P. Orozco
También hay un “Pecado Social”
Rolando Echeverría
Durante la Cuaresma, son numerosas las parroquias que organizan liturgias penitenciales para facilitar a los miembros de su comunidad el acceso al sacramento de la penitencia. ¿Pero cómo solemos preparar la confesión? Con frecuencia se utilizan para el examen de conciencia esquemas que enfatizan la dimensión individual de la moral, descuidando la social.
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BS Don Bosco en Centroamérica
Hay que reconocer que, en su evolución histórica, la Iglesia fue dando lugar a un catolicismo de corte prevalentemente individualista, en detrimento de su dimensión social. Hoy en día, gracias a las reflexiones teológicas que desembocaron en el Concilio Vaticano II, y a las que han seguido posteriormente como efecto de ese magno evento, la perspectiva comunitaria se ha vuelto a poner de relieve. No podía dejar de ser así en el ámbito moral. Muestra de ello son los conceptos de “pecado social” o “estructuras de pecado” o “pecado estructural”. Así, el pontífice recientemente proclamado
santo, Juan Pablo II, en su exhortación apostólica “Reconciliación y Penitencia” (n. 16), admite tales conceptos, delineando su alcance y significado. Mientras subraya que todo pecado es individual y conlleva una responsabilidad personal, señala también que las faltas cometidas tienen una repercusión, en mayor o menor grado, sobre nuestros semejantes. Pero, además, merecen el nombre de “pecados sociales” aquellos que son cometidos directamente contra la integridad y dignidad del prójimo. Más aún, como producto