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Érase una vez una sanidad
DesNutrida
El hecho de que la alimentación desempeña un papel importante en nuestra calidad de vida y que es uno de los factores que más incide en el desarrollo de las enfermedades es algo que, a estas alturas, ya hemos repetido los profesionales sanitarios hasta la saciedad. Y no es que lo digamos nosotros. Lo dicen los estudios científicos. Lo dicen las cifras. Lo dice la realidad.
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La OMS (Organización Mundial de la Salud) establece que «de los diez riesgos que más perjudican la salud, seis de ellos están directamente relacionados con la alimentación».
Riesgos que no solo provocan enfermedades y mala calidad de vida, sino que en muchos casos provocan el fallecimiento de muchas personas.
También establece que «actualmente el cuidado de nuestra salud se enfoca hacia el alcance del mayor potencial posible a lo largo de nuestra vida, dando prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de enfermedades, frente a la curación».

Por ello, es lógico que el objetivo principal de las políticas sanitarias sea encaminarse hacia disminuir la incidencia de las principales enfermedades y/o lesiones.
Teniendo en cuenta entonces que la alimentación es un factor determinante en esta promoción de la salud y en la prevención de patologías, ¿qué motivo hay para que la figura del/la dietista y/o nutricionista esté ausente en la sanidad pública?
¿Por qué, habiendo una figura especializada en nutrición, ejercen sus competencias otras figuras sanitarias como enfermeros/as, endocrinos/as o incluso fisioterapeutas en su lugar?
Una/un dietista o nutricionista recibe una formación totalmente cualificada y centrada plenamente en el ámbito de la nutrición, con asignaturas dedicadas enteramente a ello como son
Dietoterapia, Fisiopatología aplicada a la dietética, Alimentación equilibrada y Promoción de la salud, entre otras.
Un/una enfermero/a, endocrino/a o fisioterapeuta (con todos mis respetos hacia estas figuras tan necesarias) están formados/as en su disciplina correspondiente, con (posiblemente) alguna asignatura que les aporte algún conocimiento sobre nutrición, pero ello no les cualifica para ejercer de dietistas y/o nutricionistas, de la misma manera que un/a dietista/nutricionista no está cualificado/a para ejercer de endocrino/a, médico/a o enfermero/a por mucho conocimiento complementario que tenga del cuerpo humano o del sistema endocrino.
Sin la figura de los/las dietistas/nutricionistas dentro del sistema nacional de salud, perdemos todos y todas: tanto pacientes como profesionales de la sanidad y el sistema en general, ya que está demostrado que la incorporación de las figuras mencionadas en el sistema sanitario:
Reduce enfermedades (por tanto, mejora la calidad de vida).
Reduce costes.
Reduce el uso de fármacos.
Nos ofrece conocimiento y autonomía en cuanto a una alimentación saludable.

Una sanidad desnutrida nos afecta a todos.
Alba Vázquez, dietista especializada en alimentación vegetariana