Historia mexicana 100 volumen 25 número 4

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HISTORIA MEXICANA 100

EL COLEGIO DE M?XICO

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HISTORIA MEXICANA 100

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Vi?eta de la portada Portada de la primera edici?n del n?mero 1 de Historia Mexicana

(jul. 1951).

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HISTORIA MEXICANA

Revista trimestral publicada por el Centro de Est

Hist?ricos de El Colegio de M?xico Fundador: Daniel Cos?o Villegas Redactor: Bernardo Garc?a Mart?nez

Consejo de Redacci?n: Jan Bazant, Lilia D?az, Luis Gonz?lez,

Gonz?lez Navarro, Andr?s Lira, Luis Muro, Elias Trabulse, Bert Susana Uribe de Fern?ndez de C?rdoba (f), Josefina Zoraida V? Secretaria de Redacci?n: Anne Staples

VOL. XXV ABRIL-JUNIO 1976 N?M. 4 SUMARIO Daniel Cos?o Villegas (1898-1976) 501

Art?culos

Daniel Cos?o Villegas: Un poco de historia 505 Luis Gonz?lez: La pasi?n del nido 530 Alejandra Moreno Tose ano: El trabajo de los es tudiantes 599 Elias Trabulse: Cr?nica bibliogr?fica 620 Josefina Zoraida V?zquez: Historia Mexicana en el

banquillo 642

Testimonios Documentos de El Colegio 655

Examen de libros

El impulso liberal ? Daniel Cosi? Villegas y la

Historia moderna de M?xico (Charles A. Hale) 663

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La responsabilidad por los art?culos y las rese?as es estrictamente personal

de sus autores. Son ajenos a ella, en consecuencia, la revista, El Colegio y las instituciones a que est?n asociados los autores.

Historia Mexicana aparece los d?as 19 de julio, octubre, enero y abril

de cada a?o? El n?mero suelto vale en el interior del pa?s $30.00 y en el extranjero Dis. 2.50; la suscripci?n anual, respectivamente, $100.00

y Dis. 8.50. N?meros atrasados, en el pa?s $35.00; en el extranjero, Dis. 3.30.

? El Colegio de M?xico Guanajuato 125 M?xico 7, D. F. Impreso y hecho en M?xico Printed and made in Mexico

por Fuentes Impresores, S. A., Centeno, 4-B, M?xico 13, D. F.

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:-*?'*J?*

Daniel Cos?o Villegas

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DANIEL COS?O VILLEGAS (1898-1976) As? acostumbraba irse de las reuniones in?tiles, de las con versaciones aburridas, y aun de las empresas que hab?a creado cuando las consideraba lo suficientemente maduras. Sin avi sar, sin despedirse, descort?smente. Desaparecer?a y con ese solo acto emplazaba a los charlistas a ser m?s sustanciosos o amenos en la siguiente ocasi?n; as? tambi?n responsabilizaba a sus herederos institucionales a hacer las cosas bien y pronto, sin contar ya con esa tutela suya que jam?s descend?a a la

protecci?n o la condescendencia. Era un padre creador de

futuros padres. Practicaba el desahije siempre a tiempo. Sus despedidas eran encuentros, la etapa ?ltima y necesaria en un proceso creador de hombres y cultura. Por eso, quiz?, hay tanto en su muerte que nos impide abandonarnos a su muerte. Habitamos demasiado un mundo construido en gran medida por ?l: libros, revistas, art?culos, escaparates, proyectos, investigaciones, ideas, opiniones y has ta chismes; cada uno de nosotros tiene algo del tronco inicial de Cos?o Villegas. Esta misma revista, p?ginas adelante, lo encuentra narrando sus "memorias", y miles de p?ginas atr?s, lo sorprende escribiendo la primera l?nea fundadora. "Vi

v?a para adelante" como dec?a Ortega, y procur? siempre inyectar ese principio din?mico en los qu? lo rodeaban. En la pasividad, en el silencio est? la muerte. La suya nos ha dejado a la intemperie pero, gracias a ?l, tambi?n andando. No fue s?lo la energ?a que imprimi? en obras y gentes, la que desvanece el abandono sentimental ante su ausencia. Es tambi?n el ejemplo de su estilo personal de ser estoico. En ?l, la pasi?n no hall? nunca la salida f?cil del sentimen talismo. Su pasi?n se anudaba en s? misma como savia in

dividual y secreta. Sus momentos de dolor germinaban inter namente. Nos lo demostr? un d?a de 1970 que debi? ser el m?s terrible de su vida: se present? a clase y nos habl? del 501

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ENRIQUE KRAUZE

Porfiriato; diez minutos antes de concluir se disculp? con nosotros por tener ciertos "asuntos personales" que atender. Luego supimos que esos "asuntos personales" eran el acudir

al aeropuerto a recoger el f?retro de su hijo Gustavo que acababa de morir en los Estados Unidos. Desgarrado por

dentro, jam?s se permiti? traicionar a la vida y sigui? ?seg?n su propio testimonio? "haciendo lo que sab?a".

Las riqu?simas paradojas de su vida, encuentro dif?cil entre el saber y el poder, son tambi?n acicate que nos in quieta y nos obliga a seguir. Pocos como ?l tuvieron tal sen tido de la importancia del poder, de sus l?mites y excesos. Pocos como ?l lo estudiaron, conocieron, lo desearon quiz?. Nada le preocupaba m?s en sus ?ltimos d?as ?seg?n me dec?a con vehemencia? que la pol?tica, y no otra cosa fueron sus ?ltimos libros y ensayos, terribles y juguetonas dagas es critas, reminiscencias de aquel Montalvo que mataba gober

nantes con la pluma. Hacer pol?tica... ?l que vivi? tantos

a?os aislado tras las fichas, la prensa peri?dica, los libros, haciendo libros propios y ajenos, cuidando ediciones, cons truyendo la rep?blica de las letras sumergido en una vida vicaria, nost?lgica y desde?osa a la vez, de la otra. Por eso quiz? le cautivaba aquel dicho: fiSi los j?venes supieran, si los viejos pudieran". Su humor tambi?n nos mueve, nos responsabiliza, nos pica y salpica. Humor abierto, fresco, ingenioso; humor cues ta arriba, ajeno al resentimiento y al cinismo. Humor, no malhumor. Como ?l, como su risa, su humor no se daba por entero sino que se parapetaba en la reticencia. Alegre humor que nos advierte: ... no permitas, aun a costa de tu vida, que desaparezca su

aspecto sonriente, alegre, ?nico que ha reconfortado al mexi cano de las muchas penalidades que ha padecido y de las que

a?n le aguardan. No consientas, en suma, que M?xico caiga en la situaci?n de la Francia actual, que describe con tanto

dolor do?a Fran?oise (G.): la imaginaci?n sin alimento, el im pulso sin objeto, el porvenir sin color, el cielo sin la estrella en que enganchar un carro para volar al infinito.

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DANIEL COS?O VILLEGAS

Inc?gnita y transparencia, soledad y comuni?n, en su muerte, don Daniel es m?s que nunca un principio de vida. Su obra, sus escritos, su vida, su recuerdo nos llaman a en tender a entenderlo, a entendernos. Nos empujan a "hacer lo que sabemos" y a hacerlo bien. Su muerte, acosada por su vida, es su ?ltima lecci?n, la definitiva.

Enrique Krauze

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UN POCO DE HISTORIA* Daniel Cos?o Villegas El Colegio de M?xico Desde el comienzo, las nuevas autoridades republicanas de

clararon proponerse atacar el viejo problema del latifundio. ?se fue el motivo de que se me invitara a dar en la Univer sidad Central de Madrid un curso sobre nuestra reforma

agraria. Esto pasaba en 1933, cuando puede decirse que toda Espa?a, y ciertamente sus intelectuales, respiraban euf?ricos a sus anchas, pues por primera vez desde hac?a a?os ve?an

rosado el camino por recorrer. ?sa fue una de las razones

que me permitieron trabar amistad con un buen n?mero de esos intelectuales. Tres a?os m?s tarde, en 1936, el gobierno

me despach? a hacerme cargo de nuestra legaci?n en Por tugal. El d?a mismo en que Franco inici? su sublevaci?n me toc? escuchar una transmisi?n de radio en que el gobierno portugu?s se declaraba partidario de Franco sin disimulo alguno. Yo qued?, as?, en un puesto que me permit?a obser var la guerra civil desde el costado franquista. Esto me dio ocasi?n, en algunos casos, de ver los horrores de esa guerra, o de conocer, vivas, frescas a?n, algunas de sus consecuen

cias ?ltimas, digamos aquella matanza de republicanos en la plaza de toros de Badajoz, pues hasta la legaci?n de Lisboa

llegaron los cuatro o cinco que al amparo de la noche lo graron escapar. Por eso me enter? de la situaci?n de los profesores e intelectuales: cerradas las universidades, los la boratorios, los archivos y bibliotecas, no ten?an literalmente a d?nde ir y en d?nde estar. Entonces el gobierno republi

cano, con la mejor intenci?n del mundo, cre? "casas de

cultura", a las que ciertamente acud?an los profesores e in telectuales; pero ?para qu?? Pues fatal, inevitablemente, para * P?rrafos de unas "Memorias" personales en proyecto.

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DANIEL COS?O VILLEGAS

hablar de la guerra, que ve?an y sent?an en todas partes. Esto, como es f?cil suponerlo, fue conduci?ndolos a un esta do de verdadera enajenaci?n mental. Entonces se me ocurri? escribirle a Luis Montes de Oca pint?ndole esta situaci?n y sugiri?ndole que hablara con el presidente C?rdenas para proponerle que el gobierno de M?xico invitara a un grupo limitado de esos intelectuales a trasladarse a M?xico y pro seguir en nuestro pa?s sus actividades normales mientras la rep?blica se sobrepon?a a los sublevados franquistas, y pu

dieran regresar a reanudar en Espa?a su vida habitual. Montes de Oca hizo la gesti?n, y pronto me comunic? que estaba autorizado por el presidente C?rdenas para trasladar me a Valencia y hacer las negociaciones necesarias con las autoridades republicanas, que ya hab?an abandonado Madrid.

Al fin consegu? pasaje en un avi?n que part?a de Tol?n,

adonde me traslad? por ferrocarril. El vuelo era breve y se hizo sin novedad, excepto al llegar a Valencia, pues un es cuadr?n de aviones italianos, al mando nada menos que del conde Ciano, estaba empe?ado en hundir un petrolero so vi?tico que llevaba a los pobres republicanos algo de com bustible. A los quince minutos desisti? de la haza?a, y pu dimos as? aterrizar. Me dirig? en seguida al hotel Reina Victoria, viej?n pero espl?ndido por su cocina y su bodega de vinos. En mi primer almuerzo vi en el comedor a Mar garita Nelken, que acomet?a con decisi?n una soberbia pae lla. No perd? al d?a siguiente la ceremonia anunciada en la prensa: el cambio de nombre de una calle, que dejaba de llamarse Isabel la Cat?lica, para ser conocida como "Mar garita Nelken". (Al llegar los franquistas, Margarita fue sustituida por Garc?a Sanch?s, en una clara degradaci?n de nombres.) Busqu? en seguida a don Enrique Diez Ca?edo para que me aconsejara c?mo pod?a entrevistarme pronto con Jos? Giral, entonces ministro de Estado, o sea de Relacio

nes Exteriores. En seguida me dieron la cita para el d?a siguiente. En otro de esos buenos gestos, el gobierno repu

blicano hab?a enviado a don Enrique de embajador en

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UN poco de historia

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Argentina; pero no tard? mucho sin que renunciara para re gresar a Espa?a, gesto de valor que no tuvieron todos los

espa?oles a quienes pesc? la guerra en el extranjero. Yo

llegu? a Valencia al a?o justo del levantamiento de Franco, pero para entonces la rep?blica hab?a empezado a retroce der: dominaba buena parte del sur y del poniente, pero hab?a perdido Madrid, para refugiarse ahora en Valencia, ciudad esta que era objeto de bombardeos a?reos, sobre todo

nocturnos. Por eso, yo, que jam?s hab?a pasado por una experiencia semejante, le pregunt? a don Enrique c?mo le advert?an a uno la proximidad del ataque, a d?nde se refu

giaba uno y, sobre todo, qu? se sent?a. Don Enrique me explic? todo: era imposible dejar de o?r las sirenas, aun estando profundamente dormido, porque ten?an un sonido incre?blemente agudo, que en realidad perforaba los o?dos, adem?s de sonar por toda la ciudad. No hab?a propiamente refugios antia?reos, pero se supon?a que todos los habitantes de un edificio bajaban al s?tano, donde quedar?an algo pro tegidos. ?l, sin embargo, tras de acatar esta regla durante alg?n tiempo, lleg? a optar por quedarse en su dormitorio, y aun se atrev?a a asomarse a la ventana para ver cu?ntos aviones ven?an. Era realmente admirable la compostura y el buen humor de don Enrique: tan peque?ito y tan fr?gil; con su familia fuera de Espa?a, un hijo en el frente y otro

pr?ximo a entrar en ?l; sin un puesto oficial ni en qu?

ocuparse, digamos en sus cr?ticas teatrales de otros tiempos. Lo cierto es que fui a dar a mi hotel bien temprano, y como hac?a bastante calor, opt? por echarme en la cama comple tamente desnudo. Poco despu?s de la media noche me des

pertaron, no las sirenas sino unos golpazos a la puerta de mi cuarto y unas voces destempladas de un mozo del hotel

que gritaba a voz en cuello "jAl refugio, al refugio!" Me levant? como de rayo, pero me di cuenta de que estaba desnudo y que no pod?a lanzarme as? al s?tano del hotel. Me entr? entonces la duda, que me pareci?, y me sigue pareciendo, ridicula: si me dar?a tiempo de ponerme la pijama y la bata, pues bien me podr?an pescar las bombas

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DANIEL COS?O VILLEGAS

en las escaleras, camino al refugio, con un peligro mortal, o si me quedaba en la habitaci?n, donde estar?a mejor pro

tegido. Opt? por esto ?ltimo y, queriendo emular a don Enrique, me asom? a la ventana, pero nada vi. Al d?a si guiente me enter? por la prensa de que el objetivo hab?a

sido el ministerio de guerra, bastante lejano del hotel, pero a lo que hab?an dado los aviones italianos era a un convoy de unos ocho tranv?as, con un saldo de doscientos y tantos

muertos.

Pude arreglar el asunto que me llevaba con bastante pron titud, y sin ning?n tropiezo. Jos? Giral, hombre afable, como

que descans? al hablar conmigo, pues metida la rep?blica en un callej?n internacional sin salida, debi? parecerle que al

fin alguien se acomed?a a aligerarle un poco el peso que llevaba a cuestas. Agradeci? la oferta y ofreci? dar todo

g?nero de facilidades para llevarla a cabo. El ministerio de educaci?n estaba en manos de comunistas, pues eran viejos miembros del partido el secretario Hern?ndez, ausente de Valencia en ese momento, y Wenceslao Roces, el subsecre tario, con quien trat? el asunto. Acogi? bien la idea, pero

surgi? un tropiezo peque?o, que quise aclarar en segui da* Roces me dijo que para hacer resaltar la importancia de la invitaci?n, el gobierno espa?ol le dar?a a los intelec

tuales invitados la categor?a de "embajadores culturales". Me permit? aclarar que un embajador, sin importar que fuera cultural o de otra naturaleza, era nombrado por el gobierno que lo enviaba, mientras que en este caso M?xico ten?a ya hecha una lista del primer grupo invitado. Asimismo, el

gobierno que manda a un embajador tiene el derecho de

retirarlo a su arbitrio, situaci?n diferente, pues el gobierno mexicano quer?a reservarse la determinaci?n del tiempo du rante el cual los invitados permanecieran en el pa?s. Final

mente, el gobierno que manda a un embajador paga sus

gastos de viaje y de mantenimiento, caso en el que yo cre?a

no quer?a colocarse el gobierno espa?ol. Roces acab? por

darme la raz?n, de modo que le entregu? la lista de invita dos, cuya copia hab?a dejado tambi?n a Giral.

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UN POCO DE HISTORIA

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Se decidi? pronto crear la Casa de Espa?a en M?xico, la

instituci?n que los acoger?a y encauzar?a sus nuevas activi dades. Al frente de esa instituci?n quedamos Alfonso Reyes y yo, como presidente y secretario, dos "rehabilitados" re cientes del presidente C?rdenas. Jaime Torres Bodet, jefe del departamento diplom?tico en la secretar?a de Relaciones, organiz? una vasta intriga que le cost? a Alfonso su puesto de embajador en Brasil. Olfateando la mala situaci?n econ? mica del gobierno, Jaime propuso cesar a todos los jefes de nuestras misiones y sustituirlos con encargados de negocios, que ganaban sueldos menores y a quienes no se les daba gas tos de representaci?n y mantenimiento de la misi?n. Por supuesto que ?l quer?a hacerse cargo de la legaci?n en Par?s. El presidente acept? la idea sin mayor reflexi?n y orden? ejecutarla en seguida, y esto a pesar de que se ven?an encima los problemas diplom?ticos que trajo la expropiaci?n petro

lera y de que el ahorro esperado apenas alcanzar?a unos

doscientos mil d?lares.

Se sabe, en efecto, que las compa??as expropiadas acu

dieron a los tribunales de Francia, Italia y Alemania, para impedir que M?xico vendiera su petr?leo a compradores de esos pa?ses. Entonces se pens? que era indispensable romper

a toda costa ese bloqueo, y se puso la esperanza en que

Brasil, pa?s amigo y necesitado de comprarlo, se prestara a ello. Para esta negociaci?n no serv?a un tercer secretario en cargado de negocios, de modo que C?rdenas le pidi? a Alfon so Reyes que la hiciera volviendo a R?o. Pero como Alfonso nada sab?a de petr?leo, se le dio la jefatura de la misi?n a un ingeniero civil, que tampoco sab?a de petr?leo, pero que se hab?a ganado la confianza del presidente con una locua cidad abundante, si bien torpe y hueca. Aun as? de rebajado formalmente, Alfonso, vali?ndose de las amistades que ha b?a creado en los c?rculos oficiales, logr? que Brasil hiciera una compra de petr?leo mexicano, un tanto simb?lica, pero que ten?a un gran valor pol?tico internacional, pues romp?a el bloqueo, y hasta un valor interno, ya que hizo nacer la esperanza de que el pa?s comenzaba a salir de aquel atolla

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DANIEL COS?O VILLEGAS

dero. Por eso el general se crey? obligado a pagar el servicio prestado con el nombramiento de presidente de la Casa de

Espa?a en M?xico. Esta peque?a historia ilustra la falta

de sind?resis con que proceden nuestros gobernantes, y, al mismo tiempo, c?mo, a pesar de ella, y de todo, las cosas pueden acabar por salir bien. En efecto, no pod?a pensarse en otra persona m?s apropiada que Alfonso: conoc?a y que r?a a Espa?a; era amigo personal y viejo de varios de los invitados, y se le consideraba el escritor mexicano m?s ilus tre. Y Alfonso, por su parte, aunque hab?a vivido feliz en R?o, consideraba de tiempo atr?s que no pod?a ya sustraerse

a la prueba de reintegrarse al pa?s y trabajar en ?l. Y aun cuando me pesa decirlo, la modest?sima rehabilitaci?n que me ofreci? el presidente C?rdenas result? bien, pues Alfonso, como administrador de la Casa, o de cualquiera otra institu ci?n, ten?a muy serias limitaciones: carec?a de todo sentido de organizaci?n, nunca se interes? en ense?ar, ?l, personal y directamente, y menos a trav?s de cualquier instituci?n. Su inter?s ?nico era su trabajo de escritor. Por todo esto, Al fonso pronto me propuso la f?rmula ideal del gobierno dual de la Casa: ?l se encargar?a de decir s?, y yo de decir que no, o sea cu?ndo se conced?a algo y cu?ndo se negaba. Muchos problemas se nos echaron encima, por supuesto.

El m?s inmediato era el acomodo material de los nuevos hu?spedes; para ello acudimos a nuestras se?oras: Manuela

Reyes, Emma, Consuelo Nieto, etc. El de Alfonso y el m?o nac?a de esta gran duda que nos angustiaba: ?El intelectual mexicano aceptar?a la presencia de los espa?oles? ?No esta llar?a nuestra conocida xenofobia? Pens?bamos de un modo

especial en Antonio Caso, compa?ero y amigo de Alfonso, y maestro m?o: muchos de sus viejos y m?s distinguidos dis c?pulos hab?an dejado de acompa?arlo para atender sus pro pios intereses; Vicente Lombardo Toledano primero, y des

pu?s Samuel Ramos, lo atacaron ruda y p?blicamente; no

ten?a desde hac?a tiempo ning?n puesto administrativo en la Universidad, estando ahora reducido a sus dos viejos cursos en la Escuela de Altos Estudios. ?Qu? acogida, o qu? embes

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un poco de historia

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tida, le dar?a a Jos? Gaos? Con bastantes a?os menos que ?l, con la aureola del disc?pulo m?s cercano de Ortega y

Gasset, formado en la filosof?a alemana, cuyos textos origi nales pod?a leer directamente, y, por si algo faltara, Gaos no era precisamente un hombre de trato suave o diplom?tico, sino de pensamiento y de palabra directos. Y estaba Gonzalo Lafora, m?dico, pero siquiatra, es decir, de una especialidad poco menos que desconocida en M?xico. Tambi?n nos pre

ocupaba Juan de la Encina, tanto por su temperamento sec?n como porque su especialidad en la pintura moderna

lo llevar?a sin remedio a juzgar los murales de Diego y de Orozco, considerados entonces como un patrimonio nacional intocable. Tambi?n nos parec?a dudosa la acogida que podr?a recibir Adolfo Salazar, tanto por carecer de t?tulos acad?mi cos, como por practicar la cr?tica y la historia musical, ofi cios que se conoc?an poco aqu?, pero que reclamar?a m?s de un aficionado en cuanto apareciera el punto de comparaci?n de Salazar. Ten?amos plena seguridad en el ?xito personal de

don Enrique Diez Ca?edo, pues era hombre sin pretensio nes, afable, con un buen sentido del humor; pero carec?a tambi?n de t?tulo acad?mico y su actividad principal, la cr?tica teatral, no hab?a llegado a ser en M?xico una espe cialidad reconocida, adem?s de ejercerse habitualmente en los diarios, lo cual hac?a necesario conectarlo con alguno de los nuestros, cosa nada sencilla. Pepe Moreno Villa era simpatiqu?simo, buen narrador de historias e historietas, pero tambi?n con una ubicaci?n intelectual poco clara, que no se ajustaba a los c?nones conocidos aqu?, ya que su carre ra profesional era la de archiv?logo, que no pensaba ejercer aqu?. Bal y Gay era poco conocido en Espa?a misma, y del todo desconocido en M?xico. Se le invit? porque en el fa moso Centro de Estudios Hist?ricos de Madrid hab?a inicia do unos estudios novedosos del folklore espa?ol, pues los hac?a combinando la apreciaci?n literaria con la musical. Supusimos que siendo el nuestro tan rico y tan poco explo rado bajo ese doble ?ngulo, podr?a abrirse pronto camino en M?xico.

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DANIEL COS?O VILLEGAS

No tardaron en disiparse nuestros temores, dado que no hubo uno solo de nuestros invitados que dejara de tener un ?xito claro y pronto. Jos? Gaos, con un sincero afecto res petuoso, se acerc? sin vacilar a Antonio Caso, y ?ste lo acogi? sin reservas. Gaos hizo su presentaci?n en el viejo paraninfo de la Universidad, lleno siempre, y a pesar de que no era en absoluto ni orador ni actor, fue seguido en sus explicaciones,

que a veces se extendieron a una hora y media, con una

breve interrupci?n, en que la gente las comentaba. El aula magna de la vieja Escuela de Medicina tambi?n se llen? para escuchar a Lafora, un expositor claro y de estudiada drama ticidad. Juan de la Encina comenz? a ofrecer en la Facultad de Filosof?a y Letras cursos monogr?ficos sobre los grandes

maestros de la pintura. Adolfo Salazar se puso a publicar

libro tras libro. Pepe Moreno Villa hizo lo mismo, y tambi?n dio cursos p?blicos, de los que sali? bien librado a pesar de

que su experiencia pedag?gica era limitada. El propio Bal y Gay tuvo un gran ?xito, pues en su primera conferencia sostuvo la tesis novedosa, que ilustr? recitando la letra y

tocando en el piano la melod?a correspondiente, de que exis t?a, como si dij?ramos, un suelo o denominador com?n en el folklore de todos los pa?ses o regiones del globo, y que sus diferencias espec?ficas eran tan s?lo de segundo grado. El p?blico se mostr? esc?ptico al escuchar el planteamiento

te?rico de esta tesis, pero de all? pas? a la sorpresa y al acuerdo cuando escuch? la letra y la m?sica de las cancio

nes que todos nosotros consider?bamos mexican?simas, repe tidas en sus trazos fundamentales en canciones, no espa?olas, pues aqu? el parentesco se hab?a admitido ya, sino francesas, italianas, marroqu?es o griegas.

As?, la nueva instituci?n se encarrilaba bien, y no s?lo en la capital de la rep?blica sino en la provincia, pues desde el comienzo hicimos una pol?tica firme presentar en ella a los reci?n llegados para beneficio de sus respectivas univer sidades y como justificaci?n del dinero que el gobierno fede ral hab?a puesto y pon?a en la empresa. Pero no pas? mucho tiempo sin que la Casa sufriera su primer sacudimiento: la

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un poco de historia

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rep?blica perdi? la guerra y vino con la derrota la em ci?n de gran n?mero de espa?oles, entre los cuales

taban pocos intelectuales pero numerosos profesionist de un modo natural trataron de acogerse a la Casa. E

mayor era el de m?dicos, pero no falt? alg?n hom

ciencia, como el qu?mico Antonio Madinaveitia. Acog un corto n?mero de esos m?dicos, pero en el claro en

miento de que su posici?n en la Casa ser?a estricta

provisional, o sea mientras ellos mismos y nosotros c?bamos un acomodo en instituciones m?s apropiada respectivas especialidades, o mientras abr?an consultor

pios. En el caso de Madinaveitia, acudimos a la Fun

Rockefeller para poderle construir dentro de la Escu Ciencias Qu?micas un humilde laboratorio, donde peque?o grupo de estudiantes avanzados hicieran exp cias encaminadas al aprovechamiento industrial de ci productos mexicanos hasta entonces desperdiciados. blema m?s serio, sin embargo, era que la Casa, con como un alojamiento transitorio, es decir, mientras l blica se impon?a a los sublevados franquistas, se ve?a

en 1939, ante la disyuntiva de desaparecer o transformar

una instituci?n permanente con fines distintos y aun nombre nuevo.

Alfonso y yo pensamos que de ninguna manera

llamarse universidad o una variante cualquiera de es bre, no s?lo porque suscitar?amos el recelo de la Nac sino porque no ten?amos, ni pod?amos esperar tener cursos indispensables para una empresa de esa mag No s?lo eso, sino que particularmente yo pens? que, contrario, la nueva instituci?n ten?a que ser peque fines estrechamente limitados, porque apenas de ese resultar?a gobernable. De hecho, se lleg? desde entonc idea de que la Universidad Nacional y todas las de

cia ten?an que hacer frente al problema inevitabl

educaci?n de masas, y que si lo resolv?an se har?an a ras al reconocimiento del pa?s. La nueva instituci?n, bio, pod?a y deb?a dedicarse a preparar la ?lite intel

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DANIEL COS?O VILLEGAS

de M?xico. Por eso se resolvi? restringirla al campo de las

humanidades y de las ciencias sociales. Y deb?a tambi?n llevar un nombre que indicara con toda claridad que ahora se trataba de una instituci?n puramente mexicana, y que servir?a nuestros intereses nacionales. ?se fue el origen de lo que se llam? El Colegio de M?xico, nombre que ofreci?,

sin embargo, un peque?o tropiezo inmediato, y otro mayor alg?n tiempo despu?s. El primero fue que exist?an ya dos o tres escuelas primarias privadas que se llamaban "Colegios

M?xico". Y el segundo, que cuando a iniciativa de Antonio Caso se pens? en crear una instituci?n cuyo modelo era el Coll?ge de France, se quiso llamarla El Colegio de M?xico. Advertido de este peligro, me dispar? a conversar con Octa vio Vejar V?zquez, entonces secretario de educaci?n y com pa?ero m?o en la Escuela de Derecho. A m?s de explicarle los enredos que se armar?an con esta duplicaci?n de nombres,

le inform? que el nuestro estaba registrado debidamente, y

que est?bamos dispuestos a recurrir a los tribunales para

hacerlo respetar.

La verdad es que V?j?r V?zquez planeaba echarle mano a nuestro Colegio, quiz?s porque, como se explicar? despu?s,

la Secretar?a de Educaci?n P?blica no participaba en su

gobierno, a pesar de salir de su presupuesto buena parte del

subsidio oficial. En realidad, quien le hab?a calentado la cabeza a Vejar fue Joaqu?n Xirau. Hab?a llegado un poco

despu?s que los otros, pero fue incorporado inmediatamente al Colegio, donde comparti? con Jos? Gaos los cursos y semi narios de filosof?a. No s?lo eso, sino que pronto, como Gaos se lig? al Fondo de Cultura Econ?mica, para el cual prepar?

la traducci?n de obras excepcionales. Pero Xirau ten?a un

lado flaco tremendo, su ingobernable vanidad. Era, sin duda, un hombre bien parecido, pero se cre?a un don Juan irresis

tible; sin duda tambi?n era hombre bien preparado, pero reclamaba el primer lugar, de modo que le molestaba que un hombre m?s joven, y de la Universidad de Madrid, com partiera los lauros acad?micos con todo un profesor titular de la Universidad de Barcelona. Y no digamos con Antonio

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?aso o Samuel Ramos, o con Eugenio ?maz, que no hab?a logrado hacer su doctorado.

Nosotros le hicimos llegar al presidente ?vila Camacho los rumores de este complot, con el resultado de que rara vez he visto resolver un conflicto con una elegancia tan con sumada. Don Manuel nos mand? pedir una lista de los pro fesores y autoridades del Colegio, y nos indic? que nos es peraba a comer en el Casino Militar un d?a determinado.

Y en ese d?a le pidi? a Vejar que pasara por ?l a palacio porque quer?a que lo acompa?ara, pero sin decirle a d?nde

ni para qu?. Se dispuso la mesa en forma de una T, cuyo

lado principal fue ocupado por el presidente y los profesores del Colegio, excepto Joaqu?n Xirau. Y en los otros dos cos tados quedaron Xirau, junto a Vejar y los miembros de la

Junta de Gobierno del Colegio: Gustavo Baz, Eduardo Vi llase?or, Enrique Arregu?n, Alfonso y yo. Por supuesto que

todo el mundo entendi? lo que hab?a querido indicar don Manuel con aquella comida, en la que no se dijo discurso alguno. Ces? la intriga, y El Colegio conserv? su nombre y volvi? a su vida normal.

No era f?cil idear un sistema de gobierno, pues, por una parte, era menester darle cabida a las instituciones que apor taran los fondos para su sostenimiento, y por otra, tendr?a que quedar su direcci?n real en manos de gente acad?mica. Se acab? por idear un ?rgano superior, la llamada asamblea de socios fundadores, que fijaba el presupuesto de egresos y el de ingresos, adem?s de nombrar una junta de gobierno para un periodo de tres a?os, y a cuyo cargo estaba consi? derado el plan general de actividades del Colegio. En fin, la

tarea ejecutiva quedaba a cargo de un director y de un

secretario, que en nuestro caso ?ramos asimismo miembros

de la junta de gobierno. El presidente C?rdenas hab?a dictado un acuerdo en julio de 1938 creando la Casa de Espa?a en M?xico, en el cual se hablaba de que la goberna

r?a un patronato compuesto por el rector de la Universidad Nacional, un representante del Consejo Nacional de la Edu caci?n Superior y otro de la Secretar?a de Hacienda. La ver

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dad es que no nos apegamos mayormente al acuerdo presi dencial, no s?lo porque el llamado patronato pas? a ser la junta de gobierno, sino porque el supuesto representante del Consejo de Educaci?n Superior lo fue en realidad del Instituto Polit?cnico Nacional, recientemente creado por el presidente. En fin, porque a los tres miembros previstos del patronato, se agregaron dos m?s. As?, la primera junta de gobierno del Colegio, que, por lo dem?s, dur? muchos a?os, qued? constituida por Alfonso Reyes como presidente, y en representaci?n del Colegio mismo; por m?, como secre tario y con igual representaci?n; Gustavo Baz, en nombre

de la Universidad; Eduardo Villase?or, de Hacienda y des pu?s del Banco de M?xico, y por el m?dico Enrique Arregu?n, con la representaci?n del Polit?cnico.

Quedaba un problema serio, a saber, la validez jur?dica de los estudios que se hicieran en El Colegio, as? como de los t?tulos que otorgara para ampararlos. Desechamos sin vacilar "incorporarnos" a la Universidad Nacional, pues eso supon?a que tendr?amos que adoptar sus planes de estudio, sus m?todos de trabajo y sujetar a nuestros estudiantes a ex?menes hechos por sinodales nombrados por ella. Adem?s, nosotros nos propusimos contar con profesores y estudiantes

de tiempo completo. En cuanto a los primeros, no hab?a

dificultad si pod?amos ofrecer un sueldo suficiente para de dicarse exclusivamente a ense?ar en El Colegio, y como en aquellos felices tiempos esto se consegu?a con seiscientos pesos mensuales, la cosa no ofrec?a mayor problema. En cuan to a los estudiantes, ofrecer becas que les hiciera innecesario un trabajo cualquiera. El ofrecimiento de esas becas, adem?s, permitir?a someterlas a remate, de modo de poder escoger

a los mejores aspirantes. Esto sin contar con que el estu diante quedaba advertido de que a la menor falla en el

esfuerzo o en el talento, perder?a la beca. Nos propusimos tambi?n trabajar con grupos reducidos de estudiantes, no mayores de veinte, para que los profesores llegaran a distin guirlos y tratarlos individualmente. Por a?adidura, dotamos a los profesores de un cub?culo, cuyas puertas quedar?an

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abiertas a los estudiantes para que en todo momento pu

dieran conversar con ellos. Por ?ltimo, los profesores con vinieron en que desde el primer d?a dar?an a sus alumnos una bibliograf?a de cada curso y un calendario de lecturas,

de modo que el estudiante trabajara por su cuenta en la

biblioteca mucho m?s tiempo que el dedicado a las explica ciones orales del profesor. Una de las consecuencias de todos estos arreglos era que los cinco a?os requeridos por la Uni versidad Nacional para otorgar una maestr?a, quedaban re ducidos a tres, un nuevo incentivo para que el estudiante ingresara en El Colegio. Todo esto hac?a incompatible nuestra incorporaci?n a la Universidad, de modo que los primeros estudiantes de historia de El Colegio obtuvieron su maestr?a

mediante un examen oral y escrito hecho en la Escuela Nacional de Antropolog?a. M?s tarde se hizo legalmente posible celebrar un convenio con la Secretar?a de Educaci?n P?blica mediante el cual El Colegio quedaba facultado para hacer sus propios planes de estudio y conceder en su propio nombre los grados de maestro y doctor.

Completaron estos arreglos otras dos decisiones que se tomaron desde el comienzo. La primera, que s?lo habr?a dos autoridades generales del Colegio, el presidente y el secretario; pero que los estudios se organizar?an en "cen tros", al frente de los cuales habr?a un director, a cuyo cargo quedar?a la vigilancia diaria de su respectivo centro. Los dos primeros fueron los de historia y ciencias sociales, y m?s tarde los de ling??stica, relaciones internacionales, estudios orientales, econom?a y demograf?a y estudios so ciol?gicos. La segunda decisi?n fue darle una gran impor tancia a las publicaciones del Colegio, los libros y revistas. Los primeros ser?an el resultado de las investigaciones ori ginales de los propios profesores y de los estudiantes que se fueran graduando. En cuanto a las revistas, se dispuso que cada centro tuviera una propia, dedicada a recoger los ar t?culos y rese?as de libros de la respectiva especialidad. Se dispuso, por ?ltimo, que las revistas debieran nutrirse de colaboraciones no s?lo de los profesores y estudiantes del This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 01:59:53 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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Colegio, sino de escritores de cualquier instituci?n superior del pa?s y del extranjero. Todo esto, repito, se dispuso desde el comienzo y se ha aplicado en la realidad, con los retoques que el crecimiento

y la experiencia han aconsejado. As?, El Colegio ha llega

do a ser, tras una existencia de m?s de treinta y cinco a?os, una instituci?n establecida, de renombre y que le presta al pa?s servicios indudables. Es muy f?cil decirlo; pero el d?a

en que se haga una historia detallada del Colegio, se ver? que ese feliz resultado no se consigui? sin esfuerzo y amar gura. Digamos el sostenimiento econ?mico de la instituci?n. El general C?rdenas dispuso en su acuerdo de 1938 que el

gobierno le dar?a a la Casa de Espa?a un subsidio anual

que nunca ser?a inferior a trescientos mil pesos. Claro que agradecimos la buena voluntad y la firmeza de semejante generosidad; pero no se nos pod?a ocultar la inconstitucio

nalidad de semejante acuerdo, ya que el Congreso es el

?nico facultado para disponer la forma de aplicar los egre sos de la federaci?n. No s?lo eso, sino que el propio ejecu tivo pod?a disminuir o suprimir esa partida, hecho nada improbable, sobre todo porque al general le faltaban s?lo dos a?os de gobierno. Por eso, tambi?n desde los comienzos

pensamos en que la llamada "iniciativa privada" nos ayu dara. Mis esperanzas en los buenos resultados se alimenta ban en la experiencia del Fondo de Cultura Econ?mica, don

de llegamos a organizar y practicar todo un sistema de sacarle dinero a nuestros ricachones. Consist?a en una invi taci?n del secretario de Hacienda Eduardo Su?rez a un gru po de seis u ocho banqueros, industriales, mineros o comer

ciantes, a almorzar en el Club de Banqueros. Tras una

comida encargada especialmente, y de beber vinos y licores de las mejores marcas, Su?rez dec?a haberlos convocado para escucharme. Como de rayo, un mozo del Fondo muy bien adiestrado pon?a frente a cada invitado una pila de diez o quince vol?menes editados recientemente, y yo hac?a una breve historia del Fondo, de los fines que persegu?a y de la necesidad de allegarse recursos adicionales, sea para iniciar

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una nueva secci?n de publicaciones, sea para emprender

reediciones de los t?tulos agotados, etc. Al acabar mi expo sici?n, Eduardo Su?rez, afable, pero directamente, dec?a: "queda abierta la lista de contribuciones". Llegamos a per feccionar tanto este sistema "extractivo", que obtuvimos que Aar?n S?enz nos sirviera de "palero", pues desde la primera comida advertimos, por una parte, que se produc?a un si lencio embarazoso, y por otra, al invitar Su?rez a declarar las posibles contribuciones, los invitados ofrec?an un dona tivo claramente inferior a lo que nosotros estim?bamos que

pod?an dar. Con Aar?n S?enz a nuestro lado, en primer

lugar se romp?a de inmediato ese silencio embarazoso, y en segundo, a nombre de sus empresas ofrec?a una suma bas tante alta, que pon?a en aprietos a los invitados que repre sentaban negociaciones cuyo capital era visiblemente supe rior al que pod?a representar S?enz. Con El Colegio no intentamos repetir este sistema, en parte porque los posibles contribuyentes eran los mismos, y en otra porque nuestra observaci?n nos conduc?a a admitir, primero, que el rico mexicano no est? acostumbrado a dar

dinero para nada, y que cuando lo suelta, lo pone en una empresa religiosa o caritativa, digamos una maternidad o una guarder?a de ni?os. El Colegio, en primer lugar, era una instituci?n de educaci?n superior, y en segundo, sin

ning?n v?nculo o prop?sito religioso o, m?s claramente, cat? lico. Aun con ese conocimiento, en un momento de ingentes apuros me resolv? a emprender una gran campa?a bien or

ganizada. Con ese fin, comenc? por acudir a don Evaristo Araiza para que me aconsejara c?mo pod?a yo proceder y a qu? hombres y empresas deb?a llamar. Hab?a conocido a don

Evaristo en el consejo de administraci?n del Banco de

M?xico, y cultiv? cierta amistad con ?l. Me simpatizaba por

que era un hombre de buen juicio, que no hab?a olvidado que era un profesionista, y que aun cuando acab? por ser el gerente de la Fundidora de Monterrey, era administrador de una empresa ajena y no propia, lo cual hac?a de ?l, cier tamente, un hombre de negocios, pero no descarnado. Don

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Evaristo, adem?s, era hombre de lecturas, y, en consecuencia,

capaz de entender lo que era y pretend?a ser El Colegio. Le hice a don Evaristo una larga y pat?tica exposici?n de

nuestras necesidades para concluir pidi?ndole consejo. Don Evaristo, hombre bien educado, me escuch?, a pesar de que pod?a haberme interrumpido para dar la mala noticia que dio al final. "Llega usted en el peor momento posible, de modo

que fracasar?a usted redondamente en su empe?o." Y me dio, por supuesto, la explicaci?n: Carlos Trouyet ven?a sa

c?ndoles hac?a dos meses sumas cuantiosas de dinero, pues se propon?a fundar una universidad cuyo gobierno confiar?a a los jesuitas. Y para ejemplificar, don Evaristo me dio el dato de la contribuci?n que Trouyet le hab?a arrancado a

la Fundidora. Me explic? el ?xito de esa colecta, no s?lo por el cuantioso donativo que como ejemplo hab?an dado las negociaciones del grupo Trouyet y porque ?ste pesaba mucho en el medio de los empresarios, sino porque en al guna forma Trouyet daba a entender que hac?a esa gran colecta con el conocimiento y aun con autorizaci?n del pre sidente L?pez Mateos. Positivamente me indign? esta informaci?n. Desde luego, le habl? a Jaime Torres Bodet, secretario de Educaci?n, para

decirle que la noticia me parec?a lo bastante grave para

d?rsela a conocer al presidente, y que si ?l, Torres Bodet, no

quer?a hacerlo, yo me encargar?a de ello. Jaime me habl? por tel?fono unos d?as despu?s para decirme que L?pez Mateos le hab?a asegurado que nada sab?a del asunto, y que, en consecuencia, no pod?a haber autorizado o consentido en que se hiciera la colecta. La verdad es que nunca estuve seguro de que as? hab?an ocurrido las cosas, pues Jaime era capaz de inventar una historia si con ella evitaba llevarle al presidente un asunto enojoso y ajeno a sus intereses perso nales. Sin embargo, aunque yo ten?a acceso al presidente, me pareci? imprudente verlo, pues, una de dos: o echaba yo de cabeza a su secretario pint?ndolo como mentiroso, o me expon?a a que L?pez Mateos me dijera "ya le dije al secre tario...". Otro elemento que atizaba mi descontento era el

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reciente catolicismo de Trouyet. Seg?n se dijo entonces, un

amigo suyo, que ten?a apalabrada una cita en el famoso

hospital de Rochester, lo invit? a acompa?arlo dada la amis tad que los ligaba y el hecho de que Trouyet no ten?a en ese momento nada particularmente importante que hacer. Acept?, y ya en Rochester, el amigo le dijo que puesto que

estaba de ocioso, pod?a aprovechar su tiempo en que le

hicieran el famoso check up. El diagn?stico fue que Trouyet

padec?a de una anemia general, y que si no se sujetaba a

un reposo prolongado y a un r?gimen alimenticio determi nado, vivir?a escasos tres meses m?s. Esas casualidades, esas cosas imprevistas, fueron interpretadas por Trouyet como

un milagro, es decir, como una intervenci?n divina para prolongar su vida. Entonces se crey? obligado a pagar el milagro creando esa universidad jesu?ta, cuya idea original, en rigor, era antigua. En efecto, a?os antes el ex presidente

Alem?n hab?a patrocinado una reuni?n en M?xico de las academias de la lengua de la Am?rica hisp?nica. Asisti? a esa reuni?n el rector de una universidad jesuita de Colom bia, quien expres? la necesidad de que los pueblos de habla hispana contaran con una universidad representativa de to dos ellos. Sugiri? esa idea de la universidad cat?lica que, al ampararla Trouyet, se llamar?a Iberoamericana.

Tuve que conformarme con escribirle a Trouyet una carta extensa (tres p?ginas a rengl?n cerrado), dura, pero no grosera. Le reprochaba que se hubiera lanzado a colectar cuarenta millones de pesos para la Universidad Iberoameri cana cuando hab?a sido incapaz de darle al Colegio los tres cientos mil que se le hab?a pedido reunir entre sus amigos. Le reprochaba, adem?s, que se los diera a los jesuitas, m?s interesados en hacer pros?litos que en la educaci?n misma. Comet? un error cuando en mi carta le anticip? que los estudiantes y profesores de la Universidad Nacional har?an alg?n esc?ndalo, inclusive invadir la Ibero, cre?ndose as? un gran l?o pol?tico, pues han pasado quince a?os sin que nadie

haya dicho una palabra, dentro o fuera de la UNAM.

Trouyet me escribi? unas l?neas dici?ndome que hab?a le?do

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mi carta con gran atenci?n y que deseaba que nos reuni? ramos para hablar sobre ella, pero como ten?a urgencia de trasladarse a Nueva York, me llamar?a a su regreso. No lo

hizo, pero no olvid? mi carta. Por una parte, cinco a?os despu?s de este "encuentro", y preocupado yo por la escasa circulaci?n de Historia Mexicana, acud? a Trouyet para que pagara cincuenta suscripciones anuales para ser enviadas gra tuitamente a las bibliotecas de provincia. Le expliqu? que estas bibliotecas eran pobr?simas, pues los pocos libros y re

vistas que ten?an eran viejos y nada nuevo compraban, a pesar de lo cual emocionaba entrar a una de ellas por la noche y ver que hab?a veinte o treinta lectores que le?an lo que pod?an prestarles. No s?lo acept? con agrado la pro

puesta, sino que espont?neamente repiti? el pago por un segundo a?o. Luego, cinco a?os despu?s, al concurrir ambos

a una comida en casa de Eduardo Villase?or, le dijo a su vecina de mesa, Celia Ch?vez, que me profesaba gran sim pat?a, a pesar de ser yo enoj?n. Celia, que sol?a usar pala

bras cuyo sentido desconoc?a o conoc?a vagamente, le con test? a Trouyet que comet?a un grave error al tenerme como enoj?n, pues en realidad yo era "simplemente iracundo". No fue ?ste el ?nico "encuentro" que tuve con los ricos al pedirles ayuda para El Colegio. Seg?n dije antes, Alfonso Reyes y yo juzgamos necesario que cada Centro del Colegio tuviera una revista que recogiera los trabajos de sus profeso res y estudiantes; pero una revista erudita o acad?mica cues ta dinero. Por eso, a pesar de que el de Estudios Hist?ricos ten?a ya casi diez a?os de funcionar, no la ten?a. Cuando yo

mismo me interes? en nuestra historia moderna, resolv? hacer

un esfuerzo extraordinario para conseguir el dinero me

diante donativos y anuncios. En el mismo consejo de admi nistraci?n del Banco de M?xico hab?a conocido a don Ra?l

Bailleres, que ten?a fama de ser de una coder?a m?s que regiomontana. Gustavo Baz me cont? alguna vez que cuando

era secretario de Salubridad, don Ra?l se le acercaba, lo

llevaba a un rinc?n de la sala donde se hallaban, y le dec?a compungido que quer?a emplear cierta suma de dinero en

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una obra altruista, pero que no sab?a cu?l ser?a la m?s apropiada. Gustavo, entusiasmado ante la perspectiva de poder hacer otro hospital moderno de los que empezaba a

construir, le pidi? unos d?as para presentarle datos precisos que le permitieran resolver. As? procedi?; pero no tuvo res puesta alguna. Gustavo, bastante molesto, dej? el asunto por

la paz; sin embargo, al encontrarse de nuevo en alguna recepci?n o comida, don Ra?l se le acercaba, volv?a a lle

varlo a un rinc?n de la sala y le repet?a el cuento. E Ignacio Ch?vez me refiri? que cuando se propuso construir un nuevo

edificio del Instituto de Cardiolog?a y modernizar alguno de los ya existentes, acudi? al presidente Alem?n para que invitara a cenar a un grupo de ricos y plantearles sus pro blemas. Para la grat?sima sorpresa de Ignacio, el rico espa?ol Santiago Galas dijo que de los tres proyectos presentados, ?l quer?a tomar a su cargo el m?s caro, de un mill?n de pesos.

Los dem?s invitados indicaron en seguida las cuotas que estaban dispuestos a dar, excepto don Ra?l, que guard? un silencio sepulcral. Constre?ido por el presidente y por el propio Ch?vez, don Ra?l dijo que ?l, personalmente, ve?a con gran simpat?a esa empresa, pero que, por desgracia, ten?a

que consultar con sus socios, etc. Por las dudas, el presidente

Alem?n le encarg? a Ciarlos Novoa, director del Banco de M?xico, que se mantuviera en contacto con don Ra?l. Co menz? a llamarle por tel?fono sin que pudiera dar con ?l, hasta que, fatigado, desisti? del empe?o. L?gicamente, estas historias deb?an haberme desanimado,

pues yo era un don nadie al lado de Baz y Ch?vez, que

ten?an alg?n poder. Al mismo tiempo, quise someter a esta dura prueba mi habilidad de persuasi?n. Me lanc?, pues, a ver a don Ra?l y estuve con ?l tres largas horas. Las dos primeras fueron suyas, pues con una franqueza y un desa

liento visibles, me cont? la triste historia del Instituto Tec nol?gico de M?xico, cuya fundaci?n y sostenimiento hasta entonces hab?an corrido a su cargo. Desde luego, le costaba medio mill?n anual, y ya llevaba unos diez; en segundo, la escuela de econom?a del Instituto, la que llevaba m?s tiempo

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de trabajar, no atra?a estudiantes ni profesores. Me cont? que hab?an querido contratar a un joven economista de la Universidad de Cambridge, y que a pesar de haberle ofrecido

un sueldo que en Inglaterra le llevar?a alcanzar veinte o veinticinco a?os, rechaz? la oferta. Al final de su larga y triste exposici?n, con inusitada modestia, me pidi? consejo.

Sin vacilar le dije que desde hac?a ya ciento sesenta a?os Adam Smith hab?a se?alado la existencia de ese fen?meno que se llama divisi?n del trabajo, que en el presente caso indicaba que los hombres de negocios deb?an dedicarse a hacer dinero, y que a cargo de los intelectuales correr?a la tarea de idear y manejar las instituciones educativas^A pre

gunta suya, le recomend? a Eduardo Garc?a M?ynez, con quien pronto se puso en contacto. Entonces* le plante? mi petici?n para la revista, que se llamar?a Historia Mexicana. Don Ra?l comenz? su defensa sosteniendo que los pedig?e?os acud?amos siempre a ?l y a los dos Carlos, Prieto y Trouyet, cuando la verdadera rique za de M?xico estaba en los puestos de La Merced donde se vend?a la carne, los granos o la fruta. Le conced? toda la raz?n, y por eso le asegur? que acudir?a a esos puesteros, pero que justamente para convencerlos necesitaba yo el argumen to de que hab?an contribuido ya los viejos ricos, conocidos y respetados, en cuyos bancos ten?an sus dep?sitos los "nue vos ricos". No negaba don Ra?l por supuesto, la necesidad de escarbar y divulgar la historia patria, pero dudaba mu cho de que el "pueblo" llegara a leer una revista erudita, y ni siquiera la clase media ilustrada, pues la verdad era que

al mexicano s?lo le preocupaba el problema de ganarse la vida. Raz?n de m?s para ofrecerle la compensaci?n de una lectura que le ense?ara que en otras peores se las hab?an visto sus antepasados, de modo que conservara el ?nimo necesario para seguir luchando. En fin, tras un forcejeo de una hora, don Ra?l se avino a dar cinco mil pesos, y como yo mostrara el deseo de que tan generoso gesto materializara en un chequecito, sac? del caj?n de su escritorio su libreta

y lo extendi?. Pero no par? all? mi encuentro con don

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Ra?l. Historia Mexicana comenz? a publicarse en septiem

bre de 1951, y desde el cuarto n?mero apareci? un anuncio de la Cervecer?a Moctezuma, que me hab?a dado don Emilio Suberbi?, a quien conoc? tambi?n como consejero del Banco de M?xico. Al poco tiempo el "grupo" Bailleres se hizo de la Cervecer?a, al frente de la cual don Ra?l puso a uno de sus hijos. Este joven, ansioso de demostrar que pod?a llevar la empresa al pin?culo de sus ganancias, barri? con todos los gastos "in?tiles", entre ellos aquel anuncio, que le cos taba a la Cervecer?a doscientos pesos anuales. Recib?, pues, tres l?neas anunci?ndome la cancelaci?n inmediata del anun cio, y me indign? tanto la arrogancia de aquel junior, que acud? al padre, quien orden? en seguida mantenerlo "hasta

nueva orden".

En fin, a la vista de la experiencia del Centro de Estu dios Hist?ricos, que careci? de una revista propia durante tan tos a?os, me propuse crear simult?neamente el Centro de Estu

dios Internacionales y su revista, que se llam? Foro Interna

cional, cuyo primer n?mero, en efecto, sali? en julio de

1960. Ya entonces El Colegio ten?a los recursos necesarios para costear la revista, al menos inicialmente; pero eso no

quitaba la necesidad de que el gasto se redujera lo m?s posible. No pedimos dinero para la publicaci?n, pero s?

anuncios. Me dirig? entonces a los directores de los princi pales bancos, pidi?ndoles un anuncio trimestral que al a?o les representar?a la insignificante suma de cuatrocientos pesos. No consegu? uno solo; pero la respuesta de Agust?n Legorreta, director del Banco Nacional de M?xico, me llam? la atenci?n, para decirlo suavemente: corta, seca, parec?a indicar haberle causado una incre?ble sorpresa esta petici?n, igual?ndola quiz?s a la de que se acudiera a su banco para conseguir una cama en alg?n hospital. Le contest? envi?n dole un ejemplar del Foreign Affairs norteamericano, se?a l?ndole con gruesas rayas rojas los anuncios del National City Bank, del Chase-Manhattan, del Chemical, etc. En mi carta le dec?a que esos bancos daban ese anuncio, que evi dentemente no les traer?a ning?n cliente, para mostrar su

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orgullo de asociarse a una empresa intelectual que, adem?s, presentaba al mundo la pol?tica exterior del pa?s donde ope raban y prosperaban. Pues ni as? se consigui? el anuncio.

Una instituci?n que paga buenos sueldos a sus profeso

res, que concede becas a sus estudiantes, que sostiene revistas

acad?micas, que compra libros para la biblioteca, una ins tituci?n que hace todo eso, necesita sumas de dinero no

fant?sticas, pero s? buenas. Las contribuciones de sus socios fundadores eran bien limitadas: desde luego, la Universidad

Nacional jam?s solt? un centavo; el Fondo de Cultura pro curaba dar su cuota con regularidad, pero ?l mismo viv?a de la caridad p?blica, de modo que resultaba poco menos que simb?lica. Entonces, el grueso de sus ingresos, cercano a la totalidad, proven?a del gobierno, cosa que nos parec?a insatisfactoria, pues, por una parte, tampoco pod?a dar gran

cosa, y, por otra, persist?a el temor de que en cualquier momento variara de opini?n. Por eso no vacilamos en acu dir a la Fundaci?n Rockefeller y despu?s a la Ford. Nunca Alfonso Reyes, pero yo s?, he sido acusado dos o tres veces

de haberme vendido al "T?o Sam" y vendido tambi?n al

mism?simo Colegio. Casi sobra decir que nunca me han in quietado en lo m?s m?nimo semejantes ataques porque sin variaci?n han procedido de personas a quienes mov?an ape titos innobles. Desde luego, ni yo ni El Colegio hicimos un misterio de que ped?amos y recib?amos esa ayuda, y porque nunca dud? de que era desinteresada y libre de condiciones

y aun de vigilancia administrativa. No s?lo eso, sino que

de mi propia iniciativa puse en m?s de una ocasi?n a prueba la sinceridad de las intenciones de los funcionarios de esas fundaciones. Recuerdo todav?a que en v?speras de resolver

si se le daba o no al Colegio la ayuda para el Centro de

Estudios Internacionales, Kenneth W. Thompson, entonces encargado en la Fundaci?n Rockefeller del sector interna cional, public? un libro, que me apresur? a criticar en una

revista de M?xico, y a enviarle la rese?a a Thompson. La

ayuda sigui? su curso y se dio finalmente. En rigor, cost?

buen trabajo conseguirla por otras razones. Thompson la This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 01:59:53 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


UN POCO DE HISTORIA

527

ve?a con simpat?a, pero no as? Dean Rusk, que, a m?s de

ser el presidente de la Fundaci?n, se consideraba a s? mismo un experimentado internacionalista. Camino a Ginebra, para

atender a la sesi?n veraniega del ECOSOC, le ped? a Rusk una entrevista, que se prolong? m?s de la cuenta. No obje

taba el prop?sito en s?, pero consideraba con una buena dosis de raz?n que ni en M?xico ni en ninguno otro pa?s

de Am?rica Latina, con la posible excepci?n de Brasil, qtie ten?a una clara tradici?n diplom?tica, exist?a ya un ambiente propicio que sorportara un Centro y una revista especiali zada en asuntos internacionales. En esto le conced? la raz?n a Rusk, pero le argument? que el verdadero problema era determinar la necesidad de crearlos, pues si la hab?a, era seguro que se lograr?a pronto una reacci?n general favora ble. Le argument? que M?xico no pod?a ni quer?a seguir teniendo como ?nico horizonte internacional a Estados Uni dos, no s?lo porque el mundo lo hab?an achicado los trans portes y las comunicaciones modernos, sino porque juzgaba necesario conocer mejor el resto del mundo para moverse en

?l conscientemente. Tras una hora de discusi?n, en que Rusk no cedi?, le ped? que me trasmitiera su resoluci?n a Ginebra. All? la recib?: cambiaba de frente, pues, a m?s del Colegio, la Universidad Nacional hab?a hecho una petici?n semejante. Por eso la Fundaci?n consideraba ahora la posi bilidad de dar una ayuda a las dos instituciones, con la se guridad de que sabr?an entenderse para usarla. Pas? por alto

alg?n quehacer del ECOSOC para contestarla inmediata

mente: nosotros hab?amos solicitado una ayuda m?nima, de modo que compartirla con otra instituci?n significaba que ninguna de las dos tendr?a los recursos necesarios para llevar a cabo sus prop?sitos. M?s que nada, El Colegio de ninguna manera compartir?a la responsabilidad con otra instituci?n,

cualquiera que fuera. Le ped? a Rusk una ?ltima cita en

su oficina de Nueva York, por donde yo pasar?a camino a M?xico. Nada concluyente sali? de ella, excepto anunciarle

que con la ayuda de la Fundaci?n o sin ella, El Colegio seguir?a adelante con sus planes.

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528

DANIEL COS?O VILLEGAS

A todo esto, antes de partir a Ginebra le dej? a don

Manuel Tello, secretario de Relaciones, un memor?ndum en que argumentaba la necesidad de crear el Centro de Estu dios Internacionales, y delineaba sus objetivos, m?todos de trabajo, etc. Le dije que pensaba que podr?a interesarle la lectura puesto que del Centro saldr?an j?venes especialmen te preparados para el servicio exterior mexicano. Es m?s: le anticip? que ese Centro podr?a convertirse en hogar de j?ve nes latinoamericanos interesados en prepararse para servir a

sus respectivos pa?ses. Cuando lo visit? a mi regreso de Ginebra, recib? la gran sorpresa: don Manuel me dijo que le hab?a gustado tanto la idea, que le ley? mi memor?ndum al presidente L?pez Mateos, quien se entusiasm? al grado de decirle que en seguida se pusiera manos a la obra: "Eso s? ?a?adi? don Manuel?, el presidente dice que el gobierno dar? todo el dinero necesario para evitar que ninguna ins tituci?n o persona extranjera participe en la empresa". Esta noticia me permiti? ponerle un cable a Dean Rusk anun ci?ndole que el l9 de julio de 1960 saldr?a el primer n?mero de la revista ya bautizada como Foro Internacional. Rusk vio en ese telegrama lo que yo quer?a que viera: nuestra firme decisi?n de realizar la empresa. En efecto, al poco tiempo El Colegio recibi? la notificaci?n oficial de que la Fundaci?n hab?a concedido la ayuda solicitada. Ahora bien, cuando Tello me dio a conocer la determinaci?n del pre sidente L?pez Mateos de no pedir ni aceptar ninguna ayuda extranjera, yo no hice entonces, ni despu?s, un comentario;

pero s? una sencilla reflexi?n. Como no cont?bamos con

ning?n profesor mexicano que se hiciera cargo de los cursos

que se hab?an planeado, y como se tom? la resoluci?n de no aplazar la empresa, no quedaba sino un camino ?nico: enviar becarios a que se especializaran durante dos a?os en

las relaciones internacionales de un ?rea determinada, y

contratar a profesores extranjeros que dieran los cursos du rante esos dos a?os. Para hacer frente a tan cuantiosos des embolsos, justamente, hab?amos pedido la ayuda de la Fun daci?n. A esos profesores extranjeros no pod?a pag?rseles

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>mmmm

ltfa V

Alfonso Reyes

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t*.^*#*-w*,**s

Daniel Cos?o Villegas This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 01:59:53 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


UN POCO DE HISTORIA

529

menos de mil d?lares mensuales, y como en aquella ?poca nuestros impuestos trabajaban menos, el director del Banco de M?xico ganaba entonces esa misma suma. Por eso, El Colegio quedar?a expuesto a la cr?tica demoledora de que le pagaba igual a un pinche profesor extranjero que a todo un director de la instituci?n bancaria m?s importante del pa?s. Pero si El Colegio pagaba con dinero extranjero al extranjero, las cosas quedar?an a salvo. Por supuesto que desde el primer momento me propuse dar a conocer alguna vez mi decidida desobediencia a los deseos del presidente; pero quise hacerlo directa y perso nalmente, y no a trav?s de don Manuel o de alguna otra persona. Vino de maravilla el estreno del nuevo edificio del Colegio en Guanajuato 125, pues nos propusimos darle gran

brillo a la ceremonia de inauguraci?n. El invitado de honor, claro, fue el presidente, y tras de ense?arle el nuevo edificio y explicarle qu? bien correspond?a a las necesidades y gustos

de la instituci?n, bajamos a la biblioteca, donde se serv?a un regio coctel (a cargo de la famosa "Mayita"). En cuanto estuvimos all?, lo tom? del brazo para irle presentando a los concurrentes. Dean Rusk era ya secretario de estado, a pesar de lo cual le escrib? invit?ndolo a la ceremonia, aclar?ndole, desde luego, que lo invit?bamos, no como secretario de esta

do, sino como el ex presidente de la Fundaci?n que nos hab?a ayudado a establecer el Centro de Estudios Interna

cionales. La verdad es que lo hice anticip?ndome al gozo de presentarlo con el presidente. Rusk ofreci? venir, si bien en

el ?ltimo momento se excus?. Pero estaban en el coctel nada menos que dos vicepresidentes de la Fundaci?n. Al

llegar a ellos, le dije a L?pez Mateos que quer?a yo presen tarlo con unos amigos a quienes El Colegio se sent?a obji gado por la ayuda que nos hab?an prestado. El presidente, lejos de hacer un gesto siquiera de extra?eza, los salud? con

gran cordialidad y convers? con ellos animadamente un buen rato. No me hizo, ni entonces ni despu?s, ning?n

comentario, pero entendi? bien las cosas y nunca m?s puso reparo a nuestro trato con la Fundaci?n.

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LA PASI?N

DEL NIDO Luis Gonz?lez El Colegio de M?xico

del origen, La historia fundaci?n y discurso del Centro de Estudios Hist?ricos de El Colegio de M?xico puede ofrecer a los ?vidos el atractivo de una a medias.1 virginidad Quiz? seduzca a los responsables de la formaci?n de historiadores en esa provincia el GEH ha ensayado pues pedag?gica. ser?a ins?lito

Tampoco neros,

se

pues la mano

con

trata

no hechice

una

porque

el

un

g?nero

fin la

de

a

o

seguir

la

intenci?n

la

idea

es

pat?tica,

a

que

S?lo

al

proponer o

o

se

pr?cticos, en

encasillarlo aspira

con

no

Esto

?ticos

cabe

existe.

esta

contar

eludir,

"dadores".

est?ticos, S?lo

vivir

que

de

de

deformidad

conmemorativo. si

ni

los

es

seguro

con

a

a

nuestras

otras vidas, ni a los a los padrinos de la

de

con

con prop?sitos

ni publica

con

sino

o

los limos

de

mayor?a

lo m?s

escrita

memor?ndum

de

gran

todo,

contada,

forma

car?cter

escribe

est? no

a?n

como

Centro

Con

no

historia

la

de

acostumbrado

ni a los curiosos en cabeza ajena,

experimentadores cultura

instituto

como

culturales.

la atenci?n

atrajese

un

extendida,

instituciones

rese?a

que de

a

ser

el un

en el los anidados de recordatorio para insignificancias caso a la Centro. Si el autor fuera juglar le habr?a hecho "Las cosas que no valen la pena recomendaci?n de Voltaire: se un

cantan".

otro

Si

nos

gallo

habr?amos

cantara,

compuesto

corrido.

El comenz?

1 El

doctor de

colecci?n Vid.:

del

Centro de 1930 con motivo

brete en

Jos?

M?xico", Panamericano

Jos? Miranda public? referentes documentos

Miranda: en

Estudios de una

La de

"La

ense?anza Geograf?a

en al

ense?anza de

de

la historia

e Historia,

Hist?ricos de M?xico visita de don Am?rico

1948 Centro la

un de

historia

en M?xico, 1948,

pp.

breve en

y una Hist?ricos.

art?culo

Estudios El

M?xico,

de Colegio Instituto

275-293.

530

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LA PASI?N DEL NIDO 531 Castro, Centro

a decir primores del un sabio eminente que vino de Madrid de Estudios Hist?ricos y, quiz? sin sospe su

solt?

charlo,

en

"comercial"

el momento

en

oportuno,

el

en M?xico la racha de las fun en que se desataba la moda del derrumbe iba para afuera cuando daciones, y obra de la ?lite la construcci?n la de adentro por para los platos que hab?a roto le dio por reponer "1915", a quien instante

La fiebre de las fundaciones la pl?yade revolucionaria. lleg? En menos de una docena de a?os se hasta las humanidades. hizo m?s de una docena de albergues de la cultura human?s cliom?tica: Instituto Panamericano tica y particularmente e Historia del Bolet?n Archivo Gene de Geograf?a (1930), Mexicano de Historia ral de la Naci?n (1930), Congreso Econ?mica de Instituto de Cultura (1934), (1933), Fondo ?bside La Casa Est?ticas (1935), Investigaciones (1937), en M?xico de Historia de Am? de Espa?a (1938), Revista Hist?rica Ins rica (1938), Jus (1939), (1938), Divulgaci?n e Historia Co tituto Nacional de Antropolog?a El (1939), Americanos (1940), Cuadernos legio de M?xico (1941) y en esa misma fecha el Centro de Estudios Hist?ricos, que, como se ve, no lleg? a solas, ni naci? en hu?rfano. Sobrevino desfile Un

de linaje proveniente cuarteto de mecenas

ilustre

y pobre. Banco federal, (gobierno de Cultura Econ?mica)

de se Universidad Fondo M?xico, y el sost?n del de la de institu M?xico, conjur? para Colegio ci?n nutricia del CEH. El Banco adujo una vez cincuenta mil pesos. No hay pruebas de las ayudas de la Universidad mil pesos anuales S? las hay de los doscientos y del Fondo. un con de cedidos por el gobierno fecha de 1942, recado, y a don Alfonso del ministro se donde Reyes, Vejar V?zquez lee: "La secretar?a de Educaci?n P?blica qued? incapacitada conceder

para

Como

quiera,

2 Carta t?rico cuchar?n

ayuda

tal

de

de El de

Octavio Colegio

econ?mica

incapacidad

al

s?lo

de

Colegio

dur?

a Alfonso V?zquez Vejar de M?xico, sin clasificar.

un

Reyes En

M?xico".2

a?o

y

en Archivo casa

de

en

el

His herrero,

palo.

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532

LUIS

GONZ?LEZ

del de Alem?n, despu?s de una visita del presidente la ayuda del gobierno de la rep?blica, al presidente

sexenio Colegio

en

se mantuvo

pie.

Tambi?n

soco

oportunamente

llegaron

rros pecuniarios de la Fundaci?n Rockefeller, y El Colegio, un un de laboratorio instituto de sosten?a ya biolog?a y que un de el 14 abril de 1941 inaugurar qu?mica, pudo de Estudios

Centro

y al a?o

un

siguiente los

anduvo

Hist?ricos,

cuatro

Centro

primeros

Estudios

de

errante

a?os

y

Sociales.

Aqu?l en

siempre

plan

en alg?n rinc?n del Insti a mecerse de arrimado. Empez? en alguna e Historia, sala tuto Panamericano de Geograf?a en las oficinas del cedida por la Secretar?a de Hacienda y hasta que al fin, de Cultura Fondo a 800 casa suficiente, econ?mica [de a un bien comunicada Sevilla 30, [en a otro Paseo de la del y Chapultepec [o sea dos conferencias

salones

cierta

de

en

1945, "consigui? al mes], muy pesos la avenida de paso con aulas Reforma] de

sala

biblioteca, y cuartos

entidad],

sala de

de

admi

eso,

cuan

tertulias] [o antigua am?n de jard?n, de un min?sculo nistraci?n, jard?n inte califor colonial rior.3 Hacia s?lo ofrec?a su fealdad afuera niana,

do

no

pero

un

en

casa

almac?n

de

mal;

cayera

que

de

removido

fue

el CEH

supo,

era

por

se transform?,

all?,

art?culos

quiz?

femeninos

seg?n

se

caballero.

para

a cuestas, con el Centro Hist?ricos El Colegio, de Estudios en una casona por sus a?os de vida diez cumpli? primeros de Reforma casi esquina firiana, en las calles de ?ap?les, con rosa,

Insurgentes, con cafeter?as,

Era y siniestra. nes tarimas y docena

Al

de

un

sitio

donde

cas?n

de

tres una

convertidos

lo gobernaba

a palpitar tentaciones

empezaba otras y

restaurantes

rechinantes,

aposentos

Colegio

en

una

pisos

y

s?tano,

la

con

escalero

sala rococ? y gran en aulas y despachos.

junta

presidida

zona

a diestra

media

por Alfon

3 Ibid.

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LA

so Reyes, Villegas,

PASI?N

533

NIDO

DEL

era Daniel

en la que el secretario y tesorero se les dec?a don Alfonso a quienes "El

respectivamente.4

licenciado"

era

y el

grandote,

Cos?o

licenciado, un

en?rgico,

inteli actividad de teor?a y pr?ctica, y emotividad, con frecuencia echaban e instinto y ojos que alguna gencia era cor ti to, de actitud lumbre. Don Alfonso "imperturba

mundo

blemente

est?mulo

y

comprensiva

corr?an

hacia

conciliadora",

ojos

que

al

menor

de

dentro

risa, inteligen cay?ndose Los dos, el desenfrenada. emoci?n cia archicuriosa y algo entre ellos y con no y el s?, caminaban acuerdo de com?n con prestigio de tra el oficial mayor don Luis Santullano, de estudio. hacer novelas ducir cl?sicos, y organizar planes la secretaria era Enriqueta el comienzo y el Manrique la serie cordial. de ambos Francisco bibliotecario Giner, A ?ste lo repuso en 1946 la ex alumna Susana Uribe que por "La biblioteca muchos a?os pudo decir: soy yo". En lugar de Enriqueta, vino Mar?a de Mar?a.5 En

de 1941 a lo condujo Al Centro de Estudios Hist?ricos se le dijo maestro Zavala. al que siempre 1950 un doctor la direcci?n. Ven?a Era de treinta y dos a?os cuando asumi? de las de ser alumno de de universidades M?rida, ejemplar un autor de de obras de M?xico Madrid; mayores par y de ?ndole simult?neamente y asesor en jur?dica e hist?rica, un cerebro acumulativo y discipli alguna casa editora. Era tiraba nada de lo que sorb?a; ni siquiera nado. No abjur? de entusiasmo del modo de hablar yucateco. Hombre crudo, observante del m?todo de fiel la de ascesis, riguroso ap?stol del Centro de Estudios Hist?ricos la ciencia, ex colaborador Zavala fue el hacedor del CEH. de Madrid, con Reyes y Cos?o, Silvio Zavala dispuso En complicidad de M?xico fuera una de Estudios Hist?ricos que el Centro

p. en

4 El

Colegio

3. 5 El

doctor

all? dulce, Cos?o Villegas

de M?xico Rub?n

Daniel por en

1946 la

?

Publicaciones de

la Borbolla,

y 1947, sustituy? secretar?a general.

?

1939-1944,

M?xico,

1945.

que no era ninguna pera a don Daniel interinamente

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534

LUIS

GONZ?LEZ

serio que el uni con un modo de trabajar m?s de inves docente deb?a formar un modelo en a tres los distinto predominantes tigadores y publicistas el anticuario ?mulo de la el la Am?rica hisp?nica: polilla, de h?roes el discursero fil?sofo de la his y pulidor pedante toria. El CEH nac?a para romper con la ?poca precient?fica con la intelectuali de Cl?o. Dispondr?a para sus prop?sitos instituci?n versitario.6

Como

de aqu? que trasterrada, y con historiadores espa?ola hab?an contra?do en Europa o en USA el virus cient?fico, y dad con

alumnos

un

ejercer

becados

vocados,

as? en el sill?n

profesoral de

plan

pocas

y de

alcances.

con

S?lo

y en las sillas estudiantiles en

materias,

el

cursos

los

que

gente

se pod?a pano

r?micos de historia universal fueran la piel, los m?s o menos de historia de la musculatura, Am?rica, y los monogr?ficos idiomas cl?sicos y modernos instrumentales y (metodolog?a, sentada de

y

traponen

de

investigaci?n la

arriban

ambos

y m?todos de

un

donde

nes

osamenta.7

de una mesa,

alrededor

seminario

final

la

paleogr?ficos),

ejercicios

los

s?ntesis.

el m?todo con

alumnos con

S?lo

as?,

gente

aplicar

expone,

profesor a una

con

S?lo

era posible

tales

pla

se pod?a aprender haciendo breves trabajos al semestrales y una tesis gorda y madura

carrera.

hist?rica ser?a el eje del nuevo sistema, cient?fica, y ha englobante, especializada a los rigores por Langlois, aconsejados de la es Brauer y dem?s metod?logos Bernheim, Seignobos, no en el sentido de abordar totalizadora cuela objetiva; del pasado sino tambi?n s?lo los aspectos pol?tico y militar La

investigaci?n investigaci?n cedera; obediente

una

las

acciones

en historia pasado

As?

econ?micas,

remoto

se vino

sociales

de Hispanoam?rica, pero

presente

a caer en el plan

y

culturales;

y factible en

de

multitud

inquirir,

especializada

al ocuparse de

de un

documentos.

mediante

el ejer

6 Guia de Am?rica, cultivan la historia de personas M?xico, que e Historia, de Geograf?a Panamericano Instituto 1951, pp. 458-459. 7 Planes en Miranda: las tres promociones de los cursos por seguidos op. cit., pp. 290-292.

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LA cicio

las

de

sociales,

e

pol?ticas

cr?ticas,

heur?sticas,

y las conductas

las instituciones

y etiol?gicas,

econ?micas,

535

NIDO

program?ticas,

operaciones

hermen?uticas

DEL

PASI?N

la

de

intelectuales

tricente

de de Hispanoam?rica y especialmente ?poca espa?ola s?lo tal del distante M?xico, pues porci?n pod?a ser pasado vista amplia al trav?s c?modamente del Archivo General y de la Naci?n, las bibliotecas de del Hacienda, Nacional, Museo del mismo y Colegio. naria

La difusi?n de una imagen seria y firme de nuestro pa sado remoto era el fin ?ltimo del plan Zavala. La pedagog?a ratonera deb?an desembocar de invernadero y la b?squeda un

en

comercio

a

asistir

de

e

listas,

y

Arn?iz

los

archivos

tumba de pero

para

colegas.

Se

no

de

vez

especia

como

buscaba,

una

S? se quer?a

entre

compartido

para

extraer manuscritos

trasladarlos,

los

a fuerza

conferencias

libros

se

con

y

hombre

ofrecer

y

No

legos.

las bibliotecas.

del

art?culos

y Freg, para

historiadores

redondas,

y escribir vez

alguna

otros

sistem?ticas

y mesas

congresos

don Arturo de

las ciencias

clases

impartir

con

sostenido

de

ejercitantes

dec?a

la tumba a

impresos,

la

el "saber por el saber", tras

andaba

una

ciencia

excesos

con de familiaridad para cient?ficos que permit?a la gente profana, sobre todo si era de la cuerda pol?tica, y la pol?tica como pues estaba claro que entre la inteligencia santa

entre

y

santo,

deb?a

Como

quiera, para El Colegio de M?xico del desprestigio, seg?n soldados

de

tantes,

Lo

antiaquello. color

rosa

del

de

cierto liberalismo

haber

vastos

de

pared

sectores

cal

gozaba de prestigio, otros, de ser un nido Marx,

es que

de

aquel

progresista

y

canto.8

la opini?n

de

p?blica, y seg?n unos, de rojos mili

combatientes

antiesto

instituto y

no

s?lo

se met?a

y

daba en

el nin

era al?rgico a la g?n frente de lucha social. Don Alfonso su desde la desde mili tanda pol?tica ni?ez, que padre per Cos?o Villegas di? la vida en esas lides. Don Daniel escrib?a como aquel de "La crisis levantaban roncha ensayos que

8 Ibid.,

pp.

275-276.

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536

LUIS

GONZ?LEZ

de M?xico", El maestro Zavala pero no hac?a revoluciones. tan apol?tico que ?nicamente no naci? lo conociese quien en conjuras, m?tines, ni por los forros podr?a imaginarlo a o los transterrados combates. Por lo mira de que huelgas eran

ni

Espa?a,

guinolentas la patria que En

tan

como

rojos

los

ve?an

las

san

miradas

sus compatriotas fascistas ni iban a repetir en los acog?a los pleitos de la que los expuls?.

de

los

suma,

treinta profesores en el decenio del Centro de Estudios Hist?ricos de los cua rentas no eran hombres de acci?n pol?tica, eran intelectuales inofensivos que usaban y encontraban anteojos, trabajaban en su trabajo, ten?an una satisfacci?n for amplia educaci?n en institutos hab?an ense?ado de cultura mal, y superior eran autores aunque

o de art?culos

de vol?menes no

a?n

algunos

los

alcanzasen

de asunto

treinta

a?os

hist?rico, (as? Robert

en cam Barlow, Fran?ois Chevalier Otros, y Arturo Arn?iz). los ochenta Rafael Los bio, hab?an traspuesto (as? Altamira). m?s andaban entre los treinta y el medio siglo; pertenec?an a la generaci?n llamada neocient?fica por el deseo de sus de

componentes Los

eran

m?s

denses;

dos,

infundirle de

espa?oles franceses;

a

seriedad

dos,

la vida

estadouni

cuatro,

nacimiento; uno

alemanes;

de M?xico.

era

ingl?s

y

otro,

en M?xico. cubano. Ni una cuarta parte hab?a nacido Cosa de veinte fueron profesores del eventuales Centro, pero una veces decena lo fue muchas y siete casi s?lo viv?an del Cole Silvio Zavala, Rafael Altamira, Ram?n gio y para el Colegio: Concha Muedra y Iglesia, Agust?n Millares, Jos? Miranda, Jos?

Gaos,

el Centro seminario Tres objetiva; ria

deb?a

famoso

el

aunque

de Estudios de historia

Gaos

doctor

rara

vez

en

incursionaba

Hist?ricos pues del pensamiento

ten?a feudo aparte: el en lengua espa?ola. a la escuela de los maestros full time se apegaban cre?an con Bury, y as? lo ense?aban, que la histo ser

"una

aforismo

ciencia,

de Ranke:

ni

m?s

ni

menos",

la historia

y

repet?an

"solamente

el

quiere

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LA

DEL

PASI?N

537

NIDO

mostrar

de lo que realmente ha sucedido".9 Zavala, devoto un s? devoto de Sierra; Millares, Altamira, mismo, y Justo eran los mos luminaria de las ciencias serviles de la historia, A don Rafael, institucional. de la ortodoxia apenas queteros le interesaba desplegar ante los alumnos audible, ?nicamente su curriculum de toda clase de mo?os vitae, adornado y lis tan poco combativo tones. Don Agust?n, y tan dicharachero, en situaci?n pues ni el lat?n ni la paleo desventajosa, la exposici?n de ideas. graf?a, que eran sus clases, permit?an estaba

En

tres

los

cambio,

maestros

era de distinta

rodoxia

heterodoxos,

Iglesia, el ex militante cursos y seminarios de "El historiador proclamaba: es

un

no

historiador nombre

tendr?

no

nace,

eminentemente

conocimiento

ser

como

se hace."

hete

"La historia "El

inexacto."

crea."

recopila, que

su

aunque

claves. ?ndole, desempe?aban puestos sus de la rep?blica desde espa?ola, teor?a e historia de la historiograf?a,

"El historiador los

un

artistas,

verdadero

digno

tal

de Gaos

creador".10

es "articular el pasado del historiador con vistas al futuro", el punto de vista del presente como se quie "?nicamente pero esa funci?n no se desempe?a en sino "como la de naturaleza re", gran parte que impone es vano o las cosas humanas; por lo que prescribir prescri birse lo que de todas suertes ser? ?nicamente descriptible".11 la funci?n

afirmaba:

desde

Como

investigadores,

"9Fritz Wagner: nal

Aut?noma 10 Cf. Luis

entre

del

inicial,

ambos

acompa?ados sia; Zavala celebr? Caso libro

u?a

de

M?xico,

la historia,

p. 239. en Alvaro Matute: 1974,

pp. en M?xico

O'Gorman

relativismo

y relativistas

coincidie

Universidad

Nacio

1958,

SepSetentas, tuvo lugar

Edmundo

vamente,

ciencia

Gonz?lez

M?xico, M?xico, il "En 1945 ideas

La

de M?xico,

positivistas

y Silvio

La

teor?a

de

en

la historia

199-200. una

interesante

Zavala,

y del neopositivismo. acordaron presentarse

de

confrontaci?n

representantes, de una Despu?s

respecti discusi?n

a un duelo ideol?gico O'Gorman llev? a Jos? Gaos padrinos. y a Ramon Igle invit? a don Rafael Altamira Barn?s... Se y a don Domingo en las cuales O'Gorman, serie de tres mesas redondas Alfonso

y Ram?n de Matute

polemistas

de

Iglesia presentaron se reproducen

sendas las

ponencias." tres ponencias

Ibid., (pp.

p.

19. En

este

32-65).

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538

LUIS

GONZALEZ

ron

en el espacio totalmente a veces en los temas creparon

a investigar; dis tiempo uso en los el de y investigables m?todos de investigaci?n. Con excepci?n de Zavala, de Milla res y Altamira, los l?mites de los dem?s nunca sobrepasaron se centr? en la ?poca el conjunto Fuera de Millares, M?xico. en las centurias colonial conflictivas de esa y especialmente los de la de las luces. Altamira, y ?poca: siglos conquista en el estudio de las institu Zavala y Miranda coincidieron ciones sociales y econ?micas. ex Zavala tambi?n jur?dicas, la ocasionalmente filosof?a de la plor? y Miranda conquista, y el

?sa y la de la ilustraci?n.12 adalides Iglesia y Gaos, se repartieron los siglos del principio hermen?utica, y la colonia: y las ideas aqu?l para aclarar las actitudes colonos los y ?ste para poner en evidencia primeros se debe de los primeros descolonizadores. A Iglesia

de la fin de los

de

ideales la des

lloric?n y envidioso de Bernai D?az y tapadura del car?cter de la ?ndole humana ro de un Cort?s que la historiograf?a o satanizado, m?ntica hab?a divinizado el rom?ntico seg?n o rojo.18 A Gaos y sus fuera conservador (Victoria disc?pulos Lina P?rez Marchand, Luis Junco, Monelisa Olga Quiroz, se Bernab? Navarro Rafael debe la ilu Villoro, y Moreno) minaci?n de las ideas modernas acabaron hacer de que por un la Nueva colonial M?xico Milla Espa?a independiente.14

12 Lo vidumbre la

prueban natural

colonizaci?n

las obras y

entre 1944 y 1947: Ser publicadas sobre (Buenos Aires, 1944), Ensayos la historia Aires, (Buenos para 1944) , Fuentes 8 , La filosof?a 1939-1946, Espa?a (M?xico, vols.) de Am?rica Ordenanzas del traba (M?xico, 1947),

libertad

de

Zavala

cristiana

espa?ola en la Nueva trabajo en la conquista pol?tica ?xvi y xvii jo Siglos (M?xico, 13 Ram?n Iglesia: Cronistas del

(M?xico, 14 El

y El hombre 1942) seminario del doctor

y otras. 1947) de e historiadores

Col?n Gaos

mexicano de la positivismo a poco andar Zea, pero poldo mitad del siglo de la segunda del ecl?ctico an?lisis Gamarra;

del

en el Navarro, inquisici?n; ?lzate y otros enciclopedistas.

P?rez

Olga

de M?xico

ensayos (M?xico, 1944). con una acerca investigaci?n mitad del siglo xrx que hizo Leo

segunda se especializ? xvni. Gaos

grupo

la conquista

y otros se inici?

en y V.

Marchand, de

jesuitas

Quiroz

la b?squeda de las ideas se centraron en el Junco en los la por perseguidos en ilustrados, y Moreno,

explor?

la

introducci?n

de

la

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LA

DEL

PASI?N

539

NIDO

sistem?tico que sus colegas, m?s disperso sin duda, res, menos en el epistolario anduvo metido en las de la Nueva Espa?a, en las formas de los archivos de letra, y bibliograf?as proto colos,

y

en

la

toda

literatura

universal.15

Muedra

se mantuvo

del Valle. La investigaci?n incesante y rigurosa de los seis profeso se tradujo en muchas res estrellas obras plagadas de referen en en un cuatro hizo decenas de libros decenio. Altamira cias, tres: uno general sobre el proceso hist?rico de la historiograf?a humana, y los otros de tema jur?dico e indiano.16 Zavala17 dio al marquesado

adicta

filosof?a

en

moderna

Espa?a,

y Francisco

L?pez

C?mara

la g?nesis

del

libe

ralismo insurgente. 15 Entre 1941

se ocup? de la paleogra sucesivamente y 1950 Millares e hispanoamericana, f?a espa?ola de Cervantes, de fray Bartolom? de las de de las bibliograf?as de bibliograf?as de los derechos Casas, mexicanas, en las Indias, de Eguiara de Cicer?n, de Cayo Salustio Espa?a y Eguren, de los protocolos de la lengua del latina, Crispo, siglo xvi novohispano, la literatura de Feij?o de toda de Angler?a, de Pedro M?rtir y Am?rica, de T?cito, de Nepote, de La Celestina, de Vega, de Lope de universal, en la ficha biobibliogr?fica verse de Horacio, etc., como Virgilio, puede de personas la historia de Am?rica, cit., pp. suya en Guia que cultivan 276-278. 16 Rafael xico, del

Altamira:

Proceso

de M?xico, Colegio derecho M?xico, indiano, El

1948. toria, 17 En los

a?os

cuarenta

Fuentes de

la historia para Cultura Econ?mica, en

hist?rico

de la historiograf?a M? humana, de historia de investigaci?n y Manual e His Instituto Panamericano de Geograf?a

1948,

Silvio

Zavala los siguientes libros: public? en Nueva Fondo trabajo (M?xico, Espa?a 8 vols.), De encomiendas 1939-1946, y propiedad de Pedro la Am?rica (M?xico, regiones Espa?ola de Vasco de Quiroga El de M?xi Colegio (M?xico, del

algunas 1940), Ideario on the Spanish colonization co, 1941) ,New of America viewpoints (Phila of Servidumbre natural Press, University y delphia, Pennsylvania 1943), .. (Buenos sobre la colonizaci?n libertad cristiana. Aires, 1944), Ensayos en Am?rica Contribuci?n a la his Emec?, (Buenos Aires, 1944), espa?ola en Guatemala toria de las instituciones coloniales El Colegio de (M?xico,

particular Robredo,

M?xico, Fondo y xvii cional, el

en la conquista de Am?rica pol?tica 1945), La filosof?a (M?xico, ? de Cultura del Ordenanzas xvi Econ?mica, 1947), trabajo Siglos indianos El Colegio Na Eled?, (M?xico, 1947), Estudios (M?xico, universal en 1949 y Am?rica Porr?a, 1948), Historia (M?xico,

esp?ritu

franc?s

del

siglo

xvii

(M?xico,

El

Colegio

Nacional,

1949).

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540

LUIS

a luz una

GONZ?LEZ

(Fuentes para la alguno multivoluminoso en Nueva Un la par de las obras trabajo Espa?a). los silvianas (La filosof?a de la conquista sobre la y Ensayos como en tan tuvo cr?tica buena colonizaci?n espa?ola Am?rica)

historia

docena;

del

sus libros

sobre la encomienda y otras instituciones tres los cuales a?n se de dos similares. libros, Iglesia dej? e otros comentan: Col?n, hombre El ensayos y Cronistas y una Millares de la conquista.1* historiadores docena, public? en la categor?a de instrumento de la que un tr?o qued? de mexicana: de toda erudici?n Bibliograf?a indispensable de los archivos mexica mexicanas, Repertorio bibliograf?as anteriores

nos

Miranda de paleograf?a y ?lbum hispanoamericana.1* no menos un en a?os Gaos s?lo los cuarenta.20 par public? de seis, en su mayor?a de ?ndole filos?fica.21 Todos, adem?s, numerosos escribieron conferencias art?culos, dieron (incon a las del doctor Gaos), fueron concurridas y muy el acad?micas reuniones diversas y congresos (especialmente en espa?ol obras cl?sicas y moder doctor Zavala), pusieron nas de la historiograf?a universal ayu (sobre todo Iglesia), otros archivos fondos de investigaci?n daron a componer y clases en la Uni y dieron (y m?s que ninguno Millares) en versidad Aut?noma de M?xico universidades y algunas tables

provincianas.

les produc?an empe?os al gusto gusto, y quiz?

Tantos para

darle

18 Vid., 19 Para cultivan 20

nota

para

mantenencia,

conseguir

alg?n

jun

13.

la enorme

la historia, Jos? Miranda:

de M?xico,

haber

para

1945,

y

de Millares bibliograf?a cit., pp. 276-278. en la ciencia El m?todo Vitoria

los

y

intereses

Vid.

Gu?a

de personas

M?xico, pol?tica, de la conquista

El de

que

Colegio Am?rica,

El Colegio de M?xico, 1947. de Maim?nides, La Casa de Espa?a La filosof?a M?xico, Jos? Gaos: ? La en M?xico, La 1940; Antolog?a M?xico, filosof?a filos?fica griega, en M?xico, Casa de Espa?a M?xi 1941; El pensamiento hispanoamericano, ? La mano de M?xico, exclusivas del hombre co, El Colegio 1944; Dos y

M?xico, 21

el

Universidad Monterrey, M?xico, espa?ola, Stylo,

de Nuevo

tiempo,

lengua de la filosof?a,

M?xico,

Stylo,

1945;

Filosof?a

Le?n, de

de 1945; Pensamiento e historia

la filosof?a

1942.

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LA

con

tamiento rico

de

tanto o

cido

la hembra

abolengo, un como un

pero

NIDO

placentera

de

tampoco

hombre

de La

industrial.

DEL

PASI?N

finanzas,

la

era

la fama. Nadie a

aspiraba comerciante

ninguno un a

renuncia

541

tentaci?n

ganar estable

de

ser

ricos

en el nivel fue un?nime, pero no a la de vivir con desahogo a sus El Colegio de la clase media. pagaba profesores mejor que otros institutos de alta cultura, de ah? que haya encen la envidia de los mal pagados. Adem?s dido de un medio con mes, obten?an millar de pesos recibidos mes beneficios se con retribuci?n marginales, juntaban espor?dicamente por traducciones,

regal?as

conferencias.

y

Como

libros

por

y honorarios

muy

quiera,

se mov?an

pocos

por

art?culos en

habitaban

casa

en

autom?vil. En general y poqu?simos propia eran m?s honrados ricos mucho m?s honrados que y que Fuera del director, acad?micos que ten?a poderes poderosos. en el CEH, en el IPGH y en el Museo de Historia, los otros en su hogar y a los s?lo mandaban treinta

que

alumnos sus

por

pasaron

clases

en

el

Centro,

en

repartidos

tres

tandas. La que lleg? en 1941 fue de ocho, la que lleg? en se a 1943 fue de siete aunque reducido cuatro, luego hayan y la que lleg? en 1946 fue de diez y seis: once en un grupo ordinario

y

en

cinco

uno

especial.22

Quiz?,

fuera

de

un

par,

se present? con m?s de veinticinco a?os encima, y ninguno nadie con menos de dieciocho. La tercera parte vino de otros o casi: Carlos Bosch era oriundo pa?ses de lengua espa?ola de Catalu?a; Sol Arguedas de Costa Rica; y Ligia Cavallini, Monelisa Lina e Isabel Guti?rrez, de Puerto Rico; Julio Le Moreno Manuel de Cuba; Riverend, y Carlos Funtanellas, Eduardo Arcila, de Venezuela; Luis Muro, de Per?, y Ger m?n los de De Colombia. diecinueve Posada, mexicanos, s?lo cuatro proced?an directamente de la provincia. Cosa rara entonces: del total de los treinta estudiantes, diez eran

22 vid.

ap?ndice

n.

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542

LUIS

GONZ?LEZ

Cosa com?n atr?s: la mayor?a de tiempo de los mujeres. a historiadores eran del derecho. Todos aspirantes pr?fugos su hab?an concluido de veinte ya y no menos preparatoria hab?an

o

hecho

estaban

la de

los m?s,

exigencias

imprescindible la historia y del de

lunes

con

alegar

ellos,

entre

ideas

En

vez

las ma?anas,

la lectura

cuatro

de

pasaba

la

y

a viernes, pues

recolecci?n

hab?a

se daba

maestros

a

lunes

s?bado,

notas.

de

En

las

o

o?r a los profesores

que

"un

intercambio

alumnos".

y

de

obras cl?sicas de de manuales, hist?rico, monograf?as y fuen

pensamiento

o manuscritas,

impresas

tardes,

rara

cursos

de

mucho.

leer

y

era tes

universitaria;

y el de horas de clase de veinte a la semana, las de cada d?a no eran pocas ni f?ciles. Hab?a que

al semestre, estudiar

carrera

leyes. n?mero

el

Aunque

una

haciendo

Desde

las

constante

de horas

primeras

la noche o se le?an autores como Marx y Freud, exigidos o se hac?an la social acad?mica del decenio, por y presi?n

de

lecturas

o

triviales,

los art?culos

por

en

o

el

d?as

CEH de

iba

final

al

con

su m?sica

eran

vacaciones

de

de

se

semestres

los

se decid?a

los que

a

otra

parte.

redactaban

se

si el estudiante Los

quedaba primeros

miedo.

si uno podr?a ser sacer el modo de comprobar Siempre las investigaciones. Las hubo de dos dote de Cl?o fueron tema e individuales colectivas de com?n de y tipos: trabajo tema distinto y de hechura para cada alumno independien te.23 Del primer Concha Mue tipo fueron las que dirigieron del Valle y Jos? Miranda dra sobre el marquesado sobre los tributos de los indios del siglo xvi. Las del segundo tipo En el seminario de Ram?n fueron muy numerosas. Iglesia Zavala se investigaron las prin y en uno de los del maestro corrientes del mundo En colonial. historiogr?ficas cipales seminarios los diversos colonialistas de Zavala y de Miranda o las ?rdenes cada quien investig?, seg?n sus preferencias de

los

actitud

maestros, o

este

23 Miranda:

aquella hecho. La

"La

ense?anza..."

o

instituci?n era

consigna

cit.,

p.

aquel adiestrarse,

personaje, sin

esta salirse

277.

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LA

las fronteras

de

generalmente Nueva

en

Espa?a,

PASI?N

la

DEL

de

comprensi?n

Hubo

que

aprender

en

protagonistas,

a hacer

en

la

de

y espaciales

temporales

laci?n de hechos de cualquier ?ndole, en el de instituciones y englobamiento lo general. el las en

543

NIDO

re

la

la reconstrucci?n en lo particular

de

cuentas

y

a

ensartar

rosario.

formas arqui ensayar incesantemente oral se Los ejercicios de expresi?n se Mexicana llamaba Sociedad que la investigaci?n cada uno expon?a que

tambi?n que Hubo tect?nicas y estil?sticas. hac?an en un gimnasio donde

de Historia entre

tra?a

permitido Los

veces

la

tambi?n

se

en

hac?an

alguna

la carrera

o preparatoria donde al final de curso de historia alg?n impartir

secundaria M?xico.

o

manos,

de

ejercicios de

recompensa

ser

universal tuvieron

escrita

expresi?n

un

en

presentados

congreso

escuela

estaba o de muchas como

en 1945 y 1948 y en Monterrey en Guanajuato los habidos en la Revista en 1949, y de ser publicados de Historia de como la de Estudios o en obras colectivas de his Am?rica,24 americana,

toriograf?a

impresa

en

1948,

o

en

volumen

indi

entre esclavitud los prehisp?nica Casanova, Misone?smo aztecas; Pablo y modernidad en el siglo xviii; Gonzalo Las Vizca?nas; cristiana Obreg?n, en Nueva de Estado Mar?a del Carmen guerra Vel?zquez, en ?ltimo muchos otros.25 Hubo el colonial, y siglo Espa?a vidual:

Carlos

24 En

Bosch, Gonz?lez

La

esta

de multitud de rese?as revista, que aparte bibliogr?ficas a destajo, extensos art?culos Gonz?lez Pablo publicaron de Palafox sobre aspectos Casanova 17, 1944, y Mendoza pol?ticos (n?m. e hist?rico sobre el pensamiento Luis Gonz?lez de fray pp. 27-67), pol?tico Ernesto de Mendieta Chinchilla 28, 1949, pp. 331-376), (n?m. Jer?nimo de la obra de Oviedo sobre algunos 28, pp. aspectos y (n?m. 303-330) como sobre historiador Germ?n Posada 28, y G?ngora Sig?enza (n?m. Luis

Muro

hac?a

pp.

377-406). 25 De la promoci?n del el pie de imprenta

se publicaron 1941-1944 los siguientes con libros Bosch: Carlos La esclavitud Colegio: prehisp?nica entre los aztecas, de historiograf?a 1944; H. D?az Thom? y otros: Estudios de P?rez Marchand: la Nueva Lina Dos 1945; Monelisa Espa?a, etapas a trav?s de los papeles en M?xico del siglo xviii de la inquisi ideol?gicas ci?n,

1945,

y Carlos

Bosch:

Problemas

diplom?ticos

del M?xico

indepen

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544

LUIS

adem?s

un

n?mero

de

No

con

?nico

Hispanoam?rica.

casa

de

el

asistencia,

el

vestido,

cajetillas de cigarros. Si uno recib?a doscientos y era asistido en la casa de do?a Julieta L?pez se le daba dormitorio, comida y aseo de ropa 140 pesos, le quedaban 60 para incurrir al caf? a los cabaretes R?o Rosa o Waikik?, Moran, de y Tivoli y aun a las temporadas Apolo sol?an Bellas Artes. Los s?bados y los* domingos nochadas

un

sin periodicidad,

los estudiantes. vida monacal Hab?a para libres y un poco de dinero para el ocio. Enton vivir muy bien por casi nada. La beca serv?a la

pagar

revista

era

todo

d?as y horas ces se pod?a para

estudiantil

peri?dico la

GONZ?LEZ

La

madrugadas.

ascesis

pesos al mes Barro, donde a cambio de al bar Viena, a los teatros conciertos juntarse se

intelectual

las

transporte,

de tras

entremez

se lleg? a sostener la tesis de que claba con el juego. Hasta la generaci?n de los nacidos de 1918 a 1933 tend?a a uncir la con lo sublime. As? se lo grosero trivia con la profunda, en se los cabaretes tan dilucidasen cuestiones que explica como la de la verdad en historia, abstractas de y alrededor las mesas

de

asuntos

trabajo

tan

vulgares

como

las

redonde

ces de Nana, los tongoneos los sinsentidos de Tongolele, de las arengas de Palillo, las canciones de Agust?n Cantinflas, Lara y los discursos de nuestros tambi?n, pol?ticos. Hab?a a pesar de los fervorines de los catedr?ticos, preocupaci?n sentirse de las huestes de Marx y pol?tica. Era costumbre a Rusia e improperios a los Estados Unidos, lanzarle piropos a la Espa?a de Franco. Con todo, y naturalmente, ninguno a renunciar estaba dispuesto al ejercicio real e independien

1947. De

la promoci?n El Colegio 1943-1946, Gonz?lez Casanova: El misone?smo

los siguientes public? cris y la modernidad tiana en el siglo xviii, Obreg?n: El Real de San 1948; Gonzalo Colegio de M?xico la promoci?n 1949. De El 1946-1949, Ignacio (Las Vizca?nas), Arcila Eduardo Far?as: entre Venezuela Comercio Colegio public?: y M? xico en los siglos xvii y xviii, de historiograf?a 1950; Estudios americana, diente, libros:

1948; Rico, Espa?a

Pablo

Isabel

Guti?rrez

1953, y Mar?a 1760-1808,

del

Arroyo:

del Carmen

El

Velazquez:

reformismo El estado

ilustrado de guerra

en

Puerto

en Nueva

1950.

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-*

V-

"

"'*

S?/v/o

Zavala

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3v

3fc ?#&&

m Victor

L.

Urquidi

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LA

545

NIDO

DEL

PASI?N

"El te de la inteligencia el dicho de Lenin: y s? a repudiar del intelectual debe ser parte organiza integrante quehacer nadie comunista". do, met?dico y uno del partido Quiz? a a otro de ios entonces varios ni club ?ste ning?n perteneci? del mundo. la compostura que se disputaban lecturas nu del cuatrienio de estudios formales, Despu?s e

merosas

intensivas,

de

cusiones

sabidur?a

desveladas y

de

y

biol?gicas

tras

generalmente

poder,

dis

culturales, la

pre

de la tesis y (casi siempre de asunto mexicano ven?a el que deb?a dar una colonial)20 toque de prestigio o Europa. Por ejemplo, de los Estados Unidos universidad con D?az beca de la Lira Thom?, y Hugo L?pez Enriqueta Ar le Riverend Carlos Bosch, Julio Eduardo Rockefeller; y con Luis beca texana, Muro, d?a, con beca Guggenheim, y a los Estados Unidos. salieron a pulirse Con becas del go El de M?xico, bierno franc?s, complementadas por Colegio en Par?s Ernesto de la Torre Fernando estudiaron Sando y val de la primera Gonzalo y Pablo promoci?n, Obreg?n Gonz?lez Casanova de la segunda, y Olga Quiroz y Luis de la tercera y del seminario Gonz?lez del doctor Gaos. De ?ste tambi?n estuvo por su cuenta el ya ilustre Luis Villoro. sentaci?n

Aunque una fiesta.

en

dios

reci?n

toda

forma

vayas

pa?ar?,

es una

"?ramos

muy

a donde

fiesta pobres

26 vid. n. ap?ndice 27 Ernest Hemingway: 1971,

pp.

la

trifulca

reci?n

que

aqu? y all?. Todos la suerte de haber Par?s

de

escapada fueron

Los

casados

era

Par?s

mundial,

all?

hicieron

estu

e investigaciones eruditas. Otros picaron con Hemingway: coincidieron "si tienes en Par?s de joven, Par?s te acom vivido vayas,

que

nos

y muy

Paris

todo

el

sigue".

resto

All?,

de

tu vida,

ya

que

como Hemingway

felices".27

era

una

fiesta,

Barcelona,

Seix

Barrai,

9 y 208.

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546

LUIS

de

taller

El

GONZ?LEZ

don

Daniel

A mitad de siglo el CEH dej? de ser lo que era. Don Alfon so se dedic? a mimar al reci?n fundado Centro de Estudios Lida y aprend?an Mar Literarios donde ense?aba Raimundo se recluy? maestro El Zavala Alatorre. Frenk Antonio y git en sus otros castillos de la Comi sede del arzobispado, (el en Chapultepec si?n de Historia, y el de los presidentes un Museo Nacional de Historia), y acab? organizaba se e a a Los Barlow vivir Par?s. Iglesia y?ndose profesores la vida y a otros cuatro les hab?a sido qui hab?an quitado ense?aban tada. Los m?s del antiguo ya a ma profesorado en el Mexico ?ana y tarde en la Universidad y City College. De los ex alumnos, los que no andaban fuera, pontificaban donde

en

la

obtuvo

acomodaron

en

mano

puesto en

bien

sus maestros.

que

meter

de

ventolera

que ninguno se

institutos

los mismos

sufr?a

sus

pol?tico. de

pa?ses

la

Casi

M?s cosa

de

todos

origen.28

alguno aun

p?blica,

los de el

En

fuera recinto

28 Bosch, del Mexico fue profesor de dejar El Colegio, City despu?s de Pol?ticas de Filosof?a las facultades de y Letras y Ciencias College, e m?s de Nacional de Escuela la la UNAM Historia, y Antropolog?a y IPGH. D?az Thom?, de Historia del de la Comisi?n secretario tarde, en en historia, su maestr?a la colabor? obtenido de haber despu?s fue a Ruiz de General la Naci?n. Garc?a del Archivo reorganizaci?n a las facultades de Filosof?a a la Escuela Normal ense?ar y Superior, a la organizaci?n a ayudar del Letras Pol?ticas, y adem?s, y Ciencias Museo convirti?

en

del

Historia

az?car

de

fue

Enriqueta de jur?dico S. A. Az?car, de la Torre fue

Chapultepec.

del

bur?crata

Sandoval

Hacienda. historia

de

Nacional

departamento contratado por

en M?xico.

Ernesto

la

Lira L?pez secretar?a

se de

escribir la para a Filo a ense?ar

Le Riverend, de vuelta Normal y a la Escuela Superior. y Letras se dedic? en la Universidad de La Habana. ense?? Cuba, Obreg?n a la museograf?a: las Vizca?nas el Museo de y el departamento dirigi? a Puerto volvi? la rep?blica. P?rez Marchand de de museos regionales en se convirti? en aquella Arcila a profesar universidad. Rico profesor de la Revista de de Venezuela de la Universidad Central y el director sof?a

en

Historia. luego

Cavazos lo hicieron

volvi? director

de de

a la Universidad de profesor Alfonso la biblioteca Reyes.

y

Monterrey Ligia

Cava

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LA

547

NIDO

DEL

PASI?N

del Colegio, que dej? de ser la casona de ?ap?les, que fue desde 1953 un caser?n presuntuoso de las calles de Durango, al parquecito de R?o de Janeiro, ya en la colonia contiguo ser enfrente de un especie de castillo Roma, que quer?a de renacen medieval y de un palacio Cuzi con pretensiones tista, Susana Uribe y hac?a adquir?a libros para la biblioteca su ayudante mientras todo lo posible para no prestarlos a hurtadillas; don Luis Mart?nez, los prestaba Surya P?niche a las criadas daba el conserje, el y Colegio limpiaba consejos del barrio; en el piso de arriba, en el sal?n que da al par en escrib?a o conversaba mientras que, don Alfonso Reyes el cuartito el Manuel secretario Calvillo, poeta adjunto y siempre buen general amigo, discut?a de cultos y cultas con quien se le paraba el y Juan Arellano, por enfrente, los secretario contador, y y copiaba particular recopiaba textos de Reyes. En el sal?n de conferencias de comparec?a vez

vez

en

un

como

omnisciente

Arnold

un

o

Toynbee

espe

como aquel se ha olvidado, ilustre cuyo nombre en el aumentativo en el idioma femenino experto espa?ol. de los del Centro Al fondo estaba el cuartel de Estudios en donde Antonio Literarios Alatorre arreaba dos revistas: la Nueva e Historia de Filolog?a Hisp?nica Revista Mexi cialista,

cana.,29

A mitad del a?o tralmente la revista

llini regres? de Nacional del tigador Universidad Historia. de

los

indios

sanova Luiz

hizo

a

tierra

Rica.

del

la Universidad

y

dirigida

Arroyo de

tuvo Puerto

a

su

a publicarse por don

cargo un Morales

Rico.

en

del Mezquital cuando muri? carrera brillante universitaria.

Gonz?lez

extranjero. 29 En

1947

la Nueva

Revista

Filolog?a

comenz?

trimes Daniel

en la reorganizaci?n del Archivo para trabajar a Guatemala, al volver inves fue Chinchilla, e Historia Instituto de Antropolog?a de all?, profesor de la e de la Sociedad de Guatemala de Geograf?a y presidente su

Costa

Guti?rrez en

c?tedras

de 1951 fundada

volvieron se fund?

Hisp?nica,

de

al

Colegio

el Centro

Filolog?a suprimida

de

1952.

Susana

despu?s

de

seminario andaba Pablo Uribe, haber

Estudios

Hisp?nica, por Per?n

Ling??sticos continuaci?n de en

Buenos

de

y varias salvador

Gonz?lez Luis estado

Ca

Muro en

y Literarios la Revista

y el

y de

Aires.

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548

LUIS

GONZ?LEZ

con el prop?sito Cos?o Villegas de dar albergue ?o formato y sus 160 p?ginas, "sin prejuicios a "los trabajos sobre historia mexicana de con

extranjeros",

la

ayuda

econ?mica

un

"de

en su peque o bander?as", mexicanos y grupo

de

per

de "los emi intelectual y con el auxilio y empresas" nentes profesores Arturo Arn?iz Caso, Wig y Freg, Alfonso Zavala" Silvio berto Y??ez, Moreno, y Agust?n Jim?nez el incomparable sobre todo Antonio Alatorre, componedor sonas

de

mal

escrituras

hechas,

sobrantes

part?culas

y

de

el que vocablos

los

rasuraba cultos

y

art?culos

de

cursis.

en Historia se vio muy claramente el principio se el comienzo la mano de don Daniel. Desde a en los relativos revista abrirles art?culos la calle especializ? a los co a la historia nacional de M?xico y en especial

Desde Mexicana

nexos

con

la gran

aventura

en 1949, con los auspicios eco por su fundador emprendida el Banco de M?xico de la Fundaci?n n?micos Rockefeller, de hacer una historia moderna y con y el mismo Colegio, a la fundada fuese bien del respuesta tempor?nea pa?s que en boga en aquellos a?os: ?qu? es M?xico la pregunta y qu? enton Se hab?a llegado lo distintivo de la vida mexicana? ces,

seg?n

expresi?n

en

cultural

que

de Uranga,

reclamamos

vivir

"a esa de

edad

acuerdo

hist?rica con

y

nuestro

ser y de ah? el imperativo de sacar en limpio la mor de ese ser".30 Seg?n Cos?o Villegas la y din?mica de lo de sacar en limpio esa morfolog?a y din?mica con el aforismo de deb?a hacerse de acuerdo mexicano conoce en la historia, se s?lo "El hombre vi?ndose Dilthey: nunca por medio de la introspecci?n".

propio folog?a manera

30 Emilio Obreg?n, mexicana, filosof?a

ser del mexicano, del An?lisis Porr?a M?xico, y a la filosof?a torno En tambi?n p. 10. Vid. Jos? Gaos: Porr?a Villegas: La 1953, y Abelardo M?xico, y Obreg?n, Fondo de Cultura 1960. de lo mexicano, Econ?mica, M?xico, Uranga:

1952,

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LA

549

NIDO

DEL

PASI?N

Don Daniel, que se hab?a labrado las famas de soci?logo, cr?tico independiente economista, cultural; que y empresario acababa de cumplir el medio de vida; que era un inte siglo lectual altamente y muy preocupado por el rum responsable bo

tomaban

que

cosas

las

en

venes.

Los

se

que

a

iban

no

M?xico,

solo en la b?squeda del pasado su como llam? ayudantes patria;

aventurarse

quiso

inmediato y el presente a una media docena de de

ocupar

la parte

de j?

contempor?nea

eran Pablo de Estudios Hist?ricos) (ex alumnos del Centro Gonz?lez Casanova Lira, y Enriqueta que pronto L?pez El capit?n entonces desertaron. pens? dejar lo contempor? neo para mejor ocasi?n y ce?irse a la "historia de la vida de 1867 a 1910" y hacerse acompa?ar nacional de gente no s?lo del CEH, tambi?n del Centro de Estudios Sociales, como Mois?s Gonz?lez de Navarro, y y pasantes egresados como los economistas de la Universidad, Francisco Calder?n, Edmundo

Flores,

En

form?

suma,

Consuelo su

y Fernando

Meyer con

taller

oficiales

Rosenzweig.

con

y

con

aprendices,

dos

"Uno de mayor edad y experiencia tipos de operarios: no sus de hab?a pues ninguno [que viejo, componentes una los 30 de maestr?a acad?mica cumplido a?os] poseedor ni predominantemente a [que no necesaria hist?rica], quien se le puso el nombre de investigador; el otro m?s joven y nuevo a se llam? ayudante en la investigaci?n, o lec quien tor

de

aqu?l".31

Cos?o Villegas tuvo una doble meta e investigar nario: pulir investigadores 31 Aparte ria moderna

los mencionados, M?xico

Coello

D'Olwer, vol?menes

Salazar,

Gloria El

Luis

miembros

del

? porfiriato colaboradoras

castellanizador

de

seminario

y Rafael ? La vida

de histo Izquierdo, econ?mica;

Luis Nava, Guadalupe colaboradores Rosenzweig, La vida Lourdes Caire econ?mica; ? del volumen El porfiriato La Mar?n Marta Elsa S?enz, Tamayo, Cossio,

Fernando

Peralta,

lina Gonz?lez, Fausto Tavera, cial, Xavier Luc?a de Robina, etc. Dos Marta secretaria Hern?ndez, torre,

fueron

S?nchez Caballero Floralys La rep?blica restaurada volumen

del

colaboradores Ermilo

de de

su semi lo

al dise?ar

exhaustivamente

figuras

varios

mayores de perpetua tomos

de

de don

la gran

aventura

Nicolau de

los

y Caro so vida Lizalde, fueron

Ala y Antonio moderna de M?xico.

Daniel,

la Historia

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550

LUIS

GONZ?LEZ

que no pod?a hacer solo y en corto plazo. ?l le ve?a a su de ser un almacigo de nuevos taller "el m?rito incuestionable estaba seguro de que iba "a adiestrar m?s y investigadores", a todos los participantes", sus obras iba a "mejorar que futuras

personales

a

y

a

ense?ar

a

otros

hacerlas";32

pen

saba que "la investigaci?n colectiva, sujeta a la cr?tica de en redacci?n la individual, grupo y que concluye personal, de un trabajo, es una excelente ocasi?n para formar j?venes levantar?n historiadores el vuelo por su propia que despu?s cuenta",33 sido

en

y

no

general antes

adiestrados

se Los equivoc?. cursos seminarios y

con

no

que

hab?an ser

para

se

his

con

los r?pidamente emparejaron el la hicieron formalmente estudio de ciencia hist?rica que en el CEH o en la Facultad de Filosof?a de la y Letras UNAM. como hasta lo 1956 el taller funcionaba Por lo menos en su primera llamada general: cuenta don Daniel toriadores

cient?ficos

El rio

de

jefe

un

proyecto Todo

fuentes. el

esto, estudio

como

m?quina mulan

posibles Hecho

material

reserva

su uno o varios temas para entre se distribuyen los ayudantes una horas lectura de mediante cinco se

de publicaciones se procedencia, tama?o uniforme

importantes su de fuente

la

tarjetas archiveros...

director

otros

trozos

en en

semina

grupo y los

personal,

as?

del

presenta

de

se

ello del

jefe

para acopiar Los diarias... tos,

inicial

al

lista de y una investigaci?n en reuni?n examina plenaria...

volumen

cada

o

fichas Se

de

en

escribe

el

o

documen a

transcriben se

que

de

rengl?n superior tem?ticamente...

acu las

re La para agruparlas se han se en cuanto tema de un dacci?n emprende juntado e los miembros m?s Aun las fichas todas j?venes respectivas. un tema la invitaci?n han recibido seminario del y inexpertos a redactarlo... se tiene lo Cuando el primer el director borrador, un

fichas

ve,

lo

resumen

examina

32 Historia moderna ? restaurada La vida 33 Historia moderna to ? La vida pol?tica

con

el

autor

de M?xico, social, M?xico de M?xico, interior,

y

con

el

Cos?o

Daniel Hermes, Daniel

2? parte,

jefe

de

Villegas:

1955, p. 27. Cos?o Villegas:

M?xico,

lo

grupo,

Hermes,

Lq El 1971,

corrige

rep?blica porfiria p. xviil.

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LA lo manda

y

ha

presentado horas,

Los

seminaristas

?anas

a

guo mesas

y a

nueve

de

sus

seleccionar

leer,

antes las

A y

primeras

tonces

cuando

edificio

Abed, a

americana,

fico un

les

sus

ruidos

y

el

datos

pertinentes.

pero

se

escritorios,

muerte

el d?a no sin

hasta

que

prop?sito

sillas,

tuvo

nada

de

tra?a.

papeles en Fue

sapo.

taller

metros

cien

sac?

donde

de

a

sus mesas

de

m?s

del

altura

el viento

ya los

tr?

estruendoso

soplaba

tan

economistas

fuerte

que

los manuscri

en el porfiriato econ?mica de y despu?s sobre el r?o de gente y de autom?viles de la a las pisadas los ofreci? San Juan, de y rodadas Lo m?s la de M? de Historia choferes. moderna y

tos de

la vida flotar

avenida peatones se

conti

a la d?cima se mud? del planta Latino al la de Torre 31 y enseguida piso

hacerlos

xico

las ma

todas

y maltrecho

miles de tarjetas a media ma?ana,

se movieron ni

el

capitalino, d?a

doce...34

largo

exprimir

goteras

nadie

y

trabajo cuatro

o

tres

de

api?aban

sal?n

noticias,

se?ales

personas,

se

un

y clasificaron se desplom?, con

anunciar

o

nueve

director

en

Todo

seminario. discusi?n

a las All? de Tejada. Lerdo llegaban era menester los libros y peri?dicos que

la Biblioteca de cada uno

All? se revisaron en que el techo

el

dos

del una

de objeto se han llevado

varios

y

cr?tica

para

copiar sido

551

NIDO

DEL

PASI?N

compuso

y

redact?

en

esas

altas

en

cumbres,

medio

y en las horas m?s claras del d?a. se dispersaban. En las tardes los seminaristas Los Gon z?lez iban a dar clases a la Escuela de Ciencias Pol?ticas, y Mois?s, adem?s, clasificaba fotograf?as en el Museo Nacional de Chapultepec. de Historia Calder?n, aparte de hacer pol? de

tica

la multitud

de

marca

tambi?n

sinarquista,

ense?aba

y

aun

ten?a

las carreras de caballos en el Hip? tiempo para no perderse dromo de las Americas. Las Lupes, Monroy ten?an y Nava, con adolescentes de la ense?anza media. que v?rselas Lupe del Instituto Nacional fue tambi?n de Monroy investigadora Estudios Hist?ricos de la Revoluci?n casi desde que lo fun

34 Cos?o

Villegas:

op.

cit.

en

nota

32,

pp.

24-26.

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552

LUIS

d? don Adolfo Ruiz tarde y noche

na,

GONZ?LEZ

s? trabajaba ma?a Daniel a domingo en su obra

Cortines. Don y de domingo

colosal.

Los se

primeros

en

art?culos

frutos que

del

seminario en

aparec?an

a deslizar

comenzaron Historia

en

Mexicana,

sus oficiales,

y y en ade en la D?az aquel Porfirio en don Daniel escrito y publicado por to la primera manifestaci?n clara del 1953. Como quiera, con diez rrente que habr?a de durar quince a?os y apabullar del maestro libro como

conferencias p?blicas lantos en forma de revuelta de La Noria

y

grandes

rechonchos

sin

vol?menes,

en

meter

la

cuenta

los

en

1955 con aquel primer volumen empez? subproductos,35 res sobre la vida pol?tica de la rep?blica de Cos?o Villegas en a el los de 1956 Calder?n sobre taurada, que siguieron Emma Cos?o y la vida econ?mica y el de Luis Gonz?lez, acerca la de vida social.36 La racha de Monroy Guadalupe se inici? en 1957 al porfiriato los seis vol?menes referentes con el de la vida social, de Mois?s Navarro. La Gonz?lez con aplauso los libros pero no sin recibi? cr?tica mexicana peros,

con

amasados

algunos

quiz?

envidia.

cr?tica

La

estado

Potash dictamin?: fue mucho m?s favorable. Robert unidense de la escuela objetiva "la expresi?n m?s brillante de histo son los muchos vol?menes de la Historia riadores moderna

35 Sin toria

contar

moderna

art?culos, de M?xico

de

de

las

salieron

investigaciones las tesis de

del

seminario

licenciatura

en

de

his

historia

Nava

de licen Gonz?lez, y Carolina en historia Calder?n y de maestr?a de Luis del por sociales libros: Estad?sticas Gonz?lez, y los siguientes ? exte Comercio Estadisitcas del econ?micas firiato porfiriato (1956), ? Fuerza de rior del porfiriato Estad?sticas econ?micas trabajo (1960), sectores Cos?o econ?mica y actividad y tres obras de Daniel por (1964), de 1857 y sus cr?ticos La Unidos constituci?n Villegas: (1957) , Estados Monroy, Guadalupe en econom?a ciatura

de

contra Porfirio 36 Historia

y Porfirio (1956) de M?xico,

blica

D?az moderna ? La

restaurada

Guadalupe Francisco

D?az Daniel

en

la revuelta

Cos?o

Villegas:

de La Noria. La rep? La rep?bli

R. Calder?n: Francisco vida pol?tica; Cos?o Ville Luis Gonz?lez, Emma vida econ?mica; La rep?blica Monroy de Gonz?lez: restaurada gas, Guadalupe y Armida ? La vida 1955-1956. Editorial Hermes, social; M?xico. ca restaurada

?

La

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LA

de M?xico"?1 trataba

una

elaborada

historia

rigurosa

en

basada

553

NIDO

aqu? y all? que

advirtieron

obra

y manuscrita,

impresa m?s

Pocos una

de

DEL

PASI?N

cient?fica,

enorme

con

al m?todo

apego de

poblada

se

aunque

documentaci?n

de

la

cua

n?meros,

referencias dros y gr?ficas, y bibliograf?as, rehuy? copiosas el lenguaje llegar a la gente com?n, procur? especializado, Cos?o Villegas, que y en las partes escritas por don Daniel una calidad literaria y una accesibi son las m?s, consigui? lidad ins?lita en obras de este tipo.38 con

Engolosinado cient?fica

riograf?a

los dict?menes

norteamericana,

como la de f?sica y mental del Colegio desde que las disneas, a don Alfonso, don menguaron taleza

hasta

el

su multivoluminosa

final

de en

la moderna

histo una

de

posesi?n

for

siete a?os antes, al frente las arritmias y los infartos Daniel, relaci?n,

llevaba

mientras puso

en

marcha

sucesivamente

dos

menores

aventuras

de un seminario el advenimiento de his que preparar?an del seminario continuador de historia toria contempor?nea, de la Fundaci?n Con la doble ayuda econ?mica moderna.39 el taller que se propuso Rockefeller y del Colegio, despeg? del la localizaci?n, y balance de los testimonios catalogaci?n trozo de vida mexicana que va de 1910 a 1940. El taller se dividi? en tres secciones: sucursal hernero bibliogr?fica, a La de libros le fue encomendada gr??ica y archiv?stica. a sus Luis Gonz?lez colaboradoras y y Guadalupe Monroy

37 Robert

A.

Historia Mexicana, 38 Pese a las

Potash:

"Historiograf?a

x:3

(ene.-mar. 1961), reiteradas declaraciones

del

M?xico

p. de

395.

independiente"

en

en favor de Cos?o Villegas de Coulanges, los cinco vol?menes de y de Fustel historia escritos sus de alguno de los hechos por ?l, y m?s por pol?tica son fruto se deambula de un saber hist?rico entre colaboradores, que la ciencia y sus n?meros y la poes?a y sus palabras. 39 Luis Gonz?lez: Fuen tes de la historia de M?xico, x contempor?nea la

escuela

M?xico,

objetiva

El

Colegio

de

M?xico,

1961-1962,

i, pp.

Ixix-lxxix.

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554

LUIS

GONZ?LEZ

Ese de 1957, 1958 y Uribe. tr?o, en las ma?anas e Historia recorri? las bibliotecas de Antropolog?a en el la de M?xico Moneda), (todav?a (all? en la palacio entre Nacional la Isabel Cat?lica y Ciudadela), (repartida una de las torres de la Ciudad Universitaria), Lerdo Miguel de Tejada revis? docenas de bibliogra y cinco o seis m?s; e hizo, si no la mejor, la f?as y de cat?logos de bibliotecas un en hecha hasta m?s vasta compilaci?n bibliogr?fica hoy Susana 1959,

de esta especie tienen una cuatri los cat?logos pa?s donde e intensa historia. centenaria Para creerlo hay que ver los tres robustos e ilegibles vol?menes de la historia de Fuentes ? Libros M?xico de y folletos que, despu?s contempor?nea nacional de una vasta rese?a de la producci?n bibliogr?fica o brinda de mexicanos 25 000 fichas de libros y folletos sobre M?xico ?tiles la historia mexicana del para periodo 1910-1940. Muchas de las c?dulas, aparte de la descripci?n un sucinto ofrecen comentario de la obra.40 bibliogr?fica, les el bi?grafo El doctor Ross, dammes", Stanley "pour en la Universidad a la saz?n catedr?tico de de Madero, a la vino hacerse de secci?n de Nebraska, cargo peri?dicos. en incre?ble y con algunos Con un dinamismo ayudantes,41 en las hemerotecas de meterse Nacional s?lo a?o y medio y de

Hacienda

aun

y

en

repositorios

una

organiz?

privados,

obra en dos vol?menes (Fuentes de la historia contempor?nea ?- Peri?dicos a de M?xico seguramente y revistas), superior tras de hacer la serie de tres vol?menes, la historia donde,

40

Ross:

R.

Stanley

Mexican

history" pp. 234-238.

en

"Bibliography American

Hispanic

of

sources

for

Historical

contemporary xxxix:2

Review,

(1959), 41 Lista

del doctor Ross orden de colaboradores de alfab?tico por Teresa Gustavo Alicia Castro, Cos?o, Baz?n, Camarillo, Hugo apellidos: Lilia D?az, Georgina Lucila Estrada, Huerta, Flamand, Virginia Enrique tarea de Zertuche asumi? la tremenda Lombera y Fernando "quien en preparaci?n llenos la ordenar los cajones de miles de fichas para publicaci?n especifica

de

esta

claramente

de M?xico por?nea i, pp. co, 1965-1967,

gu?a". La en Stanley ? Peri?dicos

forma R.

de

Ross:

y revistas,

ayuda Fuentes M?xico,

de

los

de

colaboradores

la historia El

Colegio

se

contem de M?xi

Liii-Liv.

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LA

DEL

PASI?N

555

NIDO

del

bien clasificadas mexicano, ofrece, muy por periodismo otros tantos art?culos de fichas de 27 713 temas, y periodos en publicaciones historia de la revoluci?n aparecidos peri? en idioma entre dicas "editadas 1908 y 1958 en espa?ol

M?xico de los Estados Unidos". A y los estados fronterizos cada ficha le puso un breve comentario que indica el tipo de art?culo la evaluaci?n cr?nica, etc.), (an?lisis, biograf?a, cruzadas. Las y s?ntesis de lo que contiene y las referencias fichas extra?das de un cuarto de mill?n de n?meros de diarios

se

revistas

y

ciones de revoluci?n

refieren

a

sucesos

personajes,

e

institu

la historia de M?xico que va de las v?speras de la al t?rmino del r?gimen del general C?rdenas.42 su acucioso no quiso de Muro cat?logo publicar

Luis documentos

a la revoluci?n militares relativos mexicana, a s? eficazmente la las com de pero ayud? muy publicaci?n sus tomos de de la del tr?o de biblio compa?eros, pilaciones tomazo tomos de del de de la del y par graf?a, hemerograf?a Berta Ulloa, la Secretar?a Exte de Relaciones por publicado riores dentro de su colecci?n de "Gu?as para la historia diplo con el nombre de Revoluci?n m?tica mexica de M?xico", na ? 1910-1920, es tomos llevan los el mismo 259 que que a la referentes vida exterior de la del archivo explorado nuestro

de

airada

?poca

movimiento

revolucionario.

La

for

de otros tantos presenta investigadora los de de los clasificadas 259 tomos, por per?odos legajos una a es se refieren. s?ntesis Cada ficha que gobierno justa y exacta de un legajo.43 1 799

mal?sima

42 Vid.

Luis

Gonz?lez:

Fuentes...

fichas

lxx

todo Stanley y sobre ? de M?xico Peri?dicos contempor?nea El Colegio de M?xico, M?xico, revistas, 1965, i, pp. xxxiii-lv. 43 Vid. Luis Gonz?lez: "Continuaron la Fuentes... cit., p. lxx: Ross:

R. y

tarea el

Fuentes

de

cit.,

p.

la historia

iniciada

Archivo

S?enz

en

la se?ora Romero por Berta Ulloa y Luis Muro, Nacional de Washington, Cos?o Emma Villegas el departamento de manuscritos de la Biblioteca del

de

los Estados

cia

en

Unidos,

nuestro

Archivo

Revoluci?n

mexicana

Exteriores,

1963,

pp.

Marta Baz?n, y Alicia General de la Naci?n". ? M?xico, 1910-1920, 3-12.

S?nchez Vid.

en James y Marta

Congreso Valen y Carmen tambi?n B. Ulloa:

Secretar?a

de

Relaciones

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556

LUIS

Antes

de

el

concluir

GONZ?LEZ

seminario

la impaciencia barbechamiento, cha el seminario de historia ocuparse

pod?a

de

tareas de puso en mar del que no

de don Daniel contempor?nea, tuvo

porque

plenamente

sus

fuentes

dedicar

que

muchas

a la presidencia en la del Colegio (don Alfonso muri? a?n al ?ltimo tercio de la gran navidad de 1959) y m?s aventura. Aunque llam? para trabajar de jornada entera al a dos j?venes que empezaban venerado don Jos? Miranda, a hacer ruido en la Facultad de Filosof?a y Letras (Josefina a un buen n?mero de V?zquez Vera y Eduardo Blanquel), horas

muchachos

todo,

despegar

Mois?s

en

ron

Miranda,

adelante

su

y

y

quiz?

y bien

su

de de

Algunos m?s

que

tarea.

El

las

Fuentes

tareas

las

y

pudo

lograron

historia

grupo

tra

social

los colaboradores

ninguno

y Guadalupe Monroy Josefina V?zquez los gordos de diverso orden, pero quiz? ido Josefina a la Universidad de Harvard, en

una

el

Par?s,

nunca s?

grupo

Navarro, en

anual

de M?xico

la edificaci?n

bajar intensamente del siglo xx mexicano.44

licenciatura,

Gonz?lez

estad?a

contempor?nea

completamente.

maestro

Mois?s

una

de

regresar

de historia

seminario

curtido

su

terminar

de

punto

al ya bien de

acababa

que

a

y muchachas

y sobre

de] saca

Blanquel,

de Luis Gonz?lez, tuvo contratiempos fueron

el haberse

la demora

administrativas

se

que

de Luis le

enco

a continuaci?n.

el equipo para hacer la mendaron Tampoco a salir de las historia econ?mica, Semo, pudo pese Enrique uno de s?lo En heur?sticas. 1965 ya palpitaba operaciones

44 Mois?s junio Garza

de

Gonz?lez 1964

Gonz?lez

con

Navarro la

estudi?

cont?

desde de

amplia ayuda la prensa peri?dica

Lucila

octubre

de

Flamand...

Baz?n y Alicia de M?xico Banco

1959

"hasta

Angelina consult? el

tres a?os, Durante del colaboraron empleadas de las estad?sticas la recopilaci?n sociales..." En Gon 1965, Mois?s su obra, informar terminado "la cual hab?a z?lez Navarro que pudo en tres partes: la poblaci?n, la tenen cubre de 1911 a 1964, y se divide el los cia de servicios". Mois?s Gonz?lez la tierra servil, y y trabajo

AGN. en

Navarro: director

"Seminario de

?l desde

de junio

historia de

contempor?nea 1963.

de M?xico".

MGN

fue

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LA

los ?rganos lo

del

seminario.45

La

557

NIDO

DEL

PASI?N

del

transfiguraci?n

Colegio

involuntariamente.

estrangul?

de

Instituto

tipo

universitario

un hombre de Mario clave del Seg?n el estribillo Ojeda, a partir de su tercer sol, El Colegio Colmex de M?xico pasa en un tris del status de gran familia al status de universidad. de la rep?blica Siendo Adolfo y L?pez Mateos presidente del Daniel Cos?o Villegas decreta presidente Colegio, aqu?l el 7 de noviembre de 1962 que el instituto por presidido sea

?ste

"escuela

de

todos

los

"impartir

libertad

pleta

A

vas".46

universitario" tipo conocimientos

de

respecto

partir

facultades y

las cuestiones

todas

entonces

de

que

con desee"

el

gobierno

para

con

"com

administrati considera

mejora

no se queda atr?s el subsidio otorgado al Colegio; blemente a une se la la Fundaci?n lista la de "dadores" Rockefeller, y renace en plan de peque?a Fundaci?n Ford. Colmex y pr?s en

universidad,

pera

a

vidriada, Lorraine

y

un

paso

casa

tan

avenidas

de

ad

propia, restaurantes

de

hoc,

tan como

arboladas

mondrianesca, como

sabrosos

La en

la Obreg?n,

colonia 125, entre Orizaba y Jalapa, en la mera Guanajuato en pleno ombligo de una ciudad de cinco millones de Roma, El primer habitantes. edificio fue el 6 propio inaugurado de febrero de 1961. Unos d?as antes, en el s?tano, en estantes se distribuyeron de fierro que ya no de madera, los treinta tantos tantas mil vol?menes las ciento de colecciones y y y 45 El mer

1910-1920. los

doctor

semestre Flores

seminario s?ntesis

Miranda, de

1963,

Blanquel Mag?n en junio sobre

la

que de

aparte estudi?

present? le vali?

un

de las muy como

ser

director

instituciones buen recompensa

del

seminario del

pol?ticas estudio de el

ser

las

despedido autora de

1964, igual que Guadalupe Monroy, en historia de la educaci?n el periodo

estuvo Semo poco tiempo. 46 El de M?xico Colegio El decreto 1974, M?xico,

? se

Informaci?n reproduce

en

el

general y programas este mismo n?mero

pri

periodo de ideas del una

1911-1940. ?

1971

de His

toria Mexicana.

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558

LUIS

GONZ?LEZ

revistas. En la planta baja qued? el pasillo de acceso, con la con sala de lectura a la izquierda y al fondo un auditorio cien butacas. En el primer piso se instal? la amplia oficina del presidente, y una modesta para el secretario, y se pusieron sillas

mesas,

cima a un

y

estantes

sus reales

sent?

el

para

En

administrativo.

personal

de Estudios Hist?ricos junto en el tercer piso, el Centro de jard?n dizque japon?s, y Estudios Literarios. fundado El reci?n Centro de Estudios se acomod? como pudo, su Internacionales lo mismo que en Secci?n de Estudios Orientales convertida tarde (m?s ya no hubo centro). Para el Centro de Estudios Econ?micos el Centro

lugar, y anduvo errante por varios edificios cercanos. Pero dos a?os despu?s del estreno del primer "la edificio propio, ante iniciar de las autorida acord? gestiones gobierno junta des

nacionales...

y

ante

la

iniciativa

a

privada

el nuevo

ner

con

fin

de

obte

tan buen

edificio", ?xito, ayuda para erigir de 1965, el presidente Gustavo D?az que el 24 de noviembre un cuerpo de ocho Ordaz puso en funciones la ampliaci?n: un que vino a triplicar el cupo del otro y durante plantas no nueva la hizo sentir necesidad La de tiempo espacio.47 casa duplex, con 56 celdas frailunas para maestros, dos salas lectura para 160 lectores, doce salones de clase y de un s?tano con cupo para m?s de cien mil vol? seminario,

de

un

menes, y,

par

a poco

andar,

de

en

ba?os

elevadores, un

laboratorio

de

los

todos y

lenguas

una

entrepisos cafeter?a,

al Colegio del modo de vida de lo ech? en brazos del de taller; sin remedio estilo institucional y aun fabril. se La forma piramidal de gobierno y administraci?n con o dos estatutos. solidific? sucesivos En el reglamentos tres presidentes: decenio de los. sesentas hubo don Daniel

definitivamente hogar y aun

47

[El Colegio Bolet?n

1. El p. n?meros a

las

Colegio

no

40.

Es

divorci?

de M?xico]: Bolet?n a semestral empez?

semestral, publicarse los ?ltimos

de seis p?ginas; pasaron fuente informaci?n la mejor de

de M?xico

en

los doce

?ltimos

in:2

(jul.-dic, 1965), 1963. Los primeros se acercan publicados

en

sobre

la marcha

de

El

a?os.

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559

LA PASI?N DEL NIDO

hasta 1962; don Silvio Zavala de 1963 a marzo Cos?o Villegas de 1966 y a partir de esta fecha el economista V?ctor Urquidi tra desconocido para El Colegio, que no era ning?n pues como profesor del Centro baj? para ?l en los a?os cuarenta estuvo en rela de Estudios Sociales, desde diversos puestos con en ci?n ?l la siguiente y volvi? del todo a temporada, el Centro Econ?micos de Estudios ?l para organizar y De de al iniciarse el decenio de los sesentas. Antes mogr?ficos ser presidente, hab?a ganado y prestigio respeto Urquidi dentro de los centros Las direcciones y fuera del Colegio. reci?n

creados

como

cayeron,

entonces

hasta

al

ajenas

era

de

en

esperarse,

Los

instituto.

personas Fran

universitarios

uno tras otro el CEI; cisco Cuevas y Mario Ojeda dirigieron de Eliseo Mendoza Consuelo y Meyer, despu?s Urquidi, Gustavo el CEED. Antonio Alatorre Cabrera, sigui? al fren te del CELL renovado. La secretar?a general pas? de Manuel a Luis Muro Calvillo y de ?ste a Ornar Mart?nez Legorreta, la la direcci?n de biblioteca y orient?logo, diplom?tico pas? incansables de Susana de las manos entusiastas, y dom?sticas a las h?biles y forasteras de Ario Garza Mercado. Uribe Al reci?n

establecido

Reuter,

departamento como Graciela

quien, SEO, hab?a tenido

ya alguna son

innovaciones

Otras

el

vino Jas de publicaciones de la Lama, directora de la relaci?n previa con el Colegio. de

departamento

asuntos

S. de Spada, res, dirigido por la se?ora Catalina en poder de don Fernando tralor?a administrativa de Juan Arellano C.P.T.; y alrededor y Teresita, proliferar

secretarias

mecan?grafas,

de

todo,

escola

y la con Montero, en dieron

mucha

gente

a las nueve de la ma que se api?ar?a en el reloj marcador a tres media de la tarde. Toda las ?ana y y gente necesaria, en un santiam?n sus actividades pues El Colegio multiplic? ante los ojos at?nitos de un min?sculo a veterano pie quien la mudanza le produjo ?lceras y crisis nerviosas de la vieja universitaria.48 gran familia en instituci?n

48 Vid. de M?xico,

"Discurso al

del

cumplirse

doctor los

Silvio

veinticinco

Zavala, a?os

de presidente de la fundaci?n

El

Colegio del esta

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560

LUIS

GONZ?LEZ

En

Cos?o Villegas, 1961, don Daniel del taller intermedio y del hogar, con pie en la experiencia ganada

guo rio,

con

anteriores,

de

ganas

aventurarse

fundador del anti instituto universita en los veinte a?os nuevos

por

caminos,

a la idea de servir a la provincia, por la presionado de maestros de historia demanda de los institutos por parte de ense?anza superior de los estados, decide que El Colegio hecho

otra

ofrezca formar teca,

CEH otras ac?.

historiadores,

con un partes El

veinte pero

s? docentes

que

plan

notablemente la historia, econom?a, derrumbar les.

como

vez,

Adem?s

diploma en historia de

estudios

a?os

no

universitarios

la

para

escuela

ratas

anta?o una

que

de maestros de Europa,

una

antes,

como

para

de

vez

biblio del

salidos

en ir?an a especializarse o de de Asia, de ?frica nueva

se

maestr?a

apart?

del

Adem?s de de teor?a y m?todo antiguo. la ense?anza de teor?a de la m?todo y propuso la sociolog?a y la ciencia pol?tica, con el fin de las fronteras entre la historia socia y las ciencias historia

de

europea

se

abrieron

cursos

sobre

el

Con India, China, Islam, Rusia y los Estados Unidos. a cada uno de los serv? las materias referentes de periodos la vida hispanoamericana, la historia olvid? de M?xico pero en particular. el aprendizaje Reforz? de idiomas modernos e hizo a un lado los cl?sicos, as? como el ejercicio de las ciencias auxiliares de la investigaci?n Por lo de hist?rica. se dejaron m?s subsistir rigores y becas. La nueva viejos se puso en pr?ctica bajo la custodia de un com orientaci?n ex alumno Garc?a del CEH, Alfonso y seren?simo petente a una en ama retir? 1963. Entonces la Ruiz, hepatitis quien se fij? para sustituirlo en Luis Zavala del doctor bilidad autor y destructor a hacer del plan tendiente Gonz?lez, se dej? El nuevo director docentes. seducir toriadores alumnos de considerar la idea de profesores inferior al y del que la investiga y escribe, y resucit? ense?a historia de la historia de hacer investigadores a?ejo prop?sito

blecimiento" programas,

El y tambi?n 1969. M?xico,

Colegio

de M?xico

?

Informaci?n

his por que el his

general

y

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561

LA PASI?N DEL NIDO

del Carmen Maria La maestra Velazquez, panoamericana. enero de 1966 y del desde de la batuta GEH encargada reh?zo ra Centro, experta investigadora egresada del mismo dicalmente los planes de estudio de maestr?a para ajustados al fin de formar investigadores de la especie cient?fica.49 a la investigaci?n fueron muy Por lo que mira tampoco en el dece constantes los m?todos del los prop?sitos CEH y 1964 se promovi? la in nio oficialmente 1961-1970, Hasta en de la de M?xico. ?poca contempor?nea quisici?n equipo Como tener

de documentaci?n, el Archivo General dej? de ser sus la de fondos accesibles mayor?a por prioridad se hicieron s?lo v?lidos para la Nueva En cambio Espa?a. de consulta las hemerotecas Nacional y de indispensable las Hacienda bibliotecas Nacional de M?xico, y y y cada vez m?s la biblioteca en del propio Colegio, el decenio que sus fondos, de los sesentas triplic? a 90000 salt? de 30000 vol?menes de libros. Al entrar en coma el seminario de his toria contempor?nea de M?xico, el CEH prescindi? por un a?os de de de par y en cualquier pol?tica investigaci?n, se redujo a atender pedidos buena medida oficiales. A soli citud del H. Senado de la Rep?blica testimonios compil? de An?huac.50 sobre el Congreso Por encargo de la Secretar?a de Hacienda, hizo la historia de la deuda exterior de M?xi co.51 A petici?n de la H. C?mara de Diputados en reedit?, cinco

fuente

informes

y manifiestos

del

de la promoci?n el plan de estudios 1963, pp. 9-10 y 21-22; 1964, M?xico, ? en El Colegio de M?xico 64-67

el plan

vol?menes,

49 Vid. ?

M?xico

promoci?n 17-18> y el plan pp. tral, v a vni. 50 En ?sta obra

de

estudios

de

62-64

ejecuti

en El de

de Colegio estudios de la

M?xico, 1965-1966, 67-70 en Bolet?n

la promoci?n de

poder

s.p.i, semes

Luis

Gonz?lez que aparece Baz?n. Vid. y Delfino responsable El Congreso de C?mara de Senadores, 1813, M?xico, 1963. 51 estudi? los a?os van de 1823 a Jan Bazant que principalmente en la investigaci?n 1876. Gloria Peralta colabor? la deuda de exterior como

introductor, ? An?huac

durante Historia co,

colaboraron,

e

el porfiriato la deuda de

y Enrique exterior

aparte Lucila

Semo

Flamand

de

de M?xico,

1911

a

M?xico,

1946.'Puf. El

Colegio

Jan

Bazant: de

M?xi

1968.

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562

LUIS

GONZ?LEZ

1968 se quiso volver a una empresa investigadora a iluminar el periodo enderezada que va desde la conjunta, consumaci?n la consumaci?n de la independencia hasta de la reforma, periodo tan largamente olvidado por la historio

vo.52 En

mexicana.53

graf?a

de publicaciones hubo una constante pol?tica Tampoco a la revista Historia fuera de la de mantener enhiesta Mexi cana y la de publicar libros gordos de erudici?n que ir?an a nutrir una "Nueva en 1967 y serie" de historia iniciada controlada de publicaciones.54 Tambi?n por una comisi?n es de recordarse la oficializaci?n del mimeograma. El presi dente Urquidi las obras de inter?s restrin muy que dispuso se en ?nicamente y que los mime?grafo gido reprodujeran libros

de

ficas

los

recibir

para

antes

demanda,

mayor entre

cularan

de en

compa?eros un previo

ba?o

a

darse

las

reproducciones cr?tico que

cir

prensas,

no

mimeogr? una

cen

sura de ?ndole ideol?gica. De los medios de difusi?n, pasa a segundo los me t?rmino el de la conferencia p?blica. De en primer?sima se pone entre dios de intercambio iguales, mesas redondas. El l?nea el de congresos CEH y organiza Uno en 1963 en Burdeos de la Am?rica Latina",55

dos

importantes. y el historiador

52 Luis de

coordin?

Gonz?lez

extrema

notas,

sobre

"La historia con

y otro, muy

la dot? V?zquez Josefina como no se pol?tica publicaron, prudencia de Los Vid. del coordinador. presidentes la

compilaci?n;

que por la introducci?n tampoco 1966 ante C?mara de diputados, M?xico la naci?n. M?xico, (5 vols.). ? 53 Vid. El de M?xico Informaci?n y programas general Colegio 76-77. M?xico, 1969, pp. 1968-1970, 54 La comisi?n com es una fundaci?n de publicaciones urquidiana, de pu el jefe del departamento de El Colegio, del presidente puesta blicaciones, cada uno dentro tres

del veces

el de

secretario los

reducido al

a?o.

Historia Colegio: Foro Internacional, Demograf?a 55 "El

centros,

auxiliar que

presupuesto tiene Tambi?n Mexicana, Estudios

El Colegio y un por delegado lo que deba y aprueba publicarse Se re?ne dos o del Colmex. editorial de

discute

Nueva de Asia

y Di?logos. y Econom?a en de M?xico, Colegio

queveres Revista y ?frica colaboraci?n

con

las de

(antes con

seis

Filolog?a Estudios

revistas

de

El

Hisp?nica, ,

Orientales)

la Universidad

de

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LA PASI?N DEL NIDO 563 al que asisten mexicanistas en 1969, en Oaxtepee, currido, de entero Estados Unidos todo del mundo y de ac? y sobre hist?ricos estudios de los sobre el estado actual para discutir tema

de

mexicano.56

Adem?s,

concurrencia

la

auspicia

sus

de

a congresos la lejan?a del sitio en sin importar profesores cuento no hacer se el Para re?nan. largo, baste decir que unos

que

del

tan

profesores

de

Centro,

como

sedentes,

en

eran

los

general

se vuelven

sopet?n

andantes,

profesores

o mejor dicho, devotos de la aviadur?a de nuestra ?poca. A Centro el del residente que partir de 1961 fue excepcional no hizo m?s de una excursi?n fuera del pa?s para asistir a reuniones

conocer

sabias,

o

mundo

cursos

dar

breves

y

con

fue a Europa, Asia y norte

de los aeroviajes ferencias. La mayor?a el Estados Sudam?rica, Caribe, Unidos,

los de

?frica.57

Burdeos se

que

del parte reuni?n...

Historia

del

IPGH,

Burdeos

del

el doctor concurrieron Colegio Gonz?lez Mois?s el licenciado

Silvio

Gonz?lez..." nuel

de

y la Comisi?n en la efectu?

Los

P?rez

Vila,

de

ciudad

otros

asistentes

Zavala,

Navarro

fueron:

los

venezolano;

un organiz? 22 al 24 de

argentinos por Suecia;

Romero;

tan

los mel?manos. 56 Vid. Memorias

popular Vid.

Ma y Freg; Caillet-Bois y Jos? del cabezas blancas

Arturo Ricardo

(Oaxtepec, y El

Colegio botones

los

como

cliom?ticos i:I,

semestral,

el

p. 4. sobre

contempor?neas de historiadores reuni?n

Investigaciones la tercera de

americanos UNAM 5T

entre Bolet?n

Morelos, de

M?xico, de muestra:

4-7

de

noviembre

la

Luis

y Arn?iz

chileno

valier",

Por de

presidente el profesor

las tres M?rner, Magnus Griff Charles del norteamericano Pereira, Eugenio M. Rama, Carlos c?s Pierre y el a?n juvenil Monbeig, a cargo estuvo del doctor del "La secretar?a coloquio

Luis

coloquio... mayo.

otro

historia

fran in y del del Uruguay. Che Fran?ois

?

de M?xico

mexicanos de

entre

Chevalier

1969),

y

norte

M?xico,

1971.

del "A?o 1964, con motivo 1) En los maestros Silvio Zavala, Mexicano-Filipina", Josefina la direcci?n de rela por y Luis Gonz?lez, general auspiciados V?zquez a cargo del doctor de la SRE, ciones culturales ?ea, Leopoldo viajaron a Jap?n, Indonesia donde dieron conferencias y la India, Filipinas, de

Algunos la Amistad

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564

LUIS

GONZ?LEZ

en el CEH Cincuenta ense?aron entre 1962 profesores terceras partes fueron y 1970. Dos invitados, y el profesores tercios de los invitados eran de oriun resto, residentes. Dos dez extranjera, de origen ya no mayoritariamente espa?ol como en el primer De decenio. los veintid?s extranjeros catorce acudieron directamente de sus pa?ses de invitados, a un curso en el Centro. De los tra?dos ex profeso, dar origen ocho eran franceses y uno de cada uno de los siguientes e India, Venezuela, pa?ses: Suecia, Estados Unidos, Jap?n De

Inglaterra.58

los

proven?an de diversos

dem?s

once

institutos eran ?guilas

cuenta

mexicanos

profesores

la Universidad

de

ocho

Nacional cultura

de

en su oficio;

profesores la quinta doctorados;

parte provenientes hermanas: s? de econom?a, que disciplinas letras. ciencia pol?tica y polog?a, Aunque ense?ado

acerca

en

el mes

3) la reuni?n

Desde anual

otras

de M?xico. de

m?s

En

1966,

cinco

ha

asistido Historical

la historia

cosa

Hindu

de

la Universidad

Gonz?lez

y Nuevo de Chile, Buenos en varias pobla Jos?

alg?n profesor Association. El

de

Gracia,

del

a

CEH

campeonato los maestros Jose

al extranjero entre 1961 y 1970 lo ganaron Gonz?lez Navarro. y Mois?s V?zquez 58 Profesores visitantes 1963.?V. S. Pathak, extranjeros:

ras

se

seis

de

el profesor Luis de Texas

ciudades

viajes

fina

de

antro sociolog?a, casi todos hab?an

en Lima, noviembre, Santiago en mes el anduvo de diciembre, y desde San Son. hasta Hermosillo, 1967, siempre de la American

la mitad,

de

no

universidades,

2) en

octubre,

Aut?noma, y los Los cin superior.

de

y Montevideo, mexicanas

Mich. de

el mes

en

M?xico; ciones

la historia

de

estuvo, Aires

en

previamente

invitados,

de

la Ba?a

Claude de la Universidad de Par?s. Bataillon, University; en 1964.?Charles de la Universidad de California Ren? Sellers, Berkeley; de la Universidad de Paris. Girault, Bataillon; 1965.?Fran?oise Magnus de la Universidad de Estocolmo. 1966.?Edward M?rner, J. Foulkes; la Universidad de de Paris; de la Univer Heers, Jean Meyer, Jacques sidad de Rouen; Federico Brito de la Universidad Central de Figueroa, Bernard de la Universidad de Tolouse; Venezuela; Portai, Kayser, Roger de

Par?s.

traer

visitantes al profesores moci?n de maestr?a el m?todo todos

los

cursos

de

Desde

1967

CEH.

Se

de

s?lo

se abandon?

con experiment? cuatro profesores

la

costumbre la ?ltima

de

planta

de pro para

la maestr?a.

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LA

PASI?N

DEL

565

NIDO

en el CEH como profesores Dieciocho universitarios. en se de convertir?an de los cincuenta planta.59 profesores a la competencia institutos de otros Para no sucumbir un estableci? El de cultura Colegio profesorado superior, bien pagado y bien asegurado. bien reglamentado, residente el CEH ya ten?a siete profesores-inves del decenio A mitad nuevo del tigadores tipo y en 1970 lleg? a tener catorce. se mud? a su primera resi El Colegio de M?xico Cuando estrenan

dencia o

fesor

a?os

de

planta sendas

tuvieron

m?s

tarde

sin

era don

carro teniente

el ?nico

propia

cuatro

desapareci?,

autom?vil

carcachas

que

o

propio. chafiretearon

poco

Tres

Daniel. el

menos,

Aun

pro

los Gonz?lez unos

meses.

La

de vivir en depuso estirpe profesoral la rentados fiebre de min?sculos y contrajo apartamientos casas o renta distantes y solas. por compra por adquirir cient?fico y administrativo Desde 1964, "el personal goz? de a corto los beneficios m?dico, [servicio pr?stamos plazo, de Seguridad y hipotecarios, pr?stamos etc.] del Instituto Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado" (ISSSTE) .?> el temor de perder el Desde adem?s, desapareci? entonces, era se ser la idea de el que puesto imposible impuso empleo; o en la calle por desobligado de patitas Por incompetente. se concedi? el a?o sab?tico a los profesores resi a?adidura, de cumplir con el dicho dentes, aunque no con el prop?sito no uno ganas de a?os tiene de Camba: que "Hay trabajar". Pese a ser tan notorias acaloradas en el las disidencias y nueva

la costumbre

5? En

en diversos son nombrados decenio 1961-1970, a?os, pro del CEH los siguientes, alfab?tico: por orden investigadores Lilia Flores, D?az, Romeo Florescano, Enrique Jan Bazant, Jos? Gaos, Garc?a Luis Mois?s Bernardo Gonz?lez. Mart?nez, Gonz?lez, Navarro, Andr?s Alberto Luis Lira, Moreno, Muro, Manrique, Jorge Alejandra fesores

Berta

el

e

Susana del Carmen Ulloa, Uribe, y Mar?a Josefina V?zquez Tambi?n habr?a considerar su asidua de planta, que lazquez. por al CEH, al maestro su muerte laboraci?n en hasta Jos? Miranda su nombramiento Silvio Zavala hasta de y al maestro embajador en Francia en 1966. M?xico 60 Bolet?n n:l 1. semestral, p. (ene.-jun., 1964),

Ve co 1967 de

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566

LUIS

GONZ?LEZ

del primer decenio de profesores del CEH, grupo aquel cosa que no sucedi? con el del tercer grupo fue hermanable, decenio. A pesar de que en los sesentas las discusiones sobre entre casi se secaron, la animadversi?n teor?a de la historia se habl? de una guerra de fue frecuente. Aunque profesores los escuderos del capit?n Zavala contra los escuderos del ca no puede la Universidad O'Gorman venidos de atri pit?n buirse a esa lucha, que fue insignificante, lo m?s gordo de las

desavenencias.

tuvieron

Tampoco

ver

que

las

discrepan

l?o entre generaciones. La acritud y de reojo, el esp?ritu belicoso, que nunca pas? de las miradas tuvo or?genes menos nobles las indirectas y las zancadillas, veces en se amorosos. Las los los intelectuales y que que edad. No

cias de

anduvo

a

?lceras,

colitis,

la

hubo

insomnios,

dolencias

maestros,

con

coincidieron

gre?a

fatigas

acerca

alifafes

de

de

algunos

los materialistas

?nicamente

que

rumores

los

y otros

obtusos

a la mejor comida y bebida de y m?s abundante a inestabilidad las achacaban los los dolientes, pues juiciosos

atribu?an

a

emocional,

La

torre

la

vocaci?n no

Centro

de

a

las

a

de torre

la

los

simul

pertenecer de marfil.61

de planta

los profesores en

les justifican la ense?anza,

Muro,

hurgadora.

y

de

a dudas

lugar

deja

deseo

control

investigativa

haceres administrativos su ausencia de Uribe man?a

del

nacida

neurosis

a

t?neamente

sesenta.

a?os

del

Los

que

a Luis Muro y a Susana no los retrae de su

pero

escondidas,

removiendo

sigue

la navegaci?n y el comercio que ilustran papeles transpac? Susana incansablemente fico en la ?poca espa?ola. hojea corriente de para estar al tanto de la bibliograf?a cat?logos asunto

mexicano,

Carmen

61 La

hicieron CEH.

en Historia

Mexicana

que graf?a

a

nunca

desarmon?a

psicoanalistas con las del 62 Desde

1957

hacer

y

Vel?zquez

deja

no

fue

su

agosto

Susana una

la

Uribe

suya.62 Seguramente ser una de cumplida

del privativa con personas

empez?

bibliograf?a anualmente apareci?

de 1967 partir hist?rica mexicana).

CEH. de

otros

a publicar corriente de en

volumen

Mar?a

esos

En

centros dos

del

maestra

veces

historia separado

los

a?os m?s al

que a?o

mexicana (Biblio

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LA

y administradora, siciones

Fuera

la docena

567

NIDO

?sas se abstiene

ni por

pero

documentales.63

historia

DEL

PASI?N

uno

de

que

sus

de se

inqui a

reduce

la

de

del Centro abarca local, investigadores de M?xico, La todo el ?mbito y no pocos el de Am?rica. se hun 1965. Tres baraja de asuntos es muy amplia desde den en la ?poca espa?ola; tres, en el siglo xix, y la mitad en la historia de restante 1910 para ac?. contempor?nea, se desv?an cuatro hacia las mon?grafos; permanecen en los cotos de las ciencias auxilia s?ntesis y dos contin?an res de la historia. La investigaci?n de la vida social recluta

Seis

a

la

de

cuatro;

vida

dos, igual que de Jorge Alberto

a

pol?tica,

la de

tres;

las ideas. El

la

de

arte

Con todo, Manrique.64 por la investigaci?n.

al gusto

vida

a

econ?mica,

ser? feudo el fruto

exclusivo no corres

ponder? firmeza que el profesorado No se puede decir con mucha de planta del CEH haya escrito la revista Historia Mexicana en los sesentas, pues la mayor?a de los art?culos publicados all? los hizo gente de fuera y en especial norteamericana. en otros peri?dicos; en La gente de casa prefiri? escribir la revista de alta divulgaci?n adoptada por El Cole los ?rganos de la UN AM, y en no pocas ocasiones, en en revistas que satisfac?an la vanidad de verse impreso o italiano.65 La art?culos alem?n escritura de franc?s, ingl?s,

Di?logos, gio; en

no

de de la costumbre como lo comprueban restringida la multivoluminosa Susana Uribe,

63 Entre tigaci?n navegaci?n pendencia 64 Vid. destinada Estudios 65 De de

hacer

retrajo

planta sores..."

Mar?a

otras,

sobre

Colotl?n

transpac?fica, de las colonias Bolet?n a dar

del

Carmen

como

frontera

y una

libros

la peri?dica versi?n

Velazquez de indios

tercera

sobre

de

circulaci?n

bibliograf?a al espa?ol

emprendi? b?rbaros,

una otra de

de que

inves? sobre la

la

inde

repercusiones en Nueva inglesas Espa?a. i a vin. En cada n?mero secci?n semestral, hay una en curso cuenta las investigaciones de del Centro de

Hist?ricos. la mayor del CEH del

Bolet?n

los de parte se da cuenta semestral,

art?culos en v

la a

los por publicados secci?n "publicaciones

profesores de profe

vm.

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568

LUIS

GONZ?LEZ

hizo Lilia D?az de la Versi?n de M?xico,69 francesa y la en mitad t?tulos his de los la "Nueva serie" de publicados toria. Con todo, sin contar las bibliograf?as de Susana y las de obras de Lilia, documentales la cosecha compilaciones eruditas

escasa:

fue el

durante

un

volumen

por

residente

profesor

decenio.

en el em la seguridad casas fue y pleo, profesorales ron al principio Antes de la de aparici?n contraproducentes. la "Nueva libros serie" de historia, los profesores publicaron en la "Nueva hechos entre 1951 y 1960. De los diez publicados serie" de 1968 a 1970, cuatro fueron tesis de alumnos (Ale de M?xico; econ?mica jandra Moreno, Geograf?a Enrique en M?xico; del ma?z y crisis agr?colas Precios Florescano, del Valle, y Javier Bernardo Garc?a Mart?nez, El marquesado Las ideas de un d?a), y s?lo cinco, mamotretos de Ocampo, en Luis de Pueblo Gonz?lez, vilo; Jan planta: profesores La

notable el mayor

Bazant,

Historia

Flores,

La

mejor?a confort

de

la deuda

contrarrevoluci?n Navarro,

Mois?s

exterior en

de M?xico;

Romeo

la

independencia; Josefina en M?xico, y Mois?s Raza y y tierra.?1 Ciertamente Josefina otros en otras editoriales.6^ La magna obra

Nacionalismo

V?zquez, Gonz?lez

de salarios, de cub?culos

y

educaci?n

publicaron en la ?poca colo del maestro americano Zavala, El mundo como suya el CEH. Un tercio de nial, no puede presumirla se abstuvieron los profesores residentes de dar a las prensas

? 66 Lilia de M?xico Versi?n D?az: francesa El de M?xico, M?xico, 1853-1858, Colegio .. .1862-1864, El Colegio de M?xico, 1964; M?xico, cos

de M?xico, 67 Vid.

Informes 1963; M?xico,

diplom?ti ...1858-1862, El Colegio

1965.

? ? de M?xico El Colegio Informaci?n y programas general de M?xico, El Colegio 100-101. M?xico, 1974, pp. 1971-1974, 68 en el espa?ol La del Zoraida del indio V?zquez: imagen Josefina Universidad Historia de la historio Veracruzana, 1962; xvi, siglo Jalapa, Gonz?lez Navarro: La Pormaca, 1965; Mois?s M?xico, Confe graf?a, deraci?n textiles

Nacional en

nacionalista,

M?xico, Campesina, el porfiriato, M?xico, Cajica, 1970. M?xico, Costa-Amic,

Costa-Amic, 1970; M?xico

1968; ?

Las El

huelgas

capitalismo

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LA

PASI?N

DEL

569

NIDO

hist?ricas, ninguno aunque dej? de hacer por monograf?as una compilaci?n. Con todo, si se cae en la odiosa lo menos en el par de decenios con lo acontecido tarea de comparar escasa libresca y no hablarse de debe anteriores, producci?n al consumidor lanzados nuevos libros sido los hayan porque como los buenos quesos, pues los m?s en estado de madurez, la culpa inmaduros. Quiz? ?poca aparecieron se una el hilo obra hacer al de repeti que perdi? provenga a otras instituciones, docente das veces por colaboraci?n por el uso excesivo de la cafeter?a y varias actividades sociales, a reuniones de sabios y diversos asistencia por la frecuente acaeceres tareas dentro de la administrativas vol?tiles, por en eru las la haber fe instituci?n, por monograf?as perdido reclamada las ditas o simplemente la atenci?n por por de

la nueva

segundas

tandas de alumnos

a desfilar desde de maestr?a que comenzaron por el CEH sesentas 1961. En el decenio las aulas unos de los fatigaron treinta y cinco estudiantes de maestr?a. El grupo 1962-1964 se form? con catorce; el 1964-1967, con doce, y el 1967-1970, con nueve.69 Los 35, con excepci?n de Clara Lida y Gervasio eran oriundos la el de Garc?a, y argentina puertorrique?o, esta tierra. En el primer grupo, m?s de la mitad directa vino en el segundo y en el tercero predo mente de la provincia; En las tres tandas hubo minaron los capitalinos. "juniores", es decir, hijos de intelectuales de reconocida fama y fuerza. naci? La gran mayor?a clases medias. Ninguno mente

hecho,

buena

muy hab?an

sin

casi

medida,

los hogares semioscuros de las brillante lleg? sin un bachillerato

excepci?n

en una

comenzado

en

institutos carrera

en

escuelas

privados. universitaria.

mexicanas

No

y,

m?s A

todos,

de

en

seis des

se les dieron becas de 1 300 pesos pu?s del a?o propede?tico, al mes que alcanzaban para lo justo y a veces hasta para lo vicioso. Del primer la mitad; del segundo, grupo destrip?

69 Vid.

ap?ndice

n.

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570 un

LUIS

cuarto,

ron

la

y carrera

del

un

tercero, de

a

pe

GONZ?LEZ tercio.

?nicamente

veinte

hicie

pa.70

Es

dif?cil el frente enemigo las actitudes, juzgar desde ese conductas reacciones de ante alumnado tormenta de la y cursos.

de

Como contra

pero

la con

flexibles,

menos

nos

no

costumbre,

costumbre

de cancha

los

m?s a?os las

para

de

al

semestre,

mucho

menos

cinco

cuarenta,

entre

discusiones

alum

con m?s

de parte de y maestros, esp?ritu de obediencia los estudiantes. fue la frecuente falta de coordi Seg?n ?stos, entre en un naci?n los maestros de las distintas materias y la sobrecarga de obligaciones que eso tra?a. el los profesores, los m?s de los alumnos Seg?n prefer?an m?s ?xito profesional y buscaban que no la investigaci?n fue muy claro el influjo el hacer que el saber. Como quiera, el de los doc sobre todo muy patente de los viejos maestros, semestre

mismo

tores

Gaos,

Miranda

y

Zavala.71

en la investigaci?n, los tres, los adiestraron Entre y fue su la moda la de investigar tal influencia, que contrariando en los de metieron vida moderna M?xico, y contempor?nea coloniales

investigaciones

y

los mantuvieron

adictos As?

hist?rico-econ?mica-social-y-de-las-ideas.

ploraci?n

ex

a

la

lo

prue

las primeras publicaciones del grupo uno, casi sin excep las tesis del grupo ci?n de historia de la econom?a colonial,72 Lerner y de Gor tari, y de Palacios, dos, con las excepciones en menor medida, las tesis del grupo tres, pues en ?ste la se las bardas de la colonia, y se salt? mitad de los recibidos en el siglo fuera de la rom?ntica Carner, Fran?oise pos?, ban

veinte

mexicano.73

Los

alumnos

de

las

segundas

promocio

70 Vid.,

u. ap?ndice como de los Luis Villoro, contratados, Algunos profesores j?venes un notable los alumnos. tuvieron tambi?n ascendiente sobre 72 en sobre la introducci?n la ganader?a de Jos? Matesanz investig? acerca la Nueva Florescano del abasto Enrique y la legislaci?n Espa?a; 71

de ma?z

en el granos en el xvn;

siglo Clara

Gervasio Garc?a xvni; 73 Vid. n ap?ndice

xvi; Lida sobre

la geograf?a sobre del de sal en el siglo producci?n etc. comercio por Veracruz, xvn:3 Mexicana, (ene.-mar., 1968).

Alejandra sobre el

e Historia

Moreno

la

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LA n?s

de

como

maestr?a,

los

las

de

571

NIDO

DEL

PASI?N

en

tardar?n

primeras,

de ese 'respeto' seguir la "p?rdida distancia, separa, asigna jerarqu?as,

engarrota, lugares, m?ritos

que

con

reprime, y privi

legios".74 en

Como

a?os

los

cuarenta,

aunque

en

los

con

sesenta

a estudiar a muchos El Colegio mand? de los holgura, a la maestr?a los de Estados Unidos, y y egresados Europa casos dieron el grito de independencia. all? en muchos Par?s a Enrique Moreno de Florescano devolvi? y Alejandra muy

m?s

devotos

la

de

historia

la

cuantitativa,

las

computadora,

tar

los bancos

de datos y la terminolog?a espe jetas perforadas, a no los estudios coloniales. cializada, que al?rgicos Berkeley, un Jos? Anto no obstante la influencia de Borah, reintegr? al canto y a una Cl?o si adicto a la pintura, nio Matesanz tuada en el polo opuesto de la florescanora. La vieja Harvard a posgraduarse fueron adonde y la joven Stony Brook, Bernardo Garc?a Mart?nez Lira, respectivamente, y Andr?s un hombre han dise?ado de Harvard pero no uno equiva lente de Stony Brook. El poeta Guillermo Palacios segura no es el mismo mente de Princeton y y Brasil, despu?s a su regreso de Francia de Gortari tampoco Hira quiz? de Espa?a Por otra parte, y Sergio Florescano y de B?lgica. as? como a la serie de las primeras le hizo algo promociones m?s que cosquillas el lanzamiento de bombas at?micas sobre a la serie de las segundas Hiroshima no los y Nagasaki, de su nido. y el ametrallamiento dej? tal cual el tlatelolcazo en la madrugada "El 20 de septiembre El Colegio fue objeto de

un

atentado

terrorista",

y

con

aunque

motivo

de

esa

ma

notada deferente "recibi? muestras abundantes de solidari dad y estima por parte de personas e instituciones" de aqu? y de fuera75 se sinti?, por buen rato, solo, indefenso y en envoltura de vidrio, buena para ver llover sin ?til mojarse, contra

las

74 Carta

tolvaneras

de

y

Guillermo

es de esperarse de Palacios. 75 Bolet?n vi:2 semestral,

el

smog

Palacios

no

que

a

(may.-oct.,

Luis

contra

Gonz?lez,

1968),

p.

las

balas.

sin

fecha,

como

4.

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572

LUIS

GONZ?LEZ

todo se debi? a que llamamos la atenci?n del go Dizque tan obsequiosos bierno por haber sido en el lustro anterior con ?l. Dizque las asambleas de profesores don y estudiantes con los cientos de de se discuti? la conducta gubernamental miles de j?venes que ped?an a grito pelado un poco de aper tura democr?tica, nos produjo la tronante llamada de aten ci?n que a los del CEH les son? muy parecida a la del virrey de la expulsi?n de los jesuitas. de Croix con motivo marqu?s las los ametralladoras hablaron as?: "Se historiadores, Seg?n los del nacieron subditos pan que para callar y poderoso no hacer mandados y para discutir ?rdenes y planes de salva ci?n nacional". ?nico morador del Seg?n el se?or Arriaga, a hora de la la las ametralladoras tronasca, Colegio parlan tes

dijeron

veces:

repetidas

all?".

"agarr?tense

Cehsetentas

Por motivos no

pod?a

en

Mar?a

reglamentarios, ser

nombrada

directora

1970 ya hab?a

tantos

por

del

Carmen

Vel?zquez

vez.

tercera

de planta

otra

Por

con m?

parte, profesores ritos y capacidad para suceder?a que el presidente Urquidi tuvo que proponer de Luis Gonz?lez, la candidatura quien un sexenio en la direcci?n antes hab?a exhibido del CEH no Si su gerencia y ejecutiva. dogm?tica incapacidades a los auxilios se debi? de los fue como era de esperarse Lira y al m?todo Luis Muro coordinadores y la y Andr?s fina eficacia de la se?ora Ana Josefa S?nchez de Nualart y Por otro lado, LG le ha hecho segunda: Sarita Audelo. quien sus

?nicamente septiembre oficina del Josefina libros

un trienio en la cumbre direccional. En de la amplia y c?moda 1973 sac? sus papeles director y los puso en una celda del sexto piso. dur?

de

V?zquez, hist?ricos,

dos muchas

veces

doctora, veces

maestra

varias

veces

autora

universitaria

de una vez empresaria cultural, asi? las riendas en este en el primer semestre del a?o caso)

de

y m?s

(o lo que use lectivo 1973

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LA

el 1974, y entreg? Elsa Cecilia Frost.76 en en

PASI?N

DEL

copilotaje

a

573

NIDO

la

tambi?n

laureada

muy

con la direcci?n El presidente convino del CEH Urquidi no la conveniencia de hacer m?s licenciados y maestros historia

y

comenzar

a

fabricar

como

doctores,

ven?a

ha

en su reabierto el doctor Gaos ci?ndolo taller.77 Mar?a del en octubre de 1969 unos cursos Carmen Vel?zquez inaugur? al doctorado para diez aspirantes y sent? los propede?ticos cursos del mismo: tutor?a de parte pocos y mucha requisitos en ciernes, de los profesores, y de parte de los cliom?ticos a un total tema de investigaci?n de pocas pausas y entrega historia

Luis Gonz?lez de M?xico. dispuso no s?lo cada dos o tres a?os

estudiantes

que sino

se aceptaran en

cualquier deb?an y aun ?poca de ?ste, pues de cursos ?nicamente tutor los cada cada para que y que quedar dispusiese pupilo ?ste pod?a seguir donde era la Lo de menos los hubiera. a ense?anza formal y colectiva; lo de m?s el entrenamiento a?o

La actual directora la medida individual de cada estudiante. ha sido de la opini?n de que cada dos a?os el programa se abra a un nuevo grupo de aspirantes y que para doctores ese

programa

consista

en

dos

series

de

cursos

que

cubran

a la historia universal cuatro semestres: una dedicada y otra a la de M?xico y las dos ser?es mu?tiprofesorales y de fiso se sigue considerando nom?a seminaril. Como quiera, que la hechura de la tesis, a las ?rdenes de un profesor especializa del programa doctofacedor. do, es la parte medular se ha vuelto Como en los d?as del taller de don Daniel, a en a dar mayor las investigaciones impulso equipo de tema lo que no quiere decir que se hayan prohibido las mexicano,

76 Otros desde siendo, 77 Desde

inmediatos muy Anne 1973, Elias Trabulse, 1966 el doctor Gaos reanud?

colaboradores

y

eficaces

del

CEH

vienen

Tanck. y Dorothy Staples su seminario de historia de

las ideas, donde alumnos de maestr?a De estos y de doctorado. acept? se recibieron ?ltimos el venezolano Elias Alfonso el colombiano Pino, Muri?. Durante el y el mexicano L?pez Javier Ocampo Jos? Mar?a examen de ?ste muri? el doctor Gaos.

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574

LUIS

GONZ?LEZ

o las de asunto extranjero. Ha sido otra directiva individuales ca institucional la de la investigaci?n hist?rica polig?mica, la politolog?a la sociolog?a, sada con la econom?a, dem?s y se ha sugerido que se escojan ciencias del hombre. Tambi?n temas

aquellos presente,

pues

hombre

mexicano

Mar?a

y medio

m?s

parezcan

que a

lo

servirnos

pueden

mejor

sus atolladeros.

de

Quiz?

nuestro

de

iluminadores

sacar

para

al

sea medio

Cl?o

Marta.

como nunca

Tambi?n

se le ha dado

a la difusi?n:

cuerda

y estu investigadores impresas de profesores, publicaciones como audiovisuales las diantes; por la expresiones deparadas con otros institutos de la misma colaboraci?n l?nea televisi?n; asesor?as programas

textos

y

nacionales

y

los

todos

La

para la gente de como mon?sticas,

el

sido

e incurrir m?s

reuniones

cultas

ser

de

chile

de

menos

permanecer

en actividades

fuera, pero sin menoscabo si fuese f?cil hablar y

de

de

inter?s

de las virtudes comer pinole al

y m?s

plural

savia

para

nombre

de

Tiene con

conocidos

el

Atrae

cosmopolita.

como

tan abarcador

estado

seis

en ra

frondosos

"centros".

Es

profesores

y

cada alum

La todos los idiomas y tesituras. Tiene cumquibus. se lo come a besos. El r?gimen de Luis Echeverr?a, en

gastador como

cionado

hab?a

a?os.

cinco

aqu?

fortuna tan

ha

consigna

El Colegio

?ltimos

majes, vez m?s

nos

maneras

tiempo.

Nunca los

a

asistencia

y otras

extranjeras

moles.

c?tedras

de

escolares;

en la torre de marfil

mismo

diversas y conferencias; en hechura de la gubernamentales

la impartici?n a dependencias

mediante

cosas

de otro

ning?n

nistraci?n

culturas r?gimen.

lo

cultivos,

y

Cuenta

con

ha una

subven admi

corriente

muy poco com?n.y aqu? y ahora. Nadie en estar por ver la eficacia y el dinamismo de su aun en los ratos en que trae los V?ctor Urquidi presidente nervios de punta, secretario a del general Mario Ojeda habilidades pesar de ser un hombre de m?ltiples y ocupacio ha puesto

nes,

del

cortes?a,

secretario

adjunto

y en general

de

Carlos

la m?quina

Arri?la

no

obstante

administrativa

su

donde

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LA PASI?N DEL NIDO 575 casi insustituibles.78 Los hay piezas, como el se?or Arriaga, centavos abundantes la bondad de los administran y quienes se reflejan en el residente

profesorado

del centro de Estudios Hist?ricos el que es m?s o menos mismo a la bulla del decenio anterior, pero m?s aclimatado aumentos de sueldos, m?s los y con frecuentes conjuntos aumentos la obra El hecha, por pues particulares Colegio, como la Universidad, desde 1972, ha creado categor?as que se designan con las letras C, B, A y S, y en ellas ha metido a sus profesores, se queje de hambre sin que ninguno ni de hartura, pues los C, que son los j?venes, por no tener obli o tenerlas familiares lo que reciben les escasas, gaciones sirve igual que a los "S" con mujer e hijos, a veces nume rosos,

tener

para

vidumbre libros en l?fono,

tir a ciones

buena

lavander?a,

Gallego,

comer La

Cava

y

plomer?a

de

toda" especie y

residencia

suficiente y autom?vil librer?as de nuevo y de

con y

aun

espect?culos, alguna otros

frecuencia restaurantes

o

propia

ser

alquilada,

flamante; para adquirir lance; para pagar luz, te contribuciones;

para

durante

viajar en

caros.

La

asis

las vaca el

Lorraine,

Ahora

el

Cen

tro de Estudios Hist?ricos tiene quince profesores de planta. no tener a Lamenta sus todo dos del de fundadores ya con el doc y s?lo contar espor?dicamente (Gaos y Miranda) tor Zavala.79 Le duele la desaparici?n de Susana Uribe y el Florescano tienda que Enrique haya puesto aparte.80 Le

78 Vid.

El

y El

Colegio

de M?xico

?

de Estudios Centro folle Hist?ricos, ? ? Informaci?n Colegio s.p.i. general y programas 1971-1974, pp. 23-24. 79 Desde de 1975 el doctor un Zavala conduce seminario septiembre en sobre la Plata el R?o de la ?poca se re?ne una vez colonial, que al mes. 80 En 1971 Enrique Florescano fue nombrado director del Departa mento de Investigaciones Hist?ricas del al que ha un INAH, impuesto ritmo de desarrollo colosal. incre?ble, tos,

de M?xico

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576

LUIS GONZ?LEZ

complace ocho de De nes

estar a tono con sus quince plazas

?stas,

cuatro

quiz?

s?lo

son uno

doctoras; pueda

el a?o internacional de la mujer: acad?micas las ocupan mujeres.81 en anteponerse

De ?stos, que son los ?nicos que cuatro son de la tanda nacida entre van que vuelan para ilustres) de se sabe de alguien 1934-1947.82 No el deber de plantar un ?rbol, pero m?s de un libro per capita, y seis quince hijos en conjunto.

de

cambio, el

Dr.

los a

siete su

varo

nombre.

tal clasificaci?n, soportan 1918 y 1933 y tres (que los oriundos de la zona con que haya cumplido todos y todas han escrito son padres o madres de

De residentes los 1971 para ac? han sido los profesores la casi de han del la docencia totalidad que peso soportado de que, en general, ha sido liviano. La segunda promoci?n un par de cursos multiprofesorales s?lo recibi? doctorado de la historia de M?xi y de historia (de teor?a y m?todo ^ la tercera e histo seis de historia ; co) promoci?n, (mitad e universal mitad historia de de y riograf?a historiograf?a en entre se cachitos todos los pro que repartieron M?xico) eminencias de la fesores del Centro y algunas importadas M la cuarta lleva ahora tres cursos. Tam UNAM; promoci?n tesis han sido una carga mayor. En el de los seminarios poco semestral Bolet?n 1974-marzo 13 se (octubre 1975) figuran o tutores para vigilar la investigaci?n de 18 docto minarios seminario m?s poblado randos. Al Lira, de (el de Andr?s acu de las ideas en los pa?ses de lengua espa?ola), historia no acude ninguno en den cinco, y a cinco de los seminarios ese

semestre.85

en la etapa actual del Centro han dispues Los profesores en promedio, horas para la investigaci?n; de to de muchas

81 Vid. 82 Las CEH

son

ap?ndice tres recientes

del masculinas y muy adquisiciones importantes Lira Garc?a Andr?s A Mart?nez, y Elias Trabulse. se otra el cronopio Krauze. esperanza, Enrique incorpora rx y x. semestral,

Bernardo

fines de 1975 83 Bolet?n 84 Ibid., xi 85 ibid.,

i.

xm:l,

y xii. p.

7.

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Edificio

que

El Colegio ocup? de Janeiro Rio

de M?xico

en

la Plaza

(1953-1961)

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Wm

MKH

lllllgi?s

lillllP

/<???S*^?P&V

Primer

edificio

de

El

Colegio

en Guanajuato,

125

(1961)

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577

LA PASI?N DEL NIDO

del tiempo h?bil, de unas veinte horas a la semana. habido ha para que los maestros repartan presiones Aunque su calendario entre individuales investigaciones inquisitivo colectivas libres e investigaciones y un tanto y enteramente a las pri han horas los dado m?s forzadas^ l?s profesores en meras.86 Fuera de ocuparse todas de M?xico, difieren semes todo lo dem?s. Seg?n un reciente n?mero del Bolet?n la mitad

tral (octubre 1974-marzo 1975), de las quince investigado nes individuales acometidas de profesores, por igual n?mero siete se refieren a la ?poca espa?ola; siete, al siglo xix y una al conjunto de la vida mexicana. Una es de tema econ?mico; de dos, de tema pol?tico; tres, de asunto cuatro, social; asunto

cultural,

las

y

se

restantes

cinco

de

car?cter

mixto.

en

el semestre octubre 1974-marzo concluyeron 1975, de las cuales dos han dado cuerpo a sendas obras, y tres a art?culos para revistas especializadas. De las diez en a ser libros. Un m?s de la mitad est?n destinadas marcha, buen n?mero de estas de modelos parten investigaciones Cinco

tomados

las ciencias sociales. Cosa de nueve hacen un son s?lo las llamadas fuentes primarias. Dos all? de la y quiz? otras tantas no ir?n m?s

de

amplio uso compilativas

de

narraci?n.

simple

fundamentales,

En

tres,

en

otras

y

las

operaciones las

tres,

son

hermen?uticas En

etiol?gicas.

una

es

el uso de t?cnicas cuantitativas. Por lo que se ve, nin guna de las quince investigaciones particulares aspira a tras cender el c?rculo acad?mico. En cambio en equi las hechas como la Historia de M?xico, moderna servir a po quieren, en general. los colegas y al p?blico claro

Junto ese

amor

a las individuales a

su

obra

han

caracter?stico

crecido de

los

dos

colectivas.

santos

Con

fundadores,

no ha estado ausente en don Daniel Cos?o Villegas ninguna a fin ha sido un de las dos. De principio y ani consejero tanto en la que comprende mador insustituible todo el ?m como en la que se constri?e bito de la historia mexicana a la ?poca de la revoluci?n. a desembocar Ambas en aspiran

86 ibid.,

xin:l,

p.

14.

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LUIS GONZ?LEZ

libros multivoluminosos est? en un tris de y la primera hacerlo.87 Muy pronto como un as? renovado aparecer? algo ? Su a trav?s de los M?xico siglos, o un m?s legible M?xico evoluci?n

social.

es:

Esto

otro

coloso,

a

semejante

aquellos

cl?sicos, pues seg?n los que venden libros, la clientela mexi cana de Cl?o quiere una nueva s?ntesis gorda de su vida nacional desde los d?as m?s remotos hasta los nuestros. Como se sent?a en aptitud de rehacer la ning?n profesor del CEH historia prehisp?nica, se invit? a tres sabios de los que saben c?mo andamos ahora en cuesti?n de ra?ces ind?genas.88 Aun un m?s de del Centro habr?a podido meterse que profesor con la revoluci?n se acord? de independencia, invitar para a razones Luis lo hiciese obvias. Villoro, que por Ninguno el pasado del CEH quiso reconstruir inmediato, pero acept? con toda hacerlo que es un polit?logo alguien del Colegio se acudi? a Jos? Luis la barba: Lorenzo Meyer. Tambi?n Mart?nez tulos

y Carlos

sobre

la

Monsivais

cultura

los

de

obtener

para

xix

siglos

de

los cap?

ellos

y xx.89

en grande y haciendo Que don Daniel sigue pensando no s?lo lo demuestra la tetralog?a reci?n lanzada sobre el sino tambi?n la inves estado actual de la cuesti?n pol?tica, 87

a aparecer en Empez? 88 Los referentes cap?tulos e Ignacio Lorenzo Jos? Luis e Historia, y por polog?a en Stony Brook. York 89 En el tomo primero, una

a?o de 1976. presente fueron la ?poca prehisp?nica del Instituto Nacional Bernai,

el a

Pedro

destinado

las partes fue escrita por de Bernardo Garc?a corogr?ficas" de

las

culturas

del CEH: alguien Todos Mart?nez.

de

por Antro

de

Nueva

s?lo prehisp?nicas, las "Consideraciones los

colaboradores

del

son oriundos del CEH: Espa?a, Alejan Andr?s dra Moreno, Luis Muro, Lira, Jorge Alberto Manrique y Enri los autores se ocupa Florescano. De tomo del del que que siglo xrx a Josefina a Lilia falta mencionar autora del santanato, D?az, V?zquez, en el primero, de la reforma, del porfiriato. Como Gonz?lez, y a Luis iv s?lo en el tomo del CEH, la compa?era Berta hay un colaborador a la revoluci?n Ulloa hizo la parte referente airada. El aparato que se ha mandado a un ?ltimo erudito tuvo a su cargo volumen que tomo

ii,

nuestra Uribe

de

referente

en experta Fern?ndez

a

a

la Universidad

de

Carrasco,

hechos

la Nueva

ciencias de

y t?cnicas C?rdoba.

auxiliares

de

la historia:

Susana

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LA

DEL

PASI?N

579

NIDO

acerca del M?xico vi tigaci?n cuya marcha contempor?neo en Luis charla de le Echeverr?a, sobremesa, gila y aconseja. solicit? a don Daniel la prolongaci?n de la Historia moder na de M?xico o sea le hasta la ?poca revolucionaria, pidi? lo que don Daniel andaba queriendo hiciese hacer cuando s?lo ten?a medio seguro siglo, pero que ya no se sent?a muy tres cuartos de siglo encima. "El 30 un federal constituy? 1972, el gobierno en el Banco Nacional miso de Comercio Exterior a quien encomend? del Colegio, la elaboraci?n de la de hacerlo viembre

la

de

con

de

revoluci?n

mexicana...

El

profesor

fue designado coordinador general niel Cos?o Villegas fue nombrado obra".90 Luis Muro dinaci?n

del

Luis

de no fideico a favor historia

Gonz?lez...

y don Da de la especial consejero la responsabilidad de la coor

ha asumido

programa

administrativa, y ocho pelotones, sargenteados por Berta Ulloa, Alvaro Matute, Blanquel, Jean Meyer, Luis Gonz?lez, Blanca Meyer y Rafael Segovia,

Eduardo Lorenzo Torres

y Luis Medina,

cantar

de

victoria,

Pellicer,

y Olga con

salir

ya est?n

a punto

de

tomos.91

ocho

una

buena parte de la producci?n del CEH habr?a sido "ninguneada" entre otros mo del primer decenio, por el equipo profesoral de las notas de pie de p?gina, tivos, por prescindir y en As? la Historia de divulgaci?n. suma, por ser francamente de est? M?xico sobre todo la Histo salir, y que por general el actual

En

libresca

de

ria m?nima

lustro, los profesores

de M?xico

ya publicada

90 Bolet?n xr.l semestral, 91 Con Eduardo Blanquel, colaborado McGregor Brown;

muy y Gloria con Alvaro

(sep.

Villegas; Matute,

1972-mar.

con

Berta

1973),

p.

3.

del

han 1910-1914, periodo auxiliares redactores Josefina Portilla Ulloa, Segundo y Cecilia

encargado como

estrechamente

a la televi

y traducida

de Kent S?nchez y Ricardo Trejo con Rafael Krauze y Cayetano Jean Meyer, Enrique Reyes; Beatriz con Luis Segovia y Lorenzo y Adriana Meyer, Rojas Lajous; Alicia Lerner Victoria con Gonz?lez, Hern?ndez, y Guadalupe Monroy; Luis Medina Mar?a de la Paz Pa?i Torres, y Blanca y Cathy Macotela, Flores;

con

Olga

Evelia

con

Pellicer,

Jos?

Luis

Reyna

y Esteban

Mancilla.

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LUIS

GONZ?LEZ

si?n por a?adidura.92 Los historiadores de casa se han echado a la calle. Dos docenas de libros de la colecci?n Sepsetentas, son obra de lanzada a m?s de diez mil lectores, profesores con full time del Centro.93 Todav?a m?s: Josefina V?zquez, la connivencia de varios de sus colegas, ha escrito los textos de Ciencias cada

a?o

marfil que

sociales

las

ruinas.

quedan nunca pretendi?

dores

ha

mexicanistas,

los diez millones

para a

acuden

escuelas

lanzada

criaturas

De

primarias.94

La Bibliograf?a salir del peque?o sido

de

la

que

torre

de

hist?rica mexicana, c?rculo de historia

anualmente

por

Susana

en alto su prestigio mantiene Tambi?n de seria y la revista trimestral que hoy cum para pocos puntual?sima o su su cuarto cent?sima de salida p?blica. siglo ple primer ha sacado del 71 para ac? un La "Nueva serie" de historia a en homenaje y par de libros miscel?neos Jos? Miranda

Uribe.

un cuarteto de docu Daniel Cos?o Villegas, respectivamente; en el historias mentad?simas de asunto colonial (Michoac?n de las de Establecimiento del Cardozo; luces, y p?rdida siglo de Nueva de Ciencia la y Espa?a, septentri?n Vel?zquez; en el siglo xvii, de Trabulse, como y La educaci?n religi?n de Kobayashi) ; un tr?o de obras sobre el siglo xix conquista, de las cuales dos son del profesor Bazant (Los bienes de la en haciendas Cinco M?xico y La revo y iglesia mexicanas), luci?n intervenida, de seriedad aca de Berta Ulloa, modelo el prestigio de una casa que no sol?a d?mica, ha mantenido salirse

sus casillas.95

de

92 Historia y

1974;

of Mexico, televisi?n 93 Los

minima

traducida M?xico, la por n?meros

al

de M?xico, ingl?s

por

El Colegio subsecretar?a

M?xico,

El

de

Colegio

Marjorie Urquidi de M?xico, 1974) de radiodifusi?n.

(A y

M?xico,

compact al idioma

1973 history de la

2, 11, 16, 19, 33, 37, 47, 56, 72, 76, 80, 95, 98, 117, el presente a?o de 1976 118, 126, 141, 143, 155, 179, 195, 200, 203. Para otra media est? programada docena. 94 Ciencias de Educaci?n Secretar?a 1er. M?xico, P?blica, sociales, 4q grado 3er. grado 5* gra 2? grado (1972), grado (1972), (1973), (1974), ediciones: do original y reformadas. y 6? grado (1974) ; varias (1973) ? ? 95 El de M?xico 1971 Informaci?n y programas general Colegio 100-101. 1974, pp.

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LA

DEL

PASI?N

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NIDO

ser m?s ex los libros pomposos, Seguramente podr?an no notas tensos y rebosantes si el personal de del CEH esa no dudara del valor de clase de frutos y si hubiera dejado de ser historiador sedente, que se sienta y lee, se sienta y si no tuviese que v?rselas con piensa, y se sienta y escribe; un

alumnado

internacional

a hombres de mundo que exige como profesores que no a a hombres ratones de biblioteca, de estudio y acci?n al mis mo tiempo, a maestros-caudillos. el prestigio Se mantiene del pero no el de la especializaci?n. profesionalismo 1969 a

De

el Centro ha recibido al 50 aspirantes de 17 1; I; Brasil, (Argentina, pa?ses procedentes 1; Colombia, Canad?, 4; Estados Unidos, 3; Chile, 2; Filipi nas, 1; Honduras, 1; Inglaterra, 1; Italia, 1; Jap?n, 3 M?xico, 23; Nicaragua, I; Puerto Rico, 1; Rep?blica 1, Dominicana, vez son mayor?a Por los extranje y Venezuela, 5). primera vez un ros y por primera de provienen 20% de estudiantes no se terceras donde habla el idioma Dos pa?ses espa?ol. 1975

doctorado

son

partes

machos

y,

como

de

costumbre,

un

tercio,

muje

con los requisitos res.96 La totalidad ha cumplido de admi si?n: tener o de licenciatura maestr?a; grado 1) 2) haber escrito una tesis u otro fruto de b?squeda cient?fica; 3) demostrar afici?n hist?rica; de 22 a?os ni 4) no ser menor a dedicarse ex de 35; 5) estar dispuesto de manera mayor como tema de tesis algo 6) adquirir de M?xico y que no se salga de la tem?tica de los seminarios establecidos; 7) estar saludable, ser voto el admitido de la junta de y 8) por mayoritario del Centro.97 La vive de una beca gran mayor?a profesores a El de M?xico los mexicanos por y de Colegio otorgada clusiva

referente

a los estudios; a la historia

96 Vid. n. ap?ndice 97 Desde que Urquidi con a?o una a?o elige bros

cuyas

facultades

se hizo junta constan

de

cargo

de

la presidencia

por integrada profesores en el reglamento general.

cada

Centro

cinco

miem

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LUIS

GONZ?LEZ

de muy diverso origen dados a los de fue beca y pr?stamos ra.98 Por lo general, los estudiantes de ahora han vivido no menos con m?s felicidad, pero que como pobremente, vivieron las tandas fundadoras. la homogeneidad Tambi?n con la heterogeneidad de las antiguas contrasta de las nue vas. Cada vez m?s las de hoy se forman con gente de muy formaci?n intelectual diversas y muy patrias, muy distinta De aqu?, entre televisi?n de vida. diferentes de y programas otras

cosas,

su

como

descontento

alumnos

como quisiera, ci?n que no puede, a la medida de cada estudiante.

de

dar

siempre

una

institu

formaci?n

conocen de manera los mexicanos Mientras y a general en forma directa ellos concierne la historia de su pa?s, y por cursos monogr?ficos, lo mismo los extranjeros de la exigen cursos historia mexicana los les que prefieren panor?micos a un asunto la vida de mexicana escoger ayuden investigable situarlo dentro del conjunto. Mientras y, una vez escogido, a

los

cen

formados

en

previamente

la

carrera

de

historia

les

pare

excesivas

las clases de teor?a y m?todos de la historia, a los oriundos de otras carreras los ha habido hasta de (y esas clases. Mientras los insuficientes les resultan ingenier?a) un el buscan saber saber el m?todo por pocos que quieren saciar sus curiosidades, los esp?ri cient?fico que les permita tus revolucionarios desean un m?todo para promo pr?ctico unos ansian una pro ver y dirigir el cambio social. Mientras de habilidades situarse la ense?anza fesi?n y piden para a menos otros cielos bien en el mundo aspiran profesional, y seguros. palpables Del trienio de residencia se ha CEH, un a?o o m?s

a los doctorantes por el exigido ido en seguir cursos para todos a casi todos, y los dos restan que suelen dejar descontentos de tes, en hacer una investigaci?n por un director guiada ser al tesis; puesta en tela de juicio en dos ocasiones (una

98 El 1974,

pp.

Colegio 79-82,

de M?xico y Bolet?n

?

Informaci?n ix

semestral,

a

general xin,

? 1971 y programas "estudiantes secci?n y

egresados".

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LA

PASI?N

583

NIDO

DEL

y la otra ya a medio escribir), por el seminario programada a formado y vuelta y estudiantes, por profesores general criticar por un jurado de examen, por un tr?o de individuos en el p?dium del auditorio, delante de los encaramados cuando la y amigos del doctorado, investigaci?n parientes ha

concluida

sido

se

y

en

presenta

esta

forma

de

mamotreto.99

la hechura del doctor etapa Aunque generalmente no ha los ha sido menos insatisfactoria doctorantes, para se recibir han de molestado porque quejas. Algunos dejado se deja al gusto de los el tema de la investigaci?n doctoral individual otros, por ser una investigaci?n doctorantes; y no como la masificaci?n de la los colectiva, pedir?a tiempos de

corren.

que

aun los m?s descontentadizos, si llegan a Como quiera, los piropos recibirse y a recibir en la ceremonia respectiva se ponen a dar saltos de gusto en compa??a de los sinodales, alrededor de una mesa de parientes, y profes compa?eros si se surtida de cubas libres muy y antojitos regionales, o de whisky, co?ac recipiendario pobre, si el que se recibe las puede. Y se ponen

trata de trufado, contentos

si

una

como

editorial,

empresa

en

los

y fais?n a?n m?s casos

de

Elias Trabulse, Fernando Cardozo, D?az, Germ?n Jos? Ma Krauze les r?a Kobayashi, Tanck, y otros, Dorothy Enrique son cr?ticos dicen tesis de lectura la tesis los y que publica si son pesimistas los autores de esas tesis aunque obligada, se sientan al ver que frustrados la multitud de posibles con la obligaci?n lectores no cumplen la les que impuso a son don Alberto si el Dallai, cr?tica, y culpen optimistas del Colegio, por no poner en manos jefe de publicaciones de quienes leen las obras editadas. Pero estas contrariedades A veces el propio Colegio reciben luego justa compensaci?n. los

en

acoge

99 Hasta de el

El

1975

como

recinto

atestiguarlo

pueden

parte mero

su

inclusive

Colegio art?culo de

hab?an

de M?xico Alejandra

recibido

y Dorothy

su

19 estudiantes. Moreno

como

residentes,

profesores

Krauze

Trabulse,

Tanck.

de doctores grado en este mismo Vid.

A

por n?

Toscano.

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LUIS

GONZ?LEZ

llevan otras instituciones y todos llegan al con hist?rica da para ganar de que la investigaci?n la el interior universo de quien para enriquecer a es un veces de siem instrumento que placer y pre de libertad, pues es f?cil darle la raz?n al fil?sofo Ortega de que no hay nada mejor que La historia como sistema de liberaci?n de la historia.100 O como dijo Santayana, los que no conocen la historia est?n condenados a repetirla. ?Qui?n no con el proverbio se est? de acuerdo de que s?lo lo sabido los egresados del CEH rechaza o se acepta libremente? Ahora se saben m?s ?tiles que los y esa egresados del Polit?cnico, otros se los vencimiento se la vida y practica; de

justa

los salva del

inmodestia

complejo

Ap?ndice

de par?sitos

sociales.

I

LOS CIEN MAESTROS DEL CEH Con

de nacionalidad de origen, c?tedras especificaci?n son o han impartidas y fecha de sus cursos. Los de asterisco sido profesores de tiempo completo. i 1947. semestre Manuel Alcal?, (Mex.) : "Franc?s", Rafael "Orientaciones estudio de el Altamira, para (Esp.): 1946. la historia", y Freg, Arturo inde de M?xico Arn?iz (Mex.) : "Historia n 1947. semestre 1945 y pendiente", Teresa litera Aveleyra, (Mex.) : "Arte de la composici?n ria", semestre i 1969/70 y semestre n 1970. : "Culturas prehisp?nicas de Am? Robert Barlow, (EEUU) rica",

n

semestre

Francisco Barn?s, 1943; "Problemas dieval externa",

loo Occidente,

Jos?

y

Ortega 1952,

vi,

pp.

1946.

externa de Espa?a", (Esp.) : "Historia de la posguerra", 1944; "Historia me el durante de Europa 1944; "Historia

Gasset:

Obras

completas,

Madrid,

Revista

de

11-50.

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la

siglo xviii", tre ii 1947. Bataillon,

Claude

n

:

(Fra.)

585

nido

moderna

"Historia

1945;

1963, semestre

del

pasi?n

de Espa?a",

ii

semestre

humana",

"Geograf?a

semes

i 1965. "Egipto y Asia

1964 y semestre

semes Menor", Bataillon, (Fra.): Fran?oise tre ii 1965. * de historia econ?mica Bazant, y (Ghec.) : Seminario Jan B social del siglo xix desde 1974; clases en ?l Seminario desde 1975. "Culturas de Am? Bernal, (Mex.): Ignacio precolombinas rica",

semestre

n

1962.

Amancio (Esp.) : "Lat?n", 1943 y 1944; "Es n 1946. semestre pa?ol superior", Brito Federico social de Vene Figueroa, (Ven.) : "Historia Bola?o

zuela",

e Isla,

semestre

ii

1966.

Lucio Cabrera, (M?x.) : "Historia semestre n 1964. : "Historia de Carner, Jos? (Esp.) tura

espa?ola",

de

la cultura

la cultura",

occidental", 1942; "Litera

1944.

Pedro Carrasco, (Esp.): Roberto Cort?s Conde, ii 1968/69. mestre

en el Seminario B en "Historia econ?mica", (Arg.):

Clases

1974. se

Daniel de econ?mica Villegas, (Mex.) : "Historia de historia moderna de M?xico, 1943; Seminario Europa", ii 1969/70; semestre "El porfiriato", clases en 1949-1970; el Seminario B en 1975. i y n 1946 y semestres Anne Chapman, (EEUU): "Ingl?s", i y ii 1947.

Cos?o

Chevalier,

mestre M?xico",

Fran?ois

i 1949; semestre

(Fra.)

"Historia ii

:

de

francesa",

"Historiograf?a

la

tenencia

de

la tierra

se

en

1949.

Chico semestres Pardo, Luis econ?mico", (Mex.) : "An?lisis i y ii 1966; "Historia ii 1967. semestre econ?mica", D?vila 1941. Garibi, (Mex.) : "N?huatl", Ignacio en M?xico", "La reforma semestre n D?az, Lilia* (Mex.): i 1971/72, y semestre semestre i 1972/73. 1969/70, Escobar Teresa Rohde, y Asia Menor", (Mex.) : "Egipto semestre i 1962; "Grecia y Roma", ii 1962. semestre Faulhaber, 1944. "Alem?n", 1941, 1943, Johanna (Ale.): * Romeo i Flores, semestre (Mex.) : "La independencia", 1969/70.

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LUIS

GONZ?LEZ

"Historia econ?mica Florescano, y so (Mex.): Enrique# i y n 1968/69; "La econom?a del cial", semestres siglo de historia econ?mica, xrx", semestre i 1969/70; Seminario en M?xico", de "Revoluci?n 1969-1975; independencia i 1972/73. semestre i 1971/72 y semestre de

Forcella

n

Paule

Segovia,

: "Franc?s",

(Fra.)

semestre

i y

1963.

i y n 1962; semestres Edward J. (Ing.) : "Ingl?s", Foulkes, "La expansi?n europea (siglos xix y xx) ", semestre n i 1966; "De la revoluci?n francesa a la 1963 y semestre guerra

segunda

n

semestre

mundial",

1967.

Frenk Alatorre, Margit (Ale.) : "Espa?ol te?rico-pr?ctico", semestre i 1964. en los Seminarios A y Elsa Cecilia * (Mex.): Clases Frost, B desde 1975; Seminario de historia de las ideas e historia desde 1975. religiosa von F?rer-Heimendorf, (Ale.) : "Antropolog?a Christoph i 1964. semestre cultural de Oriente", Gaos, francesa", semestre Ignacio (Esp.): "Curso de redacci?n i 1966. * : "Pensamiento del si Gaos, Jos? hispanoamericano (Esp.) semestre n 1948; Seminario sobre el pensamien glo xvm", i 1947; "Historia del pen to hispanoamericano, semestre semestre n 1947; samiento de los pa?ses de Am?rica", n semestre "Filosof?a de las ciencias 1964; humanas", n semestre de "Historia 1965; filos?fica", "Antropolog?a nuestra semestre n 1966; Seminario idea del mundo", de historia de las ideas en los pa?ses de habla espa?ola, i y n 1967/ de las ideas", semestres 1966-1969; "Historia i y n 1968/69. 68 y semestres a la Bernardo# "Introducci?n Garc?a Mart?nez, (Mex.): semestre n 1970/71; "El siglo de las historia de M?xico", "El historiador luces", semestre i 1971/72; y la sociedad", A y B desde semestre i 1972/73; clases en los Seminarios desde 1972. de historia social novohispana 1974; Seminario eco : e instituciones A. "Doctrinas Ghigliazza, Sergio (Mex.)

de

Ren? Rusia",

G?mez historia

Gonz?lez,

i

semestre

n?micas", Girault,

(Fra.) semestre

Ca?edo,

1963.

: "Historia

Lino

n

(Esp.)

hispanoamericana",

Luis*

(Mex.):

moderna

y

contempor?nea

1964.

: "Archivos semestre

"Teor?a

de

de i

inter?s

para

la

1965.

la historia",

semestre

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587

LA PASI?N DEL NIDO

i 1962; "Introducci?n a los estudios semes hist?ricos", i tre i 1964; "Historia semestre de M?xico", prehisp?nica se de M?xico", "Descubrimiento y conquista 1967/68; ii 1967/68; semes mestre "Historia de M?xico", colonial a la reforma", se tre i 1968/69; "De la independencia semes mestre n 1968/69; "Teor?a y m?todo de la historia", tres i y ii 1969/70; Seminario de historia desde regional i a partir de 1920", semestre 1970; "M?xico y 1971/72 i 1972/73; semestre cla "El uso de la historia", 1972/73; ses en el Seminario B desde hist?ri 1974; "Metodolog?a ca", semestre i 1975/76. * Mois?s Gonz?lez Navarro, (Mex.) : "Ideas e instituciones semes semestre n 1962; "Historia sociales", y sociolog?a", de historia tre ii 1967/68; social desde Seminario 1969; i y ii semestres "La rep?blica restaurada y el porfiriato", i 1971/72 y semestre i semestre clases 1969/70, 1972/73; en el Seminario B desde 1975. se Eleazar de Europa", Halpern, (Fra.): "Historia moderna ii 1949. mestre Heers, (Fra.) : "La edad media", Jacques semestre ii 1967/68. : "Econom?a Earl J. Hamilton, (EEUU) na",

semestre colonial

ii 1966 y mexica

1941.

* Iglesia, Ram?n 1941, 1942, 1943; (Esp.) : "Historiograf?a", Seminario de historiograf?a, 1942-1945. 1942; "Biblio Igu?niz, Juan B. (Mex.) : "Biblioteconom?a", 1942 graf?a", his y desarrollo (Chile) : "Econom?a minera Jara, Alvaro i 1965. t?rico hispanoamericano", semestre 1941; clases Wigberto Jim?nez Moreno, (Mex.): "N?huatl", en el Seminario B en 1974; Seminario de fuentes ind?ge nas para la historia colonial 1975. desde de BiALOSTozKY, Clara econ?mi Jusidman (Mex.) : "An?lisis co",

semestre

Bernard Kayser, 1966.

i

1968.

(Fra.):

"Geograf?a

regional",

semestre

n

Clases en el Seminario A en 1974. Paul de M?xico Kirchhoff, y (Ale.) : "Etnolog?a antigua social y econ?mica", Centroam?rica", 1941; "Organizaci?n 1943; "M?todos y doctrinas 1944; "Culturas etnol?gicas", ii 1965. semestre de Am?rica", precolombinas Knauth,

Lothar

(Ale.):

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588 Lama,

LUIS GONZ?LEZ Graciela

antigua

de

y medieval",

la

(Mex.) semestre

: "Historia i

cultural

de

la India

1965.

1941. Le?n, Adri?n (Mex.) : "N?huatl", : se Le?n "Historia de M?xico", Portilla, Miguel (Mex.) i 1969/70; mestre B en 1974. clases en el Seminario * : "El siglo xvm", i 1969/70; semestre Lira, Andr?s (Mex.) de las ideas e historia institucional de historia Seminario semestre i 1971/ desde 1969; "El siglo barroco mexicano", "Historia de la idea de la histo 72 y semestre i 1972/73; i 1972/73; A y B clases en los Seminarios ria", semestre desde 1973. "Historia de los Estados Bert James Loewenberg, (EEUU): 1941. Unidos", : "Espa?ol Lope Blanch, Juan M. te?rico-pr?ctico", (Esp.) semestre i 1964. L?pez Austin, Alfredo B en (Mex.) : Clases en el Seminario 1975. se de Espa?a", Malag?n, (Esp.) : "Historia moderna Javier ii 1947. mestre * a la Manrique, (Mex.) : "Del renacimiento Jorge Alberto i 1967; "Historia semestre anti universal ilustraci?n", i 1967/68; semestre "Historia medieval", gua", semestre i 1968/ n 1967/68; semestre "Renacimiento y barroco", semestre n 1968/69; "El triunfo del 69; "El liberalismo", i 1969/70; semestre "El siglo barroco mundo burgu?s", semestre n 1970/71; de historia del Seminario mexicano", A y B en 1974 clases en los Seminarios arte, 1969-1972; y 1975. econ?mica de Europa", M?rquez, (Esp.) : "Historia Javier 1943. Rolando Mellafe, (Chile): "Econom?a agr?cola en Hispano semestre n 1964. am?rica colonial", e instituciones se Meyer, sociales", (Fra.) : "Doctrinas Jean i 1966; "Historia mestre econ?mica semestres social", y i y ii 1968/69. * : "Lat?n", 1941, 1942, 1943, Millares Carlo, Agust?n (Esp.) i y n 1948; "Paleograf?a", 1945 y semestres 1941, 1942 y 1943 y 1945. 1943; "Diplom?tica", i Verg?s, de la inde Miquel (Esp.) : "Historia Jos? Mar?a de M?xico", 1941 y 1942. pendencia * de las instituciones colo Miranda, Jos? (Esp.) : "Historia niales de Am?rica", sobre las institucio 1944; Seminario This content downloaded from 139.184.14.159 on Wed, 28 Oct 2015 00:30:09 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions


LA

589

NIDO

DEL

PASI?N

en el siglo xviii, n?s de Am?rica colonial 1946; "Historia i 1947; "Europa del renacimiento semestre de Am?rica", a la ilustraci?n", semestre h 1963; "Historia de la histo semestre n 1964; "Teor?a y m?todo de la his riograf?a", en la ?poca co i 1965; "Hispanoam?rica toria", semestre a la historia", semestre h 1966; "Introducci?n lonial", i 1967. semestre i y n 1949. Rafael Moreno, "Lat?n", semestres (Mex.): se "El siglo xvii", Moreno Toscano, (Mex.): Alejandra* de historia urbana i 1969/70; mestre Seminario y demo semestre h gr?fica desde 1970; "El siglo de la conquista", se "Tem?tica hist?rica", y semestre n 1971/72; 1970/71 A y B desde i 1972/73; mestre clases en los Seminarios 1973. del R?o, Pablo Mart?nez y protohisto (Mex.): "Prehistoria ria generales", 1943. en Ibero del mestizaje M?rner, Magnus (Sue.) : "Historia ii

semestre

am?rica",

1965.

*

de Muedra, Concepci?n (Esp.) : "Fuentes para la historia de las insti las instituciones 1941; "Historia medievales", > tuciones 1944, 1943, 1942; "Paleograf?a", medievales", i i y ii 1948, semestre i 1964, semestre 1945, semestres ii 1965 y semestre ii 1967; "Historia me 1965, semestre semestre ii 1946; "Historia de Espa?a", dieval de Espa?a", ii 1964. semestre cultural de la India Mukherjee, Prodyot (Ind.) : "Historia i

semestre

moderna",

1965.

i y ii 1970/ semestres Luis * (Per?) : "Paleograf?a", Muro, 71, semestres i y n 1971/72 y semestre i 1972/73; Semina en el Pacifico rio de historia del comercio y la navegaci?n desde 1971. O'Gorman, 1974.

Edmundo

(Mex.)

Parry, John H. (Ing.) semestre nacionales" V. S. Pathak, tre i 1963. Pic?n

(India):

Mariano 1944; pendencia", 1949.

Portal,

Salas,

Roger

: Clases

en el Seminario

: "Las compa??as i 1968/69. "Historia

cultural

(Ven.): "De "El pensamiento

(Fra.) : "La Uni?n

de de

en

comercio

inter

la India",

semes

la conquista moderno",

Sovi?tica",

A

a la inde i semestre

semestre

n

1966.

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LUIS GONZ?LEZ

590

: "Historia de la civilizaci?n occi QuAiNTON, Eden G. (Ing.) n i semestres 1946. dental", y de Magis, Mar?a Elena Rodr?guez (Arg.) : "Hispanoam?rica en el siglo xx", semestre n 1967. : "Literatura colonial mexi Garcidue?as, Rojas Jos? (Mex.) cana",

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semestre

1948.

i 1966. semestre Rose, (Fra.) : "Grecia y Roma", Jean semestre Adolfo de la m?sica", Salazar, (Esp.) : "Historia i 1948. semestre 1947; "Beethoven", Rafael S?nchez Ventura, (Esp.): "Historia del arte hispano americano",

1943.

i "Europa de 1789 a 1870", semestre n a la ciencia semestre pol?tica",

Segovia, Rafael (Esp.): 1964; "Introducci?n 1967. Charles Sellers, (EEUU) semestre i 1964. Sol?s, n

Leopoldo 1966.

i

(Mex.)

Irene Su?rez, (Mex.) i 1967. mestre

: "Historia : "An?lisis

: "Geograf?a

de

los Estados

econ?mico", humana

Unidos",

semestres de M?xico",

i y se

Manuel del arte mexicano", Toussaint, (Mex.) : "Historia i y n 1948. 1943 y semestres Elias * (Mex.) : "Historia del m?todo hist?rico", Trabulse, semestre i 1972/73; A y B desde clases en los Seminarios de historia de la ciencia desde 1973. 1973; Seminario * i : semestre "Revoluci?n Berta Ulloa, mexicana", (Mex.) i semestre di de historia Seminario y 1971/72 1972/73; desde 1970. plom?tica * semestre i 1969/70; Susana Uribe, (Mex.): "La conquista", n 1971/72; semestre clases "Historia de M?xico", antigua en el Seminario de B en 1974; "Fuentes de la historia en el siglo xix", semestre n 1974/75. M?xico Tanck Jewel, educaci?n

de historia de la Dorothy (EEUU): Seminario desde 1975. Zoraida * (Mex.) : "Historia de los Esta V?zquez, Josefina i 1967; "La era de Santa Anna", semestre dos Unidos", semestre n 1969/70; Seminario de historia de la educaci?n a la reforma", semestre desde 1970; "De la independencia i 1971/72 y semestre i en los Seminarios clases 1972/73; A y B desde 1974. Mar?a del Carmen * (Mex.) : "Hispanoam?rica Vel?zquez,

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LA

PASI?N

DEL

NIDO

591

en el siglo xix", semestre n 1963; "T?cnica de investiga i 1964; Seminario semestre ci?n documental", de historia econ?mica 1966-1970; "His y social de la Nueva Espa?a, i 1967; "Historia en el siglo xix", semestre panoam?rica i 1967/68; semestre de Am?rica", "Expan precolombina ii 1967/68; semestre "Historia si?n de Europa", colonial i 1968/69; semestre de Am?rica", "Las revoluciones de de los estados americanos", y la formaci?n independencia semestre n 1968/69; de orden y progreso", "Los gobiernos i 1969/70; semestre sobre los siglos xviii y xix Seminario en Hispanoam?rica desde 1970; "El siglo de las luces", semestre i 1972/73; clases en los Seminarios A y B desde 1975. semestre Edmundo econ?mico", Victoria, (Mex.) : "An?lisis i 1968. : "Filosof?a se Luis cr?tica de la historia", Villoro, (Esp.) ii 1964. mestre i semestre Viv?, Jorge A. (Cuba): "Geograf?a de Am?rica", i 1947. semestre 1946; "Geograf?a humana", semestre i 1963; Luis Weckmann, (Mex.): "La edad media", e instituciones i 1962. semestre "Doctrinas pol?ticas", : a de "Historia M?xico Y??ez, Agust?n (Mex.) partir de la 1941. independencia", Silvio* in "Historia de las instituciones Zavala, (Mex.): con 1941 y 1942; "Instituciones de la dianas", jur?dicas de historia de M?xico 1943; Seminario quista de Am?rica", a la historia", semes del siglo xix, 1944; "Introducci?n tre i 1946; "Historiograf?a ii 1946; semestre de Indias", "El R?o de la Plata en el siglo xvi", semestre ii 1946; "His semestre n, 1948; "Hispanoam?rica toriograf?a colonial", en la ?poca colonial", i 1963; Seminario semestre de his toria econ?mica social Nueva de la 1963-1966; y Espa?a, de Europa "Expansi?n (siglos xvi a xviii) ", semestre n de historia del Rio de la 1963, semestre i 1966; Seminario semestre i 1975-76. Plata, se Zea, Leopoldo (Mex.) : "El siglo xx hispanoamericano", i 1964 y semestre n 1967; "Historia mestre de las ideas", i 1969/70. semestre

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592

LUIS

GONZ?LEZ

Ap?ndice

II

LOS CIEN ALUMNOS DEL CEH los que han estado dos o m?s a?os en el S?lo se incluyen de origen, la estad?a como la nacionalidad CEH. Se especifica en el CEH, alumno el t?tulo de la tesis, el grado obtenido la tesis ha sido publicada Cuando y la fecha de obtenci?n. su t?tulo con cursiva y se asienta se se?ala lugar y fecha de edici?n. : 1972-1974. (Mex.) "La revoluci?n (Mex.) : 1969-1972: 1975). (doctorado, 1946-1947. Alpuche Mar?a Sosa, Helia (Mex.): "Los conquista Alvarez V?ctor 1971-1973: Morales, (Col.): colonial" sociedad dores y la primera 1973). (doctorado, : 1946-1947. Arcila Far?as, Eduardo (Ven.) Sol Arguedas, (C.R.) : 1943-1944. Eduardo Ayala, (Mex.) : 1962-1964. Francisco 1969-1972. Aviles, (Mex.): Ulises 1973-1976. Beltr?n, (Mex): : 1972-1974. Carmen Bl?zquez, (Mex.) 1941-1944: Problemas Carlos Bosch Garc?a, diplom? (Esp.) ticos del M?xico (maestr?a, 1946), M?xico, independiente El Colegio de M?xico, 1947. "La oligarqu?a Alexis 1972-1974: Calim?n, espa?ola (Ven.) a fines del periodo colonial" 1975). (doctorado, en el Germ?n 1969-1972: Michoac?n Cardozo Galu?, (Ven.) de las luces El M?xico, (doctorado, 1972), Colegio siglo de M?xico, 1973. "Las mu 1967-1970: Garner Grosperrin, Fran?oise (Mex.) a en xix amor M?xico el del de sus el trav?s siglo jeres y novelas" 1975). (maestr?a, Carrera Stampa, Manuel (Mex.) : 1941-1942. Adame

Goddard,

Jorge Aguilar Cam?n, H?ctor sonorense 1910-1914"

Mercedes 1967-1970: Los mexi Carreras Bendicho, (Mex.) canos que repatri? Se la crisis 1973), M?xico, (maestr?a, cretarla de Relaciones 1975. Exteriores, This content downloaded from 139.184.14.159 on Wed, 28 Oct 2015 00:30:09 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions


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x ?fcjfcer.

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Edificios

concluidos

de

El

Colegio

en

Guanajuato,

125

(1965)

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con

Perspectiva

Una (Anillo

vista

Perif?rico

el Ajusto

del

nuevo

y Carretera

al

fondo

Colegio al Ajusco)

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la

pasi?n

del

nido

593

en "La educaci?n 1969-1972: Carmen (Mex.) ? durante la colonia 1552-1821" Guadalajara (doctorado,

Casta?eda,

1974). Cavallini, Cavazos Cos?o

Ligia Garza,

1946-1947. (C. R.) Israel 1948-1949. (Mex.) Emma 1947-1949. (Mex.)

Villegas, "Movi Clark Harris 1970-1972: Crook-Castan, (EEUU) mientos mexicanos" 1975). mon?rquicos (doctorado, Ernesto 1946-1949: La inqui Chinchilla Aguilar, (Guat.) 1953. sici?n en Guatemala (maestr?a, 1951), Guatemala, D?as Aparecida, Geralda 1973-1976. (Bra.) Caudillos D?az D?az, Fernando 1969-1972: y caciques (Col.) ? Santa Anna y Juan ?lvarez 1972), M?xico, (doctorado, El Colegio de M?xico, 1972. en la D?az Thom?, "Ideas pol?ticas Hugo (Mex.) 1941-1944: de M?xico" guerra de independencia (maestr?a, 1945). Rosa 1962-1964. Feijo? Montenegro, (Maestr?a otor (Mex.) 1964.) gada por diversos trabajos de seminario, de Velasco, Fern?ndez Manuel 1945-1946. (Mex.) Ma yet, Florescano 1962-1964. Enrique (Maestr?a (Mex.) por diversos otorgada trabajos de seminario, 1964.) Florescano 1964-1967: "El camino Mayet, Sergio (Mex.) en la ?poca colonial" M?xico-Veracruz (maestr?a, 1968). Carlos 1946-1947. Funtanellas, (Cuba) Garc?a Mart?nez, Bernardo 1964-1967: El marque (Mex.) sado del Valle El Colegio de 1968), M?xico, (maestr?a, 1969. M?xico, Garc?a Gervasio Rodr?guez, 1962-1964(P.R.) (Maestr?a diversos por otorgada trabajos de seminario, 1964.) Garc?a Ruiz, Alfonso 1942-1944: El ideario de Hi (Mex.) 1955. INAH, (maestr?a, 1964), M?xico, dalgo 1973-1976. Garciadiego, Javier (Mex.) Alberto de la (Mex.) 1970-1972. Garza, Gonz?lez 1946-1947. Casanova, Enrique (Mex.) Gonz?lez Pablo El misone?smo 1943-1946: Casanova, (Mex.) en el siglo xviii cristiana y la modernidad (maestr?a, El Colegio de M?xico, 1948. 1947), M?xico, Gonz?lez Stella 1972-1974. Cicero, (Mex.) y Gonz?lez, Gonz?lez Luis 1946-1949: La tierra y (Mex.)

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594

LUIS

GONZ?LEZ

el indio en la rep?blica restaurada (maestr?a, 1956), M? 1956. xico, Hermes, Gortari Hira de (Mex.) 1964-1967: "Las ideas so Rabiela, en 1821-1824" bre la econom?a mexicana (maestr?a, 1972). del Arroyo, Isabel 1946-1949: El reformis Guti?rrez (P.R.) mo en Puerto Rico ilustrado 1951), M?xico, (maestr?a, 1953. El Colegio de M?xico, Alicia "Haciendas 1967-1970: Ch?vez, (Mex.) en el de Morelos" estado y pueblos 1973). (maestr?a, In?s Herrera 1971-1973. Canales, (Chile)

Hern?ndez

1967-1969. Jufresa, Jorge (Mex.) Mar?a Kobayashi, Jos? (Jap.) 1970-1972: 1972), M?xico, conquista (doctorado, 1975. xico,

como La educaci?n de M? El Colegio

Krauze 1969-1972: Los siete so Kleinbort, (Mex.) Enrique en bre M?xico prensa. (doctorado, 1974), Lerner 1964-1967: "La idea de Esta Sigal, Victoria (Mex.) ? 1830-1943" a trav?s de los viajeros mexicanos dos Unidos 1971). (maestr?a, Le Riverend Brussone, toriadores de M?xico

1943-1946: "Ocho his Julio (Cuba) en el siglo xvm" 1946). (maestr?a, Lida, Clara Eugenia (Maestr?a otorgada (Arg.) 1962-1964. por diversos trabajos de seminario, 1964.) Lira Gonz?lez, Andr?s 1964-1967: "La idea de pro (Mex.) ? tecci?n jur?dica en Nueva Siglos xvi y xvii" Espa?a 1968). (maestr?a, L?pez Lira, Enriqueta Su vida pol?tica" L?pez

Miramontes,

1941-1944: "M?xico (Mex.) 1946). (maestr?a, Alvaro 1969-1972. (Mex.)

en

1821 ?

1972-1974. (Col.) 1964-1965. (Mex.) Antonio 1962-1964. Matesanz, (Maestr?a otor (Mex.) Jos? 1964.) 1973-1976. trabajos de seminario, gada por diversos Gerald 1971-1973. McGowan, (Can.) "Elementos 1971-1973: Medina Rubio, Ar?stides para (Ven.) ? una econom?a 1540-1795" (doctora agr?cola de Puebla do, 1974). "Las 1964-1967: Andr?s Montemayor Hern?ndez, (Mex.) en el Nuevo Reino de Le?n" congregas 1971). (maestr?a, Llin?s, Edgar Elsa Malvido,

Mora

Forero,

Jorge

(Col.)

1973-1976.

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LA

PASI?N

DEL

595

NIDO

Rosa Maria 1971-1973. Montenegro, (Fil.) Morales 1946-1949. Rodr?guez, Sergio (Mex.) Moreno Fragin als, Manuel 1945-1947. (Cuba) Moreno 1962-1964. Toscano, Alejandra (Maestr?a (Mex.) de seminario, por diversos otorgada trabajos 1964.) 1967-1969: Sociedad pre Mur?a Rouret, Jos? Mar?a (Mex.) y pensamiento europeo (doctorado, hisp?nica 1969), M? 1973. xico, SepSetentas, en 1964 1946-1949. Luis Muro, (Maestr?a otorgada (Per?) por varias publicaciones eruditas.) 1973-1976. El?o, Cecila (Mex.) El Real Colegio de San 1943-1946: Gonzalo (Mex.) de M?xico El Colegio (maestr?a, 1947), M?xico, Ignacio de M?xico, 1949. ideas de un 1967-1968: Las Ocampo L?pez, (Col.) Javier El Colegio de M?xico, d?a (doctorado, 1968), M?xico, 1969. Noriega

Obreg?n,

Kishiro Ohgaki, (Jap.) 1973-1976. Rutilio "La California Ortega Gonz?lez, (Ven.) 1969-1972: de los jesuitas" 1973). (doctorado, H?ctor Ortiz 1946-1947. D?valos, (Mex.) y Palacios Guillermo 1964-1967: "La idea Olivares, (Mex.) oficial de la ?revoluci?n mexicana?" (maestr?a, 1969). P?rez Marchand, Monelisa Lina 1943-1944: Dos (P. R.) a trav?s de los papeles etapas del siglo xviii en M?xico de la Inquisici?n El Colegio de (maestr?a, 1945), M?xico, 1945. M?xico, P?rez

Fernando "El episco 1969-1972: Mem?n, (Rep.Dom.) ? de M?xico 1810-1836" pado y la independencia (doc torado, 1972). Pino Elias Alfonso 1967-1969: La menta Iturrieta, (Ven.) ? 1810-1812 lidad venezolana de la emancipaci?n (doc Universidad Central de Vene torado, 1969), Caracas, zuela, 1971. de Partearroyo, Portilla Gil 1973-1976. Santiago (Mex.) Posada Mej?a, Germ?n 1945-1949. (Col.) de los (Mex.) 1973-1976. Reyes, Aurelio 1964-1965. Reyes, Cayetano (Mex.) Rodr?guez Gallardo, Jos? Adolfo (M?x.) tr?a otorgada por diversos trabajos de

1962-1964. seminario,

(Maes 1973.)

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596 Rodr?guez Sandoval Sandoval,

LUIS

Oseguera, Espinosa, Fernando

GONZ?LEZ

Primitivo Diego

1969-1972. (Mex.) 1967-1969. (Mex.) 1941-1943.

(Mex.) 1973-1976. Shimizu, Toru (Jap.) de P?rez Priego, Anne 1967-1969: "La cola Staples (EEUU) en la vida conventual" del diablo 1970). (doctorado, La educaci?n Tanck 1971-1973: Dorothy Jewel, (EEUU) ?- 1786-1836 en la ciudad de M?xico (doctorado, primaria 1975), en prensa. 1948-1949. Tavera Xavier Alfaro, (Mex.) Ernesto 1941-1944. de la (Mex.) Torre Villar, (Maestr?a en 1964 por varias publicaciones eruditas.) otorgada Trabulse Elias 1967-1970: Ciencia y religi?n ?tala, (Mex.) en el siglo xvii de El Colegio 1973), M?xico, (doctorado, 1974. M?xico, Ulloa Daniel 1972-1974: "Cr?nica de una Herrero, (Mex.) en la Nueva Espa?a" dial?ctica ? Los dominicos (doctora do, 1975). "Manuel Orozco Susana 1942-1944: Uribe Ortiz, y (Mex.) Berra" 1963). (maestr?a, de Irene 1964-1967: "Los habitantes V?zquez Valle, (Mex.) vistos a trav?s del censo de 1753" la ciudad de M?xico 1975). (maestr?a, 1946-1949: El Ch?vez, Mar?a del Carmen Vel?zquez (Mex.) estado de guerra en Nueva Espa?a (maestr?a, 1949), M?xi 1950. de M?xico, co, El Colegio Carmen Villatoro Alvaradejo, (Mex.) 1962-1964. los Mar?a de Y??ez 1967-1970: Ram?rez, ?ngeles (Mex.) Torres Bodet. Sierra, Vasconcelos, Agus "Justo Jos? Jaime t?n Y??ez ? Ideas en pol?tica educativa" (maestr?a, 1971). Estela 1969-1972. Zavala, (Mex.)

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LA

PASI?N

DEL

597

NIDO

III

Ap?ndice

LOS SEMINARIOS A Y B de

Seminarios el

t?tulo

especifica bre del

profesor

Seminario

A

Semestre

1

Historia

La

H.

de

Elias Del

de textos, o de tema monogr?fico, y comentario del de doctorado desde Se 1973. programa parte el nom de cada uno de los textos o temas estudiados,

lectura

como

establecidos

promoci?n

1973

de

universal

Europa,

seminario.

Seminario

B

Semestre

1

La

de

hist?rico,

H.

Semestre

10 horas

Lira

E.

de history, Garc?a M.

y Tuc?dides Edmundo O'Gorman

8 horas

romana

alta

siglos 8 horas

de

(indepen 16 horas

xix) L.

Garc?a

B. M.

Simpson 4 horas

y

del

arte

Alberto

Jorge

prehisp?nicas 14 horas

prehisp?nico Manrique 2 horas

la pa

10 horas

Trabulse

cultura prehisp?nicas 10 horas Le?n-Portilla y sociedad Carrasco

Pedro

Fuentes

de

la historia

Wigberto

Jim?nez

prehisp?nica Moreno 10 horas

chinos 2 horas

Knauth

edad media Lira Andr?s

los

(colonia)

2 y

Miguel

Est?tica 2 horas

Z. V?zquez

historiograf?a tr?stica

Lothar La

de

y siglo

Mexicos, Bernardo

Econom?a

Polibio

Historiadores

Many

Religi?n 2 horas

Elias

8 horas

Moreno

Alejandra dencia

Semestre

2

Herodoto

La

trav?s

pueblo

Neff

Z. V?zquez

Josefina

a

1973

6 horas

Introducci?n Josefina

Lira

Elias Trabulse

d? la dissertation historique, de Mousnier y H. Huisman 6 horas Moreno Alejandra of

de

Andr?s M?xico

L'art

poetry Bernardo

del pol?tica J. Sierra

Evoluci?n

10 horas

conocimiento I. Marrou

The

promoci?n

mexicano,

Freyer Trabulse

Andr?s

del

la duraci?n

y

en M.

Bloch 8 horas

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LUIS GONZ?LEZ

598 Semestre

Semestre

3

mundo,

nuestra

de

Historia

La

J. Gaos

de

(caps.

idea

del

//,

///,

IV) Andr?s

4 horas

Lira

un enigma Espa?a, Albornoz S?nchez Bernardo

6 horas

M.

Garc?a

a la historia uni Proleg?menos de Ibn Jald?n versal, Elias Trabulse 4 horas

Luis La

Bernardo El

de

age of Palmer

revolution,

4 en C.

el

siglo

xix

septentri?n del Mar?a

a del

tigaci?n

Vel?zquez

Alejandra de

M?xico

Manrique

La

neoimperialismo Z. V?zquez 10 horas

Josefina

6 horas

de

la Nueva

C.

Espa?a

Vel?zquez

de

problemas siglo xix Moreno a 1850,

inves

6 horas de

F. de

Z.

P.

La

6 horas

V?zquez

Bazant

Jan y el

de M?xico,

reforma

6 horas Norteam?rica

Manrique

1810

Josefina Alberto

de

Espa?a,

Arrangoiz

Fichte Jorge

8 horas

4

Introducci?n

comunista, y los Dis la naci?n de alemana,

M.

8 horas

6 horas El Manifiesto cursos a

Garc?a

Frost

C.

Semestre

Hispanoam?rica Mar?a del

G?mez

Conquista espiritual de R. Ricard Elsa

El

10 horas

Z. V?zquez

Josefina Semestre

democratic

Gonzalo

6 horas La

8 horas The

4 horas de

Gage Alberto

Jorge

de

indiana,

la Nueva

por

Viaje Thomas

8 horas Hauser

novohispana 4 horas

Gonz?lez

Informaci?n Cervantes

de

europeo

de Arnold manierismo, Alberto Jorge Manrique

El

la historia Uribe

La Historia eclesi?stica G. de Mendieta

Los

y el mundo Jap?n Knauth Lothar

de

Susana

de C.

hist?rico,

3

Fuentes

6 horas de M?xico,

hist?rica Evoluci?n de E. Rabasa Gonz?lez

Luis M?xico

de

1910

Mois?s

8 horas a

Gonz?lez

1974 Navarro 8 horas

Presente

futuro

y

Daniel Semestre

1

promoci?n

Historiograf?a antigua Elsa Frost Cecilia

1975

Semestre

Cos?o 1

inmediato Villegas promoci?n

2 horas 1975

M?xico 34 horas

prehisp?nico Alfredo L?pez

Nueva del

Austin

16 horas

en

la segunda mitad Espa?a siglo xvi Bernardo 18 horas Garc?a M.

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EL TRABAJO DE LOS

ESTUDIANTES

Alejandra Moreno Toscano El Colegio de M?xico

Desde su fundaci?n, trece generaciones de estudiantes han

ingresado al Centro de Estudios Hist?ricos; en total, un

centenar de alumnos. En 1975, de los setenta y nueve estu diantes (ingresados entre 1941 y 1972) que hab?an terminado sus estudios, cincuenta y tres se encontraban dedicados a acti

vidades relacionadas con la ense?anza superior, o con la in vestigaci?n, la administraci?n y la promoci?n de la cultura. Las cifras confirman el proyecto fundamental del Centro: su prop?sito de dedicarse a la formaci?n de profesores e investigadores. Si algo caracteriza el sistema de formaci?n de estudiantes que ha seguido el CEH, ello es la prioridad que ha dado siempre al trabajo de investigaci?n, por encima de la ense?anza de aula. Es por ello que el trabajo de investi gaci?n realizado por los estudiantes constituye una parte fundamental de la labor del Centro. S?lo una peque?a proporci?n de las tesis presentadas por los alumnos para obtener un t?tulo o grado adquiere, poste riormente, forma de libro impreso. El resto se conoce, ma neja y utiliza, fundamentalmente, dentro del mismo Centro y viene a ser parte de la experiencia que enriquece la acti

vidad de los profesores e investigadores. Experiencia que

proviene del conocimiento de las direcciones de investigaci?n emprendidas, sus logros y errores, los archivos revisados, los fondos documentales descubiertos. Todo aquello que luego podr? transmitir ?junto con su experiencia personal de in vestigaci?n? a nuevas generaciones de estudiantes. En otras

palabras, viene a ser el conocimiento compartido por los

miembros permanentes del Centro.

El an?lisis de la proporci?n de estudiantes inscritos y 599

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23

411

2

22 11

20 8 28

tesis tesis no terminaron estudios

graduados con graduados sin no obtuvieron grado o

nac. ext. total nac. ext. total nac. ext. total

54 4

85

4932 sumados en ninguna de las nueve ?ltimas columnas son los actualmente inscritos en el Centro como

No se cuentan estudiantes que estuvieron inscritos por menos de dos a?os. Los estudiantes no

Cuadro Promociones 1 de estudiantes del Centro de Estudios Hist?ricos estudiantes de maestr?a

222

estudiantes de doctorado

36 31

25 19 44

1

87

16

nac. ext. total

inscritos

910 7

24 72

6397

10

14 6 6

4

1011

3 6 6 2 4 666 42 108

7

1

8

465

alumnos o pasantes.

Promoci?n

1941-1944 1943-1946 1962-1964 1967-1970 1964-1967 1946-1949

1967-1969 1969-1972

1971-1973 1975-1978 1972-1974 1973-1976

total

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 601 egresados en cada promoci?n muestra que la productividad del Centro ha sido excepcionalmente alta. Seg?n el cuadro 1, de los ochenta y siete estudiantes que se incorporaron entre 1941 y 1972 (fecha de ingreso de la ?ltima promoci?n que

ha concluido el ciclo de su formaci?n), cuarenta y cuatro hab?an presentado tesis de maestr?a o doctorado en 1975.

Nueve m?s terminaron sin tener que presentar tesis y ?nica mente veintiocho dejaron El Colegio, por diversas razones, antes de completar sus estudios. De ?stos, la mayor?a com plet? sus cursos pero no alcanz? a hacer tesis para obtener

grado.

Los datos que hemos podido reunir sobre los estudiantes egresados entre 1962 y 1974 indican el tiempo requerido por

los estudiantes para completar sus investigaciones (cua dro 2). Fuera de los tres casos de excepci?n que ocuparon Cuadro 2 n?mero de a?os empleado por los estudiantes en graduarse promociones 1962-1974

N?mero de a?os N?mero de estudiantes

2 3 4 5 6 8 9

10

12

3 14 4 6 5 3 1

1

1

s?lo dos a?o ciones de cu ron de tres tantes se tar general a po

Haremos

los

a

trabajos

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602 ALEJANDRA MORENO TOSCANO gunos de los cuales son obras bien conocidas1 puesto que,

por lo general, fueron presentadas como tesis en la Universi dad Nacional Aut?noma de M?xico y en la Escuela Nacional

de Antropolog?a e Historia. M?s tarde, cuando El Colegio

pudo ya ofrecer t?tulos y grados, la generaci?n de maestr?a de 1962 ?a la que perteneci? quien esto escribe? por circuns

tancias especiales no tuvo que cumplir con ese requisito. Con las investigaciones realizadas por esa promoci?n se for m? un n?mero especial de la revista Historia Mexicana2 y algunas de esas investigaciones se prolongaron en trabajos que se presentaron para obtener grados en universidades extranjeras.3 Es por ello que aqu? comentamos s?lo los resul tados de trabajos de las generaciones que ingresaron a partir de 1964,4 ampliando la explicaci?n para las obras que per

manecen in?ditas. Las tesis publicadas se mencionan s?lo

marginalmente, para poder ofrecer una visi?n del conjunto.

A. Sobre la conquista y la colonizaci?n Este periodo, uno de los m?s cultivados en nuestra his toriograf?a y sobre el que se hab?a acumulado una biblio 1 La lista de los principales trabajos realizados por las generaciones de 1941-1946 ha sido incluida en el art?culo preparado por Luis Gon z?lez para este volumen.

2 Historia Mexicana, xrv:4 (abr.-jun. 1965) incluye los siguientes

art?culos: Jos? Matesanz: "Introducci?n de la ganader?a en Nueva Espa

?a ? 1521-1535"; Enrique Florescano: "El abasto y la legislaci?n de granos en el siglo xvi"; Alejandra Moreno Toscano: "Tres problemas de la geograf?a del ma?z ? 1600-1624"; Rosa Feij?o: "El tumulto de 1692"; Clara E. Lida: "Sobre la producci?n de sal en el siglo xvm ? Sa

linas de Pe??n Blanco".

3 Enrique Florescano: Precios del ma?z y crisis agr?cola en M?xico ? 1708-1810, M?xico, El Colegio de M?xico, 1969; Alejandra Moreno Tos cano: Geograf?a econ?mica de M?xico ? Siglo xvi, M?xico, El Colegio

de M?xico, 1968.

4 El trabajo de Elias A. Pino (La mentalidad venezolana de la eman

cipaci?n ? 1810-1812, 1969) fue omitido por no referirse a tema de historia de M?xico.

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES

603

graf?a extensa que en algunos aspectos parec?a suficiente mente estudiado, fue objeto de interpretaciones originales. El an?lisis realizado por V?ctor Alvarez,5 de las biograf?as

de 1238 conquistadores de M?xico que pudo reconstruir,

mostr? la desigual distribuci?n de los beneficios que obtuvie ron los conquistadores por medio de encomiendas y otras

mercedes. Las quejas de Bernai D?az del Castillo cobraron, con este estudio, un contenido concreto. Es m?s, si se observa

el n?mero de conquistadores que no recibi? beneficio algu no por su participaci?n en la conquista, puede decirse que

Bernai se qued? corto. S?lo una peque?a proporci?n de

conquistadores concentr? en sus manos los beneficios otor gados por la corona. Ese mismo grupo termin? controlando las principales actividades econ?micas, pol?ticas y sociales de la primera sociedad colonial. Esta investigaci?n mostr? c?mo la condici?n de encomendero determin? la distribu ci?n de otros beneficios: la cantidad y calidad de las otras mercedes recibidas, el desempe?o de los cargos p?blicos y las caracter?sticas de las actividades productivas realizadas por los antiguos conquistadores. Adem?s, permiti? que se defi niera a la encomienda como el instrumento de control pol? tico m?s importante manejado por la corona. Desde el mo mento en que se suspende la "perpetuidad" de la concesi?n de las encomiendas, su conservaci?n depender? de las rela ciones que cada conquistador mantenga con los grupos que ejercen, sucesivamente, el poder. El control pol?tico de la primera sociedad colonial se sustenta, por ello mismo, en la capacidad que tiene la corona para oponer a los grupos de conquistadores entre s? y frente a los dem?s pobladores, beneficiando a unos en detrimento de otros, repartiendo tierras y mercedes para luego limitar las concesiones y vol ver a repartir. Las pugnas entre los intereses encontrados 5 V?ctor M. ?lvarez: "Los conquistadores y la primera sociedad colo

nial" (tesis de doctorado, 1973). El material que constituyen las bio

graf?as reunidas para esta investigaci?n fue publicado en V?ctor M. Alvarez: Diccionario de conquistadores, M?xico, INAH, 1975 [Cuadernos de trabajo del Departamento de Investigaciones Hist?ricas].

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604

ALEJANDRA MORENO TOSCANO

de estos grupos constitu?an la base del equilibrio pol?tico y consolidaban los lazos de dependencia hacia la corona, ?nica capaz de dirimir conflictos.

La "conquista espiritual" tambi?n fue objeto de trata mientos novedosos. Jos? Mar?a Mur?a6 llam? la atenci?n sobre un problema permanente de nuestro conocimiento hist?rico: la forma como Motolin?a, Las Casas, Sahag?n y otros cronistas se sirvieron de t?rminos tales como "empera

dor", "monarqu?a", "se?or?o", "vasallaje", etc., para con ceptuar de manera inteligible a la mentalidad occidental la

realidad de un nuevo mundo y se acab? por desvirtuar

la realidad. Con el nombre que defin?a una realidad europea se nombraron las cosas nuevas, igualando y sometiendo, den tro de un solo patr?n, mundos y culturas diferentes. Desde otra perspectiva, e iniciando la serie de estudios sobre histo

ria de la educaci?n, Jos? Mar?a Kobayashi7 examin? con

originalidad la labor educativa de los misioneros franciscanos.

La localizaci?n y paleograf?a de las actas capitulares de la provincia de Santiago de M?xico (1540-1589) permiti? a

Daniel Ulloa8 hacer un estudio sobre la actitud de los dominicos hacia la evangelizaci?n. Los dominicos, que en

las Antillas alcanzaron el t?tulo de defensores de los indios, en M?xico relegaron sus actividades de apostolado a segundo t?rmino y se concentraron en la observancia del claustro y

en el desempe?o de cargos en el Santo Oficio de la Inqui sici?n. Esta peculiar forma de participar en el proceso de

conquista, que contrasta con la desarrollada por otras ?rde nes, puede explicarse. La fundaci?n de la provincia de San tiago en M?xico fue obra de la facci?n rigorista y ultrarre

6 Jos? Mar?a Mur?a: Sociedad prehisp?nica y pensamiento europeo, M?xico, SepSetentas, 1973. (Tesis de doctorado.) El t?tulo original de la tesis fue "La sociedad precortesiana a trav?s de la conceptuaci?n europeizante de la historiograf?a colonial". 7 Jos? Mar?a Kobayashi: La educaci?n como conquista, M?xico, El

Colegio de M?xico, 1975. (Tesis de doctorado.) 8 Daniel Ulloa: "Cr?nica de una dial?ctica ? Los dominicos en Nueva Espa?a ? Siglo xvi" (tesis de doctorado, 1975).

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 605 formadora, heredera de los movimientos que, desde el si glo xv, demandaban un retorno a las exigencias teol?gicas de la orden. Esta facci?n se opon?a a los m?todos de evan gelizaci?n desarrollados en las Antillas. La corriente rigo rista se caracteriz? por su sumisi?n absoluta a las decisiones

de la corona y por su oposici?n y resistencia a cualquier

pol?mica que planteara asuntos "tan mundanos" como eran los abusos que comet?an los espa?oles frente a los ind?genas. El mejor exponente de esta corriente fue Betanzos, quien, convencido de que los indios no ten?an cualidades suficien tes para alcanzar el sacerdocio, se opuso violentamente a la consolidaci?n de esa experiencia extraordinaria que fue el establecimiento del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. El proceso de expansi?n colonizadora se estudi? en dos casos regionales. Andr?s Montemayor9 se interes? por defi

nir las peculiaridades de la expansi?n colonizadora hacia Nuevo Le?n y Rutilio Ortega10 estudi? las "entradas" de

colonizaci?n jesu?ta en California. En Nuevo Le?n, las carac ter?sticas de una encomienda tard?amente implantada re quirieron de la congregaci?n previa de indios n?madas en pueblos e hicieron de los colonizadores verdaderos "cazado res" de indios. En California, como contraste, se realiz? un experimento de "comunidad apost?lica". A manera de los conquistadores del siglo xvi que firmaron capitulaci?n para explorar y conquistar a "su costa" nuevos territorios, en el siglo xvni los jesuitas levantaron y pagaron "a su costa" a la gente de armas que los acompa?? en su conquista del ex tremo norte. Aun cuando los jesuitas recib?an del gobierno virreinal un subsidio que aseguraba la permanencia de las fundaciones, ?stas se sostuvieron b?sicamente con los r?ditos derivados de un fondo "piadoso" constituido con donaciones de particulares que administraban los jesuitas. Esta condi ci?n original de la conquista de California definir? las re?a 9 Andr?s Montemayor: "Las congregas en el Nuevo Reino de Le?n" (tesis de maestr?a, 1971).

10 Rutilio Ortega Gonz?lez: "La California de los jesuitas" (tesis de doctorado, 1973).

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606

ALEJANDRA MORENO TOSCANO

ciones futuras, de franca independencia, que esta zona man tendr? con el centro del virreinato. Los misioneros jesuitas lograron atribuciones de gobierno civil inusitadas, al grado

que los virreyes regalistas, preocupados por la separaci?n de las esferas de lo religioso y de lo c?vico militar, no

pudieron someterlos sino con la expulsi?n de la orden. Con

la salida de los jesuitas termin? la organizaci?n de esas

misiones-pueblos que, funcionando a manera de congregacio nes religiosas ?horario estricto y reglamentado, separaci?n de sexos y subordinaci?n al principio de que "quien no tra baja no come"? hab?a logrado transformar el desierto de California en campos de vi?edos y cereales. B. LOS SIGLOS COLONIALES

La importancia de este periodo en la conformaci?n de

estructuras b?sicas de nuestra historia se puso de manifiesto en algunos trabajos. Bernardo Garc?a Mart?nez11 en su estu

dio sobre el desarrollo hist?rico del marquesado del Valle defini? las formas peculiares ?territoriales y no personales? que adquiri? el se?or?o en su versi?n novohispana. Por su parte, Andr?s Lira12 analiz? los enunciados generales y las disposiciones particulares de gobierno que definieron a la "protecci?n jur?dica" como obligaci?n principal de un go bierno concebido como "padre de todos" para mantener el equilibrio de las tensiones entre grupos sociales que se man ten?an en condiciones de desigualdad extrema. La importancia de estos siglos en la modificaci?n de las estructuras mentales fue puesta de relieve por Elias Trabul se13 al inaugurar los estudios de historia de la ciencia en il Bernardo Garc?a Mart?nez: El marquesado del Valle ? Tres siglos de r?gimen se?orial en Nueva Espa?a, M?xico, El Colegio de M?xico, 1969. (Tesis de maestr?a.) 12 Andr?s Lira Gonz?lez: "Idea de la protecci?n jur?dica en Nueva Espa?a ? Siglos xvi y xvii" (tesis de maestr?a, 1968). 13 Elias Trabulse: Ciencia y religi?n en el siglo xvii, M?xico, El Colegio de M?xico, 1974. (Tesis de doctorado.)

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 607 frentando las personalidades de Kino, Bayle y Sig?enza y G?ngora en un momento en que se transformaron los para digmas del conocimiento cient?fico. Algunos aspectos de la estructura econ?mica de la ?poca colonial fueron puestos de relieve. La preocupaci?n de Ar?s tides Medina14 por definir, a partir de informaciones sobre la recaudaci?n del diezmo, algunas caracter?sticas de la pro

ducci?n agr?cola colonial, condujo a una constataci?n im portante. La curva que dibujaron las cifras de recaudaci?n del diezmo se sostuvo a niveles semejantes durante largos

periodos de tiempo y no se vio afectada ni por las sequ?as ni por las epidemias que desquiciaron la producci?n agr?cola. La recaudaci?n del diezmo no conoci? los "a?os malos" de la

agricultura en la ?poca colonial. La explicaci?n de este fe n?meno radica en que la renta decimal era producto de una recaudaci?n manejada con criterios de beneficio a tasas cons tantes, de tal manera que el valor se incrementaba en los a?os de malas cosechas, pues la baja del volumen se compen saba con el alza en los precios. Si a esta caracter?stica agre gamos que los gastos de administraci?n necesarios para la recaudaci?n del diezmo eran m?nimos en proporci?n a lo recaudado, encontramos los elementos b?sicos que definen a las "rentas" coloniales. Este estudio, adem?s, incluy? una detallada reconstrucci?n institucional del diezmo y precis?

las proporciones en que se divid?a la "masa general" de

diezmos en la regi?n de Puebla y los fines a los que se des tinaba ese ingreso. Algunas formas caracter?sticas de la organizaci?n del tra

bajo que se generan durante la ?poca colonial y que la trascienden, fueron subrayadas por Sergio Florescano15 en su estudio sobre el camino de M?xico a Veracruz. El camino

m?s importante para la econom?a colonial se construy? con la mano de obra que proporcionaban trabajadores forzados 14 Ar?stides Medina Rubio: "Elementos para una econom?a agr?cola de Puebla ? 1540-1795" (tesis de doctorado, 1974). 15 Sergio Florescano: "El camino M?xico-Veracruz en la ?poca colo

nial" (tesis de maestr?a, 1968).

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608

ALEJANDRA MORENO TOSCANO

que sustituyeron a los ind?genas de repartimiento. Los for zados eran reclutados por "topiles" que organizaban tandas de mano de obra, se encargaban de repartir los salarios y recib?an a cambio "premios" proporcionales al n?mero de indios que reclutaban. De esa manera pudo contrarrestarse la escasez permanente de mano de obra que sufri? la regi?n

durante todos los siglos coloniales. Un ejemplo regional, Michoac?n, sirvi? a Germ?n Cardozo para presentar la ma

nera como se expresaban las profundas transformaciones que sufri? la sociedad colonial en el siglo xvm con la introduc ci?n de las ideas de modernidad en las esferas acad?micas.

La acci?n de personajes como D?az de Gamarra y Jos? P?rez Calama dibujan el ambiente contradictorio de un siglo de las luces provinciano.16 Aprovechando informaciones censales fueron estudiados

aspectos de la vida urbana de la sociedad colonial. Irene V?zquez17 recuper?, al analizar el censo de la ciudad de M?xico de 1753, la imagen de una ciudad de casas bajas y "accesorias" ?utilizadas como taller y vivienda? y con nu merosas construcciones (cerca del 10%) multifamiliares de

tipo "vecindad". Era ?sta una ciudad en la que no exist?a el concepto de "edificio p?blico" y donde las suntuosas

construcciones de la administraci?n, como la diputaci?n, el correo mayor, la casa de moneda, la aduana, serv?an de mo rada a las familias de administradores y empleados. Ciudad

habitada por una poblaci?n de criollos y castizos (47%), mulatos, mestizos y "gente de color quebrado" (19%), por un peque?o grupo de espa?oles peninsulares y otros euro

peos (1.4%) servidos por esclavos (1.5%) y un n?mero

sorprendentemente reducido de indios (5%), la ciudad de M?xico era una ciudad "espa?ola" que expulsaba sistem? ticamente fuera de su "traza" a los indios, aunque los dejaba llegar, cotidianamente, a trabajar como alba?iles, cargado

16 Germ?n Cardozo Galu?: Michoac?n en el siglo de las luces, M?xi co, El Colegio de M?xico, 1973. (Tesis de doctorado.)

i? Irene Vazquez Valle: "Los habitantes de la ciudad de M?xico

vistos a trav?s del censo del a?o de 1753" (tesis de maestr?a, 1975) .

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 609 res y canoeros, a comprar y vender. Era tambi?n ciudad de

adu?tos (s?lo 30% de la poblaci?n ten?a menos de quince

a?os) y de mujeres, ocupadas predominantemente en el ser vicio dom?stico. El examen del censo permiti? registrar dife rencias entre la organizaci?n familiar de los grupos ?tnicos

que habitaban la ciudad y mostrar que exist?a ?aunque

comenzaba a borrarse? una correspondencia entre el grupo ?tnico de pertenencia y la ocupaci?n a la que ten?a acceso

el individuo.

Por su parte, Alexis Calim?n,18 aprovechando informa ciones de los censos de 1811 y 1842, estudi? las actividades del grupo de espa?oles peninsulares que resid?an en la ciu dad de M?xico. El 53% eran comerciantes. El car?cter mono polista de estos comerciantes pudo cuantificarse al realizarse un an?lisis de las mercanc?as europeas recibidas por ellos.

El 6% controlaba el 82% de la canela, 71% del cacao, 57%

del hierro, 72% de la cera y 50% de los comestibles impor tados a la nueva Espa?a. Cuatro individuos recib?an treinta y cinco env?os anuales, mientras que 232 s?lo recib?an 1.3 env?os al a?o. Con la independencia y la expulsi?n, dismi nuy? el n?mero de comerciantes. En 1842, la ocupaci?n pre dominante de este grupo ser? la milicia. Los enfrentamientos entre algunas regiones y el centro de dominio pol?tico y econ?mico que fue siempre la ciudad de M?xico se observaron claramente al estudiar las institu ciones educativas. Carmen Casta?eda19 mostr? c?mo Guada lajara hab?a definido su papel como centro educativo de una extensa zona geogr?fica desde el siglo xvn y c?mo, desde

entonces, sostuvo una lucha secular contra el monopolio

ejercido por la ciudad de M?xico, ?nico centro que otorgaba

grados superiores y absorb?a por ello a los mejores estu diantes de las provincias. El problema puede expresarse en cifras: en el siglo xvm el 44% de los j?venes de Guada 18 Alexis Calim?n Gonz?lez: "La oligarqu?a espa?ola a fines del

periodo colonial" (tesis de doctorado, 1975).

i? Carmen Casta?eda: "La educaci?n en Guadalajara durante la

colonia ? 1551-1821" (tesis de doctorado, 1974).

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ALEJANDRA MORENO TOSCANO

1 ajara que acudieron a M?xico a completar sus estudios se

quedaron a vivir en la capital. Las demandas de Guadala

jara para obtener el privilegio de una universidad encontra ron siempre la oposici?n de M?xico. Esto se explica porque se pon?a en peligro la funci?n misma de la ciudad de M?xi co como centro educativo, puesto que por cada estudiante que cursaba estudios superiores en la Universidad de M?xico

y era originario de la capital, seis lo eran de provincia. A finales del siglo xvni se lleg? a una soluci?n de compro miso. Guadalajara obtuvo su universidad, y con ello vio reducirse al 10% el n?mero de estudiantes que se dirig?a a M?xico. Pero M?xico mantuvo el control que ejerc?a ha ciendo que el reconocimiento de los grados s?lo se lograra mediante su "incorporaci?n" a la Universidad de M?xico. Se definen as? nuevas formas de centralizaci?n, menos abier tas pero igualmente efectivas.

Por otra parte, Alicia Orive20 reconstituy? algunos ele mentos de la lucha de los pueblos por preservar y restituir las tierras de sus comunidades para conservar esa categor?a de comunidades independientes ?con tierras y gobierno pro pios? en la que se sustentaba su propia existencia. El estu

dio de caso de los pueblos de Morelos mostr? c?mo las

tierras de los pueblos sufrieron los embates de los propieta rios espa?oles desde muy temprano (1540-1600). Con el auge de la producci?n azucarera, y una vez constituida la hacien da como unidad productiva, ?sta se convertir? en el princi pal enemigo de los pueblos. Hacia 1610-1640 se hab?an formado

en la regi?n los principales latifundios: las tierras de los pueblos eran peque?as islas cercadas por un territorio con trolado por la hacienda. A finales del siglo xvii se detuvo el proceso de expansi?n territorial de la hacienda, pero con tinu? el proceso de concentraci?n de la propiedad al reunir se varias unidades productivas en una sola persona o fami lia. Las luchas de los pueblos por sus tierras tendr?an una 20 Alicia H. Orive: "Propiedad comunal y desarrollo capitalista en el estado de Morelos ? 1535-1920" (tesis de maestr?a, 1973).

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 611 duraci?n secular. Si terminaban era por desistimiento del pueblo, que no ten?a los medios econ?micos necesarios para enfrentarse a la hacienda. Si lograban resistir, ver?an cerra das las v?as legales de toda restituci?n cuando, a mediados del siglo xix, se priv? a los pueblos de personalidad jur?dica.

De ah? que el estado de "sublevaci?n perpetua" perdurara hasta 1880 y que la represi?n organizada no lograra terminar con un problema que explotaba de nuevo en 1910.

C. LA INDEPENDENCIA

El j?bilo popular manifestado el "d?a" que se declar? la independencia de M?xico fue recuperado por Javier

Ocampo21 reuniendo poemas, himnos, discursos y descrip ciones de las ceremonias que celebraron el acontecimiento como espl?ndido y ef?mero fuego de artificio. Por otra parte,

uno de los conflictos m?s importantes que provoc? la

independencia, la continuidad o p?rdida del r?gimen del patronato ?por medio del cual el monarca espa?ol hab?a tenido injerencia en el nombramiento de los obispos? fue estudiado con detalle por Fernando P?rez Mem?n.22 Iden

tific? dos posiciones frente al problema. La primera, defen dida por Abad y Queipo y sostenida despu?s por los liberales, consideraba al patronato como derecho inherente a la naci?n y no como privilegio del monarca. Por tanto, supon?a que

el patronato deb?a ejercerlo quien ejerciera la soberan?a. Esta proposici?n, llevada a sus ?ltimas consecuencias, hizo que los estados de la nueva rep?blica reclamaran ese dere cho y se enfrentaran, incluso, al congreso federal. La segunda

posici?n, sostenida por los insurgentes y luego defendida por los conservadores, consideraba que el patronato era una 21 Javier Ocampo: Las ideas de un d?a ? El pueblo mexicano ante la consumaci?n de sus independencia, M?xico, El Colegio de M?xico, 1969. (Tesis de doctorado.)

22 Fernando P?rez Mem?n: "El episcopado y la independencia de

M?xico ? 1810-1836" (tesis de doctorado, 1972) .

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612 ALEJANDRA MORENO TOSCANO prerrogativa inherente ala persona real y que, para poder ejercerlo, la nueva naci?n deb?a establecer un concordato con Roma. Mientras ese nuevo concordato no fuera estable cido, el nombramiento de las sedes vacantes retornar?a "por derecho devolutivo" a los obispos. Esas diferencias se expre saron en luchas pol?ticas concretas: en el papel que asumie ron los obispos levantando ej?rcitos y apoyando a Iturbide; en la acci?n de los liberales de 1833 que pusieron en mar cha sus proyectos de secularizaci?n. Esas luchas desemboca r?n en una larga serie de enfrentamientos violentos entre la iglesia y el estado.

D. El siglo xix

Como habr? podido observarse, los trabajos analizados utilizan de manera poco convencional los l?mites cronol?gi cos. M?s bien domin? con ellos la preocupaci?n por pers guir las l?neas hist?ricas de larga duraci?n. Ese inter?s per miti? mostrar la continuidad del proyecto ilustrado en las reformas liberales, continuidad que result? excepcionalment clara en el estudio de las pol?ticas educativas realizado por Dorothy Tanck.23 El oficio de maestro de escuela no obtuv

nunca una libertad equivalente a la que obtuvieron los oficios mec?nicos. Por el contrario, para los ilustrados, educaci?n pertenec?a a la esfera del "bien com?n", estab

por encima de los intereses particulares y deb?a ser dirigid

por el estado. Por ello, lo mismo el ayuntamiento que l

audiencia o el virrey, y despu?s la diputaci?n provincial y el gobierno federal, coincidieron en definir al estado com promotor del cambio educativo, el mejoramiento social y felicidad secular. Los conceptos de ense?anza libre y obliga toria defin?an claramente la concepci?n ilustrada. Ense?an za libre quer?a decir, simplemente, que el estado se absten

23 Dorothy Tanck de Estrada: La educaci?n primaria en la ciuda de M?xico, M?xico, El Colegio de M?xico (en prensa). (Tesis de do torado, 1975.)

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 6IS dr?a de vigilar la educaci?n en el aula, pero que la profe

si?n s?lo pod?a ejercerse con licencia expresa y- dentro de los programas establecidos. Ense?anza obligatoria significaba la decisi?n de terminar con cualquier resistencia frente a la modernizaci?n. A finales del siglo xviii los padres acostum braban "poner a oficio,, a sus hijos desde peque?os, "criarlos de igual suerte como fueron sus padres", manteniendo y re produciendo as? la organizaci?n gremial de la producci?n.

Para poder romper el c?rculo, los ilustrados declararon la obligatoriedad de la educaci?n. Mediante ?sta, los ni?os

alcanzar?an oficios, pero diferentes a los de sus padres y no heredar?an, como antes, nombre, oficio y taller. Para lograr

ese cambio se lleg? hasta a multar a los padres que no enviaban a sus hijos a la escuela. Coerci?n ilustrada que

impedir? escapar a la modernidad y al progreso. El proyecto

de organizaci?n de la educaci?n en la ciudad de M?xico, promovido en 1833-1834 por G?mez Farias y Mora, ofrece una

versi?n, min?scula pero completa, de una de las institucio nes claves del estado moderno. Se establece un organismo, dependiente del ejecutivo, encargado de centralizar las deci siones sobre los programas en todos los niveles del sistema educativo. Ese organismo, adem?s, deb?a ocuparse en pro teger y conservar los monumentos hist?ricos y las antig?e

dades, tendr?a una direcci?n que nombrar?a a todos los

profesores, dise?ar?a los programas y administrar?a central mente los fondos destinados a la educaci?n. Podr?a comprar,

al mayoreo, los materiales que deb?an distribuirse en las

escuelas. Una de sus direcciones se encargar?a de promover, supervisar y elaborar los libros de texto que ser?an distri buidos gratuitamente entre los ni?os. Este organismo reun?a todas las ventajas derivadas de una concepci?n de la educa

ci?n p?blica como parte fundamental de la pol?tica del

estado. Pero reun?a tambi?n sus peculiares desventajas: en 1833 la futura dimensi?n de la burocracia educativa se mani festaba en el hecho de que cinco funcionarios organizaban

a las once escuelas que exist?an entonces en la ciudad de M?xico. Se manifestaba en el hecho de que el primer acto pol?tico de esa flamante burocracia fue buscar un local This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:06:58 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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ALEJANDRA MORENO TOSCANO

donde organizar juntas y fundir en bronce las palabras "Di recci?n General de Instrucci?n P?blica", para colocarlas en la puerta de acceso. Durante estos a?os, y en ese ambiente

de confianza en que la ilustraci?n ser?a la base de todo

progreso, funcionaron en la ciudad de M?xico las escuelas lancasterianas. En estas escuelas se trabajaba bajo horario estricto, en un mismo local, con sistema de ense?anza mu tua, siguiendo las indicaciones de un instructor que, desde un estrado y ayud?ndose con l?minas de colores, dirig?a, o mejor, orquestaba, el aprendizaje de doscientos ni?os. A la manera de los grandes proyectos de "tecnolog?a productiva" imaginados por Bentham o por Owen, la ef?mera revoluci?n

educativa de la ciudad de M?xico en 1830 persigui? esa "tecnolog?a educativa" cuyos ideales eran la emulaci?n, la

competencia, la productividad y el progreso. De manera semejante, los intentos de organizar la eco nom?a del pa?s revelan una combinaci?n de concepciones ilustradas y proposiciones liberales. Hira de Gortari24 ana liz?, entre otras cosas, las posiciones tomadas con relaci?n al derecho de propiedad privada y su soluci?n final: mantener el derecho a la propiedad absoluta sosteniendo la legitimi dad del estado para intervenirla por causa de utilidad p?blica. Algunos mecanismos que explican la pol?tica de inversio nes de los conventos de monjas durante la primera mitad del siglo xix pudieron observarse en las informaciones reunidas por Anne Staples.25 Como es sabido, la compra de inmue bles urbanos permit?a a los conventos de monjas obtener rentas permanentes y seguras para cubrir los gastos de manu tenci?n de sus miembros. Sin embargo, los fondos del con

vento se manejaban en "contadur?as de renta fija", por

procedencia y destino y partidas determinadas de antemano. Es decir, un ramo de ingreso se destinaba exclusivamente a 24 Hira de Gortari: "Las ideas sobre la econom?a mexicana en 1821 1824" (tesis de maestr?a, 1972). 25 Anne F. Staples: "La cola del diablo en la vida conventual ? Los conventos de monjas en el arzobispado de M?xico ? 1823-1835" (tesis

de doctorado, 1970).

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 615 un tipo de gasto. De esta manera, si los conventos sosten?an

un culto ostentoso ?por destinar a ello los ingresos de obras p?as? no pod?an sostener a sus monjas porque su

manutenci?n proven?a de los arrendamientos de fincas. En esta ?poca las dificultades econ?micas por las que atravesa ron la ciudad y el pa?s se tradujeron en una disminuci?n

de los alquileres. En esas circunstancias, las monjas s?lo pudieron sostener sus niveles de ingreso aumentando el

n?mero de sus propiedades. El convento de La Concepci?n, por ejemplo, dobl? el n?mero de sus propiedades urbanas entre 1808 y 1845 sin aumentar por ello el ingleso que re cib?a por concepto de rentas.

Por otro lado, algunos personajes que dominaron la

escena pol?tica de M?xico durante la primera mitad del si glo xix fueron estudiados desde nuevas perspectivas. Fer

nando D?az D?az26 se ocup? de Juan ?lvarez y de Santa

Anna; y Clark Crook-Castan 27 estudi? en Jos? Ma. Guti? rrez Estrada, F. Paredes Arrillaga, Santa Anna y Juan N.

Almonte, el ideario pol?tico de los grupos que propugna ron por el establecimiento de un r?gimen mon?rquico. Los grupos "conservadores" compart?an la convicci?n de que la

estabilidad pol?tica interna era condici?n necesaria para alcanzar la prosperidad material de la naci?n, y que esa estabilidad s?lo pod?a alcanzarse con un poder ejecutivo

fuerte, estable y continuado. El ejecutivo deb?a encabezarlo un individuo educado en las sociedades avanzadas de Euro pa que conociera el funcionamiento de las instituciones re publicanas. Se necesitaba, adem?s, organizar a los propieta rios en una corporaci?n. De esa manera, jugar?an un papel pasivo en la pol?tica pero seguir?an siendo el fundamento "positivo" de las instituciones. S?lo as? podr?a conservarse un orden social que hab?a sido puesto en crisis por las medidas de "disoluci?n social", de verdadera "guerra entre 26 Fernando D?az D?az: Caudillos y caciques ? Santa Anna y lu?n Alvarez, M?xico, El Colegio de M?xico, 1973. (Tesis de doctorado.) 27 Clark H. Crook-Cast?n: "Los movimientos mon?rquicos mexica

nos" (tesis de doctorado, 1975).

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ALEJANDRA MORENO TOSCANO

clases" en favor de los "descamisados" y "lazzaroni", desatada

por los liberales, esos "l?peros de casaca". Esta descripci?n de las posiciones pol?ticas del grupo conservador y de su violenta oposici?n a las medidas liberales termina conven ci?ndonos de que la calificaci?n de "anarqu?a" que se ha dado a este periodo repite una imagen de las cosas cons truida en Europa y manejada pol?ticamente contra la pri

mera generaci?n de liberales. No s?lo no hemos reflexionado sobre el significado de esa calificaci?n, sino que por el con trario, la hemos adoptado y hasta la hemos elevado al rango de explicaci?n hist?rica. Desde Justo Sierra para ac?, nues tros historiadores han repetido ciegamente la imagen creada

por una concepci?n evolucionista propia del positivismo, donde a la juventud sigue la madurez y a la "anarqu?a", la estabilidad... del porfiriato. El an?lisis de las novelas de follet?n permiti? a Fran ?oise Carner28 reconstruir las im?genes de la mujer y del amor aceptadas por la sociedad urbana, modernizante y ca t?lica del siglo xix. En estas novelas, una concepci?n plat?

nica y cristiana convirti? al amor en un absoluto, alcanzable

s?lo por la divinidad. En el matrimonio s?lo existir?a su

reflejo: un amor ecu?nime, comprensivo. Los amantes que conocieran la pasi?n ?sentimiento irracional y antisocial? ser?an condenados por su soberbia a la separaci?n voluntaria. Dentro de ese marco limitado se entretejen los melodramas particulares de todas las hero?nas de follet?n. La funci?n de esa literatura era legitimar, justificar y mantener, para sus

lectoras femeninas, el papel social que se atribu?a a las mujeres. La mujer era concebida ?por ley natural y divina corno ser inferior. No deb?a manifestar aspiraciones aut? nomas. Estaba obligada socialmente a esconder sus senti mientos y deseos. Deb?a seguir las normas de conducta que le trazaban los dem?s: saber tocar alg?n instrumento musi cal para alegrar las reuniones ?hasta que fue desplazada 28 Fran?oise Garner: "Las mujeres y el amor en el M?xico del si

glo xix a trav?s de sus novelas" (tesis de maestr?a, 1975).

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 617 por el fon?grafo?, dedicarse a labores pasivas y exquisitas, usar lenguaje y modales finos y distinguidos, saber estar a tono entre los de su clase, vestirse para ser vista; aparecer,

m?s que ser. Sus obligaciones se limitaban a organizar el

gobierno interno de la casa y patrocinar actividades de cari

dad y filantrop?a. De sus actos se derivaba la honra y el

estatus social de la familia. Era pues m?s responsable ante quienes manten?an la exclusividad de su posesi?n, que ante s? misma. Imagen que es resumen, conclusi?n y arquetipo

del siglo xix. Si recordamos la obra colectiva que se realiz? en El Co legio bajo la direcci?n de Cos?o Villegas sobre la rep?blica restaurada y el porfiriato, resulta por lo menos sorprenden

te que ninguna investigaci?n se haya ocupado espec?fica

mente de estos periodos. S?lo una tesis los incluye cronol? gicamente: el an?lisis que realiz? Victoria Lerner29 de los libros escritos por viajeros mexicanos que visitaron los Esta

dos Unidos entre 1846 y 1946. Entre todas las opiniones

vertidas se revelan algunas constantes: la admiraci?n ?con reservas? que tuvieron esos viajeros para con el vecino pa?s, la alucinaci?n y azoro que manifestaron frente al progreso tecnol?gico, que se expresa en las detalladas descripciones de cualquier curiosidad mec?nica y la repetici?n constante de clich?s y lugares comunes cuando describen otros aspectos de la sociedad norteamericana, a la que parecen entender

poco.

E. La revoluci?n El pasado reciente fue tambi?n objeto de algunas inves tigaciones en el Centro. Mercedes Carreras30 se ocup? del problema que signific? repatriar a los mexicanos que, en busca de oportunidades y empleos, dejaron el pa?s para irse 29 Victoria Lerner Sigal: "La idea de Estados Unidos a trav?s de los viajeros mexicanos ? 1846-1946" (tesis de maestr?a, 1971). 30 Mercedes Carrera: "Los mexicanos que repatri? la crisis" (tesis de maestr?a, 1973).

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ALEJANDRA MORENO TOSCANO

a los Estados Unidos. Mar?a de los ?ngeles Y??ez31 recogi? las ideas expresadas por Sierra, Vasconcelos, Torres Bodet y Y??ez sobre pol?tica educativa. A trav?s de los textos reunidos en este estudio se percibe el proceso que va de una concepci?n de la educaci?n-creadora del alma nacional a la de una educaci?n-instrumento para conservar los inte reses nacionales; y la evoluci?n de un aparato institucional que de Secretar?a de Instrucci?n y Bellas Artes para el Dis trito y Territorios Federales (1905) pasa a ser Secretar?a de Educaci?n P?blica con jurisdicci?n sobre todo el pa?s (1921). Los a?os de creaci?n de instituciones de los reg?me nes revolucionarios fueron adem?s estudiados por Enrique

Krauze 32 al poner en paralelas las vidas y la obra de Vicente

Lombardo Toledano, Narciso Bassols, Manuel G?mez Mo r?n, Daniel Cos?o Villegas, Alberto V?zquez del Mercado y

Miguel Palacios Macedo. Pero fue quiz?s en la forma de historiar el hecho de

la revoluci?n misma donde se lograron las interpretaciones m?s imaginativas. Una fue el estudio de la manera como se conceptualiz?, estructur? o modific? este t?rmino unitario, oficial por excelencia, de "revoluci?n mexicana" que realiz? Guillermo Palacios33 aprovechando con inteligencia los ins trumentos "doxogr?ficos" promovidos por Jos? Gaos. Este trabajo demuestra c?mo el t?rmino "revoluci?n mexicana" pas? de ser la definici?n de un momento hist?rico espec?fico para convertirse en un "personaje" participante de la histo ria. El t?rmino se convirti? en una idea general, en un prin cipio din?mico del que procede toda acci?n. Adquiri? natu

raleza y atributos propios. De definir el resultado de la

acci?n de un pueblo acab? por definir al pueblo como mate

31 Mar?a de los ?ngeles Y??ez: "Justo Sierra, Jos? Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Agust?n Y??ez ? Ideas en pol?tica educativa" (tesis de maestr?a, 1971).

32 Enrique Krauze: Los siete sobre M?xico (en prensa). (Tesis de

doctorado, 1974.)

33 Guillermo Palacios: "La idea oficial de la ?revoluci?n mexica

na?" (tesis de maestr?a, 1969.)

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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 619 rializaci?n de una idea. Construida a trav?s de los discursos presidenciales, desde Madero hasta C?rdenas, la entidad "re voluci?n mexicana" fue reuniendo, sucesivamente, obligacio nes, funciones y atributos. La "revoluci?n mexicana" crea el orden y las normas de conducta; puede ser falible en sus actos, pero es infalible en sus prop?sitos. Es la acci?n inno vadora que despierta a las masas, crea intereses, tiene dere chos y obligaciones y es, por encima de todo, mexicana. Es una entidad general que procura la armon?a, la conciliaci?n y la unidad desde una posici?n envolvente, por encima de las clases. La "revoluci?n mexicana" as? definida es pasado, presente y futuro necesarios. El t?rmino alcanz? categor?a de "idea general" y pudo ser objeto de historia, aun hacien do abstracci?n del tiempo y del espacio. El otro estudio inno vador al que aludimos fue el de H?ctor Aguilar Cam?n,34 que logr? describir el contenido concreto, regional y faccio nal de esa revoluci?n, al reconstruir, desde sus ra?ces m?s profundas, a los personajes, mentalidades e intereses que dieron origen al grupo que domin? y defini? a esa "revolu ci?n mexicana": los sonorenses.

Lo que se desprende de esta revisi?n de diez a?os de investigaci?n es la importancia del trabajo cotidiano de los estudiantes en las labores de investigaci?n del Centro.

Ese trabajo, realizado con mayor o menor destreza, con

mayor o menor imaginaci?n, siguiendo direcciones trazadas o abriendo caminos nuevos; publicado o no, propone nuevas l?neas de interpretaci?n hist?rica. Escribir historia es un proceso lento; transmitir los resultados de las investigaciones pod?a serlo menos.

34 H?ctor Aguilar Cam?n: La revoluci?n sonorense, M?xico, INAH. 1975 [Cuadernos de Trabajo del Departamento de Investigaciones His t?ricas]. (Tesis de doctorado.)

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CR?NICA BIBLIOGR?FICA Elias Trabulse El Colegio de M?xico Habiendo discurrido entre m? del n? mero grande de los libros, y de lo que va creciendo, as? por el atrevimiento

de los que escriben, como por la fa

cilidad de la imprenta, con que se ha hecho trato y mercanc?a, estudiando los hombres para escribir, y escribien do para granjear con sus escritos, me

venci? el sue?o...

Diego de Saavedra Fajardo

El 18 de agosto de 1939 don Alfonso Reyes, entonces pre sidente de la reci?n fundada Casa de Espa?a en M?xico, le dirig?a un memor?ndum a don L?zaro C?rdenas, enton ces presidente de la rep?blica, donde, entre otros asuntos, le informaba acerca de las publicaciones realizadas hasta esa fecha por la instituci?n a su cargo. Don Alfonso mencionaba cinco obras, las cuales ofrec?a al primer mandatario de la naci?n como una prueba m?s de que la fundaci?n de la Casa

hab?a sido una atinada medida que ya empezaba a rendir

sus frutos. Ciertamente la labor no hab?a sido f?cil, ya que

a pesar de que tanto don Alfonso como don Daniel Cos?o

Villegas hab?an tenido un particular inter?s en llevar a las prensas los sudores intelectuales de los miembros de la Casa, casi todos ellos espa?oles transterrados, las dificultades edi toriales y econ?micas eran grandes (el presupuesto de 1939 para todas las publicaciones era de treinta y cinco mil pesos). Ya en el bolet?n n?mero 1 del 20 de junio de 1939, despu?s

de rese?ar las "actividades actuales de la Casa de Espa?a"

entre las que estaban los cursos y seminarios impartidos por Enrique D?ez-Canedo, Jos? Gaos, Agust?n Millares Cario y

Luis Recas?ns Sienes, hab?a hecho menci?n don Alfonso Reyes, con una prosa as?ptica que le debi? costar enorme 620

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CR?NICA BIBLIOGR?FICA

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esfuerzo, de las publicaciones que estaban por engrosar la amplia bibliograf?a nacional: Enrique D?ez-Canedo aparec?a con El teatro y sus enemigos; Juan de la Encina con Goya ? Su mundo hist?rico y po?tico; Jos? Moreno Villa con Locos,

enanos, negros y ni?os palaciegos de los siglos xvi y xvii;

Adolfo Salazar con M?sica y sociedad en el siglo xx, y Mar?a

Zambrano con Pensamiento y poes?a en la vida espa?ola. Asimismo anunciaba sus Cap?tulos de literatura espa?ola

(Primera serie). Del modo como estas obras lograron ver la luz nos dio noticia el mismo don Alfonso en su informe de labores del a?o de 1939, donde dec?a: Para las publicaciones que constan en el ?ndice, a medida

que se ha desarrollado nuestra actividad editorial, ha habi do que adquirir tipos especiales, de que carec?an las imprentas

de M?xico. La actividad editorial de La Casa de Espa?a ha

sido gobernada y administrada por el Fondo de Cultura Eco n?mica. Entre las obras publicadas o por publicar hay autores

mexicanos no miembros de La Casa de Espa?a, a quienes especialmente se ha pedido alg?n libro.

En la empresa editorial de estos primeros a?os, de lo que despu?s de 1940 ser?a conocido como El Colegio de

M?xico, desempe?aron un papel de primera importancia los espa?oles reci?n llegados a tierras indianas. Cuenta aparte

de su labor docente, que fue amplia, y de sus m?ltiples traducciones de obras que dif?cilmente hubiesen podido ver la luz en nuestro pa?s, sus obras hist?ricas, cient?ficas, filo s?ficas, bibliogr?ficas, antropol?gicas, literarias o de cr?tica

de arte son numerosas y forman quiz? el mejor legado de Espa?a a M?xico en lo que va del siglo. Al acogerse a la

Casa de Espa?a casi todos ellos dieron lo mejor de s? y algunos de ellos lograron formar escuela. As?, de las 112

obras registradas en el primer cat?logo de publicaciones de El Colegio, aparecido en 1945, un 56% lo formaban obras escritas o traducidas por espa?oles emigrados. Ciertamente algunos de esos libros hab?an sido elaborados casi en su tota

lidad en Espa?a y ac? s?lo fueron completados, retocados e impresos. Algunos de los manuscritos originales (como el

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el?as trabulse

de la traducci?n hecha por el doctor Gaos de las Meditacio nes cartesianas de Husserl), fueron materialmente rescatados

despu?s de varias peripecias. Otros como el de los Locos,

enanos, etc., de Moreno Villa vinieron en estado fragmen tario y aqu? fueron completados. El libro de Adolfo Salazar titulado La m?sica en la sociedad europea, obra verdadera mente monumental, tambi?n fue terminada en M?xico. El sapient?simo don Agust?n Millares Cario con las prisas de la salida de Espa?a dej? en Valencia su Ensayo bibliogr?fico

de la imprenta en Barcelona en el siglo xvi, obra que le

mereci? un premio de la Biblioteca Nacional de Madrid. Sin ?

embargo, con los materiales que alcanz? a empacar logr? publicar en 1941 sus Nuevos estudios de paleograf?a espa ?ola. Por otra parte, no todo fue escribir e imprimir; era necesario publicar no s?lo buenas obras sino publicarlas a tiempo. Don Alfonso elabor? no menos de quince informes y cartas donde alud?a a la inminente, pr?xima, inevitable y esperada aparici?n de los Locos y enanos de Moreno Villa, que no aparec?an por ning?n lado. Don Daniel le reclamaba a Jes?s Bal y Gay el atraso en la entrega del pr?logo al bell?simo Cancionero de Upsala. Hab?a, adem?s, que justi ficar la actividad "social" de La Casa. Don Alfonso Reyes, apurad?simo, promet?a al supremo gobierno que el maestro Gaos traducir?a directo del alem?n las obras completas de Marx. Aparec?an, en ediciones breves bautizadas como Jor nadas, estudios sobre la guerra, la demograf?a y la econom?a. Por otra parte la carencia cr?nica de fondos suficientes para hacer sobrevivir al Fondo (que editaba y distribu?a los

libros de El Colegio), hac?an que por la falta de personal su empe?oso director y su esposa do?a Emma Cos?o Ville

gas tuvieran que corregir y revisar galeras, planas y contras

de las ediciones, de tal manera que el nombre de don

Daniel aparece en colofones de libros de filosof?a o literatura. Obras como La critica en la edad ateniense de Alfonso Reyes

o M?sica y sociedad en el siglo xx de Adolfo Salazar pasa ron por el ojo inquisitivo del don Daniel corrector de prue

bas. Desconocemos, pero adivinamos, los problemas que

debieron afrontar los fundadores de El Colegio por carencia

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CR?NICA BIBLIOGR?FICA

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de recursos y no podemos menos de aquilatar y reconocer

su labor. Desde 1940 el n?mero de publicaciones creci? notable

mente. Ese a?o el prol?fico Joaqu?n Xirau dio a la estampa una bella obra titulada Amor y mundo, que hace recordar en ciertos aspectos la obra de Denis de Rougemont, El amor

y el Occidente. Xirau intent? realizar en esa obra lo que podr?amos llamar una fenomenolog?a del amor como el elemento fundamental de la historia de la cultura. Hac?a partir su estudio de la visi?n grecorromana y cristiana del amor hasta llegar a nuestros d?as, para pasar despu?s a un an?lisis profundo de lo que el amor significa ?o significaba

en 1940? para el hombre contempor?neo. En ese mismo a?o, public? el doctor Gaos un breve op?sculo titulado La

filosof?a de Maim?nides, a quien le hab?a dedicado algunos estudios desde antes de venir a M?xico y cuando todav?a era un joven maestro universitario. Se dice que en cierta ocasi?n un grupo sindical bastante numeroso y de tenden cias izquierdistas bien definidas invit? al doctor Gaos, como experto en Marx, a dar una conferencia. Al llegar al amplio recinto, el secretario general le pregunt? al doctor cu?l ser?a el tema de su arenga a lo que ?ste respondi? que ser?a acerca de la filosof?a de Maim?nides. Entonces el secretario, ha ciendo callar al auditorio, le inform? que a continuaci?n el

compa?ero Gaos har?a una amplia y detallada exposici?n

de la filosof?a del "camarada Maim?nides" y de su teor?a de

la lucha de clases... Tambi?n en 1940, Jos? Moreno Villa public? su agudo

an?lisis de nuestras costumbres, mitos y tab?s al que inti

tul? Cornucopia de M?xico. Esta fina s?tira, a la que su

autor llamaba modestamente un "librito de mir?n", proba blemente sea uncr de los mejores cuadernos costumbristas del M?xico de la primera mitad del siglo xx, s?lo compara ble quiz? a Los mexicanos pintados por s? mismos de media dos del siglo anterior.

Desde 1941 hasta 1945 apareci? la colecci?n de textos

cl?sicos de filosof?a, hecha en colaboraci?n con maestros de la Universidad de M?xico tales como los doctores Edmundo

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EL?AS TRABULSE

O'Gorman y Eduardo Nicol. Aparecieron as? Los pres?cr? ticos en edici?n de Juan David Garc?a Bacca, Las cuestiones acad?micas de Cicer?n traducido por Millares Carlo, los Di?logos sobre religi?n natural de Hume y la Teor?a de los sentimientos morales de Adam Smith, ambos en traduc ci?n de O'Gorman y con introducciones de Nicol. Eugenio ?maz le hizo una introducci?n a la Filosof?a de la historia de Kant y Jos? Carner realiz? una ilegible e incomprensible traducci?n de la Ciencia nueva de Vico. Ese a?o el maestro

Gaos public? con traducciones directas su Antolog?a de la filosof?a griega. Esta obra se reimprimi? en 1968. En el a?o de 1943 el sabio y erudito don Juan B. Ig??niz imprimi? sus Disquisiciones bibliogr?ficas donde, solt?ndose la pluma, redact? en un estilo ameno muy lejano de la des carnada prosa del bibli?grafo varios estudios entre los que se encuentra la interesante historia de los avalares por los

que pas? la Carta guadalupana de Garc?a Icazbalceta. Ah?

dej? don Juan delineados con fina iron?a los retratos de los protagonistas de la querella: Paso y Troncoso, Agreda, For tino Hip?lito Vera, el mismo don Joaqu?n y ese pintoresco homo maledicus, el presb?tero Vicente de Paula Andrade. Los trabajos de historia o cr?tica del arte que public? El Colegio entre 1939 y 1949 forman una importante contri buci?n a estos estudios en nuestro pa?s. El erudito music?

logo Jes?s Bal y Gay imprimi? en 1939 sus Romances y

villancicos espa?oles del siglo xvi y en 1944 dio a la estampa una de las m?s espl?ndidas obras impresas por El Colegio, el Cancionero de Upsala, prologado, anotado y comentado por Rafael Mitjana. En 1941 Otto Mayer-Serra abri? brecha con su Panorama de la m?sica mexicana desde la indepen dencia hasta la actualidad, que, salvo el estudio de Gabriel Sald?var, era el primer intento de historiar seriamente el rico

patrimonio musical de este pa?s. En este mismo campo de

la historia de la m?sica trabaj? Adolfo Salazar. Sus nu

merosos libros son la ant?tesis de un trabajo monogr?fico. Debi? de ser hombre de profundo saber para quien la histo ria formaba una unidad no import?ndole el "?rea", el "what

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Gonz?lez Navarro (1961 Reuni?n de profesores en el CEH: Eduardo Blanquel, Josefina Z. V?zquez, Luis Gonz?lez, Berta Ulloa, Luis Muro y Mois?s

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Luis Gonz?lez

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is your field?" que actualmente se estila. Su obra es un

paseo por la cultura humana y no s?lo por su m?sica. Aqu? y all? aparecen notas, comentarios, digresiones que nos ale jan del tema vertebral. Lejos de ce?irse al asfixiante cerco

que impone la monograf?a, Salazar viaja por m?ltiples t?picos vengan o no a cuento, pero sin perder nunca pro fundidad. Su obra es una enciclopedia de la cultura que

debe ocupar un alto esca?o entre las obras hist?ricas produ cidas en nuestro pa?s en los ?ltimos cincuenta a?os.

La pintura, la escultura y la arquitectura mexicanas

dieron origen tambi?n a valiosos estudios. Juan de la Encina public? en 1943 su libro El paisajista Jos? Mar?a Velasco ? 1840-1912, que es un an?lisis no s?lo de la pintura de paisaje de este autor, sino del tema "paisaje" de la pintura europea contempor?nea. El ojo perspicaz de Jos? Moreno Villa corri?

a gusto por nuestro arte de las ?pocas colonial e indepen diente. Fruto de sus observaciones y estudios, fueron sus trabajos, llenos de agudas interpretaciones, a los que titul? Lo mexicano en las artes pl?sticas y Escultura colonial mexi cana, En Moreno Villa observamos la intuici?n y la vivencia de una realidad m?s que un conocimiento sabio y erudito de esa realidad; en ello contrasta con Salazar quien nos parece m?s de "libros" que de "vida". Moreno Villa fue un fino estilista ?d?galo si no su Autobiograf?a?, emotivo y sensi tivo, de prosa delicadamente burilada. Quiz? uno de los mejores prosistas no de oficio que hayan sido acogidos por El Colegio. Por ?ltimo, es" pertinente mencionar el estudio hist?rico y est?tico de Gonzalo Obreg?n sobre El Real Cole gio de San Ignacio de M?xico, hecho a base de fuentes docu mentales de primer orden y con un amplio conocimiento del tema.

La mano de don Alfonso Reyes se deja entrever en las numerosas ediciones de poemas y ensayos que se imprimieron

entre 1939 y 1955. Con el pie de imprenta d? la Casa de

Espa?a primero y con el de El Colegio despu?s aparecieron

textos de Le?n Felipe, de Xavier Villaurrutia, de Juan Jos? Domenchina, de Benjam?n Jarn?s, de Enrique D?ez Canedo y tambi?n de Manuel Calvillo, quien fuera secreta This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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EL?AS TRABULSE

rio de El Colegio, lo que no fue ?bice para que imprimiera

una excelente colecci?n de poemas que intitul? Primera vigilia terrestre. Dentro de la editorial Tezontle (nombre

de batalla de una misteriosa editorial que trabajaba con los sobrantes de papel del Fondo de Cultura Econ?mica y con las aportaciones intelectuales y pecuniarias de los autores de los libros), aparecieron varias obras de don Alfonso Reyes, de Octavio Paz, de Juan Jos? Arre?la y de Carlos Pellicer

entre otros. En 1950 El Colegio realiz? una haza?a que no

ha vuelto a repetir: public? la rar?sima Ortograf?a castellana de Mateo Alem?n, cuya primera edici?n hab?a sido impresa

en M?xico en 1609. Esta obra fue, en primer lugar, muy

dif?cil de conseguir completa y en buen estado, y en segundo

lugar hubo que imprimirla usando tipos que no exist?an en las imprentas. La edici?n la prepar? Jos? Rojas Garci

due?as. Entre 1944 y 1948 Alberto Jim?nez public? su tri log?a sobre la historia de la universidad espa?ola desde la edad media hasta principios de este siglo. El balance bibliogr?fico de los doce primeros a?os de El Colegio resultaba bastante halagador: 163 libros publicados por la instituci?n am?n de colaboraciones en revistas y de publicaciones hechas en otras casas editoras. Por otra parte, para permitir que se publicaran el mayor n?mero posible de obras de los investigadores y estudiantes de El Colegio y debido a lo restringido del presupuesto, don Alfonso Reyes, don Daniel Cos?o y don Silvio Zavala optaron por hacer gemir las prensas de otras editoriales. Los numerosos trabajos de ellos tres, por parad?jico que nos parezca, fueron impresos fuera de la instituci?n a la que m?s tiempo y esfuerzo dedi caron sea en la administraci?n, sea en la docencia. Ya desde 1947 Henrique Gonz?lez Casanova hab?a hecho

una evaluaci?n de la labor de El Colegio. En un art?culo que public? en el suplemento de El Nacional y al que ti tul? "El Colegio de M?xico, hogar de cultura", hac?a un repaso somero de las actividades de la instituci?n, de sus logros y limitaciones, de las promociones de estudiantes y de los planes de estudio, y al referirse a la labor editorial ex presaba lo siguiente:

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CR?NICA BIBLIOGR?FICA

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Para hacer m?s generalizado el aprovechamiento de los

frutos que se han obtenido en este renovado empe?o de tra bajar por la cultura, El Colegio de M?xico ha mantenido una amplia labor editorial. Se han publicado as? obras de Alfonso Reyes, de cr?tica e historia literaria, una de ellas, La critica

en la edad ateniense le mereci? el Premio Nacional de Lite ratura; Joaqu?n Xirau public? en ediciones de El Colegio varios de sus m?s importantes trabajos filos?ficos, y como

ellos muchos otros profesores y estudiosos mexicanos y extran jeros. Tambi?n alcanzan la publicidad las mejores tesis o tra bajos de investigaci?n realizados por alumnos de El Colegio.

En efecto, para 1948 El Colegio hab?a publicado un total de 151 obras de las cuales 61 o sea un 40.3% eran investiga ciones hist?ricas o se relacionaban con asuntos hist?ricos.

En 1950 V?ctor Adib publicaba en el suplemento literario de Novedades una nota donde hac?a un balance con saldo positivo de la labor pedag?gica, editorial y de investigaci?n de la instituci?n en la que hab?a estudiado. Bien conocida es la famosa querella entre historicistas-rela tivistas y posi ti vistas-cien tificistas que surgi? en nuestro me

dio all? por los a?os cuarenta, diez a?os y pico despu?s de la sostenida en los Estados Unidos por Charles Beard y Cari Becker sobre el mismo tema. Las sesiones de junio de 1945 para discutir el problema de la verdad hist?rica eran un s?ntoma, de hasta d?nde hab?an calado hondo las ense?an zas de los fil?sofos transterrados. A aquellos historiadores que alguna vez oyeron al doctor Gaos exponer a Kant, a Hegel o a Heidegger les resultaba dif?cil sustraerse al seduc tor arte de cuestionar la validez del conocimiento hist?rico.

Casi todos los estudiosos del pasado nacidos entre 1890 y 1930 fueron alcanzados por ese escepticismo que llev? a algu

nos hasta la par?lisis intelectual. Se cuestionaba el modo de conocer el pasado y el valor de ese conocimiento; se dec?a que el relato hist?rico era parcial por incompleto y por tanto no era totalmente verdadero; se insist?a en distin guir a la historia de las ciencias de la naturaleza y, en suma, se afirmaba el valor un?voco de la interpretaci?n personal

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EL?AS TRABULSE

del pasado. Subjetivismo y objetivismo acaso se extremaron en las discusiones p?blicas o privadas, pero ello no trascen di? demasiado a los libros que unos y otros escrib?an. Quiz? sepamos de la querella s?lo por los recuerdos personales de los que en ella intervinieron directa o indirectamente, como polemistas o como disc?pulos de unos y otros. Las obras que escribieron dif?cilmente dejan traslucir los t?picos m?s ?lgi dos del debate.1 Casi veinticinco a?os despu?s se replante?

el problema en una sesi?n llevada a cabo en El Colegio en abril de 1969. En ella maestros y disc?pulos replantearon

?ahora con motivo de la validez de la historia cuantitativa?

el inagotable temario que, probablemente yak postre,

resulte totalmente insoluble. Se repitieron los argumentos de anta?o, s?lo que aquellos que en 1945 llamaron "tradicio nalistas" a los positivistas, fueron a su vez tratados de "tra

dicionalistas" por los neocientificistas. Quiz? pueda alg?n d?a escribirse una historia del pensamiento hist?rico toman

do como punto de inflexi?n entre una tendencia y la si

guiente el momento en que los de la nueva corriente califi can a sus predecesores de "tradicionalistas".

Por otra parte las obras publicadas por el Centro de Estudios Hist?ricos desde su fundaci?n en 1941 han abar cado tantos temas y de tan diversa ?ndole que una generali zaci?n tendiente a dilucidar las inclinaciones ideol?gicas de un autor no deja de ser riesgosa y es probable que resulte m?as o menos alejada de la verdad. Lo que s? es incuestiona

ble es que los autores han buscado siempre ce?irse a una

metodolog?a rigurosa.

A grandes trazos podemos distinguir tres etapas en la historia de los libros publicados por el Centro de Estudios Hist?ricos. La primera etapa, que abarcar?a de 1941 a 1953 aproximadamente, incluir?a buena parte de las obras sobre historia de las ideas, historia de las instituciones e historia v l Alvaro Matute: La teor?a de la historia en M?xico ? 1940-1973, M?xico, Secretar?a de Educaci?n P?blica, 1974 [SepSetentas, 126]. Vid. la introducci?n y los documentos reunidos bajo los n?meros 1, 3 y 7.

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de la historiograf?a. La segunda etapa comprender?a de 1954

a 1966 y abarcar?a las colecciones documentales y algunos trabajos de historia pol?tica. La tercera etapa que va de 1967

hasta 1976 comprender?a las obras de la "Nueva serie" de

historia y los trabajos en equipo realizados bajo la direcci?n de miembros del Centro.

El seminario de historia de las ideas que dirig?a el doc tor Gaos produjo obras de indudable valor y que probable mente no han sido superadas todav?a. Se caracterizaron por

ser obras que abordaban temas casi nunca o nunca explo

rados hasta entonces por los historiadores de nuestra cultura. Fueron todos ellos trabajos individuales que intentaban acla rar un poco el desdibujado panorama de una ?poca determi nada de nuestro pasado intelectual. Sus autores aventuraban

algunas hip?tesis en cuanto al "clima cultural" de una

?poca, hip?tesis que podr?an a su vez servir de puntos de partida para interpretaciones m?s generales. Los miembros del seminario exploraron ricos fondos documentales que has

ta entonces hab?an permanecido casi intocados. En todos ellos se dej? sentir la influencia directa o indirecta del

director del seminario.

En 1943 apareci? una obra colectiva presentada por el doctor Gaos y titulada Del cristianismo y la edad media. Conten?a trabajos de Leopoldo Zea, Edmundo O'Gorman, Jos? Luis Mart?nez, Tom?s Gurza y Antonio G?mez Ro bledo entre otros. De particular inter?s resulta el an?lisis hecho por O'Gorman de la cr?nica medieval titulada "La destrucci?n de Jerusalem". El art?culo de Gurza, que intent? establecer un paralelo entre las ideas directrices de la cate dral g?tica y de la Suma teol?gica merecer?a ser reimpreso dado el c?mulo de ideas sugestivas que contiene.

Entre 1943 y 1949 Leopoldo Zea dio a la impresi?n va rias obras salidas de su prol?fica pluma. Primero apareci? El positivismo en M?xico, despu?s Apogeo y decadencia del positivismo en M?xico y por ?ltimo Dos etapas del pensa miento hispanoamericano ? Del romanticismo al positivis mo. Con una perspectiva hist?rica original y personal, Zea intent? explicar las condiciones sociales y pol?ticas del ?lti This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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EL?AS TRABULSE

mo tercio del siglo xix y primeros a?os del xx y relacionar

las con la filosof?a imperante en esos a?os. En la ?ltima

de las tres obras mencionadas Zea retrotra?a unos decenios

el tema de su investigaci?n a efecto de enfocar la ideolog?a

liberal y ampliaba el espacio de su investigaci?n a toda

Hispanoam?rica. Analizaba los pensadores m?s sobresalientes de cada pa?s y pon?a en relieve su ideario mostrando a con tinuaci?n los puntos comunes que guardaban con otros ide? logos hispanoamericanos. En 1945 la portorrique?a Monelisa

Lina P?rez Marchand public? una obra que llevaba por t?tulo Dos etapas ideol?gicas del siglo xviii en M?xico a tra v?s de los papeles de la inquisici?n (el tema de las "dos eta pas" siempre fue caro al maestro Gaos). La autora se anim? a explorar el ingente material que bajo el rubro de Inquisi ci?n custodiaba el Archivo General de la Naci?n y aunque

s?lo analiz? la documentaci?n correspondiente al periodo al que dedic? su estudio, su labor fue casi exhaustiva. Es dif?cil a?n hoy, treinta y un a?os despu?s de publicado el libro, estudiar la difusi?n de las ideas ilustradas en M?xico en la segunda mitad del siglo xvm sin consultar el libro de P?rez Marchand. Don Alfonso Reyes lo ten?a en alta estima y a juzgar por las notas y apostillas que le puso a su ejem

plar lo consultaba a menudo. El ap?ndice de la obra con

tiene valiosa informaci?n y hace interesantes referencias a libros y documentos. Tres a?os despu?s de la aparici?n de

este libro, vieron la luz dos obras que estudiaban sendos temas relacionados tambi?n en forma m?s o menos directa

con el siglo xvin. Bernab? Navarro, despu?s de leer y anali zar una cantidad impresionante de manuscritos filos?ficos de los siglos xvn y xviii escribi? lo que primero ser?a su tesis de maestr?a y luego el libro La introducci?n de la filosof?a moderna en M?xico. Las figuras de los jesuitas Abad, Alegre y Clavijero, entre otros muchos, fueron estudiados desde un ?ngulo distinto. Incluso cabr?a mencionar que algunas de sus fuentes ?todas ellas de primera mano? fueron descubiertas por el autor, por ejemplo la Physica particularis de Clavije

ro. El abocarse al estudio de herej?as y heterodoxias, que

parec?an ser de su agrado, llev? a Pablo Gonz?lez Casanova This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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a escribir dos libros de indudable inter?s y relacionados con un tema com?n. Al primero lo titul? El misone?smo y la modernidad cristiana en el siglo xviii y al segundo, publicado diez a?os m?s tarde, La literatura perseguida en la crisis de la colonia. El primero versaba sobre la resistencia de ciertos

grupos a aceptar el ideario ilustrado; el segundo es una

bella y bien escrita descripci?n de los documentos proscritos

por oler a heterodoxia y que fueron condenados por la inquisici?n. Gonz?lez Casanova analiz? la poes?a m?stica,

la oratoria sagrada, el teatro religioso, las canciones, los bai les, la s?tira popular, etc. De esta ?ltima hab?a ya publicado en 1953 en compa??a de Jos? Miranda una amena colecci?n de textos todos ellos rescatados del rico fondo de la inqui

sici?n. Ese mismo a?o Gonz?lez Casanova hab?a publicado en El Colegio su estudio monogr?fico Una utopia de Am? rica, que analizaba una interesant?sima figura del siglo xix:

la del cient?fico y fil?sofo Juan Nepomuceno Adorno, autor de una enjundiosa obra que lleva por t?tulo La armon?a del universo. Este libro, que alcanz? a ser traducido al ingl?s, es uno de los pocos tratados aparecidos en M?xico que puede ser inscrito dentro de la corriente ut?pica. En el a?o de 1949

Olga Victoria Quiroz Mart?nez dio a las prensas su tesis tambi?n de maestr?a a la que hab?a titulado La introducci?n

de la filosof?a moderna en Espa?a. La se?orita Quiroz ana liz? la resistencia peripat?tica a la difusi?n de las nuevas teor?as tanto filos?ficas como cient?ficas y el fen?meno subse

cuente del eclecticismo. La importancia de este erudito estu dio puede justipreciarse por las numerosas referencias que aluden a ?l en los actuales trabajos de historia de la ciencia espa?ola, sobre todo para el periodo 1650-1750. Fruto de sus lecturas de nuestros historiadores fue la obra de Luis Villoro,

Los grandes momentos del indigenismo en M?xico, apare cida en 1950. En ella ?y siguiendo un m?todo muy favore cido por Gaos? su autor fue analizando las diversas im?genes del indio que iban desprendi?ndose de las diversas cr?nicas e historias de nuestro pasado. Dos obras m?s aparecieron en los a?os subsecuentes, la de Patrick Romanell y la de Mar?a del Carmen Rovira, que conviene a?adir a la lista de obras This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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ELIAS TRABULSE

de historia de las ideas publicadas por El Colegio. Tambi?n cabe incluir los trabajos de Eugenio ?maz sobre Dilthey al cual, adem?s, tradujo ?ntegro a nuestra lengua. A esta primera etapa pertenecen tambi?n los estudios de historia de la historiograf?a mexicana que, a decir verdad, ha sido poco cultivada entre nosotros. Bajo la direcci?n de Ram?n Iglesia, transterrado que fue maestro en El Colegio de 1941 a 1945, se inician algunos trabajos de investigaci?n historio

gr?fica. Este entusiasta propagandista de la musa Cl?o y

aparente enemigo de la ciencia Cl?o, public? en 1943 Cronis tas e historiadores de la conquista de M?xico ? El ciclo de

Hern?n Cort?s, donde emprend?a un an?lisis de las obras hist?ricas de algunos autores que se refer?an a la conquista. Es un libro bien escrito, estupendamente estructurado y que revela en su autor un profundo conocimiento del tema, igle

sia ?junto con Alberto M. Salas que public? en 1959. su

obra Tres cronistas de Indias? inaugur? la cr?tica historio gr?fica mexicana del siglo xvi. En 1944 agrup? una serie de trabajos elaborados entre 1929 y 1943 y los public? con el t?tu

lo de El hombre Col?n y otros ensayos. Esta obra lamenta blemente no cont? con el ?xito editorial de su predecesora pese a que conten?a interesantes trabajos sobre Bernai D?az del Castillo y sobre Sig?enza y G?ngora. Una de las mayores contribuciones de El Colegio a la historia de la historia fue

sin duda la obra Estudios de historiograf?a de la Nueva Espa?a coordinada por Iglesia y aparecida en 1945. La for

maban una serie de siete monograf?as centradas en las narra ciones que de la conquista hac?an algunos cl?sicos de nuestra historiograf?a. Cabe se?alar como los m?s relevantes de entre

ellos el de Hugo D?az-Thom? sobre Cervantes de Salazar, el de Ernesto de la Torre sobre Dorantes de Carranza y el

de Julio le Riverend sobre Clavijero. En 1948 el doctor Silvio Zavala dirigi? otra obra colectiva sobre estudios de historia de la historia. El libro, que llevaba un pr?logo

suyo, se titul? Estudios de historiograf?a americana y agru paba trabajos de alumnos del Centro tales como Mar?a del Carmen Vel?zquez, Luis Gonz?lez y Luis Muro. Una de las This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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obras hist?ricas estil?sticamente insuperables que apareci? por aquellos a?os fue la de Fernando Ben?tez, La vida criolla en el siglo xvi. Su autor supo recrear, con un no muy grande acopio de fuentes, la sociedad colonial de esa ?poca, la ciu dad, la iglesia, las conjuras, los autos de fe. las obras litera rias, la encomienda, etc. Una metodolog?a rigurosa y un acucioso manejo de las fuentes son quiz? las caracter?sticas fundamentales de las obras

de los dos principales promotores e impulsores de la historia

que se ha dado en llamar institucional: el doctor Silvio

Zavala y el profesor Jos? Miranda. En rigor, la primera obra de este tipo publicada por El Colegio fue debida a Jos? Ma

Ots Capdequ? y se titulaba El estado espa?ol en las Indias. Fue impresa en 1941 y en ella se abordaba el estudio de la legislaci?n hisp?nica, de las instituciones espa?olas en Am? rica y de las diferentes modalidades que les impon?a la pluralidad ?tnica del continente. Ots Capdequ? analizaba la encomienda ?seis a?os despu?s de la publicaci?n del estudio

fundamental del doctor Zavala sobre ese tema? y las diferen tes instituciones econ?micas, el r?gimen tributario, etc. En

1944 con motivo de un concurso sali? premiada la ?nica

obra presentada que era debida al entonces estudiante Carlos

Bosch Garc?a. El trabajo fue impreso y llevaba por t?tulo La esclavitud prehisp?nica entre los aztecas. En ?l se abor daba no muy ampliamente un tema que resultaba novedoso. Su autor examinaba la situaci?n econ?mica y social del es clavo ind?gena y sus relaciones de dependencia. Una de las raras publicaciones del doctor Zavala que aparecieron con el pie de imprenta de El Colegio fue su estudio titulado Con tribuci?n a la historia de las instituciones coloniales en Guatemala que incluy? en la serie Jornadas en 1945. Como resultado de una amplia investigaci?n, el profesor Jos? Mi randa public? en 1952 una obra que merecer?a ser reimpresa no s?lo por el alarde erudito de que el autor hace gala, sino tambi?n por la forma en que trat? sus materiales y por la manera como estructur? su trabajo. El tributo ind?gena en

la Nueva Espa?a durante el siglo xvi acaso sea una de las mejores contribuciones ?si no es que la mejor? de El Cole

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EL?AS TRABULSE

gio a la historia institucional. La selecci?n cuidadosa de los documentos y las citas siempre precisas, jam?s superfluas, as? como una clara exposici?n de los temas utilizando siempre

una prosa rica, maleable y matizada muestran hasta qu?

punto pueden, en un autor, llegar a conjugarse en una s?n tesis armoniosa la objetividad cientificista y la subjetividad art?stica. Dif?cil ser? para los estudiosos de la historia eco

n?mica del siglo xvi pasar por alto esta obra. Un estudio

met?dico del rico acervo documental que guarda el Archivo General de la Naci?n bajo los rubros de Bandos, Correspon dencia de virreyes, Historia, Ordenanzas, etc., as? comi? el

manejo de algunos manuscritos y con el respaldo de una larga bibliograf?a y de m?ltiples lecturas, permiti? a la

maestra Mar?a del Carmen Vel?zquez "compilar y escribir" una obra que resultaba de gran inter?s: El estado de guerra

en Nueva Espa?a ? 1760-1808. En ella y pese al laconismo del t?tulo la autora hac?a un estudio completo de las mili

cias desde la ?poca del marqu?s de Cruillas hasta la de

Iturrigaray y del efecto que-provoc? su existencia en el cre ciente sentimiento nacionalista mexicano de la segunda mi tad del siglo xvm y primeros a?os del xix.

Un cierto cambio en el esp?ritu de las publicaciones se hace sentir en los primeros a?os de la d?cada de los cincuen tas. Vemos en ello la directiva positivista de don Daniel. Siguiendo una vieja tradici?n decimon?nica algunos inves tigadores se lanzaron con entusiasmo a la tediosa labor de compilar, traducir, anotar y publicar documentos. El Colegio ten?a cierta tradici?n en esa l?nea con los trabajos de J. M. Miquel i Verg?s acerca de la prensa insurgente, los de este autor y D?az-Thom? sobre los documentos in?ditos de Fray Servando y los de Millares Carlo y J. I. Mantec?n sobre los protocolos del Archivo de Notar?as, todos ellos publicados

en la d?cada de los cuarentas. Entre 1949 y 1952 Javier Malag?n Barcel?, Enriqueta L?pez Lira y Jos? M^ Miquel i Verg?s publicaron en dos tomos las Relaciones diplom?ti cas hispano-mexicanas ? 1839-1898, interesantes tanto por el

periodo que cubren como por los temas que tocan: la vida econ?mica, pol?tica y social del periodo m?s intranquilo y

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agitado de nuestra vida independiente. En 1957 Ernesto de la Torre Villar inici? la publicaci?n de la Correspondencia diplom?tica franco-mexicana ? 1808-1839, continuada con el t?tulo de Versi?n francesa de M?xico por la investigadora Lilia D?az. Esta colecci?n resulta de sumo inter?s para cono cer la actitud de la pol?tica francesa ante M?xico. Su impor tancia puede evaluarse por el uso que los estudiosos de la intervenci?n francesa han hecho de ella. En la reciente y

exhautiva obra de Alfred J. Hanna y Kathryn A. Hanna sobre este periodo de nuestra historia se hace un uso fre cuente de esta compilaci?n documental. Con motivo de la celebraci?n del centenario del congreso constituyente de 1857

El Colegio public? primero la Historia y luego la Cr?nica de Francisco Zarco, que no hab?an sido publicadas en forma

completa antes. En 1960 Emma Cos?o Villegas prolog? y

edit? el Diario personal ?1855-1865? de Mat?as Romero que se inicia con la salida de este personaje de Oaxaca y termina con su gesti?n en Washington. Ese mismo a?o se publican las Estad?sticas econ?micas del porfiriato ? Comercio Exte rior de M?xico - 1811-1911. Por ?ltimo, entre 1960 y 1962,

Luis Gonz?lez, Guadalupe Monroy, Luis Muro y Susana

Uribe agobiaron pluma e intelecto para compilar las 24 078 fichas que formaron los tres gruesos tomos de sus Fuentes para la historia contempor?nea de M?xico ? Libros y folle tos (los tomos de Peri?dicos y revistas aparecer?an entre

1965 y 1967 en dos vol?menes que eran resultado de los

esfuerzos de Stanley R. Ross).

Tres obras de historia pol?tica propiamente dicha apa

recieron en este periodo. En 1952 Mois?s Gonz?lez Navarro vio impreso El pensamiento pol?tico de Lucas Alam?n que se agot? pronto. En 1955 la siempre afable Nettie Lee Ben son dio a las prensas de El Colegio su libro La diputaci?n provincial y el federalismo mexicano, trabajo fundamental que rastreaba los or?genes de las ideas federalistas en los

primeros a?os de vida nacional hasta sus or?genes en la constituci?n liberal de C?diz de 1812. Por ?ltimo, en 1960,

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EL?AS TOABULSE

David McLean dio a la estampa su Vida y obra de Guiller mo Prieto. Al finalizar esta segunda etapa, all? por los a?os 1965-1966 El Colegio hab?a publicado con su pie de imprenta o con el de la Casa de Espa?a en M?xico un total de 224 obras, de las cuales 110, o sea un 49.1%, eran de historia o de temas que de alguna manera hac?an uso del m?todo hist?rico. Desde 1967 nuevas perspectivas se abrieron a la labor editora de El Colegio con la creaci?n del departamento y la comisi?n de publicaciones, que sin duda han rendido buenos frutos.

La tercera etapa bien pudiera iniciarse con la autobio

graf?a intelectual de Luis Gonz?lez. En la "Nueva Serie" de

historia que inicia Pueblo en vilo ? Microhistoria de San

Jos? de Gracia, aparecen representantes de las diversas ten dencias que acabamos de enumerar y que al cabo de treinta y cinco a?os del arranque del Centro, conviven en paz. Ni objetivos puros, ni subjetivos puros, todos de alguna manera hacen solamente historia. La Microhistoria de San Jos? de Gracia, traducida al fran c?s con el sugestivo t?tulo de Histoire universelle de San Jos? de Gracia y al ingl?s como San Jos? de Gracia ? Mexi

can village in transition le mereci? a su autor el premio

Haring en 1971. La obra ha hecho correr mucha tinta: m?s de un centenar de comentarios en forma de rese?as, notas, art?culos; desde las recensiones en las revistas hist?ricas m?s especializadas hasta los comentarios period?sticos de Jos? Alvarado o de Jorge Ibarg?engoitia, y ha gozado de un buen

n?mero de lectores, que van desde el meticuloso erudito hasta el simple aficionado. Hoy d?a en que la historia ha

ido arrim?ndose cada vez m?s al rinc?n del especialista, en visible deterioro de sus sanas relaciones con el gran p?blico, siempre es grato y refrescante que alguien escriba historia ?y buena y documentada y erudita? sin desde?ar ni al sabio ni al hombre com?n y corriente. Por otra parte (y su autor

quiz?s no coincida con ello), la obra abre una brecha nota blemente profunda en dos ?reas que hab?an venido culti

v?ndose con ?xito: el de la historia mionumental y el de la monograf?a archiespecializada. En esta ?poca de atomizaci?n

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cultural, de microan?lisis, la musa Cl?o hubo de guarecerse de los fr?os guarismos y acaso est? ahora refugiada en una historia micro y macro a la vez y que revela en su autor la esencia de un historiador: el amor al pasado y al terru?o. Pueblo en vilo resume y compendia un cierto tipo de his toria pol?tica, social, institucional, econ?mica y urbana, a ratos biogr?fica y a ratos an?nima. No desoye a sus cong? neres, las otras historias locales y particulares, pero va m?s all?, pues su autor cre? un estilo personal, maduro y equi librado, donde campean humor y desenfado, esas dos difi

cil?simas cualidades del buen escritor que tras una suave

prosa oculta obst?culos insospechados. Voltaire dec?a que los libros de los ingleses eran mejores que sus autores, y pen samos que en el caso presente quiz?s se pudiera invertir la

ecuaci?n. La colecci?n se ha enriquecido con trabajos que han

hecho incursiones en ?reas casi inexploradas en nuestro me dio. Dos obras de geograf?a econ?mica han aparecido en la

colecci?n; la primera objetiva, clara y documentalmente rica debida a Alejandra Moreno Toscano se titula Geogra f?a econ?mica de M?xico ? Siglo xvi y vio la luz en 1968. La segunda, que tuvo como editor a Alvaro Jara, apareci? en el a?o de 1973 y se intitul? Tierras nuevas. Ah? apare cen estudios de ?ste autor, de Rolando Mellafe, de Roberto Cort?s Conde y de Enrique Florescano, entre otros.

La historia econ?mica ha merecido los cuidados de dos eminentes investigadores. Enrique Florescano nos dio en 1969 un estudio novedoso y original (y recordamos el elogio

que le hizo Fran?ois Chevalier en la III Reuni?n de Histo

riadores Mexicanos y Norteamericanos reunidos en Oaxtepec

en noviembre de 1969), al que puso por t?tulo Precios del ma?z y crisis agr?colas en M?xico ? 1708-1810. En esta mis ma l?nea caen los trabajos de Jan Bazant, quien en 1968 nos ofreci? su Historia de la deuda exterior de M?xico; en 1971 Los bienes de la iglesia en M?xico (que fue traducida al ingl?s y le mereci? a su autor el premio Sahag?n) y hace apenas unos meses sus Cinco haciendas mexicanas. Cabe mencionar que en todos estos estudios este acucioso y meto This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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EL?AS TRABULSE

dico autor hace uso de fuentes de primer orden analizadas y criticadas con agudeza. No emite juicios superfluos o aven turados y aunque en alguna ocasi?n contest? en una entre vista period?stica que no cre?a en las teor?as generales de la historia, varios de sus amigos y colegas desear?an que alguna vez, sali?ndose de su habitual y prudente circunspecci?n, nos hablase de su teor?a particular de la historia de M?xico. Cuando Salvador Novo, entonces cronista de la ciudad de M?xico, quiso escribir su Historia de Coyoac?n, se encontr? con algunos problemas que dif?cilmente hubiese podido so lucionar si afortunadamente no hubiere ca?do en sus manos

el libro titulado El marquesado del Valle de Bernardo Gar c?a Mart?nez. Esta obra, que ha sido pr?diga veta para los trabajos de otros autores que ni siquiera se han tomado la pena de citarla y que, correspondiendo a su delicadeza, tam poco yo mencionar? aqu?, es una excelente investigaci?n acerca del se?or?o cortesiano, de su historia, de su demar caci?n geogr?fica, de su jurisdicci?n y de su estructura jur? dica y econ?mica. La obra no desmerece entre el selecto gru po de trabajos de historia institucional que ha producido el Centro, tales como los del doctor Silvio Zavala o el maestro

Jos? Miranda. A este ?ltimo algunos alumnos del CEH le

dedicaron en 1970 un merecido libro de homenaje (parecido al que a?os antes se le hab?a dedicado al doctor Zavala con el t?tulo de Estudios hist?ricos americanos) al que se le titul?

Historia y sociedad en el mundo de habla espa?ola. Entre

las muchas y valiosas contribuciones de distinguidos autores a este homenaje s?lo mencionaremos, como de singular in ter?s, la de Luis Muro, "La expedici?n Legazpi-Urdaneta a las Filipinas": la de Luis Gonz?lez sobre los informes presi denciales y la de Berta Ulloa sobre Taft y los antimaderistas.

En 1971 nos obsequi? esta ?ltima autora con un libro fundamental, exhaustivo y particularmente documentado ti tulado La revoluci?n intervenida.

Gracias al empe?o de Berta Ulloa, de Josefina V?zquez, de Susana Uribe, de Luis Muro y de Luis Gonz?lez el Cen

tro de Estudios Hist?ricos public? un homenaje a don

Daniel Cos?o Villegas que apareci? con el t?tulo de Extremos This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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de M?xico. Ah? se incluyen dos buenas semblanzas de don Daniel, una debida a Antonio Alatorre y otra a Enrique Krauze as? como una cronobibliograf?a elaborada por Susana

Uribe, am?n de varios art?culos debidos a Luis Gonz?lez, Mois?s Gonz?lez Navarro, Romeo Flores, Jean Meyer, Lo renzo Meyer, Luis Muro, Mario Ojeda, Rafael Segovia,

Berta Ulloa y Josefina V?zquez entre otros. Fruto de sus desvelos en libros de texto, en historias pa trias y en varios libros escolares de este siglo y del pasado

(algunos de ellos conseguidos gracias al ojo perspicaz de Luis Muro), Josefina V?zquez, public? en 1970 su Naciona lismo y educaci?n en M?xico que mereci? reeditarse el a?o pasado. En esta l?nea cae tambi?n la obra de Jos? Mar?a

Kobayashi, quien en 1974 vio en letras de molde su tesis doc toral a la que puso por t?tulo La educaci?n como conquista.

Dentro de la historia pol?tica del siglo xrx dos son los

estudios fundamentales publicados recientemente por el Cen

tro. El primero es debido a los esfuerzos del colombiano

Fernando D?az D?az quien aplica conceptos extra?dos de las teor?as de Max Weber para poder clasificar sus Caudillos y caciques y el segundo a los del abrumadoramente erudito Mois?s Gonz?lez Navarro quien dio a la luz la historia de la guerra de las castas en Yucat?n con el t?tulo de Raza y tierra. Tambi?n conviene mencionar el libro de Romeo Flores Caba llero intitulado La contrarrevoluci?n en la independencia. Dentro del campo de la historia de las ideas Javier Ocam

po nos rese?? en Las ideas de un d?a el entusiasmo nacio nalista al d?a siguiente de la consumaci?n de la indepen dencia, y Germ?n Cardozo Galu? en su Michoac?n en el siglo de las luces rastre? los semiocultos y no bien estudiados or?genes de la ilustraci?n mexicana en sus manifestaciones intelectuales, pol?ticas, econ?micas y religiosas en una de las zonas m?s efervescentes de la segunda mitad del siglo xviii.

Por ?ltimo, el que esto escribe public? en 1974 un libro titulado Ciencia y religi?n en el siglo xvii. Despu?s de hurgar varios a?os met?dica y sistem?tica mente en los viejos y mal cuidados papeles del Archivo General de la Naci?n, la maestra Mar?a del Carmen Vel?z This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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EL?AS TRABULSE

quez nos dio su historia del Establecimiento y p?rdida del septentri?n de Nueva Espa?a, que viene a corregir y a enfo car correctamente muchos de los falsos presupuestos hist?ri

cos sobre los que se asentaban las razones de la p?rdida de m?s de la mitad del territorio nacional en la guerra de 1847 1848 (conviene se?alar que la autora deja al lector esta con clusi?n como mera cortes?a). Por otra parte este libro ?que consideramos por el momento dif?cil de superar? insiste en

la necesidad de evaluar convenientemente el siglo xvm a efecto de poder comprender sin deformaciones ?pticas el

siglo siguiente. Indispensables como instrumentos de trabajo son las ocho publicaciones sobre Bibliograf?a hist?rica mexicana debidas

a los trabajos de Susana Uribe, lamentablemente desapare cida de entre nosotros en agosto del a?o pasado. A Luis Muro debemos el ?ndice de Historia Mexicana, imprescin dible para su consulta y manejo. Uno de los pocos "best-sellers" de El Colegio ha sido la Historia m?nima de M?xico en la que colaboraron varios autores: don Daniel, Ignacio Bernai, Alejandra Moreno, Luis Gonz?lez y Eduardo Blanquel. Pronto ver?n tambi?n la luz dos obras a las que auguramos buena acogida por parte del p?blico estudioso: una Historia general de M?xico en cua tro gruesos vol?menes, hecha con colaboraciones de miem bros del Centro y de otras instituciones, y una historia de M?xico desde la revoluci?n hasta 1964 coordinada y dirigida por don Daniel y por Luis Gonz?lez. Si bien para 1972 el total de obras publicadas por El Colegio era de 280, de las cuales 125, es decir un 44.6% ver saban sobre temas hist?ricos, para septiembre de 1975 las publicaciones hab?an ascendido en n?mero a 331 de las cua les 143 o sea un 43.2% eran obras de car?cter hist?rico. Conviene mencionar; que gracias a que el actual jefe de publicaciones, Alberto Dallai, posee un genio inquisitivo e hipercr?tico, ha sido posible mejorar la calidad de las publi caciones, tanto en el formato y en las portadas de las edicio nes como en su tipograf?a.

La publicaci?n de las Jornadas ha llegado hasta el n?

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HI

Maria del Carmen Velazquez

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Josefina Zoraida V?zquez

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mero 79, y entre ellas cabe mencionar el trabajo de Mois?s Gonz?lez Navarro titulado Sociolog?a e historia en M?xico;

el de Jorge A. Lozoya sobre El ej?rcito mexicano? 1911

1965, y el de Ivette Jim?nez de B?ez sobre la L?rica corte sana y la l?rica popular actual. Esta ?ltima autora, en com pa??a de Margit Frenk, ambas del Centro de Estudios Lin g??sticos y Literarios dieron a la luz una obra de deliciosa lectura titulada Coplas de amor del folklore mexicano. Car

los H. Magis public? en 1969 su libro La l?rica popular contempor?nea y el a?o pasado apareci? una obra, patro

cinada por ese mismo Centro, que merece ser colocada entre

las mejores ediciones en toda la historia de El Colegio: El cancionero folkl?rico de M?xico, que inicia una serie de

cinco vol?menes con las Coplas del amor feliz. Esta espl?n dida obra nos hace recordar las viejas ?pocas del Cancionero de Upsala y de un otro Colegio posiblemente hoy ya casi desaparecido.

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?HISTORIA MEXICANA"

EN EL BANQUILLO

Josefina Zoraida V?zquez

El Colegio de M?xico

"Historia Mexicana" cumple veinticinco a?os al ver la luz el n?mero 100. Esto no sorprender?a a nadie en medios m?s estables, pero en nuestros pa?ses resulta excepcional el que una publicaci?n peri?dica sobreviva tanto, ya que general mente duran los mismos a?os que las autoridades que las fundan o perecen con el menor cambio de aires. Desde que se estableci? el Centro de Estudios Hist?ricos en El Colegio, a principios de los cuarentas, se hab?a inten tado darle un ?rgano en el que se publicara el producto de sus investigaciones. Pero por entonces escaseaban los recur sos financieros a un grado que no es f?cil comprender hoy en d?a, y no se lleg? a fundar dicha publicaci?n. Ir?nica mente all? a principios de 1950, cuando se decidi? la clau sura de los cursos de historia, el grupo de estudiantes que estaban por salir se acerc? al doctor Jos? Miranda en busca de alguna ayuda para situarse en la vida acad?mica. A don Jos?, orgulloso de la formaci?n que El Colegio hab?a dado a aquellos j?venes historiadores, se le ocurri? establecer un seminario de investigaci?n con una revista que difundiera sus trabajos, otorg?ndosele a cada miembro del seminario un sueldo de 250 pesos, que alcanzaba para sobrevivir. La idea se le plante? al secretario de El Colegio, Daniel Cos?o Villegas, quien la oy? con inter?s. Desde 1948 don Daniel andaba preocupado por formar un equipo de inves tigaci?n para estudiar la historia moderna de M?xico y, justamente entonces, hab?a empezado a constituir el grupo. En realidad la idea de Miranda vino a abonar el viejo deseo de tener una publicaci?n peri?dica hist?rica, pero con un enfoque diferente. A Cos?o, m?s que resolver el problema

inmediato de un peque?o grupo de j?venes que con toda 642

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"historia mexicana" en el banquillo 643 seguridad encontrar?an acomodo, le preocupaba establecer un foro donde pudieran expresarse las nuevas corrientes filos?fico-hist?ricas que tanto ruido armaban en la vieja escuela de Mascarones, tal vez con el deseo pragm?tico de ver si sal?a algo en claro. Por otro lado, don Daniel preten d?a dar oportunidad de publicar sus trabajos a los historia dores de provincia, como parte de su gran deseo de ampliar los horizontes acad?micos del pa?s.

Cuando don Daniel convoc? a una junta para fundar la

revista hab?a obtenido ya fondos para unos cuantos n?meros, gracias a la aportaci?n de Alberto Misrachi, Jes?s Hern?n

dez Delgado (Nacional Financiera), Rodrigo G?mez (Banco de M?xico), Virgilio M. Galindo, Carlos Prieto (Compa??a

Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey), Carlos Trouyet,

Francisco Javier Gaxiola (Banco Agr?cola y Ganadero de Toluca), Enrique Sarro (Altos Hornos de M?xico), Antonio Carrillo Flores (Nacional Financiera), Alfonso Comandea Ferreira (Financiera Nacional Azucarera), Graciano Guichard (Banco Nacional de M?xico), Juli?n Rodr?guez Adame (Al godonera Figueroa) y Ra?l Bailleres, a quienes ?l mismo expres? su gratitud en la introducci?n al ?ndice de los diez a?os de Historia Mexicana. De esa manera se sostuvo la re vista durante "los a?os malos", hasta que, ya institucionali zado, El Colegio pudo patrocinarla directamente.

Solucionado el financiamiento, el problema era contar con colaboradores. Algunos se preocuparon de que la nueva revista obstaculizara la colaboraci?n para revistas como His toria de Am?rica, Am?rica Ind?gena, Filosof?a y Letras, y fue

ello lo que decidi? que el inter?s se limitara al campo estric to de la historia de M?xico.

Todo contribuy? al ?xito de los primeros n?meros de

Historia Mexicana. En primer t?rmino el tema, que al decir de don Daniel "sigue siendo uno de los campos predilectos de la curiosidad y de la inteligencia nacionales". En segundo lugar, el impresionante consejo de redacci?n: Arturo Arn?iz y Freg, Alfonso Caso, Daniel Cos?o Villegas, Wigberto Jim? nez Moreno, Agust?n Y??ez y Silvio Zavala, quienes seg?n las malas lenguas no se enteraron de su alta misi?n hasta This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ

despu?s de aparecido el primer n?mero. De todas formas, era una buena sombra para cobijar una nueva publicaci?n. En tercer lugar estuvo la amplia publicidad que se le dio. En

aquella ciudad de miediados de 1950, que ahora se antoja

tan chica, hab?a lugares reservados en las paredes para car teles de cine y teatro, as? como propaganda pol?tica y comer

cial. En el primer cuadro, casi cada esquina ten?a estos

anuncios y mientras uno esperaba su cami?n o su tren, le?a y rele?a aquellos carteles. Y probaron ser mejor veh?culo de anuncio que la televisi?n, ya que los n?meros 1 y 2 alcan zaron una reimpresi?n inmediata. Este tipo de publicidad dur? hasta 1953 en que el flamante regente Ernesto Uru churtu la prohibi? dentro de su plan de embellecimiento, que al final tanto afe? a la indefensa ciudad. El consejo de redacci?n fundador continu? hasta el n? mero 35. Seg?n sabemos, don Daniel fue durante ese largo periodo el promotor de colaboraciones y cont? con la efi

ciente ayuda de Antonio Alatorre para corregir estilo y pruebas. A partir del 35, don Daniel decidi? entregar la revista a un nuevo consejo de redacci?n formado por Emma

Cos?o Villegas, Luis Gonz?lez, Mois?s Gonz?lez Navarro, Guadalupe Monroy, Luis Muro, Berta Ulloa, Marta S?enz, Susana Uribe y Fernando Zertuche. Don Daniel apareci? como director y los viejos miembros del consejo como fun dadores. Este encabezado se mantuvo hasta el n?mero 45, en que Cos?o Villegas empez? a aparecer como fundador y desapareci? toda huella del primer consejo. Algunos miem

bros desaparecieron y aparecieron otros como Mar?a del Car men Vel?zquez, Jorge Alberto Manrique y Josefina Zoraida

V?zquez, hasta que a partir del n?mero 70 se decidi? que

el consejo de redacci?n estuviera constituido por el mismo cuerpo de profesores del Centro de Estudios Hist?ricos. Del n?mero 64 al 69 existi? temporalmente un cuerpo de redac tores formado por los entonces estudiantes de maestr?a que deseaban colaborar en la revista. Al principio lo hicieron con

entusiasmo, pero a medida que se comprometieron en la elaboraci?n de sus respectivas tesis, fueron abandonando la tarea. Esto no obst? para que se continuara dando opor This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


"HISTORIA MEXICANA" EN EL BANQUILLO 645 tunidad a los estudiantes de rese?ar libros y publicar art?cu los, pr?ctica que ha resultado estimulante para ellos y bene ficiosa para la revista, ya que muchos de los mejores art?culos son producto de seminarios de investigaci?n elaborados en los

archivos (v?ase como ejemplos los n?meros 56 y 67). En general la pol?tica de la revista fue de no dar cr?dito al trabajo de edici?n de la misma. Ya dijimos que durante treinta y seis n?meros todo el trabajo descans? en los hom bros de Cos?o Villegas y Alatorre. Despu?s hubo un intento de que los miembros del consejo de redacci?n se turnaran

el trabajo, lo que dio lugar a una serie de problemas de selecci?n y edici?n por lo que la tarea termin? en manos

de Luis Gonz?lez y Luis Muro. M?s tarde se encargaron del trabajo Josefina Zoraida V?zquez (vol. xiv), Jorge Alberto Manrique (vols, xv a xix), y nuevamente Luis Gonz?lez. Con el n?mero 79 (xx:3) se hizo cargo Enrique Florescano, quien por primera vez recibi? cr?dito como director de la revista. Florescano la dirigi? hasta el 4 del volumen xxm. A partir del xxiv se ha intentado dar un papel m?s activo al consejo de redacci?n, formado ahora s?lo por aquellos profesores que elijan formar parte del mismo, y quedando el cuidado de la edici?n en manos de Bernardo Garc?a Mart?nez.

No hay duda que el encargado de la revista ha influi do en ella; cada persona que la ha tenido a su cargo le ha

imprimido un car?cter especial. Sin duda la influencia m?s grande ha sido la de don Daniel, cuya personalidad abierta a todas las expresiones, ofreci? las p?ginas de Historia Mexi cana a todos los grupos y regiones del pa?s. Su gran inter?s por el siglo xix, ya que por entonces trabajaba en la Historia moderna, explica seguramente el alto n?mero de art?culos que sobre ese siglo encontramos en los nueve primeros vo l?menes (115 sobre el siglo xix, en comparaci?n con 75 de

historia colonial y 29 del xx). Cos?o, amante de las pol? micas, trat? de estimular la lectura de la publicaci?n ha ciendo que se entablaran en sus p?ginas con cualquier mo tivo, ya fuera un archivo como el de D?az, cerrado al uso de algunos historiadores ("Historia y prejuicio", de D. Cos?o, i:l; "Una carta", de P. Mart?nez del R?o, y "Entrega inme This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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diata", de D. Cos?o, i:3), o la aparici?n de libros provoca tivos ("Punza Poinsett", de M. Gonz?lez Ram?rez, i:4, y "Una respuesta", de J. Fuentes Mares, n: 1). Tambi?n se

empe?? en aligerar la revista con t?tulos ingeniosos como "?Ya viene la bola!", "?D?nde est? el villano?", "Los frutos del golpe" ?que en general contrastaban con los muy serios y acad?micos de la mayor?a de los art?culos? e incluyendo unos reportajes del pasado, como los de Mario Gill.

Un vistazo a los 99 n?meros de Historia Mexicana nos

dice tambi?n bastante de los cambios habidos en el campo

de la historia en M?xico. Para bien o para mal, la revista

refleja la profesionalizaci?n de la historia en el pa?s; los pri meros n?meros estaban llenos de art?culos de toda clase de plumas: escritores, fil?sofos, periodistas, antrop?logos e his

toriadores aficionados. Esto le daba una mayor agilidad y variedad a la revista, que incluso ten?a un mayor n?mero de art?culos. En los primeros vol?menes se inclu?an ocho o nueve por n?mero, en los intermedios siete, y, a partir del xx, de cinco a seis. Los art?culos de los primeros n?meros estaban en general tan bien escritos, que no deja de surgir la duda si no se debe esto a la espl?ndida correcci?n de estilo hecha por Alatorre. Sin duda el grupo de historiadores de principios de los cincuentas era reducido. La expansi?n del Colegio de Histo ria en Filosof?a y Letras durante la d?cada de 1950, la aper tura de la carrera de historia en la Iberoamericana en 1958, la reapertura de cursos en el Centro de Estudios Hist?ricos de El Colegio en 1962 y, m?s recientemente, la reorganiza ci?n del Departamento de Investigaciones Hist?ricas del Ins

tituto Nacional de Antropolog?a e Historia, han formado un gran n?mero de j?venes historiadores. Estos profesiona les de la historia han tenido la suerte de encontrarse en un medio que ya les permite una vida de investigaci?n, sin tener que vivir a salto de mata, dando clasecitas, ocupando pues tos burocr?ticos y hasta trabajando como vendedores, que

es lo que tuvieron que hacer quienes osaban elegir esta

carrera all? por los cuarentas y principios de los cincuentas.

Becas para estudiar e investigar en el exterior y tiempos This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


"historia mexicana" en el banquillo 647 completos en diversas instituciones se reflejan en la sofistica ci?n con que se enfrentan algunos temas, el grado en que los art?culos est?n a tono con las modas internacionales, y

el n?mero de citas que los acompa?an. Por cierto que Historia Mexicana no s?lo refleja los cam bios en la historiograf?a mexicana; tambi?n acusa un cre ciente inter?s mexicanista en el exterior, simbolizado por el

n?mero incre?ble de art?culos voluntarios que llegan a la redacci?n de la revista. Desde un principio hubo colabora ciones de historiadores extranjeros, aunque en los primeros

vol?menes su procedencia era variada y poco a poco han

predominado los norteamericanos. En los primeros diez vol? menes hubo un promedio de seis art?culos de extranjeros por volumen, de un total de 27 a 33 art?culos; en la siguiente d?cada el promedio subi? a ocho, de un total de 27 a 30; en los ?ltimos cinco, despu?s de elevarse a 12 en los primeros

tres vol?menes, ha bajado a un promedio de siete en un total de 21 a 24 art?culos.1

l Aqu? se aprecia la cuant?a de las colaboraciones extranjeras de

la revista: Volumen

I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII

XIII

Total de art?culos

33 33 33 32 34

27

27

24 28

33 31 32 28

N?mero de autores

extranjeros *

Volumen

XIV

XV XVI XVII XVIII

XIX

XX XXI XXII

XXIII XXIV XXV

Total de art?culos

32 27 30 28 27 28 20

N?mero de autores

extranjeros

9

2 7

6 13

9

13

24 23 21

11

23

6

21

13 14

7

* No se consider? como extranjeros a los que, aun si?ndolo jan en instituciones mexicanas.

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JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ

Desde su fundaci?n la revista quiso prestar un servicio a los estudiosos de la historia, informando sobre el acervo de diversos archivos, bibliotecas y otras instituciones similares

en el pa?s. Tales las rese?as hechas en "El Centro de Docu mentaci?n del Museo Nacional de Historia" (iv:2), "Suma ria relaci?n de las bibliotecas de Michoac?n" (m:l), "La Nueva Espa?a y las Filipinas" (ni:3), "El archivo munici pal de Colima" (vm:2), "El archivo hist?rico de Mat?as Romero" (vm:2), "La revoluci?n en Relaciones" (x:3), "El archivo del ex-ayuntamiento de M?xico" (xn:4), "El ramo de Filipinas en el Archivo General de la Naci?n" (xiv:2), "?ndice y extractos del archivo notarial de Orizaba" (xvi:4),

"El archivo municipal de Zongolica, Ver." (xx:l), "Los ar chivos de Guadalajara" (xxv:l). Tambi?n se analizan archi

vos, bibliotecas, publicaciones y centros de ense?anza en la serie "La historia y sus instrumentos" en la cual se han ofre

cido art?culos que se refieren a Jalisco (i:l), Nuevo Le?n (i: 3), Michoac?n (ii: 1), Oaxaca (n:3), Durango (xi:2),Que

r?taro (xviii:2), Puebla (xix: 3) y Xalapa (xxiv:4). Tam

bi?n se han ofrecido rese?as sobre fuentes documentales para la historia de M?xico en archivos extranjeros: "Cat?logo del

archivo de don Lucas Alam?n que se conserva en la Uni

versidad de Texas, Austin" (iv:2 y 3), 'El Archivo de B?xar"

(v:3), "Lecturas mexicanas en la Biblioteca Nacional de

Par?s" (viii:3), "Un gran archivo hist?rico mexicano en Pa r?s" (vm:l), "Manuscritos mexicanos en la biblioteca de la

Universidad de Yale" (ix:3), "Documentos mexicanos en Austria" (x:3), "Miscel?nea sobre la independencia" (ma

nuscritos en la Biblioteca del Congreso de Washington, xi:l),

"La alianza tripartita en el Public Record Office de Lon dres" (xi:4), "Intervenci?n francesa y segundo imperio" (en el Public Record Office, xin:2), "Fuentes desconocidas

de la historia mexicano-jud?a" (xiv:4), "Fuentes de la his toria de M?xico en archivos norteamericanos" (xvin:3), "M? xico en los archivos diplom?ticos y consulares de Francia" (xix: 2), "Documentos mexicanos en archivos de la Rep?bli ca Democr?tica Alemana" (xix: 3), "Las haciendas jesuitas

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"historia mexicana" en el banquillo 649 en M?xico ? ?ndice de documentos existentes en el Archivo

Nacional de Chile" (xx:4 y xxi:l). El fundador trat? de inyectar a la revista el gusto por la cr?tica y la capacidad para recibirla con buen esp?ritu. Las rese?as fueron uno de los fuertes de la revista en la primera ?poca, d?ndoseles el car?cter de verdaderos art?culos, como

en realidad lo eran tanto por su extensi?n como por la

discusi?n que hac?an de puntos claves del tema de los libros. Cos?o Villegas, con sus m?ltiples conocidos en diversos medios, pudo lograr que libros importantes fueran rese?a dos a pesar de que los autores no pertenec?an a los grupos establecidos. Parece ser que ?l enviaba a los rese?adores, elegi dos por sus conocimientos del tema, copias de las pruebas de imprenta, de manera que cuando el tomo aparec?a ya hab?a una gran cantidad de rese?as listas para publicaci?n. Enton

ces se eleg?an las m?s acad?micas para la revista, y las

otras se enviaban a otras revistas y peri?dicos. Veamos un ejemplo para ver c?mo funcionaba el mecanismo. Cuando

apareci? el segundo volumen de la Historia moderna, a cargo de Luis Gonz?lez, tuvo como primera rese?a la de Mois?s Gonz?lez Navarro, "Cr?tica de una historia social". Gonz?lez Navarro encontraba excesivo el optimismo sobre la pol?tica liberal y acusaba una serie de lagunas, que en t?r

minos generales justificaba por "la complejidad te?rica de organizar un esquema y... por la dificultad de recopilar la informaci?n". En el mismo n?mero, dos de los autores del tomo contestaban las cr?ticas: Luis Gonz?lez y Guadalupe Monroy. Gonz?lez empezaba por resumir la lista de omi siones y defectos: "dejo fuera del recinto de mi trabajo a la iglesia cat?lica y a las clases medias y altas. Caigo en grandes defectos cuando s?lo esbozo temas relativos a la criminalidad,

la colonizaci?n y los terrenos bald?os. Me excedo al estu diar la vida de apaches y comanches, tribus a quienes nues tras leyes ten?an por extranjeros y malgasto la quinta parte

de mi libro en las minor?as ind?genas. En fin, peco por

inexactitud al atribuir una pol?tica agraria al estado mayor de la rep?blica restaurada. . . Los temas omitidos no son los

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JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ

arriba indicados, sino otros muchos. Aunque voluminoso, este libro no aspira a ser una compilaci?n o repertorio de

todos los temas sociales; aspira a una visi?n unificadora de la sociedad de la rep?blica restaurada, enlazada con los

panoramas pol?tico y econ?mico de los dos vol?menes ya pu

blicados. Algo de lo que parece faltar aqu?, hay que irlo a buscar all?". No pareci? bastar con una cr?tica y dos respuestas sino

que se a?adi? una "R?plica" de Gonz?lez Navarro, y dos

rese?as m?s. En la primera, Gonz?lez Navarro matizaba sus afirmaciones y terminaba reiterando sus elogios a la obra, pidiendo que no se le atribuyeran "tesis y palabras" que no hab?a pronunciado. Las otras dos rese?as parecen producto de la consideraci?n de que los polemistas eran todos de casa,

por lo que para honrar la objetividad se inclu?an rese?as

neutrales, una mexicana de Bravo Ugarte y otra norteame ricana de Frank A. Knapp. Tal eficiencia en conseguir rese?adores serios contrasta con cierta apat?a posterior, que permiti? que libros publica dos por el propio Centro quedaran sin la m?s breve men ci?n, ya ni se diga largas rese?as como las del ejemplo arriba citado, que ocuparon treinta p?ginas impresas. Parte del desinter?s por la cr?tica se debi? al pesimismo

con que el segundo consejo de redacci?n ve?a una cr?tica tan intensiva de libros aislados. Sus miembros pensaron que

ser?a de mayor utilidad lograr que se hicieran balances

anuales de libros publicados, en donde se pudiera dar a co nocer lo aparecido en diversas lenguas. S?lo unos cuantos balances llegaron a elaborarse: "Histo riograf?a mexicanista ? Alemania, 1959" (x:l), "Aportaci?n norteamericana a la historiograf?a de la revoluci?n mexica

na" (x:2), "Historiograf?a mexicanista ? Estados Unidos,

1959-1960, i. Nueva Espa?a" (xi:2), "Bibliograf?a mexicanis ta ? Estados Unidos, 1959-1960, n. M?xico independiente" (xi:2), "Historiograf?a mexicanista ? Francia, 1959-1960" (xi:l), "Historiograf?a mexicanista ? Francia, 1961-1963"

(xiv:3).

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"historia mexicana" en el banquillo 651 Esta idea de una rese?a m?ltiple era excelente, pero sin duda no pudo sostenerse y se siguieron publicando rese?as particulares, que se incrementaron en los vol?menes xxi a xxiii. Aparecieron dos tipos de rese?as, unas largas y otras bastante cortas. Tal vez porque resultaba tan dif?cil rese?ar los libros que aparec?an sobre historia de M?xico, pero al mismo tiempo frente a la necesidad de darlos a conocer, desde el volumen v se incluy? cada tercer n?mero la secci?n de "Bibliograf?a hist?rica mexicana", que durante dos n? meros estuvo a cargo de Xavier Tavera y, a partir del volu

men vi, de Susana Uribe. La ?til secci?n lleg? a publicar < 12 450 fichas y creci? tanto que, despu?s de aparecer por ?ltima vez en el volumen xvi:l, se convirti? en una publica ci?n peri?dica aparte, que aparece anualmente. Pero como Luis Gonz?lez, uno de los m?s constantes co laboradores de la revista, continuaba interesado en la idea de hacer un balance de lo producido, al presentarse la oca si?n de conmemorar los veinticinco a?os de la fundaci?n de El Colegio, sugiri? un n?mero de aniversario con una serie de art?culos que revisaran la producci?n historiogr?fica mexi cana publicada durante ese periodo. Cada art?culo consisti? de una introducci?n que revisaba el panorama general, la apreciaci?n cr?tica del tema estudiado, y una bibliograf?a comentada. Se ocupaban de los siguientes temas: historia de las ideas, de la historia, de las artes pl?sticas, de la cien cia, de la educaci?n; historia econ?mica y social, religiosa, pol?tica; ?poca colonial, pol?tica; siglo xix, pol?tica; la revo luci?n mexicana; historia de la literatura; historia diplom? tica, prehisp?nica, de la independencia, de la intervenci?n francesa; las s?ntesis de historia de M?xico; historia de Am?

rica y Filipinas, de Espa?a; historia universal y ciencias

auxiliares de la historia. El resultado form? los n?meros 58 59 y 60, correspondientes al volumen xv:2-3 y 4, tambi?n publicados aparte como un libro, al que se titul? Veinticinco a?os de investigaci?n hist?rica en M?xico.

Una de las finalidades que en realidad nunca lleg? a

cumplirse fue la de dar foro a las inquietudes filos?ficas que

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JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ

agitaban los ?nimos de los historiadores. El ?nico art?culo

de ese tipo que se lleg? a publicar fue el de Jos? Gaos, "Notas sobre historiograf?a" (ix:4). Algunos otros que se acercaban al tema analizaban ml?s bien la producci?n hist? rica mexicana o la tarea del historiador en M?xico. La ma

yor?a de art?culos de an?lisis historiogr?fico eran una mera bibliograf?a comentada o emprend?an el estudio de un s?lo historiador o cronista. La mayor?a de ?stos se ocupaban de historiadores coloniales, en especial del xvi; s?lo diez se ocu paron de historiadores del xix o xx. S?lo unos cuantos art?culos se refirieron a la historia de

M?xico en general, ya que la mayor?a estudiaba un periodo espec?fico. Tratamos de clasificarlos de acuerdo con los perio dos tradicionales (prehisp?nica, colonial y nacional) a pesar de las dificultades que en m?ltiples casos presenta esta r? gida periodizaci?n, ya que muchas veces los art?culos se ocu pan de periodos que se superponen. Transcribimos nuestros c?lculos porque resultan algo inesperados. Encontramos s?lo 26 art?culos de lo que considerar?amos estrictamente historia prehisp?nica, puesto que otros como "El C?dice Ram?rez" o "El Libro xn de Sahag?n" los consideramos entre los. estu dios historiogr?ficos. En cambio pudimos contar 209 de his toria colonial y 338 de historia nacional, descontando tam bi?n art?culos similares a los mencionados, por ejemplo "La

Historia de Duran" o "Icazbalceta y su obra". Entre los dedicados a la colonia, 60 art?culos son de historia colonial en general, 61 sobre el xvi, 22 sobre el xvn y 66 sobre el

xvm (hasta 1821). Al clasificar los art?culos de la ?poca

nacional, que son los m?s numerosos, nos sorprendi? encon trar que 221 se refieren al siglo xix y 117 al xx. De esa ma

nera, el siglo que muchos consideramos menos estudiado

parece tener un gran atractivo. Vale la pena subrayar que la etapa de 1821 a 1857 merece un menor n?mero de art?culos

que las siguientes. Tambi?n nos empe?amos en catalogar los art?culos seg?n el tipo de estudio hist?rico que encierra. Por supuesto nues

tro an?lisis no es exacto, puesto que casi siempre la historia narrativa fue incluida en la pol?tica, y no siempre era clara This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


4'historia mexicana" en el banquillo 653 esa clasificaci?n; de cualquier forma sirve para dar una idea general. En los art?culos de historia colonial encontramos que predomina la historia cultural con un 36.5% del total, seguida de la historia social, 24.7%, l? econ?mica, 21.8%, y finalmente la pol?tica con s?lo 17%. En cambio en los art?cu los del siglo xix hay un predominio de la historia pol?tica

que alcanza el 53.6%, seguida de la cultural, 19.6%, la so cial, 15.3%, y s?lo 11.5% de historia econ?mica. Algo seme

jante sucede con los art?culos del siglo xx: El 63% se re

fiere a temas pol?ticos, 19.6% a culturales, 12% a historia social y s?lo 5.4% a historia econ?mica.

A veinticinco anos de su fundaci?n, Historia Mexicana ha recorrido un largo proceso de cambios y de profesionaliza ci?n. Sin duda se ha alejado del p?blico lego, que deb?a de haber tratado de mantener, al perder agilidad con el incre mento de su academicismo. A cambio, se ha convertido en un ?til instrumento pedag?gico. Esta utilidad se muestra en el uso que los profesores de historia en escuelas superiores hacemos de sus p?ginas, pero tambi?n porque muchos histo riadores aficionados o semiprofesionales se han enterado a trav?s de ella de nuevos m?todos, nuevos enfoques, nuevas perspectivas de la historia. Hay art?culos que han servido de "modelo" para muchos colegas o simplemente para hacerles

repensar viejos temas. A riesgo de ser harto injustos con

muchos, mencionaremos algunos art?culos recientes que con

sideramos renovadores: "El ne?stilo ? La ?ltima carta del barroco mexicano", de J. A. Manrique (xx:3), "Microhisto ria para multim?xico", de L. Gonz?lez (xxi:2), "Grupos ?tni cos, clases y estructura ocupacional en Guanajuato ? 1792", d? D. A. Brading (xxi:3), "Cambios en los patrones de ur banizaci?n en M?xico ? 1810-1910", de A. Moreno (xxn:2), "La conquista educativa de los hijos de As?s", de J. M. Kobayashi (xxn:4), "Las escuelas 1 ancasterianas en la ciudad de M?xico - 1822-1842", de D. Tanck (xxn:4), "Peones, arrendatarios y aparceros en M?xico ? 1851-1853", de J. Ba zant (xxin:2), "La Comisi?n Geogr?fico-Exploradora", de B. This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ

Garc?a (xxiv:4) y "Un airado ment?s a Clavijero", de E.

Trabulse (xxv:2).

Aunque no quisi?ramos ser simples apologistas, sentimos que hay muchas razones para estar satisfechos, aunque las tareas por cumplir sean m?ltiples. ?stas se lograr?n en la

medida en que Historia Mexicana pueda contar, cada vez en mayor grado, con la colaboraci?n de personas e institu ciones dedicadas a la historia.

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DOCUMENTOS DE EL COLEGIO ACTA CONSTITUTIVA DE EL COLEGIO DE M?XICO Volumen seiscientos treinta y nueve. N?mero treinta y cinco mil quinientos sesenta y dos.

En la ciudad de M?xico, a ocho de octubre de mil novecientos cuarenta, ante m?, el licenciado Jos? Arellano Junior, adscripto

a la notar?a n?mero cincuenta y siete, de la que es titular el licenciado Felipe Arellano, los se?ores licenciado Eduardo Su?rez, secretario de Hacienda y Cr?dito P?blico, en representaci?n del

gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos; licenciado Alfonso Reyes, presidente de la Casa de Espa?a en M?xico, en representaci?n de la misma; doctor Gustavo Baz, rector de la

Universidad Nacional Aut?noma de M?xico, en representaci?n de la misma; licenciado Daniel Cos?o Villegas, director del Fondo de Cultura Econ?mica, en representaci?n de este ?ltimo, como

delegado fiduciario del "Banco Nacional Hipotecario"; y don

Eduardo Villase?or, director general del "Banco de M?xico, S. A.", en representaci?n de esta instituci?n, declaran y otorgan:

Que de acuerdo con lo que establecen los art?culos dos mil

seiscientos setenta, dos mil seiscientos setenta y tres y dem?s rela tivos del c?digo civil vigente en el Distirto Federal, y como socios fundadores, dejan constituida la asociaci?n civil "Colegio de M?xi co", en los t?rminos de las bases constitutivas y estatutos que la regir?n y que a la letra dicen:

Cap?tulo I Del Colegio, de sus fines y de las pesonas que lo integran: Art?culo 1? El "Colegio de M?xico" se constituye de acuerdo con el art?culo dos mil seiscientos setenta del c?digo civil para el

distrito y territorios federales, con objeto de realizar los siguientes

prop?sitos: a) patrocinar trabajos de investigaci?n de profesores y estudiantes mexicanos; b) becar, en instituciones o centros universi

tarios o cient?ficos, en bibliotecas o archivos extranjeros, a profe

sores y estudiantes mexicanos; c) contratar profesores, investigado

res o t?cnicos extranjeros que presten sus servicios en el "Colegio de M?xico" o en instituciones educativas u organismos guberna

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656

documentos de el colegio

mentales; d) editar libros o revistas en las que se trabajos de los profesores, investigadores o t?cnic

refieren los incisos anteriores; e) colaborar con las in nacionales y extranjeras de educaci?n y cultura para l

de fines comunes. Art?culo 2? El Colegio tendr? su domicilio en la M?xico, sin perjuicio de que pueda establecer deleg cualesquiera otras ciudades de la rep?blica mexica tranjero. Art?culo 3? La duraci?n del Colegio ser? de treinta a?os pro rrogables, que se consideran a partir de la inscripci?n de estos

estatutos en el registro civil.*

Art?culo 4? El Colegio tendr? dos categor?as de asociados:

fundadores y contribuyentes. Los primeros se obligan al pago de la aportaci?n que cada uno de ellos suscribe conforme al art?culo siguiente, sin perjuicio de que puedan hacer aportaciones poste riores; los segundos deber?n cubrir las cuotas peri?dicas que la asamblea determine. Un reglamento especial de la asamblea fijar? los derechos de los socios contribuyentes. Los socios fundadores no podr?n ser excluidos de la asociaci?n. En cuanto a los contri buyentes, s?lo ser?n causas de exclusi?n: I. La falta de pago de las

cuotas que acuerde la asamblea general; II. El quedar sujetos a

proceso o en general realizar actos indecorosos o incompatibles con los fines de la instituci?n; III. La no asistencia injustificada a dos asambleas consecutivas.

Art?culo 5? Tienen el car?cter de socios fundadores: I. El gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos. Su primera aportaci?n para mil novecientos cuarenta y uno ser? la que fije el respectivo presupuesto. La Secretar?a de Hacienda har? gestio nes para procurar que no sea inferior a la cantidad de $ 350 000.00 (trescientos cincuenta mil pesos), sea que ella se consigne en los

presupuestos a nombre de la Casa de Espa?a en M?xico o del

Colegio de M?xico. Las dem?s aportaciones anuales ser?n las que los presupuestos consignen y que procurar? no sean inferiores a la primera. II. La Casa de Espa?a en M?xico, que aporta todo su patrimonio y desaparece al fundirse con el "Colegio de M?xico".

III. La Universidad Nacional Aut?noma de M?xico. Su aporta

ci?n ser? de $ 35 000.00 (treinta y cinco mil pesos). IV. El Banco Nacional Hipotecario, como fiduciario del Fondo de Cultura Eco n?mica. Su aportaci?n ser? de $ 5 000.00 (cinco mil pesos). V. El

Banco de M?xico, Sociedad An?nima, cuya primera aportaci?n ser? la que vote su consejo de administraci?n. VI. Las institucio * Ha sido prorrogada por tiempo indefinido.

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DOCUMENTOS DE EL COLEGIO

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n?s o personas que con ese car?cter sean admitidas dentro de los seis meses siguientes a la constituci?n del "Colegio de M?xico".

Art?culo 6? El Colegio podr? recibir legados o donaciones,

puras y simples o condicionales, siempre que, en este ?ltimo caso, la condici?n sea compatible con los fines a que se refiere el ar t?culo primero. Art?culo 7? En caso de disoluci?n, los bienes del "Colegio de M?xico" incrementar?n el fideicomiso del Fondo de Cultura Eco

n?mica.

Cap?tulo II Del gobierno del Colegio.

Art?culo 8? El gobierno del Colegio estar? a cargo de una

junta de gobierno compuesta por seis miembros, que durar?n en su encargo cinco a?os y que podr?n ser reelectos. Los miembros de esta junta ser?n nombrados por la asamblea, y no podr?n ser

removidos sino por ella, cuando exista causa grave y siempre

que voten la remoci?n las cuatro quintas partes de los asociados contribuyentes y la mayor?a de los fundadores. Art?culo 9? Las vacantes, temporales o definitivas, que ocu rran durante la gesti?n de una junta de gobierno, ser?n cubiertas por designaci?n de los otros miembros de dicha junta, a mayor?a

de votos. Igualmente ser? la junta quien resuelva sobre las re

nuncias o solicitudes de licencia de sus miembros.

Art?culo 10? Corresponder? a la junta de gobierno: I. Rea

lizar todos los actos que demande el cumplimiento de los fines del Colegio y que no est?n reservados expresamente a la asamblea. II. Designar un presidente y un secretario. El presidente llevar? la firma de la asociaci?n y tendr?, frente a los terceros, el car?cter

de representante jur?dico del Colegio. El secretario ayudar? en sus labores al presidente. III. Delegar en su presidente las facultades de administraci?n que estime convenientes para el mejor servicio del Colegio, sin perjuicio de recuperar su ejercicio cada vez que as? lo juzgue oportuno o cuando el presidente solicite la decisi?n de la junta. IV. Recibir las solicitudes de las personas que deseen ingresar como socios contribuyentes, para someterlas a la asamblea general m?s pr?xima. V. Establecer delegaciones de conformidad con el art?culo segundo. VI. Designar el personal administrativo.

VIL Recibir, de conformidad con el art?culo sexto, legados y donaciones. VIII. Formular el presupuesto que ser? sometido a la

aprobaci?n de la asamblea. Las erogaciones que deban hacerse

durante el lapso que transcurra entre el principio del ejercicio y

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documentos de el colegio

la asamblea, se sujetar?n a las autorizaciones iniciales del puesto anterior.

Art?culo 11? La auditor?a de la contabilidad estar? de un contador p?blico titulado que ser? designado por co de M?xico, Sociedad An?nima. Cualquiera de los aso

podr? en todo momento recabar de la junta de gobierno in acerca de las erogaciones que se hagan y solicitar los docu justificativos de las mismas.

Cap?tulo III De las asambleas.

Art?culo 12? La asamblea tendr? las facultades que s

c?digo civil y estos estatutos. Art?culo 13? Las asambleas ser?n ordinarias y extraordi Las primeras se efectuar?n una vez al a?o, en el mes de e las segundas cuando sean convocadas por la junta de gobie

oficio o a solicitud de cualquiera de los asociados fund

del cinco por ciento, por lo menos de los contribuyentes.

citantes acompa?ar?n su instancia con un proyecto de orden d

Art?culo 14? Las asambleas se efectuar?n en el domi la asociaci?n y en todo caso deber?n convocarse con quin de anticipaci?n por lo menos. Los citatorios se enviar?n po certificado en tiempo oportuno para que entre su recepc

los asociados y la fecha se?alada medie el lazo que ma

art?culo.

Art?culo 15? Salvo el caso previsto en el art?culo octavo, las

asambleas se llevar?n a cabo cualquiera que sea el n?mero de

asociados que concurra. art?culo 16? La asamblea ordinaria se ocupar? de revisar y,

en su caso, aprobar el balance del ejercicio anterior, teniendo

siempre a la vista el informe del auditor. Cuando dicho balance arroje utilidad, ?sta se destinar? a incrementar el patrimonio del Colegio. Igualmente revisar? y aprobar? el presupuesto de gastos y conocer? de los dem?s asuntos consignados expresamente en la

orden del d?a. Art?culo 17? Cuando del examen del balance y documentos

relativos o por el resultado de alguna auditor?a aparezca que hay lugar a exigir responsabilidades a la junta de gobierno, la asamblea designar? a la persona que deba intentar las acciones respectivas.

Presentada la demanda, o la denuncia o querella en su caso, la junta quedar? suspendida de pleno derecho en el ejercicio de su encargo hasta que el asunto se resuelva en definitiva por la auto

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DOCUMENTOS DE EL COLEGIO

659

ridad competente. La administraci?n quedar? entonces interina

mente a cargo de una sola persona designada por los asociados

fundadores, a mayor?a de votos, quien tendr? las facultades que corresponden a un mandatario general.

Transitorios Art?culo 1? La primera junta de gobierno estar? integrada

por las siguientes personas, quienes durar?n en su encargo hasta que se celebre la asamblea general ordinaria correspondiente a enero de mil novecientos cuarenta y seis: Presidente: se?or licen ciado don Alfonso Reyes. Secretario: se?or licenciado don Daniel Cos?o Villegas. Miembros: se?ores licenciado don Eduardo Villa se?or, doctor don Gustavo Baz, doctor don Enrique Arregu?n e ingeniero don Gonzalo Robles.

Art?culo 2? La asociaci?n asume las obligaciones contra?das hasta la fecha por la Casa de Espa?a en M?xico.

Los otorgantes no acreditan sus respectivas personalidades por que mutua y reciprocamente se las reconocen. Por sus generales declaran ser mexicanos y de este domicilio y vecindad; el se?or Su?rez, abogado, casado, de cuarenta y cinco a?os, vive en la casa n?mero setenta y cuatro de la calle de Ambe

res y tiene pagado el impuesto sobre la renta; el se?or Reyes, abogado, casado, de cincuenta y un a?os, con habitaci?n en la

casa ciento veintid?s de la avenida Industrial, colonia Hip?dromo Chapultepec y al corriente en el pago del referido impuesto; el se?or Baz, m?dico cirujano, casado, de cuarenta y seis a?os, vive en la casa n?mero ciento treinta y cinco de la calle de Londres y tiene pagado el aludido impuesto sobre la renta; el se?or Cos?o Villegas, abogado, casado, de cuarenta a?os, con habitaci?n en la casa n?mero sesenta y tres de la calle del Panuco y est? al corriente

en el pago del mencionado impuesto; y don Eduardo Villase?or, economista, casado, de cuarenta y cuatro a?os, con habitaci?n en la casa n?mero catorce de la calle cerrada de Frontera en Villa Alvaro Obreg?n y tambi?n est? al corriente en el pago del tantas veces citado impuesto sobre la renta. Hago constar: que de los comparecientes, expliqu? a quienes

corresponde el valor y consecuencias legales de esta arta; que

todos me son conocidos y tienen capacidad civil; que la misma acta les fue le?da y conforme con ella la firman el d?a diecis?is del mes de su fecha. Doy fe. Eduardo Su?rez. Alfonso Reyes. Cos?o Villegas. Gustavo Baz. E. Villase?or. Ante m?: Jos? Arellano jr.

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660 documentos de el colegio R?brica. Un sello: "Lie. Felipe Arellano. Notario N?m. 57. Ciudad de M?xico. Estados Unidos Mexicanos."

Autorizada en M?xico el d?a diecis?is del mes de su otorgamien to, sin cubrir impuesto por timbre, que no lo causa, conforme al art?culo doscientos veintiocho de la Ley General de Instituciones de Cr?dito. Doy fe. J. Arellano jr. R?brica. Un sello: "Lie. Felipe

Arellano. Notario N?m. 57. Ciudad de M?xico. Estados Unidos

Mexicanos."

Derechos devengados: seiscientos pesos. J. Arellano jr. R?brica.

DECRETO POR EL QUE SE RECONOCE COMO ESCUELA DE TIPO UNIVERSITARIO A EL COLEGIO DE M?XICO Al margen un sello con el Escudo Nacional, que dice: Estados Unidos Mexicanos, Presidencia de la Rep?blica. Adolfo L?pez Mateos, Presidente Constitucional de los Estados

Unidos Mexicanos, a sus habitantes, sabed:

Que, en uso de la facultad conferida en la fracci?n i del ar

t?culo 89 de la Constituci?n al Presidente de la Rep?blica, y de conformidad con lo dispuesto por los art?culos 2?, fracci?n iv, 26, segundo p?rrafo, 46, 91 y 92 de la Ley Org?nica de la Educaci?n

P?blica, aplicados en concordancia con lo establecido en el Re glamento para la Revalidaci?n de Grados y T?tulos Otorgados

por Escuelas Libres Universitarias, de fecha 22 de abril de mil novecientos cuarenta; y considerando:

Primero: Que El Colegio de M?xico, desde que fue fundado

en el a?o de 1939, ha cumplido satisfactoriamente los prop?sitos que le dieron origen, realizando y fomentando valiosas investiga ciones, formando investigadores, manteniendo publicaciones y lle vando a cabo una labor intelectual de alto nivel acad?mico. Segundo. Que el desenvolvimiento natural de esta instituci?n la ha situado en condiciones de poner al servicio de la docencia y de la formaci?n de profesionales y maestros, las experiencias y

el personal formados en las tareas de investigaci?n que le son propias.

Tercero. Que el mencionado Colegio ha obtenido ya del

Ejecutivo Federal el reconocimiento de validez oficial para los estudios que imparte en el Centro de Estudios Internacionales.

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DOCUMENTOS DE EL COLEGIO

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Cuarto. Que las necesidades de la educaci?n superior en el pa?s recomiendan el fomento de las instituciones de ense?anza superior y principalmente de aquellas que coadyuven a la forma ci?n de personal docente; he tenido a bien expedir el siguiente decreto:

Art?culo 1? Se reconoce como escuela de tipo universitario a El Colegio de M?xico, a los fines y para los efectos de lo orde nado en el Reglamento para la Revalidaci?n de Grados y T?tulos Otorgados por Escuelas Libres Universitarias, de fecha veintid?s de abril de mil novecientos cuarenta. Art?culo 2? La Secretar?a de Educaci?n P?blica reconocer? validez oficial a los estudios hechos en El Colegio de M?xico, as? como a los grados acad?micos otorgados por ?ste, y registrar? los

t?tulos que el mismo expida, en caso de que las carreras que

imparta est?n incluidas en la Ley Reglamentaria de los art?culos 4?

y 5? constitucionales.

Art?culo 3? El Colegio de M?xico, como escuela libre uni

versitaria reconocida por el gobierno federal, gozar? de la auto

nom?a que establecen y definen los art?culos 4?, 5? y 69 del

reglamento citado de fecha veintid?s de abril de mil novecientos cuarenta. En consecuencia, podr? impartir todos los conocimientos que desee, siempre que ?stos re?nan las caracter?sticas enumera das en el art?culo 29 de dicho Reglamento; elaborar? libremente sus planes de estudios, programas y m?todos de ense?anza, pero no podr? ponerlos en vigor sin la previa autorizaci?n de la Secre

tar?a de Educaci?n P?blica. Adem?s, tendr? completa libertad

respecto de todas las cuestiones administrativas concernientes al plantel, sin m?s limitaciones que las establecidas por las leyes.

Art?culo 4? El Colegio de M?xico podr? abrir cursos com

plementarios o superiores, de las carreras que ofrece y sostiene en la fecha de este decreto, as? como establecer otras carreras, afines o diferentes de aqu?llas, previa la aprobaci?n de la Secretar?a de Educaci?n P?blica, tanto respecto de la carrera misma como de los planes de estudios, programas y m?todos de ense?anza correspon dientes, seg?n lo previsto en el art?culo anterior.

Art?culo 5? El Colegio de M?xico exigir? como requisito de

ingreso para cualquiera de las carreras que tenga establecidas o

en el futuro establezca, certificado de educaci?n primaria, de segunda ense?anza y de ense?anza preparatoria, expedidos por cualquier instituci?n que pertenezca al sistema educativo nacional.

Art?culo 6* El Colegio de M?xico, adem?s de lo que dispo

nen los art?culos 3? y 4? y para su cumplimiento, quedar? some This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:19 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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documentos de el colegio

tido a la inspecci?n y vigilancia de la Direcci?n Ge Ense?anza Superior e Investigaci?n Cient?fica de la S de Educaci?n P?blica, en los t?rminos de los art?culos 9?

reglamento de fecha veintid?s de abril de mil novecientos c

Art?culo 7? El Colegio de M?xico tendr? persona

r?dica para todos los efectos legales.

Art?culo 8? Los profesores de El Colegio de M?xico tener la formaci?n acad?mica, profesional o docente ne para impartir ense?anza en un plantel de educaci?n sup

Art?culo 9? El Colegio de M?xico rendir? anualme Secretar?a de Educaci?n P?blica, por conducto de la General de Ense?anza Superior e Investigaci?n Cient

informe de las labores del a?o lectivo que acaba de term

expresi?n de los cambios habidos en su organizaci?n

r?gimen interior.

Art?culo 10? El reconocimiento de validez oficial de l

dios hechos en El Colegio de M?xico, que es materi

decreto, abarca y comprende tanto los parciales de dete asignaturas como los de toda una carrera, o los complem o superiores, parciales o totales.

Transitorios

Primero. Queda en vigor el decreto de fecha veint enero de mil novecientos sesenta y uno por el que s Centro de Estudios Internacionales en todo aquello q

oponga al presente decreto. Segundo. Este decreto entrar? en vigor el d?a de su p

ci?n en el Diario Oficial. Dado en la residencia del Poder Ejecutivo Federal, e dad de M?xico, Distrito Federal, a los siete d?as del

noviembre de mil novecientos sesenta y dos. Adolfo L?pe R?brica. El Secretario de Educaci?n P?blica, Jaime Torre

R?brica.

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EXAMEN DE LIBROS EL IMPULSO LIBERAL - DANIEL COS?O VILLEGAS Y LA HISTORIA MODERNA DE M?XICO * Charles A. Hale University of Iowa

Ha llegado a su fin una de las empresas historiogr?ficas notables de nuestro tiempo.1 Es sobresaliente, entre otras razones, por la incre?ble dedicaci?n, la voluntad y la maestr?a de Daniel Cos?o Villegas, su director y autor principal. La Historia moderna de M?xico es una obra monumental. Sus nueve gruesos vol?menes y sus 9017 p?ginas nos muestran, con la fidelidad de un documento, un periodo extenso e importante de la historia de M?xico, com prendido entre los a?os 1867 y 1910. Como suele ocurrir en tales * Esta rese?a apareci? originalmente en Hispanic American Histori cal Review, liv:3 (ago. 1974) . El consejo de redaci?n de Historia Mexi cana acord? y solicit? reproducirla en atenci?n a su inter?js y como

homenaje a su fundador. i Daniel Cos?o Villegas, director: Historia moderna de M?xico, M?xico, 1955-1972, nueve vol?menes en diez tomos: i. Daniel Cos?o Ville gas: La rep?blica restaurada ? La vida pol?tica, M?xico, 1955; u. Fran cisco R. Calder?n: La rep?blica restaurada ? La vida econ?mica, M?xi

co, 1955; hl Luis Gonz?lez y Gon?z?lez, Emma Cos?o Villegas y Gua dalupe Monroy: La rep?blica restaurada ? La vida social, M?xico, 1957; rv. Mois?s Gonz?lez Navarro: El porfiriato ? La vida social,

M?xico, 1957; v. Daniel Cos?o Villegas: El porfiriato ? La vida pol?tica

exterior, primera parte, M?xico, 1960; vi. Daniel Cos?o Villegas: El

porfiriato ? La vida pol?tica exterior, segunda parte, M?xico, 1963; vu.

Luis Nicolau d'Olwer, Francisco R. Calder?n, Guadalupe Nava Oteo, Fernando Rosen?zweig, Luis Coss?o Silva, Gloria Peralta Zamora y Ermilo Coello Salazar: El porfiriato ? La vida econ?mica, primera y

segunda partes, M?xico, 1965; viu. Daniel Cos?o Villegas: El porfiriato ? La vida pol?tica interior, primera parte, M?xico, 1970; ix. Daniel Cos?o

Villegas: El porfiriato ? La vida pol?tica interior, segunda parte, M?xico, 1972. En lo sucesivo se citar? HMM, y a continuaci?n el volumen y las p?ginas. 663

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EXAMEN DE LIBROS

empresas, el trabajo result? ser mucho m?s ambicioso y prolon

gado de lo que se esperaba. Los que habr?an de ser seis vol?

menes semestrales durante tres a?os, se convirtieron en diez tomos que aparecieron a lo largo de 17 a?os. Por lo general, los autores se ci?eron al plan general de organizaci?n que part?a de un corte en el a?o de 1876 y un tratamiento por separado de la historia pol?tica, econ?mica y social antes y despu?s de esa ' fecha. A los seis vol?menes originales se a?adieron dos consagrados a las rela ciones exteriores de M?xico, otro m?s dedicado a la econom?a del periodo 1876-1910 y un cuarto consagrado a la pol?tica de ese mismo

periodo.

La Historia moderna es producto de un seminario dirigido por Cos?o Villegas en el que colaboraron buen n?mero de investigado res y lectores, trece de los cuales, a trav?s de un proceso competitivo, se convirtieron en autores de vol?menes o secciones de los mismos.

El Seminario de Historia Moderna inici? sus labores en 1950, cinco a?os antes de que aparecieran los primeros frutos de su trabajo. El ahora famoso seminario ha sido descrito, con todo pormenor, por el propio Cos?o y por observadores de fuera como organismo de inves

tigaci?n, escuela de formaci?n y foro para el examen cr?tico de la composici?n de la obra en progreso.2 Los cr?ticos han elogiado este excepcional esfuerzo colectivo y tambi?n el tono medido y objetivo de toda la obra, basada en una prodigiosa documentaci?n impresa y en el uso considerable de manuscritos en algunos de los vol?menes. Prefiero no hacerme simple eco del aplauso generalizado que se le ha concedido a la empresa, aunque est? de acuerdo con gran parte del mismo. Tampoco pretendo resumir en detalle el contenido de los diversos vol?menes. M?s bien me gustar?a hablar de la g?nesis de la Historia moderna, examinar las hip?tesis de Cos?o Villegas y su influencia en el plan y en la ejecuci?n de la Historia y, por ?ltimo,

indicar algunas razones en las cuales fundar una estimaci?n de la obra en su conjunto. ?Por qu?, cu?ndo y en qu? circunstancias emprendi? Daniel Cos?o Villegas la redacci?n de una historia en varios vol?menes de los 43 a?os que precedieron a la revoluci?n de 1910? La respuesta completa a tal pregunta queda reservada para el bi?grafo de Cos?o, pero inclusive una respuesta parcial, en forma de hip?tesis, nos ayu 2 H MM, i, pp. 24-27; rx, pp. xvii-xviii. Vid. especialmente Stanley

R. Ross: "Cos?o Villegas', Historia moderna de M?xico", en Hispanic American Historical Review, xlvi:3 (1966) , pp. 274-282.

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EXAMEN DE LIBROS

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dar? a comprender y valorar mejor la obra. La g?nesis de la Historia

moderna data de la d?cada de 1940, periodo que presenci? no s?lo la famosa transici?n de la pol?tica p?blica desde el agrarismo hasta la industrializaci?n urbana, sino tambi?n una "toma de conciencia" intelectual de quienes se interesaban en la historia, la identidad cul tural y el destino de M?xico como naci?n. La emigraci?n espa?ola hab?a comenzado a ejercer su influencia en los c?rculos intelectuales

y acad?micos. Se estableci? El Colegio de M?xico, tuvo lugar un rejuvenecimiento de los estudios hist?ricos y filos?ficos en la Uni

versidad, Leopoldo Zea public? sus obras sobre el positivismo, Edmun

do O'Gorman se puso a indagar el significado de Am?rica y la

"crisis de la ciencia hist?rica". Estos acontecimientos fueron parte de un brillante despertar de la conciencia nacional en el M?xico contempor?neo.3 Fue en este contexto intelectual donde Daniel

Cos?o Villegas, en 1947, public? "La crisis de M?xico", con lo que inici? su carrera de ensayista pol?tico. Al a?o siguiente, el 1?

de julio seg?n se nos dice, inici? las investigaciones acerca de la historia "moderna" de M?xico.

A menudo se ha descrito en t?rminos institucionales y profe sionales la fundaci?n del Seminario de Historia Moderna, como el esfuerzo que hizo Cos?o por superar lo que a su juicio hab?a

llevado a una decadencia la historiograf?a mexicana y a un serio retroceso la preparaci?n de los historiadores y la preser vaci?n de los materiales, resultado todo ello de los a?os de desor den revolucionario (ni, xvi) .* Aunque sea indiscutiblemente cierto que estos motivos tuvieron importancia a medida que la empresa se fue llevando a cabo, sus comienzos no pueden comprenderse exclusivamente dentro de los l?mites de la profesi?n de historiador.

La Historia moderna fue m?s bien el esfuerzo realizado por una figura p?blica e intelectual reci?n llegada al campo de la historia en busca de orientaci?n en el pasado para una naci?n en crisis.4 3 John L. Phelan: "M?xico y lo mexicano", en Hispanic American

Historical Review, xxxvi:3 (1956), pp. 309-318; Charles A. Hale: "The history x>f ideas ? Substantive and methodological aspects of the thought

of Leopoldo Zea", en lournal of Latin American Studies, in (1971), pp. 59-70. * De este modo se citar? dentro del texto mismo la Historia mo derna de M?xico. La primera cifra, romana, corresponde al volumen, y la segunda, romana o ar?biga, a la paginaci?n. 4 Por lo menos dos de las obras anteriores de Cos?o tuvieron con

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EXAMEN DE LIBROS

Nacido en 1898, Daniel Cos?o Villegas ten?a 22 a?os cuando

la revoluci?n ingres? en lo que ?l llama fase segunda o "reformis ta". Brillante estudioso de filosof?a, sociolog?a, derecho y econom?a,

Cos?o desempe?? diversos cargos docentes en los primeros a?os de la d?cada de 1920, y mantuvo estrechas relaciones y colabor? con los principales intelectuales de M?xico, con hombres tan diversos como Manuel G?mez Mor?n, Vicente Lombardo Toledano, Alfon so Caso, Jos? Vasconcelos y Alfonso Reyes. Se ha expresado con orgullo de "mi generaci?n", aquellos intelectuales cuya juventud coincidi? con la "primavera" o los "buenos a?os" de la revoluci?n mexicana; y nos cuenta que ?l y sus amigos estaban deseosos de "hacer algo" por el M?xico nuevo.5 Fue este entusiasmo colectivo por el mejoramiento social lo que tanto atrajo hacia M?xico, en la d?cada de 1920, a extranjeros tan sensibles como Ernest Gruen ing, Frank Tannenbaum, Robert Redfield y John Dewey. Al regresar en 1928, despu?s de tres a?os de estudios en los Estados Unidos, Inglaterra y Francia, y con una maestr?a en eco nom?a de la Universidad de Cornell, Cos?o se lanz? a una multi fac?tica carrera de acad?mico, diplom?tico, economista y editor. En 1934 fund? la revista titulada El Trimestre Econ?mico y una gran casa editorial, el Fondo de Cultura Econ?mica. Como encar gado de negocios de la legaci?n mexicana en Portugal, inici? en 1937 el proyecto de invitar a M?xico a un grupo escogido de inte

lectuales espa?oles.6 Al a?o siguiente, fue co-fundador de La Casa de Espa?a en M?xico. Cos?o Villegas se vio absorbido por el vac?o intelectual, acad?mico e institucional creado por la revo luci?n, e hizo una carrera extraordinaria en las d?cadas de 1920 y

tenido hist?rico, aunque sus miras fueron claramente diferentes en lo que escribi? despu?s de 1947: La cuesti?n arancelaria en M?xico, M?xico, 1932; "La riqueza legendaria de M?xico", en Trimestre Econ?mico, vi (1940), pp. 58-83. 5 Vid. la introducci?n biogr?fica de Cos?o a sus dos tomos de ensa yos (Ensayos y notas, M?xico, 1966, i, pp. 17-22) . Tambi?n "The Mexi can revolution ? Then and now", en Change in Latin Am?rica ? The Mexican and Cuban revolutians, Lincoln, 1961, pp. 29, 33-34.

? Patricia W. Fagen: Exiles and citizens ? Spanish republicans in

Mexico, Austin, 1973, pp. 28-29. Hay dos listas: Enrique Krauze, "Datos personales", y Susana Uribe de Fern?ndez de C?rdoba, "Ensayo de cro

nobibliograf?a del licenciado Daniel Cos?o Villegas", en Extremos de M?xico ? Homenaje a don Daniel Cosi? Villegas, M?xico, El Colegio de M?xico, 1971, pp. 5-31.

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EXAMEN DE LIBROS

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1930, en el coraz?n mismo de la renovaci?n no pol?tica de la vida

mexicana.

Al parecer, Cos?o sinti? una aguda decepci?n por los nuevos rumbos que tom? el pa?s despu?s de 1940, a los que llama fase "desarrollista" de la revoluci?n. Esta decepci?n fue la base de su ensayo de 1947. "Las metas de la revoluci?n se han agotado", es cribi?, "hasta tal punto que el propio t?rmino de revoluci?n ha perdido su significado".7 En pocas palabras, para Cos?o estas metas

eran la democracia pol?tica, la justicia econ?mica y social y la

defensa de los intereses nacionales contra los extranjeros, metas que hab?an quedado deformadas, confundidas o hechas a un lado en la fiebre del desarrollo econ?mico. Advirti? que M?xico ten?a que volver a estos objetivos, porque si no la regeneraci?n vendr?a del exterior, desde los Estados Unidos, y "el pa?s perder? gran parte de su identidad nacional".8

Cos?o introdujo en este ensayo un tema que ha ocupado un

lugar medular en su pensamiento desde entonces y es ahora un lu gar com?n para quienes estudian a M?xico, a saber, que despu?s de 1940 el pa?s ha revertido a las prioridades y a muchas de las caracter?sticas del r?gimen de Porfirio D?az. Lo que m?s le doli? (y ha seguido afligi?ndolo) del neoporfiriato fue la incapacidad

en el liderato, el marchitamiento de las instituciones democr?ticas,

la difundid?sima corrupci?n y el servilismo en el gobierno. Hizo referencia especial a la "tesis inocente" de Francisco I. Madero,

en 1910, la "creencia en que la vida pol?tica, la libertad y la

democracia ten?an un valor m?s grande a?n que el progreso ma terial".9 Es patente que existi? una vinculaci?n ?ntima entre la preocupaci?n de Cos?o por el presente y su decisi?n de estudiar la ?poca de Porfirio D?az. Pero como ni D?az ni su r?gimen sur

7 Cos?o Villegas: "La crisis de M?xico", en Extremos de Am?rica, M? xico, 1949, p. 17. Publicado por primera vez en Cuadernos Americanos (32

[1947], pp. 29-51), el ensayo se reimprimi? tambi?n en Exc?lsior y

provoc? muchas pol?micas en la prensa. Vid. el legajo de recortes de peri?dicos corresponidente a Daniel Cos?o Villegas en la biblioteca de la Secretar?a de Hacienda y Cr?dito Publics*. Algunos de estos art?culos se encuentran tambi?n en Stanley R. Ross, comp.: ?Ha muerto la revolu ci?n mexicana?, M?xico, 1972. 8 Cos?o Villegas: "La crisis de M?xico'*, cit., p. 43. ? Ibid., p. 5. A?adi? que la segunda guerra mundial se hab?a librado

por una idea id?ntica a la de Madero.

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EXAMEN DE LIBROS

gieron de la noche a la ma?ana, plenamente maduros, en 1876, como parece indicar gran parte de la bibliograf?a apolog?tica, Cos?o ampli? su indagaci?n de manera que incluyese toda la era, desde la restauraci?n de la rep?blica en 1867, hasta la ruina del r?gimen de D?az en 1910.10

El objetivo de Cos?o no coincide con el de los estudios his

t?ricos m?s estrechamente definidos y anal?ticos de nuestro tiem

po. En los a?os de su plena madurez decidi? lanzarse decidida

mente al estudio de la historia, a manera de expediente para hacer comprender al p?blico lo que para ?l era una crisis nacional, al mismo tiempo que trat? de descubrir, por primera vez, la docu mentaci?n de un gran espacio de a?os. Su empresa nos recuerda la gran tradici?n de la historiograf?a del siglo xix, de los Macau lay, Guizot, Fustel de Coulanges, o de su compatriota Lucas Ala

m?n. El compromiso personal y la mira de servicio p?blico que se descubren tras su obra constituyen uno de sus rasgos notables.

Por m?s compleja que pueda ser la interpretaci?n que nos da Cos?o de la era de 1867 a 1910, el ingrediente fundamental de esta interpretaci?n es un apego al liberalismo cor?stitucional. El constitucionalismo de Cos?o se revela no s?lo en los vol?menes i, viii y ix (La vida pol?tica interior), sino tambi?n en sus nume rosos ensayos pol?ticos e hist?ricos, publicados desde 1947. La

Historia y los ensayos se refuerzan mutuamente y deber?an exami

narse juntos. El meollo del argumento de Cos?o es que la rep? blica restaurada, la era de los presidentes Benito Ju?rez (1867 1872), Sebasti?n Lerdo de Tejada (1872-1876), y el interino Jos? M? Iglesias (1876), fue un punto culminante de la historia pol? tica mexicana. Considera a esa d?cada como modelo pol?tico a causa de la calidad intelectual y moral de sus dirigentes, la inde pendencia de sus instituciones representativas (el congreso y los tribunales), y el vigor de su prensa libre.

La rep?blica restaurada es, para Cos?o, el comienzo de la

historia "moderna" de M?xico, pues constituy? el primer intento de gobernar constitucionalmente el pa?s. La constituci?n de 1857 se convirti? en una suerte de estandarte sagrado (i, 67) para los victoriosos jefes liberales de 1867. En un ensayo suyo consagrado

a la constituci?n, clave para entender su liberalismo, Cos?o se

io Hay una presentaci?n anterior de este razonamiento en Cos?o

Villegas: "El porfiriato ? Su historiograf?a o arte hist?rico", en Extre mos de Am?rica, M?xico, 1949, p. 125.

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convirti? en el campe?n de la carta constitucional y de los hom bres que la compusieron, en contra de sus detractores porfirianos, como Justo Sierra y Emilio Rabasa. El congreso constituyente de 1856, escribi?, es la ?nica p?gina de nuestra historia en la cual "M?xico da la impresi?n de un pa?s maduro, plenamente encla vado en la democracia y en el liberalismo de la Europa occiden tal moderna".11 La constituci?n de 1857 le dio a M?xico su pri mera traza de ?modernidad? (ni, xxvi-xxvii). No obstante la admiraci?n que siente por Sierra y por Rabasa, como intelectuales y como escritores, cree que su influencia ha

sido nociva. Son "los dos grandes pilares en que se sustenta la

justificaci?n hist?rica del porfiriato".12 Para las intenciones de Cos?o, tiene importancia capital el llevar a cabo una revisi?n de la opini?n de Rabasa de que Benito Ju?rez, como Porfirio D?az, se vio obligado a convertirse en dictador extralegal a causa de las

limitaciones fijadas al ejecutivo en la constituci?n de 1857. El

punto de partida de Cos?o en la Historia moderna es la distinci?n entre la rep?blica restaurada como democracia pol?tica y el por

firiato como tiran?a pol?tica. Esta distinci?n ha ejercido gran

influencia e? el conjunto de la obra, y ha afectado su orientaci?n fundamental, su organizaci?n y su divisi?n en periodos. No obstante, hay ambivalencia en su interpretaci?n, pues tam bi?n ha recalcado que la rep?blica restaurada fue el antecedente del porfiriato. El tema central del volumen i es el de la "relaja ci?n constitucional", el proceso por el cual la autoridad del eje cutivo se recuper? de su extrema debilidad bajo la constituci?n. Ju?rez y Lerdo, al restablecer el senado y asumir poderes extra ordinarios para sofocar las rebeliones regionales e intervenir en los estados, contribuyeron a la relajaci?n constitucional. Esto lleva a Cos?o a sacar en conclusi?n, muy a su pesar, que la rep?blica restaurada "empalma perfectamente con el porfiriato: entre la una y el otro no hay soluci?n de continuidad, y menos, much?si mo menos, una ?falla? hist?rica".13 En los vol?menes vin y ix il Cos?o Villegas: La constituci?n de 1857 y sus cr?ticos, M?xico, 1957, p. 162. 12 Ibid., p. 62. Las ideas de Sierra se expresaron primordialmente en el peri?dico La Libertad en 1878-1879; las de Rabasa en La constituci?n y la dictadura (1912) . 13 HMM, i, p. 346: El primer ensayo de Cos?o sobre la literatura

pol?tica del M?xico moderno mencion? el a?o de 1867 como el a?o

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traza el crecimiento continuo de la autoridad central a trav?s de la d?bil primera presidencia de D?az (1877-1880), el r?gimen m?s fuerte de Manuel Gonz?lez (1880-1884) y, por ?ltimo, la segunda presidencia de D?az, despu?s de la cual se mantuvo la autoridad absoluta desde 1888 hasta 1910. Sin embargo, Cos?o se esfuerza notablemente por justificar la suspensi?n de las garant?as constitucionales antes de 1876, y las considera como la ?nica manera de mantener la paz y la estabili dad frente a un n?mero excepcional de rebeliones, las m?s impor tantes de las cuales fueron las encabezadas por el propio Porfirio D?az.14 Afirma que las leyes extraordinarias se instituyeron selecti vamente tan s?lo despu?s de un libre debate en las c?maras y de un abierto escrutinio por parte de la prensa. Enumera tales leyes y el acontecimiento concreto que ocasion? cada una de ellas, y

calcula que estuvieron en vigor en total s?lo 49 de los 120 meses de la d?cada (i, 347-350). Por consiguiente, a pesar de la

ambivalencia y aun de algo de contradicci?n, Cos?o se aferra fir memente a su argumento de que lo que distingue a Ju?rez, Lerdo e Iglesias de Porfirio D?az y sus partidarios fue el respeto que el primer grupo manifest? por el derecho, hasta el extremo de la veneraci?n.15 Para completar el cuadro de liberalismo de Daniel Cos?o Ville gas, se?alar? dos rasgos obvios, pero importantes: primero, su

anticlericalismo y, segundo, su rechazo del liberalismo decimon? nico en cuestiones socioecon?micas. El anticlericalismo de Cos?o

no se hace patente en la Historia moderna, debido en parte a inicial del porfiriato, el punto en el que termin? la carrera militar de Porfirio D?az y comenz? su carrera pol?tica, definici?n que Cos?o aban don? despu?s. Vid. "El porfiriato", cit., pp. 119 y 125. La continuidad del poder central fue uno de los principales puntos establecidos ante riormente por Frank A. Knapp en The life of Sebasti?n Lerdo de Te jada - 1823-1889 (Austin, 1951, pp. 120-121).

14 Cos?o hizo hincapi? en estas revueltas en Porfirio D?az en la

revuelta de la Noria (M?xico, 1953), su estudio piloto para la Historia

moderna. 15 HMM, vm, pp. 104-105; vid. tambi?n ibid., i, 476-477, donde Cos?o distingue entre la dictadura en la que el derecho proporciona la fuente y, en ?ltima instancia, la limitaci?n de la autoridad excepcional, y la tiran?a, que es simplemente el poder por encima de la ley. Desarro

lla el tema tambi?n en "El Porfiriato ? Era de consolidaci?n" (en

Historia Mexicana, xm:l [1963], pp. 86-87) .

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que no se examina mayormente la iglesia institucional en nin

guno de los vol?menes (una deficiencia profunda y notoria), pero s? est? incorporado en la estructura misma de su interpretaci?n. Se necesit? una rese?a del volumen i, obra de un observador cle

rical muy sensitivo, para recordarnos "aquel punto de vista libe ral", muy metido en el alma de don Daniel, por el cual entend?a

la referencia de Cos?o a la "reacci?n conservadora" como el "enemigo interno" del victorioso partido liberal, al cual, a su

vez, Cos?o equiparaba al pa?s mismo.16 S?lo ocasionalmente salen a la superficie los sentimientos de Cos?o, y adem?s, aparecen en los ensayos, no en la Historia. En 1957, critic? la tendencia de los escritos conmemorativos del centenario de la constituci?n a ate nuar el anticlericalismo de Ju?rez porque la iglesia cat?lica "ha vuelto a ser intocable".17 Una d?cada antes, y con un tono que nos hace recordar el mural que Orozco pint? de Ju?rez, se ima

gin? que si la derecha volviese al poder, "la mano peluda, la

garra de la iglesia, saldr? al descubierto, con todo su apetito de poder, todo su oscurantismo incurable respecto de los problemas del pa?s y de sus mejores hombres".18 Daniel Cos?o Villegas califica frecuentemente a la revoluci?n mexicana como un rechazo del liberalismo del siglo xix, con lo cual se refiere, por supuesto, a la econom?a del laissez-faire y al abstencionismo estatal en materia de pol?tica social. Cos?o forj? sus ideas socioecon?micas durante su carrera p?blica desde 1920 hasta 1940, y nunca ha visto con simpat?a el resurgimiento del liberalismo econ?mico despu?s de la segunda guerra mundial.

Uno de los elementos de su censura del neoporfiriato es el de

que el estado se ha convertido en "prisionero de la empresa pri vada".19 De igual manera caracteriza al r?gimen de D?az como una era de desenfrenado individualismo, que dio como resultado injusticias sociales y econ?micas. Aunque reconoce que el libera lismo econ?mico fue tambi?n la filosof?a de la rep?blica restau rada, Cos?o considera que era natural en aquel tiempo, y estaba en armon?a con el r?gimen del individualismo pol?tico legalizado. Por otra parte, "el individualismo social porfiriano, el concepto 16 Jos? Bravo Ugarte: rese?a de HMM, i, en Historia Mexicana, v:2 (1955), p. 243. 17 Cos?o Villegas: La constituci?n de 1857..-, cit., p. 14. is Cos?o Villegas: "La crisis de M?xico", cit., p. 39. 19 Cos?o Villegas: "Mexican revolution", cit., p. 34.

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de que el individuo poco o nada deb?a a la colectividad, resultaba grotesco frente a la sumisi?n pol?tica a una tiran?a".20 Las diversas suposiciones que proporcionan un punto de par tida para la Historia moderna pueden descubrirse tambi?n como partes de la interpretaci?n c?clica que hace Cos?o del curso del pa?s desde la independencia. Afirma que M?xico ha oscilado entre los dos objetivos principales de la civilizaci?n occidental moderna,

el de la libertad pol?tica y el del bienestar material, o el del

progreso pol?tico y el progreso econ?mico. En esta tarea, M?xico, como todos los dem?s pa?ses de la Am?rica Latina, se encontr? en desventaja inicial, pues ten?a que destruir la herencia espa?ola al mismo tiempo que deb?a levantar un nuevo sistema pol?tico (i, 45). De tal modo, el periodo que llega hasta 1867 constituy? una b?squeda exclusiva de la libertad pol?tica, aunque implicara el estancamiento econ?mico y la persistencia de los monopolios. El r?gimen de D?az, por otra parte, sacrific? la libertad pol?tica

en un avance espectacular en pos del progreso econ?mico. El

ciclo comenz? de nuevo cuando Madero se rebel? contra la tiran?a pol?tica porfiriana, y por desgracia el pa?s despu?s de 1940 volvi? a perseguir la meta primaria del progreso econ?mico.21 La inter pretaci?n general de Cos?o, una vez m?s, destaca y singulariza a

la rep?blica restaurada al considerarla como era en la cual se

llev? a cabo un esfuerzo noble, aunque sin ?xito, para perseguir

a la vez ambos objetivos (i, 56-57; xix, xix). Desde 1947, Cos?o ha tenido la esperanza de que M?xico encuentre el equilibrio

buscado por Ju?rez y sus colegas despu?s de 1867. En la mente de Cos?o no ha cabido nunca la menor sombra de duda acerca de cu?l es la meta m?s importante, pues, como escribi? en 1951, "La 20 HMM, iv, p. xxviii. La distinci?n que hace Cos?o entre la rep? blica restaurada y el porfiriato en materia de pol?tica socioecon?mica podr?a compararse con el debate entre Luis Gonz?lez y Mois?s Gonz?lez

Navarro. Gonz?lez Navarro acus? a su colega de idealizar (en el volu men ni) el contenido agrarista de algunos programas liberales de 1857 a 1867, olvid?ndose de que en realidad el r?gimen de latifundios se vio reforzado por los supuestos te?ricos del laissez-faire, comunes tanto a

la rep?blica restaurada como al porfiriato. Historia Mexicana, vi:3 (1956), pp. 406-423.

21 Cos?o Villegas: "D?scolos y amargados", en Exc?lsior (M?xico, mar. 21, 1969); reimpreso en Cos?o Villegas: Labor period?stica real e imaginaria, M?xico, 1972, p. 318. Vid. tambi?n la entrevista con Cos?o en Exc?lsior (oct. 25, 1969) .

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libertad individual, pero no la riqueza, es un fin en s? mismo... el m?s imperioso que el hombre puede contemplar".22 Es patente

que Daniel Cos?o Villegas concibi? su Historia moderna como auxiliar en la b?squeda de las prioridades nacionales. En tanto que el compromiso nacional y los fines de servicio

p?blico de Cos?o Villegas son un rasgo notable de su obra, el otro es s? gigantesca documentaci?n. El uso de fuentes en los

diversos vol?menes resulta impresionante conforme a cualquier criterio de medici?n que se aplique, y es una de las razones jus tificables del fuerte aplauso que se le ha tributado. Adem?s de los libros, folletos, peri?dicos, textos legislativos e informes de las dependencias nacionales y estatales, los autores aprovecharon muy bien el centenar de tomos que abarcan los debates parlamentarios del periodo. La mayor?a de los vol?menes de la Historia se basan en por lo menos unos cuantos materiales manuscritos, pero su amplio uso est? limitado a aqu?llos escritos por el propio Cos?o, especialmente los v, vi, vin y ix. No s?lo consult? los papeles de

personajes tales como Manuel Escobedo, Vicente Riva Palacio,

Ignacio Vallarta, Madero e Iglesias, sino que fue el primer histo riador que utiliz? los 675 000 documentos que existen en el archivo recientemente abierto de Porfirio D?az. Adem?s, para los vol?me nes que se ocupan de las relaciones exteriores se consultaron m?l tiples archivos: figuran destacadamente manuscritos de los Estados Unidos, Francia, Espa?a, Inglaterra, Guatemala y M?xico.

Atestiguan la importancia de las fuentes en la Historia mo derna las diversas bibliograf?as que prepar? Cos?o sobre historia pol?tica, publicadas en cuatro ediciones cada vez m?s completas entre 1949 y 1972, adem?s de una exhaustiva gu?a de los mate riales para la historia diplom?tica mexicana.23 Nota aparte merece la compleja compilaci?n y an?lisis de las estad?sticas demogr?ficas del volumen iv y de las estad?sticas econ?micas del volumen vn, 22 Cos?o Villegas: "El M?xico de Tannenbaum", en Problemas Agr?co las e Industriales de M?xico, ni (1951), p. 159a. 23 Cos?o Villegas: "El porfiriato ? Su historiograf?a", cit., La his toriograf?a pol?tica del M?xico moderno, M?xico, 1953; Nueva biblio graf?a pol?tica del M?xico moderno, M?xico, 1965; ?ltima bibliograf?a

pol?tica de la historia moderna de M?xico, M?xico, 1972; Cuestiones internacionales de M?xico ? Una bibliograf?a, M?xico, Archivo Hist? rico Diplom?tico Mexicano, 1966 [Gu?as para la historia diplom?tica de M?xico, 4].

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las cuales, en ambos casos, dieron lugar a publicaciones colate

rales.24

Se han hecho muchos comentarios sobre la forma en que se recurri? a los testimonios de la prensa de la ciudad de M?xico, especialmente de parte del propio Cos?o Villegas, en los vol?me nes consagrados a la pol?tica interior. Aunque haya reconocido que su uso de la prensa puede ser "desmesurado", nunca ha vaci lado en su convicci?n de que es una fuente que posee un valor ?nico. No es dif?cil de entender la raz?n de esta convicci?n, si la relacionamos con la visi?n liberal que tiene Cos?o de la pol?tica y de la historia, en cuyo coraz?n alienta una prensa libre y vigo

rosa. La carrera de Cos?o como ensayista pol?tico, que se ha

desarrollado al mismo tiempo que su carrera de historiador, ha in cluido en a?os recientes una incursi?n extraordinaria en el perio dismo. Los penetrantes discernimientos y los juicios independien tes que emanan de su columna semanal en el peri?dico Exc?lsior

(18 de agosto de 1968 a 2 de abril de 1971) son un rasgo ?nico

en la semicontrolada prensa mexicana.25

La existencia de una prensa libre durante la rep?blica res

taurada le hace sentir un especial atractivo por esa era, y es en su volumen i de la Historia moderna donde se le puede criticar con mayor justicia por confiar demasiado en los peri?dicos y por reproducir en el texto grandes trozos de comentarios contempo r?neos. Esta tendencia es menos notable en los vol?menes viu y ix, en parte porque el uso de la prensa est? equilibrado por una utilizaci?n mayor de manuscritos y de otras fuentes. Se debe tam

bi?n esto ?ltimo a que la prensa misma qued? cada vez m?s

controlada entre 1876 y 1910 y en consecuencia aparecieron co mentarios menos inteligentes y menos cr?ticos. Es evidente que

Cos?o Villegas siente una especial afinidad con los periodistas 24 Seminario de historia moderna de M?xico: Estad?sticas econ?micas

del porfiriato ? 1877-1911, M?xico, 1956; Seminario de historia mo derna de M?xico: Estad?sticas econ?micas del porfiriato ? Comercio exterior de M?xico ? 1877-1911, M?xico, 1960; Seminario de historia

moderna de M?xico: Estad?sticas econ?micas del porfiriato ? Fuerza de trabajo ? Actividad econ?mica por sectores ? 1877-1911, M?xico, 1964.

25 Vid. la ?til discusi?n de estos art?culos (reunidos despu?s y publicados con el t?tulo de Labor period?stica, cit.) por Stanley R. Ross: "Daniel Cos?o Villegas y el ensayo pol?tico'*, en Extremos de M?xico, cit., pp. 33-47.

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liberales de fines del siglo xix, Jos? M* Vigil, Enrique Ch?varri, Daniel Cabrera, Joaqu?n Clausell, y especialmente Francisco Zarco

("ese monstruo de madurez y de buen juicio"), y que cita sus opiniones con especial deleite.26 Cos?o ha considerado siempre a la prensa como fuente "pri maria", junto con los documentos gubernamentales y los manus critos de diversas clases, en contraposici?n a los libros y los folle

tos (sin exceptuar las publicaciones contempor?neas), que son

fuentes "secundarias".27 Los primeros proporcionan "datos o he chos", los segundos "opiniones". Me parece dif?cil de aceptar esta distinci?n, especialmente cuando se la yuxtapone a la implicaci?n de Cos?o de que como la prensa, durante la rep?blica restaurada, era libre y se expresaron en ella todos los matices de la opini?n pol?tica, es una fuente intr?nsecamente superior para la redacci?n

de la historia pol?tica (i, 38). Las declaraciones que hace un

individuo a la prensa, o en un discurso en el congreso, o, si a eso vamos, en un informe ministerial, ?no deben ser consideradas por el historiador, de la misma manera como "opiniones" expresadas por ese mismo individuo en un folleto o en un libro contempo r?neo? ?No pondr?n d? manifiesto, tales testimonios, suposiciones semejantes que el historiador debe ponderar con un grado igual de esp?ritu cr?tico? Aunque el efecto pr?ctico de la clasificaci?n de fuentes que hace Cos?o tal vez sea dif?cil de discernir, te?ricamente

esta clasificaci?n puede llevarnos a sostener el punto de vista muy

discutible de que la opini?n period?stica nos proporciona un

26 HMM, i, p. 249. El procedimiento caracter?stico de Cos?o al dis cutir, por ejemplo, las relaciones de D?az con los gobernadores de los estados, o sus mensajes al congreso, es el de describir lo que ocurri? o lo que se dijo, tom?ndolo o bien de manuscritos de D?az, o bien de la prensa "oficialista", seguido de un comentario cr?tico desde un punto de vista "democr?tico", "independiente" o "liberal". A este respecto,

Cos?o cita especialmente de El Monitor Republicano (por lo que toca a los acontecimientos anteriores a su desaparici?n en 1896). Vid. HMM, ix, pp. 99, 102, 106, 112, 350. El resultado puede ser la implicaci?n de que la resistencia de la prensa a D?az parec?a m?s fuerte e influyente de lo

que realmente fue. 2T ibid., i, p. 35; ix, pp. 944-945. Sus bibliograf?as publicadas por separado se limitan a fuentes "secundarias" aunque comprenden nume rosos libros y folletos escritos entre 1867 y 1910, junto con materiales posteriores a 1910.

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?ngulo insuperable para llegar a la comprensi?n de la realidad pol?tica.

Cualesquiera defectos que puedan descubrirse en el uso que

hace Cos?o de la prensa, su predilecci?n por la misma lo ha lle vado a emprender algunos estudios s?lidos, sutiles y dilatados de los peri?dicos del porfiriato.28 En estos estudios se subraya no

s?lo la lucha de los peri?dicos de la oposici?n en contra del

r?gimen autoritario, sino tambi?n el cambio decisivo que se pro

dujo en la prensa misma al ser fundado El Imparcial por obra

de Rafael Reyes Sp?ndola en 1897. El peri?dico independiente, doctrinario, de circulaci?n limitada, cedi? su lugar al peri?dico barato, noticioso, de circulaci?n masiva, dependiente del gobier no. El hincapi? que hace Cos?o en la tradici?n decimon?nica de la prensa libre parece ser, en parte, una reacci?n al surgimiento

y al predominio del periodismo "industrial" en M?xico.29 Tal

vez haya llevado a cabo sus propios esfuerzos period?sticos con la esperanza de revivir en el M?xico contempor?neo algunas de las cualidades de la prensa anterior a 1897. A principios de su labor historiogr?fica, Daniel Cos?o Villegas hizo una sorprendente declaraci?n en torno al m?todo, cuya ins piraci?n atribuy? a Fustel de Coulanges, el medievalista franc?s

de fines del siglo xix. Cos?o nos dice que su propia meta como historiador es la de "recrear el pasado hasta el punto ideal de

hacerle sentir al lector que ?l es un testigo, hasta un actor, de los acontecimientos pintados en el relato. Y para ello, he maniobrado de modo que no sea yo, el escritor del relato, el historiador, quien hable, sino la historia misma".30

Como Cos?o no ha dicho mayor cosa desde 1953, expl?citamen te, en torno a la cuesti?n del m?todo, es dif?cil saber si todav?a se apega a este credo de la historiograf?a cient?fica de fin de siglo, 28 Ibid., ix, pp. 229-274, 525-595. Vid. tambi?n el tratamiento m?s breve, pero no menos valioso, de Gonz?lez Navarro {ibid., rv, pp. 675

682).

29 Vid. Cos?o Villegas: "The press and responsible freedom in

Mexico", en Responsible freedom in the Americas, Nueva York, 1955, pp. 272-280.

30 Cos?o Villegas: Porfirio Diaz..., cit., p. 13. Fustel, dice Cos?o,

sol?a prohibir a su auditorio que le aplaudiesen en sus conferencias, porque en realidad aplaudir?an a la historia y no a ?l, y hacerlo ser?a

absurdo.

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pero no cabe duda de que ha ejercido una influencia importante en la elaboraci?n de la Historia moderna. Es parad?jico que una obra que se origin? en las convicciones profundas y apasionadas de su director acerca de los problemas del pa?s debiese guiarse por una filosof?a en la cual se permite

a los hechos que hablen por s? mismos. Pero es una paradoja

consustancial a gran parte de la historiograf?a del siglo xix, con la que la Historia moderna tiene algunos puntos de semejanza. La teor?a del dejar que los hechos hablen por s? mismos no s?lo

nos ayuda a comprender la decisi?n de Cos?o de que la obra descansase sobre una cantidad enorme de documentaci?n, sino tambi?n su aguda distinci?n entre fuentes que nos proporcionan datos o hechos y las que nos proporcionan opiniones, o hechos

"en bruto o desnudos", en oposici?n a los "trabajados u orna

dos" (i, 35). Una de las caracter?sticas sobresalientes de la Historia es una suerte de veneraci?n por los hechos o datos. La aplicaci?n de la teor?a de Cos?o ha contribuido a formar una de las principa les cualidades de la obra (que m?s adelante comentar?), a saber, su tono objetivo y, especialmente, su tratamiento del porfiriato en sus propios t?rminos, exento de la acostumbrada perspectiva revolucionaria. Pero la teor?a puede ser tambi?n una de las razo nes que explican la dimensi?n de la obra, que para el gusto mo derno es excesiva. Podr?a sacar uno en conclusi?n, l?gicamente, que si el objetivo de la historiograf?a es dejar que los hechos o datos hablen por s? mismos, entonces ?por qu? no incluir todos los hechos o datos en vez de una simple selecci?n? Adem?s, si el historiador ha de apartarse de su trabajo, entonces, ?cu?l es la

base te?rica de su selecci?n o limitaci?n de los datos? Hay mo mentos en que el lector siente que es v?ctima de que se hayan puesto en pr?ctica tales suposiciones.31

La obra en su conjunto se ve afectada no s?lo por las supo

siciones metodol?gicas de Daniel Cos?o Villegas, sino todav?a m?s por algunos aspectos de su interpretaci?n sustantiva. En efecto, podr?a decirse que la Historia moderna de M?xico no es una obra, sino dos, y tal vez inclusive tres. Aun cuando todos los vol?menes se basan en una formidable documentaci?n, en su organizaci?n,

3l Vid. Lyle N. McAlister: rese?a de HMM, vi, en Hispanic Ame rican Historical Review, xliii:3 (1963), pp. 436-448. En el extranjero se dice en broma (y yo comparto la opini?n) de que don Daniel deber?a conseguir para sus lectores becas de tiempo completo.

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sustancia y estilo de presentaci?n existe una clara diferencia entre los tomos consagrados a la pol?tica interna (i, viu, rx), escritos por el propio Cos?o, y los que compusieron sus colaboradores en ma teria de historia social y econ?mica (u, ni, iv y vn). Los vol?me nes pol?ticos son interpretativos y de forma narrativa, aun cuando no se ajusten a una exposici?n estrictamente cronol?gica. Por otra parte, los vol?menes sociales y econ?micos est?n por lo general desprovistos de toda interpretaci?n patente y su exposici?n es invariablemente "tem?tica". Aun cuando la calidad de estos ?lti

mos vol?menes y de los cap?tulos que los forman var?a considera blemente, comparten todos una debilidad com?n que no se advier

te en los vol?menes de Cos?o, a saber, que los autores, en vez de dominar su vasta cantidad de datos, tienden a verse domina dos por la misma. Esto puede ser resultado, en parte, de la in fluencia de la teor?a de dejar que los hechos hablen por s? mis

mos, que al parecer gui? el trabajo del seminario. Los autores

m?s j?venes, de edades comprendidas en su mayor?a entre los 20 y los 30 a?os cuando comenz? el proyecto, presumiblemente no hab?an compartido el compromiso personal y el impulso interpre tativo de Cos?o y, de tal modo, estaban m?s dispuestos que el propio Cos?o a interpretar literalmente la m?xima. Por consi

guiente, su producto es enciclop?dico en sus alcances y en su

presentaci?n, y, con algunas excepciones notables, flojo en con ceptos, interpretaciones o conclusiones. Se?ala la diferencia entre los vol?menes pol?ticos y los socioecon?micos el hecho de que las introducciones interpretativas de todos los vol?menes est?n escritas

por el propio Cos?o Villegas.

Sin embargo, hay que se?alar que la Historia moderna, que

yo sepa, carece de precedentes como gran obra en colaboraci?n. Por ejemplo, no se la puede comparar con la Cambridge modern

history, ni con Peuples et civilizations, ni con The American nation, porque a diferencia de quienes colaboraron en la ejecu

ci?n de estas obras, los autores mexicanos carecieron virtualmente de una base monogr?fica moderna sobre la cual levantar su obra. Mientras que las obras antes citadas fueron esencialmente s?ntesis

de investigaciones previas, la Historia moderna tuvo que ser a uno y el mismo tiempo investigaci?n fundamental y s?ntesis.32 32 Las ?nicas predecesoras importantes de la Historia moderna son

las obras de Ricardo Garc?a Granados (Historia de M?xico desde la restauraci?n de la rep?blica en 1867 hasta la ca?da de Porfirio D?az,

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Tampoco debemos comparar a la Historia moderna con M?xico a trav?s de los siglos (1888-1889), de m?ltiples autores, que no pretendi? ser m?s que una cr?nica pol?tica. La insuficiencias de la Historia moderna deben apreciarse siempre por comparaci?n con la magnitud de la obra emprendida. En cierto sentido, los dos gruesos vol?menes (v, vi) consagra

dos a las relaciones exteriores de M?xico con Guatemala, Am?rica Central, Estados Unidos y Europa, escritos por el propio Cos?o, constituyen una tercera obra dentro de la totalidad. Aunque ha yan surgido naturalmente dentro de su experiencia diplom?tica, aparentemente son producto de una idea posterior; al menos, un tratamiento por separado de las relaciones exteriores no figur? en el plan original (i, 23). Por supuesto, estos vol?menes enriquecen enormemente el conjunto; forman parte importante de la revisi?n que la Historia nos ofrece de nuestra comprensi?n del r?gimen

de D?az (del que hablar? m?s adelante). Lo sustancial de estos

vol?menes tiene que ver, en muchos puntos, con cuestiones im portantes de los vol?menes pol?ticos y econ?micos. Sin embargo,

a pesar de todo su valor, son esencialmente algo que est? sepa

rado del resto, tanto en su organizaci?n como en su interpretaci?n.

La consecuencia principal de las suposiciones interpretativas

de Cos?o en la elaboraci?n de la Historia tiene que ver con la distribuci?n en periodos, es decir, con la separaci?n fundamental que hay en la obra entre la rep?blica restaurada y el porfiriato.

Hemos visto que, para Cos?o, el problema principal del M?xico M?xico, 1923-1928) y Jos? C. Valad?s (El porfirismo ? Historia de un r?gimen, M?xico, 1941-1947) . La primera nos ofrece un relato ?til, pero

indocumentado de toda la ?poca, y a menudo hace hincapi? en

acontecimientos que afectaron personalmente a Garc?a Granados. Pro bablemente fue el primero en emplear el concepto de "rep?blica restau rada". La historia de Valad?s abarca bien el porfiriato y se bas? en una documentaci?n considerable, pero los juicios frecuentes del autor la echan a perder. No abundan las monograf?as anteriores. Aparte del estudio que Knapp hizo de Lerdo, podr?amos citar a David M. Pletcher (Rails, mines and progress ? Seven American promoters in Mexico ? 1867-1911, Ithaca, 1958), Edgar Turlington (Mexico and her foreign creditors, Nueva York, 1930), los diversos estudios de J. Fred Rippy acerca de las inversiones; Alfred Tischendorf (Great Britain and Mexico in the era of Porfirio Diaz, Durham, 1961) y varias disertaciones nor teamericanas recientes utilizadas por Cos?o Villegas en HMM, rx.

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EXAMEN DE LIBROS

contempor?neo es de naturaleza pol?tica.33 De igual manera, el hilo central de la historia moderna de M?xico es la pol?tica; y de su distinci?n original entre la rep?blica restaurada "demo cr?tica" y el "tir?nico" porfiriato, provienen la divisi?n del tra bajo y muchas de las virtudes y las deficiencias de la Historia

considerada en su conjunto. Las discusiones en torno a la periodi zaci?n de Cos?o tienden a concentrar su atenci?n en la justifica ci?n de 1867 o 1910, en contraposici?n a 1857 o 1908 o 1920 (i, 11-13; ix, xiii-xiv). Sin embargo, el problema no se presenta en relaci?n con las fechas terminales de la historia moderna de M?xi co, sino m?s bien en relaci?n con la fecha de 1876, punto de in flexi?n pol?tico que fue impuesto r?gidamente tambi?n al trata miento de los temas econ?micos y sociales. ?El car?cter pol?tico de los reg?menes antes y despu?s de 1876 fue lo suficientemente diferente como para justificar la divisi?n de la historia del desarrollo de los ferrocarriles en dos segmentos, ambos por el mismo autor?34 ?No es la historia de la educaci?n, desde 1867 hasta 1910, una sola pieza, como lo son las historias de la inversi?n extranjera, de los aranceles, de las relaciones labora les, del teatro y de la ?pera? O, ?no existen otras fechas clave m?s importantes que la de 1876? Podr?a uno responder que cualquier

divisi?n en periodos basada en la pol?tica hace violencia a las continuidades socioecon?micas, y que sin embargo los aspectos

33 Vid. por ejemplo, Cos?o Villegas: El sistema pol?tico mexicano, M?xico, 1972. Es un an?lisis revisado de la pol?tica mexicana, presen tado primero en forma de diversas conferencias dictadas en la Univer

sidad de Texas.

84 Cos?o se da cuenta del problema, pues en la introducci?n a HMM,

n, p. 20, afirma (al hablar de la pol?tica de ferrocarriles) que lo que dice Calder?n demuestra c?mo la rep?blica restaurada es el antece dente del porfiriato; sin embargo, subraya de nuevo el car?cter "demo

cr?tico" de la primera (p. 18) y habla del ?ltimo diciendo que es

una "degeneraci?n de la rep?blica restaurada" (p. 21). Vid. Walter V. Scholes: rese?a de HMM, n, en Hispanic American Historical Review, xxxvi:3 (1956), pp. 400-401. No me parece convincente el alegato ante

rior de Cos?o (en HMM, i, p. 23) para la soluci?n de continuidad de

la historia econ?mica y social en 1876 con fundamento en los cambios que correspondieron a la turbulencia de la vida pol?tica en la rep?blica

restaurada y la calma que prevaleci? en el porfiriato, cambios socio

econ?micos moderados hasta 1876 y cambios m?s grandes y m?s impor tantes despu?s.

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pr?cticos de una obra como la Historia moderna exigen que acep temos 1867 y 1910 como fechas terminales. Otro problema que result? de la decisi?n en torno a la distribuci?n en periodos es el de

que no existe una uniformidad de organizaci?n o tratamiento

dentro de los dos pares de vol?menes sociales y econ?micos. Por ejemplo, el excelente an?lisis de las finanzas p?blicas en el volu men n va seguido de una exposici?n patentemente m?s floja y mec?nica, por obra de un autor diferente, en el volumen vn de la obra. Un punto sustancial, la acumulativa reconstrucci?n de las finanzas de M?xico por obra de tres ministros notables, Mat?as Romero, Manuel Dubl?n y Jos? Iv?s Limantour, tiende a perderse. En general, el volumen n hace el intento de relacionar diversos aspectos de la econom?a desde 1867 hasta 1876, en tanto que el volumen vn est? tajantemente dividido en diez cap?tulos tem?ti cos, de autores diferentes, lo cual impide lograr una comprensi?n del conjunto. Podr?a a?adirse que el tratamiento por separado de cuestiones socioecon?micas antes y despu?s de 1876 dio una ven taja a los autores de los vol?menes anteriores, sobre todo a Luis Gonz?lez y Francisco R. Calder?n, pues les permiti? ofrecer un fondo y un contexto v?lido para toda la era, en tanto que los autores del porfiriato se vieron a menudo reducidos a desempe?ar el papel de suministradores de datos. Son notables excepciones, a este respecto, el estudio de Mois?s Gonz?lez Navarro, que aparece en el volumen iv, sobre tenencia de la tierra, y el ampliamente fundamentado an?lisis que hace Nicolau d' Olwer de las inversio nes extranjeras en el volumen vn. Es importante se?alar que la exposici?n de las relaciones exte riores no toma en cuenta el rompimiento de la continuidad de 1876. De hecho, Cos?o reconoce expl?citamente la continuidad de la pol?tica exterior mexicana seg?n la formul? Ju?rez en 1867 y s?lo gradualmente la modificaron sus sucesores, antes de que

D?az, en 1888, la abandonase.35 La historia magistral que nos traza Cos?o de las relaciones exteriores se ve reforzada por el 35 HMM, vi, pp. viii-ix. Es curioso que Cos?o justifique su divisi?n en periodos de los asuntos extranjeros como una manera de contrarrestar a quienes atribuyeron a D?az elementos de dicha pol?tica que fueron

realmente desarrollados por sus predecesores. De tal modo, es cohe

rente en su esfuerzo por acentuar la significaci?n de la rep?blica res taurada, aun cuando invierte su manera de enfocar la periodizaci?n para

hacerlo.

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hecho de que la era se considera como un conjunto, al tiempo

que las historias de la sociedad y de la econom?a tienen la falla de no hacerlo. La fragmentaci?n hace dif?cil la comprensi?n del cambio socioecon?mico y, adem?s, hace patente la primac?a de lo pol?tico. La narraci?n de Cos?o, interrumpida en el punto l?gico de inflexi?n que es la fecha de 1876, subraya el cambio, pero a menudo nos perdemos el sentido de la relaci?n entre la pol?tica

y otros asuntos. Un ejemplo notable es que la explicaci?n que se da de la ca?da del r?gimen de D?az se expresa por completo en t?rminos pol?ticos en el volumen ix y no se la trata en lo

m?s m?nimo en los vol?menes iv y vn.36

Hemos se?alado la complejidad de la interpretaci?n que hace Cos?o de la historia moderna de M?xico basada en una ambi valencia respecto de la relaci?n entre la rep?blica restaurada y

el porfiriato. Esta complejidad queda demostrada con mayor claridad a?n en la obra maestra de la Historia moderna, a sa ber, la historia pol?tica de los a?os 1876 a 1910, redactada por Cos?o. Aun cuando no haya renunciado al liberalismo consti tucional, que lo llev? a una censura inicial del r?gimen, Cos?o Villegas nos ofrece, por vez primera, una comprensi?n porme norizada y una valoraci?n juiciosa de la pol?tica porfiriana.

Su mayor logro es haber roto la barrera ideol?gica de 1910, haber renunciado a la perspectiva revolucionaria vulgar, que considera al porfiriato ?nicamente como un "antiguo r?gimen" opresor. Adem?s, se ha producido un cambio sutil en la actitud de Cos?o con respecto a D?az y su r?gimen en las ?ltimas dos d?cadas, un cambio que dice mucho a su favor como historiador.37 El esp?ritu 3? Vid. Lorenzo Meyer: rese?a de HMM, rx en Historia Mexicana,

xxn:2 (1972), pp. 234-243.

3? Jos? Fuentes Mares comenta: "siendo irascible como es, su obra

es un modelo de equilibrio, de objetividad" ("Hombre violento", en

Exc?lsior (M?xico, feb. 19, 1971) . Mart?n Quirarte ha observado c?mo

la ira de Cos?o para con el porfiriato fue aflojando a medida que se

fue adentrando cada vez m?s en ?l ("Historia pol?tica ? Siglo xrx", en

Historia Mexicana, xxv:2-3 [1965-1966], p. 421). Vid. tambi?n las palabras cambiadas entre Gonz?lez Navarro y Cos?o (Historia Mexicana,

xx:3 [1970], pp. 470-475) ; tambi?n los interesantes comentarios de

Laurens B. Perry ("Political historiography of the Porfirian period of Mexican history", en Investigaciones contempor?neas sobre historia de M?xico ?- Memorias de la tercera reuni?n de historiadores mexicanos

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cr?tico que lo ha llevado a poner en tela de juicio las ortodoxias

ret?ricas e ideol?gicas de las revoluciones permanentes le ha permitido tambi?n abrirse paso a trav?s de estas mismas ortodoxias

en su aplicaci?n a la interpretaci?n de la historia anterior a

1910.38 La opini?n corregida que de D?az se forma Cos?o aparece no s?lo en los vol?menes vni y ix, sino tambi?n en el v y el vi.

De hecho, si acepta uno la premisa impl?cita de Cos?o, de que la pol?tica tiene importancia primordial en la historia moderna de M?xico, los vol?menes sociales y econ?micos contribuyen tam bi?n a esta revisi?n del porfiriato, y las debilidades o fallas de estos vol?menes se convierten realmente en virtudes.

Cos?o se lanza en contra de la imagen de caj?n, petrificada e intemporal, que muestra siempre al octogenario Porfirio D?az en las festividades del centenario de 1910 (vin, xiv), y ha subrayado el cambio que, a lo largo del tiempo, sufrieron tanto el hombre como el r?gimen. Cos?o Villegas ha hecho por el porfiriato lo que Roben C. Padden hizo por el imperio azteca y Woodrow Borah, Fran?ois Chevalier y P. J. Bakewell hicieron por el siglo xvi: pre senta como desarrollo una era que anteriormente hab?a sido in terpretada tan s?lo como una totalidad monol?tica. Por ejemplo, vemos ahora los a?os que van desde 1876 hasta 1910 como ocho periodos electorales, cada uno de ellos lleno de ludias de faccio nes, de debates en torno a la constituci?n y a los cambios en la

misma, de diversos grados de oposici?n a la perpetuaci?n de

D?az. Los vol?menes vin y ix nos ofrecen un cuadro claro de epi sodios hasta ahora oscuros de este desarrollo, como el de la recon ciliaci?n de D?az con los "viejos liberales" durante su primer r?gi men, el surgimiento de Manuel Gonz?lez como personaje destacado por derecho propio, la formaci?n de la Uni?n Liberal Nacional

y norteamericanos, Oaxtepec, Morelos, 4-7 de noviembre de 1969, M?xico,

El Colegio de M?xico, 1971, pp. 458-477).

38 Debe hacerse una importante distinci?n entre la interpretaci?n constitucionalista liberal de Cos?o y lo que podr?amos llamar la inter pretaci?n liberal oficial de la pol?tica del siglo xix. Esta ?ltima, como la presenta por ejemplo Jes?s Reyes Heroles, postula una continuidad

directa entre las ideas liberales del siglo xrx, as? como de las ideas

pol?ticas de antes de 1867, y los programas de la revoluci?n, olvid?ndose del porfiriato o interpret?ndolo ?nicamente como una suerte de anden r?gime. Vid. mi "Liberalismo mexicano", en Historia Mexicana, xn:3 (1963), pp. 457-463.

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en 1892 como esfuerzo realizado por el "establishment" para

contener el poder perpetuo de D?az, la lucha en torno a la suce si?n, que condujo a la creaci?n de la vicepresidencia y al periodo de seis a?os en 1904, y al creciente conflicto entre los cient?ficos y los gobernadores de los estados, sobre todo entre Limantour y Bernardo Reyes, en su calidad de sucesores potenciales de D?az

en 1910.

Para calificar el r?gimen de D?az, Cos?o se deshace de su ante rior etiqueta de "tir?nico", lo mismo que de la de "dictatorial" y prefiere el t?rmino m?s neutral de "autoritario" (ix, xx-xxt). No obstante, como considera que la ampliaci?n de la autoridad pre sidencial fue un proceso constante desde 1867 hasta 1888, un tema

central del relato es c?mo se las arregl? D?az para conser

var el poder absoluto desde 1888 hasta 1910. Redujo a los gober

nadores a un servilismo extremo (revelado a menudo, gr?fica

mente, en los archivos de D?az), limit? al congreso y maniat? a la prensa, y supo enfrentarlos entre s? a los rivales potenciales de su poder. Cos?o insiste en que inclusive su ?lite de consejeros, los cient?ficos, no pasaban de "ser un poder secundario, derivado de la ?nica fuente real de poder, que se llamaba Porfirio D?az".

(ix, 854). Al mostrar c?mo D?az no pudo o no quizo zanjar

decisivamente la cuesti?n de un sucesor fuerte, Cos?o, en efecto,

sugiere que el colapso del r?gimen se debi? tanto al conflicto

interno y al debilitamiento del liderazgo como a la resistencia exterior. Cos?o hace hincapi? particular en el hecho de que D?az sobrevivi? a la mayor?a de los subordinados capaces y dignos de confianza que tuvo (ix, 494-524).

De los estudios realizados por Cos?o en torno a la pol?tica

exterior surge tambi?n una opini?n corregida acerca del r?gimen

de D?az. Alega convincentemente que D?az fue un nacionalista aut?ntico y no un mero lacayo de los intereses extranjeros. El go

bierno republicano, despu?s de 1867, se enfrent? a un dilema. Manten?a relaciones con una sola naci?n importante, los Estados Unidos, antiguo aliado en contra de la intervenci?n europea; y sin embargo, sus dirigentes comenzaron a darse cuenta de que esta situaci?n podr?a conducir a una indisputada hegemon?a norteamericana en los asuntos mexicanos. D?az y Gonz?lez actua ron para contrarrestar la influencia norteamericana al renovar las

relaciones con Francia (1880) y con Inglaterra (1884) y, final

mente, al alentar las inversiones europeas. En sus extensos estu dios de la cuesti?n fronteriza con Guatemala y los esfuerzos por

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fomentar la uni?n centroamericana, Cos?o muestra que el r?gimen de D?az intervino profundamente en los asuntos centroamerica nos, en parte para compensar el apoyo que los norteamericanos

daban a los intereses guatemaltecos (volumen v). Adem?s, el

nuevo r?gimen, ayudado por la negociaci?n brillante y firme de Ignacio Vallarta, pudo conseguir que Estados Unidos reconocie sen las condiciones mexicanas en 1878.39 En un episodio poste rior, y luego de un atento estudio de los documentos, Cos?o de muestra que D?az no comprometi? el honor nacional ni permiti?

a los Estados Unidos ocupar la bah?a de Magdalena, en Baja

California, como estaci?n de abastecimiento de carb?n (VI, 316 317), acusaci?n que frecuentemente se ha levantado contra el dic tador. Inclusive llega a sentir simpat?a por el vacilante r?gimen de D?az en sus vanos esfuerzos por persuadir a los Estados Unidos para que aceptasen la extradici?n de agitadores pol?ticos y revc* lucionarios mexicanos. No obstante alguna flojedad en la organizaci?n y ciertas des

igualdades cualitativas, los estudios sobre econom?a ayudan a

completar el cuadro corregido del porfiriato. Cos?o afirma que el r?gimen de D?az puso las bases de una moderna econom?a na cional (vn, xiii), generalizaci?n corroborada por los diversos cap?

tulos. Por ejemplo, Calder?n rechaza las acusaciones de que la

pol?tica ferrocarrilera porfiriana estuviese guiada totalmente por los dictados de una econom?a de exportaci?n y no por razones de desarrollo interior, y a?ade que muchas de las antiguas defi

ciencias de la planeaci?n fueron problemas universales de la

?poca, igualmente caracter?sticos, por ejemplo, de Estados Unidos (vn, 630, 633). Subraya tambi?n la pol?tica clara y previsora de Limantour, que culmin? d?cadas m?s tarde en la nacionalizaci?n

(vn, 570-571, 604-613). D'Olwer, aun cuando califique a las in versiones norteamericanas como las m?s "coloniales" a causa de su vinculaci?n con la pol?tica franca de "penetraci?n pac?fica" o de "conquista econ?mica" (vn, 1013, 1167), parece dar por supuesto

que l? intensa inversi?n extranjera fue una parte necesaria y beneficiosa del desarrollo econ?mico porfirista. La misma con

cepci?n benigna del r?gimen caracteriza los buenos estudios sobre 39 HMM, vi, pp. 3-250. Cos?o public? tambi?n su historia de este episodio por separado (Estados Unidos contra Porfirio D?az, M?xico,

1956, y, en ingl?s [traducido por Nettie Lee Benson], The United

States versus Porfirio Diaz, Lincoln, 1963).

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moneda e industria de Fernando Rosenzweig. En pocas palabras, el volumen vu nos proporciona un punto de partida equilibrado

y pormenorizado para la realizaci?n de futuras y m?s sutiles investigaciones.

Otro tanto podr?a decirse del volumen rv, el cual, por la

organizaci?n de sus temas, su vasta documentaci?n y su carencia

de hincapi? en el cambio, pone las bases para el estudio de la

sociedad porfiriana en sus propios t?rminos. Como el volumen no

trata directamente los or?genes sociales de la revoluci?n, nos

proporciona un correctivo para las interpretaciones deformadas que subrayan ?nicamente la explotaci?n social. Hay amplios tes timonios de la explotaci?n en los cap?tulos que consagra Gonz?lez

Navarro a la tierra y los trabajadores, pero en este volumen exhaustivo y enciclop?dico destacan tambi?n temas menos estudia dos, tales como el del desafortunado programa de colonizaci?n, la expansi?n de un sistema laico de beneficencia, los problemas de

modernizaci?n de la educaci?n superior y la terminaci?n del

multisecular esfuerzo para lograr el desag?e de la ciudad de M?xi co.40 Sin embargo, los historiadores futuros tendr?n que concen trar su atenci?n en las relaciones necesarias entre lo "econ?mico" y lo "social", pues la separaci?n de estas categor?as en la Historia moderna es a menudo artificial y arbitraria.

Es patente que despu?s de 20 a?os de estar inmerso en la

documentaci?n del periodo 1876-1910, Daniel Cos?o Villegas, como corresponde a un buen historiador, adquiri? una s?lida aprecia ci?n e inclusive una ocasional simpat?a por el r?gimen de Porfirio D?az. Al mismo tiempo, no ha vacilado en sus convicciones libe rales iniciales. Una de las razones que ofrece Cos?o para ampliar la exposici?n de la pol?tica interior hasta 1 993 p?ginas (de tipo m?s peque?o que el de los vol?menes anteriores) es la de demos trar, con todo pormenor, que las libertades p?blicas y la cr?tica

del r?gimen ?en pocas palabras, la "vida pol?tica"? se mantuvo viva a pesar de los extremos del gobierno autoritario (ix, xvt). Su afici?n por la prensa "liberal" como fuente, y el ?nfasis consi

derable que pone en la prensa en su amplio estudio de la oposi ci?n gradualmente creciente despu?s de 1888 (todo el ?ltimo 40 Gonz?lez Navarro ampli? su estudio de la colonizaci?n en una

monograf?a publicada por separado: La colonizaci?n en M?xico (M?xi

co, 1960).

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tercio del volumen ix), apuntan el mantenimiento de estas con vicciones liberales. Adem?s, se?ala claramente la oposici?n consti tucionalista liberal, desde el panfleto antirreeleccionista de 1892 escrito por Emilio V?zquez G?mez (rx, 643-646) hasta la campa?a de Madero de 1908-1910. Al mismo tiempo, presta menos aten ci?n al radicalismo social de los "precursores".

En la columna semanaria que estaba escribiendo al mismo

tiempo que su volumen de la Historia, Cos?o, medio en broma, pidi? que se convocase una nueva convenci?n constitucional para

el a?o de 1972, se?alando que "el M?xico de hoy recuerda cada vez m?s los ?ltimos a?os del porfiriato y los albores del made rismo". A?adi? que uno de los consejeros de la convenci?n debe r?a ser un historiador del siglo xix, que pudiese convencer a los delegados de que "el verdadero problema de un gobierno, de cualquier gobierno, es limitar el poder del gobernante".41 Al

terminar la Historia moderna de M?xico nos queda el sentimiento

de que existe una tensi?n no resuelta entre Cos?o Villegas el

historiador y Cos?o Villegas el abogado y cr?tico de la causa liberal.

Si la hip?tesis principal de este ensayo es correcta ?la de que la Historia moderna naci? de la preocupaci?n que le caus? a Cos?o

la crisis por la que atraves? M?xico en la d?cada de 1940 y su deseo de ofrecerle al pa?s un nuevo conjunto de prioridades

podr?amos entonces, finalmente, preguntarnos si la obra llegar? a cumplir las esperanzas de su director. La respuesta inmediata tendr?a que ser un no, sobre todo porque la obra no ser? le?da por un n?mero suficientemente grande de personas. Cos?o pre tende que la Historia se dirige tanto al lector general como al historiador,42 pero su enorme dimensi?n y su aplastante masa de

informaci?n con toda seguridad desalentar? a aquellos que, en

41 Cos?o Villegas: *'A constituirnos" y "El gran debate", en Excelsior (may. 23 y jun. 6, 1969) . Vid. tambi?n Cos?o Villegas: Labor period?s tica, cit., pp. 329 y 334, donde reafirma sus convicciones constituciona listas.

42 HMM, i, p. 39. Implic? esto al justificar su excepcional estilo en las notas de pie de p?gina, que ya ha dado lugar a suficientes comen tarios. Baste con decir que el sistema utilizado en los primeros vol?

menes, m?ltiples referencias en una sola entrada, pertenecientes a

menudo a muchas p?ginas del texto, es sencillamente inutilizable (por ejemplo, ibid., in, p. 943, donde toda una p?gina de referencias abrevia

das sigue a una sola nota de pie de p?gina). En los vol?menes v, vi, vin y ix Cos?o, afortunadamente, se atuvo al sistema est?ndar.

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generaciones anteriores, podr?an haber le?do a Alam?n o inclusive M?xico a trav?s de los siglos. Por otra parte, los ensayos de Cos?o, que a menudo presentan en forma destilada los mismos argumen tos que la Historia, ejercer?n una influencia m?s amplia, y tal vez a trav?s de ellos Cos?o logre llevar a cabo su misi?n p?blica.

Por otra parte, el Seminario de Historia Moderna ha sido un ?xito, puesto que ha producido por lo menos dos de los m?s destacados historiadores profesionales de M?xico, que se han

desarrollado hasta rebasar considerablemente las restricciones de la Historia y han escrito importantes obras independientes. Los diversos vol?menes de la historia social y econ?mica son minas de informaci?n y punto de partida para la investigaci?n futura de in numerables temas. M?s a?n, el espl?ndido relato de Daniel Cos?o Villegas, escrito con brillante estilo, ser? un indispensable punto de partida para todo aquel interesado en la historia pol?tica.43 Sin embargo, el logro m?s grande que representa la empresa

es de un car?cter m?s general. Al abrirse paso a trav?s de la

aparentemente impenetrable barrera ideol?gica levantada por la re voluci?n de 1910, al eludir el impulso centenario de la historio graf?a y al basar sus interpretaciones en una investigaci?n seria,

Daniel Cos?o Villegas y sus colaboradores han dado nueva vida al estudio profesional del M?xico moderno y contempor?neo, tanto dentro como fuera del pa?s.

43 Peter H. Smith (rese?a de HMM, vin, en Historia Mexicana, xxi:3 [1972], pp. 538-542) formula algunas de las preguntas que podr?an hacer los futuros estudiosos de la pol?tica porfiriana. Hay que observar que los vol?menes vm y ix son una fuente inapre

ciable de informaci?n biogr?fica dif?cil de encontrar acerca de pol?ticos

de aquel tiempo.

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