
1 minute read
No tengo miedo a morir
Cumplí mi promesa
anónimo Junio 2020. «Recibí mi turno como es habitual, hasta ese momento nada especial. Comenzamos a pasar visita y en ese intertanto una de mis pacientes se comenzó a deteriorar. En la medida en que han pasado los días vemos que el Covid es así… En ocasiones avanza muy rápido. La evaluó el doctor y comenzamos a preparar todo para intubar y llevarla a la uci; el médico habló con ella, se veía tranquila, dentro de todo. Cuando todos salieron, me miró y me dijo: cuando llegue mi hora, por favor, despídeme con un Padre Nuestro. No puedo negar que, pese a vivir a diario situaciones como esta, sentí un nudo en mi garganta y le dije: tranquila, confíe en que todo va a salir bien. Ella me respondió: no tengo miedo a morir, estoy a cuenta con el de arriba, solo te pido que, por favor, reces por mí en ese momento. Me comprometí con ella. Si no era yo, sería alguno de mis compañeros… Terminé mi turno y en todo momento estuve pendiente de cómo seguía, incluso desde mi casa preguntaba por ella. Es extraño, pero sentí un compromiso muy profundo y no quería fallar. A mi siguiente turno, ella estaba muy mal. Cuando bajé a preguntar por su condición me dijeron que difícilmente pasaba esa noche, ya habían avisado a su familia, todos ellos estaban contagiados y no podían siquiera acercarse a mirarla desde el vidrio. Terminé mi turno y fui a verla, estaba muriendo. Entré, toqué su mano y recé por ella, sentí tanta paz, había cumplido. Me siento privilegiada de ser parte de la primera línea».