Pablo Siquier. Murales e instalaciones

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Orlando Tafurioso1 Lux Lindner, 2009

“El tenía tiempo e hizo rodeos” Handke, 1986

11 En su portadocumentos de adolescente argentino de mediados de los años 70 Pablo Siquier no guardaba la foto de algún pintor argentino o aún extranjero, sino la de Steve Howe, guitarrista de una banda inglesa de prog-rock llamada Yes. En un contexto de forzada inactividad política y con toda droga interesante fuera de la ley, era el rock (que ya no era sólo el rock n’ roll) el que ofrecía un importante refugio y funcionaba como eje de una subcultura juvenil (casi una “disciplina rectora” en el sentido de Sedlmayr) para la producción de signos personales y una sociabilidad antiautoritaria. Los discos de Yes muy especialmente solían incluir un suntuoso arte de tapa a cargo de Roger Dean; había espacio físico para tales emprendimientos pues se estaba en plena época del vinilo. Y estos paisajes trabajados con aerógrafo, temporalmente híbridos y detallados hasta un grado maniático que señalizaban el acceso a Close to the Edge o Relayer fueron una de las primeras influencias claras y gozosas de Siquier, antes de que enormes libros españoles sobre cubismo y Foucault tuvieran su oportunidad de cubrir exhuberancias consideradas intelectualmente reprobables a los ojos de los operadores habilitados de la Institución Arte. Pero cuando falta tan poco para el Apocalipsis nos atrevemos a decir que la intrincada lentitud del modo de emisión musical y visual del prog-rock (sobre todo inglés) que se escuchaba en la Argentina pre punk es central para todo un

1 Este texto fue publicado en idioma alemán para el catálogo de la muestra Slow Paintings, 2009, Museum Morsbroich, Leverkusen, Alemania

modo de construcción de significaciones en los contemporáneos de Siquier, incluso si no se dedican a las artes visuales. 2 Es obvio que la música de bandas como el Pink Floyd de Atom Heart Mother tiene momentos muy lentos; pero debemos pensar también en Starless and Bible Black de King Crimson (donde la cosa está varias veces a punto de detenerse), el doble LP Tales of Topograhic Oceans de Yes o aún más en el poco conocido primer disco solista del bajista de Yes, Chris Squire, Fish Out of Water. Se trata de piezas musicales que sin renunciar a alguna (dada la época inevitable) pirueta virtuosa de guitarra o sintetizador monofónico resultan empastadas y no pueden ser abarcadas en su totalidad en una primera audición de la misma manera que ninguna obra de Siquier se presta al escaneo fácil que ofrece cualquier vómito expresionista satinado. En el prog-rock, que viene inmediatamente después de Hendrix y es contemporáneo del primer heavy metal, todos los miembros del grupo quieren tocar rápido y a todo volumen al mismo tiempo (hasta el bajista, pensemos nuevamente en el caso de Chris Squire). Y muchas veces esto se hace. Pero el efecto final no es tanto de velocidad rockera como de ralentización barroca por acumulación de masa sonora, o peor aún, una traslación electrificada y convulsa de la prosa en ritardando propia de un Stifter o un Handke. El virtuosismo se autoaniquila a sí mismo por compensación. 3 Como Watzlawick dice que “no hay manera de no comunicarse” podemos decir que “no hay manera de no tener punk en algún lado, aunque ese lado sea Argentina”. En Argentina sin embargo el punk (cuyo signo es precisamente la velocidad


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