Revista N°26 Horizontes Cooperativos 2021 Rodrigo Facio - CENECOOP R.L.

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REVISTA Nº26

ISSN 1409-1305

Rodrigo Facio, Padre de la Economía Social y del Cooperativismo en Costa Rica


Revista N° 26. Horizontes Cooperativos. CENECOOP R.L. ISSN 1409-1305

DIRECCIÓN Y LÍNEA EDITORIAL Jorge Arturo Campos Montero CONSEJO EDITORIAL Jorge Arturo Campos Montero Rodolfo Navas Alvarado Alex Solis Fallas Evelyn Obando Pereira INTEGRACIÓN DEL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DEL CENECOOP R.L. 2020-2021 CONSEJO DE ADMINSTRACIÓN Presidenta Floribeth Venegas Soto Vicepresidente Carlos Montero Jiménez Secretario Juan Carlos Ruíz Vocal 1 María Auxiliadora López Porras Vocal 2 María Angela Arias Marín Vocal 3 Ronald Campos Villegas Vocal 4 Luis Bernardo Rodríguez Suplente 1 Jose Rafael Quesada Suplente 2 Maynor Gamboa Arias COMITÉ VIGILANCIA Presidente Edgardo Araya Vicepresidente Félix J. Cristiá Secretario Mauricio Quirós Auditor Interno Reiner Mata González Suplente Alex Madrigal Ureña GERENTE DEL CENECOOP R.L. Rodolfo Navas Alvarado INVESTIGADORES Alex Solis Fallas Jorge E. Vargas Roldán Bernardo Peralta Cordero DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Wagner Solórzano Morera DISEÑO DE PORTADA Josué Antonio Jiménez Vargas / Wagner Solórzano Morera Hecho el depósito de Ley. Reservados todos los derechos. ADVERTENCIA De conformidad con la Ley de Derechos de autor y Derechos Conexos es prohibida la reproducción, transmisión, grabación, filmación total o parcial de contenido de esta publicación mediante la aplicación de cualquier sistema de reproducción, incluyendo el fotocopiado, sin la autorización por escrito de CENECOOP R.L. La violación a esta Ley por parte de cualquier persona física o jurídica, será sancionada penalmente. El autor es responsable del estilo y contenido de su investigación. Impreso en Costa Rica por Positiva Digital.

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INTRODUCCIÓN La Economía Social, Rodrigo Facio y el cooperativismo en Costa Rica La Economía Social y Solidaria (ESS), según la aprecia el Ayuntamiento de Barcelona1, es el conjunto de iniciativas socioeconómicas, formales o informales, individuales o colectivas, que priorizan la satisfacción de las necesidades de las personas, por encima del lucro. También se caracteriza porque son independientes con respecto a los poderes públicos, actúan orientadas por valores como la equidad, la solidaridad, la sostenibilidad, la participación, la inclusión y el compromiso con la comunidad. Además, son promotoras de cambio social2. Esta gran sombrilla de la economía social y solidaria cobija diversas organizaciones de la sociedad, todas con fines de satisfacer necesidades humanas. A este respecto y según la OIT, son organizaciones de carácter privado en donde se encuentran las cooperativas, sociedades mutuales, asociaciones, fundaciones y empresas sociales, las cuales, específicamente producen bienes o servicios3. En este número se explora la fuerte relación que existió entre el pensamiento de Rodrigo Facio, otros intelectuales y pensadores de su época, con el surgimiento y fortalecimiento del movimiento cooperativo actual, que hoy representa tal vez la expresión más fuerte de las organizaciones de la economía social solidaria, mediante las cuales se han creado oportunidades de mejor calidad de vida para la ciudadanía costarricense.

1 Hay muchas definiciones sobre el tema, pero esta me pareció lo bastante amplia y operativa, resaltando al ser humano con eje central de la actividad económica, así como su proyección a la sostenibilidad. 2 Qué es la Economía Social y Solidaria | Economía Social i Solidaria | Ajuntament de Barcelona 3 Dirección de Economía Social Solidarista (mtss.go.cr)

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Según acota Alex Solís4, es a don Rodrigo Facio “a quien se debe la construcción del marco conceptual de la economía social, del cooperativismo y del Estado social”, razón por la cual lo denomina padre del cooperativismo y la economía social en Costa Rica. Lo antes expresado se materializó, según continúa indicando Solís, “cuando al ser miembro de la Asamblea Constituyente, redactó e impulsó, con sus compañeros del Partido Social Demócrata, el artículo 64 de la Constitución que nos rige, el cual literalmente dice: “El Estado fomentará la creación de cooperativas, como medio de facilitar mejores condiciones de vida de los trabajadores”. Las ideas “centristas” de Rodrigo Facio, en oposición al liberalismo o socialismo (Marxista), se presentan en una época convulsa para Costa Rica5, donde ambas fuerzas político-económicas anteriores querían tomar terreno e imponer su filosofía de desarrollo; por lo que el trabajo intelectual de Rodrigo Facio no solo fue innovador con su propuesta de “liberalismo constructivo”6 lanzado en 1941, sino que permitió una forma más “costarricense” de impulsar el crecimiento del país, alejándonos de esas posiciones extremas que fueron responsables del débil desarrollo económico, de inequidad, pobreza y de inestabilidad política de la Centroamérica de entonces. Las ideas de Rodrigo Facio fueron como una enzima que vino a catalizar y a transformar los sustratos del pensamiento político antagónico. Según Vega Carballo, “para Facio, lo más importante era avanzar hacia el establecimiento de la “función social” de la propiedad privada (afirmado en el plano constitucional en 1949) junto a una redistribución progresiva del ingreso (función de “justicia social”), con lo cual se podría estimular la formación de una extensa nueva clase media urbana que, unida a la rural desarrollada por el café, viniera a fortalecer el régimen democrático y la redistribución del ingreso y el poder”. 4 Rodrigo Facio padre de la economía social y del cooperativismo den Costa Rica. Alex Solís. 17 pp. 5 Gustavo Hernández Castro (1) – Federico Li Bonilla (2). Revista Idelcoop – N°215, marzo 2015. 6 El pensamiento económico-social de Rodrigo Facio – El Espíritu del 48 (elespiritudel48.org)

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Su concepción de desarrollo, de crecimiento económico con ADN social, de impulso hacia el cooperativismo y a la función social de la propiedad privada, se plasma de forma muy clara en un artículo (Revista Surco # 52. Febrero, 1945: 23), mencionado por Vega Carballo, donde establece que: “Habremos así abandonado el liberalismo económico, pero no destruyéndolo con una estatización de carácter totalitario, sino superándolo mediante un régimen mixto de organizaciones autónomas cooperativas, y de intervención del Estado a través de sus “Servicios” sobre las fuerzas económicas oligarcas o monopolistas”. Es así como Rodrigo Facio fue uno de los principales intelectuales de su época, que sentaron las bases para el establecimiento y posterior crecimiento de la social democracia, abrazando así al cooperativismo como un movimiento socio-productivo transformador, que fortaleciera posteriormente la Segunda República7, cuya estructura hemos transitado hasta la Costa Rica de hoy día, con aporte de otros grandes pensadores y líderes, pero cuyo modelo parece estar cerca de la obsolescencia. ¿Necesitaremos otro Rodrigo Facio versión siglo XXI, que nos impulse al final de siglo bajo un modelo de una Costa Rica adaptada, transformada, competitiva, justa, ambientalmente sana y sin desigualdades obscenas como las que tenemos hoy? Jorge Arturo Campos Director de la Revista Horizontes Cooperativos

7 Pluralidad del pensamiento y obra de Rodrigo Facio fue tema de conversatorio en Pérez Zeledón - Consejo Universitario - Universidad de Costa Rica (ucr.ac.cr)

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PRESENTACIÓN DEL TEMA En el marco de la celebración del Centenario del nacimiento de Rodrigo Facio, la Universidad de Costa Rica convoca a un grupo de entidades entre las cuales se suma el Centro de Estudios y Capacitación Cooperativa CENECOOP R.L. para celebrar tan magno acontecimiento. A partir de ahí decidimos que el pensamiento de Rodrigo Facio valía el celebrar y hacer un acto de gran trascendencia. Por eso con el objetivo de destacar la importancia de las cooperativas y su fundamento en la economía social para el crecimiento y el desarrollo económico de las naciones, y también en el marco de la Semana Nacional del Cooperativismo 2018 y la celebración del 75 aniversario de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica, el Centro de Estudios y Capacitación Cooperativa CENECOOP R.L. y la Universidad de Costa Rica se unieron para culminar la celebración con la visita a nuestro país del premio Nobel de Economía 2001 Dr. Joseph Stiglitz. Todo este planteamiento unido con la propuesta del Premio Nobel de Economía 2001 fue lo que nos llevó desde el 2018 a realizar la presente recopilación del material sobre el pensamiento de Rodrigo Facio relacionado con las cooperativas como elemento fortalecedor de la economía y más allá generador de un equilibrio económico y social. Pensamiento que comparten ambos pensadores: Rodrigo Facio en los años 40 y Joseph Stiglitz en la actualidad, intelectuales que se desarrollaron en distintas épocas pero que han resaltado de la misma manera que las cooperativas y la economía social son pilar clave para el equilibrio económico y social, por lo cual nos identificamos con su corriente de pensamiento para resaltar nuestro modelo de vida. Es así como en el ámbito de la educación, en general, y en el cooperativismo, en particular, existen diferentes matices y dimensiones para comprender y aprender la esencia de la gestión cooperativa. En ese marco, el CENECOOP R.L., más que una institución dedicada a la capacitación se define como una entidad comprometida con la formación cooperativa. Lo anterior significa que es su misión el difundir, promover y poner en práctica los principios y valores que caracterizan al cooperativismo como un movimiento de construcción de oportunidades y condiciones de equidad, democracia en los planos económicos, sociales y culturales. Si bien entendemos que, dada la complejidad del mundo cambiante, la parte tecnológica exige estar al día con las exigencias de la posmodernidad, es esencial no perder de vista la razón de ser y la esencia del cooperativismo; más que generar riqueza y producir excedentes, la razón esencial de una cooperativa es garantizar justicia social, igualdad de oportunidades y contribuir por una sociedad más solidaria y humanista.

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En ese contexto, la Revista Horizontes Cooperativos, cumple la misión de difundir el pensamiento cooperativo, destacar los logros históricos del movimiento y promover el cooperativismo como una forma diferente de enfrentar los desafíos del desarrollo en un mundo marcadamente capitalista, determinado por las leyes del mercado, pero en donde lo esencial debe ser la persona, la familia, la comunidad. Cumpliendo esa misión, se ha querido compartir en la presente edición, el aporte fundamental de Rodrigo Facio Brenes a la economía social y al cooperativismo. Rodrigo Facio Brenes – como se explica en la presente edición – es una de las figuras de mayor contribución no solo al cooperativismo, sino a la construcción de la Costa Rica de los últimos setenta años. El concepto del Estado Social de Derecho, que ha permitido que nuestro país se haya convertido en un ejemplo de la democracia política, social y económica, en gran parte se debe al pensamiento de don Rodrigo Facio. Como se indica en el análisis de los colaboradores de la presente edición, Facio fue un estudioso, un soñador, que tuvo la virtud de trasladar sus inquietudes y aspiraciones, para el estudio y reflexión en el seno del Centro de Estudio de los Problemas Nacionales y al partido Social Demócrata – base original del Partido Liberación Nacional – y como resultado de esa ecuación, sentar las bases de la Segunda República que ha marcado la pauta del país desde la Asamblea Constituyente de 1949. Resulta impresionante – y si se quiere placentero – transcurrir en el pensamiento de Rodrigo Facio en torno al cooperativismo: su interpretación y adaptación a la realidad de Costa Rica, de la filosofía de los impulsores del cooperativismo europeo, resulta fascinante. Es claro en la definición de la propiedad y la gestión en tres dimensiones: la pública, la privada y la cooperativa, dentro del concepto de la Economía Social. Define con nitidez la importancia de la propiedad social y los fundamentos de la distribución de esfuerzo en los diferentes momentos de la gestión empresarial. Por todas estas razones, en esta edición le rendimos un respetuoso homenaje al principal inspirador del cooperativismo costarricense con el interés que tanto el liderazgo como los cooperativistas comprendan y valoren el aporte de este distinguido costarricense. Y a los jóvenes, los exhortamos a leer las enseñanzas del maestro y –dentro de las vicisitudes del momento que atravesamos – se aventuren como don Rodrigo en su juventud - a pensar en grande, delineando el futuro de nuestro país basados en los principios doctrinarios y en la filosofía que nos heredó Rodrigo Facio Brenes.

Rodolfo Navas Alvarado Gerente general, CENECOOP R.L

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ÍNDICE Rodrigo Facio padre de la economía social y del cooperativismo en Costa Rica. Alex Solís F …………………………………………………………… Recopilación de los Artículos sobre cooperativismo en el libro Surco escrito por Rodrigo Facio………………………………………… • Autoridad y libertad I…………………………………………………………… • Autoridad y libertad II………………………………………………………… • Autoridad y libertad III………………………………………………………… • Autoridad y libertad IV ………………………………………………………… • Autoridad y libertad V del Centro de Estudios de Problemas Nacionales… • Autoridad y libertad VI del Centro de Estudios de Problemas Nacionales… • Autoridad y libertad VII del Centro de Estudios de Problemas Nacionales… • Autoridad y libertad VIII del Centro de Estudio de Problemas Nacionales… • Autoridad y libertad IX………………………………………………………… • Autoridad y libertad X………………………………………………………… • Autoridad y libertad XI………………………………………………………… • Autoridad y libertad XII………………………………………………………… • Autoridad y libertad XIII………………………………………………………… • Naturaleza y trayectoria del liberalismo económico en Costa Rica; hoy estamos por un liberalismo constructivo; nuestra admiración por el liberalismo actual de Colombia………………………………………… • Ventajas sociales y económicas de las Cooperativas………………………… • El Cooperativismo como ideología o programa de reforma social………… • Desarrollo del Cooperativismo en la América……………………………… • Ensayos cooperativos en Costa Rica…………………………………………… • Un Programa Costarricense de Rectificaciones Económicas (Medios y fines para una Costa Rica mejor)………………………………… • Un Programa Costarricense de Rectificaciones Económicas………………… • Legislación Social y organización económica………………………………

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Artículos de figuras que se relacionaron con la obra de Rodrigo Facio………… 106 • El pensamiento de Rodrigo Facio sobre el cooperativismo. Jorge E. Vargas Roldán………………………………………………………… 107 • El pensamiento de Rodrigo Facio Brenes en la creación de la Cooperativa Agrícola Industrial Victoria. Bernardo Peralta Cordero………… 111

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RODRIGO FACIO PADRE DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y DEL COOPERATIVISMO EN COSTA RICA Alex Solís F8 Resumen El pensamiento de Rodrigo Facio converge en una idea central: todo sistema político debe tender hacia la felicidad del ser humano, porque el ser humano es lo primero, no solo desde el plano moral, sino también desde el plano puramente material. Defendió, que no es posible el desarrollo económico sin justicia social y a su vez, que la justicia social es la base material para la libertad. Para lograrlo se requiere de la intervención del Estado, mediante múltiples mecanismos, tales como la promoción de la salud, la educación, la economía social y el cooperativismo, entre otros. Por esta y otras razones, a Facio se le considera el padre de la economía social y del cooperativismo.

Palabras clave: Cooperativismo, Democracia, Economía social, Educación, Estado, Humanismo, Sociedad.

Abstract The thought of Rodrigo Facio converges on a central idea: every political system must aim at the happiness of the human being, because the human being is first, not only from a moral point of view, but also from the purely material sense. He argued that economic development without social justice is not possible and, in turn, that social justice is the material basis for freedom. To achieve this requires the intervention of the State through multiple mechanisms. Among others, it can be mentioned, the promotion of health, education, social economy and cooperativism. For that, and many other reasons, Facio is considered the father of social economy and cooperativism. 8 Doctor en derecho, Summa cum laude probatus por la Universidad Latinoamericana de Ciencias y Tecnología, en convenio con la Universidad Complutense de Madrid. Máster en políticas públicas por Duke University. Especialista en derecho constitucional por la Universidad de Salamanca. Especialista en derechos fundamentales y garantías constitucionales en justicia penal por la Universidad de Castilla-La Mancha. Obtuvo su título de licenciatura en derecho y notario público en la Universidad de Costa Rica. Es profesor catedrático, investigador, consultor. Ha sido invitado a impartir cursos y participar en seminarios y talleres sobre temas relacionados con su especialidad en varios países. Fue Diputado y Contralor General de la República. En 1995 recibió el Premio Nacional de Ensayo Aquileo J. Echeverría y en el año 2000 el Premio Alberto Brenes Córdoba, que otorga el Colegio de Abogados a la mejor obra jurídica.

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Keywords: Cooperativism, Democracy, Education, Humanism, Social economy, Society, State.

INTRODUCCIÓN En este ensayo se estudian varios aspectos de la vida y obras de Rodrigo Facio. En primer plano, se sostiene que Rodrigo Facio, a partir de una concepción humanista de la persona, la educación, la sociedad y del Estado, se le puede considerar como el padre de la economía social y del cooperativismo en Costa Rica. Él defendió que no hay desarrollo económico sin justicia social y que, a su vez, la justicia social es la base material para la libertad. En segundo, lugar se plantea que el estudio del pensamiento y obra de Rodrigo Facio es absolutamente actual, no solo porque él es el principal ideólogo de la Constitución Política que nos rige, promulgada en 1949; sino también, porque los problemas que él denunció en su época, son los mismos que hoy afectan la sociedad costarricense: el relajamiento de los trabajadores públicos, la ineficiencia estatal, la mentira, la corrupción, el dogmatismo, el mesianismo político, la intransigencia, la intolerancia, la política del miedo y la falta de liderazgo. Para el desarrollo de los temas anteriores, el presente estudio se ha dividido en cinco secciones: en la primera se describe la época en la que vivió Rodrigo Facio y qué fue lo que hizo. En la segunda, se explica, por qué se le considera un humanista. En la tercera sección, se analiza cuál fue su concepción de la educación y el papel de la universidad. En la cuarta parte, se abordan sus principales críticas al clasicismo económico y al marxismo. También se explica el papel del Estado y la importancia de la economía social, como base material de la dignidad y de la libertad de las personas. Por último, se analizan las principales ideas que justifican el hecho de considerar a Rodrigo Facio como el padre del cooperativismo.

I.

MULTIFACÉTICO Rodrigo Facio nació en medio de una época convulsa, el 26 de marzo de 1917, en medio

de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la dictadura de los hermanos Tinoco. Es hijo de Rosario Brenes Mata y de Justo A. Facio de la Guardia. Estudió en la Escuela

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Buenaventura Corrales, el Liceo de Costa Rica y la Facultad de derecho de la Universidad de Costa Rica. El paso de Rodrigo Facio por esta vida fue muy rápido, pues murió de un infarto en el Salvador, el 7 de julio de 1961, con tan solo cuarenta y cuatro años. Rodrigo Facio fue una persona muy inquieta, trabajadora y fecunda desde muy corta edad. Entre los hechos más relevantes se pueden citar los siguientes: cofundador de la Asociación Cultural de estudiantes de derecho y de la Juventud democrática (1937); representante de los estudiantes de derecho ante la Junta Directiva del Colegio de Abogados (1938); cofundador del Centro para el estudio de los problemas nacionales (1940); profesor en la Universidad de Costa Rica (1942); cofundador del Partido Acción Democrática (1945); Secretario General de la Universidad de Costa Rica (1946-1947); Decano de la Escuela de Ciencias Económicas (1947-1952); cofundador del Partido Social Demócrata (1948); Diputado en la Asamblea Nacional Constituyente (1949); miembro de la Junta Directiva del Banco Central (1950); Director Ejecutivo Alterno del Fondo Monetario Internacional (1950-1951); cofundador del Partido Liberación Nacional (1951). Rector de la Universidad de Costa Rica, (1952-1961); Consultor de asuntos sociales del Banco Interamericano de Desarrollo (1961). Al repasar estos datos bibliográficos y otros que no se han incluido aquí, por razones de espacio, fácilmente se puede apreciar que Rodrigo Facio fue un hombre de múltiples facetas o dimensiones. Se distingue como hombre de letras, abogado, economista, educador, historiador y político. Se trata de una persona que tiene la sensibilidad para escribir una poesía, lo mismo que la determinación intelectual para lanzar agudos dardos al clasismo económico y al marxismo; de una persona que con extrema facilidad pasa de ser el ideólogo, estratega y negociador de la Asamblea Constituyente, a ser el constructor de la nueva Universidad de Costa Rica y uno de los principales impulsores de la famosa reforma educativa de 1957. “Y todo lo hace al mismo tiempo, sin admitir fronteras o divisiones perturbadoras”9 en su intenso, imparable y multidimensional trabajo. Se trata de una persona, que supo combinar el pensamiento y la teoría con la acción y la práctica. En otros términos, Rodrigo Facio no fue una persona que solo se limitara a estudiar y a diagnosticar la realidad nacional; él fue también un hombre de acción y de grandes emprendimientos. 9 Eugenio Rodríguez Vega. Rodrigo Facio. (San José, Costa Rica, Editorial Universidad Estatal a Distancia, 2006), 30.

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En suma, estamos en presencia del hombre que estudió los problemas nacionales, con el propósito de impulsar un Estado más democrático, más honesto, más eficiente y comprometido con la justicia social y las personas menos favorecidas con los frutos del desarrollo económico. Se trata de un humanista en el más puro sentido de la palabra. Desde muy temprana edad concibió una idea que lo acompañaría hasta su muerte: “la libertad política sin seguridad económica es un concepto vacío”.

II. HUMANISTA Rodrigo Facio fue un humanista, entendiendo por tal, la persona que tiene como valor central de su pensamiento y quehacer en todos los ámbitos de la vida al ser humano por sobre todas las cosas; como solía decir, al ser único, insustituible, irrepetible, inalienable y digno en el más alto sentido de lo humano. En todo lo que escribe y hace, siempre exalta el sentido de lo humano. De esta forma, su pensamiento converge en una idea central: todo sistema político debe tender hacia la felicidad del ser humano, porque el ser humano es lo primero, no solo desde el plano moral sino también desde el plano puramente material.10 Rápidamente advierto, que no se trata de un antropocentrismo individualista, enfermizo, egoísta o desviado. Más bien, lo que Facio pone en valor es que las personas en la búsqueda del sentido de la vida deben comprender que son parte de la sociedad, por lo que también tienen obligaciones con las otras personas. Esa valoración de la persona humana no significa un desentenderse egoísta de los demás, todo lo contrario, significa tener conciencia que la persona humana no se basta a sí misma, que necesita de los otros y de la sociedad como un todo, para vivir bien. 11 A partir de estas ideas, Rodrigo Facio propone una máxima que inspirará todas sus acciones: el ser humano es “el punto final y definitivo de referencia para juzgar sobre lo que ha de hacerse y lo que ha de proscribirse”12 en cualquier institución pública. 10 Rodrigo Facio, “Discurso del Rector en el acto de clausura del curso académico de 1958”, Anales de la Universidad de Costa Rica (1958): 242 11 Alex Solís F. El pensamiento jurídico de Rodrigo Facio. (San José, Costa Rica, Editorial UCR, 2017), 14. 12 Rodrigo Facio, “Discurso del Rector en el acto de clausura del curso académico de 1956, Anales de la Universidad de Costa Rica (1956): 140

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III. EDUCACIÓN Desde esa concepción humanista de la vida, Facio definió que la Universidad solo es un medio “para garantizar al individuo, a cada individuo, a todos los individuos, al hombre de carne y hueso –que es la única realidad sustantiva—sus derechos fundamentales e inalienables.”13 Por lo que todo en el campus, “muros y planes de estudios, piedra y métodos de investigación, están inspirados por las urgencias del espíritu y puestos al servicio de la juventud costarricense”. Con meridiana claridad, plantea la importancia de la educación como una condición necesaria para el desarrollo del país y el progreso económico. Desde este punto de vista, establece, al contrario de lo que piensan muchos, que la educación, lejos de ser un lujo y/o un gasto corriente de consumo, es una de las formas más eficaces y reproductivas de inversión o capitalización.14 Dada esa necesidad, Facio con el tono y la fuerza de una sentencia, establece que “la universidad debe estar abierta a todo costarricense, sin otro límite que el de su propia capacidad y vocación”. De ahí que, “ningún joven talentoso y esforzado” puede quedar fuera del claustro universitario por falta de recursos económicos”.15 Me pregunto, si las universidades públicas, en los tiempos actuales, tendrán tan clara su misión, con respecto a los estudiantes que habiendo ganado el examen de admisión, no pueden ingresar por falta de recursos o porque viven en zonas muy alejadas de los centros educativos. Tema delicado que la universidad pública debería revisar, de manera muy celosa, año con año. Desde el plano ético y jurídico, con la cantidad de dinero que el país invierte en este rubro, sería un crimen que una sola persona se quede sin estudios superiores, porque la universidad pública no le brindó el apoyo que el Estado social de derecho demanda y ordena. A un estudiante que ha ganado el examen de admisión y no se reporta para formalizar la matrícula, la Universidad tiene que ir a buscarlo –se encuentre donde se encuentre—y ofrecerle todo el apoyo que sea necesario para que emprenda sus estudios superiores.

13 Rodrigo Facio, “Discurso del Rector Facultad de Ciencias Económicas 1960”, Revista de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica, N° 156 (II) 2017: 119-128. 14 Ibid. 15 Facio, “Discurso del Rector 1956”, 134.

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En su afán de fortalecer la misión de la cultura en el ser humano, defiende como pocos, la autonomía universitaria, entendiendo que tal autonomía es indispensable para el cumplimiento de sus funciones y el libre fluir de las ideas, en un ambiente de respeto y tolerancia del pensamiento ajeno: El día que la Universidad esté (sic) al servicio de un poder político, o de una confesión religiosa, o de una tendencia antirreligiosa mutiladora de la integridad de la vida interior, o de un sectarismo de la vida doctrinaria, o de una discriminación racial, o de un privilegio económico, o de una distinción social, ese día sería… el de la liquidación de la vida espiritual creadora en la institución.16 Esto no significa, una licencia para que la Universidad, pueda en una equivocada concepción del concepto de autonomía, aislarse de la realidad nacional. “La Universidad moderna es una Universidad de carácter y pretensión sociales, una Universidad cuyo norte es el servicio a la comunidad”.17 Como se ve, la autonomía universitaria no conlleva al aislamiento o la indiferencia hacia los problemas nacionales. Todo lo contrario. La Universidad debe reflejar “al país que la nutre y la sostiene”; además, “debe trabajar por superarlo”. 18 De ahí, que la Universidad deba ganarse su derecho a la existencia, “mediante la formación de un espíritu de claras responsabilidades sociales y nacionales… de modo que ese espíritu redunde en beneficios concretos y permanentes para la colectividad”.19 De esta necesaria conexión de la Universidad con el resto del país, luego Facio establece que la Universidad debe formar profesionales con sentido social. Esto significa que es menester capacitarlos técnicamente con miras a satisfacer las necesidades y los problemas concretos que se presentan en la sociedad. 20 Lo anterior obliga a la Universidad a desarrollar conciencia en los futuros graduandos que, por adquirir una profesión, son parte de una minoría, lo que representa “un 16 Rodrigo Facio, “Discurso del Rector Facultad de Ciencias Económicas 1960”, 119-128 17 Facio, Discurso del Rector 1956”, 131. 18 Ibid., 195. 19 Ibid., 129. 20 Facio, “Discurso del Rector 1956”, 137-138.

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privilegio que debe justificarse ejerciéndola con criterio de servicio a la comunidad”21. Concluye diciendo, de manera exquisitamente elocuente que, “el hombre culto, por serlo, debe ser un hombre al servicio de su país y de sus ciudadanos”.22

IV. ECONOMÍA SOCIAL Entre las facetas más destacadas de Rodrigo Facio está la de economista, no obstante que su formación profesional es la de abogado y que nunca recibió clases formales, dentro o fuera del país, sobre esta materia. Fue un apasionado de esta área del saber, tanto así, que su tesis de grado, para licenciarse de derecho, no fue un tema jurídico, sino económico. El título lo dice todo: “Estudio sobre economía costarricense”. Se trata de una interpretación sobre la historia y la realidad económica del país, que hasta nuestros días continúa siendo de obligado estudio y referencia.23 Por la naturaleza de este ensayo, no es posible detenernos en el análisis de todo lo que Facio escribió sobre economía. Basta con indicar que existen otros libros24 y numerosos artículos sobre legislación social, derecho a la huelga, derecho sindical, salario mínimo, función social de la propiedad, prohibición de monopolios, cooperativismo, impuesto sobre la renta, planificación, banca y organización económica, solo por citar algunos ejemplos. De ahí, que nos limitaremos a explicar brevemente sus principales ideas y preocupaciones, desde el plano político económico. En un trabajo seminal, que se publica en la Revista Surco,25 bajo el título de “Autoridad y Libertad”, se establece que “la historia del hombre ha sido la historia de 21 Ibid., 133. 22 Rodrigo Facio, “Discurso del Rector Facultad de Ciencias Económicas 1960”, 119-128 23 Facio ocupó posiciones muy importantes en este campo: profesor de Moneda, Crédito y Banca en la Escuela de Derecho en 1942; Director de la Sección de Investigaciones Económicas del Banco Nacional de Costa Rica en 1948; profesor de Moneda, Crédito y Banca, Doctrinas Económicas y Teoría de la Ocupación en la Escuela de Ciencias Económicas y Sociales; Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de 1947 a 1952; miembro de la comisión redactora de la Ley Orgánica del Banco Central de Costa Rica en 1949; miembro de la Junta Directiva del Banco Central entre 1950 y 1960. Eugenio Rodríguez Vega. Rodrigo Facio, 31. 24 En tal sentido puede verse: La moneda y la banca central en Costa Rica, en Obras de Rodrigo Facio. (México, Fondo de Cultura Económica, 1947) y Latinoamérica en la Encrucijada, los dogmas económicos ante las realidades económicas. Editado por Jorge Enrique Romero Pérez. (San José, Costa Rica, 2009) 25 Surco es la famosa revista que recogió durante tres años el pensamiento del Centro de Estudio para los problemas nacionales.

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la lucha por la libertad… y “la dignificación de la esencia humana”.26 Teniendo por referencia esa aspiración universal, critica al marxismo y al liberalismo clásico, porque ambos sistemas han instrumentalizado a la persona, en función de intereses ajenos a su dignidad y a su condición humana. En un resumen muy ajustado, su rechazo hacia el marxismo se sustenta en la creencia de que al igual que el liberalismo económico, éste ha reducido a la persona humana a la categoría de objeto. El marxismo, al reducir la historia a la lucha de clases, expresa lo siguiente: El medio social lo es todo y el hombre, poco más que nada. La sociedad sin clases toma, en la filosofía de Marx, el lugar y la significación que la competencia tiene en los clásicos, como condición ineludible y totalmente suficiente para el logro de la armonía social y el progreso económico.27 De esta forma, “el marxismo plantea (sic) que el hombre no es sino una tuerca en el gran mecanismo dialéctico de la historia…” porque “el hombre no existe como elemento moral y libre…” y “nada puede hacer para evadir o suavizar el funcionamiento de sus pretendidas leyes históricas.” 28 Por esas razones, desde aquella concepción humanista de la sociedad y del Estado, Facio considera que el marxismo no tiene ninguna posibilidad de éxito en Costa Rica. Le parece que los “juicios adversativos” usados por esa doctrina son contrarios al ser nacional. Además, sostiene que, “la idea de un movimiento político fundado en la teoría radical de la lucha del proletariado contra la burguesía es totalmente extraña a las necesidades y las posibilidades costarricenses…”29 Por otra parte, en relación con el liberalismo clásico –lo que hoy denominamos neoliberalismo—, Facio sostiene que esa doctrina representa filosóficamente “una concepción puramente económica, materialista, determinista y transpersonalista, de 26 Rodrigo Facio Brenes, Autoridad y libertad, Revista Surco, N° 1, 2017, 7. 27 Rodrigo Facio Brenes, Latinoamérica en la encrucijada. Los dogmas económicos ante las realidades económicas, op.cit., 39. 28 Rodrigo Facio Brenes, “La victoria del hombre contemporáneo sobre los dogmatismos económicos-sociales.” En Rodrigo Facio, ¿quién fue y qué hizo?, editado por Eugenio Rodríguez, 148. 29 Rodrigo Facio Brenes. Estudio sobre economía costarricense (San José: Editorial Costa Rica, 1978), 172.

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la que se ha eliminado todo sentimiento o matiz humano”,30 en la que “el hombre no aparece como un fin en sí mismo, sino como un medio,”31 para alcanzar otros propósitos. Se trata de una corriente de pensamiento en la que si bien se exalta al individuo, se hace no como un sujeto moral, sino como un “sujeto económico”, como un “sujeto de consumo” o como un homo economicus, despojado de “todo sentimiento o matiz humano”.32 Afirma que el liberalismo clásico ha producido los más grandes absurdos en la organización social, al concentrar la riqueza cada vez más en pocas manos y al provocar “la formación de una cada vez más extensa clase proletaria.”33 En tales condiciones, no se puede defender como democracia, ni es sostenible en el tiempo, un régimen cuando solo un pequeño grupo de privilegiados cosechan los frutos del desarrollo económico.34 Para orgullo costarricense es el mismo problema, que muchas décadas después, también denuncia Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, 2001, en varios ensayos recogidos en su libro “La Gran brecha”, de manera especial en uno titulado “Del 1 por ciento, por el 1 por ciento, para el 1 por ciento”.35 Los ricos no existen en el vacío. Necesitan a su alrededor una sociedad funcional que sostenga su posición. Las sociedades demasiado desiguales no son eficaces, y sus economías, no son estables ni sostenibles. Las pruebas que nos ofrece la historia y el mundo moderno son inequívocas: llega un momento en el que la desigualdad se convierte en disfunción económica para toda la sociedad y, cuando lo hace, hasta los ricos pagan un alto precio.36 Como respuesta a los problemas aludidos, Facio plantea un programa de rectificaciones, con el fin de corregir los desajustes del liberalismo clásico. En tal sentido sostiene que: 30 Rodrigo Facio Brenes, Latinoamérica en la encrucijada. Los dogmas económicos ante las realidades económicas (San José: Institutito de Investigaciones Jurídicas. Universidad de Costa Rica, 2009), 104. 31 Ibid., 27. 32 Ibid., 27-28. 33 Rodrigo Facio Brenes, “Autoridad y libertad”, Revista Surco, N° 3, 5. 34 Rodrigo Facio Brenes, “Autoridad y libertad”, Revista Surco, N° 7, 6. 35 Joseph Stiglitz, La gran brecha (España: Penguin, Randon House, Grupo Editorial, 2017) 36 Ibid., 118..

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El Estado no debe desentenderse en un criminal laissez faire de los resultados de la economía, suponiendo automáticamente garantizados por su libre juego, ni intervenir arbitrariamente en su funcionamiento y sus resultados necesarios, ni arrogase la dirección de la vida nacional entera, suponiendo en un gran plan totalitario la garantía de la felicidad colectiva. Porque lo primero conduce a la injusticia social y a la anarquía económica, lo segundo, a la guerra de los grupos de intereses particulares y a la quiebra del Estado, y lo tercero, a la dictadura política y económica, y la omnipotencia de una burocracia militarizada.37 En el caso de Costa Rica, Facio critica a la generación del 89, la generación del olimpo, porque amparados en el laissez faire, laissez passer del liberalismo clásico, “… se desentendieron del aspecto social del régimen que pregonan como el mejor”. “No les interesa si los ciudadanos son libres económica y socialmente.” Este laissez faire en la práctica significa “un elegante desentenderse de los problemas sociales”. 38 Ante esta situación, en la que tanto el marxismo como el liberalismo clásico se han olvidado de la felicidad de las personas, Facio plantea la necesidad de una nueva fórmula económica y política que rescate a la persona, no como un medio o instrumento de nada ni de nadie, sino como un fin en sí mismo. ¿Cuál es esa fórmula? Pues bien, lo que en su programa de rectificaciones denomina “liberalismo constructivo”, “Estado constructivo” “constitucionalismo social”, es decir, lo que hoy denominamos “social democracia.” Bajo el signo de estas expresiones, se justifica cierta dosis de intervencionismo estatal en materia económica, para resolver los problemas que provoca o que no soluciona el libre mercado. Esta intervención tiene por objeto, cerrar, como diría Joseph Stiglitz, “la gran brecha entre ricos y pobres y así restablecer en el país la prosperidad compartida39 o Facio “para salvar lo que interesa mantener del liberalismo clásico en interés del hombre”.40 37 Rodrigo Facio Brenes, “Planteamiento y justificación de un Criterio Económico costarricense”, publicado en Estudio sobre economía costarricense, op. cit., 171. 38 Rodrigo Facio Brenes. Estudio sobre economía costarricense (San José: Editorial Costa Rica, 1978), 212 39 Joseph Stiglitz, 19. 40 Rodrigo Facio Brenes, “Planteamiento y justificación de un Criterio Económico costarricense”, publicado en Estudio sobre economía costarricense, op. cit., 171.

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Partiendo de que no es libre una persona estrangulada por la miseria o flagelada por la ignorancia, el liberalismo moderno, socialmente constructivo, no reduce la liberad de las personas a un simple dejar hacer por parte del Estado o como una fórmula permisiva legal, sino como un poder material, como una situación social eficiente, mediante la cual se busca su libertad económica y el ejercicio pleno de sus derechos fundamentales.41 El Estado liberal constructivo no atenta contra la propiedad privada; por el contrario busca, organizándola, hacerla más segura para el individuo y más útil para la comunidad; no pretende tampoco terminar con la libertad económica; su intervención, más bien, tiende, mediante un sistema de preventivos y limitaciones, a garantizarla.42 En armonía con lo anterior y la defensa de la función social de la propiedad, en la Asamblea Constituyente, se sostiene que en los tiempos que corren, ya no se puede concebir a la propiedad como un derecho absoluto y cerrado, como pregona el liberalismo económico y el individualismo manchesteriano, que interese solo a su titular, “desconociendo las consecuencias que en la sociedad pueda producir el desordenado o arbitrario ejercicio del respectivo derecho.”43 La función social de la propiedad privada es una necesidad, dice Facio, que nace al abrigo de las demandas del mundo moderno, en la economía de los países libres, la cual debe ajustarse no solo para el beneficio de los propietarios, sino también para el de toda la sociedad. En tal sentido, el Estado tiene un papel esencial que cumplir, con el fin de garantizar que los beneficios de la propiedad privada también lo sean en favor del bien común y de la sociedad como un todo. En congruencia con este tipo de razonamiento tan relacionado con las personas que viven marginados del bienestar que provee el trabajo, la salud, la educación, se comprende que en su momento, Facio se constituyera en un ferviente promotor y defensor de los derechos y garantías sociales en la Constitución Política y del Código de Trabajo como se ilustra a continuación: Nosotros, que siempre hemos creído convencidamente en el régimen democrático como la más humana y más inteligente forma de 41 Rodrigo Facio Brenes. Estudio sobre economía costarricense, op. Cit., 214. 42 Ibid., 171. 43 Actas de la Asamblea Nacional Constituyente, Acta N° 104.

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organización política; nos dábamos cuenta de que ese régimen necesita, para accionar más eficiente y más en consonancia con los intereses y las aspiraciones de las mayorías populares, de una serie de rectificaciones políticas, económicas y sociales __y entre ellas, de una legislación social__ que nosotros mismos habíamos venido propugnando desde los primeros días de la fundación del grupo (Centro de Estudios para los Problemas Nacionales). Como gente de la nueva generación, no podíamos dejar de darnos cuenta de que el régimen de libre opinión pública en que la democracia política descansa no podría tener cabal y productivo ejercicio, mientras extensas zonas del pueblo se encontrasen en condiciones económicas miserables, ganando salarios o sueldos ridículos, comiendo mal y viviendo peor. Teníamos clara conciencia de que mientras no se llegara a una más equitativa distribución de la riqueza nacional, la opinión pública no podría organizarse y manifestarse en forma adecuada para hacer un verdadero gobierno del Pueblo, para el Pueblo y por el Pueblo. Que para ello es necesario contar con independencia económica y seguridad social. Teníamos, pues, necesariamente que estar por las Garantías Sociales y el Código de Trabajo; en general, por la legislación social llamada a realizar esa imprescindible redistribución más justa de la riqueza nacional.44 A partir de estas concepciones del individuo, de la sociedad y del Estado, todas de naturaleza humanística en los términos que se ha explicado supra, Facio expresa, de múltiples formas y escritos, su doctrina económica que denomina: “Planteamiento y justificación de un criterio económico costarricense” 45 y “Un programa de costarricense de rectificaciones económicas”.46 Todo un corpus que nos permite afirmar que Rodrigo Facio es el padre de la economía social en Costa Rica. Esto no implica ignorar a otros personajes de nuestra historia con preocupaciones similares, como Alfredo González Flores, Jorge Volio, Monseñor Sanabria, Manuel Mora, Alberto Martén, el Padre Benjamín 44 Ibid., 254. 45 Ibid., 162 y siguientes. 46 Ibid., 235 y sgts.

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Núñez y José Figueres, por citar los principales. Pero es a Rodrigo Facio, a quien se debe la construcción del marco conceptual de la “economía social”, del “cooperativismo” y del “Estado social” plasmado en la Constitución Política que nos rige actualmente.

V. COOPERATIVISMO Rodrigo Facio escribió y trabajó mucho por el desarrollo del cooperativismo en Costa Rica, sobre todo en momentos cuando no existía este tipo de organizaciones en nuestro país. Por eso, con toda justicia, se le puede considerar el padre del cooperativismo, al igual que el de la economía social. Las propuestas de Facio sobre la necesidad de fomentar el cooperativismo, como un medio para corregir las imperfecciones del liberalismo económico, se encuentran en varios ensayos y artículos monográficos. Entre ellos se puede citar: “Ventajas sociales y económicos de las cooperativas”, “El cooperativismo como ideología o programa de reforma social”, “Desarrollo del cooperativismo en América”, “Ensayos cooperativos en Costa Rica”. También se puede considerar de su autoría, los editoriales de la Revista Surco N°28 y N° 31, el primero titulado “El movimiento cooperativo” y el segundo “Cooperativismo, solución orgánica para el desarrollo del mercado interno”. De igual forma, Facio se refiere al cooperativismo en otras investigaciones de interés más general, como en el citado libro “Estudio sobre economía costarricense” “Planteamiento y justificación de un criterio Económico costarricense”, “Un programa costarricense de rectificaciones económicas (Surco N° 38 y N° 39) y en “Legislación social y organización económica” (Surco N° 40). Por último, todo este esfuerzo de conceptualización y concientización sobre las bondades del cooperativismo, las corona, normativamente, como miembro de la Asamblea Constituyente. Desde ese privilegiado espacio, redactó e impulso con sus compañeros del Partido Social Demócrata, el artículo 64 de la Constitución que nos rige, el cual literalmente dice: “El Estado fomentará la creación de cooperativas, como medio de facilitar mejores condiciones de vida de los trabajadores”. No obstante esa norma, Facio está consciente de que los problemas económicos del país no podrán arreglarse con la simple intervención estatal. Debe buscarse una solución orgánica, de naturaleza democrática en sus fundamentos y que, al mismo

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tiempo, sea rápida y de involucramiento social en sus métodos. Esta solución es el cooperativismo, por sus múltiples ventajas económicas y políticas, que se pueden sintetizar de la siguiente manera:

A. Ventajas económicas del cooperativismo 1.

Eliminación de los intermediarios: el régimen cooperativo mejora notoriamente la situación material del obrero, abaratando el costo de vida por la eliminación del intermediario y permitiendo el alza de los salarios en las empresas cooperativas, tal como se indica en la Revista Surco, N0. 31.El espíritu del 48: Los productores serán sus propios prestamistas, sus propios transformadores

industriales,

sus

propios

proveedores

de

implementos técnicos y sus propios distribuidores; los consumidores serán sus propios comerciantes. Unos y otros, mediante sus cooperativas, se pondrán en contacto directo, eliminando al intermediario y distribuyéndose equitativamente el producto del negocio conjunto a prorrata del ejercicio que hayan hecho de la función social, sea, en proporción al beneficio concreto que hayan derivado de las cooperativas.

2. Alza el nivel de vida de los asociados: al eliminarse los intermediarios, las ganancias que se apropian los intermediarios pasan necesariamente a las cooperativas y de éstas a los asociados, lo que determinará mayores ingresos. Es decir, un alza en el nivel de vida, para los que antes solo eran consumidores o pequeños productores.

3.

Ahorro individual, como consecuencia del abaratamiento en el costo de vida y por los dividendos que se reparten anualmente, el cooperativismo va convirtiendo en propietarios (sic) a todos los hombres, al ir pasando el capital de manos privadas a manos colectivas.

4.

Formación de fondos sociales, como resultado de los llamados fondos de solidaridad o de fomento, dinero que no pertenece individualmente a nadie, sino a todos los asociados en conjunto y que se dedica a diversos fines sociales, tales como: seguros, recreo, diversiones, educación para los hijos de los asociados, entre otras acciones de mejoramiento colectivo.

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5.

Solidaridad y educación, que se materializará mediante el ejercicio cooperativo. Es decir, “su organización democrática, su administración democrática, su distribución democrática, y en fin todos los actos o actividades inherentes al socio de la agrupación, irán definiendo en él, cada vez con mayor claridad, la conciencia de lo que es y lo que vale la cooperación.”47

B. Ventajas políticas del cooperativismo 1.

2.

3.

4.

Es un medio de transformación gradual de la sociedad. El cooperativismo es un medio de transformación gradual –no revolucionaria—acorde con las tradiciones pacifistas de la sociedad costarricense, que permite atenuar la inequitativa distribución de la riqueza y fomentar el desarrollo integral del país. Fomenta la democracia. El cooperativismo, por sus fines, por sus métodos y por sus consecuencias, es esencialmente democrático. “Si por democracia entendemos la justicia en las condiciones sociales de las mayorías populares, junto con el derecho para las mismas, a través de las instituciones de representación política, de autodeterminarse en su vida económica, política y social, tenemos que asegurar que el cooperativismo es una tendencia nítidamente democrática. Ella busca primordialmente la igualación de las rentas individuales por la abolición de la gestión capitalista sobre los medios de producción; es decir, el establecimiento de condiciones más justas y prósperas para las mayorías; junto con ello, se garantiza la libertad política y civil, ya que no propugna un intervencionismo o un socialismo estatista para lograr aquellos fines, sino tan sólo la organización libre y voluntaria de productores y consumidores”. Rectifica las imperfecciones del liberalismo económico. El cooperativismo da paso a un régimen mixto de organización autónoma cooperativa de las fuerzas económicas democráticas que permite superar –no destruir—el liberalismo económico. Pone término a la agitación divisionista del comunismo. El cooperativismo integra a las clases medias y proletarias, mediante la colaboración constructiva y los beneficios colectivos al régimen económico nacional, sin el divisionismo y la agitación que promueve el comunismo mediante sus procedimientos revolucionarios.

47 Rodrigo Facio Brenes, “Ventajas sociales y económicas de las cooperativas”, publicado en Estudio sobre economía costarricense, op.cit., 217-219.

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5.

Fortalece el régimen político liberal. Con el desarrollo del cooperativismo se fortalece también la democracia, al dotarla de las bases económicas y sociales más fuertes e independientes. Con ello a su vez, se fortalece el régimen político liberal cuya vigencia es indispensable para que el pueblo pueda darse el gobierno que desee tanto en su composición como en su política a través de la libertad de partidos y libertad electoral“.48

C. El cooperativismo no es una panacea

Entre los aspectos que más se admiran de Rodrigo Facio, es que siendo una persona tan estudiosa de los sistemas políticos, de las teorías económicas, de la historia y de los problemas nacionales, no limitó su accionar al puro análisis de los asuntos que más le interesaban. Por el contrario, él fue un hombre de acción que ayudó con sus actos a transformar las instituciones y la sociedad en la que vivió. Lo que debemos hacer, decía: “es estudiar los problemas de la comunidad, con el fin de encontrar posibles soluciones a los mismos”.49 Una lección que debería emular la actual generación de gobernantes, que como todos somos testigos, se han quedado en el diagnóstico de los problemas, pero no han tenido la capacidad de emprender el camino hacia las correcciones.

Otra característica que se quiere destacar de Rodrigo Facio fue su amplitud y apertura de pensamiento al momento de encarar el análisis y solución de los problemas nacionales. Lejos de cualquier enfoque dogmático, nunca defendió ninguna de sus tesis como verdades absolutas. En tal sentido, desde esa visión amplia y pluralista de la vida, de la sociedad y del Estado sostiene que: El cooperativismo no es una panacea, no es un remedio que sirva para todos nuestros problemas económicos y sociales, como no lo es tampoco ninguna doctrina o escuela económica en particular (…) Así, pues, cuando propugnamos el cooperativismo para la solución de ciertos problemas nacionales, no lo enarbolamos como programa

48 Rodrigo Facio Brenes, “El cooperativismo como ideología o programa de reforma social” publicado en Estudio sobre economía costarricense, op. cit., 220-225. 49 Facio, “Discurso del Rector 1956”, 136.

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integral de reforma social, ni a nadie lo señalamos como el camino para la ‘sociedad perfecta’. Estamos luchando por el mejoramiento patrio, pero nos negamos a hacer demagogia prometiendo utopías y paraísos terrenales a nuestro conciudadano.50

CONCLUSIONES 1.

2.

3.

4.

5.

Rodrigo Facio cree que todo régimen político debe tender hacia la felicidad del ser humano, porque el ser humano es lo primero. Desde este punto de vista, el ser humano tiene que ser el punto de referencia, para juzgar lo que el Estado debe hacer o dejar de hacer. El Estado solo tiene sentido como medio al servicio del ser humano. Si el Estado es una creación humana, éste debería estar siempre al servicio del individuo. Por tal razón, el Estado ha de intervenir en los procesos económicos para que produzca sus resultados en consonancia con las necesidades materiales de todas las personas. La intervención estatal no conlleva a la desaparición de la economía libre ni de la propiedad privada individual, solo a su regulación en beneficio del interés social o de la colectividad, pero teniendo siempre por estrella de orientación el respeto a la dignidad del ser humano y el mejoramiento de sus condiciones materiales de vida. Una de sus máximas fue, que la justicia social no mate la eficiencia, pero tampoco, que la eficiencia mate la justicia social. Facio rechaza el liberalismo clásico –lo que hoy podríamos denominar el neoliberalismo—y el marxismo, porque ambos sistemas han instrumentalizado a la persona en función de intereses ajenos a su dignidad y a su condición humana. Ambos sistemas han reducido a la persona a un simple objeto: el liberalismo porque considera al individuo como un simple objeto de consumo, en la que la persona no aparece como un fin en sí mismo, sino como un medio. El marxismo porque considera al individuo como una simple máquina para producir y la tierra un simple medio de esa producción. El marxismo sostiene que el ser humano no es sino una tuerca en el gran mecanismo de la historia, un objeto de trabajo. Facio cita a Monseñor Sanabria para enfatizar que no se puede enseñar el padrenuestro a personas con hambre. Esto es así, porque la libertad política sin seguridad económica es un concepto vacío. “La libertad no puede ser en

50 Facio, “El cooperativismo como ideología o programa de reforma social”, 220.

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estos tiempos una mera facultad moral, sino una capacidad de acción, desde el momento en que no es libre el hombre estrangulado por la miseria, flagelado por la ignorancia y torcido por la mano dura de los fuertes”. 6. Por eso él justifica la intervención del Estado en los procesos económicos, mediante lo que en su época denominó: liberalismo constructivo, Estado constructivo o constitucionalismo social, es decir mediante lo que hoy denominamos social democracia. 7. De acuerdo con Rodrigo Facio, el cooperativismo es fundamental para el desarrollo político, económico, social y cultural de los pueblos, en la medida que mejora la situación material del obrero, del consumidor y de los pequeños productores. En tal medida, constituye una garantía para la estabilidad de la pequeña propiedad y del pequeño capital. 8. El cooperativismo no es una panacea o un remedio que sirva para la solución de todos los problemas del país. Constituye una de varias alternativas, para solucionar las deficiencias del liberalismo económico, mediante el mejoramiento de las condiciones de vida de los asociados, al ahorro individual, la formación de fondos sociales, el fomento de la educación, de la solidaridad y de la democracia. 9. Desde esta visión, explica que el cooperativismo rejuvenece y fortalece el principio liberal, limpiándolo de contradicciones. “Hay que aprender a estudiar la economía desde el punto de vista del consumidor, por lo que resulta vital la organización de los trabajadores en asociaciones cooperativas”. 10. Esa forma de asociación fortalece, en primer lugar, la paz social y, en segundo lugar, la solidaridad y la educación en democracia. Donde el trabajador se remunera bien, se evita el descontento social. Y respecto de lo segundo, el solo ingreso a una cooperativa denota un sentimiento de solidaridad y bases de educación importantísimos, para la convivencia en sociedad. 11. Gracias a los esfuerzos de Rodrigo Facio, padre de la economía social y del cooperativismo, así como al de otros costarricenses de su época, hoy aproximadamente novecientas mil personas son parte de alguna cooperativa, lo que en términos porcentuales significa el 21 por ciento de la población nacional. 12. Finalmente, el estudio de la vida y obra de Rodrigo Facio nos debe servir como parámetro para enjuiciar cómo estamos haciendo las cosas en el presente. Así pues, es bueno preguntarse: ¿Qué habría hecho Facio ante el incremento de las desigualdades en diferentes áreas, como en los ingresos, la salud, la educación y la protección policial? ¿Qué habría sugerido ante aquellos que combaten la

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intervención del Estado y predican que los mercados se autorregulan? ¿Cómo habría reaccionado ante los actuales intentos por debilitar la propiedad social y el cooperativismo? ¿Qué medidas correctivas habría propuesto ante un aparato estatal que pareciera colapsar? En suma, ¿Qué habría respondido ante aquellos que ven en la democracia un producto acabado que no necesita reformas?

13. No resulta difícil saber cómo Facio respondería a estas interrogantes. Sin embargo, lo que sí nos debe preocupar es si nosotros, las generaciones del presente, inspirados en las enseñanzas de Rodrigo Facio, en la democracia, la justicia social y la prosperidad compartida, estamos dispuestos a emprender el camino de la reforma integral del Estado, la construcción de una nueva Costa Rica y la fundación de la Tercera República. En mi criterio, no tenemos alternativa: o emprendemos valiente y decididamente el camino de las reformas, o bien la democracia y la paz social que hemos disfrutado por tantas décadas se nos puede ir por el despeñadero. En tal sentido, pareciera que el camino más rápido, seguro y participativo para hacerlo, sería mediante la convocatoria de la Asamblea Constituyente.

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Universidad de Costa Rica. Portal de Revistas Académicas. N0. 156 (2017). Acto de clausura del año académico de 1956 (celebrado el 21 de diciembre). DOI 10.15517/ RCS.V0I156.30677. Publicado: sep. 21, San José, Costa Rica. Universidad de Costa Rica. Portal de Revistas Académicas. N0. 158 (2017). Acto de clausura del año académico de 1958 (celebrado el 26 de diciembre). DOI 10.15517/ RCS.V0I156.30679. Publicado: sep. 21, San José, Costa Rica. Universidad de Costa Rica. Portal de Revistas Académicas N0. 156 (2017). Acto de clausura del año académico de 1960. DOI 10.15517/RCS.V0I156.30681. Publicado: Sep. 21. San José, Costa Rica. Rodrigo Facio. (1940). Autoridad y libertad. Revista Surco, volumen 1, (1) Páginas 7-16. Rodrigo Facio. (1943). Ventajas sociales y económicas de las Cooperativas. Revista Surco, volumen 31, (3) Páginas 19-24. Rodrigo Facio. (1943). Un programa costarricense de rectificaciones económicas. Revista Surco, volumen 38, (3) Página 8-16.

Otras fuentes Rodríguez, E. (2006). Rodrigo Facio, ¿quién fue y qué hizo? Editorial Universidad Estatal a Distancia. San José, Costa Rica. Solís, A. (2012). El papel de Rodrigo Facio en la Constituyente de 1949. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica. Solís, A. (2017). El pensamiento jurídico de Rodrigo Facio. Revista de Ciencias Sociales. Universidad de Costa Rica. (Número 138). DOI 10.15517/RCS.V0I138.12085. Stiglitz, J. (2017). La gran brecha. Penguin, Randon House, Grupo Editorial. Madrid, España.

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RECOPILACIÓN DE LOS ARTÍCULOS SOBRE COOPERATIVISMO EN EL LIBRO SURCO ESCRITO POR RODRIGO FACIO n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Gastón Miralta I Hay encendida en estos años una viva discusión— en la mitad del mundo ya transformada en una guerra a muerte —sobre cuál es la mejor forma de gobierno que pueden adoptar las naciones. Desde el político, el catedrático, el periodista, hasta el escolar de cortos años y la humilde criada. En otras palabras: ¡Todo el mundo opina sobre democracia y dictadura! En esta página vamos también nosotros a decir unas palabras sobre el trascendental tema, usando como criterio principal para enjuiciar —a la par que el mural, inalienable— el económico como punto decisivo para orientarse dentro del mundo de hoy. - Audaz intento- y por ello, más atractivo aún. Abónesenos, al menos, la buena fe y el entusiasmo; y el deseo de despertar en las juventudes democráticas del país —de San Ramón y San José, sobre todo que han comenzado a abrir el SURCO— el interés, en forma de adhesión, de observaciones. de críticas o de objeciones. por la ciencia económica. Y por ver como ella podría darnos vías más seguras para marchar hacia una Costa Rica mejor. Pues que, si bien cuanto digamos irá basado en el pensamiento de algunos distinguidos economistas europeos y americanos contemporáneos —y por no poder ser de otra manera, casi sobra decirlo— nuestro propósito último es el saber qué y cuánto de él puede servir para la solución de los problemas concretos de la Patria. Y es que no queremos caer en esa dualidad —hoy tan corriente— de poner máximo interés en las doctrinas que se debaten y los hechos que suceden en Europa, y desentenderse al mismo tiempo, de las urgencias y las necesidades de nuestra organización nacional; de ser apasionados demócratas en Paris y en Londres y conformarse mientras tanto. abúlica o aprovechadoramente, con nuestra aún muy imperfecta democracia. Queremos por todo lo contrario. estudiar lo que piensa y hace el mundo para recoger lecciones que nos sirvan, e invitar a la vez, a cuantos tengan buena voluntad, a luchar valientemente por llevarlas la a práctica.

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n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Gastón Miralta II La historia del hombre ha sido la historia de la lucha por la libertad: no que se quiera insinuar, al afirmarlo, una dirección finalista —hoy desechada— en el decurso del acontecer humano; simplemente se desea subrayar el fenómeno objetivo de que al evolucionar al través de los tiempos, la humanidad ha venido poco a poco modelando sus instituciones con vistas a eliminar de ellas las diversas formas de arbitrariedad. El Cristianismo proclama la igualdad de los hombres y mina la organización esclavista, el Renacimiento propugna por la libertad en las concepciones estéticas y científicas, la Reforma inicia, con su lucha contra el poder temporal de Roma, el reconocimiento de la libertad de conciencia, la Revolución Francesa impone la libertad política y civil, el Derecho Internacional afirma la igualdad jurídica de los Estados, las Cartas Políticas conceden los derechos civiles al extranjero, los movimientos liberales logran su ideal de una iglesia libre dentro de un estado libre, el Derecho público universaliza el sufragio sin distención de razas ni de sexos, la escuela laica, gratuito y obligatorio abre el camino para la emancipación intelectual de las clases populares, el Código Civil sustrae a la mujer del yugo marital del corte romanista, el Derecho Social legaliza y encauza la lucha proletaria por la liberación económica y moral. A lo largo de la biografía del mundo, y por sobre la variedad de escenarios, de épocas, de razas, de circunstancias y de ideologías, puede verse a los hombres de vanguardia señalando en alguna manifestación del poder, de la coacción, el mal a combatir, y en su eliminación, el remedio a administrar. Por esa trayectoria se ha venido logrando una gradual dignificación de la esencia humana. Pero, hacia fines del siglo pasado, comienza a propagarse la idea totalmente contraria: la de que el mal está en la libertad, y en su supresión, el remedio justo.

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Desde entonces, la crítica contra las instituciones democráticas, la pugna con los sistemas liberales se ha multiplicado hecho sistema ideológico y hasta impuesto en no pocas naciones. Interesa para tomar caminos con conciencia, examinar la naturaleza de esas críticas, los grados de su razón y de su sin razón, y examinar, a su vez las ideas sustentadas y los resultados con ellos obtenidos, por los enemigos de la libertad, en los países que han podido dominar.

n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Gastón Miralta III Para impugnar el régimen liberal, sus enemigos comienzan destacando, tras un examen incisivo de los hechos, sus fracaso económico y ético: este sistema—que se conviene más por razones históricas que técnicas, como habremos de recalcar después, en seguir llamando liberal— ha producido— nadie que esté exento de prejuicios y libre de intereses creados podrá negarlo— los más grandes absurdos en la organización social: a la par de una gran concentración de la riqueza en manos cada vez más pocas, la formación de una cada vez más extensa clase proletaria; contrastando trágicamente con una enorme super producción industrial y agrícola, una grave incapacidad para la adquisición y el consumo de los estratos populares; desocupación permanente, especulaciones fantásticas, crisis violentas; todo ellos con su secuela de vicios y males políticos, sociales y éticos. Ese, el punto de partida de los autoritarios. Ahora bien, tal espectáculo de anarquía económica, desequilibrio social, de inseguridad política, de trastorno moral, sugiera la necesidad de un ordenamiento, de una disciplina, de una autoridad. Ese, el clima sentimental del autoritarismo. Pero ¿a quién con vigor suficiente, amplios medios y desinteresadas miras, confiar la gigantesca tarea de organizar, disciplinar o “dirigir” la sociedad? El impulso de la lógica necesariamente lleva a quien se hace esa pregunta, a la idea del Estado, de un Estado omnipotente. Ese, el punto fundamental de todas las doctrinas autoritarias.

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No puede negársele a ese proceso de observación, emoción y afirmación, cierta sencillez lógica, en la cual reside, precisamente, la facultad de impresionar y convencer que poseen las teorías estatistas. Quién, sin ir al fondo del asunto, osaría negar la evidencia de este razonamiento: la sociedad democrática sufre males provenientes de una grave desorganización; urge procurar reorganizarla usando de un orden, de una disciplina; ese orden, esa disciplina, por la naturaleza del problema al que han de aplicarse, solo el Estado es capaz de imponerlos; reconozcámosle al Estado el derecho a hacerlo? Allí el éxito de convicción de las tesis de autoridad de nuestra época; allí, para plantearnos el problema que demás cerca nos toca, la explicación del desarrollo del consumismo en nuestras ciudades, y. últimamente, del nazismo en nuestros campos, ayudando el primero por la indiferencia de los gobiernos ante la situación de la clase obrera, y el segundo, por la posición antidemocrática, franca o en cubierta, asumida por algunos señores directores de pueblo. Que unos y otros extremistas sustenten ideologías diversas y proclamen diferentes fines —como es bien conocido, —no hace al caso, pues la eficacia de ambas prácticas ha residido y reside concretamente y sobre todo, en su crítica del régimen liberal, caústico e injusto, y su apología de los Estados “planificadores“rusos o alemán e italiano, según el caso, y eso es lo que en este momento estudiamos. Y lo que asombra, por cierto, no es que se propaguen en Costa Rica, la Suiza centroamericana, Costa Rica, la primera democracia del mundo, según dicen los prospectos de la junta de Turismo, y se repiten en sus arengas nuestros perniciosos politiqueros, sino todo lo contario: que esas doctrinas no se ganen íntegro, de una sola vez, a este sufrido pueblo tico, sobre todo al de los campos, al que cincuenta años de tristísima experiencia, le han enseñado que democracia es salarios de hambre, vivienda anti-higiénica, desnutrición, gastroenteritis, sífilis, escuela inadaptada, ignorancia, explotación por parte del patrón, el abogado y el médico, y cada cuatro años, discursos vacíos, ofrecimientos vanos, compra de votos, guaro cincha, procacidades y violencias. El problema pues, de salvar las instituciones democráticas en Costa Rica, implica una doble urgentísima tarea a cumplir: hacer conciencia sobre la teoría y la práctica de los sistemas autoritarios o totalitarios, y transformar en un amplio sentido social, no desechando la tesis democrática, sino aceptándola lealmente en todas sus consecuencias, las instituciones que nos legaran los mayores.

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Ya lo hemos dicho: dentro de esos propósitos, esta página es el aporte humilde de un demócrata costarricense auténtico. “La memoria de los héroes, si no sirve de lección objetiva para la posteridad, no sirve para nada”. Martí

n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Gastón Miralta IV Pero, ¿cómo es que la libertad democrática ha producido la injusticia y la anarquía en la organización social? La libertad democrática —explican los totalitarios— que en lenguaje económico significa reconocimiento de la propiedad privada y del libre intercambio de los valores sociales, hizo posible que el industrialismo fuese aprovechado en toda su potencia técnica y social, en beneficio exclusivo de ciertas clases y en consiguiente perjuicio de la mayoría de la comunidad, estableciéndose así paulatinamente, debido a esa falla, el desorden económico y el desequilibrio social. Eso parece muy claro; pero lo que no explican bien los totalitarios es cómo eliminando la libertad económica para evitar los males de la gestión privada en la producción y el reparto de la riqueza, que es lo medular de su tesis, se puede continuar gozando y aumentando los beneficios del industrialismo, dado que, si a la libertad se deben aquellos males, a ella también débanse estos beneficios. En efecto, el sistema industrial solo pudo iniciar con fuerza su desarrollo y comenzar a dar su maravilloso rendimiento económico, cuando, a consecuencia de la Revolución

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Francesa y demás movimientos liberales europeos y americanos de los siglos 18 y 19, fueron cayendo todas las trabas que las instituciones feudales y corporativas le imponían al trabajo físico e intelectual, a los capitales y a la tierra. Sólo cuando cada uno pudo trabajar en lo que quiso, cuando, donde, cuanto, y como quiso, con plenas garantías para su persona, iniciativas y actividades —nos referimos a la ausencia de toda coacción extra—económica—, pudo desenvolverse espontánea y aceleradamente la división del trabajo social, que constituye la base lógica e histórica del industrialismo. Haciendo abstracción de factores como el aumento de la población, la apertura de nuevos mercados y el avance de los medios de comunicación, los cuales son también por los demás, fenómenos originados en gran parte por el liberalismo y la división del trabajo, véase en forma esquemática como ésta constituye, como lo hemos dicho, la base lógica e histórica del industrialismo: la división del trabajo social produjo la especialización de las actividades; ésta provocó la especialización de los instrumentos de trabajo, lo cual fue la condición técnica indispensable para el desarrollo del maquinismo, pues que las máquinas sólo son combinaciones más o menos complejas de esos instrumentos especializados; pero la aplicación creciente de las máquinas a todas las ramas del trabajo social es justamente lo que constituye el modo industrial de producción, el industrialismo, con su extraordinario rendimiento económico. Se trata de un proceso al alcance de cualquier observador. Medida así la importancia de la libertad económica y de su consecuente, la división natural y progresiva del trabajo, en relación con la productividad económica, resulta fácil explicarse por qué a lo largo de 7.000 años, desde comienzos de la historia hasta mediados del siglo 18, mientras tabúes, sacerdotes, faraones, sectas, códigos, preceptos morales, reglas religiosas, exclusivismos locales y nacionales, ordenanzas de los reyes, organizaciones corporativas, etc., hicieron imposible el desenvolvimiento de la iniciativa del hombre y la especialización de sus actividades, hubo de caracterizarse la organización social por la pobreza y la rutina económicas. Y resulta fácil también comprender por qué cuando se liberó de prejuicios, restricciones y arbitrariedades, y puedo investigar, emprender, trabajar y organizar con plenas garantías individuales, pudo muy pronto el hombre, por la división libre y espontánea de sus actividades, enriquecer la sociedad hasta grados nunca entonces concebidos.

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Ahora bien, ¿están dispuesto los autoritaristas, por concluir con los prejuicios sociales de la gestión económica particular, a renunciar a que continúe desarrollándose la división del trabajo social —ni con mucho concluida aún—, que es la clave del éxito presente y futuro del modo industrial de producción? ¿O es que pretenden “dirigir” esa división del trabajo, hasta hoy realizado en forma libre y natural con el maravilloso rendimiento económico que conocemos? Esto último —adelante habremos de examinar con cuidado las experiencia fascista y comunista— parece ser su tendencia: con miras en el mayor beneficio colectivo, fijar estatalmente a cada individuo, gremio, grupo, profesión o localidad lo que debe hacer, y cuanto, donde, cuando, y como debe hacerlo; pero tal sistema, aún sin tomar en cuenta —adelante lo haremos— la esclavitud individual que implica la inverosímil capacidad lógica que en quienes lo dirigen supone, ¿no recuerda en mucho la organización corporativa —hasta así llaman los italianos su régimen actual— y no parece expuesto, por allí, a sufrir la rutina y el estancamiento de aquélla? Habrá que estudiarlo con despacio. Pero, por el momento, como problema general digno de ser reflexionado, piénsese si no resulta extraño y contradictorio que se ofrezca para solucionar los males del industrialismo y conservar, al mismo tiempo, sus ventajas, una técnica de organización copiada, precisamente, sobre aquellas que debieran ser tumbadas y abolidas para que el industrialismo, con todos sus perjuicios y sus beneficios, pudiera imponerse…

n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE PROBLEMAS NACIONALES Gastón Miralta V Inglaterra es hoy el más poderoso y rico imperio del mundo. Conquistó ese lugar porque Inició de primera la evolución libertaria. La concesión de la Carta Magna por Juan sin Tierra, allá en 1215, señala por cierto uno de los primeros jalones.

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Pues fue como remate de ese espaciado movimiento histórico contra diversas manifestaciones de la fuerza y la coacción. que rompió, antes que ninguna otra colectividad occidental. su economía cerrada de burgo; de tipo autárquico y feudal. A mediados del siglo 18 fue cuando tuvo signos más ostensibles esa ruptura del antiguo molde. Hasta entonces, el comercio doméstico e internacional había sido exiguo y limitado casi sólo a las mercancías de primera necesidad: con ligeras variantes. cada nación. si no cada aldea. producía todo lo que consumía y consumía todo lo que producía. Habían hecho imposible otra cosa las interminables reglamentaciones de la industria y el comercio. el proteccionismo provincial y nacional, las arbitrariedades de los gobiernos absolutistas, la presencia en todas las actividades de fuerzas y presiones extra —económicas. Pero en 1776. Adam Smith razonó la benéfica influencia de la libertad en el desarrollo económico e hizo depender de ella la riqueza de las naciones. — an inquirey on the riches of nations. así se llamó su obra fundamental—. y Adam Smith era tan sólo el ideólogo de una tendencia social el teórico de una necesidad que había de llegar hacer sentida por el orbe entero. Y liberadas sus fuerzas económicas. tocó a Inglaterra muy pronto en aumento fantástico de su riqueza. gracias a un modo de producción basado en la división creciente del trabajo social en mercados cada vez más extensos Luego. paulatinamente. cuando las instituciones liberales fueron arraigando aquí y allá, fueron entonces haciéndose más y más especializados e independientes hombres y naciones, e integrándose a la civilización continentes y países, y ascendiendo en curva rápida el standard general de la vida humana. Tales los resultados positivos de la división libre del trabajo; pero junto a ellos hay que apuntar la repartición absurda de la riqueza y el proceso económico cumpliéndose en perjuicio social. Ahora bien, el único objetivo que, hoy por hoy, justifica y da sentido a una acción política, en la eliminación y de esos males. (Téngalo muy presente los jóvenes costarricenses que sean demócratas auténticos, si es que no quieren resbalar dentro de la inmoral politiquería criolla). Pero ¿cómo conseguirlo?

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Dentro de tal propósito, ahogan los totalitarios, como ya lo hemos visto, por la supresión del mercado libre donde se ha venido desarrollando espontáneamente la división del trabajo, ha producido, al sustituirlo por el control social de un Estado omnipotente. Pero, podrá el Estado cumplir bien ese papel? Fácilmente se comprende que no, pues las condiciones estatales, que necesariamente han de tener un cierto carácter de generalidad y permanencia, no pueden adaptarse de ninguna manera al modo de producción industrial que se caracteriza por constantes innovaciones, pruebas y transformaciones técnicas, e incesantes desplazamientos del capital y mano de obra. Someter, pues, el industrialismo a la dirección del Estado lógicamente sólo puede querer decir, detener o entorpecer el desarrollo industrial, al enmarcarlo dentro de normas incompatibles con su íntima naturaleza. Establecer un plan económico nacional significa predeterminar los factores que han de intervenir en el proceso de producción y consumo durante el periodo planeado, y, en consecuencia, no admitir ninguna variación en ellos. Esa es la condición fundamental para que el plan pueda cumplirse; pero eso implica nada menos que renunciar a los beneficios del industrialismo, caer en la rutina económica, impedir el aumento natural de la riqueza social. Y es porque la dirección estatal de la economía conviene sólo a modos de producción primitiva, propios de comunidades más o menos autárquicas: por eso fue adecuado cuando lo ejercieron los franceses, los emperadores bizantinos, Luis XIV, los Habsburgo o los Romanoff. Pero no hoy en que la producción resulta cada vez más satisfactoria en cantidad, calidad y variedad. mediante la división del trabajo realizándose libre y aceleradamente en mercados que se van extendiendo progresivamente hasta querer abarcar el mundo entero. Por eso cabe decir que, dentro del plano económico, la posición de los autoritaristas es decididamente reaccionaria. Y que si al industrialismo hay que extirparle sus profundos males, —a lo que al demócrata debe aspirar, si de verdad lo es—, hay que cuidarse también mucho contra su productivismo mecanismo. Sobre posibilidades e imposibilidades del planeamiento industrial, volveremos adelante con todo detalle.

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n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Del Centro de Estudios de Problemas Nacionales Gastón Miralta VI Liberales y totalitarios, pero igual reconocen el prodigioso desarrollo de la industria moderna se ha debido al liberalismo: pero los segundos luchan por abolirlo. como hemos visto. invocando la necesidad de concluir con los perjuicios que. dentro de él, ha llegado a producir el mismo industrialismo al alcanzar las etapas máximas de su desenvolvimiento. Es decir. que consienten en retrogradar - ellos, desde luego. no sienten que así sea - no digamos ya política y éticamente. al abolir el régimen representativo y las garantías individuales, sino hasta técnicamente. al sustituir la regulación automática del mercado libre sobre la producción, por una burocracia planeadora. todo ello por hacer desaparecer la injusticia social y el caos económico que existe dentro de las democracias; porque estiman esos males producto necesario del industrialismo súper desarrollado funcionando en una sociedad libre. Pero, quien acongojado por el suceso europeo y por la rápida penetración que las teorías de fuerza están operando en todas partes del mundo, se pone al estudio objetivo y crítico de liberalismo y de la técnica industrial. —tal han hecho los tratadistas cuyo pensamiento aquí seguimos; tal deben hacer cuantos vean en la política democrática más que un medio de vivir sin trabajar—, se encuentre con que en rigor, esa injusticia y ese caos no son consecuentes fatales de industrialismo. que fuercen a abandonar las instituciones liberales. sino más bien los efectos de falsas concepciones y erradas prácticas de la democracia relativamente a ese modo de producción. En otras palabras: no es que la técnica industrial, por necesidades inherentes por su propia naturaleza se haya desarrollado en cierta forma que lleva por sí sola, matemáticamente, a pulverizar el molde liberal y a exigir uno autoritario, asumiendo así quienes luchan por esa

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transformación. papel de elementos realistas y progresistas dentro de la comunidad; no, es eso: es que los políticos y dirigentes liberales, agarrados de la terminología pero olvidando la esencia del pensamiento liberal. han hecho posible, con su administración y su legislación empíricas. un desenvolvimiento tan anormal y monstruoso de la industria. que de veras han puesto en peligro el régimen que dicen realizar fielmente. Refiriéndose a los grandes monopolios, cuya nefasta influencia económica y política. es de los fenómenos que más inclina a los espíritus contemporáneos hacia la dictadura moral, fuerte y centralizadora, dice el economista estadunidense Walter Lippmann: “Es gracias a la ley y no a la técnica. que la concentración del control de las empresas se ha desenvuelto a tal punto dentro de este régimen… La concentración del control en la industria moderna no se ha debido a las trasformaciones técnicas. Es el Estado quien le ha creado por medio de leyes”, y explica luego sus palabras sobre un caso concreto: “cuando la United States Steel aumenta sus negocios, no agranda necesariamente su fábrica Pittsburgh sino que construye una nueva fábrica en otro lugar. El lazo que une a esas diversas fábricas; no es precisamente la técnica de la producción en serie. sino la institución jurídica de la sociedad anónima”. De modo que esa suerte de necesidad funcional que los totalitarios pretenden asiste a la transformación política de la que son partidarios, esa fatalidad técnica que, según ellos, marca la última hora de la democracia política, no existe; y no vale sino como recurso místico de propaganda política. Si efectivamente hoy se confronta el peligro de que la dictadura se imponga en todo el mundo —entendámoslo bien, — no es porque el liberalismo haya cumplido ya su rol histórico y sea inadecuado las necesidades técnicas y sociales actuales, sino porque el liberalismo, cuya existencia es y será básica para el mundo, moral y económicamente, aún por mucho tiempo, ha venido incumpliendo su auténtico papel. Y así, el camino difícil, pero cierto— para su preservación y, de una vez, para el remedio natural de los males que afligen las sociedades donde aún impera, es el de su rectificación decidida y pronta.

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n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Del Centro de Estudios de Problemas Nacionales Gastón Miralta VII Quienes no están hoy por el autoritarismo fascista o comunista y se empeñan en defender la democracia, son tachados de reaccionarios, de burgueses o de ignorantes, si no de cosas peores. Y lo importante es ésto: que hay cierta razón en la tacha, cuando, como es lo general, se defiende como democracia, maliciosa o ingenuamente, el régimen en que, bajo la apariencia de una decantada soberanía popular, son de verdad unos cuantos trusts o un grupo de familias poderosas, los que ejercen efectiva soberanía en la sociedad. Por eso llevan la de perder los que discuten incurriendo en tan deplorable confusión. Veámoslo en nuestro suelo: quién hará desistir de sus ideas a un obrero comunista o a un campesino nazista, aduciendo las virtudes de la democracia costarricense, si unos y otros, de esa democracia conocen tan sólo la pésima situación económica en que viven, una deficiente legislación social que no alcanza a protegerlos, la actividad general de los gobiernos orientada sobre todo a la protección de los poderosos, y la farsa de la politiquería demagógica de cada cuatro años? Cómo invocar para combatir las dictaduras lo que precisamente las justifica? Cómo, por ejemplo, exaltar las virtudes del régimen parlamentario en contraste con la degradación cívica de los sistemas dictatoriales. cuando hasta los mismos liberales, contemplando la labor servil, rebañista e incolora de nuestros Congresos. sobre todo de los de cinco años para acá. suele sentir la necesidad de que vengan a clausurarlos un don José Stalin o un Adolfo Hitler? No; ello es y será tiempo perdido, y bien perdido. Claro que el único camino de éxito teórico y práctico a seguir por los auténticos demócratas. es el de enfrentar a las promesas de felicidad social negras y rojas, un

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vigoroso programa de rectificaciones del liberalismo, que garantice, no el advenimiento de un nuevo Paraíso Terrenal —que el demócrata debe rehuir la demagogia—, sino el progresivo mejoramiento, sin tchekas, purgas, campos de concentración ni ministerios de propaganda, de la sociedad contemporánea. Pero la confección científica de ese programa, supone que el liberalismo efectivamente es susceptible de rectificaciones, o sea, que el liberalismo no se ha realizado rigorosamente en la forma en que demandaban los imperativos de la moral y las necesidades de la economía moderna, sino de manera en algunos aspectos distinta, produciéndose así los males que conocemos; y que esos males pueden, perfectamente eliminarse adaptando el funcionamiento de las instituciones libres a aquellos imperativos y necesidades. Y esa es exactamente la verdad, como habrá oportunidad de verlo adelante con mayor explicitud. La situación social existente hoy —absurda y dolorosa— no es producto del liberalismo, como a voz en cuello sostienen sus enemigos, sino de su errado ejercicio; es producto, propiamente, de un régimen que diciéndose inspirado en el pensamiento liberal y estereotipando el significado de las palabras, ha confundido al dictar sus leyes, los derechos del hombre con los privilegios de las grandes compañías, la libertad económica con la voluntad de los trusts, la inviolabilidad de las personas físicas con las garantías de las personas morales, y la propiedad privada con la posesión de monopolios. Dígase, por ejemplo, y para hacer resaltar lo anterior con hechos de actualidad nacional, si decretar y celebrar la derogatoria del monopolio de la gasolina, estableciendo a favor del Estado desde 1933, invocando principios del liberalismo, como lo han hecho funcionarios del gobierno y hombres públicos prominentes, no es confundir la libertad económica con la voluntad de los trusts. Pues exactamente esa ha sido y es la posición de los liberales tradicionalistas en todos los casos: oponerse absolutamente, sin discriminaciones de ningún género a que el Estado actúe dentro del Derecho Económico, aunque así se vaya comprometiendo la existencia misma del rudimento democrático —en el caso costarricense apuntado, nuestra relativa independencia económica con respecto a los trusts gasolineros— que tanto importa conservar y desenvolver. Eso —quede dicho con voz enérgica— no es liberalismo, sino ceguera ante la realidad social que trata de disimularse con pura terminología.

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El liberalismo, pero el bien entendido y practicado, el consecuente con lo esencial de la doctrina que porta ese nombre. Será el que imponga los lineamientos de la sociedad libre, equilibrada y humanista del futuro. Lo ha comenzado a hace así, por ejemplo, en Colombia, donde el Partido Liberal de los López y los Santos luce una claridad de objetivos y una riqueza de energías que fuerzan la administración del Continente todo. Lo hará Costa Rica cuando los jóvenes hastiados de la politiquería democratoide y del liberalismo adulterado en perjuicio colectivo, y conscientes del peligro que, con el totalitarismo, se cierne sobre el derecho inalienable a progresar de que gozan las naciones y los hombres, se decidan a unirse para meterle el hombro a la gigante empresa. Nos place creer que la actividad constructiva y desinteresada de quienes con todo entusiasmo, desde San Ramón y San José, pretender abrir un SURCO, es preliminar de ese momento.

n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Del Centro de Estudio de Problemas Nacionales Gastón Miralta VIII Para resumir las anteriores páginas, y antes de seguir adelante —ahora que se inicia 1941—, diremos que, dentro del plano económico, los pensamientos autoritario y liberal discrepan así: Sostienen los autoritaristas, señalando la injusticia social y el desorden económico de las sociedades supuestas democráticas, que tan graves males son el producto fatal de la industria moderna desenvuelta a grados máximos dentro de la organización liberal, que resulta impotente, por razón de sus propios postulados, para administrar las soluciones necesarias; y que, en consecuencia, el paso natural e imprescindible es el de sustituir el Estado liberal por un Estado omnipotente, con derecho a todo —totalitario—, único capaz de restablecer la justicia social y el orden económico, mediante la sustitución de la economía libre por una economía dirigida.

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Tal argumentación goza de cierta sencillez lógica que, aún separa de los adicionales recursos demagógicos que consisten en excitar las más bajas pasiones de las masas y alimentar sus más fantásticas aspiraciones, alcanza explicar bien la adhesión creciente de nuestros días a las tesis de autoridad. En frente de este punto de vista, muchos que se califican de demócratas sin tener de ello más que el nombre, se limitan a defender, con grandes voces y aspavientos, la flagrante injusticia del orden existente, en el que de mala o de ciega fe, creen ver nada menos que la realización cercanamente perfecta de la verdadera democracia. Natural es que con opositores que esgrimen semejantes armas, vaya la dictadura ganando terreno poco a poco, en las conciencias de los hombres, primero; en sus instituciones, luego. Lo primero es bien visible en Costa Rica; lo segundo lastima constatarlo en Europa. Pero el liberalismo auténtico —como que implica estudio y honradez, raramente sostenido por los líderes de estas pretensas democracias donde sólo el oro, la intriga y la mediocridad gobiernan—sí tiene energía doctrinaria que oponer a los totalitarios. Y lo que sostiene es que la industria moderna, para dar un progresivo y armónico rendimiento económico, al cual las sociedades contemporáneas no pueden renunciar, porque ello sería renunciar a la civilización misma, necesita imprescindiblemente de una real economía libre; y que la injusticia social y el desorden económico no han sido, en absoluto, producidos por esa libertad, sino precisamente por no haber sabido los llamados Estados liberales, preservarla en la forma que lo exigían las necesidades técnicas del industrialismo y los intereses éticos de la sociedad; y que, en consecuencia, el único medio de restablecer la equidad colectiva y la regularización económica, sin comprometer el aumento de la riqueza y el espíritu humano, está en la acción científica y enérgica del Estado liberal—su mecanismo tradicional totalmente revisado—tendiente a lograr una efectiva libertad económica, a perfeccionarse constantemente, dentro de la cual los conflictos sociales se vayan orgánicamente resolviendo y la industria automáticamente desarrollando en beneficio general.

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Si los estadistas tienen la razón y de veras sólo el colectivismo autoritario es la solución para la crisis actual, resulta nada menos que la rebelión contra la libertad individual y la dignidad humana, triunfante a medias en el mundo de hoy, tiene justificación en las necesidades mismas de la economía moderna, y que todas las sociedades deben entrar, tarde o temprano, en un período de dictadura cuya intensidad, prolongación y consecuencias nadie puede prever. Si la razón la tiene el liberalismo, resulta entonces que la historia del hombre puede y debe continuar siendo la historia de su gradual liberación y su dignificación constante, y que todas las sociedades deben proceder para ello y para resolver la actual crisis, a la rectificación enérgica y valerosa de las instituciones llamadas democráticas. Tal la trascendencia social, ética y humana de la solución que se dé al problema económico de nuestro tiempo.

n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Gastón Miralta IX La teoría liberal

a) El control automático de la producción por nivel de los precios

La producción social puede ser dirigida por los ciudadanos de una nación en cuanto productores o en consumidores. Si se tiene en cuenta que el fin último de la producción es el consumo, o sea la satisfacción de las necesidades, parece claro que han de ser los ciudadanos en cuanto a consumidores, en cuanto a personas que sienten y saben qué es lo que necesitan los llamados a dirigirla; así debe ser para que ella llene cabalmente su fin. Y así es como se pronuncia el liberalismo ante el problema.

Los bienes considerados en relación con la satisfacción. que le reportan a cada persona, poseen lo que denomina un valor en uso, que desde luego varía de acuerdo

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con la particular utilidad que su consumo proporciona. pero desde un punto de vista, no ya individual sino social, es decir, en cuanto son objeto de cambio en una sociedad, poseen los bienes lo que se llama valor en cambio, que viene a ser la medida media producida por los diversos valores subjetivos atribuidos a esos bienes, al ponerse en relación unos con otros en el proceso de cambio.

El valor en cambio de los bienes, expresado en moneda, es lo que se llama su PRECIO, el cual, naturalmente, varía con las modificaciones que producen en el valor que las personas le atribuyen a los bienes, o sea, en el último término, con el grado de necesidad media que de ellos sienta la masa de consumidores. Por donde se ve que son los precios el instrumento por medio del cual los consumidores expresan colectivamente sus necesidades y sus gustos. Si los precios de un artículo suben, eso quiere decir, en general, que los consumidores sienten por él mayor necesidad; si bajan, lo contrario. Por eso se ha dicho que el nivel de los pecios es el resultado de una votación de índole económica, que diariamente llevan a cabo todos los ciudadanos.

Los resultados de esa votación son estrictamente atacados por los organizadores de la producción—los empresarios—, quienes deseando producir lo que les reporta una ganancia, sólo producen los artículos que gozan de altos precios, o sea, consecuentemente y en definitiva, los que los consumidores desean con mayor intensidad.

Pero los precios dependen no sólo de las necesidades de los consumidores sino también de la cantidad en que los artículos deseados se ofrecen en el mercado. Los precios de los bienes, se dice técnicamente, varían de acuerdo con la oferta y la demanda de éstos.

Resulta, por tanto, que el desplazamiento de los recursos económicos de las actividades menos a las más productivas, motivado por el afán de lucro de los empresarios, produce entonces, al hacer muy numerosos los artículos más deseados, la baja de su precio, hasta el punto de que la continuación de su producción resulta desventajosa para los empresarios que cuenta con menos recursos, viéndose entonces éstos obligados a retirarse del mercado. Este fenómeno, al restringir la oferta, hace ascender otra vez los precios, y de nuevo entonces muchos empresarios estimulados por la posibilidad de hacer negocio vuelven a trabajar en la misma rama.

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Y este movimiento fluctuante es, a grandes rasgos, el que caracteriza la dinámica económica en régimen liberal: subiendo los precios hasta el punto más allá del cual los más poderosos de estos últimos considerarían ruinoso el continuar la producción, punto antes del cual ya han sido desde luego eliminados los competidores más débiles.

A esta forma de organismo económico, explicado por el liberalismo, se le conoce con el nombre de control automático de la producción por el nivel de los precios, porque efectivamente ésta se realiza independientemente de factor extraeconómico alguno, orientada sólo por el curso ascendente o descendente de los precios. El organismo es teóricamente perfecto, porque permite la adecuación precisa de la producción a las necesidades reales del consumo, cumpliendo así el fin último de la actividad económico-social. Adelante veremos cuáles han sido los resultados históricos del funcionamiento práctico de ese sistema en las sociedades contemporáneas, pues por el momento lo que nos interesa es tan sólo la exposición pura de la teoría liberal.

n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Gastón Miralta X La teoría liberal b) El control automático de la inversión por la tasa del interés

Cualquier clase de sistema económico tiene que resolver, necesariamente, el problema de qué cantidad de dinero debe dedicarse para el consumo y qué cantidad para la inversión. Quiere decir: cuánto ha de usarse para la producción, el intercambio y la adquisición de bienes de consumo inmediato, (alimentos, vestidos, habitaciones, etc.), y cuánto para la producción de capital, o sea de bienes que no siendo directamente consumibles, sirven para producir bienes de esa clase, (fábricas, plantas, máquinas, etc.)

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El fin último de toda producción es— ya lo dijimos atrás— el consumo; pero el espectáculo de una sociedad que consumiera cuanto produjera, es absurdo e irreal. En efecto, sería esa una sociedad carente de previsión, que se encontraría, de un día a otro, con su organismo de producción paralizado con falta de elementos. Lo cierto es lo contrario: que una vez satisfechas las necesidades más urgentes, el resto de la riqueza producida se dedica a una nueva producción, con vistas a garantizar la satisfacción de los consumos futuros. El problema de la inversión es, así, el problema de la prevención económico-social. Veamos la solución lógica y sencilla que le da el liberalismo.

En cuanto bono representativo del valor de la riqueza social, y supuesto un sistema monetario no influido por causas monetarias, el dinero es una mercancía, igual que cualquiera otra, cuyo valor depende, en consecuencia, para los efectos de la inversión, de su oferta y su demanda. Si hay poco dinero y las necesidades del consumo apenas logran satisfacerse; su precio: el interés, sube hasta el punto de restringir la demanda de los empresarios, que no trabajarán sino en las ramas, necesariamente escasas, que les aseguren un beneficio rápido y superior a la taza fijada; si hay mucho dinero y las necesidades del consumo se satisfacen ampliamente, el interés baja entonces hasta el punto de estimular a los empresarios a trabajar hasta en las ramas menos producidas y que lo son a largos plazos, realizándose así la inversión total del dinero ahorrado. Nunca se corre dentro de este sistema, como se nota, el peligro de sacrificar el futuro por el presente, consumiendo toda la riqueza producida o dejando mucho de ella sin invertir, ni tampoco el peligro de sacrificar el presente por el futuro, invirtiendo desproporcionadamente. El problema, que es vital, y sumamente embarazoso a intentar resolverlo por medio de cálculos objetivos, se soluciona así, él mismo y solo. Es lo que se denomina el control automático de la inversión por la tasa de interés, y que se explica diciendo que la tasa fluctuante del interés tiende a adaptar la suma total de las inversiones a la suma total del dinero ahorrado, una vez satisfechas convenientemente las necesidades del consumo.

Como se ve, el interés cumple en el tiempo, idéntico papel que cumplen los precios en el espacio: equilibrar la oferta y la demanda, allá de dinero, aquí de bienes. Esto no ha sido exacto en la práctica; pero por el momento — repetimos —sólo les interesa ser una exposición puramente doctrinaria.

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Queda expuesta rápidamente la tesis del liberalismo sobre la economía social dinámica en sus fundamentales aspectos de la producción y la inversión. Debe explicarse que tal tesis sólo es exacta para sociedades donde la división del trabajo ha alcanzado ya la etapa nacional, es decir, donde la producción se realiza con vistas a un mercado amplio, indeterminado y complejo, y no ya pequeño y conocido, como en la economía familia, la local o la de gildas. Por eso es que el liberalismo deja de ser conjunto airadas protestas y de indefinidas aspiraciones, para constituirse en un verdadero cuerpo de doctrina, hasta fines del siglo XVIII, cuando las fuerzas económicas ya son más o menos libres en Inglaterra y comienzan a desbordar cada vez con mayor violencia los moldes autárquicos en la Europa continental en efecto, la producción no puede ser reglada por los consumidores a través del nivel de los precios, sino a condición del trabajo social esté tan dividido, que los individuos, como las familias o las empresas no produzcan ya para satisfacer sus propias necesidades, sino las de sus connacionales en general. Es claro que cuando se produce con ese fin y en semejante escala, los productores o los empresarios han perdido ya el poder de disposición absoluta que el régimen familiar, local o corporativo, tenían sobre su trabajo, para pasar a ser los servidores de una gran masa heterogénea de consumidores, cuyas necesidades y deseos no pueden ya clasificar y fijar por su cuenta, arbitrariamente. E igualmente tratándose de la inversión: el control automático por la tasa del interés no puede operar sino en una sociedad en que la división del trabajo se haya desenvuelto a tal punto que el capitalista y el empresario sean, muy generalmente, personas distintas, y en que el arrendamiento de dinero, por el aumento de la riqueza numeraria, no constituya ya sólo un fenómeno de consumo, sino y principalmente, un fenómeno de producción.

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n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Rodrigo Facio XI Hemos estudiado las dos tesis básicas de la doctrina liberal con relación a la economía social dinámica: el control automático de la producción por el nivel de los precios y el control automático de la inversión por la tasa de interés, y creemos haber dejado explicada la perfección teórica de ambas. Pero es lo cierto que en las sociedades que adoptaron y pusieron en práctica desde el siglo pasado tales tesis junto con las instituciones políticas que son sus consecuentes, se ha desarrollado poco a poco, en vez de un organismo progresivamente satisfactorio para los consumidores y cada vez más orientados por ellos —como lo hacía suponer la teoría liberal pura— un sistema socialmente injusto y económicamente absurdo que es el que conocemos hoy bajo el nombre general de capitalismo. Las deficiencias de este sistema han hecho surgir, a su derecha y a su izquierda, doctrinas sociales que, como hemos visto atrás, coinciden en afirmar que la solución del problema capitalista está en la sustitución de la economía libre actual por una donde la producción y la inversión sean planeadas y dirigidas por un Estado centralizador y autoritario. La agresividad de los prosélitos de esas ideologías es tanta y su éxito tan grande —como que tienen ya medio mundo sujeto a su poder—,que quienes aún creen en la dignidad individual del hombre, pero a su vez sienten el fracaso del capitalismo, se han puesto el examen del desarrollo económico de las sociedades en régimen liberal, para ver si es posible una rectificación salvadora, y han encontrado en ese examen que los tratadistas y líderes del liberalismo han incurrido en errores tales, que son a ellos imputables y no a la doctrina misma, los desastrosos resultados del régimen. Digamos en qué consisten.

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Los errores del liberalismo a) La división de la realidad social en natural y legal.

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John Stuart Mill, Herbert Spencer, junto con los otros grandes maestros, y tras ellos, todos los tratadistas y autores liberales, han dividido la realidad social en dos campos concretos y distintos: el constituido por las relaciones de propiedad y contratación, fundado sobre “la naturaleza de las cosas”, y en ese carácter impuesto al hombre como natural y necesario; y el constituido por todas las otras formas de actividad social, arreglado y conformado mediante leyes y disposiciones estatales. De tal división los tratadistas sacaron desde luego el consecuente postulado de que, mientras el Estado le es lícito y necesario dar, modificar y variar leyes tendientes a la regulación y ordenamiento de las actividades aludidas en último término, le es a la vez totalmente prohibido legislar en el campo de las relaciones de propiedad y contratación, y se enfrascaron en una sutil y prolongada pugna por determinar hasta qué punto podía y debía llegar la intervención del Estado en las actividades sociales. ¡Falto de ciencia y de lógica sería en verdad ponerse a ordenar lo naturalmente ordenado y a emitir leyes estatales sobre materia regida por leyes naturales! Pero allí el fundamental error —sólo comprensible ciertamente por el predominante lugar que en la filosofía de eso años ocupaba la teoría del derecho natural: que no hay actividad alguna dentro de la sociedad, que no esté determinada y regulada por la ley, entendida ésta en su aspecto general y básico de norma colectiva. Las relaciones de propiedad y de contratación en las que se expresaba la actividad económica de los años del triunfo político liberal —1776 a 1832 más o menos— , no eran por modo alguno necesarias, ni eran naturales: eran el producto directo del derecho consuetudinario, modificado, e interpretado por las decisiones judiciales y las legislaciones especiales de cada localidad o de cada nacionalidad; Y en el curso del siglo diecinueve, cuando las codificaciones nacionales toman un gran impulso, eso se ve mejor: ¿no aparecen ordenadas y explicados en códigos o en leyes emitidos por el Estado, los atributos de la propiedad, las condiciones de la compraventa y del arrendamiento de cosas y servicios, los requisitos de las sociedades, la forma de las sucesiones, y en fin, todos los derechos y relaciones referentes a la actividad de cambio económico-social? Y no hay que llamarse a engaño con lo que se acostumbra a denominar el paso histórico del liberalismo puro al intervencionismo estatal: si, por


ejemplo, las leyes hoy le acuerdan al obrero una indemnización por los accidentes que sufra su trabajo, cosa que ayer no hacía, ello no quiere decir, como a vista se sostiene, que antes no existía legislación sobre accidentes de trabajo y que hoy sí la hay. No; simplemente lo que ha sucedido es un cambio en el sentido de una ley que siempre ha existido: antes el Estado le concedía al patrón el derecho a no hacer pago a sus obreros por razón de accidentes de trabajo, salvo el casa de dolo o culpa imputables al mismo patrón; hoy a desaparecido esa garantía, barrida por la correcta tesis del riesgo profesional, y el derecho que antes tenía el empleador para no pagar, la tiene hoy el obrero para cobrar; siempre, pues, ha existido, tanto en materia de accidentes de trabajo como en cualquiera otra referente a la actividad económicasocial, una norma colectiva, una solución permanente y regular, que determina derechos y obligaciones para las partes e indica los procedimientos a seguir aunque a veces y por tratarse de normas o soluciones tradicionales o consuetudinarias, no pertenezcan al derecho escrito. Y ha sido, así una ilusión completa y un error pródigo en perjudiciales resultados, que delante examinaremos con detalle, el creer en la existencia de un campo social naturalmente libre donde funcionaba la economía de cambio y a su lado en la de un campo sujeto al derecho, único en el que el Estado podía y debía ejercer su jurisdicción.

n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Rodrigo Facio XII Los errores del liberalismo b) La intocabilidad de lo económico a teoría a teoría del laissez faire, laissez passer

Del primer y fundamental error del liberalismo: haber creído que en la sociedad existe un campo de relaciones naturales — las económicas — todas las restantes—, deriva en cierta forma el que se refiere a la intocabilidad de lo económico.

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Habiendo operado esa falsa división, que confundía el modo de producción vigente —que en realidad no puede interferirse legislativamente en cuanto es un fenómeno puramente técnico—, con las relaciones económico-sociales existentes alrededor de ese modo de producción, se vieron forzados a sostener que estas últimas no pueden por ninguna causa variarse.

Es la doctrina que se conoce corrientemente con el nombre de laissez faire, laissez passer, y que se plantea diciendo que la política económica del Estado liberal es la de no intervenir en las actividades privadas de esa índole que se desarrollen en su seno.

El origen de tal doctrina la encuentran los historiadores en el pensamiento de ciertos economistas italianos del siglo XVII, y el empleo por primera vez de la expresión concreta laissez faire, referida a la política económica del Estado, se lo atribuyen a un comerciante francés llamado Gournay, que vivió en el siglo XVIII. Eso mismo, el conocimiento de la época en que se elaboró la dicha teoría dice claramente de su inconsistencia y falsedad como tesis positiva de gobierno. Laissez faire fue el grito de la rebeldía de la naciente clase mercantil europea, contra la intervención múltiple que el Estado monárquico operó en la Edad Moderna sobre la actividad económica-social de las naciones. Laissez faire fue, pues, un grito revolucionario y destructivo: se trataba de limitar el poder y la jurisdicción del Estado, de acabar con su absolutismo; se trataba, en una palabra, de que el Estado dejara hacer. Pero advenidos al poder los representantes de los nuevos intereses y las nuevas ideas, mal podía servirles a éstos de doctrina positiva justamente la negativa que habían usado para combatir y tumbar el antiguo régimen. Imposible coartarle al Estado liberal su derecho de regular científica y equitativamente las actividades económico-sociales, por cuanto antes se había acusado al Estado absolutista su intervención retardataria y anticientífica.

Al hacerlo, cometieron los liberales su segundo gran error —esta vez práctico—.

Así renunciaron, sin darse cuenta de ello, su tarea de instaurar verdaderamente el liberalismo en las sociedades.

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Porque caído el régimen absolutista, quedaba sólo cumplida la mitad de su labor histórica: remover las fuerzas políticas y sociales que obstaculizaban el desarrollo industrial; pero les quedaba aún por cumplir la segunda, la más difícil, porque era la constructiva: la de procurar las reformas sociales necesarias para que el nuevo modo de producción produjera sus resultados en consonancia con las necesidades éticas y de justicia fundamentales de la comunidad contemporánea. Removidas las fuerzas feudales, quedaba el modo industrial de producción, que se basa en la división creciente de trabajo social, en posibilidad de desarrollarse libremente, y quedaba así garantizada una producción cada vez mayor, mejor y más diversificada. Pero eso era sólo el resultado económico. Y el Estado no podía desentenderse del resultado social, que implica juicios morales y consideraciones de equidad colectiva: debía pues, haber iniciado inmediatamente después del triunfo liberal, una política amplia y enérgica tendiente a adaptar las condiciones sociales existentes a la nueva técnica, con vista al beneficio de la sociedad entera.

Sabemos, sin embargo, que los dirigentes liberales se quedaron a la mitad del camino: barrieron ciertamente los poderes reaccionarios que entorpecían el desenvolvimiento de la gran industria— y el mundo ha contemplado el gran triunfo económico del nuevo modo de producción—; pero, opiatizados por el falso dogma del laissez faire, no se preocuparon en absoluto de las condiciones sociales en que la nueva técnica iba a trabajar y a las que iba influenciar— y el mundo ha contemplado el gran fracaso social del nuevo régimen político.

Valgámonos de un ejemplo para aclarar: cuando los escritores revolucionarios invocaban la teoría del laissez faire ante, las restricciones de la producción en régimen corporativo, su crítica no podía querer decir otra cosa que la siguiente: que, existiendo las condiciones necesarias para producir en una mayor escala, más razonable que predeterminar reglamentariamente la producción, era dejarla que ella se orientara automáticamente por los deseos de los consumidores, expresado en el nivel de los precios; o sea, que criticaban, convencidos de las mayores posibilidades de la técnica industrial, las instituciones sociales y políticas que no le permitían dar libremente sus frutos, y demandaban al Estado, que prohijaba

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esas instituciones, que dejara ser. Y nada más; en absoluto se prejuzgaba en esa crítica sobre sus requisitos necesarios para el correcto funcionamiento de las nuevas instituciones. Se señalaban— para seguir con el ejemplo propuesto — las diferencias de la producción reglamentada, contraponiéndola a la orientada automáticamente por la oferta y la demanda de bienes, pero nada se decía sobre las condiciones sociales necesarias para que la ley de la oferta y la demanda funcionara en beneficio colectivo.

En efecto, la ley de la oferta y la demanda es perfecta desde el punto de vista puramente técnico de la producción industrial, puesto que permito operarse libremente una división cada vez mayor del trabajo, que es la base y la garantía del progreso de la industria, pero para que, a la vez, sea esa ley de una institución socialmente justa — interés primario de todo Estado realmente liberal—, importa entonces una política de adecuación social a la nueva técnica.

El mismo Adam Smith hizo ver que la ley de la oferta y la demanda se operaba únicamente con relación a la demanda efectiva o solvente, es decir, con relación a los consumidores con poder adquisitivo suficiente para influenciar los precios en el mercado. Entonces, caído el régimen corporativo — primera tarea liberal — y garantizado así el funcionamiento técnico de la ley de la oferta y la demanda, urgía después—segunda tarea liberal— llevar a cabo — es sólo un ejemplo entre otras soluciones posibles — una redistribución de la renta nacional para dotar de poder adquisitivo suficiente a todos los ciudadanos, y garantizar así el funcionamiento social justo de dicha ley. Y esa doble tarea, que era precisa para todas las instituciones que propugnaba la doctrina liberal, no se cumplió en ningún caso.

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Creemos haber aclarado así en qué consistió el tremendo error de laissez faire.


n SURCO n AUTORIDAD Y LIBERTAD Rodrigo Facio XIII Los errores del liberalismo c) El estudio apologético del orden existente.

Imaginando un campo social — el en que funciona la economía de cambio— regido por leyes naturales, y adoptando como fórmula de gobierno la antigua consigna revolucionaria del laissez faire, los tratadistas y dirigentes liberales renunciaron su histórica tarea constructiva de adoptar las condiciones sociales existentes al funcionamiento novedoso de la técnica industrial. Un tercer error había de venir a justificar, desde el punto de vista ético, esa actitud conformista y negativa. Fue el que consistió en ver en la sociedad concreta que tenían frente a ellos, el esquema de la sociedad ideal que habían soñado y predicho.

Los primeros años de la era liberal fueron de tangibles progresos: el comercio nacional e internacional, desaparecidas las trabas que lo entorpecían, cobró una intensidad y un volumen sorprendentes; el trabajo y el capital, liberados del yugo corporativo, se desplazaron con relativa facilidad hacia los sitios donde resultaban más productivos; la competencia, tumbado el régimen de monopolios locales y estatales, comenzó a funcionar con bastante naturalidad; los ciudadanos en general, lograron una independencia, una dignidad y un radio de oportunidades como nunca los habían gozado; el nivel medio de vida se elevó notablemente, gracias a la creciente división del trabajo que comenzó a operarse; en fin, se produjeron en todos los planos de la vida, el impulso del desarrollo industrial, tantas variaciones y todas ellas beneficiosas para la sociedad, como no las había contemplado el mundo bajo régimen otro alguno. La constatación de lo cual entusiasmó tanto a los autores liberales, que, pasando por alto muchas imperfecciones sociales aún existentes—y que a la larga debían dar en el fracaso con todo el sistema—, o

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aludiendo a ellas, cuando más, bajo el equívoco calificativo de "perturbaciones", se dedicaron a estudiar el nuevo régimen apologéticamente, como si en él estuviesen realizadas ya todas las condiciones de la sociedad liberal perfecta.

Era efectivamente tanto lo alcanzado en pocos años, tan grandes las diferencias con la sociedad pre-revolucionaria, que los tratadistas sub-estimaron, hasta no tomarlos casi en cuenta, los puntos en la sociedad no estaban aún adaptada en la forma necesaria para que, a la par que el resultado económico, quedara también garantizado el resultado social del nuevo sistema.

Los publicistas que se encargaban de popularizar las grandes obras liberales tomaron a su cargo, en parte por ignorancia, en parte por la presión de los que resultaban privilegiados con las cosas tal como estaban, el terminar de convertir la ciencia económica en una especie de propaganda tendiente a demostrar que el orden establecido representaba más o menos el ideal de la razón y de la justicia.

Y así la economía clásica, y junto a ella toda la literatura de divulgación económica liberal, se concretó a ser una mera explicación apologética de la sociedad cual era, imaginándola cercanamente perfecta, y con eso resultó plenamente justificada, dentro del mismo plano moral, la política de laissez faire, que ya lo estaba, dentro del plano puramente técnico, con la teoría de las leyes naturales en las relaciones del cambio económico-social.

Los tres errores se unificaron y se complementaron así, en forma de esterilizar absolutamente la energía y el poder constructivo de la doctrina.

Cuestión era nada más de tiempo el desastre total. Cuando a consecuencia de las numerosas fallas que padecían las sociedades que operaba la técnica industrial ésta, en vez de determinar un avance acelerado del rendimiento económico colectivo y un perfeccionamiento cada vez mayor de las instituciones democráticas, llegó a crear los grandes problemas del despilfarro económico y la injusticia social de nuestros días, ya el liberalismo había caído en el mayor descrédito como doctrina capaz de administrar las soluciones imprescindibles, y el criterio autoritario se iba apoderando poco a poco del pensamiento universal.

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Y esos resultados acentúan cada día más.


Así es como errores puramente intelectuales, que transcendieron, convertidos en graves yerros, a la práctica, han detenido — para algunos definitivamente— el desenvolvimiento de un gran movimiento sociológico: la interpretación y la dirección liberal de la sociedad humana.

n SURCO n NATURALEZA Y TRAYECTORIA DEL LIBERALISMO ECONÓMICO EN COSTA RICA; HOY ESTAMOS POR UN LIBERALISMO CONSTRUCTIVO; NUESTRA ADMIRACIÓN POR EL LIBERALISMO ACTUAL DE COLOMBIA Rodrigo Facio La independencia de Costa Rica se declara en momentos en que, tanto en Europa como en los Estados Unidos del Norte, el liberalismo doctrinario enunciados por los enciclopedistas franceses, propugnado por los revolucionarios norteamericanos y precisado en materia económica por los tratadistas ingleses, comienza a imponerse en las instituciones y a dar sus frutos económicos y sociales. Nuestros dirigentes de la primera época republicana conocían y creían en esas doctrinas; en sus bibliotecas se encontraban obras como El Contrato Social de Rousseau, El Espíritu de las Leyes de Montesquieu, el Tratado de Legislación Civil y Penal de Bentham, la lógica de Condillac, el Libro del Pueblo de Lamenias, la Constitución de los Estados Unidos del Norte, y todos ellos participaban de una fervorosa administración, común a todos los líderes iberoamericanos de aquella época, por los hombres de la Independencia y de la Federación norteamericana. Sin embargo, fuera error sostener que es ese liberalismo doctrinario triunfante en Europa y en los Estados Unidos — como se ha dicho por quienes pretenden así justificar en nuestros días, el exotismo de sus ideas — el que orienta y empuja la historia republicana nacional. El espíritu que alienta la desarticulada nacionalidad costarricense en sus primeros años es

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liberal, sí; pero de un liberalismo agreste y criollo, que expresa no una servil adhesión a la ideología de la Primera República Francesa, sino el ansia de progreso de los antiguos colonos, hasta entonces reatados y supeditados a la nefasta política fiscal de la Metrópoli española y a la indignante tutela de la clase mercantil de Guatemala. Los costarricenses de los años 21 a 50 no teorizan sobre lo dicho por Locke, Rousseau o Smith, ni queman incienso a la Diosa Razón: trabajan tesoneramente, eso sí, en contra del espíritu de campanario y de los resabios aristocráticos de la Colonia, por crear la nacionalidad costarricense y dotar al país de instituciones eficientes, para incrementar con ello su riqueza económica y cultural. De esta manera, se declara el libre comercio con todo el Continente y las naciones amigas. También se establece la Casa de La Moneda, se dicta la primera ley monetaria, se habilita el puerto de Matina y se rehabilita el de Puntarenas para el comercio internacional, se inicia una amplia política de comunicaciones interiores, se dicta el primer arancel de aduanas, se sanean las finanzas públicas y se cancela la cuota correspondiente al empréstito centroamericano. Como consecuencia de lo anterior, se comienza a independizar la labor económica de las cargas eclesiásticas, se organiza la justicia y la policía, se concluye con las rivalidades y los celos localistas. Priva entonces, hacia la dirección de los negocios públicos un trato paternal o patriarcal, propio de una comunidad pobre, pero socialmente homogénea. Por otra parte, con el desarrollo de la agricultura del café, que comienza a exportarse en grande a partir de 1845, ascienden al poder los representantes de la naciente aristocracia cafetalera, y el trato gubernamental es ahora más bien de naturaleza oligárquica. La vida económica es monopolizada por ciertas familias poderosas que se disputan el poder público, y lo ejercen, a través de las fuerzas armadas de los cuarteles San José, pero bajo la dictadura del General Guardia, que es en el plano social, de ampliación democrática, la aristocracia se ve obligada a modificar su actitud; presionada por ese gobierno duro y progresista. Se comienza a comprender entonces, que ante la estabilidad de sus negocios y el prestigio de su crédito exterior, conviene más la implantación de un régimen liberal, ordenado y permanente, que la zozobra constante de los cuartelazos y los golpes de Estado. Y el cambio de punto de vista se hace patente de cara a la naciente economía; ya no sería de control monopolista sobre los negocios, sino de libre concurrencia para ellos.

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A la muerte de Guardia, (1882), la nueva actitud está ya bien sentada. En adelante se trata sólo de imprimirla en las instituciones del país, y eso es lo que son las reformas liberales del 84 y del 88; se trata de estructurar un Estado netamente civil, capaz de servir sin dificultades los intereses de las aristocracia, que por entonces coinciden casi en todo con los generales del país, que son primordialmente los que permiten asegurarse un ingreso creciente de riqueza numeraria para promover el desarrollo de la riqueza interna. Viene entonces la generación del 89— Muro Fernández, Ascensión Esquivel, Cleto Gonzáles Víquez, Ricardo Jiménez, entre otros. —generación rica en valores individuales e individualistas. Su labor es de ampliación formal de la democracia: amparados el laissez faire, laissez passer del liberalismo clásico, y colocados en una olímpica posición de grandes hombres se desentienden del aspecto social del régimen que pregonan como el mejor. Creen en la libertad, pero en la libertad como dejar de hacer por el Estado, en una libertad con sentido negativo; creen por ejemplo, en la libertad del sufragio, pero entienden que el modo total de garantizarla es un régimen eleccionario eficiente y un Estado que no interfiere en la actividad política de los ciudadanos; no les interesa si los ciudadanos son libres económica y socialmente para ir a votar, si sobre ellos se ejercen o no influencias plutocráticas o de otro género que puedan convertir en ilusorias las garantías constitucionales y legales. El laissez faire en la práctica es una forma elegante para desentenderse de los problemas sociales. Veámoslo plasmado en un caso concreto: cuando en 1893, Monseñor Thiel publica su Carta Pastoral N° 30, que — inspirada en el socialismo cristiano de León XIII — trata sobre el justo salario de los jornaleros y artesanos y otros puntos de actualidad que se relacionan con la situación de los destituidos de los bienes de fortuna", el Gobierno reacciona de inmediato en contra del Obispo y el Secretario de Culto. Don Manuel Vicente Jiménez, se encarga en su nombre, de condenar enérgicamente doctrinas tan erróneas como la de que la autoridad debe fijarle precio de los salarios de los trabajadores, tan antieconómicas como la de que establezca los valores de los artículos de primera necesidad y tan inconvenientes como la de excitar a los obreros y artesanos a formar entre ellos sus propias asociaciones...", (Comunicación Oficial sobre la Carta Pastoral).

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Pero cuando el liberalismo del siglo XIX reaccionaba así, era consecuente con sus ideas políticas y sociales; así como también con las necesidades de desarrollo económico que en esa época se sentía en el país. Una intervención estatal entonces hubiera impedido que maduraran ciertas bases económicas y sociales que hoy son imprescindibles a la República para dar un nuevo paso adelante; pero lo que sí cabe imputarle a los liberales como una gran falla, es el no haberse preocupado de popularizar y organizar el pensamiento liberal difuso en el país dentro de un gran partido ideológico permanente. Tal partido hubiera servido para el estudio y el control democrático de los fenómenos que estaban emergiendo, al amparo de la doctrina, y luego, hasta para su rectificación dentro de un ideario más avanzado, como ha sucedido con el ejemplar Liberalismo Colombiano. En Colombia, por ejemplo, el Partido Liberal tuvo su época, desde luego de lucha por la ampliación formal de la democracia y de despreocupación por los problemas sociales; pero desde 1930, en que, rejuvenecido y modernizado, conquistó el poder después de 43 años de hegemonía conservadora, se ha constituido en la agrupación política más progresista y efectiva de la América, haciéndose cargo a la par, del perfeccionamiento formal o político del régimen y de su fundamentación social o económica. Este liberalismo moderno, socialmente constructivo, no concibe ya la libertad en sentido negativo como un dejar hacer por el Estado, sino dentro de un sentido positivo como un poder material de ejercitar sus derechos por el hombre. "Queremos — como lo dijo en el Teatro municipal de Bogotá, en 1939, el Dr. Lozano y Lozano, dirigente del Partido Liberal de Colombia, — realizar la democracia moderna, la democracia funcional, que ya no se contenta con principios y fórmulas legales, sino que quiere aferrarse en su propio germen, el hecho económico, someterlo, organizarlo y fundar la base material de la libertad, ya que la libertad no puede ser en estos tiempos una mera facultad moral, sino una capacidad de acción, desde el momento en que no es libre el hombre estrangulado por la miseria, flagelado por la ignorancia, torcido por la mano dura de los fuertes". Este liberalismo no concibe ya la libertad como una fórmula permisiva legal, sino como una situación social eficiente. Busca, por lo tanto — y al hacerlo cree ser más liberal que nunca — la libertad económica del hombre. "Cómo podríamos nosotros, liberales, — agrega en la misma conferencia Lozano y Lozano — que hemos predicado a través de los tiempos la emancipación de los débiles, negarnos a inscribir en nuestros programas la libertad económica del hombre?"

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Por ese liberalismo constructivo, que sin renunciar, y al contrario, amplificando y fortaleciendo las libertades civiles y políticas, procura otorgarles libertad económica y social a todos los ciudadanos, está decididamente al CENTRO. Por ese liberalismo constructivo, que es un modo evolutivo y humanista de llegar a la democracia social sin apelar a la violencia y sin acogerse a las dictaduras.

n SURCO n VENTAJAS SOCIALES Y ECONÓMICAS DE LAS COOPERATIVAS Rodrigo Facio Con lo que queda dicho sobre el origen, bases fundamentales y desarrollo alcanzado por las cooperativas, queda expreso también cuáles son sus ventajas económicas y sociales, y si ahora nos referimos a ellas especialmente, es sólo dentro del propósito de presentar clasificadas y ordenadas por lo menos las principales:

a) Eliminación del intermedio

Culminación necesaria y característica fundamental del desarrollo libre y espontáneo de la división del trabajo; es el hecho de que entre las personas que producen bienes o servicios y las que los consumen o hacen uso de éstos, se interpongan otras que llevan a cabo actos intermedios del proceso económico, facilitando el contacto o la relación de aquellas. Así, entre el productor agrícola y el consumidor, se cruzan figuras como el transformador industrial de la materia prima, el portador, el comerciante. Además, en el aspecto no ya de la transformación industrial o de la distribución, sino de la producción propiamente dicha, se interponen el arrendante de la tierra y el prestamista del capital; todos ellos necesarios para la producción agrícola. En principio, tales intermedios llenan una necesidad social; por lo que resultan útiles y productivos dentro de la cadena. Pero cuando surge o se marca una posición privilegiada o monopolista, en relación con los productores o consumidores y prevale la explotación de

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una forma exagerada en sus servicios, los intermediarios resultan expoliativos y socialmente innecesarios; por lo que es urgente idear la forma más adecuada para atenuar o eliminar su gestión.

Las cooperativas, como empresas económicas y al amparo de la Ley, promueven la cooperación para mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de los asociados y sus familiares. Por lo tanto, los asociados son sus propios prestamistas, sus propios transformadores industriales, sus propios proveedores de implementos técnicos y sus propios distribuidores; los consumidores serán sus propios comerciantes. En esta relación, unos y otros, mediante sus cooperativas, se pondrán en contacto directo, eliminando al intermediario y distribuyéndose equitativamente el fruto del negocio conjunto a prorrata del ejercicio y esfuerzo que hayan hecho de la función social, sea, en proporción al beneficio concreto que hayan derivado de las cooperativas.

b)

Alza del nivel de vida de los asociados

Eliminando el intermediario al convertirse los productores y consumidores, mediante su organización cooperativa, en sus propios proveedores de bienes y servicios complementarios para la satisfacción de sus respectivas necesidades, la ganancia, el beneficio— la mayor parte de las veces, elevadísimo— que antes se apropiara aquel, pasará necesariamente a las cooperativas, y de éstas, al distribuirse los beneficios, a sus asociados, lo que determinará ingresos mayores para los mismos, o sea en definitiva, una alza en su nivel de vida. Los productores agrícolas, por ejemplo, obtendrán precios más elevados para sus productos; los consumidores recibirán sus artículos de primera necesidad a precios más bajos; unos y otros, un ingreso adicional a cada cierre de año económico, proporcional al uso que hayan hecho de la función cooperativa.

c)

Ahorro Individual

Cuando se eleva el nivel de vida en las personas, es un hecho que nace la cultura del ahorro en cada uno de los integrantes de la cooperativa. Pero además, el propio mecanismo determina para los componentes de la cooperativa, un ahorro individual. Ahora bien, desde el punto de vista de cada persona aislada, ahorrar

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significa, la mayor parte de las veces, privarse de alguna necesidad o de algún servicio, dejar de comprar algo que se necesitaba o se deseaba. De ahí que ahorro y consumo aparecen como términos contrapuestos. Dentro del sistema cooperativo, por el contrario, cuanto más se consume, más se ahorra; ¡Así como suena de paradójico! Y es natural: porque el dividendo que se entrega a fin de año a cada asociado se fija en proporción al ejercicio de la función social. En resumen, cuánto más dinero se haya consumido en bienes de primera necesidad o en bienes capitales o de producción, mayor será el beneficio individual y por lo tanto colectivo.

d)

Formación de fondos sociales

Además del ahorro individual, determinado por el abaratamiento de la vida y por el dividendo anual, la cooperativa fuerza el ahorro social; parte importante de las ganancias netas del año, lo que va a engrosar los llamados fondos de solidaridad o de fomento, dinero que no pertenece a nadie, en forma individual, sino a todos en conjunto y que se dedica a diversos fines sociales, tales como: seguros, recreo, diversiones, educación para los hijos de los asociados, entre otros beneficios, que fortalecen la calidad de vida y el desarrollo económico de las familias, las comunidades y el país.

e)

Solidaridad y educación

El solo hecho de ingresar a una organización cooperativa denota ya sentimientos de solidaridad y bases de educación importantísimos. El ejercicio cooperativo: su organización democrática, su administración democrática, su distribución democrática, y en fin todos aquellos actos o actividades inherentes al beneficio y solidaridad, propios de una agrupación, que cada vez se define con mayor claridad, la conciencia de lo que es y de lo que vale la cooperativa. Cumplirán así las cooperativas, a la par que su cometido puramente económico, que las constituirá en órganos fundamentales de la nueva escuela activa.

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n SURCO n EL COOPERATIVISMO COMO IDEOLOGÍA O PROGRAMA DE REFORMA SOCIAL Rodrigo Facio Para el CENTRO el cooperativismo no es una panacea, no es un remedio que sirva para todos nuestros problemas económicos y sociales, como no lo es tampoco ninguna otra doctrina o escuela económica en particular. Cooperativismo socialismo, sindicalismo, intervencionismo, neoliberalismo son para nosotros teorías de progreso social, nacidas en medios diferentes al nuestro, que hemos estudiado por un imperativo de cultura y de comprensión de los movimientos sociales universales y por la necesidad de extraer de ellas lo que pueda ser útil y aplicable a la realidad costarricense. Así sería en vano tratar de colocarle a nuestro grupo ésta o la otra etiqueta político-social importada de Europa. Constituimos un grupo ideológico, sí, pero en el sentido estricto de que nos reúne, no un interés electoral ni un sentimiento de simpatía hacia alguien, sino una serie de ideas adaptadas de los grandes sistemas doctrinarios universales y a las necesidades y las posibilidades reales de la Patria costarricense. Ahora bien, si nos calificamos de grupo ideológico democrático, es para indicar que lo que nos mueve a trabajar unidos son los intereses generales, democráticos o populares de la Nación. Así, pues, cuando propugnamos el cooperativismo para la solución de ciertos problemas nacionales, no lo enarbolamos como programa integral de reforma social, ni lo señalamos como al camino para la "sociedad perfecta". Estamos luchando por el mejoramiento patrio, pero nos negamos a hacer demagogia prometiendo a nuestro conciudadano, utopías y paraísos terrenales. Pero ésto advertido, y con el fin de presentar al cooperativismo en todas sus fases, vamos a hacer un breve resumen de sus ideales de transformación social y de su planteamiento como ideología reformista del régimen actual.

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El cooperativismo ante la cuestión social El origen de la cuestión social o de la lucha entre obreros y patrones — sostienen los cooperativistas — es, más que el régimen del salariado: arrendamiento del trabajo de los primeros por los segundos, la desigualdad en la repartición de la riqueza a que tal régimen da lugar: salarios bajos, exiguos, para el trabajador beneficios o dividendos elevadísimos para el capitalista. La prueba es que donde el trabajo se remunera bien — añaden — no se produce el descontento social. Ahora bien, ¿Puede el cooperativismo atenuar esa inequitativa distribución de la riqueza? Sí, responden sus panegiristas convencidamente, y lo explican así: •

En primer lugar, el régimen cooperativo mejora notoriamente la situación material del obrero, abaratando el costo de vida, por la eliminación del intermediario y permitiendo el alza de salarios en las empresas cooperativizadas, que no resistirían las empresas capitalistas. Los Magasins de Gros cooperativos franceses y los Wholesale cooperativos ingleses o Cooperativas de Producción, Compras y Ventas, surtidas de las Cooperativas de Consumo de Francia e Inglaterra, pagan a sus obreros los salarios indicados por los Sindicatos.

En segundo lugar, el cooperativismo, tiende a suprimir el beneficio capitalista, a reducir la desigualdad de las rentas; por cuanto las cooperativas reparten sus dividendos no sobre el capital, sino sobre la función social ejercitada por sus miembros. El orden cooperativo difunde los beneficios comerciales e industriales entre todos los ciudadanos organizados en cooperativas, en tanto que el orden capitalista los concentra en un número asaz restringido de beneficios. El cooperativismo va convirtiendo en trabajadores a todos los hombres al ir pasando el capital de manos privadas a manos colectivas.

En tercer lugar, bajo el régimen cooperativo, el alza de salarios alcanza para los obreros un interés puramente nominal y ya no real. El día en que, por la devolución hecha a fin de año al consumidor, el beneficio en vez de ser la más importante fuente de ingreso para la clase capitalista permite bajar el nivel general de la vida, tal alza de salarios no tendría el efecto que tiene hoy, de disminuir una parte de riqueza al capital para acrecer la reservada al trabajo, sino que tendría por simple consecuencia la elevación casi paralela del costo de venta de los

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artículos. Los salarios se elevarían, pero sólo nominalmente, porque los productos a comprar con ellos sufrirían también una elevación. Por esa razón, los Sindicatos obreros en régimen cooperativo, tendrían por principal función la discusión con las empresas de las reglas del trabajo en cuanto a tiempo, intensidad, disciplina, higiene, pero no en cuestiones de salario. Como dato interesante a este respecto, digamos que desde 1920, la C.G.T. (Conféderation Général de Travailleurs, de Francia), firmó con la Féderation National des Coopératives de Consommation un acuerdo en virtud de cual se comprometía a evitar toda clase de huelgas en las organizaciones cooperativas, y a ir al arbitraje obligatorio en todo caso de diferencias. Así reconoció la poderosa organización del trabajo francés, la esencia anticapitalista de las empresas cooperativas: vio en ellas, "instituciones que por naturaleza no persiguen ningún beneficio y que por sus fines, constituyen elementos de una sociedad nueva" (Les Cooperatives de Consommation en France, Bernard Lavergne; p. 165). Pero aquí debemos hacer una aclaración para el lector atento de esta entrega de SURCO: si en nuestro editorial decimos que la cooperativización de productores y consumidores en Costa Rica, dará la posibilidad de una alza de salarios en el campo, sin temor a una alza paralela en los precios, no nos ponemos en contradicción — aunque así lo parezca — con el aserto de la ideología cooperativa, que acabamos de explicar, de que bajo un régimen cooperativo el alza de salario carecería de interés para los obreros porque ella tendría por efecto una alza paralela de los precios. Este aserto se refiere a un ideal régimen integral de cooperación en todos los instrumentos de producción que estuviesen bajo la propiedad de los consumidores organizados. La afirmación del editorial, en cambio, se refiere al momento en que aumentadas las ganancias de los productores agrícolas, por la eliminación o la restricción de los intermediarios, esos productores podrían ser obligados al aumento de salarios de sus peones — como ahora — Pero sigamos con los argumentos del cooperativismo ideológico. •

En cuarto lugar, bajo el régimen cooperativo, la participación en los beneficios y el accionario obrero, que hoy resultan lastimosas engañifas del capitalista, podrían llegar a tener una amplia aplicación y benéficos resultados, pues no se trataría ya de limosnas del explotador, sino de cooperación de los consumidores organizados.

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En quinto lugar, en tanto que consumidores-socios de las empresas cooperativas, los obreros llegarían a ser copropietarios de los medios de producción. Uno de los méritos más imprevistos de la cooperativización — sostienen sus propugnadores — en este retorno parcial de la propiedad de los medios de producción al personal obrero, consumidor-accionista de la cooperativa. En tal carácter, el obrero recibirá cada fin de año, los dividendos correspondientes al uso de la función social que haya hecho. Por ello, cinco distintos caminos, mediante los cuales el cooperativismo cree poder conseguir el arreglo pacífico y definitivo de la cuestión social. Y entonces resulta ahora interesante parangonar o relacionar sus tendencias con las de otras escuelas o doctrinas económico-sociales de la actualidad.

Cooperativismo y liberalismo El liberalismo económico tiene sus orígenes en el siglo XVIII como una respuesta a los privilegios de la nobleza, que poco aportaban a la sociedad, y al mercantilismo, que defendía la intervención intensiva del Estado en la economía. Expliquémoslo brevemente: en el régimen liberal, los productores producen para ganar un beneficio; producirán, por lo tanto, con preferencia, aquellos artículos que por tener precios elevados, permiten una mayor ganancia o beneficio. Ahora bien, los precios serán más altos en cuanto mayor sea la demanda; es decir, cuanto mayor sea la necesidad o el deseo de los consumidores expresados en moneda. El consumidor es, por lo tanto, el supremo director — indirectamente — de la producción. Pero las diferencias de renta individual y la gestión de los intermediarios han descabalado el sistema, de tal forma que hoy, al mismo tiempo, vemos a la gente morir de hambre en un continente y en otro, grandes extensiones de café o trigo, arrasadas por el fuego. Se ha operado tal empobrecimiento en las masas populares que ya no pueden expresar sus necesidades en moneda, y entonces la producción se dirige a los artículos superfluos que la gente con alto poder económico sí puede comprar. ¡Un total desastre! Pues bien, el cooperativismo en cierta forma viene a rejuvenecer y a fortalecer el principio liberal, limpiándolo de contradicciones. Ya un gran economista liberal, Bastiar, lo dijo al morir: "Hay que aprender a estudiar la economía desde el punto de vista del consumidor", y recomendó que los consumidores se organizaran. Es decir,

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unidos los consumidores, podrán eliminar el intermediario y el beneficio capitalista, la renta se distribuirá en tal forma que los precios sí indicarían con exactitud a los productores las necesidades reales del pueblo. Y refundidos en las mismas personas los papeles de consumidor y productor a través de las Cooperativas, el principio liberal de la reglamentación automática de la producción podría seguir operando sin tropiezos.

Cooperativismo y Comunismo El Comunismo ante el despilfarro y la injusticia del régimen liberal, presenta como solución el hacer pasar los medios de producción de manos del capitalista a manos del Estado, para dirigir la producción, no ya por el estímulo del lucro o las ganancias individuales, sino por las necesidades reales de la sociedad. Y para eso último organiza grandes oficinas de planificación económica, que estudian las necesidades sociales efectivas y dirigen la producción con el fin de satisfacerlas debidamente. Es el papel de llamado "Gosplan" en Rusia Soviética. El experimento ruso es grandioso y el mundo ha de estudiarlo cuidadosamente para determinar en él lo realmente valioso y eficiente, con el fin de adaptarlo a las instituciones del mañana, pero es curioso notar, en todo caso, que el ideal comunista es el mismo del cooperativismo: eliminación del lucro capitalista y dirección de la economía por el interés de los consumidores. Pero mientras el primero propugna la revolución social, el segundo propugna el método evolutivo de la formación de cooperativas que irían ensanchando su radio de acción hasta eliminar en forma total el sistema capitalista de dividendos sobre el capital para sustituirlo por el de dividendos sobre el uso de la función social. Por otra parte, mientras el primero cree imprescindible la socialización de los medios de producción y su gestión por el Estado o grandes dependencias de este, el segundo cree que resultaría más orgánica la cooperativización de tales medios y su gestión, no por burócratas y funcionarios, sino por los propios consumidores organizados. Es de advertir además, que la tendencia actual en Rusia soviética, sobre todo en la agricultura, es la cooperativista a base de granjas colectivas llamadas Kholjoses.

Cooperativismo y Democracia Si por democracia entendemos la justicia en las condiciones sociales de las mayorías populares, junto con el derecho para las mismas, a través de las instituciones de representación política, de auto determinarse en su vida económica, política y social, tenemos que asegurar que el cooperativismo es una tendencia nítidamente democrática. Ella

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busca primordialmente la igualación de las rentas individuales por la abolición de la gestión capitalista sobre los medios de producción. Es decir, el establecimiento de condiciones más justas y prósperas para las mayorías. Junto a ello, se garantiza la libertad política y civil, ya que no propugna un intervencionismo o un socialismo estatista para lograr aquellos fines, sino tan sólo la organización libre y voluntaria de productores y consumidores. Sobra decir que el papel que el CENTRO le asigna al cooperativismo en Costa Rica, y que queda resumido en nuestro editorial, por su fundamento, por sus fines, por sus métodos y por sus consecuencias, es esencialmente democrático en el sentido que aquí se ha explicado.

n SURCO n DESARROLLO DEL COOPERATIVISMO EN LA AMÉRICA Rodrigo Facio En el Continente Americano, el cooperativismo ha tomado un fuerte impulso; ya en el siglo XIX y principios del actual existían algunas cooperativas — sobre todo en los Estados Unidos y en Canadá — pero ha sido por la complicación creciente de la economía moderna y con la aparición de los grandes problemas económico-sociales que nos hemos venido enfrentando a realidades como las siguientes: En Argentina, de 95 grandes cooperativas de distribución o comercialización de grano, sólo cuatro tienen más de 30 años, tres se encuentran entre los límites de 20 y 29 años, correspondiendo a los últimos veinte años la fundación de las restantes 38. Estas cooperativas, engloban un total de 31.931 asociados y cuentan con un capital de $5.029.776 (pesos argentinos). Existen además en Argentina cooperativas agrícolas mixtas, frutícolas, vinícolas, tabacaleras, algodoneras, ganaderas, de irrigación, camineras, de seguro y de crédito cuyo número llegaba en 1938 a 138 con un total de 33.223 asociados, un capital de $6.551.930 (pesos argentinos) y un volumen anual de operaciones $67.644.928 (pesos argentinos). Los datos correspondientes a las cooperativas de consumo son aún más elevados. Y el auge general del movimiento muestra claros

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avances en cuanto al hecho de haberse establecido escuelas de preparación cooperativa, con el fin de formar especialistas en administración y dirección técnica de los diversos mecanismos cooperativos. Al apuntar los anteriores datos, el Ministerio de Agricultura de la Argentina advierte que "La organización de los productores en cooperativas para la venta de sus cosechas, registra un progreso paralelo con el mejoramiento general de la agricultura, constituyendo uno de los factores que contribuyen a su perfeccionamiento. A medida que los países productores organizan su agricultura sobre bases más racionales, el movimiento cooperativo adquiere creciente gravitación." De la misma manera, del Banco de la Nación Argentina (BNA) se tomaron los siguientes datos: “Actualmente existen en la Argentina 132 cooperativas vinculadas al Banco. En el transcurso del año se han acordado 5871 préstamos a 104 cooperativas por un total de 10.314.671 pesos argentinos”. Además, por parecernos de sumo interés, se transcribe parcialmente el cuadro que en su página 21 publica la memoria citada y que pone de manifiesto la favorable evolución del crédito cooperativo en la Argentina:

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Años

N° de préstamos

Monto (en pesos argentinos)

1934

42

1.633.890

1935

58

2.551.460

1936

90

5.877.925

1937

652

5.942.178

1938

2212

9.026.667

1939

5103

8.479.814

1940

5526

8.137.213

1941

5871

10.314.671


Por otra parte, en Brasil existen cerca de 800 cooperativas entre Bancos cooperativos, cajas rurales, cooperativas de producción, de venta y demás tipos; y entre ellas debe mencionarse especialmente la “Cooperativa de Consumo de los Empleados de Ferrocarril” radicada en Santa María de Río Grande del Sur, por ser la mayor cooperativa de consumo de la América del Sur, pues engloba alrededor de 10 000 asociados y cuenta con un admirable servicio de hospitales y de escuelas técnicas de mejoramiento profesional. El desarrollo del cooperativismo agrícola en Brasil ha llevado a la formación de grandes Federaciones Cooperativas, entre ellas la notable “Central de Lecherías del Estado de Sao Paulo”, la cual agremia a 15 cooperativas lecheras con un porcentaje enorme sobre la producción lechera total del país. Ante la imposibilidad de entrar en detalles, pero por la importancia que reviste el tema, para citar los principales artículos que han sido objeto de cooperativización, sea para su producción o su venta, están: el vino, la leche, las frutas y el ganado. Otro país modelo es Chile, en donde el movimiento cooperativo arrancó desde 1925 y hoy en día comprende amplias zonas de la producción frutera, lechera, serícola, olivera, linera, cerealera, vitivinícola, y azucarera en sus aspectos de producción, transformación industrial, crédito, distribución y venta. Las Cooperativas de consumo agrupaban en 1935, alrededor de 34.000 asociados. Actualmente hay en Chile una fuerte campaña para la legalización de la llamada “cooperativa universal”, la cual puede: 1) solicitar y otorgar crédito, 2) vender colectivamente semillas, abonos, artículos de consumo o implementos de aplicación agrícola, y 4) adquirir maquinarias para el uso sucesivo de sus asociados. En Venezuela la reglamentación legal y el desarrollo inmenso del cooperativismo data de 1936 y se caracteriza por abarcar la producción y la distribución de leche, cereales y hortalizas, así como otorgar crédito minero y agrícola. En el Perú, el movimiento es aún más reciente, pues se inicia en 1939, pero ha cobrado un auge maravilloso gracias al apoyo oficial. El Instituto Cooperativo del Perú, fundado en 1940, tiene en desarrollo un amplio plan de cooperativización nacional

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por regiones geográficas, con organismos frutícolas para el Valle Central y Arequipa, vitivinícolas para Taca e Icá, cerealícolas en Junín y Cuzco, ganaderas en Ayacucho y Cuzco, lecheras en el Valle Central y maderas en las montañas. En la actualidad, el énfasis del movimiento se está poniendo en la protección y el incremento de la pequeña y mediana agriculturas y de las comunidades indígenas. En Colombia, el cooperativismo se inició en 1931 y está adquiriendo gran desarrollo en el campo y en la ciudad. En México lo mismo, habiéndose centralizado el crédito estimulante del movimiento, en 1941 una Ley General de Cooperativas, por haber estimado el Gobierno que para contrarrestar la penuria de artículos de primera necesidad y el alza paralela de los precios nada mejor que la organización de cooperativas de consumo. Estados Unidos y Canadá, que marchan a la cabeza de América, tanto por la extensión como por el perfeccionamiento que ha alcanzado el cooperativismo, sólo queremos decir que han podido llegar hasta los grandes programas de cooperativas de vivienda obrera y de electrificación regional rural, alcanzando un gran éxito en ambos sectores. En general, se puede sostener que el cooperativismo constituye en nuestro Continente un gran éxito, tanto para los productores agrícolas como para los consumidores, lo cual se convierte en una tendencia hacia un prototipo de organización económica y social, llamada a intensificarse y extenderse en los años venideros.

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n SURCO n ENSAYOS COOPERATIVOS EN COSTA RICA Rodrigo Facio En Costa Rica, apenas si podemos hablar de cooperativismo si tomamos en cuenta el número, el desarrollo y la edad de las organizaciones existentes; sin embargo, a juzgar por los intentos de fundación llevados a cabo en los últimos doce meses, y por el interés que todas las clases sociales manifiestan por el movimiento, bien puede afirmarse que el cooperativismo en Costa Rica es una realidad social con enérgicas vías de crecimiento. Esta realidad se debe en parte, a que el CENTRO ha sido el único grupo de lucha cívica que se ha preocupado intensamente por aclarar los medios y los fines del naciente cooperativismo costarricense y por dotarlo de instrumentos culturales y legales capaces de estimularlo y fortalecerlo. Sencillamente, lo que hemos hecho es tratar de interpretar con corrección ciertas necesidades sociales y económicas del país, espontáneamente manifestadas por grupos diversos del mismo. El personal del Banco de Costa Rica tenía organizada su Cooperativa de Ayuda que comprende los ramos de consumo y crédito desde 1939; el personal administrativo de Compañías Eléctricas, la Asociación de Ahorros de Ayuda Mutua (Cooperativa de Crédito) desde 1940; en la ciudad de San Ramón existía desde 1941 una Cooperativa de Consumo. En 1945, la Federación Gráfica Costarricense, (hoy Sindicato de Artes Gráficas), había iniciado, abandonándola poco después, una campaña para crear un Taller Tipográfico Cooperativo de Producción, en asocio con una llamada Sociedad Cooperativa Tipográfica Cooperativa. Esos eran hasta principios de 1942 los antecedentes y las realizaciones del cooperativismo en el país. En el curso de los últimos 12 meses ha surgido la Cooperativa de Consumo la Unión de Tres Ríos organizada por peones de la localidad con la colaboración del CENTRO, la Cooperativa de Consumo de los Empleados de R. Saprissa y Co., la Cooperativa de Empleados de Banco, constituía por el personal del Banco. Nacional de Costa

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Rica y posteriormente engrosada por el Banco Nacional de Seguros, la Cooperativa de Consumo de la Ciudadela Calderón Muñoz, fundada por los progresistas vecinos de dicho barrio, la Cooperativa de Consumo de Paraíso, formada por trabajadores vecinos de la ciudad de Paraíso, y la Cooperativa de Transporte integrada por vecinos de San Ramón. También se han constituido la secretaria de Salubridad Pública, en la Gobernación de la Provincia de San José y en la empresa La Tribuna, con motivo de la carestía de la vida, organizaciones de compra al por mayor y venta al menudeo que sin llamarse ni organizarse como cooperativas, obedecen sin embargos a sus principios. El CENTRO está en contacto con casi todos esos grupos y les ha ofrecido su apoyo y su colaboración. También en el transcurso de 1942 se llevó a cabo por nuestro grupo una amplia campaña para hacer pasar a manos de cooperativas integradas por costarricenses, las propiedades incluías en las Listas Negras por razón de guerra. Nuestro plan incluía la promulgación de una Ley General sobre Cooperativas para encauzar jurídicamente las organizaciones planeadas y la creación del Departamento de Cooperativas, en el Banco Nacional de Costa Rica que asumiría la dirección comercial y a administrativa de las nuevas asociaciones durante el período de necesaria consolidación de éstas. El Sindicato de Artes Gráficas que — según se ha dicho — y se había planeado ya, siete años atrás, la financiación de un Taller Gráfico Cooperativo acogió nuestro plan en lo que hacía a la Casa Lehmann y trabajó tesoneramente en ese sentido, aún en contra de las órdenes sectarias en manada del llamado Comité Sindical de Enlace. La campaña fue dura: los testaferros de los patrones nazis, los dirigentes comunistas de los Sindicatos y los grandes negociantes “democráticos”, ávidos de negocios fáciles, se nos pusieron por delante, invocando los argumentos tradicionales contrarios a las Cooperativas de Producción, y desconociendo así, conscientemente, la situación especial de los negocios que se pretendía cooperativizar: negocios todos ellos en marcha, con capital e instrumental técnico suficientes, clientela formada, larga práctica comercial y administrativa, nombre reputado, amplio crédito, agendas en el exterior, e ignorando además, que todo el plan se supeditaba a la creación de un Departamento Técnico, encargado de organizar, supervigilar, y dirigir la cooperativización. El Sindicato de Artes Gráficas presentó su solicitud al señor presidente de la República, justo con un proyecto

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de Ley sobre Cooperativas elaborado por el CENTRO; el alto funcionario prometió ocuparse del asunto, pero lo que hizo fue engavetarlo; no obstante que la solicitud se basaba en la propia política presidencial de las Garantías Sociales. Por otra parte, nuestro plan de cooperativización de la propiedad enemiga fue acogido también por los cañeros de Grecia y Poás, quienes integraron sus Comités Pro-Cooperativización del Ingenio Victoria, de la firma Niehaus, de origen alemán. El CENTRO colaboró con ellos decididamente, haciéndole propaganda a la idea y provocando reuniones en las referidas ciudades, para explicar los alcances del plan. La solicitud de los Comités respectivos, dirigida al señor presidente de la República, tuvo aún menos suerte que la de los tipógrafos; no fue siquiera acusado recibido de la misma. En todo caso, resulte o no la interesante campaña, ella ha dado oportunidad para hacer amplia consciencia cooperativa en las ciudades de Grecia y Poás, consciencia que habrá de dar sus frutos en la organización económica futura del país. Finalmente, tenemos que mencionar entre los ensayos cooperativos de Costa Rica, el amplio plan adoptado por la Asociación Nacional De Educadores, (ANDE) para la instalación de Almacenes Cooperativos del Magisterio por toda la superficie del país. En estos momentos, la ANDE estudia la reglamentación de éstos y cuenta ya con un ofrecimiento en firme de la Secretaría de Educación para la financiación respectiva. La puesta en práctica de tal idea, por los maestros de la República, será la mejor lección sobre el espíritu democrático y constructivo del cooperativismo y que reciban los extremistas y los escépticos. Para que sea posible apreciar el inicial éxito cooperativista en Costa Rica, ya no a través de las afirmaciones entusiastas del CENTRO, sino mediante datos totalmente objetivos, reproducimos a continuación algunos de los números que los gerentes o secretarios de las cooperativas en marcha nos han enviado, a solicitud nuestra, con toda gentileza y exacta comprensión de la importancia que para su movimiento tiene la divulgación que en esta oportunidad hacemos.

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Asociación de Ahorros de Ayuda Mutua, (Cooperativa de Crédito de Compañías Eléctricas) Se fundó el 16 de noviembre de 1940 con una duración fija de dos años; al iniciar actividades contó con 13 asociados y una cuota inicial de ahorro de ¢249,50, al liquidarse el pasado mes de noviembre contaba con 138 miembros y un capital de ¢38.450,10. Su sistema de préstamos en pagos semanales y quincenales le permitió facilitar a los empleados de Compañías Eléctricas, asociados o no, la suma de ¢62.113.40, logrando independizar a todos ellos de intereses usuarios del 3 al 5% mensual. Esa suma de ¢62.113,40 produjo, el 1% mensual de comisión, la cantidad neta de … ¢4.158,90, que fue distribuida, al hacerse la liquidación, entre los componentes de la sociedad; si se calcula que el tipo usuario corrientes es el 3%, puede decirse que la Cooperativa, aparte de estimular el ahorro y de distribuir entre sus componentes la suma de $4.158,90, les salvó a los empleados de Compañías Eléctricas la suma de ¢8.300,00, que de otro modo hubiera ido a parar a manos de los prestamistas. Otra ventaja: el plazo para amortizar se fijó en 10 meses. “Muchos, al final de estos dos años de ensayo — nos dice don Claudio Alpízar Vargas, Tesorero de la Cooperativa — exclamaban que no sólo habían salido de sus jaranas sino que contaban con un ahorro, que de otro modo nunca hubieran tenido, pues es muy difícil encontrar una voluntad capaz de guardar ¢5.00 por quincena durante dos años”. Es de advertir que el éxito logrado ha hecho pensar a los empleados de las compañías, en la necesidad de ir a una organización permanente, la que, según se nos dice, está planeándose en estos momentos.

Cooperativa de consumo ramonense Fundada el 16 de febrero de 1941; cuenta en la actualidad con 80 asociados y tiene un capital de ¢4.000,00. Don José Manuel Fernández, su secretario, nos cuenta que la cooperativa “vende a los precios más bajos de plaza los mejores artículos que se puedan conseguir y distribuyen sus ganancias entre los consumidores en forma de cupones por cada compra, los que pueden ser cambiados por mercadería; otra parte del capital está dedicada a descontar los giros de empleados públicos con un pequeño interés para gastos, poniéndolos en esta forma a cubierto de especuladores”.

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Cooperativa de Consumo de Empleados de Banco (Banco Nacional de Costa Rica) Fundada en mayo de 1942; tiene 210 asociados entre empleados de dicho Banco y del Nacional de Seguros; tiene un capital nominal de ¢38.650,00; entró en operaciones el 1 de junio y al efectuarse, tres meses después su primera liquidación de Ganancias y Pérdidas, se comprobó haberse obtenido una utilidad líquida de ¢3.247,46. Las utilidades, según su Reglamento, que nos facilita el Gerente don Mariano Zúñiga Odio, se reparte de la siguiente manera: 5% para reserva, cobertura de intereses sobre el capital pagado al 6% anual; del remanente, un 15% para un fondo de reserva especial, un 30% para pago del personal administrativo, y el resto para distribuirse entre los asociados, en proporción al consumo efectuado por cada uno de ellos.

Cooperativa La Unión, S.A. de Tres Ríos Esta cooperativa, formada por 128 trabajadores de la ciudad de Tres Ríos, ha llenado un papel importantísimo ante la carestía de la vida de los últimos meses. Contando con un capital de sólo ¢3.500, 00, pudo dar mercaderías al crédito hasta por ¢6.800,00. Tal crédito salvó a los peones durante el invierno, en que los salarios fueron muy bajos; en el verano, al elevarse éstos con motivo de la cosecha del café, han podido ir saldando sus cuentas en una forma progresiva. Así, la Cooperativa ha cambiado su servicio de consumo con el de crédito. Y le ponemos fin a esta breve ojeada sobre los ensayos cooperativos en el país, deseándoles a los grupos ya organizados el mejor de los éxitos, y ofreciéndoles a todos los costarricenses que deseen una Patria más próspera, justa y ordenada, la entusiasta colaboración del CENTRO.

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UN PROGRAMA COSTARRICENSE DE RECTIFICACIONES ECONÓMICAS (MEDIOS Y FINES PARA UNA COSTA RICA MEJOR) Rodrigo Facio “Hay que comprender que las 'cuatro' libertades no surgen por generación espontánea. Es menester planearlas, pues incluyen cambios profundos para nuestra estructura social y económica”. Harold Laski Lo que sigue es una contribución a la ineludible tarea de las nuevas generaciones, de fijarse medios y fines realistas para una acción política nueva, dirigida al logro de una Costa Rica mejor. Sobra decir que ella es producto de nuestros estudios y nuestra posición centrista. Concretamente se plantea el problema de la organización económicosocial que necesita — y puede — alcanzar la República en la próxima década. Es, naturalmente, sólo un esbozo. 1.

— Realidad Económica de Costa Rica a)

Explotación imperialista

El país es víctima de una explotación económica y racional e inequitativa por parte del capital extranjero, sobre todo norteamericano, invertido en diversas ramas de nuestra producción. Mientras compañías como la United Fruit Company, las Compañías Eléctricas, la Standard Oil Company y otras de menor importancia, reparten a sus accionistas buenos dividendos ganados en Costa Rica, el país no está recibiendo la parte que le correspondería injusticia por su contribución en hombres, tierras, bosques y aguas. El país se empobrece, ve agotarse sus tierras, talarse sin consideración sus bosques, aprovecharse sus aguas, sin ninguna ventaja presente ni la esperanza de un provecho futuro.

b)

Gestión improductiva del capital privado costarricense

El capital costarricense es tímido y cobarde, en gran parte debido a la penetración incontrolada del capital extranjero, cuya competencia naturalmente no puede resistir; y en parte debido a una modalidad psíquica

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nacional. Como decía el CENTRO en su editorial de SURCO N°31, “no se arriesga en empresas difíciles, por mucho que ellas tienten con la posibilidad del éxito; rehúye las inversiones no amparadas por el monopolio de hecho o de derecho; la repugna es valerosa de nuevas fuentes de riqueza patria. Es francamente conservador: explota su control sobre las máquinas que laboran industrialmente los productos agrícolas, haciéndose retribuir en forma excesiva por productos y consumidores; especula con los artículos importados; acapara la producción nacional de granos para exprimir al que los cultiva y al que los consume, tiende “a la inversión de tipo comercial, especulativa y rápida, o de tipo monopolista, lenta pero segura, que en la mayoría de los casos ninguna riqueza efectiva nueva la produce el país, y más bien tiene resultados económicos y sociales nocivos”. c)

Economía interna desorganizada

Como resultado de ausencia sobre el control del gran capital extranjero y criollo, nuestra economía se resiente con una serie de vicios, tales como: anarquía en los precios, especulación, raquitismo crónico de la producción de artículos de consumo interno, etc., que lesionan al pueblo costarricense en su propia capacidad de vivir, produciendo la ruina de la agricultura menor y la miseria de la gran masa de consumidores.

d)

Empirismo

La situación técnica de nuestra economía es deplorable, lo que contribuye a hacer más lesivos los resultados sociales de los tres fenómenos antes señalados.

2.

—Realidad Social de Costa Rica a) Predominio numérico de las clases medias rurales y urbanas

Como el país semi-colonial, de economía basada casi totalmente en la agricultura y de industria incipiente, la clase social predominante numéricamente es la media, integrada por pequeños propietarios agrícolas, colonos,

aparceros,

arrendatarios,

pequeños

comerciantes

artesanos

profesionales, maestros, empleados de comercio, etc. Clase capitalista definidamente burguesa, la integran ciertos pequeños sectores agrícola-

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industriales, financieros y del alto comercio. Clase asalariada definida como proletaria, la integran ciertos sectores de la incipiente industria urbana. Privan en la conciencia y los sentimientos de la población mayoritaria, conceptos individualistas determinados por los antecedentes minifundistas de la propiedad inmueble, por la composición étnica blanca y homogénea, y por la tradición política liberal y pacífica del país.

b)

Lucha incipiente de clases

Como resultado de la conformación social del país, los intereses económicos no se han definido y deslindado como para colocar a unas clases diferentes frente a otras abiertamente. El país por su carácter eminentemente agrícola y sus grandes reservas de tierra aún inculta presenta un amplísimo margen para nuevas actividades productivas, que es un escape para cualquier fricción social. En realidad, como expresiones de lucha de clases sólo puede señalarse los conflictos localizados en las ciudades entre obreros industriales y sus patrones, los cuales se han extendido y recrudecido en los últimos dos años con motivo del alza en el costo de la vida. Pero, en general, las pugnas económico-sociales que han ido surgiendo y extendiéndose en el país en el curso de las dos últimas décadas, en la ciudad y en el campo, no asumen expresión ni tienen origen clasista, sino que se presentan más bien como luchas de grupos profesionales, (importadores contra exportadores, industriales o agricultores protegidos contra comerciantes, etc.).

3. Realidad Política de Costa Rica a) El Estado bajo el control de capital extranjero y nacional

Como consecuencia de la realidad económica, el Estado es esencialmente un instrumento de los intereses del capital privado criollo, a los cuales apenas en ocasiones se ha atrevido siquiera a tocar. La administración Calderón, pese a todas las apariencias, no ha cambiado el hecho: su llamada política social no ha venido a imponer el menor control a la gestión del capitalismo, sino tan solo a asustarlo por la falta de seguridad económica, hacendaria y política que la ha acompañado, y por habérsela entregado como instrumento de propaganda y agitación al Partido Comunista. En el fondo, más bien, si

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se examina objetivamente la situación, la Administración Calderón Guardia ha debilitado al país ante el imperialismo al contratar entreguistamente con las Compañías Eléctricas y al derogar el Monopolio de la Gasolina, y le ha permitido fortalecer a la clase propiamente capitalista del país, con la especulación y el agio incontrolados, y con la inflación monetaria que la he favorecido en cuanto pagadora de salarios.

b)

Régimen de partido personalistas

Producto en parte — aunque a su vez causa — de la desorganización económica, y en parte de la tradición grande-hombrista e individualista del liberalismo del 89, nuestras luchas por el poder no se realizan en forma permanente alrededor de grupos ideológicos definidos y de sus correspondientes programas de gobierno, sino en forma exclusivamente electoral y alrededor de personas en quienes se reconocen éstos o los otros méritos individuales. Este sistema, naturalmente, ha hecho imposible que ciertas tendencias ideológicas sanas — nacionalismo económico, reforma tributaria, etc. — mantenidos por agrupaciones cívicas, hayan podido extenderse y alcanzar expresión política concreta, alejándose así cada vez más la lucha política de las verdaderas necesidades e intereses de la República, y entronizándose la inmoral politiquería en toda la línea.

c)

La “oligarquía civil”

El régimen de partidos personalistas ha dado lugar, con el tiempo, a la formación de un grupo más o menos extenso y más o menos organizado, de vividores de la política, profesionales del fraude electoral, abotagados de todos los atropellos a la ciudadanía, usufructuarios de negocios ilícitos con el Estado, acaparadores de “huesos”, al que Otilio Ulate bautizó con toda exactitud con el nombre de “oligarquía civil”, pues en efecto ellos constituyen un factor hegemónico en la vida civil de Costa Rica, a la cual han ido inyectando poco a poco el virus de su inmoralidad y su cinismo. Naturalmente que su, existencia ha de ser el primer obstáculo en toda lucha de mejoramiento integral de la República, pues ellos constituyen la “institucionalización” de todos nuestros vicios políticos, económicos y morales.

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d)

El Partido Comunista

Factor relativamente importante por ser hasta el momento el único movimiento político que se ha organizado sobre bases ideológicas y ha puesto su interés en los aspectos económico-sociales del país. Lo cual le ha valido alcanzar un auge que en países de política ideológica, (Estados Unidos, Colombia, Uruguay, por ejemplo), nunca ha logrado. Sin embargo, su adhesión incondicionada a la teoría socialista europea y su admiración fanática por el régimen soviético, lo llevó a fundarse sobre la base radical de la moderna lucha de clases — lucha del proletario contra la burguesía — la cual es totalmente extraña, como lo hemos señalado, a la realidad social de Costa Rica, Ese hecho y sus constantes rectificaciones en materia ideológica, política e internacional, no le han permitido, pese a la falta absoluta de competencia ideológica por parte de la politiquería tradicional, oficial y de oposición, ganarse la confianza mayoritaria del país ni influir en un sentido positivo de la política económico social del Estado: después de años de aspavientos radicales, ha terminado tratando de reanimarse a la sombra de una legislación inspirada en las Encíclicas Papales y propugnada por los más desprestigiados representantes del régimen burgués costarricense… Hostigado por la crítica contra su exotismo, ha presentado varios programas mínimos nacionales; tímidamente progresistas, que no han sabido despertar el interés político de las grandes clases medias. Niega oficialmente pretender la Revolución, pero no abandona sus prédicas de odio y violencia social, con lo que está restándole base humana a cualquier transformación evolutiva al arrancar a las masas todo sentimiento de respeto por el régimen. Así, por ejemplo, cualquier plan de organización y vigorización de la agricultura — único camino para el mejoramiento social evolutivo de la República — se estrellará con el desgano y la resistencia del peón al que el Comunismo le ha insuflado su desprecio y su odio por las actuales formas del trabajo. Es ese ya un serio problema para el futuro inmediato de ciertas zonas de nuestra agricultura.

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e)

Reglamentismo y socialismo cristiano

Desde 1920, más o menos, el criterio de la política económica del Estado ha sido el reglamentismo. Como explicáremos en nuestro Estudio sobre la Economía Costarricense,” así llamamos la tendencia de los diversos grupos económicos (productores, consumidores, exportadores, importadores, etc.), a buscar privilegios de orden jurídico, como monopolios, leyes proteccionistas, primas, precios máximos, precios mínimos, tipos de cambio exterior bajo, tipos de cambio exterior alto, etc, que reglamentando en forma autoritaria tal o cual fenómeno del mercado libre, les garantice una ventaja económica, en mengua casi siempre de los intereses de otros grupos, y en general, de los del país entero. El reglamentismo se presenta así, desde el punto de vista social como producto de la pugna de intereses particulares y desde el punto vista político, como expresión de una ausencia absoluta de criterio económico nacional en el Estado” (págs. 67 y 68). Y este criterio empírico ha encontrado más extenso campo de aplicación en los últimos años, con motivo de la segunda Guerra Mundial, atomizando aún más la economía nacional, que presenta hoy por hoy el cuadro más anárquico y ruinoso de nuestra historia. En cuanto a la política social, que hasta 1914 se manifiesta sólo en una actitud comprensiva para los movimientos laboristas y en la emisión de ciertas leyes que la necesidad fue exigiendo, se ha enmarcado hoy, bajo la administración del doctor Caderón, en las normas del socialismo cristiano de León XIII. Se han establecido las Garantías Sociales en las Constitución Política; por lo general, todas sus disposiciones muy buenas, si bien poniendo especial énfasis en el problema social de la ciudad que entre nosotros, precisamente, el más restringido y menos grave. Desgraciadamente, el hecho del desprestigio político, financiero, económico, y humano del Gobierno, junto al de haberse puesto en manos del Comunismo la propaganda de las Garantías, ha impedido que la Nación las recibiera con la simpatía y la fe con que se las ha recibido en otros lugares del Continente, y lo que en teoría estaba llamado a ser instrumento de coordinación de intereses opuestos, cada vez se acentúa más por su equivocada conducción en la práctica, como fuente de diferencias políticas y sociales, que ni la conformación económicosocial de país ni sus antecedentes históricos justifican en lo más mínimo.

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4.

Realidad Internacional de Costa Rica a) “Buena vecindad”

Elemento importantísimo de nuestro panorama internacional es sin lugar a dudas, la política de “buena vecindad” para América Latina, propugnada y sostenida por el presidente Roosevelt. Desgraciadamente, hasta el momento el país no ha sabido usarla más allá de la fórmula protocolaria y del mitin intrascendente, y ha continuada su política de pasividad ante la penetración del capital privado yankee, sin darse cuenta de que se podía contar con el mejor aliado y garante para proceder a su racional control, en el propio gobierno democrático de los Estados Unidos.

b)

Evolución mundial hacia formas socialistas

El sentido de la presente guerra, los arreglos propuestos para la construcción de la paz, la compresión cada vez mayor de los problemas sociales por parte de las grandes potencias democráticas, el gran influjo de Rusia, son otros tantos hechos que nos indican que la evolución del mundo en los próximos años será hacia el socialismo. Esta tendencia, que ha de reflejarse para nosotros en la cultura, la política y la economía, será un factor de máxima importancia en nuestro futuro inmediato.

5.

Cuál es el camino que señala nuestra realidad económica, social, política e internacional Partiendo de esa realidad, nos corresponde a las nuevas generaciones fijarnos metas y caminos. Las metas necesarias — las que el país necesite; los caminos posibles — los que el país puede seguir para alcanzar aquéllas. En el plano económico, el país necesita como cuestión fundamental e imprescindible, controlar y hacer equitativa para la República la gestión del capital extranjero; controlar y hacer productiva para la República, la gestión del capital nacional. Despojar al primero de su papel actual exportador libérrimo de la riqueza nacional; despojar al segundo de su papel actual de monopolista y especulador de la riqueza nacional.

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Ahora bien, el país cuenta con fuerzas sociales suficientes y movilizables en ese sentido: las grandes clases medias rurales y urbanas, y a su lado la pequeña clase proletaria; suficientes, porque forman el sector mayoritario popular; movilizables, porque ellas, bien orientadas sobre el origen inmediato de su inferioridad social y su miseria económica, estarían dispuestas a luchar por segar el mal. Naturalmente que esa lucha podría y tendría que llevarse a cabo en forma evolutiva y de acción legal, no revolucionaria o de acción directa, y por tanto podría y tendría que hallar expresión política en un partido integrado por esas fuerzas sociales y dirigido hacia aquellas finalidades económicas: en consecuencia, partido ideológico y permanente, tanto por su composición orgánica como por sus objetivos concretos de reforma. A su vez resulta claro que semejante partido constituirá el instrumento adecuado para la adaptación realista y sin violencias al país de la evolución socialista internacional que está iniciándose en estos momentos. Ese sería — para nosotros, centristas, estudiantes de las posibilidades y las necesidades de la Patria—el movimiento costarricense, popular, nacionalista y progresista de plena naturaleza. Movimiento político constitucional, con un programa — basado en las necesidades del país — de reformas económicas profundas inmediatas y concretas, de interés para las mayorías sociales, adaptación inteligente de las tendencias que hoy preponderan en el mundo.

6.

Reformas profundas, inmediatas y concretas en la economía nacional; las tres zonas de la economía nacional. Para ilustrar someramente ese programa, cuyos detalles tendrían que ser objeto de nuevos estudios y muchas más páginas diremos que las medidas a tomar tendrían que diferir — a nuestro juicio. — según se tratase de una u otra zona de las tres en que puede considerarse dividida la economía nacional.

a)

La. zona: actividades monopolistas

Con las siguiente sub-división: I)

servicios nacionales: explotación de fuerza hidro-eléctricas; navegación aérea; ferrocarril al Atlántico, etc.

II)

agricultura de exportación: cultivos de banano, abacá, hule, etc.

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Como se nota, en esta zona el sujeto es el capital extranjero. Tratándose de los servicios nacionales cabría desde luego la nacionalización de los mismos, bien mediante expropiación indemnizada a favor de una institución técnica autónoma — si ello fuera posible—, bien — lo que es más hacedero — por la inclusión en los contratos respectivos de una cláusula de amortización especial que dejara las empresas, al término de aquéllos, en manos del Estado sin detrimento de los propietarios del capital inversionista. Tratándose de la agricultura de exportación, “la nacionalización o estatización de las empresas parece lógicamente” imposible, supuesto que ella tendría que limitarse a la fase puramente de producción, y dejar por fuera la distribución y la colocación internacional del producto, dominadas por las empresas extranjeras mediante sus flotillas marítimas, sus agencias y su conocimiento del mercado… en estos casos, y mientras no se opere un cambio total en la economía de las grandes naciones, el camino es el de la contratación pública que controle las inversiones foráneas y garantice que tendrán efectos estimulantes para la economía patria”. (Estudio, etc, pág.171). Además, resulta claro que en esta zona podría aplicarse de inmediato una legislación social especial, en mérito de la gran fortaleza financiera de las empresas correspondientes.

b)

2a. zona: actividades semi-monopolizadas

Elaboración industrial del café y de la caña de azúcar; comercio de granos; ciertas ramas del comercio de importación, (caso ejemplar: el comercio de la gasolina), etc. Aquí cabe el control público directo, (por medio de instituciones autónomas del Estado al estilo del Banco Nacional de Costa Rica), que en ciertos casos podría incluso llegar has la nacionalización, o control indirecto, (por medio de la organización cooperativa de los sectores que sufren el semi-monopolio), además del establecimiento inmediato de una legislación social especial adecuada al grado de fuerza económica de las diversas empresas. En Costa Rica tuvimos un ejemplo de nacionalización de esas actividades en el monopolio de la importación de la gasolina, que manejó el Banco Nacional de Seguros, y que tan buenos resultados le dio siempre al país, y cuya derogatoria en 1940 no tiene otra explicación que el desenfadado entreguismo criollo ante el capital extranjero.

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Y tenemos ya un ejemplo también — en embrión—de control indirecto sobre esas actividades, en la Cooperativa de Producción Agrícola-Industrial de Grecia, que el Banco Nacional está organizado con base en el Ingenio Victoria y fincas adyacentes expropiadas a la firma Niehaus, cooperativa que por cierto el señor Ministro de Hacienda, Licenciado Tinoco, calificó en cierta ocasión de “primer triunfo del CENTRO en materia económica”, pues que en efecto, fue nuestra agrupación la que propugnó el proyecto desde 1942, en su intensa campaña pro-cooperativización de la propiedad enemiga.

c)

3a. zona: actividades sometidas al mercado libre

Producción agrícola basada en la pequeña propiedad y producción industrial basada en el pequeño capital. Aquí lo que cabe es su auto defensa por medio de la organización cooperativa dirigida por el Estado, y su estímulo y extensión por medio de instituciones autónomas del Estado, de crédito, consejo técnico, arrendamiento de maquinaria, depósito de productos, transporte, colonización, inmigración, reparto de tierras y demás actividades que se juzgaren convenientes para el fortalecimiento de la zona. Dicho fortalecimiento, por otro lado, iría indicando la convivencia del establecimiento gradual de una legislación social especial.

7.

Qué conseguiríamos con la realización del programa costarricense de rectificaciones económicas

Democratizar en alto grado la distribución de la renta nacional por medio del control de las empresas capitalistas privadas extranjeras y nacionales o—en ciertos casos —por medio de su sustitución por los institutos autónomos del Estado y las cooperativas; organizar la producción nacional, al hacer intervenir en la economía instituciones de derecho público orientadas no ya por el lucro sino por las necesidades sociales; aumentar el volumen de la producción, al organizarse ésta y desaparecer del mercado la anarquía y la inseguridad; terminar con el empirismo, aspecto de la organización de la producción; implantar una legislación social orgánica, llamada a darle mayor empuje a la producción y no a desanimarla; educar al pueblo en la acción colectiva o cooperativa conseguir la adhesión creciente de las mayorías populares al régimen que están viendo modificarse en su beneficio; poner el país a tono con las tendencias internacionales, iniciando

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lo que podría llamarse un socialismo costarricense; colocar, en fin, las bases económicas, sociales y técnicas para organizar planificaciones más perfectas e integrales de la economía nacional. Y no habríamos caído mientras tanto en la estatización autoritaria ni en ningún extremo de violencia social; ni habríamos desechado nuestra tradición política liberal, —sino que por el contrario, le habríamos fortalecido las bases sociales a nuestro régimen democrático, —ni la habríamos cerrado las puertas al capital extranjero del que aún necesitamos tanto.

UN PROGRAMA COSTARRICENSE DE RECTIFICACIONES ECONÓMICAS Rodrigo Facio Con los mismos título y subtítulo publicamos en SURCO N°38, un trabajo del compañero Facio. En el presente damos a conocer a lo que puede considerarse un complemento o una ampliación de aquel.

1. Urgencia de un plan de organización Económico-Social

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El país tiene que ir decididamente a la revisión de su organización —o de su desorganización — económico-social, si no desea confrontar la decadencia biológica de sus masas campesinas, el desprestigio total — y quizá hasta el derrumbe — de su régimen político, el brote de enconadas luchas sociales y la progresiva caída dentro del radio de los grandes imperialismos económicos. No puede continuar con el reglamento de los politiqueros — técnica antieconómica y anti-democrática — en espera de que se le convierta gradualmente en protectorado de alguna potencia extranjera, ni con la agitación del comunismo — técnica igualmente anti-económica y anti-democrática —en espera de que la Revolución Comunista Mundial otorgue fuerza y garantías para una revolución de igual tipo dentro del país. Tiene imperativamente que resolver sus problemas con sus propias fuerzas y de acuerdo con los intereses y los sentimientos de las mayorías sociales, claramente orientadas sobre la forma y los medios de terminar con las causas de la miseria económica y el desequilibrio social que día tras día se agudizan y tornan más graves para el Pueblo y la República.


Ante politiqueros y comunistas tiene que adoptar y luchar por un “programa — basado en las necesidades del país — de reformas económicas profundas, inmediatas y concretas, de interés para las mayorías sociales, adaptación (inteligente de las tendencias que hoy preponderan en el mundo”, tal — por ejemplo — como el que aludíamos en SURCO N°38. (Un programa costarricense de rectificaciones económicas, págs. 9 a 12).

Lo que sigue es una ampliación de lo dicho en esa publicación sobre las medidas a tomar según se trate de una u otra de las tres zonas en que puede considerarse dividida la economía nacional, siempre dentro del encendido propósito centrista de ir creando una verdadera conciencia democrática sobre nuestros problemas económico-sociales.

2. Instituciones u organismos del plan de organización económica

Decíamos que en la primera zona — la de actividades monopolizadas — cabría la nacionalización, ya fuera mediante expropiación o mediante una cláusula de amortización, tratándose de servicios como la explotación de fuerzas hidroeléctricas, la navegación aérea y el Ferrocarril al Atlántico; y la contratación pública nacionalista tratándose de las empresas explotadoras de banano, abacá y demás frutos de exportación.

Que en la segunda zona — actividades semi-monopolizadas — cabría, según el caso, el control público, la nacionalización, o la cooperativización: transformación industrial del café y de la caña de azúcar, comercio interior de granos, comercio de importación de la gasolina, etc.

Y que en la tercera — actividades sometidas al mercado libre — cabría su organización por medio del cooperativismo, y su estímulo y extensión por medio de instituciones autónomas públicas.

Agregábamos, finalmente, que dentro de cada una de esas zonas y en relación con el grado de su organización o control, cabría ir aplicando una legislación social orgánica llamada esencialmente a levantar el nivel de vida del asalariado y por allí, a hacer más productivo su trabajo.

Tenemos, en consecuencia, dos clases de instituciones u organizaciones económicas, llamadas a sustituir o a controlar según el caso, la gestión del

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capitalismo extranjero y nacional: las instituciones autónomas del Estado — que llamaremos Servicios, para seguir la nomenclatura del Servicio Nacional de Electricidad, que nos parece la más apropiada— y las cooperativas.

Examinemos rápidamente en qué consistía la organización y funcionamiento de cada una de ellas.

3.

Los “Servicios” del Estado

Con este nombre genérico distinguimos las instituciones autónomas del Estado que deberán encargarse de la realización del plan. Podemos clasificarlas en la siguiente forma, de acuerdo con el papel que estarán llamadas a desempeñar:

a)

Servicios de administración, sea los llamados a administrar directamente los negocios o empresas que se haya decidido sustraer de la propiedad particular capitalista. Entre ellos tendríamos, por ejemplo, el Servicio Nacional de Ferrocarriles, el de Electricidad, el de Aviación, el de Importación de la Gasolina, etc. Algunos de ellos están ya creados; otros habría que crearlos o bien adscribirlos a instituciones autónomas ya existentes, como el Banco Nacional de Costa Rica o el Banco Nacional de Seguros, por ejemplo.

Los Directores de estos Servicios deberían ser nombrados por el Poder Ejecutivo para períodos largos — 8 años por ejemplo — y en épocas no electorales, con el fin de lograr eliminar el factor político de la integración de esos cuerpos; también podría llegar a dárselas representación a los Sindicatos respectivos, con el fin de crearles responsabilidad en relación con los problemas de trabajo, de disciplina y de técnica, iniciando así un experimento de control obrero de la industria nacionalizada.

El nombramiento del personal subalterno, desde luego correspondería a la Directiva respectiva.

En cuanto a remoción, la de los empleados quedaría en manos de la Directiva, la cual estaría obligada a la formación de un expediente en cada caso concreto, para la justificación legal de la misma. Y en cuanto a los Directores, no deberían poder ser removidos sino por causa legal igualmente demostrada en expediente creado al efecto por un Tribunal especial de Carrera Administrativa, o — mientras no se considere imprescindible crearlo — por la

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Corte Suprema de Justicia; a la acción para atribuir a dichos Directores culpa, dolo o negligencia en el cumplimiento de sus funciones suficiente para su remoción, convendría darle carácter de acción pública no sujeta a fianza ni garantía previa alguna.

b)

servicios de control e inspección, sea los llamados a ejercer supervigilancia sobre las empresas que, según el plan, hayan sido consideradas de naturaleza semi-monopolista. Entre ellos tendríamos, de acuerdo con los ejemplos señalados, como de esa clase de actividades, el Servicio Nacional del Café, el de la Caña de Azúcar, el de Comercio de Granos, etc.

El nombramiento de sus directores debería ser hecho aquí, como en el caso de los Servicios de Administración, por el Estado, y sin buscar una representación funcional, es decir, sin que los electos lo fueran — como lo son en el actual sistema de la Junta de Protección de la Caña y de la Junta de Liquidación del Café— en su carácter de representantes de intereses particulares: beneficiadores y productores, etc., sino como representantes directos del Estado. Naturalmente que sería recomendable la creación de Juntas Asesoras investidas de esa clase de representación, las cuales aconsejarían en materia técnica al respectivo Servicio, pero sin gozar en ningún caso de facultades resolutorias o ejecutivas.

c)

Servicios de protección estímulo y organización, sea los llamados a ejercer esas funciones con respecto a las actividades económicas — pequeña agricultura sobre todo — que hemos considerado como sujetas a la competencia en el mercado libre. Entre ellos podríamos indicar los Servicios Nacionales de Crédito, Almacenamiento de Productos, Consejo Técnico, Maquinaria, Transporte,

Comunicaciones,

Colonización,

Inmigración,

Cooperativas, Política Agraria, etc. Los directores recibirán su nombramiento en iguales condiciones que los de los otros servicios indicados; es claro por lo demás que para muchas de esas funciones no habría necesidad de crear nuevas oficinas, sino que sería preferible su adscripción a algunas de las ya existentes, siempre que a las mismas si les diese la condición efectivamente autónoma que es la garantía de la eficacia técnica del plan. Así, por ejemplo,

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el crédito está ya a cargo del Banco Nacional de Costa Rica, quien lo otorga y administra en el campo a través de su eficiente sistema de Juntas Rurales de Crédito; el almacenamiento o depósito de productos agrícolas debería también confiarse al Banco, bajo cuya propiedad y gestión directa tendrían que seguir funcionando los existentes y futuros Almacenes de Depósito; el consejo técnico y el facilitamiento de maquinaria deberían dejarse en manos del Centro Nacional de Agricultura, automáticamente organizado, el cual podría ejercer esas funciones a través de Estaciones Experimentales y demás organismos indicados para la tecnificación del agro; las comunicaciones, o sea la tarea de planear las obras viales dentro de un criterio de organización económica nacional, podrían dejarse a cargo de una oficina autónoma dentro de la Secretaría de Fomento; para los servicios de transporte o acarreo de productos agrícolas, y la política agraria y de inmigración, colonización y cooperativismo sí debería crearse una oficina nueva, posiblemente relacionada con las Secretarías de Agricultura, Gobernación y Trabajo.

d)

Servicios de contratación pública internacional o sea aquella o aquellas oficinas que se encargarían del estudio y la recomendación de los proyectos de contratación con empresas extranjeras, tratados comerciales y económicos internacionales, etc. Esta oficina o grupo de oficinas tendría naturalmente que estar conectada con las Secretarías de Hacienda, Gobernación, Agricultura y Trabajo.

4.

Las Cooperativas

Estas constituyen el otro organismo del programa de rectificaciones económicas; serán organizadas, estimuladas, aconsejadas e inspeccionadas por el Servicio de Cooperativas, Política Agraria, etc. A que nos hemos referido atrás. Su papel será el de ejercer un control indirecto sobre, y defender a sus miembros de aquellas empresas o negocios de carácter semi-monopolista cuya nacionalización no se ha considerado conveniente o necesaria, Así se formaron, por ejemplo, cooperativas de pequeños productores de café, caña de azúcar y granos por regiones geográficas para obtener una situación de fortaleza económica e igualdad de contratación con los propietarios de beneficios, ingenios y con los comerciantes en grande, respectivamente; cooperativas de crédito que probablemente serían la última etapa

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de perfeccionamiento social y técnico del sistema de Juntas Rurales de Crédito del Banco Nacional; cooperativas de producción agrícola industrial o mixta conforme ellos vaya siendo posible, y siguiendo más o menos los lineamientos de la Cooperativa de Producción Agrícola-Industrial de Grecia actualmente en vías de organización.

Luego han de formarse ligas o federaciones cooperativas por regiones y finalmente llegarse al os acuerdos generales anuales entre todas esas cooperativas y las de consumo rural o urbano que se vayan organizando del lado de la demanda.

5.

Papel económico jurídico de los servicios y las Cooperativas dentro del plan

Su papel sería el de poner a trabajar a un amplio sector de la economía nacional — medios de comunicación, fuerzas eléctricas, elaboración industrial de ciertos productos agrícolas, comercio interior de granos, distribución de la gasolina, etc., etc. —no ya sobre la base del lucro capitalista sino sobre la base de las necesidades sociales.

Todas estas actividades fundamentales para el país serían suministradas por las mencionadas corporaciones de derecho público, o bien por empresas particulares pero controladas por corporaciones de esa naturaleza y susceptibles de ser sustituidas por ellas en cuanto se considere conveniente para el beneficio de comunidad.

Tratándose, pues, de actividades monopolizadas o semi-monopolizadas, la propiedad imperialista y capitalista privada y libérrima que hoy las cobija, será sustituida por la propiedad pública o social, la propiedad capitalista controlada y la propiedad cooperativa, según los casos.

En el otro gran sector de nuestra economía, el de la pequeña agricultura y la pequeña industria, cuyo régimen actual de propiedad privada, en vez de debilitar económica o socialmente al país, constituye el fundamento de su riqueza de consumo interno y la base social de su régimen democrático, persistirá esa propiedad privada, pero ahora preservada su existencia, aumentada su eficiencia económica y organizada en un sistema unitario, por el cooperativismo y por una serie de servicios económicos y técnicos también suministrados por organizaciones de derecho público.

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Habremos así abandonado el liberalismo económico, pero no destruyéndolo con una estatización de carácter totalitario, sino superándolo mediante un régimen mixto de organización autónoma cooperativa de las fuerzas económicas democráticas, y de intervención del Estado, a través de sus “servicios”, sobre las fuerzas económicas oligárquicas o monopolistas.

Habremos así finalizado con el reglamentismo económico que ha venido desintegrado nuestra economía desde 1920 y echándonos en brazos del capital extranjero, para ir a la organización integral de nuestra agricultura y nuestra industria: y habremos así finalizado también con el reglamentismo social o adopción en materia social de progresistas medidas legislativas, pero sin base económica, que por lo mismo habrán de quedarse en el papel.

Habremos así terminado con la agitación divisionista del Comunismo, al integrar a las clases medias y proletarias, por la colaboración constructiva y el mejoramiento efectivo de su nivel de vida, al régimen económico nacional, evolucionando en beneficio colectivo.

Habremos fortalecido nuestra democracia al dotarla de bases económicas y sociales más fuertes e independientes, sin haber derogado el régimen político liberal cuya vigencia es indispensable para que el Pueblo pueda darse el gobierno que desee tanto en du composición como en su política a través de la libertad de partidos y la libertad electoral.

LEGISLACIÓN SOCIAL Y ORGANIZACIÓN ECONÓMICA Rodrigo Facio (Discurso leído el martes 14 de setiembre desde la estación radioemisora “Titania”) Desde que en su Mensaje al Congreso 1° de mayo de 1942, se anunció por el señor presidente de la República el envío de un capítulo constitucional de Garantías Sociales y de un proyecto del Código de Trabajo, el Centro para el Estudio de Problemas Nacionales hizo saber inmediata y enfáticamente que apoyaba la iniciativa.

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“No es que ignoremos — decíamos en nuestra columna de Diario de Costa Rica el 6 de mayo de 1942—que se trata por el momento de una simple reforma en el papel, cuya sola realización es incapaz por sí misma, desde luego, de producir ningún cambio afectivo en la organización social de Costa Rica. Pero es que estas reformas en el papel, estos actos puramente declaratorios son, dentro de un régimen de derecho como el nuestro, la condición imprescindible, el instrumento necesario para estimular y encauzar todo movimiento de orden social. Por todo eso — añadíamos en la misma oportunidad — por que como auténticos demócratas costarricenses estamos convencidos de la necesidad de procurar mediante un claro ideario nacional vigoroso y progresista, pero serio y constructivo, el reajuste de nuestros nacientes problemas sociales, apoyamos irrestrictamente el proyecto comentado de reforma constitucional. Así como el proyecto de un Código de Trabajo que servirá para reglamentar los principios generales que se incluyan en la Constitución y para adaptarlas a las necesidades reales y concretas del país”. Tal actitud era la única lógica en un grupo como el nuestro, nacido como respuesta a la necesidad hondamente sentida en los últimos años de darle bases morales y sentido social a la vida pública costarricense. Nosotros, que siempre hemos creído convencidamente en el régimen democrático como la más humana y más inteligente forma de organización política; nos dábamos cuenta de que ese régimen necesita, para accionar más eficientemente y más en consonancia con los intereses y las aspiraciones de las mayorías populares, de una serie de rectificaciones políticas, económicas y sociales —y entre ellas, de una legislación social — que nosotros mismos habíamos venido propugnando desde los primeros días de la fundación del grupo. Como gente de la nueva generación, no podíamos dejar de darnos cuenta de que el régimen de libre opinión pública en que la democracia política descansa no podría tener cabal y productivo ejercicio, mientras extensas zonas del pueblo se encontrasen en condiciones económicos miserables, ganando salarios o sueldos ridículos, comiendo mal y viviendo peor. Teníamos clara conciencia de que mientras no se llegara a una más equitativa distribución de la riqueza nacional, la opinión pública no podría organizarse y manifestarse en forma en forma adecuada para hacer verdadero gobierno del Pueblo. Que para ello es necesario contar con independencia económica y seguridad social.

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Teníamos, pues, necesariamente que estar por las Garantías Sociales y el Código de Trabajo, en general, por la legislación social llamada a realizar esa imprescindible redistribución más justa de la riqueza nacional. Ahora bien, por otro lado, nos dábamos cuenta — ello como producto de nuestra persistente actitud de observación objetiva de los problemas nacionales — de que la legislación social en Costa Rica, para ser efectiva en beneficio de las mayorías y constituir un estímulo para el progreso económico del país, tenía que ser planeada y llevada a cabo en forma distinta a como se la había planeado y se la llevaba a cabo en países como Inglaterra, Estados Unidos, Francia y en algunos de Latinoamérica, parcialmente industrializados. En los países donde la industrialización es aguda y ésta se ha extendido a todas las actividades económicas, donde el empleo de los recursos productivos es total, donde la producción ha alcanzado un grado tal de volumen y eficiencia que el problema más grave es el de una aparente superproducción por falta de capacidad adquisitiva en las masas, donde la desocupación obrera es crónica donde, frente a una clase definidamente burguesa que monopoliza todos los medios de producción, se extienden grandes masas asalariadas víctimas de la explotación; donde, en fin, el capitalismo ha llegado a un punto insostenible por la contratación por la contradicción entre su voluminosa producción y la injusta distribución de la misma; en esos países — repito — la política social tiene una carácter esencialmente legislativo: se trata en ellos, de dar leyes que garanticen a las clases laboriosas una mayor riqueza producida que es, en todos los casos, enorme, y a veces, super abundante. En otras palabras, en estos países de capitalismo sumamente desarrollado, la economía está ya perfectamente organizada desde el punto de vista de producción; lo que falta únicamente para hacer justicia social es organizar democráticamente su distribución; se produce bien y suficiente, todos los recursos naturales están aprovechados, el trabajo es hábil y eficiente las empresas están bien montadas, es decir, la organización económica está realizada; lo que falta solo es la organización social adecuada, para que el pueblo

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pueda consumir y hacer uso total de la riqueza producida, y eso se consigue, en general, mediante la emisión de disposiciones legales que obliguen a los patrones a pagar salarios altos, conceder vacaciones remuneradas, limitar la jornada de trabajo diario, reconocer las asociaciones gremiales y contratar colectivamente con ellas, etc., etc. Pero el caso nuestro es muy otro: Costa Rica es un país esencialmente agrícola — el 80% de su población depende directamente de las labores agrícolas— , pobre no se produce siquiera los artículos de primera necesidad que han menester sus 650.000 habitantes—, desorganizado — a la par que padece desocupación y estimula el envío de trabajadores a la Zona del Canal de Panamá, a la par que cuenta con grandes extensiones de tierras incultas, importa del exterior los artículos que esos hombres laborando sobre esas tierras habrían podido perfectamente producir— de grandes recursos no aprovechados —cuatro quintas partes de su tierra laborable permanecen sin cultivarse—, explotado libérrimamente por compañías extranjeras —las compañías nacionales de electricidad y transportes aéreos son absorbidas por el capital extranjero, los finqueros bananeros expoliados por la compañía frutera foránea, etc., etc., —, y finalmente, país de clases sociales difusas y no bien y no bien deslindadas, preponderando numéricamente las clases medias rurales y urbanas —pequeños, propietarios, aparceros, arrendatarios, colonos, ocupantes, peones de mentalidad individualista, empleados públicos, artesanos, profesionales pequeños industriales y comerciantes, etc. y existiendo solo un incipiente proletario en la incipiente industria urbana. Costa Rica no es, pues un país cuyo desarrollado económico esté cumplido y en el que por lo tanto la política resolutiva de los problemas sociales pueda consistir simple y llanamente en una reforma jurídica, como las propugnas o realizadas en grandes países industriales, llamada a dejar un mayor remanente de la riqueza nacional en manos de las clases trabajadoras. Una legislación social, por muy buena y avanzada que sea, no puede ser capaz de crear un estado general y efectivo de bienestar económico para el pueblo, en un país pobre, desorganizado, de recursos en su mayor parte desaprovechados, y explotado inmisericordemente por el imperialismo extranjero.

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O sea, que en un país como el nuestro, la justicia social sólo puede lograrse por la doble vía de la legislación social que garantice jurídicamente a las clases humildes su derecho a la vida, y de la organización económica que garantice materialmente, en términos de una producción incrementada y diversificada, que las clases humildes podrán efectivamente ejercer ese derecho. Por eso, desde que el año pasado, comenzó a hablarse de Garantías Sociales y de Código de Trabajo, y a la par que les otorgaba su franco apoyo a dichos proyectos, subrayaba el Centro la necesidad de iniciar paralelamente un ambicioso programa de recuperación económica nacional. Más aun, en un país como el nuestro, la imposición mecánica de una legislación social sin base económica puede: o bien quedarse en el papel, si su aplicación queda en manos de círculos conservadores, o bien tener efectos contraproducentes: paralización del desarrollo económico y creación de nuevos problemas sociales, si su aplicación queda en manos de círculos radicales o extremistas. En efecto, en este último caso, la exigencia de obligaciones sociales excesivas a cargo de las empresas pequeñas y débiles que forman la mayoría en nuestra industria, y sobre todo en nuestra agricultura. bien podría tener por resultado el abandono o la reducción de ciertos negocios o actividades económicas, con la consiguiente reducción de la riqueza nacional y el correspondiente despido de amplios grupos de obreros y peones. Esta es una verdad por los cuatro costados. y si la decimos así, crudamente no es con el fin de criticar la legislación social que entrará mañana en vigencia, sino con el más constructivo de hacer ver la necesidad imprescindible de complementar esa legislación con un plan de reorganización económica nacional, y de que se la aplique con la cordura que el problema merece. Porque rechazar la legislación social invocando la urgencia del incremento de nuestra producción, sería estúpido, aún desde el punto de vista de los círculos capitalistas que puedan resultar más afectados con ella, pues sería sencillamente desaprovechar la oportunidad de conjurar nuestros problemas sociales cuando apenas están en vía de desarrollo, para encontrarse abocado a ellos, dentro de unos cuantos años, ya amplificados y agudizados por el propio desarrollo económico realizado anárquicamente. No: la posición democrática, y además de democrática, inteligente, es la de ir inmediatamente a la solución de esos

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problemas, pero atacándolos en tal forma y con tales complementos, que no sirvan de rémora al progreso económico, sino por el contrario, de estímulo para el mismo. En el editorial del Surco N°24 de 1°de junio de 1942, pedíamos al Gobierno que “sirviéndose de todos los elementos idóneos se disponga a crear las bases materiales para sentar la Justicia Social prometida por las Garantías que ahora se otorgan: fomento de la pequeña propiedad, mediante un vasto plan de colonización y crédito agrario; combate efectivo a la especulación de los comerciantes, más técnica y más autonomía para los departamentos administrativos que tienen la responsabilidad de orientar la agricultura y las industrias; regulación equitativa de las finanzas nacionales”. Y esa ha sido y tendrá que ser en el futuro la actitud del Centro. La misma, por lo demás, que antes del año 1942, sostuviera con muy buenas razones don Manuel Mora secretario general del Partido Comunista. Oigámosle su discurso de 13 de noviembre de 1938, pronunciado en el Frontón Jai Alai ante la Asamblea de su Partido. “Veamos nuestra política obrera. Pedimos por ejemplo el alza del salario mínimo, pero tomando de antemano las disposiciones necesarias para que esa alza no sea arruinadora para los pequeños finqueros ni para los pequeños patrones del país… (señala luego el señor Mora una serie de disposiciones sociales, todas las cuales están hoy incluidas en el Código de Trabajo. y agrega) … Pero, repito, para pedir todo esto hacemos ver que al mismo tiempo abogaremos por la resolución del problema económico de los productores industriales y patrones pequeños y medios que podrían arruinarse con perjuicio para la economía sí las leyes obreras se diesen a tontas y a locas…Ahora bien — continúa diciendo — es evidente que este capítulo de nuestra plataforma que dejo esbozado a grandes rasgos, sería utópico si no estuviera ligado con otro capítulo, el que traza nuestra política agrícola y agraria. Resolver el problema de la producción es el primer paso que hay que dar para tratar de resolver los demás problemas sociales de nuestro país. Con una producción deficiente, con una agricultura arruinada, sería estúpido pretender legislar en favor de las masas de obreros y campesinos. Lo primero es arreglar las condiciones de vida de nuestro pueblo, pero ya contando con la base de una producción ordenada”.

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Es una verdad por los cuatro costados la misma que ahora estamos sosteniendo, no más que con una diferencia: nosotros no calificamos de estúpida la legislación social que mañana entrará en vigencia, pese a que la misma va a establecerse — para usar las palabras del señor Mora — sobre “una producción deficiente y una agricultura arruinada”. Nosotros estimamos que esa legislación es buena, muy buena, a condición — eso sí — de que se emprenda de inmediato una política de auge agrícola e industrial. Lo estúpido, lo criminal, lo antipatriótico, sería que no se emprendiera esa política. Pero en cuanto a la defensa de los pequeños agricultores e industriales si estamos completamente con lo dicho por el señor Mora; por eso se nos ocurre que el éxito del Código de Trabajo o su fracaso estará en manos de quienes sean llamados a aplicarlo, porque el Código en sí es flexible y por tanto adaptable a los diversos grados de solidez económica de las empresas; pero sí — ignorándose estas diferencias y en afán de demagogía — se le pretende aplicar mecánicamente, bien puede darse el traste con esas empresas débiles que en la industria, pero especialmente en la agricultura, constituyen el fundamento mayoritario de nuestra relativa democracia. Pero volviendo a la tesis de la relación íntima entre los problemas sociales y económicos, hemos de decir que ella resulta incluso aplicable, en última instancia, a los grandes países capitalistas, ricos e industrializados. Nos lo confirma así el Dr. Paul Van Zeeland, ex-premier socialista de Bélgica, y de cuyo discurso pronunciado el 20 de marzo último ante el Congreso de Costa Rica, extractamos los siguientes conceptos dichos en relación con las leyes de seguridad social en general. “Me parece que la tendencia que domina es una aspiración potente, general y profunda hacia la seguridad. La seguridad en los grandes dominios en donde se resume la vida del hombre en sociedad. En el dominio político, en el dominio social y en el dominio económico. (Y agrega más adelante) … Pero así como el orden político no puede mantenerse mucho tiempo sin el orden social, así también esa seguridad con que debemos prologar al trabajador no puede establecerse ni mantenerse si el

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orden económico no ha sido a su vez asegurado. La organización de la seguridad social — escúchese bien — no es más que un modo de introducir más justicia en la distribución de los ingresos personales. Pero evidentemente no se puede distribuir sino aquello que yo está producido. Conforme la producción, ordenada siguiendo las leyes de lo económico, sea más abundante, será posible elevar más el nivel de vida y la seguridad del obrero. Por otra parte, todos reconocen que la seguridad social por bien reglamentada que esté, se afecta inolvidablemente si la producción se desorganiza, si la crisis económica comienza de nuevo… Lo político, lo social, lo económico están estrechamente unidos. Para avanzar verdaderamente y de una manera durable en uno de estos 3 dominios, es necesario que la solución propuesta contemple las exigencias de los otros y las satisfaga inmediatamente… Los progresos de la ciencia, del mecanismo, de la economía, han puesto en nuestras manos, medios de acción extraordinarios. Estamos en capacidad de producir lo suficiente para alojar, alimentar y vestir decentemente a todos los hombres dándoles lo que necesitan. La política indicada — concluye — es una política de expansión: al desarrollarse la producción siguiéndose los métodos apropiados, no solamente será posible una elevación en el nivel de vida de las masas, sino crear al mismo tiempo los mercados necesarios. Asegurar la paz, elevar el nivel de vida de las masas y asegurar al trabajador contra los riesgos que amenazan: perseguir una política económica que cree la prosperidad!” Tomando en cuentas estas razones, ninguna persona honrada para consigo misma y para con su país, puede dejar de asegurar que en Costa Rica todo está por hacerse en materia económica, y que, en consecuencia, la legislación social por muy avanzada que ella sea, no puede por sí sola realizar la justicia social; de donde resulta la lógica de la posición asumida por el Centro apoyar enfáticamente — como lo ha hecho siempre — las Garantías Sociales y el Código de Trabajo e insistir, a la par, con igual énfasis, en la urgencia de lanzarse a una campaña inmediata de incremento y diversificación de nuestra riqueza. Si tomamos en cuenta la situación económica que vive el país desde hace más o menos 20 años, hemos de afirmar que ella es definitivamente mala: la agricultura menor, la de pequeña propiedad, ahogada por el prestamista, el arrendante, el dueño de ingenios y beneficios, el comerciante especulador, en fin, por todos aquellos que se interponen entre su actividad

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agrícola y el consumidor; las extensas clases medias rurales y urbanas y las clases asalariadas explotadas por toda clase de intermediarios, soportando una situación constante de estrechez económica; el capital extranjero, libre de todo control estatal, terminando con nuestras riquezas naturales y nuestra fuerza de trabajo, deformando la producción encareciendo los servicios fundamentales, desequilibrando el mercado de trabajo con la tracción engañosa y espejista de sus salarios en dólares; el monocultivo cafetalero polarizando peligrosamente todas las energías y los recursos nacionales; los precios fluctuando anárquicamente en el mercado extremo; decayendo día a día nuestra producción y creciendo en la misma proporción nuestra dependencia del extranjero; alcanzando cifras fantásticas nuestra deuda externa; desequilibrándose año con año, en términos cada vez más peligros, nuestra balanza de comercio exterior. por el aumento acelerado y no compensado de nuestras importaciones. Y a esta situación, agreguemos los errores de última hora: el despilfarro de los fondos públicos y el déficit en los presupuestos, la contratación de números empresarios para fines fiscales y la consiguiente desvaloración de la moneda nacional, en colón, que ya no alcanza para comprar ni la mitad de lo que se compraba hace 3 o 4 años; la política autoritaria de precios mínimos y máximos, sin base de estadísticas y dirigida por empíricos, que ha terminado de deprimir y anarquizar la producción nacional, etc. Y ahora sumemos aquella situación que es permanente con ésta de última hora que ha venido a agravarla, y tendremos que llegar a lo mismo a que, sin argumentaciones ni discursos, ha llegado el jefe de familia y el ama de casa: a que la carestía de los artículos indispensables hacen ya invivible la vida para el pueblo de Costa Rica, y a que la aspiración de una real justicia social sólo podrá satisfacerse por la aplicación de una sabia legislación social a una Costa Rica económicamente recuperada. Por eso, como que el Centro tiene esa aspiración apoya el Código de Trabajo y clama a la vez por un plan de organización económica nacional, para el cual ofrece en esta oportunidad — como ya lo ha hecho en anteriores — la colaboración de los ciudadanos estudiosos de la realidad patria que lo integran. Las organizaciones obreras han comprendido bien el problema; nos satisface verlas en posición realista llamando a la ciudadanía al apoyo del Código de Trabajo y lucha por el abaratamiento de la vida; es decir, al apoyo de los derechos jurídicos del trabajador y a la lucha por darles contenido económico a esos derechos. Ambos

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elementos son imprescindibles para que la justicia social sea una realidad de bienestar social para el pueblo; cada uno de ellos aisladamente es incapaz de lograrlo. Nosotros — el Centro — respondemos a ese llamado declarando nuestro respaldo al Código y nuestra disposición para luchar por el abaratamiento de la vida; o en una fórmula más general, por la recuperación económica del país. En ese sentido, nos satisface saber de los proyectos del señor Presidente de la República sobre la repartición de tierras y ofrecimiento de crédito agrícola; esperaremos para pronunciaros concretamente al respecto, el conocer al detalle esos proyectos; en principio estamos con ellos, si bien hemos de adelantar que nuestro convencimiento es el de que medidas parciales o fragmentadas, por muy buenas que ellas sean, están llamadas a fracasar en el intento de hacer resurgir la riqueza nacional, y que lo que urge es un gran plan de conjunto, armónico y bien meditado, que nos ponga en camino, aunque sea a largo plazo, aunque sea a un plazo más lejano que el de las próximas elecciones, de la deseada organización de la economía nacional. Queremos decir también los siguiente: al Código de Trabajo, por sí solo, en cuanto simple regulación legal de las relaciones entre obreros y patrones, está llamado a determinar ventajas inmediatas a favor de ciertos sectores de nuestra población y especialmente de los grupos asalariados de la naciente industria rural y urbana. Salarios mínimos, jornada máxima, vacaciones remuneradas, derecho sindical y otras tantas instituciones defensivas del trabajo incluidas en el Código, vendrán pronto a resolver, por lo menos en cierta parte, la situación de franca explotación a que muchos de esos grupos han estado sometidos por patrones incomprensivos e inhumanos. Y es verdad también que esas disposiciones tendrán inmediatamente una influencia saludable en los problemas que confronten los otros grupos laboriosos del país; más es lo cierto que algunos problemas propios de estos grupos han menester de ciertas medidas especiales que corresponden a las particulares condiciones en que se encuentran colocados. Nos referimos concretamente a los trabajadores de la agricultura. El problema social del campo no es sólo — como el de la ciudad industrializada — el de la organización profesional de una clase asalariada y su protección por el Estado, para regularizar y equilibrar sus relaciones con una clase patronal, sino que es mucho más complejo y de mayor importancia para Costa Rica, por lo menos en cuanto

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abarca las zonas más extensas de nuestra población: el problema social del campo consiste en una verdadera transformación económico-social del medio, tendiente a la extensión, defensa y organización de la pequeña propiedad campesina, para impedir la acción absorcionista o expoliadora de los intermediarios financieros, comerciantes o industriales, garantizarle seguridad social y ganancias equitativas al pequeño agricultor, incrementar la producción nacional y sentar así las bases materiales para la protección del trabajo asalariado rural. Y he aquí cómo, por distinto camino, hemos llegado a la misma conclusión sostenida atrás la íntima relación que en nuestro país debe existir entre la legislación social y los problemas económicos. El problema social del campo es el problema del resurgimiento económico del campo. Mas la verdad es que, aunque el Código contiene una serie de regulaciones, como las expresadas arriba, de aplicabilidad inmediata sólo a ciertas situaciones del trabajo industrial, que es el que asume un volumen menor entre nosotros, y en ese sentido podría considerársele como poco adecuado a la gran realidad nacional; la verdad es — repito — que en cuanto tales regulaciones vienen a cobijar a importantes, aunque minoritarios sectores del trabajo nacional y a constituir un acto de previsión inteligente en una época en que se ve próximo un gran desarrollo industrial, son dignas de respaldo, y así lo ha manifestado el Centro en varias ocasiones. Por lo demás, el Código haciéndose cargo de la realidad nacional actual, ha estudiado una serie de excepciones a las mencionadas reglas, que implican una adaptación razonable a las necesidades y las posibilidades económicas de día de hoy en el país. En el caso, por ejemplo, de la negación del derecho de huelga en los servicios que desempeñan los trabajadores ocupados en la siembra, cultivo o recolección de productos agrícolas, pecuarios o forestales. Lo mismo que su elaboración cuando de no realizarse su beneficio inmediato se deterioraren dichos productos, (art. 369, inciso b);es el caso también del derecho que se otorga al patrón para demandar del trabajador jornadas extraordinarias por más de cuatro veces a la semana “cuando haya evidente carestía de brazos en tiempo de siembra o de recolección de cosechas” (art. 141, párrafo 2°); el de la posibilidad de exigir jornales extraordinarias sin pagar remuneración extraordinaria en las explosiones propiamente agrícolas o ganaderas (art. 139, párr..3°); el de la posibilidad de pagar trabajadores en días feriados “por razones fundadas en la conciencia de evitar notables perjuicios al interés público, a la agricultura, a la ganadería o a la industria”.

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Y además de eso, el Código, a la par de esas regulaciones relativas al trabajo industrial o semiindustrial, contiene otras que si son aplicables en forma inmediata a todas las clases de trabajo hoy existentes en la República. Y que, además de eso, implican no solo la tendencia, general en todas las normas incluidas en el Código, de lograr una mayor equidad social, sino además, la creación de una amplia base para hacer más productivo el trabajo nacional, y por allí tienen que merecer de parte del Centro, que tanta importancia concede al aspecto de la organización económica nacional, un especial apoyo y una particular exaltación, Nos referimos a las cooperativas. El propio señor presidente de la República, en su exposición de motivos del Código, lo reconoce así, al hacer ver que en el mismo “solo el capítulo sobre cooperativas va más allá del vínculo patrón-obrero y esta constituye sobre producción, consumo y otras actividades propiamente de carácter social”, y al expresar su aspiración de que “las cooperativas sirvan para la defensa de los consumidores y para el incremento de la agricultura y demás ramas de la producción nacional”. En efecto, la cooperativización, por un lado, cobija a todos los costarricenses en cuanto a consumidores, y es por tanto la norma que puede otorgar beneficios más generales o extensos al país: por otro lado cobija a todos los pequeños propietarios agrícolas y a todos los pequeños industriales, y es por tanto, a la par que la mejor garantía para la estabilidad de la pequeña propiedad y el pequeño capital, importante estímulo para la deprimida y desorganizada producción de artículos de consumo doméstico. Para el Centro, cuya campaña cooperativista es bien conocida de la ciudadanía, este capítulo tiene máxima importancia. En nuestro concepto, él está llamado, en cuanto probable estimulante de la riqueza nacional, a acercarnos más a la justicia social costarricense — legislación sobre una Costa Rica económicamente recuperada — que muchas de las otras regulaciones del Código de Trabajo. Así lo dejó. Y llegamos al final de nuestras palabras; llegamos al final con la satisfacción íntima de haber enfocado el problema con plena objetividad y absoluta buena fe como corresponde a un integrante del grupo que no tiene otro interés que el de orientar a la opinión pública por la expresión de la verdad absoluta sobre todos los problemas nacionales, y que no tiene otra pasión en su encendida pasión por una Costa Rica más justa, próspera, democrática y moral.

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ARTÍCULOS DE FIGURAS QUE SE RELACIONARON CON LA OBRA DE RODRIGO FACIO

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EL PENSAMIENTO DE RODRIGO FACIO SOBRE EL COOPERATIVISMO Jorge E. Vargas Roldán Rodrigo Facio escribió sobre cooperativas especialmente entre 1940 y 1943, años antes de que se crearan las primeras cooperativas en la fase moderna del cooperativismo y que en gran parte fueron impulsadas por los jóvenes del Centro de Estudio de Los Problemas Nacionales. Rodrigo Facio y el CENTRO realizan en la prensa diaria una campaña de explicación y divulgación sobre las ventajas de las cooperativas; las publicaciones adquieren su mayor intensidad en los años 1942 y 1943. En Diario de Costa Rica y en La Hora -ambos propiedad de don Otilio Ulate- se publican estudios de las comisiones del CENTRO y columnas periodísticas permanentes.

Propuestas de Rodrigo Facio sobre el cooperativismo… En el Estudio Sobre la Economía Costarricense (1942) Facio habla del cooperativismo y propone en su " Programa de Política Económica Interior “, algunas ideas concretas, tales como:

1.

Impulsar la formación de cooperativas de crédito, producción, compra y venta y distribución, por parte de pequeños propietarios;

2.

Promover la organización de cooperativas de consumo a nivel de las ciudades y pueblos;

3. Promover la formación de Federaciones cooperativas, así como Acuerdos Regionales entre cooperativas de producción y consumo.

4.

Impulsar la formación de cooperativas de pequeños cafetaleros para transformar y exportar su café " (Op. cit., en Obras de Rodrigo Facio, Tomo L, pág. 173 y 175).

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En artículos publicados en la Revista Surco, Rodrigo Facio señala las Ventajas Sociales y Económicas de las cooperativas, destacando, entre otras:

• • • • • • •

La eliminación del intermediario, El alza del nivel de vida de los socios, El ahorro individual, La formación de fondos sociales, La solidaridad entre los socios y superación educativa (Nº 31, enero 1943). Asimismo, define el cooperativismo como ideología o programa de reforma social, Hace referencia al Desarrollo del cooperativismo en la América,

Escribe a nivel de ejemplo el artículo “Ensayos cooperativos en Costa Rica”

Incorpora en los editoriales de Surco Nº 28 y Nº 31, conceptos y opiniones que enriquecen el conocimiento sobre el cooperativismo en la coyuntura política en el inicio de los años cuarenta:

Escribe sobre El movimiento cooperativo, El Partido Comunista y el CENTRO,

Define el Cooperativismo, solución orgánica para el desarreglo del mercado interno.

En otros artículos de intención más general toca también el tema de las cooperativas:

Incluye el tema en el un programa costarricense de rectificaciones económicas (Nº 38 y Nº 39, agosto y septiembre de 1943

Escribe sobre las cooperativas en su texto: Legislación social y organización económica (Nº 40, Oct. 1943).

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El cooperativismo dentro del concepto de Estado de Rodrigo Facio En el ensayo: Un Programa Costarricense de rectificaciones económicas, aparece en forma importante el tema de las cooperativas. En ese Programa, Facio divide la economía nacional en tres zonas:

1.

Actividades monopolizadas (control del Estado)

2.

Actividades semi-monopolizadas(mixtas) y

3.

Actividades sometidas al mercado libre (libre empresa). Rodrigo Facio ubica a las cooperativas en la segunda zona (economía mixta) en la

que las cooperativas pueden cumplir un papel importante en la elaboración industrial del café y de la caña de azúcar, en el comercio de granos y en ciertas ramas de la importación como gasolina (Surco, Nº 38, agosto 1943). Y en el complemento de este mismo artículo (II), Facio se refiere con amplitud a los Servicios del Estado (futuras instituciones autónomas), considerando la posibilidad de las cooperativas en las siguientes áreas:

Pequeños productores de café, caña de azúcar y granos por regiones geográficas para obtener una situación de fortaleza económica e igualdad de contratación con los propietarios de beneficios, ingenios y con los comerciantes en grande, respectivamente.

Cooperativas de crédito que probablemente serían la última etapa de perfeccionamiento social y técnico del sistema de Juntas Rurales de Crédito del Banco Nacional;

Cooperativas de producción agrícola industrial conforme ello vaya siendo posible, y siguiendo más o menos los lineamientos de la Cooperativa de Producción Agrícola Industrial de Grecia, actualmente en vías de organización" (Surco, Nº 39, Sept. 1943).

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El Centro de Estudio de los Problemas Nacionales y el fomento a las Presencia e influencia en la creación de la Coopevictoria Como resultado de la campaña sistemática de Facio y sus compañeros del Centro, y también por las persistentes gestiones de los agricultores de Grecia y Poas, en julio de 1943 una ley autoriza al Poder Ejecutivo a traspasar al Banco Nacional las fincas en donde más tarde se asentaría la Cooperativa Victoria. Un año antes, el CENTRO lo había propuesto públicamente en un artículo periodístico (Diario de Costa Rica, 30 Sept. 1942). Durante el proceso, tanto Facio como los demás miembros del CENTRO, acompañan a los agricultores de la zona mediante seminarios, visitas y asesoría y lobby ante las autoridades gubernamentales lo que dio como resultado la constitución de CoopeVictoria el 12 de octubre del año 1943. El CEPN, el Partido Socialdemócrata y los orígenes del cooperativismo moderno Dado el desarrollo y despliegue de las tesis de Facio y los miembros del CENTRO, la participación activa y efectiva en la formación de las primeras cooperativas de la fase moderna y, principalmente, la incorporación en el Programa del Partido Socialdemócrata del modelo cooperativo como estrategia esencial para el desarrollo de la Costa Rica, debemos colegir que tanto el origen como el desarrollo del cooperativismo está íntimamente ligado a los mismos orígenes del Partido Liberación Nacional. Esta afirmación se comprueba y demuestra de manera fehaciente en el desarrollo del país en los últimos setenta años, con la presencia del cooperativismo en múltiples áreas de la economía y la sociedad costarricense.

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EL PENSAMIENTO DE RODRIGO FACIO BRENES EN LA CREACIÓN DE LA COOPERATIVA AGRÍCOLA INDUSTRIAL VICTORIA Bernardo Peralta Cordero El pensamiento de Rodrigo Facio Brenes fue muy amplio y abarcó toda la esfera social y económica de su época, pero en este ensayo nos vamos a enfocar en el período de los años 1942 y 1943 y sobre la gestación del cooperativismo y especialmente de la creación de la primera cooperativa agrícola industrial del país, la Cooperativa Agrícola Industrial Victoria R..L., a la cual Facio se refería como la Cooperativa Agrícola Industrial de Grecia, aunque cuando el Gobierno de la República expropio los bienes de la empresa de Guillermo Niehaus y el Banco Nacional de Costa Rica otorgó el crédito para la adjudicación de esos bienes, la cooperativa fue creada con el nombre de Victoria porque la hacienda ya tenía ese nombre. Las ventajas sociales y económicas de las cooperativas según Rodrigo Facio básicamente se referían a cinco aspectos fundamentales: la eliminación del intermediario, el alza del nivel de vida de los socios, el ahorro individual de los socios, la formación de fondos sociales, la solidaridad y la educación. Cuando nos señala como fundamental la eliminación del intermediario se refiere a que partiendo del hecho de la producción de bienes y servicios en beneficio del consumidor a costos razonables. El alza en el nivel de vida los asociados basados en la eliminación del intermediario entre productores y consumidores mediante una organización cooperativa da como resultado mayor satisfacción y distribución de la riqueza entre productores y consumidores. Recordemos que en este punto la razón por la cual surgieron los pioneros de Rochdale en 1844, cuya finalidad fue eliminar la intermediación mediante la agrupación asociativa de productores que tendrían acceso directamente al consumidor. Cuando habla de ahorro individual se refiere al ahorro casi forzado que la asociación en una cooperativa obliga a sus asociados para su conformación y así lograr un ahorro colectivo pero también individual.

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“En régimen cooperativo…, en cuanto más se consume, más se ahorra; así como suena de paradójico” ( Boletín Cooperativo. 1943, enero. Revista Surco 31 página 19). La formación de fondos sociales significa que además del ahorro individual, se determina la creación de fondos de ahorro sociales y colectivos que al final contribuyen al ahorro individual y con un capital colectivo se pueden lograr otros objetivos asociativos. La solidaridad y la educación se traduce en mayor unión con sus agremiados y así fortaleciendo la organización. Otro planteamiento fundamental es cuando Facio nos señala al Cooperativismo como una reforma o programa social. Lo divide en cinco puntos esenciales sean: Primero, la mejora de las condiciones del obrero, abaratando el costo de su vida y permitiendo un alza del salario, algo que sería improbable en una empresa tradicional capitalista. Segundo, el cooperativismo tiende a suprimir la acumulación de capital de unos pocos, reduciendo así la desigualdad en las rentas, ya que las cooperativas reparten sus dividendos no sobre el capital sino sobre la función social ejercida por sus miembros. Tercero, bajo el régimen cooperativo el interés sobre los obreros alcanza un interés real y ya no nominal. Cuarto, la participación de los beneficios y el accionario del obrero es otro aspecto. Y quinto, en tanto que consumidores-socios, los obreros pueden llegar a ser co-propietarios de los medios de producción. (Boletín Cooperativo.1943, enero). Revista Surco, paginas 24). Debemos recordar que el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales estaba integrado por profesionales y pensadores de muy diversas disciplinas y colaboraban de una u otra forma con la edición de la Revista Surco y se integraban en movimientos que consideraban necesarios para difundir sus ideas y lograr reformas sociales y económicas. Cabe destacar que en todo lo que se refiere al cooperativismo, fueron muchos de sus integrantes los que participaron, sin embargo los que visitaron Grecia y Poás fueron Rodrigo Facio, Paul Chaverri (primo hermano de mi padre) y Rafael A. Zúñiga. Facio, Chaverri y Zúñiga fueron los que mayormente escribieron sobre el tema y participaron en reuniones con los productores de caña de Grecia y de Poás y posteriormente se integraron al Banco Nacional de Costa Rica y al Gobierno de la República presidido por el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia y con la colaboración del Ministro Lic. Luis Demetrio Tinoco Castro.

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Se dieron dos reuniones fundamentales para lograr los objetivos en este movimiento y fueron los días 4 de octubre de 1942 en el Teatro Riggioni de Grecia y 11 de octubre de 1942 en el Salón Esquivel de San Pedro de Poás, contando con la presencia de los principales agricultores de ambas zonas y con el exdiputado Don José Manuel Peralta Quesada (mi abuelo), quien coincidió y apoyo las gestiones de Facio, Chaverri y Zúñiga. En la reunión efectuada en San Pedro de Poás participó un conocido agricultor que fue Don Gerardo Murillo y en la reunión de Grecia participo un conocido agricultor y comerciante que fue Don José Joaquín Mora (conocido como Don Paco Mora), además de los anteriormente citados. Se dio una gran reunión el 18 de Octubre de 1942 en la ciudad de Grecia con la asistencia de aproximadamente de 200 pequeños productores de caña en la cual discutieron y aprobaron un plan, para dirigirse al Presidente de la República, con el apoyo del exdiputado Peralta, para solicitarle que mediante la Ley de Expropiaciones se lograra expropiar los bienes agrícolas e industriales de la familia de Guillermo Niehaus en el cantón de Grecia y que fueran traspasados de manera provisional al Banco

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Nacional de Costa Rica para que luego éste pudiera preparar a los productores para ser propietarios de la Cooperativa y que dichos bienes fueran traspasados a la Cooperativa que se fundaría y les otorgara un crédito para que cancelasen en un lapso de tiempo razonable la adjudicación de los bienes. La solicitud dirigida al mandatario fue suscrita por medio de un comité a los señores José Joaquín Mora, José Manuel Peralta Quesada, Alcides Barquero, Ricardo Solís e Ismael Valerio en representación de Grecia. Por el comité de Poás los señores Gerardo Murillo, Juan Chaves, Luis Rodríguez y Manuel Víquez. También se dio una propuesta del diputado Antonio Riggioni que consistía en parcelar la propiedad agrícola de la empresa Niehaus y darla en pequeñas propiedades que formarían todas una cooperativa, pero con la parte industrial compartida entre los asociados, pero el ingenio sería administrado por la Fábrica Nacional de Licores (FANAL) que llegaría a instalar ahí una destilería de alcohol, pero el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales consideró que era más conveniente que tanto la parte industrial como la agrícola quedaran también en manos del Banco Nacional como una institución técnica y apolítica para administrarlas y luego trasladarla a los productores organizados en una cooperativa, todo lo cual fue apoyado por el ex diputado Peralta y acogido por el Presidente Calderón y el Secretario (Ministro) Lic. Tinoco. Ya en enero de 1943, Rodrigo Facio nos señala: “ … Nuestro plan de Cooperativización … fue acogido también por los cañeros de Grecia y Poás, quienes integraron sus comités procooperativización del Ingenio Victoria … . El CENTRO colaboró con ellos decididamente haciéndoles propaganda a la idea y provocando reuniones en las referidas ciudades para explicar los alcances del plan. La solicitud de los Comités respectivos dirigida por el señor Presidente de la República, tuvo aún menos suerte que la de los tipógrafos; no fue siquiera acusado recibo de la misma. En todo caso, resultante o no la interesante campaña, ella ha dado oportunidad para hacer amplia conciencia cooperativa en las ciudades de Grecia y Poás, conciencia habrá de dar que sus frutos en la organización económica del país.” (Ensayos Cooperativos, 1943, enero Revista Surco; pág. 31).

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En el periódico La Tribuna del 19 de abril de 1943, el ex diputado José Manuel Peralta Quesada señalo: “Creo que sería oportuno … que el gobierno prometa organizar la primera cooperativa agrícola y que lo sea con las fincas del alemán Niehaus que por tantos años explotó el cantón de Grecia. … No dudo que el capital sobre, lo que falta es un técnico que organice la empresa. Fácil será que el Banco Nacional o que el Gobierno de Costa Rica, soliciten uno… ” (……) El Boletín de Estudios Cooperativos del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales publicado en la Revista Surco, fue programado para encargarse de la propagación de las bases y del funcionamiento del sistema cooperativo como un medio para resolver situaciones difíciles desde el punto de vista financiero de todos los trabajadores del país. Y en 1943, año fundamental en toda la reforma social y económica que ha influido de manera profunda y vital en nuestro desarrollo social y económico y en la creación de las normas fundamentales para nuestra seguridad social, nuestra educación pública, las relaciones laborales y la creación formal de un movimiento cooperativo que es un elemento fundamental para la producción y el crecimiento de nuestro país. En setiembre de 1943, Rodrigo Facio plantea una propuesta del Programa Costarricense de Rectificaciones Económicas en el cual incluye a las cooperativas y señala: “… Estas constituyen el otro organismo del Programa de Rectificaciones Económicas; serán organizadas, estimuladas, aconsejadas e inspeccionadas por el Servicio de Cooperativas, Política Agraria, etc. … Su papel será la de ejercer un control indirecto y defender a sus miembros de aquellas empresas o negocios de carácter semimonopolística cuya su nacionalización no sea considerada conveniente o necesaria. Así se formaron cooperativas de pequeños productores de café, caña de azúcar y granos por regiones geográficas para tener una situación de fortaleza e igualdad de contratación con los propietarios de beneficios, ingenios y con los comerciantes en grande, respectivamente; cooperativas de crédito que probablemente serían la última etapa de perfeccionamiento social y técnico del sistema de Juntas Rurales de Crédito del Banco Nacional; cooperativas de producción agrícola e industrial o mixta conforme

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ello vaya siendo posible, y siguiendo más o menos los lineamientos de la Cooperativa de Producción Agrícola-Industrial de Grecia, actualmente en vías de organización. Luego han de formarse ligas o federaciones de cooperativas por regiones y finalmente llegarse a los acuerdos generales anuales entre todas esas cooperativas y las de consumo rural o urbano que se vayan organizando del lado de la demanda.” (Boletín Cooperativo. 1943 septiembre. Revista Surco 39, pág. 11). A partir de la labor de concientización y de asesoría a los pequeños productores realizada por el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, especialmente por medio de Facio, Chaverri y Zúñiga y por el Banco Nacional de Costa Rica, especialmente por su Junta Directiva y el Gerente Don Julio Peña Murúa, se logró realizar la reunión del 18 de octubre de 1942 con la participación de más 200 productores de caña de Grecia y Poás y luego se empieza a dar un apoyo fuerte y decidido de parte del Gobierno de la República a través del Presidente Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia y su Secretario (Ministro) de Educación el Lic. Luis Demetrio Tinoco Castro, además del apoyo del exdiputado Peralta. Esa labor coordinada entre el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales y el Gobierno de la República, culminaría el año siguiente con la expropiación de las tierras y la planta industrial de la Hacienda Victoria y la concesión de un crédito para los agricultores luego organizados en una cooperativa para la compra de los bienes expropiados y la constitución formal de la primera cooperativa agroindustrial del país que Rodrigo Facio llamaba Cooperativa Agrícola Industrial de Grecia y que posteriormente y definitivamente se llamó Cooperativa Agrícola Industrial Victoria R..L.

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PRIMEROS ASOCIADOS Efraín Alfaro Alfaro Elí Alfaro Alfaro Enrique Alfaro Alfaro Rigoberto Alfaro Alfaro Victoria Alfaro Alfaro Juan Alfaro Barantes Gonzalo Alfaro Brenes Cirilo Alfaro Durán Bernardina Alfaro Oviedo Eloy Alfaro Soto Emilio Araya Ballestero Carlos E. Araya Ramírez Fernando Araya Ramírez Juan Rafael Arias Zamora Alcides Barquero Ruis Francisco Barquero Serrano Raúl Barrantes Barrantes Calixto Barrantes Víquez Alcides Bogantes Hidalgo Jesús Bolaños Alfaro Rafael Bolaños Araya Eladio Bolaños Oviedo Jenaro Bolaños Valverde Albino Bolaños Oviedo Ascensión Bolaños Valverde Augusto Brenes Rodríguez Aureliano Campos Rodríguez Víctor Castro Vargas Juan Chavez Gómez Eduardo García Rojas Antonio Gómez Barquero Nicolás Gómez Rodríguez José Gómez Rodríguez Clodomiro Herrera Murillo Enrique Solís Rojas Rafael Solís Rojas Belisario Zamora Alfaro Miguel A. Rodríguez González Carlos Rodríguez Hidalgo

Otilio Hidalgo Arias Benjamín Hidalgo Bolaños Raúl Hidalgo Rodríguez Cecilio Loría Alfaro Antonio Miranda Valverde Alcides Montero Alfaro José Joaquín Mora Mora Gabriel Oviedo Hidalgo Lorenzo Paniagua Rodríguez Nelly Peralta Origgi Víctor Quesada Arias José María Quesada Porras Antonio Quesada Rojas Héctor Quesada Rojas Antonio Riggioni Murillo Carlos L. Rodríguez Cordero Daniel Rodríguez Cordero José Manuel Rodríguez Chaves Filadelfo Rodríguez González Gilberto Rodríguez González Abel Rodríguez Quesada Abdón Rodríguez Rodríguez Agapito Rodríguez Rodriguez Antonio Rodríguez Rodríguez Raquel Rodríguez Rodríguez Tito Rodríguez Rodríguez Zenón Rodríguez Rodríguez Luis Rodríguez Salas Roque Rodríguez Salas Virgninio Rojas Porras Raúl Rojas Rodríguez José Joaquín Rojas Víquez Hugo Solano Campos Hernán Solís Herrera Odilón Solís Ballestero Daniel Solís Herrera Edwin Solís Herrera José Maniel Solís Rojas Fernando Vega Kopper

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Miembros de la Junta Directiva de la Cooperativa acompañados del Presidente del Banco Nacional y de su Gerente General.

La participación de los pequeños agricultores de caña de azúcar en la constitución de esa cooperativa fue a través del aporte de pequeñas sumas de dinero que provenían de sus ahorros y dichas sumas aportadas no tenían relación con el monto sumamente alto del crédito otorgado por el Banco Nacional de Costa Rica para pagar la expropiación (Ley 49 del 22 de Julio de 1943) y para ceder a la nueva cooperativa los valiosos bienes expropiados y esos pequeños aportes fueron simbólicos pero como un acto de gran confianza de los pequeños productores de caña de de los cantones de Grecia y Poás hacia la labor de concientización del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales y el apoyo financiero del Banco Nacional fe Costa Rica. Estos pequeños productores eran personas trabajadoras, honestas, austeras y sensatas y adquirieron un compromiso económico con el Banco Nacional de Costa Rica e indirectamente con el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, que luego les permitió en un periodo relativamente corto de años poder pagar el 75% de la deuda (año 1956) y de esa manera tomar el control total de la administración de la empresa, ya que hasta que no saldaron ese porcentaje de deuda fijado por el Banco Nacional de Costa Rica el Banco era copartícipe mayoritario en la Junta Directiva, en el Comité de Vigilancia y en el nombramiento del primer gerente, Ing. José Manuel Peralta Rodríguez (mi Padre).

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El día 12 de octubre de 1943, con la presencia en la mesa principal de los notarios encargados de hacer el Acta Constitutiva de la Cooperativa y con la presencia de los funcionarios del Banco Nacional de Costa Rica, representantes del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, del ex diputado José Manuel Peralta Quesada y principalmente con la presencia de los Asociados Fundadores de la Cooperativa Victoria, se constituyó la primera cooperativa agroindustrial del país y que actualmente ya tiene 78 años de existencia y la integran aproximadamente 3000 asociados productores de caña y de café de casi todos los cantones del Valle occidental de Costa Rica, además del cantón de San Carlos.

PRIMER CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN Una vez constituida la Cooperativa, era necesario empezar con el nombramiento de su Junta Directiva. Las personas con mayor experiencia en ese campo eran los funcionarios del Banco Nacional de Costa Rica, sin embargo se necesitaba la participación de asociados. Aquello era una gran responsabilidad y un reto para los pioneros de la Cooperativa, quienes debían echar a andar la empresa a partir de ese momento. La misma quedó integrada así: Presidente José Manuel Sáenz Witting Secretario José Joaquín Mora Mora Fiscal Ing. Bernardo Iglesias Vocal 1 Guillermo Vargas Facio Vocal 2 Ricardo Solís Ballestero Suplentes José María Montealegre Rafael Bolaños Araya Elías Meléndez Fernández Gerente José Ml. Peralta Rodríguez

COMITÉ DE VIGILANCIA El primer comité de vigilancia fue integrado por los señores Juan Feliz Alpízar Alfaro y Domingo Suárez Araya. El primer jefe de la sección agrícola fue el señor Napoleón Murillo y como mecánico se nombró a Elías Meléndez Fernández. Don Teodoro Lizano Saborío ocupó el cargo como secreatrio de actas y don Augusto Acuña Zúñiga jefe de la contabilidad. La elaboración del azúcar estaba a cargo de Rosendo MAdrigal Campos, mientras Egérico González laboraba como auxiliar en el campo agrícola. El superintendente lo fue el Ing. Bernardo Iglesias, quien a la vez era el jefe del Departamento Agrícola del Banco Nacional y para un enlace entre la empresa y el Banco, se nombró en esa primera vez a don Guillermo Vargas Facio.

Agradecimiento a mi hijo Manuel Peralta Reyes por su colaboración

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