Transvisual #4

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también la mandolina que incluían era de madera; la pipa era ­marrón, las caras también, porque con esa luz todo era marrón. El pintor lo hizo un poco como lo veía, lo representó como era, se había armado ese mundo amarronado. M.J.H.: Costa reivindica el monocromo como una forma de realismo (risas). E.C.: Totalmente, porque cuando ves el cielo lo ves azul. H.Z.: Justamente por eso yo pensaba en Turner: sus paisajes donde el mar se confunde con el cielo y hay tonalidades de azul también se pueden entender como monocromos. Marcelo Boullosa: En mi instalación de treinta y tres monocromos, cuando se los ve individualmente parece que fueran todos cuadrados negros con un borde blanco. Recién comienzan actuar cuando se pone algo al lado; ahí es donde se notan esas pequeñas variaciones. H.Z.: Efectivamente. De alguna manera juega el espacio de la sala, y si uno mira las obras de cualquiera de nosotros en ese contexto no es lo mismo que si estuvieran las tuyas o las mías solas. Hay una interrelación entre ellas. Ana Aldaburu: Y surge también la diferencia; es una identidad que aparece por la posición que tienen, como el juego de todos los cuadrados negros. H.Z.: Claro. Inclusive podría haber un espectador que entrara en la sala, mirara muy rápidamente la muestra y pensara que es la obra de un solo artista. Eso es importante, porque la subjetividad y toda esa historia que viene del expresionismo abstracto aquí se cae: de pronto mis obras podrían ser las de Costa y las de Costa podrían ser las de Marcelo, y ésa es una característica que va en contra, en general, del afán de individualismo y de subjetividad que tienen la mayor parte de los artistas. E.C.: Pero yo no creo que las tres obras sean iguales, ni muy parecidas. H.Z.: No lo son, para nada. E.C.: Lo que sí creo es que hay un nivel o una vibración pareja en algún aspecto. A.A.: Conceptual… E.C.: No sé si es tanto conceptual, porque entonces habríamos hecho más bien una muestra conceptual, a pesar de que vos y yo, Horacio, somos más conceptuales. H.Z.: Claro; justamente yo pienso que tus obras volumétricas son pinturas que van más allá de la mera pintura bidimensional –digamos–; entonces tu operación es puramente conceptual. E.C.: Pero es un desarrollo del monocromo.

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H.Z.: Desde luego. E.C.: Pero un desarrollo conceptual, que le da al monocromo más color, si querés; en cuanto a la cantidad, podría estar en el Guiness Book of Records como el monocromo que más color tiene (risas). A.A.: Además, tienen otra materialidad. H.Z.: Sí, y eso es muy importante. E.C.: Pero son operaciones, por lo menos en principio, conceptuales que llevan a eso. M.B.: Esa vibración de la que hablás, ¿en qué forma se da? ¿Qué es lo que la define? Esa palabra me gustó, porque yo noto esa vibración. E.C.: Algo tiene que ver con el monocromo, con un interés en que haya uno solo entre los colores, o, como máximo, con una colaboración de otro color en un rol accesorio. Pero esa idea es mínima. Y es un interés en común que veo. Lo demás pueden ser cosas que tienen que ver con una afinidad de orden más psicológico o espiritual que todavía no hemos definido mucho, pero supongo que todos la sentimos. M.J.H.: Creo que, a pesar de las diferencias conceptuales o de imagen, hay un rescate de la manualidad, lo cual no sucedía con un monocromo histórico; inclusive se planteaba que podía ser hecho por cualquier persona, lo que importaba era el color solo. Y cuando me acerco a estos monocromos, si bien el más pintor es Marcelo, claramente los de Eduardo tienen pincelada, tienen matices, tienen todo aquello que la pintura tradicional tiene, y la superan, porque es pintura tridimensional. En el caso de Horacio también; él realiza un pequeño monocromo que podría estar hecho con aerosol y, sin embargo, no lo está, y se nota la pincelada. En su existencia contemporánea el monocromo se cargó de ciertas características de la pintura tradicional de una manera desprejuiciada, porque en alguna medida había derivado hacia lo conceptual puro, en lo cual no cabía la manualidad. Pienso que esa instancia está superada. Hoy puede ser un monocromo que incluya la manualidad y que incluya la materialidad. H.Z.: Sí; pero hay que tener en cuenta que, por ejemplo, los signos gramaticales que yo empleo los mando hacer por otro. M.J.H.: Pero no la pintura. E.C.: Dio la casualidad de que vos, Horacio, no estabas y estuvimos mirando una obra tuya y dijimos: “Pero esto hasta parece plástico; parece madera laqueada”.


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