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ECLESIOLOGÍA PANDÉMICA: Cómo un virus nos obligó a mejorar Daniel Bosqued Este año elegir el tema era fácil. ¿De qué hablar hoy en la iglesia, pues precisamente sobre qué nos está ocurriendo fruto de la pandemia? Sin embargo, la metarreflexión en sí es complicada porque no es fácil saber lo que nos está pasando. Hace un tiempo que se viene diciendo que vivimos en un entorno VICA (volátil, incierto, cambiante y ambiguo). Eso implica que no es sencillo leer en tiempo real lo que ocurre a la iglesia en medio de esta pandemia mundial. O hacia dónde vamos. Solo el tiempo nos dará la perspectiva real para analizar nuestro presente. Para empezar, creo que resulta útil relativizar la pandemia, o ponerla en perspectiva. No se trata de conspirar sobre el control mundial, el 5G o hablar de Bill Gates. Tampoco se trata de negar su realidad, sus consecuencias nefastas, sus muertes, ni todos los planes que ha truncado en este 2020. Este año han muerto en el mundo aproximadamente 1,5 millones de personas por covid. Se dice pronto, pero cada una de ellas tiene un valor infinito. ¿Por qué hablamos de relativizar la pandemia entonces? Pues porque si ampliamos la realidad a otros lugares de la tierra actualmente hay más de 80 millones de refugiados y desplazados por diferentes causas. Y cada año mueren al año por hambre 10 millones de personas. Estos datos no hunden las bolsas ni los mercados. No llena los periódicos, pero el hambre mata ocho veces más personas al año. Y la vacuna ya está inventada: es un simple plato de arroz. Es triste, pero hay lugares del mundo donde no se han enterado de la pandemia, no porque no haya llegado el virus, sino porque tienen tantas muertes por genocidios, hambrunas o pobreza extrema que el virus es literalmente lo de menos. Por otro lado, es una obviedad reconocer que en el mundo han pasado cosas muchísimo más graves. En España antes de ayer se vivió una atroz guerra civil con cientos de miles de muertes. La Segunda Guerra Mundial acabó con la vida de unos 60 millones de personas. Cuando muchos de nuestros padres nacieron media Europa estaba destruida. Así que sí, es un fenómeno global. Ha trastocado rotundamente todos los planes del 2020. Para el que ha perdido un ser querido, ha tenido que cerrar su negocio, ha perdido ahorros o el trabajo esta pandemia ha sido desastrosa. Pero es bueno que tengamos esto en mente a la hora de hacer disquisiciones proféticas tremendistas o llegar a conclusiones precipitadas sobre un virus y su impacto en la humanidad. ¿Y a nivel eclesiástico? Todavía tendremos que analizar los daños o los efectos. No solo económicos, sino la realidad de iglesias vacías durante meses. Pronto hará un año y hay iglesias que aún no se han abierto. Hay miembros que pasarán un año sin congregarse, y algunos que quizá ya no vuelvan. ¿Qué realidad nos encontraremos? Esto también hay que ponerlo en perspectiva. La Iglesia como tal ha experimentado muchas dificultades a lo largo de la historia. Muy pronto comenzaron los problemas para los creyentes. Comenzando por los apóstoles, pocos murieron por causas naturales. Si tomamos los mensajes a las siete iglesias de Apocalipsis, como un vistazo global de la historia de la iglesia tenemos por ejemplo la iglesia de Esmirna, es la de las persecuciones. Hubo derramamiento de sangre por miles y decenas de miles. El mensaje