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Un cuerpo sabor a música

Santiago Vieitez Peón 6o Preparatoria

Escribir acerca de una de las partes más importantes de mi vida parece ser un reto inalcanzable al que día con día puedo sumarle más cosas.

Para muchas personas el escuchar música se trata de un goce agradable, un baile de felicidad, lágrimas de nostalgia o algún momento de intimidad. Todos los motivos y experiencias son válidas, a final de cuentas se trata del sonido que a mayor o menor medida contribuye y acompaña nuestras vidas.

En mi caso, la música salvó el sentido de mi vida y me ha convertido en una mejor persona. Desde que me dedico casi todos los días a explorar y escuchar música activamente, soy una persona más sensible, consciente y conectada con la experiencia humana que me conforma y que me rodea. La música me ha mostrado lo diminuto y poderoso que soy poderoso en cuanto a las cosas que soy capaz de sentir, pensar y descubrir a través de lenguajes abstractos; y diminuto en cuanto a la inmensidad de imaginación, creatividad, vida y necesidades que rodean a los seres humanos. Cada narrativa de vida es única y valiosa; exponerte a cada una de ellas a través de sonidos es una forma de darte cuenta de que los sentidos y las sensaciones son formas muy puras y orgánicas de conectarte con el mundo y con un más allá que te hace darte cuenta de que tu vida y tu existencia son algo mucho más grande y significativo de lo que podemos observar, además de que te hace darte cuenta de que no estás solx. Tus intereses, tus gustos, tus pensamientos, tus miedos, tus inseguridades, no son algo por lo que pasas solx y mucho menos algo irrelevante o abstracto. La música le da un sentido a mi vida porque me hace celebrar el que estoy vivo y que soy capaz de crear y conectar con cosas que están más allá de mis posibilidades. Mi cuerpo sabe a música porque es desde el sonido que mi cuerpo forma parte del colectivo humano.

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