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Vocación y amor a nuestro trabajo
ximena báez Subgerente Enfermería Clínica Bupa Antofagasta
Nací en la ciudad de Iquique, soy enfermera desde hace 12 años y llevo 10 en la empresa. Desde octubre de 2019 asumí como subgerenta de Enfermería. El 2020 había empezado muy agitado por la crisis social que estaba pasando en Chile, y cuando ya estábamos acostumbrándonos a este cambio se nos viene la pandemia. En un principio sólo escuchábamos noticias que nos generaban mucha incertidumbre, si bien teníamos claro lo que estaba pasando, en la clínica lo vivimos más tarde que en el resto de Chile, por lo que las expectativas eran muy altas. A mediados de marzo nos llegó el primer paciente, después un segundo, luego 20. Fue entonces que comenzamos a ampliar las unidades críticas rápidamente.
En abril ya estábamos viviendo la pandemia, la urgencia estaba llena y veíamos que en cualquier momento nuestro sistema se desbordaba. Transformamos camas críticas, segmentamos la clínica en áreas Covid y no-Covid. Tuvimos muchas bajas de personal por factores de riesgo y también algunos por estrés, por lo que empezamos un trabajo con los líderes para que pudieran prestar contención a sus equipos. En ese sentido, el equipo ha respondido de manera ejemplar, a pesar de que ninguno estaba preparado. Teníamos claro que la forma de salir adelante era estar unidos. En este tiempo he podido realmente ver lo que significa la vocación y amor al trabajo, aun estando sobrepasados, cansados, frustrados, todos están dispuestos a seguir dando la pelea. Debo decir que estoy orgullosa del equipo. Dentro de las medidas que tomamos para protegernos y evitar los contagios fue capacitar en el uso de los elementos de seguridad y el distanciamiento social, pero lo que ha sido más efectivo fue reforzar e insistir en estas prácticas hasta convertirlas casi en un cambio cultural. Entre fines de abril y principios de mayo vivimos el momento más crítico, porque el hospital de Calama nos pedía recibir pacientes y no teníamos capacidad, y tampoco cómo generarla en el corto plazo, porque la recuperación de los pacientes es lenta, por lo menos dos semanas. Los pacientes que llegan al estado crítico son principalmente adultos – adultos mayores, pero también hay casos que escapan a la regla, como el primero que tuvimos: un joven deportista que nadie
entendía por qué estaba intubado, no tenía patologías, Tengo una inmensa no era fumador y tenía una calidad de vida buena, ahí gratitud hacia todo pensamos “nadie se salva” o quizás van tarde al hospital. Por el equipo de trabajo. lo mismo, cuando se fue de alta, fue una fiesta en el pasillo, aplausos, llanto, emociones, fue un momento precioso, porque fue el primer paciente crítico que se recuperó, hasta vino un periodista y le tomó fotos. Era un triunfo. Muchos pacientes que se han ido de alta nos dejan mensajes de agradecimiento, son muy gratificantes. Con todo lo que estaba pasando, yo no podía bajar mi intensidad de trabajo, porque tenía que estar presente en la clínica todos los días. Incluso los fines de semana. Mi esposo es médico y tenemos un hijo de cuatro años que se llama Andrés Emilio. Él es el niño de mis ojos. Mientras estaba en la clínica, en mi casa se quedaban mi hijo y mi esposo, que pudo adaptar un poco su trabajo. Pero nos apoyamos mucho en nuestra nana, que es parte de nuestra familia. En la casa teníamos que ser súper responsables, porque quizás, en algún minuto, mi esposo o yo podíamos caer enfermos y arrastrar al otro. Por eso me propuse extremar los cuidados, con una alta concentración, porque asumía que en cada instante que permanecía en la clínica había una carga viral potencial. Por lo tanto, me enfoqué en aplicar los protocolos de ingreso, permanencia y salida muy metódicamente.

ANTOFAGASTA — CL
Vivo cerca de la clínica, por lo que me voy caminando y paso por un parque. Al principio se veía menos gente, pero a medida que el tiempo avanza, las calles van cobrando vida. Reconozco que me generaba temor ver a las personas que no mantenían las distancias recomendadas o a los pequeños que corrían sin sus mascarillas. Me preguntaba: ¿Qué hacer para que la gente tome conciencia de que esto es grave? Esto tendrá que terminar en algún minuto. Recién entonces vamos a poder juntarnos de nuevo, celebrar todos los cumpleaños atrasados que tenemos y volver a compartir, porque aún no podemos parar. Toda esta experiencia me ha traído recuerdos de estudiante, cuando estaba en la universidad, aún recuerdo clarísimo a un profesor de epidemiología que nos hablaba de las pandemias y nos remarcaba la importancia del rol de la enfermería como una organizadora y líder de equipos. También se refería a Florence Nightingale, que estuvo en la guerra de Crimea a mediados del siglo xix y que fue quien comenzó con lo del manejo de las áreas: lo sucio para allá y lo limpio para acá. Insistió en la importancia de algo tan básico como el lavado de manos. Ella dijo: “La humanidad va a tardar 100 años en valorar la enfermería”. *

