Carta de AUSJAL 54: Universidades Procuradoras de Democracia

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Carta de AUSJAL número 54

UNIVERSIDADES PROCURADORAS DE DEMOCRACIA

DIRECTORIO ÍNDICE

JUNTA DIRECTIVA

PRESIDENTE

Luis Arriaga Valenzuela, S.J. Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

VICEPRESIDENTE

Andreu Oliva, S.J. Rector de la Universidad Centroamericana

José Simeón Cañas, El Salvador

VOCAL

Eduardo Silva, S.J. Rector de la Universidad Alberto Hurtado, Chile

VOCAL

Fernando Ponce León, S.J. Rector de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE)

TESORERO

Sergio Mariucci, S.J. Reitor Universidade Do Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS), Brasil

SECRETARÍA EJECUTIVA

SECRETARIO EJECUTIVO

Francisco Urrutia de la Torre furrutia@iteso.mx

DIRECTOR DE PROYECTOS

Felipe Crudele Pérez fcrudele.ausjal@ibero.mx

DELEGADO DE LA SECRETARÍA EJECUTIVA DE AUSJAL PARA BRASIL

Paulo Maia

ASISTENTE TÉCNICO

Marcela Contreras Mendoza marcela.contreras@ibero.mx

COORDINADOR DE COMUNICACIÓN E INFORMACIÓN

Alberto Herrera Ramos comunicacionausjal@ibero.mx

COORDINACIÓN DE TELECOLABORACIÓN

Óscar Nájera Ramos

Carolina Marturet de Paris tcolaboracion.ausjal@ibero.mx

CONSEJO EDITORIAL

Francisco Urrutia de la Torre

Felipe Crudele Pérez

Marcela Contreras Mendoza

Óscar Nájera Ramos

Alberto Herrera Ramos

Teléfonos: (+52) 55 5950 4000 exts. 4550 y 4531

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN

Santi Ediciones

SSN2343-5585

EDITORIAL

2 Las universidades de AUSJAL como procuradoras de la democracia

Dr. Luis Arriaga Valenzuela, SJ Presidente de AUSJAL y Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

INFLAMEN EL MUNDO

6 Observatorio para la Democracia en América Latina, un programa de investigación cooperativo e interdisciplinario Ángel E. Álvarez

Coordinador del Observatorio de la Democracia en América Latina de AUSJAL

13 Recopilación de participaciones de ponentes del evento Democracia bajo amenaza, en la Asamblea de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU), agosto de 2022

TEMAS PARA REFLEXIONAR

29 Jóvenes, democracia y universidad

Ptlgo. Erven Manuel Amaya Gauna, S.J. Coordinador Pastoral Universidad Católica del Táchira

33 Cuidar la democracia que hemos descuidado Roberto Alonso

Coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas e Innovación Democrática y del Observatorio de Participación Social y Calidad Democrática de la Universidad Iberoamericana Puebla

CON SELLO AUSJAL

36 El Observatorio Cali Visible: una apuesta de la Pontificia Universidad Javeriana Cali por el fortalecimiento de la democracia local Pontificia Universidad Javeriana Cali, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

38 Democratizar las utopías comunitarias en la universidad

Genaro Vásquez Vásquez

Director Académico del Instituto Superior Intercultural Ayuuk

DOCUMENTOS

41 Discerniendo el presente para preparar el futuro de la educación universitaria de la Compañía de Jesús P. Arturo Sosa, S.J.

Asamblea de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU) Boston Agosto de 2022

LAS UNIVERSIDADES DE AUSJAL COMO

PROCURADORAS DE LA DEMOCRACIA

Paul Auster, escritor estadounidense, ha reiterado en distintas ocasiones que la lucha por los derechos y los valores democráticos no puede restringirse a la generación a la que pertenecemos. “El poder –afirma Auster–tiende a menoscabar la democracia y a desconfiar del otro. Cada generación tiene que luchar para recuperar sus valores y libertades” (Clarín, 2007).

De hecho, en su argumentación, Auster incluso compara el cuidado de la democracia con la fe religiosa al plantear que este sistema de gobierno es la creencia central para los estadounidenses que no organizan su vida en torno a divinidad alguna. Si nos aventuramos a hacer una hipótesis, tal vez sea este cuidado práctico, sistemático e institucionalizado –por parte tanto de la población religiosa como de la no creyente– el que ha fortalecido la democracia de este país a lo largo de su historia.

Siguiendo con esta idea, el padre Arturo Sosa, S.J., Prepósito General de la Compañía de Jesús, afirma desde su fe cristiana en un discurso pronunciado en Boston College (publicado en esta Carta de AUSJAL) que:

[…] la propuesta de universidades que contribuyen a dar sentido pleno a la vida humana incluye necesariamente la dimensión política, pues esta supone un compromiso con el bien común. La identidad que caracteriza las instituciones universitarias Jesuitas lleva a encontrarle sentido también a la vida pública y obliga a pensar seriamente, en la dinámica del magis ignaciano, la mejor contribución que podemos dar a la profundización y expansión de la democracia. La investigación [formación, y vinculación] que en ellas se realiza y la

trasmisión de conocimientos se conciben como instrumentos efectivos para incidir en conseguir orientar la dinámica geopolítica a la reconciliación y la justicia. (Sosa, 2022)

Atendiendo a las preocupaciones del doctor Sosa se generó un diálogo entre las instituciones pertenecientes a la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús que derivó en la fundación, en 2020, del Observatorio de la Democracia en América Latina. Este Observatorio, que contó con la participación de treinta y siete investigadores de veintidós universidades, produjo un rico mosaico de estudios y propuestas para el reconocimiento y recreación de nuestras democracias.

Ahora bien, a partir de la presentación del Observatorio en Boston, las universidades jesuitas de todo el mundo, representadas por los presidentes y especialistas en democracia de las seis regiones de nuestra asociación, instituyeron un grupo de trabajo (Task force) global sobre promoción de la democracia. Las aportaciones de estas autoridades académicas se incluyen en la sección Inflamen el mundo del presente número.

Hoy, el Observatorio de la Democracia está en un proceso de internacionalización que incluye la creación del grupo antes mencionado, conformado en marzo de 2023 por el Consejo Directivo de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU). El grupo de trabajo se reunirá presencialmente en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, en el mes de junio de 2023, para acordar las metodologías con que organizará sus programas de formación, investigación e incidencia sobre prácticas democráticas. 1

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Dr. Luis Arriaga SJ Presidente de AUSJAL y Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México Al Padre y Doctor Joseíto Virtuoso, S.J. (1959-2022)

Estos programas incluirán:

• La formación en derechos humanos y liderazgo para la promoción de la incidencia, que recogerá la rica tradición veintenaria y quincenaria de los Programas de Derechos Humanos y Liderazgo Ignaciano Latinoamericano impulsados por AUSJAL.

• Estudios e informes anuales sobre los factores que producen crisis en las democracias de la región y los diferentes niveles de resiliencia de cada país. Estas indagaciones se apoyarán en encuestas de opinión por muestreo a líderes comunitarios y políticos que conforman el tejido social en torno a las universidades jesuitas en el orbe.

• Vinculación universitaria para la incidencia a partir del diálogo, no solo con los líderes de la sociedad civil organizada y el empresariado, sino también con los agentes gubernamentales y organismos internacionales cuyas prácticas estén contribuyendo a fortalecer la democracia en nuestros países de manera coherente y efectiva.

• Informes extraordinarios de análisis de casos y acontecimientos coyunturales de especial relevancia para la vida democrática en los países donde nuestras universidades trabajan.

Bajo este panorama, el número 54 de la Carta de AUSJAL está, entonces, dedicado a enriquecer el diálogo en torno a la labor de nuestras universidades para pro-curar (“cuidar en pro de”) la democracia. En su sección “Temas para reflexionar”, Roberto Alonso, de la Universidad Iberoamericana Puebla, y Erven Manuel Amaya, S.J., de la Universidad del Táchira, plantean que, para “cuidar de la democracia que hemos descuidado”, es necesario que los gobiernos se apoyen en las soluciones que los estudiantes universitarios puedan aportar.

Por otro lado, en nuestro apartado “Con sello AUSJAL”, el rector Luis Felipe Gómez, S.J., de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, nos comparte la experiencia de la Institución a su cargo al monitorear las corporaciones públicas de Santiago de Cali, en Colombia, desde una perspectiva democrática. Por su parte, el politólogo Ángel Álvarez nos describe la experiencia del Observatorio de la Democracia en América Latina, de AUSJAL. Finalmente, Genaro Vázquez, Director Académico del Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA), hace un análisis detallado de las investigaciones y programas de incidencia del Instituto en el pueblo conformado por la “gente del idioma de la montaña” en México (Pastrana, 2004).

Estas contribuciones han sido compiladas a fin de contribuir a nuestro quehacer universitario en favor de un gobierno fundamentado en los derechos humanos universales. Los procesos democráticos hoy enfrentan desafíos como la creciente desigualdad, la pobreza y el consecuente malestar ciudadano producto de esta coyuntura social. En este contexto, las universidades tienen un papel crucial en la formación de ciudadanos comprometidos y activos en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

En la Asociación de Universidades confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), somos conscientes de la importancia de fortalecer la democracia desde las instituciones educativas. La democracia no es solo un sistema político, sino también un conjunto de valores y actitudes que deben ser cultivados desde la juventud. En este sentido, las universidades deben ser espacios para la formación de ciudadanos críticos y comprometidos con el bien común. Nuestros estudiantes pueden y deben ser demócratas “extraordinarios” en el sentido anunciado por Ralph Waldo Emerson: es decir, personas capaces de encontrar lo trascendental en lo aparentemente ordinario.

Sin embargo, no basta con formar ciudadanos capaces de reflexionar sobre las condiciones del presente. También es necesario que las universidades promuevan la investigación y el debate sobre los desafíos que enfrenta la democracia en la actualidad. En este sentido, es esencial que se fomente la investigación interdisciplinaria y que se promueva el diálogo entre académicos y actores sociales relevantes para identificar soluciones innovadoras y efectivas a los problemas que enfrenta este sistema de gobierno.

La función universitaria de vincularnos nos impele al desarrollo de alianzas entre universidades, sociedad civil y organismos públicos y privados que compartan valores y prácticas respetuosas de los derechos humanos. Estas alianzas pueden ser fundamentales para el fortalecimiento de la democracia, ya que permiten el desarrollo de iniciativas conjuntas que promuevan la participación ciudadana y el desarrollo de soluciones innovadoras y efectivas para su gobernanza. Como ejemplo de lo anterior, se pueden implementar programas de capacitación para líderes comunitarios o espacios de participación ciudadana,

1 Uno de los mayores logros de este proceso fue la publicación del libro Crisis y desencanto de la democracia en América Latina (Virtuoso y Álvarez, 2021).

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como foros y mesas de diálogo, en los que se discutan temas relevantes para cada sociedad en cuestión. A este respecto, los “Ámbitos prioritarios para la incidencia pública universitaria de AUSJAL” (AUSJAL, 2022) ofrecen un paraguas temático relevante para orientar estas acciones.

Finalmente, la gestión académica, esencial para el desarrollo institucional de las universidades, precisa que las universidades desarrollemos políticas y prácticas de gestión que promuevan la transparencia, la rendición de cuentas y la participación en la toma de decisiones.

Procurar la democracia como gobierno fundamentado en los derechos humanos es crucial para la misión de las universidades jesuitas en el mundo. Como nos recuerda el padre Arturo Sosa, S.J., tenemos el deber irrenunciable de formar ciudadanos activos en la construcción de sociedades más justas, pacíficas y sustentables. Hemos de cumplir este deber conforme a las inspiraciones de la Congregación General 36 de la Compañía de Jesús, de manera colaborativa.

Una red comunitaria al modo ignaciano para procurar nuestras democracias “todos los días, y entre todas y todos” (IAJU, 2022) puede traer consigo la mejor versión de un “aprendizaje inspirador”, tal y como lo con-

signa el escritor y filósofo Gilberth Keith Chesterton: “la democracia necesita apoyo, y su mejor apoyo viene de otras democracias”.

Referencias

AUSJAL (2022). Ámbitos prioritarios para la incidencia pública universitaria. Ausjal.org. https://www.ausjal.org/ambitos-prioritariospara-la-incidencia-universitaria-de-ausjal/ Clarín (2007, febrero 20). Para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión. Clarín. Dlarín.com. https://www.clarin.com/ sociedad/creencias-democracia-religion_0_ H1SQ0Tb10Fg.html

International Association of Jesuit Universities (IAJU) (@IAJU). (2022, septiembre 7). IAJU Boston College Assembly - Democracy Workshop (3 Aug 2022). Presentación en el panel “Fragilidad de la democracia en el mundo” por Sophia Opatska [Vídeo]. YouTube. https:// www.youtube.com/watch?v=DxFdWM4TCoc Pastrana, D. (2010). Universidad Ayuuk. Educación desde las culturas indígenas. Magis, 415. https:// magis.iteso.mx/nota/universidad-ayuukeducacion-desde-las-culturas-indigenas/ Sosa. A. (2022, agosto 26). Discernimiento del presente para preparar el futuro de la educación universitaria de la Compañía de Jesús [Discurso]. Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU). https://jesuitasmexico.org/ blog/2022/08/26/discerniendo-el-presentepara-preparar-el-futuro-de-la-educacionuniversitaria-de-la-compania-de-jesus/ Virtuoso, F. J. y Álvarez, A. (Coords.). (2021). Crisis y desencanto con la democracia en América Latina. Universidad Católica Andrés Bello. https://abediciones.ucab.edu.ve/politica/

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FRAGILIDAD DE LA DEMOCRACIA EN EL MUNDO

El evento Democracia bajo amenaza, en la Asamblea de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU), agosto de 2022

RECOPILACIÓN

DE PARTICIPACIONES DE PONENTES DEL EVENTO

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Ángel E. Álvarez

Coordinador del Observatorio de la Democracia en América Latina de AUSJAL

Introducción

El Observatorio para la Democracia en América Latina de la AUSJAL, es un programa de investigación que invita a la cooperación de académicos de las universidades de la región con miras a consolidar la línea de trabajo iniciada en 2020 con el proyecto Desencanto con la democracia en América Latina, liderado por el padre Francisco José Virtuoso, entonces rector de la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela (Virtuoso y Álvarez, 2021). Como resultado de las actividades de investigación y reflexión llevadas a cabo durante el 2021 y parte del 2022, el Observatorio ha identificado la necesidad de recolectar y analizar lo que los ciudadanos entienden por democracia a fin de contribuir a dar viabilidad de proyectos y programas de formación sociopolítica y fortalecimiento de buenas prácticas democráticas.

De forma inmediata, el Observatorio se propone, en primer lugar, describir las ideas y valores de ciudadanos con capacidad de incidir en los modos en los que en la sociedad se concibe la democracia. En segundo lugar, se busca determinar hasta qué punto hay correspondencia entre las aspiraciones de cambio social, político y económico, que existen en América Latina, y las distintas concepciones y valoraciones de la democracia.

Los esfuerzos de investigación del Observatorio, a largo plazo, se dirigen al estudio de los valores y percepciones de la democracia por parte de los ciudadanos de los países latinoamericanos, mediante estudios muestrales probabilísticos comparables realizados con una mirada multidisciplinar. Pero antes de llegar a ese ambicioso destino, daremos un primer paso centrado en estudiar las cogniciones y valores de los líderes comunitarios y sociales. La importancia de este primer paso es doble. En primer lugar, los líderes están en posición de aportar información y conocimiento acerca de aquellos asuntos, ideas, experiencias y logros relevantes en sí mismos y también útiles para conocer,

así sea de modo indirecto por ahora, las concepciones y valoraciones de los grupos de ciudadanos con los cuales los líderes se comunican representan o son voceros. En segundo lugar, aunque no pueden confundirse las opiniones de los líderes con las del resto de los ciudadanos, lo que los dirigentes sociales y de las comunidades piensan, sirve de insumo para orientar futuras pesquisas de la opinión pública con un lenguaje más cercano al del público que aquel resultante de la mera realización de pruebas piloto para corregir cuestionarios elaborados por académicos y expertos.

¿Qué sabemos acerca del estado de la democracia en América Latina hoy?

La democracia contemporánea es un concepto multívoco referido a una realidad multidimensional que acontece en el contexto de Estados diversos y sociedades heterogéneas. La relación entre la democracia y sus contextos sociopolíticos no es simple, lineal, ni siempre armónica. El disenso sobre los significados de la democracia es inherente al propio funcionamiento de la democracia contemporánea (DeWeil, 2000). En la literatura de ciencia política se han producido listados amplios, taxonomías y modelos complejos que buscan identificar al menos, algunas de las muchas definiciones de democracia (Collier y Levitsky, 1997; Held, 2006; Lijphart, 1999). Ha habido importantes esfuerzos por medir comparadamente diversas dimensiones y variedades de democracia (Coppedge, Lindberg, Skaaning y Teorell, 2015; Freedom House, 2019; Center for Systemic Peace, 2022). Estas bases de datos son de gran ayuda a la hora de elaborar conjeturas acerca del estado de la democracia y sus tendencias. A partir de las elaboraciones sobre variedades de democracia se ha medido el apoyo de las élites políticas a la democracia en América Latina (Bohigues, 2021). No obstante, en un estudio realizado con base en datos de encuestas de 2006-2007, se identificaron más de tres decenas de definiciones de democracia en el público latinoamericano, además de un número importante de ciudadanos para los cuales la palabra democracia carecía de significado (Carrión, 2008, pp. 23-30). En suma,

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Observatorio para la Democracia en América Latina, un programa de investigación cooperativo e interdisciplinario

la democracia es un concepto intrínsecamente conflictivo y una realidad en permanente cambio. Por ello, a priori, no hay forma de determinar qué entienden los ciudadanos por democracia y cuál es el nivel de disenso sobre las reglas del juego político que una democracia puede manejar.

Sea lo que sea que en la sociedad se entienda por democracia, es sabido que a finales del siglo XX, durante la llamada “tercera ola” de las democratizaciones, la democracia liberal parecía haber ganado la batalla a sus históricos enemigos a la izquierda y a la derecha del espectro político occidental (Dunn, 2005). Poco más de dos décadas después, la democracia está siendo simultáneamente celebrada y criticada por el público (Coicaud, 2019; Wike y Fetterolf, 2021). Y, al mismo tiempo, se observan retrocesos de la calidad de la competencia democrática y tendencias autocráticas en gobiernos electos e incluso respaldados ampliamente por la mayoría (Diamond, 2020; Carothers y Press, 2022; Boese et al., 2022).

América Latina no escapa de esta tendencia global. En la región hay claras evidencias de desencantamiento con la democracia en general y retrocesos de todas las variedades

de democracia para las cuales hay indicadores comparables. La ola de democratizaciones en América Latina alcanzó su punto más alto en 2001. Ese año, 17 países de la región alcanzaron valores de democracia iguales o superiores a 0.5 en la escala de 0 a 1 de los indicadores del Proyecto V-DEM (Coppedge, Lindberg, Skaaning y Teorell, 2015). Veinte años después, 14 países obtuvieron un puntaje de 0.5 o más en la misma escala. Aunque el número de democracias electorales sigue siendo grande, desde mediados de la década actual, la democratización latinoamericana ha mostrado signos de debilitamiento en la mayoría de los países. Entre 2001 y 2021, el nivel de democracia electoral retrocedió en trece países y mejoró solo en seis casos y, en todos, menos del 1 %. Esta observación resulta aún más preocupante cuando se tiene en cuenta que el nivel de democracia, en la mayoría de los países de América Latina, ha sido inferior a 0.8 en promedio por veinte años. Las únicas excepciones han sido Costa Rica (0.91), Uruguay (0.89), Chile (0.86) y Brasil (0.83). Sin embargo, incluso en estos países se observan retrocesos en los índices de democracia de V-DEM y la calidad de estas democracias ha sido evaluada críticamente. Los déficits, nudos y problemas sociales de la democracia en Chile (Barrientos, Garrido,

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Jiménez, Galaz y Mella, 2021) y en Brasil (Lacerda et al., 2021), contrastan con los valores relativamente altos que en promedio han alcanzado estos países en los índices de democracia postransiciones. Mientras en muchos países de la región, los indicios de retroceso democrático son evidentes, los progresos observados en unos pocos casos son menores. Cuando se contrasta los niveles de democracia en 2021 con los de la cúspide de los procesos de democratización veinte años antes, observamos que solo cuatro países (Perú, República Dominicana, Colombia y Paraguay), registran niveles ligeramente más altos de democracia electoral que en 2001.

En la región se observan altos grados de polarización ideológica (Barreda y Ruiz, 2020), y crisis presidenciales ocurridas que han influido en el deterioro del respaldo a la democracia (Helmke, 2020; Blanchard, 2018). Sin embargo, la polarización, las protestas, conflictos no resueltos, tensiones entre poderes y la inestabilidad política no se ha traducido en colapsos violentos como los

observados durante los sesenta y setenta del siglo XX (Linz y Stepan, 1978). Gobiernos de izquierda y de derecha se han alternado pacíficamente en muchos países de la región. Los porcentajes de participación en elecciones en la mayoría de los países latinoamericanos son relativamente altos, aunque parecen haberse estancado (Espí, 2019). No obstante, las votaciones también han servido para la elección de gobiernos iliberales (Smith y Ziegler, 2008; Carrión, 2008).

Desde una perspectiva estrictamente minimalista de la democracia (Przeworski, 2019), los problemas antes mencionados pudieran no ser motivos de alarma. Desde este punto de vista, mientras las elecciones libres sean la norma, no podría hablarse de crisis de la democracia (Landemore, 2020). A lo sumo, se podría decir que el descontento obedecería más a crisis de comprensión popular de lo que es la democracia, que a una crisis de la democracia (Riordan, 2017). Es más, las democracias están natural y permanentemente en crisis (O’Donnell, 2007).

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Sin embargo, lo que preocupa de la situación actual en la región es que, además de retrocesos en el nivel de democracia, hay claras señales de desencanto de la población con la democracia (Corporación Latinobarómetro, 2022). Cierto es que, en la mayoría de los países de América Latina, las elecciones son hoy el procedimiento ordinario para decidir quien ejerce los más altos cargos ejecutivos y legislativos. No obstante, los latinoamericanos le han restado apoyo tanto al funcionamiento específico de la democracia en sus países, como apoyo difuso a la democracia como forma de gobierno. La democracia sigue siendo la forma preferida de gobierno en comparación con el autoritarismo, pero según los datos recientemente reportados por Latinobarómetro (correspondientes a 2020), el porcentaje de ciudadanos que apoyan la democracia es actualmente menor que hace dos décadas y media en la gran mayoría de los países. En ocho países (Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá y Paraguay), menos de la mitad de los ciudadanos apoyan la democracia y en diez países (Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y República Dominicana), el apoyo a la democracia cayó 10 o más puntos porcentuales en 20 años. La

pérdida de apoyo a la democracia es generalizada en la región, con solo dos excepciones: Chile y Venezuela.

Hacia el estudio de los valores democráticos de la ciudadanía

Con base en la evidencia disponible, se puede afirmar que hay retrocesos en la cantidad de democracia y en el apoyo a la misma por parte de la mayoría de los ciudadanos en la mayoría de los países latinoamericanos. Lo que no sabemos es, qué aspectos o modelos de democracia son los que sufren de crisis de apoyo específico y difuso. Para avanzar en el conocimiento de las percepciones y valoraciones de la democracia entre los latinoamericanos es preciso consultar a los ciudadanos mediante estudios diseñados con tal fin.

Entendemos por líderes sociales y comunitarios las cabezas visibles de organizaciones (formalmente registradas o no), que impulsan o participan en la promoción de la igualdad y la democracia, sea que promuevan causas relacionadas con ciertas poblaciones o acciones y programas específicos, o que defiendan intereses comunes y transversales de la sociedad. Para distinguir entre líderes sociales y líderes comunitarios se

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puede recurrir a una diferenciación entre dos tipos de orden que, aunque formulada hace muchos años por Manuel García-Pelayo, aún está vigente: la organización y la ordenación. Las organizaciones son sistemas estructurados de forma racional e intencional. La ordenación, en contraste, es una forma de orden “inmanente a la realidad misma” (García-Pelayo, 1974, p. 10). En el mundo contemporáneo, las redes presenciales (que surgen de la interacción directa), y virtuales (las que surgen en plataformas digitales), son ordenaciones teóricamente diferenciables de las organizaciones racionalmente diseñadas a priori para unos determinados fines explícitamente formulados. En la práctica, las organizaciones pueden orientarse a fines distintos a los explícitamente expresados e incluso, en su interior, pueden generarse órdenes informales y tácitos. Es más, las organizaciones pueden coexistir y articularse intencionalmente con comunidades ordenadas de manera informal o inmanente. Por ello, la distinción entre orden y organización puede ser vista como un asunto de grado más que de clase. En la virtualidad de las redes sociales, las organizaciones no solo tienen presencia sino pueden formar parte de comunidades no intencionalmente estructuradas. Más aún, los algoritmos de las redes pueden imponer una cierta organización racional, intencional-

mente diseñada por los administradores para poner en contacto a individuos que no están formalmente organizados ni directamente relacionados. Los algoritmos pueden propiciar la interacción prolongada entre personas que, eventualmente, pueden decidir organizarse de manera intencional y formalizada. Las posibilidades de combinación entre comunidades y organizaciones son múltiples y constituyen un problema empírico que no se resuelve con una tipología simple, pero la misma sirve de base en estas etapas preliminares de la investigación.

Con base en la diferencia entre organizaciones formalizadas y comunidades ordenadas, se puede distinguir entre líderes sociales (aquellos que dirigen organizaciones), y líderes comunitarios (que ejercen vocería e influencia en comunidades físicas y virtuales). Las organizaciones sociales están, por lo general, formalmente constituidas y usualmente registradas de manera legal. Los líderes organizacionales son electos o designados mediante procedimientos institucionalizados (sean por estatutos internos o por normas jurídicas). Tienen el poder de definir, comprometer y actuar en nombre de los intereses de los demás integrantes del grupo social que representan y que tienden a estar formalmente afiliados y registrados como miembros de la organización. Ejemplos de líderes sociales son los secretarios generales, presidentes y directivos de sindicatos, organizaciones campesinas, asociaciones empresariales y gremios profesionales. Por el contrario, los líderes comunitarios ejercen vocería (es decir, promueven la causa de, por ejemplo, un género, una etnia, una identidad cultural, una localidad o un estatus social), pero no ejercen poderes formalizados expresamente en normas o acuerdos. Son seguidos y tienen influencia sobre las personas que se identifican como parte de la comunidad, pero sus actos y declaraciones no comprometen oficialmente a otras personas con quienes comparten los valores.

El estudio de cogniciones y valoraciones de la democracia por líderes sociales y comunitarios se hará a través de encuestas nacionales en línea, mediante muestreo no probabilístico. Aunque el muestreo probabilístico es el modelo ideal en los estudios cuantitativos, en ciertas condiciones resulta conveniente usar otras estrategias. El trabajo contará con la interlocución de universidades afiliadas a la AUSJAL, así como la de la CPAL y los grupos de acción social, tanto en la fase de recolec-

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ción de la información como en las etapas de análisis, difusión y uso del conocimiento adquirido como insumo de programas de formación y acción sociopolítica.

La información será recolectada mediante encuestas por muestreo no probabilístico. Este tipo de estudios tienen algunas limitaciones bien conocidas: la participación es voluntaria y no es posible saber qué grupos o individuos no participan ni por qué. No se conoce el error de muestreo y a partir de la muestra no se pueden hacer estimaciones insesgadas ni inferencias válidas para toda la población. Sin embargo, este tipo de estudio permite la recolección de información en línea de forma rápida y económica, y resultan muy útiles en investigaciones de carácter exploratorio que buscan principalmente identificar problemas, desarrollar hipótesis, definir rangos de alternativas de variación en las cogniciones y valoraciones de objetos socialmente relevantes (como lo es la democracia), y recopilar datos no inferenciales que sean de utilidad para programas de acción social y para la formación sociopolítica (Patton, 2015).

En consecuencia, aunque este estudio no aspira a producir generalizaciones, sus conclusiones prometen ser valiosas a los fines de comprender e incidir en la visión de la democracia que tienen las comunidades y sus activistas. Su importancia será mayor, tanto para el conocimiento como para la acción social, en la medida en que el conjunto de organizaciones incluidas en la muestra refleje la máxima diversidad posible en términos de tamaño, áreas específicas de actuación, la región en la que actúen y la población a la que se dirija su trabajo.

Como indicó el padre general Arturo Sosa, S.J., en la presentación del libro Crisis y desencanto con la democracia en América Latina, ya mencionado antes, el Observatorio debe “dar seguimiento a los problemas, evaluar tendencias y contribuir a construir propuestas que orienten las transformaciones que conduzcan a la democratización de la política” y sus materiales deben servir de base “para proyectos de incidencia y programas de formación sociopolítica para aquellos grupos de población cuyo empoderamiento es prioritario” (AUSJAL, 2021). Para mejorar las posibilidades de tener incidencia, el estudio que proponemos busca también profundizar nexos entre el Observatorio, nuestras universidades y las necesidades de

formación y acción de las organizaciones sociales y comunitarias.

La democracia debe estar bajo observación. Su salud está debilitada en muchos países de la región y del mundo. Pero la observación no debe plantearse como una reacción coyuntural a una crisis pasajera. Las tensiones sociopolíticas son síntomas crónicos de la dolencia democrática que puede escalar hasta el cuestionamiento de las bases mismas del orden político. La observación no puede ser mera contemplación, sino un medio para identificar tratamientos oportunos que permitan el fortalecimiento de las instituciones, la equidad socioeconómica y el desarrollo de culturas democráticas entre líderes y ciudadanos.

Referencias

AUSJAL. (2021, octubre 8). Padre General Arturo Sosa, SJ Presentación del Libro Crisis y desencanto con la democracia en LATAM [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/ watch?v=eISGIiHbOLM

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Barreda, M. y Ruiz, L. M. (2020, noviembre). Polarización ideológica y satisfacción con la democracia en América Latina: un vínculo polémico. Revista del CLAD Reforma y Democracia, (78), 5-28.

Barrientos, J., Garrido, M., Jiménez, M. S., Galaz, J. D. y Mella, M. (2021). Chile. En F. J. Virtuoso y A. E. Álvarez, Crisis y desencanto con la democracia en América Latina (pp. 172-212). Universidad Católica Andrés Bello.

Blanchard, M. y Gélineau, F. (2018). Do presidential crises jeopardize democracy? An analysis of 12 presidential crises in Latin America using public opinion survey data. Canadian Political Science Association Annual Conference, Regina, Saskatchewan.

Boese, V. A., Alizada, N., Lundstedt, M., Morrison, K., Natsika, N., Sato, Y. y Lindberg, S. (2022). Democracy Report 2022. Autocratization Changing Nature? Varieties of Democracy Institute (V-DEM).

Bohigues, A. (2021). Élites, radicalismo y democracia: un estudio comparado sobre América Latina. Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

Carothers, T. y Press, B. (2022). Understanding and Responding to Global Democratic Backsliding. Carnegie Endowment for Institutional Peace.

Carrión, J. F. (2008). Illiberal democracy and normative democracy: how is democracy defined in the Americas? En M. A. Seligson, Challenges to Democracy in Latin America and the Caribbean: Evidence from the AmericasBarometer 2006-2007 (pp. 21-52).

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Center for Systemic Peace. (2022). Polity 5. Polity Pooject. https://www.systemicpeace.org/

Coicaud, J. M. (2019). The Paradoxical Perception of Contemporary Democracy, and the Question of its Future. Glob Policy, (10), 110-121.

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Ponencia de Matthew Carnes, S.J.

Profesor en el Departamento de Gobierno y en la Escuela de Servicio Exterior de Georgetown. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos de Georgetown de 2016 a 2022

Siempre es un reto seguir a alguien con una visión tan completa como la de la Dra. Bachelet y la contribución que ha hecho a nuestro planeta. También estoy muy agradecido por el debate que estamos teniendo y por este proyecto, al padre Francisco Virtuoso, que ha sido una especie de punta de lanza, y a Ángel, que trabaja con investigadores de 22 universidades de nueve países de América Latina. Han sido capaces de hacer algo increíblemente importante, que es profundizar en los recientes desafíos a la democracia que son particulares de América Latina, pero no particularmente en América Latina. De hecho, son compartidos por todas las Américas, incluido Estados Unidos y todo el mundo.

Una cosa que aprecio de este estudio (Crisis y desencanto en la democracia) es que profundiza y examina la experiencia particular de cada país dentro de América Latina. Y quienes conocen la región saben que los países son increíblemente diferentes y que algunos están experimentando un resurgimiento de la democracia, mientras que otros están experimentando un retroceso increíble.

También es un ejemplo de cómo puede ser la colaboración cuando reunimos a la red jesuita, así que cuando no hacemos esto como investigadores aislados, como universidades aisladas, sino que dialogamos unos con otros, aprendiendo de las preguntas, aprendiendo de las experiencias, y luego pensando colectivamente ¿Cómo podemos marcar la diferencia en el futuro? ¿Cómo podemos ser agentes de la restauración de una especie de confianza en la democracia, de una democracia implicada y de una participación en la democracia que pueda permitirle florecer más en el futuro?

He tenido la oportunidad de leer el informe, tuve la suerte de recibirlo en nuestro Centro de Estudios Latinoamericanos, se trata de un trabajo ejemplar; quiero destacar, una idea principal y luego ofrecer algunas reflexiones generales para nosotros mientras pensamos en la democracia en todo el mundo.

Lo principal, algo que el Dr. Álvarez resumió y que la Dra. Bachelet ha destacado es esta

palabra que “Desencanto” y que forma parte del título: Desencanto en la democracia. Este desencanto, esta decepción con la democracia y lo que esto significa es que en toda la región ha habido una creciente desconfianza o decepción con lo que la democracia está ofreciendo actualmente.

Como dijo muy bien la Dra. Bachelet y no es que la desconfianza se base simplemente en las instituciones democráticas, las formas en que se celebran las elecciones, aunque estas importan mucho, tiene algo que ver con el acuerdo social básico que ofrece la democracia, resultados económicos, la sensación de polarización y desigualdad en los resultados y en las oportunidades en toda la sociedad.

Como muchos saben, América Latina es la región que ha sido más desigual durante los últimos cientos de años. Y eso no se ha reducido mucho, algunos años ha disminuido un poco, pero en general no se ha reducido, y esa división hace que la gente se sienta cada vez más excluida. Incluso, si juego a este juego como se supone que se debe jugar, incluso si tengo la oportunidad de votar como cualquier otra persona, no mejoran los resultados que experimento a diario y eso conduce a la desconfianza.

Esto lleva a una preocupación constante sobre cómo puede ser mi futuro. Se resume en una serie de resultados diferentes en el informe y entre los que destacan: polarización ideológica, cuando la gente tiene la sensación de que se trata de una batalla en la que el ganador se lo lleva todo, una batalla desigual; en las crisis presidenciales puede que este presidente sea, quien nos de todo o quien termine con todo. A menudo, existe un mesianismo en términos de candidatos presidenciales diciendo: “Yo seré el que arregle esto”, “Yo soy el único que puede hacerlo”. Corrupción, donde los que tienen y tienen acceso son capaces de acaparar más y más para sí mismos, aumentando la desconfianza de los demás.

Una creciente personalización en la política que está muy impulsada por quien es el candidato o la candidata, en lugar de una visión compartida del partido político o una misión social compartida a través de todo el creciente populismo en su región.

En algunos casos existen restricciones a los derechos políticos a las libertades civiles,

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especialmente por parte de los que están en el poder, como el padre Arriaga, S.J, destacó, también una crisis real en el estado de derecho, una creciente sensación de que algunas partes de algunos países son ingobernables o no tienen un sentido de seguridad y un sentido del estado de derecho por parte del Estado, esto conduce a una desconfianza aún mayor.

Este modelo, este conjunto, esta constelación de instituciones y esfuerzos democráticos no han dado lugar a que la gente sienta que tiene más futuro aquí. Como si pudiera confiar en que si juego bien a este juego se obtendrán resultados en el futuro. El informe lo diagnostica muy bien. Algunas de las reflexiones generales sobre la democracia que rescato son: la calidad de la democracia y sobre lo que podríamos hacer al respecto.

En primer lugar, observo con cierta obviedad, que la democracia no tiene nada de inevitable, ni de teleológico, por utilizar el término griego, no tiene un dinamismo interno que vaya a suceder o deba suceder, de hecho, es un trabajo muy duro y puede descarrilarse de muchas maneras distintas.

Digo que es un punto obvio, pero no lo era para la mayoría de nosotros, porque después del final de la Guerra Fría, vivimos un periodo, resumido tan bien en esa visión de Fukuyama, este momento del fin de la historia –uno casi inevitable–, pensábamos que una vez que las sociedades fueran liberadas se volverían más democráticas y la gente encontraría maneras de resolver las diferencias; esto significaría que las voces que nunca antes fueron incluidas

de nuevo, serían incluidas, significaría un crecimiento más equitativo y simplemente estaríamos avanzando.

Pensábamos que sería bastante fácil, pero lo que hemos visto en los últimos años es que no es así en absoluto, de hecho, puede haber elementos de la democracia que lleven a socavar la democracia, el control por parte de presidentes fuertes, la capacidad de controlar legislaturas o destituir legislaturas, la capacidad de nombrar jueces o destituir jueces, todo ello puede llevar a resultados poco democráticos, ni inclusivos.

Y podemos ver muchas maneras en las que la gente puede desencantarse –como mencioné sobre la democracia–, por lo que la democracia en sí misma no es fácil, no tendríamos que esperarla así, y quizás América Latina experimente esto de una manera particular, dada su transición en gran parte de los países, de un régimen autoritario a la democracia, y algunos sintieron que simplemente habían sido liberados y que esto seguiría avanzando, pero vemos que la capacidad de cumplir no siempre ha dado sus frutos. En resumen, ese es el punto uno: la democracia no es fácil, ni es inevitable.

El segundo punto es que las instituciones importan, pero no son una garantía en sí mismas. Instituciones como las constituciones, las normas de votación, la protección de los derechos de la prensa, los tribunales, entre otras, son importantes y pueden ser increíbles protecciones y controles del equilibrio de poder de quienes están al mando, pero tam-

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bién pueden cosificarse, crear expectativas imposibles de cumplir, ser instituciones que empiecen a sembrar las semillas de su propia destrucción. Por un lado, pueden significar que algunos tienen un poder desproporcionado, por otro, puede haber tentación. Es un momento muy interesante para pensar en esto, en el caso de Chile. La Dra. Bachellet mencionó las movilizaciones masivas de 2019, que siguieron a movilizaciones previas en años anteriores, pero las movilizaciones masivas son el resultado en ese país, dejando ver que las instituciones eran insuficientes.

La constitución actual es insuficiente para el momento (agosto de 2022) y por eso el referéndum popular ganó abrumadoramente para reescribir la constitución, pero ahora existe la difícil tarea de escribir la mejor constitución, lo más democrática posible y hacerlo en un plazo. Inicialmente, tenían nueve meses, ahora tienen un poco más de tiempo para terminarla.

Pronto se someterá a referéndum popular, un referéndum democrático, y existe el peligro de que en este increíble esfuerzo por crear una constitución que responda mejor a las necesidades actuales, no a las de 1980, como la anterior, se caiga en la tentación de intentar meter hasta el último detalle y hacer todas las promesas posibles a todos los grupos, lo que puede llevar a algunos a pensar: “Bueno, mi grupo no ha sido plenamente incluido”, “No estoy seguro de cómo va a desarrollarse”, o “Tengo dudas sobre la posibilidad de llevar a cabo una reforma de tal envergadura”.

Ahora mismo estamos ante un momento muy delicado en Chile, en el que las encuestas actuales muestran que esta nueva constitución posiblemente pierda y, si lo hace, qué tipo de descontento veremos entonces; estará ligado de nuevo a las viejas instituciones que teníamos antes y que todo el mundo reconoce que son insuficientes.

Así que, de nuevo, las instituciones importan, pero no son garantías y no es fácil acertar con ellas, como para conseguir las instituciones electorales adecuadas, conseguir el tipo de participación adecuado. En esencia, no tenemos una visión completa de lo que esto significa.

En tercer lugar, la democracia, como todas las formas de gobierno, solo tiene éxito en la medida en que es capaz de ofrecer todas las demás cosas que la gente quiere para su vida, así que la democracia debe, como cualquier

otro gobierno, ofrecer el tipo de posibilidades económicas que la gente desea.

Tiene que ofrecer el tipo de inclusión social y oportunidades de movilidad social, y cuando no lo hace, la gente no solo responsabiliza al gobierno actual, no solo al sistema económico, sino también al sistema político, y esas preocupantes estadísticas –que citó el Dr. Álvarez y que hemos visto durante muchos años–, muestran la gran desconfianza en la democracia y a veces la preferencia por la autocracia en América Latina, por la promesa de que la autocracia podría ser capaz de cumplir más rápidamente que la democracia.

Así que la democracia tiene que cumplir, aunque está luchando como cualquier otro tipo de gobierno durante la pandemia, durante la ralentización del crecimiento en los últimos meses, durante las respuestas a la guerra de Ucrania, se enfrenta a los mismos retos que cualquier otro gobierno, pero las democracias están obligadas a rendir cuentas de una manera que es mucho más difícil hacerlo con los autócratas y, por último, y podría ser el punto más importante, me parece que realmente nos enfrentamos a un reto generacional en la democracia.

Me llamó mucho la atención el punto del Dr. Álvarez, que 2001 fue un punto de inflexión, donde la democracia y el número de países que contaban como marginalmente democráticos en América Latina comenzaron a disminuir. Ahora bien, los jóvenes de hoy, casi todos los estudiantes de nuestras universidades en todo el mundo, nacieron o alcanzaron la mayoría de edad después de 2001.

Solo han conocido un tipo de democracia: la democracia en declive, la cuestionada, la que no funciona bien, la que retrocede y, por tanto, nuestra generación, llegó a la edad adulta pensando que la democracia era inevitable, ellos están llegando a la edad adulta pensando que la democracia es profundamente defectuosa, y que una democracia no puede ofrecer eso.

La democracia se verá a menudo asediada y ese es el verdadero reto. Esa es la decepción, el “desencanto” que tenemos que abordar. Porque cuando desconfías del sistema, cuando crees que esta democracia está montada contra ti, entonces empiezas a desconfiar de todos los demás, desconfías de otros ciudadanos. Cabe preguntarse si están intentando sacar más provecho de esto que uno mismo. Empieza a crear una mentalidad

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de “el ganador se lo lleva todo”, así que si mi bando gana estas elecciones, vamos a usar el gobierno para nosotros porque no sabemos si lo tendremos la próxima vez y si el otro bando gana, van a tirar todo lo que hicimos y lo van a tomar para ellos, esta mentalidad de “el ganador se lo lleva todo” se hace más y más fuerte.

Esta polarización puede empezar a producirse: “O estás conmigo o estás contra mí”, y puede llevar a la sensación de que no compartimos ningún tipo de visión o proyecto común como país.

Esto socava el contrato social básico de la democracia, como dijo la Dra. Bachelet, el contrato social en el que decimos que si trabajamos juntos, podemos hacer más, en lugar de eso, vemos un tipo de democracia en la que todo el mundo siente que juntos estamos amenazados, así que mejor hacer menos juntos que es extremadamente problemático.

Algunos de mis colegas de la Universidad de Harvard han escrito recientemente sobre cómo fracasan las democracias, y si no has leído el libro de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, How Democracy is Die (2019), vale la pena. Conconluyen con un punto muy importante: dicen que un elemento que hemos perdido en la democracia en muchos países es una especie de confianza y una especie de tolerancia mutua, porque la democracia exige que confíe en el otro, en que si gana no utilizará el gobierno completamente contra mí, y que confíe en que si gano, tendré la tolerancia de no utilizar el gobierno completamente contra él, nos comprometeremos una y otra vez, confiando en que el sistema de votar dentro y fuera a los diferentes candidatos, a los diferentes partidos, nos permitirá avanzar juntos de forma algo vacilante, pero juntos, de forma constructiva y colectiva.

Esa idea es algo que se ha perdido fundamentalmente en este momento de “desencanto”, de desconfianza en la democracia, así que me parece que tenemos un poco de misión ante nosotros, pero es una para la que estamos particularmente bien preparados y lo digo porque, en primer lugar y a nivel amplio, las instituciones religiosas, como la nuestra, la Compañía de Jesús, se dedican a la idea de reunir a personas diversas bajo una visión común de un Dios que nos ama primero, que valora la dignidad de cada uno de nosotros primero, que nos apoya a largo plazo, que nos da esperanza y noso-

tros, como instituciones jesuitas, tenemos un sentido de las formas en que podemos crear espacios.

Siempre vuelvo a una frase de la 34ª Congregación General, en la que se hablaba del modo en que la Compañía de Jesús está llamada a formar comunidades de solidaridad, comunidades que reúnan a la gente a nivel local, a nivel global, para sentir ese sentimiento común de que estamos juntos en esto.

No se trata de que el ganador se lo lleve todo, estamos juntos en esto, y juntos podemos habituarnos y cultivar esas prácticas de escuchar, de colaborar, de confiar los unos en los otros, de tener a veces discusiones en las que uno de nosotros gana y el otro pierde, pero tenemos que permanecer en la conversación, podemos aprender los unos de los otros y podemos crecer y podemos probar y experimentar.

Me parece que estas comunidades de solidaridad son lo que nuestras universidades están llamadas a ser, y me parece también que las preferencias apostólicas universales (PAU) están bien preparadas para empezar a abordar parte de esta crisis de la democracia. Me encanta esa frase en la que deja la una de las cuatro PAU, la idea de viajar con los jóvenes hacia un futuro lleno de esperanza.

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Si hay algo que falta ahora mismo en nuestro momento democrático es esa falta de confianza, así que ¿cómo hacemos para que la gente confíe más en los demás? Creo que es cuando los traemos a nuestros campus y comparten misiones y oportunidades juntos, creo que es cuando trabajamos con ellos para que se conviertan en los líderes que pueden dar forma a políticas que sean inclusivas y que incluyan a todos, creo que es cuando les ayudamos a soñar con un mundo en el que no es necesario que el ganador se lo lleve todo, sino que cada vez más pueden ver oportunidades de crecimiento compartido y oportunidades compartidas.

Ponencia de la Dra. Carla Eddé

Vicepresidenta de Asuntos Internacionales de la Universidad Saint Joseph (Líbano)

Soy del Líbano, de la Universidad Saint Joseph de Beirut. Desde niña escucho: “En este momento, Líbano está atravesando una de las fases más críticas”, esta es una de las razones por las que elegí estudiar historia, ¿por qué Líbano es un país tan inestable? La respuesta obvia es, porque tiene 20 grupos religiosos diferentes reconocidos oficialmente.

Por supuesto, eso la convierte en una sociedad plural y muy dividida. Otra razón es que vivimos en una región en la que las guerras y los conflictos han sido recurrentes desde la Primera Guerra Mundial, pero aun así esto no es suficiente para entender por qué Líbano es un país tan frágil. La respuesta –la más fácil, pero creo que la más convincente– es porque es una democracia y es una extraña, así que, sí, es una democracia; las constituciones no son suficientes para garantizar los derechos humanos, pero la libertad de religión, de conciencia, de fe, la libertad de expresión y opinión y de asociación están inscritas en nuestra Constitución, tenemos libertad política, que nos permite organizar actividades políticas, partidos políticos para presentarse a las elecciones y así sucesivamente, tenemos también unos medios de comunicación pluralistas y otros componentes esenciales para una democracia.

Sin embargo, estamos en el mismo o en el otro lado, tenemos también la violencia como medio para lograr objetivos políticos, el magnicidio, asesinato de periodistas, de activistas miembros de la sociedad civil, de nuevo, son muy comunes y la violencia contra manifestaciones específicas que ocurrieron hace dos años, que también son amenazadas y ocurren con bastante frecuencia, la justicia no está aquí y la impunidad es parte de nuestro sistema.

De ahí la situación a la que nos enfrentamos a diario en mi universidad de Beirut. Entonces, ¿qué hacemos al respecto? ¿Cómo promueve la USJ la democracia y los derechos humanos? Por supuesto, intentamos hacerlo en las tres dimensiones de nuestra misión: enseñanza, investigación y servicio a la sociedad.

Pondré dos ejemplos: se trata de 12 créditos obligatorios para todos nuestros estudiantes de licenciatura, que se componen de cursos sobre ciudadanía y derechos humanos, ética, diálogo interreligioso y otro sobre cultura general, esto es obligatorio para todos nuestros estudiantes.

Desde 2017, somos coordinadores del Máster Árabe de Derechos Humanos y Democracia, es la primera vez que este máster se implanta en la región árabe y en el mundo árabe. Forma parte del campus global de Derechos Humanos, financiado por la UE.

También, hemos puesto en marcha el primer centro de mediación profesional en el Líbano y Oriente Medio, que ofrece formación para personas, por supuesto, fuera de la universidad, pero también para el personal y los estudiantes, este es obligatorio para todos los candidatos que una vez que quieren presentarse a las elecciones del cuerpo estudiantil.

Una de las guerras más largas de la historia libanesa es la guerra civil de 1975-1990, empezamos a documentar la guerra durante la guerra y esto era, por supuesto, una tarea peligrosa de hacer, así que continuamos y fuimos los primeros en publicar sobre las personas desplazadas en todo el país durante el conflicto.

Continuamos con ese esfuerzo después de la guerra, y fuimos los socios científicos del Centro Internacional para la Justicia Transicional cuando se trataba de cartografiar la violencia masiva y la violación de los derechos humanos en el Líbano desde 1975 hasta 2008.

Por otra parte, hemos puesto en marcha el Observatorio de los Derechos y la Protección de la Infancia y la Juventud; son muy dinámicos, publican estudios y han desempeñado un papel decisivo en la elaboración y redacción de nuevos procedimientos, procedimientos estándar para la protección de los niños, especialmente en los campos de refugiados. Hemos realizado ese proyecto con UNICEF y con el Ministerio de Trabajo del Líbano, que solicitó nuestra experiencia.

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Así que esto es, de nuevo, la investigación y la experiencia y el servicio a la sociedad cuando se trata de los servicios, la sociedad, otras actividades se han implementado. Somos especialistas en la capacitación de formadores para ONG –locales y su personal–, en los campos de refugiados palestinos y sirios, pero también en los ámbitos de la sociedad civil y los derechos civiles. También formamos a funcionarios de la administración pública y militar, especialmente en zonas remotas del país donde el extremismo va en aumento.

Y otro ejemplo sobre nuestra clínica jurídica, por supuesto, es un servicio de aprendizaje para nuestros estudiantes, para los de nuestra Facultad de Derecho, pero también han sido muy proactivos después de la explosión de Beirut, recibimos cientos de víctimas para ayudarles a tratar de obtener los derechos, estos son unos pocos ejemplos dotados de nuestra creencia en Emmanuel.

Seguiremos promoviendo la resistencia cultural y los derechos humanos porque seguimos pensando que el Líbano sigue siendo necesario en Oriente Medio, aunque sea una democracia tan extraña.

En cuarto lugar, unas elecciones y unos partidos disfuncionales se insertan a su vez en una sociedad profundamente desigual, en una esfera pública dominada por una prensa sensacionalista y unos medios sociales que no rinden cuentas.

Quinto, tenemos un público que es plenamente consciente de estos graves problemas y que expresa niveles históricamente bajos de confianza en nuestras instituciones democráticas.

Así pues, la crisis está a la vista de todos. ¿Hasta qué punto es grave? Bueno, en un modo esperanzador, es extremadamente grave, pero no existencial. Las instituciones democráticas de Estados Unidos ya han superado crisis importantes en el pasado, pensemos en el escándalo Watergate hace tan solo 50 años, presidentes criminales e intento fallidos de permanecer en el poder a cualquier costo; el dinero y las personalidades siempre han desempeñado un papel exagerado en las elecciones estadounidenses.

Vicepresidente para el compromiso global y director del Centro Berkley para la Religión, la Paz y los Asuntos Mundiales de la Universidad de Georgetown (EE.UU.)

¿Cómo podemos, como instituciones jesuitas, en nuestra misión educativa, marcar una diferencia positiva?

Para responder a esta pregunta analizo la crisis de la democracia en Estados Unidos, desde cinco observaciones rápidas y poco originales: en primer lugar, tenemos un expresidente que todavía se niega a aceptar la legitimidad de las últimas elecciones y que ha alentado el asalto al Capitolio de Estados Unidos; punto número dos, vemos un sistema electoral profundamente defectuoso alimentado por inyecciones de dinero que privilegia las personalidades y los ataques personales sobre el debate reflexivo.

En tercer lugar, los partidos políticos profundamente polarizados dentro de este sistema electoral viciado, son incapaces de encontrar un terreno común en cuestiones que van desde la política económica a la justicia social, medioambiental y racial.

La polarización de los partidos no es nada nuevo, la profunda desigualdad social ha sido una constante histórica en los Estados Unidos y si nos fijamos en la desigualdad racial estructural, por ejemplo, en este país ha sido mucho peor en épocas anteriores, en otras palabras, sigue siendo un problema enorme, que ha sido peor.

Las redes sociales son nuevas, por supuesto, pero los medios sensacionalistas no lo son. Si nos fijamos en los trastornos de finales de los sesenta y principios de los setenta, la década de la Gran Depresión de los años treinta, por ejemplo, o las décadas posteriores a la Guerra Civil de finales del siglo XIX, las crisis de la democracia en los Estados Unidos tienen precedentes.

Hay aspectos alarmantes sobre esta crisis en particular, dada nuestra identidad y de dónde venimos, es que desde la perspectiva del pensamiento social católico, el principio del bien común, que en realidad ha sido defendido históricamente, al menos a nivel retórico en todos los partidos de Estados Unidos, es parte de la tradición republicana, con “r” minúscula, en la cultura política estadounidense.

La decadencia del principio del bien común es una preocupación real, está perdiendo el soporte en nuestro discurso público, encontrando cada vez menos residentes a medida que los políticos de izquierda y derecha expresan

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Ponencia del Dr. Thomas Banchoff

su crítica mordaz y su cinismo sobre la posibilidad o incluso el valor de encontrar un terreno común, y eso me parece muy preocupante.

¿Qué hay que hacer? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cuál es el papel de las instituciones jesuitas en Estados Unidos y en las llamadas democracias establecidas y de larga tradición frente a la crisis que he descrito y que creo que existe en diversas formas sintomáticas y en otras democracias establecidas desde hace mucho tiempo en todo el mundo?

Un punto de partida es que nuestro historial como universidades jesuitas en Estados Unidos no ha sido estelar hasta mediados del siglo XX, me atrevería a decir que estaban estrechamente alineadas con la democracia estadounidense y la apoyaban como instituciones defectuosas, a menudo con un espíritu conservador.

Esta postura patriótica era en parte la precaución de una minoría en un país de mayoría protestante. Las instituciones jesuitas han servido durante mucho tiempo como vehículos para el progreso social, ya que las oleadas de emigrantes, especialmente de Europa y América Latina, aumentaron la población católica de solo el 1 % en la fundación de los Estados Unidos a su más de 20 % actual, el empuje patriótico y conservador de la educación jesuita señalan la lealtad a la democracia en

un momento en que la iglesia mundial en su conjunto aún no había abrazado o –desde luego–, no había abrazado plenamente las normas democráticas.

Me gustaría trazar un paralelismo con la carrera de John F. Kennedy, que en una ardua batalla para convertirse en el primer presidente católico del país hizo hincapié en que él no era, “un candidato católico”, sino “un candidato a la presidencia que casualmente también era católico”. Es interesante recordar que Biden es apenas el segundo presidente católico y fue el primer vicepresidente católico de la historia de Estados Unidos.

Y esta lógica política cautelosa en la búsqueda de la respetabilidad, también ha estado en juego un tipo de ethos psicológico de las instituciones jesuitas, al menos hasta mediados del siglo pasado, que ayuda a explicar por qué no hemos liderado espacios realmente para críticas evangélicas proféticas (prophetic gospel critiques) de los defectos de la democracia estadounidense a lo largo de nuestra historia.

Afortunadamente, por supuesto, las cosas han cambiado desde el Concilio Vaticano II, desde el compromiso de la iglesia con la democracia, la revigorización del pensamiento social católico, y el nuevo camino trazado por la Compañía de Jesús, desde el padre Pedro Arrupe y bajo sus sucesores, pero todavía hay mucho por hacer y mucho se está haciendo hoy en la era del papa Francisco.

En el contexto de los problemas mundiales que vamos a debatir, incluida la crisis de la democracia, en los últimos años ha sido sorprendente ver cómo nuestras universidades en Estados Unidos –y creo que se refleja en todo el mundo–, han adoptado posturas públicas claras en apoyo de los inmigrantes y refugiados, contra el racismo, a favor de la justicia medioambiental, por mencionar algunos.

También estamos todos en un proceso de reflexión sobre cómo explorar nuevas formas creativas para integrar la promoción de la justicia en nuestra misión educativa central, la formación de ciudadanos y líderes como agentes de cambio. Como la famosa frase del padre Kolvenbach, la que menciona que la medida de nuestras universidades era en quiénes se convertían nuestros estudiantes.

En ese contexto, el tema de la educación para la ciudadanía global es cada vez más importante para la crisis actual de la democracia y

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también está marcada por un desagradable auge del nacionalismo en los Estados Unidos y en todo el mundo.

Uno de nuestros activos, pero es una de nuestras bendiciones como instituciones jesuitas, es que realmente somos parte de la tradición internacional de siglos de antigüedad con un horizonte global.

Dada la magnitud de los retos mundiales a los que nos enfrentamos –desde el cambio climático y la desigualdad social, hasta la salud mundial, la paz y la seguridad–, estarán de acuerdo en que tenemos que encontrar formas creativas y aprovechar nuestra red para educar a nuestros estudiantes, para la ciudadanía y el liderazgo, en un mundo dividido, lo que el padre Sosa en la Asamblea de Bilbao llamó “educación universitaria orientada a la ciudadanía universal”.

Tenemos que encontrar formas creativas de educar a nuestros estudiantes en este nuevo contexto de ciudadanía y, a su vez, para dejar que nuestros estudiantes nos eduquen, para quienes un horizonte global viene naturalmente a través de la ubicuidad de la tecnología digital y están entusiasmados por un idealismo apasionado por la democracia, los derechos humanos, la justicia social y medioambiental a nivel local, nacional y mundial.

Nuestros estudiantes, que son y sin duda heredarán nuestras instituciones democráticas disfuncionales y nuestro mundo fracturado, que esperamos hagan un mejor trabajo que

nosotros a la hora de gestionarlas y sanarlas en el futuro.

Ponencia del padre Joye James, S.J.

Antiguo secretario de la Asociación Jesuita de Educación Superior de Asia del sur (JHEASA)

Por supuesto, todos esperamos con interés el proceso latinoamericano de la democracia desde los años 60, cuando tuvimos la conferencia del CELAM en Colombia, en 1968, en Benín.

Después en el sur de Asia, en particular en India, observábamos con bastante interés cuál era el proceso político que estaba teniendo lugar en América Latina. Por supuesto, Paulo Freire, Néstor Paz y Camilo Torres eran los héroes de nuestro tiempo en aquella época, en los años setenta.

En los setenta también tuvimos el resultado de este proceso ocurrido en América Latina, pero particularmente en Chile; Allende siendo elegido y siendo asesinado por el grupo del ejército de Pinochet, más tarde en los años ochenta, encontramos en Nicaragua que el gobierno sandinista llegó al poder como un gobierno de izquierda. En ese gobierno había dos sacerdotes, ministros, Fernando Cardenal –él era jesuita– y su hermano Ernesto Cardenal, y todos recordamos la historia de cómo Roma vino pesadamente sobre ellos en ese momento.

La democracia está en gran amenaza, en una gran crisis y ¿cómo vemos esto? Partamos de lo que está sucediendo en los países del sur de Asia, en particular la India. La India

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es la mayor democracia del mundo con 1,4 mil millones de personas y la mayor tasa de votantes, pero una vez que terminan la votación y el gobierno es elegido, el gobierno se convierten en autocrático. Algunos de los síntomas que están sucediendo en el país son los que describo a continuación.

Una de las cosas que encontramos como un síntoma de un proceso no democrático que está sucediendo en nuestros países, es que no existe un sistema electoral transparente, por ejemplo, con las máquinas de votación electrónica que se utilizan en las elecciones, pues estas máquinas fueron inventadas por Japón, pero nunca los utilizaron.

El mal uso del gobierno, de las agencias que se supone que son independientes, por ejemplo, la Agencia de Investigación Criminal, la Agencia Nacional de Investigación, incluyendo el Poder Judicial, hace dos años, cuatro jueces del Tribunal Supremo, en una entrevista, mencionaron que las cosas que están sucediendo en el Tribunal Supremo no son favorable al proceso democrático. Es la primera vez que sucede algo así en el país.

Los representantes electos de los partidos de la oposición están cargados de dinero. La gente puede comprar diputados y parlamentarios para que voten a favor del gobierno, y el número de grupos elegidos localmente ha visto mermado su poder. Los partidos gobernantes son ignorados por la Comisión Electoral.

La Comisión Electoral es un organismo independiente, pero de alguna manera se ha convertido en un siervo del gobierno en el poder. La prensa ha perdido su poder de publicar y criticar al gobierno, una vez que publicas algo, te arrestan y te meten en la cárcel; hay un par de intelectuales que han sido arrestados y puede que recuerden que un jesuita fue asesinado, fue un asesinato judicial, fue acusado de un crimen que nunca cometió. Todos lo conocemos, estaba en la cárcel y murió allí el año pasado, el 5 de julio, se convirtió en una noticia internacional.

Existe la Ley de Prevención de Actividades Ilegales, debido a ella no se puede ir a cualquier otro tribunal y el que está detenido es puesto en la cárcel sin juicio; 18 personas, intelectuales de nuestro país, todavía están en la cárcel, no tienen acceso al sistema judicial en este momento.

Las instituciones democráticas y constitucionales se han derrumbado y nuestro país se ha convertido en siervo de un ejecutivo autocrático; se presiona a los medios de comunicación y a los periodistas para que no se opongan a las medidas del gobierno; varios periodistas y profesionales de los medios de comunicación languidecen en la cárcel simplemente por hacer su trabajo.

El Poder Judicial se está desmoronando bajo la presión del ejecutivo autocrático atraído por los beneficios posteriores a la jubilación. Dos de nuestros jueces del Tribunal Supremo, cuando se jubilaron, uno se convirtió en gobernador de un estado, otro se convirtió en miembro del parlamento.

Por lo general, estas situaciones suceden y afectan a sus juicios en el periodo previo a la jubilación. Varias leyes agrícolas, de la corte de trabajo, la Ley de regulación de la contribución extranjera y la abrogación del Artículo 3-70, están afectando el área democrática. Todas estas leyes han sido aprobadas por el gobierno en turno sin ningún tipo de discusión en el Parlamento. Las leyes fiscales y las leyes de contribuciones extranjeras han restringido el funcionamiento de la sociedad civil, no permiten registro en las organizaciones prominentes como Oxfam, Commonwealth Human Rights Initiative, Amnistía Internacional, todas han sido suspendidas, no son capaces de funcionar en nuestro país en este momento.

No se trata de una situación de emergencia declarada. Recuerden que en 1975 la Sra. Gandhi, entonces Primera Ministra, declaró la situación de emergencia durante 18 meses, tras los cuales se celebraron elecciones y la Sra. Gandhi fue reelegida. Así que la democracia a nivel de base estaba floreciendo, pero personalmente, esa no es una situación y la India no es la única a este nivel, está sucediendo en todo el mundo.

Y sabemos que después de todo lo que se ha dicho y hecho, la democracia es la mejor forma de gobierno que tenemos, pero ¿cómo manejamos este caso de los gobiernos democráticos elegidos se convierten en autocráticos y nadie les puede desafiar, las leyes se están haciendo con ese formato.

La violencia contra las minorías tribales está aumentando debido al incremento de los discursos de odio y la polarización política en el país.

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En otros países de Asia se pueden ver algunos síntomas parecidos a los que he mencionado de la India, por ello mencionaré los de países vecinos como Sri Lanka, Pakistán, Bangladesh, Nepal, etcétera.

¿Qué ha pasado en Sri Lanka? El sistema democrático se ha derrumbado y el poder popular ha hecho que el presidente huya del país. Sri Lanka se estaba convirtiendo en un país autocrático gobernado por la familia Rajapaksa, era un asunto de familia, sin embargo, el sistema político corrupto se ha derrumbado y Sri Lanka se enfrenta hoy a un futuro incierto.

Bangladesh está gobernado por la Liga Awami, que era famosa en la época en que se formó el gobierno en 1971; cuando formaba parte de Pakistán, hubo una gran guerra. India se puso del lado de Bangladesh y fueron liberados y la Liga Awami fue el partido gobernante. Están amenazando a la oposición y ese es el tipo de democracia que está ocurriendo allí.

Pakistán tiene un gobierno elegido democráticamente que sobrevive bajo la sombra de un poderoso ejército que ha gobernado el país durante muchos años, así que de repente el general del ejército se convierte en presidente o primer ministro y toma el poder, esto ya es historia allí.

Nepal como una democracia fracturada, con un frágil gobierno de coalición que funciona bajo la Constitución laica desde 2015.

En Myanmar, el ejército tomó las riendas del gobierno tras derrocar al gobierno electo del premio Nobel y demás.

Bután es una monarquía constitucional democrática, que es parcialmente democrática, ya que tiene una asamblea nacional elegida en Afganistán hace dos años. Como sabemos, los talibanes, el grupo musulmán ortodoxo, se ha hecho con el poder y no hay gobierno elegido en este momento.

Los jesuitas estamos muy implicados en el movimiento yihadista, con el Servicio Jesuita a Refugiados, pero tuvimos que retirarlos a todos, eran unos diez jesuitas los que estábamos allí y los colaboradores y esa es la situación allí.

Y como el padre Sosa mencionó, no se puede separar el proceso democrático de la economía del país. Si la economía se hunde, la democracia se hunde y eso es lo que ha ocurrido en los nuevos países pequeños con el proceso democrático.

Todos los países del sur de Asia están sufriendo esta crisis constitucional y el declive de la constitucional moral y la convención de prácticas.

Pakistán y Nepal se enfrentan a crímenes similares y, en más de una ocasión, el asalto a las instituciones y la dilución de las disposiciones constitucionales para adaptarse a la visión de un líder fuerte que disfruta de una amplia mayoría garantizaron una victoria aplastante, y un líder carismático no garantizan necesariamente ni la democracia ni la laicidad ni la prosperidad de ningún país hoy en día.

La democracia, en cualquier caso, es más que un juego de números, la India no puede considerar que es inmune a los fenómenos meteorológicos extremos, en el entorno económico, como los que están causando estragos en Sri Lanka, el Banco de la Reserva de la India ha advertido recientemente que muchos de los estados de la Unión India están bajo la carga de la deuda y la necesidad de adoptar medidas fiscales severas para evitar la espiral de la crisis.

Desgraciadamente, la partitocracia, la política y las compulsiones electorales hacen imposible afrontar hoy los retos de la racio-

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nalidad. No es ningún consuelo para los indios que sufren, que les digan que lo que están viviendo es un fenómeno global y que poco puede hacer nuestro gobierno al respecto, que no tiene la magia necesaria, que no sabe cómo salir de esta crisis y que es una crisis real a la que se enfrentan los países del sur de Asia en nombre de la democracia.

Ponencia de la Mtra. Sophia Opatska

Vicerrectora para la aplicación de la estrategia de la UCU en la Universidad Católica Ucraniana

Soy ucraniana y ese es mi superpoder. Así es como empiezo todas las presentaciones de los últimos cinco meses. Como estoy segura de que todo el mundo ahora sabe dónde está Ucrania, cómo se encuentra, y todo el mundo sabe cómo se comunica nuestro presidente. Sé mucho sobre la crisis y la fragilidad de la democracia, ya que fui testigo de cómo un país que pretendía ser democrático, resultó ser un Estado terrorista.

Durante los cinco meses de la guerra de Rusia en Ucrania, hemos sido testigos de todo tipo de violaciones sistemáticas de las normas del derecho internacional humanitario, del derecho internacional y de los derechos humanos; ataques deliberados y discriminatorios contra civiles a los que utilizan como rehenes y escudos humanos, ejecuciones y violaciones, reclutamiento forzoso y secuestros, ataques contra personal e instalaciones médicas, uso de armas prohibidas y muchas cosas más.

Y cada vez que pensamos que lo hemos visto todo, obtenemos un nuevo nivel de emociones. Y entonces la posición que probablemente no es todo.

Como sucedió el 29 de julio de 2022, cuando 53 militares ucranianos cuya evacuación de Azovstal fue facilitada por la ONU y la Cruz Roja fueron torturados y asesinados para destruir pruebas de tortura en la prisión rusa de Olenivka (región de Donetsk).

Los ucranianos sabían desde la anexión de Crimea, en 2014, y la invasión del Donbás, que la democracia es frágil y que, si crees en ella, tienes que estar dispuesto a defenderla: la dignidad humana, la libertad de expresión, la sociedad civil, las elecciones libres, cosas que a menudo se dan por sentadas en muchísimos países. Entiendo todas las preocupaciones sobre la democracia,

pero creo que no estamos decepcionados con la democracia, estamos luchando por la democracia.

Muchos de mis amigos, compañeros de trabajo, alumnos y exalumnos, que son cristianos y rezan todos los días, ahora mismo, en lugar de dirigir empresas, escribir un código, enseñar, desarrollar comunidades a través de proyectos de la sociedad civil y crear valor para los demás, sostienen armas en sus manos, luchan y rezan. Lo hacen para proteger a nuestras familias, para proteger a Ucrania y para proteger al mundo entero del terrorismo y el imperialismo rusos.

Algo que no apareció en un par de semanas, meses o incluso años, un fenómeno de Putin que existió y se desarrolló durante 22 años mientras los líderes políticos de otros países iban y venían pero no hacían lo suficiente para detenerlo. Por otra parte, es el renacimiento de un sistema totalitario bastante irreflexivo de los soviéticos que destruyeron a millones de personas en el siglo XX, pero nunca rindieron cuentas por estos crímenes.

Lección número uno: la libertad y la democracia no pueden darse por sentadas.

Segunda lección: los criminales de guerra deben ser condenados, y solo después de que se haga justicia y se rindan cuentas podremos pasar a la reconciliación.

Cinco meses después de la invasión rusa, el sistema educativo de Ucrania y los campus universitarios siguen bajo la amenaza de mortíferos ataques con misiles y bombardeos de las fuerzas rusas. Si se entra en el sitio web https://safeschools.in.ua se puede ver que más de 2,000 instituciones educativas han sufrido bombardeos y bombardeos y 216 de ellas han sido destruidas por completo. Esos son del 6 de agosto 2022, así que ya podría haber cambiado. Al menos 183 lugares religiosos fueron destruidos total o parcialmente por los rusos. Iglesias, mezquitas, sinagogas y edificios educativos y administrativos de las comunidades religiosas de Ucrania.

El viernes 15 de julio, al menos diez misiles rusos (con un coste de 3 millones de dólares estadounidenses cada uno), alcanzaron dos universidades en la ciudad meridional de Mykolayiv. Este es solo un triste caso en una aterradora serie de ataques aéreos dirigidos contra las universidades ucranianas desde la invasión del 24 de febrero. El mensaje que

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transmiten estos ataques es nada menos que claro: si las universidades son fronteras de cara al futuro, no habrá futuro para Ucrania.

La propia Rusia tiene retos insuperables a la hora de enfrentarse a su propio futuro al reajustar y remodelar constantemente su propio pasado mientras se muestra manifiestamente atemorizada e incapaz de abrirse al futuro. Lamentablemente, la falta de futuro de los rusos se ha convertido en una fuente maligna de destrucción mortal y prácticas genocidas a escala masiva. Institucionalmente hablando, el mundo no oye ninguna palabra de condena por parte de las universidades rusas de los crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso y sus dirigentes políticos.

Al contrario, el sindicato ruso de rectores ha respaldado a los dirigentes rusos en su decisión de invadir Ucrania. Y puedes encontrar en una de las páginas web la larga lista de instituciones rusas que lo hicieron. Tendrás que desplazarte durante mucho tiempo para ver toda la lista.

¿Qué podemos hacer para evitar la crisis y fortalecer la democracia?

Nosotros, las universidades, si se me permite decirlo en un negocio generacional, significa que creamos el impacto más duradero y transgeneracional. Quizás el impacto más importante y transformador cuando se trata de personalidades humanas, vidas humanas, vidas sociales y comunitarias.

Una sociedad libre es un logro moral. Un logro moral que no puede alcanzarse de una vez por todas y para siempre. Requiere el esfuerzo y el compromiso de todos. Es una especie de victoria moral que se espera de todos y en todo momento.

En esencia, esto es lo que se desarrolla ahora en Ucrania. Es un combate moral y espiritual por la libertad y la dignidad, y por eso nuestra victoria moral es tan importante para Ucrania y para el mundo entero.

Nosotros, como comunidad universitaria, estamos en el combate. Este es el momento adecuado para que seamos auténticamente lo que somos y quienes somos al defender lo que es verdadero, bueno y santo. Esta es la fuente de nuestra resistencia y la esperanza para el futuro.

En este tiempo de crisis nos sentimos bendecidos por la solidaridad de muchas personas,

instituciones, fundaciones, asociaciones, entre ellas algunas que están aquí presentes. Gracias a todos.

El volumen de trabajo de la Universidad Católica Ucraniana se ha triplicado. Queremos asegurarnos de que la educación de clase mundial en nuestra universidad continúe al 100% a pesar de las brutales y horribles realidades de la guerra.

Empleamos todas nuestras facultades y a toda nuestra gente ayudando a proporcionar ayuda humanitaria masiva a miles de personas de forma ininterrumpida.

La universidad ya trabaja en futuros planes de recuperación de Ucrania para convertirla en un Estado moderno con el ser humano en el centro.

El próximo curso académico será de transición para nosotros como institución. Tenemos que sobrevivir y ayudar a salvar el país. Por esta razón, hemos centrado todos nuestros esfuerzos en desarrollar un modelo de colaboración internacional de este tipo, que no aumente la fuga de cerebros de Ucrania, sino que mantenga a nuestros estudiantes en el extranjero, pero que les siga permitiendo estudiar y estar conectados con nuestra universidad.

Trabajamos activamente con el objetivo de triplicar el número de becas basadas en las necesidades para garantizar el acceso a una educación superior de calidad a las familias ucranianas que sufren penurias durante la guerra, incluidos los estudiantes desplazados. Al mismo tiempo, queremos desarrollar los nuevos campos de especialización necesarios para afrontar los retos de la recuperación y la transformación de posguerra. Cualquier recuperación del país tras la guerra dependerá de su capacidad para retener, comprometer y formar profesionales.

Ucrania necesitará especialistas en los llamados campos emergentes, como los estudios sobre refugiados, los estudios sobre seguridad, los estudios sobre resiliencia, la ayuda internacional al desarrollo, los estudios sostenibles, los estudios europeos, para hacer frente a los retos de la posguerra. Hubo un momento en que, como universidad, nos planteamos seriamente la idea de una universidad en el exilio. Esperamos no tener que hacerlo. Creemos en nuestra victoria y sabemos que no cederemos ni nuestra tierra ni nuestra identidad al enemigo o a los terroristas.

Pero hemos aprendido mucho en este periodo de tiempo en los últimos meses. Y lo más

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importante, que hemos aprendido y me gustaría repetirme:

Una sociedad libre es un logro moral, un logro moral que no puede alcanzarse de una vez por todas y para siempre, requiere el esfuerzo y el compromiso de todos, Es una especie de victoria moral que se espera de todos y en todo momento.

Ponencia del padre François Pazisnewende Kaboré, S.J.

Presidente de la Asociación de Colegios y Universidades Jesuitas de África y Madagascar y de la Universidad Jesuita de Ciencias de Kosyam (Burkina Faso) La democracia no solo está en crisis, al menos en África está agonizando, vengo de un país donde tal vez somos el último país en el mundo que experimentó un golpe de Estado. Se trata de Burkina Faso, y durante el último año, es decir, de 2021 a 2022, ha habido ocho golpes de Estado en el continente africano.

Y en cinco de ocho, de estos casos, gobiernos legítimos y democráticamente elegidos fueron derrocados por militares. Y de hecho, volviendo a Burkina Faso, el 24 de enero, el único presidente elegido democráticamente en Burkina Faso fue derrocado por un golpe militar y desde su independencia, Burkina Faso ha sufrido no menos de siete golpes de Estado.

De los nueve presidentes que gobernaron el país, solo dos son civiles y el primer presidente elegido democráticamente dejó el poder para evitar el derramamiento de sangre entre los militares leales y los putschistas, como ya he mencionado África occidental, por sí sola, ha experimentado cinco golpes de estado y esto ha sucedido en países que se encuentran entre los más pobres, según el Índice de Desarrollo Humano.

Ahora, sospecho que te sientes tan mal, pero por favor, olvídalo y recuerda que, en primer lugar, Burkina Faso es un hermoso país situado en África Occidental, cuyo significado es “país de gente recta” (upright people), no porque seamos rectos allí, sino porque aspiramos a ser rectos.

Cabe mencionar también a los países “estables” de África. en los que los presidentes llevan en el poder más de 40 años. Y todos los demás presidentes más longevos llevan 40 años en el poder, 38 años, 36 años y solo 29 años el más joven.

Se habrán dado cuenta de que he intentado dibujar dos extremos: los países muy inestables y los muy “estables”, y todos ellos afirman ser países democráticos, por lo que, obviamente, también hay países en el medio, entre los que encontramos países que experimentan algún tipo de democracia según las definiciones que se han mencionado [antes en la conferencia] por mis predecesores.

Y de los 54 países africanos, más de dos tercios viven en regímenes autoritarios y antidemocráticos, pero ¿por qué? ¿Y qué podrían hacer nuestras universidades al respecto? De hecho, según todas las normas, índices y criterios, la mayoría de los países africanos viven en países autoritarios y no democráticos. Veo cuatro factores determinantes de la no democracia en África, el primero es la juventud, tanto la juventud de las personas en los países, pero también la juventud de los países como de las naciones.

Como todos ustedes saben, el 75 % de la población en África tiene menos de 25 años y esto hace que sea muy fácil manipular a la población a través de los medios de comunicación. Los países africanos también son naciones muy jóvenes, excepto Etiopía; la mayoría de nuestros países llevan menos de medio siglo experimentando la democracia, y supongo que la experiencia de Estados Unidos el 6 de enero demuestra que esa transición pacífica no se da ni siquiera en todos los países.

El segundo factor determinante de que no haya democracia en África es la dependencia de la historia, lo que quiero decir aquí es que el régimen militar y los regímenes autoritarios se han convertido en el modo por defecto de transición del poder en África, hasta el punto de que nadie piensa que la democracia sea una opción.

La tercera razón es la maldición de los recursos. La mayoría de los países africanos, como saben, tienen muchos recursos que son explotados por empresas internacionales con el apoyo directo e indirecto de las naciones de estos países. Estas naciones a menudo apoyan regímenes que favorecen sus intereses, por otra parte también podrían apoyar una transición no democrática del poder.

En tales situaciones, la inestabilidad sociopolítica debilita el poder de negociación de los gobiernos legítimos que entonces estarían dispuestos a vender sus recursos de forma gratuita para sostenerse y sobrevivir. En este

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sentido, existe una pugna por los recursos africanos, incluida una pugna por la juventud de África, ya que asistimos a una competencia espiritual y religiosa.

Toda África Occidental y Central, y parte de África Oriental, también está siendo devastada actualmente por la agresión islámica. El último factor determinante de la no democracia en África es la pobreza, la vulnerabilidad y el aumento de las desigualdades. El 9.2 % de la población mundial vive en la pobreza, es decir, con 1.9 dólares al día, pero en este contexto, África tiene tasas de pobreza del 50 % en las zonas rurales y del 10 % en las zonas urbanas.

Así que la pequeña parte de los que experimentaron la democracia están bastante desencantados porque nunca les ha aportado desarrollo económico. Ahora bien, teniendo en cuenta estos factores determinantes, ¿qué podríamos hacer como universidades desde el punto de vista de las recomendaciones políticas? La primera recomendación política es la educación cívica y política de los jóvenes, tenemos que replantearnos la democracia electoral y todo el proceso de democratización en África, y la experiencia ha demostrado que las elecciones son siempre, si no con frecuencia, momentos de incertidumbre en África. Lo que llamo educación es un tipo de educación integral que ayude a los jóvenes y a sus líderes a ser agentes de

un cambio cívico y político positivo dentro de sus países. La segunda recomendación sería la creación de empleo y el desarrollo de la iniciativa empresarial en los muy jóvenes, la población ociosa es un peligro para todos.

Todos recordamos la Primavera Árabe, y cómo los jóvenes que no tienen esperanza en un futuro mejor, prefieren suicidarse, que vivir una vida con sentido, así pues, el espíritu empresarial no solo proporciona puestos de trabajo, sino también agencia.

La tercera recomendación política sería la gobernanza y la ética para los líderes, con el fin de romper el ciclo de violencia, depredación y codicia política, lo que requiere la formación de los líderes para una mejor gobernanza y ética, porque todos sabemos que la gente no hace el mal solo porque no lo sabe, es una elección moral, pero también es cierto que algunos líderes políticos no necesariamente tienen la formación adecuada para comprender todas las consecuencias a largo plazo y el alcance de sus acciones.

En ese sentido, una buena formación sobre gobernanza, liderazgo y espíritu empresarial podría ayudar, y esa formación también debería centrarse en los militares y los líderes militares, porque la sensación es que la mayoría de ellos tienden a formarse en todos los paradigmas.

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La última recomendación que sugeriría es el desarrollo económico, papa Pablo VI, en Populorum progressio, mencionó que desarrollar es el nuevo nombre de la paz.

Cuando las personas experimentan el bienestar económico y social, tienen interés en la paz y la democracia y, en la línea de la paz, tenemos que acompañar a los jóvenes, para entregarles un futuro lleno de esperanza. También tenemos que desarrollar el sentido de que África es un hogar común para todos los africanos, y que todos tienen derecho a vivir bien, aprovechando los abundantes recursos del continente.

Durante la Congregación General 35 de los jesuitas, y con las “UAP’S”, alguien dijo que África era una prioridad. África sigue estando en primera línea porque tiene la concentración de jóvenes más importante del mundo. Tenemos unos recursos naturales bastante importantes, no solo para África, sino yo diría que para todo el mundo, solo la cuenca del Congo está considerada como el segundo pulmón del mundo.

Para concluir, he mencionado que la Diócesis Democrática de África no es tan bella como esperamos. Y los factores determinantes que he destacado muestran cómo podemos contribuir como universidades mediante la educación cívica y política de los jóvenes, mediante la formación laboral y empresarial, mediante la gobernanza, la promoción y el desarrollo económico.

Nuestras universidades en África están llamadas a ser agentes de cambio, agentes de paz, agentes de reconciliación y mi esperanza es que nos basemos en la experiencia de nuestras universidades hermanas de la red de la IAJU, así que espero poder contar también con el apoyo y la colaboración de todas nuestras asociaciones regionales. Muchas gracias.

Ponencia de Johannes Eka Priyatma

Expresidente de la Asociación de Universidades Jesuitas de Asia-Pacífico

Tengo el honor de compartir –sutilmente– mi comprensión de la democracia en Asia-Pacífico. Soy de Indonesia, por lo tanto, mi perspectiva será influenciada por el contexto indonesio.

En primer lugar, la región Asia-Pacífico es muy diversa en cuanto a cultura, religión,

lengua, tamaño del país, población, modelo de gobierno y nivel de desarrollo económico. Hay una diversidad similar en los tipos de régimen y el desarrollo de los gobiernos demócratas. Al mismo tiempo, Asia-Pacífico tiene un gran potencial para contribuir al desarrollo de la democracia, ya que cuenta con dos países muy poblados, China e Indonesia.

Además, Indonesia es el país con mayor número de musulmanes del mundo, pero curiosamente no es islámico, sino un país democrático laico.

En los últimos diez años, la mayoría de los países de Asia-Pacífico han mantenido su tipo de régimen y disfrutan de estabilidad política, excepto Myanmar, que se convirtió en un régimen autoritario tras el golpe militar de 2021.

En la última década, el creciente nacionalismo ha llevado a la infusión de religión y política en Asia-Pacífico, especialmente en Indonesia. Estas tendencias contribuyen al debilitamiento de la democracia al socavar el pluralismo, aumentar la polarización de la sociedad y, en el peor de los casos, agudizar los conflictos.

Así pues, en todos los países en los que, si el nacionalismo conocido, étnico y religioso desempeña un papel significativo en la política, también se ha producido una polarización cada vez mayor, especialmente en el Sudeste Asiático, esta tendencia podría agravar aún más los impactos socioeconómicos pandémicos, intensificando la polarización social existente y acarreando graves consecuencias para la población minoritaria.

Recientemente, el fenómeno de una mayor movilización nacionalista, a veces acompañada de una dimensión religiosa, ha ido creciendo tanto en los países democráticos como en los no democráticos. En las democracias esto es motivo de preocupación, ya que va en contra de la tendencia progresista de una profundización de la ciudadanía universal y de una gestión inclusiva de la diversidad. La otra cuestión es que no podemos negar que la democracia se ha visto significativamente afectada por la disrupción digital.

Esto incluye la aparición de nuevos y poderosos mecanismos de control y manipulación, desde potentes tecnologías de vigilancia, hasta noticias falsas, bots en línea y rastreo no regulado de contactos. Todos estos fenómenos abundan en la región de Asia-Pacífico y traen consigo nuevos retos para todos los

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aspectos de la vida pública y privada, las instituciones, el marco jurídico, las prácticas de los medios de comunicación y el marco de rendición de cuentas. En varios países de la región, la democratización no ha servido como antídoto contra la corrupción, las razones son múltiples y no solo están relacionadas con las normas formales o el desarrollo institucional, sino también con las normas sociales heredadas y el funcionamiento interno informal de la política, por lo que se requieren resultados más comparativos.

Basándose en estas oportunidades y retos, las universidades jesuitas de Asia-Pacífico se enfrentaron a algunos retos. En primer lugar, animar a los estudiantes a participar activamente en una variedad de organizaciones sociales, a través de estas actividades, los estudiantes podrían crecer de forma natural y desarrollar su capacidad de liderazgo público. Sin embargo, no es fácil animarles a ello, ya que suelen estar ocupados con sus actividades académicas y prefieren participar en actividades orientadas a la diversión y es seguir desarrollando sus pasatiempos.

En segundo lugar, en consonancia con el creciente papel de los medios sociales y la tecnología digital en la vida política, tenemos

que desarrollar nuestro pensamiento crítico y de los estudiantes, a través de una selección competente y mejor discernimiento y reflexión de la información altamente intensiva de los medios sociales.

Sería bueno que también animáramos a nuestros alumnos a participar activamente en la lucha contra los engaños y las noticias falsas.

En tercer lugar, el etnonacionalismo es un fenómeno mundial en la política y en Indonesia, en lo que se denomina política de identidad, deberíamos animar a los estudiantes y profesores a participar activamente en alguna organización que no se base en una religión, raza o etnia común o similar. No es fácil para nuestros niños cristianos que son minoría porque cada grupo de esta actividad les hará una minoría en su organización o su actividad.

Por supuesto, como universidad, nuestro contenido debe ser la investigación y la publicación. Desde hace años, en el caso de mi universidad, hemos establecido un centro de estudios sobre democracia y derechos humanos, así que estamos de acuerdo con lo que hacemos en respuesta a lo que hoy en día pasa con la democracia y política.

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JÓVENES, DEMOCRACIA Y UNIVERSIDAD

La democracia es uno de los bienes más preciados que tenemos en el mundo occidental. Siguiendo el pensamiento de Norberto Bobbio (1990), en ella se expresa la consolidación de los derechos humanos y la preservación de la paz. Para él, los derechos humanos, la democracia y la paz son tres aspectos fundamentales que se ubican en un mismo movimiento histórico, a saber: sin derechos humanos reconocidos y respetados no podemos hablar de democracia, sin democracia no podemos hablar de la existencia de las condiciones mínimas para la resolución pacífica de los conflictos, por ende, la guerra se convierte en una alternativa real para dirimir las diferencias políticas cuando el diálogo democrático se ha fracturado.

La relevancia de la democracia la entendemos porque sin ella no podemos concebir espacios públicos democratizados en la región latinoamericana y, por consiguiente, en nuestras universidades católicas. El gran reto que se nos presenta es entonces discernir, por un lado, cómo fortalecer nuestras democracias desde sus dimensiones claves, sustancial y procedimental; por otro lado, discernir el papel de los jóvenes en las democracias.

2 Jesuita Venezolano. Politólogo, egresado de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. Baccalaureato en Filosofía por la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, Italia. Tesista de la Maestría en Filosofía en la Universidad Simón Bolívar, Baruta, Venezuela. Profesor y coordinador de la Pastoral de la Universidad Católica del Táchira.

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Ptlgo. Erven Manuel Amaya Gauna, S.J. 2 Coordinador Pastoral Universidad Católica del Táchira © Alexander Schimmeck / Unsplash

En un estudio coordinado por la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe (Cepal) titulado Jóvenes en el Caribe, se muestran datos que son reveladores en relación a la valoración de la democracia en los jóvenes latinoamericanos y caribeños. La mayoría de los jóvenes de estos países (Belice, Cuba, Guyana, Haití, Jamaica, Puerto Rico, República Dominicana, el Caribe venezolano y el colombiano) expresaron que para ellos democracia es la mejor forma de gobierno. Sin embargo, a renglón seguido, el 60.6 % de los mismos jóvenes encuestados afirman: “sin un cierto grado de autoritarismo y control sobre la población, es imposible gobernar una nación” (Aparicio Gómez, 2021, p. 137).

En este sentido, en la mentalidad de nuestros jóvenes existe una fuerte separación entre la democracia sustancial y la democracia procedimental, quedando los valores de justicia, igualdad y libertad, propios de la primera, desplazados por el método democrático. Si estos valores no son tomados en cuenta entonces las reglas procedimentales prevalecerán, fundamentalmente, la regla de la mayoría (Bobbio, 1995).

En este orden, nuestra democracia latinoamericana será defectuosa en la medida en que nuestros jóvenes se posicionen ante ella como simples espectadores sin ninguna responsabilidad en la consecución y fortalecimiento de la misma. Además de ello, hay una gran tensión

en querer unir dos términos antitéticos, como lo son la democracia y la autocracia.

En pocas palabras, se pudiera observar que los jóvenes latinoamericanos optan por una democracia procedimental, donde lo importante no es la propuesta ideológica, los valores y principios democráticos, sino el pragmatismo gubernamental. Es decir, que el gobierno electo responda a las demandas sociales y garantice estabilidad y prosperidad económica sin importar los medios que use para tales fines.

En consecuencia, esto alimentaría una forma determinada del ejercicio del poder político, que en el campo de las teorías de las Ciencias Políticas se denomina como la forma paternalista del poder. Esta afirma que el individuo será siempre un niño que necesita protección y cuidado porque es incapaz de sostenerse por sí solo (Bobbio, 1995). Actualmente, no es otra cosa que el empobrecimiento de la sociedad en pleno.

Salir de esta forma de concebir el poder supone una necesaria repolitización, es decir, que los jóvenes asuman su papel protagónico desde una mirada creadora y creativa. Para ello tenemos que brindar todas las condiciones posibles en los espacios públicos democráticos por excelencia, entre ellos, las universidades.

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TEMAS PARA REFLEXIONAR
© Universidad Católica del Táchira

Otro aspecto a considerar es que el 78 % de los jóvenes, según la encuesta en cuestión, manifiesta que las democracias hoy no representan los verdaderos intereses de la población. Se separa la democracia como un mecanismo meramente electoral, sin tomar en cuenta que el buen funcionamiento de las instituciones y del Estado también son indicadores fehacientes para saber si la democracia representativa está cumpliendo con los ciudadanos.

La Dra. Rosa Aparicio resume estos dos datos de la siguiente manera:

[…] lo que aparece es que los jóvenes en su mayoría tienden a decantarse por la democracia como mejor forma de gobierno, aunque muestran cierta ambigüedad o falta de claridad sobre lo que esta supone. A la vez, son muy conscientes de que actualmente existen muchas deficiencias en la forma en que se ejerce. Eso lleva a una proporción no desdeñable de los jóvenes de varios de los países considerados a optar por desentenderse de la política. (Aparicio, 2021, p. 138)

La despolitización nos lleva al terreno del pragmatismo radical, a un estado de pasividad ciudadana, y en otros casos, según el contexto, a la sobrevivencia, donde lo importante para el joven es tener poder adquisitivo para una vida medianamente estable en términos económicos. En este sentido, el ser humano estaría perdiendo su vida en una condición de labor y trabajo en términos de Hannah Arendt (2009). Es decir, estamos hablando de un joven desvinculado con la acción política y por ende de los asuntos públicos. En pocas palabras, un joven alienado de su condición esencial de sujeto político.

Las universidades están invitadas a ofrecer a los jóvenes espacios de confianza, espacios donde se apele a los valores que son el sustrato de toda sociedad democrática, a saber, la tolerancia, el ideal de la no violencia, el ideal de la renovación gradual de la sociedad mediante el libre debate de ideas y el ideal de fraternidad (Bobbio, 1991). Por consiguiente, en las universidades se debe vivir el pluralismo democrático que puede manifestarse en la presencia de movimientos y proyectos estudiantiles, así como también en la formación de matrices de opiniones críticas que se originen en los lugares vitales de encuentro en toda universidad: aulas, auditórium, plazoletas, entre otros.

Nivel de confianza en las instituciones (medias y desviación típica. Escala de 1-6=ninguna confianza, 6=total confianza)

En ese orden de ideas y en aras de contribuir al fortalecimiento de la democracia local, desde la Universidad Católica del Táchira trabajamos en dos propuestas fundamentales; la primera, a un nivel micro, es el impulso de un programa de formación en liderazgo estudiantil ignaciano. La misión con este programa es ofrecerles a nuestros jóvenes universitarios elementos para discernir su participación social y política con la práctica del discernimiento político ignaciano.

La segunda, desde un punto de vista macro, se trabaja arduamente en colaboración con la sociedad civil para la reconexión democrática de los jóvenes universitarios de nuestra ciudad. En esta línea, tomamos como puntos focales tres universidades emblemáticas de la sociedad tachirense: Universidad de Los Andes, Universidad Experimental del Táchira y, por último, nuestra ilustre Universidad Católica del Táchira. La idea es diseñar una metodología en común que ayude a la repolitización de la comunidad universitaria, ello supone, necesariamente, crear espacios de formación y dinámicas de trabajo que termine en un producto final que en esencia sea creado desde y para los jóvenes en una ruta de participación propositiva en la sociedad.

Cabe mencionar que apostamos por el método ignaciano para discernir la política y la participación real en ella porque entendemos que es una herramienta que puede formar en los jóvenes una conciencia crítica ante la realidad

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a través del discernimiento personal y comunitario. En tal sentido, desde la espiritualidad ignaciana hay una invitación a asumir la realidad con responsabilidad, es decir, al estilo de San Ignacio de Loyola: formar jóvenes críticos para ser contemplativos en la acción.

La universidad, como institución educativa, tiene la confianza y el respaldo de los jóvenes latinoamericanos y caribeños (Aparicio, 2021). Eso nos sitúa de modo favorable para incidir y formar el ethos público de los jóvenes. Es decir, un ethos que los lleve a implicarse, una vez más, de un modo creador y creativo en los múltiples espacios públicos que ofrecen las democracias modernas.

La democracia, los jóvenes y la universidad son una triada perfecta para la reconstrucción integral de la sociedad y el Estado. Sin jóvenes politizados no tendremos democracia, sin democracia no tendremos derechos como la libertad, la cual sustenta el derecho de asociación y el derecho de una educación libre y de calidad. En este sentido, como universidades católicas, tenemos el imperante compromiso de promover, formar y gestar, en un trabajo de red y colaboración con la sociedad civil y la sociedad política, democracias creíbles, duraderas y eficaces en la consecución de un futuro esperanzador para nuestros jóvenes.

Porcentaje de jóvenes que está de acuerdo con las siguientes afirmaciones acerca de la democracia

Referencias

Aparicio, R. (Dir.). (2022). Jóvenes del Caribe. Un estudio realizado por la Conferencia de Provinciales. Compañía de Jesús Provincia del Perú–CPAL.

Arendt, H. (2009). La condición humana. Paidós.

Bobbio, N. (1994). Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política. Fondo de Cultura Económica.

Bobbio, N. (2001). El futuro de la democracia. Fondo de Cultura Económica.

Bobbio, N. (2003). Teoría general de la política. Editorial Trotta.

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© Universidad Católica del Táchira

CUIDAR LA DEMOCRACIA QUE HEMOS DESCUIDADO

Aunque hay un debate abierto en torno a la gravedad del deterioro de la democracia a nivel global, parece haber consenso. Un asomo a la literatura y los informes recientes sobre la situación que guarda la democracia en las diferentes regiones del mundo, muestra una preocupación generalizada por su salud.

El auge de los liderazgos personalistas, el avance de opciones políticas con discursos antiderechos, la falta de credibilidad en las instituciones políticas representativas, la agudización de problemáticas estructurales como la desigualdad y la violencia, el incremento del poder de la delincuencia y la macrocriminalidad, la sofisticación de la desinformación a través de las redes sociales y la polarización tóxica que se desprende de la conjugación de varios de estos factores, son algunos reflejos del proceso de deterioro de la democracia.

En cualquier caso, sea cual sea la posición respecto a la gravedad del asunto, otro consenso importante parece ser la constatación de que se trata de un proceso en el que confluyen diferentes elementos y no una realidad que aparece inesperadamente. Por ello son categorías analíticas como declive, erosión, retroceso, desconsolidación, desdemocratización y autocratización las que nos ayudan a dar cuenta del fenómeno. En sentido contrario se habla, por ejemplo, de resiliencia democrática para referir la habilidad de un régimen democrático, sus instituciones y actores políticos y civiles, para prevenir o reaccionar ante desafíos internos o externos sin perder su talante.

Por cuestiones de espacio, me limito a hacer un breve paneo sobre lo que cuatro mediciones actuales nos dicen sobre el estado de nuestras democracias latinoamericanas. El Democracy

Index de la Unidad de Inteligencia del semanario británico The Economist, construido con base en datos que provienen de encuestas de opinión pública y consultas a expertos, nos advierte en su última edición (2022) que únicamente tres países de América Latina y El Caribe tienen democracias plenas, nueve países democracias defectuosas, ocho países regímenes híbridos y cuatro países regímenes autoritarios. El promedio de calificación de la región es de 5.79, el más bajo desde 2006 que se hace este estudio.

A decir del último reporte (2022) The Global State of Democracy elaborado por la organización internacional IDEA con base en encuestas a expertos, pese a que América es la segunda región más democrática del planeta –aun con cuatro países considerados autocracias–, un tercio de las democracias de la región han experimentado caídas en diferentes atributos democráticos en los últimos dos años.

Una revisión distinta por la concepción multidimensional de la democracia que utiliza es la que hace el Instituto V-Dem alojado en la Universidad de Gotemburgo, cuya fuente de información son también académicos y expertos. Su informe más reciente (2023) reporta que, junto con otras regiones del mundo, América Latina y El Caribe ha vuelto a los niveles de democracia vistos por última vez a finales de la Guerra Fría. Si bien seguimos siendo una de las regiones más democráticas, la ola actual de autocratización que se extiende por todo el mundo –puede leerse en este reporte–se presenta del mismo modo en nuestra región. De acuerdo con este proyecto, únicamente 4 % de la población de la región vive en democracias liberales, 83 % en democracias electorales, 9 % en autocracias electorales

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de la Licenciatura en Ciencias Políticas e Innovación Democrática y del Observatorio de Participación Social y Calidad Democrática de la Universidad Iberoamericana Puebla A la memoria de Francisco José Virtuoso Arrieta, S.J.

y 3 % en autocracias cerradas. Las cifras no son desalentadoras, pero si se ve a detalle, mientras solo en tres países de la región se observa una tendencia de democratización, en ocho de estos se registra una tendencia contraria de autocratización.

El informe 2021 de Latinobarómetro, por último, reporta igualmente una tendencia a la baja en cuanto al apoyo a la democracia (49 % frente a 63 %, hace apenas una década) y una tendencia de crecimiento de la indiferencia entre un régimen democrático y uno no democrático (27 % frente a 16 % en 2010). Siguiendo los registros de este estudio realizado exclusivamente con encuestas a la población en general, 45 % de las y los latinoamericanos valoramos la democracia como un régimen con grandes problemas, en tanto que solamente 6 % considera que tenemos una democracia plena y 13 % piensa que no hay democracia. A propósito de la segunda tendencia mencionada, el apoyo a un gobierno militar en reemplazo de uno democrático “si las cosas se ponen difíciles” ha pasado de 25 % a 31 % igualmente en la última década. En el mismo sentido, 51 % de la población declara que no le importaría que un gobierno no democrático llegase al poder “si resuelve los problemas”. La satisfacción con la democracia registró en este último informe su segundo nivel más alto en los últimos 25 años con 70 % (72 % en 2018).

Sin entrar en detalles sobre los límites de las mediciones, esta realidad apenas pincelada

interpela a nuestras sociedades por entero, pero de manera específica a nuestras universidades, por lo que toca a la misión compartida de edificar sociedades más justas y pacíficas, con el compromiso democrático que ello supone y los desafíos que dicha aspiración entraña a las tareas de docencia, investigación y vinculación que vertebran nuestro apostolado intelectual. Porque construir “lugares habitables” (Laguna, 2018), que lo son porque ellos garantizan vida digna para todas las personas, implica cuidar aquellos marcos de convivencia que nos permiten encaminar grandes y duraderos pactos sociales.

Hace un año, con motivo del arranque en la Universidad Iberoamericana Puebla de la campaña universitaria “Del cuidado personal al cuidado colectivo para sanar un mundo roto”, el teólogo José Laguna nos propuso, como apéndice de su apunte inaugural, pensar las violencias que nos aquejan como lugares de des-cuido: sitios donde la vida se encuentra amenazada por circunstancias “estructurales de descuido institucional y político que minan la convivencia y acaban estallando como violencia” (Laguna, 2022). Si tiramos de aquí, podríamos encontrar una conexión entre los diversos rostros de las violencias –despojo, desplazamientos, depredación, feminicidios, desapariciones, discursos de odio, etcétera– y los procesos de deterioro de nuestras democracias; democracias que, en buena medida, han sido de baja intensidad por causa del sistema económico hegemónico que las ha acompañado y, en cierto grado, ceñido, redu-

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TEMAS PARA REFLEXIONAR
© Palacio Municipal de Puebla / Gustavo Velarde / Wikipedia

ciéndolas las más de las veces a la experiencia procedimental de las elecciones.

Así, el descuido institucional le pasa también factura a la democracia, dando lugar a un malestar con esta forma de gobierno (y convivencia) que no es sino efecto de un paradigma en el que no es el cuidado de la vida lo que está al centro, antes al contrario, la mercantilización de la vida con políticas de muerte que determinan y reproducen regímenes democráticos atrofiados. Vista así una capa de la redondez de la tierra, la salida no se ve fácil, pero el horizonte nos debe seguir animando.

Como lo planteó el P. Arturo Sosa seis años atrás, en su discurso La Universidad, sus egresados y el compromiso con la democracia:

[…] para enfrentar esta realidad de violencia y sus consecuencias, para poder preparar los caminos que puedan conducir a procesos de reconciliación, de justicia y de paz, nos sentimos llamados a trabajar muy en serio por una verdadera democracia […] resultado de muchas personas que eligen un estilo de vida democrático. (Sosa, 2017)

Sintetizando al P. General, este estilo de vida comporta: 1) concebir y vivir las relaciones de poder como servicio a una vida de calidad para todas las personas, con especial énfasis en los sectores empobrecidos; 2) poner las cualidades personales (e institucionales) en función de la justicia social; 3) valorar la verdadera política, aquella capaz de garantizar la decisión colectiva de los asuntos públicos de una sociedad pluralista en un ambiente de tolerancia e inclusión;

4) desconcentrar el poder político con la mayor participación ciudadana y social, responsable del bien común; 5) acercar las instituciones públicas a la ciudadanía desde una perspectiva de transparencia y rendición de cuentas, y 6) descentralizar los procesos de decisión para atender las necesidades particulares de cada contexto y enriquecer una mayor participación cívica.

En esta dirección y en respuesta a una de las preocupaciones expresadas a finales de 2019 por los provinciales de la Compañía de Jesús en América Latina, alrededor de la grave crisis sociopolítica que atravesaba la región latinoamericana en esos momentos, un grupo amplio de alrededor de 40 investigadoras e investigadores vinculados a universidades pertenecientes a la AUSJAL, convocados por el P. Francisco José Virtuoso y bajo el liderazgo académico del profesor Ángel Álvarez, participamos en un ejercicio de investigación

exploratoria que desembocó en el libro colectivo Crisis y desencanto con la democracia en América Latina (Virtuoso y Álvarez, 2021).

La obra editada por la Universidad Católica Andrés Bello documenta la situación de la democracia en nueve países de la región con un número igual de estudios de caso, los cuales son precedidos por una visión de bosque como planteamiento del problema, y proseguidos con un capítulo de consideraciones a modo de integración de los nueve estudios y un capítulo final con una serie de recomendaciones para la AUSJAL, entre ellas la constitución de un observatorio permanente de la democracia en la región. El futuro de esta propuesta, presentada en la asamblea de la IAJU que tuvo lugar en Boston en agosto de 2022, será un buen indicador para pulsar el compromiso de nuestras universidades en el cuidado de nuestras democracias.

Por sí solo, el proyecto es un claro ejemplo de nuestras capacidades de colaboración para la realización de estudios regionales y la articulación de grupos de investigación, esto es, el trabajo en red entre personas que compartimos intereses y desasosiegos por la salud de nuestras democracias. Lo que queda por delante sigue siendo el reto de discernir la mejor forma de traducir lo hallado en procesos de formación e incidencia.

Parafraseando al P. Virtuoso, la construcción de la casa común que anhelamos no será posible si no cuidamos nuestras democracias, una tarea que para por (re)habilitar la sana política que, como dice Francisco en Fratelli tutti, pone la dignidad humana al centro para delinear con visión amplia las estructuras alternativas que necesitamos para la paz social.

Referencias

Laguna, J. (2018, septiembre). Acogerse a sagrado. La construcción política de lugares habitables. Cuadernos Cristianisme i Justícia, (210). http:// www.cristianismeijusticia.net/es/acogersesagrado-la-construccion-politica-de-lugareshabitables

Laguna, J. (2022). Los «lugares» del cuidado. Labor, trabajo y acción. Ibero Puebla. https://repo. iberopuebla.mx/cu2022/pdf/lugaresCuidado.pdf

Sosa, A. (2017, octubre 26). La Universidad, sus egresados y el compromiso con la democracia [Discurso]. Centro Universitario FEI en São Bernardo do Campo, Brasil. https://www. ausjal.org/wp-content/uploads/2021/04/ La-Universidad-sus-egresados-y-elcompromiso-con-la-democracia.pdf

Virtuoso, F. J. y Álvarez, A. (Coords.). (2021). Crisis y desencanto con la democracia en América Latina. Universidad Católica Andrés Bello. https://abediciones.ucab.edu.ve/politica/

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EL OBSERVATORIO CALI VISIBLE: UNA APUESTA DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

CALI POR EL FORTALECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA LOCAL

Pontificia Universidad Javeriana Cali, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

© www.javerianacali.edu.co

La Pontificia Universidad Javeriana Cali es una institución de educación superior de alta calidad, que está comprometida con la consolidación y el fortalecimiento de los valores democráticos en la región. Por ello, apostó por la creación de espacios, como el Observatorio Cali Visible, desde los cuales promueve el empoderamiento ciudadano, el control social a los entes gubernamentales y la participación

ciudadana de la comunidad académica y de la ciudadanía caleña y vallecaucana.

El Observatorio Cali Visible se creó en el 2003, como resultado del interés de estudiantes del programa de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, por monitorear las corporaciones públicas de Santiago de Cali. En ese momento la ciudad atravesaba una

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crisis de gobernabilidad local que se manifestaba en problemas como el déficit fiscal, la ausencia de liderazgo gubernamental y la baja representatividad política que sentían los ciudadanos hacia los miembros de los cuerpos colegiados elegidos popularmente.

Ante este panorama, e inspirada por su doble compromiso de educar profesionales capaces de aportar a la solución de problemáticas locales, y por contribuir al desarrollo de la región, la Pontificia Universidad Javeriana Cali alentó la creación de un laboratorio vivo, en el que a través de boletines e informes se le transmitiera a la ciudanía caleña información que diera cuenta de la realidad sociopolítica que atravesaba la ciudad. Adicionalmente, se buscó que el Observatorio Cali Visible operará como un centro de control social a través del cual se monitoreara la gestión del Concejo Distrital de Santiago de Cali, la Asamblea Departamental del Valle del Cauca y de la Alcaldía Distrital de Santiago de Cali.

El interés por la democracia en el nivel local está asociado además a un creciente interés en la academia por las trayectorias de la democracia en el nivel local y, en general, el estudio de las características de la competencia en lo local. Cali Visible es así un centro desde el que se estudia la competencia electoral en Cali y el Valle del Cauca, con especial interés por el análisis de prácticas que menoscaban la democracia en el nivel subnacional.

En este 2023, el Observatorio Cali Visible de la Pontificia Universidad Javeriana Cali cumple veinte años de prestar sus servicios a la comunidad académica y a la ciudadanía caleña y vallecaucana. Durante sus 20 años de funcionamiento el Observatorio Cali Visible ha publicado más de 45 boletines, 8 tableros de visualización de datos, 14 infografías, y decenas de documentos que sintetizan el monitoreo a la gestión de las corporaciones públicas y de sus miembros, así como de las políticas y los instrumentos que se usan para la planeación del desarrollo del territorio. En cada una de las publicaciones la ciudadanía puede encontrar cifras y análisis pertinentes para comprender la dinámica política local y regional, de manera que se constituyen como insumos para el debate ciudadano crítico y fundamentado sobre los retos de la ciudad, siendo este uno de los pilares a partir del cual se cimienta la democracia.

Así mismo, desde el Observatorio Cali Visible se han llevado a cabo talleres, eventos y conferencias que han contado con la participación de distintos miembros de la ciudadanía,

así como de las corporaciones políticas y de la sociedad civil, en los cuales se ha construido un debate sano y se ha enriquecido el conocimiento para ejercer funciones sociales y políticas en el marco de la transparencia, la integridad y la ética pública. Finalmente, se han realizado ejercicios de caracterización de la competencia electoral, que consideramos de utilidad para reducir los costos de información que genera un sistema de partidos atomizado en multitud de organizaciones que compiten por votos utilizando distintas banderitas.

La trayectoria del Observatorio Cali Visible ha servido de inspiración para la puesta en marcha de iniciativas con un alcance similar en otras ciudades como Bogotá, Medellín, Manizales, Barranquilla, Bucaramanga y Cartagena de Indias. Del mismo modo, con el apoyo del equipo de la Corporación Transparencia por Colombia se logró construir y cualificar una metodología compartida que permitiese monitorear la gestión de los concejos municipales y distritales, siendo estos los espacios en los que se aprueban, o no, las decisiones de los alcaldes. Gracias al compromiso decidido de la institución, el Observatorio Cali Visible se ha convertido en la experiencia de laboratorio ciudadano más perdurable en el país.

Para el Observatorio Cali Visible, el haber nacido desde la iniciativa estudiantil ha servido como catapulta para el trabajo con estos grupos que se mantienen en constante movimiento y transformación. Es por esto que para el Observatorio es fundamental el proceso de involucrar estudiantes de distintas áreas del conocimiento en cada una de sus actividades. Esto también ha permitido servir como un canal de comunicación entre la comunidad académica y los políticos para transmitir inquietudes y visiones distintas que se involucren en la construcción de proyectos comunitarios colectivos para el desarrollo social, económico y cultural.

Nuestro propósito sigue siendo contribuir a la comprensión de la democracia en el nivel subnacional y a la gobernanza de la ciudad-región, ejerciendo control social sobre las actuaciones de las corporaciones y entidades públicas; promoviendo y generando espacios de participación ciudadana; y construyendo investigaciones sólidas en torno a los asuntos públicos de la ciudad. A futuro, esperamos poder aplicar nuestros conocimientos y competencias en el análisis comparado de la democracia y las instituciones en el nivel subnacional en América Latina, para lo que la red AUSJAL es el lugar en el que aspiramos construir relaciones con proyectos o apuestas similares en América Latina.

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DEMOCRATIZAR LAS UTOPÍAS COMUNITARIAS EN LA UNIVERSIDAD

Varios cuestionamientos atraviesan el mundo y en específico los países del sur: ¿Cómo las instituciones educativas pueden reforzar la democracia sin que esto se convierta en una utopía política lidereada por facciones partidistas y autoritarias? ¿Cómo generar un gobierno que esté al servicio de la comunidad y sea capaz de enfrentar los embates actuales? ¿Cómo formar jóvenes para la vida comunitaria en una sociedad individualizante?

A este gran dilema también se han enfrentado varias instituciones y comunidades de Oaxaca, quienes durante más de 500 años se han adaptado a las coyunturas políticas y han innovado prácticas de ser y hacer comunidad.

En este sentido, para ejemplificar el tema, hablaremos de la comunidad de Jaltepec de Candayoc, quien en colaboración con el Sistema Universitario Jesuita y Servicios del Pueblo Mixe A.C., fundaron una institución de educación superior en el territorio mixe de Oaxaca, denominado Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA), desde el cual se propusieron abordar diversas temáticas que emergieron de los talleres participativos y consultas comunitarias (CEA-UIIA, 2006). Fueron varios nudos problemáticos que se identificaron, pero dos grandes frentes acechan el territorio: el asedio del capital y la política racista del Estado (Garzón y Mejía, 2019)

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Genaro Vásquez Vásquez del Instituto Superior Intercultural Ayuuk © Genaro Vásquez Vásquez

y para ello el modelo educativo se fundamentó en la mística y la vida de las comunidades mixes bajo el concepto central de “Aamukëj jikyäjtën o atu’kmukëj jikyäjtën” como palabras en la lengua ayuuk para referirse al fenómeno de la comunalidad y que se sintetiza en “hacer la vida entre todos juntos”.

La comunalidad engloba una serie de cualidades que le da vida a las comunidades indígenas, desde el cual se plantean algunos proyectos sociales y educativos con miras a la construcción autonómica y al buen vivir de los habitantes. De esta manera, el pensar en una universidad asentada en la comunidad y que esté al servicio de ellas orienta varios cuestionamientos políticos, epistémicos y ontológicos:

• ¿Cómo generar una lectura crítica de las políticas, prácticas y valores que transgreden nuestra vida comunitaria?

• ¿De qué manera incluir las diversas voces, pensamientos y sentimientos de la comunidad universitaria?

• ¿Cómo acompañarnos entre todas las personas para habitar un espacio universitario gozoso y de aprendizaje compartido?

• ¿Qué horizonte político debe trazar una educación superior en medio de la globalización que atraviesa nuestra vida comunitaria?

En nuestro caminar como ISIA, durante más de 16 años en una comunidad alejada de la ciudad, con alrededor de 100 estudiantes provenientes de diversas comunidades y 25 personas colaboradoras de tiempo completo, hemos avanzado en varios puntos tratando de poner en lo axial la vida comunitaria.

Así, en este esfuerzo de ser un espacio de aprendizaje colectivo y en la apuesta de ir más allá del mérito y esfuerzo individual, hemos establecido diversas prácticas y estrategias de una universidad que, además

de ser plural, diversa e incluyente, propone modos de decidir la vida en común y el cuidado de nuestra casa desde la comunalidad: asambleas, tequios, festivales, conversatorios, porque solo así nos damos cuenta de la repercusión de nuestras decisiones, y solo así nos formamos responsablemente en la creación del entorno común de vida. En este sentido compartimos algunas referencias que ilustran las acciones:

1. En cada semestre se realizan tres asambleas ordinarias obligatorias para informar y discutir temas trascendentales para la comunidad universitaria, en las cuales se abordan varios puntos y se toman decisiones de gran alcance, por ejemplo:

o Durante la pandemia se tomó la decisión de continuar con clases presenciales, siempre bajo la aprobación de la comunidad sede.

o Entre toda la comunidad universitaria se hicieron adobes para construir cuatro baños ecológicos para su uso general y se acordó clausurar los sanitarios que usaban agua potable.

o Cancelación de contenedores de basura en el campus universitario para que cada persona se hiciera responsable de sus residuos.

2. Participación en fiestas: la institución está invitada a formar parte de las festividades de la comunidad, así que el calendario escolar se ajusta a las fechas de las festividades locales, de este modo se crean los espacios para que los saberes y conocimientos intracomunitarios e intergeneracionales se compartan.

3. Celebrar en colectivo: cada año se desarrollan festivales del agua, de la lengua, de la tierra, y es un espacio que se abre a la comunidad en general así como a las diversas instituciones educativas.

CON SELLO AUSJAL
© Genaro Vásquez Vásquez © Genaro Vásquez Vásquez

4. Tequio intelectual: en cada semestre diversas personas participan de manera voluntaria para desarrollar alguna actividad compartida, de tal modo que sea un aprendizaje recíproco.

Todos estos esfuerzos indicados más otras acciones laterales como las sesiones académicas y proyectos institucionales, vienen a explorar el modelo educativo soñado de manera conjunta, a coconstruir el mundo que habitamos y democratizar nuestros problemas y necesidades desde la realidad inmediata.

El ISIA aspira a consolidar la capacidad y el potencial desde el interior de la institución, además teje redes con otros sectores universitarios del Sistema Universitario Jesuita (SUJ) y de la sociedad civil, vínculos que han sido de gran aliento para las diversas iniciativas. La intención central radica en que la formación universitaria traspase el pensamiento individualista y detone procesos que ayuden a reconstruir el tejido social y reinvente el modelo educativo inacabado, así como lo refiere el director actual “a mover la universidad desde eso que queremos comprender” (Morfín, 2020).

La diversidad de experiencias y perspectivas también generan tensiones entre la comunidad universitaria porque se puede entrampar en una relación de poder de docente-estudiante generando roles de autoridad y subordinación, y para llegar a modificar estos actos se requieren acciones interculturales que vayan más allá de los buenos deseos. Los diálogos y encuentros son básicos para generar una comunidad de aprendizaje que supere los ejercicios académicos o imitaciones de procesos que no surgen de la necesidad sentida y compartida.

La política institucional del ISIA, como una esfera de lo posible, es desafiada por una dinámica que intenta salir de la imitación teatral de la comunidad o de una folklorización de la vida de las comunidades indígenas. En este sentido, y como indica Senge:

[…] cambiar nuestras maneras de interactuar significa no solo rediseñar la estructura formal de la organización sino también los patrones difíciles de ver de las relaciones entre las personas y otros aspectos del sistema, incluso los sistemas de conocimiento. (2002, , p. 32)

Los trabajos colectivos han sido definitorios para darnos cuenta de las capacidades y habi-

lidades que tenemos y las que aún faltan por desarrollarse colectivamente. De este modo, la apuesta a una incipiente democracia comunitaria en contexto universitario y la exploración de la comunalicracia, entendida esta como “la selección de valores y principios de cada persona, pero avalados por el común” (Martínez, 2003, p. 27) requiere una plena conciencia de la crisis de la democracia individualizada, frente a una manera de ejercer el gobierno y el poder basado en el trabajo recíproco que esté al servicio de las demás personas.

Todo este proceso presenta tensiones porque trata de canalizar la potencia comunitaria en un proyecto universitario y a su vez la institución intenta ser aliada para abonar a los procesos locales, logros que se obtienen cuando varias personas egresadas retornan y corresponden a diversos cargos comunitarios encomendados por la asamblea.

Con toda esta breve descripción de la acción del ISIA se cuenta con una experiencia muy localizada, tratando de hacer resonancia sobre lo que se tiene como misión dentro de las universidades jesuitas, así mismo, invita a que entre los diversos actores exploremos eso que le llamamos vida en comunidad para ampliar la mirada sobre la otra democracia invisibilizada y como esta puede recrearse al interior de nuestras instituciones.

Finalmente, frente a una política vestida de corrupción, donde los intereses personales son los que mandan, proponemos la construcción de lo común juntos a través de nuestras asambleas, cargos honoríficos y trabajos colectivos. La democracia electoral no tiene sentido en los contextos de asamblea.

Referencias

Centro de Estudios Ayuuk (CEA-UIIA). (2006). Hacia dónde vamos. Un diagnóstico de la región Mixe. SUJ.

Centro de Estudios Ayuuk (CEA-UIIA) y el Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA). (2014). Modelo educativo. Documento inédito.

Garzón, L. y Mejía, M. (Coord.). (2019). Pueblos indígenas y Estado. Avances, límites y desafíos del reconocimiento. Ediciones Abya Yala.

Martínez, L. (2003). Comunalidad y desarrollo, 1ª ed. Conaculta.

Morfín, O. (2020). Bienvenida del director otoño 2020. Comprendernos y comprender el mundo. Isia. edu. https://www.isia.edu.mx/comunidadisia/ vida-universitaria/128-bienvenida-del-directoral-periodo-otono-2020

Senge, P. (2002). La fuente de la quinta disciplina. Escuelas que aprenden. Grupo Editorial Norma.

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DISCERNIENDO EL PRESENTE PARA PREPARAR EL FUTURO DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

integral de las personas; entre estar a la altura de los tiempos en infraestructura, tecnología… y ofrecer educación de calidad sin ningún tipo de discriminación social… Tensión entre una historia, una tradición, a la que se debe lo que es la institución y los desafíos de las crisis del presente que se abre a un futuro incierto… Y otras tantas más que ocupan las mentes, los corazones y las ocupaciones cotidianas de los aquí reunidos.

Con profundo agradecimiento podemos reunirnos después de cuatro años. Gracias de corazón a quienes han preparado con dedicación, constancia y acierto este encuentro y a Boston College que nos acoge fraternalmente, cuidando todos los detalles.

Durante los cuatro años que nos separan de la Asamblea de Bilbao 2018 hemos sido testigos de profundas transformaciones en la humanidad. Nos encontramos en otra etapa de la historia que presentíamos sin mucha claridad. La tratamos de describir como “cambio de época”, “era del conocimiento” … porque percibimos la profundidad de los cambios que se están produciendo en todas las dimensiones de la vida humana. Llegó sin darnos tiempo suficiente para comprender lo que estaba pasando y mucho menos para prepararnos adecuadamente.

Al mismo tiempo seguimos experimentando en la vida cotidiana de las Universidades las tensiones inherentes a lo que ellas son. Tensión entre excelencia académica y formación

Esta asamblea mundial se ha propuesto como una oportunidad de discernir en común la contribución específica de las instituciones de educación universitaria bajo la responsabilidad de la Compañía de Jesús al presente histórico de la humanidad. Lo específico que pueden ser y hacer para contribuir a abrir camino a una sociedad más justa porque se establecen relaciones fraternas entre las personas, sus culturas, los pueblos, las naciones… Porque el Bien Común orienta las decisiones de economía política global. Porque se toma la vía de la reconciliación con el medio ambiente que hace posible restablecer el equilibrio en el uso de los recursos naturales, favoreciendo no sólo la vida plena para todos los seres humanos, sino también la vida misma en el planeta Tierra.

Un discernimiento que lleve a decisiones compartidas sobre lo que caracteriza las Universidades, Colegios, Institutos y Facultades miembros de esta Asociación Internacional. En otras palabras, se busca responder a la pregunta sobre qué es lo propio que ofrecen nuestras instituciones; qué es aquello “especial” o “único” que las caracteriza en su modo de insertarse en este momento presente en la construcción del futuro deseado.

Podemos hacer la misma pregunta desde otra perspectiva: qué puede motivar a una persona o una familia la escogencia de estudiar, enseñar, investigar o trabajar en una Universidad miembro de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU).

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P. Arturo Sosa, S.J. Asamblea de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU) Boston – Agosto de 2022

Preparar el futuro exige discernir el presente

Corremos el riesgo de convertir el discernimiento en una etiqueta cómoda que nos pone en sintonía con un lenguaje que hace sonreír a los jesuitas o acaricia los oídos del Papa Francisco. Discernir comporta aceptar desafíos que se nos proponen desde muchos ángulos de la vida social y desde la ciencia. Desafíos que, con frecuencia y con razón, nos asustan.

Discernir supone arriesgar… Correr riesgos no surge espontáneamente de la dinámica de instituciones que han construido con esfuerzo una identidad, un modo exitoso de educar y producir conocimiento, que las hace sentir orgullosas y, además, son reconocidas por el entorno en que se mueven y gozan de un importante prestigio. Discernir es abrirse a la novedad.

La novedad a la que buscamos abrirnos a través del discernimiento se distingue radicalmente de la innovación fruto de la investigación científica o el progreso tecnológico. Es una novedad que nos viene dada, que no surge de premisas que nosotros hemos puesto ni de los pasos que hemos dado por el camino que nosotros mismos hemos decidido, diseñado y construido.

Discernir, por tanto, es disponerse a ser guiados hacia la novedad. Supone “soltar las riendas” para ser llevado hacia donde no sabemos, sin contar con una hoja de ruta que guie nuestros pasos. Las características de las instituciones universitarias hacen especialmente difícil “soltar las riendas”. Están concebidas para tener firmemente las riendas en las propias manos y controlar el camino que se toma y la velocidad con la que se avanza…

Proponerse el discernimiento en común como modo de enfrentar el futuro requiere tomar conciencia de las resistencias que se derivan de la dinámica universitaria habitual. Requiere conducir conscientemente el complejo proceso de cambiar el enfoque y los métodos habituales de tomar decisiones y evitar la tentación de ponerle la etiqueta “discernimiento” a lo mismo que hacemos porque estamos acostumbrados y nos ha ido bien.

Acabamos de clausurar el Año Ignaciano 20212022 en el que hemos buscado inspiración en la experiencia de Ignacio de Loyola para soltar las riendas de nuestras vidas y ser capaces de abrirnos a la novedad, de ver nuevas todas las cosas en Cristo, para dejarnos guiar a nuevos horizontes. Ignacio uso para sí mismo la imagen

del peregrino. Siguiendo la misma inspiración podemos imaginar la IAJU o mejor la completa vida- misión de la Compañía de Jesús, en peregrinaje, como un cuerpo con muchos miembros que tienen diversas funciones, complementarias entre sí, que se pone en camino confiado en el espíritu que lo inició, lo ha guiado por varios centenares de años y promete seguir haciéndolo si “soltamos las riendas”.

Desde la fe que inspira la vida-misión de la Compañía de Jesús, y nos abre a sintonizar con tantas personas e instituciones que sintonizan con ella desde otras opciones vitales, sabemos que es el Espíritu Santo quien guía con su peculiar modo de actuar en la historia humana. Quién guía lo hace como el maestro que acompaña los procesos de sus discípulos gratuitamente, desde el respeto a la libertad, siguiendo pacientemente los procesos, adaptándose a las condiciones de cada lugar, momento y persona. Lo hace a través de lo que pudiéramos llamar la pedagogía de la gracia por la que va abriéndonos los sentidos a los signos del presente que conducen al futuro objeto de nuestros deseos y de tantos de nuestros empeños.

Los “signos de los tiempos”, esas señales que pone el Espíritu con su actuación en la historia se manifiestan en el presente. Aprender a leer los signos de los tiempos se convierte así en el discernimiento del presente que ilumina el camino al futuro que nos viene dado si elegimos la vía que ellos nos indican.

Un futuro consistente con la razón de ser de las Universidades e Institutos de Educación Superior encomendadas a la Compañía de Jesús requiere, por consiguiente, un cuidadoso discernimiento en común del presente. En esta asamblea se busca dar pasos en esa dirección examinando el recorrido hecho por la Asociación en los últimos años, profundizando la conciencia de su necesidad y poniendo los mejores medios a su alcance para realizarlo.

Los miembros de la IAJU están llamados a discernir desde la identidad en la que encuentran su razón de ser, principio y fundamento de su misión y lazo de unión entre ellos. Es la identidad que muchas de las Universidades han estado examinando en los últimos años y a cuyas fuentes hemos invitado a volver a lo largo de este año ignaciano. Es el mismo manantial que alimentó el largo y complejo camino del discernimiento en común de las preferencias apostólicas universales de la Compañía de Jesús que sigue fluyendo para

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fecundar las obras apostólicas que les dan vida concreta cuando las ponen en práctica.

Personas con una vida plena de sentido

La identidad de las instituciones de Educación Universitaria reunidas en la IAJU parte de una visión integral del ser humano. Por consiguiente, concebimos la Universidad no fragmentada sino integrada. Proponemos instituciones que ofrecen la posibilidad de integrar las diversas dimensiones del quehacer científico, educativo y de incidencia social.

Una cotidianidad universitaria que realice y trasmita esa identidad es, sin duda, un enorme desafío que supone estar muy atentos a cómo se realizan las actividades ordinarias dentro del campus; a cómo se cultiva la identidad en los miembros de la comunidad universitaria, muy especialmente de sus profesores y personal administrativo; a los procesos de toma de decisiones; a los incentivos que se propone; y a todo aquello que representa el “éxito” de los programas y procesos que se realizan.

Como todo el sistema de educación superior en el mundo, nuestras instituciones de educación universitaria están constantemente amenazadas por tres cepas de virus con variantes muy contagiosas: la fragmentación, la superficialidad y la instrumentalidad. La enfermedad que producen estos virus atentan contra la identidad que nos une, inspirada en el carisma que Ignacio expresó con expresión “ayudar a las almas” como la finalidad de la Compañía de Jesús, en su deseo de servir a la misión del Señor encomendada a la Iglesia. “Ayudar a las almas” es la apuesta ignaciana que lleva a atender integralmente a las personas en todas sus dimensiones, personales o sociales, y en todo lo que necesiten.

Es urgente, por tanto, discernir qué tipo de persona imaginamos como fruto de la experiencia universitaria que proponemos. He aquí la materia central de nuestro discernimiento. El ser humano necesita darle sentido a su vida y a sus acciones, las grandes y las pequeñas de todos los días. Nuestro propósito es “buscar y hallar” el estilo de investigación, incidencia social y educación universitaria capaz de iniciar y acompañar procesos personales y sociales de dar sentido a la vida en todas sus dimensiones para alcanzar la plenitud.

Desde la espiritualidad que se deriva del carisma de la Compañía de Jesús se entiende como vida plena la que se desenvuelve per-

siguiendo siempre “en todo amar y servir”. Esa es la manera nuestra de concebir la “excelencia”. A través del discernimiento en común nos proponemos animar instituciones excelentes porque en ella trabajan, investigan, enseñan y estudian personas que encuentran las condiciones para una vida con sentido que avanza hacia su plenitud.

Instituciones universitarias concebidas de tal manera que ofrezca espacio para acompañar los procesos de gran variedad de personas que viven en distintos momentos de su vida, al mismo tiempo que contribuyen, con los medios a su alcance, a la transformación de las estructuras injustas de las sociedades en las que realiza su específica tarea universitaria.

Lo que conocemos como el “paradigma pedagógico ignaciano” es uno de los medios más eficaces para organizar las instituciones universitarias bajo nuestra responsabilidad según la identidad que les da sentido y desde la que ofrecen oportunidades a todos sus integrantes de encontrarle sentido a sus propias vidas en relación con otras personas y el medio ambiente.

Quienes están familiarizados con la pedagogía ignaciana conocen el estrecho vínculo que tiene con los Ejercicios Espirituales. En ellos Ignacio de Loyola propone un modo concreto de experimentar la acción de Dios en la historia y discernir el camino que lleva a encontrarle sentido a la vida para hacerla plena. Hacer uso responsable y amplio de este precioso instrumento esta, sin duda, al alcance de todas nuestras instituciones universitarias. Sigámoslo haciendo, encontrando modos adaptados a las personas, tiempos y lugares. Aprovechemos esa experiencia para ir conformando espacios universitarios que encarnen el estilo propio de su identidad.

Una pregunta que escucho con frecuencia es la siguiente: ¿se necesita compartir la fe religiosa (cristiana) para adquirir la identidad característica de nuestras instituciones universitarias? En otras palabras: ¿el camino que lleva a encontrarle sentido a la vida personal y social exige la fe religiosa cristiana?

La experiencia de nuestras universidades permite responder que la vida plena y con sentido se realiza en personas diversas, con una asombrosa variedad de opciones personales religiosas, culturales, políticas… Este es uno de los signos que debe atender el discernimiento propuesto. La humanidad es el sustrato común a todas las personas, culturas, expe-

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riencias religiosas, creencias… El núcleo sustantivo de la plenitud humana es el amor que se hace ágape, que se vive en común como humanidad congregada alrededor de él.

Sembrar en suelo sediento

La expansión de la sociedad secular como el espacio en el que viven, o vivirán, la inmensa mayoría de los seres humanos se experimenta de diversos modos. En algunas partes como amenaza, puesto que los procesos de secularización han supuesto conflictos muy duros que han dejado heridas profundas, muchas veces difíciles de cicatrizar o que se vuelven a abrir fácilmente. Otros ambientes han sido totalmente copados por el principio “vale todo” y suponen que basta respetar lo que cada uno piensa o siente para que sean respetadas mi identidad, modos de pensar o fe religiosa. Vastos sectores de la humanidad han sido cubiertos con el manto del fundamentalismo religioso, ideológico o político con márgenes muy escasos y riesgosos para pensar distinto o disentir.

Algunos, por tanto, perciben la sociedad secular como el suelo reseco, quebrado, después de una sequía persistente. En verdad se trata de un suelo sediento que se nos pone delante como oportunidad para cultivar la vida plena de sentido.

Una sociedad secular madura la podemos caracterizar como “suelo sediento” porque ha superado los extremismos ideológicos, los sectarismos religiosos o culturales, la hegemonía del mercado con su dinámica uniformadora, reduccionista de la riqueza representada en la diversidad cultural que lleva a la despersonalización y necesita el autoritarismo para sostenerse sin límite de tiempo.

Es un suelo sediento plural en el que se encuentran una enorme variedad de terrenos y condiciones para emprender cultivos diferentes y complementarios. La sociedad secular genera relaciones que permiten ejercer la libertad de los seres humanos en sus diversas dimensiones vitales que se convierten en espacios abiertos en los que es posible la creación humana.

La sociedad secular madura ofrece una oportunidad nueva de vivir nuestra identidad y, desde ella, hacer una contribución significativa. Siguiendo la imagen, podemos regar, sembrar y cultivar en un suelo sediento. El desafío del discernimiento en común al que estamos convocados en este momento

presente es alcanzar a ver con precisión las señales de las oportunidades que se nos abren en esta nueva época histórica.

Hacer de la Universidad un espacio de discernimiento contribuye a superar las tendencias a la fragmentación existentes en la sociedad secular. Nuestras universidades, ubicadas en la tradición humanista de la pedagogía de la Compañía de Jesús, impulsan procesos de síntesis de conocimientos e integración de las dimensiones que constituyen las personas, las sociedades y la sana relación con el medio ambiente.

La tradición humanista inserta en la identidad de las instituciones universitarias inspira la creación de conocimiento desde un diálogo multifactorial que incluye la diversidad de perspectivas de las disciplinas que se cultivan en la universidad. El diálogo exige la comunicación fluida y constante como medio necesario para constituir y mantener la unidad de mentes y corazones que da sentido a la institución. Igualmente, la trasmisión de conocimiento como dimensión fundamental del quehacer universitario contribuye a la formación de personas integrales, comprometidas con la transformación de la sociedad, agentes de reconciliación que luchan por la justicia social.

Hemos aceptado el reto de inspirar y gestionar instituciones universitarias capaces de superar la fragmentación del conocimiento científico especializado, en diálogo inter y trans-disciplinar, insertas en el contexto social en el que se hacen activamente presentes con una mirada universal y conciencia de hacer parte de una única, rica y variada humanidad.

Desde la experiencia de la intergeneracionalidad y la interculturalidad

Podemos reconocer la riqueza, los riesgos y las potencialidades del futuro en dos características fundamentales de la humanidad actual: la diversidad cultural y la variedad de edades que conforman la población humana. Preservar y sacar provecho de esa riqueza pone delante de nosotros dos complejos y hermosos desafíos: avanzar hacia la interculturalidad con una arraigada conciencia de intergeneracionalidad.

Reconocer la diversidad cultural como riqueza nos lleva a formar parte de la corriente que construye un mundo interconectado o globalizado a partir de la multiculturalidad como característica fundamental del mundo actual y futuro. La creación cultural forma parte esen-

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cial de la humanidad, muestra su capacidad de abrirse a lo nuevo y mejor. Es una corriente que se mueve en una dirección alternativa a la imposición de un mercado único mundial subordinando a todos los seres humanos a un mismo esquema de producción y consumo.

Porque, como afirmaban los primeros Jesuitas, “el mundo es nuestra casa” toda cultura que habita en ella es nuestra “hermana”. Por eso, queremos ir más allá de la multiculturalidad y abrirnos a la interculturalidad como proceso de enriquecimiento humano. La sociedad en que vivimos es multicultural. También lo son nuestras comunidades universitarias. La interculturalidad es algo más de la pluriculturalidad proclamada por algunos Estados nacionales en el mundo. La pluriculturalidad reconoce la presencia de diferentes culturas en el territorio de un Estado con leyes que defienden su existencia y promueven la convivencia de varias culturas. Se busca, de este modo, evitar la imposición de una cultura sobre otras dentro del mismo Estado o entre naciones como ha ocurrido tantas veces en la historia y ocurre aún en nuestros días en diversas partes del mundo.

La interculturalidad, sin embargo, va más allá de estar juntas personas de diferentes culturas en una sana convivencia. La interculturalidad comienza con un paso no siempre evidente y nunca fácil, a saber, la adquisición de una conciencia crítica de la propia cultura que permita, al conocer sus dones y límites, salir al

encuentro de otras culturas aportando lo que se es y enriqueciéndose del intercambio con ellas.

Al mismo tiempo, los progresos de la época moderna hicieron posible prolongar la vida de los seres humanos y evitar los riesgos de enfermedades o defunciones tanto al nacer como a lo largo de la vida y en la ancianidad. En la mayor parte del mundo la expectativa de vida es muy superior a la de los siglos anteriores. Muchas generaciones conviven al mismo tiempo en el presente. Generaciones con una gran diversidad de percepciones sobre lo que es, debe y puede ser la vida humana plena. Diversidad de percepciones que se convierte con facilidad en “brechas” generacionales.

El desafío de la intergeneracionalidad consiste en la compleja tarea de establecer un auténtico diálogo dentro de cada generación y entre las generaciones. Un diálogo que establezca espacios y condiciones para escucharse mutuamente. Un diálogo que, por una parte, funde la fraternidad entre ellas y, por otra, sea capaz de hacer consciente y comprometer a las distintas generaciones a procurar el Bien Común de la humanidad, incluyendo restablecer una relación armónica con la naturaleza, el medio ambiente y la bio-diversidad.

Las instituciones miembros de la IAJU – y la Asociación misma- son espacios multiculturales en los que conviven muchas generaciones. Aceptemos de corazón los desafíos de

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la interculturalidad y la intergeneracionalidad como oportunidades de enriquecimiento institucional y de las personas que forman la comunidad universitaria. Hagamos patrimonio de esta inmensa riqueza para mejorar nuestra contribución del Bien Común de la humanidad, luchando por hacer de este mundo un casa reconciliada en la justicia

Universidad, política, ciudadanía global, reconciliación y paz

La propuesta de Universidades que contribuyen a dar sentido pleno a la vida humana incluye necesariamente la dimensión política. A través de la política se da sentido a la vida social. La formación integral de personas, desde la identidad en la que se fundan nuestras instituciones universitarias, lleva a desarrollar la dimensión ciudadana de cada persona, de las comunidades universitarias y sus instituciones que supone un consistente compromiso con el Bien Común. Porque son instituciones universitarias con raíces locales y visión universal están en capacidad de promover una conciencia de ciudadanía global desde la que se trabaje por la superación de las grandes brechas sociales del mundo actual. La investigación que ellas se realiza y la trasmisión de conocimientos se conciben como instrumentos efectivos para incidir en conseguir orientar la dinámica geopolítica a la reconciliación y la justicia.

La identidad que caracteriza las instituciones universitarias Jesuitas lleva a encontrarle sentido también a la vida pública y obliga a pensar seriamente, en la dinámica del magis ignaciano, la mejor contribución que podemos dar a la profundización y expansión de la democracia, hoy amenazada incluso en aquellos países en los que se cuenta con una larga tradición que llevaría a pensar en la existencia de un arraigo profundo de la conciencia y de los valores democráticos en sus poblaciones como base de su estabilidad política.

Un reciente ensayo de Moisés Naim1 hace esta reflexión: quienes venimos de una “cultura democrática”, es decir, convencidos de que son los ciudadanos la fuente del poder político, gobernados por un sistema con pesos y contrapesos, ¿entendemos la creciente tendencia, en todas partes, a las autocracias que pretenden el poder sin límite para toda la vida? ¿Estamos preparados para ello?

Creo no equivocarme al afirmar que los miembros de la IAJU están comprometidos con la democracia política, convencidos, además,

de que la democracia necesita las1 Naim, Moisés, La revancha de los poderosos, Debate, 2022

Humanidades porque una sociedad democrática no se propone solo el bienestar material, sino el desarrollo integral derivado de perseguir el Bien Común.

Asistimos a una tendencia que pretende reformular las bases de la legitimidad política diluyendo su componente democrática. Naim las califica como las autocracias de las tres “p”, a saber, populismo, polarización y postverdad, que se van expandiendo por las más diversas naciones del mundo, al punto que puede considerarse una tendencia con posibilidades hegemónicas.

Mucho se ha estudiado, discutido y publicado sobre cómo el populismo vacía de sentido el auténtico ejercicio de la voluntad de los pueblos, debilita la organizaciones civiles y populares de base, elimina la función de los partidos políticos como canalizadores de las alternativas ideológico-políticas que articulan programas de gobierno alternativos a ser decididos en comicios libres por los ciudadanos de cada país… El populismo adquiere un carácter demagógico que le permite sustituir el pueblo por la figura del autócrata convertido en el auténtico interprete de la voluntad popular y el único que puede hacerla realidad desde el poder político.

Una vez adquirido el poder, a veces aprovechado las condiciones de los regímenes democráticos, el autócrata se propone permanecer indefinidamente en su ejercicio para lo cual propicia la polarización de la sociedad y se rodea de seguidores que se comportan como los fanáticos de un equipo deportivo. Se alaba y defiende al autócrata en cualquier circunstancia, como a la divisa del equipo al que se pertenece para siempre. Se acaba la discusión de ideas porque el autócrata es la expresión esclarecida del programa de gobierno y su palabra marca un rumbo que no admite dudas. Él es la única voz y el único rostro del gobierno y del Estado. Los ciudadanos o sus organizaciones que no se adhieren a la fanaticada del autócrata son considerados enemigos a neutralizar o, incluso, eliminar.

Los medios de comunicación contribuyen a fortalecer esta tendencia cuando narran la política centrada sólo en personajes que se presentan y actúan como cabezas de una fanaticada. Pierden así su carácter de mediadores en la discusión y acción políticas. El

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desarrollo y expansión de las llamadas “redes sociales” las ha convertido en la fuente de alimentación más importantes de una opinión pública polarizada sobrepasando la función mediadora de los grandes medios como los diarios, las revistas, las radios y las televisoras que poseen una cultura del equilibrio informativo, la verificación de la información y la autenticidad de las fuentes.

Se nos plantea, por tanto, desde las características e identidad de nuestras comunidades universitarias, la pregunta de cómo entrar provechosamente en el mundo de las redes sociales y convertirlo en una de las dimensiones de la formación integral que pretendemos.

Desde la Universidad que encuentra su razón de ser en la búsqueda sistemática y difusión de la verdad, resulta un reto de gran envergadura afrontar la tercera “p” mencionada por Naim: la época de la postverdad, es decir, de la confusión conceptual y de pensamiento; de la desinformación que se convierte en incontrolable difusión de la falsedad (fake news) y de teorías conspirativas tergiversadoras de la realidad.

La postverdad alcanza una tal capacidad de manipulación que logra una sistemática obstaculización de la aparición y conocimiento de la veracidad de los acontecimientos en el terreno político. La postverdad llega a convertir la invención de la realidad en un instrumento de dominación y de gobierno.

Los regímenes autocráticos sostenidos por el populismo, la polarización y la postverdad generan un ambiente en el que la duda sobre todo lo que no sea la palabra del autócrata se hace permanente. Se alimenta la incertidumbre sobre lo que puede suceder en lo personal, familiar o laboral y el miedo se convierte en la sensación que lleva a la parálisis política o la resignación ante lo que se ha impuesto irremediablemente.

Si, además, se exacerban las tendencias individualistas presentes en muchas culturas se reproduce y multiplican las actitudes de la anti-política como posición ante la vida pública. Este es el modo más eficaz de debilitar la conciencia ciudadana, perder el sentido de participar activamente en la búsqueda del Bien Común y hacer crecer las amenazas, ya graves, a la democracia.

Como Universidades cuya identidad incluye el compromiso con la misión de reconciliación y justicia, tenemos la enorme responsabilidad

de contribuir a distinguir la verdad de la mentira que pretende justificar a los autócratas empeñados en presentarse como los únicos auténticos defensores del pueblo. Como difusores de la cultura democrática sabemos que son los ciudadanos conscientes, libres, con ideas plurales, capaces de dialogar y tomar decisiones en el horizonte del bien común que hacen posible una política que lleve a la justicia y contribuya a la vida plena de los seres humanos en armonía con el medio ambiente. El desafío que representa para nuestras Universidades la participación en la vida pública y la formación política de los miembros de la comunidad universitaria, incluye propiciar una gobernabilidad basada en la verdad, en la fortaleza de las instituciones y la legalidad. Se requiere contribuir a un ambiente social en el que sea normal el pluralismo ideológico, al diálogo entre las alternativas planteadas. Sobre todo, un compromiso en crear y mantener las condiciones que garanticen la alternabilidad en el ejercicio del poder político siguiendo escrupulosamente la voluntad de los ciudadanos. En el ámbito internacional se requiere favorecer las instancias que permite una defensa mutua de las democracias y la difusión de la cultura democrática.

Recordando que nuestras instituciones dependen para su funcionamiento de la generosidad de sus bienhechores resulta importante recordar cómo las autocracias, y otros “poderosos” en tantos contextos sociales, se alimentan de dinero “sucio”, proveniente de actividades ilícitas o de la corrupción que convierte los recursos públicos en beneficio privado. Muchas veces se pretende “lavar” ese dinero sucio a través de donaciones interesadas a ONG, organizaciones caritativas o instituciones de prestigio social entre las cuales pueden querer incluir las nuestras.

Con y para los demás

En los últimos años ha crecido la conciencia y hemos profundizado el significado de la intrínseca relación entre el “con y para los demás” de la expresión con la que con tanta frecuencia expresamos nuestra identidad y el propósito de la tarea educativa en la que estamos comprometidos. Queremos trabajar en instituciones y ser personas para y con los demás. Para ello tenemos que profundizar la colaboración en la misión como una característica esencial del modo nuestro de proceder que se desprende de nuestra identidad.

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Hacerse colaborador proviene de escuchar la llamada a participar en la misión de las Universidades Jesuitas y elegir hacerlo como parte de un cuerpo en el que distintas vocaciones se complementan para contribuir a la misión de Jesucristo, encomendada a la Iglesia, según el carisma de la Compañía de Jesús.

La colaboración es el modo de proceder del cuerpo apostólico de la Compañía tanto al interior de cada obra apostólica como entre las obras a través de las cuales se lleva a cabo la misión a nivel local, regional e internacional. La colaboración da sentido a llamarnos cuerpo y lo hace realidad en el día a día de nuestra vida y trabajo.

En el momento actual de la historia de la Compañía de Jesús no podemos ni siquiera imaginar instituciones educativas, o cualquier tipo de trabajo apostólico, sin equipos plurales en los que convergen distintas vocaciones de servicio junto a los jesuitas. Tenemos también la experiencia de jesuitas colaboradores en trabajos apostólicos iniciados y gestionados por otras instituciones, grupos o personas.

Lo que entendemos por colaboración es una forma concreta de vivir la eclesialidad expresada en el Concilio Vaticano II, es decir, una Iglesia que se sabe y entiende como el Pueblo de Dios en marcha dentro del cual cada uno contribuye desde su identidad y talentos. Es también una forma de vivir la fraternidad universal y trabajar codo con codo con quienes, desde otras creencias religiosas, opciones humanitarias o deseos de servir, se unen alre-

dedor de los mismos fines colaborando en la reconciliación y la justicia. Nadie sobra ni es prescindible. Todos somos colaboradores en la misión de Cristo. Esa es una dimensión clave de nuestra identidad.

La colaboración característica de nuestra identidad incluye la solidaridad que nace del sentirse hermanos y hermanas de todos los seres humanos, enriquecidos por las relaciones interculturales e intergeneracionales, pendientes en todo momento de echar una mano a quien lo necesita. La solidaridad entre las personas y la solidaridad institucional son propias de nuestro modo de ser y proceder. Convertirnos en hombres y mujeres por y con los demás es el fruto de una solidaridad “bien educada”. Las comunidades universitarias dentro de nuestras instituciones están llamadas a vivir esa solidaridad que se trasmite a la concepción de instituciones que son gestionadas desde una cultura organizacional conformada según ese modo de ser y de proceder.

La Asociación Internacional de Universidades Jesuitas encuentra su razón de ser y da sentido a lo que hace al vivir e impulsar la colaboración y la solidaridad dentro y desde las instituciones universitarias que la conforman. Se trata de aprovechar lo mejor posible el enorme potencial de colaboración y solidaridad existente en las universidades que conforman esta red. Poco a poco hemos ido emprendiendo esa ruta. A medida que avanzamos reconocemos las ventajas de la colaboración y la solidaridad. Vamos aprendiendo mejores formas de aprovechar los recursos que tenemos, siempre escasos para la magnitud de la tarea.

El deseo de la Compañía de Jesús es que esta asamblea renueve las energías creativas de los miembros de IAJU y podamos crecer como instituciones que forman personas

integrales e integradas, capaces de discernir el presente a lo largo de toda su vida y se compromete en la búsqueda de la justicia social y ecológica.

En nombre de la Compañía de Jesús reciban una sentida palabra de agradecimiento por su compromiso con la compleja tarea universitaria en tan diversos contextos a lo largo y ancho del mundo. Lleven esta gratitud a sus comunidades universitarias y sigan ayudándonos a ser un cuerpo capaz de “en todo amar y servir”. Muchas gracias.

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Diplomado Internacional: INCIDENCIA DESDE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL

Los participantes construirán y movilizarán conocimientos, habilidades, actitudes y valores en torno a los ámbitos prioritarios para las universidades jesuitas en procura de la transformación de las sociedades latinoamericanas contemporáneas: el medio ambiente, la democracia y los derechos humanos; el desarrollo con inclusión e igualdad, la seguridad ciudadana, la paz y la reconciliación; la movilidad forzada y las culturas emergentes. El trabajo se realizará de la mano de académicos destacados a nivel internacional y estableciendo redes de colaboración con otros líderes, para potenciar sus proyectos de incidencia socioambiental.

Inicio: 24 de agosto de 2023

Duración 105 hrs. / 8 módulos

Inscripción: $3,800 MXN. / Módulos: $1,900 MXN.

Modalidad híbrida (Contenidos en plataforma, con la tutoría de una persona experta. Cada módulo tendrá dos sesiones sincrónas en Zoom. El cierre del Diplomado es presencial en Ciudad de México).

Consulta promociones, descuentos y más programas en www.diplomados.ibero.mx. La Universidad Iberoamericana Ciudad de México se reserva el derecho de posponer, modificar o cancelar sus programas.

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