Los sin cara. Marcel Schwob
Los recogieron a los dos, uno al lado del otro, en la hierba quemada. Sus ropas habían
volado
hechas
jirones;
la
conflagración de la pólvora había borrado el color de los números; las placas de metal estaban destrozadas. Parecían dos trozos de masa humana. Porque el mismo fragmento de chapa de acero, silbando en línea oblicua, les había llevado la cara, de modo que yacían sobre las matas de hierba, como una doble masa de cabeza roja. El auxiliar mayor que los apiló en el