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“Ahora: CERO” J.G. Ballard.
Usted me preguntaba cómo descubrí este poder absurdo y fantástico. Como al doctor Fausto, ¿me lo otorgó el mismísimo Diablo a cambio de mi alma? ¿Lo obtuve acaso por medio de algún extraño objeto talismánico —un ojo de ídolo, una pata de mono— desenterrado de un viejo baúl o legado por un marinero moribundo? ¿O me lo habré encontrado mientras investigaba las obscenidades de los Misterios Eleusinos y de la Misa Negra, percibiendo de pronto todo el horror y magnitud de ese poder entre nubes de incienso y humo sulfuroso? Nada de eso. En realidad el poder se me reveló de manera bastante accidental, en el curso de trivialidades cotidianas: se me apareció disimuladamente en las puntas de los dedos, como un talento para el bordado. Fue algo tan