Boletín do Ceesg nº 110

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por las estructuras patriarcales y los roles machistas. Efectivamente, sobre la práctica deportiva de las mujeres también pesan visiones sexistas que englobamos en cuatro ítems, entrecruzados entre sí y que no dejan de ser distintas manifestaciones del machismo: Cuerpo: el cuerpo deportivo de las mujeres es un cuerpo estético, es decir, condicionado a un atuendo que destaque las formas femeninas, el maquillaje e incluso los sentimientos estereotipados de dulzura y fragilidad, como en el patinaje o en la gimnasia rítmica. Incluso fuera de estas disciplinas, el cuerpo de la mujer deportista es sexualizado tanto por el tratamiento mediático de las deportistas, como por la apariencia, es decir, la ropa deportiva femenina se presenta a menudo ‘marcando formas’. Reciente es aún la polémica por la reducción del tamaño de las prendas de las jugadoras de voleibol y balonmano playa. Además de la sexualización de la indumentaria deportiva destinada a las mujeres, es de destacar también la falta de ropa idónea para ciertas prácticas deportivas. En ocasiones, el cuerpo o los atributos físicos-biológicos de las mujeres son empleados como argumento para sustentar las desigualdades, sea por una supuesta menor competitividad, menos fuerza o la existencia de la menstruación, un tema totalmente tabú. En este sentido, en relación a la regla, al otro lado del debate de si influye o no en el rendimiento deportivo, el hecho es que es una cuestión totalmente olvidada y no pocas veces intenta ser regulada a través de métodos hormonales para evitar que coincida con eventos o competiciones deportivas. También la capacidad de decisión de las mujeres para ser madres también se ve influida o incluso prohibida a través de “cláusulas anti-embarazo”. Feminización de deportes: las supuestas diferencias fisiológicas de las mujeres orientan su elección deportiva de tal manera que hay deportes que se feminizan, en el que sólo hay mujeres como patinaje artístico o la gimnasia rítmica; y deportes donde las mujeres están ausentes, como el mundo del motor o deportes de combate. Son ejemplos de cómo se definen socialmente espacios vetados a las mujeres y que coinciden con esferas de la identidad y de afirmación masculina. Es más habitual que una mujer entre en esa ‘esfera masculina’ -deportes practicados mayoritariamente por hombres- de lo que acontece a la inversa, es decir, hombres que practiquen deportes mayoritarios entre las mujeres. 13


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