Edición 34

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olemos pensar en la felicidad como una meta y este pensamiento nos puede impedir disfrutar de ella, embarcándonos en perseguirla en vez de disfrutarla en cada momento o detalle. La felicidad es un camino que se recorre con actitud positiva para disfrutarla en cada momento o detalle. La felicidad es un camino que se recorre con actitud positiva para disfrutar, apreciar y valorar cada momento vivido. Se hace más intensa cuando se comparte, como ocurre con las parejas que se aman. Son más felices mientras mayor sea su capacidad de aceptar al otro como diferente, pero complementario. Sustentar la relación de pareja en el amor, la buena comunicación y la confianza, facilitará el disfrute de los momentos felices. Poner a la pareja como prioridad, incluso por encima de los hijos, les permitirá ser cómplices y crear su espacio particular: enigmático, mágico y especial donde él se sienta como un rey y ella como una reina. Ese bienestar de la pareja generará actividades armoniosas entre los esposos y beneficiará a los hijos. A pesar de que la sociedad promueve el individualismo, es posible lograr la felicidad en pareja cambiando el pensamiento del yo por el de nosotros y tomando las decisiones personales pensando si beneficiarán o dañarán la relación. En más de 25 años relacionándome con novios y matrimonios, he aprendido que las personas permanecen juntas a pesar de la adversidad cuando son capaces de ver su relación como un proyecto de 2 en el que ambos se esfuerzan y aportan su 100%. Las que tienen como meta de su relación la unidad y no la felicidad, ya que esta última es pasajera. Buscando la unidad, la pareja vivirá momentos tristes o felices que enfrentarán o disfrutarán juntos. Si su meta fuera la felicidad, ante

“La felicidad, como el amor, no es un sentimiento, es una DECISIÓN” cualquier situación difícil o triste, podrían perder su relación. Una pareja feliz renueva diariamente su compromiso de amarse para toda la vida; acepta y valora a su pareja como un regalo de Dios. Tiene también una familia feliz porque, trabaja los vínculos familiares, es decir, cultiva la relación afectuosa, recíproca, activa y fuerte entre los miembros de su familia. Los vínculos familiares son una necesidad afectiva que forman parte del desarrollo de un recién nacido. Su importancia radica en que si no está satisfecha esta necesidad, el niño, adolecente, joven o adulto sufrirá de “aislamiento o carencia emocional” Existen tres niveles de vinculación en la familia: Parental (entre la pareja), Filial (padres hacia los hijos) y Fraternal (entre los hermanos). El vínculo parental es la zapata del sistema familiar y del que depende la suerte que corra la familia. Si la pareja tiene buena comunicación, se demuestra el amor frente a sus hijos y persigue la unidad como meta de su matrimonio, los hijos sabrán negociar sus diferencias como hermanos y crecerán emocionalmente más estables y autosuficientes. W W W. B I E N E T R E M E D I A .C O M

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