Boletín CELIT N°5

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Boletín informativo del Centro de Estudiantes de Literatura UNMSM

«En torno suyo, en fin, ha procurado Reunir á aquellas que armonizan, Que atraídas por el génio simpatizan, Y que aman la belleza y la verdad»

MENSUAL MARZO MMXXIV AÑO 4 N° 5
2024

Boletín CELIT - UNMSM

Directoras: Yadira Bazán y Julissa Huayanay

Sección informativa: Hugo Gonzalo

Sección de crítica: Kevin Vasquez

Sección de narrativa: Alberto García

Sección de poesía : Miguel Palacios

Prensa y variedades: Ariana Mejía y Carla Paredes

Dibujos: Sam Beltrán

Contenido: @Mystic.ambar

© Los textos aquí presentes deben ser difundidos, 2024

Diseño y diagramación:

Alejandra Aldana

Corrección de estilo:

Alejandra Apaza

Editado por:

Centro de Estudiantes de Literatura - UNMSM

Tercer piso de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas UNMSM

Quinto número - Marzo 2024

Contacto:

celit.flch@unmsm.edu.pe

Codex Seraphinianus o el simulacro del lenguaje

Por César Osorio

Notas sobre El peso inevitable de las palomas de Carlos Yushimito

Por El orillero

Los colores de la ciudad gris

Por Flavia Castillo

Ropero de armaduras

Por Simonel

Crudo

Por Amelia Casas Sather

Poesía

Ni hormigas… y querer la resurrección

Por Román, el fabulista

Agonía

Por Ray Riyaaz

Balance de las cosas

Por Leonardo Sotomayor

Burbuja

Por Medusa BW

Contenidos Editorial 4 Informes 5 Crítica 7
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Narrativa
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Variedades 32 Auspicios 35

Editorial

A poco más de un año del último boletín publicado, hénos otra vez aquí, dispuestos a contribuir con nuestro modesto encargo. El Boletín CELIT sale a la luz, luego de atravesar manos ignotas y caminos desolados. No cabe duda que, cuando las innovadoras brisas cedieron la batuta, esta publicación se propuso un nuevo inicio y ha debido de reestructurar un camino ya trazado.

A propósito, es menester recordar como dicho breve, pero quisquilloso céfiro, no solo atrajo novedades teatrales para esta modesta publicación, sino que también volcó entre los estudiantes de Literatura, una serie de momentos insólitos entre pugnas virtuales y brechas épicas. Esta sucesión de hechos que, a su vez, coincidió con el retorno a las aulas de toda la comuna estudiantil erigió ampulosos debates, peliagudos negocios e imponentes asambleas en el local del Centro de Estudiantes de Literatura (en otrora: oficina).

De ese modo, con una fe resuelta, le aseguro lector, que pocas veces ha acaecido entre los estudiantes de nuestra Escuela, un momento más memorioso que aquella tertulia llamada “Asamblea General de Literatura”. El evento de junio que desbordó las paredes triplayadas del CELIT, evidenció que la comunidad estudiantil funciona como una sola

pieza, donde cada engranaje gira en su dirección debida. Así, este acaecimiento refleja, hoy más que nunca, que la autonomía puede ser realmente provechosa solo si se establece como consigna que nadie crece siendo una ínsula.

En ese sentido, ocuparse de esta nueva entrega del Boletín CELIT ha sido una labor compleja, que ha bregado con infamias y ajetreos fundamentales para su avance. No generamos alguna controversia al mencionar hechos verídicos pasados; por el contrario, antes de que este sol malicioso derrita los yerros, es necesario mirar atrás, para no tropezar con la misma piedra.

En adelante recuerde, estimado lector, que la representatividad implica un compromiso y requiere de manos sensatas para llegar a buen recaudo, ya sea que disponga de un flamante ponderado o que no figure ni en medio superior. De todos los estudiantes de Literatura depende establecer una continuidad para el bien común de la Escuela. Para suerte de este quinto número, que aparece entre gallos y medianoche, cumplimos con la noble tarea de exhortar su interés por el funcionamiento de la carrera que eligió, y no solo ser un espectador que sucumbe a dimes y diretes facsimilares. Siga creando, siga leyendo, siga reflexionando.

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Informes

FESTIVAL LITERARIO INTERUNIVERSITARIO 2023

Las Escuelas de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (CELIT-UNMSM), la Universidad Nacional Federico Villarreal (CAELITUNFV) y la Pontificia Universidad Católica del Perú (CELIT-PUCP), llevaron a cabo en conjunto el 1er Festival Literario Interuniversitario durante el 8, 9 y 10 de noviembre del año pasado. Este evento cultural, cuya temática fue la literatura escrita por mujeres y disidencias, tuvo como finalidad la interacción y diálogo entre los estudiantes de las tres casas de estudios. En los campus de las tres universidades se realizaron actividades académicas —presentación de ponencias y homenajes a profesoras—, difusoras —feria de proyectos culturales— y recreativas —recital poético y espectáculo de talentos—.

SOBRE LA ASAMBLEA DE MUJERES Y DISIDENCIAS DEL CELIT

A través de la elección de la nueva Secretaria de Género del CELIT el 23 de julio del año pasado, se ha producido la reactivación de la Asamblea de Mujeres y Disidencias del CELIT. Esta asamblea, que representa y organiza a las estudiantes y miembros de la comunidad LGBTQ+ de la Escuela de Literatura, surge ante la necesidad de promover un entorno universitario libre de acoso y discriminación, enfocándose en combatir la violencia de género y el hostigamiento sexual. Por ello, actúa como medio de difusión y soporte para la comunidad estudiantil al recibir denuncias y testimonios sobre vulneración de derechos humanos de mujeres y disidentes de nuestra Escuela. Para mayor detalle de las actividades de la Asamblea y del mecanismo de recepción de denuncias recomendamos visitar sus redes.

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SOBRE LA REACTIVACIÓN DEL CINECLUB CELIT

La Secretaría de Cultura del Centro de Estudiantes de Literatura ha reactivado el Cineclub CELIT. La iniciativa representa un esfuerzo por enriquecer la experiencia académica al establecer un diálogo entre el cine y la literatura. Las actividades iniciaron el 4 de septiembre del año pasado, con proyecciones programadas quincenalmente; además, presenta una selección variada de películas que abarcan diferentes épocas y estilos cinematográficos.

SOBRE LA PROMOCIÓN DE LITERATURA 2024

El próximo 20 de julio se llevará a cabo la Ceremonia de Graduación de 31 estudiantes de Literatura. Dicha promoción lleva como nombre “Dorian Espezúa Salmón” en honor a uno de los docentes más emblemáticos de nuestra carrera. Este evento contará con la presencia de autoridades y docentes de la Escuela de Literatura que, junto a los graduandos y sus familiares disfrutarán de una gran velada. Se les desea los mayores éxitos en esta nueva etapa de su carrera profesional.

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Crítica

Codex Seraphinianus o el simulacro del lenguaje

Por César Osorio A veces, las riquezas del sentido no residen en lo inteligible. Acostumbramos a esperar de los textos literarios —sobre todo en los buenos— una encriptación de redes de semiosis hermosas y profundas, tanto más sofisticadas en cuanto más monumental es el discurso por leer. Alistamos la expectativa de un tesoro estético en clave verbal, que nos invite retador a descifrar cada uno sus enigmas. Esta costumbre nuestra de querer interpretar los textos y, en extensión, de hacer comprensibles los objetos, puede ser derrotada (o al menos desafiada) por libros como el Codex Seraphinianus. La obra tuvo de artífice al diseñador italiano Luigi Serafini, la gran apuesta editorial del aristócrata Franco Maria Ricci, quien se atrevió a publicarla por primera vez en 1981. Se pensó como la enciclopedia ilustrada de un mundo fantasioso y surreal con una plétora de dibujos extrañísimos y escrita en un lenguaje inexistente. Compuesta por once capítulos, el códice estudia los pormenores de aquella realidad que parece una grotesca parodia de la nuestra; además, recopila datos de su flora, fauna, sociedad, tecnología, leyes

naturales, historia, cultura y arquitectura. Supone un pictórico ejercicio de ensoñación sistemática, así como una trampa irresistible al afán por acceder al significado de cualquier guisa de escritura. Por tales motivos, es considerado uno de los libros más raros jamás publicados, cuya «lectura», tanto a eruditos como a gente común perturba, estremece y maravilla.

No han faltado nombres notables que se pronunciaron sobre esta creación. Desde el cineasta Federico Fellini, pasando por Italo Calvino y Asimov, hasta los linderos semiológicos de Barthes o la lingüística de Derzhanski; todos ellos reflexionaron sobre los distintos aspectos de su composición singular. Aunque la mayor atención reposa en su repertorio visual: dado el fracaso inherente a intentar leer las grafías del Codex, las imágenes proveen un código de rescate para que el receptor construya significaciones de sus contenidos. Pero, en este caso, no nos ocuparemos de la imagen, harto ya comentada por los críticos antes mencionados. Nos centraremos, más bien, en el otro código semiótico que conforma el libro: su falso lenguaje verbal. Ya que el Codex Seraphinianus sería tan solo una galería de arte surrealista

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si no fuera por la ligazón recurrente de esa escritura imaginaria, refinada en el trazo y que invoca astutamente nuestro impulso de leer. Hace florecer, de este modo, un proyecto radical de ficcionalización, que somete al acontecimiento de la lectura a las instancias de la fantasía.

El escritor Italo Calvino (2012), en un ensayo de 1982, se interroga por la semejanza evocada entre el lenguaje del Codex y sus ilustraciones teratológicas, en tanto sospecha de una sintaxis común que haya dispuesto sus trastocados órdenes: «también en la teratología hay una lógica cuyos lineamientos nos parece ver aflorar y desvanecerse de un momento a otro, como los significados de esas palabras diligentemente trazadas con la pluma» (p. 104). La escritura no solo prosigue el sentido fantástico de la imagen, sino que cumple un rol indispensable en la elaboración del efecto «textual» que propone el libro. En ese sentido, para Abraham Esparza Velasco (2021), «funge como un elemento que brinda credibilidad y un estatus enciclopédico que otra obra rara vez tendría» (párr.24). Es decir, dirige la simulación de un discurso orgánico, erudito, despreocupado por hacerse entender al lector que no comparte su mundo. Sin embargo, la ausencia del significado no evitaría que, de todos modos, intentemos adjudicarle uno

propio a ese lenguaje, toda vez que «la propuesta del autor es liberarse del alfabeto para comunicar lo que cada lector desee encontrar» (Escobar Páez, 2023). Nos dejamos llevar por la tentación de lectura por tanto, nos vemos seducidos a la interpretación originada por un arreglo verosímil de pantomimas grafémicas que «nos sentimos a un pelo de poder leer y que sin embargo se nos escapa en cada una de sus palabras y cada uno de sus caracteres» (Calvino, 2012, p. 104). Se debe recalcar que no hay forma de traducir el Codex. Tal como los dibujos que acompaña, su idioma representa un sistema de cosas intransferible a nuestro mundo. En una entrevista ofrecida a Francesco Manetto (2007), Serafini admite que el «texto» del libro surgió de la más pasional inspiración, con raíces en la escritura automática, al tomar elementos de la caligrafía árabe, cuneiforme y de otras lenguas arcaicas: «Se trata de una visión, de un lenguaje soñado. El misterio, para mí, consiste sencillamente en el acto artístico» (párr.7). Comparado con el diseño de una lengua construida, que pretende servir de código funcional, el lenguaje del Codex alberga en sus trazos la ilusión de una sintaxis, morfología, semántica u ortografía jamás articuladas para uso alguno; O, por lo menos, para un uso que no pertenezca a la lógica de su uni-

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verso. No podremos describir su operatividad dentro del lugar fantástico en que se inscribe. Por el contrario, debemos conformarnos con apreciar la superficie de su estructura. El códice, con solemne ironía, nos pone al mismo nivel del niño analfabeto. Nos hace valer solo de la imagen anexa para entender algo del supuesto mensaje en el idioma ignorado; al igual que el infante, incapaz todavía de leer lo escrito, reposa su mirada curiosa en los dibujos del libro de cuentos.

De manera que la escritura en el Codex Seraphinianus retorna a sus «lectores» a un estadio de virtualidad lingüística, no realizable, en el cual la recepción visual toma el sitio de las competencias del lenguaje. Como señala el académico Jeffrey Stanley (2010), Serafini pudo arribar a una «pseudo lengua» a través de la repetición continua de patrones visuales que dan la ilusión de un código verbal. Entonces, dicho espejismo es fundamental en la composición visual de la obra, puesto que su estructura colabora con las láminas ilustradas en la articulación pictórica de su sistema fantástico. Cuando David Roas (2001) define la fantasía, destaca su cualidad de producir incertidumbre al confrontar lo real con lo sobrenatural, que desemboca en el súbito cuestionamiento de nuestra lógica: «lo irreal pasa a ser concebido como real, y lo real, como

posible irrealidad» (p. 9). Si tomamos todo ello en cuenta, durante la apreciación del Codex asumimos la lectura imaginaria de su escritura también imaginaria, porque sus patrones gráficos nos hacen fantasear con leerla, pese a que en realidad integran el repertorio visual que no lingüístico de elementos fantásticos en la enciclopedia. La imposible traducción del pseudo lenguaje se nos hace irreal en nuestro plano de existencia, mientras tratamos de interactuar con su irrealidad como si fuera un fenómeno real.

Por ende, asistimos a un simulacro de la lectura, suscitada por la simulación del lenguaje escrito. Por un instante, reemplazamos el verdadero acto de leer con la imitación de sus procedimientos: posamos los ojos en el papel, recorremos con ellos el tejido de las curvas y líneas exóticas, tal como si estuviéramos leyendo realmente. Aunque no estemos comprendiendo nada, o hallamos imaginado algún significado personal para aquella figuración de escritura salida de un universo fantástico que reproduce ciertas propiedades de un sistema de signos, el concepto de escritura es ficcionalizado. Pues, se conduce su expresión grafémica hacia la representación de una posible estructura lingüística, pero no a la presentación de una lengua operativa. He allí una hazaña superlativa del Codex: en similar dirección al

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carácter onírico de sus dibujos, incita a sus receptores a soñar con la performance de la lectura misma. Así, la palabra escrita se ha convertido en una quimera más de la fantasía.

Referencias

Calvino, I. (2012). Colección de arena. Siruela.

Escobar Páez, F. (8 de febrero de 2023). Codex Seraphinianus: “Belleza teratológica para infantes”. El hombre aproximativo. https:// hombreaproximativo.wordpress. com/2023/02/08/codex-seraphinianus-belleza-teratologica-para-infantes-por-efra-paez-archivo-blog-miss-oginia-y-cartonpiedra-18-01-2015/

Esparza Velasco, A. (8 de enero de 2021). Codex Seraphinianus. Manual para un mundo absurdo. Siglo Nuevo. https:// www.siglonuevo.mx/nota/2494. codex-seraphinianus

Manetto, F. (8 de noviembre de 2007). Historia de un libro raro. El País. https://elpais. com/diario/2007/11/11/ eps/1194765358_850215.html?event=go&event_log=go&prod=REGCRART&o=cerradoam

Roas, D. (2001). La amenaza de lo fantástico en D. Roas (Ed.), Teorías de lo fantástico (pp. 7-44). Arco/Libros.

Serafini, L. (1983). Codex Seraphinianus. Abbeville Press.

Stanley, J. C. (2010). To Read Images Not Words: Computer-Aided Analysis of the Handwriting in the Codex Seraphinianus. [Tesis de maestría, Universidad Estatal de Carolina del Norte].

https://repository.lib.ncsu.edu/ handle/1840.16/6460

Notas sobre El peso inevitable de las palomas de Carlos Yushimito El orillero

Carlos Yushimito del Valle (Lima, 1977) es uno de los escritores peruanos más destacados de nuestra tradición literaria peruana última. Dentro de su formación académica, estudió Literatura en San Marcos, lo que tiene relevancia porque es el lugar donde comienza, además, con sus primeros logros en la escritura y prueba de ello es el primer puesto que obtiene en el Premio Carlos Eduardo Zavaleta de cuento (2004) de su misma casa de estudios. No está de más agregar, que esta formación superior en el campo de la literatura que prosiguió en una

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maestría y un posterior doctorado, se expresan, a su vez, en el profundo conocimiento que el autor tiene de la tradición literaria universal, representado en las distintas referencias o alusiones con las que dialoga su obra.

En cuanto a su producción, dos años después del mencionado premio, publicaría su primer libro de relatos titulado El mago (2004) con la editorial Sarita Cartonera. No obstante, es importante tener en cuenta que no es hasta el 2006 en que, con la publicación de Las islas ([sic] Ediciones), obtiene reconocimiento a nivel nacional en la prensa como uno de los autores revelación de ese momento (Neyra, 2007). Esto último, no haría más que consolidar con el tiempo su carrera literaria a través de títulos como Lecciones para un niño que llega tarde (2011) y Los bosques tienen sus propias puertas (2013) donde se abre camino hacia el circuito editorial internacional (España), y Marginalia. Breve repertorio de pensamientos prematuros sobre el arte poco notable de leer al revés (2015) que, a diferencia de los otros títulos, se inclina hacia el género ensayístico. Asimismo, cabe añadir un reconocimiento no menos importante dentro de su trayectoria, ya que, también fue incluido en la lista de los 22 mejores escritores en español menores de 35 años por la revista Granta en el 2010 (Granta en

español, 2010), convirtiéndolo en uno de los autores peruanos contemporáneos que en más antologías aparece de esta última década.

De ese modo, Yushimito, con una producción narrativa que ha sabido granjearse un lugar en nuestra tradición a lo largo de este tiempo, nos entrega, ocho años después, su más reciente publicación titulada El peso inevitable de las palomas (2023). Texto que, en las siguientes líneas, ampliaremos atendiendo a sus elementos más resaltantes con el objetivo de indagar no solamente en el contenido del libro, sino también en los recursos y los aspectos estructurales más destacados.

Para eso, antes de empezar propiamente con nuestra aproximación a los cuentos, nos interesa partir por analizar de manera sucinta los aspectos de carácter paratextual que se encuentran presente en la obra. Para esto, entendemos al paratexto como los elementos que acompañan al texto entre los cuales podemos encontrar al título, las dedicatorias, los epígrafes y detalles de carácter comercial o editorial que estén vinculadas a la recepción del libro (García-Bedoya, 2019, pp. 68-69). En ese sentido, un punto de partida importante es, por ejemplo, el título: “El peso inevitable de las palomas”, el cual nos remite directamente al cuento homónimo que está incluido en el cuentario. En una entrevista que el

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autor brindó, afirmó que la importancia de este cuento —que, además, abre el libro— está en que es una especie de poética sobre su escritura (Del Solar, 2024). De ese modo, esta cobra una mayor importancia y, como veremos cuando nos detengamos en este relato, constituye también uno de los ejes principales que atraviesan las demás historias.

Siguiendo con lo anterior, otro de los paratextos relevantes, tiene que ver con el epígrafe que engloba a toda la obra. La cita pertenece al poema “Lo imposible” de Arthur Rimbaud y dice lo siguiente: “¡Oh, pureza!, ¡pureza!”, que, si intentamos profundizar un poco más, va acorde con lo sustentado en el título. Una de las constantes preocupaciones presentes en el libro tiene que ver con la estética (del mundo y de la palabra en su papel como constructor del primero) y sus implicancias tanto morales como psicológicas —diríamos, humanas— en la representación de la realidad. Pues, como añade el texto de la contratapa, acompañado de otras notas que presentan de manera muy sumaria la trama de los distintos relatos que conforman el libro, en la obra de Yushimito el “protagonista […] siempre es el lenguaje y su capacidad plástica” con que refracta nuestra realidad (Seix Barral, 2024).

El libro reúne diez cuentos que, en principio, no habían sido pensados de manera orgánica; en efecto, el autor sostiene es que estos han ido agrupándose a través del tiempo (Oré, 2023). Esto se puede evidenciar en diversos elementos como la extensión, el estilo y la variedad de temas abordados. Sin embargo, esto no es asumido como un aspecto negativo para el cuentario, ya que, si leemos estos relatos en conjunto, se observan más puentes en común que distancias entre ellos.

Si con cierto cuidado nos aproximamos al texto, los cuentos que conforman este libro son historias que están unidas por el “desplazamiento”. En las historias encontramos mundos representados en constante cambio, la realidad está fluctuando y en muchos casos los personajes son tanto testigos como víctimas de esta. Para fines explicativos, se ha esbozado una pequeña clasificación de los cuentos en tres grupos. El primero de ellos podríamos incluirlo dentro de los cuentos donde existe un desplazamiento simbólico: “El peso inevitable de las palomas”, “Celebración en invierno”, “Inminencia de las transformaciones” y “Un insólito brillo”; en estos relatos el foco principal está en la interpretación del sujeto sobre su realidad que afecta en la percepción

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de su mundo. En el segundo grupo podemos hablar de cuentos donde existe un desplazamiento espacial, conformado por “La prefectura”, “Nada contra el cielo” y “Los ahogados”; en estos, como el nombre lo dice, la naturaleza (el desierto, la nieve y el mar respectivamente) asume un papel protagónico que impacta sobre la realidad de los personajes. Mientras que, en el tercero que denominaremos cuentos de desplazamiento material, encontramos a “Plasmagénesis”, “Ojos verdes” y “El hombre junto a la cama”; donde la transformación se produce en los propios sujetos o en los personajes que participan en la historia.

Es necesario centrar también nuestra atención en el lenguaje, ya que, este no solamente describe o narra la sucesión de acciones en una temporalidad específica, sino que tiene la función de construir realidades. Espacios en constante conflicto que muestran, por un lado, su carácter de trinchera o muralla como, por el otro, su dimensión de trampa o paradoja. Los relatos en este libro se erigen sobre distintas capas que se sobreponen, cruzan o impactan; de ese modo, el valor literario de la palabra no está necesariamente en lo que dice o narra, muchas veces la encontramos más bien en lo que oculta o elide.

En “El peso inevitable de las palomas” existen distintos ejes que construyen la historia. Por un lado, se tiene la relación entre Mitsuo con las palomas; luego, la relación de Mitsuo con Nara, su esposa; y, finalmente, la relación de Nara con su amante. La paloma termina por ser un elemento que une a estos tres personajes y, por su función estructural, deviene en un símbolo que trastoca en cada personaje la relación con su realidad. La paradoja de orden estético que subyace en el texto quiebra, dentro de sus efectos, a las de orden moral que terminan relegándose a un segundo plano. Es en esta complejidad de una realidad frágil a la que nos sumerge el texto.

En una línea distinta, “La prefectura” es un relato donde encontramos elementos psicológicos que transforman el mundo de los personajes: la culpa y el miedo. Una niña es quien nos cuenta la historia de Minoru, antiguo chef, quien huyó con su familia llevándosela a ella también tras matar a Saito por haberle hecho comer un pez globo con su veneno. Se encuentran en el desierto donde este tiene características habitables en un inicio, pero que se ve transfigurada más adelante interviniendo en el episodio de la muerte de Nara y Minoru. De interludio se tiene la historia que la niña cuenta a Suzú que termina por

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completar el relato: “Pero entendieron al fin. El miedo había estado siempre metido en la niña, tal como, para él, siempre había quedado afuera. […] agradecida y liberada, la niña ya no tuvo más miedo de él. Ni él, compasión de ella.” (Yushimito, 2023, p. 28).

Finalmente, “Plasmagénesis” es un relato distópico (al fiel estilo de 1984) en la que el mundo es controlado por una especie de corporación. El autor, con ironía, trata de hacer énfasis desde una mirada crítica en la condición humana, a partir de dos espacios conflictivos: los cazadores y las presas. De esa forma, se revela la frialdad con la que estos antagonistas usurpan la vida de las personas para subsistir como los mecanismos de control que ejercen sobre estas. Quizás el texto más insólito del conjunto donde el autor centra su reflexión urgente sobre la condición humana en una realidad cada vez menos lejana que la ficción.

Para recapitular, El peso inevitable de las palomas es un libro que sobresale por la complejidad narrativa con que Carlos Yushimito ha sabido construir las historias. Como se mencionó, el lenguaje es el actor principal de estos relatos y, sobre este, es que encontramos distintos niveles o capas de sentido a través de los cuales el autor expone una variedad de temas, haciendo uso de diversos recursos narrativos, entrelazadas por

un elemento que hemos identificado como el “desplazamiento”. Desde este punto de vista, el lector está inmerso en espacios caóticos en las que tiene que moverse con sumo cuidado y prestar su atención, sobre todo, en lo que no está dicho o se sugiere.

Tras este largo receso de casi una década, Yushimito ha publicado un libro sólido que, por añadidura, muestra también la madurez escritural que ha adquirido con el paso del tiempo. Con una escritura tan insular en nuestro medio literario, donde la palabra y su poder de crear en sí misma son dejados de lado, la producción de este autor sigue siendo un espacio de búsqueda y resistencia ante los problemas más universales de nuestra literatura que son también los de nuestra historia y sociedad humana.

Referencias

Del Solar, S. (2024, 19 de enero). Carlos Yushimito conversa en AIRE LIBRE sobre su magnífico libro “El inevitable peso de las palomas”. [Video]. YouTube. https://www.youtube. com/watch?v=iagB8t1CPKA

García-Bedoya, C. (2019). Hermenéutica literaria. Una introducción al análisis de textos narrativos y poéticos. UNMSM-Cátedra Vallejo.

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Granta en español (2010). Los mejores narradores jóvenes en español (Número 11). Madrid.

Neyra, E. (2007, 15 de febrero). Historias marginales. Dominical, El Comercio, s/p. Lima, Perú.

Oré, C. (2023, 31 de julio). Carlos Yushimito regresa a la escena literaria luego de una década de silencio editorial. Infobae Perú. https://www. infobae.com/peru/2023/07/31/ carlos-yushimito-regresa-a-la-escena-literaria-luego-de-una-decada-de-silencio-editorial/

Yushimito, C. (2023). El peso inevitable de las palomas. Seix Barral.

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Narrativa

Los colores de la ciudad gris

Flavia Castillo

¿Por qué llaman a Lima la ciudad gris? Es una pregunta que nos hacemos siempre, pero nunca obtenemos respuesta. Quizá si pensamos en casos limeños sea más sencillo entenderlo; por ejemplo, podemos analizar el proceso de vida de una persona.

Un día del año 2001 nació en Lima una bebé llamada Daiana. Ella creció de forma saludable y disciplinada; por ello, al iniciar el colegio llenó de satisfacción a sus padres con las mejores notas que se pudieran lograr. Ya vemos, que a pesar de que en Lima el sistema educativo está en crisis, un 20 nunca es un desperdicio, mucho menos si se obtiene en algún curso de matemática. Pero ¿A Daiana le gustan las matemáticas? No lo sabemos, no importa en verdad. Cuando eres estudiante en Lima, lo primero que aprendes es no cuestionar; lo segundo, caer en la resignación. Los profesores te forman y su única justificación es el reglamento: el uniforme impecable, ningún pelo en la cara, nada de accesorios extravagantes,

definitivamente no uñas pintadas, el corte masculino de militar — mientras más patilla cuadrada, mejor—, ¿el femenino? cola alta, por favor, y sin olvidar el lazo acorde al uniforme que es muy importante para el cerebro y su aprendizaje. A ver… ¿Algo más que nos estemos olvidando? Seguramente sí, pero será tema para otra ocasión.

Retomando la vida de Daiana, la protagonista de nuestra disertación, debemos mencionar que tuvo la bendición de nacer en una familia estable económicamente. Vaya privilegio, logró evitarse un sinfín de precariedades, desde estar en un caótico colegio estatal, hasta vivir arrimada en la altura de un cerro cuya seguridad se sostiene en la fe, que se construye en la necesidad. Ay, el peligro. Algo normal y de todos los días en Lima; después de todo, jamás estuvo preparada para la cantidad de personas que viven en ella. ¿Pero, de quién es la culpa? ¡Nuestra por supuesto, somos demasiados! porque las autoridades y el gobierno han hecho tanto por la ciudad gris… que pena que Daiana no lo sepa, su situación es tan buena que no siente que haya algo mal.

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Así que si Daiana debe ser un color, ese es el amarillo. Y no cualquier amarillo, sino el de la felicidad, aquel que relacionamos naturalmente con el sol, como si se tratara de un día despejado y cálido; un amarillo vibrante y vivo.

Ahora bien, Daiana continúa creciendo, ya llegó a los doce años y sus papás le han regalado su primer celular. Ella lo llevó al colegio a escondidas para poder mostrarlo a sus amigas. Todos los comentarios que recibe le gustan, tanto que olvida las recomendaciones de su mamá y lo utiliza de regreso a casa. Que tristeza sentimos por Daiana, ignora que en Lima no puedes confiar. Sucede lo que es inevitable en la ciudad gris: a Daiana le roban. Era un hombre de unos 20 años, no tenía ningún arma, solo se lo quitó de las manos en plena Av. Universitaria. La niña se está hiperventilando, corre a la comisaría que se encuentra a 6 cuadras y pide ayuda. De nuevo, ella no sabe lo que nosotros sí, es más común que un policía te quite dinero a que te ayude a recuperarlo. Menos mal Daiana no maneja todavía, si lo hiciera no sería el celular lo único que le robarían; mientras tanto, sigue en la ignorancia y la ingenuidad, por eso todavía es capaz de sorprenderse cuando el policía que la recibe no le toma importancia a su denuncia.

¿Te robaron? ¿A esa edad y con celular? ¡Qué huevada de padres tienes! ¡Ándate a estudiar, niña! Pobre, Daiana… ¿Ya te llegó el gris de Lima? Oh, para sorpresa nuestra, Daiana se tiñó de rojo. La ira, el rechazo, la indignación, el coraje, la injusticia, todo rojo. Las manos apretadas, las mejillas avergonzadas, los ojos que retienen las lágrimas de impotencia, la sangre que no fluyó y por la cual no te toman en cuenta, todo rojo. Un rojo muy violento que no se parece en nada al gris.

Casi, casi, casi nos conmueves, pequeña Daiana. Nosotros estamos acostumbrados a Lima, sabemos que lo menos que puedes perder en un robo es algo material. ¿Y la ley? ¿el castigo a los rateros? ¿a los policías que no cumplen su trabajo? Es mejor que sueltes esas ideas, en la ciudad gris no tendrán sentido. Entonces, superemos ese incidente cotidiano y continuemos.

Ahora Daiana tiene 14 años, su cuerpo se desarrolla y es consciente del cambio. Algunos de sus compañeros la miran diferente, lo siente extraño y no sabe qué pensar. Las profesoras empiezan a regañarla porque la falda que lleva deja expuestas las rodillas y eso es una provocación. Daiana intenta explicar que se trata de los centímetros que ha ganado en

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altura, pero sigue siendo su culpa. Obviamente, los adultos tienen la razón. Nosotros pensamos en una solución rápida y sencilla: podría haberse cortado las piernas para que la falda le tapara hasta los tobillos ¡Es más! todas las niñas en crecimiento deben hacerlo. Un precio módico por preservar la pureza e integridad de Lima. Lástima que Daiana no piense igual, menos cuando pasa cerca de una obra en construcción y el encargado de la seguridad vial le lanza «ligeros piropos». Mamacita, que rica que estás. Y ella se asquea, pero no es gris todavía, es naranja, fluorescente como el color del chaleco del hombre, y como la fruta cuya acidez se asemeja al sabor que subió por su garganta previo al vómito que se aguantó hasta que llegó a su casa.

Bueno, no podemos detenernos, Lima nunca lo hace, y Daiana es igual. Meses después su hermano menor se enferma, su papá está trabajando y ella no quiere dejar sola a su mamá. El hospital público es la única opción que tiene la familia de Daiana luego de la crisis momentánea en la que entró el Perú por la devaluación de la moneda. Sabemos que no es motivo de preocupación, nuestra crisis es tan fugaz como lo es la vida de una estrella. Aparte, la salud pública en Lima es la mejor. Solo necesitas paciencia y

resistencia para superar las largas colas, si es que deseas agendar una consulta, claro. Después, prepárate para los trámites interminables, esos son indispensables. Daiana esta vez sí lo sabe, que orgullosos estamos de ella, ya es consciente de la ciudad gris; no obstante, no lo suficiente, al parecer. Aún se desanima cuando ve cómo la señorita de recepción responde bruscamente a una anciana, también cuando, después de 3 horas, su hermano menor pasa a consulta y el doctor no dura ni 3 minutos en su revisión. No podríamos esperar más del Hospital del Niño, eso sería ambicioso, y el limeño no llega a tanto.

Entonces, dejando de lado la desilusión de nuestra chica que atraviesa la pubertad, ¿Lima ya es gris para ella? ¿Cómo qué no? ¡Vaya que es compleja la mente de los jóvenes de ahora! Porque el color que protagoniza Daiana en este momento es el morado. Específicamente, el que aparece cuando sale un moretón. Sí, qué poético, Daiana, se supone que el abandono de la salud pública es un síntoma, pero no la raíz del problema. Nada tiene que ver que la montura de lentes de la señorita de recepción sea morada, al igual que el fondo de la estampa del Señor de los Milagros que está pegada en la pared del consultorio del doctor

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que atendió a tu hermano; pues es mes santo, estamos en octubre. A nosotros no nos engañas, hemos sido limeños más tiempo que tú, captamos esos detalles.

A este punto, empezamos a pensar que Daiana se está negando a aceptar el gris de Lima. Es el colmo que dos meses después, ella sienta a Lima verde ¿la razón? El estado de emergencia que Ollanta declaró en el Callao el 5 de diciembre del 2015. Que sorpresa que se tomen medidas para combatir el crimen organizado… Pero Callao no es Lima, no idealicemos futuros imaginarios como Daiana lo hace. Ella argumenta que una de las peores características del limeño es creerse más vivo que los demás. Lo ha visto en sus pocos años de vida, en quienes cruzan la calle cuando el semáforo está en rojo, en los carros que se adelantan y no esperan al verde para avanzar, y en los delincuentes que se sienten invencibles e intocables por la ley. Esa es la razón auténtica del estado de emergencia, la guerra de pandillas que se libra en el Callao por el control del narcotráfico. Daiana ha investigado lo suficiente, leyó varios artículos en línea, tiene expectativas de un cambio; todo lo contrario a su mamá. La gente mala tiene suerte, bien se dice que hierba mala nunca muere. Estamos de acuerdo, señora

gris, pero su hija es una ilusa sin remedio. Así que sí, Daiana es verde, un verde perico, muy optimista, porque espera que el duende de la suerte se les desaparezca a los malos; e, inevitablemente, por el verde de la planta de coca.

Está bien, Daiana, te dejaremos ponerle todos los colores que quieras a Lima, algún día se te acabarán y llegarás al gris. En tanto, ¿Cuál es el siguiente color?... ¿Daiana?

Ah, vaya, Daiana ha muerto. Aneurisma cerebral. Se rompió y le causó un accidente cerebrovascular hemorrágico. Fue un dolor de cabeza insoportable.

El velorio es el 25 de mayo del 2016. El ataúd de Daiana es blanco, las ropas que usa son blancas, el algodón dentro de su boca es blanco, el cielo es blanco, las paredes del velatorio MAPFRE son blancas; todo es blanco. Blanco, blanco, blanco. Las expresiones de quienes guían a los invitados están en blanco, no se puede sentir nada a través de ellas. Caminan por los pasillos y dejan atrás habitaciones donde hay más personas velando a sus muertos —Daiana es una más dentro de ese sistema. Otro nombre, otra cara, otro cuerpo que llevar al sepelio, otro ingreso de dinero para MAPFRE. Es normal, ellos son grises como Lima, están acostumbrados a la muerte, incluso si es de una niña de 15 años.

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Al día siguiente todo es negro. El funeral se lleva a cabo en Puente

Piedra en el Parque del Recuerdo. Los buses que llevan a los familiares y amigos de Daiana al cementerio son negros, las ropas que visten son negras, el toldo que cubre sus cabezas es negro, el futuro que ven también lo es. Es una lástima, queríamos ver a través de Daiana el color de Lima, aunque lo logramos: la lápida de Daiana es gris, mas no lo entendemos, porque ella era de cualquier color menos gris.

Al final, no encontramos la respuesta. Tal vez podremos saber si vemos otro caso. Entonces, retomemos la pregunta inicial de nuestra deliberación. ¿Cuál era?... ¡Ah, ya recordamos! ¿Por qué llaman a Lima la ciudad gris?

Ropero de armaduras

Simonel

Ayer mientras estaba con quien nunca y siempre respira, sentí otra vez el hastío. No sé cuántas veces, cuántas ganas, cuánto tiempo, cuántas fuerzas, cuántas bocanadas de aire y no sean suficientes y cuánta agua trague dulce y devuelva salada. Cuántas veces más mis células tendrán todo mi permiso para maldecirme. Cuántas veces más veré moretones en mi piel. Cuántas veces más seguirán tropezando mis

pies. Cuántas malditas veces miraré mis párpados oscuros diciéndoles que se acabó, que esta vez estaremos bien, que ya no nos haremos daño, que ya no tendremos esta conversación.

¿Tengo de verdad que seguir haciéndolo? ¿Ya para qué? ¿Dónde está el sentido de pensar una y otra vez que puedo hacerlo cuando ya me he demostrado una y otra vez más que no es así? Puesto que no tengo un solo precedente de triunfo. Oh claro, sí que los tengo, y que triunfos eh, siempre dulces como miel, como flores, como un buen libro, efímeros, demasiado.

Triunfos son aquellos que recuerdas con orgullo y que te dan un soplo de valentía y vigor para conseguir otro. Pero no, yo no colecciono batallas ganadas, yo colecciono treguas. Colecciono de esos en los que dices: maldita sea, aún no será suficiente. Yo colecciono victorias de las que no me entero que no lo son, solo hasta que me vuelven a atacar. Colecciono golpes que creo que no son mortales, pero los creo solo un momento, esos en los que tu piel está demasiado sorprendida de un golpe que aún no empieza a doler. Ese momento en el que tras tocar agua tan pero tan helada, tus manos se sienten tibias una vez de haberse sentido congeladas. Ya no te duelen los huesos ni tiemblas, porque, aunque en breve

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tus nervios volverán de su desmayo, en ese preciso momento se sienten cómodos; tan cómodos que incluso piensas que no fue tan malo, que estas bien y podrías seguir todo el tiempo del mundo ahí, con las manos en el hielo sintiéndose tibias.

Es sentirse bien solo porque no te estás sintiendo mal.

Es sentirse triunfal después de haber soportado dura pelea solo porque aún no te has mirado las heridas, que, aunque escondidas debajo de tu bonita y reluciente armadura de optimismo, de tanto que saltas y bailas por haber ganado, se irán desangrando cada vez más. Y en algún momento te darás cuenta que estás sobre un charco de sangre que no sabes de dónde ha salido.

Oh espera, te agachas y entre el índice y el pulgar escrutadores y curiosos de este viscoso líquido que es sometido a tus incrédulos ojos, te das cuentas que pequeñas puñaladas te atacan; son tus costillas rotas de las que no te habías enterado. Ahora están clavándose y reventando tus órganos, tus huesos hechos astillas se escapan por tu piel rota la cual no habías, o mejor dicho, no querías preocuparte por ver. Te quedas anonadado del dolor. ¿De dónde ha salido? ¿Acaso no estábamos festejando hace apenas un momento?

Espera, estas molido, piensas que se ha terminado la batalla y que por fin te podrás sentar a vendarte, a limpiar las heridas que al parecer han activado su dolor, a sobar lo que duele, a retirarte y convivir con los fantasmas. Bueno, hemos ganado, pero no salimos ilesos ahora que nos damos cuenta; al parecer nos empezó a doler un poco y un poco más, ya sabes, ese cuerpo que no duele hasta el día siguiente de haber roto sus fibras. Cuando la adrenalina y la ignorancia de lo desgarrado ya perdió su efecto adormecedor. Pero bueno, no estábamos esperando que apareciera este dolor, y después de todo lo risueños que estábamos durante un buen rato. Qué extraño, bueno, supongo que no es para tanto, después de todo lo que hemos pasado, hemos estado peor, no es así?

Espera, qué está pasando, está doliendo más.

Espera por favor, déjame tomar aire, algo está doliendo, dame un momento.

Vaya, no sé qué fue eso, pero ya estoy bien así que no te preocupes, gracias, sí, sí, hace tiempo que ya le ganamos a todo lo que había que ganarle, quizá solo fue un recuerdo que llegó justo con un mal golpe.

Ayer soñé algo, no lo recuerdo, pero desperté llorando. Habrá sido el pasado o quizá un futuro que no queremos aceptar como posible después de tanto haber peleado.

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No me había quitado la armadura, sentía que me lucia muy bien, no muchos me la habían visto puesta y me gustaba recibir los halagos de lo bien que se me veía. Sin embargo, ahora ultimo ha sido algo incomodo llevarla, quizá me he encogido un poco, no lo sé. Siento que tanto amarillo, que tanto oro relumbrante me hace doler los ojos. Siento que esta armadura de caballero andante, de héroe homérico, me queda muy grande.

Al final no me la tuve que quitar, parece que de tanto usarla se desgastó. Ayer tropecé (ando algo torpe últimamente) y el punto es que se rompió con el golpe. No estoy triste, ya no tenía sentido usarla, ya no cabía en mí. Respire otra vez hinchando el estómago, no me había dado cuenta hasta el momento que me había estado faltando el aire un buen tiempo. No me había dado cuenta que había estado manteniendo esa postura tan gallarda —y forzada—, pero no lo voy a negar, volver a bajar los hombros se sintió como en casa, se me sentía tan natural que era lamentable.

Vi mi piel, qué extraño, juraría que esas heridas ya habían tenido tiempo suficiente de ser curadas, pero ahí estaban aún. Algunas cicatrices algo feas, unas heridas quizá algo flojas de cerrar; pero algo que definitivamente no debía estar ahí eran esas manchas moradas y

verdes. Heridas viejas de batalla sabía que podía encontrar, pero ¿por qué esos moretones tan frescos? No había peleado ni había tenido la necesidad de hacerlo desde aquella lejana vez, no había recibido golpes últimamente, ¿o sí?

Me bañé en agua tibia, con unas cuantas flores, con un poco de manzanilla, le pedí a los músicos que tocaran algo viejo para mí, algo suave, algo azul, no comí mucho más que agua, me toque un poco de más porque necesitaba un poco del cielo. Eran necesarias estas atenciones ya que estos últimos días mis pies habían estado torpes y me había caído un poco más de la cuenta. Mis puños también lo estuvieron, estuve peleando un poco, fue inevitable, bien sabes que no busco problemas, que no busco golpes, lo sabes, porque sabes que no sé evitarlos cuando caen sobre mí. Sabes, sabemos, que me caen de lleno en la cara y que nunca logro levantar los brazos a tiempo. Sabemos que lloro sin arrugar el rostro y sin hacer ruido. Recuerdo que te conté que lo único que hacía era gritar mientras me molían, lo hacía muy fuerte, no necesariamente por el dolor, ya expliqué que nunca lo siento al momento, lo hacía porque sabía que alguien tenía que oírme. No me queda duda que

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alguien lo hizo, pero no contaba con que nadie nunca vendría, no sabía que las orejas de pescado existían.

Todo lo que quiero es no regresar otra vez, y no diré que al campo de batalla, porque ahí solo se llega después de que tuviste el valor de tomar armas. No tengo que explicarte, que decirte, que afilar y que cortar cabezas no es de la noche a la mañana.

Cuando digo que no quiero regresar, me refiero a la fosa donde se me confunde con los cadáveres de cuencas hundidas. Donde solo la piel forra los huesos, donde una maraña de miembros podridos se teje, donde me quedo muy inerte, donde todos nos quedamos muy quietos, no vayan a pensar que estamos vivos.

Aquí están muchos bravos guerreros. No se diga nunca que no peleamos en su momento, hay tantas sutiles maneras de resistir.

Algunos fueron portadores de brillante armadura como en sus momentos lo fui, pero son aquellos que no soportaron tantas, pero tantas heridas, que moribundos, fueron cargados por buitres para ser arrojados aquí. A algunos, los buitres les arrancaron las piernas con éxito, pero otros llegan a levantarse; como ya te dije, los que van a la guerra. Más no creas que es fácil, algunos prefieren atravesarse con su espada antes de la idea de un nuevo combate

(de quizá nunca acabar).

Me desperté porque no podía respirar, esta vez sí recuerdo el sueño, ojalá no.

Las heridas se abren una a una, ya no se puede hacer como que no, tampoco pasan desapercibidas, las cicatrices pican, me pudro, me hincho, me hago sal.

Siento que rompo el aire en esta nueva caída, el fondo está ahí de nuevo. ¿Otra maldita vez seré capaz de tomar armas, de ponerme nueva armadura? Nunca sé si volveré a ser capaz, y suficientemente capaz de hacerlo definitivo de una vez por todas. Desearía que llegara el momento definitivo donde nunca más tenga que hacerlo.

Está aquí de nuevo, de nuevo.

Crudo

Amelia Casas Sather

Venía el viejo pordiosero con el ojo picado de tanto alucinar. Ya no se sabe lo que pasa, solo sabe fantasear. Camina cojo y creído, no se da cuenta que su mente se ha ido, pero aún con todo lo que ha acontecido, todavía su propia existencia no se ha desvanecido. Pasó por mi lado un día y empezó a contarme una historia... ¡Todo el maldito día!

Sentado y admirando el cielo despejado con una mirada perdida

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debido a su triste, vacía e incógnita vida, el mendigo nota al bajar la cabeza que corría un chico desconocido con mucha ligereza. Se levantó poco a poco al mismo tiempo que el joven se acercaba más por su área, algo pasaba con él— muchas cosas el viejo se preguntaba. A medida que era más visible su presencia, notaba que el muchacho llevaba con él varios libros que probablemente sacó de la biblioteca.

Ciudad Dominio se volvió popular por ser sede de eventos anuales importantes, una de ellas, es la Reunión Anual de Gobiernos Internacionales, en donde se debatía el futuro del mundo; esto asociado al problema climático y económico actual. El día que el viejo usurero veía al joven, este, efectivamente, salía de la biblioteca. Ocurre que, oyendo la conferencia de la RAGI, uno de los expositores mencionó la posibilidad de los viajes espaciales programados. —Cada país tendría un cronograma en el que podían mandar a voluntarios a poblar parte de un nuevo planeta—. El viaje duraría seis años y no habría retorno. Una vez que se les asignaba un territorio en específico y se tenía evidencia que los nacimientos iban en aumento, cada región tendría que elegir a los mejores de su pueblo para los siguientes viajes. Tan

pronto como todos los países hayan decidido su última fecha de ida, los demás que no eran seleccionados iban a sufrir el infierno que se convertiría el planeta, sino lo era ya de por sí.

Se quedarían sin gobiernos, sin leyes ni producciones ni orden, entonces habría caos, destrucción y hambruna. Por supuesto que esto no lo mencionaron. Dijeron, en cambio, que, si se aceptaba este cronograma, todos los gobiernos del mundo se apoyarían para que cada humano pueda ir al nuevo planeta amparador. Menuda mentira, menuda falsía. De todos modos, había gente que lo creía.

El joven se entusiasmó por esa probabilidad que se prestó varios libros sobre el universo. Por ello, no habría persona en su camino que le impidiera cumplir su meta: aprender todo sobre el cosmos y así ser aceptado como voluntario.

El viejo decidió perseguirlo. Cuando esquivó a la muchedumbre, el joven empezó a caminar más lento. Gracias a eso, menos mal, el viejo pudo seguirlo hasta tomar el mismo bus que el muchacho. El joven vivía a tres horas de la ciudad y para llegar a su casa tenía que caminar mucho porque ya no había transporte por esas zonas. En el transcurso que daba sus pasos, también lo hacía el viejo

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pordiosero, claro, con su propio ritmo por el problema de su cojeo. El joven no se daba cuenta y eso era lo más extraño, como si no lo sintiera, como si no hubiera nadie más que él…

En un silencio terrible en el cual se podía escuchar hasta el sonido de la sangre circulando en las venas, el aire soplaba amargamente y el muchacho se decía, se convencía, que había una esperanza, había una salida. El viejo me cuenta que inesperadamente el aire sopló aún más fuerte de lo habitual que, finalmente, lo derribó. No solo le pasó a él, sino también al joven. En sí, fue como una sacudida intensa y violenta. Cuando se levantó, a duras penas porque la caída vigorosa le lastimó el cuerpo, miró al frente y notó que el joven se quejaba del dolor y es que, al no calcular bien, se cayó y se dobló el tobillo de mala manera, esto dio como consecuencia un evidente cojeo.

Aún con este problema, el joven decidió seguir con su propósito. Pero al primer paso que intentó dar, todo el lugar se puso de negro. A decir verdad, eran milisegundos que se notaba el largo camino donde estaban ambos y luego donde no se veía nada. Después de aquello, todo se detuvo y se borró cualquier escena. Se desmaya.

Al abrir los ojos se percató que lo primero que vio fue el cielo

azul, pero un azul muy extraño, se notaban las nubes y también sentía la brisa, pero... no estaba él en el suelo. Al mover sus ojos tétricamente a la izquierda, notó que había alguien sentado más adelante que él. Veía su espalda, pero no era humana, veía sus cabellos, pero no era natural, se sentaba en la esquina de algo, pero ese algo lo aterraba. ¿Qué era entonces? Se dio cuenta que estaba en una plataforma.

Inesperadamente, se encuentra este con un traje espacial corriendo en otra plataforma aún más grande, aún más inmensa, asombrosamente irreal. Sentía el metal en sus pies, escuchaba el ruido al pisar, ya no le dolía nada, no cojeaba, no se quejaba. En su mano llevaba un tipo de arma y corría bruscamente. Se distorsiona todo, cambia el ambiente.

Ahora mismo está en un cuarto distinto, uno oscuro de aroma calmante. El corazón del joven ilusionado late muy rápido, está demasiado asustado. De pronto escucha un pitido demasiado agudo que lastima sus oídos. Seguidamente, ocurre que desaparece ese molesto sonido y se escucha un estruendo escandaloso en toda la habitación. El joven ya no sabe, ciertamente, cómo reaccionar. Tantos cambios en tan poco tiempo le hacían

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estremecer todo su flacucho cuerpo. Una voz profunda, que se escucha distorsionada, por fin, poco a poco se le entiende. Y con gran firmeza, dice:

—Nuestra curiosidad hacia su especie nos hizo llegar a su tierra. No debes, pues, aterrarte. Te hemos observado lo suficiente. Si recuerdas tus visiones, sabrás quiénes somos nosotros entonces.

—Yo no sé a qué se refieren. Estoy soñando.

—Si soñar fuera lo que ves, déjanos mostrarnos lo que significa el estar despierto.

Inesperadamente, el chico se elevó en el aire y su cuerpo se desintegró en pequeños fragmentos y apareció en un lugar vasto y enorme, donde no había un fin o lejanía. No pisaba el suelo, el aire no lo sentía. Ese lugar, sin duda, lo sorprendió. No duró nada ese instante porque luego se hallaba este un trance interminable. En sus ojos pasaban miles de planetas, veía las supernovas explotando, millones de desarrollo de otros seres, visitaba rincones del universo mientras experimentaba un éxtasis total por todos estos sucesos.

Mientras todo ello ocurría, la voz del principio vuelve a pronunciarse:

—Todo lo mostrado ya lo habías visto antes, ¿cierto? ¿Por qué

entonces lo niegas? Ahora mismo, queremos comunicarte algo, es preciso que nos creas.

—No puedo aceptar la idea de que existen y que estoy cuerdo... a la vez.

—Lo tendrás que hacer porque te hemos elegido para ser el portavoz de tus líderes. Ellos planean escapar de aquí sin tener la consideración de salvarla antes. ¿Por qué destruyen algo y luego nadie acepta la culpa? ¡Por qué será tu especie así! ¡Aún hay modo de sanar su planeta, pero se rinden y la abandonan!

—No es eso, lo hemos intentado. No se puede hacer nada. Los gobiernos juraron que todos saldríamos de esto, que toda la humanidad se iría. ¿No es eso bueno? No necesitamos sus reproches. No es de su incumbencia.

—Ellos no lo harán, solo los que sean seleccionados se salvarán. Por eso queremos que les comuniques nuestro modo de ayudar. Te hemos mostrado esas visiones con el propósito que veas que existe una buena realidad, donde unos a otros se aman, donde unos a otros son uno y son todos.

—¿Ellos mienten? ¿Millones morirán? ¡Bien, entonces que se mueran todos, que se mueran ya! ¡Si ellos se quieren salvar y dejarnos atrás, entonces que no se planee nada ni hoy ni mañana! ¡Ya déjame en paz!

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—¿Es este tu verdadero ser? ¿Así son todos ustedes?

—Su gran error fue observarme y creer que por mis acciones era alguien bueno. ¿No pensaron que yo ya preveía esto? ¿Que no pensé en la posibilidad? Fingí demencia, fingí incredulidad. Si no querían esta respuesta, no debieron venir.

—Así son.

Rayos, truenos, centellas, se esparcieron por toda la escena, fuego, aire, agua, chocaban entre sí. Era una combinación de muchos elementos, era también, una mezcla de sentimientos. Se escucharon nuevamente estruendos, todo el lugar se estremeció, la noche se hizo de día, el joven se incorporó.

Todo eso me dijo el viejo usurero, se me puso la piel de gallina. Pero ahora que lo recuerdo bien, no me acuerdo haberme hecho daño al cuerpo cuando sentí esa sacudida.

Una hora después, luego de hablar solo, lee en el anuncio de la plaza central lo que más odiaría: el cronograma ha sido aceptado.

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Poesía

Ni hormigas... y querer la resurrección

Román, el fabulista

Bellas estrellas arden de rabia, enumeradas desde el noctámbulo círculo de la sirena hasta levantarse transversales bajo inmensas nubes de polvo… Dibujado en su anatómica forma el movimiento de los astros, divinas manos acarician su semilla en el loto… ¡Oh! Tierra gris y multiforme en sus partículas: sueño escondido en el rebuzno imaginario de la mula. Sepultado de epigramas me he visto esclavizado por luminosas quimeras. Canto hacia el vacío desde una patria inexistente. Los seres que transitan en mi cuerpo son hijos de la santidad de un triste ermitaño. Mutilado de verde hasta el enrojecimiento, he sido alimentado por muertas deidades… La sabiduría de Quirón sobre el salvajismo de mis patas de potro lucha contra la fascinación por ser gladiador de circo, combaten su terrible afán por brillar más que la Luz. Agotado de razón he sido víctima de un sedentarismo anciano. Ahora que puedo volver a pisar sin derrumbarme, que puedo contemplar las bondades de sentirme insecto y, deshumanizarme hasta ser cien por ciento humano. Dejé de pensar con la carne para hallar el último elemento del que fui materia, ser antorcha gris y responder en alto: Tan solo soy un parpadeo mágico, del simio preso en su corona.

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Y en qué eco de voz,

Se convertirán mis palabras

¿Quién será la cruel alma que me mate nuevamente?

¿Acaso alguien tendrá los ojos café tan amargos?

Y la sonrisa tan prístina, Parece que fue concebida antes de la vida.

La crepuscular agonía embarga mis pasos, Con su brutalidad despedaza mis sueños,

A la par que el ramo del pecho se marchita,

Aquella mínima y endeble luz que me amaba, La devoró el velo de tu noche, Noche luna, noche asesina, Y era demasiada,

Para el amante de la noche.

La muerte tras tu pérdida, Nutre el recuerdo de tu aroma,

Tersa y versátil,

Cruel y homicida, Calcina el andar, Ahoga mi juicio.

Agonía
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Balance de las cosas

REPASO el erotismo que una roca volteada cubre en sus irregularidades

Estimo de esa manera las limitaciones, en cuanto a sentido, que tu espalda esconde

Más allá del cementerio de elefantes

Descansan ideales de migraciones

Descansan pancartas envueltas en fémures infantiles

Descansa la violación más escandalosa de todas

La venganza más anticipada

El suicidio más habitual

Manchas solares, nombre de res

tres siete uno dos “be”

pero

sobre

“be” dos uno siete tres

Sobre el relieve de la piel ahumada

La muerte con más vida que hallarás

El ciclo más tradicional

Derechos que se consiguieron y si hubo otra forma jamás se sabrá

Cráneos cimentando sueños que nietos cumplirán

Más allá del alimento que el elefante provee sin aceptar

Tu espalda desde este punto he de significar

El placer que el terreno accidentado provoca … cuando lo repaso.

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Medusa BW 31
Poema visual: Burbuja

Variedades

Horóscopo

Aries (21 de marzo al 19 de abril): Te sentirás más sensible de lo normal. Como eres muy pasional, trata de controlar tus impulsos, será un buen momento para plasmar tus emociones en la poesía.

Recomendación: Todos los Cuentos de Pilar Dughi y Callada fuente de Sonia Luz Carrillo.

Tauro (20 de abril al 20 de mayo): Esta semana sentirás que ser perseverante finalmente rinde frutos. Usa tu capacidad para ver el aspecto práctico de la vida y envía esos artículos de investigación que tienes guardados.

Recomendación: Sanchiu de Dina Ananco y Julia de Wong Kcomt.

Géminis (21 de mayo al 20 de junio): Ten cuidado con entrar en debates innecesarios durante esta semana porque no te será beneficioso. Usar la escritura como terapia puede ser de gran ayuda para comprender tus pensamientos.

Recomendación: El despertar de Kate Chopin y La vegetariana de Han Kang.

Cáncer (21 de junio al 22 de julio): Prepárate para profundizar emocionalmente con tu entorno. Es un muy buen momento para contemplar lo estético de la vida y narrar en primera persona lo que vas aprendiendo de ella.

Recomendación: Blanca Sol de Mercedes Cabello de Carbonera y La Iliada de Homero.

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Leo (23 de julio al 22 de agosto): Esta semana las críticas hacia tu desempeño académico puede que te afecten más de lo normal. Deja de lado tu ego y empatiza contigo mismo.

Recomendación: Soy un gato de Natsume Soseki y La hora de la estrella de Clarice Lispector.

Virgo (23 de agosto al 22 de septiembre): Esa novela o poemario en el que estás trabajando ya está listo hace mucho para ser publicado. No, no necesita más correcciones. Envíalo de una vez. Recomendación: La palabra del mudo de Julio Ramón Ryberyo y Una morada tras los reinos de Denisse Vega Farfán

Libra (23 de septiembre al 22 de octubre): Es ahora donde te sentirás más sensible de lo habitual. Trata de no idealizar a tus autores favoritos y haz una reseña imparcial. No puedes agradar a todo el mundo.

Recomendación: Beloved de Toni Morrison y El huso de la palabra de José Watanabe.

Escorpio (23 de octubre al 21 de noviembre): Toma tus propias decisiones y deja de leer tanta literatura existencialista. Durante estos días, sentirás gran carga mental. Te recomiendo evitar leer sobre el vacío emocional.

Recomendación: Todas las sangres de José María Arguedas y La voluntad del molle de Karina Pacheco.

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Sagitario (22 de noviembre al 21 de diciembre): Idealizar lo mundano no será lo mejor para ti esta semana. Trata de desconectarte y viajar. Cuídate de las amistades bohemias amantes de Bukowski.

Recomendación: La trampa de Magda Portal y Redoble por Rancas de Manuel Scorza.

Capricornio (22 de diciembre al 19 de enero): Salir de la rutina nunca está de más. Esta semana es una buena oportunidad para leer a otros autores fuera de tu zona de confort.

Recomendación: La edad ligera de Mariela Dreyfus y Todo lo guardo en mis ojos de María Emilia Cornejo.

Acuario (20 de enero al 18 de febrero): Es momento de que despiertes y conectes con tus emociones. Ve a un museo, disfruta de un buen libro. Deja de evitar los compromisos y acepta esa oferta de trabajo.

Recomendación: La vida invisible de Addie Larue y Poesía completa de Alejandra Pizarnik.

Piscis (19 de febrero al 20 de marzo): Ten mucho cuidado, Piscis. Es en esta semana en la que la poesía no será suficiente para salvarte del mundo y sus responsabilidades. Sal de tu cueva y vive. Recomendación: Un mundo para Julius de Alfredo Bryce Echenique y Ximena de dos caminos de Laura Riesco.

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Auspicios

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Boletín informativo del Centro de Estudiantes de Literatura UNMSM

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