?s importantes (Cananea,

Nacozari y El Tigre). Hasta ese momento, todas las com

pa??as hab?an procurado ponerse de acuerdo con cualquiera

que tuviese el poder. En mayo de 1915, por ejemplo, la

Cananea Consolidated Copper Company estuvo cooperando con las fuerzas de Jos? Mar?a Maytorena. ?ste hab?a sido gobernador de Sonora durante la presidencia de Francisco

83 F. Simpich al secretario de Estado, septiembre 15, 1916, NA 812.63/184.

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Madero, pero en esa fecha se hab?a unido a Pancho Villa

y dominaba temporalmente gran parte del estado. Un oficial

de la inteligencia militar de Estados Unidos inform? que las fuerzas de Maytorena utilizaban la fundidora de Cananea

para hacer casquillos de artiller?a de tres pulgadas. "No

pagan por nada ?dec?a del oficial? simplemente presentan

a la Copper Company una lista de los materiales que ne cesitan para la manufactura de los casquillos y el trabajo lo hacen soldados mexicanos bajo la supervisi?n de sus ofi ciales". Los mexicanos hac?an cien casquillos al d?a, a pesar

de que los trabajadores no eran expertos. En todo caso, la compa??a casi no funcionaba en ese tiempo. Su fuerza

normal de 4 000 trabajadores se hab?a reducido a 400, que se dedicaron a cuidar las minas para evitar inundaciones

o hundimientos. Las minas m?s peque?as hab?an cerrado

en 1915 y 1916, y muchas de ellas jam?s volvieron a abrir.34

A causa de la relaci?n que exist?a entre las econom?as

de las dos regiones, la paralizaci?n de la industria mexicana afect? a toda la frontera. Las minas de carb?n en ambos lados tuvieron problemas porque varias fundidoras de metal cerraron y utilizaron una cantidad menor de su producto. En 1915, Ernesto Madero (pariente del jefe revolucionario) trat? de vender sus minas de carb?n cerca de Eagle Pass, Texas, a un compatriota que antes compraba grandes can tidades de carb?n para su fundidora de zinc que estaba en

el mismo lugar. Madero hizo ver que las minas estaban

ociosas debido a la "situaci?n mexicana", ya que gran parte de su producto se vend?a anteriormente a fundidoras de metal en Monterrey y Torre?n, ahora improductivas. El cono cido de Madero rechaz? la oferta, ya que su propio negocio tampoco funcionaba por las condiciones existentes.35 34 J. A. Ryan, oficial de inteligencia al Department Engineer,

Southern Department, mayo 3, 1915, NA/RG 165, 8536-7. V?ase, por ejemplo, Richfield Copper Co. vs. M?xico, mayo 20, 1932, NA/?G 76:

USMC 125/399, y memorial del doctor Francis Nicholas, NA/?G 76: USMC 125/635. 35 Quejas, 1912, Caja 5, Expediente 2, Archivo General de la

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El Paso, Texas, se vio muy afectado. La ciudad hab?a

crecido alrededor del ferrocarril que daba servicio a las zonas mineras m?s importantes en ambos lados de la frontera.

Su situaci?n era muy ventajosa tanto para las fundi

doras como para los centros de abastecimiento de los cam pos mineros. Las firmas locales vieron florecer sus negocios con la venta de art?culos personales de primera necesidad o de lujo para los trabajadores o due?os de las minas, y de enorme cantidad de materiales para la miner?a. Mucho del negocio norteamericano con las minas mexicanas se hac?a por medio de esta ciudad. Con frecuencia se reclutaba en El Paso a los mineros mexicanos que cruzaban la frontera.

En 1920, 29% de la fuerza de trabajo se empleaba en

la industria, 17% en el comercio y 15% en el transporte. La industria minera generaba recursos que sosten?an estos empleos en las zonas mineras del oeste de Texas, Arizona,

Nuevo M?xico en Estados Unidos, y Chihuahua y Sonora en M?xico, pero de no poco peso eran tambi?n los estados m?s alejados como Durango, Baja California y Coahuila.36 La fundici?n era la industria m?s importante en El Paso. El Paso Smelter era la que empleaba m?s trabajadores,

especialmente mexicanos. Como pertenec?a a la ASARCO compraba toda clase de mineral de cobre, plata, plomo y

oro. Seg?n los informes, en 1903 ten?a 1 500 trabajadores

lo que la colocaba entre las fundidoras m?s grandes del

mundo. Contribu?a con un mill?n de d?lares mensuales a la

econom?a de la ciudad. Durante la revoluci?n, se redujo mucho el abastecimiento de minerales de M?xico por lo que se tra?an embarques de plomo desde Colorado, Arizona y Nuevo M?xico, pero no se pudieron sostener al mismo alto nivel. Por esta raz?n, la fundidora aument? su propor

ci?n de fundici?n de cobre, ya que se abastec?a de sus propias minas de Santa Rita en Nuevo M?xico. Aunque

Naci?n, Departamento de Trabajo. Ernesto Madero a L. de la Garza, julio 27, 1915, DLG IX-H-16; De la Garza a Madero, agesto 9, 1915,

DLG IX-H-17.

36 Mart?nez, 1978, pp. 32-35. Garc?a, 1981, p. 18.

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la fundidora ten?a problemas con su abastecimiento y aun que El Paso era lugar de refugio para muchos mexicanos que hu?an de la violencia de la revoluci?n, la fundidora no fue

inmune a los problemas laborales de la d?cada. En 1913, los trabajadores mexicanos se fueron a la huelga para con seguir un aumento de treinta y cinco centavos por d?a, lo que significaba un salario de $ 1.75, y algunos pidieron una reducci?n de la jornada laboral de doce a ocho horas. Final mente, 650 mexicanos y cinco carpinteros anglos abandona ron el trabajo. Pero el intento fracas? porque la compa??a trajo a los rangers de Texas para reprimir la huelga, desaloj?

a algunos trabajadores de las casas que pertenec?an a la compa??a y llev? obreros negros de Louisiana y del este

de Texas para romper la huelga. Algunos de los mexicanos regresaron a su trabajo, pero la fundidora se neg? a retomar a muchos.37

A lo largo de toda la frontera, mineros y compa??as que trataban de salvar sus negocios volvieron su atenci?n al lado norteamericano. La Primera Guerra Mundial hab?a estimu

lado de manera fortuita la demanda de cobre, hab?a pro vocado un alza importante en el precio y hab?a aumentado

la actividad en las minas de Arizona. El cobre era consi derado tan importante en abril de 1917, que el secretario del Interior escribi? al secretario de Estado que en una

conversaci?n con Walter Douglas, se hab?a enterado de que Ja Phelps Dodge estaba pensando en cerrar todas sus minas mexicanas, las cuales estaban produciendo 125 000 000 libras

de cobre al a?o. El secretario pidi? a Douglas que, como miembro del Consejo de Defensa Nacional, le informara antes de actuar. Tambi?n se preocup? por el efecto pol?tico que tendr?a el cierre de las minas: 50 000 hombres ser?an despedidos del trabajo y as? estar?an disponibles para una revoluci?n contra el presidente Venustiano Carranza. Pero el secretario estaba consciente de los problemas: el costo de producci?n por libra se hab?a duplicado en el ?ltimo a?o, 37 Garc?a, 1981, pp. 18-20, 107-108.

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sobre todo en los ?ltimos dos meses; adem?s, las condiciones

de trabajo eran "casi imposibles".38 A m?s, los problemas que causaban bandidos y revolucionarios, y la desorgani zaci?n social en el campo hab?an ocasionado grandes difi del estado consider? necesario decretar la pena de muerte por robo com?n. Para que su advertencia no se pasara por alto, orden? al comandante militar del pueblo que aplicara el castigo en los primeros dos o tres casos que surgieran.39 Muchos mineros mexicanos, algunos que hab?an llegado del sur, enfrentados a la violencia y al desorden de la ?poca cruzaron la frontera, muchos para siempre, en busca de con diciones m?s seguras. En un informe de mediados del dece

nio de los a?os veinte, se dice que el 43% de la fuerza

de trabajo en las minas de cobre de Arizona era mexicana; indudablemente, muchos mineros hab?an aprendido su ofi cio en M?xico.40

Los hombres de negocios y muchos trabajadores encon traron m?s seguro irse al lado fronterizo de Estados Unidos,

a pesar de que la Primera Guerra Mundial hab?a dado un tremendo impulso a la miner?a en todas partes. Cananea y Nacozari trabajaron a toda su capacidad gran parte de

1917 y 1918 a pesar del frecuente peligro. El gobierno mexi cano, desde 1917 en adelante, trat? por lo general de estimu lar el resurgimiento de la industria y el regreso de adminis tradores y t?cnicos extranjeros.

La miner?a de cobre hab?a sido una actividad impor tante en Arizona desde la d?cada de 1880 en adelante; la

producci?n total se elev? de 250 000 000 a 290 000 000 libras por a?o de 1906 a 1910. Los productores m?s importantes

fueron la Copper Queen en Douglas, la Calumet and Ari

zona, y la United Verde en el distrito de Clifton. Aun en 38 Secretario del Interior al secretario de Estado, abril 24, 1917,

NA 812.63/538. 39 Plutarco Elias Calles, "Aviso", Cananea, mayo 7, 1916; Calles al Comandante Militar de la Plaza, Cananea, marzo 7, 1916, en AGES/3090. 40 Reisler, 1976, pp. 16-17, 97.

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esta ?poca, la industria de Arizona estaba muy ligada a las minas mexicanas de cobre; las fundidoras de Arizona pro cesaban la mayor parte de la producci?n de Sonora, espe cialmente la de Green Cananea y la Phelps Dodge en Na cozari. La Phelps Dodge nunca fue accionista mayoritaria de

la Cananea, pero en 1904 William Greene insisti? mucho a James Douglas para que se uniera al consejo de direc

tores de la Cananea, lo que demuestra la estrecha relaci?n que exist?a entre los miembros de esta industria fronteriza. En 1908 Greene estaba fuera, la compa??a adquirida por la

Amalgamated Copper (m?s tarde Anaconda), y el amigo y colega de Douglas, Louis D. Ricketts, hab?a asumido la direcci?n de la compa??a; en 1913 Ricketts, a su vez, trajo a James S. Douglas como director.41 La guerra en Europa aument? la prosperidad de las com pa??as cupr?feras. Un art?culo del Fortune Magazine de 1931 dec?a de la Phelps Dodge, "si el cobre es electricidad, tam bi?n es guerra". La demanda de cobre empez? a crecer, y las compa??as de Arizona produjeron mucho. Aun Cananea, a pesar de una ca?da brusca en 1917 como consecuencia de los problemas militares y pol?ticos, mantuvo un alto ni vel de producci?n en 1916 y 1918 (v?ase Cuadro I). El a?o de 1917 fue al mismo tiempo el punto m?s alto de demanda y precios; el cobre alcanz? los treinta y siete centavos la libra y el m?s alto nivel de exportaci?n entre 1915 y 1919

se logr? en ese a?o. La industria se preparaba para alean 41 James Douglas, "The Production of Copper in Arizona during

1906", EMI, enero 26, 1907, p. 198. James Douglas, "The Copper Situation in Arizona", EMI, enero 4, 1908, s.n.p. James Douglas, "Copper in Arizona", EMI, sm fecha, s.n.p. James Douglas, "Copper in Arizona in 1909", EMI, sin fecha, p. 263. James Douglas, "Copper in Arizona in 1910", EMI, sin fecha, s.n.p. New York Times, febrero 18,

1904. Todos los recortes anteriores est?n en LWD. W. C. Greene a James Douglas, enero 25, 1904; W. C. Greene a James Douglas, febrero 26, 1904, LWD. Pletcher, 1958, p. 254. Bernstein, 1964, pp. 118-123.

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zar una producci?n m?s alta a?n, pero la demanda termin? de pronto, junto con la guerra, en 1918.42

El mercado inestable no era el ?nico problema de las

compa??as cupr?feras en esta ?poca. Hab?a tambi?n mucha intranquilidad laboral en las minas de Arizona en donde los International Workers of the World pelearon con los Western Federation of Miners, menos radicales, por el do

minio de la regi?n. Caso extremo de reacci?n de la direc tiva fue la huelga de Bisbee en 1917: se deport? a los tra bajadores y se les dej? desamparados en el desierto. Otras de las medidas tomadas fueron menos violentas.

La direcci?n trat? de calmar la situaci?n explicando a los trabajadores, por medio de los peri?dicos locales, que las con diciones, comparadas con las de otros lugares, eran realmente

muy buenas. Un art?culo de peri?dico que anunciaba "Co mida barata como en cualquier parte, salarios m?s altos en

Douglas", comparaba precios con los de Nueva York, de

mostraba que los de las verduras frescas, por ejemplo, espe

cialmente las perecederas, eran mucho m?s altos en esa

ciudad, y que los salarios eran mucho m?s elevados en Dou glas que en Nueva York o en la costa del Pac?fico.43 En 1918, los empleados mexicanos de las minas y fundiciones la Verde recibieron por correo copias en espa?ol de un art?culo edi

torial que se hab?a publicado en el Verde Copper News, que en cualquier otra parte de los Estados Unidos. Esta situaci?n ?dec?a el art?culo? prevalec?a porque el ?ndice de construcci?n se manten?a elevado a pesar de la carest?a

del flete y del trabajo; los salarios eran tan altos o m?s que aquellos pagados por cualquier otra compa?a minera en el oeste, y las minas del Verde segu?an funcionando a pesar de la baja en el mercado del cobre desde el fin de la Primera Guerra Mundial. Adem?s, el costo de la vida 42 "Presbyterian Copper", Fortune Magazine (julio 1932), p. 41. "Review of Copper Industry for 1919", Arizona Mining Journal (mar

zo 1920), pp. 16-17.

43 Douglas Daily International sin fecha, s.n.p., recorte en LWD.

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no era alto en comparaci?n con otras partes del pa?s. Dadas esas condiciones favorables, se predec?a con optimismo que todos los comprometidos con empresas mineras de cobre resolver?an sus diferencias, sin olvidar que era necesario economizar tanto como fuera posible. Terminaba el art?culo recordando a los trabajadores que no mucho tiempo atr?s no ten?an empleo, y que "estaba de m?s aconsejar a aquellos que ten?an buenos trabajos que los conservaran".44

Terminada la guerra, toda la industria minera sufri?

un per?odo de ajuste, no as? la industria petrolera, la cual estaba entrando a un gran auge. El precio del cobre, por ejemplo, cay? estrepitosamente de veintis?is centavos la libra

en enero de 1919 a catorce y tres cuartos de centavo en

marzo. La producci?n de 1919 cay? visiblemente en las mi nas de Arizona y en las sonorenses, pues las exportaciones

de cobre de los Estados Unidos se desplomaron (ver Cua

dros I y II). En la industria del cobre, las minas de Arizona y Sonora se enfrentaron con la creciente competencia de las chilenas, que iniciaron una producci?n importante en la d?cada siguiente. La situaci?n en 1920 era tan delicada que se orden? cerrar las minas de Cananea, la fundidora y el concentrador al final del a?o; trabajadores se vieron obli gados a buscar trabajo en los campos algodoneros de Ari zona. El c?nsul de Estados Unidos en la zona inform? a su gobierno que 25 000 hombres ser?an afectados y pod?an "co meter actos antiyanquis". Vio con alarma la probable entrada

de estos trabajadores a los Estados Unidos, y que pod?an

ser de la "clase radical o 'agitadora', la cual ha estado muy activa en Cananea". Los problemas no eran s?lo de Sonora, sino de todo el pa?s. Minas y fundidoras en varias zonas, la mayor parte reabiertas recientemente, estaban cerrando de nuevo.45 Hacia finales del decenio, los mercados de metal 44 Hoja distribuida a los obreros mineros y fundidores, junio 14,

1918, LWD.

45 "Review of Copper Industry for 1919", Arizona Mining lournal,

(marzo, 1920), pp. 16-17. F. Dyer al secretario de Estado, noviem bre 24, 1920, NA 812.63/554. F. Dyer al secretario de Estado, no

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418

LINDA B. HALL Y DON M. COERVER

Cuadro I Producci?n de cobre (libras) en compa??as seleccionadas 1916-1919

Compa??a 1916 1917 1918 1919

Phelps Dodge 189 435 138 204 783 530 209 097 626

Anaconda 307 395 092 239 014 880 272 923 031 United Verde Extension 36 378 010 63 237 000 55 527 916 27 745 564 Arizona Copper 34 100 000 42 482 000 40 442 000 33 400 000 Calumet & Arizona 74 898 783 62 397 017 51537 154 46 348 000 Greene-Cananea 63 250 067 30 496 487 53 349 009 41 500 000 fuente: Arizona Mining lournal (Marzo, 1920), p. 16.

Cuadro II Exportaciones de cobre de Estados Unidos, 1915-1919

Total de exportaciones A?o en toneladas

1915 276 344 1916 327 310 1917 493 256 1918 328 844 1919 226 611

fuente: Arizona Mining lournal (Marzo, 1920), p. 17.

y la revoluci?n mexicana hab?an cobrado un precio muy alto

a la miner?a. Entre 1910 y 1920, de los cinco principales

productos mineros, todos menos el zinc y el cobre sufrieron

ca?das importantes en la producci?n. (Ver Cuadro III).

viembre 30, 1920, NA 812.63/556. Harold Playter al secretario de Estado, NA 812.63/560.

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LA FRONTERA Y LAS MINAS

419

Cuadro III Producci?n de metales en M?xico

Plomo Zinc Cobre

A?o Plata Oro toneladas toneladas toneladas

(kgs.) (kgs.) m?tricas m?tricas m?tricas 1910 2 416 669 41420 124 292 1833 48160 1920 2 068 938 22 864 82 518 15 651 49192

fuente: Marvin D. Bernstein, The Mexican Mining Industry, 189 1950 (Albany: State University of New York, 1965), p. 101.

El nuevo presidente mexicano, Alvaro Obreg?n, tendr?a qu cambiar las bases econ?micas de su gobierno, de uno de su apoyos tradicionales, la industria minera, a la recientement

pr?spera industria petrolera. A causa de la estrecha rel

ci?n de la econom?a fronteriza, ambos lados sufrieron pr fundamente los efectos de esta situaci?n.

SIGLAS Y REFERENCIAS

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420 LINDA B. HALL Y DON M. COERVER NA/RG 76: Records of the U.S.-Mexican Claims Commission: USMC 125 Records of the Agency of the United States. Entry 125. Seguido del n?mero de la caja. PRFR Papers Relating to the Foreign Relations of the United States. Seguido por el a?o.

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LA REVOLUCI?N GLOBAL

DE M?XICO

TENDENCIAS RECIENTES DE LOS ESTUDIOS SOBRE LA REVOLUCI?N MEXICANA EN JAP?N, EL REINO UNIDO Y EUROPA CONTINENTAL * W. Dirk Raat State University of New York, Fredonia

Durante las dos ?ltimas d?cadas ?1960-1980? se ha opera do un cambio dram?tico en los estudios acad?micos dedi cados a la revoluci?n: una corriente historiogr?fica que es,

seg?n el historiador David C. Bailey, "casi tan compleja

como la revoluci?n misma".1 Este cambio puede ilustrarse comparando las palabras de Robert A. Naylor en 1962 con

las de Bailey diecis?is a?os despu?s. Naylor, al comentar acerca de lo que generalmente opinaban casi todos los es

tudiosos del campo de la historia moderna de M?xico, notaba

que "el balance [de la literatura hist?rica] revela pocos estudios que se acerquen siquiera a los est?ndares m?s mo destos ..., que en t?rminos muy generales toda la historia

* Este ensayo es parte de un proyecto mayor relacionado con la preparaci?n de una gu?a anotada sobre la literatura hist?rica mexicana

de 1960 a 1980. Esta gu?a, titulada The Mexican Revolution: An

annotated guide to recent scholarship fue publicada en Boston en 1982.

El autor desea agradecer la ayuda econ?mica de la Research Founda tion of the State University of New York y del comit? de estudios

mexicanos de la Conference on Latin American History, ayuda que facilit? mi investigaci?n en Europa y los Estados Unidos. lyo Kunimoto y Toshimitsu Mituhashi me orientaron hacia los principales materiales japoneses; Kanji Hatani, del State University College en Fredonia me tradujo algunos de ellos del japon?s al ingl?s. Stanley R. Ross inspir? el proyecto original y sugiri? la dimensi?n europea.

1 Bailey, 1978, p. 62. V?anse las explicaciones sobre siglas y re

ferencias al final de este art?culo.

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LA REVOLUCI?N GLOBAL

423

econ?mica y casi toda la pol?tica e intelectual de los siglos xix y xx est? por estudiarse." 2 En 1978 Bailey, despu?s de se?alar la diversidad y la profusi?n de los trabajos acerca de la revoluci?n mexicana conclu?a que "la caracter?stica principal de los estudios recientes sobre la revoluci?n es su sofisticaci?n. Se han hecho avances ingeniosos en la meto dolog?a, y los historiadores aceptan hoy d?a t?cnicas y puntos

de vista de otras disciplinas. La historia social y econ?mica

ha superado ya la perspectiva heroica que prevalec?a en

d?cadas anteriores." 3

Lo m?s evidente hoy d?a es la calidad profesional del

trabajo. Los niveles de objetividad son generalmente altos en monograf?as y art?culos que reflejan el inter?s de sus autores en lograr objetividad y exhaustividad sujet?ndose a las demandas l?gicas del pensamiento hist?rico. Estos tra

bajos son producto de intensa investigaci?n en M?xico y

otros lugares, y resultado del progreso de la bibliotecolog?a, de la accesibilidad de las fuentes y de la creciente disponi bilidad de instrumentos bibliogr?ficos, los trabajos son a me nudo cr?ticos y revelan que sus autores est?n conscientes de los problemas conceptuales y metodol?gicos. La metodo log?a se ha vuelto cada vez m?s variada y sofisticada, lo que

en parte se debe a la influencia de las ciencias sociales en la historia y a la "revoluci?n de las computadoras" en Es tados Unidos, Europa y Jap?n. El nuevo profesionalismo se ha debido en gran medida al inter?s que han mostrado en los estudios sobre la revo luci?n mexicana autores de fuera del continente america no. Puede apreciarse este cambio en los comentarios y observaciones de Robert A. Potash. En su an?lisis de la his toriograf?a mexicana en I960,4 Potash se?alaba que la con

tribuci?n de autores europeos era insignificante. Una d?cada m?s tarde al dirigirse a los historiadores en el congreso de Santa M?nica, el mismo Potash observaba que "el inter?s 2 Naylor, 1962, pp. 353-354. 8 Bailey, 1978, p. 63.

4 Potash, 1960.

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W. DIRK RAAT

que se ha despertado entre los historiadores europeos occi dentales y orientales por la historia de M?xico en los siglos xix y xx constituye uno de los acontecimientos historiogr? ficos m?s importantes de los ?ltimos a?os." 5 Los estudios sobre la revoluci?n mexicana, que fueron en una ?poca monopolio de mexicanos y norteamericanos,

se realizan ahora en otras partes de Hispanoam?rica, en Canad?, Australia, Europa (especialmente el Reino Unido, Francia, Holanda, la Rep?blica Federal Alemana y la Uni?n Sovi?tica) y Jap?n. Esta dimensi?n internacional, que se refleja en el uso de nuevos archivos nacionales, ha dado al estudio de M?xico una perspectiva global y un pulimento

que casi no se encuentra en estudios referentes a otras partes

de Am?rica Latina.

Un ejemplo interesante de este car?cter cosmopolita ha

sido el creciente inter?s de Jap?n sobre M?xico a partir de fines de la d?cada de los sesenta. Tradicionalmente los estudios en Jap?n se hab?an orientado hacia las naciones m?s industrializadas de Europa, dejando casi ignoradas a Latinoam?rica, ?frica y aun Asia (con excepci?n de China) . Antes de la Segunda Guerra Mundial los pocos estudios que hab?a eran obra de economistas y se limitaban a temas de inmigraci?n y colonizaci?n en Brasil, Per? y M?xico ??reas

de inmigraci?n japonesa. Las publicaciones de esta ?poca

eran por lo regular obra de autores ligados a la Universidad de Kobe en el sur del Jap?n.6 Durante la d?cada de 1960 el inter?s acad?mico por Lati noam?rica se ampli? debido en parte a las investigaciones y publicaciones del Instituto de Estudios del Desarrollo Eco n?mico, fundado para promover el conocimiento del desa rrollo de Asia, ?frica y Latinoam?rica. El instituto publica

mensualmente la revista Ajia Keizai (Econom?a Asi?tica). Otro importante factor fue el establecimiento en 1964 de la primera sociedad acad?mica de latinoamericanistas, la 5 Potash, 1976, p. 812. ? Kunimoto, 1980, pp. 61-62.

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LA REVOLUCI?N GLOBAL

425

Japanese Society of Social Science of Latin America. En 1972 esta sociedad contaba ya con 72 miembros (la mayor?a eco nomistas interesados en problemas de desarrollo y moder

nizaci?n), y publicaba Raten Amerika Honshu, revista de estudios sobre Am?rica Latina.7

El inter?s de los acad?micos japoneses por la historia

de Am?rica Latina se ha convertido en un compromiso serio

s?lo en la ?ltima d?cada. En un reciente estudio historio

gr?fico, Iyo Kunimoto analiza 85 art?culos sobre historia de Am?rica Latina escritos por japoneses desde 1969. De ellos, la inmensa mayor?a puede clasificarse dentro de los campos

de la historia diplom?tica, pol?tica o econ?mica. S?lo los estudios sobre M?xico, que comprenden el 22% del total,

incluyen temas de historia social o cultural.8 Del estudio de Kunimoto parece desprenderse que los japoneses se interesan

por la historia de M?xico m?s que por la de otras partes de Latinoam?rica, y sobre todo por la historia contem por?nea o de la revoluci?n. Este inter?s por el M?xico moderno se debe a varias

razones. Casi todos los historiadores japoneses se interesan en generalizar. El enfoque ha sido el de estudiar el capita lismo, el imperialismo, el nacionalismo, la dependencia y la

revoluci?n. Por eso los especialistas se han sentido atra?

dos hacia pa?ses que han experimentado revoluciones, como Cuba, Chile y M?xico. Otro factor ha sido el papel de ins tituciones como la Universidad de Tokio y la de Sof?a al promover estudios sobre M?xico y la Am?rica Latina. El profesorado permanente del Instituto de Relaciones

Internacionales de la Universidad de Sof?a ha promovido mucho del inter?s por M?xico. Varios de estos acad?micos han sido profesores visitantes en El Colegio de M?xico, entre ellos Tadashi Kawata, educado en la Universidad de Tokio; el historiador Kimitada Miwa, que realiz? estudios en Prin

ceton, y la soci?loga Kazuko Tsurumi. El Instituto Ibero 7 KuNiMOTo, 1980, pp. 62-63.

8 Kunimoto, 1980, pp. 64-65.

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W. DIRK RAAT

americano de la Universidad de Sof?a ha jugado tambi?n

un papel importante promoviendo investigaciones y la pu blicaci?n de la revista Iberoamericana, que es la m?s impor tante en su campo en el Jap?n. Esta revista ha publicado muchos art?culos importantes sobre el M?xico contempor? neo, incluyendo una traducci?n al japon?s del art?culo de

David Brading citado al principio, "Revisionism and the

recent historiography of the Mexican revolution",9 y un estudio de Toshimitsu Mituhashi, "The characteristics of the Mexican middle class before the revolution".10

Finalmente, debe decirse que una nueva generaci?n de j?venes acad?micos, educados dentro y fuera de Jap?n, pro

mueve el desarrollo de estudios sobre la revoluci?n. Una de las m?s prol?ficas ha sido Iyo Kunimoto, que es actual mente profesora adjunta en la Universidad de Chuo y es tudi? en la Universidad de Texas en Austin. Adem?s del estudio historiogr?fico que hemos citado, Kunimoto ha pu blicado trabajos acerca del surgimiento de relaciones diplo m?ticas entre M?xico y Jap?n durante el Porfiriato, el epi sodio de la Bah?a de la Magdalena en 1911 y 1912, la pol?tica de Carranza con respecto a Jap?n, y los inmigrantes japo neses durante la revoluci?n.11 Dos de estos estudios apare cieron en Rekishigaku kenkyu, revista de estudios hist?ricos publicada por la Historical Science Society of Japan.

Otro joven y prometedor autor japon?s es Toshimitsu

Mituhashi, ya mencionado, que est? terminando sus estudios

de posgrado en historia intelectual de M?xico en la Uni

versidad de Sof?a en Tokio. Fue ?l quien tradujo al japon?s el art?culo historiogr?fico de Bailey. Recientemente public? un an?lisis historiogr?fico sobre los estudios acerca de la clase media mexicana, llegando a la conclusi?n revisionista

de que, contrariamente a lo que afirman Andr?s Molina Enr?quez y N. L. Whetten, exist?a una clase media embrio 9 Bailey, 1979.

10 MrruHASHi, 1979.

" Kunimoto, 1976; 1977a; 1977b; 1977c; 1978a; 1978b.

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LA REVOLUCI?N GLOBAL

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naria durante el Porfiriato.12 Estos autores, junto con otros,

han realizado estudios sobre diversos temas de la historia de la revoluci?n. Demasiado numerosos para hablar de cada uno de ellos, han hecho trabajos sobre las relaciones inter

americanas, el desarrollo y la nacionalizaci?n de la industria petrolera mexicana, la historia de la educaci?n contempor? nea, el movimiento obrero, la reforma agraria, el mestizaje, el nacionalismo y el indigenismo.13 Sin embargo, a pesar

de sus enormes avances y de la riqueza de su desarrollo, Jap?n est? todav?a atr?s de la mayor?a de los pa?ses de Europa, en los que se han realizado investigaciones m?s originales. El redescubrimiento de Latinoam?rica por los europeos es un fen?meno de la posguerra que no se aceler? sino hasta

las ?ltimas dos d?cadas. Carmelo Mesa-Lago ha analizado

las causas pol?ticas, econ?micas y culturales que han creado

el inter?s por Latinoam?rica en Europa.14 Seg?n dice, la

revoluci?n cubana y sus consecuencias han sido, desde 1959, el principal factor pol?tico. Los sentimientos antinorteame ricanos y las guerrillas despertaron en algunos gobiernos

europeos la esperanza de recuperar algo de la influencia

diplom?tica, los negocios y el comercio que les hab?a arre

batado Estados Unidos. La ruptura de lazos entre Estados Unidos y Cuba y la independencia diplom?tica de M?xico, que mantuvo rela

ciones con el gobierno revolucionario, hicieron que los so vi?ticos reinterpretaran su papel en Am?rica Latina. En 1961 establecieron en Mosc? el Instituto Latino Americano, as? como el Instituto de Historia Mundial. Esto, a su vez, in fluy? en el desarrollo de instituciones similares en otros pa?ses de Europa oriental: Polonia, la Rep?blica Democr?ti ca Alemana y Checoslovaquia. 12 MlTUHASHI, 1979. 13 Vid., por ejemplo, los siguientes: Adoki, 1978; Maruya, 1970;

Matsumara, 1979; Minakawa, 1969-1971; Shimizu, 1979; Suyama, 1972; Takayama, 1972, 1973 y 1977; Takeuchi, 1971. *4 Mesa-Lago, 1980, pp. 176-179.

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W. DIRK RAAT

La revoluci?n cubana y el idealismo moral del

Guevara despertaron el inter?s de profesores y estudian europeos, contribuyendo as? a que se emprendieran tem acad?micos sobre Am?rica Latina. En ning?n lugar fue

cierto esto que en Francia, donde los intelectuales ab

bieron las ideas procubanas de pensadores como Jean-Pa Sartre y R?gis Debray. El inter?s por Latinoam?rica y M? continu? con el experimento socialista chileno y el reco cimiento por M?xico del gobierno de Salvador Allende. golpes militares de Chile, Argentina y Uruguay lanza una oleada de refugiados pol?ticos a Europa, especialmen

Espa?a y Suecia. Y durante toda esta d?cada, M?xico

igual que otros pa?ses hispanoamericanos, trat? de dive ficar sus mercados y de atraer inversiones y ayuda exte Los descubrimientos petroleros de M?xico fueron vistos

mucha atenci?n por los dirigentes de la Europa indus lizada y necesitada de fuentes de energ?a. En su an?lisis de las excelencias alcanzadas por los gramas europeos para el estudio de Latinoam?rica, Carm Mesa-Lago evalu? trece pa?ses europeos tomando en cuen la distribuci?n geogr?fica de los programas, los grados d?micos que se ofrecen, el tama?o y las especializacione su profesorado, el tama?o de las bibliotecas, las publica nes, y las capacidades y estabilidad financieras.15 Encab la evaluaci?n la Rep?blica Federal Alemana, seguida de c ca por el Reino Unido. Espa?a ocupaba el tercer lug seguida por Francia, y con la Uni?n Sovi?tica en el quin lugar. Mi propia evaluaci?n de los estudios sobre el M?xico revolucionario se aproximar?a bastante a las apreciaciones de Mesa-Lago. La Rep?blica Federal Alemana y el Reino Unido son los que tienen m?s mexicanistas, m?s publicacio nes relacionadas con M?xico y m?s recursos bibliotecarios de importancia. Francia, fundamentalmente por su Institu to de Estudios Mexicanos de la Universidad de Perpi??n " Mesa-Lago, 1980.

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LA REVOLUCI?N GLOBAL

429

y el trabajo de Jean A. Meyer, quedar?a en un distante tercer lugar. Cerca estar?a Holanda, que tiene un impor tante programa latinoamericanista en el CEDLA (Inter

university Center for Latin American Research and Docu mentation) de Amsterdam, y una excelente colecci?n sobre la historia del trabajo en el International Institute of Social History. En un quinto lugar pondr?a a la Uni?n Sovi?tica, especialmente por sus investigadores de la secci?n latino americana del Instituto de Historia Mundial de la Academia

de Ciencias de Mosc?. Y aunque Espa?a tiene un gran n?mero de latinoamericanistas,16 la mayor?a de ellos se dedi can a la antropolog?a o la literatura, y los historiadores se interesan m?s por el per?odo colonial. Las preocupaciones

econ?micas y pol?ticas actuales de Espa?a la orientan m?s bien hacia Europa, ?frica y el Medio Oriente que hacia Hispanoam?rica. En los a?os sesenta Latinoam?rica dej? de estar estricta mente dentro de la esfera de influencia norteamericana. Como ya observamos, la afiliaci?n de la revoluci?n cubana con el marxismo dio ?mpetu a los estudios latinoamerica nistas en la Uni?n Sovi?tica. El m?s conocido de los mexi canistas sovi?ticos es Moisei S. Alperovich, "colaborador cien

t?fico" del Instituto de Historia Mundial de la Academia de Ciencias de la URSS. Alperovich es autor de un an?lisis historiogr?fico de los escritores norteamericanos desde la Segunda Guerra Mundial,17 y tambi?n particip? en obras sobre la literatura "burguesa" norteamericana sobre M?xico y las relaciones mexicano-norteamericanas durante la revolu

ci?n, de 1910 a 1917.18 Entre los colegas mejor conocidos de Alperovich se cuentan Nikolai M. Lavrov, jefe de sec ci?n de la divisi?n latinoamericana del Instituto de Historia

Mundial, y Boris T. Rudenko. Lavrov es, probablemente, el m?s sofisticado de los mexicanistas sovi?ticos. Ha publicado

estudios basados en una buena investigaci?n sobre biblio 16 Van Oss, 1976.

17 Alperovich, 1960. 18 Alperovich, 1975 y 1976.

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W. DIRK RAAT

graf?a,19 la decadencia del Porfiriato,20 y la historia de la revoluci?n mexicana de 1910 a 1917.21 Rudenko es mejor conocido en Occidente por su trabajo en conjunto con Al perovich 22 y su estudio del magonismo.23 La revista sovi?tica Novaia i Noveishaia Istoria (Historia

Moderna y Contempor?nea) ha publicado art?culos sobre bibliograf?a mexicana, el imperialismo en M?xico, y los

obreros durante la revoluci?n.24 Otros escritores sovi?ticos

menos conocidos son A. F. Schulgovskii, jefe del Departa mento de Problemas Sociopol?ticos del Instituto de Latino Am?rica de la Academia de Ciencias, quien ha publicado una obra te?rica sobre el M?xico contempor?neo;25 E. E. Pechuro, que ha estudiado a Zapata; 26 Andrei A. Sokolov, con un estudio sobre la revoluci?n,27 y Nicol?s Larin, con otro sobre los cristeros.28

Debido a que muchos profesores y estudiantes de la Euro pa oriental acuden al Instituto de Am?rica Latina en Mosc?, no es raro que surgieran estudiosos de la revoluci?n mexi cana en Polonia y Checoslovaquia. Rewolucja meksykanska, de Robert Mroziewicz,29 es el primer libro polaco que ana

liza el tema. En Checoslovaquia los escritores Bohumil

Badura 30 y Roldan Estela 31 han estudiado la cuesti?n agraria en M?xico. Estas obras reflejan los intereses y la influencia

de los acad?micos sovi?ticos: usan modelos marxistas, en 19 Lavrov, 1967a y 1967b. 20 Lavrov, 1972a. 21 Lavrov, 1972b. 22 Alperovich, 1975 y 1976. 23 Rudenko, 1975. 24 Lapshev, 1962; Lavrov, 1967; Neymet, 1967. 25 Schulgovskii, 1967. 26 Pechuro, 1961. 27 Sokolov, 1978. 28 Larin, 1968. 29 Mroziewicz, 1973. 30 Badura, 1966.

31 Estela, 1964.

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LA REVOLUCI?N GLOBAL

431

fatizan el tema del agrarismo, y se concentran en el per?odo

de 1910 a 1917.

Gregory Oswald, autor de un examen de la historiograf?a sovi?tica,32 observa que el marxismo-leninismo ejerce en ella un "papel impregnante", y que el inter?s de los sovi?ticos

por Latinoam?rica est? motivado por consideraciones po l?ticas. Una segunda caracter?stica, de acuerdo con Mesa-Lago,

es que la mayor parte de los estudios sobre M?xico se basan en investigaciones de biblioteca (a menudo en fuentes "bur guesas" norteamericanas), ya que los historiadores sovi?ticos tienen muchas dificultades para lograr acceso a los archivos mexicanos, dificultades que var?an seg?n el clima pol?tico en la Uni?n Sovi?tica y M?xico. As? pues, su interpretaci?n es casi siempre tradicional, centrada en aspectos de la revo luci?n burguesa democr?tica de 1910-1917.33 Y como la mayor

parte de sus publicaciones est?n en ruso, son poco conocidas por mexicanos y norteamericanos. Holanda pareciera ser un lugar algo exc?ntrico para los estudios mexicanistas, pero los holandeses est?n estrat?gica mente ubicados en un lugar que les hace recibir f?cilmente las corrientes intelectuales de Francia, Inglaterra y Alema

nia. El CEDLA (Center for Latin American Research and

Documentation) fue fundado en 1964 como instituto de in vestigaciones de la Universidad de Amsterdam. Para 1971 se hab?a convertido en un centro interuniversitario soste

nido por el gobierno con la participaci?n de ocho univer sidades, incluida la de Leiden. En este lugar, Leiden, Ray mond Th. J. Buve ha sido desde 1972 director del Centro de Estudios del Caribe del Real Instituto de Antropolog?a y Ling??stica. Buve, uno de los escritores europeos m?s pro l?ficos, ha publicado varios estudios revolucionarios sobre el impacto de la modernizaci?n en el M?xico rural,34 la movi 32 Oswald, 1963 y 1965.

33 Para un ejemplo de este tradicionalismo, vid. Rudenko, 1977,

pp. 221 y 225-227. 3* Buve, 1974.

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lizaci?n campesina en Tlaxcala,35 la reforma agraria y el

caudillismo en los primeros a?os de la revoluci?n,36 y el des

contento laboral en el campo durante el Porfiriato.37 La mayor?a de estas obras fueron publicadas por el CEDLA. Los estudios mexicanistas franceses se cuentan entre los

mejores de Europa. Los franceses cuentan con ense?anza e investigaci?n de buena calidad, y han tenido lazos cul turales, hist?ricos e intelectuales con M?xico desde el posi tivismo de Augusto Comte en el siglo xix hasta el existen cialismo de Sartre en nuestros d?as. Revistas hist?ricas fran

cesas, como los Cahiers d'Histoire Mondiale, publican a menudo los trabajos de los mexicanistas.38 Los principales centros dedicados al estudio de la revoluci?n mexicana son Par?s y Perpi??n. El Institut des Hautes Etudes de P Am?rique

Latine de la Universidad de Par?s maneja un programa

interdisciplinario de ciencias sociales que se ocupa especial mente de la demograf?a, la geograf?a (especialmente de M?xi co) , la pol?tica y la historia socioecon?mica. El mexicanista que est? a cargo de ?l es Fran?ois Chevalier, especialista en historia social y colaborador de la influyente y prestigiada revista Annales: Economies, Soci?t?s, Civilisations as? como de la revista mexicana Cuadernos Americanos.39 No es de sorprender que la historia social mexicana haya recibido impulso de la historiograf?a francesa, ni que el Instituto de Estudios Mexicanos de la Universidad de Per pi??n haya sido fuente importante de ideas sobre la historia social a trav?s de las ense?anzas e investigaciones de Jean A.

Meyer. M?s de un rese?ador ha notado que la voluminosa y provocativa obra de Meyer, La cristiada,40 fue elaborada con el detalle y la paciencia de la escuela de historia social

de los Annales (y lo mismo se podr?a decir de Pueblo en 35 36 37 38 39

Buve, 1977 y 1979. Buve, 1975. Buve, 1972. Vid., por ejemplo, Caso, 1967 y Gonz?lez Navarro, 1964. Chevalier, 1969, 1961 y 1977.

4<> Meyer, 1976.

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vilo de Luis Gonz?lez).41 Vale la pena observar que Per pi??n deber?a ser importante para la historia social de M?xi

co, sobre todo porque el Instituto de Estudios Mexicanos se ocupa de una de las dos ?reas de estudios abiertas recien temente por esa universidad ?la otra es la del Instituto de Estudios Mediterr?neos. Vistos en conjunto, los dos progra

mas ponen ?nfasis en la historia multidisciplinaria carac ter?stica de la escuela de Fernand Braudel. Braudel, desde

luego, es el autor de un estudio b?sico sobre el Mediterr?neo

en la ?poca de Felipe II y miembro relevante de la escuela de los Annales.

Relacionado con lo anterior se encuentra el programa

de estudios atl?nticos recientemente creado en el University College de Gales, en Cardiff. Especialistas y estudiantes se dedican all? al estudio de la "ecolog?a humana" de la cuenca atl?ntica, atendiendo a la ecolog?a y los asentamientos, las corrientes comerciales, los patrones de trasplante y acultura

ci?n, y la experiencia pol?tica "colectiva". La estructura

duplica el Mediterr?neo de Braudel; el foco est? puesto b? sicamente en Iberoam?rica, con M?xico situado en el con texto m?s amplio de la "econom?a atl?ntica" y la "revoluci?n

atl?ntica". Los principales centros de estudio sobre la revoluci?n mexicana en el Reino Unido son los centros e institutos

latinoamericanistas de Cambridge, Oxford, Londres, Glasgow y Liverpool, los llamados cinco "Centros John H. Parry". Fundados en conjunto por una dependencia gubernamental conocida como University Grants Committee, los Centros Parry coordinan sus actividades docentes y de investigaci?n y preparan el Journal of Latin American Studies publicado por la Universidad de Cambridge. Cambridge publica tam bi?n una serie de monograf?as en la que han aparecido im portantes trabajos sobre la historia de M?xico. El Comit? Parry design? al instituto de Londres para compilar y pu blicar informaci?n sobre los estudios latinoamericanos en

las universidades del Reino Unido, acitvidad que ha con 41 Gonzalez, 1974.

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ducido a la reciente publicaci?n de Laurence Hallewell Latin American Bibliography.42 En cuanto a las bibliot

cas, Londres tiene m?s vol?menes, pero la mejor selecci?n de materiales mexicanos se encuentra en Oxford. Oxford, Cambridge y Londres desarrollan la mayor parte de la i vestigaci?n sobre la historia de la revoluci?n mexicana.

La Universidad de Oxford public? la monograf?a de Alan S. Knight sobre los aspectos internacionales de la

revoluci?n de 1913 a 1917.43 Knight, catedr?tico de la Un versidad de Essex, termin? recientemente un estudio titulad

"Peasant and caudillo in revolutionary Mexico".44 La ca Clarendon de Oxford public? el examen socioliterario d

John Rutherford sobre la sociedad mexicana durante la rev luci?n.45 Un estudiante de Cambridge, Dudley Ankerson, h hecho dos importantes ensayos, uno sobre los cambios eco n?micos durante el Porfiriato,46 y otro sobre el caudillism en San Luis Potos? de 1890 a 1938.47 Peter Calvert, egresad de Cambridge que es ahora catedr?tico de ciencia pol?tica e la Universidad de Southampton, ha escrito estudios histori gr?ficos sobre la revoluci?n mexicana, un art?culo te?rico y la obra cl?sica sobre la diplomacia de los conflictos angl norteamericanos durante los primeros a?os de la revoluci?n hasta 1914.48 Este ?ltimo estudio se basa en fuentes primarias

de los archivos de M?xico, los Estados Unidos y la Gra

Breta?a, especialmente el Public Record Office.

Seg?n el estudio de Carmelo Mesa-Lago, la Rep?blic

Federal Alemana ocupa el segundo lugar mundial en el n? mero de estudios, programas y especialistas en Latinoam?ric superada s?lo por Estados Unidos.49 La Asociaci?n Aleman 42 Hallewell, 1978.

43 44 45 46 47 48 49

Knight, 1971. Knight, 1980. Rutherford, 1971. Ankerson, 1974. Ankerson, 1980. Calvert, 1968a, 1968b, 1969 y 1978. Mesa-Lago, 1980, p. 17.

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para la Investigaci?n sobre Latinoam?rica (Arbeigsgemein schaft Deutsche Latinamerika-Forschung, o ADLAF) ha sido en parte la responsable de ello. La ADLAF fue fundada en Dortmund en 1965 como asociaci?n de once instituciones

alemanas localizadas en Hamburgo, y ahora la forman ya veinte instituciones. La ADLAF ha promovido varios pro yectos interdisciplinarios de investigaci?n, incluyendo al Proyecto M?xico de la Fundaci?n Alemana para la Inves tigaci?n Cient?fica, empresa mexicano-alemana que se ha dedicado al estudio del ?rea de Puebla-Tlaxcala. El tema del proyecto es el de las transformaciones del hombre y su ambiente a trav?s del tiempo, y ha contado con la partici paci?n de m?s de cien cient?ficos, arque?logos, ge?grafos e historiadores. Adem?s de Hamburgo, la ADLAF tiene cen tros en Bonn, Colonia, Berl?n y otros lugares. En Berl?n, la colecci?n multidisciplinaria de libros m?s

completa sobre Am?rica Latina en Europa corresponde al

Ibero-Amerikanisches Institut Stiftung Preussischer Kultur besitz (lAI), que publica la revista Ib ero-Amerikanische s Archiv en alem?n, espa?ol e ingl?s. Desde 1975 esta revista ha publicado varios art?culos relativos a la revoluci?n mexi cana, obra de autores europeos, norteamericanos y, en un caso, del Canad?. Por ejemplo, el profesor Hans von Pohl, de Bonn, public? un estudio sobre el desarrollo de la agri cultura en M?xico durante el Porfiriato;50 Kenneth J. Grieb,

un especialista de Wisconsin, hizo un art?culo sobre las

confrontaciones anglo-norteamericanas en M?xico de 1913 a 1914,51 y David Raby, de Toronto, contribuy? con un ar ticulo sobre la educaci?n rural en M?xico entre 1921 y 1935.52

Fundamental para el establecimiento de muchos contactos acad?micos entre norteamericanos, alemanes y mexicanos ha

sido Friedrich Katz, de la Universidad de Chicago. Fue ?l

quien hizo uso por primera vez de documentos del ministerio alem?n del exterior en su cl?sico estudio de las relaciones 50 Von Pohl, 1975. 51 Grieb, 1975. 52 Raby, 1978.

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germano-mexicanas entre 1870 y 1920,53 y contin?a publicand en revistas alemanas.54 Aparte de Katz, el mexicanista alem

mejor conocido es probablemente Manfred Mols, direct del Institut f?r Politikwissenschaft en la Universidad d Mainz. Mols se interesa fundamentalmente en la histor

graf?a mexicana contempor?nea, la pol?tica y la "revoluci? institucionalizada".55 Con ?l ha colaborado en muchas obra

conjuntas el acad?mico suizo Hans Werner Tobler, profeso de historia latinoamericana en la Universidad de Zurich Tobler es un escritor prol?fico que ha publicado varia

obras, principalmente en alem?n, sobre historiograf?a mex cana, revueltas campesinas y reforma agraria del Porfiriat a la d?cada de los setenta.56 Por ?ltimo, debe hacerse men ci?n de Herbert J. Nickel, de la Universidad de Friburgo, por su estudio de las deudas hereditarias de los trabajador agr?colas mexicanos.57 A pesar de que la historiograf?a europea sobre la revolu ci?n mexicana ha madurado, a?n existen varios problemas Fuera de Alemania, las tendencias inflacionarias y las difi cultades financieras de los a?os setenta han provocado cort en el personal, las horas de trabajo, los recursos bibliogr? ficos y los programas en muchas instituciones. A?n existen rivalidades tradicionales entre naciones y entre los profesores

de distintas universidades dentro de un pa?s. Los espec listas asociados al proyecto mexicano-alem?n de la ADLAF en Puebla-Tlaxcala parecen a veces ser indiferentes a la

investigaciones del competente holand?s Raymond Buve, ex perto en la historia de Tlaxcala. Los historiadores radicales

de la Universidad de Amsterdam rara vez reconocen lo m?ritos de los "provincianos" de Leiden, Tilburg u otro lugares.

53 Katz, 1964. Katz, 1981, es una versi?n ampliada y revisada. 54 Katz, 1978.

" Mols, 1975 y 1976.

56 Mols, 1975, 1976 y Tobler, 1971a, 1971b, 1974, 1976a, 1976b,

1976c y 1977. 57 Nickel, 1976.

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LA REVOLUCI?N GLOBAL

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La comunicaci?n pued? mejorarse en el futuro. A este respecto debe resaltarse la existencia de dos asociaciones

profesionales europeas. Primero est? el Consejo Europeo de

Investigaciones Sociales sobre Am?rica Latina (CEISAL), con sede en Londres y en colaboraci?n con el CEDLA de

Amsterdam que difunde informaci?n sobre los estudios lati noamericanos en Europa a trav?s de su Bolet?n de Estudios Latinoamericanos y del Caribe. Despu?s est? la Asociaci?n

de Historiadores Latinoamericanistas Europeos (AHILA), actualmente situada en Gante, B?lgica. La comunicaci?n

internacional tambi?n se ve favorecida por los congresos de historiadores mexicanos y norteamericanos, en los que han participado investigadores europeos; Oaxtepec, 1969; Santa M?nica, 1973; P?tzcuaro, 1977; Chicago, 1981.58 En este ?lti mo el representante europeo ante el comit? organizador fue David A. Brading, de Cambridge.

La elecci?n de Brading fue l?gica, puesto que ?l ha

estado al frente de muchos europeos que han procurado que se haga investigaci?n global sobre M?xico. Tambi?n organiz? una reuni?n en la Universidad de Cambridge en abril de 1977 sobre campesinos y caudillos en el M?xico moderno. Esta reuni?n junt? por primera vez un buen n?

mero de acad?micos "revisionistas" de Europa, M?xico y los

Estados Unidos. Las memorias publicadas son una pieza fundamental en la historiograf?a de los estudios sobre la revoluci?n mexicana,59 y un testimonio de la naturaleza cosmopolita que esos estudios tienen hoy.

En suma, las dos ?ltimas d?cadas han presenciado pro

gresos extraordinarios en los estudios profesionales sobre la revoluci?n. Una muestra importante de ese progreso se encuentra en las colaboraciones de los especialistas de Jap?n y Europa. La revoluci?n mexicana se ha convertido en una 68 Vid.f por ejemplo, las publicaciones de estas reuniones: Inves

tigaciones. .., 1971; Contemporary Mexico, 1976; Trabajo y los tra bajadores ..., 1979. 59 Ankerson, 1980.

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FRAY ALONSO DE LA VERACRUZ EN LA VISI?N PE ANTONIO G?MEZ ROBLEDO* Silvio Zavala Profesor Em?rito de

El Colegio de M?xico Si nos fijamos, como conviene, en el temario de los estudios del doctor Antonio G?mez Robledo, hallaremos por lo que toca a las personalidades la sucesi?n de Arist?teles a Santo Tom?s de Aquino, de Dante a los neo-escol?sticos espa?oles del siglo xvi. Y en cuanto a las materias, la fuerte presen cia del derecho natural y de la justicia. Es pues un autor acostumbrado a mirar a las alturas y que sabe hacerlo. Ante tan vasto horizonte, tomar? el atajo que conduce

a la universidad de Salamanca y a las Relecciones del do minico fray Francisco de Vitoria. Don Antonio le dedic? en 1940 la obra intitulada Pol?tica de Vitoria, porque ve?a

que trataba hacia 1539 del problema de la licitud de la colonizaci?n espa?ola en Am?rica y, al mismo tiempo, so brepasando la cuesti?n formal, la intuici?n y la dial?ctica

del disertante salmantino tomaron tan amplio giro, que por primera vez el mundo supo, a trav?s de aquellas lecturas,

de la existencia de un nuevo derecho, del derecho inter

nacional moderno.

Ahora bien, la circunstancia que atra?a la mirada de G?mez Robledo hacia ese tema se hallaba relacionada con los actos conmemorativos del cuarto centenario de la fun

daci?n de la Universidad Nacional de M?xico, ya que ?sta * Comentario le?do en el acto de presentaci?n del libro del doctor Antonio G?mez Robledo, Relaciones internacionales, M?xico, Secretar?a de Relaciones Internacionales, 1983, el 4 de mayo de 1983.

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450

SILVIO ZAVALA

le hab?a encomendado la redacci?n de un ensayo sobre la figura y e! ideario del gran espa?ol.

En el amplio mundo de fundamentos y valores que se

encuentra en el razonamiento de Vitoria, hab?a la particu laridad bien expresada por G?mez Robledo de que descen

d?a de s?bito ai paisaje hist?rico-geogr??ico, al acontecer inmediato que llevaba a los hechos de los castellanos en el

Nuevo Mundo, como los llamar?a el cronista Antonio de Herrera, y que en lenguaje m?s usual en nuestros d?as designar?amos como la conquista y la colonizaci?n de Am?ri ca. El maestro salmantino no va a prescindir por cierto del an?lisis conceptual de los t?tulos del dominio de la Corona, al contrario, en ello est? el meollo de su mensaje; pero lo

hace teniendo presentes las acciones m?s all? del oc?ano de las huestes de Hern?n Cort?s en M?xico y de Francisco Pizarro en el Per?. De esta suerte, la disertaci?n universi taria se encuentra vinculada estrechamente con los aconte cimientos notorios del mundo de la ?poca y cobra por ello una ardiente actualidad.

Privilegio de los grandes maestros universitarios es el de contar con disc?pulos dignos de ellos. Lo fue fray Alonso

de la Veracruz con respecto a Vitoria, no s?lo porque hereda

el saber de la nueva escol?stica sino tambi?n porque con

serva esa propensi?n a mirar de frente los acontecimientos del mundo circundante. Vitoria hab?a visto la conquista a la distancia considerable de una c?lebre universidad del Viejo Mundo. Veracruz har?a lo propio, pero en la naciente uni

versidad mexicana, a tres d?cadas apenas de la conquista de Tenochtitl?n por Cort?s, contando como alumnos con los descendientes inmediatos de los conquistadores y pri meros pobladores de la Nueva Espa?a. Y, sin embargo, hay en sus lecciones la misma firmeza de criterio que distingue

a su maestro salmantino, la orientaci?n del pensamiento hacia la justicia aunque sea a costa de "nuestros espa?oles" como dec?a fray Alonso, y tambi?n la misma libertad de pensamiento y de expresi?n que a veces inquietaba a las autoridades a uno y otro lado del Mar Oc?ano.

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FRAY ALONSO DE LA VERACRUZ

451

As? se explica claramente porqu? los estudios de G?mez

Robledo se movieron de la figura de Vitoria a la de Vera cruz cuando, en 1968-72-76, las fructuosas investigaciones del historiador jesu?ta Ernest J. Sum?s pusieron al alcance de los lectores, en cinco vol?menes publicados por el Jesuit

Historical Institute, en Roma y Saint-Louis Missouri, ios

olvidados papeles de fray Alonso, entre los que se encontraba

la Relec?io de dominio infideiium et iusto bello (Reacci?n sobre el dominio de los infieles y la guerra justa), que fray

Alonso hab?a impartido a sus alumnos en los inicios de la c?tedra de Prima de Teolog?a de la universidad mexicana, entre 1553 y 155.5 seg?n parece.

Nuestra universidad, gracias a la tradici?n que ven?a

de 'Salamanca, se abr?a de esta suerte al examen de los m?s

inmediatos y candentes problemas de la ?poca a fin de

guiarlos por los senderos de la justicia y de la libertad, como conven?a a la ciencia y la conciencia de sus mejores maestros. Es por todo ello grato que el volumen n?mero 15, cuarta ?poca, de Estudios Internacionales del Archivo Hist?rico Di

plom?tico Mexicano, de la Secretar?a de Relaciones Ex

teriores, publicado en 1982, en merecido homenaje a la labor de Antonio G?mez Robledo, se inicie con la reproducci?n del estudio sobre "El problema de la conquista en Alonso de la

Veracruz", pp. 7-31. Aparecido ?nicialmente en la revista

Historia Mexicana de El Colegio de M?xico, xxra:3[91], enero-marzo de 1974, pp. 379-407, estaba destinado a circular entre los investigadores del pasado de nuestro pa?s. Ahora

alcanzar? m?s f?cilmente al p?blico interesado en las cues

tiones del derecho internacional. A ambos campos pertenece propiamente y este doble destino ha de complacer al autor,

G?mez Robledo ve en el agustino Alonso de la Ven

cruz, al primer profesor de filosof?a en M?xico y en el con tinente americano, y primer catedr?tico, adem?s, de Derecho de gentes, y no as? secamente, sino en defensa de los pueblos abor?genes (p. 9 de la edici?n de 1982 que ser? la que seguire

mos citando). Hab?a llegado a la ciudad de M?xico el 2 de julio de 1536., En su etapa michoacana es de recordar su

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SILVIO ZAVALA

magisterio de filosof?a y teolog?a en el Colegio de Tiripit?

donde quedaron valiosos ejemplares de su biblioteca exh bida luego en el Museo de Morelia, entre los cuales libr figura, si mi memoria me es fiel, la Biblia Pol?glota pub cada en Alcal? de Henares (1514-1517). (Acerca de Veracru como bibli?filo v?ase Amancio Bola?o e Isla, Contribuci?n al estudio bibliogr?fico de fray Alonso de la Vera Cru Pr?logo de Agust?n Millares Cario, M?xico, Antigua L brer?a Robredo, de Jos? Porr?a e Hijos, 1947. Bibliote Hist?rica Mexicana de Obras In?ditas, 21, pp. 24, 37.) A tuvo Veracruz como aventajado disc?pulo a don Anton Huitzim?ngari Mendoza y Calzonzin, hijo del ?ltimo se?or

natural tarasco; el cual don Antonio, en su relaci?n de m?r tos y servicios fechada en M?xico el 29 de agosto de 1553

(AGI, Patronato, 1-2-7/27, n?m. 2, R. 3. Publicada en obra de Manuel Toussaint, P?tzcuaro, M?xico, Imprent

Universitaria, 1942, pp. 226-230), dec?a llanamente: "que e diestro hombre de a caballo de entrambas sillas, e diestro en la lengua espa?ola e conversaci?n e trato della como si fuese nacido en Espa?a; que es diestro latino e griego,

los mejores des ta Nueva Espa?a ans? espa?oles como n

turales, y tiene gran conocimiento de todo lo escripto en estas dos lenguas, y en la hebraica principios". (Si el maest se reconoce en los buenos disc?pulos, no desmerecer?a fray Alonso este hijo espiritual tarasco, a quien se ve con

la pluma en la mano escuch?ndolo, en el c?lebre cuadr

de la c?tedra conservado en el Convento Agustino de Morel y reproducido en varias obras.)

Mas volvamos a fray Alonso ante la conquista para ad vertir que, seg?n G?mez Robledo (p. 19) : "profundas d

ferencias" separan a los tratados de Vitoria y de Veracru y que configuran, para cada uno, su propia originalidad. . El misionero agustino "habla siempre con referencia direct

a la realidad que ha estado viendo d?a con d?a". Por ejem plo, Veracruz observa que por la necesidad en que est?

de trabajar de continuo los indios para poder pagar el tri

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FRAY ALONSO DE LA VERACRUZ

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buto, no les resta tiempo para cuidar de s? mismos y de sus

hijos (p. 21).

En cuanto a la doctrina, fray Alonso distingue bien, al modo tomista, el dominio de derecho de gentes del derecho divino que se funda en la gracia. Limita como su maestro Vitoria el derecho del Emperador, mas en lo que respecta al derecho del Papa, que no es de dominio temporal directo, llega Veracruz a admitir que, en el orden espiritual puede valerse de los medios necesarios para el cumplimiento de su oficio pastoral. Es decir, tiene el poder indirecto en ma teria temporal no s?lo sobre los fieles sino tambi?n sobre los infieles, porque Cristo habl? de apacentar "otras ovejas" (alias oves habeo), de lo cual concluye fray Alonso que los infieles est?n sujetos de iure, por lo menos, al sumo pon t?fice. Y pueden ser compelidos, no a que crean en la fe cristiana, sino a que libremente quieran lo que les es tan necesario. Comenta finamente G?mez Robledo que: "A tanto

como a esto no hab?a llegado Vitoria..." (p. 24). Mas di gamos nosotros que s? lo pensaba Vasco de Quiroga, con tempor?neo y amigo de Veracruz.

Me alargo a incluir en estas breves l?neas la cita an

terior, porque demuestra que, si bien G?mez Robledo admira

a sus escol?sticos de Espa?a y de M?xico, no vacila a su

vez en aplicarles la sana cr?tica de la raz?n y de la justicia, que ellos mismos profesaban, cuando le parece necesario. Hay otros aspectos en el tratado de Veracruz que G?mez Robledo analiza detenidamente y que dejaremos al cuidado de los lectores directos del estudio que comentamos. Sola mente se?alemos que se fija don Antonio en que Veracruz no admite que los naturales sean despojados de sus tierras. En efecto, la tercera duda del tratado de fray Alonso des

arrolla ampliamente el examen de la incipiente cuesti?n

agraria que tanto pesar?a sobre la historia de nuestro pa?s, como lo he puesto de relieve en el estudio publicado por el Centro de Historia de Condumex, en 1981, bajo el t?tulo de: Fray Alonso de la Veracruz. Primer maestro de derecho agrario en la incipiente Universidad de M?xico, 1553-1555

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SILVIO ZAVAL?

Me permito citar aqu? ese folleto porque confirma la aten ci?n que Veracruz prestaba a las circunstancias inmediatas,

tanto al examinar el derecho de la conquista como los

primeros rumbos de la colonizaci?n*

No pasa por alto G?mez Robledo la dura pol?mica que

enfrent? a fray Alonso de la Veracruz con el arzobispo de

M?xico fray Alonso de Mont?far, O. P., acerca del cobro

del diezmo a los indios (p. ...14). Es materia a la que volver? en otra ocasi?n gracias a 'datos valiosos que me ha propor cionado don Antonio Mart?nez B?ez como resultado de sus lecturas en Espa?a. Si aqu? la recordamos es porque los pen sadores del siglo xvi, al acercarse a las cuestiones debatidas en su tiempo, no se vieron libres de contiendas ni de pasio

nes, y como dice G?mez Robledo, no fue una excepci?n fray Alonso de la Veracruz, "batallador y diplom?tico (se llevan muy bien ambas cosas) ", (p. 14), y que, "puesto a pelear, sab?a pelear" (p. 15).

Para concluir, ya sabemos que G?mez Robledo ve en fray Alonso de la Veracruz al "primer catedr?tico, entre nosotros, del derecho de gentes*? (p. .31) ? Por nuestra parte, miramos en el homenajeado de hoy al buen maestro, al ejemplo que deseamos sea seguido vpor aptos disc?pulos universitarios y j?venes diplom?ticos, para que perduren los valores de nues? tra tradici?n cultural y pol?tica?

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EXAMEN DE LIBROS Historia parlamentaria mexicana. Sesiones secretas 1821-1824 "Nota explicativa" por Luis Muro, M?xico, Instituto de Investigaciones Legislativas, C?mara de Diputados, 1982, (Serie Documental, 1.), 294 pp. Los archivos mexicanos han corrido las suertes m?s diversas,

desde muy tr?gicas hasta venturosas. Han sido quemados, saquea dos, vendidos como cart?n, como envolturas para cohetes y para las carnicer?as. Otros se han podrido durante inundaciones, han alimentado innumerables especies de alima?as, han sido vilmente robados o destruidos tontamente por v?ndalos. El archivo hist?rico

de la C?mara de Diputados ha sufrido por lo menos dos de estas desgracias en distintas ?pocas de su historia. Lo m?s grave han sido dos incendios, uno en 1872 y otro en 1909. Desde 1877, Juan A.

Mateos, diputado al Congreso de la Uni?n, empez? a publicar su Historia Parlamentaria de los Congresos Mexicanos en la que

a partir del Diario de Sesiones de la Soberana Junta Provisio nal Gubernativa dio a conocer las actas de las sesiones p?bli

cas de ese cuerpo legislativo hasta las del Congreso Constituyente de 1856-57. Por estas actas, y por las mismas que fueron publi cadas tan luego como tuvieron lugar en los peri?dicos oficiales, se aprecia que ciertos asuntos pasaban a sesi?n secreta, es decir, se

invitaba al p?blico a salir y se cerraban las galer?as, dejando

presente ?nicamente a los diputados. Hasta ahora, el saber de lo que se trat? en sesi?n secreta y qu? determinaciones se tomaron no era posible. La publicaci?n de este libro da a conocer, muchos a?os despu?s, sus inquietudes. El original manuscrito no proporciona el texto de todas las

actas de las sesiones secretas; en algunos casos, quedaron en blanco todas las hojas correspondientes a ciertas sesiones, por

haberse pospuesto tal vez el pasar en limpio los borradores de esas fechas. En otros casos, no dejaron hojas suficientes. En tres lugares

los folios fueron burdamente arrancados, dejando solamente un pedazo que sirve para identificar la fecha de la sesi?n y parte del asunto tratado. Las actas secretas del Soberano Congreso Constituyente quedaron sin transcribir de abril a octubre de 1822,

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456

EXAMEN DE LIBROS

aunque fueron dejados en blanco los folios correspondientes. Del

7 de marzo hasta el 30 de octubre del siguiente a?o no hay actas y tampoco se dejaron los folios en blanco. Mediante el

cotejo de las fuentes impresas de que ahora se dispone, el com pilador, Luis Muro, ha podido rehacer el calendario de las sesio nes secretas efectuadas en esos meses. (V?ase la relaci?n que se agrega al final de esta rese?a).

El archivo de la C?mara de Diputados guarda los libros de actas de las sesiones p?blicas y secretas que se salvaron de los

incendios y de la incuria, junto con una reducida porci?n de docu mentos, actualmente en proceso de clasificaci?n, del que fue va lioso archivo de la Secretar?a del Congreso. Entre estos documentos

se encontraron algunos borradores de las sesiones secretas, pero todas ya estaban copiadas en el libro.

Tampoco fue posible, al tiempo de preparar la edici?n de

las actas, localizar en el archivo ejemplares de los reglamentos internos de la C?mara de Diputados para estos primeros a?os que permitieran precisar cu?les temas y circunstancias daban pie a celebrar una sesi?n secreta. Por lo general se llevaba a cabo dos veces por semana durante una hora o dos a la una de la tarde, pero en un principio, seg?n las fechas anotadas en el libro, hubo dos o hasta tres y cuatro d?as seguidos, o cada tercer d?a, sin establecer un patr?n definitivo. Al levantar el acta correspon diente la firmaba el presidente y/o secretarios de la C?mara. Estas autoridades cambiaban total o parcialmente cada mes. Por los comentarios y votaciones de los diputados sabemos que acordaron discutir en secreto cualquier tema que lo ameri

taba. Un diputado suger?a pasar tal o cual asunto a la sesi?n

secreta. A veces suced?a lo contrario y en sesi?n secreta se decid?a

pasar alg?n asunto a la p?blica, como decidieron hacer al dis cutir la suerte de la familia de Iturbide despu?s de su fusila

miento. Suced?a tambi?n que en medio de la p?blica se declaraba una secreta y luego abr?an nuevamente las puertas de las galer?as. Los diputados gastaron su tiempo en decidir si un tema era propio para la secreta o la p?blica, y al decidir finalmente en favor de aqu?lla, dedicaron muchas sesiones a un mismo negocio, como acordar el n?mero de ejemplares que las imprentas ten?an que entregar forzosamente al gobierno. Al tocar asuntos delicados, vo taban si era preciso guardar "religioso silencio". A medida que avanzaba la primera d?cada independiente se defin?an con mayor precisi?n los temas a tratar en sesi?n secreta.

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EXAMEN DE LIBROS

457

A finales de 1823 se ped?a, por ejemplo, que todo asunto rela cionado con la iglesia fuera tratado en secreto. A mediados del a?o siguiente aprobaron hablar de las dietas y "especies perso nales o dom?sticas" de los diputados en privado, seguramente para evitar una escena bastante frecuente: los diputados, al no recibir recursos suficientes de sus estados natales, ten?an que con fesar su penuria a la C?mara y pedir sueldos de emergencia, pr?s tamos, o el pago de dietas atrasadas. Es de lamentar que no se pudiera hacer un ?ndice de temas

al publicar estas actas, por lo que valdr?a la pena mencionar

algunos de los discutidos durante los turbulentos primeros a?os de independencia. Un asunto que causaba las mayores angustias, aunque parece ser preocupaci?n m?s bien actual, era el dinero. Senciliamente no hubo y no exist?a el Fondo Monetario Inter

nacional para sacar a la tesorer?a del apuro. Para noviembre

de 1823, el gobierno no hab?a pagado al ej?rcito desde septiem bre y a los bur?cratas desde agosto y obviamente sent?a el peligro

de tener tanto personal belicoso en su contra. El presupuesto

era de medio mill?n de pesos y se recaudaba ?nicamente 30 000 al a?o, que no permit?a cubrir los gastos m?s precisos. El primer expediente era recurrir al pr?stamo forzoso con encarcelamiento para aquellos ricos que no encontraban la forma de liquidar su cuota. Iturbide reuni? a los altos prelados para pedirles la plata de las iglesias, y la C?mara debati? la conveniencia de quedarse

con fondos espa?oles encaminados a Veracruz. A pesar de ser

anticonstitucionales los pr?stamos forzosos, varios individuos fueron

encarcelados. Se intentaron otros medios para conseguir dinero, por ejemplo, establecer un impuesto sobre el pulque. La ciudad

de Toluca, con toda raz?n, consider? que ya no era necesario ni decoroso pagarle tributo al Marquesado del Valle, asunto eco n?mico que tambi?n ten?a que resolver la C?mara de Diputados. La cr?tica situaci?n econ?mica se resolvi? realmente hasta la lle

gada de fondos ingleses. Solicitar y tramitar este pr?stamo retuvo la atenci?n de los diputados durante bastante tiempo. Sin seguir el orden en el cual aparecen distintos temas, las actas contienen discusiones acerca del art?culo 16 de los tratados

de C?rdoba, cuya validez se dudaba, y otras relacionadas con la permanencia de los espa?oles en puestos p?blicos y en suelo mexi cano. Tambi?n se discuti? lo inconveniente que era permitir a los espa?oles enviar fuertes cantidades de plata y oro al Castillo de

San Juan de Ul?a, para su posterior embarque a Espa?a. Qu?

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EXAMEN DE LIBROS

hacer con el mariscal de campo Jos? D?vila y sus tropas, que

continuamente amenazaban al puerto de Veracruz e interfer?an con su comercio, inquietaba tambi?n a los diputados. En sesi?n secreta se trataron los problemas surgidos entre los diputados y la regencia; entre fray Joaqu?n Gonz?lez, vicario de religiosas clarisas de Puebla, y su provincial del Santo Evangelio fray Rafael Meneses; entre un diputado y otro por cuestiones

de honor; entre fray Joaqu?n de Arenas, quien m?s tarde va a encabezar una revuelta y ser? fusilado, y el obispo de Durango;

entre el intendente de Zacatecas y su ayuntamiento; entre el diputado S?nchez de Tagle y el tambi?n diputado marqu?s de San Miguel de Aguayo; entre una se?ora y su marido. Se habl? de suprimir los empleos de general?simo y almirante,

para que nadie m?s que Iturbide los pudiera ostentar; sobre

reglamentos de las secretar?as de estado y de la Soberana Junta, sobre la solicitud de fray Juan Rosillo de Mier Quatemoczin quien ped?a la extinci?n del puesto de provincial en las ?rdenes regu lares, sobre solicitar a la Regencia permiso para introducir m? quinas de vapor para la miner?a, sobre hacer con prontitud la

elecci?n de diputados, sobre mandar un enviado a los Estados Unidos y decidir si se ratificaba o no el tratado Adams-On?s, firmado por Espa?a y el vecino del norte en 1819, que fijaba la frontera entre los dos pa?ses. Los diputados ten?an que considerar el problema que repre

sentaba la proximidad de los rusos en California y los anglo americanos en Texas. Tambi?n ten?an que averiguar las inten ciones de un buque ingl?s, el Cochean, anclado en la bah?a de Acapulco con gente armada a bordo. Hasta el local para sus reuniones causaba preocupaciones. La iglesia de San Pedro y San Pablo amenazaba ruina y apestaba a cad?ver, por la costumbre de enterrar dentro del edificio mismo de la iglesia a los muer tos. El Protomedicato, encargado de asuntos de salud p?blica, no encontr? alarmante la situaci?n, as? que los diputados que daron sesionando en medio del mal olor. Durante estos a?os fray Servando Teresa de Mier fue redu cido nuevamente a prisi?n, junto con varios colegas. Algunos otros enfermaron y uno muri? ?todos estos asuntos fueron tra tados en sesi?n secreta.

Se discuti? la conveniencia de restablecer la orden de los

jesuitas, expulsados nuevamente en 1820; conferir un mayorazgo si Manuel Vel?zquez de la Cadena o abolir totalmente este t?tulo,

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EXAMEN DE LIBROS

abolir el tr?fico de esclavos, reunir en un solo estado a Chihuahua y Nuevo M?xico, legitimar la hija de un coronel, establecer un obispado en Veracruz, convencer al cabildo eclesi?stico de Gua dalajara a jurar lealtad a la constituci?n, cuyo art?culo 7 parec?a reducir sus prerrogativas. Tomaron los diputados algunas decisio nes, como la de exilar al general Jos? de la Cruz por intrigante,

invadir la provincia de Guadalajara, levantar un ej?rcito para defender Veracruz del intento de reconquista espa?ola, censurar al general Jos? Rinc?n, quien oprim?a a la provincia de Tabasco y otorgarle a Ignacio L?pez permiso para casarse con su se?ora, a pesar de ser ?l militar y ella mujer sin dote. Al revisar las materias tratadas en estas sesiones, uno se con

mueve por la seriedad de sus problemas, pero tambi?n por su gran diversidad. Parece poco razonable, seg?n nuestro moderno criterio, que en tiempos tan precarios los diputados hayan tenido que tomar decisiones sobre solicitudes que de ninguna manera tuvieran importancia nacional. No hay ninguna jerarquizaci?n en los asuntos, ninguna delegaci?n de autoridad. Los negocios se trataban todos del mismo modo, tanto la defensa del pa?s y su endeudamiento como una licencia matrimonial. Las legislaturas

locales, al correr los a?os de esta primera d?cada de indepen

dencia, muchas veces se lamentaban de no haber podido dedicar

el tiempo a asuntos tan importantes como la educaci?n, por

tener preocupaciones todav?a m?s apremiantes. Seg?n estas actas de las sesiones secretas, ning?n asunto, peque?o o grande, sobre

sal?a de las dem?s, y la p?rdida de tiempo retras? la urgente tarea de organizar la vida nacional.

Anne Staples El Colegio de M?xico

Relaci?n de las fechas de las sesiones secretas de los cuerpos legislativos mexicanos (1821-1824) cuyas actas NO APARECEN EN EL LIBRO MANUSCRITO ORIGINAL

Del primer organismo legislativo de M?xico independiente, la Soberana Junta Provisional Gubernativa del Imperio Mexicano, se conservan todas las actas de las sesiones secretas que efectu? durante su per?odo de sesiones p?blicas, del 22 de septiembre

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EXAMEN DE LIBROS

de 1821 al 25 de febrero de 1822, hecho que se puede confirmar consultando su Diario de Sesiones y las actas correspondientes.1 La ausencia de actas de las sesiones secretas se empieza a notar

poco depu?s de instalado el Soberano Congreso Constituyente (24 de febrero de 1822), omisi?n que en su casi totalidad se puede subsanar con la consulta de las fuentes impresas citadas, y tambi?n

del libro manuscrito que recoge las actas de las sesiones p?bli cas del 24 de mayo al 30 de octubre de 1822.2 El uso de este triple medio de informaci?n permite precisar con casi absoluta seguridad las fechas en que hubo sesi?n secreta porque, cuando ?sta era necesaria, al final del acta de la sesi?n p?blica se indi caba que a continuaci?n se pasaba a secreta. En varias ocasiones alguna de las tres fuentes omite la indicaci?n, pero verificando las otras dos se confirma si la hubo o no.

De esta manera, aparte de las diez sesiones secretas del So

berano Congreso Constituyente de las cuales se conserva el texto del acta respectiva, se efectuaron las siguientes: 1822, marzo 22;

abril 2, 4, 29, 30; mayo 6, 7, 8, 9, 17, 18, 19, 25, 29; junio 1,

3, 4, 7, 11, 12 extraordinaria, 15, 18, 20, 22; julio 1, 2, 12, 17, 24, 27; agosto 1, 3, 8, 9, 17, 19, 20, 21, 22, 24, 27; septiembre 12,

17, 18, 20, 24, 26, 30; octubre 1, 2, 3, 4, 5, 7, 8, 9, 10, 11,

12, 14, 21, 24, 25, 26, 28, 30.

En el caso de la Junta Nacional Instituyeme del Imperio,

que sesion? del 2 de noviembre de 1822 al 6 de marzo de 1823, aparte de las catorce actas de otras tantas sesiones secretas cuyos textos conocemos, s?lo hay referencia a una m?s del 20 de enero de 1823: sin duda fueron todas las celebradas por esta temporal entidad legislativa.3

1 Actas constitucionales mexicanas (1821-1824). Tomo i: Diario

de sesiones de la Soberana lunta Provisional Gubernativa del Imperio

Mexicano, ..., M?xico, unam, 1980. (Instituto de Investigaciones

Jur?dicas) ; Juan A. Mateos, Historia parlamentaria de los Congresos

Mexicanos de 1821 a 1857, M?xico, 1877, tomo i, pp. 63-261. 2 Actas constitucionales mexicanas (1821-1824). Tomo n: Actas del Congreso Constituyente Mexicano. Vol. i; tomo ni, vol. n; tomo iv,

vol. m, M?xico, unam, 1980; Mateos, ob. cit., pp. 265-1021; Archivo de la C?mara de Diputados: Libro mss. de Actas de las Sesiones del

Congreso Constituyente, del 24 de mayo al 30 de octubre de 1822, s.n.f.

3 Actas constitucionales mexicanas (1821-1824). Tomo vu: Diario

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EXAMEN DE LIBROS

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Reinstalado el Soberano Congreso el 7 de marzo de 1823, cerr?

sus sesiones el 30 de octubre de ese a?o, per?odo del cual no

se conserva ninguna de las actas de las sesiones secretas que se llevaron a cabo. Pero por lo menos el calendario de las fechas en que tuvieron lugar se puede reconstruir utilizando las mis mas fuentes, agreg?ndose a ellas las cr?nicas parlamentarias de

los peri?dicos ?guila Mexicana y El Sol, desde abril y junio

de 1823 respectivamente.4 As?, la relaci?n de las sesiones secre tas de ese per?odo es la siguiente: 1823: marzo 29; abril 2, 10, 14, 16, 17, 21, 24, 26, 28, 30; mayo 1, 5, 7, 9, 12, 13, 15, 16, 23, 26, 31; junio 3, 5, 6, 7, 10, 11, 12 (hubo dos sesiones secre

tas: a las 12.30 del d?a y 8 de la noche), 16, 18, 19, 25, 30; julio 2, 3, 7, 10, 12, 14, 15, 18, 22, 26, 29, 31; agosto 1, 4, 5, 7, 8, 11, 14, 16, 18, 19, 21, 25, 28; septiembre 1, 2, 4, 9, 11, 12, 15, 19, 22, 25: octubre: 2, 4, 6, 7, 8, 10, 11, 13, 15, 16, 17, 18, 20, 23, 29. El Congreso Constituyente inicia sus labores el 5 de no viembre de 1823 y las clausura el 24 de diciembre de 1824. Se

puede tener la certeza que todas las actas de sus sesiones secretas

fueron copiadas en el libro manuscrito, pero con la falta de

folios en tres lugares distintos, por causa de deliberada mutila

ci?n, se han perdido las actas de las sesiones verificadas del 13 de febrero al 2 de mayo, del 11 de junio al 26 de julio (?stas en forma parcial), y del 20 de octubre al 18 de noviem

bre de 1824. Con los mismos medios de informaci?n del caso anterior, se pueden conocer las fechas en que se efectuaron las sesiones secretas faltantes: 5 1824: enero 27; febrero 19, 23, 28;

marzo 4, 8, 11, 15, 18, 22, 26, 29, 30; abril 1, 2, 5, 6, 8, 10,

de la Junta Nacional Instituyente del Imperio Mexicano, M?xico, unam, 1980; Mateos, ob. cit., tomo n, 1878, pp. 11-112. 4 Actas constitucionales mexicanas (1821-1824). Tomo v: Diario

de las sesiones del Congreso Constituyente Mexicano, vol. rv, M?xico,

unam, 1980; Mateos, ob. cit., tomo n, pp. 113-563; La ?guila Mexi cana, del num. 1 al 54, 15 abril-7 junio 1823 y como ?guila Mexicana,

del n?m. 55, 8 junio 1823 en adelante; El Sol, como diario desde el 15 junio 1823. 5 Mateos, ob. cit., tomo n, pp. 573-1075; Archivo de la C?mara de Diputados: Libro de Actas de las Sesiones del Soberano Congreso

Constituyente del 3 de octubre de 1823 al 4 de mayo de 1824, 304 ff., y otro del 5 de mayo al 23 de diciembre de 1824, s.n.f. ; las cr?nicas

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EXAMEN DE LIBROS

12, 21, 22, 26, 29, 30; junio 5, 14, 18, 23, 25, 28; julio 1, 2, 6, 8, 13, 15, 19, 26; octubre 21, 22, 25, 26, 28; noviembre 4, 8, 11, 13, 15. Luis Muro

El Colegio de M?xico

Jos? Patricio Merino Navarro: La Armada Espa?ola en el siglo xviii. Madrid, Fundaci?n Universitaria Espa?ola, 1981, 438 pp. El libro de Merino Navarro aporta informaci?n valiosa para la historia mar?tima hispana.

La preocupaci?n fundamental de Merino es encontrar las

causas que condujeron a la crisis econ?mica espa?ola del Antiguo R?gimen. Dado que un arsenal naviero en plena actividad cons titu?a una verdadera aglomeraci?n industrial, el autor estima que

su estudio puede servir como una gu?a para dilucidar cu?ndo

y por qu? se dio el fen?meno de retraso econ?mico de la pen?n

sula con respecto al resto de Europa. As? pues, aunque se

intenta un estudio de la Marina en su conjunto, se prest? especial atenci?n al descubrimiento de su infraestructura material y, de hecho, el cap?tulo m?s grande del libro es el de materias primas. El libro est? bien estructurado, aunque a mi manera de ver con algunas fallas que procuramos exponer. Dividido en cinco cap?tulos, de los cuales el primero se ocupa de la Organizaci?n de la Armada. A grandes pinceladas nos refiere cu?les fueron las principales disposiciones desde Felipe V hasta Fernando VII con respecto a la Armada; sin embargo no siempre nos queda

claro el por qu? de tal o cu?l disposici?n real. ?Cu?les son los

m?viles de la pol?tica naval? Quiz? la respuesta es que todo se va improvisando, como ocurre con otros renglones de la adminis

traci?n, o quiz? se toman ciertas medidas cuando la gravedad

del asunto ya no permite otras alternativas.

de las sesiones del Soberano Congreso publicadas en ?guila Mexicana y El Sol han sido editadas en Acta Constitutiva de la Federaci?n. Cr?nicas [7 noviembre 1823-31 enero 1824], M?xico, 1974 (C?mara de Diputados. XLIX Legislatura) y las del l9 de abril al 5 de octu bre 1824 en Constituci?n Federal de 1824. Cr?nicas, M?xico, 1974, (C?mara de Diputados. XLIX Legislatura), 2 vols.

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EXAMEN DE LIBROS

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El cap?tulo ii nos clarifica cu?les eran los distintos grupos de personas que integraban el Cuerpo de Marina, conforme a la funci?n que en ?l desempe?aban. Al hablar de los t?cnicos, Merino alude a los sistemas de construcci?n ingl?s y franc?s y en el ep?logo

retoma el asunto de la construcci?n naval. Todo esto debi?

agruparlo en un cap?tulo aparte y no como ep?logo.

En el tercer cap?tulo ?El Dinero?, Merino pone sobre

aviso al lector de que la hacienda y las finanzas del xvm espa?ol a?n est?n por estudiarse. Con respecto a las gr?ficas con las que se enriquecen ?ste y otros cap?tulos, advierte que los datos cuan titativos que aparecen en ellos (y en el texto) deben mirarse con reserva: las cifras tienen un car?cter meramente orientativo. El cap?tulo iv es, seg?n mi opini?n, el m?s valioso. Nos sub raya la importancia de las materias primas, ya desde entonces vitales para echar a andar la industria.

Uno puede imginar m?s o menos con facilidad que el pro ceso de construcci?n de un navio era lento en aquella ?poca, pero todas las suposiciones resultan vagas cuando se lee el ep?grafe sobre la madera; obtenemos una idea clara de los pasos seguidos, para poner este art?culo en un astillero. Es toda una odisea que

ocupa mucho tiempo, mano de obra, el uso de v?as fluviales,

mar?timas o terrestres, y el transporte mismo est? sujeto a mil vicisitudes, entre ?stas el estado de las relaciones internacionales.

En base a sus datos, Merino concluye que el Estado tom?

un control progresivo de los recursos naturales. Sin embargo es mi parecer que aunque lo menciona, no hace suficiente ?nfasis en el deterioro ecol?gico que conllev? la actividad constructora de navios. El control de los bosques por parte de la Marina pod?a incluso llegar a paralizar el crecimiento de los pueblos (demar caci?n de Segura de la Frontera). La explosi?n demogr?fica im pon?a ampliar las ?reas cultivables y al prohibirlo, las autoridades provocaron que los nativos sintieran un gran odio por el ?rbol. Por otra parte, en un momento dado la escasez de recursos maderables oblig? al Estado a buscar otras alternativas: buscar suministros fuera de Espa?a (Italia, B?ltico, Am?rica) o compra de carb?n piedra. En todo caso, se cree que la Marina consumi? aproximadamente tres millones de ?rboles durante el siglo xvm, as? que es de vital importancia considerar que la desforestaci?n,

motivada por el af?n o la necesidad de contar con un mayor n?mero de buques ha determinado hasta hoy el paisaje de algu

nas zonas de Espa?a.

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EXAMEN DE LIBROS

Por otra parte, el estudio de Merino se?ala desde un prin

cipio la ?ntima relaci?n que se da entre la Marina y la industria lizaci?n espa?ola. La construcci?n naviera implica toda una or ganizaci?n industrial; adem?s la Marina fue probablemente el m?s importante cliente de la metalurgia en el Antiguo R?gimen y como ya se dijo, gran consumidora de maderas que, cuando escasearon, frenaron la industrializaci?n. Las fallas en la adqui sici?n de materias primas, en su transformaci?n o instalaciones portuarias se debieron a muchos factores como son: la estructura econ?mica importante, la falta de articulaci?n de un mercado nacional, los precios de la construcci?n, y todo aunado produjo

la crisis final. El autor atinadamente se?ala que esto se debi?

a que la Corona careci? de planeaci?n sistem?tica en la empresa industrial de la Marina.

Merino destaca un aspecto muy interesante, y es el de que los criterios de rentabilidad de las empresas oficiales ?en este caso de la Marina? quedaron relegados a segundo plano. A duras penas se consegu?a salir a flote con los compromisos materiales hasta que la m?quina hacendar?a ya no pudo m?s; por ello hubo

de recurrirse a menudo al sector privado, y en algunos casos

(fabricaci?n de lonas) se dependi? totalmente de ?l. Merino utiliz? una amplia bibliograf?a para su estudio, pero sobre todo es menester subrayar el hecho que manej? una gran cantidad de manuscritos de la ?poca. Buena parte de ellos pro vienen del Archivo General de Simancas, pero lo atractivo es que el autor tambi?n recurri? a archivos parroquiales y municipales de poblaciones que antiguamente jugaron un papel importante en la industria naval espa?ola. Tal es el caso, por ejemplo, de los

archivos de Segura de la Sierra. Al hurgar en estos acervos,

Merino no se qued? en el nivel de las disposiciones oficiales, sino

que tambi?n vio el otro lado de la moneda. Nos permite cons

tatar c?mo funcion? a nivel pr?ctico la explotaci?n forestal y todo lo que ella implicaba, as? como la conducci?n de la materia prima a su destino final. Por otra parte, el autor ofrece pistas sobre la localizaci?n de las fuentes, estado f?sico de los documentos, utilidad, precaucio nes para su uso, etc?tera.

Difiero con Merino cuando dice que le parece un notable

anacronismo y "clara demostraci?n de mentalidad provinciana" el plantear las cosas como si Espa?a "hubiera debido aprovechar los recursos americanos para renovar la estructura propia: eso

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EXAMEN DE LIBROS

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supone una idea de transitoriedad y de racionalismo colonialista

muy ajeno a la mentalidad de los espa?oles del siglo xvm".

?l mismo afirma p?ginas adelante con respecto a las fuentes de aprovisionamiento del departamento de C?diz, que ?ste se prove?a casi exclusivamente de los fondos de Indias; la consecuencia es

que ?se?ala? ?Am?rica pagaba, directamente m?s de la mitad

de los gastos?" En realidad, las ?reas americanas pagaban mucho m?s que eso: nutrieron muchas empresas de la corona espa?ola. Sabido es que desde el siglo xvi Am?rica subvencion? en buena medida las guerras europeas de Espa?a, y que tambi?n afect? en gran medida el sistema econ?mico peninsular. Respecto a la crisis de la Armada, Merino se?ala que se inicia y se consuma entre 1795 y 1815. Esto explica uno de los motivos

por los cuales Espa?a no pudo evitar la emancipaci?n de las colonias americanas. Aunque, a juzgar por su propio estudio, la crisis fue gest?ndose de tiempo atr?s.

Merino se?ala que muy a pesar suyo, le "ha salido una his toria de la Marina en la que aparece bien poco el mar y en la que no hay ni una sola batalla". Sin embargo, gracias a que su estudio no se alej? espacialmente de la costa, nos percatamos

por qu? fallaron las campa?as b?licas navales, qu? era lo que

entorpec?a la labor de los astilleros, en fin, vemos que la orga nizaci?n de infraestructura material de la Marina no funcionaba de la mejor manera, y por lo tanto, entendemos mejor por qu?

Espa?a desaparece como potencia naval.

Puede darse por bien servido en lo que respecta a su anhelo de que su libro sirva de punto de partida para otras investiga ciones relacionados con temas de historia mar?tima espa?ola, en particular del siglo xvin.

Virginia Gonz?lez Claver?n El Colegio de M?xico

Jos? B. ZiLLi Manica: Italianos en M?xico. Documentos para la historia de los colonos italianos en M?xico. Xalapa: Ediciones San Jos?, 1981, 515 pp. Hasta hace pocos a?os la tradici?n mosaica (don Mois?s T. de la Pe?a y el autor de esta rese?a) de la historiograf?a sobre la

colonizaci?n en M?xico se orientaba a obras generales sobre el tema.

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466

EXAMEN de libros

La importancia individual de algunos grupos ?tnicos com espa?oles (especialmente los republicanos), la obra cl?sic

A. Genin sobre los franceses y el m?s reciente y ejemplar es de Harry Leonard Sawatzky sobre los menonitas, son una e ci?n a esa tradici?n mosaica.

M?s o menos a partir de la d?cada de los setenta aume

las investigaciones sobre algunas minor?as ?tnicas en M?xico su mayor parte alemanes y jud?os, pero tambi?n libaneses,

neses, chinos, y coreanos. Algunas de estas obras son his

diplom?tica, no social, pero todas ayudan a un mejor conocim del tema. En varios casos como ?ste se trata, adem?s, de ob escritas por descendientes de los inmigrantes. La mayor?a de

recientes monograf?as, a diferencia de la tradici?n mosaica, part

del pa?s de origen de los colonos. El autor de esta obra, Jos? Benigno Zilli Manica, es nieto un fundador de una de las colonias italianas. Establecida en 1 Zilli califica su libro de "modesto acarreo de materiales" (p.

Es verdad que se trata de una colecci?n documental "pa

historia de los colonos italianos en M?xico", es decir, es un pr paso, pero muy bien dado, porque acompa?an a los documen amplias y sesudas introducciones. La obra se divide en cuatro partes. En la primera se estu los contratos y la correspondencia diplom?tica. En la segun

llegada e instalaci?n de los colonos seg?n la prensa oficia la tercera se transcriben textos pertinentes de las memori Fomento, de la legislaci?n y de los informes del ejecutivo fed En fin, en la cuarta se estudian el ?xodo, la revoluci?n y do mentos individuales.

Zilli apoya sus poco m?s de quinientas p?ginas con m

y bellas ilustraciones italianas y mexicanas. Es deseable que propio Zilli escriba la historia de la colonizaci?n italiana en M

co. Tiene todo para hacerlo, laboriosidad, inteligencia, b

formaci?n hist?rica y cari?o y respeto para el pa?s de orige sus antepasados italianos y para M?xico su pa?s natal.

Mois?s Gonz?lez Navarro El Colegio de M?xico

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