La restauración del “Mural Parisi” en El Aleph Por Bettina Kropf. Arquitecta. Master en Restauración de Monumentos. Directora Operativa de Infraestructura y Funcionamiento Edilicio
El Centro Cultural Recoleta reúne, entre sus muros, la historia de tres siglos desde la construcción de su primer claustro como convento de la orden de los franciscanos junto a la iglesia del Pilar, que comienza allá en 1716. Estos mismos muros y espacios dieron cabida a funciones tan diversas como una escuela de dibujo, escuela de agricultura, prisión y hacia fines del siglo XIX al Asilo de Mendigos. El Arq. Juan Antonio Buschiazzo, a partir de 1880, realiza la refuncionalización y ampliación del conjunto del ex convento el que, siguiendo los paradigmas de la arquitectura higienista de fines de siglo, convierte en hogar de ancianos. Se construyen los nuevos pabellones y una capilla1 para los internados, conservándose los claustros originales. Hasta fines de los años 70, ya en el siglo XX, se mantiene el mismo conjunto edilicio, para luego convertirse en Centro Cultural de la Ciudad de Buenos Aires mediante un proyecto de remodelación diseñado y dirigido por los arquitectos Clorindo Testa, Jacques Bedel, Luis F. Benedit. Comentar brevemente el devenir de tres siglos es necesario para expresar el compromiso que se tiene a la hora de intervenir algún sector, espacio o elemento componente de este conjunto. Los espacios y materiales que los conforman conservan parte de la historia y el espíritu de las actividades que se desarrollaron en ellos, de ahí la importancia de que los proyectos de intervención los tengan en cuenta y respeten a la hora de rehabilitarlos, restaurarlos o transformarlos.2 La antigua capilla del Asilo, lugar de prédica y oración, se convierte en el auditorio El Aleph, lugar de representaciones culturales contemporáneas. El espacio conserva en su lectura la antigua función; por eso, resulta natural
1 Actualmente Auditorio El Aleph 2 Además en 1942 este edificio fue declarado monumento histórico nacional a fin de promover su conservación.
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que Claudio Massetti, en 2011, decidiera restaurar el “mural Parisi” que se encuentra en la cara interna de la semi cúpula del ábside donde antiguamente se ubicaba el altar de la capilla y en la actualidad se encuentra el escenario del auditorio. El mural, firmado y fechado en 1906, representa la Medalla Milagrosa con ángeles de custodia y está realizado en la técnica encaústica. La encáustica, que deriva del griego enkaustikos (‘grabar a fuego’), es una técnica antigua de pintura que se caracteriza por el uso de la cera como aglutinante de los pigmentos. La pintura se aplica con un pincel o con una espátula caliente. El acabado es un pulido que se hace con trapos de lino sobre una capa de cera caliente previamente extendida (que en este caso ya no actúa como aglutinante sino como protección). A partir de la decisión de recuperarlo, surge un plan con una primera etapa de estudios previos, pruebas e investigación realizados por un grupo interdisciplinario de profesionales. Este grupo estaba conformado por Gisela Korth y por mí (arquitectas especialistas); Valeria Bortoletto (licenciada en historia del arte); Marcela Cedrola (bioquímica); y Adrián Rocha Novoa y Myriam Suetta (Área de fotografía CCR). Cuando contamos esta acción puntual dentro del sinfín de acciones desarrolladas en el conjunto edilicio del Centro Cultural que tienen que ver con la restauración, rehabilitación, actualización tecnológica o remodelación de sus espacios, se quiere señalar la metodología y los criterios de intervención que rigen cada una de las acciones. El valor que se otorga a la materialidad del edificio, desde los muros de ladrillos anchos con juntas de adobe hasta los diseños y revestimientos cementicios que incorporaron Testa, Bedel y Benedit en los 80, así como el gran valor que se le asigna a cada uno de sus espacios: patios claustros, salas, galerías, terrazas y calles internas.