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No es un adiós

No es un adiós Por: Sara Carrascal, 12º

“¿Cuál es tu canción favorita?” El chico estaba nervioso. Transpiraba, no solo por estar luciéndose en la pista de baile esperando que eso me alentara a bailar con él, sino por mi reacción ante sus intentos de tener una conversación. “No lo sé”, le contesté, acomodando un mechón de cabello rebelde tras la oreja y volteando mi vista hacia mis manos entrelazadas en mi regazo. “Vamos”, insistió él, acercando su silla a hacia mí, disimuladamente. “Debes tener por lo menos una canción que sea tu favorita de todos los tiempos”. Le sonreí tímidamente, y por un momento dejé que mis ojos se despegarán de mis maPQU(WGUWſEKGPVGRCTCXGTUWOKTCFCDTKNNCTEQPexpectativa. “La verdad, nunca lo he pensado”. Era un chico testarudo, sin ánimos de aceptar un no por respuesta. “Dime la primera canción que se te venga a la cabeza”. Pensé por un momento. En mi casa no se escuchaba lo mismo que en la de mis amigos. Mi madre disfrutaba de la música mexicana, así que nada más se escuchaba en la casa. Yo, siendo el ratón de biblioteca que soy, rara vez salía. Escuchar esa música me empezó a gustar, y hasta me aprendí varias de las letras. Creo que todavía puedo recitar algunas. Él no paraba de observarme, esperando con paciencia a que yo me decidiera por una canción que lo dejara satisfecho. Entonces, mientras sus ojos penetraban mi alma y su nerviosismo llenaba la atmósfera, me vino a la cabeza una canción que

mi madre escuchaba más que las demás. Era preciosa. Tenía una letra delicada y con muEJQ UKIPKſECFQC RGUCT FG SWG UGIWTCOGPVGera una canción dedicada a los amantes, no se limitaba a ellos. Era para todo aquel que se tomara la molestia de escuchar. Lentamente y con cuidado, dejé que mis ojos encontraran los suyos una vez más. Le sonreí de manera dulce e inocente, pero aún así, decidí que quería molestarlo un poco. “No creo que la conozcas”. “No importa”, dijo pícaramente, detectando lo que yo trataba de hacer. “Tú solo dime y yo la buscaré para ti”.

No pude evitar ocultar mi asombro. Era la primera vez que alguien me decía algo como eso y, siendo honestos, nadie ni nada te prepara para este tipo de situaciones. “Es una canción muy vieja”, lo seguí molestando. “Ya te dije que no importa. Solo dime”, insistió. Tenía las mejillas sonrojadas, una pequeña sonrisa seductora y el alborotado cabello entornando sus ojos. Tal vez no fue solamente el hecho de que mi madre repetía muchas veces esta canción lo que me hizo elegirla como mi favorita, sino también la imagen frente a mis ojos. El chico con la esperanza en la mirada, y la ilusión en los dedos. Así lo recuerdo. Así es como fue. * Fue tu decisión. Me hiciste creer que lo hacías por mi bien, porque te importaba, pero ahora me pregunto si tal vez solo fue tu egoísmo. Dijiste que la distancia nos haría bien, pero yo sigo esperando el día en el que eso se convierta en realidad. Dijiste que con la distancia te olvidaría y seguiría con mi vida. El asunto es que, a pesar de todo, no puedo hacerlo. Más que eso. No quiero hacerlo. Recuerdo cuando el tiempo aún no corría por nuestras venas y yo permitía que tus caprichos fueran mi guía. Recuerdo cuando me llevaste a nuestra primera aventura. Fue en el momento en el que nos atraparon cuando entendí que era el comienzo de una eterna condena para mí. Recuerdo que antes de que llegaras, mi playa se vestía de amargura, pero cuando apareciste, el viento todo se lo llevó y volvió a mezclarse con la calidez de las olas burbujeantes. Y cuando creí que las cosas solo podrían mejorar, que lo nuestro solo podía crecer y fortalecerse con cada atardecer, decidiste que debías partir. Decidiste que lo que tu corazón buscaba, era más de lo que nuestro pequeño

pueblo podía ofrecerte. Más de lo que yo pudiera darte. Tú anhelabas el mundo. Tu deseo GTCVGPGTNQCVWURKGU0WPECHWGUWſEKGPVGPCFCde lo que tenías. No sé cómo sobreviviste con esa sed insaciable por lo inalcanzable. El día en que te fuiste, te dije que yo te estaría esperando. Juraste jamás olvidar mis palabras: “Estaré esperando el día en que decidas volver”. Esperabas que te olvidara. Sé que contabas con ello. Contabas con que encontrara a alguien más con quien compartir mi vida, pero en el mundo no hay nadie más con la que yo quiera compartir mis ilusiones. No hay nadie más con la que yo quiera compartir mi hogar. Sé que no vas a creerme, pero en el mundo, no hay nadie como tú. Así que, cuando tu barco maltrecho decida que es momento de volver al puerto del que partió, yo estaré ahí para recibirlo, esperando verte en la proa doblegando el sol a tu voluntad. Así te espero. Como siempre fuiste. * “Se llama La barcaŒNGFKLGſPCNOGPVG

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