ESGRIMA CRIOLLA
Prof. D. Eduardo Luzardo Esgrima Criolla En la edición número cinco de esta misma revista, «El Camino», publicamos un artículo sobre la esgrima española de siglo XVI, conocida como Verdadera Destreza. Hoy, traemos a escena a un curioso heredero de este arte bélico occidental, por lo que les recomiendo que lean el artículo citado anterior, para ver con mayor claridad los paralelismos entre ambas esgrimas. La figura del gaucho, a día de hoy, ha alcanzado ribetes de gran mística. Un duro personaje, que habitaba las llanuras y zonas aledañas, en varios países del continente sudamericano. Imaginar a un gaucho, es visualizar un modo de vida particular y curioso, siendo trabajadores rurales semi nómades, se convirtieron en habilidosos jinetes y en hombres de carácter, con gran sentido del honor. En el contexto de la campaña de los siglos XVIII y XIX, los gauchos se desarrollaban en variadas tareas, pero para todas ellas utilizaban un elemento en común, pues resulta imposible tratar de reducir un concepto que los describa, sin
reparar en su principal herramienta, los cuchillos. El gaucho era un hombre muy práctico, que utilizaba al cuchillo como una herramienta para un sinfín de tareas en lo cotidiano, como alimentarse, capar un animal o degollarlo, así también como para la defensa de su integridad física, y en particular, para la defensa de su honor. En la misma línea utilizaba el poncho, un atuendo que protege tanto del frío como de los embistes de un filoso o punzante ataque enemigo. En el contexto de cierta belicosidad y beligerancia donde el gaucho se desempeñaba, resultó normal que heredara formas soldadescas españolas y las hiciera propias, dándole un toque criollo y devenido. Espadas roperas devenidas en enormes cuchillos, lanzas españolas en chuzas, ponchos empleados como capas, cazoletas en gavilanes, duelos, frases, técnicas y mañas heredadas, confundidas y/o perfeccionadas, constituyeron y dieron forma a la gran destreza exhibida en combate, por los ágiles y osados exponentes de la Esgrima Criolla. Los gauchos, contaban con algunas
herramientas utilizadas como armas, dentro de estas destacaban las boleadoras de combate, las cuales consistían en tres ramales de cuero crudo torcido, con una longitud de casi dos metros, en cuyos extremos anidaban tres bolas de contundente material, cada una con unos diez centímetros de diámetro, que al ser lanzadas golpeaban y enrollaban al objetivo. Otras herramientas usadas en combate eran el rebenque, el poncho en faceta defensiva, o el cuchillo y el lazo. Dentro de este armamento destacaba el empleo de las hojas blancas, puñales como el cuchillo verijero, con una hoja de unos diez centímetros, utilizado principalmente para castrar ganado, o la daga, similar a un puñal pero con filo y contrafilo, elaborado a partir de bayonetas desechadas y/o restos de hoja de espada, el resultado era una hoja de entre veinte y sesenta centímetros de largo, a la cual le solían hacer una canaleta en las caras longitudinales de la hoja, la cual servía como sangría a la hora de seccionar la vena yugular de un animal que sería carneado. Otra arma blanca utilizada, era el cuchillo caronero, dueño de una hoja de unos ochenta centímetros de largo y sin gavilán para facilitar la extracción del arma, hecho con restos de espadas, empleado principalmente para la caza o para matar reses, su nombre, proviene del hecho que era guardado en el recado, entre las caronas. Luego, podemos citar a la que quizás sea la más famosa de sus hojas, la del facón. El facón, era un cuchillo de un solo filo, con eje simétrico, que presentaba gavilán o guarnición, generalmente un travesaño recto en forma de cruz o curvas en forma de «U» o «S», estos gavilanes estaban pensados para proteger la mano de algunos golpes de hojas enemigas, la hoja de este gran cuchillo podía rondar cerca del
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