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sobre los asentamientos informales

sobre asentamientos informales en nuestro territorio

Esquemáticamente, las formas de intervenir en los asentamientos informales durante las últimas cinco décadas en América Latina y Argentina fueron erradicación y radicación, aunque más recientemente han surgieron otras. El primero, la erradicación, (1955-1976) se vincula a la expulsión de los habitantes del lugar que ocupaban. El pensamiento dominante durante este período suponía que las villas eran espacios caóticos, lugares donde reinaba la anomia, focos de patología social. Podemos mencionar el Plan de Erradicación de Villas de Emergencia en 1964 (PEVE) y el programa Fondo Nacional de la Vivienda en 1970 (FONAVI) como dos expresiones de este modelo. Estos modelos proponen el traslado de la población de los asentamientos a conjuntos habitacionales (mayormente en altura) en viviendas “llave en mano”. El segundo modo de intervención, la radicación (1983 – hoy), se asocia a la permanencia de los habitantes en el espacio con el aporte de diferentes formas de intervención del Estado. Por lo tanto, no expulsa ni traslada a las familias a otros sitios. Esto puede involucrar acciones jurídicas para otorgar la propiedad (regularización dominial) u otro tipo de documentación de tenencia segura, o puede ser de hecho con acciones de legitimación de la permanencia por medio del simple reconocimiento oficial de su existencia o la provisión de servicios públicos. También, en algunos casos se acompañaban de mejoramiento del hábitat de diferente forma. En otros, se sumaba o se centraba en la provisión de viviendas in situ. Algunos programas de este modelo son: el Programa Arraigo en 1992 (nacional), Rosario Hábitat en el 2000, (municipal), el Plan Abre (provincial) 2013, entre otros. “Urbanizar, en lugar de erradicar o relocalizar, implica aceptar que esos trazados informales son parte de la ciudad formal, e implica también reconocer que quienes habitan en ellos son mano de obra esencial de las ciudades y necesitan vivir cerca del mercado de trabajo. Un proceso de urbanización significa llevar el Estado, el espacio público, los servicios, a estos barrios precarios. Para sus habitantes es una “inyección simbólica”.

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2010. “Villas de emergencia: de la topadora a la urbanización” Arq. J.Jáuregui

En base a las experiencias desarrolladas en nuestro territorio, se puede observar el fracaso de los programas de erradicación, demostrando un aumento de la población en asentamientos informales, debido a que los habitantes eran desalojados sin relocalizar. De modo contrario, de los programas de radicación surgieron algunos proyectos urbanos exitosos no solo en Argentina sino en Latinoamérica: Medellín, Brasil (favelas).